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Steve y Karen habían estado casados durante dos años, y ambos expresaban
su amor mutuo y compromiso por su matrimonio. Cuando nos buscaron para
pedir consejería, no pasó mucho tiempo para que una de sus principales
preocupaciones saliera a la luz: la lucha de Steve en contra del enojo.
Después de una corta pausa Steve continuó. «No me había dado cuenta de
que mi ira era tan mala hasta que Karen y yo nos casamos». Entonces
empezó a narrar una historia bastante común de heridas y frustraciones que
se construían y explotaban en expresiones dolorosas de enojo dañino, el cual
hería a la persona que más amaba. Le explicamos a Steve y a Karen que el
matrimonio probablemente genera más enojo que cualquier otra relación.
Cuando dos personas viven juntas con el compromiso de aumentar la
cercanía, vulnerabilidad e intimidad, el porcentaje de tener miedo, salir herido
y frustrado y que hayan malos entendidos es enorme. Además, el porcentaje
de enojarse es igual de alto.
Steve reconoció que creció culpando a otros por su ira. Cuando Karen lo
corregía en frente de sus hijos, él perdía su temperamento, reaccionaba como
si hubiera sido la culpa de ella debido a lo que había dicho. A través de la
consejería y oración, Steve se dio cuenta de que su respuesta era
exactamente eso, su respuesta, y de que él siempre tendrá una opción para
expresarle a Karen sus heridas y frustraciones.
Alguien ha dicho que uno de los mayores efectos del pecado original se puede
percibir por medio de nuestra tendencia a culpar a los demás por nuestros
problemas. Cuando Dios confrontó a Eva en el jardín y le preguntó que había
ocurrido, ella culpó a la serpiente. Cuando Dios confrontó a Adán, Adán
primero culpó a Eva y luego culpó a Dios. Cuando nos enojamos es fácil
culpar a nuestro cónyuge y decir: «Es tu culpa; me haces enojar». Si bien es
cierto que nuestra pareja puede decir o hacer cosas que nos dañan o frustran,
nosotros elegimos cómo responder a eso. Si nos enojamos, es nuestro enojo.
Paso 3: Determine que es lo que está ocurriendo para así controlarlo
A medida que oramos acerca de nuestra ira, Dios nos ayudará a encontrar
formas constructivas y creativas para manejarla.
Paso 4: ¡Defínalo!
Mientras discutíamos algunas alternativas sanas con ellos, Steve decidió que
cuando alguno se diera cuenta de que Steve levantaba la voz, cualquiera de
los dos podía pedir un «tiempo fuera». El «tiempo fuera» sería su código para
decir «necesitamos tomarnos unos minutos lejos de los niños y cada uno
pensar y orar acerca de lo que realmente está ocurriendo». En un período de
dos semanas, descubrieron que esta sencilla intervención le daba a Karen la
oportunidad de reconocer cuando inapropiadamente criticaba a Steve en
frente de los niños. Por otro lado, Steve podía reconocer cuando estaba
permitiendo que sus sentimientos se expresaran en forma de un enojo dañino.
Ambos, Steve y Karen, aprendieron que, al escuchar al sentimiento del enojo,
realmente podían resolver más problemas y evitar algunos de los estallidos de
ira que habían sido tan dañinos para su matrimonio.
El escritor de Proverbios dice esto acerca del enojo: «El hombre irancundo
promueve contiendas; mas el que tarda en airarse apacigua la rencilla»
(Proverbios 15.18) y «El necio da rienda suelta a toda su ira, mas el sabio al
fin la sosiega» (Proverbios 29.11).
Título del original: Mad About You! Gary y Carrie Oliver son columnistas
de la revista Marriage Partnership. Partes de este artículo fueron
adaptadas del The Complete Marriage Book [Todo acerca del
matrimonio] (Revell), editado por David y Jan Stoop. ©2002 por David y
Jan Stoop. Usado con permiso de Gary y Carrie Oliver. Copyright © 2004
Marriage Partnership