Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Señor,
Esta frase sola demuestra que se fuerza en la discusión, sin ninguna comprensión
de la materia en discusión. Evidentemente, él no ha leído a los Cabalistas medievales ni
a los modernos. Henry Khunrath es tan desconocido para él como el Abad Constant.
Dejémosle ir al Museo Británico, y preguntar por el Amphitheatrum Sapientae Aeternae
de Khunrath. Él lo encontrará en él grabados ilustrativos de las cuatro clases de espíritus
elementarios, como se ven durante la evocación de la magia ceremonial por el Mago
que levanta el Velo de Isis. El autor explica que estos son hombres viciosos
desencarnados, que se han separado de sus espíritus divinos, y convertido en bestias.
Después de leer este libro, “Scrutator” puede provechosamente consultar Éliphas Lévi,
al que encontrará usando las palabras “Espíritus Elementarios” por todo su Dogme et
Rituel de la Haute Magie, en ambos sentidos en los que los hemos empleado. Este es
especialmente el caso donde (Volumen I, página 262 y siguientes) él habla de la
evocación de Apolonio de Tyana por él mismo. Citando a las mayores autoridades
Cabalísticas, él dice:
Cada átomo, no importa donde se encuentre, está imbuido de ese principio vital
llamado espíritu... Cada grano de arena, igual que el más diminuto átomo del cuerpo
humano, tiene su chispa latente inherente de la luz divina?
Kant, Schopenhauer y Hartmann parecen haber escrito para nada, y Kapila será
pronto declarado un anticuado ignorante. Sin en absoluto alinearme bajo la bandera de
Schopenhauer, que mantiene que en realidad no hay ni espíritu ni materia, aún así debo
decir que si él hubiera sido estudiado, la Teosofía sería mejor comprendida.
¿Pero puede uno realmente discutir ideas metafísicas en un idioma Europeo? Lo
dudo. Decimos “espíritu”, ¡y contemplemos, a qué confusión conduce! Los europeos
dan el nombre espíritu a algo que ellos conciben como separado de la organización
física, independiente de la existencia corpórea, objetiva; y también llaman espíritu a la
esencia vaporosa y al alcohol. Además, el periodista de Nueva York que definió un
Espíritu materializado como “whiskey congelado”, tenía razón, a su manera. Un
vocabulario copioso, de verdad, ¡que no tiene sino un término para Dios y para el
alcohol! Con todas sus bibliotecas de metafísica, las naciones europeas ni siquiera han
llegado al problema de inventar palabras apropiadas para dilucidar las ideas metafísicas.
Si lo hubieran hecho, quizás un libro de cada mil habría bastado para instruir realmente
al público, en vez de haber la actual confusión de palabras, inteligencia oscura, y la
completa ocultación de los Orientalistas, que expondrían su filosofía en inglés. Mientras
que, en este idioma, no encuentro sino una palabra para expresar, quizás, veinte ideas
diferentes, en los idiomas Orientales, especialmente el sánscrito, hay veinte palabras o
más para presentar una idea en sus varias tonalidades de significado.
Somos acusados de propagar ideas que sorprenderían al Buddhista “medio”.
Concedido, y añadiré liberalmente que el Brahminista “medio” podría quedarse igual de
atónito. Nunca dijimos que fuéramos o Buddhistas o Brahministas en el sentido de sus
teologías exotéricas populares. Buddha, sentándose en su loto, o Brahmâ, con cualquier
número de brazos debido a malformaciones congénitas, nos atraen tan poco como la
Madonna Católica, o el Dios personal Cristiano, que nos contempla desde los muros y
techos de la catedral. Pero ni Buddha ni Brahmâ representan para sus respectivos
adoradores las mismas ideas que estos iconos católicos, que contemplan como
blasfemos. En este particular, ¿quién se atreve a decir que la Cristiandad, con su
jactanciosa civilización, ha superado el fetichismo de los habitantes de Fiji? Cuando
vemos a Cristianos y Espiritualistas hablando tan petulantemente y confiadamente
sobre Dios y la materialización del “espíritu”, deseamos que pudieran ser obligados a
intercambiar un poco sus ideas con las reverentes ideas de los antiguos Aryas.
Nosotros no escribimos para Buddhistas “medios”, o gente media de ninguna
clase. Pero estoy muy deseosa de encontrarme con cualquier Buddhista o Brahmán
educado tolerantemente contra los mejores metafísicos de Europa, para comparar
opiniones sobre Dios y la inmortalidad del hombre.
La definición abstracta primordial de esto – llamadlo Dios, fuerza, principio, lo
que queráis – continuará siendo un misterio para la Humanidad, aunque alcanza a su
más alto desarrollo intelectual. Las ideas antropomórficas de los Espiritualistas en lo
que concierne al espíritu son una consecuencia directa de las concepciones
antropomórficas de los Cristianos hacia su Deidad. Tan directamente es uno la
consecuencia del otro, que el argumento más hábil de “Scrutator” contra la dualidad de
un niño y la inmortalidad potencial es citar que “Jesús que aumentó en sabiduría al
incrementarse su cerebro”.
Los Cristianos llaman a Dios un Ser Infinito, ¡y a continuación le dotan de todos
los atributos finitos, como el amor, la ira, la benevolencia, la clemencia! Le llaman a Él
Todo Misericordioso , y predican la condenación eterna para tres cuartas partes de la
humanidad en todas las iglesias. Todo Justo, y los pecados de este breve espacio de vida
no pueden ser expiados ni siquiera por una eternidad de agonía consciente. Ahora, por
algún milagro de descuido, entre miles de traducciones erróneas en las “Sagradas”
Escrituras, la palabra “destrucción”, el sinónimo de aniquilación, fue traducido
correctamente en la versión del rey Jaime, y ningún diccionario puede traducirlo ni por
condenación ni por tormento eterno. Aunque la Iglesia sofocó consistentemente a los
“destruccionistas”, todavía la voluntad imparcial apenas negará que se acercan más que
sus perseguidores a creer lo que Jesús enseñó y que es consistente con la justicia, al
enseñar la aniquilación final del malvado.
Para concluir, entonces, nosotros creemos que no hay sino un principio
indefinible en todo el universo, que siendo completamente incomprensible por nuestros
intelectos finitos, preferimos dejarlo sin debatir que blasfemar su majestad con nuestras
especulaciones antropomórficas. Creemos que todo lo que ha sido, ya sea material o
espiritual, y todo lo que pueda tener existencia, realmente o en potencia en nuestro
idealismo, emana de este principio. Que todo es una correlación de una u otra forma de
esta Voluntad y Fuerza; y por tanto, al juzgar sobre lo invisible por lo visible, basamos
nuestras especulaciones sobre las enseñanzas de las generaciones de sabios que
precedieron a la Cristiandad, fortificada por nuestra propia razón.
Ya he ilustrado la incapacidad de algunos de nuestros críticos de separar las
ideas abstractas de los objetos complejos, al poner como ejemplos el grano de arena y el
trozo de uña. Ellos rehúsan comprender que una doctrina filosófica puede enseñar que
un átomo imbuido de luz divina, o una porción del gran Espíritu, en su fase latente de
correlación, pueda, a pesar de su parecido recíproco y relaciones con el uno todo
indivisible, ser todavía completamente deficiente en auto-consciencia. Eso es sólo
cuando este átomo, magnéticamente atraído por los átomos cercanos, que ha servido en
un estado previo para formar con él algunos objetos menos complejos, es transformado
finalmente, tras inacabables ciclos de evolución, en un HOMBRE – la cumbre del
perfeccionado ser, intelectual y físicamente, sobre nuestro planeta – en conjunción con
ellos se convierte, como un todo, en un alma viva, y alcanza el estado de autoconciencia
intelectual. “Una piedra se convierte en una planta, una planta en un animal, un animal
en un hombre, y un hombre en un espíritu, dicen los Cabalistas. Y aquí de nuevo, está la
desdichada necesidad de traducir la palabra “espíritu” por una expresión que signifique
un hombre transparente, o más bien etéreo, celestial – algo diametralmente opuesto al
hombre de materia, aún así un hombre. Pero si un hombre es el la cumbre de la
evolución sobre la tierra, ¿qué es él en las etapas iniciales de las siguientes existencias –
ese hombre que, en el mejor de los casos, incluso cuando él supuestamente ha servido
como habitáculo para el Dios Cristiano, Jesús, se dice por San Pablo que ha sido “hecho
un poco inferior que los ángeles”? ¡Pero ahora tenemos a todo espectro astral
transformado en un “ángel”! No puedo creer que los estudiantes que escriben para
vuestro periódico – y hay algunos de gran inteligencia y erudición que piensan por sí
mismos, y cuya ciencia exacta les ha enseñado que ex nihilo nihil fit; que saben que
cada átomo del cuerpo humano ha estado evolucionando en imperceptibles gradaciones,
de formas más bajas a más altas, a través de los ciclos – aceptan la doctrina
anticientífica e ilógica de que quitarle la cáscara simplemente al hombre astral le
transforma en un espíritu celestial y en un “ángel” guía.
En opinión Teosófica un espíritu es un rayo, una fracción del todo; y el
Completo ser Omnisciente e Infinito, su fracción debe tomar parte, en cierto grado, de
los mismos atributos abstractos. El “espíritu” del Hombre debe convertirse en la gota
del océano, llamada “vara-Bhava” – “el yo soy un cuerpo, junto con el universo mismo”
(Yo estoy en mi Padre, y mi Padre está en mí), en vez de seguir siendo sólo el “Jiva-
Bhava”, el cuerpo sólo. Él debe sentirse no sólo una parte del Creador, Preservador y
Destructor, sino parte del alma de los tres, el Parabrahma, que está por encima de estos,
y es el Espíritu vitalizante, energizante y siempre presente. Él debe entender
completamente el sentido de la palabra “Sahajânanda”, ese estado de perfecta felicidad
en el Nirvâna, que sólo puede existir por Él, que se ha hecho coexistente con “el tiempo
actual sin forma y sin acción”. Este es el estado llamado “Vartamana”, o el “Siempre
Inmóvil y Presente”, en el cual no hay ni pasado ni futuro, sino una infinita eternidad
del presente. ¿Cuál de los “espíritus” controladores, materializados o invisibles, han
mostrado algún signo de que pertenezcan a la clase de espíritus reales conocidos como
los “Hijos de la Eternidad”? ¿Ha sido el más elevado de ellos capaz de decir incluso
tanto como nuestro Divino Nous puede susurrarnos en momentos cuando viene el
destello de repentina predicción? Las “inteligencias” honestas comunicativas a menudo
responden a muchas preguntas: “No sabemos, esto no nos ha sido revelado.” Esta
misma admisión demuestra que, mientras en muchos casos en su camino hacia el
conocimiento y la perfección, aún no son sino “espíritus” embrionarios, sin desarrollar;
ellos son inferiores incluso a algunos Yogis vivos que, a través de la meditación
abstracta, se han unido ellos mismos con su Brahmâ individual, su Âtman, y por lo tanto
han superado el “Ajñâna”, o falta de ese conocimiento en cuanto al valor intrínseco del
“yo” de uno mismo, el Ego, o el ser uno mismo, tan recomendado por Sócrates y el
mandato Délfico1.
Londres ha sido a menudo visitado por Hindúes altamente intelectuales y
educados. No he oído de ninguno que profese una creencia en “espíritus materializados”
– como espíritus. Cuando no está contaminado con el Materialismo, a través de la
desmoralizante asociación con los Europeos, y cuando está libre del sectarismo
supersticioso, ¿cómo contemplaría uno de ellos, versado en los Vedânta, estas
apariciones del círculo? Las probabilidades son que, tras asistir a los espectáculos de los
médiums, él diría: “Algunos de estos pueden ser los supervivientes de las inteligencias
de hombres desencarnados, pero no son más espirituales que el hombre medio. Ellos
carecen del conocimiento del ‘Dhyânânta’, y evidentemente se encuentran en un estado
crónico de Mâya, es decir, poseídos de la idea de que ‘ellos son aquello que no son’. El
‘Vartamana’ no tiene significado para ellos, ya que ellos no son conocedores sino del
‘Vishama’ [aquello que, como los números concretos en las matemáticas mixtas, aplica
a aquello que puede ser numerado]. Como mortales simples e ignorantes, consideran la
sombra de las cosas como la realidad, y viceversa, confundiendo la verdadera luz de los
‘Vyatireka’ con la falsa luz o falsa apariencia – el ‘Anvaya’... ¿En qué aspecto, pues,
son ellos más elevados que el mortal medio? No, ellos no son espíritus, ni ‘Devas’,...
ellos son ‘Daysus’ astrales.
Por supuesto, todo esto le parece a “Scrutator” “absurdos inconmesurables”,
para, desafortunadamente, pocos metafísicos llovidos de los cielos Occidentales.
Además, mientras nuestros oponentes Ingleses sigan con sus ideas semi-Cristianas, y no
sólo ignoren la antigua filosofía, sino los mismos términos que emplea para presentar
ideas abstractas, siempre y cuando estemos forzados a trasmitir estas ideas de una forma
general – particularmente siendo impracticable sin la invención de palabras especiales –
será de poco provecho promocionar la discusión en mayor escala. Sólo nos haríamos
repugnantes al lector general, y recibiríamos de otros anónimos escritores tales poco
convincentes cumplidos como con los que “Scrutator” nos ha favorecido.
H.P.BLAVATSKY