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Principios para el grupo de oración

Empezad a la hora fijada

Las reuniones de junta y de oración no deben ser tediosas. Si es posible, todos deberían ser puntuales
en llegar a la hora señalada; y si hay personas que no llegan a tiempo, que se atrasan una media hora
o aun quince minutos, no se las debe esperar. Si hay solamente dos personas presentes, ellas pueden
reclamar el cumplimiento de la promesa. La reunión debe empezar a la hora fijada, si es posible, haya
presentes pocos o muchos.—The Review and Herald, 30 de mayo de 1871. COES 191.1

La reunión de oración y de testimonios debe ser una ocasión de ayuda y estímulo especiales. Todos
deben considerar como privilegio el participar de ella. Tenga cada uno de los que llevan el nombre de
Cristo algo que decir en la reunión de testimonios. Estos deben ser cortos, y de naturaleza tal que
ayuden a otros. Nada destruirá más seguramente el espíritu de devoción como que una persona
dedique veinte o treinta minutos a un largo testimonio. Esto significa la muerte de la espiritualidad de
la reunión

Oraciones cortas y directas

Todos debieran considerar como un deber cristiano el hacer oraciones cortas. Presentad al Señor
exactamente lo que queréis, sin recorrer todo el mundo. En la oración privada, todos tienen el
privilegio de orar todo el tiempo que deseen, y de ser tan explícitos como quieran. Pueden orar por
todos sus parientes y amigos. La cámara secreta es el lugar donde se han de contar todas las
dificultades, pruebas y tentaciones particulares. La reunión para adorar a Dios en conjunto no es el
lugar donde se hayan de revelar las cosas privadas del corazón. 1JT 271.1

¿Cuál es el objeto que se tiene al reunirse? ¿Es para informar a Dios, instruirle, diciéndole en oración
todo lo que sabemos? Nos reunimos para edificarnos unos a otros mediante el intercambio de
pensamientos y sentimientos, para obtener fuerza, luz y valor al conocer mejor nuestras esperanzas y
aspiraciones mutuas; y al elevar con fe nuestras oraciones fervientes y sentidas, recibimos refrigerio y
vigor de la fuente de nuestra fuerza. Estas reuniones deben ser momentos muy preciosos, y deben ser
hechas interesantes para todos los que tienen placer en las cosas religiosas. 1JT 271.2

Temo que algunos no presenten sus dificultades a Dios en oración particular, sino que las reserven
para la reunión de oración, y allí eleven sus oraciones de varios días. A los tales se los puede llamar
asesinos de reuniones públicas y de oración. No emiten luz; no edifican a nadie. Sus oraciones heladas
y sus largos testimonios de apóstatas arrojan una sombra. Todos se alegran cuando han terminado, y
es casi imposible desechar el enfriamiento y las tinieblas que sus oraciones y exhortaciones imparten
a la reunión. Por la luz que he recibido, entiendo que nuestras reuniones deben ser espirituales,
sociales y no demasiado largas. La reserva, el orgullo, la vanidad y el temor del hombre deben quedar
en casa. Las pequeñas diferencias y los prejuicios no deben ir con nosotros a estas reuniones. Como en
una familia unida, la sencillez, la mansedumbre, la confianza y el amor deben reinar en el corazón de
los hermanos y las hermanas que se reúnen para ser refrigerados y vigorizados al juntar sus luces. 1JT
271.3

“Vosotros sois la luz del mundo,” dice el Maestro celestial. Todos no tienen la misma experiencia en
su vida religiosa. Pero si se reúnen los que han pasado por diversas circunstancias, pueden hablar de
lo que han experimentado con sencillez y humildad. Todos los que prosiguen adelante en la carrera
cristiana, deben tener y tendrán una experiencia viva, nueva e interesante. Una experiencia viva se
compone de pruebas diarias, conflictos y tentaciones, arduos esfuerzos y victorias y mucha paz y gozo
obtenidos mediante Jesús. Un simple relato de estas cosas da luz, fuerza y conocimiento que
ayudarán a otros en su progreso en la vida cristiana. El culto de Dios debe ser interesante e instructivo
para los que aman las cosas divinas y celestiales. 1JT 272.1

Cristo inculcó en sus discípulos la idea de que sus oraciones debían ser cortas y expresar exactamente
lo que querían, y nada más. Les indicó la longitud y el contenido que debían caracterizar sus
oraciones; debían expresar sus deseos de bendiciones temporales y espirituales, y su gratitud por las
mismas. ¡Cuán abarcante es esta oración modelo! Se refiere a la necesidad real de todos. Uno o dos
minutos bastan para cualquier oración común. Hay casos en que la oración nos es dictada en una
forma especial por el Espíritu de Dios, cuando se eleva la súplica en el Espíritu. El alma anhelante
siente agonía y gime en busca de Dios. El espíritu lucha como luchó Jacob, y no quiere descansar sin
manifestaciones especiales del poder de Dios. Así quiere Dios que sea. 1JT 274.1

Pero muchos elevan oraciones áridas como si fueran sermones. Oran a los hombres y no a Dios. Si
estuvieran orando a Dios, y comprendiesen realmente lo que están haciendo, se alarmarían por su
audacia; porque dirigen un discurso al Señor a modo de oración, como si el Creador del universo
necesitase información especial sobre temas generales relacionados con las cosas que suceden en el
mundo. Tales oraciones son todas como metal que resuena y címbalo que retiñe. No son anotadas en
el cielo. Los ángeles de Dios se cansan de ellas, tanto como los mortales que están obligados a
escucharlas. 1JT 274.2

A Jesús se le encontraba a menudo en oración. Se retiraba a los huertos solitarios o a las montañas
para dar a conocer sus peticiones a su Padre. Cuando había terminado los quehaceres y los cuidados
del día, y los cansados buscaban reposo, Jesús dedicaba el tiempo a la oración. No quisiéramos
desalentar el espíritu de oración; porque no se ora ni se vela bastante. Y menos aún se ora con el
Espíritu y también con comprensión. La oración ferviente y eficaz es siempre oportuna, y nunca
cansará. Una oración tal interesa y refrigera a todos los que tienen amor por la devoción. 1JT 274.3

Se descuida la oración secreta, y ésta es la razón por la cual muchos hacen oraciones tan largas,
tediosas y sin valor cuando se reúnen para adorar a Dios. Repasan en sus oraciones una semana de
deberes descuidados y oran en círculo, esperando compensar su negligencia y apaciguar su
conciencia. Esperan ganar por su oración el favor de Dios. Pero con frecuencia estas oraciones logran
solamente hacer bajar a otros al nivel de las tinieblas espirituales en que está la persona que las hace.
Si los cristianos quisieran apropiarse las enseñanzas de Cristo acerca de velar y orar, rendirían un culto
más inteligente a Dios. 1JT 275.1

*****

Debemos reunirnos en derredor de la cruz. Cristo y Cristo crucificado debe ser el tema de
contemplación, conversación y de la más gozosa emoción. Debemos realizar estas reuniones
especiales con el propósito de mantener fresco en nuestro pensamiento todo lo que recibimos de Dios
y expresar nuestra gratitud por su gran amor, nuestra disposición a confiárselo todo a la mano que fué
clavada en la cruz por nosotros. Debemos aprender aquí el lenguaje de Canaán, cantar los himnos de
Sión. Por el misterio y la gloria de la cruz podremos estimar el valor del hombre, y entonces estaremos
en condiciones de apreciar la importancia de trabajar por nuestros semejantes, a fin de que ellos sean
exaltados al trono de Dios.* 1JT 275.2

Reuniones de oración interesantes

Las reuniones de oración deben ser los cultos más interesantes que se tengan; pero con frecuencia son
mal dirigidas. Muchos asisten a la predicación, pero descuidan la reunión de oración. También en este
punto se requiere reflexión. Se debe pedir sabiduría a Dios, y se deben hacer planes para dirigir las
reuniones de manera que sean interesantes y atrayentes. La gente tiene hambre del pan de vida. Si lo
encuentra en la reunión de oración, irá para recibirlo. 1JT 458.1

Las oraciones y los discursos largos y prosaicos no cuadran en ningún lugar, pero mucho menos en la
reunión de testimonios. Se permite que los más osados y los que están siempre listos para hablar
impidan a los tímidos y retraídos que den su testimonio. Los más superficiales son generalmente los
que tienen más que decir. Sus oraciones son largas y mecánicas. Cansan a los ángeles y a la gente que
los escucha. Las oraciones deben ser cortas y directas. Déjense las largas y cansadoras peticiones para
la cámara privada, si alguno las tiene que ofrecer. Dejemos al Espíritu de Dios entrar en nuestro
corazón, y él apartará toda árida formalidad. 1JT 458.2

Servicio de canto

La música puede ser un gran poder para el bien; y sin embargo no sacamos el mayor provecho de este
ramo del culto. Se canta generalmente por impulso o para hacer frente a casos especiales. En otras
ocasiones, a los que cantan se les deja cometer errores y equivocaciones, y la música pierde el efecto
que debe tener sobre la mente de los presentes. La música debe tener belleza, majestad y poder.
Elévense las voces en cantos de alabanza y devoción. Si es posible, recurramos a la música
instrumental, y ascienda a Dios la gloriosa armonía como ofrenda aceptable. 1JT 458.3

Pero es a veces más difícil disciplinar a los cantores y mantenerlos en orden, que mejorar las
costumbres de la gente en cuanto a orar y exhortar. Muchos quieren hacer las cosas según su propio
estilo; se oponen a las consultas y se impacientan bajo la dirección. En el servicio de Dios se necesitan
planes bien madurados. El sentido común es algo excelente en el culto del Señor. Las facultades del
pensar deben ser consagradas a Cristo y deben idearse medios y recursos para servirle mejor. La
iglesia de Dios que procura hacer bien, viviendo la verdad y tratando de salvar almas, puede ser un
poder en el mundo si quiere ser disciplinada por el Espíritu del Señor. Sus miembros no deben pensar
que pueden trabajar para la eternidad con negligencia. 1JT 459.1

Unidad en la diversidad

Hay variedad en un árbol. Difícilmente hay dos hojas iguales. Sin embargo, esa variedad acrecienta la
perfección del árbol como un todo. 1MS 24.3

Acerca de nuestra Biblia podríamos preguntar: ¿Por qué se necesita de Mateo, Marcos, Lucas y Juan
en los Evangelios, por qué necesitan tratar las mismas cosas los Hechos de los Apóstoles y los diversos
autores de las epístolas? 1MS 24.4

El Señor dio su Palabra justamente en la forma en que quería que viniera. La dio mediante diferentes
autores, cada uno con su propia individualidad, aunque trataron el mismo relato. Sus testimonios se
reúnen en un Libro y son como los testimonios en una reunión social.* No representan las cosas
justamente en el mismo estilo. Cada uno tiene su propia experiencia, y esta diversidad amplía y
profundiza el conocimiento que es presentado para suplir las necesidades de diversas mentes. Los
pensamientos expresados no tienen una uniformidad establecida, como si hubieran sido vertidos en
un molde de hierro, haciendo monótono el oírlos. En una uniformidad tal, ha

bría una pérdida de gracia y de belleza peculiar... 1MS 25.1

El Creador de todas las ideas puede impresionar a diferentes mentes con el mismo pensamiento, pero
cada una puede expresarlo de una manera diferente, y sin embargo sin contradicción. El hecho de que
existan esas diferencias no debiera dejarnos perplejos o confundidos. Es muy raro que dos personas
vean y expresen la verdad de la misma manera. Cada una se ocupa de puntos particulares que su
idiosincrasia y educación la capacitan para apreciar. La luz solar que cae sobre diferentes objetos, les
da matices diferentes. 1MS 25.2

Mediante la inspiración de su Espíritu, el Señor dio la verdad a sus apóstoles, para que la expresaran
de acuerdo con su mentalidad mediante el Espíritu Santo. Pero la mente no está sujeta, como si
hubiera sido forzada dentro de cierto molde.—Carta 53, 1900. 1MS 25.3

Las reuniones de oración resultan efectivas cuando cada uno de los asistentes se siente
personalmente responsable de su éxito—Antes de salir del hogar, vaya a Dios en oración secreta.
Ruéguele por su bendición, y él, que “ve en secreto, él te recompensará en público”. Con un corazón
enternecido por el amor de Jesús, vaya a la reunión sintiendo que es personalmente responsable de
su éxito. Si son pocos los que asisten, usted se debe sentir con una doble responsabilidad, pues está
en el servicio de Dios, y debe hacer lo que pueda con su talento, tacto y habilidad para hacer del culto
de oración una bendición.—The Signs of the Times, 4 de diciembre de 1884.

Nuestras reuniones de culto deben ser ocasiones sagradas y preciosas. La reunión de oración no es un
lugar donde los hermanos han de censurarse y condenarse unos a otros, donde haya de haber
sentimientos desprovistos de bondad, y discursos duros. Cristo será ahuyentado de las asambleas
donde este espíritu se manifieste, y Satanás vendrá para dirigir. No debe dejarse penetrar nada que
sepa a un espíritu anticristiano, falto de amor, porque ¿no nos congregamos para pedir misericordia y
perdón del Señor? Y el Salvador ha dicho claramente: “Con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados; y
con la medida con que medís, os volverán a medir.” 3 ¿Quién puede subsistir delante de Dios, y
presentar un carácter sin defecto, una vida sin mancha? ¿Cómo puede, pues, atreverse alguno a
criticar y condenar a sus hermanos? Aquellos que pueden esperar salvación únicamente por los
méritos de Cristo, que deben buscar perdón por la virtud de su sangre, están bajo la más solemne
obligación de manifestar amor, piedad y perdón hacia sus compañeros en el pecado. 4TS 204.1

Hermanos, a menos que aprendáis a respetar el lugar de devoción, no recibiréis bendición de Dios.
Podéis adorarle en la forma, pero no será un servicio espiritual. “Porque donde están dos o tres
congregados en mi nombre—dice Jesús,—allí estoy en medio de ellos.” 4 Todos deben sentir que
están en la presencia divina, y en vez de espaciarse en las faltas y errores de los demás, deben
escudriñar diligentemente su propio corazón. Si tenéis que confesar vuestros propios pecados,
cumplid con vuestro deber, y dejad a los demás hacer el suyo. 4TS 204.2

Cuando seguís vuestra propia dureza de carácter, manifestando un espíritu rudo e insensible, estáis
repeliendo a los mismos que debierais ganar. Vuestra dureza destruye su amor por la congregación, y
con demasiada frecuencia termina por ahuyentarlos de la verdad. Debierais daros cuenta de que
vosotros mismos estáis bajo la reprensión de Dios. Mientras condenáis a otros, el Señor os condena a
vosotros. Tenéis que cumplir el deber de confesar vuestra conducta anticristiana. Obre el Señor en los
corazones de los miembros individuales de la iglesia, hasta que su gracia transformadora se revele en
la vida y el carácter. Entonces, cuando os congreguéis, no será para criticaros unos a otros, sino para
hablar de Jesús y su amor. 4TS 204.3

Nuestras reuniones deben hacerse intensamente interesantes. Deben estar impregnadas por la misma
atmósfera del cielo. No haya largos y áridos discursos, y oraciones formales simplemente a fin de
ocupar el tiempo. Todos deben estar listos para hacer su parte con prontitud, y cuando han hecho su
deber, la reunión debe clausurarse. Así el interés será mantenido hasta el final. Esto es ofrecer a Dios
un culto aceptable. Su servicio debe ser hecho interesante y atrayente, y no dejarse que degenere en
una forma árida. Debemos vivir por Cristo minuto tras minuto, hora tras hora y día tras día; entonces
Cristo morará en nosotros, y cuando nos reunamos, su amor estará en nuestro corazón, brotando
como un manantial en el desierto, refrescando a todos y haciendo ávidos de beber de las aguas de
vida a aquellos que están por perecer. 4TS 205.1

No debemos depender de dos o tres miembros para hacer la obra de toda la iglesia. Deberíamos tener
individualmente una fe fuerte y activa, llevando a cabo la obra que Dios nos ha dejado para hacer.
Debe haber un interés vivo e intenso por inquirir de Dios: “¿Qué quieres que haga? ¿Cómo haré mi
obra para este tiempo y la eternidad?” Debemos dedicar individualmente todas nuestras facultades a
buscar la verdad, empleando todos los medios que estén a nuestro alcance que nos ayuden en una
investigación diligente y con oración de las Escrituras; luego debemos ser santificados, a fin de salvar
almas. 4TS 205.2

Debe hacerse en cada iglesia un ferviente esfuerzo para desechar la maledicencia y el espíritu de
censura, como algunos de los pecados que producen los mayores males en la iglesia. La severidad y las
críticas deben ser reprendidas como obras de Satanás. La confianza y el amor mutuo deben ser
estimulados y fortalecidos en los miembros de la iglesia. Cierren todos, por temor de Dios y amor a
sus hermanos, los oídos a los chismes y las censuras. Señalad al que lleva chismes las enseñanzas de la
Palabra de Dios. Invitadle a obedecer las Escrituras, y a llevar sus quejas directamente a aquellos a
quienes cree en el error. Esta acción unida traería un raudal de luz a la iglesia, y cerraría la puerta a un
torrente de mal. Así quedaría Dios glorificado, y muchas almas se salvarían. 4TS 205.3

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