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Comunicado a la opinión pública.

LAS PERSONAS MAYORES EN SITUACIÓN DE DESPLAZAMIENTO


FORZADO EN COLOMBIA: impacto diferenciado y vulnerabilidades cruzadas.
Asociación de Ancianos Desplazados de Antioquia –ASOADEAN.

Diciembre 18 de 2010

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Asociación de Ancianos Desplazados de Antioquia

COMUNICADO A LA OPINIÓN PÚBLICA

Como una colectividad compuesta por ciudadanas y ciudadanos mayores que


hemos sido víctimas del conflicto armado colombiano y que hemos vivido sus
múltiples consecuencias, el desplazamiento forzado entre ellas, declaramos
ante el Estado, la Comunidad Internacional y la sociedad en general lo
siguiente:

Somos personas útiles y valiosas; hombres y mujeres que hemos trabajado


toda nuestra vida para sacar a nuestras familias adelante. Somos seres
humanos que merecemos ser tratados y tratadas con dignidad y respeto,
recibir especial protección ante situaciones de emergencia y participar del
desarrollo de nuestras comunidades y nuestro país.

El desplazamiento forzado genera un cambio abrupto en nuestro proyecto y


dinámica de vida. Ir del campo a la ciudad, adoptar sin decidirlo costumbres
que no son las nuestras, modificar sin opción nuestros roles en la familia y en
la comunidad, pasar a ser cabeza de familia ante la desintegración de sus
miembros cuando en muchas ocasiones no estamos en condición física o
psicológica de hacernos cargo de nuestros nietos y nietas, disolvió la idea de
pasar una vejez tranquila, o al menos, de pasar la vejez que nosotros y
nosotras eligiéramos.

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El desplazamiento forzado tiene un impacto específico en nosotras las
personas mayores. El agravamiento de nuestras dolencias físicas y el
surgimiento de nuevos padecimientos al tener que emprender largas
caminatas, dormir en las calles, asentarse en lugares donde la vida digna es
impensable, no se corresponde con una vejez en la que nuestro desarrollo
sea posible. Nuestra autoestima decae, la depresión aparece; la soledad y los
miedos agravan nuestros quebrantos de salud.

La discriminación hacia las personas mayores nos hace aún más invisibles.
Aunque estemos capacitados y capacitadas para realizar un trabajo y
tengamos la fuerza y disposición para hacerlo, somos rechazados y
rechazadas sólo por nuestra edad. No hay políticas de capacitación para
nosotros y nosotras, pues se asume que a nuestra edad ya no podemos
aprender ni producir. En el campo éramos autosuficientes; en nuestro pueblo
de origen teníamos un status y generábamos respeto por parte de los demás.
Pero en las ciudades no se puede sembrar o cuidar animales; en las ciudades
pasamos a tener que ser dependientes, y a serlo teniendo que soportar
malos tratos, discriminación e inseguridad.

El analfabetismo, el desconocimiento de nuestros derechos, lo invisibles que


resultamos para las instancias de toma de decisiones y de formulación de
políticas públicas, nos aleja aun más de la posibilidad de recibir beneficios en
condiciones de igualdad, de empoderarnos y de incidir para poner en la
agenda pública nuestras necesidades específicas.

La situación de riesgo que representa el desplazamiento forzado en general,


en nuestro caso se cruza incisivamente con otras vulnerabilidades. Es así
como para las mujeres y para las personas mayores de etnias diversas la
situación en aun más delicada: la exclusión es mayor, la posibilidad de
subsistir y de progresar en el tiempo es más reducida; la carga es más
pesada.

La atención humanitaria y la reparación, deben trascender el asistencialismo.


Se asume que no necesitamos más que ayuda humanitaria. Sí, es importante
recibir atención de emergencia oportuna y eficazmente y en condiciones de

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igualdad; pero es más importante aún ser apoyados y apoyadas después de
tales eventos, pues nuestra vida sigue, y ninguno de nosotros o de nosotras
pidió el desplazamiento ni la pobreza para sí. Necesitamos programas que se
fijen en nuestro desarrollo integral; pedimos que se ponga especial atención
a los niños y niñas que están a nuestro cargo, pues nuestras limitaciones en
su cuidado los hace vulnerables a adoptar comportamientos violentos o no
sanos y a optar por caminos que muchas veces nosotros y nosotras no
sabemos cómo corregir ante la brecha generacional que nos dificulta la
comunicación y ante el contexto de pobreza y miseria que amenaza con
arrastrarlos hacia horizontes inciertos.

Nuestros conocimientos y costumbres tradicionales están en peligro. La


violencia y el desplazamiento forzado resignifica los lugares, modifica o
extermina espacios de compartir en familia o en comunidad, hace que las
costumbres pierdan sentido al desintegrarse las comunidades a las que
pertenecían. Y el papel de las personas mayores en la preservación del
patrimonio inmaterial que, al ser de Colombia le pertenece a toda la
humanidad, se desconoce por la sociedad en su afán de asumir nuevos
patrones. Hay mucho más que rescatar que la vida por sí sola: hay que
defender la vida digna, y vivir dignamente es poder SER libremente; sin lo
que somos como cultura no podemos decir que SOMOS dignamente.

Pedimos que se hagan esfuerzos concretos y participativos para la


preservación de las costumbres y conocimientos tradicionales de las
personas que se encuentran en situación de desplazamiento, con especial
atención a las personas mayores. Pedimos que se le arrebate a la guerra todo
lo que más se pueda. Pedimos que no haya más tibieza del Estado, de las
organizaciones y de la sociedad civil en la preservación de los que somos
como culturas diversas.

La atención que recibimos del Estado no es satisfactoria en términos de


oportunidad, eficacia ni dignidad. Nos sentimos olvidados, maltratados y
rechazados no solamente por estar en situación de desplazamiento, sino por
nuestra edad. La desinformación para nosotros y nosotras no es sólo un error

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del sistema: implica realizar largas caminatas, hacer filas, invertir dinero,
exponernos a diversos peligros; todo ello en vano. Pedimos una atención y un
trato diferenciados. Pedimos espacios de participación que podamos
acceder. Pedimos información clara, oportuna y a través de canales que
aseguren nuestro conocimiento. Pedimos mayor coordinación
interinstitucional. Pedimos funcionarios y funcionarias respetuosos y
respetuosas. No queremos más arbitrariedad. No queremos más
revictimización por parte del Estado.

Sin justicia no hay reparación. Como víctimas, exigimos que no haya


impunidad. Exigimos se respete nuestra dignidad como seres humanos, como
víctimas y como personas mayores.

¿El proyecto de ley de víctimas y restitución de tierras incorpora las


perspectivas de las personas mayores en situación de desplazamiento? El
enfoque diferencial de edad debe incluir las personas mayores. El proyecto
debe ser adecuadamente socializado y consultado también con nosotras las
personas mayores. Nosotros y nosotras tenemos también una mirada de lo
que debe ser la verdad, la justicia, la reparación y de las que deben ser
condiciones para la no repetición.

En necesario que se reconozcan los nuevos actores del conflicto, como las
llamadas BACRIM, que atentan contra la seguridad de la población civil, la
estabilidad del Estado y que poseen armamento y líneas de mando.

Consideramos que existe un desequilibrio entre la justicia y la paz en el


marco actual de justicia transicional. Para nosotros y nosotras como víctimas,
los victimarios reciben recompensas mientras nosotros y nosotras clamamos
por justicia. Creemos que la prioridad deben ser las víctimas de la guerra.

Exigimos garantías reales para el retorno o para permanecer en las


comunidades receptoras. Exigimos que se nos pregunte si queremos o no
retornar y que se ofrezcan alternativas de acuerdo a nuestras necesidades
como personas mayores en caso de decidir quedarnos en la ciudad o de
tomar la decisión de retornar. Para nosotros y nosotras es fundamental

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habitar una vivienda digna. Pedimos que se tenga en cuenta que como
personas mayores cuando retornamos lo hacemos con disminución en
nuestras capacidades físicas debido entre otras cosas a nuestra edad y esto
es determinante en nuestra relación con el entorno, por ejemplo, para
asumir las actividades del ámbito rural y campesino.

Convocamos a todas las personas mayores, estén o no en situación de


desplazamiento, a convertir el dolor el propuesta, a participar activamente
en la superación de la violencia y la construcción de una nueva y mejor
sociedad donde seamos todos y todas reconocidos y reconocidas en nuestros
derechos y en nuestra dignidad.

El anterior comunicado de la Asociación de Ancianos Desplazados de


Antioquia –ASOADEAN, fue realizado durante las Jornadas de solidaridad y
afecto con el Anciano Desplazado, realizadas en Medellín entre el 16 y 18
de diciembre de 2010, organizadas por ASOADEAN y la Corporación
Du´naita, con el apoyo de la Agencia de las Naciones Unidas para los
Refugiados –ACNUR, la Alcaldía de Medellín, el Grupo de investigación
GIDPAD de la Universidad San Buenaventura, entre otras organizaciones.

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ASOCIACIÓN DE ANCIANOS DESPLAZADOS DE ANTIOQUIA
-ASOADEAN-

Quiénes somos

Somos un grupo de 300 personas mayores desplazadas de diferentes lugares de Colombia


que reside actualmente en la ciudad de Medellín y el valle de Aburrá, organizadas ante la
gran necesidad de promover y defender nuestros derechos, generar alternativas para el
mejoramiento de la calidad de vida de nuestros integrantes y aportar participativamente
al desarrollo.

La Asociación de Ancianos Desplazados de Antioquia –ASODEAN- fue creada el 21 de junio


de 2008. Desde allí hemos liderado diferentes procesos sociales, en aras de fortalecer
nuestra organización y emprender acciones inclusivas que tengan en cuenta las
condiciones específicas de las personas mayores y el impacto diferenciado del
desplazamiento sobre ellas.

Presidente: José Manuel Barrionuevo

asoadean@gmail.com

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