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HSG Teórico

Semana 2
La historia social y los historiadores / A propósito del fin de la historia

La edad de oro.
Hacia la mitad de S. XX surgió una nueva modalidad de escribir y percibir la historia, se trata
de la Historia Social. Se trata de una expresión de diferentes rebeliones frente a las explicaciones
dominantes. Al principio, sus influencias sobre la historia fueron mínimas, publicándose mediante
revistas especializadas e interdisciplinarias.
Estas innovaciones historiográficas reflejaban el impacto retardado de cambios
fundamentales ocurridos en las estructuras políticas, sociales y económicas durante el S. XX. Dos
guerras mundiales y revoluciones, habían destruido el monopolio social y político de las elites
tradicionales.
La historiografía tradicional, anclada en una concepción elitista de las sociedades, no podía
comprender esos complejos cambios sociales y económicos. Además, la economía, la psicología
y la sociología tuvieron una posibilidad de dar sus aportes a la hora de poder explicar los
fenómenos sociales junto a la historia.
Hay que tener en cuenta que no todos los historiadores se volcaron a esta nueva disciplina.
Muchos de ellos siguieron con la historia elitista y hasta algunos llegaron a negar la historia social.
Por el lado de los historiadores sociales, el pensamiento sufrió modificaciones y derivó en diversas
corrientes del pensamiento.

En busca de una definición.


La vitalidad inicial de la historia social derivó de su carácter opositor. El sitio que en la vieja
historia ocupaban las elites privilegiadas pasaba ahora a ser conquistado por las clases inferiores.
Esta historia privilegia a los grupos sociales, el trabajo y los conflictos de él emanados por sobre la
política, la diplomacia y las guerras.
La conquista de la historia social se produjo en tres rebeliones:
 1ra: en su intento de extender el alcance de la historia a todas las esferas de la actividad
humana, incluía la demanda de su democratización.
 2da: al rechazar el dominio de la historia política, impregnó a la historia social de un
sentido negativo: la historia que omite la política.
 3ra: al incitar a los historiadores a trabar amistad con las ciencias sociales.
El triunfo de esa clase de historia no allanó el terreno de ambiguas definiciones en el que se
había movido hasta el momento. A partir de ahí, todos los intentos para definir su objeto y
vocabulario han oscilado entre clasificaciones amplias y definiciones limitadas que la reducen a
una descripción de grupos sociales.
Entre las clasificaciones amplias surge la idea de que todo es historia social. Ésta no puede
nunca ser especializada como la historia económica porque resulta imposible aislar su sujeto (lo
social) de los otros aspectos del ser humano.
Esta característica de la historia obliga a elaborar un orden de las prioridades de
investigación. Los marxistas, han encontrado eficaz un modelo de jerarquía del estudio de la
historia que comienza con el análisis del entorno material e histórico, continúa con las fuerzas y
técnicas de producción, la estructura económica y las relaciones sociales que emergen de lo
anterior, para acabar con las instituciones y su funcionamiento.
Ésta es una historia estructural, capaz de transmitir el poder de los fenómenos colectivos,
los cambios en las estructuras sobre los acontecimientos individuales o personales.
Frente a esa interpretación histórico-social de la historia en general, surgen visiones más
restringidas, aquellas que ven la historia social como un campo de estudio parcial, comparable a

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otros ámbitos de la historia como el económico, demográfico, político o militar. La historia se


dividía en grandes secciones que estudiaban una parte específica de la esfera social.
Hobsbawn se atrevió a ordenar todo ese repertorio de la historia social a seis grandes
cuestiones: demografía y parentesco; estudios urbanos; clases y grupos sociales; mentalidades;
transformaciones sociales; movimientos sociales y fenómenos de protesta social.
Tantos problemas de descripción y explicación surgen precisamente por la dificultad de
establecer qué es la sociedad y cómo puede abordarse su historia.
En conclusión, pese a presentarse como solución frente a los límites de la historia
tradicional, la historia social ha reproducido con el paso del tiempo muchas de las tendencias de
sus predecesoras. Las tres vías diferentes para definirla (como historia residual, sin política; como
historia de la sociedad y como historia de la experiencia social de individuos o grupos) no parecen
conducir a puerto seguro.

Historia, sociología, antropología: el cambio social como problema.


La sociología y la historia han sufrido uniones y separaciones a lo largo de su historia. En
una primera instancia estas dos disciplinas estuvieron unidas, luego sigue una profunda
separación y termina en un cruce de caminos donde se dan la mano algunos de los productos
más sólidos de ambas disciplinas.
Las ciencias sociales procuraron inicialmente comprender los orígenes, la naturaleza y
consecuencias del capitalismo y la industrialización de Europa. Los principales trabajos de la
sociología en sus comienzos presentan términos y cuestiones que luego le servirían al análisis
histórico.
Algunas características que presentaban los estudios sociológicos-históricos eran:
 Formulaban preguntas en torno a las estructuras y procesos sociales ubicados en un
tiempo y espacio concretos y tenían una sucesión temporal para explicar las consecuencias.
 Presentaban atención a la influencia mutua entre los resultados de las vidas individuales
y en las transformaciones sociales.
Sin embargo, desde el principio del S. XIX comenzó paulatinamente a abrirse diferencias
entre las fórmulas de investigaciones abstractas y concretas, de tal forma que la sociología y la
historia llegaron a convertirse en campos separados de investigación.

A propósito del fin de la historia.


La caída del comunismo, del bloque soviético y la finalización de la guerra fría, constituyen
un dramático correctivo tanto del mundo contemporáneo como de las posibilidades y aspiraciones
que le atribuíamos en relación con el futuro. Los acontecimientos aludidos tendrán un fuerte
impacto sobre la concepción misma de la historia.
La cuestión de fondo a la que aquí nos enfrentamos es la supuesta “muerte del marxismo”.
Debemos empezar por recordar lo que ha sido puesto de manifiesto: no ha habido un único
marxismo, no ha habido una única teoría y pensamiento marxistas.
En los años sesenta surgió una rica y diversa variedad de marxismos configurados,
respectivamente, por las disciplinas intelectuales de las que emergieron, de las ideas teóricas de
que se ocupaban y de los problemas con los que se vieron enzarzados y a los que intentaron dar
respuesta. Considérese, al menos, las diferencias determinadas por la división académica del

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trabajo: economía política, sociología, antropología, estudios literarios y culturales, filosofía y la


historia.
Sin embargo, el pensamiento marxiano sigue planteando las cuestiones o hipótesis más
básicas con las que abordar el pasado y el presente. El manifiesto comunista no sólo tiene interés
histórico, sino que sigue siendo un texto particularmente idóneo como punto de partida de una
apreciación histórica del desarrollo del capitalismo como modo de producción revolucionario. El
desarrollo de una economía mundial desde el sigo XV, hoy caracterizada por la presencia de
grandes multinacionales cuya actividad queda perfectamente bien explicada en sus páginas.
La concepción marxiana del pasado y del presente resulta tanto más pertinente cuando las
iniciativas que parten de las élites económicas y políticas tienden a presentar el mundo
contemporáneo como la culminación de la historia.

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