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Seminario “HISTORIOGRAFÍA Y ENSEÑANZA.

LA HISTORIA ARGENTINA DESDE LAS


PROVINCIAS” - Semana 6 - Del 11 al 15 de Mayo
TEMA: Unitarios y federales (Parte I)
Profesora: Valentina Ayrolo (FH-UNMDP)

Desarrollo de la clase
“En 1822, repito, las diferencias entre
unitarios y federales no son de fondo”
(Barba, 1957: 13)

Para poder definir que es el federalismo y que el unitarismo es importante tener en


cuenta algunas cuestiones previamente. En primer lugar, que, aunque solemos
denominarlos partidos tal como señaló Sergio Bagú hace ya muchos años para referirse
al unitarismo: “Ni pertenecieron tampoco a un partido político, porque no los había aun,
en el sentido orgánico que hoy los reconocemos” (Bagú, 1957: 23). Entonces, la
pregunta es ¿si federalismo y unitarismo no son partidos, que son? La respuesta es
sencilla y conocida: son facciones. Y ¿qué implica que sean facciones?

La idea de facción tiene en sí el ser una parte espuria del todo. Giovanni Sartori indicó
que el termino deriva del latino “facere (hacer, actuar) y la palabra factio pronto llegó a
indicar para los autores que escribían en latín, un grupo político dedicado a un facere
perturbador y nocivo, a actos “siniestros”” (Sartori, 2005: 28). De allí las facciones serán
interpretadas como negativas. Buscando una definición podríamos decir que las
facciones son grupos integrados por personas que comparten intereses, en este caso
políticos, y que, aunque reconocen los objetivos comunes actúan de modo inorgánico.
Es en este punto dónde radica la dificultad que existe para dar cuenta de su constitución
y diferenciarlos entre sí, como opina Barba en el epígrafe del inicio, según la cual, no
existirían contrastes reales entre ambas facciones. Consideramos que la única forma
para poder entenderlos es contextualizarlos históricamente y en la medida de lo posible
“historiarlos”. Para eso tenemos que comenzar con las definiciones de federalismo y sus
implicancias.
Empecemos analizando una afirmación de José Carlos Chiaramonte según la cual “… se
ha producido un fenómeno de deslizamiento de sentido, que hace que la noción de
federalismo en la historiografía argentina concluya por ser referida a fenómenos de
dislocación política, mientras en la bibliografía política de la que deriva se asocia a lo
inverso, a procesos de unificación” (Chiaramonte JC, 1993: 88) ¿A que refiere la
afirmación? ¿Por qué se relaciona el federalismo con la dislocación política?
Desde 1787, el federalismo podía ser confederacionismo, al estilo clásico de las ligas
aquea o de la confederación helvética esto es una reunión de estados independientes
(soberanos) que constituyen un órgano de representación conjunto para la resolución
de asuntos comunes. Quien mejor lo definió fue Real de Courban en 1775:
“(…) en estos antiguos estados generales de la Grecia; y en las Provincias-Unidas
de los Países-Baxos, y en el Cuerpo Helvético tenemos aún una imagen mas
parecida de la confederación perpetua de los Achéos (…) Este Pueblo, que
ocupaba una parte del Peloponeso, que hoy se llama la Moréa, y está á la Achéos.
(…) Este gobierno Monárquico se convirtió en Democrático; y doce Ciudades
pequeñas compusieron otras tantas Repúblicas, unidas por una estrecha
confederación. Mantuviéronse los Achéos en este estado poco mas ó menos
hasta al tiempo de Philipo de Macedonia, (…) Cada ciudad conservaba su
soberanía separada a aunque todas estuviesen unidas á un solo cuerpo para su
utilidad, y defensa común (a) Una perfecta igualdad era el fundamento , y el fin
de la confederación. No solo habia entre aquellos pueblos amistad, y alianza
general en todo lo que respectaba á su común interés, sino también unas mismas
leyes, las mismas cargas, las mismas medidas, las mismas monedas, los mismos
magistrados, y los mismos jueces; y dexando á parte el que no estaban
encerrados dentro de unas mismas murallas (Real de Courban, 1775: 203 y 204)
El federalismo también podía ser el propuesto en Filadelfia lo que implicaba la
constitución de un estado federado compuesto por partes con distinto grado de
autonomía, los Estados (EEUU) o Provincias (Argentina), que tienen restringido el
alcance de sus atribuciones por haber delegado gran parte de ellas en un poder (federal)
que las representa y dirige. Entonces, hasta sanción de la constitución los Estados Unidos
de Norteamérica dada por la Convención de Filadelfia de 1787 el término federación era
homologable al sistema confederativo. Por eso Chiaramonte menciona la dislocación y
la unificación como clave para comprender el tema.
Este es el sentido del federalismo artiguista y su planteo de la organización del futuro
1
Estado conforme a una Confederación. Esta fórmula que subyace en la Liga de los
Pueblos libres también fue la que tenían como propuesta varias de las Ciudades que
recorren juntas el camino de la independencia de las Provincias Unidas en Sud América.
Recordemos que las reformas de los Borbones pretendieron centralizar el poder
quitándoselo a las Ciudades (Repúblicas) que habían funcionado durante los
Austrias/Habsburgo como centros activos de la estructura monárquica. Los cambios
emprendidos al final del siglo XVIII no lograron desarticular esa tradición y los derechos
que de ella derivaban. Parece razonable, entonces, la pregunta que formula Noemí
Goldman: “en qué medida la emergencia de la soberanía de los pueblos durante el
proceso emancipador puede ser vinculada a una tradición, la del autogobierno de los
pueblos, que las reformas borbónicas no habrían podido quebrar” (Goldman, 1998: 58).
¿Quiénes son los federales de los años 1820? Un ejemplo clásico del gobernador de
Córdoba Juan Bautista Bustos, quien define su forma de entender el federalismo que es
la misma que la de muchos otros por aquellos años. A propósito de la necesidad de
convocar un congreso decía:
“Sin centro de unidad que presida y pueda dar dirección a los negocios comunes,
que dirima contiendas, que existen y pueden existir entre las provincias
federales; que estreche los vínculos de fraternidad de pueblo a pueblo, y haga
cooperar cada uno a la causa de América, y en fin, que establezca el orden
general, de suerte que las partes de esa asociación sean útiles al todo, y entre sí

1 Esta postura es evidente en las instrucciones de los diputados orientales a la Asamblea del año XIII.
recíprocamente, debemos considerar nuestras provincias en un estado de
anarquía, y disolución más bien que en una verdadera existencia política (Celesia
1932: 219)”
Sin dudas al interior de esta las posturas hay muchos matices e incluso el mismo Bustos
va modificando su interpretación del sistema político federal acorde a las presiones que
recibe y a los acontecimientos políticos. Si miramos su postura en 1825 parece más
confederal que federal. Ahora bien, a medida que fueron pasando los años sobre todo
en el escenario de la década de 1830, los confederacionistas no desaparecen y ahora
conviven con los federales y los unitarios.2
Sin detenernos mucho en este asunto me interesa mencionar que, si bien en esencia
parece que federales y unitarios habrían pretendido cosas similares, la organización
política de las Provincias unidas en un solo estado, varios elementos pueden decirnos lo
contrario como mencionaba Chiramonte. Además de las cuestiones de orden, si se
quiere programático, otros elementos son incluidos en la definición de las facciones que
terminan dando forma “al sentido común” sobre el tema. El más significativo de cara a
la interpretación del fenómeno es el origen geográfico de los miembros de ambos
grupos. Al lugar de procedencia se suman una serie de cuestiones de orden cultural (la
falta de educación: la barbarie que implica el uso de la violencia), social (su
comportamiento gregario -la montonera- y anarquizante, la ruptura del orden) y
económico (la rapiña).
Como sabemos fue usual considerar a los “provincianos” como federales y a los porteños
como unitarios, incluso abundando los casos de provincianos unitarios y federales
porteños. Barba con su estilo claro y directo lo había dicho en 1957 “La tensa rivalidad
entre unitarios y federales es originariamente la que separa a porteños de provincianos”
(p. 3) Y más tarde, en otro texto insistía “(…) federalismo y unitarismo, [que] son dos
maneras distintas de enfocar la misma realidad; una constante, el enfrentamiento de
Buenos Aires con el resto del país” (Barba 1982: 17). En un punto la lectura de Barba no
es disparatada ya que es muy cierto que grandes porciones de la población de las
Provincias sentían animadversión por los porteños, pero, no deberíamos concluir por
ello que ese sentimiento los convierte en federales.
Lo cierto es que entre 1830 y 1852 los estereotipos de ambos grupos fueron delineando
y recortando perfiles facciosos con toda la carga que este concepto tiene. Así los
unitarios fueron descriptos como porteños, citadinos, educados, “de levita”,
extranjerizantes, movidos por la sola intensión de hacer de Buenos Aires el centro del
poder político y económico del país en ciernes. Por otro lado, los federales provincianos,
barbaros, rurales, gauchos de chiripá y poncho. Aunque como afirma Marcela
Ternavasio no se puede definir taxativamente a los federales, éstos presentan algunas
características recurrentes que nos habilitan a pensarlos como grupo. Según esta autora,
los federales se opusieron al centralismo porteño y por ello, reivindicaron sus libertades
y derechos al gobierno autónomo de los Pueblos; pero también apelaron a “lo popular”
y con ello a la mayoría de la población, en especial a los sectores marginados (Ternavasio
2009: 10).

2 Aconsejo la lectura del texto de Nora Souto citado en la bibliografía porque es esclarecedor acerca de
las nociones de federalismo y unidad.
En 1831 como respuesta a la Liga del Interior, mal llamada unitaria,3 se establece una
Confederación. Mediante un pacto firmado originariamente por las Provincias de
Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, que luego incluyo la firma de otras, las provincias se
integran en una confederación laxa que será identificada con la facción federal. Los años
que van de 1831 a 1835 son cruciales en la definición política de Buenos Aires y su eco
en el resto de los espacios de las Provincias. Con el inicio del segundo gobierno de Rosas
en 1835 el confederacionismo fue el sistema político adoptado en las Provincias y el
federalismo su identidad.
Para cerrar es importante resaltar que federales y unitarios no son partidos, son
facciones políticas-identitarias. Esto significa que quienes las integraban compartían
algunas ideas sobre como debían organizarse políticamente las Provincias y una
identidad que se manifestaba a través de símbolos que les daba cohesión interna.

BIBLIOGRAFÍA
Teórico
- Ayrolo, Valentina “El federalismo argentino interrogado (Primera mitad del siglo
XIX)” en Revista LOCUS 36, v. 19, n. 1, Departamento de História e do Programa
de Pós-Graduação em História da Universidade Federal de Juiz de Fora- Minas
Gerais, Brasil, agosto 2013.
- Bagú, Sergio, “Los unitarios, el partido de la unidad nacional”, Revista de Historia,
N° 2, segundo trimestre 1957, Buenos Aires, pp. 23-47.
- Celesia, Ernesto (1932) Federalismo Argentino. Córdoba, Ed. CERVANTES,
Buenos Aires, Tomo 1.
- Real de Courban, Gaspard de La Ciencia del Gobierno. Obra de Moral, de Derecho
y de Política. Madrid, 1775.
- Sartori, Giovanni Partidos y sistemas de partidos. Madrid, Alianza ed, 2005.
- Souto, Nora “Unidad/Federación” Lenguaje y revolución. Conceptos políticos
clave en el Río de la Plata, 1780-1850, Buenos Aires, 2008; pp. 175 - 193.
- Ternavasio, Marcela, “Los federales y el federalismo: una identidad
problemática”, en El pensamiento de los federales, Editorial El Ateneo, Buenos
Aires, 2009.
Práctico
- Paz, Gustavo, “La vida política”, en Argentina, Raúl Fradkin y Juan Carlos
Garavaglia (coords.), Vol. 2: 1830-1880, La construcción nacional / Raúl O.
Fradkin, Juan Carlos Garavaglia. Fundación Mapfre-Taurus. España 2011.
Fuentes
- Juan Manuel de Rosas, Carta de la “Hacienda de Figueroa” a Juan Facundo
Quiroga, San Antonio de Areco, 20 de diciembre de 1834.
- Pedro Sáenz de Cavia y Félix Ugarteche “La cuestión de la representación política
en el Congreso Constituyente”, 4 de septiembre de 1826.
- José Mármol, Amalia (varias ediciones)
3
La Liga del interior representaba a una coalición defensiva-ofensiva de Provincias hasta tanto de
organizara un Congreso de todas.

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