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HORA SANTA.

Quinta semana de Pascua

Canto: Jesús está vivo


Señor Jesús, Tú eres el más grande de los hombres, eres el Hijo del Dios altísimo. Te adoro y te
amo. Lléname del conocimiento tuyo y abrásame con el amor más ardiente a ti. Sé Tú mi única
ilusión, el anhelo de mi corazón y la dicha y el premio en la eternidad que me espera.

Madre María, ¿quién más dichosa que Tú, que eres la Madre de Jesús, de ese Jesús que llena el
Cielo y la Tierra? Tu Corazón es el cielo más límpido del Verbo Encarnado, el más claro libro de sus
grandezas y el mejor archivo de sus recuerdos. ¡Hazme arder en el amor de ese tu Hijo, Jesús!

Canto: Sáname.

Guía: Buenas noches, en unos momentos de silencio saludemos a nuestro Dios y


démosle la bienvenida a nuestro hogar démosle gracias por estar en nuestra casa.
(Minutos de silencio)

Guía: Desde nuestras casas sigamos la lectura de la biblia, daremos unos segundos
para que la puedas encontrar, Meditemos la lectura del Evangelio según San Juan.
Capítulo 10, versículos del 30-28. (Dar unos segundos) Te lo repito lectura del Evangelio
según San Juan. Capítulo 10, versículos del 30-28.

Lectura.

Minutos de silencio para meditar.

Reflexión:
"¡Hijo de Dios, Cristo Jesús, Señor!"...
Estas palabras lo dicen todo. Jesucristo es todo eso.

De Él dice San Antonio de Padua: "Sobrepasa a todos los hombres y ángeles. Ante Él se
dobla toda rodilla. Lo predicas, y ablanda los corazones más duros. Lo invocas, y se
desvanecen las tentaciones más seductoras. Lees acerca de Él, y te ilusiona la mente.
Piensas en Él, y te llena el corazón".

Ante esta Hostia Santa, nosotros repetimos ahora estas palabras como una oración que
no cansa nunca, a la vez que confiesan todo lo que es Él: "¡Hijo de Dios, Cristo Jesús,
Señor!"...

¿Cuánto amas a Dios? En estos momentos de silencio pensemos en el grande amor que
Dios nos tiene…. ¿Cómo le respondemos nosotros?

Canto: Yo te amo. Celines.


Guía: Hagamos oración juntos desde donde estés, repitiendo esta bella declaración de
reconocimiento al único, al rey digámosle juntos: ¡Hijo de Dios, Cristo Jesús, Señor!

Silencio para que contesten.

Señor, el Hijo Unigénito de Dios.


— ¡Hijo de Dios, Cristo Jesús, Señor!
Señor, el infinito y eterno, porque eres Dios.
— ¡Hijo de Dios, Cristo Jesús, Señor!
Señor, el Cristo, el ungido por el Espíritu.
— ¡Hijo de Dios, Cristo Jesús, Señor!
Señor, el Mesías esperado por los siglos.
— ¡Hijo de Dios, Cristo Jesús, Señor!
Señor, el Jesús nacido de María.
— ¡Hijo de Dios, Cristo Jesús, Señor!
Señor, el Hombre en todo semejante a nosotros.
— ¡Hijo de Dios, Cristo Jesús, Señor!
Señor, el Redentor nuestro, muerto en la cruz.
— ¡Hijo de Dios, Cristo Jesús, Señor!
Señor, el Resucitado de entre los muertos.
— ¡Hijo de Dios, Cristo Jesús, Señor!
Señor, el que te sientas a la derecha del Padre.
— ¡Hijo de Dios, Cristo Jesús, Señor!
Señor, el dador del Espíritu Santo a la Iglesia.
— ¡Hijo de Dios, Cristo Jesús, Señor!

Guía: En estos momentos hagamos una oración desde casa, no es necesario que hables,
solo junta tus manos, ponte de rodillas sí así lo deseas, trae a tu pensamiento esas
necesidades, aquí en frente al Hijo de Dios, Cristo Jesús y Señor, desde tu corazón
háblale, pídele, alábale, amale…

Música de Fondo…. Levanto mis manos. Athenas.

Guía:
Como despedida a este bello momento vamos a hacer la oración que hemos venido
compartiendo por medio de redes sociales, ¡Yo me quedo en casa! a manera de
compromiso con Cristo pues estamos seguros y confiados en que el es el centro de
nuestras vidas y que él viene en nuestro auxilio siempre.

OREMOS:
¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y caigo en la cuenta de que, también esto,
me lo enseñaste Tú viviendo, obediente al Padre,
durante treinta años en la casa de Nazaret esperando la gran misión.

¡Yo me quedo en casa, Señor!


Y en la carpintería de José, tu custodio y el mío, aprendo a trabajar, a obedecer,
para lijar las asperezas de mi vida
y preparar una obra de arte para Ti.

¡Yo me quedo en casa, Señor!


Y sé que no estoy solo
porque María, como cada madre,
está ahí detrás haciendo las tareas de casa
y preparando la comida para nosotros, todos familia de Dios.

¡Yo me quedo en casa, Señor!


Y responsablemente lo hago por mi bien,
por la salud de mi ciudad, de mis seres queridos,
y por el bien de mi hermano, el que Tú has puesto a mi lado pidiéndome que vele por él
en el jardín de la vida.

¡Yo me quedo en casa, Señor!


Y, en el silencio de Nazaret, trato de orar, de leer,
de estudiar, de meditar, y ser útil con pequeños trabajos para hacer más bella y
acogedora nuestra casa.

¡Yo me quedo en casa, Señor!


Y por la mañana Te doy gracias por el nuevo día que me concedes, tratando de no
estropearlo, de acogerlo con asombro como un regalo y una sorpresa de Pascua.

¡Yo me quedo en casa, Señor!


Y a mediodía recibiré de nuevo el saludo del Ángel, me haré siervo por amor,
en comunión Contigo que te hiciste carne para habitar en medio de nosotros;
y, cansado por el viaje,
Te encontraré sediento junto al pozo de Jacob, y ávido de amor sobre la Cruz.

¡Yo me quedo en casa, Señor!


Y si al atardecer me atenaza un poco de melancolía,
te invocaré como los discípulos de Emaús:
Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.

¡Yo me quedo en casa, Señor!


Y en la noche, en comunión orante con tantos enfermos y personas solas,
esperaré la aurora para volver a cantar tu Misericordia
y decir a todos que, en las tempestades, Tú eres mi refugio.

¡Yo me quedo en casa, Señor!


Y no me siento solo ni abandonado,
porque Tú me dijiste: Yo estoy con vosotros todos los días.
Sí, y sobre todo en estos días de desamparo, Señor,
en los que, si mi presencia no es necesaria,
alcanzaré a todos con las únicas alas de la plegaria.
Amén.

Canto: Gloria, Martin Valverde Bendición, Canto: Gracias Señor por tu amor. Jesed.

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