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Introducción
Relación del escepticismo con la filosofía se elabora como una respuesta a la crítica escéptica de
Schulze a la filosofía kantiana, expuesta en su texto Crítica de la filosofía teórica. Sin embargo, el
problema fundamental que pretende atender Hegel, más allá de la crítica a Schulze, tiene que ver,
por un lado, con “la cuestión de que la filosofía tiene que construir sistemáticamente un método de
conocimiento racional y especulativo, en el cual el uso del entendimiento esté orientado a su propia
superación” y, por otro lado, con “elucidar en qué medida puede la crítica escéptica articularse en la
construcción del método especulativo”, pero como escepticismo que constituye “un «momento» de
un procedimiento filosófico que permita destruir especulativamente las formas finitas del conocer
propias del entendimiento”.
Hegel destaca el método de isosthenia utilizado por los escépticos, el cual consiste en oponer
proposiciones de igual fuerza en contra y a favor de algún asunto, para producir un equilibrio en las
posibles justificaciones de ambos lados. Este método derivaba en una «suspensión del juicio»
absoluta respecto a todos los juicios filosóficos. De tal manera, ninguna proposición se consideraba
más convincente que otra y se elaboraba una serie de argumentos destructivos en contra de los
argumentos constructivos de los dogmáticos. El escepticismo moderno, en contraparte, no tiene un
método general escéptico, sino que se limita a criticar ciertos juicios filosóficos, dejando a otros
como imposibles de cuestionar.
El escepticismo de Schulze es, para Hegel, esencialmente dogmático, ya que no tiene la radicalidad
propia del escepticismo antiguo y presupone ciertos juicios. Aquello que Schulze no somete a la
duda escéptica son los «hechos de la conciencia» y la expresión de estos hechos en conceptos. Y a
partir de ellos esgrime la crítica a los juicios referidos al mundo externo. Sin embargo, no se pone
en duda ni el contenido empírico de los conceptos de la representación ni el principio de
contradicción, ya que sin ellos no se podría hacer filosofía, según Schulze. Por lo tanto, el
escepticismo moderno posa su mirada crítica sobre la relación entre nuestras representaciones y las
cosas externas.
Para Hegel, cualquier escepticismo que pierde radicalidad en su negatividad corre el riesgo de caer
en dogmatismos y este es, precisamente, el caso del escepticismo de Schulze. El escepticismo
antiguo, en contraste con el moderno, no concedía ni certeza ni ser a los hechos de la consciencia.
Ahora bien, independientemente de que esta caracterización de la diferencia entre escepticismo
antiguo y moderno de Hegel pueda ser cuestionada, lo que encontraremos será una argumentación
en contra del supuesto de que la filosofía se pueda fundamentar en los hechos de la conciencia y,
también, el papel que tienen los estados mentales en la epistemología empirista.
Lo que plantea Schulze es que Kant no soluciona el problema acerca de cómo se puede legitimar la
aplicación del principio de causalidad en la fundamentación de la filosofía teórica. Para esto,
Schulze se basa en la interpretación de Reinhold de que los juicios sintéticos a priori y el
conocimiento a priori en general son algo «dado» que debe indagarse.
Cuál es el alcance de la crítica hegeliana al escepticismo moderno, en este texto, no queda del todo
claro. Probablemente Hegel estaba muy al tanto de las corrientes escépticas modernas. Sin embargo,
la única alusión directa, con nombre, es a Schulze. Posteriormente, en textos como la
Fenomenología y la Enciclopedia hace alusiones más directas a Descartes y Hume respectivamente.
Con todo, pareciera ser que la crítica trasciende la figura de Schulze, dirigiéndose al escepticismo
en general.
No deja de llamar la atención que Hegel, ante la crítica de Schulze a Kant, siempre se ponga del
lado de Kant. Esto resulta curioso considerando que, en 1801, en su Habilitationsdissertion,
argumentó en la séptima de las doce tesis que: “la filosofía crítica carece de ideas, y es una forma
imperfecta de escepticismo”. Esto se explica en la medida en que Hegel reconoce el álgido valor
filosófico de la obra kantiana, pero reconoce también la necesidad de superar el planteamiento
trascendental. Por otro lado, si bien Kant representa una forma imperfecta de escepticismo
filosófico, el escepticismo de Schulze se configura como un escepticismo de sentido común, sin
llegar a tener un verdadero sentido crítico.
“La crítica de Hegel a la representación debe considerarse en relación con esto, ya que el problema
de la representación alude a la crítica de Schulze a la filosofía trascendental (según la interpretación
de Reinhold antes mencionada)”. En resumen, esta interpretación del principio de representación
establece que en la conciencia la representación se distingue del sujeto y del objeto, y a la vez se
relaciona con ambos. En consideración de esto, Schulze propone que se debe desarrollar la relación
entre la representación y el sujeto, por una parte, y entre la representación y el objeto por otra. Esto
debido a que en todas las manifestaciones de la conciencia hay una doble referencia al sujeto y el
objeto, pero esta no puede ser en ambos aspectos de la misma índole. Hegel toma este
planteamiento en relación con el problema de nuestro conocimiento del mundo externo y lo
interpreta en el sentido de que este escepticismo absolutiza la separación entre el saber y su objeto.
Para él es necesario ir más allá del principio de conciencia y de la subordinación del orden de los
entes al de las representaciones, así como superar la certeza de la percepción como como punto de
partida para la investigación de la verdad y como criterio del desarrollo sistemático de la filosofía.
Otra de las críticas al escepticismo moderno que levanta Hegel se dirige al presupuesto de la
separación absoluta entre los conceptos y sus referentes en el mundo, a partir del supuesto de que
hay una diferencia específica entre ellos (diferencia entre el pensar y la realidad efectiva). Este era
un presupuesto que se encuentra también en el escepticismo antiguo, por lo cual es sumamente
relevante, ya que entraña en sí otro problema, a saber: el problema de si puede haber conceptos que
no tengan referentes en el mundo.
EL ESCEPTICISMO ANTIGUO— Uno de los ejes desde los cuales desarrolla las tesis de este escrito es
la contraposición entre escepticismo contemporáneo (moderno) y el antiguo. Su posición al respecto
será la de juzgar como superior el último por sobre el primero. Sin embargo, esto no significa que
acepte el escepticismo antiguo tampoco. La intención de Hegel es proponer un escepticismo que sea
afín a la razón y la filosofía. Este escepticismo es aquel que se opone al dogmatismo filosófico.
El contenido de los tropos es correcto, sin embargo. De acuerdo con la interpretación de Hegel,
estos tropos se dirigen contra el dogmatismo de la conciencia común y atacan la certeza de todo lo
finito. Esto es crucial, ya que sirve para refutar la absolutización de lo finito (por ejemplo, lo
individual sensible tomado como único referente del conocimiento verdadero).
Respecto a Sexto, este no se encuentra al mismo nivel, para Hegel, que el escepticismo de la
Academia y el de Pirrón. El primero representa el «escepticismo que se separa de la filosofía y se
vuelve contra ella», el segundo representa el «escepticismo que no se vuelve contra la razón» y el
tercero el «escepticismo que es uno con la filosofía». Sin embargo, a los ojos de Hegel, el
escepticismo de Sexto sigue siendo superior al de Schulze y sus contemporáneos.
Hay en Hegel, por lo tanto, una asunción del escepticismo como parte de la auténtica filosofía, tanto
desde un punto de vista histórico como teórico. El escepticismo, en este sentido, se constituye como
«momento destructivo del ejercicio del pensamiento filosófico». Con esto, el escepticismo le
concede libertad a la filosofía. Para Hegel, el escepticismo (el que está en consonancia con la
libertad de la razón) «es el lado libre de toda filosofía».
En conformidad con esta interpretación, Hegel coloca el Parménides de Platón como un modelo de
escepticismo radical. Esto debido al aspecto destructivo frente al conocimiento sensible.
Parménides “es la expresión del poder del pensamiento para negar las verdades limitadas y la
legitimidad del saber que se construye sobre ellas”. Hegel, de manera análoga, desarrolla una
disciplina orientada a destruir la finitud del entendimiento y sus formas de pensar, por medio de una
exposición sistemática del carácter contradictorio de todas y cada una de las categorías del
entendimiento.
De esta forma, Hegel planteará que la tarea de la lógica es la introducción a la metafísica. Para él,
lógica y metafísica son cosas distintas. El Parménides de Platón es un ejemplo de la nueva lógica
que debe construir Hegel para su sistema.