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Trabajo Autónomo 7: Lectura

• Título: Cannabis, papas fritas y chocolate


• Contenido: A pesar de su importancia teórica y práctica, la preferencia por las grasas
todavía no está entendida completamente. La experiencia es conocida: nadie en el
mundo es capaz de probar sólo una papa frita y retirarse con ese gusto aceitoso y
salado en el paladar. El cuerpo pide otra y otra más, y el plato de papas fritas
desaparece en unos pocos minutos. Lo mismo ocurre en similar medida con el
chocolate, especialmente en las mujeres y hasta ahora parecía sólo una cuestión de
gusto o de placer.
Las razones de este tipo de comportamiento, mucho tiempo desconocidas, han
empezado a desvelarse y aparentemente tienen un sentido evolutivo que ha servido
a los tetrápodos en su continua adaptación a los cambiantes ambientes en los cuales
se han venido desarrollando. Los mamíferos en particular tienen una ventaja
adaptativa al priorizar la búsqueda de alimentos ricos en grasas, y es que estos son
nutricionalmente muy valiosos aunque escasos en hábitats naturales; sin embargo
esta preferencia innata por alimentos ricos en grasas puede convertirse en un
fenómeno des-adaptativo cuando no está limitada por restricciones ambientales, tal
como ocurre en ambientes naturales. En efecto, la disponibilidad sin restricciones de
alimentos ricos en grasas, lo que caracteriza a las dietas de las sociedades
industrializadas, se considera que es un factor clave que contribuye a la obesidad, la
diabetes y las enfermedades cardiovasculares.
Por ejemplo, aunque el comportamiento adictivo
se asocia generalmente con el abuso de drogas,
alcohol o actividad sexual compulsiva, el chocolate
puede provocar reacciones psicofarmacológicas y
de comportamiento similares en personas
susceptibles. Una revisión de la literatura sobre los
antojos de chocolate indica que la atracción
hedónica ("el gustar") de chocolate (grasa, azúcar,
textura y aroma) es probablemente un factor
predominante.
Sin embargo, otras características del chocolate pueden contribuir con igual
importancia a los fenómenos de “antojos de chocolate”. El chocolate es usado por
algunos como una forma de automedicación para suplir deficiencias en la dieta
(ejem. magnesio) o para equilibrar niveles bajos de neurotransmisores que
intervienen en la regulación del humor, la ingesta de alimentos y comportamientos
compulsivos (ejem. serotonina y dopamina).
Los antojos de chocolate son episódicos y fluctúan con los cambios hormonales, justo
antes y durante la menstruación, lo que sugiere un vínculo hormonal y confirman la
naturaleza género-específica de los antojos de chocolate. El chocolate contiene
varios componentes activos (metilxantinas, aminas biogénicas y cannabinoides), los
cuales pueden causar comportamientos anormales y sensaciones psicológicas
similares a los de otras sustancias adictivas. Probablemente, una combinación de las
características organolépticas del chocolate, su composición de nutrientes y los
ingredientes psicoactivos que contiene, agravadas con las fluctuaciones hormonales
mensuales y cambios de humor entre las mujeres, forman el modelo de los antojos
de chocolate.
Otros estudios realizados recientemente indican que sustancias endógenas de tipo
canabinoides participan en el control de la ingesta de grasas en la dieta. Los
endocannabinoides son una familia de lípidos biológicamente activos que se unen y
activan los receptores de cannabinoides CB1 y CB2 (los receptores acoplados a
proteínas G específicos para el Δ9-tetrahidrocanabinol de Cannabis). Los dos
endocannabinoides mejor caracterizados son 2-araquidonoil-sn-glicerol (2-AG) y la
anandamida; y se ha propuesto que tienen roles en la evaluación hedónica de los
alimentos con elevados contenidos en grasas; lo que llevó a cuestionarse si estos
mediadores lipídicos podrían estar involucrados en el mecanismo de
retroalimentación positiva originado en la boca, que mantiene el consumo de grasa
una vez que se ha comenzado.
En conjunto, los resultados sugieren que el sistema cannabinoide endógeno ejerce
un poderoso control regulatorio sobre el consumo de grasas y podría ser una diana
para fármacos contra la obesidad.
Por otro lado el consumo de alimentos con elevados niveles de sal también ejerce
alteraciones conductuales que pueden condicionar su consumo continuo; ensayos de
hipernatremia (relacionadas con un elevado consumo de sal o eventos de
deshidratación) han demostrado que disminuye el estrés durante la interacción
social, lo que en animales puede suprimir la ansiedad asociada a acercarse a una
fuente de agua comunal y particularmente en humanos podría apoyar el desarrollo
de interacciones sociales que se pueden encontrar al participar en la conducta de
beber.
Como el estrés de la vida con frecuencia se produce en el contexto del desafío
homeostático, que requiere la integración de las necesidades fisiológicas y
psicológicas en apropiadas respuestas hormonales, cardiovasculares y de
comportamiento; los profesionales en dietética deben ser conscientes de que los
comportamientos compulsivos de consumo de alimentos ricos en grasas como los
antojos de chocolate o el acabarse completamente una bolsa de papas fritas son
reales. Los efectos psicofarmacológicos y químico-sensoriales de estos alimentos
deben ser considerados en la formulación de recomendaciones para una
alimentación saludable en general y para el tratamiento de problemas de salud
relacionados con la nutrición.
La culpa por darse un atracón de papas fritas o chocolate ya no será atribuible
completamente a la falta de voluntad, sino a una razón química que convierte esta
“comida chatarra” en una droga con todas las consecuencias de dependencia”.

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