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LOS BIENES
LA PROPIEDAD
Y OTROS DERECHOS REALES
CORTE SUPREMA
BIBLIOTECA ^ ¿
SIS
E DITORIAL
JURIDICA
DE C H I L E
7 EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E 7
ABREVIATURAS
CONCEPTOS FUNDAMENTALES Y
CLASIFICACIONES
C A P Í T U L O I
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
1 V.. al respecto, Carbonníer, Jean: Throil Civil, t. III, Les hwns, PUF. París
2000, pp. 3 y sgts.
11 T i nic A ii. 12
CONCEPTOS VUNDAMENTALLS
dad sea uno de los capítulos del Derecho civil en el cual el denominado "aná-
lisis económico del Derecho" haya formulado novedosas propuestas V. por
ej. Mattei, Ugo: "I-a Propnetá". con Chianale e Cate riña, en Tratato di Diritto
Civile, diretto da Rodolfo Sacco, Edil. Utet. Tormo, 2001, especialmente pp. 39
V sgts.; Scháfer, Hans-Bernd y Ott, Claus: Manual de análisis económico del Derr-
cho Civil, trad. de Mac arena von Catsunn-Lichterfelde, Edil. Trenos, Madrid.
1991; para el espec ífico tema del Derecho registral examinado desde esta pers-
pectiva económica, Méndez González, Fernando: "La función económica de
los sistemas regístrale s e n Rev. Cí nica de Derecho Inmobiliario, N° 671, Ma-
drid, 2002, pp. 87ñ y sgts.
13 11 < I'. I í \ , i .
PRIMERA PARI1 ( O M E P I O S R ' M H M t NTALF s V < 1-ASlFtCV IONI-S
inimi i vi ( U I U D I C A m ciin i 14
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
de Violette, Uriel, en RDJ., L 47, Primera Parte, pp. 33 y sgts.; el mismo estu-
dio, con trad. de José Prieto, en Anuario de Derecho Civil, Madrid, 1953, pp. 5
y sgts.; Borrel Maciá, Antonio: La persona humana. Derechos sobre su propia cuerpo
vivo y muerto. Derechos sobre el cuerpo vivo y muerto de otros hombres, Edit. Bosch,
Barcelona, 1954; Badenes Gasset, Ramón: "Los derechos del hombre sobre el
propio cuerpo". Edit. Reus. Madrid, 1958; Labbée, Xavier: "La condition juri-
dique du corps humain avant la naissance et aprés la mort". P. Univ. de Lille.
Lille, 1990; Arriagada, Eduardo: El cuerpo humano como objeto de derechos, Univ.
de Chile. Santiago, 1946; León Hurtado, Avelino: "El trasplante de órganos hu-
manos ante el Derecho Civil", en RDJ., t. 65, Primera Parte, pp. 102 y sgts.
15 EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
PKIMLKA P\RTK < ONC I P t <>S K NDAV1LN1 Al.f S \ < l-\SIKU.\<.I()NIrS
16
CONCEPTOS VUNDAMENTALLS
7 Incluso hay posturas que entienden que toda prestación, aun la de dar,
importa sólo la adopción de una conducta del deudor (el tema pertenece a
la teoría general de la obligación).
El CC. portugués, notoriamente, ha destinado un precepto al concepto
de cosa, que evoca lo referido en este párrafo: "todo aquello que puede ser
objeto de relaciones jurídicas" (art. 202) (como se dirá más adelante; por otra
parte, este Código expresamente dispone que sólo las cosas corporales pue-
den ser objeto de propiedad).
H En la resolución de 12 de octubre de 1982 (recaída en el caso "Brame-
parado", edic facsimilar, Edit. Jurídica de Chile, Santiago, 1979, t. III (6o),
pp. 6 y sgts. Exigiendo la patrimonialidad, en cuanto a los derechos, aclara
que son bienes cuando tienen un valor pecuniario y que, por tanto, los dere-
chos de la persona no son bienes; pero como por una parte insiste en que se
trata de cosas que "forman parte de nuestro patrimonio" v, por otra, expresa
que se trata de cosas susceptibles "de llegar a ser objeto de un derecho de
propiedad", no deja claro si exige su actual pertenencia a alguien.
Con antecedentes históricos, se ha sostenido que cuando el art. 565 dis-
pone que "los bienes son cosas corporales e incorporales" consigna una par-
tición del lodo (bien), en términos que hay cosas que no son bienes debido,
precisamente, a que actualmente carecen de dueño (como las res nulliusy las
res dereltctae) (Gu7mán Briio, Alejandro, ob. eit., pp. 49 v sgts.).
También se ha propuesto que bien es una cosa que puede proporcionar
utilidad (material o moral, actual o futura) y susceptible de apropiación; y
que el Código considera cosa y bien como sinónimos, utilizando los térmi-
nos indistintamente (y así se aprecia, por ej., en los arts. 566, 576, 606, 689,
1113, 1810, 2510. etc.) (Ducci Claro, Carlos: "Las cosas incorporales en nues-
tro Derecho", en RDJ., t. 83. Primera Parte, pp. 31 y sgts.).
i niroKi\i l U I U D K A o, i im i 18
CONCEPTOS Fl' N DAM E SITALES
"Además de las obras ya citadas, puede \erse Biondi, Biondo: Los bienes.
trad. de Martínez-Radío, Edit. Bosch, Barcelona, 1961; Aliara, Mario: ¡)n beni,
Edit. A Giuffré, Milano, 1984; García García, José: "Teoría general de los bie-
nes v de las cosas', en Rev. Crítica de Derecho Inmobiliario N° 676, Madrid,
2003. pp. 919 y sgts.; De la Riva, Joaquín: Concepto de cosa en sentido jurídico,
l'iuv. de Concepción, Concepción, 1976.
''Para antecedentes históricos sobre el Libro II, v. Guzmán Bnto, Alejan-
dro; de Ávila Martel, Alamiro; Dávila Izquierdo, Oscar, y Meló Lecaios, Luis
Primer Proyecto de Código Civil de Chile, Edit. Jurídica de Chile, Santiago, 1978;
para su evolución desde su entrada en vigencia, Tapia Rodríguez, Mam » io: Có-
digo Civil, 1855-2005. Evolución y perspectivas, Edit. Jurídica de Chile, Santiago,
2005, pp. 136 y sgts. (legislación especial -descodificada- aparte, es el Libro
menos alterado; la obra evaluadora del Prof. Somarriva, publicada al Centena-
rio, no lo incluyó; Somarriva l'ndurraga, Manuel: Evolución del Código Civil chi-
leno, Edit. Nascimento, Santiago, 1955, 2a edic., Edit. Temis, Bogotá, 1983).
La notoria influencia del Código francés en materia de obligaciones no se
observa en semejante grado en el Libro II; puede apreciarse en la distinción de
bienes en muebles e inmuebles y en el concepto del derecho de propiedad (v. al
respecto, Soza Ried, María de los Ángeles: "La influencia del Código Ciul fran-
cés en el Código Civil chileno en materia de bienes y propiedad", en Cuadernos
de Extensión Jurídica, Univ. de Los Andes, N" 9, Santiago, 2004, pp. 69 y sgts.).
CLASIFICACIONES
21
PRIMERA PARTE ( ( ) N ( F F I O S Fl'NDAMF N IA1.I N V < I-ASI FU ¡ACIONES
/
CLASIFICACIONES
15 V., por ej., Biondi, Biondo, ob. cit., pp. 45 y sgts.; Vallet de Goytisolo,
Juan: Panorama del Derecho Civil, Edit. Bosch, Barcelona, 1963, pp. 131 y sgts.;
De la Riva, Joaquín, ob. cit., pp. 65 y sgts. En la reticencia influye también,
sin duda, la dificultad que se observa en el ejercicio de verdaderos actos po-
sesorios en los derechos personales.
16En este sentido, Guzmán Brito, Alejandro, Las cosas incorporales..., cit.,
p. 79.
Con todo, últimamente ha estado siendo acogida en importantes textos
e instituciones internacionales. Por ej., con base en el art. Io del Protocolo
adicional al Convenio europeo de derechos humanos (que -se ha dicho- "pu-
dorosamente" se limita a consagrar para toda persona, física o moral, un "res-
peto al derecho de sus bienes"), la jurisprudencia del Tribunal europeo de
derechos humanos y, sobre todo, la Comisión europea de derechos huma-
nos, extendiendo el concepto de bienes, lo han aplicado a muebles, inmue-
bles, derechos reales, derechos personales y propiedad intelectual (la
extensión más inquietante, la referida a -otros- derechos reales y a derechos
personales, se ha producido en decisiones de la Comisión; por ej., en S. vs.
Reino Unido, de 13 de diciembre de 1984, para un derecho de servidumbre;
X vs. Holanda, de 20 de julio de 1971, y Müller vs. Austria, de 16 de diciem-
bre de 1974, ambas sobre derechos previsionales) (v. al respecto, Rey Martí-
nez, Fernando: "El Derecho de propiedad privada en el Derecho europeo",
en Rev. de Estudios Europeos, N° 8, Valladolid, 1994, p. 55).
17 En el Código chileno se asentó la decisión de considerar cosas a los
23 EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
PRIMERA PARTE ( OM t PTOS Fl NIíAMENT \1 I- S Y CUASI FICACU >M S
Esta parece ser la conclusión de Claro Solar quien, como se dijo, conside-
ra bienes sólo a aquello que está en el patrimonio; por lo mismo, luego de refe-
rirse a la distinción entre cosas corporales e incorporales, avanza directamente a
los derechos reales y personales (Claro Solar, Luis, ob. cit., t. III (6o), pp. 6 y sgts.).
En esta dirección, para mayor claridad tendría que precisarse que los derechos
personales incluidos en el concepto de cosa incorporal serían sólo aquellos téc-
nicamente concebidos y definidos en el art. 578; es decir, los que tienen un suje-
to determinado como deudor en el extremo opuesto del vínculo.
Guzmán Brito, Alejandro, Las cosas incorporales..., cit., p. 56. El autor
hace presente que, conforme a los términos, no todas las cosas corporales e
incorporales son bienes. Trata también la situación de las producciones del
talento y del ingenio, de los derechos mineros, del derecho de aprovecha-
miento de aguas, de los derechos corporificados y los títulos valores.
25 EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
PRIMERA PARTE CONCEPTOS FUNDAMENTALES Y CLASIFICACIONES
Hay que admitir que los primeros casos, como los resumidos en el cuer-
po, no eran del todo propicios para la aplicación del razonamiento, porque
no se trataba exactamente de una privación del derecho (a la restitución del
predio) sino sólo de una (no excesiva) postergación (modificación) de su ejer-
cicio, modificación que, mientras no sea profunda -que pudiere encubrir una
verdadera privación- es aceptable que introduzca el legislador y que, de no
permitírselo, conduciría a una inmovilidad del ordenamiento o, al menos, a
una actualización excesivamente lenta. Tanto es así que, posteriormente, los
propios tribunales superiores han modelado en alguna medida el planteamien-
to, advirtiendo que si bien el legislador no puede privar de derechos ya ad-
quiridos (porque privaría de la propiedad de una "cosa", contraviniendo la
protección constitucional al dominio), sí puede (sin que haya violación cons-
titucional) introducir modificaciones a su ejercicio. En todo caso, la frontera en-
tre la privación de un derecho y la sola modificación de su ejercicio, en
ocasiones puede ser difusa.
EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E 26
CLASIFICACIONES
legal en los tres preceptos anotados se han agregado dos textos con-
currentes de la Constitución: a) el art. 19 N° 24 que, junto con pro-
clamar la protección de la propiedad, consagra la propiedad sobre
los derechos (sobre "toda clase de bienes, corporales e incorpora-
les");23 b) el art. 20, que establece -como se sabe- el llamado re-
curso de protección, para proteger concretamente diversos
derechos constitucionales, entre ellos el de propiedad.
Una observación de los casos en que se ha aplicado permite
concluir que la anudación de estas dos decisiones: que los dere-
chos son cosas y que sobre estas cosas (incorporales) hay tam-
bién una especie de propiedad (sin mayor atención a la
prevención de que se trata de una "especie" de propiedad), ha
orientado su aplicación en el sentido de conferir protección a
la generalidad de los derechos de los particulares (y aun más
allá, como lo diremos), lo que se traduce, por cierto, en un in-
tenso fortalecimiento de ellos.
Esta protección se ha configurado, entre otros, en dos im-
portantes campos, cada uno con su propia vía:
a) En la protección de derechos ante agresiones legislativas,
que se cometen a través de la retroactividad. Si una ley dispone
que ella se aplicará incluso a situaciones ya producidas (por ej.,
una nueva ley de arrendamiento, que se dispone aplicable in-
cluso a los contratos en actual ejecución), y se detecta que vul-
nera un derecho de un particular (arrendador o arrendatario),
ya adquirido, se acude a aquel razonamiento, se propone que
esa ley priva de la propiedad de ese derecho y que, por tanto,
es una ley expropiatoria que, por no reunir los requisitos que
la Constitución exige para expropiar, es inconstitucional; y se
concluye pidiendo la declaración de inaplicabilidad de esa ley,
por inconstitucional.
b) En la protección de derechos ante agresiones de una au-
toridad o de particulares, que se cometen mediante actos admi-
nistrativos o materiales, de variada naturaleza, que se estiman
ilegales o arbitrarios. Entonces se plantea que tal acto o hecho,
ilegal o arbitrario, importa privación, perturbación o amenaza
de determinado derecho del supuesto afectado, el cual acude
al recurso de protección (art. 20 de la C. Pol.); y cuando obser-
27 EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
PRIMFRA PARTE CONCEPTOS FL'NDAMENTAl ES Y Cl AS1FK -AC.K >Nt S
24 V., a este respecto, por ej., F. del M. N° 181, p. 232; RDJ., t. 75, sec. 3',
p. 238.
p. 691, que resolvió que hay propiedad sobre los derechos pero no sobre las ac-
ciones; F. del M. N° 269, p. 88, que resolvió que la matrícula universitaria no ge-
nera un derecho, una cosa incorporal; F del M. N° 467, p. 1780, que resolvió que,
como existe un "derecho a la propia imagen", sobre él hay una especie de pro-
piedad y, por tanto, su agresión implica agredir el derecho de propiedad, lo que
conduce a acoger el recurso; F. del M. N° 478, pp. 1870 y sgts. que declaró que
existe un "derecho a la función", con las mismas consecuencias (más tarde, aun-
que más bien referido al cargo, se resolvió en contrario, La Semana Jurídica
N° 238 (mayojunio), 2005, con cita de un fallo anterior); Gaceta Jurídica, N° 106,
p. 27, que resolvió que hay propiedad sobre la calidad de estudiante universita-
rio; también Gaceta Jurídica N° 179, p. 45; RDJ., L 87, secc. 5a, p. 2, que resolvió
que hay propiedad sobre la facultad de desempeñarse como consejero de una
asociación gremial. Y se ha llegado a concluir que existe un "derecho a ver tele-
visión sin interferencias" (RDJ-, L 91, secc. 5a, p. 81).
Para la aplicación a casos (comentados), puede verse Domínguez Balma-
ceda, Juan Pablo: El recurso de protección y el derecho de propiedad, Univ. Católica
de Chile, Santiago, 1987; Abbott Urzüa, Luz: La propiedad sobre las cosas incorpo-
rales frente a la legislación, doctrina y jurisprudencia chilena. Univ. Adolfo Ibáñez,
Valparaíso, 1998; Fuentes Olmos, Jessica: El derecho de propiedad en la Constitu-
ción y la jurisprudencia, EdiL Jurídica Conosur, Santiago, 2001, con fallos de 1981
a 1996. Para el análisis crítico, v. también Jana Linetzky, Andrés y Marín Gonzá-
lez, Juan: Recurso de protección y contratos, Edit. Jurídica de Chile, Santiago, 1996.
26 No es difícil percibir que la extensión de la calificación de cosas incor-
porales con propiedad sobre ellas y, más aún, la generosidad con que se ha
procedido a calificar de derechos a conceptos que (al menos claramente) no
lo son, son debidas a la intención de aprovechar la virtud protectora del recur-
so de protección en la mayor medida posible. Pero si ese es el objetivo, parece
más apropiado y respetuoso de los conceptos, derechamente extender el cam-
po de aplicación de dicha herramienta (a todos los derechos, aunque sólo a
ellos) o diseñar otra protección para los derechos, evitando así tener que lle-
var a tantos derechos amagados -muy lejanos de la intención cosificadora y de
la correcta dogmática- al controvertible camino de incluirlos en el razonamiento
de que sobre ellos hay propi ' " MMj J *"
m
^TrlÍÓTÉCM
PRIMERA PARTE C.O\( EPTOS FUND W t t VTALESYCLASIFICACK>NES
tarse con frecuencia- a medida que un concepto se extiende sobre todo, di-
fusamente. va perdiendo fortaleza. Sobre el peligro que implica distorsión in-
debida del sistema, y la explicación, relacionada por cierto con una concepción
del derecho subjetivo fundada en el "poder" (poder hacer, libertad de hacer),
v. también Guzmán Brito, Alejandro, El Derecho privado constitucional..., cit., p. 75.
Para el Derecho chileno, además de las obras ya citadas, puede verse Claro
Solar, Luis, ob. cit., t. III (6 o ), Ni" 285; Becerra, Hugo: Bienes incorporales, Univ.
de Chile, Santiago, 1948: Pescio, Victorio: Manual de Derecho Civil, Edit, Jurí-
dica de Chile, 2J edic.. Santiago, 1958, t. III. pp. 165 y 295.
33 EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
PRIMERA PARTE. CONCEPTOS FUNDAMENTALES Y CI A L I G A C I O N E S
EDITORJAJL J U R I D I C A DICHILL 34
CLASIFICACIONES
Ejea, Buenos Aires, 1969, Parte II, vol. IV, p. 5, que se inclinan por el número
cerrado; también allí se ha denunciado que la pregunta está mal formulada, por-
que un conuato sólo tiene efectos relativos y, por tanto, no puede imponer obli-
gaciones a más personas que los contratantes; sólo la ley puede determinar los
derechos cuyo respeto impone a toda la comunidad, la verdadera dificultad -se
agrega- consiste en averiguar si es posible descomponer un derecho real de ma-
nera distinta a la que permite hacerlo la ley, ¿puede un propietario ceder cierto
atributo reteniendo los restantes? no se ve inconveniente y ese atributo cedido
sería oponible a todos porque es un elemento del derecho de propiedad y, por
tanto, con su mismo carácter; y se advierten posibles problemas con la publici-
dad (Ripert, Georges y Boulanger, Jean: Tratado de Derecho civil, según el Tratado de
Planiol, trad. de Delia García, Edit La ley, Buenos Aires, 1987, L VI, p. 77). En
España está bastante discutido; parece prevalecer la conclusión de que está per-
mitido a los particulares la creación de derechos reales, pero se insiste en las im-
portantes restricciones en el ejercicio de esa facultad, que es donde —se ha dicho-
está la mayor dificultad (Diez-Picazo, Luis: "Autonomía privada y derechos rea-
les", en Rev. Crítica de Derecho Inmobiliario, N° 513, Madrid, 1976, pp. 273 y
sgts.; el autor advierte que lo que debe ser investigado son los límites a la auto-
nomía privada y eso tanto para los derechos atípicos como para los típicos, trans-
porta a todos los derechos reales la noción de permanencia de la utilidad de las
servidumbres, p. 301, y destaca la exigencia de que el derecho real que se cree
por los particulares debe cumplir una función económico-social no satisfecha por
los tipificados, p. 303); Albaladejo, Manuel: Derecho civil, Edit. Bosch, Barcelona,
1994, L III, vol. I, pp. 29 y sgts.; Castán Tobeñas, José, ob. ciL, L cit, pp. 73 y sgts.;
Román García, Antonio: La tipicidad en los derechos reales, Edit Montecorvo, Ma-
drid, 1994, con datos de Derecho comparado, una actitud cautelosa en la crea-
ción por los particulares para admitirla sólo cuando la función económico-social
no puede ser satisfecha por un derecho real tipificado, y mostrando la perma-
nente interrelación entre los derechos reales y personales; Diez-Picazo, Luis: Fun-
damentos de Derecho cwílpatrimonial, Edit. Civitas, Madrid, 1995, L III, p. 128; Medina
de Lemus, Manuel: Derecho civil de bienes. Derechos reales e inmobiliario wgistral, Edit.
Dykinson, Madrid, 2003, t. I, pp. 46 y sgts.). El CC. de Québec ha motivado exa-
men (en base a los arts. 947 y 1119; v., por ej., Bnerley, John: "Regards sur le
droit des biens dans le nouveau Code Civil du Québec", en Rev. Int de Droit
comparé, vol. 1, 1995, p. 37).
35 EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
PRIMERA PARTE ( OM EPTOS F U N D A M F N T A L t S Y ( l^ASIFK A C I O N E S
nio: Tratado de los derechos reales, 6a edic., Edit. Temis S. A. y Jurídica de Chile,
Santiago, 2<>01, t. I, N° 28, p 28; Pescio, Victorio, ob. cit., t. III, p. 212.
11 Así, Borzutzky Arditi, Alejandro: El derecho de superficie, Edit. Andrés Be-
llo, Santiago, 1972, especialmente pp. 191 y sgts. Cuando propone admiür "cier-
tos" derechos reales, el autor -en la línea doctrinaria de países en los que se
proclama el número abierto- los limita a aquellos que cumplan una función
económico-social que no pueda alcanzarse por los que la ley tipifica o por una
combinación de figuras típicas de derechos reales y de obligación (p. 195).
32 Con todo, conviene otra aclaración, ahora en cuanto al rol de la norma.
Cuando, optando por el número cerrado, concluimos que sólo la ley crea de-
rechos reales (como también se dirá respecto del alcance de la reserva legal
respecto de las restricciones al dominio), no se trata de que la ley sólo lo intro-
duzca mediante un nombre; ha de describirlo, al menos en su estructura fun-
damental (tal vez en una situación extrema en la que el derecho real tuviere
en la doctrina o en la tradición histórica una estructura tan difundida y umver-
salmente aceptada, pudiere llegar a bastar que la ley lo incorpore sólo median-
te el nombre). En estos términos pueden llegar a producirse situaciones dudosas
cuando la ley deja sectores de la estructura fundamental sin regular, en las que
será debatible si se trata de vacíos integrables, de insuficiencia legislativa que
dejan al derecho acogido en estado impracticable o, en fin, se trata de caracte-
res, atnbutos, funciones, que simplemente fueron conscientemente excluidas
por el legislador al consagrarlo (una situación en la que son admisibles algu-
nas de estas conjeturas la ofrece entre nosotros la hipoteca, respecto de la de-
nominada "cláusula de garantía general hipotecaria").
editorial JURIDICA de c h i i \ 36
CLASIFICACIONES
La disposición dene una evidente utilidad práctica. Gracias a ella, por ej.,
es posible vender (donar, permutar) fruta en los árboles, una porción de tie-
rra (vegetal) o de arena o ripio, sin tener que contratar con las solemnidades
que se disponen para los inmuebles (porque mientras están en su estado na-
tural, antes de su separación, son bienes inmuebles y, por tanto, sin el pre-
cepto citado sería necesaria la solemnidad: escritura pública para la venta,
permuta o donación; tradición para la inscripción conservatoria).
En cuanto a la redacción, el término "aun", huelga; después de la sepa-
ración, no se reputan; son muebles.
Como los siguientes:
- Ley 18.845 (DO. de 3 de noviembre de 1989) sobre microcopia o mi-
crograbación de documentos (y DFL. 4, DO. de 30 de diciembre de 1991).
- Ley 17.726 (DO. de 25 de septiembre de 1972) sobre derecho prefe-
rente de Bibliotecas Públicas para adquirir manuscritos, libros u otros docu-
mentos que sean subastados.
- Le\ 16.592 (DO. de 21 de diciembre de 1966) sobre derecho preferen-
te del Ministerio de RR.EE. y de la Biblioteca Nacional para la adquisición
de mapas, libros y otros impresos indispensables para los intereses naciona-
les (sin peijuicio de que pueden ser expropiados).
i n i T o k i M IURIDICA m < i m r 40
CLASIFICACIONES
Para efectos de los delitos de hurto o robo (art. 432 del CP), se ha re-
suelto que los documentos no son cosas corporales muebles y su valor sólo
radica en los derechos o valores jurídicos de que dan cuenta, y en cuanto a
créditos, son bienes incorporales (RDJ., t. 83, secc. 4a, p. 38, cons. 3 y 4). Pero
debe considerarse que el papel mismo es cosa corporal mueble (de ahí que
textos, como el art. 1879 del CC. paraguayo, se ocupen de declarar expresa-
mente que son muebles "todos los instrumentos públicos o privados donde
constare la adquisición de derechos personales o de crédito").
41 EDITORIAL J U R I D I C A LM (. MILI
PRIMER \ PARTÍ- CONCEPTOS F l \L> \ MENTALES YC'IAMK1C.M IONE S
boles son inmuebles, pues forman con ella un solo todo; separa-
dos permanentemente, son muebles; y se reputan muebles, según
se ha dicho, antes de su separación, para los efectos de consti-
tuir derechos sobre ellos en favor de otra persona que el dueño.
Ha sido discuuda la calificación de inmuebles por adheren-
cia de ciertas construcciones, como puentes, líneas telegráfi-
cas, eléctricas, etc.™ También la de edificaciones construidas
en terreno ajeno; se las ha calificado ya de inmuebles por ad-
herencia, ya de muebles por anticipación. En las soluciones in-
fluyen, principalmente, las características materiales de la
adherencia, más o menos permanente; se ha pretendido que
también influye el dominio de la construcción, de modo que
si fue un tercero el que construyó (no el dueño del suelo), de-
bería concluirse que es mueble (con el art. 571); no parece
aceptable esa afirmación y el precepto citado no se refiere a
esta situación.1"
3o. Inmuebles por destinación. Con el art. 570, son ciertos bie-
nes muebles que la ley reputa inmuebles por estar permanente-
mente destinados al uso, cultivo o beneficio de un inmueble.
Para reputar inmuebles a estos bienes la consideración es
eminontemenie práctica y fácil de percibir; se trata de evitar el
menoscabo de ciertos bienes que para su mejor aprovechamien-
to requieren de otros elementos complementarios (los arts. 1118,
1121 \ 2420 obedecen al mismo objetivo). Como consecuencia,
celebrado un acto jurídico sobre un inmueble sin especificar la
suerte de tales objetos, ellos se entienden incluidos; pero la vo-
luntad de las partes puede excluirlos.4"
*RDJ„ t. 11, p. 537; t. 12, p. 823; t. 79, p. 16; para instalaciones de calefac-
ción, agua y otras RDJ., t. 62, p 373; t. 63, p. 293. Se ha resuelto que las líneas,
postes y transformadores de electricidad son muebles; no son inmuebles por
adherencia (pueden retirarse sin que se destruyan) ni por destinación (no es-
tán destinados al uso o beneficio exclusi\o de un inmueble determinado) (RDJ.,
t. 79, p. 16; \ también RDJ., t. 94. p. 4). Respecto de estanques adheridos al
suelo se ha resuelto que, siendo inmuebles (por adherencia), su venta, aun for-
zada. requiere escritura pública (RDJ., t. 95. secc. 2", p. 93).
w Se ha resuelto que las edificaciones son muebles si pertenecen a perso-
na distinta del dueño del suelo: GT_ de 1893. t. II. N" 3537, p. 1693; de 1910,
t I. X 607, p. Ur>0: RDJ., t. 27, p. 71; t. 35, p. 414. En contra: GT. de 1878,
X 2148, p. 879; de 1918, X" 3, p. 17; de 1936, Xo 91, p. 391 (con voto disi-
dente). RDJ., t. 36, p. Kf>.
" V. F. del M. X" 116, p. 121.
Así, los aparatos de ejercicio físico del propietario del inmueble no que-
dan incluidos porque están destinados al cultivo (físico) del dueño del predio
(no del predio).
« V . RDJ., t. 44, p. 565.
Códigos del siglo XX ya no emplean esta nomenclatura (emplean expre-
sión» s como "pertenencias" v "partes integrantes"), modifican los conceptos
(puede haber inmuebles destinados a la utilidad de otro inmueble) y los efec-
tos (si nada se expresa, el negocio sobre un inmueble no incluye a los acce-
sorios); incluso ha llegado a suprimirse la noción de inmueble por destinación.
V. a estos respectos, por ej.. CC. italiano (art. 817); CC portugués (arts 204 y
210); CC del Québec (libro IV), CC. boliviano (art. 82), CC. peruano (arts.
887 y sgts.); CC. paraguayo (arts. 1874 y sgts.); CC. brasileño (arts. 70 y sgts.).
4f RDJ., t. 38, p. 291; v. también RDJ.. t. 94, p 4.
" V . Egea, Ricardo: "Los bienes inmuebles por destino: la maquinaría in-
dustrial". En Rev. Ct inca de Derecho Inmobiliario, N" 494. pp. 23 y sgts. (con
análisis del acto de voluntad del propietario que destina), León Hurtado, Ave-
lino: "Influencia del Derecho público en la propiedad privada inmobiliaria",
en RDJ., t 58, Primera Parte, pp. 111 y sgLs.
toiiopiu J U R I D I C A ni CHIH 44
CLASIFICACIONES
45 EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
PRIMERA PARI t < ONCFPTOS FUNDAMENTALES \ < .1-VSIFK .ACION t N
mi roto \i JURIOICA ni t mu 46
CLASIFICACIONES
49 EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
PRIMERA PARTE C ONC EPTOS FUNDAMENTALES Y CLASIFICA* IONI-S
I I >11. • H I - l JURIDICA I •! 50
CLASIFICACIONES
51 FniTORiu J U R I D I C A n m u u
PFUMERA PARTE: CONCEPTOS FUNDAMENTALES Y CLASIFICACIONES
miuinu JURIDICA DE C. MU I 54
CLASIFICACIONES
ción analítica del dominio, que lo entiende como una suma de facultades,
concepción que enfrenta alternativa (la sintética) (se explicarán pronto, al
presentar la descripción general de este fundamental derecho).
" V. por ej., Biondi, Biondo, ob. cit., pp. 147 y sgts.
" V., por ej., King, Juan Eduardo: El derecho de llaves, Univ. de Concep-
ción, Concepción, 1961, pp. 13 y sgts.; Samur, Lucy: El establecimiento de comer-
cio, Univ. de Concepción, Concepción, 1974, pp. 16 y sgts.
Pero también podría ser de otra naturaleza: cultural, religioso, etc.
mirop.iu J U R I D I C A DFCHIU 56
CLASIFICACIONES
57 EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
PRIMERA PARTE: CONCEPTOS FUNDAMENTALES Y CLASIFICACIONES
59 EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
PRIMERA PARTE CONCEPTOS FUND VMENTXL ES Y CLASIFICACIONES
1 PL T O R I M JURIDICA DE CHILF 60
CLASIFICACIONES
61 EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
PRIMERA PARTE: CONCEPTOS FUNDAMENTALES Y CLASIFICACIONES
EDITOR1AI JURIDICA DE C H I L E 62
CLASIFICACIONES
63 tDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
PRIMERA PARTE CONCEPTOS FUND VMENTXL ES Y CLASIFICACIONES
miTORJAi J U R I D I C A DFCHILI 64
CLASIFICACIONES
47. Bienes privados son los que pertenecen a los particulares. Bie-
nes públicos o nacionales son "aquellos cuyo dominio pertenece
a la nación toda" (art. 589). El estudio de la regulación de esta
clase de bienes corresponde a las disciplinas del Derecho públi-
co. Se destacarán aquí sólo algunos conceptos, principalmente a
partir de las pocas disposiciones contenidas en el Código.
quedan en esta categoría los bienes que así lo dispone una ley de quorum
calificado, y siendo la regla general la libre apropiabilidad, tal declaración pro-
cede sólo respecto de "algunos" bienes. Los de la tercera categoría quedan
sometidos al Derecho privado, común (así, Vergara Blanco, Alejandro: "La
summa divisio de bienes y recursos naturales en la Constitución de 1980", en
Rev. Ius Publicum, N" 12, Univ Santo Tomás, Santiago, 2004, pp. 105 y sgts.).
cho de uso que se tiene en bienes nacionales de uso público", en RDJ., t. 12,
Primera Parte, pp. 145 y sgts.
Y se ha resuelto que los particulares pueden recurrir de protección (en
base al derecho de propiedad) para mantener su uso ante actos ilegales o ar-
bitrarios que importen privación, perturbación o amenaza (RDJ., t. 89, secc.
5a, p. 75).
Por otra parte, ha debido resolverse que los pasajes interiores de un edi-
ficio que es centro comercial, no constituyen bienes públicos; son parte de
un bien privado y. por unto, sometido a la reglamentación interna, privada,
de la respectiva edificación (RDJ., t. 96, secc. 5a, p. 80).
67 EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
PRIMERA PARTE CONCEPTOS FUND VMENTXL ES Y CLASIFICACIONES
do (calles, plazas, caminos, etc.; las normas están en los arts. 589
y 592 del CC. y en numerosos textos especiales).71
3o. Dominio publico fluvial y lacustre. Comprende todas las aguas
del territorio nacional. La materia ya ha conformado toda una
disciplina (el Derecho de aguas), con su texto fundamental (el
Código de Aguas) (este dominio se refiere a las aguas terrestres,
porque las marítimas conforman el aquí llamado dominio pú-
blico marítimo; así lo expresa el art. I o del C. de A.).
Con anterioridad a la vigencia de la ley 16.640 (de 1967, so-
bre Reforma agraria), había aguas que eran bienes nacionales
de uso público y otras que pertenecían a los particulares. Desde
esa ley (actualmente derogada), todas las aguas existentes en el
territorio nacional son bienes nacionales de uso público (art. 595
del CC., en el nuevo texto que le dio la citada ley; art. 5o del C.
de A.). Los particulares pueden servirse de algunas aguas para
determinadas necesidades, mediante el denominado "derecho
de aprovechamiento de aguas", el que es calificado de derecho
real (art. 6o del C. de A.), con reglas especiales en el citado Có-
digo. La Dirección General de Aguas es el organismo adminis-
trativo encargado de la materia.72
U H t O R I M f U R I D I C A DfcCHIlf 68
CLASIFICACIONES
Public et res extra commercium, Ed. Alphen Aan Den Rijn, París, 1967; Marien-
hoff, Miguel: Tratado del dominio público, Edit. T.E.A., Buenos Aires, 1960; Ga-
rrido Falla, Fernando: "Comentarios a los arts. 338 a 345 del Código Civil
español", en Comentarios al Código Civil y compilaciones /orales, Edit. Edersa, Ma-
drid, 1980, t. V, vol. I, tenida por algunos autores españoles como una com-
pleta y actual exposición de la teoría del dominio público; Parejo, Luciano:
69 EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
PRIMERA PARTE C ONC EPTOS FUNDAMENTALES Y CLASIFICACIONES
conviene destacar las normas sobre restricción a la inscripción por avisos del
art. 58 del Reglamento del Registro Conservatorio (contenida en el art. 11,
( D I lOHIM J U R I D I C A DE CHILE 70
CLASIFICACIONES
que debe coordinarse con el art. 39 del DL. 2.695); concesiones (arts. 57 y
sgts.); adquisición de terrenos de riberas por obras ejecutadas con fondos del
Estado (art. 27, para lo cual debe verse también lo que se dirá aquí en el ca-
pítulo de la accesión, infra, N° 89); adquisición por sucesión por causa de
muerte (arts. 42 y sgts.); concesiones (arts. 57 y sgts.).
Debe mencionarse también la ley 19.776 (DO. de 21 de diciembre de
2001), sobre regularización de la posesión y ocupación de inmuebles fisca-
les, que dispuso un procedimiento destinado a conferir títulos de dominio a
ocupantes de inmuebles fiscales que lo sean en virtud de un Decreto Supre-
mo (del Ministerio de Bienes Nacionales) y que los hayan ocupado efectiva-
mente por más de cinco años a la fecha de entrada en vigencia de la ley.
77 También son del Estado los terrenos que dejan de estar permanente-
mente cubiertos por el agua del mar, de un río o lago, debido a obras ejecu-
tadas con fondos del Estado (art. 27 del DL 1.939).
Se ha resuelto que el terreno que emerge junto a un río como producto
de obras de relleno ejecutadas por terceros, no accede al propietario ribera-
no; conforme al art. 590 es del Estado, y ahí el ü'tulo y el modo de adquirir es
la ley (y procede inscribirlo a nombre del Fisco por el art. 58 del Regí, del
Registro Conservatorio). F. del M. N° 332, p. 428. V. además infia, N° 89, nota.
Para la restricción a la inscripción por avisos, con la que se ha peijudica-
do al dominio fiscal, v. infra, N° 134.
71 tDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
PRIMERA PARTE. CONCEPTOS FUNDAMENTALES Y CLASIFICACIONES
IDIIOKIAL J U R I D I C A DECHIII 72
S E G U N D A PARTE
LA PROPIEDAD Y LA POSESIÓN
EDITORIAL JURIDICA DE
C A P Í T U L O I
min.KiAi J U R I D I C A ot c m u 76
LA PROPIEDAD CONCEPTO. EVOLUCIÓN Y CARACTERES
83 V., por ej., Dekkers, René: El Derecho privado de los pueblos, trad. de Francisco
Osset, Edit. Rev. de D. Privado, Madrid, 1957, especialmente pp. 476 y sgts.; Az-
cárate, Gumersindo: Historia de la propiedad, Madrid, 1879; Prudhon, Jean-Baptis-
te-Victor: "Traite du domaine de propriété Chanans, 1758; Dijon, 1838; Laveleye,
Émile: "De la propriété et des ses formes primitíves". 4a éd. Félix Alean, édit. Pa-
rís, 1891; Grossi, Paolo: "Un altro modo di possedere". EdiL Giuífré. Milano, 1977.
rnuoMAL J U R I D I C A DECHIIF 80
I-A PROPIEDAD. CONCEPTO. EVOLUCION V CARACTERES
85 Una síntesis para el Derecho chileno, a partir del Código, puede verse
en Tapia Rodríguez, Mauricio, ob. cit., pp. 136 y sgts.; Ríos Labbé, Sebastián:
"Ciento cincuenta años de evolución del derecho de propiedad", en Sesqui-
centenario del Código Civil de Andrés Bello, Univ. de Chile, Edit. Lexis Nexis, San-
tiago, 2005, t. I, pp. 533 y sgts.
8fa V., a este respecto, Parejo, Luciano, ob. cit., pp. 2404 y sgts., desde el
n-.i K>Mu J U R I D I C A D H m u 82
I-A PROPIEDAD. CONCEPTO. EVOLUCION V CARACTERES
bre la naturaleza de las cosas; guiada por esta norma de justicia o la "utilidad
pública", la iniciativa legislativa puede ser intensifícadora; tampoco en Roma
exisuó la extraña necesidad de los juristas modernos de universalizar el régi-
men de la propiedad, de expandir sobre todo el campo jurídico un concepto
foijado con individualismo; hay cosas de derecho divino, cosas comunes, cosas
públicas, que no son propiedades, no presentan la cualidad de la proprietas,; en
Roma sólo una fracción de las cosas son apropiables, y no todas sometidas al
mismo molde; las prerrogativas estaban sutilmente modeladas conforme a las
cualidades de las cosas; ciertamente todas disponían de la acción reivindicato-
ría, pero aparte de eso, se usará y dispondrá de modo diferente según las ca-
racterísticas v estado de la cosa. Hoy, en que la propiedad ha perdido mucho
de su absolutismo y universalidad, ese concepto parece más capaz de dar ra-
zón de las realidades actuales, y responde mejor a las dos exigencias, libertad e
igualdad, a condición de que éstas sean rectificadas. En cuanto a la libertad, es
cierto que la propiedad de las cosas (exteriores) es condición de libertad y de
desarrollo de la persona (como lo explicaba el idealismo alemán); y en Roma
se trata de que cada uno tenga lo suyo (lo propio), bien determinado (ese es
el bastión de la libertad); pero el error moderno es haber hecho abstracción
de la dimensión social del hombre; con ésta, es necesario que a las propieda-
des se les tracen límites, dejándolas estables, pero no inviolables; lo admirable
en Roma es que se evitó el exceso; nuestra auténtica libertad no es absoluta;
tampoco tiene que ser universa!; es bueno que haya cosas comunes, cosas pú-
blicas. En cuanto a la igualdad, ciertamente es buscada por la justicia, pero no
absoluta; hay ámbitos donde lo es (como igualdad aritmética, igualdad ante
Dios, en nuestra vida espiritual), pero no en la propiedad de los bienes (exte-
riores); no se trata de una igualdad absoluta, sino proporcional (geométrica) a
los méritos, necesidades o función que se ocupa en la sociedad u otros facto-
res; sin tener que nivelar, se trata de prevenir desproporciones excesivas (acep-
tando que haya ricos y pobres); se tienen en cuenta las diferencias que hay entre
los hombres en el organismo social: si no se respetan esas diferencias no pue-
de haber propiedad; sólo esta igualdad, proporcional se concilia con la liber-
tad; y así, las dos nociones, siempre rivales, dejan de ser incompatibles. Ese
modelo de pensamiento puede ser útil a la filosofía; ésta no tiene por misión
buscar técnicas para promover nuestros ideales de libertad e igualdad, pero sí
reformar nuestros conceptos sobre la libertad y la igualdad (Villey, Michel: "No-
tas sobre el concepto de propiedad", en Rev. de Derecho Público, N'" 35-36,
Univ. de Chile, Santiago, 1984, pp. 67 y sgts.).
I I I I I O I U A I J U R I D I C A DE C H I L I 84
LA PROPIEDAD. CONCEPTO. EVOLUCIÓN Y CARACTERES
85 E D I T O R I A L JURIDICA DE C H I L E
SEGL NDA PARTE LA PROPIEDAD Y LA POSESION
posición jurídica que tiene un sujeto ante una cosa. Y está compuesta
por estos tres elementos: un poder dominador integral (en el sen-
tido de que cubre todo el objeto); ciertas restricciones, y ciertos
deberes.89 En la propiedad inmueble (el suelo), la ecuación po-
der-restricciones se va marcando intensamente con la considera-
ción ecosistémica y la planificación.
Siendo tantas y tan distintas las funciones y utilidades que
prestan las cosas, se han ido configurando diversos estatutos le-
gales para distintas categorías de bienes, que van debilitando la
noción unitaria del dominio, atomizándola. Y por este camino
han ido apareciendo las llamadas "formas de propiedad" (a las
que se hará referencia pronto).
87 EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
SEGUNDA PARTE: LA PROPIEDAD Y LA POSESIÓN
tección (art. 20) (para la adicional protección brindada por las le-
yes ver infra, 4a Parte, N os 258 y sgts.).96
La función social, la reserva legal, las restricciones y privaciones y
la afectación de la esencia. Tomando base en aquellos que hemos
llamado principios orientadores, se ha difundido ampliamente
la expresión función social de la propiedad, para advertir que el
dominio (en torno al cual giran los demás derechos reales)
debe ser ejercido con consideración de los intereses de la so-
ciedad y no sólo de los particulares del propietario. 97 Ya se ob-
serva su influencia en la decisión sobre la titularidad, para pre-
servar un objeto en poder del Estado o entregarlo al dominio
de los particulares; pero se desenvuelve en la regulación específi-
ca de la propiedad privada y en general de todos los derechos
reales. Y esa regulación entonces implica acometer una tarea
que en la generalidad de las legislaciones se ha erigido en el
centro de una discordia social, política y jurídica: el hallazgo de
la satisfactoria ecuación que armonice el interés individual (emplaza-
do en el derecho subjetivo) con el colectivo (afincado en la función so-
cial).9* Se manifiesta principalmente en la introducción de "li-
mitaciones" (o, mejor, "restricciones") y "obligaciones" (o,
mejor, "cargas" o "deberes") a la propiedad privada; y llega a
su extremo con la "privación" del dominio que, en la generali-
IDITORIAI I U R 1 D I C A D£ C H I U 90
LA PROPIEDAD. CONCEPTO. EVOLUCIÓN Y CARACTERES
sea la ley (no otra norma de i n f e n o r jerarquía) quien imponga deber (obli-
gación) o restricción (limitación), el cumplimiento de esta exigencia no ha
de reducirse sólo a imponerla (mediante un término que la nomine) sino
que ha de ser el propio legislador quien la describa (en qué consiste), la ca-
racterice en sus razgos fundamentales y consigne los supuestos sobre los que
surge. Por cierto, en la experiencia normativa suelen presentarse situaciones
a lo menos dudosas por estos conceptos. V., a este respecto, con detenido exa-
men y cita de otros precedentes, el fallo del Tribunal Constitucional de 9 de
abril de 2003. Y un ejemplo de su aplicación, en sentencia de la Corte de Te-
muco, de 30 de enero de 2001.
91 EDITORIAL JURIDICA DF C H I L E
SEGUNDA PARTE: LA PROPIEDAD Y LA POSESIÓN
imroKiAL J U R I D I C A nfCHiit 92
I-A PROPIEDAD. CONCEPTO. EVOLUCION V CARACTERES
ciales' debe tenerse presente que en la doctrina civil esos términos son consi-
derados sinónimos: son empleados indistintamente, y se les diferencia de los
caracteres (derecho real, exclusivo, absoluto y perpetuo, que luego serán tam-
bién examinados, en infra N"59). Pues bien, para lograr una suficiente pro-
tección al dominio, por una parte, sin llegar a debilitar, por otra, el vigor de la
función social, además de los propiamente atributos (mencionados) deben in-
cluiré también en la fórmula tres de los cuatro caracteres: real, exclusivo y per-
petuo; del carácter real emerge la "reivindicabilidad", que en la doctrina
extranjera suele ser mencionada; y complementando la perpetuidad, ha de ser
incluida la transmisibilidad mortis causa (por sólo una transmisión, como se
dirá al tratar los caracteres),
El art. 6o inc. 2o del C. de M dispone: "La privación de las facultades de
iniciar o continuar la exploración, extracción y apropiación de las substan-
cias que son objeto de una concesión minera constituye privación de los atri-
butos o facultades esenciales del dominio de ella".
Algunos Códigos del siglo XX llegan a incluir algunos de estos caracte-
res en las definiciones, por ej., el CC. peruano incluye la reivindicabilidad (art
923); el CC. paraguayo la exclusividad y, más apropiadamente que la reivin-
dicabilidad, la facultad de "recuperar" (art. 1954); esta última es incluida tam-
bién en el CC. brasileño (art. 1228),
Por otra parte, los tres atributos básicos (uso, goce y disposición), han sido
considerados por siglos como los esenciales y consignados habitualmente en los
Códigos Civiles. La ausencia del recurso a los "atributos o facultades esenciales"
para dirimir, perceptible en buena parte de la doctrina contemporánea y en al-
gunos Códigos Civiles recientes, puede explicarse por aquella tendencia (ya reve-
lada aquí, en supra X" 52) a concebir el dominio no como una suma de facultades,
sino como un único poderío, que rehúye el desmembramiento en atributos au-
tónomos. Con todo, la Constitución europea vuelve por antiguos textos y descri-
be los tres atributos clásicos (art. 11-77); también el CC, brasileño (art 1228).
Y armoniza también con el art. 41, N" 8 que se refiere a las requisicio-
nes en estado de excepción constitucional. Por ellas confiere indemnización
(se está refiriendo a la requisición que puede llamarse integral, como acon-
tece, según dijimos, en la expropiación); y también confiere expresamente
JURIDICA DECHIII 94
LA PROPIEDAD CONCEPTO, EVOLUCIÓN Y CARACTERES
98 EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
SEGL NDA PARTE LA PROPIEDAD Y LA POSESION
ÍPM.a U J U R I D I C A DI « Mil f 96
LA PROPIEDAD CONCEPTO, EVOLUCIÓN Y CARACTERES
11' Por cierto, en muchas ocasiones el dueño preferiría que de una vez le
expropiaren (integralmente), porque entonces tendría (sin duda) la indemni-
zación.
114 Aparte de las restricciones, recuérdese que el texto permite también
97 EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
SEGUNDA PARTE LA PROPIEDAD Y 1A. POSESIÓN
Entre nosotros los textos legales han recaído, hasta ahora -como
en otras latitudes- principalmente en los ámbitos urbanístico,
ecológico e histórico y artístico; y las controversias prácticas, so-
bre todo en los dos úldmos. Más específicamente, un ejemplo
de esta situación lo proporciona la legislación (pronto será con-
signada) que ha afectado intensamente el dominio de predios
forestales, llegando a impedir la explotación de ciertas especies
privación de atributos) (suelen emplearse términos distintos para referirse a con-
ceptos semejantes, como en la jurisprudencia suiza, en la que se distingue en-
tre "intervenciones débiles y fuertes"). V., por ejemplo, Weber, Albrecht, ob.
cit., pp. 481 y sgts.; Galán, Roberto: "De la teoría a la realidad de la responsabi-
lidad del Estado legislador", en Rev. de Administración Pública N° 155, Madrid,
2001, pp. 285 y sgts.; Murillo, Pablo, ob. cit., 283 y sgts.; Arribas, Pablo: "La in-
demnización por las limitaciones a la propiedad recogidas en los catálogos ur-
banísticos", en Rev. de Derecho Urbanístico N° 122, Madrid, 1991, pp. 33 y sgts.
(que consigna los conceptos de propiedades "vinculada" y "catalogada" y se ex-
tiende en las exigencias para que proceda la indemnización conforme a sus
textos, entre las que es destacable la "singularidad" del sacnficio y la "propor-
cionalidad" entre el interés colectivo y el sacrificio del particular); Rey Martí-
nez, Fernando, ob. CÍL, pp. 53 y sgts.; García de Enterría, Eduardo: "Las garantías
de la expropiación según el Derecho europeo", en Documentación Adminis-
trativa N° 221, Madrid, 1990, pp. 23 y sgts. (dedicado principalmente al análi-
sis del art. Io del Protocolo adicional al Convenio europeo de derechos
humanos, con particular dirección a la expropiación, consigna también un al-
cance al atentado al contenido esencial del dominio cuando se impone una
carga especial y exorbitante, y pareciera conducir las situaciones a la responsa-
bilidad por daños causados por la administración).
Así también el Protocolo adicional al Convenio europeo de derechos hu-
manos, que ha sido relacionado con el art. 50 del Convenio; con base en ellos es
mencionada como particularmente destacable la sentencia del Tribunal europeo
de derechos humanos, de 23 de septiembre de 1982 (recaída en el difundido
caso "Sporrong y Lónnroth contra Suecia", relativo a unas restricciones urbanís-
ticas en la ciudad de Estocolmo; al negarse a los dueños de unos predios en el
centro de la ciudad el permiso para construir debido a una inminente expropia-
ción, que tardaba más de 20 años en concretarse, se resolvió que la sujeción afec-
taba a la substancia misma de la propiedad y aunque el derecho no haya
desaparecido, se ha producido una expropiación de hecho la "substancia mis-
ma" parece equivaler a la más usada expresión "contenido esencial").
En el Derecho norteamericano la situación no parece ser muy distinta, sal-
vo, ciertamente, por el método. El texto es la 5a Enmienda ("La propiedad pri-
vada no deberá ser tomada para un uso público sin una adecuada compensa-
ción"), de donde ha emergido el "taking", situación de privación del dominio,
indemnizable; el Tribunal Supremo parece evitar una fórmula de aplicación
general y, en los casos, la vía del precedente no llega a definiciones de alguna
generalización Hay "leading cases" como "US. vs. Causby" (1946), que confie-
re indemnización; y "Penn Central transportation vs, City of New York" (1978),
99 EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
SEGUNDA PARTE LA PROPIEDAD Y LA POSESIÓN
117 Que convendría unificar en bases comunes, con las diferencias que
resulten inevitables por explicación de naturaleza o de otras circunstancias
particulares.
1151 En Rev. Gáceta Jurídica N° 289, Santiago, 2004 (Soc. Inmobiliaria Mau-
llín Ltda. con Fisco), se declaró la inaplicabilidad por inconstitucionalidad; y el
fallo no es claro en su calificación, que oscila entre privaciones de atributo esen-
cial y restricciones que en conjunto atentan contra el contenido esencial. El voto
disidente estima que se trata de restricciones aceptables por la función social y
no observa atentado a la igual repartición de las cargas públicas (por lo que des-
estima la inaplicabilidad por inconstitucionalidad). Se ha acogido la indemniza-
ción, por ej., en RDJ-, t. 81, secc. 5a, pp. 181 y sgts. (Comunidad Galletué con
Fisco). Se confirió indemnización (con un voto disidente), pero con algunos con-
ceptos de los que —conforme a k> expuesto— discrepamos. Las llamadas restric-
ciones que la norma impuso nos parecen calificables de "privación de atributo
esencial" y no de restricciones; con aquella calificación, debía conferirse indem-
nización sin más (por el inc. 3 o ). Pero el fallo estimó que se trataba sólo de gra-
ves limitaciones (restricciones) y que, como la Constitución al tiempo que por
ellas no la confiere tampoco impide la indemnización, con la ayuda de la equi-
dad la confirió. Además, empleó el argumento -al que ya hemos aludido- del
art. 41 N° 8 sobre los estados de excepción, argumentando que si en esos esta-
dos expresamente la Constitución confiere indemnización por "limitaciones", con
mayor razón debe conferirse en estados de normalidad (omitiendo que ese pre-
cepto, no obstante emplear —impropiamente— el término limitación, aclara acto
seguido que se trata de limitaciones que importen privación de atributo esen-
cial, es decir, se está tratando de privaciones). Por último, sin abordar el proble-
ma de la naturaleza de la indemnización (como expropiatoria o de responsabili-
dad, que aquí también mencionamos), y habiendo acudido a la equidad, la
sentencia añade referencia a la responsabilidad del Estado con ejemplos como
el de la indemnización al sobreseído o absuelto (es decir, identificando la natu-
raleza de ambas indemnizaciones, que aquí ya hemos aludido y estimado dife-
rentes). Por su parte, el voto disidente (que estuvo por rechazar la demanda)
considera la indemnización sólo en la expropiación total (única que parece con-
cebir, aunque no lo expresa así), prescindiendo de la privación de atributo esen-
cial que, conforme al inc. 3o, es también indemnizable.
Actitud semejante ha demostrado el Tribunal Constitucional, en sentencia
rol 245, respecto del DS. N° 1, de Bienes Nacionales (DO. de 6 de agosto de 1996),
sobre acceso gratuito a playas de mar, río o lago. Sobre la actitud del Tribunal
Constitucional ante disantos temas de propiedad, puede verse Bulnes Aldunate,
Luz: "El derecho de propiedad y lajurisprudencia constitucional", en Rev. de De-
recho. U. de Concepción N° 212. Concepción 2002, pp. 71 y sgts.
El sacrificio de animales para evitar la propagación de la fiebre aftosa ha
dado lugar a controversias en las que en algunos sentidos se ha tratado el tema.
Al respecto se ha dictado un texto legal especial que establece normas para
la indemnización (ley 18.617, DO. de 3 de junio de 1987).
119 V. DFL. 1, que fijó el texto refundido de esa ley, DO. de 17 de noviem-
bre de 2001.
120 El tema ha sido examinado en sede de Derecho administrativo, con la
V también, a este respecto, RDJ., t. 27, p. 744; t. 71, p. 137, que se pro-
nuncia adversamente sobre la indemnización por las restricciones a la faja de
terreno contigua a un camino, luego de una expropiación; t. 81, p. 117; Ga-
ceta Jurídica N° 289 (2004), pp. 26 y sgts. (Corte Suprema, 18 de junio de
2004, con comentario del prof. Francisco Zúñiga), en que se declaran inapli-
cables por inconstitucionales (en inconstitucionaUdad sobrevenida) dos pre-
ceptos de la ley 17 288 sobre monumentos nacionales (arts. 11 y 12); W)J.,
t. 81, secc. 1\ pp. 117 y sgts., también publicado en secc. 5*, p. 181 (Comuni-
dad Galletué con Fisco).
V.. a este respecto. Galán, Roberto, ob. cit, pp. 292 y sgts. Pero el autor
admite que es difícil encontrar criterios que permitan distinguir cuándo el daño
es propiamente expropiatono y cuándo pertenece al ámbito de la responsabili-
dad del Estado legislador. Insiste en la presencia de leyes que, sin expropiar for-
malmente, imponen una verdadera mutilación al derecho de propiedad y que,
en definitiva, son también exproptatorias. Y se emplea la distinción entre expro-
piación formal y material (que aquí ya fue aludida en una nota anterior). Este es-
fuerzo doctrinario extranjero a favor de lo que llamamos expropiación parcial del
derecho de dominio, demuestra la visión penetrante del constituyente chileno, que
-como hemos dicho- la ha concebido y estampado claramente en el inc. 3o. Tam-
bién Garrido Falla, Fernando: "EJ derecho a indemnización por limitaciones o vin-
culaciones impuestas a la propiedad privada", en Rev. de Administración Pública
N° 81, Madnd, 1976, pp. 7 y sgts. Este estudio examina detenidamente la dificul-
tad y plantea directamente la distinción entre "la responsabilidad de la Adminis-
tración y su deber de indemnización en determinados supuestos" (p. 10). Agrega
que la indemnización "se aplica a aquellos supuestos en que la Administración,
actuando legítimamente, sacrifica el derecho de un particular (también legítimo,
por supuesto): la igualdad de todos los ciudadanos ante las cargas públicas es in-
compatible con la idea del 'sacrificio especial' sin indemnización"; distinta es la
responsabilidad del Estado "por los daños causados a los particulares como conse-
cuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicie» públicos..." (p. 12);
en la posibilidad de repetición en contra del funcionario actuante se aprecia tam-
bién claramente la diferencia; añade casos hipotéticos y reales.
,2;i Pueden considerarse, por ej., el art. 1461 {su sentido es, ciertamente,
m . i . i-i-m J U R I D I C A D t o i i i i 106
LA PROPIEDAD. C.( >N( .EPTO, E V O L U C I Ó N Y CARACTERES
remos consignar que compartimos esta proposición fundamental: que, sin des-
conocer que existen diversos problemas que debe enfrentar el Derecho, los
desafíos que plantea el medio ambiente son más políticos que jurídicos (Cfr.
Cañe, Peten "Indemnización por daños medioambientales", en Anuario de De-
recho Civil, t. 53, Madrid, 2000, pp. 825 y sgts., especialmente p. 847). V. tam-
bién Moro Almaraz, María: "Medio ambiente y función social de la propiedad".
En Rev. Crítica de Derecho Inmobiliario, N° 617. Madrid, 1993, pp. 943 y sgts,
127 El Código Sanitario da cuenta de innumerables restricciones de esta na-
editorial J U R I D I C A d e c h i o 108
I-A PROPIEDAD. CONCEPTO. EVOLUCION V CARACTERES
otros bienes, aparece como una de las principales sedes en las que se concretan la
función social del dominio y este objetivo de preservación del ambiente. La regula-
ción de su uso, pues, se toma trascendental: en las zonas urbanas, porque puede des-
encadenar factores contaminantes derivados de la congestión de personas, vehículos
e industrias; en las zonas rurales, por la instalación de agroindustrias y simplemente
de 1992), respectivamente.
Í P I T O M A I J U R I D I C A Di í.imi 112
I-\ PROPIEDAD CONCEPTO. EVOLUCION V CARAC I ERES
m i n . M u J U R I D I C A tu i uní 114
I-A PROPIEDAD. CONCEPTO. EVOLUCION V CARACTERES
155 En la L.G.U.C., tít. II, cap. VII, arts. 83 y sgts.; ahí se contienen unas
115 i ni l O K I A l J U R I D I C A Dfc C H I L E
SECUNDA P\RTE IA PROPIEDAD Y IA P< JSES1ÓN
vi I U R I D I C A 151 U I I U 122
LA PROPIEDAD. CONCEPTO, EVOLUCIÓN Y CARACTERES
urbano pero dentro de la zona cubierta por los planos reguladores interco-
munales o metropolitanos de Santiago, Valparaíso y Concepción (según in-
terpretación adoptada por el SAG del art. Io del DL. 3.516).
143 El SAG exige esos antecedentes con base en el DL. 3.516, en el art. 46
iniroRiM J U R I D I C A D E C I I I I F 124
LA PROPIEDAD. CONCEPTO, EVOLUCIÓN Y CARACTERES
14* Varias han llegado a configurar toda una disciplina autónoma y, por
lo mismo, no son tratadas aquí; como la propiedad minera (Derecho de mi-
nería), la propiedad de las aguas (Derecho de aguas), la propiedad intelec-
tual (Derecho de la propiedad intelectual).
dad de dos o más personas de manera independiente sobre una misma cosa,
la comunidad proindiviso no constituye excepción a esta característica; en ella
varias personas son sujetos del mismo y único derecho de propiedad; el con-
junto tiene, privativamente a los demás, el derecho de propiedad de la cosa en
su totalidad y, entre ellas, la parte que pertenece a cada uno proindiviso (v. Claro
Solar, Luis, ob. cit., t. VI, p. 344); centrando el planteamiento en la cuota, se
ha llegado a la misma conclusión en cuanto se trata de diversos dominios o
derechos sobre objetos (las cuotas) distintos (pues cada cuota es distinta de la
otra) (Guzmán Brito, Alejandro, Las cosas incorporales..., cit., p. 143).
V también, RDJ., t. 79, secc. 2% p. 18.
153 V.,
por ej., RDJ., t. 30, p. 206; t. 31, secc. 2a, p. 33; t. 39, p. 1; t. 54, p. 68.
154Sobre la vocación de perpetuidad de los derechos patrimoniales en gene-
ral (no sólo de los reales), v. el interesante estudio de Lamarche, Thierry:
"L'imprecriptibilité et le droit de biens", en Rev Trimestrielle de Droit Civil,
N° 3, París, 2004, pp. 403 y sgts.; la proposición ahí consignada resulta armó-
nica con ese postulado -sostenido entre nosotros, con nuestros textos- de
que la prescripción extintiva sólo extingue la acción (quedando la obliga-
ción -estimamos que debería decirse "el derecho"- como natural). Pero en
contra se ha afirmado que la prescripción extintiva debe ser concebida como
extintora del derecho más que de la acción, tal como lo concibe -a veces con
falta de coherencia- el CC. italiano (Messineo, Francesco, ob. cit., t. II, p. 65).
Por otra parte, a la perpetuidad de los derechos personales se llega también
(al menos entre nosotros) con la noción de propiedad sobre derechos; sien-
do indiscutida la perpetuidad del dominio, como el titular tiene la "propie-
dad" del derecho (personal), queda así impuesta la perpetuidad de la
titularidad (pero no debe olvidarse la postura de la transítoriedad de la obli-
gación, en cuanto constituye restricción de la libertad, para lo cual v. Peñaili-
11o Arévalo, Daniel, Obligaciones, cit.).
Merece ser especialmente citado, a este respecto, el CC. argentino, que dis-
pone la perpetuidad con expresiones terminantes, independientemente de su
falta de ejercicio (arUj^lt>r-ca»-HOta del redactor que revela su constancia).
<TCORTE ?
JSUPREMM EDITORIAL JURIDICA DE C H I L E
SFt.l'NDA PARTE LA PROPIED AD Y LA POSESIÓN
1,7 Pero aquí se llega a un límite trascendental para la configuración del sis-
tema de organización económica de una sociedad. Parece estar demostrado his-
tóricamente que a la mayoría de los propietarios le atrae gobernar su patrimonio
más allá de sus días. Así, un poder ilimitado para disponer hacia el futuro con-
duce pronto a configurar todo un sistema de propiedad entrabado, dirigido por
un pretérito propietario que, desde su tumba, dirige el destino de sus bienes, al
menos en cuanto a la titularidad (y podría complementarse con una facultad de
dirigir incluso el destino en cuanto uulización). Se configura así la vinculación,
que termina estructurando un régimen conocido, el feudalismo. Dictado el Có-
digo ya en la época en que en Occidente se imponía la propiedad liberalizada,
tenía que restringirse ese poder de gobierno del titular, y se instauró la denomi-
nada "libre circulación" de la riqueza. Pero la sucesión nwrtis causa se siguió con-
cibiendo Así, se permite disponer por testamento y, a falta de él, la propiedad es
transmiuda a los parientes (interpretando así la ley -suele decirse- las preferen-
cias del causante). Más aún, a la facultad de disponer por testamento se le aña-
den algunas restricciones en lo que aquí importa; por una parte, respetando las
llamadas "asignaciones forzosas" a ciertos parientes cercanos y cónyuge, en pro-
tección a la familia; por otra, sin imposición de cargas más allá de la primera
transmisión. En fundamental complemento, se prohiben los usufructos y fidei-
comisos sucesivos (como se verá más adelante) y por esta vía puede llegarse ex-
cepcionalmente a una determinación de destino hacia un segundo titular: se
asigna un objeto a alguien y, a su muerte o luego de cierto plazo (usufructo), o
si se cumple una condición (fideicomiso), el objeto pasará a otro sujeto; se trata-
rán más adelante (v. supra, N° 57 bis, primeras notas, en que se destacó que la
Constitución no incluyó una norma hereditaria -a diferencia de textos extranje-
ros- no obstante su especial preocupación reguladora de este derecho; v„ ade-
más, lo que se dirá sobre la extinción del dominio, infra, N° 65 bis).
edificar" (en el suelo urbano) dentro del atributo de uso de la propiedad, que
parece prevalecer sobre la concepción (iuspublicista) de la edificación como fa-
cultad urbanística que no deriva directamente del derecho de propiedad sino de
la concesión de la licencia urbanística (v. Molí de Alba Lacuve, Chantal: "Dere-
cho de propiedad y derecho a edificar", en Rev. Crítica de Derecho inmobiliario,
N" 683, Madrid, 2004, pp. 1447 y sgts., con referencia a la función económica de
la propiedad y cita de jurisprudencia); Vattier, Carios: "Propiedad privada y régi-
men de suelo", en Rev. Crítica de Derecho Inmobiliario, V 613, pp. 2547 y sgts.).
,fi"
Como se verá, la noción se yuxtapone sobre los c onceptos de uso y goce
(v. también lo dicho sobre la preservación de la naturaleza, en N° 57 bis, final).
ii'i'oiuu I U R I D I C A ni « mu 136
LA PROPIEDAD í ;ONí EPTO. EVOLUCIÓN Y CARACTERES
162 Por ej., RDJ., L 86, secc. 54, pp. 222 y sgts., especialmente consids. 7, 25,
lbS Puede concebirse para preservar bienes de algún especial valor: artís-
tico, histórico, familiar, ecológico.
166 Aunque puede versar sobre toda clase de bienes, generalmente versa
168 V., a este respecto, GT. de 1911, c. II, pp. 912 y sgts.
nulidad absoluta por falta o ilicitud del objeto (arts. 10, 1461,
1466 y 1682).
c) Finalmente, ha sido aceptada la validez en términos rela-
tivos; si se establecen por un tiempo no prolongado y existe una
justificación. Se aduce para este efecto la norma del art. 1126 a
contrario sensu (a la que se confiere una aplicación general).
Esta última parece ser la solución más aceptable. Con ella que-
daría desvirtuado el argumento del atentado al principio de la li-
bre circulación de los bienes que, por su naturaleza general (y
no de un mero particularismo dispositivo), pareciera ser la razón
más contundente para negar validez a estos pactos.169 En esta mis-
ma dirección, la jurisprudencia tiende a aceptar la validez de la
estipulación por tiempo determinado y prudente, y con justifica-
do motivo.170 En alguna ocasión también se ha rechazado.171
En cuanto al contenido de la estipulación, impone una obli-
gación de no hacer (no celebrar acto enajenativo). Supuesta su
validez, si el deudor la infringe, es decir, enajena el bien de que
se trata, sería aplicable el art. 1555172"173 (en lo concerniente a la
El art. 1379 del CC. italiano dispone: "La prohibición de enajenar esta-
blecida por contrato tiene efecto solamente entre las partes y no es válida si
no estuviese contenida dentro de convenientes límites de tiempo y si no res-
pondiese a un interés apreciable de una de las partes".
171 RDJ., t. 46, p. 486; t. 81, secc. 2a, p. 58, en este caso por ser absoluta y
perpetua.
172 V. RDJ., t. 13, p. 429.
l7" Se trata del interés que tenga en cuanto propietario del predio, no de un
interés que pretenda aducir como valor de cambio (por ej., no podría pretender
que tiene interés en una /ona a gran profundidad, porque él la puede usar como
contrapartida para que un tercero que aspira a usarla, le dé algo a cambio).
177 Así, por ej., los Códigos alemán (art. 905), suizo (art. 667), italiano
(art. 840), portugués (art. 1344), boliviano (art. 111, pero que debe relacio-
narse con el art. 209), peruano (art. 954), paraguayo (art. 1956). Este último
texto se ocupa de aclarar que "no podrá el dueño impedir los actos que se
realicen a tal altura o a tal profundidad, cuando él no tenga ningún interés
en excluirlos"; el nuevo CC. holandés contiene una regla semejante: luego
de reconocer al dueño el uso del subsuelo y del vuelo, dispone directamente
que "otras personas" pueden usar el subsuelo (y el vuelo) si lo hacen a tal
profundidad (o altura) que el propietario no tenga interés en oponerse (arts.
5-21); también el nuevo CC. brasileño (ya en el siglo XXI)(art. 1229, que in-
troduce la noción de "interés legítimo" como fundamento para impedir el
uso a los terceros). El nuevo CC. de Quebec simplemente dispone que el due-
ño tiene el derecho de efectuar, en el suelo y el subsuelo, todas las construc-
ciones, obras y plantaciones que juzgue convenientes (art. 951, con la salvedad
de la legislación de minas y aguas).
El CC. español (art. 350) confiere expresamente al dueño del suelo el
dominio del subsuelo. Con esa norma, se ha postulado que en cuanto al sub-
suelo, pertenece en dominio al dueño del suelo, con el que forma una sola
cosa; por lo mismo, puede utilizarlo sin límite en su profundidad; pero -se-
gún es opinión común- no podría impedir su utilización por otros, más allá
de la zona en que demuestre interés; y en cuanto al espacio (vuelo), no sería
de dominio del dueño del suelo; no forma parte del predio y, más aún, no
sería objeto de propiedad (ni el aire ni el espacio), aunque sí tiene facultad
de usarlo exclusivamente en la zona en que demuestre interés (Albaladejo,
Manuel, ob. cit., t. III, vol. I, pp. 255 y sgts.).
I7N Sobre temas muy específicos, por ej-, la ley de municipalidades (con
N° 122, Madrid, 1990, pp. 153 y sgts.; Figueiras, Manuel: "La disociación jurí-
dica del dominio y el pluralismo, en Rev. Crítica de Derecho Inmobiliario
N° 672, pp. 1239 y sgts. Para el Derecho chileno puede verse Vergara Blanco,
Alejandro: "Tres problemas actuales sobre bienes del dominio público: subsue-
lo de bienes públicos; caminos privados de uso público, y acceso a playas de
mar y a orillas de ríos y lagos", en Rev. de Derecho, Univ. Católica de Valparaí-
so, Valparaíso, 1996; Figueroa Valdés, J. Eduardo: "Régimen legal del subsuelo
urba.no", en RDJ., t. 97; Primera Parte, pp. 121 y sgts.; La Rocca Mattar, Paola:
Propiedad del subsuelo urbano de los bienes nacionales de uso público y fiscales, Edit.
Jurídica La Ley, Santiago, 2005.
LPHORIM J U R I D I C A RN C M I L C 148
LA PROPIEDAD. CONCEPTO, EVOLUCIÓN Y CARACTERES
183 Ésta es la tendencia acogida por la mayoría de los Códigos del siglo
XX, los cuales, siguiendo un estilo habitual en la generalidad de ellos, la con-
sagran en normas flexibles y de alcance general (aparte de reglas para situa-
ciones específicas); por ej., los Códigos alemán (art. 906), suizo (art. 684),
italiano (art. 844), portugués (art. 1346); para los Códigos boliviano, perua-
no, paraguayo y brasileño nuevo, v. los preceptos recién citados; también el
holandés (arts. 5-37 y sgts. con notoria minuciosidad); y el interesante art.
2618 del CC. argentino, que se refiere a la normal tolerancia y a la ecuación
entre las exigencias de la producción y el respeto al uso regular de la propie-
dad.
18< Puede verse que, sin peijuicio de que la contaminación importe in-
rio respecto de sus vecinos", en RDJ., t. 3, Primera Parte, p. 117; Bonfante, Pe-
dro: Las relaciones de vecindad, trad. de Alfonso García V., Edit. Reus, Madrid,
1932 (una obra calificable de clásica, con bibliografía escogida y apéndice de
jurisprudencia española recolectada por el traductor, hoy ya antiguas, pero res-
pee ti \-amen te útil e interesante); González-Alegre, Manuel: "La teoría del abu-
so del derecho como principio informador en las relaciones de vecindad", en
Rev de Derecho Español y Americano N° 19, Madrid, 1968; Nicolás, Marie-Fran-
ce: "La protection du voisinage", en Rev. Trimestrielle de Droit Civil N° 4, Pa-
rís, 1976; Alonso Pérez, Mariano: "Las relaciones de vecindad", en Anuario de
Derecho Civil, Madrid, 1983, pp. 357 v sgts. (con datos de Derecho compara-
do europeo v la interesante evolución histórica, desde Roma, en la que se des-
taca la restricción en el medioevo a los actos de emulación -actos del dueño sobre
su objeto que, sin reportar utilidad, se ejecutan para dañar al vecino- como
protagonistas, con explicaciones filosóficas y sociológicas, y la recuperación de
la importancia del más amplio concepto de inmisión); Pescio, Victorio: "La ve-
cindad", EdiL Jurídica de Chile, Santiago, 1952; Dougnac Rodríguez, Fernan-
do: "Las limitaciones al derecho de propiedad como consecuencia de la
regulación de la contaminación atmosférica", en Gaceta Jurídica, N" 144, San-
tiago, 1992, pp. 12 y sgts.; Silva, Iván: "Nociones de Vecindad en el Código Ci-
vil Chileno, L'niv. de Chile, Santiago, 1997.
i D¡ mi I | U R I O I C A i >L c u l i ; 152
IA PROPIEDAD CONCEPTO, EVOLUCIÓN Y CARACTERES
J O I I O K I U JURIDICA OÍ L I I I U 154
LA PROPIEDAD. CONCEPTO. EVOLUCIÓN Y CAJRACTERLS
I<*' En todo caso, se trata de una extinción del dominio privado, que pasa
192 Es bien difundida por los historiadores la clásica disputa entre procu-
ble, puede sostenerse que la cuota queda sin dueño, y cualquiera (extraño)
podría adquirirla (por ocupación), pasando a ser el nuevo comunero. Pero,
acudiendo también aquí a la elasticidad del dominio, parece preferible con-
cluir en el acrecimiento, que sería proporcional a las cuotas de los demás (en
este senüdo, Castán Tobeñas, José, ob. cit., t. II, vol. 1, p. 385). Si es inmue-
ble, al menos entre nosotros al botín concurre un nuevo pretendiente; con
el art. 590, acompañado del 580, el Fisco puede pretender que ese inmueble
(que es la cuota) le pertenece. Estimando admisible la duda, una automática
expansión interna del dominio de los otros comuneros, con base en la elasti-
cidad que ya se ha mencionado, nos induce a concluir en su favor.
,9* Cfr Claro Solar, Luis, ob. cit., t. III, N° 368, p. 500.
sostener que esas adquisiciones son derivativas, pero por otros fundamentos).
199 Hay algunas situaciones particulares.
Una es la sucesión por causa de muerte. Por una parte, aquí es el sujeto
el que se extingue; por otra, el dominio se transmite a herederos o legatarios
(de especie, como se dirá más adelante); y, por otra, en la sucesión intestada
y en las asignaciones forzosas, al menos formal y directamente, la transmisión
se produce por decisión de la ley (más que por la voluntad del causante).
Otra es la de la subasta en ejecución forzada. Constituye extinción de las
aquí llamadas relativas (el dominio se transfiere del deudor al subastador, aun-
que con la concepción de la subasta como acto de autoridad podría postular-
se una adquisición originaria) y realmente sin la voluntad del enajenante;
decimos "realmente" porque algunos textos, como nuestro art. 671, disponen
que el juez es el representante legal del tradente (deudor), con lo que po-
dría concluirse que entonces está la voluntad del enajenante; pero esa repre-
sentación legal no tiene por qué implicar que el deudor ha consentido; y se
puede llegar a sostener que si bien no consiente en ese momento, sí consin-
tió al contraer la deuda, en orden a cumplirla y a consentir en que se le re-
maten sus bienes si necesario fuere para pagar al acreedor (pero se mantiene
aún la situación del deudor a quien subastan un bien para pagar una deuda
de ongen no convencional).
Téngase presente también que en situaciones como la nulidad, la reso-
lución, con el efecto retroactivo que se asigna a esas situaciones, se concluye
que el dominio "nunca" salió del patrimonio del primer titular; así, se pro-
duce una "restitución" de la cosa. Si —conforme a textos legales reguladores
de una de estas instituciones o de otra semejante— se impusiere otro método,
con el que quedare claro que debe efectuarse una "transferencia inversa" del
dominio, entonces se trataría de una extinción relativa.
LA COPROPIEDAD
200En esta terminología, por ej., De Ruggíero, Roberto, ob. cit., t. I, p. 578;
Pescio, Victorio, Manual..., cit., t. IV, p. 15. Don Luis Claro Solar identifica
los términos copropiedad y comunidad, ob. cit., t. VI, N° 371.
c I, p. 5N2: Donderis, Luis: Copropiedad. Teorías. Derecho español, Edit. Reus, Ma-
drid, 1933, pp. 32 y sgts.
208 Así. entre nosotros, Claro Solar, Luis, ob. cit., t. IX, N° 1830, p. 499.
209 Así, por ej., RDJ., t. 6, secc. 2a, p. 62; t. 27, pp. 1 y 596; t. 34, p. 295;
t. 38, p. 113. En su obra recién citada, el prof. Somarriva propone que los res-
pectivos conflictos podían haberse solucionado con otros principios y reglas,
sin necesidad de acudir a la mencionada explicación del mandato.
En las legislaciones del siglo XX la tendencia ha sido la de resolver los
problemas de administración mediante la voluntad mayoritaria de los comu-
neros (así, por ej., en los Códigos alemán, suizo, italiano; pero debe conside-
rarse que en otras latitudes se ha tratado a la comunidad con toda una
concepción distinta, ya explicada).
210 Aunque la materia no corresponde a este estudio, conviene advertir
V. Claro Solar, Luis, ob. cit., t. VI, N" 382, con varias referencias.
2,3 Esa apreciación tiene validez más bien tratándose de comunidades pasi-
vas, en que faltan elementos, sobre todo personales, que estimulen el progreso
común. En ciertas circunstancias, la comunidad puede ofrecer ventajas si se trata
de unir esfuerzos para ciertas inversiones y hay obstáculos para constituir una
sociedad; puede ocurrir que la comunidad sea la alternativa más facdble, pre-
sentándose entonces como una entidad activa y no como masa inerte de bie-
nes Pero, en todo caso, para lograr eficiencia en su funcionamiento debe
elegirse una concepción propicia y una adecuada regulación. En el fondo, tal
como se insinuó al comienzo, es la concepción la que determina no sólo las
reglas sino la eficiencia y, por tanto, la transitoriedad o permanencia que le aus-
picia el legislador. Es explicable que el legislador no la favorezca, si la adopta-
da es una concepción como la romana; la germánica, en cambio, importa una
comunidad (no transitoria) estable que, regulada apropiadamente, en ciertas
circunstancias puede cumplir un positivo rol económico.
-14 Así, Somarriva, Manuel, Indivisión..., cit., t. I., p. 47, en términos más
bien implícitos
a15 Así, Silva Segura, Enrique: Acciones, actos y contratos sobe cuota, Edit-
Samver, Concepción, 1970, pp. 71 y sgts. El autor agrega argumentos históri-
cos y lógicos.
219 Así, Silva Segura, Enrique, ob. cit. en diversos capítulos, allí se expone
220 El art. 1268 no deja claro si, cuando hay varios herederos, el actor pue-
de reivindicar su cuota, o toda la cosa (para todos los herederos). Más ade-
lante (al tratar la acción reivindicatoría) se verá precisamente el problema
de si un comunero puede reivindicar toda la cosa, para todos los comuneros;
allí se dirá que, estando entre nosotros discutido, prevalece la conclusión ne-
gativa; si se estimare que esa conclusión es también aplicable aquí en la ma-
teria hereditaria, interpretándose el art. 1268 en el sentido de que el heredero
puede reivindicar cosas específicas pero sólo en el monto de su cuota, el ar-
gumento a favor de la comunicación no se altera; sea sobre toda la cosa o
sólo sobre su cuota, lo importante es que puede accionar sobre cosas singu-
lares de la comunidad (universal), lo que revela comunicación, que es de lo
que aquí se trata.
221 Somarriva, Manuel, Indivisión..., cit., t. I, p. 56; Silva, Enrique, ob. cu.,
p. 143. Y así también se ha resuelto: RDJ., t. 7, p. 240; L 16, p. 365; L 17, p. 100;
t. 24, p. 538.
"" Es claro que esta última posibilidad compatibihza; segundad, menor cos-
to \ aspiración de vivienda con terreno exclusivo. Hasta esta ley, quienes se in-
corporaban a este régimen carecían de la posibilidad de tener terreno exclusivo
(patio privado). Primero sólo era posible vivir en departamentos en edificios
de suelo común, luego fue posible vivir en casas (de un piso), pero con suelo
común. .Ahora es posible la casa, con una superficie de suelo bajo y alrededor
de la vivienda, de dominio exclusivo, junto a otras, todas unidas por zonas de
suelo de propiedad común (calles, áreas verdes, etc.). Entonces se dirá que este
último beneficio se logra con el dominio tradicional, sin necesidad de espacios
comunes; pero con este régimen aquí aparecen otras dos ventajas: formando
un grupo se bajan los costos y se logra seguridad física (porque la entrada del
recinto común -que es propiedad privada y no bien nacional de uso público-
puede ser clausurada, con ingreso restringido). Desde otro punto de vista, que-
dan así configuradas verdaderas "ciudadelas", con ventajas para el grupo pero
con rasgos tensos para el conjunto de la ciudad; la atractiva y acogedora inte-
gración del antiguo barrio es sacrificada en aras de la seguridad.
U X K . I R I A I JURIDICA D t C i t l l l
182
LA COPROPIEDAD
J-'" Más antecedentes pueden verse en Leyva de Leyva, Juan: "La propie-
240 Sobre las explicaciones para sostener las distintas calificaciones, nos
remitimos a las obras que pronto serán mencionadas, particularmente a la
de Guerrero y Pino, en la que se destaca la calificación de derecho personal
innominado; pero conviene agregar estas dos advertencias:
a) El ya citado DS. 357, Regí. General de Cementerios, en varios de sus
preceptos hace referencia a una "propiedad" o "dominio" de la sepultura
(como sección de terreno) que - d e adoptarse a todo trance- resultaría a lo
menos extraña y con diversas interrogantes al confrontarse con el conjunto
de normas propietarias. Como ejemplos, los siguientes: "El adquirente de un
terreno para sepultura contrae..." (art. 35 inc. 3 o ); "el Cementerio podrá re-
cuperar los terrenos vendidos..." (art. 35 inc. 3 o ); "el dominio volverá al Ce-
menterio" (art. 39); "Volverán al dominio del Cementerio aquellos terrenos..."
(art, 43); "enajenación o transferencia a cualquier título de una sepultura de
familia.. " (art. 44). Y se avanza en la misma dirección cuando se regula la
transferencia de las sepulturas de familia, en que se ha impuesto el sistema
de título e inscripción registral; en efecto, conforme al art. 42, la transferen-
cia requiere "escritura pública, la que deberá ser inscrita en el registro de pro-
piedad y en el de transferencias que debe llevar todo cementerio". Más
adelante, entre los libros y archivos que deben llevarse en todo cementerio
se mencionan (art. 46): "9) Registro de propiedad de mausoleos, nichos y se-
pulturas en derra, perpetuos; 10) Archivos de títulos de dominio de sepultu-
ras de familia; 11) Archivo de escrituras públicas de transferencias de
sepulturas de familia".
b) En los contratos prediseñados que emplean algunas sociedades para
convenir el derecho de sepultación se emplea un lenguaje ambiguo, que va-
cila entre la "compraventa del derecho de sepultación" y "fracción-jardín ven-
dido" o "adquirido".
241 Para más antecedentes, Fernández de Velasco, Recaredo: Naturaleza
PÁRRAFO I
187 i I U R I D I C A ni <"MIK
SEGUNDA PARTE LA PROPIEDAD V LA POSESIÓN
2+4 En el CC. francés los textos que organizan el sistema son, básicamen-
te, los arts 711, 938, 1138 y 1583 (al menos así según lo que un crítico que
pronto será citado denomina "doctrina tradicional").
El CC. italiano lo dispone en los arts. 922 y 1376, siguiendo al Código de
1865 (pero protegiéndose el tráfico con base en la buena fe; debe conside-
rarse, particularmente, la publicidad registral).
189 f D I T O R I AL JURIDICA DE C H I L E
SECUNDA PARTE: LA PROPIEDAD Y LA POSESIÓN
E1 CC. portugués (de 1967) lo consagra en sus arts. 408, 874, 879, 1316.
El CC. de Québec lo impone en el art. 1453; v. también los arts. 1454 y
1455 (la entrega sirve para decidir en situación de ventas sucesivas a dos o
más personas; y si se trata de inmuebles, es la inscripción la que confiere la
oponibilidad a terceros).
El Proyecto de CC. español de 1851 (llamado de García Goyena, que en
algunas materias fue considerado por el redactor del CC. chileno) también
se afiliaba al sistema consensualista.
El CC. peruano impone un sistema que ha de calificarse de mixto: para
los muebles exige título y modo (art. 947; v. también los arts. 1529 y 1549);
para los inmuebles dispone la transferencia por el solo contrato (art. 949),
pero —como siempre- deben tenerse presentes las normas del Registro que
imponen -como se dirá al tratar el tema- una firme fe pública registral para
adquirentes de buena fe a título oneroso (art. 2014),
zal, Jean-Pascal et Vicente, Serge: "Le transferí de propriété par l'effet des obli-
gations dans le Code Civil", en Revue Trimestrielle de Droii Civil N° 3, París,
2000, pp. 477 y sgts.
248 Para la seguridad del tráfico, el CC. alemán introduce la abstracción, se-
parándose (o independizándose) el modo del negocio causal (del título), inter-
calando -como un tabique- el convenio traslativo. En la transferencia del derecho
real por cierto que ha de existir un título (el que en la realidad es el acto causal,
el contrato), que explica la transferencia; pero, con prescindencia de él la trans-
ferencia se efectúa por la concurrencia del convenio traslativo, abstracto, más la
entrega (en los muebles) o la inscripción (en los inmuebles); el convenio traslati-
vo es el escueto acuerdo de transferir, entre el enajenante y el adquirente; es abs-
tracto porque vale con prescindencia de su causa (del negocio causal); así, las
vicisitudes que pueden acontecer al título (nulidad, resolución por incumplimien-
to, etc ) no afectan, no influyen, en el convenio traslativo y, por tanto, en el trasla-
do mismo del dominio; la transferencia se mantiene (salvo extremas excepciones).
Convenio traslativo abstracto más entrega, o convenio traslativo abstracto decla-
rado ante el registrador más inscripción practicada por éste, transfieren definiti-
vamente el derecho real (v., principalmente, arts. 925, 929 y 873 del CC. alemán).
En los inmuebles, el sistema debe completarse con la regulación del Registro. Para
más antecedentes (con los maüces jurisprudenciales y la aplicación de los arts.
138 y 139), puede verse, por ej., Enneccerus, Ludwig; Kipp, Theodor y WolfF, Mar-
tin, ob. cit., t. III, vol. I, pp. 388 y sgts.; Zumalacarregui, Tomás de: Causa y abstrac-
ción causal en el Derecho civü español, Centro de Estudios Hipotecarios, Madrid, 1977,
pp, 129 y sgts.; un examen más detenido con extensa información histórica, en
Pau, Antonio: "Panorama del sistema inmobiliario alemán", en Rev. Crítica de De-
recho Inmobiliario N°551, Madrid, 1982, pp. 951 y sgts. también Miquel,Juan:
"Savigny y el nacimiento del contrato real abstracto: historia del texto e historia
de las estructuras dogmáticas", en Estudios Jurídicos en homenaje al profesor Luis
Diez-Picazo. Edit. Thomson - Civitas. Madrid, 2003. T. IV, pp 5755 y sgts. V. tam-
bién las obras citadas en infra N° 125, nota, sobre los sistemas regístrales. Pero el
sistema, que no ha sido muy seguido, ha sido bien criticado; sobre todo porque
los sistemas causalistas reflejan más la realidad de los negocios, que son siempre
por las personas considerados como una unidad, y porque solucionan con más
equidad las dificultades derivadas de la falta de título justificante (o de las nulida-
des, resoluciones, etc ), en tanto que la atención al tráfico se puede lograr con la
protección a los terceros adquirentes de buena fe, como lo postula la protección
a la apariencia (v. Alvarez Suárez, Ursicino, ob. cit También Heck, Philip: "El ne-
gocio jurídico real abstracto". Trad. de Gómez Valenzuela, rev por Lacruz Berde-
jo, en Rev. Crítica de D. Inmobiliario, NM 450-451. Madrid, 1965, pp. 1443 y sgts.
El autor llega a formular un proyecto de reforma del CC. alemán, sobre la base
del art 974 del CC. suizo; formula la crítica con apoyo en la jurisprudencia de
intereses, como lo expresa en su síntesis final).
Al convenio abstracto se le aplican sí las reglas (en el CC. alemán conte-
nidas en el Libro Primero) sobre capacidad, representación, formación de
los negocios y contratos.
249 El relato histórico, con descripción de los sistemas y amplia bibliogra-
fía, puede verse en Castán Tobeñas, José, ob. cit., t. II, vol. I, pp. 242 y sgts. y
193 f D I T O R I AL JURIDICA DE C H I L E
SECUNDA PARTE: LA PROPIEDAD Y LA POSESIÓN
74. Clasificaciones
a) Originarios y derivativos. El modo es originario si permite ad-
quirir la propiedad independientemente del derecho de un antece-
sor; así ocurre en la ocupación, la accesión, la prescripción (aunque
se ha discutido, como se verá al tratarla). El modo es derivativo si
por él se adquiere el dominio que es traspasado de otro titular (que,
por tanto, es el antecesor); pertenecen a esta clase la tradición y la
sucesión por causa de muerte. La distinción tiene importancia para
determinar el alcance y características del derecho del adquirente.
Si se adquirió el dominio por un modo originario, bastará examinar
230 Por ej., RDJ.. L 35, p. 520; L 39, p. 360; L. 89, p. 70.
EDITOR! A L I U R I D 1 C A D E O I M I 194
LOS MODOS DE ADQUIRIR EL DOMINIO
p. 139.
254 Más antecedentes en Espín, Diego: "La transmisión de los derechos
PÁRRAFO II
LA OCUPACIÓN
256 En los Códigos extranjeros la regla tiene una prudente acogida; la im-
ponen, por ej., los Códigos italiano (art. 827), portugués (art. 1345), para-
guayo (arts. 1900 y 1973), de Quebec (arts. 918 y 936).
PÁRRAFO III
La accesión
81. Concepto. El art. 643 del CC. declara que "la accesión es
un modo de adquirir por el cual el dueño de una cosa pasa a
serlo de lo que ella produce, o de lo que se junta a ella".
Acertadamente, la doctrina objeta la inclusión de la accesión
entre los modos de adquirir. Por una parte, como luego podrá
apreciarse, en las accesiones no se atiende a la voluntad del su-
puesto adquirente, voluntad que aparece como fundamental en
los demás modos de adquirir, lo cual es natural. Por otra, se en-
tiende que las accesiones constituyen generalmente una mani-
festación del derecho de dominio, en su facultad de goce, lo cual
es claro tratándose de la denominada accesión de frutos (v. su-
pra, N° 60). 2W En todo caso, en la sistemática del Código está
tratada como un modo de adquirir el dominio (arts. 643 a 669).
Del propio art. 643 se desprenden dos clases de accesión.
"el dominio de los frutos pendientes accede al dominio de la cosa que los
produce" (art. 780).
Y en el Código hay varios preceptos que parecen redactados sobre ese
-pertinaz- supuesto, distinguiendo las "accesiones" de los "frutos"; por ej.,
arts. 1338, 956, 974, 2229.
260 Se ha resuelto (en un fallo ya antiguo) que para la ley los denominados
productos quedan incluidos en el concepto de frutos, por expresarlo así el art.
643, y que, en consecuencia, el caliche es fruto. La solución parece ciertamen-
te discutible (RDJ,, t. 14, p. 517). V. también RDJ., t. 40, p. 165; t. 46, p. 6.
203 f D I T O R I AL JURIDICA DE C H I L E
SEGUNDA PARTE LA PROPIEDAD Y LA POSESION
E D I T O P I M I U R I D I C A D E C HILE 204
LOS MODOS DE ADQUIRIR F.L DOMINIO
264En el texto hay una deficiencia de redacción; con mayor razón hay
adjunción si las cosas unidas posteriormente no pueden separarse; lo impor-
tante es que, si se separan, mantienen su individualidad.
i D i r o r im J U R I D I C A or < i t m 206
LOS MODOS DE ADQUIRIR F.L DOMINIO
265 V. Lacruz Berdejo, José: Elementos de Derecho civil, Edit. Bosch, Barcelo-
na, 1979, t. III, vol. I, pp. 115 y sgts. Para la objeción hay que atenerse a la
noción que da el texto: de (una) materia, sin agregación de otras; por esto
es que el ejemplo más claro parece ser el de la copa. Y hay Códigos Civiles
que no la tratan como una variedad de la accesión, sino como un modo au-
tónomo de adquirir la propiedad (así, los Códigos alemán, suizo, italiano, pe-
ruano, paraguayo, brasileño).
Se ha estimado que para que haya especificación debe procederse con la
intención o ánimo de producir una obra nueva (por eso es que no habría
especificación si se quema leña para obtener calor, aunque se genere carbón;
en cambio, sí la hay si se le quema para producir carbón; a menos que el ca-
lor-que es energía- se considerare una "obra nueva").
266 El inc. final del art. 667 ha dado lugar a interpretaciones, que pueden
207 t D i u m i A i JURIDICA DI
SEGUNDA PARTE' LA PROPIEDAD Y LA POSESIÓN
PÁRRAFOÍV
LA TRADICIÓN
I. Descripción general
94. 2) Caracteres
a) Es un modo de adquirir derivativo. El adquirente deriva su
dominio de otro sujeto, el tradente, a diferencia de otros mo-
dos de adquirir, como la ocupación y la accesión. No debe olvi-
darse esta característica de la tradición, para determinar los
derechos que el adquirente obtiene con ella. Siendo derivativo,
este modo no transfiere al adquirente más derechos que los que
tenía el tradente y, concretamente, si éste no era dueño de la
cosa tradida, no lo será el que recibe ("nadie puede transferir
más derechos que los que tiene"; arts. 682 y 683).
b) Es una convención. De la definición de este modo se des-
prende su carácter convencional: acuerdo de voluntades que
advertirse que con los contratos reales se configura una situación distinta; en
ellos no se conforma una tradición consecuencia de un título (que ha sido
llamada tradición pago); como tales contratos se perfeccionan precisamente
por la entrega, cuando hay transferencia del dominio -como en el mutuo-
técnicamente la tradición no está precedida de un título (y, por lo mismo,
no constituye pago).
272 Situación en la que hay que acudir necesariamente a una forma sim-
bólica.
II. Requisitos
274 Abeliuk, Rene: Las obligaciones, Edit. Jurídica de Chile, Santiago, 1993,
t. II, p. 498.
275 Así, Claro Solar, Luis, ob. cit., t. XII, N° 1.333, p. 56.
276 El art. 672 inc. 2o merece una observación. Si hubo un vestigio de tradi-
ción, sin la voluntad del tradente (es difícil, porque debe haber entrega efec-
tuada precisamente por él; tendremos que suponer una entrega en la que se
ejercitó fuerza física sobre el tradente), y se pretende tenerla por válida, ten-
drá que ser calificada de inexistente o, al menos, nula absolutamente; y una
posterior voluntad del tradente no podría implicar ratificación (la nulidad al>
soluta no es ratificable; menos la inexistencia); se tendría que efectuar la tradi-
ción propiamente; ni siquiera podría decirse que se necesita una "nueva"
tradición, porque antes nunca hubo una. Así, pues, estimamos que no es esa la
situación a la que se refiere el citado precepto; se ha de estar refiriendo a la
hipótesis en que hubo tradición pero concurriendo con su voluntad, como tra-
dente, alguien que no tenía la facultad de enajenar como dueño o represen-
tante del dueño; por tanto (y aun cuando literalmente la califica de "inválida"),
se trata de una tradición inoponible al dueño, en la cual, por cierto, tiene lu-
gar la ratificación (en este sentido, RDJ., t. 89, secc. 2\ p. 140). Entonces, cuando
dispone "sin voluntad del tradente" entendemos "sin voluntad del que tiene
facultad de enajenar", para así armonizar esta expresión con el desenlace, que
la valida si quien ratifica es el que tiene la facultad de enajenar.
Para una mayor precisión respecto a sobre qué versa la voluntad, v. Ba-
rrientes, Javier, De la tradición..., cit., pp. 88 y sgts.
r n i T i . R i u J U R I D I C A or < m u 218
LOS MODOS DE ADQUIRIR EL DOMINIO
cedente a virtud del cual se realiza la entrega"; también Núñez Lagos, Rafael:
"Causa de la 'traditio' y causa de la 'obligado', en Rev. Crítica de D. Inmobi-
liario Nm 396-397. Madrid, 1961, pp. 573 y sgts.; y sin peijuicio de la -reñida-
controversia sobre el carácter causado o abstracto de la tradición en Roma).
V. también Marín Pérez, Pascual: "El concepto moderno de modo de adqui-
rir y sus repercusiones registradas en relación con la doctrina del título y el
modo", en Rev. Crítica de Derecho Inmobiliario N° 246. Madrid, 1948, pp, 665
y sgts., con proposición de reforma del Código Civil español.
221 I ni J o f u AI JURIDICA D R C M U
SECUNDA PARTE: LA PROPIEDAD Y LA POSESIÓN
286 Sin olvidar aquella opinión de que sin título no es posible enerar a
poseer, que se manifiesta, por ej., en la situación de error en el título en aque-
lla variedad de que uno entiende entregar a título de mera tenencia y el otro
recibir a título traslaticio de dominio (uno creyó entregar en arriendo y el
otro recibir en donación), del prof. Vial del Río, recién citado.
287 V., por ej-, RDJ., t. 11, p. 431; L 29, p. 273; L 45, p. 263.
V. también Guzmán Brito, Alejandro: "De las donaciones entre vivos". Con-
ceptos y tipos. Edic Lexis Nexis. Santiago, 2005, pp. 180 y sgts. No obstante que
los arts. 670 (con su entrecruce de intenciones de transferir y adquirir) y 684
(con sus expresiones de "significación" y "figuración") pudieren inducir al con-
venio traslativo abstracto (como en Derecho alemán) el autor conduye también
en que nuestra tradición es causada (con el vigor del art- 675; para los inmue-
bles, la conclusión parece más firme relacionándolo con el arL 686). Por cierto,
como lo previene el autor, para nosotros el examen histórico está pendiente.
288 Como matiz (tal como ya se dijo en supra, N° 100) recuérdese que se
223 H U T O R I A L J U R I D I C A n i c MILI
SEGUNDA PARTE. LA PROPIEDAD V LA POSESIÓN
III. Efectos
227 eunokiu I U R 1 P I C A i h c h i l i
SEGUNDA PARTE, LA PROPIEDAD Y LA POSESIÓN
'2y? v. Hedemarin, Justas, ob. cit., t. II, p. 169; Topasio, Aldo: "El efecto
real del contrato en el Derecho romano y sus proyecciones en el Derecho
obligacional latinoamericano", en Rev. de Ciencias Sociales N" 7, Valparaíso,
1975, pp. 255 y sgts.
de minerales vendidos "in situ"; se añade que tratándose de minerales esa ex-
plotación necesita de labores e instalaciones complejas, que requieren la te-
nencia del suelo para ahí erigirlas y proceder a la extracción (F. del M. N° 265,
p. 435).
Al tratar las servidumbres voluntarias (N° 255) se volverá sobre esta for-
ma de tradición (y su inconveniencia).
239 f D I T O R I AL JURIDICA DE C H I L E
SECUNDA PARTE: LA PROPIEDAD Y LA POSESIÓN
241 f D I T O R I AL JURIDICA DE C H I L E
SECUNDA PARTE: LA PROPIEDAD Y LA POSESIÓN
316 V. Corral Dueñas, Francisco, ob. cit., pp. 575 y sgts., con cita de biblio-
grafía.
317 Por cierto, desde sus orígenes la publicidad ha estado presente en la justi-
ficación del registro, pero no siempre dirigida a conseguir seguridad del tráfico
inmobiliario. Se ha podido constatar que antiguamente se conducía más bien al
control de las comunidades familiares sobre las tierras de su propiedad para lo-
grar la aspiración de mantener la distribución de la riqueza ya establecida; luego
se destinó también a satisfacer una finalidad recaudatoria fiscal, para llegar final-
mente, luego de generalizados cambios sociales, al objetivo de un tráfico inmo-
biliario seguro (V., al respecto, Moro Serrano, Antonio, ob. cit., p. 571).
Logrado ese objetivo de seguridad con publicidad, deja de inmediato al
Registro como útil instrumento para aquellas otras finalidades (conservado-
ras y tributarias); pero, como derivaciones específicas, también para la plani-
ficación pública, la redistribución de la propiedad, la tutela de la propiedad
misma y del crédito. Por otra parte, su perfeccionamiento va gestando inevi-
tablemente el final anhelo de incorporar el derecho en el título.
EDITORIAl J U R I D I C A DE C H I L E 246
LOS MODOS DE ADQUIRIR F.L DOMINIO
H-'h GT. de 1948, 1" sem. N" 4. p. 27; RDJ., L 45, p. 393.
w RDJ., t. 14, p. 340.
328 Inicialmente este certificado era redactado en tales términos que de-
claraba que, conforme al Registro, el dominio de cierto predio a nombre de
cierto titular estaba vigente. Ha cambiado. Actualmente manifiesta que la ins-
cripción se encuentra vigente por no existir anotación marginal que indique
transferencia. Es notoria la diferencia. La explicación se relaciona con la de-
nominada "cancelación virtual" de la inscripción, que se verá más adelante
(infra, N" 137 y, especialmente, 194).
de Bienes Raices, Edit. Tall. Gráficos El Chileno, Santiago, 1947, pp. 78 y sgts.;
debe tenerse presente lo que se dijo (en supra, N° 124, nota) y se dirá (en
este mismo número) sobre la eventual responsabilidad del Estado.
330 Pero son muchos los textos legales que intervienen en la determina-
jenar", en Rev. del Notariado N° 1, Santiago, 1987, pp. 223 y sgts. (también
en Gaceta Jurídica N° 77, Santiago, 1986, pp. 3 y sgts.).
E D I T O R ! \L IURIDICA DE C H I L E 260
LOS MODOS DE ADQUIRIR EL DOMINIO
336 Así, Gaceta Jurídica N° 32, p. 2; RDJ ., t. 80, p. 94; Rev. del Notariado
wPor eso es que estimamos que el art. 53, N° 3 del Regí, no ha sido modifi-
cado por el art. 297 del CPC. (como se ha pretendido). Se ha sostenido que como
el citado precepto dispone que los impedimentos o prohibiciones respecto de
inmuebles (que individualiza) deben inscribirse para que produzcan efectos res-
pecto de terceros, entonces ya no serian títulos que pueden sino que deben ins-
cribirse (y pertenecerían al art. 52). Estimamos que siguen siendo títulos que
pueden inscribirse, porque, como se ha explicado en el cuerpo, pertenecen al
grupo de los que deben inscribirse aquéllos cuyo "efecto fundamental" se pro-
duce sólo con la inscripción, y resulta que éstos, aun con la exigencia de la ins-
cripción, siguen produciendo su electo fundamental sin ella; para las partes a las
que la prohibición se refiere, el efecto se produce con prescindencia de la ins-
cripción (por ej. para las partes litigantes, señaladamente para el deudor, hay
embargo sobre el inmueble desde que se traba con las formas prescritas, aunque
aún no se inscriba); si la inscripción no se practica, la consecuencia es sólo la
inoponibilidad para los terceros (aunque en la práctica sea muy importante).
3:1f! Respecto de la firma del Conservador —exigencia que, además de evi-
dente, está expresamente pedida en varios preceptos de estos dos títulos del
Reglamento- se ha resuelto que sin ella no hay inscripción (F. del M. N° 394,
p. 445; Gaceta Jurídica X" 135, p. 33). Respecto a esta solución, v. infra. V 141
sobre las consecuencias por defectos de la inscripción.
Sin peijuicio de su imitilidad, bien puede concluirse que es nula, con
base en estos preceptos que organizan el Registro; y el (verdadero) titular del
predio podría sostener que tiene interés en la declaración de nulidad en cuan-
to le perturba su posesión (inscrita) (sobre una perturbación de esta natura-
leza se volverá al tratar de las acciones posesorias).
Se ha resuelto que, tratándose de una medida judicial urgente, el Con-
servador debe inscribir aunque el predio esté ubicado en el territorio de otro
Conservador, si el primero tiene los registros, que no han sido todavía envia-
dos al que corresponde (RDJ., t. 71, secc. 2", p. 171).
E n n o i : i vi J U R I D I C A nr« m u 262
LOS MODOS DE ADQUIRIR EL DOMINIO
140 Fabres, José Clemente, ob. cit., pp 280 y 281; Claro Solar, Luis, ob.
cit., t. VII, p. 391; Raposo, Ramón: De las inscripciones en el Conservador de Bie-
nes Raíces, Univ. de Chile, Sandago, 1937, p. 111.
341 RDJ., t. 24, p. 205; t. 30, p. 249; también Claro Vial, José: La posesión
el art. 662 del CPC. que impone el deber de inscribir la hipoteca legal; la re-
gla que dispone que el Conservador, a requerimiento de cualquier persona o
de oficio, inscribirá el decreto que declara a una población en "situación irre-
gular" (art. 4o de la ley 16.741); la que impone inscribir y alzar (debe decir
cancelar) la prohibición de enajenar y gravar por un año, en el saneamiento
de títulos (art. 17 del DL. 2.695); la que ordena cancelar de oficio las inscrip-
ciones de los derechos extinguidos en virtud de la expropiación (art. 20 del
DL. 2.186). V. Gutiérrez, Nelson: "Principio de la rogación", en Rev. Fojas,
N° 12 (enero de 2004; http://www.conservadores.cl. 15 de agosto de 2006);
el autor menciona diez excepciones.
344 V., por ej., RDJ., t. 50, secc. 2 a , p. 17; F. del M. N° 466, p. 1559.
bre de 1938, "Recurso de queja de Ramón Luis Arrau", cit en obras anteriores.
Un fallo ha resuelto que si después de anotado un título en el Reperto-
rio y mientras se subsanaban defectos se inscribieron un embargo y dos me-
didas precautorias, cuando más tarde regresa aquel título con los defectos
subsanados, procede inscribirlo (F. del M. N° 393, p. 374; con voto de mino-
ría, el cual advierte que cuando el art. 17 dispone la retroactividad sólo pres-
cinde de "derechos" inscritos en el tiempo intermedio; en cambio, en la
especie se trataba de órdenes judiciales que el Conservador se limitó a aca-
tar) . No obstante, tratándose de un embargo, se ha resuelto que, anotada una
compraventa, si después se anota un embargo, esa circunstancia no impide
inscribir la compraventa (RDJ., t. 80, secc. 2", p. 9). Pero, en recurso de pro-
tección, se resolvió que si después de anotado el título y mientras se subsana-
ba una omisión se anota un embargo, cuando más tarde el primer titulo
regresa, es procedente rechazar su inscripción (F. del M. N° 392, p. 282).
pp. 39 y 40.
352 RDJ., L 37, p. 113.
353 Se ha resuelto que está permitido (en el art. 18 del Regí.) reclamar
el procedimiento del art. 18; así F. del M. N" 264, p. 360). Por otra parte, si
en el curso del procedimiento del art. 18 se opone un legítimo contradictor,
se torna contencioso el negocio y debe someterse a los trámites del juicio que
corresponda (Gaceta Jurídica N° 93, p. 17).
La expresión "sin más trámite" que emplea el art. 18, se ha entendido
equivalente a "sin demora" (Gaceta Jurídica N° 93, p. 17).
354 Así se observa en la destacable sentencia de RDJ., t. 60, secc. 2", p. 36.
(DiioHiM l U R I H I C A n r u i i i i 268
LOS MODOS DE ADQUIRIR EL DOMINIO
35R Fabres, José Clemente, ob. cit., pp. 291 y 292; GT. de 1914, 1" trim.,
Nü 166, p. 381.
3,9 Claro Solar, Luis, ob. cit., t. VII, p. 393.
3b" RJDJ., t. 32, p. 138.
3hl El DL. 1.939 sobre adquisición, administración y disposición de bie-
164 V. Rodríguez, María Sara: "La cláusula 'se faculta al portador* y la trans-
ferencia de propiedad por tradición", en Rev. Chilena de Derecho, Univ. Ca-
tólica de Chile, vol. 27, N° 1, Santiago, 2000, pp. 167 y sgts.; Peñailillo Arévalo,
Daniel: "Se faculta al portador de copia autorizada...", en RDJ., t. 81, Prime-
ra Parte, pp. 69 y sgts., en especial N° IV y nota 18, en la que se describe el
acto unilateral de apoderamiento. El punto se llega a vincular con la natura-
leza jurídica de la tradición, como puede verse en Soza Ried, María de los
Angeles, ob. cit., pp. 302 y sgts. (y en supra, N° 94, nota). V. también RD}.,
t. 82, secc. 2a, p. 58; implícitamente este fallo parece admitir que -antes que
alguien requiera la inscripción- la cláusula importa una oferta de mandato,
y que, al tratarse de oferta a persona indeterminada, no le es aplicable el pla-
zo de vigencia de 24 horas establecido en el art. 98 del C. de C. (texto que
está referido a ofertas a personas determinadas, como se desprende de la ex-
presión "si la persona a quien se ha dirigido...").
V. también Gaceta Jurídica N° 98, p. 16; allí es aplicado el art. 497 del
CPC., antes citado. Y se ha admitido que, al no estarle prohibido, el subasta-
dor puede incluso actuar por mandatario ante el Registro (RDJ., t. 82, secc. 2\
p. 58).
365 En el cuerpo de la inscripción, por ej., se dirá: "Segundo: El vendedor
minuta (que corrige o completa) pero con mayor razón la estimamos aplica-
ble a la escritura pública, puesto que ésta va a colmar una falta absoluta de
una designación legal (v., al respecto, F. del M. N° 466, p. 1559).
371 RDJ., L 30, secc. 2a, p. 81. Una situación frecuente en la que ha surgido
esta insistencia ha sido la de transferencia de cuota de un inmueble; para su tra-
dición ha solido practicarse solamente una subinscripción al margen de la ins-
cripción de dominio; sin perjuicio de que debe practicarse esa subinscripción para
informar que la inscripción del centro ha quedado parcialmente cancelada, para
la tradición de esa cuota -como se dirá pronto en infra, 147- debe efectuarse
una inscripción, puesto que se trata de un derecho inmueble (arts. 580 y 686).
Por otra parte, el Reglamento, luego de disponer que las modificaciones
han de efectuarse mediante subinscripciones, en cuanto al origen de la en-
mienda, declara que se practicarán por el Conservador "de oficio o a peti-
ción de parte"; y no precisa (al menos claramente) restricciones para el
funcionario ni la concurrencia conjunta de las partes en la petición al fun-
cionario. Por cierto, el sometimiento al título y la trascendencia de la modifi-
cación habrán de gobernar el criterio con que se tendrá que proceder (v. al
respecto F. del M. N° 466, p. 1559).
nes inscritos, Imprenta Balcells, Santiago, 1924. Ha llegado también a ser no-
table un fallo de la Corte Suprema en que se aceptó una cancelación tácita
de las partes, demostrada por hechos materiales, y que físicamente no se ha-
bía efectuado en el Registro; la doctrina la ha entendido como motivada por
razones de equidad: RDJ., t. 28, p. 252. V. Claro Vial, José, ob. cit., p. 163; Ra-
poso, Ramón, ob. cit., p. 164; ésta seria una extrema situación de cancelación
virtual que, por cierto, no ha prosperado.
373 F. del M. N° 260, p. 195. Se resolvió que cuando el Conservador, lue-
574 V., por ej. RDJ., L 78, secc. 2*, p. 136; Gaceta Jurídica N° 98, p. 38 (se
prefirió a la primera inscripción).
SKI Como las siguientes: ley 6.382 de 1939 sobre Cooperativas de peque-
ños agricultores; DFL. N° 7 de 1963; DFL. N° 6 de 1968.
La sucesión por causa de muerte porque -como se dirá pronto- al falle-
cer el causante se exige practicar unas inscripciones para que el inmueble
del causante quede inscrito a nombre de los herederos y puedan éstos dis-
poner de dicho inmueble, y acontece que en ocasiones en la realidad los
herederos disponen del predio sin practicar esas inscripciones, y luego si-
guen efectuándose transferencias, quedando así el predio fuera del regis-
tro respecto de su titular real actual (o, como suele decirse, sin título
saneado). Y la subdivisión de inmuebles porque (como ya se dijo) las legisla-
ciones urbanística y rural exigen ciertas diligencias para poder subdividir
predios; frecuentemente se procede a subdividir en la realidad (simplemente
con hitos o cercos), sin cumplirlas, generándose consecuencias semejantes
a la causa anterior.
DO. de 21 de julio de 1979, con varías modificaciones; y su Reglamen-
to, DS. 541 (DO. de 17 de octubre de 1996).
584 DO. de 8 de abril de 1968.
M5 V. a este respecto, por ej., Corte de Concepción, 8 de julio de 1976;
186 Tal como ya se dijo (supra, N° 139 ter), esta, es otra fuente de las per-
niciosas "inscripciones paralelas"; aparte de la inscripción producto del pro-
ceso de saneamiento, puede haber una o más anteriores, jurídicamente
canceladas pero con apariencia de vigentes (no tendrán nota cancelatoria a
su margen derecho, a menos que el Conservador, sin estar obligado, practi-
que una).
387 Para inmuebles fiscales, v. el DL. 1.939 sobre adquisición, administra-
ción y disposición de bienes del Estado (ya varias veces citado) y la ley 19.776
(DO. de 21 de diciembre de 2001) sobre regularización de la posesión y ocu-
pación de inmuebles fiscales.
Para más antecedentes Torres, Elena: "Estudio general y aspectos civiles
de la ley N° 16.741, sobre saneamiento de los títulos de dominio y urbaniza-
ción de las poblaciones en situación irregular", Univ. de Concepción, Con-
cepción, 1969; Topasio, Aldo: Regularización de los títulos de dominio, Edit. Edeval,
Valparaíso, 1980; Ribera Neumann, Pilar: "Estudio del decreto ley 2.695, so-
bre regulación de la posesión de la pequeña propiedad raíz", Univ. de Con-
cepción, Concepción, 1987; Peñailillo Arévalo, Daniel: "Saneamiento de títulos
de dominio", en Rev. de Derecho. U. de Concepción N° 160, Concepción,
1973, pp. 61 ysgts.
388 Algunos textos legales especiales han dispuesto una inscripción cons-
titutiva más integral; el ejemplo más claro es la ley 16.741, sobre saneamien-
to de título de dominio y urbanización de poblaciones en situación irregular
(art. 43); dispone que la inscripción confiere la posesión y el dominio, y pre-
sume de Derecho que los títulos están absolutamente saneados.
cia del título (por nulidad, resolución, etc., que además operan
con retroactividad) repercute en la inscripción; ineficaz el títu-
lo, ineficaz la tradición (la inscripción) (esa ineficacia puede
deberse principalmente a la nulidad y la resolución; v. los arts.
674 y sgts., especialmente art. 675; arts. 1687, 1689, 1491; v. lo
dicho en supra, N0* 104 bis, 124 y 125).
tntTORiAL J U R I D I C A nr L I U L Í 292
LOS MODOS DE ADQUIRIR F.L DOMINIO
390 Un primer proyecto fue presentado por don Rafael Barahona (1930).
Luego, uno más completo es de don José Claro Vial (en su Memoria de Prueba
"La posesión inscrita ante la jurisprudencia", en 1938). También se ha pre-
sentado un proyecto simple, pero por lo mismo bien factible, que se refiere
sólo al orden de las inscripciones; pertenece a don Carlos Larenas (quien fue
Conservador de Bienes Raíces de Talcahuano); si bien no altera substancial-
mente la legalidad del Registro, reforma la ordenación de las inscripciones,
las que son agrupadas en una carpeta o ficha que se abre para cada inmue-
ble; es decir, introduce el carácter de registro con folio real, lo que significa-
ría una notable mejoría. Posteriormente se han presentado varios proyectos
que introducen al sistema actual mejoras bien factibles, con especial dedica-
ción a incorporar el respaldo de la microfiímación y, sobre todo, la computa-
ción, incluso con red que permite un más cómodo acceso; Rojas García,
Edmundo: "Sugerencias para una modificación del Registro de bienes raíces",
en Rev. del Notariado N° 1, Santiago, 1987, pp. 201 y sgts.; Rojas García, Ed-
mundo: "Sistema computacional y su aplicación al Registro conservatorio de
bienes raíces", en Rev. del Notariado N" 2, Santiago, 1988, pp. 227 y sgts.; Ro-
jas García, Edmundo: "Centralización o descentralización de los registros in-
mobiliarios", en Rev. de la Asociación de Notarios y Conservadores de Chile
N° 9, Santiago, 2000, pp. 119 y sgts.; Mohor Albornoz, Elias: "Los principios
del Derecho registral. Bases y propuestas de una reforma en el sistema regis-
tral chileno", en Rev. de la Asociación de Notarios y Conservadores de Chile
N° 9, Santiago, 2000, pp. 103 y sgts.; Rojas García, Edmundo: "Proposición para
la creación de un sistema registral interconectado", en Rev. de la Asociación
de Notarios y Conservadores de Chile N° 10, Santiago, 2001, pp. 89 y sgts.,
también publicado en la misma Revista, N~6 (1996-7) y 9 (2000), en esta úl-
tima con muy leves modificaciones (de forma). Finalmente, luego de un com-
pleto examen de sistemas extranjeros, se ha presentado un conjunto de
proposiciones de reforma que, con bases orgánicas y con consolidados prin-
cipios de Derecho registral, formales y materiales, introduce una transforma-
ción profunda del sistema; pertenece al Prof. Domingo Hernández, dentro
Larraín, Florencio: Del Registro Conservatorio de Bienes Raíces, EdiL Direcc. Gral.
de Prisiones, Santiago, 1933; Herrera Silva, Jorge: Nuestro sistema posesorio ins-
crito, Edit. Nascimento, Santiago, 1936; Oberg, Héctor: De las inscripciones me-
diante minutas en el Registro del Conservador de Bienes Raíces, Esc. Tipográfica
Salesiana, Concepción, 1956; Fueyo, Fernando: "El sistema legal de Chile",
en Rev. Crítica de D. Inmobiliario N° 495, Madrid, 1973, pp. 377 y sgts.
Silva, Enrique, ob. cit., p. 143; RDJ., t 7, p. 240; t. 16, p. 365; t. 17, p. 100; t. 24,
p. 538; Corte de Concepción, senL de 17 de mayo de 1989 (no publicada).
Silva, Enrique, ob. cit., pp. 312 y sgts. También Jurisprudencia, Rev. de la Asoc.
de Empl. del Poder Judie. N° 36. p. 33; Corte de Concepción, sent. de 17 de
mayo de 1989.
401 En este sentido GT. de 1934, 2o sem., N° 116; este fallo calificó justa-
mente a esa comunidad como "comunidad a título universal", sin precisar si
es universalidad de hecho o de Derecho. V. también Corte Suprema, sent. de
26 de junio de 2002 (no publicada).
402 Así, Silva, Enrique, ob. cit., p. 312.
401 RDJ., t. 27, p. 311.
404 La particularidad de algunos de sus elementos, sobre todo de los in-
405 Así,
por ej., RDJ., t. 94, secc. 2a, p. 60.
406Ley del tránsito, N° 18.290, de 7 de febrero de 1984, arts. 33 y sgts., y
Regí, del Registro de vehículos motorizados, DS. 1.111, de Jusdcia, DO. de 9
de marzo de 1985; estos textos resolvieron la duda que ofrecía la legislación
precedente, en orden a si la tradición de estos bienes se efectuaba por ins-
cripción o conforme a las normas generales para bienes muebles. Allí se re-
gula también la prueba del dominio de los vehículos (nuevos o usados,
importados) para los efectos de su inscripción.
Con la advertencia de que son obras anteriores a la ley del tránsito
(N° 18.290), pueden consultarse Modak, Alberto: Vehículos motorizados y con-
ductores, 2a edic., Edics. Albatros Chilena, Santiago, 1967; Weitz, Gloria: El ve-
hículo motorizado ante el Derecho civil, comercial, procesal y penal, Edit. Jurídica de
Chile, Santiago, 1967; Zapata, Sergio: "Algunos aspectos del régimen jurídi-
co de los vehículos motorizados", Univ. de Concepción, Concepción, 1968;
Del Río Hernández, María: "La inscripción de vehículos motorizados", Univ.
de Concepción, Concepción, 1974; Ibacache, Guillermo: "El automóvil en el
Derecho privado", Univ. de Concepción, Concepción, 1974.
409 Emanada del Director Regional del Registro Civil o del juez en su caso.
410 DO. de 10 de julio de 1965.
4,1 En la legislación recién reemplazada, era (siempre) una resolución ju-
417 RDJ., t. 30, p. 552. Esta conclusión admite que suscriban válidamente
una escritura pública de partición (sin practicar las inscripciones anteriores,
de la posesión efectiva y especial de herencia; pero la inscripción de las adju-
dicaciones podría ser objetada por el Conservador, por la falta de la debida
constancia -posesión efectiva- de que ellos son efectivamente los herederos).
4,8 RDJ., t. 2, p. 393; GT. de 1875, N° 939.
4,y RDJ., t. 6, p. 266.
420 RDJ., t. 7, p. 117.
421 RDJ., t. 8, p. 433.
nó el art. 688 con el 696, el cual prescribe que mientras las ins-
cripciones indicadas en los textos que le preceden no se efec-
túen, los títulos cuya inscripción se prescribe "no darán o trans-
ferirán la posesión efectiva del respectivo derecho", lo que
implica afirmar que si después se efectúan, se transfiere el res-
pectivo derecho; y esa solución destierra la posibilidad de nuli-
dad absoluta del título, que no puede sanearse por voluntad de
las partes.422 Más tarde se ha continuado insistiendo que la san-
ción por disponerse de un inmueble sin esas inscripciones no
es la nulidad, ni del título (por ej., compraventa) ni de la tradi-
ción, sino que es la que señala el art. 696; mientras no se efec-
túan, no se da o transfiere el respectivo derecho.423 Anteriormen-
te se había llegado también a esa solución.424
Pero la discusión ha continuado. Se formulan dos observa-
ciones a esa solución jurisprudencial. Primero, que al negar la
transferencia del respectivo derecho al tercero mientras la ins-
cripción no se efectúa, el art. 696 no se refiere al art. 688; se
está refiriendo sólo a las inscripciones que transfieren el domi-
nio, a las que son tradición, y éstas no tienen por finalidad la
transferencia del dominio (cumplen otras funciones del Regis-
tro). Y, segundo, que aquella solución asegura que mientras las
inscripciones no se efectúen queda en suspenso la transferen-
cia del derecho; en otras palabras, que al comprar el inmueble
el tercero sin que el heredero practique las inscripciones, el tí-
tulo y la inscripción serían válidos pero ineficaces, con lo que el
tercero no adquiriría el dominio ni la posesión; sin embargo
-se agrega—, el art. 696 dispone que no se dará o transferirá "la
posesión efectiva del respectivo derecho...", es decir, del dere-
cho de dominio, pero no excluye la posibilidad de que se ad-
quiera la posesión de la cosa; se concluye que bien podría
sostenerse que la inscripción no es del todo ineficaz, pues con-
feriría la posesión del inmueble, con lo que podría así llegar a
adquirir el dominio por prescripción si transcurre el tiempo y
no se practican las inscripciones. Como otra solución también
se propone que conforme a las reglas de la nulidad se puede
ditarios", en RDJ., t. VI, Primera Parte, pp. 222 y sgts. y t. VII, Primera Parte,
pp. 1 y sgts.
429 De entre muchas sentencias, por ej., RDJ., t. 26, secc. 2a, p. 20; t. 27,
secc. 2o, p. 25; t. 33, p. 219; t. 50, p. 90; t. 96, secc. 2a, p. 121; sent. de Corte
Suprema de 26 de junio de 2002 (no publicada).
430 Por ej., GT. de 1888, t. II, sent. N° 3.332, p. 1271; de 1913, t. I, N° 114,
p. 309.
431 V. RDJ., t. 19, p. 296.
432 Silva, Enrique, ob. cit., varios capítulos, especialmente pp. 16, 76, 144,
la primera incide la naturaleza de las cosas, las cuales debe tradirlas singular-
mente y, por tanto, es necesaria la inscripción (como tradición) si hay inmue-
bles; en la segunda lo cedido es la cuota, el derecho proindiviso, no cosas
singulares, de modo que la tradición debe efectuarse simbólicamente, como
en los créditos (concretamente con una constancia en el instrumento de ce-
sión), aunque haya inmuebles; luego, al pedir la partición, el cesionario ten-
drá derecho a que le enteren su cuota con bienes determinados, y si hay
inmuebles, la inscripción que debe practicarse es sólo requisito para dispo-
ner de ellos con los demás comuneros (Soza Ried, María de los Angeles: "La
cesión del 'derecho real de herencia' y de una cuota hereditaria", en Rev. de
Derecho, Univ. Austral de Chile, vol. XVII, Valdivia, 2004, pp. 91 y sgts. Tan-
to entredicho empuja a la reflexión crítica sobre el derecho que está en la
base y que provoca dificultades; parece innecesaria la creación de este dere-
cho real de herencia, como lo declara también la autora recién citada).
413 No corresponde tratar aquí las varias interrogantes que plantean los
454 Claro Lagarrigue, Luis: De los legados en general, Impr. Dirección Gene-
ral de Prisiones, Santiago, 1939, pp. 26 y sgts., con cita de jurisprudencia. V.
también RDJ., t. 65, secc. 2a, p. 14; t. 90, p. 136.
435 V. RDJ., t. 33, p. 219; se cedió "un legado de dinero" y se concluyó que
436Así, RDJ., t. 19, p. 241; t. 27, secc. 2', p. 25; t. 50, p. 90. En contra,
t. 46, p. 94, con nota adversa de don David Stitchkin. Este último fallo está
H ) i r o R i M J U R I D I C A n r C.HUF 312
LOS MODOS DE ADQUIRIR EL DOMINIO
437 Así también se ha resuelto; RDJ., t. 65, secc. 2\ p. 14; t. 90, p. 136.
438 Así, Claro Lagarrigue, Luis, ob. cit., pp. 206 y sgts.
4W V., en este sentido, RDJ., t. 42, p. 474.
440 Así, RDJ., t. 50, secc. 2a, pp. 84 y sgts.; Raposo, Ramón, ob. cit., pp. 72
NM 37-38, p. 3109.
44B Nótese que aceptando el deudor o siendo notificado, la transferencia
del crédito resulta oponible a él y a terceros (podría decirse a "los demás ter-
ceros", porque en el negocio de transferencia del crédito el deudor es tam-
bién un tercero). ¿Quién podría ser mencionado como un tercero, para el
cual la transferencia es oponible una vez practicada la diligencia y al cual,
mientras no se pracdque, le es inoponible? Un acreedor del cedente. A es
acreedor en contra de B; transfiere su crédito a X; pero A es a su vez deudor
de Z; el acreedor Z pretende embargar el crédito que su deudor A tiene en
contra de B. Aunque A haya vendido el crédito a X, Z puede embargarlo mien-
tras el deudor B no haya sido notificado o haya aceptado, porque mientras
eso no ocurra, la transferencia del crédito es inoponible al deudor y a terce-
ros (Z).
322EDITORIALI U R 1 D I C ADI<HILE
SEGUNDA PARTE: LA PROPIEDAD Y LA POSESIÓN
447 GT. de 1890, L I, Ia senL, N" 1.308, p. 764; de 1892, L 2o, N° 1.531,
p. 5; de 1922, 1' sent., N° 167, p. 653; RDJ., t. 6, p. 410; L 43, p. 113.
448 V. Silva Bascuñán, Alejandro: De la cesión de derechos, Univ. de Chile,
Santiago, 1933; especialmente pp. 122-123 y 129-130, entre las cuales pare-
ciere haber posiciones encontradas.
449 Así, Silva Bascuñán, Alejandro, ob. cit., p. 125; ahí se citan otros auto-
chos litigiosos", en RDJ., t. 40, Primera Parte, pp. 141 y sgts. En apoyo de su
tesis cita RDJ., t. 33, p. 321; t. 38, p. 223; GT. de 1937, 2o sem., sent., 155,
p. 609; Rev. de Derecho. U. de Concepción NM 37-38, pp. 3108-3124; los fa-
llos se refieren a cesión de derechos personales, pero el autor citado no ad-
mite otra solución para los reales. Para varios pormenores que plantea el tema
de los derechos litigiosos pueden consultarse las obras citadas y, además, por
ej., Silva Bascuñán, Alejandro, De la cesión..., cit.; Alessandri, Arturo, nota (sin
PÁRRAFO V
LA POSESIÓN Y LA PRESCRIPCIÓN
Sección primera
La posesión
título) al pie de un fallo, en RDJ., t. 29, pp. 276 y sgts.; Merino Poblete, Artu-
ro: Cestón de derechos litigiosos, Univ. de Concepción, Concepción, 1946.
455 Además de las obras ya citadas puede verse Funaioli, Cario: La tradi-
zione, 2a edic., Edit. Cedam., Padova, 1942; Lacruz Berdejo, José: "Inscripción
y tradición", en Rev. Crítica de Derecho Inmobiliario, Madrid, 1957, pp. 1 y
sgts.; Diez-Picazo, Luis: "La tradición y los acuerdos traslativos en el Derecho
español", en Anuario de Derecho Civil, t. 19, Madrid, 1966, pp. 555 y sgts.;
Beltrán de Heredia, Pablo: "La tradición como modo de adquirir la propie-
dad", en Rev. de D. Privado, Madrid, 1967, pp. 103 y sgts.; Balladares, Roge-
lio: Generalidades de la tradición, Impr. Manila, Santiago, 1938; Pinedo, José:
Estudio crítico de la jurisprudencia del Código Civil en materia de tradición de bienes
raíces, Edit. Universitaria, Santiago, 1959; v. además las obras que tratan los
modos de adquirir en general, algunas de las cuales han sido también cita-
das en el capítulo correspondiente (supra, N° 77, final).
ob. cit., L III. pp. 540 y sgts.; más antecedentes en Planitz, Hans, ob. cit, pp. 154
y sgts.
459 Para datos sobre aportes canónicos (referidos a la protección poseso-
ria para reprimir expoliaciones), v. Coing, Helmut, ob. cit., 1.1. pp. 361 y sgts.
460 Pothier (Oeuvres de), ciL: Traite de la possession. Annotées et mises..., par
465 Así, por ej., Alessandri, Somarriva y Vodanovic, ob. cit., t. I, pp. 359 y
sgts.; Claro Solar, Luis, ob. cit., t. III, pp. 449 y sgts. con objeciones a la doctri-
na subjetiva (por ej., en la dificultad que implica en ella determinar la inten-
ción del que corta árboles, cierra, planta, edifica, actividades que podria ejecutar
como dueño o como usufructuario o arrendatario), y luego de un relato de
antecedentes históricos, descripción de las doctrinas y comentario de la acti-
tud adoptada al respecto por algunos Códigos extranjeros (secciones en las cua-
les, no obstante su próxima constatación de que el Código chileno opta por la
subjetiva, se va apreciando en él un atractivo por la noción objetiva).
Pero hay algunas discrepancias. Así, se ha sostenido que en cuanto al cor-
pus, y sobre todo teniendo presente cómo se prueba la posesión en el arL
925, los textos ensamblan mejor con la noción de este elemento según lo com-
prende Ihering (Verdugo, Julio, ob. cit., p. 14). Por otra parte, se ha conclui-
do que los textos se perciben ajenos a aquella secular controversia; no habría
influido en la estructuración ideada por el redactor del Código (así Pescio,
Victorio: Manual..., cit., t. IV, pp. 153 y sgts.).
rnnoRiAL J U R I D I C A n f c H i L f 328
LOS MODOS DE ADQUIRIR EL DOMINIO
467 En este sentido, la siguiente es una actitud que suele observarse (y que
gués (art. 1255); boliviano (art. 92); paraguayo (art. 1913); brasileño (arts.
1206 y 1207); el peruano la regula a propósito de los derechos reales. El CC.
holandés la califica de hecho (art. 3-107).
Pero sobre todo si se considera un hecho, digan lo que digan los textos, que
la posesión se transmita no puede entenderse como se entiende la transmisión
469 Aunque debe reconocerse que ese vacío es evitado con la retroactivi-
dad de la aceptación (art. 1239). V. además lo dicho sobre este precepto en
nota anterior sobre la transmisión de la posesión en la doctrina general.
470 Por otra parte, el principal autor que el redactor consideró en esta
471 El art. 850 del CC. peruano de 1936 disponía expresamente que el
479Barros Errázuriz, Alfredo, ob. cit., t. I, N° 309; Rosende, Hugo, ob. cit.,
p. 96; Peñaherrera, Víctor: "La posesión", Edit. Universitaria, Quito, 1965,
p. 36. V. también RDJ., t. 46, p. 541.
480 Pescio, Victorio, Manual..., cit., t. IV, p. 231; en el mismo sentido, Ales-
481 Aunque por norma no puedan ganarse por prescripción ni tengan protec-
ción posesoria, es concebible la posesión de estas servidumbres (así, García Valde-
casas, Guillermo, ob. CÍL, p. 23, con protección interdicta] debida a texto español).
482 Y no procede considerar lo que el Código llama "posesión" de ciertas
484 V. Claro Solar, Luis, ob. cit., t. VII, NQ 832; Verdugo, Julio, ob. cit., Nos 68
y sgts.
4811 V. Pescio, Victorio, Manual..., cit., t. IV, p. 189; RDJ., t. 45, p. 170.
los para poseer a los mencionados contratos; celebrados ellos, sólo con la tra-
dición el adquirente entra en posesión; así, en tales situaciones (no obstante
el texto) el título es la tradición; luego se agrega la explicación de que la tra-
dición a su vez requiere de un título (traslaticio), pero el contrato no es el
título sino la subsecuente tradición; para la transferencia del dominio el títu-
lo es el contrato, pero para la posesión el título es la subsecuente tradición
(Vial del Río, Víctor, ob. cit., pp. 100 y sgts.). La discrepancia parece no ser
profunda. En alguna medida se trata de la inmediatez con la que asume la
noción de antecedente justificante, y la diferencia puede quedar salvada con-
siderando (como a nuestro parecer debe considerarse) la enajenación entre
vivos como un solo proceso, desenvuelto en dos etapas (el título y el modo);
se requiere de un título traslaticio, pero con él sólo no se traslada el dominio
ni se entra en posesión; luego debe efectuarse la tradición, que traslada el
dominio (si el tradente lo tenía) y deja al adquirente en posesión; así, si nos
referimos al suceso que efectivamente deja al adquirente en posesión, tal es
la tradición; sin ella no entra a poseer; pero la causa mediata (o, si se quiere,
345 E D I T O R I A L JURIDICA D E C H I L . E
SEGUNDA PARTE: LA PROPIEDAD Y LA POSESIÓN
pio del Derecho francés, "le mort saisit le vif\ El adagio y la "saisine", de raíz
germánica, se remontan a lo menos al siglo XIII; no debe confundirse con la
transferencia de la propiedad ni con la posesión de los bienes: es una habili-
tación lega! reconocida al heredero para ejercer los derechos y acciones del
difunto sin necesidad de ninguna formalidad previa, por ser un continuador
de la persona del difunto (v., por ej., Ripert, Georges y Boulanger, Jean, ob.
cit., t. X, pp. 11 y sgts.).
489 Por cierto, la precisión ha sido formulada especialmente en la solu-
ción a conflictos sobre prescripción adquisitiva entre herederos verdadero y
aparente.
491 Como acontecía en Roma (cfr, Guzmán Brito, Alejandro: Derecho priva-
do romano, Edit. Jurídica de Chile, Santiago, 1996, t. I, pp. 489-490); no hay
obstáculo legal en considerarlo de igual modo entre nosotros. V. también, en
sentido semejante, insistiendo en que el título es el que tenía el causante, Ri-
pert, Georges y Boulanger, Jean, ob. cit., t. VI, p. 337; Mazeaud, Henri, Léon
yjean, ob. cit., Parte II, vol. IV, p. 213; y ya Pothier (oeuvres de), cit., Traite de
laprescription, annotées et mises... par M. Bugnet, Marchal et Billard, E. Plon...,
Tr. éd. Paris, 1890, N° 63, p. 339.
492 Puede salvarse la situación agregando al título pro herede el romano "pro
suo" (poseo la cosa porque es mía); pero también se ha pedido algo más con-
sistente (v. en este último sentido, por ej., Messineo, Francesco, ob. cit., t. III,
p. 223). Convincentemente, se tiene en cuenta que el título de heredero no
crea una justificación independiente de la adquisición; carece de autonomía,
se limita a reproducir en el heredero la posición jurídica del causante; el tí-
tulo universal no es tanto un título como un medio de expandir la virtuali-
dad de otro título más allá del ámbito subjetivo de las partes que lo crearon
(v. González Pacanowska, Isabel, ob. cit., pp. 1914 y sgts., con cita de los Profe.
Salvador Coderch y Badosa Coll; v. también Yzquierdo Tolsada, Mariano: "Ti-
pología del justo título en la usucapión. Crónica de una cuestión pendien-
te", en Anuario de Derecho Civil, t. 54, Madrid, 2001, p. 584).
496 Así, Verdugo, Julio, ob. cit., p. 85. También RDJ., t 89, secc. 2% p. 143;
el fallo advierte que es distinta la situación del título inoponible de la del nulo,
como que el Código las ha tratado separadamente (respectivamente en los
N™ 2 y 3 del art. 704).
500 Podrá exclamarse que en la venta de cosa ajena qué otra solución po-
dría consignarse que no fuera aquella de que el derecho del dueño se man-
tiene; pero esa pretendida obviedad es debida a que en nuestro medio no ha
penetrado aquella regla de que en materia de cosas muebles la posesión equi-
vale a título; cuando sea mencionada (al tratar la reivindicación) se verá que,
debido a ella, en varios ordenamientos el dueño ve su dominio extinguido,
en una actitud de más intensa protección de la apariencia y el tráfico.
1963, p. 103; RDJ., t. 29, p. 73; t. 68, secc. 2a, p. 7; se aplica -dice este fallo- a
todo el campo jurídico. En contra de la aplicación extensiva de la presun-
ción, Moreno Echavarría, Rafael: "Apuntes sobre el matrimonio putativo y la
bigamia", en RDJ., t. 34, Primera Parte, pp. 37 y sgts.
La presunción es mantenida generalizadamente en los Códigos del siglo
XX. Así, por ej., en los Códigos boliviano (art. 93), peruano (art. 914), para-
guayo (art. 1919), holandés (art. 3-118); como se dijo, el CC. brasileño con-
fiere la presunción al que tiene justo título (art. 1201, inc. 2 o ).
514 Pothier, Traite de la prescription, cit., N° 36, p. 330.
515 GT. de 1895, t. I, p. 583; RDJ., t. 83, secc. 2*, p. 7.
5,6 Más antecedentes en Gómez Acebo F.: "La buena y la mala fe. Su en-
gún nuestro Código Civil?", en RDJ,, t. 10, Primera Parte, pp. 17 y sgts. El autor
insiste en que en el sistema posesorio del CC. chileno la posesión no se transfiere
ni se transmite. Cita varios preceptos en ese sentido y añade antecedentes históri-
cos (contenidos en los Proyectos). Y considera errores las reglas de los arts. 696
que se refiere a la "transferencia" de la posesión, y del art. 2500 inc. 2o, que supo-
ne una "transmisión"; incluso llega a proponer la supresión de este último texto.
527 V. Del Río Rodríguez, Diego: La accesión de posesiones, Univ. de Chile,
Impr. San Diego, Santiago, 1951; Espín, Diego, La sucesión en la posesión..., cit.
529 V., por ej., Baudry-Lacantineríe, G. et Tissier, Albert, ob. cit., L XXVIII,
N° 344, p. 267; Planiol, Marcelo y Ripert, Jorge, ob. cit., t. III, N° 720, p. 613.
V. también Rev. de Derecho, U. de Concepción, N° 137, p. 130.
590 V. Baudry-Lacantinerie, G. et Tissier, Albert, ob. cit., t. XXVIII, N" 356
y sgts., pp. 275 y sgts.; Planiol, Marcelo y Ripert, Jorge, ob. cit., t. III, N° 720,
p. 613; Claro Solar; Luis, ob. cit-, t. VII, N° 855; Herrera Silva, Jorge: "Teoría
de la accesión de posesiones", en Rev. de Derecho, U. de Concepción N° 14,
pp. 713 y sgts.
que era mero tenedor532 (sobre esta norma del art. 2510 regla 3a
se volverá al tratar la prescripción extraordinaria en infra, N° 210).
Desde otro punto de vista puede sí observarse cierta contra-
dicción entre los arts. 730 inc. Io y 2510: en términos absolutos,
el primero impide al mero tenedor transformarse en poseedor,
mientras el art. 2510 se lo permite, probando las circunstancias
que indica su regla 3a.533
Finalmente, si el tenedor adquiere el dominio de la cosa de
parte de quien se la había entregado en mera tenencia (traditio
brevi manu), o de un tercero (dueño), más que de interversión se
estaría en presencia de una adquisición de posesión por tradición.
tas circunstancias (así, Guzmán Brito, citado en supra, N° 162, la admite para
créditos documentados y en los incluidos en una herencia: por tanto, siem-
pre reflejamente; en estas situaciones, la posesión de ellos se adquirirá, res-
pectivamente, poseyendo el documento y la herencia).
538 Y aquí no es aceptable el argumento de que el art. 696 pudiere estar-
incorporales..., cit., pp. 197 y sgts., a quien hemos seguido aquí en varias afir-
maciones.
i n i i o w u J U R I D I C A ni < m i l i 372
LOS MODOS DE ADQUIRIR EL DOMINIO
I. Inmuebles no inscritos
542Así, Herrera Silva, Jorge, ob. cit., pp. 37 y 46; Claro Vial. José, ob. cit.,
pp. 30 y 31; Trucco, Humberto: "Teoría de la posesión inscrita dentro del Có-
digo Civil chileno", en RDJ., t. 7, Primera Parte, pp. 139 y 140; Alessandri,
Somarriva y Vodanovic, ob. cit., t. I, pp. 498 y 499.
381
SECUNDA PARTE: LA PROPIEDAD Y LA POSESIÓN
que podrá notarse que ese texto ordena practicar una nota marginal en las
inscripciones anteriores "no canceladas" y -tal como recién se dijo- en estas
situaciones la anterior quedó de pleno Derecho cancelada al practicarse la
posterior (conforme a decisión jurisprudencial ya muy firme); entonces, en
términos restringidos, la orden del art. 92 no alcanzaría a esta inscripción por-
que ésta es una "cancelada" (y así, surge la interrogante: ¿a qué situaciones
se referiría? Si la cancelación por las dos causales anteriores requieren -como
se ha dicho- de subinscripción, como hay que intentar dar aplicación a la
559 Por ej., Trueco, Humberto; Lagos, Moisés (v. obras antes citadas).
1560Por ej., Urrutia, Leopoldo, ob. cit., Puede mencionarse también la ex-
trema y particular posición de Álvarez González, Humberto: La inscripción no
es requisito, garantía, ni prueba de la posesión de los bienes raices, Impr. y Librería
Artes y Letras, Santiago, 1926.
p. 147. Respecto de la posesión del derecho de hipoteca (lo posee quien tie-
ne la inscripción hipotecaria a su nombre, como titular del derecho real de
hipoteca): F. del M. N° 394, p. 445; Gaceta Jurídica N° 135, p. 33; N° 137,
p. 109; RDJ., t. 89, secc. 2% p. 68.
Sección Segunda
La prescripción adquisitiva
565 Jurisprudencia, Rev. de la Asoc. de Empl. del Poder Judie., N° 11, p. 32.
366 Además de las obras ya citadas, entre muchas puede verse Savigny, Fede-
rico de: Tratado de la posesión según los principios del Derecho romano, Impr. de la Soc.
Literaria y Tipográfica, Madrid, 1845; De Dalmau y Olivart, Ramón: La posesión.
Noción en el Derecho abstracto, Edit. Tepús, Barcelona, 1884; Ihering, Rodolfo von:
La posesión, trad. de A. Posada, 2* edic., Edit. Reus, Madrid, 1926; Gentile, Fran-
cesco: Upossesso, Unione tipográfico-editrice torinese, Tormo, 1965; Russoman-
no, Mario: La posesión en los principales Códigos Civiles contemporáneos, Edit.
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1967; Valencia Zea, Arturo: La posesión, Edit Te-
mis, Bogotá, 1978; Trigeaud Jean-Marc: Lapossession des biens inmobiliers, Edit. Eco-
nómica, París, 1981. Para la posesión de inmuebles pueden verse también las obras
de Derecho registral; para la protección, las obras sobre acciones posesorias.
EDITOR1A1 JURIDICA DE C H I I I 3 9 0
LOS MODOS DE ADQUIRIR EL DOMINIO
569 Así, por ej., Claro Solar, Luis, ob. cit., t. VIII, p. 32.
dri, Somarriva y Vodanovic, ob. cit., t. II, pp. 11 y sgts.; Abeliuk, René, ob. cit.,
t. II, N° 1220, p. 996.
572 Este y otros temas doctrinarios, como los orígenes en Roma, con el
cho moderno, trad. de la 7a edic. italiana por la Rev. Gral. de Legisl. y Jurispru-
dencia, Edil. Reus, Madrid, 1913, t. VIII, pp. 320 y sgts.; Castán Tobeñas.José,
ob. cit., t. II, vol. I, pp. 344 y sgts. Para la distinción de justificaciones, entre
nosotros v. Domínguez Águila, Ramón: La prescripción extintiva, Edit. Jurídica
de Chile, Santiago, 2004, pp. 30 y sgts.
Suele observarse que en el Derecho moderno la prescripción adquisitiva
ha ido viendo reducida su importancia; en los muebles, por obra de la regla
-por demás antigua- de que "en materia de muebles la posesión equivale a
título" (a la que al menos aludiremos más adelante, al tratar la acción reivin-
dicatoría) en las legislaciones (principalmente de Europa occidental) en don-
de reina; y en los inmuebles, por obra de los Registros inmobiliarios, cada
vez más perfeccionados. Con todo, debe tenerse presente que por su parte
esos factores se presentan asimismo limitadamente: la regla, en muchas legis-
laciones (entre ellas la de Chile) no es admitida; en donde es acogida fre-
cuentemente quedan situaciones en las que no es aplicable; y en cuanto a los
Registros, son muchos los que -como antes se ha advertido- aún distan bas-
tante de lograr las aspiraciones de seguridad cifradas en ellos.
573 V., por ej., en dirección subjetiva, RDJ., t. 27, p. 240; t. 60, secc. 2a,
N° 72.
578 RDJ., t. 4, p. 355.
579 RDJ., t. 22, p. 699.
580 RDJ., t. 27, p. 546.
RDJ., t. 42, Primera Parte, pp. 65 y sgts.; Domínguez Benavente, Ramón: "Al-
gunas consideraciones sobre la prescripción", en Rev. de Derecho, U. de Con-
cepción, N° 62, p. 473; Spottke, Carlos: La acción de prescripción, Univ. de
Concepción, Concepción, 1955.
583 Así Rioseco, Emilio: "Sobre la forma procesal de alegar la prescripción",
584 Así Méndez, Héctor, ob. cit., pp. 54 y sgts.; también, del mismo autor:
ob. cit., t. III, p. 742 (citando a Gentile); asimismo, sin completa coinciden-
cia, y en términos escuetos e incisivos, Vergara Varas, Pedro: "Despejando una
falacia: no es efecdvo que la alegación de prescripción adquisitiva de un de-
recho real deba hacerse valer siempre por vía de reconvención", en Rev. Ac-
tualidad Jurídica, Univ. del Desarrollo, N° 6, Santiago, 2002, pp. 327 y sgts.
El —a nuestro juicio- equívoco entre nosotros pudiere explicarse por una
indebida comprensión de la exigencia de la alegación. Que la regla imponga
alegarla, debe entenderse en primer lugar como un repudio a la declaración
de oficio; por lo mismo, cuando se dispone que debe alegarse, eso implica
que debe ser "invocada". Pero, al parecer, con la orden de alegación la doc-
trina nacional, seguida pronto por la jurisprudencia, parece haberse sentido
empujada a la dramática disyuntiva de encuadrarse en la acción o en la ex-
cepción, y no tiene por qué entenderse así; lo pedido sólo es invocarla, sin
exigirse que la invocación tenga que ingresar a alguna de esas herramientas
procesales y, lo que es más importante, no se justifica, conforme a lo expresa-
do en el cuerpo. De ahí que en la doctrina extranjera esta querella frecuen-
temente no aparece, no obstante que la necesidad de alegación es principio
bastante universal. En el mismo sentido, los Códigos del siglo XX se dedican
a exigir la invocación, impidiendo la declaración de oficio; pero (en la ad-
quisitiva) no imponen que deba alegarse como acción o excepción.
La consecuencia práctica es que, entre nosotros, si sólo se invoca, sin ex-
presarse que se interpone la acción de prescripción adquisitiva, o se invoca
expresándose que se opone la excepción de prescripción adquisitiva, con la
solución prevaleciente se negará la declaración de prescripción, por mucho
que el invocante haya poseído la cosa por muchos años, más allá de los pla-
zos exigidos (como se ha procedido en algunos de los fallos que luego serán
citados). Si abandonamos esa exigencia formal, invocada clara y oportuna-
mente y probados los supuestos, tendría que acogerse, sea que se agregue que
se interpone una acción, una excepción o nada se diga a ese respecto. En
este sentido puede recordarse que en la época del Derecho romano en que
la praesariptio no confería el dominio y se concebía como un medio de con-
tención ante la reivindicatoría, equivalía a una excepción.
586 RDJ., t. 42, p. 449; t. 43, p. 467; L 48, p. 553; t. 54, p. 68; t. 63, p. 336;
t. 68, secc. 2% p. 52; t. 82, secc. 2% p. 67; t. 84, secc. 2a. p. 119; Gaceta Jurídica
N°94, p. 115; N° 119, p. 41; Rev. de Derecho, U. de Concepción, N" 31-32,
p. 2667; N° 100, p. 277; N° 140, p. 192; F. del M. N° 484, p. 42; La Semana
jurídica N° 235 (mayo), 2005.
587 RDJ., t. 16, p. 301; t. 21, p. 595; t. 43, p. 418.
Desde mucho tiempo, la posibilidad está bien admitida. Así, arts. 2225
del CC. francés, 2939 del CC. italiano; con reformas en los textos procesales,
también el Derecho colombiano (v. Hinestrosa, Fernando: Tratado de las obli-
gaciones, Edit. Univ. Extemado de Colombia, Bogotá, 2002, t. I, p. 820). Ge-
neralmente se admite aunque ya hubiere renunciado. Si los textos simplemen-
te lo permiten, basta citarlos y no hace falta mayor preocupación por la vía
que puede emplearse; si no hay textos y se pretende actuar, podría postular-
se que la invocación por el interesado adopta la forma del ejercicio oblicuo
(llamada acción oblicua o subrogatoria, entre nosotros con la interrogante
de si es admisible con aplicación general); después de la renuncia, tendría
que dejarse sin efecto ese acto unilateral mediante la pauliana, con lo que
queda expedito el camino para aquel ejercicio indirecto.
iniTOKiAl I U R I D I C A ni C H I I I 402
LOS MODOS DE ADQUIRIR EL DOMINIO
592 V., al respecto, RDJ., t. 77, secc. 2a, p. 28; en el fallo se declara que la
201. c) Las reglas son iguales para todas las personas (art. 2497).
El precepto se explica en cuanto terminó con reglas de privile-
gio a favor de ciertas entidades (como la Iglesia y el Fisco), en
materia de prescripción.596
Por otra parte, no se contempla tampoco la llamada "acción
rescisoria del dominio", conforme a la cual el dueño al que le ha-
bían ganado la cosa por prescripción, podía pedir que se rescin-
diera el dominio (conforme a la expresión en uso) ganado por el
prescribiente, probando que había estado imposibilitado de impe-
dir esa prescripción.596 Pero sí existe el beneficio de la "suspensión"
tos justinianeos.
Pero la alteración de la igualdad, para impedir que el Fisco pueda invo-
car la prescripción adquisitiva, no carece de fundamento, sobre todo en aque-
llas situaciones en las que la incertidumbre -en cuya existencia la prescripción
encuentra uno de sus principales fundamentos- es atribuible al propio Esta-
do (v. en este sentido Segura, Francisco: "¿Puede el Fisco alegar la prescrip-
ción adquisitiva?", en Rev. de Derecho de la Univ. Católica de la Stma.
Concepción N° 8, Concepción, 2000, pp. 121 y sgts.).
596 La expresión "acción rescisoria del dominio" ha sido la más frecuen-
ca una relación jurídica" (p. 394). En contra, por ej., Mazeaud, Henri,
Léon y Jean, ob. cit., parte II, vol. IV: "la usucapión constituye un modo
derivativo de adquisición y no un modo originario", p. 223. En Ripert,
Georges, y Boulanger, Jean, ob. cit., t. VI, p. 154, no es mencionada en
los modos originarios, sino en los de la siguiente categoría, que no cali-
fican de modos derivativos, sino como los que "suponen la extinción pre-
via (con o sin indemnización) del derecho que existía sobre el bien
adquirido" (p. 154).
604 Así, Silva Bascuñán, Marcos: La partición de bienes, EdiL Jurídica de Chile,
Santiago, 1948, p. 35.
605 Así, Claro Solar, Luis, ob. cit., t. III, p. 516; t. VIII, p. 57, con antece-
nentes; también RDJ., t. 23, pp. 354, 471; t. 26, pp. 130, 555; t. 28, p. 546,
t. 37, secc. 2a, p. 27; t. 38, p. 1; t. 84, p. 93; mismo tomo, secc. 2a, p. 94.
2 , p. 13; t. 55, p. 17; t. 88, p. 102. Por la segunda, RDJ., t. 60, secc. 2a, p. 130.
a
H.ITOKHI J U R I D I C A ni T H I I I 416
LOS MODOS DE ADQUIRIR EL DOMINIO
628 Así, por ej., Barros Errázuriz, Alfredo, ob. cit., t. I, p. 378.
632 Ha sido admitida en la hipoteca (F. del M. N° 378, p. 208); pero más
tarde fue exceptuada, con dudoso fundamento (F. del M. N° 394, p. 445).
6,1 Desde Claro Solar, Luis, ob. cit., t. XVI, N° 1996, con referencia a nota
654 V., al respecto, Castán Tobeñas, José, ob. cit., t. II, vol. I, p. 369, con
cita de autores franceses e italianos; Messineo, Francesco, ob. cit., t. III, pp. 323
y sgts.; Mazeaud, Henri, Léon y Jean, ob. cit.. Parte II, vol. IV, p. 222; Diez-
Picazo, Luis, ob. cit., t. III, p. 742. Este último autor se ocupa de una mayor
precisión: se tiene establecido (también entre nosotros, como ya se ha dicho
en las reglas comunes) que debe ser invocada (alegada); pero eso no signifi-
ca que el prescribiente adquiere sólo a partir del momento en que la invoca,
ni que tiene una facultad o derecho potestativo para consumar la adquisición
al invocarla; la adquisición es automática, pero esa adquisición queda, "por
decirlo de algún modo", a disposición del adquirente, que puede invocarla o
no; y, entonces, desde que se cumple el plazo, el derecho queda en el adqui-
rente en una "interinidad" que se resolverá más tarde; o quedará para el usu-
capiente si invoca la prescripción, o para el primitivo titular si aquel no la
invoca o renuncia a la prescripción ganada (en el fondo —podemos decir— al
dominio "interinamente" ganado).
Entre nosotros, admite la retroactividad, por ej., Claro Solar, Luis, ob. cit,
t. VIII (XVII), p. 32; Alessandri, Somarriva y Vodanovic, ob. cit., t. II, p. 50; y la
adquisición al cumplirse el plazo, por ej., Vial del Río, Víctor, ob. cit., p. 185.
635 Precisamente esta regla es un ejemplo demostrativo de que la retroac-
636 V., por ej., el art. 945 del CC. alemán; los arts. 1569 y 1574 del CC.
portugués (para las servidumbres). Ante el silencio mantenido para los in-
muebles (que se ha interpretado como favorable al eliminarse del Proyecto
un texto que la excluía) y una norma sólo evocadora -el art. 1153-, pero que
no puede entenderse que la consagra, en la doctrina italiana parece no acep-
tarse que el Código la contemple, según se deduce de las lecturas que luego
serán citadas.
Messineo, Francesco, ob. cit., t. III, p. 325; Biondi, Biondo: Las servidumbres,
trad. de González Porras, Edit. Comares, Granada, 2002, pp. 899 y sgts., y la
ilustrativa nota del traductor, en pp. 912 y sgts.; Castán Tobeñas, José, ob. cit.,
t. II, vol. I, p. 367; Diez-Picazo, Luis, ob. cit., t. III, p. 743; Ossorio Serrano,
Juan: "La usucapión liberatoria", en Rev. de D. Privado (abril), Madrid, 1982,
pp. 339 y sgts., con antecedentes históricos y examen de su estructura y natu-
raleza -la califica de verdadera prescripción adquisitiva- y revisión de los di-
versos derechos reales a los que podría aplicarse. En Francia no siempre es
muy considerada (por ej., en Mazeaud, Henrí, Léon y Jean, ob. cit., Parte II,
vol. IV, no es mencionada; antes bien, allí se postula que el poseedor adquie-
re el derecho tal como existía, afirmándose —y aquí aparece la explicación-
clara y escuetamente que "la usucapión constituye un modo derivativo de ad-
quisición, y no un modo originario", p. 223) (ya se dijo, supra, N° 202, que
está discutido el carácter originario o derivativo de la usucapión, y que pre-
domina la conclusión de que es un modo originario).
i i M i m i u J U R I D I C A n i cuín 428
LOS MODOS DE ADQUIRIR EL DOMINIO
nible a terceros debe inscribirse; de este modo, si no inscribe, todo lo que le ocurre
es que si en el futuro acciona tras otro beneficio, u otro lo demanda, nuevamen-
te tendrá que combatir, aduciendo y probando la prescripción. Pero si tiene ins-
cripción (es poseedor inscrito), la inscripción del fállo presenta dificultad (sobre
todo ante el arL 728; podría el fallo ordenar que se cancele la anterior y se prac-
tique una nueva, que será a nombre del mismo titular, el prescribiente; y aun
podría sostenerse que el fallo es inscribible sin perjuicio de la inscripción exis-
tente; no infringe el 728 porque no se está cancelando la inscripción anterior, y
se trataría sólo de una "inscripción complementaria", referida al modo de la ad-
quisición, la prescripción); b) Si el prescribiente es demandado (sostiene que es
dueño y que lo es por prescripción) y carece de inscripción (el predio está inscri-
to a nombre del actor), en su contestación (o, sí se prefiere, en su reconvención)
puede pedir al juez que ordene cancelar la inscripción del demandante y se or-
dene inscribir la sentencia que lo declara dueño por prescripción, con lo que
quedará el predio a nombre suyo (para la explicación de que "puede" pedir vale
aquí lo dicho en la situación anterior). Pero si tiene inscripción a su nombre (es
poseedor inscrito), respecto del dominio nada necesita pedir a ese respecto y,
como en la situación anterior, la inscripción presenta dificultad (y vale también
lo dicho en torno al art. 728 en la situación anterior).
6,1 V., al respecto, F. del M. N° 487, p. 931; Gaceta Jurídica N° 137, p. 109.
También RDJ., t. 89, secc. 2a, p. 84 (aquí se resolvió que aunque se trate de la
resolución administrativa en el proceso de saneamiento, se necesita su ins-
cripción para que se pueda prescribir).
PÁRRAFO VI
TÍTULOS DE DOMINIO
EDITOKIAI J U R I D I C A D f C H t l I 434
T E R C E R A PARTE
GENERALIDADES
derecho real, exceptuadas, como he dicho, las servidumbres, exige una tra-
dición". Desde luego, no es procedente la tradición en la transmisión.
LA PROPIEDAD FIDUCIARIA
t. II, p. 95.
654 En el primer sentido, RDJ., t. 24, p. 455.
655 Al inscribirse el inmueble a nombre del propietario fiduciario, en la
658 Por acto entre vivos la situación es de difícil ocurrencia. Pronto se verá
que está discutido si puede omitirse la designación de fideicomisario; una de
las soluciones propuestas es que se aplique por analogía esta regla del art.
748; es decir, que será fideicomisario el mismo constituyente o sus herede-
ros. Si así fuere, habría sí que rechazar la posibilidad de que se omita la de-
signación de ambos, fiduciario y fideicomisario, porque entonces la
constitución se convertiría en un acto unilateral y, más aún, prácticamente
inconcebible: ¿mi predio para...? ¿Ysi se cumple tal condición, pasará a ...?
La falta de designación de uno es más factible. Podrá omitirse el fiducia-
rio: si se cumple tal condición, mi predio será para X (quien concurrirá al
acto constitutivo o, al menos, tendría que aceptar en algún momento). Sin
perjuicio de lo discutible de la solución, es también factible la omisión del
fideicomisario: mi predio para Pedro, quien deberá restituirlo (o cuyo dere-
cho se resolverá) si se cumple tal condición (y entonces el predio pasaría al
constituyente o sus herederos, según una alternativa de solución, como se verá
pronto) (y Pedro tendrá que concurrir o aceptar después).
con la voluntad del fideicomisario (por eso simplemente se relata que con el
cumplimiento de la condición nace su derecho a que la cosa le sea entregada
en tradición). Pero como nadie puede adquirir derechos sin su voluntad, con-
viene expresar que se requiere que consienta; si no compareció al acto consti-
tutivo, debe manifestar su voluntad aceptando (la situación es equivalente a una
estipulación a favor de otro). Entonces, si al cumplirse la condición no ha ma-
nifestado (expresa o tácitamente) su voluntad, se estaría en presencia de un
derecho sin sujeto (situación controvertida en la teoría general del derecho sub-
jetivo); aceptando, ingresa a su patrimonio el derecho a exigir la tradición, de-
recho que luego puede ejercer exigiéndola efectivamente (ante el tribunal). Si
directamente la exige, por cierto, tácitamente ha aceptado.
Si rehusa (repudia) antes o después de cumplirse la condición, habrá falta-
do uno de los sujetos de la institución, por tanto, estimamos que no hay fideico-
Mauricio: Las obligaciones restitutorias del Código Civil y la inflación, Edit. Jurídi-
ca de Chile, Santiago, 1979.
227. Extinción. Las varias causas por las que se extingue el fi-
deicomiso están mencionadas en el art. 763. Además, las leyes
de expropiación generalmente destinan un precepto a la extin-
ción de gravámenes sobre el predio expropiado, con excepción
de las servidumbres legales, facultando a los titulares para obte-
ner alguna compensación sobre el valor de la indemnización que
se paga al expropiado (así, por ej., DL. 2.186, de 9 de junio de
1978, art. 20).67^674
chos del fideicomisario, Edit. Jus. México, 1946; Navarro Martorell, Mariano: La
propiedad fiduciaria, Edit. Bosch, Barcelona, 1950; Ballesteros, Manuel Egidio:
"Los censos y fideicomisos. Su importancia en la legislación. Conveniencia de
mantenerlos o suprimirlos", en RDJ., t. V., Primera Parte, pp. 269 y sgts.; Re-
tamal, Humberto: Algunos problemas sobre propiedad fiduciaria, Univ. Católica de
Chile, Santiago, 1953.
EL USUFRUCTO
que a su vez proviene de utor (que refiere la acdtud de servirse de una cosa
como instrumento para lograr una satisfacción) y fructus (que importa una
acción relacionada con fruor o frango, que significa partir una cosa con los
dientes, como forma primitiva de encontrar en una cosa una causa de satis-
facción). Unidos, conducen a designar el beneficio o utilidad integral, direc-
ta o indirecta, que se obtiene de una cosa. Así, Venezian, Giacomo: Usufructo,
uso y habitación, trad. por la Rev. de Derecho Privado; anotada por J. Gastan.
Libr. Gral. de Victoriano Suárez, Madrid, 1928, t. I, p. 1.
676 La definición presenta dos diferencias con la del art. 578 del CC. fran-
t n n o i i M J U R I D I C A PE < nn i 456
EL USUFRUCTO
682Salvo ciertos géneros en los que hay muy pocas especies; como en al-
gunos "en peligro de extinción".
innoRiAi J U R I D I C A u n 460
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687 En este sentido, Guzmán Brito, Alejandro, Las cosas incorporales..., cit.,
p. 175,
689 Por otra parte, la nuda propiedad puede también ser adquirida por
prescripción; en nuestros textos no hay impedimento. La duda pudiere sur-
gir por la dificultad que tendría el poseedor para efectuar actos posesorios
(ya que la cosa es tenida por el usufructuario); pero son muchas las hipóte-
sis en que es posible, aparte de la diversidad de formas en que es posible
tener una cosa con ánimo de dueño aunque otro la detente usufructuán-
dola. En suma, y en lugar de concebirse al poseedor de la nuda propiedad
como teniéndose por un mero titular de una facultad de disponer (que ya
es algo), debe vérsele teniéndose por dueño con facultades para aprovechar-
se de todas las utilidades y servicios de la cosa, salvo aquellos que temporal-
mente corresponden al usufructuario (v., en este sentido, argumentando y
haciéndose cargo de algunas objeciones, De la Cuesta Sáenz,José: "La usu-
capión de la nuda propiedad", en Anuario de Derecho Civil, t. 40, Madrid,
1987, pp. 727 y sgts.) (para la pretensión de adquirir un usufructo por pres-
cripción considerando la posesión que se ejercitó mientras se tenía el usu-
fructo adquirido por otro modo, v. N° 203 final, nota).
690 Antes de la reforma de que fue objeto, este texto se refería a la ins-
cripción de la prohibición que el juez dictaba junto con la constitución del
usufructo; entonces, se resolvió que la inscripción exigida era la de la prohi-
bición, dándose a entender que la del usufructo no era exigida (RDJ., t. 66,
secc. 2\ p. 30). No había duda de que el precepto aludía a la inscripción de
la prohibición; pero no había razón para concluir que ella estuviera exclu-
yendo a la del usufructo. Parecía más natural entender que se agregaba a ésta
(si se ha constituido sobre inmueble). Ahora ha quedado precisado.
Adoptada la concepción de "tradición del derecho real", se propondrá
que en nuestro sistema de transferencia de bienes por acto entre vivos la trans-
ferencia de cualquier derecho real (o personal) requiere de un título y de
un modo (entonces, su alteración requiere norma que para cierta situación
lo disponga). Si versa sobre inmuebles, el título ha de constar por instrumento
público (art. 767) y la tradición se efectúa por inscripción (arts. 767, 686). En
la situación presente el título era (y es) el instrumento público sentencia y la
tradición habrá de efectuarse por su inscripción; y, además, por el precepto
citado de la ley de alimentos, deberá inscribirse la prohibición de enajenar
el inmueble (nótese que conforme al texto actual, consütuido por el juez el
usufructo -que si versa sobre inmueble deberá inscribirse para quedar cons-
tituido el derecho real- es la ley la que dispone que la cosa fructuaria queda
con prohibición; por tanto, ella existirá aunque el juez no la consigne -no la
repita- en la sentencia, y será oponible aunque no se inscriba). Pero debe
recordarse una vez más el planteamiento que distingue entre la constitución
y la transferencia del derecho ya constituido, para adecuar aquí los términos;
conforme a él, tratándose de una constitución del usufructo no hay tradición,
pero si versa sobre inmueble, por norma debe inscribirse, inscripción que es
pedida en función constitutiva, no traslaticia.
691 V., a este respecto, Jurisprudencia, Rev. de la Asoc. de Empl. del Po-
Por otra parte, ha debido resolverse que, extinguido el usufructo por re-
nuncia del usufructuario, el dueño de la cosa no está obligado a respetar al
arrendatario del usufructo (F. del M. N° 455, p. 2004); es evidente; salvo limi-
tadas excepciones, la regla es que el arriendo termina por extinción del de-
recho del arrendador (extinguido el derecho del causante, se extingue el
derecho del causahabiente).
894 Así, Vicuña Suárez, Luis, ob. cit., p. 203; Alessandri Besa, Arturo, ob.
cit., pp. 173 y sgts.
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698 Desde luego, en los textos en que -como el nuestro- se emplea la ex-
presión "forma y substancia" se ha controvertido el significado en base a los
términos. Así, por ej., se ha postulado que se hace referencia a dos concep-
tos distintos aunque funcionen correlativamente. Se ha entendido que la subs-
tancia se refiere al valor de la cosa, en su potencial como en su rendimiento
normal; así, un aumento de la productividad normal a costa de su potencial
(futuro) constituye una agresión a su substancia; entonces, conservar la subs-
tancia es conservar el valor de la cosa, en un sentido objetivo, no contingen-
te, sino el que corresponde a la cosa según la creencia social y la relación de
uso, socialmente consagrada. Y la forma, a caracteres extrínsecos de la cosa,
que la hacen apta para cierta finalidad, a lo que la cosa sirve; en todo caso,
en la doctrina presenta discrepancia en cuanto a su consideración subjetiva
(conforme a designios del propietario), u objetiva, es decir, al destino "so-
cialmente reconocido y estimado" (para más antecedentes, v. Marín García
de Leonardo, Teresa, ob. cit., pp. 819 y sgts.).
699 Con el texto del Código francés (el art. 578, que se dirige -como se
yena.
701 Debe notarse que nuestros textos no imponen el deber de gozar "como
el propietario mismo"; debe gozar como un buen padre de familia, lo que si bien
no está expresado, se desprende de la responsabilidad que dene; esta circuns-
tancia confiere más posibilidades de admitir un cambio de destino; incluso, aun-
que el texto dijere "como el propietario mismo", el cambio (justificado, razonable)
no quedaría excluido porque si el propietario tenía impreso uno al día de ini-
ciarse el usufructo, nada asegura que no habría introducido él un cambio con-
minado o aun aconsejado por nuevas circunstancias. Compartimos la conclusión
de que puede efectuar construcciones, que sean necesarias o útiles para el goce
de la cosa, siempre que pueda restituir la cosa como la recibió si el dueño no las
acepta (Claro Solar, Luis, ob. ciL, t. IV, p. 314; v. allí el ejemplo de la viña daña-
da, que viene a ilustrar el principio que hemos formulado en el texto).
702 En el Derecho francés la controversia es antigua, con ilustres intervi-
Giacomo, ob. cit. t. II, pp. 307 y sgts.; Villavicencio, Francisco: "Salva rerum subs-
taniia en el usufructo", en Rev. de D. Privado, Madrid, 1951, pp. 189 y sgts.; Gar-
cía Valdecasas, Alfonso: "La idea de substancia en el Código Civil", en Rev. de D.
Privado, Madrid, 1951, pp. 881 y sgts.
706Nuestro Código no contiene una regla equivalente al art. 520 del CC.
español, que permite al nudo propietario pedir que se le entregue la cosa
pagando al usufructuario el producto líquido (deducidos los gastos y un pre-
mio de administración) si el mal uso de la cosa por el usufructuario le infie-
re considerable peijuicio; sobre ese tema, pero con apreciaciones sobre la
conducta y responsabilidad del usufructuario que pueden ser útiles ante nues-
tros textos, v. Catalá Ros, Rosa: El abuso del usufructuario: análisis del art. 520
del Código Civil, Edit. McGraw-Hill, Madrid, 1995.
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EL USUFRUCTO
709 V. Claro Solar, Luis, ob. cit., t. IV, N° 1204, pp. 380 y sgts.
710 Así, Claro Solar, Luis, ob. cit, t. VIII, pp. 406 y sgts.; Abeliuk, René, ob.
cit., t. II, N° 1244, p. 1013.
7,1 Así, Alessandri, Arturo, en Alessandri, Somarriva y Vodanovic, ob. cit.,
t. II, p. 169.
El art. 738 y las reglas de los arts. 1070 y sgts. y 1080 y sgts.
también deben tenerse en cuenta.714
7,4 Además de las obras ya citadas puede verse Proudhon, Pierre Joseph:
Traite des droits d'usufruit, d'usage personnel et d'habitation, Dijon, Chez Víctor
Lagier; París, Chez Videcoq, 1836; Barbero, Domenico: L'usufrutto e diritti affini,
Edit. A. Giuffré, Milano, 1952; Pugliese, Giovan ni: Usufrutto, uso e abitazione,
Edit. Unione Tipografico-Editrice Torinese, Torino, 1956; Latour Brotons,
Juan: Estudio del usufructo, Edit. Fdco. Doménech, Madrid, 1956; Martínez Zu-
rita, Luis: Del usufructo, uso y habitación, Edit. Gersa, Barcelona, 1962; Monti
Forno, Enrique: Del usufructo, Univ. de Chile, Impr. y Encuad. Bardi, Santia-
go, 1928.
EL USO O HABITACIÓN
LAS SERVIDUMBRES
de constitución del buen padre de familia) fue formulado en Roma para las ser-
vidumbres dada la importancia que tenía entonces la institución, unido a la es-
casa actitud de enunciar principios generales, pero en realidad se aplicaba a todos
los derechos reales en cosa ajena y, aún más, a toda relación jurídica; de ahí la
vigencia del modo general de extinción de relaciones jurídicas que es la confu-
sión (v. Biondi, Biondo, Las servidumbres, ciL, pp. 213 y sgts., que matiza el princi-
pio en situaciones excepcionales; y la interesante nota del traductor, con cita de
doctrina y jurisprudencia sobre la llamada servidumbre de propietario).
V. también RDJ., t. 43, p. 513. Ha debido resolverse que quien tiene que
constituirla es el dueño, de modo que no puede demandarse para tal efecto
al arrendatario (RDJ., t. 89, secc. 2a, p. 45).
nonpotest"), que ha sido calificado de absurdo jurídico (en una destacada sen-
tencia del Tribunal Supremo español, de 4 de febrero de 1930).
727 La servidumbre es un medio que pretende satisfacer necesidades per-
735 Decimos que la calificación resulta "discutible" porque depende del cri-
terio empleado para calificarla; desde luego, puede haber varios; si se emplea
el de la utilidad o beneficio, surge una distinción conforme a la inmediatez de
tal beneficio; considerando el beneficio inmediato y directo, el resultado es uno,
en tanto que si se atiende a un beneficio un grado más remoto (mediato) pue-
de concluirse en otra calificación. Así, en esas servidumbres integradas a activi-
dades o servicios públicos, en términos inmediatos el beneficiado es un
particular (suele decirse, un privado), con lo que la servidumbre se calificará
"de utilidad privada"; en el otro plano, la solución puede cambiar. Al menos
en el régimen del Código, la decisión parece estar determinada por el inme-
diatamente beneficiado. Con ese supuesto, son de utilidad privada. Como una
de las consecuencias, para la indemnizabilidad no importa si el gravamen cons-
tituye restricción al dominio o privación de atributo esencial (que sí importa
en la situación anteriormente vista en el cuerpo); siempre debe pagarse la co-
rrespondiente indemnización al propietario del predio (sirviente) gravado.
etc., que se han constituido "sobre todo un fundo" sin ser descrita la zona o
franja precisa por donde transcurrirá; más tarde el predio sirviente es loteado
(se construyen viviendas), y así cada sitio termina soportando "servidumbre de
oleoducto". Aunque no parece conveniente constituirla sin precisión de zona
para el ejercicio, se entiende que lo gravado es "el fundo" y no una parte de él
(v., por ej., Biondi, Biondo, Las servidumbres, cit., p. 771, con antecedentes his.
p. 869.
744 GT. de 1913, N° 1.088, p. 3148; RDJ., t. 32, p. 183; i. 61, p. 414.
745 RDJ., t. 32, p. 183; t. 43, p. 535; t. 84, secc. 2*, p. 132; t. 98, secc. 2',
p. 46; Corte de Concepción, 27 de junio de 1977; Gaceta Jurídica N° 119, p. 51;
Corte Suprema, sent. de 26 de agosto de 2004 (La Semana Jurídica N° 206, p. 7);
en términos muy claros, Corte Suprema, en La Semana Jurídica N° 219 (ene-
ro), 2005, p. 5 y N° 225 (marzo), 2005, p. 5. V. también Prats Albentosa, Loren-
zo: "Deslinde y reivindicación". Edit. Tirant lo Blanch, Valencia, 1990.
746 RDJ., t. 21, p. 595. Salvo dificultad de procedimiento
747 RDJ., t. 41, p. 23.
tDITORLAJL J U R I D I C A D E C H I l i 496
LAS SERVIDUMBRES
teado por quien lo solicita, como éste forma parte de los gastos de la demar-
cación entre los vecinos, a lo que ambos están obligados y que a ambos
beneficiará, aunque sea solicitado por uno debe ser costeado por los dos (F.
del M. N° 350, p. 960).
758 GT. de 1912, N° 175; RDJ., t. 27, p. 142; t. 50, p. 452. Se ha resuelto
que establecido que un muro es divisorio, se presume que está ubicado en
el deslinde; quien sostenga que transcurre por un lugar disdnto del que co-
rresponde al deslinde debe probarlo (RDJ., t. 86, secc. 2a, p. 21).
759 Se ha resuelto que la circunstancia de que la madre del demandante
tenga un predio a través del cual el actor puede transitar hacia la vía pública,
no obsta a su derecho de constituir servidumbre sobre el predio del deman-
dado (RDJ., t. 93, secc. 2a, p. 133).
7rt"
Así se ha resuelto, y estas circunstancias han sido calificadas como cues-
tiones de hecho (RDJ., t. 43, p. 17; t. 87, secc. 2a, p. 83).
Habiendo dos o más potenciales predios sirvientes en equiparadas con-
diciones, y consciente el demandante que es el juez quien decide cuál será
el predio que finalmente deberá soportar la servidumbre, el actor puede
tener la duda: con quién comenzará, a quién demandará en primer lu-
gar; el problema es procesal (y en Derecho procesal se ha controvertido
la posibilidad de "demandados subsidiarios"; v., al respecto, Calvo Castro,
Gonzalo: "Demandados subsidiarios", en Rev. de Derecho Univ. Católica
de Valparaíso, Valparaíso, 1980, IV, pp. 337 y sgts., con cita de algunas sen-
tencias, destacadamente la de la Corte Suprema de 29 de agosto de 1979,
que admite la posibilidad).
761 Introduciendo alguna claridad en cuanto a los derechos que cada
la vía pública para los efectos de imponer servidumbre {RDJ., t. 87, secc.
2', p. 36).
764 Así, Arellano, Juan, ob. cit., p. 55. En el mismo sentido, GT. de 1942,
692) (según Biondi, el Código francés, decidido a admitir esta forma de cons-
titución, se vio inducido a imponer la equivalencia ante la poca aceptación
que tenía en el Derecho consuetudinario esa constitución por destino, exi-
giéndose siempre título; Biondi, Biondo, Las servidumbres, cit., p. 652). Ahora
bien, si vale como título, puede surgir la duda acerca de la necesidad del modo
(tradición); la generalidad de la doctrina no lo contempla; simplemente se
entiende que la servidumbre surge por el solo ministerio de la ley, en el mo-
mento del cambio de dominio (aparte del rechazo -como se ha dicho- a la
posibilidad de una tradición en estas situaciones, al concebirse sólo una "cons-
titución"; v. supra, N"5 52 y 219).
773 Más antecedentes en Biondi, Biondo, Las servidumbres, cit., pp. 649 y
sgts. con datos históricos (en los cuales el origen romano aparece muy leve)
ACCIONES PROTECTORAS
C A P Í T U L O I
51 1 EDITORIAL JURIDICA DE C H I L l
CL'ARTA PARTE: ACCIONES PROTECTORAS
ED1TORJA.L J U R I D I C A D E C H I L E 514
CAP Í T U L O II
ACCIÓN REIVINDICATORIA
IPJTOR1U J U R I D I C A OF C U I l f 516
ACCIÓN REIVINDICATORIA
recer incluso más amplio, que acoge plenamente las proposiciones doc-
trinarias de protección a la apariencia (sólo que adoptando la técnica de
una irreivindicabilidad), y que merece ser transcrito (en trad. del estudio
que al final será citado); tratando de la reivindicación, el art. 302 dispo-
ne: "Si un bien fue adquirido a título oneroso por una persona que no
tenía derecho a enajenarlo, cosa que el adquirente no sabía ni podía sa-
ber (adquirente de buena fe), entonces el propietario tiene derecho a rei-
vindicar este bien del adquirente sólo si el bien hubiera sido perdido por
el propietario o por la persona a la que el propietario había entregado su
posesión, o hubiera sido sustraído de uno u otro, o, de cualquier forma,
hubiera salido de su posesión en contra de su voluntad. Si el bien fue ad-
quirido a título gratuito de una persona que no tenía derecho a enajenar-
lo, el propietario puede reclamarlo en todo caso". Cfr. Pérez Simeón,
Maurici, ob. cit., pp. 981 y sgts.
Por cierto, constituye una substanciosa aplicación del principio de "pro-
tección a la apariencia" en el Derecho civil, que implica preocupación por la
seguridad del tráfico (y un triunfo -en esta ocasión- sobre el principio roma-
no de que "nadie da lo que no tiene", nemo dat... ; o, como se dijo, referido
originariamente a la herencia, "nadie puede transferir más derechos que los
que tiene", nemo plus iuris...). En estos términos, viene a erigirse en una ad-
versaria del derecho de dominio, conformándose así una disyuntiva que el
legislador debe dirimir y ante la cual frecuentemente adopta una solución
de compromiso.
La regla ha llegado también a Códigos latinoamericanos; es consagra-
da, por ej., en el CC. argentino (art. 2412); v. también los arts. 100 del
CC. boliviano, 948 del CC. peruano y 2415 del CC. paraguayo (éste con
ciertas restricciones, siguiendo con bastante fidelidad el principio "la mano
guarda la mano"; el texto está relacionado con el art. 2058 que, solucio-
nando una reñida querella en doctrina europea, declara que lo que acon-
tece es que el poseedor adquiere el dominio; no se trata, entonces, de una
mera irreivindicabilidad); el art. 1268 del CC. brasileño, más restringida-
mente, y regulando la tradición, admite la transferencia sin ser dueño el
más aceptable) ,783 Por otra parte, el texto (art. 890 incs. 2o y 3 o )
ha sido aplicado a establecimientos no mencionados, porque es
ejemplificativo y genérico 784 (téngase presente además lo que se
ha dicho sobre negación de la reivindicatoría en ciertas destruc-
ciones del título traslaticio, para proteger el tráfico; supra,
N05 104 bis y 144).
Singularidad. La cosa a reivindicarse ha de ser singular.
Como se ha dicho (supra, N o s 35 y sgts.), una de las clasifica-
ciones de los bienes distingue entre universales y singulares
(también se dijo que esta clasificación no está formulada en el
Código, aunque algunos preceptos aluden a ella). El art. 889
destina la acción a las cosas singulares; más aún, a propósito
de la reivindicación de cuota el art. 892 vuelve a emplear el
adjetivo. Entonces, literalmente, quedarían excluidas las uni-
versalidades, sean jurídicas o de hecho; así se ha resuelto.785
Pero estimamos que esa afirmación debe ser matizada debido
a las universalidades de hecho; si se estima que ellas pueden
poseerse (v. supra, N° 161), entonces lo propio es conferir ac-
ción reivindicatoría al dueño; si se considera el texto (que exi-
ge singularidad) como obstáculo infranqueable, entonces ha
de admitirse que el dueño entable una acción restitutoria en
base a su derecho de dominio (con el art. 582) (a la que pronto
se hará referencia); de no ser así, el poseedor podría llegar a
ganar por prescripción sin que el dueño pudiera interrumpir,
lo que es inaceptable (la otra alternativa es repudiar la pose-
sión sobre universalidades de hecho, con lo que el peligro de
la prescripción desaparece; pero aunque no exista ese peligro,
si alguien tiene materialmente una universalidad de hecho, de
todos modos debe admitirse una acción del dueño para recu-
perar el objeto de su dominio) (se volverá sobre este punto en
infra, N° 267). Pero (tal como se parecen entenderlo algunas
sentencias) la singularidad parece estar más dirigida a excluir
a las universalidades jurídicas (por la dificultad posesoria) y,
783 Por la primera alternativa, GT. de 1937, 1er sem., p. 420; por la segun-
da hay numerosos fallos: RDJ., t. 51, secc. 4\ p. 172; t. 58, secc. 4a, pp. 259;
F. del M. N" 206, p. 319, con extenso voto disidente. También RDJ., t. 51,
secc. 4\ p. 145.
** RDJ., t. 55, secc. 4a, p. 224; t. 62, p. 132.
785 RDJ., t. 26, p. 325; t. 86, secc. 2a, p. 51.
789 V., por ej., Rev. de Derecho U. de Concepción N° 144, p. 145; Juris-
prudencia (Rev. de la Asoc. de Empl. del Poder Judie.) N° 32, p. 42; RDJ.,
t. 67, p. 398; t. 80, secc. 2*, p. 99; t. 85, p. 192.
790 V. GT. de 1903, t. I, p. 1553.
Cuando el texto dispone que los demás derechos reales se reivindican como
el dominio, podría estimarse simplemente que nada se dijo respecto de los
derechos personales. Pero la dirección contraria (que se les quiso excluir de
la reivindicabilidad) se ve fortalecida, considerando que mientras en los Pro-
yectos de 1853 e inédito se consignó la reivindicabilidad (genéricamente) de
las cosas incorporales, finalmente esa expresión se sustituyó por el texto ac-
tual (que entonces puede tenerse por restrictivo).
792 RDJ., t. 6, p. 160.
79S Así, Rev. de Derecho U. de Concepción N° 119, p. 71; RDJ., t. 68, secc.
p. 104. V. también t. 68, secc. 2*, p. 53, que condene, en nota al pie, una lista
de fallos. V. también un fallo en Gaceta Jurídica N° 110, p. 22, que rechaza
una reivindicatoría de cuota sobre cosa universal, aunque sin entrar a un aná-
lisis profundo; con voto disidente. Con claro enfrentamiento del problema y
definida decisión -que compartimos- la reivindicación fue admitida, soste-
niéndose expresamente que la cuota en la cosa universal se comunica a cada
una de las especies que están incluidas en ella, en RDJ., L 89, secc. 2*, p. 166.
796 Respecto al art. 1268, se ha resuelto que esa regla permite al herede-
ro (y parece claro) reivindicar especies hereditarias singulares sin que sea ne-
cesario previamente que ejerza la acción de petición de herencia; y, probando
su calidad de heredero, puede reivindicar sin que sea necesario que practi-
que las inscripciones del art. 688 (GacetaJurídica N° 121, p. 46).
posición y cumplir con las demás exigencias de esta gestión. Pero, sobre todo,
debe notarse que el texto se refiere a la alteración (de forma) de la cosa (co-
mún), actividad bien distinta de la interposición de una acción judicial.
No obstante que en la mayoría de las situaciones concretas pudiere tra-
tarse de una actuación beneficiosa para los demás comuneros, admitir que
uno solo reivindique (toda la cosa para todos los comuneros) podría ser in-
conveniente, porque podría acontecer que alguno de los ausentes no actúe
porque deliberadamente no desea litigar en contra del poseedor (a quien
debe, por ej., gratitud), y para él, entonces, el actor sería no un diligente com-
pañero sino un inoportuno invasor de su cuota.
799 En cuanto a la petición del reivindicante de cuota, se ha resuelto que
de dominio (del art. 700), a la cual puede él (el actor) acudir, afir-
mando que al menos es poseedor y, siéndolo, se le ha de tener por
dueño; tendrá sí que probar esa posesión que afirma tener; enton-
ces, si se trata de un inmueble, le bastará con acreditar que tiene
título inscrito a su nombre (y, convenientemente, algunos hechos
posesorios para evitar que se le considere como una mera inscrip-
ción de papel,801 a la que ya se ha hecho referencia).
En otro sentido, la prueba de su dominio debe estar referida
al tiempo de la notificación de la demanda; debe demostrar que
a ese tiempo es dueño, porque la acción la tiene el dueño, no el
que podía llegar a serlo (si hubiere conservado la posesión).
La situación se altera cuando el que reivindica es el Fisco, por
el art. 590.802 Como por ese texto (por ley) el Fisco es propietario
de los inmuebles que carecen de otro dueño, si se mantuviere para
él la regla de que debe probar su dominio se le estaría imponien-
do la carga de la prueba de una negación indeterminada -que el
inmueble no tiene otro dueño- y conforme a los principios de
Derecho probatorio, las negaciones indeterminadas son de prue-
ba imposible, de modo que quien proponga la afirmación con-
traria debe probarla (que alguien es el dueño); así, aquel a quien
el Fisco demanda de reivindicación tendría que probar que él (o
un tercero distinto del Fisco) es el dueño.
Aquí aparece una importante dificultad de la acción reivin-
dicatoría: la prueba del dominio (para cuya referencia desde
antiguo se ha reservado la tenebrosa expresión probatio diabóli-
ca). Para acreditarlo, tiene importancia determinar si el reivin-
dicante adquirió la cosa por un modo originario o derivativo.
En la primera situación, le bastará probar los hechos que cons-
tituyeron ese modo originario. Pero si adquirió por un modo
derivativo, como la tradición (que será lo más frecuente), no
basta con probar que ese modo se configuró a favor del que se
pretende dueño (si se trata de un mueble, que se le entregó con
ánimo de transferírsele el dominio o, si se trata de un inmue-
ble, que tiene inscripción a su nombre), porque quedará la in-
terrogante de si el antecesor, a su vez, tenía o no el dominio
(recordando que "nadie da lo que no tiene", nemo dat quod non
transferir más derechos que los que tiene" (nemo plus iuris ad alium transferre
potest quam ipse haberet).
804 Claro Solar, Luis, ob. cit., L IX, pp. 394 y sgts. se extiende sobre el pun-
806 Antecedentes históricos pueden verse en Claro Solar, Luis, ob. cit., t. IV,
NOT 1740 y sgts., pp. 401 y sgts.; Guzmán, Alejandro, Derecho privado romano,
cit., t. I, pp. 507 y sgts. Por sus textos, en varios países europeos se mantiene
viva discusión sobre su subsistencia (v., al respecto, Castán Tobeñas, José, ob.
cit., t. II, vol. I, pp. 202 y sgts).
607 El Código dispone que la acción "es la misma". Esa expresión no pue-
didas las exigencias, parece claro que es la posesión (con las calidades que
se mencionan). De ahí que se haya estimado (como se dirá más adelante,
al tratar las acciones posesorias) que ésta es una "acción ordinaria de pose-
sión" (diferente a las acciones posesorias interdictales). V. Bustos Pueche,
José: "El objeto protegido en la acción publiciana", en Rev. de D. Privado
(mayo), Madrid, 1991, pp. 379 y sgts. Entre nosotros se ha llegado a decir
que es una acción "reivindicadora de posesión", pues ampara una situación
de hecho anterior (Claro Solar, Luis, ob. cit., t. IV, N° 1743, p. 405).
809 En cuanto a los derechos personales, el punto básico es la admisión o
publiciana en el Derecho chileno", en RDJ., t 55, Primera Parte, p. 22; Vidal, Susa-
na: La acción publiciana en el Derecha comparado. Edit Universitaria, Santiago, 1958.
812 RDJ., t 52, p. 296; t 58, p. 23; Corte Suprema, en La semana jurídica N° 225
813 Se ha resuelto que si los poseedores son varios, la demanda debe diri-
girse en contra de todos (RDJ., t. 67, p. 398).
8,4 Y se ha insistido en que se trata de acciones distintas (F. del M. N° 328,
p. 16). Antecedentes históricos, en Claro Solar, Luis, ob. ciL, t. IV, pp. 413 y sgts.
813 RDJ., t 63, p. 340. Este fallo llama "reivindicatoría ficta" a la del art. 898,
primera parte.
go, 1935, con el informe que le antecede; Vergara Bezanilla, José: "Sujetos pasi-
vos de la acción reivindicatoria", en Gaceta Jurídica N° 83, pp. 3 y sgts.; Barrientos,
Javier, Comentarios... (N° 4), cit., pp. 226 y sgts., con cita de jurisprudencia, por
nuestra parte, así lo estimamos también.
917 Así, Chacón, Jacinto: Exposición razonada y estudio comparativo del Código Ci-
vil Chileno, Imp. Nacional, Santiago, 1890, t. II, p. 546; Vera, Robustiano: Comen-
tario del Código Civil, Imp. Gutenberg, Santiago, 1894, t. III, p. 374; Vergara
Bezanilla, José: "Reivindicación contra el poseedor a nombre ajeno o injusto de-
tentador", en RDJ,, t. 86, Primera Parte, pp. 55 y sgts. Este autor precisa las exi-
gencias para que proceda, sobre todo en el sujeto pasivo, con las cuales queda
confirmado que, presentes esta acción y la reivindicatoria, aun quedan situacio-
nes no cubiertas y queda así demostrada la necesidad de una acción general, fun-
dada en la sola circunstancia del dominio, como se dirá pronto. Por otra parte,
en este estudio recién citado se puntualiza que en determinadas situaciones en
que el dueño ha entregado la tenencia de la cosa a otro, dispone de dos accio-
nes, la personal emanada del contrato y la real restitutoria del art. 915, lo cual,
por cierto, tiene importancia para cuando pueda estimarse extinguida por pres-
cripción la acción personal (a los cinco años); así se evita la situación de que el
demandado (por ej., comodatario), oponiendo la prescripción de la acción per-
sonal, se quede indefinidamente con la cosa, sin adquirirla por prescripción, pues-
to que tiene un título de mera tenencia (a menos que se admitiera la mutación
de la mera tenencia en posesión...).
8.8 Así, Claro Solar, Luis, ob. cit, t IX, p. 458; Veloso, Alberto: La reivindica-
ción, Univ. de Chile, Santiago, 1947, p. 34. V. también Barrientos, Javier, Comenta-
nos... (N° 4), cit., pp. 232 y sgts., especialmente pp. 241 y sgts., con relato doctrinario
y jurisprudencial. Este autor, restringiendo el campo de aplicación del 915 (para
más adelante proponer como acción restitutoria general la del precario, del^ art
2195), la estima aplicable sólo en contra de los que "poseen a nombre ajeno", re-
feridos en el art. 721. V., también Comentarios... (N° 5), cit pp. 219 y sgts.
8.9 Así, RDJ., t. 56, p. 126. Pero aquí un voto disidente estuvo por re-
821 Por ej., GT. de 1921, 2o sem., p. 1089; RDJ., t. 7, p. 359; t. 52, p. 294;
t 56, p. 126; t. 89, p. 51. También se ha admitido contra tenedores que tie-
nen titulo (de mera tenencia), pero proveniente de un tercero, no del due-
ño (RDJ., t. 93, secc. 2a, p. 57).
828 Aunque debe notarse que el art. 680 citado se refiere al "comodato pre-
cario" y cuando se acude al art. 2195 inc. final del CC. suele insistirse en la cir-
cunstancia de que el texto se refiere al "precario", a la tenencia precaria sin previo
contrato; no al comodato precario, que es una modalidad del contrato de como-
dato. Así, la exégesis torna dudosa la aplicación del procedimiento sumario.
823 Numerosos fallos pueden consultarse en el Repert. de L. y j . CC., art. 2195.
267 bis. Con lo dicho, las siguientes son algunas de las actitu-
des que podría adoptar el demandado de reivindicación, y que
dejarían la situación en reñido debate:
a) Podría sostener que el demandante no es el dueño (sim-
plemente lo niega, o agrega que el dueño es cierto tercero);
824 V.,a este respecto, De Buen, Demófílo: Derecho civil común, Edit. Reus,
3l edic., Madrid, 1936, vol. I, p. 238.
825 Ha sido admitida por el Tribunal Supremo español, con textos seme-
ria, como aconteció entre nosotros con la ley 16.640 (hoy derogada), suelen
disponer como causal de expropiación el "abandono" de los predios.
828 Así, por ej., Mazeaud, Henri, Léon y Jean, ob. cit., Parte II, vol. IV,
p. 70; Alpa, G.: Istituzioni di Diritto Privato, Torino, 1994, p. 187; Diez-Picazo,
Luis: "Las relaciones entre usucapión y prescripción extintiva y la prescrip-
dón extintiva de la acción reivindicatoria". En Libro-Homenaje al Prof. Roca,
Juan, Madrid, 1989, pp. 221 y sgts. Pero debe destacarse un substancioso es-
tudio en el que, con textos del CC. español, opiniones de doctrina, algunos
antecedentes históricos (al parecer también minoritarios) y vigorosas senten-
cias del Tribunal Supremo -señaladamente la de 29 de abril de 1987- se pos-
tula la prescripción extintiva de la acción reivindicatoria (como dice el autor
"autónomamente", es decir, aparte de la extinción ocurrente cuando otro ad-
quiere el dominio por usucapión); en esas condiciones, sin tener que probar
su posesión, el demandado puede demostrar la extinción de la acción del de-
mandante (si se ha cumplido el plazo de prescripción extintiva de acciones);
se insiste (por el autor) en que esa posibilidad no contraviene la perpetui-
dad del dominio ni de la acción protectora; ella no se extingue por el simple
no uso, porque si nadie lo priva de la posesión, no comienza a correr plazo
alguno; el plazo de prescripción extintiva sólo comienza a correr desde que
es privado de la posesión, es decir, como es procedente, desde que puede ejer-
citar la acción (Albaladejo, Manuel: "La prescripción de la acción reivindica-
toria", en Anuario de Derecho Civil, t. 43, Madrid, 1990, pp. 25 y sgts.; se hace
cargo también del estado en que queda la cosa. V. también Lacruz Berdejo,
José, Elementos..., cit., t. I., p. 363; De Castro y Bravo, Federico: Temas de Dere-
cho civil, Madrid, 1972, p. 154). De los términos del debate puede despren-
derse que en la conclusión influyen los requisitos que se impongan para la
acción reivindicatoria, los plazos coincidentes o no de la prescripción extinti-
va y de la usucapión, y la decisión de si toda posesión conduce a usucapión o
es que hay posesiones que no tienen esa virtud, todo según los textos del res-
pectivo ordenamiento.
889 Así, por ej., en los Códigos italiano (art. 948), portugués (art. 1313),
830 Es lo que parece entender la jurisprudencia nacional; así, por ej., GT.
de 1934, 2 o sem., N° 133, p. 540; RDJ., t. 30, p. 206; t. 39, p. 1; t. 49, p. 205;
t. 90, p. 21. Pero lo que precisamente rechazan algunos de estos fallos es la
pérdida del dominio por el no uso (y, por consecuencia, rechazan la pérdida
de la acción por esa misma circunstancia); los de RDJ., ts. 30 y 49, están refe-
ridos directamente a la acción reivindicatoría.
831 Debe recordarse sí que en la acción de petición de herencia se dio
853 Así, RDJ., t. 20, secc. 2a, p. 20. V. también art. 18 del CPC.; sin perjui-
Sobre el punto de cómo debe cumplirse la sentencia que acoge una de-
manda reivindicatoría, v. Larenas, Alfredo: "Juicios reivindicatoríos", en Rev.
de Derecho U. de Concepción N" 16-17, pp. 1103 y sgts.
836 V. RDJ., t. 57, p. 367.
846 RDJ., t. 2, secc. 2a, p. 156; t. 4, secc. 2a, p. 85; t. 5, secc. 2a, p. 149; t. 11,
divisoria de su predio, por una hora aproximada cada día. Con antecedentes
de los Proyectos del Código se ha sostenido que debe contarse desde el últi-
mo hecho (Claro Solar, Luis, ob. cit., L IX, N° 1850, p. 512). En contra, se ha
propuesto que desde el primero (Alessandri, Somarriva y Vodanovic, ob. cit.,
t. II, p. 332).
Abordando, para esta materia, el problema visto en la interrupción de la
prescripción, varios fallos (antiguos) han resuelto que el plazo se cuenta "des-
de el acto (...) hasta el día de la presentación de la querella y no el de la
notificación de ésta", Repert. de L. y j . , t. III, p. 389, jurispr. al art. 920.
y sgts.
860 V. también RDJ., t. 78, secc. 2a, p. 136; t. 89, p. 82; F. del M. N° 202,
Judie.), N° 32, p. 33. En contra, RDJ., t. 4, p. 301; v. supra, 49, final y 190.
Para este tema deben tenerse presente también los arts. 719
y 731, en relación con el 2502.
La prueba sobre todo el predio. Por último, conviene formular una
observación respecto de la prueba de la posesión sobre la totali-
dad del inmueble. Podrá apreciarse que la discusión sobre el valor
jurídico de la posesión material entre nosotros está discutido debi-
do a textos legales (posesorios unos y ordenatorios del Registro,
otros) de insuficiente claridad, pero conceptualmente la posesión
es, en la base, tenencia efectiva (material) con ánimo de señor; por
lo mismo, en la práctica en el debate posesorio casi siempre se pre-
senta con interés (con influencia en el resultado) la definición de
quién es el que efectivamente posee. Pues bien, en los predios de
gran (y aun mediana) extensión, surge la dificultad de la prueba
de la posesión material sobre la totalidad del predio y frecuente-
mente esa prueba será susceptible de la objeción de que sobre cierto
sector del predio no hay prueba posesoria. Estimamos que el tri-
bunal ha de concluir razonablemente. No se puede pretender que
el litigante pruebe actos posesorios palmo a palmo sobre toda la
superficie del predio; probados los hechos de señorío en distintos
sectores específicos, que en conjunto cubran el perímetro, ha de
presumirse (en presunción judicial) la posesión material sobre el
predio integralmente (y entonces quien pretenda que cierta zona
precisa está en posesión suya deberá así probarlo).
EDITORIAL J U R I D I C A D E C H I L E 554
ACCIONES POSESORIAS
874 Así, Claro Solar, Luís, ob. cit., t. IX, p. 508. En contra, RDJ., t. 30,
p. 23.
875 Así, por ej., GT. de 1924, 2o sem., p. 496; de 1946, 2o sem., p. 198; RDJ.,
876 Así, por ej., RDJ., t. 27, p. 183; t. 52, p. 294; F. del M. N° 202, p. 176;
procede amparo, también, Nueva Gaceta, vol. 1, N° 4 (sept-oct.), 1978, pp. 14
y sg15-
877 Así, RDJ., t 21, p. 6; Rev. de Derecho U. de Concepción N° 137, p. 87.
878 Se ha resuelto que la sola circunstancia de haberse celebrado una
bién al mero tenedor, y los textos de los arts. 928 del CC. y 564
del CPC., inducen a esta segunda calificación).
No es necesario, como quedó dicho, probar posesión; basta
acreditar el despojo. Tampoco es necesario que el actor carezca
de acción posesoria de amparo o restitución; puede recurrir a
aquélla no obstante disponer también de éstas (art. 564 del CPC.;
la redacción del art. 928 pudiera sugerir esa exigencia, pero no
se aprecia fundamento para esa limitación).880
Prescribe esta acción en seis meses, contados desde el acto
de despojo, plazo que no se suspende (conforme al art. 2524).
Cumplida su función, es decir, restablecida la situación al esta-
do anterior al acto de violencia, pueden ejercitarse las acciones
posesorias que correspondan.
Con el solo art. 928 del CC. se discutió la procedencia de la
querella de restablecimiento respecto de bienes muebles, duda
que disipó el CPC. en el art. 549, con cuyo tenor queda claro
que no es posible. Pero se ha aceptado respecto de muebles que
son inmuebles por destinación.881
En cuanto a los caracteres, inminencia y origen del acto de
violencia, los tribunales han debido resolver variadas situaciones
(sobre todo en el punto* de la fuerza emanada de la autoridad
administrativa) .882
Se ha resuelto que, por su fundamento de evitar la justicia
por mano propia, procede cuando la violencia se ejerce en con-
tra de las personas o de las cosas, e incluso contra el dueño del
inmueble.883 Pero como los hechos de violencia son personales,
884 RDJ., t. I, p. 582; Rev. de Derecho Univ. de Concepción N" 89, p. 381;
en este fallo, como se dijo al ser mencionado en el tema de las acciones po-
sesorias entre comuneros (supra, N° 273), la querella de restablecimiento no
era el punto discutido.
985 V., a este respecto, Delgado Schneider, Verónica: "La protección del
medio ambiente a través de las acciones populares del artículo 948 del Códi-
go Civil de Andrés Bello: un estudio histórico-comparativo", en Sesquicentena-
rio del Código Civil de Andrés Bello, Univ. de Chile, Edit. Lexis Nexis, Santiago,
2005, t. I, pp. 907 y sgts.
886 Además de las obras ya citadas, puede verse Raviart, Emile: Traite ihéo-
ABBOTT URZÚA, LUZ: La propiedad sobre las cosas incorporales frente a la legisla-
ción, doctrina y jurisprudencia chilena, Univ. Adolfo Ibáñez, Valparaíso, 1998.
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591
ÍNDICE
PRIMERA PARTE
CONCEPTOS FUNDAMENTALES Y CLASIFICACIONES
Capítulo I
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
1. Referencia al plan 11
1 bis. Denominación 11
2. Límites 11
3. Función 12
3 bis. Relación con la Economía 12
4. Cosa y bien 14
5. (Continuación) 14
5 bis. La patrimonialidad del concepto de cosa 16
5 ter. La individualidad de la cosa 16
6. Los derechos como cosas 16 =
7. Cosa y objeto de derecho 16 g
8. Bien 17 ^
9. Expansión de los conceptos 18 £
10. (Continuación) 19 ¿
10 bis. Textos legales 19 =
Q
Capítulo II 6
CLASIFICACIONES
el
11. Advertencia 21 8
I
\) Bienes corporales e incorporales 21 =
12. Conceptos 21
13. (Continuación) 22
14. Aplicación 26
15. (Continuación) 31
16. Bienes incorporales 31
17. A) Derechos reales 31
18. B) Derechos personales 37
19. Las acciones 37
20. Referencia a una clasificación 37
SEGUNDA PARTE
LA PROPIEDAD Y LA POSESIÓN
Capítulo I
LA PROPIEDAD. C O N C E P T O , E V O L U C I Ó N Y CARACTERES
50. Advertencia 75
51. Legislación 76
52. Concepto 76
53. Evolución 79
54. Evolución; continuación 79
55. Evolución; estructura 79
56. Evolución; final 80
57. Orientaciones actuales. El campo de aplicación y los principios
rectores: equidad en el reparto y en el aprovechamiento 81
57 bis. La base constitucional chilena; el campo de aplicación; la pro-
tección; la función social, la reserva legal, las restricciones y priva-
ciones y la afectación de la esencia; la privación o afectación sin indem-
nización y su consecuencia; la preservación natural y cultural . . . . 86
57 ter. La planificación territorial, el uso del suelo, la división predial
y la edificación 109
58. Las llamadas formas de propiedad 127
59. Caracteres 128
60. Atributos (o facultades). Uso, goce (el entorno), disposición (las
zonas fronterizas) 134
61. Estipulación limitativa de la facultad de disposición 139
Capítulo II
L A COPROPIEDAD
Capítulo III
LOS MODOS DE A D Q U I R I R EL D O M I N I O
PÁRRAFO I
PÁRRAFO II
La ocupación
PÁRRAFO III
La accesión
PÁRRAFO IV
La tradición
I. Descripción general
II. Requisitos
III. Efectos
PARRAFO V
La posesión y la prescripción
Sección primera
La posesión
I. Inmuebles no inscritos
Sección segunda
La prescripción adquisitiva
PÁRRAFO VI
Títulos de dominio
TERCERA PARTE
Capítulo I
GENERALIDADES
Capítulo II í
LA PROPIEDAD FIDUCIARIA ¡
as
601 EDITORIAL JURIDICA DE CHILE
ÍNDICE
Capítulo III
EL USUFRUCTO
Capítulo IV
EL USO O H A B I T A C I Ó N
244. Advertencia 481
245. Síntesis 481
Capítulo V
LAS SERVIDUMBRES
CUARTA PARTE
ACCIONES PROTECTORAS
Capítulo I
DIVERSAS FORMAS DE PROTECCIÓN
Capítulo II
A C C I Ó N REIVINDICATORIA
Capítulo III
ACCIONES POSESORIAS
Bibliografía 561