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¡El delito tributario no pertenece al crimen organizado!

El proyecto de ley “contra el crimen organizado – delito tributario” pretende tratar


como miembros del crimen organizado a los ejecutivos de las empresas, bajo la
sospecha de delito tributario. Este proyecto ha despertado, justificadamente, el temor
a que en el Perú se repita la vieja práctica autoritaria de usar la ley como arma de
amedrentamiento político. Argentina y Venezuela son dos ejemplos ilustrativos.

El proyecto de Ley Penal contra el Crimen Organizado – enviado al Congreso por el jefe
del Consejo de Ministros, Juan Jiménez – considera organización criminal a “cualquier
grupo de tres personas o más, cualquiera sea su estructura, establecido a nivel local,
regional, nacional o internacional, cuyos miembros actúen concertadamente con el
propósito de cometer uno o más delitos de los señalados en el artículo 3º de la
presente ley”.

Dicho Artículo dice que la nueva ley se aplicaría a “los delitos tributarios previstos en el
Decreto Legislativo Nº813, Ley Penal Tributaria”. Aquí está el peligro, pues si el
ejecutivo de una empresa incurriera en un delito tributario  él y los demás directivos
serían considerados cómplices y miembros de una organización criminal, equivalente 
a las de las bandas de crimen organizado, terroristas y  narcotraficantes.

A los ejecutivos y empresarios, además,  se les recortaría algunas garantías del debido
proceso,  pues el proyecto señala que “la pertenencia y participación de los miembros
de la organización criminal se orienta inequívoca y directamente, no de modo fortuito
y circunstancial, a la consecución de los objetivos de la organización criminal” (Sic).

El uso político de este tipo de normas ha servido para que en Argentina, el gobierno de
Cristina Fernández haya perseguido al grupo empresarial Clarín. el cual fue allanado
por 250 funcionarios de la SUNAT argentina, la Administración Federal de Ingresos
Públicos (AFIP), en el 2009.

La misma AFIP ha sido denunciada por los sectores democráticos de ejecutar


intervenciones similares en otras empresas con el objeto de acallar las críticas al
régimen, y de haber impuesto un control arbitrario sobre la comercialización del papel
para los diarios.

En Venezuela, la SUNAT llanera, el Servicio Nacional Integrado de Administración


Aduanera y Tributaria (SENIAT), acosa permanentemente a los empresarios críticos del
régimen. El 2004 multó con más de 2 millones de dólares a tres empresas de televisión
a las que acusó de no haber pagado tributos por los espacios publicitarios que
donaron a la campaña electoral de la oposición. Como consecuencia de esta agresión
Televen y Venevisión bajaron sus críticas, mientras que RCTV quebró y tuvo que
refugiarse en la señal de cable.

La oposición venezolana acaba de denunciar que tres diputados del partido opositor
Primero Justicia también están siendo acusados de no haber pagado impuestos con el
objeto de acallarlos.
El presidente del Comité Tributario de la Cámara de Comercio de Lima (CCL), Guillermo
Grellaud, ha señalado que la interpretación del proyecto “es monstruosa” porque la
evasión tributaria, por ejemplo, no es un acto criminal propio de bandas organizadas.

“No se puede igualar un delito tributario con delitos graves como el narcotráfico, la
extorsión o el terrorismo”, explicó.

El tema es de tal gravedad, que la Cámara de Comercio de Lima ha salido a enfrentar


frontalmente el proyecto de Jiménez, como puede verse en el afiche mostrado.

El Congreso debería archivar dicho proyecto en aras de la calidad institucional de la


República y el Estado de Derecho. No podemos dar  el menor espacio a la
arbitrariedad desde el poder.

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