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Este cambio, forzado e irrevocable a corto plazo, merece algunas reflexiones. Hace
algunos años recuerdo que con el mismo descaro e intencionalidad la ciudad de Murcia
pobló las aceras de todo el centro con pivotes anti-aparcamiento. Este curioso
paralelismo pone de relieve la forma de actuar de las administraciones. Aquí no se trata
de educar, de convencer al conductor sobre la valía del código de circulación, de darle
la oportunidad de interiorizar las normas y que las asuma libremente, sino de imponer
físicamente la prohibición.
Supongo que esta forma de actuar se basará en algún entramado doctrinal, algún
conjunto de ideas que dirijan tales decisiones. Si es así, es posible que esa misma forma
de pensar se aplique a otras facetas de nuestra sociedad, y ante el fracaso de
convencer/educar al ciudadano sobre los beneficios de la sociedad, ésta se le tenga que
imponer.
En el caso particular de los guardias tumbados es que ni tan si quiera están bien
pensados. En el sur de Francia, para conseguir el mismo efecto se estrechan
considerablemente los laterales de la calle. A veces, en la entrada de un pueblo la
calzada se divide, y la parte en dirección al pueblo presenta una curva cerrada que rodea
un jardín. Además de la estética presenta una ventaja: un conductor adiestrado, como el
de una ambulancia o policía puede maniobrar para pasar rápidamente por este tipo de
obstáculo, cosa imposible con el badén. Parece como si este inconveniente no se
hubiese tenido en cuenta. Me parece lógico y bien tomar medidas para reducir los
accidentes mortales, pero se deben de tener en cuenta otros factores, incluidas
excepcionalidades como los vehículos de emergencia, para precisamente lo mismo,
evitar más muertes y seguir teniendo una red de carreteras funcional en cada
circunstancia.
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físicamente impuestas. Podemos matar, robar, golpear, romper, humillar… aceptamos
que ese comportamiento es negativo en y para la sociedad (y probablemente para el
mismo individuo que lo acomete) y establecemos unas normas para reducir (que no
eliminar) su práctica. Sin embargo no está físicamente impedido, y si en alguna
circunstancia, como la guerra, la hambruna, la defensa propia, requiere de un cambio de
normas, la sociedad es adaptable a esa nueva situación.