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Alfred Scliiitz

F E N O M E N O L O G IA
DEL MUNDO SOCIAL
Introducción a la sociología
comprensiva

Introducción

G E O RG E VvALSH

EDITORIAL PAIDOS
Buenos Aires
' T W i io U cl c u i g í n w i, H l r : « i .i n a

D É tí..iji> í n u aftte " S irrriA .fj íd e íí So z ia í& í W elt

í'uGiifcaao p a r
SiJiiiigcr-Verlag, Viesa

Copyright by l:se Scluitz

VergiÓD castellana d^
ÜDUABro J. Pnrtrro

J¡viprese en k; Argentina -— Prñrted in Argentina


Queda hecho el deposita que previene 3a ley 11.723

Copyright de tri-díLS las ediciones eu. castellano by

3LIJÍTOR1AL PA ID OS, S. A, I. C. F. Defensa 59Qt Buenos Aires


IN D IC E

Agradecimientos ............... ..................................................... ............


introducción .............. . . . . . . . . . . . . . . . . . ..........................................
Prefacio deí autor ......................................................... .. ..............
Prefacio a la segunda edición alemana ............................. .............
Glosario ........... .............. ! ............. ............................. , ....................

fjí L a. FOBMÜIACIÓn DE NUÉSTr-ü PROBLEMA: Los CONCTCPTCS ME-


TOCOLÓCICOS DE M ax W xber ................... ............................ ..

1. Examen preliminar del p ro b le m a ................... ........... ..


<? £. El concepto de acción significativa de Max Weber . . . .
3. E l carácter pre-dado del yo del otro y el postulado de la
comprensión del significado subjetivo ........... .
4. Crítica de los conceptos de comprensión ‘ observa ei o :i£.r
y "motivacional''’ de Mítx W e b e r ............... .....................
5. Significado subjetivo y objetivó ..................... ...................
6. Transición al análisis del proceso constituyente. Clarifica­
ción del concepto de “atribuir significado a un acto” . . . .
Observación............................................................................ -. . .

i j . L a CONSTITUCIÓN DE LA VIVENCIA SlOXriHCATIVA EX LA COKELTEXTE


DE LA COÑCIENCLA. DE QUIEN' LA CONSTITUYE...................... ............

7. El fenómeno de la'duración Interna. Retención y repro­


ducción ............. ............................. ...................
S. Las vivencias de asignación de significado de Husserl y el
concepto de conducta ............... . -................. -.........
* 9.~ Et concepto de acción. Proyecto y proíensióu ..............
10. L a acción consciente y su evidencia .................... ............
11. La acción voluntaria y el problema de la elección . . . .
12, Sumario: L a esencia del significado en su sentido pri­
mordial ........ ................. . . . . ..................................................... 98
13 La amplificación del primer concepto de significado: la
modificadora atcncionsl del significado .............. . 101.
14. Una mayor amplificación: las configuraciones de viven­
cias. Ei contexto ríe significado y el contexto de expe­
riencia .............................................................................. 104
15. La construcción del m undo de la experiencia y su orde­
ne, míenlo en esquemas .................... ...................................... 108
16. Les esquemas de la experiencia coma esquemas interpre-
^ icttvos. L a auto explicación y Ja interpretación. problema
e interés . . . .......... ........................ ............................................ 112
17. El con tes Lo moLívacional como contesto de significado.
A) El “motivo-para” ...................^............... -...................... 115
16. El contexto motivacionaü como contexto de significado.
B ) Ei auténtico motivo-poique” ......................................... 120

•III. F undamentos se tjka teoeía de la com pren sión intehsltd-


~ettva . , ................................... . . . . .. ......................................... 12í

19. L a tesis general d e l; yo deí otro en la percepción natural 127


20. La corriente de la conciencia de otro como simultánea
con la m ía ............ .. . . , : .............................. .. ....................... 132
21. Las ambigüedades en la noción ordinaria. de comprensión
de i a otra persona . . . . : ............ '...............................■
........... 137
£2. La naturaleza de la comprensión intersubjetiva. auténtica 142
23. Movimiento expresivo y acto expresivo ............................ 145
24. El signe y el .sistema de signos ................................... 147
£5. Establecimiento de significado e interpretación de signi­
ficado ............................. ........................155
26, El contexto significativo de ía comunicación. Recapitu­
lación .......................................................................... .............. 158
27. El significado subjetivo y obietivo. Producto y evidencia 161
26. Excif-rsus: Algunas aplicaciones de la teoría del signifi­
cado objetivo y subjetivo en el campo de las ciencias de
ta cultura ................................. -......................... „ ................i . . 165

'x*. L a Emracrruiu d e l muntdo s o c líl: E l m m ik io x>e la. fealidaí}


SóO: U, OTFiEGTADIENTE- VI'.TINCJAIíA, EL DE LOS CONTEMPORÁNEO3
Y V.T DE LO? PREDECESORES . . . . : ............................... 169
[A] IN T R O D U C C IO N ...................................................' ..............................

29. Examen preliminar del p ro b le m a .........................................

[B] C O N DU C T A SO C IA L, AC C IO N SOCÍAL, R E L A C IO N SOCIAL .

30. E l concepta de “acción social” de Ma>: Weber. La orien-


tación-otro y el actuar-sobre-el-otro ...................................
31. Eí concepto de relación social de W eber. R dación de
orientación e interacción social .............................................. ........... : . . .
32. El contexto motivacional de ía interacción s o c ia l...

[C] E L M U N D O D E LA R E A L ID A D SOCIAL DIR E CT A M E N T E


V IV E N C IA D A ..........................................................................................

33. La situación cara a cara y ía reíación-nosolros ...............


34. Análisis de la relación cara a cara ...................................
35. La observación social d ir e c ta .................... : ..........................

[D I E L M U N D O D E LOS CONTEM PORAN EOS CO M O UN A ES­


TRU CTU RA D E TIPOS ID E A L E S ...................................................

36. La transición de la experiencia social directa a. la in d i­


recta. Las relaciones sociales continuas .......... ............... ..
37. El contemporáneo como tipo ideal. La naturaleza de la
relación-ellos .......................... ....................... ..........................
38.. L a constitución del esquema interpretativo Lípico-ideal . .
35, Grados de anonim idad en el m undo de los contemporá­
neos. L a con ere tez del tipo ideal .....................................
40. Relaciones sociales entre contemporáneos y observación
social indirecta .............. ’. ................................... ....................

ÍE j EL M U N DO D E LOS PREDECESORES Y EL PROBLEM A D E


LA HISTORIA ................................................ ................ ..................

41. El pasado como una dimensión det mundo social . . . . . .

V. A lgunos fboelt.mas básicos de la sociología conífke-^siva ..

42. Resumen de nuestras conclusiones basta este punto . . . .


43. L a observación social indirecta y el problema elel conoci­
miento en las ciencias sociales........ .....................................
¿> 44. La función del tipo ideal en la sociología de W eber . . . .
4o. Adecuación c a u s a l.............. .........................................
4ll La adecuación de significado ....... ; ................ 261
4.7- Probabilidad objetiva y subjetiva............................. .. -. 264
48. Lu preferencia de la sociología comprensiva por los tipos
di» acción racional . . .......... ........... ........................... . 26C
is-. JE] significado objetivo y subjetivo en las ciencias sociales 2G5
50. Conclusión: Una ojeada a otros problemas conexos .: 275

SniLTOCHATÍA s-electa .......... .............................................. ................... 278


AGRADECIMIENTOS

Esit: libro es una traducción de la obra de Alfred Scbücs, titulada'Der


sinnhafíe Avjbau der sozialen XVelf, que publicó por pnmc:.a vez en
Viena Julius Springer en 1932, y luego reimprimió sin alteraciones la
Springer-Yerlag en 1960. Es la obra sistemática más impoí^viío :!
Schütz, y presenta su tentativa de proporcionar un fundamente /eno-
rtienológico a los conceptos básicos do 1as ciencias sociales.
El desarrollo del pensamiento posterior de Schütz puede encon­
trarse en sus Coilected Papas, publicados en tres volúmenes por Mer­
linas Ki)hoff, L-a Haya, en 1962-. 1964 y 1966. edición qae estuvo a
cargo de Manríee Natansori, Ai vid Urodersen e Tlse Schütz. respectiva­
mente. TLomas Luekmann realizo una adaptación en inglés del capí­
tulo 4 de la presente obra, que apareció en el segundo vo:lui:?:¡ áe
Colhcted Papers.
En el momento de su muerte, acaecida ei: 195S, Schu-z estaba pre­
parando una formulación siste ni a tica final de su posición. Este irana-s-
eritOj editado por Thornas Luckruann. se publicara en alemán con
título Die Struk.tu.ren der Lehe\\s:welt e irá seguido poi: urra ^aducción
inglesa. . . "
Los traductores han tratado en todo momento de seguir la termi­
nología establecida por Schütz en sus publicaciones ea inglés, o do lo
contrario, la que se usa en Coilected Papers. Donde Schütz utiliza
términos alternativos, nos hemos sentido autorizados para proceder a
discreción. Ya qne sunchos lectores desearán seguir la argumciUadón
de Schtitz más detenidamente leyendo las muchas citas que incluye
en el contexto, liemos utilizado estas últimas traducciones inglesa? : li­
cites de obtener, tomándonos la libertad de corregirlas sólo en \vs ca^os
en que juzgamos que de otro modo no se advertiría Jo que ¿JoM-lz
quería decir. A este respecto, nuestra decisión se basó en lo que crei­
mos qne sería nna ventaja importante para el lector, al poner a ru id­
ealice algunos de los escritos de Husserl o Weber que c;ui~á silo llegue
a conocer a través de esta obra.
Deseamos expresar nuestro agradecimiento, ante todo, a Use Sel.iU_~r
que nos alentó amablemente y nos ayudó ea forma ccnerera en cada
etapa de nuestro trabajo. Tenemos una deuda especial con el prctescv
Helmui Wagner, nuestro colega en eí Hobart College y en el Wiüjnm
:-rv¡ ex rd-añino de Schntz, que leyó e) primer capí lulo, formuló
cantidad de fisgcrcncias que hemos sdop'ado y nos prestó su ei/u-
' i:; ayuda en ’necbos otro5 pn rites. E l profesor T'h ornas Luchen ann. ex
ceiega nuestro en los mismos- estab3ecim ientos, nos dio también muy
•j'ile? eoníeios.. Lauto generales como específicos. También recibimos
dclfdkd.; y pro’íio .risesonxiv-cuio del profesar Fred Jíersten de k U ni­
versidad de Montana. Olins estudiosos que nos ayudaiou en determi­
nados puntos o que tuvieron la. bondad de hacednos conocer sus suge­
rencias lueron nuestros colegas. los profesores Daniel Fetrizzí y [obn
S. K!-:i y ee;gfse Müler y PerreiJ Payne: también el profesor ríurt
de ia Universidad trie Brandéis, Catby Waísh, Olga y Jríans
níc y ¿lobin dren, Per supuesto, ninguna de eslas personas es res-
pcnxaeíe cíe ios enores que pueda babev en el producto final. Nuestro
■::i el proiesor Donaid Schersr, nos dio una ayuda muy valiosa de
LdlüTaleza indirecta. Y no podemos olvidar ¿a concienzuda asistencia
•vp nos prestriron, por uo período de dos año? y medio, M u riel líoctge,
1 Farnswcrtli y otros miembros de las bibliotecas de los colieges
rioburt y W dliam Smith, y también eí personal do la biblioteca de la
Universidad de Cornell. Agradecemos a Jane Cor coran y a Bosemary
Currie per la extraordinaria competencia y paciencia can que nos aten­
dieron corrió secretarias y estenógrafas.
Debernos a los colíeges Hobart v WiJliajr Smith nuestro recono­
cí; denle p e ; 1?. beca que n o s acordaron, que facilitó grandemente
:J.CS^ f-í V i'^b ^"-1^
Desearnos iinabnenie dar gracias muy especiales aí profesor Jarnos
M, J\d:e, e>: colega nuestro y actual editor de ios Estudios de Fertome-
n-vlo-^v. y Filosofía Exislencial de la Universidad Northwestern y al pro­
fesor Leváis W hite Beck, de la Universidad de Rocbester. El amable
esvúindo .que nos brindaron nos decidió a emprender 3a traducción
del presente libro.

Geokce W a l s h
FpEnERics: Lehnebt
O ce p v n , N u e v a Y ork
S ^[_it r*' urc 0 o 1S06
INTRODUCCION *

Se Víí reconociendo gradualmente a Alfred Sclmtz como uno óe los más


importantes filósofos de la ciencia. social del siglo xx. El reconocimien­
to de su importancia coincide con una conciencia — que se extiende
mucho más allá del mundo universitario— deí carácter fundamenta! de
los problemas que él examinó. Dos de estos problemas son el papel
que desempeña ia objetividad respecto de la subjetividad en üqs cien­
cias sociales, y la naturaleza de la acción humana. Este libro contiene
un análisis exhaustivo de las dos cuestiones desde ei punto de vísta
fenomenológíco. Pero va mucho más lejos. Presenta un análisis tile-
sófico de la naturaleza de la ciencia social como tal. y suscita una
cuestión fundamental, a la vez que la contesta: la referente a si las
ciencias sociales pueden proporcionarnos una auténtica comprendo r* de
los seres liumanos, v en qué medida.
El problema de la objetividad respecto de 3a subjetividad va sur­
giendo con dramática importancia en nuestra cultura contemporánea.
Si el conocimiento objetivo de los seres Iranianos sólo puede lograrse
considerándolos como "tipos” que uno no debe ‘'plegar, estirar o muti­
lar” ¿no es entonces precisamente la objetividad, por definición, una
actitud y enFoque que no logra aferrar la realidad humana? ¿No debe
lograrse la verdadera comprensión de los seres humanos más bien en
un encuentro cara a cara, en la relación interpersonal, en el ‘"diálogo”,
en el “compromiso”? Alfred Scliiitz examina este problema, que es
hoy tan urgente, pera no lo hace de la manera profótica con que se jo
expresó con tanta frecuencia, como en el caso ele IJuber — poi más
valioso que pueda resultar tal enfoque— sino de una manera que es
sistemática,-exhaustiva y analítica. El problema de la naturaleza de
la acción humana, que está por supuesto vinculado con el de la liber­
tad, recibe hoy especial atención de más de una. escuela filosófica.
Forma parle de la cuestión más general respecto de qué es lo que
distingue al ser humano como tal, y en ese sentido pertenece a la
antropología filosófica. SchiHz, en liu ariátísis original y amplio, y/¡-cida
la acción, con el resto de nuestra experiencia, con el significado y con
nuestra conciencia del tiempo.. Su conlTibución en este sector, incluida

* Erla 3dtraducción pertenece' a la versión en inglés, publicada per i'\nr¡!i-


ivestem Universíty Press, 1967, que hemos creído <le iníerá; incluir e;: esin edi­
ción. [.E.]
s;_i lIT s Ld ij c -í ó h , ya clásica, entre uviQtiyps-p^ia'| y fmut¡vos_~porque'j, esti­
muló una considerable discusión filosófica.1
Der shu-ih-ufle Aufbau der sozialen W eh ( ‘\La construcción sígni-
fieabva del mundo social”) consiste en sustancia en uu estudio feno-
¡¡jenológico de los concebios básicos de las ciencias sociales. Pero la
'¡.ame GLi que está moldeado es la de. un “prefacio” fenomenológíco “a
la sociología comprensiva'', es decir, la sociología de Max Weber. Esa
ferma es lo que hace qne el libro resulte algo difícil para el lector
angloamericano, cuya familiaridad con Weber puede limitarse a sus
estudios históricos monumentales y concretos. D e manera parecida, el
lector que ignora la fenomenología experimentará, a su vez, dificulta­
des, Sería imposible, dentro del alcance de una introducción de esta
naturaleza. exponer ios conceptos básicos de Husserl o de Weber, y
mucho menos presentar los de ambos. Por suerte Scliütz es un expo­
sitor magistral, y si se signe cuidadosamente sn argumentación dará
hasta a! lector menos informado, si tiene la tenacidad necesaria, una
comprensión elemental de las dos posiciones de que se trata. Como
a lo largo del libro hemos utilizado traducciones inglesas de Husserl y
de Weber que pueden conseguirse con facilidad, es posible encontrar
todas 3as citas,, leerlas en su contexto !y utilizarlas como punto de par­
tida para estudios posteriores.
Puesto que el propósito de esta Introducción es prestar toda la
ayuda posible al lector que se aproxima por primera vez a Schütz,
la dividiremos en tres partes, de desigual longitud. La primera tratará
brevemente de la vida de Schütz y de su carreta intelectual, la segunda
esbozará, aunque en breves trazos, los antecedentes del problema que
implica la distinción entre jas Geisfeswíssetisck-aften fciencias del espí­
ritu] y las Natiirvjissenschaften [ciencias de la naturaleza], tal como
las conciben Dilthey y la Escuela Alemana del Sudoeste, y la tei'cera
proporcionará una sinopsis analítica de los primeros cuatro capítulos
de Scliiit?. El material de ía segunda parte está destinado a orientar
¿d lector respecto de la manera en que Scluitz plantea el problema en
el capítulo T. La tercera parte servirá como guía para ayudar al lector
a abrirse camino a través de una argumentación extremadamente com­
plicada pero progresiva. Esta sinopsis carece, por supuesto, de signi­
ficado sin el texto, pero creo que resultará valiosa para el lector como
medio de referencia entre partes del libro e instrumento que le per­
mitirá controlar bn uro^reso. LTna vez captados los conceptos del capi­
tulo IV. se comprenderá la posición metodológica fundamental de
Schütz. y se desarrollará sin dificultades la argumentación contenida
en el importante capítulo final.
El enfoque expositivo de esta Introducción resulta necesario por
el hecho de que el libro presupone un conocimiento previo del cual no

1 C:_ Lewis w . Eeck. “Agent, Actor, Spectator aod C rilic', The Monist,
aU'-:, VLr %.
puede disponer el lector angloamericano de lioy. Esto octnre rancho
.menos con Jos escritos posteriores de Schütz- La Introducción es. enton­
ces, una mera herramienta que el lector puede utilizar o dejar de lado,
según sus necesidades.

I. Vida y carrera de Schütz

Alfred Schütz nació en Viena en 1399. Estudió leyes y ciencias socia­


les en la Universidad de Viena. Entre sus maestros se contaban eru­
ditos de fama, como Hans K el sen, el filósofo del Derecho, y Ludv-lg
von. Mises; el economista de la escuela margfoalista austríaca, que luego
llegaron a ser bien conocidos en Estados Unidos. Estudió también
bajo la dirección de eminentes sociólogos como Friedrich von Wieser
y Othmai: Spann. Schütz se interesó desde muy temprano en la cbra
del más grande de los sociólogos alemanes, Max Weber; especialmente
en el intento que éste realizó de establecer un fundamento metodoló­
gico coherente' para las ciencias sociales. La primera formulación que
Weber hizo de su posición al respecto 2 suscitó una crítica agudamente
polémica por parte del maestro de Schütz, Ludwig von Mises." Schiüz
consideró que esta crítica se justificaba en parte, peso que también
señalaba el camino hacia un concepto tnás defendible de los “tipos
ideales", en pos del cual Weber mismo parecía estar trabajando. La
percepción de los problemas lógicos implicados er. el concepto de tipos
ideales y en otras.ideas cíaves~'cie~Weber impulsó a Schütz a realü.,u
un análisis filosófico exhaustivo de toda la posición metodológica de
este autor. Comenzó a ver que su posición tenía serias ambigüe­
dades. E l ,enfoque de Weber se basaba eu su concepto fundamental de
significadct j Smn fTquc~s e_suponíá' Cafa cierís tico .de la acdón 1; miara,
por'oposición a la mera conducta réacdivS7~vr^ ^ - tá iT ijíé n se^supónía
abierto a la compreusión interpretativa (Verstehe-n) por parte del soció­
logo. Schiitz encontró que este concepto, y todas las ideas qne depen­
dían de él,- eran ambivalentes. Al buscar una teoría coherente del
significado, la encontró en Husserl. Aplicando a ía accióji ej ccneepto
de significado de Husserl, pudo refoifrililarólos^fdnaamentos di: !•
sociología comprensiva, o sea en otras palabras, darle un fundamento
fenomenológico. El presente libro expone el resultada de esta varea.
Aunque recibió de Husserl el aporte principal, S.cliütz: aprovechó _lm¡v
Jbi én a fondo el análisis jjueJmee-jÜergscn aeerea-dé la-manera en qre Li
comen te_deJa--conciencia--es. .modificada,por,. el fenómcrio dt:. la .aten.-,
eión. En esté punto Schiitz estaba atraído por el dualismo de Jíergso"
entre vida y pensamiento, que él compartía en cierta medida. S:;i

2 C f. " ‘ O h je c t iv 'ity ’ i]i S o c ia l S c ie n c e a n d S o c ia l P c lic y " . en 5 / r¡re W e b e r r;r:


1-1¡e M e t í i o á o l o g i j o f í h eS e d a l S c í ü n c c s , tip.d. y txj’inp. p o r ü / i w a r d A . y ]Jc:i-;v
A . F i n c h ( G le n c o e , í l l . , 1 9 4 9 ) .
3 U n a id e a d e la p o s ic ió n d e M ise s p u e d e ciarla s u o ljr a R - n u m n iN ’ s v
■ H aven , 1 9 6 3 ) , p á g s , 3 0 - 32 , 5 9 - 64 . y e s p e c ia lm e n te p á g s . S J- 6 2 , 2.51-55 y J.2 tt
omoargo. era básicamente un fenomenalage y de ninguna manera se
ser. lía orientado hacia. la metafísica bergscniaua. Cuando Schütz ter­
minó ja ohuú dedicó un ejemplar de ella a Husseri, que le contestó
el o de mayo de 1932: “'Estoy ansioso por conocer a un fenomenólogo
tan serio y completa, uno de ios pocos que han penetrado el núcleo
de; ai significación de la obra de toda mi vida, cuyo acceso es infortu­
nadamente tan difícil, y que promete continuarla corro representativa
de la auténtica philosophia perennísf óuico futuro posible para la filo-
solí^.'5 Aunque Schütz vi si 16 , f r ecu en terneu te desde entonces a Husseri
í?w Frfburgo y participó en muchas discusiones del círculo fenorueno-
;óg;cc ele esa ciudad, y aunque mantuvo correspondencia con Husseri
hasta la muerte de. éste, d o pudo aceptar, por razones- personales, el
ofrecimiento de un, cargo como ayudante suyo. Schütz dejó Austria
ames de la ocupación, nazi y permaneció eu París un año antes de emi-
giar a lisiados Unidos. Llegó allí en julio ele 1939 y poco después
ocupo un cargo en la .Facultad de Graduados de la Nueva Escuela de
Investigación Social de Nueva York. Fue también designado miembro
del constio ds redacción de Fhiloscphy and Phenomenological Ee-
FO-urck. En su nueva vid.a en Estados Unidos no sólo tuvo el placer de
•i • .l ¡i-r un •: * '.acto confiante con colegas que habían estudiado con
L-i-.i6i.cr-, tai-es como ArorvGnrwifsch y Dorion Cañ/ns, sino que tainbién
encontró otras fuentes de inspiración. Una de ellas fue el pensamiento
del envínente pragmatista George Herbert Mead, cuyo interés por el
análisis dei significado en la interacción social corría parejo con el de
Schütz, aunqi-c había llegado a él por un camino completamente dife­
rente. Schütz amplió su espíritu en el ambiente norteamericano, y
or.de sintetizar hasta un grado único el rigor y la disciplina de su
pusado europeo- con Ja mayor informalidad y apertura a la experiencia
qne caracterizaban a su nuevo ambiente. Esto, combinado con úna
personalidad cálida y encantadora, hizo ele él un objeto de admiración
y afecto para sus discípulos y colegas. La catrera de Schütz se vio
interrumpida por su prematura muerte, en 1959, cuando estaba prepa­
rando una formulación final de su posición tal como se había desarro-
’í' • 'i en ios mochos anos transcurridos desde la publicación de este
s.UM’O.

II. L a dlítinc-ién entre les? c is n e k i-í d e l e sp íritu


y los ciencias de la nttiunilezfí
E! siglo >:ix había asistido a un gran florecimiento en Alemania de la
erirdsc-icri histórica, la economía y ei estudio de las lenguas y las insti­
tuciones. No es sorprendente’ que comenzaran a suscitarse problemas
cósicos acerca de la “falta de certeza” y, por lo tanto, del carácter
supuestamente no científico de. estos estudios- en contraste con las
cómelas naturales. Se formularon también otras cuestiones igualmente
básicas acerca de las relaciones recíprocas de ta.es disciplinas y Jai
que tenían "con la filosofía. ¿Se ocupaba alguna de ellas, o todas, por
ejemplo, de leyes generales? ¿Podían ser realmente objetivas y estai-
libres de supuestos de i'alor ( 1x-ertfrei)? Algunos se siu:í ero n atraídos
hacia la res puesta de los positivistas y de sus aliados, tal como ja
expresa John Stuart M ili en la rotunda declaración que estampó al
comienzo del libro VI de su Stj-stem o[ Logic: “El estado de atraso en
que se encuentran las ciencias morales sólo puede remediarse aplicán­
doles los métodos de la ciencia física, debidamente ampliados y gene­
ralizados."
Aunque la ‘lógica de las ciencias morales" de Mili y toda la ideo­
logía que ía rodea resultaba, como liemos dicho, atractiva para algunos
espíritus, -encontraba sin embargo oposición de una naturaleza real­
mente básica y fundamental. Los líderes de esta oposición fueron
Wilhelm Dilthey, Wilhelra Wíndelband y Heinrtch Rickert. El primero
era un pensador esencialmente solitario, que combinaba en su perspec­
tiva elementos del humanismo romántico de Lessíng, Novaba y Goethe
con elementos del neokantismo. Los otros dos eran líderes de ía así
llamada '‘Escuela Alemana del Sudoeste (o de Badén) ”, que debido a',
extremo énfasis que ponía sobre ’a actividad de la mente en el c-^r-o-
cimiento y sobre la prioridad del valor, se llama a veces neofichteana.
Las primeras obras en que hicieron conocer sus puntos de vista carac­
terísticos fueron: Dilthey, Einieitung m die .Geistesvjissensclwftzn, 18S3:
Wíndelband, Geschichte utud Nnturw'issenschaften, 1804; y Ríckert, Die
Grenzen der natunoissenschaftlíchen Begriffsbildung, 1002.
Estos tres pensadores estaban de acuerdo en qne existe una dife­
rencia fundamental entre las ciencias naturales, por una parte, y dis­
ciplinas tales como ]a historia, la jurisprudencia y la economía, por
la otra. Pero disentían respecto de la naturaleza de la diferencia. DíJtliey
y Rickert son los más importantes de los tres, y a ellos limitaremos
nuestra atención.
Dilthey sostenía que la distinción- era de contenido. Por esta razón,
insistía en utilizar el término Geisteswissenschaft-en. La historia, =a
economía y la jurisprudencia estudian el espíritu del hombre [Geist}
en contaste con la física y la química, que estudian procesos exiemes.
Por supuesto, el objeto de estas "ciencias del espíritu” es el espídln
del hombre como algo objetivo {objéktxoer Gsistj, o sea, com o un
sistema de productos culturales e instituciones, finito coi* los signifi­
cados que ambos tienen. Pero lo importante desde el punto de vísta
de Dilthey. es que el espíritu es fundamental. A su vez. [o más impor­
tante en el espíritu es la Erlebnis: ía experiencia vivida o inmediata, 3a
vivencia. Esta vida interna e íntima alcanza una expresión exterior
- (Aitsdmck), como ocurre en el arte. Interpretando esta expresión exte­
rior en función de lo que yace detrás de ella, llegamos a comprender
(verstehen) a los otros. Lo hacemos reconstituyendo nuestra propia
experiencia interna “en” la otra persona al ^interpretarla”. < La com­
prensión es entonces un “redescubrimiento del yo en el tú" {das
Vsrzi&Jihi Ut ein Wiederfinden des ích im D u ).* Esta comprensión de
¡os otros entonces, el paradigma. por decirlo así, del conocimiento
que caracteriza a las ciencias sociales.
Aunque es posible que Dilthey ejerciera cierta influencia sobre
Hchürz, parece haberse lisiado más bien cíe sugerencias aisladas, puesto
que Sciiiuz estaba de acuerdo con Weber en que el enfoque básico
de Diilhey 310 era científico.
Síü embargo, Ricbert influyó en medida considerable sobre Weber.
Debemos tratar ahora de esbozar (aunque sea era forma inadecuada,
como es forzoso tratándose de unos pocos párrafos) )a posición funda­
mental de Kickert.5 Rickert rechazaba el término GeistesiDíssenschaften
y lo instituía por Kultufio-issenschaften. El objeto de los estudios cul­
turales no es el espíritu como tal, señalaba, pues el espíritu puede
estudiarle igualmente mediante los procedimientos de la psicología
experimental. Ese objeto lo constituyen más bieu los productos culta-
mies y las instituciones. Son estas dos cosas y sus significados lo que
íratíu'L de C03iipreuder las ciencias culturales, y no procesos psicológicos
internos. E 31 realidad, las ciencias naturales y las culturales son mera­
mente. dos modos distintos de imponer ía trama* del conocimiento con­
ceptual a nna '‘multiplicidad .inconmensurable” eu su origen. Cuando
.se orgíurir.an los datos en función de leyes generales abstractas, tene­
mos ir-ts ciencias naturales. Cuando se los organiza en función de la
comprensión de datos individuales concreios que están imbuidos de
significado, e; resultado son las ciencias culturales.
Pero tales significados 110 pueden comprenderse sino en I-unción
de valores. Las ciencias culturales deben, por lo tanto, ocuparse de
valores. Mas solo pueden hacerlo adecuadamente en función de una
ciencia objetiva de los valores. Esta, a su vez, sólo puede provenir de
una filosofía de la historia. Los valores no son reales, sino que tienen
moramente validez (Geltung). E 31 cierto sentido, el valor puede con­
spirarse como el opuesto polar de la actualidad. En función del valor
enfocarnos la actualidad y ía organizamos* Nuestros valores determinan
nues-io punto de vísta.
La influencia de Rickert sobre Weber reside fundamentalmente
en el concepto de la actualidad considerada como una multiplicidad no
organizada, que se enfoca Juego desde el punto.de vista de ciertos
intereses o \ T
alores y se organiza así en un sistema conceptual. Sin
cmb;-rgo. Weber insistía —-como muestra claramente Schiitz— en el
hecho de que en un sentido totalmente distinto la ciencia es perfec­
tamente objetiva y libre de valores ( toertfreí). Una cosa es formular

Wiibelm Diitheyv. Gesüííjjfjeifí ScJífífteíi (Stuttgavt y Catinga, IÍj58,), vn,


1S í . :J ia y '/C isió n destello n a : O bras-, M éxico, F o n d o d e C u lt u r a E c c u ró m ic a , 1 9 44
y s?£,-k;'.ie3.]
1 C í . íle iiiv k - li H i' k e r l, S c i e n c e a n d H ísto rij. tr a d . de G e 01'ge E.eisniísn, r r jju j;.
p f íi Ltl r : C o c c la id ( P r in c e ío n , V a n N o s ír íi^ d , 1 9 6 2 b
preguntas en términos de u n valor o interés., y otra completamente dis­
tinta es contestarlas en tales términos.
La estructura general del marco intelectual en el que piar.Lea
Schütz sus problemas básicos debería resultar ahora clara hasta derla
punto. Podemos pasar ya a nuestro estudio sinóptico de las tesis -j-H.i -
eipales que Schütz presenta en sus primeros cuatro capí Lulos.

III. Síntesis de las teris fundamentales de Schütz 0

El libro de Schüiz se divide en unco capítulos. El capílidu I se ocupa


de los anleced entes sociológicos de los problemas básicos que ¿l se
propone enfrentar. La priínera cues?.ion planteada es la relcientc- a
ía naturaleza de la sociología y a la metodología apropiada para ei--.
ciencia. Schütz esboza brevemente las maneras de plantear ]a cuestión
y las diversas respuestas ofrecidas en la sociología alemana has La la
época de Max. Weber. Analiza luego críticamente los conceptos ílir.-
dámentales que se cncuenfranjen Ja Jntreduceión-.me.todológica ..a la
obra Wir¿^c/iQfFtm cn^^^c^afLde..W fibei_iA cepta el axioma do Weber
de que las ciencias sociales deben estar libres_.del valor, T am ban
accptajel indivídLiaIismo~ir^etodoi¿^LCO d e W eber y su atinm eión do
que los^^nom^aVIociaTós-Hebeit eiitent^rse^propÍLuriento en función
de tipos jdeales. Y no sólo acepta sino que acentúa el punto de vista de
Weber, segim él cual las ciencias sociales se ocupan esencialmente
de la acción social,, definiendo el concepto "social" en fruición de una
relación entte la conducta de dos o nvás personas, y el concepto de
“acción” como conducta a la cual se adjudica un dignificado subjetivo,
[Una acción social es , entonces, una acción que se orienta lia cía la^cpií-
jfucta pasada, presénte o^fultu/a de otra persona o personas. ¡ El modo
especifico, de orientación es su siginTicado~si?újetÍYO; Ia*veríganza cons­
tituye un ejemplo. Pero la coincidencia de Schütz con el prnto de vista
fundaniental-.de.Weber hace tanto más profundo su disentimiento ccn
lo que él considera como ambigüedades sistemáticas de los conceptos
básicos de este último. No nos proponemos dar aquí un esbozo deta­
llado de !a crítica que Schirtz hace de Weber. Es necesario, más bisa,
leer todo el libro, y analizar con detenejón las partes de el que se
ocupan directamente de Weber, antes de poder apreciar la plena fuerza
de ia argumentación. Baste decir que sí bien coincide con Web?" en
que la función esencial de la ciencia social es ser cov¡ ¡a es decir,
.comprender el significado subjetivo de la acción social, Wobc-r no ha
logrado formular claramente, según Schütz, las características esenoia-

15 Esta sección debe runcho, tanto en inspiración cc-:i:c s;; c:eLaLi-e, ai n:-si.i¡rc;:
justamente famoso de A)fred Stonier y Knrl linde, titulado: “A Nev.- Aopioaca tu tas
Metlioclulogy of Üie SocifiJ Sciences', Jicon árnica, iv' (P-jí^b i>ágs- 406-23. S:-:
b a r g o , d if ie r e J e éste e n ei e n iu q iie y s e íip-i rtu r a d ic a lic e n Le d e él s?rt s i g u í e s pi;\:u:s
d e t e n im io lo g ía .
!t.= de la c ^ r s i v c n '( Ver-tienen), del significado subjetivo (gemewter
íríñr~T^~tjV¿r-i Ja acaión {Hartdeltr'). Opina Schütz que esta imprecisión
es t.uf~cür:síderable que debilita seriamente los fundamentos de 3a
sociología comprensiva. En electo, el concepto de significado subjetivo
es La formulado en forma lan ambigua que no resulta ea absoluto claro
si el punto de insta ene se busca es el del actor mismo o el del obser-
nr¡do:’ sociológico anónimo. En la medida eu que el sello de calidad
de- la ciencia es ja. objetividad ¿cómo puede buscar la ciencia social
' :-:gnif;cLido subjetivo? ¿Siendo objetiva acerca de Jo que es por natu-
i'LiIeza subjetivo’3 Pero la tentativa misma de hacer’o implica una tnub
dtod de pvob’emas. En primer lugar está la insistencia de Weber en
cp.-e la objetividad en las ciencias sociales sólo es posible mediante
el uso de- cipos idéale?, ¿Pero cómo pueden penetrar los conceptos típi­
cos ideales en el sigmímado subjetivo de los individuos? ¿Cómo puede
¡bv;¡Ti¡oí el concepto de “empresario71 a comprender lo que tenía en
sí; meóte un memader bostoniano del siglo xvui cuando compraba un
t-'V ¿V mejora en algo Ja situación agregar el adjetivo ‘‘calvinista"’
d C ¿ s del sustantivo “empresario’? Y luego está la cuestión de la uni­
dad que La y qne entender, es decir, la acción. ¿Citando comienza la
acción y cuándo termina? En suma, ¿en qué lapso se ubica? ¿Podemos
descubrirlo limitándonos a observar los movimientos físicos de nna per-
scx:¡a. cuando gira la perilla de nna puerta* por ejemplo? ¿Está “abrien­
do ía puerta”? Pero podría ser un cerrajero que "prueba el cerrojo”. O
un actor que ensaya su parte en una obra. O un hombre que ejercita
si.mp-einenie su mu ñeca. ^Cuánto tiempe» tenemos que esperar basta
p o u d o e é : que hemos 'observado su acción"’? Quizá sería mejor pre-
íp.m-.ar al hombre une está haciendo con ia cerradura. Plasta podría
conicsnn ene jjQ .sabia que estaba haciéndola girar. Y así, si no le
im birlemos peguntado, nunca habríamos sabido qne no se trataba en
acscioto de una verdadera acción sino de un segmento de conducta de
alg-den cuya mente estaba en otra parto. ¿Es posible que ni siquiera
podamos dermir un espécimen de objeto unitario de una ciencia de
acción, sin abandonar con ello el pí'pe.l de observadores y transfor­
mamos en participantes en una relación social? ¿Qué se gana y qué.
se pierde con. tal cambio de papel? Si nos transformamos en partici­
pantes ¿perdemos nuestra objetividad? Si nos mantenemos como meros
observadores ¿perdemos el objeto mismo de nuestra ciencia, es decir,
el significado subjetivo de la acción? ¿Hay ai gima manera de escapar
de este dilema? ¿Cuál es el status epistemológico de la interview? Para
comprender eí significado subjetiva de una acción, ¿debemos compren­
der su motivo? ¿Pero con la palabra “motivo" queremos significar el
equilibrio de factores ambientales hereditarios que hay detrás de la
acción, a el pían que el agente tenía en su mente en el momento
de !:-i acción? ¿En qué sentido es “libre5’ un individuo? ¿Está su acción
en cierto modo determinada por su tipo ideal, o hay un sentido en el
cual pueda ser "transcendente al tj¡.xC?
Todas éstas son preguntas que Schütz formula a los conceptos
básicos de ía sociología c o m p re n s iv a - y encuentra que tales concep­
to? u o logran proporcionar una explicación coherente de sí nvsraos.
Constituye- obviamente una explicación externa y mecánica de Ir: acción
decir que ésta es un mero “curso de conducta’’ a I cual, áe alguna ma­
neja, ‘ se adjudica significado subjetivo”. Puesto que. ni siquiera pode­
mos lim ar el esquema temporal de la conducta externa sin presuponer
ya su significado, resulta claro que es esencial realizar una
ción filosófica exhaustiva de la naturaleza de la acción pera peder for­
mular de modo coherente la materia propia de les ciencias soclrdas y
su metodología.
-Ahora bien, puesio que Scliütz'coincide con Weber en que la acción
se define medíante el significado, el primer paso positivo de sn teoría
consiste en establecer un concepto de significado. En esta etnpa confía
en gran medida en Husserl. Su originalidad se hace visible eri la elupn
siguiente, cuando procede a definir el concepto más específico de '‘el
significado de una accioné
Con elementos tomados de Uusserl, pero también en gran medida
de J3erg-son. Scbüt2 se ocupa en el capí tojo Jl de 5a 'corriente de !a
conciencia” en sn búsqueda del origen del significado. "Aquí y sólo
aquí ■ —dice—f en el estrato más profundo de la experiencia que es
accesible a l a ' reí.exión, debe buscarse la fuente última de los fenó­
menos del significado [S-inu] y ía comprensión [Versteken}” Lo que
se da primordial mente a la conciencia es una corriente iniutemmipida
de vivencias {Erlebnisse), de cualidades heterogéneas sin límites o
contornos que crecen, disminuyen y se transforman gradualmente unas
eu otras. Los emítemelos de esta comente de 5a conciencia no tienen
significado en sí mismos. Sin embargo, pueden dividirse en pasivos y
activos. Un ejemplo de vivencia pasiva sería una sensación de roio.
Un ejemplo de vivencia activa sería ei dirigir la atención a la sensación
de rojo, o quizás el reconocimiento de ella como algo experimentado
antes. Schütz, siguiendo a Husserl, utiliza e] término ''conducta”
(Verhalten) para designar a tales vivencias ^espontáneas”. También
se refiere constantemente a ellas como “Actos” (A/cíe), palabra que en
este sentido escribiremos siempre con mayúscula.
Todas esas vivencias, sean pasivas o activas, carecen de significado
e identidad discreta- Eu el momento en que realmente se Íaí vivencia,
no nos son dadas como entidades separadas y disiinias. Sin embargo,
una vez que ban retrocedido un poco hacia el pasado, es decís, que
lian “transcurrido”, podemos, darnos vuelta y aplicar sobre ellas uno
de los actos de reflexión, reconocimiento, identificación, etcétera, men­
cionados anteriormente. Una vez que la vivencia ha sido captarla en el
'cono de luz” que emana del yo. "se destaca” de la corriente de la
duración y se vuelve clara y díslinta, es decir, una entidad discreta. IT,o
ese momento y en virtud deí acto de díngivse-bacia iZ\;<c-¿nrf(;u.g} la
experiencia adquiere significado (Súm). El proceso de dotar de ¿ig-
nificada puede. compararse a 3a preparación de un objeto pava verlo
en c¡ ímerus copio. Así como el espécimen pierde algo cuando se pre­
para el portaobjetos, es decir, la vicia misma, también en ía asunción
ele significado la experiencia pierde algo de su concretez viviente,
inmersa en la duración. Y es importante comprender qne no sólo las
viveneitis pns'-vj.s sino también las activas pueden enfocarse asi y con­
gelarse bajii el rayo de la atención. Por lo tanto, de una original duali­
dad dentro de -a corriente de la conciencia, es decir, la existente entre
vivencias pasivas'y activas, Schütz ve surgir otra dualidad, entre viven­
cias L¡Lie son significativas o portadoras de significado y las que care­
cen de él.
. El yo no puede adscribir significado a ninguna de sus vivencias
mientras están ocurriendo realmente/ Existen. en verdad, algunas viven­
cias, las mas cercanas al núcleo de la propia personalidad, a las cuaEe-s
nno puede no rdscribir nunca significado. Tero es posible atribuirlo
:¿ la Liüyor'Kt de las vivencias en forma retrospectivo-. Sin embargo,
también podemos felizmente asignar significado en forma -prospectiva
a vivencias futuras. "No podemos reproducir aguí el tratamiento extre­
madamente complejo que hace Schütz del problema referente a cómo
amiemamos las vivencias futuras. Sin embargo, la visión del futuro
residía esencial para el concepto de acción ÍUaixdeln). La acción es
conducLa dirigida hacia la realización de un determinado fin futuro,
Pero. come hemos visto, lo que se representa como determinado, es.
decir, como completo y bien definido, debe poseer un elemento de
preíericidüd. El fin de la acción debe poseer entonces un elemento
de fatalidad y un elemento de pieiericidad, Selnitz toma un termino de
3a gramática para expresar esta situación compleja. Dice que represen-
tamos el fin de la ficción "en el tiempo futuro perfecto"’ {modo ftrfu-ri
exceti). Esto significa que el fin, o acción completada, se representa
como pasada y terminada pese a que sólo la estamos anticipando. Un
ejemplo sería el de salir de casa para visitar a un amigo. La viska
ai amigo se representa como pasada y terminada aunque sólo estemos
en camino hacia su casa. SehuLz llama a la visita así representada el
"acto" {¡landUnig), palabra que'en este sentido escribiremos siempre
con minúscula.'-'Aparece así olm dualidad: la existente entre la acción
en curso y el acto cumplido. .'Tomando un término de Heidegger,
SehiUz llama al acto completado, representado así en el tiempo futuro
perfecto, "proyecto (Entíourf) de la acción”. 'L o proyectado —dice
ScIilUz-— es el acto que constituye el fin de la acción y qué llega a
ser por obra de la acción/’
El proveció es entonces un complejo o contexto de significación
ÍSin;iz~istnmner]hang) dentro del cual cuaíquiera de las fases de la
acción en curso encuentra su significado. Es conveniente considerar
el propósito de toda la acción, dejando de lado cualquiera de sus fases.
Al primero se le llama el “motivo-para" ( Vin-zii-Motiv) de la acción.
Scliürz lo distingue netamente, a su vez, del “motivo-porque’> (Yt-'etí-
Mu ir':?), o sea un hecho que yace en mi pasado, y me 13evo a ptove^iai
este acto particular. El motivo-porqué salo se capta retrospectivamente,
mientras: que mi acto completado'yace ahora realmente oí) el picada,
sis motívo-porque se ve como ubicado aun más atrás en el pa¿ado o.
como dice Schütz, se Ic representa en e'- tiempo pluscuanmcnecto
(modo pti!sqtfamperfecti). Por efpimplo, si yo abro mí paraguas cuan­
do comienza a llover, mi motivo-per que es la percepción de ía lluvia
agregada a mí conocimiento acerca del efecto que ésta produce sobre
la topa, etcétera. El motivo-para, por otro lado, es "ma.iitenerme sec o:J.
Todo el tratamiento que liace Schütz de la distinción ■cntye las de?
clases de motivos resulta particularmente interesante en vis?a de la
discusión actual acerca de la naturaleza de la acción lmmana T en vincu­
lación con el problema del determínismo y el libre albedrío.
En el capítulo IÍI Schut? trata, el p roo lema -de la comprensión
intersubjetiva. Acentúa que él. no se propone dar una soiueiúji a ja
crucial cuestión filosófica referente a cómo sabemos que existen oirás
mentes, que es el -problema, transcendental de h huersubjeticHlud. A
Schütz- le interesa más bien la manera en qne nos enteramos de ias
vivencias de los demás una vez que hemos postulado y dado por sen­
tada la tesis general del yo del otro,' Nos interesa aquí el modo de
comprensión de lo que es otro o ajeno a nosotros \Fremdoers^J\sn).
/Ahora bien, es importante notar aquí que Schiltz craza una distinción
. tajante entre la gemtma comprensión de la otra persona y la coticsp-
tuallzación abstracta de sus acciones o pensamientos, como de íai c
icual tipo. Esta distinción corresponde seguramente a una que todos
hacemos en la vida diaria. La caricatura del trabajador social en 7a
lamosa canción iuehuda en la película “Amor sin barreras’* (T ,-Ve$c S¡de
Story) constituye ur»a expresiva descripción de ía comprensión de los
seres humanos que se limita a este segundo. tipo de enfoque. Com­
prender meramente la clase general de acción que otro está realizando
sólo equivale a ordenar las..propias, experiencias en categorías, o sea
- a ío que Schütz llama; “a u to e h ic íd a c ió n Selb^ousiegnuíi.). Por o-ro
lado, la comprensión auténtica de la otra persona es nna cosa mis
concreta. Es nn tipo de percepción. Esto no significa que podarnos
intuir directamente las vivencias de otra persona. Lo que quiere dech­
es que podemos captar intencional mente esas vivencias porque supo­
nemos que las expresiones faciales y los gestos del otro son i:n “campo
... de expíes ion” de su vida, interna. Estn es lo que Soliütz llama la “pre
seneia corporal” o “carácLer coiporaimen te dadow del participe. El
factor crucial.es, en’’ -este caso, la simultaneidad. Sentimos que la
comente de la conciencia’ de la otra persona está ¿luyendo a -o largo
de una trayectoria que es temporalmente paralela a la nuesíra. Los
\dos flujos de duración están sincronizados y en la interacción sacia;

7 Cf. Lewis \V. Beck, op. cit Par?. r.ii tratamiento general desíic si pu;.tc- t.!?
vista, de Ja filosofía aiiJíiica, véase Sniar? íí&jnpdiíie- T'nought and Acíion [Nv.evíi
York, 19Ü0).
: : r engranarse. Es La es la esencia de ía relación inEerpersqnal, y
rss;J:a básica para, nuestro conocimiento cíe las demás personas. Por
supuesto, estamos en cierta, desventaja en nuestro conocimiento de la
vida interna Je Jos demás. En cierto sentido, este conocimiento es
indirecto y discontinuo. Tero Scliütz hace la interesante observación
de qne existe otro sentido en el cual podemos conocer mejor a. los
demás que a nosotros mismos. En efecto, poder nos ‘ observar* fas viven­
cias de los demás cuando ocurren realmente, mientras que tenemos
qne esperar, en el caso de Jas nuestras. a que transcurran para escu­
drinarlas cuando se retiran hacia eí pasado. Nadie puede verse en
acción, así como ..tampoco puede conocer el “estilo” de su propia per­
sonalidad*
El Freniáverstehen entonces, la verdadera comprensión de] sig-
7i\f\cadc subjetivo. Según hemos visto, debemos distinguirlo cuidado-
smneníe de la comprensión del significado objetivo/ Todos los objetos
en] "'ovales o "producios” pueden interpretarse olaje ti va o subjetivamente.
Si uno formula. poi ejemplo, el juicio 2 2 — 4. este juicio interesa
lanío desde el punto de vista dé su “contenido^ lógico, que es nnn
p r o p o s ic ió n matemática intemporal, co m o desde el punto de vista de
p;jy qué es"a determinada persona fainada esta particular afirmación
en este memento d ido del tiempo. Sólo comprendiendo los motivos
del hablante captamos su significado subjetivo.
I-a distinción, entre significado objetivo y subjetivo tiene im pln
cae:cues deimklas para ?a metodología de las ciencias culturales. El
contenido sígiducativo de un producto cultural es independiente de su
• :■ Se lo considera como algo que puede crearse o actualizarse
.mpetid^nente por obra oe cu tdquiera o de todos. Esto es So que
ScLvitz. siguiendo a I-lnsserl, Mama *'¡u. idealidad del ‘puedo-hacerlo-
de-nue.'co' El creador de tal producto es concebido como "‘uno" anóni-
;vin, T •••- conceptos y leyes de la economía pura tienen este carácter
anónimo. iím cambio, los conceptos de la historia económica,. tales
como “capitalismo occidental” o "sistema de castas", sólo pueden coin-
prenderle en ‘unción de 'os motivos de individuos o grupos particula­
res. Los primeros concepto.? mencionados tienen valides universal;. los
óltirnos no. A; presentar esta tesis, Schütz trata de Lomar una posición
intermedia en;re Jas perspectivas polémicamente opuestas de Mas:
Wt;ber y Lnd\v~ig von Mises: Lo qne surge hasta abura es qne todas
c'encfñs culturales se ocupan da productos significativos y que-algu­
nas cío odas comprenden esíos productos de una manera más objetiva
y Luicnrma -que las otras.1 Es cuestión diferente saber,si alguna de las
ciencias culturales capta realmente el significado subjetivo en sí mismo.
Esto nos lleva al cuarto capítulo, de fundamental importancia, que
rroí da una fenen< en elogia del rr¿undo social en su verdadero sentido.
■Sólo se la formula en «bozo, por supuesto, ya que Sclmtz no estaba
poniendo en este libro más que los fundamentos d e .investigaciones de
o ;■:!■-l e. que esperaba que éü u otros realizaran con posterioridad.
- ■"'Como había mostrado Weber, el mundo social se comprende pro­
bamente en funcióu del concepto de “acción social”, que Schüf?; define
íhora como una acción cuyo motivo-pata contiene alguna referencia
r la corriente de la cnncieucia de otro./El motivo de la' acción puede
consistir simplemente en observar y comprender id otro, o en jetuar
¿obre el otro. La comunicación es un ejemplo de este intimo tipo ríe
iccion social., Si la situación es tal que existe una probabilidad obje-
iva de una transacción intencional reciproca o "referencia cruzada”,
sn ese caso existe una relación social. Hay tres tipos básicos de refa-
;ión social: una en la cual los dos partícipes se observan meramente
nno a otro, una segunda en la cual el primer partícipe actúa sobre el
segundo mientras' este último observa simplemente al primero, y una
tercera en la cual los dos partícipes actúan uno sobre otro, 5m em­
bargo, hay un cuarto caso, en el cual una persona observa a 5a otra
sin tratar ríe aduar sobre ella de ninguna manera, y esta seguida
persona no percibe la presencia de la primera. En tal caso se trata
de una relación social sino de observación .social en sentido estricto.
Llegamos ahora al punto más compleja de ?a contribución teórica
de Schütz. El cree que nuestra experiencia social integra un vv.s’o
mundo (s'cziale W e íí) que constituye una trama inmensamente com­
plicada de dimensiones, relaciones y modos de conocimiento. Ante
todo, distingue entre reafidad social directamente vivenciada y reali­
dad social que se encuentra más allá del horizonte de la experiencia
directa./La realidad social directamente vivenciada ( Uuuoeít) con­
siste en mis consociados inmediatos, que yo estoy percibiendo directa­
mente en el sentido ya observado. Aquellos a quienes no percibo
directamente se dividen en tres ciases. Primero está el mundo de mis
contemporáneos (MUtoeU), luego "el mundo de mis predecesores (Vcr-
tcelt), y finalmente el mundo de mis sucesores ( FoJgevselt). Mis con­
temporáneos se distinguen de los otros dos por el hecho de que
en principio posible que'lleguen a ser mis consociados.
Los modos de nuestra relación con !os demás difieren grande­
mente según los reinos sociales en que estos últimos “habifan". Por
ejemplo, bacía un consociado tengo lo que Schütz llama una '‘ovienta-
cicn-tú” (Díieinstéllung). Sí existe reciprocidad, resulta una situación
car/i-a-cara, y tenemos una "relación-nosotros” (Wirbexiehung). Den­
tro del mundo de la realidad social directamente vivenciada existe
una vinculación única entre observación y relaciones sociales. Ante
todo, puedo observar por supuesto a mis consociados en simulia-neidiuJ,
y esto me da una ventaja sobre cualquiera qne escé realizando obser­
vaciones meramente indirectas sobre ellos. Por ejemplo, estar presente
mientras un amigo habla es muy distinto de leer su carta. No solí.'
puedo captar el significado objetivo de sus palabras, sino que me es
posible oír eí tono de su voz y observar sus gestos y otros movimientos
corporales. Pero la diferencia no consiste puramente en que tenga
ante mí estos síntomas concretos. Existe r:na ventaja adicional: puedo
mirarlo a los ojos y preguntarle qué quiere decir. En otras palabras,
puedo 'transformar la observación social directa en una relación social
directa.
Mi conocimiento de mis contemporáneos, predecesores y sucesores
es, por otro lado, indirecto. En cuanto a mis contemporáneos, coexisten
conmigo en o] tiempo objetivo, sin duda, pero debo representármelos
en mui casi-simultaneídad más bien que percibirlos en uua simulta­
neidad reai. No veo sus movimientos corporales reales sino sólo s u s
producios, tales como cartas, etcétera. No puedo comprenderlos con
una captación directa (in Selbsthabe) sino a distancia y-mediante un
proceso infercncial peculiar, Interpretamos los productos como resul­
tado de tíil o cual proceso interno, de tal o cual emoción, de tal o
cual motivo-para, e interpretamos a los contemporáneos en cuestión
como personas de tal o cual Upo. En síntesis, al iníerpretar la conducta
de 3]nestros contemporáneos, recurrimos a tipos ideales, sean tipos de
cítiso-de-acción o tipos personales. El uso de tipos ideales no entra,
entonces, en escena cuando pasamos de 3a observación precíentífica
a la científica, sino más bien cuando pasamos de la experiencia social
directo a la indirecta.
Mis contemporáneos no son, por lo tanto, personas totalmente con­
cretas para mí, Su grado de concreten puede variar. M i amigo, a
quiso yo vi la semana pasada y que acaba de enviarme una carta, es
casi (an concreto para mí como si estuviera presente en persóna, Pero
e5 empleado ne correos qne sellará mi carta y cuya existencia solamente
supongo cuando la echo -en el buzón, es casi completamente ‘ anónimo".
Con un contemporáneo tenemos sólo una relación a distancia, una
relüc¡ón-eVios7s basada en una correspoudiente orientación-ellos relati­
vamente abstracta, que a su vez resulta posible por el uso de tipos
ideales.
Los tipos ideases pueden ordenarse en una escala de anonjmidad
creciente. Existe, por ejemplo, mi amigo ausente, su hermano, que él
me ha desciipto, el profesor cuyos libros he leído, el empleado da
correos, el parlamento canadiense, ‘entidades abstractas como Canadá
mismo, las reglas de 3a gramática inglesa, o los principios básicos do
la jurisprudencia. A medida que los tipos se liacen más nbstraclos»
nos vamos alejando, per supuestOj, cada vez más de los complejos sig­
nificativos subjetivos reales o de los contextos de individuos reales.
Hacemos onda vez mas uso de contextos objetivos de significado. Pero
éstos se refieren, por su naturaleza misma, a contextos significativos
subjetivos de mayor o menor anonimidad. Llegamos al final a la res­
puesta a esta pregunta crucial: “¿Qué es la ciencia social?'' La ciencia
social, responde Schütz, es un contexto objetivo de significado cons-

3 1£] término que iHiljzf: S'iui.z es Jhrbeziehtmg^ Ihr es pronombre cei^r.io-


>;í~! ele- persniift en alemán, por oposición a Du. Siguiendo Luc-kmonn he­
mos eMj'j!esn'lo eí "dislíincúcnierito” q-ie ese uso implica valiéndoncs de la tercera
¿)f-rsc::;i, "ellc-s".
truido a partir cíe los contextos subjetivos de significada y referido a
ellos. La herramienta, fundamental de la ciencia social,, como afumaba
Weber, es el tipo ideal. Aunque el Upo ideal eslá presenté en iodo?
los casos de comprensión indirecta de otra persona, tiene una función
especial en la ciencia social. Debe adaptarse a toda una jerarquía
de otros conceptos objetivos que constituyen el complejo lo La- del cono­
cimiento científico.
El lector tiene ya a s\i disposición un esbozo det aparaLn eoncep-
tual que Schütz aplica, en su capítulo final, al ttslamicnlo de ‘los
problemas básicos de la socioEogín comprensiva”. El esbozo sólo cons­
tituye, por supuesto, una guía y para comprenderla se requiere una
lectura cuidadosa de3 texto. -Sin. embargo, una vez captado el aparato
conceptual en sí mismo, se verá que las propuestas realizadas cor
Schütz para aclarar las ambivalencias que yacen eu la raíz de ’os con­
ceptos de.Max Weber se deducen muy fácilmente y son bien dignas
del exhaustivo análisis íenomenologíco que las ha precedido. Fd lector
tendrá entonces a su disposición un verdadero prolegómeno fennme-
nológico a las ciencias sociales.

G iü o r g e W a l s ií

Gene va, Nueva York


Eneró de 1967
PREFACIO DEL AUTOR

E s t e estudio se b a s a e n e3 a c e n t u a d o interés que durante muchos arias


dediqué a los escritos teóricos de Max Weber, En ese lapso llegué a
convencerme de que si bien el enfoque de Weber era correcto y éste
había determinado en forma concluyente el punto de partida a de-
cuado de ía filosofía de las ciencias sociales, sin embargo sus análisis
no profundizaban bastante como para establecer los únicos fundamen­
tos sobre los cuales deben resolverse muchos problemas importantes
de las ciencias humanas. Sobre tocio., requiere análisis exhaustivo ei
concepto central de Weber referente a la significación subjetiva. Guan­
do él lo dejo, era poco más qne el t i t u l o de una cantidad d e impor­
tantes problemas que no examinó en detal'e^ aunque es difícil que
no le fueran familiares. Casi todos esos problemas están estrechamente
vinculados con elJ§nómqno.-de,la vivencia.-de. tiempo (o sentido interno
del tiempo), que sólo puede estudiarse mediante la más rigurosa reile-
xión filosófica. Sólo después de haber captado la naturaleza de la con­
ciencia interna del tiempo podernos abordar la complicada estructura
de los concepto? de las ciencias humanas. Entre esos conceptos esrán
los de la mterprefadoii _dejas^viyendas de.uno mismo y de los demás,
el establecimiento.y ía-interpretación .del significado, el símbolo Y el
síntoma, el motivo y el' proyecto, la adecuación del significado y la
adecuación causal y, s o b r e todo, l a .._naj.malej5a_.de_,la formación de con­
ceptos. de ;tipos,ideales, sobre l a cual se basa l a actitud misma de las
ciencias sociales hacia su objeto propro. Todo eso debe acompañarse
con investigaciones muy detalladas y laboriosas que. sin embargo, son
inevitables para poder aclarar el tema básico de la metodología de ¡as
ciencias sociales. S ó f o tal clarificación de la naturaleza hasta ahora
oscura del feuómeno en que se enraíza el ser social puede garantizar
una captación precisa diel método científico de las ciencias sociales.
Sólo nna teoría /ilosóficaníente fundada del método puede exorcizar
los psendoproblemas que actualmente obstaculizan Sa investigación
en las ciencias sociales y especialmente en ía sociología,
i En esta obra he tratado de rastrear las raíces de los problemas
; de las ciencias sociales haciéndolos remontar a los .hechos íundimen-
Vídes d e j a yida_.consciente. De importancia fundamental para esta
investigación son los estudios de E erg.son y Iiusserl sobre et sentido
iruerno del tiempo. Sólo cu la obra de estos dos pensadores, especial-
mente en la fenomenología transcendental de Husserl, se ha estable­
cido na fundamento suficientemente prafmido sobre cuya base puede
aspirarse a resolver el problema del significado.
Tengo Lacia estos grandes filósofos la más profunda admiración,
y por ello estoy consciente de que en gran medida el presente estudio y
¡oda nú meditación dependen de la obra por ellos realizada y de la
de Max Weber.
Deseo expresar mi profunda gratitud al profesor Tomoo Otaka
■Je U n iv e rs id a d de Keifo, en Japón, por ía profunda' rompí1cesión
que ha m ostillo hacia mi pensamiento y por su activa ayuda, sin la
cual hubiera sido en verdad problemática ]a aparición de este libro,
en tiempos ian difíciles. También deseo agradecer a Félix Kaufmann,
profesor de ¿a Universidad de Yieua, que compartió y p r o m o v i ó estos
estudios en sus etapas iniciales, siempre con el interés más infatigable,
me prestó el laborioso servicio d : : leer las pruebas y, finalmente, cons­
tituyó para mí una fuente constante de estnrmlo.

A jlftted S c h ü t z
v i ena
M a r z o de 1932
PREFACIO A LA SEGUNDA EDICION ALEMANA

V eintisiete años después cíe aparecida la primera edición, que en Ir ci­


tan lo se hallaba agotada desden hacía mucho tiempo, ei autor decidió
publicar una segunda edición. El factor determinante de esta decisión
fue eí reconocimiento del hecho de que después de casi tres décadas
el fibro aun tenía uua significación que trascendía la puramente his-
lóriea. Más bien, resultaba claro que sus métodos e ideas podían enri­
quecer aun más la investigación contemporánea en Jas ciencias socirJos.
El autor se proponía actualizar el libro mediante una p re sen ción
de conjunto de los desarrollos ocurridos desde la primera edición. Su
muerte inesperada le impidió realizar este prepósito. Ei editor, per
]q tanto* somete aí publico una segunda edicicu no alterada, pues está
convencido de que arrojará importante luz sobre los problemas básicos
que enfrenta en la actualidad 3a sociología.

I lsg Sc r c t z

Nueva York
Octubre de 1959
GLOSARIO

Afct Acio
Auzei<:hen in d ic a c ió n
Avfbau construcción
Clifln ce p r o b a b ilid a d
Ego yo
EinsfeHtmgshezieh ung relación de orientación
Eni icarf proyecto
Erffthrtmg e x p e le n cía
Erfahmngs oa?ra l repositorio de conncinii&ijlos i'diypo^ibieí;)
jEr/aíirüíigísujrtTjjjíieüfí/iTig contexto de experiencia
F.rleb hjj vivencia
E r zeü g T '.i? producto
Fo¿gei-:eíí mundo de los sucesores
Fr emd ein.?i.elhtng oí ien taci ó n -o tí o
Frew.dverstehen com prensión i:• temibj stiva
F Tl.rndvyirken actuar-sobre-e’-íitro
Cegenstand o b je to ( y d e r iv a tiv o s )
Gegenstándlichheit ■ objetividad
GeistesíDíssenschaflen ciencias culturales
deichzeiiigkeit simultaneidad
Han del n acción
Haridhnig acto
;,:ít ■yo
IhrbezieJuing r eiac ió n - eílo s (¿¡t., te la c io n - iis te d }
]e-Me.itiigJheit a u to p e z ten en J a
Kausaladaqvam a d e c u a c ió n c a u s a l
Kit ndgehe h c o m u a ic a d ó n
af i ít¿: el t m urdotle {meros) contendoras eos
íuitüiiiche Ansafimutng intuición natural o perccpcíd-n
N a t ¡rtDÍsse rtsvhafien ciencias na «rurales
Objeht objeto
Cbjektíuation ■ o b je t h ra c ;ó n
S chema esquema
S elb sta iisleg u n g 'au.toe xp] ic a ción
Selbslhabe captación iTimeíIiata o aprehensión de la
cosa misma
Sinn significado (en la íermiüologia de Ku?-
serl, estrictamente = sentido;
Sinnadftquanz adecuación de significado
Sircr¡deutimg interpretación de significado
. Sin n g eb en d dotación cíe significado
Sínji.fjn/t s ig n if ic a tiv o
Sí?wsetzurig establecimiento cís significado
Sinnzusrimmenhang contesto de significaclo
sozinle Beziehimg relación social
sníirfíe UiT.weJt inundo de la realidad sociat directamente
vivendado o nnindo de- ios c^ns ociad os
Sozicli^eff mu:ido social
U r/i ol-i-t:- m o tiv o - p a ra
ti?;. Beobnchiung observación social direcLa
u'ni'.cshiicJie Süuativn situación >:ara a cara
tilche sozíalc fíezíehtmg relación cava a cara
Vcrhdisi'i (en Jos escrito s p o ste rio re s de S í j i ÍU í . e n
in g lé s : c o n d e c í ) c o n d u c ía
Vorsie};ert comprensión
vérsteken comprender
z’ersfer.exde Suzioiogie sociología comprensiva
Vnrgegeb erJmfí carácter pre-dadn
Vorwcíi mu:;do tle ]os piedecesoutes
V. 'eií-y.ioiin rnutívo-píwqiie
~ ,V i;b ezieJ:tin g relación-nosotros
l/t rk a>ia b ñ z i c h u n.g mteracción sociai
Zsícii en s ig n o
Zeugiiis e v id e n c ia
LA FORMULACION DE NUESTRO PROBLEMA:
LOS CONCEPTOS METODOLOGICOS DE MAX WEBER

L Examen ywe/mnufíf del problema


Un-o d e los fenómenos más-notables de los pasados cineucuLa años en
Ja historia intelectual ele Alemania fue Ja f-ejntroversia acerca del carác­
ter científico de la sociología. El estudio sistemático de la relación del
'individuo con la sociedad estuvo caracterizado. desde el comienzo mis­
mo, por.una acerba discusión tanto respecto de su procedimiento propio
como de sus fines. Eí debate no se 2imito, como en otros campos, a
las cuestiones de la verdad de una u otra teoría o de .a corrección de
este o aquel método. Lo que se cuestionaba era más bien teca la
materia de las ciencias sociales como algo único por derecho propio
y que hubiera tenido existencia anterior en la experiencia precie a tilica.
En un sector, por ejemplo, encontramos que los fenómenos sociales
son tratados exactamente como si frieran, fenómenos naturales, es decir,
can salín en te determinados por hechos físicos. En otro sector, sin em­
bargo. encontramos el más agudo. contraste entre las des clases de
fenómenos. Los fenómenos sociales se tratan en este caso corno pcrU>
necientes a un mundo de espíritu objetivo.1 mundo que es con segu­
ridad, inteligible, pero tic bajo la forma de íeyes científicas. Muy a
menudo la actitud dei científico social hacia su tema está .determinada
por sus propios presupuestos metafísieos, éticos o políticos:, a por jui­
cios de valor de cualquier clase, Estos presupuestos pueden tener una
existencia tácita o ser formulados abiertamente, A medida que el cien­
tífico prosigue su investigación, se encuentra embrocado en problemas
cuya solución parece necesaria para que su obra tenga algún semido.
¿Interesa a la cléncía social el ser mismo del hombre, o .sólo le preocu-
, pan sus diferentes modos de conducta social? ¿Es 3a sociedad anterior

1 [El cor.capto de espíritu objetivo (objek¡icer Ceísñ) a que r.os reíedrr.cs aíjuí
es el de D i'tlify. Significa la túLaK'UiI del íc'^dio cultural, dotfdo ds su
fo n m .y estiiiotina ínteína. Es e! objeto específico de las C eixtctiuissenscfieftc:i, -23
clecii'; de Jas ciencias hurriar.áF o culUmtifis. ''idéase en la Tritracucciór. nr. fv.r.riei, a~
este conceptu.] . '- 1 ’
al individuo, de modo que aparte del lodo social el individuo no existe
6’" nbsolotor ¿O d el icmos expresarlo de otra manera y decir que sólo
e:d>te el individuo y que ííis organizaciones sociales, incluida la socie­
dad jn’Sina, sor. meras abstracciones, es decir, “funciones"’ de la con­
decía do individuos aislados? ¿El ser social deí hombre determina su
conciencia, o la conciencia de éste determina su ser social? ¿Puede
red nc irse Ja historia del hombre y su cultura a leyes., tales corno las
de }-,i economía? ¿O, por lo contrario, podemos decir que las así lla­
madas "leyes” económicas y sociológicas expresan meramente las pers­
pectivas históricas de la época en la cual se las formuló? No resulta
sorprendente que muchos científicos sociales, enfrentados con todos estos
d-lernas, traten de enfrentarlos prematuramente mediante pseudosolu-
ciones ingenuas nacidas de- distorsiones subjetivas cjue pueden ser tem­
peramentales, pobíicas, o a lo sumo metafísicas.
Ahora b’er-. las soluciones a pnori de esta., naturaleza difícilmente
ccncí.Tcrden con el principio básico de la investigación científica que
nos requiere Simplemente comprender y describir los hechos que tene­
mos ante nosotros. El proposito'por el cual debe guiarse toda inve^tí-
gnc:6 n social digna del nombre de ciencia, es el de ver el mundo de
jos hechos sociales con una mirada no prejuiciada, clasificar esos hechos
ba*o conceptos de nna. manera honesta y lógica y someter a análisis
exacto ei material así obtenido,
La aceptación de este propósito conduce a plantear mi requeri­
miento que debe satisfacer cualquier teoría acerca del origeu de la
sociedad humana. Fue incontestable mérito de Simmel haber visto
este problema e mtentado su solución. La metodología de Simmel es
sin duda, en muchos aspectos, confusa y no sistemática. Como resul­
tado. proyecta continuamente en ’os fenómenos específicos que iuves-
í;gs sms propios preconceptos teóricos acerca de ía naturaleza de la
sociedad. En sos estudios especializados, Simmel realizó contribucio­
nes duraderas y valiosas, aunque muy pocos de sus conceptos básicos
sobrevivieron al escrutinio crítico, ni siquiera su concepto clave de
> o recíproco (^¥?chselwirkung) , 2 Sin embargo, ía idea básica
de Simmel ha resultado fructífera y se la utiliza aún. Es la noción de
que rodos los fenómenos sociales concretos deberían remontarse a los
modos de conducta individual, y que la forma social particular cíe
tales modos debería comprenderse mediante descripción detallada.*

2 iSinvmel concibe los impulsos de Jos individuos — tales como el h c i m b r e y'el


ccmo e? contenido tle la vida sociat. Por otro iadof efectos recíprocos taino
j<i comjieírn’ijn. Ir. don i in ación, la oocineración y ía solidaridad,. son las formas actua-
lizií-.ites ele la vida social. Véase nota -3 ]
s ‘'Designa como contenido, como nfiaienaf. por así decirlo, de la scciacir’in
iVe.''£«^-e.?4¿L:'!;¿/itjíígí, t c o lo que es’.á presente en los itnJjvicTuos (que son los datos
crmcrcjcs rnmcdfotcs ds toda realidad histórica) en forma de impulso, interés, piopó-
jiío : ir.iíijiñdón, .estado psíquico, movimiento, todo lo que está presente en ellos
■Je- iíl :í’ c<1c Qv.e eng&nc’ ra afectes medir.tos sclue oíros o recibe tales efectos. . . La
sccjL'.csóri í í enfcoces la forma {real izada cti i nn um ernn í-es maneras diferentes} en
cv.'j Jes ds j.'cgan juntos a constituir unidades cjr.e satisfacen sus intereses.”
La '"sociología comprensiva” ( verstehende Snziologíc) ce Max
Weber parte de la misma idea básica. Esto 110 implica cuestionar la
originalidad de ía enorme contribución de Weber, ni siguiera afirmar
su dependencia de Í>imme1. Por lo contrario, Ja obra de Weber. al
reunir coma lo hace, muchas de las corrientes de su época, es en lodo
sentido el producto imico de un genio asombroso. Es él quien dio
a la sociología alemana actual su dirección, en la medida en que cons­
tituye una ciencia y no una ideología, y quien facilitó a esa ciencia
las herramientas que necesitaba para cumplir su tarea. Las obras más
importantes Je la sociología alemana co o temporánea, por ejempJo. Jas
de Sclieler, Wiese, Freyer y Sander, serían inconcebibles si "Weber no
hubiera puesto antes los fundamenlos.
Ahora bien ¿en qué consiste la gran realización de Max Weber?
En primer lugar, fue uno de los primeros en proclamar que las ciencias
social es "deben abstenerse~de iormnlar_jiiinLQs__de valor_Emp réíicLi en "a
batalla contra las ideologías políticas y morales que con d e m a s i a d a
facilidad influyen sobre el juicio del científico social, sea esta Influencia
consciente o no. Con el mismo temperamento, definió la tarea de la
sociología no como especulación metafísica sino como descripción sim­
ple y cuidadosa de la vida social. "Para él la sociología ya no es la
fisolofía de ía existencia humana. Es la ciencia particular de la con­
ducta humana y sus consecuencias.” 4
La estructura lógica de su sociología 5 corresponde a esa posición
básica. A partir de los conceptos de acción social y de relación social
(sozhrte Beziehnng), deriva por medio de descripciones y tipificacio­
nes siempre nuevas las dos categorías de "relación comunal"' (Veyge-
meinschapxmg) y "relación asociativa” (Vergesellschaffung):"' Luego,

(Simmel, Sczivlogíe, 2,^ ed., Munich, 1922,). [Traducción inglesa de Kurt H. W oJíí.
The Socíolog'j of Gsorg Simmel (Glencoe, 111., 195 0). Otros dos capí trios ele la.
obro de Sin un el, traducidos par A3bion \V. Small. aparecieron er: el /í fíisricar'. Jnur-
víil of Sodclogtj, xv (1809), 289-32.0; xvi (1910)., 872-91. Respecto al punto a
nos referimos aquí, cf. Simmel- (trad. SnisJl), "The Problem of Scciolo¿y” , ¿ 'lin c ­
ean Jota-nal of Sociology, xv (1909), 296-97. Una Laducción jdás literal, pevo id^a-
máticnmente menos elegante, de Vergesellschafi-iíng es 'societc'.iízaciún'’. C í Thec-
dore Abel, Sj¡Rtematic Sociologtf isi Ger-many, Nueva York, 1929 ]
4 KarI Jaspers, D i tí gehiige Situatíov ■
der Zeit (Berlín y Leipzig, 1531), pá­
gina 137. [Trad. rngl. Man i¿i ííie Modern Age, por Edén y Cudar Pará (Londres,
1051), pág. 151.]
B De las. otras de Max Weber. las n>ás importantes para miestrus finalidades
son su libro principa!, Wirlschaft uncí Geselhchaft, l 3, ed. (Tybinga, 1922.]. [Hay
versión castellana: Economía tj sociedad. Méjico, Famjl> de Cultura Económica,
1957,] Infortunadamente quedó inconcluso, y los trabajos incluidos en el volumen
Gesamvielte Aufsatze zur VSi$$e?uchaft$lehve (Tubinga, I&22). [La parte t de
’W írlschaft und Cesellschajt, vob I basta la pág. ISO, fue traducida por A. M Hen-
derson y Talco it Parsnní con el título de The Theory of Social and Econn^r.a ürgn-
nizotion (Gtencoé, 1U., 1Ü57). Utilizaremos esia traducción (mencionándola sim­
plemente con las íeíras “T.I.” ) para transcribir las citas que Schiitz hace oe Weber.]
c ['‘Una relación social se llamará ‘comund’ si — v ejs Ja medí tía en cjiie— ia
orientación, de Ja acción social . . . se base en un sentinner-to subjetivo de ías
sea afectnal o iradicionab por el cual se perciban como vincula cas. Una refací ur. ¿o-
medíanle la introducción del concepto de orden, deduce los tipos par­
ticulares de grupos de asociamiento y asociaciones compulsivas.1 La
manera en que Weber utiliza este aparato lógico para aplicarío al
esíudio de Ja economía, el gobierno,-la ley y la religión como fenóme­
nos sociales, no puede describirse aquí en detalle. Le que nos interesa
es- el bgfjjio__d_n qne Weber reduce todas las—¿dasas^xTal^Sadonri^yy
es i me 113 ras snesaJf^J-fldas Tas nb bieti yar ion es .cid fm -ai todos Jos d omi-
ñio^'del.’cspTrivU obieüvo.. a las formas más ciernentales_de,.condacta
individual. Todos ios compíe jos fenómenos del mundo social retienen
siu cÍucTh. su dignificado, pero éste es precisamente el que los individuos
implicados atribuyen a sus propios actos. La acción del individuo y
el significado a que esta apunta son lo único sujeto a Ja comprensión.
Además, sólo mediante tal comprensión de la acción individua! poede
la ciencia social acceder al significado de cada relación y estructura
sociai. puesto que éstas están, eo -último análisis, constituidas por la
acción del individuo en el mundo social.
El provéelo de reducir el ‘ mundo del espíritu objetivo” a la con­
ducirá de los individuos nunca se había llevado a cabo tan radical mente
como lo hi^o Max Weber en su formulación inicial del fin de Ja socio­
logía comprensiva. . Esta ciencia debe estudiar la conducta social inter­
pretando su significado subjetivo tal como se lo encuentra en las inten­
ciones de lo? individuos. / El propósito, entonces, es el de interpretar
las acciones de los individuos en el mundo social y la manera en que
éslos dan significado a }os fenómenos sociales. Pero para lograr este
propósito, no basta observar la conducta de un solo individuo o reunir
estadísticas acerca de la de grupos de individuos, como nos lo haría
creer un tosco empirismo. Más bien, el propósito específico de ía so ció-
!og¡;i requiere un método especial para seleccionar los materiales per­
tinentes para las cuestiones peculiares que ésta suscita. Esta selección
resulta posible mediante la formulación de ciertas frases gramaticales

da!, en carr.bio. se ]-amará ‘¿¡soctaiíwi si —-y en la medida en £p.ie la orientación ds


la r.cc¡ón social qnr- r;: ella se produce se basa en unA adaptación racionalmente
nvotivads de iníc-reses .. , . sea que el fundamento del juicio racional ¿o constituyan
vrJc;e.' absolutos o razone.1 ; de conveniencia. Es sui L-ernanera común., am que des nin-
gi/.n medn i.;evii;fii>l€. que el tipo asociativo de velación se base en un acuerdo raeio-
■’.al por iinit'io consentimiento, . . . Ejemplos de relaciones asociativas surs: a) el
itiUnvumíjio racínnal dei mercado libre; b) la asociación val unta-íi a bíisada en el pro­
pio interés, y c) la asociación voluntaría motivada por ana adhesión a mi conjunto
de vaVii-ra absolví es c-^niunes, par ejemplo Ea r.scta racional. Ejemplos de relaciones
comunales so¡i: una Uei ttiaudad religiosa. i:na relación erótica, iu a relación de leal-
tru pprsonn.L imri comí-i dad n&c-ionsd. e! espíritu de cuerpo de nna uniúiut m ilitar'
vVl ¡:ejp \Virtxchaft rmfí OeseiixciiítfF. í* 21-22; T. 1., págs. 156-37¡d
r [“Una ‘asueiací-ón voluntaria’ 4Verein) es un grupo de asociamiento (Vei-
¿/fiflfi’! originado en un a cnerdo voluntario, y en el cnal el orden establecido soki
prsieiiíle tener autoridad sobre los miembros en virtud de un acto personal de
r.c'iesifirs.
“ U n a 'a s o c ia c ió n c o m p u ls iv a :' ( A n s l c h ) es n a g r u p o ele a s o c ia m ie n to c u y o or-
::Te n e s ta b le c id o h a s id o e x ito s a m e n te im p u e s to , d e n tr o d e u n a e sfera e s p e c ífic a de
r.:-:iv-idr.d, seb^e to d o s los in d iv id u o s q u e se a d a p t e n a c ie rto s c rite rio s e sp e c ífic o s . . . ;
el caso t íp ic o d e u n a a s o c ia c ió n cccapaLsivít e s el E s ta d o . . . ” ( i b í d . ; T¡ L , p á g . 1 5 1 } . I
teóricas conocidas como "tipos ideales". Estos ¡ipos ideales no equi­
valen. de ninguna manera, a promedios estadísticos, porque sr: los
selecciona de acuerdo con la clase cíe pregunta que se formula en cada
oportunidad, y se Jos construye de acuerdo con las requerieren tos
metodológicos de estas preguntas. Tampoco sen, sin embargo, fantas­
mas vacíos o meros productos de la lantasia. pues deben ser vovÜ'icad:;;;
mediante el material histórico concreto que comprende las datos d rl
científico social. M ediante este método ele construcción y veril icaeiór;
de los tipos ideales, puede interpretarse estrato por estrato el signifi­
cado de los fenómenos sacíales particulares como significado al que
tienden subjetivamente los actos humanos. De .esta manera puede
develarse la estructura del m undo social como una estructura .de sig­
nificados intencionales e inteligibles.
Pero pese a la Isupresión que produce eí concepto de_^qcnoiog:?.
comprensiva'1 dir^h%hCTJ_se.JVa?iZ^7jrriTñIsTüT t^?lp. jjr^os. Es
euestiun de urgente necesidad identificar estos supuestos y formularles
claramente, pues~solo un analísLs'TadTmri:lirdos^.l^nt:■ 1i.x:?~Tunj5Titices
y~bksicos d e laHacciori social pu ede proporcionar .un biudamento cojv
íiable"para los fuUxros progresos de las ciencias sociales. Sólo cuando
sÜT1e‘1UzGTJam'Isslli. necesidad, y aiiiT^JtoñceFcon Evidente rcsisTeticja.
Max V/eber se ocupó de los fundamentos teóricos de 3a sociología,
puesto qne prefería mucho más trabajar cii problemas concretos. S5!e
le interesaban los problemas epistemológicos en la medida en cj;je
repercutían directamente sobre la investigación especializada o propor­
cionaban herramientas adecuadas para realizarla, Una vez que renía
a su disposición estas -herra mienta s, perdía interés en los problemas
más bindamentalcs.® A pesar de las significativas contribuciones que
realizó Weber a la metodología, de su incorruptible .visión de 3a tarea
de formación de conceptos en las ciencias sociales, y.de .su admirable
instinto filosófico cfne le .permitía establecer la posición crítica correcta
en cuestiones epistemológicas, se preocupó muy poco por consolida'.'
sistemáticamente sus resultados medíante un punto de vista filosófico
seguro y de alcance general. Tenía de hecho muy escaso interés m
esclarecer los supuestos filosóficos incluso de sus conceptos principales,
j Es en este punto donde resultan evidentes las limitaciones teóricas
|de Weber. Interrumpe su análisis del mundo social cuando llega a lo
que él supone que son los elementos básicos' e irreductibles de ]cs fenó­
menos sociales. Pero se equivoca eú este supuesto, Su concepto del
■acto significativo de! individuo -—idea clave de la sociología compren­
siva— de ninguna manera define un elemento primitivo; como el ore;/
que lo hace. Es, por lo contraria, una simple etiqueta para designar
una zona muy compleja y ramificada que requiere macho más esto din.
Weber'no establece distinción entre la ficción considerada como algo
ven curso y el acto completado, entre el significado del productor de mi

9 Cf. Mariívp.ne Weber, Max Weber, pin Lebcnsbí'd '( Tv.bing£. 1920 !, 'js:
efempJo la pág. 323. [2*■ e¿.. Heídeiberg, .1350.]
objeto cultural y el significado del objeto producido, entre el significado
ne mi propia acción y el significado de la acción de otro, entre mi
propia vivencia y la de oiro, entre mi comprensión de tní mismo y la
que tengo ¿e oIra persona. No-se pregunta cómo se constituye el sig­
nificado tie un. actor o qué modificaciones sufre esc significado para
¡os que participan ron ¿I en eí mundo social o para un observador no
participante. No líala de identificar ¡a relación única y fundamenta]
que existe erire el mí mismo y el yo de otro.-relación cuyo esclareci­
miento residía esencial para comprender, con exactitud en qué consiste
conocer a otra persona. Weber distingue, sin duda, entre el significado
de una acción al que se apunta subjetivamente y su significado objetí-
va-nen'e cognoscible. Pero no reconoce mas distinciones en este sen­
tido y presta tan poca atención a las maneras en que ira intérprete
modifica el significado corno a las perspectivas conceptuales en qne se
nos dan mies tros congéneres humanos. Pero, de becho, existen dife­
rencias radicales en la estructura significativa de mi propia conducta,
ki conducta de mis consociados,0 que yo vivencio inmediatamente, y la
ds aquellos que son meramente mis contemporáneos o aun mis prede-
c-3Sore¿} cuyo conocimiento es para mí totalmente indirecto .10 Lejos de
ser ;iomog¿nec\ el mundo social se nos da en un comp’ejo sistema
do perspectiva: mi partícipe y yo, por ejemplo, tenemos una experien­
cia recíproca íntima y rica cuando conversamos, mientras que a un
observador distante le aparecemos rodeados por un aura de "chatora”
y ''anonimidad^. TLl individuo toma en cuenta estos escorzos de la pers­
pectiva cuando realiza ios actos de establecer e interpretar el signifi­
cado . ' 1 y iajes lee ámenos de perspectiva son, por lo tanto, de interés
directo para las ciencias sociales, No nos referimos aquí a las diferen­
cias existentes entre los puntos de vista personales desde los cuales
diferentes perdonas miran el mundo, sino a !a diferencia fundamental
qne hay entre mi interpretación de mis propias vivencias (autoijiter-
p;c:ación) y mi interpretación de las vivencias de otra persona. Lo
que se ofrece a ambos, al yo actuante y al observador que interpreta,
no e¿ sólo el simple seto significativo y e¡ contexto o configuración de
significado al que este pertenece, sino todo el mundo social en pers­
pectivas plenamente diferenciadas. Sólo mediante esta introvisión pode­
rnos co7nprender cómo se capta el yo del otro como un tipo ídeaf. en
el sentido que acabamos de examinar.
No hay duda de que Weber vio todos estos problemas, pero sólo
los cnr.bzó en la medida eñ qne le parecía necesario para sus propias
finalidades. Dio ingenuamente por sentados Jos fenómenos significatñ

;1 in r i coTj.cénsreí dñectp.mei’tn vivencíados por mí, con ios cuales


fcTí^n; ima vehitión cara a caira). SchiiEz, cuando escribía en úiglés., utilizaba tanto
"cryrií.-!.'.Ifs"' (asociados) cwnc 'V:or.¿üci.ntcs ' N-onsocjaücs).]
3Í ■_£’ yiiíusüii i_dtíltnelo de nJs contemporáneos) y el Vcn^eJi (mundo ele 111:5
p!-pceceicres) se conocen íríííracíLimente, en conLTítffre con el Urmeefí. Estos tfln-
c-Tjtos : c'esas.rol'aflcF ¿ít&^nrilicnnier'.e en el capitulo"IV.]
11 [Véase ]& acta 26. err ia pág. 4£.j
vos del munclo sedal como una cuestión de acuerdo uiteizubjelii-o,
exactamente de la misma manera en que todos nosotros suponemos, en
]a vida diaria, la existencia de ira mundo externo sometido a leyes, one
se adecúa a ios conceptos de nuestra comprensión, En efecto, en el
simple proceso de vivir vivenciamos directamente maestros actos como
significativos, y damos por sentado, como parte de núes Ira perspectiva
natural del mundo, qne los demás vívencian también dirscLí\rnon’e sus
acciones.como significativas exactamente d é la misma mane*a en qne
lo liaríamos nosotros si estuviéramos en su lugar. Creemos también
que nuestras interpretaciones de los significados de las acciones de
otros sen, en conjunto, correctas. Pero cuando se admiten en a\ apa­
rato de una ciencia, en forma no crítica, supuestos de] sentido común,
éstos encuentran la manera de toniar.se la revancha. Tal cosa puede
ocurrir cuando se introducen subrepticiamente equívocos dentro de
los conceptos básicos de esa ciencia, que producen un efecto adverso
sobre la investigación. O puede suceder cuando no se logra ver uuo
fenómenos aparentemente diversos snn en realidad deí mismo tipo, tulla
producida porque no se ha penetrado más aJlá de las apariencias, jiusía
llegar a las raíces de los fenómenos en cuestión. Si Siieo este peligro
pende sobre cualquier ciencia, su amenaza se vuelve especia Imev.le
grave en el caso de Ja sociología. En efecto, la tarea del sociólogo con­
siste en realizar un estudio científico de los fenómenos sociales. Ahora
bicsi; si les fenómenos sociales están constituidos en parte por conceptos
del sentido común, resulta claro que no beneficiará a >a sociología el
que ésta se abstenga de un examen científico de tales ideas '‘evidentes
por sí mismas”.
Es en este punió donde resulta visible la complicada relación que
exísí:e entre las ciencias sociales y su objeto propio. I,a estructura de:
mundo social es significativa no sólo para quienes viven en ese mundo,
sino también para sus intérpretes- científicos. Al vivir en el mundo,
vivimos con otros y para otros, y orientamos nuestras vidas lia cía
ellos,/ Al vivencíarlos como otros, como contemporáneos y congéneres,
como predecesores y sucesores, al unimos con ellos en la actividad y
el trabajo común, influyendo sobre ellos y recibiendo a nuestra vez su
influencia, al hacer todas estas cosas, cu-merendemos la conducta de
los otros y suponemos que eJIos comprenden ía nuestra..-’En estos actos
\de establecimiento e interpretación de significados se construye para
nosotros, en grados variados de anonimidad, en una mayor o menor
intimidad de vivencia, en múltiples perspectivas que se entrecruzan, el
significado estructura] del mundo social, que es tanto nuestro mondo
'-..(estrictamente hablando^ mi mundo) como el mundo de los otros.
Ahora bien, este mismo mundo social que vi venerarnos inmediata­
mente como significativo, lo es también desde el punto de vista del
'científico social. -OPero el contexto de significado en el cual este ínter-
:preia ese mundo es el de un escrutinio sistematizador más bien que
i.el de la vivencia viva/ Sin embargo, sus datos son los significados '-a
constíUjidos de los participantes activos en el inundo'social. A estos
dacos ya significativos deban referirse, en última instancia, sus concep­
tos den tíficos: sx los actos significativos de hombres y mujeres, indi­
viduales. a la experiencia, co lidia na que tienen unos de oíros, a su
comprensión de los significados del otro, a su iniciación de nueva con­
d u c ir '. sjgriilicLiiiva por su propia cuenta. Le interesarán, además, los
conceptos que 5a gente tiene acerca deí significado de su propia con­
ducta y ele Ja conducta de los demás, y los que tiene acerca del siguí-
ileado de bis producciones humanas de todas clases. Vemos así que
los datos do l a s c i e n c i a s sociales poseen, cuando aún se encuentran
í’jj el estadio precientifico, aquellas elementos de significado y estxuc-
U i r a inteligible aue aparecen más tarde en forma m á s o menos explí­
cita. con pretensiones de validez categoría!, en la ciencia interpreta-
uva misma,
La conducía bamana ya es entonces significativa cuando ocurre, y
es inteligible en el nivel de la vida diaria, aunque, sin duda. en una
iorma vaga y confusa. La vaguedad se aclara en varias etapas, en
cada una de las cuales ocurre un reordenamiento de la estructura sig­
nificativa. Esto se produce tomando el contenido significativo ya clari­
ficado y reintrrpretáiido’a en función de su sustrato en la vivencia. Dos
ejemplos de los muchos niveles de interpretación del significado son,
en un extremo de ía escala, el simple hecho de “tener significado” que
comprobamos en la vida diaria y, en el otro, la comprensión extrema­
damente relinada del significado que observamos en 3os tipos ideales
de ía sociología comprensiva.
Es cuestión de ingente necesidad en este momento que la filosofía
de las ciencias sociales esclarezca las complejas relaciones existentes
entre tas diferentes dimensiones del mundo social, las someta a un
anáfisis tan radical como para llegar a sus fundamentos mismos, y fije
los límites entre -sus diferentes estratos. En verdad. la controversia
acerca del objeto propio y de la metodología de las ciencias sociales
es precisamente el resultado de la confusión acerca de estas cuestiones,
En electo, Jo que ocurre en la actualidad en sociología es que cada
una de las diferentes escuelas de pensamiento elige uno de estos nive­
les de interpretación como punto de partida, desarrolla luego una me­
todología adecuada para ese nivel e inicia toda una nueva línea de
investigación. E? nivel o estructura de significado qne constituía eí
punto de partida se define en seguida como el contenido exclusivo, o
per lo menos esencial, de la sociología.
Si damos un vistazo a los grandes sistemas de la sociología ale­
mana contemporánea (siguiendo, por ejemplo, la adecuada exposición
de. .Prever)da encontramos rjue el mundo del espíritu objetivo (Dil-
ihey),J:j o el todo social como contenido1 de !a mente (Spann ) 14 o, de
v- S o z \o lo g ,\s gIs 11'ir k l j - v h k s i t s i >.■t.rsí:nseh¿¡f ! ( L e i p z ig , 1 9 3 0 ) .
^ "EiiileíCune; in clie Goisceswisserischaften: Der Aufbau de-r gesclúcb cliclien
\Yel'J’, Ce.V!¡i?r?i!p/fe Schriíten. vols. I y TX (Leiyzjg. 1923].
14 Ge.ieí!scítafta>ehT3t í z ed. (Berlín, 19-H); Kaiegotieniehie (Jena, 1-324).
lo contrario, el-concepto formal de efecto recíproco (Sinr_nei;!n ye-
definen en cada caso como el tema pro ni o de la sociología. Uno ¡.rv :e
del concepto fundamental de ía unidad 'total de la cultura y procede
a estudiar la formación de las culturas históricamente dadas ÍAlfrcd
Weber),’* otro parte de las relaciones sociales entre individuos y pm-
cede a describir la naturaleza del grupo y del sistema sacia i que en
él se basa íWiese) ,1T y un lereevu considera todo el proceso social
como un movimiento de masa y desarrolla a partir de a llí ía idea d '
progreso (Franz Oppenheinier) ,JS ITay además quien toma como ¡ohm
de Ja sociología el desarrolla de las ideologías durante el curse de i;'
historia y la consolidación de esas ideologías como modos de vida
{Mannheim) ,19 Contra todas estas especulaciones, la sociología de i
conocimiento de Max Seheler 2,0 ocupa un lugar especia’ perrjuc seto
représenla una zona pequeña de un sistema ele sociología materia! y
cultural planeada en gran escala por su autor.
En todos estos casos se convierten en objeto de observaciónciertas
estructuras significativas dentro del mundo social. Son, sin duda, esen­
cialmente inteligibles corno tales, accesibles a la interrretaciée cien­
tífica, Pero el beeho es que cada una ele estás estn-cíuras sLenificativ:¡5
puedo reducirse además n ciertos elementos a parta- de les cu ai es se
ba constituido Esos elementos no .son sino procesos de establecimiento
y ele comprensión de significado que ocurren dentro de les individuo:;,
procesos de interpretación de la conducta de otras persom-s y procesos
de ai litointerpretación. Pero esos procesas no han recibido aún la aten­
ción que merecen. Además de ello, prácticamente no se ha percibido
el problema consistente en hacer remontar todas las estructuras s'gv.i-
fieativfis en cuestión a un soio elemento básico,
Algunos autores han visto sin duda este último problema. Tinta­
ron de definir el tema propio de la .sociología a partir, precisamente,
de una solución de estos problemas fundamentales. Este es e.i caso de
L iU ^ que comienza con Jas vivencias conscientes del individuo y loe^o
procede a través de la .relación-tú {Da-Bcxiehuwg) hasta llagar y[
círculo cultural cerrado { K i d t u r k y e i s ) . Lo misino puede decirse de
. Freyer,22 cuando trata de derivar el mundo de! espíritu o Ve too a
partir de la acción del individuo. Sobre todoJ. debemos
respecto de esto a Sauderj que en un profundo y muy importante estu-

Sijxíljíugie.
H’5 Ideen zur Sí.;ais- und KiiihtrsczioiQgie (Kfidsiu!ief 191 ~1).
Soziologie, vols. l y I I ( M 11lilcI.. I G:¿4). [Adíí jptaciáti ingles;, fiysierjixli'j
Socinlogt/, pji Krr.'.'t'.rd ¡Bscier (Niiev^i i’oik, 1332)d
lS Stjslein ¡!er S^zícíogie, v4.1L. I (Tena, 1322-23).
l1í Ideclagie tiná \Jtapie (2onn, 11129)- IT.L, IdeQtagy and. Ufcpici, í..?-
Wii'th y EdwsrcÉ A. -Sliits (Nueva Ymk, 1SSG) .] Lili1/ versión casiellanr.: Ide:>!s¿vt
:j Liícpía. Madrid, Aguílar, 1958-.J
3'í O ís W isw isfo rin en u nd dis O c-sellscj:a )t { L e ip z ig , 1/9:26).
h \ r l i v ¡ i í t ¡ \i j i i m t d G e t t i e i t i s c i i a f i , 3 a -ed. (L e ip z ig .- V 9 2 0 ).
2~ T h e o r ie d e s o b fektiv-eu G eirte- ( L e i p z ig , L92-3V..
d:o-e' Lcj*aa como punto de partida la filosofía de Rehm ke^ que postula
■a conciencia momentánea, del yo solitario y luego trato, primero de
dedncir velaciones comunales y asocia tí vas y, finalmente, el lisiado, la
economía y la. ley, deducción que se cumple a partir de un análisis
de la tendencia y la volición.
Es evidente que Jas obras ele es Los estudiosos dejan sin resolver c!
pmmema deí significad o, concepto que parece abarcar muchas cosas
diferentes, sen que ocurra en la literatura filosófica o en la de Eas cien-
c:a>' socialesr-r> Este concepto requiere un análisis radical. Sin embar­
go. la realización ele tal análisis exige una preparación filosófica amplia.
La materia a abarcar incluye todo el ámbito fie las vivencias propias
y de las ajerias': Además, aun uu examen superficial muestra clara­
mente que el p ro b le m a ' del significado es u n p roblem a temporal- no
un p^cmlema de tiempo físico, que es divisible y mensurable, sino un
problema de tiempo histórico. Este último consiste siempre en un finir
d j ílcrnpo, Heno, sin coda, con hechos físicos, pero dotado de la natu­
raleza de una '‘conciencia temporal interna ’, una conciencia de la propia
dm'f.cicn. Es dentro de esta duración donde el significado de las viven­
cias de una persona se constituye para ella a medida que las va vi­
vencia nd o, Aquí, y. sólo aquí, en ei estrato más profundo de la vivencia
: cae es accesible a la''reflexión, debe buscarse la fuente última de los
ámemenos de "significado'’ íSirm) y "comprensión” (V erstéhen). Este
es(rair: vivencial sólo puede develarse en la aul:ocon cié ocia estricta­
mente Hio'ió.ficn. Por Jo tanto, qiúen quiera analizar los conceptos
: cábeos de Jas ciencias sociales debe estar dispuesto a embarcarse en
; vi j laborioso viaje filosófico, pues la estructura significativa del mundo
i social soto puede deducirse a partir de las características más primlti-
' vas y generales de la conciencia. La investigación de esos estratos pro-
í" 'i I :;: se ba abierto felizmente ahora merced a los grandes descnbri-
nn.entos filosóficos de üergson y Busserb La ‘filosofía de la duración
de- fjcrgson y la fenomenología transcendental de Iíusserl hicieron por
fin posible ía solución de Jos enigmas del establecimiento y la inter­
pretación del significado.25

2:'' ir:o S.ozioiúps (Jerj?.. IGSO).


Cf. li.ehirJíe. rniiosopíiTS- cío Grrj.lL'L
ft^r55e1isl-?;rr/r, 2^ ed. (Leipzig,

-f- Cf.•’íes r.i.:evfj significados dífereiííes de la patarra "si^nificaclo” que lia esta-
bjo .’ílc .H. Coopera s^bvK ta base de ejemplos tomados de- la litetatuta más reciente,
Cor.ív-ón'ess tea esto c2 e^iice-uo radicalmente 'diferente de "significado” en Heideg-
gr?v ( 8c’n n:;-¡ Z sif [JíaJle, 1927], especia) ;nen:e págs. 144 y sigs., 147, 151 y sigs.
lT-I., Hertig Tím?. jxir J. Macqv¡tiiTie y 15. Hobinstm (Nueva York, 1962),. p¡>g'--
:iít5 i.SS'4, 137-3, IÜSj ), (j en las muy importantes obras de Paul Ilofuiaun {“ Das
VsfrsLe’jen vc¡) Sinn und sefrie ATtgeitteivigiiUiglcttit”, Jtthrbuch fiir Chantkterclogíe,
vol. YJ: “Mtlaphvsilí oder verstebende Siníi^Wls¿ftii3cbaft5*, Suple me rilo a. Knnt Slu-

[ Í i í j . ü r í í ^ i :;g, '" « U ' bi-:'C]:;.ierjfo d e s ig n if ic a d o ” es el A c to p o r el e n a l u n


r;:í.:-. :i:.:o d a í-csíiT ieiH c u n c¡ei Lu tr a z o d e c o n d u c ta , u n s íg iio o i m « b j e í o c u ltu r a l.
‘irjí.ejprttadcr de significado” es ía comprensión de lo que quiete
decir e; il'íüvid 1 1 que eSL^bUiC'S. tal signif¡Oflda-d
Este libro, que parte de los problemas suscitados por Max Weber.
se apoya, sin reservas, en las conclusiones firmes a que Uegaron los
dos filósofos antes mencionados. Trata de determinar la naturaleza
precisa del fenómeno del significado, y de hacerlo medíanle un análisis
de la función constitutiva. Sólo después de haber captado con segu­
ridad el concepto del significado como tal, podremos analizar paso a
paso la estructura significativa del mundo social. Siguiendo este pro­
cedimiento estaremos en condiciones de fondear el aparato metodoló­
gico de Ja sociología comprensiva en un punto mucho mis profundo
que aquel al que había llegado Max Weber.
■Hemos podido, pues, delimitar nuestro propósito y la maneta en
que esperamos lograrlo./El propósito es el esclarecimiento del con­
cepto básico de sociología comprensiva de Max Weber. Comenzaremos
mostrando la necesidad de realizar un análisis más amplio de conceptos
tales como "comprensión directa y comprensión motiva d o nar,27 '"sig­
nificado subjetivo y objetivo”, y “acción significativa y conducta signi­
ficativa", A partir de este último par de conceptos, trataremos, en eí
capitulo II, la manera en 'que se. constituye ei significado en la vivencia
individua] del yo solitario. Al hacerlo así, rastrearemos el significado
hasta su punto mismo de origen, en la conciencia temporal íntima, cr.
la duración deí yo que vive la vivencia.. Apoyados firmemente en e¡
concepto de la-duración de Bergson, y aun más en el análisis que hace
Husserl de la constitución de la vivencia subjetiva — a par di de Sos
fenómenos de retención y reproducción— describiremos la naturaleza
de las vivencias discretas, de las conductas que surgen de la actividad
espontánea, y de la acción de acuerdo.con un proyecto preconcebido.
Así, estableceremos un concepto inicial de significado sobre eí cuaí se
basarán nuestros posteriores argumentos. El próximo paso consistirá
en llamar la atención hacia el fenómeno de modilicación atencional y
analizar el “contexto significativo” {SiímsuAYt-mme^iíi-'ig) en el proceso
temporal de ejecutar sintéticamente un acto complejo. Mostraremos de
esta manera cómo el yo construye, a partir de su corriente de la con­
ciencia ya vivenciada. un mundo complejo de vivencias, Al mismo
tiempo, explicaremns los esquemas interpretativos dentro de los cuales
el yo organiza sus vivencias en el proceso de autoínierpretaeíón.-8 La
última parte del capítulo II se dedicará a la consideración del contexto
motívacionñb el complicado y peculiar contexto de significado que está
implicado en la acción.
-En el capítulo I I I pasaremos de la autocomprensión a la compren-

27 [“AltUielles u n J Tnotcvíitjnnsinassiges Verst&fcen” , W irtsc h ift u;.d Ceself-


schafh pá^s, 3-4 (T. I,, pígs. 94-95). Sí vemos qne un Lumbre apiu^a. ui. fusil
hacia otro, tenernos una comprensión directa de lo que está haciendo; si luego nos
dicen fine es miembro de un pelotón de fusilamiento, hemos adquirido ur¡a 00:^-
prensicn mcrfioocionúl de por qué jo está hacifndc'd
28 [Sicft sefÍJJí iríterpreiisTetid'.' SchiLtz utiliza los lériním ij <‘fc.ytoi:¡te3'j;L-fii'i-
d n n ” y “aníocompreiisiÓ3i> para significar la interpretación o c o m p o n si ón de ]p. in o ­
pia experiencia de tino.]
sien de los otros. Al linearlo así, estableceremos la distinción fu n d a­
mental eriíre comprender mi extras propias vivencias de la otra perwn/i*
y cumprender ¡as vivencias de la otra persona.. Tratáremos'de rastrea :
ks relaciones existentes entre estos dos tipos de comprensión, afeen -
di en do sobre Lodo al hacerlo a la Leona del signo {Zeichen) y la in d i­
cación (Anzcichen). del producto "{Erze-iígnis} y de la prueba (Z elig­
áis). Luego daremos una definición precisa de los conoeptus ele signi­
ficado subjetivo y objetivo, qae según demostramos en el capitulo I
constiLuyen los conceptos básicos de ía sociología comprensiva. Con
este “oropósito realizaremos un análisis del esta bíeeii mérito y la m(er-
p^euieión del significado. .Mostraremos después, en una breve digre-
que el doblo papel que cumplen entonces las ciencias culturales
corno ciencias del significado subjetivo y objetivo, tiene sus raíces en la
naUu’üIeza ínndamentaí del. pensamiento hum ano mismo. Por último,
on el capítulo
i.
IV,* analizaremos nuestro conocimiento de ías demás
personas y, sobre esa base, presentaremos una teoría general de la
estructura del momio social y, por Jo tanto, del objeto propio de las
ciencias sociales. Volviendo una ves más a Weber, someteremos a
examen exhaustivo los concentos de acción social y relación social
y determinaremos el complejo tota1: de bechos denotado por esos dos
términos. IlesuíUmi entonces claro que estos fenómenos varían do
naturaleza segó 11 ocinran en los mundos de los asoci andoí, los contem­
poráneos. Jos predecesor es o los sucesores. El resto del capí fulo TV
tratera en su mayor parte de los cambios sufridos por el establecimiento
del significado, ía interpretación del significado, e! contexto motiva-
cional y la perspectiva de comprensión en los mundos o sectores recién
mencionados. Esto constiLuye el núcleo central del libro. El contraste
mdical que allí estableceremos entre la comprensión de los asociados
y contemporáneos de una persona, por una paite, y la construcción de
bpos ideales a partir de ella, por Ja otra, esclarecerá la diferencia exis­
tente entre vida significativa en el mundo social e interpretación sig­
nificativa de esa vida medíante las ciencias sociales. Mostraremos
lambíen cu el capitulo IV ía diferencia que existe entre sociología e
Íiís'.mia. definida Ja primera como la ciencia del mundo de los contem­
poráneos, y [a segunde. como la ciencia del mundo de los predecesores,
Sólo después de lograr una comprensión de la estructura pecnliav
dei mundo de los contemporáneos* que es el solo objeto de las ciencias
^í'Liides, podernos abordar los problemas metodológicos del segundo.
Esto residía especialmente cierto en lo que respecta a los problemas
metodológicos de la sociología comprensiva. En e! capítulo Y se anali­
za). ios conceptos básicos de la sociología comprensiva, especialmente
los de adecuación significativa y adecuación causal, de probabilidad
subjetiva y objetiva y de lo racional, sobre la base de la comprensión
precisa del método de los tipos ideales ya logrado. De esta manera
se demuestra el carácter mutuamente confirmatorio de las categorías de
Weber. Luego, a! final, podremos pronunciar- e) veredicto definitivo
; acerca del objeto y la metodología-propios de la sociología compren-
vsiva, que era el problema con el cual comenzamos.
: Habremos completado así" el circulo, y difícilmente sea accidemil,
sino qne más bien--correspondera a la natutále?a de Lis cosas, c! boc!m
cíe que hayamos tenido que terminar por donde comenzamos, cor. bt
obra del bombre cuyo pensamiento penetró más profundamente ea
!a estructura del mundo social: Max Weber.

2. E l concepto de acción significo Uva ele M ax W ebsy

Según Weber, la tarea de la sociología comprensiva consiste en com­


prender- e interpretar la acción social. La acción social es aquella -que

en virtud ílel significado subjetivo que le c¡tribuye el individua {n i:-dÍYÍd-:cs!■nL-j.-.r.::-


tcs, fon Vi cuenta de la cc.ndncin ele ]os otes y de íicneidn ccrn iíc at:
c u r s o , . . Eci e l c o n c e p t o d e “ í i c c i ó r , ’ pe l i k : u y p I c c Í íi c o j- d u c L s ¡ a i r o n a a í a m u ; e i

individua nctnariSc nlríbui'r na ííeuifit'ico subjetivo, y en la medida, en quf -C


La acción, en este sentida, puede ser manifiesta o purzuienie ¿alema y s^L-jvi.a;
puede cosssísLii' en iiitervenir posiilvan'-eníe en una siruar. ión, o en íibsLenms;: d:¡>
Ijeindamente de hacerlo. o prestar riquíc-sct-nria pasiva a ese* sUnació :.i!'

. Estas definiciones'básicas de-Weber merecen un examen muy detenido.


Comencemos nuestra crítica con la delínición qne di: Weber do i
concepto de acción. La acción es significativa pata el que actúa; eso
es lo que distingue la acción de ia mera conducta. Ha^a_aíjjab__no
hay ana referencia social necesarnir 'Tuda Acción dirigida bacía mi
objeto es ifiso yácto Significativa. C na mi o mojo mi pluma cu la liara
o acerco la lámpara de mi escritorio, actúo en torma signlbca'iva.
Podemos trasíadaje ahoia este concepto inicial d.e significado a ja esíera.
social y aplicarlo a la acción social que, como liemos visto, os acción
.basada, en la conducta, de otros.
Consideremos brevemente la diferencia específica de la acción
sucia!. Ante todo, esta vil lima, por su significado .subjetivo mismo, debe
basarse en ía conducta de otro ser humano. Tero esto sígniüca que
nos encontrarnos ahora frente a jan nivel diferente de significado. EL
individuo puede ya actuar en forma significativa, aparte de cualquier
- implicación social. Pero en el momeñío en que entre en relaciones
: sociales^ sus acciones asumen un significado mis. Están entonces enfo­
cadas sobre Otro: un “tú”. En este nuevo estadio, la acción sólo puede
comprenderse presuponiendo la existencia de ese "tii”. Sin embargo,
según ei punto, de vista de Weber, no es suficiente que una acción
establezca el contacto con otra persona p a ra q u e 's e la cabfiqi.ie de
íieción social.

2Q Y/ebeij Wirt.icJ'.afl uncí Getelischaft; p.--g. 1 [T.t., y¿g. S3


N ti t-odo t ip o d ¿ .cc;’.lacro- c u tr e setes b u m a n r w iit n e nn c a rá c te r sc-uia!; este
: ác!¡:L ss J ím íla , m á s b i e n , a ?os casos e:’. q u e la c o n d u c ta de] a c to r csrá e m e n ta d a
liv a n i^ n l'g l i a d a la - d ü cO o s . P o r e je m p lo , iu t T iern c h o q u e d e d o s cjicliülas
•■
•■cd<j c i m p a i-niiC c o n n r.i e v e n to n u t u t a l. P e r o tro l.'-co, sus te n ta tiv a s p a r a e v ita r
c-i civqne, o Jos in s u lte s , g r ip e s o d is c u s ió n a m is to s a Que p t 's d e ii s e g u ir a éste,
(/•: ‘nccióu’7 social.^0

'Weber requiere e n lu c e s q^e la persona que realiza úna acción sociaj


C'-e cor sedente de mucho inás que de la piara existencia deí.otro. Debe
c::i.-je c-ucnta dei significado. de la conducta del otro e interpretado.
Pea-o aquí J’eganios a \m tercer rdvei de significada. Una cosa es tener
la vivencia “eso es ~:n congénere'1, y otra totalmente distinta tener la
vivencia “ess. persona se‘ está comportando de tal o cual manera, y
yo ve y a actuar en consecuencia"". Estas dos vivencias per i cuecen, de
hecho, a dos dominios diferentes de significado Weber lo expresa
claramente cuando al explicar el concepto de rel otro”, observa: . -

Loi oh o? pueden sei personas didividoafus y sai cor.ccídas para el ador corno
o cw,stiU:ir una pluralidad indefinida y ser totaJmcnle desconocidus como índi-
v iá’.ios, Así,. la "n;rjneda’? es el íntdio de iateicambio que el actor acepta en paga,
erigirá 5li :iír..v:-giin la eiipecíatjva ds que im ním ejo muy g vari cíe pero
r ü^cv.ccido ds v.-,c ivir'jos c. : los rpit: ¿’] r<j [isjie ¡elación personal estaraii dispuestos
r. í.>jptv,:’]a cv¡ el jp.lercs mbin, en alguna ocasión futura.3'1

Ilo.1 Cále caso la proposición "eso es un congénere5' no es captada temá-


ticamcy^e 3- sino que se da por sentada33 por parle del actor, sobre
ia base de su experiencia social. En cambio, el significado que se
desarropa temáticamente en esta situación es la referencia a la “con-
anota” de otos, que resultan ser aquí sei’es anónimos.
Un cuarto nivel de sígmticado se agrega con el postulado de que
ln acción social debe orientarse bacía la conducta de otro. Debemos
posponer para más adelante.3* el esclarecimiento del significado de
ese concepto muy poco claro, el de "orientarse”, que un crítico5* ínter-

pág. .11 [ T .I., p á g . J13\


íb íd .,pág. 1.1 [T I , pag. 112].

’ - ¡/'Captar ..leo t>ín'.á‘ ¡cainenEe'’ es mantenerlo ert el centro de la atención.
En e¡;i:¿ caso SíJñUzda a ia expresión el mismo sentido qr.eKusserl. Véaselínsseil,
¡dina, í 1££ c, pá¿. S--H. En el curso del libroindicaremos íaobrade Hnsserl,Ideen
zn ciuar reinen Niiiuoínenolcrgie um l phanomenotagUchen Fhilosophte, 3* ed. {Halle,
}.’C2b}, siripi en'.ente cut; "Idee*” . La traducción inglesa de W . tt- Boyce Gíbson
(N:i¡svji York y Lusuíres, 133).) se tsulicr.;-Á con "Ideas”.]
?:A Es tí; tci-nti’ -o {fmgtos gtígsf-ííM), {Job tlefiniresi’ios con mayot precisión más
aíl-uJLü'i.e. p-e utilizado por Sc-j'jelüi fu vineiilación con el c’e5arit)llc de la ’Vjosmcv
•.r.’b”i¿a n.-'-i'.üva’T.y.ve natura i c f . si.: ubi a 1ií-,{SííJi:5/or/»efi und Ceseilschafl, pág. 59,
Fe i;-. ICuiif:r.L'.r.ti v.iiíizó a su. ese concepto en si; análisis del valor, en su libro
Die v;'.iiijriO;'Jii'Jvhen Gru\M¡}:-tóbleme der Le.hre van der Strafreclússckidd {Leipzig
y Vifr:-.:-., 1923). '

J>: V é>sc m á s íidskLi'jtc, c a p , I I . K parLaao IT .
Sa.'.der, ciríe:t piensa c^a V.vber quiere significar con "orienlación” que el
pretó en paite equivocadamente. Todas estas estructuras de significado
son comprendidas por el ador social, lo cual sólo p iu le si^i-íFicar q::e
éste basa su acción en la comprensión que liene de la conduela de
otros. Y según el punto de vísta de Weber, la comprensión de esta
conducta social. es decir, su ‘^interpretación'3, es a su vez la tarea pro­
pia de la sociología. Sin embargo, este trabajo de interpretación cc.ii;ve
en otro nivel de significado, que es el quinto.
El análisis realizado hasta aquí deja aún tres amplios sectores de
problemas no-resueltas que corresponden al concepío de acción social.
Estos son:
1. ¿Qué significa decir que el actor atribuye un significado a si‘.
acción?
2. ¿Dequé manera se da el yo del otro al yo, corno ¿dgo significativo?
3. ¿De qué manera comprende el yo la conducta de los otros, a) en
general, b) en función del significado subjetivo de ¡os otros?

Estas cuestiones no pertenecen como tales a las ciencias socüdes. Se


refieren, más bien, a ese sustrato de objetos de las ciencias sociales
que liemos examinado con anterioridad, es decir, al nivel en 6j cuaí
el mundo social se constituye en actos de la vida diaria cen ¿os otros
(esto es, actos en los cuales se establecen e interpretan los signitica-
dos). No estamos aún preparados para realizar ira análisis exhaus­
tivo de estos problemas, sino que tendremos que contentarnos con unos
pocos resultados imprecisos de valides meramente provisional.
Weber retoma reiteradamente el problema de cómo debe definirse
la conducta significativa y cómo proceder pata distinguirla de la carea-
te de significado. Habla de los límites flnctnantes de la conducta
significativa y menciona como caso limite el de la conducta arectual:

La conducta puramente aiecUif.l se enc iento -smbién en el limito ele L\ :¿us


poetemos considerar “.ESípLifícativamente” orientada, y a nseñuelo Ltíjasa I;'-
Puede consistir, por ejemplo, en nna reacción icciinírokida ante algún estímulo excep­
cional. Es un cíiso de sublimación cuando ia acciún afecLü¿urneníe dstciiv.Li.rn!:1.
ocurre en forma de descarga consciente de tensión emocional. Cuando &sto saccde,
la conducta se encamina por lo común, suri que no siempre, ítacia Ja racionalizacir^
en uno u ohci de los sentidos mencionados anteriormente, a en ambos.arj

Debemos distinguir la conducta afeetual, que carece por j o tanto


de significado ■
—puesto qite se encuentra más allá de Jos limites de
condncta “consciente'' ( ¡nótese bteni)— de !a acción aícc tual. La acción

objeto de te do neto social consiste ea hacer que alguien se compone de na?, cidria
manera mediante la propia conducta física (acto expresivo}. Véase sis crií-ailo
"Gegenstand der reinen Gesellschaftitehre^ Archio für Sazioh^íenschuficn, L1V,
32Ü-423, especialmente 335.
Wir(sc/iíi/f tmd Qesellschcft, pái?. 12 [T-I., pág. 116].
ídce'eai Irene en común con la acción basada, racionalmente en un
vílíiu “e legido, el hecho de que su significado

íl:s vr’sirle en el !ug-.’ü de un res (diado ulterior a éi, sino en ¡a ejecución deJ Lipo espp-
'jíi Uü ilír n; cíÓ'l’i poi sí misrun. Epmp!us de acción afectual son ia satisfacción de
iü1 . iivipsiLAi.!- oírC'Cto de venganza, de gratificación seiisuat. de rJevución a una persona
o t;p arrobamiento contemplativo o, por ultimo, de abreacciúu de tensiones
Tníep m: puipn? pertenece:! a esla categoría. cualquiera que sea el grado
<le '.■i.in'idcz n íuljliniídad que posean.’ 1

La conducta afeckial y, en cierta medida, la que se basa en la


elección rncional de valores están cercanas a los límites exteriores de
lo significativo, Pero no son los únicas'tipos ríe conducta r¡ue se cncuen-
Irán en es[e caso. Existen üunbién "ciertas uniformidades empíricas . , .
e> ríe::ir. ciertos tipos de acción, que corresponden a un. significado
subjetivo típicamente apropiado, aíxibuible a algunos actores . . . que
se repiten con ir ccn en cria en el mismo individnoo las realizan si mul­
tare ai nenie muchos individuos distintos”,5* tales como la costumbre,
el use. etcétera, c igualmente la ‘"conducta tradicional”, que Weber
considera como

iní:y cercanas ai ¡imUe de lo que puede liammse justificadamente nucioii uííenlada


f¡i . 1:.’ sis.ni í tivrij -y ubicadas ineJu^o ¿i menudo. :r¡ás aJlá de esa Unen. Esí efec-
¡ .se íraia c-nn ¡miL-hn frecuencia de reaccjojie? casi automáticas a los estime]os
3inijf’í.1irue? i'í■ie íí oían Ja cnnri^cta en una trayectoria que se ]ia seguido repetid:-'.-
jl'rpr [

Las afirmaciones citadas revelan cuán vagamente define Weber el


concepto de acción como conducta sígirLiJ ieativ?a. Son evideu^ '. los
motivos en qne se basa la formulación del concepto tal como el la
reai izó. E;i primer lugar, cuando Weber habla de conducta signifi­
cativa. está pensando en conducta raciona]^. lo que es iraás,. en “con-
chuji.a orientada hacia un si s_Fen:>a _de janes, individua Les., .discretos” [zwzc-
kyc¿i¡o?ial). El pienpa que ei e tipo de conducta es el arquetipo de la
acción. En verdad, esta orientación ideológica de la acción es en
todos ios ca^os en Weber el modelo de construcción significativa, y
con buen motivo, desde el punto devista de la sociología comprensiva.4'1,
En segundo lugar, la clasificación de Ja conducta en tipos dile-
renic.-. tales como la orientada racionalmente por fines, la orientada
racioualn-ieníe por valores, la emocional y la tradicional, presupone en

7
r’> j ., ',1 fy|’t

3* i^íii.. pá?. 14 ÍT.I., pág.- 120].


::!l ibíd.. pág. l í fT.I., pág. 116].
Véase el cupiLliJii V, apartado 48, más abajo; coir,párese a este respecto
W a;‘l;rr, "Míi.v V'.’enei ais Soziüloge”, Jahrbvch für Soriologie, II (KaiLiube, 192Gj,
ü-O-j, ¿ ^peciaimeme 35 y fies.; también Orab, Dsr Begriff des RatibiicJeix in der
Sczíoi'tgic ii/t¿:c Weber i (Karlsrube, 1927),. especíaliajeñle pAgs. 25-35.
sí misma que el significado ele una acción es idéntico al motivo de la
acción. Eso, como veremos, lleva a Weber a muchas cOLicradicxIones.
Sin duda, las experiencias de la vida cotidiana parecen apoyar la te?i>;
de-Weber. Al examinar mi trabajo diario, las acciones que realizo do­
rante todo el día, sea solo o en compañía de otros, y al preguntarme
cuál es el significado de todas estas acciones, bogaré sin duda a i a
conclusión de que la mayoría cío ellas son automáticas. Esta conclu
sión parece bastante convincente porque yo encuentro que machas de
estas acciones uo tienen eu absoluto significado o. a lo sumo, lo ti-men
muy vago. Sin embargo, una cosa es el significado de una acción
y otra muy distinta, el grado de claridad con que captamos ese signi­
ficado. 1]ay algo que muestra que ía mayoría de mis acciones tienen
en verdad significado, y es que, cuando Jas aíslo deE finjo de la expe­
riencia y las considero atentamente, encuentro que tienen significado
en el sentido de que soy capaz de hallar en ellas un significado .sub­
yacente./Es entonces erróneo utilizar el criterio de significa lividad para
distinguir 3a acción de la conducta simplemente reactiva, si se atribuye
a !a palabra signiíicatividad su amplío sentido ordinario/ Aun mi ecn-
, duela tradicional o afectnal tiene alguna clase de significado. . En v?¡ -
'dad, cuando observo con atención, desculare que ninguna de mis viven­
cias esíá enteramente desprovista de significado. Y vemes así que es
inútil decir que lo que distingue la acción de Ja conducía es el hecho
de que la primera es significativa desde el punto de vísta subjetivo
y Iü segunda no lu es. Por el contrario, cada una es sigmíicaliva a su
numera, Esto nos enfrenta de inmediato coa la difícil cuestión de la
diherencia existente entre'el significado de la acción, y el de la mera,
conducta. Y, por,; supuesto, se añade a éste otro problema, el ele la
naturaleza de Ja acción como tal. Hemos de.ocuparnos de todas estas
cuestiones en una serie de aspectos. Sin embargo, la simple m ención
de ellos bastará para mostrar cuán profundamente debemos llegar para
poder realizar un análisis adecuado del concepto de significado.
Eí segundo problema que hemos mencionado -—la manera en que
el yo del otro se nos da en forma significativa— no lo traía en absoluto
V/eber. El presupone la existencia significativa del yo de! otro como
algo simplemente dado en todos los casos en que habla de la interpre­
tación de la conducta de otros. Para su. manera de. concebir e- pro-
. blema, difícilmente sea necesario un análisis exacto del modo en que
se construye en mi conciencia el yo del otro. Con iodo, debe plan-
tteirse la cneitión referente a cómo lograrnos conocer el yo dsl otro, tan
pronto como nos ponemos a estudiar el significado subjetivo de la con­
ducta de otros.
3. El cü-rácier pre-d&dc áñl vg del otra y el postulado
de ui corrir.yensUhi del significado subjetivo

El postulado de la investigación el el. significado qne se oculta dehús


de las acciones del otro, y al que éste apunta subjetivamente, prestir
p"::o u ík teoría de ia cogn oscibiíidacl del yo del otro y, junto coa
ella, nna teoría del carácter pre-d»do de este til timo. Sólo se justifica
que pregunte que quiere significar otra persona cuando supongo a) que
reahu^iüe qui tro significar algo, y b) que yo puedo averiguar lo que es>
iril como puedo averiguar el significado de mi propia conducta.i Ferp
debe roos _acen |p-var. ai;;n a nt es_de_ comenzar^ c 011 nn estro proyecto, qu e
c\ significado suje tiv o . de ja. conducta _de_ -otra. persona ,uD._.tiene__por_
que ser idénlico al sigmjicaqq que. su conducta, esterna percibidp_tiene
psxí TT:f como observadov.\Pero este punto requiere pruebas. Sí Jas
vivencias de otra persoga ir.e fueran tan accesibles como me son las mías
— sea Diedúm'.e empatia o? como pensaba Scheler, medíante alguna
dase de "i 12Luición interna’'— 41.entonces sn vivencia, es decir, ei signí-
Hc^do a que apunta su conducta, resultaría directamente evidente42
para rni al observarlo. Más aun, su conducta sólo podría tener para
t u :, el significado que él ie - atribuía subjetivamente.; resulta claramente
ñbsrrco qos pueda tener otro, de carácter objetivo. Ahora bien, es
evidente —y lo demostraremos más adelante— 43 que este supuesto de
una penetración cmpái.r.oa toLal en las vivencias de otra persona, ím-
p ’ica usa teoría contradictoria con ios caracteres legales esenciales de
la conciencia. De una naturaleza totalmente distinta es la teoría que
nes dice que "al comienzo nos son dados el cuerpo de ía otra persona
y sus cambios y movimientos o, más estrictamente, las apariencias de
é.sLos. y que sobre la base de tales datos llegamos a postular su inte­
rioridad y sn existencia como un otro yo”.44 Esta línea de pensamiento

ScVieier, y-'<?esen u.na der Sí/n'j.'ithie, ed. (Bonn. IB23-)j pág. 2SS
„ j .1.. The ívature cf >>iw¡>r.Cny, por Peíer Heatli (N:ew Haven. 1&54), pdg: 249 b
"Así, .a liberna representa-una polaridad entre sietes, y esos actos son
eapnces -rio referee a ncsoUxu mismos y a oh es. Ji fia polaridad es intrínseca-
r'íC ik *X:j>íí.~ ce r.barc-íir l.i uic'Lrt tnííima de oíros j; let m í a propia, tal como me abarca
r¡K m:;s]!:c y r. iru p.cpia expeyitricin en gen eral. .. ” Ibíd., págs. 296 y-sígs. [T.1.3
t'¿^ 3. 256 y EÍ35 .J : "Lu rjue afirmónos es . . . qv¡e en la medida en que concierne al
r r:1 y r< sn :.U:j¡.Ogza y sj ámbito de hechos (pie aparecen dentro de él, cada una
•jcids apr&^srí.¡cv :a e.vpcvierjcia ele sus eimgéneies íaii. ílíractcnnenie (o tTidirerAa-
a) ccric Ja suya propia.'" Véase también Liítj Znt¿íe¿rZtfum imd Gcii]eí/iíchL¿jt,
p;u¿s. 10 í y
4i 1E r f ü t f h a r :rt S e l b s f í u i b e , ]M era-m ente, " c n m p r e n s ib le er< 3a p o se s ió n innte-
iiit-’a ríe i¡’. C'"síí jnisjr.s.h\ C f . el uso d e l té r m in o S e l h s i h n b e p o r H v s s e r l, e n ' K U i b e i t
Csv ¿eJ[>si'.';;;be", uncí ÍY^níseírdenfiTÍe Logik (rlcdie, 1S29), $ 36 c ]
IS Cf. cap. I l í , ñ paitad o lí), más alhajo.
Las iibjedcr.es ti?. Scij^-er a esls. tecria (Wesen i:ncí JPorDten der Si/nipathie,
2 -Si y s^gí. yág-5. y sigsd) ejiteramente i^stificadas. Es sin duda
{m^ir.'snís iriiposible iritsiii- in existencia dsí yo del otro sólo a partir de la aparien­
cia tic su ruiopr y rii: supeaev -;:ivie se da en ri jr^isma toda la uní dad psicoíísica.
Vén??- f.Hj:), cap. i 7T, apartado 19.
lleva, en última instancia, a la conclusión ele que nunca vivenciame?
Ia mente ele otro, sino sólo objetos físicos; que el concepto de la ‘'mente
de otro:' es epistemológicamente superfino desde eí punto de vista de ía
ciencia;, y que las afirmaciones acerca de la mente de otio 110 tienen
científicamente sentido, puesto que carecen de contenido empírico. Esta
posición fue defendida por Carnap en algunos de sus escritos.-3 Parece
hacer justicia al hecho de que mis propias acciones y conducta se me
dan como mis vivencias, .mientras que las acciones y conducta de otro
no se me dan como sus vivencias. Más bien, la conducta y accionéis de
otra persona se me dan como secuencias de hechos que ocurren en
el mundo físico, como- cambios percibidos -en el objeto risica qne yo
llamo su cnerpo, Sin embargo, para comprender ese objeto como el
cuerpo de alguien, debo ya haber presupuesto la existencia del otro
yo que anima el cuerpo en. cuestión. La referencia implícita al cuerpo
de oiro sólo ocurre generalmente en la medida en que observo en for­
ma directa su acción y conducta y las miro como una secuencia de
hechos físicos que ocurren ante mí. Sin embargo, la conducta y acción
de los otros se me revelan no sólo a través de sus movimientos corpo­
rales, sino también por los resultados de esos movimientos, poi' ejem­
plo. ondas sonoras, cambios que ocurren en otros objetos, etcétera. Y
puedo plantearme la cuestión referente a qué es ]o que produjo esos
cambios y mediante qué proceso ocurrieron. Ahora bien, encuentro
que todos estos hechos externos son. inteligibles. /Tienen significado
r'para mí. Pero el significado que descubro en ellos no tiene por qué
set en absoluto idéntico al que tenía en su mente la persona qne los
\produjo./En efecto, estas objetivaciones de significado que hallo en
eí. mundo externo son meras “indicaciones11 (Anzeíchen) del significada
a que apunta ei actor’o el productor del objeto en cuestión. liemos
adoptado el uso del término “indicación” eir el sentido técnico que le­
da IJusserl en las Investigaciones lógicas: ^ decimos que tenemos una
indicación en todos los casos en que

eu?Jguiei clase de objetos o estados de cosas cuya existencia es conocida para al­
guien, indica a esa persona la existencia de oíros-objetos o esíados Je cosas, en e-i
. sentido de que su creencia e-n la existencia de los primeros es el motivo cíe

Ruttulf Cainap, Lcgischer Axifbau der Wgíf (Berlín, i!y£S). espedaírner.te


págs. 185 y sigs., y Schcm^rc-b'eme hi der Philoíoph.ie ( Bfirlíi», 1^28), e;-pecinbMer.-!.e
págs. 18 y sigs, Es posible tiilicar el concepto de Camap {tentío ele su propio sín­
toma. E l apela a la evidencia de la lógica formal sin comprender que la vilidsz
intersubjetiva misma de es’.a ultima presupone 3a e>:ísteocia d-e otras mentes.
í0 Husserl, Lcgtecfie Untersuchungen, 4g ed. (Hatle, 1928), II, L, 25,
[Cf. el examen qne hace Schütz del concepto de indicación en su a •fío. do
'Symbol, RealíIy and SrVjiet’/ ', Collected Papers of Alfred Sclat'z, td.
Nat^nson (La Haya, 1962), I, 310. Cf. también el análisis de Faiber, T h e Fcu.'l-
daiion of Pheno:r,encJogy, 2* ed. (Nueva York, 19G2). Favber r_:tiíiza el rímutio
"mark” (marca; para significar lo mismo que Schiííz con “ínclicacicín"-'. ScñiH''
utiliza la palabra "mark” (m aic?) en un sentido un pcco distinto. C.r. Co'laaed
-. Pc-pe-í'íj. í, 308.] r-
creencia o sospecha respecto de la ei'Jster.csa áe los segundos. Ls. clase de motivo
? Ci’j e r.b' referimos uquí do es la de una introvisión racional en la vinculación exjs-
leine entre cosas.47

Kn ’a exposición sige jen te descartaremos, en bien de 3a simplici­


dad. jiqueros productos de acción qnue se remontan a ía acción misma
y se limilan a la consideración de los cambios ocurridos en el cuerpo
de la otra persona qne bacen visible 3a acción de ésta para el observa­
dor, Esos cambios funcionan como indicaciones de la vida interna de
la olra persona, pues su cuerpo no es un mero objeto físicoy como un
pido o una piedra, sino un campo de expresión de las vivencias de esa
mudad psicofísica que llamamos el yo del otro.
Pero el término "'campo de expresión’' aplicado al cuerpo no es
bastante preciso, Husserl mismo ha señalado, ea sus Investigaciones
lógicas. las ambigüedades del término “expresión" s8 Basta para nues­
tro propósito indicar que en la literatura sociológica45 toda acción de
o Ira persona es interpretada a veces como uua expresión de su viven­
cia. Sin embargo, cuando se lo utiliza de esa manera, el término '“expre­
sión" oculta nna ambigüedad. Puede significar: 1) que la conducta
externa de la otra persona funciona como una indicación de su viven­
cia intima, o 2) que ésta "trata deliberadamente de expresar algo”
actuando de cierta manera. Muchas cosas que son expresiones en el
primer sentido — el enrojecimiento de cólera, por ejemplo— . difícil­
mente lo sean en el .segundo. Por eí mismo motivo, una persona puede
tiaíar de expresar deliberadamente algo y no lograr '"darle salida”, de
modo que el observador no tiene ninguna indicación verdadera de su
estado subjetivo.-"
Esta distinción es de gran importancia. Es posible referirse al
cuerpo como campo de expresión en la medida en que los cambios
corporales puedan ser interpretados regularmente como la conciencia
interna del sujeto que “llega a expresarse’1 en el primer sentido indi-

47 [Es un motivo “opaco" (Schütz, o p . c í t , I , 3 1 1 } . La relación entre la


indicación y lo que es indicado consiste en ía "referencia” ( Híituj-eis), no en ia “im ­
plicación” . Tiene su origen ea la asociación. Cf. Husserlj Logísche Untersuch.imgen,
Uj 1, págs. 25-30,]
[Logísche U ntersuchungen., II, 23-105, passim. Cf. también Furbex, Fcaen-
ilr.tion of Pkencnnenolc'gij, cnp. V ltí.]
49 Véase, por ejemplo, Freyer, Tkecrie des obfelitioen Geistes, págs. 14 y sigs.'
LiU, op. cit,, págs. 57. y sigs., 141 y sigs., I&2 y sigs.; y, con anterioridad, Sívnder.,
" G c g e a i« tfin tl der reinen. Geselkehaítslehre“, págs, 5 3 8 , 3 c 4 . P o r otro jada, en su
Ai!geK,eine Soziologie, Sander distinguió, en un agudo estudio, las múltiples fncetas'
deL írtniificado implícito en el concepta "expresión.
r,° Kese-rvñntcs para un tratamiento posterior otro sentido más del término
"íxpiesjivn,”, une ei el de expresión simbólica, ccmo ocurre por ejemplo en el caso
del lenguaje. No lo íiaesmes aquí en parte por el deseo de evitar complicaciones in­
necesarias. v en parte poique todo símbolo cal presupone un luto simbólico, y los
setos simbólicos sólo son otros casos más de conducta exterior. Lo que aquí nos ínte­
res;' es el problema, genere! de cómo uno infiere las vivencias da otea persona, dada
su conducía exterior.
•^cado más arriba.5L Pero esto implica tan sólo decir que los cambios
corporales percibidos en él son indicaciones de su.estada subjetivo. No
implica de ninguna manera que esos cambios sean ''expresiones'' en
cualquier sentido voluntario o que el individuo es-lé "expresando Lina
intención". Sería totalmente incorrecto decir que medíanle el a el o de
aserrar la madera, el leñador expresa su deseo de voltear árboles. En
efecto, toda intención expresada es un mensaje, y esto presupone un
receptor del mensaje. Por lo tanto, sólo podemos babíar de “expresión”
en nuestro segundo sentido, si lo que se expresaba se en tendía como
\alguna clase de comunicación.33
¿Qué es lo que de hecho se expresa en el campo de expresión de
la otra persona? ¿Es la vivencia del ot.ro? ¿Es quizás el significado a
que apunta subjetivamente?
Scheler se explica rnuy claramente respecto de fcte punto:

Creen'.o3 con certeza, que conoceiros dir'ectíimenEe la alegría de oí;?. pegona


por eu risa, su pesar y dolor por sus lágrimas, su vergijeuza por 5\
i r.ibcj. sus sépLcas
penque 6atiende las manos, su amor por su ornada de- afecte, su cólera perqué rechi­
na Jos dientes, sus amenazas porque cierra e i puño, y el cor.tcn:do d<; sus psrm-
mientos por el sonido de sus palabra s-5^

Supongamos que Scheler tiene razón, y que ciertos contenidos de la


conciencia ele la otra persona, tales coma la alegría, ei pesar, el do­
lor, ]a vergüenza, la suplica, el amor, la cólera y amenazas se nos
dan directamente a través de actos de percepción interna y sin ninguna
clase de proceso inferencial. .¿Se deducé de ello que el significado
subjetivo de la otra persona se nos da también de esta simp’e mar:erar
¿Quiere decir que nosotros percibintos directamente la intención .que
yace.detrás de esos actos de ruego o amenaza? Seguramente se requie­
re aquí una distinción. Si “significado subjetivo” [ge;neh¡ter Si/uO es
uu término que denota simplemente la actitud manifiesta exhibida
por -la otra persona — ruego o amenaza, por ejemplo— . es perfecta­
mente posible decir que percibo en forma directa esa aciULid. llanca
puedo afirmar, si se quiere, qne la intuyo en un simple acto de "per­
cepción interna”. Pero si el término “significado subjetivo” denota por
r\qiié la otra persona exhibe esa actitud — su intención, por ejemplo, do
'•-provocarme a acciones irracionales medíante sus amenazas— , es sin>
píamente falso que se me revele eii forma directa ningún significado
"subjetivo de esa clase. Más bien, ese movimiento corporal que he

. . 51 Sólo en un sentido limitado pademas leíerirncs a un csinbic patológico que


ocurre en el cuerpo de otro, como indicación áe su vivencia: si: rkOra: físico, pe:
ej&mplo, o su estado de ánimo. La formulación qiie lucimos en el í-üa-u es nec^sar:;!-
;■‘méate imprecisa y provisional. . -
r- Ignoramos a-qní el L-aso trivial.y exeepCLCurd en que uno L‘se crin ;.l: i:..'.-.-
sigo.- mismo” tomando no!as
33 '[Yesen um] J/m-jucn de¡ Suwpathie, pá^s. 301 y sigs. [T.I., ¡Tc'úiiv.
aprehendido como nna amenaza, sólo se me da directamente como
\\n estado objetivo de cosas, como algo a interpretar. Ahora bien, cuan­
do interpreto la agitación de u.11 puño como una amenaza, introduzco,
sí:1, diurno cuenta, un contexto muy estructurado de significado.5'1 Pero
aunous ]a conciencia-de la amenaza fuera todo lo directa e inmediata
fj:;s se quimera, estaría aún muy lejos de constituir un conocimiento
mLuitivo del significado subjetivo de la otra persona. .
Guaneo ScbcLcr. en el pasaje citado antes;-habla de intuir la expe­
riencia de la otra persona limita sus ejemplos a los así llamados "‘mo­
mentos expresivos”. ¿Pero qué ocurre con otras acciones o clases de
c-cccueta? Cuando . observo a un leñador mientras trabaja ¿percibo
directamente sus vivencias?. Si es así» ¿qué vivencias? ¿Sus vivencias
de esfuerzo al manejar et hacha? ¿O el motivo, quizá, por el cual Ja
maneja? Escás cuestiones encierran' profundos problemas que encara­
remos en su momento. Procederemos ahora, sin embargo, a realizar
:.m reconocimiento preliminar de la zona en yue se encuentran, exami­
nando los conceptos ele Weber acerca de la comprensión observado­
r a ’ y jnctivacionaT.
Weber distingue entre dos tipos de comprensión:

La primera e= Ja. cr^nprersión observa cional directa ( ahínsUes Verstesien) 'del


subjetivo í,g&ineint&r Siv.n)'^5 del aero dado como tal, incluid as las expre-
t:-.:.--?? verbr^es. Compieirdciuas: así por observación directa, en este sen finio, el ssg-
rr.::ca¿D de '.a proposición 2 yy 2 = 4 cuando la cimcs o la leemos; Este es un caí o
ele ooripiec.í.ión racicnsl dase la de ideas. Comprendemos también una expresión de
r¿hl& so ir,r.r*!i'ic:sta medíante ia expresión. facial, exciamacinn.es o movimientos
Í3-1'cjoí3aJe-s. lisie es co:riprer.si;>D cbserv£cio:i£] directa da reacciones emocionales ñr-a-
c^'íK-.iC-s. Pódeseos comprender, ¿ e u n a manera observacional símiíaij Ja acción de
u" leñador o ¿e alguien que a feira un picaporte pera cenar una putería o apuT¡La un
íí-.t.ta a vn ¡inir.’.ai. qs comprensión obseivacional racionad de acciones. Sin
en/bé'so. 1£?_ cornprsr.yíón puede ser ce otra dase, a saber, comprensión e.xplica ti-
’-T; ^erklcrer.dss Verslshsn). Así} comprendemos en términos de motivo (-incífwi-
r;^:-..r.3ri¿.í?ig) el -^giníxudc' que un aeler atribuye a ?a proposición dos po-r dos igual
n c^aLro, ciando la ícn?.uia o 3a escribe:, porque comprendemos lo que Se lia ce
iv.e&r cs:> f-n esn prcoiso momento y en esas circcnsíancias. La comprensión se al-
.r ^¿: se:üido,. si ¿abenas que la persona está efectuando un balance en un

¿- L [Sir,n.w5í!?ií.'nfijííifliig es un téjniirio utilizado por Weber y por iíchülz para


retsrirse a “una pluralidad de eJerrentos erre íormari urs todo coherente en et nivel
•de significado. Existen- varíes modos posibles de relación significativa entre tales
ei^'sr.í^-s, líd&s co:r:c Ja coherencia logrea, la armonía esíécica de un estilo o la
adecuación de les m-cdios a r:n fin” [Henderson y Parsons. op. cit., pág. "95Tn.). "Con-
í'cxi'o” y "ecrciplejo" de sñiujficado son traducciones adecuadas, '‘configuiracSón'’' y
“in&lrifc’'., que- -«ííü'.zn. LutkjTiE^n, quizA s&an el mejor equivalente cuando Schíitz
nacía nvi? ;¿co!c<i5-e;*!:e. V¿ase Luckmaun en Scbutz; Cc-Uected l'apers, II, 63.]
r,n [Hcuderson y Pr-Tons u-adv-cen ¿rs:j¡si)i(Er Sitm ó í des irsodcs diferentes al
vo.'frr s¿fe pasa;e: 1; cc¡nc subieciiae meaning (significado- subjeítvfij, y 2) como
^<::c:u!eu 3.is:r:nu¿' (.rgui fi catín a qne se apur.tn). Eslo se adecúa parfecta:nei;te
a !:? Stj.-':Iz 5?ñ;-.la al cornil,izo drJ apar tac] o- 4.J
libro mayor haciendo una demostración científica, o está realizando alguna cítra tavea
de la cual este acto en particular yería-una parte apropiada. Este es conrpre-.í.dóa
racional de la motivación, que consiste en ubicar e] acto en un conte.^o ele signifi­
cado (Sir¿r\zusfir\-tme-iha)ig) inteligible y más inclusivo. Asi, comprenderles Íü ac­
ción de cortar la madera o de apuuíar un revólver en función del motivo cv.c se
añade a ja observación directa,, sí sábenos que el lénador trabaja por un solacio
o está cortando leña p a ri su propia chimenea o, qi:izá, lo hace por divertirse. Fcí-o
también podría estar “abreíiccicnsndoJ> un acceso de rabia, y así la situación sería
irracional. . . En todos los casos mencionados aníescarniente el acto parLicuiar !ia
sirio colocado en una secuencia de moíttacwn (SinriE^smninení^Mg-) comprensible.,
cuya comprensión puede tratarse como una ex^jiicación del cu río real de la con­
ducta. Asíj para una ciencia que se ocupa del significado subjetivo cíe la acción, -s
explicación requiere que se cap le el complejo de significada (Sijirixírsíjiriinerjiaíig)
al cual pertenece un cursa real de acción comprensible asi interpretado. Ün todos
esos casos, aunque los procesos sean en gran medida afethiflJes, id significado sub­
jetivo (subjefe!iv-er Sinn) de Ja acción, incluido también el ds loa compiejos s¡g¡-iíi-
nalivos1pertinentes, recibirá el nombre de significado “a qne se. apunta" t gerv.sin!er
Sínn). listo implica apartarse del uso ordinario, que sólo h¿.bb de intención, en este
sentido, en el caso de acción que persigue racionalmente un propósito.5,3

Esta tesis, muy ilustrativa, merece un examen más deten icio.

4. Crítica de los conceptos de comprensión "observacicndT’


y “moiívacicnaV’ de Max Weber

Por el pasaje precedente debería resultar claro que Weber utiliza la


expresión ‘ significado a que se apunta” en dos sentidos diferentes. En
el primer caso, se refiere al significado subjetivo que la acción tiene
para el actor. Según Weber, este siguí Picado subjetivo puede compren­
derse “observacíonalmente” es decir, puede ser capiaclo por observa­
ción directa. Pero en el segundo, se refiere a la trama más amplía de
significado a ía cual pertenece una acción “así interpretada" íes decir,
interpretada de acuerdo con su significado subjetivo). Este contexto
más amplio de significado es develado por la comprensión motívacío-
nal o esclarecedora.
Consideremos la comprensión observacicnal y, bajo ese rubro,
comencemos por la comprensión observaciorial de “estados afectivos’’
y 'pensamientos”. ¿Cómo podemos llegar a comprender el significado
subjetivo de esas vivencias mediante observación directa? Es muy
difícil determinar, como acentúa Weber mismo,57 si una acción aferi­
tual dada constituye conducta significativa y, por lo fa in o , acción genni-

56 Weber, W ñischaft una Geseíhchcft, pág. 3 TT. 1.. ?ágs. S'3-98j: cf. tam­
bién ef pitnto 3. ibíd., así como el ensayo de Wsber, “übev eiuige Kstegovien der
Verstelienden Soziologie”, Gesammelte Aufsáize zar VSifsensctitijislshre, i^preial-
niente págs. 4 OS y sigs.
57 Weber T Wírtsckaft ur\d Ceselhchaff, pág. 12 [T.L, nág. 11-3]. '■
na. Supongamos que yo “percibo internamente’ la explosión de colera
de A. como diría Scheler. O, para utilizar la terminología de Weber,
supongamos que en -un acto de comprensiónobservacional capto el
aspecto cid rostro de A y sus gestos con:o una explosión de cólera.
¿Pero he determinado con ello si A está simplemente reaccionando, y
su conducta “sobrepasa la línea de lo que puede considerarse signifi­
cativamente orientado", sí "consiste en una reacción incontrolada ante
na estímulo excepcional”, o sí A sufre tan sóloun acceso de mal humor
y el único significado que la explosión íiene para él es la abreaccién
de sus sentimientos reprimidos? La observación directa no me da la
respuesta a esta cuestión. 5í bien sé que A está enojado, sigue siendo
oscuro para mí lo que ese enojo significa para él subjetivamente.
Ahora bien, esto vale también para la “comprensión observacional”
de tuensam ¡entos, como ocurre en el caso del fuicio 2 X 2 — 4. ííusserl
La distinguido recientemente dos sentidos diferentes del significado de
un juicio.55 Primero está el contenido del juicio (U rteihiuhalt): “que
2><.2r=4rJ. En segando lugar, está la actitud epistémica (subjektiv
do-xvich Setzutigsmodus) qne la persona qne utiliza o profiere el juicio
tiene respecto del contenido de éste, Puede, por ejemplo, sostener que
es en verdad cierto o sólo lo e.s probablemente; puede sólo sospechar
que es cierto; o suponerlo simplemente cierto a los fines del razona­
miento. O, por .último, puede negarlo. Debe notarse que el contenido
del juicio sigue siendo el mismo a través de todos estos cambios de
actitud epistémica. Ahora bien, es esta misma actitud epistémica la
que. según Weber. deten-nina lo que “quiere significar^ el que emite
el juicio. En otras palabras, lo que él significa cuando lo emite consiste
en sí realmente lo cree, o sólo sospecha que es cierto, y todo lo demás.
Y. sin embargo, esa actitud epistémica es precisamente lo que no se
puede determinar mediante la observación directa.
Encontramos'una dificultad paralela cuando encaramos la com­
prensión observacional de un acto, Weber diría que comprendo me­
diante observación directa el significado de la conducta de un hombre
cuando lo veo realizar actos tales como cortar madera, tomar la perilla
de una puerta pata (¿obsérvese bien!) cerrarla, o apuntar un rifle a
un animal. Weber menciona estos movimientos observados del cuerpo
de Ja otra persona como el substrato de la comprensión observacionaL
Sin embargo, es obvio que ya han sido comprendidos e interpretados
¿an pronto como se les Mazna “corte de madera”, '‘toma de In perilla'
“apuntar el arma”. ¿Qué ocurre si el hombre que maneja el hacha no
está realmente cortando madera sino que tan sólo parece hacerlo? ¿Qué
sucede si el hombre que toma la perilla de la puerta no lo. ha hecho
rm a cerrarla ■sino ‘ que la sujeta para repararla? ¿Qué sucede sí eí
cazador no eslá apuntando en absoluto, sino que solamente observa
al animal a través de la mira telescópica de. su rifle? Es bien evidente

15 Fórmele urtJ trnrisze>¡dentale LogtkJ págs.- 392 y sigs. !_EL iesLo de. este
es una paráfrasis.}
que la comprensión observa ció nal de la conducta exterior de 'a otra
persona no basta para contestar estas preguntas. Son cuestiones de
significado subjetivo que no pueden contestarse observando simple-
mente la conducta de alguien, como Weber. parece penstU'. Por lc
conlrariú, observamos primero la conducta corporal y luego la ubicamos
eu un contexto más amplio de significado. Una manera en que pode­
mos hacerlo -s dando a \n conducta en cuestión un nombre. Perc ese
contento de significado no tiene por que ser, y de hecho no puede ser.
idéntico al contexto de significado que reside en la mente del actor
mismo. Llamémosle contexto objetivo de significado, por oposición ai
contexto subjetivo de significado del actor.
Examinemos ahora la comprensión'mocivaeional. Weber dice que
ésta consiste en comprender el contexto significativo a qne pertenece
una acción., una vez comprendido el significado subjetivo de ía acción
en sí mismo. Pero en el mismo pasaje afirma que este contexto signi­
ficativo es aquel dentro del cual la acción constituiría una parte apro­
piada desde nuestro punto de vista. Esto es coniuso. si lio directamente
contradictorio, pues no tenemos ninguna manera de saber si oí con­
texto significativo que consideramos apropiado es el mismo que el actor
tiene en su mente. Esta es una cuestión sobre la cual volveremos más
adelante, Baste decir por el momento que liemos probado la imposi­
bilidad de la comprensión motivacional sobre la única base de la obser­
vación, Es imprescindible disponer c!e datos derivados de alguna otra
fuente. Para comprender los motivos de una persona no bastará “eva­
luar" sns acciones sobre la base de una ''instantánea” separada del
contexto. La comprensión motivacional requiere, en cambio, un cierto
monto de conocimiento del pasado y futuro del actor. Veamos el caso
de los dos hombres del ejemplo de Weber. Uno de elíos trabaja en
im a ecuación matemática, el otro está cortando madera. La ir.íocma-
cíón que resultaría esencial acerca del pasado de los dos hombres
podría sor que el primero se lia propuesto demostrar algo dentro de
la ciencia y que el segundo lia sido empleado como leñador. La infor­
mación que resultaría esencial acerca áel futuro de los dos hombres
podría ser que el científico considera que esta determinada ecuación
es importante para su demostración y que el empleador está dispuesto
-ti pagar por esta determinada parte de la tarea deí leñador./El cono­
cimiento del pasado de los dos hombres es necesario para qne yo
pueda encontrar un contesto significativo inteligible en el cual ubicar
'sus acciones. ^Él conocimiento del futuro de los dos hombres es esencial
•'para determinar..si sns acciones en el sentido subjetivo que éstas tie­
nen para ellos resultan adecuadas al contexto significativo que ya lie
reconocido/
En estos dos casos estoy buscando el ‘ motivo”. Por vwtivo entiende
Weber “un complejo de . . . significado 36 que ai actor mismo o al cbser-

:’ 9 [Omitimos íiquí Ja palabr?. "subiective” (subjetivo) cu?, sólo en


la versión inglesa.]
w a V le parece fundamento adecuado {o significativo) pava la con­
d r ila en. cuestión"'..™ Weber aplica aquí c^n mucha lógica al contexto
significativo, que sin mayor elaboración llama el “motivo”, ía distin­
ción. crue ya twizó entre el significada subjetivo y objetivo de nna
ficción. Ahora bien ¿<jué significa decir que el motiva es "un complejo
que ;v¿ rícír?-.1’ !e parece f¡.mdarriento significativo para su conducta”? Es
obvio que significa otra vez dos cosas. Primero, a mí se me presenta,
como significativo de. mi conducta, vina serie de eventos
ni tures cuya ocurrencia me--propongo producir. Estoy orientando mi
conducta bacía ese fin. Pero hay un segundo sentido en el cual hablo
a veces de fundamento significativo de mi conducta. En este caso
me refiero a mi?'experiencias pasadas que me tí eva ron a comporta míe
como lo hago, Jin el mimer caso considero mi conducta corno el medio
ce cumplir cierto £in deseado. Si estoy tratando de encontrar un m o­
tivo en este .sentido, me planteo Ia: siguiente pregunta: “-¿Cuáles de
iodos ic* hechos futnros que esperó que ocurran, se distinguen del
rosto por el hecho de que mí expectativa de que ocurran constituye,
o constituye conjuntamente, el- significado d^ mi conducta?*’ En el
segando caso,. considero mi conducta presente como ef resoltado de
lo: peri encías pasadas, como el efectn de “causas’^ precedentes. Si estoy
buscando mi motivo en este sentido, me formulo la siguiente pre-
2 ¡uí>íí: "¿Cuáles de todas mis experiencias pasadas se distinguen de]
:-V
- por ei becho ds que constituyen, o constituyen conjuntamente, el
significado de mi conducta?” Nótese que en ambos casos el motivo
que se busca se encuentra fuera del lapso temporal de la conducta real.
Weber no logra distinguir entre estas dos cuestiones del todo
düereutes. y los. resultados de esa falla, según vejemos, son de,vasto
a;«mes. Además, no contesta a’ la pregunta referente a si el significado
que la acción tiene para un actor, es idéntico a] que se le aparece
a éste como su motivo, es decir, al complejo de significación que éste
considera como fundamento significativo de su conducta. En otras
palabras, cuando hemos descubierto un motivo de un hombre ¿hemos
cieseubicr-o -id significado a que apunta su acción? El uso ordinario
parecería indicar qae sí. Cuando he descubierto lo que un hombíe
írata de hacer y lo que en.su pasado lo ha llevado a tratar de hacerlo,
r.:m he descubierto el significado de su acción? Por cierto, si le pre­
garlo qué se propone al actuar de tal o cual manera, contestará común-
¡nenie de i:no o dos modos. Dirá “estoy haciéndolo jpa-;a <. o “estoy
haciéndolo porque . . Sin embargo, debemos aclarar que estas for­
mulaciones son metas ah revi aciones de 'experiencias de significado”
muy complejas deí actor, y que la formulación del “motivo” de ninguna
manera da mea explicación .exhaustiva'de la estructura total del “signi-
iicav-o a que se apunta" Por lo contrario, el actor da por sentado el
significarlo de su acción: es auíoevidente para él en el sentido propio
de} término. Si se pregunta a sí mismo cuáíes eran sus motivos, toma

¿re.■':&/£ [í.'uí pág. 5 [T.I.. págs. QS-SOt


como plinto de partida ese significado au toe vid en le y lue^o ly.isea
experiencias pasadas que sean pertinentes para su acción o ac-oliLuci­
mientos futuros hacia ]os cuales ésta pueda conducir. Por so tirito, cabe
decir que el actor debe conocer ya el significado a que apunta so
acción antes de que pueda preguntarse por el motivo de es la. Obsér­
vese cómo se aplica esto a los ejeinpíos de Weber. Cf lando un hombre
embarcado en la formulación de una demos ir ación científica 11 til lía
para ese fin la proposición 2- X 2>= 4. esa proposición puede ser ya
significativa antes de que la seleccione como uno de los pasos que lo
llevan a su conclusión. De la misma manera, el hombre que busca
empleo como leñador debe saber de antemano qué clase ce tarca es
ésta antes de llegar a ía conclusión de que puede ganarse ia vida
con ella,
Este es el estado del problema referente a la persona qne busca
el contexto subjetivo de significado al cual pertenece su acción desde
su punto de vísta, ¿Pero qué ocurre con el contexto de significado que
al observador se le aparece como base significativa de la conducta
de la persona observada? La comprensión motivaeionai de Weber i;ene
como objeto el descubrimiento de' motivos. Ahora bien, ya hemos
demostrado que el motivo de una .acción no puede comprenderse a
menos que se conozca primero el significado de esa acción. Pero es el
actor quien tiene ese conocimiento, no el observado]'. Al observador
le falta el punto de partida autoevidente de que dispone el acto:. Todo
lo que puede hacer es partir del significado objetivo del a cío tal
como lo ve, tratando este significado objetivo como si fuera, en forrra
incuestionable, e-1 significado a que apunta el actor. Weber ve eslo
con "bastante claridad -cuando dice que ía comprensión motivacional
debe buscar el contestó de significado que es apropiado desde nues­
tro punto de vista (o que tiene sentido para nosotros), dentro del
cual encaja ta acción, interpretada de acuerdo con el significado a
que apunta el actor. Sin embargo, este así llamado significado “a que
se apunta” nos da tan poca información en el caso de la comprensión
motivacional como en el de la observacional. En ninguno de los dos
avanzamos más allá de la- interpretación del significado objetivo.
La distinción que establece Weber entre comprensión observacio­
nal y motivacional es por cierto arbitraria y no encuentra ninguna base
lógica en su propia teoría. Ambos tipos de comprensión parten de un
contexto objetivo de significado. La comprensión del significado sub­
jetivo no tiene cabida en ninguno de los dos. Podemos tratar a ía com­
prensión observacional. cuaudo se ocupa de la significación subjetiva,
como si fuera nna investigación de los motivos. En tal caso, debemos
estar dispuestos a aceptar la respuesta que obtenemos en un panto
conveniente de corte, puesto que la investigación del rnolivo flei-a
siempre a un regreso al infinito. Por ejemplo, el leñador está mane­
jando el hacha para cortar la madera en trozos, inversamente, podeir-ns
tratar la comprensión motivacional como si hiera obseLvacionid, Esto
se hace- considerando todas Jas formulaciones ace tea del motivo como
.si fueran tina Formulación de las vivencias del observador respecto de
las circunstancias que rodean el acto. Estas experiencias delien orde­
narse, por suptiesto, en una serie continua y abarcar un lapso suficiente.
Tal ¿erio podría consistir eu la observación de la firma del contrata
de trabajo, manejo del hacha. del corte de la madera y del cobro
del sueldo. Tedas estas observaciones se agruparían luego como un
acto unificado deí sujeto sometido a observación: "‘trabajar para una
compañía maderera'’'. ■
Sin embargo, hay un aspecto epistemológico válido en el fondo
de ia discusión entre comprensión observacioual y motivacional. En
la vida diaria vi vencíamos directamente los actos de otro. Interpreta­
mos ¡os hechos externos que llamamos “acto de otro” como indicaciones
de una corriente de. conciencia ubicada fuera de la nuestra. En la
medida en que hacemos esas cosas, podemos "comprender” los hechos
cu cuestión, imerpreiando las indicaciones a medida que ocurren, y
presenciar así directamente la acción tal cómo se desarrolla, presen­
ciaría "en el modo de la actualidad”. La comprensión observacional
se en i oca entonces sobre Ja acción mientras ésta ocurre, y nosotros,
como seres que viven ai mismo tiempo que el, actor y comparten su
presente, participamos vívenczalmente en el curso mismo de sn acción.
Por Jo lauto, la comprensión observacional o directa consiste simple­
mente. en esencia, en 3a comprensión que ejercitamos en la vida diaria
en nuestras, velaciones directas con ías demás personas. Sin embargo, y
precisamente por esa razón, la inferencia que va de la conducta manl-
iiesia r,i significado a que se apunta, ubicado detrás de ella, no resulta
en absoluto una cosa neta y clara.61
La comprensión motivacional, por otra parte, no está vinculada
con el mundo de la realidad social directamente vivenciada (Vrmrjelt).
ruede tomar como obj’eto cualquier acción de los mundos más distantes
de los contemporáneos (A iiiw eh ), o los predecesores (Vovwált), o
anu, en cierta medida, de ios sucesores ( Fotgewelt) , Q 5 En efecto, es!a
clase de comprensión no toma cumo panto de partida una acción en
curso. Más bien, como demostraremos más adelante, su objeto es el
ndo cjfj;?-pEíeJíJ. Este puede considerarse como algo realmente comple­
tado en eí pasado o como algo cuya forma futura completada se entrevé
en un momento dado. Puede considerárselo como motivo enfunción
de] ojigen o motivo en íunción del fin, según dijimos másarriba. Ade-
más, debe notarse que la comprensión motivacional parte de la base
de mi si.sniMeado objetivo establecido, que constituye simplemente una
indicación de Ja existencia de un significado subjetivo. Esta es una razón
más para qne se pueda obtener un grado tanto mayor de claridad y
exactitud científica en la comprensión motivacional. De esto debemos
a su vez concluir que la “comprensión interpretativa"', que define a

i:; Hnsse:-], LopiscJte Unt'ers-uchtmgÉn, IT, 25.


u~ listos íe i i'ijíüqs se defin ítá» coi : precisión en el cap. IV .
Ea sociología comprensiva, no pnede ser comprensión observacío-a^.
Más bien, el método científico pata establecer el significado subjetivo
es la comprensión motivacional, rnien ti'as Ja clase de comprensión pro­
pia de la vicia diaria es de carácter observacional.
Pe.ro con esto no terminan^ de ninguna manera. nuestros proble­
mas. Hemos visto que el significado a que se apunta es inidenabíe no
sólo por el simple acto cotidiano de ‘"captar el significado''-, sino i;i;ti­
bíen por las dos clases de comprensión. Hemos visto, además, que la
conducta externa es meramente vma “indicación” de Ja existencia o el
significado subjetivo, y qne todos los contextos de significado sólo te
nos clan en forma objetiva. En ía medida en cpie.bemcs trazado irua
neta distinción entre significado subjetivo y objetivo, debemos analizar
más detenidamente estos dos conceptos para poder seguir adelante.

5. Significado subjetiva y objetivo

Hasta abara hemos estado utilizando el término “sígniHoado objetivo”


en un sentido purameate negativo, es decir, para referirnos a un signi­
ficado düiín ío de! subjetivo que reside en la mc-ute del actor. Es el
momento de formular en detalle el significado positivo que asignamos
al término.
Snpongamos que jtf1 sea. el. signif ica do_quejm a determinaba acción
A tiene para un determinado actor X, y que ía acción Á se manifiesta
mediante algún movimiento corporal de X . Digamos que /i es obser­
vado por su amigo_F y par eí sociólogo S. Supongamos, acemas, que
la acción A tiene sentido para ambos observadores. Los dos .vincularán
entonces el "cm‘SÓ~exféfno“de la acción A. qiie toman como una indi­
cación de las vivencias subjetivas. de.-X,. con un significado. Sin em­
bargo, ya hemos demostrado que el. significado M 1 a qne apunta a
con su acción, no puede descubrirse ni mediante la comprensión obser-
'vaeional ni mediante la motivacional. Lo que ocurrirá entonces es que
F interpretará, sobre la base de su experiencia práctica, la acción exter­
na A como dotada del significado M", y S asignará además a la acción,
sobre la base de los constructor típicos ideales de la sociología com­
prensiva, un. tercer significado, rtíói.. Mientras en la terminología de
Weber, M l sería el significado subjetivo o aquel al- que A apuntaba
con sn propio acto, M 2 y constituirían el significado objetivo de
este acto.. Pero después de todo. M z sólo es el significado objetivo relativo
a Jir y A/51 sólo es el significado objetivo relativo a S. Por lo tanto, i a
calificación de y como contenidos significativos objetivos equi­
vale meramente a decir que son distintos de M 1. De hecho. puesto
que M l sólo puede inferirse a partir de la evidencia de la com'.riera
exterior de X , el significado a que apunta puede-ser-considerado con:o
nn concepto límite con el cual M 2 y M 3 nunca coincidirían, ilo a en
condiciones ópíimas de interpretación.
Tratemos de aclarar el concepto de significado objetivo tal como
se ejemplifica en hi" y M 3. Debe eliminarse cíe inmediato una inter­
pretación, según la cual A/2 es el significado subjetivo que F da al acto
A de X, y que, \p es el significado subjetivo que Je da S. Taí interp.re-
! ación se apartara enteramente de lo que piensa Weber cuando utiliza
Ja expresión "significado subjetivo o al cual se apunta'5. En efecto, es
obvio que una acción sc!o tiene un significado subjetivo: el del actor
rr:’.^;vn. Es X quien da significado subjetivo a su acción, y los únicos
significados subjetivos que le dan F y S en esta situación, son los sig­
nificados sttbíoiivos que dan a sus propias acciones, es decir, sus accio­
nes censistesii.es-en observa.! -a J t —Es"obvio que existen tantos enigmas
en torno del problema del significado subjetivo que es muy difícil
esperan en esta- etapa inicia' de la discusión, que logremos uña conv
prensión ciara de su naturaleza.
i7 y S ven, por supuesto, la acción A como un hecho del mundo
exterior. Como viven en ese mundo, tratan de comprenderlo. No sólo
viven ea sus vivencias subjetivas, sino que reflexionan ro?;rs ellas. No
í6io tienen una vivencia directa de] mundo, sino que piensan y habían
de sos vivencias, utilizando conceptos y .inicios. D e este modo, expli­
can e^los sus vivencias del mundo, comprendiéndolas mediante esque­
mas interpretativos. El mundo y la manera en que lo vi ven dan tienen
in c id o para ellos tal como lo tienen para usted, para mí y para
cualquier ser racional. Este uso de los términos “sentido” o “signifi­
cado" sóJo quiere decir que un ser raciona] asume una cierta actitud
hacia un obieto cualquiera con el que se enfrenta, Puesto que F y S
vivencian el curso de ia acción ccmo un hecho de su muudo, fa expe­
rimentan pre-predicativ^menle. y proceden a explicarla, es decir, a
'‘interpretar’' esta experiencia-suya; y. el significado que tal vivencia
i ’cne para ellos es merp-meníe una explicación de un aspecto de su
propia experiencia.
Pero Ies renómeros del nmndo externo no-sólo tienen significado
para usted y para mi, para I7 y para S, sino para cualquiera que viva
en él. Sólo h;iy un mundo externo, el mundo púbíico, y se da igual­
mente a todos nosotros. Por lo tanto, todo acto mío mediante el cual
dote ai mundo de significado se remonta a algún acto de dotación de
.ííig'úif.:cado {Sírcrgeíjuirg)*!3 de parte de usted con respecto al mismo
mundo. Ei signiíicado se constituye, por lo tanto, como un fenómeno
ivñersubjcl;va. El problema de cómo puede deducirse transcendental-:
nn-ni.3 Ja in'ers objetividad de todo conocimiento y pensamiento excede
el ámbito del presente estudio, aunque su análisis esclarecerla por
completo e! concepto de significado subjetivo. Este problema de toda
icnornenologís del conocimiento, que es el más difícil y fundamental,
io roiinu’ó Husserl en sn Lógica form jl \ j tmnscendentñL0* pero de
ninguna manera jo resolvió. .

— Lil -.s^eil Lt?ií«:.rie L'-níetítrCiiuJige}^ II. 37. Cf. también Favbsr, The Foun-
of '¡'i'-sro-netí^’-ogy, págs. 22^ y 2-32-36/1
E^pedn/iiieme -■ $ 86, pág?. 210 y sigs. Cf. también. Hussert, Médiúitíous
Cuando hablamos de significado objetivo, no sólo nos referimos
a las contextos amplios cíe significada que acabamos de examinar. Nos
proponemos también atribuir significado objetivo a ciertas objetivida­
des ideales {ideaíen GegetisUi¡idiíchkeiie¡i ), tales como los signos y Tus
expresiones. Al hacerlo así, queremos decir que esas objetividades idea­
les son significativas e inteligibles por sí mismas ■ — por así decirlo, en
su naturaleza, anónima— , prescindiendo del hecho de que alguien las
piense, de que alguien las utilice. Por ejemplo, la expresión 2 X 2 = 4
tiene un significa do objetivo aparte de lo que pase en la mente de
cualquiera o Je lodos los que la usan. Una expresión lingüística puede
ser entendida como un complejo objetivo de significado sin referencia
a los hablantes de ese lenguaje. Un tema de la Novena Sinfonía tiene
significación en si mismo, dejando totalmente de lado la cues i ion de
io que Beethoven trató de expresar con él. En este caso el término
“significado objetivo" significa una unidad de. significado considerada
como objeto ideal. Pero en la medida en qne una expresión puede ser
considerada en función de lo que.significa ( Bedeuttio.g), se la puede
tener por verdaderamente objetiva. En sus Investigaciones Lógicas
HusserJ nos enseñó a distinguir entre el "signit'ícaclot" (Bsdeuten)
como acto, v “lo que es significado" (Bedeutung), el último de las
cuales constituye una unidad ideal en contraste con la multiplicidad
de todos los acLos posibles de significar. La distinción establecida por
Husserl entre expresiones ""esencialmente subjetivas y ocasionales",
por una parte, y expresiones “objetivas”, por ía otra, es sólo un c-l-o
especia! de esta introvisión general y fundamental?5 "Una expresión
es objetiva, si importe su significado por la mera acción del contenido
manifestado en sonidos, y puede comprenderse sin tener en cuenta
la persona que la pronuncia o las circunstancias en que se la pronun­
cia” Por otro lado, una expresión es esenoiahnenie subjetiva i; ocasio­
nal cuando es "tal que su significado ocasional y real debe orientarse
con respecto a la persona que habla y a su situación”.06
Aliora bien, la cuestión reside en saber si este sentido del termino
“significado objetivo5' es el mismo en que pensábamos al identificar
el significado objetivo de la acción A con las dos interpretaciones de
significado,
O 3 M 2 iv fl/3,? oue
j. F vs S daban de esa acción. Este no es evi-
den teniente el caso, ni lo sería aunque la acción de X fuera la mani­
festación de una expresión dotada ele significado objetivo, tal como
una frase. En efecto* en último análisis F y 3 no están interesados cu
lo que X tiene que decir, o sea, en el contenido de su formulación
considerada como una objetividad ideal. Más bien, cualquier ebser-

ccrtésiennes, Meditación V [T.I. del texto alemán, Caí tejían Medltuíicm, por Doi íori
Cahiis (La Haya, 1960).].
ííí«nifjrno3 al lector a! conciso resina en de !os puntos ele vista de tíí ¡iseri
sobre estas cuestiones, que se encuentra, en Farber, The rountlütian of Phei:G?ticnr>-
logij, págs. 2-37 y sigs.; cf. también págs. £31-32..]
^ Logiiche Untersuchvngen, II, SO. [Véase ]a Irad, ingl. de ’as palabras cíe
Hnssed, er¿ Faibei, op. di., pág. 2-37.] v
va el oí del mundo social se interesa en la interpretación del -fenómeno
p::-- el 'cual X manifiesta esta formulación aquí, aliara, y de tal o cual
manera. (Por manifestación ■quedemos significar los movimientos .de
lus labios, las ondas sonoras, los significados léxicos y los significados
de las oraciones.) Esta interpretación consiste en-torrar la manifesta­
ción como uu signo de que X está experimentando ciertas vivencias cons­
cientes, de las cisales sería un ejemplo el hecho de tener nna intención.
Desde este punto de vísta, eí contenido preciso de la manifestación es
sólo de interés indirecto. Lo que F y-S desean saber es si X lo dijo y
p o r ¡pió. En la terrninologia qsie hemos establecido hasta ahora, sería
mas adecuado decir que la manifestación de la formulación realizada
aquí y alior? por X es objetivamente significativa.
Añora bien, las objetividades ideales (idealen. Gégenstandtich-
keiiert) que constituyen el contenido significativo de las expresiones y
de los grandes sistemas del lenguaje, el arte, la ciencia, el mito, etcé­
tera, de los qae son parte inseparable, desempeñan sin duda un papel
propio y especifico en la interpretación que’ cada’uno hace de la. con­
ducía de las demás personas. Todas esas interpretaciones presuponen
el oso de esquemas interpretativos. Esto vale también para eí caso en
CL'ie se explica el significado objetivo observable por parte de F y S
cu ando ocurre la acción A. La interpretación dé talas cursos de acción
se produce regularmente según esquemas disponibles de antemano,
aunque sean seleccionados por F y S y, por lo tanto, relativos a ellos.
Nuestro análisis, hasta aquí sumario y superficial, debe dirigirse
alicia hacia mi nivel más profundo. Los dos conceptos de significado
subjetivo y objetivo*7 sufrirán durante este proceso una modificación
de gran alcance, y sólo al final del capítulo I I I estaremos en condicio­
nes de dar una definición satisfactoria de cada mío de ellos. En este
punto nos con tentaremos con agregar unas pocas observaciones preli­
minares acerca de la orientación de nuestras investigaciones.
Nuestro tratamiento de los diferentes sentidos del término “signi­
ficado objetivo" ha dejado en claro que lEamamos “significativas” a las
objetivaciones rea?es e ideales del mundo que nos rodea, tan pronto
como enfocamos nuestra -atención sobre ellas.c$ Sabemos desde que

e? Pava qne na hnya. ninguna confusión con m concepto que se puede encon­
trar ívl ur.íi cannd"d de autoies conce:np aráñeos, debe notarse que nuestro u¿o del
J>srnK:v:> ■"significado objetivo’! carece de implicancias axiológicas. El hecho de Que
rl significado objetivo pueda presuponer ocasiona)mente valores objetivos (obje-htiva
V/f?7ií}, y de que !as o! íjeliviuades í Gegejijf’flmMic/i&eiíen} ideales estén constitui­
das a parlir d? valeros objetivos, son cuestiones que exceden el ániniLo de esJ.s
e lu d ió.
i;S ['"ichrjíi u,\ :r ñe ¿n .spezi/rsvrheu ZuL¿;endvnggTi unieres Beivusstseiris <iriffas-
sen.” Uusserl einpJpü el término Zuwendung para significar un “volverse liacia” o
' dirigir .a riiiífldiíi hada” eí objeio intencional,, que con elle es ‘'conocido de u:ia
n-bineisi g-er.cnd"’. EsLá presente en todo acto de aprehensión, evaluación, fantasía,
íriféí'.-:':1., pero “no es en sí mfesnci un acto propiamente dicho’". Es ' lo perceptivo en
^i-vcejiL-i&i-., lo ííiiiííisíqso en tn fantasía, la aprobatorio en la aprobación, lo volitivo
■?i! !;■ . ikiivit-:1 etcétera” {Ideas, ? 37; T. í.. págs. tSl-S-S).]
Husserl escribió Ideas qíJ que la dotación de significado es el acto por
el cual se "animan” las vivencias puramente sensoriales ( “daios lid.e-
ticos”). Lo que ante una mirada sumada se prescrita como ?ignit¡c&fcívü
ya se ha constituido. como tal a raíz de una operación intenciona!
previa de nuestra conciencia. El tratamiento más profundo, cae da
Husserl a esta cuestión se encuentra en su Lógica formal ij trayi.scavJen-
tal, aunque en esa obra se ocupa de esfera de las objetividades lógi­
cas. Explica Husserl el proceso por el cual se origina el significado y
observa que 3a intencionalidad es en realidad una síntesis de diferentes
Operaciones.

que estiín incluidas en la unidad inEencianal esisiente en un momento dsdo, y en la


manera en que se dan en cada, oeasión, come s e r i e s e d i m e n t a d a d e e s t r a t o s [.«*fíí-
menlierte Ge.r,c}¡ichte')., una serie de esltatos que, sin e^ibaigo, en cada caso puede
d e v e la r s e m e d ia n te u n -r ig u r o s o -m é to d o d e iK u e s /íg a c ic ín .70

C tíd a e s t m c h u a d e s ig n if ic a d o p u e d e a n a liz a r s e e n f u n c ió n d e la e s t r a t i f i c a c i ó n
d e s ig r iific a d G Q ue le e-i esgneraj. . .. T e d a s !as u n id a d e s in te n c io n a le s tie n e n ua
orig en in te n c io n a l, s o n u n id a d e s '" c o n s t it u id a s ” y en c a d o caso u n o p u e d e so m ííte i
las u n id a d e s '’ c o o jp le ta d iis ” a «11 a n ális is en fu r.C jijn d e sn o¡iger¡ te ía l y , p o i ¿¡.'p re s­
to, ¿le su £ o ru ta esencia?, q u e d e b e eap-líu'ás c id é L is & m e n te J i

MíRnLrss el “análisis estático’" está gobernado por ía uciid^.d dei objeto lGeg¿:i-
sfnntíj a que se apunta y de esa maneja, por el rsvxlu r.o olaro en que ss d:-:, ¿i"hien­
d o sil referencia como jnodifieacíóa baencional. resiste la clarificación, e l análisis
intencional genético se dirige en cambio, a Lodo el contexto concreto cii que fe
iiLica cadta conciencia y su objeto inLenekjiial coíno tal.72

Este fenómeno de constitución puede estudiarse en el análisis de la


intencionalidad genética y. a partir de una comprensión de esr: inten­
cionalidad, es posible rastrear la génesis del significado. inversamente,
toda objetividad qne pueda considerarse como na contenido signifi­
cativo ya dado .y constituido, es susceptible de análisis eu función de
su...estratificación . significativa. : El yo solitario puede adoptar uno
de estos dos puntos de vista. Por un lado, puedo considerar al inundo
que se me presenta como completo, constituida y que debe darse por
sentado. Cuando lo hago, excluyo de mi percepción las opeiacior.es
intencionales de mi conciencia, dentro de Jas cuales ya se han consti­
tuido .sus significados. En í ales opor turedades, tengo ante mi un nía ocio
de objetos reales e ideales, y puedo afirmar que ese mundo es signi­
ficativo no sólo para mi sino también para usted, para nosotros y para
‘cualquiera. Esto ocurre precisamente porque yo no presto atención
a los actos de conciencia que una vez les dieron significado, sjno por­
que ya presupongo, como dada sin cuestión, una serie de contenidos

Cíl Ideen, pá¿s. 172 y sigs. [TJ:, pígs. 247 y si.^s.].


7l) F ó r m a le uud T r a iis z e n tlp .n iíife L o g ik , p á g . 217.
T' Jb'id., páys. 184-35.
~ ‘i I b íd ., p á g . 277.
significativos muy complejos. La estructura significativa abstraída de
esta manera de su génesis ei algo,que puedo considerar como dotado
de un significado objetivo, como significativa en sí. mismo, del. mismo
modo que ia preposición 2 X 2 = 4 es significativa independienteineu-
:.e lio] lugar, la oporírmrdad o- ía persona que la afirma. For otro ledo,
puedo dirigir mi mirada Lacia las operaciones intencionales de mí con­
ciencia que confirieron originariamente lo? significados. Enlnuces Ya
r.o 'tuga ante m; uu m undo completo y constituido, sino u n mando
qoe sólo se está constunyendo aliara y que se va constituyendo siempre
do nuüvo en Ja corriente de duración cíe mi vo: no un mundo de ser.
¿;no im mundo que está deviniendo y muriendo, o. mejor dicho, mi
nr.intici.cn surgimiento. C oito tai, es significativo para mí en virtud
d'2 esos actos mteric'onales de asignación de significado de los cuales
me vuelvo conscierne al contemplarlos en forma reflexiva. Y como
mundo que se está constituyendo^ nunca completado, sino siempre en
proceso de formación, señala el hccbo más básico de mi vicia cóns-
cíe:v.e; r¡:i percepción del curso o pasaje real de mi vida, mi duración:,
para utilizar la palabra de Bergson, mi dvrée,™ o. segim la tenninole-
g'a cíe Husserl, mi. eoncieneia temporal interna.7'5 En la vida diaria, al
tornar como temo ]a posición de ¿a actitud (o punió dé visla) na tur idj 5
vive dentro de los -acíos mismos de asignación de significado y sólo
soy cciiscier.te de la objetividad constituida en ellos, es decir, el sig­
nificado objetivo. Sólo después qne yo,: “mediante un esfuerzo peno­
so", como óice Bergson. me aparto del mundo de los objetos (Gegen-
sícinde) y dirijo mi mirada a mi corriente interna de conciencia, sólo
díspiiés que ‘ pongo erare paréntesis’' 76 el numdo natural y n o atiendo
má.í que a mis experiencias conscientes dentro de la reducción feno-
menologica, me vuelvo consciente de este proceso de constitución. El
problema del significado objetivo y subjetivo es completamente desco­
nocido para el yo solitario' que toma la actitud natural. Sólo llega 3
■uz después de realizada ja reducción fendmenológica- y en 3a medida
eu qne concierne ai dominio de los aspectos lógicos y a ía antítesis
correspondiente do lógica “formal" y ‘'transcendental”, ha sido formu­
lado con incomparable maestría por KusserL

7?: Zss-d ó\t i.'í?i-¡Á7i-Tícs ¿le Ja ccnspience i Fr.iis. iSSS) [T.I.. Tíme
ota F>cc \cr:i‘ lu t.. Paguen (Nuev?. York. 19! 2.; también 1£M30 j j ; M atiere ct
: n í Í S D C j [T.L. taller ai d Me\íwr\r. por N. M. Paiu y W . Scotf- Pí>‘-
ü'r-ri : ;\'i-.eva Yi.ik, 2953)]¿ L ’Eí;oÍüííoií créctrice ÍPáTÍs, 1907}. [T.L, Creaíica F.na-
.'[:¿rí?R, Aviliiir írlitcheli (Nv.eva York, 113T11 j; Í/Énergíe ¿piriUtelle (Parts, 19201
. : /'-Jiií.' íjor H. Vvmlon Catr {Nueva York. 1G2 0 )]; i.rU;odtiCíion á Jo
Kiéé¡i¡}!ii>.i:oii8 19í¡3) lT.I.j Jíiímcíiic-ivon to fdetophijsics, por T. E. Hulme
y firmarte;; Is. í >¡-.rés ci s'n^í;ífl?i¿ité [Pjííe, 102,2).
’ ?.';fVeí;í.,;?¿ren r.'ir f í i a n om e n oí o g i c d e s i n n e r c r , Z e i t b e i o u s s í s e i n s ( e d . H e id e g -
¿ ír v : . S i- !_'■!?:_ V i J i . . ! .'Jr'■o/': ji- ir P í i i i o y ^ p í i í , . : j,r : ( í ''T iiJíO iy.f.-i.írJie F c - is í‘h t ; r ¡ o v o lu -
LX íK ü.'s, ;RS3'i ¡T.L, 7’he F he n c m cinthig y of in te rn a i Tim e Com-dcictties-s.
peí S. dj'jrcitríl (Bloomingtoc, Ir.d., 1064]. Esls tema sevá tratado en detalle
ín c: t;ipíi:::D 5'gv.i>.íiLe.
7n r .f , r [ l i?SS .': , fl/Y.r.. § 1 ; T. p is . 51. ]
[ íb íd ., H 31-32; T í., p á g s . J Q 7 - JL 1
La distinción entre las dos maneras de enfocar ío significativo,
que acabo de señalar* no es sin embargo idéntica a la que establecemos
entre significado objetivo v subjetivo. Hemos encontrado este último
problema en el curso de un análisis de la interpretación significar iva
del mundo social. El "significado'15, no era para nosotros el “predicado”
genérico de mi conciencia intencional, sino que tenía una connotación
social especifica. Cuando pasamos a la esfera social, se agrega, de
hecho,, al Par conceptos “significado objetivo y subjetivo'1 uua nueva
significación, sociológicamente importante. Por un laclo, puedo aten­
der a los fenómenos clel mundo externo, qne se me presentan como
indicaciones de la conciencia de otras personas, e interpretarlos por
sí mismos. Cuando lo bago, digo de ellos que tienen significado obje­
tivo. Pero por otro lado, puedo mirar más allá y a través de estas
indicaciones externas, para penetrar en el proceso constituyeme que
ocurre dentro cíe la conciencia viva de otro ser racional. Eo que me
interesa entonces es el significado subjetivo. Lo que llamamos el m un­
do del significado objetivo se abstrae, por lo tanto, en la esfera social,
de los procesos constituyentes de nna conciencia que asigna significado,
sea la de uno mismo o la de otro. Esto da por resultado el carácter
anónimo del contenido significativo que se predica de é!, y también
su invariancia respecto de toda conciencia que ’e ba dado significado
mediante su propia intencionalidad. En contraste con es Lo, cuando
hablamos de significado subjetivo en el mundo social, nos referirnos
a los procesos constituyentes que ocurren en la conciencia de la per­
sona que jprodujo lo que es objetivamente significativo. Aludirnos
entonces al “significado a que apunta’’ esa persona, sea nue dé cuenta
de estos procesos constituyentes o no. El mundo del significado sub­
jetivo nunca es, por lo tanto. anónimo, pues sólo constituye en esencia
algo que depende de la intencionalidad operante de una conciencia-yo
— la mía o ía de algún otro— y aitn se encuentra dentro de ella. Año­
ra bien, en el mundo social puede plantearse en principio la cuestión
— y esto mediante una técnica especial que aun debemos describir—
referente-a cuál es el significado subjetivo de un dato cualquiera de
contenido sígnifteativn objetivo opie. atribuimos a la mente de otro.
Además, puede afirmarse qne es posible comprender el contenido sig­
nificativo con un grado máximo de claridad. Podemos satisfacer es'e
requerimiento si, con la expresión “significado subjetivo”, sólo quere­
mos significaría referencia de objetividades constituidas (Cegensíond-
lichkeíten-} a la conciencia -de otros.77 Por otra parte, no tendremos
éxito si con la expresión ^significado subjetivo” queremos indicar el
“significado a que apuntan” otras personas. Este iYUütío concepto sigue
siendo limitativo, aun en condiciones óptimas de interpretación. Le
demostraremos más adelante/3 Todo esto requiere an estudio e:-:i¿;¡us-

TT O, en la. esferct del yo solitaria, a] “significado a qne se ííivü.í-


iC
t» ..jut se
constituye; cada vez en Ta propia ccuítie'ücia.
'ÍS Véase et capítulo 111, apartado ].£i; jh¿ s nbajci.
¡ivo que realizaremos en el capítulo III. Baste decir aquí, enfática­
mente/ que Ja captación máxima posible de significado subjetivo en
el mundo social no puede esperarse en él nivel de sentido común. En la
vida ordinaria detenemos el proceso por el cual interpretamos los sig-
imieudos de olías personas, cuando Jo ya descubierto basta para con­
testa a nuestras preguntas básicas; en síntesis, nos detenemos en el
punto que Llene pertinencia dilecta con la respuesta que nosotros mis-
n¡es daremos. La investigación del significado subjetivo ele otra per­
sona se abandonará, muy probablemente, sí su acción se nos vuelve
evidente como con teñid o objetivo, de una manera que nos exime de
tomarnos otras molestias. Esto es, quizá, más obviamente cierto en lo
que respecte a ía así llamada acción estrictamente “racionar'.70 por
parte de la persona que observamos. En tales casos el significado m ani­
fiesto nos es suficiente para responder en íorma apropiada: por lo
tanto, no traíamos de interpretar la conducta de la otra persona más allá
de un nivej relativamente superficial. En los demás casos, si abrigamos
alguna duda acerca deí significado objetivo de la conducta de una
persoga, nos preguntamos: "'¿Qué se propone esta persona?”, etcétera,
En esa añedida, podemos decir que toda interpretación de significado
del mi indo social está "pragmáticamente determinada*.

S. Transición cd análisis, del proceso constituyente. Clarificación


del concepto de “atribuir significado a un acto’

Para esclarecer la esencia de la sociología comprensiva, hemos tomado


como punto de partida la definición que da Weber acerca de la acción
social. En nuestra primera etapa hemos analizado !a afirmación: "El
actov atribuye un significado a su acción’'. Realizamos parte de ese
análisis en el apaisado 2, pero nos resultó necesario hacer nna clisgresión
para esclarecer los-conceptos de significado objetivo y subjetivo. Pode­
mos retomar ahora el bilo principal de nuestra argumentación.
A j i í o Lodo, debemos señaJar una ambigüedad que encierra el tér­
mino “acción”. Esta palabra puede significar, ante todo, el acto ya
coiívUtn.ido ( Hcmdhmg), considerado como una unidad completada,
un producto terminado. una Objetividad, Pero en segunrlo lugar puede
signüicar la acción en el curso mismo en qué se constituye, y. como
tal, un flujo, nna secuencia en curso de heclros, un proceso de produc­
ción de algo, una realización. Toda acción, sea mía o de oLra persona,
puede presentárseme bajo estos dos aspectos. M i acción tal como ocu­
rre se me presenta como una serie de vivencias existentes y presentes,
vivencia que nacen y mu eren La. acción a que tiendo {íniendiertes)
se me presenta como una serie de vivencias futura.?. Mi acto terminado,
completado (que es mi acción Juego de expiradaj se me presenta
como una serie de vivencias terminadas que contemplo en mi memo-

7L! :'Cí. "Weber, W.Yíjcnii+í tinfí Gcselkdutft, T. I., pág. &2,.]


Tía. El significado de mí acción no-consiste sólo en ia vivencias do
conciencia que tengo mientras la acción está en curso, sinf» también
en"aquellas vivencias futuras que constituyen la acción a que liendo.
y en aquellas pagadas que constituyen mi acción completada. Podemos
utilizar en este punto la distinción que hicimos ai final del parágrafo
precedente, entre contenidos significativos que ya esCao constituidos y
contenidos significativos aún en proceso de constitución, La distmcivai
puede ampliarse ahora específicamente para abarcar la acción. d-r.
manera de diferenciar entre la acción en progreso (actío) y el a ció v-j
terminado y constituido {actum), que la primera La producido.
En fbrma similar, deberíamos distinguir entre la acción de otra
persona y su acto. Las vivencias conscientes de otra persona, en jas
cuales se constituye su acción, se nos presentan como hechos del nRin­
do exterior. Estos pueden consistir en sus movimientos corporales o cu
los cambios producidos en el mundo exterior por .tales movimientos.
En todo caso, interpretamos esos movimientos o cambios como indi­
caciones de las vivencias conscientes de otra persona. Ahora bien,
podemos considerar esas indicaciones sea como la adío de la o:ra per­
sona o corno su acLu?n, según que nuestra atención se enfoque sobre su
conducta, mientras sucede ante nuestros ojos, o sobre la objetividad
del acto- (Randl-ungsgegeiistandlichketi) producido y constituido por esa
conducta..
Por io tanto, un acto es siempre algo realizado.( cin Ccha-nás'twcr-
den-sein) y puede considerárselo independientemente del sujeto que
actúa y de sus vivencias. Todo acto presupone nna acción, pero esto
no significa, de ninguna manera, que la^referencia a la acción deba
entrar en el examen del acto. En contraste coa el anta la a c c ió n es1a
ligada al suceso. Mientras el acto se cumple, por así decirlo, cu toar.a
anónima, la acción constituye una serie de vivencias que se forman
en la conciencia concreta e individua] de algún actor, sea y o mismo
u otro.
Ya hemos visto que sólo estudiando la estructura de ía comigma-
cíón significativa en la corriente de una concíencia-yo pedemos slegar
a comprender la profunda diferencia que existe entre el significado
objetivo y el subjetivo. El significado se remite a la conciencia iérapo-
íal ínter na, a la durée en la cnal se constituyó originariamente y en su
sentido más genérico. Esta afirmación queda confirmada en nuestro
análisis de los conceptos de acción y acto. Toda acción ocurre en ni
tiempo, o más -precisamente en la conciencia temporal interna, en la
durée. Es nna realización inmanente a la duración. FA acto, en cam­
bio, es lo cumplido transcendente a la duración.
Aclarado este punto, podemos volver a la cuestión referente a quó
quiere decir Weber cuando afirma que el actor atribuye significada
a su acción. ¿Atribuye el actor significado a su acción o a m ac?o
en el sentido en que hemos definido esos términos? Lo otras, palaoras.
¿so:; los procesos conscientes que so constituyen cu su durée aquello
a .o cna: él atribuye significado, o es el hecho completado y constituido?
A tí tes de responder a esta cu es tic n0 debemos señalar qne hablamos
metaíóricamente cuando decimos que un significado se "atribuye” a
nn acto. E.slo también es cierto respecto de Max 'Weber. En efecto,
aunque'el concepto de acción de Weber, como el de Sander,^ contiene
una cantidad de ambigüedades, hay algo en ¿I que es seguro, y es el
hecho de que pava Weber '"acción” no significaba el evento típico o
el ir¡ovinnento corporal peí-paite del acto. KTi creía él que el significado
juera a 1ge qne el individuo en cuestión “aplicaba’' a su movimiento
corporal, en eí sentido de colocarlo en una trayectoria paralela, en una
especie de armonía pie establecida. La definición que da Weber de 3a
acción, incluye también, en realidad, la conducta o actividad interna E1
de i:na persona,, en la raed Ida en qne ésta pueda ser considerada apro-
p.hdrnnsnte como si gn i-i cativa. Según liemos demostrado, d o debe
entenderse que ce acuerdo; con esa tesis toda conducta que no sea
acción carezca por lo tanto de significado. Weber quiere decir obvia­
mente que Ja acción, a diferencia de la conducta en general, tiene una
clase específica de significado.
La primera característica que se nos presenta como manera posible
de diferenciar entre acción y conducta es la naturaleza voluntaria de
■a acción.; en cent? as te cor» lá naturaleza automática de la conducta. Si
este hubiera sido lo qne Weber pensaba cuando definió la acción corno
conducía significativa, el significado consistiría en elección, en deci­
sión, en ja libertad para comportarse de una cierta manera mientras
no se está forzado a proceder de otra. Sin embargo, sólo atenderíamos
con esto a uno de los dos significados del término ‘Tibie elección\ Ese
término abarca hechos conscientes muy complejos, y tales hechos re­
quieren estudio sistemático. El fenómeno de la ‘Voluntad3’ no debe­
ría quedar de ninguna manera sin analizar, como una vaga etiqueta
qu.e se utiliza para describir una posición metafísica. Más bien, el
anáfisis de la conducta voluntaria debe realizarse sin referencias a
problemas metafísicas.
Una segunda diferencia superficial distingue la acción como con*
dueia que es cünscie-tr'e-i de la conducta inconsciente o reactiva. En
este case, el significado "atribuido’* a la conducta consistiría precisa­
mente en la conciencia de esa conducta. Sin embargo, lo que “se
conoce” en esa conciencia es evidentemente 3a verdad acerca de la
S:~‘ ‘D ñi Gegeusuinrt der reinen GeseJíscbf-ftslelire”1. páes. 367 y si gis.
S1 Í7fííier::'c?is.i VerJialfen. JE-n sus esc ci tos posteriores Schütz distingue eñtre
“bíiiavior5 aon?p:ji tarnier.tr>} y '"concluct” (cam bicta). Hace notar que el primer
r:ÍT¡ri:ic '‘i::ch¡ye en r] u s o acUiel íambide las manifestaciones subjetivamente no
srcrnü ¡cativas de espor.iarjeidíirb tí¡]es coino los reflejos’ iCcHecied Papers, I, 211),
Cuerdo süti prtsenie e? signlsicatlo subjetivo, Scbniz prefiere el lémúno "conducta1’.
S;n embargo, cenvj Schütó en la presente obra abaliza el concepto de Verhaiten de
Web";:.', be;r¡ü£ preferíco ’rf-cbicsr con '“beliavior", aun en los casos en que tengamos
qn.? ’■"fej'lmos ü “inne-r bebavioj” (conducta interna.), sobre todo porque resultaría
aur. más ohj'Cíir.ía Ja expresión “irner corduct”.]
conducta tal como se revela a aquel cuya conducta constituye. Hus­
serl ha mostrado en su Lógica formal y transcendental cuán ciiiícii
resulta develar esa verdad. Por ejemplo, constituye un p ro b ana com­
plicado averiguar si la conducta de una persona le es simplemente
conocida en una manera particular de darse, o si existen más bien
diferentes modos o tiempos en que se da la conducta pasada, presente
•y futura (es decir, a que se tiende). Este problema debe esclarecerlo
ineludiblemente quien se proponga analizar la conducía significativa.
El b re v e evanien que dejamos expuesto debería bastar paia mos­
trar que se requiere un análisjs del proceso constituyente {Konslitt¿iio!]i-
annhjse) , para poder comprender el concepto de acción significativa.
En Mira palabra^ debemos examinar ía formación y estructura de aanelms
vivencias que dan significado a una acción. Sin embargo, esta investi­
gación debe proceder en un nivel aun más profundo. En efecto, incluso
.lo que llamamos conducta es ya sig n ific a tiv o en un sentido más pri­
mitivo del término. La conducta como vivencia difiere de todas las
otras vivencias por el hecho de que presupone una actividad del yo.
Por Jo tantor su significado se estabíece en Actos dentro de los cuajes
el yo asume una actitud o posición después de otra. Sin embarga,
.puedo atribuir también significado a aquel fas de mis vivencias que
uo implican actividad (Aktivitat). Aun el hecho de qne me vuelva cons­
ciente del significado de una vivencia-presupone que la percibo y la
"selecciono*’ de entre todas mis otras vivencias. E n cada momer.ro
de su duración eí yo está consciente de su estado corporal, s\ts sensa­
ciones, sus percepciones, sus Actos de toma de actitud y su estaco
emocional. Todos esos componentes construyen el “así"' (Se) de cada
Ahora {Jelzi) de la vida consciente del yo. Si digo que una de esas
vivencias es significativa, sólo lo hago porque al prestarle atención la
he “seleccionadlo" y distinguido de la plenitud de vivencias que coexis­
ten con ella, la preceden y la siguen. Llamaremos experiencias "dis­
cretas” [wohlumgrenxtes) a las que han sido “seleccionadas’' de esta
manera, y diremos que les ‘ atribuimos un significado'*. Acabamos de
definir el sentido primero y más primitivo de la palabra "significado"'.
Nótese, sin embargo, que nosotros mismos utilizamos ia expresión
“atribuir un significado a”, metáfora que antes habíamos objetado. El
curso posterior de nuestra5 investigaciones justificará plenamente nues­
tra actitud negativa respecto de esa metáfora. El significado de r;na
vivencia uo es de ninguna manera una nueva vivencia adicional y
secundaria que “se adjudique” de a'gún modo a la primera. Tampoco
es en absoluto un predicado de una vivencia individual, conclusión que
sugerirían usos tales como “tener significado” ‘Transmitir significado”
y "significativo". Anticipándonos a la exposición, diremos que el signi­
ficado es una cierta manera de dirigir la rnirndn hacia un aspecto ds
.m ía vivencia que ros pertenece. Se “selecciona” así ese aspecto, que
;:-se vuelve discreto mediante un Acto reflexivo. El significado indica,
por lo tanto, una actitud peculiar por parte deí yo hacia el flujo de
su propia duración. Esto sigue siendo cierto en todos los estadios y .
niveles de significado. Por lo tanto, es completamente errónea la teoría.;
Cine sostiene que la conducta de alguien se distingue de su víveucia
consciente de esa'conducta, y que el significado sólo pertenece a esta
última. La dificultad reside fundamentalmente en el lenguaje que. por
ciertas sazones profundas, hipostasía como conducta determinadas
vivencias de las cuales nos volvemos conscientes y luego predica de
e.sía conducta, como significado, la manera misma de dirigir 3a mirada
hacia las vivencias, que las transformó justamente en conducta. Exac­
tamente da 3a misma manera, la acción es sólo una hipos tasis Jingláis
tica de vivencias a ías cuales hemos prestado atención y cuyo significado
(supuestamente aplicado a ellas) no es más que Ja manera particular
o "como" ( W ie } de este acto de atención (Zuivendung}.
Nuestro análisis de 3a acción significativa nos ha remitido así al.
problema de como se constituye el significado de una experiencia en
la conciencia temporal interna. Ninguna ciencia que aspire a propor­
cionar una descripción radical del fenómeno del significado., incluida
una explicación de sn origen, puede dejar de estudiar este díficíl pro­
blema. Las investigaciones que emprenderemos ahora nos proporcio­
narán las respuestas a una serie de cuestiones no resueltas hasta aquí:
la cuestión referente a que es genéricamente el significado; qué clase
especifica de significado corresponde a la conducta y a la acción; si
el significado corresponde a la acción en curso o al acto cumplido:
como se constituye el significado, objetivo a partir del “significado a
que se apunta”, etcétera. Estas investigaciones servirán como estudios
preparatorios para una comprensión exacta del concepto de "Weber
referente ñ\ “significado subjetivo de la conducta del yo del otro”. Al
mismo tiempo., mostraremos cuán fundamentalmente importante es* este
concepto para los Actos interpretativos de la vida cotidiana, así como
para lor métodos de las ciencias sociales. La realización de Weber
muestra ana inspiración tanto mayor por el hecho de que él, que durante
mucíios años fue el heredero en filosofía de las enseñanzas de la Escuela
Al emana del Sudoeste, reconoció sin embargo, en forma totalmente
independiente, la significación del problema del significado a que se
apunta, como principio fundamental y básico de conocimiento del
mundo social. Nos proponemos además, en las consideraciones qne
siguen. dar a la sociología comprensiva el fundamento filosófico de
que ha carecido hasta ahora, y establecer con firmeza su posición básica
sobre las conclusiones seguras de la filosofía moderna.
En este proceso nos referiremos a la obra-de dos filósofos cuyos
estudies se centraron en el problema del significado interno del tiempo.
El primero es B ergs en, cuyo Essai sur Ies données inmédiates de l-a
conscieiice, aparecido ya en 1SS3, constituyó — con una argumentación
muy convincente— en punto focal de todo un sistema filosófico, el fenó---
rneuu de la duración interna. El segundo es Husserl, quien ya en sus
Vorlesungen vher die Pkiinomenologie des inneren Zeitbewusstseins/
obra presentada en parte en una serie de conferencias en 1904 y pr.¡jij­
eada finalmente por Beidegger en 192B, y también en trabajos poste­
riores.32 dio descripciones fenorrenoiegicas sistemáticas de ia génesis
del significado.

Observación

Para dejar en claro La índole de las investigaciones que siguen desde


el punto de vista de la fenomenología debe notarse que:
Nuestros estudios del proceso constituyente en la conciencia tem­
poral interna se llevarán a cabo dentro de la "reducción fenoirienoló-
gica”. Por lo tanto, presuponen encerrar entre paréntesis (desvincu­
lar)53 el inundo na tumi y, junto con ello, la adopción de un cambio
completo de actitud (la epokhé) respecto de la tesis del "inunde que-
m e-es-d ado -coi no-estan d o ahí íteíe síe-aich tais ais cUiseiende g ib t)’\
La descripción que hace Husseri de este cambio de actitud se eac.1 .en­
tra en el primer capítulo de la segunda paite de sus Ideas.^ Sin
embargo, nuestro análisis sola se realizará, dentro de la reducción feno-
menológica en la medida en que esto resulte necesario para poder
comprender claramente la conciencia temporal interna.
El propósito de esta obra, que consiste en analizar el fenómeno
del significado en la vida social ordinaria (m undanen). no requiere
que se alcance un conocimiento transcendental que vaya más a llí de
esa esfera,, o que sigamos manteniéndonos dentro de !a zona de .a
reducción fenornenológica transcendental. En la viña social ordinaria
ya no nos interesan los fenómenos constituyentes tai como se estilaran
dentro de la esfera de la reducción fenomenológica. Sólo nos interesan
los fenómenos correspondientes a éstos , dentro de la actitud natural.
Una vez que hayamos comprendida mediante ía descripción eí ¿etica
el "problema del desarrollo interno (Z eítigung) de la esfera temporal
inmanente”/ 5 podremos aplicar nuestras conclusiones, sin riesgo de
error, a los fenómenos- de ia actitud natura]. Con una condición, sin
embargo: que nos mantengamos, como “psicólogos fciiomenológicos”,
“en el terreno de la apariencia interna como manifestación de lo une
es peculiar a lo psíquico".50 Ann entonces no nos proponemos com o
fin nna ciencia de los hechos de esta esfera interna de la arjáríencia.
sino una ciencia de la esencia (Í¥esenstoisse?isehaft).s:í Lo que busca-
s2 .Scijj m e resultaron acc&sibies .las M édiiations ct¡rtésíennes de H ’jssevL (i'n-
ris, 1931) después de haber completad i* la presente obra, y por ío ir.c jr-ieda
apoyarme en esa o b r a 'a l presentar los rmntc-s-de. vista de Husseri.
S3- Véase ir.ás arriba, apartado 5.
Págs. 48-57. [T.L, págs. lül-il].r
^ Husseri, “Nachwort zu nieínen ’Jdeen' ’J, Jaki'buch filr TJhilo?o;}hh \.:\d
phanomenoíogizche Fr-Tschung, X I (1 folie, 1930), págs. 549-7 ó, especia'-.ijM'.lc
3|Í íbíd., pág. 554.
. 87 [ U n e s h i J i o descriptivo de ]íls apariencias como tales/nc coir.o e ‘f n r : . l ; f ^
‘cacionés de leyes psicológicasd
ríos de osla manera es la estructura invariable, única, a prior i de la
mente, en particular de una sociedad compuesta por mentes vi.vieníe-s.63
S:n embargo. p:iesto que todos los análisis realizados dentro de la reduc­
ción ten orne 2:0 lógica mantienen también esencialmente su valor en 3a
ii:,h oso-sedán psicológica, y por lo íaMo dentro de la esfera de Ja acti­
tu d naüirab no tendremos que hacer ninguna clase cíe revisión en nues-
i?r-s conclusiones respecto cíe la conciencia temporal interna, cuando
las anbcucrrics al domñno de la vida social -ordinaria. Procederemos
entonces - —-sobre indo en los capítulos I I I y IV— en el entendimiento
de qne estarnos dejando deliberadamente de lado tocios los proble­
mas de la subjetividad transcendental y la intersubjetividacL qne. de
hecho, nunca salen a 3uz antes de haberse realizado la reducción íeno-
ra en alógica. Dejaremos entonces fuera de nuestra explicación esa psi­
cología ferioinenológica que, según Husserl, e.s en ultimo análisis una
psicología de la in te rsobjetividad pura y nada únenos que "una feno­
menología constitutiva de: punto de vista natur£Ü”.3r'

ss Ibí'i-, pág- 55o.


=3 ib:d.. pág. 567.
LA CONSTITUCION DE LA VIVENCIA SIGNIFICATIVA
EN LA CORRIENTE DE LA CONCIENCIA
DE QUIEN LA CONSTITUYE

7. E l fenómeno de la duración interna. Retención y reproducción

C o m e n c e m o s por considerar la distinción q a e establece Bergson entre


vivir dentro de la corriente de Ja vivencia y vivir dentro de¿ mundo deí
espacio y de] tiempo. Bergson opone Ja comente interna de la dnra­
ción, Ja dures —un continuo nacer y morir de cualidades líete rogé -
neas— , al tiempo homogéneo, que ha sido espacializado, cuantilicado
y se lia vuelto discontinuo. En Ja "pura duración” nc hay ''coexisteiv
ciatidad” no existe externalidad mutua de parte, ni divisibilidad, sir.o
sólo un flujo continuo, nna corriente de estados conscientes. Sin en-
bargo, Ja expresión "estados de conciencia" es equívoca, pues nos hnce
recordar los fenómenos' del mundo espacial con sus en* ida des fijas,
tales como imágenes, perceptos y objetos físicos. Lo que en verar-d
viveneiamos en la duración no es un ser que sea discreto y bien ce fi­
nido, sino una transición constante del ahora-así a un nuevo ahora-ssi.
La corriente de la conciencia, por su naturaleza misma, no ha sido aún
captada en la red de 'Ja reflexión. La reflexión, al ser una función del
intelecto, pertenece esencialmente al mundo espacio-temporal ce la
vida cotidiana, La estructura de nuestras vivencias variará segur? que
nos entreguemos aí flujo de la duración o nos detengamos a reflexionar
sobre él. tratando de clasificarlo dentro de conceptos espacio-tempora­
les. Podemos, por ejemplo, -vivenciar el movimiento como una trubi-
píicidad continuamente cambiante — en otras palabras, como un fenó­
meno de nuestra vida interna— : podemos, por otro lado, conce i: ¡"y ese
mismo movimiento como un hecho divisible en el espacio homogéneo.
Sin embargo, en este último caso 110 hemos aferrado realmente ir.
esencia de ese movimiento, que. está siempre naciendo y ir.iinendo.
Más bien, lo que hemos captado es el movimiento que ya no lo es,
movimiento que lia recorrido su curso, en síntesis, no eí movimiento
mismo, sino tan.sólo el espacio atravesado. Ahora bien, podemos con­
siderar los actos humanos desde este mismo punto de vis:.a doble, víén-
dolos vomo procesas conscientes que duran, o como actos congelados, ■
espacializadus. ya completados. Este doble aspecto no aparece tan
sólo en los “objetos temporales” transcendentes,1 sino en todas las viven- -
das en genera). Su base más profunda fue establecida y expresada :
por Husserl en su estudio acerca de la conciencia temporal interna.
Husserl se refiere explícitamente a la doble intencionalidad de la
corrí en le de la conciencia:
0 consideramos ei contenido del flujo con su forma finida, es decir, la sene
US vivencias originarias, qne es lina sene Je viven rías infencíoriale?, conciencia de . . -;
o dirigimos nuestra >:d:ada bac:a las unidades intencionales, a aquello de lo qne esta­
mos ínifii'.cionaímPLite conscientes como algo homogéneo en la comente del flujo: en
c?'e case tenemos ".nte nosotros ti «a Objetividad en el tiempo Objetivo, el campo
temporal p-'.-LéM'ico por oposiciór. al campo SemporaE de ia corriente de vivencias.2

En otro pasaje Husserl llama a estos dos tipos de intencionalidad, res­


pectivamente. “intencionalidíid longitudinal” (Langs-ímentwiiahtat) e
“intencionalidad transversal" (Quer-mientionalitat) :

Mediante una de ellas [ía intencionalidad transversal] se constituye eí tiempo


ismauer.te, es decir, un tiempo Objetivo, un tiempo autéalíc» en el e\ud existe dura­
ción 3- y alteración de In qne dura. En la otra [Ííi intencionalidad longitudinal] se
constituye la disposición cuasitemporal de las fases del flujo que siempre y necesaria-
lííeníe tiene el p-jnto-ahora. fluyente, Ja fase de actualidad y la serie de fases pre-
aeSuabs y pqsíiclualer (las que ya no son r.ctuales). Esta temporalidad prefenarné-
nica. ore ::.:j lanente, se constituye íntenl:ionlímente como la forma de conciencia
ten':pc;ra¡rt:enle constitutiva y en esta conciencia misma.4

Ahora bien, ¿cómo se constituyen las vivencias individuales en


unidades intencionales, dentro de la corriente de la conciencia? Si
tornamos como punió de partida el concepto de durée de Bergson.
residía cíaro que Ja diferencia existente entre las vivencias fluyentes

’ i.tiii objeto temporal trascendente es nna coja o evento, co'. un comienzo,


medio y fin temporales, <jue reside fuera de la ccncier.cia del individuo, pero que
¿ste -,.niedc- percibir, pensar, etcétera. Un objeto temporal inmanente es un contenido
consciente vln.l cosijo un sonido en el sentido de Jato del sentido auditivo) cuya,
duración es-:la enteramente dentro de la comente de la conciencia c!el individuo.
Y¿ase Husser3. Vorlesungeri zur PkaiMsmenoiügie des inv.eren Zeitben: t¿Miseíin (que
c:ia:¡ enus en lo sucesivo como “Zoitbeiotissi-reirt” ) j p^í-sim (T.I., The Phenomeno-
i :igíj c¡ Tn.'it? Coriíf^oíisncss, por James S. Churchil]; citado en lo sucesivo
sirriji -luiente como Pava el examen general que hace HusserE de los con­
ceptos de trascendencia e imnanenda, véase Husserl, Ideas, §§ 39-43 (ia traducción
de Idi-:en de Husserl, realizada por IV. R. Boyce Gibstm, se mencionará en
]o sv-ces:v!i e n m o "T .í."” ).]
2 Husseri, Zeiibeivtisrtse-irt, pág. 469 [T.L, pág. 157].
“ Husserl está utilizando aquí el íénníno “duración” ( Dauer) en el sentido
de i?, .eugun co:ivecsac:ooaL afemina. Entiende con ese término la conslancia de un
objeto en c-j espacio-i ieaipo. Este uso es el 'puesío áe] de Bergson; sin embargo, ei
tr-r:.L:f.':or ¡vlsmá:: de Bergson vierte durée-¡yor Daver.
1 Zcítbewüssiícin, páe. 436 pág. 10&],
en la pura duración y Las imágenes discontinuas y discretas en el mundo
espacio-temporal, es una diferencia entre dos niveles de conciencia. En
]a vida cotidiana el yo, cuando actúa y piensa, vive en el nivel do
conciencia del mundo espado-temporal. Su - “atención a la vida’' {afta 11 -
tion a ln. vie) 5 le impide sumergirse en la intuición de la duración pura.
Sin embargo, si por alguna ra^ón se relaja la ‘'tensión psíquica'7, el yo
descubrirá que aquello que antes parecía consistir en elementas sepa­
rados y netamente definidos, se disuelve ahora en transiciones conti­
nuas y que las imágenes fijas han sido suplantadas por un nacer y morir
qu3 110 tiene contornos, límites ni diferenciaciones. Y así Bergson
concluye que todas las distinciones, todas las tentativas ' ríe “aislar”
vivencias individuales de la unidad de la duración, son artificiales, es
decir, ajenas a la durée pnra, y todos los intentos de analizar procesos
constituyen tan sólo casos de transferencias de ios modos do repre­
sentación espacio-temporal a la durée, de naturaleza radicalmente
diferente.
En verdad, cuando me bündo en la corriente de mi conciencia, cn
mi duración, no encuentro en absoluto ninguna vivencia claramente
diferenciada. En un momento una vivencia cobra vida y Juego se des­
vanece. Entretanto/ crece algo nuevo de lo que era viejo y luego da
lugar a algo aun más nuevo. No puedo distinguir entre-el-Ahora y
el Antes, entre el Ahora posterior y el Ahora que acaba de existir,
excepto por el hecho de que sé que lo que acaba de existir es diferente
de lo que ahora existe. En efecto, yo vivencío mí duración como una
corriente unidireccional, irreversible, y encuentro que entre un morí",ento
pasado y el de ahora he envejecido. Pero no puedo darme cuenta de
esto mientras estoy aún inmerso en la corriente. En ta medida en que
toda mi conciencia sigue siendo temporalmente unidireccional e irre­
versible, no me doy cuenta de mi propio envejecimiento o de ninguna
otra diferencia entre presente y pasado. La condene:;a misma de la
corriente de duración presupone un volverse contra la corriente, una
clase especial de actitud dirigida contra esa corriente, una “reflexión',
como le llamaremos. En'efeeto, sólo el hecho de que una fase anterior
haya.precedido a este Ahora y Así, hace que "el Ahora sea Asi. y que
ta Case anterior qae constituye el Ahora se me dé en este Ahora en ej
modo de la rememoración (Ermnemng)"; La captación de la vivencia
en la corriente pura de la duración se cambia, en cada momento, en ei
haber-sido-justamente-así recordado; es el recuerdo lo que aísla Ja
vivencia de la corriente irreversible de la duración y. asi. modifica
la captación, transformándola en 'rememoración. :
Husserl nos ha dado una descripción precisa de este proceso.'1
Distingue entre rememoración primaria, o retención, que es Ja con-

5 [Véase Bergson, Matter and Meniúry, trad. de ¡\ r. M. Psul y W . ScoU


xner (Nueva-Yoric, 1959 }, págs. 2£0-32.]
0 Zeitbetcussisein, págs, 332-427 í.T.1., págs. 40-97]; Ideen, 77 y sigs .
prtgs. 144 y sígs.
cicccia pos¡crior.de. la impresión originaría, y rememoración secunda-
ria. evocación a -reproducción. “A la "impresión’ —-dice Husseri— se
’j :j p. la Vem eme-ración primaria’ ipri-mcire Erinneruag], o> como decimos
noíclTD?, la redención . . .
En si cc.zo de Is percepción cíe v.n Objeto tejnpoivd (sin que importe pan:
:a presente .observación si ^ornamcs un oLjeto inmanente o trascendente), ]a percep­
ción teiin:na síenpra en nna íiprehcnsión-ah'ová, en n ra percepción en el sentido ce
un poner-cíiTiio-FJjora. Durante la percepción del movimiento ocurre momento íi ido-
menío una "centp-t^nsidn conío-ahoríi”; dejitro de ella se constituye ía fase actuu'!
í'bcra J.-?3 rrovíruiento mismo. Pero esta aprehensión-o hora es, por así decirlo, eí
nv.ciío t*B urja cola de cometa de retenciones, que se refiere a los puuíos-ahota ante­
riores ti t i movimiento. Sí ya rio ocurre fa percepción . . . ninguna fase nueva se
,;gre¿¿i a ia nllir-ia.; tenemos rnís bien una mera fa.se de recuerdo fresco, a ¿¿\r. ¿tí
fi'¿\—ía r;i.evíirriei,tr ons, etcétera. Con ellos ocurre continuamente tui empuje hacia
ítrás lZi!rück->c>!Íe'i-<r< t; ; hacia ei pajado. K< inismo compleio sufre continuamente
nr.j ¡rodiíicsción jiE»sla qne elerap^reee, pnes jimlo con ia modificación se pro-
nntí disminución quft Eennir.s en i;r imperceptibilidad.7
La rerxe^t}oración o eu-oc/<c¡úi\ secundaria difiere óctuple ¡amarte de la anterior.
Luego Je ocurrida ]a rem acné ración prima ríaj puede surgir ueí nuevo recuerdo de
e‘;te movimiento.5 ’
La rea-'¿amos aprehendiendo simplemente lo rememorado . . . o si no; en un
■.ec^Evclc real. reproductivo. rec?;pituiíit:vo, en. el cu?l el objeto temporal se ecns-
de nuevo por completo en í'n continu?*’!» de presentifioaciones, do modo que
:’¡c; parece percibirlo de iwevr;,, pero só’e aparentemente, coino-sL*

La n:cdi ideación retencional.se adapta directamente a una impre­


sión. erigir] sr.i a. en. el sentido de que es un confmtmm que retiene en
•eda 5 ?; extensión el mismo Jíligamiento básico: por lo tatito, comienza.
ph perfecta claridad y se va el envaneciendo gradualmente, al fluir hacia
ei pasado.1'1 Su grado de evidencia es el de la certeza absoluta, pues la
imencionalidad cíe Ja impresión originaria se mantiene en la modifi­
cación rer.eneiüiicij. aunque con seguridad en forma alterada. El rasgo
d;-l lincarrJen'.o básico idéntico que se traslada de la impresión a la
re‘tenciói:, falía en la rememoración o reproducción secundaria. Por
ei contrario, hay nna neta discontimadad entre reproducción e impre­
sión, La presenütrcación. es un libre íluir-a-través: "Podemos llevar a
cao o ]a presenilFicadón ó n ij velozmente' o 'más lentamente’, en forma
cVlíti y explícita o de una manera confusa, de un golpe y con la velo­
cidad del relámpago o en pasos ar Lie11 id dos, etcétera”.11 La repr educ­
ción, a diferencia oe la retención, no es conciencia originaria■y. por

7 ZRi'íDtí^tiísfJsÉK, pig. 391 [T.I., pág 3. ol'55.|.


8 iÍifí'-i rÁg. 595 [la fc-asterd’lía es ticestra; T.I., pág. 57j.
a IbU l, p¿- -GG-T ¡"T.!.. pág.591.
_0í. iüíe.., ^T.I., págs. 44-50) para una detallada descripción del '"fenómeno
do i^acia
¡bíii., pá^. 403 [T.T., pág. 71],
lo íanl'O, carece siempre de claridad en comparación con ésta. De
ninguna manera es absolutamente indudable en su grado de evidencia.
La retención hace sin duda posible que la mirada (Bíick) ilumine
el carácter duradero, fluyente y siempre cambiante cíe la vivencia, pera
la retención no es esa mirada misma r
L a retención irusir-a n o es i_m acto [en nuestra term inologías A cto] de m im c n
rctrosyecM'.'a q ue constituye en objeto 3a fase q u e L a expirado. Puesto que
en m í poder la fase cine lia expirndo, vivo a través [;K jren'e¡;e; ce Ja actualm e nte
presente^ la. torno — -granías a la re te nción— ‘'colijo anrej'-ioc y ir,c d irijo hacia
lo q ue vieue. . . . Pero p o iq u e tengo en rni p o d e r esta t í se, p u e d o d irig ir lu í ir. ¡ra­
da h acia ella en un nuevo í';Cto que nosotros llam a m o s — según q ue )¿t vii-orcia
que ha expirado se esté generando en u n nu e v o ciato origir^LÍo (p o r Lo Luito, colis-
íiio yy utia im p r e s ió n ) j o q u e . ya com pletarla, s e.m u e va com o u n conjunto ‘ li.¡ :: o¡
pasado1'-— reftexión (p e rce p ción in m a n e n te ) u evocación. Esos .lelos se eijénerúriiu.
respecto d e la retención^ en Ja re lación d e co m p le te m ie nco .32

La multiplicidad de la fluencia hacia el pasado de la duración se cons­


tituye, por lo tanto, en virtud de la retención: ei Ahora presente difiere
per lo menos del Ahora anterior debida a que ía retención» como el
ser-aun-conseiente de lo que ha-sidc-inmediatamenle-antes, se cumple
en un Ahora de cuya constitución participa. Por otro lado, la ideníidud
del objeto y el tiempo objetivo mismo se constituye en la evocación
(reproducción):
Selrj eu la evocación puedo tener lepetido uti obfeto temporal klé:;üco. Tan;-
bién me es pcsibfe verificar en la evocación cue lo que es percibido as lo :ri;¿ ‘ic
que I& evocado a continuación. Esto ocurre en la rememoracic:': sEnrole, ‘die perci­
bid o eso”, y en Ja evocación de segundo nive 1, "tengo un recuerdo de eso '.1:5

La reproducción de un objeto temporal — y hasta la viven cía en sr¡


fluencia hacía el pasado constituye rm objeto temporal inmanente—
puede realizarse, como hemos observado antes, sea como mi onlevui-
miento reeapitulativo, en el cual se reconstruye completamente» el objeto
temporal, o en una simple captación, ‘ como ocurre cuando emerge’
una evocación y miramos bacía lo que es recordado con un rayo visual
[Blick&trahl] dentro del cual lo recordado es indeterminado, quizás u:¡a
lase momentáneamente favorecida que llegó a la luz en forma iniuilivn,
pero no un recuerdo r ccap itula tivo”.H Esta forma de reproducción
muestra todas las características de la reflexión en el sentido qne hemos
dcscripto más arriba. La simple mirada o aprehensión

es acto qne, desarrollado en etapas sucesivas, también sn eEapas de espririíáneiiLci,


por ejemplo, la espontaneidad del pensamiento, puede realiznr cualquiera . . . Por

12 Ibíd., pág. 472 [TJ., pág. lGlj.


13 Jbíd., pág. 459 [TI., pág. Ro],
13 Ibíd., pág. -397 [T.I., pág. 59],
Jo l;::iín.. p t i e c e f u s ib le ú e c lr q u e bis o b je tiv id a d e s q u e se c c r.s u l'u y e u m ¡yinarín-
m e n íe eij p ro ce sas ¡en-pe 7 a les, m ie m b r o p o r ív.iernbro o fa se p o r fa se 'c o m o c o r r e la ­
tos d f a-itos c o n tin u o s , m u ltifo r m e s .. e o h e s lv o s 'y h o m o g é n e o s ) , p u e d e n ser a p r e h e n ­
d id a s en h u í. m ir a d a r e tr o s p e e m o . c o m o si se t in t a r a de o b je to s c o m p le te s en un
p u n to ie n ip a r a l. P ero iue-íro c s le m odo cíe d a rse se r e m ite c o n s e g u r id a d a o tr o

Todc esto imp'iea mía distinción dentro del concepto de 'Viven­


cia'7 {Erlebnís) que es de Fundamenta] importancia para nuestro tenia.

Ni siquiera ima vivencia es percibida nunca en su completen, 110 pnede ser


captada íH'.!ec¡ ¿idamenté en fu plena unidad. l£s en esencia algo (jue Huye, y jpsii-
ie l:cia dei momento presente podemos nadar tras elía con nuestra mirada reí! exiv?.-
m en’ r- vuelta hacia e ’ía, mientras los Iranios que dejamos en nuestra estela están
ye; didos prira ¡a perfección. Solo en la foruin ele la reLención o de lu [evocación,;
re tro s p e c tiv a ... tenemos ntgnna conciencia de le que araba de fluir detrás ríe

Debemos distinguí:; entonces entre el ser p reempírico de las vivencias, si: ser
r.Qte.riui’ a 1v'i mirada reflexiva cíe. Atención que dirigimos hacia ellas, y su ser como
fenómeno. Al dirigir la atención fijándola en [as vivencias y al aprehenderías, ad­
quieren un r¡aevu merlo de ser. Llegan a "diferenciarse’, ‘'cobran relieve", y esLe
acLo l-c diferenciación no es sino el nclo de aprehensión, y Ja -diferenciación no ej
nada distinto de ser aprehendido, ser el objeto del enfoque de ]a atención. Sín ein-
b?.rgo; no debe pensarse esta cuestión como si la diferencia consistiera, meramente
en que Iíí misma vivencia,, unida precisamente con el eiiícqsie de la atención, consli-
tivyera ’niü nueva vivencia, la. de dirígirse-bacia-abi. como si «corriera entonces nna
mera complicación. Sí si eluda qne cuando ocurre orj enfoque de atención, es evidente
cp.ie distinguimos entre el objeto del enfoque (la-experiencia A ) y el enfoque de la
atención en sí mismo. Y sin duda tenemos jazón al decir' que nuestro enfoque de
atr-vición se -:15iiu i;; previamente bacía otra cosa, que Juego ocurrió el enfoque bacía A,
y que A “ yn esíaba a’ lí” antes de ese acto.17

Esta introvisión es fundamental para el problema qne hemos planteado


previamente, acerca de la naturaleza de las vivencias discretas y ade­
más acerca del primera y más primitivo sentido de la expresión “signi­
ficado de una vivencia”. Señalaremos tos estadios críticos, siguiendo
a Husser].
■Si vivimos simplemente inmersos en el flujo de la duración, solo
encontramos vivencias no diferenciadas que se funden unas con otras
en mi con!\r!Ut¿-/i( fluyente. Cada Ahora difiere esencialmente de sn
predecesor por e] hecho de que dentro del Ahora está contenido el pre­
decesor en la. modificación retencicnal. Sin embargo, 110 sé n aja de
este mientras estoy simplemente viviendo en el flujo de la duración,

1'' jfjííf.. pág. 397 [T.I., páís. S9-C0J.


'•f: I d e e m, p á y . £2 | T .l,. p á g . 1 4 0 ].
17 Z e i t h e t n t s s í s v í n , p á g . 4 8 4 [T.T.^ p á g s . 178-79]„
porque .sólo mediante un Acto cíe atención.reflexiva liego a ver !a moa:-
ficación reíeucionaJ y, con ello, la priméis ¿ase. _Deni.ro del iluio de
]a duración sóío existe un vivir de m orneuto a momento, que a veces
también contiene en si mismo las modiíicaciones leíer.ciciiules de ja
fase previa. Luego, como dice Ilusserl, yo vivo e¡t mis Actos, cuya
iiiteneionalidad viviente me lleva de un Ahora al próximo. Pero este
Ahora no debería ser concebido como un instante pimtifonne, como
una ruptura en la corriente de la duración, como una división en d:¡s
de esta ultima. En efecto, para realizar tal división artificial dentro de
la duración^ yo debería poder salir deí finjo mismo. Desde el y un lo
de vista de nn ser inmerso en la duración, el ‘'Ahora” es una rase más
bien que nn punto, y, por lo tanto, Jas diferentes lases se mezclan una.
con otra a lo largo de un conÉúnwm, La simple experiencia ce vivir
en el flujo de Ja duración avanza en un movimiento unidireccional e
irreversible, que procede de la multiplicidad a ía multiplicidad en un
proceso de constante fluencia hacia el pasada. Cada fa.se de la vivencia
se mezcla con Ja próxima sin que haya límites netos, a medida que es
vivencia da; pero cada fase se distingue en su ser as í. o cualidad., de ía
siguiente, en la medida en que es asida bajo el foco de Ja atención.
Sin embargoJ cuando mediante mi acto de reflexión dirijo mi aten­
ción hacia mi vivencia, ya no estoy tomando mi posición dentro de ]a
corriente de la duración pura, ya no estoy simplemente viviendo den­
tro de esa corriente. Las vivencias son aprehendidas, distinguidas,
puestas de relieve, destacadas una de otra; las vivencias qae se cons­
tituyeron como fases dentro del flujo de la duración se vuelven entonces
objeto de atención como vivencias constituidas. Lo que se había cons­
tituido al comienzo como una fase, se destaca ahora como una vivencia
completamente terminada, sin que importe si el Acto de atención es ¿e
reflexión o de reproducción (en la simple aprehensión). En efecto, el
Acto de atención — y esto es de fundamental importancia para el estu­
dio del significado— presupone nna vivencia transcurrida, que ya ha
pasado, en una palabra, una vivencia que ya está en el pasado, üide*
pendientemente dé sí lá atención en cuestión es reflexiva o repro­
ductiva.13
Por lo tanto, debemos confrontar Jas vivencias que en su fínencia
hacia el pasado son indiferenciadas. y se esfuman unas en otra", por
una parte, con las que son discretas, ya pasadas y transcurrida--, por la
otra. Estas últimas no las aprehendemos vi ven ciándolas sino mediante

15 “La r e íle x ió n tiene la ;-.otabie peculiaridad ele- q u e lev aprc-hendiíLO r.?í rr.e-
cliíii'Je la percepción se caractcuza, erL principio^ como algo cu:é n:j só.’c CS y íIhj?.
denlro Je la mímela Je Ja percepción, sino que y a e r a a n t e s ció qns efia lük&d;;. se
cl¡LÍ“ ie rfi a eílo ” [ H u s s e ri, I d e e n , pág. S-S [ T .I., pág. i - i l } / . Acamas: s¡ir:s
pf;tr¡leíii aLiorií ta siguieras cuestión: ocune cu:, la fase inicial fíe iu,a viv e n ­
cia au* oconsiltotiva? , . . Cabe ílecii: qr’.e la fase inicial sólo precie trr,ijs¿c:nnu.rs3
cij mi objeto por c-br-a d e la retención y Ja reflexión (c ¡ epi oducicJijE',., d e s p a r .%
de haber fluido hacia el pasado de ]a Jivai'.era r.idicriú.i" (i'lio.iíil, ZeU¡jt.'ii'i;ji?se¡.
pág, 472 [Jíl uaslarclillcí es cíe línssftrl; T.í., pág. lG 2 j).
un neto de atención.. Es"o es fundamental pata el tema que estamos
tratando: puesta que el concepto de vivencia significativa presupone
siempre que la vivencia de la cnai se predica significado, sea discreta,
yese) ¡a entonces perfectamente claro que só!o puede ¡jamarse signifi-
.. ;• :v < ¡: una vivencia. pasada, es decir, que está presente a la mirada
rctros’oecUvLi corno ya terminada, y sustraída a5 devenir.
Sóío desde eí ponto de vista de la mirada retrospectiva existen
realmente vivencias discretas. Sólo io ya vivenciado es significativo,
no lo que está siendo vivenciado. En efecto, el significado es méta­
me el;; una operación ce intencionalidad que, no obstante, sólo se vuelve
visible a ’a miraría reflexiva. Desde el punto de vista de 5a vivencia
i ; e h ansen rre, la predicación de .significado es necesariamente trivial,
puesto que el significado sólo puede entenderse en este caso como la
mirada atenta dirigida no a una vivencia que transcurre, sino que ya
lia píisaco.
a o obstóme, ¿se justifica realmente -la distinción que acabamos
de Jiacer, entre vivencia discreta y no discreta? ¿No es posible, a] fin de
cuentas, que ;a mirada atenta pueda iluminar cada aspecto de la viven­
cia qno ya ha pasado, pueda "ponerlo de relieve” y “distinguirlo’' de
los otros aspectos? Creemos que la respuesú; debe ser negativa. Exis­
ten de hecho vivencias que lo son cubado esíán presentes, pero sobre
las cuales no so puede reflexionar en absoluto o sóío es posible hacerlo
mediante ona aprehensión extremadamente vaga y cuya reproducción,
aparte de1 concepto puramente vacio de “haber vivenciado algo” — en
otras palabras, de una manera clara— es totalmente imposible,10 Lla­
maremos a este gr^jpo vivencias 'esencialmente actuales", porque se
"limitan por su natundeza misma a una posición temporal definida den­
tro deqa corriente inverna de la conciencia. Se las conoce por su adhe­
sión o cercanía a esc núcleo íntimo del yo que Scheler, con un giro
lingüístico reliz, hamo la "privac;a personal absohitaf> (jtbsolut miime
Fe'son) de un individuo.20 Acerca de ¡a priva cía personal absoluta de
una persona, sabemos que debo miar ahí necesariamente y que perma­
nece absal:iici-;rt.8ji-le cerrada a toda con-vi vencía posible. Pero también
en el conocimiento del propio yo hay una esfera de absoluta intimidad
cuyo '"estar ahí’' [Dasein)^1 es tan indudable como es imposible some­
terlo a inspección. Las vivencias pceidiares de esta esfera son simple­
mente inaccesibles a la memoria, y este hecho se extiende a su modo
de sceri la memoria capta solamente e’ “que” de esas vivencias. Una
observación que puede realizarse inmediatamente apoya la confirma­
ción de c-sía tesis (qne sóío podemos formular aquí sin fundamentarla

10 C t . :1p-Hv I -io JcT í:náp a b a jo .


20 ¡ jy ji¡ jíhiegefüh¿p, yág. 77 l.T. L, Heath,. pág- 66. Schütz se refiere aquí
r¿ xíL y.TLrüo:a eeíción ¿e Wéjejr. ur.d Formen tier Stjinpvthie de Scheler. Véase la-
SiblicgTsfíaj. .
21 Cc'ao SclíüLz espiiea. en un punto posterior, su /uso de este término de
Jl^ideg^e: r.j in'plicrt necesaria) nenie Lodo el ámbito de significado que este últfino
]¿ r.lrlbuye. Ct. íipartr.áo 3, r^ás aLajo-L
plenamente), a saber, que la reproducción resulta tanto meaos ade­
cuada a Ja vivencia cuanto más se acerca al núcleo Intimo de la persona.
Esta adecuación menguante tiene como consecuencia un g n ú o cada
vez mayor de vaguedad del contenido reproducido. En to m a conco­
mitante, disminuye la capacidad de reproducción recap i tu la ti va,, es
decir, de reconstruir por completo el curso de la vivencia. En la medida
en que es posible la reproducción, sólo puede realizarse medíanle un
simple acto de aprehensión. El “Gomo1" de la vivencia sólo puede
reproducirse, sin embargo, en la reconstrucción lecapitulativa. La evor
cación de una vivencia del mundo exterior es relativamente ciara; un
curso exterior de hechos, un movimiento por ejemplo, puede ser evo­
cado en la reproducción libre, es decir, en puntos arbitrarios de Ja-
duración. Incomparablemente más difícil es la reproducción de viven­
cias de percepción interna; las percepciones internas que están cerca
del núcleo privado absoluto cíe ía persoua son irrecuperables en la me­
dida en que entra en cuestión su Cómo, y sólo es posible aleñar su
Qué en un simple acto de aprehensión. Corresponden a este grrma
ante iodo, no sólo las experiencias de !a corpoiidad deí yo, en oti’as
palabras, e! yo vital (tensiones y relajaciones musculares que se encuen­
tran en correlación con los movimientos deí cuerpo, dolor ‘"físico’", sen­
saciones sexuales, etcétera), sino también los fenómenos psíquicos
agrupados bajo el vago título de ‘‘estados de ánimo”, asi como íes “sen­
timientos^ y “estados afectivos”'' (alegrías, pesar-, disgusto, etcétera;.
Los limites del recuerdo coinciden, exactamente con los limites de ja
' racional ízabil ida d” siempre que usemos esla palabra equívoca ■
— como
Jo hace Max Weber a veces— en su sentido más amplio, es decir, en e;
sentido de “capaz de dar un significado". La recupeiabihdad para
la memoria es, de hecho", el primer pieriequisito de toda construcción
racional. Lo que es irrecuperable — y esto es siempre, en principio,
algo inefable— sólo puede ser vivido, pero nunca 'pensado”: es, en
principio, imposible de verbalizar.

S. Las viven cías- de asignación de significado de Husserl


y el concepto de conducta
Debemos contestar ahora a la pregunta:. “¿Cómo puedo distinguir mi
conducta del resto de mis experiencias?" La respuesta la proporciona
el uso ordinario. Un dolor, por ejemplo, no se llama generalmente
couducta, Tampoco diría que estoy actuando si alguien levantara mi
brazo y luego lo dejara caer. Pero las actitudes que asumo en cada
uno de esos dos casos se llaman, conducta. Puedo luchar contra el
dolor, suprimirlo o abandonarme a éL Puedo someterme o resistir c ia n ­
do alguien manipula mí brazo. D e manera que lo que tengo aq;ii son
dos tipos diferentes de vivencias, fundamentalmente relacionadas. Ltis
vivencias de) primer tipo sólo se “soportan'' o s_ufren’\ Se caracterizan
por una pasividad básica. Las vivencias del segundo tipo consisten
en actitudes que se toman hacia vivencias del primer tipo. Para^expre-
sarlo ú'uii palabras de Husserl, la conducta es una ‘Vivencia de asig-'
na ojón fie significado de la conciencia”. Al estudiar el “Importante y
difícil problema de las características definitorlas del pensamiento’',
Husserl mostró que no todas las vivencias son por naturaleza vivencias
de asignación. de significado. “Las vivencias de pasividad primordial,
.■as asociaciones, las experiencias en las cuales ocurre la conciencia
temporal original, o sea la constitución de la temporalidad inmanente,
y oirás vivencias de esta clase, son todas incapaces de ello” (es decir,
de conferir significado;, Una vivencia de asignación de significado
debe ser mi “Acto del yo (Acto actitudmal) o alguna modificación de
v.n Acto semejante (pasividad secundaria, o quizás un juicio que surge
pasivamente y se me ocurre' de repente)"’.-2.
Todcmos definir, si queremos, los Actos de toma de actitudes como
A clüs de actividad engendradora primaría,-'5 siempre que incluyamos
aqu:. con IJusserb24 los sentimientos y la constitución de valores me­
dian. Le sentimientos, sea que esos valores se consideren como fines o
como medios. Kusserí utiliza la expresión "vivencias conscientes de
psj.Eínación de significado” (zínngebende Beic-ussíseinserlehnisse} para
abarcar todas las vivencias dadas en la intencionalidad, en forma de
actividad espontánea o en una de íns modificaciones secundarias de ésta,
Ahora bien, ¿cuáles son esas modificaciones? Las dos principales son
la retención y ía reproducción. Husserl las describe de Ja siguiente
manera:
Coa enda Acto de espontaneidad surge algo nuevo Este Acto funciona, por
s sí do cirio, -sri cata n-.omento de su flujo como una sensación originaria que se va
bc:vando de acuerdo con la ley Ecndameatal de la conciencia. La espontaneidad
qus comienzo, a actuar en etapas en el flujo, de la conciencia, constituye un Objeto
temporal, es decir, un Objeto del devenir, un proceso, esencialmente iodo un pro­
ceso, y no un Objeto duradero. Y este proceso je va hundiendo en el pasado.25
Siempre qt:e existe una constitución original de una objetividad de lo concien­
cia íuedJauto uua Actividad, la Acción origmüi se cambia, en la constancia retencio-
urI -fn uu?. forma secuníífij'fc que ya no es Actividad, sino que constituye una ííutt-r
pasiv;-.. lu fivn:a de lina “sensibilidad sec\indaria\ según ia llamamos. Eil virtud de
ja ,s¡uU;sis constante de identidad, la conciencia pasiva es exactamente conciencia
de ia misma cosa que se constituyó tm íuomer.to aates en la originalidad activa.211

22 Husserl, ronurJa irrj>.l Tí unszendenfdíe Lcgíh, pág. £2, [cíUidn. cu lo Kitce-


como "Lc¡gjkJ]. Con respecto al tema de pasividad y actividad, ef. tam bién <.L
fÁ^clíjite estudio de detalle de Keir.er, Freiheit, Wo'ilsn u m i Ak ti vital 'H alle, 192 7 j1,
que r.o Jei h;.s:.a después de terminado el presente libro. Estoy de acuerdo ccli
llé á ifr en íados los puntos esenciales.
~:L O1. cr.-mc sí1 lonnula o- forma cai^cterisücs en Ideen, " E i Acto cumplido,
o Í"i:;iestc- nue soi:,. . . - procesos, ?os A cícs en procero de aimpliinientu c-cnri penen
Jo c i i í en el sentido ■.ii/.r ¿nn-plio lía mam os ‘ acritu des'” i Ideen, I. pág. ¿36 [ T J.,
■¿:g. 323]}.
-4 Logik, pág. £S1.
2fl Z c itb e t- c u .- íi- F s e in ., p á g . 4f>7' íT .I- , p á g . 18 4 ],
aG Log'-k, pág. £81.
Todo esto es cierto respecto del juicio, qué constituye un tipo de ucck'-u,
pero una acción que “desde el comienzo y a través da todas las formas
que toma en onda etapa, se refiere exclusivamente a lo ir real".37 Aua
las objetividades ideales

sen metas, fiíses y nieoios concebibles: sólo scaj lo que sun porque fiiíaon c^.er.-od-r-
das por la conciencia. Pero eslo no significa que só-0 sean ?o que sen en y duru;>.le
la prc-diiccié-n primaria que üo.í origino. Están ‘'en1' la prod^ccicn primaria que L?
¿«gendra, en eJ sentido de ser corocidas sn el'a ccuno una cierna ::'Jc;:ciccaííckid
de Iíi forma de Actividad es/joiiúnea, y en el ciel yo ocígin?.’. E s a mc¿n d *2
darse ¿i partir de tal Actividad prime ¡.-dial no es sino su meao propio y pecc’fnr
de percepción,ía

Tratemos ahora de reformad ar estos conceptos de liuss.erl de una


ni añera que nos permita aplicarlos a nuestros problema. Definimos
la ‘'conducta3' como una vivencia de la conciencia que confiere .sigai-
íicado mediante Actividad espontánea. La acción y la conduela [en
el sentido más limitado de la -paloi,ra conducta *} constituyen una sub­
clase dentro de Ja conducta así -concebida; luego las examinaremos
con mayor detenimiento. Lo que distingue la objetividad de la am-
ciencia, que se constituye en una Actividad original y es, por le
tanto, un caso de conducta, de todas las oirás vivencias de la concien­
cia, y hace que sea "asign&dora de significado " en e¿ sentido de Ku.s-
serl, sólo resulta inteligible bajo una condición, ja.de que apliquemos
también a la esfera de la Actividad e s p o n je a las distinciones entre
el Acto constituyente y la objetividad constituida, explicadas más arri­
ba. Sí lo hacemos así, distinguiremos entre el Acto espontáneo misino
y eí objeto constituido dentro de él. En la dirección de la ocurrencia o
de la fluencia hacia el pasado de ía'conducta, eí Acto espontáneo no es
nada mis que el modo de la intencionalidad en que se da la objetividad

27 Lügik, pág. 149.


2e Logikr pág. 150. Ci. los pvmFos de vista de liUisí.erl sobre la tesis
Acto de libre espontaneidad y actividad^ I d e e n , púg. 253 [T i.. [;ág_ 3-l£j. H'.iís-íi!
tracó V'?cie.nten'.pnr? en st.ts Meditaciones carLeshtíni-'i i M sí1
-ilación IV ) -.ira distv.-.cáón
radical entre génesis activa y pasiva como dos formas fundamentales d& la vid;. o:-ns-
cieute. Dice (págs. 65 y sigs.j § 38): “Preguntémonos cyáles snn los principies r.ni-
versales de la génesis constitutiva, <pae son importantes desde el p'.mío de vista de
Ja rcir.ción del ¡uij’t-tn con el iiíimdo. 1ritos prinuipie-s soo tic :ínp Lljjrj i .vu-.; : ^l í.i
dpios de génesis activa y principios <le génesis pasiva. Ea si prime:.* casn e! y j en­
gendra activamente, cirea y coustiLv¡ye. • .. En este caso lo-eseu-ial es que les a--:^;
deí yo. ya relacionado.; ínteróamenle entre sí, se reúnen en síntesis cojupleins y sel;/-,
la base de objetos ya dados proceden, el c d i í s I Í U u i ' nueves cbjeroü de una manera
original. ftslcs objetes aparecen. eutor:ces a ¿a conciencia como pircáucios. .. . P^vc
locos eso.s casos de consLracción activa presuponen, en \rn nivej nv.s bafo una ba=e
de conciencia pasiva. Nur.ca dejamos de encontrar esa base de constitución -jasivv.
cuando ana ¡izamos un oh] el o activamente consti Lando.” ^Este pasaje ha sícj L.-ndn-
cidn libremente de ia edición francesa citada por SchtiU; cf. iai^bién Cuyie-sian
áit.ations, traducción del a?ornán por D an un Cuirni' (La Haya, j.960), paga. 77-i'a..-
* Aclaración intercalada por el traductor de ia edición en inglés.
cc^-ri luyen te. j:-h ot-rs prlabraj. la conducta tal como ocurre es “per-
c¡;j1>’[a J de una única. macera. coco actividad primordial.
Esta percepción. funciona corno impresión primaria, .y sufre por
supuesto til habílusl ‘ es curecisn iénfco” eu el proceso re ten dona!, tal
como oci.r.rc con todas las otras impresiones. La actividad es urna viven­
cia que se constituye en J’ases en ía transición de u n A jí ora al pi.óxñnq.
El rayo do la ie£Iex;.ón .sólo puede dirigirse a ella a partir de un punto
de mira posterior, Esto implica necesariamente 1?, retención o la evu-
cr-iciom Esta última puede consistir en un simple AcLo ele aprehensión
o puede implicar 3a reconstrucción en fases, En todo caso, la inten­
cionalidad original de la Actividad espontánea se conserva en la modj-
ficacióji intencional. -
Aplicado a-la teoría de la conducta, esto significa que la propia
condecía- mientras está ocurriendo electivamente, es una vivencia pre-
jeno-mérdoa. Sólo cu3.nuo ya lia temdo lugar (o si ocurre en fases suce­
sivas, so;;:', cuando Laii tenido lugar ¡as fases iniciales) se destaca como
vea en!ir]Lid discreta sobre el fondo de las demás vivencias. La viven­
cia feiiíTiiénica nnnea es, por- Jo tanto, de la conducta que uno tiene}
siao de la correcta cpre uno La tenido. Sin embargo, la vivencia ori­
ginal en otro sentido sigue siendo la misma en la memoria que lo que
ora cuando ocurrió. M i conducta pasada es, después de iodo, mi con­
ducta: consiste en mi Acto, dentro del cual yo asumo una. u otra acti­
tud. aunque sólo la vea “de perfil” como algo pasado. Y es precisa­
mente este carácter actiludmal jó que la distingue det resto de mis
vivencias. M i vivencia transcurrida es aún mía, puesto que soy yo
craien 3a vivencio una vez; ésta es simplemente otra manera de afirmar
que d trm:.seu:TÍ,; de la duración q “fluencia hacia el pasado” es algo
continuo, que existe una fuudamsntal unidad en la corriente constitu­
yente tempoml de la conciencia. Aun en el caso de las vivencias de
pasividad primor dial, las capto retrospectivamente como mis vivencias.
Mi conducta se distingue de ellas por el hecho de que se remite a mi
impresión primarla de la Actividad espontánea.
La ce aducía consiste, entonces, en una serie de vencías que se
distinguen de lodas las otras por una intencionalidad piírnordjaí de
la Actividad espontánea que sigue siendo la misma en todas las inodi-
í:cacicr¡ss. intencionales. Aaora bien, resulta claro lo que queremos
decir al alminar que la conducta es meramente vivencias observadas
bajo lina cierta luz, es clerá:, referidas a la Actividad que fas produjo
originariamente. El "significado"' de Jas vivencias no es entonces nada
roas que ese marco de interpretación que las ve como conducta. Así.
también en el caso de la conducta resulta que sólo lo que ya ha pasado
y trascurrido tiene significado. La vivencia prefenoménica de la acti­
vidad no es. por jo tanio, significativa. Sólo tiene significado la viven­
cia que es percibida reflexivamente en forma de Actividad espontánea.
Demos chora un paso más y tratemos de definir el concepto de
acción deliro de la categoría de conducta.
9. E l concepto (Je acción. Proyecto y pretensión

En eJ uso común tendemos a distinguir la acción ele 5a conducía diciendo


simplemente que la primera es ‘'consciente11 o “voluntaria” mientras !a
última es de carácter "reactivo” e Incluye cosas tales como reflejos.
Deuetnos examinar las razones más profundas de esta distinción, apa­
ren temen te superficial.23
En piimer lugar, toda acción es una actividad espontánea orien­
tada hacía si futuro. Esta orientación hacia el futuro no es de ninguna
manera peculiar de la conducta. Es, por ío contrario, una propiedad
de todos los procesos constituyentes primarios, sea qi:e surjan de la
actividad espontánea o no. Cada uno de tales procesos contiene den­
tro de sí mismo intencionalidades de vivencia que están dirigidas hacia
el futuro. Debemos a Husserl el esclarecimiento de este punco.3"
La “reflexión" en el sentido más amplio no se limita a la vetención
y reproducción, según Husserl. Las proEensioues hacia el futuro cons­
tituyen rína parte de todo recuerdo, y en el punto de vista natural están
mezcladas con retenciones. "Todo proceso primordialmente constitutivo
.está animado por pretensiones, q u e ... constituyen e interceptan lo
que está viniendo, como tal? para llevarlo a su. completamiento” (Zizü-
bewvsstsein. pág. 410 [T'•I. pág. /6l). De la protensión inmediata debe
distinguirse la anticipación (Vorerlnnervng) o expectativa pre-visoia.
Esla “representa", mientras la protensión sólo ‘'presenta". Es de natu­
raleza reproductiva, y constituye la contraparte de ía evocación diri­
gida hacía el futuro.

En este caso lo intuitivamente esperado, de lo cual — gracias a Ir. ¡¿flexión


posible "en” la anticipación— estamos conscientes mediante la previsión co:¡?c ce
algo que '"está por venir”, tiene al mismo tiempo el significado de lo qve será per­
cibido. tal couno lo recordado tiene el significado de lo que ha sido percibido. Asi,
podemos reflexión-ai también en la anticipación, y traer a la conciencia vivencia.!
mustias — para cuyo usufructo la anticipación misma no ofrecía el punto de pavüdn
adecuado— como si pertenecieran, sin embargo, a ío anticiparlo como tal: como
hacemos cada vez que decimos que i eremos lo que está por llegar. cuan cío al dceHc
la mirada reí fex/v..! se ha vuelto hacia (a vivencia perceptual “riñe ¿e apro.’^aia”-3'1

: El hecho de que cada acción implique necesariamente 3a anticipación


del futura, en el sentido de que está “dirigida hacía el futuro”, ha srdo
formulado con gran claridad por Husserl:
Un cada acción conocemos la meta por anticipado en la forma dt¡ wm aniid-
pación que es "vacia”, en e! sentido de vaga, y carece de su adecuado "Henado

Confiamos en haber demostrado con ío dicho hasta ahoi'a que es ^¡adccuadn


la distinción de Weber entre acción y eondi.-eta.
3Í> Ideen, págs. 145 > 149, 164 [T.I.j págs. 216, 2-30, 238]; Zeiiheioa^^i.ein,
pág;. 396, 410 [T.Í., págs. 58, 76].
31 Ideen, ^ pág, 145 [TJ.. págs. 2IS-1"].
qrc- veníb'á con ti completarais uto. Síii embargo, nos esforzamos hacia tal meta
y lmscwiKis, nri&Jsaníe nuestra acci6si>llevarla paso a paso a la 'realización conci-sta.52

Parecena par lo que se ha dicho que la acción podría definirse


como mi tipo de conducta que anticipa el futuro en forma de nna pre­
tensión vacía. El futuro sería, en este caso, lo que va a realizarse
mediante la acción; en una palabra, el acto {HancU-ung) . Pero esía
definición seria incompleta. No es sólo en el caso de la acción don­
de eimon tramos 3a anticipación del futuro en forma de una pro ten -
.-ion vii'1ía. También encontramos pretensión vacía én todos los Ac­
tos {Ákíen) en que asumimos actitudes. Pero entonces, las pioterj-
piones sólo aparecen como, vacías y no cumplidas en el proceso cons­
titutivo ce ía acción sobre la que no se reflexiona, en el desarrollo
gradúa] de vivencias que nacen de la Actividad espontánea. Mas tan
pronto como ía mirada intencional ilumina la acción, la situación cam­
bia. Entonces se contempla la acción como si ya hubiera transcurrido
y terminado, totalmente constituida. Si sólo, se Ira fijado de esta ma­
nera una fase de la acción mediante la mirada reflexiva, es esa fase
la que aparece como completada. Pero en tal atención reflexiva (sobre
iodo, en la rememoración), Las protensiones nunca son expectaciones
que estén aun vacias, determinables, y que aun di aya que llenar. Más
bien, llevan ia marca del completamiento. En el Ahora primordial
a que pertenecían al comienzo estaban, sin duda, vacías. Pero Juego,
debido a la transformación de este Ahora en un Ha Sido, este Ha Sido
se ve aliüra retrospectivamente desde un nuevo punto de mira, Asi, la
función peculiar de la protensión sólo se vuelve clara en el recuerdo.
T;:do no te memoria ccn tiene intenciones de exix-eéacicn cuyo cnmpli miento
lleva al presente. . . . El proceso evocad vo 110 sólo resineva estas pretensiones des olí
mr;:¡o apropiado a la memoria. Estas pretensiones 110 sólo estaban presentes coir.o
Lncf-rcertaíJojas.. trurbién lian interceptado, han sido completadas,. y estomas coris-
eier.toj de si as en la evocación. El ccropleEamiento en la conciencia evocativa es
’ fcoi^L.;lctamLerito [precisamente en la modificación de la posición rlídrecueidoL y si
hi pretcnsión primordial de la pevcepción del evento era int! eterm i nací a. y Ja cuestión
de ser-oLio o no-Stsy quedaba abierta, tenemos en la evocación mía expectación pre-
dirigida <¡ue 00 deja todo eso nbierto. salvo que sea en la fo rm a de una evocación
incompleta c.’.ya esliuctura es distínga de la que tiene la protension primordial índe-
teMV.iuíída. Y sin embargo también, ésta esíá incidida en la evocación.3^

Por lo tanto, lo que era expectación vacía para el actor, es expectación


completada o no completada para el que recuerda. Lo qué apunta,
para eí aclor. desde el presente hacia el futuro, apunta para el que
recuerda del pasado hacia el momento presente, mientras que aún
conserva el carácter temporal del futuro.^ La mirada intencional sólo

- Loxik, 149 y sigs.


:i?- Z c íií’errw.í-yíoPií;, pá.a;. .410 [T.I.,. V6].
; El ¡j0]'i7.0nte de la evocación está "orientada ^acifi el fulcro, es dfvjír.
hacia el fr.tnra de io evocado’'
se interesa, par lo tanto, en e¡ Acto [H andhing), no en la acción (Han-
dehi ) ; y los actos son siempre pro tensiones cornpleladas, nunca vacías.
Consideremos ahora la ‘‘anticipación”, esa mirad a-haoia-adeVnte
reflexiva que correspondo a la reproducción, y preguntemos qué sig­
nifica decir que los fines de nnii acción son siempre conocidos de
antemano mediante esta facultad. Ei análisis da la acción muestra que
siempre se la realiza de acuerdo con \;n plan más o menos inndíí'ití­
mente preconcebido. O, para utilizar un término de ílcidegger, uaa
yocian tiene siempre “la naturaleza de un provecto” ( Enttvuyfc¡iür¡¡k-
ter) '¿ri Feio el proyecto de una acción se realiza, en principio, inde­
pendientemente de toda acción real, Todo proyecto de acción es na's
bien una fantasía de la acción,3n es decir, una fantasía, de la actividad
espontánea, pero 110 Ja actividad misma, Es un cuadro previo de carác­
ter intuitivo que puede incluir la creencia o no, y si la inelnye. puede
tratarse de una creencia positiva o negativa, o dolada de cnslqiiíe:
grado de certeza.^7 Estas fantasías difieren de las pretensiones por el
hecho de que las protensiones (a menos que intercepten realmente
la experiencia futura) son representaciones vacías, mientras que Jas
fantasías son representaciones intuitivas. listo no significa que están
llenas o sean muy específicas; en verdad, toda anticipación de una
acción futura es muy vaga e indeterminada en comparación con *a cosa
real cuando ésta finalmente ocurre, y esto es cierto tanto respecto de
la acción racional como do cualquier otra.
Hemos hablado, en el párrafo anterior, de mía fantasía de la
acción. Sin embargo, cabe cuestionar ía posibilidad de mantener e¿ta
snañera de decir, vista nuestra distinción entre la acción y ei acio. La
dificultad es la siguiente. ¿Es la acción o el acto ío que se proyecta
y fantasea de esta manera?
La respuesta no es difícil de encontrar. Lo que se proyecta es ei
ficto, qne constituye la meta -de la acción y que cobra vida mediante
¿sin. En verdad, esto se deduce de la naturaleza del proyecto. La
acción misma podría ser .difícilmente proyectada,, si 110 se proyectara
junto con ella el acto completado. E:i realidad, sólo el acto ccn-ylo-adc
puede ser representado en la fantasía. En efecto, si el acto es !a meca
de la acción, y si no se lo proyectara^ la representación de la acción
resultaría necesariamente abstracta. Sería una protensión vacía sin
ningún contenido específico, sin ningún “Menado" intuiüvo. Es sin duda
adecuado hablar, en la lengua común* de que yo imagino mí ¡propia
acción. Pero ¿qué es lo realmente imaginado en este caso? Suponga-

Setn und Ze't, pág. 24.5 [T.I., Bevtg and Ti¡ne, por Mnc&vjí-rL'io y EVjbin-
son {Nueva York, 1962), pág. 185].. Temamos squl préstenlo el término£e Iíeiíi¡ag-
g íi si:i Dríinprometemos coa ei significaría explícito queélL ría.L hpalacrair; ¡ili-
lizíi también Pfüuder en su excelente estudio, ‘‘M jü v iiiid MaLi vatio»", i ’v.t ■. !<
fiir Li}i¡ss (Leipzig, 1930).
¿G K s la m u s u t i li z a n d o , ccrníra el uso ele ílu s s c r l, e-l ié n n L u o “ fc m a is ía ” ~fx- i :i-
c-í itaió 11 d e « i a r j'ic ijja e ió r i. C L m á s íib f.ju , íi-^arlLidn i]..
7 ,if- i i b e í i n i s s ¡ s e i y t , p á g . 4 5 3 [T .L ,. yág. ÍS 4 J.
¡nos que me imagino levantándome de mi silla y cruzando la habitación
hasta llegar a la ventana. Ln que realmente me represento do es una
serie de contracciones y relajaciones musculares, ni una serie de pases
específicos — uno, dos, tres— . desde la silla hasta !a ventana. No, la.
representación que tengo en mí mente es la del acto completado cíe
haber cruzado la habitación hasta la ventana. Contra esto podría for­
mularse :o. objeción de que-eí una ilusión y que sí nosotros nos repre-
sen Libramos nuestro recorrido has tu la ventana con un grado de atención
adecuado, contaríamos ios pasos y los representaríamos. Pero a esta.
cbjecíón hay una respuesta fácil. Si nos concentramos en cada paso o
en cada avance de ja pierna, resultará mego que lo que nos estamos
representando en cada caso es un acto cumplido: el acto de haber
elide el paso uno, el acto de haber dado el paso dos, etcétera. Y lo
mismo valdrá respecto de las partes de esos pasos, en el caso de que
llevemos nuestras inclinaciones analíticas más allá.
Los movimientos separados que constituyen la ejecución de una
acción no pueden representarse, por lo tanto, aparte del acto a que se
tiende, que es constituido en la acción. Lo que es cierto en el caso
de ia memoria lo es también en el caso de la anticipación. En ambos
casos lo visible para la mente es el acto completado, no el proceso en
c . so cp:e lo constituye. Es por lo tanto e3 acto lo proyectado, no la
acción,
Debemos acentuar que la proyección s ó j o se da al pensamiento
reflexivo, no a la experiencia inmediata o a la Actividad espontánea.
La experiencia inmediata está rodeada, sin duda, por un aura de expec­
tativas, pero éstas son pretensiones vacías.. A veces estas protensiones
pueden parecer ‘‘llenas": por ejemplo, al llevar a cabo un acto podemos
experimentar expectaciones inmediatas muy definidas. Pero esas e-y.peo
tac ion es han sido cr? realidad influidas por el plan o proyecto que tene­
mos en mente. Ei proyecto se va realizando de momento a momento
y hace que cada expectación momentánea resulte totalmente concreta,
a-niqpe la concretez sea derivada y provenga de la 'alimentación1' del
proyecto, por ia cual se lo incorpora a ese momento particular.
Ais era estamos en condiciones de formular que lo distintivo eutie
acción y conducta es que la acción es la ejecución de mi acto proyec­
tado. Y podemos proceder de inmediato a nuestro próximo paso: el
significado de cualqiiier acción es srt correspondiente acto proyected.o.
Ai decir esto estamos dando claridad al vago concepto de “orientación
ele una acción/' de Max Weber. Una acción, podemos decir, está orien­
tada necia su. correspondiente acto proyectado.
Examinemos ahora la acción racional o íelética; es decir, la acción
ene Lf.-me un lin de claridad óptima. ¿Cómo procede un?, persona, que
a erra racional^; er¡ te? El plan o proyección de sti acción comienza con
ir elección de un nn. Luego imagina que para- lograr ese fin debe
adopiar ciertos -medios. Esto constituye tan sólo un reconocimiento
por su parte de que existe rna cierta regularidad causal entre los be-
ches que él llama sus medios y el hecho-fin que él 3[tima su meta.
Ahora bien, por supuesto, si éi elige M i, M y como medios,'5os
está también proyectando como metas intermedias. La accú'n yacional
puede entonces definirse como una acción con metas intermedias <;ouo-
cktas. Al misino tiempo, es esencial que la persona que actúa racional­
mente formule un juicio de este tipo: "El fin F debe alcanzarse ulili-
zloid o los medios A fi, y M a. Por fo tanto, dados M lr y
resultará F.’' Podemos ver,, por lo tanto, aun en esta etapa de la acción
racional, que el proyecto está dirigido hacia el acto como sí esíe estu­
viera cnnipfido en el futuro, pues sólo si se supone o pcstida de esta
manera el cumplimiento del acto futuro, pueden seleccionarse los me­
dios, Para decirlo con otras palabras: el actor proyecta su acción como
si ya hubiera ocurrido, estuviera terminada y residiera en el pasado. ?ls
un evento pleno, actualizado, qne el acto representa y asigna a su lugar
en el orden de las experiencias qne se le clan en eí momento de la pro­
yección, Resulta bastante extraño, por lo tanto, puesto que se ío repre­
senta como completado, que el acto planeado tenga el carácter tempe-ral
d's prefencidad. Por supuesto, una vez que la acción comienza, se
desea el fin y se pro-tiende hacia él. Podemos hacernos cargo del hecho
que se representa así como'si fuera simultáneamente pasado y ful uro,
diciendo que se lo piensa en el tiempo futuro perfecto (modo /;jíi.;¡í.
e?actí). En verdad, no sólo la proyección sino cualquier expectación
puede considerarse como representativa de su oh feto en el tiempo íu ­
l u

t o perfecto^ siempre que la representación sea clara y bien definida.


Para ilustrar la afirmación que acabamos de hacer recoidemcs que
Tiresias en el Edipo Reij fue capaiz. de ver como ya cumplidas sus
horrendas predicciones.' con toda la vivacidad de los hechos recorda­
dos. No olvidemos, sin embargo, que también !as vio como eventos
futuros. Si no hubiera sido capaz de prever los hechos como ccmple-
tados, habría estado meramente prediciendo el futuro a partir de ten­
dencias conocidas y entonces no hubiera sido un. verdadero profeta.
Pero si no los hubiera visto como estando aun en el futuro, no habría
sido un profeta sino un mero historiador.*3
Nuestra definición de la acción como conducta proyectada tiene
una ventaja adicional, .Resuelve el-problema de la nnidzd de
acción. Este problema es de fundamenta] importancia para la sociolo­
gía comprensiva, aunque hasta el presente ha quedado sin resolver.
Cuando un sociólogo de la comprensión examina una acción, supone
que ésta tiene unidad y que esa unidad puede definirse. Sin embavgo.
en la práctica, cuando llega, a relacionar ía comprensión observaciones]
y la motívacionah define la acción concreta en Corma arbitraría, sin
referencia al sentido a que apunta el actor. El análisis de ¡a acción
racional íleva al mismo resultado. Si se da el fin, siguen los medies, y
cada medio se vuelve entonces un fin intermedio que debe cumplirse
a'su vez por otros medios. El acto total se divide por lo tanto en acíos
33 TieUhevoitustselrt, pag. 413 [T.L, pág. 79].
componentes, y un observador externo que esté mirando “objetiva-
l ríeme'7 tai .serie de actos ''componentes”,, no está en condiciones de
decir si ya se lia alcanzado el fin o si seguirán otras acciones. Cada
etapa componente puede considerarse como una nueva unidad. Corres­
ponde ai observador, sea el copartícipe del actor o un sociólogo^ decidir
¿ubifrariamente dchirle comienza y termina el aclu total. La paradoja
es írwoUible. ¿De qué sirve hablar acerca de] significado a que apunta
mía acción si ignoramos la fase de. la acción que es importante para
el ac'or y la susUlurmos, a modo, de interpretación, por un segmento
arbitran bíneme elegido del curso observado, que constituye “Jos hechos"?
Cuando observamos a un ¿eñador, será muy distinto que tratemos de
;ma'izar "objetivamente” los golpes individuales del hacha o que pre­
guntemos simplemente al hombre qué está haciendo, y descubramos
ene Ira baja para una compañía maderera.
liemos hecho remontar el análisis de la acción hasta la proyec­
ción del acto en el tiempo futuro perfecto. De esto puede deducirse con
completa necesidad el concepto de la unidad de la acción. La unidad
de líi acción se constituye por el hecho de que el acto ya existe "en
proyecto”, que será realizado paso a paso mediante la acción. La uni­
dad del acto es ima función de la envergadura o aliento del pioyecto.
La unidad ue la acción es entonces subjetivo, y el problema de inserlar
c-3 significado subjetivo en un fragmento de conducta que tiene ya
supuestamente unidad objetiva resulta ser un pseadoprubIema.3.ü Debe
es Lar añora en claro que una acción carece de significado como tal
si se la separa del proyecto que la define. Esta es solamente la prueba
de Jo que liemos afirmado en el apartado 6: un significado no se.adjudi­
ca realmente a una acción. Si decimos que eso ocurre^ deberíamos com­
prender esa afirmación como una manera metafórica de decir qne diri-
gí’T:r,5 nuestra atención a nuestras vivencias,, para constituí)', a partir
de elias, una acción unificada.

10, La acción consciente y su evidencia

Debemos preguntarnos ahora qué significa llamar “consciente” a una


acción, en contraste con la conducta '£ineonscienteJ\
4€ Nuestra tesis es
ésta: una acción es consciente en el sentido de que antes de que la
realicemos, tenemos en nuestra mente una imagen de lo que vamos a
hacer. Es!e es el “acto proyectado”. Luego, a medida que procedemos
a Ja acción, vamos manteniendo continuamente la imagen ante nuestro
ojo interno (retención), o la vamos evocando de tiempo en tiempo en

No pedemos er.lLíir aquí en las obvias consecuencias que tiene para ía ética
y 1~. ['-y.'??pr.'de:iC3:L, fíSp erial raen te para el Derecha penal.
:ii lv?núl:;iic$ al lector al excelente estudio de Morrlz Geiger sobre esle tema,
“T ra b e n ! iiUer das UKb-jwt!sale", fulnbuch f'úr P1>¿inyinetu;l»¡?is, IV (1S2.1), 1-136.
N ;i?::l i ;¡ t ermiiioJogía ■ :1¡: iti e, por supuesto, cíe la ele Geíger. [Este primer párrafo deí
íi\?;.rlt’ck.' 10 pí una par¿íra «5 más bí-er, qne una traducción del original de Schütz.]
uuestra mente (reproducción). La experiencia total de la acción es
de carácter muy complejo, y consiste en experiencias ele la acüvidad
a medida que ocurre, varias tipos de atención a esa actividad, vetenciór
del acto proyectado, reproducción del acto proyectado, etcétera, Esta
“consulta del mapa” es aquello a lo que nos referimos cuando i-ama­
mos consciente a la acción. La conducta sin mapa o representación es
inconsciente. Para prevenir Ja confusión, diremos que e:dsl'e» oíros
sentidos en los cuales las vivencias se distinguen como “conscientes”,
oponiendo este térmiuo a “inconsciente13. Algunos son legítimos y otras
no. Por ejemplo, existe la teoría que sostiene ía existencia de- vivencias
totalmente ajenas a la conciencia y que no tienen ningún efecto sobre
ella. Nosotros rechazamos este concepto como autocontradiciano, pues­
to que según nuestro punto de vista vivencia implica cor.ciencia. Ade­
más está, por supuesto/ el sentido muy diferente en que podríamos
llamar ‘'inconscientes” a las experiencias sobre !as cuales aún no hemos
reflexionado. Dejando de lado los problemas que implica tal uso.11 la
dicotomía que estamos tratando es totalmente diferente. Nuestras
acciones son conscientes sí las hemos diagramado previamente "en ei
tiempo futuro perfecto”.
Nuestra próxima cuestión se refiere al modo de nuestro conoci­
miento de ía acción consciente. ¿Cuál es la '"evidencia''42 con 5.a que
se presenta a sí misma, es decir, cómo “encontramos'" la acción en
nuestra experiencia? L a respuesta es que la evidencia o modo de pre­
sentación difiere según si 1} el acto está aún en la etapa de “pero
proyecto”- 2) ]a acción como tal ha comenzado y el acto está en vías
de realización, o 3) el acto ya ha sido ejecutado y se ¡o ve retrospec­
tivamente como nn fait accomjjlí.
Examinemos la primera situación. ¿Qué clase de conocimiento
podemos tener de nuestro proyecto? De hecho, puede ser de cualq ne:
grado de claridad, desde la total vaguedad hasta el máximo de tai. le.
Sin embargo, debe recordarse que nuestro conocimiento es en este caso
couocimiento del proyecto del acto, no del acto mismo. Naturalmente,
lo primero es lo que su nombre implica, un raero esbozo que incluye
muchos lugar es vacíos y muchas variables. Se llenan estos lugares
vacíos y se asignan valores a las vauabies a medida que Id -acción
progresa paso a paso. En cualquier momento podemos comparar nues­
tro plano con lo qne estamos realmente haciendo. Ahora bien, conoce­
mos en forma diferente cada uno de'esíos dos ítems, llecordamas
nuestro plano o proyecto, pero en cambio vivenciamos directamente :o
que estamos haciendo. Natural mentís, la evidencia de la memoria es
mas débil y tiene menos ascendiente sobre nosotros que la vivencia
directa y presente. Y cuanto más cercana está esta última, la a'.o más

41 Zeitbewusstséin, pág. 4 7 3 [ T .L págs. L61-63].


42 UtÜmmms íiquí “evidencia” (Eijidenz) en el sentida cüe Hiifierí. eor¡:o
experiencia especifica de este “estar consciente ele'. Ch Lo¿ih, pá¿rs. 4o7 y s:^s,.
especialmente pág. 144,
fuer le es.<5. La? diversos grados de evidencia en que se nos presentan
las vivencias en relación c o i sus posiciones temporales han sido des-
fiLreliarlos in extenso por íkisserl. Sólo necesitamos ocuparnos aquí de
esta cli’-rer?:d£d para r*ot?.r que existe y que es muy ~compleja. Para
cirar un ejemplo frecuente:. podemos partir de im plan claro de acción,
caer luego en cierta -confusión míen tías la. estamos ejecutando, y al
final ro ser capaces de explicar lo qne hemos hecho.
Ei numero de variaciones posibles es ilimitado. Sin embargo, so3o
estarnos conscientes de una acción si la contemplamos como ya trans­
currida y acabada, es decir, comu un acto. Esto es cierto inclusive en
lo que respecta a los proyectos, pues proyectamos la acción que nos
proponemos corno un. acto en el tiempo futuro perfecto.
A¡ considerar. an’jeriormente 3a tesis de que la conducta consciente
es conducta con significado adjudicado a ella,41 dijimos que "el signs-
'icadc adjudicado' a la conducta consistiría precisamente en la con­
ciencia de la conduela"’. Vemos ahora de cuántas maneras diferentes
puede interpretarse esa afirmación. Pero sigue en pie el argumento
principa7: que el .significado de una acción es el acto correspondiente,
lisio deriva estrictamente de nuestra definición de la acción coino
conducta orientada hacia un plan o proyecto hecho con anterioridad.
Ademas de esto, nuestro análisis en función del tiempo ha' ilumi­
nado 1?. diferencia radical que existe entre la acción antes de su ejecu­
ción. por una parte, y el acto completado, por la otra. De esto se sigue
que la cuestión referente a cuál es el significado a que apunta un acto
ya Cumplido requiere una respuesta, mientras la cuestión del signifi­
cado de Ja acción concreta a la que sóío se tiende, requiere otra.
¿Cuál os esa importante 'diferencia? Consiste en que mientras la
acción tiene aón ove suceder, .se la fantasea como aquello que habrá
•mccutí do, es decir, en el tiempo futuro perfecto, como algo ya cumplidlo.
/• v'_ lo que ocurre es un Acto reflexivo de atención dirigido a una
acción fantaseada como transcurrida y cumplida. Ese Acto de atención
precede temporalmente, por supuesto, a la acción misma. Luego, a
medida que ocurre la acción y avanza hacia su término, se anipíía la
experiencia del actor, es decir, éste “se hace más viejoJ\ Lo que estaba
•-dr.n'rü del círculo iluminado de la conciencia durante el momento
de la proyección retrocede ahora hacía la oscuridad y es reemplazado
per vivencias posteriores que habían sido meramente esperadas o hacia
Lis cuales se había pro-tendidn. imaginemos a. vina persona que pro- -
yecia una acción racional planeada largo tiempo antes y cuyas metas,
Tanto final como intermedia, habían sido por lo tanto claramente anti­
cipadas. No cabe duda de qne la actitud de esa persona hacia su plan
düerirá necesariamente de la que tiene hacia el hecho terminado. Esto
seguirá siendo cierto aunque ia acción proceda de acuerdo con el plan, v
"Las cosas parecen diferentes a la mañana siguiente/' Este ha sido un

-i5 págs. 233-3*1 [T.I., p¿gs. 392-93 ¡.


E i; si aparíE-dci ñ . p á g s . 7D-71, m á s a rn U a .
problema de las ciencias sociales. Se ha insistido sobre él en todas las
interpretaciones históricas que señalaron las discrepancias existen! es
entre aquello a lo que se apuntaba y lo que realmente resultó. Dentro
de la sociología comprensiva el problema se presenta al tratar de dis­
tinguir entre verosimilitud o probabilidad subjetiva y objetiva, entre
adecuación comprensiva a nivel causal y adecuación comprensiva a
nivel de significado.4* Nos ocuparemos en detalle de estas cuestiones
más adelante.415 Es ios ejemplos podrían ampliarse considerablemente.
Sirven todos para ilustrar la afirmación de que el significado de una
acción difiere según el punto del tiempo desde el cual se la observa.
Por lo tanto, no podemos hablar simplemente del significado a que
se apunta adjudicado a una acción. El concepto de “significado a que se
apunta"" es una función incompleta: para que llegue a brer plenamente
significativo; requiere un índice cronológico que especifique el mo­
mento de la interpretación del significado.. Esta cuestión nunca se le
lia.ocurrido a Weber. Cuando éi habla del significado a que apunta
una acción, piensa simultáneamente en la razón-por-quá del proyecto,
por una parte* y en los determinantes causales del acto ejecutado, por
la otra. También incluye dentro del concepto de “significado a qne se
apunta” una referencia al actor en el proceso de la acción y una rete-
leñcia al actor después del completaiuiento del acto. Ambas se con­
funden en su interpretación del proyecto del actor.

11, La acción voluntaría y el problema de la- elección

Una vez eliminadas del concepto de voluntad las especulaciones y anti­


nomias metafísicas que lo rodearon históricamente, nos queda la simple
experiencia de la Actividad espontánea basada en un proyecto pre­
viamente formulado. Esta experiencia se presta fácilmente a una escue­
ta descripción. En los últimos panafes liemos aclarado cual es esa
experiencia: qué es en detalle un proyecto y cuál esla “evidencia”
con la cual conocemos el proyecto y la actividad espontánea que en
él se basa. Examinaremos cómo se constituye el proyecto misino cuando
nos ocupemos de) concepto de motivo. Un análisis de la vivencia
fenoménica de voluntad, el peculiar “fiat”, como le llama james, me­
diante e! cual se pone en acción el proyecto, no resulta esencial para
nuestros propósitos y, por lo tanto, lo pasaremos por alto. Sin embargo,
debemos hacer notar al pasar que en cualquier fenomenología de ]a
voluntad 47 es de fundamental importancia la distinción que esíab’ecs
Husserí entre vivencias reflexivas y no reflexivas.
---; Examinemos entonces la segunda clase de temas incluidos baje el
rubro “acción voluntaria1': los problemas de elección, decisión y liber-

45 Weber, IVirt.schaft una Geseilschaft Henderson y Parsunf. pág. SS).


.. ^ Cí. más abajo, cap. V, apaitacio 47,
' 47 Cf. las obras antes citadas de Gaiger, Pfüntler y Reiijci.
iad. Si so sostiene qué la acción va] mil aria es el criterio do la conducta
significativa, el "significado” de esa conducta sólo consiste en la elec­
ción: en ía libertad para comportarse dé una manera y no de- otra. Esto
si guiñearla no sólo que la acción es “libre” sino que los fines del acto
se conocen en el momería de la decisión: en síntesis, que existe una
libre eíeccióii en Ere. por lo menos dos fines. Es indiscutible mérito de
Bergson e! hecho de que eit su Essal,p u b lic a d lo ya en 1SS8, lograra
aclarar el problema básico del deterninismo. Resumiremos brevemente
a con1 :ilinación sus argumentos.
riV'ué significa nna elección entre dos actos posibles^ X e Y? Tanto
los deterministas como los no deterministas tienden a concebir a X y a
Y como puntos en el espacio: el yo que decide se encuentra en la
encrucijada O y puede decidir libremente sí irá hacia X o hacía Y.
Pero esta misma manera de pensar es falaz. E l problema no debería
concebirse en términos de fines espaciales, o senderos pre-dados, de
la coexistencia de los actos X e Y antes de que uno de ellos se cumpla.
Estas fines no existen en absoluto antes de la elección, ni tampoco los
caminos que llevan hacia ellos existen hasia que, y a menos que, seau
recorridos. Sin embargo, si se ha cumplido el acto — digamos X — , la
afirmación de que estando en el punto O se podría haber elegido igual­
mente Y, carece forzosamente de significado. Igualmente carente de
significado es la afirmación de que, puesto .que la causa determinante
de X ya existía al estar en O, sólo podía haber sido elegida-X. Tanto el
deterninismo como el indeterminismo hacen remontar “el hecho ya
i-ealizíulo” ¡TjíCfíOü accovipli) al punto O, tratando de atribuir todas
sus características a la acción que se está cumpliendo ( Vaction saccom-
plissarde). l'or detrás de estas dos doctrinas acecha el falaz supuesto
Je que los modos espaciales del pensamiento puedeo aplicarse a la
duración, que Ja duración puede explrcarse por medio deí espacio, y
la sucesión mediante la simultaneidad. Pero la manera real en que
ocurre la elección es la siguiente: el yo recorve imaginativamente una
serie de estados psíquicos en cada uno de los cuales se espande, se
enriquece y cambia {grossit, s’emichít et cha rige) r hasta que “el acto
libre se desprende por sí mismo de él como un fruto que cae de ma­
duro”. Las dos “posibilidades’^ '‘direcciones" o ‘‘tendencias” que hace­
rnos remontar a los sucesivos estados conscientes en realidad no existen
en absoluto allí antes de que se haya cumplido el acto; lo que sí exis­
te es sólo un yo que, {unto con sus motivos, abarca un devenir ininte­
rrumpido. Tanto el determinismo como el no determinismo batan esta
oscilación como si fuera ej movimiento espacial de un columpio. Los
argumentos del determinismo se basan todos sobre la fórmula: "Una
vez realizado el hecho, está realizado" (Vacie vne fois acco» vpJi, est
accompU). Los argumentos del indeterminismo, en cambio, se basan
en la fórmula: "El acto no estaba hecho antes de que se lo realizara”

■í& Cf. especialmente el cay, III, "The OiáíinizaLicti of Canscicus States; Free
W jir . [Nos referimos a -a traducción inglesa de F. L. Pc^sun (Kueva York, 1912).]
(lací-e avant dstre accompti. ne Vétaíl pas enooro). listo en lo que
respecta a üergson.
¿Qué concluimos de todo esto en lo que respecta a nuestra argu­
mentación? Juntemos la tesis de joergson con las afirmaciones f::.e
hemos realizado anteriormente. Vimos que el proyecto anticipe no ¿a
acción misma sino el acto, y éste está en el tiempo futuro pcrrecto.
Hemos estudiado además el peculiar v mea lo esbuc‘r;t'a] existente entre
ef provecto,, la acción en curso y el acto que ante la reflexión aparece
cumpliendo o no logrando cumplir el pioj'ecto. El proyecto mismo
es una fantasía; es salo la sombra de una acción, ur.a reproducción
anticipativa, o, síguieudo Ja terminología' de Bus sen, una 'irepresen-
tación neutralizante”.’ 9
Por otro laclo, la fantasía es una vivencia real que puede reflejarse
a su vez en todas sus modificaciones. ¿Cómo ocurre entonces la "elec­
ción’"? Aparentemente de esta manera: ante todo, se proyecta un acco
X en el tiempo futuro perfecto. A continiiacwn el ^ctor se da cuenca
en forma autoeonsciente de qne está fantaseando el Acto intencional
y sn contenido. Luego se proyecta el acto Y: después el proceso áe ¡a
proyección de Y se transforma en un objeto de ía atención recicj-av-a
del actor. Estos actos son retenidos, reproducidos, comparados reflexi­
vamente en innumerables Actos intencionales que ocurren a continua­
ción y se superponen en una trama enormemente complicada de rela­
ciones. Hasta aquí, son todas sombras de acciones, neutralizantes. nc
comprometidas, no efectivas. Pero 110 equivalen meramente a los ''esta­
dos psíquicos'"’ de Bergson, pues estos últimos están inmersos en ja
duración y no son de naturaleza reflexiva.50 lvn verdad, este es el pumo
crítico de la argumentación de Bexgson, pues si tales estados psíquicos
fueran de carácter reflexivo, deberían tener que ver con el hecho ya
realizado y no con el hecho en curso de realización.
Nuestro análisis, con la ayuda de Husserl, sobrepasa en medida
considerable da tesis de Bergson. Según nuestro punto de vista, el
■proceso de elección entre proyectos sucesivamente representados, más
la acción misma hasta su cumplimiento, incluye un Acto (Akt) inten­
cional sintético de orden superior, Acto que se diferencia intérnam ete
en otros Actos, A ese tipo de Acto,-Husserl le llama politético.51
Husserl distingue entre Actos intencionales que constituyen sínte­
sis continuas, y Actos intencionales que forman síntesis discontinuas.
T’or ejemplo, un Acto de conciencia que. constituyera 3a “cos:¿ad’~ do
Aína cosa en el espacióles una síntesis continua. -Las síntesis disconti­
nuas, por otra parce, son vinciilaciúnes de otros Actos discretos. Lu
unidad formada es una unidad articulada y de orden sLiperior.. Este

’ 9 Idee?], págs. 22-3 y 234. IT .I., pág?. 307 y 321, . E t párrafo piücedeüie
fue abreviado en ia traducción.]
ECr Para. el yo irinierso erj Ja duración no hay elección, sir.o sc]c impulso, covüo
.demos nó Itci;ier (op. caí., pág. 22).
i [Las tres párrafos .sigui.entss son m a nchijjhiciór., irás bien r;;ce Lir.a Irr.-
ducción directa.]
Acto superior (que el ’lama Acto polüéfíco) es a la vez politético y
¿mAtico. Es poAetLca porque dentro de él están ubicadas diferentes
"tesis". lüs -cínfético porque, están puestas juntas. Así como todo Acto
constituyente dentro deí Acto total tiene su objeto, eí Acto total tiene
su objete total. Pero ocurre algo distintivo en la constitución de este
objeto lo tal. Pcdna explicárselo más o menos así: el objeto de cada
Aeío constituyente tiene una sola flecha, de atención o rayo (Síj'cj/jT)
de conciencia dirigida hacía él. El A :io sintético que sigue es nece­
sariamente de r/jyos •p.;'r-!ipJes, puesto que debe empezar con una cclec-
e;A;? sintética. Pero no se satisface con ser una conciencia plural, se
cvanstoima e- una conciencia sb guiar, puesto que su colección com­
pleta de objetos se transió vina en el objeto de un rayo, en un “objeto
uvüij’iid-ñLio .
Apliquemos ahora esto al Acto. (A/líj de elección, Originalmente
so proyectaban A;s alternativas X e T. Cari a uno de estos Actos, pro­
vee:; vos dirigía rm solo rayo de atención sobre un objeto- (la alternativa
en cuestión ’•. Sin embargo, una vez que se resuelve la oscilación entre
A> alternativa?, una vez que se hace 3a elección, esta elección aparece
a !a mirada reí Irá-iva como un Acto unificado de proyección o .fantasía.
Los Actos o proyecciones de la fantasía individual van saliendo entre­
tanto del campo de visión. Sin embargo, el objeto total del nuevo
Acto sintético tiene aún un status proyectado* nn jnero casi-ser, es,
seg uí ja terminología de Husserl, ‘Yieutraí” más bien q u e “posícioníd";
tiene que ver no con ’o que es, sino con lo que el actor ha decidido
que oi?’A. .Por otro ’ado, ima vez completado el hecho ( HanoJimg),
toda la cosa puede ser vista “posicionalmente” corno algo realmente
existente: En iodo caso, el Locho se capta, ahora en un Acto mnnoLético
mi ende: jal y se lo.refiere al momento de la elección, cuando sólo había
o;¡¿Analmente Actos pojitéticos. Esto es una ilusión, como señalaba
Bergson, pero tanto caen en ella los deterministas como los no deter-.
uAmstas. El error consiste en suponer que el estado consciente ( éíaí
■psijenique), que sólo existe después de realizado el lieeho, reside atrás,
er. algón “'punto de la duración1’ anterinr a la elección efectiva.
Pero esta transformación de la imiltiplicidnd en unidad es de gran
importancia dosele maestro punto de -\nsta. En efecto, significa que la
acción, una vez completada, constituye una mudad a partir del pro­
véelo original de ejecución, sin tener en cuenta la multiplicidad y com­
plejidad ce sus fases componentes. Esta es la manera en que la acción
se presenta ai ye en ¡a modíela en que este último permanece en actitud
natural o ingenua.

.12, Swiarrc: ■
a esencia del significado en su sentido primordial

I Jemos avanzado bastante en nuestra investigación como para definir


el concepEo de significado en su sentido primero y primordial. No
obstan Le, al hacerlo nos limitaremos — como hicimos a lo largo del.
presente capítulo— al significado que cada uno de nosotros cía a
propia acción. Dejaremos para más tarde el problema de la mtersub-
fetividad.
Recordemos la tensión que liemos señalado entre pensamierúo y
vida. El pensamiento está enfocado sobre los objetos del mundo espa­
cio-temporal; la vida pertenece a la duración. La tensión exi.sten’.e
entre los dos se vincula con la esencia de ;a ‘'significa ti vi dad~ de 3a
vivencia. Es equívoco decir que las vivencias tienen significado. El
significado no reside en la vivencia. Antes bien, son significativas las
vivencias que se captan reflexivamente. L1 significada es la manera
en que el yo considera su vivencia, reside en. la actitud del yo liacia
esa parte de su corriente de la conciencia que ya ba ÍEunlo, Lacia ;::u
"duración transcurrida”. Tratemos de ser más precisos. Dijimos que
el yo mira su vivencia y por lo tanto la hace significativa, ¿Qnorsoios
decir con ello que se trata de una vivencia discreta y bien deiinidaV
Si es así, las dos formulaciones: "la vivencia V es significativa1' y "Ja
vivencia V es contemplada" son convertibles, ■¿Son entonces significa­
tivas todas mis vivencias? En absoluto. Hay muchas vivencias ¿obre
las cuales nunca reflexiono y que siguen siendo prefenoméiiicas. En
la medida en que tengo dnrée, en la medida en que tengo conciencia
temporal interna, tendré vivencias, lleguen éstas a ser alguna vez obfe­
tos de reflexión o no. Esas vivencias son las esencialmente reaíe.s y
prefenoménicas y constituyen la suma totaí de mis vivencias, aunque
nunca reflexione sobre ellas. Para constituir la *~autopertcnencia” [Jc-
Meinigkeit)*2 de todas mis vivencias, basta meramente la forma tem­
poral interna del yo. la durée, o, como la llama Husserl, la conciencia
temporal interna, expresiones todas que sólo traducen la constitución
del yo duradero y la constitución de la autopertenencia de todas mis
vivencias. Es entonces incorrecto decir que mis vivencias solo son sig­
nificativas en virtud de que son vivenciadas o de que se las vive. Tal
punto de vísta eliminaría la tensión existente entre vivencia dentro del
flujo de la duración y reflexión sobre la vivencia así eKpetimcntada;
en otras palabras, la tensión entre vida y pensamiento. Ptu'o ésta e;: ia
misma tensión qne se presupone siempre que se habla de significado,
Rechacemos entonces la posición que sostiene que 3a sígnificativídad
corresponde a la estructura no em ática ^ (es decir, la vivencia misma)
o al mero hecho de pertenecer a la corriente de la duración. Diremos
más bien que todo Acto de atención dirigido hacia la propia corriente
de la duración puede compararse con un cono de luz, lise cono ilu­
mina las fases individuales ya transcurridas de la corriente,, haciéndolas
brillantes y netamente definidas [y. como tales, significativas!.
Concluimos entonces que el concepto de significado y su proble­
mática. no tienen aplicación a la vida considerada como duración. Sería
por lo menos trivial decir que el Aquí y Ahora no reflexionado es

5- [cf. Hefctegger, Seín u:td Zeit„ píg. 42; T.L, pág. 6ñ.l
M [Cf. Hussei'3, ideas, § 3, cap. 3.J
significativo. Los Actos del cogito en el cual vive el yo, el presente
viviente en que el yo pasa de largo alejándose de cada Aquí y Ahora -
Lacia el próximo, nunca pueden ser captados en el cono c!e luz. Por-
lo tanto_ cjaeii fuera de la esfera de-lo. significativo. Por el contrario
i y esto también surge de nuestra argumentación): el Aquí y Ahora
real de! yo viviente es iVt fuente trmma. de la luz^ el ápice del cual
enn q;-n los rayos qne se difunden en forma de cono sobre las fases ya
transcurridas y en retirada de la corriente de la duración, iluminándo­
las y destacándolas del resto de la corriente.’
Hemos logrado ahora un concepto preliminar de la Viven cía. sig­
nificativa. La mirada reflexiva aísla una vivencia transcurrida y la
constituye como significativa. Si luego ocurre una referencia retros­
pectiva intencional a la Actividad espontánea que engendró ía vivencia
como unidad discreta, es por. y medíante este Acto de atención como
se coíisatuve la conducta significativa. Si la mirada reflexiva va más
rd!á do estu, además, e ilumina el proyecto, entonces constituye tam­
bién Ir acción significativa. Es evidente que el dirigir la atención a
ia conducta y a la acción son formas de dirigir la atención a la vivencia
en general, que se vuelve con ello, por supuesto, discreta/* De aquí
resulta que ¡a conducta y la acción están siempre constituidas por
series politálicamente organizadas de vivencias que pueden verse de
dos maneras: como un recorrido de. las etapas en que se cumplió la
acción, o como nna visión totalmente unificada de ío que llegó así a
la realización, esperada; en síntesis, como conducta o como hecho.
ííasta aquí hemos hablado del significado en general, Pero tam­
bién debernos recordar qne cada acción tiene su propio significado
específico, que la distingue de toda otra acción. Es este significa­
do específico e! que interesaba a Max Weber cuando formuló el con­
cepto de ‘"significado a que se apunta”. ¿Cómo se constituye e] signi­
ficado específico dentro de ’a corriente de la conciencia, y cómo se
deriva el concepto de significado especifico a partir del concepto gene­
ral de significado que acabamos de formular? Y, sobre iodo, ¿cómo
sucede que el signilícado de una y la misma vivencia pueda cambiar
a medida qne ésta se retira hacia el pasado?
B entes hablado del Acto de atención; que expone a ía mirada
intencionad las vivencias que de otro modo serían simplemente viven-’
ciadas. Este Ac-to de atención admite a su vez varias modificaciones
que son difíciles de separar y disLinguir una de otra. Les llamaremos,
siguiendo a Husserl. “transformaciones de la atención” o “modificacio­
nes ai en cío nales"’. Estas constituyen los diferentes modos de atencióu
y. por lo tan'o, el significado específico de las vivencias.

r,:l C í Eeiner. o i.', d i ., págs. 2,4 y sigs., donde ce encuentra un estudio de fa


c:jii í L-fiLÍanejifal •ei.be actividad y pasividad.
13. L a a m p lif ic a c ió n d e l p r im e r co nc epto d s s ig n ific a d o ;
la m o d ific a c ió n a te n c io n a l d e l s ig n ific a d o

HusserI define las modificaciones atencionales de la manera sigi-iente:


Nuestro interés en este caso s& esotra sebee una serie de tií’i^LC.rriíLCioiv^ . . .
que ya pr&snpoi!e_n un núcleo nnétieo55 y ciertas iares caracteríscLas de iui c c ?l:
ditersnte.. que necesariamente pertenece a él, lraníforrÉ£cior¡es q js ;:o . . . falíeia::.
et asp-3Cto ncemático de fes vivencias} y sin embarga mv.cs'.rao mc-di licaoí oi 1es ae'¡
conjunto cíe la vivencia, lauto en su aspseto noctico cono an. el.noeir.ílicc.23
Fijemos en Ja idea y respecto de sr contenido noeaját'ico a¿gcna cosa de Ha cua!
estemos percep Liva ¡ne irte conscientes o algún eventcj virculudo con ei!a. . . . .En.ou-
css también la fijación del rayo de la atención en su propio cii'Cu:íó apuntado perte­
nece a esta idea, piies el raya también es uds Jase de la vivencia. Es entonces -r;vi­
cien te qne son posible* modas Je alteración de la vivencia fijada, q :e indii-aujos i >:tji
el rubro "aÍLeraciGnes >ia ia distribución ele la atención y sus modos".37
Es evidente que estas modificaciones son no sólo Ip.s de Ja vivencia misma en
su aspecto no ético, sino cp:e tambiéa abarcan sus ;i¿'í?:j'l;íí:, que. cu e. asuecie r^üemá-
üco — sin que übste al núcleo noeunático idéntica— muestran una raieva oíase de
caracterizaciones. . . . Es obvio* además, que las modificaciones que1 , ocurren e:1. •?'
nóema no son cíe una. clase que simplemente s« agrc-g-.ie a afgo que pe;r^:-.nrcs ideá­
tico a )o largo de aíguna adición meramente externa; por el contra i'ic¡, ’cí - ; > r.r

55 La distincioci crucial entre :\ces;s y ncema Ir. fermuir. HusserI con i r s i ­


guientes palabras: “Tenernos qt¿e distinguir las partes y fases cue enccrilranins a tra­
vés de una análisis renl de la vivencia, en el cual l reíamos Ja. vivencia cji-w m:
objeto semejante a cualquier cero. ,.. . Peco- per'Gírsi píirí€ la videncia ir;lo:¿c:m ;u
es la conciencia cíe algo, y es así eu la forma, que su esencia prescribe.: como mr.’v.o-
na, por ejemplo, u cotno juicio, o como vcUintíid, etetíera, v entcnces pregun­
tarse qué podemos decir esencialmente coa' reypscto a este "de nigo’ iJJee.it, L
pág. IS I [T.I., pág. 257j )
La primera clase de inquisición es ticé tica, 1? segunda es noemtdíca. Las iaíes
Roéticas son, ¡]or ejemplo,. "ra dirección de. Ja mirada del p:n<i ye hacia el objelo
a que éste i i en de sn virtud de asigr.ación de significado. hacia a i; o q v. :
'tiene ni como algo significado', además ía aprehensión ds sílc objsLc, la .-'ir­
me captación de él mientras la mirada ^e desvía barra otros .cbj&ios qva *idir.r..':;
en el círculo de ‘conjetura’: iguaímeiiU? loa efectos ce ;a CApLcii.ucic:'., ía re-aoió:!. ■;
apr-ehensión sinópLÍCíJ y el aiuiriir las diversas actitudes de creencia. u r c r s i i ; n t v .-
luíicióri, etcétera” (ihíd.. pág. LSI [T.I., págs, 257-58 i j1. “Er¡ cnmi^elü •:• . r
de;.cía con los íuólljplss datüs deí enhí=;’]l’ío real, r.oétitc, bay ur’a vnri'-a.'j.l de t!a!c-j
desplegñbíes en ta intuición realmente pura, y en un ‘coutealda >¿cen,A^ic o
tivo, o, más bíevemente, ir. un ‘náemii-. . . . La pstcspckni, por e.ú'^'pjí..-, licnc v.’.
«óí!?fít. y eu ía base de éste r-'¡ 5:gr.ilicac!o percepiua?. q:ie eslo 't;crci¡:k!.ocv.r-.o
tiú. lía forma semejante, la evocación . . . tisae ccnu: su -ji-ásma] lo yecurUada cc-rn-:,-
id , tal coaic os precisamente 'siguíticads’ y 'conocido ccnsr.:er.ts-rr.er.ie’ í¡v. ir: c-vcca-
ción; c-1 juicio tiene eciino su [nóo-fíto] h iuzgado como ic¿¡ el plíoer lo gemido
ic.l, etcétera" [iu íd ^ pág. I S I [ T I . , pág. 2.531).
Ci: Ideen, pág. ISO J_T.I., pág. 267j. l\especio al problema íie la aVe::c:ár..
cf. tmnbíén Lcgúche Ur.tersuchungBn, TE. 1, págs. ISO y sig¿ , 2-eiíbevjusiisch:. pági­
nas 434 y sigs. [T.L. pág-:. 178-79 y sigs.].
r' Ideen, I g c . c i t .
;-o:ic:'eLss cíinljiau ¿ur-dmj>:tir'aIí;;eiMe, lo'cual es de pritnoidiíd impoitancíit- en este
cita-o, poique scu jos nirvíos-recesar: os ea cjue se da lo que es idéntico a sí mismo.M

Todos los tipos de vivencias admiten modificaciones atencionales: las


vivencias del rnimd o perceptmd, ti el mundo de la memoria, del de la
píiva fantasía y. por consiguiente, ele los proyectos.35 Como sabemos
desde que lo señaló Tlnsserl, los cambios de atención pueden influir, sí
asinnimns una actitud-neutral o posición til hacia algún contenido de
Ja conciencia.1^ Las modificaciones atenciona'es mismas muestran una
vez mas roda clase de maLices: la comprensión real, la mera observa­
ción, el notar a-cenas o el pasar completamente pór alto.6:

Lss formaciones atraecior;aJes, en sus modos de actualidad, poseen en un sentido


rrjy £.sp'r:i¡ii el r^riicier de subi-iUüiánd. y tocias las funciones que son moda]izadas
zn.’dir.i'te cín.s rrc-das, o ios pres^pon^n, cnnio las especies a sus géneros, obtienen
uor. ello tarsibió': « e crTácLsr. B rayo de la atención , .. no está separado de! yo.
sino iiue e; en sí mismis y sicote rende personal.,;JZ

El hecíio de que el dardo de la atención siga siendo personal, es


decir, un “rayo del yo”, significa que acompaña los cambios del yo
dentro de la comente de 3a duración, es decir, en oEras palabras, que
participa en 'a constitución del Aquí-Abura-y-Así real, porque el Aquí
y Abora no serían “Asi"', es decir, faltaría la cualidad determinada por
si misma, si el yo no dirigiera su atención hacía eíla. Inversamente,
poderíos . riñe el Aquí-Aliora-y-Así real es la base de la modifi­
cación aten clona!, porque desde el punto de vista del momento pre­
sente el dardo de lia atención se dirige hacia atrás, hacia las fases :
(transcurridas.
Esva cuesiicn requiere algún es¿larecim i en to. De un momento a '
o’re el yo muestra, hacia los objetos de si¿ atención, actitudes que
varían en grado y cia~e. Su conciencia manifiesta, por ejemplo, dife-:
re-a-"es grados de tensión según si se dirige en actividad animada hacía
el mundo deí espacio y el tiempo o si se sumerge en su corriente interna
do c"y;ciencia. Y en síntesis, hay mubhas actitudes fundamentales clife-
ren-es q;:c el yo p-iede asumir hacia la vida, actitudes similares a los.
“estados de ¿ramo” de los que habla Heidegger bajo el título de “los exis­
ten tis lia de; D¡2sehx'f‘:i Ahora bien, la actitud del yo hacia la vida — su
etisniien á Ja vie— determina a su vez su actitud hacía el pasado.

, pág. 10 J [T-5.. p-ig. 2159. N-os hemos apartado hasía cieito punto
es la trac'ucdón de Bnyce G i’bscn].
5l> Véa.je JT3Ü3 arriba, pag. 3-^ n. S6.
’ í'een. rág?. 228 v ¿gs. 'T.T., págs. 314 ysigs.].
^ idecr,, f¿g . 132 [T I., pág: S7n],
-- páe. 1'12 [T I., rí-g. £70],
-■ [Los Bxís'riir.iiíd.ia 5c:- ' ■
carr.ctere-s del Ser de] Dusein”, los elementos de la.,
estri^crcra ct; O ^e in . La preocupación (£ o'g e ) es i:na de lale-s elementos estruc-.-
ími-|.?i (cf. Se:-: ;<níi Zefi, jpsg. 44: T.L, pág- 7&). Los estados de rfm'mo son exfs-/
t^^ua-íi'.ndan-isntales {S'ein Zei't, pág. I3-i; T I., págs. 172-73/J
El último punto es equivalente a la formulación de que el íigrir-
ficado de u n a vivencia sufre modificaciones según la clase particular
de atención que el yo acuerda a esa vivencia. Esto también implica
que el significado de una vivencia varía según el -momento desde el
cual el yo la observa. Por ejemplo, su significado es distinto según la
distancia temporal desde la. cual se la recuerda y mira retrospectiva­
mente. En forma similar; Ja mirada reflexiva penetrará más o menos
profundamente en la vivencia, según su punto de vista. P or. ejemplo,
algunos puntos de vista pueden no requerir una penetración muy pro­
funda. Hemos observado esto al examinar el concepto de significado
a que se apunta, de Weber. Vimos que existen muchos casos de inter­
pretación de significado en la vida diaria, en los cuales no vafe la pena
ponerse a averiguar el significado más profundo que alguien quiso
transmitir, porque el conocimiento de su sentido superficial es total­
mente suficiente pata orientarnos respecto de su conducta. As?, el
establecimiento y la interpretación del significado están pragmática­
mente determinados en la esfera intersubjetiva. Pero aquí no termina
el asunto. Aun el nivel más profundo de la corriente de la conciencia
del yo solitario al cual pueda llegar la mirada reflexiva, está pragmá­
ticamente' determinado.
Hasta este punto hemos utilizado repetida urente el concepto de
lo dado-por-sentado. Ahora bien, gracias a nuestro análisis de la modi­
ficación atencionalj podemos darle un significado muy preciso. Lo
dado-por-sentado (das Fmglos-gegeben) es siempre ese nivel particu­
lar de experiencia que no parece necesitar más análisis. El hecho de
que un nivel se dé así por sentado depende del interés pragmático
de Ja mirada reflexiva que se dirige hacia él v, por lo tanto, hacia el
particular Aquí y Ahora desde el cual opera esa mirada. Al decir c;ue
algún contenido de la conciencia se da así por sentado queda aún
abierta la cuestión respecto de si se acredita a ese contenido alguna
clase de existencia o realidad* es decir, si se da en actos de conciencia
posi-cional o neutral. No obstante, un cambio de atención puede t r a n ­
formar algo que se da por sentado en algo problemático.
La presente sección se ha limitado a sugerir e' punto de partida
para un análisis fenomenolcgíco de la atención, pues una ejecución
detallada de tai análisis 110 se requiere dentro de los límites de e?te
ensaye. Basta con que hayamos descubierto en 3a modificación aten-
do nal un punto de partida para nna teoría de la constitución del sig­
nificado específico de vivencias particulares. Vero la comprensió’i de
la naturaleza de la modificación atencioual nos proporciona só’o un
punto de partida, y debemos ahora: proceder a examinar otra clase
de problema.
14, U íiíí ^nsiifor amplificación: las configuraciones de vivencias.
El contexto ds significado y el contexto de experiencia

Tratemos cíe llegar a la raíz deí problema del significado a que se


apunta. Al hacerlo, el paso importante consiste en reconocer la exis­
tencia de configuraciones dentro de nuestra vida consciente. Ya hemos
expuesto la falacia según la cual el significado a c¿ue se apunta es hua
vivencia {Eríelm-íí)54 aislada. En la medida en que la conciencia sigue
siendo nna coiiieniii puja de duración, no hay vivencias discretas. Estas
'¿lianas sólo aparecen cuando comícuza a operar la mirada reflexiva
de la atención. Dentro de la corriente, entonces, en lugar, de experien­
cias discretas tenemos por todos lados continuidad* con horizontes que
se abren igualmente hacia el pasado y el futuro. Por más diversas
que sean las vivencias, están vinculadas por ú hecho de que son mío?.
A esta unidad primaria se agrega otra unidad en un nivel más alto. Es
¡a unidad conferida por la mirada reflexiva* la unidad de significado. La
mirada reflexiva es el Acto {Akt)e5 que eleva al contenido de la con­
ciencié1 desde el status prefenoménico hasta eí fenoménico.
Pero lip.y todavía un estadio más alto de. unidad dentro de la
vivencia. Ese estadio consiste en la reunión de Actos separados dentro
ele uita síntesis más alta. Esa síntesis se transforma entonces en un
"objeto” dentro de la conciencia. Lo que era politétieo y mulíárradiado
sa ha vuelto ahora monote tico y unirradiado. Tenemos entonces una
con‘igirr ación de significado o contexto de-significado. Definamos for­
malmente el contexto de significado: decimos que nuestras vivencias
^72 > ■■-? V\; están en uu contexto de significado sólo si — una vez
que han sido 'vivenciadas en etapas separadas— se constituyen en una
síntesis de orden superior, transformándose con elío en objetos unifi­
ca üüs de ia atención monotética.
Entretanto, mantendremos muy claramente presente la distinción
entre configuraciones de significado y configuraciones de orden infe­
rió;-. tales como la de la simple atención a vivencias y la de la duración
misma, la-configuración que hace que mis vivencias sean.“mías'’/''5 Líis

[Erlebnis tiene, especialmente prna Husserl. la connotación de na estada


conociente qne se está vivienda. Hemos traducido esta palabra e m el giro “íived
cspet'ieiice” ( expenesictíL vivida). Por otro 1a tí n, iirig sígr.Lf Ícít esencialmente
v.n encuadro coynítivo con alguna clase de ciato. La hemos traducido simplemente
con; Ti “’ex^firíence” (experiencia). En tos casos en'que el significado resolta ctaro
¡X'i eí eei'tsx'o y dor.í'.fi de otío ruedo resultaría mw expresión dura, también verti­
mos «nip.'rmrule En'ekjm por exp^^lenc¡a.'\ [En la versión castellana traducimos
Lírieb:u's por videncia. T.]
í íícíiioí traducido Akí como "Act" (Acto). Se opone a rpie
hemos trsduí'i<ío cumn "actJ> (acto) y tiene -el mentido de liecho cumplido, y ,-j
cus liemos írats'j.cido como “action” ( acción )i d^ ncuerclo cen e! uso pos-
'crinj- d,? S.-i'jUi en sur escritos en inglés ( cí. Callected ¡"upe-rs, I. páys. líi y sigs.;
y f.uj t: ¡r,)
I d e e n , r<¿.¿. 2 4 6 [ T .t.j p á g s . 334-35j..
configuraciones' de significado, recordémoslo, consisten en significados
ya'creados en'actos más elementales de atención.
Primero se esboza un proyecto en un Acío hifer\cíe-nal. Lú^ga se
lleva el proyecto a realización mediante la acción. El resultado es un
neto o hecho completado. Este acío es en sí mismo uñ coítíe:rtc de sig­
nificado, pues da unidad a todos los Actos inte.ncionales y a todas las
acciones implicadas en su realización. Pueden construirse luego con­
testos de significado más elevados y complejos, a partir de actos indi­
viduales.
Es Lo puede aplicarse en la escala más general. Toda nuestra expe­
riencia (E-rfahrung)5' del mundo como tal osla constituida en Actos
potiiéLíeos. Podemos sintetizar estos Actos y luego pensar la síntesis
resultante como lo experienciado {dn-s Erfahrene), que se transforma
en eí objeto unificado de la atención mono tética. Esto vale tanto res­
pecto de ios Actos de la experiencia externa como de ’-a interna. Tonto
con la constitución de " lo experienciado” a partir de experiencia sepa­
rada. se constituye el objeto de experiencia ( Erfahrurigsgegensiay;d) .

El objeto ds experiencia se constituya ante nuestros ojos, por sij natuc-aleza mis­
ma, en sir,tesis continuas y discretas de- mirlüpLes experiencias y en ía apaririAv.
cambiante de aspectos y fases siempre nuc-vos que Is son pc-cal¡al?.s come irAividje
A pastir de esíe procedo da construcción, que consiste siempre en eso czar de ante-
atano el objeto e iasir.ua r cómo será cuando eslé terminado, derivan sá significa o
íanto las apariciones separadas como el objeto mismo. Sin embargo.. el signtfjcc-ao a d
objeto es siempre el d;; un ubjeto que eslé. cambiando de esta manera corr:o !s uni­
dad idéntica de las auiomanífestadanes posibles que pueden actualizare una y
otra vez.60

Es evidente por sí mismo que tales síntesis pueden ser r.prebencu­


das junto con otras síntesis y, medíanle Actos poiitetícos, trasladabas
a alguna clase de orden más elevado junto con éstas. ílusserl ña ela­
borado este proceso hasta sus vil timos detalles en sus Ideas. Teniendo
presente esto, podemos definir el contexto de experiencia (Eífarirnig.?-
zusatnmenhastg) corno: a) el contenido de la totalidad de las coníigu-
raciones de significado reunidas dentro, de un momento, o í;) como un
contexto de significado de orden superior. En efecto, cuan.do miro
retrospectivamente hacia mi experiencia transcurrida, la veo monote -
ticamente, aunque haya llegado a eidstir en fases y mediante mocaos
Actos intencionales.G0 El contenido total de toda rnr experiencia, o de

nT Nuestl¡j concepto de experiencia (Erf-jiirung) íobsrla disiii'¿r;:,íe Jid con­


cepta pena* clavo q\se se encuentra en el naltralismo empírista (sensivAÍlaaio; - Por
si ecntrarJOj utilizíimo.s el término en eí sentido más amplía que le din Hussevl fii
la Lógica fonnvl y frascendentuL es decir, la aprebensien y posesión de la oü?:í m:?-
ifia {Sr:!.'.r;[eyfn*su>\g untí Szíhziftnbs) . c-c?a que es un dato LinAviil^al, r.mi ds '.'.r.
objeto nicxisiñntc (tiñes irretilen Geg&Jiífrtritíe.v).
cs Loatír, pág. 147,
íV-¡ Debería comprsuderse claramente oue una eíperianeia. (£17 üíl.'Vj a1.::l
loeas mis percepciones del mu mío en el servido más amplio es reunido
y coordmado, cuín neos, en el contexto- tota] de mi experiencia, Este,
con-exto toral se amplia coi; cada nueva vivencia. En cada momento
h:-y eruonces 1:11 núcleo creciente de experiencia acunmhida. Este nú- •
el ¿o creciente éoissiste tanto en- objetos reales como ideales de expe­
riencia i Er¡Ghrungígege>\Münálic}ike.iteii), c¡ue lian sido producidos por
supuesto una ves en Acto? intencionales polisintéticos. Pero 5os objetos"
que se encuentran en este repositorio de reserva se dan siempre por ,
jveníidos. No prestamos atención al h e ch o de que son producios ele.
-■na "cLividad consciente previa, que han pasado por un proceso com-
1/..' . de constitución. (Podemos, por supuesto, prestar tal atención si;
preferirnos hacerlo,) üisia constitución .se realiza, estrato por estrato, en
niveles inferiores de conciencia, ya no penetrados por el rayo de la
atención. £1 contexto total de experiencia en un momento dado con­
siste asi, en sí mismo, en objetos de un orden superior que son aprehen- ■
dides mono!: ética mente y dados por sentados sin volver a la cuestión
de cómo y en qué Actos poliíéticos fueron construidos.
Este a3ni aceña miento de reserva de conocimiento se conserva en
temía de rnero contenido pasivo. Sin embargo, parte de ese contenido
que nene ahora forma pasiva fue producido una vez mediante Actividad
i;úcnc:ona¿, Cualquier contenido ta l que sea añora ira obieto de aten--;
eión mono tetica, puede ser reactivado, retrotraído al modo activo, por.
asi decirlo, y luego re-establecldo paso a paso, como demostró Husserl
extensamente en su Lógica formal y transcendental. Los inicios con- :
pTe’ados están por lo tanto presentes dentro de nuestra conciencia no
como p¡ icios en curso sino como objetividades ideales. como es en cías ,T!*
susceptibles siempre, sin embargo, de ser "deshelados” y retrotraídos
a s_: estado activo original. ."Siempre que iluminamos los contenidos'
pasivos de !n conciencia, el lado ‘esencial1 del significado, ocurre un;
Ip c-eeso ele libre creatividad en el cual brotan en nuestra mente nuevas
estroctr¡ras. categoriales de significado, de acuerdo con los signos o :
palabras correspondientes," 75 Esto es cierto respecto de todos jos j u i ­
cios, pero ten':!;-;én lo es en general respecto de todos los productos
lie la Actividad categoría! ,7a incluidas la conducta y la acción, ya qne
el juicio mismo es una clase de acción. Tin verdad^ una característica
de tocios los productos de la Actividad espontánea consiste en que

en sv. esía/jo- fitiaí crsiisrente, carcce corrrpletarnt nf.■ ; ilc cualquier i n d ic io respecto
c< >?io fe ujij-Hir.yó s:~ ja conciencia. L a ejcverieíjcia. puede constituirse en una",
ssrle de Actc-í ele pasicicn que ]:>ncos tue-risu írcinsformaiís en un objeto unificadlo
cío p-.orsoléiica. Pero dentro det contexto tota] de Ja experiencia pueden .'
unc-ji'j'rr.rs'j i'-C sólo vales Actos posieíenalcs sino taíñbié;-» [oíos los contenidos íle 1*
CL'cií-iiLní nsniraJ izante, szz que permanezcan siempre hiles o cue en algún mo-
ilsgnen a Ir. posícici: sitase!. >
Ui:."ír:’.i rabia ^srabién, a este respecto, de la “naturaleza•'repetíble y re-"
vjvífjcabie' us i as esirvotiras categoría les que se desarrollan en el juicio [Logik, ;

TT L?g-¿í:, p ág . 2.55.
72 íiü g íír , p í g . 2 6 2 .
pueden ser reconstituidos como Actos que son en principio repetib’es
(in einer Idealüot des Jmtner XVieder).73 Sin embargo, si puedo iden­
tificar eí producto de nú Acto reiterado con uno proveniente de un
anterior Aquí y Ahora, esta identificación es en sí misma un nuevo
contexto de significado: en la terminología de Husserl. es una Síntesis
de Reconocimiento.1* Este es de nuevo iui caso de Acto experiencia!
y ya no una experiencia disponible, por lo menos no disponible en e!
Aquí y Ahora de la reactivación”.
Limitemos por lo tanto' el término “repositorio de ciumcinnenlo
disponible'’ al almacenamiento de objetividades de experiencias ya cons­
tituidas en el efectivo Aqilí y Ahora, es decir, en otras palabras, a la
“posesión1 pasiva de experiencias, excluyendo su reconstitución.
Lo que reemerge en la couciencia aperceptiva, o inclusive se
reconstituye, depende del Acto de atención del yo a su propio repo­
sitorio de conocimiento. Está por lo tanto pragmáticamente determi­
nado en el sentido que liemos examinado antes. Podemos definir ahora
el contexto total de la experiencia como el contenido de todos los
Actos de atención que el yo como ser libre puede dirigir, en cualquier
momento dado de su vida consciente;, hacia aquellas de sus vivencias
transcurridas fpie se han constituido en síntesis realizadas paso a paso.
Es lo incluiría, por supuesto, todas las modificaciones atención* íes de
tales Actos. El significado específico de una vivencia, y por lo taruo
el modo particular del Acto de atención hacia ella, consiste en el orde­
namiento de esa vivencia dentro del contexto- de la experiencia que
e-sta disponible. Podemos también expresar esto de una manera un
poco distinta, pero que nos data una definición precisa del "significada
a que se apunta": el significado a que apunta una vivencia no es nada
más ni menos que nna autoínterpretación de esa. vivencia desde el
punto de vista de una nueva vivencia.
Nuestro próximo paso consiste en descubrir qué es esa au¡.ointer­
pretación y cómo ocurre. Al hacerlo, nos conformaremos con im con­
cepto aproximado, puesto que estamos buscando ía introvisión íeno-
menológica no como un fin en sí mismo sino como un medio pu;a
formular adecuadamente un problema sociológico,

T3 Esto es especiabnenfe cierto respecto de los juicios. Puesto que su :or::'a


básica es del tipo irLf]nibi.mei>tí7; rep-p.íihle "Puedo hacerlo cíe nuevo” .' es putU .'le
hacerles readquírír, siempre que ?e los encuentra, su forma. d& juicios activos. Hay
aejui rna problema 110 resueltOj y ía introducción def concibo de "conocei,,J sólo -rcm-
tribuye r. oscurecer más la situación, por lo cual lo hemos evitado haslu alicva. En
efecto, “conocer” ( cf. Scheler y Sanderl puede significar dos cosss Lcínlmculc dis-
lirirns: ¿1 ) ln "posesión” meramente pasiva del cor.ocírniei’ LO, es dccir, 1.' pve.s-2r.cia
en la ir.enie áe juicios prefabricadas como objetividades ideales, y b) la reiteiac:cn
.0 «juzgamiento explícitos de esos juicios.
* (.“ El s’ip-Tiesb» á& que en mrciiTistíLTiciaE íí^iimne-ute similares ¡ictus” tí2 V: f i ­
nará- Upienmeate sim ilar en qwo lo Vine antes, -p¡ir» producir u s esta-io ¿e ijosms 'í?íc.-.tti *?:::••; s^-:-
. lar” {SchUU, OotlecUd Pajjevf, I , 20; cf. ínailjiÁri la-s obsEi-’.acioiies de zn su latrc-
’ d.v:dón. al nHímo toI^tobe, vSg1. X X X VTIj J,
L o g i k , p i g . 14-3.
15. Lri construcción del mando de la experiencia
ij su ordenamiento en esquemas

Tratemos cíe desenmarañar los complicados contextos estructurales que


ímplíciíos en la constitución de im objeto externo. ES objeto se
constü nye a partir de apariencias a medida que las encontramos en
nuestra comente de conciencia. Tales apariencias se reúnen en- un
tíonsexta de significado. A medida que se .siguen «na a otra en una
secuencia regular, se corsü huye Dtieslra vivencia del objeto, Pe Jernos
por medio de una mirada mono tética contemplar la secuencia entera
como nna unidad en sí misma: el objeto de la experiencia externaj la
cosa deí inundo externo. El hecho de que las vivencias individuales
ele las apariciones individuales estén vinculadas en la experiencia del
übfeiO; es a su vez experienciado (erfahrenJ ,75 Experienciamos así
dentro del presente viviente la constitución efectiva de los objetos.
£5 te es tacho de análisis es bastante complicado, pero si observamos
con mayor profundidad, encontraremos una complejidad aun mayor.
Toda vivencia que entra en la constitución de la vivencia del objeto
¡ota! está rodeada por un halo de retenciones y protensiones. Perte­
nece a la esencia de la síntesis el que las diferentes fases estén vincu­
ladas de esta manera. La vinculación ocurre del modo siguiente: la
vivencia posterior se produce dentro de nn Aquí y Ahora cuya cualidad
intrínseca está parcialmente de-terminada por la retención cíe las viven­
cias anteriores. Y por debajo de este nivel yace, por supuesto, la con­
figuración aun más básica que constituye la “autopertenenciu” ín de
todas mis vivencias.
Si partiendo de un objeto de experiencia, por ejemplo una mesa,
podernos ahondar para llegar a niveles cada vez más profundos deí
procese por el cual se constituyó, también podemos ir en la dirección
opuesta: partir de la mesa misma y proceder hacia arriba remontán­
donos a los ni vil es del simbolismo, es decir, a partir de esta mesa llegar
a hablar de ‘la mesa”. Aquí, si quisiéramos, podríamos internarnos en
jos problemas básicos de la relación existente entre una palabra-y una
cosa. Sin eluda el juicio “esto es una mesa” (y en todo acto de asig­
nación de nombre está implicado un juicio) se remonta a la vivencia
que hemos tenido previamente de otras mesas.77

j5 JEn un sen Licio "subjetivo'a pricri” anterior a teda experiencia en sentido


empírico. Este úilijrio se basa en el primero y lo presupone.
JÍ1 [Cf. Heidegger. Seíii tm j Xeit, pa£. 42; T.I., pág. 67,]
77 E l dr.jíiir.ie eídétú'o, es decirh el mundo puro de las esencias, püede no con-
.sirle:arre íi] ir?,bu- Ce )fi constitución del mundo de la experiencia. En efecto, ei
deveir.riiei'Lo de 11’ia esencia es en sí mismo experiencia, en cí sentido en que nosotros
uEilizünií).1; &] femimo experiencia, Debemos recordar que estamos usando los térmi­
nos “experiencia"’’ y "Louíigmacfcóu de experiencia" no en el estrecho sentido f.m-
p5:'isia de estas palabra, sin y en el sentido f en onien alógico. La fenomenología con-
c?dí, .íi In fantasía i;n papel en la constitución de la configuración de experiencia de]
yo e:■ . el Aquí, Abena y Así, además del que desempeña el encuentro con objetas
Debería recordarse que este concepto és el nivel más bajo de }■ :.
‘sintaxis” según la cual el mundo del lenguaje y la lógica deben fi-ter-
pretar todas las'fases de formal ización y generalización en funcmn de
ía historia de éstas, lo cual significa en función de las vi vendas del eíj,o
cogitans. Llamamos a esto 'los fenómenos del procesa constituyente"’
o simplemente “fenómenos coasi. i tuyentes”. En efecto — lo ñcenUin irios
una vez más— las ocurrencias reales de procesos tídcr> como la fe fina­
lización y la generalización forman parte de la experiencia del yo, en
?\sentido en que estamos utilizando la palabra “experiencia".
Sólo itemos utilizado la construcción de una experiencia de un
objeto como ejemplo de las implicaciones del concepto de ' experiencia
disponible. Sin embargo, nuestro análisis puede aplicarse a cualquier
zona de vivencias, y en especial a todas las síntesis dóxicas que tienen
una "'función colectiva"',79 en el sentido puramente lógico — en otras
palabras, a la constitución de un juicio a partir de otro— , y por lo
tanto también a todas las síntesis prácticas y apológicas de cualquier
clase,715 pues éstas se basan en las síntesis anteriores, de carácter pura­
mente lógico. Pero éstas también son experiencias en ei sentida de
que forman parte de un almacenamiento presento de experiencia ya
disponible como la más elevada configuración de significado en ei Aqvs;
y Ahora -deí ego cogitan-';.
En vista de la estructura extremadamente compleja de las eonii-
goraciones de significado disponibles para el ordenamiento de la expe­
riencia. es necesario definir qué .significa la interpretación de la propia
vivencia de uno, es decir, en otras palabras, el significado especifico
a qué se apunta. Ya hemos indicado nuestra respuesta cuando exami­
namos cómo está pragmática mente determinado el nivel a que penetra
la mirada reflexiva. Podemos desarrollar ahora un yoco iras este punte.
Supongamos que alguna vivencia nuestra atrae nuestra atención.
Podemos preguntarnos cómo liego a existir esa vivencia, y extender
nuestro análisis de su origen hacia abajo, hasta llegar al nivel más
profundo.de su constitución en la forma temporal interna de la dura­
ción pura. Sin embargo, nuestro repositorio de conocimiento (Erfah-
rufig} no se remonta de ninguna manera directamente a la íorma tem­
poral interna como su fuente y origen. Más bien, la configuración de
significado de la experiencia pasada es una configuración de nivel más
alto que tiene como elementos otras configuraciones, y éstas a su vez
se constituyeron a par tú de complejos de significado de nivel ;um más

rTiernos. De acuerdo con la terminología de I I lisser], nos ocupamos tic estados de


casai intencionales entre cs-encias der.iro del dominio de la experiencia, pero no
-de hechos empíricos i Lcgiír, pág. 27G).
IG [Un ejemplo de ‘'sintesis dóxicíi colectiva” £«rí?. la formación d e u n nació
canjrntivo a partir de otros dos, msdiíuite ía inserción de iu:a ‘V ' or.tre ellos. Ct.
Ideas ( T X , j>ágs. 335 y 339^,1
70 [“Por ejemplo, ta madre qne ir-ir a. amorosamente a so pequeña p r c l,rj, y
abifiza a cada uno de sus hijos y a iodos jar,Los en un ac-to de U j l o t ” { i b í d . , pá¿'-'
na 340),]
oajo. Ivo obstímie. los estratos más bajos de jo que ya ha sido expe:
: ¡encn'oo se dan por sentarlo, es decir, yacen en un nivel tan profundo
que la rumíela reflexiva no los a’canza. Todo, esto es cieito en relación
ccn^ e: Aquí y Ahora efectrvo: Ja demarcación del estrato de lo que
se o a por samado oepende ese las modificaciones dei Acto de atención
clirisrído bacía el]o, y éste depende a su vez de ía aitenlion á la vie que
existe retiJineiiíe en el Aquí y Ahora del individuo. Por cierto, dado
uu ae:o adecuado de atención^ toda?' las síntesis politétíeas pueden
remontarse a la constitución original de la vivencia en la duración pura.
Acabsmos de ver cóma era posible esto en el caso dé un objeto exoe-
rienciul del munuo externo. Sin embargo, tal cosa requiere un Acto
de reflexión espesamente filosófica, que presupone también, a su vez,
unn cíase particular de attention ¿1 la vie.
L' y ;1 próxima tarea consiste en llevar a cabo un análisis de
^^m ncatlo de; yo en 3a actitud nauiral.5*-1 El hombre común, en cada
memento oe su vivencia, nomina experiencias pasadas que están alma-
cenabas en so conciencia. Sabe respecto del mondo y sabe qué esperar.
E
./1 c;:c!li momento de la vida consciente se está ^clavando un nuevo
i¿e¿n en este vasto almacén. Como mínimo esto se debe al hecho de
qne, f-'-'i la negada de un nuevo momento, Jas cosas se ven bajo una"'
,mz joven.pi;;e distinta, Todo esto esta implícito en la concepción el-6
uno curación que es múltiple, continua y de dirección irreversible. Sin
er. margo, esto puede demostrarse no sólo deductivamente sino medíante
el examen de Ja.propia conciencia a medida que uno vive desde el
panto cíe vista natural, envejece y acomula conocimiento, Ahora bien,.
ív' 5 : hombre-natura! todas sus experiencias pasadas están presentes
como c^vsr.c.düsi como conocimiento o como conciencia de lo que se
precíe esperar, ted como ei conjunto del mundo externo está presente1 :
: í:; C:: rn0 ordenado. Por lo común, y a menos’ que se lo obligue
a resolver una el ase especial de problema, ese hombre no formula
i-'1 íiccjjüí.L de como se constituye ese mundo ordenado. 'Tas
par, tas particulares de orden que estamos considerando ahora son con-’
j-t.iMiCjv'iies signmcatjvas sintéticas de vivencias ya encontradas.
Demos uoos pocos ejemplos de esas pautas de síntesis de viven--
cías. Ante tocio, hay experiencias del mundo externo y sus objeto*
animados e inanimados. El hombre en actitud natural "tiene” por Jo.:
lamo, un ^repositorio de conocimiento de cosas físicas y ele congéneres,
de colectivos sociales y de artefactos, incluidos los objetos cuTturaleí;
' -Tiene” igualmente síntesis de la experiencia interna. Entre éstas se^
encuentran contenidos de juicio (o contenidos proporcionales) ci.c
son ei resultado de su* actos presos de juicio. Se bailan también aqub
-Ores jos ^..looirctos de la actividad de la mente y la voluntad. Todas;
c:■[as experjencias, sean internas o externas, entran en contextos de:
s.g^-iC^do os un orden más elevado para el hombre ubicado en ei ■
punto olí vji.^a natural, que también tiene experiencia de éstos. PoiJ

Cf. J,1 Observac:ón A capítulo I ; pág, 73, irás arriba.


lo tanto., u su Aquí y Aliena pertenece loda su experiencia de los ^pro­
cedimientos ordenadores tanto de la ciencia teórica como apacada, y
las reglas mismas por las que éstos se rigen, tales con»o las de 1;¿ lo ^-ca­
torroal. A es Las experiencias debemos agregar su experiencia de todos
ios tipos de reglas prácticas y éticas.
Llamemos a estas pautas esquemas de nuestra experiencia {Scfte-
7nata misersr Erfahrung) . 8 l Un esquema de nuestra experiencia es un
contexto de significado que constituye una configuración de nuestras
experiencias pasadas que abarca conceptual™eirte los objetos experzen-
cia!es que se encuentran en estas últimas, pero no ios procesos me­
diante los cuales se han constituido. Eí proceso constituyente en
mismo queda enteramente ignorado, mientras que se da por sentada
la objetividad constituida.53 - ^
Al definir los esquemas de la experiencia como contextos ac sig­
nificado, hemos dado de ellos una definición formal y material a la
vez: formal, al identificar el modo de su constitución como una smicois
de un estadio superior a partir del Acto pohtetico cíe expeiíenC!.^
vivkks-ima-vez; material, al referirlas al objeto total que llega a ía
visión cuando se contemplan monotéticamente tales síntesis. Decimos
que todas las experiencias componentes vi vidas-una-vez tienen C^-Itlc_
■leneia {Emstimrnigkeií) una con otra. Con esto queremos siguiiieai
re) el condicionamiento mutuo de uno por otro, su construcción
sintética para formar estructuras de nivel superior, y, fina ¡mente, c j
la configuración de significado de estas estructuras mismas, es decir, la
‘■configuración total de nuestra experiencia en el Aquí y Ahora elec­
tivo”. Nos hemos referido anteriormente a esto diciendo que era la
configuración más alta de significado de nuestras experiencias vxvidas-
una-vez”. Por ío tanto, en cada Aquí y Ahora existe una coherencia
total de nuestra experiencia. Esto siguifica meramente que Ja confi­
guración total de nuestra experiencia es una síntesis de nuestras expe­
riencias va-vividas. producida por una construcción paso a paso, ¡a
esta síntesis corresponde un objeto total, a saber, el contenido tle nues­
tro conocimiento' en el Aquí y Ahora. Por supuesto, dentro de c:-ta
coherencia total de la experiencia, pueden ocurrir experiencias contra'
dic lorias sin que se deteriore la unidad total,

‘ ei Es evidente que nuestro concepto del "esquema” no tiene natía que v¿L- urici
&1 schemsi lcaril'a.no, ejí uüs síntesis cíe la imaginación (cf. C risica í¿r jcju^'i
pitra, 15 ÍSS). [Debido a.esta diferencia de significado y de acuerdo con el v.so d«
Sclriítz en inglés, traducirnos "scliema” 3' “soberna ta” por '"esquema” y " esquemas”
tusado ss refieren al concepto del autor.]
8¡¡ Cf. como ejemplo de esta lo que- Huiserl Llene cpiti decir aceita ce I?. c:en-
cía, Ln "ciencia” sólo es posible cuando los resultados del pensamiento pueden con­
servarse en forma de conocimiento y pei'manec&n. dispe;uUes_ -pava segLiii- p e n s a d a
como sistema. de proposiciones formuladas en forma neta y distinta, de acuerdo ccn
los requerimientos lógicos, pero que carecen del claro apoyo co las presenl;.clones.
: y .por consiguiente son comprendidas sin introvisión, o si no ackid¡zad;;s s ¡a
..de mi juicio {ideen, pág. 124 [T.Í., pág. 192J). í
Anteriormente a te dos los juicios, existe n a fundamento uni vessal de la e^pe-.
tienci-i. Se lo presupone conlínuarnerAe como ía unidad coherente de la experiencia
posible. Dentio de esa mudad coherente todos los he-chos eslán vinculados y son
co:i£i-<ier.ies unc-s con otros. Sin embargo, puede haber discordancia en esia unidad,
en el se:)l:do ele- que des elementos discordantes tengan una comunidad esencial,
y l:i comunidad esencial no se deteriore pese a süs elementos opuestos,, o auu a causa
tle r l Y s.sí todo juzgamiento primordial t: i óu contenido, y todo ¡‘nido que pic­
areis en ¿JcrrclñdcSTC con él. tiene configuración según la configuración de objetos
Qi;e se ‘¡treduce en ia unidad sintética de la expsris?-,cia sobíe la cual re furida-

La unidad de la experiencia dentro de 3a cual en Irán todos estos


esquemas pomo objetos constituidos no debe, sin embargo, imaginarse
como si su disponibilidad presentacional en eí Aquí y Ahora fuera
esirucuualmentc homogénea., como si de alguna manera todos esíos
esquemas existentes fueran igualmente claros y distintos, como si todos
los objetos dentro de la conciencia estuvieran “en un plano igual con
res pecio a nuestra conciencia de ellos".-61 Más bien, los esquemas tienen
sus horizontes y perspectivas.. sus luces y sus sombras, según el grado
de aleación que el yo les presta.

1G. Los esquemas de ¡a. experiencia como esquemas interpretativos.


La auícexplicación y la interpretación. Problema e inierés

Los esquemas de 5a experiencia tienen una función especial que se


vincula con la constitución del significado especifico de una vivencia,
una vez que esta ultima cae bajo la mirada de la atención. Por lo tanto
son esenciales para el yo cuando explica lo que ya ha vivenciado desde
el punto de visia de un posterior Aquí y Ahora. Heñios definido el
acto de dotar de significado específico como anioez-pUcación, es decir,
como el ordenamiento de una vivencia dentro de la configuración total
de la experiencia. Este tirdenamiento se cumple en una síntesis de
reconocimiento. La síntesis de reconocimiento toma la vivencia que
hay que clasificar, Ja refiere a los esquemas disponibles, y fija su esencia
específica, La vivencia se remonta así a una objetivación ya disponible
centro del repositorio cíe la experiencia, e identificada con esta obje-
tivación, Esto no implica de ninguna manera que el acto de subsumir
la vivencia bajo esta objetivación sea un Acto intencional separado
de Ja mirada ele !a atención. Lo que tenemos aquí es más bien un
Acto cuya referencia intencional se orienta en dos direcciones opuestas,
'lista doble intencionalidad puede demostrarse por medio de un análisis
de cualquier Acto intencional que encuentra un daíum; por ejemplo,
una percepción. Por otro lado, cuando miramos hacia atrás, la atención

I'ív.sserl, Logik, pág. I£M.


lb íd .t pág. 254.
''y. la inclusión, la percepción y el reconocí miento parecen ocurrir en
: üa solo paso.
Es obvio, por lo que hemos dicho anieriormente, que el ordena-
; miento del que eslaníos hablando puede realizarse de muchas maneras
diferentes: en uno cualquiera ce los diferentes estadios de formulación
lógica, incluso hasta en la simple-aprehensión qne ocurre centro asi
Aquí y Ahora; en las actividades de la razón, las emociones o la vo'un­
tad; en un instante o dentro de las operaciones de resolución de pro­
blemas que proceden paso a paso; en vagos Actos de reconocí mi en'o
habitual o, por otro lado, con completa claridad. Existeu diferentes
tipos de esquema para cada uno de estos diferentes tipos de ordena­
miento. y cada uno de los diferentes tipos de esquema puede conocerse
con diferentes grados de claridad.
Llamaremos-'‘interpretación de la vivencia” al proceso de ordena­
miento de ésta según esquemas mediante el reconocimiento sintético, e
incluiremos bajo esa denominación la vinculación de un signo con la
que éste significa. Por lo tauto, ¿a intetprelación es la referencia de
lo desconocido a lo conocido, de lo que es aprehendido en la mirada
de )a atención a los esquemas ele la experiencia. Estos esquemas, desem­
peñan entonces una función especial en el proceso de interpretación
de las propias vivencias. Son las configura clones de significado 'com­
pletadas'que están presentes y disponibles en cada memento en forma
de “lo que uno sabe” o de "Jo que uno ya sabía’3. Consisten en nía i erial
que ya fue organizado según categorías. A estos esquemas se refieren
las vivencias para su interpretación a medida que ocurren, En este
sentido los esquemas de Ja experiencia son esquemas interpretativos, y
a.partir cíe ahora los Llamaremos así. La interpretación de un signo
medíante la referencia a un sistema de ellos constituye sólo un caso
especial del fenómeno que acabamos dé caracterizar; utilizamos por
lo tanto el término para designar el género, en lugar de la especie.
El cuadro de la auto explicación que acabamos de presentar parece
diferir del hecho de que existen vivencias que son únicas y geneiis.
Ya hemos señalado S3 que existen vivencias que debido a s;¿ grado de
intimidad no pueden ser abarcadas por la mirada de la atención, ncr
lo menos en lo que concierne a. su cualidad intrínseca. Debemos agre­
gar ahora que es imposible ordenar estas vivencias -y, por lo tanto,
/dotarlas de significado específico. Esto se debe a su intimidad y a su
vesencial confinamiento a un solo instante de ía corriente de la concien­
cia. qne nos impide identificar en cualquiera de ellas una esencia o
“núcleo” y reconocerla así como perteneciente a nna clase. Por otro
• lado, reconocemos efectivamente, a veces, que nna vivencia es nove­
dosa, que es la “primera” vez que la experimentamos. Esto presupone
. una referencia a los esquemas de que disponemos, seguida por una
. "falla de conexión”, con lo que se pone a su vez en duda la validez

s3 En el apartedo 7, Ufás arriba.


Giiiaido un fenómeno resulta inexplicable, significa que
.■¿run .sector de nuestro esquema está equivocado.
-'■.aesLrrí proxxma tarea consiste en explicar el criterio mediante e?
j.al se elige uu esquema interpretativo de entre las ímtchos que .están
isponibles, citando llega el ^momento de explicar. una determinada
¡.•.ene2í;. ü n erecto. Ia elección no esta prescripta de ninguna manera
e^cc vi comienzo como 00 vía o exclusiva; en verdad, ninguna vivencia,
¿ede agotarse mediante un solo -esquema interpretativo. Más bien,
ida vivencia esta abierta a miütiples interpretaciones ( no eseis), sin
-jo deteriore ríe ningún modo Ja identidad de su núcleo noemá-
_ ~s esquemas que se adoptan para tales interpretaciones llevan
enpr: i _ *a mar en cié mi particular Aquí y Ahora, va que esto es cierto
lo referente a las síntesis de reconocimiento y a los actos de oon-
encia reflexiva en Jos epe éstas se basan. El esclarecimiento de este
:oee?o complejo requeriría un estadio muy detallado. Para nuestros
jjGshos basta dec.u^ que ía selección de los esquemas pertinentes
■ 'M -¿-1í-'£ JlL par aco lar modiucación atcneionaí que resulte ser ope-
'U" .rr. Cn ® üJ yo sufrirá siempre, por supuesto, diferentes
■ ■.|dij..;C^'^'.,ijes oe la atenc’On dirigida tanto hacia la vivencia que se
' para su ^ordenamiento, como bacía todo el repositorio de su
;pene.ncin pasada. Podría decirse, paradójicamente, qne !a vivencia
:?ma decide el esquema, dentro del cual se la ordenará y, por lo
r,l°- problema elegido propone su propia solución.
j. e:u ¿no equivale esto socamente a retrob'ñer más la cuestión? ¿De
:é modo ayuda a la soJucióu de núes tío. problema? ¿Cómo se selec-,
ona para ocupar o.l ^primer lugar la vivencia hacia ía cnal se. dirige -
i-co oe -a aiencionr* A esjo solo podemos responder que el Acto de
encion n'isn-.a es un Acto b'bre del yo que singulariza a la vivencia
^ cemo^pioíjlema siiyo. Por supuesto, una vez realizada la
j:cc?cn úcí problema, podemos preguntar Jas razones de ella, espíe-
^-.UjiCi.if}, que intejés ía impulsó. Trataremos esta cuestión más
’e:ante.3n
¿uo es esto una fatal petición de principio? ¿Cómo puede
ii> esparte el esquema mterprotativo mediante lo que hay que
'' -‘ , ,ljí ^ rc'-i-!ci vicioso es sólo aparente. Xa) apariencia Ja pro-.;
■•-a ^ -leco o ja e qae se confunden dos modos de observación funda1- '
3 3 ente oife¿entes, y de que el modo en que se plantea el proble-
a en un?, esfera, se confronta con su imagen especular en la otra.
La- dos es fe as a las oue nos referimos- son la lógica formal y ía
^,scence^vai. .Jo pensamos que el esquema interpretativo es algo
■ e •-.-•á ,;slO p a a ser apbcaoo a algún daium de vivencia, lo eoncebi-
■ ’w tág'Cfr ya constituida, un objeto ideal d e 1
o-irs r r, cambio, cuaneo pensamos que el esquema bíter-
1. - -¡ r 1-
1 - '' q ^ depende de un. psrücuiar Aquí y Ahora, lo conce-
...os -1.-l n d,.- sit génesis, de su constitución y. por lo tanto, lo..
lin el apai’sco 18, más [¡baja.
tratamos en términos de lógica transcendental Si man teñen’os claia y
rigurosamente presente esta distinción, resulta innocuo el equívoco con­
tenida en la expresión 'esquema de interpretación . Sin embaí.50 , el
equivoco mismo es un ejemplo más de la fundamental oposición,^que
va hemos señalado, entre la constitución de la vivencia en la.pura dura­
ción por una parte, y el ser de la objetivación consü-tuída del niuncic
espacioíemporal, por la otra, entre los modos de la conciencia del deve­
nir y el ser. la vida y el pensamiento,
Hasta aquí hemos dado sólo un esbozo general de una teoría acerca
de cómo el yo interpreta sus vivencias. Más tarde podremos ampnar
&sa teoría y darle mayor exactitud. Esto sólo puede lograrse mediante
un análisis de los procesos de establecimiento e interpretación de signi­
ficado en el mundo ínte r subjetivo. Sin embargo, antes de p;'o cede- a
esta tarea, prestemos atención a nn importante aspecto preliminar, be
trata del análisis del contexto de significado propio de los provectos, es
decir, del contexto motiva cionaL

17. E l contexto motivacíonal como contexto de significado.


A) E l “motioa-para”

En nuestra introducción al capítulo I hemos examinado la teoría de la


motivación de Weber.' Según este autor, el motivo, es una configuración
o contexto de significado que a un actor o a un observador se le apare­
ce como fundamento significativo de una determinada conducta. He-
• sumamos nuestras críticas acerca de este punto de vista.
1. Bajo el concepto de “motivo” Weber reúne dos cosas por com­
pleto diferentes. Estas son: a) el contexto de Significado que^cl ftcíor
siente subjetivamente que es el fundamento de su conducía, y U} ci con­
texto de significado que el observador supone que es el fundamento de
Ja conducta del actor. Este es nn error peculiar de Weber, puesto que
desde el punto de vista de una teoría del significado a que se apunta,
ambas cosas son totalmente mcomnensurablei'. Gomo ya hemos íio'.aco,
las consecuencias que esta confusión tiene para la teoría de Weber acer­
ca de nuestro conocimiento de la conciencia ajena., sen desastrosas. j>í.i.s
adelante examinaremos en detalle esta cuestión. lJor ahora, sólo nos
ocuparemos del motivo que al actor mismo le parece el "fundamento
significativo de su conducta’’. El siguieute análisis, como el conjunto
de este capítulo, se limitará a Ía esfera del yo solitario.
2 . La “conducta" o la “acción” es para Weber un datmn discreio
y unificado con el cual podemos operar en forma inmediata, sin más
: investigación respecto al principio de su unidad. Nuestro estudio cié b
conciencia temporal interna nos mostró cómo la acción se consLtuye
a partir del proyecto precedente del correspondiente acto, y cómo der:-
; vaba su'unidad del ámbito o alcance de ese proyecto. Establecimos
así que la unidad de acción es subjetiva en su fundamento nnstno de­
pendiente del Aquí y Ahora en que se fonnula el proyecto. Fnr lo tarúo,
el "‘fundamenta significativo" de una acción que es aprehendido como
una unidad,, resulto siempre meramente relativo respecto de un par­
ticular Aquí y Ahora del actor y por lo tanto requiere necesariamente
suplcmentación.
3. Weber omite examinar la naturaleza del contexto de-significado
o su dependencia respecto del significado de un actor concreto en par­
ticular. Por esta razón, asimila la así llamada comprensión “esclarece-
dora" o ‘'müiivaciormr a la comprensión observacional, y deja sin acia-
rar si c! dignificado “a que apunta" una acción es idéntico a su motivo
o no. Ya hemos aclarado el concepto de contexto de significado. Nues­
tras dos próximas cuestiones serán las referentes a sí el contexto rnoti-
vacíonul es de hecho un contexto significativo para eí actor (a la cual
responderemos afirmativamente), y qué estructura particular implica.
4. Cuando Weber utiliza el término “motivo” quiere significar a ve­
ces o) el “para” de la acción — en otras palabras, la orientación de la
acción hacia un hecho futuro— , pero otras veces b) el ‘ porqué” de
la acción, es decir, su re!ación con una vivencia pasada. No parece Justi­
ficar de ninguna manera esta forma ambigua de expresarse. Examine­
mos ahora detenidamente estos dos sentidos diferentes de la palabra
motivo.
fiemos explicado el sentido primero, o "‘dirigido ar futuro” de la
palabra motivo, cuando analizábamos la acción significativa en función
de la conciencia temporal interna, Vimos que cada acción se realiza
según un proyecto y se orienta hacia un acto fantaseado en el tiempo
futuro perfecto corno ya ejecutado, La unidad de Ja acción se consti­
tuye exclusivamente mediante ese proyecto, cuya amplitud puede ser
muy diferente según la manera en que explícitamente se lo planea,
como hemos mostrado en el ejemplo de la acción racional con fines
intermedios conocidos. Supongamos, por ejemplo, que deseo hahlur
a un amigo mío qne vive a Ja vuelta de ia esquina. Para hacerlo debo
levantarme de mi silla, proceso que implica teda clase de tensiones y
relajaciones musculares, marchar a través de Ja próxima habitación has­
ta el vestíbulo de. mi departamento, luego bajar las escaleras y dar vuelta
a ia esquina, hasta llegar a casa de mi amigo. Ahora bien, si alguien a
quien yo encuentro por el camino me preguntara acerca de la “base
racional” o “significado’" de mi salida de casa, contestaré que voy a pasar
por lo de A, que vive a Ja vuelta de la esquina, para ver si está en su
casa, El “motivo” de todos los actos sucesivos recién descrlptos es el
proyecto de mi visita a A, perqué el propósito final de m i acción es
conversar con é!; todos los otros actos son fines intermedios orientados
ai fin último. Sin embargo, puesto que he ideado el plan de visitar a A,
es decir, puesto que he fantaseado en ei tiempo futuro perfecto que
estábamos conversando juntos, la acción que lleva a este fin existe para
mí dentro de nn contexto de significado.
Al interpretar el '‘motivo” del actor considerándolo como sus expec­
tativa. podemos decir que el contexto motiva cíonal es, por definición,
el contexto de significado dentro der cual se encuentra una determi­
nada acción én virtud de sai status como proyecto o acto de no de­
terminado actor. En otras palabras, el acto así proyectado en el tiemoe
futuro perfecto y en función del cual Ja acción recibe su orientación,
es el ‘ motivo.-para" (Um-zu-Mofív) para el actor.
Esta definición mantiene su valor aunque (y uo era el caso en el
ejemplo recién utilizado) se incluyan en el proyecto otros elementos
aparte de la actividad del agente. Un ejemplo, de tales elementos serían
los hechos físicos. Supongamos, por ejemplo, que yo llamo a mi ami.iío
por teléfono. En este caso supongo que al marcar el número desenca­
deno una serie de hechos electrónicos que me llevan directamente a mi
propósito. Las leyes de la física y su aplicación a la situación se dan.
por supuesto, por sentadas. Sin. duda es correcto decir, en im sentido,
que estoy esperando que todo este proceso entre su acción. Pero ei
proceso es algo que sólo tomo en cuenta por implicación: es decir, si
realmente lo pienso, vería que todo esto está implicado en el hecho de
llamar por teléfono a mi amigo. Para planear la llamada tele ó nica,
rio tengo que planear procesos electrónicos ni siquiera dedicarles un
pensamiento. Todo lo que deho hacer es proyectar un cuadro del lla­
mado como “algo que habré Lecho en unos pocos minutos” — en sh:te­
sis proyectarlo en el tiempo futuro perfecta— y proceder luego a dUcar.
Sólo unas pocas personas entre las que utilizan el teléfono saben algo
.acerca de los procesos físicos que implica “marcar un nú mero". El re­
sultado es lo único que preocupa a la persona común que habla por
teléfono, y que da por sentado todo el resto. Recuerda que el discado
provoca el llamado de una campanilla en el departamento de n'gima
otra persona, “Conoce” este vinculo causal, que es parte del bagaje de
experiencia que lleva consigo. Sin embargo, es él quien pone en movi­
miento este “curso”, particular de la serie causal en. cuestión. Añora
bien, toda esta situación variará, por supuesto, de acuerdo con el uso
particular que se haga del teléfono y con quien lo use. Por ejemplo, un
operario de reparaciones telefónicas tendrá como su ''motivo-para'', su
meta final, no es llamar a un amigo sino la restauración del espado regular
de los hechos electrónicos como algo en lo que pueda contarse. Para
restaurar la regularidad de esos hechos debe encontrar sus propios me­
dios. por ejemplo, el uso de ciertas herramientas. Una vez que él alean-
-.za su meta final, luego yo utilizo su meta — el teléfono reparado— como
medio miD, -■ ’ -
Todo lo qne se ha dicho en el párrafo precedente respecto del uso
ie procesos físicos como medio puede aplicarse también a la esfera
social. En este caso utilizamos como medio para nuestros fines las ac­
ciones de otra gente. Este punte será de especial ínteres para nosotros
más ade]ante.
Por lo tanto, si doy como motivo de m i acción el que la rea-iza
para-tal-o-cual-eosa, lo que realmente quiero decir es lo siguiente: la ac­
ción misma es sólo un medio dentro del contexto de significado de un
provecí o: en el cual el acto completado se representa como algo que
:r\i acción debe llevar a cumplimiento. Por lo tanto, cuando se me
pvcgcmta cor mi motivo, contestaré siempre en función de epeira” si el
ael::* cor^píet.ado está, ar.n en el futuro. Lo qne se presupone- en tal caso
es eme el neto sólo está siendo fantaseado (o imaginado)57 en el modo
fíe -a anticipación. Puesto qne la acción concreta y sus vivencias aconr-
n-maures aún no lian ocurrido, ele modo qne podamos decir que han
tenido éxivO o han fracasado en la realización del acto, lo que tenemos
entre manos es un proyecto aun no actualizado y concretado. Se carac­
teriza todavía por "'proyecciones vacías” que esperan para el futuro. La
meta de una acción sólo puede elegirla como’tal el actor mismo, y este
debe es lar por actuar de una manera racional. Además, tiene que su­
pervisar la acción total de una sola mirada. Esta es, por supuesto, una
oneración reproductiva. Pero el actov debe supervisar, al mismo tiem­
po. las acciones componentes, sin que interese en qué estado de com-
pjeled puedan encontrarse. Esta ultima supervisión puede ser de carác­
ter reproductivo o retentiva.
Cuantió decimos que la meta finaí de 3a acción tiene siempre el
carácter temporal de futuridad. esto 110 significa que deba estar literal­
mente en eí futuro. Supongamos-que acabo de volver de visitar a mi
ami^o y me preguntan por qué salí. Aunque mi visita a mí amigo esté
ahora lir eral menté en el pasado, aún puedo responder: "Salí para ver
a A" El 'lempo contenido deníro de la frase “pava ver a A” o expresado
oov eba e.s futuro: Sir. embargo, desde el punto de vista del momento
en que lo profiero, la visión real de A es pasada, de modo que aque­
llo a que -me refiero realmente en la expresión "para'”' es el proyecto
con 5 s propensiones ano vacias. Ahora bien, la lengua común corrom­
pe esta distinción y permite que toda formulación “para" se transforme
en una formulación “porque’-. "‘Porque deseaba conversar con A, salí”,
o Voy a salir porque deseo conversar con A’\ Llamaremos a toda for­
mulación-porqué que sea lógicamente equivalente a una formulación-
para, rpseuctorormidaciómporq-je" El rasgo interesante de este dcble
modo de expresión es qne la formulación-para representa !a meta coma
íuLura. mientras la pseudofomrulación-porque la representa como mi
pvcyccto que ocurrid en el pasado. Este es sólo un ejemplo más del
doblo sentido relaciona! do Ja acción, que comprende tanto una referen­
cia retrospectiva hacia el pasado como una orientación hacia el futuro.
Necesitamos explicar con mayor detalle la configuración d e ‘signifi­
cado dentro ce la cual están mutu ámente relacionados el acto proyecta de
v las acciones necesarias para llevarlo'a cabo. Para que podamos dis­
poner do alguna configuración de significado, debe ocurrir una aprehen­
sión moncietica de acciones en sí mismas, consistente en etapas pero
representada como completamente constituida, es decir, como pasada
y termina cía, Pcrc ¿cómo puede hacerse esto en el projecto, cuando las

"■'• ^''ir!,.:LC,'ed'' (niiag-i'ado) es b tradición inglesa qve Sthtitz -prefería para ‘


“ 1 sir.j'y la u tiliz a r sinos com a rlífjvnativa de “phanUisi'Uil" f farjLí-5eadcL).] -
acciones que sirven como'medio aún no están establecidas? La expli­
cación es que el proyecto mismo se refiere necesariamente, en ferina
retrospectiva, a actos pasados análogos ss al proyectado. Esos actos j a ­
sados se reproducen entonces en la conciencia de !a persona que for­
mula el nuevo proyecto.
Para proyectar un acto, debe saber cómo se han realizado en el
pasado actos de la misma ciase. Cuantos más actos de cal índole lia ya
y cuan i o mejor se comprendan sus principios racionales, tanto nváa "ss
ciarán por sentados”. Esto explica por qué la práctica y el ej'ercLio
•aumentan la eficiencia, Cuanto más se ejercita una determinada acción
—una ejecución técnica por ejemplo, tanto menos ñola el actor sus
etapas separadas, aunque al comienzo tuviera que proceder a distin­
guirlas una por una.
Por eso resulta fácil comprender que la amplitud del proyecto de­
pende precisamente del grado de 'perfección” de la experiencia del
actor. Por lo tanto, pedemos decir en general que cuanto más común
sea el proyecto mayor será su amplitud, puesto que es más probable
que tengamos un "conocimiento” automático de cómo recorrer ias eta­
pas que lo componen. Aquí vemos un ejemplo más del carácter prag­
máticamente condiciooadu de la autointerpretación de las propias vi­
vencias. En electo^ todo proyecto ‘ interpreta” el significado que se
constituye en la acción proyectada, refiriéndolo retrospectivamente a
actos análogos; Esto se hace por medio de una smfesis ele reconoci­
miento que raramente es algo explícito. La motivación-para es, por lo
tanto, un contexto de significado que se construye sobre el contexto de
experiencia disponible en el momento de ia proyección. Incluso la se­
cuencia medio-fin es, en realidad, un contexto de experiencias pasadas,
que implican la realización exitosa de ciertos fines mediante-el uso de
ciertos medios. Toda motivación-para presupone un repositorio iai
de experiencia, que se ha elevado a un status “pitedo-hacerlo-áe-nuevo".
La medida en que puede perseguirse en el pasado esta estructura
de significado está determinada por el alcance del proyecto y. por lo
tanto, se halla pragmáticamente condicionada .53 Y así, Canto el proyecto
como la meta de la acción pueden darse por sentados i-v coma tales, set
ignorados hasta que alguna circunstancia especial, como inor ejemplo
las preguntas de otra persona, puedan forzarnos a explicarnos. En tal
ocasión el actor, responderá siempre a la pregnnta “¿Por qué?”, sea con
una formuíación-para o con una formulación-porqae, todo lo cual de­
penderá de si está pensando en su meta o en que previamente proyectó
esa meta.

Lo que quevesno? decir es t[ue existe un núcleo idéntico as siiio: Metido


el sentido íeoomenológico) enlie los dos actos c;t.i£ se. están- ccíüpíira-s'lo.
a£l La así llamada "acción liTidádcnaV' de Weber es mi cújo eiv^da] cin r¡nc
]a referencia al pasado es vraga y confusa y en que no sólo ss tUm yor senítu.os i '?
"precedentes” a q*ie se recurre, sino también los finss de la acción.
13. Ll confería motivacion-al como contexto de significodo.
í>) Eí auténtico ^moíivo--porque" '.

J*‘.n d apartado anterior liemos traiado lo que llamábamos ías “pseudo-


J onnu^acioiies-porque^. Deseamos ahora confrontarlas con auténticas
formulaciones-parque. La diferencia entre ambas reside en eí hecho
de qne estas últimas no pueden transformarse en formulaciones-para.
Torcemos un ejemplo. Supongamos que yo digo que un asesino perpe­
tró su crimen por dinero. Esta es una formuíac:ón-para. l^ero supon-
p;imos que yo digo que el hombre se transformó en un asesino debido
a la influencia de las malas compañías, Esta formulación es de un tipo
por completo diferente cíe la primera. Toda "la complicada estructura
de la proyección en el tiempo futuro perfecto es inaplicable aquí. Lo
qne nuestra 'ormulación liace es tomar un heclio pasado — a saber, el
crimen— y vincularlo con un hecho aun más remoto en el pasado, es
decir. ía influencia de las malas compañías. Ahora bien, ésta es una
cíase diferente de contexto de significado. Es muy probable que Ha-,
memos a esto “explicación del hecho”.' Pero obviamente lo que se dice
en tal explicación es sólo que ciertas experiencias pasadas del asesino
han oreado una disposición por parte de éste a lograr sus metas por
medio de la \nolenc.ia, más bien que por el trabajo honesto. La dife­
rencia que existe, entonces, entre las dos ciases de motivos tal como
1?, expresan nuestras dos formulaciones,. es la de que el motivo-para
explica el acto en términos de: proyecto, mientras que el auténtico
rnouvo-porque explica el proyecto en función c!e las vivencias pasadas
del actor.
Tomemos otro ejemplo. Supongamos que yo digo: "Abro mi para­
guas poique está lloviendo". Ante íodof Botemos que mi formulación
expresa un pseudomotivo-porque. Este, trasladado al lenguaje de “para"’,
nos da lo siguiente: “Abro mi paraguas para no mojarme". El pro­
yecto expresado aquí da por sentado que sería desagradable tener las
ropas empuñadas. Tero esta consideración por sí misma no pertenece
a Ja sp-rie. para. La serie para comienza con el proyecto., que a su vez
ha dado por sentado que no es agradable estar mofado. Por lo lanto,
yo proyecto un acto para prevenir una situación desagradable. L:i
acción consiguiente se orienta hacia el proyecto que ha sido puesto
en el tiempo futuro perfecto, en un juicio de este tipo: "S.i abro m i
paraguas, evitaré el desagrado de tener mis ropas mojadas”. Por lo
tanto, la acción, con sn estructura, paso a paso,, debe entenderse dentro
del contexto de significado deí proyecto, que ve todo el acto monoté-
tícamente como una unidad. Como acabo de mostrar este proyecto
mismo se basa en un contexto de significado del tipo: “Abrir el para­
guas lo mantiene a uno seco mientras está lloviendo”. Ya be experi­
mentado la verdad de esta formulación, y ahora la doy por sentada
al realizar la acción. Esto en lo que respecta al motivo-para y a su
correspondiente pseucl omotivo-porque.
Sin embargo, en la formulación: "'Abro mi paraguas poique os'A
lloviendo”, reside oculto un genuino motivo-porqué. Puede desdibuje
a 11 ern a liv ame n te como sigue: primero, veo que. está lloviendo, luego
recuerdo que podría majarme a causa de la lluvia y que eso seda
desagradable. Estoy luego listo para planear un paso preventivo aso­
ciado, sea el de correr a refugiarme en algún lugar o abrí;- r,:l para­
guas. Esto explica, entonces, la constitución del proyecto de abrir ir. i
paraguas.' Este proyecto está motivado por el genuino motivo-porqué.
Una vez que se ha realizado, el motivo-para motiva el acto que se está
constituyendo a su vez en esa ocasión, utilizando ci proyecto ccrao
base. En Ir. relación-para, el proyecto ya existente es el factor moti­
vante; motiva la acción y es la razón por. la cual se la cumple. Pero
en la germina reí ación-porque, al factor motivante es una vi vende tem­
poral mente anterior ai proyecto; motiva el proyecto que se es tí. cons­
tituyendo en ese momento. Esta esr entonces, la diferencia esencia;
que existe entre las das relaciones.
Expliquemos este punto con mayor detalle. En la re.acióii-para, ia
vivencia motivada (es decir, la acción) es anticipada en la vivencia
motivante (es decir, el proyecto), y se ía representa en ei ¡a en e] tiempo
futuro perfecto. No se encuentra una relación similar de anticipación
en la gemíína relación-porque. La diferencia es la siguiente: el pro­
yecto de abrir el paraguas no es la causa de esa acción, sino sólo una
anticipación fantaseada. Inversamente, la acción “cumple" o “no logra
cumplir51 el proyecto. En contraste con esta situación, la percepción
de la lluvia no es en sí misma un proyecto de ninguna clase. Xo tiene
ninguna “vinculación” con e! juicio: “Si me expongo a 3a [luvia. m ;s
mpas se mojarán; eso no es deseable: por lo tanto, debo hacer algo
para impedirlo”. La vinculación o nexo, se establece por medio de un
acto intencional mío por 'el cual me,-vuelvo hacia el complejo toial
de mi experiencia pasada. Dentro de ese complejo total, por supuesto,
se encontrará el juicio en cuestión corno un objeto lógico, abstráete.
Pero aunque este juicio sea paite deí repositorio de. mi experiencia,
puede 110 “vincularse” nunca con la percepción de la lluvia. Así, si
percibo la lluvia desde mi ventana, puedo no reactivar en absoluto
el juicio ni proceder a ningún proyecto. En ese caso, el juicio conser­
vara para mí su status de máxima puramente hipotética.
Ahora bien, podemos describir con nna generalidad algo mayor
el comento de significado de la auténtica motivación-porqué: en toda
auténtica motivación-porque tanio la vivencia motivante como la mo­
tivada tienen el carácter temporal de pretedeidad. La formulación
de una auténtica preganla-por-qué sólo es posible por JO general des­
pués que ha ocurrido la vivencia motivada -y cuando uníamos retros­
pectivamente hacia ella como algo entero y completo en sí mismo, La
' vivencia motivante^ a su vez, es una vez más pasada, en relación
la molivada, y podemos por lo tanto designar nuestra referencia inten­
cional a ella como pensar en el tiempo pUíscua-mpeñecto r Sólo mili-
zr.ndo e¡ tiempo pluscuamperfecto puedo decir algo acerca del vevda-
ciu c 1!p-rqufi’; de una vivencia.-En efecto.. para hacerlo. debo referirme,
r. la vivencia motivada, en nuestro caso al proyecto, y éste debe es^ari
ya ci.nrjp'ido y terminado., sea en la realidad o en la fantasía, en el tiempo ;
futuro pert'ecto. El contexto de significado del verdadero motivo-poiV
•qne es siempre, jxnr lo tanto, una explicación posterior al hecho.
Aoiicado a nuestro ejemplo, todo el proceso ocuniría de la manera
¿reinen te. La percepción de la lluvia, en la medida en que sigue siendo
una mera observacicn. no se vincula con la apertura del paraguas. Pero,
la percepción de la lluvia provoca un acto de atención al complejo
io:a; ds mi experiencia pasada, y esta última, puesto que está prag­
máticamente condicionada, ilumina el juicio: "‘Si me expongo sin pro-
í¿cción 2. la i.’r.vja me mofaré y eso se transformará pronto en una coss'
desagradable. La manera de impedirlo es abrir mí paraguas, y es justa-,
rúenle lo que haré" Hasta aquí no está dado ningún contexto .signifi­
cativo dentro del cn-n la percepción de la lluvia y la apertura de un
paraguas sean elementos v/nculados. Sin embargo, si he proyectado
ia acción de abrir el paraguas de esta manera, o si ya ;a he realizado,
y me piegunlo entonces cómo se constituyó. ese proyecto, captaré en
una sel a mirada el proceso .ín’egro, desde ía percepción de la lluvia
hasta la apertura del paraguas, como una unidad. Si un compañero
me preguntara por qué estoy abriendo el paraguas, yo contestaría:
"Porque nueve'-. AI hacerlo asi, expresaría un auténtico motivo-porque
del era: estoy consciente. Si yo contestara en fondón de la velación-
para. diría: “Para no mojarme”. Es evidente que el contexto de signi­
ficado e:i el cual el autentico motivo -porque está respecto de m i acción,
sólo ~e constituye en nna ojeada retrospectiva. Esa ojeada retrospectiva
ve a -a vez la acción motivada y su vivencia motivad ora, esta ultima
en el tiempo pluscuamperfecto. Precisamente por esta razón eí con­
texto de significado mismo es también diferente en cada momento en
¡r.rm miro retrospectivamente las dos vivencias desde un nuevo Aquí
y "...x:ra.
Podernos ver ahora el significado de la distinción que hemos tra­
tado en e! capitulo L entre el motivo y el significado subjetivo de una
acción. Lo crdi ¿¿íbamos el significado de una acción en la atención
•'enfocada sobre el proyecto precedente. Este proyecto anticipa la acción
en el tiempo futuro perfecto y la convierte en ía clase particular de
acción qne es. Si la “acción" se refiere a nna unidad constituida den­
tro del ámbito del proyecto, entonces el proyecto es el motivo-pata
de la acción y también el significado de ésta a medida que se realiza.
S:n embargo, si por <caccrón“ sólo queremos significar una acción com­
ponente der-Oro de? contexto más amplio de on acto — corno hacejnos
a menudo— , entonces el significado y el motivo-para de la acción ya
no coinciden. En este case-^ ls raerá representada en el proyecto es
separable de i “significado” de 3a acción componente, que puede ser
tratada como algo por completo distinto. Esto es cierto tanto si la
acción en cuestión es algo a lo que meramente se tiende, aun ^11 pro­
greso. cono si nc traía de una acción ya realizada. Fcm cr.so es
' diferente cuando se trata del auténtico motivo-parque. Es Le ó ¡timo oou-
- siste en aquellas vivencia? pasadas del actor a fas cuales él pies'a
atención después de haber sido realizado el acto (o, por lo menos, en
, sus'fases iniciales). El actor representa entonces esas vivencias en el
tiempo pluscuamperfecto y en un contexto de significado que él puí j ;
contemplar mon créticamente. Dentro de este contexto de significado
pueda visualizar en una síntesis de fases componentes tanto fas viven­
cias motivadoias como las motivadas. Nuestra equiparación de la
• -vivencia motivada con la acción completada, o con sus fases comple­
tadas* requiere una corrección. Podemos, en verdad, comempiar eí
auténtico motivo-porque incluso desde el punto de vista del proyecto.
Pero pertenece a la naturaleza de un proyecto anticipar su acción pro­
yectada en el tiempo futuro perfecta corno algo ya realizado. Una
acción meramente proyectada aparece siempre a la mirada monotéiiea
solamente como una. fantasía de un acto ejecutado. Es por cierto
: mía fantasía, una sombra causalmente ineficaz, pero .es necesariamente
l a sombra de ún acto qne lleva dentro de si mismo eí carácter tempera!
: intrínseco del pasado.
Estas consideraciones proporcionan un fundamento más amjvio
para los puntos tratados en el capítulo I .*0 Decíamos que el significad□
de una acción — es decir, su relación con el proyecto— lo da por sen­
tado el actor y es por completo independiente del auténtico modvo-
porque. Lo que aparece al actor como significado de su acción es su
vejación con el proyecto, y no el proceso mediante el cual se constituía
el acEo a partir de los auténticos motivos-porque. Para aprehender los
auténticos motivos-porqué de su acción el actor debe llevar a cabo un
nuevo Acto de atención de una clase especial, es decir, debe in ves Ligar
el origen de este proyecto que. considerado simplemente como t:n
producto, es “el significado de su acción’’, La investigación del autén­
tico motivo-porqué ocurre, por lo tanto, cuando eí yo ha emprendido
un cierto tipo de autoexplic ación. Para este tipo de aníoexplicacion es
esencial que uno comience por el motivo-para; en otras palabras, que
parta deí proyecto de la acción concreta. 'Este proyecto es un cori’oxto
de significado constituido y concreto en vinculación con el cual se
contemplan todos los auténticos motivos-porqué en el tiempo pluscuam­
perfecto. Por lo tanto, el proyecto nunca se vincula con el iiuténlico
. motivo-poique como algo que cumple o deja de cumplir este último:
puesto que los motivos-porqué se representan en el tiempo pluscuam­
perfecto. están libres de rodas las protensiones y anticipaciones; son
... simplemente recuerdos y han recibido sus horizontes áe perspectiva,
sus relieves y sombras de un Aquí y Ahora siempre posterior a fique!
en que se constituyó el proyecto.
Ya nos hemos familiarizado con un caso típico de la interpretación

Véise el apaitf.do 4, pág. ío.


de tales motivos-porque en nuestto análisis del proceso de elección que
precede a una acción. Vimos que de ninguna manera podía ocurrir
b\ caso de que dos o más posibilidades se presentaran al actor dentro
de su corriente efe conciencia, entre las cuales tuviera que elegir. Vimos
además que lo qi:e parecen ser posibilidades coexistentes son en reali­
dad Acias sucesivos de pasar a través de diferentes proyectos. Después
de ochada la suerte, parece en verdad que hubieran coexistido esas
posibilidades entre las cuales la elección fue libre, come1 si hubiera
oslad*) présenle una causa determinante del resultado. Vimos que esta
manera de pensar 1 -eraba n un nudo de pseudaproblerwas pero no
proseguimos más allá. Estamos ahora en situación de explicar también
ese fenómeno. Todas esas posibilidades entre las cuales’ se hace una
e-ección. y Lodos esos fundamentos determinantes que parecen haber
J:ovado a ía selección de un cierto proyecto, se reveían a la mirada,
retrospectiva como auténticos motivos-porqué. No tuvieron existencia
como vivencias discretas mientras el yo vivía en ellos, es decir, prefe-
nomónica mente. Son sólo interpretaciones realizadas por la mirada
retrospectiva cuando ésta se dirige a las vivencias conscientes que pre­
ceden : en ci tiempo pluscuamperfecto) al proyecto real. Y puesto
que toda interpretación en el tiempo pluscuamperfecto está determi­
nada por el. Aquí y Ahora desde eí en al se la hacSj la elección de cuáles
vivencias pasadas deben considerarse como el auténtico motivo-porque
dei proyecto depende del cono de luz.qne el yo arroja sobre sus viven­
cias anteriores al proyecto.
Tin un sector por completo diferente tropezamos con un problema
sími’pn'. cuando estudiamos la cuestión de Ía elección dél problema y
la c->nstuac;ón de los esquemas interpretativos pertinentes, que hemos
e t ic a d o en el apartado 16. La correlación en cuestión puede compren­
derse como un cuntexto motivacionah Si pregunto cuál es el significada
a que apunta una de mis vivencias, mi propósito es colocarla dentro
del contexto total de mi experiencia. Por 3o tanto, proyecto la estruc­
tura de un “para", y la elección de ios esquemas interpretativos está
en sí mis ¡na condicionada por el modo de atención que presto a mi
vivencia recién completada, y con ello, al mismo tiempo, al contexto
total de mi experiencia. Una vez que ha ocurrido la elección del pro­
blema — que como vimos, es un Acto íibre del yo— tomándola como
punió de mira podemos preguntar por el "porqué" de la elección par­
ticular, representando ese fundamento en el tiempo pluscuamperfecto,
En verdad, todo lo que hemos dicho respecto de la relación del ínotrvo-
para con el auténtico motivo-porqué mantiene su validez en un nivel
más elevado para todo el complejo de temas que implica la elección
deí problema y la elección del esquema interpretativo. Quien trate de
ordenar nna vivencia concreta dentro del contexto total de su expe­
riencia, enditará su procedimiento de acuerdo con un motivo-para de
interpretación. Lo hace eligiendo de entre todos los esquemas intei-
pr ciad vos almacenados en su experiencia pasada, el único que es per-
linente para la solución de su problema. Pero la constitución del
"'motivo-para de Ja autointerprecación, o sea, la formulación del -proble­
ma mismo, ocurre como resultado de uu auténtico motivo-poru i:e que
; sólo podemos representarnos en.el tiempo pluscuamperfecto. Esta com-
. pKcada situación se llama “interés” en la vida cotidiana, y Weber
adopta esa palabra de sentido laxo en su. Sociología. Por supuesto, eí
término '‘interés" es ambiguo y abarca tanto los motivos-para corra los
auténticos motivos-porque. Quien pregunte cuál es e? siíniríeado a
que apunta una de sus vivencias, se '‘interesara” en eda primero desde
el punto de vista de un problema va formulado. Esre es un interés-
"para”. Pero también se interesará en' el problema mismo, y é*'e es
un interés-"porque”. Sin embargo, éste es un caso en que la conclusión
se pone antes que las premisas, porque el problema que se da por'
sentado, y la selección misma de él como interesante o pertinente. sé .lo
pueden resultar de una interpretación ex -post jacto.
Con esto cerramos nuestro estudio del contexto del siguiricado de:
motivo y de la estructura de lo significativo dentro de la conciencia
deJ yo solitario. Pasamos ahora a la esfera del significado social y dé­
la interpretación de! yo del otro.
FUNDAMENTOS DE UNA TEORIA
DE LA COMPRENSION. INTER-SUBJETIVA

19. La tesis general del yo del oiro en Ja percepción natural

Ctjakeo procedemos a nuestro estudio del mundo social, abandonarnos


el método estrictamente fen oín en oId gic o.1 Comenzaremos acopiando
simplemente la existencia del mundo social tal como se ia acepta siem­
pre en la actitud del punto de vísta natural, sea en 3a vida codcoana
o en la observación sociológica. Ai hacerlo así, evitaremos toda ten­
tativa de ocuparnos del problema desde el punto de vista de la feno­
menología transcendental Por lo tanto, dejaremos de lado todo un
conjunto de problemas cuya significación y dificultad fueron señaladas
por Husserl en su Lógica formal y transcendental, arinque eí no trató
.específicamente esos problemas.2 El problema del “significado” ocl
“tú” sólo puede resolverse realizando el análisis que él planteó en esa
obra. Sin embargo, ya se puede afirmar desde ahova con cerLeza que
el concepto del mundo en general debe basarse en el concepto r!e
"cada uno” y por lo tanto también del “otro”/* Max Scbeler expresó
la misma idea en "Erlíennlnis und Arbeil”:
Ln realidad del mundo de los contemporáneos y Ja com uní ciad se ckn i-i/r ser­
iadas caira esferas-del-tá y erferas-del-nosoíros, ante todo respecto <teí coü;i¡:tIo' ce
la naturaleza, lanto viviente como inorgánica . <. Además, [a realidad del "tu'1 y
de una comunidad se da por sentada antes que 3a realidad del r‘yn” en el sentido d-.l
propio yo y de sus vivencias personales privadas.4

Debemos entonces dejar sin resolver los problemas n 0 í:0 !-í;ir'¡ente


difíciles que rodean a la constitución del tú dentro de la subjetividad

1 Véase nr.estra no‘a agregada al final del capítulo 1, p?.g. 73, ííiós aniba.
2 En las Meditaciones cartesianas, especialmente *m la Me di Lición V, Hussei'i
nos ha dado un profundo análisis de ía significación general de estas cuestiones, y
también ha fijado el punto esencial a ^arlír del cuat deben resolverse.
3 Esto se deduce del método con que Husserl trata el piolileinr;. Ch l^CíSik,
‘ pág. 212.
4 Dis Wíisensforrr.en it?id die CeseUschaft {Leipzig, 192G), I b pács. 47o y
siguientes. “■
do la experiencia privada. No vamos a preguntar, por lo tanto, cómo
se coristHuye el tú en un yo, si el concepto de ^ser humauo” presu­
pone un ya transcendental en el cual' ya está constituido ei otro yo
transcendental., o en qué medida es posible el conocimiento inters ob­
jetivo umversalmente válido. Por más importantes que estas cues-tiones
puedan ser pina la epistemología y, por lo tanto, para las ciencias
sociales, podernos dejarías tranquilamente de lado en la presente obra.5
Por lo tanto, el objeto que estudiaremos es el ser humano que
mira al mundo desde nna actitud natural. Nacido en un inundo social,
.so encuentra con sus congéneres y tía por sentada la. existencia de éstos
sin cuestionarla, asi como da por sentada la existencia de los objetos
narrrales que encuentra. La esencia de su supiresto acerca de sus
congéneres puede expresarse en esta breve.fórmula: el tú (o la otra
persona) es consciente, y sn corriente de conciencia es de carácter
temporal y muestra la misma forma básica que la mía. Pero esto, por
snpue.;¡o. tiene sus implicaciones. Significa que el tú sólo conoce sus
vivencias por medio de Actos reflexivos de-atención. Y significa que
los A cío.5 de atención misma variarán de carácter de un momento a
otro v sufrirán caminos a medida que pasa el tiempo. E n síntesis, sig­
nifica que la otra' persona también experimenta su propio envejeci­
miento.
Por lo tanto, todo lo que dijimos en el capítulo I I acerca de la
conciencia se aplicará exactamente al tú. Puesto que el tú realiza
también Actos intencionales, confiere también significado. El tú selec­
ciona cambié1 .! ciertos ítems de su corriente de conciencia y los inter­
preta ubicándolos dentro de algún contexto de significado. Representa
también corno unidades completas los Actos intencionales que ocu­
rrieron paso a paso. Va colocando los contextos de significado en estra­
tos, y construye su p r o p io niundo de experiencias que, como el mío,
siempre lleva la marca del momento particular desde el cual se lo
contempla. Por último, puesto que el tú interpreta sus vivencias, les
da significado, y ese significado es significado a que se apunta.
En el capítulo I liemos visto ya Jas dificultades que obstaculizan
la comprensión del significado a que apunta eí yo del otro.® Encon­
trábamos. en efecto, que tal comprensión nunca puede lograrse y que
el concepto del significado a que apunta la otra persona sigue siendo,
a lo sumo, un concepto limite. Nuestro análisis temporal ha aclarado
por primera vez la verdadera razón por la cual no podría verificarse
nunca eí postulado de Ja comprensión del significado a que apunta la
otra persona. En efecto, el postulado significa, que tengo que explicar
les vivencias cíe ?a ctra persona de la mürna -manera en que el te lo hace.
Aaor: bien, hemos visto que la autoexplicación se realiza en una serie
de Aclo.s extremadamente complejos de conciencia. Estos Actos inten­
cionales se es tu-roturan en estratos y son, a su vez, los objetos de Actos

& íísle píiira/o es uir<a adapl»<jicVn]


i!],i.ñ p.áu<. 67 y sigs., y la O I iípl vaciVui, -er- I íis págs. 73 y sigs.
adicionales de atención por parte dei yo. Naturalmente, estos últimco
dependen del Aquí y Ahora particular dentro det cual ocurren. Par lo
tanto, el postulado de que puedo observar las vivencias do o Ir a peisona
exactamente de la misma manera eu que esa persona lo Lace, es absur­
do, pues presupone que yo mismo he vi vendado todos las escudos
conscientes y los Actos intencionales dentro de los cu File.? se ha cons­
tituido esa experiencia. Pero esto sólo podría suceder dentro de mi
propio vivenciar y en mis propios Actos de atención a mi vi vendar. Y
esas vivencias mías tendrían entonces que duplicar las de] otro hasta
sus mínimos detailes, incluidas las impresiones, sus zonas cireuiidau.es
de pretensión y retención, ios Actos reflexivos, las fantasías, etcétera.
Pero aún hay más: yo tendría que ser capaz de recordar codas Las
vivencias del otro, y, por lo tardo, de uabei vivencisdo esas vivencias
en el mismo orden en que él lo hizo; y íinalmeute debería babeile
otorgado exactamente el mismo grado de atención que ó! íes acordó,
En síntesis, mi corriente de conciencia tendría que coincidir con la de!
otro, lo cual equivale a decir que yo tendría que ser ]a otra persona.
Esto lo ha señalado Eerg-son en su obra Essed s~u¡ Jes données ivimédic­
tes de la conscience? El “significado a que se apunta"' es, por lo tanto,
esencialmente subjetivo y se limita en principio a la autornterpieración
de la persona que experimenta la vivencia a interpretar. Al estar cons­
tituido dentro de la corriente única de conciencia de es.da individúe,
es eii ene talmente inaccesible a, todos íes demás individuos.
Parecería que estas conclusiones llevaran a la n egaci6 t l de la posi­
bilidad de nna sociología comprensiva y, más aun, a negar que alguien
pueda llegar a comprender la experiencia de otra persona. Pero éste
no es de ninguna manera el caso. No estamos afirmando que las viven­
cias de otro permanezcan inaccesibles en principio para mi ni qae
carezcan pava mí de significado. Más bien, la euestióu reside cu q:ie ci
-.significado que doy a las vivencias de otro no puede ser exactamente
eí mismo que el significado que les da el' otro cuando procede a inler-
.pretarlas.
Para aclarar la distinción entre los dos tipos de significado impli­
cados, es decir, entre la antoexplicacíón y Ja interpretación de la expe­
riencia de la otra persona, pidamos ayuda a una conocida distinción
de Husserl;
P o l a cto s Í M n A n e n i e m e n t e d i r i g i d o s o, p?.r& e.\::re£LUÍo d e v.n m o d o ger.s-
e¡i]: p o r - ¿ i c e n c i a s in te n c io n a le s in m ü r ie n te m b n ie r c J a c i c r ‘¡ t í d a s . enLtíi’ d e ir.O í aíT'.:ei.C'5
ecíos que están e s e n c ia lm e n te c o n s titu id o s c’ e m e d o ( ¡ u n s iti o b j e t e s U tle n c io x a ie s ,

7 Cf. tam bién Husser;^ ideen, pág. 107 [T.L. pág. 241]: “IJr. e>;aiw.' lüás
■di tenido rnostiario además que dos corrientes de vivencias {,esferas de concKv.-’.cIa.
para dos yces puros) no pueden concebirse eü>?:o duicdas de im conl-eaidc ezs;>cL'íí
qite sea idénticamente el misntoi además . . . ninguna vivencia pUtnainsnis-defenr.*-
nada de alguien podda nunca pertenecer a oIioj sólo las vivencias q~¿ -.eiig;»:*. ideu-
ficáuienle la misma especificacíórj pueden ser comunes a an-bM (íiiuiqne cc-'u-
nes en el sentido de que ¿eíiij jndiví dual ¡nenie irjéij’k'as}, pero r^uiicc. d.-.í >■ive'.icUi
: que per añadid lu í; tengan al>seh:ta :yient-2 el nií^uio 7i: n}j:LcV
c¡:-:”drí e:r.<.ísr,-: p^yisuecen a f-T mrsrKn corriente de vivencias qtie elíos m isino s...
L :.5 vívsnck’.s ir.tcncícna’ es 'para, las en ¡des esto no vale sen Jas fraseene!enlámente
oiñglda.*, ccriio po:-'ejemplo lodos Ies a clos d irig id o s... hacia las vivencias ínten-
c-icr.ales el?, oíros yoes cen sus cc-rrienícs de vivencias.8

No hace falúi decir que no sólo son transcendentes los actos intencio­
nales dir.rgidcs a Ja carrieate de conciencia de otra persona, sino'que
entran ea Ir?. misma clase mis "vivencias deí cuerpo de otra persona, de
mi propio cuerpo o de m í mismo como una unidad psicoKsica. Nos
enfrentamos así inmediatamente con la cuestión del carácter específico
de esa subclase de Actos transcendentes que se dirigen hacia las viven-
cíljs de -otrü persona. Podríamos- decir que-“percibimos” las vivencias
del otro siempre que no sobreentendamos que las intuimos directamente
en sentido estricto, sino que signifiquemos más bien que las aprehen­
demos con la misma intención pexceptúa] [an sc h a u lic h e s V e rm e m e n )
con que captamos nna cosa o hecho presente .a nosotros. Es éste el
sevúido en que Jiusserl utiliza la palabra apercepción' para significar
'"tomar nota da7": “el oyeiits toma, nota de que el hablante expresa
c-i ¿vías viveriCr.ris suyas y. en ese sentid n, puede decirse que las no ti.
pero di mismo no vive esas vivencias— su percepción es 'externa' más
b :er. orne 'í:i"enja’ ’ e La cíase de percepción que es de carácter slgni-
íivo :rj no debería confundirse con aquél]a en la cual un objeto no;
aparece directamente. Sólo aprehendo las vivencias de otro mediante
ia representación signiyivo-simbóhca, y considero su cuerpo o cualquier
artefacto crdtural que él haya producido como un “campo de expre­
sión” 11 de esas vivencias.
E x p liq u e m o s u n po co m ás ese co ncepto de a p r e h e n s ió n . signitiva
de í c o n e c n rd e a io su b je tiv o d e otro.. T o d o eí repo sito rio d e .m i expe­
rie n c ia ( E r¡ahr\ ¿ng sw rraí) d e otro, d e sd e n n a a c titu d n a tu r a l, consiste
••• T;i;s p ro p ia s v iv en cias (E r le b n ís s e ) d e su cu e rp o , d e su c o n d u c ta , del
ca;-£o d s sus acciones y de los artefactos q u e h a p r o d u c id o . P o r el
m enríenlo h a b le m o s s im p le m e n te d e la in te r p r e ta c ió n del curso de acción
d e la otra pe rso na , sha m ayores precisiones, M is v iv e n cias d e los actos de
otros consisten en. m is pe rcepcion es d e su c u e rp o e n m o v im ie n to . Sin
e n ib a rg o . p u e sto q u e yo in te rp re to s ie m p re esas pe rcepcion es como
el '^cuerpo ú o otro", la* estoy in te r p r e ta n d o sie m pre co m o alg o que
tiene u n a re fe re n c ia im p líc ita a l a / ‘cor.ciencia d e otro '. A sí, los moví-
m íe n ice corporales se p e rc ib e n n o só lo co m o he chos físicos sino tam­
b ié n con’ o u n sig no de q u e la o tra p e rso n a tie n e ciertas v iv e n cias que

s Jdrc-v;, pág. 63 [T.L, pág. 124].


D L-r's,',-:r:h5 U ntersttchungeti, TI, l ; 3-4.
10 "E i término 'sígj ñticación' Isiamfic'ition} es 1c mismo qv.e ‘signifícalo'.
irr.eírr.t ry») para J-iv.sfev.1. Sírdilarmente.. éste habí?, a mentólo de actos significatívia".
c o/gsKiíüOí-, en lugar de actos ríe intención significa Jvar o ele significado, etcéíeré.
S :rniL:vrr cu; Lar.^hiñn adeco-ndo prjrcr'je expresa lo cou¡rario de intuí livo. Un sinciñnjp
c¿ j-í.¡nb :oo’_ ( Far&er, Fvutxliiíicn o} Fhetiotnenology, pág. 402, n.).]
’ 1 Cr r.’ás arriba, uparla do 5.] .. >
expresa por medio de esos movimientos. M i niñada intenciona! se
dirige a través de mis percepciones de sus movimientos corporales
hast?. llegar a sus vivencias que están por detrás ds ellos y son signi­
ficadas por ellos. La relación, signitiva resulta esencial para este modo
de aprehensión de las vivencias de otro. Por supuesto, él mismo puede
estar consciente de esas -vivencias, seleccionarlas y darles el significado
al que él apunta. Sus movimientos corporales observados se tiansíor-
man entonces para mí no sólo en un signo de sus vivencias como ta-es:
sino de aqnellas a las cuales él adjudica un significada al que apunta.
Más adelante estudiaremos en detalle cómo se realiza una interpreta­
ción de esta dase. Baste decir aquí que la experiencia signitiva (Erfah-
TiiTig} del mundo, como toda otra experiencia en el Aquí y Ahora, está
oigan izad a en forma coherente y, por lo tanto, se halla “disponible”.1-
Aquí podría objetarse que el concepto de vivencia excluye por
definición todo lo que no sea mi propia vivencia, puesta que el tér­
mino mismo “vivencia” es equivalente a ‘‘objeto de conocimiento inma­
nente”. Una aprehensión transcendente de ia vivencia de otro quedsna
eliminada entonces como absnrda. En efecto, prosigue es argumento,
sólo aprehendo transce ndentalm en te las indicaciones de la vivencia de
otro; luego de aprehenderlas, infiero de ellas la existencia y carácter
de las vivencias de las cuales son indicaciones. Contra este punto de
vista debemos sostener enfáticamente que la aprehensión signitiva del
cuerpo de otro como campo expresivo no implica inferencia o juicio
en el sentido habitual. Lo que está implicado es más bien un cierto
Acto intencional que utiliza un código ya establecido de interpretación
que nos dirige, a través del movimiento corporal, hasta las vivencias
subyacentes.13
En eí mundo cotidiano, en el cual tanto yo como tú aparecemos
no como sujetos transcedentales sino psicofísicos. corresponde a cada
corriente de vivencias del yo una corriente de vivencias dei tú. Esta
ultima se refiere, con seguridad, a mi propia corriente de vivencia, tal
como el cuerpo de la otra persona se refiere al mío. Durante este
proceso, se mantiene vigente la peculiar referencia de mi propio yo ai
vo del otro, en el sentido de que mi corriente de vivencias es para
ti la de otra persona, tal como mi cuerpo es para ti e] cuerpo de otro.34

11 Cf. apartado 13.


13 Cf. Hnssed, Méditulims cariésiennes, pág. 97: "El c-rgcmsmo de cIt¿ rev-
SDna sólo demuestra permanentemente qne es un organismo viviente medira'be su ccu-
• ¿neta cambiante pero siempre coherente. Y lo la c e ds la aguiesite Ronera: el iai-c
físico de 3a conducta es el índice del lado psíquico. Sobre esla ‘cord-Lií-ta’ que ¿pa­
rece en núes tía experiencia y se verifica y crinfíiTDSi a sí misma en ia sucesión cale-
nada de sus fases . . . en esta accesibilidad indirecta pera germina de ío que ríe r:5
en sí mismo accesible, se funda, para nosotros la existencia del nho." Ch k. írtiduc-
ción de Gairns (de 3a edición alemana), Cartesian M&ditations, pág. 114.1
14 Cf. también Hnsseil, Logik, pág. 2 10 . 1
20. Lrc. corriente de la conciencia de otro como simultánea con la mía

Si deseo observar una de mis propias vivencias, debo realizar un Aclo


reflexivo de alención. Pero en este casa lo que contemplo es tata
cxDeriencía pasada/ no una experiencia que ocurra en la actualidad.
Puesto que esto sigue valiendo p-ara todos mis Actos de atención diri­
gidos hacia mis propias vivencias, sé que vale también para la otra
persoga. Tí: estás en la misma posición que yo: sólo puedes observar
Ui pasado, vivencias ya vividas. Aliora bien, cuando tengo una viven­
cia de ti, ésta es todavía mi propia vivencia.15 Sin embargo, aunque
esta vivencia es únicamente mía, tiene también, como un objeto inten­
cional captado sí gn iíi cti va rnen t e, una vivencia de ti que tú estás tenien­
do en este mismo momento. Para observar una vivencia mía, debo
atender a ella reflexivamente. Sin embargo, no necesito de ningún
modo atender reflexivamente a. mi vivencia de ti, para observar tu
vivencia. Por el contrario, limitándome a “mirar" puedo captar incluso
aquellas vivencias tuyas qne tú no haus observado todavía y que son aún
para ti prefenoménieas e indiferenciadas, Esto significa que mientras
yo sólo puedo observar mis propias vivencias después de pasadas y
transcurridas, puedo observar las tuyas cuando están efectivamente
ocurriendo. Edo implica, a su vez, qne tú y yo somos, en un sentido
especifico, ”¿imul táñeos"’, que “coexistimos”, que nuestras respectivas
corrientes de conciencia se intersectan. Estas son con seguridad meras
imágenes y resultan inadecuadas puesto que son espaciales. Sin em­
bargo, es costumbre profundamente arraigada recurrir a imágenes espa­
c i a s en este punto. Nos interesa en este caso el sincronismo de dos
corrientes de conciencia, la mia y la tuya. AI tratar de comprender
este sincronismo, es difícil que podamos ignorar el hecho de que cuando
tú y yo esiamos en actitud natural, nos percibimos a nosotros mismos
y uno a otro como unidades psicofísicas.
Este sincronismo o “simultaneidad" se entiende aquí en el sentido
ds Beigson-.
Línn'-O simiiltánep.s a dos corrientes que desde el punto de vista de m í con­
ciencia ?oa índiíerenieinente un# o dos, M í conciencia percibe esas comentes como
¡jrjii íolft cuando accede a acordru les u n acto indiviso ele atención; en cambio, I?ss
distingue cunado prefiere dividir su atención entre eítas. Además, puede hacer de
e”Lr.s huí5., dislingui^ndotas sin embarga una de oíra_. sí decide dividir su atención,
asuene r:3 dividiéndolas en dos entidades separadas.

Veo entonces mi propia corriente de conciencia y ia tuya en uu


solo Acto intencional que abraza a ambas. La simultaneidad implicada

3r‘ [O, Iilsraansnte, “todas mis vivencias de fas vivencias del yo del otro son
' Ú;: ni;-' propias vivencias" ( “miK .sind auch meine Erletjusse ven Frerodeii Erlebnis-
scíi ::od¡ IriVíLc:' js-imeinige Edebnisse” J .]
¡Jvrée et iiííiul'rtiieííe: ¡i propas ds la ihéorie íTEinsteinr 2^ ed. (París,
1923). pá¿. 6B.
en esto caso 11.0 es la del tiempo físico, que es cuantificabls. divisible
y espacial. Pitra nosotros el término “simultaneidad7' es más bien una
expresión del supuesto básico y necesario del que parto, que es ei tío
que tu comente de conciencia tiene -una estructura análoga a la raía.
Dura en un sentido en que no dura una cosa física: vivencia .vi ure-pio
envejecimiento, y esta vivencia es determinante de todas las o!.ras qae
tiene. Mientras la duración de los objetos físicos no es en absoluto
clarée, sino exactamente lo contrario, £iies persiste eu un período c e
tiempo objetivo,17 tú y yo„ en cambio, tenemos una auténtica durée
que se vivencia a si misma, que es continua, múltiple e .irreversible.
No sólo cada uno de nosotros vivencia subjetivamente su propia durée
como una unidad absoluta en el sentido- beigsoniano. sino que la
durée de cada uno de nosotros es dada al otro como una realidad abso­
luta. Lo que queremos decir, entonces, con la palabra simultaneidad:
de dos duraciones o corrientes de conciencia es simplemente esto; el
fenómeno de envejecer -jimios. Cualquier oíro criterio de simultanei­
dad presupone la transformación de ambas cUuacímies en un com­
plejo espado-temporal y la transformación de la durée real en un
tiempo meramente construido. Esto es lo que Bevgson quiere dccir
al referirse al tiempo que no es vivencíad.o por ti ni por mí, ni pei­
nad i e.1- Pero en realidad tú y yo podemos experimentar subjetiva­
mente y vivenciar cada uno su propia y respectiva duración, cada
imo la duración del otro y la de todos.10
Puedo decir entonces sin vacilar que el tú es esa conciencia cuyos
Actos intencionales puedo ver mientras ocurren como distintos do los
míos propsos y, sin embargo, simultáneos con ellos. Puedo también
decir que me es posible cobrar conciencia de vivencias del tú que es Le
nunca llega a notar: sus vivencias prefenomenicas. Sí por ejemplo
alguien'está hablándome^ estoy consciente no solo de sus palabras sino
también de su voz. Las interpreto,, con seguridad^ de la misma manera
en que siempre interpreto mis propias vivencias. Pero mi mímela se
dirige directamente, a través de estos síntomas exteriores, ai hombre
interno de la persona que está hablándome. Cualquiera sen el con­
texto de significado que enfoco cuando estoy vivenciando estas indi­
caciones exteriores, ese contesto adquiere su validez de un contexto
de significado correspondiente que está en la mente de ?a otra persona,
Este último contexto debe ser el mismo dentrd del cual las actuales
vivencias del otro se van construyendo pasó a paso.213
1 7 [“ .. . eín Bei añera ím Ablai.ii der objektíven Zeit.” Es!.as paK.hi.-a? hacen
Leccrdgr un pasaje c3e KarvE. Cf. la Crítica de la razón pura. 3 163: “El senerua de
la substancia es la permanencia de lo real eK el üeiEpa” ("die Ee'iía;ilícj'iknií: ces
Realen jn der Zeit” ).]
18 Bergson, op. cít., pág. 53 y jjoíí rüí.
10 C£. Hkisseil, Méiiítüítotíi caitésiennes-, pág. 97: “Desde el p^rúo de vií-.r;
fenorn ene ló g ic o * *a o tra p e r s o n a és -¿na m o d if ic a c ió n u e ix i' y o . "
20 Husserl llega a la misma condr.sióu desde un pur=te de pa itM a ení;er<in:o::!-s
distinto: "E lla (la espeiieccia de la otra persona) titnhiece v.na cci-a^.icr, triíi;; Ja
experiencia viviente no interrumpida ni trabada qu& el ¡,-a eor.c;ei:o tisne da :-.í i:if?.:¡o.
Lr: que arxibamcs de describir es la comprensiam en el momento
rn; :n~o en que ocurre, de los Actc-s intencionales de la otra persona
c:\ ~e. pi-Qceclen paso a pase y que dan por resultado síntesis de un orden
superior. Ahora bien., eslo es. precisamente lo que Weber quiere decir
aí hablar de comprensión observación al por oposición a ía motivacio-
i iaL Pero lo esencial en lo que respecta a la simultaneidad imp'icada
aquí no es la coexistencia corporal. No.se trata de que yo sólo pueda
comprender c r serva y; on nbu cute a aquellos que vivencia directamente.
Un absoluto. Puedo ubicar imaginativamente Tas mentes de personas
da tpouaü pretéritas en uua casi simultaneidad con la mía, coinpren-
dr¿ndc:as obs e*va cionaíxn en le a través de sus escritos, su música, su
ai-'e. Tcneiíjos aún que referirnos a las diferentes formas que asume
esva comprensión en ras diferentes esferas del mundo social.
Sin embargo, ia simultaneidad de nuestras dos corrientes de con­
ciencia no ■ significa cue a cada ano de nosotros se le den las mismas
experiencias. M i vivencia ele ti, así como el ambiente que te adscribo,
llevan ia ma-c:: de mi- propio Aquí y Ahora subjetivo y no la marca
• luyo. También yo te adscribo un ambiente que ya lia sido ínter-
•-•:>y_ado desde mi punto de'vista'subjetivo. Presupongo entonces que
m cualquier momento dado ambos nos.estamos refiriendo a los mismos
obieics, que trascienden la experiencia subjetiva ce cada uño de nos-
oUns.""1 Esto ocurre así por jo menos en el mundo de la actitud natura!,
e' mundo de ]a vida cotidiana en e! cual uno tiene experiencia directa
do sus congéneres, el mundo en el cual supongo que tú estás viendo ]a
rmisrra'rnesa que yo veo. Veremns también, en un punto posterior, las

s.: decir, .tej prim ordial, y Ja esfera ajena q ue aparece apresentada d e n tro de
csía úhi^na. Esr. eA pcneacií! establece ia l v in c u la c ió n m e d íante u n a síntesis q ne iden-
tipier. si cuerpo a - im n ío p rim o rd ia lm e n te d a d o de ía otra persona con su cuerpo [ai
¡..-■me es íip ’ e¿sr,-.^do b ajo círo m o d o ele ap a ric ió n. D e riiii se ex líende a u na síntesis
de ¡s. misma. Kr: L m aiez?, e a d a y v e rific ad a a 's ve?. pr i tt.o rd i aI m e n f e (c o n origin aíidad
ísusevia p-jra) y sr. el m o d o de la apresenteción. Así se institu ye d e fim tiv a m e n íe
por pvirnsra vez la coexistencia de *ni *yo’ ( y ta m c íé n m i yo concreto en g e ne ral) y
?l y o ■ •"¿c? 'f? oi'a 'úgtsoíig. la coexistencia cíe m i v id a in te n c io n a l y ce ]a s u y a y d e mis
Vcmidi-.-iiss’ y las sr.yas; en u u a p ala bra, le qiss teucrnos aq u í es la creación de una
• ci'~rtü ifiivrjonil cc-mún ( M é d iía rio n s cüiícsiennex, § 55 , pág. 1 0 8 ). [Véase tarubíén
T .I., Cr.irr.s. p á g . T2S C í. b ■p r ó v id a an ta p ara unr. ex plicación áe lo q ue Husaerl
Cju;ftve d ecir con “u n a sírtesfs • cíe la aíiísm a N a tu ra le z a ” J
n ,,« e i lega condus iones sumía íes. Formule, el concepto de "Naturaleza
ir.Lf:"Sj¡:,:t:r'-rn” correspondiente al uor,ceplo ordinario de ambiente, y traza Ja pro-
Íj.ijdís cisíirción c::ire apercepción en &3 niodo del y del “tilfe”. "Jíste (el
cuerpo del oli'C ta’ co-rto se me apareced apn»sDuta, arLle lodo, ls. actividad de la
eirá psíst.’:'; CLi-uticiando su cuerpo {iítif) tai como este se me aparece. Pero Cana-
bien. C ' o resultado de esto, aposenta su acción por medio de ese cuerpo sobre Ja
¡Ví.;:irc'sz-c que é? pcrcibe. Esta Naturaleza es la- mhina N<t!uiaíe2a a la qne ese'
Cíítfvr.o ( i?i/::; pertenece, 'rr: Katuraieza primordial. Es la misma Naturaleza
p-zio se m í da en el medo ds 'Si yo estuviera a’U mirando a través de sus
ojos’. . . . Además, eí ccnjunío de t7i; Naturaleza es el mismo que el elei otro. Se
en mi estera p-tiraerdiíu coTno ur.a unidad idéntica de mis múltiníes ir.o-
js de ípréseutrsCiiír:, idéntica en tpdas íus oríentaciones cambiantes desde eí punto
ds v:?ai <.[5 rr¡i cuerpo, gre- es el punto cero, si absoluto aquí f hin'}” ( Médiiaiiotis.
caríéilenrip-s. l& i). ;Cf. ‘rmbién T.I.. Caims, pág, 123,]
modificaciones que este supuesto, sufre en las diferentes regiones a el
mundo social, es decir, el mundo de los contemporáneos, el de -os pre­
decesores y el de jcs sucesores.22
En Jo que sigue buscaremos confirmación de esta tesis genera.: de:
otra yo en los problemas concretos dé la comprensión de 'a otra gente.
Sin embargo, aun en esta etapa temprana podemos extraer unas pocas
conclusiones fundamentales.
La auto explicación de mis propias vivencias ocurre dentro de la
pauta de mi experiencia. Esta pauta total está constituida por con­
textos de significado desarrollados a partir de mis vivencias anteriores.
En todos estos contextos de significado están presentes para mí todas
mis vivencias pasadas, por lo menos en forma potencial. Se encuen­
tran, en cierta medida, a mí disposición, sea que las vea una vez mrs
en el reconocimiento o la reproducción, o sea que, desde el punto de
vista del contexto de significado ya constituido, -pueda observar polen-
cía Intense Jas vivencias que ellas han constituido. Además, puedo repe­
tir mis vivencias en la reproducción libre {por ío menos en la medica
en que se han originado en actividades espontáneas.) .-ü Decimos “en
la reproducción libre” poique puedo pasar por alto cualquier ia.se y
dirigir mi atención a cualesquiera otras que previamente no observó.
Sin embargo, el coníímmj??. que es mi corriente total de vivencias per­
manece en principio abierto en su abundancia, en todos los momentos,
a mi autoexplicación.
No obstante, toda tu. corriente de vivencias no está abierta para
mi. Sin di id a, tu corriente de vivencias es también un cocino um
pero sólo puedo percibir segmentos inconexos de ella. Ya hemos hecho
esta observación. Si yo pudiera estar consciente de toda su experien­
cia, tú y yo seriamos la'misma persona. Tero debemos ir más allá. Tú
y yo diferimos uno de otro no meramente con respecto a la cantidad
de vivencias del otro que podemos observar, sino también en esto:
cuando yo percibe un segmento de tus vivencias, ordeno lo que veo
dentro de mi propio contexto de significado, Pero entretanto tú lo ha i
ordenado en el tuyo. Así, yo estoy siempre interpretando tus vivencias
desde mi propio punto de vista. Aunque tuviera, un conocimiento ideal
de todos tus contextos de significado en un momento dado, y tu era
por lo tanto capaz de ordenar todo el repositorio de tu experiencia, nc-
podría sin embargo determinar si tus contextos particulares de signi­
ficado, en !os cuajes yo ordené tus vivencias, son [os mismos que iá
estabas utilizando. Esto ocurre porque tu manera de atender a tus
vivencias sería distinta de.mi manera de atender a ellas. Xo obstante^
si yo observo'lodo ir.i repositorio de reconocimiento de tus vivencias y
pregunto por la estructura de ese conocimiento, residía clara una cosa:
todo lo que sé acerca de fu vida consciente se Íkwíj realmente en nd

S3 Véase ei cap. IV , apartados 33-41.


23 Por razones de simplicidad tjefamos aquí de ludo las vivencias ese^ciaLh’.ente
actuales.
conocimiento de mis propias vivencias. Mis vivencias de ti están cons­
tituidas en simultaneidad o casi simultaneidad con tus vivencias, con
las cuales so hallan intencionalmentevinculadas. Sólo debido a esto,
ociure que, cuando miro hacia atrás, soy capaz de sincronizar mis viven-
oías pasadas Je ü con íus vivencias pasadas.
Cabría objetar que la corriente de conciencia de otra persona podría
aún construirse, sin contradicciones, como algo tan sincronizado con
;a mía que se correspondieran momento a momento. Además, sería
posible construir .un modelo ideal en el cual, en cada momento, el yo
tenga vivencia ílel otro yo y vaya por ello experimentando simultánea­
mente las vivencias del oír o. En otras palabras, yo podría no perder
de vísta tus vivencias en su conümtidad a lo largo de toda tu vida. Sí,,
pero sólo en su continuidad, no en su completud. En efecto, lo que
llamo la serie de tus vivencias es meramente un posible contexto de
significado que he couslruido a partir de alguna de tus vivencias. Nun­
ca k'gi’O captar ]a totalidad de tus vivencias, qne en este mismo mo-
:nema se va transformando en un momento presente único para ti. Y,
por supuesto. lo que vale respecto de la serie vale respecto del mo­
mento único: la aprehensión no logia captar la plenitud, ni aun en
’a simultaneidad. En síntesis, puede decirse que mi propia corriente
de conciencia se rué da continuamente y en toda su plenitud, pero
que T¡i [uva se me da en segmentos discontinuos, m a c a en su plenitud,
y sólo en '‘perspectivas interpretativas”.
Pero esto también significa que nuestro conocimiento de la con­
ciencia de :otra gente está siempre, en principio, expuesto a la duda,
mientras nuestro conocimiento de nuestra propia conciencia, basado
coro o esta en Actos inmanentes, es siempre, en principio, indudable.^
Las consideraciones que acabamos de formular resultarán de gran
importancia para la teoría de la acción del otro yo, que nos ocupará
en forma predominante en las páginas qne siguen. Es en principio
dudoso que íus experiencias, tal como yo las aprehendo, sean captadas
por su miiada reflexiva, que surjan de tus Actos espontáneos y cons-
títuya 11 realmente, por lo tanto, “conductas** en el sentido que hemos
deünído, y, por consiguiente, que sean realmente acción, puesto que
esta última es conducta orientada a un fin. Y así, en el concepto de
la acción del otro yo, tropezamos con un profundo problema teórico,
El postulado mismo de la comprensión del significado a que apuntan
las vivencias de la otra persona, se vuelve imposible de satisfacer. No
s-'do eso, sino que resulta en principio dudoso si la otra persona atiende
a aquellas de sus vivencias que yo aprehendo y les confiere significado.

¿tifien, pág. 3o /T.L. pág. 143^.


21. Los ambigüedades en la noción ordinaria de comprensión
de la otra persona

Antes de seguir adelante, sería bueno observar que existen ambigüe­


dades ert la noción ordinaria de la comprensión, de oba perso:.-:. A
veces lo que se quiere significar son los Actos intencionales dirigidos
hacia el otro yo; en otras palabras, mis vivencias de ti. En otras oca­
siones. lo que está en cuestión son iits vivencias. Le ego. ios ordena­
mientos de todas esas vivencias en contextos de significada (ja com­
prensión del significado a que se apunta de Weber) se -lama a veces
“comprensión del otro yoJI, como ocurre con la clasificación de ]a con­
ducta de los otros en contextos moiivacio’nailes. El número de ambi­
güedades vinculado con la noción de “comprensión de otra persona"
resulta aun mayor cuando agregamos al problema la comprensión de
los signos que esa persona utiliza. Por otro lado, lo comprendido es el
signo mismo, luego también Fo que !a otra persona quiere significar
al utilizarlo, y, finalmente, el significado, del hecho de que ella utilice
eí signo aquí, ahora, y en este contexto particular.
Para deslindar estos diferentes niveles de significado del termine,
demos primero una definición genérica de éste, Decíanlos que com-
prender (Verstehen) como tal es correlativa de significar, pues toda
comprensión se dirige hacia lo que tiene significado (a-uf ein. SUinh-crf.es)
y sólo algo comprendido es significativo {sinnvoll}. En e’ capítulo I I
vimos las implicaciones que tiene para la esfera del yo solitario este
concepto de lo que posee significado (des Shmhafíen). En este sen­
tido, todos los Actos intencionales que son interpretaciones de las pro­
pias vivencias de alguien, se llamarían Actos de comprensión (vers-
tehend& Akte). Deberíamos designar también como ''comprensión’
todos los estratos inferiores de .captación de significado en íes coaks
se basa tal antoexplícación.
Por lo tanto, el hombre en actitud natural comprende el 'mundo
interpretando sus propias vivencias de él. se trate de vivencias de cosr-s
inanimadas, de animales o de sus congéneres humanos. Y así. nuestra
-concepto inicial de la comprensión del yo del otro es simplemente
el concepto: ‘ nuestra explicación de nuestras vivencias d.e nuestros con­
géneres humanos como tales". El hecho de que el tú'que me cnirenta
sea un congénere y no una sombra proyectada en una pantalla cinema­
tográfica —-en otras palabras, que tenga duración y conciencia— , es
algo que descubro expJtcando mis propias vivencias de él.
Adeims, el hombre en actitud natural percibe cambios en esc
objeto externo que le es conocido como el cuerpo de otro. Interpreta
estos cambios tal como interpreta los cambios qne ocurren en los objetos
inanimados, es decir, mediante la interpretación de sus propias viven­
cias de los hechos y procesos en cu es don, Tampoco esta segunda p?nte
va más allá de la adjudicación de significado dentro de la esfera ce ja
conciencia solitaria.
T¡ascender esta esfera sóio se Lace posible cuando los procesos
;.r c : ; : ó'S llegan a ser consíderaaos como vivencias que pertenecen
j. Ja conciencia de otro rjue, do acuerdo con la tesis general del yo del
oi.ro, muestra; la misma betruc tura que la mía. Los movimientos eor-
pem-es del otro eme yo percibo serán entonces captados no me rain en te
corno '.'Tii vi vene: a de eses movimientos: dentro de mi corrieute de con­
ciencia. Más bien, se entenderá une simultáneamente con roe vivencia
de ¡‘i, exMe íu vivencia que le pertenece y forma paite de su corrien­
te de conciencia. Entretanto, la naturaleza especifica de tu vivencia
me es por completo c escotí ce id a, es decir, no conozco los contextos de
significado are tú ntm zas para clasificar esas '/i venei as tuya?, siempre,
p^iuraJn'eioíe. que estes consciente de los movimientos de tu cuerpo.
Sin embargo,.rvuedo conocer el contexto de significado den!ro del
curd c'asdioc mis propias vivencias Je ti. Ya liemos visto que éste na
es c) significado a que apuntas en el verdadero sentido del termino. Lo
que puede captarse sólo es siempre un “valor aproximado'” del concepto
'imite: "'el significado ni que cao aponía”.
Kn obstante, nnblar de contento de significado dentro del cual el
lu ordena sos vjvencjas es también muy vago. La cuestión misma de
si rm movimiento corporal se propone un fin o constituye meramente
■ i., reacción, es ana cuestión que solo puede contestarse en función i
del propio contexto de significado de la otra persona. Y luego, si con­
sideramos :.r,s demás preguntas que pueden formularse acerca de los
esquemas de experiencia de la otra persona, por ejemplo, acerca de
sus contextos mo‘iva cionales, es posible obtener una buena idea de la !
complejidad de la teoría de la comprensión del yo del otro. Es de gran
importancia penetrar en la estructura de esta comprensión en bastante
mofundidíel como para mostrar que, sólo pedemos interpretar vivencias
i • pertenecen a los domas en función de nuestras piopias vivan-
C.ZaS u'S £J:.Q5-
Su el -L'cm'iec que preccde bemos limitado exclusivamente nuestro
anáfisis a los casos en que otras personas están corporalmente presen­
tes a nosotros en el dominio de la realidad social directamente viven-
oiada. Al hacerlo asi, proceÓmios como si la comprensión del yo del
i.Hro se basara en la interpretación de los movimientos ele su cuerpo.
No obsta o te, un poco de. reflexión muestra que esta clase ele interpre­
tación 5 cío sirve para una de las múltiples regiones del mundo social; en
cí’ee'o, aun ubi ende en el punió de vista natura.], un hombre vivencia
a sos veeóios aunque estos ni timos no estén en absoluto presentes en el
sentido corporal. Tiene conocimiento 110 sólo de sus conscciados 25
directamente experiencia dos, sino también de sus contemporáneos más
disirm^os. Posee, por añadidura, información empírica acerca de susp

25 [Sciiúr:7. v-idlizk’ja el vocn!>lo n¿i¿5 “ cQiisocíat&s’' (conscciados) { e r t r e .


cmrs) para resignar n aquellos q-L:s i-: verieiarn ns dir^ccair.er.te. Lo usaremos en este .
sf-'rjdrj íécTí’f'-n >;a: a traducir Iíu? referen cías a lñ gente de rv,esbro U m ttsíí (dominio r
di’ !?, :r:;ó;:lac. social directa ríante viveisciacU»).] 1
predecesores históricos. Se encuentra rodeado por objetos que 1c dicen
abíei.lamente que fueron producidos per oirás personas: éstos un ^:u
sólo objetos materiales sino toda clase de sistemas ele signos linguis-¡eos
y efe otro tipo, en síntesis, artefactos en el sentido mas umpíio. Los
interpreta, ante todo, ordenándolos dentro.de sus prupios contextos Jo
experiencia. Sin embargo, puede formular en cualquier mmnenio pre­
guntas acerca de las vivencias y contextos de significado de sus crea­
dores, es decir, acerca de por qué fueron construidos.
Debemos analizar ahora cuidadosamente todos estos complejos
procesos. Sin embargo^ sólo 3o haremos en la medida reqoerid-a por
nuestro tema, es decir, “ta comprensión de la otra persona dentro del
mundo social”. Para este propósito debemos comenzar con el nivel
más bajo y clarificar aquellos Actos de autoexplicación que están pre­
sentes y disponibles para el uso en la interpretación de la condecís
ele las demás personas. En bien de la simplicidad, supongamos que la
otra persona está presente corporalmente. Seleccionaremos nuostros
ejemplos de diversas regiones de la conducta humana, analizando pri­
mero una acción sin intención comunicativa y luego una cuyo signifi­
cado se manifiesta mediante signos.
Como ejemplo de la “comprensión de un acto humano" sin ninguna
intención comunicativa,, observamos la actividad de un leñador.
Comprender que se está cortando madera puede significar:
1. Que estamos percibiendo soto et ‘"hecho externo”, el hacha que
corta el árbol y luego la madera que se fracciona en trozos. Si eso es
todo lo que vemos, difícilmente nos ocupemos de lo qne está ocu ir i endo
en 3a mente de otra persona. En realidad, casi no es necesario que
introduzcamos en absoluto a la otra persona, pues el corte de madera
es corte de madera, sea que ío baga un hombre, una máquina c aon
una fuerza natural, Por supuesto, el significado es conferido por' el
observador al hecho observado, en el sentido de qne este lo comprende
como "corte de madera”. En otras palabras, fo inserta den lio r¿e su
propio contexto de experiencia. Sin embargo, esta “comprensión’" es
meramente la explicación de sus propias vivencias, que hemos exami­
nado en el capítulo II. El observador percibe el hecho y ordena sos
percepciones en síntesis politéticas, sobre !as cuales mira luego retros­
pectivamente con una ojeada monotética, y ordena csus síntesis deníro
del contexto total de su experiencia, dándoles ai mismo lienroo un
nombre. No obstante, el observador no percibe ann en nuestro caso
al cortador de m-adera, sino sólo el hecho de que están cortando :i
d&ra, y “comprende” la secuencia percibida de hechos como “corte ¿le
madera”. Es esencial observar que aun esta interpretación del hecho
está determinada por el contexto total de conocimiento disponible para
el observador en el momento de la observación. Quien no sepa como
. se manufactura el papel, no estará en condiciones de clasificar ios pro-
: cesos componentes porque carece de! esquema interpretativo reque­
rido. Ni podrá formular el juicio: “Este es un 5ugar donde sé marai-
i'aeiura .papeí" Y esto mantiene su validez, según hemos establecido,
para, iodos los ordenamientos de vivencias dentro del contexto de
conocimiento.
Lero comprensión de que se cotta madera también puede sig-
nil'icnr:
Que se perciben cambios en eí cuerpo de otra persona, cambios
aire so interpretan corno indicaciones de que ésta está viva y consciente.
[•Lnlrfiíijilo, no se hace ninguna otra suposición de que se tiate de una
acción. Pero esto íambién es meramente una explicación de las propias
experiencias percepluales deí observador. Tcdo lo que éf hace es iden­
tificar el cuerpo como el de un set humano viviente, y luego observar
;.[ hecho y la manej a de su cambio.
La comprensión de que alguien está cortando madera puede, sin
embargo, significar.-
3. Que el centro de atención lo constituyen las vivencias propias
dol. leñador como actor. La cuestión no se refiere a los hechos externos
sino a vivencias: “¿Está este hombre actuando espontáneamente de
acuerdo con un proyecto que formuló con anterioridad? Si es así., ¿cuál
es ese proyecto? ¿Cuál es su motivo-para? ¿En qué contexto de sig-
ni Picado se encuentra la acción para éXf’ Y así. sucesivamente, Estas
pLegi/.iñas nú se refieren a la faeticidad de la situación como tal ni a
ios movimientos corporales. Más bien, los hechos exteriores y los mo­
vimientos corporales se entienden como indicaciones (Anzeichen) de
Jas vivencias d e ’a persona a ía.que estamos observando. La atención
del observador no se eníoea sobre las indicaciones, sino sobre lo que
se encuentra detrás de ellas. Esta es la auténtica comprensión de ia
otra persom.
Dirijamos ahora nuestra atención a un caso en que se utilizan sig­
nos. y usemos como ejemplo el de una persona que hable aíemárj.
El observador puede dirigir su atención:
L A les movimientos corporales del hablante. En este caso, ínter-
ove La su propia vivencia sobre la base del contexto de experiencia del
rnomen-o presente. Primero, eí observador se asegura de qne está,
viendo a una persona reíd y no una imagen, como en una película cine-;
nviiügiáfíea, Determina luego si los movimientos de la persona son
rociones. Todo esto es, por supuesto, autointerpretaeión.
2, A la percepción deí sonido por separado. El observador puede
proseguir tratando de descubrir si está oyendo a una persona real o
una caña registradora. Esto también es sólo una interpretación de su
propia vivencia,
3. A la pauta específica de los sonidos que se producen. Es decir,
identifica los sonidos primero como palabras, no como silbidos, y luego
ce-mo palabras alemanas. Estas se ordenan así dentro de un cierto
esquema, en eí cual constituyen signos con significados definido.-?. Este
ordenamiento dentro del esquema de un lenguaje particular puede
ocurrir incluso sin conocimiento de las.palabrasj siempre que el oyente
tengo, algún criterio definido eñ su mente. Si yo estoy realísaud-: un
viaje por un país extranjero, sé criando dos personas hablan enere sí. y
sé también que están hablando la lengua del país en cuestión, sin
tener la más mínima idea del tema de su conversación.
Al hacer cualquiera de estas inferencias me limito a interpretar
mis propias vivencias, y esto no implica nada respecto a mía vivencia
en particular de cualquiera de las personas que observa.
El observador ''comprende” por añadidura:
4. La palabra como el signo de su propio significado verbal. Aun
entonces se limita a interpretar sus propias vivencias coordinando ci
signo con un sistema de signos o un esquema interpretativo previa­
mente vivenciado, por ejemplo, la lengua alemana. Como resultad'.)
de su conocimiento de esa lengua, el observador vincula con la palabra
Tisch la idea de un determinado mueble, qne él puede representar
con una precisión aproximada. No interesa en absoluto sí la palabra
ha sido proferida por otra persona, un fonógrafo, o aun por un papa­
gayo. Ni interesa si la palabra es hablada o escrita, o eu este intimo
caso si está escrita con letras de madera o de hierro.213 No importa
cuándo y dónde se la profiere o en qué contexto. Por lo tanto, en -a
medida en que el observador prescinde de todas las cuestiones’ respeclu
a por qné y cómo se utiliza la palabra en el momento de la observa­
ción, su interpretación sigue siendo autointerpretación, Le interesa el
significado de la palabra, no el significado de quien uva la pnUibru.
Cuando identificamos estas interpretaciones como aulomtcrprctacioacs,
no debemos descuidar el hecho de que todo conocimiento previo de
la otra persona pertenece a la configuración total de experiencias del
intérprete, que es el contexto desde cuyo punto de vísta se hace la
interpretación.
Sin embargo, el observador puede proceder a la autentica com­
prensión de la o ir a persona si:
5, Considera el significado de la palabra como una indicación
. (Anzsichen'} de las vivencias del hablante, en una palabra, come ¡c
que el hablante quiere decir. Por ejemplo., puede tratar de descubrir
lo que el hablante intentaba decív y lo que quiso significar díciendolc
en esa ocasión. Estas cuestiones apuntan obviamente a vivencias cons­
cientes. La primera cuestión trata de establecer e] contexto de signi­
ficado dentro del cual el hablante comprende la palabra que está pro­
nunciando, mientras Ja segunda trata de establecer el motivo de que
la pronuncie. Ls obvio que ía comprensión autentica de ]a otra per­
sona implicada en Ja respuesta a tales cuestiones sólo puede lograrse
si se establece primero el significado objetivo de las palabras, por
medio de la explicación de sus propias vivencias por parle del obser­
vador.
Por supuesto, todos estos son sólo ejemplos. Más adelante tendre­
mos repetida oportunidad de referirnos al punto esencial que e so s e jera-

26 Cf. Kusserl, Logische V¡'.tersuchui-igeiv (3 ' eiL), I>. 2, 39.


p-’cs iludirán. Fcrnmleinos ahora de manera siimavja cuáles de nuestros
actos :n¡ erpreiativos referentes al yu de otro son interpretaciones de
nuestra propia experiencia. Está primero la interpretación ele que Ja
persona observada es realmente m i ser h u m a n o v no una imagen de
a i£ 11 :2a otase. Ei observador sólo establece esto mediante interpretación
do sus propies percepciones deJ cuerpo del otro. En segundo lugar,
eslá la :n Le; pre! ación d-e todas las fases esternas de la acción, es decir,
de tocos los movimientos corporales y de sus efectos. En este caso el
observador iarobién está .interpretando sus propias percepciones, esac-
tmnenre como cuando observa el vuelo de un pájaro o la agitación, de
iu; - rama sacudida por el viento. Para entender lo que ocurre^ apeJa .
¿clámente a sn experiencia pasada, no a lo que sucede en la mente
de !a persona observada.21 Por ultimo. Jo mismo puede decirse de Ja
p e rc e p c ió n de todos íes movimientos expresivos de Ja otra persona y
de todos los signos que ésta utiliza, siempre qne nos refiramos aquí al
si ::mi;i cade genera! y objetivo de tales manifestaciones y no a su sig-
nii'icrulo ocasional y snbjeíivo.
Pero por supuesto con ta expresión “comprensión de la otra per­
soga" se qmere decir, por lo general, mucho más. Este algo adicional,
nee es realmente el t-juco significado estricto del término, implica la
captación de lo que esta ocurriendo real mente en la mente de i a otra
persona, la -aprehensión de las cosas ele las cuales las manifestaciones
ex l ernas son meras indicaciones: "La interpretación de tales indicacio­
nes y signes externos en función de la interpretación de las propias
vivencias ocupa, sin duda, el primer lugar. Pero el intérprete no se
siüisnuá con eso, Sabe perfectamente bien, a partir del contexto total
de su propia experiencia, que en correspondencia con el significado
ex'erno objetivo y publico que acaba de descifrar, existe ese otro signó
ficLico interno y subjetivo. Pregunta entonces: ^ Q u é está pensando
re jómente el leñador? ¿Qué se propone? ¿Qué significa paia él todo
este- corte;'"5 O, en otro caso: ‘ó;Que quiere decir esta persona hablan-
g íiic de esta manera en este momento en. particular? ¿Con qué pro­
pósito nace esto f cuál es su motivo-para)? ¿Qué circunstancia da como
raiíén de ello (es decir, cuál es su auténtico motivo-parque)? ¿Qué
in-.iiea lí. elección, cíe estas palabras?” Cuestiones como éstas apuntan
a ;os contenidos ue significado vropias de la otra persona, a las manetas
comp Jejas en qne se han constituido politéticamente sus propias viven­
cias, y también a Ja ojeada monotética con la cual atiende a ellas.

22. La raiurcleza de la comprensión íntersiibíetlva, auténtica

?-ncgo haber establecido que toda comprensión auténtica ele


ói otra persona áebe partir de Actos de explicación realizados por el

-T Ts’eí i/jterprfits dores íup07¡Si:, natui'al tRET-te. la aceptación de la Tesis Ge-,


ne'-. v. -ac-I Aj:er l^go, cc'acrerclo con Ja cual el objeto externo se concibe como ani-'
í í decir, como el cuej¿10 ¿el yo del qLio.
observador en su propia-'vivencia, debemos proceder ahora isajh'ar
un análisis preciso de esta auténtica comprensión en ú misma, De 'oí
ejemplos que ya hemos dado, resulta claro qsie núes ti a investigación
debe tomar dos direcciones diferentes. En primer lugar tenemos que
estudiar la auténtica comprensión de acciones que se realizan ¿m nin­
gún intento comunicativo. L-a acción deí leñador sería un buen ejüin-
pío. En segundo lugar, examinaríamos casos en que estuvo presente
tal intento comunicativo. El último tipo de acción implica una nueva
dimensión, el usoss y la interpretación de signos.
Tomemos primero las acciones realizadas sin ningún intento coma-
nicativo. Estamos observando a un hombre en eí acto de covtar madera
y preguntándonos cjué ocurre en su mente. Se excluye que se ío pregun­
tamos. puesto que eso requeriría entrar en una relación s o c ia lc o n ¿!f
que a su vez implicaría el uso de signos.
Supongamos además que no sabemos nada acerca de nuestre leña-
dor, excepto ío que vemos ante nuestros ojos. Someliendo a interpre­
tación nuestras propias percepciones, sabemos que estamos en presencia
de un congénere humano y que sus movimientos corporales indican que
está ocupado en una acción que reconocemos como 1a de cor tai madeja.
Ahora bien, ¿cómo sabemos lo que ocurre en la mente del icñador'H
Tomando como punto de partida esta interpretación de nuestros propios
datos perceptríales, podemos píanear exactamente en nuestra imagina-
ció 11 cómo realizaríamos nosotros la acción en cuestión. Luego, podemos
imaginarnos realmente haciéndola. En casos como éste proyectamos
entonces la meta de la otra persona como si fuera la ’uiesEra y nos lao-
taseainos realizándola. Obsérvese también que proyectamos en este caso
la acción en el tiempo fui uro perfecta como completada y que nuestra
ejecución imaginada de la acción va acompañada por las retenciones y
reproducciones habituales del proyecto, aunque, por supuesto, sólo en
la fantasía. Además notemos epie ia ejecución imaginada puede cum­
plir o no lograi cumplir el proyecto imaginado.
O en lugar de imaginar para nosotros una acción dentro de ¡a cual
realizamos la meta de la otra persona, podemos recordar en sus deta­
lles concretos cómo hemos realizado nosotros mismos, en una oportu­
nidad, una acción similar. Tal procedimiento sería meramente una
variación de! .mismo principio.
En estos dos casos, nos ponemos en lugar del actor e identificamos
nuestras vivencias con las suyas. Podría parecer que estamos1aquí repi­
tiendo el error de la bien conocida teoría "proyectiva” de la empalia. En
efecto, interpretamos en este caso nuestras propias experiencias adju­
dicándolas a la mente de la otra persona y, por lo tañía, solo descu­
brimos nuestras propias vivencias. Pero si observamos con mayor dete­
nimiento, veremos que nuestra teoría no tiene nada en ccrnun con ir

[Setsung: literalm ente "p o s ic ió n " o "e sta b le cim ie n to ” .]


E l té rm in o "relcLCión social'’ se u tiliz a a q u í en el vago sentido cclon . <Je
W e L e i. Pensam os someterlo a un análisis d e tallad o m ás ad e íanie , en el n jiirlr.d c 31.
de la empalia, excepto en un punto. Ese punto es la tesis general del
Cn como el “otro yo”, la persona cuyas experiencias se constituyen de la
misma muñera que las mías. Pero aun esta similitud es sólo aparente,
pues nosotros partimos de :a tesis general del flujo de duración de la
otra persona, en tanto que la teoría provecí iva de la empatia salta del
r r . e v o hecho de la cinpa’ia a la creencia en otras'mentes por un acto de

fe ciega. Nuestra teoría sólo explícita jas implicaciones de lo que ya está


presento en eí juicio autoexplícativo: “Estoy vivenciando a uu congénere
liiin;aj;ü’’r Sabemos con certeza qne la vivencia que la otra persona tiene
do su propia acción es en principio diferente de nuestra propia repre­
sentación imaginada de lo que haríamos en ia misma situación. J,a
razén, como ya hemos señalado,, consiste en que el significado a que
apuiila iJim acción es siempre en principio subjetivo y sólo accesible al
autor, li! error de que padece la teoría de la empatia es doble, En pri­
mer lugar, trata ingenuamente de rastrear ía constitución deí yo del otro
dentro de la conciencia del yo haciéndola remontar a la empatia, de
modo que esta ókima se transforma en la fuente directa de conocí'
miento del otro.3'-1 En realidad, tal tarea de descubrimiento de la
constitución del yo del otro sólo puede realizarse de una manera tras-
cencentalmente fenomenológica. En segundo lugar, pretende un conoci­
miento de la mente de la otra persona que va mucho más allá del esta­
blecimiento de un paralelismo estructural eníre esa mente y la mía. No
obstante, cuando nos referimos a acciones que no tienen intención co­
municativa, iodo lo que de hecho podemos afirmar acerca del signifi­
cado de estas e.stá va contenido en la tesis genera! del yo del otro.
Aiesulla claro, entonces, que proyectamos imaginativamente el m o­
tivo-para de la otra persona como si fuera nuestro, y luego utilizamos
Ja realización fantaseada de tal acción como un esquema que nos per­
mite interpretar sus vivencias. Sin embargo, para impedir un error de
interpretación, debería agregarse que solo se trata aquí de un análisis
reflexivo del acto completado de otra persona. Es una interpretación
realizada después del hecho. Cuando alguien observa dilectamente a
otra persona con ía cual concuerda en la simultaneidad, la situación es
diferente. En este caso, la intencionalidad viviente deí observador lo
lleva consigo sin que tenga que recurrir constantemente a su propio
!>as¿idn o a experiencias imaginarias. La acción de la otra persona se
desarrolla paso a paso ante sus ojos. En tal situación, la identificación
clel o b se rv ad o r con la persona observada n o se re a liza partiendo de la
meta del acto como ya dada y procediendo luego a reconstruir las viven­
cias que deben haberlo acompañado. En cambio, el observador va si­
guiendo paso a paso, por así decido, la acción de la persona o b servada,
id embicándole con las vivencias de ésta dentro de una "relación-noso-
ítüs” com mi. Más adelante nos referiremos extensamente a ello/11

H:l Píiia urií'. crítica da la teoría de la empatia, véase Sdheler, Wesen und
Fcnv.zn der ShVi^míhíe^ págs. 277 y sígs. [TX. Heatli, pig. 2^1],
S1 V-ór.5 3 más ahítfüj cap. IV , apartado 33.
Hasta aquí liemos supuesto los movimientos corporales de la otia
persona como el único dalo proporcionado a! observador. Debemos
acentuar que, si .se toma por sí mismo de esta manera el movimiento cor­
poral, está necesariamente aislado de su lugar dentro de la corriente de
las vivencias de la persona observada. Y este contexto resulta impor­
tante no sólo para la persona observada, sino también pava el observa­
dor. Este puede, por supuesto, si carece de otros datos, tornar una ins­
tantánea mental del movimiento corporal observado y tratar luego de
adecuarla a una película fantaseada, de acuerdo con el modo en eme
él cree que actuaría y sentiría en una situaci.cn similar. Sin embargo, el.
observador puede extraer conclusiones mucho más confiables acerca de
si: sujeto si sabe algo sobre el. pasado de éste y aJgo sobre el pian ge­
neral al que se ajusta esta acción. Para volver al ejemplo de Mas Weber,
sería importante que el observador supiera si el leüador estaba reali­
zando su trabajo habitual o sólo cortaba madera para hacer ejercicio
físico. Un modelo adecuado de las vivencias de la persona observada
requiere justamente este contexto más amplio. En verdad, ya hemos
visto qne la unidad da la acción es una función de la amplitud del pro­
yecto. Del movimiento corporal observado, todo !o que el observador
puede inferir es el simple curso de acción que ha conducido directa­
mente a él. Sin embargo, si yo como observador deseo evitar una inter­
pretación, inadecuada de lo que.veo que esta haciendo otra persona, debo
'"hacer míos” todos los contextos de siguíficado. que constituyen e) sen­
tido de esta acción, sobre la base de mí conocimiento pasado de esa
persona en particular. Volveremos más adelante a este concepta ce
"inadecuación” y mostraremos el significado que tiene para la teoría de
la comprensión.de la otra persona.

2-3. M ovbníento expresivo y acto expresivo

Hasta ahora sólo liemos estudiado casos en que el actor busca mera­
mente producir cambios en el mundo externo. No trata de ""expresar'"
sus vivencias. Guando habíamos de acción ‘"expresiva’' queremos sig­
nificar aquella en que el actor trata de proyectar hacia afuera : t-c !í
atusen :zu pro-jíziéren) 32 los contenidos de su conciencia, sea con el fía
de conservar a estos últimos para su propio uso posterior (como en el
case de un asiento e,n un lib r o diario) a de c o m u n ic a r tos ?. otro. En
cada uno de estos dos ejemplos tenemos una acción auténticameníc
planeada o proyectada (Handeln nach Entwurf) cuyo motivo-para es
que alguien tome conocimiento de algo. En el pdmer caso este a'guiea
es ia otra persona eu el mundo social. En el segundo, es mío mismo en
el mundo del yo solitario. Estos dos son actos expresivos. Debernos clis-

[Quizá sea i!YDeces?.rio precaver &3 lector contra cnrili^uier ccmhisió;; ce osU;
concepto con el de "proyectar” (en(¿cerfen) ¿e ScjlíUz, que significa ‘VJsiisur" u "tU-
sefjar” 1:11 acto.]
i:T:'¿v.h duramente el "acto expresivo” (Av-sdriicksJianólu^g) de lo que;
Jos psicólogos 11aman el “movimiento expresivo" ( Ausdrucksbewegung).
E:;:e último no tiende a ninguna clase de comunicación o a la expresión
do ningan pensamiento para el uso de uno mismo o de los demás.3a En
este e.’.:-c ;:■
■■
• hay auténtica acción en el sentido que nosotros le damos,
sinu so.'o conducía: no existe proyecto ni motivo-para. Ejemplos de tales
movimientos expresivos son los gestos y las expresiones fp.ciales que, sin.
ninguna intención explícita, entran en cualquier conversación.a4
I": esd s mí punto de vísta como observador, tu cuerpo se me presen La.
co:v:o un campo de expresión en el cual puedo ''observar” el finjo de
tus vivencias. Realizo esta “observación” tratando simp?emente tus mo­
vimientos expresivas y las acto? expresivos como indicaciones de tus
vivencias.*5 Pero debemos analizar este panto con mayor detalle.
■Sí }'o comprendo, como dice Weber. ciertas expresiones faciales,
:r=Le¡:jeeciur¿es verbales y movimientos irracionales como una explosión
de cólera, esta comprensión misma puede interpretarse de varías mane--
r as diferentes. Puede :io pigoifíeap por ejemplo, nada más que. auto-’
s-ucidneión, es decir, mi orden a ni iento y clasificación de mis propias
vivencias de tu cuerpo. Sólo, cuando realizo un Acto suplementario de
atrición uniéndome intimamente contigo , considerando que tus viven­
cias .fluyen sinmbáiiearncnte'con mis vivencias de ti, capto realmente e ’
“censige aprehender"'' íjj cólera. Este giro hacía la comprensión auten-
tioa de la otro persena sólo rne es posible porque he tenido previamente
experiencias similares a las tuyas, aunque sólo fuera en la fantasía, o por
haberlas erioontrado antes en manifestaciones externas.30 El movimiento
expresivo entra entonces en un contexto de significado, pero sólo para-'
el abzerv-aáor, para quien constituye una indicación de las vivencias de
1h persona qne el está observando. Esta última está impedida de dar
<igr:i =r.; ido a sus propios movimientos expresivos en el momento en que
o:a’'" e:r por el mero becbo de que aun no los lia notado; son. en nuestra
terminología, pre^enomémops. ;
Los movimientos e x p r e s iv o s sólo tienen entonces significado para
el observívccr» no para la peí sena observada. Es precisamente esto lo ■
qae íce distingue de los acto? expresivos. Estos últimos tienen siempre
sigoáicade para el actor. Los actos expresivos son siempre auténticos
aetoí’ comunicativos \ Kunágabe?L/27idlungen), que tienen como meta su
propia interpretación. ■
Por Ir; tanto, la mera ocurrencia de una forma de conducta externa
no da al intérprete la base necesaria para saber sj se trata de un m o v i­
miento expresiva o de un acto expresivo. Solo podrá determinarlo ape­
lando a un contexto distinto de experiencia. Por ejemplo, el juego de'
Los rasgos y gesíos de un hombre en la vida diaria puede no ser dife-"
^ Tai55sr'.f Logisc-te Uiit£T:^:c!¡-_¡r:zenr II, 31.
H-t
Cr. uparLado 3, u;as arriba..
' - -fara v.n gáecund» e-samen cíe esta punto, debemos esperar nuestra análisis;
cicl :oní em pcrá^ie os’ en el apartado 37.
:j a~ I oí ■ .
lente a Jos de un actor en el escenario. AL ora ble; y observamos las
expresiones y gestos faciales de este último como signos establecidos
que el actor escénico está utilizando para expresar ciertas vivencias.
En la vida diaria, por otra parte, nanea sabemos exactamente si ja o Ira
persona está “actuando" en ese sentido o no, a monos que prestemos
atención a factores distintos de sus movimientos inmediatos. Por ejem­
plo. puede estar imitando a alguien para divertirnos, estar haciéndonos
una broma o fingiendo hipócritamente ciertos sentimientos pata obtener
ventaja de nosotros.
És por completo indiferente para la comprensión de los aevos ex­
presivos que éslos cousisian en gestos, palabras o artefactos. Cada actn
tal implica el uso de signos. Debemos entonces tratar ahora el problema
de ía naturaleza de los signos.

24. E l signo y -el siste m a d s signos ■

Debemos distinguir primero el concepto de "signo” o “símbolo” ele- con­


cepto general de indicación” o 'síntoma”. Al Jraceilo así seguiremos :a
primera Investigación Lógica cíe Husserl.31 “Indicación" significa para
Husserl un objeto o estado de cosas cuya existencia indica la existen­
cia de otro determinado objeto o estado de cosas, en el sentido de que la
creencia en la existencia del primero es un motivo no racional (u opa­
co7’) para la creencia en la existencia del segundo. Para nuestros pro­
pósitos, lo jinportairte en este caso es qne la reíacjen entre los dos sólo
existe en la mente del intérprete.
Ahora bien, es obvio que el "motivo de creencia” de Husserl no
tiene nada que ver con nuestro "motivo de acción”. Hl así llamado ^mo­
tivo” de Husserl, como el nuestro, es un complejo de significado o con­
texto significativo. Pero es un complejo que consiste, por lo menos, en
dos esquemas interpretativos. No obstante, cuando interpretamos una
indicación, no atendemos a esta relación causal, puesto que eí m o tiv o
no es “racional”. La vinculación existente entre la indicación y 1(5 que
ella indica es, por lo tanto, de carácter puramente formal y general: no
contiene nada de Eógíco. No hay duda de que Husserl coincidiría con
nosotros en este punto. Tanto los objetos animados como los inanimados
pueden servir como indicaciones. Para el geólogo, una cierta formación
en la superficie, de la tierra constituye una indicación de la presencia de
determinados .minerales. Para el matemático, el hecho de que una ecua­
ción algebraica sea de grado impar constituye una indicación de qae
tisne por lo menos una raíz real. Todas éstas son relaciones — o cc¡ re-
daciones— dentro de la mente del intérprete, y como tales pueden lla­
marse para él contextos de significado. En este sentido, los movimientos
percibidos del cuerpo de !a otra persoira constituyen para el observiulo r
-indicaciones de lo que está ocurriendo en la mente de ía persona que;
:.éí observa.
ar Lugisc}te UrítersuciiHiigen, II, l, 2.5-31.
Los "signos significantes”, fas “expresiones” o "símbolos" deben con-
ti aponerse a las “indicaciones".
Ante todo, veamos cómo se constituye un signo en 3a mente del
intérprete, Decimos'que existe entre el signo y Jo que éste significa. 3a
relación de representación.35 .Cuando observamos un símbolo, que es
siempre en sentido amplío un objeto externo, no lo rnhamos como ob­
jete sino c’GJJvO representativo de algo. más. Cuando "comprendemos*'
un signo, nuestra atención no se enfoca sobre el signo mismo sino sobre,
aquello en lugar de lo cual éste está. Husserl señala repetidamente que
pertenece a la esencia de la relación signitiva que “el signo y aquello
en Jugar de lo cual éste está 110 tengan nada que ver uno con otro”.3*
Por =0 tanto. la relación signitiva es obviamente una relación particular
mire los esquemas ínlerpietativos que- se aplican a esos objetos externos
;1amados aquí '‘signos’'. Cuando comprendemos un signo, no Jo Inter pre- .
ta¡nos por medio del esquema adecuado a él como objeto externo, sino
mediante esquemas que son adecuados a lo que él significa. Decimos
que un esquema interpretativo es adecuado a un objeto experimentado
si el esquema se ha constituido a partir de vivencias experienciadas poli-.
téticamcníe de este mismo objeto como una cosa auioexistente. Poi
ejemplo, las siguientes tres líneas negras, A. pueden interpretarse: 1) ade­
cúe¡áamsrde como el diagrama de una cierta Gestalt visual negra y blan­
ca, o 2} no c.dscvad-atn-enie, como un signo del correspondiente sonido
vocálico. El esquema interpretativo adecuado para el sonido vocálico
no se constituye, por supuesto, a partir de vivencias visuales sino au­
ditivas.
No obstante, es probable que surja la confusión a raíz deí hecho
de que ía interpretación de signos en función de lo que éstos significan
se basa en la experiencia previa y es en sí mismo, por lo tanto, función
de on esquema.40 :-
Lo que hemos dicho mantiene su validez respecto de loda ínter-.,
prctneión de signos, sea que el individuo interprete sus propios siguas
o Eos ele 0 L10 . Sin embargo, existe una ambigüedad en el dicho común
ele que ‘‘im signo es siempre signo de algo". El signo es porcierto el
"'signo de" lo que él quiere decir o significa, el así llamado "significado
dei si^no” o “función del signo15. Pero el si^no es también el ^'signo de”
U\que él expresa, es decir, las vivencias de la persona que lo utiliza.
En el mundo de la naturaleza no existen signos [Zeichen] sino solo
ñidicí.cLQnés (Anzeichenj. Un signo es, por su naturaleza misma, algo
ualizade poi una persona para expresar una vivencia. Por lo tanto,
puesto que el signo siempre se remonta.a un acto de elección por parte
de un ser racional — nna elección de este signo en particular— , el signo

!,}l Cf. la sexLt JriüeííígücrGJt lógic-n de Hussed.


3B ¡bíd., IJ„ 3, 55 |o II, 527 en la edición de 1901].
4D £11 eleL-to. 3o qv.e tenemos aquí es una especie efe metaesquems que vincula
a oiro.1: dos. Fsíe cwre.íijojjdft al así llamado “esquema cíe cuoidinaeión" de Félix
(L>r:í L’r.ejidfíc.f'a ti) det Malhzmütik itiui seine Ausschallimg íLeipzig
l' Viena, IG 30:f pág. 42).
es también una indicación de un hecho que está en 3a mente; de amen
usa el signo. Llamaremos a esto “función expresiva’' del signo.-41
Por Jo tanto, un signo es siempre un artefacto o un objeto-acto cons­
tituido.42 El límite entre ambas es absolutamente fluido. Cade, objeto-
acto que funciona coma objeto-signo (por ejemplo, mi dedo oue au-urda
en una determinada dirección) es cf resultado final de una acción. Pero
yo podría muy bien haber construido una señal indicadora qae, por su­
puesto, se clasificaría como un artefacto. No existe ea principio niñe a­
ría diferencia en que la acción cnhnine en un objete-acto o en un ar-
lefaetud5
Debería observarse que al interpretar un signo no es necesario
referirse al hecho de que alguien lo haya 'construido o utilizado. EL
interprete solo necesita ^conocer el significado” de] signo. En otras ¡ja-
labras, sólo se requiere qae se establezca en su mente una conexión
entre el esquema interpretativo propio del objeto que es el signo y
esquema interpretativo propio del objeto que ese signo significa. Así.
cuando el intérprete ve una señal caminará, y se dirá a sí mismo: '-I¡Ca­
mino a la izquierda1 / ’, y no ‘‘¡Miren, el signo de madera'”, o: “¿Quién
puso ese signo ahí?”
Por lo tanto podemos definir los signos de la siguiente manera: Jos
signos son artefactos u objetos-acto que sednteipretan no de acuerdo con
los esquemas interpretativos que- les son adecuados como objetos del
mundo externo sino de acuerdo con esquemas que no son adecuados para
ellos y pertenecen más bien a otros objetos. Además, debe decirse que
la.conexión entre el signo y su correspondiente esquema nc-adecuado
depende de ia experiencia pasada del intérprete. Como ya hemos dicho,
!a aplieabxlidad al signo del esquema de lo que es significado, es a. su
vez un esquema interpretativo basado en la experiencia. Llamemos
“sistema de signos” a este último esquema, Un sistema de signes es un
contexto significativo que constituye una configuración formada por es­
quemas interpretativos; quien utiliza o interpreta el signo lo ubica den­
tro de este contexto de significado.- -
Ahora bien, hay algo ambiguo en esta idea de un contexto de sig­
nos. Con seguridad nadie sostendrá qae la conexión en cuestión exislc
independí en temente deí establecimiento, uso o interpretación reales de.
los signos. En efecto, la conexión es a su vez un ejemplo de sigrdií-
eado y, por 3o tanto, una cuestión de prescripción o interpretación. Kn
sentido estricto, entonces, las conexiones de significado valen no entre

41 Nuestro aso difiere aquí d d que b.iue Husserl en Lcgiccl [rsjesSgaiijn;,


I y VI.
[Las palacras que tiscncimas ?.q\ií coixhi “objcío-ñcLo” [act-cbisci) y "c-i;--
ieto-sig.vrd \sign-object) son, respectivamente, HafídlHngsgegcns'aP.fíiichkeii y Zc:-
cherigege-tutandiichkeit. Se refiorea :.] acto y si signo considerados co:no objetes
repeliUes y no come eventos únicos.]
4>í Por lo iarito, no puedo aelmiíir enmo fuediiaieníal I;> disti lición de rí;;.::?
Preyer en he el fado fLsiognómico de una acción y su ob¡'etrvíicióri en el murcín
terif.i. (Véase su Theorie des objekiioen Ceistes [Leipzig/J 923], págs. íí9 y síjs.j
signes como tales, sino entre su.? significados, que es sólo una manera'
d-3 decir entre las vivencia:: del yo cognosceute que establece, usa o in­
terpreta ios sígaos’. Sin embargo, puesto que estos "significados”’ sólo
se- cornsienclsri en los signo.' y por medio de eílcs.víde entre estos últi­
mos i;, conexión cue lamamos *el sistema de signos'’.
ü í sistema de -sígaos está presente para quien lo comprende como
vn contexto íigniricativ.^ ¿e un cuden superior entre signos previamente
experimentados. Para éí la ’ en gnu alemana es el contexto significativo
de cada una de sus palabras componentes; el sistema de signos de un
mapa es el contexto significativo de cada símbolo que figura en ese ma­
pa; el sistema de notación musical es el cautexto significativo de cada
nota escrita; y así sucesivamente.
Saber que un signo pertenece a un cierto sistema de signos, no as
]o mismo nue saber lo que ese signo significa y cuál es ía vivencia de
quien - :o usa, a la cual sirve de vehículo expresivo. Aunque yo no sepa
vaouigrníía, con todo conozco la taquigrafía cliando la veo. Aunque
puedo no saber lugar un partido de naipes, reconozco sin embargo las
cartas como carias de juego, etcétera. La ubicación de un signo dentro
de su sistema de sigrns es algo que hago colocándolo en el contexto,
total de mí existencia. Al hacerlo as; sólo se requiere que -encuentre
dentro de mi repositorio de experiencia un esquema tal de signos junto
con :ns reglas que rigen su constitución. No tengo que comprender el
significado de íes signos individuales o estar por completo familiarizado
con el sistema de signos. Por ejemplo, puedo ver que ciertos caracteres
son el linos sin comprender su significado.
Como signo establecido cada signo es significativo y, por lo tanto,
en principio inteligible. En general, es absurdo hablar de un signo ca­
rente de significado. Scío podemos decir con propiedad que un signo
carece do significado, con respecto a uno o más sistemas establecidos
de signos. Sin embargo, decir que nn siguo es ajeno a un, sistema tai,
do significa que pertenece a otro. Por ejemplo, la careucia de signi-
bc:. do per se de un símbolo definido auditivo-visual minea puede de­
terminarse; sino que sólo es posible establecer su falta de significado
dentro de nn “lenguaje" definido, en el sentido más amplio de ese ter­
míne, Una conminación de letras que sea totalmente impronunciable
puede tener un significado en código. Una persona puede armarla de
acuerdo con las reglas ce! código y luego otra puede interpretarla si co­
noce esas mismas regias. Más aún, el símbolo audiovisual ”Bamaiip:J
parece a- principio totalmente carente de significad o. al menos en lo .
que respecta a las lenguas europeas. Pero la persona que sepa que *‘Ba-
mabu^ es el término escolástico que designa una entidad de la lógica,
fcrmal, 2 saber, el primer modo dé la cuarta figura del .siJogisirio, podrí ,
ubicarlo con gran precisión dentro de la estructura de su propia lengua :
nativa. . . ni
De esto se sigue que el significado de un signo dentro de un ciertas-
sistema de signos debe haber sido experimentado previamente. La cues­
tión sólo reside en saber qué significa esa frase: "haber sido experimen­
tado”. Si nos preguntamos eti qué circunstancias hemos experimentado
]¡i conexión entre el téímino “Bamaííp"’ y el primer modo de la cuarta
íigara. encontraremos que lo hemos aprendido de un profesor o de un
libro. Sin embargo, haber experimentado la conexión significa que de­
bemos haber establecido en esa ocasión en nuestra mente que el término
“Bamalip” es el signo del primer modo de la cuarta figura. Por lo lauto,
la comprensión de un signo {para ser más preciso, la posibilidad de su
interpretación dentro de un sistema dado) se remonta a una decisión
previa de nuestra parte, por la cual aceptamos y utilizamos este signo
como expresión de un cierto contenido de nuestra conciencia.
Todo sistema de signos es3 por lo tanto, un esquema de nuestra ex­
periencia. Eslo es cierto en dos sentidos diferentes. Primero, es un es-
quema expresivo; en otras palabras,, he utilizado por ío menos una vez
el signo para desígnav lo que éste designa, y lo he hecho sea en Ja acti­
vidad espontánea o en nii imaginación, En segundo lugar, es un escjne-
??w interpretativo; en otras palabras, ya be iuterpretado en eJ pasado
el signo como signo de "Jo que él designa. Esta distinción es importante
puesto que^ como ya hemos demostrado, puedo reconocer e? sistema de
signos como un esquema interpretativo, pero saber solamente ene otros
Jo hacen- En el inundo del yo solitaria el esquema expresivo de un signo
y su correspondiente esquema interpretativo coinciden necesariamente.
Por ejemplo, si yo invento una escritura privadaf los caracteres de ese
código los establezco mientras estoy inveutando la escritura o utilizán­
dola para redactar notas. En esos momentos es para mí un esquema
expresivo. Pero el mismo esquema funciona para mi como interpretativo
cu anclo leo luego lo que he escrito o cuando la utilizo para redactar
más no_tas.
Para dominar en forma cabal un sistema de signos tal como un len­
guaje, es necesario tener un claro conocimiento del significado de ¿os
signos individuales que integran el sistema. Esto sólo es posible si el
sujeto cognoscente conoce el sistema de signos y sus signos individuales
componentes como esquemas expresivos y como esquemas interpreta Li-
vos que utilizó en experiencias previas. En ambas funciones, como es­
quema interpretativo y como esquema expresivo, cada signo se remo o i a
a las experiencias que precedieron su constitución. Como esquema ex­
presivo y como esquema interpretativo un signo sólo es inteligible en
función de Jas vivencias que lo constituyen y que él designa. Su signi­
ficado consiste en su capacidad de transposición, es decir, su posibilidad
de retrotraernos a algo conocido de un modo diferente. Esto puede ser
el esquema de experiencia en el cual se comprende Ja cosa designada
u otro sistema de signos. El filólogo Meillet explica elaramente este
punto en lo que respecta a las lenguas:
No podemos aprehender en forma intuitiva e! sentido de una tengt’.a descare­
cida. Para leudar connprender el texto ¿e una lengua cuya tradición se IjH pe.rd-rlo.
debemos disponer de ima traducción fidedigna a una lengua conacida, es cíeoír. ciis-
poner de Lerdos bilingües confiables, o 3a lengua eii cuestión. cífcbe estar estteclra-
menie íin eu lad a ccn una a más que nos sean familiares. En otTas palabras, d eb e
s e t n o s y a c o n o c id a .4 *

Es1.a propiedad de '"ser ya conocida” .implica lo siguiente: el significado


ele? signo debe ser localizable en algún punto de la experiencia pasada
de ln persona que utiliza el signo. La plena familiaridad con una len­
gua, o en verdad con cualquier sistema de signos,, implica familiaridad
con esquemas interpretativos dados, sobre la base de la experiencia pre­
ceden tR n¡s tengamos — aunque esta Familiaridad puede resultar algo
confusa en lo que respecta a las implicaciones de los esquemas. Supone
Cambien la capacidad de transformar estos objetos constituidos en ex­
periencia activa que nos pertenece,*5 es decir/ la posibilidad de utilizar
en forma expresiva ím sistema de signos que sabemos cómo interpretar.
Nos acercamos ahora a una respuesta a la pregunta referente a qué
significa “conectar un significado con un signo’*. Con seguridad esto
implica algo más que vincular palabras con conducta, I d cual, -como
hemos señalado en nuestra Introducción;40 es nna mera metáfora. Un
significado se conecta con un signo en la medida en qxie la significación
de tile último dentro de un sistema dado de signos la comprende tanto,
la persona que utiliza el signo como la que lo interpreta. Ahora bien,
debemos estar totalmente en claro respecto a lo que queremos decir al
hablar de la pertenencia establecida de un signo a un sistema dado de
signos. Un signo tiene un "significado objetivo” dentro de su sistema
de signos cuando puede ser coordinado en forma inteligible con lo que
designa dentro de ese sistema, independientemente de quién lo esté uti­
lizando o interpretando. Esto equivale meramente a decir que quien
"domina” el sistema de signos interpretará que el signo en su función
significativa se refiere a lo que designa, independientemente de quién lo
utilice o en qité vinculación. La referencia indispensable del signo a la
ex'pedoncia previa hace posible que el intérprete repita Jas síntesis que
lian constituido este esquema interpretativo o expresivo. Por lo tanto,
dentro del sistema de signos el signo tiene la idealidad de lu que "pue­
do h-'.cer de nuevo”.4"
No obstante, esto no equivale a decir que los signos ubicados den­
tro del sistema de signos conocido con anterioridad no puedan compren­
derse sin un Acto de atención dirigido a las vivencias a. partir de las
cLíales se constituyo el conocimiento del signo. Por el contrario: como
esquema interpretativo autentico de vivencias previas, es invariante con
respecto a las vivencias del yo en que se constituyó.

i4 C'¡.a:b] por Vossler, Ge-isí m aí Ktdíur m der Sprache (Píeioeiherg 102-5), pagi­
na 115. [T.L, Oscúl O&ssr, The Spirit of La:'gttcige Civilizütion (Londres, 1932),
pág. 104 . La. re-tere-ici?, es a A. M eiüet, Aperfxi d'une histoíre de fa lang-ue grecqu e
í París, 1313 /, pág. ¿ C ]
Vr-ñíe más arriba, apartado 14,
Vér.se ij'.ss arriba, a par latió 6.
Cí. ílnsserí, Logik. pig. 167; véase también más arriba, apartado 14.
Lo que liemos estado considerando es el significado objetive dtl
signo. El significado objetivo lo capta el intérprete del signo como parce
de su interpretación que hace de su propia experiencia para s: mismo.
A-este significado objetivo del signo debemos oponer su función expre­
siva. Esta "última es su función como indicación de lo que ocurrió en
verdad en la mente del comunicados de la persona que utilizo o! signo.
En otras palabras, de cuál fue el contexto significativo propio de! comu­
nica dor.
Sí deseo comprender el significado de una palabra en una lengua
extranje-ia, utilizo uu diccionario, que consiste simplemente en un. índice
en el cual puedo ver los signos ordenados de acuerdo con su Significado,
objetivo en dos. sistemas de signos o lenguajes diferentes. Sin embargo,
el total de todas las palabras que se encuentran en el diccionario difícil­
mente constituya Ja lengua. El diccionario se ocupa sólo del significado
objetivo de las palabras, es decir, de los significados que no dependen
de quienes las usan o de las circunstancias en que lo hacen. Al referir­
nos a Jos significados subjetivos; no pensamos en este caso en las ' expre­
siones esencialmente subjetivas y ocasionales” de Husserb que hemos
mencionado con anterioridad.43 Tales expresiones esencialmente subje­
tivas, como “izquierda", “derecha”, '“aquí", “esto”, y *yo’\pueden encen­
trarse por supuesto en el diccionario y son en principio traducibles; sin
embargo, tienen también un significado objetivo en la medida en que
designan una cierta relación con la persona que las utiliza, Una vez
que he ubicado espacialinente a esta persona, puedo decir que e s e x ­
presiones subjetivas ocasionales tienen significado objetivo. Sin embar­
go. todas las expresiones, sean esencialmente subjetivas en el servido de
Husserl o no, tienen tanto para quien las usa como para el in té rp re te ,
mas allá y por encima de su significado objetivo, un significada que es
ti la vez subjetivo y ocasioual. Consideremos primevo el componente
subjetivo. Cualquiera que utiliza o interpreta un signo vincula con él
un cierto significado que tiene su origen en ía cualidad única de las
experiencias en las cuales aprendió una vez a utilizar el signo. Este
significado agregado es una especie de aura que rodea el núcleo del sig­
nificado objetivo.4'0 Lo que Goe’die quiere decir exactamente con el ad­
jetivo ";demór¡ico" 50 sólo puede deducirse de un estudio del conjunto de
sus obras. Sin realizar un cuidadoso estudio de la. historia de la cultura
francesa, con la ayuda de instrumentos lingüísticos, no lograremos com­
prender el significado subjetivo que tiene la palabra “civilización” en

*s Apartado..5, pág. 63.


,D En verdad, liasta portemos decir que la comprensión ¿el significase o¿ un
¡¿sal irrealizable, que significa meramente c¿ue el componente subjetiva y aca-siouai
del significado del signo debería explicarse con i a mayor claridad posible mecíante
conceptos racionales. Es "preciso” el lenguaje en el cual todos los significados sub­
jetivos ocasión ates se. explican adecuadamente -de p.cuerdo con sus cii'cv.risLsc.eias.
s,> F u e Ja sp e rs el p r im e "c e n lla m a r Ia a te n c ió n a c e r c a ‘d e la ínipor-ianca-. f u n ­
d a m e n ta l d e este c o n c e p ta d e Jn im a g e n d e ! m a n d a d e G o e th e . Véc.se s u l'sí,.- ^.:j-
l o s i e d e r W e l i m i i c h a i t u n g , o -1 e d . (B e r tin , L& 25).
boca de un JVanees.51 Vossler aplica esta tesis a tocia la historia del len­
guaje de la siguiente manera: "Estudiamos el desarrollo de una-palabra
V encontramos j ie la vida mental de todos los que la utilizaron se pre­
cipitó y cristalizó en ella”.52 Sin embargo, para poder "estudiar la pa-
lslira”, deberlos ser capaces de utilizar un conocimiento de la estruc­
tura roerla de todos ios que la Kan usado, tomado de nuestra experiencia
previa, La calidad particular de Jas experiencias de quien emplea el
signo en el momento en que i o vinculó con lo signatum es algo que
el inicrp:ete debe tomar en cuenta más allá y por encima del significado
obicLivo, si desea alcanzar una verdadera comprensión.
HciriOs dicho que et significado agregado es no sólo subjetivo sino
occ¿ional. En Ciras palabras, el significado agregado tiene siempre en
si algo del contexto en que se lo utiliza. Al comprender a alguien que
.e¿ta hablar.do, interpreto no scío sus palabras individuales sino su se­
cuencia :o¡nl articulada de palabras síutácticamente vinculadas: ■eu
síntesis, “’o que esíá diciendo”, E-n esa secuencia, cada palabra re­
vene su propio significado individual en medio de las palabras circun-
danii&s y a través de todo el contexto de lo que se está diciendo. Con
Lodo, no puedo decir realmente que comprendo la palabra hasta haber
captado el significado de toda la formulación. En síntesis, lo que nece­
sito en el momento de la interpretación es el contexto total de mi ex­
periencia. A medida que avanza la formulación, se construye una sín-
tezis paso a paso, desde e! punto de vista de la cual uno puede ver
■os acios individuales de interpretación y establecimiento de significado.
El discurso es en si mismo, por lo tanto, una especie de contexto de
significado.- Tanto para el hablante como para el intérprete, la 'estruc­
tura del discurso emerge gradualmente. La lengua alemana expresa
pr coi samen ce el aspecto que señalamos en su distinción entre Worter
i palabras desvinculadas") y Warte ("discurso”). Podemos decir, en
eiecto; cue cuando palabras desvinculadas reciben un significado oca-
sx-nar, co-]St:¡rupen un todo significativo y se transforman en discurso.
Pero ¿quá es esa síntesis, qué es ese contexto significativo sobre-
ropuesic que sirve como esquema interpretativo para la comprensión
ae_ srgr^fíoatio ocasional ce un signo? La respuesta es ésta: el discurso
es. un ac:o de utilización de signos. La unidad del discurso de un deter­
minado hablante es simplemente, desde su punto de vista, la unidad
que pertenece esencialmente a todo acto. Ya hemos visto en qué con-
sisie es= unidad.50 Surge del proyecto o plan de acción propio de ^uien
uuliza el signo. De ello se sigue que el intérprete no puede captar esa
unidad hasta que se ha completado el acto mismo. Todo lo que puede
hacer es llegar a una aproximación Basada en su conocimiento previo.
:..s[a uiniiacicn se aplica, eo efecto, a la interpretación tanto del siguí-:
í-c:::-;!o objetivo como del ocasional. Siempre tenemos que aguardar hasta

CrL.-;ius, Fmrikreich (SLuUgart, 1930), I, 2 y sigs.


s- Vnísr^si-, Osist ;;rid K:&icr in (Uir ípracíve, p¿g. 117 [T. L, pág. 106].
c*' Vs?.se e-- ap a rta d o 9, págs. 91 y sigs.
que se haya dicho ía última palabra, si esperamos hacer una interp;'ela­
ción efectiva. Y siempre subsiste una cuestión de hecho acerca cíe cuál
es hi unidad cuyo fin hay que esperar: sí es una fvase, un h'brc?. ]a<
obras completas de un autor o todo el conjunto de un movimiento
literario.
El problema del significado subjetivo y ocasional de los ligues es
sólo un aspecto del problema más amplio referente a la distinción entre
significado objetivo y significado subjetivo. A esta dicotomía debemos
dirigir ahora nuestra atención.

25. Establecimiento de significado e Interpretación de significado

Acabamos de ver que el signo tiene dos funciones diferentes. En primer


lugar, tiene una función significativa-. Con esto queremos decir que
puede ser ordenado por un intérprete dentro de un sistema de signos
qne le es propio, aprendido con anterioridad. Lo que hace en este ca¿o
es interpretar el signo como un ítem de su propia experiencia. Su acto es
sólo un ejemplo más de lo que llamamos auto interpretación. Pero existe
una segunda clase de interpretación que puede emprender, si pregunta
por el significado s u b je tiv o y ocasional del signo, es decir, por ia fun­
ción expresiva que éste -adquiere dentro del contexto de discurso. Esre
significado subjetivo puede ser propio del intérprete, en cuyo caso tíeb*;
remontarse en la memoria a las vivencias que tuvo en el momento de
utilizar ei signo y establecer su significado. O puede tratarse del signi­
ficado subjetivo de otra persona, en cuyo caso el intérprete debe tratar
de establecer las vivencias de la otra persona cuando ésta utilizó el signo,
Pero en todo caso, cuando se interpretan signos ut.iJizados por oíros, en­
contraremos implicados dos componentes, el subjetivo y el objetivo. El
significado objetivo es el del significado como tal, oí núcleo, p o r así
decirlo- mientras que el significado subjetivo es la franja o aura que
emana del contexto subjetivo en la mente de quien usa el signo.
Tomemos como ejemplo una conversación entredós personas. Cuan­
do una persona habla, los pensamientos se construyen en su mente, y su
oyente lo sigue a cada paso del camino a medida que los pensamientos
ocurren. En otras palabras, ninguno de los pensamientos surge come
una unidad prefabricada. Se los construye gradualmente y se los inter­
preta gradualmente. Tanto eE hablante como el oyente vi vencían la
conversación de manera que por cada parte los Actos de -establecimiento
o interpretación de significado se llenan y matizan con recuerdos de lo
que se ha dicho y anticipaciones de lo que aún se dirá. Cada uno de
esos Actos puede a sn vez enfocarse en forma retrospectiva y ser anali­
zado como una unidad en sí mismo. El significado de! discurso del
hablante consiste para él y para sn oyente en sus frases individuales,
y éstas, a su vez, en sus palabras componentes a medida que surgen
unas después de otras. Las frases sirven para ambos como contextos
significativos de !tis palabras, y lodo el discurso como contexto signifi­
cativo de jas frases separadas.
La comprensión de los Actos conscientes de otra persona que está
comunicándose par medía de signos no difiere, en principio^ iJe la coro-
prensión de sus otro? Actos (apartado 22). Tal coma o curre can estos
¡.domos. la comprensión de los signos se produce en el modo de 3a
simultaneidad o casl-simultaneidad. El intérprete se pone en el lugar
do la olra persona e imagina que él mismo selecciona y utiliza los sig~
nos. Interpreta cí significado subjetiva de la otra persona como si le
perteneciera, En ese proceso extrae elementos ce todo su conocimiento
personal del hablante, especialmente de las maneras y hábitos con que
este íntimo se expresa. Tal conocimiento personal continúa construyén­
dose en el curso de una conversación.
El mismo proceso ocurre en la. mente del hablante. Sus palabras
serán seleccionadas can vistas a que las entienda su oyente. Y el sig­
nificado que el hablante trata de bacer comprender no será sólo signifi­
cado objetivo, pues él intenta también comunicar su actitud personal.
Ksbozará su propósito comunicativo en el tiempo futuro perfecto, tal
como lo buce con el proyecto de cualquier otro acto. Su elección de
'as palabras dependerá de los hábitos que ha construido al interpretar las
palabras de otros* pera también estará influida, por supuesto^ por su
conocí miento del oyente.
Sin embargo, si el hablante está enfocando su atención en lo que
ocurre en la mente del oyeiite^ su conocimiento de este último es aún
totalmente incierto. Sólo puede estimar cuánto está realmente compren­
diendo aquél. Tal estimación es necesariamente vaga^ en especial si se
considera el hecho de que la interpretación del oyente es siempre sub­
siguiente a la elección de las palabras y cumple o deja de cumplir el
proyecto del hablante al establecer su elección.
El oyente está en una posición distinta. Para él el establecimiento
efectivo ele! significado de las palabras ya ha ocurrido. Puede comen­
zar con el significado objetivo de las palabras que ha oído y, a partir
de al'L tratar de descubrir el significado subjetivo del hablante. Para
llegar a este significado subjetivo; imagina el proyecto que el hablante
debe tener en su mente. Sin embargo, esta representación del proyecto
parle de las palabras ya pronunciadas por el hablaute. Al revés de lo
que ocurre en el caso del hablante que está representándose algo futuro
sobre la base de algo presente, el oyente se representa algo pluscuam­
perfecto sobre la base de algo pasado. Otra diferencia consiste en que
este parte de palabras que ya han sucedido o que no lograron cumplir
el proyecto del hablante, y trata de descubrir ese proyecto. El hablante,
por otro lado, parte de -su propio proyecto como datvm y trata de esti­
mar si va a ser cumplido por la interpretación futura del oyente.
Ahora bien, puesto que las palabras elegidas por el habíante pue­
den expresar su significado o no, el oyeiite puede dudar siempre si
está comprendiendo de manera adecuada af hablante. El proyecto del
1; /

hablante es siempre una cuestión de reconstrucción imaginativa para


su intérprete y, por la tanto, va acompañada de una cierta vaguedad
e incertídumbre.
Para ilustrar lo que quiero decir, consideremos el hecha de cue. en
una conversación., puedan pasar par la cabeza de los participan Leí pen­
samientos corno los siguientes. La persona a punto de hablar se dirá
a sí misma: "Suponiendo qae éste hable ni? propia lengua, debo utilizar
tales o cuales palabras.’’ Un momento mas tarde, su oyente se dirá a sí
mismo: crSi éste está utilizando las palabras "en el modo en que yo las
comprendo, debe estar diciéndome tal o cual cesa." La primera afinna-
cí6n muestra cómo el hablante elige siempre, sus palabras teniendo en
cuenta la interpretación del oyente. La segunda muestra cómo el oyente
interpreta siempre teniendo en cuenta el significado subjetivo del ha­
blante. En ambos casos, esta implicada una leferencia intencional al
esquema de la otra persona, prescindiendo de si éste es míei-preauivo
o expresivo.
Así como' el hablante elige sus palabras, utiliza, por supuesto, sn
propio esquema interpretativo. Esto depende en parte de la manera en
que él mismo interpreta habitualmente las palabras y en parte de ios
hábitos interpretativos de sn oyente. Cuando leo una carta que he es­
crito a alguien, tiendo a interpretarla tal como sí yo fuera e- destina­
tario y no el remitente. Ahora bien, mi propósito al escribir la caria no
era meramente comunicar un significado objetivo al lector, sino también
mi significado subjetivo. Para decnlo.de otra manera, quiero que él
repiense mis pensamientos. Por lo tanto, puede muy bien o cu n i i: rpie
cuando leo mi .carta decida qne no logra este propósito. nociendo
a la persona a la cual escribo y sus reacciones habituales ante ciertas
palabras y frases, puedo decidir-que una determinada expresión es+á
expuesta a un error de interpretación, o que el destúiatai.io no estará,
realmente en situación de comprender este o aqueí pensamiento mío,
O puedo temer que él, cuando lea, no capte lo que trato .de decir debi­
do a alguna distorsión subjetiva o a uua falla, de atención de su parte.
Por otro lado, el destinatario de ia carta puede realizar el proceso
opuesto, es decir, tomar una frase e imaginar que ó? mismo la escribió.
Puede tratar de reconstruir la intención del remitente conjeturando al­
gunas intenciones posibles y comparándolas luego con el contenido pre­
posicional real de la frase. Pnede concluir: “'Veo lo que él trataba de
decir, pero reahneute no acertó y dijo otra cosa. Si-yo bebiera estado
en su lugar, lo habría expresado de tal o cual manera/' O el lector
puede decirse.-en cambio a sí mismo: crM i amigo sieropre utiliza ese
término de una manera extraña, peto entiendo lo que quiere decir, pues­
to que sé como piensa. Es mía suerte cjue yo sea el destinatario de la
carta. Un tercero se hubiera extraviado totalmente en este punto.” lín
el último caso, el lector realiza en verdad una interpretación triple.
Primero, interpreta la frase objetivamente sobre la base de sus habiten
ordinarios, de interpretación. Segundo, a partir de sn conocí mten Lo del
remítante reconstiuye cuál debe.ser el significado real de este iMtiino..
Tercero, zinmgiua cómo entendería el lector ordinaria ]a frase cu cuestión.
listas consideraciones mantienen una validez completamente gene­
ra' para lodo.' JO-s cases en tpje se utilizan o interpretan signos. Siendo
éste el caso, debena resultar claro que al interpretar el significado sub-
úrüvo de los signo? que alguien iit£iza, o al anticipar la interpretación
que alguien hace del signiriciido subjetivo de nuestros propias signos,
debernos guiamos por nuestro conocimiento-de esa persona. Por lo tan­
to. el grade de intimidad o anonirnidad en que está la persona respecto
de nosotros, tendrá naturaJjnsnte m ucho• Que ver con el asunto. Los
ejemplos que acabamos de utilizar eran todos casos e:i que el conoci­
miento de la otía perdona derivaba del contacto directo; pertenecen
a jo gue llamarnos el dominio de la realidad social directamente viven-,
cuida. Sin embargo, el uso e interpretación de signos pueden encon­
trarse también en otras zona? de la vida social, .tales como el mundo, de
los coniemporáneos y el de ios predecesores, donde el conocimiento
d .i: de ia. gente- con que tratamos es mínimo o aun nulo. Nuestra
teoría del establecimiento y ía íuterprctacíóa del significado de los sig­
nes suíiJ-á naturalmente diversas modificaciones cuando se la aplica
a es‘as v.cnas. Veremos enáles sen estas modificaciones cuando llegue­
mos al capUule IV. Aun en las relaciones sociales directas que hemos
^ fiz a d o como ciérnalo, era obviamente imposible que los participantes
"vca!:zaí an el postulado de captar cada uno el significado ai que apun­
taba el d i o ’', aspecto que hemos examinado en el apartado 19- El signi­
fica río subjetivo que e’ intérprete sí. capta es alo samo una aproximación
de¡ sigrdlicado al que apunta quien usa el signo, pero nunca ese signi­
ficado mismo, pues el conocimiento que uno tiene de la perspectiva de
oirá persona es siempre necesariamente limitado. Exactamente per !a
misma razón, i a perfora que .se expresa por medio d'e signos, nunca esta
■clamicnte Tcgura de ía manera en que se la entiende.
Le que hemos estado-examinando es el contenido de la comunica­
ción, ;j üvo cebemos rceoiclar que la ccfímmicación real es a su vez un
ac::o ¿ignííieaíívG, y que debemos interpretar ese acto en sí mismo y la
manera en que se lo realiza.

25. yj contexto significalivo de la comunicación. Recapitulación

Lr,a vez que e] intérprete ba determinado el significado objetivo y el


significado subjetivo del contenido de una comunicación, puede proee^ ,
der a pregriníar, en primer Jugar, por qué se hizo la comunicación. Está
buscando entonces el motivo-para de la persona que se comunica. En :
efecto, es esencial para todo acto de comunicación que tenga una meta
e;;L:ivi;aca. Cuando yo te digo algo, lo hago por una razón, sea para
snseicar-uoa actitud particular de tu parte o simplemente para expli­
carte algo. Todo acto de comunicación tiene, entonces, como motivo-
para el fin de que la persona a la que uno se divi ge lome coro cimiento
de ella de una u otra manera.
La persona que es el objeto o el destinatario de la comunicación, es
con frecuencia quien hace esta c.ase de interpretación. Luego c-e esta­
blecer cuál es el significado objetivo y el subjetivo del contenido do I:i
comunicación hallando los correspondientes esquemas interpreta!¿vos o
expresivos, procede a inquirir, en primer lugar. el motivo por el cmd !a
otra persona dijo esto. En una palabra basca el ‘‘pian'1 que e:dite por
detrás de la comunicación.
No obstante, el que busca el motivo-para no tiene en absoluto poi­
qué ser ía persona a la que nno se dirige. Un observador no partici­
pante puede proceder a la misma clase de interpretación. Puedo, y en
verdad debo, buscar el motivc-para de la comunicación, si deseo cono­
cer la meta hacia la cual lleva la comunicación. Además, es evidente por
sí mismo que uno puede buscar los motivos-para aun de aquel los actos
de otras personas qne no tienen intención comunicativa. Ya hemos visto
esto en el apartado 22. Sólo podemos captar cuál es la v iv e n cia de un
autor si encontramos su motivo-para. Debemos primero esclarecer su
provecí o y- seguir luego en una fantasía, movimiento por móvilmente,
la sección que podría efectuarlo. En el caso de la acción su inte ¡to
de comunicación, el acto completado mismo se interpreta en forma ade­
cuada como el cumplimiento deí motivo-para. Sm embargo, si ocu lto
que yo sé que e! acto completado es sólo un" -eslabón dentro de una
cadena de medios que llevan a un fia ulterior, entonces lo que debo
hacer es interpretar ías vivencias que tiene la otra persona de este fie
ulterior mismo.
Ahora bien, ya henaos visto que podemos ir más allá deí mctivo-p;ua
y buscar el motivo-porqué. Por supuesto, eí'conocimiento de este ulti­
mo presupone en cualquier caso, el conocimiento del primero. El con­
texto subjetivo de significado que es el motivo-para debe verse primero
y darse por sentado como un objeto ya constituido en sí mismo, antes
de aventurarse a niveles más profundos. Hablar de tales niveles más
profundos como existentes no significa de ninguna manera que eí actor
los vivencie realmente como contextos significativos de su acción. Tam­
poco significa que pueda cobrar conciencia, aun en forma retrospecti­
va, de los Actos politéticos que, de acuerdo con mi ínterpretación, han
constituido el motivo-para. Por el contrarío, existe toda clase de evi­
dencias contra el punto de vista de que eí actor tiene siempre-
conciencia del motivo-porqué de su acción. Esto se aplica tanto a cuv-n
esta establecí e3>do un significado como a cualquier otro actor. Con .se­
guridad, éste experimenta las vivencias y Actos intencionales que he
interpretado como su motivo-para. Sin embargo, no esta consciente de
ellos, y cuando lo está, ya no es un actor. Tal conciencia, cuando se
produce, es rm Acto intencional separado, independíeme de la acción
que está interpretando y desligado de ella. Es entonces cuando puede
decirse que un hombre se comprende a sí mismo. Tal autocomprensión
es esencialmente lo mismo que la comprensión ele los otros. con esta
diferencia, que por lo común, pero no siempre, tenemos a nuestra, dis­
posición u n icpej-lorio de información mu olio más rico acerca de nosotros
mismos y Je nuestro pasado que.el que tienen los otros.
Más adelante describiremos la relación del motivo-para con los mo-
ií vos-porque en los diversos sectores del mundo social. En este punto,
¡ratnren:os meramente de recapituíar.las estructuras complejas impli­
cadas en 'a comprensión de otra persona, en la medida en que éstas
repe-L.clari en 5a comunicación y el uso de signos. En efecto^ decir,
corno lineemos nosotros, cjue para quien usa el signo éste se encuentra
en na contexto significativo, implica una cantidad de hechos separados
que deben desentrañarse.
Ante todo, cuando utilizo un signo, ]as vivencias significadas por él
están parn mí en un contexto significativo, pues ya se han constituido
en una síntesis, y jas veo como una unidad.
En segunde lugar, para mí el signo debe ser ya parte de un siste­
ma de signos, pues de otro modo no podría utilizarlo. Un signo debe
haber sido ya interpretado antes que pueda ser usado. Pero ia com­
prensión de un signo es una síntesis complicada de vivencias que da
por resultado mía clase especial'de contexto de significado. Este con­
testo de significado es- una configuración que implica dos elementos: el
signo cojno objeto en si mismo, y lo signcíímn, cada uno de los cuales
implica, por supuesto, contextos significativos que le son propios. He­
mos Haniado ‘ esquema coordinante” ^ del signo al nuevo contexto sig-
rnFicfl’ivo total que abarca a ambos.
En tercer lugar, el acto de seleccionar y utilizar el síguo constituye
un contexto significativo especial para quien !o usa, en la medida en
que cada uso de un signo sea una acción expresiva. Puesto que cada
acción comprende un contexto de significado en virtud del hecho de
que el actor visualiza tudas las vivencias sucesivas de esa acción como
,:n acío unificado, s b sigue que toda acción expresiva es por lo tanto
■;n contexto de significado. Esto no significa que todo caso de uso de
signos sen ip.?o fncto un caso de comunicación. Una persona puede uti­
lizar, por ejemplo hablando consigo misma, un signo como un acto de
autoexprc-sión sin ninguna intención comunicativa.
En cuarto lugar, el contexto de significado ‘ utilizar un signo como
acto" puede servir como base pava un contexto de significado sobve-
impuesio “utilizar un signo como acto comunicativo", sin tomar en cuen­
ta de ninguna manera a la persona particular a la cual se dirige la
comunicación.
En quinto lugar, empero, este contexto significativo sobrei mpues lo
puede entrar en un contexto de significado aun más elevado y amplio,
en e. cual í-í? iovie en cuenta al destinatario. En este caso, el acto comu­
nicativo ti^ne como meta no meramente que alguien tome conocimiento

r-t íC í. Ja? pags. 148 y ’sígs.]


de él, sino que\su mensaje motive a la persona que toma conocimiema
a asumir una actitud particular o desplegar algún tipo de conducta.
En sexto lugar, el hecho de que se establezca comunicación con
este destinatario en particular aquí, ahora, y de e¿ta manera puede ubi*
carse dentro de un contexto de significado aun más amplio, haHando
el motivo-para de ese acto comunicativo.
Todos estos contextos de significado están en principio abiertos al
intérprete y pueden ser descubiertos sistemáticamente por él. Cuáles
serán exacía mente los que tratará de investigar, dependerá de la ciase
de interés que tenga en e¿ signo.Ga
Sin embargo, la formulación de que todos esios contextos de signi­
ficado están en principio abiertos a la interpretación, requiere algunas
modificaciones. Gomo liemos dicho repetidamente, ía estructura del
mundo social no es de ninguna manera homogénea. Nuestros congéne­
res y ¿os signos que utilizan pueden ofrecérsenos de mañeras diferentes.
Existen diferentes enfoques del signo y de la vivencia qv<e éste expre­
sa. En verdad,.ni. siquiera necesitamos v.n signo para tener aceeso a la
mente de otra persona. Una mera indicación puede ofrecernos la aper­
tura. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, citando c-xtra'emos inferencia1;
dé artefactos cuneermentes a las vivencias de personas que vivieron en
el pasado.

11. El significado subjetiva tj objetivo. Producto y evidencia

Acabarnos de ver los diferentes enfoques de la auténtica comprensión


del yo "de] otro. El intérprete parte de su propia éxpenencia dad cuerpo
animado de la otra persona o de los artefactos que esta última ha pro­
ducido. En ambos casos está interpretando Objetivaciones en la cmiles
se rmanifíestán las vivencias del otro/ Si jo Que está en cuestión es ei
cuerpo del otro, el interprete se ocupa de objetivaciones-aclo, es decir,
movimientos, gestos o resultados de una acción. Si se trata de artefac­
tos, éstos pueden ser signos en el sentido más estricto u objetos externos
manufacturados, tales como herramientas, instrumentos; eicétera. Todo
lo que estas Objetivaciones tienen de común es el hecho de que sólo
existen como resultado de 3a acción de seres racionales. Come sen pro­
ductos de la acción, constituyen ipso fado evidencia ele lo que ocurra'
en la mente de los actores que las construyeron. Debe nevarse qne ?u¡
todas las evidencias sen signos, pero todos los signos son evidencias.
Para que una evidencia sea mi signo, debe ser capaz de transformarse
fin un elemento dentro de un sistema de .signos, con el status de esque­
ma coordinador. Esta calificación está ausente en el caso de algo cas
evidencias. Una herramienta, por ejemplo, aunque constituye una evi-

3:1 H e di o s notaílí) previamente d íiiís se prcriuce re;::¡m ente, e:i t t ^ s cp> os . )¡-
ideecióti de cuestiones a responde: Véase más arriba, aparUiuo lfi, p ig . I l t , y par­
tido 18, pÁg. 124.
d- -vda de ?o que e-curvió en Ja. menle de qnieu Ja fabricó, no es con
11 ;] signo. Sin embargo, bajo el término “evidencia?''’ enten­
demos incluir no sólo el equipo 50 que ha sido producido por un proceso
de manuFacíuva, sino e¡ juicio que ha sido producido por el pensa-.
miento, o ei contenido de mensaje nacido de un acto de comunicación.
La problemática del significado subjetivo 3' objetivo incluye eviden­
cias de teda clase. Es decir, cualquiera.que encuentre, un determinado
producto puede proceder a interpretarlo de dos maneras diferentes. Pib
roe.’-o, ruede erfocaT su atención sobre su statsis como objeto, sea real
o ideal, pero en todo caso independiente de su constructor. Segundo,
puede considerarlo, como evidencia de ’o que ocurrió en Ja mente de
sus fabrican:63 en el momento en que lo hicieron. En el primer caso, el
intérprete subiume sos piopias experiencias, [erfahre-nde Akte) del ob­
jete bajo los esquemas interpretativos que tiene disponibles. E 11 el úl­
timo caso, en cambio,, su atención se dirige a los Actos constituyen­
tes de conciencia ¿el productor (éstos podrían ser los suyos propios
o también jos de otra persona).
Ex^miuat.smbs con mayor, detalle más adelante esta relación entre
s^gnií/’x ado subjetivo y objetivo. Hablamos, entonces, de. significado sub-
íe:it-o da i producto, si tenemos en vista el contexto de significado dentro,
del cual está o esivi-b el producto en la mente cle su productor. Cono­
cer el significado subjetivo del producto significa que somos capaces de.
recapiiular en- nuestra mente en simultaneidad o casi simultaneidad, los
Actos voiii éticos que constituyeron la. vi-oericia del productor.
Aprehendemos. entonces, Jas vi vencías de la otra persona a medida
eme ocurren; las observamos constituyéndose paso a paso. Para nosotros,
ks productos de la otra persona son indicaciones de estas vivencias. Las
vivencias están a su vez para esa" persona dentro de un contexto de
signibeado. Sabemos esto por medio de una particular evidencia, y.
podemos estar conscientes, en un acto de auténtica comprensión^ del
proceso comadre yente que ocurrió en Ja mente del otro.
El significado obfciioo, era cambio, sólo podemos -predicarlo del
prcá-'.xZo come tal, es decir, del contexto de significa-do ya constituido
de la cosa producida. cuya producción real dejamos entretanto de
ierer en cuenta. El producto es entonces, en el sentido más pleno„ el
resultado final dei proceso de producción,, algo que está terminado y.
completo. Ya no es parte del proceso, sino que señala meramente en
forma retrospectiva a él. como un liecbo en el pasado. Sin embargo/
el yuvdi-eto mismo no es u n hecho sino una entidad (ein Seiendes) que
es el sedimento'de bcchc-s pasados dentro de la mente clel productor;-
Sin duda, aun la interpretación del -significado objetivo del producto
ocurre, en Actos poblé*icos-que se producen paso a paso. Sin embargo;
se agora en el ordenamiento de las vivencias que tiene el intérprete del.

2er-g. Estr- es el término íitiliia d o por Hsidegger para designar los ohjetos-.
düi v.’irv.lo extenso cus están "aisjiünibles", Cf. Seín u»d Z eity pág. 1C2 [T.I., Beiug
< :;x i T i ■ • - Í a c g n í i i n e y Rol.ii]\ s'c:'i. p i g . ' 33}
producto, dentro del contexto significativo Eotaí del acto interpretativo.
Y como hemos dicho, el intérprete deja por completo de lado la crea­
ción original paso a paso del producto. No se trata de que no esté
consciente de que ha ocurrido, lo que pasa es que no le presta atención.
Tor lo tanto, el significado objetivo sólo consiste en un contexto de sig­
nificado dentro de la mente del intérprete, mientras que el significado
subjetivo se refiere, más allá de éste, a un contexto de significado deri­
vo de la mente del productor.
Un contexto subjetivo de significado está presente Rntonces si lo
dado en un contesto objetive de significado fue creadot por su p;v;tc.
por un tú. Sin embargo, nada implica esto acerca de la cíase particu­
lar de contexto de significado sobre el cual el tú ordena sus vivencias
o acerca de la calidad de esas vivencias mismas.
Ya liemos observado que el intérprete capta las experiencias cons­
cientes de ía otra persona en el modo de la simultaneidad o casi simul­
taneidad. La auténtica simultaneidad es mas frecuente, aunque consti­
tuye un caso especial del proceso. Está vinculada con el mundo de.la
■realidad social directamente vivenciada y presupone que el intérprete
es. tesíigo de la creación real del producto. Un ejemplo seria una con­
versación, en que el oyente está realmente presente mientras el hablante
realiza Actos que producen discurso significativo, y en que el oyente
realiza esos Actos con el hablante y después de él, Un ejemplo de inter­
pretación casi simultánea sería la lectura de un libro: En este caso, el
lector revive la elección de palabras del autor como si ocurriera ante
' sus propios ojos. Lo mismo podría decirse en el caso de una persona
que observa ciertos artefactos tales como herramientas, e imagina cómo
se los construyó. Sin embargo, al decir que podemos observar ta^es
vivencias del productor sólo queremos significar que podemos captar ¡d
heclio de que ocurren. No hemos dicho nada acerca de cómo compren­
demos qué experiencias ocurren, ni cómo comprendemos lo. manera en
.que se constituyen. Trataremos estos problemas cuando analicemos el
; mundo de los contemporáneos,, el mundo de la experiencia social directa
y el de la auténtica relación-nos otros. Con todo, puede decirse va en
este punto que lo esencial para ese conocimiento suplementario es tener
un conocimiento de la persona que estamos interpretando. Cuando :r e-
guntamos cuál es el significado subjetivo de un producto, y por io tanto
qué experiencias conscientes tiene otra persona, estames preguntan­
do qué vivencias particulares poli té ticamente construidas ocurren o han
, ocurrido en otra persona en particular. Esta otra persona; este ¡vi, tiene
.sus propias experiencias y contextos de significado únicos. Ninguna
, otra persona, ni siquiera esta misma en otro momento, puede ocupar
. su lugar en este momento.
El significado objetivo de un producto que tenemos ante nosotros
se interpreta, por otro lado, como evidencia de la experiencia particular
ce un determinado tú. Más bien, se lo interpreta co:no ya constituido
\:y establecido, haciendo abstracción de todo flujo subjetivo de experien­
cia y de todo contexto subjetivo de significado que pudiera existir en
tal flujo. Se jo capta como una objetivación dotada de "significado uni­
versal'’'. Aunque nos referimos implícitamente a su autor cuando llama­
mos a esto un “producto”, no obstante dejamos de lado a este autor y a
todos Jos factores personales relacionados con él cuando interpretarnos
e[ significado objetivo. El autor está oculto detrás del “uno” (alguien,
alguna otra persona). Este “uno" anónimo, es meramente el término
jingüíscico que responde al hecho de que existe o ha existido alguna.
vez mi tu cuya particularidad no tomamos en cuenta. Yo mismo, o tú,
o algún tipo ideal o Cualquiera podría ponerse en su lugar sin alterar
de ninguna manera el significado objetivo del producto.' No podemos
decir nada acerca de los-procesos subjetivos de este “uno" anónimo, pues.
no tiene duración, y la dimensión temporal que le atribuimos, como es
una ficción lógica, no resulta en principio susceptible de vivenciacíón..
Pero precisamente por este motivo el significado objetivo sigue siendo,
desde e! punto de vista del intérprete, invariante para todos los posibles'
creadores de] objeto significativo. En la medida en que ese objeto con­
tiene dentro de su significado mismo Ja idealidad d&3 "etcétera"’ y del
“pueda hacerlo de nuevo”, ese significado resulta independiente de su
creador y ele las circunstancias en qne se originó. El producto es abs­
traído de toda conciencia individual y„ en realidad, de toda conciencia
como tal. E3 significado objetivo es meramente el ordenamiento que el
intérprete hace de sus vivencias ce un producto dentro del contesto
total de su experiencia.
De todo lo que hemos dicho se sigue que cualquier interpretación
de significado subjetivo implica una referencia a una.persona en par­
ticular, Además, debe ser una persona de la cual el intérprete tenga
alguna clase de experiencia {Erfahrung) y cuyos estados.subjetivos pue-
d:i recorrer en simultaneidad o casi simultaneidad, mientras que el sig­
nificado objetivo está desvinculado de personas particulares y es inde­
pendiente de días. Más adelante estudiaremos esta antítesis con mayor
detalle, tratándola como un caso de oposición polar. Entre la compren­
sión del significado subjetivo y la del significado objetivo puro hay toda
una serie de etapas intermedias basadas eu el hecho de que el mundo
social tiene su propia estructura única, puesto que deriva del mundo de
3a vivencia social directa^ del de los contemporáneos, de los predece­
sores y de los sucesores. Dedicaremos el capítulo IV al estudio ele estos
diferentes mundos, prestando entretanto especial atención a ios proce­
sos de anoniirnzación que ocurren, en cada uno. Explicaremos la oposi­
ción polar entre significado subjetivo y objetivo como una formulación
típicü-ideal de principios heurísticos de la interpretación del significado.
28; Exeursus:' algunas aplicaciones de la t e o r í a , del sigirijicüdo obíeiivo
: - y subjetivo en ei campo de fos ciencias de la cintura

La teoría dé los dos tipos diferentes de interpretación del significado


de productos. que acabamos de desarrollar, tiene gran importancia oara
las ciencias del espíritu {GeiitesivissenscJwften) y no sólo para éstas.
Ante todo, consideremos lo que se liarla ^objetos culturales”.. es decir,
las objetividades ideales tales como "Estado’1, "arte”, “lenguaje” etcé­
te ra. Tocios estos, tic acuerdo con nuestra teoría, san productos, vjues
llevan sobre sí Sa marca de su producción por parte de nuestros congé­
neres y constituyen manifestaciones de lo que ocarnó en la'mente de
éstos. Tedas las-objetivaciones culturales pueden ser interpretadas, por
lo tanto, de una-manera doble. Una interpretación ¿as tirita como obje­
tivaciones completamente constituidas tai como existen pera nos otros,
^que somos Jos intérpretes, sea ahora como contemporáneos sn el pre­
sente, o como personas que ocupan un lugar posterior en e'i tiempo
histórico. Estas objetivaciones pueden describirse en forma muy simple
o estar sujetas'a elaboración teórica como objetos de conocimiento esen­
cial^ es decir, podemos estudiar el Estado como tal, el arte como tal
y el lenguaje como tal.
No obstante, es posible tratar todos estos productos como evidencia
- de lo qae ocurrió en la mente de quienes los crearon. En este caso,
objetos culturales extremadamente complejos se prestan a la investiga­
ción m is detallada. El Estado pnede ser interpretado como la totalidad
de los actos de quienes están orientados hacia el orden oobtíco, es de­
cir,. de los ciudadanos que lo integran, o se lo puede interpretar como
el resultado final de ciertos actos históricos y considerarlo, por jo tanto,
'en sí mismo, como un objeto histérico; o tratado como la ccncvetlza-
cíon de ciertas disposiciones mentales públicas" por parte, de quienes to
gobiernan, etcétera. El ai te de una época en particular puede interpre­
tarse como expresión de una tendencia artística determinada de ’a épo­
ca o como manifestación de úna interpretación particular del mundo
que precede y determina a toda expresión artística, es decir, como una
manifestación de una manera particular de “ver”. Sin embargo, también
se lo puede interpretar como un desarrollo histórico que se produce en
forma de una variación sobre el estilo conocido de una época anterior.
;sca debida a la sucesión de escudas o simplemente de generaciones.
Estos son meros ejemplos de las muchas posibilidades de intcipre-
títcíon, y a cada una de. ellas corresponde-un esquema interpretativo
especial y una manera particular de dar significado al objeto ele la
‘ interpreta ció ñJ
Ya hemos observado que el contexto de significado de un producto
es más o menos independiente de lo que ocurrió en la mente de la
persona que lo creó, según que esta última sea comprendió a per su
intérprete con mayor o menor anonimidad. Para captar una cierta ob;e-
tivacicn en la idealidad de/ "puedo hacerla de nuevo”, debemos conce­
bir al autor de esa objetivación. simplemente como 'uno'”. Veamos comí)
funciona esto en el campo de la teoría económica. Los así llamados
' principios fíela cataláci'^a,! 57 tienen por cierto, como tema actos. hu>
rim e? cor.sid erados como productos terminados, no acciones en corso.
11: contexto de significado de estos principios se agota al snbsumir tales
ae'os bajo los esquemas interpretativos de la teoría económica. Sin
onda, tío es concebible rungo ir acto económico sin alguna referencia
a un. acicr económico, peto este -álamo es absolutamente auónimo; nó
eres tú, ni yo, ni u n empresario, ni s iq u ie ra u:n “hombre económica”
como i al, sino un "ano” paro universal.55 Esta es ]a razón por Ja cual
■as proposiciones de ía economía teórica tienen justamente esa "validez
universal” que les da la idealidad det “etcétera'* y deí “puedo hacerlo
de. nuevo”. Sin embargo, podemos estudiar al actor económico como tál
y tratar de establecer qué es lo que ocurre en su mente; por supuesto,
no esíamos orú onccs en el terreno de la economía teórica sino en el de
i£ historia económica o en el de la sociología económica, de las cuales
Vrcbsr no? ha proporcionado un.ejemplo sm paralelo en el primer libio
c.e su obra V/irischxft una Qeseíteckaft. Sin embargo, las formulacio-
r,es do esias ciencias no pueden pretender ninguna validez universa],
pues- tratan de los sentimientos económicos de individuos históricos par­
ticulares, c de tipos de actividad económica respecto de los cuales
constituyen evidencia los actos económicos en cuestión.
Pava dar ejemplos tomados de otros campos acerca deí significado
de esta caestió-e, basta señalar la importancia que tiene trazar una dis-
tinción neta entre significado sub'eíivo y objetivo eu las ciencias que
sen interpretativas en sentido estricto,, a saber, la filología y da jurís-
y . E;í filología ha sido siempre una cuestión básica la de esta­
blecer ¿i -c :iue se estudia es 'el significado objetivo de una palabra en
un momento detemunado dentro de una zona lingüística definida o.
en segundo i'jgKr, el significado subjetivo que la palabra asume en el
curso de un particular autor o de un determinado círculo de hablantes
o. en tercer lugar, el significado ocasional que tiene en el contexto del
discurso. A su vez, todo estudiante de Derecho está familiarizado con
ía distinción existente entre considerar un punto de la tey como propo­
sición dentro det sistema legal ele acuerdo con los cánones de la inter­
pretación filológica y jurídica, por una parte, y preguntarse, por o Ira

La teorín del intercambio. K?te término, que proviene de Whately. descrji-


” r¡ imporlaTiis en el pSEsamierito económico rJe Ludwjg ven Mises, a!
frj-:i 5chi::i' se reitere a menudo. Véase Mises, ííoiTipn. Aetion (New Haven, ID66),
tsp-TCisl-’.-er-'e Ja partí I-'-' La eata^áctica es ya]a Mises parte tle uca tecnia pura
fi •: de k. ?.cc=ón considerada en forma abstracta, aislada de sus circunstancias
piícc-cgjcia e bis'óiicaí; el concepto de Mises r&sníta por lo tanto especialmente
vi:' ccmo L.¡'t:3i.plo L-n &s-s punto. Un tratado económico importanle, muy reciente,
!:;is?dc¡ sn e: rrj:sov> concepto, es el de Murray N. Itothbard, Man, Economy and the-
Íj.'íire: ( irlnceion, 1&62).
rw< E:, ríe Ja. ¿no»!iniciad ciel inundo cielo? confen;p o ra u sc s., apartado 39,
ab afí, cíVsce un análisis más detallado de este cor^jepto de
parte> cuáí fue “la intención del legislador”. Tedas estas diferencias se
remontan a la distinción entre significado Gujelivc y subjetivo de] pro­
ducto que acabamos de tratar.
Otra cuestión más antes de concluir este capítulo. La tendencia
a buscar un significado subjetivo para todo en la existencia está van
proflindamente enraizada en la mente humana, la búsqueda del signifi­
cado de Lodos los 0bjeí.05 esírá tan vinculada con la idea de que éí'o:;;
recibieron una vez su significado de alguna mente, cn.ie todai las eosas
del mundo pueden iuterpretar.se como productos y, por lo tírnto. corno
evidencia de lo que ocurrió en la mente de Dios. E 11 verdad, toda ¿d
universo puede considerarse como el producto de Dios, de cuyos actos
creadores da testimonio. Esto es sólo una referencia al pasar, por .su­
puesto. a todo el sector de problemas que están más allá de las ciencias
en sentido estricto. En todo caso, el problema del significado subjetivo
y objetivo es i a puerta abierta a toda teología y metafísica.
LA ESTRUCTURA DEL MUNDO SOCIAL: EL DOMINIO
DE LA REALIDAD SOCIAL DIRECTAMENTE
VIVENCIADA, EL DE LOS CONTEMPORANEOS
Y EL DE LOS PREDECESORES.

[A] IN T R O D U C C IO N

2S, Examen preliminar del problema

En el capítulo III hemos delineado los rasgas principales de ima teoría


de nuestro conocimiento del^yo de las otros. Líe ruó? considerado la
comprensión general que tenemos de las vivencias de la otra persona,
y encontramos que esta comprensión se basa en nuestras propias vi­
vencias- de ella. Una ves supuesta la existencia del tú, ya hemos entrado
en eí dominio de la intersubjeEividad.^EI individuo vivencia entonces
el mundo como algo compartido por sus congéneres, es decir, como
un mundo social. Y como liemos dicho "repetidamente, este mundo
social no es de ninguna manera .homogéneo sino que muestra una
es truc tura multiforme. Cada nna de sus esferas c regiones es a la vez
tina manera de percibir y de comprender las vivencias de otros.
Eí presente capítulo se dedicará a mi estudio de esta es truc cura
multiforme. Trataremos de responder a estas cuestiones: primero,
cómo es posible una diferenciación interna de esta clase: segundo, c;^é
fundamentos tenemos para suponer que el mundo social tiene unidad
y diferenciación interna; y tercero, cuáles de esas diferenciaciones pue­
den resultarnos útiles como base para nuestro análisis de la comprensión
del yo del otro. Sólo después de haber respondido a estas preguntas
seremos capaces de describir ias diferentes maneras de comprensión
del yo del otro, peculiares a las diferentes regiones.
Sin embargó, aun después de haber satisfecho estos pu:ií.os: estare­
mos lejos todavía de nuestro fin principal. Como ya hemos visto, la cues­
tión del enfoque científico adecuada de Ja comprensión del yo del otro
—problema que es crac iai para cada una de las riericms sceirdes— de­
pende ele una cuestión previa. Es la cuestión de la naturaleza del sigtdii-
cado a que se apunta. En efecto., existe nna diferencia de clise entre el
tipo de comprensión ingenua de los demás eme ejercitamos en la vida dia-
ria, y e* tipo rln comprensión que usamos en kis ciencias sociales. Nueslra
r.iVt’?L c o n s te en establecer qué es lo m;e distingue a estos dos conjuntos
do categorías entro sí: I ) las categorías en función de las cuales el
hombre ubicado en el punte ele vis la naiurul comprende el inundo
social y que, de hecho,.les son dadas a las ciencias sociales como materia!
ecn el cua; deben empezar y 2 ) ¡as categorías que ritfizan las ciencias .
soebdes misivas para c! asificnr este ir a tena I ya preformado.
Sin embargo. las dos esferas se recubren. En efecto, en cierto sen­
tido soy un científico social en la vida cotidiana cuando reflexiono sobre
;nis congéneres y su conducta, en lugar de limitarme a vivenciaidos. -
"vivo con ePos ce:no un íicinbve entre hombres, les encuentro continua-
en n i experiencia dilecta. Mis vivencias de la presencia de ellos
y de sus características personales 1 son inmediatas. No es menos inme-
d!ara; y por cié* Lo no menos integral pam mi conciencia, que rni capta-
ri 6n el el mundo físico que me rodea? en la medida en qne este mundo es
espaciac: incluye tanto mi propio cuerpo como el de los otros, junto con
n'ís iriovLmientos. Tu cnerpo. por ejemplo, es espacial, no meramente en
el scnt'do de que sea nn objeto físico o aun nno fisiológico, sino en el
sentido de que es un objeto psicofísico, es decir, un campo de expresión
de fus vivencias. Y.de acuerdo con la tesis general del yo de! otro, no
scio te v.ivenció conscientemente, sino que vivo contigo y envejezco
contigo. J:\rcdo aiender a tu corriente de conciencia, tal como puedo
atender a -a mía propia, y me es posible, por lo tanto, devenir consciente
de lo que ocurre en, tu mente- En la intencionalidad viviente de esta
. experiencia te “comprendo/’ sin prestar necesariamente atención a)guna
¡a. ;cs actos de comprensión mismos. Esto ocurre porque vivo en el
mismo inundo qne vivo en los actos de comprenderte/ Tu y his
i vivencias: no sólo me son "accesibles’', es decir. esLan abiertas a mi
interpretación, sino que las doy por sentadas junto con tu existencia
! y ras características personales. Y esto, en el sentido estricto de nuestm
íieririfcién: mientras ’e estoy viven ciando directamente y hablando con-
. tigo. ted» la complicada .subes truc tura de mi propia interpretación^ de
ti escapa a mi atención. No estoy interesado en tales cuestiones; mi
Urtencroy^andad viviente, nd attenüon d ía ríe, tiene en ese momento
Ollüíi fines. S;n c-mbarga puedo cambiar en cualquier momento dado
redo esto y ubicar esos actos.bajo el foco de mi atención. .Por eletn-
pic-, puedo preguntar:' %;Te he comprendido correctamente?" "¿No
quieres decir otra cosa?'1 "‘¿Qué quieres .significar can tal o cual acción?”
E-sias son preguntas típicas que me veo.forzado a formular cotidiana­
mente en mis relaciones con ios demás. En el momento de suscitar
toles cuest'onesVhs abandonado mi conciencia simple y directa de la
otra persona, rni captación de ésta en toda su particularidad subjetiva,
lie abandonado la intencidualidad viviente de nuestra confrontación,
La lu? bajo ia cual la amo es ahora diferente: mi atención se lia'
desviado hacia los estratos m is profundos que hasta ese momento nó

3 y' SÍF.ir - Er:ebrisss von ibreír: Daseiri ur.d Sosein. . . . “]


habían sido observados y se daban por sentados. Ya no *vivencio a nu
congénere en el sentido.de compartir su vida con él; en cambio, “pienso
acerca de él”. Tero ahora actúo como un científico social. 1?¡i eJeoio,
este último (cuando actúa como científico social y no simplóme;'.le
como un ser humano común) obriere acceso a las vivencias de fes otros
tratándolas como objetos del. pensamiento, más bien que copiándolas
inmediatamente a medida que ocurren, Vemos entonces c.r:* ’odo el
problema de las ciencias sociales y sus categorías ya ha sido lmiado
en la esfera precientífica, esto es, en el medio de la vida en el ¡ñutido
social. Con seguridad, se presenta en esa esfera en una turma m u y
primitiva. El científico social, conio veremos, utiliza métodos y con­
ceptos que son por completo diferentes de los de la persona común
que está simplemente observando a otro.
Sin embargo, haciendo abstracción de los refinamientos que se dar:
cuando se ha alcanzado el estadio científico, resulta totalmente obro
que el punto de partido de la ciencia social debe encontrarse en ¡n vida
socia; ordinaria. Nuestros congéneres no son sólo objetos de expe vien­
cía. en la vida cotidiana, sino también objetos de pensamiento. Añora
bien, esta clase de pensamiento cotidiano acerca de nuestros congéneres
puede ser un fin en sí mismo o servir como medio para otros Fir.es,
entrando con ello en un contexto JejygrsLacado más amplio. Por ejem­
plo. puede ocurrir que deseemos adaptar nuestra propia conducta a
ía de otros, o que queramos influir en sus pensamientos o su conducta.
En taíes casos, formulamos nuestro proyecto en el tiempo f u t u r o per­
fecto, utilizando nuestro conocimiento de lo que está en la mente de
la otra persona como medio para nuestro fin.
No obstante, esto -no equivale a decir que toda acción orientada
hacia otro, o ano toda acción destinada a cambiar necesariamente (o
incluso habitualmente} su conducta, presuponga nna dirección previa
de Ja atención Iracia los niveles más profundos de la conciencia de
éstos, Por el contrarío: aunque actué sobre mis congéneres y trate
de influir sobre su -conducta, con todo, en la medida en que estoy-
viviendo con ellos y captando sus vivencias en forma directa, difícil­
mente pueda prestar atención al mismo tiempo a los niveles más pro­
fundos de la conciencia, de éstos.
Puesto que tenemos el propósito de esclarecer justamente esos pro­
cesos constitutivos de la comprensión de los otros, nuestra tarea con­
sistirá,. en cada caso, en describir y clarificar esos estratos más prefan-
dos. Para comenzar, dejaremos de la do todo esfuerzo tendiente a
describir aquellos actos [Jlandlungen) deb.vo/en cuyo provéelo están
incluidas las vivencias del tú. Trataremos sobre todo de establecer
nuestras condiciones de coincidencia con el concepto de occión ¿ocu1!
de Max Weber. y de proceder luego a analizar críticamente si: con­
cepto de relación social. En este punto podremos realizar un prolijo
estudio de la referencia retrospectiva peculiar que las vivencias de la
otra persona incluidas en el proyecto de mi acción tienen pñva ñus
propia.-,. vivencias. Sin embargo, iodos estos análisis serán meramente
propúsonos para un estudio posterior del problema general de 3a vída:
-el mundo social. Para comenzar, consideremos el hecho de que
enlreiáo a mis congéneres en una forma por completo distinta y e n :
modos sutilmente diferenciados. Por ejemplo, los comprendo en dife­
rentes perspectivas conceptuales. A su vez, vivencio sus vivencias con-
diversos guíelos de intimidad. Estos no son meramente diferencias que
so retieiT-.n a la manera en que capto intención al mente las vivencias
de la otra persona. Se extienden incluso a todo contenido de mí acto de
capación, al objeto iiiienciciial mismo, y, por 5upn.estu, también otros
pueden vivenciar como yo estas diferencias. En efecto, tenemos en
común el mismo mundo de jrealidad social ftirec Lamente- vivenciada: el
mirado que rae rodea en mí^Aqui y Ah ora corresponde ai que te rodea
a ti en úi Aquí y Ahora. Mi Aquí y Ahora te incluye junto con tii
conciencia de mi mundo, tal como yo y mi contenido consciente perte­
necen a tu jv)Lindo en tu .Aquí y Ahora, Sin embargo, este dominio [o
reine) de la realidad- social directamente vivenciada (como nos propo­
nemos jlaroarTe) es sólo uno entre muchos dominios sociales. Ta! como
el mundo de mi percepción actual es sólo un fragmento de todo el
mundo de mi experiencia, y éste es sólo, a sn ver, un fragmento del mun-
do de mi experiencia posible,, del mismo modo eí mundo socíai (que
es a su ' :ez xina porción de este “mui', do total” ) sólo es vivencia do
directamente por mi en fragmentos, a medida que vivo de momento
a momento. Este mundo social directamente vivenciado esta a su vez,
por su paite, segmentado de acuerdo con perspectivas conceptuales.
Más ídlá de este dominio de la realidad social directamente vivenciada
a 'a Lúa! es'oy anclado por la comunidad espacio-temporal, existen aún
otros dominios sociales. Algunos de éstos , los he vivenciado una vez
directamente y puedo, en principio, reviveneiarlos en forma repetida
de la misma manera directa. Puedo vivenciar también otros en forma
directa, si ío pretiero, pero aun no lo he hecho. Consideraremos a estos
dominios como uno, y le humaremos el -mundo social de los contempo­
ráneos [soziah Mitwelt). El mundo soeía! de los contemporáneos
coexiste conmigo y es simultáneo con mi duración. No obstante, aun
viviendo con él, no vivo a través de él como cuestión de experiencia
directa. Llamemos “congéneres" (Mítmmscíiefi} a los otros yo es del
mundo de la realidad social directamente vivenciada, y “contemporá­
neos'' (Nebeniiieni-cJiíiti} a los otros yo es del inundo de los contem­
poráneos. Puedo decir entonces que al vivir con mis congéneres, los
vivencio directamente a ellos y a sus vivencias, l ’ero de mis contem­
poráneos diremos que, aunque viva entre ellos, no capto en forma
directa e inmediata sus vivencias sino qne, en cambio, infiero sobre la
base de evidencia directa las vivencias típicas que deben tener. Pue­
den !• mdamentai.se perfectamente, por supuesto, inferencias de esta
c‘asr. Ah oía. bien, ya hemos visto que en el dominio de la realidad
social directamente vivenciada puedo ser a la vez observador y aclor.
Esto también es cierto respecto el el mundo de íos contemporáneos. En.
. este caso, además, puedo no selo observar sino también actuar, bacer
-que la conducta y las vivencias de mis contemporáneos sean motivas-
para de mí acción.
Pero además de eslos dús mundos,, puedo también conocer un
mundo socia' que existió antes qne yo y que en ningún punto se recubre
con paite alguna cíe mi propia vida. Con respecto a este doavnio. el
m u n d o s o c i a l de los predecesores (VorweU), o ó ¡ s i o r í á . _ s ó j o puedo ser
mi observador y no un ador. Per último, sé que hay aún ol.ro mundo,
habitado ta'mbáén por otros, que existirá cuando yo ya no exista, un tJiüü-
do s o c i a l de sucesores ('F o lg e w e lí) hoiTLbres.de los cuales, nc sé nada
como individuos y con cuyas vivencias no puedo -tener contacto pe:.-
sonal._ De hecho, sólo conozco sus vivene ias típicas suponiendo .pe
estas últimas serán las mismas que las de rnis contemporáneos y las
de mis predecesores. Este es un mundo que sólo puedo captar vaga­
mente pero nunca vivenciar en íorma directa.
Al utilizar el término '“mundo" para designar estos dominios o
.reinos, queremos significar sólo que diferentes personas son consueía-
das, contemporáneas, preñeces eras: o sucesoras una respecto de otra y
qne se viven cían por consiguiente una a otra y actúan entre sí de ma­
icera recíproca en los diferentes modos en cuestión.
Todas estas consideraciones sirven meramente para delinear el vas­
te campo teórico del mundo social, cuya exploración metódica es tarea
de las ciencias sociales. A lo largo de tocio este libro nos limnaremü.s
a la teoría de la comprensión de jas demás personas, en el sentido más
amplio de tal comprensión, teoría que también abarca el uso y la inter­
pretación de signos, así como la creación de otros productos y su iiitero' ci­
tación. Nuestro camino esta cfara mente trazado ante nosotros. Tenemos
que verificar cómo nuestro conocimiento de cada una de esas regiones
extrae su derecho original de la tesis general del yo del otro, es decir,
de la simultaneidad o casi simultaneidad de !a conciencia del yo del
otro, con la mía propia. .Tendremos también que descubrir ei enroque
adecuado del significado subjetivo dedos productos de cada ano cíe
esos mundos. Deberemos establecer cómo se llevan a cabo los fenó­
menos de deteiminación e interpretación de significado en las esferas
en cuestión. Tendremos que descubrir los principios de continuidad
entre las esferas. Deberemos determinar cuáles son las únicas esteras
accesi til es a los métodos de las ciencias sociales. Por último, tendeemos
que aclarar qué métodos de las ciencias sociales deben emplearse para
llevar a cabo una investigación adecuada a sus objetos.

2 L a lla in fttiv 'i e x p re s ió n F c i g m o s i t , q v e es Jiú iy p r e f e r ib le ¿l c. c K-: m j í í ¡ rv¡vu­


elo p o r v e n ir } , li a s id o t o m a d a cls la cLise u ia u g u r a ; d a S e n il!e r . t'íü K ’.íUi v/V.í
l u í d z n w e f c h e m E r . d e s l u c l í e r í jvumii U . - i ir : t > g c ; r íi i'c ’j í e ' O b r a s de S c h ilL c l, ■:á .
HÍfiiu. L u d ’.ví.g líe-He a m a n y U crino v a n Y V ieíe í X e ip z i g , 193G-.37 ; , vc;l. [ X .J
I ¿ : C O N DU C T A SOCIAL, ACCION SOCIAL.. RELACION" SOCIA L

El cc-xcgvcu de "cccióri social” de Max Weber. La m ieniadon-otro

Ya hemos considerado, en nuestro estudio pieliminar del capítulo I, la


definición que da .Weber ele la acción social: a "La acción es social
en da medida en que. en virtud del significado subjetivo que se le
adjudica por parce ¿el individuo (o individuos) actuantes, toma en
cuerda la conducta de otros, yas orientada por ella en su craso''. Debe­
mos tener presente que, cuancío Weber habla de acción social, no
amere ógniticar esa acción que hemos distinguido (en el capítulo II)
conducía en el sentido .más amplio”, En cambio, para él ia
acción de cualquier clase significa “conducta’" interna o extema en im
perdido aún no ciara, siempre que se pueda atribuir “significado” a
la persona que a ciña. Por consiguiente, entran dentro de este concepto
no solo codos los Actos intencionales que derivan de actividad espon­
tanea, sean o no prcyoctados.de antemano y calificados entonces como
acción, sino también todas das vivencias que emergen en forma pasiva
y íólo están niteneionahnente relacionadas, en un sentido general, -con
otra xnersona.
Sígo :enoo la lógica de nuestra terminología, preferimos tomar como
punto de partida no ia acción social ni la conducía social, sino las
vi-cencía.? intencionales conscientes dirigidas hacia el yo del otro. Sin
omoarge. sólo incluimos aquí las vivencias intencionales que están rela­
cionadas con el otro como otro, es decir, como un ser vivo consciente.
Dolimos ce lacio los Actos intencionales que sólo se dirigen al cuerpo
de la otra persona como objeto físico/mas bien-que como campo de.
expresión de sus vivencias. Llamaremos conducta social a las vivencias
conscientes in?.enciona!mente relacionadas con otro yo, que emergen
en i-orina de actividad espontánea. Si tales vivencias tienen el carácter
de hader sido proyectadas previamente, jas llamaremos acción social.
Ca conducta sccial así. definida abarcara iodos los Actos-del-yo espe-
c:üco (Jdi-Akle) que están intencionalmente dirigidos hacia ti como
•Oíre ys que tiene conciencia y duración. Incluimos aquí vivencias tales
como los seirmnentos de sTreparía y antipatía, las actitudes eróticas y
iui a divida des del sentimiento de todas ciases. Weber llamaría sin
duda acción soda’ a todas estas vivencias de la conciencia, a ju 2 gar
por ios ejemplos que ofrece. JPor otra parte, esta acción social se limi­
taría a la conducta previamente proyectada, según su definición de ella
como acción orientada hacia la conducta de la otra persona. En efecto,
s.ó- 0 la conducta previamente proyectada puede ser orientada, puesto
ove la orientación presupone necesariamente un proyecto. No obstante,
a mu entonces, nc toda acción previamente proyectada “hacia otro” sería

Véase el p.p&riada 2, pág. -15.


acción social. Supongamos, por ejemplo. que actúo hacia ía otra per­
sona como si está fuera meramente una cosa física, sin preslar Ranclón
a sus vivencias como otro yo. Mis propias vivencias conscientes qne
acompañan a tbí acción no están en este caso, según la definición ciada
más arriba, íntencionalmente dirigidas hacia el otro yo, Mi acción, por
lo tanto, no es en este caso acción social Weber coincidiría aparente­
mente con este punto de vista. Recuérdese que éí difo que la colisión
de dos bicicletas no tiene el status de una acción social, pero que h
conversación que sigue sí lo es. El médico que realiza una operación
sobre un paciente anestesiado actúa en realidad “sobre el cuerpo'" 6c
ese paciente, pero esto no es acción social en el sentido ele Weber. El
so! dad o qne marca el paso siguiendo al hombre que tiene delante de
sí no está realizando tampoco una acción social, pues por regia general
orienta en este caso su conducta 110 según la conciencia del otro hom­
bre sino según su cuerpo y además sólo según sus movimientos c o n f ­
íales como tales y no como claves de las vivencias del otro.
Sin embargo, nuestra interpretación de ias vivencias de conciencia
íntencionalmente relacionadas con el otro yo no llena por completo los
i-equerimientos de la definición de Weber. En efecto, según esta defi­
nición la acción social debe relacionarse con la conducta del otro y no
meramente con su estar ahí o tener las características que tiene. Y aquí
encontramos más dificultades. Una de ellas reside en el hecho de que
eí concepto de conducta de Weber es en si mismo absolutamente oscuro.
De hecho, de acuerdo con él? Ja conducta ni siquiera tiene por qué ser
significativa. Ahora bien, en verdad es posibJe interpretarlo de tül
manera que su “orientación según la conducta del otro" sea equivalente
a nuestra “tesis general del otro yo'\ En otras palabras, serla orienta­
ción según el hecho ele que el tú tiene duración. que tiene ciertas
vivencias y está consciente dé ellas. Si aceptamos esta interpretación,
podríamos proseguir diciendo que la conducta social debe orientarse
segán !a conducta de la otra^.persona. .en„el_sentido-de-que se orien­
ta según su conciencia y las vivencias que_se__constituyei} den ir o de
ésta;—Carecería'entoñeés por completo de importancia si el tú estaba
realmente “comportándose" en nuestro seniido, es decir, produciendo
vivencias a partir de ía actividad espontánea.
Fritz Sander4 ha sometido el concepto de conducta social de Max
Weber a una crítica que es ingeniosa y, en muchos aspectos, decisiva,
Señala que, según la definición de Weber, toda percepción de’ cuerpo
de otro es ya acción social y que este concepto resulta, por lo tanto,
demasiado amplio e impreciso para determinar el objeto de la ciencia
social.3 El ejemplo de Sander es muy instructivo. Sin duda, aun la
percepción interpretativa de las vivencias de otra persona constituye

4 Sancíer, "Der Gegenstand der reinen GeséUschaftslehre'j A rchiv f rtr Sczí:í--


wissen&chafien, LfV (1923), págs. 329 y sigs., especialmente yág. 335.
5 Lamentablemente la falta de espacio impide dar una explicación cíatsiliaíl;.
de ía arsiíméTítacitai de Sander, con la cual de ninguna manera coincido
sus p u n te . E l especifista podrá marcar fácilmente los aspectos de disider.íia,
una acción significativa vinculada con ja conducta del otro y por lo
íanto orientada hacia pila. Es entonces lo que Weber define como
acción social. Además, de acuerdo con nuestra terminología, es una
vivencia consciente intencionahnente vinculada con el otro vo, siempre
a condición Je que se trate de auténtica interpretación del otro. (Los
actos de interpretación de Jas vivencias de uno respecto del otro yo
no se calificarían, como tales, de Actos intención aúnen Le vinculados, con.
el olio yo.) Las vivencias conscientes que surgen de actividad espon­
tánea y dirigidas bacía otro yo son, según nuestra definición, conducta
?ocifi.]. Sí psía oonduela social ha sido proyectada previamente, cc-ns-
iituye una acción social. Un ejemplo de esía última sería el hecho de
qne yo dirigiera n¡¡ atención hacia la conciencia de otro para notar
^o que ocurrió dentro de ellsu En este caso.el fin del acto {Handhmgs-
ziei) consiste meramente en comprende: las vivencias de otra persona,
y ei motivo-para (con sus correspondientes modificaciones a ten dona-
íes) se agota por entero en ese fin. J\ ’o voy más allá de ese fin para
tratar de modificar las vivencias de la otra persona.
Hemos emprendido este análisis de la percepción del otro yo pava
esclarecer la ¡mtura;eza básica de todas las vivencias ínteneionalmente
dirigidas 'nacía el otro yo, sean estas vivencias conducta o no. Se dis-
¡ínguen ledas ellas por una cierta actitud del yo hacia fa duración de
otra persona, Esta actitud se funda en la tesis general de que el otro
yo es a la vez consciente y vivenciante. Llamaremos a esta actitud
‘sorLúntat-ión-otrü?\ La orientación-otro sólo puede llegar a existir en la
esfera social si se funda no meramente en la posición del otro yo trans­
cendental, sino en Ja deí .otro yo mundano. Sin embargo, se basa en la
posición de la existencia de este último ( Drt-stfinsscístmg}. no en la posi­
ción de sos características particulares (Saseifwseíziing). Postula que
nn tú vive, dura y tiene vivencias conscientemente vividas' sólo queda
indeterminado cuáles son esas vivencias y cjué implicaciones tienen.
Además, la orientación-otro puede ser en principio unilateral: aunque
pertenece a su esencia que se relacione con otro, puede existú y conti­
nuar sin ninguna reciprocidad por paite del otro. Por lo tanto, la
orientación-otro no tiene un electo externo en el sentido habitúa! de
’ a palabra. Puede existir sin ningún acto comunicativo y sin ninguna
función expresiva. Puede no hacerse ningún aso de signos, ni ninguna
interpretación de ellos. La oríentacion-olro incluye en principio ni
más ní menos que tocios los fictos actitudinaies del yo vinculados con
un tú y. por jo tanto, también tudas_las actividades del sentimiento,
tales como el amor y el odio. Podemos preguntarnos,’’por'supuesto, si
es realmente apropiado llamar “actos sociales" a todos los actos de
orientación-otro.
Sin embargo, cuando Weber habla de 3a relación significativa de
?a acción social con la conducta de los otros, difícilmente piense en la
onenUieióri-otro en el sentido amplío deímido más arriba. No obstante,
parece rondar por su mente un tipo específico de vinculación entre la
acción social y una conducta por parte de la otra persona. La acción
social existe sin duda para él sólo en dos tipos de. situación: a) cLiando
el actor social trata por medio de su acción de comportarse de una
determinada manera — es decir, sí el rin de su acción consiste en pro­
ducir un cierto efecto sobre la conciencia de ía otan persona— ; o h ) si
esta misma acción social fue inducida püi" la'conducva de la otra per­
sona — en otras palabras, si la percepción y la interpretación de ia
conducta ya cumplida de la otra persona es el auténtico motivo-porqué,
del actor social— . Ht concepto de acción social de Weber abarca estos
dos casos. La acción social, segur. ¿1 dice, puede '‘estar orientada hacia
la conducta pasada, presente o esperada en el futura per parte de
otros”,0 Vemos salir a luz una vez más esa ambigüedad conceptual
que liemos.notado con anterioridad varías veces: Weber no logra dis­
tinguir entre orientación hacia la acción pasada y orientación hacia ía
acción futura de la otra persona. No puede distinguir entre les auten­
tices motivos jo rq u e , y los motivos-para, y como resultado incluye
situaciones totalmente disímiles una de otra bajo el mismo concepto
básico. Pero volvamos al punto principé de nuestro análisis.
Los Actos (Akte) intención ales dirigidos hacia otro, en ía medida
en que son actos proyectados ( Ha ndí ungen), es decir, conducta espon­
tánea de acuerdo con im proyecto antecedente, pueden tener como su
motivo-para la producción de una cierta vivencia consciente en ia ot:a
persona. Llamaremos a una acción social de esta clase '‘actuar-sol:re-
cí-obxT {Fremdicírken). Cada una de ellas se realiza dentro de una
orientacióu-otro y es de hecho una acción social, pero no teda orien-
tacLÓn-otro o toda acción social implica actuar-sobre-el-olro. Es fácil
ver que el actuar-sobre-el-otro se limita a los Actos ( Akte'} socñdos
proyectados de antemano, que surgen de la actividad es pon línea, es
decir, a la acción social auténtica iiíandeir.) en el sentido de nuestra
definición dada más arriba, Para actuar socialmente sobre ía concien­
cia de otro debo prestar atención al flujo de su conciencia a medida
que ocurre, Además, tengo que haber anticipado en la fantasía, en el
proyecto de mi acto (en e) tiempo futuro .perfecto), ias vivencias cons­
cientes a producir en el otro, sea como mi meta final o como nna de
mis metas intermediarias. Sí mi motivo-parn consiste meramente en
conseguir que la otra persona me entienda, entonces, por supuesto, lo
que procuro producir en su conciencia es mí nieta iinal. Pero lo que
puedo hacer que piense o sienta es sólo un medio sí aqneiic en ’o
que estoy realmente interesado es influir sobre su conducta. Una con­
ducta social en el sentido significativo carece del carácter de haber sido
proyectada y, por esa misma razón, no es un caso de actuar-sobrc-ei-
otro. El famoso verso de Goethe: “Y si yo te quiero, ¿qué te importe,
a ti?”, es un buen ejemplo de sentimiento oiientado-hacáa-c!-oiao. pero
que no busca en absoluto actuar sobre la otra persona.
Obviamente es el actuar sobre Ea otra persona o. como lo llama-

ú Wm-jcfic/í üíid GÉseiS-schüJt, pág. 11 [L.I., pág. ’ l í j .


remos d« y.•"¡ora en adc-lante, el "actuar social” (soziales Wirken) lo que
ha servicio coito modelo para el concepto de acción social de Weber,
l i u v e z que comprendemos esto., podemos traducir .sin ninguna difi­
cultad su definición a nuestra terminologia. EJ hecho de que la acción
social esíe significativamente vinculada con Ja conducta de otro ímphea
que el actor ( puesío que está orientado-hacia-el-otro en su accióu)
•dirige su aierjcion a Jas vivencias deí otro en su estructura constitutiva^
El hecho de que el actor oriente significativamente su acción hacia la
cr^duc'a óci otro a medida que ésta ocurre,:implica que la atención
así dirigida se produce en un contexto i o olivado nal especia], . deníro
del curd las vivencias de la otra persona se anticipan en el tiempo
futuro perfecto corno parte del proyecto, del actor.
Sin embargo só-o estamos lia blando aquí de la expectación de ías
vivencias futuras de oiro, mediante ja cual se da un motivo-para a
}{> propia acción. Añora oí en, Weber insiste enfáticamente en que la
acción social puede también orientarse hacía la conducta pasada de
Giros. Si cito rusta conecto, deberíamos tener un caso de acción social
cuando ja atención que uno dirige hacia las vivencias de otra persona
i unció-:’ ara corno el auténtico motivo-porqué de ;a acción de uno.7 No
obstante.. unes tro estudio, del auténtico nücüvo-porque ha mostrado que
el contexto significativo de este último solo puede constituirse a partir
de vivencias t,a :noiívad<is en el pasado■ A este respecto, es siempre
posible que la coordinación de *.ma acción con un auténtico motivo-'
porque 'este en sí misma disponible en forma de una “niáxima’J de
experiencia. Esto es umversalmente cierto y no depende de ninguna
manera de s: la vivencia motivante está vinculada con otro o'no. En
todo caso. podemos preguntar con seniido cuál fue eí auténtico motivo-
porqué después de haber ocurrido la acción o, por lo menos, -después
de haberse f orina do el proyecto. Supongamos, para utilizar ún ejem­
plo de Weber. que deseo vengarme por un ataque sufrido en el pasado.
En lal caso, mi propósito se proyecta antes de que alguien pueda decir
con sentido que fue motivado por el ataque, es decir, antes de que
alguien pueda decir que fue una venganza por el ataque. Podría dudar,
ele bocho. entre vengar ese ataque c pasarlo por adto. En verdad, liasta
. podría someterine ai ataque sin' contemplar ninguna clase de venganza;
Añora bien, lo que seguramente hace que mi acción sea social no
es el hecho de que su esiímalo activante fuera la conducta de algún
Ciro por oposición a un hecho natural. Lo que hace que mi conducta
sea social es en realidad el hecho de que su objeto intencional es la
conducía esperada de otra persona.
Por lo tanto, no deberíamos ubicar las acciones que actúan sobre
o!ros en el mismo plano que aquellas sobre las cuales otros actúan. Este
térmico "acción sobie la cual otro actúa1’ (fremdbevArk!es Uandeln)
es e: término que aplicaremos a una acción motivada de una "manera-:

7 Cf. ].■ ■'■isinjcí&i ele Sander entre Actos dirigidos a ía conducta futura de
caos y Ac'os .jiL-fgjdcs a !a conrl^e^a pasada, de otros, op. cii., pág. 3S1.
porque” auténtica por la atención del autor a las vivencias ya pasadas
de otro. Esto no significa que iral acción pueda ocurrir sin la Oiíenta-
ción-otro. Más bien, mientras atiendo a las vivencias de la otra persona
en el'momento de la producción del contexto-porque sintético, estoy
realizando por supuesto Actos intencionales dirigidos hacia otra per­
sona. Además; el contexto-poique depende en sí mismo de ias modi­
ficaciones atencionales de mis vivencias del otro, que contemplo ahora
en el tiempo pluscuamperfecto, Sin embargo, si busco el motivo-porqué,
mi acción ya estaba proyectada antes de que realizara un Acto (Akt)
de orientación hacia otra persona, Pero esta acción no eSj fastamente
por esa razón, un Acto -(Akí) orientado día cia-el-otro y, por lo tanto, no
es conducta social. La acción proyectada es una cosa: pero es otra
por completo diferente aquella atención específica al proyecto consti­
tuido o a! acto terminado ( Handi-rmg) en la cual se constituye e¡ con­
testo significativo de Ja verdadera motivación-porqué. En el caso de
una acción sobre la cual actúa otra persona, no es la acción misma
sino el contexto significativo de sn motivación-porqué lo que ocurre
dentro de la orientación-otro. Profundizaremos esto a! referirnos a la
relación social.
Es claro qne jagxMamG5-^onsíJlmn_una-5eid£^cünÜnua-comenzar ido
por las vivencias conscientes intencionalmente vinculadas con o Ira per-
5Pna;^E?ilfeñcfi>~con Ta conducta y la acclorT~snciaL_y terminando con
el actu ai~se ci a']'. N o ~~sirTrazón hemos trazad o un contraste entre este
último y todos =os otros miembros de ta serie, a saber, ios que abarca
eí término orientación-otro. Tratemos de aclarar un poco más esía
distinción observando nuevamente eJ establecimiento del significado y
la interpretación del significado.
En el párrafo final del capí hilo I I I hemos hablado del significado
subjetivo que adjudico a cada producto que tomo como evidencia de
lo que ocurre en la mente de otro. Vemos ahora que mi atención s.1
significado subjetivo ele algún otro ocurre siempre en un Acto de orien­
tación-otro y extrae so validez de ese Acto. Todo producto, y poi; Jo
tanto todo signo que veo tiene para mí, aparte de cualquier oríentacion-
otro, un significado subjetivo;‘pero interpretándolo como un signo de
5as vivencias conscientes de otro, puedo introducirlo en una orieuca-
ción-otro. bótese que decimos “dentro de un Acto de orientación-otro”,
no “dentro de un Acto de^actuar-sobre-el-otro’1. En efecto, cuando leo
un libro, repaso el curso del pensamiento de otFo o trato de descubrir
ei origen de una herramienta, estoy meramente orientado hacia o'cros; no
estoy de ninguna manera actuando sobre ellos.
Pero si emito un signo para que alguien lo interprete, la situa­
ción es diferente. En ese caso estoy oriencado-bacia-otro, sin duela,
: pero es una clase específica de orientación-o tro. Ahora estoy actuando
sobre eí otro. Si sólo hubiera originado el signo para mi propio uso,
; sin ninguna orientación-otro, no rne vería implicado en una acción sobre
. otro. Pero Ja producción de un signo dentro de una actitud de crien-
trición-píro es im acto de comunicación. El motivo-para da este acto
es ¡a pii.idUL-cíón de ciertas vivencias conscientes en Ja mente áe Ja
persona a la ct:ai se dirige. Podemos decir entonces que toda comuni-
cc-cíón es. u;i actúa" social y que toda atención a una comunicación pre­
supone la orientiicíón-otro. Lo mismo, vale para todos los otros produc­
ios. Si .fabrico una herramienta para que otros ía usen, entonces
“anticipo" en el tiempo futuro perfecto que ellos saben para qué sirve
la herramienta.
Nuestro próximo paso consistirá en mostrar que dentro de cada
u n a d e las esleías sociale-s, la orientación.- o Li-o y el a c tu a r -sobre-el-o tro
ocurren en formas correlativamente diferentes. La diferencia más nota­
ble reside en el grado de anonirrsídad del objeto, Nuestros puntos de
vista en este caso están en contraste con los de Mas Weber, para quien
es inrbieronte si los “otros” que constituyen el objeto de la acción social
son “personas individuales y , . „ conocidas para el actor como t a l. . . o
cmisíi Luyen una pluralidad indefinida y [son] enteramente desconocidos
como individuo?/'.8 Tampoco nos dice Weber cómo La cualidad de mi
í'aniilíaridñd con la otra persona modifica mi ‘ orientación” ( Oríentre-
J'u’íi-g} Lacia ella, si es que la modifica, Nosotros trataremos, por otra
parió, de e la b o ra r en d e ta lle las diferentes foranas de orientacicn-otro
y de acción-sobre-el-otro que s-e encuentran en el mundo de la realidad
social directamente vivenciada y en el mundo de los meros contem­
poráneos.

31. El concepto de relación soeiúl de Weber. Relación


de orientación e interacción social

Hubo dos omisiones notables en el apartado precedente. No se dijo nada


acerca de Jas vivencias conscientes de la otra persona mientras estoy ■
ademado hacia ella. Y no se habló de las vivencias que trato de pro­
ducir en el!a cuando actúo sobre elía. En efecto, lo que es esencial
pava 'a orientación-o tro es el hecho de que la otra persona existe, no
de que tenga características de una u otra ciase. De hecho, tanto la
oricntí:ción-o’.ro como la acción-sobre-el-otro pueden ser, en principio,
unilaterales. Ni en el concepto de acción-sobre-el-otro ni en el de
CE’ientaeióii-oíro esta implícito que el partícipe deba responder por :
una onentacjou-cíTO que le sea propia. Esto es también cierto en lo
que respecta al concepto de acción social ce Weber. Pero por supuesto
Id) respuesta puede siempre ocurrir: esto se deduce en verdad de la -
tesis general del otro yo y del hecho de que los partícipes son contení-,
pora neos, En realidad, cuando emprendo uua conducta social, tomo
cu cuenta la posibilidad de tal respuesta.
Cuando dos persones se vuelven recíprocamente orientadas enUe
sí, tenemos lo que Weber llama uua “relación social”. Con esto quiere

- V/jW.fúv’js.'/f ívvf CeselhchaHj pág. 11 ^T.l., pág. 112],


significar “la conducía de una pluralidad de adores en la medida en
que ía acción de cada uno. en su contenido significativo, tov'¡yi en cuenta
la de los otros, y es orientada en estos términos”. Continúa Weber:
L a relación social consiste entonces entera, y exclusivam ente en [& e-¿i¿íeucia
de «na probabilidad [tu der Cñünce] de que haya, er. algún sentido significativa­
mente comprensible, uj' curso de acción sccí&J, A los fines de ]k definición '.o hay
ninguna tentativa cíe especificar la base de esta pvnbabütíiad.0

El punto de vísta da Weber^ de que una relación social solo existí-


cuando hay acción social en un sentido significativo, ccu lien c en si
mismo una ambigüedad-, como hemos visto.en el capitulo I. La ambi­
güedad se difunde desde este puuto a casi todos los coaceptos funda-
mentales de su sociología. Se basa en que 63 no logra establece:: una
tiara distinción entre la comprensión subjetiva de tas demás personas,
que ocurre en la vida diaria, y la interpretación objetiva de ellas y de
sus vivencias, que ocurre en las ciencias sociales. Veamos de nuevo su
afirmación de que una "relación social eousisle entera y cxclusivaroerilo
en ía existencia de una probabilidad de que h a y a ... acción social''.
¿Para quién existe esta probabilidad, para el actor, o para el cdeniífico
social (rué lo observa? Al intentar responder a esta pregunta, Weber
presenta dos puntos de vista contradictorios en la misma página. P ri­
mero dice que las dos partes están socialmente relacionadas entre sí
‘ incluso en fa medida en que, de un modo.parcial o totalmente erróneo,
una parte pr estime una actitud particular hacia ella per parte de la
otra y orienta su acción según esta expectativa. Esto puede tener, y
tendrá habitual mente, consecuencias para el curso de la acción y ía for­
ma de ía relación”.10 Weber se refiere aquí & lo que se ha Humado a
veces ‘ probabilidad subjetiva'", a saber, la expectación subjetiva per
parte de uno de los actuantes, de que el otro manifestará una orien­
tación recíproca. Pero a coiitinnación dice:
■Sü'Ío la p robabilidad d e q ue ocurra un- cierto tip o d e acuicr.. es lo que uonsi:-
tuye la "e x is fe n u a ” de la re lac ió n social. A sí, e l U echo de q u e exisla o L a v a ey ¡Fílela
u n a “a m is ia d ” o u n "e s ta d o ", sólo sig nifica esto: q u e nosotros, los íibs-arecfdores. ju z ­
gamos q ue Ira y o lia h a b id o u n a p ro b a b ilid a d de q ue sobre la base üe ciertas c ’ascs
de ac titu de s subjetivas eor.ocíclas p o r parte d e ciertos in d iv id u o s , re sulta en el sentido
prom edio u n ciarte tip o d a a c ción especifica..

Esta segunda clase de probabilidad no tiene naturalmente nada que


ver con la primera, que consiste en un contexto de significado resi­
dente en la mente de una o de ambas partes de ía relación social. Es
más bien parte del contexto de lo que juzga un observador externo,
es decir., un científico social. En otras palabras, lo que tenemos en este
segundo caso es !a probabilidad objetiva. Añora bien, todo esto equi-

L' I b í d pág. 13, np arlad o 3 [T.I., p ág . 113].


10 Ih íd ., pá¿. 14. j>i::aa 3 i/i’-f., H S j.
vale a decir t u s el concepto mismo de relación social Je W eber se
v u e lv e í:mbrguo. E l s í refiere en verdad a dos lipas diferentes ele
f i c c i ó n y linma a ambas 'Velación socio 1”. En el primer caso, la
expeo: ación subjetiva del actor establece la probabilidad de una crien- -
tación recíproca, qne per definición significa que existe una relación
social. En el segundo caso, es el juicio "objetivo” del obsfavadoi1exter­
no lo que establece esta probabilidad y. eo íp-so, la relación.
Estas dos sitnacior.es no son de ninguna manera idénticas. En
fecUK difícilmente pueda decirse que justamente porque un observad­
or es c a p ^ de percibir la existencia de una relación social también
•a perciba el paiticipaníe en la misma relación. Tampoco se da el .
císo epussio: -o que el participante ve o' piensa que ve puede perma-
necer por completo oculto para el observador. Por lo tanto, debemos.-
bascar el criterio sobre cuya base el participante;, par una parte, o el.
coservadov; por la otra. pued.e:i concluir que tal relación existe. -: - -
Cero ericemos con la si i unción que enfrenta el observador externo, .
Vi si i-nació:: que nosotros, siguí ende a W eber, hemos llamado la pro­
babilidad cb jeiiiys de 3a existencia de una relación social. El observador
ve vaiíp.s indicaciones de ¡a existencia de tales o cuales vivencias de h
persona observada. El cuerpo de esta ultim a es, desde el punto de
vista del observador, el campo de expresión ele esas vivencias. Sus
movícuentos corporales constituyen indicaciones de aquellas vivencias
.• • .un/gen de la actividad espontánea. Los ’ productos culturales que
persona observada presenta son signos de los procesos constitutivos.,
y o c u r r e n . en su mente. Ahora bien, ¿qué significa la afirmación
de que las -u-i-L^nrify conscieriíes de dos o más personas sometidas a '
observación osLác m irtv& neri'e rplíicioncfd¿¡5? Aparentemente nada más :
que c] .aecho do que para el observador 5as indicaciones externas que
ve ante sí están en urja relación de correspondencia con ciertos pro­
cesos conscientes. Quizan el observador note que las dos personas que
ci observa están unidas en ana tarea común o ejerciendo una-influencia
cc:núu sobre el mundo externo. O quizá vea que cuando A actúa de.
una cierra manera, ií actúa a continuación de otra determinada manera, ;
Sin embargo, estas series de actos constituyen meras indicaciones pata
e; observador de lo q;;e es\& ocurriendo en la mente de ios actores. El
ioUjr;Vrcia sus propias vivencias de ellos, y lo hace-de manera de esta­
blecer ios contemos de significado en los cuales deben existir estas
vivencias conscientes en ]a mente de las personas observadas. Trata
o-’ n 1reapretar lo'S moísvos-para y los motivos-porqué de sus aceioues
y do establecer cuáles son los fines primarios y cuáles los intermedios,
etcétera. AI hacerlo asi, rcestablece imaginativamente la. estructura.''
eo--si ilativa de estos contextos de significado, llegando a interpretacio­
nes qoe son coherente^ primero, con su experiencia total del mundo
socia: y. segundo, con su conocimiento del carácter de ía persona obser-
v,-.da. Y todo tslo mantendrá una vabdez absolutamente general, seab
que se trate de oasorvar los procesos conscientes individuales- de u i : í.
o más personas o de observar procesos conscientes promedio o típicas.
Seguirá siendo cierto con prescindencia de si las personas-observadas
pertenecen al mundo de 3a realidad social directamente vivenciada del
observador, a su mundo de meros contemporáneos, o a su inunde de
predecesores. En todos los casos, el observador asume una orientar-ión-
otro con respecto al observado, y es esa orientación-otro, por supuesto.
Jo único que hace posible la comprensión del significado subjetivo,
El observador trata, por lo tanto, de descubrir 'as vivencias cons­
cientes de las cnales hay indicaciones, y a partir de la correspondencia
que encuentra, extrae sus conclusiones en lo que respecta a la relación
social. Pero la correspondencia ya no sigue siendo entonces paca el
una probabilidad objetiva, de que los procesos conscientes de la gente
observada estén realmente vinculados uno con otro. En efecto, cons­
tituye una parte del concepta mismo de la correspondencia de Jas ■indi­
caciones, el que estas últimas sólo puedan establecerse entre evenlos
qué ya yacen en el pasado. Sólo tomando la reacción como ya dada
puede el observador establecer que ésta corresponde a la Acción ^Akiion)
que la precede, La formulación que afirma la existencia de la corres­
pondencia. es por lo tanto, en principio, una formulación en el tiempo
pluscuamperfecto acerca de sucesos en el pasado. Por supuesto, esto
no impide el establecimiento de una correspondencia en simultaneidad
entre los hechos en cuestión. En efecto, !a existencia de tal corres­
pondencia como un máximo repetíble de experiencia, como un esquema
interpretativo ya constituido eu la conciencia del observador, puede
ser parte de su repositorio de conocimiento '“disponible” jI para e\.
Sin embargo, hay diferentes grados de certeza con los cuales mi
observador puede concluir que existe una relación social. Esto se basa
en el hecho de que la seguridad con la cual pueden vincularse ías indi­
caciones externas con los estados subjetivos internos depende a su vez.
de la medida en que el observador conozca a la persona que está obser­
vando. Y por supuesto, la relación misma de correspondencia depende
de esta seguridad. Y así tenemos, de hecho, grados de ínterpreiaíjilidad.
Cuando observo a mis congéneres mientras realizan sus actividades
ordinarias, no constituye un gran problema para mí decidir si están
o no implicados en relaciones sociales. Veo esas relaciones en la secuen­
cia de sus acciones y reacciones, en la coordinación del motivo-porque
de uno con el motivo-para del otro, Lo mismo vale si observo actos
comunicativos tales como el uso de signos, aunque yo no sea la pevsnna
a la que se dirigen. Siempre que conozca los esquemas interpretativos
de los signos, puedo tratar' los actos comunicativos en "cuestión como
indicaciones de fa existencia de una relación de correspondencia. Pede­
mos decir en forma más general que cualquier relación socird derivo
de la cual ocurre un caso de acción-sobre-el-otro puede identificarse
como tal con mayor confianza que una relación social en la cuaJ no
.ocurre nada más que Actos intencionales de orientación-o tro. Llama -

11 Cf. apartado £7, ps.g. 162.


remos idesde ahora al primer tipo de relación social “interacción social'’
(\VirKcvsbeziehitng),1- y al segando, “relación de orientación' (Einstel-
luHgsbeziehuug) . Es mas fácil observar el efecto que la acción de una -
persona liene sobre otra, que observar ]as actitudes que puedan tener
una respecto de otra, por ejemplo, simpatía o antipatía. En otras pala­
bras. me resuha más fácil establecer con probabilidad objetiva que dos
personas están interactuando socialmente que decir que están mera­
mente orientadas tma respecto de otra de una cierta manera. Cualquier
conclusión de esia clase debe depender respecto de su conKabiHdatl.
de la medida en que La persona observada es conocida per el obser­
vador. Existen entre e’los infinitos’ grados de m tei pr ela b i 1ida el. Supon-
gamos. por ejemplo, que una relación social no se baja en Actos de
acción recíproca (Akte xoechselseitigen Fremd-wirkens); sino en el hecho
de que los partícipes realizan meramente la misma clase de acción. Al
decir "ía misma clase de acción” queremos significar acciones orien­
tadas hacia un esquema interpretativo común (tales como un lenguaje,
un 5«tenia legal, una concepción común de! arte, una moda compartida,
hábitos comunes de vida). En u n caso como éste, si el observador debe
estimar la probabilidad objetiva de la existencia de la relación social,
entonces su argumentación tiene que tomar en cuenta más factores. Tal
argumentación debe proceder, por supuesto, de acuerdo con e! método
de ]a 'correspondencia de indicaciones” examinado más arriba. Pero
también se basará en el conocimiento previo del observador acerca
del esquema interpretativo común en cuestión. Además debe incluir el
esquema interpretativo que se encuentra en el proyecto de los actores
-sometidos a observación.
Ahora bien, ¿cómo ocurre qne ese presupuesto —pues a ello equi­
vale la probabilidad objetiva— de la existencia de una relación social
se ' vansíurma en certeza? Supongamos que la acción y Ja reacción han

[Lííci^hnente-, ‘Velación de afedacróníh. Nuestro punto cíe vista, coincitler.te


í:oli el de Lt.ckrnp.ri» ¡cf. SeküíZj CoUecíed Püners, II, 23}, es que el término ''inter­
acción ■social1 ’’, tsl coir-n Jo utilizo más tarde- Schíitz, es r.nn traducción 'aproximada'
acep¡::l.'íe de '■ V i :k s:;; bezi eh;; ng. Cf. el ensayo de ScliiUz, "Makir.g Musió Toge-
:her'. ic-hi., pág. 160: “Cuando Jos sonólogoa hablan de jal tracción social, piensan
halntuuln'enté en un con;uato de acciones intei'depeiid¡entes de varios seres jwniíi-
f t í vinculados por e] significado que el actor confiere a su acción y
que ••• supone qv.e- ñu participe entiende” , como en el caso de dos jugadores de
a^clrez. Sin embargo. auneue la eyEensión de la palabra V■'jrkeirrtvfzisfunig rainci-
nTi i.in.lmeutí con la ue ‘'ir.Lemr'iínri sarñ?ilr\ Seliiitz ¿javece p-susar en tai canceplo
¡: ' ¿í-'.é-.ico un tiene equivalente en inglés. E¡ explica esto en la pág- i?>T,
tioiids di:.••?. quíí en encía W í rfc*jisbeziehurig se actúa 'sobre alio con el propósito de
.‘icvnr-o a tener viverci&s conscientes de un determinado tipo. No es en absoluto
necesario que el otro actúe, y nuLC-íio üienos- que renccinns sobre el autor, én ei sen­
tido one tía el dicción ruó a 1a palabra “Latera-ccíiiV . En otras palabras, e! concepto
üe \','l:ke^bezish.u¡fg cíe Si.JJ.itz parece ser aquí más amplio que el de “interacción
?oc¿:aJ” c;:.'.e r.tilizu después; y mucho más amplio que cualquier forma de “acción
reciproca" {Weciiie/rí'íj.t¡¡-;jg}. Nn obstante, Schütz parece a veces íwipHc?.»- que
k:s j.cion recinroces de activcli-sobre-el-otro (Aí.{e tvechseheüigen Fre/ridu-irkens)
L'slán iri-!'::d r; en el concepto de V/jr l'embeziehin'g. Véase esLe pirata unas lineas
¡ruis ¿:iaro._;
1. O
u .c
^

ocurrido como se esperaba; por ejemplo, A ha formulado a B una pre­


gunta y B ha contestado. En este punto se lia vuelto probable j o oae
era previamente una cuestión de conjetura. Pero observemos que aún
no es totalmente cierto. Sólo A y B pueden decir si se comprenden
realmente entre sí. La que se necesita es una afirmación de A donde
diga que cuando habló estaba realmente formulando una pregunta
a B, y luego una afirmación de B en el sentido de que cuando él habló
estaba contestando a A. Ambos tendrían,, en una palabra, que testi­
moniar que sus acciones estaban orientadas-bacia-el-otio. Por lo íau’o.
sólo formulando preguntas a las personas observadas puede asegurarse
el observador la existencia de una relación social entre ellas. Sin em­
bargo, no comienza a preguntarles antes de entrar el mismo en una
relación social con uno o ambos. Más aún, cualquiera sea el juicio
que e l. observador pueda formular respecto de la probabilidad, posibi­
lidad o carácter concebible de la existencia ele alguna relación social,
deriva, cualquiera sea la validez que tenga, de la posibilidad de iníe-
rrogar de esta manera a la persona o personas que pueden estar impli­
cadas en esa relación. Esta misma, ‘ posibilidad de ser interrogado''
{Befragbarkeit) es una característica específica del objeto de la obser­
vación social directa.
Habiendo resuelto la cuestión referente a cuál es el criterio del
observador respecto de la existencia de una relación social, tenemos que
tratar de deles minar ahoya el criterio det participante.
Ya hemos visto que una relación social existe pata m í sí yo, man­
teniendo una orrentación-otio hacia mi partícipe, verifico que este está,
I por su parte, y¡venerando una orientacíón-ocro hacia mi. Por lo tanto,
sólo puedo verificar que mi partícipe está, -orientado hacia nií si yo
1estoy antes orientado hacia éh
La oríentacíón-ntro de m i participe hacia mí es algo que puedo
llegar a conocer de varias maneras diferentes. Por ejemplo, él puede
actuar sobre mí, y yo puedo luego cobrar conciencia de ese hecho. O
puedo a m i vez dirigí míe a él y encontrar que su atención ya esta
dirigida hacia mí. En ambos casos, la relación social se constituye a
través de mi Acto de a tención. Por otra parte, puedo tratar de actiicr
sobre mí partícipe de tal manera que se requiera su propia atención
hacia mí para que se lleve a cabo el proyecto o propósito que está
detrás deí acto de acciones sobré .el otro, Pero todo esto no es tanto
uua descripción de cómo una persona sabe que está en una relación
social, como una descripción de cómo se engendra nna relación social.
Para utilizar uña buena expresión de Wiese, es nna descripción de la
acción de contacto y de la situado ?i de contacto (des Kcynln'dh^cUhi-í
wid der Kontaktütuation),
Existen dos maneras en que una peisona que vive en el ¡muido
sucia! puede darse cuenta de que son retribuidos sus Actos intenciona­
les cte conciencia, dirigidos hacía otra persona. Puede v-iv-ir en estas
vivencias conscientes mutuamente relacionadas o. saliendo por así decir-
lo. de la r dación social. coniem-plgrhjs como objetos de observación. ’lbi
ejemplo tí ti primer casa sería el siguiente: asumo una orientad on-otrod
’ ;lh:rja imí partícipe.. que está a su vez crien lado hacia mí; inmediata-;
meio.c-, y a- mismo tiempo, capto el lioelio de que él, por su parte, eslá -
consciente de mi atención baria él. En tale-s casos yo. tu. -jt.tf.soiw?, vivir
jiios en Ja relacen socia i misma, y eslo es cierto en virtud de la inten-
eamairdad de los Actos vivientes dirigidos hacia el partícipe. Yo, tú,
nosoirosj. somos i lavado? de esta maneta de un momento al si g miérito
en orna modificación ateaeíonal particular del estado de hallarse mu-
tnaznsníe orientado uno hacia otro. La relación social en que vivimos
st constituye, por lo .tanto, por medio de la modificación atencioiial
por mí orientacícn-oíro, cuando yo capto en forma inmediata
y (.utcC'l': deni.ro de esta última la realidad verdaderamente viviente'deí
pnrooipe coi no alguien que esta a su vez orientado lia cía mí. Llama­
remos ‘Velación secir:’ viviente” a tal relación social. .- .
La relación social viviente puede ocurrir' de varias maneras distin­
tas. L n su pureza y plenitud, como mostraremos más adelante en
de-ahe, esta vinculada con el carácter corporaímente dado del tú en la
süuación cara a cara. Como tal. es una relación. viviente cara a cara
c vur= reJ ación -«oso» ros pura. De ella derivan, su validez todos los Actos
iatorc'emde? de cvieotacíer.-oho que no pertenecen al dominio de la
realidad socio.’ directamente vive-nciada, todas las maneras de inler-
prceir ei significado subjetivo, y todas jas posibilidades de atender a
;o.s mundos dg Jo w n eros cor.temporáneos y .de los .predecesores.—Una
do n ■.ic s ty & 5 ..pyfacípales tareas en esl~e capitulo será esclarecer las tela-
cior.es sociales que tenemos con los muidos de los meros contempo­
ráneos y de ios- predecesores^ sobye la base de la^relacián^nosotms-
pora, y demostraT^ómc-da? primeras se deducen de la segunda. Pero
yo, qae estoy viviendo dentro del mundo social, puedo también dirigir
mi arenero o hacia él-ubicándome fuera de él y transformándolo en uü
objeto de observación o pensamiento. Lo que ocurre entonces es que
atiendo en ej tiempo pluscuamperfecto a los Actos intencionales que ya
lie realiza uo mientras estaba orientado hacia-el-otro y bacía lo que be-
co ;■r-. ; en esos Actos, a saber, la orientación del otro bacía mí. Sobre
■a base de esta ntenciom puedo proceder luego a juzgar la probabilidad
ooietiva oe le. orientación mutua. Cuando lo liago estov en cierto sen-
t-icío reao7 mi do autoobsevv&ción. Sí por ejemplo trato de actuar sobre
otro, sólo puedo saber si esa persona se 3ra orientado bacía mí después
de ene ird acción está cumplida y terminada, y por lo tanto es ya un
e?oJ.o o un fracaso. Por supuesto, el proyecto de mi.actuar social estuvo
acompañado por pretensiones que anticipaban tal reciprocidad. Sin em­
bargo. sólo en al caso de que esas pretensiones se hayan cumplido
pnedo yo. como observador, hacer una “conjetura racionar’ respecto .
do que existo realmente en ese caso una relación social. Mi actitud
es ia misma, en este caso, que la de un observador externe. También/
desde m; punto r.e vista como observador., la presencia y disponibilidad
de una orientación-otro por parte de rnf partícipe — en una palabra, de
una relación social— es «na probabilidad puramente objetiva. Por lo
tanto., la relación se me aparece con grados diferentes de evidencia e
interpretabdidad. Por supuesto, hay una diferencia muy siipiii ¡c.;:ívt,
entre la auloobservación en tal situación y la observación por par'c
de una tercera persona exterior a ia relación. En eíecfo, cuando obser­
vo retrospectivamente mi proyecto, conozco con certeza el motive,-pava
de mi acción. Por lo tanto, puedo aclarar para raí mismo, en una espe­
cie de reactualización imaginativa^ el contento de significado de La
motivación, aunque sólo tenga una conciencia vaga y. confusa de esce.
Y puedo verificar, observando eL curso de mi acción, si mi proyecte
se ba cumplido. Además, me es posible rememorar el fin más amplio
con respecto a] cual mi acción sobre la otra .persona era ítójo una mela
intermedia. Por último, puedo recordar las modificaciones atencionrdís
sufridas durante la acción por mis Actos intencionales cuando se diri­
gían hacia la otra persona. En el caso de estos complejos procesos ele
autoobservación, se. aplican los mismos principios interpretativos q:.;e
eu el caso de la observación por parte de una tercera persona, Lu cons­
titución de una interacción social es incomparablemente más fácil de
discernir que la de una simple relación de orientación. Y dsbe notarse
rp.ie existen muchos estadios diferentes entre estas uílnnai. En Jos
párrafos precedentes hemos buscado el criterio por medio del cual nna
persona que vive en el inundo social sabe que está en una re*ación
social. Tenemos aun que tratar el segundo estado de cosas que Weber
incluye en su concepto de relación social, a saber, el caso en c¡ue el
actor orienta su acción hacia la probabilidad subjetiva de ía existencia
de la relación social. Ahora bien, no es de ningura manera cierto que
toda conducta dentro de nna relación social se oriente hacía la existen­
cia de esa relación. Por ese motivo debemos distinguir entre I) aque­
llos Actos ( Akie) que han sido intencionahnente dirigidos hacia el
partícipe y que tienen como presupuesto esencial una orientación-otro
por parte de éste, y 2) todos los otros Actos (Akie) realizados en la
orientación-otro dentro de nna relación social. Sólo haciendo esto sere­
mos capaces de verificar en qué sentido puede decirse que un actor
supone que su partícipe está orientado hacia él y orienta su propia
conducta hacia esa suposición.
Con respecto a este punto, es de g:an importancia nuestra distin­
ción previa entre relación de orientación e interacción. Tomemos como
ejemplo de la primera el caso de un amor acerca de cuya retribución
el amante está seguro. Para que yo tenga una orientación de amor
hacía mi partícipe, no es. de ningún modo necesario que.sepa si ei-a
está orientada hacia mí y cómo lo está. M i conocimiento de la acritud
de mi partícipe es puramente secundario. Sin duda deseo, en ele] ras
circunstancias, que ía otra persona me preste atención, sepa de mi
amor y me lo retribuya, pero puede haber otras circunstancias en las
cuales ao deseo tal cosa. Como muestra e! ejemplo, no es esencial para
los Arlos (ákte) de 1.a relación de orientación que se basen en el
conocimiento de la existencia o 110 existencia de nna actitud recíproca.
Con seguridad, mi propósito puede ser producir precisamente esta
actitud recíproca en la otra persona^ y puede interesarme el éxito o
fracaso de esta empresa. En tal caso, la pura relación de orientación
se üTij^loritia en interacción, lo cual nos da una situación por com­
pleto diferente. Existe entonces una interacción cuando una persona
actúa sobre otra, con la expectativa de que esta última responda, o a!
menos se de- cuenta. No es necesario que el partícipe actúe sobre el
actor en forma reciproca, ni siquiera que actúe él mismo. Todo lo que
se requiere es que el partícipe se dé cuenta del actor e interprete lo
que esíe hace o dice como evidencia de Jo que ocurre en su mente.
Todas "as vivencias del partícipe se modificarán, naturalmente, a raíz de
la atención que presta al actor.
Por jo tanto, toda interacción se basa en una acción que consiste
en ac’.uav sobre eU'O den ti o de una situación social. El objeto de 3a
acción consiste en llevar al partícipe a que tenga vivencias conscientes
de una determinada clase. La condición necesaria de la acción es que
el partícipe preste atención al actor. Pero no todo a'cto de actuar-
sobre.-el-ol.ro se lleva a cabo dentro de una relación de interacción, ni
siquiera dentro de alguna relación social; no todo acto de actuar-s obre-
el-otro presupone que el otro esté orientado hacia mí. Por el contra­
rio,. hay casos en que actuar sobre otro presupone precisamente la falta
de conciencia de este último respecto de mí, presupone que yo no soy
percibido y me mantengo en el anonimato, entre bambalinas, por así
decirlo. Pero casos corno éste son una forma Derivativa de la situación
¡rara de actuar-sobre-el-oíro. En esta forma derivativa sólo trato de
i.

reniizar un acto que induce ciertas vivencias conscientes en m í partí­


cipe, acto que sin embargo podría muy bien ser realizado por algún
otro y en diferentes circunstancias.
Pero cuando al actuar sobre otro trato de que éste sepa que 1c
estoy haciendo,iri tenernos la relación c¡e interacción. Su actitud aten-
cieña! Ivacía raí ha entrado ahora en el proyecto mismo de m i acto. Se
•raij.^ormo en mi motivo-para. y llegó a constituir el ”a causa de lo
cual" as mi acción sobre él, en el sentido de que es mi meta final o
m i meta intermedia, Poi lo tanto, cada vez que establezco un signi­
ficado estafé a la expectativa de la interpretación que le d¿ mi partí­
cipe. Esía expectativa mía entrará dentro del contexto final más amplio
en el cual ocurre el establecimiento de significado. La interacción
social esf por txmsigmsnie, ¡tn contexto -motivacimial y, de hecho, un
crníextñ mc'ivacíoiial intersubjetivo. Es esencial para 3a constitución
de la interacción que cada acto de actuar sobre el partícipe se em-

3L: Ei. üue eú UhS. sima^ícn. ye sea vivenciada por üjí ccparticipe como física-
ir-er'e p r e s ó te o iaeranser.te como un tijjo ideal, depende de si la interac.-cíóxi de
L-'-ipcr■■'-■’uííi -Sr>::]llI ce cizrcet?, o .Ricítrecta. [“ob sécIi uní eme \imweltiícli¿ od-ei iiát-
v.-?;tl:cne W:rice¡15 *lezfcku :«g ísanclclt"].
prenda para suscitar una cierta orientacióir-otro recíproca de s i l parte.
Examinemos ahora la estructura única de esta contexto rnotiva.cional.

32. Eí contexto motivacional de la interacción social

Puedo proyectar mi acción de modo que te represente como rao vicio


hacia una cierta clase de conducta tan pronto como hayas captado lo
que estoy haciendo. Estoy representando eato ti ce:? tu interpretación
de mi ficción como el motivo-porqué de tu conducta. Supongamos, por
ejemplo, que te formulo una pregunta. Mi motivo-par a no es mera­
mente que tú comprendas la prega nía, sino obtener una respuesta de
ti. Tu respuesta es la razón por la cual (el "a causa de lo caá:’'; de nn
pregunta. Ya en rni proyecto ha representado la pregunta como habien­
do sido formulada y a Li como habiéndola comprendido y estando
persuadido, por esa comprensión, a responder. Lo que se representó
de antemano es lo que tú contestarás. Por supaesto, lo que comediarás
sigue siendo indeterminado dentro de este contexto particular de sig­
nificado (formular una pregunta y esperar una respuesta). Tona fan­
tasía de esta clase y tecla expectativa tal van acompañadas. sío doda,
por mi deseo, una tendencia de sentimiento que se dirige hacia la
consumación del proyecto ya esbozado. Pero es por completo seguro
que realizo un juicio en la fantasía en el sentido de que mí pregunta
evocará una reacción definida de tu parte. Este jarcio es separable del
deseo que en él se basa, y puede estudiarse en forma aislada. Por lo
tanto, ignoremos la actividad de sentimiento y preguntemos 006 dig­
nifica decir que una acción que yo realizo dentro de una relación socied
(que esf por lo tanto^ interacción?,!) inducirá a la 'persona liada la
cual está dirigida la acción a comportarse de una cierta manera.
Sigamos con el ejemplo de la pregunta y la respuesta. Ei interro­
ga dor fantasea en el tiempo fu curo perfecto que !a persona in cerro ¿acia
le habrá respondido. Por lo tanto, fantasea qns sn pregunta se trans­
formará en un auténtico motivo-parque para la respuesta de la otra
persona,, y mantiene eso presente cuando formula ia pregunta. Ahora
bien, esto parece contradecir nuestra afirmación anterior de que na
motivo-por que sólo puede ser captado en el tiempo, pluscuamperfecto
y dentro de un Acto de atención que toma como dado nn acto moti­
vado ya cumplido. Se podría replicar que la persona que está fania.-
seando representa, dentro de su proyecto en el tiempo futuro per¡ecao.
que.ya ha sido dada una respuesta (no especificada). El neto do res­
ponder aparece asi como pasado para el inierrogador, y el motivo de
guien contesta aparece en el tiempo p?tiscuamperfecta. Síi> embargo,
esto no satisface las demandas del análisis exacto. En efecto, ..-cómo
sabe el interrogador que su propia pregunta.es el auténtico rnoti vü-::orcoe
de quien responde? Este es un presupuesto suyo, y en verdad prnc-ec

Cf. apartado 18. pág. 123.


constiUuv un presupuesto de toda pregunta. Et juicio de que la pre­
gunta motivará probablemente la respuesta es. en verdad, el motivo-
para del Ínter. ogador. Este ‘"sabe” qne probablemente ocurra así, tal
como sabe las demás cosas por experiencia. Sabe que cuando él misino
contestó una pregunta en el pasado,, ésta constituía el auténtico rr.otivo-
norqoe ce su respuesta. El contestó porque le preguntaron, r sabe
c,ne jo mismo e-s cierto en ¡o que respecta a sus amigos y allegados.
De redo el contexto de su experiencia pasada deriva entonces la má­
xima ge riera 1 de que la pregunta es un auíénlico motivo-porqué de la
respuesta.
Por supuesto,1el interrogador no sabe realmente que su pregunta
eatrar?. en lerna efectiva eo la conciencia de la otra persona cuando
■ésta contesto, si 1c nace. y.i siquiera está seguro de que baya entradn .
una vez dada la respuesta. La respuesta completa sin duda el pro­
yecto del intenogador junto con los pretensiones y anticipaciones vacías
de. este último, pero es con’ todo incierto si la persona preguntada ha
enfocado la pregunta como el auténtico motivo-poique de su respuesta.
Sigue siendo incierto si las- palabras preteridas qae el interrogador
interpreta corno una respuesta están "basadas” en la pregunta u ocurren
“independíenteineiite” de eíla, es decir, sin que esté vinculado con ella
ningún significado. En otras palabras, no se sabe sí significa realmente
una rsspnesca. Más aún: cuando Ja persona preguntada replica, lo
bri.ee- de acuenrío con su interpretación de la pregunta y con el propó­
sito ele eor.'ü.-udcsr nigo al interrogador. Este proyecto de respuesta
ocurre con libre espontaneidad en u:v puro contesto-para. Pero el que
responde debe cc-mprenaer primero la pregunta v}.por lo tanto, ovien-.
iarse hacia el interrogado:'. Y su respuesta debe ser tal que el iñtcrro-
. gader -a acepte tomo una réplica real a su pregunta. La orientación
de quien responde reríeja por lo tanto la del interrogados Pero el­
ees responde sólo puede ver que la pregunta fue su auténtico motivo-
porqué si presta especial atención a su proyecto de réplica que ya es
pasado, y a su interpretación de la pregunta, que lo precedió. Esta
atención puede prestarla si lo hace? no como actor, sino como una '
persona, qne rev;sa su propia conducLa y la interpreta de nuevo. Esto -
resulta por completo claro si completamos el cuadro introduciendo los
O; croen tos Oe sentimiento que liemos dejado de lado con anterioridad.
Gb servamos entonces que el interrogador desea una respuesta y que
Ja persona interrogada esUí dispuesta a responder. Pero esta última
no se cía cuenta de su disposición; la realiza meramente contestando.
Se a1 después percibe que su propia disposición a contestar sirvió como
ir.ot;vc-pcrque de la respuesta real. No puede ver esto más que obser­
var'!:: ?! proyecto de la respuesta o la respuesta misma. Sólo entonces
onece detectar el deseo de su interrogador como el auténtico motivo-
porque que puso en acción su propia disposición a contestar.
Sin embargo, en este punto hay que tener gran cuidado. El con- .
cepLo mismo de respuesta presupone que se Ira formulado, una pregun­
ta. Y presupone también que el interroga dor inlerpretará ía eondueii'.
ele su partícipe, .subsiguiente a su pregunta, como !a respuesta a el-a.
La situación completada en la cual encontramos frente a frente la pre­
gunta y la respuesta sólo es, por lo tanto, nna abreviación de \:n estajo
de cosas extremadamente complejo dentro del cual los procesos implí­
citos de establecimiento e interpretación de signiticado se entrete'ea
entre sí en forma muy elaborada. Ya liemos elaborado ejemplos más
simples de tales procesos. Sin embargo, podemos estar absolutamente
en claro acerca del sentido en qne la pregunta es el motivo-perqué Je
la respuesta y la respuesta es el motivo-para, de Ja pregunta. Lo esen­
cial 65 que la persona que está interactuaudo con otra anticípe jos
motivos-para de su propia acción como los genuinos motivos-porqué
de la conducta esperada de su partícipe e, inversamente, este prepa­
rada a considerar Jos motivos-para de su partícipe como los gemimos
motivos-porqué de su propia conducta. Esta introvisión es de gran
importancia, pues indica los métodos que se' utilizan tanto en la vida
cotidiaua como en la sociología comprensiva para develar ?os motivos
de la otra persona. Cualquier acción sobre el partícipe dentro de mía
relación social presupone, por lo tan lo, que éste esté orientado ha oí a
el actor de una manera especial. Esta orientación es tal que los mocfvos-
para del actor se transforman en los motivos-porqué del participe. Aho­
ra bien, no es necesario que el actor esLe consciente de es-Va situación.
Todo lo que se requiere es que en cualquier momento pueda traeca
al foco de su atención concentrándose sobre ella. Pero un Acto ce
atención de esta naturaleza requiere que eí actor se ponga afuera de :a
relación social e interprete su propia acción dentro de esa relación. En
todos estos casos puede descubrir dentro de su experiencia pasada
el contexto de motivación que constituye la reacción deí partícipe. E sta
puede ser experiencia específica de este partícipe en particular, o puede
consistir en conocimiento de ías reacciones típicas que uno espera cu in ­
do actúa sobre otra persona de una manera típica. Llevamos siembre
con nosotros el conocimiento de reglas de esta cíase. Simplemente las
damos por sentadas y. puesto que no tenemos razón para cuestionar! os,
nunca nos preocupamos ni siquiera de preguntar dónde "as hemos apren­
dido. El monto de experiencia que uno tiene de otra persona depende,
por supuesto, del dominio social al que ésta pertenece en relación con
nosotros: si es un congénere en experiencia directa, un mero contem­
poráneo nuestro, uno de nuestros predecesores o una de ni íes Iros suce­
sores. El grado de precisión con que podemos estimar su rtacció:^
dependerá de cual de estos dominios habite esa persona. El contexíc
motivacional de la interacción misma deriva su validez de la relación
social directa, de la cual todas las otras interacciones son meras modi­
ficaciones. En la intencionalidad viviente de la relación social directa
ios dos partícipes están cara a cara,-sos corrientes de conciencia están
sincronizadas y engranadas una -en otra, cao a una de ellas accóa en
forma inmediata sobre la otra y el motivo-para de una se transforma
en d modvo-porque cié la otra, mientras los dos motivos se comple­
mentas y convalidan entre sí como objetos de atención recíproca.
Está abierto ahora, el camino hacia la. comprensión de ia estructura
de.; mundo soda 1. Comenzaremos por el dominio de la. realidad social
di rectamente vivenciada y de la pura relación-nosotros que la constituye.

;C] E L M U N D O D E LA HE AL I DA D SOCIAL
D IR E CT A M E N T E VI VENCÍ ADA

33. La situación cara a cafa y la relación-nosotros

Hablo de otra persona como ubicada dentro del alcance de mi expe­


riencia directa cuando ésta comparte conmigo una comunidad de espa­
cio y una comunidad de tiempo. Comparte una comunidad de espacio
conmigo cuando está presente en persona y yo tengo conciencia de ella
como tal, y, además, cuando la percibo como esta persona misma, este
individuo e-¡i pnrticidar, y percibo su cuerpo como el campo sobre el
cual se manifiestan los síntomas de su'conciencia íntima. Comparte una
comunidad de (iempo 15 conmigo cuando su experiencia fluye paralela­
mente a ja mía, cuando puedo en cualquier momento mirar hacia esa
persona y captar sus pensamientos a medida que se producen, es decir,
cuaudo estamos envejeciendo juntos. Cuando dos personas se encuen­
dan de esta manera una al alcance de la experiencia directa de la
oirá, digo que están en la situación “cara a cara’*. La situación cara
a cara presupone una simultaneidad real qae dos corrientes de con­
ciencia separadas tienen nna con otra. Ya liemos aclarado este punto
en el apartado 20 del capitulo III, cuando tratamos la tesis general deí
yo del otro. Agrega naos ahora a ello la inmediatez espacial del otro? en
virtud de la esial su cuerpo está presente para mí como un campo de
expresión de sus vivencias.
Esta inmediatez espacial y temporal es esencial para la situación
cara a cara. Todos los actos de orieutación-otro y de actuar-sobre-el-
oíro. y por lo tanto todas las orientaciones y relaciones que ocurren
dentro de la situación cara a cara, derivan su propio sabor y estilo
específico de esta inmediatez.
Consideremos primero la manera en que se constituye la situación
cr.ia a cara desde el punió de vista de un participante en esa situa­
ción. J/ara cobrar conciencia de esa situación, el participante debe
volverle in [ene: on a1rn en iré consciente de la persona frente a la cual estáf
y asumir una orientación-oíro cara a caía bacía el partícipe. Llama­
remos a esta acííhid "orierUación-tú11, y procederemos ahora a describir
sus rasgos principales.
Ante iodo. Ia orientación-tú es el modo puro en que estoy cons-

CF. ap^rtadn 20. 132.


dente de otro ser humano coma persona.i; Estoy ya orientado hacia c;
tú desde el momento en que reconozco una entidad que vivencio direc­
tamente como un congénere (como un tú) atribuyéndole vida y con­
ciencia. Sin embargo, debemos tener bien en claro que no se traía de
un juicio consciente, sino de una experiencia prep:edicativa en la cual
eobi'o conciencia de un congénere humano como una- persone. La orien­
tación-tú puede entonces definirse como la intencionalidad de los Actos
por medio de los cuales el yo capta la existencia cíe !a otra persona
en el modo del sí-mismo original-17 Toda experiencia externa de es la
clase, en e\ modo del 'sí-mismo original, presupone la presencia real
de la otra persona y mi percepción de que está allí.
Ahora bien, deseamos acentuar que el estar allí (Dasein) del oi.ro
es precisamente aquello hacia lo cual .se dirige la orientación-tu, no
necesariamente las earacterís ticas del otro, El concepto de 'a o; i sn da­
ción-til no implica conciencia de lo que'está ocurriendo en la mente col
otro. Eo su forma "pura"’ la onentación-tá consiste meramente en estar
dirigido en forma intencional hacia el puro ser aquí de otio ser humano
vivo y consciente. Con seguridad la orientación-tú “pura’'' es un con­
cepto formal, un eonstructo intelectual o. según la terminología de
Husserl, un ‘"límite ideal’".18 En la vida real nunca vivcnciaincs la
‘'existencia pura"-de otros; en cambio, encontramos gente real con sus
propias características y rasgos personales. La orientacicn-tú r.o es
entonces, tal corno ocurre en la vida diaria, la “pura" oríentaeimvtú,
sino esta última cuando je ha realizado, y vuelto determinada, en alguna
medida.
Ahora bien> el hecho de que yo te contemple corno un congénere
110 significa que yo sea también mi congénere para ir, a menos qne tú
estés consciente de mí, Y por 'supuesto, es perfectamente posible quo
lít no me estés prestando en absoluto ninguna atención. La orienta­
ción-tú puede ser, por lo tanto, unilateral o recíproca. Es unilateral
si sólo uno de nosotros nota la presencia el el otro, E i recíproca si
estamos mutuamente conscientes uno ó el otro, es decir, si cada mío de
nosotros tiene la orientación-tú hacia el otro. De esta manera se cons­
tituye a partir de la orientación-tú la relación cara a cara (o relación
social directamente viven ciada)." Ya hemos formulado, en el apartado -31.
los criterios por los cuales- se llama" a una persona participe en tal
relación, Llamaremos “relaciómnosotros pura”.a la relación cara a cara
en la cual los participes están conscientes uno de otro y participar, sim­
páticamente uno en la vida deí otro., por más breve que sea esa rela­
ción. Pero también la -“retación-nosobcos pura’’ es solo un ccncepio

lfi [Litera]ineute, "la pura forma en que él se me aparees" {reine Erszhüitrjv.gs-


farm).}
17 Esta originalidad no es, por supuesto.; “primaria”, pues;a r^ue U'- '-'id:', ec-lu­
ciente de la otra persona me es en principia iuaeeesíbls en púreepcuiu ;'.¡reú;i. Es,
scgvin la tetnúnologín «ls Hnsserí, nna engiiL-.uáac! "seCitnc’jLirla’' ■fÍLissiá Lo¿'k.
pág. £06).
Ideen, pág. 138 [T.T., pAg. 203].
ít.t.íío . La relación.social directamente vivenciada de la vida real a s ­
ín. reíacion-nosc-tios pura cor/ entizada y realizaría en mayor o menor ’
grado y 31en a de conleniáo. .
Los-remos esto con un ejemplo. Supongamos que tú y yo estamos
mirando en pajaro pía vuela. El pensamiento “páiaro-en-vuelo” está
en cada ana de- maestras m e n te s y es el medio por el cual uno de nos-
'• " ioteipreta sus propias observaciones. Sin embargo, ninguno de
ios ¿os podría decir si las vivencias en esa ocasión fueron idénticas.
De hecho, ninguno de nosotros trataría siquiera de contestar a esa
pregunta, puesto que el significado subjetivo propio de uno no puede
penerve nunca iunto aj del otro y compararse con él.10
Sin embargo, ,t arante el vuelo del pájaro, tó y yo hemos “enveje­
cido umCos": nuestras vivencias han sido simultáneas. Quizá mientras
yo seguía el" vuelo del pájaro noté por eí rabillo del ojo que tu cabeza
se movía en la misma dirección que la mía. Podría decir entonces que '
los dos. que -no-sciros-, mirábamos eívueío del pájaro. Lo que hice en "•
este caso es coordinar temporalmente una serie de mis propias vivencias
coa :.tna serie de las tuyas. Pero al hacerlo así no voy más abá de una
mera correspondencia general- entre mi “pájaro-en-vuelo” percibido y
tas vivencia?. No pretendo-poseer ningún conocimiento del contenido
de tas vivencias o de la-manera particular en que estaban estructuradas.
Me síber rpm’cú eres un congénere humano que estaba mirando -
ía misma cosa yo. Y si tú has coordinado de una manera similar
mis experiencias con ks tuyas, ambos podemos decir entonces que nos-,
otros hornos visee un pájaro en vuelo.
La reJacíón-nosotros básica ya está dada para mí por el mero:
hecho de que he nacido dentro de! mundo de la realidad social,direc-:
ta menee vivenciada. A partir de esta relación básica se deriva la vals-h
dez origma] ce todas mis vivencias directas de determinados congé­
neres. y tambicn mi conocimiento de que existe un mundo más amplio,
de mis contemporáneos que yo estoy ahora vivencíando directamente,''
En este sentido, tiene razón Scheler cuando dice que la experiencia ;
del nosotros {¿Lie Erfahnmg vom W ir) en el mundo de la realidad social
.inmediata es ía base de la experiencia del yo (die Efiahnm g (fes Ick)
deí mando en general.50 Por supuesto, no tenemos aquí lugar para
tratar ías diücdes cuestiones fenomenologicas referentes a cómo este ;
nosotros se constituye a partir del Sujeto transcendental o-cómo el tú
; r f i'• v/jmonra. al yo psicoíísrco-21 Sin embargo, para nuestras
timdioades podemos dejar de lado estas cuestiones y comenzar supo-’
níendo ía existencia mundana de las oinas personas, • para proceder
é:.e¿;c a describir cómo so constituyen nuestras vivencias de e'Tí>c n
paj’Lir ce le velaeic u-nc sotros pura.

51-1 Cz. más nrribr;, p^urtada 19, pág. 129.


^ Schj'sv. “EdícnLiluis w r . /irbeil” , Die W-issensfann unrf die Ce*ellschsjt
{ 1C26L 11, pígs. <75 y si¿s.
“J Pili-?. 'ir¡ -.raeLiTiis-ilrc '.le eslas cuestionas cf. Ilnsserl, Meditaciones cartestar
Para explicar cómo nuestras vivencias del tú están enraizad r.s en
la relación-nosotros, tomemos como ejemplo una conversación. Supon­
gamos que tú me estás hablando y ye comprendo lo que dices. Cono
liemos visto, hay dos sentidos de esta comprensión. Ante todo, capí o
e! 'significado objetivo” de tus -palabras, el significado que habrían
tenido si hubieran sido pronunciadas por tí o por cualquier otro. Pero,
en segundo lugar, está por supuesto el significado subjetivo, a sfiber. lo
que ocurre en tu mente a medida qoe hablas, Para captar su signifi­
cado subjetivo debo representarme tu comente de conciencia corno
fluyendo junto con la mía. Dentro de esta representación debo :aL .e¿'-
prelar y construir tus Actos intencionales a medida que eliges rus pala­
bras. En ia medida en que tú y yo podamos vivenciar mutuamente
esta simultaneidad, envejeciendo juntos por un tiempo, en !a medida
en que podamos vivir en elía3 en esa medida, cada uno de nosotros
puede vivii' en los contextos subjetivos de significado del otro. Sin
embargo, nuestra capacidad para aprehender los contextos subjetivos
de significado de] otro no debe contundirse con la relación-noso! ;■ os
cusma. En efecto, sólo capto tu significado subjetivo, en primer lugar,
partiendo de tus palabras como dadas y preguntando luego cómo ale­
gaste a utilizarlas. Pero esta cuestión mía no tendría sentido si yo no
supusiera ya la existencia de una relación-nosotros real o por lo menos
potencial entre tú y yo. En efecto, solo dentro de la relación-nosotros
puedo vivenciarte concretamente en un momento partícula•• de tu vida.
Para expresarlo con una fórmula, sólo puedo vivir an tus contextos
subjetivos de significado en la medida en que fe vi venció directamente
dentro de uua relación-nosotros realizada y llera de contenido.2-
Esto es cierto respecto de todas las etapas de comprensión de
otra persona,, en la cual está implicada la atención a su significado
subjetivo. En efecto, todas mis vivencias de la otra persona (sobre
todo ía otra persona aprehendida directamente), sea que manifiesten
acuerdo o discrepancia, tienen su origen en la. esfera de hi ralaciori­
no* otros. La atención a Ea relación-nosotros amplía a su vez el cono­
cimiento objetivo de ías demás personas, que lie obtenido de mis
propias vivencias de ellas. Acrecienta igualmente mi conocimiento
objetivo de la persona en particular implicada conmigo en esta deter­
minada relación-nosotros. Así, los contenidos de la corriente d.el nos­
otros. que es una e indivisa, están siempre ensanchándose y contrayén­
dose. En este sentido, el nosotros se parece a mi corriente de la
conciencia en el flujo de su dnración. Pero ésta similitud está com­
pensada por una diferencia, La relación-nosotros es tanto espacial cim'o
temporal. Abarca también el cuerpo de la otra persona, además de
su conciencia. Y puesto que sólo capto lo que eslá sucediendo ea so
mente medíanle los movimientos corporales que ésta realiza y yo per­
cibo, este Acto de captación es para mí una vivencia que trasciende
mi propia corriente de conciencia. Sin embargo, debe acentuarse rjue

2- [Este pátrafo es ur.s paráfrasis ctel cnginald


entre todas las vivencias auto trascendentes [a experiencia-no sai ros sigue
siendo la mas cercana a la conieiite de conciencia misma.
Adornas, mientras estoy viviendo en la iciación-n osotr os estoy real­
mente viviendo en nuestra comente común de conciencia Y tal como
debo ponerme, en cierto sentido, fuera de mi propia corriente de con­
ciencia y “congelar” mis vivencias para poder reflexionar sobre ellas, el
mismo requerimiento vale para la relación-nosotros. Cuando tú y yo
estarnos implicados de manera inmediata uno con otro, toda experien­
cia se halla coloreada por esa implicación, En la medida en que vamos
a pensar acerca de las vivencias que tenemos juntos, debemos apar­
tarnos en cierto grado uno de otro. Para poder traer la relación-nos-
oiros ni loco de nuestra atención debemos dejar de enfocamos uno
a o'.ro. Pero esto significa ponerse fuera-de la relación cava a cara,
puesto que sólo en esta última vivimos en el nosotros. Y aquí podemos
aplietir. en w i nivel más alto, todo lo que dijimos acerca del tiempo
fenoménico en nuestro análisis del yo solitario. La atención bacía las
vivencias de ia relación-nosotros presupone igualmente que esas viven­
cias han llegado a plena maduración y son cosa transcurrida. Y7 nuestra
captación retrospectiva de las vivencias-nosotros puede ubicarse en
coaicufer lugar dentro del continmim que va desde el máximo de cla­
ridad hasta la completa confusión, y caracterizarse por todos los grados
de conciencia, tal como ocurre con la autoconciencia. En particular,
cuanto más grande es m i conciencia de la relación-nosotros, tanto menor
es mi implicación en ella, y tanto menos estoy auténticamente vinculado
con mi partícipe. Cnanto más reflexiono, más se transforma mí partí­
cipe en un mero objeto de pensamiento.
Habiendo definido el concepto de la relación-nosotros, describimos
aliora las características específicas que la distinguen de todas fas otras
relaciones sociales.

34. Análisis de la relación cara a cava

iín la sección precedente liemos deseripto la forma especial que asume


la ericnuición-otro y la relación social en presencia directa de la otra
persona. Esta descripción definía, er efecto, los nuevos conceptos de
oríentación-tn y de relación-nosotros, separándolos de los conceptos mas
generales de orienta ción-o¿ro y de relación social como tales. .Estos
conceptos tí os dan la base para nuestro análísrs de la orientación-otro
c-ireciamente vivenciada y de la situación cara a cara.
Si la relación-nosotros pura era meramente, una modificación de
Ja relación social en general, podía identificarse igualmente con ía
orientación social directa y con la interacción social. Pero estrictamen-
ie hablando, la relación-nosotros pura se da con prioridad a cuaíquiera
de esias dos. La relación-nosotros pura es meramente la forma recí­
proca de la relación-tú pura, es decir, la conciencia pi.ua do la presencia
de oirá persona. Debernos acentuar su presencia, no sus rasgos espe-
cífieos. La relación-nos otros pura implica nuestra conciencia mutua
cíe presencia y también el conocimiento de cada mío de qae el otvo
está consciente de él . Pero para poder tener nna relación sockd debe­
mos ir más allá. Lo que se requiere es que la orientación-o no de cada
participe se colores con un conocimiento especifico d.e la manera espe-
cíf lCcl en que éste es considerado por el otro partícipe. Esto sólo es
posibíe, a so. vez, dentro ce la realidad social directamente vivenciada.
Sólo allí se encuentran directamente nuestras ir Iradas;, sólo allí puede
uno notar realmente cómo el otro lo está mirando,
1'evo xi11 o- 110 puede cobija conciencia de esta conexión básica
existente entre la rclación-nosotros pura y 1?, relación cara a cara mien­
tras es todavía im participante en la relación-nosotros, Es necaacrio
ponerse fuera de ella y examinarla. La persona que aún participa en
la relación-nosotros no la vivencia en su forma pura, a saber, como urja
conciencia de que la otra persona está allí. Én cambúh vive simple­
mente dentro, de la relaci ón-nosotros en ía plenitud de su contenido
concreto. En otras palabras, la reí ación-nos otros pura es un concepto
meramente limitante que uno utiliza en el míenlo de lograr una cap­
tación teórica de la situación cara a cara. Pero no existen vivencias
específicas concretas que lo correspondan. En efecto, las vivencias con­
cretas que ocurren dentro de la relación-nos o tros captan su obfeto —-cl
nosotros— como algo único e irrepetible. Y lo hacen en un solo Acto
intencícnal indiviso.
Las relaciones-nosotros concretas muestran ranchas diferencias entre
3Í. El partícipe, por ejemplo* puede ser vivenciado con diferentes gra­
dos de inmediatez, diferentes grados de intensidad o diferentes grados
de intimidad, o desde diferentes puntos de vista, Puede aparecer den­
tro del centro de la atención o en su periferia, lisias distinciones se
aplican igualmente a las relaciones de orientación y a las inteiYoiaeio-
ne-s sociales, determinando en cada una de el’as el carácter directo en
que los partícipes “se couocen" uno a otro. Comparemos, por c;e:op]o.
el conocimiento que dos personas tienen una de otra en la conversación
con el" que tienen en la relación sexual. ;Qué diferentes grados ¡je
intimidad ocurren allí, qué diferentes niveles de conciencia están im ­
plicados! No sólo los partícipes vivencian el nosotros más profunda­
mente en un caso qne en el otro, sino que cada uno se vivencia a u
mismo y vivencia a su partícipe más profundamente. No es sólo el
objeto, por lo tanto, lo qne es viven ciado en forma más o menos dilecta;
es la relación misma, el es caí- vuelto Lacia el objeto^ la reíacio::;. !;d?.d.
Estos son.sólo dos tipos de relación. jPero consideremos ahora
las diferentes maneras en que pueden realmente ocurrir] La conver­
sación, por ejemplo, puede ser animada o trivial, vehemente o casual,
seria o frívoía. superficial o muy personal.
Es muy ímportaute el hecho de que podamos vivencia:- a Ies otros
en una relación cuyo carácter directo pueda variar de tal maneja en
grado. Constituye en verdad la clave para comprender ía transición
de la experiencia, directa de otros a la indirecta, que es característica
del meo do de 105 meros con temporáneos. Nos referiremos en seguida
a esta transición,-3 poro entretanto continuemos nuestro examen de la
vivencia social directa describiendo los diferentes tipos de relación
social cara a cara.
Ante Codo, recorde m os que en la situación cara a cara yo veo lite-
i • 'i¡.f■a mi partícipe frente a raí. Cuando miro su cara y sos gestos
y e’ tono de su voz, me doy cuenta de mucho más que del hecho
de que está ti atan o o deliberadamente de comunicarse conmigo. Mis
obrt: vacio n es van paralelas con. cada momento de su corriente de con­
cuerda tal como ésta se trasluce. -El resultado es que estoy incompara­
blemente mejor coordinado con él que conmigo mismo. Puedo en
vercad esmr más consciente de mi propio pasado (en la medida en que
este último oueda ser captado en forma retrospectiva) que del pasado
de mi participe. Sin embargo, nunca he estado cara „a cata conmigo
mismo ccmo e sto y ahora con ei, de aquí que nunca me haya captado
a mi mismo en el acto de vivir real raen te una vivencia.
A esto encuentro con la otra persona yo traigo tocio un repositorio,
ce conocimiento previamente constituido. Esto incluye tanto el cono­
cimiento general de lo que la ctra persona es como tal, como todo
conocimiento específico que pueda tener de la persona en cuestión.
Abarca e: conocimiento de ios esquemas interpretativos de otras per­
sonas, de sus hábitos, de.su lenguaje. Incluye el conocimiento de los
motives-para y les motivos-porqué como tales que se dan por sentados,
y de los ce esta persona en particular. Y cuando estoy cara a cara
con alguien, mi conocimiento de alimenta de un momento ai otro.
Mis rderíS acerca de él sufren continua revisión a medida que se des­
arrolla la vivencia concreta. En efecto, ninguna relación social directa
es m; Acto intencional aislado. Consiste más bien en una serie continua
do tales Actos. La relación de orientación, por ejemplo, consiste en
una serie continua de Actos intencionales de orientación-otro, mientras
que la interacción social consiste en una serie continua.de Actos de
establecimiento e interpretación de significado. Todos estes diferentes
encuentros con mis congéneres pueden ordenarse en múltiples contex­
tos de significado: son encuentros con un ser humano como tal, con
este particular ser hum a;-o'y con este particular ser humano en este
particular momento del tiempo. Y estos- contextos de significado míos
serán "subjetivos” en la medida en que estoy atendiendo a tus viven­
cias conscientes, reales mismas y no meramente a mis propias vivencias
de ti. Además, cuando ie observo, veo que estás orientado hacia mí,
que buscas er significado subjetivo'de mis palabras, de mis acciones, y
io que ye tengo en mi mente en. ío que a tí respecta. Y yo, a m i vez,
tendré en cuenta, el hecho de que tú estás orientado de esa manera
hacia mí, y esto influirá tar^to sobre mis intenciones con respecto a ti,
como sobre ]a manera en que actúo respecto de ti. Tú verás a tu vez

-s Cí r.partsclo 3C* más abajo, pájs, 205 y íigs.


esto, yo veré que tú lo has visto, etcétera. Este entrelazármele de
miradas* este reflejamiento recíproco multifacetado, es una de los ras­
gos característicos y únicos de la situación cara a cara. Podernos decir
que es una nota constitutiva de esta particular velación social. Sin
embargo, debemos recordar que la relación-naso tros pura, que es -a
forma misma de todo encuentro con. otra persona, no se capia reflexi­
vamente dentro de la situación cara a cara. En lugar de ser observada
es vivenciada. Las múltiples imágenes especulares del yo dentro de! yo
no son por lo tanto captadas una por una. sino vivenciadns como ua
ccmííTitíif-iTi deutro de una sola experiencia. Dentro de la unidad de esta
experiencia puedo estar simultáneamente consciente de lo que está suce­
diendo en mi mente y en Ja tuya, vioenciaiido las dos senes de experien­
cias como una sola serie, que estamos vivenciando juntos.
Este hecho resulta de especial significación para la situación cara
a cara. Dentro de esta situación puedo ser testigo de tus provéelos y
también de su cumplimiento o frustración a medida que procedes a
actuar. Por supuesto, una vez que yo sé lo que planeas hacer, puede
stíspeuder momentáneamente la relación-nosotrcs para estimar en for­
ma objetiva tus perspectivas de éxito. Pero sólo dentro de la intimidad
de la relaeión-nosoti'os misma uno puede vivenciar realmente i:n cor­
so de acción desde sn nacimiento como proyecto ha^ta su resultado
final.
Es además esencial para la' relación cara a cara que tú y yo ten­
gamos el mismo ambiente.24 Ante todo, yo te adscribo nn ambiente
correspondiente al mío.25 Aquí, en la situación cava a cara, pero sólo
aquí, resulta correcto este presupuesto, en la medida en que puedo
suponer con mayor o menor certeza, dentro del dominio social direc­
tamente vivenciado, que ía meta que veo es idéntica (e idéntica en
todas sus variaciones de perspectiva)20 a la que tú ves, y e n tanto
puedo suponer esto aunque tú seas sólo mi con lemporaoec o mi pre­
decesor. Por consiguiente, cuando estoy en una situación cara a cava
contígo pnedo señalar algo que se encuentra eu nuestro ambiente común,
pronunciando las palabras “esta mesa que está aquí", y por medio de
la identificación de las vivencias en el objeto ambiental puedo supo­
n e rla adecuación de mi esquema interpretativo con tu esquema inter­
pretativo. Para la vida social práctica tiene ía mayor importancia qne
yo me considere justificado al igualar mi propia interpretación de mis
vivencias con tu interpretación de las tuyas en aquellas ocasiones en
qué estamos viven cían do uno y el tnisnio objeto.
Tenemos entonces el mismo ambiente indiviso y común, que pode­
mos llamar "nuestro ambiente”. El mundo del nosotros no es privado
para cada uno de nosotros sino que es nuestro mundo, el inundo único,

21 Por "ambiente’7 quiero significar esa paTle del im ir.do e.\ierr.í> que pi:edo
aprehender directamente. Esto inchúiía m sójo al ambiente fínico sino también a]
. social coa todos sus artefactos culturales, I¿aguajes, etcétera,
Véase apartado 20. inás arriba, págs. 133 y 134.
26 LCf. Busserl, Ideast $ -41.]
c o m ú ne imersubjetivo, que está ahí frente a nosotros. Se le a partir
de la situación cara a cara, sólo desde la vivencia común del mundo
on el nosotros, puede constituirse el mundo intersubjetivo. Esle es ei
único punto a partir del cual puede deducírselo.57
vüe es posible controlar constantemente mis interpretaciones de lo
qae está ocurriendo en la mente de las demás personas, debida al
hecho de que en la relación-nosotros comparto un ambiente común
ccín ellas. Ed principio, sólo en !a situación cara a cara puedo dirigirte
una pregunta. Pero no sólo puedo preguntarte acerca de los esquemas
interpretativos que estás aplicando a nuestro ambiente común, sino
también cómo estás interpretando tus vivencias, y puedo corregir, am­
pliar y enriquecer sobre la marcha mi propia comprensión de ti. Este
vo¡verse consciente de la corrección o incorrección de mi comprensión
de ti es el nivel más elevado de la experiencia-nos otros. En este nivel
no sólo enriquezco rni experiencia de ti sino también, en general, de la
deniñs gente.
Si yo sé que tú y yo estamos en vina relación cara a cara también
sé algo acerca de la manera en que cada uno de nosotros está sinto­
nizado respecto de sus vivencias conscientes, es decir, conozco las
“modificaciones atencionales” de cada uno de nosotros. Esto significa
que Ja manera en que atendemos a nuestras vivencias conscientes se
modifica en realidad a raíz de nuestra relación recíproca. Esto vale
paja smbos. En erecto, sólo existe una verdadera relación social sí tú
retribuyes mi conciencia de ti de una u otra manera. Tan pronto como
esto sucede, tan pronto como entramos en la situación cara a cara,
cada uno de nosotros comienza a atender a sus propias vivencias de
una manera nueva. Esta particular modificación atencional en que
ios dos partícipes de una relación social directamente vivenciada están
mutuamente conscientes entre sí, tiene implicaciones especia!es para
la interacción social que ocurre en esa situación social. Cuantío estoy
interaehia-r.do con alguien, doy por sentado como tma. constante en esa
■persona -un conjunto de auténticos motivos-parque o motivos-para. Lo
hago sobre la base de mi propia experiencia pasada de esa persona
en particular, así como de la gente en general. M i propia conducta
nncia esa persona se basa, en primera instancia, en esta constelación
de motivos que doy por sentada, independientemente de si son sus
motivos reales c no. Y aquí surge la peculiaridad de la interacción
cara a cara. No consiste en una estructura específica del contexto
mismo de motivación recíproca^ sino en una apertura específica de los
motivos de la otra persona. Aun en Jas interacciones cara a cara sólo
proyecto en la fantasía Ja conducta de la otra persona a medida que
veo ?ní propia acción. Esta fantasía es meramente, por supuesto, la
conducta espetada del otro, sin que estén incluidos aúu en e’la los
detalles y sin que tenga todavía ninguna confirmación. Tengo que
ver mín 'o que mi partícipe hará en la realidad. Pero puesto que él y

27 [Cf. Hitííc-jl. M editaciones cartesianas, 4 55.]


yo sufrimos continuamente modificaciones de atención una respecto
del otro en la relacíón-nosotros, puedo realmente vivenciar la consti­
tución de su contexto motivacional y participio en ella. Interpreto las
vivencias presentes que te atribuye como el motivo-para de la conducta
que espero de ti o corno las consecuencias de1tus vivencias pasadas, c ¡c
considero entonces como motivos-poique de éstas. ‘'Oriento” mí acción
hacia estos contextos motivacionales tuyos, como tú 'orientas''' la tuya
respecto de los míos. Sin embargo, este "'orientarse a uno mismo"
ocurre dentro del dominio social directamente vivenciado en el modo
particular del “convivencia!'”. Cuaudo interaetúo contigo dentro de
este dominio, convivencia cómo reaccionas a mi conducta, como inter­
pretas mí significado, cómo mis motivos-para deser.cadena» los corres­
pondientes rno t ivos -por qu e de tu conducta. Entre -mi expectativa de
tu reacción y esa reacción misma he 'envejecido” y adquirido quizá
mayor conocimiento, tomando en cueuta las realidades de la situación
así como mis propias esperanzas de lo que tú liarías. Pero en la situa­
ción cara a cara, tú y yo envejecemos juntos, y puedo agregar a m:
expectativa de lo que tú vas a hacer la visión real de ti tomando la
decisión y Juego de tu acción misma en todas sus fases constiínyentes,
Durante ese tiempo estamos cada uño consciente de la corriente de
conciencia del otro como contemporánea de la propia. Compartimos
una relacióivnosoLros rica y concreta sin ninguna necesidad de refle­
xionar sobre ella. En un instante veo lodo tu plan y su ejecución en
acción. Este episodio de mi biografía está lleno de continuas vivencias
de tí captadas dentro de la relación-nos otros. Entretanto, tú estás
vivenciandome de la misma manera y yo estoy consciente del hecho.

35. La observación social directa.

Hasta aquí hemos estado estudiando la relación social directamente


vivenciada para explícitar las características peculiares de la situación
cara a. cara en su forma más pura. Sin embarga, nuestro análisis seria
incompleto a menos que tratáramos e! caso en que estoy consciente
de alguien aunque sé que ese alguien no me percibe. Especialmente
importante en este caso es la observación de la conducta del otro. Eí
análisis de tal observación constituye en verdad ía: clave de ja com­
prensión de la manera en que se establecen los datos de las ciencias
sociales. Ya hemos explicado en el capítulo I I I cómo se lleva real­
mente a cabo la interpretación de la conducta de otro. En este punto
nuestra tarea consistirá en escíarecer la cíase especial de orientación-t'ü
que el observador asume hacia la persona a la cual está observa nd c-
directamente. Prestaremos especial a tención a las maneras en que sus
esonemas interpretativos difieren de los utilizados en la relación cara
a cara.
En esta última relación‘la crien tac ión-tú es recíproca entre Ies dos
partícipes. En cambio, en la observación social directa es a n ii ai-eral.
que Veneraos ira caso de esta última. Digamos que. yo •
••. >••• observar,do ja. -conducía. de aígaien y que ese alguien no sabed
c no presia ai eneí.ón a e;lo. Ahora bien, el problema es el siguiente;. .
vCcrno ss lo nue ocurre en su mente? Pues bien, aunque esté mera-
ru n te observándolo, su cuerno es aún un campo de expresión de su ^
vida interna. Mientras lo miro puedo considerar mis propias percep-
clons* de su cuerpo como signos de sus viven cías conscientes. AI ,
hacerlo asi. tornaré cr cuentá-sns movimientos, palabras, etcétera, corno t
una prueba. Dirigiré mi atención hacia los contextos de significado:,
subjetivos de bis indicaciones que percibo, más bien que hacía los
objetivos. Como observador directo puedo, así captar en una soJa mi-
rr.da no- só’o las manifestaciones exteriores — o “productos”— sino tam­
bién los procesos en .05 cuajes ?e constituyen las vivencias conscientes .-
oue están, der.is c-e ellas. Esto es posible porque las vivencias del otro
ocurren sinudtÁyeameníe con mis propias interpretaciones subjetivas...
de sus palabras y gestos.
La otra persona está tan presente en el sentido corporal pata el .
observador cn--.no lo esta para alguien que paiücipe con ella en una
velación socinb Sus palabras pueden ser oídas y sus gestos vistos: hay
[.antas indicaciones de su vida interna como en el caso de una relación .
directa. Toda experiencia adicional que tenga el observador acerca de
la o.i f; persona aumenta su conocimiento de esta última. Los ambientes
de ambos son congruentes y, por lo tanto, sus vivencias conscientes. ■
;eníe se corresv. ."-'dan. Pero esta probabilidad no puede, en
elevarse al nivel de la certeza. En este caso la situación
di riere de -a qne se presenta en una relación cara a cara. En esta
ú h in a puedo verificar a voluntad mi supuesto de que mis vivencias’
uroen a ¡as de la otra persona. Puedo hacerlo apelando direc-
TK:T]"iC l.: ZÜ el H Ü t ;to de: mundo externo que es común para ambos,
Pero en cualquier observación social directa realizada fuera de una
relación social. m: interpretación de la conducta de otro no puede oou-
trolarse por medio- de su propia aut oi o ierpre fcación, a menos, por supues­
to. ove cambie m i rol como observador por el de participante. Cfiando .
co-nie^zo a formular preguntas a la persatm observada,; ya no soy vr\
v.yro observador.2* Con todo, debe acentuarse queda observación social
directa puede convertirse a voluntad en una relación cara a cara, hacien­
do posíbés con ello ta: interrogación: mientras que eso no puede decir-.
se de .'Os roeros cor,temporáneos o de los predecesores de uno.
Puesto que ls. oríentación-tú del observador hacia su sujeto es uní-,
lateral; el contesto subjetivo de significado en que aquél interpreta
ias vivencias de la otra persona no tiene su con'espendiente contra-
o-o.n^. Por lo tinto, esta ausente el reflejamiento mutuo y mnltifa-
eelodo caraolerístico de la relación cara a cara, en la cual el .contenido.
de los dos partícipes se identifica mutuamente. La conducta de la.

^ [00.-s Du Jí!. fiii den BeobacMav alf ' Deobachier vvesensrnassig im.be-'
persona observada, en lugar de orientarse hacia la conducta de! obser­
vador. es por completo independiente de esta última. El participante
cu 3a relación cara a cara sabe con probabilidad o certeza que ía con­
ducta de su partícipe está oiientada hacia la suya propia, y hasta está
-consciente de las modificaciones de atención en que se basan las viven­
cias conscientes de su partícipe. Puede comparar estas modificaciones
de atención con las suyas, dirigidas a) partícipe. El observador care­
ce de este acceso a las modificaciones atencsonales de la otra persona;
por lo menos, no puede adquirir ninguna información acerca de estas
. modificaciones observando su propia conciencia. Tampoco está sn situa­
ción de influir sobre la conducta d e ja persona observada ni de ser
influido por ella. No puede piw ectar su propio motivo-para de ma­
nera que se transforme en el motivo-porqué de ia persona observada.
El observador no puede juzgar, a partir de la meta conducta del otro, si
este último está logrando llevar a cabo sus planes o no. En los casos
extremes, como cuando ve un movimiento expresivo, puede indujo
dudar de si está observando alguna clase de acción. Quizá lo que este
observando es conducta pura y desprovista de finalidad.
Él observador que trata de interpretar los motivos ele su sujeto
tendrá que contentarse con tres enfoques indirectos:
1) Puede buscar en su memoria acciones suyas similares v. si las
encuentra, extraer dé allí un principio general concerniente a 3a relación
existente entre los motivos-para y los motivos-porqué de éstas. Puede
suponer Riego que ese principio tiene validez para las acc/oues de la
otra persona así como para las propias, y proceder a interpretar bis
acciones de aquélla “poniéndose él mismo en su lugar”. Esta interpre­
tación de la conducta de otro por medio de los propios motivos hipo­
téticos de uno puede ocurrir de inmediato, en el lugar, o a través ce
una consideración posterior de lo cu& podría Laber hecho que la per­
sona. actuara como lo hizo.29
2) Si careciera de tal guía, puede recurrir a su propio conoci­
miento de fa conducta habitual de la persona observada y a partir de
ese conocimiento deducir los motivos-para y los motivos-porqué de esta
ultima. Si un visitante de Marte entrara en una sala de conferencias, un
tribuna] de justicia o una iglesia, los tres logares le parecerían exacta­
mente lo mismo en so apariencia exterior. A partir de los ordenamientos
internos ele cualquiera de los tres no podría comprender qué es lo que
hace la persona que está al líente. Pero sí se le dice que uno es \;n
profesor, otro un juez y el tercero un sacerdote, será entonces capaz
de interpretar sus acciones y de asignarles motivos.
3} Pero puede ser que el observador carezca de información sig-

2i> Weber llamaría a la primera comprensión "rob reí va ei on n i’, y a 3a s e ^ n ln


compreniiorí “motivaciona!”. Pero dsscíe im punto de vista estructural no hay Jiíe-
rencia en <iue esta atribución a otro de los propios motivos hipotéticos t h uno ocuna
en-un segundo o a través de una cadena de inferencias. Venios de nuivc íicju í ’a
;■falta de profundidad ele Ja distinción de Weber entre los dos tipos de cc:iríiei-s:&ii.
ir, rica t iva acerca de la persona que está observando. Su último recurso
consistirá entonces en traíar de inferir el. motivo-para a partir del acto
preguntando si tal o cual motivo sería'promovido por el acto de que
so L¿ata.3U Mientras observa la acción en curso debe interpretarla
en función deí efecto que realmente tiene y suponer que ese efecto es
Jo que se buscaba,
Es obvio que esos tres tipos de comprensión motivacional no son
igualmente confiables. Cuando más lejos se baila la interpretación de
la relación-iiosotras concreta (y, por lo tanto, -cuanto más abstracta
es), canto menores son las posibilidades de dar en el blanco. El segundo
tipo de comprensión tropezaría, por ejemplo, can el siguiente riesgo: el
sacerdote que habla desde el pulpito podría no estar pronunciando un
sermón. El tercer tipo debe enfrentar el azar del salto desde el acto
completado hasta su motivo-para, azar aun mayor,, puesto que el
acío puede no haber resultado como se lo proponía el actor.
En el coso de tratar de descubrir los auténticos motivos-porqué
de otro, el contraste entre participación y mera observación disminuye
en forma considerable. En este caso el observador no se encuentra en
una situación mucho peor que el que participa en la relación cara a
cara. Aun este último está forzado a reconstruir los motivos de su
partícipe ex -post jacto. La única ventaja que* tiene el participante
á[recto es que los datos de los que parte son más vividos.
La observación directa de las relaciones sociales es, con seguridad,
más complicada que la observación de la conducta individual. Sin
embargo, no difiere de ella en principio. En este caso el observador
debe remontarse también a su experiencia de las relaciones sociales
en geuerab de esta particular relación social y de los particulares par­
ticipes implicados en este caso. Los esquemas interpretativos del obser^
vader no pueden ser idénticos a los de ninguno de los partícipes en la
relación, por el simple motivo de que sus modificaciones de atención
difieren de las de ellos de una manera fundamental. Además, esta
consciente de ambos, mientras otic ellos sólo están conscientes uno
riel-otro. Puede incluso ocurrir que el observador conozca a una de las
dos personas mejor que sn partícipe yf por lo tanto, se halle mas fami­
liarizado con los esquemas interpretativos de ésta. Así, el oyente’ no
participante puede comprender que dos partícipes en una discusión
están ¡hablando meramente de cosas pasadas, mientras ellos mismos
pueden no percibir en absoluto este hecho. Por otra parte, el obser­
vador se encuentra en una situación de desventaja si se lo compara
con los participantes;: puesto que no siempre está seguro de los motivos-
para un participante, difícilmente pueda identificarlos con los moti­
vos-porqué del otro.
Por supuesto,, todo lo que hemos venido diciendo presupone que
el observador tiene alguna manera de lograr acceso a los esquemas

3Í' Este es c] método en función deí cual la penotogía prefiere analizar uní
roción. Cf. Fsb'.v Jviuiíinaur^ Sirüfrechtsschuld, pág. 86.
interpretativos de los participantes en la relación. Si este no es el caso,
debe recurrir a Henar tos espacios en blanco a partir de sus propias
experíencías pasadas, de una manera análoga al procedimiento des­
crió to previamente, por el cual se llegaba a conocer los motivos de
otra persona.

[D] E L M U N D O D E LOS CO N TEM PORAN EO S


CO M O UNA ESTRUCTURA D E TIPOS ID E A L E S

36. La transición de la experiencia social directa a la indirecta.


Las relaciones sociales continuas

\'a. hemos notado que la relación-nasotros puede ocurrir con diverso-?


grados dor concretez. Vimos que en la relación experimentamos a' nues­
tros congéneres en una forma más o menos directa, íntima o intensa.
Sin embargo, en la situación cara a cara es esencial el carácter directo
de la "experiencia, prescindiendo de si nuestra aprehensión del CKro es
central y periférica, y del grado de adecuación con que lo capí cunes.
Estoy aún en la “oricntacion-cllos” incluso respecto del hombre que
está junto a mí en el subterráneo. Cuando habíamos de orienCación-
ellos “pura” o de relacíón-nosotros "puta”, utilizamos por lo coman estas
denominaciones como conceptos delimitad ores que se refieren ai sim­
ple carácter dado del Otro, haciendo abstracción de cualqiner especi­
ficación del grado de concretez implicado. Pero pedemos utilizar tam­
bién estos términos para designar los límites inferiores de la experiencia,
que se puede obtener en la relación cara a cara, es decir, para deno­
minar la clase de conciencia más periférica y fugaz que tenemos de )¿¿
otra persona, ' .
Hacemos la-transición de la experiencia social directa a la indirecta
siguiendo simplemente este espectro de vivacidad decreciente. Los
primeros pasos más allá del dominio de lo inmediato se caracterizan
por ttn decrecimiento en el número de percepciones que ten'¿o de la
otra persona y un estrechamiento de las perspectivas dentro ‘ de -as
cuales le considero.* E n un momento intercambio sonrisas con mi amigo,
nos damos la mano y nos decimos adiós. En el instante siguiente el
se está yendo. Luego, desde lejos, oigo ua lejano adiós, y un momento
más tarde veo que su figura se desvanece con un gesto de la marro. y
luego desaparece. Es totalmente imposible fijar el instante e^acío en
qne m i amigo abandonó el mundo de m i experiencia directa y entró
en el oscuro dominio de los que son meramente mis contemporáneos.
Veamos un ejemplo más-, imaginemos una conversación cara a cara,
seguida par un llamado telefónico, luego por un intercambio de cartas
y, iinalmente, de mensajes transmitidos por un tercero. Aquí Uunbun
tenemos una progresión graduál desde el mundo de la realidad social
inmediatamente vivenciada, hasta el mundo de los contemporáneos.
En ambos ejemplos el número total de las reacciones de la otra persona
nur; se ha]lar: expuestas a mi observación va disminuyendo progresiva.-,
me;'te basta que alcanza, un punto mínimo: Resulta claro, entonces,
que e" inundo de Jos contemporáneos es en s í mismo una función varia-
ble de la situación cara a cara. . Hasta podemos hablar de dos polos:
entre Jos cuales so extiende una sene continua de experiencias. .^
Sena 'area de un examen detallado del mundo social estudiar estas
transformaciones ele ja experiencia social directa en función de sus
contenidos específicos de significado. Los estudios de las 'situaciones
de contacto'", especialmente las que se bailan ubicadas en la zona inter­
media entre la experiencia socjal directa y la indirecta, y los estudios
ce ;a conducta de los hombres unos hacía otros y «nos con respecto a
Ciros — en una -palabra,, toda la “teoría de las relaciones" de Wiese—;.
resultan ahora bien fundados y justificados. Pertenecen a la teoría
especia: de" mundo social, Fue el gran mérito de "Wiese y reciente-
mente también de Sandev,31 haber vista estos problemas y realizado,
'valiosas contribuciones a sn solución.
Sin embargo, nuestro propósito en este Kbro no es formular nna
teoría especial de esia clase acerca del mundo social. Tampoco es
mestm inlenern ni siguiera exponer los principios básicos de tal leo
■ia. Pero :esuha bien claro que antes de describir la situación de ser
un coníemp’-’rAneOj debemos descubrir primero cómo se constituye ésta
a partir de k situación caía a caía.
En la vida diaria no parece haber problema práctico acerca de
dónde ternnaa una situación y comienza Ja otra. Esto ocurre porque
iiiierprelamos tanto nuestra conducta ccmo la de los otros dentro de
contextos de significado que trascienden de lejos el inmediato aquí y
ahora. Per esta razón, la cuestión de si una relación social en 3a que
participamos o que observamos es directa o indirecta parece ser de
cn.-v.cter academice. Pero hay nn motivo aun más profundo de nuestra
habito su indiferencia frente a esta cuestión. Incluso después de haber
reL'Ocedida hacía el pasado la situación cara a cara, y cuando sólo
está presente en la memoria, retiene aun sus características esenciales,
moaibeadas únicamente por un balito de pretericidad. Normalmente
no no? amos que nuestro amigo une acaba de parlir. con el cual liemos
espado intcractuando un momento antes, quizá con afecto o quizá con
aburrimiento, se nos aparece ahora tn una perspectiva por completo
aliciente, Lejos de parecer cbvíe, resuÍLa ep verdad absurdo que
7-,a_:ue.o que nes es cercano se baya vuelto en cierto modo “diferente”
¿mora que no esta ai alcance de nuestra vísta, excepto en el sentido
amado de que nuestras vivencias de él llevan la marca de la preteri-
chv:.--;. Sin embargo, debemos distinguir netamente entre tales recríen
nos de situaciones cara a cara, per una parte, y el Acto intencional
dm ^iuo bacía un mero contemporáneo, por la otra. Las evocaciones
que teneir.es de otro llevan todos íes signos de la vivencia directa".
Guaneo tenga una-evocación de ti, por ejemplo, te recuerdo como eras

’¿' li.;: sv. ohra-aijii poco apreciada. Áí'gemeine Gssellschafí¡.íe]t.re ( Jena, 1930).
en la relación-nosotros concreta conmigo, como una persona L íric a en
una situación concreta, como alguien que interacEnó conmigo :-i; el
modo de] 'reflejo especular mutuo" descriólo más arriba. Te recuerdo
como una persona vividamente presente para mí con un máximo de
síntomas de vida interior, como alguien cuyas vivencias Jie presenciado
en el proceso real de su formación, a quien yo, durante un tiempo, íi>a
conociendo cada vez mejor, cuya vida consciente Unía en una sola
coníente junto con la mía y cuya conciencia estaba cambiando conti­
nuamente de contenido. Siu embargo, ahora que estás fuera de mi
experiencia directa, no eres más que mi contemporáneo, alguien que
meramente habita el mismo planeta que. yo. Ya no estoy en contacto
con el tú viviente, sino con el tú de ayer. Tú, en verdad. 110 has cesado
de ser un yo viviente, pero tienes ahora un "nuevo yo”; y aunque soy
contemporáneo de él, mi contacto vital con él se ha interrumpido. Desde
el último momento en qne estuvimos juntos, has tenido nuevas viven­
cias y las has enfocado desde nuevos puntes de vista. Con cada cambio
de vivencia y enfoque te has transformado en una persona levemente
distinta. Pero en cierto modo yo omito tener presente esto en la praxis
de mi vida diaria. Llevo tu imagen conmigo, y sigue siendo lp. misiua.
Pero entonces oigo decir, q u iz á , que tú has cambiado. Y luego comienzo
a mirarte como a un contemporáneo, no cualquier contemporáneo, sin
duda, sino algoien a quien yo conocí en un tiempo íntimamente.
Ejemplos de esta situación son las situaciones sociales dentro de
las cuales, según Weber, "hay una probabilidad de ocurrencia repelida
de la conducta que corresponde a su significado snbjeíivo, consueta
que es una' consecuencia comprensible del significado y, por ío tanto,
cosa previsible"552 Tendemos a representarnos el matrimonio o la arvi­
tad corno reí aciones que ocurren sobre todo cara a cara, aunque espe­
cialmente íntimas. Lo hacemos debido a nuestra tendencia a concebir
las acciones de los partícipes como integradas dentro de la unidad
más amplia de la relación y dirigidas telé ticamente hacia esa unidad.
Sin embargo, en la vida real nn matrimonio o una amistad se
constituyen de muchos eventos separados que ocurren durante un largo
período de tiempo. Algunos de esos eventos implican situaciones cara
a cara, mientras qne en otro los partícipes simplemente existen ano
junto a otro como contemporáneos. Es extremadamente evroneo llamar
‘ continuas” a relaciones sociales de esta clase/* puesto que la discon­
tinuidad y la repetíbilidad están incluidas en su definición misma. ¿Qué
quieren decir entonces los amigos cuando liablan de su. ‘'aim.stí¡d”r Ls

32 Weber, '^irtscJuift und Gesellschsft, pág, ] -i, punto 4 [T.í., f'ig. l í - . .


3¡i [Hay una m í o r c n f t t u k atnbigíiedad lingüística en este p i m í o . V-is. ¡u iijs L ;k í;
por cierto, no es (felizmente) ana sene continua de coi’iLj.cLüe. en el svníX'.o ::e
Cantor, de que entre dos contactos cualesquiera siempre hay utro. -lis uní' seno
; de contactos' ccntbiuítátií o yecurrenf-*-?. Pero aunque no sea i.na .yens crujíi-¡•vr,
J puede hablarse de e’la como de una reíncidn Cüiiíini.vj, a menos que cada x’t rec:..¡r
r sea una " n .ip L n v a " temporaria de la amistad.} ‘
posible. distinguir Ejes significa Jos diferentes en los que pueden estar
pensando.
1. Cnando A habla de su amistad con B, puede pensar en una
serie: de relaciones pasadas cara a caía que compartió con B. Deci-
17’.es ‘'serie”’ pesque A recuerda que durante eí curso de su amistad con
B pasó algún tiempo solo o con otra gente.
2. Citando A habla de su amistad, con Br puede querer decir que
puv encima y más allá de tales situaciones cara a cara, su conducta está
orientada hacia la conducta esperada de B o hacia el hecho de que B
r>dsLe, de que es la cíase de hombre que es. Un este caso, A está orien­
tado hacia B corno un c luítemporáneo, y la relación existente entre
c11q.~ es de hi ciase que existe entre contemporáneos, Esta relación
puede ser de orientación o de interacción social.3* Por ejemplo, A pue­
de realizar una cierta acción poique piensa que agradará a B tan pronta
• i • jo csíe se entere. Mientras que en Ja situación cara a cara vería
iileralrneute la reacción de B, en este caso está limitado solo a imagi­
narla. Dentro de la “amistad” tales actos orientados a los contempo­
ráneos se inserían er¡(re actos orientados a los consociados. La inter­
acción cara a cara implica una participación mutua en ía cual cada
uno de Jos actores puede testimoniar el nacimiento literal cié las viven­
cias del olio. En cambio, 3a interacción entre contemporáneos implica
meramente la expectativa por parte de cada participe, de que el otro
responderá cío una manera pertinente. Pero esta expectativa es siempre
un disparo cu Ja oscuridad comparada con el conocimiento que uno
ticTú de su consuciado en la situación cara a cara. Las acciones entre
contemporáneos están sólo mutuamente relacionadus, mientras Jas accio­
nes entre consociados están entrelazadas?0 La relación de los conlem-
poiá/ieos uno con otro ocurre en la imaginación, mientras que la par­
ticipación mutua de entrelazamiento que ocurre en la relacion-nosotros
es una cuesíum de experiencia inmediata. Entre estas dos situaciones
encontramos muchos grados intermedios. Por ejemplo, pensemos en ía
inmediatez gradualmente decreciente de los siguientes casos: a) llevar
a cabo una conversación imaginada con un amigo; b } conjeturar lo
que diría mi amigo sí yo procediera de tal o cual manera, el hacer-
algo 'por éY\
3. Cuando A habla de- su amistad con B, puede referirse al hecho
de que. prescindiendo de los obstáculos externos, siempre pueden re­
unirse y comenzar donde habían dejado. Esto es paralelo con lo que
ocurre en la es i era del juicio, Hemos mostrado en nuestro análisis d c3
contexto de “conocimiento” que este ultimo se refiere a una suma de:
inicie? objetivados ya constituidos [u objetividades-juicio: Urtcíhge-
£.c íuNir.dl id :¿ceíí eí i ]. El conocimiento es entonces un repositorio del
cual se pueden lomar elementos en cualquier' momento mediarle la

^ tíciljíá h.t■
ie císsciíbu con eip.clifci.id tas diferentes formes de las relaciones
de o¡ienincinii y de juteracción scLíai en el mundo de los coiUetn]ioi:Áui:os.
sr‘ ¿'‘Avieinar.dcrbezogeii . . . aufeir.Jer ein¿esltdH/’}
-reactivación de los juicios en cuestión. De ía misma manera, cuando A
habla de su amistad con B, .sé" refiere a un almacén a miento de viven­
cias pasadas de B. Pero supone, al mismo tiempo. que esas vi ver. cías
pueden reactivarse en una relacióivnosouos revivida y eme, sobre esa
base, ambas partes pneden proceder como antes. Lo que se revive
en este caso, por supuesto, no son tanto las vivencias especificas crue
ocurrieron previamente dentro de Ja relación-nosotros, como ía vivencia
de Ja relación-nosotros misma.
En estas últimas paginas hemos deseripto la zona intermedia entre
la situación cara a cara y la situación que implica a meros 'contempo­
ráneos. Continuemos nuestra trayectoria. Cuando nos aproximamos
al mundo discante de las contemporáneos, nuestra vivencia de los otros
se vuelve cada ves más remota y anónima. AI entrar en el mundo de
los contemporáneos propiamente dicho pasamos a ira ves de una región
tras otra: 1) la región de aquellos a quienes encontré una vez cara a
cara y podría encontrar de nuevo (por ejemplo, mi amigo ausente;:
luego 2) viene la región de aquellos que alguna vez encontró la
persona con la que estoy hablando ahora (por ejemplo, tu anugo a
quien tir me estás prometiendo presentarme;; a continuación 3 ) la región
de aquellos que son todavía puros con temporáneos pero a quienes
conoceré pronto (tales como el colega cuyos libros he leído y a quien
me dirijo ahora a visitar 1- después 4) los contemporáneos ce cuya
existencia sé, no como individuos concretos, sino como puntos en el
espacio social definidos por una cierta íunción (por ejemplo, eí em­
pleado de correos que despachara mi carta): luego o) las entidades
colectivas cuya función y organización conozco aunque uo sea capaz
de nombrar a ninguno de sus miembros, tal como el Parlamente de5
Canadá; después 6) las entidades colectivas que son anónimas por su
naturaleza misma y de las cuales no podría tener nunca, en principio,
experiencia directa, tales como el “Estado” y la ‘"nación"; a continua­
ción 7) las configuraciones objetivas de significado que han sido ins­
tituidas en el mundo de mis contemporáneos y que viven una especie
de vida propia-anónima/tales como la clausula de comercio interesíacd
. y las reglas de la gramática francesa; y finalmente S} los artefactos ¿e
cualquier clase que testimonian el contexto subjetivo de significado
de alguna persona desconocida. Cuanto más afuera vamos internándo­
nos en el mnnde de los contemporáneos., más anónimos se vuelven sus
habitantes, comenzando por la región más interna, donde casi pueden
ser vistos, y terminando por la región donde son por definición inacce­
sibles para siempre a la vivencia.

'37, El contemporánea como tipo ideal. La r.aUindeza


de }a reí ación-ellos
Mi mero contemporáueo (o “contemporáneo”) es, entouces* alguien
de quien yo sé que coexiste conmigo en el tiempo, pero a quien no
;YÍvencio en forma inmediata. Por consiguiente, esta clase c!- conocí-
m'emo e> siempre indirecto a impersonal. No puedo llamar "tu” a mi
er.ntemporFmeo en el rico sentido truc este lérmir;o tiene dentro de Jñ;_
relación-nosotros. Por supuesto, mi contemporáneo puede habqr sido':
una vez :th ccnsociado, o puede aun llegar a serlo, pero esto no altera
de r-mguna manera su status actual.
Examinemos ahora los modos en que se constituye el mundo de
ios contemporáneos y las modificaciones que sufren en ese mundo los
conceptos "'Orientación-otro" y "relación social". Estas modificaciones
.surgen necesariamente del hecho de que el contemporáneo sólo es
znO/rectamente accesible y de rué sus vivencias sólo pueden conocerse
on forma de íipos generales de 'vivencia.
Es fad! comprender que debe ser así si consideramos la diferencia
que existe entre ios dos modos de experiencia social. Cuando yo te
encuentro cara a cara, (3 conozco como una persona en un momento
nidco de exo-nenc’a. Mientras gsta relación-nosotros permanece inin-
terrrmpicla. cada ano de nosotros está abierto y accesible a los Actos
intencionales del otro. Por un breve momento envejecemos juntos,, cada
uno oe nosotros vivencia el fjuju de conciencia del otro en tina especie
de úúima posesión mutua. . :
La situación, es por compJsto diferente cuando yo te experimento
ccmo o~i con temporáneo. A quí tú no me .eres dado de ninguna manera
en forma prepredieadva. N.i siquiera aprehendo en forma directa tu
c>:isf£r¡cia (-Dasein). Tcdo mi conocimiento de ti es mediato y des­
criptivo. En esta clase de conocimiento establezco tus ^características1’
por inferencia. De tal conocimiento resulta la relacjón-nosotros indirecta.
Para aclarar este concepto de “mediación”, examinemos dos modos
distintos en que Üiegamcs a conocer a un contemporáneo. Ya hemos
mencionado la primera: mi conocimiento deriva de un encuentro pre­
vio cara a cara con 1» persona en cuestión- Pero este conocimiento
se ha vuelto desde entonces mediato 35 o indirecto porque la persona se
ha desplazado fuera de3 ámbito de mi observación directa. En efecto,
yo-hago inferencias acerca de lo que está ocurriendo en el espíritu de
esa persona: bajo el supuesto de que ésta sigue siendo en gran medida
la mi.-rma í7 desde que la vi por última vez, aunque, en otro sentido, sé
.■muy bien que debe haber cambiado pnr la absorción de nuevas viven­
cias o meramente en virtud del envejecimiento. Pero en lo que respecta
al modo en q;.:e ha cambiado, rni conocimiento es indirecto o no existe.
Una segunda manera en que llego a conocer a un contemporáneo,
consiste en construir una representación de éste a partir de la expe­
riencia dúceta pasada de alguien con quien estoy hablando ahora (por

¿ ID s is m o s u¿p.r.dci íifj-jj si te r m in e ‘ in m c d lr .íe z ” de m c c c q u e in c lu y a lo cjue


JR vsssri ü tin r^ .'.in a "e::p£TÍer¡cÍ£. e n vjna c r ig in a lid r id s e c u n d a r ia ’1 ( Logrfc, p á g . 2 C 6 );
ef. rn-i: r i'n b a , a p a r t i d o 3 3 , p á g . I t S .
37 Scjí?is esle. pimío, así corcc sobre. el proluema de la anonkiüdad det tipo
•icüvJ, vérse ]?. esquemática pero iaijjottante contribución tls Félix Xaufmann, r'So-
?. i..’e Ku:J:Jrl:i'.rr.,,J Zsítschrrji fiir ¿Vi. '¿ene lok o¡2c ■
r)i t;, J, págs, 20Í-3OS.
ejemplo, cuando mi amigo describe a su hermano, a quien no conozco).
Este caso e.s mía variante del primero. También aquí aprehendo íl­
eo11 temporáneo medíanle un concepto o tipo fijado, que deriva en
última instancia de la experiencia directa, pero que ahora se ¡namisne
invariable. Pero existen diferencias entre ambos casoi. En primer higar,
no tenga ningún'cuadro vivido y concreto que sea mío y coir el cual
pneda comenzar: debo depender de lo que me dice mi amigo. En
segundo lugar, tengo que depender del supuesto de mi amigo, no del
mío, de que el contemporáneo que está describiendo no ha cambiado.
Estos son los modos de constitución de todo ei conocimiento que
tenemos de nuestros contemporáneos, derivado de nuestra propia expe­
riencia pasada, directa o indirecta, y de todo ei conocimiento que hemos
adquirido de otros, sea por la lectura o mediante conversación. Resulta
claro, entonces, que 5as experiencias sociales indirectas derivan su vali­
dez originaí del modo directo de aprehensión. Pero los ejemplos ciíados
más arriba no agotan todos los modos por medio de los cuales puedo
llegar a conocer a mis contemporáneos. Hay todo un mondo de objetos
culturales, por ejemplo, que va desde los artefactos hasta las: institu­
ciones y las maneras convencionales de hacer cosas. También es'üs
objetos contienen dentro de si mismos referencias implícitas a mis con­
temporáneos. Puedo "leer” en estos objetos culturales las vivencias cíe
otros qne 110 conozco. Sin embargo, aun en este caso estoy haciendo
inferencias sobre la base de mi experiencia directa previa de ics ocios.
Digamos que el objeto que tengo ante iní es nn producto terminado.
Estuve quizá una vez junto a un hombre qne manufacturaba algo
parecido a ésto. Como lo observé mientras trabajaba, supe con exac­
titud lo que ocurría en.su mente. Si 110 fuera por esta experiencia no
sabría qué hacer con el producto terminado de 3a misma clase, qne
veo ahoí'a. Podría incluso no reconocerlo en absoluto como un ?i te-
facto y tratarlo como cualquier otro objeto natural, como una p;edra
o un árbol. En efecto, lo- que hemos llamado la tesis general del cao
ya. es decir, el hecho de que el tú coexiste conmigo y envejece con­
migo, sólo puede descubrirse en la relacion-nosotros. Por lo tanto, aun
en. este caso sólo tengo uña experiencia indirecta del otro yo, basada en
. experiencias pasadas directas sea de un tú como tal o de un tú en par­
ticular. Mis encuentros cara a cara con otros me han proporcionado
itn profundo conocimiento prepredicativo del tú como un yo. Pero ei
tú qne es meramente mi contemporáneo nunca es expeiimejuacio en
forma personal como un yo., y nunca prepredicativameare. Por c! con­
trario, toda experiencia (Erfah-i'uiig) de contemporáneos es de m-.m-
raleza predicativa. Se forma por medio de juicios interpretativo: que
incluyen todo mi conocimiento del mundo social aunque con grados
• variados de explícitación.
Ahora bieu, ésta es una verdadera crientación-otro, por más indi­
recta que pueda ser. Y bajo esta orientación-otro indirecta eneau-ra-

: remos las formas usuales de la simple orientación-otro, la conducta
?ucial y la interacción social. Liara eraos casos de “orientación-ellos” 3£
a todos eslos Actos ir¡'endónales dirigidos hacia los contemporáneos,
on contraste can la ^Oíienlacíón-tu” de los Actos intencionales de 3a
experiencia social directa.
El termino ''orientación-ellos” sirve para llamar la atención hacia
ja muiiera peculiar en que aprehendo Jas experiencias conscientes de
mis contemporáneos. En efecto, las aprehenda como procesos ano ni-
rnos.:;* Consideremos el contraste con la orienta ción-tú. Cuando estoy
orientado hacía ei tú, aprehendo las vivencias de la otra persona dentro
de su ubicación en hi cor ríe ate do la conciencia del otro. Las aprehen­
do der.im de un contexto subjetivo de significado, como las vivencias
únicas de- una persona en particular. .Todo esto está ausente en la
experiencia social indirecta de la orientación-ellos. En este caso, no
estoy consciente del flujo progresivo de la conciencia del otro. No estoy
orientado hacia la existencia ['Das sin) de un tu individual concreto,
Tampoco estoy orientado hacia ninguna vivencia subjetiva que se cons­
tituya en ese momento en toda su unicidad en la mente del otro, ni
hacia ]a configuración subjetiva de significado eu que esas vivencias
van lomando su lugar. Más bien;, e! objeto de mi orientacíóu-ellos es
mi propia experiencia ( Erffihnirg) de la realidad social, en general,
de los seres huma dos y sus procesos conscientes como tales^ haciendo
abstracción de todo marco individual en que puedan ocurrir, Por lo
rento. ral conocimiento de mis contemporáneos es inferencia! y discur­
sivo. Se encuentra, por su naturaleza esencial/0 en un contexto obje­
tivo de significado y sólo en ese contexto. No contiene en sí ninguna
referencia intrínseca a personas ni a la matriz subjetiva dentro de la
cual se constituyeron las vivencias en cuestión. Sin embargo, debido
a esta misma abstracción del contexto subjetivo de significado, esas
vivencias exhiben ¡a propiedad que hemos llamado su carácter "'una
y otra ves”. Se las trata como vivencias conscientes que son- típicas de
“alguien”, y, corno tales, básicamente homogéneas y repetibles. La uni­
dad ele un contemporáneo no se constituye originalmente en su propia
corriente de conciencia. (En verdad, la cuestión d e si eí contemporá­
neo tiene alguna corriente de conciencia es difícil y la trataremos más
adelante,} Más bien, la unidad del contemporáneo se constituye en
mí propia corriente de conciencia, integrada por nna síntesis de mis
propias interpretaciones de sus vivencias, Esta síntesis es una síntesis
de. reconocimiento en la cual reúno mono [éticamente en un enfoque
mi? propias vivencias conscientes de alguien. En verdad, esas viven­
cias mías pueden haber sido de más cíe una persona. Y es posible que

SS [ií; :^i!.rKns1: en el crígína!. Adoptamos la traducción de Lnckirann


“T jií’--o¡it,:;Ci1 írJii': í orientacicn-elios) como ¡a mejor expresión inglesa del "distan-
que Schiilz deseaba ncentuar nquí,]
•ni Sobre j-s¡c pr.i'Cj véase más abajo, apartado 39. pág. 222.
411 Si-.; embargo. puedo vivenciíu símuhaneainínte a alguien como tm mero
c.: Upfnjj.oiajjeo y Jctrnlc de un yo duradero que tiene sus propios contenidos snb-
í ¿ lív:¡:; dg sí^'súriündü one están abiertos a. «ni inspección. Véase más abajo, pág. SIS.
correspondan, a individuos definidos o a'"gente” anónima. ¡lt. esta sín­
tesis de reconocimiento se constituye-el tipo •personal ideal.
Tenemos que ver muy claramente qué es lo qao está ocurriendo
aquí. S e . h a abandonado el contexto subjetivo de significado co'no
instrumento de interpretación, y se lo La reemplazado por uno serie de
contextos objetivos de significados mny complejos y sistemáticamente
interrelacíonados. El resultado es que el conten*.por ¿neo se anoním iza
en proporción directa al número y complejidad de esos contexto.? do
significado. Además, la síntesis de reconocimiento no aprehende a
la. persona ¿nica tal como existe dentro de su presente v:v:enLe. En
cambio, la representa como si fuera siempre la misma y homogénea,
dejando de Jado todos los cambios y los perfiles netos mberentes a la
individualidad. Por lo tanto, cualquiera sea la cantidad de tiente que
se subsuma bajo el tipo ideal, éste no corresponde a ninguna persona
en particular. Justamente ese hecho es lo que justifica que Weber lo
llame “ideal".
Demos unos pocos ejemplos para aclarar este pinito. Cuando cics-
pacho una carta por correo, supongo que ciertos contemporáneos míos,
a saber, los empleados de ía oficina de correos, leerán la dirección y
expedirán la carta de manera conectad1 No pienso en esos empleados
de correos como individuos: No los conozco personalmente ni espero
conocerlos alguna vez. También, como señalaba Max Weber, cuando
acepto dinero lo hago sin ninguna duda, de que los demás, qv.e s:gue:i
siendo por completo anónimos, lo aceptarán a su vez de mí. Para
utilizar otro ejemplo de Weber,*" sí me comporto de manera de evitar
la llegada repentina de ciertos señores uniformados y cor. chapas de
identificación, en otras palabras, en la medida en que me críenlo hacia
las leyes y hacia el aparato que 3as refuerza, también en este caso me
estoy relacionando socialmente con ruis contemporáneos concebidos
bajo tipos ideales.
En ocasiones como éstas espero siempre que los otro? se comporten
de una manera definida, se trate de empleados de correos, de ai guien
a quien pago o de la policía. M i relación social con ellos consiste en
el hecho de que ínter actúo con ellos, o quizá meramente de que al pla­
near mis acciones los tengo presentes. Pero ellos, per su parte, nunca
aparecen como personas reales, sino tan sólo como entidades anónimas
definidas en forma exhaustiva por sus acciones. Unicamente en tamo
realizan estas funciones tienen alguna pertinencia para mí conducta
social. No entran nunca en mis cálculos el modo como se sienten cuando
sellan mi carta, dan' curso a mis cheques o examinan mi planilla de
réditos. Sólo supongo que hay "algunas -personas" que 'nacen esas
cosas”. El modo como se comportan ai realizar sn tarea se define
puramente, desdé mi punto de vista, por medio de un contexto ohjedvo

41E l ejemplo e s t á tomado de Feli.í K ^ . i í n ' r - i v n , “Sozicle XoUekti v;."’. r ¡á c :. 2F>Q.


42 Weber, “H. Shurjr.iaL-s Ubeivvíndung der jnalri'í'iUsli.iclisrj Cs.se] h l£-
fassung”, Cesamfíielte. Aitfsiitze sitr Wiisenscr.cftslehyé, 32Í.
d i significado. . En oirás palabras, cuajado tengo 3a orienlación-elJcs,-
mis partícipe? sor “tipos”.
El uso de cipos ideales no se limita al mundo de ?os contemporá­
neo?, sf.no r¿u.e también se lo puede encontrar en nuestra aprehensión
del mundo de les predecesores. "Además, puesto que los tipos ideales
ser, es-quema? interpretativos del mando, social en general, se -vaielven
par re do nuestro repositorio de conocimiento acerca de ese mundo. Como
resudado. eslames tomando siempre elementos de ellos en nuestros tril­
los cara a cara con los demás. Esto significa que ios tipos ideales sirven
como esquemas mterpretativos aun para eí mu na o de 3a experiencia
social dvrsctc- Sin embargo, la relación-nos o tros jos va llevando consigo
a med'da que se desarrolla y los modifica. En ese proceso dejan de ser
meros tipos y 'Vuelven a ja realidad” de nuevo, Demos un ejemplo,
A veces me encuentro cara a cara con varias personas a la vez. Así,
en cierto sentido, fer.em.es aquí una relación-ellos directa, Pero este
"elie?'’’ puede fragmentarse siempre en un tú v tú y tú, con cada uno
de Ies curdos ruedo entrar en urna reía ció n-nos ntros. Supongamos, por
que fí'toy mirando a n a grupo de hombres que juegan a las
carcas. Puedo prestar especiad atención a cualquiera de ellos. Cuando
lo bago estoy co n sc ie n te de él como nn tú. Ya.no lo veo como "un hom­
bre que juega a las caitas”, lo cual sería meramente una interpretación
de mis propias percepciones. Más bien, estoy abora consciente de la
manera en que el juega. Sigo con interés cada uno de sus movimien­
tos. conjeturando acerca de lo que ocurre en sn mente en cada jugada
en particular. Y cuando observo a los otros partícipes, descubro que
también ellas están tugando a partir de sus contextos únicos de sig­
nificado.
Per o supongamos qne suspendo por un momento mí participación
es La vivida, reí? ción-nosotxos. y que desplazo mí modo de observa­
ción. transportando a "ios pegadores a mi mundo de contemporáneos.
Puedo entonces rormuiar una afirmación como la siguiente: "Ellos están
iv.ganCo una partida de pé;<er/’ Esta afirmación sólo se aplicará a cada
jugador individual en la medida en que el tipn de curso de acción “par­
tida üc poker' corresponda a una serie de vivencias conscientes del espí­
ritu c-.b este y este para él en.un contexto subjetivo de significado. De
esta manera. ía acción de cada jugador estará/orientada” hacia las re­
gias deJ poker.’3? Pero lo que tenemos anuí es realmente un postulado:
"Si A. 8. y C esLáu jugando al poker, entonces su conducta se orienta
lia d a un cierto modelo de acción Este postulado no se aplica mera­
mente, por supuesto, a A, B y C. Define más bien el tipo idea! “jugador
de poker”. Y el postulado sólo se aplicará a A, B y C;, en la medida en
que -estos ejemplifiquen individual mente ese tipo ideal. Pero en tanto
yo miro a los jugadores como ejemplos de un tipo ideal, debo dejar de.
iaclo su individualidad. Ninguna vivencia concreta de A es jamás sdén-

Aun e; tiiUiípcsc. se ovier'a p r -las regias; de- otro modo, no podáa real-
lir.aei iranipa.
tica o conmensurable con una de B. En electo,- al pertenecer esas viven­
cias a diferentes comentes de conciencia,, son única?;, irrepetibles y rx-
susceptibles de yuxtaposición, Lo típícc y sólo le típico es homogéneo,
y siempre es así. En la síntesis tipificante clel recon ocian'en lo realizo un
acto de anonimización en el cual abstraigo la vivencia de* marco de ¿a
comente de Ja .conciencia y, por lo tanto, la hago impersonal.
Es también posible el proceso opuesto. El contexto objetivo de
significado rjne define las vivencias de un tipo idea! puede remontarse
a un significado subjetivo cuando lo apíico a un individuo en una situa­
ción concreta. Así, puedo decir: "¡Oh, él ts uno de éstos’" o "lie visto
antes a este tipol” Esta es la explicación del hecho de qi.se yo experi­
mente a mi contemporáneo como un individuo con una vida consciente
en curso, aunque conozca sus vivencias por inferencia más bien que
por confrontación directa. Por ío tanto, aunque ío piense como un indi­
viduo, es con todo para mí un individuo exhaustivamente definido por
su tipOj un individuo "anónimo”

3S. La constitución del esquema interpretativo típico-ideal

En ía sección precedente hemos descripto como entendemos la con­


ducta de otros en función de tipos ideales. Vimos que el procese consis­
tía esencialmente en hacer im corte en nuestra, experiencia de otra
persona yf por así decirlo, ‘'congelarlo en un portaobjetos*', lo cual se
logra mediante una síntesis de reconocimiento. Sin embargo, liay algo
ambiguo en este concepto de un tipo idea] ¿e conducta bumaua."K
Denota al mismo tiempo tipos ideales que abarcan 1} contextos sub­
jetivos pre-dados de significado, 2} productos, 3) cursos de acción y
4) objetos reales e ideales, cuando cualquiera de estas cosas es resal­
tado de la conducta humana. Se "incluirían también las interpretacio­
nes de los productos de la conducta tí pico-ideal. Estas ullimas son las
interpretaciones a que recurrimos cuando no sabemos nada de ’as viven­
cias individuales de quienes crearon eso? productos. Cuando tropeza­
mos con algún ordenamiento de experiencia pasada bajo esquemas inter­
pretativos, con algún acto de abstracción, generalización, formal ¡'¿ación
e idealización, cualquiera sea el objeto' implicado, encontraremos allí
ese proceso en el cual un momento de una vivencia sale de su ámbito
y luego, por medie de una síntesis de reconocimiento, se congela en
un ‘'tipo ideal” sólido y firme. En la medida en que puede aplicarse eí
termino ‘‘tipo ideal” a cualquier esquema interpretativo bajo el cual
se subsuman experiencias — como en los primeros escritos de Max
Weber-—, no surge ningún problema particular para el especialista en
ciencias sociales. Podríamos hablar, exactamente en el mismo sentido,
de series evolutivas en biología, etcétera. No nos corresponde decir

4- [ldealtupi¿s frsmdsn menschlichen- Verhaiteivs: literalmente, “tipo Ij.ísI do


la conducta de olía persona", j '
crac prado de utilidad puede tener el concepto ele tipos ideales en esos
campos:, puesto que nos interesa aquí nn grupo de problemas corres-
pendientes a las ciencias sociales, - -
IIí concepto de " tipo ideal de conducta humana” puede tomarse.
ei>. dos sentidos. Fue de significar, ante todo, el tipo ideal de otra per­
sona que se está expresando o se ha expresado de una cierta manera. O
puede ííTgiijfjícar. en segundo lugar, el tipo ideal deí proceso expresivo
mismo, o incluso de los resultados exteriores que interpretamos como
signos del proceso expresivo. Llamemos al primero el “tipo ideal per­
sonal” y al segundo el "'Upo material” o “de curso de acción”.'15 Existe
por cierto una íntima relación entre los dos. Ko puedo, por ejemplo,
definir el tipo ideal de un empleado de correos sin tener primero en
mi ineníe una definición de su trabajo. Esta última es un tipo de curso
de acción, que constituye» por supuesto, un contexto objetivo de signi­
ficado. Una vez que estoy en claro respecto del tipo de curso de acción,
puedo eonslruir el tipo, personal ideal, que es “la. persona qise realiza
este ’rab?.jo". Y al hacerlo así, imagino los contextos subjetivos corres­
pondientes de significado que estarían en su mente, los contextos sub­
jetivos que serían adecuados a los contextos objetivos ya definidos. El
tipo personal ideal es, por ío tentó, derivativo, y el tipo de curso de
acción puede considerarse en forma por completo independiente como
un contexto puramente objetivo de significado
Observando el lenguaje podemos ver el tipo personal ideal en el
proceso mismo de construcción. Me refiero a aquellos nombres qnc
sen iberamente verbos convertidos en sustantivos. Así, todo participio
presente es la tipificación personal de un acto en progreso, y todo par­
ticipio pasado es el tipo ideal de un acto completado. El.agente bace
que se produzca el acto. Por consiguiente, cnando trato de comprender
ia conducta de otro en la manera ti pico-idea-, puedo utilizar un mé­
todo doble: es posible comenzar por el acto terminado, establecer luego
el tipo ríe acción que lo produjo y, por último, determinar el tipo de
persona que debe haber actuado de esta manera, O puedo invertir
el proceso y, conociendo el tipo personal ideal, deducir el correspon­
diente acto. Por lo tanto, nos enfrentamos con dos problemas diferen­
tes: vino de ellos se refiere a qué aspectos de un acto4c terminado se
seleccionan como típicos y cómo deducimos el tipo personal a partir
dei Cipo de curso de acción; el otro consiste en cómo deducimos: accio­
nes específicas a partir de un tipo personal ideal dado. La primera
cuestión es de carácter general y versa sobre la génesis de lo típico.
Tiene que ver con 3a constitución de tipos ideales — sea de tipos de
cursos de acción o personajes— a partir de actos concretos dados, La
segunda cuestión se refiere a la deducción de una acción a partir de

-5 ^Schürz llamaba también a éste, el ' cipo áe pauta ae accica”.]


4íi Per rí-.zcj¡es de conveniencia sólo nos refe rimes ac¡Lií a actos, pero nuestras
ol'?'*rviuriRí!.2S pnc-den aplicarse pari ¡j<m¡í f> productos de Lodas clases y a su ge-
iií 7íil-ÍÓ;i .
un tipo personal ídeaL y la trataremos en el capítulo ti t tija do “La liber­
tad del tipo personal idear’.
.'Velaremos primero el punto referente a que la comprensión de los
tipos personales ideales se basa en la de los tipos ele cursos de acción.
En el proceso de comprender una determinada realización por
vía de un tipo ideal, el intérprete debe partir de sus propias percep­
ciones del acto manifiesto de alguien. S'j. meta consiste sn descubrir
el motivo-para o el motivo-porgue (el que sea conveniente; por detrás
de ese acto. Lo hace por medio de la interpretación ce! acto centro de
un contesto objetivo efe significado, en el sentido de que se asigna el
mismo motivo a cualquier acto que produce en forma repetida el mismo
fin mediante los mismos medios. Se postula ese motivo como constarle
para el acto, prescindiendo de quién realiza -ese acto o cuales ¿on sus
vii'encías en ese momento. Por lo tanto, para un tipo personal ideal
existe «n sólo motivo típico en 3o que respecta a un acto típico. C'jar. Jo
pensamos en el tipo persona! ideal quedan excluidas de la considera­
ción cosas tales como las vivencias que el individuo tiene de su acto
dentro de su corriente de conciencia, junto con todas las modificacio­
nes de su atención y todas Jas influencias que provienen del rondo ele
su conciencia y pueden modificar tales vivencias. La comprensión típñ
co-idcal deduce entonces en forma característica el motivo-para v f-n
motivo-porqué de un acto manifiesto mediante la identificación de ía
meta constantemente legrada de ese acto. F a es te que el acto es por
definición repetibie y típico/ también lo es el motivo-para. El próximo
paso consiste, en postular un agente por detrás de la acción, una per­
sona que, con una modificación típica de ’a atencióm tienda típica­
mente a este acto típico, en síntesis, un tipo personal ideal.
Los procesos conscientes de los tipos personales ideales sor-, por
lo tanto, construcciones lógicas. Se deducen del acto manifiesto y se los
representa como temporalmente anteriores a ese acto, es decir, en d
tiempo pluscuamperfecto. El acto manifiesto se ve, entonces, como
el resultado regnJar y. repetible de estos procesos consejantes inferidos.
Debe notarse que ]os procesos conscientes mismos se conciben en ima
forma simplificada y como cortados según un nmlde. Carecen de todas
las pretensiones y expectativas vtieías que acompañan a ías vivencias
conscientes reales, No es cuestión irresuelta la dé si la acción típica
llegará efectivamente a ser un acto terminado. Tal k-gro le es inhe­
rente- por definición. El actor típico-ideaí nunca tiene la experiencia
de elegir o de preferir una cosa a otra. Nunca vacila ni tiara de tomar
partido respecto de si cumplirá una acción típica o a tipie a. Su motivo
es siempre totalmente directo y definido: el motivo-para de la acción es
el acto completado en cuya definición se basa toda la tipificación. Este
acto completado as, al mismo tiempo, la meta fundamental del estado
mental típico del actor en ese momento. E n efecto, si el acto íuora
meramenie un medio para iograr otro‘ fin, entonces sería necesario
que el intérprete construyera para su actor ideal otro estado mental
tmioo. capaz da planear ese fin más amplio. Esta significaría que el •
fin rnts anjpiia íenaria e re transfoimar.se en el contexto objetivo dé
s:.gi: fricado de ruridamenta? importancia desde el punto de vista deí
intérprete. E u otras palabras, el fin más amplio sí;na el único en fuu-,
ciór¡ del cual se definiría el acto. Filialmente, todo esto mantendrá
su vr.I.Mez. par?: la construcción del auténtico motivo-porqué. Este debe
pulularse en al gima. experiencia o pasaje de experiencia que sean típi­
cos y prtcf.Iar. haber dado erigen al motivo-cara que ya hemos cons­
truido."
La maners en que se construye un tipo personal ideal es entonces
la siguiente: se posar-a la existencia de una persona cuyo motivo viviente
real pueda ser el contexto objetivo ele significado ya elegido para defi­
nir una acción üpica. Esta persona debe ser alguien, en cuya con­
ciencia la acción en cuestión pueda haberse construido paso a paso en
Actos poLt éticos, y cuyas propias vivencias provean el contexto subje-, .
viva ríe significado cae corresponde al contexto objetivo, la acción que
corresponde ai acto.
Y aboca venios la razón básica por la cuál, tanto en las ciencias
sociales como en la comprensión cotidiana de la conducta de otro, pode­
mos igrorai- la “acción total” en el sentido en que .este último concepto
incluye Ls raíces esencia’es de la'acción en la conciencia de la persona.
La técnica de construcción de tipos personales ideales consiste en pos-
c-'.ar personas que puedan ser motivadas por el Upo material ideal ya
definido. El íic'Cf manifiesto o curso externo de acción que el obser­
vador ve come una unidad se retrotrae a un contexto subjetivo de sig- .
níLcadc y se inserta en 1& conciencia del tipo personal ideal, Pero
la unidad ce este contexto subjetivo deriva por entero del contexto
objetivo original de significado, del contesto de significado que es la
bese misma del tipo persona'! ideal Y debemos acentuar con insistencia
el becb.o :1o que esta unidad de “Ja acción de la otra persona" es sólo
un corte transversal que el observador extiae de su contexto fáctico
total. Lo que se define así en la abstracción como la unidad del acto
de ja cna persona dependerá de; punto de vista del observador, que
v,er-:v. 2. sí: vez c?e acuerdo con sus intereses y problemas. Este punto
cío vista determinará tanto el significado que da el observador a sus
propias percepciones del acto como el motivo típico que le asigna, Pero
pava cada motivo típica, para cada corte transversal congelado de con-
d encía, existe un tipo personal ideal correspondiente, que podría ser
snbjetLamente motivado de la manera en cuestión. Por lo tanto, el
upo personal ideal ostá determinado siempre en si mismo por el punto
de vis':a del. intérprete. Es íma función de la pregunta misma que ese
trio treir* de carie-viev. Depende del contexto objetivo de significado
qvo ese rpo ideal meramente traduce a términos subjetivos y luego
rersoniiiea.
Es p:ccisanmnte este prnto el que la teoría de los tipos ideales,
pasa coi' alte. Omito tomar en cuenta' el hecho de que el tipo personal-
ideal es per definición alguien que actúa de tal o cual manera y tiene
tales o cuales vivencias. Más bien, invierte ]a dirección de ía mreiencia
y partiendo del tipo personal ideal como una “entidad libre” ti ata de
“descubrir” lo que este último quiere significar al actuar de tal o cuíd
mañera. Además, esa teoría es bastante ingenua coma para sup~.¡jai­
que Jos límites del acto pueden ser demarcados objetivamente mientas
el actor está al mismo tiempo libre para dar al acío cualquier digni­
ficado que prefiera. Una interpretación ele esta clase, sea que se la
realice en la'vida cotidiana o en el campo de la sociología, tiene por
lo menos la ventaja de una neta división del trabajo. Mientras deja al
tipo personaí ideal la función de "adjudicar 1111 significado'" a su acción,
se reserva para si misma el privilegio de decir cuál es ese significado. Pe
evitan 5as contradicciones asegurándose de que el tipo personal ideal
esté construido de tal manera que deba adjudicar subjetivamente a
sus actos el significado preciso que el intérprete está buscando. La
ilusión consiste en considerar aí tipo personal ideal como una persona
vea], mientras que en realidad- sólo es la sombra de una persona. ‘'Vive”
en una dimensión temporal nunca-nunca que nadie puede vivencia*
jamás. Vive a-través del número mínimo justo de vivencias que per­
mite calificarlo de autor del acto dado. Sin duda, hay que represen­
tarlo como “libre”; de otro modo, difícilmente confiriera "su propio
significado” al curso de acción en cuestión. Sin embargo, su libertad
sólo es aparente, poique el acto original que el científico ■ social o eí
observador de sentido común toma como su incluye ya dentro
de sí, por definición, motivos-para y motivos-porqué prcconsf.ruidos e
inequívocos. El tipo ideal del actor es, entonces, el de la persona que
por definición vivencia ^poíitétícamente el acto ,ya concebido mono Ic­
ticamente poi el científico social. Y así, cualquier cosa que el científico
social permita que su tipo idea] informe acerca de sus acciones, es
sólo una profecía posterior a los techos.
La ilusión de la "libertad” del tipo personal ideal surge da) hecho
de que preguntamos qué dase de actos futuros podemos esperar de
un tipo personal ideal dado. Sigue siendo cuestión de conjetura, y
de "espere y vea’, cómo se llevará a cabo la conducta adscripla a un
determinado tipo ideal. Según todas las apariencias, la acción espe­
rada, ya definida con respecto a sus motivos-para y sus motivos-porque,
puede ocurrir o no ocurrir. Supongamos que llamo avaro a A, que es
una persona que conozco, identificándolo por ello con un tipo personal
ideaí. Queda con todo abierta la cuestión respecto de sí dará nv¡x
donación con Unes benéficos. Sin embargó, estrictamente hablando, la
cuestión real no es en este caso si la acción deí tipo ideal es libre y
no determinada. Más bien, corriste en si A es i-ealmente un -ivaro.
Con seguridad, aun la determinación de los motivos del tipo ideal debe
estar sujeta al test de !a experiencia social indirecta, y en última ins­
tancia directa. E incluso en los encuentros sociales directos, según
hemos visto, los esquemas interpretativos utilizados en la comprensión
de Ir. otra persona van cambiando constantemente con la experiencia,
yin embargo, en la relación cara a cara .'está presente, en persona, un
sor humano real, ubre y duradero. Etí efecto, como hemos visto, el
mero hecho Je que podamos formular sólo afirmaciones probables
íicíh'cr de un con temporáneo concebido bajo el título de un tipo ideal,
i id implica que e l tipo idea! sea libre en sí mismo. Es importante
comprender que 3a persona así concebida sólo se comporta coma un
■i¡jo ideal en la medida en que actúa de la manera estipulada. En otras
situaciones su conducta no tiene por qué ser, de ninguna manera, típica.
Cuando Molicie enreda a Harpagón en un afjaire amoroso, no se
deduce ciue la conducta amorosa de este último, sea individual o típica,
pueda predecirse con exactitud basándose en el heclio de que es un
tacaño. Más bien, sus relaciones amorosas entrarán en otra categoría
(serán trnscenclentes-al-trpo). A un así, una vez que se reconoce a
ílarpagón como un avaro típico, le son aplicables de inmediato una
cantidad de esquemas interpretativos. Pava decirlo de una manera más
general, el tipo personal puede ser, y a menudo es, construido sobre
];•. base de o tros tipos ideales ya conocidos por el intérprete. Si cam­
bia la situación que está sometida a interpretación, el intéprete puede
siempre remontarse a esos tipos ideales ya hechos que tiene como
antecedentes y sustituir por uno -de ellos al tipo ideal deí que partió.
Pero hace esto habitualmente siu tener píen a conciencia. Y puesto que
utiliza el viejo nombre para el tipo ideal nuevo, tiende ingenuamente
a identificar a este con el tipc viejo. Y parece de repente como si el
tipo ideal hubiera asumido una especie de libertad y se hubiera trans­
formado en una persona más bien que en un concepto abstracto e
intempora:. Parece de pronto capaz de elegir entre alternativas, y se
produce la.ihisión de que uno casi no sepa qué esperar del tipo ideal.
No obstante, esta ilusión de la conducta típico-ideal que se ejecuta
libremente, no soporta el análisis lógico. Siempre que aparece, es signo
de que el intérprete no ha ejecutado en toda su extensión la altera­
ción de estructura lógica que requiere su nuevo problema. Por supues­
to, la ilusión misma, al surgir de la confusión del intérprete acerca dé
lo que está haciendo, puede inducirlo a cometer verdaderos errores
en la acción. El cuento de Pigm alíen. cuyas estatuas cobraban vida, es
una oarábola que ilustra el punto a que pueden llegar tales aventuras
interpretativas ingenuas.
Pero este problema, no se limita, de ninguna manera, a la inter-
pfei.adcn del mundo de los contemporáneos. El observador directo, y
aun mis, el participante en una relación social, trae a la situación todo
un arsenal de esquemas interpretativos para comprender a los otros.
Entre e”tos. estarán ios que derivan de su experiencia social directa, de
la experiencia que tiene de sns contemporáneos y de sus predecesores.
Dispondrá tanto de tipos personales como de tipos de curso de acción.
Escrutando, barajando y yuxtaponiendo constantemente esos tipos idea-
¡es. puede enfrentar los múltiples cambios que ocurren en la ctra
persona y captada asi eu su realidad viviente. (Por supuesto, es La
clase de comprensión personal sólo es habituahxiente pos ib le en la
relación-nosotros directa, y como resultado de la intenciona]; ciad viv'en-
te peculiar de esa íntima situación.)
Hay aquí vastos problemas pitra la investigación sociológica, pero
escapan al ámbito de este tratado. Esperarnos considéranos en o?
futuro, en un estudio detallado de la perro na sociológica.
Sin embargo, podemos demostrar brevemente Ja forma peculiar
en que los tipos ideales varían y se desplazan ele acuerdo con el panto
de vista del observado:1, las preguntas que éste remuda y el complejo
total de su experiencia. Si observo a un hombre que ajusta. una tuerca,
o incluso oigo decir que lo hace, mí primer esquema interpretativo lo
representará uniendo dos partes de un aparato con una llave. Si me
entero luego de que el hecho está ocurriendo en upa fábrica de auto-
móviles, eso me permite ubicar la operación dentro del contexto total
de “fabricación de automóviles". Si sé además que el hombre es un
mecánico, puedo entonces suponer muchas cosas acerca de él, por
ejemplo, que llega a trabajar todas Jas mañanas y vuelve a su casa
por las noches, que recibe su cheque todos los días de pago., etcétera.
Puedo incluirlo luego en un contexto más amplio de significado, apli­
cándole el tipo ideal "trabajador urbano” o, más específicamente “ira-
bajador d& Berlín en el año 1931". Y una vez que he establecido el
liecho de que el hombre es alemán y berlinés, todos los esquemas inter­
pretativos correspondientes íe son aplicables. Es evidente que puedo
ampliar indefinidamente el número ele esquemas que aplico, según las
preguntas que elija para contestar y fa clase de interés particular que
éstas encierren. Supónganlos .ahora que im interés se centra en la ucsi-
ción política de este trabajador o en su religión. Es difícil que pueda
extraer tal información de los esquemas interpretativos puramente tác­
ticos y externos que he establecido hasta ahora. Desde este prmto en
adelante, al carecer de datos adicionales, cualquier tipo ideal que esta­
blezca se hallará sobre terreno inseguro. Supongamos que yo digo;
"Los trabajadores de esta clase votan típicamente por los soeíalctemó-
.cratas.” M i juicio se basaría en la información estadística de que en
la última elección la mayoría de los. trabajadores berlineses vetaren
por el partido en cuestión. Sin embargo. lo que no'se es si ese traba­
jador en particular pertenece a la mayoría; todo lo que tengo es i.í
probabilidad. La probabilidad se acrecentaría si yo supiera que el
trabajador es afiliado de un sindicato o que tiene un carnet partidario.
Ya hemos observado que toda" interpretación basada en una construc­
ción típico-ideal es sólo probable. Es posible, por e je m p lo , q u e eí
hombre que hace girar la tuerca frente a mí no sea un trabajador sino
un ingeniero o un estudiante que ha tomado nn trabajo de verano. En
■este casOj por supuesto, todas las deducciones que hice acerca de é-
utilizando el tipo ídea’i "trabajador berlinés’'" son falsas. Pero este sólo
■muestra que toda construcción típico-ideal está deteirmnada por los
b'miícs del conocimiento que el observador tiene en ese momento. El
eicnroJo que hemos dado muestra claramente como el contexto de sig-
rriacad-', es-poema interpretativo y el tipo ideal están correlaciona­
dos. Son todos expresiones de un problema común, el problema de la
"¿■sri&ue'noia.
.Ahora bien, íes tipos ideales que se construyen continuamente- en
la vida cotidiana están sometidos a constante ajuste y revisión sobre la
base de ía experiencia del observador, sea esta última disecta o indi­
recta, En lo que respecta, a la e:tperíencia social directa, el conoci­
miento de los contenidos de 5a conciencia de la otra persona adquirido
en la r el ación-nosotros modifica los esquemas interpretativos tí pico-
ideales, sean estos últimos peticiónales o neutralizantes. Todo el cono­
cimiento :jue tenemos de nuestros congéneres se basa, en último análi­
sis. en experiencia personal. El conocimiento tipico-ídeal de nuestros
03itenvporáneos. por otra parte no se refiere a ja otra, persona .en su
iraneciatoz concreta dada sinc- en Jo que ésta es, en las características
cue viene en común con otros. Interpretar la conducta de un contem­
poráneo como típica significa explicarla como la conducta de un “hom-
hre como ése que está ahT, de “uno de ellos". La orientación hacia
el mundo de los contemporáneos es necesariamente y siempre “orien-
¡aoion-ellosL

89, Grados d-e an,oni>nldhd en el nn¡n¿íc de los contemporáneos.


La con oretez del Upo id-eal

La oriemac:én-ei:os es Ja forma pura47 de la comprensión del contem­


poráneo de un modo predicativo, es decir, en función de sus caracte-
r;sdcas típicas. Por 5o tanto, los actos de orientación-ellos están diri­
gidos intencionalmenos nacía otra persona imaginada como existente
ai mismo tiempo cae uno mismo, pero concebida en función de un
tipo ideai. i -ai como en los casos de ía orientación-tú y la relación-
nosetros, también su la orientación-ellcs podemos hablar de diferentes
íííraoíCí de concret izado n y actualización.
Para Distinguir uno de otro los diversos estados de concretísación
de Ja relación-nosotros, establecimos como criterio los grados de cer­
carla a la vivencia directa. No podemos utilizar este criterio dentro
í!o ia ornufacián-ePcs. La razón consiste en que esta última posce
por definición un elevado grado de remoticidad que la aleja de la
v.u.-er>c;a o-recía, y el yo del otro que es su objeto posee un grado
correctivamente mayor de anonimídad.
Precisamente e¿te grsdo de anonimídad es lo que ofrecemos ahora
como criterio para distinguir entre los diferentes niveles de concreti-
aacirn y acluanaación que ocurren en la orientación-ellos. Cuanto mas

7-serfonrf ]ü-eralinen te, ‘la fon.»a vacía".]


anónimo es el tipo-personal ideal aplicado en la orient ación-elle tañía
más grande es el uso que se hace de contestos objetivos de <ngn ideado
en lugar de contextos subjetivos, y encongaremos que tanto más pie-
dados son los tipos personales ideales y los contextos objetives de sig­
nificado de bajo nivel. (Estos últimos han. derivado, a su vez, de oíros
estadios de concretizacíón de la orientación-ellos.)
Aclaremos ahora qué queremos exactamente significar a' referirnos
a la anonimidad del. tipo ideal en el mundo de las contemporáneos. La
orientación-tu pura consiste en la mera conciencia de la existencia de
]a otra persona, dejando de lado todas las cuestiones referentes a ias
características de esa persona. Por otra parte, ’a orientación-ellos pura
se basa en el presupuesto de tales características en la forma de un
tipo. Puesto que esas características son genuín ámente -zímicas, se las
puede presuponer en principio una y otra vez. Por supuesto, cuando
doy por sentadas tales características típicas supongo que existen ahora
o. existieron alguna vez. Sin embargo, esta no significa que eíte pen­
sando en elks como existentes en una persona en particular y c-u un
determinado tiempo y lugar. El otro yo conteníporáneo es por lo íanto
anónimo en el sentido ele que su existencia es sólo la individuación
de un tipo, una individuación que se puede meramente suponer o
considerar posible. Aliora bien, puesto que la existencia misma de m:
contemporáneo no tiene nunca carácter efe absoluta certeza, cna'q^ier
tentativa de mi parte para líegar a él o influir sobre él puede no alcan­
zar su objetivo y, por supuesto, me doy cuenta de ese hecho.
El concepta que liemos estado analizando es el de la anenimidad
cleí partícipe en el mundo de los contemporáneos. Es crucñ;j pañi ?a
comprensión de la naturaleza de la relación social indirecta. Exami­
naremos ahora las importantes consecuencias de éste concepto pr.¿a
nuestro problema general Perorantes debemos tratar acerca de ciertos
significados más que pasee el término anonimidiid.
La anonimidad puede significar ja generalidad del esquema api-
ficante. Si e! esquema deriva de ias características de una persoga en
particular decimos de él que es relativamente concreto y rico en conte­
nido específico. Pero si deriva de las características de un Upo personal
previamente. construido, decimos que es relativamente más anónimo.
Podemos afirmar entonces que la concretes del tipo ideal es iuvevsa-
mente proporcional al nivel de generalidad de las vivencias pasadlís a
partir de las cuales se lo construyó. El fundamento más profundo de
esto es el hecho de que. a medida que el intérprete desciende a tipos
ideales cada vez más bajos, debe dar cada vez más cosas por setiEadLis-
Dífí cilmente pueda examinar en detalle todos estos tipos ideales más
generales, sino que debe abarcarlos de una ojeada, contentándose con
un cuadro vago. Cuanto más dependa de tales tipos ya hechos para
construir su propio tipo ideal, tanto más vaga será su explicación de
este último. Esto resulta inmediatamente obvio cuando tratamos de ana­
lizar objetos culturales como el Estado, la economía y e! arte, ^etcétera.
E3 grado de ccucretez de un üpo ideal varía también directamente
■i)ij la cnnvertibilidad de su correspondiente relación-ellos en una rela-
Hón-no^tros. En la medida en que concibo los estados conscientes
.le mi tipo ideal como pertenecientes a una o más personas reales con
■as cuales podría tener una relación-nos otros, m i tipo ideal es más
-oucrei'O y menos anónimo. Es el caso, por supuesto, de que los estados
conscientes de mi contemporáneo sean, en principio, meros objetos de
vonsrunicnLo para mi. no objetos ele vivencia, Sin embargo, la concre-
:ez de mi tipo ideal de él será mayor según la facilidad con que pueda
?OjVv?tIív la covrt^spfHid'ifiníe orientación indirecta en directa, con que
y.ieda pasar de una comprensión meramente con cepin:al y predicativa
i ima expiación inmediata de la persona misma. El tipo personal ideal
ís, por 3o (ante, menos anónimo cuanto más cerca está del mundo de la
realidad social directamente vivencisda. Eos dos ejemplos siguientes
a.-sírarán es le aspecto.
Pienso en N, mi amigo ausente, asumiendo hacia él la habitual
jrienSración-eliOs. Sabiendo que 63 enfrenta en este momento una deci-
inu difícil, construyo a partir de mis vivencias directas pasadas acerca
üe el el tino personal ideal ‘ mi amigo N ’\o un tipo de curso-de-acción
acida A’ 'frente a decisiones difíciles” Este tipo ideal iíene
esencialmente ía oríentación-ellos: "La gente comv N actúa de tal o
mal manera cuando enfrenta decisiones difíciles”. Sin embargo^ el tipo
deal rYm amigo N ” es aún extremadamente concreto, y mi relación
■'directa con él puede — dejando de lado las dificultades técnicas—
aansformarse en cualquier momento en relación directa. La validez
uipma del tipo ideal, así como su verificabüidad, se basa en que esto
-ea posible.
Nuestro segundo ejemplo: mí amigo A me habla de X, una persona
pie conoció recientemente pero a la cual yo no conozco. “Me iiace
uva descripción ’ de X, tomando elementos de su propia vivencia direc-
;a para construir para mí un tipo ideal. Ahora bien, el ciiadro que él
jsboza estará determinado, por supuesto> por la manera en que ve
v t:'-ospeed víi ni en t e su encuentro con A, y éste, a su vez, dependerá
le sus intereses y de las modificaciones de su atención, Pero ahora
iomaré él tipo ideal que A ha construido para mí y haré mi propio
ipo ideal a partir de él, sobre la base de mi propia exj'>eriencia pasada.
■Je’'o puesto qr¡e rms intereses y mis modificaciones de atención serán
•adicalmente diferentes. también lo será mi tipo ideal. Además, mí
iinigo A ha formulado el juicio que dio por resultado su tipo ideal con
dona claridad, mientras que yo debo formular necesariamente el raí o
iólo dñ una manera confusa.43 Puedo incluso cuestionar el juicio de

Fila ub'e^vnr-íún la hace Hiisser] eu su Lógicn formal u trascendental, pá-


»»iir>s- o;. 52. dnnde exatnúia. eJ "curoprender-después” que caracteriza nuestra cap-
n-jíón de? ios juicio;: de olías persíiiiíis: “Pni con.riginent-t, iteremos distinguir entre
c-s ;i:ic,r"s no explícitos de oü‘0 indicados por una proposición lingüística espíícita-
iieílLe íc:. irjularin, p&v unn parte, y un correspondiente juicio o esclarecimiento evpJi-
ítox de ic qLie se c¡i;er;a significar, por otra . . . ” r‘Si se trata del juicio fie otra
A. Sabiendo q u e él es una persona emocional,, puedo no acepnu- su
caracterización de X, pensando '"es la maneta en que A ve siempr e a
la gente'.
Estos dos ejemplos debe rían bastar para explicar cuán complicados
SCu los problemas de la comprensión social indirecta. Ambos im p- iean
tipificaciones relativamente concretas basadas en m i experiencia directa
de mis congéneres. La experiencia directa implicada es la mía propia
o la de un intermediario. Pero en ambos casos los contextos subíenvej
de significado que utilizo para comprender a N y a a mostraran Los
efectos de tos contextos subjetivos de significado que estuvieron en la
mente de estos dos individuos reales.
Llamemos tipo ' caracterológicow a un tipo ideal de esta clase.
Debería distinguírselo del tipo ‘liabítual”, que define a un contempo­
ráneo solamente en términos de su. función. El concepto de un em­
pleado de correos, por ejemplo, es un cipo habitual. Ei empicado de
correos es por. definición /‘el que ¡remite la correspondencia”, o. en ei
ejemplo que hemos utilizado, mi correspondencia. Un cipo habitual
es, por lo tanto, menos concreto que un lipo caractero lógico. Se basa
en.un tipo de eurso-de-aeción que presupone o al cual se reCiere. El
tipo caracterológico, por otro lado, presupone una persona reíd a Ja
cual puedo enfrentar cara a cara, v se refiere a en a. Además, el tipo
habituar es mas anónimo. De hecho, cuando pongo una carca en el
buzón, ¡ni siquiera necesito tener presente el tipo personal “empleado
de correos", en el sentido de pensar en un individuo que tiene en su
mente ciertos contenidos subjetivos especirjcus de'significado mientras
realiza su trabajo, tales como pensar en recibir una cierta cantidad de
dinero por el servicio que presta. La única cosa importante para mi
en esta situación es el proceso de remisión de la correspondencia y
me limito a otorgarle el título abstracto de ‘"empleado de correos". Y ni
siquiera tengo que pensar en un empleado de correos como tal atando
despacho una carta. Me basta saber que de alguna manera ¿sva negará
a destino.^
En el capítulo de los tipos habituales entran aquellos que se refie­
ren a Jas “conductas” o al “hábito'.60 La fijación en forma conceptual
as modos externos de conducta o secuencias de acción,-^ derivados de
la observación directa o indirecta, lleva a establecer en catálogo de tipos
materiales de curso-de-acción, al cual se agregan luego los correspon­
dientes tipos pei.sonales. Pero estos tipos de curso-de-accién pueden
ser de grado de generalidad diferente: pueden ser nías o menos “estan­
darizados”, es decir, derivar de conductas que se producen con mayo: o

persona, y yo no comparto su-creencia, lo que tengo ante irá es v.na me_'a roixesf.u-
lad ó u de esa creencia como ‘ía creencia de rjiie 2a cosa es tle tnl o e r.:íil taaiierr.'. ’
49 Tal cumio puedo utilizar el teléfono sin saber emito funciona. Véi'.ss más
arriba, apartado 17, pág. 117.
50 [ScM iiz pone estas palabras er¡ mgJés:-beherve y
51 Para una .crítica del comluctismo ccm o método sacie lógico, v£as<i M . í £.¿s
"Begreifen und VeaEtehen'', Schrfíoliers JcJirhtích¿ L tV , páv?. lo& y s:¿s.
j.-enor írocjencia estadística. La idealidad del lipo personal idea'
biisrclo en taíes tipos de frecuencia (en otras palabras, la- irreductibi-
Kaau de ti:les clases de conducta a las vivencias conscientes de otras
personas veaJ^s; os, sin embargo, independiente cd principio del grado
de generalidad de >a conducta misma.52 Por otra parte, la "estandari­
zación* de la conducta tipificada puede a su vez remontarse a un tipo
personal ideai previamente co 175ti:nido. Tomemos como ejemplo la
'‘conducta tradicional” de Webep "la gran masa de toda la accióu coti­
diana a la cual ia gente se ha acostumbrado en forma habitual”.53 que
ya se ba.c_ yo eT !_:po personal íde¡d previamente construido de i hombre
qno actúa ele acuerdo con Ja costumbre; y, como ejemplo adicional,
njmúraos toda conducta orientada a la validez de un orden, Esto
viJun-ic signitica; eur términos de la constitución de tipos ideales de
co^'euj’jpráneoSj, que el orden válido funciona como un esquema inter­
pretativo para ellos. Ese orden establece como conducta requerida
pautas definidas de acción y tipos personales ideales definidos, en la
rn.ecUd? en que la persona que acepta tales tipos estándar y se orienta
según ellos puede- estar segura de .que su conducta será interpretada
adecuadamente por ios conlempovánecs orientados bacía el mismo
orden. Sin embargo, toda interpretación de esta clase por Ies contenn
poráneos

. . . dsbe : 5?. c u e r n a >jrj h e f u r d a n j& n la h r te n te i m p u t la n t e , E s to s c o n c e p to s de


e.;*4.:J?.r;!já c:.’1 e c íi v as qv.s se « jic v e n lr a n tar-to e.n e l sencido c o r m in c o m o « n ei pen-
sían-erUc- ;nr-c>co y e n abras fo vu ias té c n ic a s d e p e n s a m ie n to , tie n e n u n s ig n if ic a d o
jj.r. i?. r*."::íe c.s peráonru-- in d iv id u a le s . . . c o m o a lg o q ue p o se e a u t o r id a d n o r m a ­
tiv a . Pisto es íú e rto n o só lo en lo q ^ e resp&c^a a fu sces y fu n c io n a r io s , s in o t a m b ié n
a indív'iúuC 'S p r e nd es o r d in a r io s ” , 'a le a id e s s tie n e n u n a in f K ie n c ia p o d e r o s a , a me-
nVido d s i i s i v s , f.Tj e l c u t f d d e a c c ió n d e in d iv id u o s r e a le s .^

Sin embargo, esta observación hecha al pasar no es de ninguna manera


Tina explicación exhaustiva ce la situación que implica un orden válido;
por ejemplo, el aparato coercitivo que acompaña a todo orden regu-
jadv'f es te la mayor importancia desde el-punto de vista de la socio-
b .. a.: ' Lo importante para nosotros aquí es que aun la conducta que
está orientada bsen; la validez de u« orden es, en el sentido que nos­
otros damos al término, conducta habitual. Nuestro concepto de lo

Anrt! izarem os este proolem a. con ir.ayor detalle cuando estudiem os, en el ca­
ví; u d o V , :n¡ rí;jf,i:iórj curre adecuación. causal y ad e c ua ción ele sig nifica d o . C f. apar-
ir J ü 4c, p íg . 26 1.
V’-'ivifchfift and Geseüschaíi, p4g 12 [ T .L , p á g . 116].
5- png. 7 ; [T.L, pág. IOS] . Pevo cf. ía crítica tjue. hace KeLseo de esta
rr- sicíóu a n -.r. obra D e r z o z io lo g is c h s u n d jt; r :s L is c h e S i a a t s h e g r i f i ( T u runga, JL92.2. J ,
>1 S-SS-
r -- S c - jlr este p v n :o véas<? el e?í c e lcn te e s tu d io d e V o e g e lin l j t r i a d o '" D ía E in -
:.c:^ ar:s P e c h te s unc¡ d a s r .o T v ^ .s S in n g e b ild e S l n ó f ’, I n t e r n a t i o n c l e Z g i t a e h r i f t f ü r
c : s 7 ' } : e o ? : e d e s Tiechis, I ’.' í i 3G0 / , p .lgs. 5S-55, e s p e c ia lm e n te p á g s . 71 y sigs.
habitual es, por lo tanto, más amplio que el que la pa-abra tiene en
el uso ordinario.
Hay otro? tipos ideales que se caracterizan por un grado aun mayor
de anonhnicSad que el de ios tipos ideales habituales. El primer gui­
po de éstos consiste en ios así llamados "colectivos sociales”, todos los
cuales son -constructos referentes al mundo de los contemporáneos.5'1
Esta amplia clase contiene tipos ideales de grados ele ano ni m ¡dad
muy diferente. La junta directiva de una determinada sociedad o el
Senado de los Estados Unidos son tipos ideales relativamente coriere*
tos. y el número de otros tipos Id calca que éstos presuponen es muy
•imitado. Pero con mucha frecuencia utilizamos frases en las cuales
aparecen como sujetos gramaticales tipos ideales como "el Escaclo", ".¡a
prensa", “la economía”, “la nación”, “el pueblo”, o por ejemplo "la clase
trabajadora” 57. Ai hacerlof tendemos naturalmente a personificar es las
abstracciones como si fueran personas reales conocidas en la experien­
cia social indirecta. Pero estamos cayendo aquí en oí antropomorfismo.
En realidad esos tipos ideales son absolutamente anónimos. Cualquier
atribución de conducta que hagamos a los tipos no permite ninguna
inferencia con respecto a la existencia de un contexto subjetivo de
significado correlativo en la mente de un actor contemporáneo. "Para
la interpretación subjetivass de la acción en el trabajo sociológico’'
dice Max Weber,
estas colectividades deben ser traíadas considerándolas solamente coir.o Kis residien­
tes y modos de orgímización de los actos particulares de persogas mílividcales,
puesto que sólo éstas pueden ser tratadas como agentes en un curso de acción subje­
tivamente comprensible, . . . Para fines sociológicas... no existe al go semeja Lite
a una personalidad colectiva que "actúa”. Cuando se hace referencia en im contexto
sociológico a un "Estado", a una "nación", a una "sociedad anórtima”. a i;na "fami­
lia” o a un “cnerpo de ejército”, n a colectividades similares, lo qi.ie se quiere sig­
nificar es, por el contrario, sólo ur.a cierta clase de desarrollo de acciones reciej
o posibles de las personas indívidnales.&9

De hecho, toda “'acción” del Estado puede reducirse a ías acciones de


sus iuncionarios, a quienes podemos aprehender por medio de tipos
personales ideales y hacia Ius cuales podemos asumir tina orientación-
eltos, considerándolos como contemporáneos. Desde el punto de vista
sociológico, el término "Estado” es meramente una -abreviación que
El hecho de que en la nacíór; de- lo colectivo scciaf se presupongan cxir.-jc-p-
los de natmaleza metafísica; axiológka. y epistemológica es algo que exetuie el ale;..ir­
se de este estudio. Sobre este punto sólo puedo referir al lector a FeJix K.¿nlimara,
“Soziale Kolíelctiva”, en Teitschrifi fiír j.V<tt íúntil¿¡ionoi^ie, que ya liemos c:t:ulj
repetidamente.
57 Para un análisis de tales conceptos recomendarnos la crUica qije ]¡ace f-íi^es
del ccticep'o de clase í Die Cemeimoirtschaft IJena, Ki2l2 j „ págs. 316 y sigs./.
[Remitimos al lector inglés a Mises.. Soctflí’tím (New Hiiveu, ItíoL). pftgs. o 2 S o !,
que es la traducción de esta obra, y a su The oí y av.d Histoni (New Llavera IG57),
págs. 112 y sígs. y 142 y sígs.]
[Verstehende Deutw ig.]
53 Wirízchitfl fttid Gesellschúfi, pátrs, S y sigc. [T.I., pág\ iOl].
cor i’csp onde a una irania extremadamente compleja de tipos persona­
les ideales inlerdependientes. Cuando habíanlas de una colectividad
diciendo que 'actúa”, damos por sentado este complejo ordenamiento
estructural.00 procedemos luego a atribuir los contextos objetivos de
significado, en función de los cuales comprendernos los actos anónimos
de los funcionarios, ¿1 Upo personal ideal del colectivo social. Hacemos
esto de una manera que está en paralelo con nuestra interpretación
de las acciones individuales, por medio de vivencias conscientes; típicas
en la mente de actores típicos. Pero cuando procedemos de esta roa-
riera, olvidamos que mientras las vivencias conscientes de individuos
típicos sen totalmente concebibles, las vivencias conscientes de un colec­
tivo no lo so:i. Lo que falta, entonces, en eJ concepto de la “acción"
de mi colectivo, e-s precisara ente este contexto subjetivo de significado
como algo que sea igualmente concebible. .El Lecho de que la gente
haya llegado a lomar tal metáfora de manera literal sólo puede expli­
carse por motivos psicológicos, es decir, atribuyéndolo a que han actua­
do en este caso ciertos sistemas de valor.
Es innecesario decir que nuestra reducción de las formulaciones
acerca de colectivos sociales a tipificaciones personales ideales no exclu­
ye un análisis sociológico de estos constructor Por el contrario, tal
análisis consliiuye una de las tareas más importantes de la sociología.
Sólo una teoría sociológica de la formación de constrnctos puede confe­
rir sn completamiento a nuestra teoría, previamente postulada, de las
.Cormas del mundo social. Tal teoría tendrá como tarea fundamental des­
cribir la estratificación de las colectividades sociales en función de su
relativa ajiommidad o cuncretez, En este caso será crucial determinar
si una colectividad social se basa esencialmente en una relación directa
o indirecta, o quizás en una relación de ambas clases, que existe entre
ios individuos que la componen. Será también necesario estudiar el
sentido exacto^ si existe, en el cual puede adscribirse un contexto sub­
jetivo de significado a una colectividad social. Esto implicará deter­
minar. si al hablar de contextos subjetivos de significado de una colec­
tividad, no queremos significar realmente los de sus funcionarios. Este
es el problema de la responsabilidad de los funcionarios, cuestión de
gran importancia en el campo del Derecho constitucional y del Derecho
internacional.1’1 Otra cuestión que merece investigarse es si el con­
cepto de colectividad social puede servir, y en qué medida, como un
esquema de interpretación de las acciones de los contemporáneos,
puesto que es él mismo una función cíe ciertos estándares objetivos
comunes a un cierto grupo. Tales estándares pueden ser cuestión de
conducta habitual, de actitud tradicional, de creencia en la validez
de algún o ¡'den o norma, y pueden r.o sólo darse por sentados sino ser
obedecidos. Esie es,, en verdad, uno de los sentidos legítimos en que
£•" En vsneuíacÉíjn ecn este pt-nbleim véase la critica que hace Kelsen de ios
p^iú-os cíe visl'.i c’e W ebei ea su obra AKgemeíne Steatslefire (Berlín, 19 2 5 ] , pági-
1S y sigi. y t¡0-79. y p a ia el coaeepto de funcionado véanse pácrs, 262-70.
'Si C f K í ’ seii, op. t-íi.. pág?. 48 y sigs.* 65 y s:gs. y 3 1 0 y sigs.
podemos hablar del significado. subjetivo de una colectividad social.
Aun así, hay tantas complejidades en esta manera da hablar, que corre­
mos peligro de confundir un problema con otro y un tipo con otro. A
su vez, esto puede llevamos de nuevo a la ilusión de que hemos descu­
bierto una conducta trascendente al tipo y a revivir la eesacnreciuada.
noción de un tipo "‘libre"'32
Lo que hemos dicho acerca de las colectividades sociales mantiene
también su validez para los lenguajes. También en este caso peed o
establecerse una correlación entre el producto y ;o que lo produce.
Podemos hipostasiar un “hablante alemán” Ideal y anónimo. correspon­
diente a la lengua alemana. Pero en este caso, como en el que acaba­
mos de examinar, tenemos que tener cuidado cíe no tratar a este
hablante típico como un individuo real can sus propios contextos sub­
jetivos de significado. Es por completo ilegitimo, por ejemplo, hablar
de n a “espíritu objetivo de lengua fe’"/3 por le menos en las ciencias
sociales.04 No debemos ocupamos aquí de si tales conceptos son 'per­
misibles en otras disciplinas.
Estas observaciones se aplican también a todos Ies objetos cultu­
rales-, A la objetividad ideal de un constracto de cu1 .cura no corres­
ponde ningún contexto de significado en la mente de un individuo rea]
con quien podamos enfrentarnos cara a cara. Más bien, en caries-
pondencia con el contexto objetivo de significado del objeto cuitara!
encontramos siempre nn tipo personal ideal abstracto y anónimo de
su productor, hacia el cual asumimos, en forma característica, una
orientación-ellos-
Por último, esto se aplica también a todos los arteíaetes, ta’e-s como
herramientas y utensilios. Pero para comprender una herramienta, nn
sóío necesitamos el tipo ideal de sn productor sino el tipo ideal de
quien la usa. y ambos serán absolutamente anónimos. Quien usa !a
berramienta producirá resultados típicos. Una herramienta es una ccsa-
para- sirve a un propósito, y se la produjo para que cumpliera ese
propósito.. Por lo tanto/ las herramientas son el resultado de actos
humanos pasados y constituyen medios para la realización futura de
fines. .Podemos concebir entonces el “significado” de la herramienta
en función de la reía ció a medio-fin. Pero a partir de este contexto
objetivo de significado, es decir de la relación medio-fin en función
de la cual se entiende la herramienta, uno puede'deducir el tino ideal de
quien Ja usa o produce sin pensar en ello? como personas individuales
reales. En mí opinión es erróneo hablar, como hace Sander. el el signi-

c3 E ii su er.rayo sobre el lartainudeo, Ms>: W ebei ¿lemasLió que er. ■„1 ccnce^ír-j
"Estados Uíüdos de Norteam érica” hay yna séxtupla superposición y coniY.sió:i da
tipos (G eíoiniueíte Áufsiitee xisr Wisser.schaftslekys, psg.v -348 y sigs.).
r,s C f. Voss'er, C e n t í;?mI Kultur ir der Sprcichs ÍHíklc-Jbersr, iy í;? '/ , pííT?. I5 3
y pjgs. [T.I., Oscsi Oes-er, T h e Sptrí! of Lcingiiñge ía Ciyf.’.tstiiion {Lori-1 res. J ’j'3'2.,
pág. 138]
Feliv Kauhr.anrj, Sttafr?chtsic>i<¿¡d, pág. 3 1-),
íh lilI o ce vina herramienta en el mismo sentido en que uno Habla del
sipntmade áe ona acción.p5
E! artefacto es ei miembro final de la serie de anommizaciones
progresivas eae marcan la construcción tipificante del mundo social,
i \? parado de la captación inmediata de otra persona que tenemos
en la rebicicn-’ú. experiencia sabré la cual se basa, en última instancia,
redo ii-^Q ideal Luego hemos estudiado los tipos ideales caracteroló-
g'coi. y h achual es, .a colectividad social y, por último, la 1ierra mienta.
Amonio estos eisinp:o.s otan todos los miembros áe la serie, sí
h uíáran su progresiva anommizaoitm y la correspondiente pérdida gra-
apal de coucretez. .

40. P.éinciores sociales entre conteniporáneos


y ol:ser¿¿ición soc'ol iv.directa
Tal enmo las relaciones sociales en la situación cara a cara se basan
en la relación-tú puia. así también las relaciones sociales entre con­
temporáneos se bascin sobre la oríentación-eLos pura. Pero la situación
ha cambiado ahora. Hái la situación cava a cara, los partícipes se mira­
ban une a otro y cada hito era sensible a tas respuestas del otro. Este
no es el caso en h¡s relaciones entre los contemporáneos. Aquí cada
•; - nene que contentarse con la probabilidad de que el otro,
bacía el con! él está orientado por medio de un tipo anónimo, responda
ccn la misma clase de orientación, Y así entra un elemento de rinda
denuo de toda velación de este tipo.
Cuando subo a un tren, por ejemplo, me oriento Jiacia el hecho
de que puedo confia:’ en que el maquinista a cargo de éste me Heve
a ;rn hipar de destino. Mi relación con él es una relación-ellos, mera-
menie porque mi • ipo ideal '‘maquinista de ferrocarril” significa por
n fi' r "::no coe lleva ri su destino a pasajeros como vo”. Es por lo
cmac'eríshco de mis relaciones sociales con mis contemporáneos
■me ia orientación por medio de tipos ideales sea mutua. En corres-
■•••".. i con mi lino ideal “inat:uinista” está el tipo idea? del maqui-
eí ‘ pasajero". Asumiendo orientaciones-olios mutuas, cada uno de
no.seir es picosa so el olro como “uno de ellos”.66
"Gcvínmurr.! der reinen G ese.[Esen n fi 51eb re", A reino fin &oziahc-issenschflften,
L IV . r;i; - [-70: 'Po.' V . l e r i t i e n n □ todas Jai cosas físicas r^ue dehen su origen
a otes ¡ r c dicho cíe oí;o modo, qv¡e so:i riónos de un 'significado0 que ellas
c asierro.5
Eti rítü'.cioses como ésta, ’a ir£T¡sic:ÓTi grñtíual del m undo de ía experiencia
íc-c.'.rd Mvcclu -l] mundo d 2 los conterr.-pcrárieos es ms.iy visible. Como asistente a ixnñ
•.Wioiési f.ie tcsí-o, sólo soy im portante pava e2 actor como miem bro del público. El
iv.iicr t"ie pvbuca v.n iibre sólo pierisa en s- a lector como lector típico, y «3:ge sus
e.v-n; cte acuerdo c-cn 10 <j;’e él im agina q*is son las ideas preconcebi­
o s y ’ uijyto? :r-;orpreta1ivcs *;e] lector. Seria función de usa teoría de las' formas
'■■■’> mv.ndo sccjái, descular y elucidar todas estas situaciones' con respecta a su ;
• c. es :!*=::ir. las prepsr r-iot^s g & e?'p-iiiercía social di recia e indirecta que
rs ívc'.;£’.j-’. nji sn rl.e-r. Ei verrúidefG ¡y tc^rsar c¡e tal eítuáio fue. sio duda, Wiese *
Soy por lo tanto aprehendido por mi partícipe en la relacmn-elícs
corno una persona viviente real. De esto se sigue que solo puedo espe­
rar de él tina comprensión típica de mi conducta.
Una relación social entre contemporáneos consiste por lo tanto
en ésto: cada uno de los partícipes aprehende al otro por medio ele un
tipo ideal, cada uno de los partícipes se da cuenta de esa aprehensión
mutua; y cada uno espera que el esquema interpretativo de! c-tro sea
congruente con el suyo. La relación-ellos se "halla aquí en agudo con­
traste con la situación cara a cara. En esta última mi partícipe y yo
percibimos en furnia sensible ios matices de las vivencias del olro,
mientras en la relación-ellos esto queda reemplazado por el supuesto
cíe un esquema interpretativo compartido. Ahora, bien; aunque yo
suponga esto por mí parte, no puedo verificarlo. Sin embargo, tenga
tanta más razón de esperar una respuesta adecuada de mí participa
cuanto más estandarizado sea el esquema que le atribuyo. Esto es lo
que ocurre con esquemas derivados de la ley. del Estado, la tradición
y sistemas de orden de todas clases, y especialmente con los basados
en la relación medio-fin, en síntesis, con lo que Weber llama esquemas
interpretativos “racionales”.®T
Estas propiedades de las relaciones sociales entre contemporáneos
tienen importantes consecuencias.
Ante todo, debido al elemento de azar que está siempre presente-,
no puedo ni siquiera estar seguro de que la relación exista hasta que
ya la haya probado, por así decirlo. Sólo en forma retrospectiva puedo
saber si mi tipo ideal de mí partícipe era adecuado a él, sea en 2I sea-
lid o de la adecuación de significado o de La adecuación causal. Este-
difiere también de la sihiacíón cara a cara, donde yo corrijo constan­
temente mis propias respnestas a mi partícipe. Otra consecuencia es
que los únicos motivos-para y motivos-porque de mi participe que
puedo tomar en cuenta ai bacer mis propios planes de accióiv son íes
motivos que ya he postulado para él al construir mi tipo ideal de el.
Con seguridad, en la orientacíón-ellos, tal como en la síutacióti cara
a cara, establezco m i proyecto de acción de manera que los motivos-
porque de mi participe estén incluidos en rnis propias motivos-pava: y
procedo con la expectativa de que su esquema interpretativo aceren
de mí como tipo ideal sea adecuado al mío acerca de él como tipo
ideal. Si el partícipe en cuestión es un empleado post?J, el mero hec-m
de que tenga delante de sí mi caita estampillada, se transformará por
lo común en un auténtico motivo-porque para que proceda a espedirla,
Sin embargo, no puedo estar seguro de esto. Puede ocurrir que haya
un error y que él diri:a equivocadamente la carta que tiene delante
de sí, provocando con ello su pérdida; en esta medida él no logrará
satisfacer, por supuesto, mi tipo personal ideal de un empicado postal.
Por supuesto, esto puede haber ocurrido, a su vez, porque él interpren­
de manera equivocada la dirección que yo puse en la carta. Tocio

57 Sobre- este concento véase más abajo,.capítulo V, aparíatlo -ÍS. í


o' 1.0 resalla del hecho de que na estamos en contacto directo uno con
oli’Gj cono en la situación cara a cara.
■lu la sduación cara a cara; los partícipes están revisando y ara-
^¡íando constantemente el conocimiento que uno tiene deí otro. Esto
no es cierto en el mismo sentido respecto cíe la re3acicn-e31os. ■Es por
cjlj'Lo verdad que mi conocimiento del mundo de mis contemporáneos
está ampliándose y reataste ciándose constan! en',en te por medio de
todas las r-íirva? experiencias que provienen de cualquier paite deí
mundo social de lleude puedan venir. Además, mis esquemas típico-
ideales osearán siempre cambiando de acuerda con cada cambio de
mí siLuaoión, Pero fodas estas modificaciones ocurrirán dentro de un
ámbito muy estrecho mientras la situación original y mi interés en ella
sigan siendo aproximadamente los misinos.
En la relacíón-nosotros supongo que tu ambiente es .idéntico al
mío en todas sus variaciones. Si tengo alguna duda acerca ele ello,
puedo controlar mi supuesto limitándome a señalártelo y preguntas:te
si eso es io q-ae quieres decir. Tal. identificación está excluida en la
relación-ellos. Sin embargo^ supongo que si eres m i contemporáneo tu
ambiente puede ser comprendido por medio de indicios extraídos del
mío. Feto aun en este caso el supuesto es mucho menos probable
de Jo que sería sí estuviéramos cara a cara.
Sin embargo, mi ambiente 63 incluye también sistemas de signos, y
en Ja reiación-ellos utili 20 también esos sistemas como esquemas expre­
sivos e in interpretativos. De nuevo en este caso resulta de fundamen­
tal importancia el grado de anonimidad. Cuanto más anónimo sea mi
participe, tanto más “objetivamente” debo utilizar los signos, No puedo
suponer, por ejemplo, que m i partícipe en una relación-ellos captará
necesariamente el significado particular que estoy adjudicando a mis
pe»labras, o el con.texto más amplío de lo que estoy diciendo, a menos
que yo le dé la clave de una manera explícita. Como resultado,, no sé
durante el proceso de elección de mis palabras si me comprenden o
no, Es lo explica por qué no se me puede preguntar inmediatamente lo
que quiero decir y corregir eventualmente cualquier error de interpre­
tación, En la experiencia social indirecta existe sólo una manera de
,:tui.•■Tiogar a nv. partícipe respecto de lo que quiere decir" y consiste
en utilizar un diccionario, a menos, por supuesto, que decída ir a ver-'
h o marlo por teléfono; pero en este caso he dejado la orienta-
ción-ellos decrás y he iniciado una situación cara a cara. De hecho,
ci:a]quíei re^acinn-elios caracterizada por un grado de anonimidad
rOiativamenie baje puede transformarse en una situación cara a cara
pasando a través de diversos estadios intermedios.69

Ev] el íeiiUdn que damos üosotios fl la palabra. Véase m¿s arriba, apartado
■54, p ig . ít/Q.
1:0 U;i eieiy.y.’ o d " tal e'.tüdd) intermedio e? la correspondencia escrita que Sirn-
rral ha con írcrla J o tan niagistriiímsrjt& cor. el h ab la' “Podemos decir que itiienlr<is
f, Viíthlp. rc-v^l:'. ftl fc-cvHfí det hablante por (le lodo io que la vodca — que es
visible pero no a-.:dibii% y qr-e incluye lai'Jibién los imponderables del húlj’ante mis-
En el mundo de la experiencia social directa hay una diferencia
radical entre ■participación y observación. Esta diferencia desaparece
cuando entramos en el mundo de los contemporáneos. L-a razón con­
siste en que en este último nunca encontramos gente viviente re?.!. En
ese ruando, seamos participantes u observadores. siempre tratemos con
tipos ideales. Toda nuestra experiencia ocurre en el modo del “ebosb
Sin embargo, el tipo icleaí de un oh servad oí en el mundo de los con­
tení poráceos difiere necesariamente del tipo ideal de un participante
en ese mismo mundo. En efecto, según hemos notado, ei tí 1:0 id^aí
varía con ios intereses de la persona eme lo construye. El prcpóssio
de esta última consiste siempre en visualizar un cierta contexto obje­
tivo de significado, que ella siempre capta. como contexto sabitítivo
de significado de alguien, Ahora bien, el contexto total de experiencia
con que el observador se acerca a la otra persona difiere del contexto
del ¡participante.' igualmente, sus intereses son radicalmente distinto?:..
Su tipo ideal puede ser más o menos detallado, más concreto o más
formalizado, de un mayor o menor grado de anommidsd. Cualquiera
sea ei caso, siempre será distinto.
Ahora bien, puede ocurrir que lo que interesa sobre todo si obser­
vador de una relación social entre contemporáneos sean las vivencias
conscientes de los dos participantes. O puede ser el enrío de la rela­
ción. Si se trata del primer caso, el observador eoiiscvidrá o extraerá
de su experiencia pasada un tipo idea¿ equipado con las vivencias cons-
cic.iites que cualquiera observaría necesariamente en si mismo en una
relación tal. El observador “se identifica" luego con este tipo ideal;
lo vive a fondo, se imagina exactamente implicado en esa situación.
Puede luego imaginarse como teniendo todas aquellas vivencias que
son por definición propias del tipo ideal en cuestión. También pi:ede
hacer formulaciones definidas acerca de la naturaleza de ?a reí aeren que
está observando y acerca de las' interrelaeiones existentes entre !c:>;
correspondientes tipos ideales que están implicados. Puede hacerlo coa
mucha facilidad porque,- como ser humano, es más que un mero obser­
vador. puesto que el mismo ha estado implicado en el pasado, en inmu-
nerables relaciones sociales, directas e indirectas. Puede en verdad
haber tenido tales relaciones con las mismas personas que está obser­
vando ahora, e incluso estar añora implicado en una orientacíón-td
directa con una de esas personas. Casos como este último son espe­
cialmente frecuentes.
La observación de la conducta social de otro implica el mismo
peligro real de que el observador sustituya ingenuamente Ig.í tipos

n a — , la carta oculta ese secreto. Por esta iñzcn, la carta es más ciara omc o! >.aHa
ci'.&ivlo el secreto del otro no es L; cuestión; peio exímelo lu eí, Ja. Cíirtí. CS ::;¿s am ­
bigua. Por-‘secreto del oír o'" entiendo estsdos de ánír.LO y cualidades d 3 y-e;. ore
no pueden'eA'piesajse lógica ¡nenie, pero a los c-jsies volvernos sin e;rJ.:K-.go
raKies veces, aunque sólo sea píira ccrmn-sndeL- e¡ significado real
total mente concretas’' {Sazíclogie. 2;< ed. ■ fMv.nich,-1922j, pA¿r. 2.6Gj ¡T. i.. 1 '.-'.
H. W olíf. The Sociclogu af Georg Sivijusi o¿, 111.. ISóO/J.
:c-.-:..do~ que se encueraran en la ¡nenie de su sujeto por las suyos pro­
pios. Üj peligro l.ega a ser aguda cuando el observador, en lugar de
estar directri.rr.cnte atente a ;a persona observada, piensa que esta ulti­
ma constituye un " c;¡l-o” de tai o cual tipo de conducta abstractamente
eximido. Aquí no 3Ó:o puede eí observador utilizar el.tipo ideal erró­
neo p~ra comprender la conducta de su sujeto, sino que quizá no
lí-jgue nunca a descubrir su error, porque no enfrenta a su sujeto como
una • real. La observación social tiende entonces a desarrollarse
en uva construcción tlpico-ideal de segundo orden: el actor observado
es ¿i misino un ;ipo ideal del primer orden, y el presunto tipo ideai en
m •.; •; dei ciad el actor comprende a su partícipe, es un tipo ideal de!
de} s n ~ d o crden. Ambos son construcciones lógicas del .observador
y determinados :p^r su pnr,to de vist^.
Es!'a situación es muy significativa desde eS punto de vista de
c a u iq u ie r cie n cia .-ociai empírica que incluya la observación indirecta.
Su formación de conceptos típico-icüeales sirve de fundamento a los
p r in c ip io ; de adecuación de. significado y adecuación causal que aun
tenem os que ex a m ina r. La sociología comprensiva, sin embargo, tiene
c i r m es a llá de esto: debe construir tipos personases ideales para
- •• • ¿.ociaies. que seancompatibles con los construidos por los par-
' : de estos- óU im os. Este propósito puede considerarse como un
porteiaeio para Ja sociología comprensiva. Si se examina más de cerca,
se r e d ’.'ce a u n principio más básico: el postularlo de la adecuación de
siqráricado. Este postulado establece que, "dada una relación social
entre contemporáneos, los tipos personales ideales de los partícipes y
sus vivencias conscientes típicas deben ser congruentes entre sí y com­
patibles con la relación tipico-ideal misma.
Un buen ejemplo de! tipo de" esclEitacimiento que se requiere se
en eren tra en ei campo de la sociología ’egal. Esta disciplina tropieza
eco grandes dificultades . cuando trata de formular descripciones de
' ■: ■ • 'eslíes en tro varios partícipes, por ejemplo, el legislador y
ei intérprete íie ta my. el que la ap.ica y el sometido a ella. La socio-
i ’-ga lega: trata cié interpretar estas relaciones en función de ios sig-
nif irados subjetivos de' las personas en cuestión. Pero al hacer esto,
c::r nano:- 1 3 tipos ideales en función de los cuales cada una de las
personas imagina a su participe real, con los tipos ideales del partícipe
propios del sociólogo. Hay solo dos maneras posibles de remediar esta
situación y nacer viable un auténtico concepto descriptivo de la clase
de-senda per ios sociólogos del Derecho. La primera consistiría en fijar
desdo 'ei comienzo el punto de partida desde el cual se construirá el
tipo. Esto significaría ^ue el sociólogo del Derecho se identificaría
cor- uno de los actores, postulando como invariantes no sólo los actos
de ese actor sino también íes esquemas interpretativos que éste aplica,
a SU' partícipes. El sociólogo tendría luego que considerar que estos
conceptos tipico-id-sales están construidos de modo que son coactivos
pera él mismo. Si se adoptara este procedimiento^ la cla.se de couccpto
sociológico utilizado derivaría directamente del campo de la ley mis­
ma: el legislador, el juez, el abogado', el socio contractual, el veredicto,
la ejecución de la sentencia, etcétera. La alternativa consistí na en
lograr mi principio de acuerdo con el cual estos tipos ideales miís
generales pudieran transformarse en los tipos ideales individuales que
los partícipes tienen uno de otro en situaciones concretas.
En el capítulo V trataremos los problemas sistemáticos especia íes
que surgen cuando la observación social indirecta se dssr.rrolla en
ciencia social como tai.

[£J E L M U N D O D E LOS PREDECESO RES


Y E L PROBLEMA. D E LA H ISTORIA

41. El -pasado como una dimelisión del mundo social


El nnirdo de.les predecesores no presenta indebidas complicaciones, y
podemos tratarlo brevemente. El carácter directo e indirecto de ía
experiencia pueden encontrarse también en este mundo, pero en forma
fundamentalmente alterada. Por ejemplo, puedo recordar una relación-
nosotros o una reíación-ellos que tuve una vez, y hacerlo rastreáncioía
paso a paso o por medio de una evocación total. Si la experiencia ori­
ginal fne la de una relación directa cara a cara, seguirá siendo
en la reproducción: si fue indirecta seguirá siendo indirecta.- Pero
ambas llevaran ahora el selío de la preterí ciclad. Como resultado, i as
veo ahora desde un punto de vis 1.a diferente. Pero hay una modifica­
ción más que es muy importante. Cnando yo estaba aún some'ddo a
esas experiencias. sus secciones futuras todavía no habían sucedido. Xo
estaba aún seguro de cúmo resultarían las cosas: no sabía, por ejem­
plo. como respondería mi participe a mis acciones. Pero aliara es le
ya ha reaccionado como yo esperaba o me ha defraudado. Su reac­
ción. que yo había anticipado en el tiempo futuro perfecto, es ahora
pasada, o quizás está ocurriendo en este mismo momento, Sin di-ida se
la ve aún como una expectación, pero como una expectación ya cum­
plida o defraudada. Cuando me digo a mí mismo: “esperaba tal o
cual casa, pero mire lo que conseguí^, es obvio que la estructura tem­
poral es la misma; pero el punto de Virra temporal "ha cambiado; y
otro tanto ocurrió con mi interés en la situación.
Ya hemos tratado estos problemas, y no debería ser necesario
recapitular aquí los detalles de nuestras conclusiones.
Sin embargo, lo.que nos interesa especialmente es que 3a línea de
separación entre la realidad social presente y eí mundo de los prede­
cesores es fluida. Mirando simplemente bajo una luz distinta Tos recuer­
dos de la gente que he conocido en forma directa o indirecta, puede
interpretarlos como si pertenecieran al mundo de mis predecesores. Sin
embargo,'tales recuerdos no son en sentido pleno vivencias de mí mondo
de predecesores, pues en cada recuerdo se conserva el sentida de .a
simultaneidad de las vivencias de los otres partícipes en la relación-
nosotros o en la reJación-eílos. En otras palabras, recuerdo que fue
mis o menos en ese momento, que yo estaha allí y tenía ptopias viven-
cías, tal come mí partícipe tenía las suyas.
l'neclü definir a un predecesor como una persona en e! pasado,
ninguna de cuyas experiencias se recubre en el tiempo con ninguna de
las mías. El remido puro de los predecesores puedo definirlo entonces
corno iotalraente constituido por tales personas. El mundo de !os pre­
decesores es el que existía antes de que yo naciera. Esto es lo que deter­
mino su naturaleza misma. El mundo de los predecesores ha transcu­
rrido v iermijiado por definición. No tiene ningún horizonte abierto
hacía el futuro. En la couducta de mis predecesores no hay nada que
aun esté sin decidir, que sea incierto o espere su cumplimiento. No
espero la conducta de un predecesor. Su conducta carece esencialmente
de toda dimensión de libertad y está así en contraste con la conducta de
las personas con la? cuales tengo contacto inmediato, y aun3 en cierta
medida, con la de aquellos que son meramente mis contemporáneos.
Las relaciones entre, predecesores, puesto que ya son pasadas y por
!:j tanto lijadas en sí mismas, no requieren más postulación de tipos
ideales fijados para poderlas comprender.10 Me es posible, por lo tanto,,
asumir cuaíquier clase de orientación hacia mis predecesores, excepto
una: nunca puedo tratar de influir sobre ellos. Ann la palabra “orien­
tación’ tiene, aquí un significado diferente: es siempre pasiva. Decir
que una acción mía está orientada hacia la acción de nno de mis pre­
decesores, equivale a decir que m i acción está influida por la suya, O
para decirlo de otro modo3 su acción concebida en el tiempo pluscuam­
perfecto es el auténtico motivo-porque de la mía, Nunca influyo sobre
mis predecesores. Sólo ellos influyen sobre mí.71 . Estas observaciones
se aplican también, pDr supuesto, al concepto de acción tradicional de
Weber.
Por lo tanto, en el mundo de los predecesores no se aplica la dis­
tinción entre relación social y observación social Lo que a primera
vista puede parecer una relación social entre yo y uno de mis predece­
sores resultará siempre un caso de orientacíón-otro unilateral de mi
carie. El culto de la adoración de los antepasados es un buen ejemplo
de tal orientación hacia el mundo de los predecesores. Pero hay sólo
una clase de situación en la cual puedo hablar con significado de una
interacción recíproca entre mí mismo y uno de mis predecesores. Esta
es la situación en la cual él actúa sobre mí y yo respondo comportán­
dome de manera que mi conducta sólo puede explicarse como orien­
tada hacia su acto^ como teniendo a este último como su motivo-porqué.
Este sería el caso, por ejemplo^ si él me transmitiera por herencia
alguna propiedad.

: -! El mundo de los predecesores sólo puede ser 03nocido, por su Eatiaraleza


¿nisiv.e., iT;ecr.;inte tipo; ideales, pero puesto que los eventos pasados ya están eorn-
piecL'.mer.te lijos, Jos tipos históricos en función de los cuales se comprenden esos
eventos y?, na requierr-n un seto más de fijación.
71 lün el sp^tido de la definición que damos más arriba, apartado 30, pág. 17-8.
Hay peculiaridades correspondientes en la manara en que «¡pe­
nen ciamos a nuestros predecesores. Sólo puedo conocer a un predecesor
si alguien me habla o escribe acerca de éL Este mediador puede ser,
por supuesto, un congénere o un contemporáneo. j?or ejemplo, mí
padre puede hablarme de gente .que lia muerto hace mucho tiempo, a
la cual el recuerda de su juventud. La transición del presente inme­
diato al mundo de ios contemporáneos es entonces continua. En erec­
to, mi padre está sentado frente a mí ahora, mientras recuerda. Sus
vivencias, aunque coloreadas por la preterid dad, son aún las v; vendas
de una persona coir ía cual estoy ahora cara a cara. Pero para im esas
vivencias san pasadas y se bailan más allá del recuerdo, porque ningún
momento de m i vida fue contemporáneo de ellas- es esto Jo que hice
que formen verdaderamente parte del mundo de tras predecesores. A u n
las vivencias sociales pasadas, directas o indirectas, de otra persona
son para m í parte del inundo de los predecesores, aunque las aprehenda
como si fueran mi propia experiencia social pasada. En eterno, las
aprehendo como el eoutexto subjetivo presente de significado de la
persona que me está ahora hablando de ellas.
En segundo lugar, llego a conocer el mundo de mis predecesores
por medio de registros y monumentos, que tienen el status de signos,
con independencía de sí mis predecesores los destinaban a ser sig­
nos para la posteridad o meramente para sus contemporáneos.
Casino es necesario hacer notar que m i orientación bacía el ir. unce
de mis predecesores puede ser más o meaos concreta, más c manes
actualizada. Esto se deduce de la estructura de mi experiencia (Errrm-
rung) de ese mundo. En la medida en qae ésia deriva de lo que •r ;s
congéneres o contemporáneos me han contado, estará determinad;1 ,., ea
primera instancia, por el grado de coneretez que tuvieron las vitandas
originales de éstos. Pero Juego se,hablará además condicionada por el
grado de concreten de m i propia orientación hacia ellos como narradores.
Puesto que rni conocimiento del mundo de los predecesores me
llega a través-de signos, lo que estos signos significan es'anónimo y
está desligado de cualquier corriente de conciencia. Sin embargo, se
qae todo signo tiene su autor y que cada autor tiene sus propios pen­
samientos y vivencias a medida que se expresa por medro de signos. Es
por eJ]o perfectamente adecuado que yo me pregunte lo que amere
decir un determinado predecesor al expresarse cié tal o cual manera.
Por supuesto, para hacerlo, debo proyectarme hacía atrás en el tiempo
e imaginarme presente mientras ese predecesor babeaba o escribía.
Ahora bien, la investigación histórica uo toma como objete primario
suyo las vivencias de los autores de 'os materiales que constituyen las
fuentes. Sin embargo, estas fuentes, se refieren en todos sus aspectos
a la experiencia social directa o indirecta de sas autores. Como resul­
tado, el contenido objetivo comunicado por el signo, tiene una mayor
o menor coneretez. El procedimiento ele la investigación histórica es
en este punto el mismo que el utilizado en la interpretaciáu de Es
pmabras- do alguien qno me está hablando. En este último caso obtengo
por medie de.la comunicación una experiencia indirecta de lo que el
habí-:, me ha vivendaclo en forma directa. De la misma manera, cuando
Ico un do cuín 3n ¡:o histórico, puedo imaginarme cara a cara con su
autor y aprender eos as de él acerca ele sus contemporáneos; sus con-
temporáneos ocupan v.no por-uno sus lugares dentro de rai mundo .de
predecesores. .
M í mundo de predecesores es, en toda su extensión, el mundo de
o;::a!; personas y no el mío. Por supuesto, contiene dentro de sí muchos
mve’es de experiencia social de diversos grados de coneretez, y en este
se-iuido se parece a mi mundo de contemporáneos. También se ase­
meja a este mundo en. el sentido de que ía gente que está (en él me es
conocida por medio de tipos ideales. Pero este conocimiento es diferente
en un ¿specto importante. '
M i predecesor vivió en un ambiente radicalmente distinto, no sólo ..
del uno sino iambiéc del que yo atribuyo a mis contemporáneos- Cuan­
do aprehendo a un congerie» e o a un contemporánea, siempre puedo
suponer 'a presencia de un núcleo cerrón de conocimientos. Los tipos
ideares mismos de -as reiaciones-nosotros y las reía clones-ellos presupo­
nen este núcleo de experiencia.compartida. -Ese tipo ideaj extremada­
mente a nerum o, “mi contemporáneo”, comparte por definición conmigo
esc tip"-; ideal iguairneute anónimo "civilización contemporánea” Natu-
rrlraeiite. esto le falta íí mi predecesor. La misma experiencia le pare­
cería z él per completo diferente en el contexto de ía cultura de su
tiemno. Estrictámente hablando, carece de sentido incluso hablar de
eba como de “la misma.” experiencia. Sin embargo, puedo identificarla .
como '‘experiencia humana”: cualquier experiencia de mi predecesor
esui abreica a mi interpretación en función de las características de la
experiencia humana en general. Según dice Scjnlier:
L a uniformidad y Ja uiüdad inmutante? de las leyes ds la naturaleza y de la
:'isr¡te r.'iir.ri::'; . . . constituyen la rüzón por la cusí hechos muy remotos vuelven
f. Jicy, 'avnqus m clífereiúes civcunsíancias. y la razón. peí ía cual los hechos
s recisn'os p.ieüen sn’ojar luz schre los tiempos prehistóricos/72

Lo ene Scmller llama aquí, en. el lenguaje de su tiempo, la unidad in-


do k meme humana. pitcds interpretarse como ía esencia de la
e::;:c: iencía humana como tal,- algo que necesariamente trasciende no
? : rm cairo nundo social áírccta mente vivencia do y nuestro m undo so­
cio: contemporáneo, sino también teda la civilización de nuestro tiempo.
Los esquemas que utilizamos para interpretar el mundo de nuestros
predecesores son necesariamente distintos de los que ellos usaban para
- so ürisísyo Wns- Jiew.si j;nJ su íuefche>ri Ende studiert n?ün UtiiiíeMflí-
0, cr.yu- aro Jacob B lirckhaidt, “Nosotros partiremos, sin embargo, d
r’-.;c >r-s es accesible, el ú^ico centro eterno de todas las cosas •— el horo-
bi ;. -n-.e ¿uíre, se «síuerzsi, ha.ee, Ira! como es, íve y siempre sevá”, Weltgeschichtliche
L’- ¿ L : :_Kr{jnerr.Acisgahe)„ pág. 5 [T.I., Torce' and Freetlom, ed. James íf..
N•::o.á Niie**a ¿'crí:, J.O'/Sj , págs. S1-S2J.
interpretar ese mundo. Si deseo interpretar la conducta de un contem­
poráneo, puedo pío ceder con confianza sobre el supuesto de que sus
vivencias serán muy parecidas a las mías, pero cuando se traía cíe com­
prender a un predecesor, aumenta muclio ía probabilidad de que 110
logre ciar en el blanco. Mis interpretaciones sólo pueden ser vagas y
provisorias. Esto es cierto aun en lo que respecta al lenguaje y a otros
signos de una época pasada. Tales sistemas objetivos de signos están
sin duda fijados por estipulación y, por lo tanto, ofrecen un terreno rela­
tivamente finne. No obstante, no tengo maneja de asegurarme de que
mi propio esquema interpretativo coincida cou el esquema expresivo
que utilizaba mi predecesor al emplear los signos en cnestión. La inter­
pretación satisfactoria de signos utilizados en el pasado es siempre, por
lo tanto, cosa problemática. Pensemos, por ejemplo, cuánta controver­
sia lia habido acerca de la interpretación "correcta" de las obras de bach
en función del sistema ^objetivamente dado’' de notación musical. Aun
la historia de Ja filosofía abunda en desacuerdos acerca de la interpre­
tación adecuada de los términos utilizados por filósofos del pasado.
Esta inceilidumbre es de un tipo diferente de la que tenemos respecto
de palabras y otros signos utilizados por nuestros contemporáneos, por­
que siempre íes podemos preguntar a estos últimos lo que quieren decir
y resolver así la cuestión de una vez y para siempre,
Mientras que siempre podemos llegar a conocer mejor a nuestros
consaciados y a nuestros contemporáneos, esto no es cierto en el mismo
sentido en lo que respecta a nuestro conocimiento de los predecesores.
Las experiencias de éstos ya han transcurrido y son cosa pasada, y sólo
podemos llegar a conocerlas mejor en el sentido de recoger más infor­
mación acerca de ellas. Pero la información estaba ya allí, por así de­
cirlo, esperando que la recogiéramos, y es por completo accidental que
tengamos que adquirirla trozo a trozo.
La tarea principal de la ciencia histórica consiste en decidir rmé
hechos, actos, signos, etcétera, de los que se encuentran en el pasado
deben seleccionarse para la interpretación y sistematización en algo
llamado 'historia”. La famosa discusión entre Max Weber y IZduard
Meyer ri constituyó un aporte importante a todo este problema y, en
cierta medida, lo esclareció. Desde entonces la controversia acerca de!
Iris l orí cismo ha promovido a todo este tema al primer pk.no del interés.
Señalamos ahora algunas de las consecuencias de nuestros resulta­
dos acerca del mundo de los predecesores.
El problema metodológico básico del historiador ya está resuello
para él por ese punto de vista que es el suyo en tanto historiador. Este
es el interés o propósito que lo ha llevado a emprender su tarea. En
historia ocurre entonces lo mismo que en cualquier otro campo, por c:

TS Véase Weber, Ges:m>¡;et£e Aufsatze zur Wissznscho.jliiehre, págs. 213-fío.


[Cf. "Criticíil Si Lidies tn Lhe Logic cf tbe Cultural Sciences, a CdUque uf Ecluai-il
Meyer's Mefhodologreal Views”, en Max Weber üi¿ the Methodologij of i'te Socicl
Sciences, fiací. v comp. ele E. A. Shifs v H. A. Finch (Gíeucce, 111., 1049/,
113-88.] ' ' >
bocho cíe que el ángulo de enfoque lo determina todo. La clase de in­
terés qüe tiene el historiador depende, por supuesto; de 3a época en que
él mismo vive y de su actitud hacia sú propia época y hacía la edad
pasad si que es eJ objeto de su escrutinio. Tal coma el individuo inter­
preta sus vivencias pasadas de .maneras diferentes en diferentes uiomen-
los. también el historiador interpreta las épocas pasadas ahora de una
manera y luego de otra, mirándola desde su propia experiencia del
mundo social, Esto significa que el proceso de interpretación siempre
estará construyendo nuevos , tipos ideales tanto de personas como de
acciones, todo para comprender precisamente los mismos hechos. Den­
tro de la imagen del mundo social que tiene el historiador está incor­
porada, sin embargo, su experiencia del mundo de sus contemporá­
neos (o, según decimos nosotros, el eoutexto cultural de su época) y
también por cierto su experiencia, sea precieniífíca o científica, acerca
de sus predecesores. Partiendo de-este cuadro general como punto de
mira, enfoca su problema específico, tratando de reconstruir lo que
ocurrió en el pasado. Pero siempre procura "ciar sentido” al pasado, es
decir, describirlo de manera coherente con su conocimiento previo toLal
deí movido de los predecesores y del mundo en general. El historicismo
es conecto en ando afirma que toda la historia condiciona el puuto de
vis'a del historiador, pero comete un error cuando sale de su campo
y traía de reducir las categorías no temporales (o mejor, supratenvpora-
les) ele los objetos ideales a categorías históricas. Mas estas categorías
no temporales están presupuestas por los contextos objetivos mismos de
significado en función de los cuales comprendemos el mundo en gene­
ral, incluida la historia. El historicismo, cuando llega a este extremo,'
eJimhia simplemente ios fundamentos mismos en que se apoya.54
Podemos tratar de resolver el problema de la pertinencia pregun­
tando craé actos fueron importantes para mi predecesor, para, sus con-
sociados y para sus contemporáneos, Pero este enfoque solo hace retro­
ceder un paso más el problema. En efecto, el historiador sólo puede
establecer que un determinado acto era considerado importante por
alguien en el pasado, si recurre a un argumento causal. Es decir, debe
demostrar que pvesto que la persona tenía tal o cual motivo-porqué,
por lo tanto debe haber considerado el acto eir cuestión como impor­
tante. Pero como ya hemos mostrado, los auténticos motivos-por que se
descubren como existentes en el tiempo pluscuamperfecto, es decir, como
precediendo a algo ya conocido como pasado, Pero ¿qué es ese algo?
;-Solo puede ser el juicio del actor sobre la importancia misma! Por lo
tanto, el historiador presupone que ya ha descubierto ía elección del
fin. Ahora bien, el historiador puede identificarse, en cierto sentido,
con la personalidad del pasado que él estudia, y preguntar qué podría

7J- P;itú " n baíru-iienf□ de la viriculacica exigiente eube la histoviografía y tos


ccncepLcs de Íüs áenuias sociales (y la consiguiente critica del liistoricismo) véase
Ludwig ver. Mises, "Síjíijlogie vmd Gesckiclite", Archic fiir Sozialiníssetischaften
ír-cC SvzieiJnoJii-ík, lxTj p-ágs. 465-512, especialmente 489 y sigs.
haber estado tratando de hacer esta persona exactamente antes d e l soto
en cuestiói^ O puede plantear la cuestión más general cíe cómo hubie­
ran resultado las cosas sí hubiera ocurrido el hedió B en Jugar deJ
hecho A. Pero ¿cuáles son los presupuestos tácitos que están por detrás
de estas preguntas? El historiador ya sabe perfectamente b ie n Ir? q u e
el actor se proponía hacer, porque conoce lo que en verdad hizo. Ade­
más, conoce todo el curso posterior de los hechos históricos hasta l ’ogar
a Ja época en que él mismo formuló su pregunta. Equipado con lodo
este conocimiento,- se proyecta ahora hacia atrás hasta un punió del
tiempo anterior al momento de la elección o al momento del hecho A.
según sea el caso. Procede luego a preguntar, supuestamente sobre ía
base de su conocimiento del motivo-porqué de la persona “a punió de"
actuar en ese momento, qué proposito podría tener quizás en su mente
esta última. Encontrábamos un problema similar con anterioridad, en
nuestro análisis del problema de la elección.75 Se recordará que identi­
ficábamos entonces como meras explicaciones ex post (acto tanto la teo­
ría de una supuesta elección entre dos posibilidades abiertas como la
teoría de que la elección puede predecirse a partir de u:i conooimieiUo
del auténtico motivo-porque. Llegábamos a esa conclusión como res al­
tado; del análisis de Ja naturaleza del,auténtico motivo-porqué, do ranee
el cual vimos que este último sólo puede descubrirse si conocemos pri­
mero.todo él curso de hechos,hasta llegar al presente inmediato. Debe­
mos tener también el mismo conocimiento para poder juzgar acerca Jo
la importancia de un determinado suceso A para el curso posterior de la
historia. Este es el motivo por el cual sólo el pasado, y nunca el pre­
sente, pnede ser considerado como parte de la histeria. Mientras en e!
presente todo es puro proceso, cada acción está planeada y ocurre libre­
ra ente sin ninguna conciencia de un motivo-porqué por parte del actor,
no hay en el pasado ni libertad ni probabilidad, y es al menos en prin­
cipio posible descubrir el auténtico motivo-porque de cualquier acción
dada buscándolo en los hechos que precedieron a esa acción.
Si nnvamos la comente de la historia de una manera retrospectiva,
veremos que es continua y múltiple, similar en este respecto a nuestra
propia corriente de conciencia. Pero en otro sentido jas dos son dife­
rentes, pues la historia ocurre en el tiempo objetivo, mientras la con­
ciencia ocurre dentro del flujo íntimo de duración del individuo.íU La
corriente de la historia incluye hechos, anónimos, conoce la coexistencia
y los lugares fijados en el tiempo. Por otro-laclo, ta corriente d e h?. his­
toria puede reducirse a auténticas‘vivencias de oíros hombres, que ocu­
rren dentro de la inmediatez de la condente individual de la conciencia
y refieren a consociados y contemporáneos, vivencias que suceden den­
tro de relaciones-nos otros y reía ciones-el los. Entretanto, la esemotma
de caracteres y los roles que éstos desempeñan cambian de manera oons-

T5 Apartado 11, págs. 95 y sigs.


T* C£. G. Síminel, “ Da.3 Probíem der liístcrjschtín Zeit”, p'it/j.TO’j/.iífrií: Vc:-
trege der. Kantgezelíschaft, c. 12 (Beílin, 1916).
í-anlo. Cupido una generación cleia su lugar a la siguiente, los cousocia-
d ;■/ se transfornean en predecesores. 3/ ios sucesores en consecrados. Ai-'
g-.mos participes salen da las reJaci Oües-nosotros y son reemplaza Jas
por Ciros. E:i cierto sen ti do, la historia misma puede ser considerada
ccrao una velación-nosotros continua desde ]os primeros dias de la hu­
manidad basta el presente^ relación de abigarrado contenido y par tic t-•
pss siempre cambiantes. Este punto de vista acerca, de la historia no
es mera metaiisica., aunque sin duda podría desarrollarse una metafísica
a partir de A rus nos que aceptemos ta: punto de vista, no hay razón
par,': aouciderfir el mundo de nuesn-os predecesores como un mundo
continuo, y en verdad ninguna razón para afirmar ja unidad del mun-
do social. Esta interpretación es por oiciio la única que hace íugar al
signiticadc sub^envó en la historia. ■
,E¡ punto de partida de la interpretación histórica puede ser en ver­
dad el significado objetivo de los actos humanos qits lian ocurrido. En
ese caso, le que tendremos es una historia de hechos. Pero la interpre­
tación histórica puede partir también de íos significados subjetivos de
: 5 animes ríe :a historia, en cuyo caso el resultado será úna historia
d .• la c aiducLa humana, E) historiador buscará un método válido y
una elección pertinente de datos según cuál de estos dos plintos de par-
dua haya ademado.
Para redonc.ear nuestro cuadro del mundo social, detengámonos por
uu momento en e^ mondo de los sucesores. Si el mundo de los prede-
es aTgo Fijada y determinado por completo ^ si el mundo de los
c^ns ociad os es libre 3 el de Jes contemporáneos es probable, el de los su­
cesores es 00 : completo indeterminado e indeterminable. Nuestra orien-
i. " naen nuestros sucesores no puede llegar más que a estonque
••••amos 'a tsner a.gunos. Ninguna lía ve puede abrir la puerta de este
reino, ni siquiera la de los tipos ideales. En efecto, este último método
se en nuestra experiencia de los predecesores, los consocíados y los
concempoj'ávíeos. y no hay rjmgiin principio que nos permita extenderlo
a’ mundo cte nuestros sucesores. Por supuesto,, algunos de nuestros con-
y contemporáneos nos sobrevivirán, y podemos suponer que
■: nc toando entonces . como sabemos que actúan ahora. De
es;a mF.nem. puede establecerse una especie de zona de transición entre
'• • dos muraos/ Pero cuanto más dejados está el el Aquí y Ahora el mun­
do do ios sué-s-joresj tan lo menos confiables, serán tales interpretaciones.
E sta m is m a c o n s id e ra c ió n m u e stra c u á n erróneas son en p rin c ip io
las a n lla m a d o s JcyosiJ d e la Orslejas. T o d o el m u n d o ele los sucesores
es, p o r de C im ción, n o histórico y a b s o lu ta m e n te lib re . Se lo p u e d e anti-
capar cíe m ía m a n e r a abstracta^ p e ro no se lo p u e d e d e sc rib ir co n d e ta ­
lles e s p e c íe o s . N o p u e d e ser p ro y e c ta d o o p la n e a d a , pues n o tengo
o o n r n j r.;.c .os ¡acto rís cíes conocidos q u e m e d ia n entre el tie m p o d e m i
mLeerte y ¿[ p o s ib le e u m p b u j tonto d e l p la n .
ALGUNOS PROBLEMAS BASICOS
DE LA SOCIOLOGÍA COMPRENSIVA

42. Resumen de nuestras conclusiones hasta esie punto

Los besux-TjLdos logrados hasta ahora- son suficientes como para permi­
tirnos establecer con precisión y en forma concluyente n¡.íesIra teoría
de la comprensión del significado. Comenzamos' demostrando Ja jaita de
claridad inherente al concepto de ‘‘significado a que se apunta” de Max
Weber. Heñios visto que, en la medida en que la acción misma signe
siendo indefinida, no podemos hablar de manera inteligible del siguió-
cada a que apunta la acción y “que el actor le adjudica''.; Para lograr
nna definición satisfactoria de la acción, encontrábamos necesario ha­
cer un detallado y exhaustivo análisis de sus procesos constituyentes.
Llegábamos finalmente a la conclusión de que la acción es I) una vi­
vencia que está 2) guiada por un plan o proyecto que surge de la
actividad espontánea del sujeto, y 3) distinguida de todas1Jas otras viven­
cias por un Acto peculiar de atención. Vimos luego que, sobre la base
de esta definición, debe interpretarse metafóricamente la fórmula "el
actor adjudica un significado a su acción’. En efecto, el significado
es meramente un mfcdo especial en que el sujeto atiende a su vivencia: es
ésta la que eleva la experiencia al nivel de acción, lis incorrecto enton­
ces considerar el significado como una especie de predicado que podría
“adjudicarse” a una acción* Hemos distinguido además entre la acción
(íiotio: Handeln) como una experiencia en proceso, y el acto completa­
do factum; Handlung), y hemos descripto el modo peculiar de consti­
tución del acto proyectado, de acuerdo con ei cual éste es anticipado
en su propio proyecto en el tiempo futuro perfecto.
Nuestro paso siguiente consistió en formular una definición prelimi­
nar del significado, aplicable a toda cíase de vivencia. Dfjhnos truc el
‘'significado” de una vivencia puede reducirse a un giro de la atención
hacia una vivencia ya transcurrí da. en el curso del cual esta ú'bma se
extrae de la comente de la conciencia e identifica como una vivencia
constituida de tal o cual manera-y no de otra. El significado, en es-te
sentido inicial, es predicativo y pertenece a la vivencia ptetenoménica.
Tuvimos que ampliar este concepto y enriquecerlo.para hacerlo coinci­
dir con él objeto de nuestra investigación, es decir, el significado espe­
cífico que el ador "adjudica” a su experiencia cuando actúa. Es esto to
que se quiero decir con la expresión "significado a que se apunta". Para
analizar este concepto de significado, hemos examinado las series de
Acias politeticamente construidos que* de acuerdo con un principio fun-
dsmojitu!, de la fenomenología, pueden abarcarse en una sola mirada de
la atención. Vimos que cada una de tales series se encuentra en un con­
texto de significad ti, y analizamos la constitución del mundo de ía expe­
riencia (Erfafíruugswelt) como una estructura total constituida por d i­
ferentes ordenamientos de tales contextos de significado. Explicábamos
luego IJ el concepto de esquemas- de la experiencia (Schemaía der
Erfohnu'.g).. 2) el concepto de estratos inferiores (Unterstufen) que se
cerní:Küyen como dados por sentado y 3) el concepto de “repositorio
de conocimiento disponible’' íErjahnmgsvo-rrat). Estudiando la teoría de
la modilicació-n atendonal hemos establecido que ios intereses del sw-
ieio y su particular panto de mira definen la línea limítrofe entre lo que
61 da per.- sentado y lo que le resulta problemático. Hemos acordado
ssí ío que correspondía al elemento pragmático del pensamiento. En lo
cp;e respecta al concepto de acción misino, hemos establecido 1) que
un curso de acción es una serie politóticamente' construida de Actos
{Ah te) sobre los cuales, luego de cumplidos, podemos dirigir nuestra
atención en un liaz "-unirradíado" o concentrado, dentro del cual se los
ve como un hecho o actu (Hañdhrtig), y 2) que por lo tanto la acción
es en sí misma un complejo de significado o contexto significativo. Al
mismo Üempo, hemos reconocido qu.e el contexto significativo especí-
l;eu de una acción depende del alcance del proyecto que la constituye
como acción ó nica. Por lo tanto, si uno se empeña en buscar el signi­
ficado subjetivo de una acción, lo encontrará en lo que es el principio
propio de unidad de la acción. Este último está siempre determinado
^Libietívameri'e y sólo subjetivamente. Desde el punto de vísta metodo­
lógico es inadmisible interpretar una serie dada de actos en forma obje­
tiva como una secuencia unificada sin ninguna referencia a un proyecto,
y adscribir luego a ellos un significado subjetivo. Hemos visto que Weber
no lograba distinguir el acto proyectado del acto cumplido, lo cual lo
llevaba a confundir el significado de una acción con sus motivos. Por
otro lado, concluíamos que una serie de complicadas estructuras de
significado está ya pre-dada para el motivo. Hemos visto que el moti-
vu es roa!mente un contexto de significado qne vincula lo que motiva
con 5o que es motivado. Trazamos una importante distinción entre eí
motivo-pava y el auténtico motivo-porqué. Luego, dentro de los moti­
vas-pava de nna acción liemos señalado varios estratos, y mostramos que
el motivo-para de una acción no es nada más ni menos que el acto mis­
mo proí-eetndo en el tiempo futuro perfecto. Vimos que la acción se
realiza paso a paso en razón de ese acto. Hemos establecido todos estos
pontos mientras nuestro estudio se limitaba aún a la corriente de con­
ciencia del yo solitario. Hemos concluido ese estudio introduciendo el
concepto de la "autocomprensióiT o autornterpretacíói: del noto pro­
pio de uno y de la propia acción, que segó 11 vimos era un aere ¡le re­
conocimiento sintético, consistente cri la identificación v ordeaarnieA.o
en esquemas de experiencia mutuarnenLe coherentes de lo ene va habin.
sído captado en el Acto previo de atención.
Nos aplicamos Juego a un análisis del mundo social. Aquí el yo.
como vimos, arroja luz sobre el yo de! otro, un ser que, como í'i misino,
tiene conciencia y duración y que, también como sí misino, interpreta
sus propias vivencias, Pero eí heclio de que mi participe sea otro yo_ el
hecho de que realice tales o cuales actos cuyas manifestaciones exiernas
puedo ver^ esto es algo que solo reconozco ordenando y clasificando
mis propias percepciones de él dentro deí contexto total de rni coa oci­
miento. Perc esto no es aún conocimiento de la otra persona cGír.c
Todo lo que estoy haciendo hasta este punto es ordenar y cías: Picar 1 .• -
propias experiencias del mundo social, tal corno sí fueran experiencia?
del mundo natural. Pero puedo abandonar en cualquier ciomenic todo
este enfoque y adoptar uno nuevo. Puedo aparta-- mí atención del con­
texto de significado objetivo y dirigirla a aquel en eí en a’ he ordenado
mis vivencias de las vivencias de la otra persona. En electo, el curso
percibido del acto de la otra persona, que yo percibo, esta turb'ée
para él dentro de un contexto de significado. Esto ocurre oerque él ■ '-•o
en una mirada de la atención las fases politéticas eme han contribuido
a constituir ei acto integro, Sólo cuando comienzo a captar el punto de
vista de ía otra persona como tal, o, en nuestra.terminología, sólo cuan­
do doy el salto desde el contexto objetivo de significado hasta eí sub­
jetivo, estoy'autorizado a decir que comprendo al otro.
Pedemos prestar atención al contexto subjetivo de significado de
toda clase de productos y objetos culturales humanos, que pueden sieic-
pre interpretarse corno evidencia de lo que ocurría en la mente do sus
creadores. Ahora bien, ya hemos visto que el conocimiento de ías expe­
riencias subjetivas de otros debe obtenerse en forma signitiva. i". 'r •
todas las clases diferentes de producios- e indicaciones que liemos con­
siderado, seleccionamos para dedicarles especia! atención los sienes. qne
se encuentran en un contexto de significado que es. por una parte, un
esquema expresivo para quien usa el signo y. por la otra, un esquerra
interpretativo para su intérprete. Estos dos esquemas pueden interpre­
tarse como contextos objetivos de significado si primero se abstraen de
los Actos y acciones vivientes en los cuales se utilizaban estos signos.
y sí la interpretación se limita a los signos mismos. Sin embargo, pede­
mos partir del signo externo mismo y, considerándolo como un producto,
hacerlo remontar a las acciones y experiencias subjetivas originnJe.> de
su inventor o itLilizador. Este es el motivo por el cual, dentro deí inun­
do de los signos, se hace la transición desde el contento objetivo ce
significado hasta el subjetivo. La palabra Ver.ñ'shen se utiliza por lo
general para designar ]a. interpretación de contextos significativos do
productos, tanto subjetivos como objetivos, Esta situación oeolta el pro­
blema esencial del conocimiento del mundo social. Sólo cuando se id e;v
i;-.;.. ?. sbLe eríinvoco, el problema '.surge a luz: el significado de las pro-
uúís vivencias es radicalmente diferente fiel si guiñeado de las vivencias
es otro y, por consiguiente. njia cosa es interpretar la propia vivencia y
oíra por cúmplelo discinta e: interpretarlas vivencias de otro. Resulta en-
ror.ce.-? claro que el significado atribuido a un producto, en contraste con
ei significado atribuido a un objeto natural., 'implica precisamente es?o:
que el producto no sólo está en un contexto de significado para mi —para
e: intérprete—- sino que c o n s t i t u y e también un testimonio del contexto
de significado en que el producto esta en la mente de su creador. De­
bería acentuarse- aquí el hedió de que el intérprete no interpreta suLu
y yac el producto ¿el otro como una cosa que está en el mundo perte­
nece ro se -o al mundo privado deí intérprete sino también al mundo
común mbmsidp eti vo de todos nosotros. En este sentido, el término
"mando significativo"' (die sinnhsjfie W e lt) en contraste con el tér-
• ; “mundo o atura l". ¿leva .dentro-de sí una referencia, implícita al
“Cero" que originó esta cosa.que es significativa. En efecío. nosotros,
intérpreies. ccnceptnalizamos el "ser un objeto natural” y el "ser un
objete significativo", en Ja misma medida, en contextos objetivos de sig­
nificado. puesto que clasificamos toda nuestra experiencia en esquemas
cíe conccirn lenta ... . ,
Nuestro estudio de la relación social y de la observación en el mun­
do social ha demostrado-que podemos tener introvisión de Ja vida ínti­
ma de Ja otra persona mirandola como un contexto subjetivo de signi­
ficado. Encontrábamos que toda comprensión del Otro se basa en Actos
¿e autoeducación, que el. significado objetivo ( Sínn 1 de un signo con­
tiene dentro tanto significados (Bedeuiitngen) actuales como ocasíona-
f-..-. Vimos cp.re. podíamos distinguir la función-significativa (Bedeiitungs-
i; de la función expresiva ( Aus-el¡;rcksjii?iktion ) de los signos y
o jo ped tamos descnbir — nun que solo en esbozo— los métodos especia­
ba por medio de los cuales comprendemos ios esquemas interpretativos
del ütre. Nuestro estudio del contexto del motivo en la esfera social nos
mosá'ó que iodo establecimiento de significado se hacía en razón de la
inre:cretácica. y que toda interpretación se remontaba al Acto de esta­
blecimiento del significado. En este punto obteníamos por último ac­
ceso a los campos de la "‘acción social” y de la “relación social”.
¡Jn análisis deí concepto de acción social de Weber reveló ía natu­
ra.eur-. de la oriectacioudiacia-Oti'o y del actuar-sobre-el-Otro. Esto lle­
vaba; a s?i vez, a los problemas de 3a relación de orientación y de la
interneción social. Hemos examinado ía estructura fon nal general de
a s, tanto para los participantes coiuo para los observadores. En ese
proceso r.os resultó claro que los conceptos de acción social y de rela­
ción social suirsn muchas modificaciones, según si el objeto de la orien-
iacmmhacirt-CKro es un ctro-yo del mundo d e la realidad social directa­
m ente v iv e n o a d a , del mundo de los meros contemporáneos, del de' los
predecesores o del de los sucesores. Emprendimos luego un análisis d e
e?ías regiones del m u n d o social. Encontrábamos aquí que sólo en la
j’ciacLOn social cLirecta como la; podernos tener conciencia inmediata de
la comente cíe vivencias del tu en su actualidad viviente y presen le. Poí-
contraste, vimos que nuestras propias vivencias presentes, en el monte1 *i¡.o
de la autointerpretación, no son de hecho inaccesibles, y que Jas únicas
vivencias nuestras que están abiertas a la autointerpretnción son las pa­
sadas. liemos analizado la gennina relación-nosoiros i WirbezieJiimg j ,
relación dentro ele la cual dos interlocutores pueden captar cada uno Ja
corriente viviente de la conciencia del otro en forma simultánea y con
una mirada indivisa. Esta relación-nosotros, además, está sujeta a m úl­
tiples matices: ocurre en niveles diferentes de actualización y conere-
tizacíón y puede incluir vivencias qus se hallan muy cercanas, o muy
alejadas, del tú íntimamente captado de la situación cara a cara, en
otras palabras, vivencias de mayor o menor proximidad. Por otro lacio,
vimos que en el mundo de Jos meros contemporáneos la otra persona v.o
me es dada en forma directa y corporal, sino sólo de manera indirecta.
En cierta medida, el Otro se ha vuelto ahora anónimo; hasta podemos
decir que ha sido reemplazado por un tipo ideal que se construyó a par­
tir de experiencias de ciertos cursos de acción dadas previamente. Este
tipo ideah a su vez., puede estar más o menos apartado de un tú real,
ser más o menos concreto y lleno de contenido. Vimos que el yo se
orienta hacia el otro yo del inundo de los meros contemporáneos de
una manera especial: llamábamos a esto la orientación-ellos (Ih.rein-
steUting) porque su objeta no es el ser-así ÍSosem) — cualidades inme­
diatamente aprehendidas-— de otra persona, sino más bien su ser-como
( Wie-sein) — su ser de tal o cual tipo general ( Glcichsam-sein) , Tam­
bién hemos analizado la estratificación de las relaciones-ellos. y mostra­
do que forman ana serie continua de anonimización siempre creciente,
que comienza con el "tipo ideal “m i amigo A7” y culmina en el tip a ideal
más general “uno:> o “alguno” (M an), el originador de artefactos y sis­
temas objetivos de signos. Paralelamente con la creciente anonimizacicn
de la otra persona previamente dada, me ocurre un auto d istánc iarn i en lo
cada vez mayor de su personalidad viviente. Cuanto más anónimo es
mi partícipe, menos directa, y personal es 'a relación y más conceptúa^
lizados deben ser mis tratos con él. Y cuanto más conceptual izad o es
mi partícipe, menos puedo considerarlo como un agente líbre. Cuando
estoy frente a frente con alguien, lo capto de inmediato corno un ser
actuante en forma espontánea y libre: su acción futura está aria abierta
e indecisa, y sólo puedo aventurar una conjetura respecto de lo que é\
va a hacer. Por otra parte, el tipo ideal, cuando se lo concibe correcta­
mente, carece de toda libertad; no puede trascender su tipo sin dejar de
ser un mero contemporáneo y transformarse en un conso ciado mío en
la experiencia directa. En ío qne respecta al mundo de los predece­
sores, carece por completo de libertad. En cambio, el mundo de los
sucesores es libre. Vimos en el apartado 11 que el problema de la liber­
tad, cuando se lo comprende en forma correcta, es un pr chisma tempo­
ral. Siguiendo nuestra argumentación hasta el final, vemos ahora que el
significado en el mundo social está también condicionado por el tiempo,
^filmación que ya liemos probado con respecto a la conciencia indivi­
dual [bease el capitulo I I) .
Todo el análisis que antecede lo hemos aplicado no sólo a los parti­
cipantes dentro de la relación social, sino también al observador. En
el caso de este último encontrábamos que pueden establecerse las mis­
mas distinciones básicas, a saber, entre la observación de los congéneres
de alguien en ía experiencia directa, la observación de quienes son me­
ramente sus contemporáneos, y Ja observación de sus predecesores.

43. La cb-seroacivn social indirecta y él problema del conocimiento


en ¡as ciencias sociales

Trataremos ahora de deducir más conclusiones acerca de las modifica­


ciones que la oiientaeión-hacia-Otro y !a relación social sufren en las
CLiatro regiones del mundo social. Hasta este punto nos hemes ocupado
sobre todo dei piob’ema de corno el hombre en actitud natural, eí hom­
bre que vive realmente en el mundo social, comprende e interpreta este
¿muido. Sólo en forma esporádica, en'vinculación con puntos especia­
os. hicimos referencia al problema particular del conocimiento social
científico. &Cu¿l es ese problema? Consiste en el hecho de que, aun­
que las ciencias sociales parten del mismo mvmdo social en que vivimos
de dia en día y lo dan por sentado, los métodos que utilizan para reunir
el conocimiento son por completo distintos de los que se usan en la vida
cotidiana. En efecto, el científico que se ocupa de ciencias sociales orga­
niza y clasifica sus ciatos en contextos de significado por entero diferen­
tes, y Jos elabora de maneras totalmente distintas.'
Kn nuestra introducción al capítulo IV nos referimos a la relación
existente entre el conocimiento que obtenemos en la vida diaria y el
que obtenemos en las ciencias sacíales^ y mostramos cuán difícil es tra­
zar una neta línea divisoria entre ambos. Cuando en la vida diaria pien­
so ccncepíualmente acerca de nn’s congéneres, estoy asumiendo teaí-
inente hacia ellos la actitud de un científico social. Por otro lado, cuan­
do emprendo una investigación social, soy todavía un ser humano entre
otros seres humanos; de hecho, pertenece a la naturaleza misma de la
ciencia el que no lo sea sólo para mi, sino para todos. La ciencia siem­
pre presupone, las experiencias (Erfahrungen) de toda una comunidad
científica, las experiencias de otros que, corno yo, conmigo y pata mi.
eslfirs llevando a cabo el trabajo científico.1 Y así ya está presente en la
esfera precien tífica el problema de las ciencias sociales, y la ciencia so-
cir.l misma sólo es posible y concebible dentro de la esfera general de
la vida en el mundo social. Esto no equivale de ningún modo a decir
que el científico social pueda caracterizar como científico ese conoci­
miento que él obtiene en la vida diaria y en sus vinculaciones ordina­
rias, Nos liemos limitado meramente a indicar la región donde debemos

1 Cí. Iír¡rseil. Fórmale und iranszendentüle Logik, págs. 2.9 y sigs. y 206.
comenzar nuestras observaciones, si queremos emprender una crítica cls
la metodología, de las ciencias sociales.
¿Cual es, entonces, la actitud específica de ía ciencia social remedo
de su objeto, el mundo social? JEs 1yadamen talmente la misma que ¿a
el el observador social indirecto respecto de sus contemporáneos. Sin
embargo, diiiere en im aspecto: ninguna realidad social dírecciiniente
vivenciada es pre-dada a la ciencia social como tal. El mundo de Ja
ciencia social es simplemente no idéntico al del cientitico socia:. que ;js
también un hombre que vive en el mundo social. Pero el mundo de los
predecesores es en verdad pre-clado a la ciencia social, y scUo este
es pre-dado a la historia.. Todo el contesto del conocimiento de ’.a cien­
cia social es entonces necesariamente distinto del contexto del observa­
dor indirecto en la vida cotidiana.
Con su habitual agudeza, Max Weber ba visto también este proble­
ma. En su controversia con Münsterberg habla de ’a diferencia báCer­
que existe entre la psicología científica .y la psicología del l.f&ischen-
kenner 11 observador intuitivo de los otros, Al hacerlo así. se opone a ’a
afirmación de Münsterberg de que el Menschenhenner o conoce a tocio
el; hombre o no conoce nada de-él. Weber replica: tocio lo qce e¡
Meuschenkeimer sabe acerca del hombre es que resulta pertinente pzrr:
sus proponítos inmediatos y nada más. '

Lo Significativo er¡ un ser humano desde un punto ele vistíi p a . ¡ J a : ' y lis­
tado no puede servir, par razones lógicas, corno base de una temía psicológkr. p':m
que trata ele expresarse en forma de leyes generales. Sin embargo, ía ccni^'e^s-inn
intuitiva to-rna realmente en consideración la infinita variedad <Teí senliivienle y
conducta humanas, algo que iiírtfc-ina teoría puede sJ:.?c>i-bei en sus ss ¡i_'* si -
clanes".2

No debemos'permitir que nos confunda en este punto la te:nvnoícg:a


de Weber. La distinción'que él establece se aplica r.o sólo r¿ la psico
.logia intuitiva por oposición a La psicología científica, sino en forma más
general y fundamental al conocimiento cotidiano por oposición cono­
cimiento científico,
.Debemos apekr a Husserl para encontrar una formulación defini­
tiva de la distinción que nos ocupa. Como este autor mostró en su
Lógica farmai y trascendental, todo juicio científico tiene corno jnc’a
el conocimiento del mundo con un máximo as claridad y ¿rslínririn
explícitas. En el juicio científico no puede aceptarse como simplemente
“disponible” ninguna presuposición ni elemento pre-dado, como si no
requiriera más explicación. Por el contrario, cuando actúo como cien-i í-
fico, snmeto a un del&’laco análisis paso a paso todo lo que tomo cíe!
mundo de la vida cotidiana: mis propios juicios, los juicios de otros que

2 Weber, "Rosclier und Kniee-uiid d:e Jogischen' Frob’ eme de;- h


NaLionaíokünoaiie”, Gesammelte Áufsatse zur Wissensckü-fff.leítre ;1£04}, pá¿;-
na ¿I* obs. 3.
■'8 ? cornado previamente,sin critica,, y, en-verdad, todo Jo que previa-
e-p-nLu he tomado como cuestión de creencia c hasta lie pensado de una
.rano: a confusa. Teda;ciencía social, incluida la sociología comprensiva,
se propone entonces como meta.primaria el mayor esclarecimiento posi­
ble de lo que piensan acerca del mundo social quienes viven en él. Weber
emprendió ja "arca de analiza: Ies procesos de establecimiento del sig-
niiicrtdo a medida que ocurren en el mundo social — ocurren, por sn-
puesto. de nna manera que aún carece ds completa claridad— . Al ha­
cerlo .m tomó como teína bás.ico el ' significado a que apunta la acción
humana”, presuponiendo, al mismo tiempo. que los significados implí­
citos ¡je los juicios cotidianos del mundo social pueden hacerse explícitos
por medios cien tifíeos.
Nos ocuparemos muy pronto d é la difícil cuestión referente a cuán-
1aK ciencias sociales existen y cómo se delimitan sus sectores uno de
oi-o. Traten ios prúnero, con aya da de la- sociología.de Weber, las coa-,
secuencias rehuirán'sí ele ia actitud, de toda ciencia social respecto de su
o-Líjelo, es decir, de Ja actitud. de quien observa el mundo de los meros
con í:e:nporáneos o e’ mundo de los predecesores.
Hemos visto que el mundo de los meros contemporáneos no se da
ai observador de una manera inmediata y directa, y que el yo sólo abar­
ca. al otro yo contemporáneo como un tipo ideal. Cuando se construyen
tales tipos ideales. la selección de sus elementos fijados y esenciales de­
pende, ele- v de vis la áe: observador en eí momento de la interpre­
tación. de su repositorio de conocimiento disponible y de. las modifica-
. • : • -'juc sufre ]a atención que presta a su conocimiento del mundo
en ge-'eral y del mundo social en particular. La construcción de tipos
- •• ' ideales depende incluso del contexto toíal del conocimiento
•a ■ • i V i o. lo qne os lo mismo, dei contento total de juicios claros y
cis.mtos: acerca de! mando. Sin embargo, todos esos juicios, en la me­
dida en que oCai científicos, deben ordenarse en esos elementos más
¿evades.ue significado que, para emplear una imagen de Husserl,3
abarcan en una expresión todos los axiomas, principios fundamentales,
teoremas y deducciones cíe una ciencia. No obstante, los esquemas
inlerprerarivos utilizados por un observador en el mundo social para
ce.mprender a aquellos que son sus meros contemporáneos, resultan ne­
cesariamente diferentes de los que emplea el científico social. El cono-
: o del observador indirecto está determinado por su propia expe­
riencia direcís, prescindiendo de sí lo que el conoce es abarcado en
Actos de juicio que sen posicio nales o neutralizantes, explícitos o vagos,
c meramente en el estadio deí '‘tener'’ prepredicativo del mundo.
: . .i.. Esto es cierto a causa de la intencionalidad viviente dedos
Actos (Al-Ue) sn los cuales ese individuo vive. Por otro lado, el com­
plejo de conocimiento de las ciencias sociales se basa exclusivamente en
Actos posicionaíes explícitos de juicio, en objetivaciones ideales consti­
tuidas. es decir, en conclusiones del pensamiento, y nunca en Actos pre-

L o g i k , p á g . 23.
predicativos de tomar posesión (in Selbsthabe erlebte Erfassangen) cíe
ía otra persona en sí misma. La ciencia social es enteramente vm cono­
cimiento explícito de meros con temporáneos o de predecesores: en nin­
gún punto se remonta a 3a experiencia cara a cara, Además, debe reco­
nocerse que la experiencia {Erfahning) científica abarca las conchisiones
de todas las ciencias del mundo y cue los esquemas interpretativos de
las ciencias sociales deben ser compatibles no meramente con la expe­
riencia del mundo social sino también con ja experiencia científica en
su conjunto. El esquema original y fundamental de la ciencia, el esque­
ma expresivo de sus proposiciones y el esquema interpretativa de sus
explicaciones, es por lo tanto, esencialmente,, el de la lógica forma!. Por
consiguiente, la ciencia es siempre un contexto objetivo de significado,
el tema de todas las ciencias del mundo social es constituir un contexto
objetivo de significado sea a partir de contextos m b jet ivas de significado
en general o de algunos contextos subjetivos de ■significado en particu­
lar. El problema de toda ciencia social puede entonces resumirse en la
siguiente pregunta: ¿Cómo son posibles las ciencias de contexto subje­
tivo de significado? 4
Nuestro análisis, del mundo social de los contemporáneos ya ha con­
testado en parte a esta pregunta. El hecho de que los contextos sub­
jetivos de significado puedan abarcarse en construcciones objetivantes
y anón imizan tes, es susceptible de presentación y descripción con ayuda
de los tipos personales ideajes del mundo de ios contemporáneos y
deí de los predecesores, que se construyen según e< puntó de vista in­
genuo y natural de la vida cotidiana. Puesto que toda ciencia social
comienza dando por .sentado un mundo social que elía ve como mnneo
de meros contemporáneas o mundo de predecesores, sólo puede abar­
car ese inundo con el método de los tipos ideales, sea tipos de curso-de-
acción o tipos personales. En otras palabras, el mundo social sólo es
pre-dado a cada ciencia social en forma indirecta y nunca con la inme­
diatez de Sa intencionalidad viviente. Ahnra bien, puesto que es expe­
riencia tipificante, la ciencia social constituye un contexto obje'ívo de
significado cuyo objeto, sin embargo, consiste en contextos subjetivos
de significado (para ser precisos, los procesos subjetivos típicos de los
tipos personales ideales).
Describiremos ahora las modificaciones que sufren las leyes de for­
mación de tipos en las ciencias sociales (per oposición a la vida coti­
diana), debidas a la ausencia de la experiencia social directa y a la. pre­
sencia de la representación totalmente científica del mundo.
Hemos visto que el observador deí mundo de los contemporáneos
sólo puede construir en forma apropiada, para comprender a la oba
persona, tipos ideales que estén de acuerdo con su experiencia pasada.

4 . Cí. rcas abajo. apartado 49, págs. 272 y sigs. [*"VVie sind Wíssensch^fcen vo;n
SubjekíivE-Tii Sir.nzusammenliaiig überhaupt moglich?" Cí.JKant. Crítica de ía raz:-r¿
pura, B, 20: "¿Cómo es posible la ciencia pura de la naturaleza?" ("W ie :st re::ie
Nahm-vissenscbaft moglich?” )]
La posición del científico social es paralela a ésta. Sus tipos ideales
deben ser no solo compatibles con las conclusiones establecidas de todas
Lo ciencias.. sino que tieíie que explicar en términos de motivaciones las
experiencias subjetivas mismas que.abarcan. Para expresarlo en la ter-
nr-iiologia ds Weber, los tipos Ideales construidos por la ciencia sotral
y, sobre todo, por la socioíogia comprensiva deben poseer al mismo
tiempo tanto adecuación causal como adecuación de significado. Exa­
minaremos en seguida el papel que desempeñan estos dos conceptos
en 3a sociología comprensiva.

44. La funden del tipo ideal en la sociología de Weber

Al analizar unas pocas categorías de la sociología de Weber, nuestra


rúente será su gran obra, lamentablemente inconclusa, Wxrtschaft und
GescJhcJtüfi, Los puntos de vista de Weber acerca de la metodología
cambiaron en importantes aspectos con el curso de los años, como era
per cierto de esperar en el caso de un hombre de una extraordina­
ria integridad intelectual. Omitiré exponer esos cambios, ante todo para
no recargarnos en forma excesiva, y en segundo lugar porque ya hay
una cantidad de trabajos excelentes sobre este tema.* '
Comencemos con unas pocas citas de la obra principal de Weber:

La .scricloj^a es una ciencia que intenta la comprensión interpreta tí va de la


acción social.'1'
Lf: sr.'rciciotña trata de formular conceptos tipo y uniformidades generalizadas
ele procesos empíricos. Estu la distingue de ia historia., que se orienta hacia el aná­
lisis y la explicación, causal de acciones, estructuras y personalidades individuaEeí
que poseen significación cultural.7
Entre !aí diversas bases sobre las cuales se formulan sus conceptos y ae ela­
boran sus sensitizaciones, se halla una tentativa de justificar sn importante preleit-
iir'jii Je coiuiibiiír a la explicación causal de algunos fenómenos impártanles desde

5 Wa]dirn\, "Max Weber ais Soziotcge” , Jahrbuch fiir Süziologie, II, 1-65;
Sdie-hing, "Die logische Tbeórie der liistorisclien Kulttuv/issenschaít von Max Weber
und íju besondsren sein Begntf des Idealtypus”, Arcíjít1 fiir Saxialüjiss&nscfuifisn uncí
Scs¡<7F,Jii.'iíí¿, X L IX (192.2.) y págs. 623-752; H&ns Oppenheimer, "Die Logik der
soziíi’vissenscbi'-ftlichen Begríffsbiidunig rait besonderer Beriicksicbtigong von Max
V:'e’ 3er'\ eid dberger Abhcndlungen. zar Ph-ilvsophie, V (1925); Prever, Sczíolagie
nh VS'.rJdichksitSivisseflschcft, págs. 145 y ¿Egs,, 175 y sigs., etcétera. RespecLo ítel
'Jesari'oJiC pe¿so:'-íil de Weber, véase Voegelia, ''Ober Max. Weber”, Deutsche Viertel-
jahrssch.yijt fiir Liternturwiíxenschdff tenrí Ceitíesttirasm chijf i, III, 177 y sigs., y, del
n-isn;[> ¡Tutor, "Gedenkrede auf .VIa\ Weber", Kohíer Vietteljahrshefte fiir Soziologíet
IX, p.'gs. I y si25.; y, finalmente, Ja extensa y muy importante obra de Marianne
Weber, ’ j'i'S 'iVehsr, ein Lebensbild (Tubinga, Í926). [Remitimos también al lée­
lo::’ a Ja obra mencionad?. nías arriba de Alexander von Sclielting, Max Webers Wts-
senschíifialehre (Tubinga^ J. G. B, Mohr [P. Ssebee!:).. 1934),]
n V/irfschtift tind Gesellíchaftr pág. 1 [T.I., pág. 88 ],
7 ILihl., pág. t¡ [T.I., pág. lOSj.
el punió ae vista histórica y cultural. Con:o en ei caso- de t r ia ciencia ^..^ralira-
dora, el carácter abstracto de los conceptos de la sociología expifc-á ef heei/cG d?. • n-,
comparados con la realidad histórica efectiva., carezcan reíítivsrrerAa de pleriií...d
de contenido concreto, Para compensar esta-desventaja, el análisis sccicl6¿k c puede
ofrecer una mavei-precisiófi de coaceptos, Esta precisión se obtiene tenúier.co Kafir,
el grado más alio posible de adecuación er: si nivel de significada . .. Esto puede
realzarse en el c&so de conceptos y generab'zaciones que formulan prcce-sos racio­
nales. Pero la investigación sociológica ¡atenta incluir en su ámbito vario' tsn¿¡va­
rios irracionales, así como los mudos de acción, profáneos, místicos y ateciuedes,
formulados en función de conceptos leórices que e-oií acEcc-uíidcs en e¡ ¡,:ivt; de
significado. E n todos los casos racionales o irracionales, el análisis sociológico se
aleja cíe la realidad y, al mismo tiempo, r.os ayuda a comprenderla, en tanto mues­
tra con qné grado de aproximación puede subsuinirse un fenómeno- bisíóríec- con-
.creto en. uno o más de estos conceptos . . . Para dac significado preciso a csi<‘.¿ tén/:!-
nos, es necesario que el sociólogo formule tipos ideales puros de las corres porsd :csrjtes
formas de acción que en cada caso implican el mas alto grado posible de inle^iacíóii
lógica en virtud de su completa, adecuación en el nivel de íígriificadc. Pero precisa­
mente porque esto es cierto, resalía mui' poco probable íiue pueda enco:i:rarse un
fenómeno real que corresponda exactamente a nno cié estos tipos puros Idealmente
construido. P 1 caso es semejante al de una reacción física ci:e lia sido c a lc a d a
en el supuesto de un vacío absoluto.8
'El significado (tal como se usa el término en la psicología comprensiva;- puado
ser de dos clases. El término puede referirse primero si significada resúmeme sos­
tente en el caso concreto dado de un actor en particular, o al síirrificadj ipror.iodio
o aproximado aLribuido a una determinada pluralidad de actores: o, er. ssji::,;: j h.-
gart a tío tipo puro, teóricamente cori-cebrdo, de significadc i: crue se aporca or; forma
subjetiva, atribuido al actor o actores hipotéticas en un determinada tipo de seció :;.3
E n to d o s estos casos, la c o m p r e n s ió n Im p lic a la eaptacic-;i in te r d i e r a liv a dc¡
s ig n if ic a d o p r e s e n te e n u n o d e los s ig u ie n te s c o n te x to s : ¿i; cc".lo o c u ir e e:i el ? n t o ­
q u e h is tó r ic o , e l s ig n if ic a d o a q u e se a p u n t a r e a lm e n te p a r a la acció:-.. cc m c re ia I n d i ­
v id u a l; o b ) c o m o e n los caso s d e f e n ó m e n o s s o c io ló g ic o s d e m a s a , el p r o m e d io tie;
s ig n if ic a d o a q u e ss a p u n t a r e a lm e n te o u n a a p r o x im a c ió n a é'.: o c ) el s i¿ ¿ i;ifije d o
a p r o p ia d o p a r a un t ip o p u r o c ie n tít íc a m e n te f o r m u la d o { u n tip o id e i d j d e ur. f e n ó ­
m eno com ún, L o s c o n c e p to s y "‘le v e s” d e la te o ría e c o n ó m ic a p u r a c o n s titu y e n e je m ­
p lo s d e este tip o id e a l. E n e lío s se e s ta b le c e q u é c u r s o t o m a r ía c u d e t e r m in a d o t ip a
de a c c ió n h u m a r a st ésta fu e ra e s tric ta m e n te r a c io n a l, no e sU :v ie ra afc-oíadn p o r
errores o factores emocionales y se'bailara, además, ccmp!cla-e inequívocar-¡er.te diri­
gida í» un solo fili eE legro de la máxima ventaja económica. En realidad, Ir. r.crir-.n
sólo toma exactamente este curso en cssos inhabitualeSj como ccnrrs a veces cr. r-
Mercado de Valores; y aún entonces sólo ss picd-ace habitúa ¡metate ur.a ¡;pro>:::.ir;-
d ó a al tipo ideal.14

s Ibíd.t pags. 9 y 10 TT.I., págs. 109-110].


^ Ibíd., pág. 1 [T.I., pág. 89; l^emós traducido “significado a que se ap::irta
subjetivamente'' en lugar de “significado subjetivo”, que'es ¡a tiaducción de Ken-
derson-Parsons J.
Ibíd., pág. 4 [T.I., pág, 96).
L ms citas precedentes bastan para dar una íclea adecuada de ía
de les upas ideales deuli'O cíe la sociología comprensiva, tal
como su creador Ies concibió. Puesto que hasta este ¡punto heñios ido
t:.n a menudo más allá de los conceptos de Max Weber y con frecuen­
cia Vivimos motivo para disentir con ■ ellos.. no podemos encarecer sufi­
cientemente la tremenda importancia rne la realización de Weber tuvo
p:;:; las ciencias seciales. Weber se refiere una y otra vez al problema
¿el tfpj ideal como problema central ele todas las ciencias sociales.
Nuestros estadios han moscado que esta concepción está muy bien íun-
dadi';. Üln efecto, el ¡nunJo de fas contemporáneo5 y el de loa prede­
cesores sóic pueden aprehenderse de una manera típico-ideal. Los
episodios y hechos individuales que encontramos en este mundo ya
están desvinculados de la otra persona concreta con que nos encontrá­
bamos en la relación' cara a cara. Son más o menos anónimos y perte­
necer: a cursos típicos de conciencia, que pueden encontrarse en todos
’es grados de coneretez y riqueza de- contenido, desde el tipo de ur
individuo al tipo de “alguien”.
Weber cree cus ha atendido a todas estas variaciones múltiple;
dividiendo en tres clases los significados a que se apunta: a) el signifi­
cado a que apunta un actor individual en un caso históricamente dado
/;} c; significado a que apunta en promedio un determinado grupo de
v;i-,'ios actores y c) el significado de un actor tipico-ídeal. Los motivos
es Weber son claros; él distingue el método de la historia y el de la
estadística, por una parte, del método de la sociología comprensivaj por
la erra. La distinción está plenamente justificada en la medida en qne
se enbende que las ciencias en cuestión tratan del concepto objetivo de
significado y. por 3o tsmlo, del curso externo del acto, dejando por cam-
pieúo de Jado 'as vivencias conscientes del actor. Si se da por sentada
esta premisa, historia (al menos en Ja concepción que tiene Weber
ce ella) se ocupa de las acciones par ti croares dedos individuos, la esta­
dística de las acciones promedio de las masas, y la sociología de la
‘ c ; de un tipo ideal puro.11 Sin embargo, la distinción de Weber
vesulta carente de i uncí amento en 3a medida eñ qne esas ciencias se
interpreten en función del significado a que se apunta, es decir, en la
menioa en que se aparte la atención del curso externo de la acción
se la dirija a’- contexto subjetivo de significado. En efecto, puesto
míe lo que te es temáticamente pre-dado a la sociología y a todas las
or-is ciencias sociales es la realidad social indirectamente vivenciada
■nvnca Ja reandad social mmediata), una realidad social que sólo
píieos ser aprehendida en la relaeión-ellos y por 2o tanto típicamente^
se sigue que cauque la ciencia sedal trate de la acción de ún solo irtdi-
■okliio, debe hacerlo 'en ftmción de tipos, y/eber comprendió esto con
has-anie cíar:cad; pues concede que los tres métodos de comprensión

Cor, reíjjgcio eJ «m cap te ds li;s-¡:oi ia y estadística Ge Weber, véase Mises,


Srzic’ ^ : s ur.¿ Gssci'.ichie", Archiv fisr Soz\<ú-iumensohaften und SozwlpÓlitik',
I-JiL, p í^s. 46-5--5Í2,.
do significados ( Sinn-Versiehem) son válidos para la sociología com­
prensiva. Sin embargo, si observamos estas distinciones coa mayor p-o-
fnndrdad, encontraremos que a cada uno de los tres modos de compren­
sión corresponde un grado diferente de veriíicabilidad de la conducta
externa. Los límites son, por supuesto, finidos. No obstante, puede
decirse que el tipo ideal de la conducía de un individuo, por ejemplo
eí de la conducta de un amigo mío. deriva de una familiaridad muy
intima con sus características personales, esa familiaridad que tengo
en la relación-nosotros, que es mucho mayor que en el caso de un bpo
personal ideal construido para adecuarse a un determinado curso de
conducta. Ya bemos explicado este fenómeno en el capítulo precede:-- e.
Quien vive en el mundo social es un sei'libre: sus actos proceden de
la actividad espontánea. Una vez que la acción ha acontecido, una vez
pasada y terminada, se ha transformado en un acto y ya no es libre
sino de carácter cerrado y determinado. Sin embargo, era libre en el
momento en que ocurría; y si la cuestión concerniente al significado
a que se apunta se refiere, como ocurre en el caso de Max Weber, al
punto del tiempo anterior al completamieuto del acto, entonces ja res­
puesta debe ser que el actor siempre actúa libremente, y esto es cierto
aunque yo sólo sea capaz de conocerlo indirectamente y de una manera
tínícoddeal. Por otro lado, el Upo ideal personal que está correctamente
construido, es decir, el que no es trascendente al tipo, es esencialmen­
te no libre. Esto es verdadero sea que su acción se considere como
ocurriendo ahora o que se la interprete (después de su ocurrencia; como
una objetividad ideal ya constituida.
Recordemos la importante distinción entre la construcción del t’oo
ideal y la aplicación de este tipo como esquema interpretativo a accio­
nes reales .concretas. Tomemos un caso de interpretación de una acción
futura mediante un tipo ideal. Definiremos nuestro tipo idea] diciendo
que tiene motivos definidos e invariables, y de esos motivos podremos
deducir actos y secuencias de actos invariables. Supongamos que nues­
tro tipo ideal es el de un burócrata. Aplicando el tipo a una persono,
concreta, puedo decir: ‘W es un burócrata típ ic o p o r !o tanto, puedo
esperar que visíte nuestra oficina con regularidad/' O si no: '7V acaba
de cumplir la accióu a; a corresponde al tipo ideal A; a' es también
característica de A; podemos esperar, por lo tanto, que ?v cumpla tam­
bién la acción af,y /diora bien, ¿en qué medida son confiables tales ini­
cios? Puesto que la acción <? está aún en el futuro y es por lo tanto
libre, no puedo tener la seguridad de que ¿v la realizará. La aplicjoicn
de un tipo personal ideal a una acción futura de otra persona es algo
que sólo puede hacerse con el supuesto de que sea probablemente correc­
ta. Si la persona no actúa como se había pronosticado, debemos suponer
que hemos aplicado el tipo ideal equivocado a la persona en cuestión.
Buscaremos entonces olio tipo personal ideal que hará comprensible su
acción. Este principio mantendrá su validez con prescindcncía de que
sea aprehendido en forma inmediata o sólo se lo conozca como tipo.
Ahora bien, cuanta más libertad tiene A7 menos anónimo es. tanio más
cerca esí.á de la reí ación-nosotros, menos probable será que se comporte
"el3 acuerdo con un tipo ideal". Pero sí N mismo no es nada más qne
un Upo ideal, sí sus acciones están controladas por su observador, enton­
ces el tipo ideal debe recibir- siempre verificación positiva, debe siem­
pre “resultar correcto"’ en !a medida en que se lo haya construido de
acuerdo con una correcta metodología, es decir, de una manera que
r-ca adecuada tanto en el nivel de significado como desde el punto de
vísta causal.
Ahora bien, ¿qué significa construir un tipo ideal de acuerdo con
estos dos criterios? Según Weber no significa la aplicabilidad del tipo
ideal a acciones.futuras, sino más bien la selección de ciertos actos de
una o más personas como típicamente pertinentes. Un acto se define
como 'típicamente pertinente"' si se nrigina en motivos que pueden
establecerse como constantes o invariables en el actor en cuestión. Pero
esto significa tan sólo que el acto es repetible, en otríis palabras, que
r-1 tipo ideal derivado de él tiene la idealidad del ‘'etcétera” del 'una y
oirá vez”. Por lo tanto., el concepto de adecuación en el nivel de signi­
ficado y de adecuación causal se aplica a la elección correcta del motivo
y sólo implícitamente a los actos que se postula qne derivan de esos m o­
tivos. Y de hecho, es sobre todo el molivo-pára lo que se postula de
este modo como constante. En efecto, la búsqueda del auténtico moti­
vo-porqué ocurre, por así decirlo, en el modo pluscuamperfecto, sobre
ía base de los motivos-para que se ponen como ya dados.
Pero ¿cómo podemos conocer los motivos de otra persona? D e
acuerdo con'Weber, un motivo es un contexto de significado que el
actor o el observador consideran como el fundamento significativo ( ais
sirip.h-aff.er G m nd) de la conducta. Ahora bien,'ya liemos demostrado
que esía definición no logra distinguir entre dos situaciones totalmente
distintas. En la observación social directa el observador supone que el
fundamento significativo de la acción era el proyecto que fue llevado
a c a l i ó por el acto ya cumplido. En este caso el observador comienza
por suponer tácitamente que la acción estaba realmente proyectada o
planeada. Pero puede, en el momento que. lo desee, preguntar simple­
mente al actor y descubrir por ejemplo que este último trataba de hacer
algo por completo distinto. En otras palabras, el actor puede decir al
observador cuál era exactamente el “alcance" de su proyecto. Es preci­
sa ni en te este alcance lo que e! observador no puede determinar mera­
mente observando. Pero en Ja observación social indirecta la situación
es por completo diferente. En este caso no hay ninguna distinción en­
tre el contexto de significado del observador y el del actor. La razón
es simple: si existe una persona real correspondiente al tipo idea! pos-
rulado por el observador, entonces esa persona tenderá, por definición,
a lo que el observador tiene en su mente. .Sin embargo — y éste es el
postulado básico de la ciencw social— los motivos adjudicados al tipo
ideal deben ser tanto causalmente adecuados como adecuados en el
nivel del significado.
Antes de seguir adelante tratemos de aclarar una confusión que
puede surgir de nuestra propia terminología: Guando la sociología em­
prende la interpretación de una acción concreta, tiene el acto ya dado
como dfítum. Del acto'trata de extraer inferencias acerca de los moti­
vos que serían típicos de una persona que actuara de esa manera. En
él proceso, se recurre a un tipo personal ideal. Para abreviar, no r.c$
referiremos en los párrafos- siguientes ai tipo personal como tal, sino tan
sólo al motivo típico. Sin embargo, debería comprenderse cía rameóte
que por “'motivo típico” queremos significar el motivo de una persona
individual que es aprehendido por medio del método típico-i de li!. In ­
vestiguemos ahora qué quiere significar exactamente Weber con los eos
términos: “adecuación, causal” y ^adecuación en el nivel de signiiieado".

45. Adecuación causal

Weber formula muy claramente ía distinción entre los dos conceptos,


al comienzo de su obra Wirtechaft u rid Gssellschaft:
Aplicamos el término adecuación en el nivel de significado a ja interprelacíón
subjetiva de mi curso coherente de conduela cuando, y en. Ia medica en cue, de
acuerdo con nuestros modos habituales de pensar y sentid sus paiten ícuripcri'^tei,
Lomadas en su relación mutua., resultan constituir un complejo tipicc de sirv/itic/acl:?.
Es.más camún decir “correcto". La n;Lerpretación de una secuencia ¿e hechas será,
por otro Indo, cau-salmente adecuada en ía medida en que, de acuerdo con ger.eiali-
zaoiones establecidas a partir de i a. expgriencúz, exista ima probabilidad de cue sss
secuencia ocurra siempre realmente da la misma manara. Un ejemplo de adectuíciár'.
en él f2íce! de significada en este sentido es ioqr_-e ccr.stituye, de acuero o con nueí-nas
í¡ omití.? cunas raes de cálculo o pensamiento, la salación correcta de ur. problema
aritmético. Por otro lacio, ^na interpretación causalmcnte adecuada ¿el jr.ismc fenó­
meno se referiría a la probabilidad estadística dg que, de acuerdo cc:r generali­
zaciones verificadas a partir de Ja experiencia, hubiera ima solución ‘ con scud' o
"errór.ea” del mismo problema. Esto también se refiere a normas canientemcíiic
aceptadas, pero agrega la consideración 'le ios errcues o !n_s confusiones típicos. i.
3a explicación causal depende de que se pueda determina1: que existe u*-".a piojabi-
fidad — que, en eí rato caso ideal, puede ser' numéricamente establecida, per;; es
siempre en cierto sentido calculable— de que un. determinado hecho observable ' nma­
nifiesto o subjetivo) vaya seguido o acompañado per otro hecho.
Una interpretación causal correcta de un cursa concreío de acción se iagra
cuando la acción manifiesta y Jos motivos hais sido.-aprehendidos en íoima conecta,
y al mismo tiempo su relación l¡a llegado a scl' iig'v'fir.aiíominen.:e ro;:'.p:ec..-:Ll;is.
Una interpretación eansal ccneeta de la acción ti pica significa cp:s ei procer ■ . ••
se considera típico lia sido aprehendido en forma adecuada en el nivel de signiiicaoc
?j al mismo tiempo. 3a interpretación es. en cierra medida, causalmente adecuf.aH. Si
falta la adecuación respecto d ¿ significado, entonces por más aito epas sea el gracm
de uniformidad y par más precisamente que se determine, e:; torrna numérica sn
probabilidad, constituye.aún. una. probabilidad estadística incomprensible, se tu fe ac
prcccsc': ír.ñíiífi-ssioi a subjetivos. Por oti'O lado, aun ía adecuación jnás perfecta én
d n: >.-el de significado- roi o tiene s ü 'T 'f ü lc a c ió n causal desde e l punto d e v is t a socio-
:.-;-g:c;í ía inedkla ea que baya alguna clase de prueba d e Ja existencia de úna
-i>ruht:hi¡:d¿iá de qr.s la acción. siga n o r m a l m e n t e de hecho l a trayectoria que se ha
d o a d e c - ja d r .. a^ s i g n i f i c a d o . P a r i e ^ to d e b e h a b e r algún g r a d o de frecuen­
cia deteiTuir.able -:1 a apr&^ri-iacióa a un promedio o tipo puro.
Las üniícrrrjc!¿des esíadisiícas sólo constituyen tipos comprensibles de acción,
en e- remido eras díOncs aquí a la palabra, y por lo tanto "generalizaciones sociu-
’íÓz-clíf”. cosido pr.sden considerarse como manifestaciones del significado subje^
U-.-'j c¡orip:«ns:b.s ce un ci.irso do acción sociíiL Inverso mente, las forma 1acionea de
v.n c¡."-.->o it ciar: al de acción subjetiva oisnto comprensible sólo constituyen tipos sccio-
••....: j de prnceycs f.nipíriccs cuando puedes ser observadas empíricamente con tll’.
íff.c’ o sí&niiicat-va c.e aproximación. LsTíjentíibienvsnte no se tía de ningíina u>aneia
c. ;o -j rj:2 ’a probabilidad real de la ccnn-sncsa de un determinado cursa de
• r-'i!:tí:::i;¿ti se?, aíervpre cürec^ar:ente proporcional el la claridad de ]a interpre-

X’Tic^ren’.os ahora de conciliar .estas observaciones de Weher con


i o; roque, innentos de nuestra propia teoría. Comencemos con el con­
cepto de adecuación causal. Una secuencia es causa Iraente adecuada en
la medida en qne la experiencia ros enseña q u e probablemente ocurrirá
de nuevo. El concepto de adecuación causal se relaciona, por lo tanto,
cor, ese contexto objetivo de significado que es la ciencia social misma'.
La generalización de que cier'os actos van seguidos por otros determi­
nados actos se funda a ) en i a vida cotidiana^ en mi interpretación de
mis propias experiencias^ y 2) en la ciencia social, en un complejo cien-
d i: ríe conocí miento. En ambos casos la generalización se logra por
medio de una síntesis de reconocimiento. Pero esto no debería .identifi­
carse de n in g u n a mane?.?- con el conocimiento de la experiencia cons­
ciente do o ir á persona o con el conocimiento del ‘ significado a que
apu-.ua” su a c c ió n . Una secuencia de sucesos es. por lo tanto, causal-
n o r it e a d e c u a d a si está de acuerdo con la experiencia pasada. No inte­
resa en es Le caso si los eventos en cuestión integran una acción humana
o s: sólo son una serie de sucesos que ocurren en el mundo de Ja
n a tu ra le z a . En realidad, el concepto de adecuación causal fue foimu-
Jadc en pvñr.cr Jugar po r el fisiólogo Job anises von Kries13 en vincuía-
•.. ' i'. co:i ciertos problemas implicados en el cálculo de probabilidades.
Se p ro p ó s ito era conh ibuir a la teoría de la responsabilidad legal en el
Derecho p e n a a pero introdujo la idea como concepto general indepen­
d ie n te d e cuajqaier a p lic a c ió n especifica. .Existen graves objecciones
co n tra el r í o de i a paiabra "causar' en el razonamiento sociológico. En

!* Webs:-, ''''■'iftechíifi *tnd Ge¿-eli.?cha,ft. págs. 5-6 [T.I., págs. 99-100].


13 "U':-er dtn iEegriíí de-r- objektiven MogüdhJceit ursd einige Amvshdvrigeu
\ Vf?: .;:? r;'í f-ü?- ti-;.sc-;yefía¡i(ích$ Fktiosophte (1S8S), págs. 180
;■ ; ^ 5.; K jI's si coricepto ds .ndeenacfón cansa], véanse especialmente las páginas
ii."' y si_ís- Con : especio gI concepto de M ar ’VYeber. cf. el ensayo dedicado a e^te
'.emn en Gev-:"~.v.\o\ie Avfs&ze zar 'WissenschafLslé/'ira, págs. 73 y sigs.
efecto, cuando formulamos juicios de adecuación causal en las ciencias
sociales, no estamos hablando realmente de necesidad causal en sentido
estricto, sino de la así llamada "causalidad de libertad'', que pertenece
a la relación fin-medio. Por lo tanto, no podemos hablar rea;mente de
una relación causal en el sentido general postulado por Kai es,14 en la
medida en que nos limitemos al hecho externo, al contexto objetivo
de significado, etcétera. Sin embargo, si interpretamos el concepto en
el sentido de Weber, entonces el postulado de la adecuación cania! es
idéntico con lo que hemos llamado previamente ‘‘el postulado de la cohe­
re n c ia de la experiencia". Un constructo tipo es causaln>ente adecuad?!,
entonces, si resulta probable que, de acuerdo con las z~eglas de ía expe­
riencia, se realice un acto .(sin que importe quién lo realiza o en qué
contexto de significado) de una manera que corresponda al constructo.
Pero esta formulación no es todavía precisa, Si partimos de una
acción real como mi datum, entonces todo constructo típicc-ideal que yo
base en él será va en si mismo causalmente adecuado. Eso ocurre por­
que el contexto objetivo de significado del acto del coa! parto revela
por sí mismo el contexto subjetivo típico del significado que corres­
ponde al acto o, hablando rnás estrictamente, puede corresponderse.
Por lo tanto, si voy a construir un tipo personal ideal de una maneia
científicamente correcta, no basta que sea probable que ocurra la acción
en cuestión. Más bien, lo que se requiere por añadidura es que ia ac­
ción sea repetible y que el postulado de su repetibílidad no. sea incohe­
rente con todo el conjunto de nuestro conocimiento científico. Es ésta
una buena oportunidad para repetir nuestra observación previa, de que
Weber parte de una acción externa y busca vincular con ella un signi­
ficado a que se apunta, sin explicar el hecho de que aun el concepto
de la unidad de la acción presupone un fundamento subjetivo, una ves
que preguntamos cuál es el significado a que se apunta. Sin embargo,
este error no tiene consecueucias si seguimos el curso posterior de su
pensamiento. La adecuación causal es para él, sobre todo, una catego­
ría de las ciencias sociales; por lo tanto, sólo está ligada a ella la com­
prensión sociológica e histórica. Sin embargo, tal comprensión ocurre
por medio de la construcción de tipos personales ideales que derivan
de un curso de conducta esterna, arbitrariamente aislado por el cientí­
fico social. Si lo formulamos como un requerimiento de que tales cons-
Iructos deríven solamente de actos que ocurren con una cierta frecuen­
cia conocida, lo que tenemos realmente en este caso ts un principio
heurístico basado en la economía del pensamiento. Esto significa siri­
pi emente que un constructo sólo es apropiado y puede recomendarse si
deriva de actos que no son aislados sino que tienen una cierta proba­
bilidad de repetición o frecuencia. Si se concibe de esta manera ei pos-

Una críLica de este concepto, que no tenemos espacio inciijl- aírji.


mostraría qve su validez universal es muy dudosa. Cf. con respecto a su i.iiik iuí
en el De recia) penal, Félix Kauf mann, Die rJi ilasophi.ch eri Crimd;'rnb¡ ‘J-jr
Lehrs con der Sirafrechtssvhvld (Leipzig y Vi en a, 192S), págí. 7S y sigs.-r
tu];;-cío de la acción causal, no constituye de ningún modo un principio
esencial de todas las ciencias sociales. Sólo, sería coactivo para la socio­
logía y 110 para la historia, puesto qué deriva dél enfoque básico que
hace el sociólogo de sus problemas. Pero esto dejaría entonces a cada
uno en libertad de decidir si desea realizar el estudio científico del
mundo social cora a sociólogo o como historiador.
Pero el postulado de la adecuación causal de Weber significa algo
más que eso. Por razones que aún tenemos que examinar, el sociólogo
prefiere el esquema interpretativo de l a acción racion-al. (específica­
mente el de la acción orientada a u n propósito O rd in ario o el de la
orientada a un valor absoluto 15} a todos Los otros esquemas interpreta­
tivos. Toda acción, ordinaria que tiene un propósito ocurre dentro de
la re-ación-medio-fui. Establecer la pauta de tal acción significa simple­
mente averiguar como se relacionan los fines con los medios típicos. En
otras palabras. Ja elección de fines del actor, sus proyectos-para están
determinados por medio d e una construcción, típico-ideal. Una vez hecho
esto — es decir, una vez que está definido el fin del actor— , sólo es
cuestión de seleccionar los medios que resultan apropiados según su
experiencia. Podemos interpretar al)ora el postulado de la adecuación
causal de Weber de 3a siguiente manera: en un constructo tipo de
acción ordinaria tendiente a un fin, Jos medios deben ser, a la luz
de nuestra experiencia pasada, apropiados a ese fin. Luego, cuando
examinemos la acción y el método racionales, explicaremos en detalle
lo que queremos decir mediante este segundo concepto de adecuación
causa;.
Se dice que un constructo típico-ídeai es causalmente adecuado
cuando predice lo que realmente ocurre, de acuerdo con todas las reglas
Je la frecuencia. Pero esto np significa que lo que el constructo predice
deba siempre suceder. Weber mismo da como ejemplo la probabilidad
de un error típico de cálculo. Supongamos que deseamos, multiplicar
un número dado por un numero de dos dígitos. Luego, en lugar de
ubicar el segundo producto parcial un espacio a la izquierda del pri­
mero, lo ubicamos un espacio a la derecha. Sería causalmente adecuado
concluir' que vamos a llegar a una respuesta errónea. Pero esta conclu­
sión no sería correcta para todos los casos en que se emplea el proce­
dimiento arriba mencionado; por ejemplo, si los dos dígitos desm ulti­
plicador son iguales, no importa si el segundo producto parcial se mueve
hacia, la derecha o la izquierda del primero. Aquí tenemos de heclio
el caso ideal de Weber, de ía probabilidad numéricamente asignable,
puesto que de diez operaciones de esta clase nueve serán, incorrectas
y una correcta. Sin embargo, si observamos más prolijamente, veremos
que la adecuación cansa', o el acuerdo con la experiencia pasada, ye
base en relaciones de adecuación de significado típicamente aprehen­
didas, que son en este caso las leyes.de la aritmética y la teoría de los
números tal como se las aplica a la operación de multiplicar. Podemos

ir’ [Véase V-.-'í.-tschafí itnd GeséUscfiaft, pkg. 12; T.I., pág. 115 ]
ir aun más allá- y proceder a 3a formulación general de que toda ade­
cuación causal que pertenezca a la acción humana, se basa en principios
de adecuación de significado de una u otra clase: En efecto, tal ade­
cuación causal significa la coherencia del eon?trucío tipo de una acción
humana con el contexto total de nuestra experiencia pasada.- Además,
sólo podemos llegar a conocer una acción humana ordenándola dentro
de un contexto de significado, sea objetivo o subjetivo. Por lo tanto. la
adecuación causal, en la medida en que es un concepto que se aplica
a 3a conducta humana, sólo constituye u n caso especial de la adecuación
cíe significado.16
Nuestra posición a este respecto resultará en seguida más inteligi­
ble, cuando procedamos al análisis de la naturaleza de la adecaactcn
de significado.

46, La adecuación de significado

Según Weber un curso continuo de conducta es adecuado ctí su signi­


ficado, o adecuado en el nivel de significación, en la medida en que
afirmemos la relación de sus partes constituyentes como un contexto
típico del significado de acuerdo con hábitos promedio de .pensamiento
y sentimiento. Aquí encontramos de nuevo la paradoja que domina teda
la filosofía de la ciencia social de Weber. E l postula como carea de la
ciencia social el descubrimiento del significado a que se apunta. en
verdad, el significado a que se apunta el actor. Pero este “signUicadc
a que se apunta” resulta ser un significado que se da al observado: y no
al actor. En nuestra terminología, Weber dice que una acción tiene ade­
cuación de significado cuando puede ordenarse en un contexto, obíciivo
de significado. Ya hemos mostrado que tal interpretación objetiva es
algo por completo diferente de descubrir lo que el actor misino dene
en su mente. Nuestra próxima cuestión debe consistir, por ío tanto, en
resolver si la adecuación de significado'se obtiene por medio de la inter­
pretación objetivado si tenemos que ir más .allá y mostrar sin contra­
dicción cómo el actor mismo podría haber, apuntado subjetivamente
a un cierto significado. Tendremos que decidir en favor de la segunda
alternativa, según veremos.17
Esta .distinción no carece dé ninguna manera de importancia para
la teoría de Weber acerca de la adecuación deí significado. Para él la
conducta.es adecuada al significado si.está de acuerdo con los "habito?

:e Pero no, por supuesto, en «1 caja ¿e la? ciancEas níiruLsles. Los Ícüci ví:'05
<le la naturaleza están, en p-ancipin, más alia de la comprensión inleip-, r^i^livn y v.o
tienen "significado”, puesto que caen fuera ds la conciencia ds! hombre y pnL^r,fi­
cen a un orden espacio-temporal objetivo. Este no es el lagar cié ::'-ve,=ai;¿£:
profundamente la distinción entie las ciencias naturales y hs cu-íluíJcs.
i7 Puesto que sólo una vivencia consciente puede ser significad va i i.
no necesitamos distinguir, al hablar de adecuación ds significí-dú, .entre ¿v.
ción a objetos entúrales y su aplicación a objetos nn a; rales, copo jiíoimcs en el
caso da la adecuación causal.
prc medio de pensamiento y sentimiento’’. Lo que él quiere decir con
este agregado no resulta del todo, claro. En efecto. Los hábitos prome­
dio de pensamiento y sentimiento son una cuestión de interpretación
e a r ^ a ’ m en-e íi de cu aa a, tío de adecuación de significado. Parece contra­
di.:. . qae íi sociólogo se erija en juez de lo que es adecuado por su
significado, a ríenos que con “conocimiento de los hábitos promedio de
pensamiento y sentimiento1’ queramos significar ef conocimiento que
ins ciencias sociales tienen de todas las e?;periencías subjetivas conce­
bí bles de cualquier clase. Es suficiente para la interpretación significa­
tiva de La conducta de otro suponer que mí consíxucto ideal c.slá en 1211
contexto ríe significado vara él. Esto basta aunque tal contexto de sig­
n ific a d o entre en colisión con mi propio conocimiento. Por ejemplo,
pvedo considerar la: interpretación totemiste de la conducta de una tribu
primüi-a como adecuada ]poi sil significado aunque toda la manera tote-
¡nista de nensa.r sea extiaña a los "hábitos promedio de pensamiento
y íiurirnier.io” as nuestra cu i tiara, o por b menos de los sociólogos de
nuestra Ovillara. Pero esto no es en absoluto lo que Max Weber quiere
decir, jiu cíe etc., éí está muy consciente del hecho de que estos “hábi­
to; promedio de pensamiento y sentimiento” se remontan a determina­
dos tijsos personales ideales. Sabe también que es una cuestión de
nuestra experiencia, es decir, de la experiencia de las ciencias sociales,
establecer s: ciertos conceptos de significado pueden ordenarse bajo un
tipo personal ideal definido de una manera que sea típicamente ade­
cuada. más bien que trascendente al tipo. Y asi, nuestra tentativa de
descubrir un criterio pava lo.que es adecuado ai significado se ha redu­
cido a esto: hemos vuelto al contexto subjetivo de significado y al tipo
p?v:o.' 2 i ideal, oue a su vez tienen que construirse en función del pos-
■rbad,' ce Ja adecuación causal.
be o tro ía o o , p o d e m o s considerar u n cons tracto típico-ideal como
a d e c u a d o p a r a una c s te r m in a d a acción si el correspondiente contexto
subjetivo de significado pnede realmente adscribirse a.í actor en cuestión
sin contradecir to d o ¡o demás.que sabemos acerca de él.. Por supuesto,
ero: perso na, cuyas vivencias estamos Interpretando, puede aparecemos
como más o menos determinada según el grado de conocimiento que
te n g a m o s de ella, A sí comprendido, el problema de la adecuación de
s . p u ii c a a o corresponde sólo a ía interpretación de una acción concreta
p o r m e d io de tipos ideales'ya constituidos. Por otro lado, el sociólogo
tendría absoíatu libertad de acción en la construcción de un tipo personal
idea’í, porque él equipa ía conciencia ideal de este-último de maneta
cpre sea perfectamente capaz de tener experiencias subjetivas apropiadas
?. conducta típica en cuestión. :
b-^ estro análisis ha mostrado entonces que,. en lo que respecta a
r r_>: "•Vsbsr. los dos conceptos de adecuación causal y de adecuación de
sig-fdi:cadcs son convertibles. Cualquier interpretación que sea adecuada
pc.r su r;;gnihcacio debe ser causé1 ,imente adecuada, y viceversa. Los dos
postilados requieren realmente que no haya contradicción con la expe-
riercia previa. Tan pronto como suponemos que existe disponible un
repositorio definido de tal experiencia —-tan. pronto como solo un?, perso­
na hace la interpretación, y desde un solo punto de vista— , se eimipHrÁri.
ambos postulados o ninguno de ellos. Si parece ser de otro modo, se
debe únicamente a que se introducen una cantidad de interpretes, o a
que se asume una cantidad de puntos de mira temporales en Jos cua'es,
por ejemplo, una interpretación ya adecuada en sí misma por su si.cnid­
eado entra causal mente en conflicto con otra que. es posterior.
En efecto, aun en los casos en que un determinado curso de conduclu
parece incomprensible para el observador — por ejemplo, la conducía que
es por un lado causal mente adecuada, pero por otro carece de adecua­
ción. de significado— ; puede muy bien existir una adecuación de signi­
ficado desde el punto de vista del actor mismo. Supongamos, per ejem­
plo, que un observador que es por completo ignorante del uso de la es lu­
dís tica lingüística en la investigación histórica tropieza con im hombre
que está contando la frecuencia de las palabras en las obras de Platón.
En lo que respecta a. "hábitos promedio de pensamiento y senínnienLo”
no sabrá simplemente qué hacer con tal conducta. Las acciones del
hombre sólo comenzarán a tener sentido para él cuando se Je explique
que en diferentes períodos de su vida una persona muestra una prefe­
rencia'por ciertas palabras y que, por lo tanto, estudiando :a frecuencia
de determinadas palabras en sus escritos tendremos un punto de partida
para establecer una cronología de éstos. Lo que s ó j o era causalmente
adecuado se transforma entonces en adecuado por el significado, y
resulta por lo tanto completamente inteligible. Veremos en seguida córüo
el concepto de adecuación de significado de Weber deriva realmente
del motivo-para de la acción racional, y cómo su concepfo de inteligibi­
lidad (V'erstehbarkeit) está estrechamente vinculado con su noción de
una acción orientada r u i i propósito, ordinario.
En este punto debemos añadir una observación sobre la situación
que sirve de.base al distingo entre adecuación causal y adecuación ce
significado. El postulado de que un constructo tipieo-ideal debe ser a
la vez causabnente adecuado y adecuada en el nivel de significado,
ímph'ca que- debe formularse como im constructo puro sin ningir.in
mezcla de couducta que trascienda al tipo.:s Además, tiene que ser
compatible con nuestra experiencia del mundo en general y, por lo ‘anio,
con nuestra experiencia'de la otra gente en general y ele la persona par­
ticular en geiieraí cuyos actos estamos tratando de comprender mediante
el constructo.' Otro requerimiento del postulado es el de que el construc-
to se base solamente en conducía l e p e tibie. Esto en ío q u e respecta
a los requerimientos del postulado de adecuación, en la medida en o ce
se refiere a la formación de cons truc tos tí picos-ideales. ¿Cuáles son sus
requerimientos en le que respecta a la aplicación de esios tipos a actos
concretos? Aquí el postulado de adecuación establece que el tipo debe
ser mfíciente para explicar J-a acción sin contradecir a Ja experiencia
previa. Pero una acción sólo se explica suficientemente por medio de

15 Cün respecto a e=te concepto, véase n)á.5 arriba,. pág. 219,


un tipo ideal cuando se entienden sus motivos como típicos; ía expli­
cación debe ser, por lo tanto, adecuada al significado. Decir que los
motivos deben ser causalmente adecuados sólo significa que los motivos
podrían haber provocado esta acción y, más estrictamente, que pro ha­
bí ern en Le lo hicieran. Debemos examinar ahora el concepto de pro­
babilidad,

47. Probabilidad objetiva y subjetiva

Vv'ebcr distingue dos clases de probabilidades: subjetiva y objetiva. La


probabilidad objetiva consiste en el hecho de que cierta conducta puede
concebirse tanto con adecuación causal corno con adecuación en el nivel
ríe significado, sin tener en cuenta las experiencias subjetivas del actor.
La probabilidad objetiva es, por lo tanto, una categoría de hitei'preiación.
La probabilidad subjetiva, en cambio, sólo se predica del contexto sub-
jet ívr? de significado, es decir, del “significado a que se apunta”. La
probabilidad subjetiva mira hacia el futuro desde eí punto de observa­
ción que ocupa el actor. Representa algo en el futuro como ya termi­
nado y cumplido, o, según ío hemos expresado, en el tiempo futura
perfecto. La probabilidad subjetiva es sinónimo^ de expectación en e]
sentido más amplio; por lo tanto, se predica sobre todo del proyecto
y de las pretensiones dirigidas hacía la meta de éste. Por consiguiente,
en el casa de cualquier actor, sólo puede atribuirse una probabilidad sub­
jetiva a cada proyecto cuando el actor planea la acción para llevarlo
a cabo. Además, los motivos-para tienen probabilidad subjetiva, hecho
que ya está implicado cuando decimos que todas las acciones están
"orientadas”.
En cambio, un auténtico motivo-porqué sólo puede tener probabi­
lidad objetiva. Esto equivale a decir que el motivo-porqué sólo puede
ser considerado corno operativo si se lo construyo en función de la ade­
cuación de significado y de la adecuación causal, de tal modo que
pueda haber sido operativo. Aquí la posición del observador externo
y la del actor son en principio la misma. El actor sólo puede descubrir
sus auténticos motivos-porqué a través de un proceso de autoobserva-
cicn. Su acto completado o su motivo-para es entonces tomado como
dcáum, y e3 actor trata de representar en el tiempo pluscuamperfecto
cuál es la vivencia ubicada aun más atrás en el pasado que podría ha­
berío llevado a planear (al o cual casa o a baccr tal o cual otra. En
la búsqueda de esa vivencia él utiliza, por supuesto, el criterio de ade­
cuación. que implicada existencia de un concepto objetivo de significado.
Es entonces cuestión de probabilidad objetiva el que haya sido identi-
Jicado el verdadero motivo-porque del acto.
En lo que respecta a la probabilidad subjetiva, cuando decimos
que es predicable del motivo-para, queremos significar que todo acto
proyectado requiere cumplimiento por medio de una acción real y que
el actor cuenta con tal cumplimiento. Pero este supuesto de que el acto
va a ser realizado, sé basa en. el. conocimiento disponible para el actor
en el momento en que formula-su proyecto. Ese conocimiento es,
gran medida, cuestión de su experiencia pasada su lo que ivspcata a
si cosas como esas "pueden hacerse-El actor incluye así su acción ufa­
neada dentro de un contesto de significado, es decir, de ciertos previ:ecos
previos de naturaleza similar que se imaginan ahora en el tiempo plus­
cuamperfecto, juzgados en lo que respecta a si fueron realizados con
éxito y constituidos así eu la pauta de "adecuación''.
Debemos concentrar nuestra, atención en la relación que existe entre
el concepto de probabilidad y los tipos ideales qi;e se consiauven eJen-
tiíicamente, es decir. de acuerdo con los postulados de adecuación.
En lo que respecta a la construcción del. tipo ideal, el pos tubi do
de adecuación requería que fuera probable que una persona real se
comportara de la manera especificada por el tipo. La probabilidad y la
adecuación objetivas con respecto al tipo son, por lo tanto, córrela Uvas
en la medida en que se trate de conducta ya transcurrida. Pero si el
constructo tipo está destinado a aplicarse a una acción futura, el crite­
rio de adecuación de significado es diferente. En este caso el observador
debe postular una acción de tal naturaleza que el acta piense que su
realización es probable, En una 'palabra, lo que se requiere aquí es
probabilidad subjetiva. Los proyectos tienen un grado positivo de pro­
babilidad subjetiva si quienes los formulan creen ser capaces de llevarlos
a cabo, .
L a probabilidad^ sea objetiva o subjetiva, implica Ja potencial ¡dad.
Ahora bien., sabemos desde la publicación de Ideas10 de Russerb que
la potencialidad puede origina ríe en dos fuentes diferentes. Ante todo,
puede derivar de la posicionalidad, es decir, ser el resultado de actos
fóticos de posición. En segundo lugar, puede resultar de la tran.donua-
ción en potencialidad de contenidos de conciencia neutralizados.-21, Ll
concepto de probabilidad objetiva y subjetiva, cuando se lo aplica aquí,
abarca estas dos categorías. La diferencia es la siguiente: eu el case­
de la potencialidad tética, los juicios se formulan en íoriT.n reía lávame a te
explícita y clara,'mientras en el caso de los contenidos neutra! iza des nte
conciencia transformados en potencialidad, la probabilidad de que resul­
ten verdaderos sigue siendo por completo insegura desde el punto d e
vista subjetivo, o se ia da por sentada. Pero todo esto depende de' modo
original de atención del actor, que es antecedente a todos los contextos
de significado. Sin embargo, si su-moda de atención se establece pro­
piamente como una manera típica e invariable e:i la cual el yo considera
sus propias vivencias, es posible entonces prescindir de la proba']i edad
subjetiva originada en las vivencias neutrahzadoias de la couciencii:.
y traer a la luz la probabilidad que se origina en ía posicioaalidad tética,
Puede suponerse entonces que el actor'formula una serie de inicios po­
sitivos (iheiische SetzungsrJjs) acerca de su meta, su posibilidad de ai-

ia Pígs. £55 y sigs. ¡T.!., pá-ií- 313 y srgs.j.


^ Con lespeclc n este ccnuepio tí. spairtadn i i , pág. 96.
o? ruarla y los raed i os de eme dispone. Puesto que estos juicios son
c-xpocitos y ciares, se dice que él actúa racionalmente.
El csciuro cimienta de esta noción de acción 3'acional constituirá la
óiuma etapa ds nuestro estadio de los conceptos básicos de Weber. .

48. L~t preferencia de- la sociología comprensiva


pc~ loa tipos- de acción racicnal

record enj os una vez más nuestra definición de acción. Acción es la


conducta bp.SE.cE en .un proyecto antecedente. Puesto que todo pro­
yecto tiene una estructura "para'" o ' p or-mot ivo -dedo- cuai”, resulta
que [-oda ficción es raciona]. Sin tal proyecto'uno no “actúa’’, sino que
ni:-Límenle “'se comporta” o “tiene -vivencias” Toda acción puede ubi­
car?^ a su vez. cu un contexto más elevado de significado, dentro del
constituye sólo un medio para un fin adicional. Ahora bien, este
r:n c :tjüUlmas a¿ta puede describirse claramente, mieutras que la acción
que deva tl el1a se realiza de nna mañera confusa e incierta. O inver-
sameuíe, el fia puede concebirse en forma vaga mientras que está bien
pensada la acción que Leva a él. _Un ejempio de la primera situación
seria una indicación del tipo “El correo está en esa dirección”, en
00.n!.rsate con 'Tome la primera calle a la derecha, y luego de recorrer
: : cuadras camine nna Lacia la izquierda". Un ejemplo de la segunda
situación Sería el de un químico que rerdiza cuidadosos experimentos
se ore ana sustancia reden descubierta cuya naturaleza no se conoce
ami. Estas dos situaciones son ajenas a la clase de tipo ideal que se
cansí ruye en las ciencias sociales; y> de hecho, en todo conocimiento
ind:;a ero de ia realidad social. El tipo ideal propio de tal experiencia
social indirecta es de tai índole que tanto los fines como los medios
so coucioen c-araraente. En efecto, puesto que dentro de estos tipos el
morivmpam es tíjo e :n variable, debemos suponer que los fines y me-
dios correspondientes tienen un máximo de adecuación de significado
y la nccicn misma un máximo de probabilidad de ser realizada. Un
tipo do acción de esra clase es, según Weber, una acción racional,21
X " Impon a si la acción racional se orienta hacia un propósito ordinario
o bacía vm valor abso’uto- Esta ultima distinción pertenece realmente
;d auténtico motivo-porqué, que puede coordinarse con el típico motivo-
p¿ra. El que un acto se oriente a un propósito ordinario o a un valor
aOsaOuio depende del interés cel actor; ío mismo puede decirse res-
pací o de los problemas que este se plantea a sí mismo y dé las viven­
cias que selecciona como pertinentes para su solución.22

-- Parfe u:i análisis ásl concepto" de acdóü racional, véass la valiosa mono-
gií.:)-'. ce Hermana j. Grab, Ver Begriff des Rafionolen in áer Sozioíogie Mttx Webers
1, 1S£7.).. No necesita tlecír ¡jna- -mi coincidencia can Grab sólo puede
s'-r p.- cir.:, pv^;lc - tur él pres apone ei concepto de ios valores objetivos ce Scheler.
P'nra la derivación ds los dos tipos de acción 011 cuestión véase Mises,
;:nd Ge;rii;cia:c’\aág. 472.
Puede pensarse esta relación medio-fin en un contexto objetivo de
significado, y juzgar su probabilidad objetiva. Con una elección ade­
cuada del típOj el contexto objetivo de significado de la relación rnecbj-
fin puede tratarse como un contexto subjetivo de significado y la pro­
babilidad objetiva como probabilidad subjetiva. Esto será tan'o más
cierto cuanto m á s universales sean las situaciones problemáticas qi¡e
constituyen los auténücos motivos-porqué correspondientes a los típicos
motivos-para en cuestión. Por esta razón la sociología comprensiva
.— aunque en este respecto no es de ninguna manera la única— pre­
fiere los Lipes racionales de acción. La- acción irracional (-i saber, ]a
acción cuyos fines o medios son confusos o. inciertos) se interpreta
como una función variable de la acción racional. Esto se hace postu­
lando un tipo de acción racional y realizando luego ciertos cambios
en sus motivos-para: el resultado es un tipo divergente. Debernos cener
presente el hecho de que la sociología se ocupa fuixlamentai mente de
interacciones sociales y que estas últimas implican orientaciones recí­
procas en Jas cuales el cálculo de medios y fines desempeña un gran
papel. Debido precisamente al carácter fundamental de este cálculo,
la acción racional constituye un concepto tan importante para la socio­
logía comprensiva, Pero esto no significa de ninguna manera que la
sociología c o m p re n siv a descuide la acción irracional. Weber ha acen­
tuado una y otra vez que esta última forma paríe del tema de la socio­
logía. Sus obras sobre sociología de la religión, por ejemplo, hacen
un uso ejemplar de las categorías de acción irracional, ■ ' emocional y
tradicional.
Esta preferencia por los tipos de acción racional debe distinguirse
muy netamente del así llamado ""método racional" de ía sociología
com prenda. La sociología no puede pretender el monopolio deí mé-
■todo racional. Las metodologías de todas las verdaderas ciencias son
racionales, puesto que implican el uso de la lógica formal y de esque­
mas interpretativos. Las verdaderas ciencias requieren que 'lodfis sus
proposiciones tengan el máximo de claridad y distinción. No existe
lo que podríamos llamar una ciencia irracional. No debernos dejar de
reiterar que el método de la sociología de Weber es racional y que
la posición de la sociología comprensiva, no debe confundirse, de nia-
guna manera, con la de Dilthev. quien opone a la ciencia raciona! oira
así llamada ciencia ‘"comprensiva” que se basa en supuestos metafisíco.v
y en una “intuición” que no requiere más justificación.
Es cierto que el postulado de tal ciencia comprensiva surgió
históricamente de la necesidad de quebrar las barreras erigidas entre
las ciencias racionales especiales y la comprensión de la vivencia viva.
Pero olvidaron quienes -propusieron este nuevo enfoque que la vida y
el pensamiento son dos cosas diferentes y que la ciencia sigue siendo
cuestión de pensamiento aunque su tema sea la vida. Por lo tanío. no
puede basarse en alguna.empatia vaga y confusa ni en supuestos de
valor o en descripciones que carezcan, de rigor intelectual. Fue este
punto y nada más lo que constituyó el núcleo de la insistencia, ée Weber
en la objetividad del conocimiento obtenido en las ciencias sociales. Y
Weber fue el primero que elevó la sociología comprensiva al rango de
ciencia,

4$. El significada objetivo y subjetivo en las ciencias sociales

Luego de haber computado nuestro análisis de los conceptos: básicos


mis importantes de 5a sociología comprensiva, debemos tratar ahora
de contratar a las preguntas foxmnladas en el apartado 43 respecto de
¡a rcLeiun existente entre los actos de dotación de significado que
ref!'izamos en la vida diaria, y la interpretación que hacen cíe ellos
las ciencias sociales. Nuestra respuesta es . ésta: Todas ¡as ciencias
sccicles son contextos objei-i'sos de significado de contextos subjetivos
de significado. Trataremos ahora de esclarecer lo que queremos sig­
nificar con esta afirmación.
Todo conocimiento científico del mundo social es indirecto. Es
coiiocjoricnto del mundo de los contemporáneos y del mundo de los
predecesores, nunca del mundo de la realidad social inmediata. Por
consi guien te,, las ciencias sociales pueden comprender al hombre en su
vida social cotidiana no como una persona individual viviente con una
conciencia única, sino sólo como un tipo ideal personal sin duración
o espontaneidad. Sólo pueden comprenderlo dentro de un tiempo obje­
tivo. impersonal y anónimo, que nadie ha vivencíado nunca ni podría
vi ven ciar. A este tipo ideal sólo se le asignan ¡as vivencias conscientes
que se requieren para acompañar a los motivos ya formalmente postu­
lados. lientos delineado ya la metodología implicada en esta formu-
:acf :n. Vimos que debe ocurrir de una manera que es a la vez adecuada
al significado y adecuada causaímente. Esto significa que se debe
recurrir constantemente al conocimiento pre-dado del mundo social y
del mundo en general. Quiere decir que los motivos postulados no
deben ser incompatibles, con los de dos tipos ideales previamente cons­
truidos por el observador.
Puesto que las ciencias sociales en tanto tales nunca se enfrentan
realmente con -oersonas reales sino que sólo tratan de tipos personales
ideales, difícilmente sea su función la de comprender el significado
subjetivo de la acción humana en el sentido en que una persona com­
prende d significado c!e otra cuando está interactuando directamente
con ella. No obstante, vimos que ía naturaleza del significado subje­
tivo mismo cambia con la transición de ia experiencia social directa
a ¡a indirecta. En ei proceso de construcción ideal-típica, los contextos
subjetivos de significado que pueden vi venciarse directamente son
reemplazados en forma sucesiva por una serie de contextos objetivos
de significado. Estos se construyen en. forma gradual, cada uno sobre
sn predecesor, y se interpenetran uno a otro a la manera de las cajas
chinas, de modo que es difícil establecer dónde termina uno y em­
pieza el-otro. Sin embargóles precisamente este proceso de co^.sinac­
ción lo que hace posible que el científico social, o ea verdad caniauio:
observador, comprenda lo que el actor quiere decir. En aféelo. es
este proceso solo lo qué da una dimensión de obietividad al sigouicado
el el actor. Por supuesto, tal proceso de constitución sólo puede debe­
larse al iutéiprete pov medio de su propio mélodo tipíficador. Ido que
él llegará así a conocer es sólo un modelo conceptual, no una persoaa
real.
Ya hemos visto q u e puede haber tipos personales ideales de todos
los grados de anonunidad o con ere tez. Estudiando un detennmad'..'
producto cultural podemos obtener alguna comprensión ea lo q u e su
creador tenía en su mente, prescindiendo de Ja a n o n im id a á del tip o
ideal que estemos empleando. Por consiguiente, las diferentes ciencia.'
sociales tratan su materia con grados muy diferentes de a n o a im id a d
y concretes. Esto debería ser bastante o b v ia si se considera q u e i as
ciencias sociales inclnvendde acuerdo con nuestra propia c o n c e p c ió n ,
disciplinas tan ampliamente separadas como ja biografía individual la
jurisprudencia y la economía pura. Y aquí deber:amos agregar que
uo todas las ciencias sociales tienen como meta la interpretación dei
significado subjetivo de producios mediante tipos personales idea’es.
Algunas de elias se ocupan de lo que h e m o s llamado tipos de curso-
de-acción. Ejemplos de tales ciencias sociales son la Historia del dere­
cho, la Historia del arce y la Ciencia política. Es le n; i imo grupo de
disciplinas da simplemente por sentados los estadios más bajos del esta­
blecimiento de significado y no les presta atención. Su meta citntidea
no consiste en estudiar el proceso de! establecimiento de s ig n ific a d o ,
sino más bien los productos cuilnu'ales que son el resultado de ese
establecimiento de significada. Estos productos son entonces conside­
rados como significativos en sí mismos (ais sínnhafte Eizet¿gní>se) y
se los clasifica en tipos de curso-de-acción.
En este pinito surge una objeción obvia. Se dirá que la existencia
de las así llamadas ciencias sociales que construyen leyes (o nomoie-
ticas) contradice nuestra afirmación de que íedas las ciencias sociales sen
por naturaleza constructoras de tipos. Estas ciencias sociales construc­
toras de leyes, se dirá., son capaces de proveernos de conocimiento um ­
versalmente válido anterior a toda experiencia. Observemos cor. aten­
ción estas ciencias y Ja actitud que manifiestan hacia el significado
subjetivo y objetivo del mundo social, "tomando como ejemplo la eco­
nomía pura.
La escuela austríaca de la utilidad marginal, los estudiosos aníde-
americanas que trabajan según linea miento i similares y tambidn les
economistas matemáticos pretenden disponer de una ciencia teórica
exacta cuyos principios son umversalmente válidos para todas ¡as situa­
ciones en que ocurre actividad económica. Entre los autores más recien­
tes de esta orientación, Mises puede ser considerado como e: defensor
más significativo del carácter puro a príori de la ecosonda. En su
tratado "Soziologie und GeschEchte” que ya hemos citad o repelida-
"rente, ioiri;-. nr.a •posición opuesta a ’a de Weber acerca del problema
del contraste que existe eotre ciencia social teórica e histórica. Para
Mises 'a economía es sólo una parte de la sociología, aunque, sin duda,
<11 r>av£s :nás desarropada. En ía polémica contra Weber. Mises pre-
..: i. a "si -ios conceptos de economía tienen realmente el carácter lógico
de ;cs tipos iceales'*. Su conclusión es:

liria cKissiión debe responderse co~. -jjm abierta negativa. E n reaíidad, mies-
l '.:s c.r.r.^.spírji t-sópeas’ “tío pueden descubrirse ejnp.;r:cainente en ningún lugar en la
Jxn.Edkul ea su fcvuia conceptual pi-ra’1 ’. Los conceptos no pueden eucuntrarse tronca
€•••- ]-a leaiidrid- No peí fenecen al dominio de la re-alidad, sino al del pensamiento.
Srr. rn&cltrs tatelsctrales con ¿os cuates tratamos ¿s captar la realidad en el nivel del
v-e'JL-F.r’ iíinío. Pst? no podernos decir acerca ele esos conceptos económicos que se
fa n.si; ¡ediftnle una acentuación, unilateral de uno o más punios de vista y rrce-
dir-nie !u síntesis de una gisus cantidad de fecm e r; 3 s úuíi-c-rduales concretos difusos,
dli-f.rc'Ltjf, r.iÁs o msrtO.s prssentes y ccp.sicnahnen'e ausentes, cue se ordenan,«de acuer­
do e.sio pinilcs de vlsiís ccerír.adcs niníri termínente. en uli constructo arioÍíítco
-_:r.üicxfco ( Gscl¿nker.bi!dy' z3 Más bier)> se íes adquiere mediante sustracción, que
r. seleccionar pora su cc^teptvajizabióii ciertos aspectos de cada uno d e .los
ier.ó:r<'s.ios indi vio rales qne se consideran.2*
jZ] r-rrer básico as Max Weber consiste en si.; compren siá-n errónea de lo que
s:^:yrrcn íer.-’T que el p'-::x,ipio sceicdcgico es -miversabnente v¿lido. El principio
• ; leyes fundír^en-aies de l«r. formación de tasas de cambio, la ley de la
?a ley ds ia pociac.iÍD y ¿;lras preposiciones semejantes son siempre E lidas
en e>.is:fi,.!¿er i'ogat, citando eslán presentes las condiciones que ellas presuponen,25

Sin duda la critica de Mises es válida contra las primeras forrou-


bitic-nes de Weber acerca del tipo ideal, y es a éstas a lo que se refiere
riC'Vi1 M^íjs. De ac u e rd e con el primer punto de vista de Weber, los
:::L.-c;- íce?.]es sólo serien aplicables en principio a Jos datos históricos:
7-:-••• <•. ■e:i centraste ccn ios conceptos de sccioíogia teórica derivados
per :Lbst"c:cerón de Jos aspectos de coda uno de los fenómenos ÉricÜvf-
d; Lides en OGns’deraeión. Sin embargo, la teoría de los tipos ideales
ore yo ríe presentado encs¡e libro — método que ya se preanisneia, en
r~-■epinfon, en las él Cimas obras de Weber—--6 es totalmente diferente,

2?- Ciíndc i;e V/eber, "D ie Objektivitat sóa;aíw:ssenscha£tl:cher uncí sozial-


po:vliíc.'.j; rlrkc-rinirús'’, GesnríJifieíí* A'ifíctee zur \VistenscJi(i}f-sU:hfe (1904), pági­
na J.&.l. [Ci. Weser on ihe Methodolcgy of Social Sciences, trad. y ed. de
TLl-w:.::.! A. Sliíj; y Kerry A. Finch (Gi&ncco, 11;., iO^íS), pag. 90, obra óe la que
lieruo? Lomsdc líraditcción d-si pasaje citado en el-tsxto.l
"Sc2 iü¿c^e nr.d Geschichte”, p ig . 474.

“:i La rj;j iuic^ala foviri'ilíloíi’':i de W eber del concepto de tipo ideal, que dr.la
:.e J.VU-í, ca::t:eadí- por ¿i snisir-o ds “esqu-sniática y par lo ícnto quizás paicúdiv-ente
::-.co.‘T>x-t;i"> es por cierto fragm entaria po ique tiene cuenta sobre todo el tipo
:tWn! ce íu iccarír. de Ja notoria. D ebe acentuarse enfátieameule qne una vea; que
si p:-'r..?f:i:Pe:,UT d ’; ".veber hace su transición.a la sociología, ía coucepcián del tipo
suiie- vi; cv.mbio total. La mentí.. ljíei” e;ite sólo se alude a este he d ió en v.uos
en lo que respecta a su deducción. Según muestro punto ds visca. \cs
tipos ideales se construyen postulando cierros motivos corno fiios s
invariables dentro del ámbito de variación de la autoinierpietacién
efectiva en que el yo'interpreta su propia acción a medida que acula.
Con segundad, esta postulación de ciertos motivos como invariables
se remonta a 3a “experiencia" ( Erfahrung) previa. Pero ésta no es Ir.
'"experiencia” del empirismo liso y llano. Es más bien el encuentro
prepredicativo inmediato que tenemos con cualquier objeto de la intui­
ción.27 Por lo tanto, el tipo ideal puede derivarse de muchas clases
de “experiencias5’ y por medio de más de una clase de proceso consti­
tutivo. Pueden construirse tanto tipos ideales '‘empíricos” coma eidé-
ticos. Con. la paJabra empírico queremos significar “derivado ele los
sentidos”, y con eidético designamos a los tipos ideales “derivados de
la introvisión esencial”.28 El modo de construcción puede ser la abs­
tracción, la generalización o la formalizacíón. en las cuales se observa
siempre, por supuesto, el principio de la adecuación de significado.
Por lo tanto, nuestra propia teoría de los tipos ideales abarca ios
conceptos y proposiciones de las ciencias sociales teóricas, incluidos
los de ía economía pura, En efecto, aun los ejemplos citados por Mises
— el principio económico, las leyes básicas de la formación.de los pre­
cios, etcétera— son tipos ideales en el sentido que damos nosotros a
la expresión. Por supuesto, estos principios deben basarse en una for-
mah'zación y generalización exhaustivas del material que ya ba sido
postulado como fijo e invariable.- Esta formalizacíón y generalización
es lo que da validez universal a los tipos ideales.19 Tales tipos ideales
no se refieren a ninguna colección individual o espacio-temporal de
individuos, Son formulaciones acerca de la acción de cualquiera, acer­
ca de la acción o la conducta consideradas como proceses compíeia-
mente anónimos y sin ninguna especificación de tiempo o lugar. Pój­
ese motivoj carecen precisamente de concretez/i0 Mises aL tiene rr.yón
cuando critica a Weber porque éste interpreta la teoría de !a utilidad
marginal de una manera demasiado estrecha, de modo que tal teoría
parece describir un funcionamiento económico enteramente de acuerdo
con ios cálculos de los empresarios. Mises observa con razón que
Weber confunde aquí el modelo de utilidad marginal ccn el de la
economía política clásica. Este último, señala, tiene en vista un con­
cepto más concreto y menos anónimo del "hombre económico” ba

pccos parajes.de V/ir£schafí und Gzseihchíift, por ejejupls en ía pág. iO [T.L. ;já:>
na lió ] . Cf. Waíther. "Max Weber ais Sozfologe”, Jahrbuch fiir Sozio!ogi^: !i.,
págs, 1-65.
27 [Vénse el primer capítulo ce lde4is, ele HusserlJ
3a [Véase ibtd.. especialmente $3 (T.L, pág. 54).]
Mises se refiere a] pasar el estas dos exigencias, en forma levemente cistiv.in,
cu anclo dice que líis proposiciones teóricas son umversalmente valutas buje las ecu-
diciunes e&iip uíoílds.
St> E n el sentido del examen que realizamos en ei aparLado 3S, vó<lso ji «ís ai ri­
ba, pág, 223.
31 Op. cit., pág. 456.
economía teórica moderna.32 en cambio, tío- parte de la conducta del
comercíanLe sino de la del consumidor, es decir, de la conducta de
cualquiera y de todos. Tal conducta puede servir de base, por supues­
to, para 1111 tipo ideal de un grado más elevado de anonimidad. Debido
a esto, a su vez, los principios de Ja catalácticá poseen un grado más
llíLo de generalidad. Aquí, como acentúa repetidamente Mises, puede
encontrarse ía base del objetivismo y la objetividad de. las proposicio­
nes de la eataiá etica.35 Pero esta “objetividad” de Mises es, por lo
'ardo. lo mismo que el concepto de objetividad que hemos presentado
en nuestro análisis del contexto objetivo y subjetivo del significado. La
íi-y ue k utilidad marginal resulta ser entonces una estipulación que
señal:; merarnenLe los limites fijados de la única zona dentro de ía cual
pueden ocurrir, por definición, actos económicos.^4
Ln nuestro punió de vista, la economía pura es un ejemplo per-
¡celo de un complejo objetivo de significado acerca de complejos sub­
jetivos de significado, es decir, de una configuración objetiva de signi­
ficado que estipula las vivencias típicas e invariantes de cualquiera
que actóe dentro de una estructura económica. Por supuesto, la pala­
bra “dpieas"’ asume aquí un significado especial, como llega admitir
Mises cuando acensúa el hecho de que es inconcebible mía acción que
a en conLra del “principio de la utilidad marginal” (y sea por lo
t,-mio 'V iplca” en miesiro sentido). Pero eso sólo sigue siendo cierto
en la medida en que concebimos el principio de utilidad marginaí
como una definición de ía acción puramente formal como tal. Se
excluirla de tal. esquema toda consideración de ¡os usos que podamos
ciar a los ‘'bienes’' una vez adquiridos.^15 Pero cuando dirigimos nuestra
atención al significado subjetivo de una persona individual real, dejan­
do ntrás el ‘'cualquiera''* anónimo, entonces tieue por supuesto sentido
hablar de conducta que es atípiea, atípica en relación con fines eco-
nórmeos estandarizados. Con seguridad, tal conducta es ajena al punto
de viste de la economía, y en este, sentido los principios económicos
son, según dice Mises, “no una formulación de lo que habitual mente
sucede, sino de lo que necesariamente debe suceder’.3'3
Pon lo tanto, la crítica de Mises no excluye la aplícabilidad de los
tipos ideales como tales a 3a actividad económica. En efecto, ¿cómo
podrían excluirse los tipos ideales de ese sector, si todo conocimiento
í ’iojítMíco es esencialmente de carácter típico-ideal? Por el contrario,
c- argumento de Mises resulta ser realmente una defensa contra la

TSe hnce aquí referencia íi la escuela de la utilidad ¡narginr.j que emana


á r Jtívons, Msiigsr y Br>hni-Bíiv.rerk.]
Qp. d i.. págs. 4S2h 486.
Cí íe-Iix K:uiriJ':i;in, '‘Logib uod Wirischaftswis.sen.scJiaft'’, Ardiiu Sur S.oxiui-
irisr.iinschnHí’ii, LTV, ujígs. GL4-50J especiadn‘:ente pág. 650.
r:r' ncuesilain« considerar ñyiLÍ el problema de Jn i educción del coacepto
de 'bien cc■rinon¡ico” :i t/onespías psicológicos n'cnos anónimos y más conerefos.
Ci Míst-s, c;). cit. ri.ig 476; también Kaufmar.n, “Logik u,'td W ii t? ¿h id ts\vissen-
sl !.r i f f , p:W- G2S.
‘iJise?, lm3. C Í p:íí. 'tS4.
intromisión en Ja eco 110rala de tipos ideales de excesiva cor-cicles y
muy escasa anommjdad. Y con esto debemos coincidir. AL n ^m o
tiempo, teuemos que afirmar que la objetividad misma dci conoci-
miento económico consiste cu el ordenamiento de contextos subjetivos
de significado (tales como ía Avaluaciones subjetivas j dentro del con­
texto objetivo de-significado del conocimiento científico.
Veamos ahora cómo se' manifiesta el contraste entre significado
objetivo y subjetivo en una ciencia que es de un carácter nietodolagico
por completo diferente, a saber, la “jurisprudencia pura” de Kans Kcl-
sen. -Aquí, nuestro problema se presenta de la siguiente manera:

¿Una Constitución es republicaca> peu ejemplo, sólo porque se; anuncia -eiía.
misma como tal? ¿Un Estado es federaí só?o porque su Constitución asi io d-2"cm¡-
níi? Puesto que los acíos legales tienen habíL^almente una forma verbal pueúín
decir algo acerca Je su propio significado. liste hecho por sí solo ieve’a itrir. impor­
tante diferencia entre ]a materia de Ja jurisprudencia — en verdad, de las Cíerui-r/s
sociales como tales— y la materia de las ciencia i r.atumles. No hay p.n q :te terrier
que tina piedra llegue a presentarse ella misma corno un animrJ. iün cíinrbio. no
podemos tomar al pie de Jei letra el significado legal declarado ele ciertos ucCos hu­
manos- hacerlo así constituye sLnpiemeiitG ur.a peEiciói: de p¡incipio respete: c si
tal significado declarado es realmente el significado legal objetivo. En efecto, esta­
blecer si estos actos son realmente legales, cuát es su lugar en el sistema le sal y q-,;';
significación tiecen para ocios actos legales, son cuestiones que ¿ep^nderim de i a
norma básica par medio de la cua! se produce el esquema. que los interpretu.*•
La jurisprudencia tícbe decidir que ciertos casos ubicados en el limite sxLer-
no del sistema íegal son., con.trariamente a lo que pretenden, ac^-.:s l.-lCíííííoí. La nrr'z
del problema es- que los netos brunauos que constituyen la mate: ¡a ,;Lc í«i fiu'ispriKlsü-
cia tieneu su propio significado subjetivo inmanente. que puede coincidir o no cca
el significado objetivo que se agrega a el Los en et sistema le ¿ral a'-.que pertenecen.
ij por acción de la norma básica postulada pur la teoría que rige ei sinej.-i<:.ss

Sería difícil encontrar una formulación más penetrante de -a ver­


dadera relación de las ciencias sociales con su materia, que Lomos
definido como eJ ordenamiento de contextos subjetivos de i -1 Li. . •..=:•
dentro de un contexto objetivo de significado. Según Koben. id ííi^ n i-
ficado subjetivo que tienen los actos legales individuales par?, quienes
los realizan o cumplen debe ordenarse dentro de un contexto objetivo
de significado por medio de lo que nosotres- llamaitamos construcciones
tipico-ideales elaborados por la ciencia interpretativa de Ja jurispru­
dencia. Lá construcción tipico-ídeal que encontramos en la jurispruden­
cia se realiza por medio de la formalizacíón y la genera¡izneicn, tal
como en la economía pura. En la economía pura el principio cíe la
utilidad marginal es deí milano cíe todo el campo y presenta un esque­
ma sumamente interpretativo que es el único que posibilita, la sistema-

£7 iCelsen, Áilgemehie Staatsiehye ¡Berlín, 1925;. pág. 123; la baíu'.:d::;c os !r.í:i.


ss I b í d ,, p i g . 2.75.
bzardón cio n b ric a d e 7os contextos subjetivos ríe sig nificad o de los actos
.i:. os in d iv id u a le s . ■Paralelam ente,, en el d o m in io d e la ju r is p r u ­
dencia p u r a , como iCelsen mismo reconoce con c larid ad , Ja aplicación
d e nna noiir-f. básica presupuesta de term in a Ja zo n a de invaviaDCÍa
p u ra torios los contextos subjetivos de significado, de Jos actos legales
o u:: son per ¿inermes p ara Ja ju risp ru d e n c ia o que, p a ra u tiliz a r la ter­
minología técnica, llev an la . marca, de m p o s itiv id a d .55 En otra orna,
K c ’ sen fo rm u la t-ste p e nsam ien to de la sig u ien te m an e ra:

si posici’.^rno sit'nifícs que sólo es ley lo que íne creado por un pro-
eedii be:::o- ccnsíitMCionrá, no guicre clecit qus íc¿o lo íjue nayn sitio creado así será
acoplado cdxíi icy. o <31:3 es aceptable cormo lev en el sentido que se atribuye a sí
: Ei supuesic dy una -ncinx; !:-¡bi':a qno establece una autoridad suprema con
e! .in dí elabciTa -a !ey es ki p'esnp'.iesco m l’mo q¡ie nos permite consi tíerar como
ley 7 ; 6¡o aquellos m síensb1 ; q-.;e ban. ¿jen- ccr.íorroadc-E’ mediante un cierto método.
Ln ir.tíri'pvetstión elsi maiei-ird legn) ('rescripta jt¡as arriba. 56- ha utilizado' re-almente
¿ .iv.nrt ]g'¿:: be rapo bí; la ciencia social. Si e? conecta, y si es posible esLa i.upu-
íh-uíóií í!e i.ni objetiva (?rn el cu ni no pnede bsbe.r ciencia social), entonces debe ser
¡a ::.f's:ca misma la <yje ¿a.el significado de ley al insten al pvcducido me-
d:ant;'i n■ .cicrSo procedimiento, Además, debe ser posible verificar a partid cié esta
nci uif. básica cl>¿ pa-iis c d material constituye una ''ley” valí da, y también el signb
:i:ac:n objeí:vc- del zrxitcráJ legr.r, qne písenle realmente enlxar en conflicto con su
prc-pic- sili‘;jiilíM.do svbíeíivc. La bipe-esis de la norma básica expresa simplemente
.v.s ¿ar.L'.:stet r ^cessa ios para e: conccinieriio Üegal.40,

X o h a y n a d a q u e agregar a estas ideas desde el p u n to de vista


ra ; iá teoría q r e se d e fie n d e a q u í. X e lse n in d ic a de m an e ra m u y clara
c u ü su jio rm a básica es el p rin c ip io m e d ia n te el cual se construyen
■' - " esquem as tipico-idea^es que sou les rmÉcos qu e p e rm ite n in te rp re ­
tar ios c c n ^A to s subjetivos d e significado com o contextos legales obje-
J. • , , ^ " bf T ~
5j--os c:e s^r^.icpiao.
.. í estos eos ejem plos bem os m ostrado cóm o n tijiz a n los construc-
ivs tipico-ideaitís í en nuestro sen tid o) Jas das ciencias sociales “te ó ri­
cas” av n r'jad as ■
— la econ om ía p in a y la ju risp ru d e n c ia — para
d e lim ita r sus séniores tem áticos y establecer u n contexto objetivo de
sig n ib e a ^o . L o q ue es cierto respecto de las'cie ncias sociales ‘teóricas'”

-r' r_OÍ. Vtih“r:. Gerü.vjí Th&vnj of Ljí;l: and Staie (Cambridge, Mass.. 19-lo),
pi'-js. I ' i y jiys.: “Lr. !sy es siempre Jey positiva y su positividad reside en el hecho
¡v.i. t-i'.s ís creada y sr.iiif.iia por actos ds ssres Jiumanos, y es pe’ Jo tanto indepen-
.líc-iíLí de ja -morirddad y dn sistoniis ncumativos siEiüares'' (T.I., Anders Wedherg).]
Pc’.ia u:. sKaíriun íb:l ücnceplr: os ‘Vjor.rna b¿sica'’ v-éase Felj.v KanimanUj "Jmiéí-
lí¿c!j; v 11:2c. soziciojris-eJje.r B&cj'.íabfjgtiff', en el "'□tiuTisn de aiíi’.rersario en home-
•u:je ^ H.r:::s r^^senj G-sssUKkaji, Stíutf- titiá Rei:kl: Untersuchungen z w reinen
r ¿-ü!\<•.leK. c í vi£r.a, 13-2-lj, ps:rs. 14-íi, eípetialmsnte págs. 19 y sigs, y 30 y sigs.


■; KeJser.. Die plido^cpiiischen Grundlr¡gen der KatriiTechtsíebre tir.d des.
>Í':l.:!-:p&’!'í,^:e;j-jls”j Ph:hievhísche Vortrage der Kanlgeselhclmjt ( Churlotíensburgo,
J , pa¿s. '¿A y sigs "T.3., J Ní-tiiral La\v Dccbrína. and Legal Pcátivism", por
^■:.:yar;g X:an; Kí.sen,^ General Theonj cf L,aíO and tl'.e State}.
es cierto en general respecto de todas las ciencias sociales/1 Los con­
textos subjetivos de significado se captan pos; medie de un proceso
en el cual lo que es científicamente pertinente en ellos se separa cis •"
que no lo es. Este proceso resulta posible por un esquema interpietativo
muv elevado que se da de antemano y define ele tina vez por todas la
naturaleza de i Oí constructos que pueden utilizarse.
Requeriría nn tomo por sí mismo definir los problemas específicos
de cada ciencia social — especialmente las disciplinas históricas—- y
los métodos peculiares de cada una de ellas y luego, sobre Ja base ele
estas determinaciones, intentar una clasificación de las ciencias en cues­
tión. Como principio de clasificación deberíamos p r e s e n t a r , ante todo,
el grado de anonimidad de los constructos ideales utilizados en cada
ciencia social, es decir, ía actitud fundamental de cada ciencia res­
pecto del contexto subjetivo de significado de que ella trata. Además,
las ciencias sociales se dividen en dos clases. Primero, pueden ser
teorías puras de la forma del mundo social, que se ocupan de la. -cons­
titución de las relaciones y pautas sociales, de las objetividades-acto y
de los artefactos, en los procesos conscientes de los individuos que viven
en el mundo social, aprehendiendo todas estas cosas por medio de un
procedimiento ¡puramente descriptivo. Sin embargo, ias ciencias socia­
les también pueden tomar como tema el contenido ortológico-real de:1
mundo social como ya constituido y estudiar las relaciones y pautas
en sí mismasf ios actos y artefactos históricos o sociales dados como
objetos independientes de las vivencias en que se han constituido.
Queda todavía algo que decir acerca del campo y el método de
la sociología comprensiva. La primera tarea de esta ciencia consis's en
describir los procesos de establecimiento e interpretación de signifi­
cado tal como los realizan los individuos que viven en el mundo social.
Esta descripción puede ser empírica o eidética; puede tomar comu
tema e3 individuo o lo Lípico; puede realizarse en situaciones conocerás
de la vida cotidiana o con un alto grado de generalidad. Pero más
allá de todo esto, la sociología comprensiva enfoca tales objetos cultu­
rales y trata de comprender su significado aplicándoles Los esquemas
interpretativos así obtenidos.

50. Conclusión: una ojeada a otros problemas conexos

Hemos llegado ya a’ final de nuestío estudio que, por supuesto, sólo


podía referirse a un aspecto del complejo problema de ía inte:p-ela­
ción del significado en el mundo social. Hay muchas oh as tareas q is
debe emprender una sociología que se base en principios ísnomenoló-
gicós y esté dispuesta a tomar como punto de partida nuestro análisis
de la dnración y de la vinculación de ésta con el significado. E! gru­
po de problemas que ocuparon e! centro de nuestra atención en este

^ Cf. el e.íajnen que realizamos en el apartada 2o.


libro nie el que se refiere a Ja persona sociológica. No hemos esclare­
cido Je ninguna manera ■ en grado suficiente las cu eslío o es que exa­
minarnos bajo el mbro de la orientación-tú y la orienta ción-ellos, la
relacion-nosotros y la relación-el los, el oIr a yo físicamente presente y
el tipo persoga] ideaí. Una cuestión sumamente importante que nunca
hemos en ir en ¡aelo fue la del derecho que asiste a la sociología com­
prensiva para formular afirmaciones válidas acerca de la forma de las
relaciones sociales, independientemente de sí las entidades implicadas
en tales relaciones son uno o más individuos, un tipo personal ideal o un
colectivo social. Si recordamos lo que dijimos acerca de la relación
el el individuo con el npo ideal, encontraremos que aun en este caso los
lúr.ites son por completo fluidos, que el individuo en su realidad física
puede ser aprehendido en función del contenido de todos los tipos
ideales posibles de éi. con la misma facilidad con que, por otro lado,
cada upo ideal puede ser aprehendido como una formulación acerca
de un individuo considerado bajo una función anónima. Toda formu­
lación acerca de la acción de un tipo personal ideal aparta a este últi­
mo. en cierta medida, de la relación-ellos y lo ubica dentro de una
rclación-nosoiTOs. Toda formulación acerca de un individuo lo a p a rta
de la rídación-nosotros directa a partir de su concreto ser-asi, lleván­
dolo jí un ser-com o, a una relación típica en el m u n d o de los co n te m ­
poráneos.
Un segundo grupo de problemas va mucho más allá de los lhniE.es
de las ciencias sociales. Es todo el problema de la pertinencia, con el
cual hemos tropezado una y otra vez en el presente estudio. El escla­
recimiento definitivo de este problema sólo será posible a través de
un análisis fenomenológico exhaustivo, que no obstante puede comen­
zar dentvo del campo de las ciencias sociales. Sea que partamos del
tipo idea];, de la existencia de motivos-para y motivos-porqué, del carác­
ter “proyectado1' del acto, de la posibilidad de reproducción, y hasta
de la mera discermbílidad de nuestras vivencias, tropezamos reitera­
da me 11 te can el mismo problema. Se trata de la cuestión de por qué
el pensamiento selecciona estos hechos, y precisamente éstos, de la
totalidad de las vivencias, y los considera como pertinentes. La reso­
lución de este problema es de fundamental importancia para todas las
categorías de la ciencia social que se basan en el supuesto tácito de
oue Ja situación de interés del observador y la formulación del pro*
blema que es determinado por ella ya se dedujeron en forma satisfac­
toria mediante el esclarecimiento del problema de la pertinencia.
Un tercer grupo de cuestiones incluiría la constitución del tú como
tal, la iluminación de la estructura inter subjetiva de todo pensar, y la
constitución del otro vo trascendental a partir del yo trascendental.
Junto con Ja solución de este problema vendrá la solución de la validez
iiitersubjstíva de nuestra experiencia del. mundo en general. En su
Lágka forma! y trascendental} Husseil ya puso el fundamento de la
solución de este problema. El anunció una obra futura que se cen­
traría ea toda esta cuestión, cuya solución definitiva nos dará proba­
blemente, por primera vez, una oncología del ser humano i obre base
fenom enof ógíca. *-
Los otros dos problemas básicos, a saber- el de 3a persona socio­
lógica y el de la pertinencia en el mundo social, pueden ser enfren­
tados por una sociología comprensiva que opere estrictamente según
los linea miento s que formuló originalmente Max Weber.

i2 Las MeditadcféBí cartesiancs de Husserl ys. han t^u^plído sr¡ x.'-te su


promesa.
A. ¿ísrííK ríe A'¡red Sch.ütz-.

D rr' sin^h/ifie / ozr sozivJen Wsli, Viana, Springer,. 1&3£, 2.^ ed., 1960.
Cc'Ucísd Pí:;;er.í. La Tíi.yn. Nijlicff Vc-ÍI, The Froulern of Social Reaiity, editados,
con un?, Jriircxlnccióiij pdi Main íce ívntansosJ, 1&62- Vq], II, ■Studies m Social
T':¿3 jr, edií::dc, ern rmú. ínlrccki^cjón, por Árvid Brociernen3 Líifi-4. Val. III,
Sr.iíriÉeí ¿í1- Thsnciiri-iPcLog'c:1 Fhucscph\jy editado por Use SchiilZj con una In-
tvce.v.ccicn per Ave" G-rvitscIi, TS66 . ■

.13, C r.'it: í ve cttos ;r,¡lvres que mencionarnos con frecuencia en este libro c que re-
iyy'nutin j][;íJcic>ríe-c' -a ius que ?n's referimos c.crui-,

rú;:g?on_. Kenr:: .¡sí'.í.ií snr les donnéer immédrates de la cortscience. Pnrís, F. Alcau,
I::G¡“!. i :7Lc :cc:ón inglesa tic JL L. Posson, Tíme anuí Free V-’ill. Nueva York,

ilskk’gter, X'arbn: Ssíj: uvd Zeit. Halle, Nieuwyer, 3927. Traducción '.ingles» de
Jc;*.n i-Jsc<ir.£TiÍs. y Ecxwara Rcbinsc-n, Being cncl T-itne. ¡vueva Yoikf Harpas
anr1. Rov.*, IS-c'2 . [Hay vci'sica casiallana: Ei ser tj el tiempo. México, Fondo ele

— . XJ-^rée ei sirnuliaviéitc. Pans, ¥. Alean, 1923.


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P:c.:í'::- Xj _üver?:t¿:re£ ■ ’ := Fiares. IEG5-
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bec!;), 19S2. Una traducción ir.glesa parcial de esU ebra está iueküda en Max
Weíner CJi íhe itfethodoíogy of ihe Social Sciences, traducida y etliír.da ^cr
Eíbvard A. Sbíls y Henry A. Firch. Clencoe, II]., The F.ce Press, 10-113_
BIBLIOTECA D E ?SICOLOGL\ SOCIAL Y SOCIO LÜGL4
Dirigida por GINO GERMAN!

't'OJribiNKíi.íji líe I.t pájj. 2 ]

Se: ^ íe r .w 12. El Tnar^iíTno d« J í nn-Pavl Bariré, TV


l>esau.
¿ t s í & r e v i v i r -?Z J t c mJ i r e t , V. Froir.Ki. 13. S stariio ít/br e Ja áacied& i tarden tina, to-i'
P'¡rr;r;tFfr).'’iJi',T 3; poIfticil, K . L-'lSSTrell. m«u 1, Giiio Gerraani.
fiJ!otííyi'rtJrtf d f Ja t i xi i i zii ci óri 14. Esti-jiio í p t f í ¡(í socied-ad a rg e n tin a , vp’u
-1. U. íicj 2f Sino ■Germfl.ni.
¿ ¡trrsil.'cctfüfc i- f.i. inícolaffÍT íaeíffT, “W. J. 15. >"I'■m .iu t. v i ío e to iíjiit, E . PcQTain y c íl_ps
-i. Él'l’.'.tt.
16. La ? lahayal 37¡. !oj Usíad-nt !?j¡t
lif’S’iijp O r-.ríí > it.: os -' , 1].
di<$ oe A.nié>-i?a: Gus T>]er.
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r.ñ iti .i..1 ' S_ S.c3is.cFi ter. sien, J . K . Ü o le u ia u y otro-r.
ir i' rabin o '■i ’ iir ic, J 112 , .'!■-Li: :.t'. ’!t.
13. Pn[íti<ui y coiKtnjLcocííí-íi, R . R.. P apen .
19. B i compromiso ar’ffe-ntír^i, JuILíj G;-í-¡ie:1.
i l.f a ; y ’t í rr.iz;~s;ií1ai, S iáne v Ho-íh.
¿'iJC!o;is!;>fr<.o y TJoUiteít rfe 4s*[¿■•rsCío, K. 20. L a eS xtacién en t i desarrolio de f«. eorr.u
H. Sü'.'íii-. íiiilad, J. S1l;e!iÍí [JiJ.
Cáíu3:-5¿ -ríe «seic-loffíít y psieoltyíit social, 21. L a adíR-ínijtr(trio'n p ública r.n !a.t
i. niüi.'iíj II. ?. Alierier.
i ' i ■::::wo v .i i d r J , J>. C iin e o , 2-3-, Z-w vi¿vos de lu í EsirtrJes Ü níit& í fÍ£ A vié
fíe n, O. TVissler.

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