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LA AGRICULTURA EN MESOAMÉRICA Y LA

DOMESTICACIÓN DE LAS PLANTAS

ORIGEN DE LA AGRICULTURA
Hoy día, se sabe que el origen de la agricultura fue un proceso gradual y paulatino, sin
embargo, existen muchas interrogantes acerca de cómo y por qué comenzó a
adoptarse la agricultura como la forma principal de subsistencia humana, lo que ha
llevado al desarrollo de distintas hipótesis en base a los distintos hallazgos en
diferentes partes del mundo.
La agricultura se originó en regiones tropicales o subtropicales montañosas o
montañosas que, en el momento de la domesticación, habrían sido ricas en recursos
naturales. Hay al menos seis centros de domesticación en el mundo (Mesoamérica, los
Andes, el sudoeste de Asia, Etiopía y el Sahel, el sur de China y el sudeste de Asia),
cada uno de los cuales produjo al menos una fuente domesticada de carbohidratos y
proteínas, como un grano y un frijol [Gepts, 2004].
Para explicar el origen de la agricultura, se ha partido de diversos modelos para poder
explicar la transición de cazadores-recolectores a la producción de alimentos.
MacClung y Zurita (2000) destacan 3 principales factores:
1) Factores culturales
2) Características del medio ambiente
3) Cambios genéticos en las plantas
Diversos autores han propuestos teorías para explicar este fenómeno, Childe,
desarrolló la “Teoría del Oasis” que propone un cambio climático que tuvo repercusión
en la flora y fauna, que se concentró en este oasis propiciando que el hombre
estableciera relaciones simbióticas con estos organismos para su supervivencia. La
propuesta de Binford, menciona que, durante el periodo de cazadores recolectores, se
mantuvo un equilibrio entre naturaleza y humano, pero al haber un cambio demográfico
que aumento la población, se rompió el equilibrio, es decir, que el alimento no
alcanzaría para todos, lo que hizo necesario la búsqueda de otro modo de adquirir el
alimento para sobrevivir, el cual fue la agricultura [McClung y Zurita, 2000].
Otra teoría con un enfoque evolucionista, es la propuesta por Rindos, que argumenta,
que la domesticación resulta de la coevolución entre las plantas y el hombre, divide a la
domesticación en tres modos: la incidental, la especializada y la agrícola.
La primera se refiere a la relación existente entre una sociedad no agrícola y las plantas
silvestres que sirven de alimento, de esta manera las plantas se enfrentan a un proceso
selectivo hecho por el hombre, lo que propicia cambios en sus rasgos que hacen que
sean más aptas para el consumo humano.
La domesticación especializada es el segundo paso de este proceso, donde la relación
co-evolutiva entre las plantas seleccionadas y el hombre pasa a otro nivel, debido a que
el hombre de manera inconsciente comienza a dispersar esta vegetación, con el paso
del tiempo estas plantas se vuelven más comunes en establecimientos humanos y el
hombre comienza a protegerlas, desarrollando una relación simbiótica. Esta cercanía
ejerce otra presión selectiva sobre las plantas que afecta a su ciclo de vida, creando así
una estacionalidad en los productos alimenticios que brindan.
Por último, la domesticación agrícola es la interacción de la conducta humana con
tendencias evolutivas de las plantas, lo que se refiere a que el hombre comienza a
manipular el crecimiento de esta mediante cuidados o procesos para un mejor
desarrollo, y a su vez, busca la domesticación de más plantas que sean de provecho
para el consumo [McClung y Zurita, 2000].
A manera de resumen, retomando dos importantes hipótesis, en la Figura 1 se
presentan las posturas de ambas escuelas, así como la relación y conclusiones que
pueden retomarse de ambas. En ellas se enfatiza el desarrollo de la co-dependencia
entre plantas, animales y la actividad humana. Esto puede haber contribuido a la
domesticación de la planta si las condiciones ambientales o materiales (o ambas)
promovieron la innovación en la adquisición de alimentos [Mannion, 1999].
La domesticación de las plantas es un proceso de gran importancia para los cambios en
las sociedades antiguas e incluso hasta en nuestros días. La extinción de la fauna
pleistocénica dio lugar a un cambio en la dieta alimenticia de los pobladores, y ante la
ausencia de grandes animales y otros difíciles de domesticar, sin tomar en cuenta el
perro (Canis familiaris) y el guajolote (Meleagris gallopavo), las plantas fueron unos de
los principales productores de alimentos. Las transformaciones del clima influyeron en
la vegetación silvestre y la relación co-evolutiva entre las plantas y el hombre, ambos
aspectos propiciaron esta domesticación [McClung, et al., 2001].
Existe una considerable cantidad de evidencia arqueológica y paleobotánica que indica
dónde ocurrió la domesticación de la planta.
La identificación de los llamados centros de domesticación de plantas se realizó
inicialmente por el botánico ruso Nikolai Vavilov en la década de 1930. El sugirió que es
probable que los centros de domesticación coincidan con aquellas áreas caracterizadas
por una gran diversidad de cultivos, es decir, regiones en las que hay muchas fuentes
potenciales de alimentos vegetales y donde los parientes silvestres de las especies
domesticadas son abundantes. Aunque se puede considerar un argumento simplista, la
verdad es que un suministro abundante de alimentos silvestres puede haber alentado la
adopción de estilos de vida sedentarios por parte de cazadores-recolectores y luego,
cuando las condiciones cambiaron por cualquier razón la agricultura pudo haber
sucedido. Los principales lugares de origen son: el sudoeste de Asia, el sudeste de
Asia, Mesoamérica, la zona tropical de los Andes, África subsahariana y noreste de
América del Norte, y posiblemente el sur de los Andes, el Cuerno de África y el sureste
peninsular de Asia [Mannion, 1999].

Figura 1. Modelos para explicar la iniciación de la agricultura. Fuente: Mannion, 1999.

La interacción entre humanos y plantas involucra dos formas fundamentales de


manipulación: la manipulación del ambiente y la de fenotipos y genotipos de plantas. La
manipulación del ambiente incluye el manejo de variables como la cantidad de
nutrientes, humedad, luz, temperatura, competidores, depredadores, polinizadores,
dispersores, entre otras, con el fin de asegurar la disponibilidad y productividad de
recursos vegetales.
Con la manipulación de fenotipos y genotipos, los humanos moldean la diversidad
intraespecífica de alguna planta de acuerdo con sus necesidades. De la manipulación
de genotipos resulta un proceso evolutivo: la domesticación. Este es un proceso
continuo, que opera inicialmente sobre plantas silvestres y que puede lograr una
completa dependencia de la planta con respecto al hombre para sobrevivir y
reproducirse [Casas, 2001].
El proceso de domesticación ha sido considerado como un proceso evolutivo
unidireccional, donde las plantas silvestres fundadoras han respondido por medio de
cambios genéticos a la acción ejercida del hombre, es decir, a la selección artificial.
Pero también es considerada como una co-dependencia entre ambos, hombre y planta,
ya que esto comienza como una interacción y suele culminar en una mutua
interdependencia [Sánchez, 2009].
El proceso de la domesticación se rige por una serie de cambios en la morfología y
fisiología de las plantas, conocido como el síndrome de domesticación, que favorece la
adaptación de las plantas al medio ambiente de cultivo y a la dependencia del hombre
para su supervivencia. Este síndrome de domesticación afecta a las partes principales
que consume el hombre, ya sean las semillas o los frutos haciendo que aumenten de
tamaño, también hay cambios asociados al crecimiento de la planta y a su modo de
reproducción favoreciendo la autogamia y la alteración en el mecanismo de dispersión
de las semillas.
Darwin trabajo los mecanismos de herencia de los caracteres biológicos, lo que
descubrió en la domesticación de las plantas, de acuerdo a ello pudo abordar temas
relacionados con la variabilidad y la herencia, los cuales son importantes para su teoría
de la selección natural. Darwin dio algunas bases de la domesticación, como lo es la
variación morfológica entre una misma especie, las mayores alteraciones morfológicas
en las partes más valoradas por los hombres y que la existencia de la gran diversidad
de plantas domesticas se debe al efecto de la selección ejercida por el hombre que ha
llegado a una condición donde ya no es posible la reversión al estado silvestre
[Sánchez, 2009].
MESOAMÉRICA
Mesoamérica es una de las áreas del Nuevo Mundo en donde primero se practicó la
agricultura y es también uno de los centros más importantes de domesticación de
plantas a nivel mundial. Este hecho parece relacionarse a la con la gran diversidad de
plantas y culturas que caracterizan región, elementos que mantienen una historia de
interacción por más de 14 000 años, y determinan una larga experiencia en el
aprovechamiento y manejo de los recursos vegetales [Casas 2001].

West (1964) plantea que Mesoamérica y Centroamérica son áreas de gran diversidad
ambiental y ecológica. En términos muy generales, se pueden distinguir tres regiones
naturales, que incluyen varias subdivisiones que exhiben características particulares
que fueron significativas para desarrollos culturales y socioeconómicos prehispánicos
específicos [Citado en McClung de Tapia 1992].
I. Tierras secas extratropicales y áreas subhúmedas adyacentes del norte de México.
2. Frescas tierras altas tropicales, incluyendo la Sierra Madre Occidental y la Oriental de
México.
3. Cálidas tierras bajas tropicales de México y América Central.
Sin embargo, el límite norte del área de cultura, tal como lo definió Kirchoff para el siglo
XVI, formó una importante división ecológica basada en el potencial de la agricultura de
lluvia al sur, con la excepción de zonas desérticas específicas y el predominio de
grupos de cazadores-recolectores al norte.
La frontera sur separó a los grupos agrícolas con diferentes tradiciones culturales y
diversos niveles de desarrollo sociopolítico y económico. Al noreste de la línea Nicoya-
Vlua (el lado del Caribe) hay extensas llanuras costeras caracterizadas por altas
temperaturas y precipitaciones y dominadas por la vegetación de la selva tropical. Al
suroeste (el lado del Pacífico) hay un paisaje quebrado con valles altos, mayor
variabilidad climática en términos de temperatura y lluvia, y una estación seca
prolongada en ciertas áreas.
La hipótesis de "La era del cultivo incipiente", que establece que el Maíz, Frijoles y la
Calabaza, llegaron a ser domesticadas en diferentes momentos y en diferentes
regiones de México, y que hubo un período de transición de 5,000 o más años entre
depender de la alimentación y depender de la agricultura. En la década de 1970, los
arqueólogos sabían más o menos en qué orden aparecían los domesticados en
diferentes regiones de México, pero no sabían por qué la agricultura comenzó a
practicarse con estas plantas [Flannery 1973].
Las plantas que pertenecen al género Cucurbita (calabaza) son los primeros
domesticados conocidos en Mesoamérica. Al menos dos especies fueron domesticadas
por separado en Mesoamérica, y C. pepo fue domesticado por separado tanto en
Mesoamérica como en el sudeste de Norteamérica [Flannery 1973]. La calabaza
prospera en condiciones más húmedas, que estaban presentes en el Holoceno
temprano. Durante el proceso de domesticación, la morfología del pedúnculo de la
calabaza cambió y el tamaño de la semilla aumentó [McClung de Tapia 1992].
Las principales plantas domesticadas en Mesoamérica hoy en día son el maíz, los
frijoles, la calabaza, los pimientos y el aguacate.
Tanto el maíz como la calabaza se domesticaron por primera vez en el sur de México.
La calabaza se extendió al norte de México hace 6,300 años, y ambos domesticados
llegaron al suroeste de Estados Unidos hace 3,500 años. El frijol común fue
probablemente domesticado al norte del maíz y la calabaza. Los tres domesticados se
dispersaron a diferentes velocidades en todo México, con el maíz moviéndose más
rápido que la calabaza [Landon 2008].

ORIGENES DE LA AGRICULTURA EN MESOAMERICA: TEORIAS


McClung de Tapia (1992) afirma que las personas fueron forzadas a la agricultura para
ingerir suficiente proteína. Entre 12,000 y 9,000 años atrás, los pueblos que vivían en el
Valle de Tehuacán dependían en gran medida de la caza y menos de alimentos
vegetales para su subsistencia. Al final del Pleistoceno, los rangos de los animales que
cazaban se contrajeron, y los animales se extinguieron [McClung de Tapia 1992]. Los
pueblos tuvieron que depender más de los recursos vegetales ya que había menos
fuentes de carne.
Pearsall (1995), sin embargo, informa que no hay evidencia que respalde la vinculación
de la extinción de la megafauna y el cambio climático con la domesticación de las
plantas porque las plantas domesticadas al principio eran mínimamente productivas y
los humanos no se volvieron dependientes de las domesticadas hasta que pasaron
miles de años.
Otro enfoque de los orígenes de la agricultura es considerarlo un proceso coevolutivo
entre personas y plantas [McClung de Tapia 1992, Landon 2008]. La agricultura
apareció debido a la domesticación, que es el resultado de una relación simbiótica entre
las personas y las plantas.
El grado en que progresa la domesticación entre los humanos y cada planta varía, y no
todas las plantas prosperarán bajo la relación [McClung de Tapia, 1992]. Los humanos
usan plantas no solo para comida sino también para rituales, medicinas y
manualidades.
Por otro lado, se ha estudiado evidencia lingüística para estudiar los orígenes de la
agricultura en Mesoamérica. Esta evidencia indica que el aguacate, el maguey, el maíz,
el nopal y la calabaza estuvieron entre las primeras plantas que los mesoamericanos
nativos cultivaron o protegieron. Esto ocurrió, a más tardar, alrededor de 7000 BP en
algún lugar de las tierras altas de Mesoamérica, probablemente en el suroeste de
México. Desde 7000 BP hasta 3200 BP, los mesoamericanos de las tierras altas
agregaron lenta pero constantemente otras plantas administradas a sus inventarios de
importantes recursos botánicos. Estos incluyeron anona, zapote negro, cacao, chayote,
ají, frijol común, algodón, epazote, mamey, mandioca, quintonil, tabaco tejocote,
tomate, camote y zapote blanco [Brown, 2010].
Durante el período relativamente breve de alrededor de 800 años, desde alrededor de
3200 BP hasta 2400 BP, el número de plantas administradas que adquirieron una
importancia considerable para los mesoamericanos casi se duplicó. Además, en este
momento, la gente de las zonas bajas comenzó a manejar intensamente plantas útiles.
Las plantas que adquirieron una importancia sustancial en este momento fueron, en su
mayor parte, aquellas adaptadas a los hábitats de tierras bajas. Estos incluyeron
achiote, chicozapote, chipilina, verdolaga común, árbol de copal, palma de coyol,
cuajinicuil, guacimo, guayaba, ciruela de cerdo, jonote, frijol lima, nanche, palma de
pacaya, papaya, piña, pitahaya y zapote amarillo [Brown, 2010].

EVIDENCIAS DE LA DOMESTICACIÓN DEL MAÍZ Y FRIJOL


La evidencia de maíz a principios del noveno milenio cal. AP confirma un período de
tiempo temprano del Holoceno para su domesticación, como se ha expresado en un
gran conjunto de datos arqueobotánicos y paleoecológicos relacionados con su
dispersión en el sur de América Central y el norte de América del Sur. El maíz y,
posiblemente, la calabaza C. argyrosperma se unen al creciente número de plantas de
cultivo principales y ahora menores que han sido cultivadas y domesticadas en México
y América del Sur entre 10,000 y 7500 cal. BP, casi al mismo tiempo que surgió la
agricultura en el Viejo Mundo [Dolores R. Piperno et al.,2008].
Las primeras investigaciones tendieron a utilizar datos botánicos, particularmente
evidencia de núcleos de polen, para reconstruir condiciones ambientales pasadas
relevantes para el asentamiento humano y la explotación. Por ejemplo, Sears (1951)
utilizó datos de polen del lecho del lago Texcoco como evidencia de cambios climáticos
en la cuenca de México. Sugirió que la transición del Arcaico al Teotihuacan I
(Formativo Temprano a Formativo Terminal / Clásico Temprano) en la Cuenca se llevó
a cabo durante un período seco prolongado caracterizado por polen de roble y pino alto.
Él creía que esta transición fue precedida por un período más húmedo que favorecía la
formación de un rico suelo negro y fue seguido por otro período más húmedo
correspondiente a la ocupación azteca [Citado en McClung de Tapia 1992].
Sanders (1965) sugiere que las precipitaciones y el nivel del lago fueron máximos
durante el Formativo Temprano y Medio, y que se produjo una reducción en la
precipitación y el nivel del lago durante el Formativo Tardío y Terminal. Las condiciones
más secas presumiblemente favorecieron los cambios en las adaptaciones de
subsistencia. Sanders interpretó el período teotihuacano (Clásico) como favorable para
la agricultura, especialmente cuando se incorporaron técnicas intensivas como el riego
en el sistema agrícola, pero sugirieron que el clima y el nivel del lago volvieron a las
condiciones del Formativo Terminal durante la fase Tolteca temprana (Posclásico
temprano).
Los datos de polen también se consideraron en los primeros estudios dirigidos a
localizar el progenitor de maíz cultivado y su tierra natal. Bargoon (1954) encontró cinco
granos de polen identificados como maíz a una profundidad de unos 70 m (desde
niveles prehumanos) en un núcleo de perforación de la Ciudad de México
representaban el maíz silvestre; el polen fue interpretado en ese momento como
evidencia de que el antepasado del maíz no era ni teosinte, ni Tripsacum, ni un cruce
entre los dos [Citado en McClung de Tapia 1992].
Actualmente prevalecen dos teorías alternativas:
a) La que propone que el maíz tuvo un origen multicéntrico, es decir, que existieron
varios centros de domesticación a partir de diferentes poblaciones de teocintle
hace unos 8,000 años y;
b) La teoría del evento único de domesticación (unicéntrica) que propone que las
poblaciones del teocintle de la raza Balsas o subespecie(ssp.) parviglumis
localizadas en el centro de la cuenca del Balsas (oriente de Michoacán, suroeste
del estado de México y norte de Guerrero) dieron origen al maíz.
Esas dos teorías están asociadas a cómo se originó y diversificó el maíz en sus
diferentes formas para adaptarse a condiciones ambientales y culturas específicas
[Kato Yamakake & Takeo Ángel,2009].
Dentro de las evidencias arqueológicas que destacan del recopilado informativo el
Proyecto Global de Maíces Nativos es la aportación de John E. Staller al sintetizar
trabajos de diversos autores relacionados con el origen y domesticación del maíz
Uno de los puntos importantes resaltados por Piperno, Flannery, Pickersgill entre otros
autores son que la importancia del maíz en el período paleolítico estaba más
relacionada con el desarrollo del proceso sociocultural que como fuente alimenticia.
Registros arqueo-botánicos sugieren que en Mesoamérica el cereal cultivado más
antiguo fue una especie de Setaria, un tipo de mijo que fue una fuente de alimento muy
importante. Se reporta por Callen (1965, 1967) que fue reemplazado por el maíz en
5000 AC., pero continuó invadiendo los campos de cultivo y que fue utilizado como
cereal en el noroeste de México, donde fue sembrado por los habitantes de la cueva de
Ocampo hace 6000 años. Los primeros cultivos que predominan por mucho tiempo en
la dieta prehispánica fueron calabaza, frijol y chile. El maíz fue ganando terreno poco a
poco. La calabaza fue domesticada primero en Oaxaca por grupos recolectores y
cazadores hace 10,000 años. El maíz se domesticó 3,000 años más tarde. [Kato
Yamakake & Takeo Ángel,2009]. Varios autores remiten el uso del maíz en la
preparación de bebidas fermentadas suministradas en procesos rituales más que como
base de una dieta cotidiana.
En su búsqueda de la tierra natal del maíz, MacNeish realizó excavaciones en el
Rockshelter de Santa Marta en Chiapas. Los estudios sobre el polen de maíz del sitio
indican que no era lo suficientemente viejo como para confirmar que la región era un
área donde el maíz cultivado podría haberse desarrollado. Informó que los habitantes
de los habitantes de Santa Marta obtuvieron hasta el 70 por ciento de su dieta de
plantas silvestres y solo alrededor del 30 por ciento de los animales, y no dejaron
evidencia de agricultura [MacNeish, 1967].
Las excavaciones de Richard MacNeish en los años 1960 en el valle de Tehuacán en el
centro de México recuperaron los restos arqueológicos de mazorcas de maíz
domesticado más antiguos en aquella época con una edad de 3.000 años antes del
presente (A.P.) y apuntó a México como la zona más probable de origen del maíz
[MacNeish, 1964] Más tarde, Flannery recuperó restos arqueológicos mucho más
antiguos de maíz domesticado con una edad de 6.300 A.P. en Guilá Naquitz, en el
estado de Oaxaca en el sur de México [Piperno y Flannery, 2001 en Landon, 2008].
Estos dos sitios arqueológicos están ubicados en regiones particularmente secas las
cuales presentan unas condiciones apropiadas para la conservación a largo término de
restos vegetales macrobotánicos (i.e. semillas y fragmentos vegetales). En el año 2002,
Matsuoka y colaboradores con el uso de la evidencia genética basada en polimorfismos
de loci microsatélites lograron establecer, mediante un estudio de distancias genéticas
entre diversas especies de teosinte y diversas razas de maíz domesticado, que el maíz
tiene un origen único a partir de la especie Z. mays subsp. parviglumis, particularmente
de las poblaciones del Valle del río Balsas en el estado de Guerrero en México [Casas,
2001].
Las investigaciones arqueológicas realizadas en México y Centroamérica
proporcionaban poca información respecto al origen de la agricultura, y se creía que el
cultivo del maíz no había comenzado mucho antes del 1000aC en Mesoamérica, y
cerca del principio de nuestra era en el sureste de Estados Unidos. Cambio el
panorama cuando pequeños olotes obtenidos durante la excavación de la Cueva del
Murciélago, Nuevo México, Estados Unidos, en 1948-1949, fueron fechados por medio
del carbón asociado, dando una edad entre 3000 y 5000 años. A su vez, Mangelsdorf
reconoció ciertos atributos característicos de la variedad primitiva llamada Nal-Tel.
En 1949, MacNeish descubrió más restos de maíz en el sitio La Perra, ubicado en la
Sierra de Tamaulipas, México, fechados indirectamente en 2500aC, e identificados por
Mangelsdorf como pre-Nan-Tel. Excavaciones posteriores en el suroeste de
Tamaulipas proporcionaron aún más evidencias para el maíz domesticado y otras
plantas de todavía mayor antigüedad. También es de considerar el trabajo de Lorenzo
and González (1970), respecto a la evidencia encontrada en Tamaulipas, afirmando
que las cucurbitáceas (Cucur hita) y los frijoles (Phaseolus vulgaris) fueron
aparentemente los primeros cultivos, antes de que el maíz (Zea mays) fuera importante.
El maíz parece haber aparecido antes en Tehuacán que en cualquier otro lugar, aunque
el teosinte (Z. mexicana), un pariente importante del maíz, se informa desde Zohapilco
en la cuenca sur de México aproximadamente al mismo tiempo, hace 5000 a. C.
[McClung & Zurita, 2000].

La domesticación y diversificación del maíz (subespecie Zea mays spp.) durante el


pasado ha resultado en variedades locales con notable diversidad genética y
morfológica adaptadas a un rango de restricciones geográficas y condiciones
climáticas. Cincuenta y nueve variedades locales existentes de maíz están
documentadas solo en México, y existe variabilidad morfológica en otras partes de
América del Norte, Central y del Sur. Las variedades locales existentes y representan
sólo una fracción de la diversidad que existió durante la historia evolutiva; sin embargo,
esta diversidad se ve impactada por la proliferación de variedades híbridas
genéticamente modificadas, así como por una pérdida asociada a prácticas agrícolas
tradicionales. En el contexto del cambio climático global, el germoplasma en bancos de
semillas y macrofósiles archivados en depósitos arqueológicos proporciona una
importante fuente de información genética. [Douglas J. Kennett et al, 2017].
La domesticación del maíz tiene diferentes teorías para explicarse, una de ellas es que
se dio a partir de una mutación en el teocintle, que es una gramínea de las zonas
áridas, de la que el grano se liberó, lo que permitió que se recolectara y sembrara de
una manera más fácil. En esto se puede ver reflejado la relación co-evolutiva con el
hombre, ya que en este caso el maíz, de cierta forma depende del hombre para poder
seguir reproduciéndose y el hombre de esta manera puede seguir obteniendo alimento
[McClung, et al., 2001].

FRIJOL
Aunque el frijol común silvestre se encuentra ampliamente distribuido en Mesoamérica,
todavía no se ha encontrado en sitios arqueológicos arcaicos. El análisis molecular de
diversas especies de Phaseolus revela que las poblaciones silvestres de frijol común
más semejantes a los cultivos actuales se localizan en un área claramente definida en
el occidente del país, en el estado de Jalisco. Kaplan atribuye a los métodos de
cosecha la baja representación de frijoles en el registro arqueológico. Sin embargo, hay
evidencia de recolección de otras especies silvestres; ejemplares del ayocote, ancestro
de la variedad actualmente domesticada, fueron halladas en contextos arqueológicos
fechados aproximadamente en 7000-5500 años a.C. en la región de Ocampo,
Tamaulipas [McClung y Zurita, 2000].
El género Phaseolus, de origen americano, cuenta con más de 70 especies silvestres
de las cuales cinco han sido llevadas a domesticación, Phaseolus vulgaris L.,
Phaseolus acutifolius A. Gray, Phaseolus coccineus L., Phaseolus lunatus L. y
Phaseolus dumosusMacfady. El síndrome de domesticación en el género Phaseolus y
en general en las leguminosas consiste en rasgos como la presencia de vainas menos
dehiscentes, incremento en el tamaño de las semillas, pérdida de la dormancia e
incremento en la variabilidad morfológica de las semillas [Casas, 2001].
La característica más representada en el registro arqueológico como posible indicador
de domesticación, es el aumento en el tamaño de la semilla. Tales cambios tuvieron
lugar durante el periodo en el cual la recolección o cultivo incipiente se combinaba con
el almacenamiento de la semilla, permitiendo así la operación de la selección natural
sobre el sistema poligénico existente [McClung y Zurita, 2000].
CONCLUSIONES
Dentro de las teorías analizadas se ha relacionado mucho el clima como factor
importante para que la agricultura pudiera proliferar. Podemos plantearnos que se debió
a un proceso multifactorial, donde los humanos modificaron mucho de su entorno para
fortalecer una relación simbiótica perdurable y la práctica de la agricultura modifico
mucho de las organizaciones internas de un grupo, así como el factor geográfico y
climático fungió parte de todo este proceso. Aunque los conocimientos fueron
creciendo, no precisamente se puede relacionar una falta de conocimiento complejo
previo a la agricultura sobre la vegetación con la cual interactuaban en una
organización cazadora- recolectora.
La agricultura significó un cambio en la relación de intervención de los recursos, ya que
se generó una relación más estrecha de codependencia y coevolución, la
domesticación y la selección artificial de varias plantas vino de la mano, más adelante la
incorporación de animales en los procesos de cultivo. Una relación simbólica entre
cultivos y consumo de estos es latente como es el caso en Mesoamérica con el maíz y
otros cultivos, que tuvieron un impacto importante en algunas prácticas culturales, en
varios artículos hacen alusión del uso de maíz dentro del consumo como bebida y no
como un alimento base en la población como fue posteriormente. Esto nos puede
hablar de lo diverso que pudo llegar a ser el cultivo de plantas y la domesticación de las
mismas, que pudieron tener muchas funciones más allá de las que actualmente
perduran o inferimos.
La conservación de los materiales orgánicos es un problema constante en todo trabajo
arqueológico. En México algunos trabajos de este tipo son a través de proyectos de
salvamento o rescate arqueológico, donde un registro estrictamente metódico y
detallado ayudará a obtener la información necesaria para estudiar y comprender el
contexto ambiental y asentamiento de los primeros hombres en América.
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