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Texto Base: Génesis 2:24

El relato de la Creación puesto por escrito en Génesis 1-2 nos muestra la majestuosa labor de

Dios para con sus criaturas, entre ellas nosotros los seres humanos. En el pasaje escogido como

base para esta enseñanza es el fundante de lo que posteriormente llamaríamos como matrimonio.

En la cultura Judía cuando se realizaba un matrimonio, la esposa dejaba la casa de sus padres y

se unía a la de su esposo. De este modo, se establecían nuevas lealtades. Además, la

consumación del matrimonio está asociada aquí con la idea de que la pareja llega a ser una sola

carne, así como Adán y Eva provenían de un solo cuerpo. Aquí la afirmación de que el hombre

dejará su familia es porque está buscando compañía. También refleja el hecho de que las

ceremonias de casamiento, incluyendo la noche de bodas, a menudo tenían lugar en la casa de los

padres de la novia.

Jesús posteriormente tomaría este texto para hablar del divorcio en Mateo 19:1-12 y Marcos 10:-

1-12, donde establece que desde el principio estaba estipulado que fuese así, es decir, esta verdad

no debe ser negociable en cuanto al matrimonio más allá de los problemas de interpretación que

tengamos con respecto al tema del divorcio. Jesús deja en claro que Génesis en sus primeros

capítulos debe ser tomado con seriedad como lo debe ser toda la Escritura en general (algo

también puesto por escrito en 2 Timoteo 3:16).

En la epístola a los Efesios el apóstol Pablo pone por escrito el misterio más sublime que se halla

en la Iglesia, la amada del Señor. Este escrito es la máxima para entender la iglesia, es el tema

principal que se encuentra en la misma. En su capítulo 5 cita nuevamente Génesis 2:24 haciendo

alusión a la fundación del matrimonio, pero no simplemente como deberes cristianos ajenos o

desarticulados del Evangelio, sino que


Cristo la cabeza y nosotros el Cuerpo, nuevas lealtades al Señorío de Cristo, Dios a través de su

Hijo nos buscó a nosotros.

Es por ello que en la biblia se establece como adulterio a Dios cuando le somos infieles (cf.

Santiago 4:4).

La lealtad al Señor es de suma importancia debido a que ya nosotros no nos pertenecemos a

nosotros mismos, es por ello que somos llamados siervos. Es suficiente leer en 1 Corintios 6:15-

17 para darnos cuenta de esta verdad práctica.

La dinámica del Matrimonio está permeada con esta gran verdad del Evangelio. Nuestro ejemplo

para amar a nuestra familia se basa en el amor de Cristo.

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