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Almafuerte y la poética del tango. Ensayo de aproximación.


Por Silvana Calvín

La idea de este escrito es leer la obra poética de Pedro Bonifacio Palacios,


Almafuerte, desde el texto de Borges ´Ubicación de Almafuerteµ (2    

  , 1928), porque siempre se trabaja este autor desde dos elementos que
parecen ocupar toda atención de la crítica: la castidad y el nihilismo nietzcheano, este
último, una discusión que Borges cierra definitivamente, porque dice que es posible
que ambos llegaran a las mismas conclusiones, pero no es posible que lo hicieran
con la misma terminología o simbología. Entonces, Borges pasará a considerar la
dualidad, presente en Almafuerte, entre cursilería y robustez, y señalará que esta
dualidad es característica de un tipo criollo: el compadrito.
Entonces, partiendo de esta idea de Borges, de que Almafuerte fue una especie de
´compadrito metafísicoµ, lo que nos interesa aquí es ver algunas vinculaciones de su
obra con la poética por excelencia que exaltó al compadrito: el tango.

En primer lugar, la vinculación de Almafuerte con la estética del tango se refuerza


por tres motivos:
ÑcAlmafuerte fue amigo de Betinoti (compositor de tangos y valses).
ÑcAlmafuerte compuso milongas (´Milongas clásicasµ).
ÑcAlmafuerte compuso un tango, ´No puedo másµ (1901), que, por un lado,
prefigura lo que luego será el ´tango-canciónµ y, por otro lado, prefigura (quince
años antes) el tema del llanto por la mujer que se fue y que, en la temática tanguera,
aparece oficialmente recién en 1916, con ´Mi noche tristeµ, de Pascual Contursi
(´Percanta que me amuraste / en lo mejor de mi vida«µ).
Entonces, y recordando que las poesías de Almafuerte eran muy conocidas y
apreciadas por el pueblo, aquí ya tendríamos los primeros elementos de vinculación.

En segundo lugar, esta idea del ´compadritoµ que señala Borges, cuya
característica principal es el coraje (´énfasis del corajeµ, según él), se puede apreciar
claramente, a nivel metafísico, en ´La sombra de la patriaµ, donde increpa
directamente a dios, y le reprocha: ´que has dividido el mundo de los hombres, / en
los más, que padecen y trabajan, / y en los menos, que gozan y que cumplen / la
misión de guiar la recua humana, / y que más grandes son cuanto más mienten, / y
que más nobles son cuanto más matan!µ Y entonces pregunta: ´¿Dónde estás,
Jehová? ¿Dónde te ocultas, / que así me dejas blasfemar y callas?µ
Esto último, leído a la luz de lo que señala Borges, es un gesto totalmente
compadrón: como si Almafuerte hubiera pateado la puerta del cielo y gritado ´¡A ver
dónde hay un guapo!µ.
Por otro lado, en relación con esta idea del coraje, y ya dentro de la estética del
tango, Noemí Ulla, en A
       
, cuando toca este tema, señala a
´Malevajeµ (1929), de Enrique Santos Discépolo, como el tango que pone punto final
a la exaltación del coraje. En realidad, lo que dice Ulla es que se da todo un proceso
donde se empieza a añorar el coraje de antaño y, a diferencia del tratamiento
habitual, el guapo no es vencido por el progreso, sino por el amor; y marca dos
actitudes concretas, presentes en este tango, en las que se advierte la derrota
definitiva del guapo. Ahora bien, lo interesante es poner estas dos actitudes en
relación con los ´Siete sonetos medicinalesµ de Almafuerte, especialmente con ´Piu
avantiµ, y así tendríamos el coraje (en Almafuerte) y su derrota (en Discépolo).
Ulla señala, en primer lugar, y como índice último de la mansedumbre del guapo,
la estrofa que dice: ´ya no me falta pa· completar / más que ir a misa e hincarme a

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rezarµ, lo contrario de aquel ´procede como Dios, que nunca rezaµ. En segundo
lugar, señala Ulla, , aparece la Guída ante el peligro: ´Ayer, de miedo amatar, / en
vez de pelear / me puse a correr« / Me vi a la sombra o finao, / pensé en no verte y
tembléµ, opuesto al famoso ´ten el tesón del clavo enmohecido, / que ya viejo y ruin
vuelve a ser clavo; / no la cobarde intrepidez del pavo / que amaina su plumaje al
primer ruidoµ.
Por otro lado, podríamos agregar a estas dos actitudes la mención del llanto: ´si
yo -que nunca aflojé- / de noche angustiao / me encierro a llorarµ, como elemento de
derrota que en Almafuerte, del lado contrario, aparecerá en ese ´procede como Dios
que nunca lloraµ.
Por último, esta idea del darse por vencido que tenemos en ´Malevajeµ (´No ves
que estoy embretado, / vencido y maniao / en tu corazón.µ) y en Almafuerte, desde el
lado del coraje (´no te des por vencido, ni aún vencidoµ).

En tercer lugar, y en relación con lo anterior, está la idea del nadie mejor que
yo. En la ´Milonga clásicaµ, por ejemplo, dice Almafuerte: ´Aquí vuelvo entre mi
grey / cual un César tragediante, / a probar que, Dios mediante, / todavía soy un
rey. / Aquí torno a mi redil, / a mostrar lo que yo valgo / cada vez que quiero y
salgo / de mi clásico cubil.µ Y en ´En el abismoµ dirá: ´Sólo sé que soy mejor / por
lo que me dejan solo: / si lo mejor es un polo, / no es polo de lo peor. / De mi
estirpe superior / yo no estaría tan cierto, / si no me viese cubierto / de tétricas
imposturas, / como el mar y las alturas, / las tinieblas y el desiertoµ. Estrofas que
nos remiten tanto a ´El entrerrianoµ (1897), de Homero Expósito (´que pa·l baile y
pa·l amor / sabrán que soy / siempre el mejorµ), como a ´El porteñitoµ (1903), de
Ángel G. Villoldo (´no hay nadie en el mundo entero / que baile mejor que yo. / No
hay ninguno que me iguale / para enamorar mujeresµ).

En cuarto lugar, y en relación con Carriego, está el tema de la calumnia, del


cGisme malicioso. La obra de Evaristo Carriego (de gran influencia en la letrística
del tango) se articuló en torno al eje del barrio, y un punto fuerte de su poesía es la
´opiniónµ del barrio, el ´chusmeríoµ, el comentario malicioso, el ´qué diránµ: en ´El
amasijoµ, leemos: ´En el cafetín crece la algarabía, / pues se está discutiendo lo
sucedidoµ y ´oye, desde su cuarto, que se comenta / como siempre en risueño coro la
hazañaµ; en tanto en ´La costurerita que dio aquel mal pasoµ, encontramos: ´según
dicen en la vecindadµ, ´aunque a nada llevan las conversaciones, / en el barrio
corren mil suposiciones / y hasta en algo grave se llega a creerµ. Todo esto
aparece, en la obra de Almafuerte, en ´Confiteor Deoµ: ´Por eso los doctores, los
eruditos, / en su grave dialecto difamatorio / le cuelgan a mi fama motes malditos
/ la saturan de miasmas de sanatorio.µ Y, fundamentalmente, en ´Vigilias amargasµ,
un poema en contra de la calumnia: ´Por ti van cohibidas / con los ojos en tierra cien
mujeres: / no concibes, no quieres / nada más que bellezas prostituídas. / Por ti van
los aciagos, / impulsivos demonios de los celos, / bramando en los Otelos / que
surgieron al chisme de tus Yagos. / Sí, calumnia cobarde, / tu maldad, como un
charco, ni se agita, / y tu lengua maldita / se arranca finalmente, pero tarde; /
porque la frase artera / que lanzas al azar y medio trunca / ya no se borra nunca, /
ni aunque Dios, si hay un Dios, lo dispusiera.µ
Y ese ´que lanzas al azar y medio truncaµ, remite indefectiblemente al uso que
hace Carriego de los puntos suspensivos: ´La costurerita que dio aquel mal paso« /
-y lo peor de todo, sin necesidad- / con el sinvergüenza que no le hizo caso /
después« -según dicen en avecindad.µ
Por otro lado, y para reforzar esta conexión, debemos recordar que Carriego

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conocía muy bien la obra de Almafuerte. De hecho, Borges cuenta que podía recitar
de memoria el extenso poema ´El misioneroµ.

También aparece en Almafuerte la idea de la maestra como segunda madre, en


´Adiós a la maestraµ. Idea que retomará Héctor Gagliardi, un autor muy vinculado
con la estética del tango y, sobre todo, con Carriego, ya que también centra su obra
en el barrio, pero, en su caso, desde el punto de vista de la nostalgia.

Finalmente, encontramos en Almafuerte la exaltación de la madre como la única


mujer que se puede respetar, tema que aparece en el tango ´No puedo másµ, cuando,
entre los reproches a la amada, dice: ´Porque me quitas, / [«] hasta el amor de mi
madre / ¡y hasta el amor de mi patria!«µ, y, en ´Confiteor Deoµ: ´Por más que me
comparo con todo el mundo, / yo no doy con el tipo que bien me cuadre: / soy el
llanto que rueda sobre lo inmundo« / ¡yo he nacido, sin duda, para ser madre!µ, con
esa imagen de la madre como un manto de piedad, como la única persona que se
conduele ante el dolor.
A este respecto, Ulla señala que en el tango no hay casi mención de la divinidad
(dios, la virgen, etc.), pues ésta es reemplazada por la figura materna, en la que se
observan los mismos valores morales y de comportamiento.

Bibliografía
Almafuerte:    , Ed. Claridad, Bs. As., 1997.
Borges, Jorge Luis: 2  
  , Alianza Editorial, Madrid, 1998.
Ulla, Noemí: A
      
, Centro Editor de América Latina, Bs. As., 1982.
Yánover, Héctor (Comp.):  , Ed. Seix Barral, Bs. As., 1997.

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