Vous êtes sur la page 1sur 320

56 RELACIONES ENTRE F.SFUHRZOb Y DEFOJWACIONT.-» , CAP.

BIBUOGRAFIA

LOVE, A. E. H . : "A Treatise on the M a t h e m a t i c a l Theory of Elasticity", t.'1 ed.,


Dover Publications, Nueva York, 1949.
SOUTHWELL, R. V.: "An Introduction to the Theory of Elasticity" ed..
Oxford University Press, N u e v a York, 1941.
TIMOSHENKO, S. P., y J. N. GOODIER : " T h e o r y of Elasticity" 2. a ed., Mc-Graw
Hill Book Company, Inc., Nueva York, 1951.
WANG, C. T . : "Applied Elasticity", McGraw-Hill Book Company. Int. Nuevn
York, 1953.
I

CAPITULO 3

ELEMENTOS DE LA T E O R I A DE LA PLASTICIDAD

3-1. Introducción.—La teoría de la plasticidad trata del compor


tamiento de los materiales en la zona de deformación y en la que la
ley de Hooke ya no es válida. La descripción matemática de la defor-
mación plástica de los materiales no está, de ningún modo, tan bien
desarrollada como la descripción de la deformación elástica por medio
de la teoría de la elasticidad. Por ejemplo, en la región plástica de
deformación no existe ninguna relación sencilla entre tensiones y de-
formaciones como ocurre en la deformación elástica. Además, la de-
formación elástica depende solamente de los estados de tensión inicia-
les y finales y es independiente de los estados intermedios, pero la
deformación plástica depende no solamente de la carga final, sino tam-
bién de los valores anteriores.
La teoría de la plasticidad está relacionada con diferentes tipos de
problemas. Desde el punto de vista del diseño, la plasticidad está re-
lacionada con la predicción de la carga máxima que se puede aplicar
al cuerpo sin causar una fluencia excesiva. El criterio 1 de fluencia ha
de expresarse en función de la tensión, de tal modo que sea válido
para todos los estados de tensión. El proyectista está también relacio-
nado con la deformación plástica en problemas en los que el cuerpo
está intencionadamente sometido a tensiones superiores al límite elás-
tico, dentro de la región plástica. Por ejemplo, la plasticidad ha de
tenerse en cuenta en el diseño de diferentes procesos como en el auto-
sunchado, el ajuste por contracción y en la velocidad excesiva de los
discos de los rotores. La consideración de pequeñas deformaciones
plásticas permite economías en la construcción de edificios al utilizar
la teoría del diseño límite. En el tratamiento matemático de la con-
formación plástica de los metales se requiere el análisis de grandes
deformaciones plásticas. Este aspecto de la plasticidad se tratará en la
cuarta parte. Es muy difícil describir de un modo analítico m u y rigu-
roso el comportamiento de un metal en estas condiciones. Por consi-
guiente, para obtener una solución matemática manejable, es preciso,
normalmente, establecer ciertas hipótesis que simplifiquen el problema.
Otro aspecto de la plasticidad consiste en una mejor comprensión

1
La determinación de la carga límite entre los comportamientos elástico y
plástico también se trata, generalmente, en la resistencia de materiales. Sin
embargo, debido a que es preciso adoptar un criterio de fluencia en las teorías
de la plasticidad, este tema se trata en el capítulo relativo a dicha disciplina.
i*. JÍML*

da 1« deformación plástica de los metale-. El interés de


•ItO Campo 1« centra en las imperfecciones de los só!i-;-;s cristalinos.
En el comportamiento en la d e f o r m a c i ó n son de gran importancia el
efecto de las variables metalúrgicas, la e s t r u c t u r a cristalina y las im-
perfecciones de la red. Este aspecto de la plasticidad -,e trata en la
segunda parte.

3 - 2 . C u r v a s d e f l u e n c i a . — L a curva tensión-deforr,-.ación obteni-


da por carga uniaxial, c o m o en el ensayo corriente de tracción, es de
i n t e r é s f u n d a m e n t a l en la plasticidad cuando se utilizan como variables
la tensión real cr y la d e f o r m a c i ó n real e. La tensión real está dada
por la carga dividida p o r el área de la sección transversal instantánea
de la probeta. La d e f o r m a c i ó n real se estudia en la sección siguiente.

'a) (61
FlC. 3-1.—Curvas típicas t e n s i ó n - d e f o r m a c i ó n para un n i d a l dúcli

La finalidad de la presente sección 1 es describir las curvas tensión-


deformación típicas de los metales reales y compararlas con las i urvas
teóricas de fluencia de materiales ideales.
En la figura 3-1 a se m u e s t r a la curva real tensión-deformación para
un metal dllctil típico, c o m o el aluminio. La ley de l í o o k e se cumple
h a s t a un cierto límite elástico crQ. (El valor de cr,, dependerá de la
exactitud con que se mida la deformación.) A partir de tr 0 el metal se
deforma plásticamente. La mayoría de los metales se cndureccn por
deformación en esta zona plástica, de manera que los a u m e n i o s de
aquella requieren valores de la tensión mayores que el límite elástico
inicial (7o. Sin embargo, al c o n t r a r i o de lo q u e sucedía en la región
elástica, la tensión y la deformación no están relacionadas por ninguna
sencilla constante de proporcionalidad. Si se d e f o r m a el metal hasta el
p u n t o A, cuando se retira 1« CBrgfl disminuye i n m e d i a t a m e n t e la de-
formación total desde «i a «a en una cantidad o- F. i.a disminución

'Véase el capítulo 9 para una discusión mái completa del aspecto materna
tico de la curva real tensión-deformaclán.
I I C J Í CURVAS DS HUINCU

de deformación C)-«2 es la deformación eldstka rtcupémSm Sin em-


bargo, no t o d a la deformación residual es deformación plástica per-
manente. D e p e n d i e n d o del metal y d e la t e m p e r a t u r a , desaparecerá «MI
el tiempo u n a p e q u e ñ a cantidad de d e f o r m a c i ó n plástica € i - « j . Esto
se conoce c o m o c o m p o r t a m i e n t o a n e l á s t i c o G e n e r a l m e n t e se despre-
cia la d e f o r m a c i ó n anelástica en las teorías m a t e m á t i c a s d e la plasti-
cidad.
En general, la curva tensiones-deformaciones, al cesar la carga des-
pués de una deformación plástica, n o será e x a c t a m e n t e lineal y parale-
la a su porción elástica (Fig. 3-1 b). A d e m á s , al volver a aplicar la
carga, la línea se curva al aproximarse la tensión al valor inicial desde
el que se retiró la carga. Con u n a p e q u e ñ a deformación plástica adi-
cional, la curva tensiones-deformaciones se t r a n s f o r m a en una conti-
nuación de lo q u e h a b r í a sido si n o se h u b i e r a i n t e r r u m p i d o la carga.
Este c o m p o r t a m i e n t o , histéresis, r e s u l t a n t e de aplicar y r e t i r a r la carga
después de la deformación plástica, se desprecia, generalmente, en las
teorías de la plasticidad.
La curva real tensiones-deformaciones se denomina, f r e c u e n t e m e n -
te, curva de fluencia, ya que proporciona la tensión necesaria para que
el metal fluya plásticamente hacia cualquier d e f o r m a c i ó n d a d a . Se han
realizado m u c h o s intentos para aplicar ecuaciones m a t e m á t i c a s a esta
curva. La expresión más común es la siguiente:

cr = /Ce" [3-1]

donde K es la tensión para e = l , 0 y n, el coeficiente de endurecimien-


to por deformación, es la pendiente de la representación. logarítmica
doble de la Ec. [3-1]. Esta ecuación solo es válida desde el comienzo
de la fluencia plástica hasta la carga máxima a partir de la que se
inicia la estricción local.
Incluso la expresión más sencilla, como la Ec. [3-1], p u e d e resultar
de una complejidad matemática considerable c u a n d o se utiliza con las
ecuaciones de la teoría de la plasticidad. Por consiguiente, la práctica
común en este campo es imaginar curvas de fluencia ideales que sim-
plifiquen el cálculo m a t e m á t i c o sin desviarse d e m a s i a d o de la realidad
física. La figura 3-2 a muestra la c u r v a de fluencia d e un m a t e r i a l rígido
perfectamente plástico. U n a p r o b e t a de tracción d e este material ideal
es c o m p l e t a m e n t e rígida ( d e f o r m a c i ó n elástica cero) h a s t a que la ten-
sión axial es igual a o > Entonces, el material fluye plásticamente a una
tensión de fluencia constante ( e n d u r e c i m i e n t o p o r d e f o r m a c i ó n n u l o ) .
Este tipo de c o m p o r t a m i e n t o se aproxima al d e un metal dúctil fuer-
temente d e f o r m a d o en frío. La figura 3-2 b m u e s t r a la curva de fluencia
de un material p e r f e c t a m e n t e plástico con una región elástica. A este
c o m p o r t a m i e n t o se aproxima u n material, c o m o el acero ordinario al
carbono, que posee un alargamiento grande en el límite elástico apa-
1
La anelasticidad se discute con más amplitud en el capítulo 8.
rente (véase Soc. 5-5). Un planteamiento más real es el llegar a la
curva de fluencia por m e d i o de dos lineas rectas que correspondan a

<r T a

í t (

le)*"

Fie. 3-2.—Curvas de fluencia plástica idealizadas, a) Material plástico ideal


rígido, b) Material plástico ideal con región elástica, c) Material que endurece
por deformación.

las regiones elástica y plástica (Fig. 3-2 c). Este tipo de curva exige
cálculos m a t e m á t i c o s m á s complicados.

3-3. D e f o r m a c i ó n real.—La Ec. [1-1] describe eí concepto con-


vencional de la d e f o r m a c i ó n lineal unitaria, esto es, la variación de
longitud referida a la longitud unitaria inicial

Esta definición es satisfactoria para deformaciones elásticas en (is que


AL es m u y pequeño. Sin embargo, en la deformación plástica las de-
formaciones son grandes, y, d u r a n t e el alargamiento, la distancia entre
puntos varía considerablemente. Ludwik 1 expuso, por primera vez, la
definición de deformación real o natural e, que evita esta dificultad
En esta definición de deformación la variación de longitud esta refe-
rida a la distancia entre p u n t o s instantánea, en vez de a la distancia
entre p u n t o s inicial:

o bien

[3-3]

1
P. LUDWIK: "Elemente der technologischen Mechanik", Springer-Verlag
nun B„t-K., lono
La relación entre la deformación real y la deformación lineal c o n v e n -
cional se desprende de la Ec. [ 1 - 1 ] :

AL L-U
e=- —1

L
e+ l =

e = ln — = ln (e + 1 ] [3-4]

Las dos medidas de la deformación proporcionan casi idénticos resul-


tados hasta deformaciones de a p r o x i m a d a m e n t e 0,1.
Debido a que el volumen p e r m a n e c e esencialmente constante du-
rante la deformación plástica, la Ec. [3-3] se puede expresar en fun-
ción de la longitud o de la sección:

Asimismo, debido a la constancia de volumen, la suma de las tres de-


formaciones principales es igual a cero,

e, + €: + €, = 0 [3-6]

Esta relación no es válida para las deformaciones principales conven-


cionales.
La ventaja de utilizar la d e f o r m a c i ó n real se hace evidente con el
consiguiente e j e m p l o : c o n s i d e r e m o s u n cilindro u n i f o r m e q u e se alar-
ga duplicando su longitud original. La deformación lineal es, entonces,
e= ( 2 I o - L o ) / L o = l,0, o una deformación del 100%. Para conseguir la
misma deformación lineal negativa en compresión, habría que compri-
mir el cilindro hasta un espesor igual a cero. Sin embargo, intuitiva-
mente, se espera que la deformación producida al c o m p r i m i r un cilin-
dro hasta un valor igual a la m i t a d de su longitud inicial sea la m i s m a ,
aunque de signo contrario, que la deformación p r o d u c i d a al alargar el
cilindro dos veces su longitud. Si se utiliza la d e f o r m a c i ó n real se
obtiene la equivalencia para los dos casos. Al alargar d o s veces la
longitud inicial e = l n ( 2 ¿ 0 / £ 0 ) = l n 2. Al comprimir un medio la lon-
gitud inicial e = ln [(Io/2)/Z 0 ] = ln £ = - ln 2.

3-4. Criterios d e f l u e n c i a e n m e t a l e s dúctiles.—El problema que


se presenta al deducir las relaciones matemáticas, para la predicción
de las condiciones en las que comienza la d e f o r m a c i ó n plástica c u a n d o
un material está s o m e t i d o a un e s t a d o complejo de tensión, es un M*
pecto i m p o r t a n t e en el c a m p o de la plasticidad. En carga uniaxial« t i
pláitlea c a n t a t a en el límite elástico y ei de esperar que, en
una situación de esfuerzos c o m b i n a d o s , la fluencia esté relacionada
con cierta combinación de las t e n s i o n e s principales. Se puede expresar
un criterio de fluencia en la f o r m a general F(crh cr2, 0-3, K¡,...) = 0 ;
pero, en la actualidad, n o existe ningún m é t o d o teórico para calcular
la relación e n t r e las c o m p o n e n t e s de las tensiones que correlacionan
la fluencia en un estado de t e n s i ó n en tres dimensiones y la fluencia
en un ensayo d e tracción uniaxial. Los criterios de fluencia son, por
consiguiente, relaciones e s e n c i a l m e n t e empíricas. A c t u a l m e n t e , existen
dos teorías generalmente a c e p t a d a s para predecir el comienzo de la
fluencia en los metales dúctiles.
Teoría de la tensión cizallante máxima (criterio de tensión).—La
teoría de la máxima tensión cizallante, llamada a veces criterio de
fluencia de Tresca, C o u l o m b o G u e s t , establece que la fluencia apare-
cerá cuando la m á x i m a tensión cizallante alcance un valor crítico igual
a la tensión cizallante d e fluencia en un ensayo de tracción uniaxial.
En la Ec. [2-15] la tensión de cizallamiento máxima estaba dada por

(T-i-O-3
^"máx [3-7]

d o n d e a ¡ es ,1a tensión principal algebraicamente mayor y cr3 la alge-


braicamente menor.
En tracción uniaxial en = ero, cr2 = o-3 = 0, d o n d e cr0 es el límite elás-
tico en tracción simple. P o r consiguiente, el límite elástico cizallante
en tracción simple T0 es igual a un m e d i o del límite elástico en tracción :

O"o
To = - -

Sustituyendo estos valores en la ecuación para la tensión de ci alla-


m i e n t o máxima, t e n e m o s
_ 0-1 - 0-3 _ _ cr0
[3-8]
— 2 ~ T0 ~
cr, - 0-3 = 0-0 13-9]

que a veces se expresa del m o d o siguiente:

cr 1 — 0*3 — cr¡ — 0-3' = 2k MO]

d o n d e orí y cr¡ son los desviadores de las t e n s i o n e s principales y k el


límite elástico en cizallamiento p u r o , esto es, la tensión a partir de la
cual tiene lugar la fluencia en torsión, d o n d e cr¡ = ~cr¡.
La teoría de la tensión de cizallamiento m á x i m a está en concordan-
cia con los resultados e x p e r i m e n t a l e s ; sus precisiones están ligeramen-
tf
meñte'pari loi mit«!«« dfctlîë»."
más antigua y menos exacta. ^
Prager y H o d g e 1 han señalado que en ciertos p r o b l t m t l é t .
ticidad n o son aplicables las Ecs. [3-9] o [3-10], ya q u e n o N M b t
cuál de las tres tensiones principales es la mayor. En este caso se ha
de utilizar la siguiente ecuación m u c h o m á s complicada:

4/ 2 3 - 27¡i2 - 36k 2 h 2 + 96k<J2 - 64k 6 = 0 [3-11]

¡2 y J¡ son las invariantes del desviador de tensiones (véase Sec. 2-14).


Evidentemente, una relación tan compleja es de resolución muy enojo-
sa. Por esta razón, en la mayor p a r t e de los t r a b a j o s teóricos se pre-
fiere utilizar el criterio que se discute a continuación.
Teoría de Von Mises (criterio de energía).—El criterio que se ex-
pone en la Ec. [3-12] ha p r o p o r c i o n a d o r e s u l t a d o s experimentales en
cierto m o d o más apropiados:

o"o = —-=r [(o"i-o"2) 2 + (cr2-cr3) 2 + (o-}-<r¡)2]112 [3-12]


</2

De acuerdo con este criterio, se producirá la fluencia c u a n d o las di-


ferencias entre las tensiones principales, expresadas p o r el segundo
término de la ecuación, rebasen el límite elástico en tracción uniaxial
cr0. Los t r a b a j o s realizados en este c a m p o están asociados con los
nombres de Von Mises, Hencky, Maxwell y H u b e r . Von Mises propuso
este criterio en la f o r m a invariante de la Ec. [3-13], ya que es m a t e -
máticamente m á s sencilla que la f o r m a invariante de la teoría de la
tensión cizallante máxima dada por la Ec. [3-11]. Experimentos pos-
teriores m o s t r a r o n que la Ec. [3-13] proporciona u n a mejor concor-
dancia total con los datos c o m b i n a d o s tensión-fluencia que la teoría
de la tensión cizallante m á x i m a :

h-k2 =0 [3-13]

J2 es la segunda invariante del desviador de tensiones y A: el límite


elástico en cizallamiento puro.
Se han realizado varios i n t e n t o s para proporcionar un significado
físico al criterio de fluencia de Von Mises. U n concepto c o m ú n m e n t e
a c e p t a d o es que este criterio expresa la energía de distorsión. Basán-
dose en este concepto, la fluencia tendrá lugar cuando la energía de
distorsión por u n i d a d de volumen rebase la energía de distorsión p o r
u n i d a d de volumen almacenada en una p r o b e t a d e f o r m a d a h a s t a el
límite elástico en tracción o compresión uniaxial. La deducción de la
1
W . PRAGER y P. G. HODGE, Jr.: "Theory of Perfectly Plastic Solldl",
pag. 23, John Wiley & Sons, Inc., Nueva York, 1951.
¡I !á tenitdn cizallante octaédrica (véase Sec. 3-7).
La energía de deformación elástica total por unidad de volumen
(véase Sec. 2-15) se puede dividir en d o s componentes: la energía de
distorsión o de cambio de forma, U0', y la energía de variación de
volumen, U0". La figura 3-3 m u e s t r a la resolución de la energía total
en sus c o m p o n e n t e s . Esta figura ilustra el concepto, establecido en la
sección 2-14, de que un e s t a d o general de tensión en tres dimensiones
se puede expresar en función de u n c o m p o n e n t e de tensión esférico o
hidrostático cr" y un desviador de tensiones o-'. Los experimentos han
d e m o s t r a d o 1 que h a s t a valores b a s t a n t e grandes de la presión hidros-
tática un e s t a d o de tensión h i d r o s t á t i c a no p r o d u c e ningún efecto so-
bre la fluencia. Por tanto, es válido suponer que sólo el desviador de
tensiones p u e d e producir distorsión. Por consiguiente, la energía de
distorsión e s t a r á b a s a d a en el desviador de tensiones. Este sólo repre-
senta la energía asociada con el c a m b i o de f o r m a de la probeta y des-
precia la energía asociada con los cambios de volumen.
La energía de distorsión se d e t e r m i n a calculando, primero, la e: or-
gía de variación de volumen y r e s t a n d o después este término d< la

?
az

A 3
m-V: «¡sur'
ilift _ + *
¥ $
*y
'Os

°"m = cr
t' = c r z' = 0 3*.

FIG. 3 - 3 . — R e s o l u c i ó n de tensión en h i d r o s t á t i c a y d e s v i a d o r de t e n s i ó n .

energía total. Refiriéndonos de n u e v o a la figura 3-3, la energía por


unidad de volumen, asociada con la variación de volumen, será

w w ^ r + w v ' + w v '

Tomando como referencia las definiciones d a d a s en la sección 2-14


para el componente desviador d e la d e f o r m a c i ó n , y haciendo a,„ igual
al componente hidrostático de la tensión, o tensión media, t e n e m o s

Ut" = icrm (<?! + e2 + e}) = £crmA M4]


1
P. W. BRIDCMAN: "Studies in Large Plastic Flow and Fracture". McC.raw-
Hill Book Company, Inc., N u e v a York, 1952.
Puesto que Uo' = Uo-Uo", la energía de distorsión se p u e d e d e t e r m i n a r
utilizando la Ec. [2.60] para la energía de deformación total U<¡:

1 V 1 <Tm 2
u
o ' = -2£~ ( c r \ 2 + cr*2 + 0 'i 2 ) + crio-i + o-ioril - - - —j— [ 3 - 1 6 ]

Sin embargo, puesto que cr,„= (cr, 4-cr2 + o- 3 )/3 y K = £/[3(1 - 2 v ) ] , la


Ec. [3-16] se reduce a

t/í =1
' "áí"[((Tl " f f 2 ) í + { c r 2
-ai)Z+ [3-17]

En un estado de tensión uniaxial <tI = o-0, a-2 = cr3 = 0 :

U{)' ^ or [3-18]
3E

Por consiguiente, el criterio de fluencia en la teoría de la energía d e la


distorsión se puede expresar

1 + V
.2<r02 = - ! ~ ^ - [ ( a , - c r 2 ) 2 + ( c r 2 - c r 3 ) 2 + { a ¡ - cr,) 2 ]
6E 6E

=~ [ ( c r , - 0 - 2 ) 2 + (a"2-OT 3 ) 2 + (CTj-CTi) 2 ] 1 ' 2 [3-19]


v/2

En un estado de cizallamiento puro, tal c o m o se presenta en torsión,


r =cr:
o-i=tro cr2 = O cr3 = - cr0

Por t a n t o , la energía de distorsión para este estado de tensión está


dada por
£r;/ /0 ' = —
1 +- —
V 0 ^, = —1 =+ —
v r 2, r[3-20]
í ->m

Si en cualquier tipo de sistema de tensiones comienza la fluencia cuan-


do la energía de distorsión alcanza un valor crítico, se p u e d e obtener
OIETETIt.—5
« n t i t í l i i unlixiat, y en cls«»«-
miento puro, Igualando l u Ees. [3-18] y [3-20]:

l + v 1 + ^
To2 _ <ro¿
3E
1
T0= CTQ = 0,577CT() í 3-21]
V3

De este modo, si la teoría de la energía de distorsión es un criterio de


fluencia válido, el límite elástico en cizallamiento, d e t e r m i n a d o en un
ensayo de torsión, debería ser 0,577 veces el límite elástico en trac-
ción. Los d a t o s reales m u e s t r a n que el límite elástico de cizallamiento
se e n c u e n t r a entre 0,5 y 0,6 del límite elástico en tracción, con una
m e d i a próxima al valor pronosticado. Obsérvese que la teoría cié la
tensión de cizallamiento m á x i m a predice que T0 = 0,50fr 0 . Una de las
razones p a r a preferir el criterio de fluencia de la teoría de la energía
de distorsión es que m u e s t r a una mejor concordancia para esto- dos
tipos de ensayos.

3-5. E n s a y o s c o n t e n s i o n e s c o m b i n a d a s . — L a s condiciones de
fluencia en estados de tensión distintos de los de cargas uniaxiales y
de torsión, se pueden estudiar convenientemente utilizando tubos de
p a r e d e s delgadas. C o m b i n a n d o la tracción axial con la torsión se ob-
tienen diversas combinaciones, desde tensión cizallante hasta normal,
i n t e r m e d i a s e n t r e los valores o b t e n i d o s separadamente en tracción y
torsión. En tracción axial y torsión combinadas las tensiones principa-
les de la Ec. [2-7] s o n :
crx /' O"/ 2
112
<r,=T+( +
« 4
cr2=0 3-22]
O-x 1 1/2
CT3 = T - ( + ~
, 4

Por consiguiente, el criterio de fluencia para la teoría d e tensión ci-


zallante m á x i m a está dada por

[3-23]
M cr0

y la teoría de fluencia por la energía de distorsión se expresa por

Zi V ) 2/= l 3-24]
(To V lTa
Amtoi MmtetoMi l i t a n y m mp>». _
resultados experimentales 1 concuerdan mejor con la teoría
gfa de distorsión.
Otro tipo de e n s a y o con tensiones c o m b i n a d a s consiste en someter
tubos de paredes delgadas a carga axial y a presión hidrostática inten-
sa 2. Puesto que la tensión en la dirección radial es despreciable
(0-3 = 0 en la superficie libre e x t e r i o r ) , este ensayo proporciona un es-
tado de tensión biaxial.
0.6 I I .1 1 -
-ene rgia ac di stors.ion
0,5

0,4

0.3
te ns¡<5 i ciz alian ;« m Ixim > "N;

0.2 \
0,1 w

0
0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1,0
CTj/Ob

Fie. 3-4.—Comparación entre las teorías de la máxima tensión cizallante


y la de la energía de distorsión (teoría de Von Mises).

En un e s t a d o de tensión plana, la teoría d e la fluencia por energía


de distorsión se p u e d e expresar m a t e m á t i c a m e n t e por

«V + o v - c n o ^ o v [3-25]

que representa la ecuación de una elipse cuyo semieje mayor es s/la^


y el menor </2/3 o >
La representación que se ofrece en la figura 3-5 constituye un pro-
cedimiento a d e c u a d o para c o m p a r a r los criterios de fluencia en un
estado de tensión en dos dimensiones. Obsérvese que la teoría de la
tensión cizallante m á x i m a y la de la energía d e distorsión predicen el
mismo límite elástico en condiciones de tensión uniaxial y en tensión
biaxial equilibrada (o-i = o- 2 ). La mayor divergencia entre las dos teo-
rías se presenta en estados de cizallamiento p u r o ( < R I = - C T J ) . Ya se ha
d e m o s t r a d o que en este estado d e tensión la ley de la tensión cizallante
predice un límite elástico que es un 15% más bajo que el valor d a d o
por el criterio de la energía de distorsión.
Un m é t o d o m u y sensible p a r a diferenciar los dos criterios de fluen-
cia es el a d o p t a d o p o r Lode, en el que se d e t e r m i n a el efecto de la
1
G . I. TAYLOR y H . QUINNEV. Proc. Roy. Soc. (Londres), vol. 230A, pági-
nas 323-362, 1931.
2
W . LODE: Z. Physik, vol. 36, págs. 913-39, 1926.
J á i k Itl la fluencia. D e acuerdo con la ley do
i. ij. i máxima, n o debería tener ningún efecto el valor de
1« tensión intermedia cr2. Por tanto, (cr,-cr J )/<r 0 = 1. Ln la teoría de la
energía de distorsión, para explicar la influencia de la tensión princi-
pal i n t e r m e d i a , Lode i n t r o d u j o
el parámetro fi, d e n o m i n a d o pa-
rámetro de tensiones de Lode:

teoría de la energía 2CT2 - cr 3 - EN


de distorsión [ 3-26]
cr, - (X;

Resolviendo esta ecuación res-


pecto a cr2 y eliminando en
la ecuación [3-12], tenemos

CTV-CT3
3-27]
CT0 f 3 + ¡i

Los d a t o s experimentales se ajus-


teoría de la tensión
cizallante máxima
tan m u c h o mejor a la Ec. [3-27]
que a la ecuación de la ( Misión
cizallante máxima, indicando que
Fie. 3-5.—Comparación de los criterios la tensión principal intermedia
de fluencia plástica para tensión plana. afecta a la fluencia.
O t r a contribución tie I.orie lia
sido la introducción del parámetro de deformación v,

2Ae2 - Ae3 - Ae,


v= 3-28]
Ae, - A¿3

d o n d e Ae es un incremento finito de la deformación. La represen!ación


gráfica de ¡jl frente a v deberá ser una línea recta a 45' de los ejes,
si el metal se comporta de a c u e r d o con las ecuaciones de plasticidad
d e Levy-Von Mises (Sec. 3-9). La mayor p a r t e de los metales mues-
tran cierta ligera pero sistemática desviación d e la relación de Lode
=

3-6. T e n s i ó n cizallante octaédrica y d e f o r m a c i ó n de ci/alla-


m i e n t o — L a s tensiones octaédricas son un conjunto particular de fun-
ciones de tensión de importancia en la teoría de la plasticidad. Se
trata de tensiones que actúan sobre las caras de un octaedro tridi-
mensional que posee la propiedad geométrica de que las caras de los ;
planos forman ángulos iguales con cada una de las tres direcciones
principales de la tensión. En un c u e r p o geométrico de esta naturaleza, \
el ángulo formado por la normal a una de sus caras y el eje^ principal f
más próximo es de 54*44' y el coseno de este ángulo es l / \ / 3 . i
La tensión que actúa en cada cara del octaedro se puede resolver'
en una tensión octaédrica normal, <roct, y una tensión cizallante octaé-
drica, yod» que se encuentra en el plano octaédrico. La tensión octaédri-
ca normal es igual al c o m p o n e n t e h i d r o s t á t i c o de la tensión total:
CT, + (Ti + CTi
0-„ct = j = O- [3-29]

La tensión cizallante octaédrica -y,)C1 está dada por


T"oct: stier. (o-j-erj^+fo-j-o-,)2]"2 [3-30]

Puesto que la tensión octaédrica normal es una tensión hidrostática,


no puede p r o d u c i r fluencia en materiales sólidos. Por consiguiente, la
tensión cizallante octaédrica es el c o m p o n e n t e responsable de la de-
formación plástica. A este respecto es similar al desviador de ten-
siones. Si se s u p o n e que una tensión cizallante octaédrica crítica de-
termina la fluencia, se p u e d e escribir el criterio de flujo plástico en la
forma _
1 s/2
2 1 2 1,2
ruct=T
3 [ ( ° " i - o " ; ) + {cr1-(Ti) + (o-2-cr,) ] = 3 or0
bien

ov [(er, - <R,)- + (CR2-(t3)-+ (O-3-O-!)2]"2 [3-31]


s'2

Puesto que la Ec. [3-31] es idéntica a la ecuación ya deducida para


la teoría d e la energía de distorsión, las d o s teorías de fluencia dan los
mismos resultados. En cierto sentido, se puede considerar la teoría
octaédrica como una teoría de tensiones que es equivalente a la teoría
de la energía de distorsión. De acuerdo con esta teoría, la tensión ci-
zallante octaédrica correspondiente a la fluencia en tensión uniaxial
está dada por

T„t, = ~ o-o = 0,47lo-o [3-32]

Al igual que las tensiones, las d e f o r m a c i o n e s octaédricas están re-


feridas al m i s m o o c t a e d r o tridimensional. La deformación lineal octaé-
drica está dada p o r
€] + €l + €3 r, „ 1
£0« = ; [3-33 J

La deformación cizallante octaédrica viene dada por

r o c t = 2 / 3 [ ( e , - 6 2 ) 2 - f ( e 2 - e 3 ) 2 - f (63-et) 2 ] 1 ' 2 [3-34]

' A . NADAI: "Theory of Flow and Fracture of Solids", 2.» ed., vol, I, pági-
nas 99-105, McGraw-Hill Book Company, Inc., Nueva York, 1950. .
»reeueni -nen.
te, es útil simplificar la representación de un estado complejo <1 ten-
sión o deformación por medio de funciones invariantes de tensii- es y
deformaciones. Si se representa la curva plástica tensión-deformación
(curva de fluencia) en función de invariantes de tensiones y def .-ma-
riones, se obtendrá a p r o x i m a d a m e n t e la misma curva sin t e ñ i r en
c u e n t a el estado de tensión. P o r ejemplo, las curvas de fluencia, obte-
nidas en ensayos de tracción uniaxial y torsión biaxial, de un : u b o
de poco espesor con presión interna, coincidirán cuando estén repre-
s e n t a d o s en términos de funciones invariantes de tensiones y defor-
maciones.
Nada i 1 ha d e m o s t r a d o que las tensiones y deformaciones ciz,Alan-
tes octaédricas son funciones invariantes que describen la c u r ; de
fluencia i n d e p e n d i e n t e m e n t e del tipo de ensayo. Otras funciones inva-
riantes f r e c u e n t e m e n t e utilizadas son las tensiones y deformai ones
efectivas o significativas. En el caso en el que los ejes de c o o r d e n a d a s
correspondan a las direcciones principales, estas cantidades se de:inen
por ias ecuaciones siguientes:
Tensión efectiva o significativa :

V2
[(cr, - cr21' 1- (<r¡ - (r,\ 2 -t- {fr, — (3-, -351

Deformación efectiva o significativa


-
'-361
3

Obsérvese que t a n t o la tensión c o m o la deformación efectivas se re-


d u c e n al c o m p o n e n t e axial n o r m a l d e la tensión y deformación en un
ensayo de tracción. Estos valores están también relacionados con la
tensión y deformación cizallantes octaédricas, como se puede ver com-
p a r a n d o las Ees. [3-301 y [3-34] con las p r e c e d e n t e s :

</ 2 _
Txt = - y - a - yoct = V 2 e [3-37J

Drucker 2 ha señalado que existe un gran n ú m e r o de diferentes


funciones de tensiones y d e f o r m a c i o n e s que podrían servir como pa-
rámetros invariantes de las tensiones y deformaciones. P o r ejemplo, ha
demostrado que los datos de tensiones combinadas para t u b o s de alea-
ciones de aluminio muestran mejor a c u e r d o cuando la tensión cizallan-
te equivalente Ttq, definida más a b a j o , se representa c o m o función de

' A . NADAI: / , Appl. Phys., vol, 8, pág, 205, 1937.


C . DRUCKER: /. Appl, Mtch., vol. 1 6 , pdgi. 349-57, 1949.
representar en función de 7 « , :

Tco. ~ r oct L 3-38]

donde / 2 y / 3 son invariantes del desviador de tensiones. No parece


haber justificación teórica o experimental para elegir parámetros inva-
riantes de tensiones y deformaciones distintos a los que están más de
acuerdo con los datos y conveniencia matemáticos.

3-8. F u n d a m e n t o s de las t e o r í a s de la plasticidad.—El desarro-


llo de una teoría generalizada sobre la plasticidad, con la misma am-
plia posibilidad de aplicación que la teoría de la elasticidad, no ha
progresado rápidamente a causa de la complejidad del problema. La
dificultad inherente al desarrollo de una descripción matemática Sen-
cilla de la plasticidad se encuentra en el hecho de que la deformación
plástica es esencialmente un proceso irreversible. Mientras que la de-
formación elástica depende solamente de los estados de tensión o
deformación iniciales y finales y, por tanto, los resultados son inde-
pendientes de la historia de la carga, la deformación plástica total de-
pende no solamente de la carga final, sino también de la forma de
variación recorrida. Por consiguiente, el aumento de la deformación
plástica está determinado por el tipo de ciclo de carga. El valor final
de una componente de deformación plástica viene dado por la integral
de los incrementos de dicha componente a lo largo de la historia de
carga que ha experimentado el material.
La carga proporcional es una condición particular que simplifica
el análisis. En cargas proporcionales, los componentes de tensión
aumentan en una relación constante,
c/cr i d<Ji do~i
[3-391
O-, cr 2 cr3
En este tipo de carga, se pueden expresar las deformaciones en función
del estado de tensión final, ya que este especifica la historia de la
tensión.
Las teorías matemáticas de la plasticidad se pueden dividir en dos
tipos generales. Las teorías de deformación relacionan las tensiones
con las deformaciones, mientras que las teorías de flujo relacionan las
tensiones con la velocidad de deformación. Las teorías de deforma-
ción utilizan un m é t o d o de promediar sobre toda la historia de la
deformación y relacionan la deformación plástica total con la tensión
final. Este tipo de teoría es válido cuando el material está sometido a
carga proporcional, pero generalmente no se considera s e g u r o 1 cuando
1
B. Budiansky afirma que las teorías de deformación en la plasticidad de«
berían ser válidas para procesos de carga diferentes a la carga proporeiOMli
/. Appl. Mech., vol. 26, núm. 2, pdgs. 259-64, 1959.
varía la dirección de carga durante el ensayo. Las teorías de flujo con-
sideran una sucesión de i n c r e m e n t o s de distorsión infinitesimales en
los q u e la tensión i n s t a n t á n e a está relacionada con el i n c r e m e n t o de
la velocidad de deformación. D e b i d o a que la teoría de flujo considera
la d e f o r m a c i ó n instantánea, es conveniente p a r a describir las defor-
maciones plásticas grandes.
Existe cierto número de hipótesis generales que son c o m u n e s a to-
das las teorías de la plasticidad. Se considera que el metal es continuo
e isótropo. Se supone que los ejes principales de la tensión y d e f o r m a -
ción plásticas coinciden siempre. Los efectos del tiempo se desprecian
n o r m a l m e n t e , de forma que los materiales viscoelásticos se excluyen
de las teorías que se p r e s e n t a n en este capítulo. Para los valores de
tensión q u e se e n c u e n t r a n u s u a l m e n t e , una hipótesis convenienie es
considerar que el volumen permanece constante. Esto conduce también
a la útil relación que establece que la suma de las d e f o r m a c i o n e . rea-
les principales es igual a c e r o :

€i + €i + e . s - 0

La invariabilidad de volumen requiere también que la relación de


Poisson a u m e n t e desde su valor elástico hasta un valor de 0,r) para
el e s t a d o plástico. E x p e r i m e n t o s realizados d e m u e s t r a n que la rei ición
de Poisson a u m e n t a con la d e f o r m a c i ó n plástica progresiva hasta este
valor límite, pero f r e c u e n t e m e n t e se estable la hipótesis incorrecta de
que ^ = 0,5 para todos los valores de la deformación plástica.
D e s g r a c i a d a m e n t e , n o existe una relación sencilla e n t r e tensiones
y d e f o r m a c i o n e s en la zona plástica como la que hay en la deforma-
ción elástica. U n a simplificación evidente es suponer que el flujo plás-
tico prosigue b a j o un valor c o n s t a n t e de la tensión de fluencia (límite
elástico), e s t o es, que n o hay e n d u r e c i m i e n t o por deformación. La teo-
ría plástica basada en el c o m p o r t a m i e n t o plástico ideal, ha experimen-
t a d o un desarrollo mayor que las teorías que consideran el endureci-
m i e n t o por deformación del m e t a l . Un m é t o d o para tener en cuenta
el endurecimiento por deformación consiste en utilizar los datos expe-
rimentales representándolos c o m o funciones invariantes tensión-defor-
mación. En los análisis de operaciones de conformación en las que
intervienen grandes d e f o r m a c i o n e s plásticas, es práctica común intro-
ducir el e n d u r e c i m i e n t o p o r d e f o r m a c i ó n utilizando un valor medio
del límite elástico.
E l desarrollo de m u c h a s t e o r í a s sobre la plasticidad está b a s a d o en
la p r e m i s a de que el d e s v i a d o r d e tensiones es proporcional al incre-
m e n t o de la deformación. Ello equivale a decir que los p a r á m e t r o s de
la tensión y deformación d e L o d e son iguales, p. = v. A u n q u e experi-
m e n t a l m e n t e se ha d e m o s t r a d o la existencia de desviaciones de la re-
lación d e Lode, parece ser q u e la proporcionalidad e n t r e el desviador
de tensiones y el i n c r e m e n t o d e la deformación es una aproximación
r a z o n a b l e m e n t e buena. .
Para conseguir una simplificación adicional A f j
pone frecuentemente que el cuerpo actúa como Un
rígido. Partiendo de esta hipótesis, • se desprecia toda deformad*
tica y la deformación total se considera completamente plástica. Esta
hipótesis es adecuada cuando la deformación plástica es grande, por-
que las deformaciones elásticas son comparativamente despreciables.
Sin embargo, en muchos problemas, el cuerpo se deforma poco por
encima del límite elástico, de manera que las deformaciones elásticas
y plásticas son de magnitud comparable. En este caso, es preciso con-
siderar las deformaciones elásticas en los análisis. La deformación es,
entonces, la suma de la deformación elástica y de la plástica:

[3-40]

Sin embargo, a causa de la hipótesis de la invariabilidad de volumen,


la componente plástica de la componente hidrostática de deformación
ha de ser igual a cero:

Por consiguiente, el desviador de la deformación plástica es igual a la


deformación plástica:
c€i p -— ce ''i [3-4i;

3-9. T e o r í a s de f l u e n c i a . Material plástico ideal rígido.—Tra-


bajos realizados por St. Venant, Levy y Von Mises h a n dado como
resultado una teoría de fluencia para un material plástico idealmente
rígido, basada en la proporcionalidad entre el desviador de tensiones
y la velocidad de deformación. Más adelante se dan las ecuaciones de
Levy-Von Mises para un sistema general de coordenadas. X es una
constante de proporcionalidad y cr„, es la componente hidrostática de
la tensión. Obsérvese que un p u n t o sobre el símbolo que representa
la deformación indica derivada de la deformación respecto al tiempo,
esto es, la velocidad de deformación,

crx — crm — crx' = 2kéx rxy = \yxy


cr/ = 2\éy Tn = kyyt [3-42]
<r/ = 2 \ é ; T„ = K yxl

En términos de las tensiones principales, las ecuaciones de Levy-


Von Mises se pueden escribir

or,' = 2A¿i cr2' = 2Àé2 o y = 2À£3 [3-43 j

Estas ecuaciones son similares a las de viscosidad para un fluido


incompresible. La diferencia importante es que, en el caso de los flui-
dOi, l a constante de proporcionalidad A es una verdadera constante
del m a t e r i a l : el coeficiente de viscosidad. En el caso de un cuerpo
plástico, el valor de X d e p e n d e de los valores de la tensión y do la
deformación, k se puede valorar c u a n d o se establece el criterio de
fluencia.
El criterio de Von Mises está dado por

Ji = k2
o bien 2cr 2
3
2 / 2 = ( O Y ) + Í O - . V + (o7)-' = ~ ~ [3 (41

S u s t i t u y e n d o las Ees. [3-43] en la [3-44], tenemos

+ + 13 1 5 ]
6

La c a n t i d a d éii + é22 + é¡2 es un invariante de la velocidad de deforma


ción. S u s t i t u y e n d o la Ec. [3-45] en las Ees. [3-43], t e n e m o s

v /_ 2 cr 0 ¿i

Para a{ y cr¡ se obtienen ecuaciones análogas.


Las Ees. [3-43] se pueden escribir:

6X
o w
20"1 - 02 - O3 = — d£i
dt

lor2 - o~i - o"3 = de2 [3-4 7]


dt

2cr¡ - <r, - cr2 = — de,


dt

y e l i m i n a n d o 6 \ / d t en estas ecuaciones r e s u l t a :

2^-0-2-0-3 de¡
2 cr2 -03-01 de2
[3-48]
2cr¡ -02 - 03 de 1
2o3 — o - ] — o 2 de¡

Las d o s ecuaciones anteriores, m á s la relación de invariabilidad de


volumen e¡ + e2 + e3 = 0, constituye un sistema de ecuaciones diferen-
ciales que deben ser integradas a lo largo del recorrido particular de
tensión o deformación para la resolución de un problema concreto.
Material elástico-plástico.—Los t r a b a j o s de Prandtl y Reuss se han
encaminado principalmente a extender las ecuaciones de Levy-Von Mi-
ses para t e n e r en cuenta t a n t o las deformaciones elásticas c o m o las
plásticas. Al discutir esta teoría es necesario diferenciar e n t r e la de-
formación elástica, e E , y la deformación plástica, €p. Suponiendo que la
velocidad de variación de la deformación plástica es proporcional al
desviador de tensiones, tenemos

2Ge, p ' = Xcr1' 2 Ge 2 p ' = Xo-2' 2G¿ 3 '" = Xcr3' [3-49]

La derivada respecto al tiempo de la ley de Hooke, expresada en tér-


minos de los desviadores de tensiones y deformaciones (Ec. [2-50]),
proporciona las correspondientes ecuaciones para la deformación elás-
tica :
2Gé1C'--=ÓY 2Gé¡E' = &2 2Cí 3 t " = Ó- 3 ' [3-50]

C o m b i n a n d o las Ees. [3-49] y [3-50] t e n e m o s las expresiones para la


derivada respecto al t i e m p o de la deformación total:

2Gi{ = &,' + XCTI' 2GE/ = ó-2' + AoV 2Ge 3 ' = &}' + Xcr3' [3-51]

Si s u p o n e m o s que se aplica el criterio de fluencia de Von Mises y que


no hay ningún e n d u r e c i m i e n t o por d e f o r m a c i ó n ,

/2=o
De la Ec. [3-44],

A = o- 1 '(o- 1 ') 2 + (r 2 '(o- 2 ') 2 + o- 3 '(o- 3 ') 2 = 0 [3-52]

Esta expresión se p u e d e utilizar para eliminar la c o n s t a n t e de pro-


porcionalidad X en la Ec. [3-51]. Sin embargo, para simplificar, se
introduce 1 la c a n t i d a d Ú0'. Esta cantidad es la velocidad de variación
de la energía de d e f o r m a c i ó n c o r r e s p o n d i e n t e a la distorsión, en opo-
sición a la energía de d e f o r m a c i ó n r e q u e r i d a para variar el v o l u m e n :

Úo =o-i'éi +cr2'é2'+ crj€}' [3-53]

Utilizando las Ees. [3-52] y [3-53] y el criterio de fluencia ¡2=k2, es


posible o b t e n e r la relación

2GÚÓ = 2kk} [3-54]

Las relaciones tensión-deformación de las ecuaciones de R e u s s se ob-


1
Esta deducción sigue el método dado por PRAGER y HODGE, op. cit,,
págs. 27-29.
lELEMl IS DE I TEORL lE LA •»STiCld [CAI

tienei. sustituyendo la £ c . [ 3 o 4 ] en la [3-52] y resolviéndolas para la


velocidad de carga:
3 i/o'
JC i •crf
*''- ( '- S - ' )
• / i/^ i • ' ^ i/o
cr2 = 2G( e2 - ^ c r 2 L 3-55 j

cr3' = 2G ( e 3 ' - a{
2 (Ta

Estas ecuaciones proporcionan la velocidad de variación del d e s v i a d o r


de tensiones, siempre que h = kz y Ú0' > 0. Para obtener la velocidad
de variación de la tensión es preciso recordar que <r, = <r¡' + &". De la
Ec. [2-51]
c r " = 3*e e " [3-56]

C u a n d o la tensión se e n c u e n t r a en la región elástica, o en la descarga


en la plástica, no son aplicables las Ees. [3-55]. Las ecuaciones ade-
cuadas son las de la elasticidad, tales c o m o la [2-501.

3-10. T e o r í a s d e la d e f o r m a c i ó n H e n c k y ha propuesto q u e
para pequeñas deformaciones el desviador d e tensiones puede consi-
derarse proporcional al desviador de d e f o r m a c i o n e s :

a = 2 G fe 3-5;

En la Ec. [3-57] se desprecian las d e f o r m a c i o n e s elásticas. G,. es un


módulo de cizallamiento plástico que varía en función de los valores
de tensión y deformación. A causa de la hipótesis de la invariabilidad
de volumen e " = 0 y e' = e. P o r tanto, la Ec. [3-57] se puede d e s a r r o -
llar en t é r m i n o s de las tensiones y d e f o r m a c i o n e s principales para dar

2<T| - c r 2 - 0 - 3 1 1
ti
6Gp 3 Cp
cr¡-~ (0-2 + 0-.,) J_
EP
o-, - - O": n ,»
2 (Ti -O"! -0-3 1
(Ti - y (cr¡ + cr}) L 0~2 • - j (<r¡ 4 fr;)
6 G,, 3 Gp L E~P
J_
fc
2cr3 -o-¡- -(Tí 1 1 ,
3 0V (cti + rr 2 ) 0-3- • - I - (O"! + <J;)
6G, 3G P EP
3-58]

Es evidente la analogía entre el s e g u n d o m i e m b r o de las Ees. 1-3-58]


y las ecuaciones de la elasticidad que expresan la deformación en
términos d e las tensiones principales (Ees. [ 2 - 2 3 ] ) . En el caso plásti-
co, la relación de Poisson se ha t o m a d o igual a f Ep se puede con si-
derar como un módulo plástico que es realmente una variable depen*
diente de la tensión y de la deformación. En la figura 3-6 se muestra
la determinación del valor de Ep a partir de una curva invariante ten-
sión-deformación :

N a d a i 1 ha desarrollado relaciones similares a las Ees. [3-58] ba-


sadas en la igualdad de los parámetros de tensiones y deformaciones
de Lode. El hecho de que p. = v conduce a la conclusión de que las
relaciones entre las tensiones y defor-
maciones cizallantes principales son
iguales, y a partir de estas tres re-
laciones se pueden deducir las co-
rrespondientes ecuaciones. Por esta
razón, las relaciones como las ecua-
ciones [3-58] se denominan frecuen-
temente ecuaciones de Nadai.
En una teoría de deformación, co-
mo la propuesta por las ecuacio-
nes de Hencky y Nadai, la defor-
deformación «fcctlvc
mación plástica total es proporcional
al desviador de tensiones, mientras Frc. 3-6.—Definición de E„.
en una teoría de flujo, como la que
propone las ecuaciones de Reuss, los incrementos de la deforma-
ción plástica son proporcionales al desviador de tensiones. La teoría
de Hencky proporciona resultados que están de acuerdo con la teoría
de flujo, siempre que los ejes principales de la tensión y de la defor-
mación se conserven en coincidencia durante el proceso de deforma-
ción, y con tal de que se mantenga una carga proporcional. La teoría
de Hencky no es satisfactoria para grandes deformaciones, pero se
utiliza frecuentemente para pequeñas deformaciones plásticas debido a
que ofrece cierta comodidad matemática.

3-11. Fluencia plástica en dos dimensiones. Deformación pla-


n a — E n muchos problemas prácticos, como la laminación y la embu-
tición, se puede considerar que todos los desplazamientos están limi-
tados al plano xy, de forma que, en el análisis, se pueden despreciar
las deformaciones en la dirección z. Esto se conoce como un estado
de deformación plana. Cuando en un problema es difícil obtener una
solución tridimensional exacta, se puede conseguir una buena indica-
ción de la deformación y de las fuerzas requeridas, considerando el
problema análogo de deformación plana.

' A . NADAr: "Plasticity", págs. 77-79, McGraw-Hill Book


Nueva York, 1931.
Puesto que un material plástico tiende a d e f o r m a r s e en todas las
direcciones, para crear un e s t a d o de d e f o r m a c i ó n plana es preciso im-
pedir el flujo en una dirección. E s t o se p u e d e conseguir por medio de
una barrera lubricada e x t e r i o r m e n t e , p. ej., la pared de una matriz
(Fig. 3 - 7 a ) . También p u e d e conseguirse a p a r t i r d e situaciones en las
que solo p a r t e del material está d e f o r m a d o y el material rígido situado
fuera de la zona plástica impide la extensión d e la deformación (figu-
ra 3-7 b).
A u n cuando la deformación en una de las direcciones principales

/
/ ' , " 00
punzón punzón X

n metal
plástico
rígido

'//////A
« * rígido

W77m777/'. V/////S
y inuiiu
matriz
V'/////////'//,'. Y//////,///''
(al (¿>

FIG. 3 - 7 . — M é t o d o s para producir i m p e d i m e n t o p l á s t i c o .

es igual a cero para la d e f o r m a c i ó n plana, de esto no se d e s p r e n d e que


exista una tensión cero en esta dirección. Se p u e d e d e m o s t r a r 1 que
para la deformación plana crz= (o-x + o-y)/2 o <r} = (o-t + o-,) /2. Si se sus-
tituye este valor en la expresión p a r a el criterio de fluencia de Von
Mises, el criterio de fluencia para la d e f o r m a c i ó n plana se transfor-
ma en
2
(Ti - (Ti': <: I.'.IO: [3-601

El criterio de fluencia de la tensión cizallante máxima se puede ex-


presar por o"!-or 3 = cro = 2A:. Sin e m b a r g o , con el estado de deformación
plana que define el valor de o-3> la tensión principal m í n i m a será rr2 y
el criterio d e tensión cizallante se debería escribir

cri-cr1 = o-c, = 2k [3-611

En la Ec. [3-61] k es el límite elástico en cizallamiento puro. Sin


embargo, basándonos en el criterio de fluencia d e Von Mises, la rela-
ción entre el. límite elástico en tracción y el límite elástico en cizalla-

'HOFFMAN, O.. y G. SACHS: " I n t r o d u c t i o n to t h e T h e o r y of P l a s t i c i t y F™ En-


gineers", pdg. 118, McGraw-Hill B o o k C o m p a n y , Inc., N u e v a Y o r k , 1953.
PsEG, Pi TIO™ ii te IMM

miento (Ec. [3-21]) está dado por cr 0 = v ' S t . Por


Ec. [3-60] se transforma en o-,-cr 2 = 2A:. De este
de deformación plana, los dos criterios de fluencia
y se puede considerar que la fluencia en dos dimensiones ocüir
cuando la tensión cizallante alcance un valor crítico k. La Ec. [3-61]
es igualmente válida cuando se escribe en términos del desviador de
tensiones:
o"i'-o- 2 ' = (To=2fc [3-62]

3-12. Teoría de los c a m p o s de deslizamiento.—Consideremos


un elemento de volumen en deformación plana dentro de una zona
plástica de un cuerpo. La figura 3-8 a representa el estado de tensión

cr, -cr +Á

Y£r2 = cr"- i
(a) ib) le)

FIG. 3 - 8 . — E s t a d o b i d i m e n s i o n a l de tensiones en d e f o r m a c i ó n plana.

bidimensional con respecto a coordenadas cartesianas arbitrarias. Es


1
posible determinar los planos principales de forma tal que las tensiones
f cizallantes desaparezcan (Fig. 3-8 b). Las tensiones principales son sim-
plemente funciones de la componente esférica de la tensión cr" y de
la tensión cizallante k. Esta última es constante a lo largo de toda la
zona plástica si se desprecia el endurecimiento por deformación, pero
cr" varía de un punto a otro. La tensión cizallante máxima se repre-
sentará en planos a 45° con respecto a la dirección de las tensiones
principales. De este modo, la tensión cizallante crítica, k, se alcanza-
! rá primeramente sobre estos planos. Este estado se muestra en la fi-
j gura 3-8 c, en la que se puede apreciar que la tensión cizallante máxi-
I ma se presenta en dos direcciones ortogonales designadas por a y (3.
Estas líneas de tensión cizallante máxima se denominan líneas de
i deslizamiento. Las líneas de deslizamiento tienen la propiedad de que
| la deformación cizallante es máxima y la deformación lineal tangente
| a su dirección es cero. Sin embargo, se debe prestar cuidadosa aten-
¡ ción al hecho de que las líneas de deslizamiento a que nos acabamos
d« rtferir n o i o n l i s líneas o bandas de deslizamiento observadas con
el microscopio sobre la superficie de los metales deformados plásti-
camente. Este último tipo de líneas de deslizamiento se discute más
extensamente en el próximo capítulo.
Comparando los estados d e tensión b) y c) de la figura 3-8, se
observa que las tensiones principales tienen una dirección de 45" con
respecto a las líneas de deslizamiento. Se pueden determinar los va-
lores de las tensiones principales si se conoce cr", puesto que

ct\ — cr" + k
[3-63]
a2 = cr" - k

Si cr" es constante en toda la zona, las líneas de deslizamiento son


rectas.
Sin embargo, si las líneas de deslizamiento se curvan en un ángu-
lo se cumplen las relaciones siguientes:

<r" + 2k(¡> = c o n s t a n t e a lo largo de la línea a


[3-64]
cr" — 2k(¡) = constan te a lo largo de la linca (•}

Puesto que no puede haber nin-


superficie guna fuerza tangencia! re altante
libre en una superficie libre, siv- líneas
de deslizamiento deberán formar
un ángulo de 45" con la super-
c r , ' - 2k
ficie (Fig. 3-9). F.n las superfi-
cies libres no existen tensiones
normales resultantes, por tanto,
ít\ = 0 , y de las Ees. [3-631 tene-
mos que cr" = -k. Por consiguien-
te, cr,r=_2/c, y la tensión princi-
Fie. 3-9.—Campo de líneas de desli-
zamiento en la superficie libre. pal transversal es de compresión
con un valor de 2k.
Otro ejemplo del uso de las líneas de deslizamiento lo tenemos
en la deformación de un metal plástico ideal por un punzón p i a n o 1 .
La fricción entre la cara del punzón y el metal se considera despre-
ciable. La deformación plástica comienza p r i m e r a m e n t e en las esqui-
nas del punzón, lo que d a c o m o resultado un c a m p o de líneas de des-
lizamiento como el que se m u e s t r a en la figura 3-10. Consideremos el
punto M. Puesto que está en una superficie libre, la tensión normal es
cero y cr" = k. De acuerdo con las Ees. [3-64], la ecuación de esta
línea de deslizamiento se puede escribir cr" + 2k<f)-k. El valor de a"

1
D. TABOR: "The Hardness of Metals", pags. 34-37, Oxford Universitv Press
Nueva York, 1951.
no sufre variación hasta que se alcanza el punto N, ei
de deslizamiento se desvía de la recta. De N a Q se desvfa hasta Un
ángulo cuyo valor es (f¡ - - n/2, de forma que la ecuación en el pun-
to Q es cr" -2k{v/2) = k. Como quiera que $ no experimenta más

cr, =0
i
R \M

Fie. 3-10.—Campo de líneas de deslizamiento producido por impresión


de un punzón.

variación hasta alcanzar el punto R, la tensión principal normal a la


superficie en R es

cr l s = cr" + k = ( k + 2k^- ) +k

o bien
cr1;(=2À:(l + y )

0-2, = 11
2k —

Si seguimos una cualquiera de las otras líneas de deslizamiento, ten-


dremos, del mismo modo, que la tensión normal es 2 f c ( l + i r / 2 ) . Por
consiguiente, la presión es uniforme en toda la cara del punzón e
igual a
cr,=2A:(l-fy) [3-65]
Puesto que k = a0/ v/I,
cr, = crmáx = — — ( 1 + — ) 3cr0 [3-66]

Entonces, la teoría nos dice que el flujo plástico, con la huella resul-
tante, ocurrirá c u a n d o la tensión a través de la cara del punzón sea
igual a tres veces el límite elástico en tracción.
El ejemplo anterior es relativamente sencillo y representa una si-
tuación excesivamente idealizada. Sin embargo, el método de los cam-
pos de deslizamiento, a veces denominado método de la sección plás-
tica de Hencky, es un artificio analítico importante para resolver pro-
b l e n u s difíciles de plasticidad. Se ha utilizado en el análisis de pro-
blemas tridimensionales, p. ej., en la fluencia de una probeta de trac-
ción entallada 1 y en la laminación en caliente de un " s l a b " 2 . P r a g e r 3
y Thomsen 4 han dado métodos generales para la construcción de cam-
pos de líneas de deslizamiento. Sin embargo, no existe ningún método
sencillo para comprobar la validez de una solución. La comprobación
experimental parcial de los campos de lineas de deslizamiento se ha
conseguido, para los aceros suaves, por medio de técnicas de ataque ;
que delinean las zonas deformadas plásticamente.

BIBLIOGRAFIA

HILL, R . : " T h e M a t h e m a t i c a l T h e o r y of P l a s t i c i t y " , O x f o r d University Press,


N u e v a Y o r k , 1950.
HOFFMAN, 0 . , y G. SACHS: I n t r o d u c t i o n t o t h e T h e o r y of P l a s t i c i t y fui En
g i n e e r s " , M c G r a w - H i l l B o o k C o m p a n y , Inc., N u e v a Y o r k , 1953.
NADAI, A . : " T h e o r y of F l o w a n d F r a c t u r e of S o l i d s " , 2. a ed., vol. I, MiJiraw
Hill B o o k C o m p a n y , Inc., N u e v a Y o r k , 1950.
PHILLIPS, A . : " I n t r o d u c t i o n to Plasticity", The Ronald Press Company. Nue
va Y o r k , 1956.
PRAGER, W . : " A n I n t r o d u c t i o n to P l a s t i c i t y " , A d d i s o n - W e s l e y P u b l i s h i n g Com
pany, R e a d i n g , Mass., 1959.
— y P. G. HODGE, J r . : " T h e o r y of P e r f e c t l y P l a s t i c S o l i d s " , J o h n Wi-
ley & S o n s , Inc., N u e v a Y o r k , 1951.

1
R. H I L L : Quart. ]. Mech. Appi. Matti, voi. 1, pàgs. 40-52, 1949.
2
J. M. ALEXANDER: Proc. Inst. Mach. Engn., ( L o n d r e s ) , voi. Ih';, pai:
nas 1021-30, 1955.
3
W . PRAGER: Trans. Roy. Inst. Technol., E s l o c o l m o , n ù m . 65, 1953.
4
E. G . THOMSEN : /. Appi. Medi., voi. 24, p.i-s. 81-81, 1<>57.
5
B. B. HUNDV: Metallurgia, voi. 49, mini 2 9 ) , p;igs. 109-18. 195-1.
PARTE SEGUNDA

FUNDAMENTOS METALURGICOS
CAPITULO 4

DEFORMACION PLASTICA DE MONOCRISTALES

4-1. Introducción.—Los tres capítulos anteriores han tratado de


la descripción fenomenológica del comportamiento elástico y plástico
de los metales. En ellos se ha demostrado que las teorías matemáticas
formales desarrolladas para describir el comportamiento mecánico de
los metales están basadas en las hipótesis simplificadas de que los me-
tales son homogéneos e isótropos. Que esto no es cierto resulta evi-
dente para cualquiera que haya examinado la estructura de los metales
con el microscopio. Sin embargo, estas teorías son perfectamente ade-
cuadas para el diseño en el caso de metales de grano fino sometidos
a cargas estáticas dentro de la zona elástica. En la zona plástica, las
teorías describen el comportamiento observado, aunque n o con la pre-
cisión necesaria en algunos casos. En condiciones de carga dinámica
y de choque, nos vemos forzados, en general, a confiar principalmente
en datos obtenidos experlmentalmente. Como la hipótesis de que es-
tamos tratando con un medio isótropo y homogéneo se hace cada vez
menos sostenible, disminuye nuestra capacidad para predecir, por me-
dio de las teorías de la plasticidad y de la elasticidad, el comporta-
miento de los metales sometidos a tensiones.
Siguiendo al descubrimiento, realizado por Von Laue en 1912, de
la difracción de rayos X por cristales metálicos y a la comprobación
de que los metales están fundamentalmente compuestos de átomos dis-
puestos en redes geométricas específicas, ha habido un gran número
de investigaciones relativas a las relaciones entre la estructura atómi-
ca y el comportamiento plástico de los metales. Gran parte del trabajo
fundamental sobre la deformación plástica se ha realizado con mues-
tras de monocristales, de manera que se eliminasen los efectos de los
límites de grano y las restricciones impuestas por los granos vecinos
y las partículas de una segunda fase. Existen diferentes fuentes biblio-
gráficas en las que se describen técnicas para la preparación de mo-
nocristales 2' 3.
En este capítulo se estudian los mecanismos básicos de la defor-
mación plástica en los monocristales. Este tema se amplía en el capí-
tulo siguiente, donde se considera la deformación plástica en muestras
1
R. W. K. HONEYCOMBE: Met. Reviews, vol. 4, nüm. 13, p a s s . 1-47, 1959.
2
A. N . HOLDEN: Trans. A S M , vol. 42, pigs. 319-46, 1950.
3
W, D. LAWSON y S. NIELSEN: "Preparation of Single Crystals", Academic
Press, Inc., Nueva York, 1958.
85
. Efiitatlnai. 8« p n i t i r i atención principal i la d e t e r m i e l é n en
tracción. El comportamiento fundamental de la deformación en la
fluencia lenta ("crcep") y en la fatiga se estudian en capítulos dedi-
cados especialmente a estos temas. La teoría de las dislocaciones, que
desempeña un papel tan i m p o r t a n t e en los conceptos actuales de la
deformación plástica, se i n t r o d u c i r á en este capítulo con la amplitud
necesaria para que p r o p o r c i o n e una comprensión cualitativa de los
conceptos m o d e r n o s de- la d e f o r m a c i ó n plástica. En el capítulo 6 se
trata con más detalle la teoría de las dislocaciones. A este seguirá un
capítulo relativo a los a s p e c t o s f u n d a m e n t a l e s de la f r a c t u r a y otro
sobre la fracción interna y los e f e c t o s anelásticos.

4 - 2 . C o n c e p t o s de g e o m e t r í a d e l o s cristales.—Los análisis de
la difracción de rayos X m u e s t r a n que los á t o m o s en un cristal de un
metal están dispuestos en un p a t r ó n tridimensional regular y repetido.
El procedimiento más sencillo p a r a r e p r e s e n t a r la ordenación atómica
de los metales es el que p r o p o r c i o n a n las r e d e s cristalinas, con las
que se obtiene una imagen m e n t a l de los á t o m o s c o m o si f u e r a n esferas
d u r a s situadas en posiciones d e t e r m i n a d a s de una ordenación geo-
métrica.
La e s t r u c t u r a cristalina m á s elemental es la red cúbica si i pie
(Fig. 4-1). Se trata del tipo de célula unidad q u e se e n c u e n t r a orí los
cristales iónicos, p. ej., en el NaCl
y LiF, pero n o se e n c u e n t r a en nin-
g u n o de los metales. A través de
uno de los vértices de la célula se
trazan tres ejes perpendiculares entre
sí. Los planos y direcciones crista-
lográficas se especificarán con res-
pecto a estos ejes utilizando los ín-
dices de Miller. Un plano cristalo-
gráfico se especifica cu función de
la longitud de sus intersecciones so-
bre los tres ejes, medida a partir
del origen de los ejes de coordena-
Estructura cúbica simple. das. Para simplificar las fórmulas
cristalográficas se utilizan los inver-
sos d e estas intersecciones, q u e se reducen a u n m í n i m o común de-
n o m i n a d o r para obtener los índices de Miller (hkl) del plano. Así,
p. ej., el plano ABCD de la figura 4-1 es p a r a l e l o a los ejes x y z
y c o r t a al y a u n a d i s t a n c i a i n t e r a t ó m i c a a.:. P o r consiguiente, los
índices del plano son 1 / c c , 1/1, l / c c , o (/jW) = (010). El plano
EBCF p o d r í a designarse c o m o el p l a n o (100), p u e s t o que el origen
del sistema de c o o r d e n a d a s p u e d e d e s p l a z a r s e hasta G, debido a
que t o d o s los p u n t o s de u n a red espacial tienen la misma orde-
nación de p u n t o s que c u a l q u i e r o t r o punto. El trazo sobre uno de
de ejes. Se utiliza la notación {100} cuando se consideran como grupo
o familia de planos.
Las direcciones cristalográficas se indican por enteros encerrados
en corchetes: [uvw], Los inversos no se utilizan al determinar direc-
ciones. Por ejemplo, la dirección de la línea FD se obtiene desplazán-
dose a partir del origen una distancia ao a lo largo del eje x y una
distancia igual en el sentido positivo del eje y. Entonces los índices de
esta dirección son [110]. Una familia de direcciones cristalográfica-
mente equivalentes se designa por <uvw>. Para las redes cúbicas una
dirección es siempre perpendicu-
lar al plano que tiene los mismos
índices.
La mayor parte de los metales
comunes tienen una e s t r u c t u r a
cristalina que puede ser cúbica
centrada (cc) o cúbica de caras
centradas (ccc). La figura 4-2 a
muestra una célula unidad cúbi-
ca centrada, con un átomo en ca-
da uno de los vértices y otro en
el centro del cubo. Los átomos
de cada vértice están rodeados
por ocho átomos adyacentes, co-
mo ocurre con el átomo central
de la célula. Por tanto, hay dos
átomos por célula unidad en la es-
tructura cúbica centrada (8 .'8 + 1).
Los metales típicos que tienen esta
estructura cristalina s o n : el hie-
rro alfa, el niobio, el tantalio, el
cromo, el molibdeno y el volfra-
mio. La figura 4-2 b muestra la
célula unidad de una estructura
cristalina cúbica de caras centra-
das. Además de un átomo en ca-
da vértice, hay un átomo en el
centro de cada una de las ca-
ras del cubo. Puesto que estos
últimos á t o m o s pertenecen a dos
células unidad, existen cuatro áto-
mos por célula unidad en la es- FIG. 4 - 2 . — a ) Estructura cúbica centra-
tructura cúbica de caras centra- d a ; b) estructura c ú b i c a d e caras cen-
tradas.
1 + 6 / 2 ) , El aluminio, el cobre, el oro, el plomo, la plata y el
níquel ton metales comunes cúbicos de caras centradas.
La tercera estructura cristalina metálica frecuente es la hexagonal
compacta (he) (Fig. 4-3), A fin de especificar planos y direcciones en
la estructura he, es conveniente utilizar el sistema Miller-Bravois con
c u a t r o índices del tipo ( h k i l ) . Estos índices se refieren a c u a t r o ejes;
los ejes a¡, a2, están separados
120° en el plano base y el eje ver-
tical c es normal al plano base
En la figura 4-3 se muestran es-
tos ejes y planos típicos en la es-
tructura he. El tercer índice está
relacionado con los dos primeros
por la relación - (h i - k ) .

plano de base (0001) -ABCDEF


p l a n o de prisma (lOTO) - FEJH
p l a n o s de pirámide
tipo I, orden 1(10T1) - OHJ
tipo I , orden 2 ( 1 0 1 2 ) - KJH
tipo H , o r d e n 1 (1121) - GHL
t i p o H , o r d e n 2 ( 1 1 2 2 ) - KHL
eje diagonal [1120] - FGC

FIG. 4-3.—Estructura hexagonal com- •ic. 4-4.—Apilamiento comp.u


pacta. esferas.

La estructura cúbica d e caras c e n t r a d a s y la hexagonal compacta


pueden construirse a p a r t i r de apilamientos d e planos c o m p a c t o s de
esferas. La figura 4-4 m u e s t r a las dos f o r m a s distintas de apilar las
esferas. La primera capa de esferas está dispuesta de tal m a n e r a que
c a d a esfera se halle r o d e a d a y toca a otras seis. En la figura se repre-
s e n t a por círculos de t r a z o s continuos. Sobre esta primera se p u e d e
colocar una segunda capa compacta d e esferas, de forma q u e los cen-
t r o s d e los átomos del segundo plano cubran la m i t a d de las h o n d o -
n a d a s de la capa inferior (círculos de trazo i n t e r r u m p i d o en la figu-
r a 4 - 4 ) . Existen dos f o r m a s de añadir esferas p a r a o b t e n e r un tercer
p l a n o compacto. A u n q u e las esferas de la tercera capa deben coincidir
con las hondonadas del segundo plano, p u e d e n i l t u a r i e o
las h o n d o n a d a s sin cubrir del primer plano (los puntos d e la Flg. 4*4)
o directamente sobre los á t o m o s de dicho plano (las cruces de la
Fig. 4-4). La primera posibilidad da como resultado una secuencia de
apilamiento ABCABC..., que se halla en los planos { 1 1 1 } de las es-
tructuras ccc. La otra posibilidad da una secuencia ABAB..., que se
halla en los planos (0001) de las estructuras he. Para el empaqueta-
miento he ideal, la relación c/a es \ / 8 / 3 o 1,633. La tabla 4 : 1 mues-
tra que los metales he reales se desvían d e la relación ideal c/a.

TABLA 4-1

Relaciones axiales de algunos metales hexagonales


Meta! c/a
Be 1,568
Ti 1,587
Mg 1.623
He ideal 1,633
Zn 1,856
Cd 1.886

Las estructuras ccc y he son ambas densas. En estas estructuras


el 74% del volumen de la célula unidad está ocupado por átomos en
un modelo de esferas duras. Esto contrasta con el 68% de compacidad
para la célula unidad ccc y el 52% del volumen ocupado por átomos
en la célula unidad cúbica simple. La deformación plástica está ge-/
neralmente confinada a planos de índices bajos, que tienen una mayor |
densidad de á t o m o s por unidad de área que los planos de índices altos.
La tabla 4-2 relaciona la densidad atómica por unidad de área de los.

T A B L A 4-2

Densidad atómica de planos de índices bajos

Densidad atómica, Distancia


Estructura cristalina Plano átomos p o r entre planos
área unidad

Cúbica de caras centradas. Octaédrico { 1 1 1 } 4/<J(i2


Cúbico { 1 0 0 } 2/ao2 flo/2
Dodecaédrico { 1 1 0 } 2/,/W <Jo/2 Jl
Cúbica centrada Dodecaédrico { 1 1 0 } 2/¿2a¿ aj/2
Cúbico { 1 0 0 } l/V flo/2
Octaédrico {111} W 3 a«2 flo/2 V3
Hexagonal compacta Basal { 0 0 0 1 } 1/3 */l an2 c
unei. Obsérvese que, en las estructuras
IROS de m a y o r d e n s i d a d a t ó m i c a son t a m b i é n 1 <\s m á s
limen te separados.

4-3. D e f e c t o s r e t i c u l a r e s . — L o s cristales reales se desvian, en


cierto n ú m e r o de f o r m a s i m p o r t a n t e s , de la periodicidad perfecta que
se estableció como hipótesis en la sección anterior. A u n cuando el
concepto de red perfecta es a d e c u a d o para explicar en los metales las
propiedades insensibles a la estructura, para una m e j o r comprensión de
las p r o p i e d a d e s sensibles a la estructura ha sido preciso considerar
cierto n ú m e r o de tipos de d e f e c t o s reticulares. Entonces, la descrip-
ción de las propiedades sensibles a la e s t r u c t u r a se reduce, en gran
parte, a describir el c o m p o r t a m i e n t o de estos defectos.

Insensibles a la estructura Sensibles a la estructura

C o n s t a n t e s elásticas C o n d u c t i v i d a d eléctrica
P u n t o de fusión P r o p i e d a d e s de los semiconduci íes
Densidad Límite elástico
Calor específico Resistencia a la r o t u r a
C o e f i c i e n t e de dilatación térmica Resistencia al " c r e e p "

C o m o sugiere la breve tabulación anterior, p r á c t i c a m e n t e t o d a s las


propiedades mecánicas son sensibles a la e s t r u c t u r a . Desde la compro-
bación de este hecho, en época r e l a t i v a m e n t e reciente, se han conse-
guido avances e x t r a o r d i n a r i a m e n t e i m p o r t a n t e s en la comprensión del
c o m p o r t a m i e n t o mecánico d e los materiales.
El t é r m i n o defecto o imperfección se utiliza generalmente para des-
cribir cualquier desviación de u n a disposición o r d e n a d a de puntos re-
ticulares. C u a n d o la desviación de la disposición periódica de la red
está localizada en la p r o x i m i d a d de unos pocos á t o m o s solamente, se
d e n o m i n a defecto o imperfección de punto. Sin embargo, si el d e f e c t o
se extiende a través de zonas del cristal, se d e n o m i n a imperfección
reticular. Las imperfecciones r e t i c u l a r e s se p u e d e n dividir en defectos
de línea y defectos de superficie o de plano. Los defectos de línea
t o m a n e s t e n o m b r e p o r q u e se e x t i e n d e n en f o r m a de líneas o c o m o
una r e d bidimensional en el cristal. Las dislocaciones d e cuña y las
helicoidales, que se d i s c u t e n en e s t a sección, son los defectos de línea
más c o m u n e s que sé e n c u e n t r a n en los metales. Los defectos de super-
ficie son el r e s u l t a d o del a m o n t o n a m i e n t o d e d e f e c t o s d e línea en un
plano. Los límites de ángulo p e q u e ñ o y los límites de grano son defec-
tos superficiales (véase Cap. 5 ) . El defecto de afilamiento entre dos
regiones de e m p a q u e t a m i e n t o c o m p a c t o de un cristal que tiene secuen-
cias de apilamiento a l t e r n a d a s (Sec. 4-10) es también un defecto su-
perficial.
Defectos de punto.—La figura 4-5 ilustra tres tipos de defectos de
•TC, W J PISPECTOS M F R E L L A K B » 91

punto. Existe una vacante o un lugar vacío en la r e d c u a n d o falta


un átomo de una posición de dicha red (Fig. 4-5 a ) . En los m e t a l e s
puros se crean p o r excitación t é r m i c a p e q u e ñ o s n ú m e r o s de v a c a n t e s
y estas son t e r m o d i n á m i c a m e n t e estables a t e m p e r a t u r a s m a y o r e s q u e
el cero absoluto. En equilibrio, la fracción de p u n i o s reticulares q u e
están vacíos a u n a t e m p e r a t u r a d e t e r m i n a d a está d a d a , a p r o x i m a d a -
mente, por la ecuación
n —Es
r= exp—— [4-1]
N kT

en donde n es el n ú m e r o de p u n t o s vacantes de un total de N p u n t o s


reticulares y Es es la energía r e q u e r i d a p a r a mover un á t o m o d e s d e el
interior del cristal hasta su superficie. La tabla 4-3 d e m u e s t r a c ó m o la
fracción de lugares de red vacíos en un metal a u m e n t a a gran ve-
locidad con la t e m p e r a t u r a . Al enfriar r á p i d a m e n t e d e s d e una t e m p e -

0 o o O o o o o o 0 o o o
o o o o o o o o o 0 o o o
0 o o 0 o o o o • 0 0 o
o
o 0 o o o o o o o o o o 0
la) ; ¿) le)

FIG. 4 - 5 . — D e f e c t o s de p u n t o , a) V a c a n t e ; b) á t o m o intersticial; c) á t o m o
de impureza.

ratura próxima al p u n t o de f u s i ó n , es posible retener un n ú m e r o de


vacantes, a la t e m p e r a t u r a a m b i e n t e , m a y o r que el necesario p a r a el
equilibrio. Se pueden producir concentraciones de v a c a n t e s m a y o r e s
que las necesarias p a r a el equilibrio, m e d i a n t e d e f o r m a c i o n e s plásticas
grandes ( t r a b a j o en frío) o c o m o r e s u l t a d o del b o m b a r d e o con par-
tículas nucleares de energía elevada. C u a n d o la densidad de v a c a n t e s
es relativamente grande, es posibe que se aglomeren h a s t a f o r m a r
huecos.
T A B L A 4-3
Vacantes de equilibrio en un metal
Fracción aproximada
de
Temperatura, 'C '"erares r e t i c u l a r e s
^ vacantes

500 1 xlO'10
1000 1 x 10~5
1500 5 x 10" 4
2000 3x10-3
£ s » 1 ev

1
"Vacancies and Other Point D e f e c t s " , Institute of Metals, Londres, 1958
Un átomo que está atrapado en el interior de un cristal en un punto
intermedio entre posiciones normales de la red se d e n o m i n a átomo in-
tersticial (Fig. 4-5 b). Los defectos intersticiales en los metales puros
ocurren c o m o resultado del b o m b a r d e o con p a r t í c u l a s nucleares de
energía elevada (deterioro o empecimiento por radiación), pero, fre
cuentemente, no se p r o d u c e n por activación térmica.
La presencia de un átomo de una impureza en una posición reticu-
lar (Fig. 4-5 c) o en una posición intersticial, p r o d u c e una perturba-
ción local de la periodicidad de la red, al igual que ocurre para las
vacantes y á t o m o s intersticiales.
Defectos de línea. Dislocaciones. F.1 defecto bidimensional o lineal
más i m p o r t a n t e es la dislocación. La dislocación es el defecto respon-
sable del f e n ó m e n o de deslizamiento, por medio del cual se deforman
plásticamente la mayoría de los metales. Por consiguiente, una forma
de imaginar las dislocaciones consiste en considerar que son zonas
de p e r t u r b a c i ó n reticular localizada, que separan las áreas deslizadas
de un cristal de las que no han s u f r i d o deslizamiento. En la figura 4-6,
AB representa una dislocación situada en
el plano d e deslizamiento, que es e! del
papel. Se supone que el deslizamiento
está a v a n z a n d o hacia la derecha, 'l odos
los á t o m o s situados por encima del áiea C
se han desplazado una distancia atómi-
ca en la dirección de deslizamiento: los
á t o m o s de por encima de D no se han
deslizado todavía. AB es, por tanto, el
límite entre las zonas desplazadas v las
que no han experimentado deslizamien-
FIG. 4 - 6 . — D i s l o c a c i ó n en un to. En la figura, este límite se muestra
plano de deslizamiento. s o m b r e a d o para indicar que a algunas dis-
tancias a t ó m i c a s a cada lado de la línea
de dislocación c o r r e s p o n d e una zona de desorden atómico en la
que la distancia de deslizamiento está entre cero y un espaciado
atómico. A l desplazarse la dislocación, el deslizamiento ocurre en el
área s o b r e la que se mueve. En ausencia de obstáculos, una disloca-
ción p u e d e desplazarse fácilmente al aplicarse una fuerza p e q u e ñ a ;
lo q u e explica por q u é los cristales reales se d e f o r m a n m u c h o m á s
fácilmente de lo q u e cabría esperar en cristales de red perfecta. Las
dislocaciones son i m p o r t a n t e s no sólo para explicar el deslizamiento
de los cristales, sino que a d e m á s están í n t i m a m e n t e ligadas con casi
todos los otros f e n ó m e n o s mecánicos, tales c o m o el e n d u r e c i m i e n t o
por deformación, el límite elástico, la fluencia lenta, la fatiga y la
f r a c t u r a frágil.
Los dos tipos básicos de dislocaciones son la dislocación de cuña
y la helicoidal. El tipo más sencillo, que fue origir.almente sugerido
por O r o w a n , Polanyi y Taylor, se denomina dislocación de cuña o de
Taylor-Orowan. La figura 4-7 muestra el deslizamiento q u e produce
una dislocación de cuña en un elemento de un cristal que tenga una
red cúbica simple. El deslizamiento se produce sobre el área ABCD
en la dirección del vector de deslizamiento. El límite entre la parte
derecha del cristal, deslizada, y la parte izquierda, aún sin deslizar,
es la línea AD, la dislocación de cuña. Obsérvese que la zona del
cristal situada encima del plano de deslizamiento ha sido desplazada,
en la dirección de deslizamiento, con respecto a la zona situada debajo
del mismo plano, en una cantidad que en la figura 4-7 se representa
por el área sombreada. T o d o s los puntos que coincidían originalmente a

vector de deslizamiento

vector de
deslizamiento

FIG. 4 - 7 . — D i s l o c a c i ó n en cuña pro-


ducida por deslizamiento en una red FIG. 4 - 8 . — O r d e n a c i ó n atómica en un
cúbica simple. La línea de dislocación plano normal a una dislocación en
AD es perpendicular a la dirección de cuña. (W. T. READ, Jr.: Dislocations
deslizamiento. El deslizamiento se ha in Crystals, pág. 3, McGraw-Hill Book
producido sobre la superficie ABCD. Company, Inc., N u e v a York, 1953.1
(W. T. READ, Jr.: Dislocations in Crys-
tals, pág. 2, McGraw-Hill Book C o m -
pany, Inc., N u e v a York, 1953.)

través del plano de deslizamiento han sido desplazados, unos en re-


lación con los otros, en esta misma cantidad. La cantidad de despla-
zamiento e s igual al vector de Burgers b de la dislocación. En una
dislocación de cuña pura, como la que se muestra aquí, la magnitud
del vector de Burgers es igual al espaciado atómico. Una característica
que define a las dislocaciones de cuña es que sus vectores de Bur-
gers son siempre perpendiculares a la línea de dislocación.
Aunque no se conoce la ordenación atómica exacta a lo largo de
AD, generalmente se acepta que la figura 4-8 representa con mucha
exactitud la disposición atómica en un plano normal a la dislocación
de cuña AD. El plano del papel en esta figura corresponde al (100)
de una red cúbica simple y es equivalente a cualquier plano paralelo
a la cara frontal de la figura 4-7. Obsérvese que la red está distorsio-
nada en la región de la dislocación. Sobre el plano de deslizamiento
hay una hilera vertical más de átomos que por debajo de él. El resul-
tado de tal disposición atómica es una tensión de compresión por
encima del plano de deslizamiento y una tensión de tracción por de-
bajo. Una dislocación de cuña con un plano extra de átomos sobre
el plano de deslizamiento, como en la figura 4-8, se denomina conven-
cionalmente dislocación de cuña positiva y se representa con frecuencia
con el símbolo J_. Si el plano .extra de átomos se encuentra debajo
del plano de deslizamiento, se conoce con el nombre de dislocación
en cuña negativa, T -
Una dislocación de cuña pura puede resbalar o deslizarse en una
dirección perpendicular a su longitud. Sin embargo, se puede mover
verticalmente por un proceso conocido como trepado, si la difusión de
átomos o vacantes se produce a una velocidad apreciable. Considere-
mos la figura 4-8. Para que la dislocación de cuña se mueva hacia
arriba (dirección de trepado positiva), es preciso quitar el átomo extra
situado sobre el símbolo J_ o añadir una vacante a este punto. Por
cada espacio atómico que ascienda la dislocación habría que eliminar
un átomo del tipo descrito. Por el contrario, si la dislocación se mueve
hacia abajo habría que añadir átomos. Se podrían eliminar átomos del
plano extra por la interacción
del átomo extra con una va-
cante de la red. Para el trepado
negativo, se pueden añadir áto-
mos al plano extra por difusión
de un á t o m o desde el cristal
circundante, creando una vacan-
te. Puesto que el movimiento
por trepado está controlado por
difusión, es mucho más lento y
menos probable que el desliza-
vector de miento, excepto a temperaturas
deslizamiento elevadas.
El segundo tipo básico de dis-
Fia. 4-9.—Deslizamiento que produce locación es el helicoidal o dislo-
una dislocación helicoidal en una red cú-
bica simple. La línea de dislocación A D
cación de Burgers. La figura 4-9
es paralela a la dirección de deslizamien- muestra un ejemplo sencillo de
to. El deslizamiento se ha producido so- dislocación helicoidal. La parte
bre la superficie ABCD. (W. T . READ, superior del cristal, a la dere-
Jr.: Dislocations in Crystals, pág. 15,
McGraw-Hill Book Company, Inc., Nue- cha de AD, se ha desplazado
va York. 1953.) con relación a la parte infe-
rior en la dirección del vector
de deslizamiento. A la izquierda de AD no se ha producido desliza-
miento y, por tanto, AD es una línea de dislocación. La línea de dis-
locación es paralela a su vector de Burgers, o vector de deslizamiento,
y por definición debe ser una dislocación helicoidal. Consideremos el
trazado de un circuito alrededor de una línea de dislocación sobre la
cara frontal da un cristel. Comineando^
to, llegamos a X', un plano atómico d e t r á s dé! qua"
completar este circuito hemos trazado el recorrido de un IwHeoMl a
derechas. Cada vez que se completa un circuito alrededor de la línea

>—í i í — < >—t — <

Í
vector d e
deslizamiento
<4—*> — < ¡—( i—f )—i
m mm M B

FIG. 4 - 1 0 . — O r d e n a c i ó n a t ó m i c a alrededor d e una d i s l o c a c i ó n helicoidal c o m o


la de la figura 4-9. El plano de la figura es paralelo al plano de deslizamiento.
ABCD es el área deslizada y AD es la dislocación helicoidal. Los círculos
blancos representan á t o m o s del plano a t ó m i c o que está justamente encima del
de d e s l i z a m i e n t o y los círculos negros al que está debajo. ( W . T . READ, Jr.:
Dislocations in Crystals, pág. 17, McGraw-Hill Book Company, Inc., N u e v a
Y o r k , 1953.)

de dislocación, el punto final se desplaza un plano paralelo al de des-


lizamiento de la red. Por consiguiente, los planos atómicos están dis-
puestos alrededor de la dislocación en forma de escalera de caracol
o helicoide.
En la figura 4-10 se muestra la disposición de átomos (en dos
dimensiones) alrededor de una dislocación helicoidal en una red CÚ«
bica simple. En esta figura estamos mirando hacia a b a j o sobre el plano
de deslizamiento de la figura 4-9. Los círculos en blanco representan
á t o m o s exactamente por encima del plano de deslizamiento y los
círculos en negro son átomos justamente por d e b a j o de dicho plano.
Una dislocación helicoidal no tiene un plano de deslizamiento prefe-
rente, c o m o ocurre con las dislocaciones de cuña y, por consiguiente,
el m o v i m i e n t o de aquella está m e n o s restringido que el de esta. Sin
embargo, el movimiento por t r e p a d o no es posible para una disloca-
ción helicoidal.
P o r el m o m e n t o , la discusión de las dislocaciones se limitará a los
conceptos geométricos que se presentan en esta sección. Después de
un estudio más completo de la deformación plástica de los monocris-
tales y de las m u e s t r a s policristalinas, en el capítulo 6 se volverá a
tratar d e t a l l a d a m e n t e la teoría de las dislocaciones. E n t r e los temas
que se tratan está el efecto de la estructura cristalina sobre la geome-
tría de la dislocación, las p r u e b a s experimentales de la existencia de
las dislocaciones y la interacción entre ellas.

4 - 4 . D e f o r m a c i ó n p o r d e s l i z a m i e n t o . — E l m o d o usual de pro-
ducirse la d e f o r m a c i ó n plástica en los metales es por resbalamiento
de bloques d e cristal unos sobre o t r o s a lo largo d e planos cristalográ-
ficos definidos llamados planos de deslizamiento. Utilizando un ejem-
plo m u y grosero, el deslizamiento de un cristal se puede considerar
análogo a la distorsión p r o d u c i d a en una pila de naipes al empujarla
desde un e x t r e m o . La figura 4-11 ilustra esta imagen clásica del des-
lizamiento. En la figura 4-11 a se aplica una tensión cizallante a un
cubo de metal con la superficie superior pulida. El deslizamiento ocu-
rre c u a n d o la tensión cizallante sobrepasa un valor crítico. Los álomos
se deslizan un n ú m e r o entero de distancias atómicas a lo largo del
plano de deslizamiento y se p r o d u c e un escalón en la superficie pulida
(Fig. 4-11 b). C u a n d o m i r a m o s desde arriba con un microscopio la su-
perficie pulida, el escalón se muestra como una línea que denomina-
remos línea de deslizamiento. Si se vuelve a pulir la superficie después
de haberse p r o d u c i d o el deslizamiento, de f o r m a que se elimine el
escalón, la línea de d e s l i z a m i e n t o ' d e s a p a r e c e r á (Fig. 4-11 r i. Después
de producirse el deslizamiento, los monocristales continuarán siéndolo,
siempre que la deformación sea uniforme. Si se precisa observar las
líneas de deslizamiento, conviene tener en c u e n t a que estas se deben
a variaciones en elevación superficial, por lo que la superficie ha de
estar convenientemente p r e p a r a d a para la observación microscópica
antes de la deformación. La figura 4-12 muestra líneas rectas de desli-
zamiento en el cobre.
Con ayuda del microscopio electrónico, utilizando grandes aumen-
tos, se ha estudiado la e s t r u c t u r a fina de las líneas de deslizamiento.
Lo que apárece como una línea, o en las mejores circunstancias como
una b a n d a estrecha, al utilizar el microscopio óptico con a u m e n t o s de
1500 diámetros, se puede resolver en láminas de deslizamiento sepa-
radas empleando el microscopio electrónico y 20 000 aumentos, según
se muestra esquemáticamente en la figura 4-13. En el aluminio y el

- l i n e a de
superficie pulida deslizamiento

• • • • • •
• plano de • • • • • •
( deslizamiento

(«) (£) (c)


FIG. 4 - 1 1 . — E s q u e m a de las ideas clásicas sobre el deslizamiento.

FIG. 4 - 1 2 . — L í n e a s rectas de deslizamiento en el cobre. 500 aumentos.


(Por cortesía de W. L. Phillips.)

cobre se encuentran muchas láminas de deslizamiento constituyendo


una banda de deslizamiento, mientras que en el latón alfa sólo se
observa una línea de deslizamiento aun con los mayores aumentos.
El deslizamiento tiene lugar más fácilmente en direcciones especí
ficas sobre ciertos planos cristalográficos. Generalmente, el plano de
deslizamiento es el de mayor densidad atómica (tabla 4-2), y la di-
BIETEtl 7
receión de deslizamiento es la m á s compacta d e n t r o de dicho plano.
Puesto que los planos de mayor d e n s i d a d atómica son también los más
ampliamente espaciados en la e s t r u c t u r a cristalina, la resistencia al
deslizamiento es generalmente m e n o r en estos planos que en otros
juegos de planos. Un p l a n o y una dirección d e deslizamiento consti-
tuyen un sistema de deslizamiento.
E n los metales hexagonales" compactos, el único plano con densi-
dad atómica elevada es el basal (0001). Los ejes diagonales <1120)
son las direcciones compactas. En el cinc, cadmio, magnesio y cobalto
el deslizamiento se p r o d u c e sobre el plano (0001) en las direcciones

distancia de
-deslizamiento
, región entre
/ deslizamiento
e s p a c i a d o de
las laminillas

L, una linea
de deslizamiento
(a)

FIG. 4-13.—Dibujo esquemático de la estructura fina de una banda Je


deslizamiento, a) Deformación p e q u e ñ a ; b) deformación grande.

( 1 1 2 0 ) P u e s t o que hay solo un p l a n o basal por célula unidad \ tres


direcciones <1120), la e s t r u c t u r a he posee tres sistemas de desliza
miento. El limitado n ú m e r o de sistemas de deslizamiento es la razón
por la que la ductilidad en los cristales he d e p e n d e e n o r m e m e n t e de
la orientación.
'En la e s t r u c t u r a cúbica de caras centradas, los planos octaédricos
{111} y las direcciones (110) son sistemas compactos. Existen ocho
planos {111} en la célula unidad ccc. Sin embargo, los planos en vér-
tices opuestos del cubo son paralelos entre sí, de forma que solo hay
cuatro juegos de planos octaédricos. Cada plano {111} contiene tres
direcciones <110> (las inversas pueden despreciarse). En total hay
12 sistemas de deslizamiento en la e s t r u c t u r a ccc.\
La estructura cc n o es c o m p a c t a como las ccc y he. P o r consi-
guiente, no existe ningún plano de densidad atómica predominante,
como el (111) en la e s t r u c t u r a ccc y el (0001) en la he. Los planos
{110} tienen una densidad atómica máxima en la e s t r u c t u r a cc, pero :
en este sentido, no son m u y superiores a o t r o s planos diferentes. Sin
embargo, en la estructura cc la dirección <1U> es tan compacta como
las <110) y <1120) en las e s t r u c t u r a s ccc y he. Por t a n t o , los meta

' E l circonio y el titanio, que tienen relaciones c/a pequeñas, se deslizan


principalmente sobre planos prismáticos y piramidales en la dirección ( 1 1 2 0 )
les cc obedecen a la regla general d e q u e la dirección compacta es la
de deslizamiento, pero difieren d e la mayoría de los otros metales
por no tener un plano de deslizamiento único definido. E n los me-
tales cc el deslizamiento ocurre en los planos {110}, { 1 1 2 } y {123},
mientras que la dirección de deslizamiento es siempre la <111>. Exis-
ten 48 sistemas posibles de deslizamiento, pero, p a r a q u e este se pro-
duzca, se requieren n o r m a l m e n t e tensiones cizallantes m á s elevadas,
puesto que los planos no son tan c o m p a c t o s c o m o en la e s t r u c t u r a ccc.
Se ha d e d i c a d o especial atención al estudio 1 del deslizamiento en
el hierro alfa cc, llegándose a la conclusión de que el p l a n o de des-

FIG. 4-14.—Líneas o n d u l a d a s de deslizamiento en el hierro alia.


(Por cortesía de J. J. Cox.)

ligamiento en dicha estructura p u e d e ocupar cualquier posición en la


zona [111]. E s t a posición está d e t e r m i n a d a p o r la orientación de los
ejes de las tensiones con respecto a los ejes del cristal y p o r la varia-
ción de las resistencias a la cizalladura de los planos d e la zona d e
deslizamiento. E s t o s estudios han d e m o s t r a d o que las desviaciones o b -
servadas respecto a la ley d e los planos de índice b a j o {110}, { 1 1 2 }
y ' { 1 2 3 } son efectos reales, lo que apoya la creencia de q u e el desliza-
miento en el hierro alfa no es cristalográfico. El hecho d e que las
líneas de deslizamiento en el hierro alfa sean o n d u l a d a s 2 (Fig. 4 - 1 4 ) ,
es u n a p r u e b a m á s de este hecho.

1
F . L. VOGEL y R . M . BRICK: Trans. AIMS, vol. 197, pág. 700, 1958;
R. P . S T E I J N y R . M . B R I C K : Trans. ASM, vol. 4 6 , págs. 1 4 0 6 - 4 4 8 , 1954;
1. J . C o x , G . T . H O R N E y R . F . M E H L : Trans. ASM, vol. 49, págs. 118-31, 1 9 5 7 .
2
J . R . L o w y R . W . G U A R D : Acta Met., vol. 7, págs. 1 7 1 - 7 9 , 1 9 5 9 , h a n
demostrado que en el hierro alfa las líneas curvas de deslizamiento se pro-
Ciertos metales presentan sistemas de deslizamiento adicionales al
aumentar la temperatura. El aluminio se d e f o r m a , a t e m p e r a t u r a s ele-
vadas, en el plano {100}, m i e n t r a s que en el magnesio el plano pira-
midal {1011} tiene un papel i m p o r t a n t e en la d e f o r m a c i ó n a tempe-
r a t u r a s superiores a los 225 °C. En cualquier caso, la dirección de

o o o o

- ó o o o

U)

relación s i n u s o i d a l

desplazamiento x •

F i n . 4-15.—a) D e s p l a z a m i e n t o de c i z a l l a m í e n t o d e un p l a n o a t ò m i c i
s o b r e o t r o ; b) v a r i a c i ó n d e la t e n s i ó n c i z a l l a n t e c o n el d e s p l a / a m i e n t i
en la d i r e c c i ó n d e d e s l i z a m i e n t o .

deslizamiento sigue siendo la misma al variar, con la t e m p e r a t u r a , el


plano de deslizamiento.

4-5. D e s l i z a m i e n t o en u n a r e d perfecta Si p a r t i m o s de la hi-


pótesis de que el deslizamiento o c u r r e por traslación de un plano de
á t o m o s sobre otro, es posible realizar un cálculo r a z o n a b l e 1 de la ten-
sión cizallante r e q u e r i d a para que se produzca un m o v i m i e n t o de tal
naturaleza en u n a red perfecta. C o n s i d e r e m o s dos planos de á t o m o s
sometidos a una tensión cizallante h o m o g é n e a (Fig. 4-15). Se supone
que la tensión cizallante actúa en el p l a n o de deslizamiento a lo largo
d e la dirección d e deslizamiento. R e p r e s e n t e m o s por b la distancia
interatómica en la dirección de deslizamiento y por a el espaciado en-
tre planos reticulares adyacentes. La tensión cizallante causa un des-

d u c e n por c o m p o n e n t e s helicoidales del a n i l l o de d i s l o c a c i ó n , p e r o las líneas


de deslizamiento s o n rectas cuando se o b s e r v a n n o r m a l m e n t e a la c o m p o n e n t e
de cuña de la dislocación.
l
J . FRENKEL: Z. Physik, vol. 37, pág. 572, 1926.
DIH^.IAMIKN.ü iw WWA m o riimetA

lizamiento X en la dirección de deslizamiento entre el par d e planos


reticulares adyacentes. La tensión de cizallamiento es inicialmente cero,
cuando los dos planos coinciden, y es también cero cuando los dos
planos se han desplazado una distancia de identidad b, de forma que
el punto 1 del plano superior se encuentra sobre el punto 2 del inferior.
La tensión cizallante es también cero cuando los átomos del plano
superior quedan a media distancia entre los del plano inferior, ya que
esta es una posición simétrica. Entre estas posiciones cada átomo es
atraído hacia el más próximo de la otra hilera, de manera que la
tensión cizallante es una función periódica del desplazamiento.
Como cálculo preliminar, la relación entre la tensión cizallante y el
desplazamiento se puede expresar por una función senoidal

27TX
T = T„ sen • [4-2]

en la que r m es la amplitud de la onda de senos y b el período. Con


valores pequeños de desplazamiento se cumple la ley d e H o o k e :

Gx
r = Gy-- [4-3]

Para pequeños valores de x/b, la Ec. [4-2] se puede escribir

27rx
[4-4]

Combinando las Ees. [4-3] y [4-4J se obtiene una expresión d e la


tensión cizallante máxima a la que se debe producir el deslizamiento

T,N = " [4-5]


2 7r a

Para un cálculo aproximado se pueden considerar b y a iguales, con


lo que resulta que la resistencia teórica a la cizalladura de un cristal
perfecto es aproximadamente igual al módulo de cizallamiento dividi-
do por 277:

r [4-6]

El módulo de cizallamiento para los metales varía entre 103 a


10 K g / m m 2 (10" a 1012 dinas/cm 2 ). Por consiguiente, la Ec. [4-6]
4

predice que la tensión cizallante teórica estará dentro del intervalo


102 a 103 Kg/mm 2 , mientras que los valores reales de la tensión ciza*
liante requerida para producir deformación plástica son d e 10"' •
10 Kg/mm 2 . Aun cuando se utilicen cálculos más exactos para GOfTt'
| l r la hipótesis de la función senoidal, el valor de T„, no se puede
reducir a menos de la quinta parte del valor obtenido con la Ec. [4-6]
Por tanto, parece razonable s u p o n e r que la resistencia teórica a la
cizalladura de la mayoría de los m e t a l e s se e n c u e n t r a entre Gf 10 y
G/50. Este valor es todavía 100 veces superior a las resistencias a la
cizalladura observadas en los cristales metálicos. Finalmente, solo cabe
decir que el mecanismo c a u s a n t e del deslizamiento no es el de un
desplazamiento en bloque de planos de átomos. En la sección siguiente
se d e m u e s t r a que las dislocaciones permiten idear un mecanismo co-
rrecto.

4-6. D e s l i z a m i e n t o p r o d u c i d o por m o v i m i e n t o de dislocacio-


nes.—El concepto de la dislocación fue introducido p rimera ni en te p. i r¿i

1 2 3 4 5 6 7 8 9
(¿I

FIE. 4 - 1 6 . — D i a g r a m a s e s q u e m á t i c o s q u e i n d i c a n c ó m o una dislocación


se m u e v e f á c i l m e n t e a t r a v é s d e u n a r e d cristalina, a) C a m p o de enei
gía en la red d e u n c r i s t a l p e r f e c t o ; h) r e d q u e c o n t i e n e u n a d i s l o c a c i ó n
en c u ñ a . (F. SEITZ: The Physics oí Metals, pág. 91, M c G r a w - H i l l Bool
C o m p a n y , Inc., N u e v a Y o r k , J913.)

explicar la discrepancia existente e n t r e las resistencias a la cizalladura,


teórica y observada, de los metales. P a r a que el concepto sea útil en
este aspecto, es preciso d e m o s t r a r : 1) que el paso de una dislocación
a través de una red cristalina r e q u i e r e una tensión cizallante menor
que la teórica, y 2) que el m o v i m i e n t o de la dislocación a través de la
red produce un escalón, o b a n d a de deslizamiento, en la superficie
libre.
La figura 4-16 m u e s t r a que la t e n s i ó n requerida para mover una
dislocación a través de un cristal es m u y pequeña c o m p a r a d a con la
tensión cizallante teórica. La figura 4-1617 representa los á t o m o s en
dos planos adyacentes de una red cristalina perfecta que no contiene
dislocaciones. La curva superior de la figura representa esquemática-
mente la energía de un á t o m o del plano inferior de átomos, en función
de su posición con respecto al plano superior. Para la ordenación nor-
mal de un cristal perfecto, todos los átomos del plano inferior se
encuentran en posiciones correspondientes a los mínimos de la curva
de energía. P o r consiguiente, si la hilera superior de átomos se des-
plaza hacia la derecha, con relación a la hilera inferior, cada átomo
encuentra la misma fuerza oponiéndose a su deslizamiento. Esta si-
tuación se describe en la sección 4-5. A h o r a consideremos la situa-
ción que se presenta cuando el cristal contiene una dislocación (figu-
ra 4-16 b). Esta figura muestra una dislocación de cuña positiva, con
el plano extra de átomos situado entre 4 y 5. Los átomos que se
encuentran a grandes distancias del centro de la dislocación están en
posiciones que corresponden al mínimo de la curva de energía, pero
no ocurre lo mismo con los que están en el centro. Consideremos
ahora algunos pares de átomos, p. ej., los 4 y 5, 3 y 6, etc., situados
simétricamente en lados opuestos del centro de la dislocación. En-
cuentran fuerzas que son iguales y opuestas. Como resultado, si los
átomos próximos al centro de la dislocación se desplazan distancias
iguales, la mitad encuentra fuerzas que se oponen al movimiento y la
otra mitad, fuerzas que lo favorecen. P o r tanto, para un cálculo pre-
liminar, el trabajo neto requerido para producir el desplazamiento es
cero y la tensión necesaria para mover la dislocación una distancia
atómica muy pequeña.
La red no ofrece esencialmente resistencia al movimiento de una
dislocación solo cuando esta se encuentra en una posición simétrica
con respecto a los átomos de su plano de deslizamiento. En general, se
necesita una pequeña fuerza, la fuerza de Peierls-Nabarro, para hacer
mover una dislocación a través de la red. A u n cuando está bien esta-
blecido que el valor de la fuerza de Peierls-Nabarro es mucho menor
que la tensión cizallante teórica para una red perfecta, el cálculo
exacto de esta fuerza es difícil debido a que depende mucho de la
ordenación atómica, relativamente incierta, en el centro de la dislo-
cación.
La figura 4-17, basada en el trabajo original de T a y l o r m u e s t r a
que el movimiento de una dislocación produce un escalón superficial
o banda de deslizamiento. La serie superior de dibujos representa
una dislocación en cuña positiva desplazándose hacia la derecha en una
red cúbica simple. El plano de deslizamiento se representa con una lí-
nea de trazos. Cuando la dislocación alcanza el lado derecho del
cristal, que se supone es una superficie libre, produce un desplaza-
miento de un vector de Burgers, o de una distancia atómica para la
red cúbica simple, con respecto a los planos a cada lado del de des-
lizamiento. La serie inferior de dibujos muestra que se produce el
mismo escalón superficial por el desplazamiento hacia la izquierda de
una dislocación en cuña negativa.

<G. I. TAYLOR: Proc. Roy. Soc. (Londres), vol. 145A, pág. 362, 1934.
4-7. Tensión cizallante crítica para el deslizamiento.—La mag-
nitud del deslizamiento en un monocristal depende de la tensión ciza-
llante producida por cargas externas, la geometría de la estructura del
cristal y la orientación de los planos de deslizamiento con respecto
a las tensiones cizallantes. El deslizamiento comienza cuando la ten-
sión cizallante sobre el plano de deslizamiento, y en la dirección de
deslizamiento, alcanza un valor inicial llamado tensión cizallante crí-
tica. Este valor 1 es realmente el equivalente para el monocristal del

(¿>) (c)

Fie. 4-17.—Movimiento de una dislocación en cuña en una red cúbica simple


• [ G . I. TAYLOR: Proc. Roy. Soc. (Londres), vol. 145A, pág. 369. 1934.1

¡imite elástico de una curva tensión-deíormación ordinaria. El valor


de la tensión cizallante crítica depende principalmente de la compo-
sición y de la temperatura.
El hecho de que se requieran diferentes cargas de tracción para
producir deslizamiento en monocristales de distinta orientación se
;iuede explicar mediante la existencia de una tensión cizallante crítica;
esto fue reconocido primeramente por Schmid 2 . Para calcular la ten-
sión cizallante crítica a partir de un monocristal ensayado en tracción,
es preciso conocer, mediante la difracción de rayos X, la orientación
eon respecto al eje de tracción del plano sobre el que primeramente

' E n la práctica es muy difícil determinar la tensión a la q u e se p r o d u c e n


las primeras bandas de deslizamiento. En la mayoría de los casos, la t e n s i ó n
> ¡zallante crítica se obtiene por la intersección de las partes elástica y plástica,
extrapoladas, de la curva tensión-deformación.
2
E . SCHMID: Z. Elektrochem., v o l . 3 7 , pág." 4 4 7 , 1931.
SEC. 4 ^ 7 J TE.NSION CIZALLANTE CRITICA PARA EL DESLIZAMIENTO 105

aparece el deslizamiento y la dirección de deslizamiento. Consideremos


un monocristal cilindrico cuya sección transversal es A (Fig. 4-18).
Representemos por <p el ángulo formado por la normal al plano de
deslizamiento y el eje de tracción, y por X el que forman la dirección
de deslizamiento y el eje de tracción.
El área del plano de deslizamiento inclinado a un ángulo <f> será
A/cos 4> y la componente de la carga axial que actúa sobre el plano
de deslizamiento en la dirección de deslizamiento PcosA.. Por tanto,
la tensión cizallante resuelta
para el sistema de deslizamien- p
to de la figura es

PcosA P '
A/{cos(f)) A
Í4-7]

El valor mínimo de tensión ci-


zallante que actuando en el pla-
no y en la dirección de desliza-
miento es capaz de producir
dicho deslizamiento es la ten-
sión cizallante crítica, y la ecua-
ción [4-7] permite relacionarla
con la carga axial P.
La ley de la tensión cizallan-
te crítica, conocida también por
ley de Schmid, se demuestra
más fácilmente en los metales FIG. 4 - 1 8 . — D i a g r a m a para el cálcu-
lo de la tensión cizallante crítica
he, porque siendo muy limita- resuelta.
do el número de sistemas de
deslizamiento, se pueden pro-
ducir grandes variaciones de orientación entre el plano de desliza-
miento y el eje de tracción sin que actúe un nuevo sistema de desli-
zamiento (véase Prob. 4-8). La gran simetría d e los metales ccc da lugar
a tantos sistemas de deslizamiento que solo es posible llegar a dupli-
car el límite elástico por variación de la orientación del plano de
deslizamiento respecto al eje de tracción. En los metales cc, en los
que aún es mayor el número de sistemas d e deslizamiento, es todavía
más difícil comprobar la ley de Schmid. Sin embargo, los datos dis-
ponibles indican que se cumple tanto en los metales cúbicos como en
los he.
La tabla 4-4 relaciona los valores de la tensión cizallante crítica
para cierto número de metales. Los datos de la plata y el cobre de-
muestran el gran efecto de pequeñas cantidades de impurezas. L a i
adiciones de aleantes producen un efecto mayor, como lo indican lo*
datos para aleaciones oro-plata de la figura 4-19. Obsérvese q u t CI
grande el incremento de la resistencia al deslizamiento al alear oro
con plata, a pesar de que estos átomos son muy parecidos en tamaño
y en electronegatividad y f o r m a n por eso una serie continua ele so-
luciones sólidas. En las soluciones sólidas en que los á t o m o s de los
solutos son de t a m a ñ o c o n s i d e r a b l e m e n t e distinto al de los del sol-
vente, es m u c h o más grande el incremento por aleación de la tensión
cizallante critica.
T A B L A 4-4

Sistemas de deslizamiento a la temperatura ambiente y tensión


cizallante crítica resuelta de monocristales de metales

Estructura Pureza, Plano de Dirección de 'IViiMón ciza-


Metal cristalina deslizamiento desliza m i e n t o lla n 1 c c i á t i c a , Re'i
ir/nme

Zn he 99,999 (0001) L11201 18 a


Mg he 99.996 (ooon [11201 77 b
Cd he 99.996 (0001) [11201 58 c
Ti he 99.99 (1010) [1120] 1400 d
99.9 (1010) [11201 9190 i
Ag ccc 99,99 din [1101 48 e
99,97 din [1101 73 e
99.93 din [1101 131 e
Cu ccc 99.999 din [1101 65 e
99.98 din [1101 94 e
Ni ccc 99,8 (iii) [110] 580 c
Fe cc 99,96 (110) [1111 2800 <
(112)
(123)
Mo cc (110) [1111 5000 s

' D. C. JILLSON: Trans. AIME, vol. 1S8, p,'i)í. 1129, 1050.


C
» E. C. BL-KKE y \ v . R. HIBDARI). J r . : Tran*. AIME. vol. 19-1, páp. sor,. üW
E. SCHMID: «International Confercnce on I'hyslcs», vol. 2, Physical Soe!et\ Lon-
dres, 1935.
" 4 . T. CM-KCIIMAN : l'roc. Roy. Soc. (Londres), vol. 220A, píiíT. 21«, in.1l
« F . n. Rosi ; Trans. AIME, vol. 200, píig. 1009, 105 1.
/ J . J . Cox, Xi. F . MEHL y G. T . HORNK: Trans. ASM, vol. 49, p á g . 118. 1957
« R. MADDIN y N. K. CHEN : Trans. AIME, vol. 191, p á g . 937, 1951.

La m a g n i t u d de la tensión cizallante crítica de los cristales está


determinada p o r la interacción d e su población de dislocaciones con
cada una d e las demás y con d e f e c t o s tales como vacantes, átomos
intersticiales y átomos de impurezas. Esta tensión es, por supuesto,
mayor que la requerida para desplazar una dislocación aislada, pero
es apreciablemente menor que la necesaria para producir deslizamiento
en una red perfecta. B a s á n d o n o s en este razonamiento, la tensión ci-
zallante crítica debería disminuir al reducirse la densidad de defectos,
con tal de que el número total de imperfecciones no sea cero. C u a n d o
se h a eliminado la última dislocación, la tensión cizallante crítica
debería elevarse bruscamente hasta el valor máximo p r e d i c h o para
la resistencia a la cizalladura de un cristal perfecto. El h e c h o de que
SEC. 4 - / J TENSION CIZALLANTE CRITICA PARA EL DESLIZAMIENTO 107

la tensión cizallante crítica de los metales blandos se pueda reducir


a menos de un tercio al aumentar la pureza, constituye una prueba
experimental del efecto que se produce al disminuir la densidad de
defectos. En el extremo opuesto, filamentos metálicos monocristalinos
de un diámetro de mieras ( " b a r b a s " ) , pueden crecer esencialmente

FIG. 4-19.—Variación de la tensión cizallante crítica resuelta c o n la composi-


ción en los m o n o c r i s t a l e s de aleación plata-oro. (G. SACHS y J. WEERTS:
Z. Physik, vol. 62, pág. 473, 1930.)

temperatura. °C

FIG. 4 - 2 0 . — V a r i a c i ó n d e la tensión cizallante crítica resuelta c o n la tempera


tura en m o n o c r i s t a l e s de hierro. (J. J. C o x , R . F. MEHL y G. T. HORNE:
Trans. ASM, vol. 49, pág. 123, 1957.)
exentos de dislocaciones. En los en iyos de tracción ' sobre estos fila-
mentos se han obtenido resistencia; que son aproximadamente iguales
a las calculadas para u p cristal per 'cto.

4-8. Ensayo de monocristale? —La mayoría de los estudios de


las propiedades mecánicas de los i :>nocristales se realizan sometién-
dolos a tracción uniaxial simple, Vun cuando las curvas tensión-
deformación se pueden representar n términos de la tensión uniaxial
media como función de la deforma ón lineal media (AL/L 0 ), un pro-
cedimiento más fundamental de pr entar los datos es representar la
tensión cizallante crítica, Ec. [4-7] en función de la deformación de
deslizamiento o de cizalladura. La -'formación de deslizamiento es el
desplazamiento relativo de dos pía 3S de deslizamiento paralelos se-
;
parados por una distancia unidad, i se conoce, antes y después de
la deformación, la orientación tarn del plano como de la dirección
de deslizamiento con respecto al c de tracción, se puede obtener 2 ,
mediante la Ec. [4-8], la deformac <n de deslizamiento

eos k¡ e o s A0
7 = : 4-8 ]
sen xi s e n xo

en la que xo y Xi s o n l ° s ángulos inicial y final formados por el plano


de deslizamiento y el eje de tracción, y X0 y A b los ángulos inicial
y final entre la dirección de deslizamiento y el eje de tracción. La
deformación de deslizamiento se puede expresar también en términos
de la variación axial de longitud y de la orientación original, sin que
se requiera información sobre la orientación final de los elementos de
deslizamiento
Z,
—- = ( 1 + 2 y s e n Xo c u s \ u + y 2 s e n 2 Xo) 14-9]
M)
o bien
1/2
eos X0
s e n 2 Á0 4-10]
- [ ( i r - sen Xo

En el ensayo ordinario de tracción, el movimiento de la cabeza


de la máquina de ensayos impone restricciones a la probeta en las
mordazas, ya que estas han de permanecer alineadas. Por tanto, la
probeta no puede deformarse libremente por deslizamiento uniforme
en todos los planos existentes a lo largo de la longitud de la probeta,
según se dibuja en la figura 4-21 a. Por el contrario, la probeta se
deforma del modo que se muestra en la figura 4-21 b. Al alargarse el

• S . S. BRENNEK: / . Appi Phys., vol. 27, págs. 1484-491, 1956.


2
Para una deducción de LU ecuaciones [4-81 y [4-9], véase E. SCHMID y
w . BOAS: "Plasticitv ot CryiUl»", traducción inglesa, págs. 58-60, F. A. HUGHES
& Co., Londres, 1950.
cristal, los planos da d a i t l u m í a i t o T
tanda entre puntos, tendiendo a i .
tracción. En las proximidades de las mordazas, se superpon« • n> t v
tación una flexión de los planos de deslizamiento. La magnitud del
giro hacia el eje de tracción aumenta con el grado de deformación.
En la deformación por tracción, la variación del ángulo formado por

Oí :

(a) 101

FIG. 4 - 2 1 . — a ) D e f o r m a c i ó n p o r trac- FIG. 4-22.—Triángulos estereográficos


ción d e u n m o n o c r i s t a l sin impedi- m o s t r a n d o la rotación de la red de u n
m e n t o s ; b) r o t a c i ó n d e los planos d e m e t a l ccc durante el alargamiento p o r
d e s l i z a m i e n t o d e b i d a al i m p e d i m e n t o . tracción.

el plano de deslizamiento y el eje de tracción y la variación de la dis-


tancia entre puntos en la dirección axial guardan la relación siguiente:

¿i = sen Xo
[4-11]
L0 sen xi

Un método adecuado para registrar esta reorientación consiste en


seguir el eje de la probeta sobre el triángulo estereográfico tipo 1 . En
la figura 4-22, la orientación inicial del eje de una probeta de tracción
monocristalina ccc se representa en P sobre el triángulo estereográfi-
co. El plano y la dirección de cizallamiento son, respectivamente, (111)
y [101]. Durante el alargamiento del cristal, el eje de la probeta se

1
Para una descripción de la proyección estereográfica, véase C . S. BARRET :
"Estructura de los metales", cap. II, traducción española d e la 2.* e d , ameri-
cana por F. M u ñ o z del Corral, Aguilar, Madrid, 1957.
mueve a lo largo de un círculo m á x i m o que pasa a través de P y de
la dirección de deslizamiento [ I 0 1 ¡ . Al continuar la formación y pro-
ducirse la rotación delv sistema de deslizamiento primario o inicial,
disminuye el valor de eos (/> eos X ¡ ara dicho sistema. Por consiguien-
te, a u n q u e se desprecie el e n d u r e c i m i e n t o por deformación, se ha de
aplicar una carga de tracción m a y o r para m a n t e n e r el valor tic la
tensión cizallante crítica sobre este sistema de deslizamiento. M i e n t r a s
el valor eos ^ eos X disminuye en el sistema de deslizamiento primario
debido a la rotación, a u m e n t a en otros juegos de planos que giren
a p r o x i m a d a m e n t e a una posición a 45" respecto al eje de tracción.
C u a n d o la tensión cizallante resuella sobre el nuevo sistema de desli-
zamiento es igual, o a p r o x i m a d a m e n t e igual, a la tensión cizallante
sobre el sistema inicial, en la superficie de la probeta aparece un nuevo
sistema de líneas de deslizamiento y el eje gira hacia el [112], Fn los
metales ccc, las nuevas líneas de deslizamiento se producen sobre el
sistema de deslizamiento conjugado ( T i l ) - [ 0 1 1 3 . Observado coa el
microscopio, el deslizamiento c o n j u g a d o aparece como otro juego de
líneas de deslizamiento que cortan al primero. En el sistema f l l l ) -
[101] puede producirse t a m b i é n deslizamiento cruzado. Este si-lema
tiene la m i s m a dirección de d e s l i z a m i e n t o que el primario. En el mi-
croscopio, el deslizamiento c r u z a d o aparece n o r m a l m e n t e como cortas
líneas transversales a las de deslizamiento primario. Con rotaciones
aún m a y o r e s es g e o m é t r i c a m e n t e posible que empiece a actuar un
cuarto sistema de deslizamiento ( T i l ) - [ 0 T l ] . Sin embargo, este siste-
ma n o se encuentra en los m e t a l e s ccc. La aparición de más de un
sistema de deslizamiento d u r a n t e la deformación se estudia frecuente-
mente bajo la denominación general de deslizamiento doble o múl-
tiple.
U n m é t o d o excelente para e s t u d i a r el c o m p o r t a m i e n t o ante la de-
formación de los monocristales se basa en cargarlos en cizalladura.
P a r k e r y W a s h b u r n 1 han d e s c r i t o un procedimiento p a r a cargar mo-
nocristales en cizallamiento p u r o de tal naturaleza que la deformación
de cizalladura se p r o d u c e m e d i a n t e un par que actúa paralelamente al
sistema a c t i v o de deslizamiento. Este m é t o d o de ensayo tiene la ven-
taja de que se p u e d e o r i e n t a r el cristal de tal m a n e r a que 1.a tensión
cizallante m á x i m a se presente s o b r e cualquier sistema de deslizamiento
deseado. En este ensayo se m i d e n directamente la tensión cizallante
resuelta y la d e f o r m a c i ó n de cizallamiento.

4 - 9 . D e f o r m a c i ó n p o r m a c l a j e . — O t r o i m p o r t a n t e m e c a n i s m o en
la d e f o r m a c i ó n de los metales es el proceso conocido por m a c l a j e 2 .

1
E . R. PARKER y f. WASHBURN : " M o d e r n Research T e c h n i q u e s in Physical
Metallurgy", American Society for M e t a l s , Metals Park, Ohio, 1953.
2
Para una revisión completa de este tema, véase E. O. HALL: " T w i n n i n g
and Diffusionless Transformations in Metals", Butterworth & Co (Publishers),
Ltd., Londres, 1954, o R. W. CAHN: Adv. in Phys., vol. 3, pá?s. 363-445, 1954.
El maclaje se produce cuando una porción del cristal toma una orien-
tación que está relacionada de un modo simétrico definido con la del
resto del cristal sin deformar. La parte del cristal deformada es una
imagen especular del cristal original. El plano de simetría entre las
dos partes se denomina plano de macla. La figura 4-23 muestra la
imagen atómica clásica del maclado. La figura 4-23 a representa una
sección perpendicular a la superficie de una red cúbica con un plano
de índices bajos paralelo al papel y formando un ángulo con el plano
de pulido. El plano de macla es perpendicular al del papel. Si se
aplica una tensión cizallante, el cristal se deformará aproximadamente
por el plano de macla (Fig. 4-23 b). La zona a la derecha de este

plano está sin deformar. En la de la izquierda, los planos de átomos


han cizallado de tal modo que hacen de la red una imagen especular
a través del plano de macla. En una red simple como esta, cada átomo
de la zona deformada se desplaza por cizallamiento homogéneo una
distancia proporcional a la que le separa del plano de macla. En la
figura 4-23 b, los círculos blancos representan átomos que no se han
desplazado, los círculos a trazos indican las posiciones originales en
la red de átomos que han variado de posición y los círculos negros las
posiciones finales de estos átomos en la zona deformada. Obsérvese
que la macla es visible sobre la superficie pulida a causa d e la varia-
ción en elevación producida por la deformación y por la diferencia
de orientación cristalográfica entre las zonas deformadas y sin de-
formar.
Conviene tener en cuenta que el maclaje difiere del deslizamiento
en varios aspectos específicos. En el deslizamiento, la orientación d e
los cristales por encima y por debajo del plano de d e s l i z a m i e n t o a i
ritWbt, dk^tíochAPLÍS

la misma antes y después del deslizamiento, mientras q u e en el ma-


claje se produce una diferencia de orientación a lo largo del plano
de macla. Normalmente Se considera que el deslizamiento se produce
en múltiplos discretos del espaciado atómico, mientras que en el ma-
cla je los movimientos de los á t o m o s son muy inferiores a una distan-
cia atómica. El deslizamiento se p r o d u c e sobre planos aislados, rela-
tivamente muy dispersos en el cristal, pero en la zona m a c l a d a de un
cristal todos los planos atómicos intervienen en la d e f o r m a c i ó n .
Las maclas se pueden p r o d u c i r por deformación mecánica o como
resultado del recocido que sigue a la deformación plástica. Las primeras
se conocen c o m o maclas mecánicas, las segundas se llaman maclas de
recocido. En los metales cc o h e las maclas mecánicas se producen por
aplicación rápida de la carga (carga de choque) y t e m p e r a t u r a decre-
ciente. Los metales ccc n o se d e f o r m a n n o r m a l m e n t e por maclaje me-
cánico, pero las aleaciones oro-plata se maclan muy fácilmente cuando
se deforman a t e m p e r a t u r a s bajas, habiéndose p r o d u c i d o maclas me-
cánicas en el cobre por d e f o r m a c i ó n en tracción a 4 ° K . Las maclas se
pueden f o r m a r en espacios d e t i e m p o muy breves, del orden de unos
pocos microsegundos, m i e n t r a s q u e p a r a la formación de b a n d a s de
deslizamiento han de t r a n s c u r r i r varias milésimas de segundo. En
ciertas condiciones, la f o r m a c i ó n de maclas va a c o m p a ñ a d a de un
chasquido sonoro (grito del e s t a ñ o ) . Si el maclaje o c u r r e d u r a n t e un
ensayo de tracción, se p r o d u c e un d e n t a d o en la curva tensión-defor-
mación.
En cada e s t r u c t u r a cristalina, el maclaje se p r o d u c e en una direc-
ción definida sobre un p l a n o cristalográfico específico. La tabla 4-5

T A B L A 4-5

Planos y direcciones de macla

Estructura Ejemplos típicos Plano de macla j Dirección (le macla


cristalina

J
CC a-Fe, Ta (112) rm i
he Zn, Cd, Mg, Ti (1012) ' rioni
CCC Ag, Au, Cu (111) [1121

relaciona los planos y direcciones de macla c o m u n e s . Se desconoce si


existe una tensión cizallante crítica p a r a el maclaje. La tensión ciza-
llante a la que se p r o d u c e el m a c l a j e está influida por la deformación
precedente. La figura 4-20 m u e s t r a datos relativos a m o n o c r i s t a l e s car-
gados en tracción a - 1 9 6 ° C . Los círculos negros representan una
tensión cizallante crítica a p r e c i a b l e m e n t e m e n o r q u e la necesaria para
el deslizamiento. Las cruces r e p r e s e n t a n monocristales d e f o r m a d o s pre-
viamente un 4%, a la temperatura ambiente, a n t e s de ser ensayados
a - 1 9 6 °C. Obsérvese que la tensión cizallante necesaria p a r a el m a c l a j e
aumenta con la deformación previa p r o d u c i d a por el deslizamiento.
Si se someten los cristales a u n a d e f o r m a c i ó n previa todavía m a y o r ,
a t e m p e r a t u r a ambiente (círculos b l a n c o s ) , se suprime c o m p l e t a m e n t e
la deformación por maclaje y el cristal se d e f o r m a p o r deslizamiento a
- 1 9 6 °C.
Las deformaciones reticulares r e q u e r i d a s p a r a p r o d u c i r una confi-
guración de macla en un cristal son p e q u e ñ a s , por lo q u e la m a g n i t u d
de la deformación total que se p u e d e p r o d u c i r por m a c l a j e es también
pequeña. Por e j e m p l o e l alargamiento m á x i m o que se p u e d e producir
en un cristal de cinc cuando t o d o el cristal se ha c o n v e r t i d o en una
macla sobre el plano [1012] es s o l a m e n t e del 7,39%. E l i m p o r t a n t e
papel que el maclaje desempeña en ta d e f o r m a c i ó n plástica no se debe
a la deformación producida por el proceso de maclaje, sino a q u e las
variaciones de orientación resultantes p u e d e n situar n u e v o s sistemas
de deslizamiento en una orientación f a v o r a b l e con r e s p e c t o al eje de
la tensión, de m a n e r a que pueda p r o d u c i r s e un deslizamiento adicional.
Por tanto, el maclaje es i m p o r t a n t e en la deformación total de metales
con un p e q u e ñ o n ú m e r o de sistemas de deslizamiento, p. ej., los me-
tales he. Sin embargo, debe tenerse en c u e n t a que solo se reorienta
por maclaje una fracción relativamente p e q u e ñ a del v o l u m e n total de
un cristal y, por consiguiente, los metales he poseen en general m e n o r
ductilidad que los metales con un n u m e r e m a y o r de s i s t e m a s de des-
lizamiento.
La figura 4-24 muestra algunos aspectos metalográficos de maclas

i f-- -i

as*'«,-"ctff-
VA. .

(b)

FIG. 4-24.—Microestructura de las maclas, a) Bandas d e N e u m a n n e n el h i e r r o ;


b) Maclas mecánicas producidas en el cinc por el pulido; c) M a c l a s d e r e c o c i d o
en una aleación oro-plata.

1
BARRET, op. cit., pág. 384.

IJIETEIl. 8
•O varios sistemas diferentes. La figi a 4-24 a es un ejemplo de maclas»
mecánicas en el hierro »(bandas de Jeumann). Obsérvese que la an
chura de las maclas se puede resol u- fácilmente con a u m e n t o s bas
tante pequeños. Los límites de las r acias se atacan a p r o x i m a d a m e n t e
a la misma velocidad que los lími s de grano, indicando que son
límites de energía elevada. La^figu 4-24 b muestra las maclas len
ticulares anchas que se producen c rrientemente en los metales he.
Adviértase que las maclas no se ex; enden más allá de los límites de
grano. La figura 4-24 c muestra las acias de recocido en las aleacio-
nes ccc oro-plata. Estas son normali ;nte más a n c h a s y con lados más
rectos que las maclas mecánicas. La mergía de los límites d e las ma-
clas de recocido es aproximadament igual al 5% de la energía media
de los límites de grano. La mayoría ie los metales ccc f o r m a n maclas
de recocido. Su presencia en la m reestructura es un buen indicio
de que el m e t a l ha sido d e f o r m a d o eeánicamente antes del recocido,
puesto que es probable que crezcan partir de núcleos de macla pro-
ducidos d u r a n t e la deformación.

4 - 1 0 . D e f e c t o s de apilainicnt«. En una sección anterior Minos


que se podía obtener la ordenación atómica sobre el plano {111 ¡ dé-
las e s t r u c t u r a s ccc y el plano {0001 de las he m e d i a n t e el apilamiento
de p l a n o s c o m p a c t o s de esferas. En s estructuras ccc, la secuencia de
apilamiento de los planos a t ó m i c o s s ABC ABC ABC, En las estruc-
turas he viene dada por AB AB A
R e c i e n t e m e n t e se ha c o m p r o b a d que los e r r o r e s o defectos en la
secuencia de apilamiento se puede: producir, en la mayoría de los
metales, por deformación p l á s t i c a ' . El deslizamiento sobre el plano
{111} en u n a red ccc produce un lefecto de apilamiento por defor-
mación m e d i a n t e el proceso que se uestra en la figura 4-25 b. Fl des-
lizamiento h a tenido lugar entre u a capa A y otra B, moviéndose
cada capa atómica por encima del ¡ ano de d e s l i z a m i e n t o una distan-
cia de identidad hacia la derecha La secuencia de apilamiento es,
entonces, ABCAlCAB. Si c o m p a r a r os esta secuencia de apilamiento
defectuosa (Fig. 4-25 b) con la de. ¡s estructuras he sin defecto: (fi-
fura 4-25 d), encontramos que el dt ecto de apilamiento por deforma-
ción contiene cuatro capas en una ecuencia he. P o r t a n t o , la forma-
ción d e un defecto de apilamiento i i un metal ccc es equivalente a la
•formación de una zona delgada he La secuencia 2 que se m u e s t r a en
la figura 4-25 c es otra f o r m a en 1;; que se p u e d e n p r o d u c i r los defec-
tos de apilamiento en los metales ccc. La secuencia de apilamiento
ABC\ACB\CA se denomina d e f e c t extrínseco o d e macla. Las t r e s
capas ACB constituyen la macla. Pía- consiguiente, los defectos de api-

1
Para detectar la presencia d e d e f e c t o s de a p i l a m i e n t o se r e q u i e r e n medi-
das m u y precisas de difracción d e rayo:. X. P o r e j e m p l o , v é a s e B. E. \v \RRKN
y E. P . WAREKOIS : Acta Met., vol. 3, ¡>¡íg. 473, 1955.
2
C . N . J. WAGNER: Acta Met., vol. 5, págs. 427-34, 1957.
lamiento en los metales ccc se pueden considerar también maclas sub-
microscópicas de espesor casi atómico. La razón por la q u e las maclas
mecánicas de anchura apreciable microscópicamente no se forman fá-
cilmente cuando los metales ccc se deforman, es que la formación de
defectos de apilamiento es igualmente favorable desde el punto de
vista energético.
La situación presente en las estructuras he es en cierto modo dife-
rente de la que se encuentra en los metales ccc. La figura 4-25 d mues-

-O A
^ o f A0 7°A
c

Cr^l
Be,

A BCA 8CA A BC A \C AB
(ai

Bo^Z 0B o oB
C° o c 0 A

-í-QA jpo OB
Cq^I. o o— o A
Bo^fL o ^ o off
•1' o o A
ñBC\ACB\CA ABABAB
(c ) <¿)
FIG. 4-25.—Estructuras d e f e c t u o s a s , a) A p i l a m i e n t o cúbico de caras cen-
tradas; b) d e f e c t o de d e f o r m a c i ó n en c c c ; c) d e f e c t o de macla en ccc;
d) a p i l a m i e n t o he.

tra que, al pasar de una capa A a otra B, si continuamos en línea recta


llegaremos a otro átomo de la capa A próxima. Sin embargo, se pue-
den producir deslizamientos entre dos planos, de forma que la secuen-
cia de apilamiento resultante sea ABABAlCBCBC. C o m o consecuen-
cia, hay cuatro capas de átomos BACB en la ordenación de apilamiento
ccc en línea recta. D e este modo, un defecto en un metal he es equi-
valente a la formación de una delgada zona ccc. E s más difícil formar
defectos de apilamiento en una red cc que en las estructuras de empa-
quetamiento compacto ccc y he. Se ha investigado teóricamente, y
demostrado por la difracción de rayos X 1 , la posibilidad de defectos
de apilamiento en los planos {112}. En el niobio se han observado

' P . B. HIRSCH y H . M. OTTE: Acta Cry st., vol. 10, págs. 447-53, 1 9 5 7 ;
O. J. GUENTER y B. E. WARREN : / . Appi Phys., vol. 29, págs. 4 0 - 4 8 , 1958.
rió DEFORMACION PLASTICA DE MONOCRISTALES [CAP. 4

defectos d e apilamiento. utilizando la microscopía electrónica de pelícu-


las d e l g a d a s 1 .
Los defectos de apilamiento se producen m á s fácilmente en los me-
tales ccc y es en esta e s t r u c t u r a d o n d e se h a n e s t u d i a d o m á s amplia-
mente. P o r ejemplo, a c t u a l m e n t e se sabe q u e las diferencias de com
portamiento a n t e la d e f o r m a c i ó n d e los metales ccc se p u e d e relaciona!
con las diferencias en los d e f e c t o s de apilamiento. D e s d e el p u n t o de
vista de la teoría de las dislocaciones, un d e f e c t o de apilamiento en
un metal ccc se p u e d e considerar c o m o una dislocación ensanchada
que está f o r m a d a p o r una zona hexagonal delgada limitada por dis-
locaciones parciales 2 (Fig. 4-26).
defecto da apilamiento plano de Las dislocaciones casi parale-
dislocaciones deslizamiento j a s tienden a repelerse entre
parciales-../ ) / 7 sí, pero esta tendencia está con-
t r a r r e s t a d a por la tensión su-
perficial d e aquellos defectos de
apilamiento que las mantienen
unidas. C u a n t o m e n o r sea la
energía de los defectos de apila-
FIG. 4 - 2 6 . — M o d e l o e s q u e m á t i c o de un miento mayor será también la
defecto de apilamiento. separación entre las dislocacio-
nes parciales y m á s ancho, por
tanto, el defecto de apilamiento. En los m e t a l e s ccc, la energía de
los d e f e c t o s de apilamiento se ha calculado s o b r e la hipótesis de que
es igual al doble de la energía de un límite c o h e r e n t e de una macla
de recocido. Sobre esta base, las energías de los defectos de apila-
miento en el cobre, níquel y a l u m i n i o son a p r o x i m a d a m e n t e 40, 80 y
200 ergios/cm 2 . P u e s t o que c u a n t o m e n o r es la energía de los limites
de macla m a y o r es la t e n d e n c i a a que se f o r m e n maclas de recocido,
los cálculos d e la energía de los defectos de a p i l a m i e n t o están de
acuerdo cualitativamente con las observaciones metalográficas referen-
tes a la frecuencia con que ocurren las maclas de r e c o c i d o ; p. ej., el
aluminio p o c a s veces p r e s e n t a m a c l a s de recocido. Los ensayos con
rayos X han m o s t r a d o q u e la energía de los d e f e c t o s de apilamiento
en el latón disminuye con el c o n t e n i d o de cinc, estando de acuerdo
esta observación con el h e c h o d e q u e el latón alfa f o r m a un número
mayor de maclas de r e c o c i d o q u e el cobre.
Los defectos de a p i l a m i e n t o intervienen de d i s t i n t o s m o d o s en la
deformación plástica d e los m e t a l e s . Los metales con d e f e c t o s de api-
lamiento amplios se e n d u r e c e n p o r d e f o r m a c i ó n m á s r á p i d a m e n t e , se
maclan con más facilidad al recocerlos y m u e s t r a n una dependencia del

'A. FOURDEUX y A. BERCHEZEN: /. Inst. Metals, vol. 89, págs. Vi-32,


1960-1961.
2
E n el capítulo 6 se tratan c o n más detalle las dislocaciones parciales. Con
el microscopio electrónico se ha observado la separación en dislocaciones par-
ciales e n laminillas de acero inoxidable.
límite elástico con la temperatura, diferente de la de los'metales con
defectos de apilamiento estrechos. La figura 4-26 muestra por qué el
deslizamiento cruzado es más difícil en metales con bandas amplias
de defectos de apilamiento. Como las dislocaciones se ensanchan en
el plano de deslizamiento, no pueden transferirse a otro plano de des-
lizamiento, salvo en el punto en que se juntan las dislocaciones par-
ciales. Puesto que se necesita energía para producir una estrangulación
en el defecto de apilamiento, resulta más difícil el deslizamiento cru-
zado en los metales con defectos de apilamiento anchos. Así, p. ej., la
energía de activación para el deslizamiento cruzado es aproximada-
mente de 1 electrón-voltio en el aluminio y de unos 10 ev en el cobre.

4-11. Bandas de deformación y bandas de plegado.—A causa


de la deformación heterogénea de los cristales se producen zonas de
orientación diferente denominadas
bandas de deformación. Cuando se p
produce deslizamiento sin restric-
ciones y de un modo homogéneo
perfecto, se pueden eliminar las lí-
neas de deslizamiento puliendo
posteriormente la superficie. Sin
embargo, se observan bandas de
deformación aun después de puli-
dos y ataques repetidos, cuando FIG. 4-27.—Banda de plegado (kink
band).
estas representan zonas de orienta-
ción cristalográfica diferente. En los monocristales se pueden producir
bandas de deslizamiento de varios milímetros de anchura, mientras que
en las probetas policristalinas se precisa el microscopio para apreciar-
las. La tendencia a que se formen bandas de deformación es mayor en
las probetas policristalinas, debido a que las restricciones impuestas por
los límites de grano hacen más fácil la aparición de diferencias de
orientación en los granos durante la deformación. Las bandas son gene-
ralmente de forma irregular, pero en la dirección de la deformación
principal son alargadas. El contorno de las bandas es generalmente
confuso y mal definido, indicando un desvanecimiento general de la
diferencia de orientación. Se han observado bandas de deslizamiento
en los metales ccc y cc, pero no en los he.
Si estudiamos la ecuación para la tensión cizallante crítica vemos
que es difícil deformar un cristal hexagonal cuando el plano base es
casi paralelo al eje del cristal. O r o w a n 1 ha comprobado que si se
somete a compresión un cristal de cadmio así orientado se deforma
debido a que una zona localizada del cristal se repliega bruscamente
a una posición inclinada con un acortamiento del cristal también brui»
co. En la figura 4-27 se ilustra este pandeo o plegado. Las lineal Jlfr
rizontales representan planos base y los designados con p son M M
1
E . OROWAN: Nature, vol. 149, pág. 6 4 3 , 1942.
nos de plegado en los que la orientación varía b r u s c a m e n t e . La dis-
torsión del cristal está esencialmente confinada a la b a n d a de plegado.
E s t u d i o s posteriores raalizados p o r H e s s y B a r r e t 1 han d e m o s t r a d o
q u e las b a n d a s de plegado se p u e d e n considerar c o m o un tipo sencillo
d e b a n d a s de deformación. T a m b i é n se han o b s e r v a d o estas bandas
d e plegado en los cristales de cinc e n s a y a d o s en tracción, d o n d e la
distribución no uniforme del deslizamiento originará un m o m e n t o fle-
xor que p u e d e producir plegado.

4-12. Endurecimiento por deformación de los monocristales.


U n a d e las características principales de la d e f o r m a c i ó n plástica de los
metales es que la tensión cizallante r e q u e r i d a p a r a p r o d u c i r desliza-
m i e n t o a u m e n t a c o n t i n u a m e n t e con la d e f o r m a c i ó n de cizallamiento.
El a u m e n t o de la tensión r e q u e r i d a p a r a p r o d u c i r deslizamiento de-
bido a una deformación plástica a n t e r i o r se conoce c o m o endureci-
miento por deformación. En los m o n o c r i s t a l e s de los m e t a l e s dúctiles
se observa con frecuencia un a u m e n t o de la tensión de fluencia de
m á s del 100% debida al e n d u r e c i m i e n t o por d e f o r m a c i ó n .
El endurecimiento por d e f o r m a c i ó n se p r o d u c e por la interacción
d e dislocaciones entre sí y con b a r r e r a s que impiden su m o v i m i e n t o
a través d e la red cristalina. El e n d u r e c i m i e n t o debido a la inter-
acción de dislocaciones es un p r o b l e m a complicado, p o r q u e implica
g r a n d e s grupos de dislocaciones y es difícil especificar de f o r m a ma-
t e m á t i c a simple el c o m p o r t a m i e n t o d e dichos grupos. Se sabe que el
n ú m e r o de dislocaciones en un cristal a u m e n t a con la deformación,
s o b r e p a s a n d o el n ú m e r o existente en el cristal recocido. P o r consi-
guiente, la primera condición para c o m p r e n d e r el e n d u r e c i m i e n t o por
deformación es el desarrollo de un m e c a n i s m o lógico para la genera-
ción d e dislocaciones. F. C. F r a n k y W. T. Read han concebido un me-
c a n i s m o mediante el cual una dislocación puede producir un fuerte
deslizamiento. El manantial de F r a n k - R e a d (para m á s detalles vease el
capítulo 6) es un medio por el q u e las dislocaciones inicialmente exis-
tentes en el cristal, c o m o r e s u l t a d o del crecimiento, pueden generar
b a s t a n t e s dislocaciones p a r a justificar el e n d u r e c i m i e n t o por deforma-
ción observado. Este m e c a n i s m o c o n c u e r d a con las observaciones ex-
perimentales siguientes: 1) el deslizamiento está c o n c e n t r a d o sobre
un n ú m e r o relativamente p e q u e ñ o de planos de deslizamiento activos;
2) el deslizamiento total sobre c a d a plano es del o r d e n de 1000 espa-
ciados atómicos. Existe o t r o proceso, basado en la teoría de F r a n k -
Read, para inmovilizar el m a n a n t i a l después d e q u e se ha p r o d u c i d o
un deslizamiento de la m a g n i t u d ind :ada. R e c i e n t e m e n t e se han obte-
n i d o s p r u e b a s experimentales direct;. ; de la existencia de manantiales
de F r a n k - R e a d en los cristales.
U n a de las primeras teorías s o b r e las dislocaciones, establecida para
explicar el endurecimiento por deformación, sostenía la hipótesis de
1
J. A . H E S S y C . S . BARRETT: Trans. AIME, vol. 185, pág. 599, 1949.
'me.

que las dislocaciones se apilaban sobre los planos de deslizamiento


frente a barreras del cristal. Los apilamientos producían una retroten-
sión que se oponía a la tensión aplicada sobre el plano de desliza-
miento. La existencia de la retrotensión se demostró experimentalmente
mediante ensayos de cizalladura sobre monocristales de cinc 1 . Los
cristales de cinc son ideales para realizar experimentos sobre la plas-
ticidad de los cristales, debido a que se deslizan solamente sobre los
planos base, por lo que se pueden evitar fácilmente las complicaciones
derivadas del deslizamiento doble. En la figura 4-28, el cristal se de-
forma hasta el punto O, se des-
carga y a continuación se vuel- dirección de deslizamiento
ve a cargar en la dirección opues- a 180° de la dirección inicial
ta a la de deslizamiento original.
Obsérvese que al volver a cargar
el cristal este tiene un límite elás-
tico, en cizallamiento, inferior al
que tenía cuando -fue cargado por
primera vez. E s t o se debe a que
la retrotensión producida como deformación de cizallamiento y
consecuencia del apilamiento de
dislocaciones f r e n t e a las barre- F.G. 4-28.—Efecto d e la inversión
ras, durante' el primer ciclo de completa del sentido del deslizamien-
carga, facilita el movimiento de to (E.
en la curva tensión-deformación.
H. EDWARDS, J. WASHBURN y
dislocaciones cuando se invierte la E. R. PARKER: Trans. AIME, vol. 197,
dirección de deslizamiento. Ade- pág. 1 5 2 6 , 1 9 5 3 . )
más, en este último caso se pue-
den crear dislocaciones de signo contrario en el mismo manantial
que produjo las dislocaciones responsables de la deformación en la pri-
mera dirección de deslizamiento. Puesto que las dislocaciones de signo
contrario se atraen y se destruyen mutuamente, el efecto neto produ-
cido es un ablandamiento adicional de la red. Esto explica el hecho
de que la curva de fluencia en la dirección opuesta se encuentre por
debajo de la curva para la fluencia continuada en la dirección origi-
nal. El descenso del límite elástico cuando a la deformación en una
dirección le sigue otra deformación en la dirección opuesta, se deno-
mina efecto Banschinger2. Aun cuando en todos los metales se observa
el efecto Bauschinger, la magnitud de este no siempre es igual a la
obtenida para los cristales de cinc. Además, después de la inversión de
dirección, la curva de fluencia no queda por debajo de la original en
todos los metales.
Habiéndose establecido la existencia de la retrotensión y su impor-
tancia en el endurecimiento por deformación, la próxima etapa es
identificar las barreras que se oponen al movimiento de las disloca-
1
E. H.EDWARDS, J. WASHBURN y E. R. PARKER: Trans. AIME, vol. 197,
pág. 1 5 2 5 ,1953.
2
f. BAUSCHINGER: Zivilingur., vol. 27, págs. 289-347, 1881.
ciones en los monocristales. Las partículas de precipita-Jos microscópi-
cos y los á t o m o s e x t r a ñ o s pueden servir de b a r r e r a s , j.oro en los mo-
nocristales p u r o s estas pueden ser originadas p o r o t r a s causas. Dichas
b a r r e r a s se p r o d u c e n p o r q u é las dislocaciones en deslizamiento sobre
planos de deslizamiento intersecados se pueden combinar e n t r e sí y
p r o d u c i r una nueva dislocación q u e no se e n c u e n t r a <;n la dirección
de deslizamiento. Se llama dislocación sésil a la de poca movilidad
q u e ha s i d o p r o d u c i d a p o r la 'reacción con o t r a dislocación. Puesto
q u e sobre los planos d e deslizamiento con t e n s i o n e s cizallantes peque-
ñas n o se e n c u e n t r a n dislocaciones sésiles, estas actúan como barrera

!*"IG. 4 - 2 9 . — R e p r e s e n t a c i ó n e s q u e m á t i c a de la i n t e r s e c c i ó n du d o s d i s l o c a c i o n e s
í e l i c o i d a l e s . a) A n t e s d e la i n t e r s e c c i ó n ; b) c o d o s f o r m a d o s d e s p u é s d¡ la
intersección.

que impide el movimiento de las dislocaciones, h a s t a que se aumenta


la tensión y alcanza el nivel a d e c u a d o para d e s t r u i r dicha barrera. La
reacción de dislocaciones más i m p o r t a n t e es la que conduce a la for-
mación de b a r r e r a s de Cottrell-Lomer en los metales cec por desliza-
miento en los planos intersecantes {111}.
E s posible que sea otro el m e c a n i s m o de e n d u r e c i m i e n t o por de-
formación, c u a n d o las dislocaciones que se mueven en el plano de
deslizamiento cortan a o t r a s que intersecan al plano de deslizamiento
activo. Las dislocaciones transversales al plano de d e s l i z a m i e n t o activo
f o r m a n lo que se llama f r e c u e n t e m e n t e un bosque de dislocaciones y
el indicado m e c a n i s m o de e n d u r e c i m i e n t o p o r d e f o r m a c i ó n se cita
como la intersección de un b o s q u e de dislocaciones. La figura 4-29
m u e s t r a q u e la intersección de dislocaciones p r o d u c e codos o escalo-
nes en la línea de dislocación. Los codos f o r m a d o s en e s t e caso son
dislocaciones de cuña, ya que sus vectores d e Burgers son perpen-
diculares a la línea d e dislocación original. Cualquier m o v i m i e n t o pos-
terior d e dislocaciones helicoidales a lo largo d e la linca AA requeri-
ría q u e las componentes en cuña recién formada? se m o v i e r a n fuera
de sus planos de deslizamiento. En consecuencia, la f o r m a c i ó n de co-
dos en las dislocaciones helicoidales impide su m o v i m i e n t o e incluso
pueden llegarse a formar vacantes y aparecer átomos Intersticiales si
se fuerza a los codos a moverse bruscamente. Los codos no impiden
el movimiento de las dislocaciones de cuña. Todos estos procesos re-
quieren un consumo mayor de energía y, p o r consiguiente, contribu-
yen al endurecimiento.
El endurecimiento por deformación c a u s a d o por el proceso que
acabamos de describir proviene de fuerzas de corto alcance que actúan
sobre distancias menores que 5 a 10 distancias interatómicas. Este en-
durecimiento se puede vencer, a temperaturas finitas, con la ayuda
de las fluctuaciones térmicas y, por consiguiente, depende de la tem-

deformación de cizallamiento resuelta j

FIG. 4 - 3 0 . — C u r v a generalizada d e f l u e n c i a para monocristales ccc.

peratura y de la velocidad de deformación. Por otro lado, el endureci-


miento por deformación ocasionado por apilamiento de dislocaciones
frente a barreras del cristal, se produce sobre distancias mayores y,
por tanto, es relativamente independiente de la temperatura y de la
velocidad de deformación. En consecuencia, para determinar la con-
tribución relativa de los dos mecanismos, pueden utilizarse los datos
referentes a la dependencia existente entre el endurecimiento, la tem-
peratura y la velocidad de deformación
Cuando las curvas tensión-deformación de los monocristales se re-
presentan como tensiones cizallantes resueltas en función d e la defor-
mación de cizallamiento, se pueden hacer ciertas generalizaciones para
todos los metales ccc. Siguiendo la notación propuesta p o r Seeger 2 ,
la curva de fluencia d e los monocristales metálicos p u r o s se puede
dividir en tres etapas (Fig. 4-30). En la primera etapa, la zona de
1
Z. S. BASINSKI : Phil. Mag., v 0 l. 4, ser. 8, pdgs. 393-432, 1959.
1
A . SEEOER: " D i s l o c a t i o n s and Mechanical Properties of Crystals", John
Wiley & Sons, Inc.. N u e v a York. 1957.
deslizamiento fácil, el cristal experimenta un ligero endurecimiento
por deformación. Durante el deslizamiento fácil las dislocaciones pue-
den moverse sobre distancias relativamente grandes sin encontrar ba-
rreras. El pequeño endurecimiento por deformación producido durante
esta etapa supone que la mayoría de las dislocaciones escapan del
cristal en la superficie. Durante el deslizamiento fácil, este se produce
solamente sobre un sistema de deslizamiento. Por esta razón, a la
etapa primera del deslizamiento se le denomina a veces finjo laminar.
A la segunda etapa corresponde una parte casi lineal de la curva
de fluencia, en la que el endurecimiento por deformación aumenta
rápidamente. En esta etapa el deslizamiento se produce en más de
un juego de planos. La longitud de las líneas de deslizamiento activo
disminuye al aumentar la deformación, lo que concuerda con la idea
ie la formación de un número mayor de barreras de Cottrell-Lomer
il aumentar la deformación. Durante la segunda etapa, la relación entre
el coeficiente de endurecimiento por deformación (pendiente de la
urva) y el módulo de cizallamiento es casi independiente de la ten-
ión y la temperatura, y aproximadamente independiente de la oricnia-
ión y pureza del cristal. El hecho de que la pendiente de la curva Je
luencia en la etapa segunda sea casi independiente de la t e m p e r a i m a
oncuerda con la teoría que supone que el principal mecanismo de
endurecimiento por deformación consiste en apilamientos de grupos
le dislocaciones.
A la tercera etapa corresponde un descenso de la velocidad de
endurecimiento por deformación. Los procesos que tienen lugar du-
rante esta etapa se denominan frecuentemente recuperación dinámica.
¡in esta zona de la curva de fluencia las tensiones son bastante eleva-
las, d e manera que las dislocaciones pueden intervenir en procesos
]ue son imposibles con tensiones inferiores. Se cree que el desliza-
miento cruzado es el proceso principal por el que las dislocaciones,
ipiladas frente a obstáculos durante la segunda etapa, pueden escapar
reducir el campo de deformación interna. La tensión r ; a partir ele
a cual comienza la tercera etapa depende de la temperatura. Asimis-
mo, el límite elástico de un cristal deformado hasta la tercera etapa
depende más de la temperatura que si ha sido deformado sólo hasta
la segunda. Esta dependencia de la temperatura sugiere que, en la
tercera etapa, el principal mecanismo de endurecimiento por deforma-
ción es la intersección de bosques de dislocaciones.
La curva que se muestra en la figura 4-30 representa el comporta-
miento general de los metales ccc. Se han observado ciertas desvia-
ciones que se apartan de la curva de fluencia de tres etapas. Así, p. ej.,
los metales con una elevada energía de defectos de apilamiento, como
el aluminio, muestran normalmente una segunda etapa muy pequeña a
temperatura ambiente, debido a que pueden deformarse fácilmente por
deslizamiento cruzado. La forma y magnitud de las curvas de fluen-
cia d e los monocristales, particularmente durante las primeras etapas,
depende de la pureza del metal, orientación del cristal, temperatura
de ensayo y velocidad de deformación. La zona de deslizamiento lácü
es m u c h o más pronunciada en los Cristales he que en los metales ccc.
Una zona de deslizamiento fácil en la curva de fluencia está favore-
cida por el deslizamiento en un solo sistema, la pureza elevada, la
baja temperatura, la dureza de películas superficiales de óxido, una
orientación favorable para el deslizamiento simple y un método de
ensayo que reduzca al mínimo las tensiones de flexión extrañas. La
figura 4-31 muestra que la orientación del cristal puede ejercer un
efecto muy grande sobre la curva de fluencia de los monocristales ccc.

FIG. 4 - 3 1 . — E f e c t o d e la o r i e n t a c i ó n d e la p r o b e t a en la c u r v a d e f l u e n c i a
d e m o n o c r i s t a l e s ccc.

Cuando el eje de tracción es paralelo a una dirección <011), un siste-


ma de deslizamiento soporta una tensión cizallante apreciablemente
mayor que cualquier o t r o y la curva de fluencia muestra una zona de
deslizamiento fácil relativamente más amplia. Cuando el eje de trac-
ción está próximo a la dirección <100) o <111), la tensión sobre varios
sistemas de deslizamiento no es muy diferente y las curvas de fluencia
muestran grandes velocidades de endurecimiento por deformación.
Comenzando a una temperatura lo más próxima al cero absoluto
posible, el valor de la tensión cizallante resuelta, a una deformación
de cizallamiento dada, disminuye al aumentar la temperatura. Si se
deforman los ccc hasta el final de la segunda etapa, a una temperatu-
ra Tu y entonces se aumenta esta hasta T2 sin variar la deformación,
la tensión d e fluencia desciende de r ¡ a (Fig. 4-32). El estado de
endurecimiento por deformación alcanzado en T, es inestable en T2 y
se produce un proceso de recuperación que tiende a reducir el endu-
recimiento a lo que hubiera sido si toda la deformación se hubiera
realizado a T 2 . Este comportamiento se denomina ablandamiento por
FIG. 4 - 3 2 . — C u r v a s de f l u e n c i a q u e m u e s t r a n ablandamiento
por la d e f o r m a c i ó n .

ciones puede ser producida por un deslizamiento cruzado (más f á c i l a


t e m p e r a t u r a s mayores), o quizá se deba al hecho de que, a Tz, a causa
del a u m e n t o de las fluctuaciones térmicas, el t a m a ñ o de los apila-
m i e n t o s estables de dislocaciones es menor.

BIBLIOGRAFIA

AZÁROFF, L. V . : "Introduction to S o l i d s " , M c G r a w - H i l l Book C o m p a n y . Inc.,


Nueva York, I960.
BARRET, C. S . : "Estructura de los m e t a l e s " , traducción española de la 7. a ed.
americana por F. Muñoz del C o r r a l , Aguilar, Madrid, 1957.
CLAREBROUGH, L. M., y M. E. HARGREAVES; Work Hardening of Metals, en
"Progress in Metal Physics", vol. 8, P e r g a m o n Press, Ltd., L o n d r e s , 1959.
COTTRELL, A . H . : "Dislocations and P l a s t i c Flow in Crystals", O x f o r d Uni-
versity Press, Nueva York, 1953.
MADDIN, R., y N . K. CHEN: Geometrical Aspects of the Plastic D e f o r m a t i o n
of Metal Single Crystals, en "Progress in Metal Physics", vol. 5, P e r g a m o n
Pres, Ltd., Londres, 1954.
SCHMIO, E., y W. BOAS: "Plasticity of Crystals", traducción inglesa, F. A. Hu-
g h e s & Co., Londres, 1950.

' A . H. COTTRELL y R. J. STOKES: Proc. Roy. Soc. (Londres), vol. A233,


pág. 17, 1955.
CAPITULO 5

DEFORMACION PLASTICA DE AGREGADOS


POLICRISTALINOS

5-1. Introducción.—En el capítulo anterior se ha tratado la de-


formación plástica de los monocristales metálicos en relación con el
movimiento de las dislocaciones y los mecanismos básicos de la defor-
mación por deslizamiento y maclaje. Las probetas monocristalinas re-
presentan el metal en su estado ideal. Con esta simplificación se puede
describir el comportamiento ante la deformación por medio de la cris-
talografía y los defectos estructurales. Sin embargo, a excepción de las
aplicaciones en dispositivos electrónicos y en semiconductores, los
monocristales rara vez se utilizan con fines prácticos, a causa de las
limitaciones impuestas por su resistencia mecánica, tamaño y fabri-
cación. Los productos metálicos comerciales están formados invaria-
blemente por un número enorme de pequeños cristales o granos indi-
viduales. Los granos individuales de los agregados policristalinos no
se deforman de acuerdo con las leyes relativamente simples que des-
criben la deformación plástica de los monocristales, debido al efecto
restrictivo de los granos circundantes. Por tanto, hay una laguna entre
los mecanismos de deformación fundamentales, determinados a partir
de los monocristales, y la predicción del comportamiento plástico de
un agregado policristalino partiendo de estos conceptos básicos.
Los límites de grano ejercen una influencia considerable sobre el
comportamiento ante la deformación plástica de los metales policris-
talinos. Otros factores que tienen también un efecto importante sobre
las propiedades mecánicas son-, la presencia de límites de subgrano en
el interior de los granos, las adiciones de aleantes en solución sólida
y la dispersión de partículas de segunda fase. En este capítulo se tra-
tarán cada uno de estos factores, principalmente en relación con su
efecto sobre la curva de fluencia. Siempre que sea posible se darán ex-
plicaciones cualitativas de estos procesos utilizando la teoría de las
dislocaciones. Otros temas que se tratan en este capítulo son: el
comportamiento del límite elástico, el envejecimiento por deformación,
la deformación en frío, el recocido y el desarrollo de orientaciones
preferentes. Como se puede apreciar, todos estos temas no están solo
restringidos a los materiales policristalinos. Sin embargo, la mayor
parte de los datos experimentales sobre estos fenómenos se han obte-
nido de materiales policristalinos y, por tanto, estos se tratan también
en este capítulo.
125
5 - 2 . L í m i t e s de g r a n o y « f o r m a c i ó n . — L o s límites entre gra-
nos en un agregado policristali > son una zona de red desordenada
de solo algunos diámetros atón os de anchura. F.n general, la orien-
tación cristalográfica varía bru í m e n t e al pasar de un grano al si-
guiente a través del límite de { ¡no. Los límites de grano ordinarios,
de ángulo grande, representan ¡a zona de falta aleatoria de encaje
entre redes cristalinas adyacent C u a n d o la diferencia de orienta-
ción entre los granos a cada 1; 3 del límite desciende, el es lado de
ordenación en el límite aumeni En el caso e x t r e m o de límites de
ángulo pequeño, en los que la ferencia de orientación a través del
límite puede ser inferior a I o (\ ise Sec. 5-3), el límite está formado
por una ordenación regular de ( .locaciones.
Los límites de grano o r d i n a r 'i de ángulo grande tienen una ener-
gía superficial bastante elevada, vsí, p. ej., un límite de grano en el
cobre tiene una energía superficie de intercara de unos 600 ergios/cm 2 ,
mientras la energía de un límite c macla es solo de unos 25 ergios/cm 2 .
Debido a su energía elevada, los imites de grano sirven como lugares
preferentes para reacciones en 1 tado sólido, tales como la ti:fusión,
las transformaciones de fase y las reacciones de precipitación, l ' n pun-
to i m p o r t a n t e a considerar es q e la gran energía de un límite de
grano da c o m o resultado, n o r m a l m e n t e , una concentración de átomos
solutos más elevada en el límite o e en el interior del grano. Es 10 hace
difícil separar claramente el efect p u r a m e n t e mecánico de los límites
de grano sobre las propiedades d 1 debido a la segregación de impu-
rezas.
Los límites de grano pueden ervir para a u m e n t a r o disminuir la
resistencia de un metal, d e p e n d i e - d o de la t e m p e r a t u r a , la velocidad
de deformación y la pureza de di' ho metal. A t e m p e r a t u r a s inferiores
a la mitad, aproximadamente, del ounto de fusión absoluto, y con ve-
locidades de deformación relativ m e n t e rápidas (de forma que los
efectos de recuperación no sean ¡. t n d e s ) , los límites de grano aumen-
tan la velocidad del endurecimiei o por deformación y la resi -tencia
mecánica. A t e m p e r a t u r a s elevad: y velocidades de deformación pe-
queñas (condiciones de la d e f o r r ición por fluencia l e n t a ) , la defor-
mación está localizada en los lím es de grano. P u e d e producirse des-
plazamiento de los límites de gra o y migración inducida por la ten-
sión, y la fractura se p r o d u c e eve t u a l m e n t e en los límites de grano.
La zona de temperatura, b a s t a n t e estrecha, en la que los límites se
hacen menos resistentes que el interior de los granos, de tal m a n e r a
que la fractura se produce d e f o r m a i n t e r g r a n u l a r en vez de un m o d o
transgranular, se denomina temperatura equicohesiva.
La diferencia principal entre la d e f o r m a c i ó n a t e m p e r a t u r a ambien-
te de productos monocristalinos y policristalinos es que estos ú l t i m o s
1
Para una revisión de los modelos de límites de grano propuestos, véase
D. MCLEAN: "Grain boundaries in Metals", Cap. II, O x f o r d University Press,
Nueva York, 1957.
La curva tensión-deformación de los metales policristalinos no mues-
tra ninguna zona de deslizamiento fácil correspondiente a la primera
etapa. Con estas muestras policristalinas solo se obtienen deformacio-
nes correspondientes a la segunda y tercera etapas. Asociado con el
aumento del endurecimiento por deformación se encuentra normal-
mente un incremento del límite elástico y de la resistencia a la trac-
ción. Los efectos de los límites de grano sobre la resistencia mecánica

Fie. 5-1.—Dislocaciones apiladas a n t e un límite d e grano, tal c o m o se obser-


van en una hoja delgada de acero inoxidable en el m i c r o s c o p i o electrónico.
17 5 0 0 a u m e n t o s . [M. J . WHELA.N, P . B . H I R S C H , R . W. HORNE y W. BOLLMAN:
Pro. Roy. Soc. (Londres), vol. 240A, pág. 524, 1957.1

se deben a dos factores principales. El primero de ellos es que los


límites de grano constituyen barreras para el deslizamiento. De mayor
importancia es el hecho de que el requisito para la continuidad entre
granos d u r a n t e la deformación introduce formas complejas de defor-
mación en el interior de los granos individuales. En las probetas poli-
cristalinas se produce muy fácilmente deslizamiento sobre sistemas
múltiples.
El hecho de que las líneas de deslizamiento se detienen en los
límites de grano se puede observar fácilmente con el microscopio nor-
mal. Sin embargo, con técnicas especiales de ataque (Sec. 6-2) y los
grandes aumentos que proporciona la microscopía electrónica de pe-
lícula delgada, es posible establecer que las dislocaciones se apilan a
lo largo de planos de deslizamiento en los límites de grano (Fig. 5-1).
Los apilamientos de dislocaciones producen retrotensiones que se opo-
nen a la creación de nuevas dislocaciones en los manantiales de I'rank-
Rcad del interior de los granos. Con el aumento de la tensión aplicada
se apilan cada vez más las dislocaciones en los limites de grano. En
la cabeza de los apilamientos de dislocaciones se desarrollan tensiones
cizallantes elevadas, lo que es suficiente, eventualmente, para produ-
cir desplazamiento de dislocaciones, a través del límite, a los granos
vecinos. Esto aminora el apilamiento de dislocaciones y reduce al mí-
nimo el endurecimiento producido por esta causa. Por consiguiente,
el endurecimiento debido al apilamiento de dislocaciones es importan-
te en las primeras etapas de la deformación, pero no si esta es grande.
Es más eficaz en los metales lie, con solo un plano de deslizamiento
fácil, que en los metales ccc o cc con muchos planos de deslizamiento
equivalentes. En el último caso, ningún grano puede estar orientado
muy desfavorablemente con respecto a la tensión aplicada, de manera
que, por término medio, el deslizamiento se puede iniciar en un grano
vecino con una tensión solo ligeramente superior a la que se requiere
para que comience el deslizamiento en los granos orientados más fa-
vorablemente. Sin embargo, en los metales he puede existir entre gra-
nos vecinos una diferencia de orientación muy desfavorable, de forma
que se precisa una tensión apreciablemente mayor para que cornience
el deslizamiento. Por consiguiente, los metales policristalinos he mues-
tran una velocidad de endurecimiento por deformación muy superior
comparada con la de los monocristales. En los metales ccc y cc la
diferencia existente en la curva de fluencia entre policristales y mo-
nocristales no es tan grande.
En la figura 4-31 se ha mostrado el efecto de la orientación cris-
talina sobre la curva de fluencia de los monocristales ccc. Las orien-
taciones que producen muchos sistemas de deslizamiento orientados
favorablemente se deforman fácilmente por deslizamiento múltiple. El
deslizamiento múltiple produce siempre una velocidad elevada de en-
durecimiento por deformación. Teniendo en cuenta consideraciones
puramente geométricas, los granos de un metal policristalino han de
permanecer en contacto durante la deformación. Taylor 1 ha demos-
trado que, a fin de mantener la continuidad, en cada grano deben
operar cinco sistemas de deslizamiento independientes. Puesto que, de-
pendiendo de la orientación, para el deslizamiento múltiple en los
monocristales solo se necesitan dos o tres sistemas, el deslizamiento
en los policristales es más complejo que en los monocristales orienta-
dos para el deslizamiento múltiple. En los policristales se observa,
normalmente, un endurecimiento por deformación mayor que el que
puede justificar el deslizamiento múltiple en los monocristales y las
¡jarreras que representan los límites de grano 2 .
El tamaño de grano tiene un efecto apreciable sobre la mayoría

! G . L TAYLOR: J. Inst. Metals, vol. 62, pág. 307, 1938.


2
M C L E A N , op. cit., Cap. VL
d« la» p r o p l i « « !
disminuir el tamaño de grano
y las resistencias a la tracción, n la fatiga y al choque. Él efecto Ctél
tamaño de grano es mayor sobre las propiedades que están relaciona-
das con las primeras etapas de la deformación, ya que es en estas
etapas cuando las barreras de los limites de grano son más eficaces,
por tanto, el límite elástico depende más del tamaño de grano que
la resistencia a la tracción. En las últimas etapas de la deformación
la resistencia mecánica está controlada principalmente por interaccio-
nes complejas de dislocaciones que tienen lugar en el interior de los
granos, no siendo el tamaño de grano una variable controladora.
En la mayoría de los metales el límite elástico está relacionado con
el tamaño de grano por la ecuación

(T0-<r¡ + KyD~in [5-1]


en d o n d e :

o o = límite elástico;
cr, = tensión de fricción que se opone al movimiento de las dis-
locaciones ;
K v = medida de la extensión del apilamiento de dislocaciones fren-
te a las barreras;
D = diámetro de grano.

La Ec. [5-1] fue propuesta por primera vez para el acero b a j o en car-
bono 1 y se ha aplicado mucho en ensayos sobre este material. La pen-
diente de la representación de cr0 en función de D~U1 es igual a Kvl
esto es, la medida de la extensión del apilamiento de dislocaciones
frente a los límites de grano, que es esencialmente independiente de
la temperatura. La ordenada en el origen cr, representa la medida de
la tensión necesaria para arrastrar una dislocación frente a la resis-
tencia de las impurezas, las partículas de precipitados, los límites de
subgrano, y a la fuerza de Peierls-Nabarro. Este término depende tanto
de la composición como de la temperatura, pero es independiente de
la tensión aplicada. Puesto que la fuerza de Peierls-Nabarro depende
;
de la temperatura, y los otros factores que se oponen al movimiento
de las dislocaciones son aproximadamente independientes de la tem-
! peratura, se p u e d e hacer un cálculo de la resistencia de la red al mo-
i vimiento de las dislocaciones, partiendo de un análisis relativo a la
5 dependencia existente entre el t a m a ñ o de grano y el límite elástico 2 .
I Es difícil determinar la curva de fluencia de los materiales poli-
cristalinos a partir de los datos obtenidos de los monocristales. Los

1
N . J. PETCH: / , Iron Steel Inst. (Londres), vol. 173, pág. 25, 1953;
E. O. HALL: Proc. Phys. Soc. (Londres), vol. 64B, pág. 747, 1951.
2
I. HESLOP y N. I. PETCH: Phil. Mag., vol. 1, p á g . 866, 1956.

METER.—9
análisis realizados sobre este p r o b l e m a 1 han consistido esencialmente
en obtener una medida de las c u r v a s de los m o n o c r i s t a l e s de diferentes
orientaciones. Los resultados o b t e n i d o s dan solo una aproximación
moderada.
El t a m a ñ o de grano se mide con un microscopio, bien c o n t a n d o
el n ú m e r o d e granos de u n a zona d a d a o d e t e r m i n a n d o el n ú m e r o de
granos que intersecan u n a longitud d a d a de una linea trazada aleato-
riamente, o bien por comparación con gráficos normalizados. I I diá-
metro medio de grano D se p u e d e d e t e r m i n a r a p a r t i r de mediciones
a lo largo de las líneas t r a z a d a s a l e a t o r i a m e n t e por la ecuación

en la que L es la longitud de la línea y N el n ú m e r o de intersecciones


que el límite de grano tiene con la línea. E s t a ecuación se puede re-
l a c i o n a r 2 con la razón entre la superficie S del límite de g r a n o y el
volumen V de los granos, por m e d i o de la ecuación

S 2N 4/

en la que l es la longitud total del límite de g r a n o s o b r e un plano


aleatorio de pulido y A es el área total de los granos sobre dicho pla-
no. U n m é t o d o m u y conocido es el utilizado en los E s t a d o s Unidos
para d e t e r m i n a r el t a m a ñ o de grano, y que consiste en c o m p a r a r los
granos, b a j o a u m e n t o s preestablecidos, con las tablas de clasificación
de t a m a ñ o de g r a n o de la A m e r i c a n Society for Testing M a t e r i a l s
( A S T M ) . El n ú m e r o n, que representa el t a m a ñ o de grano de la A S T M ,
y el N, n ú m e r o de granos por pulgada c u a d r a d a a 100 a u m e n t o s , guar-
dan entre sí la siguiente relación :

N* = 2""' [5-41

En la tabla 5-1 se c o m p a r a n los n ú m e r o s de grano de la A S T M con


los de otras varias determinaciones útiles.

5 - 3 . L i m i t e s d e g r a n o de á n g u l o p e q u e ñ o . — R e c i e n t e m e n t e se
ha c o m p r o b a d o q u e p u e d e existir u n a s u b e s t r u c t u r a definida en el in-
terior de granos r o d e a d o s p o r límites de g r a n o de energía elevada. Los
subgranos son límites de ángulo p e q u e ñ o en los que la diferencia de
orientación a través del límite p u e d e ser de u n o s c u a n t o s m i n u t o s de
arco solamente o, a lo sumo, d e unos p o c o s grados. A causa de esta

'TAYLOR, op. cit„• J. F. W. BISHOP: 7. Meek, and Phys. Solids, vol. 3.


págs. 259-66, 1955; U. F. KOCKS : Acta Met., vol. 8, págs. 345-52. 1960.
2
C . S. SMITH y L . GUTTMAN: Trans. AIME, v o l . 197, p á g . 81, 1953.
TABLA 5-1
Comparación de sistemas de medida del tamaño dt grano*

Número ASTM Granos/pulg 1 Granos/mm 1 Granos/mm" Diámetro medio


a 100 aumentos de grano, en mm

-3 0.06 1 0.7 1,00


-2 0.12 2 2 0,75
-1 0.25 4 5.6 0,50
0 0.5 8 16 0.35
1 1 16 45 0.25
2 2 32 128 0,18
3 4 64 360 0.125
4 8 128 1020 0.091
5 16 256 2900 0,062
6 32 512 8200 0,044
7 64 1024 23000 0,032
8 128 2048 65000 0,022
9 256 4096 185000 0,016
10 512 8200 520000 0,011
11 1024 16400 1500000 0.008
12 2048 32800 4200000 0.006

• ASM Metals Handbook, ed. 1948

pequeña diferencia de orientación se requieren técnicas especiales de


rayos X para detectar la existencia de una red subestructural. Los
límites de subgrano tienen menor energía que los de grano y, por
consiguiente, se atacan con menor facilidad que estos últimos. Sin
embargo, en muchos metales se pueden detectar en la microestructura
por procedimientos metalográficos (Fig. 5-2).
Los límites de ángulo pequeño contienen una ordenación de dis-
locaciones relativamente simple. El caso más sencillo es el de un límite
inclinado. La figura 5-3 a muestra dos cristales cúbicos con un eje
[001] común. La pequeña diferencia de orientación entre granos está
indicada por el ángulo 6. En la figura 5-3 b se han juntado los dos
cristales para formar un bicristal que contenga un límite de ángulo
pequeño. A lo largo del límite, los átomos ajustan su posición por
deformación localizada, a fin de producir una transición suave de un
grano a otro. Sin embargo, la deformación elástica no puede acomodar
toda la falta de encaje, de manera que algunos d e los planos de átomos
han de terminar sobre el límite de grano. En donde terminan los
planos de átomos existe u n a dislocación de cuña. Por consiguiente,
los límites inclinados de ángulo pequeño pueden considerarse como
una ordenación de dislocaciones de cuña. Partiendo de la geometría
de la figura 5-3 b, la relación entre 9 y el espaciado entre dislocaciones
viene dada por /, t

<ttjí
en la q u e b es la magnitud del vector de Burgers d e la red. '
La validez del modelo de dislo< ciones para el límite de ángulo pe-
queño se d e m u e s t r a por la posibili id de calcular la energía del límite
de grano en función de la diferem t de orientación e n t r e los dos gra-
nos. Con tal de que el ángulo no ea mayor de unos 20°, los valores
de la energía del límite de grano nedidos y los calculados sobre la
base del modelo de dislocaciones encuerdan b a s t a n t e bien. También
por medio de las observaciones • etalográficas se c o m p r u e b a la in-

FIG. 5 - 2 . — R e t í c u l o d e la s u b e s t r u c t u r a en u n a aleación de h i e r r o
y 3% d e silicio. 250 a u m e n t o s .

tervención de las dislocaciones en los límites d e ángulo p e q u e ñ o . Si


el ángulo es pequeño, de manera que el espaciado entre dislocaciones
sea grande, es posible observar f r e c u e n t e m e n t e q u e el límite está cons-
tituido p o r una hilera de figuras de corrosión y cada figura corres-
ponde a la situación de una dislocación en cuña (Fig. 5-4).
Los sublímites o límites d e ángulo pequeño se pueden p r o d u c i r de
modos d i f e r e n t e s 1 , d u r a n t e el crecimiento del cristal, en la deforma-
ción p o r fluencia lenta a t e m p e r a t u r a elevada o c o m o r e s u l t a d o de una
transformación de fase. El veteado de los g r a n o s de ferrita es un
ejemplo bien conocido de s u b e s t r u c t u r a producida por las tensiones

1
R . W. CAHN: " I m p u r i t i e s a n d I m p e r f e c t i o n s " , A m e r i c a n Society f o r Me-
tals, M e t a l s P a r k , Ohio, 1955.
; ÍEC. 5OJ L I M H LO DE GR«NO DE ANOULO PEYUEÑO 133

internas que acompañan a las transformaciones de fase. Quizá el mé-


todo más general para producir una red subestructural consiste en in-
troducir un pequeño grado de deformación (del 1% al 10%, aproxi
madamente), seguido de un tratamiento de recocido para reordenar
las dislocaciones en límites de subgranos. El grado de deformación y

FIG. 5 - 3 . — E s q u e m a de un límite d e grano de ángulo pequeño, a) Dos granos


que t i e n e n un eje [ 0 0 1 ] c o m ú n y una diferencia angular d e orientación 0;
b) D o s granos u n i d o s f o r m a n d o un límite de grano de ángulo pequeño cons-
tituido por una ordenación de dislocaciones de cuña. (W. Y. READ, Jr.: Dislo-
cations irt Crystals, pág. 157, McGraw-Hill B o o k Company, Inc., N u e v a
Y o r k , 1953).

la temperatura han de ser lo suficientemente bajos para impedir la


formación de nuevos granos por recristalización (véase Sec. 5-12).
Este proceso se ha denominado recristalización in situ o poligoni-
zación.
El término poligonización se utilizó primeramente para describir lo
que ocurre cuando se curva un monocristal, dándole un radio de cur-
vatura relativamente pequeño, y, entonces, se le somete a un recocido.
El resultado obtenido al curvar es la introducción de un número ex-
cesivo de dislocaciones del mismo signo. Estas dislocaciones se dis-
triouy-n a lo largo de plano- d deslizamiento ~'.' ' ' me se
t - ' M <m Iia figura a. O j a r o calienta e'. i'.. '. = ; ~c.;l::?.-
t r f . r , r
')' un If-nl'«- 'i'; ángulo pcqij'mo i.-.i y-.tura rv.
poiinorisi fi<; lìmiti;'! d<: grano de r.-¿u¡o pequeño •'Fi*. 5-3 b .
f u e t t o qtj'; los límites de án; ; o p e q u e ñ o estar, f o r r r . í d c s 7- r c : d e -
n.K ion'v, ',':n'-ill.i', de disio'.¡¡' ion , «¡1 e s t u d i o de \u\ p r o p i c i a - : es n-ro-
poKjoji.i mio; mación v,ilio',a •-,<jl : el c o m p o r t a m i e n t o de las m i s m a s
Ij;Ìf k <t; y Washburn ' han dernr r a d o q u e l o s l í m i t e s de á n e u l o pe-

NV D O - ^ L P A W \\\\\U> \\W V\M\U\\V,O SE L-S

OH\ \MWpl\Mo .Uuei.lo , I*I\ lo >^UO CAB'OA . .LO V.WA

I M I U l ó n linortl dislocaciones A M U U M N O , so ha compi olv.do QUO


ol del limito disminuyo .1 a u m e n t a r la distancia de cizalla-
nuonto. Usto significa que el limite pierdo dislocaciones al desplazarse,
hecho que cabría esperar si estas dislocaciones se mantienen ancladas
en imperfecciones tales como á t e n o s extraños, partículas de precipi-
tado y otras dislocaciones.
La formación de subgranos < i un material recocido produce un
a u m e n t o importante de la resiste ncia mecánica. La figura 5-6 muestra
el incremento del límite elástico en el níquel, debido a u n a u m e n t o
en la densidad de los límites de s u b g r a n o producida por deformacio-
nes previas y tratamientos de recocido diversos. El hecho de que las

l E. R. PARKER y J. WASHBURN: Trans. A IME, voi. 194, págs. H)76-078.


ios?
curvas del níquel p u r o y '..;> a d i c i o n e s de níquel sean casi ( N J M ' Í ' J S
• -¿•ca que el e r . d u : e c \ r . \ : - ó.eV.io subestnifftum í» . a
y r - c d u : í i : r r r s.0.-.:."..— V" \x "ntcslw

l<2 ' (t>)

Fie. 5 - 5 . — M o v i m i e n t o d e las dislocaciones para producir


la poligonización (esquema).

de una s u b e s t r u c t u r a de limites de g r a n o de ángulo p e q u e ñ o s o r r >


la curva tension-deformación del acero 1020 (acero o r d i n a r b eon 0 "
de C). Observese q u e el material, que fue d e f o r m a d o en frío J *
y re
cido a fin de p r o d u c i r una subestruc- -°"
1
tura, posee un límite elástico y una
resistencia a la tracción superiores
a los que tienen t a n t o los materia-
les recocidos c o m o los que solo
han sido d e f o r m a d o s en frío. A d e -
más, la ductilidad de los materiales tü
que contienen una s u b e s t r u c t u r a es "3
t>
casi tan buena c o m o la de los aceros
recocidos.

E n d u r e c i m i e n t o por solu-
ción s ó l i d a . — L a introducción de áto-
mos del soluto en solución sólida 1 2 l * 6
en la red de á t o m o s solventes pro- densidad d« subUrnita«
duce, invariablemente, una aleación (escala arbitraria)
que es
que es m m aá ss resisieuie
resistente ^que u c el metal
t i inc^tu
C •* „ Ja ,,,1,,-in FIG. 5-6.—Efecto de la densidad de
puro. Existen dos tipos de solucio- s u b l í m ¡ t e s e n e l elástica
nes sólidas. Si los á t o m o s solutos y ( E - R . PARKER y T . H . H A Z L E T T :
solventes son parecidos, los p r i m e r o s Relation of Properties to Micro-
ocuparán p u n t o s reticulares en la red
cristalina de los á t o m o s solventes.
A este tipo se d e n o m i n a solución só-
lida de sustitución. Si los á t o m o s de soluto son m u c h o menores que
los del solvente, estos ocuparán posiciones intersticiales de la red del
solvente. El c a r b o n o , el nitrógeno, el oxígeno, el hidrógeno y el b o r o
forman soluciones sólidas intersticiales.
Los factores q u e controlan la tendencia a la formación de solucio-
nos sólidas de sustitución se har descubierto, principalmente, gracias
a los trabajos de Hume-Rothery Si los tamaños de los dos átomos,
deducidos aproximadamente de los parámetros de las redes, difieren
menos del 15%, el factor tamaño es favorable a la formación de solu-
ción sólida. Cuando la diferencia de t a m a ñ o es mayor del 15%, la
solubilidad está usualmente restr agida a menos del 1%. Los metales
que no tienen entre sí una .^finirad química muy acusada, tienden a


| |

S^— i
- -
t -

\
,r t?N par* —

/ r —

acero AISI C 1020, calidad de aviación


todas las muestras recocidas
previamente 2 h a 6 9 0 °C
o» brutas de recocido
A
8 % de reducción de e s p e s o r e n frío
a reduc ¡do en frío et 8 % , recocido - | •
1 / 2 h a 690 °C y templado en a ceite
velocidad de deformación, 0 , 0 0 2 / min

0,10 0,20 - 0,30


deformaciór convencional

Fio. 5 - 7 . — E f e c t o de una s u b e s t r u c t u r a c e límites de g r a n o de á n g u l o pequeño


en la curva tensiónvdeformación del ,<cero SAE 1040 (acero al carbono).
( E . R . PARKER y J . W A S H B U R N : ImpurUtas and [mperfections, pág. 1 5 5 . Ame-
rican Society for Metals, M e t a l s Park, Ohio, 1955.)

formar soluciones sólidas, mientras que los metales que se encuentran


muy alejados en la serie electromotriz, forman compuestos intermetáli-
cos. La valencia relativa del soluto v del solvente es también impor-
tante. La solubilidad de los metales con valencia mayor en solventes
cuya valencia es menor, es más extern a que el caso opuesto. Así, p. ej.,
el cinc es mucho más soluble en el :obre que este último en el pri-
mero. Este efecto de la valencia relativa se explica hasta cierto grado
utilizando la relación electrones/átomos En ciertos metales solventes,
el límite de solubilidad en electrones/átomos tiene el mismo valor

' A s í , p. ei., u n a aleación de u n 30% a t ó m i c o de Z n en Cu tiene u n a rela-


ción e l e c t r o n e s / á t o m o s d e 1,3 (3 x 2) + (7 x 1 ) = 13 electrones de valencia por
3 + 7 = 1 0 átomos.
fTTVffPPVW
J ^Psrx. ^ P Ef^PECIM.^pb P Q k ^ l u c i o ^ b L I D A ^ ^ P

para átomos solutos de diferente valencia. Finalmente, para que la


solubilidad sólida se extienda a todo el intervalo de composiciones
(miscibilidad completa), los átomos solutos y solventes han de tener
la misma estructura cristalina.
El conseguir información fundamental acerca de las causas del en-
durecimiento por solución sólida ha sido un proceso lento. Los pri-
meros estudios 1 sobre el aumento de dureza a causa de adiciones en
solución sólida, mostraron que el aumento de dureza varía directa-
mente con la diferencia de tamaño entre los átomos solutos y los sol-
i ventes o con la variación del parámetro reticular debida a la adición
de soluto. Sin embargo, es evidente
que el factor t a m a ñ o por sí solo
no puede justificar el endurecimien- S. 5 0
o
to por solución sólida. Se puede G 40
obtener una correlación mejor de
2
los d a t o s cuando se considera, ade- 8 30
más de la distorsión del parámetro Vi
S 20
reticular, la valencia relativa del M

soluto y del solvente. En la figu-


ra 5-8, donde se muestra la impor-
110
; tancia de la valencia, se representa 1.10 1,15 1,20
el límite elástico de aleaciones de retacidn etectrones/dtomos
I cobre con p a r á m e t r o reticular cons-
FIG. 5-8.—Efecto de la relación elec-
! tante en función de la relación trones-átomos en el límite elástico
3
' electrones/átomos . Resultados pos- de aleaciones de cobre constituidas
j teriores 4 han m o s t r a d o que las alea- por solución sólida. (W. R. HIBBARD,
Ir.: Trans. Met. Soc. AIME, vot. 212,
ciones con t a m a ñ o de grano, pará- pág. 3. 1958.)
metro reticular y relación electro-
nes/átomos iguales tienen el mismo límite elástico inicial, pero sus
curvas de fluencia difieren para tensiones mayores.
Se han realizado estudios sistemáticos relativos al efecto producido
por la adición de aleantes en solución sólida sobre las curvas de
fluencia en tracción del hierro 5 , cobre 6 , aluminio 7 y níquel 8 . En el
caso del hierro el endurecimiento por solución sólida es una función

1
A. L. NORBURY: Trans. Faraday Soc., vol. 19, pâgs. 506-600, 1924;
R. M. BRICK, D. L. MARTIN y R. P. ANGIER: Trans. ASM, vol. 31, pâgs. 675-
98, 1 9 4 3 ; J. H . FRYE y W . HUME-ROTHERY : Proc. Roy. Soc. (Londres), vol. 181,
pâgs. 1-14, 1942.
2
J. E. DORN, P. PIETROKOWSKY y T. E. TIETZ: Trans. AIME, vol. 188.
pâgs. 933-43, 1950.
3
W . R. HIBBARD, fr.: Trans. Met. Soc. AIME, vol. 212, pâgs. 1-5, 1958.
4
N . G. AINSLIE, R. W. GUARD y W. R. HrBBARD: Trans. Met. Soc. AIME,
vol. 215, pâgs. 42-48, 1959.
5
C. E. LACY y M. GENSAMER : Trans. ASM, vol. 32, pâgs. 88-110, 1944.
6
R. S. FRENCH y W. R. HIBBARD, Jr.: Trans. AIME, vol. 188, pâgs. 53-58,
1950.
7
D O R N , P I E T R O K O W S K Y y T I E T Z , op. cit.
8
V . F. ZACKAY y T. H. H A Z L E T T : Acta Met., vol. 1, pâgs. 624-28, 1953.
potencial de la adición de aleantes. L figura 5-9 muestra rj aumento
de resistencia a la tracción debido la adición de aleai.-,¡$ e n e ]
hierro. Para un determinado tanto p • ciento atómico de y,luto el
aumento de resistencia varía inversarm te con el límite de volubilidad
Usualmente, la distribución de áto os solutos en una re-: solvente
no es totalmente aleatoria. Cada vez <isten más pruebas o? q u e j o s

0.3 0,4 ( I 2 ?
contenido ató ico por ciento

i ic. 5 - 9 . — I n c r e m e n t o de la resistencia a 5 tracción del hierro pin adiciono,


a solución sólida, en f u n c i ó n del contenide por ciento. (C. E. LACY y M Gr.v-
SAMER: Trans. ASM, vol. >, pág. 88, 1944.)

.itomos solutos se agrupan preferentemente en dislocaciones, defectos


• le apilamiento, límites de ángulo pequeño y límites de grano. Sin
embargo, incluso en redes perfectas, la distribución atómica n 0 es
totalmente aleatoria. Cuando en una solución sólida de á t o m o s A y B
estos últimos tienden a agruparse preferentemente alrededor de otros
átomos B, hay tendencia al apiñamiento. Sin embargo, si un átomo B
determinado está rodeado preferentemente por átomos A, la solución
sólida presenta un orden de corta distancia. La tendencia al apiña-
miento o a la ordenación de corta distancia se incrementa con el
aumento de las adiciones de soluto.
Es probable que el endurecimiento por solución sólida no sea sim-
plemente el r e s u l t a d o de tensiones interne! pp
ciones reticulares localizadas, causadas, a su vez, p o r
dispersos al azar. Consideremos una línea de dislocación en u n a red
de solución sólida p e r f e c t a m e n t e aleatoria. C o m o término medio, y
debido a los á t o m o s solutos, habrá igual n ú m e r o de campos de ten-
siones, positivos y negativos, que actúen sobre la línea de dislocación.
La tensión reticular será casi cero y la dislocación se desplazará igual
;r q U e a través de la r e d de un metal puro.
'S, Siguiendo las ideas de Cottrell 1 , se a d m i t e generalmente q u e el
X) endurecimiento a p a r t i r de á t o m o s solutos se produce p o r la inter-
j§ acción de estos á t o m o s , en forma de " a t m ó s f e r a s " , con las dislocacio-
nes. Puesto que los á t o m o s de la zona superior de una dislocación de
¿i cuña positiva están c o m p r i m i d o s y los que se encuentran en la p a r t e
JÍ inferior al plano de deslizamiento, dilatados, la energía de deformación
:f en la distorsión se p u e d e reducir por recolección de á t o m o s g r a n d e s
f en la zona dilatada y d e átomos pequeños en la zona c o m p r i m i d a . Los
J. átomos intersticiales se reúnen en la zona dilatada, por d e b a j o del plano
^ de deslizamiento d e u n a dislocación en cuña positiva. D e b i d o a que
i. la energía local es m e n o r cuando una dislocación está r o d e a d a p o r una
;
atmósfera de solutos, p a r a hacer que una dislocación se desplace se
requiere una tensión m a y o r que la que se precisaría si n o existiera
ninguna interacción e n t r e la dislocación y los á t o m o s solutos. Si la
tensión es lo s u f i c i e n t e m e n t e grande, se p u e d e a r r a n c a r la dislocación
fuera de la a t m ó s f e r a q u e la rodea. C u a n d o e s t o sucede, la dislocación
puede desplazarse con tensiones menores.
El caso mejor c o n o c i d o de interacciones e n t r e dislocaciones y áto-
mos solutos es la existencia en el hierro y o t r o s metales d e un límite
elástico aparente s u p e r i o r y otro inferior. Se sabe que la presencia de
un límite elástico a p a r e n t e en el hierro está asociada con los á t o m o s
solutos intersticiales (véase Sec. 5-5). El límite elástico superior co-
rresponde a la tensión requerida para a r r a n c a r las dislocaciones f u e r a
de las atmósferas de los átomos intersticiales.
Para explicar el e n d u r e c i m i e n t o por solución s ó l i d a 2 , se han d e
considerar cierto n ú m e r o de tipos de interacción de á t o m o s solutos.
El anclaje de Cottrell debido a la interacción elástica entre á t o m o s
solutos y dislocaciones, tal como se ha descrito a n t e r i o r m e n t e p a r a los
átomos intersticiales, es un f a c t o r i m p o r t a n t e en el e n d u r e c i m i e n t o
por solución sólida. E n vista de los efectos d e valencia observados en
las soluciones sólidas, también se ha de c o n s i d e r a r la interacción eléc-

' A . H . COTTRELL: "Dislocations and Plastic Flow in Crystals", Oxford


University Press, Nueva York, 1953.
2
Sobre las teorías relativas al endurecimiento por solución sólida, véanse
E. R. PARKER y T. H. HAZLETT: "Relation of Properties to Microstructure",
págs. 50-53, American Society for Metals, Metals Park, Ohio, 1954. A . H. COT-
TRELL ofrece un trabajo más matemático de las interacciones entre disloca-
ciones y átomos solutos en "Relation of Properties to Microstructure", pági-
nas 131-62, American Society for Metals, Metals Park, Ohio, 1954.
trica. Sin embargo, los cálculos efectuados indican que la interacción
eléctrica es solo de un tercio a un séptimo, a p r o x i m a d a m e n t e , de la
interacción elástica. S u z u k i 1 ha señalado la existencia de un tercer
tipo d e interacción. P o r m e d i o de un r a z o n a m i e n t o t e r m o d i n á m i c o se
d e m u e s t r a que la concentración de á t o m o s solutos en un defecto de
apilamiento es mayor q u e la concentración media total. De aquí se
desprende que existe una "interacción q u í m i c a " entre estas zonas y
las dislocaciones. A u n c u a n d o en la mayoría' de las aleaciones esta
interacción química es m á s débil que la fuerza de interacción debida
al anclaje de Cottrell, la fuerza debida a la interacción química n o
disminuye t a n t o con el a u m e n t o le la t e m p e r a t u r a c o m o en el caso
del anclaje de Cottrell. F i s h e r 2 ha señalado que la existencia de orde-
naciones de corta distancia o apiñamiento en las aleaciones produce
un efecto de endurecimiento. El deslizamiento en un metal puro no
varía la energía interna de la red, ya que la configuración de átomos
a través del plano de deslizamiento es la misma antes y después del
deslizamiento. La misma situación existe en una solución sólida to-
talmente d e s o r d e n a d a , p e r o en u n a l e a c i ó n con un orden de corta
distancia el deslizamiento destruirá parcialmente el modelo de orde-
nación a través del plano de deslizamiento. En este último se produce
una superficie interna de mayor ene gía, por lo que se precisa a u m e n t a r
la tensión requerida para producit deslizamiento. Cabe esperar que
la interacción química de Suzuki p r e d o m i n e sobre la ordenación de
corta distancia en las soluciones diluidas, en las que la energía de los
defectos de apilamiento disminuye á p i d a m e n t e con la concentración.
En las soluciones sólidas concentr; las p r e d o m i n a el e n d u r e c i m i e n t o
debido a ordenaciones de corta dist incia.
En aleaciones binarias con orden •don de larga distancia, todos los
átomos de los constituyentes ocupan lugares especiales de la red. l'sto
origina una superred con célula u n i d a d mayor y una e s t r u c t u r a cris-
talina nueva. La interacción de las dislocaciones con una ordenación
de l a r g a - d i s t a n c i a 3 p r o d u c e un efecto de endurecimie ni o. 1 J}1 cris tal
ordenado contiene dominios en cuyo interior el orden es perfecto,
pero no está c o o r d i n a d o con el orden de los dominios vecinos. Puesto
que los límites de dominio son una intercara de energía elevada, existe
una interacción entre las dislocaciones y estos límites antifase. La
tensión requerida para producir deslizamiento varía i n v e r s a m e n t e con
la distancia e n t r e límites de dominio. Debido a que al continuar el

1
H . SUZUKI: Sci. Repts. Research Insts. Tohoku Univ., vol. 4A, num. 5,
pàgs. 455-63, 1952; "Dislocations and Mechanical Properties of Crystals",
pàg. 361, John Wiley & Sons, Inc., Nueva York, 1957.
J
J. C. FISHER: Acta Met., v o l . 2, pàg. 9, 1954.
3
N. BROWN y M. HERMAN: Trans. AIME, vol. 206, pigs. 1353-354, 195 ! :
A. H. COTTRELL: "Relation of Properties to Microstructure", pags. 131-62.
American Society for Metals, Metals Park, Ohio, 1 9 5 4 ; N. B R O W N : Phr
\i<Jg„ vol. 4. pdgs. 693-704, 1959; P. A. FLINN: Trans. AIME, vol. 218, paui-
nas 145-54, 1960.
n
deslizamiento se p r o d u c e n más límites de dominio, ia velocidad del
e n d u r e c i m i e n t o por deformación es mayor en el estado ordenado que
en el d e s o r d e n a d o . Las aleaciones o r d e n a d a s con tamaño de dominio
fino ( a p r o x i m a d a m e n t e 50 A) son m á s resistentes que las que se en-
cuentran en e s t a d o desordenado. Las aleaciones ordenadas con tamaño
de dominio grande tienen generalmente un límite elástico menor que
las que se e n c u e n t r a n en estado d e s o r d e n a d o . Esto ocurre porque las
dislocaciones d e las aleaciones bien o r d e n a d a s se agrupan en parejas,
teniendo c a d a par un vector de Burgers que es dos veces mayor que
el de las redes desordenadas.

5-5. F e n ó m e n o s d e l l í m i t e e l á s t i c o a p a r e n t e . — M u c h o s metales,
particularmente el acero bajo en carbono, muestran un tipo de tran-
sición localizada y heterogé-
nea, desde la formación elás- límite elástico
tica a la plástica, que produ- aparente superior
ce un límite elástico aparen-
te en. la curva tensión-defor- -limit« elástico
a p a r e n t e inferior
mación. En vez de tener una
curva de fluencia con una
transición gradual d e s d e el I alargamiento «n
c o m p o r t a m i e n t o elástico al el limite elástico
plástico, tal c o m o se m o s t r ó aparente
en la figura 3-1, los metales
con límite elástico a p a r e n t e
tienen una curva de fluencia alargamiento
o, lo que es equivalente, un
diagrama carga-alargamiento FIG. 5-10.—Comportamiento típico en
similar al de la figura 5-10. el límite elástico aparente.
La carga a u m e n t a uniforme-
mente con la d e f o r m a c i ó n elástica, desciende con rapidez, fluctúa al-
rededor d e un valor d e carga a p r o x i m a d a m e n t e constante y luego vuel-
ve a elevarse con d e f o r m a c i ó n posterior. A la carga a la que se pro-
duce el descenso b r u s c o se denomina límite elástico superior. La carga
c o n s t a n t e es el límite elástico inferior y al alargamiento que se pro-
duce con carga c o n s t a n t e se le llama amplitud del alargamiento en el
límite elástico. La d e f o r m a c i ó n que tiene lugar en toda la amplitud
es heterogénea. En el límite elástico superior, localizada en una con-
centración de tensiones, p. ej., una marca, aparece una banda d i s c r e t a
de metal d e f o r m a d o , visible f r e c u e n t e m e n t e a simple vista. Al m i s m o
tiempo que se f o r m a la b a n d a , la carga desciende hasta el límite elás-
tico inferior. E n t o n c e s , la banda se propaga a lo largo de la longitud
de la probeta, p r o d u c i e n d o la amplitud del alargamiento en el límite
elástico. C o r r i e n t e m e n t e , se forman varias b a n d a s en diversos puntos
de concentración d e tensiones. Estas b a n d a s se encuentran gencr»!
te a u n o s 45° del eje de tracción. Se denominan usualmente
N i Al Hartmann o marcos de deformación, refiriéndose a
VtCM t i t a d e f o r m a c i ó n c o m o efecto Piobert. Cuando se han formado
varias bandas de Lüders, la curva de fluencia es irregular en toda la
amplitud del alargamiento, c o r r e s p o n d i e n d o cada c o d o a la formación
de una nueva banda de Lüders. U n a vez que las bandas de L ü d e r s se
han p r o p a g a d o hasta cubrir toda la longitud de la sección d e la pro-
beta de ensayo, el flujo a u m e n t a del m )do usual con la tensión. E s t o se-
ñala el fin de la amplitud del alargami ato en el límite elástico aparente.
El fenómeno del límite elástico a¡ árente se d e s c u b r i ó p o r primera
vez en el acero suave. En condicioi -s adecuadas, con este material
se pueden obtener límites elásticos uperior e inferior p r o n u n c i a d o s
y una amplitud de alargamiento de lás del 10%. R e c i e n t e m e n t e , se
ha aceptado el límite elástico a p a r e n t e orno un f e n ó m e n o general, pues-
to que se ha observado en cierto n ú m -o de metales y aleaciones. Ade-
más de en el hierro y el acero, se ha observado en el m o l i b d e n o poli-
cristalino, en el titanio y en las aleac ones de níquel, así c o m o en los
monocristales de hierro, cadmio, cinc, latones alfa y b e t a y en el alu-
minio. N o r m a l m e n t e , este f e n ó m e n o s puede asociar con la presencia
de pequeñas c a n t i d a d e s de i m p u r e z a s intersticiales o de sustitución.
Así, p. ej., se ha d e m o s t r a d o 1 q u e al eliminar casi t o t a l m e n t e , por
(ratamiento con hidrógeno h ú m e d o , el carbono y el n i t r ó g e n o de los
aceros desaparece el límite elástico a p a r e n t e . Sin embargo, se precisa
olo 0,001% de cualquiera de estos e l e m e n t o s para que reaparezca.
En la obtención de un límite elástico superior p r o n u n c i a d o inter-
vienen cierto n ú m e r o de factores experimentales. Los factores que fa-
vorecen la consecución de dicho 1 imite son: la utilización de una
máquina de ensayos elásticamente rígida ( d u r a ) , una alineación axial
<!e la probeta m u y cuidadosa, el uso d e probetas exentas de concen-
traciones de tensiones, grandes v e l o c i d a d e s de carga y, f r e c u e n t e m e n t e ,
ensayos a t e m p e r a t u r a inferior a la a m b i e n t e . Si una vez e v i t a d a s cui-
dadosamente las concentraciones de tensiones se puede hacer que la
primera b a n d a de Lüders se f o r m e en la mitad de la p r o b e t a , el límite
elástico superior puede ser, a p r o x i m a d a m e n t e , el doble del inferior.
r
i n embargo, es más corriente o b t e n e r un límite superior d e un 10%
a un 20% mayor que el inferior.
En la sección anterior se i n t r o d u j o el c o n c e p t o de C o t t r e l l que
atribuye el límite elástico a p a r e n t e a 1;> interacción de á t o m o s solutos
con dislocaciones. Los á t o m o s s o l u t o s se d i f u n d e n hacia las disloca-
i iones, lo que hace descender la energía de d e f o r m a c i ó n del cristal.
Entonces, las dislocaciones q u e d a n ancladas por una a t m ó s f e r a de
átomos solutos. La teoría original 2 consideraba q u e los á t o m o s solu-
tos se segregaban solamente en l a s di; iocaciones de cuña, ya que las
helicoidales n o tienen por lo general c o m p o n e n t e s de tracción. Recien-

' I . R. Low y M. GENSAMER: Trans. AIME, vol. 158, pigs. 207, 1944.
2
A. H. COTTRELL y B. A. BILBV: Proc. Phys. Soc. (Londres), vol. 62A.
rags. 49-62, 1949.
t emente, la teoría ha sido modificada en el sentido de que existe una
fuerte interacción entre átomos intersticiales y dislocaciones helicoidales
cuando la red está d e f o r m a d a a s i m é t r i c a m e n t e por á t o m o s solutos, lo
que origina una componente de tracción de la t e n s i ó n 1 .
La concentración local c de á t o m o s solutos próximos a la dislo-
cación y la concentración media C0 guardan la relación
- U
c = c0ex P - ^ - [5-6]

en la que U es la energía de interacción. P a r a el carbono y el nitróge-


no, en el hierro, la energía de interacción tiene un valor q u e varía
entre 0,5 y 1,0 ev. Al descender la t e m p e r a t u r a , la a t m ó s f e r a soluta
se vuelve más concentrada y por d e b a j o d e u n a t e m p e r a t u r a crítica
la atmósfera se condensa en una línea de á t o m o s solutos. E s t o s á t o m o s
ocupan una posición de energía de interacción máxima j u s t a m e n t e por
debajo del c e n t r o de una dislocación de c u ñ a positiva, paralela a la
longitud de la dislocación.
La tensión cizallante requerida p a r a a r r a n c a r una dislocación f u e r a
de su a t m ó s f e r a p r e s e n t a un m á x i m o c u a n d o se representa en función
del desplazamiento. Por consiguiente, las dislocaciones tienden a vol-
ver a su atmósfera c u a n d o los d e s p l a z a m i e n t o s son pequeños, pero
cuando se ha alcanzado cierta tensión el m o v i m i e n t o de la dislocación
se hace más fácil al a u m e n t a r la distancia q u e le separa d e la atmós-
fera. La tensión a la que las dislocaciones se separan de sus a t m ó s f e r a s
corresponde al límite elástico superior. Esta tensión hace q u e se libere
un t o r r e n t e de dislocaciones que se precipitan en el p l a n o de desli-
zamiento y se apilan en los límites de grano. La concentración de
tensiones, en el extremo del apilamiento, se combina con la tensión
aplicada en el grano siguiente y libera las dislocaciones de d i c h o grano.
De este modo, una b a n d a de L ü d e r s se p r o p a g a p o r toda la probeta *.

5-6. E n v e j e c i m i e n t o p o r d e f o r m a c i ó n . — E l envejecimiento por


deformación es un tipo d e c o m p o r t a m i e n t o , asociado usualmente con
el f e n ó m e n o del límite elástico aparente, en el q u e al calentar un me-
tal a una t e m p e r a t u r a relativamente baja, d e s p u é s de d e f o r m a r l o en
frío, a u m e n t a la resistencia mecánica y d i s m i n u y e la ductilidad. E s t e
c o m p o r t a m i e n t o se p u e d e ilustrar p e r f e c t a m e n t e considerando la figu-
ra 5-11, en la que se describe e s q u e m á t i c a m e n t e el efecto del enveje-

1
A. W. COCHARDT, G . SCHOEK y H . W I E D E R S I C H : Acta Met., vol. 3 ,
págs. 533-37, 1955.
* Actualmente se opina que la caída de tensión inmediata al límite elástico
superior no se produce al ser arrancadas de su atmósfera las dislocaciones an-
cladas, sino por un mecanismo de multiplicación rápida de las dislocaciones y
por ser la velocidad del movimiento de estas función de la tensión. Tal meca-
nismo explica todas las peculiaridades del límite elástico aparente y del enve-
jecimiento por deformación. Véase C. T. HAHN: Acta Met., vol. 10, pági-
nas 727-38, 1962. (N. del T.)
por deformación sobre la curva de fluencia d e los aceros
bajos en carbono. La zona A de dicha figura muestra la curva tensión-
deformación de un acero bajo en carbono deformado plásticamente,
a través de la amplitud del alargamiento en el límite elástico aparente,
hasta una deformación correspondiente al punto x. Se descarga en-
tonces la probeta y se la vuelve a ensayar sin demora apreciable o sin
ningún tratamiento térmico (zona B). Obsérvese que al volver a cargar
no aparece el límite elástico aparente, puesto que las dislocaciones han
sido arrancadas fuera de la atmósfera de átomos de carbono y nitró-
geno. Consideremos ahora que se deforma la probeta hasta el punto Y

FIG. 5 - 1 1 . — C u r v a s tensión-deformación de un acero al carbono que


muestran el envejecimiento por deformación. La región A corresponde
al material virgen deformado hasta más allá del límite elástico a p a r e n t e .
La región ñ corresponde a la reanudación del ensayo i n m e d i a t a m e n t e
después de alcanzarse el punto X. La región C muestra la r e a p a r i c i ó n
del límite elástico aparente después de envejecimiento a 150 °C.

y se retira la carga. Si se vuelve a cargar después de un envejeci-


miento de varios días a temperatura ambiente o de varias horas a una
temperatura de envejecimiento de unos 150 °C, el límite elástico apa-
rente reaparece. Además, dicho límite se incrementa, por el tratamiento
de envejecimiento, de Y a Z. La reaparición del límite elástico aparente
se debe a la difusión de los átomos de carbono y nitrógeno hacia las
dislocaciones, durante el período de envejecimiento, a fin de formar
nuevas atmósferas de átomos intersticiales que anclan otra vez dichas
dislocaciones. En apoyo de este mecanismo se encuentra el hecho de
que la energía de activación para que reaparezca el límite elástico
concuerda perfectamente con la necesaria para la difusión del carbono
en el hierro alfa.
El nitrógeno desempeña un papel más importante que el carbono
en el envejecimiento por deformación del hierro, debido a que tiene
una solubilidad y un coeficiente de difusión mayores y produce una
precipitación menos completa durante el enfriamiento lento. Desde un
punto de vista práctico, es importante eliminar el envejecimiento por
deformación en la embutición p r o f u n d a del acero, ya que la reaparición
del límite elástico aparente puede dar lugar a la formación de defectos
superficiales o "marcas de deformación" debidos a la deformación
heterogénea localizada. Para controlar el envejecimiento por deforma-
ción, es conveniente disminuir la cantidad de carbono y nitrógeno en
solución añadiendo elementos que puedan sustraer parte de los á t o m o s
intersticiales a la solución reteniéndolos en forma de carburos o ni-
truros estables. Con este fin se han utilizado el aluminio, el vanadio,
el titanio, el niobio y el boro. Aun cuando se puede conseguí- cierto
grado de control sobre el envejecimiento por deformación, n o existen
aceros comerciales bajos en carbono totalmente exentos de envejeci-
miento por deformación. Normalmente, la solución industrial de este
problema consiste en deformar el metal hasta el punto X mediante
una laminación superficial (skin-pass) o un planeado con rodillos (roller
levelling), utilizándolo inmediatamente antes de que pueda envejecer.
De la misma f o r m a que se ha reconocido como un fenómeno me-
talúrgico general la existencia del límite elástico aparente, se ha con-
firmado también la existencia del envejecimiento por deformación en
metales diferentes a los aceros suaves. Aparte de la reaparición del
límite elástico aparente y de su incremento después de un t r a t a m i e n t o
de envejecimiento, se ha sugerido 1 que son características del enve-
jecimiento por deformación la aparición de una curva de fluencia den-
tada y de un mínimo en la variación con la temperatura de la sensi-
bilidad a la velocidad de deformación. La sensibilidad a la velocidad de
deformación es la variación de tensión requerida para producir cierta
alteración en la velocidad de deformación a temperatura constante
(véase Cap. 9). La aparición de dientes en la curva tensión-deforma-
ción se conoce como fluencia discontinua o repetida. Se la denomina
también efecto Portevin-Le Chatelier. Este fenómeno se debe a fluen-
cia y envejecimiento sucesivos mientras se está ensayando la probeta.
Esto proviene del hecho de que en el intervalo de temperaturas en las
que se produce el fenómeno el tiempo requerido para la difusión d e los
átomos solutos hacia las dislocaciones es mucho menor que el que se
precisa para un ensayo de tracción corriente. Se ha observado la fluen-
cia discontinua en las aleaciones de aluminio con 3% d e magnesio,
en el duraluminio, en el latón alfa y en el acero ordinario al carbono.
En los aceros ordinarios al carbono, la fluencia discontinua se pro-
duce en la zona de temperaturas comprendida entre los 232® y los
371 °C (450°-700° F ) . Esta zona de temperaturas se conoce con el n o m -
bre de región d e fragilidad al azul porque el acero calentado d e n t r o
de este intervalo (color de revenido azul) muestra una ductilidad en
tracción más baja y la resistencia al choque en probeta con entalla
es también menor. Este intervalo de temperaturas es también la zona

•I. D. LUBAHN: Trans. ASM, vol. 44, págs. 643-66, 1952.


ntftrn jn
en la que los aceros muestran una sensibilidad mínima a la velocidad
de deformación y una velocidad de envejecimiento por deformación
máxima. Estos hechos indican que la fragilidad al azul no es un
fenómeno distinto, sino un envejecimiento por deformación ace-
lerado.
Conviene distinguir entre el f nómeno de envejecimiento por de-
formación y el proceso de enveje 'miento después del temple, que se
produce en los aceros bajos en < trbono. El envejecimiento posterior
al temple es un tipo real de endur< cimiento por precipitación que tiene
lugar después de templar desde ; i temperatura de solubilidad máxi-
ma del carbono y el nitrógeno en la ferrita *. El envejecimiento pos-
terior a temperatura ambiente, < ligeramente superior, produce un
aumento en la dureza y en el lím e elástico como ocurre en el endu-
recimiento por envejecimiento d< las aleaciones de aluminio. Para
producir envejecimiento por templ no se precisa deformación plástica.

5-7. E n d u r e c i m i e n t o produ ido por partículas de segunda


fase.—Solo un número relativame¡ te pequeño de sistemas de aleacio-
nes permiten una amplia solubilida i sólida entre dos o más elementos.
Asimismo, en la mayoría de los s : temas de aleaciones, solo se puede
producir un efecto de endurecimie to relativamente pequeño mediante
adiciones en solución sólida. Por onsiguiente, la mayor parte de las
aleaciones comerciales contienen una microestructura heterogénea com-
puesta de dos o más fases meta 1 írgicas. Se puede encontrar cierto
número de estados diferentes L s dos fases pueden ser dúctiles y
hallarse presentes en la microestrui ura en forma relativamente masiva,
como en el latón alfa-beta. Por < ro lado, la estructura puede estar
formada por una fase dura y frá'.il en una matriz dúctil, como los
glóbulos de cementita en el ace o globulizado o las partículas de
carburo de volframio en la matriz de cobalto de las herramientas de
corte de carburos cementados.
El endurecimiento producido ¡>or partículas de segunda fase se
suma normalmente al endurecimiento por solución sólida producido
en la matriz. En las aleaciones de dos fases, producidas por métodos
de equilibrio, la existencia de una segunda fase asegura un endureci-
miento por solución sólida máximo porque su presencia es resultado
de la sobresaturación de la fase continua. Además, la presencia de
partículas de segunda fase en la matriz continua produce tensiones
internas localizadas que modifican las propiedades plásticas de la fase
continua. Para la completa comprensión del endurecimiento producido
por partículas de segunda fase se han de considerar muchos factores.

* F. M U Ñ O Z DEL CORRAL: "La fase a del sistema Fe-C", Revista I.H.A.,


número especial noviembre 1952.
1
J, E. DORN y C. D. STARR han e s t u d i a d o en su t r a b a j o el e f e c t o de las
partículas de segunda fase sobre las p r o p i e d a d e s m e c á n i c a s : " R e l a t i o n oí Pro-
perties to Microstructure", págs. 71-94, American Society for Metals. Metal?
Park, Ohio, 1954.
Entre estos se incluyen el tamaño, forma, número y distribución de
las partículas de segunda fase, la resistencia, la ductilidad y el com-
portamiento del endurecimiento por deformación de la matriz y de la
segunda fase, el encaje metalográfico y la energía y el enlace interfa-
ciales entre fases. En los experimentos es casi imposible variar estos
factores independientemente y resulta muy difícil medir muchas de
estas cantidades con cierto grado de precisión. Por consiguiente, el
efecto de las segundas fases sobre las propiedades mecánicas se co-
noce, principalmente, de modo empírico y es incompleto.
En aleaciones polifásicas, cada fase aporta algo a las propiedades

i a) (A)

FIG. 5 - 1 2 . — E s t i m a c i ó n de las tensiones de f l u e n c i a de las a l e a c i o n e s de d o s


fases, a) Igual d e f o r m a c i ó n ; b) igual tensión. (De J. E. DORN y C. D. STARR :
Relation of Properties to Microstructure, págs. 77-78, A m e r i c a n Society for
Metals. Metals Park. Ohio, 1954.)

del conjunto. Si la contribución de cada fase es independiente, las pro-


piedades de la aleación de mútiples fases será un promedio ponderado
de las propiedades de las fases individuales. Así, p. ej., la densidad de
una aleación de dos fases es igual a la suma de los productos de las
fracciones en volumen de cada fase por sus densidades. Sin embargo,
en las propiedades mecánicas sensibles a la estructura, las propieda-
des del agregado están generalmente influidas por la interacción entre
las dos fases. Partiendo de las propiedades de las fases individuales
se pueden utilizar dos hipótesis sencillas para calcular las propiedades
de una aleación de dos fases. Si se supone que la deformación de cada
fase es igual, la tensión media de la aleación para una deformación
dada aumentará linealmente con la fracción en volumen de la fase
más resistente:
armc<¡h=íicr,+f¡q-2 [5-7]

La fracción en volumen de la fase 1 es fu y /i + / 2 = l . La figura 5-12(2


muestra el cálculo de la curva de fluencia para una aleación con una
fracción en volumen de 0,5 de la f e 2, basándose en la hipótesis de
deformaciones iguales. La otra hip< cesis consiste en s u p o n e r que las
dos fases están sometidas a tensio- .JS iguales. La d e f o r m a c i ó n media
de la aleación a una tensión d e t e n inada viene dada por

Émedh = / l + fe 15-8]

La figura 5-12 b m u e s t r a la curva e fluencia para una aleación con


una fracción en volumen de 0,5 ba i n d o s e en la hipótesis de que las
dos tensiones son iguales. A m b a s hipótesis son simples aproximaciones
y las resistencias de las aleaciones q u e contienen dos fases dúctiles se
encuentran, n o r m a l m e n t e , en un p u n t o situado entre los valores pre-
dichos por los dos modelos.
La deformación d e u n a aleación compuesta por dos fases dúctiles
depende de la d e f o r m a c i ó n total y de las fracciones en volumen de las
fases. El deslizamiento se p r o d u c e p r i m e r a m e n t e en la fase más débil
y, si se halla presente m u y poca c a n t i d a d de fase más fuerte, la mayor
parte de la deformación continúa en la fase m á s b l a n d a . En grandes
deformaciones, el f l u j o de la m a t r i z se produce alrededor de las par-
tículas de la fase m á s dura. Si la fracción en volumen de la fase más
d u r a es m e n o r que 0,3, a p r o x i m a d a m e n t e , la fase blanda se d e f o r m a
más que la d u r a en reducciones de hasta el 60%. Con reducciones
mayores las dos fases se d e f o r m a n más u n i f o r m e m e n t e . C u a n d o las
dos fases se hallan presentes en c a n t i d a d e s iguales experimentan, apro-
ximadamente, el m i s m o grado de deformación
Las propiedades mecánicas de una aleación compuesta por una fase
dúctil y por otra frágil y d u r a d e p e n d e n de la distribución de esta
última en la m i c r o e s t r u c t u r a . Si la fase frágil se e n c u e n t r a en forma
de envuelta de límites de grano, c o m o las aleaciones c o b r e - b i s m u t o
exentas de oxígeno o en el acero hipereutectoide, la aleación es frágil.
Si la fase frágil se halla en f o r m a de partículas discontinuas en los
límites de grano, p. ej., c u a n d o se a ñ a d e oxígeno a las aleaciones co-
bre-bismuto, o en el cobre y el níquel oxidados i n t e r n a m e n t e , la fra-
gilidad de la aleación se reduce ligeramente. Cuando la fase frágil se
encuentra en f o r m a de fina dispersión u n i f o r m e m e n t e distribuida por
toda la m a t r i z m á s b l a n d a , se o b t i e n e un estado con u n a resistencia
mecánica y una ductilidad ó p t i m a s . Este estado se e n c u e n t r a en los
aceros t r a t a d o s t é r m i c a m e n t e con u n a estructura martensítica revenida.
El endurecimiento p r o d u c i d o p o r una segunda fase insoluble, fina-
mente dispersa en una m a t r i z metálica, se conoce c o m o endurecimien-
to por dispersión. C u a n d o se d a un t r a t a m i e n t o de disolución y se
templa una aleación cuya segunda f a s e se encuentra en solución sólida
a t e m p e r a t u r a elevada, pero q u e precipita después de templarla, al
envejecerla a temperatura inferior se produce un f e n ó m e n o de endu-
recimiento muy similar conocido c o m o endurecimiento por precipita-

M. CLAREBROUGH: Auitralian J. Sci. Repts., vol. 3, pdgs. 72-90, 1950


ción o por envejecimiento. Las aleaciones de aluminio y las cobre-be-
rilio endurecidas por envejecimiento son ejdmplos comunes. Para que
se produzca endurecimiento por precipitación, la segunda fase ha de
ser soluble a temperatura elevada, pero debe mostrar una disminución
de solubilidad al descender la temperatura. Por el contrario, en los
sistemas de endurecimiento por dispersión, la segunda fase tiene muy
poca solubilidad en la matriz, incluso a temperaturas elevadas. Nor-
malmente, hay coordinación o coherencia entre las redes del precipi-
tado y la matriz, mientras que en los sistemas de endurecimiento por
dispersión no existe coherencia, generalmente, entre las partículas de
segunda fase y la matriz. Las exigencias que impone la disminución
de solubilidad en función de la temperatura limitan el n ú m e r o de sis-
temas útiles d e aleaciones endurecibles por precipitación. Por otro
lado, es posible, al menos teóricamente, producir un n ú m e r o casi infi-
nito de sistemas de endurecimiento por dispersión, mezclando polvos
metálicos finamente divididos con partículas de segunda fase (óxidos,
carburos, nitruros, boruros, etc.) y consolidándolas con técnicas de
metalurgia de polvos. Con este m é t o d o se han obtenido ventajas en
la producción de sistemas de endurecimiento por dispersión que son
térmicamente estables a temperaturas muy elevadas. A causa de las
partículas de segunda fase finamente dispersas, estas aleaciones son
mucho más resistentes a la recristalización y al crecimiento de grano
que las aleaciones monofásicas. Asimismo, debido a la pequeña solu-
bilidad del constituyente de la segunda fase en la matriz, las partículas
resisten el crecimiento o el sobreenvejecimiento mucho m á s que las
partículas de segunda fase de un sistema de endurecimiento por pre-
cipitación.
La formación de un precipitado coherente en un sistema de endu-
recimiento por precipitación, como el Al-Cu, se produce en cierto
número de pasos. Después de templada desde la solución sólida, la
aleación contiene zonas de segregación de soluto o apiñamiento. Gui-
ner y Preston utilizando técnicas especiales de rayos X detectaron
por primera vez este apiñamiento local y, por consiguiente, a esta es-
tructura se la conoce como zona GP. El apiñamiento puede producir
deformación local, de manera que la dureza de GP[1] es mayor que
para la solución sólida. Con un envejecimiento adicional, la dureza
continúa a u m e n t a n d o por la ordenación de grandes grupos de átomos
de cobre sobre los planos {100} de la matriz. Esta estructura se co-
noce como G P [ 2 ] o 8". A continuación, sobre los planos {100} de la
matriz se forman plaquitas definidas d e precipitado de CuAJ 2 o 6', que
son coherentes con la matriz. El precipitado coherente produce un
campo de deformación aumentada en la matriz y un aumento adicional
de dureza. Con todavía más envejecimiento se forma, a partir de la
red de transición 6', la fase de equilibrio C U A 1 2 o 6. Estas partículas
ya no son coherentes con la matriz y, por tanto, la dureza es menor
que cuando se hallaba presente la estructura coherente 6'. En la ma-
Bitas aleaciones se prepararon por metalurgia de polvos y están com-
puestas de dispersiones uniformes de W C de 2¡u en una m a t r i z de
cobalto. El rápido a u m e n t o del límite de proporcionalidad con el in-
c r e m e n t o d e la fracción en volumen de la segunda fase, m u e s t r a el efec-
to p r o d u c i d o al disminuir el espaciado e n t r e p a r t í c u l a s c o m o conse-
cuencia del a u m e n t o del límite elástico de la m a t r i z dúctil. La resis-
tencia a la tracción es m u c h o - m e n o s sensible. Sin embargo, c u a n d o

logaritmo del trayecto en ferrita, X

Fie. 5-14.—Límite elástico en función del logaritmo del t r a y e c t o libre medio


en la ferrita en aceros con perlitas laminar y globular. (M. GENSVMER, E. B. I'EAR-
SALL, W . S . PELLINI y J . R . L o w : Trans. ASM, vol. 30, pág. 1003, L'H\)

casi t o d a la microestructura es c a r b u r o de volframio, el materia! rom-


pe d e u n a m a n e r a frágil por f r a c t u r a a través de los carburos. La
f r a c t u r a se inicia en la fase frágil del carburo, p e r o no se propaga
fácilmente a través de la envolvente de cobalto que la rodea. Sin em-
bargo, con una fracción en volumen de c a r b u r o elevada m u c h a s par-
tículas d e W C se tocan y la f r a c t u r a frágil se p u e d e propagar fácil-
mente de c a r b u r o en carburo. El efecto p r o d u c i d o es la disminución
de la resistencia a la tracción.
Los m o d e l o s de dislocaciones de los e n d u r e c i m i e n t o s por disper-
sión y p o r precipitación consideran q u e las partículas de segunda fase
a c t ú a n c o m o obstáculos que impiden el m o v i m i e n t o de las dislocacio-
rol »TICO 'DI MBA

nes. Al realizar el primer análisis de este problema, Mott y Nabarro 1


consideraron que las líneas de dislocaciones toman una forma ligera-
mente curva cuando se desplazan a través de la red, en vez de mo-
verse en línea recta. Puesto que los diferentes segmentos de la línea
de dislocación pueden moverse parcialmente independientes unos de
otros, los campos aleatorios de tensiones en la matriz, que interactúan
con la línea de dislocación, no se cancelan. Como quiera que las dis-
35r
1 1

30
\ 1 li 5 % g r u e s a
' 5 % fina

— solúción sólida
con 0,194 Cu

25
i i
u> |
o 20
o
o

5 15
\\ i - 4 N. A i
1
\
10
i

0
100 XJ 300 400 500 600 700
temperatura, °K
FIG. 5 - 1 5 . — V a r i a c i ó n del límite elástico c o n la temperatura para una aleación
Al-Cu que c o n t i e n e 5% en v o l u m e n de partículas finas o gruesas de segunda
fase. (C. D. STARR, R. B. SHAW y J. E. DORN: Trans. ASM, vol. 46, pági-
na 1085, 1954.)

locaciones poseen una tensión lineal, que tiene a mantener su longitud


en un mínimo, cualquier flexión o aumento de longitud en las líneas
de dislocación requiere un consumo extra de energía. El radio mínimo
de curvatura hasta el que puede ser curvada una dislocación bajo la
influencia de un campo interno de tensiones T¡, está dado por
Gb
R= [5-9]
2 T,

Orowan 2 ha sugerido que el límite elástico de una aleación que


contenga una dispersión de partículas finas está determinado por la
1
N . F. MOTT y F. R . N . NABARRO : Proc. Phys. Soc. (Londres), vol. 52
pág. 86, 1940.
2
E . OROWAN, d i s c u s i ó n en " S y m p o s i u m on Internal Stresses", pág. 451,
Institute of Metals, Londres, 1947.
TABLA 5-2
Variación de las propiedades de tracción con la fracción en volumen
de la segunda fase en las aleaciones Co-WC *

Fracción en volumen Trayecto medio entre Límite proporcional, ¡ Resistencia a la :


de WC partículas Kg/ram' i tracción, Kg/mm

0,00 j 72,1
0.10 16,8 ¡ 6,3 71.4
0,35 3,4 14,7 115.5
0,50 1.7 28,0 121,0
0,63 1,0 | 52.0 135,0
0.78 0.4 ( 59,5 86,8
0,90 0,2 [ 66,5

• C. NISHI.MATSU y J. GURLAN»: Trans. ASAS. vol. 52, pígs. 469-S!, 1960.

tensión cizallante requerida p a r a forzar a una línea de dislocación a


pasar entre dos partículas s e p a r a d a s por un distancia A. En la figu-
ra 5-16 la etapa 1 muestra una línea recta de dislocación aproximándose
a dos partículas separadas por una distancia A. En la etapa 2 la linea
está e m p e z a n d o a curvarse y en la 3 ha alcanzado la etapa crítica. Pues-
to q u e A es igual al doble del radio de c u r v a t u r a crítico, de la Ec, | > 9 ]

cr>

(1) 12) (3! (4)


FIG. 5-16.—Dibujo esquemático de las diferentes fases del pa.so de una dislo-
cación entre obstáculos muy separados, basado en el mecanismo de O: iwan
del endurecimiento por dispersión.

d e d u c i m o s que la tensión necesaria para forzar la línea de dislocación


a pasar entre los obstáculos está d a d a por

Gb_
T=- r 5-10]
t r

En la etapa 4 la dislocación h a p a s a d o entre los obstáculos, dejándo-


los r o d e a d o s por pequeños anillos de dislocación. Cada dislocación
que se desliza sobre el plano de deslizamiento a ñ a d e un anillo alrede-
dor del obstáculo. Estos anillos de dislocación ejercen una retroten-
sión que tienen que vencer las dislocaciones que se mueven sobre e!
plano de deslizamiento. Por este motivo, para que la deformación con-
tinúe se requiere un incremento de la tensión cizallante. Por consi-
guiente, la presencia de partículas dispersas conduce a un incremento
del endurecimiento por deformación durante el período en el que se
están formando los anillos alrededor de las partículas. E s t o continúa
hasta que la tensión cizallante desarrollada por los anillos es lo sufi-
cientemente elevada para cizallar a las partículas o a la matriz circun-
dante. De acuerdo con la teoría expuesta por Fisher, H a r t y P r y
el incremento de la tensión cizallante, rh, debido a las partículas finas,
está relacionado con la fracción en volumen en la segunda fase, f, y la
resistencia al cizallamiento de una matriz sin dislocaciones, tc, por la
expresión
r„ = 3 rcf" [5-11]

en la que ti tiene un valor entre 1 y 1,5.


La relación de Orowan entre la resistencia mecánica y el espaciado
de las partículas se ha confirmado experimentalmente para la mayoría
de los sistemas que contienen partículas sobreenvejecidas o n o coheren-
tes. La ecuación de Fisher, Hart y Pry para la contribución al endu-
recimiento por deformación, a partir de partículas dispersas, también
se ha confirmado aproximadamente. De acuerdo con la Ec. [5-10], la
resistencia al cizallamiento de una aleación endurecida por dispersión
alcanza un valor máximo cuando es igualmente posible que las dislo-
caciones pasen entre las partículas o las cizallen. Al aumentar la dis-
tancia entre partículas, el radio de curvatura crítico aumenta y la ten-
sión requerida para curvar la línea de dislocación disminuye. C u a n d o
la distancia entre partículas disminuye, la línea de dislocación se hace
más rígida. Es difícil que una línea de dislocación se curve lo sufi-
ciente para pasar entre partículas y en lugar de ello las cizalle. Existen
indicios de que en la zona de espaciados pequeños entre las partículas,
el límite elástico es una función directa del radio de las partículas.

5-8. E n d u r e c i m i e n t o d e b i d o a d e f e c t o s d e p u n t o . — S i se b o m -
bardean los metales con partículas nucleares de elevada energía se
producen vacantes y átomos intersticiales. El bombardeo de la red con
neutrones rápidos, que tengan energías de hasta dos millones de elec-
trón-voltios, hace que se desplacen átomos hasta posiciones intersti-
ciales de la red, dejando tras de sí vacantes. La irradiación con neu-
trones incrementa la dureza y el límite elástico de la mayoría de los
metales. En los monocristales de cobre, una cantidad de 1018 neutrones
por centímetro cuadrado aumenta el límite elástico diez veces y varía
las características d e deformación de tal manera que se hacen similares
a las del latón alfa 2 . En los metales que muestran u n a transición de
1
J. C . FISHER, E. W. HART y R. H . PRY: Acta Met., v o l . 1, p á g . 336. 1953.
2
A. H. COTTRELL: "Vacancies and Other Point Defects in Metals and
Alloys", págs. 1-39, Institute of Metals, Londres, 1958.
dúctil a frágil, como el acero, la irradiación prolongada de n e u t r o n e s
puede elevar apreciablemente la t e m p e r a t u r a de transición. Los cam-
bios estructurales que p r o d u c e n e n d u r e c i m i e n t o y d e t e r i o r o por radia-
ción son difíciles de estudiar con detalle, p o r q u e actúan simultánea-
mente al menos dos defectos de p u n t o . Los á t o m o s intersticiales son
aún más móviles que las vacantes, de f o r m a que se precisan tempe-
raturas bastante bajas para impedir q u e interactúen con otros defectos
reticulares.
Templando rápidamente un m e t a l p u r o (de m a n e r a que no pueda
haber precipitación de una segunda fase) desde una t e m p e r a t u r a pró-
xima a su p u n t o de fusión, se p u e d e producir un e s t a d o en el que los
únicos defectos de p u n t o sean vacantes. A t e m p e r a t u r a ambiente o a
una inferior, el metal es una solución s o b r e s a t u r a d a de la mayoría de
las vacantes que existían en equilibrio a t e m p e r a t u r a superior. Por
temple se pueden conseguir c o n c e n t r a c i o n e s de v a c a n t e s de hasta I0 _ 4 ,
aproximadamente. Los m e t a l e s b l a n d o s c o m o el aluminio, cobre y cinc
pueden ser endurecidos introduciéndoles, de este m o d o , una población
de vacantes distribuidas al azar. El endurecimiento por temple pro-
duce un a u m e n t o del límite elástico y una disminución de la velocidad
de endurecimiento por d e f o r m a c i ó n , lo m i s m o q u e ocurría en el endu-
recimiento por radiación. P o r consiguiente, la dispersión de defectos
de punto puede producir e n d u r e c i m i e n t o por analogía con el p r o d u c i d o
por la dispersión de partículas de s e g u n d a fase. El m e c a n i s m o que
produce este endurecimiento no se ha d e t e r m i n a d o todavía. Existen
ciertas pruebas de que en esta etapa las vacantes aisladas emigran ha-
cia apiñamientos. Si se i n t e r p o n e un t r a t a m i e n t o de envejecimiento
entre el temple y la medición de las p r o p i e d a d e s de tracción, se pro-
duce un m a y o r e n d u r e c i m i e n t o p o r temple. Es p r o b a b l e que e! enve-
jecimiento permita que las v a c a n t e s emigren a las dislocaciones, con
las que interactúan e impiden su m o v i m i e n t o (véase Sec. 6-12). M u c h o
queda por aprender acerca de la interacción de los defectos de p u n t o
entre sí y con los defectos de línea y, asimismo, sobre cómo estas
interacciones afectan a las p r o p i e d a d e s mecánicas.
La deformación plástica p r o d u c e d e f e c t o s de p u n t o , principalmente
vacantes. Estos defectos de p u n t o se crean por la intersección de dis-
locaciones y, por tanto, la discusión de este t e m a se deja para el ca-
pítulo 6. La formación de vacantes tiene p a r t i c u l a r importancia en la
fatiga de los metales y, desde este p u n t o de vista, se tratará en el ca-
pítulo 12. A t e m p e r a t u r a s elevadas, las vacantes a d q u i e r e n gran impor-
tancia para el control de la difusión y en el t r e p a d o de las dislocacio-
nes. Por consiguiente, las v a c a n t e s son i m p o r t a n t e s en la fluencia lenta
de los metales, por lo que se t r a t a n con m á s detalle en el capítulo 13.

5-9. E n d u r e c i m i e n t o p o r d e f o r m a c i ó n y t r a b a j o e n f r í o . — E n
el capítulo 4 se atribuía el e n d u r e c i m i e n t o por d e f o r m a c i ó n a la inter-
acción de dislocaciones entre sí y con o t r a s b a r r e r a s que impiden su
movimiento a través de la red. Solamente se produce u n
grado de endurecimiento por deformación si el deslizamiento OCÜfft
sobre un solo juego de planos paralelos, como en los monocristales de
los metales he. Sin embargo, incluso en los monocristales, el desliza-
miento fácil extenso no es un fenómeno general y no se h a observado
en las probetas policristalinas. Debido a la interferencia m u t u a de los
granos adyacentes de una probeta policristalina, se produce fácilmente
deslizamiento múltiple, existiendo un endurecimiento p o r deformación
apreciable. La deformación plástica que se lleva a cabo en una zona
de temperatura y sobre un intervalo de tiempo tales que n o se elimina
el endurecimiento por deformación, se denomina trabajo en frío.
La deformación plástica produce un a u m e n t o en el n ú m e r o de dis-
locaciones, que en virtud de su interacción crean un estado interno
de tensión más elevado. Un metal recocido contiene u n a s 10ó a 103
dislocaciones por centímetro cuadrado, mientras que un metal muy
deformado plásticamente contiene 1012, aproximadamente. El endure-
cimiento por deformación o el trabajo en frío se pueden detectar fá-
cilmente por difracción de rayos X, pero, normalmente, no es posible
el análisis detallado de los diagramas de rayos X en función de la es-
tructura del estado de deformación en frío. En los diagramas de Laue,
ia deformación en frío produce emborronamiento, o asterismo, de las
manchas. En los diagramas de Debye-Scherrer las líneas aparecen en-
sanchadas por la deformación en frío. El ensanchamiento de las líneas
de rayos X puede ser debido tanto a una disminución del t a m a ñ o de
la unidad de difracción, como ocurriría si los granos estuvieran frag-
mentados por deformación en frío, como a un incremento en la defor-
mación reticular debido a la interacción de las dislocaciones. Se han
desarrollado 1 técnicas para analizar el perfil completo de los máximos
de las líneas de rayos X y para determinar la contribución debida a
la deformación reticular y al tamaño de las partículas. Es probable
que, mejorando este método y aplicando su técnica más ampliamente,
se comprenda mejor la estructura de los metales deformados en frío.
Mediante estudios realizados utilizando microhaces de rayos X J y la
microscopía electrónica de películas delgadas, se ha obtenido un mo-
delo bastante exacto de la estructura de los metales deformados en
frío. La figura 5-17 es un dibujo esquemático de la estructura defor-
mada en frío que se produce en el interior de un grano único. Es una
estructura celular compuesta de zonas de red relativamente perfectas
que están unidas entre sí por límites constituidos por redes de dis-
locaciones. De acuerdo con este modelo, la densidad de dislocaciones

1
B . E. W A R R E N y B. L. AVERBACH: / . Appl. Phys., vol. 21< M l *
B. E. W A R R E N y B. L. AVERBACH: "Modern Research TMhaUu
Metallurgy", American Society for Metali, M e t t l l P
RREN : "Progress in Metal Physics", vol. I* P4f*>
Ltd., Londres, 1959.
2
P. GAY, P. B. HIMCH y A, KtUYl A
varía desde un valor elevado en los límites distorsionados hasta un
valor bajo en las zonas r e l a t i v a m e n t e perfectas. El estudio con la mi-
croscopía electrónica de película delgada de la estructura de disloca-
ciones de los metales d e f o r m a d o s en frío, es un campo de investiga-
ción muy activo que debería p r o p o r c i o n a r una información valiosa
acerca de c ó m o estas redes varían con la composición, deformación y
temperatura.
La mayor parte de la energía c o n s u m i d a en d e f o r m a r en frío un
metal se convierte en calor. Sin e m b a r g o , a p r o x i m a d a m e n t e el 10'V, de
la energía c o n s u m i d a se almacena en la red, a u m e n t a n d o la energía
interna. Los valores registrados de energía almacenada 1 varían apro-
x i m a d a m e n t e de 0,01 a 1,0 c a l / g de metal. La magnitud de la energía
almacenada aumenta con el
regiones de red p u n t o de fusión del metal y con
relativamente perfecta las adiciones de soluto. Para
limita de grano un metal dado, la cantidad de
regiones energía almacenada depende del
distorsionadas tipo del proceso de deforma-
de elevada ción, p. ej., el trefilado o la
densidad de
tracción. La energía almacena-
dislocación
da a u m e n t a con la deformación,
hasta un valor límite que co-
rresponde a la saturación, y
a u m e n t a con el descenso de
Fio. 5 - 1 7 . — M o d e l o de la e s t r u c t u r a de la t e m p e r a t u r a de deformación.
un m e t a l d e f o r m a d o en f r í o (esquema). Para medir las pequeñas canti-
dades de energía almacenadas
por a e t o r m a c i o n en trio, se requiei n mediciones calorimétricas muy
cuidadosas.
La mayor parte de la energía almacenada se debe a la generación
e interacción de dislocaciones d u r a n t e la deformación en frío. Las va-
cantes justifican p a r t e de la energía almacenada en metales deforma-
dos a t e m p e r a t u r a s muy bajas. Sin embargo, las vacantes son mucho
más móviles que las dislocaciones, por lo que escapan fácilmente de la
mayoría de ¡os m e t a l e s d e f o r m a d o s a t e m p e r a t u r a ambiente. Los de-
fectos de apilamiento y de macla son p r o b a b l e m e n t e responsables de
una pequeña fracción de la energía almacenada. Una reducción del
orden de corta distancia d u r a n t e la deformación de soluciones sólidas
puede contribuir t a m b i é n a almacenar energía.
El endurecimiento por d e f o r m a c i ó n o t r a b a j o en frío es un proceso
industrial importante que se utiliza p a r a endurecer metales y aleaciones
que no responden a los t r a t a m i e n t o s térmicos. La velocidad del endu
recimiento por deformación se p u e d e determinar a partir de la pen-
1
Para una amplia revisión de la energía almacenada en la deformación en
frío, véase A. L, TITCHENER y M. B, BEVER: "Progress in Metal Phvsics",
vol. 7, págs. 247-338. Pergamon Press, Ltd., Londres, 1958.
diente de la curva de fluencia. En términos matemático», la ...
de endurecimiento por deformación se puede expresar por el COtfU
ciente n de la Ec. [3-1]. Generalmente, dicha velocidad es menor para
los metales he que para los cúbicos. El aumento de la temperatura
también disminuye la velocidad de endurecimiento por deformación.
En las aleaciones endurecidas por adiciones que se mantienen en
solución sólida, la velocidad de endurecimiento por deformación pue-
de aumentar o disminuir, comparativamente al comportamiento de los
metales puros. Sin embargo, la resistencia final de una aleación de
solución sólida deformada en frío es casi siempre mayor que la de los
metales puros con el mismo grado de deformación en frío.
La figura 5-18 muestra la va-
riación típica de los parámetros resistencia a la tracción
de resistencia y ductilidad con
el aumento del grado de defor-
mación en frío. Puesto que en límite elástico
convencional
la mayoría de los procesos de
deformación en frío se reducen
una o dos dimensiones del me-
tal a expensas de un aumento en
las dimensiones restantes, el
trabajo en frío produce alarga-
miento de los granos en la di- alargamiento
rección principal de deforma-
ción. La deformación muy inten- 0 10 20 30 40 50 60 70
sa produce una reorientación de r e d u c c i ó n por d e f o r m a c i ó n e n frío, °/o
los granos hacia una orientación
preferente (Sec. 5-11). Aparte de FIG. 5-18.—Variación de las propieda-
las variaciones en las propieda- des d e tracción con la proporción de
des de tracción (Fig. 5-18), la deformación en frío.
deformación en frío produce al-
teraciones en otras propiedades físicas. Normalmente, existe un pequeño
descenso en la densidad, del orden de unas pocas décimas por ciento,
una disminución apreciable en la conductividad eléctrica, debido a un
número mayor de centros dispersantes, y un pequeño incremento en el
coeficiente de dilatación térmica. La reactividad química aumenta a
causa de la mayor energía interna del estado de deformación en frío.
Ello conduce a una disminución general de la resistencia a la corrosión
y, en ciertas aleaciones, introduce la posibilidad de agrietamiento por
corrosión bajo tensiones.

5-10. E f e c t o B a u s c h i n g e r — E n una discusión anterior sobre el


endurecimiento por deformación de los monocristales se ha d e m o s t r a d o
que, generalmente, se requiere una tensión menor para invertir la
rección de deslizamiento sobre cierto plano que para c o n t i n u a r #
lizamiento en la dirección original. La direccionalidad del
rayos X indican la orientación d* los polos de los planos correspon-
dientes al anillo de difracción en o e s t i ó n . La orientación de los granos
de una orientación cristalográfica ^articular, con respecto a las direc-
ciones principales de trabajo, se n uestra mejor por medio de las figu-
ras de polos. Para una descripció de los métodos de determinación
de las figuras de polos y para un;1 recopilación de las figuras de polos
que describen las texturas de defo< nación en muchos metales, se remi-
te al lector a B a r r e t t E l empleo a tual de técnicas que utilizan difrac -
tómetros de rayos X con contado? Geiger 2 ha hecho posible la deter
minación de figuras de polos con mayor precisión y menor esfuerzo
que con los métodos antiguos de ¡ elícula fotográfica.
La orientación preferente se pu le detectar con rayos X despíiés de
una reducción de la sección trans ersal, por deformación en frío, del
20 al 30% aproximadamente. En e a etapa de la reducción existe una
dispersión apreciable en la orienta ón de los cristales individuales al-
rededor de la orientación ideal. I dispersión disminuye al aumentar
la reducción, hasta que al alcanzar esta un valor del 80 al 90% se ha
completado, esencialmente, la orientación preferente. El tipo de orien-
tación preferente o textura de deformación que se desarrolla depende
principalmente del número y tipo de sistemas de deslizamiento dispo-
nibles y de las deformaciones principales. Otros factores determinantes
son la temperatura de deformación y el tipo de textura presente antes
de la deformación.
Las texturas de deformación más sencillas se producen por estira-
d o o laminación de un alambre o varilla y se denominan frecuente-
m e n t e texturas de fibra, debido a su similitud con la ordenación natu-
ral d e los materiales fibrosos. Es importante observar que se debe
distinguir entre el fibrado cristalográfico, producido por reorientación
cristalográfica de los granos durante la deformación, y el fibrado me-
cánico, que es consecuencia de la alineación de inclusiones, cavidades
y constituyentes de segunda fase en la dirección principal de la defor-
mación mecánica. El fibrado mecánico y el cristalográfico son facto-
res importantes para conseguir propiedades mecánicas direccionales en
los perfiles metálicos deformados plásticamente, p. ej., en chapas y
varillas. Este tema se trata en el capítulo 9.
En la textura ideal de un alambre, una dirección cristalográfica-
m e n t e definida es paralela al eje de dicho alambre y la textura es si-
métrica alrededor de dicho eje del alambre o eje de fibra. Se han ob-
servado varios tipos de desviación que se apartan de la textura ideal.
En los metales cúbicos de caras centradas se observan normalmente
texturas de fibra doble. Los granos tienen las direcciones <111) o las
<100> paralelas al eje del alambre y orientaciones aleatorias alrededor

1
C . S. BARRETT; "Estructura de los metales", cap. 9, t r a d u c c i ó n de la 2 . a ed.
americana por F. Muñoz del Corral, Aguilar, Madrid, 1957.
2
A . H . GEISLER: "Modem Research Techniques in Physical M e t a l l u r g y " ,
American Society for Metals, Metals Park, Ohio, 1953.
del mismo 1 . Los metales cúbicos centrados tienen una textura <110>
simple. La textura de fibra de los metales he no es tan sencilla. Cuando
la deformación es moderada, el eje hexagonal <0001) del cinc es para-
lelo al eje de fibra, mientras que en deformaciones intensas el eje hexa-
gonal está a unos 20° del eje del alambre. En el magnesio y sus alea-
ciones, la <1010) es paralela al eje del alambre para deformaciones por
debajo de los 450 °C, mientras que por encima de esta temperatura, la
<2II0> es paralela al eje de la fibra.
La textura de deformación de una chapa producida por laminación
se describe mediante los planos cristalográficos paralelos a su super-
ficie y las direcciones cristalográficas paralelas a la dirección de lami-
nación. Frecuentemente, existe una desviación considerable con respec-
to a la textura ideal, de manera que para describir el grado de orien-
tación p r e f e r e n t e 2 son más útiles las figuras de polos. Determinaciones
exactas de la textura de laminación de los metales ccc han demostrado
que la mejor descripción de estas- texturas es por medio de planos
{123} paralelos al plano de la chapa y con la dirección <112> paralela
a la de laminación 3 . Esta textura cambia a la más frecuente { 1 1 0 }
<112> al agregar aleantes en solución sólida. En los cc los planos { 1 0 0 }
tienden a orientarse paralelamente al plano de la chapa, con la direc-
ción <110) a unos pocos grados de la dirección de laminación. En los
metales he el plano base tiende a ser paralelo al plano de laminación
con <2110) alineada con la dirección de laminación.
La orientación preferente que se produce por deformación depende
mucho de los sistemas de deslizamiento y de macla disponibles para
la deformación, pero no está afectada por variables del proceso tales
como el ángulo de la matriz, diámetro y velocidad de los cilindros de
laminación y reducción por pasadai La dirección del flujo es la varia-
ble más importante del proceso. Así, p. ej., se produce la misma tex-
tura de deformación si se obtiene una varilla por laminación, estirado
o forja rotativa.
La formación de una fuerte orientación preferente produce anisotro-
pía en las propiedades mecánicas. A u n cuando los granos individuales
de un metal son anisótropos con respecto a las propiedades mecáni-
cas, cuando estos granos están combinados de forma arbitraria en un
agregado policristalino, las propiedades mecánicas tienden a ser isó-
tropas. Sin embargo, la alineación de los granos, que justifica la orien-
tación preferente, introduce nuevamente anisotropía en las propiedades
mecánicas. D u r a n t e las operaciones de conformación y fabricación, las

1
Se ha sugerido que las texturas <111 > están favorecidas por el desliza-
miento cruzado que ocurre más fácilmente en metales con elevada energía
de defectos de apilamiento. Véase N. BROWN: Trans. AIME, vol. 221, pági-
nas 236-38, 1961.
2
BARRETT presenta un gran número de figuras de polos para texturas de la-
minación, op. cit., cap. XVIII.
3
R . E. SMALLMAN: J. hist. Metals, v o l . 84, págs. 1 0 - 1 8 , 1953-J6.
diferentes propiedades mecánicas en distintas direcciones pueden pro-
ducir una respuesta no u n i f o r m e en el material.

5 - 1 2 . R e c o c i d o d e m e t a l e s d e f o r m a d o s e n f r í o . — L a energía
interna de los metales d e f o r m a d o s en frío es m a y o r que la que se
encuentra en los metales sin d e f o r m a r . Por consiguiente, los metales
endurecidos por deformación tienden a volver al e s t a d o libre de defor-
maciones. Al a u m e n t a r la t e m p e r a t u r a , el estado de deformación en
frío se hace cada vez más inestable. Finalmente, el metal se ablanda
y vuelve al estado exento de d e f o r m a c i ó n . T o d o este proceso se co-
noce c o m o r e c o c i d o E l recocido es m u y i m p o r t a n t e industrialmente
porque devuelve la ductilidad a m e t a l e s que han sido endurecidos

Fie. 5-20.—Dibujo esquemático que indica los fenómenos de restauración,


recristalización y crecimiento de grano y variaciones de propiedades asociadas.

intensamente por deformación. Por consiguiente, al intercalar opera-


ciones de recocido después de d e f o r m a c i o n e s intensas, es posible rea-
lizar grandes deformaciones en la mayoría de los metales.
T o d o el proceso de recocido se puede dividir en otros tres pro-
cesos bien d e f i n i d o s : recuperación, recristalización y crecimiento de
grano. La figura 5-20 a y u d a a distinguir e n t r e estos tres procesos. La
recuperación o restauración se d e f i n e n o r m a l m e n t e c o m o la restaura-
ción de las propiedades físicas de los metales d e f o r m a d o s en frío sin
que se observen cambios en la m i c r o e s t r u c t u r a . D u r a n t e la recupera-
ción, la conductividad t é r m i c a a u m e n t a r á p i d a m e n t e acercándose al
valor de recocido y, según se observa con rayos X, la deformación
reticular disminuye apreciablemente. Las p r o p i e d a d e s más afectadas
por la recuperación son las sensibles a los defectos de punto. Las pro-
piedades relativas a la resistencia mecánica, que están controladas por
las dislocaciones, no son afectadas a las t e m p e r a t u r a s d e recuperación.

'Para revisiones detalladas sobre el recocido, véase P. A. BECK: Adv. in


Phys., vol. 3 , págs. 2 4 5 - 3 2 4 , 1 9 5 4 ; J. E. BURKE y D . T U R N B U L I . : "Progress in
Metal Physics", vol. 3, Interscience Publishers, Inc., Nueva York, 1952.
Los monocristales de los metales he que se han deformado sobre un
solo juego de planos (deslizamiento fácil) son una excepción a esta
regla. Por este motivo, es posible recuperar completamente el límite
elástico de un cristal endurecido por deformación sin producir recris-
talización. La recristalización es la sustitución de la estructura defor-
mada en frío por un nuevo juego de granos sin deformar. La recris-
talización se detecta fácilmente por métodos metalográficos y se com-
prueba por un descenso de la dureza o resistencia mecánica y un
aumento de la ductilidad. La densidad de dislocaciones disminuye con-
siderablemente con la recristalización y todos los efectos del endure-

FIG. 5-21.—Variaciones en la microestructura del latón 70-30, deformado en


frío, con el recocido, a) 40?í> de deformación en frío; b) 1,5 m i n a 4 0 0 ° C ;
c) 1,5 min a 575 °C. 100 aumentos.

cimiento por deformación se eliminan. La energía almacenada como


resultado de la deformación en frío es la fuerza impulsora tanto para
la recuperación como para la recristalización. La poligonización (sec-
ción 5-3) se puede considerar como una situación intermedia entre la
recuperación y la recristalización. Si los nuevos granos exentos de
deformación se calientan a una temperatura mayor que la requerida
para producir recristalización, habrá un aumento progresivo del tama-
ño de grano. La fuerza impulsora para el crecimiento d e grano es el
descenso de la energía libre resultante de la disminución del área de
los límites de grano a causa de un aumento en el t a m a ñ o de grano.
La figura 5-21 muestra el paso de una microestructura deformada en
frío a una estructura recristalizada de grano fino y, finalmente, a una
tercera de t a m a ñ o de grano mayor por crecimiento de grano.
La recristalización es la vuelta, por activación térmica, de la es-
tructura deformada en frío a su estado original sin deformaciones. Al
aumentar la temperatura, las redes de dislocación tienden a contraerse
y las zonas de densidad de dislocaciones inicialmente b a j a empiezan a
crecer. La fracción de microestructura que ha recristalizado en un
tiempo t se puede representar por una ecuación de la f o r m a
X = 1 -exp ( -BV) [5-12]
en la que B y n' son constantes. Le valores de n' entre 1 y 2 indican
recristalización en una dimensión m rntras los valores 2 y 3 denotan re-
cristalización bidimensional. Es co; veniente considerar el proceso de
recristalización en términos de las velocidades de nucleación N y de
crecimiento G de los nuevos grane sin deformación. Los valores re-
lativos de IV y G determinan el t a m a ñ o de grano recristalizado. Si N
es grande con respecto a G, habrá muchos lugares de nucleación y el
tamaño de grano será relativamente pequeño.
Seis variables principales influyt i sobre el comportamiento en la
recristalización: 1) grado de defo mación previa; 2) temperatura;
3) tiempo; 4) tamaño de grano ini al; 5) composición; 6) grado de
recuperación o poligonización anter ir al comienzo de la recristaliza-
ción. Como la temperatura a la que se produce la recristalización de-
pende de las variables citadas, no es una temperatura fija como ocurre
con la de fusión. Para considerad' íes prácticas, la temperatura de
recristalización se puede definir coi o aquella a la que una aleación
dada en un estado intenso de defori ación en frío recristaliza comple-
tamente en una hora. La relación t itre las variables anteriores y el
proceso de recristalización se puede esumir del modo siguiente 1 :
1. Se precisa un grado mínimo !e deformación para producir re-
cristalización.
2. Cuanto menor sea el grado d>. deformación mayor será la tem-
peratura requerida para producir reci istalización.
3. Al aumentar el tiempo de recocido disminuye la temperatura
de recristalización. Sin embargo, la temperatura es mucho más impor-
tante que el tiempo. Duplicar el tiempo de recocido es, aproximada-
mente, igual a aumentar la temperatura de recocido en 10 °C.
4. El t a m a ñ o de grano final depende principalmente del grado de
deformación y, en menor cuantía, de la temperatura de recocido. Cuan-
to mayor sea el grado de deformad« i y más baia la temperatura de
recocido menor será el tamaño de gr no recristalizado.
5. Cuanto mayor sea el tamaño le grano original mayor será el
grado de deformación requerido para iroducir una temperatura de re-
cristalización equivalente.
6. La temperatura de recristaliz ión disminuye con el aumento
de la pureza del metal. Las adicione • de aleantes en solución sólida
elevan siempre la temperatura de rec ¡ istalización.
7. El grado de deformación req; rido para producir un compor-
tamiento de recristalización equivalí te aumenta con el incremento
de la temperatura de trabajo.
8. Para una reducción dada de ; acción transversal, las diferentes
formas de trabajar el metal, tales co no la laminación, estirado, etc.,
producen deformaciones efectivas ligeramente diferentes. Por consi-

1
R. F. MEHL: Recristalización, en "Metals Handbook", págs. 259-68, A m e -
rican Society for Metals, Metals Park, Ohio, 1948.
Debido a que la fuerza impulsora del crecimienlo de grano es apr<r-
. dablemente más baja que la de la recristalización, a las temperatura«
i a las que tiene lugar la recristalización se produce fácilmente un 1er
| to crecimiento de grano. Sin embargo, el tamaño de grano depende
j mucho de la temperatura, acanzándose pronto una zona de e n d o s a -
j ' miento de grano en la que los granos aumentan de tamaño muy rápi-
i damente. El crecimiento de grano está impedido considerablemente
por la presencia de una fina dispersión de partículas de segund.» fase
| que restringen el movimiento de los límites de grano. Para el tipo co-
! rriente de tamaño de grano, en el que los granos aumentan de tamaño
j uniformemente, la teoría predice que, a una temperatura dada, el ta-
maño de grano D en un tiempo i está dado por
I
O2 - D02 = Ct |5-13]
I
Sin embargo, la mayoría de los datos experimentales concuerdao me-
jor con la ecuación
Du" - D0Un = Ct 15-14]

en la que n varía de 0,2 a 0,5 aproximadamente, dependiendo del me


tal y de la temperatura.
• En ciertas condiciones, algunos de los granos do un metal de gra-
no fino recristalizado empiezan a crecer rápidamente, a expensas de
otros granos, cuando se calientan a temperatura superior. Este fenó-
meno se conoce con el nombre de crecimiento anormal de grano. La
fuerza impulsora para el crecimiento anormal de grano es la disminu-
ción de la energía superficial, no la energía almacenada, pero a causa
de que el fenómeno muestra una cinética similar a la de la recrista-
lización se le denomina frecuentemente recristalización secundaría.

5-13. T e x t u r a s de recocido.—La recristalización de un mclal de-


formado en frío puede producir una orientación preferente que sea
distinta de la que existe en el metal deformado. A esto se denomina
textura de recocido o de recristalización. Un ejemplo destacado es la
textura cúbica del cobre, en la que los planos {100} son paralelos al
plano de laminación con una dirección <001> paralela a la dirección
de laminación. La existencia de una textura de recristalización de-
pende de la orientación preferente del núcleo de los granos recristali-
zados. La formación de texturas de recocido depende de cierto número
de variables del proceso: grado y tipo de deformación que preceden
al recocido, composición de la aleación, tamaño de grano, temperatura
y tiempo de recocido y orientación preferente producida por la defor-
mación.
Generalmente, los factores que favorecen la formación de un ta-
m a ñ o de grano recristalizado fino favorecen también la formación de
una orientación esencialmente aleatoria de granos recristalizados. Las
reducciones en frío m o d e r a d a s y las t e m p e r a t u r a s de recocido bajas
son beneficiosas. U n b u e n p r o c e d i m i e n t o para reducir al mínimo las
texturas de recocido consiste en producir p r i m e r a m e n t e una fuerte
orientación preferente, m e d i a n t e una reducción inicial intensa, y luego
utilizar una t e m p e r a t u r a de recocido elevada. A continuación se vuelve
a reducir en frío, p e r o solo lo suficiente para r o m p e r la orientación
anterior y producir un t a m a ñ o de grano recristalizado fino a baja
temperatura.
A veces, la formación d e una f u e r t e textura de recristalización es
beneficiosa. El mejor e j e m p l o lo t e n e m o s en las chapas orientadas de
hierro-silicio, que se utilizan p a r a t r a n s f o r m a d o r e s , en las que los gra-
nos están orientados en la dirección de imanación fácil. Para obtener
una textura d e recristalización casi perfecta, es preciso producir en
los metales d e f o r m a d o s en frío un g r a d o elevado de orientación prefe-
rente, seguido de un recocido d e larga duración, a t e m p e r a t u r a eleva-
da, para que se produzca un c r e c i m i e n t o de grano selectivo y, con ello,
una textura marcada.

BIBLIOGRAFIA

BARRETT, C. S . : "Estructura de los metales", cap. X V , traducción d e la 2. a ed.


americana por F, M u ñ o z del Corral, Aguilar, Madrid, 1957.
BIRCHENALL, C. E.: "Physical Metallurgy", McGraw-Hill B o o k C o m p a n y , Inc.,
N u e v a York, 1959.
CHALMERS, B.: "Physical Metallurgy", John Wiley & Sons, Inc., N u e v a York
1959.
Guv, A . G . : "Elements of Physical Metallurgy", 2. a ed., A d d i s o n - W e s l i - \ Pu-
blishing Company, Reading, Mass., 1959.
"Relation of Properties t o Microstructure", American Society f o r Metals, Me-
tals Park, Ohio, 1954.
CAPITULO 6

TEORIA DE LAS DISLOCACIONES

6-1. I n t r o d u c c i ó n — L a s dislocaciones son defectos lineales de la


red responsables de casi todos los aspectos de la deformación plástica
de los metales. Este concepto se i n t r o d u j o en el capítulo 4, en el que
se estudió la geometría de las dislocaciones en cuña y helicoidales para
el caso de una red cúbica simple. Se m o s t r ó que es necesaria la exis-
tencia de un defecto en forma de dislocación para explicar los bajos
valores observados en el límite elástico d e los cristales reales. Se hizo
una descripción general de la interacción de dislocaciones con átomos
extraños, partículas de precipitado y o t r a s dislocaciones. E s t e concepto
se ha utilizado en la descripción cualitativa del endurecimiento por
solución sólida y por fases dispersas, el comportamiento en el límite
elástico aparente y el envejecimiento p o r deformación. Este capítulo
se dedica a presentar un estudio más completo y, en cierto modo, más
exacto de la teoría de las dislocaciones. Se estudia el rápido avance
de las técnicas empleadas para detectar las dislocaciones en los meta-
les reales y, en los casos en que sea posible, se dan pruebas experi-
mentales que confirman la teoría. Se estudia el efecto del compor-
tamiento de las dislocaciones al considerar estructuras cristalinas
reales ccc, cc o he. Se discute con cierto detalle la interacción de
dislocaciones con vacantes, átomos extraños y otras dislocaciones. Por
último, se dedica particular atención al i m p o r t a n t e problema de la mul-
tiplicación de dislocaciones mediante el manantial de Frank-Read.

6 - 2 . M é t o d o s p a r a d e t e c t a r d i s l o c a c i o n e s . — E l concepto de dis-
locación fue propuesto independientemente por Taylor, Orowan y Po-
lanyi 1 en 1934, pero la idea permaneció prácticamente sin desarrollar
hasta el final de la segunda guerra mundial. Siguió un período de apro-
ximadamente diez años, durante el cual la teoría del comportamiento
de las dislocaciones fue desarrollada ampliamente y aplicada a casi to-
dos los aspectos de la deformación plástica de los metales. Al no
conocerse métodos verdaderamente seguros para detectar las disloca-
ciones en los materiales reales, fue preciso basar la mayor parte d e
esta teoría en observaciones indirectas del comportamiento de las dis-
locaciones. Afortunadamente, a partir de 1955 el avance de las técnicas

>G. I. TAYLOR: Proc. Roy. Soc. (Londr««), vol. 145A, pág. 3(2, 1934;
E. O R O W A N : Z. Physik, vol. 89, pági. «05, <14, 634, 1934; M. POUNYI:
Z. Physik, vol. 89, pág. «60, 1934.
i to
CAPITULO 1

INTRODUCCION

1-1. Finalidad de este libro.—La metalurgia mecánica es la rama


de la metalurgia que se ocupa principalmente de la respuesta de los
metales frente a las fuerzas o cargas. Las fuerzas pueden resultar del
empleo del material como miembro o pieza de una estructura o máqui-
na, en cuyos casos es necesario saber algo respecto a los valores límites
que aquel puede resistir sin fallar. Por otro lado, es necesario a veces
transformar un lingote colado en una forma más útil, tal como una
plancha plana, y entonces es preciso conocer las condiciones de tem-
peratura y velocidad de carga para las que son mínimas las fuerzas
que se necesitan para realizar tal trabajo de transformación.
La metalurgia mecánica no es una rama del conocimiento que pue-
da aislarse claramente y estudiarse por sí misma. Es la reunión de
muchas disciplinas y muchas formas de aproximación al problema de
explicar la respuesta de los materiales a las fuerzas. Una de las formas
de acercarse al mismo es utilizar las teorías de la resistencia de ma-
teriales y de la elasticidad y la plasticidad,' en las que el metal se
considera como un material homogéneo cuyo comportamiento puede
describirse con solo unas pocas constantes del material. Esta forma de
aproximación es la base del diseño racional de los miembros de las
estructuras y de las piezas de las máquinas, y los tres temas de resis-
tencia de materiales, elasticidad y plasticidad se estudian en la primera
parte de este libro desde un punto de vista más general que el usual
en los tratados de resistencia de materiales. Los capítulos 1 a 3 pue-
den considerarse como el aparato matemático en que descansa mucha
parte del resto del libro. A los estudiantes de ingeniería que hayan
estudiado un curso superior de resistencia de materiales o de diseño
de máquinas es probable que pueda bastarles un repaso rápido de
estos capítulos. N o ocurre así para los estudiantes de metalurgia y
para los ingenieros que trabajan en la industria, a los cuales les será
útil todo el tiempo que necesiten emplear para familiarizarse con los
aspectos matemáticos presentados en la primera parte.
Las teorías de la resistencia de materiales, de la elasticidad y de la
plasticidad pierden mucha de su potencialidad cuando adquiere im-
portancia la estructura del metal y no se puede seguir considerándolo
como un medio homogéneo. Encontramos ejemplos de esto en el com-
portamiento a elevada temperatura de los metales, donde la estructu-
ra metalúrgica puede cambiar continuamente con el tiempo, y en las
4 INTRC UCCION I. CAP. 1

transiciones dúctil a frágil que oc- ren en los aceros al carbono. La de-
terminación de las relaciones exi entes entre el c o m p o r t a m i e n t o me-
cánico y la estructura que se oí arva con el microscopio y con las
técnicas de rayos X es la respo habilidad principal del metalurgista
mecánico. Si se interpreta el con o r t a m i e n t o mecánico a partir de la
estructura metalúrgica resulta pe ble mejorar las p r o p i e d a d e s mecá-
nicas o, por lo menos, controlad; ,La segunda p a r t e de este libro se
ocupa de los fundamentos metali jicos del c o m p o r t a m i e n t o mecánico
de los metales. Los estudiantes c metalurgia h a b r á n t r a b a d o conoci-
miento con algunos de los t e m a s s t u d i a d o s en esta segunda parte en
cursos previos de estudio del can o más amplio de la metalurgia físi-
ca, pero en esta obra están t r a t ; os con b a s t a n t e más detalle de lo
que es usual en un curso de m e t r irgia física. Se han incluido algunos
temas que son más de metalurgi física que de metalurgia mecánica
para dar continuidad a la exposú ">n y para a y u d a r a los lectores no
metalúrgicos que no han c u r s a d o l u d i o s de metalurgia física.
Los tres ú l t i m o s capítulos de ¡a segunda parte, especialmente el
capítulo 6, se refieren principaln ate a los aspectos a t o m í s t i c o s del
flujo y de la f r a c t u r a de los me! es. M u c h o s de los avances en este
campo son r e s u l t a d o del t r a b a j o oordinado de los físicos del estado
sólido y de los metalurgistas. Ha} una región en que es p r á c t i c a m e n t e
imposible la observación directa son difíciles de concebir los expe-
rimentos indirectos. A d e m á s , es ¡te un c a m p o de actividad intensa,
en el que la vida media de un co 'epto o teoría p u e d e ser muy corto.
Por esta razón, al escribir e s t o s ipítulos, se ha incluido solo el ma-
terial que ya es de validez g e n e n d e d i c a n d o extensión m í n i m a a los
aspectos del t e m a que aún están < i discusión.
Los d a t o s básicos relativos a i resistencia mecánica d e los ma-
teriales y las mediciones p a r a el > ontrol rutinario de las propiedades
mecánicas se obtienen m e d i a n t e IÜ n ú m e r o relativamente p e q u e ñ o de
métodos tipificados de ensayo. Lr tercera parte, Aplicación al ensayo
de materiales, se ocupa de c a d a i iO de los ensayos m e c á n i c o s comu-
nes, no d e s d e el p u n t o de vista ' ¡ual de las técnicas de realización,
sino considerando lo que e s t o s er ¡ayos pueden decir s o b r e el rendi-
miento en servicio de los metale, y las variables m e t a l ú r g i c a s que
afectan a los resultados de estos ensayos. M u c h o s de los conocimien-
tos expuestos en las p a r t e s p r i m e r a y segunda se utilizan en esta
tercera. Es de s u p o n e r que el lector ha seguido un c u r s o corriente
de ensayo d e materiales o p u e d e familiarizarse en el l a b o r a t o r i o con
la materialidad d e las técnicas d e realización de los e n s a y o s .
En la cuarta parte se e s t u d i a n los factores mecánicos y metalúrgi-
cos implicados en la c o n f o r m a c i ó n de los metales para o b t e n e r for-
mas útiles. Se h a intentado p r e s e n t a r el análisis m a t e m á t i c o de los
procesos principales de t r a b a j o de los metales, a u n q u e ello n o ha sido
posible en ciertos casos, bien por el considerable detalle r e q u e r i d o o por
salirse el análisis de la finalidad de este libro. N o se ha p r e t e n d i d o
SEC. 1-2] RESISTENCIA DE MATERIALES. HITOTE»!» lAlKUl

incluir la tecnología especializada de cada proceso de trabajo (p. ef., la


laminación o la extrusión), pero sí se ha hecho cierto esfutrzo para
dar una impresión general del equipo mecánico requerido y para fa-
miliarizar al lector con el vocabulario especializado de esta rama del
trabajo de los metales. El mayor interés se ha centrado en p r e s e n t a r
un cuadro esquemático de las fuerzas implicadas en cada proceso y en
estudiar la forma en que los factores geométricos y metalúrgicos afec-
tan a las cargas necesarias para la conformación, y al éxito del proceso
de trabajo del metal.

1-2. Resistencia de m a t e r i a l e s . Hipótesis b á s i c a s . ^ L a resistencia


de materiales es el cuerpo de doctrina concerniente a las relaciones
entre fuerzas internas, deformación y cargas externasí^En el m é t o d o
general de análisis empleado en resistencia de materiales se parte,
como primera etapa, de la suposición de que el miembro está en equi-
librio. Se aplican las ecuaciones del equilibrio estático a las f u e r z a s que
actúan en alguna parte del cuerpo para encontrar relaciones entre las
fuerzas externas ejercidas sobre el miembro y las fuerzas internas que
resisten a las cargas internas. Como las ecuaciones de equilibrio deben
expresarse en términos de fuerzas externas que actúan sobre el cuerpo,
es necesario transformar las fuerzas internas resistentes en fuerzas
externas. Esto se logra haciendo pasar un plano a través del cuerpo por
el punto que interesa. Se elimina la parte del cuerpo que queda a uno
de los lados de este plano secante y se sustituye por las fuerzas que
ejercía sobre la superficie del corte de la parte del cuerpo que nos
resta. Puesto que las fuerzas que actúan sobre un "cuerpo libre" lo
mantienen en equilibrio, es posible aplicar al problema las ecuaciones
correspondientes.
Las fuerzas resistentes internas se expresan usualmente como ten-
siones1 que actúan sobre cierta superficie, por lo que la fuerza interna
es la integral del producto de la tensión por la diferencial del área so-
bre la que actúa. Para calcular esta integral es necesario conocer la
distribución de la tensión sobre el área total del plano secante. La
distribución de tensiones se determina observando y midiendo las
deformaciones distribuidas en el miembro, puesto que las tensiones
no pueden medirse físicamente. Sin embargo, como la tensión es pro-
porcional a la deformación para las pequeñas deformaciones que inter-
vienen en la mayor parte de los problemas, la distribución de la defor-
mación permite deducir la correspondiente a la tensión. La expresión
encontrada para las tensiones se sustituye en las ecuaciones de equi-
librio y se resuelven estas respecto a las cargas y las dimensiones del
miembro.
Son hipótesis importantes de la resistencia de materiales las de
1
Para nuestra finalidad se define la tensión c o m o la fuerza por unidad de
superficie. La deformación acompañante se define c o m o la variación de lon-
gitud de la unidad de longitud. Más adelante daremos definiciones más completas.
que el c u e r p o q u e se estudia es continuo, h o m o g é n e o e isótropo. Un
cuerpo continuo es el que no contiene huecos o espacios vacíos de
ninguna clase. U n cuerpo es homogéneo cuando tiene propiedades
idénticas en todos sus puntos. U n cuerpo se considerará isótropo res-
pecto a alguna propiedad siempre que esta no varíe con la dirección
u orientación. U n a propiedad q u e varíe con la orientación respecto
a algún sistema de ejes c o o r d e n a d o s es anisotrópica.
L o s materiales empleados en ingeniería, tales c o m o el acero, la
fundición de hierro o el aluminio, parece que cumplen estas condicio-
nes c u a n d o se les observa en escala grande, pero si se les mira a través
de u n microscopio es fácil c o m p n ar que pueden ser cualquier cosa
menos h o m o g é n e o s e isótropos. I mayoría de los m e t a l e s técnicos
están c o n s t i t u i d o s por más de uno ase, cada una con d i f e r e n t e s pro-
piedades mecánicas, por lo que a •scala microscópica son heterogé-
neos. P e r o es que ni siquiera un m al monofásico es h o m o g é n e o , por-
que en t o d o s se e n c u e n t r a n usu. mente fenómenos de segregación
química que dan lugar a que las pro edades no sean idénticas de punto
a p u n t o . Los metales están construí os como una agregación de granos
cristalinos q u e poseen distintas p r o ¡edades en las d i f e r e n t e s direccio-
nes cristalográficas. La razón de q ¡e las ecuaciones de la resistencia
de materiales describan el comporf miento de los m e t a l e s reales está
en q u e , en general, los granos crist iinos son tan p e q u e ñ o s respecto a
una m u e s t r a d e volumen macroscóp; o que cabe considerar al material
c o m o si f u e r a estadísticamente hoi¡ ogéneo e isótropo. Sin embargo,
c u a n d o los m e t a l e s se d e f o r m a n sev> amenté en u n a dirección particu-
lar, c o m o o c u r r e en la laminación y m la forja, las p r o p i e d a d e s mecá-
nicas p u e d e n ser anisotrópicas en m croescala.

1 - 3 . C o m p o r t a m i e n t o s elástic» y plástico.—La experiencia de-


m u e s t r a q u e t o d o s los materiales f é l i d o s se d e f o r m a n s o m e t i é n d o l o s
a una carga externa. Se encuentra a d e m á s que, hasta cierta carga limi-
te, el sólido r e c o b r a sus dimensione originales c u a n d o se le descarga.
La recuperación d e las dimensiones < iginales al eliminar la carga es lo
que c a r a c t e r i z a al comportamiento et stico. La carga límite p o r encima
de la cual el m a t e r i a l ya n o se co; ¡porta elásticamente es el límite
elástico. Si se sobrepasa el límite clástico, el cuerpo r e t i e n e cierta
deformación p e r m a n e n t e c u a n d o d e j a de actuar la carga. U n cuerpo
que se ha d e f o r m a d o p e r m a n e n t e m e n t e se dice que h a s u f r i d o una
deformación plástica.
P a r a la m a y o r p a r t e de los materiales, en t a n t o q u e la carga n o
supere al límite elástico, la d e f o r m a c i ó n es proporcional a la carga.
Esta relación es conocida como ley d e H o o k e ; es más f r e c u e n t e ex-
presarla diciendo que l a s tensiones son proporcionales a las deforma-
ciones. La ley de H o o k e requiere q u e la relación entre c a r g a y defor-
mación sea lineal. Sin embargo, n o debe pensarse que en t o d o s los
materiales que se c o m p o r t a n elásticamente la relación e n t r e carga y
deformación es necesariamente lineal. El caucho es un ejemplo de ma-
terial que muestra una relación no lineal entre carga y deformación y
que satisface a la definición de material elástico.
Las deformaciones elásticas de los metales son muy pequeñas y
requieren instrumentos muy sensibles para medirlas. Los instrumentos
ultrasensibles han demostrado que los límites elásticos de los metales
son mucho más bajos que los medidos usualmente en los ensayos téc-
nicos de materiales. Cuanto más sensible es el aparato de medida,
tanto más decrece el límite elástico, por lo que para la mayoría de
los metales sólo se cumple exactamente la ley de Hooke en un inter-
valo de cargas muy pequeño. Este hecho, sin embargo, es más bien de
importancia especulativa, y la ley de Hooke sigue siendo una relación
válida para los proyectos de ingeniería.

V 1 - 4 . T e n s i ó n y deformación m e d i a s — C o m o punto de partida


para el análisis de tensiones y deformaciones consideremos una barra
cilindrica uniforme sujeta a una carga axial de tracción (Fig. 1-1). Su-
pongamos que se marcan dos puntos de referencia en la superficie de
la barra en el estado sin deformación y sea Lq la distancia entre puntos,

¿o+8
* L0 >

O
/tr dA\

FIG. 1-1.—Barra cilindrica sujeta FIG. 1-2.—Diagrama del cuerpo libre


carga axial. correspondiente a la figura 1-1.

es decir, entre esas marcas. Se aplica una carga P a un extremo de la


barra y la distancia entre puntos experimenta un ligero aumento de
longitud, mientras se produce una disminución del diámetro. La dis-
tancia entre puntos ha aumentado en una cantidad 8, que llamamos
deformación. La deformación lineal media e es la relación de la varia-
ción de longitud a la longitud inicial

AL _L-Lq
Lo
[1-1]
¿0 ífl
La deformación es una magnitud sin dimensiones, porque 8 y Lq se
expresan en las mismas unidades. (
La figura 1-2 muestra el esquema de cuerpo libre para la barra de
la figura 1-1. La carga externa P está equilibrada por la fuerza resis-
t e n t e i n t e r n a fcr dA, d o n d e cr es tensión n o r m a l al plano del corte,
y A, la sección transversal d e la irra. La ecuación de equilibrio es

P*=J 'dA 11-2]


Si la tensión está u n i f o r m e m e n t e i tribuida sobre el área A, esto es,
si cr es c o n s t a n t e , la ecuación [1-2 se convierte en

P = crf \ =crA
P

La tensión n o será en general unifo ie sobre t o d a el área A y enton-


ces la ecuación [1-3] expresa u n a nsión media. Para que la tensión
fuera a b s o l u t a m e n t e u n i f o r m e serí preciso que cualquier elemento
longitudinal d e la b a r r a hubiese ex¡ rimentado exactamente la misma
deformación, y la proporcionalidad > tre tensión y d e f o r m a c i ó n habría
de ser i d é n t i c a p a r a t o d o s los eler ntos. La anisotropía i n h e r e n t e a
los granos de un metal policristalin excluye la posibilidad de la uni-
f o r m i d a d c o m p l e t a de la tensión so -e un cuerpo de t a m a ñ o macros-
cópico. La presencia de más de una 1 ase da lugar a la falta de unifor-
midad de la tensión en escala micro 'ópica. Si la barra no es recta o
no está c e n t r a l m e n t e cargada, serán diferentes las d e f o r m a c i o n e s de
ciertos e l e m e n t o s longitudinales y la tensión no será u n i f o r m e . Lina
pérdida e x t r e m a d e la u n i f o r m i d a d u 1 diagrama de tensiones se pre-
senta c u a n d o h a y cambios bruscos e la sección transversal. En este
caso se p r o d u c e u n a concentración d' tensiones (Sec. 2-13).
Las u n i d a d e s técnicas empleadas_ 'n los países anglosajones para
medir las cargas son las libras (poun >, y para las áreas, las pulgadas
cuadradas (square inch), por lo que h< tensiones se expresan en libias
por pulgada c u a d r a d a , u n i d a d de te ;ión para la que se emplea el
símbolo psi (iniciales de " p o u n d " , " s jare" e " i n c h " ) . Esta es relati-
vamente p e q u e ñ a , por lo que se m a n an n o r m a l m e n t e n ú m e r o s gran-
des para expresar las tensiones, del o- ien de los millares de psi. Para
evitar esto se emplea a veces una uni< >d mil veces mayor, que resulta
le medir las cargas en kips o kilolibr En este caso las tensiones se
expresan en miles de libras por pulga la cuadrada, utilizando uno de
¡os símbolos 1000 psi o ksi. 1 ksi = 1000 psi. En los trabajos científicos
las tensiones se expresan en dinas por e n t í m e t r o c u a d r a d o ( d i n a / c n r )
o en k i l o g r a m o s p o r milímetro c u a d r ó l o ( K g / m m 2 ) ; esta última uni-
dad es la q u e se u s a para expresar la tensión en los t r a b a j o s técnicos
en los países del sistema métrico. La relación entre las tres unidades
citadas e s : 1 psi = 0,704-10 ~3 K g / m m - = 6,93-lO 4 dinas. A p r o x i m a d a -
mente son 1000 psi = 0,7 K g / m m 2 , relación muy útil para la transfor-
mación de unidades.
P o r d e b a j o del límite elástico c a b e considerar válida la ley de

DI»! IHTffl « « i n i n u » «
fíooke, por lo que la tensión media es proporcional a la deformación
media,
~ = E = constante. [1-4]
e

La constante E es el módulo de elasticidad, módulo elástico o módulo


de Young, que de las tres maneras se le llama

1-5. D e f o r m a c i ó n en t r a c c i ó n d e u n metal dúctil.—-Los datos


fundamentales en cuanto a propiedades mecánicas de los metales dúc-
tiles se obtienen de un ensayo de tracción, en el que una probeta ade-
cuada y tipificada se somete a carga axial de tracción creciente hasta
producirse la rotura. La carga y el alargamiento se miden a intervalos
frecuentes durante el ensayo y se expresan como tensión media y
deformación media, de acuerdo con las ecuaciones de la sección ante-
rior. Nos ocuparemos más detalladamente del ensayo de tracción en
el capítulo 9.
Los datos obtenidos del ensayo se representan en un diagrama de
tracción, en el que las tensiones se toman como ordenadas, y las
deformaciones, como abscisas. La figura 1-3 muestra una curva ten-
sión-deformación en tracción típi-
ca de un metal dúctil, p. ej., el alu-
minio. La porción rectilínea ini-
cial OA de la curva corresponde
a la región elástica, en la que se
cumple la ley de Hooke. El pun-
to A corresponde al límite elásti-
co, definido como la tensión má-
xima que es capaz de resistir el
metal sin experimentar deforma-
ción permanente. La determinación
de un límite elástico así definido
es muy engorrosa y en modo al- Fic. 1-3.—Curva típica de tracción
guno resulta una operación de ru- (curva tensión de tracción-deforma-
tina; además, los valores obteni- ción).
dos dependen de la sensibilidad
del aparato utilizado para medir la deformación. Por estas razones se
sustituye frecuentemente por el límite proporcional, que corresponde
a la ordenada del punto A', a partir del cual la curva deja de ser
rectilínea. La pendiente de la curva en la región elástica es el m ó d u l o
elástico.
Para los fines técnicos, el límite del comportamiento elástico uti-
i
1
En la mayoría de las especificaciones d e materiales metálicos, españolas
y extranjeras, suele emplearse la letra E para designar el límite elástico- D e b e
tenerse en cuenta para no incurrir en errores. Este símbolo para el m ó d u l o
elástico es además el más corriente entre los metalúrgicos. (N. del T.)
lizable se describe por el p u n t o B. La ordenada de este p u n t o es el
límite elástico convencional que, c o m o su n o m b r e indica, es la tensión
que producirá una pequeña deformación p e r m a n e n t e p r e v i a m e n t e con-
venida. En general, en las especificaciones técnicas se conviene en
definir este límite elástico como la tensión que p r o d u c e una d e f o r m a -
ción p e r m a n e n t e del 0,2% de la distancia inicial entre p u n t o s , por lo
que suele llamársele a b r e v i a d a m e n t e límite elástico del 0,2%. En la
figura la deformación p e r m a n e n t e convenida sería la correspondiente
a la longitud OC del eje de abscisas. La d e f o r m a c i ó n plástica se inicia
en cuanto se supera el límite elástico, y al a u m e n t a r esta deformación
el metal se va haciendo más resistente (endurecimiento por d e f o r m a -
ción), por lo que aumenta c o n t i n u a m e n t e la carga necesaria para que
siga a u m e n t a n d o la deformación. Esta carga llega a alcanzar final-
m e n t e un valor m á x i m o ; este valor, dividido por el área de la sección
transversal inicial de la probeta, es la resistencia a la tracción. En el
caso de los metales dúctiles el d i á m e t r o de la probeta d i s m i n u y e rá-
pidamente c u a n d o se sobrepasa esta carga máxima, por lo que se hace
menor la carga necesaria para que prosiga la deformación h a s t a pro-
ducirse la r o t u r a . Como la tensión m e d i a se refiere al área de la sección
transversal inicial de la probeta, disminuye también desde la carga
máxima hasta la rotura.

1 - 6 . C o m p o r t a m i e n t o s d ú c t i l y f r á g i l . — E l c o m p o r t a m i e n t o ge-
neral d e los materiales b a j o carga se p u e d e calificar c o m o dúctil o frá-
gil según que el material muestre o n o capacidad p a r a sufrir defor-
mación plástica. Un material c o m p l e t a m e n t e frágil r o m p e r á casi en el
límite elástico (Fig. 1-4 a ) , mien-
t r a s que un material frágil real,
c o m o la fundición blanca, m o s t r a -
rá una ligera plasticidad a n t e s de
la fractura (Fig. 1-4 b). Es muy
a i m p o r t a n t e en ingeniería que un
material presente una ductilidad
deformación
adecuada, p o r q u e ella le permite
deformación
la) redistribuir tensiones localizadas.
C u a n d o n o es necesario t e n e r en
Fie. 1-4.—a) Curva tensión-deforma- c u e n t a tensiones localizadas en en-
ción para un cuerpo completamente tallas u otros p u n t o s d e concen-
frágil (comportamiento ideal), b) Cur-
va tensión-deformación para un metal
tración, se puede desarrollar un
frágil con escasa ductilidad. proyecto p a r a situaciones estáti-
cas sobre la base de las tensiones
medias. P e r o las concentraciones d e tensiones localizadas en un ma-
terial frágil se incrementan c o n t i n u a m e n t e al a u m e n t a r la carga si no
hay flujo plástico, y el final es la iniciación de una grieta, en u n o o
más p u n t o s de la región de concentración de tensiones, q u e se propaga
rápidamente a través de la sección entera. Aun no existiendo concen-
SEC^T7] ^ ^ CONCEJOS ACERCA DEL FALLO DE LO» METALBB 11

tración de tensiones, puede romper bruscamente un material frágil,


puesto que el límite elástico y la resistencia a la tracción son práctica-
mente idénticos.
Es muy importante señalar que la fragilidad no es una propiedad
absoluta de un material. El volframio es dúctil a elevada temperatura,
y frágil a la temperatura ambiente. Un metal frágil en tracción puede
ser dúctil bajo compresión hidrostática. Y, por último, un material,
que es dúctil en tracción a la temperatura ambiente, puede hacerse
frágil por la presencia de tensiones, temperaturas bajas, elevadas ve-
locidades de carga o por el efecto de agentes fragilizantes tales como el
hidrógeno.

1-7. C o n c e p t o s acerca del fallo de los metales.—Los miembros


de las estructuras y las piezas de las máquinas pueden fallar en las
funciones que han de realizar en el servicio, de las tres maneras si-
guientes :

1. Por excesiva deformación elástica.


2. Por excesiva deformación plástica.
3. Por rotura.
Es importante comprender bien estas tres causas de falla para lo-
grar un buen proyecto, porque siempre es necesario relacionar las
cargas y las dimensiones de un miembro con algún parámetro carac-
terístico del material, que limita su capacidad para soportar cargas.
Para las diferentes causas de falla serán importantes parámetros dis-
tintos.
Se pueden presentar dos casos generales de deformación elástica
excesiva: 1) flexiones excesivas bajo condiciones de equilibrio estáti-
co, como en el caso de una viga bajo cargas aplicadas progresivamen-
te; 2) flexión brusca o pandeo bajo condiciones de equilibrio in-
estable.
La deformación elástica excesiva de una pieza de máquina puede
inutilizar la máquina lo mismo que si la pieza se hubiera roto. Por
ejemplo, un árbol demasiado flexible puede causar un desgaste rápido
de los cojinetes, o la deformación excesiva de piezas con acoplamiento
muy ajustado puede deteriorarlas. El pandeo brusco es un tipo de
falla que puede ocurrir en una columna esbelta cuando la carga axial
excede a la crítica de Euler o cuando la presión externa que actúa
sobre una cápsula de paredes delgadas sobrepasa a un valor crítico. Las
fallas debidas a una deformación elástica excesiva están controladas
por el módulo elástico y no por la resistencia del material. En general
es poco el control que se puede ejercer metalúrgicamente sobre dicho
módulo, por lo que el modo más eficaz de aumentar la rigidez d e un
miembro suele ser cambiar su forma y aumentar las dimensiones de
su sección transversal.
La fluencia plástica excesiva se produce cuando se sobrepasa el
límite elástico del material. D a lugar a un c a m b i o p e r m a n e n t e de for-
ma que impide a la pieza c o n t i n u a r d e s a r r o l l a n d o n o r m a l m e n t e sus
funciones. En un material dúctil, cargado e s t á t i c a m e n t e a la tem-
p e r a t u r a ambiente, es r a r o que la excesiva d e f o r m a c i ó n plástica con-
duzca a la rotura, porque el material e n d u r e c e a medida que se
d e f o r m a y aumenta la tensión necesaria para producir más deforma-
ción. En condiciones de carga axial es el límite elástico el paráme-
tro importante, pero cuando las condiciones de carga son más comple-
jas, aunque dicho límite sigue c o n s e r v a n d o su importancia, hay que
emplearlo en unión de algún criterio de falla a d e c u a d o (Sec. 3-4).
A t e m p e r a t u r a s apreciablemente superiores a la a m b i e n t e dejan los me-
tales de m o s t r a r endurecimiento por d e f o r m a c i ó n , por lo que pueden
deformarse continuamente b a j o carga c o n s t a n t e en una fluencia que
depende del tiempo y que se suele llamar fluencia lenta (en inglés
creep). El criterio de falla en condiciones de fluencia lenta es difícil
de establecer, porque en dichas condiciones la tensión no es propor-
cional a la deformación y las propiedades mecánicas del material pue-
den modificarse apreciablemente d u r a n t e el servicio. Este complejo
fenómeno será estudiado con detalle en el capítulo 13.
La formación de una grieta concluye m u c h a s veces en la destrucción
completa de la continuidad de un miembro, que es lo que c o n s t r u y e
la rotura. U n a pieza hecha de un metal dúctil y cargada estáticamente
rara vez r o m p e como una probeta de tracción, p o r q u e antes se habrá
inutilizado por excesiva deformación plástica. Sin embargo, los metales
fallan por r o t u r a de las tres m a n e r a s siguientes: 1) fractura frágil
b r u s c a ; 2) fatiga o fractura progresiva; 3) f r a c t u r a diferida. F.n la
sección anterior se ha visto que un material frágil r o m p e bajo carga
estática presentando muy pocos indicios de deformación plástica. Una
f r a c t u r a frágil brusca puede producirse también en los metales dúctiles
cuando se dan ciertas condiciones. Los aceros al c a r b o n o para la cons-
trucción son el ejemplo más corriente de un material que presenta una
transición de dúctil a frágil. El cambio de la f r a c t u r a de los tipos
dúctil al frágil es favorecido por un descenso de la t e m p e r a t u r a , un
incremento en la velocidad d e carga y la presencia de un estado com-
plejo d e tensiones debido a una entalla. Este problema se estudiará
en el capítulo 14.
La mayoría de las roturas de piezas de m á q u i n a s se deben a la
fatiga. Las fallas por fatiga se producen en piezas que están sometidas
a tensiones alternas o fluctuantes. U n a grieta d i m i n u t a se inicia en
un lugar localizado y, poco a poco, se propaga sobre la sección trans-
versal hasta que el miembro rompe. Las r o t u r a s por fatiga se p r o d u -
cen, sin indicios visibles de flujo plástico, a u n a tensión nominal o
media muy inferior a la resistencia a la tracción del material. La
rotura por fatiga se debe a una tensión crítica localizada que es muy
difícil de evaluar, por lo que los diseños destinados a evitar este tipo
de rotura se basan en relaciones empíricas y se emplea la tensión no-
SEC. 1-7] CONCEPTOS ACERCA DEL F A L L O P E L O » M1TALH

minál. La fatiga de los metales se discute con detalle en el capítulo 11,


• i U n tipo c o m ú n de fractura diferida es la rotura bajo tension que te
produce en un metal que se m a n t i e n e cargado estáticamente a tem-
peratura elevada y durante un p e r í o d o largo de tiempo. Según los
valores de la tensión y la t e m p e r a t u r a estará o no precedida la f r a c t u r a
de un flujo plástico. Un tipo parecido de f r a c t u r a diferida, en el que
nb hay flujo elástico previo que sirva de aviso, se p r o d u c e a la tem-
peratura a m b i e n t e cuando el acero se carga e s t á t i c a m e n t e en presencia
de hidrógeno.
T o d o s los materiales técnicos m u e s t r a n una cierta variabilidad de
las propiedades mecánicas que, a su vez, p u e d e n ser m o d i f i c a d a s por
variaciones en el t r a t a m i e n t o térmico o en la fabricación. A d e m á s ,
existen u s u a l m e n t e incertidumbres en c u a n t o a la m a g n i t u d de las
cargas aplicadas y suele ser necesario recurrir a aproximaciones para
calcular las tensiones hasta en el caso de los m i e m b r o s m á s sencillos.
Hay que tener en cuenta la posibilidad de sobrecargas elevadas acci-
dentales. P o r t o d a s estas razones es necesario a d o p t a r factores de se-
guridad para protegerse c o n t r a las fallas imprevisibles y d e b e n tole-
rarse s o l a m e n t e tensiones más p e q u e ñ a s que las que pueden producir
esas fallas. El valor de la tensión para un material particular, empleado
en un caso t a m b i é n particular, que p u e d e considerarse c o m o valor de
seguridad, suele llamarse tensión de trabajo cr,v. La tensión de t r a b a j o
para materiales dúctiles, en aplicaciones estáticas, suele basarse en el
límite elástico cr0 y para los frágiles en la resistencia a la tracción cru.
Los valores admisibles de las tensiones d e t r a b a j o suelen establecerlos
asociaciones técnicas, como la American Society for Mechanical En-
gineers ( A S M E ) de los E s t a d o s Unidos, o por oficinas estatales o
regionales. La tensión de t r a b a j o p u e d e considerarse c o m o igual al
límite elástico o a la resistencia a la tracción divididos por un factor
de seguridad _ _
cr0 , . cru
a-w-~~, o bien o-w=—~ [1-5]
N0 N„
donde:
c r w = t e n s i ó n de trabajo
c r 0 = l í m i t e elástico
< t „ - resistencia a la tracción
N0=factor d e seguridad para el límite elástico
Nu = f a c t o r d e seguridad para la resistencia a la tracción.
El valor a s i g n a d o al factor de seguridad depende de u n a estima-
ción de los f a c t o r e s discutidos a n t e r i o r m e n t e . A d e m á s , h a y q u e t e n e r
en c u e n t a las consecuencias que podría t e n e r una falla. C u a n d o esta
última p u e d a ocasionar pérdida de vidas h u m a n a s hay q u e i n c r e m e n t a r
el f a c t o r d e seguridad. También la n a t u r a l e z a del equipo i n f l u y e en el
factor de s e g u r i d a d . En los equipos militares, en los q u e lo f u n d a -
m e n t a l es la ligereza de peso, se p u e d e n e m p l e a r factores d e seguridad
m á s p e q u e ñ o s q u e en los equipos industriales. El factor d e seguridad
también depende del tipo de carga que se espera. Para . -¿as est íticas,
como en una edificación, el factor de seguridad puedt -r menor que
en una máquina sujeta a vibraciones y tensiones fluch • :3 .

1 - 8 . C o n c e p t o d e t e n s i ó n y t i p o s de t e n s i o n e s , .as tensiones
se definen como la resistencia interna de un cuerpo, ;,.>• unidad de
área, a las fuerza: jpücadas ex-
ternamente. En la -.-»xción 1-4 se
consideró que las '.¡nsiones esta-
ban uniformemente Atribuidas so-
bre el área de la sev.ión transver-
sal de un miemb:-. Este no es
el caso general. L; figura 1-5 a
representa un cueno en equili-
brio bajo la acción las fuerzas
externas P¡, P2, .... P¡. Hay dos
clases de f u e r z a s e x i m a s que pue-
den actuar sobre i.-„ cuerpo: las
fuerzas de superfi; í y las fuer-
zas que actúan s ;-,re la masa.
Las fuerzas de superf.de son aque-
llas que actúan so:••: la superfi-
cie de un cuerpo, ce-.-,o la presión
hidrostática o la e'Vcida por un
cuerpo sobre otro. L:-; fuerzas que
actúan sobre la mi .a están dis-
tribuidas sobre t o d . el volumen
del cuerpo, como la '.'.ravedad, las
fuerzas magnéticas o las fuer-
zas de inercia de un cuerpo en
movimiento. Los tipos de fuer-
zas que actúan sobre la masa
más corrientes en la técnica son
FIG. 1 - 5 . — a ) Cuerpo en equilibrio las centrífugas, originadas por la
bajo la acción de fuerzas externas
„ „. ,,, .. , rotación a alta velocidad, y las
Pu •••, n b) fuerzas que actúan sobre , ... „ . • * „ „ • , . . '
una parte. debidas a diferencias de tempera-
tura existentes en el cuerpo (ten-
siones térmicas o de origen térmico).
Las fuerzas no se distribuyen uniformemente, en general, sobre
cualquier sección transversal del cuerpo mostrado en la figura 1-5 a-
Para obtener la tensión en algún punto O de un plano tal c o m o el mn,
se separa la parte 1 del cuerpo y se la reemplaza por el s i s t e m a de
fuerzas externas aplicadas al plano que mantienen a cada p u n t o de
la parte 2 del cuerpo en la misma posición que tenía antes d e separar
la parte 1. Esta es la situación que se muestra en la figura 1-5 b. Luego
tomamos un área Ai4 en torno al p u n t o O y anotamos la fuerza AP
que actúa sobre esa área. Si se hace disminuir COndnUAmmH 4 É N I
t>A hasta reducirla al valor cero, el valor limite de la relación AJP/&A
es la tensión en el p u n t o O del p l a n o mn del cuerpo 2,

lím - ^ - = < 7 • [1-6]


¿A -*„ AA

La tensión t e n d r á la dirección d e la f u e r z a P y formará, en general,


un cierto ángulo con el plano mn. La misma tensión en el punto O
del plano mn se o b t e n d r í a si el cuerpo libre se construyera separando
la p a r t e 2 del c u e r p o sólido, p e r o la tensión sería diferente sobre cual-
quier o t r o plano distinto del mn
que pase por el p u n t o O, p. ej.,
el nn.
Es un inconveniente tener que
emplear una tensión que forma
un ángulo cualquiera con respec-
to al p l a n o s o b r e el cual actúa.
La tensión total p u e d e resolverse
en dos c o m p o n e n t e s : una tensión
normal cr p e r p e n d i c u l a r a mn y
una tensión cizallante (o cortan-
te) r que está situada en el pla-
no mn. C o n s i d e r e m o s la figu-
ra 1-6. La f u e r z a P f o r m a un án-
gulo 6 con la n o r m a l z al plano Fu;. 1-6.—Resolución de la tensión to-
mn que contiene al área AA, por tal en sus componentes.
lo que el plano q u e contiene a P
y a la n o r m a l c o r t a al plano mn a lo largo de u n a línea r e c t a de trazos
que forma un ángulo 0 con el eje y. La tensión normal está dada por

eos 0 [1-7]

La tensión cizallante contenida en el plano actúa a l o largo de la


línea OC y tiene la magnitud
r = 4 - sen0 [1-8]
A

E s t a tensión cizallante puede, a su vez, descomponerse en dos p a r a -


lelas a los ejes x e y contenidos en el plano

dirección x r = — - sen 6 sen <f> [1-9]


p

dirección y t~— sen 6 eos ó [1-10]


A
por lo que, en general, sobre un p 10 dado pueden actuar una tensión
normal y dos cizallantes.

1-9. Concepto de d e f o r m a r n y tipos de d e f o r m a c i ó n . — E n


la sección 1-4 se definió la deforn ción lineal media como la relación
de la variación de longitud a. la ' ngitud inicial de la misma dimen-
sión,,
8 \L L — Lq
L0 L0 L0
donde
e = deformación lineal medi
8 = deformación absoluta.

Por analogía con la definición de tensión en un punto se entenderá


por deformación en un punto al límite de la relación entre la defor-
mación absoluta o variación de la distancia inicial entre punto: y la
distancia inicial entre puntos cuando esta última tienda a cero.
En lugar d e referirse a la distancia entre puntos inicial es fre-
cuente definir la deformación como la variación en la dimensión lineal
dividida por el valor instantáneo de esta dimensión:


í Li dL L,
= iL¡¡ - rL L = I n - Lr0- ri-nj

La ecuación anterior define la deformación real, natural o verdadera.


La deformación real, que es de utilidad en relación con los problemas
de plasticidad y de conformación d e los metales, será discutida más
detalladamente en el capítulo 3. De m o m e n t o haremos notar que para
deformaciones muy pequeñas, cuando son
válidas las ecuaciones de la elasticidad, las
T—-i 7
•dos definiciones conducen a valores idén-
ticos
1 /
9b. 1 La deformación elástica de un cuerpo
h 1 1 no solo consiste en variaciones de longi-
1 1 tud de un elemento lineal del mismo, sino
1 1
1 1 que también existen variaciones en el án-
gulo que formaban inicialmente dos líneas.
A La variación angular de un ángulo recto
FIG. 1-7.—Deformación por se llama deformación de cizallamiento. La
cizallamiento. figura 1-7 muestra la deformación produ-

1
En la literatura se emplea una n o t a c i ó n muy variable para la deformación
lineal media, la deformación real y la deformación absoluta. Frecuentemente
se designa c o n « la deformación lineal, mientras la deformación real se repre-
senta a veces por S o « .
cida por el cizallamiento puro de una cara de un cubo. El ángulo A,
que inicialmente era de 90°, disminuye por la aplicación de una ten-
sión cizallante en una pequeña cantidad 9. La deformación cizallante y
es igual al desplazamiento a dividido por la distancia entre los pla-
nos h. La relación a/h es también la tangente del ángulo que ha girado
el elemento. Cuando los ángulos son pequeños, son aproximadamente
iguales la tangente del ángulo y el valor en radianes de ese ángulo,
por tanto, las deformaciones de cizallamiento pueden expresarse con
frecuencia como ángulos de rotación

y = ~ = tg 0 = 0 [1-12]

BIBLIOGRAFIA

CRANDALL, S. H., y N . C. DAHL (eds.): " A n Introduction t o t h e M e c h a n i c s of


Solids", McGraw-Hill Book Company, Inc., N u e v a York, 1959.
FROCHT, M. M . : "Strength of Materials", T h e R o n a l d Press C o m p a n y , Nueva
York, 1951.
SEELY, F. B., y J. O. SMITH: "Resistance of Materials", 4." ed., l o h n Wi-
ley & Sons, Inc., N u e v a York, 1957.
— y — : " A d v a n c e d M e c h a n i c s of Materials", 2.® ed., John W i l e y & Sons, Inc.,
N u e v a York, 1952.
SHANLEY, F. R . : "Strength of Materials", McGraw-Hill B o o k Company, Inc.,
N u e v a York, 1957.

dieteh.—2
fflFH BB D0
CAPII JLO 2
RELACIONES ENTRE E S F l SRZOS Y DEFORMACIONES
E N LA R E G I )N E L A S T I C A

2-1. I n t r o d u c c i ó n . — L a f i n a l i d a d de este capítulo e s p r e s e n ! , i r l a s


relaciones matemáticas que expresan la tensión y l a d e f o r m a c i ó n en
un p u n t o y las que existen entre tensión y deformación e n u n c u e r p o
rígido que obedece a la ley de H o o k e . Parte de l a s m a t e r i a s t r a t a d a s
en este capítulo constituyen una revisión de información g e n e r a l m e n t e
expuesta en resistencia de materiales, sin embargo se ha a m p l i a d o el
tema más allá de este punto, incluyendo el estudio de l a s t e n s i o n e s y
deformaciones en tres dimensiones y la teoría de la e l a s t i c i d a d . L a s
materias incluidas en este capítulo son de importancia para la com-
prensión de la mayor parte de los aspectos fenomenológicos de la
metalurgia mecánica. Por esta razón, aquellos lectores que no estén
familiarizados con el tema d e b e r á n dedicarle cuidadosa a t e n c i ó n . E n
el espacio disponible para t r a t a r esta disciplina no ha s i d o p o s i b l e
desarrollarla lo suficiente para resolver el problema en t o d a s u a m p l i -
tud. Sin embargo, las materias t r a t a d a s proporcionarán una base para
la lectura inteligente de la mayor p a r t e de la literatura m a t e m á t i c a re-
lacionada con la metalurgia mecánica.

2 - 2 . D e s c r i p c i ó n d e las t e n s i o n e s e n u n p u n t o . — C o m o va se
ha descrito en la sección 1-8, c o n f r e c u e n c i a es c o n v e n i e n t e r e s o l v e r
las tensiones en un punto en c o m p o n e n t e s normales y d e c i z a l l a n i i e n t o .
Generalmente, los componentes de cizallamiento f o r m a n á n g u l o s a r b i -
trarios con los ejes de cordenadas, p o r l o q u e se p u e d e r e s o l v e r u l t e -
riormente cada tensión cizallante en dos componentes. Este caso se
muestra en la figura 2-1. Las tensiones que actúan n o r m a l m e n t e a las
caras de un cubo elemental se identifican por un subíndice que, a su
vez, representa la dirección en la q u e l a tensión a c t ú a ; e s t o e s , >r, e s
la tensión normal que actúa en la dirección X. P u e s t o que es una ten- '
sión n o r m a l debe actuar sobre el p l a n o perpendicular a l a d i r e c c i ó n X
Se ha establecido convencionalmente que los valores d e l a s t e n s i o n e s
normales mayores que cero son de tracción, mientras q u e l o s v a l o r e s
menores q u e cero indican compresión. Todas las t e n s i o n e s n o r m a l e s
» que se m u e s t r a n en la figura 2-1 son de tracción.
F Para expresar las tensiones c i z a l l a n t e s se precisan d o s s u b í n d i c e s .
1 El primero indica el plano en el q u e la tensión a c t ú a j el s e g u n d o la
1 dirección. P u e s t o que todo plano se d e f i n e m á s f á c i l m e n t e p o r s u n o r -
W
SEC. 2-2J DESCRIPCION DE LAS TENSIONES EN UN PUNTO 19

mal, el primer subíndice se refiere a ella; p. ej., Tyz es la tensión de


cizallamiento sobre el plano perpendicular al eje y en la dirección del
eje z y Tyx es la tensión cizallante sobre un plano normal al eje y en
la dirección del eje x. Las tensiones cizallantes orientadas en direccio-
nes positivas de los ejes de coordenadas son positivas si una tensión
de tracción, en la misma cara del cubo, se encuentra en la dirección
positiva del eje correspondiente. Todas las tensiones cizallantes que se
muestran en la figura 2-1 son positivas.
La notación dada anteriormente es la que emplea Timoshenko 1 y

la mayoría de los investigadores americanos que trabajan en el campo


de la elasticidad. N o obstante, el lector debe recordar que se utilizan
otros sistemas de notación. Antes de intentar la lectura de t r a b a j o s
en este campo, es importante familiarizarse con la notación. Según
se observa en la figura 2-1, para establecer el estado de tensión en un
p u n t o se han de definir nueve cantidades. Estas son crx, <ry, crz, rxy,
T.XZ, TYX, TY¡, T:.R, TY,. Sin embargo, es posible cierta simplificación. Si supo-
nemos que las superficies de las caras del cubo unidad son lo suficien-
temente pequeñas para que la variación de tensiones sobre ellas sea
despreciable, t o m a n d o la suma de los momentos de las fuerzas alre-
dedor del eje z se puede demostrar que r x y = r y x .
(rxy Ay Az) A* = {ryx Ax Az) A y
•' - T' XV= T* v.t [2*1]
y de modo análogo,
r = T
t; zx 'Tyz = Tíy
1
S. P. TIMOSHENKO y J. N. GOODIER: Theory of Elasticity, 2." ed., McGraw-
Hill Book Company, Inc., Nueva York, 1951.
20 RELACIONES ENTRE E S F U E ' Z O S Y DEFORMACIONES |c\p. 2

De este modo, el estado de tensión en un punto se describe comple-


tamente con seis c o m p o n e n t e s 1 : tr s tensiones normales y tres ciza-
llantes, O"x, O"y, <Tz, Txy, Txz> Tyz-

2-3. E s t a d o d e t e n s i o n e s e n los d i m e n s i o n e s ( t e n s i o n e s ¡lla-


nas) Se pueden simplificar m u c h o ; problemas considerando un esta-
do d e tensiones en dos dimensiones. En la práctica, se llega frecuen-
temente a esta situación cuando u ia de las dimensiones del cuerpo
es pequeña con relación a las otra ; p. ej., en una plancha de poco
espesor, cargada en su plano, no hebrá tensiones que actúen perpen-

F i c . 2 - 2 . — T e n s i o n e s que actúan en i n p l a n o oblicuo (dos d i m e n s i o n e s ) .

dicularmente a ella. El sistema de tensiones consistirá e n d o s t e n s i o n e s


normales, <rx y cry, y en una cizalla ite, r t > . Se llama de tensión plana
el estado en el que el valor de las (ensiones en una d e l a s d i r e c c i o n e s
primarias es cero.
La figura 2-2 muestra una plancha delgada con s u e s p e s o r n o r m a l
al plano del papel. Para conocer el estado de tensión en u n p u n i ó O
de la plancha, es preciso poder describir los componentes d e la t e n s i ó n
en O para cualquier orientación d e los ejes que pasan p o r d i c h o p u n t o .
Para conseguir esto, consideremos u n plano oblicuo, n o r m a l al plano
del papel, f o r m a n d o un ángulo 0 con el eje x la normal N al plano.
Se supone que el plano que se muestra en la figura 2-2 está a una
distancia infinitesimal de O y que el elemento es tan p e q u e ñ o q u e se
pueden despreciar las variaciones de la tensión a lo l a r g o d e s u s lados.
Las tensiones que actúan sobre el plano oblicuo son la tensión nor-
mal cr y la cizallante r . Los cosenos directores de N e n el s i s ' e m a
de ejes x e y son l y m, respectivamente. De la f i g u r a 2 - 2 s e d e d u c e

' P a r a una d e d u c c i ó n m á s c o m p l e t a , véase C. T. WANG : Applied Ela.Jicity,


náes. 7-9. McGraw-HilI Book Comnnnv. Tne.. Nueva York 1QS3.
SEC. ESTAPO DE TENSIONES EN DOS D I M E N S I O N ! » (TENSION»» UANA»)

que l — eos 6 y que m = sen 6. Si A es el área del plano oblicuo, las


áreas de las caras del elemento perpendiculares a los ejes x e y serán
Al y Am. Representemos las componentes x e y de la tensión total
que actúa sobre la cara inclinada por Sx y Sy, respectivamente. Efec-
tuando la suma de las fuerzas en las direcciones x e y, t e n e m o s :
SXA = <txA l + rxyA m
SyA = a-yAm + rxyAl
0
S, = crx eos 6 + Txy sen 8
Sy = cry sen 8 + rxy eos 8

Los componentes de Sx y Sy en la dirección de la tensión normal cr


son
Szn=Sxcos8 y SyN = Sy sen 8

de forma que la tensión normal que actúa sobre el plano oblicuo viene
dada por
cr = Sx eos 8 + S y sen 8 [2-2]
<y = <Tx eos 2 8 + ay sen 2 8 + 2rxy sen 8 eos 8

La tensión cizallante en el plano oblicuo está dada por


- \

r=Sy cos6-Sx sen 6


[2-31
T = T, y (cos 2 8 - sen 2 0) + (<ry-crx) sen 8 eos 8

Frecuentemente, para facilitar el cálculo es conveniente expresar las


Ees. [2-2] y [2-3] en función del ángulo doble 28. Esto se puede hacer
con las identidades siguientes:
eos 28+ 1 >
eos*

1 - eos 28
sen' y = -

2 sen 8 eos 9 = sen 28


eos 2 9 - sen 2 9 - c o s 28

Las ecuaciones [2-2] y [2-3] se convierten en

<y x + cr» Vx
• eos 28 + Txy sen 28 [2-4]

cry - ax
T = - sen 26 + T „ eos 28 [2-5]

Las Ees. [2-2] y [2-3] y sus equivalentes [2-4] y [2-5] describen


las tensiones normal y cizallante en u n p u n t o sobre un plano cual-
quiera de un cuerpo sometido a un estado de tensiones planas. La
figura 2-3 muestra las variaciones de la tensión normal y la cizallante
con respecto a 6, en el estado de tensión plana biaxial que se indica
en la parte superior de la figura. Con respecto a dicha figura, hay que
observar los siguientes puntos importantes:
1. Los valores máximo y mínimo de la tensión normal a un plano

<r, = 2.000 ps¡

16 0 0 0

14 0 0 0

- 8 000 -

F;G. 2-3.—Variación de las t e n s i o n e s normal y cizallante c o n e! á n g u l o fí.

oblicuo en el punto O se presentan cuando la tensión de cizallamiento


es cero.
2. Los valores máximo y mínimo de las tensiones normal y ciza-
llante se presentan en ángulos que difieren 90°.
3. La tensión cizallante máxima corresponde a un ángulo que
equidista de direcciones de las tensiones normales máxima y mínima.
4. La variación de las tensiones normal y cizallante se produce
en forma de onda sinusoidal con un período de 0 = 180°. Estas rela-
ciones son válidas para cualquier estado de tensión.
En cualquier estado de tensión es siempre posible definir un nuevo
sistema de coordenadas que tenga ejes perpendiculares 1 los p l l R M
sobre los que actúan las tensiones n o r m a l e s máximas y sobre los que
no actúan tensiones cizallantes. D i c h o s p l a n o s se denominan planos
principales y las tensiones n o r m a l e s a ellos tensiones principales. En
tensiones planas en dos dimensiones h a b r á dos tensiones principales
cri y en que se presentan en ángulos q u e difieren 90° (Fig. 2-3). En
casos generales de tensiones en t r e s dimensiones h a b r á t r e s t e n s i o n e s
principales cr,, cr2 y o > Según se conviene, a¡ es la tensión principal
algebraicamente mayor, mientras que cr} es la m e n o r . Las direcciones
de las tensiones principales son los ejes principales 1, 2 y 3. A u n q u e ,
en general, los ejes principales 1, 2 y 3 n o coinciden con los ejes d e
coordenadas cartesianas x, y y z, en m u c h a s d e las situaciones que se
presentan en la práctica los dos sistemas d e ejes coinciden, p o r la
simetría de carga y deformación. La expresión de las tensiones prin-
cipales y sus direcciones es un m o d o a p r o p i a d o de describir el e s t a d o
de tensión en un punto.
Puesto que, p o r definición, un p l a n o principal no c o n t i e n e tensio-
nes cizallantes, se puede determinar su relación angular con respecto
a los ejes de coordenadas xy hallando los valores de 8 en la Ec. [2-3],
para los que es T = 0 :

r. r) ,(cos 2 8 - s e n 2 8) + ( c r y - a x ) sen 9 eos 8 = 0


TXY sen 8 c o s f l i(sen20) ^ ^ 28
crx - cry eos 2 6 - sen 2 8 eos 28 2

tg 28 = — — ^ — • [2-6]
Ctx - cr,,

Teniendo en c u e n t a que tg 20 = tg {tt + 28), la Ec. [2-6] tiene dos so-


luciones, 6>i y 0 2 = 0 1 + n ~ / 2 . Estas soluciones definen d o s planos per-
pendiculares e n t r e sí que están libres de cizallamiento.
Sustituyendo los valores de eos 28 y sen 28 de la Ec. [2-6] en
la Ec. [2-4], t e n d r e m o s las tensiones principales. Los valores de eos 20
y sen 26 se d e d u c e n de la Ec. [2-6] p o r m e d i o de las relaciones pi-
tagóricas
Txy
sen 28= ±
[ (°"ar — 0"y) 2 /4+ r 2 y ] 1 / 2
(o-*-<ry)/2
eos 26= +
[ ( C.t — CTj,)2/4 + T2^]U2

Sustituyendo estos valores en la Ec. [2-4] se obtiene la expresión d e


las tensiones principales máxima y m í n i m a d e un e s t a d o de t e n s i ó n
en dos dimensiones (biaxial):

O" má* — cr 1
(
rmln = c~2
2-4. Círculo de tensiones d e M o h r . Dos d i m e n s i o n e s . — O . Mohr
ha propuesto un método gráfico para representar el estado de tensión
en un punto sobre cualquier plano oblicuo que pase por el punto. La
figura 2-4 muestra un diagrama del circulo de M o h r de un estado
de tensión en dos dimensiones. Las tensiones normales se representan

Fie. 2-4.—Círculo de Mohr para el e s t a d o b i d i m e n s i o n a l de t e n s i ó n ' .

a lo largo del eje x y las c i z a l l a n t e s en el eje y. L a s t e n s i o n e s e n l o s


planos normales a los ejes x e y se r e p r e s e n t a n por l o s p u n t o s A y B.
La intersección de la línea AB con el eje x determina el c e n t r o d e l
círculo. En los puntos D y E la t e n s i ó n d e c i z a l l a m i e n t o e s c e r o ; p o r
t a n t o , estos puntos representan l o s v a l o r e s de las t e n s i o n e s p r i n c i -
pales.
El ángulo entre el eje x y en e s t á d e t e r m i n a d o p o r el á n g u l o ACD d e
la figura 2-4. Este ángulo en el c í r c u l o d e Mohr es i g u a l a d o s v e c e s
el ángulo formado por o*i y el e j e x en e! cuerpo real s o m e t i d o a l a s
tensiones.
El radio del círculo es igual a
r n Vi-CTi
CD = =rmá.

Por tanto, el radio del círculo de Mohr es igual a la tensión cizallante


máxima,
[2-8]

Este valor está d a d o por la ordenada máxima del círculo. Obsérvese que
actúa en un plano en el que 8 = 7T/4 (2d = ir/2 en el círculo de M o h r ) ;
es decir, el plano sobre el que r m i x actúa biseca al ángulo que forman
las dos tensiones principales.
El círculo de M o h r se puede utilizar también para determinar las
tensiones que actúan en cualquier plano oblicuo mm. Establezcamos
convencionalmente que 8 es positivo cuando se mide en el sentido de
las manecillas del reloj a partir del eje x positivo. Entonces tenemos
que, para determinar las tensiones en el plano oblicuo cuya normal
está a un ángulo 8, habremos de avanzar un ángulo 28 a partir del
punto A del círculo de M o h r . Las tensiones normal y cizallante en el
plano oblicuo están dadas por las coordenadas del p u n t o F. Se podrían
obtener las tensiones en un plano perpendicular a mm avanzando 180°
más hasta el p u n t o G. Esto muestra que las tensiones cizallantes en
dos planos perpendiculares son numéricamente iguales. También se
puede observar en la figura 2-4 que OF' + OG' = 20C. Por consiguiente,
la suma de las tensiones normales en dos planos perpendiculares es
una constante, independiente de la orientación de los planos.

2-5. E s t a d o d e tensión e n t r e s d i m e n s i o n e s . — E l estado general


de tensión en tres dimensiones consiste en tres tensiones principales
desiguales que actúan en un punto. Este se denomina estado de tensión
triaxial. Si dos de las tres tensiones principales son iguales, el estado
de tensión se conoce con el n o m b r e de cilindrico, mientras que si son
las tres iguales se llama hidrostático o esférico. El cálculo de las ten-
siones principales en un estado de tensión tridimensional, en función
de las tensiones que actúan en un sistema arbitrario d e coordenadas
cartesianas, es una extensión del método descrito en la sección 2-3
para el caso de dos dimensiones. La figura 2-5 representa un cuerpo
libre elemental, similar al que se muestra en la figura 2-1, con un
plano diagonal JKL de área A. Se supone que JKL es un plano prin-
- C ' P ' T ' i U e c \ .a. a l L ^ o o u n i u a d . cr e s la ter.-uón p r i n c i p a l q u e a c t ú a
n o r m a l m e n t e a l p l a n o JKL. S e a n l. m y n l o : ; o s e n o s d i r e c t o r e s d e cr,
e s t o es, los c o s e n o s d e l o s á n i u l c - f o r m a d o - , J n t r c ^ y ] o s c j e s ,v, y
y :. P u e s t o q u e el c u e r p o l i b r e d : la f i g u r a 1 - 5 h a d e e s t a r e n e q u i -
l i b r i o , l a s f u e r z a s q u e a c t ú e n s o b • - c a d a e-,-. d e s u s c a r a s h a n d e

-r

F i e , 2 - 5 . — T e n s i o n e s que a c t ú a n so>/'f un a i e o » , 1 í e l e m e n t a l

e q u i l i b r a r s e . L o s c o m p o n e n t e s d e cr a l<> l a r g o d e c a d a u n o d e lo.-- e j e s
s o n Sx, Sy y 5 . :

S. t = o-/ S, <rm >S. =--- mi


Area KOL^Al Area ¡OK Am A r e a ]OL = An

S u m a n d o l a s f u e r z a s e n la d i r e c c i ó n x se o b t i e n e c o m o resultado

a Al - <rxAl - ryxA - =•= 0

que simplificando da

(cr — crx)l — TyXm - T-Xn — 0 [2-1)«]

S u m a n d o las f u e r z a s a lo l a r g o d e los o t r o s d o s ojos tenemos:


- r j + (cr - a-y) ni - r. v /z = 0 ( 2 •-< > / / ]
- TR-/ - + (a- - CR ; ) = 0 [ 2-'» C]

L a s t r e s E e s . [ 2 - 9 ] s o n l i n e a l e s y h o m o g é n e a s c o n r e s p e c t o a l, m y
Se p u e d e o b t e n e r u n a s o l u c i ó n i g u a l a n d o a c e r o e ] d e t e r m i n a n t e d e l o s
coeficientes de l, m y n, puesto que /, m y n n o
les a cero
cr-crx -Tyx "Tí;
xy (J - <Xy
1 - Tz, =0
CT-CT.

gl desarrollo del d e t e r m i n a n t e es una ecuación de tercer g r a d o en o - :

O3- (crx + o-y + o-z)cr2+ ((Txcry + crycrz + (TxCTz-Tly-Ty:-rlz)cr

- ( OTX(TyO-Z + 2rxyTy:Tx, - o - , T y . - CTyT« - <rzTXy) = 0 [2-10]

Las tres soluciones de la Ec. [2-10] son las tensiones principales cr u


a-x y ctí. Para d e t e r m i n a r la dirección, con respecto a los ejes origina-
les x, y y z, en la que las tensiones principales actúan, es preciso sus-
tituir por t u r n o a,, cr2 y cr3 en las tres ecuaciones del sistema [2-9]
Las ecuaciones resultantes han de resolverse s i m u l t á n e a m e n t e p a r a l,
m y n con ayuda de la relación auxiliar P + m 2 + w 2 = 1. R e p r e s e n t e m o s
por S la tensión total, antes de su resolución en c o m p o n e n t e s n o r m a l e s
y cizallantes, que actúa sobre un plano (no principal), y por l, m y n
los cosenos directores del plano con respecto a los t r e s ejes princi-
palCS
S2=Sx2 + S/ + Sz2 = crfl1+cr22m2 + o-}2n2 [2-11]

La tensión normal que actúa en este plano está dada p o r

cr = Sxl + Sym + S./t = ar¡P + <x2m2 + oyi 2 [2-12]

Por tanto, la tensión cizallante que actúa en el m i s m o plano viene


dada por
r 2 = S2 - cr2 = <Ti2F + cr 2 2 m 2 + c r 3 V - ( o V 2 + ar2m2 + cr}n2)2

que se reduce a
r2= (a¡-a2)2Pm1+ (cri-cr})2Pn2+ (cr2-cr3)2m2n2 [2-13]

Los valores de r para los tres juegos particulares d e cosenos di-


rectores q u e se relacionan seguidamente son d e interés p o r q u e bisecan
el ángulo f o r m a d o entre dos de los tres ejes principales. Por consi-
guiente, son las tensiones cizallantes m á x i m a s o tensiones cizallantes
principales:
l m n T
CT2-O-3
0 M=
2
0-1-0-3
0• r2 = [2-14]
2
0-1-0-2
±VÍ 0 Tí =
2
".CIONI FNTREI

Puesto que, según se ha convenido, o-, es la tensión normal principal


algebraicamente mayor y 0-3 la algebraicamente menor, r2 tiene el valor
máximo de tensión cizallante, por lo que se denomina tensión riza-
liante máxima Tmix

[2-15]

La tensión cizallante máxima inte i e n e d e forma i m p o r t a n t e e n l a s


teorías de la fluencia y en las opei iones d e c o n f o r m a c i ó n d e los m e -
tales. La figura 2-6 m u e s t r a los a n o s de las tensiones cizallantes

Fie. 2 - 6 . — P l a n o s de las t e n s i o n e s cizallantes principales.

principales en un cubo cuyas c a r a s s o n los planos p r i n c i p a l e s . O b s é r -


vese que por cada par de tensiones principales h a y d o s p l a n o s d e
tensiones d e cizallamiento principales que bisecan a las direcciones
principales p a r a las tensiones normales.

2-6. Circulo de Mohr. T r e s d i m e n s i o n e s . — L a d i s c u s i ó n d a d a


en la sección 2-4 de la representación de un estado de tensión en dos
dimensiones, por medio del círculo de M o h r , se puede ampliar al de
tres dimensiones. La figura 2-7 m u e s t r a c ó m o un estado de tensión
triaxial, definido por las tres tensiones principales, puede representarse
por tres círculos de Mohr. Se puede d e m o s t r a r 1 que todos los e s n i d o s
de tensión posibles en el cuerpo caen dentro del área sombreada ü n t r e
los círculos de la figura 2-7.
Aunque la única importancia física del círculo de M o h r es q u e p r o -
porciona una representación geométrica de las ecuaciones que e x p r e s a n
¡a transformación de los componentes de tensión para diferentes s i s t e -
mas de ejes, constituye un método muy apropiado p a r a visualizar el
estado de tensión. La figura 2-8 muestra el círculo de M o h r en v x r i o s

astados usuales de tensión. Obsérvese que al aplicar una tensión de


tracción cr2 a ;ingulo recto con otra tensión de tracción, ya existente, a ,
(Fig. 2-8 c), el resultado es una disminución de la tensión de cizalla-
miento principal en dos de las tres series de planos sobre los que una
tensión principal actúa. Sin embargo, la tensión cizallante máxima no es
menor que la que ocurría en tensión uniaxial, pero e s t o - n o se habría
observado si solo se hubiera utilizado el círculo de M o h r bidimensional.
Si se aplica una tensión de tracción en la tercera dirección principal
(Fig. 2-8 d) la tensión de cizallamiento máxima se reduce apreciable-
mente. En el caso límite de tracciones triaxiales iguales (tracción hi-
drostática), el círculo de M o h r se reduce a un punto, no existiendo
tensiones cizallantes en ningún plano del cuerpo. La eficacia d e las
tensiones de iracción biaxiales y triaxiales para reducir las tensiones
cizallantes, d.i como resultado un decremento considerable de la ducti-

1
A . N A D A I : Theory of Flow and Fracture of Solids, 2.1 ed., pdgs. 96-98,
McGraw-Hill Book Company, Inc., N u e v a York, 1950.
lidad'üel material, ya que la d e f o mación plástica s e p r o d u c e p o r ten-
siones cizallantes. Por consiguient . la rotura frágil e s t á a s o c i a d a inva
dablemente con las tensiones t r i a ? a l e s que se p r o d u c e n e n u n a e n t a l l a

r
mdx

cr. = cr, - 0

(al it>)

3 / T cr = 7o 2 cr,
j
cr3 = 0
J, - uuz

•*-cr2—J

(C 1

= - 2 <T> = -2tr,

(f 1
FIG. 2 - 8 . — C í r c u l o s de Mohr (tridimensionales) para varios estados de tensiones.
a) Tracción uniaxial, b) Compresión uniaxial, c) Tracción biaxial, d) Tracción
triaxial (desiguales), e) Tracción uniaxial y c o m p r e s i ó n biaxial.

o concentración de tensiones. Sin embargo, la figura 2-8 e muestra que,


si se aplican tensiones de compresión laterales con respecto a una ten-
sión de tracción, la tensión cizallante máxima es mayor que en el caso
de tracción uniaxial o compresión. A causa del elevado valor de la
tensión cizallante, con relación a la tensión de tracción apllcadt» Al
material posee una oportunidad excelente para deformarse plásticamen-
t e sin q u e s e produzca l a r o t u r a b a j o este estado de tensiones. En la
conformación plástica de los metales se hace uso de este hecho im-
portante. A s í , p. ej., s e o b t i e n e mayor ductilidad al trefilar alambre

\t)
Fio. 2 - 9 . — C o n d i c i o n e s equivalentes de cizallamiento puro, a) Cizallamiento
puro (tensión plana); b> tracciones biaxiales iguales y c o m p r e s i ó n .

que en simple tracción uniaxial, debido a que la reacción del metal


contra la hilera produce tensiones laterales de compresión.
Un estado de tensión importante es el cizallamiento puro. La figu-
ra 2-9 a muestra el círculo de M o h r en un estado bidimensional de
cizallamiento puro. Este estado de tensión se obtiene fácilmente so-
metiendo a torsión una barra cilindrica. El círculo de Mohr, en este
estado de tensión, muestra que las tensiones normales máximas y
mínimas son iguales a la tensión cizallante y que se encuentran a 45°
de esta. La tensión cizallante máxima es igual a la tensión cizallante
aplicada TXY, pero ello ocurre solamente en la serie de planos paralelos
al eje z. En las otras dos series de planos la tensión cizallante principal
es T, v ,'2. Obsérvese que en el cizallamiento puro en tres dimensiones
dos de las tres series de planos de cizallamiento tienen un v a l o r de
W t = 0"i. Se puede obtener un e s t a d o idéntico al c i z a l l a m i e n t o p u r o
cuando se aplican a u n cubo u n i d a d ( F i g . 2-9 b) tensiones de t r a c c i ó n
y compresión iguales. De nuevo t e n e m o s que, r m á , = <Ti, p e r o , p a r a o b -
tener una identidad completa con un estado de cizallamiento p u r o en
dos dimensiones, los ejes han de g i r a r 4 5 ° en el espacio o 9 0 " en ei
círculo de M o h r .

2-7. D e s c r i p c i ó n d e la d e f o r m a c i ó n e n u n p u n t o . — L a breve
descripción dada en la sección 1 - 9 s o b r e l a s tensiones l i n e a l e s v c i z a -

u&dy
dy
L'

Q'
V+Tydy I
M I L
T
I
dy L J H 1
J'

l
• dx- >1 -dx
OX

FIG. 2 - 1 0 . — C o m p o n e n t e s de d e f o r m a c i ó n en d e f o r m a c i ó n plana.

liantes se puede ampliar al campo m á s generalizado de la deformación


en un p u n t o de un cuerpo rígido. P a r a mayor sencillez en el dibujo,
la figura 2-10 considera un estado en dos dimensiones, o deformación
plana, en el q u e toda la deformación está confinada al plano xy. Sin
embargo, es bastante sencillo generalizar la relación obtenida de esta
figura al caso de tres dimensiones. Representemos por x, y y z las
c o o r d e n a d a s d e un p u n t o en un c u e r p o rígido sin tensiones. U n a vez
s o m e t i d o a tensiones el p u n t o experimentará los desplazamientos u,
f y to, en las direcciones x, y y z. P a r a que el desplazamiento de todo
el cuerpo sea geométricamente compatible, es preciso que dos par-
tículas no ocupen el m i s m o sitio en el espacio o que n o se produzcan
huecos en el interior del cuerpo. P a r a satisfacer estas exigencias, los
c o m p o n e n t e s del desplazamiento u, v y w han de variar continuamente
d e u n p u n t o a otro. E s t o se p u e d e conseguir si sus gradientes, con
r e s p e c t o a x, y y z, n o tienen discontinuidades y, por consiguiente.
las derivadas parciales de u, v y w con respecto • x, y y i han dt
intervenir en el análisis.
En el estado de tensión plana de la figura 2-10 se puede observar
que el componente x, del desplazamiento de K a K', es el desplaza-
miento de J, representado por u, más la intensidad de variación de u
a lo largo de la distancia dx, expresada por ( d u / d x ) dx. La deforma-
ción lineal unitaria ex, en la dirección x, está dada por
f'K'-JK [dx + (du/dx) dx)-dx du r„ ,, ,
<?* = rp = -j = -r— [2-16 a ]
JK dx dx
Análogamente,
l'M'-JM dy+ (dv/dy) dy-dy dv
e =
y~ 7TT
fM ;
dij dy [ 2 - 1 6 OJ

y si se considerase la dirección z,

= [2-16 c]
02

La deformación de cizallamiento yxy, en /', está dada por la varia-


ción del ángulo de los dos elementos inicialmente paralelos a los
ejes x e y.
yxy= Z KJM - L K'J'M' = ¿B]'M'+ ¿ AJ'K'

Puesto que, en las pequeñas deformaciones implicadas, la tangente del


ángulo es igual al ángulo, de la figura 2-10 se tiene que

(du/dy) dy (dv/dx) dx du dv
y.xy = J + J = — + -T— [2-16 d
dy dx dy dx
Del mismo modo se puede demostrar que

r„ ,, ,
7xt = - r — + [ 2 - 1 6 e]
oz c)x
dy r _ -- „
7yj==_JL + [2-16/]
dz dy
Por consiguiente, se precisan seis términos para describir completa-
mente el estado de deformación en un punto, ex, ey, eu y^, yn y yx:
En completa analogía con las tensiones, es posible definir un sis-
tema de ejes de coordenadas a lo largo de los cuales n o se produzcan
deformaciones de cizallamiento. Estos ejes son los de las deformacio-
nes principales. En un cuerpo isótropo las direcciones d e las defor-
maciones principales coinciden con las de las tensiones principales
Un elemento orientado a lo largo de uno de estos ejes principales

1
Para una deducción de este punto, véase WANG, op. dt., págs. 26-27.
DÍETEIt.—3
M Í

liientQrá alargamiento p u r o o contracción sin ninguna r o t a c i ó n


O d e f o r m a c i ó n de cizallamiento. C o m o ocurre con l a s t e n s i o n e s p r i n -
cipales, las deformaciones l i n e a l e s m á x i m a y m í n i m a e n u n p u n t o d e l
c u e r p o están dadas por los v a l o r e s d e l a s d e f o r m a c i o n e s p r i n c i p a l e s .
Los m é t o d o s utilizados en l a sección 2-5, en l a d e d u c c i ó n d e l a
ecuación para obtener los valores d e las tres tensiones p r i n c i p a l e s , y
los d e la s e c c i ó n 2-3, en las t e n s i o n e s n o r m a l e s y c i z a l l a n t e s en cual-
quier plano que pase por un p u n t o d e l cuerpo, p u e d e n e m p l e a r s e p a r a
la deducción 1 de cantidades a n á l o g a s en t é r m i n o s d e d e f o r m a c i ó n .
Sin embargo, se pueden obtener e s t a s ecuaciones m u c h o m á s f á c i l m e n -
te s u s t i t u y e n d o o- y r por e y y/2 en l a ecuación de t e n s i ó n . A s í , p. e j . ,
la d e f o r m a c i ó n lineal en cualquier p l a n o en un e s t a d o b i d i m e n s i o n a l ,
se p u e d e expresar, a partir de la Ec. [2-2J, por

ee - ex eos 2 6 + ey sen 2 6 + yxy sen 6 eos 0 12-17]

Las tres deformaciones principales e¡ > e 2 > e3 son las soluciones de


la ecuación siguiente (obtenida de la Ec. [ 2 - 1 0 ] ) :

e3 - (<?, + ey + et) e2 + [exey + eye: + exe. - -i {y2xy + -y2,. + y 2 .) ] e

- exeye. + \(exy). + eyy], + ezyxy - yx,y,._yv; ) 0 [2-18]

Siguiendo la línea analógica, las ecuaciones de las deforinacioiu's de


cizallamiento principales se pueden o b t e n e r de la Ec. [2-14] :

yl = e1~ e}
[ 2-19]
y 3 = e, - e :

La deformación en volumen o dilatación cúbica es l a v a r i a c i ó n d e


volumen por u n i d a d de volumen inicial. Consideremos u n p a r a l e l e p í p e -
d o rectangular cuyas aristas son dx, dy y dz. El v o l u m e n e n el e s t a d o
d e deformación es
(! + <?,)(!+ <?,)(! + £?.,) dx dy dz

A p a r t i r de esta definición, la d e f o r m a c i ó n en volumen A viene dada


por
( l + * i ) ( l + e 2 ) ( l + <?3) dx dy dz - dx dy dz
A=
dx dy dz
= ( l + Ci)(l + í a ) ( l + e 3 ) - l

q u e para p e q u e ñ a s deformaciones, d e s p r e c i a n d o los p r o d u c t o s d e las


deformaciones, se t r a n s f o r m a en

A = 61 + ^2 •+ [2-20]

I TIMOSHENKO y G O O D I E R , op. cit., págs. 221-27.


2-8. Medida de la deformación en una superficie.—Excepto en
los casos en !os que hay implicadas tensiones de contacto, no es po-
sible medir la tensión directamente. Por tanto, las mediciones expe-
rimentales de las tensiones se basan realmente en la medida de las
deformaciones, que más tarde se transforman en tensiones por medio
de la ley de H o o k e y por las relaciones más generalizadas que se dan
en la sección 2-10. El aparato más universalmente utilizado para medir
las deformaciones es la galga de alambre de resistencia eléctrica, de-
nominada frecuentemente galga de deformaciones SR-4. Estos calibra-
dores están hechos de varios bucles de alambre fino o de láminas de
composición especial que se fijan a la superficie del cuerpo que se va
a estudiar. Cuando el cuerpo se deforma, los alambres de la galga
experimentan, a su vez, deformación y se altera su resistencia eléctrica.
La variación de resistencia, que es proporcional a la deformación, se
puede medir con exactitud con un sencillo circuito de puente de
VVheatstone. La gran sensibilidad, estabilidad, comparativa solidez y
facilidad de aplicación hace de estas galgas instrumentos muy eficaces
para determinar las deformaciones.
En los problemas prácticos que se presentan para analizar las
tensiones experimentales es, con frecuencia, importante determinar las
tensiones principales. Conocidas las direcciones principales se pueden
orientar las galgas en dichas direcciones, obteniéndose fácilmente las
tensiones principales. Pero generalmente no se conoce la dirección de
las deformaciones principales y, por tanto, será preciso determinar su
orientación y magnitud, partiendo de deformaciones medidas a ángulos
arbitrarios. Debido a que ninguna tensión puede actuar perpendicu-
larmente a una superficie libre, las medidas efectuadas con la galga
de deformaciones representan un estado de tensión en dos dimensio-
nes. El estado de deformación queda completamente determinado si se
conocen ex, ey y y.x. Sin embargo, con las galgas solamente se pueden
tomar lecturas directas de deformaciones lineales, mientras que las de-
formaciones de cizallamiento han de determinarse indirectamente. P o r
consiguiente, la práctica usual consiste en utilizar tres galgas dispuestas
a ángulos fijos, en forma de una "roseta", como se muestra en la fi-
gura 2-11. Las lecturas de las galgas para tres valores de 9 darán t r e s
ecuaciones simultáneas, análogas a la Ec. [2-17], que se pueden re-
solver para ex, ey y yxr Entonces, para determinar las deformaciones
principales, se puede utilizar la versión en dos dimensiones de la
Ec. [2-18]. Las ecuaciones para la conversión directa de las lecturas
en tensiones principales, para las dos rosetas que se muestran en la
figura 2-11, se hallarán en la tabla 2-2.
El círculo de Mohr proporciona un m é t o d o más conveniente para
determinar las deformaciones principales, partiendo de l a s lecturas d e
las galgas, que la resolución de tres ecuaciones simultáneas con t r e s
incógnitas. Al construir un círculo de Mohr que represente deforma-
ciones, los valores de la deformación lineal normal e se representan a
/
(a) ( 6 )

FIG. 2 - 1 1 . — R o s e t a s típicas de galgas de deformación: a) rectangular


b) en delta.

7 D

]
A \

1
0\2£ \
h
v
A

B
% *
c
a.

FIG. 2-12.—Círculo d e Mohr para la determinación de las d e f o r m a c i o n e s


principales.

lo largo del eje x y la deformación de cizallamiento dividida por 2 a


lo largo del eje y. La figura 2-12 muestra la construcción 1 del círculo
de M o h r en el caso generalizado de la roseta que se ilustra en la parte

>G. MURPHY: / . Appl. Mech., vol. 12, pág. A209, 1945; F. A. MCCUNTOCK:
Proc. Soc. Exptl. Stress Analysis, vol. 9, pág. 209, 1951.
superior de la figura. Las lecturas de las deformaciones t¡, y « e te
obtienen con tres galgas situadas a ángulos arbitrarios a y j8. El fin
que se persigue es determinar la magnitud y orientación de las de-
formaciones principales e, y e2.
1. A lo largo de un eje arbitrario X'X' se trazan líneas verticales
aa, bb y cc, que corresponden a las deformaciones ea, eb y ec.
2. Desde un punto cualquiera de la línea bb (lectura de la de-
formación central) se traza la línea DA, formando un ángulo a con
bb, que corta a aa en el punto A. Del mismo modo se traza DC hasta
que corte a cc en el p u n t o C.
3. Se dibuja una circunferencia que pasa por los puntos A, C y D.
El centro O de esta circunferencia se determina por la intersección
de las mediatrices de los segmentos CD y AD.
4. Los puntos A, B y C de la circunferencia dan los valores de
e y y/2 (medidos desde el nuevo eje x que pasa por O) para las tres
galgas.
5. Los valores de las deformaciones principales se determinan por
la intersección del círculo con el eje x que pasa por O. La relación
angular de con respecto a la galga a es la mitad del ángulo AOP
del círculo de Mohr {AOP = 26).

2-9. R e l a c i o n e s e n t r e t e n s i o n e s y d e f o r m a c i o n e s . — E n el capí-
tulo 1 se demostró que la tensión uniaxial está relacionada con la
deformación uniaxial por el módulo de elasticidad. Esto representa la
ley de Hooke en su forma más simple,

crx = Eex [2-211

donde E es el módulo de elasticidad a tracción o compresión. Una


fuerza de tracción en la dirección x, al m i s m o tiempo que produce
deformación lineal a lo largo de dicho eje origina contracción en las
direcciones transversales y y z. La relación entre la deformación en
la dirección transversal y 1¿ deformación en la dirección longitudinal
se conoce con el n o m b r e de relación de Poisson, representada por el
símbolo v

ey = e.= -vex= . [2-22]

En los cálculos se utiliza siempre el valor absoluto de v. La relación de


Poisson es de 0,25 para un material elástico perfectamente isótropo,
pero para la mayoría de los metales los valores 1 se aproximan a 0,33.
La descripción generalizada de la ley de Hooke dice que, en t o d o

' U n a deducción que sugiere intuitivamente el valor v = 0,33 ha sido expuesta


por F. R. SHANLEY: Strength of Materials, págs. 138-39, McGraw-Hill Book
Company, Inc., Nueva York, 1957.
cuerpo sometido a un sistema general d e tensiones, l a d e f o r m a c i ó n
a lo largo de cualquier eje p r i n c i p a l s e d e b e a l a t e n s i ó n q u e a c t ú a a
lo largo de dicho eje más la d e f o r m a c i ó n s u p e r p u e s t a r e s u l t a n t e d e l
efecto de Poisson producido p o r l a s t e n s i o n e s p r i n c i p a l e s q u e a c t ú a n
a lo largo de los otros dos ejes:

1 u v
e, = _„-,- - c r ^ c r ,

y para los otros dos ejes principales

= [cr2-v{a-1 +0-3)]
2-23 ]

En un estado biaxial de tensión plana 0-3 = 0 y las Ees. [2-23 | se re-


ducen a j
ex =-— (o-, - vcr2)
b

Cpyfir.-wil [2-23 o 1

v
e i = - - - (o-, + (Ti)

Obsérvese que, aun cuando la tensión a lo largo d e l t e r c e r e j e s e a


cero, la deformación en dicho eje no es cero (a menos que cr,- o-2).
En el caso de deformación p l a n a e3 = 0 y las r e l a c i o n e s e n t r e l a s
d e f o r m a c i o n e s y l a s t e n s i o n e s se t r a n s f o r m a n en

[ (1 - i')o-¡ - vo-2]
¿
\ 2 2] h |
1 + v
= r[ (M1 - u)cr2— VO~\
i ]

La tensión cizallante y la d e f o r m a c i ó n de cizallamiento guardan


relaciones análogas a las de la Ec. [2-21] :
rXy=CyXy txz = Gyx. r y ; = Cy v ; [2-24]

La constante de proporcionalidad G es el módulo de elasticidad en


cizallamiento o módulo de rigidez.
E n la descripción del comportamiento elástico de los materiales in-
tervienen tres constantes E, G y v. A c o n t i n u a c i ó n d e m o s t r a r e m o s q u e
existen relaciones entre estas constantes, de modo que en todo ma-
terial isótropo sólo hay dos constantes elásticas independientes. Con-
sideremos un elemento rectangular que está sometido a un estado de
cizallamiento puro (Fig. 2-13; véase también el círculo de M o h r de
la Fig. 2-9 b). crx y <ry son las tensiones principales, puesto que no se
encuentran tensiones cizallantes en las caras sobre las que actúan. La
tensión cizallante máxima se encontrará en un plano de 45°, y si
a - y = - a - x , el valor de Tmáx será o y Las tensiones cizallantes deforman
al elemento del modo que se muestra en la figura 2-13 c: Oa se alarga

í Î í î î Î a

FIG. 2 - 1 3 . — a ) E l e m e n t o s o m e t i d o a cizallamiento puro; b) tensio-


nes en el triángulo Oab antes de la d e f o r m a c i ó n ; c) después de la
deformación.

Ob se acorta y ab no varía de longitud. El ángulo Oab disminuye en


una cantidad igual a y / 2 :

Puesto que en deformaciones elásticas y es un ángulo pequeño,

Para cizallamiento puro


ay = -<TX=T

Sustituyendo en la Ec. [2-23], tenemos

1 + v 1 -t- v
ey= -ex=<Ty-— = T——
igualartuo tas aós expresiones "para tg (tt/4 ~ y / 2 ) v sustituyendo la
ecuación anterior, nos da
r = - 2 l A _ T 7 [2-25]

C o m p a r a n d o esta relación con l a f o r m a generalizada d e l a E c . [ 2 - 2 4 ]


se obtiene la relación general entre las tres constantes e l á s t i c a s . E n
la tabla 2-1 se incluyen los valores típicos de cierto n ú m e r o d e m a -
teriales :
g
G= , n v [2-26]

2(1 + y)

T A B L A 2-1
Valores típicos, a la temperatura ambiente, de las constantes elásticas
de materiales isótropos
Módulo elástico Módulo de clzallnmionto Relación
Materiales (le
1 í'ni.^son
psi Kg/mm 1
psl

A l e a c i o n e s de aluminio ... 10,5 x 10 6 7 390 4 , 0 x 10 6 i 2 800 0,31


Cobre 16,0x10» 11260 6 , 0 x 10 6 | 4 200 0.33
A c e r o s (al carbono y de
baja aleación) 29,0 x 10 6 20 500 ll.OxlO6, 7 700 0.33
A c e r o inoxidable 18-8 ••• 28,0 x 10 6 19 600 9.5 x 10 6 6 700 0.28
Titanio 17,0x10« 12 000 6,5 x 10* 4 600 0.31
Volframio 58,0 x 10 6 40 800 22,8x10'' 16 000 0,27

S u m a n d o l a s t r e s e c u a c i o n e s q u e d a n la d e f o r m a c i ó n producida
por las tres tensiones principales (Ec. [2-23]), tenemos

l-2v
ex + e 2 + e i ~ — / ( t r , + cr, + r r , ) | .1-27]

E l p r i m e r t é r m i n o d e la E c . [ 2 - 2 7 ] e s l a d e f o r m a c i ó n en volumen A.
V o l v i e n d o a e s c r i b i r la Ec. [ 2 - 2 7 ] , t e n e m o s

A = - ~ ( l - 2 . ) [2-28]

donde crm es la media de las tres tensiones principales. E s t o s e p u e d e


expresar como
k = ^ = _ [ 2-29]
1
A 3(1 - 2 " ) '

La constante K es el módulo volumétrico de elasticidad. El módulo


volumétrico es, por consiguiente, la relación entre la tensión m e d i a y
tática.
2-10. Cálculo de las tensiones a partir de las deformaciones
elásticas.—Las ecuaciones generales que expresan la tensión en fun-
ción de la deformación son considerablemente más complicadas que
las que dan la deformación en función de la tensión (Ees. [2-23]). De
la resolución simultánea de estas ecuaciones para aru cr2 y crj, resulta
_ yg E
Cr'~ (l+v)(l-2v) +TT^ei

vE E
0"2 = ——7—A +i e2 [2-30]
(l-M')il-2v) l+p
vE E
0-3 = — • — — A + - e¡
11 + v) (,1 - 2v) 1+ v

donde A = ei + e2 + *3. El término k = vE/(l + v) ( l - 2 v ) se conoce por


constante de Lamé. Utilizando esta constante, las ecuaciones anterio-
res se pueden simplificar a
e n = XA + 2Ge,

cr2 = XA 4- 2Ge2 [2-31]


cr 3 = XA + 2 Ge¡

En el caso de tensión plana (0-3 = 0) se llega a dos ecuaciones sen-


cillas y útiles, que dan la relación entre la tensión y las deformacio-
nes, resolviendo simultáneamente las dos primeras de las Ees. [2-23]
para cr, y a2:
E
o-i = -¡ r (e¡ + ve2)

E [2"32]
0-2 = - r (e2 + vet)
1 - v-

Estas ecuaciones pueden ser muy útiles para determinar los valo-
res de la tensión principal a partir de las mediciones efectuadas con
la galga de deformaciones. Obsérvese que, aun cuando se oriente la
galga en el sentido de la dirección principal, para obtener la tensión
en esa dirección no es correcto multiplicar la deformación por el mó-
dulo elástico. A causa del efecto de Poisson, se deben hacer correc-
ciones, debido a deformaciones laterales, utilizando las -Ees. [2-32].
Normalmente, para determinar los valores de la deformación prin-
cipal, antes de que se puedan utilizar dichas ecuaciones, tendrán que
emplearse los métodos descritos en la sección 2-8. Un procedimiento
simplificado consiste en utilizar una roseta con tres galgas en orien-
taciones fijas, para las que se han obtenido relaciones entre las defor-
TABLA 2-2
Relaciones entre las tensiones principales y las lecturas de las deformaciones

Fórmula Roseta

Tensión normal máxima cr¡ ea+ec 1


! f + - (ea-ec)2+[2eb — (ea + ec) ]2 Rectangular
2 ( 1-f 1+v
_ i ea+eb + ec 1 \ / ( ea + eb+ec y ( e b - e c y ]
En delta
"y— ) ]

Tensión normal mínima cr, E f e a + ec 1


>J(ea-ecy- + l 2eb-(ea+ec)Y Rectangular
!í 1 - V 1 + 1/
ea + e b + e c 1 ea + eb + ec \ 2
¡ eb~ec\2
En delta
3(1 —¡y) 1-rl. •J1

Tensión cizallante máxima Tm;S:t


\f (ea-ec)2 + [2eb-(ea + ec)]2 Rectangular
2(1+1-)
E / ( ea + eb + ec \ 2
[ eb-ec\
En delta
1-

Angulo del eje de la galga a al eje de cr\ 1 2eb~ (ea + ec)


Rectangular
T2 t g ea - ec

1 , ' 1.' v'l 1 ' t'\-


2 e En delia
a~ (ea + eb + ec)'l
maolMM medidas ftff
bla 2-2 da las relación«« entre fil*
de las deformaciones e„, eh y ee de las tres g«!iai"tn
tangular y en delta, que se muestran en la figura 2-11. L*
y resolución gráfica de estas ecuaciones se discuten en tratados 1 ICtbré
la tecnología de las galgas de deformaciones.

2-11. R e l a c i o n e s g e n e r a l i z a d a s entre esfuerzos y d e f o r m a d o «


nes.—Las relaciones entre esfuerzos y deformaciones dadas en las dos
secciones anteriores contienen tres constantes elásticas E, G y v. Es-
tas son las únicas constantes del material que se precisan para des-
cribir las relaciones tensión-deformación en la región elástica, siem-
pre que se pueda considerar isótropo al material en cuestMÍ
embargo, muchos materiales son anisótropos; esto es, las pr
elásticas varían con la dirección. Un monocristal metálico es un ejem-
plo extremo de material elástico anisótropo, aunque los metales de-
formados en frío también pueden mostrar dicho comportamiento. Sin
embargo, en el caso general que se presenta en los materiales técni-
cos,- el tamaño de grano es lo bastante pequeño y los granos están en
una disposición lo suficientemente aleatoria para poder utilizar las
ecuaciones que se basan en las condiciones isótropas.
Con el fin de considerar la posibilidad de constantes elásticas que
varían con la orientación del material, se puede escribir la ley de
Hooke, en términos totalmente generales, como una relación lineal
entre deformación y tensión:
ex = Sncrx + S {1(Ty + SuCTj + S N r x y 4- S¡sTyz + S ]6 T„
<?V = S2, (TX + S:1CTy ~H S2}<R- -F S24RXY + S1STy. + S26tZX
e. =S 3 irr, + S:,:crv + Su<rt + SMTxy + S 35 r yi 4- S 3 6 r„
[2-33]
y.ty = sn(Tx ~ Sj;(Ty -f S43°Y + S^Tjy -f S45Ty: + S46TZX
y y; = S3,0-.t S;Z(Ty + S5I(T. 4" S54TXY 4- S¡5Tyz + S5TT.X
yIX — S(,\tT, 4- St;(Tv 4- SM(rt 4- S6iTxy 4- S^Ty, 4- Sf,¿T:i

Las constantes Su, S¡2, ..., S¡¡ son los coeficientes de elasticidad. Ob-
sérvese que estas ecuaciones indican que toda tensión cizallante puede
producir una deformación lineal en un material elásticamente anisó
tropo. Una serie análoga de seis ecuaciones da la relación entre la ten-
sión y la deformación en función de los módulos de elasticidad Cu,
C¡2, C.I-.
<rx = Cnex + Cl2ey + Cnez + C uyxy 4- Cnyyz 4- C tóy„
[2-34]
r,y = CHex 4- C12ey 4- C.l3e,4- CMyxy 4- C 45 y,, 4- C ^ y «

1
C . C. PERRY y H. R. LISSNER: The Strain Cage Primer, McGraw-Hill
Book Company, Inc., N u e v a York, 1955.
g g p m i r i i @ r a ( m t o l a tensión a partir de la deformación, en
Tas'circunstancias más generales, se precisa conocer seis componentes
le deformación y treinta y seis m ó d u l o s elásticos. A f o r t u n a d a m e n t e , las
consideraciones de simetría p u e d e n r e d u c i r c o n s i d e r a b l e m e n t e el nú-
mero de constantes necesarias. Las c o n s t a n t e s elásticas con subíndi-
ces diferentes son equivalentes c u a n d o se invierte el orden de dichos
subíndices
S ¡¡ = Sji C ¡j = Cjj

i'or consiguiente, incluso en la e s t r u c t u r a cristalina m e n o s s i m é t r i c a


i triclínica) el n ú m e r o de c o n s t a n t e s i n d e p e n d i e n t e s se r e d u c e a 2 1 .
'"n l o s metales cuyas e s t r u c t u r a s cristalinas t i e n e n u n a s i m e t r í a r e l a -
tivamente elevada, el m á x i m o n ú m e r o d e c o n s t a n t e s q u e e s n e c e s a n o
-onsiderar se eleva a 12. P o r tanto, las E e s . [2-33] se p u e d e n e x p r e s a r
del m o d o siguiente:

e x = S u ^ i + Sn&y + S 1 3 o - , yxy --- S»rxy


EY = S2[crx + Sncry + S1}<t. yv. =- S 5 3 r v : I 2-' 5 ]
e. = Sn(Tx + Si¡cry + S}}rr . y ., --, S,;.T.,

C o m p a r a n d o estas ecuaciones con las [2-23] y [2-24j se observa une


Su es el recíproco del módulo de elasticidad en la dirección x, que S\,
determina el componente de la d e f o r m a c i ó n lineal, producida en la

TABLA 2-3

Coeficientes de elasticidad de cristales metálicos


en imidades de 10 ~'2 cm2/dina

Metal s„ s„ fv

Aluminio 1,59 -0,58 3,52 Sn S.i


Cobre 2,49 - 0,62 1,33 S, 2 Su
Hierro 0,80 -0,28 0,80 Sr. Su
Hierro (policristalino) 0,48 -0,14 1.24 Sl; Sy,
Volframio 0,26 -0,07 0,66 Sr. S; ]
Magnesio 2,23 - 0,77 6.03 0,49 1.9
Cinc 0,82 + 0,11 2,50 - 0.66 2.6

dirección y, debida a crx, equivalente a v/E, y que S\, r e p r e s e n t a lo


mismo en la dirección z. Asimismo, e l c o e f i c i e n t e S» e s el recíproco
del módulo de cizallamiento.
En metales que se p r e s e n t a n en una de las estructuras cristalinas
cúbicas S11 = S22 = S33, Sa=Sl} = Sn = Sa=Sn = S¡2 y S44=S4S = S4é. P o r tan-
to, la Ec. [2-35] se p u e d e escribir

e* = SiiO-x + S 12 (cr y + o- : ) Jxy — SvJxy


e y = S n o- y + S I3 (cr. + cr.t) yyz=Su,Tyz [2-36]
e, =S u o% + S12(cr.I + crv) Jzx ~ S44Tve

La identidad entre estas ecuaciones y las [2-23] y [2-24] es evidente.


Por consiguiente, en t o d o material de e s t r u c t u r a cristalina cúbica exis-
ten tres constantes elásticas independientes, mientras q u e en un ma-
terial realmente isótropo, solamente hay dos constantes elásticas inde-
pendientes. En un material isótropo la relación entre e s t a s c o n s t a n t e s
está dada por
S44 = 2(Sjj — S ] 2 )

La tabla 2-3 ofrece una lista de algunos valores típicos d e coeficientes


elásticos. Aplicando la relación anterior, compárese la diferencia en
isotropía entre el cobre y el volframio.

2 - 1 2 . T e o r í a d e la «rlastioidad.—La teoría m a t e m á t i c a d e la elas-


ticidad requiere una consideración más detallada de l a s tensiones y

/
<r,dy dy
tifdy dx
r,ydx
o> dx

Fie. 2-14.—Fuerzas que actúan sobre un elemento de v o l u m e n .

deformaciones en un m i e m b r o sometido a carga, de lo q u e se precisa


en los m é t o d o s corrientes de análisis de resistencia de materiales. Las
soluciones a las q u e se llega en resistencia de materiales se simplifi-
can con frecuencia partiendo de una hipótesis d e distribución de defor-
maciones, en el m i e m b r o sometido a carga, que satisface la situación
física, pero que, quizá, no sea m a t e m á t i c a m e n t e exacto. E s t o n o es
admisible en la teoría de la elasticidad.
C o m o ocurre en la resistencia de materiales,, el primer requisito para
obtener una solución es satisfacer las condiciones de equilibrio. La
figura 2-14 m u e s t r a las fuerzas que a c t ú a n sobre u n elemento del
cuerpo en un estado de tensión I na. Sumando las fuerzas en las
direcciones x e y t e n e m o s :
IP X = ^ + o
0.X nj
37]
da y Txy
= + :, 4-t NO
- p g—- 00
fíy )x

El término pg representa el peso el cuerpo, siendo p la masa por


unidad de volumen y g la aceleración de la gravedad. Las expresiones
anteriores constituyen las ecuaciones cíe equilibrio para tensión plana
En un sistema de tensión en tres dimensiones habrá tres ecuaciones 1 ,
conteniendo cada una de ellas una derivada parcial de la tensión nor-
mal y dos derivadas parciales de las tensiones cizallantes.
Las Ees. [2-37] se deben satisfacer en todos los puntos del cueipo
Obsérvese que estas ecuaciones de equilibrio no proporcionan una re-
lación entre las tensiones y las cargas externas. Por el contrario, in-
forman sobre la relación de variación de las tensiones en cualquier
punto del cuerpo. Sin embargo, la relación entre tensión y carga ex-
terna ha de ser tal que en el límite del cuerpo las tensiones sean ¡cua-
les a las fuerzas superficiales por unidad de área; esto es, ha de satis-
facer las condiciones en los limites.
Uno de los requisitos importantes en la teoría de la elasticidad
es que la deformación de cada elemento ha de ser tal que se conserve
la continuidad elástica. Físicamente esto significa que las tensiones han
de variar de manera que no haya discontinuidades en el material. En
el caso de dos dimensiones se pueden obtener las ecuaciones de com-
patibilidad de las definiciones de deformación en fun eion de los (,es-
plazamientos u y v (Sec. 2-7):
bu
ex = \a]
i).V
dv
ev = 1 b]
<ní
du dv
— + [c]
üy ~d'x~
Estas tres ecuaciones muestran que existe una relación definida entre
las tres deformaciones en un punto, ya que están expresadas en fun-
ción de dos desplazamientos u y v. Derivando la ecuación [a] dos ve-
ces con respecto a y, la ecuación [b] dos veces con respecto a x y la
ecuación [c] con respecto a x e y, tenemos

dy2 dx2 Ox dy

1
TIMOSHENKO y G O O D I E R . op. cit., cap. 9.
La Ec. [2-38J es la ecuación de compatibilidad en dos dimensiones.
S¡ las deformaciones satisfacen esta ecuación son compatibles entre sí
y la continuidad del cuerpo se conserva. La ecuación de compatibilidad
s e puede expresar en términos de las tensiones derivando las ecua-
ciones [2-23] y [2-24] y sustituyendo en la Ec. [2-38]:

+ = + [2-39]
dy2 dy2 dx2 dx2 V
' dxdy 1 J

Si los valores de crx, cry y r t ) satisfacen la Ec. [2-39] se puede consi-


derar que las deformaciones que acompañan a estas tensiones son com-
patibles y que se conservará la continuidad del cuerpo.
Básicamente, la resolución de un problema por medio de la teoría
de la elasticidad requiere la determinación de una expresión para las
tensiones crx, cry y Txy en función de las cargas externas que satisfacen
a las ecuaciones de equilibrio [2-37], a las ecuaciones de compatibili-
dad [2-39] y a las condiciones en los límites. Tal resolución supone,
generalmente, una agilidad matemática considerable. La mayor parte
de las complicaciones que se derivan de la teoría de la elasticidad se
deben a la necesidad de satisfacer las exigencias de continuidad en la
deformación elástica. En resistencia de materiales no siempre es nece-
sario satisfacer la continuidad en la deformación. La continuidad se
mantiene por la fluencia plástica local. Generalmente, esto no produce
un efecto importante en la resolución, ya que los efectos de la fluencia
no se extienden más allá de área en la que aparecen. En otros proble-
mas, tales como la determinación de tensiones en discontinuidades geo-
métricas (concentraciones de tensiones), la fluencia localizada es im-
portante, por lo que se deben utilizar los métodos de la teoría de la
elasticidad.
Un método que se utiliza para la resolución de problemas por me-
dio de la teoría de la elasticidad es hallar una función de x e y que
satisfaga las Ees. [2-37] y [2-39] y que, a su vez, exprese las tensiones
en función de las cargas. Dicha función se conoce, usualmente, por
función de tensiones de Airy. Airy 1 demostró que siempre habrá una
función de x e y con la que se pueda determinar las tensiones, en cual-
quier punto, por medio de las ecuaciones siguientes:
<92$ <92<$ <32<í>
crx = -—T-pgy cry = -—- - pgy rxy = - ——-— [2-40]
cJy2 dx- dx dy
que satisfacen a las ecuaciones de equilibrio. Con el fin de que satis-
fagan la ecuación de compatibilidad, las Ees. [2-40] se derivan y se
sustituyen en la ecuación [2-39] :

— + + =0 [2-41]
dx* dx2 dy2 dy"
G. B. AIRY: Brit. Assoc. Advance, Set. Rept., 1862.
M U e i O N I I I N T M ESFUERZOS Y DEFORMACIONES (CAP. 2

Si se puede hallar una función de tensiones para el p r o b l e m a que


satisfaga a la Ec. [2-41], las t e n s i o n e s e s t á n dadas p o r l a s E e s . [ 2 - 4 0 ]
siempre que estas satisfagan t a m b i é n las condiciones en los límites
del problema. La determinación de una función de tensiones que sa-
tisfaga tanto la Ec. [2-41] como las condiciones en l o s l í m i t e s n o e s
normalmente fácil y, por consiguiente, con esta técnica sólo se ha
r e s u e l t o u n n ú m e r o l i m i t a d o d e p r o b l e m a s . P a r a la r e s o l u c i ó n d e p r o -
blemas con sistemas de cargas y f o r m a s complicadas es n e c e s a r i o ,
usualmente, utilizar ecuaciones de diferencias finitas y m é t o d o s de
relajación '.

2-13. Concentración de tensiones.—Una d i s c o n t i n u i d a d geomé-


trica en un cuerpo, como un o r i f i c i o o una entalla, p r o v o c a una dis

t t t t

TY t-a- > T

iX. r Og
?

i i | I I
(a)

Fie. 2-15.—Distribución de t e n s i o n e s debida a: a) un agujero circular,


y b) un agujero elíptico.

tribución no uniforme de tensiones en la proximidad de la disconti-


nuidad. En cierta zona próxima, a la discontinuidad la tensión será
mayor que la existente en puntos alejados de la misma. Por tanto, en
la discontinuidad se produce una concentración de tensiones. La figu-
ra 2-15 a muestra una chapa con un orificio circular, sometida a carga
uniaxial. Si no existiera el orific o, la tensión estaría distribuida uni-
formemente sobre la sección trar iversal de la chapa y sería igual a la
carga dividida por el área de la sección transversal. Existiendo el ori-
ficio, la distribución es tal que la tensión axial alcanza un valor ele-
vado en los bordes del orificio y desciende rápidamente en puntos
alejados del mismo.
La concentración de tensiones se expresa por el factor teórico K,

1
R . V . SOUTHWELL : Relaxation Methods in Theoretical Physics, Oxford Uni-
versity Press, N u e v a York, 1946.
SEC. 2-1 CONCENTRACION DE T E N 1 I O N E « 4»

G e n e r a l m e n t e , el factor K, se describe como la relación entre la ten-


sión máxima y la tensión nominal basada en la sección neta, aunque,
a veces, se utiliza un valor de tensión nominal basado en toda la sec-
ción transversal del miembro en una zona donde no hay concentrador
de tensiones:
K,= °"m41 [2-42]
0*nom¡nal

Además de producir una concentración de tensiones, las entallas


crean una condición localizada de tensión biaxial o triaxial. Por ejem-
p l o , en un o r i f i c i o circular situado en una chapa sometida a carga
a x i a l , además de una tensión longitudinal se produce una tensión ra-
dial. Las tensiones producidas en una chapa infinitamente ancha, que
contenga un orificio circular y que esté sometida a carga axial, se pue-
den expresar, partiendo del análisis 1 elástico, por

u
O", 1+ 1 + 3 eos 26 [2-43]
r T r4
cr „ cf _ a 2
•3-- + 2 - sen 26
T r r
Hl e x a m e n d e e s t a s e c u a c i o n e s m u e s t r a que la tensión máxima se pro-
d u c e e n u n p u n t o A c u a n d o 0 = 77-/2 y r = a. En este caso,
= 3er = crrr [2-44]

donde cr es la tensión d e t r a c c i ó n uniforme aplicada en los extremos


d e la chapa. E l factor t e ó r i c o de concentración de tensiones en una
chapa con u n orificio c i r c u l a r e s , p o r consiguiente, igual a 3. Estudios
posteriores de estas ecuaciones muestran que o-9 = - c r para r=a y
0 = 0. Por tanto, cuando se aplica a la chapa una tensión de tracción,
e x i s t e una tensión de compresión de igual magnitud en el punto B del
borde d e l orificio en una d i r e c c i ó n perpendicular al eje de carga en
el plano de la chapa.
Otro caso interesante para el que se puede obtener 2 una resolución
analítica de la concentración de tensiones es el que representa un pe-
queño orificio elíptico en una chapa. La figura 2-15 b muestra este
caso. La tensión máxima en los extremos del orificio está dada por la
ecuación
cr máx = o - ( l + 2 | - ) [2-45]

' TIMOSHENKO y GOODIER, op. cit., págs. 78-81. ,


2
C. E. INCLIS: Trans. Inst. Naval Architects, pt. 1, págs. 219-30, 1913.
nrKTFR——4
a

TI
«

o.
M
o"

o-
3

S. 3
'S a

ïïg
23 g
VO W
O
(Th

C/I
rt>
00
C.
a
P
as

•z
m
C
ci
ra
tp
>
c

"tO
o
a.
c

hi
5sQ
Obsérvese que, para un orificio circular (a = b), la ecuación a n t e r i o r
se reduce a la [2-44]. La ecuación [2-45] muestra que la t e n s i ó n
aumenta a l a proporción a/b. Por consiguiente, un orificio muy e s t r e -
cho, como una grieta, normal a la dirección de tracción, producirá una
concentración de tensiones muy elevada.
La complejidad matemática impide el cálculo de l o s f a c t o r e s c l á s -
ticos de concentración de tensiones en todos los casos, excepto en los
geométricamente más sencillos. L a m a y o r parte de e s t o s t r a b a j o s h a n
sido compilados por N e u b e r q u i e n e f e c t u ó los c á l c u l o s p a r a d i v e r s o s
tipos de entallas. Los factores de concentración de t e n s i o n e s s e d e t e r -
minan usualmente por métodos experimentales 2 . La t é c n i c a m á s u t i l i -
zada es el análisis fotoelástico d e m o d e l o s 3 . Este m é t o d o s e a p l i c a
especialmente a los problemas de t e n s i o n e s planas, a u n q u e e s p o s i b l e
efectuar análisis fotoelásticos en t r e s dimensiones. La f i g u r a 2-16 m u e s -
tra curvas típicas del factor teórico d e concentración d e t e n s i o n e s d e
ciertos elementos de máquina, q u e s e obtuvieron por m é t o d o s f o t o -
elásticos. Gran parte de la información relativa a las c o n c e n t r a c i o n e s
de tensión en piezas de máquinas h a sido recogida por P e t c r s o n 4.
El efecto de una concentración d e tensiones es mucho m á s p r o n u n -
ciado en un material frágil que en uno d ú c t i l . En un m a t e r i a l d ú c t i l
aparece la deformación plástica c u a n d o se rebasa el l í m i t e e l á s t i c o e n
el punto de tensión máxima. A u m e n t a n d o posteriormente l a c a r g a , se
produce un aumento local de deformación, en la zona c r í t i c a s o m e t i d a
a tensión, con escaso aumento en la deformación. D e b i d o al e n d u r e c i -
miento por deformación, la tensión a u m e n t a en las zonas a d y a c e n t e s a
la concentración de tensiones, hasta que, si el material e s s u f i c i e n t e -
m e n t e dúctil, la distribución de tensiones se hace esencialmente uni-
forme. Por tanto, en un metal dúctil sometido a carga estática no se
llegará a un factor teórico de concentración de tensiones total. Sin
embargo, la redistribución de tensiones no t e n d r á lugar, en medida
alguna, en u n material frágil y, por consiguiente, se tendrá una con-
centración de tensiones de valor p r ó x i m o al teórico. Aunque las con-
centraciones de tensiones no son n o r m a l m e n t e peligrosas en materiales
dúctiles sometidos a cargas estátic .<;, se encontrarán efectos aprecia-
bles de la concentración de tensión . en materiales dúctiles b a j o con-
diciones de fatiga por tensiones alt ñas. Las concentraciones de ten-
siones son m u y importantes en el f i lo de los metales por fatiga y se
discutirá m á s adelante en el capítu) • 12.

1
H. N E U B E R : Theory of Notch Stresses, trad, inglesa, J . W. Edwards.
Publisher, Inc., A n n Arbor, Mich., 1 9 4 6 .
2
M. HETENYI: Handbook on Experimental Stress Analysis, John W i l e y &
S o n s , Inc., N u e v a York, 1950.
3
M. M. FROCHT: Photo elasticity, John Wiley & Sons, Inc., N u e v a York,
1951.
4
R. E. PETERSON: Stress-concentration Design Factors, J o h n W i l e y & Sons.
Inc., N u e v a York, 1953.
2*14. Componentes esféricos y desviadores de las tensiones y
deformaciones.—Los ensayos han demostrado que los materiales pue-
den soportar presiones hidrostáticas muy elevadas (estado esférico de
tensión) sin que experimenten deformación plástica. En muchos pro-
blemas, particularmente en la teoría de la plasticidad, es conveniente
distinguir la parte de la tensión total que puede producir deformación
plástica. Esta se conoce como desviador de tensión or'. La otra com-
ponente de la tensión es la esférica o hidrostática cr":

„ cr, +0-2 + 0-3


,r = =_p [2-46]

El desviador de tensiones está dado por las ecuaciones siguientes:

2cr, - cr2 - 0-3


cr, =cr, - cr,
3
«'¡-ui-ujr 1 - cr3
2o-: - c r-> A-71
o 2 r - o~2 — o~2 = ^ [2-47J
3
20-3 - e n - c r 2
o- 3 ' = o i - 0-3" =
3

Se p u e d e demostrar fácilmente que c r / + c r 2 ' , + crí = 0.


La dirección de la tensión principal del desviador de tensión es
la misma que la de la tensión principal de la tensión total. Por tanto,
cri tiene la misma dirección que o v Puesto que un cuerpo isótropo
incompresible no se deforma por la presión hidrostática, la deforma-
ción depende totalmente del desviador de tensión, sin la contribución
del componente esférico.
De forma totalmente análoga, la deformación en un punto se puede
dividir en un compuesto esférico e" y en un desviador de deforma-
ciones e':
„ <?i + <?2 + e 3
3
[2-48]
2el -e2 -e3
<?/ = <?!_<? =
3
2*2 -e¡ -e¡
3
[2-49]
2*3 -e¡ -e2
3

La ley de Hooke puede, entonces, expresarse en función de los desvia-


dores de tensiones y deformaciones del modo siguiente:
<r,' = 2 Ge( [2-50]
Existen dos ecuaciones similares para las otras dos t e n s i o n e s y defor-
maciones principales. La ley de H o o k e , en función de ios c o m p o n e n t e s
esféricos, está dada por

cr," + o-2" + 0-3" = 3k (e¡" + e{' + e") [2-51]

donde K es el m ó d u l o volumétrico d e elasticidad.


Cuando el desviador de tensiones s e refiere a tres e j e s o r t o g o n a l e s
arbitrarios x, y y z, se pueden h a l l a r l o s c o m p o n e n t e s p r i n c i p a l e s c o n
un método análogo al utilizado p a r a d e t e r m i n a r las t e n s i o n e s p r i n c i -
pales de un estado a r b i t r a r i o de t e n s i ó n . L o s d e s v i a d o r e s d e l a t e n s i ó n
principal son las raíces de una e c u a c i ó n d e t e r c e r g r a d o :

(or')3-/20-'-/j = 0 [ 2-521
Los coeficientes /1 y / 3 son invariantes del desviador de tensiones, esto
es, s u s v a l o r e s s o n i n d e p e n d i e n t e s d e l s i s t e m a d e c o o r d e n a d a s p o r me-
dio del cual se expresa el d e s v i a d o r d e tensiones. M á s abajo se clan
expresiones para J2 y I¡. E s t o s f a c t o r e s s o n m u y ú t i l e s e n la teoría ma-
temática de la elasticidad:

/ 2 = - V 2 [ « ) 2 + « ) 2 + ( o V P l + T Í v + T ^ + TÍ:
= — Vzt (cr,') 2 + ( O - 2 ' ) 2 + ( C T J ' ) 2 ]
= - V 6 [(O-,-O- 2 ) 2 + (cr2 - cr 3 ) 2 + ( c ^ - c r , ) 2 ] [2-53]
oV r<v Txz
r , . cr/ Tn
1!

T-, 0/
= ' / 3 [ ( o Y ) 3 + (cr 2 ') 3 + (<T})}]
= V n [ (2O-, - or 2 - 0-3) ( 2 c r 2 - 0-3 - c r , ) ( 2 o - j - o-, - c r , ) ] [2-54]

2 - 1 5 . E n e r g í a d e d e f o r m a c i ó n . — L a energía de deformación elás-


tica es la c a n t i d a d de energía suministrada por la acción de las fuer-
zas e x t e r n a s al d e f o r m a r un c u e r p o elástico. Esencialmente, todo el
trabajo realizado d u r a n t e la d e f o r m a c i ó n elástica se almacena como
energía elástica, r e c o b r á n d o s e dicha energía al retirar la carga. La
energía (o t r a b a j o ) es igual a la f u e r z a multiplicada p o r la distancia
recorrida. En la d e f o r m a c i ó n de u n cuerpo elástico la fuerza y la defor-
mación a u m e n t a n linealmente a p a r t i r de valores iniciales d e cero, de
forma que la energía m e d i a es igual a la mitad de su p r o d u c t o . Asimis-
mo, es igual al área situada d e b a j o de la curva c a r g a - d e f o r m a c i ó n :

U = iP8 [2-55]

En un cubo elemental que esté s o m e t i d o sólo a tensión d e tracción a


lo largo del eje x, la energía de deformación elástica está dada por
U = £P5 = j (crx dA) (ex dx)
12-56]
= ^{crxex)(dA dx)
la Ec. [2-56] describe la energía elástica total sblOfbldi
mentó. Puesto que el volumen del elemento es dA dx, la
deformación por unidad de volumen £/0 está dada por

T,
1 1
°"*2 1
eJE [2-57]
2 2 E

Obsérvese que las deformaciones laterales que acompañan a la defor-


mación en tracción simple no entran en la expresión de la energía de
deformación, debido a que no existen fuerzas en las direcciones de las
deformaciones.
Por el mismo razonamiento, la energía de deformación por unidad
de volumen de un elemento sometido a cizallamiento puro está dada
por
1 'xy
j y*>G [2-58]
2 G

Las relaciones de la deformación uniaxial pura y el cizallamiento


puro se pueden combinar por el principio de superposición para dar
la energía de deformación elástica en una distribución general de un
estado en tres dimensiones:

U0 = Ho^* + o"yev + <rze. + Txyyxy + rxzyxz + ryzy,.z) [2-59]

Sustituyendo las ecuaciones de la ley de Hooke [2-23] y [2-24] para


las deformaciones en la expresión anterior, se obtiene una expresión
para la energía de deformación por unidad de volumen, expresada so-
lamente en función de las tensiones y las constantes elásticas:

í / 0 = — — ( o-,2 + ay2 -f ov (o-x<ry + crycrl-borxcrt)


1
( t U T L + TÍ) [2-60]
2G

Asimismo, sustituyendo las Ees. [2-31] en la Ec. [2-59] se eliminan


las tensiones y la energía de deformación se expresa en ñinción de las
deformaciones y de las constantes elásticas :

+ + + + k G ( y l y + y n + y2yz) [2-61]

Es interesante destacar que la derivada de Un con r e s p e c t o a cual-


quier componente de deformación proporciona el c o m p o n e n t e de ten-
sión correspondiente. Por tanto, dU0/dex = ká. + 2Gex = crI. (Compárese
con la Ec. [2-31].)

— .v.«iiíu a uji_ii« uisupuna.


57
mal© d t grano recrUtalItado fino favorecen también la formación de
una orientación esencialmente aleatoria de granos recristalizados. Las
reducciones en frío moderadas y las temperaturas d e r e c o c i d o b a j a s
son beneficiosas. Un buen procedimiento para reducir al m í n i m o l a s
texturas de recocido consiste en producir primeramente una fuerte
orientación preferente, mediante u n a reducción inicial i n t e n s a , y l u e g o
utilizar una temperatura de recocido elevada. A continuación s e v u e l v e
a reducir en frío, pero solo lo suficiente para romper l a o r i e n t a c i ó n
anterior y producir un tamaño de grano recristalizado fino a baja
temperatura.
A veces, la formación de una fuerte textura de recristalización es
beneficiosa. El mejor ejemplo l o t e n e m o s en las c h a p a s o r i e n t a d a s d e
hierro-silicio, que se utilizan para transformadores, en las que los gra-
nos están orientados en la dirección de imanación f á c i l . P a r a o b t e n e r
una textura d e recristalización c a s i perfecta, es p r e c i s o p r o d u c i r e n
los metales deformados en frío un grado elevado de o r i e n t a c i ó n p r e f e -
rente, seguido de un recocido d e larga duración, a t e m p e r a t u r a e l e v a -
da, para que se produzca un c r e c i m i e n t o de grano s e l e c t i v o y , c o n e l l o ,
una textura marcada.

BIBLIOGRAFIA

BARRETT, C. S . : "Estructura de los metales", cap. X V , traducción de la 2. a ed.


americana por F. M u ñ o z del Corral, Aguilar, Madrid, 1957.
BIRCHENALL, C. E.: "Physical Metallurgy", McGraw-Hill Book Company, Inc.,
N u e v a York, 1959.
CHALMERS, B.-. "Physical Metallurgy", J o h n Wiley & Sons, Inc., N u e v a York,
1959.
GUY, A . G . : " E l e m e n t s of Physical Metallurgy", 2.* ed., Addison-Wesli-s Pu-
blishing Company, Reading, Mass., 1959.
"Relation of Properties t o Microstructure", American Society fcr Metals, Me-
tals Park, Ohio, 1954.
CAPITULO 6

TEORIA DE LAS DISLOCACIONES

6-1. I n t r o d u c c i ó n — L a s dislocaciones son defectos lineales de la


red responsables de casi todos los aspectos de la deformación plástica
de los metales. Este concepto se i n t r o d u j o en el capítulo 4, en el que
se estudió la geometría de las dislocaciones en cuña y helicoidales para
el caso de una red cúbica simple. Se m o s t r ó que es necesaria la exis-
tencia de un defecto en forma de dislocación para explicar los bajos
valores observados en el límite elástico de los cristales reales. Se hizo
una descripción general de la interacción de dislocaciones con átomos
extraños, partículas de precipitado y otras dislocaciones. Este concepto
se ha utilizado en la descripción cualitativa del endurecimiento por
solución sólida y por fases dispersas, el comportamiento en el límite
elástico aparente y el envejecimiento por deformación. Este capítulo
se dedica a presentar un estudio más c o m p l e t o y, en cierto modo, más
exacto de la teoría de las dislocaciones. Se estudia el rápido avance
de las técnicas empleadas para detectar las dislocaciones en los meta-
les reales y, en los casos en que sea posible, se dan pruebas experi-
mentales que confirman la teoría. Se estudia el efecto del compor-
tamiento de las dislocaciones al considerar estructuras cristalinas
reales ccc, cc o he. Se discute con cierto detalle la interacción de
dislocaciones con vacantes, átomos extraños y otras dislocaciones. Por
último, se dedica particular atención al importante problema de la mul-
tiplicación de dislocaciones mediante el manantial de Frank-Read.

6-2. M é t o d o s p a r a d e t e c t a r dislocaciones.—El concepto de dis-


locación fue propuesto independientemente por Taylor, Orowan y Po-
lanyi 1 en 1934, pero la idea permaneció prácticamente sin desarrollar
hasta el final d e la segunda guerra mundial. Siguió un período de apro-
ximadamente diez años, durante el cual la teoría del comportamiento
de las dislocaciones fue desarrollada ampliamente y aplicada a casi to-
dos los aspectos de la deformación plástica de los metales. Al no
conocerse métodos verdaderamente seguros para detectar las disloca-
ciones en los materiales reales, fue preciso basar la mayor parte de
esta teoría en observaciones indirectas del comportamiento de las dis-
locaciones. A f o r t u n a d a m e n t e , a partir de 1955 el avance d e las técnicas
1
G . I. TAYLOR: Proc. Roy. Soc. (Londres), vol. 145A, pág. 3 ( 2 , 1 M 4 ¡
E. OROWAN: Z. Physik, vol. 89, págs. 605, 614, 634, 1934; M. POUKVtl
Z. Physik. vol. 89. pág. 660, 1934.
1
IIA
ha hecho posible observar las dislocaciones tal como realmente existen
en muchos materiales. Actualmente no hay dudas sobre la existencia
de defectos reticulares con propiedades similares a las atribuidas a las
dislocaciones. Muchas de las predicciones teóricas han sido confirma-
das experimentalmente, mientras que otras han tenido que ser modifi-
cadas y algunas abandonadas. Indudablemente, en el futuro se han de
desarrollar mejores técnicas experimentales aplicables a una variedad
más amplia de materiales. A medida que se obtenga más información
del comportamiento de las dislocaciones habrá, con seguridad, otros
cambios en los conceptos actuales sobre la teoría de las dislocaciones.
El poder de resolución de los mejores microscopios e l e c t r ó n i c o s s e
h a de aumentar de 5 a 10 veces a f i n de observar d i r e c t a m e n t e la d i s -
torsión de los planos reticulares individuales alrededor de una dislo-
cación en un cristal metálico
Prácticamente todas las técnicas experimentales u t i l i z a n el c a m p o
d e deformación existente alrededor d e una dislocación p a r a a u m e n t a r
su tamaño efectivo. Estas técnicas experimentales p u e d e n s e r c l a s i f i -
c a d a s a p r o x i m a d a m e n t e en d o s c a t e g o r í a s : las q u e implican reacciones
q u í m i c a s con las dislocaciones y l a s q u e utilizan l o s c a m b i o s f í s i c o s
en l u g a r d e l a s d i s l o c a c i o n e s 2 . L o s m é t o d o s q u í m i c o s i n c l u y e n ¡ é t n i c a s
d e ataque y de precipitación. L o s m é t o d o s b a s a d o s e n la e s t r u c t u r a
f í s i c a en la posición de una dislocación incluyen la m i c r o s c o p í a e l e c -
t r ó n i c a de transmisión de película d e l g a d a y las t é c n i c a s d e d i f r a c c i ó n
de rayos X.
La técnica química más sencilla consiste en u t i l i z a r u n r e a c t i v o
que forma una figura de corrosión en el punto en el q u e l a d i s l o c a c i ó n
corta a la superficie. Las figuras d e corrosión se forman e n el l u g a r d e
afloramiento de las dislocaciones p o r q u e el campo d e d e f o r m a c i ó n q u e
rodea a estas produce un ataque q u í m i c o preferente. G i l m a n y J o h n s -
ton 3 han obtenido de este modo una información c o n s i d e r a b l e a c e r c a
del comportamiento de las dislocaciones en los cristales i ó n i c o s d e L i F .
A s i m i s m o , con técnicas especiales d e a t a q u e se han e s t u d i a d o d e t e n i -
damente l a s dislocaciones en los m e t a l e s . La figura 6-1 muestra la ex-

1
Con un microscopio electrónico se ha p o d i d o observar esta distorsión reticu-
lar en u n cristal orgánico de ftalocianina de platino, que tiene un espaciado re-
ticular m u y grande (12 A). J. W . MENTOR: Proc. Roy. Soc. (Londres), vol. 236A,
pág. 119, 1956. U t i l i z a n d o el a u m e n t o c o n s e g u i d o a partir de diagramas muaré
producidos por transmisión electrónica a través de d o s cristales d e l g a d o s su-
perpuestos con orientaciones o e s p a c i a d o s de red ligeramente diferentes, se
ha o b t e n i d o una indicación de la d i s t o r s i ó n reticular en las d i s l o c a c i o n e s de
los metales. V é a s e G. A. BASSET, J. W. MENTER y D. W . PASHLEY: Proc. Roy
Soc. (Londres), vol. 246A, pág. 345, 1958.
2
Se han publicado varias revisiones e x c e l e n t e s de t é c n i c a s e x o e n m c n ' a l e s
Véase P . B. HIRSCH: Met. Reviews, vol. 4, num. 14, pájs. 101-40, 1 9 5 9 ;
J. NUTTING: Seeing Dislocations, en " T h e Structure of Metals", Institution
of Metallurgists, Interscience Publishers, Inc., N u e v a York, 1959.
3
J. J. GILMAN y W. C. JOHNSTON: " D i s l o c a t i o n s and M e c h a n i c a l P r o p e r t i e s
of Crystals", John Wiley & Sons, Inc., N u e v a York, 1957
celente resolución que se puede obtener al estudiar las figuras de co-
rrosión sobre el latón alfa>. Se han resuelto figuras separadas solamen-
te 500 Á. En la zona de gran deslizamiento que se muestra en esta
micrografía electrónica la densidad de dislocaciones es de 1010 cmr 2 .
En los metales, la formación de figuras de corrosión en las dislo-
caciones parece depender de la pureza 2 . A causa de la segregación de
soluto hacia la dislocación, la zona alrededor de esta se hace más

Fio. 6 - 1 . — F i g u r a s d e corrosión en las bandas d e d e s l i z a m i e n t o de cristales


de latón alfa. 5000 aumentos. (J. D. MEAKIN y H . G. F. WILSDORF: Trans.
AIME, vol. 218, pág. 740, 1960.)

anódica respecto al metal circundante y, por consiguiente, se produce


ataque preferente en la dislocación. En la figura 5-4 se muestra una
estructura de figuras de corrosión en una aleación hierro-silicio, que
se ha hecho visible por difusión de los á t o m o s de carbono hacia las
dislocaciones. Las técnicas de ataque tienen la ventaja d e que se pue-
den utilizar con grandes probetas. Sin embargo, se ha de tener cuidado
para que las figuras solo se formen en las posiciones de las dislocacio-
nes y que se revelen todas las dislocaciones que cortan la superficie.
Un m é t o d o similar p a r a d e t e c t a r dislocaciones consiste en formar
1
1. D. MEAKIN V H. G. F. WILSDORF: Trans, AIME, vol. 2 1 8 , págs. 737
45, 1960.
2
U n resumen de las técnicas de ataque se da por L. C. LOWELL, F. L, VO
CEL y I. H. WERNICK: Metal Prog,, vol. 75, págs. 96-96D, 1959.
_ i i Wneai d t dislocación. Normit.
RIMtA, H aftade una pequefia proporción de una impureza para formar
el precipitado, después de un tratamiento térmico adecuado. A este
procedimiento se le denomina frecuentemente decoración de las dislo-
caciones. Esta técnica fue utilizada primeramente Hedges y Mit-
chell 1 para decorar dislocaciones en AgBr con plata fotolítica. Desde
entonces se ha empleado con otros muchos cristales iónicos 2 , tales
como los de AgCl, NaCl, KC1 y CaF 2 . Con estos cristales ópticamente
transparentes, dicha técnica tiene la ventaja de que muestra la estruc-

Fic. 6 - 2 . — R e t í c u l o hexagonal de d i s l o c a c i o n e s en el NaCl, h e c h o visible por


una técnica de decoración. (S. AMELINCKX, en " D i s l o c a t i o n a n d Mechanical
Properties of Crystals", John W i l e y & Sons, Inc., N u e v a Y o r k , 1957.!

tura interna de las líneas de dislocación. La figura 6-2 muestra una red
hexagonal de dislocaciones en un cristal de NaCl <juc se ha hecho
visible por decoración. A u n cuando la decoración de dislocaciones casi
no se emplea con los metales, se han hecho algunos estudios en este
sentido en el sistema de endurecimiento por precipitación Al-Cu v en
cristales de silicio.
El m é t o d o más poderoso de que se dispone actualmente para la
detección de dislocaciones en los metales es la microscopía electrónica
por transmisión de láminas delgadas La chapa fina de menos de 1 mm
de espesor se adelgaza por electropulido y se reduce a espesores de unos
1000 A. Con este espesor la probeta es transparente a los electrones

1
J . M . HEDGES y J. W . M I T C H E L L : Phil. Mag., v o l . 4 4 , pd^. 2 2 3 , 1 9 5 3 .
2
S . AMELINCKX: "Dislocations a n d Mechanical Properties of C r y s t a l s " , John
Wiley & Sons, Inc., N u e v a York, 1957.
3
P. B. HIRSCH, R. W . HORNE y M. J. W H E L A N : Phil, Mag., vol. 1. pas 677
1956; W . BOLLMANN: Phys. Rev., vol. 103, pig. 1588, 1956.
resolver, las líneas de dislocación individuales pueden ser observadas,
ya que la intensidad del haz electrónico difractado se altera por el
campo de deformación de la dislocación. Por medio de esta técnica se
han observado redes de dislocaciones (Fig. 6-3), defectos de apilamiento,
apilamientos de dislocaciones en los límites de grano (Fig. 5-1), barreras
de Cottrell-Lomer y muchos otros aspectos estructurales de la teoría
de las dislocaciones. Se han observado movimientos de dislocaciones

Fie. 6-3.—Retículo de dislocación en aluminio deformado en frío. 32 500 aumen-


tos. (P. B. HIRSCH, R. W. HORNE y M. J. W H E L A N : Phil, Mag., ser. 8. v o l . 1.
pág. 677, 1956.)

engendrando tensiones térmicas en las láminas delgadas por medio del


haz electrónico. Se espera que con este método pueda obtenerse m u c h a
más información a medida que progresen las técnicas p a r a preparar y
deformar las láminas delgadas.
La estructura de las dislocaciones de un cristal puede ser detectada
por técnicas microrradiográficas d e difracción de rayos X E l c a m p o
de deformación en las dislocaciones produce una diferente intensidad
de difracción. El m é t o d o tiene la ventaja de ser no destructivo y poder
utilizarse sobre grandes probetas. Sin embargo, con las resoluciones
actualmente disponibles está limitado a cristales de b a j a densidad de
dislocaciones (aproximadamente 106 c m ' 2 ) .

'A. R. LANG: /. Appl. Phys., vol. 30, págs. 1748-755, 1959.


6*3. El veclor de Burgerg y el anillo de dislocación.—El vec-
tor de Burgers b es el que define la magnitud y dirección del desliza-
miento. Por tanto, es el dato más característico de las dislocaciones.
Ya se ha demostrado que en una dislocación de cuña pura el vector
de Burgers es perpendicular a la línea de dislocación, mientras que en
una dislocación helicoidal pura es paralelo a dicha línea. Realmente,
las dislocaciones en los cristales verdaderos no suelen ser líneas rectas
y en raras ocasiones se encuéntran sobre un solo plano. En general,
las características de una dislocación son en parte las de una disloca-
ción de cuña y en parte las de una helicoidal. Como se muestra en las
figuras 6-2 y 6-3, las dislocaciones tienen normalmente la forma de
curvas o anillos, que en tres dimensiones forman una red de disloca-
ciones entrelazadas. Al considerar
p l a n o de d e s l i z a m i e n t o vector de un anillo de dislocación en un
plano de deslizamiento, cualquier
segmento pequeño de la línea de
dislocación puede ser resuelto en
"omponentes de cuña y helicoi-
dales. Así, p. ej., en la figura 6-4,
el anillo de dislocación es un com-
ponente helicoidal puro en el pun-
to A y un componente de cuña
puro en el p u n t o B, mientras que
a lo largo de la mayor parte de
su longitud ambos componentes
están mezclados. Obsérvese, sin
embargo, que el vector de Bur-
Fie. 6-4.—Bucle de dislocación en un
plano de deslizamiento (esquema). gers es el mismo a lo largo de
todo el anillo de dislocación. Si
esto no fuera así, parte del cristal situado por encima de la zona des-
lizada tendría que deslizarse en una longitud diferente con relación a
otra parte del cristal y ello significaría que otra línea de disloca' ión
habría de desplazarse a través de la región deslizada.
Por medio del circuito de Burgers se define adecuadamente el vec-
tor de Burgers de una dislocación. Consideremos la figura 4-8, que
muestra la ordenación atómica alrededor de una dislocación en cuña.
Comenzando en un punto de la red, imaginemos una trayectoria tra-
zada de átomo a átomo, una distancia igual en cada dirección, siempre
en la dirección de uno de los vectores de la célula unidad. Si la zona
encerrada por la trayectoria no contiene una dislocación, el circuito
de Burgers se cierra. Sin embargo, si la trayectoria contiene una dis-
locación, el circuito de Burgers no se cierra. El trayecto que falta para
cerrar el circuito de Burgers es el vector de Burgers b. El trayecto que
falta para cerrar un circuito de Burgers recorrido alrededor de varias
dislocaciones es la suma de los vectores de Burgers de cada una de
esas dislocaciones.
Debido a que una dislocación representa el límite entre la zona
deslizada y la no deslizada de un cristal, consideraciones topográficas
exigen que sea un anillo c e n a d o o que termine en la superficie libre
del cristal. Una excepción son los nodos, en los que se encuentran
tres o cuatro líneas de dislocación. Un nodo se puede considerar como
dos dislocaciones con vectores de Burgers b! y b 2 combinados para
producir una dislocación resultante b 3 . El vector b 3 viene dado por
la s u m a de los vectores bi y b2.
El campo periódico de fuerza de la red cristalina requiere que los
átomos se muevan de una posición de equilibrio a otra. De aquí se
desprende que el vector de Burgers ha de unir siempre una posición
reticular de equilibrio con otra. Por consiguiente, la estructura cris-
talina determinará los vectores de Burgers posibles. De una dislocación
con un vector de Burgers igual a un espaciado reticular se dice que es
una dislocación de intensidad unidad. Como consecuencia de conside-
raciones energéticas, se deduce que las dislocaciones con intensidades
mayores que la unidad serán generalmente inestables y se disociarán
en dos. o más dislocaciones de menor intensidad. El criterio para deci-
dir si se producirán o no disociaciones está basado 1 en el hecho de q u e
la energía de deformación de una dislocación es proporcional al cua-
drado de su vector de Burgers. Por consiguiente, la reacción de diso-
ciación b i — ^ b 2 + b 3 se producirá cuando ¿i 2 > ¿ 2 2 + ¿ 3 2 , pero n o si
b^Kb^ + bl
En redes compactas, en las que las posiciones de equilibrio no son
las aristas de la célula unidad, son posibles dislocaciones con intensi-
dades menores que la unidad. Los vectores de Burgers se especifican
dando sus componentes a lo largo de los ejes de la célula unidad. Por
tanto, el vector de Burgers para el deslizamiento en una red cúbica
desde un vértice del cubo al centro de una de sus caras tiene los
componentes a 0 /2, aj2, 0. El vector de Burgers es [ao/2, Oo/2, 0 ] , o,
como se expresa generalmente, b = (<j 0 /2)[110]. La intensidad de u n a
dislocación c o n vector de B u r g e r s a0[uvw] es | t | = a0[2¿2 + v2 + u> 2 ]" 2 .
Así, p. ej., la magnitud del vector de Burgers que se da anteriormente
es b = a0/»/2.
Una dislocación de intensidad unidad, o dislocación unidad, tiene
una energía mínima cuando su vector de Burgers es paralelo a la di-
rección de mayor compacidad atómica en la red. Esto concuerda con
las observaciones experimentales que establecen que los cristales des-
lizan casi siempre en las direcciones compactas. Las dislocaciones uni-
dad de este tipo se denominan también dislocaciones perfectas, porque
las traslaciones iguales a un vector de Burgers producen u n a traslación
de identidad. En toda dislocación perfecta hay u n a alineación también
perfecta de planos atómicos por encima y por debajo del plano de
deslizamiento, dentro del anillo de dislocación. U n a dislocación unidad

>F. C. FRANK: Physica, vol. 15, pág. 131, 1949.


paralela a la dirección de deslizamiento no puede disociarse posterior-
mente, a no ser que se convierta en u n a dislocación imperfecta, en la
que una traslación de un vector de Burgers no p r o d u c e una traslación
de identidad. Los defectos de apilamiento se p r o d u c e n por la disocia-
ción de una dislocación unidad en d o s dislocaciones imperfectas. Para
que un defecto de apilamiento sea estable, la disminución de energía
debida a la disociación ha de ser mayor que el a u m e n t o de energía
interfacial de la zona defectuosa.

6-4. D i s l o c a c i o n e s e n la r e d c ú b i c a d e c a r a s c e n t r a d a s En
las redes ccc el deslizamiento se p r o d u c e sobre los planos {111} en la
dirección <110>. El vector reticu-
lar más c o r t o es el (a,}/2) [110],
el cual une un á t o m o de un vér-
tice del c u b o con el á t o m o de!
c e n t r o de la cara de dicho cubo.
El vector de Burgers es, por con-
siguiente, ( a o / 2 ) [ 1 1 0 ] .
Sin e m b a r g o , al considerar la
ordenación atómica sobre el pla-
no de deslizamiento {111} vemos
que el deslizamiento no se produ-
ce tan fácilmente. La figura 6-5 re-
presenta el e m p a q u e t a m i e n t o ató-
mico sobre un plano compacto
(111). Ya se ha d e m o s t r a d o que
Fie. 6-5.—Deslizamiento en un plano los planos {111} están apilados
compacto (111) de la red ccc. (Según en una secuencia ABC ABC... El
A. H. COTTRELL: Dislocations and Plás-
tic Flow in Crystals, pág. 73, Oxford vector b t = (ÍÍO/2) [101] define una
Universíty Press, Londres, 1953.) de ¡as direcciones de deslizamien-
to o b s e r v a d a s . Sin embargo, si
se consideran los á t o m o s c o m o esferas d u r a s e s más fácil para
uno de los de un plano de tipo B el moverse entre los huecos de
esferas, a lo largo de una t r a y e c t o r i a en zigzag 1): + 1)U en vez de
desplazarse s a l t a n d o sobre el c a s q u e t e esférico d e t e r m i n a d o por la
trayectoria del vector bi. La reacción de dislocaciones está dada por

b, —> 1): + Ib

£[10I]-^[2II]+£[112]
2 6 6

Se comprueba esta reacción viendo si las s u m a s de los componentes

1
F. C. THOMPSON y W . E. W . MILLINGTON: /. Iron Steel Inst. (Londres),
vol. 109, pág. 67, 1924; C. H. MATHEWSON: Trans. AI ME, vol. 32, pág. 38.
1944.
x, y y z del segundo miembro de la ecuación son iguales a los compo-
nentes x, y y z de la dislocación original:

componente x '/2 = 2k + lU
componente y 0 = — */6 -f- Vé
componente z - '/2 = - 1 / 6 - 2/6

La reacción anterior es enérgicamente favorable, puesto que hay


un descenso en la energía de deformación proporcional a la variación
floy2->tib73.
El deslizamiento por este proceso de dos etapas crea un defecto
de apilamiento ABCA\CABC en la secuencia de apilamiento. Como
muestra la figura 6-6, la dislocación con un vector de Burgers b, se
ha disociado en dos dislocaciones parciales b 2 y b3. Esta reacción de
las dislocaciones fue sugerida por Heidenreich y Shockley 1 y, por con-
siguiente, las dislocaciones de este tipo reciben el nombre de parciales
de Shockley, puesto que son imperfectas y no producen traslaciones
completas de la red. La figura 6-6 representa una vista m i r a n d o hacia
abajo sobre el plano (111) a lo largo de la dirección [111]. AB re-
presenta la línea de dislocación perfecta que tiene el vector completo
de deslizamiento b ( ; esta se disocia, de acuerdo con la reacción ante-
rior, en dos dislocaciones parciales con vectores de Burgers b: y b 3 . La
combinación de las dos dislocaciones parciales AC y AD se denomina
dislocación ensanchada. La zona comprendida entre ellas es un defecto
de apilamiento que representa una parte del cristal que h a experimen-
tado un deslizamiento intermedio entre uno completo y un desliza-
miento nulo. C o m o quiera que los vectores b 2 y b 3 forman un ángulo
de 60°, habrá una fuerza repulsiva entre las dislocaciones parciales
(Sec. 6-9). Sin embargo, la tensión superficial del defecto d e apila-
miento tiende a unirlas. Las dislocaciones parciales se mantienen a una
separación de equilibrio determinada principalmente p o r la energía
de los defectos de apilamiento. Como se discutió en la sección 4-10,
la energía de los defectos de apilamiento puede variar considerable-
mente para metales y aleaciones ccc diferentes y esto, a su vez, puede
ejercer una importante influencia sobre su comportamiento ante la
deformación.
Una característica de las redes ccc es que cualquier vector de Bur-
gers es común a dos planos de deslizamiento. Esto ofrece la posibili-
dad de que las dislocaciones helicoidales, que no tienen plano fijo de
deslizamiento, puedan vencer los obstáculos resbalando de un plano a
otro que tenga u n a dirección de deslizamiento común. A este proceso
se le denomina deslizamiento cruzado. Sin embargo, para conseguir
esto, las dislocaciones ensanchadas han de combinarse de nuevo en

1
R. D. HEIDENREICH y W. SHOCKLEY : "Report o n Strength of Solids", p i -
gina 37, Physical Society, Londres, 1948.
DIETER.—12
dislocaciones perfectas, puesto que una dislocación ensanchada no pue-
de deslizarse sobre cualquier p l a n o , sino solo sobre el p l a n o d e l d e f e c t o .
La figura 4-26 muestra que ello r e q u i e r e la formación d e u n a e s t r a n -
gulación en la banda del defecto de apilamiento. C u a n t o m a y o r sea
la anchura del defecto de apilamiento, o menor su energía, t a n t o más
difícil será producir estrangulamientos en los defectos d e a p i l a m i e n t o .
Esto puede explicar que el deslizamiento cruzado prepondera en el
aluminio, ya que este metal tiene bandas muy estrechas d e d e f e c t o s
de apilamiento, mientras que es difícil en el cobre c u y a s b a n d a s son
anchas.
dislocación e n s a n c h a d a

Estas ideas se confirman m e d i a n t e estudios de t r a n s m i s i ó n c o n


microscopio electrónico sobre r e d e s d e dislocación en l á m i n a s d e l g a -
d a s ' . Los defectos de apilamiento s e p u e d e n detectar f á c i l m e n t e e n
estas películas delgadas. El acero i n o x i d a b l e austenftico, c o n u n a e n e r -
gía de defectos de apilamiento de 13 ergios/cm 2 , m u e s t r a r e d e s de
dislocación solo a lo largo de los p l a n o s de deslizamiento, i n c l u s o c o n
grandes deformaciones. El oro, el c o b r e y el níquel, cuyas energías
son de unos 30, 40 y 80 ergios/cm 2 , respectivamente, m u e s t r a n , c o n
pequeñas deformaciones, las dislocaciones ordenadas en redes tridi-
mensionales complejas. Con deformaciones mayores se pasa a subí imi-
tes m u y poco desarrollados. El a l u m i n i o , que tiene u n a e n e r g í a de
200 ergios/cm 2 , muestra sublímites c a s i perfectos. Este e s q u e m a de
transición gradual en la manera de ordenarse las dislocaciones, con-

1
H I R S C H , op. cit.
cuerda con la influencia de la energía de los defectos de apilamiento
sobre la capacidad del metal para soportar el deslizamiento cruzado.
Este es muy difícil en el acero inoxidable, incluso a temperaturas ele-
vadas, de manera que las dislocaciones están confinadas en un plano
de deslizamiento. En el oro, cobre y níquel es posible el deslizamiento
cruzado, pero probablemente solo en zonas sometidas a tensiones muy
elevadas. Por consiguiente, es posible el deslizamiento cruzado de las
deslizaciones helicoidales y, a temperaturas mayores, intentan formar
redes con límites de ángulo pequeño para disminuir su energía de
deformación. En el aluminio, el deslizamiento cruzado es predominan-
te y las dislocaciones helicoidales pueden ordenarse con fácilidad en
redes de límites de ángulo pequeño.
Frank 1 ha señalado que en las redes ccc puede existir otro tipo de
dislocación parcial. La figura 6-7
muestra un juego de planos í l l l )
visto de canto. Falta la par-
te central del plano A. En esta
zona • se forma una dislocación
en cuña, con un vector de Bur-
gers ( o o / 3 ) [ l l l ] , denominada
dislocación parcial de Frank. Su
vector de Burgers es perpen-
FIG. 6 - 7 . — U n a d i s l o c a c i ó n parcial de
dicular al d e f e c t o central de Frank o dislocación sésil. (Según
apilamiento. Puesto que el des- A . H . COTTRELL : Dislocations and
lizamiento ha de estar restrin- Plastic Flow in Crystals, Oxford Uni-
gido al plano del defecto de versity Press, Londres, 1953.)
apilamiento y el vector de Bur-
gers es normal a dicho plano, la dislocación parcial de Frank no
puede moverse por deslizamiento. Por esta razón se denomina dis-
locación sésil. U n a dislocación sésil solo puede moverse por difu-
sión de átomos o vacantes desde el defecto o hacia el mismo, p. ej. ;
por el proceso de trepado. Como quiera que el trepado no es un
proceso probable a temperaturas ordinarias, las dislocaciones sesiles
suponen obstáculos al movimiento de otras. Las dislocaciones que se
deslizan libremente sobre el plano de deslizamiento, como las perfec-
tas o las parciales de Shockley, se denominan móviles. Un proceso
que puede crear en el plano (111) una hilera de átomos perdidos es
la condensación de un disco de vacantes en dicho plano. Mediante la
microscopía electrónica de transmisión 2 se han obtenido pruebas del
aplastamiento correspondiente a los discos de vacantes en el aluminio.
En las redes ccc, las dislocaciones sesiles se producen por el desli-
zamiento de dislocaciones sobre planos secantes (111). Estas disloca-
ciones sesiles se conocen como barreras de Cottrell-Lomer y son un

>F. C. FRANK : Proc. Phys. Soc. (Londres), vol. 62A, pág. 2 0 2 , 1949.
:
P. B. HIRSCH, J. SILCOX, R. E. SMALLMAN y K. H. WESTMACOTT: Phil.
Mag., vol. 3, pág. 897, 1958.
elemento Importante en el m e c a n i s m o de e n d u r e c i m i e n t o p o r d e f o r m a -
ción de los metales. L o m e r 1 ha i n d i c a d o que l a s d i s l o c a c i o n e s q u e se
mueven sobre planos de deslizamiento s e c a n t e s se a t r a e n y c o m b i n a n
si sus vectores de Burgers tienen orientaciones a p r o p i a d a s . L a figu-
ra 6-8 m u e s t r a dos dislocaciones que se d e s p l a z a n sobre el p l a n o de
deslizamiento de u n a red ccc. La d i s l o c a c i ó n A se está m o v i e n d o en
un plano (111) con un vector de Burgers (cic/2) [101]. La disloca-
ción B se desliza en un plano < 1IX) con u n vector d e Burgers
(flb/2) [011]. E s t a s dislocaciones s o a t r a e n m u t u a m e n t e y se mueven
hacia el p u n t o d e intersección O, q u e se e n c u e n t r a a lo l a r g o d e la
dirección [110]. En este p u n t o las dos
dislocaciones reaccionan de a c u e r d o con
la reacción de L o m e r

% [101] [011] [110]

para formar u n a nueva dislocación de


m e n o r e n e r g í a . P u e s t o q u e las t r e s dis-
l o c a c i o n e s h a n d e s e r p a r a l e l a s a l a lí-
nea de intersección [ 1 í 0 ] del plano
d e d e s l i z a m i e n t o , la d i s l o c a c i ó n d e c u ñ ^
f o r m a d a p o r la r e a c c i ó n d e L o m e r tie-
Fie. 6 - 8 . — R e a c c i ó n d e dislo-
caciones que c o n d u c e a la ne un plano d e d e s l i z a m i e n t o (001).
creación de barreras de Cot- E s t e p l a n o c o n t i e n e a la v e z el v e c -
trell-Lomer. (Según A . H . COT- t o r d e B u r g e r s [ 1 1 0 ] y la l í n e a | 1 10],
TRELL: Dislocalions and Plás-
C o m o el ( 0 0 1 ) n o e s u n p l a n o d e d e s -
tic Flow in Crystals, pág. 171,
Oxford University Press, Lon- l i z a m i e n t o o r d i n a r i o e n la1- r e d e s c c c ,
dres, 1953.) la d i s l o c a c i ó n f o r m a d a p o r la r e a c c i ó n
. d e L o m e r n o s e d e s l i z a l i b r e m e n t e . Sin
'embargo, n o es u n a v e r d a d e r a d i s l o c a c i ó n sésil, en el s e n t i d o de las
¡parciales de F r a n k , ya que no es imperfecta.
C o t t r e l l 2 ha d e m o s t r a d o que el p r o d u c t o de la reacción de Lomer
puede resultar v e r d a d e r a m e n t e inmóvil si s e realiza la s i g u i e n t e reacción
de dislocaciones:

— [110] — [ 1 1 2 ] ~ [112] 4--^- [110]


¿ o 6 6

Los productos de esta reacción s o n dislocaciones de c u ñ a i m p e r f e c t a s


que forman los límites de los d e f e c t o s de apilamiento. La dislocación
fao/6)[112] es una parcial de S h o c k l e v q u e se desliza e n el p l a n o (111).
Es repelida de la línea O y forma u n d e f e c t o de a p i l a m i e n t o l i m i t a d o

]
W . M. LOMER: Phil. Mag., vol. 42, p.ís. 1327, 1951.
2
A . H. COTTRELL: Phil. Mag., vol. -I), pág. 645, 1952.
por dos lincas | I 1 0 | , lu linca <> y 1« líuou ilo dlalíHíACM«, t i l mtultt «l
n tilar, la dislocación (a,/()) 11121 se desliza en el plano (111) y formu
u n defecto de apilamiento limitado p o r la línea O y la línea de dislo-
cación. La tercera dislocación con v e c t o r de Burgers (OQ/6) [110] está
situada a lo largo de la línea O, en d o n d e se unen los d o s d e f e c t o s
¿e apilamiento. Esta combinación de t r e s dislocaciones p r o d u c i d a s p o r
la reacción Cottrell-Lomer f o r m a un triángulo isósceles anclado rígi-
damente que n o p u e d e deslizarse. P o r consiguiente, el anclaje d e
Cottrell-Lomer proporciona una b a r r e r a eficaz contra el deslizamiento.
Estudios de microscopía electrónica de transmisión, relativos a la in-
teracción de dislocaciones en láminas delgadas, h a n c o n f i r m a d o la exis-
tencia de este tipo d e interacción, lo q u e c o n c u e r d a con el m o d e l o d e
anclaje de Cottrell-Lomer
Las barreras Cottrell-Lomer se pueden vencer con tensiones o t e m -
peraturas elevadas o ambas s i m u l t á n e a m e n t e . S t r o h 2 h a realizado u n
análisis m a t e m á t i c o d e la tensión r e q u e r i d a p a r a destruir las b a r r e r a s ,
ya sea por deslizamiento sobre el p l a n o (001) o por disociación en l a s
dislocaciones a p a r t i r de las que se han f o r m a d o . Sin embargo, se h a
d e m o s t r a d o 3 que en el caso i m p o r t a n t e d e dislocaciones helicoidales
apiladas frente a b a r r e r a s de Cottrell-Lomer, dichas dislocaciones pue-
den escapar de los apilamientos por deslizamiento cruzado, a n t e s d e
que la tensión sea lo bastante elevada p a r a r o m p e r las barreras.

6-5. D i s l o c a c i o n e s en la r e d h e x a g o n a l c o m p a c t a . — E l p l a n o
base de las redes h e es un plano m u y c o m p a c t o cuya secuencia de api-
lamiento es ABABAB... El deslizamiento se p r o d u c e sobre el p l a n o
(0001) en la dirección <1120) (Fig. 4-3). El vector u n i d a d m í n i m o p a r a
la estructura he tiene una longitud a,, y se e n c u e n t r a en la dirección
compacta <1120). Las dislocaciones del p l a n o base pueden reducir su
energía disociándose en dos parciales de Shockley de acuerdo con la
reacción
«,[11201 - - > f í o [ 1 0 I 0 ] 4 « 0 [ 0 1 I 0 ]

El defecto de apilamiento p r o d u c i d o por- esta reacción se encuentra en


el plano base y la dislocación e n s a n c h a d a que f o r m a está confinada a
deslizarse d e n t r o d e este plano.

6-6. D i s l o c a c i o n e s e n l a r e d c ú b i c a c e n t r a d a . — E n las redes cú-


bicas centradas el deslizamiento se p r o d u c e en la dirección <111>. El
vector reticular se extiende desde un á t o m o de uno de los vértices al

'M. I. WHELAN: Proc. Roy. Soc. (Londres), vol. 249A, pág. 114, 1958;
todas las posibles reacciones de dislocaciones han sido ensayadas por
J. P. HIRTH: /. Appl. Phys., vol. 32, págs. 700-06, 1961.
2
A . N . STROH: Phil. Mag., v o l . 1, ser. 8, p á g . 4 8 9 , 1956.
3
A. SEEGER, I. DIEHL, S. MADER y R. REBSTOCK: Phil. Mag., vol. 2,
pág. 323, 1 9 5 7 .
( m i d o en t i c i n t r o del cubo unidad. Por tanto, el vector de
•rgers e» ( < ^ / 2 ) [ l l l ] . Se recordará que, en el hierro, las líneas de
deslizamiento se producen sobre los planos {110}, {112} y {123},
aunque en otros metales cc el deslizamiento parece producirse predo-
minantemente sobre los planos {110}.
Las reacciones de dislocaciones no se han estudiado tan amplia-
mente en las redes cc como en las ccc. Cottrell 1 ha sugerido que una
dislocación perfecta en un plano (112) puede disociarse de acuerdo
con la reacción

y [111] " [112]+£[111]

La (ao/3)[112] es una dislocación de cuña pura, puesto que su vector


de Burgers es perpendicular al plano de deslizamiento. Asimismo, es
una dislocación sésil imperfecta que forma el límite de un defecto
de apilamiento en los planos (112). La (a0/6) [11T] es una dislocación
móvil imperfecta similar a las parciales de Shockley de las redes ccc.
Sin embargo, debido a que la [111] es la línea de intersección de
tres planos del tipo {112}, esta dislocación puede deslizar fuera del
plano del defecto de apilamiento demasiado fácilmente para formar
parte de una dislocación ensanchada real. Asimismo, las dislocaciones
del plano (112) pueden disminuir su energía por disociación, de acuer-
do con la reacción

^[11I]->^[11I]+^[11I]
2 6 3

Como se ha expuesto anteriormente, las dislocaciones p a r c i a l e s for-


madas por esta reacción son helicoidales puras y, debido a la g e o m e -
tría d e esta situación, no están completamente confinadas al p l a n o de
deslizamiento (112). Un análisis 2 de las posiciones atómicas que pro-
ducen los defectos de apilamiento s o b r e los planos {112} m u e s t r a q u e
son dos los tipos que pueden resultar. A u n cuando p o r d i f r a c c i ó n de
rayos X se ha demostrado la existencia d e defectos d e a p i l a m i e n í o en
las redes cc, todavía no se han realizado estudios s o b r e las r e a c c i o n e s
de dislocaciones discutidas en esta sección.
Cottrell 3 ha sugerido otra reacción de dislocaciones que p a r e c e con-
ducir a la formación de dislocaciones inmóviles en las redes cc. Con-
sideremos la figura 6-9 a: la dislocación A con vector de Burgers
(cío/2) [ T i l ] , se desliza en el plano (101); la dislocación B. con vector
de Burgers (a<¡/2) [111], se desliza en el plano de deslizamiento secan-

1
A . H . COTTRELL: "Dislocations and Plastic F l o w in Crystals", Oxford
U n i v e r s i t y Press, N u e v a York, 1953.
2
1 . M . SILCOCK: Acta Met., vol. 7, pág. 359. 1959.
3
A . H . COTTRELL: Trans Met. Soc. A1ME. vol. 212, pág. 192. 1958.
te (101). Las dos dislocaciones se unen y reaccionan a fin de disminuir
su energía de deformación por la reacción

^[IIl]+^[lll]->flb[001]

El producto de esta reacción es una dislocación de cuña pura que


se encuentra sobre el plano (001). Puesto que este no es un plano
ordinario de deslizamiento en las redes cc, la dislocación no es móvil.
Sin embargo, el (001) es el plano de crucero o de despegue a lo largo
del cual se produce la fractura frágil. Cottrell sugiere que la formación
de una dislocación en el plano de despegue, por deslizamiento sobre
planos secantes {110},. es equivalente a introducir una grieta de un
espesor igual a un espaciado reticular (Fig. 6-9 b). Esta grieta puede

crecer entonces por dislocaciones adicionales que se deslizan sobre los


planos {110}. A u n cuando esta reacción particular de dislocaciones
no se ha confirmado todavía experimentalmente en los metales cc, se
ha comprobado que existe en cristales iónicos cúbicos, como el LiF
y el MgO.

6-7. C a m p o d e t e n s i o n e s d e u n a dislocación.—Las dislocaciones


están rodeadas por un campo de tensiones elásticas que crean fuerzas
que actúan sobre estas dislocaciones, produciéndose interacción entre
ellas y los átomos solutos. En el caso de una dislocación perfecta, se
puede obtener una buena aproximación del campo de tensiones a partir
de la teoría matemática de la elasticidad para medios continuos. Sin
embargo, las ecuaciones obtenidas no son válidas junto al núcleo de
la línea de dislocación. Las ecuaciones que se dan más adelante son
aplicables a dislocaciones helicoidales y de cuña, rectas, en u n cristal
i s ó t r o p o L a tensión existente alrededor de una dislocación recta es

' P a r a deducciones, véase F. R. N. NABARRO: Advances in Phys., vol. 1,


núm. 3 ; págs. 271-395, 1952; W. T. READ, Jr.: "Dislocations in Crystals",
págs. 114-23, McGraw-Hill Book Company, Inc., Nueva York, 1953.
u n a b u e n a aproximación a la q u e se produce alrededor de una dislo-
cación curva a distancias p e q u e ñ a s c o m p a r a d a s con el radio de curva-
tura. Al considerar un cristal con c o n s t a n t e s elásticas a n i s ó t r o p a s l a
complejidad es apreciablemente m a y o r .
La figura 6-10 r e p r e s e n t a la sección transversal de una pieza cilin-
drica de material elástico q u e c o n t i e n e una dislocación d e cuña. Dicha
dislocación pasa por el p u n t o O p a r a l e l a m e n t e al eje z (normal al pla-
no de la f i g u r a ) . El cilindro original n o distorsionado y sin dislocación
se representa con una línea de trazos. La dislocación f u e producida
p r a c t i c a n d o un corte radial a lo
largo del p l a n o y - 0 (línea O A ) ,
deslizando las superficies corta-
das, una a lo largo d e la o t r a , la
distancia AA' y volviéndolas a
unir. E s t a secuencia de operacio-
n e s 2 p r o d u c e una dislocación de
cuña positiva a lo largo del eje z,
con un c a m p o de deformación
i d é n t i c o al q u e e x i s t e a l r e d e d o r de
un modelo de dislocación como el
de la figura 4-8. Como q u i e r a q u e
la línea de dislocación es paralela
al eje z, las deformaciones en esa
dirección son nulas y se puede
FIG. 6 - 1 0 . — D e f o r m a c i ó n de un círcu- t r a t a r el problema como un caso
lo que c o n t i e n e una dislocación e n de deformación plana.
cuña. El círculo no d e f o r m a d o es el
que tiene la circunferencia de trazos;
T r a t á n d o s e de d i s l o c a c i o n e s d e
la línea c o n t i n u a representa a esa cir- c u ñ a rectas, en u n m a t e r i a l elás-
cunferencia después que se ha intro- t i c a m e n t e isótropo, las ten iones,
d u c i d o la dislocación de cuña. en términos de los tres e-es de
coordenadas ortogonales, eslán da-
das p o r las ecuaciones siguientes ( l a notación es la m i s m a q u e s e h a
utilizado en los capítulos 1 y 2 ) :

byQxl+if)
0~X T0 — — [6-1]
(x + 2/)
by{x2 + y1)
[6-2]

o-z = p(crx + o-y) [6-3]

' I . D. ESIIELBY, W. T . R E A D y W . S H O C K L E Y : Acta Met., vol. 1, p;i-.s. 351-


359, 1 9 5 3 .
2
Es interesante observar que este p r o b l e m a fue a n a l i z a d o p o r Volterra
en 1907, m u c h o antes de que apareciera el c o n c e p t o de d i s l o c a c i o n e s , l.os de-
talles m a t e m á t i c o s se pueden hallar en A. E. H . L O V E : " A t r e a t i s e on the
Mathematical Theory of Elasticity", p á a s . 221-28, Cambridge U n i v c r s i u Press,
N u e v a York, 1934.
I1C. CAMf l l TRNTONII OWN* Dtl EACIOR

de d o n d e

T0 =
2tt(1 - v)
bxtf-y2)
T X y=T 0 [6-4]
(x2 + y,2)2
2
)
TXZ = TYX = 0 [6-5]

En c o o r d e n a d a s polares, las ecuaciones son

- Tob sen 6
crr-cre = [6-6]
r
T
b eos d
r0 — Ter — T0 [6-7]

07 actúa en la dirección radial, m i e n t r a s q u e <rfl lo h a c e en un p l a n o


perpendicular a r. Obsérvese que las tensiones varían i n v e r s a m e n t e con
la distancia q u e las separa de la línea d e dislocación. C o m o la tensión
se hace infinita c u a n d o r = 0, se ha de excluir del análisis u n a p e q u e ñ a
zona cilindrica r = r 0 alrededor de la línea d e dislocación.
U n a dislocación helicoidal recta en un m e d i o i s ó t r o p o tiene una
simetría c o m p l e t a m e n t e cilindrica. P a r a un sistema d e c o o r d e n a d a s
rectangulares, solo dos de los c o m p o n e n t e s de la tensión n o son igua-
les a c e r o :

°27T
b "
X2 + if-
[6-8]
Gb
rv,= [6-9]
277 X*+lf

Puesto que en las dislocaciones helicoidales n o hay ningún medio pla-


no extra de á t o m o s , t a m p o c o hay tensiones n o r m a l e s d e tracción o
compresión. El c a m p o d e tensiones es s i m p l e m e n t e d e cizallamiento.
La simetría radial de este c a m p o de tensiones es evidente c u a n d o la
tensión cizallante se expresa en un sistema d e coordenadas p o l a r e s :

Gb
[6-10]
2irr

M e d i a n t e radiación i n f r a r r o j a polarizada se h a o b s e r v a d o 1 e n los


cristales de silicio el campo de deformaciones existente alrededor d e una
dislocación de cuña en un medio isótropo.
La energía implicada en la formación d e una dislocación en cuña

'W. L. B O N D y ]. A . V D R U S : Phys. Rev., vol. 101, pág. 1211, 1956.


se puede estimar a partir del t r a b a j o r e q u e r i d o para desplazar el corte
OA, en la figura 6-10, una distancia b a lo largo del plano de desli-
zamiento :

U=^-fr,Trebdr^y fr,T0b2 cosd— [6-11]


^ r r. ^

Pero eos 0 = 1 a lo largo del plano de deslizamiento ?/ = 0, de manera


que la energía de deformación está d a d a por

U - , f . hi - ?l [6-12]
47r(l -- v) rQ

Del m i s m o modo, la energía de d e f o r m a c i ó n de una dislocación heli-


coidal está dada por
1 C't Gb1 r
U = - J T0lb dr = —— ln — | 6-131
2 r 4ir r0

Obsérvese que, de acuerdo con la h i p ó t e s i s q u e h e m o s m a n t e n i d o h a s t a


este p u n t o , la energía de d e f o r m a c i ó n por u n i d a d . d e l o n g i t u d d e la
dislocación es proporcional a Gb2. E s t a energía de deformación c o r r e s -
ponde a unos 10 ev p o r cada p l a n o atómico a t r a v e s a d o por la dislo-
cación en cuña (problema 6-9). La energía total de u n c r i s t a l q u e
contiene muchas líneas de dislocación es la s u m a de las e n e r g í a s d e
deformación de las dislocaciones individuales, m á s los t é r m i n o s q u e
expresan las interacciones de los c a m p o s d e tensiones d e las d i s l o c a -
ciones, más el término que describe las tensiones i n t e r n a s desarrolladas
por las fuerzas externas.

6 - 8 . F u e r z a s e n l a s d i s l o c a c i o n e s . — C u a n d o a un cristal se le
aplica una fuerza externa de s u f i c i e n t e magnitud, las d i s l o c a c i o n e s se
mueven y producen deslizamiento. D e e s t e modo, e x i s t e u n a f u e r z a
que a c t ú a sobre las líneas de dislocación y q u e tiende a d i r i g i r l a s l i a c i a
adelante. La figura 6-11 m u e s t r a una l í n e a de dislocación moviéndose
en la dirección de su vector de Burgers bajo la influencia de una ten-
sión cizallante uniforme r . Un e l e m e n t o de la línea de d i s l o c a c i ó n ds
es desplazado, en una m a g n i t u d di, e n la dirección d e d e s l i z a m i e n t o ,
normal a ds. El área barrida por el e l e m e n t o lineal es ds di. Esto co-
r r e s p o n d e a un d e s p l a z a m i e n t o medio del cristal situado encima del
plano de deslizamiento respecto a l c r i s t a l d e d e b a j o d e d i c h o plano,
de u n a magnitud igual a dsdlb/A, en la que A es el área del plano
de deslizamiento. El t r a b a j o r e a l i z a d o por la tensión c i z a l l a n t e q u e
actúa en el plano de deslizamiento es dW = rA(ds di b)/A, que co-
rresponde a una fuerza dW/dl q u e a c t ú a sobre el e l e m e n t o ds e i la
dirección de su normal. Por consiguiente, la fuerza por unidad de Ion.
gitud que a c t ú a sobre la línea de dislocación es

F=rb [6-14]

Esta f u e r z a es n o r m a l a la línea de dislocación en t o d o s los p u n t o s


de su longitud y está dirigida hacia la p a r t e sin deslizar del plano de
deslizamiento.
C o m o la energía de deformación de las líneas de dislocación es
proporcional a su longitud, para a u m e n t a r e s t a se h a d e realizar un
trabajo. Por t a n t o , es conveniente considerar q u e las dislocaciones po-
seen u n a tensión lineal que intenta re-
ducir al m í n i m o su energía, acortando
su longitud. La tensión lineal se mide
en u n i d a d e s de energía por unidad de
longitud y es análoga a la tensión su-
perficial de los líquidos. En las líneas
de dislocación curvas, la tensión lineal
produce una f u e r z a r e s t a u r a d o r a que
tiende a enderezarlas. La magnitud de
esta f u e r z a es T / R , en la que T es la
tensión lineal y R el radio de curvatu-
ra de la línea de dislocación curva. La
dirección de esta fuerza es perpendicu-
lar a la línea de dislocación y dirigi- F i e . 6-11.—Fuerza que actüa so-
da hacia el c e n t r o de curvatura. Debido bre una línea de dislocación.
a la tensión lineal, las líneas de disloca-
ción tienen una curvatura de equilibrio s o l a m e n t e si actúa sobre ellas
una tensión cizallante. La condición de equilibrio para que ento su-
ceda es

Por consiguiente, la tensión cizallante r e q u e r i d a para m a n t e r . ^ Una


línea d e dislocación con un radio de c u r v a t u r a R es

[6-15]
Rb

Orowan 1 ha señalado que la determinación de esta tensión guarda a n a -


logía con el problema de hacer una b u r b u j a soplando a través 'Je u n a
boquilla s u m e r g i d a en un líquido. La tensión lineal varía d e U£ p u n t o
a otro a lo largo de la línea de dislocación. S t r o h 2 ha d e m o s t r ó l o q u e
1
E. OROWAN: "Dislocations in Metals", págs. 99-102, American I n r . t u t e of
Mining and Metallurgical Engineers, Nueva York, 1953.
2
A. N. S T R O H • Pmn Ph<,r e r « „ . < — • < > ~>~ • — •
1« Ec. [6-13] proporciona una b u e n a aproximación d e l a t e n s i ó n l i n e a l .
Le más utilizada es V*** 0,5Gb1, q u e s e o b t i e n e d e l a E c . [ 6 - 1 3 ¡ c u a n -
do se sustituyen los valores t í p i c o s r l = = 1 0 0 0 Á y r 0 = 2 Á.

6-9. F u e r z a s e n t r e las d i s l o c a c i o n e s Las d i s l o c a c i o n e s d e s i g -


n o c o n t r a r i o s i t u a d a s en el m i s m o p l a n o d e d e s l i z a m i e n t o se atraen
entre sí, se aproximan y finalmente se anulan. Esto se p u e d e v e r f á c i l -
mente en el caso de una dislocación de cuña (Fig. 4-8), en la que la
superposición de una dislocación positiva y otra negativa en el m i s m o
plano de deslizamiento hace que se elimine el plano e x t r a d e á t o m o s
y, p o r c o n s i g u i e n t e , l a dislocación desaparece. Por el c o n t r a r i o , las
dislocaciones de igual signo en el m i s m o plano d e d e s l i z a m i e n t o s e
repelen.
La situación m á s sencilla a considerar e s la fuerza e n t r e d o s d i s l o -
caciones helicoidales paralelas. P u e s t o q u e el campo d e t e n s i o n e s d e
una dislocación helicoidal es radialmente simétrico, l a f u e r z a e n t r e
ellas es una fuerza central q u e d e p e n d e s o l o de la d i s t a n c i a q u e l a s
separa,
Gb1
Fr = rezb = ~ f 6-16]
2-rrr

La fuerza es atractiva en d i s l o c a c i o n e s d e signo c o n t r a r i o i'heliooides


antiparalelos) y repulsiva en d i s l o c a c i o n e s del m i s m o signo (helicoides
paralelos).
Consideremos ahora las f u e r z a s e n t r e dos d i s l o c a c i o n e s de c u ñ a
paralelas con los mismos vectores d e B u r g e r s . R e f i r i é n d o n o s n la f i g u -
ra 6-10, las dislocaciones en cuña s e e n c u e n t r a n en P y e n Q, p a r a l e l a s
a l e j e z, c o n s u s v e c t o r e s d e B u r g e r s a l o l a r g o d e l e j e .v. L a f u e r z a e n -
tre ellas no es central y, por t a n t o , e s p r e c i s o c o n s i d e r a r u n a c o m p o -
nente radial y otra tangencial. L a f u e r z a p o r u n i d a d de longitud e s t á
dada por1
p _ 1 Gb2 s e n 20
t r
T T í1 - v) r
2tt( — r
27r(l - v) r

Como las dislocaciones de cuña e s t á n esencialmente c o n f i n a d a s al p l a -


no de deslizamiento, la fuerza c o m p o n e n t e a lo largo d e la d i r e c c i ó n x,
que es la de deslizamiento, es de máximo interés,

Fx = Fr eos 6 - F0 sen 8

,6
~ 2-rr (1 — Vj^x^+y^y "181

1
A. H. COTTRELL: "Dislocations and Plastic Flow in Crystals", pau. 46.
Oxford University Press, N u e v a York, 1953.
La figura 6-12 es una representación de la variación de Fx con la
distancia x, en la que x está expresada en unidades de y. La curva A
representa dislocaciones del m i s m o signo; la curva B, dislocaciones de
signo opuesto. Obsérvese que las dislocaciones del mismo signo se
repelen c u a n d o x > y (6 < 45°) y se a t r a e n c u a n d o x < y (0>45°).
La inversa es cierta para dislocaciones de signo contrario. F , es cero
c u a n d o * = 0 y x-y. La situación z = 0, en la que las dislocaciones en

FIG. 6-12.—Representación gráfica de la He. [6-181. La curva continua A co-


rresponde a dos dislocaciones de cuña del m i s m o signo. La B, a dos disloca-
ciones de cuña d e signo contrario. (Según A. H . COTTRELL : Dislocations and
Flow Plástic in Crystals, pág. 48, Oxford University Press, Londres, 1953.)

cuña se e n c u e n t r a n verticalmente unas encima de las otras, es un


e s t a d o de equilibrio. P o r tanto, la teoría predice que una ordenación
vertical de dislocaciones de cuña del mismo signo se encuentra en
equilibrio estable. E s t a es la disposición que existe en los límites de
grano d e ángulo p e q u e ñ o de tipo inclinado.
El caso de d o s dislocaciones paralelas con vectores de Burgers di-
ferentes p u e d e r a z o n a r s e considerando sus energías relativas 1 . Este es
el caso de dislocaciones en dos planos de deslizamiento diferentes. En
general, n o h a b r á una posición estable como en el caso anterior. Las
dislocaciones i n t e n t a r á n juntarse o separarse. Consideremos dos dislo-
caciones paralelas b, y b 2 , que pueden, o quizá no, atraerse y combi-
1
READ, op. cit., pág. 131.
narse en b 3 . Las dos dislocaciones se atraen si b2 < b\2 + b22 y se re-
pelen si bi2 > b¡2 + b22. E x p r e s a d o d e o t r o modo, l a s d i s l o c a c i o n e s s e
atraen si el ángulo f o r m a d o p o r s u s vectores d e B u r g e r s e s m a y o r
que 90°. Se repelen si dicho ángulo es menor que 90°.
Las superficies libres ejercen una fuerza de atracción sobre las
dislocaciones, ya que al escapar e s t a s d e la superficie d e l cristal r e d u -
cen su energía de deformación. K o e h l e r 1 h a d e m o s t r a d o q u e esta f u e r
za es a p r o x i m a d a m e n t e igual a l a q u e s e ejercería en u n s ó l i d o i n f i n i t o
entre una dislocación y otra de s i g n o contrario situada e n u n a posición
que es la imagen especular d e l a p r i m e r a a l o t r o lado d e l a s u p e r f i c i e .
Esta fuerza de la imagen es igual a

Gb2 1
J
4-7t(1 - v) r

para una dislocación de cuña. Sin e m b a r g o , conviene t e n e r e n c u e n t a


que las superficies metálicas están cubiertas f r e c u e n t e m e n t e de finas
películas de óxido. Las dislocaciones q u e se aproximan a la superficie
recubierta de un material e l á s t i c a m e n t e más d u r o e n c u e n t r a n una
fuerza de la imagen repulsiva en vez d e una atractiva.

6 - 1 0 . T r e p a d o d e d i s l o c a c i o n e s . — U n a dislocación en cuña sola-


mente se p u e d e deslizar en el p l a n o q u e contiene la línea de disloca-
ción y su vector de Burgers (dirección de deslizamiento). Para mover
una dislocación en cuña en una dirección perpendicular al plano de
deslizamiento se requiere un p r o c e s o de trepado. En el m o v i m i e n t o de
las dislocaciones helicoidales interviene siempre el deslizamiento, de
manera que d i c h o m o v i m i e n t o n o está relacionado con el trepado.
Para el t r e p a d o se requiere la traslación de masas por difusión y, por
consiguiente, es un proceso a c t i v a d o t é r m i c a m e n t e . Se a d m i t e conven-
cionalmente q u e el sentido de t r e p a d o es aquel en el que los átomos
se alejan del m e d i o plano extra de á t o m o s de una dislocación en cuña,
de m a n e r a que dicho m e d i o plano se desplace hacia arriba una capa
atómica. N o r m a l m e n t e esto o c u r r e p o r difusión de u n a v a c a n t e hacia la
dislocación y p o r desplazamiento del á t o m o extra hacia la posición re-
ticular de la v a c a n t e (Fig. 6-13) T a m b i é n es posible, a u n q u e n o favora-
ble energéticamente, que los á t o m o s se liberen del m e d i o p l a n o extra
y se t r a n s f o r m e n en á t o m o s intersticiales. Para producir t r e p a d o ne-
gativo se h a n d e añadir á t o m o s al m e d i o plano. E s t o p u e d e ocurrir al
unirse al m e d i o plano extra los á t o m o s de la red c i r c u n d a n t e , lo que
crea vacantes, o con m e n o s p r o b a b i l i d a d al difundirse u n á t o m o in-
tersticial a la dislocación.
El trepado de las dislocaciones es necesario para que s e produzca
la alineación vertical de las dislocaciones en cuña sobre los planos

i j . S. KOEHLER: Phys. Rev., vol. 60, pág. 397, 1941.


de deslizamiento que origina límites de grano de ángulo pequeño en
el proceso de poligonización. Se han aplicado técnicas de ataque sobre
cristales flexionados y recocidos que han demostrado la existencia de
este fenómeno. El trepado de dislocaciones es también un factor im-
portante en la fluencia lenta ("creep") de los metales, en la que la
energía de activación para el estado de fluencia estacionaria es igual
a la necesaria para la autodifusión de los metales puros. El hecho de
que la autodifusión se produzca por el movimiento de vacantes impli-
ca que en la fluencia lenta debe intervenir el trepado de dislocaciones.

6-11. C o d o s e n Jas d i s l o c a c i o n e s . — N o es preciso que las dislo-


caciones estén confinadas a un solo plano. Cuando una dislocación se
desplaza de un plano a otro crea
un escalón o codo en la línea de
dislocación. Los codos pueden pro-
ducirse por la intersección de dis- • ' • • • •
locaciones, como se mostró en la
figura'4-29, o durante el trepado,
cuando este no ocurre a lo largo
de toda la longitud del medio pla-
[a)
no extra de átomos.
En la figura 6-14 se muestra la Fie. 6-13.—a) Difusión de una vacante
hacia una dislocación en cuña, b) Una
intersección de dos dislocaciones dislocación trepa un espaciado re-
en cuña. Una dislocación en cuña ticular.
XY, con un vector de Burgers b¡,
se está moviendo sobre el plano Pxy y corta a la dislocación AD, con
vector de Burgers b, que se encuentra sobre el plano P¿D- La intersec-
ción origina el codo PF en la dislocación AD. El codo resultante es
paralelo a b„ pero su vector de Burgers es b, ya que forma parte de
la línea de dislocación APP'D. La longitud del codo es igual a la del
vector de Burgers h¡. Obsérvese que el codo resultante de la inter-
sección de dos dislocaciones en cuña tiene una orientación de cuña y,
por consiguiente, puede deslizarse fácilmente con el resto de la dislo-
cación. Por este motivo, la formación de codos en las dislocaciones
en cuña n o impide su movimiento. Sin embargo, se requiere energía
para cortar una dislocación, ya que la formación de un codo aumenta
su longitud. La energía de los codos es aproximadamente 0,5Gb*, pues-
to que la tensión lineal media es 0,5Gb2 y la longitud de los codos
es b¡.
La figura 4-29 muestra la intersección d e dos dislocaciones heli-
coidales. De acuerdo con la regla general, los codos son perpendicula-
res a los planos de deslizamiento en los que las dislocaciones se m u e -
ven. Se puede apreciar que los codos f o r m a d o s por la intersección
de dos dislocaciones helicoidales tienen una orientación d e cuña por-
que son perpendiculares al vector de Burgers d e las dislocaciones heli-
coidales. Puesto que las dislocaciones de c u ñ a solo se pueden mover
dislocaciones
píntente« codos, estos no pueden moverse en una
dirección normal al eje del helicoide, excepto por el proceso de t r e - ' '
pado. (Je aquí se desprende que
es má-; difícil mover dislocacio- -
nes helicoidales a través de un
bosque de dislocaciones intersecó
tor qu<: mover dislocaciones de
c u ñ a a través de u n a ordenación
interscctora. La veracidad de este
hecho <;e c o m p r u e b a mediante la
siguienic o b s e r v a c i ó n 1 : las ban- •
das de deslizamiento en el alumi-
nio avanzan m á s l e n t a m e n t e cuan-
d o se las mira en una dirección
perpendicular a la de deslizamien-
to que c u a n d o se observan a lo
largo de esta. En la intersección
de dislocaciones mixtas, helicoida-
les y cu cuña, los codos pueden
m o v e r , o lateralmente por desliza-
miento, según la dislocación se
desplaza a través de la red.

6 - 1 2 . I n t e r a c c i ó n e n t r e dislo-
b ^ c a c i o n e s y v a c a n t e s . — C a d a vez
existe mi n ú m e r o mayor de prue-
b a s de que los defectos de punto,
X
principalmente las vacantes, se
( Y producen d u r a n t e la deformación
plástica. La mayor parte de las
FIG. 6-1*1.—Intersección de dos dislo- pruebas experimentales 2 están ba-
caciones en curta, (W. T. REAP, ] I \ : sadas s o b r e d e f o r m a c i o n e s a bajas
Dislocations in Crystals, McGraw-Hill
Book Company, Inc., N u e v a York,
t e m p e r a t u r a s (para suprimir la mo-
1953.) vilidad de las vacantes), seguidas
de mediciones de la resistividad
eléctrica y de la mecánica antes y d e s p u é s d e los t r a t a m i e n t o s de reco-
cido, Se l\i\ c o m p r o b a d o que, a p r o x i m a d a m e n t e h vmt,\d del aumento de
resistividad debido a U detcmwaoión en (vio se elimina por recocido den-
tro IwtovvftUvs d i t e m p e r a t u r a b i e n definidos v con energías de acti-

«N. K. ClIKN y R, B. Poso: Tntnf. A/ME, vol. 194. págs. 1085-092. 1952.
»Para revisione» <U « t e tema, víase T. BROOM-, AVANCES in Phys. \-o\. y
páís 26-83, 1934, y " S y m p o s i u m o n Vacancier and Other P o i n t Defects m
Metals and Àlloyi", Institut« ef Mitili, tondre», 1958.
de «etlvaelón observadas para el recocido de probetas templad« e Irra*
diadas. Además, las variaciones de resistividad van acompañadas de
escaso cambio en la resistencia mecánica, indicando que las dislo-
caciones no son responsables de dichas variaciones. La formación de
defectos de punto debidos a la deformación, en los cristales iónicos,
se ha demostrado midiendo la conductividad y la densidad y obser-
vando los centros de color.
Los codos en las líneas de dislocación pueden actuar como ma-
nantiales y sumideros de defectos de p u n t o . Debido a los ángulos en-
p trantes de los codos, estos son centros favorables para la absorción y
aniquilación de vacantes. Asimismo, se considera generalmente que en
, los codos se pueden engendrar vacantes. En el mecanismo usual 1 in-
tervienen los codos formados por la intersección d e dislocaciones
. helicoidales. Como se ha indicado en la sección anterior, el movi-
miento en una dirección normal a su eje de las dislocaciones helicoi-
dales que contienen codos solo puede ocurrir por trepado. Al trepar,
el codo engendra vacantes. Sin embargo, existen dos p u n t o s dudosos
acerca' de este mecanismo. Friedel 2 ha señalado que n o hay razón
| para que un codo no pueda deslizarse a lo largo de u n a dislocación
¡: helicoidal sin producir vacantes, con tal que pueda unirse en seguida
3
a un componente de cuña de la línea de dislocación. C o t t r e l l ha
f mostrado que los codos formados por la intersección de dislocaciones
helicoidales producen generalmente á t o m o s intersticiales y no vacan-
| tes. Sin embargo, los experimentos de recocido muestran que son las
f vacantes, y no los átomos intersticiales, los defectos de punto predo-
minantes en los metales deformados en frío. Friedel, M o t t y Cottrell 4
i han propuesto otros mecanismos para la producción de vacantes por
codos de las dislocaciones. Aun cuando n o se han establecido todavía
los detalles exactos del mecanismo de la formación de vacantes du-
rante la deformación en frío, se ha c o m p r o b a d o la intervención de los
codos producidos por la intersección de dislocaciones.
Entre las vacantes y las dislocaciones existe una fuerza atractiva.
Por consiguiente, las vacantes deberían poder formar atmósferas alre-
dedor de las dislocaciones, del mismo m o d o que los átomos solutos.
Las vacantes pueden también interactuar u n a s con otras para formar
pares de vacantes (divacantes) y existen p r u e b a s que apoyan la hipó-
tesis de que se reúnen en grandes grupos o apiñamientos.

1
! • F. SEITZ: Advances in Phys., vol. 1, pas. 43, 1952.
2
I' 1 . FRIEDEL: Phil. M a g . , v o l . 4 6 , pdg. 1 1 6 5 , 1955.
i J
A. H. COTTRELL-. "Dislocations and Mechanical Properties of Crystals ,
. pags. 509-12, John Wiley & Sons, Inc., Nueva York, 1957.
;
^ j. F R I E D E L : "Les Dislocations", Gauthier-Willars & Oe, Parfc. 1956.
N. F. M o r r : "Dislocations and Mechanical Properties of Crystals , P ^ f - ^ 9 -
7 1 , John Wiley & Sons, Inc., Nueva York, 1 9 5 7 ; A . H . C O T T R E L L : Vacancies
and Other Point Defects in Metals and Alloys", pigs. 2 8 - 2 9 , Institute of Metals,
Londres, 1958.
DIETER.—13
m i r e dlilocaolonee y átomo* pxtrnfin».-~La
presencia de un átomo extraño grande produce una dilatación de la
matriz. Un átomo de tamaño excesivo es atraído hacia la zona de
tracción y repelido de la zona de compresión de una dislocación en
cuña. La segregación de átomos solutos hacia las dislocacionse dismi-
nuye la energía del sistema. Para simplificar, se supone que los áto-
mos solutos producen una distorsión simétrica e hidrostática de la
matriz. Si el átomo soluto ocupa un volumen mayor en AV que el del
átomo de la matriz a quien sustituye, la energía de interacción entre
el campo localizado de tensiones de la dislocación y el átomo extraño
será
í/¡ = o-,„ AV [6-201

en la que cr m = -l¡3{crx + cr, + o-z) es la componente hidrostática del


campo de tensiones. La variación en volumen está dada por
4
AV= /jW [6-211

en la que a es el radio del átomo solvente y £=(<? -a) /a es la defor-


mación producida al introducir un átomo soluto de radio a . Cuando
el átomo soluto está situado en un punto dado por las coordenadas
polares r, 8 respecto a una dislocación de cuña, la energía de inter-
acción está dada por 1
A sen 8 sen 8
Ur- = 4 Gbea2 [6-22]

La fuerza entre una dislocación de cuña y un átomo soluto no es cen-


tral. Los componentes radiales y tangenciales están dados por

0U¡
Fo = [6-23]
&e

Cuando se produce una distorsión desigual de la red de la matriz


a causa de los átomos solutos, estos pueden interactuar con el com-
ponente cizallante del campo d e tensiones, así como con el compo-
nente hidrostático. En estas condiciones la interacción se produce entre
átomos solutos y dislocaciones helicoidales y de cuña. En el caso de
átomos de carbono y nitrógeno en el hierro, la simetría tetragonal
alrededor de las posiciones intersticiales conduce a un componente
cizallante del campo de tensiones. En las aleaciones ccc, la disociación
en dislocaciones parciales produce dos dislocaciones enlazadas elásti-
camente, con un componente en cuña importante.
Cottrell y Bibly han señalado que, en un tiempo t, el número de
átomos solutos, n ( í ) , que emigra a una unidad de longitud de la línea

A . BILBY : Proc. Phys, Soc. (Londres), vol. 63A, pág. 191, 1950.
de dislocación desde una solución que contiene inicialmente H6 átomos
solutos por unidad de volumen es

n [6-24]

en la q u e :

A = parámetro de interacción d e la Ec. [6-22], y


D = coeficiente de difusión de los átomos solutos a temperatu-
ra T.

En la deducción de esta ecuación la línea de dislocación sirve como


sumidero de átomos solutos que capturan cualquier á t o m o que pasa,
pero no obstruye la entrada de otros átomos, Este concepto es válido
durante las primeras etapas del envejecimiento por deformación, en las
que se ha comprobado se cumple la relación tVi. Sin embargo, hacia
las últimas etapas las posiciones sobre la línea de dislocación se sa-
turan y la hipótesis de que estas actúan como un centro de eliminación
ya no es válida. Ahora, la probabilidad de que los átomos abandonen
el centro es igual a la probabilidad de que afluyan hacia él, por lo
que se establece un gradiente de concentración en estado estacionario.
La distribución en el estado estacionario de los átomos solutos alrede-
dor de las dislocaciones es lo que se conoce con el nombre de atmós-
fera. La concentración local c y la concentración media c0 guardan la
siguiente relación : _ ^
c - c 0 exp ~ ~ [6-25]

Se ha sugerido 1 que los átomos solutos pueden difundirse a lo


largo de las dislocaciones hasta que encuentran una barrera. Si la
interacción entre átomos solutos es fuerte, se puede f o r m a r un preci-
pitado fino. De este modo las líneas de dislocación quedan libres para
actuar como sumideros durante períodos de tiempo mayores y la re-
lación r 2 ' 3 subsiste hasta que todas las líneas de dislocación se h a n
saturado con átomos solutos.
Cuando la concentración de átomos solutos alrededor de la dislo-
cación es b a s t a n t e elevada, la atmósfera se condensa en una sola línea
de á t o m o s solutos, paralela a la línea de dislocación, en una posición
de máximo enlace a dos espaciados atómicos, aproximadamente, p o r
debajo del núcleo de la dislocación en cuña positiva. La tensión reque-
rida para apartar una línea de dislocación de una línea de átomos so-
lutos a 0 ° K es
A
[6-26]

1
B. A. BILBY y G. M. LEAK : J. Iron Steel Inst. (Londres), vol. 184, pág. 64,
1956.
en la que A está dada por la Ec. [6-22] y r0 2 x l 0 ~ 8 cm es la dis-
tancia desde el núcleo de la dislocación hasta la posición de la línea
de átomos solutos. C u a n d o se libera a la línea de dislocación del campo
de influencia de los á t o m o s solutos, el deslizamiento puede continuar
con una tensión m á s b a j a que la dada por la Ec. [6-26], Este es el
origen del límite elástico a p a r e n t e superior de la curva tensión-defor-
mación.
C u a n d o una f u e r z a externa intenta apartar una línea de dislocación
de su atmósfera, esta ejerce una fuerza restauradora que intenta, a su
vez, atraerla hacia su posición original. Si la velocidad de la línea de
dislocación es pequeña p u e d e moverse a r r a s t r a n d o tras de sí la atmós-
fera. Según Cottrell, la velocidad m á x i m a a la que una línea de dislo-
cación p u e d e moverse y a la vez a r r a s t r a r su atmósfera es

W-27]
kl r-

Si la línea de dislocación se m u e v e a una velocidad superior será pre-


ciso vencer la fuerza r e s t a u r a d o r a y la atmósfera se q u e d a rezagada.
Los dientes que se f o r m a n en la curva tensión-deformación se deben
al esfuerzo realizado p o r la línea de dislocación para alejarse de la
atmósfera de á t o m o s solutos y a la atenuación posterior de dicho
esfuerzo que p e r m i t e a la a t m ó s f e r a interactuar de n u e v o con las
dislocaciones.

6 - 1 4 . M a n a n t i a l e s d e d i s l o c a c i o n e s . — E l b a j o límite elástico de
los cristales p u r o s n o s lleva a la conclusión de que en los cristales
recocidos por c o m p l e t o y en los solidificados c u i d a d o s a m e n t e a partir
del líquido deben existir manantiales de dislocaciones. La energía lineal
de las dislocaciones es tan elevada que hace difícil que las tensiones
de razonable m a g n i t u d puedan crear nuevas dislocaciones en una re-
gión del cristal d o n d e n o existen estas, incluso con la ayuda de las
fluctuaciones térmicas. E s t o es causa de una diferencia i m p o r t a n t e en-
tre los defectos de línea y los de p u n t o . La densidad de dislocaciones
en equilibrio térmico con un cristal es despreciablemente pequeña.
N o existe una relación general e n t r e la densidad de dislocaciones y la
t e m p e r a t u r a , como o c u r r e con las vacantes. Puesto q u e las disloca-
ciones no son a f e c t a d a s por las fluctuaciones térmicas a t e m p e r a t u r a s
inferiores a las que se produce la recristalización, los m e t a l e s pueden
tener densidades de dislocaciones b a s t a n t e diferentes d e p e n d i e n t e s de
las condiciones de elaboración. Los materiales t o t a l m e n t e recocidos
contienen u n a s 106 a 108 líneas de dislocación por c e n t í m e t r o cuadrado,
mientras q u e en los metales i n t e n s a m e n t e d e f o r m a d o s en frío hay
unas 1012 líneas por c e n t í m e t r o c u a d r a d o .
Se tiene la creencia general de que todos los metales, con excep-
ción d e las " b a r b a s " d e l g a d í s i m a s , c o n t i e n e n un n ú m e r o a p r e c i a d l e de
dislocaciones p r o d u c i d a s c o m o resultado del crecimiento del cristal a
partir del líquido o de la fase vapor. Con estudios de ataque y méto-
dos de difracción de rayos X b a j o condiciones rigurosamente contro-
ladas, se han o b t e n i d o p r u e b a s experimentales de la existencia de dis-
locaciones en los cristales solidificados. En cristales crecidos por de-
posición desde la fase vapor, se ha m o s t r a d o que la nucleación de la
fase sólida se produce alrededor de las dislocaciones helicoidales que
emergen de la superficie del s u b s t r a t o sólido.
P o r medio de técnicas de decoración de dislocaciones se han con-
seguido m u c h a s p r u e b a s de la existencia de redes de dislocación tridi-
mensionales en los cristales iónicos recocidos. En metales recocidos se
han observado los anillos de dislocación por medio de la microscopía
electrónica de transmisión de películas d e l g a d a s S e cree que estos
anillos se originan a causa del colapso de los discos de vacantes y co-
rresponden a dislocaciones prismáticas. Existen ciertas p r u e b a s que
indican que estos anillos pueden crecer y unirse para f o r m a r redes de
dislocación en cristales recocidos sin d e f o r m a r . Asimismo, hay pruebas
que sugieren que algunas de las vacantes condensadas f o r m a n huecos
que son responsables de la formación d e dislocaciones. A u n c u a n d o hay
pocas d u d a s de que en los metales recocidos o c u i d a d o s a m e n t e solidi-
ficados existen dislocaciones, se necesita m u c h a más información sobre
el m e c a n i s m o por el que se producen y s o b r e el m o d o en que están
dispuestas en el metal.

6 - 1 5 . Multiplicación de dislocaciones. Manantial de F r a n k -


R e a d . — U n o de los p r i m e r o s obstáculos p a r a el desarrollo de una teoría
sobre las dislocaciones fue la exposición clara de un m e c a n i s m o razo-
nable que explicase por qué los m a n a n t i a l e s originalmente presentes
en el metal podían producir nuevas dislocaciones d u r a n t e el proceso
de deslizamiento. Tal m e c a n i s m o se r e q u i e r e cuando se observa clara-
m e n t e que el d e s p l a z a m i e n t o superficial en u n a banda de deslizamiento
se debe al m o v i m i e n t o de unas 1000 dislocaciones sobre el plano de
deslizamiento. D e este modo, el n ú m e r o de manantiales de dislocacio-
nes inicialmente p r e s e n t e s en un metal no p u e d e justificar el espaciado
y desplazamiento o b s e r v a d o s en las b a n d a s de deslizamiento, a no ser
que exista un m e d i o por el cual cada m a n a n t i a l pueda producir grandes
magnitudes de deslizamiento antes de q u e d a r inmovilizado. A d e m á s ,
si n o hubiera ningún manantial e n g e n d r a n d o dislocaciones, la defor-
mación en frío produciría u n a disminución, en vez de un a u m e n t o ,
de la densidad de dislocaciones en un monocristal. P o r consiguiente,
debe existir un proceso que engendre dislocaciones o multiplique el
n ú m e r o inicialmente presente para p r o d u c i r la elevada densidad de
dislocaciones hallada en los metales d e f o r m a d o s en frío. El esquema
mediante el cual se pueden engendrar dislocaciones a partir d e las ya

1
H I R S C H , SILCOX, SMALLMAN y WESTMACOTT, op. cit.
La prueba más espectacular de la existencia de manantiales de
Frank-Read ha sido hallado por Dash 1 en cristales de silicio decorados
con cobre. La figura 6-16 muestra un manantial de Frank-Read en un
cristal de silicio fotografiado con luz infrarroja. También se han obte-
nido pruebas en aleaciones de aluminio y en cristales iónicos empleando
técnicas de precipitación, y en el acero inoxidable, por medio de la
microscopía electrónica de películas delgadas.

6-16. Apilamiento d e dislocaciones.—Frecuentemente nos he-


mos referido al hecho de que las dislocaciones se apilan en los planos
de deslizamiento frente a obstáculos tales como los límites de grano,
las partículas de segunda fase y las dislocaciones sésiles. En los api-

Fic. 6-17.—Dislocaciones apiladas ante un obstáculo.

lamientos, las dislocaciones están íntimamente unidas en las proximi-


dades de la cabeza de la ordenación y espaciadas más ampliamente
hacia el manantial (Fig. 6-17). La distribución de dislocaciones del
mismo signo en un apilamiento a lo largo de un plano de deslizamiento
único ha sido estudiada por Eshelby, Frank y N a b a r r o 2 . El número
de dislocaciones que puede ocupar una distancia L a lo largo del pla-
no de deslizamiento entre el manantial y el obstáculo es

knrsL

en la que TS es la tensión cizallante media resuelta en el plano de


deslizamiento y k es un factor próximo a la unidad. En las disloca :io-

'W. c . DASH: "Dislocations and Mechanical Properties of Crystals", pá-


gina 57, John Wiley & Sons, Inc., Nueva York, 1957.
2
J. D. ESHELBY, F. C. FRANK y F. R. N. NABARRO: Phil. Mag., vol. 42,
pág. 351, 1951; cálculos para tipos de apilamientos más complicados han sido
propuestos por A . K. HEAD: Phil. Mag., vol. 4, págs. 295-302. 1959; la con-
firmación experimental de esta teoría la han obtenido MEAKIN y WILSDORF .
op. cit., págs. 745-52.
' AFILA!*.. .«TO Di uiSLQCAliüNSS W\

nes d e cuña k - l - v , mientras en las dislocaciones helicoidales es J t = 1.


C u a n d o el m a n a n t i a l está situado en el c e n t r o de un grano d e diá-
m e t r o D, el n ú m e r o de dislocaciones en el apilamiento está d a d o p o r

kTTTs D
n =- [6-30]
1GB~

Se utiliza el factor 4 en vez del factor 2 p o r q u e la retrotensión s o b r e


el m a n a n t i a l se p r o d u c e a causa de las dislocaciones apiladas a a m b o s
lados del mismo.
P a r a m u c h o s fines, se puede considerar que una ordenación de
n dislocaciones apiladas es una dislocación gigante con vector de Bur-
gers nb. A grandes distancias de la ordenación, la tensión debida a
las dislocaciones se p u e d e considerar p r o d u c i d a por u n a dislocación
de i n t e n s i d a d nb, situada en el centro de gravedad, a u n a distancia
que es las t r e s c u a r t a s partes de la que separa al manantial d e la ca-
beza del apilamiento. El deslizamiento total producido por un apila-
m i e n t o se p u e d e considerar que es d e b i d o a u n a sola dislocación nb
moviéndose una distancia 3L/4. Sobre las dislocaciones s i t u a d a s en la
cabeza del a p i l a m i e n t o actúan fuerzas m u y elevadas. E s t a f u e r z a es
igual a nbrs, en la que T, es la tensión cizallante media resuelta sobre
el p l a n o de deslizamiento. K o e h l e r 1 ha señalado que en las cabezas
de los apilamientos se producen grandes tensiones d e tracción del
orden d e m . S t r o h 2 ha realizado un análisis algo más d e t a l l a d o d e la
distribución de tensiones. Utilizando el sistema de c o o r d e n a d a s d a d o
en la figura 6-17, d e m o s t r ó que la tensión de tracción n o r m a l a la
línea OP está d a d a por
3 / £ \ 1/2 0
o" = —- ^ —-j 7S s e n 0 c o s — [6-31]

El valor m á x i m o d e o- se produce c u a n d o 0 = 1/3 o 0 = 7 0 , 7 ° . En este


caso

Omá.t = ( —- ) ' ' 2 t s [6-32]

La tensión cizallante que a c t ú a en el plano D P está dada por

r = í3ri{~y2 [6-33]

El n ú m e r o d e dislocaciones que puede soportar un o b s t á c u l o de-


pende del tipo d e la b a r r e r a , de la relación de orientación e n t r e el
plano de d e s l i z a m i e n t o y los aspectos estructurales en dicha b a r r e r a ,

ij. S. KOEHLER: Phys. Rev., vol. 85, pág. 4 8 0 , 1952.


2
A. N . STROH: Proc. Roy. Soc. (Londres), vol. 223. págs. 404-14, 1954.
ü

la temperatura. La rotura de una barrera puede pro-


aucirae por deslizamiento en un nuevo plano, por trepado de disloca-
ciones alrededor de la barrera o por formación de tensiones de trac-
ción lo suficientemente elevadas para producir una grieta.
De los conceptos discutidos anteriormente se puede desarrollar la
ecuación de Petch, que expresa la dependencia existente entre el límite
elástico y el tamaño de grano. v Se supone que la fluencia ocurre cuando
se produce una tensión cizallante crítica TC en la cabeza del apilamiento.
Se parte de la hipótesis de que esta tensión es independiente del ta-
maño de grano. De la Ec. [6-30] tenemos
v(l-v)r,2D
TITS TC
4 Gb
Se supone que la tensión cizallante resuelta es igual a la tensión
aplicada menos la tensión interna media requerida para vencer la re-
sistencia que se opone al movimiento de las dislocaciones. Si, además,
las tensiones cizallantes se convierten en tensiones uniaxiales de trac-
ción, p. ej., TC = crc/2, la expresión anterior se transforma en
7r(l-v)(o-0-cr,)2D
- = o~c
8 Gb
Dicha expresión puede reordenarse a fin de obtener la relación deseada
entre el límite elástico cr0 y el diámetro de grano D:

8Gb(Xc i "
O"o = O",- + 16-34]
TrTTiTT 15

BIBUOGRAF1A

BURGERS, J. M., y W. G . BURGERS: Dislocaciones en las redes cristalin.is, en


F. R. Eirich (ed.), "Rheology", vol. I, A c a d e m i c Press, Inc., N u e v a York,
1956.
COHEN, M. (ed.): "Dislocations in M e t a l s " , A m e r i c a n I n s t i t u t e of M i n i n and
Metallurgical Engineers, N u e v a Y o r k , 1953.
COTTRELL, A . H . : "Dislocations and P l a s t i c Flow in C r y s t a l s " , O x f o r d Univer-
sity Press, N u e v a York, 1953.
FISHER, J. C . , W. G. JOHNSTON, R. THOMSON y T. VREELAND, Jr. ( e d s . ) : "Dis-
l o c a t i o n s and Mechanical Properties of C r y s t a l s " , John W i l e v & S o n s . Inc.
N u e v a York, 1957.
READ, W . T., Jr.: "Dislocations in Crystals", McGraw-Hill B o o k C o m p a n y .
Inc., N u e v a York, 1953.
SCHOEK, G . : Teoria de las dislocaciones en la plasticidad de los metalcs, en
" A d v a n c e s in Applied Mechanics", v o l . IV, A c a d e m i c Press, Inc., Nueva
York, 1956.
VAN BUEREN, H . G . : "Imperfections i n Crystals", I n t e r s c i e n c e P u b l i s h e r s . Inc..
N u e v a York, 1960.
CAPITULO 7

F R A C T U R A

7 - 1 . I n t r o d u c c i ó n . — L a f r a c t u r a es la separación o fragmentación
de un cuerpo sólido en dos o más p a r t e s b a j o la acción de una tensión.
Se p u e d e c o n s i d e r a r q u e la f r a c t u r a es el r e s u l t a d o de dos procesos:
la iniciación y la propagación de grietas. Las f r a c t u r a s se pueden cla-
sificar en dos categorías generales: f r a c t u r a dúctil y fractura frágil.
Las f r a c t u r a s dúctiles se caracterizan por una deformación plástica
apreciable a n t e s y d u r a n t e la propagación d e las grietas. E n las super-
ficies f r a c t u r a d a s se observa n o r m a l m e n t e un grado perceptible de
deformación macroscópica. La f r a c t u r a frágil de los metales se carac-
teriza p o r u n a r á p i d a velocidad de propagación de grietas sin defor-
mación macroscópica y muy poca microdeformación. E s similar al
despegue de los cristales iónicos. La tendencia a que se p r o d u z c a frac-
tura frágil a u m e n t a al disminuir la t e m p e r a t u r a , al i n c r e m e n t a r la ve-
locidad de d e f o r m a c i ó n y en condiciones de tensión triaxial (producida
n o r m a l m e n t e p o r u n a entalla). La f r a c t u r a frágil se ha de evitar a t o d a
costa, ya que o c u r r e sin previo aviso y p r o d u c e n o r m a l m e n t e conse-
cuencias desastrosas.
En este capítulo se ofrece una amplia descripción de los f u n d a m e n -
tos de la f r a c t u r a de los metales. P u e s t o que la mayor p a r t e de la in-
vestigación se h a c e n t r a d o sobre el p r o b l e m a de la f r a c t u r a frágil, a
este t e m a se le d e d i c a una atención especial. E n el capítulo 14 se tra-
tan con mayor detalle los aspectos d e la f r a c t u r a frágil en ingeniería.
La f r a c t u r a se p r o d u c e de formas características, dependiendo del es-
tado de tensión, d e la velocidad con q u e se aplica esta y d e la tempe-
ratura. A no ser q u e se indique lo contrario, en este capítulo se p a r t e
de la hipótesis de que la fractura se p r o d u c e p o r una sola aplicación de
una tensión de tracción uniaxial. En capítulos posteriores se estudia
la f r a c t u r a b a j o condiciones más complejas. Ejemplos típicos son la
f r a c t u r a p r o d u c i d a por torsión (Cap. 10), fatiga (Cap. 12) y fluencia
lenta (Cap. 13), y la f r a c t u r a frágil a b a j a temperatura, fragilidad de
revenido y fragilidad producida por el h i d r ó g e n o (Cap. 14).

7 - 2 . T i p o s d e f r a c t u r a en los metales.—Los metales pueden


presentar m u c h o s tipos diferentes d e f r a c t u r a s dependiendo del mate-
rial, t e m p e r a t u r a , e s t a d o de tensión y velocidad de carga. Las dos am-
plias categorías de f r a c t u r a , dúctil y frágil, y a se han estudiado. La
figura 7-1 ilustra esquemáticamente algunos de los tipos de fracturas
203
UTir H T l o a metales sometidos a tracción. Las fracturas
(Flg. 7*1 a ) se caracterizan por una separación n o r m a l a la f
tensión de tracción, pero por difracción de rayos X es posible detectar 5
una fina capa de metal d e f o r m a d o en la superficie d e f r a c t u r a . En >
los metales cc y he se han obser- i
vado f r a c t u r a s frágiles, pero no en ;
los metales ccc, a n o ser que exis- i
tan factores que contribuyan a '
la fragilización de los límites de
grano.
Las f r a c t u r a s dúctiles adoptan
f o r m a s diferentes. Los monoeris-
talcs de los metales he pueden
deslizarse en planos base sucesi-
vos hasta que el cristal finalmente
¡6) se separa por cizallamiento (figu-
FIG. 7-1.—Tipos de fractura observa- ra 7-1 b). Las probetas policrista-
dos en metales sometidos a tracción linas de metales muy dúctiles, co-
monoaxial. a) Fractura frágil de nio- mo el oro o el plomo, pueden real-
nocristales y policristales. b) Fractura
mente estirarse y estrangularse
de cizallamiento en monocristales dúc-
tiles. c) Fractura completamente dúctil hasta un p u n t o antes de romperse
en policristales. d) Fractura dúctil en (Fig. 7-1 c). En la fractura en trac-
policristales. ción de metales m o d e r a d a m e n t e
dúctiles la d e f o r m a c i ó n plástica
produce una estrangulación o zona de estricción local (Fig. 7-1 d). La
f r a c t u r a comienza en el centro de la probeta y luego se extiende por
una separación de cizalladura a lo largo de la línea de trazos de la
figura 7-1 d. El resultado obtenido es la familiar f r a c t u r a en forma
de "copa".
Las f r a c t u r a s se clasifican de acuerdo con características diversas,
tales c o m o la deformación de f r a c t u r a y la f o r m a cristalográfica y as-
pecto de la misma. G e n s a m e r 1 ha resumido, c o m o se indica a con-
tinuación, los términos c o m ú n m e n t e utilizados para describir las frac-
turas :

Comportamiento descrito Témúno utilizado

M o d o cristalográfico Cizallamiento Despegue


A s p e c t o de la fractura Granular
Deformación de fractura ... ... Dúctil Frágil

Las f r a c t u r a s por cizallamiento se producen c o m o r e s u l t a d o de des-


lizamiento extensivo en el plano activo de deslizamiento. E s t e tipo de
1
M . GENSAMER: Estudio general del problema la fatiga y la fra-tura.
en "Fatigue and Fracture of Metals", John Wiley & Sons. Inc., Nueva York.
1952.
fractura e s provocado por tensiones cizallantes. £1 m o d o de f r a c t u r a
por despegue está c o n t r o l a d o p o r tensiones de tracción que actúan
n o r m a l m e n t e al p l a n o cristalográfico de despegue. El aspecto, a pe-
queños a u m e n t o s , d e u n a superficie de f r a c t u r a producida por cizalla-
miento, es gris y fibroso, m i e n t r a s que el d e u n a f r a c t u r a p o r des-
i pegue es brillante o granular, debido a la reflexión de la luz sobre las
I superficies lisas d e despegue. Las superficies d e f r a c t u r a están com-
puestas f r e c u e n t e m e n t e de una mezcla de f r a c t u r a fibrosa y granular
1 y es c o s t u m b r e hacer mención del p o r c e n t a j e del área superficial re-
K presentada por u n a d e estas categorías. Basándose en el examen me-
H talográfico, las f r a c t u r a s de las m u e s t r a s policristalinas se clasifican
P¡ en transgranulares (la grieta se propaga a través de los granos) o inter-
|| granulares (la grieta se propaga a lo largo de los límites de g r a n o ) . Las
fj fracturas dúctiles son las que p r e s e n t a n u n grado considerable de
|? deformación. El límite entre una f r a c t u r a dúctil y otra frágil es arbi-
f • trario y d e p e n d e de la situación que se está considerando. Así, p. ej.,
' las f u n d i c i o n e s n o d u l a r e s son dúctiles c u a n d o se comparan con las
"r, fundiciones grises o r d i n a r i a s ; sin embargo, se consideran frágiles cuan-
H do se' c o m p a r a n con el acero suave. O t r o e j e m p l o es el de una probeta
r de tracción p r o f u n d a m e n t e e n t a l l a d a ; la r o t u r a se p r o d u c e con poca
fe deformación macroscópica, pero p u e d e o c u r r i r por el m o d o de ciza-
K llamiento.

p 7-3. R e s i s t e n c i a c o h e s i v a t e ó r i c a d e l o s m e t a l e s . — L o s metales
| son de gran valor tecnológico, principalmente a causa de su elevada re-
i sistencia mecánica, c o m b i n a d a con
|¿ cierto grado de plasticidad. En tér-
I minos generales, la resistencia se
i debe a las f u e r z a s cohesivas en-

Í
j tre átomos. En general, las fuer-
•»- ao ^«J /' r-nti
j zas cohesivas e l e v a d a s están rela- ! \ \
1 r \ V
cionadas con c o n s t a n t e s elásticas
A i separación
/l
|
ti grandes, p u n t o s d e fusión eleva-
dos y p e q u e ñ o s coeficientes de / 2 entre
dtomos, x
C dilatación t é r m i c a . La figura 7-2
| muestra la variación de la fuerza
f cohesiva entre d o s á t o m o s en f u n -
f ción de su separación. Esta cur-
tí va es el r e s u l t a d o de las f u e r z a s FIG. 7-2.—Fuerza de cohesión en
función de la distancia entre átomos
atractivas y repulsivas entre los
; átomos. El espaciado i n t e r a t ó m i c o c u a n d o no hay deformación se re-
1 presenta por a0. Si el cristal se s o m e t e a u n a carga d e tracción, la
separación entre á t o m o s a u m e n t a . Al a u m e n t a r la separación, la f u e r z a
í repulsiva decrece m á s r á p i d a m e n t e que la a t r a c t i v a , d e m a n e r a q u e se
crea una fuerza n e t a entre á t o m o s que equilibra la carga d e tracción.
Al a u m e n t a r e s t a última, la fuerza repulsiva continúa decreciendo,
h a l t a alcanzar un punto en el que dicha fuerza es despreciable y la
fuerza atractiva disminuye a causa de la mayor separación de los áto-
mos. Dicho punto corresponde al valor máximo de la curva y repre-
senta la resistencia cohesiva teórica del material.
Se puede obtener una buena aproximación de la resistencia cohesiva
teórica si se supone que la curva de la fuerza cohesiva puede repre-
sentarse por una curva senoidal:
2iTX
cr = crmix s e n - — [7-1]

en la que crnili:( es la resistencia cohesiva teórica. El trabajo realizado


durante la fractura, por unidad de superficie, es el área que queda
debajo de la curva:

u0= o"máx s e n —-— dx = [7-2]


J
0 A IT

La energía por unidad de área requerida para producir una nueva su-
perficie es 7. Si se supone que todo el trabajo que interviene en la
fractura contribuye a la creación de dos nuevas superficies, la Ec. [7-2]
se puede escribir
ACTmáx _
—- — 2y

hny
Cr,n '; V [7-3]
A ~

Puesto que la ley de Hooke se cumple en la parte inicial de la curva,


la tensión se puede escribir como
Fx
o" = —7— [7-4]

Para eliminar A de la Ec. [7-3], tomemos la primera derivada de la


Ec. [7-1]:
da- 2 7T 2-nx
-7- = 0-míx — eos-—
dx A A

Puesto que eos (2irx/\) es aproximadamente igual a la unidad para los


pequeños valores de x implicados, la expresión anterior se puede es-
cribir
d<r 2rr
-j- = crmix~ [7-5 J
dx A

Asimismo, se puede derivar la Ec. [7-4] para obtener

da- E
[7-6]
dx ao
Igualando [7-5] y [7-6] y sustituyendo en [7-3] se obtiene l a expre-
sión final de la resistencia cohesiva teórica de los cristales:

E \1/2
<r m á ,= ( — [7-7]
\ a0 /

Al sustituirse por valores razonables las cantidades q u e intervienen


en la expresión a n t e r i o r (véase problema 7-1), se obtiene la predicción
de una resistencia cohesiva del o r d e n de 1,4 x 103 K g / m m 2 . Este valor
es de 10 a 1000 veces mayor que las resistencias a la f r a c t u r a obser-
vadas en los metales. Solamente la resistencia a la fractura de las b a r b a s
de los metales, exentas de dislocaciones, se aproxima a la resistencia
cohesiva teórica.

7-4. T e o r í a d e G r i f f i t h s o b r e la f r a c t u r a f r á g i l . — L a p r i m e r a
explicación d e la discrepancia e n t r e la resistencia a la f r a c t u r a obser-
vada en los cristales y la resistencia cohesiva teórica f u e p r o p u e s t a por
G r i í f i t h L a t e o r í a de Griffith en su f o r m a original s o l a m e n t e es apli-
cable a materiales p e r f e c t a m e n t e frágiles, tales como el vidrio. Sin
embargo, aun c u a n d o no se pueden aplicar directamente a los metales,
las ideas de G r i f f i t h han influido en f o r m a decisiva en los actuales
conceptos relativos a la fractura de los metales.
Griffith s u p u s o que un material frágil contenía una población de
grietas finas que p r o d u c í a concentraciones de tensiones d e suficiente
magnitud p a r a s u p e r a r a la resistencia cohesiva en regiones localiza-
das, aun c u a n d o la tensión nominal estuviese m u y por d e b a j o del valor
teórico. C u a n d o una de las grietas se extiende para p r o d u c i r una frac-
tura frágil, se p r o d u c e un a u m e n t o del área de las superficies de las
dos caras de la grieta. Esto exige energía p a r a vencer a la f u e r z a de
cohesión de los á t o m c s o, dicho de o t r a forma, requiere un a u m e n t o
de la energía superficial. El m a n a n t i a l de la energía necesaria se en-
cuentra en la energía de deformación elástica, que se libera cuando la
grieta se extiende. G r i f f i t h estableció el siguiente criterio para la pro-
pagación de una g r i e t a : Una grieta puede propagarse cuando la dis-
minución de la energía elástica es al menos igual a la energía necesaria
para formar las nuevas superficies de grieta. Este criterio p u e d e em-
plearse p a r a d e t e r m i n a r la m a g n i t u d d e la tensión de tracción q u e
puede j u s t a m e n t e hacer que una grieta de cierto t a m a ñ o se p r o p a g u e
como f r a c t u r a frágil.
C o n s i d e r e m o s el m o d e l o de grieta de la figura 7-3. E l espesor d e
la plancha es despreciable y el p r o b l e m a se p u e d e t r a t a r c o m o un c a s o
de tensiones planas. Se supone que la grieta tiene una sección t r a n s -
versal elíptica. La grieta interior tiene una longitud 2c y la abierta al

'A. A. GRIFFITH: Phil. Trans. Roy. Soc. (Londres), vol. 2 2 1 A , págs. 163-
98, 1920; First Intn. Congr. Appl. Mech., Delft, 1924, pág. 55.
exterior una igual a c. El efecto de a m b a s clases de grietas en el com-
portamiento a la fractura es el m i s m o . La distribución de tensiones
para una grieta elíptica fue d e t e r m i n a d a por I n g l i s D e b i d o a la for-
mación de la grieta se produce una disminución de la energía de defor-
mación. La energía de d e f o r m a c i ó n elástica
por u n i d a d de espesor de la plancha es igual a

77C-CT-
U E = - _____ [7-8]

e n d o n d e cr e s la t e n s i ó n d e t r a c c i ó n q u e
a c t ú a n o r m a l m e n t e a l a l o n g i t u d d e la g r i e -
ta 2c. L a e n e r g í a s u p e r f i c i a l d e b i d a a la p r e -
s e n c i a d e la g r i e t a es

£/s = 4 r y [7-9]

La v a r i a c i ó n t o t a l d e la e n e r g í a p o t e n c i a l re-
s u l t a n t e d e la c r e a c i ó n d e la g r i e t a es

AU=US+U, Í7-10]

FIG. 7 - 3 . — M o d e l o de De acuerdo con el criterio de Griffüh, la


una grieta de Griffith, grieta se p r o p a g a r á b a j o la acción de la ten-
s i ó n c o n s t a n t e cr si u n i n c r e m e n t o infinitesi-
mal en la longitud de la grieta n o p r o d u c e variación en la energía
potencial t o t a l del sistema, es decir, si el a u m e n t o d e la energía super-
ficial se c o m p e n s a p o r u n d e c r e m e n t o en la e n e r g í a elástica:

d!\U
= 0:
~dc~
. Inca2 a
4-y =0

2 Ey \1
17-11"

La Ec. [7-11] expresa la t e n s i ó n r e q u e r i d a p a r a q u e se p r o p a g u e la


grieta en un material frágil c o m o f u n c i ó n del t a m a ñ o de la micro;_;rieta.
Esta ecuación indica que la t e n s i ó n de f r a c t u r a es i n v e r s a m e n t e pro-
porcional a la raíz c u a d r a d a d e la longitud d e la grieta. Así, p. ej.,
haciendo 4 veces m a y o r la l o n g i t u d de la grieta, la tensión de frac-
tura se reduce a la mitad.

X
C. E. INGLIS: Trans. Inst. Naval Architects, vol. 55, pt. I, pá?-,. 219-30,
1913.
E n una plancha que sea gruesa comparada con la longitud de la
grieta (deformación plana) la ecuación d e Griffith es

r 2Ey 1W
cr= - t t —2 n — l
[7-12]j
L ll-v) 7TC J

Si el análisis es tridimensional, en el que se supone q u e la grieta es


un esferoide m u y a p l a n a d o l , la única diferencia es u n valor d i s t i n t o
de la constante d e la ecuación de Griffith, por lo que la simplificación
de considerar solo el caso bidimensional n o p r o d u c e u n gran error.
U n a forma alternativa de explicar la diferencia e n t r e la baja resis-
tencia a la f r a c t u r a de los metales con su alta resistencia cohesiva
teórica f u e p r o p u e s t a por O r o w a n 2 . Inglis demostró q u e la tensión
en el extremo d e u n a grieta elipsoidal de longitud 2c, con r a d i o de
c u r v a t u r a p en dicho extremo, es

¡
0*máx = 2 crU ) " [7.13]

en d o n d e cr es la tensión nominal c u a n d o no existe grieta. La agudeza


de la c u r v a t u r a del extremo de la grieta debe ser del o r d e n d e m a g -
nitud de un espaciado interatómico, p = a0. Haciendo esta sustitución
en la Ec. [7-13] y combinándola con la [7-7] se obtiene u n a expresión
para la tensión crítica que puede causar la fractura frágil, que es aná-
loga a la ecuación d e G r i f í i t h :

D e n t r o de la precisión de la estimación, esta ecuación predice el m i s m o


valor de la tensión necesaria para propagar una grieta a través d e un
sólido frágil q u e la ecuación de Griffith.
La teoría de Griffith predice satisfactoriamente la resistencia a la
f r a c t u r a de un material frágil tal como el vidrio 3 . La Ec. [7-11] da
para el vidrio razonables longitudes de grietas, del orden d e 1 ¡i. P a r a
el cinc, la teoría predice longitudes de grieta de varios milímetros, las
cuales pueden a veces ser superiores al espesor de la probeta y, p o r
tanto, en este caso n o es aplicable la teoría de Griffith.
Los primeros experimentos sobre la fractura de fibras d e v i d r i o
m o s t r a r o n que se podían obtener resistencias casi iguales a la teórica
en fibras recién estiradas del material fundido. Las resistencias m á s
elevadas se obtuvieron en las fibras de menor diámetro, puesto q u e
eran estas fibras las que habrían de tener las microgrietas m á s cortas.

! R . A. SACK: Proc. Phys. Soc. (Londres), vol. 58, pig. 729, 1946.
2
E . OROWAN: Welding /., vol. 34, pâgs. 157s-160s, 1955.
3
O. L. ANDERSON ; Criterio de Grijfith sobre la fractura del oidrio, en
"Fracture", pàgs. 331-53, John Wiley & Sons, Inc., N u e v a York, 1959.
DICTER.—14
diámetro, que pueden
i f t e t t r i l í resistencia, como son el método de preparación, la tem-
peratura del vidrio fundido y la magnitud y velocidad de estirado a
partir de ese vidrio fundido. Datos rccicntcs 1 sobre la variación de
l a r e s i s t e n c i a c o n el d i á m e t r o m o s t r a r o n q u e n o h a y d e p e n d e n c i a c u a n -
d o se p r e p a r a n las f i b r a s d e v i d r i o d e d i s t i n t o s t a m a ñ o s en condicio-
nes casi idénticas. En experimentos realizados con "barbas" metálicas 2
se obtuvieron también resistencias a la fractura muy próximas al valor
teórico. La resistencia de una barba de metal varía inversamente con
el diámetro. Este tipo de dependencia con el tamaño era de esperar
s u p o n i e n d o q u e la r e s i s t e n c i a s e e n c u e n t r e r e l a c i o n a d a c o n el n ú m e r o
d e d e f e c t o s s u p e r f i c i a l e s . P o r o t r o l a d o , si la b a r b a c o n t i e n e c i e r t o
n ú m e r o d e m a n a n t i a l e s d e d i s l o c a c i ó n , la l o n g i t u d d e l m a n a n t i a l m á s
e x t e n d i d o v a r i a r á d i r e c t a m e n t e c o n el d i á m e t r o , m i e n t r a s q u e la re-
sistencia lo hará inversamente. Por tanto, no es posible decidir, a par-
tir de la forma de variación de la resistencia con el diámetro, si la
elevada resistencia de las barbas es debida a la ausencia de defectos
superficiales o de dislocaciones.
L a resistencia d e las f i b r a s d e v i d r i o es m u y sensible a los defec-
tos superficiales. Si la superficie de una fibra recién preparada se toca
con un objeto duro, la resistencia disminuye instantáneamente. La
resistencia de una fibra q u e n o se h a y a m a n e j a d o puede descender a
un valor bajo simplemente por el efecto del ataque atmosférico, a las
pocas horas de haber estirado el material fundido.
Joffe 3 mostró que la resistencia a la fractura de cristales de NaCl
puede aumentar mucho si el ensayo se realiza bajo agua. Este efecto
Joffe se atribuye al saneamiento de las grietas superficiales por disolu-
ción del cristal salino en el agua. Se ha comprobado que también la
resistencia de otros cristales iónicos depende del ambiente que se en-
c u e n t r e e n c o n t a c t o c o n l a s u p e r f i c i e , p e r o el e f e c t o J o f f e n o p u e d e
explicarse en estos cristales p o r un simple p r o c e s o de disolución.

7-5. M o d i f i c a c i o n e s de la t e o r í a d e Griffith.—Los metales que


rompen de forma frágil muestran evidentemente la existencia de una
capa delgada de metal deformado plásticamente cuando se examina
la superficie de fractura por métodos de difracción de rayos X 4 . En la
sección 7-7 se citarán otros indicios de que la fractura frágil de los
metales va siempre precedida de una pequeña proporción de deforma-
ción plástica. Por tanto, parece que la teoría de Griffith, en su forma
original, no es aplicable a la fractura frágil de los metales.
1
F. OTTO: J. Am. Ceramic Soc., vol. 3 8 , pig. 123, 1955.
2
S . S. BRENNER: / . Appl. Phys., vol. 2 7 , pAg. 1 4 8 4 , 1 9 5 6 .
3
A. F . JOFFE: "The Physics of Crystals", McGraw-Hill Book Company,
Inc., Nueva York, 1928.
4
E. P . KLIER: Trans. ASM, vol. 43, pags. 935-57, 1951; L. C. CHANG:
/. of Mech. and Phys. Solids, vol. 3, pigs. 212-17, 1955; D. K. FELBECK y
E. OROWAN: Welding J., vol. 34, pigs. 570s-575s, 1955.
O r o w a n 1 ha sugerido que la ecuación de Griffith se puede hacer
más compatible con la fractura frágil d e los metales si se incluye en
ella un término p que exprese el trabajo de deformación plástica ne-
cesario para extender las paredes de la grieta

El término debido a la energía superficial se puede despreciar, porque


las estimaciones del término debido al t r a b a j o plástico son de 105
a 106 ergios/cm 2 , mientras que los valores de y son de 1000 a 2000 er-
gios/cm 2 . Existen algunas pruebas experimentales de que p disminuye
con la temperatura.
I r w i n 2 ha extendido la teoría de Griffith a la mecánica de la frac-
tura. La finalidad es encontrar un criterio de diseño para predecir la
tensión a la que puede producirse una propagación rápida de la frac-
tura. Se trata esencialmente de una teoría macroscópica relacionada
con grietas del orden del milímetro o mayores. El factor más intere-
sante es la fuerza de ampliación de las grietas, también llamada velo-
cidad de liberación de la energía de deformación. La fuerza de am-
pliación de las grietas § se mide en K g m / m 2 = Kg/m, o en libras-pul-
g a d a / p u l g a d a 2 = l i b r a s / p u l g a d a , y es la cantidad de energía liberada en
el agrietamiento de una probeta como resultado de la extensión o
ampliación de una grieta que avanza u n a u n i d a d de superficie. Cuando
esta cantidad alcanza un valor crítico, la grieta se propagará rápida-
mente. Qc es la tenacidad de fractura. Representa la fracción del tra-
bajo total suministrado por el sistema, que se absorbe irreversible-
mente en el flujo plástico local y en el despegue para f o r m a r la unidad
de superficie de la fractura. Gc parece ser una propiedad fundamental
del material esencialmente independiente de los efectos d e tamaño. En
cambio depende de la composición, la microestructura, temperatura y
la velocidad de carga. Los valores de Q c para el acero varían entre
100 a 600 lb/pulg, según sean la t e m p e r a t u r a y la composición.
Para medir Q c es necesario disponer d e alguna expresión matemá-
tica de confianza para Q como función de las dimensiones de la grieta,
de las relaciones geométricas de la probeta, d e las constantes elásticas
y de la tensión nominal aplicada 3 . La p r o b e t a se carga hasta que se
alcanza un valor de la tensión para el que una grieta inicialmente

1
E. OROWAN, en "Fatigue and Fracture of Metals", simposio en el Massa-
chusetts Institute of Technology, John Wiley & Sons, Inc., Nueva York, 1950.
2
G . R. IRWIN: Naval Research Lab. Rept. 4763, mayo, 1956, se puede ob-
tener de la Oficina de Servicios Técnicos, PB 121224; G. R. IRWIN, J. A. KIES
y H. L. SMITH: Proc. ASTM, vol. 58, págs. 640-60, 1958.
}
E n el ASTM Bulletin, enero y febrero de 1960, se presentan procedi-
mientos detallados para medir Q c en tracción. D. H. WINNE y B. H. WUKDT :
Trans. ASME, vol. 80, pág. 1643, 1958, han dado métodos q u e emplean pro-
betas de flexión con entalla y un disco que gira a alta velocidad.
presente se propaga rápidamente. El valor calculado de Q para estas
condiciones es igual a Qc. Para una grieta de longitud 2c en una plan-
cha infinitamente ancha, la relación e n t r e la tensión y <?, está expresada
por
EQ \

C o m p a r a n d o la Ec. [7-16] con la ecuación modificada de Griffith [7-15]


se observa que Q es análoga al t é r m i n o de flujo plástico p d e Orowan.
En la teoría original de Griffith se supone que una grieta se propaga
rápidamente c u a n d o es Q = 2y. Sin embargo, en la modificación de
esta teoría por Irwin, Q es un p a r á m e t r o a d e t e r m i n a r experimental-
mente. P a r a u n a plancha finita de a n c h o L con una grieta central de
longitud 2c o dos grietas de b o r d e de longitud c, la fuerza de amplia-
ción de las grietas b a j o carga de tracción es

17-17]

7-6. F r a c t u r a f r á g i l d e m o n o c r i s t a l e s — S e considera que la frac-


tura frágil de los monocristales está relacionada con la tensión normal
resuelta sobre el plano de despegue. La ley de Sohncke establece que
la fractura se produce c u a n d o la tensión n o r m a l resuelta alcanza un
valor crítico. C o n s i d e r a n d o la situación expuesta para o b t e n e r la ten-
sión cizallante resuelta d e deslizamiento (Fig. 4-18), la c o m p o n e n t e de
la fuerza de tracción que actúa n o r m a l m e n t e al plano de despegue es
P eos 4>, siendo <¿> el ángulo f o r m a d o por el eje de tracción y la normal
al plano. El área del plano de despegue es A/(cos<l>), por lo que la
tensión n o r m a l resuelta para la f r a c t u r a será

< T
P eos ó P , ,
c ~ ~ r r , — ^ - = tcos24> [7-18
A/( cosr/;) A

Los planos de despegue de ciertos metales y los valores d e la tensión


normal crítica se dan en la tabla 7-1.
A u n q u e la ley de Sohncke ha sido aceptada d u r a n t e veinticinco años,
no está f u n d a m e n t a d a sobre una base experimental muy extensa. Sur-
gieron d u d a s sobre la confianza que debería prestársele en ensayos de
fractura de monocristales de cinc a - 7 7 y - 1 9 6 0 C ' . Se observó que
la tensión n o r m a l resuelta de despegue variaba h a s t a en 10 veces su
valor para una diferencia grande en la orientación de los cristales. Esta
discrepancia con la ley d e la tensión normal p o d r í a d e b e r s e a defor-
mación plástica antes d e la f r a c t u r a , pero es difícil que e s t o pudiera
explicarla totalmente.

1
A. DERUYTTERE y G. B. GREENOUGH : ¡. Inst. Metals, vol. 84, págs. 337-
345, 1955-56.
Tensiones normales críticas para él d*sptgut
de los monocristales *

Tempera- Ttnilón cri-


Metal Red cristalina Plano de despegue tura, *C tica normal,
Kg/mm*

Hierro CC (100) -100 26


-185 27.5
Cinc (0,03% C d ) . . . he (0001) -185 0,19
Cinc (0,13% Cd) . . . he (0001) -185 0.30
Cinc (0,53% C d ) ... he (0001) -185 1,20
Magnesio he ( 0 0 0 1 ) , (10T1)
(1012), (1010)
Telurio Hexagonal (1010) 20 0.43
Bismuto Romboédrico (111) 20 0.32
Antimonio Romboédrico (111) 20 0.66

• Datos de C. S. B A R R E T T : «Estructura de los metales», Agullar, Madrid, 1957;


N. J. P E T C H : «The Fracture oí Metals», en Progrets <n Metal Phusics, vol. 5, Pergamon
Press, X-td., Londres, 1954.

En la figura 7-1 se mostraron varios modos de fractura de los mo-


nocristales. Los metales he ensayados en ciertas condiciones, a la
temperatura ambiente o por encima de ella, solo cizallarán sobre un
número restringido de planos base. La fractura puede producirse por
cizallamiento (Fig. 7-1 £ ) . Es más frecuente que el deslizamiento ocu-
rra sobre sistemas ajenos al plano basal, y el cristal se estrecha y
estira, casi hasta u n punto, antes de que se produzca la r o t u r a . El modo
usual de fractura de los cristales ccc supone una estricción producida
por deslizamiento múltiple, seguida de deslizamiento sobre un juego
de planos hasta producirse la rotura. El cristal se puede estirar hasta
una línea como el filo de una navaja, o hasta un punto (si el desliza-
miento múltiple prosigue hasta la rotura). El mejor criterio de tensión
para la fractura dúctil de los metales ccc parece ser el de la tensión
cizallante resuelta sobre el plano de fractura (que es usualmente el
plano de deslizamiento).
El modo de f r a c t u r a en los cristales de hierro cc depende mucho
de la temperatura, la pureza, el tratamiento térmico y la orientación
del cristal 1 . Los cristales situados en la vecindad del vértice [001]
del triángulo estereográfico no muestran ductilidad estimable cuando
se ensayan en tracción a ~ 1 9 6 ° C , mientras que los próximos a las
orientaciones [111] y [011] pueden romper, estirándose hasta un filo
de navaja cuando se les ensaya a la misma temperatura. Es interesante
observar que la transición de fractura frágil a dúctil es muy nítida,
ocurriendo d e n t r o de un intervalo d e variación de orientación de
solo 2°, aproximadamente.
1
N . P. ALLEN, B . E . HOPKINS y J. E. MCLENNAN: Proc. Roy. Soc. (Londres),
íf vol. 2 3 4 A , pág. 2 2 1 , 1 9 5 6 .

J
¿14 MACTU*A [CAI-, 7

7-7. A s p e c t o s m e t n l o g r á f i c o s <1< la fractura frágil. El auge


alcanzado p o r la teoría de G r i f f i t h ha ervido de n a t u r a l acicate para
que los metalógrafos utilizaran sus m> roscopios para la b ú s q u e d a de
grietas de G r i f f i t h en los metales. Sin e ibargo, las observaciones, hasta
con los a u m e n t o s posibles en el micrc copio electrónico, no han pro-
porcionado p r u e b a s de la existencia d grietas de Griffith en los nié-
gales n o d e f o r m a d o s . En cambio, a u m ¡tan c o n t i n u a m e n t e las pruebas
experimentales de la posibilidad de ; rmación de microgrietas como
consecuencia de la deformación plásti i.
H a c e ya b a s t a n t e s a ñ o s que se di >one de p r u e b a s metalográfieis
de la formación de microgrietas en las inclusiones del acero por efecto
de la d e f o r m a c i ó n plástica. Estas mic agrietas no producen necesaria-
mente f r a c t u r a frágil, p e r o contribuya a la anisotropía observada en
la resistencia a la f r a c t u r a dúctil. El echo de que el acero fabricado
en vacío, que tiene m u y pocas inclu ones, m u e s t r e una disminución
en la anisotropía de f r a c t u r a confirm. la idea de q u e las microgrieias
se originan en las partículas de una s gunda fase.
Low 1 estableció una excelente co¡ elación entre deformación plás-
tica, m i c r o g r i e t a s y f r a c t u r a f r á g i l . Di n o s t r ó q u e , p a r a el a c e r o s i n ve
de un t a m a ñ o de grano d e t e r m i n a d o e n s a y a d o a - 1 9 6 ° C , la tensión
necesaria p a r a producir f r a c t u r a frág en tracción era la m i s m a que
la que d a b a lugar a fluencia en c o m j esión. Las microgrietas observa-
das eran de solo uno o dos granos d • longitud. Se han realizado 2 es-
tudios m á s detallados de las condicú es necesarias para la formación
de microgrietas m e d i a n t e el ensayo d tracción del acero suave a tem-
peraturas b a j o cero c u i d a d o s a m e n t e o n t r o l a d a s . La figura 7-4 mues-
tra u n a microgrieta típica observada m una p r o b e t a antes de que se
rompiera.
La relación que existe entre la de endencia con la t e m p e r a t u r a del
límite elástico, tensión de r o t u r a y i ictilidad, y la formación de mi-
crogrietas se ilustra en la figura 7-5. En la región A, en las proximi-
d a d e s de la t e m p e r a t u r a ambiente, ina p r o b e t a de tracción rompe
con u n a f r a c t u r a dúctil d e copa. L estricción de rotura es del 50
al 6 0 % . E n la región B es todavía el ictil la f r a c t u r a , pero la orla ex-
t e r n a de la m i s m a m u e s t r a facetas c o despegue. A la t e m p e r a t u r a de
transición J ¿ se p r o d u c e el t r á n s i t o t • f r a c t u r a dúctil a f r a c t u r a frágil.
La existencia de la t e m p e r a t u r a de transición va a c o m p a ñ a d a de la
caída de la estricción de r o t u r a a IM valor p r á c t i c a m e n t e nulo. A la
vez, decrece g r a n d e m e n t e la tensión de f r a c t u r a . El tanto por ciento
d e g r a n o s que contienen microgriet; s a u m e n t a con rapidez en la re-
gión C, i n m e d i a t a m e n t e por d e b a j o de T¿, Sin embargo, también se
e n c u e n t r a n microgrietas por e n c i m a de T¿. P o r t a n t o , se produce la

1
J. R. Low: I.U.T.A.M. Coloquio de Madrid, "Deformation and Flow of
Solids", päg. 60, Springer-Verlag OHG, Berlin, 1956.
2
G. T. HAHN, W. S. OWEN, B. L. AVERBACH Y M. COHEN; Wcldin: /.,
vol. 38, pdgs. 367 y sgs., 376 y sgs., 1959.
transición cuando aparecen las condiciones adecuadas para que las mi»
crogrietas crezcan y se transformen en una fractura que se propaga.
La iniciación de microgrietas no es criterio suficiente para la fragilidad
de la fractura. Las microgrietas solo se producen en regiones q u e su-
fren deformación discontinua por haber estado sometidas a cargas m á s
grandes que el límite elástico superior. C u a n d o la temperatura cae
dentro de la región C, b a j a eventualmente la tensión de fractura a u n
valor igual al límite elástico inferior. En la región D el límite elástico
inferior y la tensión de fractura (resistencia a la tracción) son prácti-
camente iguales. La fractura se produce en el límite elástico inferior

FIG. 7-4.—Microgrietas producidas en el hierro por deformación en


tracción a - 1 4 0 ° C . 250 aumentos. (Por cortesía de G. T. Hahn.)

después que el material ha experimentado alguna fluencia discontinua.


La tensión de f r a c t u r a aumenta porque el límite elástico aumenta t a m -
bién al disminuir la temperatura. En la región E se produce brusca-
mente el despegue, antes de que haya habido tiempo para que se pro-
duzca fluencia discontinua. Es presumible que la fractura se produzca
a partir de la primera huella de fluencia discontinua. Finalmente, a
temperaturas m u y bajas, en la región F, la fractura se inicia por ma-
clado mecánico. Las maclas mecánicas se observan a t e m p e r a t u r a s tan
altas como Tit p e r o solamente en la región F pueden ser el origen de
iniciación de la fractura.
Los experimentos detallados, como los anteriores, d e m u e s t r a n que
las grietas responsables de la fractura frágil de despegue n o están
inicialmente presentes en el material, sino que son p r o d u c i d a s por la
deformación. El hecho de que, a temperaturas apropiadas, exista un
. J m e r i f ' l p r e e t j f f i c de microgrietas indica que las condiciones de- l n l-
dación de una grieta no son las mismas que las de propagación de
dicha grieta. El proceso de la fractura por despegue p u e d e conside-
rarse como la resultante de otros t r e s : 1) deformación plástica, 2) ini-
ciación de la grieta y 3) propagación de la misma.
La mayoría d e las f r a c t u r a s frágiles son transgranulares. Sin em-
bargo, si los límites de grano contienen una película de constituyente

tensión de
rotura

' límite elástico


aparente superior

- 100

en -estricción
2 c
o -o
*? a
.8. - o
o ou Se
c <*o
N
microgrietas
oS c P
oto. oI_en
temperatura, °C
Fie. 7-5.—Dependencia con la temperatura de la tensión de rotura, el
límite elástico y la frecuencia de las microgrietas en el acero suave. (Se-
g ú n G . T . H A H N , W . S . O W E N , B . L. AVERBACH y M . C O H É N : Welding /.,
vol. 38, pág. 372, 1959.)

frágil, como ocurre en un acero inoxidable austenítico sensibilizado


o en las aleaciones de molibdeno que contienen oxígeno, n i t r ó g e n o o
carbono, la fractura frágil p u e d e ser transgranular. T a m b i é n se pro-
duce fallo intergranular sin la presencia de precipitado visible en los
límites de grano. En apariencia, la segregación en los b o r d e s de grano
puede hacer disminuir la energía superficial lo suficiente p a r a provocar
el fallo intergranular. La fragilización producida por la adición de
antimonio al cobre y de oxígeno al hierro, y la fragilidad de revenido
de los aceros aleados son buenos ejemplos.
Algunas veces se obtiene una cantidad considerable de información
mediante examen de las superficies de la fractura a aumentos rela-
tivamente elevados. Este tipo de examen es lo que se conoce como
fractografíaA grandes aumentos, las fracturas transgranulares de
despegue presentan un gran número de escalones de despegue y un
"esquema fluvial" de microgrietas ramificadas (Fig. 7-4). Esto indica
la absorción de energía por deformación local. Las superficies de frac-
tura frágil intergranular son mucho más lisas, en general con ausencia

FIG. 7-6.—Escalones de despegue y esquema "fluvial" de una superficie


de despegue.

de escalones de despegue. Del aspecto de la superficie de fractura se


deduce que la energía absorbida en la fractura intergranular es mucho
más pequeña que en la transgranular.

7-8. T e o r í a s d e dislocaciones para la fractura.—Fue Zener 2 el


primero que lanzó la idea de que las elevadas tensiones producidas en
la cabeza de un apilamiento de dislocaciones podrían producir fractura.
La tensión cizallante que actúa sobre el plano de deslizamiento aplasta
las dislocaciones unas contra otras. Para un cierto valor crítico de la
tensión, se comprimen t a n t o las dislocaciones de la cabeza del apila-
miento que coalescen en una grieta embrionaria o cavidad de dislo-
1
C. A. ZAPPFE y C. O. WORDEN: Trans. ASM, vol. 42, págs. 577-603, 1950.
2
C. ZENER, The Micro-mechanism of Fracture, en "Fracturing of Metals".
American Society for Metals, Metals Park, Ohio, 1948.
existentes fue propuesto por F r a n k y R e a d 1 y se d e n o m i n a común-
mente manantial de Frank-Read.
Consideremos una línea de dislocación DD' en un plano de desli-
zamiento (Fig. 6-15 a) que es el de la figura. La línea de dislocación
abandona el plano de deslizamiento en los p u n t o s D y D', de manera
que queda inmovilizada en estos p u n t o s . Esto podría ocurrir si D y D'
fueran nodos en los que la dislocación en el. plano del papel cortase a

rb

Tb
i * »
/ V

(¿>)

-rb

<¿> ( e )

Fie. 6-15.—Representación esquemática del f u n c i o n a m i e n t o de un manantial


de Frank-Read. (W. T. READ, Jr.: Dislocations in Crystals, McGraw-Hill Book
Company, Nueva York, 1953.)

otras dislocaciones situadas en o t r o s planos d e deslizamiento o si


el anclaje fuese c a u s a d o por á t o m o s de una impureza. Si una tensión
cizallante r actúa en el plano de deslizamiento, la línea de dislocación
se curva y produce deslizamiento. Para una tensión d e t e r m i n a d a , la
línea de dislocación tiene cierto radio de c u r v a t u r a d a d o por la
Ec. [6-15]. Se requiere el m á x i m o valor de tensión cizallante cuando
la línea c u r v a d a se convierte en un semicírculo, de m a n e r a que R
tenga el valor m í n i m o 1/2 (Fig. 6-15 b). De la aproximación F 0,5Gb 2
y de la Ec. [6-15] se d e d u c e fácilmente que la tensión r e q u e r i d a para
producir esta configuración es
Gb
T ~ — r [6-28]

> F . C . FRANK y W . T . R E A D : Phys. Rev., vol. 79, págs. 7 2 2 - 2 3 , 1950.


en la que l es la distancia entre nodos DD'. Cuando se Ü C V I la ten-
sión por encima de este valor crítico, la dislocación se h a í - e inestable
y se expande indefinidamente. La figura 6-15 c muestra -¿1 anillo ex-
pandido que empieza a replegarse hacia a t r á s sobre sí nrusino. En la
figura 6-15 d la dislocación casi se ha replegado sobre sí . : m s m a , mien-
tras que en la figura 6-15 e las dos p a r t e s del anillo se-- han unido.
Esto origina un anillo completo y r e p r o d u c e la línea dfc dislocación
original DD'. Al a u m e n t a r la tensión, el anillo puede c o n t i n u a r expan-

*
'f

tf \ \
t

l # ' # • 1 / - i
\ .iF
V '
\
Y S^'-Wj
i

FIG. 6-16.—Manantial de Frank-Read en un cristal de silicio. 'W. C. DASH,


en "Dislocations and Mechanical Properties of Crystals", John ">'>'iley & Sons,
Inc., Nueva York, 1957.)

diéndose sobre el plano de deslizamiento. La sección DD' se endereza


en seguida b a j o la influencia de la tensión aplicada y d e la tensión
lineal, por lo que el manantial de F r a n k - R e a d se halla entonces en
condiciones de repetir el proceso. Este p r o c e s o se p u e d e repetir una
y otra vez en c a d a manantial, c r e a n d o en cada u n a de l a s ocasiones un
anillo de dislocación que produce el deslizamiento d e u n v e c t o r de
Burgers a lo largo del plano de deslizamiento. Sin e m b a r g o , una vez
iniciado el m a n a n t i a l este no continúa i n d e f i n i d a m e n t e . L a r e t r o t e n -
sión producida por el apilamiento de dislocaciones a lo largo del pla-
no de deslizamiento se opone a la tensión aplicada. C u a n d o la retro-
tensión es igual a la tensión crítica dada p o r la Ec. [6-28], el manan-
tial deja de ser activo.
cación. Luego de analizar las tensiones en una dislocación del apila-
miento, y haciendo uso del criterio d e Griffith, propuso Stroh 1 la idea
de que una grieta de despegue se puede formar cuando se apilan n dis-
locaciones bajo la acción de una tensión cizallante resuelta TS que sa-
tisface la relación
nbrs=\2y [7-19]
v
en la que b es el vector de Burgers y 7 la energía superficial. La lon-
gitud del plano de deslizamiento que ocupará el apilamiento está dada
por
L= [7-20]

Eliminando n entre las dos ecuaciones anteriores se obtiene

12yG
[7-21]
tt(I-V)

Cuando una probeta de tamaño de grano D se ensaya en tracción,


rs = cr/2 y L = D / 2 . La tensión de fractura en tracción puede expre-
sarse, en función del t a m a ñ o de grano, por

6Gy 1/2
07=4 [7-22]
7T(1 •

Sin embargo, P e t c h 2 ha encontrado que los datos experimentales para


el hierro y el acero se ajustan mejor a una ecuación del tipo

07 = 0-, +KD-" 2 ¡7-23]

Esta ecuación es muy similar a la que expresa la dependencia del lími-


te elástico con el tamaño de grano.

17-24]

Esta similitud era de esperar, ya que la fluencia y la fractura frágil


están íntimamente relacionadas. En ambas ecuaciones cr¡ representa la
tensión de fricción que se opone al movimiento de una dislocación
libre. Este término a u m e n t a con el descenso de la temperatura de
ensayo. La constante K d e la e c u a c i ó n de fractura viene dada, apro-
ximadamente, por la Ec. [7-22]. La constante Ky de la ecuación co-
rrespondiente al límite elástico es una medida de la tensión localizada
necesaria para liberar a las dislocaciones bloqueadas en un límite de

'A, N. STROH; Proc. Roy« Soc. (Londres), vol. 223A, pág. 404, 1954;
Phil. Mag., vol. 46, pág. 968, 1955.
2
N. J. PETCH: / . ¡ron Steel Inst. (Londres), vol. 174, pág. 25, 1953.
grano y hacer posible la continuación de la fluencia en el grano Inme-
diato, por propagación de una banda de Lüders. Esta cantidad es
importante en las teorías actuales de la fractura.
El hecho de que la fractura frágil pueda producirse en monocris-
tales, hace pensar que se ha dado demasiada importancia, en las teo-
rías actuales, al papel de los límites d e grano como b a r r e r a s para el
apilamiento de dislocaciones. Es también dudoso que pueda producirse
la concentración de tensiones necesaria, en la cabeza de un apilamiento,
antes de que se produzca un deslizamiento en los granos limítrofes que
elimine las tensiones altamente localizadas. Es posible que las maclas
de deformación actúen como barreras para el apilamiento d e disloca-
ciones. Así, p. ej., la fuerte dependencia con la orientación de la frac-
tura frágil de los monocristales de hierro se puede explicar 1 sobre
esta base. Aun cuando existen pruebas experimentales de que las in-
tersecciones de maclas pueden iniciar la f r a c t u r a frágil2, se ha com-
probado también que este tipo de fractura puede producirse en ausen-
cia de maclas mecánicas. Otro mecanismo que puede d a r lugar a la
formación de grietas es el deslizamiento de dislocaciones sobre planos
de deslizamiento secantes, de acuerdo con la hipótesis d e C o t t r e l l 3
(véase Sec. 6-6 y Fig. 6-9). Este mecanismo es energéticamente favo-
rable para metales de red cúbica centrada y red hexagonal compacta,
pero n o para una red de caras centradas, lo que está de acuerdo con
el hecho de que en los metales de red cúbica de caras centradas no
se produce la f r a c t u r a frágil.
La consideración de los hechos conocidos relativos a la fractura,
ha llevado a Cottrell y Petch, independientemente, a la conclusión de
que el desarrollo q u e convierte una microgrieta en una f r a c t u r a auto-
propagable es más difícil que la nucleación de microgrietas por las dis-
locaciones en deslizamiento. El hecho de que se hayan observado m u -
chas microgrietas q u e n o se propagan, viene en apoyo de este punto de
vista. Además, la nucleación de grietas por coalescencia d e dislocacio-
nes dependería de la tensión cizallante solamente, y no de las compo-
nentes hidrostáticas de la tensión (véase Sec. 7-16). Si la propagación
de microgrietas, d e acuerdo con un criterio como el de Griffith, es la
etapa que controla la fractura, la tensión normal a la grieta sería un
factor importante. E s t o daría lugar a que la fractura dependiese en
gran medida de las componentes hidrostáticas de la tensión.
Utilizando el criterio de Griffith, C o t t r e l l 4 h a demostrado que la
tensión requerida para que una microgrieta se propague, está dada por

[7-25]
nb

1
H. K. BIRNBAUM: Acta Met., vol. 7, pägs. 516-17, 1959.
2
D . HOLL: Acta Met., vol. 8, pägs. 11-18, 1960.
3
A. H. COTTRELL : Trans. Met. Soc. AI ME, vol. 212, pägs. 192-203, 1958.
4 Ibid.
donde n es el número de disl- aciones con vector de Burgers b,
coalescentes en la grieta y y es h energía superficial de la grieta. Para
valorar nb, supongamos que en n plano de deslizamiento de longi-
tud L actúa una tensión cizallan! aplicada, r «=« cr/2. La tensión ciza-
liante efectiva sobre el plano de leslizamiento viene dada por r - r ¡ ,
donde r¡ es la resistencia de fr ción. El desplazamiento de cizalla-
miento en el centro de la longitud L viene dada por ( T - T ¡ ) L / G , y esto
es, aproximadamente, igual a nb. i se toma L como aproximadamente
igual a la mitad del diámetro me i o de grano D, es

•r,)D
nb [7-26]

La Ec. [7-24] puede escribirse < términos d e la tensión cizallante


como
To = T; kyD~lt2 [7-27]

Escribiendo la Ec. [7-25] en la f ma nbr0 = y y sustituyendo por nb


y TQ l o s v a l o r e s o b t e n i d o s e n l a s cuaciones anteriores, resultará

,.)ky = Gy¡3 [7-28]

o la relación equivalente
r0fc,D = Gyfi [7-29]

En las ecuaciones anteriores ¡3 es in t é r m i n o q u e e x p r e s a la r e l a c i ó n


de la tensión cizallante máxima a la t e n s i ó n n o r m a l m á x i m a . P a r a la
torsión j3 = l, para la tracción /3 = y p a r a la r e g i ó n c o n i m p e d i m e n t o
plástico del fondo de una entalla, 1/3.
Cuando las dislocaciones desli- n t e s c o a l e s c e n e n u n a grieta, o c a -
vidad de dislocación, la resistenci, d e f r i c c i ó n o p u e s t a al d e s l i z a m i e n -
to se hace igual a cero. Por tai o, e f e c t u a n d o s u s t i t u c i o n e s d e l a s
ecuaciones anteriores en la Ec. ( - 2 5 ] se l l e g a a u n a e x p r e s i ó n q u e
da la tensión requerida para prop í a r u n a m i c r o g r i e t a d e l o n g i í u d D,

1/2
M ) [7-30]
D )

Las Ees. [7-28] y [7-29] expresan las condiciones que limitan la for
mación de grietas que se propaga desde un apilamiento de disloca-
c i o n e s d e d e s l i z a m i e n t o . Si las c o n d i c i o n e s s o n t a l e s q u e el l a d o iz-
q u i e r d o d e la e c u a c i ó n e s m e n o r q u e el l a d o d e r e c h o , se p u e d e f o r m a r
una grieta, pero no puede desarrollarse más allá de una longitud de-
terminada. Este es el caso de las inicrogrietas sin propagación. Cuan-
do el lado izquierdo de la ecuación es mayor que el lado derecho,
se puede producir una fractura frágil que se propaga con una ten-
sión cizallante igual al límite elástico. Por tanto, dichas ecuaciones
predicen una transición de dúctil a frágil, como se mostró en la figu-
ra 7-5, referente a los ensayos de tracción realizados sobre aceros
suaves a temperaturas decrecientes.
Las ecuaciones que describen la transición dúctil a frágil están
expresadas en términos de los siguientes factores metalúrgicos o me-
cánicos: t a m a ñ o de grano, estado de tensiones, energía superficial,
límite elástico, esfuerzo de fricción, y kEl parámetro ky es muy im-
portante, puesto que determina el número d e dislocaciones que se
liberan hacia un apilamiento, cuando es activado un manantial. La
tabla 7-2 ofrece algunos valores típicos de ky obtenidos de las medi-

TABLA 7-2

Valores de ky/G *

Material ! Temperatura,
•K cm"'

Hierro 1 300 0.4 xlO-t


Molibdeno 300 0,55 xlO"4
Niobio .1 200 0.1 xl0-4
Tantalio 200 0,1 x 10"4

* A. H . COTTRELL: Trans. Met. Soc. AI1IE, vol. 212, pág. 194, 1968.

das de la tensión de fractura en función del tamaño d e grano. Los


valores grandes de ky indican comportamiento frágil, lo que está de
acuerdo con las observaciones de que el niobio puro y el tantalio son
menos propensos a la fractura frágil que otros metales con red cúbica
centrada, como el hierro y el molibdeno. La Ec. [7-28] muestra que,
a una temperatura constante, hay un cierto tamaño de grano que limi-
ta el comportamiento entre frágil o dúctil. Esto se muestra en la figu-
ra 7-7, donde, por encima de un cierto tamaño de grano, existe una
ductilidad medible en la fractura. La resistencia de fricción r¡ aumenta
con el descenso de la temperatura. Sin embargo, puesto que este tér-
mino interviene en la Ec. [7-28] a través de su producto por D112, se
puede apreciar que un metal de grano fino puede soportar valores más
altos de r¡ (temperaturas más bajas) antes de fragilizarse. Muchos d e
los efectos que la composición del acero produce sobre la transición
de dúctil a frágil, se deben a cambios producidos en el t a m a ñ o d e
grano, en ky o T¡. El manganeso, p. ej., disminuye el t a m a ñ o de grano
y reduce ky, mientras que el silicio produce mayor tamaño de grano y
aumenta r¡.
El límite elástico aumenta al disminuir la temperatura y, de acuerdo
con la Ec. [7-29], esto determina una mayor tendencia a la fractura
frágil. Si las condiciones son tales que las microgrietas n o se puedan
p r o p a g a r e n el l í m i t e e l á s t i c o a p a r e n t e , es n e c e s a r i o i n c r e m e n t a r la
t e n s i ó n en A r p a r a q u e se p r o d u z c a f r a c t u r a . D e la Ec. [ 7 - 2 9 ] se des
p r e n d e q u e la t e n s i ó n c i z a l l a n t e n e c e s a r i a es

CyB

E s t o p r e d i c e q u e la t e n s i ó n d e r o t u r a es u n a f u n c i ó n lineal de D'1'2
q u e e x t r a p o l a a c e r o p a r a £>~1;2 = 0. L a figura 7-7 m u e s t r a q u e esta re-

tamaño aproximado dz grano ASTM, núm.


-3 1 3 5 6
200, 1 1 ~r "'t 1
x tensión de fractura
o límite elástico
a deformación ái fractura

1 2 3 1 5 ^
(diámetro de grano)""2,mm"l/2

Fie. 7-7.—Efecto del tamaño de grano sobre la tensión de fractura y il


límite elástico de un acero suave ensayado en tracción a - 1 9 6 n C .
(J. R. Low, en Relation of Properties to Microstructure, American Society
for Metals, Metals Park, 1954.)

lación se cumple. E n l a región d e l t a m a ñ o d e g r a n o en q u e se pro-


pagan las grietas c o m o f r a c t u r a s c o m p l e t a m e n t e frágiles, la tensión
de f r a c t u r a es igual a l l í m i t e e l á s t i c o . E s t a p a r t e d e la c u r v a extrapola
a la tensión de f r a c t u r a p a r a u n m o n o c r i s t a l .
L o s valores altos d e la e n e r g í a s u p e r f i c i a l i n d i c a n u n a m a y o r ten-
dencia a la fractura dúctil. D e s g r a c i a d a m e n t e , e s t e es u n f a c t o r q u e
no se puede incrementar con f a c i l i d a d , a u n q u e existen v a r i a s c o n d i c i o -
nes de medio y metalürgicas q u e p u e d e n d i s m i n u i r la e n e r g í a super-
ficial. La fragilización del acero c a u s a d a p o r el h i d r ó g e n o se a t r i b u y e
a este factor. E s t o explica también la f r a c t u r a i n t e r g r a n u l a r d e b i d a a
una película fragilizante.
E s bien conocido q u e la presencia de una entalla p r o d u c e un im-
portante aumento en la tendencia a la fractura frágil. L o s c o m p l i c a d o s
efectos de una entalla serán considerados m á s ampliamente en la sec-
ción 7-12. El efecto d e una entalla, al disminuir la relación entre la
tensión cizallante y la tensión de tracción, está representado en las
ecuaciones de Cottrell por la constante ¡3. La velocidad de deforma-
ción o de carga n o interviene de forma explícita en las ecuaciones de
Cottrell. Sin embargo, para que una entalla produzca el impedimento
plástico que da lugar a un valor de /3 m 1/3, es preciso q u e se pro-
duzca en el material una fluencia local. A velocidades d e deformación
altas, como sucede en un ensayo de choque con entalla, la fluencia se

j tiempo dz retraso, s e g

' FIG. 7 - 8 . — T i e m p o de retraso en la iniciación del flujo plástico del acero


| s u a v e e n f u n c i ó n de la tensión. (D. S. CLARK: Trans. ASM, vol. 48,
j pág. 49, 1954.)

producirá más rápidamente. Como se indica por medio d e la Ec. [7-32]


de la sección siguiente, esto puede tener lugar para el mismo valor
, de TD si se aumenta la temperatura. Por tanto, a u m e n t a n d o la veloci-
; dad d e deformación se eleva la temperatura d e transición.

7-9. F l u e n c i a plástica d i f e r i d a Un fenómeno importante en la


fractura frágil es la fluencia plástica diferida. Cuando ciertos metales,
I sobre t o d o el acero suave, se someten rápidamente a una tensión cons-
tante por encima del límite elástico, es necesario que transcurra un
tiempo de espera antes de que se produzca la fluencia p l á s t i c a L a
figura 7-8 muestra que el tiempo de espera aumenta, a tensión constan-
te, con el descenso de temperatura. Para una temperatura constante,

' D . S. CLARK: Trans. ASM, vol. 46, pág. 34, 1 9 5 4 .


el tiempo de espera a u m e n t a co> la disminución de la tensión. Las
tensiones límites inferiores, repre ,:ntadas p o r las partes horizontales
de las curvas, corresponden al lín te elástico a p a r e n t e superior, en los
ensayos realizados a velocidades entas.
La dependencia con la tempe a t u r a del tiempo de espera puede
expresarse por una relación expoi uncial,

í=í0ex — — [7-32]

donde:
t = tiempo de e s p e r a ;
f 0 = u n a c o n s t a n t e , a p n a m a d a m e n t e 1 0 _ u seg;
k = c o n s t a n t e de B o l t z ; . i a n n ;
Q{cr/cro) = energía de a c t i v a d ' n d e p e n d i e n t e de la tensión.

C o t t r e l l 1 ha e s t i m a d o que Q(cr/o .), en electrón-voltios, está d a d a apro-


ximadamente por 0,9(1 -o-/o"o) 3 , l o n d e cr es la tensión aplicada y cr0
el límite elástico.
El h e c h o de que la f r a c t u r a < ágil se p r o d u z c a c u a n d o la deforma-
ción plástica no p u e d e m a n t e n e la tensión por d e b a j o de un valor
crítico, indica que debe h a b e r ur . relación entre la fluencia diferida y
la fractura frágil. El t i e m p o de e ñera, lo m i s m o que la f r a c t u r a frágil,
depende de la t e m p e r a t u r a . En a región de t e m p e r a t u r a s d o n d e la
fractura frágil se p r o d u c e por i t alud de dislocaciones que se des-
prenden de una b a r r e r a y conflv 'en para f o r m a r una grieta, la fluen-
cia plástica diferida tiene p r o b a b l e m e n t e la i m p o r t a n t e misión de lo-
calizar el deslizamiento impidiei ! o a c t u a r a los m a n a n t i a l e s de dislo-
cación cercanos. A t e m p e r a t u r a : a las que el metal se f r a c t u r a de un
modo dúctil, el tiempo de espe i es tan c o r t o que se p r o d u c e desli-
zamiento alrededor de los apilai ientos y las tensiones a l t a m e n t e loca-
lizadas son disipadas por la d e f o r m a c i ó n plástica. El h e c h o de que en
los metales que tienen una transición de fractura dúctil n frágil se
produce también el f e n ó m e n o de la fluencia diferida, viene en apoyo de
la anterior afirmación.

7 - 1 0 . V e l o c i d a d de p r o p g a c i ó n de las grietas.—La fractura


frágil no se produce a m e n o s q u e las grietas nucleadas se p u e d a n pro-
pagar a través del metal a alta velocidad. M o t t 2 ha r e a l i z a d o el aná-
lisis de la velocidad de una grieta en un medio ideal elástico e isótropo.
La energía elástica liberada por el m o v i m i e n t o de la grieta es la fuerza
impulsora. Esta debe estar equilibrada por la energía superficial de
la nueva superficie creada y la energía cinética asociada con el rápido

1
A. H. COTTRELL: Proc. Coni, on Properties Materials at High Rates of
Strain, Institution of Mechanical Engineers, Londres, 1957.
J
N . F. MOTT: Engineering, v o l . 1 6 5 , pdg. 1 6 , 1948.
desplazamiento lateral de material a c i d « fík
dad v de la grieta viene dada por

1 17-33)
- M — )

donde B es una constante y u Q = (E/p)112 es la velocidad del sonido en


el material. El término cc es la longitud de una grieta de Griffith, según
se ha evaluado en la Ec. [7-11], y c es la longitud real de la grieta.
Cuando el valor de c es grande en comparación con cG, la Ec. [7-33]
se aproxima al valor límite Bv0. La constante se ha evaluado 1 para una
condición de tensiones planas, resultando ser £ = 0,38. La tabla 7-3
muestra que los valores experimentales para la velocidad de la grieta
en materiales frágiles, concuerda perfectamente con la predicción
teórica de que la velocidad de la grieta viene dada por
1/2
v = 0,3$ví = 0 , 3 8 ( 1 ) [7-34]

TABLA 7-3

Velocidad de propagación de la fractura frágil

Material i Velocidad o b s e r v a d a , v/v. Referencia


m/seg

*
Acero 1800 0,36
••
Cuarzo fundido • ..; 2160 0,42
* * *
Fluoruro de litio ... • 1950 0,31
•••i
» T . S. ROIUUITSON: J. Iron Steel Inst. {Londres), vol. 175, pig. 361, 1953.
»• H . SCHARIUN y W . S T R U T I I : Glastcch. Bcr., vol. 16, PIG. 219, 1958.
"•« J . J . GILMAN, c . KNUDSEN y \V. P . WALSH: J . Appl. Phys., v o l . 2 9 . p&g- 601. 1958.

7-11. F r a c t u r a d ú c t i l — L a fractura dúctil ha sido estudiada de


forma mucho menos extensa que la frágil, a causa, probablemente, de
que representa un problema mucho menos importante. La fractura
dúctil ha sido definida, un tanto ambiguamente, como una fractura
que se produce con apreciable deformación plástica total. Otra carac-
terística importante de la fractura dúctil, que resultará evidente de
las consideraciones previas sobre la fractura frágil, es que se produce
a causa del lento desgarramiento del metal debido a un consumo con-
siderable de energía. Durante los procesos a que se someten los me-
tales y su utilización en diferentes clases de servicios, pueden pro-
ducirse distintas clases de fracturas dúctiles. Para simplificar, en esta
sección nos limitaremos al estudio de la fractura dúctil de los meta-

'D. K. ROBERTS y A. A. WELLS: Engineering, vol. 178, pág. 820, 1954

IL I KT K R . — 1 5
les producida en tensión uniáxica. En el capitulo 9 se tratan otros as-
pectos de la f r a c t u r a por tracción. La fractura dúctil en tracción es
precedida usualmente por una reducción local del d i á m e t r o llamada
estricción. Los metales m u y dúctiles pueden estirarse, en realidad, has-
ta una línea o p u n t o a n t e s d e p r o d u c i r s e la separación. Este tipo de
falla se llama, usualmente, rotura.

(ai.

cizallamiínto \

fibroso

Fie. 7-9.—Fases de. la formación de una fractura do copa.

Las e t a p a s del d e s a r r o l l o de u n a f r a c t u r a dúctil de " c o p a y cono"


se detallan en la figura 7-9. La estricción comienza en el p u n t o de in-
estabilidad plástica, c u a n d o el a u m e n t o de la resistencia causada por
el endurecimiento p o r deformación cesa de compensar la disminución
producida en el á r e a de la sección transversal (Fig. 7-9). E s t o tiene
lugar en el p u n t o d e carga m á x i m a o a una deformación real igual
al coeficiente de endurecimiento p o r deformación (véase Sec. 9-3 ). La
formación de un cuello de estricción local introduce en la región un
estado triaxial de tensiones. U n a c o m p o n e n t e hidrostática d e tracción
actúa en sentido longitudinal al eje d e la probeta, en el c e n t r o de la
región de estricción. E n esta región se f o r m a n muchas cavidades pe-
q u e ñ a s (Fig. 7-9 b) que, bajo una d e f o r m a c i ó n continua, crecen resol-
viéndose en una grieta central (Fig. 7-9 c). Esta grieta crece en direc-
ción perpendicular al eje de la p r o b e t a , h a s t a que se aproxima a la
superficie de la m i s m a . A continuación se propaga a lo largo de planos
de cizallamiento situados, a p r o x i m a d a m e n t e , a 45° con relación al eje,
f o r m a n d o así el " c o n o " de la f r a c t u r a (Fig. 7-9 d).
C u a n d o se observa desde arriba la región central de la f r a c t u r a en
"copa", esta p r e s e n t a una apariencia m u y fibrosa, como si los elementos
individuales de la p r o b e t a se dividieran en fibras individuales que
fueran estiradas h a s t a un p u n t o antes de la r o t u r a . C u a n d o se secciona
la f r a c t u r a longitudinalmente, la grieta central presenta un c o n t o r n o
en zigzag, c o m o si se hubiera p r o d u c i d o por desgarramiento entre di-
versos agujeros. El cono externo d e la f r a c t u r a es una región de ciza-
llamiento a l t a m e n t e localizado. La amplia deformación localizada ocu-
rre p o r deslizamiento de los granos, u n o s sobre otros, y porque al pro-
pagarse r á p i d a m e n t e la f r a c t u r a por cizallamiento, en comparación con
la f r a c t u r a fibrosa, se produce un apreciable calentamiento localizado.
P e t c h 1 ha m o s t r a d o que la tensión de f r a c t u r a (corregida por la
estricción) para la f r a c t u r a dúctil del hierro, depende del t a m a ñ o de
g r a n o en la m i s m a f o r m a que se ha hallado p a r a la f r a c t u r a frágil. E s t o
sugiere que los h u e c o s son nucleados p o r apilamientos de dislocacio-
nes en los límites de grano. Sin embargo, es m u y improbable que los
apilamientos de dislocaciones, suficientemente grandes para producir
cavidades, se p u e d a n producir en metales dúctiles con red de caras
centradas, c o m o el c o b r e y el aluminio. En su lugar, los huecos de
estos metales parecen nuclearse en p a r t í c u l a s extrañas, tales como par-
tículas de óxido, fases d e impureza o partículas d e segunda fase. Bajo
d e f o r m a c i ó n por tracción, el metal se separa de la inclusión o la in-
clusión misma se f r a c t u r a -. Incluso en metales en los que no se ob-
servan partículas de segunda fase que nneleen las grietas, parece que
existen antes de la deformación singularidades nucleadoras do la frac-
tura. listo se c o n t i n u a por el hecho de que la tensión de fractura
y la estricción pueden ser apreciablemente m e n o r e s en ensayos reali-
zados p e r p e n d i c u l a r m e n t e a la dirección original de laminación o de
extrusión que en ensayos e f e c t u a d o s en la dirección del trabajo, incluso
a u n q u e el t r a t a m i e n t o t é r m i c o haya eliminado toda evidencia micro-
e s t r u c t u r a l y no exista u n a t e x t u r a cristalográfica marcada. Es posible
que el t r a b a j o alargue estos "lugares singulares" y se produzcan m á s
fácilmente los h u e c o s c u a n d o se aplica la tensión de tracción perpen-
d i c u l a r m e n t e a su longitud.

7 - 1 2 . E f e c t o de entalla en la f r a c t u r a . — L o s cambios producidos


por la introducción de una entalla tienen i m p o r t a n t e s consecuencias

•N. I. PETCH: Pkil Mag., ser. 8, vol. 1, pág. 186, 1956.


2
K. E . PUTTÍCK: Pkil. Mag., ser. 8. v o l . 4, pág. 9 6 4 , 1959.
para ta f r a c t u r a d e l o s m e t a l e s . La p r e s e n c i a d e u n a e n t a l l a a u m e n t a r á ,
m u y a p r e c i a b l e m e n t e , la t e m p e r a t u r a a la c u a l u n a c e r o c a m b i a d e
fractura d ú c t i l a frágil. L a i n t r o d u c c i ó n d e u n a e n t a l l a d e t e r m i n a una
c o n c e n t r a c i ó n d e t e n s i o n e s e n el f o n d o d e l a m i s m a . L a f i g u r a 7-10
m u e s t r a l a d i s t r i b u c i ó n n o u n i f o r m e d e la t e n s i ó n d e t r a c c i ó n l o n g i -
t u d i n a l en u n a p r o b e t a d e t r a c c i ó n e n t a l l a d a . C u a n d o se p r o d u c e fluen-
cia e n el f o n d o d e l a e n t a l l a , s e r e d u c e
la c o n c e n t r a c i ó n d e t e n s i o n e s . S i n e m b a r -
go, s e c r e a n t e n s i o n e s t r a n s v e r s a l e s y ra-
d i a l e s e n las p r o x i m i d a d e s d e la e n t a l l a
( F i g . 7 - 1 0 ) . L a t e n s i ó n r a d i a l crR e s n u l a
e n la s u p e r f i c i e l i b r e d e l f o n d o d e la en-
t a l l a , a u m e n t a e n el i n t e r i o r d e la p r o b e t a
y d e s p u é s disminuye. La t e n s i ó n trans-
v e r s a l cr T a c t ú a e n l a d i r e c c i ó n t a n g e n c i a l
de u n a p r o b e t a cilindrica. E s t a tensión
c a e d e s d e u n a l t o v a l o r e n el f o n d o d e la
e n t a l l a a u n v a l o r m á s b a j o e n el e j e d e
la p r o b e t a .
La a p a r i c i ó n d e e s t e e s t a d o d e t e n s i ó n
se p u e d e e x p l i c a r p o r l o s i m p e d i m e n t o s
al f l u j o p l á s t i c o q u e i m p o n e u n a en talla.
P a r a m a n t e n e r u n e q u i l i b r i o d e f u e r z a s en
u n a b a r r a e n t a l l a d a es n e c e s a r i o q u e no
a c t ú e n i n g u n a t e n s i ó n n o r m a l a las s u p e r -
f i c i e s l i b r e s d e la e n t a l l a . T o d a la c a r g a
d e t r a c c i ó n d e b e s e r s o p o r t a d a p o r el m e -
tal d e ! n ú c l e o d e la e n t a l l a . P o r l a n t o ,
Fie,. 7-10.—Distribución de alrededor de un núcleo de material some-
tensiones producida en un tido a i m p o r t a n t e s tensiones existe una
cilindro entallado baio car- m a s a m e t á l i c a , r e l a t i v a m e n t e g r a n d e , libre
ga uniaxial. cr¿ tensión
longitudinal-, a T = tensión de tensiones. El núcleo central tiende a
transversal; O-R = tensión ra- c o n t r a e r s e l a t e r a l m e n t e a c a u s a del efecto
dial. d e P o i s s o n , p e r o e s r e f r e n a d o p o r el a n i l l o
d e m a t e r i a l l i b r e d e t e n s i o n e s q u e le r o -
d e a . L a r e s i s t e n c i a q u e o p o n e la m a s a d e m a t e r i a l l i b r e d e t e n s i o n e s
a la d e f o r m a c i ó n d e l n ú c l e o c e n t r a l o r i g i n a t e n s i o n e s r a d i a l e s y t r a n s -
versales.
La existencia d e t e n s i o n e s r a d i a l e s y t r a n s v e r s a l e s ( e s t a d o triaxial
d e t e n s i o n e s ) e l e v a e l v a l o r d e la t e n s i ó n l o n g i t u d i n a l en el q u e se p r o -
d u c e l a f l u e n c i a . P a r a s i m p l i f i c a r , c o n s i d e r a r e m o s q u e la f l u e n c i a t i e n e
l u g a r a u n a t e n s i ó n c i z a l l a n t e c r í t i c a rc. P a r a u n a p r o b e t a d e t r a c c i ó n
sin entalla, este valor crítico v i e n e d a d o p o r

crL-0
Para una probeta de tracción entallada se convierte en

<Tl-CTt

Puesto que la tensión cizallante crítica para la fluencia es la misma


en ambos casos, resulta evidente de estas ecuaciones que la existencia
de tensiones transversales hace necesaria una tensión longitudinal más
elevada para que se produzca la fluencia. Toda la curva de fluencia de
una probeta entallada se eleva, a causa de este efecto, sobre la curva
de una probeta sin entalla. El valor por el que se eleva la curva de
fluencia a causa de la entalla puede expresarse por medio de un fac-
tor q de impedimento plástico.
El impedimento plástico difiere de la concentración de tensiones
elásticas en un aspecto muy importante. De las consideraciones sobre
la elasticidad se puede afirmar que la concentración de tensiones en
el fondo de una entalla puede elevarse extremadamente a medida que
el radio se aproxima a cero. Cuando se produce la deformación plástica,
la concentración de tensiones elásticas queda reducida a un pequeño
valor. Sin embargo, la deformación plástica produce un impedimento
plástico en el fondo de la entalla. En contraste con las concentraciones
de tensiones elásticas, independientemente de lo aguda que pueda ser
la entalla, el valor del factor impedimento plástico 1 no puede exceder
alrededor de 3.
Una tercera contribución importante de u n a entalla es la produc-
ción de un aumento en la velocidad de deformación local. Mientras la
entalla está aún cargada en la región elástica, la tensión aumenta con
el tiempo rápidamente en un punto próximo a la entalla, a causa de
la agudeza de los gradientes. Puesto que la tensión es proporcional a
la deformación, es grande la velocidad de deformación elástica. Cuando
se produce la fluencia, el flujo plástico tiende a disipar las tensiones.
El esquema de tensiones cambia desde uno con tensiones elásticas ele-
vadas a un impedimento plástico más bajo, por lo que se desarrolla
una velocidad elevada de deformación plástica cerca de la entalla.

7-13. C o n c e p t o d e la c u r v a d e f r a c t u r a . — E n capítulos anterio-


res se mostró que la curva de fluencia o curva real tensión-deformación,
se puede considerar que representa el límite elástico o tensión requerida
para causar el flujo plástico para cualquier valor particular de la de-
formación plástica. Del mismo modo, L u d w i k 2 propuso que un metal
tiene una curva de tensión de fractura que indica la tensión requerida
para originar la fractura en cualquier valor de la deformación plástica.

1
E. OROWAN, J. F. NYE y \V. J. CAIRNS: "Strength and Testing of Mate-
rials", vol. 1, H. M. Stationery Office, l o n d r e s , 1952.
2
P. LUDWIK: Z. Ver. deut. Ing., vol. 71, pags. 1532-538, 1927. .
Ludvvik sugirió, además, que la fractura tiene lugar cuando la curva de
fluencia corta a la curva de fractura (Fig. 7-11). Este concepto fue
aceptado ampliamente hasta después de la segunda guerra mundial y
se intentaron varias determinaciones de la curva de fractura. Sin em-
bargo, se descubrió que los factores básicos del mecanismo de frac-
tura de los metales impiden una determinación correcta de la curva
de fractura de los mismos. Desde que se hizo este descubrimiento, la
idea de la curva de fractura ha perdido gran parte de su popularidad.
Aún es, sin embargo, un concepto útil para obtener un esquema, cua-
litativamente correcto, del fenómeno de la fractura, si se tienen en
cuenta las limitaciones que se discutirán a continuación. Teniendo esto
p r e s e n t e y e n v i s t a d e la i d e a a c t u a l d e q u e en l o s m e t a l e s s o n posibles

FIG. 7-11.—Esquema de la intersección Fie. 7-12.—Modificación de la teoría


de la curva de flujo y la curva de de Ludvvik para incluir las curvas de
fractura según la teoría de Ludwik. f r a c t u r a frágil y f r a c t u r a de cizalla-
miento.

tanto las fracturas por cizallamiento como por despegue, se emplea con
frecuencia una curva de fractura diferente para cada tipo de fractura
considerado, según se muestra en la figura 7-12. Las curvas de esta
figura corresponden a la fractura ordinaria por tracción de un metal
dúctil en el cual tiene lugar un tipo de fractura por cizallamiento. La
separación entre las dos curvas de fractura y su altura relativa serán
diferentes para otras condiciones. En principio se obtiene un punto de
la curva de fractura por deformación plástica de una probeta hasta un
p u n t o dado de la curva de fluencia, introduciendo después parámetros
fragilizantes (baja temperatura o una entalla) de modo que la probeta
resulte sometida a tensión de rotura, sin necesidad de deformación
adicional. Repitiendo este proceso con diferentes probetas sometidas
a tensión que produzcan distintos valores de la deformación plástica,
sería posible construir totalmente la curva de fractura. Sin embargo,
puesto que el efecto fragilizante de una entalla está limitado a un
impedimento plástico con un valor de alrededor de 3, es generalmente
m á s efectivo intentar evitar cualquier deformación adicional, realizan-
do el ensayo a una temperatura muy baja. Esto no es posible, en rea-
lidad, con la m a y o r p a r t e de los metales, puesto que, a bajas tempera-
turas, se p r o d u c e todavía una ligera deformación. En vista de que la
fractura se inicia siempre por deformación plástica, parece que la ten-
sión de f r a c t u r a medida con ayuda de esta técnica no revela la ver-
dadera resistencia del metal a la f r a c t u r a . Además, la tensión de frac-
tura para la dúctil es m u y difícil de m e d i r con precisión a causa de
que este tipo de f r a c t u r a se inicia en el interior de la probeta y la dis-
tribución de tensiones se complica d e b i d o a la estricción que se pro-
duce en la p r o b e t a de tracción. Por t a n t o , n o existe un método seguro
de d e t e r m i n a r la curva de fractura de los metales. Sin embargo, e s t o
no impide emplear el concepto de tensión de fractura, en un s e n t i d o
cualitativo, en aquellos casos en que sea de utilidad para describir cier-
tos aspectos de la f r a c t u r a .

7 - 1 4 . T e o r í a clásica d e la transición dúctil-frágil.—Tres facto-


res principales estimulan la fractura f r á g i l : 1 ) un estado triaxial de
tensiones, 2) una t e m p e r a t u r a baja y 3) una velocidad de d e f o r m a c i ó n
elevada. En la sección anterior se d e m o s t r ó que la presencia de u n a
entalla origina la condición 1) y contribuye a la condición 3). La t e m -
peratura tiene un e f e c t o importante sobre las propiedades básicas de
fluencia y f r a c t u r a del metal. El límite elástico o tensión de fluencia
a u m e n t a n en t o d o s los metales con el descenso de t e m p e r a t u r a . En
los metales con red cúbica de caras c e n t r a d a s en los que no hay t r a n -
sición dúctil-frágil, se multiplica el límite elástico al variar la t e m p e -
ratura desde la ambiente hasta la del nitrógeno líquido ( - 1 9 6 ° C ) ,
por un factor a p r o x i m a d a m e n t e igual a 2. E n los metales con red cú-
bica c e n t r a d a , que presentan la transición dúctil-frágil, el límite elástico
a u m e n t a por multiplicación por un factor 3 a 8 sobre el mismo inter-
valo de t e m p e r a t u r a . La figura 7-5 representa las tendencias de la
tensión de f r a c t u r a y del límite elástico con las variaciones de t e m -
peratura. Esta figura m u e s t r a también que la estricción d e f r a c t u r a de
una probeta de tracción disminuye r á p i d a m e n t e dentro de un c o r t o
intervalo de t e m p e r a t u r a . La gama de t e m p e r a t u r a s en que tiene lugar
esta transición recibe el n o m b r e de temperatura de transición.
La llamada teoría clásica de transición dúctil-frágil fue sugerida
por D a v i d e n k o v y W i t t m a n n D e a c u e r d o con este concepto, la exis-
tencia de la t e m p e r a t u r a de transición se d e b e a la diferencia en l a s
variaciones con la t e m p e r a t u r a de las resistencias al cizallamiento y al
despegue. Los valores relativos de estos dos parámetros determinan
que la f r a c t u r a sea dúctil o frágil. P o r encima de la temperatura de
transición se alcanza el límite elástico antes que la tensión de frac-
tura, m i e n t r a s que por d e b a j o se alcanza en primer lugar la tensión de
f r a c t u r a . Los factores q u e a u m e n t a n la tensión de cizallamiento crítica
para el deslizamiento, sin elevar al mismo tiempo la tensión de frac-
1
N. N. DAVIDHNKOV y F. WRMUN: Phus. Tech. lntt. (U.R.S.S.), VOL, 4,
PÁG. 3 0 0 , 1937.
tura, serán favorables a la f r a c t u r a frágil. La disminución de la lempe-
r a t u r a y el a u m e n t o de la d e f o r m a c i ó n producen este efecto. En la
figura 7-13, la curva ero expresa la dependencia del límite clástico con
la t e m p e r a t u r a en tracción simple. La curva <?o-0, d o n d e q 3, expresa
la dependencia del límite elástico con la t e m p e r a t u r a , en presencia del
i m p e d i m e n t o plástico de una v entalla. La curva 07 corresponde a la re-
sistencia a la f r a c t u r a o al de'spegue en función de la tempera tin a. De
a c u e r d o con los datos disponibles, se d i b u j a c o m o una función de la
t e m p e r a t u r a m e n o s sensible que el límite elástico. C u a n d o una curva
de límite elástico (tensión de fluencia) corta la línea de resistencia al
despegue, hay una t e m p e r a t u r a de transición. En una probeta de trac-

temperatura de transición temperatura de


en tracción sencilla transición con entalla
temperatura —

FIG. 7-13.—Descripción esquemática de la temperatura de transición.

ción sin entalla esto tiene lugar a u n a t e m p e r a t u r a muy baja, pero en


el c a s o d e un ensayo con entalla, la t e m p e r a t u r a de transición es mu-
cho más cercana a la ambiente.
E s t a visión de c o n j u n t o de la transición dúctil a frágil no se refiere
a los detalles estructurales de la teoría de las dislocaciones, pero pro-
porciona un m o d e l o fácilmente comprensible del m e c a n i s m o del fenó-
meno. Tal c o m o se p r o p u s o originalmente, esta teoría clásica no atri-
buye ningún efecto i m p o r t a n t e al grado de deformación. Experimentos
recientes h a n indicado que el grado de deformación p u e d e tener mayor
importancia q u e el i m p e d i m e n t o plástico en la producción d e la frac-
t u r a frágil. Felbeck y Orowan 1 f r a c a s a r o n en su intento de producir
f r a c t u r a por despegue en láminas de acero, utilizando c o m o entalla
grietas agudas producidas por despegue, a menos que las grietas al-
canzaran u n a gran velocidad. En t o d o s los casos se p r o d u j e r o n grandes

1
FELBECK y OROWAN, o p . cit.
deformaciones plásticas en las bases de las grietas. Estos experimentos
pudieron ser interpretados al considerar que el límite elástico se eleva
hasta el valor de la tensión de fractura, no a causa del impedimento
plástico, sino por el efecto producido por la alta velocidad de defor-
mación en el a u m e n t o del límite elástico. Es difícil separar estos dos
efectos y sería muy importante realizar experimentos adicionales. Sin
embargo, es interesante advertir que, en un acero suave, el límite elás-
tico es muy sensible al grado de deformación. También se explica el
gran aumento en la temperatura de transición q u e se observa al realizar
un ensayo de resiliencia, teniendo en cuenta que la velocidad de defor-
mación es alrededor de 107 veces mayor que en el ensayo de tracción
ordinario.

7-15. Fractura producida por tensiones combinadas.—La con-


sideración fenomenológica de este problema, en relación con la frac-
tura, trata de descubrir las leyes macroscópicas generales que descri-
ben la fractura de los metales bajo todos los estados de tensiones po-
sibles. Esta misma consideración se discutió en el capítulo 3, con re-
lación a la predicción de la fluencia bajo estados complejos de tensio-
nes. La determinación de las leyes generales de la resistencia mecánica
de los metales a la fractura es un difícil problema a causa de la sen-
sibilidad de la fractura a la deformación plástica precedente y a la
temperatura. En principio podemos concebir una superficie de frac-
tura tridimensional función de las tres tensiones principales o"i, cr2 y cr3.
Cualquier combinación de tensiones principales producirá la fractura
cuando se alcance la superficie límite. Se ha realizado experimentación
suficiente para comprender que la superficie de fractura no puede ser
rígida, sino que, por el contrario, debe considerarse como una mem-
brana flexible que cambia de forma con las variaciones de la tensión
y con la historia d e la deformación.
La mayor parte de la experimentación realizada en este campo se
ha llevado a cabo en estados biaxiales de tensión, en los que una de
las tensiones principales es cero. Para este tipo de experimentación
se usan ordinariamente probetas tubulares en las cuales se superpone-
una carga axial de tracción o de compresión a la tensión tangencial
producida por una presión interna. Para obtener resultados exactos de-
ben evitarse estricciones o abarrilamientos d u r a n t e las últimas etapas
del ensayo. Esto dificulta la obtención de d a t o s correctos cuando se
ensayan metales muy dúctiles.
La figura 7-14 presenta el criterio m á s frecuentemente propuesto
para la fractura bajo un estado biaxial de tensiones. El criterio de
tensión cizallante máxima y el de Von Mises, o criterio de la energía
de distorsión, ya se han considerado previamente en la discusión del
criterio de fluencia. El criterio de tensión n o r m a l máxima propone que
la fractura es controlada únicamente por la tensión principal m á s im-
portante. La información disponible sobre los metales dúctiles, tales
como las aleaciones de aluminio y las de m a g n e s i o 1 y el a c e r o 2 , indica
que el criterio de tensión cizallante máxima para la iraetura está más
acorde con la experiencia. La concordancia e n t r e la experiencia y la
práctica no es tan buena como en el caso de los criterios de fluencia.
El criterio de fractura para una fundición de hierro f r á g i l 3 se presenta
en la figura 7-15. Es de advertir que en la región de tracción-tracción
se sigue el criterio de tensión n o r m a l y que la resistencia mecánica a la
fractura aumenta significativamente c u a n d o una de las tensiones prin-
cipales se hace compresiva. Existen dos t e o r í a s 4 ' 5 que consideran la
concentración de tensiones en las láminas de grafito de la fundición
de hierro, concordantes con los d a t o s sobre la fractura. Estos datos

tí>n<irtn nnrmnl

Fio. 7-14.—Criterio de fractura pro- FIG. 7-15.—Criterio biaxial de frac-


puesto para el estado biaxial de ten- tura para la función de hierro frágil
siones en metales dúctiles.

están también sustancialmente d e a c u e r d o con la curva de fractura


pronosticada por la teoría de G r i f f i t h sobre la f r a c t u r a frágil.

7 - 1 6 . E f e c t o d e u n a p r e s i ó n h i d r o s l á t i c a elevada s o b r e la frac-
tura.—El t r a b a j o de Bridgman 6 s o b r e el efecto de una presión hidros-
tàtica superpuesta sobre las características de f r a c t u r a de los metales
ha producido muy diversos e i n t e r e s a n t e s resultados. Estos resultados
han d e m o s t r a d o también que la f r a c t u r a es un f e n ó m e n o complejo que,

1
J. E. DORN: "Fracturing of M e t a l s " , American Societv for Metals, Metals
Park, Ohio, 1948.
2
E. A. DAVIS: J. Appl. Mech., vol. 12, pans. A13-A24. 1945.
3
W. R. CLOUGH y M. E. SHANK: Trans. ASM, vol. 49, pdgs. 241-6.:. 1957.
4
L . F. COFFIN, Jr.: /. Appl. Mech., vol. 17, päg. 233, 1950.
5
1- C. FISHER: ASTM Bull, 181, pdg. 74, abri), 1952.
6
P. W. BRIDGMAN: "Studies in Large Plastic Flow and F r a c t u r e " , McGraw-
Hill Book Company, Inc.. Nueva Y o r k , 1952.
en muchos casos, no puede explicarse por el sencillo criterio expuesto
en la sección anterior.
Bridgman sometió a ensayo probetas metálicas superponiendo una
presión hidrostática de 31 500 Kg/cm 2 a una tensión de tracción axial.
Estas condiciones extremas produjeron un gran aumento de la ductili-
dad en la fractura. La deformación en el p u n t o de fractura fue unas
300 veces mayor cuando el acero suave fue roto con presión hidrostá-
tica superpuesta que cuando se realizaron los ensayos con carga uni-
axial únicamente. En los materiales que, bajo condiciones ordinarias,
son completamente frágiles, como la piedra caliza o la sal gema, se
produce realmente una estricción cuando se someten a tracción con
presión hidrostática superpuesta. También se halló que si una probeta
de tracción se sometía- a una presión superpuesta hasta un punto pró-
ximo a la fractura y se ensayaba después a la presión atmosférica,
experimentaba mayor deformación antes de producirse la fractura, in-
cluso cuando el alargamiento bajo presión hubiese sido mayor del que
el metal podría soportar en ensayos ordinarios realizados a la presión
atmosférica. Además, la deformación necesaria para producir fractura
después de cesar la presión hidrostática, a u m e n t a con el incremento
de la magnitud de la presión. Estos hechos indican que, en general, la
fractura no está determinada totalmente por el estado d e tensión o
por la deformación instantáneos. Bridgman no pudo hallar ninguna
función de tensiones sencilla que describiera los resultados por él ob-
tenidos.

BIBLIOGRAFIA

AVERBACH, B . L . ; D. K. FELBECK, G. T . HAHN y D. A. THOMAS (eds.): "Frac-


ture", Technology Press and John VViley & Sons, Inc., Nueva York, 1959.
BARRETT, C. S.: Metallurgy at Low Temperatures, Campbell Memorial Lectu-
re, 1956, Trans. ASM, vol. 49, págs. 53-117, 1957.
"Fracturing of Metals", American Society for Metals, Metals Park, Ohio, 1948.
OROWAN, E . : Fracture and Strength of Solids, Repts. Progr. in Phys., vol. 12,
págs. 185-232, 1949.
PARKER, E. R . : "Brittle Behavior of Engineering Structures", John Wiley &
Sons, Inc., N u e v a York, 1957.
PETCH, N. J.: The Fracture of Metals, en "Progress in Metal Physics", vol. 5,
Pergamon Press, Ltd., Londres, 1954.
STROH: A. N . : Advances in Phys., vol. 6, págs. 418-65, 1957.
CAPITULO 8

FRICCION INTERNA

8-1. Introducción.—La capacidad que posee un sólido vibrante,


completamente aislado de sus alrededores, para convertir en calor su
energía mecánica de vibración, se llama fricción interna o capacidad de
amortiguamiento. El primero de a m b o s términos es el preferido por
los físicos, usándose el segundo, generalmente, en ingeniería. Si los me-
tales se comportaran como materiales perfectamente elásticos frente a
tensiones inferiores al límite elástico nominal, no existiría la fricción
interna. Sin embargo, el hecho de que se puedan observar efectos de
amortiguamiento a niveles de tensión muy por debajo del límite elásti-
co macroscópico, indica que los metales tienen un límite elástico real
muy bajo, si es que verdaderamente existe alguno. Los efectos de la
fricción interna o amortiguamiento corresponden a un retraso de fase
entre la tensión aplicada y la deformación resultante. Esto puede de-
berse simplemente a la deformación plástica producida en los niveles
altos de tensión, o a reorganizaciones térmicas, magnéticas o atómicas
cuando ocurre en los niveles de tensión bajos.
Una división importante del campo del comportamiento no elásti-
co es la llamada anelasticidad. Este tema trata de los efectos de la
fricción interna independientes de la amplitud de vibración. El com-
portamiento anelástico puede deberse a la difusión térmica o atómica,
a la r e l a j a c i ó n d e t e n s i o n e s a t r a v é s d e l o s l í m i t e s d e g r a n o , a la
o r d e n a c i ó n i n d u c i d a p o r la t e n s i ó n y a l a s i n t e r a c c i o n e s m a g n é t i c a s .
C i e r t o s e f e c t o s e s t á t i c o s , t a l e s c o m o el e f e c t o e l á s t i c o d i f e r i d o , e s t á n
relacionados con el comportamiento anelástico. La fricción interna re-
sultante de la deformación en frío depende fuertemente de la ampli-
t u d y, p o r t a n t o , n o es u n f e n ó m e n o a n e l á s t i c o . U n a g r a n p a r t e d e l
c o n o c i m i e n t o a c t u a l d e l m e c a n i s m o d e la a n e l a s t i c i d a d se d e b e a
Z e n e r 1 y sus colaboradores.
Los estudios sobre fricción interna están relacionados principalmen-
te con el empleo del amortiguamiento como medio para estudiar la
estructura interna y los movimientos atómicos en los sólidos. El mé-
todo ha proporcionado información sobre difusión, ordenación y solu-
bilidades de elementos intersticiales y se ha empleado para estimar la
densidad de dislocaciones. Las amplitudes de vibración empleadas en
esta clase de trabajo son usualmente muy pequeñas, y las tensiones
1
C. ZENER: "Elasticity and Anelasticity", Universitv of Chicago Press,
Chicago, 1948.
muy b a j as. O t r o aspecto de este c a m p o es la determinación de datos
tecnológicos preferentes a la disipación de energía en miembros vibran-
tes. Este t r a b a j o está relacionado c o r r i e n t e m e n t e con la determinación
de la capacidad de a m o r t i g u a m i e n t o de un material en las amplitudes
relativamente g r a n d e s que se producen en la práctica de la ingeniería.
La fricción interna se mide por medio de diversas técnicas El
artificio más sencillo es un p é n d u l o de torsión para la región de b a j a s
frecuencias, de a l r e d e d o r de un ciclo por segundo. Para o b t e n e r medi-
das con más altas frecuencias se excita la p r o b e t a por m e d i o de una
fuerza electromagnética, un cristal piezoeléctrico o energía ultrasónica.

8-2. Descripción fenomenològica de la fricción interna.—Para


que la fricción i n t e r n a disipe la energía, la deformación debe retrasarse
con respecto a la tensión aplicada. C o m o m e d i d a de la fricción interna
p u e d e emplearse el ángulo de defase a :

a^-íL [8-1]
Él
donde
Í{' = c o m p o n e n t e no elástica de deformación defasada 90° con la
tensión ;
6i = d e f o r m a c i ó n elástica en fase con la tensión.

La fricción i n t e r n a se mide f r e c u e n t e m e n t e utilizando un sistema al


que se imprime un m o v i m i e n t o de u n a a m p l i t u d determinada, A 0 , que
después se deja decaer libremente. La a m p l i t u d en cualquier m o m e n t o ,
A„ puede expresarse por la ecuación

¿, = A 0 e x p (~/3t) [8-2]

donde (3 es el coeficiente de atenuación. La fricción interna, o capaci-


dad de a m o r t i g u a m i e n t o , se define c o r r i e n t e m e n t e como el decremento
logarítmico 8. El d e c r e m e n t o logarítmico es el logaritmo de la rela-
ción de dos a m p l i t u d e s sucesivas
6 =ln - ^ L . [8-3]

Si la fricción interna es independiente de la amplitud, la representa-


ción de In A en función del n ú m e r o d e ciclos d e vibración es lineal y la
pendiente de la c u r v a dará el d e c r e m e n t o . Si el amortiguamiento de-
pende de la a m p l i t u d , el d e c r e m e n t o viene d a d o por la pendiente de
la curva en un p u n t o de amplitud convenida. El decremento logarítmico
está relacionado con el ángulo d e defase por

S= 7RA [8-4]
1
C. WERF: " M o d e r n R e s e a r c h T e c h n i q u e s in Physical Metallurgy", pági-
nas 225-50, A m e r i c a n Society f o r M e t a l s , M e t a l s Park, Ohio, 1953.
2)8 FRICCION INTERNA

Para una condición de vibración forzada, en la cual la probeta se man-


tiene oscilando con amplitud constante, la disminución relativa de la
energía de vibración por ciclo es una medida de la fricción interna. La
energía de vibración es proporcional al cuadrado de la amplitud, por
lo que el decremento logarítmico puede expresarse por

donde AW es la pérdida de energía por ciclo y W la energía de vibra-


ción al comienzo del ciclo. En un experimento del tipo de vibración
forzada, se acostumbra determi-
nar una curva de resonancia, como
la de la figura 8-1. El decremento
logarítmico para una curva de re-
sonancia viene dado, aproximada-
mente, por
7r(anchura de banda)

' Ir
18-61

fr
U n a m e d i d a d e la f r i c c i ó n i n t e r -
n a f r e c u e n t e m e n t e u t i l i z a d a es Q,
frecuencia
s i e n d o Q = ir/8. P u e s t o q u e en la
Fíe. 8-1.—Curva de resonancia. teoría de los circuitos eléctricos
la r e c í p r o c a d e e s t e v a l o r se l l a m a
la Q del circuito, se ha adoptado I s í m b o l o Q ~ x c o m o m e d i d a d e la
fricción i n t e r n a :
h-U
[8-7]
~7 "

Bajo condiciones de excitación cíclica, el módulo elástico dinámico


será mayor que el estático a causa de la fricción interna no elástica.
El módulo, bajo condiciones dinámicas, se denomina frecuentemente
módulo elástico sin relajación, E,„ mientras que el módulo estático re-
cibe la denominación de módulo relujado, ER. El módulo sin relaja-
ción viene dado por
7' f 8-8]

donde e ( £ es el componente elástico y e¡p es el componente de defor-


mación plástica en fase con la tensión. El hecho de que el módulo
elástico dinámico sea mayor que el estático se llama efecto AE,
Se h a n propuesto distintos modelos para describir el comporta-
miento no elástico de los materiales. Los modelos sugeridos por Volght 1
y Maxwell 2 son los m á s utilizados. A m b o s modelos consideran que el
material tiene un componente elástico acoplado a un componente vis-
coso. Según esta teoría, el comportamiento d e un material es compa-
rable al de un modelo mecánico compuesto de muelles (componente
elástico) y amortiguadores (componente viscoso). La figura 8-2 detalla
la composición de un sólido de Voight y Maxwell, j u n t o con las ecua-
ciones predichas por los modelos. P a r a los metales reales la depen-
sólido de Voight sólido de Maxwell

oc= —u a.- —
¡x - ángulo da desfase w-2wt
r¡ - coeficiente de viscosidad e = —
at
¿1 = módulo dinámico tiempo -*•
FIG. 8-2.—Modelos de muelles y amor- Fig. 8-3.—Variación con el tiempo de
tiguadores para los sólidos de Voight la tensión y la deformación de los ma-
y Maxwell. teriales anelásticos, observándose el
efecto elástico diferido.

d e n c i a d e la f r e c u e n c i a d e la f r i c c i ó n i n t e r n a n o c o n c u e r d a c o n l a s e c u a -
c i o n e s p r e d i c h a s p o r l o s m o d e l o s . A d e m á s , l o s m o d e l o s n o e x p l i c a n la
d e p e n d e n c i a e n t r e el m ó d u l o d i n á m i c o y l a f r i c c i ó n i n t e r n a q u e s e o b -
serva en los m e t a l e s reales. Se h a n p r o p u e s t o v a r i a s m o d i f i c a c i o n e s d e
los m o d e l o s q u e h a n s i d o d e u t i l i d a d p a r a e l e s t u d i o d e l a s p r o -
p i e d a d e s m e c á n i c a s d e los p o l í m e r o s , p e r o q u e fallan al t r a t a r d e l o s
metales.

8-3. A n e l a s t i c i d a d . — S e dice que un cuerpo no elástico se com-


p o r t a a n e l á s t i c a m e n t e c u a n d o la t e n s i ó n y l a d e f o r m a c i ó n n o s o n f u n -
ciones unívocas la una de la otra, y la fricción interna es independiente
de la amplitud. Una manifestación de esto es el efecto elástico diferi-
do. Consideremos un metal sujeto a una tensión constante a un nivel
muy inferior al límite elástico convencional (Fig. 8-3). Las deforma-
1
W. VOIGHT : Ann. Physik, vol. 47, pág. 6 7 1 , 1892.
2
J. C. MAXWELL: Phil. Mag., vol. 3 5 , pág. 1 3 4 , 1868.
240 FRICCION INTERNA [CAP. 8

c i o n e s i m p l i c a d a s p u e d e n s e r d e l o r d e n d e 10~ 5 , p o r lo q u e s e p r e c i s a n
m e d i d a s m u y sensibles. D e s p u é s d e u n a d e f o r m a c i ó n inicial i n s t a n t á n e a
se p r o d u c i r á u n a f l u e n c i a g r a d u a l e n el m e t a l h a s t a q u e la d e f o r m a c i ó n
a l c a n c e u n v a l o r e s e n c i a l m e n t e c o n s t a n t e . E s t o s e p u e d e o b s e r v a r en
m u c h o s m e t a l e s a t e m p e r a t u r a a m b i e n t e , a u n q u e el e f e c t o e s m a y o r a
t e m p e r a t u r a s m á s a l t a s . C u a n d o c e s e la t e n s i ó n d i s m i n u i r á la d e f o r -
mación, p e r o q u e d a r á alguna d e f o r m a c i ó n r e m a n e n t e q u e irá desapa-
r e c i e n d o l e n t a m e n t e c o n el t i e m p o , a p r o x i m á n d o s e al v a l o r i n i c i a l . E s t a
d e p e n d e n c i a c o n el t i e m p o d e l a s d e f o r m a c i o n e s en la c a r g a y d e s c a r g a
es lo q u e s e h a l l a m a d o e f e c t o e l á s t i c o d i f e r i d o .
A l c o n s i d e r a r la r e l a c i ó n t e n s i ó n - d e f o r m a c i ó n p a r a u n m a t e r i a l an-
elástico, es m a n i f i e s t o q u e una
r e l a c i ó n l i n e a l c o n s t a n t e e n t r e es-
t o s d o s f a c t o r e s n o d e s c r i b i r á la
situación a d e c u a d a m e n t e . Igualan-
d o la t e n s i ó n y s u p r i m e r a d e r i -
tiempo v a d a c o n r e s p e c t o al t i e m p o , a la
d e f o r m a c i ó n y a la v e l o c i d a d d e
d e f o r m a c i ó n , se o b t i e n e u n a r e l a -
ción realista

diCT+ /)2( [8-9]


tiempo
U n m a t e r i a l q u e se a d a p i . i a e s t e
FIG. 8 - 4 . — M o d e l o m e c á n i c o del s ó l i d o
t i p o d e e c u a c i ó n r e c i b e el n o m b r e
tipo lineal y variación correspondiente
con el tiempo de la tensión y la defor- d e sólido lineal tipo. 1:1 m o d e l o
mación. m e c á n i c o d e e s t e m a t e r i a l se m u e s -
t r a e n la f i g u r a 8-4. E s d e a d v e r -
tir q u e la d e p e n d e n c i a d e la d e f o r m a c i ó n c o n el t i e m p o r e p r o d u c e fiel-
m e n t e el c o m p o r t a m i e n t o d e u n m a t e r i a l c o n e f e c t o c l á s t i c o d i f e r i d o .
La e c u a c i ó n g e n e r a l p a r a u n s ó l i d o lineal t i p o p u e d e r c e s c r i b i r s e c o n
la i n t e r v e n c i ó n d e t r e s c o n s t a n t e s i n d e p e n d i e n t e s :

o- + T,&=r-EK(e + Tné) [8-10]


donde:

r£=tiempo d e r e l a j a c i ó n d e la d e f o r m a c i ó n para tensión cons-


tante;
r f f = t i e m p o d e r e l a j a c i ó n d e la t e n s i ó n para deformación cons-
tante;
ER = m ó d u l o e l á s t i c o relajado.

La r e l a c i ó n e n t r e los t i e m p o s de relajación y los m ó d u l o s relajado


y sin r e l a j a r viene d a d a p o r

ER T
"SEC. 8- ÂNILAITICIDAD

Una combinación sin dimensiones de las constantes elásticas, llamada


resistencia de relajación, es una medida de la relajación total

EU — ER
E5 = [8-12]
</ EUER

Para un sólido lineal tipo solo hay un tiempo d e relajación simple


r = (TC +T„)/2. El ángulo de defase, sobre la base de este modelo, viene
dado por la siguiente ecuación 1 :

a ^ E , — ^ . 1 [8-13]
1 + CO-T

donde G> = 2Trf es la frecuencia angular de vibración. La Ec. [8-13] es


simétrica en w y r y tiene un máximo c u a n d o <wr = l. Por tanto, en un
material que se c o m p o r t a como un sólido lineal anelástico se producirá
una fricción interna máxima a una frecuencia angular que es la recí-
proca del tiempo d e relajación del proceso q u e origina la relajación.
Experimentalmente, es con frecuencia difícil variar la frecuencia
angular en un factor que sea muy superior a 100. Por ello, generalmente
lo que se hace es d e t e r m i n a r el espectro de relajación conservando cons-
tante a> y variando el tiempo de relajación r . En muchos materiales,
incluidos los metales, r varía exponencialmente con la temperatura,
de m o d o que

- = To exp [8-14]

Por tanto, para d e t e r m i n a r el espectro de relajación, se requiere me-


dir a en función d e la temperatura para una frecuencia angular cons-
tante.
Las m e d i d a s d e la fricción interna son muy adecuadas para estudiar
la difusión de á t o m o s intersticiales en los metales con red cúbica cen-
trada. Los máximos de relajación se producen a causa d e la difusión
de á t o m o s intersticiales hacia posiciones de energía mínima en les cam-
pos d e tensión d e las dislocaciones. P a r a una frecuencia d a d a , el tiem-
po de relajación se expresa por r = 1/co, y el máximo se producirá a
una t e m p e r a t u r a T¡. Para otro valor de la frecuencia, el máximo de
relajación se p r o d u c i r á a una t e m p e r a t u r a T2. La energía de activación
AH se puede d e t e r m i n a r a partir de la dependencia con la temperatura
del tiempo de relajación (Éc. [8-14])

ln (fi/U)
ÁH = R [8-15]
i/r,-i/r2
1
A. S. NOWICK: Internal Friction in Metals, en "Progress in Metal Physics",
vol. 4, pigs. 15-16, Pergamon Press, Ltd., Londres, 1953.
ntETKIl, —16
tiempo de relajación dado, el coeficiente de difusión de los
Atomos intersticiales viene dado por

D- [8-16|
36 r

d o n d e c 0 es el e s p a c i a d o i n t e r a t ò m i c o . La d e p e n d e n c i a e n t r e D y la
temperatura viene dada por
^ ^ AH
D = Da e x p - [ 8-17]

8-4. E s p e c t r o d e r e l a j a c i ó n . — E n los metales pueden producirse


múltiples procesos de relajación con tiempos diferentes. Cada uno de
ellos tendrá lugar en un intervalo de frecuencia diferente, por lo que
se puede hallar un n ú m e r o de m á x i m o s de fricción interna cuando se
investiga una amplia gama de frecuencias. Siempre que los máximos
estén suficientemente separados, el c o m p o r t a m i e n t o del metal en la
región del m á x i m o puede expresarse por m e d i o de la Ec. [8-10] con
constantes c o n v e n i e n t e m e n t e d e t e r m i n a d a s . E s t a variación de la fric-
ción interna con la frecuencia p u e d e considerarse c o m o un espectro
de relajación q u e es característico de un material d e t e r m i n a d o .
La aplicación de tensión a una solución sólida de sustitución puede
producir ordenación en la distribución de á t o m o s que, de o t r o modo,
sería d e s o r d e n a d a . U n a tensión a l t e r n a puede originar relajación entre
pares de á t o m o s de soluto.
Por la relajación de la tensión d e cizallamiento a través de los lími-
tes de grano se produce un m á x i m o i m p o r t a n t e en la fricción interna
en las m u e s t r a s policristalinas. El t r a b a j o desarrollado en este campo
ha llevado a la conclusión de que los límites de g r a n o se comportan
en c i e r t o m o d o c o m o u n m a t e r i a l v i s c o s o . E s t e i n t e r e s a n t e a s p e c t o de
la fricción interna se discute más a m p l i a m e n t e en la sección siguiente.
El m o v i m i e n t o de los límites de m a c l a de b a j a energía debido a ten-
siones produce, según se cree, efectos de relajación '. Este tipo de
deformación es también responsable de los efectos anelásticos hallados
en conjunción con el m o v i m i e n t o d e los límites de los dominios, que
se p r o d u c e en los materiales ferromagnéticos. P u e s t o que ias interca-
ras de macla son cristalográficamente límites coherentes, la fricción in-
t e r n a n o p u e d e d e b e r s e al d e s l i z a m i e n t o v i s c o s o a s o c i a d o a los l í m i t e s
incoherentes.
El m á x i m o de relajación d e b i d o a la ordenación preferente de los
átomos intersticiales en la red, c o m o consecuencia de una tensión apli-
cada, es uno de los procesos de relajación mejor comprendidos. Los

'F. T . WORRELL : / . Appi Phys., voi. 19, pág. 929, 1948, voi. 22, pás. 1257,
1951.
estudios efectuados sobre este proceso d e relajación h a n proporcio-
nado información sobre la solubilidad y difusión de átomos intersti-
ciales. En la sección 8-6 se considera este tipo de fricción interna.

8-5. R e l a j a c i ó n de l o s l í m i t e s de g r a n o . — L a relajación dé ten-


í sión que se p r o d u c e a lo largo de los límites d e grano es una fuente
j importante d e fricción interna. Ke 1 d e m o s t r ó , p o r medio de experimen-
¡ tos realizados sobre a l a m b r e s de aluminio de alta pureza, la existencia
i de un i m p o r t a n t e m á x i m o de fricción i n t e r n a debido a la relajación

! Fie. 8-5.—Variación de la fricción interna con la temperatura en probetas mono


' y policristalinas de aluminio. (T. S. KE: Phys. Rev., vol. 71, pág. 533, 1947.')

del límite de grano. A las p e q u e ñ a s d e f o r m a c i o n e s torsionales utilizadas


I en este t r a b a j o , la d e f o r m a c i ó n fue c o m p l e t a m e n t e recuperable y to-
dos los e f e c t o s de fricción i n t e r n a fueron i n d e p e n d i e n t e s de la amplitud.
Ke halló que en el aluminio policristalino aparecía un máximo ancho
en la región de los 300 °C, m i e n t r a s que en los monocristales de alu-
minio no se observó ningún máximo de fricción interna . (Fig. 8-5).
Además, las m e d i d a s del m ó d u l o (que es proporcional al cuadrado de
la frecuencia) realizadas a diferentes t e m p e r a t u r a s , presentaron una
caída m u y p r o n u n c i a d a en la probeta policristalina, la cual no se evi-
} denció en la probeta monocristalina (Fig. 8-6). Este comportamiento
1
concuerda con la suposición de que, a elevadas temperaturas, los límites
| de grano se c o m p o r t a n , hasta cierto p u n t o , de una forma viscosa.

'T. S. K E : Phys. Rev., vol. 7 1 . pág. 5 3 3 , v o l . 72, pág. 41, 1947.-


244 FRICCION INTERNA

8-6. El efecto S n o e k — L a fricción interna resultante de la or-


denación preferente de los átomos intersticiales bajo una tensión aplj.
cada fue explicada por Snoek 1 y es conocida como efecto Snoek. Este
tipo de relajación se ha estudiado ampliamente en el hierro con pe-
queños contenidos de carbono o de nitrógeno en solución sólida. Los
átomos intersticiales de carbono en el hierro con red cúbica centrada
ocupan los espacios octaédricos de la red. El cristal tendrá simetría
tetragonal, incluso aunque no se aplique ninguna fuerza externa, a
causa de la distorsión producida por los átomos intersticiales. La dis-
tribución de átomos entre los lugares octaédricos es aleatoria, mien-

0,75

0,35
0 100 200 300 400 SCO
t e m p e r a t u r a de medicidn 1 °C

F i c . 8 - 6 . — V a r i a c i ó n del m ó d u l o (p) c o n la t e m p e r a t u r a para a l u m i n i o mono


y policristalino. (T. S. KE : Phys Rev., vol. 71, pág. 533, 1 9 17.)

tras no se aplique ninguna tensión, y los ejes tetragonales de las célu-


las-unidad están orientados también aleatoriamente con respecto a los
ejes de la probeta. Sin embargo, si se aplica una tensión a lo largo
del eje y, los átomos intersticiales emigrarán a las posiciones octaédri-
cas que tienden a alinearse en la dirección y. Cuando cesa la tensión,
los átomos emigran hacia una distribución aleatoria. Bajo las tensiones
oscilantes impuestas por un aparato de fricción interna, los átomos
intersticiales estarán en movimiento continuo, con tendencia hacia la
orientación preferente o a apartarse de esta clase de orientación. El re-
sultado es un fuerte máximo de relajación. Se puede observar un má-
ximo de relajación similar aunque más débil, debido a un orden de
corto alcance, en las soluciones sólidas de sustitución.

'J. SNOEK: Physica, vol. 6, pág. 591, 1939. v o l . 8, pág. 711, 1941, vol. 9.
nás. 862. 1942.
8-7. Fricción interna termoelástica.—Los comportamientos térmi-
co y mecánico de los materiales son correlativos. La aplicación de pe-
queñas tensiones a un metal producirá una deformación instantánea
acompañada de un pequeño cambio en la temperatura. U n a extensión
de la probeta dará por resultado un descenso en la temperatura, mien-
tras que, por el contrario, una contracción producirá una elevación de
la temperatura. Este comportamiento recibe el nombre de efecto ter-
moelástico. Si la tensión aplicada no es uniforme en toda la probeta,
se establecerá un gradiente de temperatura, dando como resultado una
deformación no elástica adicional. Si la tensión no uniforme varía pe-
| riódicamente con el tiempo, se produce un gradiente fluctuante de tem-
I peratura. Cuando las variaciones de tensión se producen con una fre-
cuencia muy alta, de forma que no haya tiempo para que tenga lugar
un flujo apreciable de calor durante el ciclo de tensiones, el proceso
es adiabático. Bajo condiciones adiabáticas, no se produce ninguna pér-
dida de energía o amortiguamiento. Por otra parte, a frecuencias muy
bajas hay tiempo suficiente para el flujo de calor, manteniéndose un
equilibrio de temperatura en la probeta. Este es un proceso isotérmico
y durante él no se producen pérdidas de energía o calor. La conver-
; sión de energía en calor no es reversible en la región de frecuencias
| intermedias, y se observan efectos de fricción interna,
i La tensión n o uniforme puede originar corrientes térmicas macros-
cópicas que producirán máximos de fricción interna. U n a barra rec-
tangular a la que se imprime vibración transversalmente, se comporta
como un sólido lineal tipo (tiempo de relajación única). La temperatu-
ra aumentará en el lado de compresión de la probeta y disminuirá en
el lado de tensión de la misma. Por tanto, se produce un gradiente
; de temperatura alternativo a través del espesor de la probeta. Siempre
; que la frecuencia sea tal que dé tiempo suficiente para que fluyan las
| corrientes térmicas hacia atrás y hacia adelante y se produzca una
neutralización parcial del gradiente de temperatura, tendrá lugar un
proceso de relajación. Zener 1 ha demostrado que el tiempo de rela-
! jación es

i f 8-181
•D,
donde :

h = espesor de la probeta;
D, = constante de difusión térmica =
= conductividad térmica/fcalor específico) (densidad).

La frecuencia a que tiene lugar este máximo de relajación puede de-


terminarse por la relajación »£ = 1. En probetas de espesor ordinario,
el máximo se produciría en la región de 1 a 100 ciclos por segundo.
Teóricamente es posible que una probeta que vibre longitudinalmente

<C. ZENER: Plujs. Rei-., voi. 52, pág. 230, 1937.


1246 tíos L CAÍ Á

presente relajación debida a corrientes térmicas microscópicas. Sin em-


bargo, la región de frecuencias en que se produciría el máximo sería
del orden de 10 10 a 1 0 " ciclos por segundo, la cual está m u c h o más
allá del intervalo de observación n o r m a l . En las p r o b e t a s sujetas a vi-
bración d e torsión n o se produce relajación debida a corrientes térmi-
cas macroscópicas, a causa .de q u e las tensiones cizallantes no van
a c o m p a ñ a d a s de cambios de t e m p e r a t u r a .
Una probeta policristalina s o m e t i d a a una tensión completamente
uniforme puede presentar relajación debida a corrientes térmicas inter-
granulares originadas por las fluctuaciones de tensión entre grano y
grano. Las diferencias de tensión localizada e n t r e grano y grano se
deben a la anisotropía elástica de los granos individuales. El máximo
de relajación debido a corrientes térmicas intergranulares no se pro-
ducirá en una frecuencia muy d e l i m i t a d a y, por tanto, no representa
un tiempo de relajación único. La frecuencia en la que tendrá lugar la
relajación está relacionada con el a m a ñ o de grano del metal. l a fric-
ción interna debida a corrientes te micas intergranulares se puede pro-
ducir con t o d o s los tipos de t e n s ín. Es i m p o r t a n t e que, en aquellos
experimentos en que el interés p r nario resida en el amorti'.'.uamiento
debido a otros motivos, se consid- -en los efectos producidos p>>r esta
causa.

8-8. A m o r t i g u a m i e n t o dchid » a las dislocaciones.—La fricción


interna de los metales es muy ser ible a la deformación plástica. Los
efectos son m u y complejos y depet den de variables, tales c o m o la im-
portancia de la d e f o r m a c i ó n plástic i, el m é t o d o por el que se deformó
el metal, la pureza de este último, ' i frecuencia de vibración y el tiem-
po entre la d e f o r m a c i ó n y la m e d i o a de la fricción interna. R e a d 1 de-
mostró que la fricción interna p r o d u c i d a por el t r a b a j o en frío depende
en alto grado de la amplitud, i n c ' a s o en amplitudes de deformación
tan pequeñas c o m o 10~ 6 .
U n m e t a l recién d e f o r m a d o en río tiene u n a fricción intern,! rela-
t i v a m e n t e alta, que desaparece m u y rápidamente a temperatura 1 - muy
inferiores a las requeridas para la recristalización. El alto amortigua-
m i e n t o va a c o m p a ñ a d o de una disminución en el módulo dinámico.
A medida que la fricción interna desaparece, el m ó d u l o dinámico vuel-
ve al valor correspondiente al e s t a d o normal. La disminución en el
módulo producida p o r la d e f o r m a c i ó n en frío, que puede ser elimina-
d a por medio de u n recocido a t e m p e r a t u r a s relativamente bajas, se
conoce con el n o m b r e de defecto de módulo o efecto Köster 2. M o t t ha
p r o p u e s t o un m o d e l o de d i s l o c a c i o n e s 3 para el efecto Köster oue se
basa en el a r q u e a d o b a j o tensión d e una red de líneas de dislocaciones
anclada en nudos e impurezas. La teoría predice que el efecto Köster

1
T . A. READ: Trans. A1ME, vol. 1 4 3 , pag. 30, 1 9 4 1 .
2
W . KÖSTER: Z. Metallk., v o l . 3 2 , pag. 2 8 2 , 1 9 4 0 .
3
N. F . M O T T : Phil. Mag., v o l . 4 3 , pdg. 1151, 1 9 5 2 .
es proporcional al producto de la longitud de dislocación por cen-
t í m e t r o cúbico y al c u a d r a d o de la longitud del bucle efectivo de un
segmento de dislocación,
-^LqcND [8-191
E

En un metal típico c o n f o r m a d o en frío, los valores de N M 10' y


L 10~ 5 cm conducirían a valores de A E/E del 10%, en concordancia
con los resultados observados. El m e c a n i s m o de dislocaciones d e los
efectos de fricción interna observados en los metales d e f o r m a d o s en
frío no está bien d e t e r m i n a d o . La teoría d e K o e h l e r 1 y G r a n a t o y
L ü c k e 2 supone q u e la. fricción interna d e p e n d i e n t e de la amplitud se
debe a una histéresis tensión-deformación causada por la irreversibi-
lidad del a r r a n q u e de las dislocaciones d e los á t o m o s de impurezas que
las bloqueaban. Sin embargo, la fricción i n t e r n a independiente de la
amplitud, se s u p o n e que resulta de u n a f u e r z a de a m o r t i g u a m i e n t o ,
de tipo viscoso, que actúa sobre los s e g m e n t o s arqueados de las líneas
de dislocación.
El único proceso de relajación que p r o p o r c i o n a un m á x i m o interno
definitivamente atribuible a las dislocaciones es el m á x i m o de Bor-
d i n i 3 descubierto en los metales con red de caras c e n t r a d a s a muy ba-
jas t e m p e r a t u r a s , en la región de los 30 a 100 °K. Hay indicaciones de
que el m á x i m o de Bordini se debe a alguna propiedad intrínseca de
las dislocaciones y no está implicado en la interacción de las disloca-
ciones con á t o m o s de impurezas y o t r a s dislocaciones.

8 - 9 . Capacidad d e a m o r t i g u a m i e n t o . — E s t a sección está dedicada


a los aspectos que presenta la fricción i n t e r n a en la ingeniería. La ca-
pacidad de a m o r t i g u a m i e n t o de las e s t r u c t u r a s y elementos de máqui-
nas se relaciona con la fricción interna d e los materiales, a amplitudes
de d e f o r m a c i ó n y tensiones m u c h o m a y o r e s que los valores conside-
rados u s u a l m e n t e en los experimentos de fricción interna. U n a capaci-
dad de a m o r t i g u a m i e n t o elevada es d e i m p o r t a n c i a práctica en tecno-
logía, p o r q u e limita la amplitud de vibración en condiciones de resonan-
cia, reduciendo de este modo la probabilidad de la falla p o r fatiga. Los
álabes d e turbina, los cigüeñales y las hélices de aviación son aplica-
ciones típicas en las que es i m p o r t a n t e la capacidad de amortigua-
miento.
Se puede definir la capacidad de a m o r t i g u a m i e n t o c o m o la cantidad
de t r a b a j o convertida en calor, por u n i d a d de volumen d e material y
por ciclo completo de inversión de tensión. Las propiedades de amorti-
g u a m i e n t o de los materiales se expresan frecuentemente en términos

>J- S. KOEHLER: "Imperfections in Nearly Perfect Crystals", l o h n Wiley-


Si Sons, Inc., N u e v a York, 1953.
2
A. GRANATO y K . L Ü C K E : / . Appi. Phys., vol. 27, pág. 583, 1956.
1
P. G. BORDONI: NUOVO cimento, vol. 7, ser. 9, sup. 2. pág. 144, 1950.
del decremento logarítmico 8 o la capacidad de amortiguamiento es-
pecífica ip,
=^ ^ 4 4 (8-20]
N\Ai + A„)
donde:

t/»=capacidad de amortiguamiento específica;


S = decremento logarítmico (véanse Ees. [8-3] y [ 8 - 5 ] ) ;
<4| = amplitud de vibración del primer ciclo;
An= amplitud de vibración del enésimo ciclo;
N= número de ciclos desde A, a A„.

Los valores de estos parámetros de amortiguamiento dependen no so-


lamente de la condición del material, sino también de la forma de
las p r o b e t a s y d e la d i s t r i b u c i ó n de t e n s i o n e s en l a s m i s m a s . Puesto
que frecuentemente no están especificadas estas condiciones, hay con-
siderable variación y contradicción en la literatura 1 publicada sobre las
propiedades de amortiguamiento de los materiales. Para expresar las pro-
piedades de amortiguamiento de los materiales de ingeniería se ha
propuesto la energía específica de amortiguamiento. Esta cantidad re-
presenta el área interna de un ciclo de histéresis tensión-deformación,
bajo condiciones uniformes de tensión, y es una propiedad real del
material. Se han publicado métodos de conversión del decremento lo-
garítmico y de la capacidad de amortiguamiento en energía de amorti-
guamiento específica 2 .
Los valores tecnológicos de la capacidad de amortiguamiento no
dependen mucho de la frecuencia de vibración. Sin embargo, existe una
fuerte dependencia de la tensión o de la amplitud de deformación. La
energía de amortiguamiento específica es, aproximadamente, una fun-
ción potencial del nivel de tensión, con exponentes que varían entre 2
y 3 para la mayor parte de los materiales. El comportamiento del amor-
tiguamiento es una función del n ú m e r o de ciclos de inversión de ten-
sión. La capacidad de amortiguamiento aumenta, generalmente, con el
número de ciclos de inversión de tensión, aumentando también la mag-
nitud del efecto con el nivel de tensión. La capacidad de amortigua-
miento para un metal d a d o y para las condiciones de ensayo depende
del tipo del sistema de tensiones, p. ej., si el ensayo es de torsión o
de tracción. Esto es el resultado de la diferencia en la distribución de
tensiones producidas por diferentes métodos. Se han realizado algunas
tentativas para relacionar el comportamiento del amortiguamiento con
otras propiedades, tales como la resistencia mecánica a la fatiga y la
sensibilidad a la entalla. Mientras que en ciertos casos parece que la
1
L. I. DEMER: Bibliography of the Material Damping Field, WADC Tech.
Rapt. 56-180, junio, 1956; disponible en la Office of Technical Services.
2
E_. R. PODNIEKS y B. J. LAZAN: Analytical Methods for Determining
Specific Damping Energy Considering Stress Distribution, WADC Tech. Rept.
56-44, junio, 1957.
alta capacidad de amortiguamiento está en correlación con una baja
sensibilidad a la entalla, no hay ninguna relación general entre estas
propiedades. Tampoco existe ninguna relación general entre la capaci-
dad de amortiguamiento y el límite de fatiga.
En la tabla 8-1 se indican algunos valores de la capacidad de amorti-
guamiento correspondientes a algunos materiales técnicos a varios ni-
veles de tensión. La fundición gris es uno de los materiales con mayor
TABLA 8-1
Capacidad de amortiguamiento de algunos materiales técnicos *

Capacidad especifica de amortiguamiento


AW/W, a varios n i v e l e s de t e n s i ó n
Material
4300 psl ! 6700 psl ' 11 20C p=l
(31.5 K g / m m 1 ) (46,9 K g / m m ' ) (78,4 K g / m m ' )

Acero al carbono (0.1% de C1 2,28 2,78 4.16


Acero al Cr-Ni, templado y revenido 0,38 0,49 0.70
Acero-inoxidable al 12% de Cr 8,0 8.0 8.0
Acero inoxidable 18-8 0.76 1,16 3,8
Fundición de hierro 28,0 40.0
Latón amarillo 0.50 0,86

* S. L. HOYT: «Metal Data», edición revisada. Reinhold Publishing Corporation, Nue.


va Y o r k . 1952.

capacidad de amortiguamiento. Esto se atribuye a pérdidas de energía


en las láminas de grafito. El movimiento de las paredes de los dominios #
ferromagnéticos supone una importante contribución al amortiguamiento
en muchas aleaciones utilizadas en la fabricación de álabes de tur-
bina. Esto se ha demostrado 1 por el hecho de que una aleación ferro-
magnética que presentó un alto amortiguamiento, mostró una capaci-
dad de amortiguamiento muy disminuida cuando se ensayó en un
campo magnético. El más bajo amortiguamiento en el campo magné-
tico se puede atribuir al hecho de que los dominios están alineados en
la dirección del campo y no pueden moverse libremente bajo tensión.

BIBLIOGRAFIA

ENTWISTLE, K. M . : The Damping Capacity of Metals, en B. Chalmers y


A. G. Quarrell (eds.). "The Physical Examination of Metals", 2.» ed.,
Edward Arnold & Co., Londres, 1960.
NIBLETT, D. H., y J. VV'ILKS: Dislocation Damping in Metals, Advances in
Phys., vol. 9, págs. 1-88. 1960.
NGWICK, A . S.: Internal Friction in Metals, en "Progress in Metal Physics",
vol. 4, Pergamon Press, Ltd., Londres, 1953.
ZENER, C.: "Elasticity and Anelasticity of Metals", University of Chicago
Press, Chicago, 1948.

'A. W. COCHARDT: Trans. A IME, vol. 2 0 6 , págs. 1295-298. 1956.


Puesto que la tensión y la deformación se obtienen dividiendo la carga
y el alargamiento por factores constantes, la curva carga-alargamiento
tendrá la misma forma que la curva de tensiones-deformaciones. l as
dos curvas se usan, con frecuencia, indistintamente.
La forma y las magnitudes de la curva de tensiones-deformaciones
de un metal dependerá de su composición, t r a t a m i e n t o térmico, histo-
ria anterior de deformación plástica y velocidad de deformación, tem-
peratura y estado de tensión creado d u r a n t e el ensayo. Los parámetros
utilizados para describir la curva de tensiones-deformaciones de un
metal son la resistencia a la tracción, el límite elástico convencional
o el aparente, el alargamiento por ciento y la estricción. Los dos pri-
meros son p a r á m e t r o s de resistencia mecánica; los dos últimos infor-
man sobre la ductilidad.
Resistencia a la tracción.—La resistencia a la tracción es el co-
ciente obtenido al dividir la carga máxima por la sección transversal
inicial de la probeta

<ru = Z p - [9-3]
I

La resistencia a la tracción es el valor citado con m á s frecuencia en


los resultados de un ensayo de t r a c c i ó n ; en realidad, es un dato que
carece prácticamente de significado con relación a la resistencia me-
cánica de un metal. La resistencia a la tracción debe ser considerada,
en los metales dúctiles, como una medida de la carga máxima que
puede soportar un metal b a j o las m u y restrictivas condiciones de
carga monoaxial. Más adelante veremos que este valor tiene poca re-
lación con la resistencia mecánica útil del metal bajo las más com-
plejas condiciones de tensión que usualmente se encuentran. Durante
muchos años la resistencia mecánica de las piezas se determinaba a
partir de la resistencia mecánica a la tracción, convenientemente redu-
cida por un factor de seguridad. La tendencia actual se orienta hacia
un intento más racional de f u n d a m e n t a r el diseño estático de los me-
tales dúctiles con el límite elástico. Sin embargo, y a causa de la prác-
tica, mantenida durante tanto tiempo, de utilizar la resistencia a la
tracción para determinar la resistencia mecánica de los materiales, se
ha convertido en una propiedad muy familiar y, como ta!, es una for-
ma muy útil de identificación de un material, del mismo modo que la
composición química sirve para identificar un metal o aleación. Ade-
más, como la resistencia mecánica a la tracción es fácil de determinar,
y es u n a propiedad muy reproducible, es útil para las especificaciones
y para el control de calidad de un producto. También son de gran uti-
lidad las diversas correlaciones empíricas encontradas entre la resis-
tencia a la tracción y otras propiedades, tales como la dureza y la
resistencia a la fatiga. La resistencia a la tracción es un criterio válido
al realizar un diseño en el caso de materiales frágiles.
Límite elástico convencional.—El límite elástico convencional es .la
carga correspondiente a una pequeña deformación plástica Mptdfíot*
da, dividida por el área de la sección transversal inicial de la probeta

Pe-0,002 fn
<to = — T — [9-4]
Ai

A causa de las dificultades prácticas que existen para determinar el


verdadero límite elástico o límite de proporcionalidad, el límite elásti-
co convencional y el límite elástico aparente son los parámetros prefe-
ridos en ingeniería para expresar el comienzo de la deformación plás-
tica. Cuando en el proyecto con un metal dúctil es necesario evitar la
deformación plástica, el límite elástico es el criterio apropiado con res-
pecto a la resistencia del metal. Una importante característica del lími-
te elástico convencional es que el valor determinado por el ensayo de
tracción puede utilizarse para predecir las condiciones de fluencia es-
tática, bajo otras condiciones de tensión más complejas, por medio del
criterio de fluencia de la energía de distorsión (Sec. 3-4). U n ejemplo
de esto es la determinación de la presión de rotura elástica d e los tubos
de paréd gruesa, sometidos a una presión interna, a partir de los resul-
tados de un ensayo de t r a c c i ó n E l límite elástico convencional y el
límite elástico aparente son más sensibles a las diferencias en el tra-
tamiento térmico y método de ensayo que la resistencia a la tracción.
Alargamiento de rotura (tantos por ciento).—El tanto por ciento
de alargamiento de rotura es la relación entre el aumento de la longitud
de la distancia entre puntos de la probeta y su longitud original, ex-
presada en tantos por ciento:

alargamiento % = i 0 0 ^ f ^ = 100«?/ [9-5]


¿o
donde:

L, = distancia entre puntos al producirse la fractura;


Lo = distancia entre puntos original;
€f = deformación convencional al producirse la fractura.

El numerador de la Ec. [9-5] es, sencillamente, el alargamiento tota!


medio de la distancia entre puntos de la probeta. Este valor está afec-
tado por la deformación durante la estricción, por lo que el valor del
alargamiento por ciento depende, en cierto modo, de la distancia entre
puntos. El alargamiento de la probeta es uniforme a lo largo de la dis-
taxicia entre puntos, hasta el momento de carga máxima. Rebasado este
punto, comienza la estricción y la deformación deja de ser uniforme.
La deformación uniforme es de más importancia que la deformación
total al producirse la fractura y tiene también más valor práctico en
la predicción de la conformabilidad de las chapas metálicas. Sin em-

' 1 . H. FAUPEL: Trans. ASME, v 0 l. 78, págs. 1031-064, 1956.


bargo, el alargamiento uniforme no se determina corrientemente en un
ensayo de tracción rutinario, por lo cual, a menos que se indique espe-
cíficamente, por "alargamiento" se entiende usualmente el tanto por
ciento de alargamiento de rotura. Este se determina uniendo los dos
trozos de la probeta de tracción rota y midiendo la variación sufrida
por la distancia entre puntos. Esta distancia es un dato que debe acom-
pañarse siempre al expresar los valores del alargamiento por ciento.
Estricción (de rotura).—El t a n t o por ciento de estricción es la rela-
ción existente entre la disminución del área de la sección transversal
de la probeta de tracción después de la fractura y la superficie original,
expresada en tantos por ciento:
A — Ai
disminución del área = <? = — í - [9-6]
Ao

Es difícil determinar la estricción en probetas de chapa fina, por


cuya razón no se determina usualmente en este tipo de material. En
probetas de tracción planas, rectangulares, de más espesor, se puede
determinar el área aproximadamente:

A =y (a + 2d) [9-7]
donde:
h = ancho de la probeta;
a = espesor en el centro de la probeta;
r/ = espesor de la sección transversal en los extremos de la pro-
beta.

El alargamiento y la estricción no son, directamente, de interés para


el proyectista. No parece haber métodos cuantitativos para determinar
el alargamiento o la estricción mínimos que debe tener un material para
una aplicación d e t e r m i n a d a . N o obstante, estos valores pueden propor-
cionar indicaciones cualitativas sobre la conformabilidad de un metal.
U n a e s t r i c c i ó n m u y a c u s a d a i n d i c a la c a p a c i d a d del metal p a r a s o p o r -
tar u n a g r a n d e f o r m a c i ó n sin r o m p e r s e ( v é a s e p r o b l e m a 9 - 4 ) .
La e s t r i c c i ó n es el p a r á m e t r o m á s s e n s i b l e a la e s t r u c t u r a q u e p u e d e
medirse en el ensayo de tracción. Por tanto, su aspecto más importante
es el de ser utilizada como una indicación de la calidad del material.
Una disminución en el valor de la estricción, por debajo de un nivel
especificado que la experiencia h a señalado como indicativo de buen
comportamiento en servicio, es una advertencia de que la calidad es
deficiente.
Módulo de elasticidad.—La pendiente de la parte lineal inicial de
la curva tensiones-deformaciones es el módulo de elasticidad o módulo
de Young. El módulo de Young es una medida de la rigidez del mate-
rial. Cuanto mayor sea el módulo, más pequeña será la deformación
elástica resultante de la aplicación de una tensión dada. Puesto que
para calcular la flexión de vigas y otras piezas es necesario conocer el
módulo de elasticidad, es un importante valor a tener en cuenta al
realizar un proyecto.
El módulo de elasticidad está determinado por las fuerzas de enlace
entre los átomos. Puesto que estas fuerzas n o pueden alterarse sin
cambiar la naturaleza básica del material, se deduce que el módulo
de elasticidad es una de las propiedades mecánicas más insensible a
la estructura. Solo le afectan ligeramente las adiciones de aleantes, el
tratamiento térmico o la conformación en f r í o S i n embargo, aumen-
tando la temperatura se produce una disminución del módulo de elas-
ticidad. El módulo se determina usualmente a elevadas temperaturas
siguiendo un m é t o d o dinámico 2 , que mide el modo y período de vi-
bración de una probeta metálica. En la tabla 9-1 se indican los valores
típicos del módulo de elasticidad para metales comunes de ingeniería
a diferentes temperaturas.
TABLA 9-1

Valores típicos de los módulos de elasticidad a diferentes


temperaturas

Módulo de elasticidad, Kg/mm"


Materiales
Tempera- 400 <F 800-F 1000 ' F 1200 -F
t
" r a . ; (204 •©
ambiente
(427 «O (538 ' O (640 -C)

Acero al carbono 21 000 18 900 15 750 13 6 5 0 12 6 0 0


Acero inoxidable austenítico. 19 6 0 0 17 850 16 100 15 750 14 700
Aleaciones de titanio 11 5 5 0 9 800 7 490 7 070
Aleaciones de a l u m i n i o 7 350 4 830 5 460

Resiliencia elástica *.—La capacidad de un material para absorber


energía cuando es deformado elásticamente y devolverla cuando se
elimina la carga, se llama resiliencia.- Esta j n i d e , usualmente, por
medio del módulo de resiliencia, -que es la energía de deformación,
por unidad de volumen,* requerida para llevar al material desde una
tensión cero hasta el límite elástico cr0.-*De acuerdo con la Ec. [2-57],
"la energía de deformación por unidad de volumen para tensión uni-
axial es
U 0 = \cr x e x *
Según esta definición,-el módulo de resiliencia será

= - [9-8]

'D. 1. M A C K : Trans. AI ME, vol.


1 6 6 , págs. 68-85, 1946.
2C. W . A N D R E W S : Metal Progr.,
vol. 5 8 , págs. 85-89, 96, 98, 100, 1950.
* E n español técnico se llama resiliencia a la energía absorbida en la rotura
por choque, tal como se determina en los ensayos Charpy o I z o d . (N. del T.)
Esta ecuación indica que el material ideal para resistir cargas de energía
en aplicaciones en las que no deba sufrir deformación permanente
p. ej., los muelles mecánicos, es un material con un elevado límite elás-
tico y un módulo de elasticidad bajo. La tabla 9-2 da algunos valores
del módulo de resiliencia para diferentes materiales.
Tenacidad.—La tenacidad de un material es su capacidad para ab-
sorber energía en el campo plástico. La capacidad para resistir tensiones
ocasionales superiores al límite elástico, sin que se produzca fractura
es de gran valor en piezas tales c o m o acoplamientos de vagones, en-
granajes, cadenas y ganchos de g r ú a s . - L a tenacidad es un concepto
comúnmente utilizado, pero difícil de medir y definir.' U n a forma de
concretar el concepto de tenacidad es considerar el área total que que-
da bajo la curva de tensiones-deformaciones.' Esta superficie es una
indicación del trabajo total, por u n i d a d de volumen, que puede rea-
lizarse sobre el material sin que se produzca la rotura.' La figura 9-2
muestra la curva de tensiones-deformaciones para materiales de alta
y baja tenacidad. El acero para muelles, con alto contenido de carbono,
tiene un límite elástico y una resistencia a la tracción más elevados que
el acero de construcción con con-
tenidos medios de carbono. Sin
acero de muelles embargo, el acero de construcción
' - alto en carbono es más dúctil y tiene un alarga-
m i e n t o total mayor. El área total
bajo la curva de tensiones-defor-
maciones es mayor en el acero de
construcción y, por tanto, es un
material más tenaz. Esto indica
que»la tenacidad es un parámetro
que comprende la resistencia me-
deformación e cánica y la ductilidad." Las zonas
rayadas de la figura 9-2 correspon-
Fio. 9-2.—Comparación de las curvas den al módulo de resiliencia de
tensión-deformación de materiales con
tenacidad grande y pequeña. cada acero. A causa de su límite
elástico convencional m á s alto, el
acero para muelles tiene -mayor resiliencia elástica, aunque la tenace
dad sea menor.-..,
Se han sugerido varias aproximaciones matemáticas para calcular eL
área que queda b a j o la curva de tensiones-deformaciones. Para los ace-;-
ros dúctiles que tienen u n a curva de tensiones-deformaciones como la ;
del acero de construcción, se puede lograr una aproximación al valor.j
del área por medio de las siguientes ecuaciones :

9-9]

cro-f cru
VT [9-10]j
TABLA 9-2
Módulos de resiliericia elástica de varios materiales

Módulo de
Materiales E, Kg/mm' ¡r0, Kg/mm' restltencla VR
Kg/mm'

Acero al carbono, medio 21 000 31,5 23,6 x i o - 3


Acero de muelles alto en carbono 21 0 0 0 98.0 224,0 x l 0 - 3
1 200 2.8 3.7 x l 0 " 3
CaScho''..''.'..''.'.. ':..'.''.'.'.'. '.'.'. ... 105x10-3 0,21 210,0x10-'

Se supone algunas veces que la curva de tensiones-deformaciones de


los materiales frágiles es una parábola y el área b a j o la curva viene
dada por
V
t / r ^ W / [9-H]

Todas estas relaciones son, solamente, aproximaciones al área que que-


da bajo las curvas de tensiones-deformaciones. Además, las curvas
no representan el comportamiento real en el campo plástico, puesto
que todas dependen del área de la sección inicial de la probeta.

9-2. C u r v a r e a l d e t e n s i o n e s - d e f o r m a c i o n e s . — L a curva usual de


tensiones-deformaciones, la convencional o tecnológica, n o proporciona
una indicación de las características de deformación de un metal porque
está basada totalmente sobre las dimensiones iniciales d e la probeta y
estas dimensiones cambian constantemente durante el ensayo. Además,
el metal dúctil sometido a tensión se hace inestable y s u f r e estricción
localizada durante la última fase del ensayo. La carga requerida para
continuar la deformación disminuye en esta fase a causa d e que el
área de la sección transversal de la probeta se va reduciendo rápida-
mente. La tensión media basada en la sección inicial disminuye tam-
bién, produciéndose como consecuencia de esto un descenso de la curva
de tensiones-deformaciones después del punto de carga máxima. Real-
mente, el metal continúa endureciéndose por deformación hasta que
se produce la fractura, de modo que también debería aumentar la ten--
¡ión requerida para producir mayor deformación. Si se usa la tensión
real, basada en el área real instantánea de la sección transversal d e la
probeta, se encuentra que la curva de tensiones-deformaciones asciende
de modo continuo hasta producirse la fractura. Si la medida de la de-
formación está también basada en medidas instantáneas, la curva obte-
nida se conoce como curva real de tensiones-deformaciones. También
se denomina curva de fluencia (Sec. 3-2), puesto que representa las
características básicas del flujo plástico del material. Cualquier p u n t o
de la curva de fluencia puede considerarse cQmo el límite elástico p a r a
liñ metal deformado en tracción en la proporción m o s t r a d a en la curva.
De este modo, si se retira la carga en este momento y se aplica de nuevo,
el material se comportará elásticamente a través de todo el intervalo
de recarga. La tensión real es la carga, en cualquier instante, dividida
por el área de la sección transversal de la probeta en ese mismo ins-
tante :

= [9-12]

La deformación real fue definida en la sección 3-3 como


. L A0
= ln —- = ln — [9-13]
L0 A\

Esta definición de la deformación fue propuesta por L u d w i k 1 a prin-


cipios de siglo. También se demostró anteriormente (Sec. 3-3) que la

0 0,1 0,2 0,3 0,4 , 0 , 5 0,6 0,7 0,E 0,9 1,0 V


deformación

F i e . 9 - 3 . — C o m p a r a c i ó n de las curvas tecnológica y real de tracción


del níquel.

' P . LUDWIK: " E l e m e n t e der technologischen Mechanik", Springer-Verlag


O H G , Berlín, 1909.
relación entre deformación real y deformación lineal convencional viene
dada por
e = l n (e + 1) [9-14]

La tensión real se puede determinar, a partir de la tensión media de


la curva convencional, mediante la expresión siguiente:

0- = — = — —
A¡~ Aa A¡

Pero por la constancia de volumen,

Ai L0
De la Ec. [9-14] :
e = l n — = l n ( e + 1)
Lo
o bien

T-T—
L0
1

cr=—(e+l) [9-15]
"O

En la figura 9-3 se compara la curva real de tensiones-deformaciones


de una probeta de níquel con la curva convencional. Adviértase que
la escala pequeña del eje de deformaciones, que se utilizó para destacar
la región plástica, ha confundido la región elástica con el eje de orde-
nadas. La curva real de tensiones-deformaciones es frecuentemente li-
neal desde la carga máxima hasta la fractura, mientras que, en otros
casos, su pendiente disminuye continuamente. Debe darse poca signi-
ficación a esta región lineal de la curva de fluencia. Cuando se produ-
ce la estricción, el estado triaxial de tensión que se crea en esta región
incrementa la tensión longitudinal media necesaria para que el flujo
plástico continúe. Por tanto, la forma de la curva de fluencia, desde
el p u n t o de carga máxima hasta el de fractura, depende de la velocidad
de desarrollo de la estricción local. Esta puede ser diferente para ma-
teriales con diferente capacidad de endurecimiento por deformación y,
por t a n t o , n o hay seguridad de que la curva de fluencia sea lineal en
esta región.
A p a r t i r de la curva real de tensiones-deformaciones se pueden de-
terminar los siguientes p a r á m e t r o s :
Tensión real a carga máxima.—La tensión real a carga máxima co-
rresponde a la resistencia a la tracción real. En la mayor parte d e los
materiales comienza la estricción coincidiendo con la carga máxima.
n i : -- . i. 4„ „„
para un valor de la deformación en el que la tensión real es igual a la
pendiente de la curva de fluencia. Los símbolos <x„, y e„ designan la
tensión y deformación reales para la carga máxima, m i e n t r a s que A,
representa el área de la sección transversal de la probeta sometida a
la carga máxima. Por t a n t o :

Pmix Pmáx ,

y
cr„ = crm exp ( - c „ ) [9-16]

La Ec. [9-16] relaciona la resistencia a la tracción con la tensión y


deformación reales para la carga m á x i m a .
Tensión real de fractura.—La tensión real de f r a c t u r a es igual a la
carga que p r o d u c e la fractura, dividida por el área de la sección trans-
versal de la p r o b e t a en el m o m e n t o d e la f r a c t u r a . Esta tensión debe
ser corregida por el estado triaxial de tensión existente en la probeta
de tracción en el m o m e n t o de la f r a c t u r a . P u e s t o que, con frecuencia,
se carece de los datos precisos p a r a e f e c t u a r esta corrección, los valo-
res reales de la tensión de fractura n o suelen ser m u y exactos.
Deformación real de fractura.—La d e f o r m a c i ó n real de f r a c t u r a
es la deformación real basada en el área inicial A0 y en el área después
de la fractura, A¡.
«/ = l n - 7 £ [9-17]

Este p a r á m e t r o representa la d e f o r m a c i ó n real máxima que puede


resistir el material antes de la f r a c t u r a y es análogo a la deformación
total para producir la f r a c t u r a d e la c u r v a convencional de tensiones-
deformaciones. Puesto que la Ec. [9-14] no es válida más allá del co-
mienzo de la estricción, n o es posible calcular e¡ con los valores medi-
dos de e¡. Sin embargo, en el caso de p r o b e t a s de tracción cilindricas,
la estricción q está relacionada con la d e f o r m a c i ó n real de f r a c t u r a , por
la expresión: ..
g= l-exp(-e/) [9-18]

Deformación real uniforme.—La d e f o r m a c i ó n real u n i f o r m e e„ es


la deformación real basada solamente en la deformación hasta la carga
máxima. P u e d e calcularse t o m a n d o c o m o base el área de la sección
transversal Au, o la distancia entre p u n t o s Lu para la carga máxima.
Para convertir la deformación u n i f o r m e convencional en deformación
real uniforme p u e d e utilizarse la Ec. [9-14]. La deformación uniforme
se utiliza f r e c u e n t e m e n t e en la estimación de la conformabilidad de los
metales, a partir de los resultados de un ensayo de t r a c c i ó n :

É ^ l n ^ [9-19]
Au ¡
Deformación real de estricción localizada.—La deformación teal de
estricción localizada e„ es la deformación requerida para deformar la
probeta desde la carga máxima hasta la fractura:

A H
e« = ln [9-20]

El método usual para determinar Una curva real de tensiones-defor-


maciones es medir el área de la sección transversal de la probeta, incre-
mentando la carga hasta producir la fractura. Pueden utilizarse micró-
metros de esfera indicadora especiales. Debe procurarse medir el diá-
metro mínimo de la probeta. Este método es aplicable sobre el intervalo
completo de tensiones hasta la fractura, incluyendo la región posterior
al comienzo de la estricción local. Sin embargo, para corregir exacta-
mente las tensiones complejas producidas en la estricción, es necesario
conocer el perfil del contorno del cuello. Este método de determinación
está limitado a velocidades de deformación moderadamente lenta y a
ensayos a la temperatura ambiente. Si la sección transversal de la pro-
beta es circular, la deformación real puede calcularse fácilmente par-
tiendo del diámetro inicial D0 y el diámetro instantáneo D¡,

A0 JV A
e = ln = ln • In = 2 ln [9-21]
Lo D2 Di

La tensión y la deformación reales pueden determinarse a partir de


la tensión y deformación convencionales por medio de las Ees. [9-14]
y [9-15]. El uso de estas ecuaciones supone que la deformación axial
está uniformemente distribuida sobre la distancia entre puntos de la
probeta, puesto que su derivación está basada en la constancia de vo-
lumen. Las tensiones y deformaciones determinadas de acuerdo con
estas ecuaciones son exactas hasta el comienzo de la estricción local,
pero, pasada esta etapa, la deformación se localiza en el cuello, en su
mayor parte, y no son aplicables las ecuaciones.
Las curvas reales de tensiones-deformaciones se pueden obtener a
grandes velocidades de deformación y a elevadas temperaturas, utili-
zando el método de dos c a r g a s P a r a ello se miden diámetros en varias
posiciones a lo largo de probetas troncocónicas antes y después del
ensayo. La tensión real que actúa en cada zona de la probeta es la
carga máxima dividida por el área en aquel punto después del ensayo.
Esto da la curva de fluencia desde el comienzo del flujo plástico hasta
el punto de máxima carga. Si se mide la carga en el momento d e la
fractura, la curva puede extenderse a la tensión de fractura por extra-
polación lineal.
Usualmente es deseable poder expresar la curva real de tensiones-

C. W . MACGREGOR : J. Appl. Mech., vol. 6, págs. A 1 5 6 - 5 8 , 1939.


deformaciones por medio de una relación matemática. La expresión más
sencilla y útil es la curva potencial descrita anteriormente en la sec-
ción 3-2,
cr = 2Ce" [9-22]

donde n es el coeficiente de endurecimiento por deformación y K el


coeficiente de resistencia. Una representación logarítmica doble de ten-
v
sión y deformación reales hasta la
carga máxima, que esté de acuerdo
con los datos, dará una línea recta
(Fig. 9-4). La pendiente de esta lí-
nea es n, y K es la tensión real para
6 = 1,0. Con objeto de aproximar más
los datos a una línea recta, es desea-
ble usualmente sustraer la deforma-
ción elástica de la deformación total.
En la tabla 9-3 se relacionan algunos
0,001 0,01 0,1 1,0
valores típicos de n y K.
deformación real f
F i e . 9 - 4 . — R e p r e s e n t a c i ó n logarít-
La Ec. [9-22] no tiene una base
mica doble de la c u r v a tensión- racional, por lo que se observan
deformación. desviaciones frecuentes de esta rela-
ción. Un tipo común de desviación
es que la representación logarítmica doble de la Ec. [9-22] dé lugar a
dos líneas rectas con pendientes diferentes, mientras que, en otros ca-
sos, se obtiene una curva con una pendiente continuamente variable.
La Ec. [9-23] es típica de las relaciones más complicadas que se han
sugerido 1 para proporcionar mejor concordancia con los datos

= C , - ( C t - C 2 ) exp ; 9-23]

TABLA 9-3
Valores de n y K para metales a la temperatura ambiente

Estado A",
Kií/mm1 not.

Acero con 0,05 % de C . Recocido 0,26 53,9


Acero S A E 4340 Recocido 0,15 65.1
Acero c o n 0 , 6 % de C . Templado revenido a 5 3 8 ° C 0,10 159,6
Acero c o n 0 , 6 % de C. Templado revenido a 7 0 4 °C 0,19 145,0
Cobre Recocido 0,54 32.5
Latón 70/30 ... Recocido 0,49 91.0

* J . R . L o w y F. CARATALO: PTOC. SOC. Exptl. Stress Anal., vol. 4, n ú m . 2, pagi-


nas 16-25, 1947.
• • J . R. L o w : «Properties o f Metals in M a t e r i a l s E n g i n e e r i n g » , A m e r i c a n S o c i e t y for
Metals, Metals P a r k , Ohio, 1949.

JE. VOCE: Metallurgia, vol. 5 1 , págs. 2 1 9 - 2 6 , 1955.


9-3. Inestabilidad en tracción.—La estricción se inicia general-
mente con la carga máxima durante la deformación por tracción de
un metal d ú c t i l U n material plástico ideal, en el cual no tenga lugar
ningún endurecimiento por deformación, podría hacerse inestable en
tracción e iniciarse la estricción tan pronto como empezase la fluencia.
Sin embargo, un metal real sufre un endurecimiento por deformación
que tiende a incrementar la capacidad de la probeta para soportar una
carga cuando la deformación aumenta. A este efecto se opone la dis-
minución gradual del área de la sección transversal de la probeta mien-

de carga m á x i m a .

tras experimenta el alargamiento. La estricción, o la deformación loca-


lizada, comienza al alcanzarse la carga máxima, cuando el aumento de
tensión, debido a la disminución del área de la sección transversal de
la probeta, se hace mayor que el aumento de la capacidad del metal
para soportar la carga, debido al endurecimiento por deformación. Esta
condición de inestabilidad, que conduce a una deformación localizada,
está definida por la condición dP- 0 :
P = cA
dP=cr dA + A dcr = 0
De la constancia de volumen se deduce
dL _ dA

dA dL dcr ^ de
A L cr 1+e
1 U n a excepción a esto es el c o m p o r t a m i e n t o d e l circonio l a m i n a d o en
frío, ensayado a 2 0 0 - 3 7 0 °C, e n el que la estricción se produjo c o n u n a d e -
f o r m a c i ó n de dos veces la d e f o r m a c i ó n a carga m á x i m a . Véase J . H . K E E L E R :
Trans. ASM, vol. 4 7 , págs. 1 5 7 - 9 2 , 1955, y la discusión de A . J . O P I N S K Y ,
págs. 189-90.
Por
da-
- = <T [9-24]
de
bien
dar a
[9-25]
de 1+e

La Ec. [9-24] expresa que sé' producirá la estricción local en tracción


uniaxial con una deformación para la cual la pendiente de la curva
real de tensiones-deformaciones es igual a la tensión real correspon-
diente a esa deformación.
La Ec. [9-25] permite una interesante construcción geométrica para
la determinación del p u n t o de carga m á x i m a E n la figura 9-5, la curva
de tensiones-deformaciones convencional está trazada en términos de
la tensión real en función de la deformación lineal convencional. El
punto A representa una deformación negativa de valor absoluto 1,0. Una
línea trazada desde el p u n t o A y tangente a la curva de tensiones-de-
formaciones señalará el p u n t o de carga máxima, porque, de acuerdo
con la Ec. [9-25], la pendiente en este p u n t o es t r / í l + e ) . La tensión
en este p u n t o es la tensión real con carga máxima o-,,,. Si hubiéramos
representado tensiones medias, esta habría sido la resistencia a la
tracción cr„. La relación entre estas dos tensiones es

(Tu

crm X '

de la definición de la deformación lineal convencional,

L 1 -i-e
y, por tanto,
a,, = o~ „ [9-26]
1 -t- e,

Un estudio de los triángulos semejantes de la figura 9-5, muestra que


la Ec. [9-22] se satisface cuando OD es la resistencia a la tracción.
Si la curva d e fluencia de un material viene dada por la ley poten-
cial de la Ec. [9-22], es posible determinar fácilmente la deformación
a que se producirá la estricción local: f V
* <
a- = Ke
r-
da
= a = Ke" = nKe"
dt
[9-27]

'A. CONSIDÈRE: Ann. ponts et chaussées, vol. 9, ser. 6, págs. 574-775, 1885.
por tanto, la deformación en la cual se produce es numéricamente igual
al cociente de endurecimiento por deformación.
La inestabilidad plástica es, con frecuencia, importante en las ope-
raciones de conformación de chapa metálica, puesto que la deformación
para la cual empieza a producirse la localización de la misma es el
límite de conformación del metal. Lankford y Saibel 1 han determinado
el criterio de deformación localizada en el caso de una chapa sujeta a
fuerzas de tracción biaxiales (conformación por estirado), un tubo de
pared delgada sometido a presión interna y una chapa sometida a un
ensayo hidrostático de abombado.

9-4. Distribución de las tensiones en el cuello.—La formación


de un cuello en la probeta de tracción introduce un estado complejo
de tensiones triaxiales en esa región. La región del cuello es, en efecto,
una entalla suave. Como se discutió en la sección 7-12, una entalla bajo
tensiones origina tensiones radiales y transversales que elevan el valor
de la tensión longitudinal requerida para producir el flujo plástico. Por
tanto, la tensión real media en el
cuello, determinada al dividir la
carga de tracción axial por el área
mínima de la sección transversal
en el cuello de la probeta, es más
alta que la tensión necesaria para
producir el flujo si prevaleciera
una simple tracción. La figura 9-6
presenta la geometría de la re-
gión del cuello y las tensiones des-
arrolladas por esta deformación
localizada. R es el radio de curva-
tura del cuello, que se puede me-
dir proyectando el contorno de la
zona del cuello sobre una pantalla a) i)
o utilizando un calibre adecuado.
FIG. 9-6.—a) Geometría de la región
Bridgman 2 realizó un análisis de estricción localizada; b) tensiones
matemático que permite una co- que actúan sobre u n elemento en el
rrección a la tensión axial media punto O.
para compensar la introducción de
tensiones transversales. El análisis estaba basado en los siguientes su-
puestos :
1. El contorno del cuello es aproximadamente un arco de circun-
ferencia.
2. La sección transversal de la región del cuello sigue siendo circu-
lar a través de todo el ensayo.

'W. T. LANKFORD y E. SAIBEL: Trans. Al ME, v o l . 171, págs. 562-73. 1947.


2
P. W. BRIDGMAN: Trans. ASM, vol. 32, pág. 5 5 3 , 1944.
3. Se puede aplicar el criterio de Von Mises.
4. Las deformaciones son constantes en la sección transversal del
cuello.
TABLA 9-4

Factores de corrección aplicables a la tensión real media


para compensar las tensiones transversales del cuello
de estricción de la probeta de tracción

a/R F a c t o r de B r i d g m a n F a c t o r de D a v i d e n k o v

0 1,000 1,000
V3 0,927 0,923
V?. 0,897 0,889
1 0,823 0,800
2 0,722 0.667
3 0,656 0.571
4 0.606 0,500

De acuerdo con este análisis, la relación de la tensión axial real, cr,


con la tensión axial media, crav, es:

1
[9-28]
o> (\ + 2R/a)[\n(\+a/2R)]

Davidenkov y Spiridonova 1 determinaron una corrección para el cuello


basada en supuestos algo diferentes de los de Bridgman. Su expresión
viene dada por
— i [9-29]
J
0" av 1+17/4«

Estas dos ecuaciones difieren en menos del 1 % para valores de a/R


menores de 0,6. En la tabla 9-4 se dan los valores típicos para estas co-
rrecciones.
La determinación del radio de curvatura del cuello d u r a n t e el pro-
greso del ensayo, n o es ciertamente una operación sencilla o de rutina.
Con objeto de vencer esta dificultad, Bridgman determinó una relación
empírica entre el contorno del cuello (a/R) y la deformación real, lo-
grada con alrededor de 50 probetas de acero. La figura 9-7 presenta
esta relación convertida en la variación de cr/cr av con la deformación
real. Los valores experimentales del cobre y del acero 2 , se incluyen
también en esta figura. La investigación demostró que la ecuación de
Bridgman se ajusta mejor a los resultados experimentales que la de

' N . N. ÜA.VIDENKOV y N . I. SPIRIDONOVA : Proc. ASTM, vol. 46, pág. 1147,


1946.
2
E . R . MARSHALL y M . C . SHAW: Trans. ASM, vol. 44, págs. 705-25, 1952.
Davidenkov. La curva de trazos de la figura 9-3 es la curva real de
tensiones-deformaciones del níquel, corregida por la estricción por me-
dio del factor de Bridgman. El problema de la distribución d e tensio-
nes en el cuello de probetas planas de tracción ha sido considerado
por Aronofsky

9-5. D i s t r i b u c i ó n de las d e f o r m a c i o n e s e n la probeta de trac-


; ción.—La distribución de las deformaciones a lo largo de la probeta
j de tracción no es uniforme, par-
i ticularmente en los metales que

A
1
presentan una estricción local
¡ pronunciada antes de la fractu-
; ra. La figura 9-8 muestra, en
\\
i forma esquemática, la distribu- \

Is
-- cobre
ción del alargamiento local a lo
j largo de la probeta. La distribu-
| ción exacta de la deformación
dependerá del metal, de la dis-
tancia entre puntos y de la forma ac« ro
de la sección transversal. En ge-
neral, cuanto más blando y dúctil Bridgm
sea el metal, se producirá una
' deformación más importante fue-
ra de la zona del cuello. También,
cuanto más corta sea la distancia
entre puntos, mayor será la in-
fluencia de la deformación loca-
lizada en el cuello sobre el alar- 0 0,5 1.0 1,5 2,:
gamiento total de la distancia deformación e —»•
entre puntos. Por tanto, para un FIG. 9 - 7 . — R e l a c i ó n entre el f a c t o r
material dado, cuanto más cor- de corrección de B r i d g m a n cr/cr av y
ta sea la distancia entre puntos la d e f o r m a c i ó n r e a l de t r a c c i ó n .
mayor será el alargamiento por (E. R. MARSHALL y M. C. SHAW
Trans. ASM. vol. 44, pág. 716, 1952.)
ciento. Por esta razón debe dar-
se siempre la distancia entre puntos al expresar el alargamiento p o r
ciento.
Está generalmente admitido que, con objeto de comparar las medi-
das de alargamiento obtenidas con probetas de diferentes dimensiones,
estas probetas deben ser geométricamente semejantes. La relación e n t r e
la distancia entre puntos y el diámetro debe ser constante. Las probetas
de tracción normalizadas tienen, en los Estados Unidos, las siguientes
dimensiones: diámetro, 0,505 pulg (12,827 m m ) ; distancia entre p u n -
tos, 2 pulg (50,8 m m ) . Por esto, L/D es o £,=4,51 «/A. Esta es la
base para las probetas de tracción de la A S T M relacionadas en la

ARONOFSKY: /. Appl. Mech., vol. 18, págs. 75-84, 1951.


i,
i
tabla 9-5. Las normas británicas especifican L/D = 3,54, mientras que las
normas alemanas emplean L/D = 10. Las probetas prescritas en la Tabla
de Tipificación de Aceros Finos del Instituto del Hierro y del Acero
se ajustan a la relación L= t/66,()7A.
En las probetas de chapa fina, la relación entre el ancho y el espesor
puede afectar al alargamiento to-.
tal. Con una distancia entre pun-
tos constante, un aumento en el
ancho o en el espesor de la pro-
beta originará un aumento en el
alargamiento. Sin embargo, si se
varía la anchura o el espesor sin
que se modifique el área de la
sección transversal, el alargamien-
to no resulta afectado. Los datos
distancia entre puntos técnicos disponibles indican que
el alargamiento por ciento aumen-
Fie. 9-8.—Dibujo esquemático de la ta proporcionalmente al área ele-
variación del alargamiento localizado vada a una potencia de exponente
con la posición a lo largo de la dis- fraccionario.
tancia entre puntos de la probeta de
tracción. El alargamiento uniforme no re-
sulta afectado por la forma geomé-
trica de la probeta, puesto que, hasta la carga máxima, la probeta se
alarga y se contrae en diámetro uniformemente. La forma de la probeta
varía de un cilindro de cierta longitud y diámetro a un cilindro de ma-
yor longitud y menor diámetro. Por esta razón, el alargamiento unifor-
me da una idea más exacta sobre la ductilidad que el alargamiento por
ciento convencional (alargamiento de rotura).

T A B L A 9-5

Dimensiones de las probetas de tracción ASTM

Diámetro, pulg Distancia entre L/D


puntos, pulg

0,505 2 3,97
0,357 1.4 3,92
0.252 1 3,97
0.160 0.634 3,96

9-6. Efecto de la velocidad de d e f o r m a c i ó n sobre las propie-


dades de tracción.—La curva de tensiones-deformaciones convencio-
nal, a temperatura ambiente, no se modifica en forma apreciable por
los cambios en la velocidad de deformación que se observan en un en-
sayo de tracción ordinario. (El efecto de impacto y las cargas a velo-
cidad muy alta serán considerados en el Cap. 14.) Los ensayos de trac-
ción a alta velocidad u 3, en los que la velocidad de carga ha sido mul-
tiplicada por un factor de alrededor de 100 000, han mostrado que el
límite elástico es más sensible a los aumentos de la velocidad de defor-
mación que la resistencia a la tracciónirLas altas velocidades de defor-
mación dan lugar a la aparición del límite elástico aparente en probetas
de acero de bajo contenido en carbono, que no lo presentan a veloci-
dades de carga ordinarias. El efecto de la velocidad de deformación
en la resistencia creciente a la deformación aumenta generalmente en
ensayos a temperatura elevada. La figura 9-9 muestra el efecto de la

io -4 io_í; i
velocidad de deformación, s e a " '

FIG. 9 - 9 . — E f e c t o de l a velocidad de d e f o r m a c i ó n sobre l a resistencia a


la t r a c c i ó n del cobre e n ensayos a diversas t e m p e r a t u r a s . ( A . NADAI y
M . J. MANJOINE : / . Appl. Mech., v o l . 8, p á g . A 8 2 , 1941.)

velocidad de deformación sobre la resistencia mecánica a la tracción


del cobre a diversas temperaturas.
Es difícil la determinación de una relación matemática entre la ten-
sión de fluencia y la velocidad de deformación, a causa de los muchos
problemas experimentales asociados con la medida de las propiedades
de tracción para grandes velocidades de deformación. Entre los proble-
mas experimentales que pueden presentarse, uno de ellos consiste en
que a altas temperaturas de deformación se crea una condición adiabá-
tica que da lugar a un aumento de la temperatura de la probeta; n o
hay tiempo suficiente para que el calor producido por la deformación
plástica se disipe. Los ensayos en los que se somete la probeta a una
velocidad constante de deformación real, no pueden realizarse fácil-

» 1 . W I N L O C K : Trans. AIME, vol. 1 9 7 , págs. 7 9 7 - 8 0 3 , 1953.


2
R . I . M A C D O N A L D , L . R . CARLSON y W . T . L A N K F O R D : Proc. ASTM, vol. 56,
7 0 4 - 2 3 , 1956.
3
A . NADAÍ y M . J. MAJOINE : /. Appl. Mech., vol. 8, págs. A 7 7 - A 9 1 , 1 9 4 1
ruAcc

mente con máquinas de ensayo convencionales. A u n q u e es bastante fá-


cil mantener el movimiento de las cabezas a una velocidad constante,
esto no asegura una velocidad constante de deformación en la probeta,
puesto que la velocidad de deformación que esta experimente aumenta
con la carga, especialmente d u r a n t e la estricción.
N a d a i 1 ha presentado un análisis matemático de las condiciones
existentes durante la extensión de una probeta cilindrica con un ex-
tremo fijo y el otro sujeto a una cabeza móvil de la máquina de ensa-
yo. La velocidad de la cabeza es v = dl/dt. La velocidad de deforma-
ción, expresada en términos de la deformación lineal convencional,
es é: . de d{L-Lv)/L0 _ 1 dL_ v
[9-30]
dt ¿o dt L0

Entonces, la velocidad de deformación convencional sería proporcional


a la velocidad de la cabeza. La ecuación es aplicable hasta el comienzo
de la estricción.
La velocidad de deformación real, é, viene dada por

de d[ln ( ¿ / ¿ o ) ] 1 di v
|9-31]
É
=3T di T l t ' T
Esta ecuación indica que para una velocidad constante de la cabe/a, la
velocidad de deformación real disminuirá mientras la probeta experi-
menta el alargamiento. Para mantener una velocidad constante de de-
formación real, la velocidad de la cabeza debe aumentar proporcional-
mente al incremento de la longitud de la probeta. La velocidad de
deformación real de una probeta cilindrica está relacionada con el diá-
metro instantáneo D¡ por
de d[21n(A/£>¡)] 2
€ [9-32]
dt dt D¡ dt

La velocidad de deformación real está relacionada con la velocidad de


deformación convencional por la siguiente ecuación:

lo de _ 1 de
[9-33]
L dt~l +e dt' l + e

Los experimentos sobre velocidad de deformación realizados con


acero suave han m o s t r a d o una relación semilogarftmica entre el límite
elástico aparente inferior y la velocidad de deformación:
<x0=fc1 + k2 log é [9-34]

1
A. NADAJ: " T h e o r y of F l o w a n d F r a c t u r e of Solids", vol. I, pdgs. 74-75,
M c G r a w - H i l l B o o k C o m p a n y , Inc., N u e v a Y o r k , 1950.
EC. 5 1

Sin embargo, la siguiente parece ser una relación 1 más general entre
la tensión de fluencia (límite elástico) y la velocidad de deformación
a temperatura y deformación constante:

o- = C( [9-35]
C.T

donde m es un coeficiente conocido como sensibilidad a la velocidad


de deformación. La sensibilidad a la velocidad de deformación m puede
definirse como la relación entre el incremento de logo- y el resultante
en log é, para una deformación y temperatura dadas. El valor de este

.1
->96°C c o temperatura ambiente
•o c
oO ^resistencia a la tracción
o o
o c
o c-
òs-
si-
c U) estricción
«o
tfl-o™
M

deformación e — temperatura —
Fie. 9-10.—Variación de las curvas Fie. 9-11.;—Variación de las propieda-
tecnológicas de tracción del acero des de tracción del acero con la t e m -
suave con la temperatura. peratura.

parámetro se obtiene por medio de un ensayo en el que la velocidad


de deformación se cambie rápidamente de un valor a otro.

log (oVo-J
m= [9-36]
log (¿j/c,)

La sensibilidad a la velocidad de deformación aumenta, en la mayor


parte de los metales, con la temperatura y la deformación.

9-7. E f e c t o de la t e m p e r a t u r a s o b r e las propiedades de trac-


c i ó n — E n general, la resistencia mecánica disminuye y la ductilidad
aumenta al incrementarse la temperatura del ensayo. Sin embargo, por
encima de ciertas temperaturas pueden producirse cambios estructu-
rales, tales como la precipitación, el envejecimiento por deformación
o la recristalización, que alteren este comportamiento general. Además,
una exposición prolongada a temperaturas elevadas puede ocasionar la
fluencia lenta (creep).
En la figura 9-10 se muestra esquemáticamente el cambio sufrido

'C. ZENER y J. H . HOLLOMON: /. Appl. Phys., vol. 15, págs. 22-32. 19*4
. ^ .. r, . , M i « *
n a n m i preplidllife d« fricción del acero con la temperatura sc
m u e i t r i n en la figura 9-11. La resistencia mecánica a u m e n t a a) mismo
(iJmpo que la t e m p e r a t u r a se eleva sobre la ambiente. Alrededor de
los 4 0 0 ° F (200°C), el m á x i m o de la resistencia mecánica va acompa-
ñado de un mínimo en la ductilidad, debido al envejecimiento por de-
formación o fragilidad azul. La figura 9-12 m u e s t r a la variación del
limite elástico convencional con la t e m p e r a t u r a , en el tantalio 1 , vol-
framio, molibdeno y hierro, red cúbica c e n t r a d a , y en el níquel, red

-200 200 400 600 800


temperatura, °C

I-IG. 9-12.—Efecto de la temperatura en el límite elástico de los metales cc Ta


W, M o y Fe y el ccc Ni. (J. H . B E C H T O L D : Acta Met.. vol. 3, pág. 252. 1955.)

cúbica de caras c e n t r a d a s . Es de d e s t a c a r q u e el límite elástico con-


vencional del níquel a u m e n t a con el descenso de la t e m p e r a t u r a en
menor proporción q u e en los m e t a l e s con red cúbica centrada. Esta
diferencia en la dependencia de la t e m p e r a t u r a del límite elástico con-
vencional, se cree que es significativa al explicar por qué los metales
con red cúbica d e caras c e n t r a d a s n o p r e s e n t a n fractura frágil a bajas
temperaturas. La p a r t e horizontal d e las curvas del W y M o a bajas
temperaturas r e p r e s e n t a la resistencia a la f r a c t u r a frágil, puesto que
estos metales e x p e r i m e n t a n f r a c t u r a frágil a estas t e m p e r a t u r a s sin,,
una gran fluencia. A l c o m p a r a r la tensión de fluencia o límite elástico ,
a dos t e m p e r a t u r a s , es aconsejable efectuar la corrección del efecto de
la temperatura sobre el m ó d u l o elástico, c o m p a r a n d o las relaciones de
cr/E mejor que las simples relaciones de los límites elásticos.

1 J. H. BECHTOLD: Acta Met., voi. 3, págs. 2 4 9 - 5 4 , 1955.


n t u r a en loa ml»mo§ metalM. A d v U r t a u que «I volframio M e w i oem<
plctamente frágil a 200 "C y el hierro a - 2 0 0 ' C , mientras que el níquel
pierde poca ductilidad a lo largo de todo el intervalo de temperaturas.
La falta de una transición frágil en el níquel es una característica ge-
neral de los metales con red cúbica de caras centradas y guarda rela-
ción con la escasa dependencia con la temperatura de su límite elástico.
El comportamiento del tantalio, de red cúbica centrada, es anómalo
a este respecto, puesto que no presenta ninguna transición de ductili-
dad aunque el límite elástico aumente rápidamente a baja temperatura.
La dependencia existente entre la temperatura y el límite elástico

100
Ni
1 Tr
-s 80 r
c
'8 60

/ //
7\
w/
40

20
I
1 Mo
/
Á
-200 200 400 600 800
temperatura, °C

Fie. 9 - 1 3 . — E f e c t o de la temperatura sobre la estricción del T a , W , M o , Fe


y N i . ( J . H . B E C H T O L D : Acta Met., vol. 3, pág. 253, 1955.)

para deformación y velocidad de deformación constantes, se puede re-


presentar generalmente por
cr = C2 exp [9-371

donde:
£> = una energía de activación del flujo plástico, cal/mol.
= constante universal de los gases, 1,987 cal/(grado)(mol).
T = temperatura de ensayo, °K.

Si esta ecuación es válida, debe obtenerse una línea recta al representar


Ino- en función de 1/T, La energía de activación viene dada por la
pendiente de la línea. La Ec. [9-37] es válida para el acero, molibdeno
y volframio en un intervalo de temperaturas considerable. Sin embargo,
no es válida 1 a temperaturas inferiores a, aproximadamente, 100 °K.

' E . T . WESSEL : Trans. ASM, voi. 49, págs. 149-72, 1957.


9-8. Efecto combinado d e la velocidad de d e f o r m a c i ó n y l a
temperatura.—Zener y Hollomon 1 sugirieron que la tensión de fluen-
cia con deformación constante estaba relacionada con la velocidad de
deformación y con la temperatura en la siguiente forma:

ar í AH \ I
= f y ¿ e x P ~f[j=~ ) ¡ 19-38]

AH es una energía de activación, expresada en calorías por mol, y está


relacionada con la energía de activación Q de la Ec. [9-37 [ por
Q = mt\H, donde m es la sensibilidad a la velocidad de deformación.
La cantidad entre paréntesis de la Ec. [9-38] se denomina frecuente-
mente el parámetro Z de Zener-Hollomon:

AH
Z= éexp-^r 19-39]

La representación de ln é en función de 1 / T debe ser una línea recta.


Zener y Hollomon basaron esta relación originalmente en el hecho de
que el límite elástico y la resistencia mecánica a la tracción del acero
y del cobre se correlacionan bien con Z en un intervalo amplio de va-
lores de é y T. Más recientemente se ha encontrado que se cumple
para los datos de tensión real del molibdeno 2 y el aluminio puro 3. Se
ha demostrado que se obtiene la misma relación funcional entre ten-
sión y deformación para un valor constante de Z, pero, puesto que AH
no es independiente de la tensión, la relación no describe unívocamente
la curva de fluencia.
Un tipo de aproximación ligeramente diferente fue propuesto por
McGregor y Fisher 4 . Según estos autores se pueden combinar la velo-
cidad de deformación y la temperatura en una temperatura modificada
por la velocidad. La tensión de fluencia o límite elástico para una de-
formación determinada será una función de la temperatura modificada
por la velocidad Tv:
<r = f(Tv)
siendo
rtf = r ( l - f c l n - l j |9-40]

En la Ec. [9-40] k y é0 son constantes relacionadas con la constante de


velocidad de la reacción. Esta ecuación se comprobó inicialmente con

1
Z E N E R y H O L L O M O N , op. cit.
2 J . H . B E C H T O L D : Trans. AIME, vol. 197, págs. 1469-475, 1953.
3T. A. TROZERA, O. D. SHERBY y J. E. DORN: Trans. ASM, vol. 49, pági-
nas 173-88, 1957.
4
C. W. MACGREGOR y ]. C. FISHER: J. Appl. Mech., vol. 13, págs. 11-16.
1946,
datos referentes al acero y el aluminio, en un intervalo grande de tem-
peraturas, pero con un número limitado de velocidades de deformación.
Más recientemente 1 se ha comprobado para los aceros suaves en un
mayor intervalo de velocidades de deformación.
Cuando la Ec. [9-38] se propuso por primera vez, se la interpretó
dándole mucha m á s amplitud que la que hoy se le concede. Se sugirió
que dicha ecuación representaba una verdadera ecuación mecánica de
estado, análoga a la ecuación de estado de un gas perfecto. El concepto
de la ecuación mecánica de estado 2 indica que la tensión de fluencia
de un metal es solamente función de los valores instantáneos de la
deformación, la velocidad de deformación y la temperatura, indepen-
dientemente de cuáles fueran las temperaturas y velocidades de defor-
mación anteriores. Dicho de otra manera, si un metal n o sufre un cam-
bio de fase o se modifica fundamentalmente su estructura metalúrgica,
se considera que podría llegarse a las mismas condiciones finales de
tensión de fluencia y deformación por diferentes caminos de velocidad
de deformación y temperatura, siempre que fuese satisfecha la ecua-
ción. [9-38]. Sin embargo, experimentos muy e x t e n s o s 3 , 4 , realizados
con aluminio, cobre, acero inoxidable y aceros suaves, han puesto de
manifiesto desviaciones apreciables con respecto al comportamiento
previsto por la ecuación mecánica de estado. Hoy está bien sentado que
la tensión de fluencia depende tanto de las condiciones anteriores de
temperatura y velocidad de deformación como de los valores instan-
táneos de la deformación, la velocidad d e deformación y la tempera-
tura. El fracaso d e la ecuación mecánica de estado se debe a que las
variaciones estructurales que se producen durante la deformación plás-
tica no solo dependen de la deformación, sino también de la velocidad
de deformación y d e la temperatura.

9-9. E n s a y o s d e t r a c c i ó n con entalla.—El ensayo de tracción or-


dinario con probetas lisas no sirve para indicar la sensibilidad de los
materiales a las entallas. Sin embargo, es posible comprobar si un ma-
terial es o no sensible a las entallas, y propenso a la fractura frágil en
presencia de concentraciones de tensiones, mediante un ensayo de trac-
ción con probetas entalladas. La sensibilidad a la entalla puede estu-
diarse también mediante los ensayos d e choque con probeta entallada
(los llamados ensayos de resiliencia) que se describen en el capítulo 14;
estos ensayos se han utilizado ampliamente para los aceros suaves y
para el estudio d e la fragilidad de revenido. El ensayo de choque tiene
la ventaja de que es fácil preparar las probetas y trabajar dentro de

1
M A C D O N A L D , C A R L S O N V LANKFORD. op. cit.
2 1. H. HOLLOMON: Trans. A1ME, vol. 1 7 1 , p i g . 5 3 5 , 1947.
3
J . E . DORN, A . GOLDBERG y T . E. T I E T Z : Trans. AIME, vol. 1 8 0 , pigi-
na 205, 1949.
4
T . E. T I E T Z y J. E. D O R N : "Cold Working of M e t a l s " , pags. 163-79.
c - f . '
intervalos grandes de temperatura, pero le falta la información más
fundamental que puede proporcionar el ensayo de tracción con probeta
entallada, en el que está mucho mejor definido el estado de tensiones.
El ensayo de tracción con probeta entallada se ha empleado para los
aceros de alta resistencia, para estudiar la fragilización de los aceros
por el hidrógeno y para investigar la sensibilidad a la entalla de las
aleaciones para alta temperatura..
La figura 9-14 muestra los detalles geométricos de una probeta de
tracción entallada. La introducción de la entalla produce una condición
biaxial de tensiones en el fondo de la entalla y tensiones triaxiales en
el interior de la probeta. Como se indicó anteriormente, en la sec-
ción 7-2, la presencia de tensiones transversales en la entalla incre-

ii ar
D
a

FIG. 9-14.—Detalles de una probeta de tracción entallada.

menta la resistencia a la fluencia y hace disminuir la relación de ten-


sión cizallante a tensión de tracción. Una entalla se caracteriza por su
agudeza afr y por su p r o f u n d i d a d :
d1
Profundidad de entalla = l ~ —

La resistencia a la entalla se define como la carga máxima dividida por


la sección transversal inicial en la entalla. La relación de resistencia a
la entalla es la existente entre la resistencia a la entalla y la resistencia
a la tracción. Esta relación es una medida de la sensibilidad a la en-
talla; si es menor que la unidad, el material es frágil a la entalla. El
término ductilidad a la entalla se emplea para indicar la estricción en
la región entallada. Es m u y pequeña y difícil de medir exactamente.
La entalla más corrientemente empleada tiene un radio de 0,001 pulg
(0,0254 m m ) , un ángulo de 60° y la sección transversal se reduce al
50% de la general de la probeta.
La sensibilidad a la entalla del acero suele evaluarse midiendo la
resistencia a la entalla como función de la resistencia a la tracción. La
figura 9-15 muestra el tipo de curvas que se obtienen. La resistencia a la
entalla cae bruscamente cuando la resistencia a la tracción alcanza,
aproximadamente, los 200 000 psi (140 K g / m m 2 ) , lo que indica que los
aceros son frágiles a la entalla por encima de este valor. Por debajo de
este punto, la relación de resistencia a la entalla es aproximadamen-
te 1,5. Nótese que la ductilidad a la entalla se reduce a valores muy
bajos cuando la resistencia a la tracción pasa de los 140 Kg/mm*. En la
mayoría de los aceros bonificados la relación de resistencia a la entalla
desciende por debajo de 1,5 cuando la ductilidad a la entalla cae por
debajo del 6%, aproximadamente.
La curva de la resistencia a la entalla en función de la resistencia a
la tracción es, a su vez, función
de la forma de la entalla. Aumen- -
5>
300

tando el radio de la entalla se a


o 1 '
disminuye la concentración de o
'o '
— S0
tensiones elásticas, pero se afec- \ 1
2 200
ta poco al grado de triaxialidad
de las tensiones. El efecto de las oc
variaciones en el radio de la en-
talla depende del nivel de resis-
tencia a la tracción del acero. En
a
a
a 100
o
c /
/ Vi
V

los niveles altos, en los que la /


ductilidad es baja, al suavizar la 3 /
agudeza de la entalla aumentan /
la resistencia a la entalla y la
relación de resistencia a la enta- -S 8
lla. Para resistencias a la tracción do \\
inferiores a 140 Kg/mm 2 , aproxi- 3-8
madamente, un aumento del ra- ?•oSo
dio desde 0,001 a 0,050 pulg
(0,0254 a 0,127 m m ) no produce o 2
!\\
ningún efecto en la resistencia a 1
la entalla. En cambio, modifican- ^ 0 1 0 0 200 300
resistencia a la tracción(1000psi)
do la profundidad de entalla se
producen cambios notables en la F i e . 9 - 1 5 . — P r o p i e d a d e s de tracción
triaxialidad, con solo escasas va- c o n entalla de dos aceros. E l acero A
riaciones en la concentración de tiene m a y o r sensibilidad a la entalla
que el acero 23.
tensiones. A niveles bajos de re-
sistencia a la tracción, la relación de resistencia a la entalla (RER) es
función lineal de la profundidad de la m i s m a :

Profundidad de la entalla, %
RER = 1 +
100

A resistencias más altas, cuando la ductilidad es baja, la resistencia a


la entalla depende de la ductilidad a la entalla. La literatura referente
a los ensayos de tracción con probeta entallada ha sido objeto de va-
rios trabajos de compilación y revisión 2.

' I . D . LUBAHN: N o t c h T e n s i l e Testing, " F r a c t u r i n g of M e t a l s " , págs. 9 0 -


132, A m e r i c a n Society f o r M e t a l s , M e t a l s P a r k , O h i o . 1948.
2 J. D . L U B A H N : Trans. ASME, vol. 79, págs. 1 1 1 - 1 5 , 1957.
9-10. Propiedades de tracción de los aceros.—Debido a la gran
importancia industrial de los aceros, se ha trabajado muchísimo para
conseguir relacionar sus propiedades de tracción con la composición y
la microestructura. Se ha podido comprobar que la microestructura es
la variable metalúrgica esencial para determinar las propiedades de
tracción del acero. Este tema es muy interesante, aunque un poco com-

FIG. 9 - 1 6 . — P r o p i e d a d e s de t r a c c i ó n de U perlita l a m i n a r y la perlita globular


de u n acero eutectoide. ( D e E . C . BAIN . Alloying Elements in Steel, pás. 39.
A m e r i c a n Society f o r M e t a l s , M e t a l s P a r k , O h i o , 1939.)

plicado, por la gran variedad de estructuras que pueden lograrse modi-


ficando las composiciones y los tratamientos térmicos.
Las propiedades de tracción de k ; aceros normalizados y recocidos
están determinadas por las características de fluencia de la ferrita y
por la proporción, forma y distribución de la cementita. La resistencia
mecánica de la ferrita depende de la cantidad de elementos de aleación
que contiene en solución sólida (Fig. 5-9) y de su tamaño de grano.
El contenido de carbono produce un efecto muy intenso porque deter-
mina la cantidad de cementita presente como constituyente de la per-
lita laminar o de las perlitas globulares. La resistencia aumenta y la
ductilidad disminuye al crecer el contenido de carbono por la mayor
cantidad de cementita presente en la microestructura. Un acero nor-
malizado tendrá más resistencia que otro recocido, porque la mayor
velocidad de enfriamiento del tratamiento de normalización da lugar
a que la transformación de la austenita se produzca a temperatura más
baja, obteniéndose una perlita m á s fina. La figura 9-16 muestra las
diferencias existentes en las propiedades mecánicas por causa de la di-
ferente forma de las partículas de cementita; en dicha figura se com-
paran las propiedades de tracción de una estructura globulizada con la
de una perlita laminar en aceros con el mismo contenido de carbono.
Se han elaborado correlaciones entre composición y velocidad de en-
friamiento para predecir las propiedades de tracción de los aceros con
estructura perlítica
Uno de los mejores procedimientos para incrementar la resistencia
mecánica de los aceros recocidos es el trabajo en frío. La tabla 9-6 pre-
senta las propiedades alcanzadas por estirado en frío, a través de una
matriz, en un acero SAE 1016 (acero suave al carbono).

T A B L A 9-6

Efecto del estirado en frío sobre las propiedades de tracción


del acero SAE 1016 (acero con 0,16% de C ) *

R e d u c c i ó n de Limite elástico, Resistencia Alargamiento, astricción,


sección Kg/mm' a la t r a c c i ó n , % %
por esUrado Kg/mm'

0 28.0 46.2 34 70
10 50,4 52,5 20 65
20 57,4 58,8 17 • 63
40 60,2 66.5 16 60
60 61.6 71.4 14 54
80 67.2 80.5 7 26

• L. J. EBERT•. «A H a n d b o o k o n the P r o p e r t i e s of Cold W o r k e d S t e e l s » , P B 121662.


Office of Technical S e r v i c e s , U.S. D e p a r t m e n t of C o m m e r c e , 1965.

La estructura perlítica del acero se controla mejor realizando la


transformación de austenita a perlita a temperatura constante, en lugar
de realizarla a lo largo de un intervalo de temperaturas por el enfria-
miento continuo desde una temperatura superior al punto crítico. Aun-
que la transformación isotérmica no se usa mucho en la industria es,
en cambio, un buen procedimiento para separar el efecto de diversas
microestructuras en las propiedades del acero. La figura 9-17 a muestra
la variación de las propiedades de tracción de un acero al Cr para
cojinetes de bolas F-131 I.H.A., con la temperatura de transformación
isotérmica 2 . En la región de los 700° a los 575 °C, aproximadamente,
en la descomposición isotérmica de la austenita, se formaron estruc-
turas perlíticas de finura creciente al disminuir la temperatura de trans-
formación. La resistencia a la tracción y el límite elástico aumentan al
disminuir la temperatura de transformación. La resistencia a la tracción
y el límite elástico aumentan al disminuir la temperatura, mientras dis-

1
1 . R . KRAMER, P . D . GORSUCH V D . L . N E W H O U S E : Trans. A1ME, vol. 1 7 2 .
págs. 2 4 4 - 7 2 , 1947.
2 Este acero es equivalente al 52100 A I S I . F. M c X o z DEL C O R R A L : Revista
del Instituto del Hierro y del Acero, año 5, págs. 4 3 2 - 7 0 , 1952. (N. del T.)
minuyen el alargamiento y la estricción. Entre los 500° y los 300 °C se
formaron bainitas, también de finura creciente con el descenso de la
temperatura. Las bainitas formadas a las temperaturas más altas, de
estructura muy basta, tienen menos resistencia mecánica (resistencia a
la tracción y límite elástico) que las perlitas, m u y finas, formadas a las
temperaturas más bajas. La ductilidad (alargamiento y estricción) son

150 25

* *
K0 50
estricc' on
E y—o

,-v \7
fi*
/
"5,130 20 40

Ai
/
t
oc /
o" 120 30
o / ~ ~ V
t/í ^0
2 s
» 110 15 £ 2 0
1/ o
110 \A U
í
alargam iento

J | 10
A ' ^ o
!
c \ /
// \\ \ / 0
•o
o 01
o 90
o
\ / JÁ 10 | 0
/ \
o / \
o 80 t
o
O \! res stencia a l< tracción
c A.
«I
« 70 /
/
i
60 /
/
o" limite el dstico
50 0
300 ¿00 500 600 7 00
temperatura de descomposición isotérmica,en °C
FTC. 9-17 a.—Relación entre las propiedades de tracción de un acero
F-131 I . H . A . y la t e m p e r a t u r a de t r a n s f o r m a c i ó n isotérmica. (F, M U Ñ O Z
D E L C O R R A L , Revista I.H.A., año 5 , pág. 4 5 4 , 1 9 5 2 . )

mayores en las bainitas de alta temperatura que en ¡as perlitas de las


temperaturas m á s bajas. En la región entre los 575° y los 500 °C se
forman mezclas de perlita muy fina y bainita basta de alta temperatura,
con propiedades de tracción intermedias, y mínimos de ductilidad cuan-
do se mezcla la perlita muy fina con una pequeña cantidad de bainita
grosera de alta temperatura. La figura 9-17 b presenta datos análogos
obtenidos en un acero eutectoide al Cr-Ni-Mo 1 ; en este acero se for-
maron perlitas entre los 700° y los 550 °C (1300° a 1000 °F), aproxima-
1
E. S. D A V E N P O R T : Trans. AME, vol. 209. págs. 677-88, 1957.
clámente, y bainitas entre los 430° y los 260 ®C (800* « SÍ)0 •tffTÜlwl-
tando un intervalo más amplio de mezcla de productos perláticos y
bainíticos, limitado por los 430° y los 550°C (800° y 1000°F). Los re-,
sultados expuestos en las figuras 9-1 la y b confirman otros anteriores
de G e n s a m e r s e g ú n los cuales la resistencia a la tracción varía lineal-
mente con el logaritmo del trayecto medio que libremente se puede
recorrer, a través de la perlita, en las estructuras de transformación

FIG. 9-17 b.—Relación entre las propiedades de tracción de u n acero


¡ al C r - N i - M o y la t e m p e r a t u r a de t r a n s f o r m a c i ó n isotérmica. (E. S. DA-
V E N P O R T : Trans. AIME, vol. 2 0 9 , pág. 6 8 4 , 1957.)

isotérmica, trayecto que en las estructuras perlificas corresponde a la


distancia que separa las láminas de cementita. La ductilidad de las bai-
t nitas es buena en el intervalo de temperaturas a que se forman puras,
Í q u e corresponde al empleado en los tratamientos industriales de aus-
tempering. Los resultados presentados, especialmente los de la figu-
ra 9-17 b, son un buen ejemplo de la sensibilidad de la estricción a las
variaciones de la microestructura.
La mejor combinación de resistencia y ductilidad se obtiene en el
| acero que ha sido templado a una estructura completamente marten-
f; sítica y después revenido. El mejor criterio para comparar las propie-
| dades de tracción se establece sobre la base de una estructura b r u t a
! 'M. GENSA.MER, E . B. PEARSALL, W. S. PELLINI y J. R . Low: Trans. ASM
f vol. 30, págs. 9 8 3 - 1 0 2 0 , 1942.
de temple que contenga el 100% de martensita. En la práctica indus¡-^
trial es imposible, en muchos casos, lograr tales estructuras compleí^
tamente martensíticas y de ello resulta la importancia de que el acero
tenga una determinada templabilidad. Esta propiedad es la que deter- ¿
mina la profundidad de penetración y la distribución de la dureza pro-
ducida por el temple. La dureza suele medirse como resistencia a la'
penetración o deformación de,un material; c,t.á relacionada con la re-
sistencia mecánica y nos ocuparemos de ella en el capítulo 11. La t e m - f !
plabilidad se puede incrementar alterando la cinética de la transfor- 1 /'
mación de la austenita mediante la adición.de elementos de aleación,*"

0,2 0,3 0,4 0,5 O,(i 0,7


contenido de carbono, % en peso

Fio. 9 - 1 8 . — D u r e z a d e l acero b r u t o de temple t n f u n c i ó n del contenidi


de carbono, para distintas proporciones de martensita en la micro
estructura. (ASM Metals Handbook, ed. 1948, pág. 4 9 7 . )

mientras que la dureza de un acero que posea unas características ci- v


néticas determinadas de transformación está controlada, esencialmente,,
por el contenido de carbono. La figura 9-18 muestra la dureza de las»,
estructuras martensíticas en función del con tenido de carbono y para*»-
diferentes contenidos totales de martensita en la microestructura La.'
dureza puede servir como una medida conveniente de la resistencia de'¿
los aceros templados y revenidos, porque existe una excelente correla'4.
ción entre ella y la resistencia a la tracción en los aceros templados y.]
revenidos, normalizados y recocidos (Fig. 9-19). r
Las propiedades mecánicas de un acero templado y revenido pueden^
modificarse variando la temperatura de revenido. La figura 9-20 mués-,
tra cómo varían la dureza y las propiedades de tracción con la tern^
peratura de revenido en un acero SAE 4340 (acero al Cr-Ni-Mo conj
0,40% de carbono). El comportamiento que representa es típico de losi
aceros bonificados (templados y revenidos). Se han propuesto diversos^
métodos para correlacionar V predecir las variaciones de dureza en lo$|
1
B H

distintos aceros con la temperatura de revenido J- 3. Al emplear dia-


gramas como el de la figura 19-20, es importante saber si los datos se
obtuvieron o no en probetas templadas con aproximadamente el 100%
¿e' martensita en toda la sección transversal. Dada la variabilidad de
lá templabilidad de una colada a otra de un acero, no se tiene seguri-
dad sobre la reproducibilidad de los datos a menos que se cumpla la
condición mencionada.
Son muchos los aceros de baja aleación que se han desarrollado y

dureza Rockwell C
12 25 31 38 43 47 52

/
260

240

.-220
u>
a /
3 200 /
/ /
c 180 —

•o
§ 160
u
O 140

.2
u 120
| 100 y
<>
S
/
80 //
60

40
1CC 2C0 300 400 500
dureza Brincll
Fie. 9 - 1 9 . — R e l a c i ó n entre resistencia a la t r a c c i ó n y dureza para ace-
, ., ros templados y revenidos, recocidos y n o r m a l i z a d o s . (SAE Handbook.)
i ,
se emplean en el estado de temple y revenido. El estudio de las pro-
piedades de tracción de estos aceros conduciría a una gran confusión
si no existiesen ciertas generalizaciones aplicables a los resultados 4 , 5 .
En. los aceros de baja aleación, con contenidos de carbono de 0,3
'"a 0,5%, templados a una estructura con, prácticamente, 100% de mar-
$ tensita y luego revenidos para alcanzar resistencias a la tracción de
Y 'I. H. HOLLOMON y L. D. J A F F E : Trans. AI ME, vol. 1 6 2 , pág. 2 2 3 , 1945
2R. A. GRANGE y R. W . BAUGHMAN: Trans. ASM, vol. 4 8 , págs. 165-97,
1956.
• 3 L . D . J A F F E y E . G O R D O N : Trans. ASM, vol. 4 9 , págs. 3 5 9 - 7 1 , 1 9 5 7 .
U 4
E . J . JANITSKY y M . B A E Y E R T Z : " M e t a l s H a n d b o o k " , págs. 5 1 5 - 1 8 , A m e -
«can Society f o r M e t a l s , M e t a l s P a r k , O h i o , 1939.
• ' S VV. G . P A T T O N : Metal Progr., vol. 43, págs. 7 2 6 - 3 3 , 1 9 4 3 .
entre 70 y 140 K g / m m 2 (100 000 a 200 000 psi), todas las propiedades
de tracción ordinarias tienen valores relativamente bien determinados
que solo dependen de la resistencia a la tracción. Dicho de otra manera,
las propiedades de los aceros de esta importante clase no dependen
fundamentalmente de la cantidad de elementos de aleación, contenido
de carbono entre los límites citados, o temperatura de revenido. Con-
viene notar que esta generalización no quiere decir que dos aceros alea-
dos darán las mismas propiedades con el mismo tratamiento de reveni-

temperatura de revenido, ° F
FIG. 9-20.—Propiedades de t r a c c i ó n del acero SAE 4340 (al Cr-Ni-Mo).
templado y revenido, en f u n c i ó n de la temperatura de revenido. B a r n tas
de 1 pulg de d i á m e t r o c o n temple martensítico completo.

do, porque para conseguir el mismo valor de la resistencia a la tracción,


para dos aceros de la misma composición, se necesitarán temperaturas
diferentes. La figura 9-21 muestra las relaciones que existen entre las
propiedades mecánicas de los aceros con estructuras formadas por mar-
tensita revenida. El rayado indica la dispersión esperable en los valo-
res. Dada esta similitud de propiedades, es lógico preguntarse por qué
se emplean tantos aceros con diferentes contenidos de elementos de
aleación. Como veremos en el capítulo 14, todos los aceros de baja
aleación no tienen la misma resistencia al choque (resiliencia) o igual
sensibilidad a la entalla y pueden diferir mucho en estos aspectos cuan-
do se tratan para resistencias a la tracción superiores a los 140 Kg/mm 2 .
Además, para aminorar las dificultades en los tratamientos, p. ej., las
grietas de temple, conviene utilizar un acero con el contenido de car-
bono más bajo que sea compatible con la dureza exigida después del
temple y del revenido. Por esta razón, en las tipificaciones americanas
SAE y AISI se encuentran aceros con el contenido de carbono escalo-
nado en intervalos relativamente pequeños.
En las secciones de acero excesivamente grandes para que se pueda

_ i _ i ;—
400 dure 2Q Brinell s.v . -
!


300 200 £
. o
1S0 |

160 yt
200
1 — 1 4 0 Í»
^ Ifmite elás ico •O
.N^s!
120 I
-roí
ico i
aceros de baja aleación
con 0,30 a 0,50 % de C,
70 '/A', templados y revenidos
'/A k - f -
m
:o so
i fe
- F zet fe fe >ri.
i
50 «stri :ción r q fe vz
•7T- - — 3Z g>
o
** Ó
40 '•alargamiento V *
-a
^


r4^ , o

30 1 t \

100 140 o
120 160 180 200 a
resistencia a la tracción (1000 psi)
FIG. 9-21.—Relaciones entre las propiedades de tracción de aceros de
baia aleación t e m p l a d o s y revenidos. ( W . G . P A T T O N : Metal Progr.,
vol. 43, pág. 726, 1943.)

lograr un 100% de martensita, en el temple aparecerán productos de


transformación de t e m p e r a t u r a superior, tales como ferrita, perlita y bai-
nita, entremezclados con la martensita. Estas estructuras suelen denomi-
narse d e temple incompleto y poseen propiedades de tracción inferiores
a las de una martensita pura revenida. El límite elástico y la estricción
son, generalmente, los más afectados y la resistencia al choque es m u y
inferior. El efecto del temple incompleto es tanto más marcado cuanto
mayor es el nivel d e dureza. Al aumentar la temperatura de revenido
J M d a B l d K l al temple Incompleto, aproximán-
I l l f de martenslta revenida. En los aceros que tienen tem-

fllabllidad suficiente para lograr el 100% de martensita, se encuentra


recuentemente que no toda la austenita se transforma en martensita
en el temple. Los estudios realizados han demostrado que el ma-
yor efecto de esta austenita retenida es una disminución del limite
elástico.

9-11. Anisotropía de las p r o p i e d a d e s d e tracción.—Es frecuen-


te encontrar que las propiedades de tracción de los productos de metal
forjado no son las mismas en todas las direcciones. La dependencia de
las propiedades con la orientación se llama anisotropía. En los metales
se encuentran dos tipos generales de anisotropía. La anisotropía cris-
talográfica es la consecuencia de la orientación preferente de los éranos
(textura) que se produce para fuertes deformaciones. Puesto que la
resistencia de un monocristal es muy anisótropa, una severa deforma-
ción plástica, que produzca una orientación preferente de los granos
muy marcada, dará lugar a que la muestra policristalina se aproxime,
en cuanto a anisotropía, a un monocristal. Las propiedades más afecta-
das son el límite elástico y, en menor proporción, la resistencia a la
tracción. El límite elástico en la dirección principal (longitudinal) de
trabajo puede ser mayor o menor que en la dirección transversal, se-
gún sea la orientación preferida. Este tipo de anisotropía es más fre-
cuente en los metales no férreos, especialmente si han sufrido un tra-
bajo intenso para transformarlos en chapa. La anisotropía cristalográ-
fica puede eliminarse por recristalización, aunque la formación de una
textura de recristalización puede provocar la reaparición de im tipo
diferente de anisotropía. Una manifestación práctica de la anisotropía
es la formación de "orejas" o deformación no uniforme en las copas
de embutición profunda. La anisotropía cristalográfica puede ocasionar
una deformación elíptica de las probetas de tracción.
La otra clase de anisotropía es el fibrado mecánico, debido a la
alineación de discontinuidades estructurales, tales como inclusiones,
poros, segregación y partículas de segunda fase en la dirección de tra-
bajo. Esta clase de anisotropía es de importancia en las planchas y en
las piezas forjadas. La dirección principal de trabajo se denomina direc-
ción longitudinal. En una barra es el eje mayor, y en una chapa o
plancha, la dirección de laminación. Deben considerarse dos direcciones-
transversales. La dirección transversal corta es la dimensión mínima ;
del producto, p. ej., el espesor de una plancha. La dirección transver- j,
sal larga es perpendicular a las direcciones longitudinal y transversal >
corta, simultáneamente. En un redondo o un cuadrado las dos direc-f
ciones transversales son equivalentes y en una chapa no pueden m e - |
dirse las propiedades en la dirección transversal corta. En los produc-J
1
L. S. CASTLEMAN, B. L. AVERBACH y M. COHÉN: Trans. ASM, vol. 44,}
págs. 240-63, 1952.
tos de acero forjado el fibrado mecánico es la causa principal de la
direccionalidad de las propiedades. Las medidas de la ductilidad, tales
como la estricción, son las más afectadas. En general, la estricción es
mínima en la dirección transversa] corta, intermedia en la larga y
máxima en la dirección longitudinal.
Las propiedades transversales son especialmente importantes en los
tubos de paredes delgadas, como los cañones de armas de fuego y los
recipientes de presión, que están sujetos a elevadas presiones internas.
En estas aplicaciones la tensión principal máxima actúa en la direc-
ción circunferencial (tangencial), que corresponde a la dirección trans-
longitudinal transversal

ángulo, grados
F i e . 9 - 2 2 . — R e l a c i ó n e n t r e la estricción y el á n g u l o entre l a dirección
longitudinal de f o r j a y e l eje de la probeta. ( C . W E L L S y R . F . M E H L :
Trans. ASM, vol. 41, pág. 753, 1 9 4 9 . )

versal de las piezas forjadas cilindricas. Aunque no existe ningún mé-


todo directo para introducir la estricción en el diseño de este tipo de
piezas, es bien sabido que la estricción transversal es un buen índice
de la calidad del acero para estas aplicaciones. Esta es la razón por la
que a veces figura un valor límite de la estricción en la especificación
de un material. Se han realizado muchos estudios h 2 - 1 sobre las pro-
piedades transversales de los tubos de artillería y de las grandes piezas
de forja, obteniéndose datos muy interesantes. La figura 9-22 muestra
la variación de la estricción con el ángulo formado por el eje de la
probeta de tracción y la dirección longitudinal de una pieza forjada de
acero SAE 4340 (al Cr-Ni-Mo con 0,4% de C ) . No se encuentran
variaciones parecidas en el límite elástico o en la resistencia a la trac-
ción. Esta figura muestra los valores máximos y mínimos de la estric-
ción obtenidos para diferentes orientaciones de la probeta. La gran

> C . W E L L S y R . F . M E H L : Trans. ASM, v o l . 4 1 , págs. 7 1 5 - 8 1 8 , 1949.


2
A . M . GROBE, C . W E L L S y R . F . M E H L : Trans. ASM, vol. 4 5 , págs. 1 0 8 0 -
122, 1 9 5 3 .
3 E. A . L O R I A : Trans. A S M , vol. 42, págs. 4 8 6 - 9 8 , 1950.
BIETETL.—19
Üa aníio tropfa de la estricción sumen-
ta con el nivel de resistencia. En el intervalo de resistencias a la trac-
ción de 56 a 126 Kg/mm 2 (80000 a 180 000 psi), la estricción trans-
versal disminuye aproximadamente el 5% por cada 3,5 Kg mm2
(5000 psi) de aumento de la resistencia a la tracción. La figura 9-23
muestra la forma en que varían la estricción longitudinal y la trans-
versal en función de la reducción de forja. La reducción de forja es la
relación entre el área de la sección trans-
versal inicial y la de la final de la pieza
forjada. Las propiedades óptimas suelen
encontrarse para reducciones de forja
comprendidas entre 2 : 1 y 3 : 1 . Se consi-
dera que las inclusiones no metálicas son
la causa principal de los valores bajos de
la estricción transversal. Esta suposición
se basa en el hecho de que los aceros
fabricados en vacío dan estricciones trans-
versales más elevadas y en correlaciones
establecidas entre el contenido de inclu-
siones y la estricción transversal '. Hay
otros factores, tales como la micn segre-
gación y la estructura dendrítica, que son
responsables de la baja ductilidad trans-
M 3:1 5:1 70 versal de las piezas forjadas.
reducción de forja Un aspecto interesante de la resisten-
FIG. 9 - 2 3 . — E f e c t o de la re- cia anisotrópica de los metales se relacio-
ducción de f o r j a en la estric- na con el efecto de una deformación de
ción l o n g i t u d i n a l , y transver- torsión previa sobre las propiedades de
sal. Resistencia a la tracción, tracción. Swift 2 sometió a torsión barras
118 000 psi (82,6 K g / m m ) . 2

(C. WELLS y R . F. MEHL:


de acero suave y luego determinó las
Trans. ASM, vol. 41, pági- propiedades de tracción de las mismas.
. na 755, 1949.) Si la deformación de cizallamiento de la
. . . - . - torsión alcanza, en la superficie, valo-
res superiores a la unidad, disminuyen mucho la resistencia a la
tracción y la estricción. A la vez el tipo de la fractura cambia des-
de la de. copa a una sobre un plano a 45". St las probetas torsiona-
das,se.-destorsionaban después, el efecto sobre la resistencia a la trac-
ción y. la ductilidad gran pequeños. Al interpretar estos resultados 3 se
sugirió:qué la torsión produciría una orientación preferente de las mi-
crogrietas que en un principio estaban orientadas aleatoriamente. Era
de ".presumir. que las microgrietas se orientasen a lo largo de la super-
ficie helicoidal que está en compresión durante la torsión (véase fi-

C - 1 J . W E L C H Ñ E R y W . G . HILDORF : Trans. ASM, vol. 4 2 , págs. 4 5 5 - 8 5 , 1 9 5 0 . I


1
H . W . S W I F T : J. Iron Steel Inst. (Londres), v o l . 1 4 0 , pág. 1 8 1 , 1 9 3 9 .
3 G . ZENER y J. H . HOLLÓMON: Trans. ASM, v o l . 3 3 , pág. 1 6 3 , 1 9 4 4 . •
4611« NpiiraoWn
I lo largo d e p l a n o s a 4f*. Cuando se d i s t o r s i o n a b a n las p r o b e t a s a n t e s
d e r o m p e r l a s e n t r a c c i ó n , se s u p u s o q u e l a s m i c r o g r i e t a s s e r e o r i e n t a -
b a n e n la d i r e c c i ó n l o n g i t u d i n a l y e n e s t a o r i e n t a c i ó n a f e c t a b a n p o c o
a las propiedades de tracción. A u n q u e n o hay pruebas experimentales
d e la e x i s t e n c i a d e t a l e s m i c r o g r i e t a s , s e a d m i t e q u e p o d r í a n i n i c i a r s e
en l a s i n c l u s i o n e s y e n l a s p a r t í c u l a s d e s e g u n d a f a s e . E x p e r i m e n t o s
s i m i l a r e s r e a l i z a d o s c o n c o b r e O F H C ( e x e n t o d e o x í g e n o , d e alta c o n -
d u c t i v i d a d ) , e n el q u e n o e x i s t í a n p a r t í c u l a s d e s e g u n d a f a s e n i o r i e n -
taciones preferidas, c o n f i r m a r o n las observaciones de S w i f t L a ani-
s o t r o p í a o b s e r v a d a s e e x p l i c ó m e d i a n t e l a h i p ó t e s i s d e q u e el m e t a l
contenía una estructura fibrosa de defectos, con las características d e
g r i e t a s s u b m i c r o s c ó p i c a s . H a y algún indicio d e q u e las g r i e t a s se inician
d u r a n t e la s o l i d i f i c a c i ó n d e l l i n g o t e y q u i z á d u r a n t e l a d e f o r m a c i ó n
p l á s t i c a , e n la q u e s e o r i e n t a n e n la d i r e c c i ó n p r i n c i p a l d e t r a b a j o .

BIBLIOGRAFIA

CALVO R O D É S ,R . , y c o l a b . : " E s t u d i o de una tabla racional de tipificación de


aceros nacionales", I n s t i t u t o N a c i o n a l de T é c n i c a A e r o n á u t i c a , M a d r i d , 1961.
- - y colab.: " D e s c r i p c i ó n e instrucciones para el m a n e j o d e l calculador de
aceros y regla de cálculo de las propiedades representativas de los aceros".
I n s t i t u t o N a c i o n a l de Técnica A e r o n á u t i c a , M a d r i d , 1961.
CRAFTS, W . , y J. L. LAMONT: " H a r d e n a b i l i t y a n d Steel S e l e c t i o n " , Sir Isaac
P i t m a n & Sons, L t d . , Londres, 1949.
HOLLOMON, J. H „ y L. D. JAFFE: " F e r r o u s M e t a l l u r g i c a l D e s i g n " , caps. 3 y 4.
John W i l e y & Sons, I n c . , N u e v a Y o r k , 1947.
LESSELLS, John M . : " S t r e n g t h a n d Resistance of M e t a l s " , cap. 1, John W i -
ley & Sons, Inc., N u e v a Y o r k , 1954.
L o w , J. R., Jr.: B e h a v i o r of M e t a l s under D i r e c t or N o n - r e v e r s e d Loading,
en " P r o p e r t i e s of M e t a l s in M a t e r i a l s E n g i n e e r i n g " , A m e r i c a n Society for
Metals, M e t a l s P a r k , Ohio, 1949.
MARIN, J . : " E n g i n e e r i n g M a t e r i a l s " , caps. 1 y 11, P r e n t i c e - H a l l , Inc., En-
g l e w o o d Cliffs, N u e v a Y o r k , 1952.
M U Ñ O Z DEL CORRAL, F . : Consideraciones sobre la caracterización y empleo de
los aceros finos bonificables, Técnica Metalúrgica, vol. 14, págs. 10-24 y
48-66, 1958.
NADAI, A : " T h e o r y of F l o w a n d F r a c t u r e of Solids", vol. I , cap. 8, M c G r a w -
H i l l B o o k C o m p a n y , Inc., N u e v a Y o r k , 1950.
Simposio sobre Significación de los ensayos de tracción de los metales y su
relación c o n el diseño, Proc. ASTM, vol. 40, págs. 5 0 1 - 6 0 9 , 1940.
1
s
1 W. A. BACKOFEN, A. J. SHALER, y B. B. HUNDY : Trans. ASM, vol. 46.
págs. 6 5 5 - 8 0 , 1954.
%

i
CAPITULO 1 0

EL ENSAYO DE TORSION

10-1. Introducción—El ensayo de torsión no ha alcanzado una


aceptación tan general y un empleo tan amplio como el ensayo de trac-
ción. Sin embargo, es muy útil en muchas aplicaciones técnicas y en
los estudios teóricos del flujo plástico. Los ensayos de torsión se reali-
zan para determinar propiedades de los metales, tales como el módulo
de elasticidad en cizallamiento, el límite elástico en torsión y el mó-
dulo de rotura. También se verifican sobre piezas enteras, tales como
árboles, ejes y taladros helicoidales, que están sometidas a cargas de
torsión durante el servicio. Los materiales frágiles, p. ej., los aceros
de herramientas, se someten frecuentemente a ensayos de torsión y se
ha empleado la torsión a temperatura elevada para estimar la forjabili-
dad de los materiales. El ensayo de torsión no se ha tipificado con
tanta extensión como el de tracción y se exige raramente en las espe-
cificaciones de materiales.
El ensayo de torsión se realiza con un equipo que, esencialmente,
consta de una cabeza de torsión, con mordazas para sujetar la probeta
y aplicar el momento torsor, y una cabeza de medida que sujeta el otro
extremo de la probeta y mide el momento o par de torsión. La defor-
mación se mide determinando el desplazamiento angular de un punto
próximo a uno de los extremos de la probeta con respecto a otro punto
cercano al otro extremo y situado en el mismo elemento longitudinal.
Las probetas de torsión tienen, generalmente, una sección transversal
circular, puesto que la forma cilindrica es la que permite un cálculo
más sencillo de las tensiones. En el intervalo elástico varía la tensión
cizallante linealmente desde un valor nulo, en el centro de la barra,
hasta un valor máximo en la superficie, por lo que muchas veces con-
viene ensayar probetas tubulares de paredes delgadas. En este caso se
tiene una tensión cizallante casi uniforme sobre toda la sección trans-
versal de la probeta.

10-2. Propiedades mecánicas de torsión.—Supongamos una ba-


rra cilindrica cuyo extremo está sometido a un momento de torsión
(Fig. 10-1). Al momento torsor se oponen las tensiones cizallantes en-
gendradas en la sección transversal de la barra. La tensión cizallante
es nula en el centro de la barra y aumenta linealmente con el radio.
Igualando el momento torsor al momento resistente se obtiene

[10-1]

292
Pero f r*dA es el momento polar de inercia del área de la sección
con respecto al eje de la barra, por lo que
T¿
M7 =
r
o bien
MTr
T— [10-2j
~ r
en donde:
T = tensión cizallante,
M7-=momento de torsión,
r = distancia en la dirección del radio, medida desde el centro,
/ = momento polar de inercia.
r

F i e . 1 0 - 1 . — T o r s i ó n de una barra maciza.

Como la tensión cizallante es máxima en la superficie de la barra,


para una probeta maciza, en la que J = d 4 /32, la tensión máxima es
MjD/2 16M r
Tniáx : [10-3]
ttD 4 / 32 TtD¡

Para una probeta tubular, la tensión cizallante en la superficie exter-

r= [10-4]J
1
*r(D,«-D 2 <)
en donde:
Di=diámetro externo del tubo,
Z) 2 =diámetro interno del tubo.

El aparato empleado para determinar el ángulo de torsión, 6, mide


generalmente en radianes. Si L es la longitud de la probeta, se deduce,
de la figura 10-1, que la deformación de cizallamiento está dada por
re
y = trg <j> = [10-5]
D u r a n t e un ensayo de torsión se hacen mediciones del m o m e n t o tor-
sor MT y del ángulo de torsión 6. Se obtiene u s u a l m e n t e un diagrama
par-ángulo c o m o el de la figura 10-2.
Las propiedades elásticas de torsión pueden obtenerse utilizando el
par en el límite proporcional o el par que p r o d u c e un d e t e r m i n a d o
ángulo de torsión plástica p e r m a n e n t e , y calculando la tensión ciza-
llante que corresponde- al m o m e n t o torsor, m e d i a n t e las ecuaciones
adecuadas d a d a s a n t e r i o r m e n t e . C o m o ángulo convencional de defor-
mación p e r m a n e n t e p a r a d e t e r m i n a r el límite elástico convencional en
torsión, al que nos a c a b a m o s de referir, se t o m a f r e c u e n t e m e n t e el de
0,001 r a d i á n / p u l g de distancia e n t r e p u n t o s ( a p r o x i m a d a m e n t e 0,00004
r a d i a n e s / m m de distancia entre
p u n t o s ) . P a r a medir el límite elás-
tico con precisión es necesario em-
plear p r o b e t a s tubulares. D a d o el
gradiente de tensión que existe
a través del d i á m e l r o de una ba-
rra maciza, el flujo plástico de
las fibras externas está impedido
por las internas, menos cargadas.
Por esta causa, con los instrumen-
tos usuales no se observa de forma
dngulo de torsion, g r a d o s
clara el m o m e n t o en que se alcan-
za, por primera vez, el ángulo
Fifi. 1 0 - 2 . — D i a g r a m a par-torsión. a =
= d e f o r m a c i ó n p e r m a n e n t e e n el límite de torsión p e r m a n e n t e convenido.
elástico c o n v e n c i o n a l . E m p l e a n d o p r o b e t a s t u b u l a r e s de
paredes delgadas resulta mínimo
este cíccto, p o r q u e se elimina p r á c t i c a m e n t e el gradiente de ten-
sión. Hay que tener c u i d a d o , sin embargo, de que el espesor de pa-
red n o se reduzca excesivamente o d e que la p r o b e t a falle por pandeo
más que por torsión. La experiencia ha m o s t r a d o que para d e t e r m i n a r
el m ó d u l o y el límite elásticos en torsión, la relación entre la longitud
empleada en el ensayo y el d i á m e t r o exterior debe ser aproximada-
mente igual a 10 y la relación entre el d i á m e t r o y el espesor debe estar
e n t r e 8 y 10.
U n a vez que se ha sobrepasado el límite elástico de torsión, ya no
es lineal la distribución d e la tensión cizallante entre el c e n t r o y la
superficie de la p r o b e t a y n o se cumplen las Ees. [10-3] o [10-4].
A pesar de ello se d e t e r m i n a f r e c u e n t e m e n t e un d e n o m i n a d o módulo
de rotura o resistencia al cizallamiento por torsión, s u s t i t u y e n d o el par
máximo .medido en las ecuaciones citadas. Los resultados obtenidos
por este procedimiento sobreestiman la tensión cizallante m á x i m a . Un
m é t o d o más preciso de calcular este valor se discutirá en la sección


siguiente. A u n q u e el procedimiento descrito i n t r o d u c e un e r r o r con-
siderable, el módulo d e t e r m i n a d o es generalmente suficiente para com-
parar y seleccionar materiales. Para determinar el módulo de rotura
con probetas tubulares, la relación entre la distancia entre puntos y
el diámetro debe ser aproximadamente igual a 0,5 y la relación de
diámetro a espesor entre 10 y 12.
Dentro de la región elástica, se puede considerar que la tensión ci-
zallante es proporcional a la deformación de cizallamiento. La cons-
tante de proporcionalidad G es el módulo de elasticidad en torsión o
módulo de rigidez
T = GY 110-6J

Sustituyendo las Ees. [10-2] y [10-5] en la [10-6] se obtiene una ex-


presión para el módulo de rigidez en términos de las dimensiones geo-
métricas de la probeta, el par y el ángulo de torsión

[10-7]
JO

10-3. T e n s i o n e s de torsión para d e f o r m a c i o n e s plásticas gran-


d e s — M á s allá del límite elástico de torsión la tensión cizallante ya
no es función lineal de la distancia al eje, y no pueden aplicarse las
Ees. [10-3] y [10-4], N a d a i 1 ha presentado un método de cálculo de
la tensión cizallante en la región plástica a partir de la curva par-ángulo
de torsión. Para simplificar el análisis, consideraremos el ángulo de
torsión por unidad de longitud, 6', que es 9' = 6/L. De acuerdo con la
Ec. [10-5], la deformación de cizallamiento será
:
y = rB' [10-8]
La Ec. [10-1] para el par resistente en una sección transversal de la
barra puede escribirse en la forma siguiente:

M7- = 2TT J("rr'dr [10-9]


o
La tensión cizallante se relaciona con la deformación de cizallamiento
mediante la curva tensión-deformación en cizallamiento
r=f(y)
Introduciendo esta ecuación en la [10-9] y haciendo el cambio de va-
riable de r a y mediante la Ec. [10-8], se obtiene

Mt = 2TT •'O (6')2 8' • '


M r ( 0 ' ) 5 = 27r J[ K f ( y ) y 2 d y [10-10]
o
' A . N A D A I : " T h e o r y of Flow and Fracture of Solids", 2." ed., vol. I.
págs. 347-349, M c G r a w - H i l l Book Company, Inc., N u e v a Y o r k , 1950.
D. S . F I E L D S y W . A . BACKOFEN h a n dado una generalización de este análisis
de los materiales sensibles a la velocidad de deformación, troc, ASTM, v o l . 57.
págs. 1259-272, 1957.
DI IlON

en donde es y a = ad'. D e r i v a n d o la Ec. [10-10] con respecto a 6',

{Mtf'1) = 2iraf{a&'ja2 {O')2 = 2tra3 (8')2f(a8')


citi

P e r o c o m o la m á x i m a tensión cizallante en la barra, en la fibra exter-


na, es ra = f{a8'), se tiene ,
—— = 27ra1 (8 )-r u
c/0

3 Mt(8')2+ (8' j < ^ = 2t™3(6>')V„


c/ff'
y, por tanto,
1
10-11]
2ttcí3 \ c/tí'

A p a r t i r de la curva par-ángulo se p u e d e n calcular las tensiones ciza-


llantes m e d i a n t e la ecuación anterior. La figura 10-3 indica la forma en
que p u e d e operarse. Examinan-
d o la Ec. [10-11] se observa
que se p u e d e escribir en térmi-
v nos de los datos geométricos
c N de la figura 10-3 en la forma
•o
5» siguiente:
7 1
5 A
«'máx i 3CD) |10-12|
c«i / 1 «r
E
/ i ! La figura 10-3 indica también
o / i
E / , i que en el valor máximo del
r—8—i 1
r i i par es dMT/d0' = Q. Por tanto,
la resistencia al cizallamiento
á n g u l o de torsión por unidad de longitud b
por torsión, o módulo de rotu-
ra, se p u e d e expresar por
F i e . 1 0 - 3 . — M é t o d o para calcular la
tensión cizallante a partir del diagra- 3M m a x
m a par-torsión. 10-13]
277-fl3

10-4. T i p o s d e f r a c t u r a s d e t o r s i ó n . — L a figurá 10-4 m u e s t r a el &


&
e s t a d o de tensiones en un p u n t o d e la superficie de una barra sujeta a A'
torsión. La tensión cizallante m á x i m a se presenta sobre dos planos
r
m u t u a m e n t e perpendiculares, u n o p e r p e n d i c u l a r al eje longitudinal yy
y o t r o paralelo a él. Las t e n s i o n e s principales cr, y cr} f o r m a n un
ángulo de 45° con el eje longitudinal y son d e igual magnitud que las
tensiones cizallantes. <r¡ es una tensión de tracción y a } es una igual
d e compresión. La tensión i n t e r m e d i a cr2 es nula.
Las f r a c t u r a s de torsión se diferencian d e las de tracción en que
p r e s e n t a n poca estricción o a l a r g a m i e n t o localizados. Un metal dúctil
falla por cizallamiento a lo largo de los planos de tensión cizallante
máxima. El plano de la fractura es, generalmente, normal al eje longi-
tudinal (Fig. 10-5 a ) . Un metal frágil falla por torsión a lo largo de
u n plano perpendicular a la dirección de tensión cizallante máxima.
Puesto que este plano biseca al ángulo formado por los dos planos
de tensión cizallante máxima y forma un ángulo de 45° con las direc-
ciones longitudinal y transversal, la fractura es helicoidal (Fig. 10-5 fe).
A veces se observan fracturas en que la longitud de ensayo de la pro-
beta rompe en múltiples trozos pequeños. En estos casos puede com-

F i c . 1 0 - 4 . — E s t a d o de tensiones en la torsión.

(ai (¿i

Fie. 1 0 - 5 . — F r a c t u r a s típicas de torsión, a) F r a c t u r a de cizallamiento


( d ú c t i l ) : b) fractura de tracción (frágil).

probarse usualmente que la fractura se inició sobre un plano de ten-


sión cizallante máxima paralelo al eje de la probeta. Un estudio de la
fractura por torsión de un acero de herramientas ha demostrado 1 que
la fractura se inicia en planos de tensión cizallante máxima, con dure-
zas de hasta 720 Vickers, y que por encima de esta dureza las fracturas
fueron causadas por las tensiones de tracción.

' 10-5. Relación entre los ensayos de torsión y tracción.—Un


tema interesante es el planteado por la proposición lanzada por Sau-
veur 1 de que el ensayo de torsión proporciona una medida más exac-
ta de la plasticidad de un metal que un ensayo de tracción. Por
una parte, el ensayo de torsión conduce directamente a una curva de

, 'R. D. OLLEMAN, E. T. VV'ESSEL y F. C . HULL: Trans. A5.M, vol. 46. pá-


ginas 87-99, 1954.

! ' 1 A. S A U V E U R : Proc. ASTM, vol. 38, 2.' parte, págs. 3-20, 1938.
tensión cizallante en función de la deformación de cizallamiento. Este
tipo de curva es una fase más exacta para caracterizar el comporta-
miento plástico que una curva tensión-deformación determinada en
tracción. En torsión se pueden obtener valores mucho mayores de la
deformación, sin complicaciones tales como la estricción localizada,
en tracción, o el abarrilamiento debido a los efectos de fricción, en la
compresión. Además, en la torsión se pueden realizar fácilmente ensa-
yos a velocidades constantes o elevadas. Por otro lado, es muy traba-
joso transformar los datos par-ángulo en curvas de tensión cizallante en
función de la deformación de cizallamiento. Además, habrá un fuerte
gradiente de tensión a través de la sección, a menos que se empleen
probetas tubulares. Esto hace difícil la determinación exacta del límite
elástico convencional.
Seguidamente se comparan los ensayos de tracción y de torsión en
términos de los estados de tensión y deformación desarrollados en cada
ensayo:

Ensayo de tracción Ensayo de torsión

cri = a- máx ; cr2 = (T3 = 0 cr, = - en; cr2 - 0

_ °*1 _ mi-i 2cr¡


Tmix — ~2~ — ~2~ Tmáx — - = 0-1

«1
£inix = £ 1 y e2 = €3 = fimáx = £1 = — £3 ¡ e2 = 0

36.
Vmdx = senh 7máx = ei - e 3 = 2e,
2

ñ
[(O-,-O- 2 ) 2
+ (a,-a-})2+ (o-i-o-,1 2 ] 1 ' 2

¿ - [ W W + e/)!"2
& = o-¡ (T = \ / 3<X|

- 2 y
( ¿I £ - £1
s'*

I s l a comp,uaeiou muestra que scia doble de n . m d e en O M M O U


qtu1 on tiaccti'ni, para un valor d.ulo de <>mU. Cotno, en pumei.i apio
situación, se puedo considerar que la deformación plástic.1 ocurre al
¡tlcáuvüi'se un valor critico tic y la tiaclura al llci'.aise olio critico
de <rmiU, la oportunidad para el comportamiento dúctil es mayor en
torsión que en tracción. La figura 10-6 ilustra esquemáticamente este
punto; se la puede considerar como representativa de la condición de
un material frágil, tal como un acero de herramientas templado. En
el ensayo de torsión se alcanza la tensión cizallante crítica para el
flujo plástico antes que la tensión normal crítica para la fractura. Aun
tratándose de un material dúctil en tracción, en el que la tensión nor-
mal crítica se desplaza hacia la derecha en la figura 10-6, se puede ob-
servar que la deformación plástica es mayor en torsión que en tracción
La curva tensión-deformación del ensayo de tracción se puede cons-
truir partiendo de la curva de torsión, cuando la curva tensión-defor-

F i c . 1 0 - 6 . — E f e c t o de la relación T m á , / o - m í x e n la d e t e r m i n a c i ó n de la
ductilidad. (Según Gensamer.)

FIG. 1 0 - 7 . — C u r v a s reales deformación-tensión en t r a c c i ó n y torsión


del acero suave.
mación se representa en términos de ensiones y deformaciones efec-
tivas o de tensiones y deformaciones o> aédricas (véase problema 10-4).
La figura 10-7 muestra la curva real t< isión-deformación de un ensayo
de tracción y la curva tensión-defor ación, ambas en cizallamiento,
para un material en torsión. Si amba. r curvas se representan en térmi-
nos de tensiones y deformaciones efec vas (la curva de tracción no se
altera), ambas curvas se superponen < nitro de límites muy estrechos.
En la bibliografía se encuentran mu ios ejemplos de este hecho 1 2
También se obtiene una línea recta pa t los datos de torsión cuando se
representa el logaritmo de la tensión ectiva en función del logaritmo
de la deformación significativa 3 . Los /alor es de K y >i obtenidos de
estas curvas concuerdan bastante bien con los comparables del ensayo
de tracción.

RIRUOO.UAnA

IHVIN, | | I,; li l'ROXMl v l \ r. WlSKiVII ; " I V VosliiiK .uní lns|v, hon


,,f | iiRinoonna Materials", l';l|V '», . V «-.I,, M c l i i . i w Mili Noek Comp.mx . Inc.,
N u e v a Y o r k , 1955.
(Ir.nsaMi.il, M . : "StrenRlli of Metals innlcr Onmbined Stresses". A m e r i c a n So-
cicty for M e t a l s , M e t a l s Park, O l i i o , 1941.
MARÍN, J.: " E n g i n e e r i n g M a t e r i a l s " , Cap. 2, P r e n t i c e - H a l l . Inc.. Knsílcwood
Cliffs, N u e v a Y o r k , 1952.
" M e t a l s H a n d b o o k " , págs. 111-12, A m e r i c a n Society for Metals, Metals I'.irk,
O h i o, 1948.

>E A D A V I S : Trans. ASME, vol. 6 2 , págs. 5 7 7 - 8 6 , 1 9 4 0 .


21 H FAUPFL y I. MARÍN: Trans. A S M , vol. 4 3 , págs. 9 9 3 - 1 0 1 2 . 19:>1
MÍ LARSON y E . P . K L I E R : Trans. A S M , vol. 4 3 , págs. 1 0 3 3 - 0 . 1 . 1951
CAPITULO 1 1

EL ENSAYO DE DUREZA

11-1. I n t r o d u c c i ó n — L a dureza de un material es un término mal


definido que puede significar distintas cosas según la experiencia de
la persona que lo emplea. La dureza implica, en general, una resisten-
cia a la deformación y para los metales es una medida de su resisten-
cia a la deformación permanente. Para una persona relacionada con la
mecánica del ensayo de materiales, lo más probable es que la dureza
signifique una resistencia a la penetración, mientras que para un inge-
niero proyectista es una cantidad fácil de medir y especificar que está
relacionada con la resistencia y el tratamiento térmico de un metal.
Hay tres tipos generales de medidas de dureza, que dependen de la
forma de conducir el ensayo. Estos son: 1) dureza de rayado; 2) du-
reza de penetración, y 3) dureza al rebote o dinámica. Solo la dureza
de penetración es del máximo interés tecnológico para los metales.
•La dureza de rayado interesa principalmente a los mineralólogos.
Según esta forma de estimar la dureza, los diversos minerales y otros
materiales se clasifican por su capacidad para rayarse unos a otros. La
dureza se mide de acuerdo con la escala de Mohs, que consiste en
10 minerales tipo dispuestos en orden a su capacidad a ser rayados.
El mineral más blando de esta escala (dureza de rayado 1) es el talco,
mientras que el diamante tiene una dureza de 10. La uña de un dedo
tiene una dureza de rayado de, aproximadamente, 2; el cobre reco-
cido, 3, y la martensita, 7. La escala de Mohs no resulta adecuada para
los metales porque los intervalos no son lo suficientemente amplios
en la zona de durezas elevadas. La mayoría de los metales duros que-
dan en el intervalo de dureza Mohs 4 a 8 . ' E n un tipo diferente de
ensayo de dureza al rayado 1 se mide la profundidad o la anchura de
una raya que se forma desplazando un estilete con punta de diamante
a través de la superficie y bajo una carga definida. Este procedimiento
es de utilidad para medir las durezas relativas de los microconstitu-
yentes, pero no se presta por su índole a una elevada reproducibilidad
o a precisión extrema.
•En las mediciones de dureza dinámica se deja caer un martilHto
sobre la superficie del metal y se mide la dureza por energía perdida
en el impacto. El escleróscopo Shore, que es el ejemplo más común de
aparato para ensayar la dureza dinámica, mide la dureza en términos
de la altura de rebote del martillito.'
>E. B. BERGSMAN: ASTM Bull. 176, págs. 37-43, septiembre, 1951.
301
l í - 2 , l)iiiv;zn Brinell.—El primer ensayo de dure/.a de penetra-
ción ampliamente aceptado y tipificado fue propuesto por J. A. Bri-
ncll en J900. El ensayo de dureza Brinell consiste en comprimir sobre
la superficie del metal una bola de acero de 10 mm de diámetro con
una carga de 3000 Kg. Para evitar una huella demasiado profunda en
los metales blandos se reduce la carga a 500 Kg, y para los metales
muy duros se emplea una bola de carburo de volframio para que sea
mínima la deformación del penetrador. La carga se aplica durante un
tiempo normalizado, usualmente de 30 seg, y, después de eliminar la
carga, se mide el diámetro de la huella con un microscopio de pocos
aumentos. Debe obtenerse la media de dos diámetros perpendiculares.
La superficie sobre la que se produce la huella debe ser relativamente
lisa y estar exenta de suciedad o cascarilla. La cifra de dureza Bri-
nell (HB) es el resultado de dividir la carga P por el área superficial
de la huella. Se emplea la fórmula 1 :
P
HB Dureza Brinell = fll-H
t-rr/' 2) (D - </D2 - d2)
en la que:

P = carga aplicada, en Kg;


D = diámetro de la bola, en r m ;
c/ = diámetro de la huella, er mm.

Debe hacerse notar que las cifras Bn ell tienen dimensiones de Kg 'mm2,
pero no son un concepto físico satis: tetorio porque la Ec. [11-1] no da
la presión media sobre la superficie le la huella. La huella no es exac-
tamente un casquete perteneciente . una esfera de diámetro D, como
supone la fórmula, ni es necesariam nte un casquete esférico.
De una manera general, solo es instante la cifra de dureza Brinell
de un material para una misma car; aplicada y el mismo diámetro de
la bola. Se ha demostrado que para obtener el mismo valor de dureza
Brinell con una carga que no sea la specificada, es necesario mantener
una relación de semejanza geométnca. Esta exige que la relación de
los diámetros de la huella y de la bola d'D sea constante. Basta man-
tener P/D2 constante para que, en primera aproximación, se cumpla
la ley de semejanza.
El mayor error que se introduce en las mediciones de la dureza
Brinell proviene de la determinación del diámetro de la huella. Se
supone que el radio de curvatura de la huella es igual al radio de la
bola cuando ambas están en contacto bajo carga, pero, debido a la
recuperación elástica, al descargar la huella resultante tiene un radio
de curvatura más grande que el de la bola, aunque dicha huella siga

1 En la mayor parte de las referencias bibliográficas que se indican al


final de este capítulo pueden hallarse las tablas que dan H B en función de à
con cargas normalizadas.
siendo un casquete esférico. La recuperación elástica es tanto mayor
cuanto más duro es el metal. Por esta causa no se introducen errores
en las medidas del diámetro de la huella, porque este, que es el del
casquete, es despreciablemente alterado por la recuperación. En cam-
bio, se cometerían errores al determinar la dureza Brinell, que esencial-
mente está definida por la Ec. [11-1], si en lugar de medir el diámetro
se midiese la profundidad de la huella, p o r q u e esta disminuye funda-
mentalmente por efecto de la recuperación elástica. . En cambio, una
causa fundamental de error en la determinación del diámetro de la
huella es la deformación localizada en la circunferencia del borde. Esta
deformación localizada puede adoptar dos formas diferentes en una
sección transversal de la huella, que se muestran esquemáticamente en
la figura 11-1. El esquema de la parte superior
muestra el "apilamiento" o "rebordeado" de la
huella en el que se forma un labio prominen- r - ' - i
te alrededor del borde. Este comportamiento
es más corriente en los metales trabajados en
frío, con poca capacidad de endurecimiento (a)
por deformación. El diámetro que se mide es
mayor que el real de la huella, pero como el
borde soportó parte de la carga, se acostumbra
tomar como diámetro el d de la figura. El di-
bujo de la parte inferior muestra el "hundimien-
to" del metal en el borde de la huella. Este tipo
de comportamiento es corriente en los metales
recocidos, que endurecen rápidamente por de- Fie. 11-1. — Secciones
transversales de una
formación. El verdadero diámetro de la huella huella Brinell que
puede determinarse algunas veces, en este caso, m u e s t r a n a) rebordea-
untando la bola con un colorante antes de do y b) h u n d i m i e n t o .
obtener la huella. Muchas veces es necesario
mejorar la nitidez de la definición de la huella para medir el diámetro
más exactamente. Esto se puede conseguir empleando una bola de
acero ligeramente atacada o recubriendo su superficie con un pigmento
negro mate.

11-3. D u r e z a Meyer.—Meyer 1 sugirió que una forma más racio-


nal que la propuesta por Brinell para definir la dureza sería la basada
en el área proyectada de la huella en lugar de en la misma área. La
presión media entre la superficie del penetrador de bola y la huella es
igual a la carga dividida por el área proyectada de la huella:

1 E. MEYER: Z. Ver. deut. Ing., vol. 52, págs. 645-54, 1908.


R
EL EN RO D E " SEZA

Meyer propuso tomar esta presión como medida de la dureza. La du-


reza Meyer se expresa en función del diámetro de la huella
4P
Dureza Meyer = [11-2]:
mP

Lo mismo que la dureza Brinell tiene dimensiones de Kg/mm 2 . Sin


embargo, es menos sensible a la variación de la carga. En un metal tra-
bajado en frío la dureza Meyer es esencialmente constante e indepen-í:
diente de la carga, mientras que la Brinell disminuye al aumentar l a '
carga. En un metal recocido aumenta la dureza Meyer constantemente '
al aumentar la carga, como consecu ncia del endurecimiento por de-
formación. La dureza Brinell primei ) aumenta con la carga y luego
llega a disminuir al seguir a u m e n t a n d o la última. La dureza Meyer es
una medida más fundamental de la lureza, pero se empica raramente
para fines prácticos.
Meyer propuso una relación empí: ica entre la carga y el tamaño de
la huella, que suele llamarse ley de b'-eyer,

P----- k 11-3]
en la que:

P ~ carga aplicada, en Kg;


d = diámetro de la huella, en m m ;
« ' - u n a constante del material relacionada con el endurecimien-
to por deformación del m e t a l ;
& = una constante del material que expresa la resistencia del
metal a la penetración.

El parámetro n' es la pendiente de la línea recta que se obtiene cuando


se representa l o g P en función de log d\ k es el valor de P para c/ = l.
Los metales recocidos a fondo tienen un valor de n' aproximadamente
igual a 2,5, mientras que es igual a 2 en los completamente endureci-
dos por deformación en frío. Este parámetro está relacionado con el
coeficiente de endurecimiento por deformación de la ecuación expo-:
nencial de la curva real tensión-deformación. El exponente de la ley...
de Meyer es aproximadamente igual al de endurecimiento por defor- : r
mación aumentado en dos unidades.
Cuando se hacen huellas con bolas de distinto diámetro, se obtie-^.
nen diferentes valores de k y n :
P = fc.D,".' = k:D2n2 = kiDi",...

y Meyer encontró que rí era casi independiente del diámetro de la/;


bola D, pero que k disminuye al a u m e n t a r el valor de D. Este hecho J
se puede expresar numéricamente mediante la relación

C = jfe.Di»'-2 = k:D2"' 2
= k,Ds"''2... :{;
UN

llegándose a la expresión general de la ley de Meyer:

Cdf C d z C d f
p=. [114]
D,"'-2 D / - 2

De la Ec. [11-4] pueden sacarse varias conclusiones interesantes. Si


escribimos esta ecuación en la forma

[11-5]
D

veremos que, puesto que d/D debe ser constante para que se cumpla
la ley de semejanza, la relación P/cP también debe ser una constante.
Como P/cP- es proporcional a la dureza Meyer, se llega a la consecuen-
cia de que si las huellas son semejantes se obtendrá siempre la misma
cifra de dureza Meyer. La Ec. [11-4] puede también escribirse en la
forma
P i d V
-=C\~) [11-6]
D2 D

y recordando otra vez que la ley de semejanza de las huellas exige la


constancia de d/D, se deduce que las huellas también serán semejantes
si P/D2 es constante. Por tanto, se obtendrán los mismos valores de
dureza si se mantiene constante la relación P/D2.
Hay un límite inferior de carga por debajo del cual no es válida
la ley de Meyer. Si la carga es demasiado pequeña no es completamente
plástica la deformación alrededor de la huella. Para una bola de 10 mm,
la carga debe ser mayor de 50 Kg para el cobre (dureza Brinell = 100)
y mayor de 1500 Kg para el acero (dureza Brinell=400). Para bolas
de diferente diámetro las cargas críticas serán proporcionales a los cua-
drados de los diámetros.

11-4. Análisis de la h u e l l a p r o d u c i d a p o r u n p e n e t r a d o r es-


f é r i c o . — T a b o r 1 ha realizado un estudio detallado de la mecánica de la
deformación de una superficie plana por un penetrador esférico. A con-
tinuación veremos los elementos de este estudio. La figura 11-2 ilustra
él proceso. En un metal plástico ideal, que no endurece por defórma-
la jción, se produce la presión máxima en un punto inmediatamente debajo
í de la superficie de contacto y a una profundidad aproximadamente
igual a d/2. La presión en este punto es, aproximadamente, 0,47p„u
, siendo pm la presión media sobre el área de contacto. Suponiendo que
se acepta el criterio de la tensión cizallante máxima para el flujo plás-
tico, se puede escribir
0,47p,„ = 0,5cro
1
D . TABOR: " T h e Hardness of Metals", O x f o r d University Press, N u e v a
York, 1951.
o bien
i,lcr0 [11-7]

siendo cr0 el límite elástico en tracción o compresión.


Se deduce que la deformación b a j o la bola es completamente elásti-
ca hasta que la presión alcanza un valor aproximadamente igual a
1,1 veces el límite elástico. Al alcanzarse esta presión se inicia el flujo
plástico en el p u n t o O (Fig. 11-2 ai. Al continuar a u m e n t a n d o la carga
aumenta también la presión media y crece la región deformada plásti-
camente hasta que contiene a ti la la superficie de contacto (figu-
ra 11-2 b). Es m u y difícil encontrar una solución analítica para la pre.

•O

(ai ib)

FIG. 1 1 - 2 . — D e f o r m a c i ó n plástica de u n m a t e r i a l plástico ideal por u n


penetrador de bola, a) C o m i e n z o de la d e f o r m a c i ó n plástica en el pun-
to O. b) F l u j o plástico completo ( S e g ú n D . T A B O R : The Hardness of
Metals, pág. 4 7 , O x f o r d U n i v e r s i t y Press, Londres, 1 9 5 1 ) .

sión entre penetrador y huella en función de los datos de la huella en


el momento de la plasticidad total. El mejor análisis conduce a la re-
lación pm 2,66ao. La dureza vleyer encontrada en metales severa-
mente deformados en frío indica que la plasticidad total ocurre para
2,8<xo [11-8]

En un metal idealmente plástic >, la presión se m a n t e n d r í a constante


después de alcanzarse este valo a u n q u e se siguiese incrementando la ¡
cargan Como los metales reales endurecen por deformación, es necesario j
que la presión siga aumentando por hacerse cada vez mayor cr0 cuan- i
do continúa el proceso d e penetración. La mayoría de los ensayos de
dureza Brinell se-realizan . en condiciones para las que la plasticidad
es. total. Esta es la condición para que sea válida la ley d e Meyer.

1 . 11-5* R e l a c i o n e s entre la dureza y la curva de tracción.—Ta-, j


b o r 1 ha propuesto un método m e d i a n t e el cual se puede determinar la
región plástica de la curva real tensión-deformación a partir de mediy
das de la dureza de penetración. El método se basa en el hecho de

'TABOR, op. cit., págs. 6 7 - 7 6 : }. Inst. Metals, vol. 79, pág. 1, 1951.
que existe una semejanza en la forma de la curva de fluencia y la ob-
tenida cuando se mide la dureza Meyer en cierto número d e probetas
que han sufrido deformaciones plásticas crecientes. El m é t o d o es fun-
damentalmente empírico, porque la compleja distribución de tensiones
en la huella de dureza excluye cualquier relación inmediata con la dis-
tribución de las tensiones en el ensayo de tracción. El método, a pesar
de ello, ha proporcionado resultados bien concordantes para diversos
metales y puede ser de interés para obtener la curva de fluencia cuando
no se puedan realizar ensayos de tracción. La tensión real (de fluencia)
se obtiene de la Ec. [11-8], con-
siderando que o-0 es la tensión
de fluencia para un valor dado
de la deformación real

Dureza M e y e r = p m = 2,80-0

Partiendo de un estudio de la de-


formación de las huellas, Tabor
llegó a la conclusión de que la de-
formación real es proporcional a
d/D y que podría expresarse por

6= 0 , 2 - [11-9]

Si se mide la dureza Meyer en FIG. 1 1 - 3 . — C o m p a r a c i ó n de las curvas


condiciones tales que d/D varíe de flujo d e t e r m i n a d a s a p a r t i r de m e -
didas de d u r e z a (círculos y cruces) c o n
desde el valor más pequeño ne- las obtenidas e n ensayos de compre-
cesario para la plasticidad to- sión (líneas continuas). ( D . T A B O R : The
tal hasta los valores más gran- Hardness of Metals, pág. 74, O x f o r d
des que interesen, y se emplean U n i v e r s i t y Press, Londres, 1 9 5 1 . )
las Ees. [11-8] y [11-9], es po-
sible obtener, al m e n o s aproximadamente, la curva de fluencia. La
figura 11-3 muestra el acuerdo obtenido por Tabor e n t r e la curva
de fluencia y las durezas en función de la relación d/D para el acero
' suave y para el cobre recocido. Los resultados de Tabor han sido com-
probados por L e n h a r t 1 para el duraluminio y para el cobre O F H C
(exento de oxígeno, alta conductividad). El análisis de Tabor, sin em-
bargo, n o predice la curva de fluencia p a r a el magnesio, lo que f u e
atribuido por Lenhart a la elevada anisotropía de deformación de este
metal. Este trabajo d e Lenhart n o quita n a d a de su utilidad a la corre-
lación de Tabor, s i n o que pone de manifiesto la. necesidad de inves-
tigar sus limitaciones para nuevas aplicaciones.
Hay una relación tecnológica muy importante entre la dureza Brinell

1
R. E. LENHART: WADC Tech. Rept. 55-114, junio, 1955.
"308 EL RAYO ICAP.

y la resistencia a la tracción de los aceros al carbono y de media alea-


ción tratados térmicamente.
La resistencia a la tracción, en Kg/mm 2 , es aproximadamente igu a j
a 1/3 de la dureza Brinell. Mediante unas breves consideraciones se
puede comprobar que esta relación concuerda con los resultados de
Tabor. Si se hace la hipótesis simplificativa de que esta clase de mate-
rial no endurece por deformación, la resistencia a la tracción es igual
al límite elástico y la aplicación de la Ec. [11-8] conduce a
1
cru — • pm = 0,36p„ Kg/mm 2
2,8

La dureza Brinell solo es inferior a la dureza Meyer, pm> en unos po-


cos tantos por ciento, por lo que queda justificada la concordancia
señalada anteriormente. También resulta clara la razón por la que tal
relación no es válida para otros metales. Si en el cobre recocido se
desprecia el endurecimiento por deformación se cometería un error
grave. Para un metal con mayor capacidad de endurecimiento por de-
formación, la "constante" de proporcionalidad habría de ser mayor que
la empleada en los aceros tratados térmicamente.

11-6. D u r e z a Vickers.—En el ensayo de dureza Vickers se em-


plea como penetrador una pirámide de diamante de base cuadrada.
Las caras opuestas de la pirámide forman un ángulo de 136", que fue
elegido porque se corresponde aproximadamente con la relación óptima
de diámetro de huella a diámetro de bola en el ensayo Brineli. Por la
forma del penetrador se denomina a veces, entre los anglosajones, en-
sayo de dureza con pirámide de diamante, y usan como símbolo de la
dureza Vickers las iniciales DPH, V H N o V P H ; nosotros emplearemos
el símbolo HV, que está bastante generalizado en España. La dureza
Vickers se define como la relación de la carga al área de la superficie
de la huella. En la práctica se calcula el área a partir de medidas mi-
croscópicas de la longitud de las diagonales de la huella. La ecuación
que define la dureza Vickers es entonces

2 P s e n (9/2) 1,854?
Dureza Vickers = [11-10]
U L1
en la q u e :
P = c a r g a aplicada en kilogramos,
L = m e d i a de la longitud de las dos diagonales en milímetros.
0 = á n g u l o formado por las caras opuestas de la pirámide dia-,
mante = 136°.

El ensayo de dureza Vickers ha tenido una aceptación muy amplia^


en el trabajo de investigación porque, para una sola carga, basta una j;
sola escala de dureza para incluir desde los metales muy blandos, con ;
5 HV, hasta los durísimos, con 1500 HV. En el ensayo de dureza
Rockwell, que se describe en la sección siguiente, o en los ensayos
Brinell, es necesario cambiar el penetrador o la carga, o ambos, en
algún punto de la escala de dureza, por lo que, estrictamente, no son
comparables las mediciones de un extremo de la escala con las del
opuesto. Como las huellas se hacen con una pirámide y son siempre
geométricamente semejantes, sea cual sea.su tamaño, la dureza Vickers
es independiente de la carga. Esto se ha comprobado experimental-
ijiente, y solo deja de cumplirse para cargas extremadamente pequeñas.
Las cargas que se emplean dependen de la dureza del metal a ensayar
y pueden oscilar entre 1 y 120 Kg. A pesar de sus ventajas, no se ha
aceptado ampliamente para los ensayos de rutina porque es lento, re-
quiere una preparación cuida-
dosa de la superficie de la pro-
beta y es fácil cometer un error
personal en la determinación de
la longitud de las diagonales.
Con un penetrador perfecto
la) (¿1
de pirámide de diamante se ob-
tendría una huella perfecta de FJG. 1 1 - 4 . — T i p o s de huellas obtenidas
forma cuadrada, pero se pro- con p i r á m i d e de d i a m a n t e (Vickers).
a) H u e l l a perfecta, b) H u e l l a en forma
ducen anomalías análogas a las de a l m o h a d i l l a producida por hundi-
descritas anteriormente para la m i e n t o . c) H u e l l a abarrilada produci-
dureza Brinell (Fig. 11-4). da por rebordeado.
La huella de la figura l l - 4 ¿ ,
con la forma de un cojín, y que suele observarse en los metales re-
cocidos, es el resultado del hundimiento del metal alrededor de las
caras planas de la pirámide penetradora. Las huellas de esta forma
dan lugar a una sobreestimación de la longitud de la diagonal. La
forma abarrilada de la figura 11-4 c es debida al rebordeado o api-
lamiento de metal alrededor de las caras del penetrador y se en-
cuentra en los metales trabajados en frío. Da lugar a errores en l;i
diagonal que conducen a valores bajos del área de contacto y, por
tanto, las durezas obtenidas son erróneamente altas. Se han propuesto
correcciones empíricas para este efecto '.

11-7. E n s a y o d e d u r e z a Rockwell.—Es el ensayo de dureza más


empleado en los Estados Unidos. Su aceptación general se debe a l;i
rapidez, la ausencia de error personal, la capacidad para distinguir pe-
queñas diferencias d e dureza en los aceros templados y el pequeño ta-
maño de la huella, q u e hace posible ensayar sin deteriorarlas las piezas
tratadas térmicamente y acabadas. El ensayo utiliza la profundidad de
penetración, bajo carga constante, como medida de la dureza. Prime-
ramente se aplica una carga de menos de 10 Kg para asentar la probé-

1 T. B. CROWE y J. F. HINSLEY: /. Inst. Metals, vol. 72, pág. 14, 194ó


ta. De esta forma n o es necesaria una preparación previa de la super-
ficie y se aminora la tendencia al rebordeado o el hundimiento por el
penetrador. Después se aplica la carga máxima automáticamente y lue-
go de eliminar esta, y siempre bajo la carga menor de 10 Kg, se mide
la profundidad alcanzada en la penetración bajo la carga máxima; esta
medición se hace de forma automática empleando una esfera indicado-
ra. La esfera tiene 100 divisiones y cada división corresponde a una
profundidad de penetración de 0,02 mm. La escala de la esfera está
invertida para que la cifra leída, que es la dureza Rockwell, sea mayor
cuanto menor sea la profundidad de penetración medida. Por tanto, las
cifras de dureza Rockwell crecen de la misma manera que las de Vic-
kers o las Brinell, pero son enteramente arbitrarias *.
Con una sola combinación de carga y penetrador no se pueden obte-
ner resultados satisfactorios para materiales con durezas muy dife-
rentes. Como penetradores se emplean: uno de diamante, de forma
de cono, con 120° de ángulo en el vértice y punta ligeramente redon-
deada, que se conoce con el nombre de penetrador Brale, y otros dos
esféricos constituidos por bolas de acero de 1/16 y 1/8 de pulg. Las
cargas máximas empleadas son de 60, 100 y 150 Kg. Como la dureza
Rockwell depende de la carga y del penetrador, es necesario especi-
ficar siempre la combinación empleada. Para ello, a la cifra de dureza
Rockwell se añade una letra que indica la combinación particular de
carga y penetrador empleada. Sin la letra, la cifra Rockwell carece de
significado. Los aceros templados se ensayan con la escala C, es decir,
con el penetrador de diamante y la carga máxima de 150 Kg. Esta
escala Rockwell C es de utilidad en el intervalo de 20 a 70 RC. Los
materiales más blandos suelen ensayarse en la escala B, que emplea
la bola de acero de 1/16 de pulg y la carga máxima de 100 Kg y es
utilizable entre 0 y 100 RB. La escala A (penetrador de diamante y
carga máxima de 60 Kg) es la que se emplea en mayor intervalo de
durezas, desde las del latón recocido a la de los carburos cementados.
Para usos especiales se dispone de otras m u c h a s escalas
El ensayo Rockwell es muy útil y fácil de reproducir si se obser-
van cierto n ú m e r o de sencillas precauciones. La mayoría de las indica-
ciones que hacemos seguidamente son también de aplicación a los
otros ensayos de d u r e z a :
1. El p e n e t r a d o r y el yunque estarán limpios y bien asentados.
2. La superficie a ensayar debe estar limpia, seca, lisa y exenta de
óxido. Una superficie de rectificado de desbaste suele bastar para el en-
sayo Rockwell.
3. La superficie debe ser plana y perpendicular al penetrador.

* Esto no es n i n g ú n inconveniente, pues el que las cifras V i c k e r s o Brinell


tengan dimensiones de K g / m m 2 no quiere decir, como ya se ha indicado en
el texto, que tengan u n significado físico fundamental. (N. del T.)
•Véase A S T M Standard E l 8 .
4. Los ensayos sobre superficies cilindricas ¿ A N I Ü H N N M « m
dependiendo el error de la curvatura, carga, penetrador y d u r m dal
material. Se han publicado correcciones teóricas 1 y empíricas 1 para
este efecto.
5. El espesor de la probeta debe ser tal que no se produzca una
marca o abombamiento en la cara opuesta. Es recomendable que el
espesor sea, por lo menos, igual a 10 veces la profundidad de la huella.
No es admisible superponer varias muestras cuando el espesor de una
sola de ellas sea demasiado pequeño.
6. Las huellas deben estar separadas entre sí de tres a cinco ve-
ces su diámetro, por lo menos.
7. Debe tipificarse la velocidad de aplicación de la carga. En la
máquina Rockwell se consigue ajustando el amortiguador. En los ma-
teriales muy blandos, las variaciones de dureza pueden ser apreciables
si no se controla bien la velocidad de carga. En tales materiales se
debe volver hacia atrás la palanca de mando de la máquina Rockwell
en cuanto se haya alcanzado la carga máxima.

11-8. Ensayos d e microdureza.—En muchos problemas metalúr-


gicos es necesario medir la dureza de superficies de área muy pequeña.
Las mediciones del gradiente de dureza de una superficie cementada,
las determinaciones de la dureza de los constituyentes de una micro-
estructura o la comprobación de la dureza de un delicado engranaje
de un reloj, son ejemplos típicos de esta clase de problemas. Ya se
ha mencionado el empleo para estos fines d e la dureza de rayado, pero
es más útil un ensayo de dureza de penetración 3 . El desarrollo del pe-
netrador Knoop en el National Bureau of Standards de los Estados
Unidos y la introducción de la máquina T u k o n para la aplicación con-
trolada de cargas inferiores a 25 g, han convertido los ensayos de mi-
crodureza en un método rutinario de laboratorio.
El penetrador Knoop es una pirámide de diamante que produce una
huella con forma de rombo, con longitudes de la diagonal larga a la
corta en la relación 7 : 1 . La profundidad de la huella es, aproxima-
damente, igual a la treintava parte de la longitud de la diagonal larga.
La dureza Knoop se define como la carga dividida por el área proyec-
tada y sin recuperación elástica de la huella:

Dureza Knoop = [11-11]


UC
en donde:
P —carga aplicada en kilogramos,
1 W . E . INGERSON: Proc. ASTM, vol. 3 9 , págs. 1 2 8 1 - 2 9 1 , 1 9 3 9 .
2 R . S . SUTTON y R . H . H E Y E R : ASTM Bull. 1 9 3 , págs. 4 0 - 4 1 , octubre, 1 9 5 3 .
3 P a r a u n a revisión d e los ensayos de m i c r o d u r e z a , véase H . BÜCKLE ; Met. Re-
views, v o l . 4, n ú m . 3, págs. 4 9 - 1 0 0 , 1959. Cf. también F . MUÑOZ DEL CORRAL:
Revista del Inst. del Hierro y del Acero, n ú m . especial, f e b r e r o , 1956.
Ap=área proyectada de la huella sin recuperación elástica en
milímetros cuadrados,
¿ = l o n g i t u d de la diagonal larga en milímetros.
C = una constante propia de cada penetrador que es proporcio-
nada por el fabricante.

La pequeña carga empleada en los ensayos de microdureza exige


el máximo cuidado en todas las etapas del ensayo. La superficie de la
probeta debe prepararse muy bien, recurriendo usualmente al pulido
metalográfico. La deformación en frío producida en el pulido altera los
resultados. La diagonal larga de la huella Knoop no se modifica esen-
cialmente por la recuperación elástica cuando las cargas son mayores
de 300 g, pero para cargas menores se aprecia una pequeña recupe-
ración. Además, es mayor el error de localización de los extremos de
la diagonal de las huellas muy pequeñas producidas por las cargas lige-
ras. Estos factores contribuyen a obtener una cifra de dureza dema-
siado elevada, por lo que se observa normalmente que la dureza Knoop
aumenta al decrecer la carga por debajo de 300 g. Tarasov y Thibault 1
han demostrado que introduciendo correcciones por la recuperación
elástica y la agudeza visual se obtienen cifras constantes de dureza
Knoop con cargas de hasta solo 100 g.

11-9. Conversiones de dureza.—Desde el punto de vista prácti-


co, es muy conveniente poder convertir las cifras de dureza obtenidas
en un ensayo dado por las de cualquier otro ensayo diferente. Como
un ensayo de dureza no mide ninguna propiedad bien definida de un
material y los distintos ensayos no e basan en el mismo tipo de me-
dida, no es de sorprender que no sea posible establecer relaciones de
conversión de dureza de carácter u tiversal. Es muy importante com-
prender que todas las conversiones de dureza se basan en relaciones
empíricas. Los datos de conversión de mayor confianza son los exis-
tentes para los aceros de dureza superior a los 240 Brinell. La Ameri-
can Society for Metals (ASM), la American Society for Testing Ma-
terials (ASTM) y la Society of Automotive Engineers (SAE) han re-
dactado conjuntamente una tabla 2 para las conversiones de durezas
Rockwell, Brinell y Vickers que es aplicable a los aceros al carbono y
aleados tratados térmicamente y a casi todos los aceros aleados de
construcción y de herramientas en los estados brutos de forja, recoci-
dos, nomalizados y templados y revenidos. Sin embargo, se necesitan
distintas tablas de conversión para materiales con módulo elástico muy *
diferente, como el carburo de volframio, o que tiene más capacidad de \
endurecimiento
•- • por deformación. H e y e r 3 ha mostrado que la dureza - -i £
! L . P . TARASOV y N . W . T H I B A U L T : Trans. ASM, vol. 38, págs. 331-53, í
1947. |
2 Esta tabla se encuentra en la n o r m a A S T M E48-47, en el S A E Handbook, |
en el A S M Metals H a n d b o o k y otras obras generales. |
3 R . H. HEYER: Proc. ASTM, vol. 44, pág. 1027, 1944.
de penetración de Jos metales blandos depende del comportamiento del
material durante el ensayo en cuanto al endurecimiento por deforma-
ción, comportamiento que, a su vez, depende del grado previo de en-
durecimiento por deformación que ha sufrido el material antes del en-
sayo. Como ejemplo de la precaución con que deben manejarse las ta-
blas de conversión de dureza para metales blandos, citemos que el
hierro Armco y el aluminio laminado en frío tienen ambos una dureza
Brinell de 66, pero el primero tiene dureza Rockwell B de 31, mientras
que el aluminio trabajado en frío la tiene de 7 RB. Por otro lado, me-
tales como el latón amarillo y la chapa de acero suave tienen durezas
Rockwell y Brinell que se correlacionan muy bien para todos los gra-
dos de endurecimiento por d e f o r m a c i ó n E n el ASM Metals Hand-
book se recogen tablas .de conversión de dureza para el aluminio tra-
bajado en frío, el cobre y los aceros inoxidables austeníticos 18-8.

11-10. D u r e z a a t e m p e r a t u r a s elevadas.—Ha aumentado el in-


terés por las determinaciones de la dureza a temperatura elevada como
consecuencia del gran esfuerzo realizado en el desarrollo de materiales
con mejores propiedades a temperaturas altas. La dureza en caliente
da una buena información de la utilidad potencial de una aleación para
aplicaciones en que se requiere resistencia mecánica a temperatura ele-
vada. Se han conseguido buenos resultados al correlacionar la dureza
en caliente con las propiedades mecánicas a temperaturas altas. Este
asunto se tratará en el capítulo 13. Las máquinas para medir la dureza
en caliente emplean un penetrador Vickers de zafiro y se han desarro-
llado dispositivos para poder realizar los ensayos en el vacío o en una
atmósfera de gas inerte 2 . También se ha puesto a punto una máquina
para ensayos de microdureza a alta temperatura 3 .
En una revisión extensa de los datos de dureza a temperatura ele-
vada, W e s t b r o o k 4 ha podido comprobar que la relación entre dureza
y temperatura puede expresarse por

H = A exp ( - BT) [11-12]


en d o n d e :

H = dureza en kilográmetros por metro cuadrado,


T ~ temperatura de ensayo en grados Kelvin.
A, B ~ constantes.

1 E l g r á f i c o C h a r t 2 8 , de la W i l s o n M e c h a n i c a l I n s t r u m e n t s Co., para m e -

tales b l a n d o s de d u r e z a B r i n e l l i n f e r i o r a 2 4 0 (véase ASM Metals Handbook,


ed. de 1948, pág. 101), está basado en ensayos realizados con estos m a t e r i a l e s .
2 F. G A R O F A L O , P. R . ; M A L E N O C K y G . V . SMITH : Trans. ASM, vol. 45.
págs. 3 7 7 - 9 6 , 1 9 5 3 ; M . S E M C H Y S H E N y C. S . T O R G E R S O N : Trans. ASM, vol. 5 0 .
págs. 8 3 0 - 3 7 , 1958.
3
J . H . WESTBROOK: Proc. ASTM, vol. 5 7 , págs. 8 7 3 - 9 7 , 1 9 5 7 ; ASTM
BULL. 2 4 6 , págs. 5 3 - 5 8 , 1 9 6 0 .
4J. H . WESTBROOK: Trans. ASM, vol. 4 5 , págs. 221-48, 1953.
EL E N S A I O DE LIOKEZA r.p, 11

l.a representación de log H en función de la temperatura para los me-


tales puros suele conducir a dos líneas rectas de diferente pendiente,
fil cambio de pendiente se produce a una temperatura aproximada-
mente igual a la mitad del p u n t o de fusión del metal que se ensaya.
El mismo comportamiento se encuentra en la representación del loga-
ritmo de la resistencia a la tracción en función de la temperatura. La
figura 11-5 muestra este tipo de comportamiento para el caso del cobre.

Fie. 1 1 - 5 . — V a r i a c i ó n de la d u r e z a del cobre con la t e m p e r a t u r a .


(J. H . WESTBROOK: Trans. ASM, vol. 45, pág. 2 3 3 , 1953.)

La constante A, deducida de la recta de baja temperatura de la repre-


sentación, puede considerarse como una dureza intrínseca del mate-
rial, esto es, el valor de H para 0 ° K . Podría esperarse que este valor
fuera una medida de la resistencia inherente a las fuerzas de enlace de
la red atómica. Westbrook correlacionó los valores de A de distintos
metales con la entalpia de los metales líquidos en el punto de fusión
y con el propio punto d e f u s i ó n ; la correlación es muy sensible a la
estructura cristalina. La constante B, deducida de la pendiente misma
de la recta, es el coeficiente de temperatura de la dureza. Esta cons-
•--<•- "o T-ftiaHona de una manera m á s complicada con la velocidad de
variación de la entalpia al aumentar la temperatura. Mediante estas
correlaciones puede calcularse, bastante bien, la dureza de los metales
puros a cualquier temperatura inferior a la mitad del punto de fusión.
Las mediciones de dureza a diversas temperaturas han mostrado
variaciones bruscas de esa propiedad a las temperaturas a que se pro-
ducen transformaciones alotrópicas. Los ensayos de dureza en caliente
en Co, Fe, Ti, U y Zr han demostrado 1 que las redes cúbicas centradas
son siempre la estructura más blanda cuando interviene en las trans-
formaciones alotrópicas. Las redes cúbicas de caras centradas y hexa-
gonal compacta tienen aproximadamente la misma resistencia, mientras
que los cristales de estructuras complicadas tienen durezas aún mayo-
res. Estos resultados están de acuerdo con el hecho de que las alea-
ciones austeníticas de base hierro tienen mejor resistencia a tempera-
tura elevada que las aleaciones ferríticas.

BIBLIOGRAFIA

HARDNESS TESTS: " M e t a l s H a n d b o o k " , págs. 9 3 - 1 0 5 , A m e r i c a n Society for


M e t a l s , M e t a l s P a r k , O h i o , 1948.
K E H L : Fundamentos de la práctica metalográfica, Aguilar, M a d r i d , 1954.
LYSAGHT, V . E. : " I n d e n t a t i o n H a r d n e s s T e s t i n g " , R e i n h o l d Publishing C o r -
p o r a t i o n , N u e v a Y o r k , 1949.
MOTT, B . W . : " M i c r o - i n d e n t a t i o n H a r d n e s s T e s t i n g " , B u t t e r w o r t h & Co.
Publishers), L t d . , Londres, 1956.
S y m p o s i u m o n the Significance of the H a r d n e s s T e s t of M e t a l s i n R e l a t i o n
t o Design, Proc. ASTM, vol. 4 3 , págs. 8 0 3 - 5 6 , 1943.
TABOR, D . : " T h e H a r d n e s s of M e t a l s " , O x f o r d U n i v e r s i t y Press, N u e v a Y o r k ,
1951.

1 W . CHUBB: Trans. AIME, vol. 203, págs. 1 8 9 - 9 2 , 1955.


CAPITULO

FATIGA DE LOS METALES

12-1. Introducción.—Se ha reconocido, desde 1850, que un me-


tal sujeto a tensiones repetidas o fluctuantes fallará a una tensión mu-
cho más baja que la necesaria para producir la fractura en una sola
aplicación de la carga. Las fallas ocurridas en condiciones de carga
dinámica se llamaron fallas de fatiga, seguramente porque se observaron
casi siempre después de un período considerablemente largo de servi-
cio. Durante mucho tiempo se tuvo la idea de que la fatiga era debida
a "cristalización" del metal, pero este concepto no pudo sostenerse al
comprobarse que un metal es cristalino desde el mismo momento en
que solidifica del caldo. De hecho, no hay ningún cambio indudable
en la estructura del metal que ha fallado por fatiga que pueda servir
de guía en nuestros razonamientos para comprender la fractura por fa-
tiga. La fatiga tiene cada vez más interés por el desarrollo creciente
de equipos en los que el material está sometido a cargas repetidas
y vibraciones, como ocurre en los automóviles, los aviones, las bombas,
las turbinas, etc. En la actualidad se ha afirmado frecuentemente que,
por lo menos, el 90% de todas las roturas en el servicio se producen
por fatiga.
Una falla por fatiga es especialmente traidora porque se produce
sin ningún indicio previo que permita precaverse contra ella. La fa-
tiga da por resultado una fractura frágil, sin deformación notable. La
superficie de fractura suele ser, macroscópicamente, normal al eje de la
tensión de tracción principal. Las roturas por fatiga se pueden reco-
nocer usualmente por el aspecto de la superficie de fractura, que mues-
tra una región lisa, debida al frotamiento que ocurre cuando se pro-
paga la grieta a través de la sección (parte superior de la figura 12-1),
y una región rugosa, originada cuando el miembro ha roto dúctilmente
por haber disminuido la sección sana al no poder soportar la carga.
Es frecuente que el progreso de la fractura aparezca señalado por una
serie de marcas anulares, que parecen propagarse, desde el punto de
iniciación de la falla, como el frente de las olas hacia el interior
de una playa. La figura 12-1 ilustra sobre otro aspecto característico de
las fracturas de fatiga, es decir, que la falla se inicia usualmente en
un punto de concentración de tensiones, tal como una esquina aguda
o entalla, o en una concentración de tensiones de origen metalúrgico,
tal como una inclusión.
Son necesarias tres condiciones básicas para que se produzca una
316
rotura por fatiga. Estas son: 1) una tensión máxima de tracción de
valor elevado; 2) una variación o fluctuación suficientemente intensa
de la tensión aplicada, y 3) un número suficiente de ciclos. Además,
hay un enjambre de otras variables, tales como las concentraciones de
tensiones, la corrosión, la temperatura, la sobrecarga, la estructura me-
talúrgica, las tensiones residuales y las tensiones combinadas, que tien-

FIG. 12-1.—Superficie de una fractura de fatiga iniciada en una arista aguda


de u n chavetero del árbol. T a m a ñ o natural.

den a modificar las condiciones necesarias para la fatiga. Se desconoce


la causa fundamental de la fatiga de los metales, por lo que es nece-
sario discutir el efecto de cada uno de estos factores desde un punto
de vista puramente empírico. Como son muy numerosos los datos re-
cogidos sobre este tema, solo destacaremos los aspectos más salientes
de las relaciones que existen entre los factores citados y la fatiga. El
lector interesado en más detalles puede consultar las excelentes publi-
caciones que se relacionan al final del capítulo.
12-2. Ciclos de tensión.—Es conveniente comenzar definiendo
brevemente los tipos generales de fluctuación de tensión que pueden
producir fatiga. La figura 12-2 sirve para ilustrar sobre los ciclos típicos
de tensiones de fatiga. La figura 12-2 a representa un ciclo de inversión
completa de la tensión de forma senoidal. Es un caso ideal que pro-
duce una máquina de ensayo de viga rotativa según R. Moore 1 y que
se aproxima a las condicionéis observadas en el servicio para el caso
de un árbol giratorio que trabaje a velocidad constante y sin sobrecar-

Fic. 1 2 - 2 . — C i c l o s típicos de fatiga, a) Tensión alterna (inversión); b) tensión


r e p e t i d a ; c) ciclo d e tensión irregular o aleatorio.

gas. En este tipo de ciclo de tensiones son iguales la máxima y la mí-


nima. De acuerdo con lo convenido en el capítulo 2, la tensión mínima
es la algebraicamente más pequeña del ciclo. La tensión de tracción se
considera positiva y la de compresión negativa. La figura 12-2 b mues-
tra un ciclo de tensiones repetidas en el que la tensión máxima o-^
y la tensión mínima crm¡„ no son iguales. Ambas son de tracción en la
figura, pero un ciclo de tensiones repetidas puede contener lo mismo
tensiones máxima y mínima de signo opuesto o ambas de compresión.
Lá figura 12-2 c representa u n ciclo complejo de tensiones, tal como
se puede encontrar en una parte de un ala de avión sometida a sobre-
cargas periódicas imprevisibles debidas a las rachas de viento.
1 E n las referencias d e l f i n a l de este c a p í t u l o se describen los tipos corrien-
tes de m á q u i n a s de f a t i g a y t a m b i é n e n el " M a n u a l of F a t i g u e T e s t i n g " , ASTM
Spc. Tech. Publ., 91, 1949.
Un ciclo de tensiones fluctuantes puede considerarse constituido
por dos componentes: una tensión media, o estacionaria, <r„, y otra
alterna o variable, cra. Hay que considerar también el intervalo de ten-
siones arr. De la figura 12-2 b puede deducirse que el intervalo de ten-
siones es la diferencia algebraica entre la tensión máxima y la mínima
del ciclo:

cr r =cr m á . T -cr m [ n [12-1]

La tensión alterna es entonces igual a la mitad del intervalo:


o-.=-y [12-2]

La tensión media es la media algébrica de las tensiones máxima y


mínima del ciclo:
0"mix + O"mfn ri n
cr„ = ^

Otra cantidad que se emplea algunas veces al presentar los datos de


fatiga es la relación de tensiones R. Se define por:

[12-4]
O" máx

12-3. La curva de Wohler—-El método fundamental para presen-


tar los datos de fatiga es la curva de Wohler, también llamada simple-
mente curva de fatiga o curva S-N (Stress-Ñumber of cicles). Repre-
senta la duración de la probeta, expresada en número de ciclos hasta
la rotura, N, para la máxima tensión aplicada. La mayor parte de las
investigaciones sobre la fatiga se han realizado empleando las máqui-
nas de viga rotativa, también llamadas de flexión rotativa, en las que
la tensión media es nula. La figura 12-3 muestra curvas de Wohler
típicas de este tipo de énsayo. Los casos en que no es nula la tensión
media son de mucho más interés práctico. Se discutirán más adelante
en este capítulo.
Como puede verse en la figura 12-3, el número de ciclos que dura
una probeta antes de fallar aumenta al disminuir la tensión. Mientras
no se indique otra cosa, N es el número de ciclos de tensión necesarios
para producir la fractura completa de la probeta. Es la suma del nú-
mero de ciclos qué hacen falta para que se inicie una grieta y el de
los que transcurren durante la propagación de la grieta hasta la rotura
total. N o suele hacerse distinción entre estos dos sumandos, aunque
puede apreciarse que el número de ciclos que necesita la propagación
de la grieta depende de las dimensiones de la probeta. Los ensayos de
fatiga a tensión baja suelen realizarse a 107 ciclos y algunas veces, para
materiales no ferrosos, se prolongan a 5-10 8 . En algunos materiales
técnicos, como los aceros y el titanio, la curva de Wohler presenta m ^ 11 fatiga se suele dar por terminado el ensaye, por razones prácticas, a
t r a m o horizontal a una tensión límite determinada. Por debajo de esta una tensión baja, a la que la probeta dure aproximadamenté 10' o
tensión límite, que es la denominada límite de fatiga (en la literatura i 5.10 8 ciclos. Para determinar la curva se necesitan normalmente de
J
anglosajona se llama a veces endurance limit, es decir, límite de dura- * 8 a 12 probetas. Se encontrará generalmente una considerable disper-
ción o de "sufrimiento"), se presume que el material durará un nú-lU sión en los resultados, pero casi siempre se puede trazar una curva
mero infinito de ciclos sin romperse. La mayoría de los metales no'"*' suave, a través de los puntos representados, sin encontrar grandes di-
férreos, como las aleaciones de aluminio, las de magnesio y las de co?Ük ficultades. Cuando, sin embargo, se ensayan varias probetas al mismo
bre, tienen una curva de Wohler cuya pendiente disminuye progresi?'* nivel de tensión se observa una fuerte dispersión entre el número de
vamente al aumentar el número de ciclos, aproximándose a una h o r i * X & B Í c i c I o s o b s e r v a d o s h a s t a l a fractura, a veces del orden de un ciclo de
zontal, pero sin llegar a serlo nunca. N o tienen, por tanto, un v e r d á > $ l S f e s c a l a l o g a r í t m i C a e n t r e e l v a l o r m á x i m o Y e l mínimo. Además, se

^ ^ jj 3 comprobado 1 que el límite de fatiga del acero está sujeto a con-


•5 6 0
siderables variaciones y que el determinado en la forma descrita puede
CL ser muy erróneo. En la sección siguiente discutiremos la naturaleza
O
O estadística de la fatiga.
2 50
a c ero suave Un ensayo interesante para una determinación más rápida del lími-
o
"O te de fatiga que por el método normal descrito anteriormente h a sido
B 40
3
t) * límite de fatiga i r propuesto por Prot 2 . En este método se comienza el ensayo de cada
O
0
probeta a un valor de tensión inferior al límite de fatiga esperable y
30
c aleación de alum nio luego se incrementa dicha tensión progresivamente y a velocidad cons-
tante hasta que se produce la rotura. Diversas probetas se ensayan con
i í 20
s ¡incrementos distintos de tensión por ciclo. Prot asegura que existe una

TJ relación lineal entre la tensión a que se produce la rotura y s / a ,
c 10 siendo a el aumento de tensión por ciclo. El límite de fatiga se obtiene
•o
haciendo una representación de este tipo por extrapolación a s/a = 0.
g 0
I05
106
1o7
10a
10'
El método de Prot ha sido objeto de investigación y modificación 3
n ú m e r o de ciclos, N y parece útil como procedimiento rápido para determinar el límite de
fatiga de los materiales férreos.
FIG. 12-3.—Curvas típicas de fatiga (curvas de Wohler) de metales Una modificación del método de Prot se emplea algunas veces cuan-
férreos y n o férreos.
do no se dispone de una máquina que permita un incremento continuo
'0f de la carga o el número de probetas que se pueden ensayar es limitado.
dero límite de fatiga. En estos casos es práctica corriente caracterizar »>• Se toma como tensión inicial, aproximadamente, el 70% del límite de
las propiedades de fatiga del material expresando la resistencia a la i fatiga esperado. El ensayo se realiza durante un número de ciclos
fatiga para un número de ciclos convenido arbitrariamente, p. ej., 10a. ^ d e t e r m i n a d o , p. ej., 107, y si no se produce fractura se aumenta la ten-
No se conocen las razones por las que unos materiales tienen un lími-' c i ó n una cierta cantidad. A la nueva tensión se aplica el mismo número
te de fatiga y otros no, aunque más adelante, en este capítulo, discu- - frl^de ciclos y se continúa de esta manera hasta que se produce la rotura,
tiremos las hipótesis propuestas respecto a esta importante cuestión." toma como límite de fatiga de la probeta la media entre la tensión
El procedimiento usual para determinar una curva de Wohler con- que se produjo la rotura y la más alta a que la probeta sobrevivió.
siste en ensayar la primera probeta a una tensión elevada, a la que e s f . ^ ' n Lós resultados obtenidos por este método escalonado y por el de Prot
de esperar que se rompa después de un corto número de ciclos, p. ej., ? n o son concordantes con los obtenidos por ensayos a tensión cons-
una tensión aproximadamente igual a los dos tercios de la resistenciaJ®^ t a n t e , ya que d u r a n t e el ensayo a una tensión inferior al límite de
a la tracción estática del material. La tensión se va disminuyendo e n j f e | fatiga se producen alteraciones del metal. Así, p. ej., ciertos metales
el ensayo de cada una de las probetas sucesivas hasta que una o d o s M * i—
no rompen en el número especificado de ciclos, que suele ser de 107 » " I-I 1
1 . T . RANSOM y R . F . MEHL : Trans. AME, vol. 185, págs. 3 6 4 - 6 5 , 1 9 4 9 .
por lo menos. La tensión máxima a la que se consigue que una probeta M.¡ 2
M . P R O T : Rev. mét., vol. 34, pdg. 440, 1937.
no rompa, después de un número indefinido de ciclos, se toma como||_ í • 3
H . T . CORTEN, T . D I M O F F y T . J. DOLAN: Proc. ASTM, vol. 5 4 , págs. 8 7 5 -
límite de fatiga. Tratándose de materiales que n o presentan límite d e | k j ; 9 0 2 , 1 9 5 4 .
aumentan su resistencia por aconc cionamiento o adaptación a tensio-
nes inferiores a dicho límite de f; iga. Este tema se tratará con más
detalle en la sección 12-13.

12-4. Naturaleza estadística e la fatiga.—Se ha despertado un


gran interés por el análisis estadís co de los datos de fatiga y por las
razones de la variabilidad de los esultados de estos ensayos. En el
capítulo 16 se dará una descripció más completa de las técnicas esta-
dísticas. Sin embargo, es de impoi incia tratar de familiarizarse, en el
capítulo presente, con el aspecto c adístico de la fatiga para que pue-

FIG. 12-4.—Representación de los < tos de fatiga en forma probabilísima.

dan valorarse debidamente los dat >s existentes. Puesto que la duración
en fatiga y el límite de fatiga son cantidades estadísticas, es lógico
esperar grandes desviaciones con respecto a una curva media deter-,
minada con solo unas pocas probetas. Hay que pensar en la probabi-,
lidad de que una probeta alcance determinada duración a una tensión ;
dada, o en la probabilidad de falla a una tensión dada, próxima al límite,;
de fatiga. Esto requiere ensayar un número de probetas mucho más;""
considerable que el que se empleaba en el pasado para poder hacer.-,
las estimaciones de los parámetros estadísticos 1 . La representación de
los datos de fatiga debería ser tridimensional, estableciéndose una su- .
perficie que relacionase la tensión, el número de ciclos y la probabili-f;
dad de falla. La figura 12-4 muestra la forma en que esta representación|
en tres dimensiones puede llevarse a un gráfico ¿¡dimensional. rg

' L o s parámetros estadísticos f u n d a m e n t a l e s que h a y que considerar son la a


m e d i a y la desviación típica (medida de la dispersión) de una población. ífí
En la figura se ha representado una distribución de Ja d u r a d / , „ c n
fatiga a tensión constante y, basándose en ella, se han dibujad«) las
curvas de igual probabilidad de rotura. Así, p. ej., a una tensión »/,, Vi
1% de las probetas es de esperar que rompan a N t ciclos, el 50% u '/y
etcétera. La figura indica una dispersión decreciente de la duración
en fatiga al aumentar la tensión, que es lo que normalmente se ,
| encontrar. La función de distribución estadística que describe )n (j u .
i ración en fatiga a tensión constante no se conoce con precisión, j / U c s
!, sería necesario ensayar más de 1000 probetas idénticas, b a j o las f n ¡ s .
j; mas condiciones, a una tensión constante. Müller-Stock 1 en;;,yó
| 200 probetas a una tensión única y encontró que la distribuciói, ^
i frecuencia de N se ajustaba a la distribución normal o de Gauss, . „ í j n .
, do se empleaba la variable logiV en lugar de N. Para las finali«L K j es
i técnicas es suficientemente exacto admitir la distribución logaríi;nj C a
; normal de la duración en fatiga a tensión constante y en la regió,, de
; probabilidades de falla comprendidas entre P = 0 , 0 1 y P=0,9(), <j¡n
embargo, es muchas veces importante poder predecir la duraci«',,, e n
fatiga que se alcanzará con una probabilidad de falla del 1% t / ;i( ¡ n
i menor. Én estos límites extremos de la distribución ya no puedi; j IJS .
tificarse el empleo de la hipótesis de una distribución normal <1» | o s
; logaritmos de la duración en fatiga, a pesar de que se suele hace, ,j. ;o
de ella. Como métodos más adecuados para abordar este p r o b l e u ^ %c
> han utilizado las distribuciones de valores e x t r e m o s 2 y de Wej| /1; (j j
| En la interpretación estadística del límite de fatiga hay que < / a v -
; derar la distribución de las tensiones para u n a duración en fatiga v / T j V
> tante. El límite de fatiga del acero se consideró primeramente < / / r i 0
un valor umbral por debajo del cual podría presumirse que tod^-v ; ; i s
, probetas tendrían duraciones infinitas. Hoy, sin embargo, se reo,-
' que el límite de fatiga es realmente una cantidad estadística qu*
i quiere técnicas especiales para su determinación precisa. Así, j, >.;
; en un acero f o r j a d o y t r a t a d o térmicamente, el intervalo de t e n v ^ í J
¡ que puede incluir el límite de fatiga del 95% de las probetas e¡;
; fácil que sea de 28 a 36 Kg/mm 2 . Un ejemplo de los errores quir
den cometerse al emplear pocas probetas en el ensayo se encuent,, w
• la figura 12-5. Esta figura r e s u m e 4 diez curvas de Wóhler detei?;- ; - a .
das por el procedimiento convencional usual para la misma bar,-«
jj acero aleado, habiéndose determinado cada curva con diez p r y i ^ ^
p Las probetas eran lo más idénticas posible, y no se encontró ex<^- / a
$ dispersión o incertidumbre para el trazado de las curvas. A p e ^ .

I "
'I 1
H . M U L L E R - S T O C K : Mitteihtng Kohle- u. Eisenforsch. C. m. b. H„ J
g págs. 8 3 - 1 0 7 , 1 9 3 8 .
I; 2
A . M . F R E N D E N T H A L y E . J. G U M B E L : J. Am. Statist. Assoc., vol. Vy
l¿ ginas 5 7 5 - 9 7 , 1 9 5 4 .
3
W . W E I B U L L : / . Appl. Mech., vol. 1 8 , nüxn. 3 , págs. 2 9 3 - 9 7 , 1 9 5 1 .
4
f. 1 - T . RANSOM, discusión en ASTM Spec. Tech. Publ. 121, págs.
I 1952.
' ello, como puede verse en la figura, se observan diferencias considera-
bles en el límite de fatiga determinado para el acero por el hecho de
que las curvas se basan en datos insuficientes.
Para determinar el límite de fatiga de un material hay que acept a r
que cada probeta tiene su propio límite de fatiga, una tensión a la q Ue

6 2 ¡O 9175384
80 000

70000

60 000 —

l/l
a

50 000

n ú m e r o de ciclos

FIG. 1 2 - 5 . — C o n j u n t o d e c u r v a s de W o h l e r , c a d a u n a d e t e r m i n a d a con 10 pro-


betas, o b t e n i d a s de la m i s m a b a r r a d e acero. (J. T . RANSOM: ASTM Spec. Tech,
Publ. 121, pág. 61, 1952.)

se romperá, pero por debajo de la cual n o fallará, y que esta tensión


crítica varía de una probeta a otra por razones poco definidas. Se sabe
que las inclusiones del acero tienen un efecto importante sobre el límite
de fatiga y su variabilidad, pero aun los aceros fabricados en vacío
muestran todavía una dispersión apreciable. El problema estadístico
de la determinación precisa del límite de fatiga se complica por el
hecho de que no se puede medir el valor individual del límite de fa;
tiga de cada una de las probetas. Lo único que se puede hacer es ensa;.
¡c. t í ' f r " LA WIWA ™ ™ ' Ü J U B t f i

yar cada probeta a una determinada tensión, y si rompe, es porque la


tensión era algo mayor que su límite de fatiga. Como la probeta no se
i puede volver a ensayar, aunque no se hubiera roto a la tensión de
ensayo, hay que encontrar la estimación estadística del límite de fatiga
, ensayando grupos de probetas a diversas tensiones para ver cuántas
rompen para una tensión determinada. Es por eso que en las proximi-
dades del límite de fatiga lo único que sabemos es si "pasa o no pasa"
y todo lo que cabe hacer es estimar el comportamiento de un universo
de probetas mediante una muestra adecuada. Los dos métodos estadís-
ticos que se emplean para la estimación estadística del límite de fatiga
son el llamado método de las probitas y el método de escalera. Los
procedimientos de aplicación de estos métodos de análisis a la deter-
minación del límite de fatiga se darán en el capítulo 16.

12-5. Aspectos estructurales de la fatiga.—Solo una pequeña


fracción de los esfuerzos dedicados a la investigación de la fatiga se
ha encaminado al estudio de los cambios estructurales fundamentales
que se producen en un metal cuando se le somete a tensiones cíclicas.
La fatiga tiene ciertas cosas en común con el flujo plástico y la frac-
í tura bajo deformación estática o monodireccional. El trabajo de Gough 1
j ha comprobado que un metal se deforma en condiciones cíclicas por
deslizamiento sobre los mismos planos atómicos y en las mismas di-
recciones cristalográficas que cuando la deformación es monodireccio-
nal. Mientras el deslizamiento de la deformación monodireccional sue-
le extenderse a través de todos los granos, en la fatiga hay algunos
' granos que muestran líneas de deslizamiento y otros en los que no
puede comprobarse el deslizamiento. Las líneas de deslizamiento sue-
len formarse durante los primeros millares de ciclos de carga. Los
ciclos sucesivos producen bandas de deslizamiento adicionales, pero
el número de bandas no es directamente proporcional al número de
ciclos de tensión. En muchos metales el deslizamiento observable al-
I canza pronto un valor de saturación, que se manifiesta como regiones
distorsionadas de fuerte deslizamiento. En estas regiones de fuerte
'i deformación suelen originarse grietas que transcurren paralelas a lo que
inicialmente fueron bandas de deformación. Se han observado bandas
jj de deslizamiento a tensiones inferiores al límite de fatiga en los mate-
ib ríales férreos, por lo que la aparición de deslizamiento durante la fatiga
tí no puede considerarse por sí misma como indicio de que se formará
| • una grieta.
| ' El estudio de la formación de grietas en la fatiga se puede facilitar
í> interrumpiendo el ensayo y eliminando por pulido electrolítico la su-
perficie deformada. Se encontrará generalmente que unas bandas de
p deslizamiento son más persistentes que otras y que continúan siendo
¡ visibles cuando las demás líneas de deslizamiento han sido eliminadas

' H . I. GOUCH: Proc. A 5 7 M , vol. 33, 2. 1 parte, págs. 3-114, 193).


por el pulido. Tales b a n d a s de deslizamiento se han o b s e r v a d o soJaí
m e n t e después de transcurrido a p r o x i m a d a m e n t e el 5 % de la duración
d e la p r o b e t a E s t a s b a n d a s persistentes son grietas en e m b r i ó n , pues,
to que se abren en grietas anchas c u a n d o se aplican p e q u e ñ a s deforí
maciones de tracción. Las grietas de fatiga, una vez f o r m a d a s , tienden
a propagarse a lo largo de los planos de deslizamiento, a u n q u e más
t a r d e pueden t o m a r direcciones n o r m a l e s a la tensión de tracción má-
xima aplicada. La propagación de las grietas de fatiga suele ser trans*.
granular. ¿
U n aspecto e s t r u c t u r a l i m p o r t a n t e , que parece ser único de la
deformación en fatiga, es la formación en la superficie de entrantes y
salientes que se llaman extrusiones e intrusiones de bandas de desliza.
miento1. El examen m e t a l o g r á ñ c o m u y cuidadoso de secciones oblicuas
a través de la superficie ha m o s t r a d o que las grietas de fatiga se inician
en las extrusiones y en las i n t r u s i o n e s ¡ . Por tanto, estos accidentes
estructurales son el origen de las b a n d a s persistentes de deslizamiento,
o fisuras, que se han descrito en el oárrafo anterior. El estudio do las
intrusiones y extrusiones de band; ; de deslizamiento es demasiado
reciente para que p u e d a n conocers todos los factores que afecfun a
su formación. Sin embargo, parece < ue se producen en huellas blandas
del cristal, y esto sugiere que para u formación sea necesario el des-
lizamiento cruzado. Esta hipótesis < ;tá sostenida por el hecho de que
es difícil que se p r o d u z c a n fallas po fatiga en los cristales iónicos, que
no sufren fácilmente el deslizamieni » cruzado, y también porque no es
posible producir r o t u r a s d e fatiga >n cristales de cinc orientados de
m a n e r a que se d e f o r m e n solamente >or deslizamiento fácil.
Al considerar las variaciones > tructurales producidas por la fa-
tiga, es conveniente distinguir e n l - e ensayos realizados a tensión o
amplitud de tensión grande, en los que las probetas r o m p e n a menos
de a p r o x i m a d a m e n t e 105 ciclos, y ensayos a tensiones pequeñas, en los
que las p r o b e t a s duran m á s de 106 ciclos. Diversos aspectos estruc-
turales originados en la región de tensiones grandes de las curvas de
W o h l e r presentan m u c h a semejanza a los producidos en la deforma-
ción monodireccional. U n metal recocido experimenta generalmente un
m o d e r a d o e n d u r e c i m i e n t o por deformación al a u m e n t a r el n ú m e r o de
ciclos en esta región. Se f o r m a n gruesas b a n d a s de deslizamiento y
aparece un asterismo n o t a b l e en los diagramas de difracción de rayos X. (
Sin embargo, en la región de tensiones pequeñas son muy finas las líneas
de deslizamiento y r e s u l t a n difíciles de distinguir por las técnicas me- ;
talográficas ordinarias. N o se observa endurecimiento por deformación
ni distorsión en los diagramas de rayos X. En p r o b e t a s de cobre e n ^ j
'

'G. C. S M I T H : Proc. Roy. Soc. (Londres), vol. 2 4 2 A , págs. 189-96, 1 9 5 7 . |


2P. J. E. F O R S Y T H y C. A . S T U B B I N G T O N : J. Inst. Metals, vol. 83, pág. 395, f

WOOOI "Algunos estudios básicos sobre la fatiga de los metales",'tj


«I W m n m I « M WI1m> A S««« Tnr Nueva Y o r k . 1959, W
sayadas en la región de tensiones grandes se disipa la energía almace-
nada dentro de un intervalo estrecho de temperaturas de recocido. Esto
significa que la energía se libera a la vez por restauración y recrista-
lización, como justamente podría esperarse de un metal deformado
plásticamente en tracción. Cuando se fatiga el cobre en la región de
tensiones pequeñas, la energía se disipa en un amplio intervalo de
temperaturas, como ocurriría si solo se produce restauración
Un estudio de la estructura de dislocaciones en películas delgadas
de aluminio 2 ha mostrado que, para las tensiones de fatiga grandes,
se forman redes de dislocaciones análogas a las formadas en la carga
monodireccional. Para tensiones de fatiga pequeñas el metal contiene
una elevada densidad de bucles de dislocación parecidos a los encon-
trados en probetas templadas. Esto es una buena indicación de que se
forman muchos defectos de punto durante la fatiga.
Hay otra serie de indicaciones de que la deformación cíclica pro-
duce una mayor concentración de vacantes que el trabajo en frío por
deformación monodireccional. La diferencia en la disipación de la ener-
gía almacenada entre el cobre fatigado y el trabajado en frío está de
acuerdo con lo que podría esperarse de una elevada concentración de
defectos de punto. El hecho de que el cobre deformado en frío se
ablande por fatiga posterior 3 puede explicarse como resultado de la
generación de defectos de punto, que permite una recuperación parcial
del metal por trepado de las dislocaciones fuera de su plano de desli-
zamiento. Las aleaciones de aluminio endurecidas por precipitación
pueden sobrenvejecerse por deformación de fatiga a la temperatura
ambiente. Esto sugiere que las vacantes producidas por la fatiga están
disponibles para facilitar la difusión exigida por el proceso de so-
brenvejecimiento 4. Además, la resistencia a la fatiga aumenta notable-
mente desde los 20° a los - 1 9 0 ° C , temperatura esta última a la que
es despreciable el movimiento de las vacantes. Sin embargo, el hecho
de que se puedan producir fracturas de fatiga a temperaturas tan bajas
como 4 °K, indica claramente que un proceso activado por la tempera-
tura, tal como la difusión de vacantes, no es esencial para las fallas por
fatiga 5 .
El proceso de formación de las grietas de fatiga se divide general-
mente en tres etapas s . La primera solo se produce en los metales cuando
el nivel de tensiones aplicadas, es inferior al límite elástico estático

* L . M . CLAREBROUGH, M . E . HARGREAVES, G . W . WEST y A . K . HEAD: Proc.


Roy. Soc. (Londres), vol. 2 4 2 A , pags. 1 6 0 - 6 6 , 1957.
2
R . L . S E G A L L y P . G . P A R T R I D G E : Phil. Mag., vol. 4 , pigs. 9 1 2 - 1 9 . 1 9 5 9 .
3
N . H. POLAKOWSKI y A. PALCHOUDHURI : Proc. ASTM, vol. 54, pig. 701,
1954.
4
T . BROOM, J, H . M O L I N E U X y V . N . W H I T T A K E R : J. Inst. Metals, vol. 84,
Pigs. 357-63, 1955-56.
5
R . D. M C C A M M O N y H. M. R O S E N B E R G : Proc. Roy. Soc. (Londrtt), volu-
men 242A, pit. 203, 1957.
' A . K, HBAD: / , Mich, and Phus, Solids, vol. 1, pigi. 134-41, 1933.
cuanto a la fluencia lenta. Hay ; ocedimientos satisfactorios para dis,\
minuir los fallos por fatiga a la t nperatura ambiente, pero no son efi,-•
caces en la fatiga a alta temperat ra. Así, p. ej., las tensiones residuales
de compresión se eliminan ante;- de que se alcance la tempera tura "de
servicio.
Fatiga térmica.—Las tensiones que producen fallos de fatiga a tem-
peratura elevada no proceden necesariamente de un manantial mecá-
nico. Los fallos de fatiga pueden producirse por tensiones térmicas flu c .
tuantes, siempre que se eliminen las causas mecánicas. Las tensiones
de origen térmico se producen c u a n d o se constriñe de alguna manera'
el cambio de dimensiones de ut a pieza resultante de la variación de
temperatura. Para el caso sencil : o de una barra fija en sus extremos
la tensión de origen térmico que se produce por una variación de tem-
peratura AT es >
cr • a E A I [12-12]

en donde a es el coeficiente de dilatación lineal y E el módulo elástico,


Si el fallo se produce por una aplicación de la tensión de origen térmico,
la condición suele llamarse de choque térmico, pero si el fallo ocurre
por aplicaciones repetidas de tensiones de origen térmico, se suele uti-
lizar la expresión fatiga térmicaEn los equipos para temperaturas ele-
vadas se presentan frecuentemente las condiciones necesarias para el
fallo por fatiga térmica. El acero inoxidable austenítico es particular-
mente sensible a este fenómeno porque su conductividad térmica es
baja y su coeficiente de dilatación elevado. Se han publicado estudios
extensos sobre la fatiga térmica de este material 2 . La tendencia a la
fatiga térmica parece relacionada con el p a r á m e t r o cr/k/Ea, en el que
07 es la resistencia a la fatiga a la t e m p e r a t u r a media y k es la conduc-
tividad térmica. U n valor elevado de este parámetro indica buena re-
sistencia a la fatiga térmica. Una excelente revisión de todo el lema de
la fatiga a temperatura elevada ha sido preparado por Alien y Fo-
rrest 3 .

BIBLIOGRAFIA

Batelle M e m o r i a l I n s t i t u t e , "Prevention of Fatigue of Metals", John Wiley ,.


& Sons, Inc., N u e v a Y o r k , 1941. ( C o n t i e n e bibliografía hasta 1941.) * i

CAZAUD, R . : " F a t i g a de los metales", A g u i l a r , M a d r i d , 1957. ¡^


DRAIGOR, N . : "Size effect i n wear a n d fatigue of steel" ( t r a d u c c i ó n del ruso), g
Israel Program for Scientific T r a n s l a t i o n s , Jerusalén, 1963.

t a m b i é n se l l a m a f a t i g a t é r m i c a a l fallo de metales, c o m o el uranio, que i


tienen coeficientes de dilatación m u y anisótropos, sometidos a calentamiento!
y enfriamientos repetidos. M
2
L . F. COFFIN, Jr.: Trans. ASME, v o l . 76, págs. 931-50, 1954. $
3 N . P. A L L E N y P. G . FORREST : Proc. Intern. Conf. Fatigue of Metals, Lon-
dres, 1 9 5 6 , págs. 3 2 7 - 4 0 .
FREUDENTHAL, A . M. ( e d . ) : " F a t i g u e in A i r c r a f t Structure»", Academic Pre««,
Inc., N u e v a Y o r k , 1956.
GROVER, H . J . ; S- A . GORDON Y I. R . JACKSON: " F a t i g u e of M e t a l s and
Structures", G o v e r n m e n t P r i n t i n g Office, W a s h i n g t o n , D . C , 1954. ( C o n
tiene datos m u y cornpletos de fatiga.)
POPE, I . A . ( e d . ) : " M e t a l F a t i g u e " , C h a p m a n & H a l l , L t d . , Londres, 1 9 5 9 .
Proceedings of the International Conference on Fatigue of Metals, Londres,
1956.
SINES, G., y J. L . WAISMAN (eds.): " M e t a l F a t i g u e " , M c G r a w - H i l l B o o k C o m -
pany, Inc., N u e v a Y o r k , 1959.
; SORS, L . : " B e r e c h n u n g der Dauerfestigkeit v o n M a s c h i n e n t e i l e n " , V e r l a g der
ungarischen A k a d e m i e der Wissenschaften, Budapest, 1963.
" T h e F a t i g u e of M e t a l s " , I n s t i t u t i o n of Metallurgists, Londres, 1955.
THOMPSON, N . , y N . J . W A D S W O R T H : M e t a l Fatigue, Advances in Phys., vol. 7 ,
niim. 2 5 , pägs. 7 2 - 1 6 9 , enero, 1958.

4
j
ji

II
I
]

Vous aimerez peut-être aussi