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Son muchos los textos que se han escrito alrededor del paramilitarismo y su nexo con las
mafias del narcotráfico en el país, además de la aparición de guerrillas como las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional
(ELN). Tambiénse han contado historias del conflicto armado desde el punto de vista de las
víctimas, el Estado y excombatientes. Cientos de relatos de muertos, desplazados y
personas inocentes, que se han visto envueltas en una ola de violencia, que ha estado
presente en Colombia durante casi seis décadas, han sido pieza fundamental para mantener
la memoria en una sociedad con tendencia al olvido.
2. Pregunta de investigación
3. Objetivos
Objetivo general
Objetivo específicos
Apoyar un posible escenario de posconflicto con un material que dé testimonio de las vidas
de reinsertados y sirva de antesala para una eventual desmovilización y dejación de armas
de los miembros de las FARC.
Narrar las vidas de los reinsertados desde un punto de vista humanos, con necesidades,
sueños e ilusiones, que permita entenderlos más allá de la visión instrumentalista de la
guerra.
Recopila historias, les da contexto y pone sus hipótesis a prueba a lo largo del libro. Se
enfoca en la parte de los ejércitos regionales y mafias del narcotráfico en Colombia.
Este artículo hace una síntesis de los eventos más importantes de 2006 en Colombia en
términos de coyuntura económica y política. Se discuten con algo de detalle la revelación
de la penetración paramilitar en la política nacional y los resultados de las elecciones
legislativas y presidenciales.
El artículo evidencia, a través de una serie de datos cuantitativos y cualitativos, una imagen
negativa, por parte de la prensa nacional, hacia los procesos de reinserción que se han
llevado a cabo en el país. Es un artículo base para nuestra investigación, puesto que nos
permite vislumbrar, a partir de la prensa, cómo los colombianos observamos la reinserción
social mediante los discursos que ofrece la prensa.
Este artículo hace una reconstrucción analítica del proceso de Desarme, Desmovilización y
Reinserción –DDR– con las Autodefensas Unidas de Colombia –AUC–. Realiza una serie
de anotaciones sobre las debilidades del proceso y el aprendizaje de esta experiencia con
este grupo armado.
5. Justificación
Una situación similar atraviesan quienes dejaron las armas de manera individual, como
exmilitantes de el ELN y las FARC. De ellos y del cómo cambió su vida, tras acogerse a los
programas de reintegración, tampoco se conoce mucho, aún cuando algunos siguen
corriendo peligro.
Es por ello que, a través de este trabajo de investigación y de su producto final (un libro de
crónicas periodísticas), se quiere contribuir con la visibilidad de experiencias, relatos e
historias de vida de excombatientes de las AUC, FARC y ELN; claro está que no dentro del
marco del conflicto, sino de la reinserción. Como parte fundamental de este propósito está
el periodismo pro paz, cuyo planteamiento es el de ser mediador en la sociedad, en este
caso en particular, teniendo en cuenta un posible escenario de posconflicto con las FARC.
El ideal es que, por medio del libro, se deje a un lado el desconocimiento que hay frente a
la vida actual de los excombatientes y que ellos mismos den evidencia de sus experiencias,
del hecho de volver a la vida civil. No hay mejor forma de abrir un espacio para la
reconciliación, que hacerlo a través de las memorias y narraciones de quienes apostaron por
la paz.
6. Marco Teórico
Es difícil precisar el origen exacto de las autodefensas y, aún más, de los grupos
paramilitares, aunque estos tienen antecedentes en otras agrupaciones al margen de la ley
como 'Los pájaros', 'ley del monte' o 'chulavitas', que se caracterizaron por una persecución
constante hacia simpatizantes liberales a finales de la década del 40 y comienzos de 1950.
Pese a esto, se estima que el surgimiento formal de los grupos armados al margen del
estado, sustentado en bases legales, se propició con el decreto 3398 del año 1965 y la Ley
48 del año 1968, y que se consolidó con el Estatuto de Seguridad dictado en 1978 por el
expresidente de la época Julio César Turbay (1978-1982). Cabe anotar que estas normas
fueron adoptadas dentro de un contexto de Doctrina de Seguridad Nacional y una lógica
contrainsurgente que heredó Latinoamérica de los Estados Unidos, a raíz del auge de las
guerrillas de izquierda.
Según Rivas y Rey, el problema con estas autodefensas surgió cuando se dejó a un lado ese
ideal de vigilantismo ciudadano y se pasó a "ejercer un tipo de violencia conservadora, con
el fin de mantener un orden sociopolítico establecido" (2008). Ello con el fin de suplir la
ausencia del Estado. De este modo, se empezaron a crear ejércitos paramilitares privados
con una estructura y entrenamiento (inclusive de soldados británicos e israelíes), que
pretendían brindar seguridad a quien tuviera los recursos para pagarla.Se pasó de "una
respuesta de carácter reactivo a una de carácter preventivo" (Rivas y Rey, 2008).
Una regla general que logra diferenciar a los grupos paramilatares que se fueron
consolidando en la década del 80 de las autodefensas de finales de los años 60 y comienzos
de los 70 es el apoyo que recibieron por parte de ciertos sectores de las Fuerzas Armadas,
que se oponían a las negociaciones con la guerrilla que, en ese entonces, estaba llevando a
cabo Belisario Betancur.
Otro de los grupos sociales que tuvieron un fuerte vínculo con los paramilitares fue el de
los grandes esmeralderos, en especial en Puerto Boyacá. De un momento a otro, en
cualquier parte del país en la que hubiera riqueza "se hacía necesario armar a grupos
violentos para proteger los recursos propios y protegerlos por cualesquiera métodos" (Rivas
y Rey, 2008). Además, la privatización, en 1973, de la explotación de las minas de
esmeraldas en Boyacá permitió la creación de ejércitos privados tolerados por el Estado, al
haber sido este incapaz de controlar las operaciones mineras.
Una de las causas de que los grupos paramilitares se ubicaran en las costas caribeñas, que
fueron corredores para los tráficos de esclavos, oro y mercancía en la época de la conquista
española, fue el aumento de actividades económicas alternativas ilegales como el
narcotráfico, otro de los pilares que contribuyó con la solidificación de las fuerzas
paramilitares.
Los narcotraficantes de la década del 80 comenzaron una lucha con las guerrillas
colombianas, tras rehusarse a pagar un 'gramaje' (parte de las ganancias) a estas, puesto que
afectaba la imagen de los grandes capos. De otro lado, los narcotraficantes estaban
acostumbrados a comprar grandes tierras que estaban desvalorizadas por presencia de las
guerrillas, de tal modo que si acababan con ellas, los dominios se volverían a valorizar. De
ahí, la conformación de grupos paramilitares como el MAS (Muerte a Secuestradores) -que
se originó a raíz del secuestro de la hermana de la familia de narcotraficantes Ochoa- que
garantizaran la protección.
En este punto hay que aclarar las diferencias entre autodefensas y Autodefensas Unidas de
Colombia (AUC). Las primeras se caracterizaron por ser de carácter local, bajo el ideal de
un vigilantismo comunitario. Por su parte, las AUC fueron una coalición de ejércitos
privados de ultraderecha que utilizaron el conflicto para camuflar sus actividades
económicas ilícitas, incluyendo narcotráfico, desplazamiento, secuestro y extorsión. Estas
llegaron a operar en dos terceras partes del país, con cerca de 30.000 hombres, lideradas por
los hermanos Fidel, Vicente y Carlos Castaño Gil (Fundación Democracia y Seguridad,
S.F.).
El proceso de paz con los denominados grupos paramilitares comenzó durante el primer
mandato presidencial de Álvaro Uribe en el año 2003. Este proceso se inició formalmente
con la desmovilización del Bloque Cacique Nutibara que operaba en las comunas de
Medellín, que estuvo dirigido bajo las órdenes de alias "Don Berna". Por su parte, el
Bloque Elmer Cárdenas, que operaba en el departamento del Chocó y del Urabá
antioqueño, comandado por alias "El Alemán", fue el último en desmovilizarse, en el año
2006. Según la Fundación Seguridad y Democracia (FDS), "en total se desmovilizaron más
de 31 mil hombres alzados en armas" (S, F).
El primer documento oficial que se suscribió fue el 'Acuerdo de Ralito', puesto que fue en
la vereda Santa Fe de Ralito, en el municipio de Tierra Alta, en el departamento de
Córdoba, donde se llevaron a cabo, en su mayor parte, las negociaciones. En tal acuerdo, la
Administración del presidente Uribe y los grupos paramilitares pactaron las condiciones y
reglas que iban a regular el proceso de paz, desmovilización y reinserción.
Finalmente, otro aspecto que señala el estudio frente a la revisión y análisis del programa
de reincorporación es la polarización y distanciamiento entre los diferentes actores
directamente involucrados en el conflicto. Excombatientes desmovilizados, víctimas y
desplazados tienen cada uno sus respectivos espacios y sus respectivos intereses tanto en la
comunidad, así como en sus relaciones con el Estado y con otros actores no estatales. En
ese sentido, se puede afirmar que el proceso de reintegración no ha generado ningún tipo de
dinámicas de integración de los desmovilizados con la comunidad o reconciliación con
otros actores del conflicto. Sin duda, el enfoque excluyente del programa de reintegración,
o sea el hecho de estar dirigido exclusivamente a los excombatientes desmovilizados,
contribuye al distanciamiento y diferenciación de estos actores. Además, el hecho de que
los programas estatales para víctimas, desplazados y desmovilizados sean todos diferentes,
de que dependan de diferentes entidades del Estado y de que cuenten con diferentes
recursos, presupuestos y beneficios, fomenta descontentos y envidias entre los grupos
mencionados.
6.3 Periodismo Preventivo, hacia la no repetición del conflicto
Teniendo en cuenta que esta investigación tiene como objetivo el hecho de dar testimonio
del proceso de reinserción de exparamilitares, en el contexto de una posible dejación de
armas por parte de los miembros de las FARC, se hace pertinente hablar del periodismo
preventivo, que fue una corriente que nació hacia el año 2003.
Según lo dicho por Javier Bernabé Fraguas, precursor de esta disciplina, en la ponencia
"Periodismo preventivo, una herramienta para las soluciones pacíficas de crisis y conflictos
internacionales”, presentada en el I Congreso Iberoamericano de Periodismo Preventivo
celebrado en San José de Costa Rica en noviembre de 2004, lo que se busca a través de esta
corriente es "dotar a la opinión pública nacional e internacional de elementos informativos
que sean útiles para comprender el origen, desarrollo y finalización de situaciones clave
(crisis y conflictos), destacando los esfuerzos para su resolución y haciendo visibles
aspectos que permitan la prevención de situaciones similares en un momento posterior, a
partir de la información realizada antes, durante y después del acontecimiento" (Bernabé,
2004).
Lo anterior se puede relacionar con este proyecto de investigación, en la medida de que se
busca contribuir con un posible escenario del posconflicto con los miembros de las FARC,
a través de un libro en el que se compilan testimonios y vivencias de exparamilitares frente
a su proceso de reinserción a la vida civil. Este punto es verdaderamente importante, puesto
que muchos excombatientes paramilitares volvieron a la vida armada, posibilitando la
aparición de las Bacrim, debido a la falta de garantías para la calidad de vida por parte del
estado. De ahí, la necesidad de tales antecedentes para que no se caiga en el mismo errory
se prevenga la aparición de nuevas guerrillas, tras una posible desmovilización de las
FARC.
Otra referencia de Bernabé que hay que traer a colación es la de periodismo para la paz, ,
definida como el “conjunto de valores, actitudes y comportamientos que reflejan el respeto
a la vida, al ser humano y a su dignidad. La cultura de Paz pone en primer plano los
derechos humanos; el rechazo a la violencia en todas sus formas y la adhesión a los
principios de libertad, justicia, solidaridad y tolerancia, así como la comprensión entre los
pueblos y las personas”.
De acuerdo con la definición dada por el autor, en la que sobresale el concepto cultura de
paz, este proyecto investigativo también cumple una función social importante, que no se
resume en el mero hecho de dar testimonio de la reinserción grupal por parte de
exparamilitares e individual por parte de excombatientes de las FARC y el ELN. El asunto
toma trascendencia cuando en las crónicas periodísticas se pone a relucir al aspecto íntegro
y humano de quienes narran sus historias, con el fin de contribuir con la no repetición del
conflicto, con un panorama de lo que es el proceso de reintegración y hasta con la
reconciliación, tanto con ellos mismos como con el resto de la sociedad. Se trata de hacer
sentir la voz de otros actores sociales que quieren ayudar con esa "comprensión entre
pueblos y personas" de la que habla Bernabé.
Por ello, como mencionó Javier Bernabé, el último propósito del periodismo preventivo, y
no por ello menos importante, "es la realización de un seguimiento de los acontecimientos
una vez finalizados, informando de las posibilidades de que se reproduzcan y bajo qué
circunstancias esto sería posible, así como de los esfuerzos exitosos que desembocaron en
su resolución, aportando a través de la información elementos de análisis que puedan ser
útiles para la prevención de situaciones similares" (2004).
Con base en lo dicho por el autores, esta investigación pretende darle seguimiento a lo que
les ocurrió a los desmovilizados paramilitares y guerrileros, desde su reinserción a la vida
civil. En especial, por la coyuntura actual del país, que gira en torno a una eventual firma de
la paz con los miembros de las FARC.
Sin duda alguna, para hablar de periodismo público es necesario traer a colación lo dicho
por Ana María Miralles, que desde hace años se ha dedicado a establecer las diferencias
entre este modelo de periodismo y el tradicional (2002). En este caso específico es
necesario retomar lo dicho por la autora, puesto que tanto el trabajo investigativo como de
redacción de las crónicas periodísticas parte de la interacción con la comunidad, con el
ciudadano del común, cuyo papel se ha visto relegado, en el transcurrir del tiempo, por la
clase política y la elite del poder de este país.
Según Miralles, "el periodismo tradicional se caracteriza por poner los sucesos en el
contexto de la clase política y las elites del poder, de tal modo que se preocupa por el cómo
estas se ven afectadas por el hecho noticioso" (2002) . A partir de esto se establece la
necesidad de un periodismo público, que sitúe los acontecimientos en la cotidianidad de la
ciudadanía. En este caso, se quiera o no, el conflicto armado ha hecho parte del diario vivir
de todos los colombianos y no solamente de las personas de la alta esfera de la sociedad.
Aun así, ¿cuándo se le ha dado realmente voz a las víctimas y a los partícipes del
conflicto?, ¿alguna vez se ha escuchado a un grupo de excombatientes paramilitares hablar
de su proceso de reinserción, aun cuando afecta a toda la sociedad? Es triste notar que
siempre el discurso que predomina es el de los gobernantes, quienes suelen atribuirse el
papel de voceros de todos los colombianos.
De acuerdo con la autora, en el periodismo público se "hacen visibles las emociones de las
personas no con el fin de llamar la atención, sino de entender la complejidad de las
decisiones y posturas que se tienen frente a determinado hecho", y es ese , precisamente, el
objetivo de las crónicas. ¡Qué mejor forma de narrar las experiencias de la reinserción de
los excombatientes que a partir de sus relatos cargados de emociones!, haciendo un viaje
introspectivo, que permita ver el lado humano de quienes tuvieron que cargar en su espalda
el peso de una guerra que, hasta hace poco, se creía interminable.
De acuerdo con Néstor Alonso López, uno de los aspectos más complicados del periodismo
para la paz es el de esa eterna búsqueda del 'punto medio' en el momento de redactar sobre
un tema relacionado con el conflicto (2012). Y es precisamente esa inquietud de cómo
escribir las crónicas de los reinsertados, para no adquirir ni uno ni otro bando al relatar las
historias, uno de los mayores temores en este trabajo de investigación.
Si bien se quiere poner en evidencia, desde un punto de vista humano, los testimonios y
relatos de quienes hicieron parte del programa de reinserción años atrás, no hay que
descuidar que, de ningún modo, se pueden justificar sus acciones durante el conflicto, pero
tampoco juzgarlas. Después de todo, esa es la labor del periodista, la de ser un mediador.
Según Alonso, es el bagaje, la experiencia y el conocimiento del periodista lo que le
permite a este el hecho de caer o no en la manipulación. De ahí, la necesidad de tener
periodistas para la paz que , antes de de informar sobre el conflicto, estudien acerca de él.
De acuerdo con el reconocido reportero de guerra, Ryszard Kapuscinski, citado por Alonso:
“Para mí escribir sobre la guerra implica no ser un hombre frío, que se distancia, que trata
de escribir con objetividad. Mi actitud frente a la guerra, y por eso escribo, es tratar de
ayudar en mi modesto campo para que esa guerra se termine lo más pronto posible. Escribir
sobre la guerra es luchar contra la guerra. Es tratar con lo que escribimos y con la manera
como lo hacemos, de crear una atmósfera en contra de la guerra”.
Esta reflexión conlleva a pensar que no se puede escribir sobre el conflicto como un
tercero, cuya meta es ser lo más objetivo posible. Por el contrario, se trata de escribir siendo
una más dentro de esa realidad que, en el caso colombiano, ha durado más de seis décadas.
Si bien hay que buscar un punto medio, para no estar dentro de un bando o de otro, a lo que
hay que apuntarle es a combatir a la guerra. De ahí, la apuesta de este libro de crónicas que
posibilite la paz y el perdón, entre desmovilizados y víctimas, entre desmovilizados y la
sociedad. De eso se trata.
Según Roberto Sánchez Benítez, "el contar historias, narrar, se convierte en un desafío a
otros modos de referir la realidad de los seres humanos en condiciones específicas. Al
menos, en ellas tienen cabida los juicios de valor que determinan el actuar de los
individuos, sus apreciaciones y perspectivas de la realidad, la forma en la que desarrollan su
conciencia y vinculación en la sociedad que viven" (Sánchez, 2011).
Es importante comenzar con la cita de Sánchez, puesto que, como él lo menciona, es el arte
de narrar el que posibilita el entendimiento de ciertas realidades específicas. Aún más,
cuando se es ajeno a ellas. En este caso, son las historias de las vidas de algunos
excombatientes, desde el momento de su reinserción, contadas por ellos mismos, las que
pondrán en evidencia su perspectiva frente al tema de la reinserción a la vida civil y las que
permitirán entender a los demás -como dice Sánchez- el cómo estas personas se vinculan
en la sociedad en la que viven.
Otro de los conceptos con los juega Sánchez es el de identidad narrativa, "que pone en
juego la imaginación, los sueños o ilusiones; de tal modo que queda estructurada tanto por
cuestiones históricas como por elementos ideales. Articulación de ambiciones y
proyecciones ideales (futuros concebibles) de una comunidad en pro de su integridad o
unidad: lo que nos gustaría ser, lo que es posible ser. La identidad de un individuo o
comunidad es una construcción que conjuga el quiasmode historia y ficción" (2011).
De acuerdo con lo dicho por el teórico, a través de las narraciones en las que no sólo juega
el pasado, sino la idealización de un futuro, por parte de los reinsertados, se puede entender
y establecer una identidad colectiva de este grupo de personas. De este modo, se pretende
que con las crónicas periodísticas se pueda mostrar a los excombatientes más allá que
meros actores sociales participes en la guerra. Es decir, como personas con sueños e
ilusiones, historias buenas y no tan buenas, que pretenden una vinculación y aceptación por
parte de la sociedad. Uno de los propósitos es utilizar las narrativas de tales sujetos para
generar conciliación.
Por otra parte, Sánchez cita a Paul Ricoeur para señalar que "detrás del problema de la
identidad se encuentran proyectos de vida, es decir, el sentido de una comunidad que crea
futuro a partir de lo que hereda a cada momento, de lo que somos capaces de decidir y
elegir, una vez que hemos imaginado o proyectado en ideales nuestra existencia" (2011).
Esta frase representa casi que en su totalidad el porqué de este trabajo de investigación. Qué
mejor forma, que a través de un libro de crónicas, para dar a conocer los proyectos de vida
de personas que tras la dejación de las armas sueñan con ser profesionales. Qué mejor
forma que hacer de la reconciliación ese factor que herede la sociedad en cada momento,
para proyectar ideales de existencia.
6.7Sobre la reconciliación
Para el diccionario de la Real Academia Española, el significado de la palabra “reconciliar”
va dirigido hacia un restablecimiento de la concordia, “volver a las amistades, o atraer y
acordar los ánimos desunidos”. Pero, como diría el Coordinador del Centro de Memoria,
Paz y Reconciliación del Distrito Capital y Presidente del Instituto de Estudios para el
Desarrollo y la Paz, INDEPA, Camilo González Posso, “este significado, como proceso
colectivo y de la sociedad, ha merecido definiciones diversas y mucha controversia en
países que han vivido guerras, dictaduras y conflictos armados”.
Colombia no es ajena a este escenario, pues la guerra es una problemática que ha tocado
fibras dentro de nuestra sociedad, lo cual hace que el concepto de reconciliación para
nuestro país sea de mayo abordaje y entendimiento. Para González, la reconciliación se
debe entender de la siguiente manera:
En su sentido político, la reconciliación ha sido entendida como la construcción de
condiciones, sociales, culturales e institucionales, para que se pase de situaciones
de violencia armada en las luchas de poder o por riqueza a situaciones de tramite
pacifico de los conflictos. Desde esta perspectiva la reconciliación es parte esencial
de la construcción de paz y se concreta en compromisos e instituciones creadas
desde un amplio consenso democrático. Esto significa que no basta la voluntad o el
deseo de no violencia para que se vuelva realidad la reconciliación: se requiere
objetivarla como resultado de transformaciones que permitan la convivencia de
diversos y de antagonistas. (González. 2014)
De acuerdo con González, la reconciliación hace parte fundamental para una construcción
de paz, la cual debe estar encaminada hacia una transformación de las condiciones sociales
para que se permita, como dice el autor, que la convivencia y los compromisos entre
víctimas y victimarios sean duraderos. Según el filósofo Ricoer, quien recuerda lo
dilemas de la relación entre ofensa, confesión y perdón en su obra La memoria, la historia,
el olvido: “El perdón unilateral de las víctimas tiene implicaciones personales en los
procesos de duelo y en la determinación de renunciar a la venganza o a la justicia por mano
propia” (Ricoeur Paul. 2010) , pero como diría Gonzalez: “No puede decirse que es
sinónimo de paz ni la vía para la reconciliación en un país que ha padecido décadas de
atrocidad y ha dejado más de siete millones de víctimas directas ya registradas y no menos
de catorce millones de víctimas que quedaron olvidadas en familias y comunidades
violentadas”.(González. 2014).
El Salvador
El Salvador llegó a tener 60 mil soldados en sus filas militares y aun contando con ayuda
norteamericana y que cada uno de sus soldados eran profesionales, la guerrilla del FMLN
estuvo en capacidad de derrotarlos militarmente.
Tomamos la experiencia de El Salvador a partir del reporte realizado por la directora
académica de la fundación Ideas Para la Paz, Alexandra Guáqueta, donde analiza que:
“Experiencias como la de El Salvador indican que la desmovilización y reincorporación
pueden afrontar crisis por desacuerdos entre las partes, el clima de polarización, excesiva
politización del proceso o reticencia de actores locales a los programas de reinserción”.
(Guáqueta, 2006).
En El Salvador, el proceso de paz que se realizo es considerado por la comunidad
internacional como un caso de éxito, puesto que según el informe, las partes se
desmovilizaron, y existió una transición hacia la democracia donde el conflicto no ha
vuelto a surgir. Sin embargo, la sostenibilidad es cuestionada puesto que, la violencia en la
cual se encuentra envuelto el país, se asocia con bandas criminales y grupos de seguridad
privada que se formalizaron después de los procesos.
Según el informe: “Las negociaciones de paz entre el gobierno de Alfredo Cristiani y el
FMLN que llevaron a los Acuerdos de Chapultepec de enero de 1992 no trataron en
extenso cómo sería la reincorporación y cuáles los beneficios económicos de los ex-
combatientes. (Guáqueta, 2006).
El reporte deja en claro que, la falta de planeación anticipada en la firma y posterior
ejecución en el tratado de paz, generó dificultades para la adecuada implementación de los
programas de reintegración, puesto que “ninguna de las partes tenía clara la magnitud del
esfuerzo financiero, burocrático y político”. (Guáqueta, 2006)
Para el caso de El Salvador, la reincorporación de los ex-combatientes a la vida civil fue un
proceso que comenzó antes del desarme formas de la guerrilla, donde en la misma
negociación fueron reinsertados varios de los integrantes del FMLN. En El Salvador, los
programas de reinserción duraron entre cuatro y seis años.
La Reconciliación
En El Salvador, uno de los mecanismos de reconciliación fue la Comisión de la Verdad.
Según el reporte, esta comisión fue conformada por:
“Notables nacionales e internacionales, investigó los casos más graves de violaciones a los
derechos humanos cometidas por la guerrilla y el Estado. Posterior a la clarificación de los
hechos, se promulgó una Ley de Amnistía. Adicionalmente, la participación política del
FMLN, la reforma a los organismos de seguridad, la creación de la Procuraduría para la
Defensa de los Derechos Humanos, el fortalecimiento del sistema judicial y los mismos
programas de reinserción fueron concebidos por la sociedad, el FMLN y el gobierno como
acciones de reconciliación” (Guáqueta, 2006)
El Desarme
Desde el inicio el FMLN optó por no entregar todas sus armas en las primeras sesiones de
desarme, a pesar de los acuerdos y el monitoreo de la ONU. Su intención fue tener a la
mano, en caso de que fuera necesario, una amenaza para generar cierta presión al gobierno
para el cumplimiento de los acuerdos.
Reintegración
En El Salvador, en las negociaciones de paz no se habían definido planes para la
reintegración. Según el informe: “La reintegración se manejó a través de un grupo
permanente con representantes del gobierno, la Secretaría de Reconstrucción Nacional,
representantes del FMLN vía la Fundación 16 de Enero y facilitadores de ONUSAL.
(Guáqueta, 2006).
Guatemala
Guatemala vivió un conflicto armado interno, en el cual se manifestaron actos de crueldad,
donde según la ONU: “Hubo desprecio a la vida y a la dignidad de la población
guatemalteca, a través de métodos han causado horror, por lo que el país ha buscado formas
de no repetición y una justicia de transición”. (ONU, 2016). El conflicto interno en
Guatemala duró 36 años. En este caso, los desmovilizados a nivel oficial fueron 2.940.
El Gobierno y la URNG firmaron una serie de acuerdos relacionados con diferentes temas
de importancia para la sociedad guatemalteca, entre ellos:
El acuerdo global sobre derechos humanos; acuerdo para el reasentamiento de las
poblaciones desarraigadas por el enfrentamiento armado; acuerdo sobre el establecimiento
de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico; acuerdo sobre identidad y derechos de
los pueblos indígenas; acuerdo sobre aspectos socioeconómicos y situación agraria, acuerdo
sobre fortalecimiento del poder civil y función del Ejército en una sociedad democrática;
acuerdo sobre reformas constitucionales y régimen electoral; acuerdo sobre bases para la
incorporación de la URNG a la legalidad; acuerdo sobre cronograma para la
implementación, cumplimiento y verificación de los acuerdos de paz y acuerdo de paz
firme y duradera. (ONU, 2000).
Dado los acuerdos en 1996 se da inicio al proceso de desmilitarización al tiempo que el de
desmovilización y reinserción. Según el consultor político y analista internacional Jairo
Libreros: “En el primero se produce una reducción y luego una reorganización de las tropas
que componían el ejército. En cuanto al proceso de desmovilización, hubo que seguir los
lineamientos establecidos en los acuerdos de diciembre de 1996. En ellos se acordó la
creación de dos regímenes distintos para la reincorporación de excombatientes a la vida
civil”. (Libreros, 2012).
En una primera instancia, los miembros de la URNG que hicieran parte de las guerrillas
locales, de resistencia y de frentes urbanos y suburbanos, tendrían que seguir un proceso de
desmovilización y luego de reinserción. Los miembros de las estructuras políticas dentro y
fuera del país, harían parte directa de la reinserción.
Algunos de los programas que se plantearon para la reinserción y desmovilización en
Guatemala fueron: atención integral en salud a personas con discapacidad por causa de los
conflictos, “un plan de diagnóstico y atención de salud integral para la fase de
desmovilización e incorporación de la URNG a la vida civil, un programa de vivienda, y un
programa para el seguimiento a la incorporación socioeconómica de los desmovilizados
dispersos de la URNG para vigilar el cumplimiento de los acuerdos” (Libreros, 2012).
Según Libreros, el proceso de reinserción en Guatemala encontró diversas dificultades en
su desarrollo y han tenido negativas consecuencias, puesto que los tiempos estipulados para
la desmovilización no fueron acatados. En este proceso: “Se presentaron irregularidades en
la entrega de los bonos de compensación, y muchos beneficiarios protestaron para lograr un
incremento en los tiempos en los que los cobijaría el programa”. (Libreros, 2012)
Debido a esto, muchos excombatientes como en el caso de El Salvador se dedicaron a la
delincuencia común. El gobierno de Guatemala no planificó el monto económico en miras
al posconflicto para hacer valer los puntos que se pactaron en el acuerdo.
7. Eje Temático
El ideal es que el informe final sea un libro de crónicas periodísticas, acompañado de
fotografías, que esté compuesto por siete capítulos:
Capítulo 1 Prólogo: escrito por una personas conocedora tanto del proceso de
reinserción de ex paramilitares del país, como del proceso de investigación que
hemos realizado frente a este tema.
Capítulo 2 Introducción: en este capítulo se hablará de lo que se podrá leer en el
libro y del porqué la idea de un proyecto de grado de este estilo.
Capítulo 3, 4. 5 y 6. Contenido: aquí estarán las crónicas periodísticas acerca de las
experiencias de los excombatienes, a partir de su proceso de reinserción. En este
momento, se contemplan cuatro personas. Sin embargo, el número puede aumentar.
Capítulo 7. Hablar de la pregunta y los objetivos de investigación.
8. Cronograma
Febrero - marzo: elaboración del planteamiento del problema, pregunta y objetivos de la
investigación.
Marzo - abril: realización del estado
del arte y de búsqueda de antecedentes frente al conflicto armado, desmovilización y
reinserción en el país.
Abril - mayo: escritura del marco teórico y establecimiento de categorías conceptuales que
se abordarán.
Mayo - junio: realización de las correcciones hechas por el tutor de grado y
complementación del marco teórico.
Junio - agosto: consecución de las entrevistas y fotografías para comenzar con la redacción
de las crónicas periodísticas:
Agosto - octubre: redacción de las crónicas periodísticas.
Noviembre: ajustes finales de cada capítulo del libro.
9. Bibliografía
Alonso, N. (2012). Hacía un periodismo para la paz. FES Comunicación.
Bernabé, J. (2004). Periodismo preventivo, una herramienta para las soluciones
pacíficas de crisis y conflictos internacionales. Ponencia presentada en el
ICongreso Iberoamericano de Periodismo Preventivo celebrado en San José de
Costa Rica en noviembre de 2014.
Coordinador del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación del Distrito Capital y
Presidente del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, INDEPAZ.
Fundación Seguridad y Democracia. (S.F). La reinserción paramilitar: un balance.
Miralles, A. (2002). Periodismo, opinión pública y agenda ciudadana. Editorial
Norma.
Ricoeur, P. (2010).La Memoria, la historia y el olvido. Fondo Económico de
Cultura, Buenos Aires, 2010, página 610.
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CONfines 4/7 enero-mayo 2008
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