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 Creencias que tienen los padres acerca de los estilos de crianza que aplican con

sus hijos.
 DELIMITACIÓN:

ESTILOS DE CRIANZA:

Según la Real Academia Española, “crianza deriva de creare que significa nutrir y alimentar al niño, pero
también orientar, instruir, dirigir”.

Si lo llevamos al plano familiar, crianza se refiere a la formación de los hijos por parte de los padres o
cualquier otra persona encargada del cuidado del niño, pero también hace referencia a los
conocimientos, actitudes y creencias que estos padres asumen en relación al niño. En este sentido, la
crianza implica tres procesos que ayudarán al niño a su socialización:

1. Las pautas de crianza, que se relacionan con las normas pre establecidas que siguen los padres
frente al comportamiento de sus hijos, las cuales son dadas por la cultura, por lo que tienen un
importante significado social. Es decir es “como los niños deben comportarse” Es importante
señalar que estas pautas no solo son dadas por los padres, son dadas también por la televisión,
la escuela y la sociedad.
2. Las prácticas de crianza, son un conjunto de estrategias, ACCIONES ENCADENADAS que
aplicamos los padres que se van dando en el tiempo. Estas acciones son aprendidas, ya sea por la
propia educación, conocimiento y sus experiencias cuando fueron niños.
3. Las creencias sobre la crianza, hacen referencia al conocimiento que tenemos los padres sobre el
cómo LOS PADRES DEBEN CRIAR a un niño y estas creencias encausan nuestras acciones con
nuestros hijos.

Entonces, detrás de cada estilo de crianza, hay ciertas creencias sobre el comportamiento de nuestros
hijos y el de nosotros mismos.

Se entiende por estilo de crianza a un proceso complejo en el que influyen factores como la personalidad
de los padres, la personalidad de los hijos, las dificultades de la familia y los diferentes tipos de familia
(nuclear, extensa y compuesta). El estilo de crianza es más que disciplina. Criar también incluye la
formación de valores, el desarrollo de los talentos particulares del niño o de la niña, el enriquecimiento a
través de las artes, deportes, los valores espirituales y la preocupación por el bienestar social. Todos
estos elementos son fundamentales para desarrollar seres humanos que aporten y contribuyan al
desarrollo de la sociedad.
VARIACIONES CULTURALES:

Las diferencias culturales y de la comunidad influyen en la percepción del niño acerca de la calidad de la
crianza (Pettit y cols., 1997). La percepción es la clave, porque la interpretación del niño (de un
comentario, un castigo, una regla) es lo que determina el efecto de la crianza.
Las prácticas de crianza pueden variar entre culturas y se han modificado a lo largo de la historia en
función del marco ecológico y sistémico del entorno político, cultural, social y familiar. Las diferencias en
las pautas de crianza y en los valores que subyacen contribuyen a configurar diferentes estructuras
socioemocionales en la personalidad de los niños y niñas. A su vez, la conducta de los hijos se adapta a
los diferentes estilos de organización y relación familiar e influyen en diferentes tipos de conducta
paterna o materna. Toío, Peña y Rodriguez(2008) describen las diferentes prácticas de socialización
familiar en función de donde se sitúen los padres y madres en cada una de las siguientes tres
dimensiones:

- Aceptación: En un lado de la dimensión: la implicación positiva, centrada en el hijo o hija; en el


otro lado de la dimensión, el rechazo y la separación hostil.

- Control firme: En un lado, el refuerzo: en el otro lado, la disciplina laxa o la independencia


extrema.

- Control psicológico: En un lado, la comunicación y el razonamiento; en el otro, la intrusión, el


control hostil, la posesividad hasta la retirada de relación.

Entonces las decisiones que los padres y madres toman sobre como criar y educar a sus hijos o hijas
suelen estar relacionadas con el bienestar emocional, el desarrollo cognitivo, la competencia social y el
desarrollo global infantil. Las prácticas de crianza que parecen fomentar un buen desarrollo incluyen: el
afecto con límites y normas en función de la edad, la comunicación familiar y la coherencia en las
técnicas de crianza entre padres y madres (Ramírez y Sola, 2006). Por el contrario las practicas negativas
(control autoritario, afecto negativo, castigos y excesivo énfasis en el logro) correlacionan con problemas
externos e internos de conducta infantil y juvenil (Ramirez, 2002).

En función de las diferencias entre las ideas sobre naturaleza infantil, aprendizaje, momentos críticos del
desarrollo, rol de los padres e importancia educativa, algunos autores (Palacios, González y Moreno,
1992; Triandis, 1995) hablan de estilos tradicionales y modernos individualistas.

Las creencias tradicionales se asocian con estilos de crianza autoritarios y expectativas relativamente
tardías acerca de la edad en que los niños y niñas están psicológicamente maduros. Las creencias
modernas en cambio se caracterizan por una orientación individualista, están asociadas a los estilos de
crianza permisiva y suelen tener expectativas tempranas acerca de la edad en que los niños y niñas
pueden ser tomados como personas maduras.
Los efectos de estilo de crianza varian de una cultura a otra y entre las subculturas y no
podemos decir que uno no sea universalmente mejor , más aun los métodos que
emplean los padres autoritarios para trasmitir las normas de conducta varian mucho
entre las culturas , algunas investigaciones demuestran que ciertos elementos de estilo
autoritario tienen sus ventajas , por ejemplo , los padres chinos tradicionales a menudo ,
se los considera muy autoritarios y controladores , , pero el sistema de entrenamiento
con el que crian a su hijo favorece un elevado desempeño académico

En general, las creencias tradicionales colectivistas se relacionan con un menor


desarrollo intelectual, problemas psicosociales, rendimiento escolar mas bajo e
integración social menos exitosa (Okagaki y Sternberg, 1993; Palacios, Gonzales y
Moreno, 1992; Stoolmiller, Eddy y Reid, 2000). Curiosamente, en un estudio reciente en
la etapa infantil, se encuentran efectos negativos similares relacionados con las
creencias tradicionales de los docentes sobre el desarrollo cognitivo y socioemocional
de los niños y niñas (Burchinal y Cryer, 2003).

 Contextualización de la investigación : la investigación , se llevar a cabo en un


asentamiento humano llamado , Señor de los Milagros, ubicado en el distrito de
san Juan de Lurigancho , Canto Grande

“Se les recomienda a los padres de familia algunos consejos para mejorar los
estilos de crianza en su núcleo familiar como que el hijo merece respeto en todo
momento”.

Los padres no deben provocar que los niños les hagan caso por miedo sino que
realicen la petición que les están haciendo porque es necesario que lo realice y le
expliquen el motivo. De este modo los hijos aprenderán a desarrollar su propio criterio y
su propia voluntad para hacer las cosas.
Aplicar castigo cuando sea necesario y justo, así mismo que se elogie cuando el niño lo
merezca.

Los padres deben conversar directamente con los hijos en todo momento. Se les debe
transmitir confianza a los hijos e ideas positivas para su mejor desarrollo.

 CONSTRUCCION DE ANTESCEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN:

Baldwin (1945, 1949) estudia el comportamiento de los padres bajo el prisma de la


tolerancia y el control, distinguiendo según la primacia de estos términos lo que el
denomina estilo democrático y estilo autoritario y trata de comprobar su influencia en los
hijos por medio de diferencias en puntuaciones a test de actividad y competición. Los
resultados obtenidos mostraron que los hijos de padres tolerantes presentaban una
mayor tendencia a la curiosidad, al inconformismo y desobediencia y que por el contario
un estilo autoritario basado en la intolerancia, castigo e inflexibilidad de las normas
daba lugar a hijos respetuosos, adaptativos, carentes de curiosidad y espontaneidad.
Asimismo, la aceptación paterna ejerce una influencia positiva sobre la adaptación del
niño y la estabilidad emocional.

Otro autor como Kagan y Moss (1962) se centran en la observación del control parental
para determinar la influencia de la severidad de la madre en relación a la edad de sus
hijos. En sus conclusiones hallaron que a los niños a quienes se les restringió durante
los primeros años, tendían a ser más conformistas, dependientes de los adultos y
mostraban menos control sobre su propia conducta.

Poco después Schafer y Bell (1958) combinar cada uno de los estilos (dimensión afecto
con control) dando lugar a un eje tripolar: permisividad – autoritarismo; aceptación –
rechazo y autonomía – protección, combinándolos entre si. Su propósito es, siguiendo
la huella de las investigaciones citadas averiguar que combinación puede llevar a un
estilo de comportamiento de mayor autonomía y responsabilidad en los hijos. En
definitiva pretendía predecir cual de estos estilos puede resultar más eficaz en la
crianza de los hijos, entre los trabajos que combinan estas dimensiones hay algunos
que buscan relacionar la tolerancia combinada con la hostilidad con un incremento de la
agresividad de los hijos, posibilitando en ocasiones la aparición de conductas pre
delictivas.

Harvey, Hunt y Schroeder (1961) encontraron una correlación entre agresividad con
autoritarismo arbitrario en la educación parental. Estos autores postulan que cada estilo
configura un tipo de identidad personal que surge como respuesta al estilo de crianza
recibido. Así en el caso de un autoritarismo estable se propicia una personalidad de los
hijos caracterizada como conformista, de escasos conflictos y creatividad sofocada.

Crase, Fos y Colbert (1981) han estudiado la influencia de dimensiones como la


aceptación o reconocimiento de la individualidad, el control hostil, la disciplina
inconsistente, la autonomía, el control psicológico y el control firme por parte de los
padres en relación con el autoconcepto de los hijos en referencia al sexo y edad de los
mismos; estiman que el apoyo a la autonomía de los hijos y la autorregulación y
confianza como conductas educativas parentales son buenos predictores de
competencia escolar de los hijos.

Aunque miles de investigadores han rastreado los efectos de la crianza sobre el


desarrollo infantil, aún tiene vigencia la influencia de un trabajo (1967, 1971) realizado
hace casi 40 años. Diana Baumrind estudio a 100 niños preescolares, todos de
California y casi todos estadounidenses de clase media de ascendencia europea.
Baumrind se valió de muchas evaluaciones. Primero ella observo las actividades de los
niños en la escuela de infancia y evaluó su conducta en relación con cualidades como
autocontrol, independencia y autoestima. Luego entrevisto a los padres y observo la
interacción padre-hijo en el hogar y en su laboratorio.
Baumrind observo que los padres diferían en cuatro dimensiones importantes:

- Expresiones de afecto. Los padres variaban desde muy afectuosos hasta muy
fríos y críticos.
- Estrategias para la disciplina. Nuevamente, hubo mucha variación en el uso de la
explicación, la crítica, la persuasión, la aceptación y el castigo físico.
- Comunicación. Algunos padres escuchaban pacientemente a sus hijos; otros
exigían silencio.
- Expectativas de madurez. Los padres variaron en sus estándares de
responsabilidad y autocontrol.

Los tres patrones de crianza de Baumrind:


Sobre la base de estas cuatro dimensiones, Baumrind identifico tres estilos de crianza:

1. Crianza autoritaria:
La palabra de los padres es ley y no hay lugar a discusión. La mala conducta se
castiga con rigor, por lo general de forma física (pero no con tanta dureza como
para considerarla maltrato). Los padres autoritarios establecen reglas claras y
patrones de referencia elevados. No esperan que sus hijos emitan opiniones; las
conversaciones sobre las emociones son especialmente escasas. (Un adulto de
una familia de este tipo dijo que la pregunta “cómo te sientes?” solo tenía dos
respuestas posibles: “bien” y “cansado”.) Estos padres creen que su edad y su
experiencia los han preparado para saber que es mejor para sus hijos y que los
niños deben hacer lo que se les dice. Los padres aman a sus hijos, pero pueden
parecer distantes y pocas veces muestran afecto.

2. Crianza permisiva:
Los padres permisivos tienen pocas exigencias y ocultan cualquier impaciencia
que sientan. Hay poca disciplina porque exigen escasa madurez de los niños.
Los padres permisivos son cariñosos y aceptan a sus hijos. Escuchan todo lo
que sus hijos dicen y comparten sus propias emociones sin restricciones. Tratan
de ayudarlos en todo, pero no se sienten responsables de su conducta.
3. Crianza disciplinada:

Los padres disciplinados establecen límites y aplican normas. Sin embargo,


también escuchan las demandas de sus hijos y sus preguntas y conversan sobre
los sentimientos y los problemas. Los padres exigen madurez en los niños pero
son cariñosos y comprensivos y habitualmente perdonan (y no castigan) cuando
el niño no logra la madurez deseada. Son flexibles cuando un niño explica una
razón particularmente buena para una excepción. Ellos actúan como guías y
mentores, no como autoridades (como lo hacen los padres autoritarios) ni como
amigos (como lo han los padres permisivos).

Baumrind y muchos otros continuaron el estudio de los estilos de crianza, siguiendo a


los 100 niños originales a medida que crecían e investigando a miles de otros niños de
diferentes antecedentes y edades (Baumrind, 1991; Bornstein, 2002; Steinberg y cols.,
1994). Y llegaron a las siguientes conclusiones:

- Los padres autoritarios crían niños que tienden a ser conscientes, obedientes y
pasivos, pero no son especialmente felices. Ellos tienden a sentirse culpables o
deprimidos, internalizan sus frustraciones y se culpan cuando las cosas no
andan bien. Cuando llegan a la adolescencia, a veces se rebelan y abandonan el
hogar antes de los 20 años.
- Los padres permisivos crían niños que son aún menos felices. Ellos carecen de
autocontrol, sobre todo en lo que se refiere a la cuestión de dar y recibir de las
amistades entre pares. Su regulación emocional insuficiente los convierte en
inmaduros e impide la formación de amistades, la principal razón de su
infelicidad. Suelen vivir en el hogar y siguen siendo dependientes en la vida
adulta temprana.
- Los padres disciplinados crían niños con más probabilidades de tener éxito, ser
coherentes, inteligentes, felices consigo mismos y generosos con los demás. En
general, estos niños son queridos por sus maestros y compañeros, sobre todo en
las culturas donde se valora la iniciativa individual.
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