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Resentimiento y verdad.

Sobre la réplica de Améry a Nietzsche


JULIÁN MARRADES
Universidad de Valencia

RESUMEN. En su Genealogía de la moral, ABSTRACT. In his Genealogy of Morals


Nietzsche situó el resentimiento del débil Nietzsche located the weak' s resentment
en la base de la moralización de los valores on the basis of the moralization of the
originales del fuerte -entre ellos, la cruel- strong' s original values -among them the
dad inherente a la afirmación de la vida- inherent cruelty of life' s strengthening-
que transformó éstos en negativos. A esta wich transformed in negative values. In
idea del resentimiento como un mecanismo Beyond guilt and expiation (1966) Jean
esencialmentedistorsionador se opone Améry, a victim of nazi' s violence, oppo-
Jean Améry, víctima de la violencia nazi, ses to this idea of resentment as a mecha-
en Más alZa de la culpa y la expiación nism essentially distortioning. He claims
(1966), donde reivindica su resentimiento his resentment against executioners and
hacia los verdugos y sus cómplices como their accomplices as an instrument of truth
un instrumento de verdad para exigirles el in view of demanding themthe admission
reconocimiento de su crimen y la negación of their crime and the negation of their
de su condición de verdugos. El objetivo executioners' condition. The paper's aim
del artículo es reconstruir la trama concep- is to reconstrue the conceptual plot in
tual en que se articula la divergencia entre wich the divergence between Améry and
Améry y Nietzsche, mostrando los diferen" Nietzsche is articulated, showing at the
tes compromisos ontológicos sobre la same time the different ontological com-
moral que sustentan sus respectivas con- mitments on moral that hold up their con-
cepciones del resentimiento. ceptions of resentment.

Gilles Deleuze cifra el proyecto más gene- hechos objetivos 1. Se trata, por consi"
ral de Nietzsche en introducir en la filoso- guiente, de una crítica radical, pues no se
fía los conceptos de sentido y valor en la basa en un fundamento dado, y total, ya
forma de una crítica dirigida tanto contra que afecta al dominio entero de las gran"
quienes censuran las cosas en nombre de des palabras cultivadas por la cultura
valores ya establecidos como contra quie- europea a lo largo de su historia: ser, ver-
nes hacen derivar éstos de pretendidos dad, bien, belleza, amor, conocimiento,

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lenguaje, utopía, sujeto. Uno de los falsos nietzscheana de la moral no da razón del
ídolos que el martillo de Nietzsche preten- tipo de conexión entre resentimiento y
de hacer pedazos es la moral. Su sospecha moralidad que Améry descubre en su
de que tras los ideales de la virtud se propia experiencia como víctima de la
esconden el fraude y la impotencia ha tras- violencia.
cendido el estrecho ámbito de la filosofía
profesional para instalarse en la concien- 1
cia colectiva en que vagamente se refleja
la crisis de la modernidad. En el otoño de 1946 Stig Dagerman, escri-
En el origen de este ensayo se tor sueco de 23 años, emprendió un viaje
encuentra la insolencia de una voz diso- por la Alemania en ruinas como correspon-
nante. En su libro Más allá de la culpa y sal del periódico Expressen. Su mirada
la expiación, publicado en 1966, Jean sobre aquellos alemanes derrotados,
Améry, judío austríaco que en 1940 se muchos de los cuales confesaban que en
unió a la resistencia antinazi en Bélgica y, tiempo de Hitler vivían mejor, quedó refle-
tras ser arrestado en 1943 por la Gestapo, jada en un reportaje publicado en 1947 con
fue internado hasta 1945 en Auschwitz, el título Otoño alemán. Uno de los aspec-
describe su condición de víctima de la tos más aleccionadores del reportaje es el
violencia. Enfrentándose a Nietzsche, referido a la actuación de los vencedores
Améry reivindica ahí como una actitud en relación con los colaboracionistas del
moral el resentimiento que siente contra régimen hitleriano. Dagerman denuncia el
los verdugos de ayer y sus pasivos cóm- comportamiento cínico de las potencias
plices de hoy. aliadas, cuyo discurso condenaba el nazis-
Para tratar de reconstruir la trama mo en abstracto mientras eludía depurar
conceptual en que se teje la divergencia responsabilidades concretas por las atroci-
entre ambos, era imprescindible hallar un dades cometidas, y cuya política de desna-
terreno común. Parecía prudente, a tal zificación tendía más a favorecer la disi-
efecto, no conceder demasiado peso a las mulación de los valores nazis que su
diferencias idiosincrásicas -la autocom- verdadera erradicación. Consecuencia de
prensión de la filosofía de Nietzsche ello fue la pronta decepción de muchas
como testimonio de sí mismo, y de sí víctimas, que vieron defraudada su espe·
mismo como un destino; la reflexión de ranza en que los vencedores se comprome-
Améry como elaboración de una expe- tieran en una regeneración democrática de
riencia límite~. No resultó, sin embargo, Alemania. De este sector de los vencidos
difícil hallar en los propios textos de dice Dagerman lo siguiente:
Améry y de Nietzsche la base requerida
para articular filosóficamente el debate, Existe en Alemania un número considera-
pues los dos vinculan el problema del ble de antinazis sinceros más decepcionados,
resentimiento con la cuestión del estatuto más apátridas y más derrotados que cualquiera
ontológico de lo moral. La pregunta acer- de los simpatizantes nazis. Decepcionados, por-
ca de si hay o no hay hechos morales es que la liberación no fue tan radical como espe-
común a ambos. y también lo es la forma raban; apátridas, porque no quieren solidarizar-
se ni con el descontento alemán -en cuyos
de conectar conceptualmente las respues-
ingredientes creen ver demasiado nazismo
tas que dan a esta pregunta con sus res- encubierto~ ni con la política aliada -cuya
pectivos puntos de vista acerca de la indulgencia para con los antiguos nazis ven con
naturaleza del resentimiento. El propósito consternación~, y finalmente derrotados, por-
de este ensayo es contrastar las dos posi- que, por un lado, se preguntan si ellos como
ciones, a fin de mostrar que la genealogía alemanes pueden tener alguna participación en

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la victoria final de los aliados, y por otro lado lanzaron con entusiasmo a la empresa de
porque no están tan convencidos de que, como vincular Alemania a una nueva Europa,
antinazis, no tengan una parte de responsabili- en la cual no todos los elementos de la
dad en la derrota alemana. Se han condenado a Europa hitleriana resultaban desechables.
sí mismos a una pasividad total, ya que la acti-
Dentro de ese clima de reconstrucción,
vidad significa cooperar con elementos dudo-
sos a los que aprendieron a odiar durante doce ¿qué lugar había para una expiación
años de opresión z. general? Lo importante era superar los
traumas que había dejado la etapa del
Jean Améry no era alemán, pero for- Tercer Reich. A esta superación contribu-
maba parte de las víctimas del nazismo yeron también algunos destacados inte-
que se habrían visto sustancialmente refle- lectuales judíos que promovieron un
jadas en esta descripción de Dagerman. pathos de perdón y reconciliación. No
Durante algún tiempo, acabada la guerra, resulta, pues, extraño que la inmensa
pareció que las potencias vencedoras esta- mayoría de la población adulta dejase de
ban decididas no sólo a castigar a los cri- mirar hacia el pasado y se embarcara en
minales nazis que habían sobrevivido, sino una nueva singladura de autoafirmación
también a impedir que Alemania pudiera nacional.
amenazar nunca más la paz mundial. Se le Como ejemplo de esta actitud emer-
permitiría desarrollarse en el plano econó- gente entre los oficialmente derrotados
mico, pero se le negaría toda capacidad de refiere Améry una conversación que man-
reorganizarse autónomamente en el plano tuvo con un comerciante del sur de Alema-
político y militar. Quedaba así patente que nia mientras desayunaba en un hotel:
la acusación sobre lo ocurrido en la Ale- «Aquel hombre intentaba convencerme, no
mania nazi no se reducía a los jerarcas del sin antes informarse cortésmente de si era
régimen, sino que se hacía extensiva de judío, de que en su país no existía odio
algún modo al país entero, que había con- racial. Aseguraba que el pueblo alemán no
sentido durante años ese régimen. Améry guardaba rencor al judío; como prueba
confiesa, a propósito de esto: «Por primera aludía a la generosa política de reparación
vez en mi vida compartía el estado de áni- promovida por elgobiemo, como, por 10
mo de la opinión pública que resonaba a demás, reconocía el joven Estado de Israel.
mi alrededor. Me sentía muy a gusto en el Yo me sentía detestable ante aquel tipo de
papel absolutamente insólito de confor- ánimo tan equilibrado» 4. En la medida en
mista» 3. Su sobrevenido conformismo que la actitud de su interlocutor podía con-
arraigaba en la convicción de que sobre el siderarse representativa, revelaba la nueva
pueblo alemán pesaba una culpa colectiva situación espiritual del ciudadano medio
que sólo podría borrarse mediante una alemán: no sólo no se sentía culpable de
expiación también colectiva. haber consentido o colaborado con la polí"
Pero este entendimiento con el mundo tica criminal de Hitler, sino que se sentía
duró poco. Muy pronto, los vencedores complacido de su superioridad moral, pues
dieron a entender que en sus planes de los combatientes de la resistencia y las vÍC"
recuperación para Alemania no figuraba timas judías eran rencorosos, y él no. Así
limitar su soberanía, sino restablecer su pues, el pueblo alemán no estaba entre los
poder dentro del bando de los vencedores. vencidos, sino entre los vencedores; y las
El destino de Alemania no era ser un país víctimas del nazismo, lejos de haberse
vencido, sino convertirse en un país alia- reparado la injusticia cometida con ellas,
do. Los políticos alemanes del momento, continuaban siendo unos vencidos. A
la mayoría de los cuales no se habían dis- Améry se le impuso esta definitiva eviden-
tinguido en la lucha de la resistencia, se cia: «Quienes habíamos creído que la vic-

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toria de 1945 era, al menos en una peque- bución consiste en el análisis retrospectivo
ña parte, también la nuestra, nos vimos del resentimiento. Lo que me encomiendo
obligados a revocarla» ~. es la justificación de un estado psíquico
El resentimiento surgió en él al adver- que es condenado igualmente por moralis-
tir, tiempo después de acabada la guerra, tas como por psicólogos: los primeros lo
ese distanciamiento de la sociedad alema- juzgan una mácula, los segundos lo consi-
na respecto a su participación en los crí- deran una suerte de morbo» 8.
menes cometidos durante el régimen nazi. El resentimiento de la víctima de la
No había aflorado aún en el momento de violencia es una reacción contra el verdu"
ser liberado de Bergen-Belsen 6. Por tanto, go que surge de la conciencia de que el
no fue una reacción inmediata a la violen- daño padecido es imborrable. La víctima
cia padecida, sino una respuesta a la acti- sabe que no puede volver a ser el que fue
tud distorsionadora de esa gran mayoría de y, sin embargo, tampoco quiere olvidar.
alemanes que rehuyeron su parte de res- Hay en esta actitud algo antinatural. Pues,
ponsabilidad en los crímenes y se conside" en tanto que orientar la propia vida hacia
raron a sí mismos inocentes ~pues ellos el futuro es una actitud natural del hom-
nada habían hecho y, además, estaban dis- bre, el resentimiento de la víctima de la
puestos a restañar las heridas, a superar el violencia aparece como el reverso de esta
pasadcr-, e incluso víctimas del odio y actitud, ya que la clava a su pasado y blo-
del rencor de las víctimas. En consecuen- quea la única salida positiva, que es la que
cia, no admitieron siquiera la posibilidad mira hacia delante. El rencor de la víctima
de ser acusados por ellas, sino que se con- tiene algo de absurdo: quiere cancelar el
virtieron en sus acusadores. pasado al mismo tiempo que se fija a él.
Améry no responde a esa acusación No es, pues, extraño que la moderna psi-
tratando de desactivar los supuestos moti- cología vea en esa actitud un síntoma de
vos en que se basa (por ejemplo, repri- desquiciamiento. El resentimiento vincula
miendo el odio que le provoca). Por el a la víctima de tal modo al dolor que pade-
contrario, asume el rencor que se le repro- ció, que la orientación general de su vida
cha 7, a fin de utilizarlo como un medio queda trastocada. El antídoto clínico con"
para desenmascarar la distorsión de esa sistiráen tratar de liberarla de la sujeción a
sociedad que, desde el momento en que no su pasado, a fin de que tome las riendas de
reconoce su deuda para con las víctimas, su propia vida y la dirija hacia el futuro.
se ha alineado con los verdugos. Él sabe Améry reconoce que su sentido del
que su pretensión choca con algunas con- tiempo está trastocado y que, examinado
cepciones teóricas que han desacreditado por la mirada objetiva de la ciencia, sólo
el resentimiento como un estado irracional puede verse en él a un ser. desquiciado. Lo
ligado, precisamente, a actitudes distorsio- que no acepta es que esa mirada tenga la
nadoras. De ahí la necesidad que siente de última palabra sobre su condición desqui-
justificar su resentimiento, pues sólo así ciada. Por el contrario, afirma que la
podrá hacer comprender a sus destinata- deformación que ha dejado en su persona
rios que tiene razones para sentirlo y que la violencia padecida es «expresión de una
está legitimado para emplearlo como arma humanidad con un rango moral e histórico
de desenmascaramiento, como instrumen- superior» 9 a la salud de esa gente que tie-
to de verdad. Esta tarea de legitimación se ne el buen gusto de fomentar proyectos
plantea en el modo de una confrontación éticos de reconciliación nacional a base de
con dos visiones establecidas: la clínica y no hurgar en el pasado. A la templanza de
la filosófica. «Mi objetivo es describir la estos sanos que construyen el edificio de
condición subjetiva de víctima. Mi contri- la reconciliación entre víctimas y verdu-

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gas sobre los cimientos de la desmemoria cual implica que en el fondo los considera
contrapone Améry su odio a esa reconci- positivos-, se siente impotente para con-
liación como un síntoma de salud moral, seguirlos, trata de compensar su debilidad
pues es una reacción proporcionada al fal- rebajando esas cualidades y desatando
seamiento de la realidad por parte de esa impulsos de rechazo o enemistad contra
sociedad industriosa y decente. sus portadores. Pero puede ir todavía más
Al defender el valor moral de su resen- lejos, y llegar incluso a variar su juicio
timiento, Améry se enfrenta expresamente sobre los valores mismos, fingiéndose que
a Nietzsche lO. Ciertamente, el filósofo de no estima los valores que deseaba y no
Sils-Maria atribuyó un significado moral podía conseguir, y que estima los contra-
al resentimiento, pero en un sentido rios. Aquí el resentimiento no se dirige a
opuesto al de Améry. Pues así como para disimularse los valores positivos del fuerte,
éste el valor moral de su resentimiento sino a convertir esos valores positivos en
reside en su dimensión de verdad, Nietzs- negativos, de manera que los valores posi-
che vinculó el resentimiento a toda una tivos pasen a ser los opuestos.
moral -la moral judeocristiana del amor Esta transvaloración (Umwertung) de
y sus secuelas modemas- que, a su jui" los valores de los fuertes por parte de los
cio, se basaba en un falseamiento sistemá- débiles es la obra maestra del resentimien-
tico de valores genuinos. to. Mientras los plebeyos consideraron
El papel que Nietzsche atribuye al como positivos los valores de los nobles
resentimiento en el surgimiento de esa que ellos no podían alcanzar, su rencor dio
moral se halla en el modo específico como cauce a sentimientos de envidia, odio y
opera en la comparación valorativa del venganza que atestiguaban la estima o
débil con el fuerte. El individuo fuerte tie- admiración que sentían por aquellos valo-
ne una conciencia inmediata de su propio res. Pero, bajo el influjo del resentimiento,
valor que se traduce en una seguridad la inversión llegó a afectar a los valores
espontánea que no necesita justificarse mismos, de manera que aquellas cualida-
ante sí ni ante los demás. Su sentimiento des de los débiles que ellos mismos consi-
de autoafírmación, su voluntad de poder, deraban malas conforme a la estimativa de
es constituyente de su ser «bueno», mien- los fuertes (la pobreza, la debilidad, el
tras que lo carente de seguridad e impoten- sufrimiento, etc.) pasaron a ser apreciadas
te -todo aquello que encama el individuo como valores positivos. Como consecuen-
débil- es constituido por su juicio como cia de esta inversión, lo que los fuertes
«malo». El débil, por el contrario, sólo consideraban bueno pasó a ser considera-
aprehende su propio valor reflejamente, a do malvado (bose), lo malo (schlecht)
través de su comparación con el fuerte. pasó a ser considerado bueno, y los fuertes
Como esa comparación está teñida de dejaron de ser tenidos como dignos de
impotencia, percibe siempre el propio odio y venganza, y pasaron a ser conside-
valor como inferior al del fuerte. Y como rados como dignos de lástima y compa-
esa percepción le resulta insoportable, sión, bajo el supuesto de que poseían no
intenta apaciguarla mediante procesos de bienes, sino males Il.
autoengaño conducentes, ya sea a rebajar
las cualidades valiosas del fuerte o a cegar- 11
se a ellas, ya sea a falsear los valores mis-
mos a la luz de los cuales las cualidades En la concepción nietzscheana del resenti-
del otro aparecen valiosas. El resentido que miento hay varios elementos que interesa
ve en otros la dicha, el poder oel talento, retener, de cara a la réplica que Améry le
y, sintiéndose atraído por tales valores -lo plantea. En primer lugar, al considerarlo

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como una actitud esencialmente reactiva, do han logrado algunos supervivientes de


Nietzsche sitúa el resentimiento en el mar, esas catástrofes humanas dar testimonio
co de la lógica de la compensación, carac- de lo ocurrido. Asumir su resentimiento es
terizándolo como una venganza ficticia la forma que toma en Améry su resistencia
mediante la cual el impotente se resarce de a disimular el conflicto irresuelto con los
la ofensa percibida. y como la satisfac, criminales nazis y sus cómplices pasivos,
ción que obtiene deriva de esa compensa- su «personal protesta contra la cicatriza-
ción, el débil está interesado en mantener ción del tiempo cOmO proceso natural» 14.
viva la llama de su resentimiento. Es En lugar de reprimir o sublimar su rencor,
importante también destacar su función Améry rechazó toda componenda para
tergiversadora, que se manifiesta en un vivir en falsa paz consigo mismo y con los
doble aspecto: por un lado, en el falsea, demás. Lejos, pues, de ser una maniobra
miento de la manera auténtica de valorar de distorsión, su resentimiento es un antí,
propia del fuerte, invirtiéndola de tal doto contra la tentación de falseamiento.
modo que los valores negativos pasen a Pero Améry no sólo confiesa su resen"
ser considerados afirmativos; y, por otro tirniento, sino que también lo reivindica.
lado, en la autodisimulación del propio Sabemos --como también 10 sabía Amé,
resentimiento, en virtud de la cual el hom- ry~ cuáles el significado oculto que
bre rencoroso no se reconoce como tal. En Nietzsche atribuyó a la función reivindica-
lo que sigue trataré de mostrar que ningu, tiva del resentimiento: es la reacción de
no de estos rasgos está presente en el aquellos seres a quienes les está vedada la
resentimiento de Améry. auténtica acción, para desquitarse de las
Comenzaré por el último. Llama la ofensas de los fuertes únicamente con una
atención desde el primer momento que venganza imaginaria 15. El lado creador de
Améry no oculte su resentimiento. Al con, esa venganza del débil consiste en invertir
trario, lo confiesa abiertamente: «Hablo los valores superiores del fuerte: en trans"
como víctima y escudriño mis resenti, valorar la fuerza en crueldad; la destructi,
mientos. No es una empresa placentera, ni vidad intrínseca a la vitalidad, en maldad;
para el lector ni para el autor, y tal vez la humillación que surge de la impotencia,
haría bien si comenzara disculpándome en virtud. De acuerdo con esta lectura, el
por mi falta de tacto» 12. No cabe, pues, juicio inculpatorio de Améry encubriría un
acusarle de disimular su condición de móvil bajo -su deseo de venganza- tras
resentido. Esto es particularmente relevan- el velo de un móvil elevado: restaurar el
te si se tiene en cuenta que aferrarse a su orden subvertido. ~~Mi resentimiento exis,
resentimiento es para Améry una expe, te para exigir que los verdugos paguen con
riencia dolorosa, una forma de hacerse la misma moneda que me hicieron pagar a
violencia a sí mismo. Algunas víctimas mí», vendría a decir Améry. Pero ¿es así?
del nazismo que sobrevivieron a situacio, Ciertamente, él no niega que una com,
nes límite en los campos de exterminio pensación de esta naturaleza hubiera pro-
han atestiguado que, al verse liberados, porcionado una satisfacción o desagravio
sintieron una necesidad casi compulsiva a sus sufrimientos. Sin embargo, también
de olvidar los traumas sufridos 13. En este dice que esa satisfacción hubiera sido
sentido, y puesto que el resentimiento con- «indigna», y una ~~sangrienta ilusión» 16 el
tribuye a mantener abierta la herida, quien desagravio así obtenido. En realidad, lo
lo ha experimentado ha debido de sentir que Améry reivindica no es el derecho a
también la tentación de acallarlo. Por ello, imponer a los verdugos un castigo que
sólo haciendo frente a ese impulso me- expíe su crimen. Como él dice, da cues,
diante una voluntad de resistencia al olvi- tión no estriba en si he escudriñado a fon·

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do en mi fuero interno, no consiste ni en la para el criminal, con el objeto de que se vea


venganza ni tampoco en la expiación» 17. obligado a enfrentar la verdad de su crimen 18.
¿Cuál es, entonces, la cuestión? Para
decirlo escuetamente, consiste en que los La representación más usual de la rela-
verdugos y sus cómplices se nieguen a sí ción entre el causante del daño y su vícti-
mismos como tales, lo cual exige que ma descansa en el supuesto de que ambos
reconozcan lo que han hecho, que vean lo se hallan en posiciones simétricas, aunque
que se niegan a ver. Conviene recordar enfrentadas: el uno causa dolor y el otro
que el resentimiento no surgió en Améry lo padece, siendo el daño producido la
en el momento de padecer la violencia, mediación real que los une. El antagonis-
sino al constatar, más tarde, que sus ejecu- mo de sus posiciones se expresaría en la
tores y cómplices no asumían su parte de idea de que, al igual que la víctima se sabe
responsabilidad en ella Eso indica que no víctima, también el verdugo se sabe ver-
surgió como un mecanismo de compensa- dugo. Esta representación da, pues, por
ción del daño padecido, sino con miras a sentado que el verdugo percibe el daño
exigir el reconocimiento ajeno de su auto- que causa a la víctima Sin duda, esto es
ría. En lugar, pues, de ser un factor de dis~ cierto, pero sólo en el sentido trivial de
torsión, Améry lo convierte en una vía de que alguien no puede hacer algo intencio-
acceso a una dimensión negada de la reali- nadamente sin darse cuenta de lo que
dad. ¿Cuál es esta dimensión? hace. Sin embargo, si nos preguntamos
cómo es posible que, a pesar del sufri-
El genocidio, la tortura, las mutilaciones de miento de la víctima, el verdugo siga tor-
toda especie, objetivamente, no son más que turándola, la respuesta de Améry es que lo
cadenas de eventos físicos, descriptibles en el hace en tanto que falsea la realidad hasta
lenguaje formalizado de las ciencias naturales: hacérsele invisible el daño que causa 19.
son hechos en el seno de una teoría física, no
El factor determinante de ese falsea-
actos en el seno de un sistema moral. Los deli-
tos del nacionalsocialismo, ni siquiera para el miento consiste en situarse en una posi-
ejecutor que, sin excepción, se sometía al siste- ción objetivadora: el torturador percibe el
ma normativo de su Führer y de su Reich, po- golpe que asesta a la víctima como una
seíau una cualidad moral. El criminal que no se descarga de energía; evalúa los medios
siente vinculado a su acción por su conciencia, que emplea en función de su eficacia para
la ve sólo como objetivación de su voluntad, no conseguir los fines deseados; contempla el
como fenómeno moral. Wajs, el lacayo de las sufrimiento de la víctima como una reac-
SS de origen flamenco, alentado por sus amos ción analizable en términos de resistencia
alemanes, que me golpeaba en la cabeza con el
biológica; se ve a sí mismo como instru-
mango de la pala cuando no excavaba lo sufi-
cientemente rápido, sentía la herramienta como mento de una autoridad que le da órdenes.
la prolongación de su mano y los garrotazos En suma, ve sus actos como fenómenos
como embates de su dinámíca psicofísica. Sólo naturales, como parte de un sistema cuasi-
yo estaba, y estoy, en posesión de la verdad mecánico. Si nos preguntamos ahora cuál
moral de los golpes que aún hoy me resuenan es el punto de vista de la víctima, adverti-
en el cráneo y, por tanto, me siento más legiti- remos de inmediato la situación asimétrica
mado a juzgar, no sólo respecto a los ejecuto- en que uno y otro se encuentran. El verdu-
res, sino también a la sociedad que sólo piensa go no ve el daño que causa porque, intere-
en su supervivencia. La comunidad social no
sado como está en ocultárselo a sí mismo
atiende sino a su propia seguridad, y no se deja
afectar por la vida dañada: mira hacia delante, para poder seguir torturando, se ha situado
en el mejor de los casos para que no se repita a una distancia de él que no se da en el
algo similar. Mis resentimientos existen con el caso de la víctima. Desde luego, no es
objeto de que el delito adquiera realidad moral imposible que la víctima se disimule a sí

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NOTAS Y DISCUSIONES

misma el daño que recibe, bajo la ilusión no forman parte de esa realidad objetiva,
de que así obtendrá algún bien superior a sólo pueden explicarse por referencia a
su integridad física. Pero si cree que con· algún factor sobrevenido o proyectado
sentir a una ilusión de ese tipo sería una sobre ella, que carece de validez universal
forma de autodegradarse, entonces verá (y es, en este sentido, «subjetivo»).
las cosas de otra manera: sentirá el golpe Améry describe la relación entre el
del torturador como un acto de crueldad; torturador y la víctima en el lenguaje de la
experimentará su propio sufrimiento como perspectiva científica: atribuye a aquél una
un daño que la marca indeleblemente; verá descripción de sus actos como «hechos en
a su torturador como un ser humano del el seno de una teoría física» y a la víctima
que cabe esperar que respete la integridad una descripción de esos mismos hechos
del prójimo y al que se le pueden exigir como «actos en el seno de un sistema
responsabilidades por atentar contra ella. moral» 20. Pero sería un error deducir de
Una forma posible de juzgar filosófi. ahí que mantiene el dualismo epistemoló-
camente la divergencia entre quien causa gico de la perspectiva científica, pues él
daño y quien lo padece consiste en reducir atribuye a la visión moral de la víctima un
sus respectivos puntos de vista a meras valor de verdad que niega a la visión natu·
interpretaciones. El verdugo y la víctima ralista del verdugo. En realidad, la pers·
interpretan la realidad de diferente mane· pectiva de Améry es diametralmente
ra. Si esta aproximación se lleva lo bastan· opuesta a la del causante del daño (que,
te lejos, la idea de una realidad .absoluta se aunque sustentada en razones diferentes,
esfuma como un residuo evanescente y coincide materialmente con la perspectiva
sólo subsiste como real el conflicto de las científica). La descripción de los actos del
interpretaciones. Desde ese momento, verdugo como hechos naturales se consi·
cualquier pretensión de resolverlo en tér· dera objetiva en tanto que supuestamente
minos de verdad se revela absurda. refleja lo que esos actos realmente son.
A esta forma de relativismo se enfrenta Améry, por el contrario, considera que
otra posición filosófica que apela a la esos actos, como humanos que son, tienen
noción de verdad, pero la restringe al domi· una dimensión moral que es constitutiva
nio particular de la realidad que constituye de su realidad. Que las personas no son
el objeto específico de la ciencia natural. objetos físicos para las personas es un
La perspectiva científica discrimina los ras· hecho. Que las relaciones humanas sólo
gos del mundo susceptibles de cálculo, son humanas si se basan en actitudes de
manejo y predicción como los únicos váli· reconocimiento, cuidado y respeto es otro
dos por igual para todos ---esto es precisa· hecho (o quizás otro aspecto del mismo
mente lo que define su «objetividad»~, hecho). Puesto que el concepto de morali~
desplazando a otro ámbito de realidad los dad designa estas y otras cualidades cons·
rasgos que no se ajustan a estos criterios, titutivas de la dimensión humana de la
entre ellos las cualidades morales. Al mis· acción social, aquellos hechos son hechos
mo tiempo, establece una brecha epistemo· morales. Quien no ve en los rasgos mora"
lógica entre esos dos planos, al considerar les una dimensión constitutiva de las
la noción de verdad aplicable al conoci· acciones y de las relaciones humanas no
miento natural, pero no al juicio moral. En tiene una visión correcta de ellas, sino una
consecuencia, cuando la perspectiva cientí- visión distorsionada. Esa visión es el
fica contempla las acciones humanas des· resultado de un rodeo que comienza des·
pojadas de todo rasgo moral, cree verlas tal pojando al mundo de todo rasgo de valor,
como objetivamente son. Y como los ras· prosigue considerando ese mundo neutro
gos morales que atribuimos a esas acciones como realmente objetivo y acaba relegan.

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NOTAS y DISCUSIONES

do los rasgos de valor al ámbito de lo sub- que ésta sabe, como en el caso de Améry,
jetivo (lo no válido para un observador que esa ceguera ha sido condición necesa-
ideal). Lo que hay de distorsionador en ria del daño padecido, si la víctima aban-
esta visión es que, al contemplar los actos donase al verdugo a su ceguera habría
humanos como meros eventos naturales, renunciado a negar su propia condición de
los contempla como no humanos. Pues víctima, lo que sería tanto como darla por
atribuir a los actos humanos rasgos mora- buena. El resentimiento de Améry contra
les es una condición para atribuirles un los verdugos y sus cómplices tiene el sig-
contenido humano y, por tanto, para acce- nificado moral de un aguijón que le azuza
der a su verdadera realidad. para que no se abandone a la tentación del
Como cualesquiera otros hechos, los conformismo. Améry se rebela contra la
hechos morales pueden ser vistos o igno- ceguera del verdugo en la misma medida
rados, reconocidos o deformados, en fun- en que se rebela contra su propia condi-
ción de la posición de experiencia en que ción de víctima. Y como fue aquella ce-
uno se encuentre. En una relación humana guera la que le condujo a esta condición,
mediada por la violencia y el daño -espe- para negarla es necesario que el verdugo
cialmente, cuando la violencia y el daño vea lo que no ve. Éste es el sentido de su
cualifican la relación entera, como ocurre exigencia detraer al presente lo sucedido
en el caso de la tortura~, quien daña pue- entre ambos mediante una comparecencia
de hacerlo y lo hace en tanto que reduce al del verdugo ante su crimen, que no puede
otro a una cosa. La posición de verdugo se darse sólo en un plano individual-moral,
autoafirma tanto más fácilmente cuanto sino que ha de plantearse en el ámbito de
más lejos va en la ocultación de la realidad la praxis colectiva e histórica en que ocu-
moral de sus actos. El mecanismo de ocul- rrió el crimen 22.
tación al que Améry alude en su análisis Cuando Améry conmina al verdugo a
consiste en un movimiento de repliegue en que comparezca ante su acto y lo reconoz~
virtud del cual quien daña se retrae desde ca como crimen no está pidiendo vengan-
una posición de participante en una rela- za, ni reclamando una compensación, sino
ción humana ~pues en esta posición le obligándole a que se reintegre al mundo
resulta insoportable dañar~ a una posi- humano del que se excluyó para consti-
ción de mero observador 21, en la cual pue- tuirse en verdugo. Améry se refiere a este
de hacerlo sin costes morales para él y con restablecimiento de la comunidad moral
la coartada de que su visión de la realidad cuando dice que, al verse enfrentado a la
es la objetiva. Pues el colmo de la distor- realidad de su crimen, el verdugo deja «de
sión consiste en llevarla a cabo en nombre ser enemigo para convertirse de nuevo en
de una teoría del conocimiento que ha prójimo» 23. Si el verdugo llega a ver la
convertido la posición del observador realidad moral de su crimen, se habrá
externo en tipo ideal del sujeto de conoci- negado como verdugo, al tiempo que
miento en general. habrá negado a la víctima como víctima.
Que la realidad moral de la violencia Esa negación no neutraliza lo ocurrido
sólo sea vista por la víctima no implica entre ambos, ni implica, por consiguiente,
que sea relativa. Implica que sólo la ve un retomo del verdugo al estado original
adecuadamente quien la mira adecuada- de inocencia y de la víctima al estado
mente. Y el verdugo no la ve, porque así anterior al daño. De esa negación forma
puede existir como verdugo sin problemas parte, más bien, que el verdugo integre en
de conciencia. La ceguera moral del ver- el presente su acción pasada en el modo de
dugo no puede, sin embargo, resultar indi- una actitud de desconfianza con respecto a
ferente a la víctima. Desde el momento en sí mismo que permita a la víctima confiar

ISEGORfN31 (2004) 229


NOTAS Y DISCUSIONES

en la posibilidad de relacionarse con él cauce, existe el resentimento de Améry.


como un semejante. Por lo demás, eso no implica que víctima
De esta manera se cumple lo que y verdugo estén uncidos a su condición de
Améry llama «la reversión moral del tiem- tales como a un destino inamovible. La
po» 24. Antes hemos apuntado que la pers- percepción moral del tiempo incluye la
pectiva clínica trata de lograr que el resen- posibilidad de revertirlo, y, bajo determi-
tidose libere de la sujeción a su pasado, nadas condiciones, la exigencia de llevar a
de manera que pueda orientar su vida cabo esa reversión es un síntoma de salud
hacia el futuro. Esta perspectiva se basa en moral. Pero revertir moralmente el tiempo
un sentido natural del tiempo, que ve el no significa nada que se parezca a desha-
pasado como irreversible y considera cual- cer lo hecho. Significa dirimir el conflicto
quier intento de revertirlo como un sínto- irresuelto entre víctima y verdugo en la
ma de insania. De acuerdo con la orienta" forma de una negación pública y continua-
ción natural hacia el futuro, el terapeuta da por parte del verdugo de todo cuanto
considera el paso del tiempo como un hizo posible su crimen. Eso no curará a la
posible aliado de cara a liberar a la víctima víctima del daño padecido, pero rescatará
de la fijación a su pasado, en la confianza al verdugo de su posición extramoral y a
de que «el tiempo cura las heridas» 25. la víctima de su soledad moral, reintegran-
Este modelo biológico está presente tam- do a ambos a un mundo humano.
bién en la concesión social del perdón al
delincuente sobre la base del tiempo trans- III
currido desde la comisión del delito, pues
con esa disculpa la sociedad, que mira Al considerar la acción del verdugo y el
hacia el futuro y atiende a su bienestar, daño de la víctima como hechos morales,
olvida también la desazón que el crimen le Améry lleva su réplica a Nietzsche a un
causó. nivel de radicalidad. Para advertirlo, con-
Améry opone a este sentido biológico vendrá tener presentes algunos aspectos de
y social del tiempo un sentido moral, que la crítica de éste. Con la redacción de
se niega a admitir la distancia temporal Aurora, en 1880, Nietzsche inició una
como principio de prescripción del cri- «campaña contra la moral» 26 que habría
men. La violencia padecida por la víctima de ocupar un lugar destacado en el último
es personal, no colectiva; y falsea este periodo de su vida productiva. En la base
hecho elemental cualquier gestión tempo- de su interés se halla la constatación de
ral del daño que subordine las necesidades un fenómeno nuevo: la sobrestimación
morales de la víctima al bienestar social. moderna de la moral de la compasión 27.
Una de las virtualidades que Améry des- Ese fenómeno constituía, a su juicio, un
cubre en su resentimiento es que hace indicio inquietante de la deriva de la cultu"
valer la irreductible individualidad de la ra europea hacia el nihilismo. A fin de
violencia padecida, impidiendo olvidar contrarrestar esa tendencia había que
que el daño de la víctima es imborrable y emprender una crítica de la moral estable-
que, en consecuencia, el crimen del verdu- cida, y el modo específico de hacerlo con-
go es imprescriptible. Es falso, por consi- sistía en investigar las condiciones bajo las
guiente,que el paso del tiempo pueda cuales los valores de esa moral surgieron,
cicatrizar la herida causada por la violen- se desarrollaron y modificaron. La genea-
cia. También a efectos de no sucumbir a la logía es el método adoptado por Nietzsche
aparente reordenación de las cosas que el para llevar a cabo tal investigación. El
paso del tiempo lleva a cabo y de impedir genealogista se enfrenta a la moral vigente
que todo vuelva por sí mismo a su antiguo desde la actitud crítica que pregunta, no

230 ISEGORfAl31 (2004)


NOTAS Y DISCUSIONES

por su grado de validez ~pues esta forma vendría a invertir y suplantar. En el co-
de crítica presupone la verdad como algo mienzo hay la contraposición entre la ma-
en sí, cuando la crítica nietzscheana cues- nera de valorar de los nobles y poderosos,
tiona el valor mismo de verdad~, sino por «los hombres de posición superior y eleva"
las conexiones que guarda con quienes la dos sentimientos, quienes se sintieron y se
comparten. Pregunta, pues, cómo se ha valoraron a sí mismos y a su obrar como
constituido la moral, a qué necesidades buenos» 28, y la manera de valorar de los
responde, qué decisiones expresa; en hombres vulgares y plebeyos, incapaces
suma, de qué tipo humano históricamente de crear valores a partir de sí mismos. Esta
determinado es síntoma. Genealogía es contraposición fundamenta una jerarquía
lectura del síntoma, desciframiento del entre «una especie superior dominadora en
significado oculto que subyace a él. su relación con una especie inferior» 29. El
La genealogía pone de manifiesto que origen de la antítesis de los valores bueno
la milenaria vigencia de la moral judeo" (gut) y malo (schlecht) se halla en el senti-
cristiana no acredita tanto su verdad co- miento de distancia y superioridad de los
mo su utilidad adaptativa. El hombre se dominadores: «bueno» designa lo que
encontró, desde antiguo, expuesto a una nace de ese sentimiento y lo corrobora;
forma de nihilismo teórico-práctico. La «malo» resume los sentimientos opuestos,
conciencia de su insignificancia en la que se asocian a los dominados.
corriente del devenir cósmico, así como su Es significativo que Nietzsche defina
dificultad para entender y aceptar la exis- este concepto original de «bueno» en tér-
tencia del dolor y del mal, eran peligros minos de las relaciones de poder y sumi-
que amenazaban con privar de todo senti- sión que se establecen entre señores y sier"
do al mundo y a la vida humana. Al apelar vos. Ciertamente, la manera noble de
a un Dios creador y providente, el judeo- valorar no se ejerce sólo en la relación con
cristianismo dio al hombre un valor abso- el plebeyo, sino también en las relaciones
luto, otorgó al mundo un carácter de per- que el noble mantiene consigo mismo y
fección a pesar del mal y del dolor, e con sus iguales, sean amigos o enemigos.
incluso confirió a éstos un sentido al pos- Así es como «bueno» adquirió los valores
tular la existencia en el hombre del libre de veracidad, valentía, pureza, salud,
albedrío. De este modo, la moral se pre- orgullo, potencia, lucha y respeto al adver"
sentó como un remedio contra aquella pri- sario 30. Pero la fortaleza y la superioridad
mera forma de nihilismo, llegando a legiti- del noble no se manifiestan solamente en
marse como una afirmación de valores sus relaciones con sus iguales, sino que
positivos. Pero la sospecha metódica que necesitan ejercitarse también contra los
Nietzsche adopta frente a lo que se nos extraños y desiguales, es decir, contra los
ofrece como verdadero orienta su investi- débiles. El modelo de esta relación es la
gación genealógica en la dirección opues- del animal de rapiña con su presa 31. El
ta, para llegar a la conclusión de que esa recurso a este modelo revela que para
moral que se presenta como una afirma- Nietzsche el fuerte ejerce y manifiesta su
ción de la vida en realidad no es más que fortaleza con respecto al débil a través de
su camuflada negación. Lejos de ser un comportamientos agresivos, pues sólo
movimiento en favor de los valores más ellos son auténticamente activos. Dado
nobles y elevados, es una rebelión contra que «la vida actúa esencialmente, es decir,
esos valores. en sus funciones básicas, ofendiendo, vio-
El desenmascaramiento nietzscheano lando, despojando, aniquilando, y no se
de la moral se basa en el contraste con un la puede pensar en absoluto sin ese carác-
sistema de valores anterior que aquélla ter» 32, en el esquema conceptual de

ISEGORIAl31 (2004) 231


NOTAS YOISCUSIONES

Nietzsche no parece caber la posibilidad forme al cual la violencia del fuerte sobre
de considerar conductas de simpatía o de el débil fuese considerada más allá de lo
compasión hacia el débil como expresión bueno y lo malvado: un hecho no enjuicia-
original de fortaleza y de vitalidad 33. Des- ble en términos de libertad, responsabili-
de «el supremo punto de vista biológi- dad y culpa, y que sólo admitiría el califi-
co» 34, la voluntad de ofender, violentar, cativo de «bueno» en el sentido de ser
despojar y aniquilar tiene un derecho efecto y expresión de la voluntad de poder
absoluto, mientras que las restricciones de los individuos superiores, manifesta-
artificialmente impuestas a esa voluntad ción de su voluntad de poder afmnativa.
sólo pueden llegar a legitimarse en tanto En consecuencia, la consideración de la
que medios subordinados al fin global de crueldad del individuo superior coma un
salvaguardarla, por lo que cualquier pre- hecho moral ~su valoración como un cri-
tensión de levantar contra ella un orden men~ no es un dato originario, sino un
moral y político supuestamente superior fenómeno derivado que requiere una
sería antinatural y «hostil a la vida» 35. explicación. La genealogía de la moral la
Lo que Nietzsche no ve es que contem- proporciona, al interpretar aquella valora-
plar la violencia humana a través del mode- ción moral como una inversión fraudulen-
lo de la conducta animal conduce a una per- ta de la valoración original, que tiene su
cepción deformada de su realidad. Como, origen precisamente en el resentimiento.
por contraste con la crueldad del hombre El débil que padece la violencia del fuerte
del resentimiento, es posible imaginar que la denigra, no porque le sea peIjudicial a
la crueldad de la bestia es una crueldad él, que es incapaz de responder de la mis-
desinteresada que no destruye a su presa ma manera, sino con el argumento de que
por el móvil negativo de aniquilarla, sino contraviene un orden autónomo. Cuando
como efecto inmediato de su propia autoa" el resentido apela a la verdad no pretende
fmnación, Nietzsche supone que es posible sancionar la utilidad que le reporta, sino
una forma humana de crueldad ~precisa­ presentarla bajo el ropaje de un valor en sí
mente la de una humanidad superior~ tan que se halla por encima de los hombres y
desinteresada y afirmativa como la de la que éstos deben respetar. Así pues, la fun-
bestia 36. Sin embargo, esta visión no huma- ción distorsionadora del resentimiento se
na ~xtema, naturalista, objetiva~ de la manifiesta, especialmente, en la pretensión
crueldad humana impide el acceso a una de de hacer pasar sus valoraciones por juicios
sus dimensiones características: su esencial acerca de hechos, es decir, acerca de un
negatividad. Améry dice haber experimen- orden moral real. Por ello, el desenmasca-
tado la crueldad del torturador como surgi- ramiento de la moral que la genealogía lle-
da de la voluntad de anular radicalmente a va a cabo sólo concluye al mostrar el
la víctima. «En el mundo de la tortura, el carácter ilusorio de esta pretensión:
hombre subsiste sólo en la destrucción del
otro» 37. De su relato se desprende que esa Es conocida mi exigencia al filósofo de que
voluntad de aniquilar al otro no es, como se sitúe más allá del bien y del mal, de que ten"
cree Nietzsche, el móvil específico de una ga debajo de sí la ilusión del juicio moral. Esta
exigencia se deriva de una intuición que yo he
forma degenerada de crueldad, sino una
sido el primero en formular: la de que no exis-
dimensión constitutiva de la crueldad, en ten hechos morales. El juicio moral tiene en
tanto que forma expresiva y productiva de común con el religioso el creer en realidades
la relación política de dominación de unos que no lo son. La moral es únicamente una
seres humanos.sobre otros. interpretación (Ausdeutung) de ciertos fenóme-
Nietzsche creyó posible ~, al menos, nos, dicho de manera más precisa, una interpre-
deseable~ un sistema de valoración con- tación equivocada (Missdeutung) 38.

232 ISEGORfAl31 (2004)


NOTAS Y DISCUSIONES

El alcance totalizador de la crítica Nietzsche afrrma, por el contrario, que


nietzscheana es inequívoco. No se trata no se cumplen las condiciones que harían
sólo de mostrar que tras los principios y verdadera la visión de Améry, pues no
normas de la moral establecida se escon- hay ninguna instancia normativa e inde-
den muchas veces motivaciones opuestas pendiente de la voluntad de los individuos
a las reconocidas, sino de desacreditar que pueda justificar sus juicios morales.
Íntegramente la moral como una gran Libertad y responsabilidad no son cuali-
mentira. El verdadero sentido de la moral dades reales de las acciones humanas,
estriba en ser una enfermedad y una patra- sino ficciones de los débiles en tanto que
ña. Ella se autointerpreta como un signo se sienten ofendidos por los fuertes 39.
de plenitud y de fortaleza, y legitima la Cuando Améry acusa al verdugo y le exi"
compasión, el autosacrificio y el sufri- ge que reconozca la verdad moral de su
miento como valores que afirman la vida. crimen, estaría exigiéndole que vea algo
Pero su sentido es ser un signo de indigen- que no existe. Por tanto, si el verdugo no
cia, de degeneración y de renuncia a sí reconoce su crimen, muy bien podría
mismo. La moral es una mera creación hacerlo desde una posición de verdad 40.
humana puesta al servicio de una determi- Los juicios morales de Améry no tienen
nada voluntad de poder: la de los miedo- el sentido que él les atribuye, pues no
sos y los despreciadores de la vida, la de existen los hechos morales que los harían
los débiles y los impotentes. Por ello su verdaderos. Eso no implica que carezcan
auténtica clave y su secreto está en una de todo sentido. Pero el único que la
forma pasiva y decadente de nihilismo que genealogía nietzscheana les reconoce es
Nietzsche considera absolutamente des" el de ser síntomas de otros hechos que no
preciable. son morales. De lo que hablaría en reali"
Si ahora dirigimos nuestra atención dad la acusación del verdugo por parte de
hacia Améry y contemplamos desde la la víctima es del resentimiento de ésta, de
perspectiva de la genealogía de la moral su sed de venganza, de su impotencia para
el análisis que hace de su propia experien- devolver el golpe, así como de su necesi-
cia como víctima de la violencia, se impo- dad de encubrir toda esta miseria bajo el
ne la conclusión de que Améry padece manto de un orden de valores supuesta-
una ilusión. Él afirma estar en posesión de mente objetivos que le otorgue respetabi-
una verdad moral cuando responsabiliza lidad.
al verdugo del daño que le inflige. Afir- Sin embargo, el análisis de Améry
ma, además, que el verdugo se falsea a sí constituye una refutación, punto por pun"
mismo esa realidad al no querer ver el to, de esta interpretación inspirada en
valor moral de su acción. El punto de vis- Nietzsche. Es falso, para empezar, que su
ta de Améry presupone, pues, que la juicio moral sea un mecanismo encubridor
libertad y la responsabilidad son rasgos de resentimiento, pues él lo confiesa abier-
inherentes a la realidad moral de las tamente y lo asume, a pesar del coste que
acciones, y que la moralidad es una tiene para su paz interior. Es falso que
dimensión constitutiva de la acción social. Améry necesite mantener abierto el re-
También supone, en consecuencia, que el cuerdo de la ofensa como una deuda insal-
golpe que descarga el verdugo sobre su dable para poder justificar una hostilidad
víctima y el daño que ésta padece son permanente hacia el verdugo, pues su
hechos morales, de manera que negar esto resentimiento está dirigido a confrontar al
implicaría barrer de esa relación aquello verdugo con su crimen a fin de cerrar el
que la caracteriza como una relación conflicto que existe entre ambos. Es falso
humana. que el resentimiento de Améry sea una

ISEGORfAl31 (2004) 233


NOTAS Y DISCUSIONES

expresión de impotencia, pues su objetivo Nietzsche atribuye a éste una virtualidad


no es compensar imaginariamente su pro- esencialmente distorsionadora. La réplica
pio daño, sino exigir a sus autores y cola- de Améry se orienta a mostrar que el
boradoresque asuman públicamente su resentimiento de la víctima de la violencia
participación en él. Es falso que esta reac- puede convertirse en un instrumento de
tualización del conflicto sea un acto de verdad y ponerse al servicio de una moral
venganza, pues busca reintegrar al verdu- que se sitúa más allá de la culpa y la expia-
go al mundo humano del que se ha sustraÍ- ción.
do. Por último, es también falso que la La genealogía nietzscheana de la
inconsciencia del verdugo acerca del sig- moral contiene intuiciones brillantes y
nificado moral de su acción manifieste una profundas sobre la función distorsionadora
posición de verdad, pues Améry puede dar de ciertos conceptos clave de nuestro sis-
razón de ella como una ceguera inducida tema moral y, en esa medida, puede resul-
por mecanismos de distorsión que permi- tar un medio eficaz de crítica cultural.
ten al verdugo y a quienes tienen noticia Pero no atrapa la experiencia de Améry.
de la violencia seguir ejerciéndola o asis- Cuanto más se le impone al lector la evi"
tiendo a ella sin mala conciencia. dencia de que la reflexión de Améry reve"
El sentido de la réplica de Améry a la la verdad de su experiencia, más firme
Nietzsche no es rehabilitar el sistema de se hace también la convicción de que
valoración de la moral establecida. Améry Nietzsche sólo logró ver la violencia que
se halla tan lejos como Nietzsche de la glo- se produce en las relaciones entre domina-
rificación del sufrimiento, de la santifica- dores y dominados bajo el prisma de un
ción del perdón, de la moral de la culpa y esquema conceptual objetivador y abstrac"
la expiación. Pero así como Nietzsche con- to que se muestra incapaz de dar cuenta de
sideraba que estas actitudes eran producto la dimensión de verdad que puede tener el
del rencor, Améry hace valer su resenti- resentimiento de la víctima de la violencia
miento para enfrentarse a ellas. Al derivar como factor desenmascarador de su esen-
la moral decadente del resentimiento, cial negatividad 41.

NOTAS

1 G. Deleuze, Nietzsche y la filosofía, traducción de 10 «A quien soñaba con la síntesis del bárbaro y
CarrnenArtaI, Barcelona, Anagrama, 1994, pp. 7-8. del superhombre, deben darle réplica aquellos que
2 S. Dagerrnan, Otoño alemán, traducción de José fueron testigos de la fusión del monstruo y del sub-
M.' Caba, Barcelona, Octaedro, 2001, pp. 30-31. hombre» (CE, p. 147).
J J. Améry, Más allá de la culpa y la expiación. 1I Cf. F. Nietzsche, La genealogía de la moral,
Tentativas de superación de una víctima de la violen- edición de A. Sánchez Pascual, Madrid, Alianza,
cia, edición de Enrique Ocaña, Valencia, Pre-Textos, 1997, p. 46 (se cita por las siglas GM).
2001, p. 144 (en lo sucesivo se citará por las siglas 12 Améry, CE, p. 140.
CE). 13 Cf. P. Levi, Si esto es un hombre, traducción de
4 CE, p. 146. Pilar Bedate, Barcelona, Muchnik, 1995, pp. 195-196;
5 lbid. J. Semprún, La escritura o la vida, Barcelona, Tus"
6 Cf. CE, p. 142. quets, 1997, pp. 212 Y244.
7 «No puedo ni quiero superar mis resentimientos, 14 Améry, CE, p. 160.

he de vivir con ellos y estoy obligado a explicarlos a 15 Nietzsche, GM, p. 50. Améry cita explícitamen-

aquellos contra los que están dirigidos» (CE, pp. 146- te este pasaje de la obra de Nietzsche.
147). 16 CE, p. 150.

8 CE, p. 142. 17 CE, p. 151. Y más adelante: «Sin duda, tal exte-

9 CE, p. 148. riorización y actualización no pueden consistir en una

234 ISEGORíAl31 (2004)


NOTAS Y DISCUSIONES

venganza que sea proporcional al sufrimiento padeci- arma moral contra la carrera armamentística de las
do [...] Queda excluida como solución tanto la ven- potencias vencedoras, recibió en julio de 1959 una
ganza como la expiación, que se me antoja problemá- carta de una asociación de víctimas del bombardeo,
tica» (pp. 160-161). en que le decían: «Hemos aprendido a sentirnos frente
18 CE, pp. 150-151. a usted como camaradas, y le consideramos una vícti-
19 En su análisis de la tortura, Elaine Scarry ofrece ma de la guerra como nosotras» (C. R. Eatherly y
una explicación plausible del mecanismo en virtud G. Anders, Más allá de la conciencia, traducción de
del cual llega a producirse esta invisibilidad. En la Adolfo Moreno, Barcelona, Argos, 1962, p. 43). En
tortura, el acto físico de infligir dolor va acompañado esa confesión se refleja el reconocimiento de una pro-
habitualmente de un acto verbal (las preguntas del jimidad que está muy por encima del perdón.
torturador y las respuestas de la víctima). Según 24 CE, p. 153.

Scarry, el verdadero objetivo del interrogatorio es 25 CE, p. 152.

desviar la atención del torturador -y de quien tenga 26 F. Nietzsche, Ecce horno, edición de A. Sánchez

noticia de la tortUfll-.,- desde el acto físico hacia el Pascual, Madrid, Alianza, 1971, p. 87. De ese progra-
aspecto verbal, a fin de representarse equivocada- ma forman parte Más allá del bien y del mal (1886),
mente la pregunta como el «motivo» que justifica la La gene(.llogía de l(.l moral (1887), Crepúsculo de los
crueldad del torturador ante la respuesta del torturado, ídolos (1888) Y El Anticrisw (1888), así como un con-
representada a su vez equivocadamente en términos junto significativo de textos póstumos.
de «traición». El proceso verbal logra, así, invertir el 27 Cf. Nietzsche, GM, p. 27.

sentido del acto físico: frente a la reacción inmediata 28 GM, p. 37.

de repulsión que la inflicción de dolor suscitaba o 29 GM, p. 38.


podía suscitar en el torturador y en el observador, el 30 Cf. GM, pp. 41 ss.

interrogatorio bloquea esa respuesta al redirigir la 31 Cf. GM, pp. 54-55 Y59.
atención desde el cuerpo hacia la voz, produciendo en 32 GM,p. 98.

el torturador un efecto exculpatorio, al tiempo que 33 Polemizando con Nietzsche, Max Scheler ha
inculpa a la víctima. Esta inversión hace posible que argumentado que el cuidado del otro puede ser una
el daño que causa a la víctima se torne invisible para manifestación de genuina vitalidad y fortaleza: «Existe
el verdugo y para el observador, pudiendo seguir un impulso al sacrificio en pro de seres con los cuales
infligiéndolo o asistir a él sin problemas de concien- nos sentimos unos y solidarios, en oposición a todo lo
cia (cf. E. Scarry, The Body in Pain. The Making and "muerto", mediante el don (propio de todo viviente)
Unmaking ofthe World, Nueva York-Oxford, Oxford de simpatizar con otro viviente, don graduado según la
University Press, 1985, pp. 35-36). cercanía y homogeneidad de ese viviente. Y dicho
20 Améry, CE, p. 150. impulso no es, en modo alguno, algo que la vida
21 Sobre la dialéctica entre ambas posiciones, véa- adquiere, algo que pueda derivarse de impulsos primi-
se N. Elias, Compromiso y distanciamiento, Barcelo- tivamente egoístas, sino que es origin(.llmente propio
na, Península, 1990. de la vida» (M. Scheler, El resentimiento en la mor(.ll,
22 Sobre la ilimensióncolectiva de la reactualiza- trad. de J. Gaos, Madrid, Caparrós, 1998, pp. 67-68).
ción del conflicto entre víctimas y verdugos, Améry 34 Nietzsche, GM, p.98.
observa que «podría dirimirse logrando que en un 35 GM,p. 99.
bando se conserve el resentimiento y en el otro se 36 «Repugna, me parece, a la delicadeza y más aún

despierte, gracias a este afecto, una actitud de descon- a la tartufería de los mansos animales domésticos
fianza respecto de sí mismos» (CE, p. 161). En este (quiero decir, de los hombres modernos, quiero decir,
sentido, Améry considera que la asunción colectiva de nosotros) el representarse con toda energía que la
de ese «patrimonio negativo» (p. 162) podría «reem" crueldad constituye en alto grado la gran alegría festi-
plazar a la incumplida revolución alemana» (p. 160). va de la humanidad más antigua [...]; el imaginarse
Si es posible alguna salvación, alguna extinción de la que por otro lado su imperiosa necesidad de crueldad
ignominia para el pueblo alemán, es a través de que se presenta como algo muy ingenuo, muy inocente, y
rechace <<todo, sin excepción, cuanto llevó a cabo en que aquella humanidad establece por principio que
los días de su más profundo envilecimiento, sin precisamente la «maldad desinteresada» [.•.] es una
excluir los logros más aparentemente inofensivos, propiedad norm(.ll del hombre» (GM, p. 86).
como la construcción de autopistas» (pp. 162-163). 37 Améry, CE, p. 101.

Sólo esta negación total haría objetivamente superfluo 38 F. Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos, edición

el resentimiento de las víctimas. de A. Sánchez Pascual, Madrid, Alianza, 1979, p. 71.


23 CE, p. 151. Claude Eatherly, el piloto de guerra 39 Sobre la idea de sujeto y sus determinaciones

norteamericano responsable del lanzamiento de la morales de libertad y responsabilidad, en cuanto falsa


bomba atómica sobre Hiroshima, que tras la guerra interpretación de la debilidad, véase GM, 1, § 13.
sintió la enorme responsabilidad que pesaba sobre su 40 Es secundario, a efectos del argumento, decidir

conciencia y convirtió su sentimiento de culpa en un si los torturadores de Améry encajan o no, de hecho,

ISEGOR(A/31 (2004) 235


NOTAS y DISCUSIONES

bajo la noción nietzscheana del individuo fuerte y ha sido para mí, a lo largo de la redacción del artículo,
superior. un estímulo constante de ánimo y de clarificación
41 Este ensayo germinó en un seminario de docto" intelectual por el que le estoy profundamente agrade"
rado sobre el tema «La verdad en la experiencia del cido. También quiero agradecer sus observaciones a
daño», impartido con Josep Corbí. Colaborar con él Ana Escribá, Enrique Ocaña y Joan B. Llinares.

236 ISEGORlA/31 (2004)

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