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hormigón
Esto provoca una variación del pH y, por tanto, la corrosión de las estructuras de acero
inoxidable, así como la reducción de la vida útil del hormigón. Esto deriva en otro
problema, el económico: "hay un porcentaje muy alto del PIB que se invierte en solucionar
los problemas de corrosión y en el 20-30% de los casos, se solventarían si aplicáramos las
investigaciones que se realizan", explica la científica.
La principal limitación de este tipo de acero se relaciona con su elevado coste. Sin
embargo, su uso no es necesario en toda la estructura, sino tan solo en los puntos críticos
como esquinas, zonas externas, puentes o zonas de marea, es decir, en aquellos sitios donde
es más probable que existan problemas de corrosión. En un principio, el gasto inicial al
utilizar los aceros dúplex se incrementa entre un 5 y un 15%; no obstante, su uso en la
construcción minimizaría los costes de mantenimiento de los edificios y lo convertiría en
un gasto despreciable. Para Asunción Bautista, "el uso de los aceros dúplex es, a largo
plazo, una inversión inteligente en ambientes con elevada presencia de cloruros y altas
temperaturas".
Los aceros inoxidables dúplex presentan una estructura de dos fases: austenita y ferrita.
Esta composición tiene un mejor comportamiento frente a la corrosión y presenta
propiedades mecánicas superiores si se lo compara con los aceros inoxidables típicos. En el
citado estudio se ha demostrado mediante técnicas electroquímicas y de análisis de
superficie que la capa pasiva -aquella que evita la corrosión de estos aceros- es más
protectora. También se ha comprobado que la resistencia a la corrosión de estos aceros en
hormigón es claramente superior a los austeníticos de los que se tiene más experiencia
como refuerzos para estructuras de hormigón.