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Introducción.
Estimado participante, en la primera semana vamos a iniciar con el curso dando algunos
conceptos básicos de vinificación (proceso de elaboración de vino), no se preocupe si
algunas palabras o términos le resultan nuevos o extraños, más adelante conforme se
avance en los contenidos teóricos se explicarán más claramente.
En esta primera semana usted debe revisar y estudiar los temas que se presentan en la
parte de Contenidos, al final existe un cuestionario en el cual debe responder a preguntas
de los temas que se han enviado.
Por ahora; lo más importante a tener en cuenta es que lo que caracteriza a un vino, una
cerveza, chicha y otras bebidas alcohólicas es que provienen de una fermentación, un
proceso bioquímico en el cual los azúcares presentes en un jugo o mosto son
transformados en alcohol y CO2 (dióxido de carbono) por parte de los enzimas de las
levaduras. Es decir, para que se produzcan una bebida alcohólica fermentada lo que se
necesita es (i) una fuente de azúcar (jugo o mosto), (ii) levadura (todas pertenecen a la
especie Saccharomyces y de acuerdo a las características del vino a conseguir pueden
pertenecer a diferentes variedades como Saccharomyces cerevisiae, Saccharomyces
bayanus, entre otras) y (iii) condiciones apropiadas (temperatura, acidez o pH,
concentración (%) del azúcar en el mosto y grado de alcohol final (%) en el mosto
fermentado), estas condiciones son imprescindibles para que la levadura crezca en tal
cantidad que pueda utilizar los azúcares del mosto.
Definición de vino.
Se entiende como vino exclusivamente al producto obtenido por fermentación del jugo
(mosto) de uva. Es decir que a pesar de que se pueden elaborar vinos de diversas frutas,
estos deberán tener la asignación correspondiente de la materia prima de la cual fueron
elaborados, por ejemplo; si se usa el jugo de fresa el producto fermentado será
denominado como vino de fresa, etc.; pero si decimos vino, entonces de acuerdo a la
legislación europea entendemos que se trata del vino de uva. La fabricación de vino tiene
su origen en Egipto y Mesopotamia, antes del año 2000 a.C. y desde allí se extendió a
través de la región del mediterráneo, que todavía sigue siendo la mayor zona productora
de vino del mundo, en América del sur a excepción de Argentina y Chile no existe una alta
producción de vino .
Otra característica negativa de las levaduras silvestres, es que no producen varios de los
congenéricos (componentes del aroma) que son deseables en el producto final, por ello;
en la actualidad no se realizan fermentaciones del mosto con la levadura silvestre y más
bien a escala industrial se la considera indeseable.
En el presente tema se presenta una breve descripción de los tipos de uva que se pueden
utilizar para elaborar vinos, un video complementario lo puede encontrar en la barra
superior del curso o dando clic sobre la flecha para dar un salto de pagina que se
encuentra al final del contenido aquí tratado.
A pesar de que existe un buen número de especies de vid, la especie casi universalmente
empleada para la elaboración de vino es la uva Vitis vinífera. Esta especie, llamada vid
euroasiática se cultiva principalmente en Europa, entre los paralelos 35 y 45 latitud norte
dadas las condiciones climáticas favorables para la especie, y en algunas otras regiones
del mundo de la misma latitud norte o sur como son California en EEUU, el norte de
África, Chile, Argentina, Sudáfrica y Australia Meridional.
En algunas otras partes del mundo con climas menos favorecidos para este propósito se
cultivan vides de otras especies o híbridos de estas con V. vinífera. Por ejemplo, en
algunas regiones de EEUU y Brasil, se cultiva la especie V. labrusca (uvas de la variedad
Concord), pero, por la extensión del cultivo así como por la calidad de vinos que se
producen, la importancia de esta especie es mínima.
Las características de las uvas pueden diferir de las condiciones climáticas de cultivo. Las
regiones europeas, las más importantes del mundo tanto por la cantidad como por la
calidad de sus cultivos, se pueden dividir en dos grandes zonas de acuerdo con sus
condiciones de clima y a las variedades de uva adaptadas a esas características, éstas
son la región mediterránea y la región templada. Dentro de la primera se encuentran las
zonas vinícolas de España, Sur de Francia, Italia, Grecia entre otras; dentro de la
segunda, que es la región más septentrional, se encuentra la zona de la Alta Rioja de
España, Portugal, norte de Francia, Alemania, Suiza, Austria, Hungría. En la tabla, se
citan algunas variedades de uva agrupadas de acuerdo al criterios de estas dos zonas de
origen y a su color.
Tabla 1. Principales variedades de uva agrupadas por su color y origen climático.
La producción del vino se inicia con la obtención del jugo, zumo o mosto de la uva.
Dependiendo de la variedad de uva que se utilice y de la forma de preparar el
mosto, se producirá un vino blanco o tinto. El vino blanco se prepara usando uvas
blancas o a partir del mosto sin cascaras o las pieles de uvas negras, pues, en las
pieles se encuentran los compuestos colorantes.
Para la fabricación de vino tinto, las cáscaras, semillas y hasta trozos de tallo se
pueden dejar durante la fermentación (depende del proceso). El vino tinto a más
de color, presenta más aroma que el blanco, debido a la mayor cantidad de
taninos, que se extraen de las pieles de las uvas durante la fermentación y pasan
al mosto.
Una vez acondicionado el mosto (que esta listo para fermentar), se prepara
el inóculo de levadura a utilizar para la fermentación, la levadura cultivada
comercial en general viene liofilizada (seca) en forma de gránulos y en sobres de
diferentes tamaños, estas antes de incorporarse al mosto son rehidratadas con
agua o una pequeña cantidad del propio mosto a una temperatura de 25-30ºC,
una vez que estas levaduras comienzan a formar espuma y dan un olor
característico a fermento se añaden al recipiente donde se encuentra el mosto a
fermentar. Durante las fases iniciales cierta cantidad de aire esta presente en el
zumo y con ello tiene lugar el crecimiento aeróbico de la levadura es decir un
crecimiento en presencia de oxígeno, a medida que se va consumiendo el aire, se
van desarrollando condiciones anaerobias (sin oxígeno) y la levadura comienza la
producción de alcohol.
El fermentador debe estar construido para facilitar la salida del dióxido de carbono
(CO2) que produce la levadura y a la vez no permitir la entrada de oxigeno del aire
para evitar alguna contaminación con otros microorganismos.
En el caso del vino tinto, a nivel artesanal (no mayor a 10 litros), luego de 5 días
de fermentación se ha extraído la suficiente cantidad de material colorante y
taninos de las pieles de la uva y se procede a trasegar el mosto, en este paso se
mide el contenido de azúcares y de alcohol y según el criterio de cada fabricante y
el tipo de vino a elaborar se puede dejar fermentar por mayor tiempo o no. La
actividad de separar el mosto fermentado (vino) de los sedimentos sólidos que se
depositan al fondo del fermentador (levaduras y sustancias orgánicas) que se ha
formado durante la fermentación se denomina trasiego, así el vino separado de
otras sustancias se almacena a menor temperatura para su envejecimiento,
desarrollo de aroma y posterior clarificación.
Tipos de vino
PRODUCCIÓ
SUPERFICI %
N (HL),
PAÍS E VIÑEDO EXPORTACIÓ
HECTOLITR
(HA) N
O
FRANCIA 917.000 57.541. 000 24%
ITALIA 908.000 51.620.000 24%
ESPAÑA 1.176.000 41.131.000 13%
CHILE 167.506 6.674.000 7%
EEUU 413.000 22.100.000 5%
ARGENTIN
209.000 12.537.000 2%
A
Una variedad de uva que desde el inicio aporta aromas (primarios) es Moscatel.
Variedades que tienen un potencial aromático susceptible de dar aromas
secundarios interesantes (que se desarrollan durante la fermentación) son
Cabernet, Sauvignon, Syrah, Pinot, Chardonnay. Variedades que tienen potencial
aromático que se exterioriza durante la vinificación y evoluciona favorablemente
durante la crianza (maduración o envejecimiento) son Pinot Noir, Cabernet
Sauvignon.
Algunas de las variedades de uvas que han sido cultivadas fuera de Europa,
principalmente en Argentina, México, Chile son: (i) para vinos tintos: Cabernet
Sauvignon, Ruby Cabernet, Zinfandel, Grenache, Mission y Carignane; para vinos
blancos: Chenin Blanc, Palomino, Riesling.
Con respecto a la edad de la viña, las viñas más viejas son más precoces (mayor
resistencia) y menos productivas que las jóvenes. Las viñas viejas están mejor
adaptadas al suelo al tener un sistema radicular más desarrollado, son menos
sensibles a las variaciones bruscas de temperatura y a la sequía, maduran antes
las uvas (maduración rápida), las cuales son más azucaradas y menos ácidas,
más coloreadas más ricas en polifenoles, así como en compuestos aromáticos.
Las viñas jóvenes dan uvas menos ricas en todos los elementos y son propensas
a podredumbre y los vinos son más ligeros, no tienen cuerpo y son poco longevos.
Los “vinos generosos” sólo se denominan así en español, pues en otros idiomas se habla
mas bien de “vinos de licor” o “licorosos”.
Lo más frecuente es que los vinos base (vino blanco normal) que se utilizan para la
obtención de los vinos generosos sean sometidos a un proceso de crianza que incluye, en
algunos casos, (i) el encabezado (añadir) una una cierta cantidad de un velo de
levaduras (llamada “flor”) o (ii) realizar una crianza oxidativa (en presencia de oxígeno,
pero sin presencia de “flor”), o ambas.
Los vinos generosos españoles con crianza biológica son los denominados finos y las
manzanillas, de color amarillo pálido. Los que tienen crianza oxidativa son los olorosos,
con coloraciones ámbar-marrón-caoba, y los que comienzan con crianza biológica
(levadura) y terminan con crianza oxidativa son los amontillados (color ámbar-
anaranjado).
Los vinos generosos son más habituales en las regiones vitivinícolas, encabezadas por
los países mediterráneos y las islas atlánticas.
Se emplean, sobre todo, para tomarse de aperitivo, postre y con ciertos alimentos como
embutidos y mariscos.
Sus aromas son extraordinarios, recordando a los frutos secos (avellana, almendra,
nuez), pero también a la hierba seca y a la camomila. Resultan sabrosos, incisivos, por su
salinidad y astringencia, y, en general, largos y prolongados en el pos-gusto.
Vinos espumosos.
Los vinos espumosos son vinos con un contenido visible (observable) de CO2 o bióxido
de carbono. La gasificación de este tipo de vinos puede realizarse artificialmente
(inyectando intencionalmente CO2) o mediante una fermentación secundaria (alcohólica o
maloláctica) dentro de la propia botella o a granel en tanques presurizados. El vino
espumoso de mayor fama y refinamiento es el champaña, el cual es un producto con
denominación de origen del norte de Francia.
El champaña es un vino blanco elaborado con una mezcla de variedades de uvas negras
como la pinot noir, pinot meunier y la variedad blanca chardonay (en porcentajes bien
definidos), bajo reglas muy precisas de elaboración, como no dejar demasiado tiempo en
contacto con el mosto las pieles de las uvas tintas, o simplemente utilizando uvas de
variedad blanca.
Se aconseja vinos espumosos secos como aperitivo, para acompañar entradas y comidas
a base de pescado, mariscos o moluscos.
Los vinos espumosos son vinos especiales, puesto que para elaborarlos se utilizan
técnicas complementarías que los demás vinos no requieren. Conservan en la masa
líquida anhídrido carbónico con una presión alta, superior a 2,5 bares. Cuando esta
presión es inferior se trata de vinos de aguja, y cuando el gas, CO2, es añadido
artificialmente se habla de espumosos gasificados.
Existen varios tipos de espumosos naturales (es decir sin adición de anhídrido carbónico
artificialmente) en función de la tecnología que se utilice en su elaboración. Sobresalen
los obtenidos por el “método tradicional”, los “granvas” y los “transfer”.
Los vinos espumosos obtenidos por el “método tradicional” se elaboran de acuerdo con
las normas tecnológicas utilizadas en la zona originaria del Champagne francés, la región
de donde proceden los primeros y todavía no superados espumosos. A esta categoría
pertenecen también los Cavas españoles y algunos espumosos italianos.
Este método se basa en realizar primero un vino base de moderada graduación alcohólica
(10-11% Vol.) para después añadirle el denominado “licor de tiraje” compuesto por
levaduras, azúcares y aditivos. Una vez añadido este licor se realiza una segunda
fermentación en la misma botella (en posición horizontal –ver fotografía). Luego existe
una etapa posterior de remoción (sedimentación) de lías hacia el cuello de la botella, en
posición inclinada.
Una vez transcurrido un tiempo mínimo (en Cava es de 9 meses desde que se añade el
licor de tiraje, en Champagne es de 15 meses) se procede al “degüelle”, que consiste en
la supresión del sedimento (lías) formado en el cuello de la botella, procedimiento que se
realiza actualmente por congelación del pico de la botella en la gran mayoría de los casos.
Una vez congelada se retira el corcho y manualmente se eliminan los sólidos congelados.
Posteriormente se rellena el volumen eliminado con el “licor de expedición”, que puede
estar compuesto por el mismo cava, vino o mosto, entre otros, o sus mezclas, y al
taponado definitivo. El gas carbónico generado en la segunda fermentación es el
responsable de las burbujas y espuma, así como del aumento de presión. Para
distinguirlos, estos espumosos llevan en el tapón una estrella de cuatro puntas.
Foto 1. Almacenaje de vinos.
En España el vino espumoso por excelencia es el Cava, que nació en Sant Sadurní
d'Anoia y fue poco a poco creciendo por muchas zonas de Cataluña. En la actualidad
sigue siendo Cataluña el máximo exponente. Sin embargo también existen buenos
productores de Cava extendidos por lugares muy diversos
Los vinos blancos son los procedentes de uva blanca o de uva tinta con pulpa no
coloreada (rara vez se emplea este método) y elaborados por fermentación única del jugo
de uva sin las cáscaras. En algunos casos, antes del proceso de fermentación, se
someten a un proceso corto de maceración en frío, con el fin de extraer especialmente
compuestos aromáticos de las variedades.
El resultado final del proceso de elaboración del vino es el llamado, en todos los casos,
“vino nuevo” el que puede tener diversos destinos. En el caso de que se haya diseñado y
efectuado el proceso de elaboración para que se deba beber el vino en su primer año de
existencia, estamos ante los llamados “vinos jóvenes”.
Las variedades más conocidas con las que se elaboran estos vinos blancos, son:
Gewürztraminer (o Traminer en sentido más amplio), Moscatel (Muscat en otros países),
Schaiber y Torrontés, que dan lugar a vinos aromáticos afrutados. También pueden
incluirse en este grupo determinados vinos de Sauvignon Blanc. Se trata siempre de
variedades muy terpénicas y por ende muy aromáticas.
Estos vinos blancos se deben consumir en su primer año, sirviéndose a una temperatura
de 7 a 9ºC. Son grandes compañeros en la buena mesa, pues complementan a pescados,
mariscos y carnes blancas y de ave.
Estos vinos acompañan bien recetas marineras bastante elaboradas, como pescados en
salsa, variedad de pescados, moluscos, además pastas. Su temperatura de servicio es
también aconsejable entre 7 y 9ºC.
Podemos citar vinos blancos de este tipo elaborados con variedades foráneas como
Chardonnay, Sauvignon Blanc, Riesling, Viognier, entre otras.
Se trata de vinos blancos que pueden ser elaborados de dos formas distintas. Unos son
blancos fermentados en barrica que pueden tener o no una posterior crianza en barrica
(barril). Otros son vinos blancos fermentados en depósitos (cubas) y posteriormente
sometidos a crianza en barrica.
Se suelen emplear barricas de roble francés o americano nuevas de tostado alto, donde
una vez fermentado el vino, en su caso, podemos someterlo a una crianza posterior entre
dos y diez meses. Durante ese tiempo, se realiza la famosa práctica del battonage, que
consiste en remover periódicamente las lías (los sedimentos) depositados en el fondo de
la barrica para ponerlos en suspensión, ganando el vino finura, elegancia, complejidad,
junto al aporte de la madera.
Vinos rosados.
Los vinos rosados son aquellos que se obtienen a partir de uvas tintas fermentadas
después de un leve contacto (maceración) del mosto con las pieles (hollejos) de la uva o
por mezcla de variedades de uva tintas y blancas. El mosto es casi siempre blanco y por
lo tanto el color característico lo adquiere de la piel de la uva tinta, siendo su intensidad
colorante escasa dado el poco tiempo de contacto con los hollejos. En consecuencia,
poseen un color que oscila desde un rosado muy tenue hasta un tinto poco cargado de
color. A veces, se generan tonos rosados de color cobrizo, llamados “blush”.
Tienen la aromaticidad frutal característica de la variedad de la que procedan; son mucho
más ligeros que un tinto y más corpóreos, y tienen más taninos que un blanco.
Se trata de vinos con una difícil adaptación óptima a platos concretos, pues la buena
mesa siempre parece demandar un blanco o un tinto que se adapte a las diferentes
recetas. Sin embargo, los vinos rosados sintonizan muy bien con gran parte de la comida
basadas en platos con ajo, pastas, además de arroces y sopas.
Los vinos tintos son aquellos que proceden de mosto de uvas tintas con el adecuado
proceso de elaboración que permite difundir la materia colorante contenida en los hollejos.
Los vinos tintos jóvenes, se pueden obtener por dos vías fundamentales que son; el
método tradicional, que consiste en que la vendimia (cosecha) una vez despalillada (la
uva o baya es separada de los racimos) y estrujada para obtener el mosto, es sometida a
un proceso de maceración-fermentación alcohólica, terminado este proceso, se realiza
una segunda fermentación posterior (maloláctica) que suaviza y mejora el vino.
Una vez que estos vinos han sido elaborados por cualquiera de los métodos antes
indicados, no se someten a procesos de envejecimiento o añejamiento, de forma que en
poco tiempo están disponibles para ser embotellados.
Los vinos de maceración carbónica son los mas jóvenes, saliendo los primeros al
mercado.
En su aspecto destacan los tonos azulados que tienden al morado e incluso al violeta. Su
aroma es muy frutal, con escaso contenido de componentes aromáticos evolucionados y
un clásico aroma a “fresa” en los de maceración carbónica.
En España por Ej. se pueden encontrar vinos jóvenes elaborados con variedades como
Garnacha, Mencía, Tempranillo, Monastrell, Cabernet Sauvignon, Bobal entre otras.
Generalmente la imagen del vino tinto es la del vino con un cierto envejecimiento o
crianza. A través de ellos se pretende que se produzcan en su interior, a lo largo del
tiempo y en presencia o no de alguna cantidad de oxígeno, una serie de transformaciones
que lo hagan más redondo y también más grato para los sentidos.
El resultado de ambos procesos es que el vino se equilibra, los taninos pierden muchas
de sus asperezas y desarrollan aromas propios, estos aromas propios de los vinos
envejecidos es el denominado “bouquet”.
En regiones de España, en función de los años en que cada vino permanezca en madera
o en botella y de acuerdo con lo preceptuado por cada Denominación de Origen, reciben
nombres descriptivos de esta característica. Es el origen de los Crianza, los Reserva y los
Gran Reserva.
Los “vinos crianza” tintos han permanecido al menos seis meses en barrica de roble, del
mínimo de 24 meses de crianza-envejecimiento, si bien hay zonas como Rioja y Ribera
del Duero, entre otras, en las que el mínimo es de doce meses en barrica de roble de los
dos años de crianza- envejecimiento. Sin embargo, desde hace tiempo, hay muchos vinos
que son criados un número de meses en barrica y botella menor que lo estipulado para
ser crianza, hablamos de los tintos roble, barrica o semi-crianzas.
Estos vinos han tenido, por lo tanto, una presencia en madera y/o en botella relativamente
breve, por lo que su “bouquet” es limitado y conservan, al menos en buena medida, las
características de un vino joven. En su aspecto todavía se mantienen algunos tonos
azules, pero también empiezan a aparecer reflejos ocres, por lo que su color no resulta ya
tan claramente morado.
Deben servirse a una temperatura entre 15 y 17 ºC y son el complemento ideal para todo
tipo de platos de carne, caza o aves, no necesariamente los más contundentes y también
a muchas verduras, legumbres, hortalizas y pescados grasos como salmón o el atún.
Se trata de vinos que gozan de una mayor complejidad aromática, mas finos, mas
aterciopelados, y con una mayor vida por delante que los demás tintos, siendo el
estandarte de zonas tan acreditadas como Burdeos, Borgoña y Douro, Rioja y Ribera del
Duero, entre otras. Hasta hace poco, lo habitual era elaborar estos vinos a partir de la
unión de distintas variedades. Sin embargo, a todas estas zonas ha llegado la tendencia
de elaborar vinos de una sola variedad. De las variedades cultivadas, las mas adecuadas
para elaborar estos vinos son Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Merlot, Pinot Noir, entre
otras.
Los “vinos reserva” tintos han permanecido al menos 12 meses en barrica de roble, del
mínimo de 36 meses de crianza-envejecimiento.
Estos vinos, en su aspecto acusan el prolongado paso del tiempo; por eso, están más
presentes los tonos ocres y su color suele inclinarse hacia el pardo-rojizo, aunque alguno
de ellos pueda conservar perfiles típicos de una gran juventud. En el aroma pueden estar
presentes tonos muy diversos: frutas rojas, frutas confitadas, regaliz, cuero, vainilla y
especias tropicales, entre otros.
Los “vinos gran reserva” tintos han permanecido al menos 18 meses en barrica de roble,
del mínimo de 60 meses de crianza-envejecimiento.
En ellos es donde se alcanzan las mayores notas de complejidad y finura.
Estos vinos, servidos entre 16 y 18ºC, son muy adecuados para acompañar platos de
asados, caza mayor y numerosos guisos.
Vinos dulces.
Los vinos dulces son aquellos que, debido a la elevada riqueza en azúcares de los
mostos, se quedan dulces de forma natural, porque la levadura no tiene capacidad para
transformar todo el azúcar existente.
Estos tipos de vinos dulces se distinguen, principalmente, por los procesos tecnológicos
que se han seguido para su elaboración.
Otros procedimientos que se utilizan para elaborar “vinos dulces naturales” son:
En los países vitivinícolas más septentrionales, es decir, los del norte y el centro de
Europa, las condiciones naturales en las que se desenvuelve la viticultura hacen que el
contenido natural en azúcares de las uvas sea relativamente bajo y, por lo tanto, se
obtienen vinos de baja graduación alcohólica y con escasas posibilidades de perpetuarse
durante mucho tiempo. Por ello, se han intentado buscar una serie de soluciones que
permitan el enriquecimiento natural en el contenido de azúcares de la uva por
procedimientos muy diversos, la dilatación en el tiempo del momento de la recolección de
la uva (vendimias tardías).
Los vinos dulces son, en general, o mistelas o vinos dulces naturales propios de países
cálidos. En estos últimos vinos la aromaticidad procede, en su mayor parte de la variedad
blancas con la que están elaborados: Moscatel, Malvasía, aún cuando en muchos de ellos
se efectúen prácticas complementarias como el “asoleo” que consiste en dejar las uvas al
sol, una vez vendimiadas, durante un tiempo moderado, con el fin de aumentar el
contenido azucarado de las mismas por deshidratación. Son vinos con una fuerte
personalidad y un destino muy específico como acompañar postres, para final de comidas
o para tomar entre horas. Los Moscateles son extraordinarios vinos de postre. En general,
los vinos dulces de Malvasía elaborados en España son untuosos y afrutados, con
aromas y sabores minerales. Son vinos de postre tiernos y delicados.