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El Real Decreto Legislativo 1/2010, de 2 de julio, por el que se aprueba el texto refundido
de la Ley de Sociedades de Capital, establece las normas sobre liquidación de las
sociedades de este tipo, señalando en cuanto al momento inicial que una vez disuelta la
sociedad se abrirá el período de liquidación, salvo en los supuestos de fusión o escisión
total o cualquier otro de cesión global del activo y el pasivo. El primero de los efectos que
produce la liquidación es el cese de los administradores en la representación para hacer
nuevos contratos y contraer nuevas obligaciones, asumiendo los liquidadores las
funciones que se verán. Ahora bien, los antiguos administradores no desaparecen por
completo, quedando obligados a prestar su concurso para la práctica de las operaciones
de liquidación. Por lo que se refiere al nombramiento y número de liquidadores, cuando
en los estatutos no se hubieran establecido normas sobre el nombramiento de
liquidadores corresponderá su designación a la junta general, siendo su número siempre
impar.
Distinta de la figura de los liquidadores es la del interventor, que tiene como finalidad la
fiscalización de las operaciones de la liquidación. Su nombramiento puede provenir de
una decisión del sindicato de obligacionistas y de la designación por el Juez del domicilio
social a petición de accionistas que representen la vigésima parte del capital social. En
garantía de la protección de los intereses generales, que se pueden ver notablemente
afectados en algunas liquidaciones, establece la Ley de Sociedades de Capital que podrá
el Gobierno designar persona que se encargue de intervenir y presidir la liquidación y de
velar por el cumplimiento de las leyes y del Estatuto social cuando el capital que haya de
ser objeto de liquidación y división sea cuantioso, estén repartidas entre gran número de
tenedores las obligaciones o acciones, o la importancia de la liquidación por cualquier otra
causa lo justifique.
Distinta de la situación de los administradores, que cesan aunque permanecen a
disposición de la liquidación, es la situación de las juntas, que se mantienen,
observándose durante todo el periodo de liquidación las disposiciones de los estatutos en
cuanto a la convocatoria y reunión de juntas ordinarias y extraordinarias, estando
obligados los liquidadores a dar cuenta de la marcha de la liquidación para que acuerden
lo que convenga al interés común.
Una vez que ha transcurrido el término para impugnar el balance, sin que haya sido
impugnado o siendo firme la sentencia que hubiese resuelto las reclamaciones, se
procederá al reparto entre los accionistas del haber social existente, ateniéndose a lo que
del balance resulte. Las cuotas no reclamadas en el término de los noventa días
siguientes a la publicación del acuerdo de pago, se consignarán en depósito en el Banco
de España o en la Caja General de Depósitos, a disposición de sus legítimos dueños.
La división del haber social se practicará con arreglo a las normas que se hubiesen
establecido en los estatutos o, en su defecto, a las fijadas por la Junta General de
accionistas; siendo de aplicación, en todo caso, las siguientes: 1ª) Los liquidadores no
podrán repartir entre los socios el patrimonio social sin que hayan sido satisfechos todos
los acreedores o consignado el importe de sus créditos. Cuando existan créditos no
vencidos, se asegurará previamente el pago. 2ª) El activo resultante después de
satisfacer los créditos contra la sociedad se repartirá entre los socios en la forma prevista
en los estatutos o, en su defecto, en proporción al importe nominal de las acciones. Si
todas las acciones no se hubiesen liberado en la misma proporción, se restituirá en primer
término a los accionistas que hubiesen desembolsado mayores cantidades el exceso
sobre la aportación del que hubiese desembolsado menos y el resto se distribuirá entre
los accionistas en proporción al importe nominal de sus acciones. En esta misma
proporción sufrirán las eventuales pérdidas en el caso de que el activo no bastase para
reembolsarles las aportaciones hechas.
Con la apertura del período de liquidación cesarán en su cargo los administradores; sin
embargo, los que eran administradores al tiempo de la disolución quedarán convertidos
en liquidadores, salvo que se designen otros en los estatutos o que, al acordar la
disolución, los designe la Junta General.
Serán de aplicación a los liquidadores las normas establecidas para los administradores
que no se opongan a lo específicamente dispuesto en materia de liquidación. En caso de
fallecimiento o de cese del liquidador único, de todos los liquidadores solidarios, de
alguno de los liquidadores que actúen conjuntamente, o de la mayoría de los liquidadores
que actúen colegiadamente, sin que existan suplentes, cualquier socio o persona con
interés legítimo podrá solicitar del Juez del domicilio social la convocatoria de Junta
General para el nombramiento de los liquidadores. Además, cualquiera de los
liquidadores que permanezcan en el ejercicio del cargo podrá convocar la Junta General
con ese único objeto. Cuando la Junta convocada no proceda al nombramiento de
liquidadores, cualquier interesado podrá solicitar su designación al Juez del domicilio
social.
Salvo disposición contraria de los estatutos, los liquidadores ejercerán su cargo por
tiempo indefinido, pero transcurridos tres años desde la apertura de la liquidación sin que
se haya sometido a la aprobación de la Junta General el balance final de liquidación,
cualquier socio o persona con interés legítimo podrá solicitar del Juez del domicilio social
la separación de los liquidadores. El Juez, previa audiencia de los liquidadores, acordará
la separación si no existiere causa que justifique la dilación y nombrará liquidadores a la
persona o personas que tenga por conveniente, fijando su régimen de actuación, sin que
quepa recurso contra la resolución por la que se acuerde la separación y el nombramiento
de liquidadores. La separación de los liquidadores no designados judicialmente podrá ser
acordada por la Junta General aun cuando no conste en el orden del día. La separación
de los liquidadores designados por el Juez sólo podrá ser decidida por éste, a solicitud
fundada de quien acredite interés legítimo.
Por lo que se refiere a las cuentas de la sociedad, en el plazo de tres meses a contar
desde la apertura de la liquidación, los liquidadores formularán un inventario y un balance
de la sociedad con referencia al día en que se hubiera disuelto. Si la liquidación se
prolongase por un plazo superior al previsto para la aprobación de las cuentas anuales,
los liquidadores presentarán a la Junta General, dentro de los seis primeros meses de
cada ejercicio, un estado anual de cuentas y un informe pormenorizado que permitan
apreciar con exactitud la situación de la sociedad y la marcha de la liquidación.
Se establece la posibilidad de cesión global del activo y del pasivo a uno o varios o socios
o a terceros; pudiendo ser acordada por la Junta General con los requisitos y la mayoría
establecidos para la modificación de los estatutos, fijando las condiciones de la cesión. El
acuerdo de cesión se publicará una vez en el Boletín Oficial del Registro Mercantil y en un
diario de gran circulación en el lugar del domicilio social con expresión de la identidad del
cesionario o cesionarios. En el anuncio se hará constar el derecho de los acreedores de
la sociedad cedente y de los acreedores del cesionario o cesionarios a obtener el texto
íntegro del acuerdo de cesión. La cesión no podrá ser realizada antes de que transcurra
un mes, contado desde la fecha del último anuncio publicado. Durante ese plazo, los
acreedores de la sociedad cedente y del cesionario o cesionarios podrán oponerse a la
cesión en las mismas condiciones y con los mismos efectos previstos para el caso de
fusión; debiendo mencionarse expresamente este derecho en el anuncio. La eficacia de la
cesión quedará supeditada a la inscripción de la escritura pública de extinción de la
sociedad.
Los estatutos podrán establecer en favor de alguno o varios socios el derecho a que la
cuota resultante de la liquidación les sea satisfecha mediante la restitución de las
aportaciones no dinerarias realizadas mediante la entrega de otros bienes sociales, si
subsistieren en el patrimonio social, que serán apreciadas en su valor real al tiempo de
aprobarse el proyecto de división entre los socios del activo resultante. En este caso, los
liquidadores deberán enajenar, primero, los demás bienes sociales y si una vez
satisfechos los acreedores el activo resultante fuera insuficiente para satisfacer a todos
los socios su cuota de liquidación, los socios con derecho a percibirla en especie deberán
pagar previamente en dinero a los demás socios la diferencia que corresponda.
Una vez cancelados los asientos relativos a la sociedad, si aparecieran bienes sociales
los liquidadores deberán adjudicar a los antiguos socios la cuota adicional que les
corresponda, previa conversión de los bienes en dinero cuando fuere necesario.
Transcurridos seis meses desde que los liquidadores fueren requeridos sin que hubieren
adjudicado a los antiguos socios la cuota adicional, o en caso de defecto de liquidadores,
cualquier interesado podrá solicitar del Juez del último domicilio social el nombramiento
de persona que los sustituya en el cumplimiento de sus funciones. Los antiguos socios
responderán solidariamente de las deudas sociales no satisfechas hasta el límite de lo
que hubieran recibido como cuota de liquidación, sin perjuicio de la responsabilidad de los
liquidadores en caso de dolo o culpa.
Aparece regulada junto con la liquidación en general de las que el Código de Comercio
llama "Compañías mercantiles" en los artículos 227 a 237 del Código de Comercio.
Conforme a ellos, en la liquidación y división del haber social se observarán las reglas
establecidas en la escritura de compañía y, en su defecto, las que se expresan en la
Sección Decimotercera del Título Primero del Libro II; si bien en los casos en que la
sociedad se disuelva por la apertura de la fase de liquidación en el concurso de
cualquiera de los socios colectivos la liquidación se someterá a las normas de la Ley
Concursal, comunes a todos los deudores.
Los liquidadores están obligados, bajo pena de destitución, a formar y comunicar a los
socios, dentro del término de veinte días, el inventario del haber social, con el balance de
las cuentas de la sociedad en liquidación, según los libros de su contabilidad; y a
comunicar igualmente a los socios todos los meses el estado de la liquidación.
Los liquidadores serán responsables ante los socios de cualquier perjuicio que resulte al
haber común por fraude o negligencia grave en el desempeño de su encargo, sin que por
eso se entiendan autorizados para hacer transacciones ni celebrar compromisos sobre
los intereses sociales, a no ser que los socios les hubieren concedido expresamente
estas facultades. Terminada la liquidación y llegado el caso de proceder a la división del
haber social, según la calificación que hicieren los liquidadores o la Junta de socios que
cualquiera de ellos podrá exigir que se celebre para este efecto, los mismos liquidadores
verificarán dicha división dentro del término que la Junta determinare. Si alguno de los
socios se creyese agraviado en la división acordada, podrá usar de su derecho ante el
Juez o Tribunal competente. Ningún socio podrá exigir la entrega del haber que le
corresponda en la división de la masa social, mientras no se hallen extinguidas todas las
deudas y obligaciones de la compañía, o no se haya depositado su importe, si la entrega
no se pudiere verificar de presente.
De las primeras distribuciones que se hagan a los socios se descontarán las cantidades
que hubiesen percibido para sus gastos particulares, o que bajo otro cualquier concepto
les hubiese anticipado la compañía. Los bienes particulares de los socios colectivos que
no se incluyeron en el haber de la sociedad al formarse ésta, no podrán ser ejecutados
para el pago de las obligaciones contraídas por ella, sino después de haber hecho
excusión del haber social.
Satisfechas las deudas, se reparte el resto del haber social por el orden fijado en la Ley
otorgando los liquidadores escritura pública de extinción de la sociedad.