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HACIA UNA INTERPRETACIÓN CUÁNTICA

DE LOS SERES HUMANOS

Lic. Marcelo Krynski

CrearContextos CONSULTORA
Córdoba, Abril de 2001

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Avances preliminares
Hemos hecho referencia en otro escrito a la importancia del biólogo Humberto Maturana en la
Nueva Mirada de los seres humanos que estamos proponiendo.

Uno de los aforismos del biólogo chileno que sostienen este novedoso abordaje es el que
enuncia que “Todo lo dicho es dicho por alguien a otro alguien que escucha y que podría ser
él mismo”.

Este postulado de arranque que quizás en una primera aproximación pueda parecer una
obviedad, nos propone un cuestionamiento profundo de lo que significa ser humano.

Maturana muestra que los seres humanos no disponemos de mecanismos biológicos que nos
permitan hacer referencia a un mundo separado del observador que está observando.

Esa huella fue desarrollada por Julio Olalla y Rafael Echeverría quienes plantearon como
postulado de arranque que los seres humanos no sabemos como las cosas son sino que sólo
sabemos como las observamos o como las interpretamos. Vivimos en mundos
interpretativos.

El aceptar que no sabemos como son las cosas sino que sólo podemos dar cuenta de nuestras
interpretaciones o sea el cuestionamiento de la capacidad de los seres humanos de acceder a la
verdad, nos plantea, como señala Echeverría, un desplazamiento del centro de gravedad desde
lo observado (el ser de las cosas) hacia el observador.

Sin embargo todavía aquel enfoque, en nuestro modesto entender, nos sigue planteando a
los seres humanos como separados entre nosotros y, como decía Albert Einstein, esto es
una ilusión.
Intentaremos en este trabajo, con su ayuda, desplazar el centro de gravedad de lo observado (el ser de las
cosas) hacia un nuevo espacio en el que los seres humanos vamos derivando en los espacios relacionales en
los que participamos y nos constituimos con ciertos modos de estar en el mundo y no otros.

Lo que me importa entonces, ya no es la discusión por quién tiene “La Verdad” sino por cuál es la
interpretación que nos permite una mayor gama de posibilidades de acción tendientes al logro de lo
que las personas, equipos y organizaciones nos importa generar.

Nos permitimos aquí incluir a los equipos y organizaciones pues los entendemos como “seres
vivos de otro nivel”. Esta distinción la abordaremos en otro trabajo más finamente.

Profundizando la reflexión en torno al fenómeno de la percepción.


Maturana señala que percibimos lo que percibimos dada la estructura biológica que tenemos y
las distinciones lingüísticas de la comunidad a la que pertenecemos.

El biólogo chileno plantea que todos los seres vivos tenemos una estructura biológica que nos
posibilita ciertas acciones y no otras. Por ejemplo la estructura biológica de los pájaros les
posibilita volar a diferencia de la nuestra que no nos lo posibilita.

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Entonces vemos lo que vemos porque tenemos una estructura biológica determinada y por lo
tanto lo que nos ocurre en la praxis del vivir, tiene que ver no sólo con el estímulo externo sino
con cómo impacta ese estímulo en nuestra estructura biológica.

Por ejemplo si a cualquiera de nosotros se nos cae un ladrillo en la cabeza quizás nos lastime
y/o nos mate. En cambio si el mismo ladrillo le cae a un elefante probablemente sólo le cause
un rasguño.

El elefante y nosotros tenemos estructuras biológicas diferentes pero el ladrillo es arrojado en


idénticas condiciones.

Notemos cómo nuestro lenguaje se fue moldeando de acuerdo a una cierta interpretación del
fenómeno de la percepción:
• cuando decimos que “el ladrillo sólo le cause un rasguño al elefante” o “el ladrillo nos
lastime y/o nos mate”.
• Cuando hablamos de que “tenemos” una estructura biológica.

Vayamos viendo los dos casos:

• cuando decimos que “el ladrillo sólo le cause un rasguño al elefante” o “el ladrillo nos
lastime
y/o nos mate”.

Siendo coherentes con el enfoque que estamos planteando, no es que el ladrillo nos mate, sino
que en el interactuar con el ladrillo, nuestra organización como ser vivo muere.

Lo que queremos resaltar es que no hay tal cosa como un “ladrillo matador” sino que hay un
organismo vivo que interactúa con un medio (en este caso el ladrillo) y en este caso, tal
interacción puede poner en juego la permanencia con vida del organismo.

Repetimos: no es cuestión de que haya un “ladrillo matador” ni una “cabeza frágil” sino que
hay una interdependencia que pone como disponible frente a ese impacto, un cierto ocurrir y
no otro.

Nuevamente, estamos desplazando el centro de gravedad del “mundo allá afuera” (el ser de las
cosas) hacia la manera particular de interactuar entre ese observador (la organización del ser
vivo) con el medio (que en este caso es no vivo y no sabemos las implicancias que este
interactuar tiene en el sistema mayor que lo contiene).

Según postula Ilia Prygoyine en su Teoría del Caos, “todo está relacionado con todo” de modo
que “el aletear de una mariposa en Buenos Aires puede causar un tifón en Nueva York…”).

Empezar a reparar en enfoques como el de Prygoyine, o el planteo de Maturana mismo, nos


sitúa en una reflexión que cuestiona algunas bases del sentido común vigente.

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Otro ejemplo de esto es las posibilidades que nos abre la llamada Foto Kirlian. A través de ella
podemos ver que no sólo somos un cuerpo físico sino también somos energía que se manifiesta
en el cuerpo físico y en otros cuerpos menos densos que están más allá del contorno del cuerpo
físico. A esta energía que nos aparece más allá del contorno de nuestro cuerpo se la denomina
tradicionalmente aura o campo aural o energético.

2. Cuando hablamos de que “tenemos” una estructura biológica.

Es una muestra de cómo nuestro lenguaje se fue moldeando de acuerdo a una cierta
interpretación del fenómeno de la percepción. De este modo nos damos cuenta del rol central
del lenguaje de modo que hay un primer grupo que “raya la cancha” y a los demás sólo nos
queda disponible jugar en esa cancha “ya rayada” y no estamos entrenados para cuestionar el
rayado de la cancha.

Si reparamos en cualquier teoría o enseñanza que hayamos aprendido, esta se encuentra


enunciada por alguien desde un cierto sentido común que la mayoría de los que venimos atrás
“compramos” como “La Realidad”.

Esta reflexión es decisiva de cara a un mundo que no estamos comprendiendo.

La forma en que hablamos no es inocente para nada ya que de acuerdo a como hablamos es
como pensamos y por ello hemos subrayado varias veces la palabra tenemos cuando hacíamos
referencia a la estructura biológica, etc.

Aquí también, al hablar del campo aural y el cuerpo físico, podría parecer que “tenemos un
cuerpo biológico que tiene un campo aural o energético”.

Escuchando y observando a gente a la que le han amputado una pierna por ejemplo y que sigue
percibiendo su pierna aún después de la amputación y tantos otros experimentos que la ciencia
tradicional no siempre ha validado, nos gustaría plantear la cuestión al revés quizás que lo que
nuestro sentido común nos propone.

Pensamos que somos campos de energía en diferentes planos de materialización. El cuerpo


físico que nosotros distinguimos, es el más concreto de todos.

Hay personas que tienen la disponibilidad de acceder a un estado de percepción ampliada y, de


este modo, visualizar y recibir información de nuestro campo áurico o energético. Son muy
reveladoras las investigaciones de Stanislav Grof respecto de los cambios de conciencia que se
pueden lograr a través de la respiración holotrópica. No es motivo de este trabajo explayarnos
en esta cuestión pero juzgamos que esta mención puede ser orientadora para que Ud. explore
en este territorio por su cuenta.

Hay otros ensayos también realizados por diversos investigadores en diferentes ramas entre los
que se encuentra la sanadora, terapeuta y científica Bárbara Brennan que ha dedicado más de
veinte años al estudio y exploración del campo de energía humana, que revelan que nuestro
cuerpo aural o energético tiene siete capas donde las primeras tres corresponden al plano físico,

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las últimas tres corresponden al plano espiritual y la cuarta e intermedia entre estos dos planos,
corresponde a un campo “puente” que tiene que ver con lo relacional.

Volviendo a Maturana y Echeverría, si los seres humanos no tenemos acceso a cómo son las
cosas, lo que nos ocurre en el vivir tiene que ver con lo que cada persona es capaz de percibir y
no con lo que ocurre.

Esto significa, como hemos dicho en otros trabajos, que en la experiencia del vivir, los seres
vivos no podemos distinguir lo que es percepción de lo que es ilusión. Por ejemplo en el cine,
aún sabiendo que es una película, lloramos o reímos “como si eso pasara realmente” y aunque
digamos que es una ficción, a nosotros nos ocurre de veras la vivencia de la risa o el llanto.

Otro ejemplo que estamos teniendo en los últimos años son las salas de realidad virtual donde
en la experiencia no distinguimos la virtualidad: vivimos esas ilusiones como si fueran
percepciones, porque para nosotros, así está siendo.

De igual modo nos percibimos entre las personas como entes separados los unos de los otros y
aunque esto sea una ilusión, nuestra experiencia no es distinta a la del cine o a la de las salas de
realidad virtual: enteramente nuestro vivir se acomoda a la experiencia que estamos viviendo
que es la de estar separados los unos de los otros.

Quizás la diferencia con los ejemplos del cine o de la sala de realidad virtual, es que la función
termina y podemos hacer la reflexión de que “Ah!!..¡¡era sólo una ficción!!” pero en el vivir
cotidiano no hacemos tal reflexión quizás porque la vida cotidiana sigue su curso sin detenerse
y nosotros dentro de esa vorágine, como en este instante, hasta que un día nos morimos (y ahí
no sabemos que pasa…por lo que le proponemos seguir conversando “de la muerte física para
este lado...”)

Por ende, lo invitamos a reflexionar haciendo un esfuerzo por observarse viviendo lo que está
viviendo a diario ya que si no hacemos este corte para mirar, la película de la vida sigue y
nosotros con ella como subidos a un tren bala sin chofer.
La Conversación de Coaching Ontológico tiene pleno sentido en un momento como este en
que no nos es tan sencillo detenernos a observar y a observarnos. En ese contexto, donde lo
único que tal vez le aparezca claro al futuro aprendiz, es que no está pudiendo crear los
resultados que le importan en la vida, el terreno de cuidado, amorosidad y respeto surge como
vital para acompañar a otro ser humano, equipo u organización en su búsqueda.

De la separatividad a la reconexión
De todo lo dicho bien se puede desprender que la separatividad es una ilusión.

Sin embargo está ilusión es vivida como la percepción cotidiana de las personas, equipos y
organizaciones.

Es por ello que si de pronto, los biólogos del conocimiento, los físicos cuánticos, las distintas
filosofías orientales y demás profesionales que acuerdan con la idea de unicidad, no generan

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puentes entre la interpretación vigente de los seres humanos y la nueva interpretación, estos
últimos pueden ser vistos y considerados locos, amenazantes o bien personas a desacreditar.

Es por ello que desde el Coaching Ontológico nos importa la creación de puentes entre una y
otra interpretación. Esto tiene que ver con los demás y con nosotros.

Nos hemos dado cuenta que la dificultad para implementar distintos programas de Coaching
Ontológico fue la pretensión de entrar directamente a operar desde el nuevo paradigma y al
hacerlo generamos muchas veces resistencias que podrían haberse evitado para bien de todos.

A veces los que estamos proponiendo interpretaciones que pueden verse como de vanguardia o
amenazadoras del sentido común vigente, necesitamos aprender a ponernos en el lugar de la
mayoría de las personas que se manejan con dicho sentido común a los efectos de legitimar la
posición de inicio de donde están y a partir de ese momento ir derivando juntos hacia la nueva
interpretación que nosotros juzgamos más poderosa que la anterior.

Ahora bien: el observarnos separados de las personas, de los árboles, del mundo mineral, tiene
enormes consecuencias en nuestro diario vivir y creemos central echarle una mirada pues en
esa separación surge que hay un “Yo” y un “Eso”.

Sabemos que hay momentos como al hacer el amor en que perdemos el control y al llegar al
orgasmo utilizamos la expresión “de irnos”. Muchas parejas confiesan en intimidad el deseo de
“irse juntos”. ¿Qué están diciendo?

Pensamos que lo que están diciendo es


“queremos fundirnos en un espacio en el que no haya tal “Yo-Eso”;
“queremos irnos juntos de ese “Yo” que es cada uno para disolvernos en el espacio de la
nada”.

En este espacio tenemos dificultades para establecer fronteras de donde terminamos uno y otro
y lo que a menudo nos ocurre es que no queremos volver tampoco a esa sensación de “Yo–
Eso” en el que “Yo” soy tan “Eso” para el otro, como él lo es para mí.

No es muy distinto lo que estamos planteando de la separación que vivimos, con la manera en
que nos hemos organizado la división política de los países del mundo. ¿Vio alguna vez a
algún pájaro entrar en USA con su visa de residente temporario?. Sería ridículo ¿verdad?

Sin embargo hemos aprendido a separar en todos los terrenos de la vida (muchas veces con el
pretexto de organizarnos siendo que la costumbre de separar viene antes y el “organizarnos” es
simplemente la manera en que justificamos la tendencia automática de separarnos) para
intentar comprender sin éxito que si juntamos los pedazos de un espejo roto no logramos
armar el espejo original. De hecho la palabra “ciencia” significa separar y vaya si nuestra
cultura está afectada por la ciencia...
A veces tenemos la experiencia de sentir que “no entramos en nuestro cuerpo de la felicidad en
la que estamos” y otras sentimos que “no tenemos cuerpo para soportar tanta tristeza y tanto
dolor”.

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¿Le ha pasado de ir a un velorio y encontrarse con el cuerpo en el cajón y preguntarse si la
persona está allí o no está más?

Hablando de velorios siempre me he preguntado ¿por qué nos hacemos tiempo para ir a los
velorios y no nos lo hacemos para ver a nuestros hijos, nuestros amigos, etc.? Esta cuestión
quedará para explorar en otro trabajo.

Desde pequeños hemos aprendido a entender que hay un “yo” que se refiere al mundo, a los
demás y a sí mismo como alguien que “posee cosas” y esa cosificación hace sentido con
nuestra percepción de estar separados y esto nos dificulta manejarnos con mayor liviandad en
la vida.

Desde tiempos inmemoriales, las personas buscamos “ligarnos a algo más que vernos como
cuerpitos solitarios” y de hecho hemos concentrado nuestra espiritualidad durante los últimos
siglos en dicha búsqueda a través de las religiones.

Sin embargo, la mayoría de nosotros, seguimos entendiéndonos como una dualidad cuerpo y
espíritu.

Por eso nos resulta muy revelador el enfoque de Bárbara Brennan cuando plantea tres capas
del cuerpo aural en el plano físico (que son los más cercanos al cuerpo físico), otras tres capas
que refieren al plano espiritual (que son las más lejanas al cuerpo físico) y un plano “puente”
que ella define como “astral” y que denominaremos “de las relaciones”.

Creemos que la clave para trascender ese dualismo está en concentrar nuestras energías
especialmente en ese cuarto plano “puente” o “de las relaciones” para conectarnos con lo
divino de los tres planos de la espiritualidad.

¿Le dice algo que este plano esté relacionado con el centro energético del corazón que es el
chakra y fuente del amor?. “Coincidencias” diría James Redfield en la Novena Revelación...

Maturana distingue el amor como el espacio de relación por el cual aceptamos al otro como un
legítimo otro en convivencia con nosotros y postula que el amor es la emoción que funda lo
social.

Y si observamos, ésta es la veta común de todas las religiones: el amor, el contacto con lo
divino, etc.

De hecho la palabra religión proviene del latín (religare) que significa “volver a ligarnos”.

Y en esta deriva, también hemos “cosificado” y reducido la religión a un conjunto de normas y


preceptos que muchas veces, aunque las cumplamos metódicamente, no nos conectan con la
experiencia espiritual y nos mantienen en la misma sensación de separatividad. ¿qué falta?

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Mucha gente se está desplazando desde las religiones tradicionales hacia otros espacios en
busca del encuentro que no encuentran…

Rafael Echeverría señala que “si un problema reiteradamente nos aparece y no le encontramos
solución, quizás haya que reflexionar sobre la posibilidad que el problema esté mal planteado”.

La manera de plantear un problema, define los límites de solución que tenemos disponible.

Y para plantear la cuestión de lo que significa ser humano, necesitamos echar mano a la
paradoja: una experiencia paradojal que vivimos muchos de nosotros a diario es darnos cuenta
que a los seres humanos nos resulta posible conectarnos con otros en la medida que nos
armonizamos con nosotros mismos y a la vez nos sentimos separados de los demás cuando
buscamos la armonía y las soluciones “afuera” sin vernos como gestores de las cuestiones que
estamos viviendo y que generalmente nos duelen mucho...

Sin embargo este es un proceso que “ocurre todo junto y simultáneamente”. Aclaramos esto
pues muchas veces creemos que para salir al mundo necesitamos estar “totalmente preparados”
y de este modo “no salimos nunca…” ya que siempre podríamos prepararnos mejor…

Los programas de nuestra Consultora CREAR CONTEXTOS DE APRENDIZAJE


contemplan el ir haciendo camino al andar entendiendo que en el mismo accionar, vamos
encontrando la armonía, el centro, la efectividad y la posibilidad de realizar los ajustes
necesarios.

Recapitulando:
• Dijimos al principio en palabras de Maturana que percibimos lo que percibimos dada la
estructura biológica de la que hicimos referencia ampliando luego la interpretación a
otros cuerpos menos densos que el físico.
• También a los efectos de percibir necesitamos considerar las distinciones lingüísticas
de la comunidad a la que pertenecemos.
• Hicimos una reflexión acerca de la separatividad y la conexión y creemos importante,
dado que nos surge vital hablar del papel de la paradoja en esta nueva mirada, reparar
en el papel del lenguaje en la vida de los seres humanos.
• Es rico observar que el lenguaje también nos plantea la paradoja de que separa y a la
vez conecta.
• El lenguaje según Echeverría y Maturana es lo que nos distingue como humanos en el
concierto de la vida.

Sigamos entonces explorando a través de la siguiente pregunta:

¿Qué significa que los seres humanos somos seres


lingüísticos?
Queremos enfatizar que el lenguaje, que por veinticinco siglos se entendió simplemente como
un código que describía un mundo preexistente, es mucho más que eso.

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A través del lenguaje hacemos ocurrir nuestra vida. El lenguaje nos posibilita crear el futuro y
crearnos a nosotros mismos.

Decimos que el mundo cambia luego que hablamos. Al hablar no sólo estamos describiendo
algo sino que generamos nuevas realidades. Por ejemplo cuando le decimos a alguien “te
contrato”, nuestro mundo y el del otro cambian en forma interdependiente. El lenguaje no es
un mero descriptor de un estado de cosas sino que tiene la cualidad de ser generativo de un
vivir con el que nos conecta y nos separa simultáneamente.

Como señalamos anteriormente, esta es una de las trampas del lenguaje. Cuando hablamos,
hacemos distinciones en el lenguaje realizando una operación de separación como si fuera una
figura y un fondo y lo interesante es que en nuestro sentido común olvidamos esto.

Por ejemplo un árbitro de fútbol cuando dice “gol” ES gol. Si la pelota pasó la línea del arco
pero el árbitro no dice “gol”, NO ES gol aunque la televisión lo muestre con quince cámaras.
El árbitro no dice lo que pasa sino que hace pasar lo que dice y allí surge el poder generativo
del lenguaje.

Los seres humanos a través del lenguaje generamos mundos interpretativos a través de los
cuales entendemos el vivir y bien podríamos distinguir las interpretaciones como modos
interpersonales de relación.

Reiteramos varias veces en este trabajo sobre la importancia de aprender a pensar


paradojalmente ya que a nuestro entender el tiempo que nos toca vivir nos conecta con la
paradoja en forma permanente: estamos diciendo que somos en la relación y también que es el
momento de la historia en que mayor reporte de soledad estamos experimentando. Los
institutos de salud mental se multiplican, países modelo como Suecia por ejemplo, poseen la
tasa de suicidios de jóvenes más alta del mundo a la vez que en Chile, siendo uno de los países
mejor posicionado en el ámbito de los indicadores de bienestar-país en el mundo, se consumen
más antidepresivos que en toda América latina, etc.

La paradoja está al acecho en forma permanente.

Volviendo al rol generativo del lenguaje surge que no vemos con los ojos sino con las
distinciones lingüísticas de la comunidad a la que pertenecemos

¿Qué significa distinguir?


Distinguir significa ser capaces de separar una figura de un fondo de manera que cuando
distinguimos un mundo interpretativo, a la vez estamos definiendo un conjunto de mundos
interpretativos posibles que se ocultan. Lo que un mundo interpretativo permite, no lo permite
otro necesariamente.

Por ejemplo en la edad media se interpretaba que los pájaros volaban porque tenían anima
voladora.

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Luego se cambió la interpretación y la comunidad definió que los pájaros volaban por la
curvatura de las alas, la aerodinamia, etc.

Con la primera interpretación (el ánima voladora) lo que hubo disponible fue escribir
poemas…
Con la segunda interpretación (la de la curvatura de la alas) lo que estuvo disponible fue
construir aviones.

Notemos, como dijimos en un capítulo anterior, que el mismo hecho de que un pájaro vuela,
puede ser interpretado de múltiples maneras y que estas distintas percepciones, dejan
disponibles acciones y resultados diferentes.
De este modo y a los efectos de crear resultados en el mundo, no tiene sentido pelear respecto de quiénes tenían
razón sino que surge la reflexión en torno a ¿qué interpretación nos posibilita acceder más fácilmente a los
resultados que nos importan?

Wittgenstein lo decía de este modo:


“…al hablar, cuando algo se nos revela, al mismo tiempo algo se nos oculta...”

Sin embargo en nuestro sentido común cotidiano cuando hablamos, creemos que estamos
“describiendo las cosas” tal cual son.

Los mundos interpretativos que cada uno de nosotros genera en sus espacios relacionales, son
los que demarcan un cierto rango de acciones y resultados posibles.

Interpretamos lo que interpretamos a partir de las distinciones con las que contamos para dar
cuenta de un suceso y por tanto nuestras interpretaciones (y las de los demás) nunca refieren ni
pertenecen al hecho interpretado sino a las personas que interpretan.

Es lo que en un trabajo anterior denominábamos afirmaciones primarias y secundarias según


Maturana. Nosotros preferimos denominar afirmaciones, hecho o acciones a las afirmaciones
primarias e interpretaciones, juicios u opiniones a lo que Maturana entiende como afirmaciones
secundarias.

Ejemplo del Cielo


Puede resultar ilustrativo el siguiente ejemplo que siempre nos pareció muy poético y que se lo
escuchamos contar a Julio Olalla en varias oportunidades:

Si una noche despejada estamos solos mirando el cielo, probablemente la mayoría de


nosotros distinguiría estrellas.
Si fuéramos al día siguiente a mirar el cielo con un astrónomo, en una noche tan
despejada como la anterior, este podría mostrarnos un cielo que la noche anterior no
habíamos visto. Él es capaz de distinguir y con ello posibilitarnos ver a nosotros,
cometas, planetas y otros cuerpos celestes.
El astrónomo puede mostrarnos ese cielo porque distingue y dado que lo distingue,
puede accionar de una manera que nosotros no podemos. Por ejemplo él puede seguir
el curso de los planetas, observar galaxias lejanas, elegir un modelo de telescopio, etc.

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Nuestra capacidad de acción y logro de resultados está acotada al mundo de distinciones
que tenemos disponibles para percibir.

Si fuéramos una tercer noche a mirar un cielo despejado y esta vez lo hiciéramos con
un astrólogo, nos mostraría un cielo diferente a las noches anteriores si él nos
proveyera sus distinciones: surgirían para nosotros los tauro, los escorpio, los
géminis, etc. que antes simplemente no veíamos. El astrólogo con sus distinciones
puede realizar por ejemplo cartas natales, etc.(acciones que para alguien que no tiene
esas distinciones no están disponibles).

Y si otra noche fuéramos con nuestra pareja, se me ocurre que veríamos otro
cielo....¿qué le parece?

Luego de la segunda y tercer noche en qué nos proveyeron nuevas distinciones,


nosotros pudimos ver lo que antes no veíamos.

Maturana dice: “dime que observador observa y te diré que mundo ve...”

Olalla y Echeverría completan: “no podemos intervenir en un mundo que no somos capaces de
observar”.

Nosotros agregamos “las comunidades son contextos relacionales que definen también los
tipos de seres humanos en que vamos deviniendo y que en un cierto punto no podemos
distinguir si somos solos o en la relación”.

No nos alcanza con decir que los espacios relacionales confieren sentido al vivir de las
personas que viven en ellos (y lo hacen) sino que proponemos estar llegando a uno de los
dilemas con los que se encontraron los cuánticos al pretender separar la materia: había un
punto en el que esta se comportaba aleatoriamente como partícula y como onda.

De este modo no podemos decir que sólo somos entidades continuas ni tampoco podemos
decir que somos existencias discretas. LO QUE SÍ PODEMOS DECIR ES QUE NOS
COMPORTAMOS EN DISTINTOS MOMENTOS COMO CUALQUIERA DE LAS DOS.

Es por ello que pusimos a este trabajo el nombre de “Hacia una Interpretación Cuántica de los
Seres Humanos”

¿Cómo es que esto ocurre?


Tiene que ver nuevamente con el fenómeno de la percepción humana que es el territorio inicial
que comenzamos a explorar: los seres humanos no percibimos con los ojos, oídos, etc. sino con
las distinciones lingüísticas de la comunidad a la que pertenecemos. Los astrónomos, los
astrólogos y nosotros pertenecemos a comunidades lingüísticas diferentes y por tanto se nos
aparecen mundos diferentes en el percibir y posibilidades de accionar en forma distinta.

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Dado que no podemos distinguir siempre ¿cuándo operamos como entidades discretas? y
¿cuándo lo hacemos como existencias continuas?, necesitamos contemplar ambas formas sin
poder anclarnos en una manera única.

El darnos cuenta que las acciones de cada uno de nosotros están directamente relacionadas
con la percepción de cada uno y que a su vez los contextos donde operamos inciden
definitivamente en nuestra percepción, tiene a menudo un gran impacto en el vivir de las
personas.

Comenzamos progresivamente a comprender ¿cómo es posible que otros interpreten en formas


tan diversas “la misma situación”?, sientan tan diferente y por consiguiente actúen de maneras
que a nosotros jamás se nos hubieran ocurrido.

Tal vez, desde esta nueva mirada, ni siquiera podemos hacer referencia “la misma situación”.

No nos alcanza con saber que los seres humanos frente a un hecho interpretamos diferente; ya
no podemos seguir hablando livianamente de “lo relativo” porque al hacerlo estamos
definiendo por omisión “lo absoluto” y dado que los seres humanos no tenemos los
mecanismos biológicos para acceder a “lo real”, no podemos definir un “relativo” ni un
“absoluto”.

De este modo también comienzan a desmoronarse otros dualismos como la


subjetividad/objetividad siendo que, como desarrollamos en un trabajo anterior, cuando
percibimos una situación con diferentes “hechos”, estos hechos que percibimos no nos brindan
una descripción de la totalidad sino que son un recorte arbitrario que realizamos en cada
momento personas, equipos y organizaciones.

Experiencia interactiva
Le proponemos que vivenciemos una experiencia interactiva juntos para seguir explorando y
aprendiendo en la reflexión conjunta que estamos planteando.

¿Qué observa Ud. en el siguiente dibujo? Por favor, diga en voz alta: “lo que yo observo
es.....”, “y también observo.....” y todas las observaciones e interpretaciones que se le ocurran.

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Este dibujo a mano alzada fue ideado por un antropólogo que lo mostró en comunidades de
occidente (Estados Unidos, Europa, etc.) y en algunas comunidades africanas.

Nuestra experiencia personal al realizar este ejercicio fue observar una esquina del interior de
una habitación con tres personas y una ventana.

¿Qué observó Ud. ?.

Cuando este dibujo fue mostrado en una tribu africana, lo que la mayoría de ellos “vio”, fue un
árbol y tres personas de las cuales una de ellas (la del medio) era una mujer que llevaba un
paquete en la cabeza.

Vuelva por favor al dibujo:


¿Qué observa ahora?
¿Sigue observando lo mismo que antes?
¿Puede ver la interpretación de la habitación?
¿Puede ver la interpretación del árbol?
¿Puede ver ambas interpretaciones en forma simultánea?
¿Cuántas interpretaciones cree que puede haber de este dibujo?
¿Le parece a Ud. pertinente la pregunta respecto de cuál es la interpretación verdadera?

Nos sucede algo similar al ejemplo del cielo. De repente se nos apareció la escena del árbol, el
paquete en la cabeza, etc. al recibir nuevas distinciones lingüísticas aún cuando anteriormente
no lo habíamos visto pese a nuestra mejor disposición a hacerlo. El mundo comprensible
para nosotros, se nos aparece cuando podemos hacer distinciones lingüísticas en el marco
de la comunidad en la que vivimos.

Una vez que vimos las nuevas interpretaciones, estarán disponibles para nosotros cada vez que
las necesitemos. Dado esto bien podríamos preguntarnos ¿cómo es que no las vimos antes?

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¿Qué consecuencias tiene esta interpretación de los seres
humanos en la vida cotidiana?
Los ejemplos por los que hemos transitado nos han posibilitado ver las dos caras del lenguaje:
por un lado muestra y por otro lado oculta o dicho en otros términos, por un lado conecta y por
el otro separa.

Esto tiene un enorme impacto en nuestra capacidad de acción en la vida cotidiana tanto en lo
individual como en lo colectivo.

Si una persona ve “habitación, ventana y rincón”, va a acotar su accionar a esa percepción. Por
ejemplo podría pedir que abran la ventana, o podría ofrecer pintar la habitación o podría juzgar
que sería lindo poner una planta en el rincón, etc.

Si en cambio esa persona viera “árbol, mujer con paquete en la cabeza, etc.”, se nos ocurre que
como acciones disponibles dentro de este nuevo marco, podría preguntarse por la variedad de
árboles, ofrecerle ayuda a la persona para llevar el paquete juntos, sugerir que descansemos al
lado del árbol, etc.

Notemos que las acciones anteriores no tendrían ningún sentido en este nuevo marco desde
donde percibe.

¿Cuántas veces nos pasa en la vida que hablamos con alguien, establecemos acuerdos y luego
resulta que el otro había percibido “habitación, ventana, etc.” y nosotros “árbol, etc.” creyendo
ambas partes, con la mejor de las voluntades, que estábamos hablando de lo mismo?

Y estamos diciendo también que si percibimos árbol, no podemos percibir habitación en forma
simultánea y viceversa y que esto no tiene que ver con ningún déficit de inteligencia de
nuestra parte.

Simplemente esta es nuestra forma particular de percibir dado el tipo de seres vivos que somos
los humanos. Las moscas, con una estructura biológica diferente, perciben con la visión
facetada de modo que en donde las personas distinguimos un vaso de vidrio por ejemplo, la
mosca percibe veinticinco vasos de vidrio. Simplemente percibimos dado los tipos de seres
vivos que estamos siendo.

¿Qué tipo de seres vivos estamos siendo?


Creemos que la vida es mucho más rica que cualquier modelo que planteemos para
explicarla o para comprender-la y comprender-nos.

Lo que vivimos como “Yo” es una invención que alguna vez hizo alguien para definir a la
persona de algún modo que seguramente habrá tenido sentido en el contexto en el que fue
realizado. Al haber generalizado el “yo” nos hemos separado del mundo y nos duele el alma
porque no sabemos como volver a conectarnos.

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Cuando hacemos referencia a “la persona”, no estamos hablando de un ente con esencia o lo
que conocemos como interpretación metafísica de la persona.

Frente a los desafíos que la vida nos propone en este tiempo, juzgamos poderoso ofrecer
una interpretación de los seres humanos que contemple las vivencias y desafíos que las
personas estamos teniendo en este tiempo: somos cada uno, cada uno y también somos en
la relación.

De este modo no hay un “ser esencial” no porque no lo haya realmente sino porque no tenemos
los mecanismos biológicos para abordar estas cuestiones.

Lo que sí tenemos es la experiencia del ocurrir cotidiano en el que cada uno es una persona
distinta a las demás y también la vivencia de estar decisivamente condicionados por los
contextos donde operamos.

Y en este ocurrir surgimos como humanos en el concierto de la vida danzando en pos de


alinearnos con la vida, posibilitando el acaecer del sentido de la vida en los contextos donde
participamos.

Somos en la dinámica interna y también somos en la relación y eso nos plantea el desafío de
mirar en lugares donde no sabemos, donde no hemos mirado nunca y donde surge el misterio.

De este modo quizás fuera efectivo dejar de pretender cambiar a los otros y al mundo para
comenzar a intervenir en nosotros y nuestra relación con los otros y el mundo.

El modelo que plantearemos unas secciones más adelante, pretende mostrar la necesidad de
generar abordajes que se hagan cargo de la humanidad emergente que nos va surgiendo en el
devenir de este tiempo.

Esto significa que no podemos pretender seguir siendo los mismos seres humanos que hace
1000 años si hemos alterado drásticamente nuestros hábitos de consumo como lo hemos hecho.
No estamos diciendo que esto sea bueno o malo. Simplemente hacemos notar que nos
hallamos derivando hacia nuevas formas de ser humanos que hoy no entran dentro de nuestra
cosmovisión.

En este contexto adquiere sentido el surgimiento de abordajes como el Coaching Ontológico y


la facilitación ontológica para facilitar la deriva.

Ambos abordajes ponen el acento en revisar los patrones desde la cuales las personas, equipos
y organizaciones percibimos el mundo para desafiarlos y expandirlos hacia interpretaciones
más poderosas en términos de una mayor capacidad de acción y logro de resultados.

El Coaching Ontológico lo hace desde fuera y sin estar involucrado en coach ontológico en los
resultados que a esa persona, equipo u organización aspiran. Sólo pregunta hacia donde
quieren ir y colabora (si está dentro de sus valores hacerlo) en la identificación de los las
limitaciones que dificultan el acceso a lo que desean.

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La facilitación ontológica comparte el mismo marco interpretativo que el Coaching Ontológico
aunque con la particularidad de estar involucrada la persona que facilita en los resultados que
ella misma, su equipo u organización aspiran. Tiene ciertos intereses en que pasen ciertas cosas
y no otras. De este modo su intervención es distinta a la de un coach ontológico.

En cualquiera de ambos abordajes estaremos comprendiendo la existencia humana como el


entramado de 4 dominios que surgen como una coherencia tanto en nuestra forma de estar en
el mundo discreta como continua.

A continuación enunciaremos los cuatro dominios y luego los desarrollaremos a cada uno para
finalmente mostrar la coherencia o sea el entramado mencionado:

• Dominio Lingüístico
• Dominio Emocional
• Dominio Físico
• Dominio del “Algo Más”

Exploraremos cada uno de estos dominios sin perder de vista que, como señalamos
anteriormente al destacar el carácter lingüístico de los seres humanos, resulta una ficción las
distinciones que hacemos en el lenguaje para, de esa manera, ser capaces de observar,
reflexionar e intervenir cotidianamente.

Esta coherencia que estamos siendo y que va cambiando manteniendo ciertas regularidades en
las dinámicas de relación, surge del entramado de la interacción de los cuatro dominios
señaladas anteriormente y que desarrollaremos a continuación:

• Dominio del “algo más” o campo aural o energético:


Somos campos de energía o “huevos luminosos” (como diría Don Juan Matus en palabras
de Carlos Castaneda) con diferentes capas donde las superiores nos conectan e integran
con lo divino, las inferiores con el cuerpo físico o ente biológico y hay una capa de la que
ya hemos hablado, que establece el puente entre ambos conjuntos de capas.

Como referí precedentemente, aunque nos resulte una ilusión, no somos un cuerpo que
“tiene” un campo áurico sino que es el campo áurico lo que define el cuerpo físico. Por
ejemplo las enfermedades se manifiestan antes en nuestro campo áurico y si no las
trabajamos se manifiestan luego en el cuerpo físico.

Si observamos con aparatos o bien desarrollando una percepción sensorial ampliada,


cuando cortamos una planta, queda “el contorno energético” como si la planta estuviera. A
este “contorno energético” lo llamamos Campo Estructurador de la Forma y no es muy
distinto a lo que ocurre con nuestro cuerpo físico.

Por ejemplo el tejido de la piel de nuestras manos cambia totalmente cada tres meses y por lo
tanto cambian todas las células de dicho tejido epitelial (de la piel). Bien podríamos
preguntarnos ¿cómo hacen para organizarse y volver a constituir la mano que vemos
diariamente?.

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Apelando nuevamente a la Teoría del Caos, sabemos que el caos en algún momento se
organiza de alguna manera. ¿Qué explicaciones tenemos concretamente de cómo se organizan
las células del tejido epitelial para volver a formar una mano humana y no otra cosa? La
respuesta que tenemos no es muy distinta a la que dimos en el ejemplo de la planta a la que se
le había seccionado una hoja: el Campo Estructurador de la Forma hace su trabajo modelador
en nuestra mano y así sin darnos cuenta creemos que “siempre tenemos la misma mano…”.

Respecto de la percepción sensorial ampliada, todas las personas tenemos la posibilidad de


desarrollarla. Es sólo cuestión de disponernos a aprender en territorios que quizás para
muchos todavía resultan insólitos.

Tal como veíamos en el ejemplo del cielo y en la experiencia interactiva, para dar lugar a
este tipo de aprendizaje, quizás necesitemos soltar algunas creencias que tenemos producto
de la cultura en la que estamos inmersos.

Es por ello que sostenemos que tenemos una gran tarea de observar tendencias que nos
limitan para abordar lo nuevo antes de lanzarnos a este tipo de aprendizajes y confiamos
que cuanto antes nos dispongamos para soltar estas tendencias limitantes, los nuevos
territorios a los que queremos acceder estarán más próximos.

Hacemos referencia al trabajo con nuestras tendencias pues no nos alcanza con compartir el
marco teórico para el desplazamiento que estamos proponiendo.

La certeza, el control, la confianza, la desconfianza y otros estados son disposiciones que


afectarán drásticamente nuestra capacidad de abordar territorios como el dominio del algo
más que aquí presentamos.

Entendemos sin embargo, que esta presentación es precaria ya que necesitamos hacer
distinciones en el lenguaje que nos posibilitan reflexionar aunque en el vivir ocurre todo
junto.

Es como aquel cuento del ciempiés que caminaba tranquilo y un día otro animal le preguntó
¿cómo haces para mover coordinadamente los pies? Y resulta que cuando intentó encontrar
una explicación comenzó a tropezarse. Antes lo hacía sin pensar y fluía. Ahora que quería
pensarlo, se tropezaba.

Esto mismo nos pasa a muchos seres humanos en nuestra pretensión de tener todo claro
todo el tiempo y al tratar de explicar todo nos perdemos dicho todo…

Es por ello que en un intento de incluir este dominio entre aquellos que nos constituyen
como humanos lo haremos como un dominio que intersecta a los demás y a la vez los
incluye.

De esta forma estamos saltando una lógica que aprendimos en la geometría euclidiana y es
que dos o más conjuntos pueden intersectarse o bien incluirse pero nunca simultáneamente.

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Desde aquel patrón nos hubiera sido imposible desarrollar el modelo que estamos
proponiendo.

De esta manera, este dominio integra a los otros y simultáneamente es uno más de ellos
dado que si no hacemos las distinciones en el lenguaje de los otros dominios no podremos
observarlos. Es por ello que distinguiremos los otros tres dominios de la existencia humana
recordando permanentemente la ficción que esto resulta como operación lingüística ya que
hay un todo que representamos como La Coherencia de los cuatro dominios que es distinto
la suma de los cuatro dominios.

Antes de pasar a mostrar los demás es importante señalar que dentro de este dominio que
llamamos “el algo más” incluimos la exploración por ejemplo el fenómeno de la intuición
que la entendemos como aquello que sabemos sin saber cómo lo sabemos. De esto
profundizaremos con mayor detalle en otro trabajo.

• Dominio del cuerpo físico:


Dado el nivel de percepción que estamos teniendo la mayoría de las personas en este
momento, el cuerpo físico nos define nuestros límites y nuestras posibilidades: sólo
podemos observar lo que nuestra biología nos permite.

• Dominio emocional:
Nuestras emociones nos predisponen para observar y actuar en relación de diferentes
maneras y definen nuestra calidad de contacto con el mundo.

Si nos operaran no encontrarían nuestras emociones por ningún lado...

Las emociones son diferentes disposiciones dinámicas para la acción que condicionan
decisivamente lo que nos es posible y nuestras posibilidades de actuar dentro de lo posible.
No están en ningún lado. Surgen en la relación.

Todos sabemos que si bien la acción de ir a trabajar por ejemplo puede ser la misma todos
los días, entendemos que la mayoría de las personas no nos relacionamos de la misma
forma con los lunes que lo viernes... Estas distintas disposiciones para relacionarnos
determinan un vivir diferente en cada uno de estos.

Sin embargo nuestra experiencia cotidiana es la de estar tristes, alegres, etc. como “algo
que está dentro nuestro” y/o que somos nosotros…

• Dominio del Lenguaje:


Los seres humanos observamos a través de nuestras distinciones lingüísticas y de las
narrativas que propone la cultura en que nacemos y nos desarrollamos lo que implica que
nuestro decir tiene tanto de lo individual como de los discursos que nos preceden de la
comunidad a la que pertenecemos.

Si aceptamos esto, podemos inferir que no hablamos sobre lo que vemos sino que sólo vemos
aquello sobre lo cual podemos hablar con lo cual nuestros problemas, posibilidades y

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soluciones tienen más que ver con nuestra manera particular de distinguirlas en el lenguaje que
de cuestiones que ocurren con independencia de nosotros.

Al igual que lo que señalamos con respecto a las emociones, tampoco “tenemos
explicaciones” sino que las explicaciones son modos de relación interpersonales que valida
siempre el que escucha.

Cuándo un niño le pregunta a la mamá por ejemplo ¿cómo nacen los bebés?, la
mamá le contesta que hay un lugar en Europa que se llama París donde se fabrican
los bebés y que cuando una familia quiere uno, lo mandan pedir a la cigüeña que
lo trae envuelto en una sabanita colgando de su pico.
Notemos que para el niño esta explicación es válida. ¿Hasta cuando?
Hasta que al tiempo vuelve el niño donde la mamá, diciéndole que el vecinito va a
tener un hermanito y que su mamá (la del vecinito) lo está fabricando en su pancita
y que luego de unos meses saldrá de allí. ¿Qué ha pasado?
La explicación anterior no le resulta válida ahora y necesita otra explicación y es
allí donde la mamá (con mayor o menor transpiración depende el caso…) le
contará el cuento del óvulo y el espermatozoide y sus variantes.

Nosotros tenemos la ilusión de que “explicamos” y de alguna manera lo hacemos. Sin embargo
queremos integrar la otra parte de la cuestión y que es que las explicaciones nos acaecen en los
contextos de convivencia que generamos con otros donde moramos y danzamos.

Los líderes o los inventores por ejemplo, se salen de la dinámica relacional vigente y proponen
dinámicas nuevas. Esto lo hacen a través de explicaciones que resultan válidas para los que
escuchan siempre y cuando el que explica, haya creado un puente de familiariaridad entre la
dinámica relacional anterior y la nueva que está proponiendo que incluye el puente porque él
(el inventor y/o el líder) también proviene de la dinámica anterior (otra vez la simultaneidad de
las operaciones de intersección e inclusión…)

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¿Cómo esquematizar la coherencia señalada?
En lo individual o discreto

Cuerpo Físico

Emociones
Lenguaje

“Algo Más”

En lo relacional o continuo

Algo Más N°2


Algo Más N°1

Cuerpo Físico N° 1 Cuerpo Físico N° 2


Emocional

Lenguaje

El Cuerpo Físico N° 1 está inserto en el dominio áurico o energético o “Algo Más N° 1”


que vivimos como nuestro.

El cuerpo físico N° 2 está inserto en el dominio áurico o energético o “Algo Más N° 2” que
vivimos como “del otro” (sea vegetal, animal o mineral o nosotros mismos en términos
corrientes)

La gran diferencia entre ambos modelos tiene que ver con el papel de las conversaciones y
el modo de entender el mundo emotivo ya no condiciones ontológicas constitutivas sino
como modos de relación interpersonal.

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Hacia una interpretación cuántica de los seres humanos
Lo que aparece en el modelo relacional como “el otro” puede ser en nuestra experiencia
“virtual” o “real” ya que como hemos dicho, los seres humanos no distinguimos en la
experiencia entre ilusión y percepción.

Sin embargo dado lo que venimos explorando juntos en este trabajo estamos más
conectados y afectados por la conexión con el todo de lo que creíamos.

Por momentos nos vivimos conectados y por momentos nos vivimos separados. Esa
experiencia es permanente.

El estar conectados con el todo no significa que perdamos el libre albedrío. Todo lo
contrario. Dado lo lanzados que estamos en el vivir, no tenemos opciones más que estar
tomando decisiones a cada instante.

Como diría Walter Truett Anderson


vivimos un tiempo en el que “no elegir” es una elección

y aquí surge la posición de responsabilidad de cada uno de nosotros en comprender que


nuestras decisiones nos afectan a nosotros y a los otros y que a su vez somos afectados por
un cúmulo de decisiones de los demás, de la madre naturaleza, de la comunidad en la que
estamos inmersos y del misterio que siempre aporta su magia.

Por tanto a partir de este momento para muchos la pregunta no menor por la identidad del
¿quién soy? vaya dando lugar a ¿quién estoy siendo?

Tal vez ahora, con el modelo planteado podamos entender la ética como el dominio de
preocupaciones por los resultados de nuestras interacciones y por las consecuencias de esas
interacciones y esos resultados en nuestras vidas y en la vida de los demás.

Cada interacción, cada conversación, cada dicho, cada acción define un estar siendo diferente a
que hubiéramos devenido de no haber intervenido, no conversado, no dicho, no accionado.

De este modo la inquietud de fondo de este trabajo tiene que ver con plantear una
interpretación de los seres humanos que nos conecte con nuestra humanidad y con una nueva
dimensión de las relaciones.

Copyright 2001 Marcelo Krynski


Este es un trabajo de autoría no publicado y protegido por las leyes de derechos de propiedad intelectual de la
República Argentina. No puede ser reproducido, copiado, publicado o prestado a otras personas o entidades
sin el permiso explícito, por escrito, de Marcelo Krynski.

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