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RELACIÓN DEL ESCEPTICISMO CON LA FILOSOFÍA.

Título completo EXPOSICIÓN DE SUS DIVERSAS MODIFICACIONES Y


COMPARACIONES DEL MÁS MODERNO CON EL
ANTIGUO.
Crítica de la filosofía teórica,
Subtítulo de Gottlob Ernst Schulze, Canciller y Profesor en Helmstädt,
vol. I, xxxii+728 pp., vol. II, VI+722 págs.
Hamburgo, C.E. Bohn, 1801

Introducción

CONTEXTUALIZACIÓN FILOSÓFICA— El texto fue publicado en 1802 en la revista Kritisches Journal


der Philosophie, la cual fue gestionada por Hegel y Schelling durante los años 1802-1803 mientras
ejercían la docencia en Jena. Los textos no están firmados personalmente. Se sabe que este
corresponde a Hegel, no obstante, por la referencia a él en la Enciclopedia (§39) y por una nota de
Goethe en su diario del 15 de marzo de 1802.

Relación del escepticismo con la filosofía se elabora como una respuesta a la crítica escéptica de
Schulze a la filosofía kantiana, expuesta en su texto Crítica de la filosofía teórica. Sin embargo, el
problema fundamental que pretende atender Hegel, más allá de la crítica a Schulze, tiene que ver,
por un lado, con “la cuestión de que la filosofía tiene que construir sistemáticamente un método de
conocimiento racional y especulativo, en el cual el uso del entendimiento esté orientado a su propia
superación” y, por otro lado, con “elucidar en qué medida puede la crítica escéptica articularse en la
construcción del método especulativo”, pero como escepticismo que constituye “un «momento» de
un procedimiento filosófico que permita destruir especulativamente las formas finitas del conocer
propias del entendimiento”.

TIPOS DE ESCEPTICISMO— Hegel establece una distinción y jerarquía, en cuanto a su valor


filosófico, entre el escepticismo moderno y el antiguo, valorando como superior a este último,
representado por la tradición escéptica, frente al primero, representado principalmente por Schulze.

Hegel destaca el método de isosthenia utilizado por los escépticos, el cual consiste en oponer
proposiciones de igual fuerza en contra y a favor de algún asunto, para producir un equilibrio en las
posibles justificaciones de ambos lados. Este método derivaba en una «suspensión del juicio»
absoluta respecto a todos los juicios filosóficos. De tal manera, ninguna proposición se consideraba
más convincente que otra y se elaboraba una serie de argumentos destructivos en contra de los
argumentos constructivos de los dogmáticos. El escepticismo moderno, en contraparte, no tiene un
método general escéptico, sino que se limita a criticar ciertos juicios filosóficos, dejando a otros
como imposibles de cuestionar.

El escepticismo de Schulze es, para Hegel, esencialmente dogmático, ya que no tiene la radicalidad
propia del escepticismo antiguo y presupone ciertos juicios. Aquello que Schulze no somete a la
duda escéptica son los «hechos de la conciencia» y la expresión de estos hechos en conceptos. Y a
partir de ellos esgrime la crítica a los juicios referidos al mundo externo. Sin embargo, no se pone
en duda ni el contenido empírico de los conceptos de la representación ni el principio de
contradicción, ya que sin ellos no se podría hacer filosofía, según Schulze. Por lo tanto, el
escepticismo moderno posa su mirada crítica sobre la relación entre nuestras representaciones y las
cosas externas.

Para Hegel, cualquier escepticismo que pierde radicalidad en su negatividad corre el riesgo de caer
en dogmatismos y este es, precisamente, el caso del escepticismo de Schulze. El escepticismo
antiguo, en contraste con el moderno, no concedía ni certeza ni ser a los hechos de la consciencia.
Ahora bien, independientemente de que esta caracterización de la diferencia entre escepticismo
antiguo y moderno de Hegel pueda ser cuestionada, lo que encontraremos será una argumentación
en contra del supuesto de que la filosofía se pueda fundamentar en los hechos de la conciencia y,
también, el papel que tienen los estados mentales en la epistemología empirista.

Lo que plantea Schulze es que Kant no soluciona el problema acerca de cómo se puede legitimar la
aplicación del principio de causalidad en la fundamentación de la filosofía teórica. Para esto,
Schulze se basa en la interpretación de Reinhold de que los juicios sintéticos a priori y el
conocimiento a priori en general son algo «dado» que debe indagarse.

Básicamente, la argumentación de Hegel se centra en la malinterpretación de Schulze en torno al


conocimiento a priori. Según lo planteado por el escéptico moderno, lo racional y la especulación
filosófica se reducirían a un análisis empírico de los hechos de la consciencia y una consideración a
posteriori de la causalidad. Este tipo de escepticismo, según observa Hegel, otorga absoluta
preminencia a lo empírico y originariedad a lo dado. El otro tipo de escepticismo, el auténtico y
radicalizado, que tiene en vista la preparación del camino para la especulación, ofrece una
alternativa de solución al problema del escepticismo moderno.

Cuál es el alcance de la crítica hegeliana al escepticismo moderno, en este texto, no queda del todo
claro. Probablemente Hegel estaba muy al tanto de las corrientes escépticas modernas. Sin embargo,
la única alusión directa, con nombre, es a Schulze. Posteriormente, en textos como la
Fenomenología y la Enciclopedia hace alusiones más directas a Descartes y Hume respectivamente.
Con todo, pareciera ser que la crítica trasciende la figura de Schulze, dirigiéndose al escepticismo
en general.

No deja de llamar la atención que Hegel, ante la crítica de Schulze a Kant, siempre se ponga del
lado de Kant. Esto resulta curioso considerando que, en 1801, en su Habilitationsdissertion,
argumentó en la séptima de las doce tesis que: “la filosofía crítica carece de ideas, y es una forma
imperfecta de escepticismo”. Esto se explica en la medida en que Hegel reconoce el álgido valor
filosófico de la obra kantiana, pero reconoce también la necesidad de superar el planteamiento
trascendental. Por otro lado, si bien Kant representa una forma imperfecta de escepticismo
filosófico, el escepticismo de Schulze se configura como un escepticismo de sentido común, sin
llegar a tener un verdadero sentido crítico.

“La crítica de Hegel a la representación debe considerarse en relación con esto, ya que el problema
de la representación alude a la crítica de Schulze a la filosofía trascendental (según la interpretación
de Reinhold antes mencionada)”. En resumen, esta interpretación del principio de representación
establece que en la conciencia la representación se distingue del sujeto y del objeto, y a la vez se
relaciona con ambos. En consideración de esto, Schulze propone que se debe desarrollar la relación
entre la representación y el sujeto, por una parte, y entre la representación y el objeto por otra. Esto
debido a que en todas las manifestaciones de la conciencia hay una doble referencia al sujeto y el
objeto, pero esta no puede ser en ambos aspectos de la misma índole. Hegel toma este
planteamiento en relación con el problema de nuestro conocimiento del mundo externo y lo
interpreta en el sentido de que este escepticismo absolutiza la separación entre el saber y su objeto.
Para él es necesario ir más allá del principio de conciencia y de la subordinación del orden de los
entes al de las representaciones, así como superar la certeza de la percepción como como punto de
partida para la investigación de la verdad y como criterio del desarrollo sistemático de la filosofía.

Otra de las críticas al escepticismo moderno que levanta Hegel se dirige al presupuesto de la
separación absoluta entre los conceptos y sus referentes en el mundo, a partir del supuesto de que
hay una diferencia específica entre ellos (diferencia entre el pensar y la realidad efectiva). Este era
un presupuesto que se encuentra también en el escepticismo antiguo, por lo cual es sumamente
relevante, ya que entraña en sí otro problema, a saber: el problema de si puede haber conceptos que
no tengan referentes en el mundo.

EL ESCEPTICISMO ANTIGUO— Uno de los ejes desde los cuales desarrolla las tesis de este escrito es
la contraposición entre escepticismo contemporáneo (moderno) y el antiguo. Su posición al respecto
será la de juzgar como superior el último por sobre el primero. Sin embargo, esto no significa que
acepte el escepticismo antiguo tampoco. La intención de Hegel es proponer un escepticismo que sea
afín a la razón y la filosofía. Este escepticismo es aquel que se opone al dogmatismo filosófico.

Ahora bien, Hegel incurre en algunas equivocaciones en sus afirmaciones de reconstrucción


histórica sobre el escepticismo antiguo. Probablemente esto se debe a que el interés principal de
Hegel no está en la exactitud de los datos, sino en el problema entre el idealismo trascendental y el
idealismo especulativo. Otra influencia posible es la de querer desvincular a Schulze de la tradición
escéptica y en especial de Sexto. Hegel se equivoca al atribuirle los diez primeros tropos a Pirrón
(con ello le otorga una dimensión teórica/argumentativa que es poco probable que tuviera).
Además, su afirmación acerca de la conexión histórica entre los pirrónicos y las escuelas escépticas
posteriores es controvertida.

El contenido de los tropos es correcto, sin embargo. De acuerdo con la interpretación de Hegel,
estos tropos se dirigen contra el dogmatismo de la conciencia común y atacan la certeza de todo lo
finito. Esto es crucial, ya que sirve para refutar la absolutización de lo finito (por ejemplo, lo
individual sensible tomado como único referente del conocimiento verdadero).

Respecto a Sexto, este no se encuentra al mismo nivel, para Hegel, que el escepticismo de la
Academia y el de Pirrón. El primero representa el «escepticismo que se separa de la filosofía y se
vuelve contra ella», el segundo representa el «escepticismo que no se vuelve contra la razón» y el
tercero el «escepticismo que es uno con la filosofía». Sin embargo, a los ojos de Hegel, el
escepticismo de Sexto sigue siendo superior al de Schulze y sus contemporáneos.

Hay en Hegel, por lo tanto, una asunción del escepticismo como parte de la auténtica filosofía, tanto
desde un punto de vista histórico como teórico. El escepticismo, en este sentido, se constituye como
«momento destructivo del ejercicio del pensamiento filosófico». Con esto, el escepticismo le
concede libertad a la filosofía. Para Hegel, el escepticismo (el que está en consonancia con la
libertad de la razón) «es el lado libre de toda filosofía».
En conformidad con esta interpretación, Hegel coloca el Parménides de Platón como un modelo de
escepticismo radical. Esto debido al aspecto destructivo frente al conocimiento sensible.
Parménides “es la expresión del poder del pensamiento para negar las verdades limitadas y la
legitimidad del saber que se construye sobre ellas”. Hegel, de manera análoga, desarrolla una
disciplina orientada a destruir la finitud del entendimiento y sus formas de pensar, por medio de una
exposición sistemática del carácter contradictorio de todas y cada una de las categorías del
entendimiento.

De esta forma, Hegel planteará que la tarea de la lógica es la introducción a la metafísica. Para él,
lógica y metafísica son cosas distintas. El Parménides de Platón es un ejemplo de la nueva lógica
que debe construir Hegel para su sistema.

ESCEPTICISMO Y FENOMENOLOGÍA— A pesar de la valoración que hace Hegel del escepticismo


antiguo, también lo critica. Esta crítica se expone con mayor claridad en la Fenomenología del
Espíritu, pero se encuentra ya esbozada en este escrito. La interpretación Hegeliana es un rechazo a
la duda como indecisión del espíritu. Aquí hay una cuestión fundamental: el escepticismo que le
interesa a Hegel niega, no duda. El escéptico, al considerar que sus aseveraciones son meras
apariencias, debe recluirse en su subjetividad y abandonar toda pretensión de conocimiento. Es
importante, aquí, el término «negatividad » que aparece en el texto asociado a la posición
escéptica: se refiere a la negatividad intrínseca al subjetivismo del escéptico moderno, que,
a diferencia del antiguo, puede afirmar la certeza de sus percepciones y dudar de la
pretensión cognoscitiva de su pensamiento. En este punto se diferencian radicalmente el
escepticismo auténtico y moderno (que considera la percepción sensible como base para la
investigación de la verdad). Este escepticismo está, por lo tanto, cerrado en la subjetividad.
Sus planteamientos no pueden superar la barrera de la subjetividad: no pueden constituir un
conocimiento objetivo.
Para Hegel, el escepticismo tradicional encuentra su límite al no poder dar el paso hacia el
conocimiento de la razón, al ejercitar una vulneración dialéctica del principio de
contradicción. En consideración de esta limitación del escepticismo, cabe preguntarse por
qué Hegel lo incluye dentro de su método (como una de las figuras [Gestalten] de la
conciencia en su camino hacia el saber absoluto. Según la propia indicación de Hegel, “el
conocimiento filosófico propiamente dicho implica el abandono de la «conciencia natural»”
(en Cómo toma el sentido común a la filosofía). En la introducción de la Fenomenología se
menciona que: “para la conciencia natural el camino hacia el verdadero saber tiene un
significado negativo, en cuanto que implica «la pérdida de sí misma» o «de su verdad»”
(cita no textual).
En cuanto a esta pérdida de sí misma de la conciencia natural se presentan diversas
circunstancias/características:
1) La conciencia natural para el escéptico obtiene del mundo sensible los elementos
fundamentales de sus propios contenidos y sobre ellos actúa escépticamente para
invalidar las pretensiones de objetividad del conocimiento (dicho de otra manera,
los elementos fundamentales de los contenidos de la conciencia natural se obtienen
del mundo sensible y sobre ellos la conciencia natural vuelve escéptica). En este
sentido, la perdida de sí misma se refiere al quiebre del vínculo entre la conciencia y
sus objetos. Sobre estos ya no puede actuar de manera escéptica, con lo cual se
anula la posición negativa hacia la certeza sensible en la que se instala la conciencia
natural.

2) Una de las características genéricas de la conciencia natural es la certeza inmediata


sobre sus contenidos. Esto constituye su verdad. La conciencia natural al perderse a
sí misma experimenta la pérdida de su verdad; se pierde la certeza en torno a la
veracidad de sus propios contenidos o «hechos de conciencia».
Con esta idea, Hegel intenta ir más allá de las exigencias de la actitud escéptica antigua y,
asimismo, intenta distinguir su noción de escepticismo de la noción moderna del mismo,
donde el escepticismo se restringe a ser una duda acerca de una verdad determinada, pero
una vez resuelta esta duda, se regresa a la certeza.
En definitiva, Hegel interpreta el escepticismo de acuerdo con su construcción filosófica y,
al mismo tiempo, le agrega algo nuevo desde su interpretación. Esta nueva idea de
escepticismo se desarrolla posteriormente en la Fenomenología y en la Enciclopedia, donde
se hablará de «escepticismo que se consuma a sí mismo» y «escepticismo consumado».
Esta interpretación se distingue tanto del escepticismo metodológico como el doctrinal (o,
más bien, los transforma), ya que considera un proceder y una visión distintas tanto en
torno al cuestionamiento de las creencias y juicios filosóficos como en torno a la
imposibilidad del entendimiento para proporcionarle certeza al conocimiento.
Aunque el escepticismo hegeliano se encuentre más cerca del pirronismo, se distingue de
este en su proceder: no es suficiente para Hegel la posición escéptica que sigue
buscando/dudando indefinidamente. Lo importante del escepticismo es la determinación
crítica del saber de la conciencia natural (que es un saber apariencial). De tal manera, el
escepticismo hegeliano implica una superación del escepticismo; es decir, una refutación de
la tradición escéptica.
En cuanto al escepticismo que aparece en la Fenomenología, se ha de notar que este no sólo
tiene relevancia a nivel filosófico, sino también en el desarrollo intelectual de la cultura
humana. Por esta razón se lo considera en relación con el estoicismo, como figura de la
conciencia. Por su parte, el estoicismo implica, en la conciencia, la separación entre el yo
(con sus representaciones sensibles que provienen del mundo) y el mundo. Esta separación
se hace presente, asimismo, en la cultura escéptica. “Los escépticos asumen esta separación
y renuncian a explicar la realidad con arreglo a sus representaciones” (pág. 25). Por lo
tanto, el escepticismo se configura como una de las figuras de la conciencia, pero también
como una experiencia integrada en el movimiento dialéctico de las distintas figuras.
El escepticismo en la Fenomenología posee dos notas fundamentales: la negatividad y la
libertad. Negatividad en cuanto la consciencia escéptica descubre la relatividad en todo lo
finito y libertad en cuanto se eleva a sí misma a “autoconciencia” al descubrir para sí
misma el poder dialéctico que antes ignoraba. En otras palabras, la conciencia escéptica se
libera del mundo y se descubre independiente al revelársele el carácter inesencial de lo que
antes aparecía como válido/real. Esta nota refiere, precisamente, a la caracterización del
escepticismo como «el lado libre de toda filosofía» y con la idea de que el verdadero
escepticismo no duda, sino que niega lo apariencial.
Se podrán plantar ahora, por lo tanto, tres problemas acordes a esto: 1) cómo se puede
caracterizar la posición negativa que desarrolla el escepticismo en la Fenomenología; 2)
cómo se entiende la refutación de la tradición escéptica y 3) qué relación hay entre el
escepticismo como forma histórica y como configuración de la consciencia.
1) De un escepticismo que deriva en la abstracción de sus objetos (en virtud de su
negatividad) pasa a un escepticismo como proceso de autofundamentación (en
virtud de que la pura nada de la abstracción escéptica deviene una negación
determinada). Hegel pasa de 1) una concepción de la negación como negación
general de todo contenido determinado a 2) una concepción de la negación como
negatividad que se relaciona consigo misma y que en el movimiento de negación se
revela como resultado de algo anterior (como “la nada de aquello de lo que
resulta”). Este resultado tiene como consecuencia a desaparición de aquello de lo
que proviene y, por lo tanto, su negación. De tal manera se obtiene una negación de
la negación.

2) La idea de un escepticismo que se consuma a sí mismo implica una refutación desde


el mismo concepto de escepticismo. Esta refutación es, de tal manera, una
superación, que pare, por tanto, del mismo principio refutado. De suerte que el
desarrollo de esta refutación es la complementación o culminación/optimización de
aquello que era deficiente. Es una refutación-desarrollo.

3) Hegel concluye que el escepticismo antiguo incurre en una contradicción al


rechazar toda posición que asuma un fundamento como verdadero y aceptar, a la
vez, una posición respecto a las cosas por las necesidades de la vida. Esto significa
oscilar entre la determinación y la indeterminación acerca de lo que es verdadero.
En Relación del escepticismo con la filosofía Hegel soluciona este problema
“escépticamente”. En la Fenomenología, en cambio, esta contradicción se incluye
en la visión dialéctica de la conciencia; ella representa “el movimiento dialéctico
que da lugar al paso de la figura «escepticismo» a la «conciencia desventurada» o
infeliz”.
Por otro lado, respecto a la visión de Hegel entorno al escepticismo de su época, vale decir
que este lo considera una forma de racionalidad limitada y como conclusión apresurada del
desarrollo de la Ilustración. El escepticismo que se consuma a sí mismo (que opera una
reconsideración de los principios del conocimiento humano y sus objetos) puede posibilitar
la superación de la consciencia natural que tiene como limitación el saber apariencial.
Otro texto en el que Hegel vuelve a tratar el escepticismo es en las Lecciones sobre la
Historia de la Filosofía, donde volverá a referirse a Schulze, poniéndolo en contraposición
a Kant y el escepticismo antiguo.
Según María del Carmen Paredes, el rol del escepticismo en la filosofía hegeliana reviste
un especial interés en consideración de su dimensión epistemológica, que ha tendido a ser
dejada de lado. El Hegel de la etapa de Jena centra varios de sus esfuerzos en la resolución
los problemas epistemológicos derivados de sus estudios de Kant y en la construcción de la
base epistemológica para su propia filosofía. En este panorama, uno de sus desafíos será el
escepticismo.
Texto

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