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Año 46 – 1984
Págs. 287-297
[287]
DIDAJÉ VIII 2:
EL “PADRE NUESTRO”*
En la última década del siglo primero (ca. 96-100 d. C.) tuvo lugar la redacción final de la
“Didajé”’ o “Doctrina de los Doce Apóstoles”,1 el primer catecismo cristiano de la edad post-
apostólica. Este librito comienza con la catequesis sobre “los dos caminos” (1, 1-6, 3), para los
catecúmenos que se preparaban al bautismo (Cf. 7,1); a esa exposición inicial sigue la parte
central (7,
* Cf. A. von Harnack, Die Lehre der Zwölf Apostel (TU, II 1-2), Leipzig 1886, 26-28; K. Lake,
The Didache, en: AA. VV., “The New Testament in the Apostolic Fathers”, Oxford 1905, 24-36: 29;
G. Klein, Die Gebete in der Didache, en: ZNW 9 (1908) 132-46: 133; E. Massaux L’Influence litté-
raire de l’Evangile de Mattieu sur la Didaché, en: EThL 25 (1949) 5-41: 15-17; Id., Influence de
l’Evangile de saint Matthieu sur la littérature chrétienne avant saint Irenée, Louvain-Gembloux 1950,
616-17; H. Köster, Synoptische Ueberlieferung bei den Apostolischen Väter (TU 66), Berlin 1967 201-
209; D.E. Richardson: The Lord’s Prayer as an Early Eucarist en: Angl ThR 39 (1957) 123-130; J.P.
Audet, La Didaché. Instruction des Apôtres, Paris 1958, 171-73. 367-71; N.M. Denis Boulet, La place
du Notre Père dans la Liturgie, en: Mai Dieu 85 (1966) 69-91: 71-73; A. Hamman, La oración (trad.
españ.), Barcelona 1967 447s; O. Kuss, Das Vaterunser, en: “Auslegung und Verkündigung”, II,
Regensburg 1967, 277-333 292-93; J. Jeremias, Das Vater-Unser (CH, 50), Stuttgart 1962, 6-7 (Id.,
Abba. Göttingen 1966, 152-71: 153-54); R. Freudenberger Zum Text der sweiter Vaterunserbitte, en:
NTSt 15 (1968-69) 419-32: 424-26; W. Rordorf-A. Tulier, La doctrine des Douze Apôtres (SCh. 248),
Paris 1978 86-87. 172-74 (= texto griego crítico + trad. francesa y notas); S. Sabugal, El Padre
Nuestro. Tradición literaria y comentarios patrísticos. en: Rev Ag 21 (1980) 47-72: 64-65; Id., El
Padrenuestro en la interpretación catequística antigua y moderna, Salamanca 1982, 36-40.
1
Esa es la datación más probable. Cf. A. Adam, Erwägungen zur Herkunft der Didache, en: ThLZ
31 (1956) 353-56: 354; Id., Erwägugen zur Herkunft der Didache, en: ZKG 68 (1957) 1-47: 45s; S.
Sabugal, o.c., 36, n. 88.
[288] 1-15, 4)o instrucción para los fieles, integrada por una catequesis mistagógica “sobre el
bautismo” (7, 14), el ayuno (8,1), la oración (8, 2-3) y “sobre la Eucaristía” (9, 1-10, 7), así
como por una instrucción práctica sobre la organización y disciplina de la Iglesia (11, 1-15, 4).
Una parénesis escatológica o exhortación a vigilar, en la espera de la venida parusíaca del
Señor (16, 1-8), concluye esta “preciosa perla de la primitiva literatura cristiana”.2
De nuestro interés ahora es la catequesis mistagógica, con que inicia la parte central (7, 1-
10, 8):
2
K. Bihlmeyer, Die apostolischen Väter, Tübingen 1970, XIII.
3
Esos designan, con toda probabilidad, “los hipócritas” de Did 8, 1-2 (Cf. Gal 2, 13-14), no a los
judíos (Cf. Mt 5,20; 6, 1.2.5.16; 23,5). Así contra casi todos los autores (Cf. E. Massaux, o.c., 616; U.,
Wilckens, ThWNT, VIII 569; H. Köster, o.c., 202s; J.P. Audet, o.c., 368, y otros), con: A. Schlatter,
o.c., 28, W. Rordorf-A. Tulier, o.c., 365; S. Sabugal. o.c.; 38, n. 92.
4
Cf. Str-Bill, II 241-42; IV 89.91.94s.
5
El judaísmo contemporáneo al NT, en efecto, siguiendo una antigua tradición de orar “tres veces
al día” (Dan 6, 11-14), es decir, “a la tarde, a la mañana, al mediodía” (Sal 55,18), observó la hora
tercia, sexta y nona como las tres horas oficiales de oración, rezando en las horas tercia y nona el
“Shema” + las “Dieciocho bendiciones”, y a la hora sexta, esta última oración: Cf. Str.-Bill., IV 153.
196-198. 220; G.F. Moore, o.c., II 219s; J. Jeremias, La prière quotidienne dans la vie du Seigneur et
dans l’Eglise primitive, en: “La prière des Heures” (ed. por Mons. Cassien - B Botte), París 1963, 43-
58: 45-48; Id., Abba, 69-73; K. Hruby, Les heures de prière dans le Judaîsme à l‘époque de Jésus, en:
“La prière des Heures”, 59-84.
[289] con la Sinagoga,6 sin embargo, les prohíbe ayunar “con los hipócritas” el lunes y el
jueves, debiendo hacerlo, más bien, el miércoles y el viernes (8, 1). Aquella separación les
veda también orar “como” lo hacen ellos, sustituyendo más bien su oración por la que “el
Señor preceptuó en su evangelio” (8, 2a), es decir, el Padrenuestro (8, 2b-j), el cual debe ser
rezado por ellos, tres veces al día” (8, 3).
b) Ese contexto literario precedente (7, 1-4) y siguiente (9, 1-10, 7) del Padrenuestro (8, 2-
3) refleja ya, con claridad, la situación vital interna y externa del mismo, en la redacción
literaria del Didajista:
6
S. Sabugal, o. c., 36 (n. 88) 38s.
[290] te”, santificando así cristianamente su jornada. En este sentido, el Padrenuestro es la
oración diaria de los fieles. Por lo demás, la situación del Padrenuestro inmediatamente antes
de la catequesis mistagógica “sobre la Eucaristía” (9, 1.10, 7), así como la marcada
interpretación eucarística del mismo en el contexto de esta instrucción (Cf. infra), deja
insinuar también, con suficiente claridad, que aquél es asimismo, en la redacción del Didajista,
la oración rezada por los fieles durante su “Acción de gracias”: Una oración esencialmente
eucarística.
Esta introductoria y exhortativa instrucción trasluce, pues, una clara polémica anti-
judaizante y “a fortiori” anti-judaica, en la que, como en la práctica del ayuno (Cf. supra),
también en la praxis de la oración la piedad cristiana se distancia neta y radicalmente de la
judaica, reflejando a la vez la total separación, que, en la penumbra de la primera centuria,
existe ya entre la Sinagoga y la Iglesia. El Padrenuestro es, pues, la oración, que distingue con
claridad a los fieles cristianos de los herejes judaizantes y, por tanto, de los judíos,
cualificando aquéllos como los únicos miembros de la Comunidad cristiana. En este sentido es
la oración característica del verdadero cristiano y, a la vez, en cuanto preceptuada “por el
Señor en su Evangelio”, la Oración del Señor.
7
Cf. supra, n.5. Did 8,3 es el testimonio explícito más antiguo sobre la triple oración diaria de las
Comunidades judeo-cristianas, fieles a la praxis de las Comunidades apostólicas en su observancia de
las oficiales “horas de oración” del judaísmo: tercia (Cf. Act 2, 1.14), sexta (Cf. Act 10, 7) y nona (Act
8, 1); Cf. Str-Bill, II 696; Mons. Cassien, La prière dans le Nouveau Testament. en: “La prière des
Heures” 17-42; 26; J. Jeremias, art. cit., Ib. 55s; Id., Abba, 70-73; A von Harnack, o.c., 27s; C.W.
Dugmore, The influence of the Sinagogue upon the Divine Office, Oxford 1944, 65-67; J. Stadlhuber,
Das Stundengebet des Laien im christlichen Altertum, en: ZKTh 71 (1949) 131-182.
[291]
2. Forma textual
Esa forma textual es afín a la de la redacción mateana (Cf. infra) y, sin embargo,
independiente de ella.8 Así lo reflejan no sólo las variantes textuales9 y la litúrgica adición de
la doxología final,10 sino también el diverso contexto literario11 y, sobre
8
La sinopsis del Padrenuestro en Mt (6, 9.13) y Did 8, 2 (cf. H. Köster, Synoptische Ueberlieferung
bei den Apostolischen Väter (TU 65), Berlín 1957, 204) muestra esa afinidad literaria ante el texto de
Mateo y el del Didajista (Cf. E. Massaux, art. cit., 15-17; Id., o.c., 616s), el cual integra en su texto
frases y vocablos característicos de la redacción mateana: La invocación inicial, la petición por el
cumplimiento de la voluntad del Padre, y el vocablo “ponerós”. El texto de Didajé es, sin embargo,
independiente del de Mateo, como lo reflejan las variante. textuales y la diversidad tanto del contexto
literario como de la finalidad asignada. Así, contra: A. Harnack, Die Lehre der Zwölf Apostel 73-76;
K. Lake, o.c., 28s; B.H. Streeter, o.c., 508; E. Massaux, l.c. Con: H. Köster, o.c., 206s; J.P. Audet, o.c.,
171-78; R. Glover, The Didache quotations and the Synoptic Gospels, en: NTSt 5 (1958) 12-29: 18s;
W. Rordorf - A. Tuiller, o.c., 86s. Las afinidades literarias entre Didajé y Mateo, sin embargo,
muestran que el Didajista enlaza directamente con la tradición mateana subsiguiente a la redacción de
Mateo.
9
Ofrecidas por la ed. crítica de W. Rordorf-A. Tuiller, o.c., 172-174.
10
Doxologías análogas ofrece la literatura neotestamentaria antigua. (Cf. Gal 1,5; Rm 16,27; Fil 4,
20; 1 Tim 6, 16; Hebr 13, 21; 2Pe 3, 18) y tardía (Cf. Apoc 1, 6; 5, 13; 7, 12; 19, 1), siendo también
praxis judaica concluir las oraciones con el “sello” de una doxología: Cf. A. Schlatter, Der Evangelist
Matthäus, Stuttgart 1963, 217; J. Jeremias, Abba, 170s; también Str.-Bill, I 423s. La doxología de Did
8,3 puede, pues, ser antigua, compuesta por influjo del uso litúrgico (Cf. Apoc 5, 13; 7, 21; 19, 1) del
Padrenuestro (Cf. infra); también puede ser obra del Didajista, como parece sugerirlo su repetición en
el próximo contexto literario (Cf. Did 9, 4; 10, 5).
11
Mientras que en Mateo la catequesis sobre la oración (6, 5-15) sigue a la de la limosna (6, 2-4) y
precede a la del ayuno (6, 16-18), en Did esta última precede (8, 1) a aquélla (8, 2-3), no mencionando
en este contexto el Didajista la praxis de la limosna: Esta, junto con la oración, es mencionada en una
ulterior instrucción disciplinar (15, 4), pero en una secuencia (oraciones + limosnas) diversa de la de
Mateo 6, 1-6 ( limosna + oración).
[292] todo, la finalidad diferente de ambas redacciones: Mientras que en Mateo “los
discípulos” deben rezar el Padrenuestro (Mt 6, 9-13) para evitar el modo como oran “los
hipócritas” judíos (Cf. Mt 6, 5-6) y principalmente “los paganos” (Cf. Mt 6,7-8), en Did los
neófitos lo rezan en sustitución de la oración y praxis judaica, imitada por “los hipócritas” o
judaizantes cristianos. Por lo demás, la variante textual más saliente es la doxología final,
añadida probablemente por el mismo Didajista (Cf. 9,4; l0,5),.para dar al Padrenuestro la
misma composición interna de las oraciones de alabanza y bendición judaicas (“berakoth”) y,
en particular, de las “Dieciocho bendiciones” (Cf. infra): Aquél es así interpretado como la
sustitutiva “berakah” del cristianismo, es decir, la gozosa oración de alabanza y bendición
cristiana o, también, la exultante confesión (hecha plegaria) de la Iglesia (Cf. infra).
3. Estructura literaria
A la Invocación inicial (8, 2b) siguen siete súplicas (8, 2c-i); las tres primeras de ellas (8,
2c-e) se relacionan directamente con algo propio (“tu”) del Padre invocado (= “Nombre” —
“Reinado” — “Voluntad”), siendo por tanto súplicas de alabanza; las cuatro restantes (8, 2f-i)
se refieren, más bien, a los hijos invocantes (“nos” — “nuestro”), como súplicas de petición
por lo que necesitan ( “pan” — “perdón” — “no caer” — “liberación”); con la doxología final
(8, 2j) concluye (¡y culmina!) en un grito de exultante alabanza el Padrenuestro. La
composición interna de su parte central (alabanza + petición + alabanza) re-
[293] fleja, pues, una estructura tripartita del todo afín a la de las “berakoth” judaicas y, en
particular, a la estructura interna de la “Tefillá” o “Dieciocho Bendiciones”.12 Finalmente,
todo el Padrenuestro está introducido por una parénesis a rezarlo “tal como lo preceptuó el
Señor en su evangelio”, para soslayar la praxis de “los hipócritas” (8, 2a), y concluido con una
exhortación a hacerlo “tres veces al día” (8, 3). Esta es, pues, su composición orgánica:
1. Introducción (8, 2a): La oración que deben rezar loa neófitos y fieles cristianos.
2. El Padrenuestro (8, 2b-i):
1) Invocación (8, 2b)
Esa estructura literaria muestra que el Padrenuestro, la oración que los neófitos dirigen al
“Padre celeste”, es esencialmente una oración de bendición o alabanza cristiana. Así lo refleja
ya la inclusión temática (= alabanza), creada por las tres primeras súplicas y la doxología
final. Y eso mismo insinúa el puesto primordial, asignado a las tres súplicas de alabanza: ¡Lo
primero que hace la Comunidad de los bautizados, tras invocar al Padre, es bendecirle y
alabarlo tres veces, insistentemente!. Por lo demás, la mencionada inclusión muestra que las
súplicas de petición forman también parte de esa alabanza: La petición al Padre de dones
necesarios implica, en efecto, el agradecido reconocimiento tanto de Su poder y riqueza como
—y sobre todo— de Su bondad. Son, por tanto, peticiones, que Le glorifican y ensalzan, in-
12
Cf. Str.-Bill., IV 214-218; 1. Elbogen, Der jüdische Gottesdienst, in seiner geschichtlichen
Entwicklung, Frankfurt 1931, 28. 31. 43-59; L. Bouyer, Eucaristía (trad. español), Barcelona 1968, 84-
99.
[294] vitando nuevamente a los orantes a la exultante confesión de Su alabanza. Y esto,
justamente, traduce la doxología final, en la que culmina la Oración del Señor y sobre la que
recae el acento de su redacción didajeana: “¡Porque tuyo es el poder y la gloria por los
siglos!”.
4. Interpretación teológica
Los antecedentes desarrollos sobre el contexto literario y situación vital del Padrenuestro,
su forma textual y estructura literaria, ofrecen las premisas necesarias, para detectar la
interpretación teológica del mismo por el Didajista:
b) Pero es algo más. La catequesis “sobre la Eucaristía” (9, 1-10, 7) sigue inmediatamente a
la instrucción sobre la oración (8, 2.3). ¿Una conexión literaria casual? ¡Difícilmente! Lo veda
ya el modo, con que el Didajista separa cuidadosamente la catequesis “sobre el Bautismo” (7,
1-8, 3) de la respectiva “sobre la Eucaristía” (9, 1-10, 7). Late aquí, sin duda, una intencionada
y bien precisa composición literaria. A ésta se debe, consiguiente-
13
Cf. F. H. Chase, o.c., 13s; J. Lebreton, Histoire du dogme de la Trinité, II París 1928, 183s; S.
Sabugal, o.c., 38.
[295] mente, tanto la inserción del Padrenuestro en el contexto de la catequesis bautismal (Cf.
supra) como la situación redaccional del mismo antes de la instrucción eucarística.
Un resultado, por lo demás, corroborado con otro indicio literario ciertamente objetivo: En
el contexto de la catequesis “sobre la Eucaristía” el Didajista re-asume, reiteradamente a
veces, varios vocablos y frases del Padrenuestro, reproduciéndolos literalmente o
parafraseándoles. En efecto:
Los fieles dan gracias invocando reiteradamente al “Padre nuestro” (9, 2.3); y lo hacen
“por tu santo Nombre” (10, 2), agradecidos por haberles sido regalado “el alimento y bebida
espiritual” (10, 3); al Padre suplican seguidamente, para que “venga” la salvación final (10, 6),
tras haber reunido a la Iglesia —“santificada” ya— “en tu Reino” (10, 5; Cf. 9, 4), y haberla
“liberado de (apo) todo mal” (10, 5); un exultante agradecimiento, que culmina en la repetida
exclamación doxológica: ¡Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos!” (9,4; 10, 5; Cf.9,
2.3; 10, 2.4).
14
Cf. F.H. Chase, The Lord’s Prayer in the Early Church (TS, I 3), Cambridge 1891, 13; J.
Lebreton, o.c., 183; R.D. Richardson, art. cit., 124ss; J. Blenkinsopp, A propos of the Lord’s Prayer,
en: HeyJ 3 (1962) 51-60: 59; R. Freudenberger, art. cit., 425s. Si Did 9 “consists entirely in the Lord’s
Prayer... interpreted and transformed into thanksgiving”, Did 10 es también “a interpreted Lord’s
Prayer” (R.D. Richardson, art. cit.,123.128); Cf. también S.Sabugal, o.c. 38, n. 91.
[296] librándola “de todo mal”, perfeccionándola “en Su amor” y reuniéndola “de los cuatro
vientos.., en su Reinado” escatológico (Cf. 10, 5).
— Por la venida de este Reinado ruega la segunda súplica, deseando que. “venga la
gracia” (10, 6a) o salvación final, con el retorno parusíaco del Señor Jesús (10, 6b; Cf. 16, 7-
8), para reunir a “tu Iglesia”, previamente librada “de todo mal” y “santificada, en el reino que
(le) has preparado” (10, 5).
—“El mal”, por cuya liberación ruega la última súplica, no es sólo el diabólico “maligno”
sino “todo mal” (Cf. Sab 168), del que los fieles piden al Señor sea liberada su Iglesia,
perfeccionándola en “Su amor” y reuniéndola, ya “santificada, en su Reino...” (10, 5).
— Finalmente, la doxología conclusiva (Cf. 9,4 +10,5; 9,2.3; 10, 2.4) confiere a todo el
Padrenuestro el significado de una exultante alabanza, que la Comunidad de neófitos y fieles
“tres veces al día” dirige al Padre celeste, a quien pertenece “el poder y la gloria por los
siglos”.
d) Todo esto muestra, que, en la redacción del Didajista, el Padrenuestro recibió una
interpretación preponderantemente
[297] eclesiológica: Es la oración de la Iglesia o Comunidad cristiana de los bautizados,
reunida en exultante celebración eucarística. Una celebración, por lo demás, profundamente
marcada por la vigilante espera y anhelo del retorno parusíaco del Señor: “Marana tha” =
¡Ven, Señor nuestro! (10, 6). Así ora esa Comunidad esencialmente escatológica. Lo que
significa: En la interpretación del Didajista, el Padrenuestro no es solamente una oración euca-
rística y eclesiológica, sino también —y por ello— una oración escatológica.