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Desorden ordenado

El “problema del final feliz” y otros similares


ponen en cuestión el concepto mismo de desorden

CARLO FRABETTI
22 NOV 2019 - 13

El conocido problema misantrópico de los hombres


feos, tontos y malos, recordado la semana pasada, se
resuelve fácilmente aplicando el principio del palomar.
Imaginemos que tenemos un grupo de 100 hombres y
que cada uno de ellos es un palomar, y que hay 70
palomas de fealdad, 70 palomas de tontería y 70
palomas de maldad que tienen que alojarse en esos
100 palomares sin que en ninguno haya más de una
paloma de cada tipo. Es evidente que el número
máximo de hombres que pueden tener las tres
“cualidades” es 70, pues la distribución más apretada
posible es de tres palomas distintas por palomar en 70
palomares. En el extremo opuesto, la distribución más
dispersa se obtiene cuando las palomas eligen siempre
los palomares menos llenos. Las 70 palomas de fealdad
se sitúan en otros tantos palomares; las palomas de
tontería empiezan ocupando los 30 palomares vacíos, y
las 40 restantes comparten sendos palomares con 40
palomas de fealdad. Tenemos, pues, 40 palomares con
dos palomas y 60 con una. Las 70 palomas de maldad
empiezan alojándose en los 60 palomares con solo una
paloma, pero quedan 10 que tendrán que ir a otros
tantos palomares con dos palomas. Ergo el mínimo
número de hombres con las tres “cualidades” es de 10
por cada 100, o sea, el 10 %.
¿Cuántas estrellas hay que seleccionar para tener la certeza de que cuatro
de ellas serán los vértices de un cuadrilátero convexo? Este problema fue
resuelto por Esther Klein y George Szekere, cuya colaboración acabó en
boda, por lo que Paul Erdös lo denominó “problema del final feliz”
En cuanto al “problema del final feliz”, mencionado en la
entrega anterior, hay un excelente artículo de la
matemática y divulgadora Clara Grima en su blog Mati y
sus aventuras, titulado Una constelación con 16 estrellas,
que lo relaciona con la teoría de Ramsey y con el
“problema de la amistad” a partir de una sencilla
pregunta astronómica relativa a las constelaciones, que
traslado a nuestras/os sagaces lectoras/es:
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¿Cuántas estrellas hay que seleccionar para tener la
certeza de que cuatro de ellas serán los vértices de un
cuadrilátero convexo?
Este problema fue resuelto por Esther Klein y George
Szekere, cuya colaboración acabó en boda, por lo que
Paul Erdös lo denominó “problema del final feliz”. Que
se complica rápidamente al aumentar el número de
puntos:
¿Cuántos puntos no alineados ha de haber, como
mínimo, en un plano para tener la certeza de poder
formar con cinco de ellos un pentágono convexo?
Orden y sorpresa
A partir de consideraciones relacionadas con los
problemas anteriores, Ramsey y Erdös llegaron a la
conclusión de que el desorden absoluto no existe,
puesto que en cualquier conjunto aleatorio de
elementos podemos encontrar un subconjunto que
posea una determinada propiedad (como en el caso de
los puntos que son los vértices de un polígono
convexo). Una idea que, bajo diversas formas, aparece
a menudo y no solo en la ciencia, sino también en la
literatura y el arte, y que es el eje de uno de los mejores
libros del maestro Martin Gardner, Orden y sorpresa.
Sabemos muy poco, y no obstante es asombroso que sepamos todo lo que

sabemos, y todavía más asombroso que tan poco conocimiento nos confiera

tanto poder
Decía Einstein que lo más incomprensible del mundo es
que sea comprensible. Y Rudolf Carnap expresó la
misma idea de forma más técnica, pero en esencia
idéntica: “Es algo realmente sorprendente que la
naturaleza pueda expresarse mediante fórmulas
matemáticas relativamente sencillas”. Y Bertrand
Russell escribió al final de un libro sobre la relatividad:
“La conclusión es que sabemos muy poco, y no
obstante es asombroso que sepamos todo lo que
sabemos, y todavía más asombroso que tan poco
conocimiento nos confiera tanto poder”.
Continuamente encontramos sorprendentes formas de
orden en el caos. ¿Acabaremos acorralándolo
totalmente y llegando a la conclusión de que lo que
llamamos desorden no es más que otro nombre de
nuestra ignorancia?
Carlo Frabetti es escritor y matemático, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Ha
publicado más de 50 obras de divulgación científica para adultos, niños y jóvenes, entre ellosMaldita
física, Malditas matemáticas o El gran juego. Fue guionista de La bola de cristal.

https://elpais.com/elpais/2019/11/21/ciencia/1574328258_584459.html

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