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“Los derechos no se mendigan”


Notas sobre Julieta Lanteri y el sufragismo femenino
argentino en la primeras décadas del siglo xx.
por Ana Laura Lanteri* y Sol Lanteri**

En este trabajo presentamos algunas notas sobre el accionar de Julieta


Lanteri en el sufragismo argentino a comienzos del siglo xx, en directa
vinculación con el movimiento feminista, que la tuvo como una de sus
principales protagonistas. Se destacan los principales rasgos del proceso
y su legado, que continúa vigente.

“¿Son algo de Julieta Lanteri?” nos consultan estación de subterráneo con nombre de mujer
cada vez con más frecuencia. Si bien gracias en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por
a algunos parientes la importancia de su fi- propia elección de los usuarios, de diferentes
gura se preservó en la memoria familiar, en asociaciones y frentes políticos y de una calle
tanto historiadoras la pregunta adquiere otra en el barrio porteño de Puerto Madero —en un
dimensión. En los últimos años, Julieta Lan- nomenclátor que incluye a otras mujeres ilus-
teri ha cobrado notabilidad en el marco de tres—, obras teatrales, programas televisivos,
la vigorizada lucha que las mujeres estamos notas periodísticas y una producción académi-
llevando a cabo por distintos derechos aún re- ca diversa. El lector encontrará allí interesantes
zagados. Así como también, fue considerada análisis de Julieta en tanto protagonista de la
en la revisión historiográfica del proceso de política y la sociedad argentinas de las prime-
ampliación de la ciudadanía política en nues- ras décadas del siglo xx. Sobre esos recorridos
tro país. y en virtud del número en homenaje a la mujer
Varios espacios públicos y escritos mate- de la revista que nos convoca, en estas páginas
rializan su trayectoria y su obra. Abundan los presentamos algunas notas sobre su accionar
ejemplos: la reciente designación de la primera por el sufragismo femenino.

* Es investigadora adjunta del Conicet con lugar de trabajo en el Centro de Estudios Históricos,
Fh/Unmdp. Dra. en Historia por la Unicen, Tandil.
** Es investigadora adjunta del Conicet con lugar de trabajo en el Instituto de Historia Argentina
y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, Ffyl/Uba/Conicet. Dra. en Historia por la Unicen, Tandil.

Página anterior: Fotografía de Julieta Lanteri dedicada por ella misma a la Dra. Cecilia Grierson, 1905.
Departamento Documentos Fotográficos. Fondo Caras y Caretas. Inventario 104228.

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Dicho proceso se enmarcó y se fue modu- zación femenina cobraba jerarquía pública a
lando en uno más amplio de cuestionamien- principios del siglo xx. Como se ha indicado,
to a las condiciones civiles y políticas de la un punto de inflexión al respecto fue el I°
mujer, que fue iniciado a finales del siglo xix Congreso Feminista organizado a instancias
en Estados Unidos e Inglaterra y se hizo ex- de la Asociación de Mujeres Universitarias,
tensivo a otras latitudes internacionales.1 Ju- en mayo de 1910 en Buenos Aires.3 Tras di-
lieta Lanteri había arribado a Argentina en cho Congreso, en el que Julieta había ofi-
1879 a los seis años con su familia emigrada ciado como secretaria, inició una demanda
de Italia, y tras realizar sus estudios secun- particular y logró votar por “aplicación del
darios en el Colegio Nacional de La Plata principio de clausura y legalidad de la Cons-
ingresó a la Facultad de Medicina en 1896, titución”. Es decir, ya que dicho marco nor-
graduándose como la sexta médica argentina mativo no negaba a las mujeres el derecho a
en 1907.2 sufragar, el 26 de noviembre de 1911 Julieta
Por entonces, ya había iniciado su mili- pudo votar en los comicios municipales de la
tancia social y política conforme la movili- ciudad de Buenos Aires.4

Doctora Julieta Lanteri, militante a favor de los derechos de la mujer, mayo de 1912.
Departamento Documentos Fotográficos. Fondo Caras y Caretas. Inventario 96209.

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Sin embargo, la “ley Sáenz Peña” de 1912 Así, la norma de 1912 legalizó la margina-
mostraría fuertes límites ya que, a pesar de que ción de la mujer y la condenó a la minoría jurí-
fue clave en la universalidad del voto masculi- dica y a su misión “natural”: la reproducción,
no en el país, excluyó a las mujeres. El presi- el cuidado de su familia y las ocupaciones del
dente Roque Sáenz Peña había tenido la inicia- hogar. En tanto a los hombres se los recono-
tiva previa de sancionar leyes que normaron cía como trabajadores, únicos proveedores del
el enrolamiento obligatorio y la unificación de bienestar material de sus familias y ciudada-
los registros electorales con los militares. En nos, “únicos sujetos dotados de razón”. Ello
1912 finalmente la ley, fundamentada en una supuso una inequidad legal constitutiva de la
concepción biologicista, estableció la confec- modernidad liberal de las naciones latinoame-
ción de un nuevo padrón basado en los lista- ricanas, como se ha afirmado, más que un resa-
dos de enrolamiento militar y el voto secreto y bio de la herencia colonial o católica.6
obligatorio para todos los ciudadanos varones En este marco, nuevamente fue Julieta quien
mayores de 18 años (exceptuando a los indi- intentó hacer frente a dichas imposiciones y soli-
gentes y a los no aptos para las armas de la citó su inclusión en el padrón militar para realizar
obligación de votar).5 la conscripción y así obtener derechos políticos.7

Doña Julieta Lanteri junto a Raquel Camaña trabajando en una rotativa, 1912.
Departamento Documentos Fotográficos. Fondo Caras y Caretas. Inventario 145359.

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Julieta Lanteri, primera mujer que logró votar en Argentina y en América Latina, c. 1920.
Departamento Documentos Fotográficos. Fondo Caras y Caretas. Inventario 115553.

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Pero no se quedó allí y combinó la lucha por vida política nacional. Según se ha sintetiza-
los derechos cívicos con reivindicaciones del do, tuvo lugar entonces “la consolidación del
mundo del trabajo, participando en diversas movimiento sufragista local caracterizado
solicitudes por los derechos laborales de la por la creciente tendencia universalista en la
mujer y de los niños. Además, su figura dis- demanda sufragista, el aumento de la presen-
putó el “tipo femenino” coetáneo: se casó — tación de proyectos formales en las legisla-
tardíamente para aquel entonces— a los 36 turas, experiencias de elecciones municipales
años con Alberto Luis Renshaw, un hombre (…), la llegada a un parlamento provincial
de ascendencia norteamericana catorce años de una mujer y la problematización de las
menor y sin trascendencia pública y fue una desigualdades de poder y género en los parti-
profesional de la medicina, alejándose del dos políticos —planteada fundamentalmente
estereotipo tradicional de ama de casa.8 Por por las radicales—”.10
si fuera poco, fue la única mujer de su gene- Para Julieta Lanteri la práctica formal
ración que no se afilió a un partido políti- del voto no agotaba los mecanismos de la
co tradicional. Como se ha subrayado, por acción política, por lo que se interesó en la
todo ello cuestionó —con un fuerte sentido conformación de un partido.11 Por tanto,
del humor— las estructuras tradicionales y en 1919 creó el Partido Feminista Nacional
patriarcales además de las prácticas políticas —que proponía además la igualdad de hi-
de la época.9 jos legítimos e ilegítimos y el divorcio vin-
En efecto, el debate y la práctica pública cular— y profundizó la acción, al participar
en materia de derechos cívicos femeninos en de dos simulacros electorales en base a la
el período 1912–1945 tuvieron un resultado experiencia internacional de las sufragistas.
dispar, en el marco de un movimiento femi- Por este tema —el simulacro de voto— se
nista no homogéneo y de una convulsionada enfrentó particularmente con la incansable

Primer ensayo del voto femenino en Buenos Aires, 7 de marzo de 1920. Sentada en el centro, sin sombrero, la escritora
Elvira Rawson de Dellepiane.
Departamento Documentos Fotográficos. Fondo Caras y Caretas. Inventario 7856.

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Primer ensayo del voto femenino en Buenos Aires, 7 de marzo de 1920.
Departamento Documentos Fotográficos. Fondo Caras y Caretas. Inventario 146061.
Mujeres durante el primer ensayo del voto femenino en Buenos Aires, 7 de marzo de 1920.
Departamento Documentos Fotográficos. Fondo Caras y Caretas. Inventario 142555.
Arriba: La candidata en la intimidad: dándoles de comer a sus gallinas, marzo de 1919.
Departamento Documentos Fotográficos. Fondo Caras y Caretas. Inventario 115548.
Abajo: Julieta Lanteri leyendo los comentarios a su candidatura, marzo de 1919.
Departamento Documentos Fotográficos. Fondo Caras y Caretas. Inventario 115545.
Alicia Moreau de Justo, pues según esta decía gisladores de diversas tendencias partidarias
“…porque así como la mujer no puede pres- presentaran proyectos a tal fin, no se avanzó
tarse a un simulacro de maternidad, jamás en la sanción de leyes que avalaran la partici-
debe prestarse a un simulacro de vida cívica, pación política de la mujer.
nueva maternidad de las democracias”.12 Lo que sí implicó una transformación
De hecho, el discurso de politización de jurídica relevante fue la reforma de la le-
la maternidad “encarnó, así, en una práctica gislación civil en 1926. La misma eliminó
de representación”. Julieta Lanteri sostuvo gran parte de los aspectos de la inferioridad,
que si las mujeres podían obtenerla “con su como obtener el consentimiento del marido
maternidad brindarían bondades sociales a para trabajar, educarse y testimoniar. Con
la vida del país”. Sin embargo, su demanda todo, aunque establecía que la mujer mayor
de oficializar la lista electoral que encabeza- de edad, soltera, viuda o divorciada tenía
ba fue infructuosa.13 Desde entonces, fortale- plena capacidad civil, mantuvo a favor del
ció su estrategia y fue candidata a elecciones marido un mandato tácito determinado por
de distinto tipo en varias oportunidades sin la ley para administrar los bienes dotales en
éxito.14 Efectivamente, pese a que algunos le- tanto no lo revocara.15

Julieta Lanteri en una mesa controlando que haya boletas de su candidatura, marzo de 1919.
Departamento Documentos Fotográficos. Fondo Caras y Caretas. Inventario 133959.

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Julieta Lanteri acompañada de otras mujeres, c. 1925.
Departamento Documentos Fotográficos. Fondo Caras y Caretas. Inventario 115541.

La década de 1930 produjo lamentablemen- Recién en 1947, bajo el influjo del pero-
te una alteración de los progresos sufragistas. nismo, el sufragio femenino fue conquistado
El golpe de Estado encabezado por Félix Uribu- y ejercido por primera vez el 11 de noviembre
ru en 1930 fue la oportunidad para que las agru- de 1951.18 Los anhelos y la lucha de Julieta
paciones de derecha alcanzaran gran visibilidad Lanteri y otras muchas mujeres cristalizaron
pública.16 Por ese entonces y luego de varios así décadas después. Aunque hoy también,
años de lucha y vaivenes, Julieta atravesaba pro- en palabras de Julieta, “arden fogatas de
blemas económicos y deudas varias. En agosto emancipación femenina, venciendo rancios
de 1927 la justicia federal de La Plata había dic- prejuicios y dejando de implorar sus dere-
tado sentencia en su contra con costas sobre su chos. Éstos no se mendigan, se conquistan”,
pedido de enrolamiento, apelando infructuosa- e igualmente van más allá de la constitución
mente a la Cámara Federal y luego a la Corte de la mujer como sujeto político. Nos hace-
Suprema de Justicia. En este marco, Julieta desa- mos eco entonces de las deudas señaladas
rrolló un tratamiento profesional contra la cal- en diversos ámbitos: subordinación social
vicie masculina al tiempo que realizó uno de sus y laboral, aborto y derechos reproductivos,
últimos intentos electorales en marzo de 1930. cupo de representación en el Congreso Na-
Dos años después, el 23 de febrero de 1932 fue cional, separación de la Iglesia y el Estado,
atropellada en Diagonal Norte y Suipacha en la entre otros.
ciudad de Buenos Aires y luego de dos días de Porque ya nos vieron, porque todas unidas
agonía murió en el Hospital Rawson.17 V
somos el legado de Julieta Lanteri.

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Arriba: Acto en apoyo a la sanción de la Ley del voto femenino, Plaza de los Dos Congresos, Buenos Aires, 9 de septiembre
de 1947.
Departamento Documentos Fotográficos. Inventario 128621.
Abajo: Elecciones nacionales. Grupo de mujeres haciendo cola frente a los comicios para emitir su voto, 11 de noviembre
de 1951.
Departamento Documentos Fotográficos. Inventario 193113.

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Mujeres en la fila esperando para emitir su voto.
Departamento Documentos Fotográficos. Inventario 255372.
NOTAS
1. Entre otros, Barry, C. (2011), Sufragio femenino. Prácticas y debates políticos, religiosos y
culturales en Argentina y América Latina, Caseros: Eduntref y Barrancos, D. (2010), “Mu-
jeres en la Ciencia”, en Ciencia Hoy, Vol. 20, N° 118, pp. 16-24. (en línea) en http://www.
cienciahoy.org.ar/ch/ln/hoy118/mujeres.htm, consultado el 11/09/2018.

2. Bellota, A. (2001), Julieta Lanteri. La pasión de una mujer, Buenos Aires: Planeta.

3. Valobra, A. (2011), “Claves de la ciudadanía política femenina en la primera mitad del


siglo xx en Argentina”, en Revista Estudios, 24, pp. 7-44. (en línea) en Memoria Acadé-
mica: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.7377/pr.7377.pdf, consultado el
12/09/2018. Sobre el punto la autora retoma los aportes de Dora Barrancos. Entre otros tra-
bajos de esta autora pueden consultarse Barrancos, D. (2001), Inclusión/Exclusión. Historia
con Mujeres, Buenos Aires: FCE.

4. Según Valobra, A. (2011), op. cit., pp. 7 y 8.

5. Barry, C. (2011), op. cit. y Valobra, A. (2011), op.cit. Como es sabido, el sufragio “am-
plio” o “universal” -sin requisitos de propiedad, profesión o instrucción, aunque masculino-
fue establecido en la provincia de Buenos Aires tempranamente en 1821 y en la segunda mitad
del siglo xix sufrió alteraciones jurisdiccionales e institucionales al calor de los procesos de
conformación estatal, aunque el voto se mantuvo como principio de legitimidad política. Al
respecto, puede consultarse entre otros, Sabato, H., Ternavasio, M., De Privitellio L. y Perse-
llo, A. V. (2011), Historia de las elecciones en la Argentina, Buenos Aires: Ateneo.

6. Palermo, S., Cap. 1 “Sufragio femenino y ciudadanía política en Argentina, 1912-1947”,


en Barry, C. (2011), Sufragio…, op. cit., pp. 29-62; la cita textual en p. 35. La autora entiende
la cuestión del liberalismo en base a E. Dore.
Julieta Lanteri, Candidata a di-
7. Valobra. A. (2011), op. cit., la autora retoma también lo postulado por Deleis. Según putada en las elecciones genera-
Julieta misma decía: “Enhorabuena, nuestras leyes no reconocen expresamente a la mujer el les en la capital, marzo de 1922.
derecho de votar, pero no las priva de ser electas”, en Bellota, A. (2001), op. cit., p. 111. DDF. Inventario 115551.

8. Sufragistas. Pioneras de las luchas feministas, Canal Encuentro (en línea) en http://encuentro.gob.ar/programas/9408 y
Bio.ar /Julieta Lanteri, Canal Encuentro (en línea) en http://encuentro.gob.ar/programas/serie/8109/1592?temporada=2

9. Bellota, A. (2001), op. cit., p. 14.

10. Valobra. A. (2011), op. cit., p. 10.

11. Barry C. (2011), en base a lo postulado por E. Jelin (1997), en “Introducción”, op. cit., p. 17.

12. Bellota, A. (2001), op. cit., p. 158.

13. Valobra, A. (2011), op. cit., pp. 10-12, la autora retoma además los estudios de Marcela Nari y de Dora Barrancos.

14. El 02/08/1919 Julieta Lanteri asiste a los cuarteles a solicitar su enrolamiento; el 07/03/1920 se presenta como
candidata a diputada nacional; en noviembre de 1920 intenta su candidatura a concejal pero rechazan su postulación;
el 02/04/1922 se presenta como candidata a diputada en elecciones nacionales, postulando a los socialistas indepen-
dientes como candidatos a la presidencia -cabe recordar que era amiga del socialista Alfredo Palacios-; en noviembre
de 1922 se presenta como candidata en elecciones municipales, pero no reconocen sus boletas, y en 1924 fue candidata
a diputada nacional, igual que en 1926. Bellota, A. (2001), op. cit., pp. 237-242.

15. Otro avance en tal sentido se había dado en 1907 con la legislación protectora del trabajo femenino y de menores.
Barry, C. (2011), op. cit.; Palermo, S. (2011), op. cit y Barrancos, D. (2010), op. cit., p. 22.

16. Valobra, A. (2001), op. cit., p. 16.

17. Bellota, A. (2011), op. cit., pp. 237-242.

18. Cabe recordar aquí que el primer país latinoamericano donde la mujer tuvo acceso al voto fue Ecuador en 1929 y
el último Paraguay en 1961. Barry, C. (2011), op. cit., p. 12.

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