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LECCIONES DE VIDA

Tomo Dos
13. Conociendo las Sectas
14. Las Reuniones (1) 15. Las Reuniones (2)
16. La Reunión del Partimiento del Pan (1)
17. La Reunión del Partimiento del Pan (2)
18. Consagrándonos
19. Siendo Llenos Interior y Exteriormente del Espíritu Santo (1)
20. Siendo Llenos Interior y Exteriormente del Espíritu Santo (2)
21. Siendo Llenos Interior y Exteriormente del Espíritu Santo (3)
22. Predicando el Evangelio
23. Sirviendo al Señor
24. La Ofrenda de las Riquezas Materiales

Witness Lee
Living Stream Ministry
Anaheim, California

1987 Witness Lee


Primera Edición, 1.500 copias, enero de 1988.
ISBN 0-87083-284-0
ISBN 0-87083-294-8
Publicado por
Living Stream Ministry
1853 W. Ball Road, P. O. Box 2121
Anaheim, CA 92804 U.S.A.

CONTENIDO

Lección Título
Explicación y Comunión Página 4
Lección 13 Conociendo las Sectas 6
Lección 14 Las Reuniones (1) 15
Lección 15 Las Reuniones (2) 20
Lección 16 La Reunión del Partimiento del Pan (1) 26
Lección 17 La Reunión del Partimiento del Pan (2) 34
Lección 18 Consagrándonos 43
Lección 19 Siendo Llenos Interior y Exteriormente del Espíritu Santo (1)52
Lección 20 Siendo Llenos Interior y Exteriormente del Espíritu Santo (2)61
Lección 21 Siendo Llenos Interior y Exteriormente del Espíritu Santo (3)71
Lección 22 Predicando el Evangelio
Lección 23 Sirviendo al Señor 91
Lección 24 La Ofrenda de las Riquezas Materiales 100

Lo que se lee, enfatizar lo que se lee, leer de una manera viviente y orar-leer. A
veces, se debe completar la lectura con himnos o testimonios. Nunca se debe
extender el significado del texto o desarrollar un entendimiento basado en la
inferencia.
5. Las Escrituras citadas en estas lecciones son de la Versión Reina-Valera. [Nota de
los traductores: correcciones ocasionales hechas conforme a las lenguas originales
están denotadas por las abreviaturas gr. o hebr. después de las referencias de los
versículos.] A fin de que estas lecciones sean de beneficio para las reuniones en
casa, existe la gran necesidad de mucha oración. Que el Señor bendiga Su recobro,
perfeccione a Sus santos y edifique Su Cuerpo.
6.
El autor
Taipéi
20 de marzo de 1987
[Esta traducción no fue revisada por el autor, y por consiguiente toda inexactitud es
responsabilidad exclusiva de los traductores].

EXPLICACION Y COMUNION

1. Estas lecciones fueron específicamente preparadas para las reuniones de casa de


los nuevos creyentes. Los dos primeros tomos abarcan los diferentes asuntos entre
un creyente y Dios, los que él debe conocer, entender y practicar inmediatamente
después de ser salvo. Luego, los dos últimos tomos abarcan la salvación plena que
Dios ha preparado en Cristo para nosotros los que hemos creído en El, las riquezas
que hemos obtenido en Cristo, la experiencia que debemos tener en Cristo, las
cosas que debemos llevar a cabo en Cristo, y la meta que debemos alcanzar en
Cristo.

2. Es difícil evitar ciertos términos que son relativamente profundos y difíciles de


entender para los nuevos creyentes. No es necesario añadir explicaciones cuando
se leen estas lecciones en las reuniones. Mientras se lee lección tras lección, se
adquirirá un entendimiento completo de los términos. Aunque no haya un
entendimiento completo en ese momento, se obtendrá el entendimiento
gradualmente.

3. El conocimiento es vacío, y la letra mata; sólo Cristo es la realidad, y solamente


el Espíritu da vida. Por lo tanto, debe haber oración, confesión de pecados, y el ser
llenados y saturados con el Espíritu de Cristo en abundancia antes de leer estas
lecciones. Al leer, se debe tener la práctica de depender menos de la mente y más
del espíritu, rechazando la vieja manera de conocimiento, y enfatizando la nueva
manera de vida. En la lectura, frase tras frase debe ser expulsada por el espíritu
con vida, para tocar los espíritus de otros a fin de que ellos reciban la
suministración de vida del Cristo neumático.

4. Los versículos de la Biblia citados en estas lecciones son tanto económicos como
idóneos. Además, sus explicaciones son concisas y adecuadas, sin tener necesidad
de explicaciones más amplias. Lo único necesario es repetir

LECCION TRECE
CONOCIENDO LAS SECTAS
Los cinco grandes puntos mencionados en las seis lecciones anteriores son cosas
positivas que debemos conocer; éstas son las verdades-las realidades-más
fundamentales reveladas por la Biblia. Debido a la decadencia y desolación de la
iglesia, debemos también conocer un asunto muy básico y negativo en la
desolación de la iglesia. Este es el asunto de las divisiones, las llamadas sectas o
denominaciones, que vemos en el cristianismo hoy en día.

I. ¿ESTA DIVIDIDO CRISTO?


1) "Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que
habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones... que cada
uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo.
¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis
bautizados en el nombre de Pablo?" (1 Co. 1:10-13).

En aquellos días, en la iglesia en Corinto, había facciones. Un partido decía que era
de Pablo, y otro que era de Apolos. Otro partido decía que ellos eran de Cefas
(Pedro), y aún otro, los que se consideraban a sí mismos superiores a todos los
partidos anteriores, decían que eran de Cristo. Por lo tanto, fueron severamente
reprendidos por el Apóstol Pablo, quien los había llevado a la salvación y quien los
había establecido como la iglesia. Pablo les pidió cuentas, preguntándoles si Cristo
estaba dividido. Obviamente Cristo no ha sido ni puede ser dividido. Sin embargo,
éstos que habían creído y habían sido bautizados en Cristo estaban divididos el uno
del otro. Esto ofendió a Cristo, dividió Su Cuerpo y separó en muchas sectas
diferentes a la iglesia única que El redimió por el derramamiento de Su sangre.
Además, el Apóstol Pablo les preguntó a los creyentes corintios que estaban
divididos: ",Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre
de Pablo?" ¡Por supuesto que no! Pablo no murió para realizar la redención por
ellos; ni tampoco fueron bautizados en el nombre de Pablo. Fue Cristo el que murió
para realizar la redención por ellos, y fue Cristo en quien ellos habían sido
bautizados. Sin embargo, ¿por qué decían ellos que eran de Pablo? Esto es lo mismo
que pasa hoy en día, que algunos que son redimidos por Cristo y bautizados en
Cristo, dicen que son de Lutero (la secta luterana), o de Wesley (la secta
wesleyana), o de la iglesia bautista (la secta bautista), o de la iglesia presbiteriana
(la secta presbiteriana). Aquí la reprimenda y denuncia de los cristianos divisivos
pronunciada por Pablo, fuertemente condena y rechaza todas las divisiones, sectas
y denominaciones del cristianismo hoy en día.

II. EL CUERPO DE CRISTO SIENDO UNICO


1) "Un cuerpo, y un Espíritu ... un Señor... un Dios" (Ef. 4:4-6).

Ya que Cristo no está dividido, los cristianos, quienes pertenecen a Cristo, tampoco
deberían estar divididos en sectas. Aun más, ya que el Cuerpo de Cristo es único,
los cristianos que son miembros de este Cuerpo único, no deben dividirse en
muchas sectas diferentes. Debemos desear solamente el único Cuerpo de Cristo, y
no las muchas sectas formadas por los hombres. En este Cuerpo de Cristo hay un
solo Espíritu; también, Su Cuerpo tiene un solo Señor, es decir, una sola Cabeza.
Más aún, todos los miembros de Su Cuerpo son regenerados por un Dios y Padre, y
El reside en ellos. El Dios Triuno se ha mezclado con todos los creyentes para ser
una sola entidad, y la esencia de la unidad divina en los creyentes, además, los ha
Constituido un Cuerpo indivisible. El Espíritu es la misma vida que todos ellos
poseen. ¿Cómo puede un cuerpo tener dos o más vidas? El Señor es la única
Cabeza a quien ellos pertenecen. ¿Cómo puede un cuerpo tener dos o más
cabezas? Dios es el-único Padre quien los engendró. ¿Cómo pueden los hijos de
Dios tener dos o más padres? ¡Es extraño e irrazonable que un solo cuerpo tenga
más de una vida, o que un cuerpo tenga más de una cabeza, o que una familia con
hijos tenga más de un padre! Sin embargo, ¡estas cosas irrazonables y extrañas, de
hecho están siendo establecidas, apoyadas, respetadas y promovidas por la
mayoría de los cristianos! ¡Ninguno de los que aman al Señor ni los que conocen el
corazón del Señor y la verdad de la Biblia deben hacer esto! Por el contrario, ellos
deben imitar al Apóstol Pablo en condenar y rechazar estas cosas que ofenden a
Cristo, entristecen a Dios, y contristan al Espíritu Santo.

III. LAS SECTAS SIENDO DE LA CARNE


1) "Y manifiestas son las obras de la carne, que son ... contiendas [facciones],
disensiones [divisiones], herejías [partidos], envidias" (Gá. 5:19-21).
En el griego, la palabra para partido o secta (jáiresis) es la misma palabra usada
para herejía (jáiresis romanizada), la cual significa el ponerse una etiqueta nueva, a
fin de ser diferente, lo cual resulta en un partido distintivo, una secta.

Los versículos aquí nos dicen claramente que las sectas provienen de la carne de
los hombres. También nos muestran que siempre hay facciones y divisiones antes
de la formación de una secta, y envidias después de su establecimiento. ¡Qué
vergüenza! ¿No es ésta la misma condición entre los cristianos hoy en día? ¿No
deberíamos rechazar esta obra de la carne siguiendo al Espíritu Santo en nosotros
quien nos santifica?

IV. RECHAZANDO LAS FACCIONES


1) "Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación
deséchalo" (Tit. 3:10).
Al enfrentar las facciones entre los cristianos, el Apóstol Pablo dio a su joven
colaborador un mandato franco y osado, que es también un mandato para nosotros:

el desechar a una persona facciosa después de suficiente amonestación en amor.


Esto es el rechazar las facciones categóricamente y sin indulgencia conforme al
deseo del corazón de Dios y a la verdad de la Biblia, para que el Cuerpo de Cristo no
sufra daño y para que la verdad de Dios no sea adulterada.

V. LOS FACTORES QUE CONSTITUYEN LAS SECTAS


Los siguientes tres elementos claves son los factores que hacen que los cristianos
(sin contar los nominales) sean divididos y sean constituidos como sectas.

A. Credos especiales
La fe común de los verdaderos cristianos es única. Esta fe incluye al Dios Triuno, la
persona y la obra de Cristo, es decir, lo que Cristo es y lo que Cristo ha hecho, y la
autoridad divina de la Biblia. Aparte de estas verdades de nuestra fe fundamental,
el tomar otras cosas como la fe cristiana (tales como el método de bautismo de la
denominación bautista, el sistema administrativo de la denominación presbiteriana,
el hablar en lenguas de la denominación pentecostés, el cubrirse de la cabeza y el
lavar de pies de otros grupos, o doctrinas generales tales como el tiempo y el
número de los arrebatamientos, la interpretación de profecías y el entendimiento de
ciertas partes de las Escrituras), y hacer de ellas credos especiales, es ponerse una
etiqueta nueva a fin de ser diferentes, y esto resultará en sectas.
B. Comuniones especiales
Con la existencia de credos especiales, los cristianos serán divididos en diferentes
grupos y tendrán comuniones especiales en sus diferentes círculos fuera de la
comunión común de los creyentes. Tales comuniones especiales hacen que los
creyentes que las practican sean constituidos sectas separadas de los creyentes en
general.

C. Nombres especiales
Los credos especiales no sólo resultan en comuniones especiales, sino que también
producen nombres especiales, tales como el nombre de alguna denominación o de
cierta iglesia. De una manera más tangible, estos nombres especiales hacen que los
que se clasifican a sí mismos sean constituidos en sectas nominadas, lo cual resulta
en denominaciones. Una denominación es una secta nominada. Por lo tanto, los que
conocen el Cuerpo de Cristo nunca deben llevar tales nombres especiales. Los
creyentes deben solamente poseer el nombre único y honorable de Jesucristo, y no
deben exaltar ningún otro nombre aparte de este nombre preeminente. No debe ser
cosa gloriosa decir que uno es creyente de cierta denominación.
VI. SOLICITOS EN GUARDAR LA UNIDAD
DEL CUERPO DE CRISTO

1) "Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación
con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con
paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la. unidad del Espíritu
[esto es, la unidad del Cuerpo de Cristo] en el vínculo de la Paz" (Ef. 4:1-3).

El Espíritu, es decir, el Espíritu Santo que vive en nosotros, nos constituye en el


Cuerpo de Cristo con la vida de Dios. Ya que hay un solo Cuerpo, hay también un
solo Espíritu Santo que vive en el Cuerpo. Este único Espíritu Santo es la unidad en
el único Cuerpo. Si nosotros los creyentes vivimos en este Espíritu y andamos según
este Espíritu, la unidad del Cuerpo de Cristo se mantendrá. Si no, esta unidad será
quebrantada. En la posición de uno que estaba encarcelado por causa de la iglesia,
el Apóstol Pablo nos rogaba en Efesios 4:2-3 que guardáramos esta unidad con tales
virtudes como humildad, mansedumbre y longanimidad, soportándoos en amor, y
en el vínculo unidor de paz, para que nuestro andar sea digno de nuestro
llamamiento. Dios nos llamó para que cada uno de nosotros sea un miembro del
Cuerpo de Cristo. Si nuestro andar hiere y daña la unidad del Cuerpo de Cristo, esto
no es digno del llamamiento de Dios. Por lo tanto, tenemos que esforzarnos por vivir
en el Cuerpo de Cristo para guardar la unidad del Cuerpo, y no participar en
ninguna división, secta o denominación.
LECCION CATORCE
LAS REUNIONES (1)

Puesto que la iglesia es la asamblea llamada fuera del mundo por Dios, ella debe
reunirse continuamente. Las reuniones permiten que la congregación de Dios que El
llamó sea suministrada, establecida y perfeccionada, a fin de que sea lograda la
meta para la cual Dios llamó a la asamblea.

LA ORDENANZA DE DIOS PARA LOS CREYENTES


1) "No dejando de congregarnos" (He. 10:25).

Aquí el congregarnos se refiere a nuestras reuniones cristianas. Dios ha ordenado la


manera en la cual todo ser viviente en el universo debe existir. La ordenanza de
Dios es la ley misma por la cual cierto ser viviente vive. Si el ser viviente obedece
esa ley, sobrevivirá y será bendecido. Dios es igual con nosotros quienes hemos
creído en Cristo. La ordenanza de Dios para nosotros, la cual viene a ser nuestra ley
de existencia y bendición, es las reuniones. Tal como el agua es para los peces, y el
aire para las aves, así son las reuniones para los cristianos. Como los peces tienen
que vivir en el agua, y las aves tienen que existir en el aire, así también los
cristianos tienen que mantener su existencia y su vivir espirituales por medio de las
reuniones.

II. UN REQUISITO DE LA VIDA ESPIRITUAL


1) "...ovejas ... un rebaño" (Jn. 10:16).

Cada clase de vida tiene su propia característica, y por lo general, muchas


características. La vida espiritual que nosotros los creyentes hemos recibido, la cual
es la vida de Dios en nosotros, también posee muchas características. Por ejemplo,
el odio hacia el pecado y la separación del pecado son características de esta vida.
El deseo de acercarnos a Dios y la disposición de servirle son también
características de esta vida. Una de las muchas características de nuestra vida
espiritual es la de congregarnos, de reunirnos. Juan 10:3 y 16 nos muestra que ya
que somos salvos, somos las ovejas del Señor. La característica de la vida de las
ovejas es congregarse, y no les gusta aislarse de las otras ovejas. Por consiguiente,
la Biblia dice que no solamente somos las ovejas del Señor, sino aun más, Su
rebaño (Hch. 20:28; 1 P. 5:2). A fin de ser una oveja que participa en la bendición
del rebaño, tenemos que reunirnos con el rebaño. La característica de la "vida
ovejuna" espiritual dentro de nosotros nos exige esto.

III. LA IMPORTANCIA DE LAS REUNIONES


DE LOS CREYENTES
1) "Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos" (Mt. 18:20).

Aquí el Señor prometió especialmente que donde dos o tres de los que
pertenecemos a El estemos congregados en Su nombre, esto es, reunidos en Su
nombre, El está en medio de nosotros. Cuando nos reunimos en Su nombre,
disfrutamos de Su presencia de una manera especial. Su presencia misma, sin
duda, nos trae mucha iluminación, gracia, suministración y muchas otras
bendiciones. ¡Cuán precioso es esto! ¡Qué bendición es ésta! Solamente podemos
disfrutar de tan rica bendición cuando nos reunimos.
2) "Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once
reunidos, y a los que estaban con ellos ... mientras ellos aún hablaban de estas
cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros" (Le. 24:33-36).
Esto habla de los dos discípulos que salieron de Jerusalén para irse a Emaús. En el
camino, al descubrir que era el Señor quien se les había aparecido, el Señor se les
desapareció. Inmediatamente regresaron a Jerusalén, donde deberían haber
permanecido originalmente. Cuando llegaron, encontraron a los apóstoles y a los
que estaban con ellos reunidos, y el Señor se apareció en medio de ellos.

Ellos, los apóstoles, y los otros discípulos, todos disfrutaron de la aparición del
Señor y experimentaron la bendición de la presencia del Señor cuando, por primera
vez después de Su resurrección, El regresó para estar entre los discípulos. Esto
también comprueba la importancia de las reuniones.

3) "Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos ... y fueron
todos llenos del Espíritu" (Hch. 2:1-4).

Después que ascendió, el Señor Jesús envió al Espíritu Santo. El Espíritu Santo fue
derramado sobre los discípulos cuando estaban reunidos, y ellos fueron todos llenos
del Espíritu Santo exteriormente. El derramamiento del Espíritu Santo en el día de
Pentecostés no fue sobre los discípulos que estaban solos, más bien fue sobre
aquellos discípulos que estaban reunidos. Todo aquel que no participó en esa
reunión perdió la oportunidad de una bendición sin precedente derramada de los
cielos. Una vez más, esto nos muestra la importancia de las reuniones.

4) "Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;
no dejando de congregarnos ... sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que
aquel día [el de la venida del Señor] se acerca" (He. 10:24-25).

Lo que se menciona aquí nos muestra que las reuniones nos motivan a
considerarnos unos a otros para estimular-nos al amor y a exhortarnos unos a otros
a las buenas obras. Esto nos motiva a tener comunión espiritual con los santos y así
recibir de ellos el suministro de vida. Por lo tanto, no debemos dejar de reunirnos, y
tanto más cuando sabemos que el Señor retornará pronto. Nuestra vida cristiana no
es como la vida de una mariposa, la cual vive bien por sí sola; nuestra vida es como
la vida de una oveja, la cual exige que nos congreguemos y que vivamos una vida
de reunión. En consecuencia, necesitamos reunirnos, Y para nosotros las reuniones
son cruciales.
LECCION QUINCE
LAS REUNIONES (2)

IV. LAS DIFERENTES CLASES DE REUNIONES DE LOS CREYENTES


A. La reunión del partimiento del pan
1) "El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan" (Hch.
20:7).

Partir el pan es comer la cena del Señor para hacer memoria del Señor quien murió
por nosotros (1 Co. 11:20, 23-25). Esta debe ser la primera clase de reunión regular
para nosotros los que hemos sido redimidos por la muerte del Señor. Para detalles,
véanse las siguientes dos lecciones.

B. La reunión de oración
1) "Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa
que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde
están dos o tres congregados... " (Mt. 18:19-20).

Aquí el Señor está hablando acerca de la oración en una reunión. Esta clase de
oración es más poderosa que la oración de un individuo, siendo capaz de atar en la
tierra lo que ha sido atado en el cielo, y desatar en la tierra lo que ha sido desatado
en el cielo (Mt. 18:18).

2) "Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres..."


(Hch. 1:14).
De nuevo aquí, la oración de una reunión es mencionada. Esta fue la oración que
trajo la bendición del derramamiento del Espíritu Santo en el día de Pentecostés.

3) "Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron ... Cuando
hubieran orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos
del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios" (Hch. 4:24-31).

Aquí dice que en aquellos días cuando los discípulos sufrían persecución, ellos se
reunieron para, orar de común acuerdo. Tal clase de oración hizo que fueran llenos
exteriormente del Espíritu Santo y que hablaran con denuedo la palabra de Dios.

4) "Pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él" (Hch. 12:5); "donde [la casa
de María] muchos estaban reunidos orando" (12:12).

En el día en que Pedro fue encarcelado, la iglesia oró fervientemente por él, y un
número considerable estaba reunido en la casa de una hermana, orando
específicamente por él. Esa oración hizo que Dios llevara a cabo un gran milagro,
liberando a Pedro de la prisión.

C. La reunión para el ejercicio de los dones espirituales y para la edificación mutua


1) "Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene
lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación" (1 Co.
14:26).

La reunión mencionada aquí es para el ejercicio de los dones espirituales y para la


edificación mutua. En esta clase de reunión, no debe haber una persona especial
que hace una cosa específica, sino que todos deben ejercitar los dones espirituales:
uno tiene salmo, otro tiene enseñanza, otro tiene revelación, uno hace esto y otro
hace aquello. Cada uno puede participar con el fin de la edificación en general, y del
edificar de otros en particular.

D. La reunión para leer la Palabra


1) "Y reuniendo a la congregación, entregaron la carta [escrita por los apóstoles y
los ancianos en Jerusalén]; habiendo leído la cual, se regocijaron Por la consolación"
(Hch. 15:30-31).

Aquí dice que cuando Pablo y sus compañeros llegaron Antioquía, reunieron a los
santos para leerles la carta escrita por los apóstoles y los ancianos de Jerusalén bajo
la dirección del Espíritu Santo. Por lo tanto, algunas veces necesitamos también
reunirnos para leer la palabra de Dios en la Biblia.

E. La reunión para escuchar mensajes


1) "Reunidos los discípulos... Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente"
(Hch. 20:7).
En aquel día, los creyentes en Troas se reunieron para escuchar el discurso de Pablo
concerniente a las cosas espirituales de Dios, para que ellos pudieran ser edificados
y establecidos. Por consiguiente, algunas veces debemos reunirnos también para
escuchar los mensajes espirituales hablados mediante el ministro del Señor el cual
ministra la palabra por Dios, para que nosotros seamos edificados y establecidos.

V. COMO REUNIRSE
1) "Porque donde están... congregados en [hacia adentro] mi nombre, allí estoy yo
en medio de ellos"
(Mt. 18:20).

Lo más crucial en la reunión de los creyentes es estar congregados en [hacia


adentro] el nombre del Señor. Esto significa que tenemos que reunirnos en el
nombre del Señor. Puesto que somos del Señor y fuimos salvos por Su nombre,
debemos congregarnos únicamente en [hacia adentro] ese nombre y reunirnos en
ese nombre. No debemos congregarnos en [hacia adentro] ni reunirnos en ningún
otro nombre, ya sea el nombre de un individuo, de un cuerpo colectivo, de una
misión o de una denominación.

2) "Y [1] perseverando [2]unánimes [3] cada día [4] en el templo, y partiendo el pan
[5] en las casas" (Hch. 2:46).

Este versículo nos revela que debemos primero reunirnos con perseverancia; en
segundo lugar, reunirnos en el común acuerdo; en tercer lugar, reunirnos
diariamente; en cuarto lugar, reunirnos en un lugar grande (tal como el templo) y
en quinto lugar, reunirnos de casa en casa, esto es, reunirnos en cada hogar.
3) "Toda la iglesia se reúne en un solo lugar" (1 Co. 14:23).
Por un lado, la iglesia debe reunirse continuamente en los hogares de los creyentes;
por otro, algunas veces es también necesario que toda la iglesia se reúna en un
solo lugar. Las reuniones de casa individuales, que deben ser regulares, y las
reuniones en un solo lugar, que deben tener lugar según la necesidad, tienen sus
propios beneficios y sabor. Así que, la iglesia debe tener regularmente reuniones de
casa individuales y debe reunirse en un solo lugar cuando surja la necesidad.
LECCION DIECISEIS
LA REUNION DEL PARTIMIENTO DEL PAN (1)
1) "Reunidos los discípulos para partir el pan..." (Hch. 20:7).
2) "Os reunís vosotros, esto ... es comer la cena del Señor" (1 Co. 11:20).
3) "Podéis participar de la mesa del Señor" (1 Co. 10:21).
Estos tres versículos nos muestran que la reunión del partimiento del pan es una
reunión en la cual los creyentes se reúnen para comer la cena del Señor y asistir a
la mesa del Señor. Esta reunión se divide en dos partes, la primera parte es para
hacer memoria del Señor, y la segunda para la adoración al Padre.

I. HACIENDO MEMORIA DEL SEÑOR CON EL SEÑOR COMO EL CENTRO


1) "Y tomó el pan ... y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por
vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que
hubo cenado, tomó la copa" (Lc. 22:19-20).
La reunión del partimiento del pan no es para ninguna otra cosa sino para hacer
memoria del Señor, con el recuerdo del Señor como su centro para que el Señor lo
disfrute. Ya sea el cantar himnos, la oración, la lectura de la Biblia, o palabras de
inspiración, todo en esta reunión debe tener al Señor como el centro, hablando
concerniente a Su persona y obra, Su amor y virtudes, Su vivir o sufrimiento en la
tierra, Su honor o gloria en los cielos, de modo que otros consideren o comprendan
esas cosas a fin de hacer memoria del Señor mismo. En tal reunión debemos pensar
en el Señor en nuestro corazón, Y contemplarlo en nuestro espíritu para ser
inspirados concerniente al Señor. Entonces expresaremos nuestra inspiración por
medio de cantos, oraciones, palabras o lecturas de la Biblia, de modo que el
sentimiento de toda la reunión sea dirigida al Señor y para que- todos hagan
memoria del Señor.

A. Comiendo la cena del Señor


Los tres versículos citados en el principio de esta lección nos muestran que el
partimiento del pan es para comer la cena del Señor y para asistir a la mesa del
Señor. Comer la cena del Señor es para que hagamos memoria del Señor; asistir a
la mesa del Señor es para que tengamos comunión juntos en los logros del Señor
para nosotros. En el aspecto del comer la cena del Señor, principalmente hacemos
las siguientes tres cosas:

1. Hacer memoria del Señor


1) "El Señor Jesús ... tomó pan... lo partió, y ,dijo... esto es mi cuerpo que por
vosotros es partido; ,,,;haced esto en memoria de mí" (1 Co. 11:23-24).

Conforme a lo que el Señor ha establecido, cada vez que partimos el pan, no sólo
hay un pan preparado para que lo partamos y comamos, sino también al lado del
pan hay una copa preparada para que la recibamos y bebamos. Comiendo el pan
del Señor y bebiendo la copa del Señor nosotros tomamos la cena del Señor en
memoria del Señor. Tanto el pan como la copa son símbolos. Conforme a lo que
Señor dijo, el pan indica Su cuerpo que El dio por nosotros, y la copa indica la
sangre que El derramó por nosotros. Su cuerpo fue dado por nosotros en la cruz y
Su sangre fue derramada por nosotros también en la cruz El dio a Sí mismo por
nosotros a fin de impartir vida en nosotros para que participemos de El.
El derramó Su sangre por nosotros a fin de redimirnos para que nuestros os sean
perdonados.
Cuando vemos o recibimos el pan que partimos, idos considerar cómo el Señor se
hizo carne por nosotros, cómo El murió por nosotros en la carne, y cómo cuerpo fue
partido por nosotros y dado a nosotros para que tengamos Su vida. En la Biblia, el
pan indica vida. El Señor dijo que El es el pan de vida que da vida al mundo (Jn.
6:33-35). Siempre que el pan es mencionado, debemos pensar en vida. El ser
partido el cuerpo del Señor para ser dado a nosotros como pan significa que El dio
Su cuerpo por nosotros a fin de que nosotros tengamos Su vida. Al recibir Su cuerpo
partido participamos de Su vida. Todo esto está representado por nuestro partir del
pan mismo y por el pan que partimos.

2) "Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa
es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en
memoria de mí" (1 Co. 11:25).

En la reunión del partimiento del pan debemos considerar al Señor y lo que El hizo
por nosotros no sólo cuando vemos o recibimos el pan que partimos, sino también
cuando vemos o recibimos la copa que bebemos. Esta copa indica el nuevo pacto
que el Señor promulgó para nosotros por el derramamiento de Su sangre. Cada vez
que vemos o recibimos la copa que bebemos, debemos considerar como el Señor
participó de carne y sangre por nosotros (He. 2:14), como El no sólo dio Su cuerpo
por nosotros para que tengamos Su vida, sino también como El derramó Su sangre
por nosotros para que tengamos la más alta bendición, es decir, para que seamos
liberados del pecado y obtengamos a Dios y todo lo que es de El. Por este símbolo,
debemos considerar como el Señor llevó nuestros pecados, fue hecho pecado por
nosotros, y fue juzgado y maldecido por nosotros, al derramar Su sangre, lo cual
constituye nuestra copa de bendición, nuestra eterna porción bendita. Debemos
considerar también como fuimos redimidos, perdonados, santificados, justificados,
reconciliados y aceptados por Dios mediante la sangre del Señor; como nos limpia
de nuestros pecados y lava nuestra conciencia para que vengamos a Dios con
confianza; como habla mejores cosas ante Dios; y como resiste los ataques de los
espíritus malignos por nosotros para que venzamos al diablo que nos acusa.

En la Biblia, el pan denota vida y la copa indica porción", tal como "Jehová es la
porción de ... mi copa" (Sal. 16:5). Originalmente éramos pecaminosos y malos, y la
porción que merecíamos de Dios debía haber sido "la copa de la ira de Dios", es
decir, ir al lago de fuego_ a sufrir el tormento de la perdición eterna (Ap. 14:10;
21:8). Sin embargo, Dios hizo que el Señor Jesús bebiera la copa de por nosotros en
la cruz (Jn. 18x11). El recibió el justo vicio de Dios por nosotros y probó de una
manera completa el tormento de la perdición que está en el lago de fuego; El
derramó Su sangre para redimirnos plenamente nuestros pecados y promulgó el
nuevo pacto por nosotros, dándonos en su lugar "la copa de salvación" (Sal. 116:13)
y llegando a ser nuestra copa (de bendición) (Sal 5). En esta copa bendita de
salvación, Dios mismo y :t o lo que El tiene ha llegado a ser nuestra porción,
nuestra eterna porción bendita, y la porción de nuestra a.

2. Disfrutar al Señor
1) "Tomó Jesús el pan ... lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed" (Mt.
26:26); "Esto es cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí"
(Lc. 22:19); "Y tomando la copa... les diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es
mi sangre del nuevo pacto" (Mt. 26:27-28); "... que por nosotros se derrama" (Le.
22:20); "Haced esto todas veces que la bebiereis, en memoria de mí" (1 Co. -25).

Aunque el centro del partimiento del pan es hacer memoria del Señor, tal memoria
no es meramente para tar sobre el Señor y en todo lo que El ha hecho por nosotros,
sino aun más, para disfrutar al Señor y todo lo El ha logrado por nosotros. El Señor
dijo que comer Su pan y beber Su copa es lo que hacemos en memoria de El. Su
pan y Su copa indican Su cuerpo y Su sangre. Por consiguiente, comer Su pan y
beber Su copa es Su cuerpo y beber Su sangre. El cuerpo del Señor y Tigre son el
Señor mismo dado por nosotros, y los por los cuales El logró todas las cosas por
nosotros.

Además, el comer y beber no es sólo para recibir sino también para disfrutar.
Cuando comemos el cuerpo del Señor y bebemos Su sangre, no sólo recibimos sino
también disfrutamos al Señor mismo y todo lo que El ha logrado por nosotros
dándonos Su cuerpo y derramando Su sangre. El recibir y disfrutar al Señor de esta
manera es hacer memoria de El. Cuando de esta manera comemos, bebemos y
disfrutamos al Señor, es cuando verdaderamente hacemos memoria de El. Este es
el profundo significado de comer la cena del Señor.

Nuestro comer, beber y disfrutar al Señor en Su cena son también nuestra


declaración y nuestro testimonio. Nuestra declaración es que somos unidos al Señor
y estamos mezclados con El, tal como el pan se mezcla con nosotros después de
que lo hemos recibido en nuestro cuerpo. Nuestro testimonio es que vivimos
mediante el comer y beber del Señor y el disfrutarle, tomándole cada día como
nuestra vida. Cuando partimos el pan para comer y beber al Señor, declaramos que
el Señor, al darnos Su cuerpo y derramar Su sangre, ha entrado en nosotros para
unirse a nosotros. También testificamos que al recibir el cuerpo que el Señor dio por
nosotros y la sangre que El derramó por nosotros, hemos participado de El y de
todo lo que El ha logrado por nosotros, hemos sido unidos a El y ahora vivimos por
El como nuestra vida y nuestro suministro de vida. Esta es nuestra declaración así
como nuestro testimonio cuando partimos el pan.

3. Exhibir la muerte del Señor


1) "Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la
muerte del Señor anunciáis hasta que él venga" (1 Co. 11:26).

La palabra "anunciáis" en este versículo tiene el significado de mostrar y exhibir.


Siempre que comemos el pan del Señor y bebemos Su copa, simultáneamente
hacemos memoria del Señor y exhibimos Su muerte. Hacemos memoria del Señor,
y no de Su muerte. Pero mientras que hacemos memoria del Señor, exhibimos la
muerte del Señor para que sea vista por nosotros, los ángeles, y todas las cosas.
Cuando hacemos memoria del Señor, el pan y la copa están exhibidos
separadamente en la mesa. El pan se refiere al cuerpo del Señor y la copa a Su
sangre. Puesto que la separación del cuerpo y la sangre indica muerte, la muerte es
así exhibida. Es de esta manera que exhibimos la muerte del Señor al partir el pan
para hacer memoria de El.
La Escritura aquí citada dice que debemos hacer memoria del Señor y exhibir Su
muerte hasta que El venga. Esto implica que cuando partimos el pan para hacer
memoria del Señor y para exhibir Su muerte, al mismo tiempo estamos esperando
Su venida. Esto muestra que debemos exhibir la muerte del Señor y así hacer
memoria de El en un espíritu y atmósfera de espera de Su venida.
LECCION DIECISIETE
LA REUNION DEL PARTIMIENTO DEL PAN (2)

B. Asistiendo a la mesa del Señor


1) "La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de
Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del Cuerpo de Cristo? Siendo uno
solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos
de aquel mismo pan" (1 Co. 10:16-17).

Primera Corintios 11:23-25 nos muestra que el énfasis de comer la cena del Señor
es el tener memoria del Señor, mientras que 1 Corintios 10:16-17 y 21 nos dice que
el énfasis de asistir a la mesa del Señor es la comunión con los santos.

En la reunión del partimiento del pan, comemos el único pan, el cual significa el
cuerpo de Cristo, y bebemos la única copa, la cual significa la sangre de Cristo.
Nuestro comer y participar de un pan, y nuestro beber y compartir de una copa
implica una comunión mutua. Es debido al cuerpo y a la sangre del Señor que
tenemos esta comunión. Por lo tanto, tal comunión llega a ser la comunión de la
sangre de Cristo y la comunión del cuerpo de Cristo. De esta manera, cuando
comemos y bebemos juntos, compartiendo el pan del Señor y la copa del Señor,
"participamos de la mesa del Señor" (1 Co. 10:21). En esta mesa, participamos en el
cuerpo del Señor y en la sangre del Señor con todos los santos y tenemos comunión
unos con otros. La sangre de Cristo, la cual disfrutamos juntos, quita todas las
barreras entre los santos. El pan que compartimos, el cual simboliza el cuerpo
individual de Cristo, entra en nosotros para hacernos un pan, el cual significa el
único Cuerpo corporativo de Cristo. En el aspecto del comer la cena del Señor, el
pan se refiere al cuerpo individual del Señor, el cual El dio por nosotros en la cruz,
mientras que en el aspecto de asistir a la mesa del Señor, el pan indica el Cuerpo
corporativo del Señor, el cual El constituyó con todos los santos regenerados por
medio de Su resurrección de entre los muertos. El primero era físico, y fue
entregado a muerte y dado por nosotros; el segundo es místico y está constituido
con todos los santos en la resurrección del Señor. Por lo tanto, cada vez que
partimos el pan, por un lado, hacemos memoria del Señor y lo disfrutamos por
medio de recibir el cuerpo que El dio por nosotros en la cruz; por otro, disfrutamos
del Cuerpo místico que El produjo por medio de Su resurrección de entre los
muertos, teniendo comunión con todos los santos en este Cuerpo místico y
testificando la unidad de este Cuerpo místico. No hay solamente una relación entre
nosotros y el Señor, sino también una relación entre nosotros y todos los santos.

II. ADORANDO AL PADRE CON EL PADRE COMO EL CENTRO

La reunión del partimiento del pan es una reunión de adoración por parte de los
creyentes. Según el proceso de la salvación de Dios, primero recibimos al Señor y
luego nos acercamos al Padre. Así, en esta reunión de adoración, primero debemos
hacer memoria del Señor y luego adorar Padre. El centro de la sección de hacer
memoria del Señor es la conmemoración del Señor, y el centro de la acción para
adorar al Padre es la adoración al Padre, en cual todas las oraciones, himnos y
palabras deben ser dirigidas hacia el Padre.
1) "Tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio pus discípulos, y dijo: Tomad,
comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa... les dio, diciendo: Bebed ella todos;
porque esto es mi sangre del nuevo
... y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos" (Mt. 26:26-
30).

En aquel día, después que el Señor Jesús partió el pan y cantó un himno con los
discípulos, El los guió al monte de Olivos para reunirse con el Padre. Se implica y se
establece un principio aquí, es decir, que después que hayamos partido el pan para
hacer memoria del Señor, debemos ser guiados por El a adorar juntos al Padre.

2) "Anunciaré [yo, el Cristo resucitado] a mis hermanos tu nombre [el del Padre], en
medio de la congregación [la reunión con los discípulos después de la resurrección]
te' alabaré" (He. 2:12).

Esto se refiere a lo que el Señor hizo cuando se apareció a Sus discípulos y se


reunió con ellos después de Su resurrección. El los consideró como hermanos y les
declaró el nombre del Padre. El también los consideró como la iglesia y cantó
himnos de alabanza al Padre en medio de ellos. Aunque el Señor es el unigénito Hijo
de Dios, a través de la muerte y la resurrección, 'El regeneró a los que creímos en El
(1 P. 1:3) para que pudiéramos ser hechos los muchos hijos de Dios. Entonces, El
llegó a ser el primogénito Hijo de Dios (Ro. 8:29) quien guía a los muchos hijos, que
somos nosotros, con El al Padre. Después que El fue resucitado, vino entre los
discípulos (Jn. 20:19-29) y declaró el nombre del Padre a Sus hermanos. Luego, en
la posición del primogénito Hijo de Dios, El guió a Sus muchos hermanos, quienes
son los muchos hijos de Dios, a cantar juntos alabanzas al Padre, esto es, a adorar
juntos al Padre. Según este hecho, después que hemos partido el pan en memoria
del Señor, debemos ser guiados por el Señor a adorar al Padre. En esta sección de
la reunión, tomamos al Padre como el centro, y todo nuestro cantar de alabanzas al
Padre es el Señor mismo en nosotros guiándonos a cantar alabanzas al Padre.

III. LAS PERSONAS QUE PARTEN EL PAN


1) "Tomó Jesús el pan... y dio a sus discípulos" (Mt. 26:26).

Cuando el Señor estableció el partimiento del pan, El dio el pan y la copa a Sus
discípulos, es decir, a los que habían creído en El, que tenían Su vida, y que le
pertenecían. Por supuesto, solamente los que tienen tal relación con el Señor y
conocen al Señor como su Salvador personal, pueden hacer memoria del Señor al
comer Su pan y al beber Su copa, y pueden exhibir la muerte del Señor por Su pan
y por Su copa.

2) "Todos los que habían creído... partiendo el pan" (Hch. 2:44-46).

Los que parten el pan deben ser "los que habían creído", es decir, los que han
creído y recibido la salvación del Señor, que tienen la vida del Señor y pertenecen al
Señor. Solamente tales creyentes pueden y deben partir el pan. Por lo tanto,
solamente los que son salvos, que se han unido al Señor, y que no viven en pecado,
están capacitados para comer el pan y beber la copa. Ningún otro puede .tomar
parte del pan y de la copa del Señor.
IV. EL TIEMPO PARA EL PARTIMIENTO DEL PAN
1) "Y perseveraban... en el partimiento del pan" (Hch. 2:42).

Aquí dice que los primeros creyentes perseveraban en el partimiento del pan; esto
es, sin cesar continuaban, partiendo el pan, haciéndolo todo el tiempo. Nosotros
(debemos seguir tal modelo.

2) "Y ... cada día...partiendo el pan" (Hch. 2:46).


Tal era la perseverancia de los primeros creyentes en el partimiento del pan, que lo
hacían diariamente. En aquel entonces, debido a que eran fervientes hacia el Señor
y porque le amaban profundamente, ellos espontáneamente partían el pan cada
día. Esto nos dice que, si es posible, cuanto más a menudo partamos el pan en
memoria del Señor tanto mejor.

3) "El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan" (Hch.
20:7).
Los primeros creyentes comenzaron partiendo el pan diariamente. Después,
gradualmente adquirieron el hábito hacerlo una vez por semana, en el primer día de
la semana, el cual es el día del Señor. Este es el día de la resurrección del Señor, y
es el comienzo de una nueva semana, lo cual significa que las cosas viejas han
pasado y vida nueva ha comenzado. Por lo tanto, lo más apropiado es partir el pan
para hacer memoria del Señor en este día. Además, aunque exhibimos Su muerte
cuando partimos el pan, realmente estamos haciendo memoria del Señor quien está
en resurrección.

4) "Comer la cena del Señor" (1 Co. 11:20).


Puesto que el partimiento del pan es el comer la cena del Señor, es mejor que sea
conducido por la noche. Además, por la noche, habiendo terminado todo nuestro
trabajo, y habiéndonos desocupado de nuestras cargas, estamos aliviados de
corazón y refrescados en espíritu. Este es el tiempo apropiado en el cual podemos
hacer memoria del Señor sin ansiedad, y es cuando es fácil sentir la presencia del
Señor. Esto, sin embargo, no es un asunto legal. Si es difícil o inconveniente tenerlo
en la noche, podemos evaluar la situación y cambiar el tiempo a la mañana o a la
tarde.

V. EL LUGAR PARA EL PARTIMIENTO DEL PAN


1) "Partiendo el pan en las casas" (Hch. 2:46).
Los primeros creyentes partieron el pan de casa en casa, en cada hogar. Está claro
que el lugar para el partimiento del pan era sus hogares.

2) "Cuando, pues, os reunís vosotros [en el mismo lugar] ... es comer la cena del
Señor" (1 Co. 11:20).
Según esta palabra, los primeros creyentes también se reunían en un solo lugar
para comer la cena del Señor. Esto debe haber ocurrido en un lugar más grande. En
una reunión pequeña, cuando nos reunimos para partir el pan en los hogares, hay
un sabor dulce e íntimo; en una reunión grande, cuando nos reunimos todos en un
solo lugar, hay una atmósfera rica y elevada. Los creyentes pueden partir 'el pan en
hogares individuales o en un solo lugar, pero esto debe ser decidido por la iglesia
conforme a la necesidad y situación.
Los que parten el pan en memoria del Señor deben ser los que anhelan al Señor,
esperan Su venida y aman Su aparición (2 Ti. 4:8). Por lo tanto, después que
partimos el pan, debemos vivir una vida en espera- de la -venida del Señor.

2) "No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis
participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios" (1 Co. 10:21).

Aquí dice que si participamos de la mesa del Señor, no podemos participar de la


mesa de los demonios, y si bebemos la copa del Señor, no podemos beber la copa
de los demonios. Según el texto que precede a este versículo, la mesa de los
demonios y la copa de los demonios son los sacrificios a los ídolos. Por eso, después
que partimos el pan, no podemos comer lo sacrificado a los ídolos.

3) "Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de


malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad" (1 Co.
5:8).

Aquí, la palabra levadura se refiere a todo lo malo y a todo lo que corrompe al


hombre. En el Antiguo Testamento, inmediatamente después de que celebraron la
Pascua, los israelitas observaron la fiesta del pan sin levadura, quitando toda
levadura de su vivir (Dt. 16:1-4). El partimiento del pan en el Nuevo Testamento
reemplaza la Pascua del Antiguo Testamento. Así que, después de partir el pan,
debemos celebrar la fiesta del pan sin levadura como lo hicieron los israelitas,
quitando de nuestra vida todo lo malo y todo lo que nos corrompe. Nosotros
debemos vivir solamente una vida santa que está libre del pecado, por medio de la
vida santa y sin pecado del Señor, la cual es el pan sin levadura de sinceridad y
verdad, para ser los que verdaderamente celebran la fiesta del pan sin levadura.

VI. DESPUES DEL PARTIMIENTO DEL PAN


1) "Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la
muerte del Señor anunciáis hasta que él venga" (1 Co. 11:26).
LECCION DIECIOCHO
CONSAGRANDONOS

Para nosotros, las personas salvas, el consagrarnos es una reacción positiva a la


salvación del Señor. Ya que hemos disfrutado de la gran y gratuita salvación del
Señor, espontáneamente deseamos pagarle. Cuando nos consagramos al Señor,
permitimos que el Señor nos gane como nuestro pago a El.

I. LA BASE DE LA CONSAGRACION
1) "No sois vuestros ... Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a
Dios en vuestro cuerpo" (1 Co. 6:19-20).

La base de nuestra consagración al Señor es que, debido a que El nos compró con
Su sangre como precio (Ap. 5:9), ,;hemos llegado a ser Sus esclavos comprados.
Nosotros que ;:creemos en el Señor y somos redimidos y comprados por el flor
somos los esclavos comprados del Señor; no somos nuestros, sino que somos del
Señor. Es el Señor y no nosotros, quien tiene el derecho sobre nosotros.

2) "Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así
pues, sea que 'vamos, o que muramos, del Señor somos" (Ro. 14:8). Puesto que
nosotros, los redimidos y comprados por el Señor, pertenecemos a El, sea que
vivamos o muramos, os del Señor. Esta es la base en la cual nos consagramos El
para Su uso.

II. EL MOTIVO DE LA CONSAGRACION


1) "Porque el amor de Cristo nos constriñe, Bando esto: que si uno murió por todos,
luego murieron; y por todos murió, para que los que n, ya no vivan para sí, sino
para con aquel que 'ó y resucitó por ellos" (2 Co. 5:14-15, gr.).

4) "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas" (Ef. 2:10).
Nosotros los creyentes, quienes hemos sido escogidos y unidos por Dios, somos Su
hechura, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales El ha preparado para
que nos consagremos al Señor porque Su amor nos confina y nos constriñe. Su
amor nos compele de modo que no podemos menos que consagrarnos a El. Puesto
que El murió por nosotros, todos morimos; por lo tanto, no hay necesidad de que
muramos. Además, El murió para que tengamos Su vida a fin de vivir para con El.
Tal amor nos constriñe y nos compele a que le amemos y nos consagremos a El.
Esta consagración es nuestra gratitud y pago por Su gran amor. El hecho de que El
nos compró con Su preciosa sangre para hacernos Sus esclavos comprados es la
base sobre la cual nos consagramos a El. El murió por nosotros a causa de Su amor,
y este amor es el motivo para consagrarnos a El.

III. EL SIGNIFICADO DE LA CONSAGRACION


1) "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo ... que es vuestro culto racional" (Ro. 12:1).

Cuando nos consagramos al Señor, nos presentamos a El como sacrificio vivo, a


diferencia del pueblo en el Antiguo Testamento que ofrecía sacrificios muertos al
Señor. Como un sacrificio vivo que ha sido presentado, somos santos, esto es,
hemos sido separados para el Señor para Su uso, y somos los que agradan a Dios y
satisfacen el deseo de Su corazón.

2) "Manda a los hijos de Israel, y diles: Mi ofrenda, mi pan con mis ofrendas
encendidas en olor grato a mí... dos corderos sin tacha de un año, cada día, será el
holocausto continuo" (Nm. 28:2-3).

En el Antiguo Testamento, Dios exigía que Su pueblo le ofreciera el holocausto


diariamente como Su alimento, a fin de que El pudiera ser satisfecho. Esto tipifica
que, en el Nuevo Testamento, nosotros los que pertenecemos a Dios debemos
ofrecernos diariamente como holocausto a Dios para Su satisfacción. La diferencia
es que en el Antiguo Testamento la gente ofrecía sacrificios muertos, mientras que
nosotros ofrecemos sacrificios vivos. Aunque la naturaleza de los dos es diferente,
su significado es igual, esto es, ser el alimento de Dios para Su satisfacción. El
ofrecernos al Señor es ser un sacrificio para Su satisfacción. Lo que importa no es lo
que hacemos para el Señor, sino que le satisfagamos a El. Este es el verdadero_
significado de nuestra consagración al Señor.

IV. EL PROPOSITO DE LA CONSAGRACION


1) "...ya no vivan para sí, sino para con aquel que murió y resucitó por ellos" (2 Co.
5:15, gr.).

El propósito de nuestra consagración al Señor es que vivamos para con El. Vivir
para con El es más alto que vivir para El. Cuando vivimos para El, nosotros y El
podemos todavía ser dos, pero cuando vivimos para con El, nosotros tenemos que
ser uno con El, tomándole no sólo como nuestra vida sino también como nuestra
persona. En todo nuestro vivir y en todas nuestras acciones, debemos tomarle,
permitiendo que El mismo viva a través de nosotros.

2) "Presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo" (Ro. 12:1).

Cuando nos consagramos al Señor tal como ha sido anteriormente mencionado, nos
presentamos a nosotros mismos al Señor como un sacrificio vivo para satisfacer el
deseo de Su corazón. Este es un propósito importante de nuestra consagración al
Señor.

3) "Que presentéis vuestros cuerpos ... que es vuestro culto racional" (Ro. 12:1).

El presentarnos como un sacrificio vivo al Señor es un servicio racional. Tal servicio


no depende de que obremos para el Señor sino de que satisfagamos a Dios. Esto
también debe ser un propósito de nuestra consagración al Señor. Esto requiere
nuestro consentimiento y el ofrecernos a El, para que El obre en nosotros a fin de
terminar Sus buenas obras. Este debe ser otro propósito para el cual nos
consagramos al Señor.

5) "Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro
cuerpo..." (1 Co. 6:20).
El propósito consumado de nuestra consagración al Señor es glorificar a Dios, es
decir, permitir que Dios brote de nuestro vivir y se exprese a través de nosotros
como una manifestación de Su gloria.

V. EL RESULTADO DE LA CONSAGRACION
1) "Esclavo ... de Cristo. Por precio fuisteis com-prados" (1 Co. 7:22-23).

El primer resultado de nuestra consagración al Señor es que prácticamente


llegamos a ser esclavos comprados por el Señor, sometiéndonos a Su autoridad en
todas las cosas.

2) "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras" (Ef.
2:10).
Somos hechura de Dios bajo Su moldear, así como el vaso de barro es moldeado en
las manos del alfarero (comp. Is. 64:8). Otro resultado de nuestra consagración al
Señor es que El tiene nuestro consentimiento para moldearnos libremente.

3) "Presentaos vosotros mismos a Dios... y vuestros miembros a Dios como


instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros" (Ro.
6:13-14); "Para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia"
(6:19).

Cuando nos presentamos a nosotros mismos y cuando presentamos nuestros


miembros al Señor, hay todavía otro resultado, o sea, que nuestros miembros
llegan a ser armas y esclavos de justicia, para que seamos liberados del pecado, no
siendo más enseñoreados por el pecado, Y podamos así ser santificados.

4) "El sacerdote hará arder todo sobre el altar;holocausto es, ofrenda encendida de
olor grato para Jehová" (Lv. 1:9).

El resultado de ofrecer un holocausto en el Antiguo Testamento fue que el


holocausto llegó a ser cenizas delante de los hombres y un olor grato a Dios. Si nos
presentamos como un holocausto vivo al Señor, y si le somos verdaderamente
fieles, seremos como cenizas delante de los hombres y un agradable olor a Dios.
LECCION DIECINUEVE
SIENDO LLENOS INTERIOR Y EXTERIORMENTE DEL ESPIRITU SANTO (1)

Ya hemos visto en la lección diez que el Espíritu Santo es la expresión máxima del
Dios Triuno, y que El es el Dios Triuno alcanzando a los creyentes y entrando en
ellos. Por lo tanto, el Espíritu Santo es para nuestra experiencia del Dios Triuno.
Para experimentar al Dios Triuno debemos tener la experiencia práctica del Espíritu
Santo. Gran parte de nuestra experiencia práctica del Espíritu Santo está
relacionada con el ser llenos de El interior y exteriormente.

I. LOS DOS ASPECTOS DEL ESPIRITU SANTO


La Biblia claramente nos muestra que el Espíritu Santo está con nosotros en dos
aspectos.
A. Los significados de los dos aspectos 1. En
1) "El Espíritu de verdad ... estará en vosotros" (Jn. 14:17).
Aquí el Señor nos dice claramente que el Espíritu Santo estará en nosotros.
2) Sobre "...haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo" (Hch. 1:8).
Por un lado, el Señor habló del Espíritu Santo en nosotros; por otro, El habló del
Espíritu Santo sobre nosotros. "Sobre" es algo externo y es absolutamente diferente
de "en".

B. Las promesas de los dos aspectos


1. El Señor prometiendo el "Consolador": siendo prometido antes de la muerte del
Señor
1) "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador... el Espíritu de verdad... estará
en vosotros" (Jn. 14:16-17); "Mas si me fuere, os lo enviaré [al Consolador]" (Jn.
16:7).

Estas son las palabras del Señor antes de Su muerte, con las cuales prometió a los
discípulos que El se iría, a fin de enviar al Espíritu Santo como el Consolador.

2. El Padre prometiendo el "poder": siendo prometido por el Padre en el Antiguo


Testamento y mencionado otra vez por el Señor después de Su resurrección
1) "He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros... hasta que seáis
investidos de poder desde lo alto" (Lc. 24:49); "Que esperasen la promesa del
Padre... pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo"
(Hch. 1:4-8).

El Señor habló estas palabras a los discípulos después de Su resurrección y antes


de Su ascensión, mencionando otra vez la promesa de Dios en el Antiguo
Testamento con respecto al Espíritu Santo. El les prometió que después que El
ascendiera a los cielos, enviaría el Espíritu Santo para ser el poder de ellos. El
"poder" es diferente del "Consolador". El Consolador entraría en los discípulos para
estar "en" ellos, mientras que el poder vendría "sobre" ellos. Así que, lo que el
Señor dijo antes de Su muerte y lo que El dijo después de Su resurrección son dos
promesas diferentes.

C. Los cumplimientos de los dos aspectos


1. La promesa del Señor, el Consolador: siendo cumplida en la noche del mismo día
de resurrección
1) "Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el Primero de la semana... vino
Jesús, y puesto en medio... sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo" (Jn. 20:19-22).

Aquí habla del Señor cuando vino en medio de los discípulos en la noche del mismo
día de Su resurrección y sopló dentro de ellos para que recibieran el Espíritu Santo.
Esto cumple Su promesa hecha antes de Su muerte respecto al Consolador.

2. La promesa del Padre, poder: siendo cumplida en Pentecostés


1) "Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de
repente vino del cielo... como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la
casa donde estaban sentados ... Y fueron todos llenos del Espíritu Santo" (Hch. 2:1-
4).

Esto describe la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, la cual cumplió la


promesa del Espíritu de poder que fue dada por el Padre y mencionada por el Señor
a los discípulos inmediatamente antes de Su ascensión. Por lo tanto, el Espíritu
Santo que descendió estaba en el aspecto de poder, y no en el aspecto de
Consolador. Este aspecto de poder es diferente de lo que el Señor introdujo en el
día de Su resurrección. En el día de resurrección el Espíritu Santo fue introducido
como el "Consolador", y en Pentecostés el Espíritu Santo descendió como el
"poder".

D. Las funciones de los dos aspectos


1. El Consolador siendo para vida
1) "Consolador... que esté con vosotros ... y estará en vosotros" (Jn. 14:16-17).
Aquí dice que el Espíritu Santo como el Consolador es para estar con nosotros y en
nosotros. Esto habla de la función del Espíritu Santo en el aspecto de vida. Por lo
tanto, el Consolador, es decir, el Espíritu Santo en el aspecto de vida, es para
nuestra vida interior.

2. El poder siendo para el obrar


1) "Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me
seréis testigos..." (Hch. 1:8).

Aquí dice que la venida del Espíritu Santo sobre nosotros es para que tengamos
poder a fin-de-testificar por el Señor. Esto nos muestra que la función del Espíritu
Santo como el poder no es para la vida interior que tenemos del Señor, sino para el
obrar exterior que hacemos para el Señor. Para nuestra vida interior, Dios nos da el
Espíritu Santo como el Consolador, de modo que como una Persona, El sea nuestro
Señor dentro de nosotros, para que interiormente El sea nuestra vida, y el
suministrador y sustentador de nuestra vida. Para nuestro obrar exterior, Dios nos
da el Espíritu Santo como poder a fin de que exteriormente El sea usado por
nosotros como el poder, la autoridad, la capacidad y la habilidad en nuestro obrar.

E. Los símbolos de los dos aspectos


1. Aliento
1) "Sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo" (Jn. 20:22).

Esto es el soplar por el Señor del Espíritu Santo, quien es el Consolador, como
aliento dentro de los discípulos en la noche del mismo día de resurrección. El aliento
es para vida e indica vida. Por lo tanto, el soplar aquí es un símbolo del Espíritu
Santo como el Espíritu interior de vida.

2. Agua Viva
1) "De su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu, [el Espíritu Santo
de vida interior] que habían de recibir los que creyesen en él" (Jn. 7:38-39). Las
palabras del Señor aquí nos indican que el Espíritu Santo fluirá desde nuestro
interior como agua viva. Ciertamente esto se refiere al Espíritu Santo como vida
dentro de nosotros, bebido por nosotros como agua viva para ser nuestro
suministro de vida. Por lo tanto, el agua va es también un símbolo del Espíritu de
vida interior.

3. Viento
1) "Un viento recio que soplaba ... y fueron todos llenos del Espíritu Santo" (Hch.
2:2-4).

Esto se refiere al hecho de recibir sobre sí, por parte de los discípulos, al Espíritu
Santo de poder en el día de Pentecostés, en el aposento alto en Jerusalén. Esto no
es como el aliento que el Señor sopló desde Su interior hacia adentro de ellos en el
día de resurrección, sino un viento recio que fue soplado sobre ellos por fuera, el
cual indica el Espíritu Santo de poder. El viento es naturalmente poderoso e indica
poder. Por lo tanto, el viento aquí es una señal del Espíritu Santo que es el Espíritu
de poder exterior y es diferente del aliento.

4. Manto
1) "Yo enviaré la promesa [el Espíritu de poder exterior] de mi Padre sobre
vosotros ... hasta que seáis investidos de poder desde lo alto" (Le. 24:49).

La palabra del Señor aquí también nos muestra que debemos ser investidos del
Espíritu Santo de poder exterior que fue prometido por el Padre, como un manto
puesto en nosotros para ser nuestro poder. Esto está tipificado por el manto que
Eliseo recibió de Elías (2 R. 2:13-14). Por lo tanto, este manto es también un
símbolo del Espíritu Santo de poder exterior y es diferente del agua viva. Este
Espíritu-manto, así como el uniforme de un servidor público, otorga la autoridad y
nos es útil para que ejecutemos la comisión de Dios. El Espíritu de vida interior es el
agua viva que bebemos para nuestro suministro interior; el Espíritu Santo de poder
exterior es el manto, del cual podemos ser revestidos como nuestra autoridad
exterior.

F. Las experiencias de los dos aspectos


1. La del Señor Jesús
1) "Lo que en ella es engendrado [Jesús], del Espíritu Santo es" (Mt. 1:20).
El Señor Jesús fue concebido del Espíritu Santo y nació de El. La vida dentro de El es
enteramente el elemento del Espíritu Santo.

2) "Después que fue bautizado ... el Espíritu de Dios que descendía como paloma, y
venía sobre él" (Mt. 3:16).

Aunque el Señor Jesús fue concebido del- Espíritu Santo y nació de El, y la vida
dentro de El era totalmente el elemento del Espíritu Santo, no experimentó al
Espíritu Santo viniendo sobre El para ser-Su poder a fin de obrar para Dios hasta
después de que fue bautizado.

2. La de los discípulos
1) "Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana ... vino
Jesús, y puesto en medio... sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo" (Jn. 20:19-22).
Mediante el aliento que el Señor sopló dentro de los discípulos en la noche del
mismo día de resurrección, los discípulos recibieron el Espíritu Santo por dentro.

2) "Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos... vino del
cielo ... como ... un viento recio que soplaba"; ... vino sobre ellos el Espíritu Santo
(Hch. 2:1-4; 1:8).
Aunque los discípulos habían recibido el Espíritu Santo por dentro en la noche del
mismo día de resurrección, el Espíritu Santo todavía vino sobre ellos en el día de
Pentecostés.
LECCION VEINTE
SIENDO LLENOS INTERIOR Y EXTERIORMENTE DEL ESPIRITU SANTO (2)
II. EL LLENAR INTERIOR DEL ESPIRITU SANTO

Para nosotros el Espíritu Santo es de dos aspectos: el aspecto interior y el aspecto


exterior. Por lo tanto, para nosotros existe también el llenar interior y el llenar
exterior del Espíritu Santo. El Nuevo Testamento usa dos palabras distintas en su
lengua original para describir el llenar interior y el llenar exterior del Espíritu Santo.
Hablando del llenar interior del Espíritu Santo, la Biblia usa la
palabra "pleróo", y hablando del llenar exterior del Espíritu Santo, usa la palabra
"plétho". Primero, veremos el llenar interior del Espíritu Santo.

A. El hecho del llenar interior del Espíritu Santo

1) "Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo" (Hch. 13:52).
Este versículo habla del hecho de ser llenos los discípulos del Espíritu Santo
interiormente. Este- Espíritu que nos llena es para nuestra vida y vivir, ya que El es
mencionado junto con el gozo de la vida diaria.
B. La función del llenar interior del Espíritu Santo

1) Para el vivir espiritual a fin de que madure la vida espiritual. El llenar interior del
Espíritu es para nuestro vivir espiritual, a fin de que madure nuestra vida espiritual.
Podemos comprobar esto con Hechos 13:52, el cual fue citado previamente, donde
el gozo y el Espíritu Santo son mencionados juntos.

C. La condición de los creyentes después de ser llenos interiormente del Espíritu


Santo: "estar llenos" del Espíritu Santo

Después de haber sido llenos interiormente del Espíritu Santo, estamos llenos por
dentro del Espíritu Santo. En la lengua original, estar "lleno de" es pléres, un
adjetivo. El ser lleno del Espíritu es un proceso y debería tener lugar una y otra vez,
mientras que el estar lleno del Espíritu es una condición que resulta de tal proceso y
debería ser constante.

1) "Buscad, pues, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del
Espíritu Santo y de sabiduría" (Hch. 6:3).

En Pentecostés, la vida comunal de la iglesia hizo necesario que algunos sirvieran


las mesas, y así siete hombres llenos del Espíritu y de sabiduría fueron escogidos. El
hecho de que el Espíritu Santo y la sabiduría sean mencionados juntos comprueba
que aquí el Espíritu Santo es para la vida y el vivir. El servir muchas mesas era algo
pesado, lo cual requirió hombres de una vida apropiada y un vivir espiritual. Ellos
tenían que ser personas llenas del Espíritu Santo.

2) "Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo" (Hch. 6:5).


Aquí dice que Esteban era un varón lleno de fe y del Espíritu Santo. El no sólo fue
lleno del Espíritu Santo de vez en cuando, sino que era un hombre que siempre
estaba lleno del Espíritu Santo. Por lo tanto, él no sólo tenía una vida abundante y la
sabiduría para servir muchas mesas, sino que también tenía una vida vencedora y
la fe para mantenerse firme para el Señor hasta la muerte" (Hch.
7:59-60).
3) "Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo" (Hch. 7:55).
Esteban mantuvo su condición de estar lleno del Espíritu Santo. Aunque sus
perseguidores lo odiaban y crugían sus dientes contra él, él aún estaba lleno del
Espíritu Santo. Por lo tanto, fue capaz de ser fiel hasta la muerte, sufriendo el
martirio por el Señor.

4) "Porque [Bernabé] era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe" (Hch.
11:24).
Bernabé también estaba lleno del Espíritu Santo, y ésa era la razón por la cual podía
ser un varón bueno,-lleno de fe.

D. La manifestación de ser llenos los creyentes interiormente del Espíritu Santo


1. La expresión de vida

1) "...correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que
creyesen en él" (Jn. 7:38-39).

Ya que el Espíritu Santo en nosotros es el Espíritu de vida, y puesto que ser llenos
interiormente del Espíritu Santo es para la madurez en vida, la manifestación del
ser llenos interiormente del Espíritu Santo debe ser una abundante y rebosante
expresión de vida que fluye como ríos de agua viviente brotando de nuestro
interior.

2. El fruto del Espíritu


1) "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza" (Gá. 5:22-23).

El fruto de vida llevado por el Espíritu Santo desde nuestro interior, tal como las
diferentes virtudes enumera-das en estos versículos, es también una manifestación
de nuestro ser llenos del Espíritu Santo.
E. La manera de ser llenos interiormente del Espíritu Santo

1. Recibiendo la co-muerte con Cristo en la cruz


1) "El deseo de la carne es contra el Espíritu... han crucificado la carne" (Gá. 5:17-
24).
El deseo de nuestra carne es contra el Espíritu. Por lo tanto, a fin de ser llenos del
Espíritu Santo, debemos Primeramente recibir el tratar de nuestra carne mediante
nuestra co-muerte con Cristo en la cruz. Es solamente cuando damos muerte a la
carne, y todo lo que es de la carne en la muerte de Cristo en la cruz, sin permitir
que la carne y todo lo que es de la carne tenga lugar en nosotros, que el Espíritu
Santo podrá ganar terreno en nosotros, poseyéndonos y llenándonos plenamente.

2. Ofreciéndonos totalmente al Señor


Después de haber recibido el tratar de la cruz con la carne, necesitamos aún
consagrarnos totalmente al Señor para Su uso, a cuyo tiempo el Espíritu del Señor
nos poseerá y nos llenará.

3. Creyendo en el llenar del Espíritu Santo en nosotros


Después de haber resuelto el problema de la carne, y de habernos consagrado,
nosotros tenemos que creer que:

1) El Espíritu Santo nos llenará. El Espíritu Santo ya vive en nosotros, anhela


llenarnos y está esperando que le demos el terreno. Ahora que hemos tratado con
nosotros mismos a fondo, dándole todo el terreno a El, seguramente El vendrá y
nos llenará.

2) El Espíritu Santo nos ha llenado. Ya que el Espíritu Santo vive en nosotros, y


anhela y espera llenarnos, una vez que nosotros nos vaciamos y nos ofrecemos a
El, no solamente nos llenará El, sino que ya nos ha llenado. Esto es debido a que
una vez que nos vaciamos y nos consagramos, El inmediatamente nos llena. Esto
no se basa en el sentimiento sino en la fe. Aun si existe el sentimiento, la fe todavía
es primero, seguida después por el sentimiento.

4. Andando conforme al Espíritu


1) "No andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu ... los que piensan ...
en las cosas del Espíritu" (Ro. 8:4-5).

Después que hemos recibido el tratar de la cruz, nos hemos consagrado, y hemos
creído, todavía debemos andar conforme al espíritu y no conforme a la carne, Y
debemos pensar en las cosas del Espíritu. Así, el Espíritu nos poseerá, y nos llenará
internamente.

2) "Andad por el Espíritu" (Gá. 5:16, 25).


Si verdaderamente andamos conforme al espíritu, segu-ramente andaremos por el
Espíritu, sin hacer nada por medio de la carne, ni depender de la fuerza de la carne.
De esta manera, no solamente podemos ser llenos del Espíritu Santo
instantáneamente, sino que también podemos estar llenos del Espíritu Santo
constantemente.
LECCION VEINTIUNO
SIENDO LLENOS INTERIOR Y EXTERIORMENTE DEL ESPIRITU SANTO (3)
III. EL LLENAR EXTERIOR DEL ESPIRITU SANTO

Los creyentes tienen la necesidad tanto de la vida interior como del poder exterior.
El Espíritu Santo de Dios en Sus dos aspectos satisface esta doble necesidad de los
creyentes. La consumada obra del Espíritu Santo de vida interior en los creyentes
es llenarlos interiormente en el aspecto de vida, para que ellos vivan una vida
espiritual y vencedora. La obra principal del Espíritu Santo de poder exterior sobre
los creyentes es llenarlos exteriormente en el aspecto del obrar, a fin de que lleven
a cabo una obra de autoridad para el Señor. Por lo tanto, necesitamos ser llenos del
Espíritu Santo interior y exteriormente.

A. El bautismo en el Espíritu Santo


La Biblia claramente nos muestra que el llenar exterior del Espíritu Santo es el
bautismo en el Espíritu Santo.
1. La profecía

1) La de Juan el Bautista: "El [Cristo] os bautizará en Espíritu Santo" (Mt. 3:11). La


primera persona que mencionó el bautismo en el Espíritu Santo fue Juan el Bautista.
Cuando él salió a bautizar a la gente en agua, les profetizó por medio de su bautizar
en agua que el Señor Jesús los bautizaría en el Espíritu Santo para que ellos
recibieran el bautismo del Espíritu.

2) La del Señor Jesús: "Mas vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de
no muchos días" (Hch. 1:5). Esta es la profecía del Señor a los discípulos después de
Su resurrección y antes de Su ascensión, basada en la profecía de Juan el Bautista.

2. El cumplimiento
1) Por un lado, para los creyentes judíos en el día de Pentecostés: "Mas vosotros [el
primer grupo de creyentes judíos] seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de
no muchos días" (Hch. 1:5, gr.); "Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos
unánimes juntos ... un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde
estaban sentados ... y fueron todos llenos del Espíritu Santo" (Hch. 2:1-4). Las
profecías de Juan el Bautista y del Señor Jesús referentes al bautismo en el Espíritu
Santo, empezaron a cumplirse en el día de Pentecostés. Según la Biblia, este
cumplimiento se dividió en dos partes. La primera parte se realizó en un lugar,
mientras que la segunda parte se realizó en otro lugar. Aunque fue dividido en dos
partes y se realizó en dos lugares, fue un solo y cabal cumplimiento. Se cumplió
separadamente en dos partes porque la iglesia está compuesta de dos pueblos, los
judíos y los gentiles. Como ha sido descrito en estos versículos, la primera parte se
realizó con el primer grupo de creyentes judíos como representantes en el aposento
alto en Jerusalén en el día de Pentecostés.

2) Por otro lado, para los creyentes gentiles en la casa de Cornelio: "Cuando
comencé [Pedro] a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, [los creyentes
gentiles] como sobre nosotros [el primer grupo de creyentes judíos] al principio.
Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo ... mas vosotros seréis
bautizados en el Espíritu Santo" (Hch. 11:15-16, gr.). La segunda parte del bautismo
en el Espíritu Santo se realizó en lá casa de Cornelio, y fue realizada sobre los
creyentes gentiles representativos como se describe en estos versículos. Conforme
al principio de representación, tal como el Señor bautizó en el Espíritu Santo a todos
los creyentes judíos por todos los siglos de una vez y para siempre en el día de
Pentecostés, así también El bautizó en el Espíritu Santo a todos los creyentes
gentiles por todos los siglos de una vez y para siempre, en la casa de Cornelio. A los
ojos de Dios, como todos los creyentes judíos por todos los siglos fueron bautizados
en el Espíritu en el día de Pentecostés, de la misma manera, todos los creyentes
gentiles por todos los siglos recibieron el bautismo en el Espíritu en la casa de
Cornelio. Estas dos partes del bautismo en el Espíritu se combinan para formar un
bautismo completo en el Espíritu. Es en este bautismo completo en el Espíritu que
Cristo la Cabeza nos bautizó a todos los que creímos en El, sean judíos o gentiles
(representados por los griegos), en un Espíritu Santo dentro de un Cuerpo (1 Co.
12:13).

3. El hecho
1) Siendo bautizados en el Espíritu Santo al creer: "Porque en un solo Espíritu
fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos" (1 Co. 12:13, gr.).
Puesto que Cristo bautizó en el Espíritu Santo a todos los creyentes por todos los
siglos en el día de Pentecostés y en la casa de Cornelio, El ha realizado ya el
bautismo de la iglesia en el Espíritu por medio de estos dos casos. El bautismo en el
Espíritu Santo es un hecho ya consumado en la iglesia. Hoy en día cuando un judío
o un gentil cree en el Señor, él participa en la iglesia y por consiguiente, participa
en este hecho consumado en la iglesia. Nosotros que hemos creído en el Señor y
pertenecemos a la iglesia no somos bautizados uno por uno y en diferentes
ocasiones en el Espíritu Santo, sino que hemos recibido el bautismo completo en el
Espíritu, el cual incluye a todos los creyentes y es de una vez para siempre.

4. La experiencia
1) El ser llenos exteriormente del Espíritu Santo es experimentar el bautismo en el
Espíritu Santo: "Mas vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de no
muchos días" (Hch. 1:5, gr.); "Cuando llegó el día de Pentecostés... fueron todos
llenos del Espíritu Santo" (Hch. 2:1-4); `Cayó el Espíritu Santo sobre ellos...
entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo ... mas vosotros seréis
bautizados en el Espíritu Santo" (Hch. 11:15-16, gr.). Estos versículos nos muestran
que tanto en el día de Pentecostés como en la casa de Cornelio, el haber sido
bautizados en el Espíritu Santo fue experimentar el llenar exterior del Espíritu
Santo. Así que, cuando somos llenos exteriormente del Espíritu Santo, es decir, del
Espíritu Santo de poder que viene sobre nosotros, experimentamos el bautismo en
el Espíritu.
2) El hecho del bautismo en el Espíritu Santo fue realizado de una vez y para
siempre sobre la iglesia en el día de Pentecostés y en la casa de Cornelio; sin
embargo, la experiencia del bautismo en el Espíritu Santo es numerosa y es sobre
los creyentes en cualquier momento y lugar. El hecho del bautismo en el Espíritu ha
sido realizado de una vez y para siempre sobre la iglesia. La experiencia del
bautismo en el Espíritu tiene lugar sobre los creyentes individualmente, es
numerosa y es en cualquier momento y lugar. Un creyente recibe el hecho del
bautismo en el Espíritu solamente una vez, pero puede experimentar el bautismo
en el Espíritu muchas veces.

B. La función del llenar exterior del Espíritu Santo


1. Para el obrar espiritual, de modo que sea poderoso
1) "Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me
seréis testigos ... hasta lo último de la tierra" (Hch. 1:8); "Cuando llegó el día de
Pentecostés... fueron todos llenos del Espíritu Santo" (Hch. 2:1-4).

El llenar interior del Espíritu Santo es para el vivir espiritual a fin de que la vida
espiritual madure, mientras que el llenar exterior del Espíritu Santo es para el obrar
espiritual a fin de que este obrar sea poderoso. El ser lleno sólo interiormente del
Espíritu Santo es adecuado para el vivir, pero no para el obrar. Antes de
Pentecostés, aunque Pedro y los primeros apóstoles fueron llenos del Espíritu Santo
interiormente, no estaban capacitados para obrar para el Señor. Esto era debido a
que aún no habían sido llenos del Espíritu Santo exteriormente a fin de recibir poder
para obrar para el Señor. Sólo cuando fueron llenos del Espíritu Santo exteriormente
en Pentecostés y recibieron la venida del Espíritu Santo sobre sí como el Espíritu de
poder, fueron impartidos con poder para llevar a cabo una obra sumamente
efectiva para el Señor.

2. Para confirmar que el Señor Jesús ha ascendido y


ha sido designado tanto Señor como Cristo

1) "Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido ... la promesa del
Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís ... sepa, pues,
ciertísimamente ... que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho
Señor y Cristo" (Hch. 2:33-36).

El llenar exterior del Espíritu Santo también nos confirma la ascensión y exaltación
del Señor y Su designación como Señor y Cristo. -El llenar exterior del Espíritu Santo
es capaz de impartirnos poder porque nos trae la escena celestial. El Espíritu Santo,
quien nos llena exteriormente, es derramado por el Señor ascendido y por
consiguiente, nos trae los cielos y la escena del Señor en los cielos. Esto nos da la
sensación de que los cielos están muy cerca y que la escena celestial ha caído
frente a nosotros. Ya que la escena de la exaltación y glorificación del Señor Jesús
en el trono celestial es como si apareciera ante nosotros, somos capaces de
testificar por el Señor en los cielos por medio del poder celestial, sin importarnos las
situaciones y las dificultades terrenales.

C. La manifestación del llenar exterior del Espíritu Santo


1) Hablando en lenguas (Hch. 2:4; 10:44-46; 19:6). Tres grupos de personas-los
discípulos en Pentecostés, la gente en la casa de Cornelio, y los discípulos en Efeso
- hablaron en lenguas cuando fueron llenos del Espíritu Santo exteriormente. Así
que, el hablar en lenguas es una manifestación del llenar exterior del Espíritu Santo.

2) Profetizando (Hch. 19:6). Cuando fueron llenos del Espíritu Santo exteriormente,
los creyentes en Efeso no solamente hablaron en lenguas, sino que también
profetizaron. Por lo tanto, el profetizar es también una manifestación de ser llenos
exteriormente del Espíritu Santo,

De los muchos casos del llenar exterior del Espíritu Santo registrados en los Hechos
de los Apóstoles, sólo tres grupos de personas tocante a los tres casos ya
mencionados, tuvieron el hablar en lenguas. En los otros casos, la Biblia no
menciona nada del hablar en lenguas. Esto comprueba que el hablar en lenguas no
es una manifestación necesaria del llenar exterior del Espíritu Santo.

3) Teniendo denuedo y poder: "Y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban
con denuedo la palabra de Dios" (Hch. 4:31); "Entonces Pedro, lleno del Espíritu
Santo, les dijo..." (Hch. 4:8). El hablar por Dios con denuedo y poder es también una
fuerte manifestación del llenar exterior del Espíritu Santo. El llenar exterior del
Espíritu Santo es principalmente para que los hombres hablen por Dios con
denuedo y con poder.

4) Teniendo autoridad: "Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, dijo:
¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda
justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor? Ahora, pues, he
aquí la mano del Señor está contra ti y serás ciego, y no verás el sol por algún
tiempo. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas" (Hch. 13:9-11).
Esta palabra nos muestra que cuando el Apóstol Pablo fue exteriormente lleno del
Espíritu Santo, él tuvo la autoridad de juzgar la persona maligna utilizada por el
diablo. Esta clase de autoridad es también una manifestación del llenar exterior del
Espíritu Santo.

D. La manera de ser llenos del Espíritu Santo exteriormente


1) Arrepintiéndonos y tratando con los pecados: "Arrepentíos ... para perdón de los
pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hch. 2:38). El arrepentimiento para
perdón de los pecados hará que recibamos el Espíritu Santo. Así que, para ser llenos
del Espíritu Santo exteriormente, debemos arrepentirnos cabalmente y tratar con
todos nuestros pecados.

2) Creyendo: Creyendo que al momento en que una persona cree en el Señor, es


bautizada en el Espíritu Santo. Después que hemos tratado totalmente con nuestros
pecados, tenemos que creer que puesto que el bautismo en el Espíritu es un hecho
consumado por el Señor en la iglesia, y puesto que somos parte de la iglesia, el
llenar exterior del Espíritu Santo que proviene del bautismo en el Espíritu es ahora
nuestra porción.

3) Obedeciendo: "Y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le
obedecen" (Hch. 5:32). El Espíritu Santo es dado por Dios a los que son obedientes.
Por lo tanto para recibir el llenar exterior del Espíritu Santo, tenemos que obedecer
a Dios.

4) Orando de común acuerdo: "Todos éstos [quienes fueron llenos exteriormente


del Espíritu Santo en Pentecostés] perseveraban unánimes en oración" (Hch. 1:14).
A fin de recibir el llenar exterior del Espíritu Santo, es necesario tener mucha
oración individual, así como tener oración de común acuerdo con los que
juntamente siguen al Señor. Esto es lo que hizo el primer grupo de personas que
recibió el llenar exterior del Espíritu Santo en Pentecostés.
LECCIUN VEINTIDOS
PREDICANDO EL EVANGELIO

Toda persona salva que ha creído en el Señor debe predicar el evangelio y se


deleita en predicar el evangelio. La vida de Dios que hemos recibido en nosotros es
tal vida. Mientras más predicamos el evangelio, más se libera esta vida y más
creceremos.

I. LO QUE ES EL EVANGELIO
1) Siendo las alegres nuevas, las buenas nuevas: "Del que trae alegres nuevas ...
que publica salvación" (Is. 52:7); "De los que anuncian la paz, de los que anuncian
buenas nuevas" (Ro. 10:15). El evangelio es las alegres nuevas y las buenas nuevas
de gran gozo, el cual Dios pidió que Sus siervos anunciaran a los hombres.

11. EL CONTENIDO DEL EVANGELIO


1) Jesucristo: "Enseñar y predicar a Jesucristo" (Hch. 5:42). El contenido principal del
evangelio es Jesucristo, el Hijo de Dios (Jn. 20:31). El es tanto Dios como hombre
(Ro. 1:1-4), quien ha venido a ser el Salvador de los pecadores (Mt. 1:21).

2) "El evangelio que os he predicado... Que Cristo murió por nuestros pecados,
conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día,
conforme a las Escrituras" (1 Co. 15:1-4). El contenido principal del evangelio es
también la muerte de Cristo-por la cual El llevó nuestros pecados-, Su sepultura y
Su resurrección. Lo que Cristo es, Su persona como el Dios-hombre, y lo que Cristo
ha hecho, Su obra de redención, constituyen el contenido del evangelio.

III. OTRAS DESIGNACIONES DE LA PREDICACION DEL EVANGELIO


1) Testificando: "Me seréis testigos ... hasta lo último dé la tierra" (Hch. 1:8).

2) Llevando gente al Señor: "Andrés ... halló primero a su hermano Simón... y le


trajo a Jesús" (Jn. 1:40-42).

3) Sembrando: "Recoge fruto para vida eterna, para qué él qué siembra gocé
juntamente con él qué siega" (Jn. 4:36).

4) Segando la mies: "Rogad, pues, al Señor dé la mies, qué envíe obreros a su mies"
(Mt. 9:38).

5) Pagando una deuda: "Soy deudor [a los hombres] ... pronto estoy a anunciaros él
evangelio" (Ro. 1:1415).

6) Llevando fruto: "Yo [él Señor] os elegí a vosotros, y os he puesto para qué vayáis
y llevéis fruto" (Jn. 15:16).

En las seis porciones anteriores de la Escritura, testificar por el Señor, llevar gente
al Señor, sembrar, segar la mies, pagar una deuda y llevar fruto son otras
designaciones de la predicación del evangelio.

IV. LA COMISION DEL SENOR


1) "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en él
nombré del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" (Mt. 28:19).
2) "Id por todo él mundo y predicad él evangelio a toda criatura" (Mr. 16:15).
Después que el Señor Jesús efectuó la redención que Dios había planeado para Su
pueblo escogido, a través de Su muerte y resurrección, y cuando El estaba por dejar
la tierra y ascender al cielo, comisionó a Sus discípulos a que fueran por todo el
mundo y predicaran el evangelio a toda criatura, haciendo discípulos a todas las
naciones y bautizándolos en el Dios Triuno. Esta es una comisión solemne. Fue dada
no solamente a los discípulos que estaban con el Señor, sino también a todos los
que han creído en El y han recibido Su salvación por todas las generaciones. Por lo
tanto, debemos recibir seriamente esta comisión para ir y propagar el evangelio del
-Señor.

V. EL ESPIRITU DE LA PREDICACION DEL EVANGELIO:INDICANDO LA ACTITUD AL


PREDICAR EL ÉVANGELIO

1) Ardiendo en espíritu: "Siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba


diligentemente lo concerniente al Señor" (Hch. 18:25).

2) Siendo enardecido en espíritu: "Su espíritu sé enardecía viendo la ciudad


entregada a la idolatría" (Hch. 17:16).

3) No estando avergonzado: "Porqué no me aver-güenzo del evangelio, porqué es


poder dé Dios para salvación a todo aquél..." (Ro. 1:16).

4) Dispuestos a sacrificar nuestra posición: "Por lo cual, siendo libré dé todos, me he


hecho siervo dé todos para ganar a mayor número ... me he hecho débil a los
débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho dé todo, para qué dé todos
modos salvé a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme
copartícipe dé él" (1 Co. 9:19-23).

5) Gastando y siendo gastado alegremente: "Y yo con él mayor placer gastaré lo


mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor dé vuestras almas" (2 Co.
12:15).

6) No temiendo las aflicciones: "Participa de las aflicciones por él evangelio según él


poder dé Dios" (2 Ti. 1:8).

7) Dejando todo: "Ninguno qué haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o


padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa dé mí [del Señor] y del
evangelio" (Mr. 10:29).
Ser ardiente en espíritu, ser enardecido en espíritu, no estar avergonzado del
evangelio, estar dispuesto a sacrificar nuestra posición, gastar y ser gastado
alegremente, no temer las aflicciones, y dejar todo, como se mencionó antes, son
actitudes que debemos tener en la predicación del evangelio. Que el Señor nos dé
gracia para que podamos imitar los bellos y excelentes ejemplos de los primeros
santos.

VI. LAS PERSONAS QUE PREDICAN EL EVANGELIO


1) Siendo dignos del evangelio del Señor: "Que os comportéis como es digno del
evangelio de Cristo" (Fil. 1:27).

2) Permaneciendo en el Señor: "El que permanece en mí [el Señor], y yo en él, éste


lleva mucho fruto" (Jn. 15:5).

La conducta de uno que predica el evangelio debe ser digna del evangelio del
Señor. El también debe ser uno que permanece en el Señor y permite que el Señor
permanezca en él, viviendo juntamente con el Señor sin ninguna barrera entre él y
el Señor.

VII. LA AUTORIDAD PARA PREDICAR EL EVANGELIO


1) La autoridad del Cristo resucitado: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la
tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones" (Mt. 28:18-19). La
autoridad para la predicación del evangelio es toda la autoridad de Cristo en el cielo
y en la tierra, la cual trasciende todo, rige sobre todo y controla todo.

VIII. EL PODER PARA PREDICAR EL EVANGELIO


1) El poder del Espíritu Santo consumado: "Pero recibiréis poder, cuando haya
venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos ... hasta lo último de la
tierra" (Hch. 1:8). El poder para predicar el evangelio es el mismo Espíritu Santo de
poder, quien es la expresión máxima del Dios Triuno, en quien está incluido el Dios
Triuno y todos los procesos por los cuales El ha pasado.

IX. COMO PREDICAR EL EVANGELIO


1) Orando: "Cuando hubieron orado ... y hablaban con denuedo la palabra de Dios"
(Hch. 4:31). A fin de que la predicación del evangelio sea efectiva, debemos ser
personas de oración.

2) Siendo llenos exteriormente del Espíritu Santo: Todos fueron llenos del Espíritu
Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios" (Hch. 4:31). A fin de que nuestra
oración por la predicación del evangelio se cumpla, se necesita el llenar exterior del
Espíritu Santo.

3) Siguiendo al Espíritu: "Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro.
Acudiendo Felipe..." (Hch. 8:29-30). Para poder predicar el evangelio, expresar la
vida del Señor, y llevar el fruto de vida, debemos seguir el guiar del Espíritu Santo.

4) Estando listo a tiempo y fuera de tiempo: "Que prediques la palabra; que instes a
tiempo y fuera de tiempo" (2 Ti. 4:2). A fin de tener resultados en la predicación del
evangelio, uno no debe ser limitado por el tiempo.

5) Amando a la gente, gastando y siendo gastado por ellos: "Y yo con el mayor
placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras
almas, aunque amándoos más, sea amado menos" (2 Co. 12:15). Amar a otros,
gastar y ser gastado por ellos, es también una forma excelente y maravillosa de
predicar el evangelio.

6) Hablando la palabra de Dios: "...hablaban con denuedo la palabra de Dios" (Hch.


4:31). El hablar la palabra de Dios y no la nuestra es un gran secreto para una
exitosa predicación del evangelio. Con este fin, el folleto El misterio de la vida
humana publicado por el Living Stream Ministry es altamente recomendado.

7) Visitando de casa en casa para encontrar a los hijos de paz: "La mies a la verdad
es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe
obreros a su mies. Id ... en cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz
sea a esta casa. Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él"
(Le. 10:2-6). A fin de que el evangelio sea predicado de una manera extensa y con
resultados abundantes, la mejor forma es visitar de casa en casa por medio de
tocar las puertas, para encontrar a los hijos de paz y conducirlos a que crean, sean
bautizados y sean salvos.
X. LA RECOMPENSA POR PREDICAR EL EVANGELIO
1) Siendo recompensados: "¡... anunciare el evangelio! Por lo cual, si lo hago de
buena voluntad, recompensa tendré" (1 Co. 9:16-17). La recompensa aquí
ciertamente incluye la corona de justicia mencionada en 2 Timoteo 4:7-8 por el
apóstol Pablo quien también escribió estas palabras. Es difícil cerciorarse qué más
incluirá esta recompensa. En cualquier caso, ciertamente será gloriosa.

XI. LA PERDIDA POR NO PREDICAR EL EVANGELIO


1) Siendo afligido: "¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!" (1 Co. 9:16). Esta es la
palabra que pronunció el apóstol Pablo, quien fue fiel a lo largo de toda su vida en
predicar el evangelio para el Señor. El dijo que "¡ay!" de él si no predicara el
evangelio. No sabemos qué "¡ay!" pueda venir, pero ciertamente no será una cosa
agradable ni honorable. ¡Esto debe servirnos como una advertencia!

2) Siendo quitado: "Todo pámpano que en mí [el Señor] no lleva fruto, lo quitará [el
Padre]" (Jn. 15:2). Estas son las palabras personales de advertencia del Señor Jesús
para nosotros, diciéndonos que el Padre quitará cada uno de Sus pámpanos que no
lleve fruto; de este modo, perderá todo el suministro y la bendición que provienen
del hecho de ser Su pámpano y de permanecer en El. ¡Qué advertencia es ésta!
LECCION VEINTITRES
SIRVIENDO AL SEÑOR

El servir al Señor se relaciona con el predicar del evangelio. Después que una
persona es salva, debe predicar el evangelio y debe servir al Señor. Cuanto más un
cristiano recibe gracia y es guiado por el Señor, más se deleita en servir al Señor.

I. EL MOTIVO DE SERVIR AL SEÑOR


1) "Yo amo a mi señor ... no saldré libre" (Ex. 21:5).

Una persona salva desea servir al Señor, no por haber sido animada u obligada por
otros, sino por un motivo interno. Este motivo es su amor por el Señor. Su amor por
el Señor le constriñe e incita a servirle a El. El versículo aquí describe un esclavo en
el Antiguo Testamento quien, debido al amor por su amo, no quería salir libre al
finalizar sus días de esclavitud; más bien, él prefería ser un esclavo para servir a su
amado amo. Esto tipifica al creyente del Nuevo Testamento que de la misma
manera debe amar al Señor y servirle.

2) "Así que ... os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos en sacrificio vivo ... que es vuestro culto racional" (Ro. 12:1).

Aquí el apóstol Pablo nos ruega que presentemos nuestros cuerpos como un
sacrificio vivo para servir a Dios. El nos ruega por las misericordias de Dios,
demostrando que las misericordias de Dios, que provienen del amor de Dios, deben
ser nuestro motivo en servir a Dios, las cuales nos conmueven a amarle y a servirle.

II. EL SIGNIFICADO DE SERVIR AL SEÑOR


1) Siendo un esclavo del Señor: "El que fue llamado siendo libre, esclavo es de
Cristo" (1 Co. 7:22). El servir al Señor es ser esclavo del Señor Cristo. En este
versículo, la palabra "esclavo" se refiere a uno que ha sido vendido y que ha
perdido su libertad. Tal posición revela el significado de servir al Señor. Nuestro
servir al Señor no es hacer una gran obra, sino ser esclavo de Cristo para servir al
Señor. Así que, en Romanos 12:11, el verbo usado para describir a uno que sirve al
Señor es simplemente la forma verbal de la palabra esclavo y debería ser traducida
"servir como esclavo".

2) Siendo sacerdotes de Dios: "Ministrando éstos al Señor, y ayunando..." (Hch.


13:2). Aquí, la palabra "ministrando", literalmente se refiere al hecho de servir como
sacerdote; esta es la misma palabra usada en Hebreos 10:11 para el "ministrar" (el
servir) de un sacerdote. El servir a Dios como sacerdote es el manejar delante de
Dios todas la cosas relacionadas con la adoración a Dios. Esto requiere que nosotros
constantemente nos acerquemos a Dios y nos presentemos ante El.

3) Siendo los miembros del Cuerpo de Cristo: "Mas ahora Dios ha colocado los
miembros cada uno de ellos en el cuerpo [de Cristo], como él quiso" (1 Co. 12:18).
Nosotros los creyentes somos todos miembros colocados por Dios en el Cuerpo de
Cristo, y cada miembro tiene su función. Cuando desempeñamos nuestro cargo de
ministrar en el Cuerpo de Cristo según nuestra función, estamos también sirviendo
al Señor.
4) Predicando el evangelio: "Dios, a quien sirvo ... en el evangelio de su Hijo" (Ro.
1:9). El predicar el evangelio es también servir a Dios. Esto significa que traemos
pecadores a Dios tal como los sacerdotes trajeron sacrificios para ofrecer a Dios. Es
por esto que Romanos 15:16 dice que el predicar el evangelio de esta manera es el
ministrar "como sacerdote el evangelio de Dios" (gr.). Esta clase de servicio es
valioso, y cumple la economía eterna de Dios.

5) Cuidando de los santos: "Alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los
débiles" (1 Ts. 5:14); "Compartiendo para las necesidades de los santos;
practicando la hospitalidad" (Ro. 12:13). Estas palabras nos muestran que debemos
cuidar de los santos inmaduros, débiles, enfermos, en necesidad o en aflicción. Esto
es también un servicio al Señor.

6) Sirviendo a la iglesia:
1. Como anciano: "Los ancianos que están entre vosotros ... apacentad la grey de
Dios que está entre vosotros, cuidando de ella" (1 p. 5:1-2). El apacentar y cuidar
de la grey de Dios, que son los santos en la iglesia, es servir a la iglesia y es muy
valioso. Esto también es un servicio al Señor.

2. Como diácono. La palabra diácono es el sustantivo del verbo ministrar. Por lo


tanto, un diácono es uno que sirve, que atiende a los asuntos en la iglesia y
ministra a los santos. Tal servicio es de índole general y es también un servicio al
Señor.

3. Haciendo cosas generales. Aparte de los deberes de un anciano y los de un


diácono, hay muchas otras tareas misceláneas en la iglesia, tales como transportar
huéspedes, limpiar y arreglar los lugares de reunión, acomodar, comprar, hacer
trabajo de oficina, llevar la contabilidad y servir en la oficina administrativa, todos
los cuales requieren el servicio de la gente. Esta es otra categoría de servicio al
Señor.

III. COMO SERVIR AL SEÑOR


1) Sirviendo con todo nuestro ser: "Presentéis vuestros cuerpos"; "transformaos por
medio de la renovación de vuestro entendimiento"; "fervientes en espíritu, sirviendo
al Señor" (Ro. 12:1, 2, 11). Todo nuestro ser es de tres partes: espíritu, alma y
cuerpo. El servir al Señor con todo nuestro ser quiere decir que el espíritu, el alma y
el cuerpo participan en el servicio al Señor. Primero, tenemos que presentar
nuestros cuerpos al Señor; en segundo lugar, la mente, la parte principal de nuestra
alma, tiene que ser renovada y transformada; en tercer lugar, nuestro espíritu tiene
que estar ferviente. Así, las tres partes de nuestro ser participan en servir al Señor.

2) Siguiendo al Señor: "Si alguno me sirve [al Señor Jesús], sígame; y donde yo
estuviere, allí también estará mi servidor" (Jn. 12:26). A fin de servir al Señor,
nosotros tenemos que seguir al Señor. Los que sir-ven al Señor tienen que tomar el
camino que El tomó. Necesitamos seguir al Señor dondequiera que El vaya. Donde
El está, allí también nosotros tenemos que estar. El escogió la cruz y estuvo
dispuesto a tomar el camino de la cruz, muriendo a Sí mismo y a todo. Nosotros los
que seguimos al Señor tenemos que hacer lo mismo. De esta manera podremos
servirle.
3) Según la voluntad de Dios: "Porque a la verdad David, habiendo servido a su
propia generación según la voluntad de Dios,... " (Hch. 13:36). Nuestro servicio al
Señor, como el de David, debe ser según la voluntad de Dios y en la voluntad de
Dios.

4) Necesitando tener oído para oír: "Y su amo le horadará la oreja ... y será su siervo
para siempre" (Ex. 21:6). Este versículo dice que en el Antiguo Testamento, el amo
horadaba la oreja del que deseaba servir, indicando un tratar con sus orejas para
que él pudiese ser obediente y sumiso. Para servir al Señor hoy en día, nosotros
también necesitamos el tratar del Señor a fin de que tengamos oídos para oír y
seamos personas que son obedientes y sumisas al Señor.
5) Acercándonos y estando delante del Señor: "Ellos [los sacerdotes] se acercarán
para ministrar ante mí, y delante de mí estarán..." (Ez. 44:15). Este versículo dice
que los sacerdotes del Antiguo Testamento sirvieron a Dios acercándose a Dios y
estando delante de El. Hoy en día, a fin de servir al Señor, debemos hacer lo mismo.
Aunque tengamos oído para oír la palabra del Señor, todavía tenemos que
acercarnos a El y estar delante de El para saber lo que el Señor desea que
hagamos, y así poder servirle conforme a Su deseo.

6) Siendo fiel y prudente: "¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su
señor sobre su casa ... ?" (Mt. 24:45). Como los esclavos que sirven al Señor,
también necesitamos ser fieles y prudentes. Ser fiel significa no ser perezoso ni
flojo, mientras que ser prudente es aprovechar la oportunidad para acabar con
precisión todas las cosas que el Señor nos ha comisionado conforme a Su voluntad.
Este es un requisito previo para los que deseamos servir al Señor, ser agradables_
a_ El y ser recompensados en Su regreso.

7) Teniendo los lomos ceñidos y las lámparas encendidas, y esperando el regreso


del Señor: "Estén ceñidos vuestros lomos y vuestras lámparas encendidas ...
hombres que aguardan a que su señor regrese ... cuando llegue..." (Le. 12:35-36).
Aquí el Señor nos dice que para servirle como Sus esclavos, necesitamos tener
nuestros lomos ceñidos y nuestras lámparas encendidas, y necesitamos esperar Su
regreso. El tener nuestros lomos ceñidos significa no ser flojos, el tener las
lámparas encendidas es vivir en la luz, y el esperar el regreso del Señor es ser
vigilante. Todos estos son requisitos esenciales para los que servimos al Señor.

8) Coordinando en el Cuerpo: "Además, el cuerpo [de Cristo] no es un solo


miembro, sino muchos. Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo
fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada
uno de ellos en el cuerpo, como él quiso... Pero ahora son muchos los miembros,
pero el cuerpo es uno sólo. Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni
tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros" (1 Co. 12:14-21).
Aquí se nos muestra que para servir al Señor como miembros del Cuerpo de Cristo,
debemos coordinar con los santos y no actuar independientemente en el Cuerpo de
Cristo, el cual es la iglesia. Esto es también un requisito concerniente a cómo
nosotros debemos servir al Señor.

IV. LA META DE SERVIR AL SEÑOR


1) Edificando el Cuerpo de Cristo: "De quien todo el cuerpo, bien concertado y unido
entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad
propia de cada miembro, recibe su crecimiento para -ir edificándose en amor" (Ef.
4:16). Esta palabra nos muestra que nuestra coordinación y nuestro servicio con los
santos es para causar el crecimiento del Cuerpo de Cristo y para edificarlo en amor.
Aparte de salvar pecadores, perfeccionar a los santos, y glorificar a Dios (1 Co.
10:31), nuestro servir al Señor como Sus esclavos es, aun más, para causar que el
Cuerpo de Cristo crezca y sea edificado.

V. LA RECOMPENSA POR SERVIR AL SEÑOR


1) Siendo honrado por Dios el Padre: "Si alguno me sirve [al Señor Jesús],... mi
Padre [Dios] le honrará" (Jn. 12:26). Por nuestro servicio al Señor, ¡seremos
honrados por el Padre! ¡Qué recompensa ésta!

2) Siendo bienaventurados de sentarse en la fiesta y disfrutar el ser servidos por el


Señor: "Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle
velando ... se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles" (Le.
12:37). Este versículo dice que cuando el Señor regrese, los esclavos que han sido
vigilantes en servir al Señor serán bienaventurados para sentarse en la fiesta y
disfrutarán el ser servidos por el Señor. Esta también es una gran recompensa del
Señor para los que le sirven.

3) Rigiendo con el Señor y disfrutando el gozo del Señor: "Bien, buen siervo y fiel ...
sobre mucho te pondrá; entra en el gozo de tu señor" (Mt. 25:21, 23). Estos
versículos dicen que el esclavo bueno y fiel que sirve al Señor será puesto sobre
muchas cosas y entrará en la manifestación del reino venidero y en el gozo del
Señor. Ciertamente ésta es una gran recompensa, la cual debemos apreciar y
anhelar.

VI. EL CASTIGO POR NO SERVIR AL SEÑOR


1) Recibiendo muchos azotes: "Aquel siervo que conociendo la voluntad de su
señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes" (Le.
12:47). Aquí la palabra del Señor clara y seriamente nos dice que si nosotros que
somos los esclavos del Señor no le servimos conforme a Su voluntad, recibiremos
muchos azotes cuando El venga. El recibir azotes es el ser castigado. El Señor no
nos dijo cómo sería llevado a cabo el castigo, pero cualquier castigo es terrible,
especialmente el que se repite muchas veces. ¡Que nosotros, quienes hemos
recibido gracia para ser los esclavos del Señor a fin de servirle, seamos
amonestados y advertidos por Su palabra!
LECCION VEINTICUATRO
LA OFRENDA DE LAS RIQUEZAS MATERIALES
(Ya que esta lección es más extensa, se sugiere que se lea en dos partes,
comenzando la segunda con la sección titulada "El Uso" en la página 104.)

Desde el momento en que surgió un problema entre el hombre y Dios por causa de
la caída, y el hombre dejó la posición en la que tomaba a Dios como su todo las
riquezas materiales han sido un asunto crítico en la vida del hombre caído. En su
condición caída, el hombre cayó en las tinieblas de reconocer solamente a las
riquezas materiales y no a Dios, de sólo confiar en las riquezas materiales y no en
Dios, y hasta de servir a las riquezas materiales, tomando a las riquezas materiales
como Dios, y permitiendo que las riquezas materiales reemplacen a Dios. El
enemigo de Dios, Satanás el diablo, explotó la condición caída de los hombres,
entrando en ellos y engañándolos para que adorasen ídolos, tal como el dios de la
riqueza, para riquezas y ganancia. Estando detrás de estos ídolos, él suplanta la
adoración y servicio de los hombres, los cuales corresponden a Dios. Por esta razón,
el Señor Jesús nos dijo que "no podéis servir a Dios y a las riquezas [Mamón]" (Mt.
6:24). Literalmente, la palabra "servicio" mencionada aquí por el Señor se refiere al
servicio de un esclavo, tal como hemos visto en la lección anterior. Esto nos dice
que Satanás, por un lado, utiliza las riquezas materiales para seducir a la gente a fin
de que le adoren, y por otro, los esclaviza en las riquezas materiales, haciéndolos
avaros. Sin embargo, nosotros hemos recibido la misericordia de Dios y la salvación
del Señor que nos ha liberado de la autoridad de Satanás y nos ha convertido a Dios
(Hch. 26:16). Después de haber recibido la salvación de Dios de esta manera, se
nos presenta un asunto de nuestro vivir práctico, esto es, qué debemos hacer con
las riquezas materiales que Satanás usó en el pasado para engañarnos, así como
para engañar a todo el mundo. ¿Cuál debe ser nuestra intención y actitud hacia las
riquezas materiales? En particular, ¿cómo_ debemos tratar con estas riquezas
materiales? ¿Deberíamos ser igual a cómo éramos en la vieja manera de vivir antes
de ser salvos? ¿O debemos tener un cambio respecto a nuestras riquezas
materiales conforme a la salvación que nos liberó de la autoridad de Satanás y nos
convirtió a Dios? En la palabra de Dios que está en la Biblia hay instrucciones claras
concernientes a este asunto. En las últimas veintitrés lecciones tratamos con
diecisiete temas tocante a los varios asuntos cruciales entre nosotros y Dios. Ahora
vamos a considerar el asunto de la ofrenda de las riquezas materiales.

I. EL DAR DE DIOS
1) "Ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios
vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos" (1 Ti.
6:17). Esta palabra expone las maquinaciones de Satanás para engañar a los
hombres, mostrándonos que todas las cosas materiales y el disfrute en nuestro vivir
que aparentemente vienen de las riquezas inciertas, realmente vienen del dar de
Dios. Estas nos son suministradas por el rico dar de Dios. Por lo tanto, no debemos
poner nuestra esperanza en las engañosas e inciertas riquezas materiales, sino en
el mismo Dios quien nos da todas las cosas para que las disfrutemos.

2) "Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas" (3 Jn. 2). La
prosperidad aquí se refiere a la abundancia y prosperidad materiales. Esto indica
que el disfrute de las cosas materiales de los que son salvos y pertenecen a Dios,
proviene de Dios como resultado de la prosperidad que El hace de nuestras cosas
materiales. Por nuestra parte debemos esforzarnos en nuestros negocios, y la Biblia
también requiere que aprendamos a mantener buenas obras para los casos de
necesidad (Tit. 3:14, 8). Sin embargo, sin la bendición de Dios, todas nuestras
labores, esfuerzos .y arduas empresas producirán poco. Así que con respecto a este
asunto de la provisión material, a diferencia de la gente del mundo que confía
solamente en sus propias habilidades, nosotros tenemos que aprender a poner
nuestra esperanza en Dios.
3) "Y el que da semilla al que siembra..." (2 Co. 9:10). La Biblia considera la ofrenda
de las riquezas materiales como una siembra. La semilla es provista por Dios y
proviene de Dios. Esto revela que las riquezas materiales que los creyentes ofrecen
a Dios, originalmente provienen de Dios y son dadas por Dios. Así que ofrecemos a
Dios lo que El nos ha dado.

II. EL MANDATO DEL SEÑOR


1) "No os hagáis tesoros en la tierra ... sino haceos tesoros en el cielo" (Mt. 6:19-
20). Necesitamos ver esta palabra del Señor desde el punto de vista de acumular
riquezas materiales. El acumular riquezas materiales es ahorrar lo que sobre de las
ganancias del hombre después que sus necesidades normales hayan sido
satisfechas. Aquí, el Señor nos manda que no acumulemos en la tierra estas
riquezas excedentes, sino que las acumulemos en el cielo, es decir, que las
gastemos en el Padre celestial, al hacer tales cosas como el ayudar a los que están
en necesidad, ganando así amigos con ellas (Lc. 16:9), y avanzando Su evangelio
(Fil. 1:5).

2) "A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en
las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las
cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en
buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo
por venir, que echen mano de la vida eterna" (1 Ti. 6:17-19). Este es el mandato del
apóstol, el cual es simplemente el mandato del Señor a nosotros. La expresión "los
ricos" se refiere a los que tienen exceso de sus ganancias después que sus
necesidades normales hayan sido satisfechas. El hacer bien y el ser ricos en buenas
obras se refieren al distribuir del exceso de nuestro vivir a los que están en
necesidad. Ser rico en hacer bien y en buenas obras es ser dadivoso y generoso.
Esto es también acumular tesoros en el cielo, atesorando para sí buen fundamento
para el futuro. El hacer esto nos permitirá que echemos mano, es decir, que
poseamos, utilicemos y disfrutemos lo que verdaderamente es vida, la vida eterna
de Dios. El ahorrar en la tierra el exceso de las riquezas de nuestro vivir es echar
mano y hacer uso de nuestra vida natural; mientras que el ahorrar lo mismo en el
cielo, gastándolo en Dios, es echar mano y emplear la vida eterna de Dios.

III. LA PROMESA DEL SEÑOR


1) "Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en
vuestro regazo" (Lc. 6:38). Esta es una promesa hablada por la propia boca del
Señor. Si por amor a Dios estamos dispuestos a distribuir nuestras riquezas
materiales a los que están en necesidad, ciertamente El nos dará en nuestro regazo
lo que es rico y abundante, medida buena, apretada, remecida y rebosante. El no
nos dará en nuestras manos lo que es escaso y limitado. ¡Qué ganga es ésta!
2) `,`Recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar
que recibir" (Hch. 20:35). En cuanto a las riquezas materiales, los seres humanos,
quienes están engañados por Satanás, solamente reciben y no dan. El querer recibir
y no dar es la artimaña de Satanás, la que hace que el hombre pierda la bendición
de Dios. El mejor modo de ser bendecido por Dios en las riquezas materiales es el
dar, no el recibir, tal como el Señor mismo hizo por nosotros. Así que, el Señor
mismo nos prometió que más bienaventurado es dar que recibir. Miríadas de
creyentes que por todos los siglos han creído en la palabra del Señor y la han
practicado, confirman por su experiencia lo fidedigno de esta promesa.

3) "El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra


generosamente, generosamente también segará" (2 Co. 9:6). Esta es una ley
natural establecida por el Señor en el reino biológico. Esta ley contiene Su promesa.
El ofrecer las riquezas materiales es como el sembrar. Ya que la siembra con el
tiempo trae la cosecha, el que siembra escasamente segará escasamente, y el que
siembra generosamente segará generosamente. Ante los ojos del hombre, el
ofrecer las riquezas materiales es entregar sus riquezas. Sin embargo, ante los ojos
de Dios, tal ofrenda es un tipo de siembra que resultará en la cosecha. El que ofrece
poco cosechará poco, y el que ofrece mucho cosechará mucho. Debemos creer en
la promesa del Señor que está en esta ley.

4) "Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora
en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y
derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde" (Mal. 3:10). Los
"diezmos" son la suma legal de la ofrenda que Dios exigía de la cosecha de los
israelitas en el Antiguo Testamento. El "alfolí" se refiere al lugar en el templo del
Antiguo Testamento donde se guardaban todas las ofrendas del pueblo para Dios.
Mi "casa" se refiere al templo de Dios en el Antiguo Testamento. Esta palabra
exhibe de manera sobreabundante la promesa infinitamente rica de Dios. Aunque
fue hablada a los israelitas en el Antiguo Testamento, en principio también se aplica
a los creyentes del Nuevo Testamento. Si ofrecemos a Dios todo lo que le
pertenece, para que la iglesia sea ricamente suministrada, Dios nos abrirá las
ventanas del cielo y derramará sobre nosotros bendición, de modo que no habrá
forma para contenerla. Esta es una promesa solemne de Jehová de los ejércitos.
Podemos probarlo, haciéndole ofrendas conforme a Su promesa.

IV. EL USO
1) Para la necesidad de la iglesia. En el Antiguo Testamento, Dios deseaba que cada
uno de Su pueblo, los israelitas, le ofreciera un rescate por su alma. Esta ofrenda
era para el uso de la morada de Dios, es decir, el tabernáculo y el templo (Ex.
30:11-16). La iglesia es hoy el verdadero tabernáculo de Dios (la morada-Ef. 2:22) y
el verdadero templo (1 Co. 3:16-17). Nosotros, todos los creyentes del Nuevo
Testamento, también debemos hacer ofrendas a Dios para cubrir los gastos de las
diferentes necesidades de la iglesia donde estamos.

2) Para el progreso del evangelio: _ "Por vuestra comunión en el evangelio, desde el


primer día hasta ahora" (Fil. 1:5). En este versículo, la comunión significa
participación y disfrute. Desde el primer día en que los creyentes filipenses fueron
salvos hasta el día en que Pablo les escribió esta epístola, ellos continuamente
suplieron las necesidades de Pablo en su predicación del evangelio. Lo hicieron con
sus riquezas materiales para el progreso del evangelio. Así ellos participaron en el
progreso del evangelio y lo disfrutaron con Pablo. Esto nos dice que una vez que
somos salvos, debemos ofrecerle a Dios el rico excedente de nuestras riquezas
materiales, las cuales El nos da para el progreso de Su evangelio.

3) Supliendo a los siervos del Señor: "Filipenses... me enviasteis una y otra vez para
mis [del apóstol Pablo] necesidades" (Fil. 4:15-16). Los que sirven al Señor a tiempo
completo no tienen tiempo para ganarse la vida por medio de una profesión. Así
que, existe la necesidad de que los creyentes los suplan con las riquezas materiales
que ellos ofrecen al Señor. Primera Timoteo 5:17 nos dice que los creyentes deben
suministrar riquezas materiales a los ancianos que gobiernan bien y a los que
trabajan en predicar la palabra de Dios y en enseñar (los ancianos locales).

4) Suministrando a los santos en necesidad:


1. "Compartiendo para las necesidades de los santos" (Ro. 12:13). Este versículo
muestra que debemos suplir con riquezas materiales a los santos que están
carentes o en necesidad. Esto también es uno de los usos de nuestra ofrenda de las
riquezas materiales.

2. "... Solamente ... que nos acordásemos de los pobres" (Gá. 2:10). Debemos
también acordarnos de los pobres (con el énfasis en los pobres entre los creyentes),
suministrándoles las riquezas materiales que hemos recibido de Dios.

V. LA CANTIDAD
1) "Cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro" (Hch. 11:29);
"Cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado... " (1 Co. 16:2).
Hemos visto anteriormente que, según 3 Juan 2, la prosperidad es la bendición de
Dios para que seamos prosperados. Debemos determinar la cantidad de nuestra
ofrenda para Dios, basados en la condición de nuestra prosperidad debido a Su
bendición. Cada persona debe determinar su propia cantidad según lo que uno
tiene, no según lo que no tiene (2 Co. 8:12).

2) "El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra


generosamente, gene-rosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su
corazón; no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre" (2 Co.
9:6-7). En nuestra ofrenda de riquezas materiales, segaremos poco si sembramos
poco, y segaremos mucho si sembramos mucho. Cada persona debe proponer en su
propio corazón cuánto debe ofrecer sin tristeza o por necesidad, puesto que Dios
ama al dador alegre.

VI. EL MODO
1) "Pidiéndonos con muchos ruegos que les con-cediésemos el privilegio de
participar en este servicio para los santos. Y ... se dieron primeramente al Señor, y
luego a nosotros por la voluntad de Dios" (2 Co. 8:4-5). Las iglesias en Macedonia
les suministraron sus riquezas materiales a los santos de Judea que estaban en
necesidad, por un lado, rogándoles a los apóstoles por una porción en la gracia y la
comunión de tal ministerio, y por otro, dándose primeramente al Señor y luego a los
apóstoles por la voluntad de Dios. Esto nos muestra que el modo más aceptable al
Señor de ofrecer las riquezas materiales es el ofrecernos primeramente al Señor y
luego a los apóstoles que nos cuidan, y finalmente pedirles el privilegio de
participar en tal gracia y comunión.

2) "Guardaos de hacer vuestra justicia [dando limosna] delante de los hombres,


para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre
que está en los cielos. Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante
de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados
por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des
limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en
secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público" (Mt. 6:1-4).
Para cualquier uso que ofrezcamos nuestras riquezas materiales, no debemos
hacerlo intencionalmente para que otros lo vean y seamos glorificados y
recompensados por los hombres; de otro modo, no recibiremos recompensa del
Padre que está en los cielos. Por lo tanto, no debemos permitir que nuestra mano
izquierda sepa lo que hace la derecha. Debemos ofrecer en secreto de modo que el
Padre celestial, quien ve lo que hacemos, nos pague, recompensándonos y
premiándonos según Sus promesas para con nosotros ya anteriormente
mencionadas.

Según el mandato del Señor en estas palabras, debemos hacer todo lo posible en
no dejar que otros sepan de nuestra ofrenda de riquezas materiales. Las donaciones
o las contribuciones en público deben ser evitadas. Por esta razón, hemos puesto
cajas de ofrendas en los lugares de reunión a fin de permitir que los santos
depositen su ofrenda en estas cajas de una manera secreta. Esto iguala a la manera
en que el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento ponía su dinero dentro del arca
(2 R. 12:9).

VII. EL SIGNIFICADO
1) La comunión con el que recibe: "el privilegio de participar en este servicio para
los santos" (2 Co. 8:4). El suplir a los santos con las riquezas materiales es una
comunión que trae gracia mutua tanto al que da como al que recibe.

2) Justicia para con los hombres ante Dios: "Repartió, dio a los pobres; su justicia
permanece para siempre" (2 Co. 9:9). El dar riquezas materiales a los pobres es
justicia para con los hombres ante Dios.

Dios cuida de los pobres y desea que Su pueblo también cuide de ellos (Dt. 15:7-8).
"A Jehová presta el que da al pobre" (Pr. 19:7). Esta es una ley establecida por Dios
que regula la relación entre los seres humanos. Así que, si practicamos conforme a
esta ley de Dios, nuestra justicia para con los hombres ante Dios permanecerá por
siempre. En la constitución del reino, el Señor Jesús también consideró nuestro dar
limosnas como justicia (Mt. 6:1-4). Si nosotros que vivimos en el reino de los cielos
del Señor no damos limosna y no damos de nuestras riquezas materiales para el
uso de Dios, quebrantamos la ley más alta del reino. Dar a los pobres de las
riquezas materiales que Dios nos ha dado, no es solamente bondad (He. 13:16),
sino también justicia. Puede que hagamos o no el bien, pero es imperativo que
hagamos justicia puesto que es nuestro deber. Si dejamos de hacer justicia, somos
injustos para con los hombres ante Dios.
3) Un sacrificio que agrada a Dios: "Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os
olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios" (He. 13:16). "Habiendo
recibido ... lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios" (Fil.
4:18). Aquí el hacer bien se refiere a la distribución de las riquezas materiales a
otros, lo cual es, ante Dios, un sacrificio agradable a El. Nuestra ofrenda de las
cosas materiales para los siervos de Dios también es un sacrificio aceptable que le
agrada a El.
4) Un olor fragante agradable a Dios: "Habiendo recibido... lo que enviasteis; olor
fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios" (Fil. 4:18). El olor fragante aquí se
refiere al olor grato del holocausto (Gn. 8:20-21; Lv. 1:9). La ofrenda que damos
para los siervos de Dios no solamente es un sacrificio para Dios, sino también es un
olor fragante de un holocausto que es agradable a Dios. Esto revela que el sacrificio
en estos versículos es como un holocausto que le satisface y le agrada.

Los cuatro significados de la ofrenda de las riquezas materiales, mencionados


anteriormente, deben mostrarnos la importancia y el valor de tales ofrendas. Al ser
ofrecido a Dios, para el uso de Dios, por lo que somos de Dios, aquello que fue
considerado por Dios como "riquezas injustas" [arameo, Mamón de injusticia] (Le.
16:9), es decir, como riquezas engañosas (Mt. 13:22) y riquezas "inciertas" (1 Ti.
6:17), las cuales "faltan" [gr., fallan] (Le. 16:9), puede realmente llegar a ser
nuestra "comunión" con los santos, nuestra "justicia" para con los hombres ante
Dios, un "sacrificio" aceptable a Dios, y un agradable y "fragante olor" para El. ¡Las
riquezas que engañan a los hombres, corrompen a los hombres y destruyen a los
hombres pueden realmente llegar a ser sobresalientes bendiciones que tenemos
ante Dios-t Todo esto depende de nuestra ofrenda de las riquezas materiales.

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