Vous êtes sur la page 1sur 20

¿QUÉ ES LA INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA?

La intervención psicológica consiste en la aplicación de principios y técnicas


psicológicos por parte de un profesional acreditado con el fin de ayudar a otras personas
a comprender sus problemas, a reducir o superar estos, a prevenir la ocurrencia de los
mismos y/o a mejorar las capacidades personales o relaciones de las personas aun en
ausencia de problemas. Ejemplos: ayudar a una persona a reducir sus obsesiones, a una
familia conflictiva a comunicarse mejor, a unos niños de un medio desfavorecido para
prevenir el aumento de conductas agresivas incipientes, a adolescentes normales a
mejorar sus habilidades de relación heterosexual. En general, los campos de aplicación
de la intervención psicológica son muy variados: clínica y salud, educación, área
laboral, programas comunitarios, deporte.
 INTERVENSION PSICOLOGICA EN LOS TRASTORNOS POST PARTO.

Según el Consejo General de la Psicología de España los trastornos de la salud


psicológica están presentes en una de cada cinco mujeres durante el periodo perinatal.
Los más frecuentes son la depresión, los trastornos de ansiedad, la psicosis posparto y el
trastorno por estrés postraumático. A pesar de estas elevadas cifras, Los expertos
aseguran que apenas existen programas de prevención de estos trastornos ni
profesionales especializados en atención a la salud psicológica perinatal de la madre en
el sistema sanitario.
Explican que hay numerosas pruebas de que los problemas de salud psicológica no
tratados están asociados a un mayor riesgo de complicaciones obstétricas y pediátricas,
pudiendo afectar negativamente tanto a la relación madre-hijo como al desarrollo social
y emocional del bebé.
Estos problemas pueden tener otros efectos colaterales, dañando de manera prolongada
la autoestima de la madre y aumentando el conflicto en la pareja y en las relaciones
familiares. En las situaciones más graves, los trastornos psicológicos no tratados pueden
desembocar en suicidio o en infanticidio, advierten desde el Consejo General de la
Psicología de España.

 TRASTORNOS POST PARTO: TIPOS, CARACTERISTICAS,


INTERVENCION
 Depresión postparto leve o Maternity Blues

Es un síndrome leve, transitorio, que se presenta aproximadamente en un 20-80% de las


madres. Ocurre alrededor de los 2-4 días después del parto y desaparece sin secuelas, de
forma espontánea, en un plazo de dos semanas.
Síntomas
El cortejo sintomático se caracteriza por ansiedad, insomnio, irritabilidad, labilidad
emocional, cefaleas, cambios del apetito y sentimiento de minusvalía. Presenta una
mínima implicación sobre la actividad habitual de la madre y se ha considerado como
un proceso mental fisiológico de adaptación a la nueva situación. No obstante debería
vigilarse la posibilidad de que estos síntomas persistan o aumenten de intensidad y
deriven a una depresión postparto

 Depresión mayor postparto

La clínica de este cuadro es más florida. Se inicia a las 2-3 semanas tras el nacimiento,
con una duración de 4-6 semanas e incluso superior al año sin tratamiento. La
prevalencia de este trastorno es del 5-22% de las nuevas madres según las distintas
series. Puede manifestarse en forma de episodio maníaco que luego evoluciona a
depresivo, aunque la forma de inicio más característica es la de una depresión
melancólica, con fuertes sentimientos de culpa, de incapacidad total de hacerse cargo de
su hijo y de ambivalencia en relación con el afecto por éste.
Síntomas
Pereza, Fatiga, Tristeza, Alteración del sueño y del apetito, Falta de concentración,
Confusión, Pérdida de memoria, Irritabilidad hacia el marido o los otros hijos,
Sentimiento de culpa Pérdida de libido, Miedo a autolesionarse o dañar al niño.
Sobreprotección del niño; la madre ve al niño siempre como enfermo, lo que motiva
repetidas consultas al especialista. A veces esta situación es el único síntoma de una
depresión silenciosa de la madre. Puede aparecer raramente una intolerancia extrema
hacia el bebé: llega a gritarle e incluso a pegarle.
Síntomas ansiosos; angustia intensa, miedo, taquicardia, taquipnea, temblor, mareo,
pánico, etc.

 Psicosis postparto

La psicosis postparto es una enfermedad aguda y grave que ocurre en 1-2 de cada 1.000
nacimientos. Aparece generalmente de forma brusca entre el del tercer y el noveno día
postparto, aunque puede iniciarse incluso en el sexto mes. La psicosis postparto no se
diferencia clínicamente de otras psicosis. Su aparición clínica comporta labilidad del
humor, agitación grave, confusión, incapacidad para dormir, pensamiento
desorganizado y alucinaciones que implican al niño (pueden pensar que el niño está
muerto, que esta poseído por un demonio y debería morir, o que es un salvador con una
misión divina. A lo largo del día puede existir una variabilidad sintomática importante;
puesto que la madre puede con frecuencia autolesionarse o dañar a su niño, la psicosis
postparto es una emergencia médica. El 15-20% de las mujeres con psicosis postparto
ha tenido episodios psicóticos previos. Las primigestas son doblemente vulnerables a la
psicosis. Tras un episodio de psicosis postparto, las mujeres tienen un riesgo de recaída
con episodios maníacos o depresivos.

 Trastorno de Pánico Posparto: 

Esta es una forma de ansiedad que ocurre hasta en el 11% de las madres primerizas. Los
síntomas incluyen: nerviosismo, ataques de pánico reincidentes (hiperventilación, dolor
de pecho, palpitaciones), preocupaciones o miedo (Wisner, Peindl and Hanusa, 1996).
¿Por qué se producen ataques de pánico en esta etapa?
Revolución hormonal, haber atravesado un parto (que para algunas mujeres puede ser
vivido como una situación sumamente traumática), heridas que quedan en el cuerpo.
Todo ello sumado a los cuidados constantes que requiere nuestro bebé, su llanto que a
veces se prolonga por horas, las noches interrumpidas, el aluvión de visitas y de
consejos bienintencionados pero a veces contrarios a nuestros instintos y creencias… El
puerperio no es fácil. Nuestra salud mental muchas veces sufre las consecuencias.
¿Cómo se siente un ataque de pánico?
Como su nombre lo indica, es una sensación repentina de miedo o terror, que puede ser
desencadenado por estímulos variados: salir a la calle, pensar en que tu bebé se lastime
o se enferme, la sensación inminente de que algo malo va a ocurrir, etc. Además, tu
cuerpo manifiesta diferentes síntomas, tales como palpitaciones, dolor agudo en el
pecho, sofocos, dificultades para respirar, mareos, etc. Los ataques de pánico suelen
desaparecer después de unos minutos, pero se sabe que son manifestación de una
condición más duradera, como son la depresión y la ansiedad posparto. Por eso, no
deberías ignorarlos sino prestar atención y pedir ayuda.
¿Cómo se tratan?
Lo primero que debes hacer es recurrir a tu pareja o a tus familiares más cercanos, que
podrán contenerte hasta que lo peor pase. Si experimentas ataques de pánico en forma
recurrente, considera iniciar una terapia. Tanto en el caso de la depresión postparto
como de la ansiedad, la ayuda de un psicólogo es un pilar clave para sobreponerte. En
casos leves a veces alcanza con terapias enfocadas y breves que te brindan herramientas
necesarias como para lidiar tú misma con los ataques de pánico y no permitir que
interfieran en tu vida cotidiana. En casos más severos, existen medicamentos que
pueden ayudarte a controlar los ataques de pánico, pero si estás dando el pecho deberías
consultar con tu médico si son compatibles con la lactancia materna. El profesional
evaluará costes y beneficios de cada droga antes de decidirse a indicarte una. De
cualquier manera, lo que debes recordar ante un trastorno mental postparto, es que tú no
tienes la culpa de que te ocurra. Que ello no te convierte en una mala madre. Y que todo
tiene solución con el tratamiento apropiado.

 Trastorno Obsesivo-Compulsivo Posparto:

Este es el trastorno perinatal peor entendido y peor diagnosticado de todos. Se estima


que del 3 al 5% de las madres primerizas sufrirán los siguientes síntomas: obsesión
(pensamientos persistentes o imágenes mentales repetitivas relacionadas o no con el
bebé), compulsiones (hacer cosas una y otra vez para reducir el miedo y la obsesión), y
un sentimiento de horror acerca de las obsesiones. Estas madres saben que sus
pensamientos son raros y muy raras veces los ponen en práctica (Brandes et al, 2004).
Tras el nacimiento de un primer hijo (suele ser más frecuente en las madres primerizas
pero no es excluyente, puede ocurrir también con madres que ya han tenido hijos
anteriormente), la gran mayoría de madres generan grandes preocupaciones sobre el
cuidado del bebé. El no saber qué hacer en determinadas situaciones, así como la
incertidumbre que genera el desconocimiento sobre si el cuidado es el más correcto,
hace que sea un periodo de cierta tensión en sus vidas.

Todo ello supone un proceso normal donde la adaptación se hace necesaria y se


consigue con el paso del tiempo y gracias a la experiencia obtenida en el día a día. Sin
embargo, existen algunos casos (entre el 2- 9 % aproximadamente) donde este exceso
de preocupación puede convertirse en obsesiva. Este porcentaje de mujeres desarrolla
una preocupación excesiva que se manifiesta a través de unos pensamientos obsesivos o
violentos en relación al bebé. El temor a hacerle daño o a no darle los cuidados
oportunos hace que el miedo se apodere de ellas, pues temen que aquello que piensan se
haga realidad. Es muy frecuente que terminen realizando rituales o conductas repetitivas
con la finalidad de manejar su ansiedad.

Una madre sin un TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) post-parto puede tener
pensamientos que le generen malestar o le inquieten, como por ejemplo que el bebé se
pueda resbalar mientras le baña. La diferencia con una madre TOC es que para la
primera ese pensamiento será pasajero, no creerá en él ni le dará especial importancia y
se le pasará; para la segunda, la aparición de ese pensamiento es recurrente e intrusivo,
llegando hasta tal punto que le dará un valor de verdad que le hará temer la realidad de
que suceda.

Manejo terapéutico

Existe escasa literatura que se ocupe de la prevención y del tratamiento multifactorial de


estos trastornos, pero un manejo terapéutico adecuado incluye:

 Tratamiento psicoterapéutico. La importancia que han demostrado tener las


medidas de apoyo y psicoeducacionales para disminuir de forma significativa la
incidencia de los síntomas depresivos ha dado lugar a la creación de grupos de
soporte y asociaciones dirigidas al tratamiento de estos problemas. En el
Maternity Blues, dado que es un cuadro transitorio y sin consecuencias, dar
seguridad y apoyo, junto a información sobre su posible aparición y clínica suele
ser suficiente en la mayoría de los casos. Sin embargo, su resolución a veces
puede verse comprometida y las mujeres que lo experimentan pueden tener un
riesgo aumentado para desarrollar depresión postparto.

 Tratamiento farmacológico. Existen muy pocos estudios que permitan obtener


conclusiones fiables sobre este tema. Aunque la psicoterapia constituye el
tratamiento de primera línea, muchas pacientes con una depresión postparto
moderada o grave requieren el tratamiento con psicofármacos; los más usados
son los antidepresivos tricíclicos y los inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina (ISRS).
Se sabe poco de los riesgos de la exposición del niño a la medicación a través de la
leche materna, ya que se suele retirar la lactancia, por lo que se debe valorar de forma
individualizada la relación beneficio/riesgo y siempre debe informarse a la mujer y su
pareja de los datos que se conocen acerca de la lactancia y el uso de psicofármacos. Si la
mujer tiene una historia previa de depresión postparto la medicación con antidepresivos
debe iniciarse inmediatamente después del parto para prevenir una posible recaída. El
tratamiento debe mantenerse de seis meses a un año.

Si en la psicosis postparto existe riesgo para el niño (abandono, abuso, infanticidio) o


para la madre (autoagresión o suicidio), está indicado el ingreso psiquiátrico. Deben
utilizarse fármacos estabilizadores del estado de ánimo y, con gran frecuencia,
neurolépticos para controlar las crisis agudas y los episodios de agitación. En caso de
que la paciente no responda a la farmacoterapia o los síntomas vayan en escalada puede
ser necesaria la terapia electroconvulsiva.

Test diagnósticos usados en la depresión postparto.

 The Edinburgh Postnatal Depression Scale (EPDS).


 Semi-structured clinical interview (SADS) (18).
 Scale and Goldberg's Standardised Psychiatric Interview.
 The Bromley postnatal depression scale (detecta episodios depresivos en el
postparto o previos.
 The Zerssen self-rating scale (se ha usado en los primeros días tras el parto para
el diagnóstico de la depresión postparto leve o Maternity Blues.
 Zung Scale.
 The Psychiatric Assessment Schedule

 ESTRES POST-TRAUMATICO, DESPUES DEL PARTO


El parto puede ser un evento lo suficientemente estresante como para desencadenar un
trastorno de estrés postraumático (TEPT), que empezó a ser estudiado a partir de la
observación de las secuelas psicológicas que presentaban  algunos veteranos de la
guerra del Vietnam.
El parto constituye un momento de gran vulnerabilidad para la mujer, en el que a nivel
cerebral hay un escenario neurobiológico y hormonal específico, preparado para la
impronta y el inicio del vínculo con el bebé. Estas condiciones hacen que los eventos
que transcurren durante el parto y las primeras horas del puerperio puedan quedar
vívidamente grabados en la memoria consciente, tanto si son positivos como si son
traumáticos.
Para orientarnos, podemos responder a las siguientes preguntas, basadas en el
Cuestionario de estrés postraumático perinatal (Callahan et al, 2006):
¿He tenido sueños o pesadillas relacionados con el nacimiento de mi bebé?
¿Me trae malos recuerdos pensar en mi parto o en la estancia de mi bebé en el hospital?
¿He tenido la sensación repentina de que mi parto volvía a ocurrir (flashback)?
¿Intento o he intentado evitar pensar en lo relacionado con el nacimiento de mi hijo/a?
¿Evito hacer cosas que me recuerden el parto o la estancia en el hospital?
¿Tengo lagunas o me cuesta recordar momentos de mi estancia hospitalaria?
¿Noto menos interés en cosas con las que antes sí disfrutaba?
¿Me siento sola o distanciada de los demás?
¿Me ha resultado difícil sentir cariño o amor por los que me rodean?
¿Estoy teniendo dificultades para dormir?
¿Me he sentido más enfadada con los demás que anteriormente?
¿Tengo dificultades para concentrarme a raíz del parto?
¿Me noto más irritable? (Como si por ejemplo el ruido me molestara más de lo
habitual).
¿Me siento más culpable respecto a las circunstancias que rodearon el nacimiento de mi
hijo de lo que me parecería normal?
En la DSM-IV se acepta que cualquier parto en el que haya habido una amenaza de
muerte o graves secuelas físicas para madre y/o bebé y donde la madre haya vivido la
amenaza con miedo extremo, indefensión u horror puede desencadenar un trastorno de
estrés postraumático. El parto traumático se ha definido como aquel en el que “hay un
peligro real o amenaza vital para la madre o para su bebé” (Beck & Watson, 2008).
No es tan importante cómo haya sido el parto objetivamente sino el hecho de que
durante el mismo la madre haya pensado que ella o su bebé corrían grave peligro y haya
reaccionado sintiendo miedo, indefensión u horror. Como dice Beck “el trauma del
parto reside en la mirada de quien lo percibe”,lo que implica que trauma es lo que a
cada mujer le resulta traumático durante su experiencia de parto (Beck, C.T., 2004).
Una muestra de tal subjetividad es que este trastorno puede aparecer en mujeres con un
parto aparentemente normal sin intervenciones (Thompson, 2008).
Los estudios muestran que un tema central para las mujeres que han sufrido trastorno de
estrés postraumático a raíz del parto es el haber recibido unos cuidados
inadecuados (Allen, 1998). A menudo, el trauma de las mujeres es el resultado de las
acciones (u omisiones) de las matronas, médicos y enfermeras (Elmir, Schmied, Wilkes,
& Jackson, 2010).
Sentir que no tienen ningún control durante el proceso; un trato autoritario en la toma de
decisiones; sentir que sus opiniones son ignoradas; la humillación; la falta de respeto
hacia estas madres como personas y el no respetar su derecho al consentimiento
informado, constituyen factores comunes a una gran parte de mujeres que sufren de este
síndrome. En un estudio, muchas contaban que habían sido tratadas de forma
deshumanizada, irrespetuosa y descuidada. Para describir el trato recibido por los
profesionales utilizaban palabras como “bárbaro”, “invasivo”, “terrible” y “degradante”
(Thomson & Downe, 2008). Otras decían haber sido tratadas como “un cacho de carne”
durante el parto, describiendo una falta absoluta de consideración hacia ellas como seres
humanos (Beck, 2004b). 
Sheila Kitzinger, antropóloga social que ha dedicado su vida a recabar experiencias de
miles de mujeres alrededor del nacimiento, destaca que algunas de ellas sienten el parto
como una forma de violación, ya que presentan los mismos síntomas y un lenguaje
descriptivo idéntico al de las víctimas de violaciones (Kitzinger, 2006).
Revivir el parto sin poder evitarlo durante semanas o meses, sentirnos enfadadas con los
que nos rodean y con el personal médico, tener un interés desmesurado por todo lo que
rodea la atención al parto y el aislamiento social, son pistas que deben conducirnos lo
antes posible a solicitar la ayuda de un profesional cualificado.
 Sintomatología
Un parto traumático suele ir acompañado de una serie de pensamientos que incluyen
recuerdos vívidos del suceso, flashbacks, pesadillas, hiperexcitabilidad e irritabilidad
(Ayers, 2004; Olde, van der Hart, Kleber, & van Son, 2006), que afectan seriamente a
las mujeres y a sus familiares.
Cheryl T. Beck encontró que las madres que padecen de trastorno de estrés
postraumático:

1. Continuamente recuerdan y reviven el parto mediante flashbacks y pesadillas


durante semanas o meses. Cualquier evento que les recuerde el parto, como
pasar delante del hospital o ver a una embarazada, puede desencadenar esos
recuerdos y producirles una reacción de ansiedad.
2. Se sienten desconectadas o extrañadas ante sus bebés y ausentes de la realidad,
como si no estuvieran allí o no fueran las mismas. Esta disociación puede
comenzar inmediatamente después del parto y algunas mujeres lo describen
como "la sensación de no sentir nada", "como si todo aquello no me estuviera
sucediendo a mí".
3. El trauma vivido hace que necesiten entender y hablar continuamente de lo que
les sucedió y que busquen información obstétrica de forma obsesiva. Muchas
madres necesitan hablar de sus partos una y otra vez y algunas se encuentran
meses después del parto buscando información en Internet para entender qué les
pasó.
4. Se sienten enfadadas con los profesionales, con sus familiares y consigo mismas.
Presentan síntomas de ansiedad y depresión. El TEPT dificulta la relación de las
madres con los profesionales sanitarios.
5. Su experiencia de la maternidad puede verse afectada. A menudo se sienten
distanciadas de sus hijos. Tienen muchas dificultades para relacionarse con otras
madres, no pueden evitar comparar su parto con el de las otras. El trastorno
puede producir un rechazo a la sexualidad, a tener más hijos o hacer que la
madre pida una cesárea en el siguiente embarazo.
Los síntomas del trastorno de estrés postraumático suelen alcanzar una intensidad
máxima entre las cuatro y seis semanas tras el parto y posteriormente suelen ir
disminuyendo, pero en algunos casos persisten meses o años. Un fenómeno bastante
típico es la reactivación de los síntomas en el siguiente embarazo, donde puede aparecer
pánico al parto o tocofobia. En este caso, la mujer desea evitar a toda costa una
experiencia traumática como la anterior, lo que a veces le lleva a solicitar una anestesia
general o una cesárea programada. Muchas pasan el segundo embarazo obsesionadas
con el siguiente parto.
Otra ocasión característica donde se suelen reactivar los síntomas es el primer
cumpleaños. Lejos de ser un alegre acontecimiento, suele tornarse en una ocasión donde
en la madre se entremezclan sentimientos de culpa, ansiedad, miedo, dolor, pérdida y
tristeza. Estos sentimientos en muchos casos se van intensificando conforme se acerca
la fecha señalada. Algunas de estas madres no saben cómo celebrarlo, otras optan por
adelantar o retrasar la fecha de celebración. Sienten el cumpleaños como una bomba de
relojería: tarde o temprano aparecen las lágrimas y los sentimientos contra los que han
estado luchando el resto del año.

El malestar generado por el trastorno de estrés postraumático tras el parto a menudo no


se exterioriza, con lo que en la mayoría de los casos tampoco se diagnostica ni se trata.
Además, su infradiagnóstico se debe al solapamiento de su sintomatología con la
depresión posparto y con problemas simples de adaptación, lo que conduce a pautas de
tratamiento muchas veces inadecuadas.
Epidemiología y prevalencia
Entre los factores desencadenantes del trastorno se han señalado el alto grado de
intervencionismo obstétrico y la percepción de cuidados inadecuados en el parto. El
TEPT aparece con mayor frecuencia tras una cesárea urgente y también tras un parto
vaginal instrumental, siendo menor la incidencia si la cesárea es programada o el parto
es vaginal y no intervenido.
Los síntomas son más intensos tras un parto inducido, si la mujer siente que perdió el
control durante el parto o si siente mucho dolor durante largos períodos de tiempo sin
alivio alguno.
La prevalencia también es mayor en madres de bebés prematuros o gravemente
enfermos tras el parto. Aquellas con trastornos de ansiedad en el embarazo o que ya han
tenido otras vivencias traumáticas previas también tienen un mayor riesgo de sufrir las
secuelas de un parto traumático.
Factores desencadenantes, predictivos y de riesgo

 Alta intervención en el proceso de parto (inducción, uso de fórceps, etc.)


 Nacimiento por cesárea, más si es de emergencia.
 Percepción de cuidados inadecuados por parte del personal en el parto.
 Falta de información recibida durante el proceso de parto.
 Sensación de pérdida de control durante el parto.
 Sensación prolongada de dolor.
 Problemas psicológicos previos, como depresión y/o ansiedad prenatal.
 Disociación perinatal.
 Rasgos ansiosos de personalidad.
 Falta de apoyo social.
 Apoyo emocional pobre por parte de la pareja.
 Locus de control interno, entendido como la percepción del sujeto de que los
eventos ocurren principalmente como efecto de sus propias acciones.
 Baja autoeficacia percibida, entendida como la creencia en nuestra propia
capacidad para llevar a buen término  cualquier tarea.
 Los últimos estudios muestran además que un estilo de apego evitativo en la
madre puede ser un factor de riesgo para el desarrollo de TEPT postparto,
especialmente para las mujeres que han sufrido un parto instrumentalizado
(Ayers, 2013). 
Consecuencias del Trastorno de estrés postraumático en el posparto

 Dificultad de acercamiento al recién nacido. Pueden desarrollarse patrones de


apego disfuncionales, que conducirán a una relación de apego de carácter
evitativo o sobreprotector (Allen, 1998; Parfit  y Ayers, 2009). Esta
sobreprotección responde a la necesidad de algunas madres de resarcirse de un
parto que sienten que “hicieron mal”.
 Respecto a la lactancia, parte de las mujeres abandonan la lactancia con el fin de
proteger su equilibrio emocional, si bien para otras el establecimiento de la
lactancia materna les supone en cierto modo una recuperación de la confianza en
sí mismas y en su propio cuerpo (Beck y Watson, 2008, p. 233).
 Dificultades en la aceptación del rol materno y sentimientos de vacío: “Mis actos
como madre eran mecánicos: por dentro no sentía nada” (Ayers, 2007, p. 220).
Estas mujeres pueden sentir una acusada desconexión con su bebé, incluso
muchas sienten que el bebé no les pertenece.
 Percepción de pérdida de apoyo sociofamiliar y problemas de pareja y sexuales.
 Aislamiento (evitan coincidir con otras madres y sus bebés).
 Miedo intenso a futuros embarazos y partos (tocofobia).
 Si bien muchas mujeres logran sentirse empoderadas durante el embarazo y
parto subsecuentes, a otras les resulta más difícil aún afrontar la realidad del
primero, ya que es ahora cuando realmente tienen otro parto con el que comparar
(Beck y Watson, 2010, p.247).
¿Cómo se trata el trastorno de estrés postraumático?
Muchas personas se recuperan de un suceso traumático después de un período de
readaptación. Pero si su hijo ha experimentado un suceso traumático y presenta
síntomas de trastorno de estrés postraumático durante más de un mes, solicite la ayuda
de un experto.
La terapia puede ayudar a abordar los síntomas de evitación, los pensamientos invasivos
y negativos y el estado de ánimo deprimido o negativo. El terapeuta trabajará con su
familia para ayudarlos, a usted y a su hijo, a encajar lo ocurrido y a volver a vivir la
vida.
Los profesionales de la salud mental que pueden ayudar incluyen a:

 Los psicólogos
 Los psiquiatras
 Los trabajadores sociales clínicos titulados
 Los terapeutas titulados
 Expertos en traumas titulados
 Especialistas en el duelo

La terapia cognitivo-conductual: es muy eficaz para las personas con trastorno de


estrés postraumático. Este tipo de terapia enseña estrategias para reemplazar los inútiles
pensamientos y sentimientos negativos por pensamientos más positivos. Las estrategias
conductuales pueden usarse, adaptadas al ritmo de cada niño, para ayudarlo a
desensibilizarse de los aspectos traumáticos de lo sucedido, a fin de que deje de sentir
tanto miedo ante ellos.
En algunos casos, los medicamentos pueden aliviar los síntomas graves de depresión y
ansiedad. Esto puede ayudar a las personas con trastorno de estrés postraumático a hacer
frente a la escuela y a otras actividades diarias mientras están en tratamiento. A menudo,
se usan medicamentos solo hasta que la persona se siente mejor; luego, la terapia puede
ayudarlos a recuperarse del trauma y a retomar sus vidas.
 PUERPERIO: ASPECTOS PSICOLÓGICOS Y EMOCIONALES, CUIDADO,
COMPLICACIONES, FASES DE DEPENDENCIA Y AUTOSUFICIENCIA.

Puede definirse como el periodo de tiempo que va desde el momento en que el útero
expulsa la placenta hasta un límite variable, generalmente 6 semanas, en que vuelve a la
normalidad el organismo femenino. Se caracteriza por una serie de transformaciones
progresivas de orden anatómico y funcional que hacen regresar paulatinamente todas las
modificaciones gravídicas (involución puerperal). Tras un parto, siempre quedan
señales indelebles que indican que lo hubo, aún después de muchos años, sobre todo si
el parto fue intervenido.
La involución, especialmente del aparato genital, y el establecimiento de la lactancia,
son los hechos más característicos del puerperio, condicionando en general esta última
que no se recupere el ciclo menstrual hasta al cabo de unos meses, incluso años, si la
lactancia es a demanda y prolongada.
Este periodo de tiempo se divide clásicamente en:

 Puerperio inmediato: las primeras 24 horas.


 Puerperio precoz o propiamente dicho: desde el 2 al 7-10 días (primera semana).
 Puerperio tardío: hasta los 40-45 días (retorno de la menstruación)

Cada vez se tiene más en consideración lo que algunos especialistas han


denominado puerperio alejado, que se extenderá desde los 45 días hasta un límite
impreciso. Algunos consideran a la mujer puérpera hasta que tiene la primera
menstruación tras el parto, otros hablan de un “puerperio psicológico”, que tiene que ver
con cambios emocionales y a nivel cerebral, que podría durar entre uno y dos años. Este
puerperio alejado es un concepto todavía abstracto, que muchos profesionales de la
salud no admiten, sobre todo por su imprecisión y subjetividad, pero que evidentemente
existe, y las mujeres son testigos de ello. En Canadá ya se considera el puerperio como
los primeros doce meses tras el parto (más información en el web Bebés y Más: "El
puerperio no dura cuarenta días sino un año").
El puerperio precoz se extiende durante la primera semana postparto, y es cuando ocurre
la máxima involución genital, coincidiendo clínicamente con la mayor expulsión de
loquios y la instauración de la lactancia.
Aspecto psicológico
El puerperio es un proceso de adaptación fisiológica y sin duda psicológicadonde la
mujer que acaba de dar a luz tiene que acostumbrarse a una nueva etapa en la que ya no
está embarazada pero tampoco es la misma que era antes de embarazarse. Existen tantos
aspectos psicológicos que rodean esta etapa -a veces descuidada o incluso desconocida.
que algunos hablan de puerperio psicológico en sí mismo.
Así, el puerperio psicológico no es más que todo el proceso psicoemocional que debe
atravesar la madre para redescubrirse a sí misma, transformarse y encontrarse
emocionalmente con su bebé.
¿Ante qué nos adaptamos?
Tener un bebé transforma la vida, la rutina y por supuesto el cuerpo de una mujer. Tu
cuerpo cambia drásticamente y esto se refleja en un mar de hormonas descontroladas
que ocasionan un exceso de sensibilidad emocional que puede manifestarse con
cambios de humor o intensidad en la expresión de rabia, tristeza, alegría, etc.
Estos aspectos psicológicos del puerperio, lejos de ser un problema, son una necesidad
ya que durante esta etapa todos tus sentidos estarán abiertos para conocer a tu bebe y sus
emociones y así responder mejor a sus necesidades.
En ningún momento de la vida ningún ser va a depender más de ti que durante el primer
año de vida de tu hijo. Esto puede ser realmente agotador, sobre todo con un cuerpo
dolorido por el nacimiento. Un bebé es una tormenta de necesidades a satisfacer las 24
horas del día, lo que te obligará muchas veces a dejar de lado tus propias necesidades,
especialmente las de hambre y sueño.
Sintonizar con tu bebé y conocerlo en profundidad te llevará tiempo. Aprender a
descifrar el llanto, a cuándo darle de comer o saber de qué manera y cómo dormirlo será
un desafío al que te tendrás que enfrentar. Es un proceso de vinculación que requiere
tiempo y concentración por parte de ambos.
Si a esto le agregas que la vida continúa y hay que realizar las tareas domésticas, recibir
visitas, atender a los hijos mayores o volver a trabajar, es comprensible que la mayor
parte de las mujeres experimenten sensaciones de tristeza como el baby blues o se
sientan psicológicamente desbordadas.
Debido a que las situaciones sociales y familiares que cada mujer enfrenta son
diferentes, y que cada mujer cuenta con diversas herramientas emocionales para
afrontarlas, el puerperio psicológico (o los aspectos psicológicos del puerperio) no tiene
una duración definida, aunque en líneas generales este proceso de adaptación puede
durar entre uno y dos años.
¿Cómo manejar los aspectos psicológicos del puerperio?
El apoyo y la comprensión de la pareja y la familia es esencial para recuperar nuestro
equilibrio y salir triunfante. Además, para ayudarte en este proceso, queremos
dejarte las siguientes recomendaciones:
Busca información y prepárate para el nacimiento; esto no solo hace referencia a
comprar la ropa del bebé y los muebles. Es importante que te imagines en tu nueva
rutina y te anticipes a situaciones de la vida cotidiana (como pensar en quién va a
cocinar, quién va a cuidar de tus hijos mayores los primeros días después del parto, te
informes sobre el proceso de la lactancia o los problemas más comunes de los recién
nacidos).
Acepta toda la ayuda que te ofrezcan amigos y familiares. El puerperio no es momento
para intentar demostrarte a ti misma ni a nadie que todo lo puedes. Tener una red de
apoyo es muy importante y puede marcar una gran diferencia en el modo de enfrentarse
al puerperio.
Aplica la regla de oro del puerperio: «bebé duerme, mamá duerme». Aprovecha todas
las ocasiones que tengas para descansar; además, tu pareja podrá colaborar con las
tareas domésticas y gestionar las visitas para que no desperdicies estos valiosos
momentos.
Expresa tus sentimientos, desahógate. Habla con tu pareja para ayudarlo a comprenderte
o ponte en contacto con personas que estén pasando por la misma etapa para compartir
experiencias.
Busca y pide ayuda especializada si lo necesitas. Si bien todas las mujeres experimentan
muchos cambios emocionales, en algunos casos es imprescindible buscar apoyo
profesional a tiempo para evitar caer en problemas como la depresión postparto.
Cuidados
La herida: higiene y dolores.
Tanto en los casos de cesárea como en los partos naturales (con o sin episiotomía),
como en cualquier operación y/o herida, es fundamental cuidar la higiene.

Cesárea: deben utilizarse apósitos limpios y secos hasta que retiren los puntos en el
centro de salud. El aseo del cuerpo debe ser diario, pero sin mojar la herida.

Partos naturales (con o sin episiotomía): no hay que tener miedo de ducharse (no
bañarse) a diario, pero es recomendable utilizar jabones neutros o de glicerina. La
episiotomía debe ser lavada 2 ó 3 veces al día con suero fisiológico (o agua hervida con
sal, en su defecto). La zona debe mantenerse limpia, seca y aireada. Cuando se acuda al
baño, es recomendable cambiar la compresa por otra limpia.

Durante el puerperio, serán comunes los dolores en la zona del vientre (por la herida y/o
los entuertos), la episiotomía y la espalda. Si el dolor es intenso, antes de
tomar medicamentos para aliviar el dolor hay que consultar al médico y que prescriba
aquellos que puedan administrarse sin contraindicaciones. En caso de estar dando el
pecho al bebé, procurar ingerir los medicamentos después de las tomas de forma que
pase la menor cantidad posible a la leche.

Cuidado del pecho y la lactancia


La lactancia es el mejor modo de alimentar al bebé, sin duda alguna.
Desafortunadamente, no en todos los casos es posible, o es insuficiente. En estos
últimos casos, si hay que completar las tomas con el biberón, se intentará hacerlo de
manera que no anule el pecho. Para ello, el biberón debe administrarse siempre después
de los dos pechos.
Para disfrutar de la lactancia, es recomendable seguir los siguientes consejos:
Utilizar sujetadores que ajusten, pero que no opriman.
En casos de pezones irritados, agrietados o sangrantes, lo primero será comprobar la
técnica de colocación del bebé y su forma de coger el pezón. Una mala postura del bebé,
puede provocar fuertes dolores. Al terminar la toma, puede masajearse el pezón con
gotas de leche y dejarlo secar al aire. También son útiles las pezoneras de silicona hasta
que las grietas estén curadas. El uso de cremas, al igual que otro tipo de medicamentos,
debe consultarse con el especialista (médico o matrona).
En casos de congestión mamaria (técnicamente llamada ingurgitación), la forma de
proceder será aplicar calor húmedo (por ejemplo una bolsa de agua caliente envuelta en
un trapo) de 10 a 15 minutos antes de las tomas. Al finalizarla, si el pecho no está vacío
es recomendable utilizar un sacaleches.
Si se presenta fiebre, fuerte dolor, inflamación del pecho o rojeces, pudiera haberse
producido una mastitis o inflamación de la mama. Es recomendable acudir a urgencias.
Algunos consejos útiles
Es conveniente cuidar la alimentación. Una dieta sana como la mediterránea,
equilibrada, rica en fibra, en la que no falten carnes, pescados, huevos, frutas, verduras,
legumbres, leche, productos integrales, etc. Tampoco olvidarse de beber líquido en
abundancia, preferiblemente agua, zumos o infusiones.
Cuidar la alimentación permitirá combatir una de las molestias frecuentes durante el
puerperio: el estreñimiento y las hemorroides. Caminar o hacer ejercicio suave también
ayuda a combatir el estreñimiento. Si aparecen las hemorroides y hay muchas molestias,
es más aconsejable aplicar hielo envuelto que utilizar cremas, que no son
recomendables mientras haya puntos (pues los reblandece).
También es común que se vea alterado el estado emocional de las madres: los cambios
físicos y hormonales pueden afectar sensiblemente al estado de ánimo. Incluso pueden
aparecer episodios de fatiga o trastornos del sueño, e incluso desaliento provocado por
el repentino aumento de la responsabilidad.
Éstas y otras son algunas de las razones por las que puede pasarse fácilmente de la
euforia a la tristeza o, incluso, el llanto. La pareja debe ser un apoyo, al igual que los
amigos y familiares. Debe acudirse a ellos en cuanto se les necesite.
Complicaciones del Puerperio
Después del parto pueden aparecer algunos síntomas o signos anormales por los que la
puérpera tendrá que consultar a su médico. Los mencionamos a continuación, para
ayudar a la mujer a darse cuenta de cuando es conveniente consultar con  su obstetra.
1) Fiebre: cuando una puérpera tiene fiebre de 38 grados o más, es porque tiene un
proceso infeccioso, que pude estar localizado en la episiotomía o en la  cicatriz
de la cesárea. La fiebre también puede producirla una infección en la mama
(mastitis), en el útero (endometritis), en los miembros inferiores (tromboflefitis).
Generalmente a las 48 hs. después del parto la mujer tiene un pico de fiebre, que
no suele ser mayor de 38 grados y dura sólo 24 hs., y se origina porque el
calostro de las primeras horas es reemplazado por la leche; en este caso no hay
ninguna infección.
2) Hemorragias: la pérdida excesiva de sangre que se origina después de las 24 hs.
del parto hasta la primera semana  después del  mismo corresponden al
puerperio mediato o precoz, y cuando se producen más tarde se incluyen en el
puerperio tardío. Pueden estar causadas por inercia uterina (el útero no se
contrae), retención de restos placentarios, endometritis , desgarros del cuello del
útero, miomas submucosos (tumores benignos, es decir no cancerosos, que se
originan en la capa muscular del útero).
3) Dolores en la parte baja del abdomen: generalmente producidos por una
endometritis (inflamación de la capa interna del útero).
4) Endurecimiento de una o de las dos mamas: puede presentarse con fiebre, y
es causado por una mastitis (proceso infeccioso de las mamas) o por una
galactoforitis ( inflamación de los conductos galactóforos). Cuando no hay
fiebre puede ser que se trate de una retención de leche en uno o varios acinos
mamarios.
5) Dolor en las pantorrillas: generalmente va  acompañado de enrojecimiento de
la zona dolorosa, y hay que pensar en una trmboflebitis.
6) Trastornos en el sueño y cambios de humor: la mujer pude estar pasando por
una depresión transitoria (tristeza puerperal o Baby Blue).
7) Ardor al orinar: hay que consultar con el obstetra, especialmente aquellas
pacientes a las que se les ha colocado una sonda vesical porque se le practicó
una cesárea o durante el período expulsivo de un parto espontáneo.
8) Loquios fétidos y  abundantes: son signo de infección del útero (endometritis).
9) Grietas del pezón: son pequeñas erosiones producidas en el pezón por el bebé
cuando succiona.
FASES DE DEPENDENCIA Y AUTOSUFICIENCIA.
Actitud de ayuda y acompañamiento.
Ayudar a la adaptación de las madres y los padres a esta nueva etapa:
 Prever esta nueva situación y buscar ayuda ante los cambios que se producen.
 Reflexionar sobre las dificultades, los retos y la felicidad que puede
proporcionar el nacimiento de una criatura.
 Potenciar el sentido común y la capacidad de aprendizaje, así como el sentido
del humor para superar las diferentes situaciones que se plantearán con el
crecimiento de la criatura.
Creando un ambiente de acogida cálido y que permita la intimidad y la confianza.
 Empatía/escucha activa.
 Dejarle expresar sus sentimientos y vivencia.
 Proporcionarle estrategias para mitigar el cansancio y aislamiento.
 Recomendaciones para la gestión de las visitas.
 Comunicarse de forma positiva con las personas de su entorno más cercano.
 Intenta establecer prioridades en las rutinas cotidianas, pedir la ayuda que
necesiten tanto en tu entorno como a tu matrona.
 Seguir un ritmo vital adaptado a sus necesidades, sin exigencias ni presiones.
Aceptar, sin juzgar los diversos modelos:
 Quien continúa ejerciendo la maternidad/paternidad como hicieran las madres y
abuelas o padres y abuelos.
 Quien asume la maternidad en solitario.
 Las mujeres que por decisión propia deciden hacer un paréntesis en su vida
laboral o dedicar más tiempo del que la legislación actual otorga (permiso por
maternidad).
 La pareja que se reparte el permiso maternal y que él cuida durante una parte del
tiempo de la criatura.
 Las que priorizan su vida profesional y reanudan ésta en cuanto pueden.
 El de las mujeres y hombres que buscan la forma de conciliar la vida profesional
sin renunciar a la maternidad/paternidad.
Contemplar lo habitual de los sentimientos ambivalentes:
Éste, como todos los cambios importantes de nuestra vida, necesita tiempo, cuidado,
sostén y acompañamiento. Se puede estar feliz por el nuevo proyecto de vida y, a la vez,
sentir la nostalgia de lo que ya nunca volverá a ser.
 DEPRESIÓN POSPARTO
¿Qué es la depresión posparto?
La depresión posparto es un trastorno del estado de ánimo que puede afectar a las
mujeres después de dar a luz. Las madres que padecen depresión posparto tienen
sentimientos de extrema tristeza, ansiedad y cansancio que les dificultan realizar las
actividades diarias del cuidado de sí mismas y de otras personas.
Aproximadamente del 6.5 al 12.9% de las mujeres sufren algún grado de depresión
después del parto. Los síntomas son muy diversos y pueden incluir: sentimientos de
enojo, miedo o culpa, falta de interés en el bebé, trastornos del apetito y del sueño,
dificultad al concentrarse y en la toma de decisiones, y posibles pensamientos agresivos
hacia el bebé o hacia sí misma.
La depresión constituye un importante problema de salud pública en el mundo, siendo
especialmente frecuente en mujeres, en particular, en aquellas de menores ingresos. La
depresión perinatal se define como aquella que se presenta en la madre durante el
embarazo o con posterioridad al parto, constituye una de las complicaciones más
comunes, reportando las investigaciones entre 5 y 13% de mujeres con depresión,
durante o después del embarazo.
La depresión perinatal presenta características comunes con la depresión desarrollada en
otras etapas de la vida, pero se diferencia en los efectos negativos que este trastorno
puede tener en el bebé. Esto constituye una importante diferencia, que alerta sobre la
necesidad de tratamiento para este grupo, buscando aliviar a la madre y prevenir
psicopatología posterior en el niño o niña. Algunos síntomas descritos en la depresión
perinatal como excesiva irritabilidad, ánimo bajo, labilidad emocional, ansiedad y
trastornos del sueño, muchas veces son considerados parte de las vivencias normales
durante el embarazo o el post-parto, lo cual dificulta el diagnóstico de la depresión
perinatal. Considerando el riesgo que esto implica, resulta interesante destacar que el
número de mujeres con depresión postnatal aumenta con el tiempo, es decir, mientras
10% de las mujeres son diagnosticadas con depresión a las 8 semanas del postparto,
22% recibe este mismo diagnóstico a los 12 meses de nacido su bebé.
La depresión materna genera consecuencias negativas en el niño o niña, ya que el
desarrollo neuronal infantil durante el período perinatal, es profundamente afectado por
el contexto en el cual el infante se encuentra y por las experiencias cotidianas con su
cuidador. A nivel biológico, genera niveles elevados de cortisol en el feto por la
activación del sistema de respuesta al estrés materno, asociándose esto a problemas de
salud en la madre y el niño o niña. Consistentemente con estos antecedentes, los
infantes de madres que sufren depresión y ansiedad crónica, también muestran altos
niveles de cortisol salivarlo, lo cual se relaciona con consecuencias negativas a nivel
psicológico, como retraso en el desarrollo, problemas de salud mental y déficit
cognitivos en las etapas pre-escolar y escolar.
En relación al riesgo de desarrollar psicopatología posterior, los hijos o hijas de madres
depresivas presentan con mayor frecuencia psicopatología en general y en particular
trastornos del ánimo. Se observan también conductas específicas en bebés de madres
depresivas, como mayor frecuencia en el llanto y dificultades para ser calmados, mayor
presencia de afectos negativos, y evitación del contacto visual con la madre. Uno de los
factores más afectados por la depresión materna es el apego infantil, definido como el
vínculo que establece el bebé con los adultos significativos, que lo lleva a permanecer
junto a ellos en el tiempo y espacio y le otorga protección y seguridad. Para desarrollar
un apego seguro el niño o niña requiere de un cuidador sensible, que muestre afectos
positivos y sincronía en la interacción, no logrando las madres deprimidas desplegar
este repertorio. Por el contrario, las madres deprimidas reportan sentimientos hostiles y
vivencias de estrés en relación al intercambio con sus bebés, así como percepciones
negativas en cuanto a las conductas que este presenta. Se ha descrito una mayor
incidencia de apegos infantiles inseguros en hijos o hijas de madres deprimidas y se
reportan más efectos negativos en el vínculo, mientras más severa y crónica sea la
depresión de la madre.
Se han identificado diversos factores de riesgo para el desarrollo de depresión perinatal
como son la falta del apoyo social, baja autoestima y eventos de vida estresantes, pero
se destaca como el mejor predictor de depresión pre y post parto, la existencia de
episodios depresivos previos en la madre.
¿Qué causa la depresión posparto?
No existe una sola causa de la depresión posparto, pero las cuestiones físicas y
emocionales pueden contribuir.
Cambios físicos. Después del parto, una caída dramática en los niveles de hormonas
(estrógeno y progesterona) en el cuerpo puede contribuir a la depresión posparto. Otras
hormonas producidas por la glándula tiroides también pueden bajar marcadamente, lo
que puede provocar que sientas cansancio, pereza y depresión.
Problemas emocionales. Cuando estás con falta de sueño y abrumada, puedes tener
problemas para manejar hasta los problemas menores. Es probable que estés ansiosa
acerca de tu capacidad para brindar cuidados a un recién nacido. Puedes sentirte menos
atractiva, enfrentar tu sentido de identidad o sentir que has perdido el control de tu vida.
Cualquiera de estos problemas pueden contribuir a la depresión posparto.
¿Cuáles son los síntomas de la depresión posparto?
Algunos de los síntomas más comunes que se puede experimentar incluyen los
siguientes:
 Sentirse triste, desesperanzada, vacía o abrumada.
 Llorar más frecuentemente de lo normal o sin motivo aparente.
 Preocuparse o sentirse excesivamente ansiosa.
 Sentirse malhumorada, irritable o inquieta.
 Dormir en exceso o no poder dormir, incluso cuando el bebé duerme.
 Tener problemas para concentrarse, recordar detalles y tomar decisiones.
 Sentir enojo o furia.
 Perder el interés en las actividades que le resultaban agradables.
 Padecer dolores y molestias físicas, como dolores de cabeza frecuentes,
problemas estomacales y dolor muscular.
 Comer demasiado o muy poco.
 Aislarse de amigos y familiares.
 .Tener problemas para crear un vínculo emocional con su bebe.
 Dudar constantemente de su capacidad de cuidar al bebé.
 Pensar en hacerse daño a sí misma o a su bebé.

¿Cómo puede una mujer darse cuenta que padece de depresión posparto?
Solo un proveedor de atención médica puede diagnosticar la depresión posparto en una
mujer. Dado que los síntomas son amplios y pueden variar de una mujer a otra, el
proveedor de atención médica puede ayudar a determinar si se deben a una depresión
posparto o a algún otro factor. Una mujer que padece de estos síntomas debe consultar
inmediatamente con un proveedor de atención médica. ¿En qué se diferencia la
depresión posparto de la tristeza posparto (“baby blues”)? La tristeza posparto (o “baby
blues”) es un término que se utiliza para describir los sentimientos de preocupación,
tristeza y fatiga que muchas mujeres experimentan después de tener un bebé. Los bebés
requieren mucho cuidado, de modo que es normal que las madres se preocupen o se
sientan cansadas de proporcionar ese cuidado. La tristeza posparto, que afecta hasta a un
80 por ciento de las madres, incluye sentimientos leves que duran una o dos semanas y
desaparecen por sí solos. En el caso de la depresión posparto, los sentimientos de
tristeza y ansiedad pueden ser extremos e incluso pueden afectar la capacidad de una
mujer de cuidarse a sí misma o a su familia. Debido a la gravedad de los síntomas, por
lo general, se requiere tratamiento. La depresión posparto, que ocurre en casi el 15 por
ciento de los partos, puede comenzar un poco antes o en cualquier momento después de
que nazca el bebé, pero generalmente comienza entre una semana y un mes después del
parto.
¿SON ALGUNAS MUJERES MÁS PROPENSAS A PADECER DE LA
DEPRESIÓN POSPARTO?
Algunas mujeres están expuestas a un mayor riesgo de padecer de depresión posparto
porque tienen uno o más de los siguientes factores de riesgo:

 Síntomas de depresión durante o después de un embarazo anterior.


 Antecedentes de depresión o trastorno bipolar en otra etapa de su vida.
 Un miembro de su familia que padeció depresión u otras enfermedades
mentales.
 Una situación estresante durante el embarazo o poco después de dar a luz, como
la pérdida del empleo, la muerte de un ser querido, violencia doméstica o
enfermedad.
 Complicaciones médicas durante el parto, como el parto prematuro o que el bebé
nazca con problemas médicos.
 Sentimientos encontrados sobre el embarazo, así haya sido planificado o no
 Falta de apoyo emocional de su esposo, pareja, familia o amigos
 Problemas de abuso de alcohol o drogas. La depresión posparto puede afectar a
cualquier mujer, independientemente de su edad, raza, origen étnico o situación
económica.

¿Cómo se trata la depresión posparto?


Existen tratamientos eficaces para la depresión posparto. Un proveedor de atención
médica puede ayudar a elegir el mejor tratamiento, que puede incluir lo siguiente:
Consejería/terapia de diálogo: Este tratamiento consiste en hablar de manera
individual con un profesional de la salud mental (un consejero, terapeuta, psicólogo,
psiquiatra o trabajador social).
Los siguientes son dos tipos de consejería que han demostrado ser particularmente
eficaces en el tratamiento de la depresión posparto:
La terapia cognitiva-conductual (TCC), que ayuda a las personas a reconocer y
cambiar sus pensamientos y conductas negativas
La terapia interpersonal (TIP), que ayuda a las personas a comprender y lidiar con
relaciones personales problemáticas.
Medicamentos: Los medicamentos antidepresivos actúan sobre las sustancias químicas
del cerebro que intervienen en la regulación del estado de ánimo. Muchos
antidepresivos demoran unas semanas en ser más eficaces. Aunque estos medicamentos
generalmente se consideran seguros para usar durante el amamantamiento, la mujer
debería consultar con su proveedor de atención médica acerca de los riesgos y los
beneficios que estos medicamentos implican tanto para sí misma como para su bebé.
Estos métodos de tratamiento se pueden usar solos o en combinación.
¿QUÉ PUEDE SUCEDER SI NO SE TRATA LA DEPRESIÓN POSPARTO?
Sin tratamiento, la depresión posparto puede durar meses o años. Además de afectar la
salud de la madre, puede interferir con su capacidad de relacionarse con y de cuidar de
su bebé, y puede hacer que éste tenga problemas para dormir y alimentarse además de
conducta a medida que crece.
¿CÓMO PUEDEN AYUDAR LA FAMILIA Y LOS AMIGOS?
Es probable que los familiares y los amigos sean los primeros en reconocer los síntomas
de la depresión posparto en una mujer que acaba de dar a luz. Pueden alentarla a que
hable con su proveedor de atención médica, ofrecerle apoyo emocional y ayudarla con
las tareas diarias como cuidar del bebé y del hogar.

Vous aimerez peut-être aussi