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Multiculturalismo

e Interculturalismo en Irlanda.
Debbie Ging and Jackie Malcolm
Traducción de: Amalia Barbarín Sáenz

Este ensayo está basado en una investigación cualitativa llevada a cabo por un grupo de
trabajo acerca de medios de comunicación y multiculturalismo, basado en la Dublin City
University. El grupo de trabajo consiste en una serie de proyectos de investigación en proceso
que exploran las recientes iniciativas de los medios de comunicación irlandeses, que han
introducido y propiciado el diálogo acerca de multiculturalismo, interculturalismo, anti-
racismo, diversidad y ciudadanía. El propósito de este proyecto es explorar cómo los medios
de comunicación irlandeses están contribuyendo a la estructuración (y normalización) del
discurso a través del cual la opinión pública responde a los cambios socio-culturales.

Inicialmente, estábamos interesados en lo que percibíamos como una tendencia en el diálogo
dominante, que proponía a Irlanda como un lugar que estaba experimentando un aumento
considerable en la llegada de refugiados y solicitantes de asilo, lo cual había desembocado en
“problemas” nacionales y locales que requerían intervención y solución política. Algunos
discursos periodísticos sugerían que el modo apropiado de reaccionar a esta llegada de
refugiados y solicitantes de asilo consistía en una empatía imaginativa, apelando al pasado
inmigrante de los irlandeses y sus experiencias. Lamentablemente, no se tuvieron en cuenta
los complejos cambios políticos, económicos y socio-geográficos que propician dicha
migración. Así pues, este proyecto aspira a criticar algunas de las asunciones que guían estos
discursos y forman las representaciones en medios de comunicación, y también a sugerir
diferentes términos de diálogo y marcos de investigación.

La investigación cualitativa se llevó a cabo en el contexto de un foro abierto, con el propósito
de utilizar un modo de análisis que permitiese el análisis crítico de los textos sin separarlos de
sus condiciones de producción. Individuos pertenecientes a una variedad de instituciones
clave y agencias contribuyeron a estos foros conduciendo paneles y ofreciendo
presentaciones. Los comisionados ofrecieron presentaciones de los textos, proveyendo
ejemplos específicos de sus enfoques, sus métodos de trabajo y procesos. Esto propició el
diálogo entre los miembros del panel y los participantes (incluyendo estudiantes y profesores
de instituciones educativas, profesores de grado y posgrado, miembros de organizaciones no
gubernamentales y lobby groups) que conformaron un análisis más amplio acerca de la
articulación de los textos a favor o en contra de diferentes paradigmas de diversidad cultural.

El enfoque del foro fue la práctica de la representación y las maneras en las cuales las
imágenes y los textos (en el contexto de información pública, educación, y medios impresos y
audiovisuales) son interpretados y puestos en práctica por la audiencia. La presencia de
lectores activos de los textos proporciona a los productores y creadores puntos de vista
valiosos acerca de qué está en juego cuando estos textos son producidos y puestos en
circulación, cómo pueden ser interpretados y cómo crean puntos de referencia comunes o
discursos predominantes. Los talleres facilitaron el diálogo entre personal clave y
organizaciones que dan forma a discursos públicos y permitió a los participantes la crítica las
posturas ideológicas que apoyan la elaboración de políticas y prácticas mediáticas. A medida
que el debate avanzaba, se produjo una acumulación de conciencia acerca de cómo los textos
interrelacionaban y activaban términos de discusión y parámetros congruentes o conflictivos.
Los métodos de análisis utilizados en los textos son, por lo tanto, conformados por, pero no
restringidos a, teorías de representación. Para este artículo, hemos seleccionado los textos
que han tenido mayor circulación e impacto en la sociedad irlandesa con el fin de enmarcar
los discursos predominantes.




El panorama irlandés.

Una de las fundamentales pero indiscutidas asunciones que conducen estos discursos y
políticas informativas en Irlanda es la noción de que antes de 1990, Irlanda era una nación
monocultural donde el racismo no tenía razón para existir. Como sugiere Gavan Titley, “una
nueva ortodoxia temporal de la Irlanda pre- y post- 1990s” ha consolidado el mito de la
homogeneidad como centro de la ideología del estado-nación que niega la diversidad étnica y
religiosa que ha existido en Irlanda desde hace años. Irlanda no sólo posee unas firmemente
establecidas comunidades china y judía, su pasado colonial también ha derivado en la
construcción y protección de formaciones de identidad tan diversas como los Unionistas,
Lealistas, Republicanos, Católicos, Nacionalistas, Protestantes, Anglo-Irlandeses y Diásporas,
tanto en la República Irlandesa como Irlanda del Norte. La comunidad nómada es otra
formación de identidad que ha sido objeto de discusiones públicas recientes acerca del
racismo y origen étnico. Sin embargo, hasta finales de los años ochenta, los discursos que
sustentaban los estudios culturales y políticos irlandeses y que articulaban este panorama
multicultural, estaban enmarcados en teorías post-coloniales y enfocados en el impacto de la
inmigración. Estos discursos están siendo desplazados por la rápida transición de Irlanda
desde la periferia económica al centro, por lo cual el estado tiene ahora la responsabilidad de
hacerse cargo de los llamados “no nacionales” y del complejo y cambiante conjunto de
relaciones socio-culturales.

El discurso mediático irlandés está cargado de respuestas contradictorias a la llegada y
presencia de solicitantes de asilo y refugiados: la prueba tangible de las “fácilmente
reconocibles diferencias” está creando una tendencia hacia la descripción acrítica de Irlanda
como “multicultural”, como si se tratase de una situación firmemente asentada y, en
ocasiones, como una prueba irrefutable de la progresión de Irlanda hacia una modernidad
global. Aunque tras estos conceptos se encuentran buenas intenciones, con frecuencia
sugieren una sociedad en la cual culturas dispares (todas ellas individualmente coherentes e
intactas) coexisten en armonía. Esto desemboca en la incapacidad de tener en cuenta y
abordar las desigualdades que se producen y mantienen entre miembros de comunidades
racializadas y no racializadas. Además de lo problemáticos que son estos discursos, se ven
agravados por el hecho de que circulan a la par que la cobertura mediática de medidas legales
cada vez más restrictivas que limitan los derechos de los solicitantes de asilo a reclamar un
estatus de refugiado y poniendo en juego las posibilidades de todos los solicitantes de asilo de
acceder a recursos básicos.

La llegada cada vez más evidente de solicitantes de asilo y refugiados a Irlanda comenzó
alrededor de 1994. A pesar de la adopción y uso de términos como multicultural, anti-racista,
intercultural y demás, hay una clara ausencia de un análisis o un debate sostenido y riguroso
en el discurso público acerca de la postura ideológica en la que se basan estos paradigmas. Se
utilizan en su mayoría como términos descriptivos de modo que ocultan su alcance
normativo, las asunciones en las cuales se basan y que continúan operando en el discurso
público. También dificultan las posibilidades de desarrollo de maneras mejor articuladas y
más imaginativas de representar los complejos matices de las posiciones de identidad y
experiencias generadas en la sociedad irlandesa contemporánea.

Multiculturalidad contra interculturalidad.

Los políticos y activistas irlandeses confían en etiquetas como “multicultural” o “intercultural”
de manera intercambiable, pero estos términos son altamente controvertidos en contextos
académicos y políticos. Categorizaciones competentes como “multi-étnico”, “multilingue”,
“multidenominacional” y “multiracial” son apenas consideradas, a pesar de que han sido
utilizadas con gran frecuencia en Gran Bretaña. El término interculturalidad es
frecuentemente aplicado a estrategias educacionales aunque se utiliza en una gran variedad
de prácticas, a veces en conflicto entre sí. Interculturalidad se entiende como una crítica o
como una alternativa a los límites de multiculturalidad. Mientras que multiculturalidad, como
concepto, prevé y produce la dominación de una cultura mayoritaria por encima de un grupo
de culturas minoritarias, interculturalidad propone una paridad de culturas. Aún así, se
utilizan como sinónimos en el sentido que conceptualiza “culturas” como esferas estáticas o
entidades separadas (y respalda la comprensión mutua con el fin de la resolución de
conflictos).

En Irlanda, tanto Edna Longley como Declan Kiberd han teorizado acerca del
multiculturalismo (o multi-culturalismo) en relación con el nacionalismo irlandés. Longley
critica la forma “minimalista” del multiculturalismo, manifestado en la co-existencia cultural
más que en un intercambio cultural. Argumenta que el interculturalismo es un término más
productivo que multiculturalismo, la paridad de estimación puede llevar a una situación en la
cual cada grupo identificado termina aislado con una definición estática de su propia
identidad, mientras que el interculturalismo pone el énfasis en la dinámica existente entre
grupos, las maneras en las cuales aprenden el uno del otro a través del diálogo y la
reciprocidad. Kiberd también critica el modelo multicultural dominado por Estados Unidos y
aboga por “el desorden necesario, disputas y promiscuidad interculturales” que Stuart Hall
denominó como “multiculturalismo sin garantías”. Phillip Watt, trabajando desde el contexto
de monitorización y políticas de influenciación en Irlanda, describe un acercamiento
intercultural como aquel en el cual las políticas promueven la interacción, el entendimiento y
la integración entre diferentes culturas, enfocado hacia la interacción entre comunidades
étnicas dominantes y minoritarias. Una aproximación intercultural inevitablemente llevará a
reflejar los problemas acerca de cómo el poder es distribuido en la sociedad. La Comisión
Europea aboga por el concepto de la interculturalidad a través de declaraciones políticas y
programas específicos. Watt también señala la creciente visibilidad del interculturalismo
como un concepto dominante que sustenta áreas políticas en Irlanda respecto a la educación.

Ronit Lentin argumenta que tanto el multiculturalismo e interculturalismo, tal y como se han
puesto en juego en Irlanda, se entienden mejor como un conjunto de políticas que responde a
la diversidad cultural o étnica como si fuesen problemas. Sostiene que el debate nunca se
centra en las culturas minoritarias en sí, si no en su impacto en la cultura occidental. Su
principal crítica al multiculturalismo es la manera en la cual conceptualiza “la comunidad”
como una colección de “culturas” cosificadas y fijadas. Lentin sostiene que las políticas
multiculturales tienden a involucrar contradicciones entre derechos individuales y colectivos,
a pesar de que el estado tiene la responsabilidad de atender a ambos. Argumenta que los
creadores de políticas que trabajan con el ethos multicultural ignoran cuestiones acerca de las
relaciones de poder porque tratan con representantes de culturas minoritarias que no
necesariamente representan otros intereses intra-comunitarios (como por ejemplo, mujeres,
jóvenes, personas discapacitadas, personas LGTBI). Lentin argumenta que las políticas
multiculturales actuales derivan de unas básicas “políticas de reconocimiento” de diferencias
culturales, en lugar de “políticas de cuestionamiento” acerca de la calidad como ciudadano
irlandés. Dichas iniciativas están dirigidas (desde arriba hacia abajo) por organismos como
NCCRI, la campaña gubernamental “Know racism” y la Autoridad para la igualdad, que no
tienen en cuenta la racialización de los llamados grupos minoritarios. El llamado del Chicago
Cultural Studies Group para un examen de la relación entre multiculturalidad y políticas
identitarias es especialmente relevante para el caso irlandés. El peligro asociado con las
políticas identitarias, sugieren, es el romance de la autenticidad, de acuerdo con a qué voces
nativas se privilegia porque son percibidas como transparentes. Sugieren que las normas
ideológicas del positivismo son fundamentales para las operaciones del estado-nación. Dentro
de este modelo las “culturas” adquieren visibilidad a expensas de la multiplicidad superpuesta
de estructuras a través de las cuales se median las diferencias.


Modelos de trabajo en los medios irlandeses.

En Irlanda, la prensa generalista ha sido duramente criticada por su cobertura racista y
negativa de cuestiones relacionadas con los solicitantes de asilo y refugiados. De acuerdo con
Kensika Monshwengo, “el tratamiento de las cuestiones sobre los refugiados por los medios
irlandeses ha influenciado la opinión popular de manera negativa y peligrosa acerca de dichos
refugiados y solicitantes de asilo en particular, y de los extranjeros en general”. Sin embargo,
se han dado una serie de intervenciones significativas para tratar de lidiar con el racismo y
promover la diversidad cultural. A finales del año 2000, la cadena pública Radio Telefis
Eireann encargó Mono, “la primera serie intercultural de RTE”, que se emitió el abril del 2001.
Mono no se dirige a una audiencia minoritaria, sino que está dirigida al público general con la
intención de desafiar las nociones preconcebidas de lo que significa ser irlandés. Lo que hace
particularmente interesante al caso de Mono es la manera en la cual modificó la estrategia
textual inicial y el modo de abordar la cuestión para adoptar una manera más crítica y
desafiante de acercase al público a la diversidad étnica de Irlanda. De este modo, mientras que
la primera temporada del programa se centraba principalmente de las experiencias
personales de minorías étnicas que residen en Irlanda y generalmente enfocada en historias
positivas, en la segunda temporada se incluía también este tipo de material pero se abordaban
temas más problemáticos para dichas minorías.

En general, la prensa generalista ha destacado por su falta de intervención positiva. The Irish
Times es el único periódico que ha designado su propio corresponsal de asuntos sociales y
raciales, aunque los recientes premios MAMA reconocieron a un número de periodistas y
publicaciones a pequeña escala por sus contribuciones promoviendo la multiculturalidad. En
efecto, la cobertura ofrecida se ha preocupado mayoritariamente por informar al público
acerca de asuntos legales que afectan las condiciones de vida de refugiados y solicitantes de
asilo, y proporcionando cobertura positiva acerca de proyectos comunitarios, iniciativas anti-
racistas, conferencias, seminarios, etc. También se ha dado espacio, de manera ocasional, a las
narrativas personales de refugiados, solicitantes de asilo e inmigrantes, aunque esta tarea ha
sido complicada debido a las leyes de censura que impiden las entrevistas a solicitantes de
asilo sin el permiso del Ministerio de Justicia. A pesar de que esta legislación está pensada
para proteger a los solicitantes de asilo, excluye sus experiencias de la esfera pública.

El Sindicato Nacional de Periodistas ha abordado las implicaciones de cómo estas prácticas
podrían mejorarse o redirigirse de varias maneras. A los miembros del sindicato se les
requiere seguir una serie de reglas específicas acerca de la cobertura que implique raza: un
periodista puede únicamente mencionar la raza si la información es estrictamente relevante, y
no deben originar o procesar material que pueda propiciar la discriminación, la ridiculización,
el prejuicio o el odio. También se han organizado conferencias, campañas y programas de
entrenamiento para periodistas en activo. Estos esfuerzos e inversiones se centraban sobre
todo en las responsabilidades éticas y profesionales de periodistas individuales, y las maneras
en las cuales se les puede apoyar y cómo pueden desarrollarse estrategias para mejorar la
cobertura. Esta autocrítica y práctica profesional nace de la noción de que tanto la cobertura
racista como la censura de narrativas personales puede categorizarse como incumplimiento
de derechos humanos básicos, de acuerdo con la Convención Europea de Derechos Humanos.
Así pues, a través de las plataformas periodísticas establecidas en Irlanda, la tendencia es la de
la movilización hacia un discurso crítico de los derechos humanos, además de un discurso
acrítico acerca de la celebración de la diversidad. Los debates más complejos acerca del
racismo que critican y cuestionan el uso y entendimiento de términos como racismo,
multicuturalismo, ciudadanía... se han llevado a cabo primordialmente en columnas de
opinión de dos periodistas y comentaristas afamados, Fintan O'Toole y John Waters, asimismo
como las contribuciones de Ronit Lentin en Metro Eireann.

Aparte de la prensa generalista, una serie de publicaciones a pequeña escala ha emergido
específicamente para abordar las nociones de cambio y diversidad en Irlanda. De todas ellas,
Metro Eireann, que se describe como un “periódico multicultural”, es el de mayor circulación y
el más conocido. El objetivo principal de la publicación es proporcionar información y noticias
actuales a las comunidades étnicas y de inmigrantes de mayor crecimiento en Irlanda. El
editor de Metro Eireann describe el periódico como “apolítico y no interesado en las
campañas, pero que celebra y estimula la comunicación tras-cultural y la cooperación en sus
contenidos. También promueve la diversidad en las artes, el entretenimiento y los debates de
Metro Eireann”. El término multicultural es utilizado por los editores para describir el
contenido e intención del periódico, y también para publicitarlo y transmitirlo a los lectores.
Utiliza el término en un sentido descriptivo para “reflejar la nueva diversidad en Irlanda” y
para “contar las historias de los inmigrantes y minorías étnicas”. Los grupos étnicos son
celebrados de manera acrítica y presentados como auténticos, transparentes o estáticos.
Además de una política editorial que apoya una multiculturalidad liberal en cuanto a su
acercamiento no problemático y su celebración de las diferencias, el periódico también
incluye críticas frecuentes al racismo institucional, políticas gubernamentales y legislación.
Esta rama del discurso es proporcionada por periodistas irlandeses veteranos, académicos y
críticos.

Los ejemplos de Mono y Metro Erieann ponen de manifiesto una problemática altamente
compleja, en la cual los investigadores estamos implicados. Mientras que los académicos
ponen el énfasis en la necesidad de los miembros de las minorías étnicas de involucrarse en la
producción mediática como periodistas y profesionales de los medios, también se da una
tendencia a criticar el acercamiento adoptado por estos grupos. Se debe reconocer por lo
tanto que, para diferentes actores hay diferentes asuntos en juego. Mientras que algunos
interlocutores ocupan una posición privilegiada a la hora de criticar las estrategias de
representación o de cuestionar las políticas del Departamento de Justicia, Igualdad y Reforma
Legal, otros están más preocupados con representar los intereses de un grupo o varios grupos
de personas que pueden, por motivos obvios, mostrarse reacios a criticar la cultura de su país
de acogida o los procesos legales que en último término decidirán su destino. En este
contexto, la presencia de estrategias multiculturales más accesibles y positivas puede
entenderse como una fase necesaria y de carácter festivo que precede a una frase más crítica,
en la cual el diálogo e intercambio entre los grupos involucrados pueden dar lugar a debates
más complejos acerca de las dinámicas de la multiculturalidad. Así pues, mientras que es
necesario problematizar las estrategias de representación positiva y de aceptación bajo los
términos de la nación de acogida y la simplificación de la cultura, también es necesario
admitir que no deben ser abandonadas hasta que ya no sean percibidas como útiles por el
público o los grupos involucrados.

Campañas de información pública.

En los últimos tres años, han circulado campañas de información pública de gran repercusión
en los medios a través de tres fuentes diferentes: el Departamento de Justicia, Igualdad y
Reforma Legal, Amnistía Internacional y la campaña “Citizen Traveller” (Ciudadano Nómada).
Como campañas puntuales diseñadas para abordar y contrarrestar problemas percibidos en
la sociedad acerca de actitudes y comportamientos racistas, se caracterizan por sus modos
diversos de actuación, que son indicativo de los discursos contradictorios de los medios
irlandeses, y el punto hasta el cual son versiones y consideraciones incongruentes acerca de si
Irlanda es una nación multicultural. Aún así, muestran indicios de lo que Kiberd denominaba
una multiculturalidad con “desorden necesario, disputas y promiscuidad”.

La campaña “Known Racism” fue desarrollada en colaboración con el Departamento de
Justicia, Igualdad y Reforma Legal y varias organizaciones no gubernamentales. Los objetivos
de la campaña eran “abordar el tema del racismo y promover una sociedad más inclusiva e
intercultural”. La página web (www.knowracism.ie) está orientada específicamente hacia la
comunidad “de acogida” irlandesa, como explica Joe McDonagh, presidente del grupo
directivo: “Irlanda ha sufrido importantes cambios en los últimos años. Nuestra sociedad es
ahora multicultural. Debemos aceptar las responsabilidades y desafíos que el cambio ha
traído. Los irlandeses son tradicionalmente generosos, amigables y hospitalarios. Sería un
error permitir que el miedo a lo desconocido y la intolerancia arruinasen este espíritu
tradicional y cambiase nuestras actitudes respecto a las minorías étnicas que conviven y
trabajan con nosotros”. Esta, sin duda, declaración de buenas intenciones utiliza una plétora
de mitos que han sido criticados desde una variedad de puntos de vista teóricos. La noción de
que la nación irlandesa era homogénea antes de la llegada de estas “nuevas minorías” ha sido
ampliamente criticada. La alusión del racismo como “miedo a lo desconocido e intolerancia”
sugiere que los creadores de la campaña prefieren situar (pero no nombrar) el racismo en
individuos ignorantes o “poco expuestos”. Esto presupone que los individuos tienen la
responsabilidad de resolver el “problema” con cambios de actitud o tolerancia, una postura
que excusa al Estado e instituciones de sus responsabilidades a la hora de haber creado y
permitido la discriminación de dichas minorías racializadas.

La campaña de vallas publicitarias que forma parte de la estrategia “Know racism” intenta
ofrecer una representación más compleja que simplemente la “gente de minorías étnicas” de
su manifiesto escrito. Incluye una imagen de Jason Sherlock, un futbolista irlandés de padres
de raza mixta, junto con la frase “El es parte de una minoría étnica. Posa con todas las
medallas de Irlanda”. Esto puede leerse como progresista o genuinamente intercultural, en el
sentido en el que implica que todos somos, en varios y complejos niveles, parte de grupos
minoritarios y que la identidad irlandesa ya no es homogénea (por ejemplo, los dublineses
son diferentes a la gente de otras zonas). Sin embargo, esto debilita el énfasis y la necesidad
de producir una “imagen positiva” que es reconocida y validada en los términos de la cultura
mayoritaria, con la sugerencia de que los grupos étnicos minoritarios deben relativizar su
propia posición dentro de la cultura dominante, cuando es tarea de la cultura mayoritaria el
encontrar estrategias de aceptación y tolerancia. La campaña de vallas publicitarias parece
promover una política de reconocimiento, pero en última instancia es más afín a un modelo de
multiculturalidad más asimilacionista.

La campaña “Leadership against racism” (liderazgo contra el racismo) de Amnistía
Internacional, desarrollada en preparación para la World Conference Against Racism (WCAR,
2001), (Conferencia internacional contra el racismo), opera primordialmente desde una
posición que mantiene y protege los derechos humanos internacionales. La campaña
irlandesa estaba estrechamente unida a una serie de encuestas realizadas por Amnistía
Internacional con dos circunscripciones diferentes. La primera se enfocaba en el racismo
entre la población irlandesa y la conclusión fue que era una minoría la que se oponía a una
mayor diversidad étnica, mientras que un tercio de los encuestados se mostraba ambivalente.
Los directores de la campaña encontraron que esto señalaba una clara necesidad de un
liderazgo político en contra del racismo, mientras que el sector ambivalente sería el principal
grupo objetivo. Esto dio como resultado una provocativa campaña de vallas publicitarias y en
la prensa escrita que cuestionaba la falta de iniciativa en el gobierno. Presentaba imágenes de
políticos clave – el Taoisoeach (Primer Ministro), Bertie Ahern, el Tanaiste (la Viceprimera
Ministra), Mary Harney y el por aquel entonces Ministro de Justicia, John O'Donoghue – con el
eslogan “Hay quienes dicen están involucrados contra el racismo, otros dicen que no están
haciendo nada al respecto”.

El texto fue reproducido a página completa en periódicos de tirada nacional, con textos
acompañando el razonamiento detrás de la campaña. El propósito de dicha campaña era
confrontar directamente al gobierno y estimular un debate acerca de un problema que estaba
siendo ignorado. De acuerdo con la asesora jurídica de Amnistía Irlanda, Fiona Crowley, “la
atención pública y mediática fue intensa, más allá de nuestras expectativas, y los debates
acerca del racismo fueron abundantes en los medios y la arena pública. Fuimos firmes con la
agenda política”. La encuesta de la segunda fase se centró en la visión de las minorías étnicas
acerca del racismo en Irlanda. Los resultados, junto con las recomendaciones, se resumieron y
reprodujeron con una fotografía de una modelo de una minoría étnica y el texto “Proviene de
un lugar donde se le escupe y discrimina: Irlanda”. Amnistía Irlanda sugiere que las
respuestas a la segunda fase marcaron un gran cambio en la opinión pública y los medios ya
que “no podía negarse de manera convincente que el racismo tiene una posición establecida
en Irlanda”, y añade que la segunda fase fue recibida de manera más positiva que el inicial
ataque al Gobierno. De manera significativa, esta parte de la campaña no recurría a una
política de interrogación, y tampoco impulsaba o promovía “multiculturalismo” o
“interculturalismo”. Como una organización primordialmente preocupada por los derechos
humanos, se valió de estos discursos y posiciones para destacar que el racismo en la sociedad
irlandesa y sus instituciones es endémico, e impulsó algunos de los cambios más provocativos
e inequívocos en departamentos gubernamentales y políticos.

En 1999, el gobierno irlandés concedió una suma de 9000 libras irlandesas para fundar la
campaña “Citizen Traveller” (Ciudadano Nómada) durante un período de tres años. Se
introdujo junto con dos importantes medidas legales, la Ley de igualdad de empleo del 1998 y
la Ley de igualdad del 2000 y fue diseñada para mejorar las relaciones entre los nómadas y la
comunidad irlandesa. La campaña “Ciudadano Nómada” es de particular interés para este
debate en Irlanda ya que aborda la discriminación dirigida a una comunidad indígena,
considerando los argumentos de Mairtin Mac y Ronit Lentin acerca de cómo el racismo no
está limitado a asuntos como la raza o el color. Los objetivos principales de esta campaña eran
construir y potenciar el trabajo de las organizaciones nómadas que tratan de cambiar
conceptos erróneos relacionados con la comunidad nómada, crear un entorno donde
posicionar a los nómadas como un grupo étnico con una cultura propia dentro de la
comunidad irlandesa y motivar a la comunidad nómada a abrazar su identidad de manera
positiva. La campaña, que incluía vallas publicitarias y pósteres, tenía como intención
“promover la visibilidad y participación de los nómadas en la sociedad irlandesa, alimentar el
desarrollo del orgullo y confianza de la comunidad nómada y proporcionar a los nómadas un
sentido de identidad comunitaria que puede ser expresado interna y externamente”.

Un conjunto en particular de vallas publicitarias mostraba retratos de personas de diferentes
edades y géneros, con diferentes “etiquetas” (por ejemplo, “carpintero”, “marido”,
“cuentacuentos”, “escoria”, “nómada”, “padre”, “ciudadano”). Ofreciendo de manera explícita
diferentes puntos de referencia identitarios, la campaña utilizaba y reflexionaba acerca de la
política de reconocimiento que permite a la comunidad ser vista como coherente pero
internamente diversa y cambiante. Otro aspecto de la campaña consistía en enfatizar el
reconocimiento de los nómadas como “un grupo distintivo con su propia herencia cultural e
identidad” como base para reclamar derechos como el asentamiento, salud y educación. A
pesar de la legislación aparentemente positiva de 1998 y 2000, el gobierno aprobó una
legislación restrictiva respecto a los nómadas y su acceso al asentamiento, salud y educación,
y esto provocó que los organizadores de la campaña lanzasen vallas publicitarias en respuesta
a estas políticas. Estas incluían el eslogan “De pronto, en la amable Irlanda ser nómada es un
crimen terrible” y una imagen de la bandera irlandesa con el símbolo “prohibidas caravanas”.
La campaña fue finalizada por el ministro de justicia McDowell, con la base de que había
fallado a la hora de construir puentes entre la comunidad nómada y la asentada. Tal y como
ocurrió con la campaña “Leadership against racism”, uno de los elementos más notables del
proyecto Ciudadano Nómada fue su uso el estudios de mercado para su creación y su manera
de apelar a la población que se mostraba neutral o ambivalente. También existen campañas
que mencionan y ponen de manifiesto las condiciones materiales creadas por las políticas
gubernamentales, o la ausencia de estas.

Conclusión.

En términos muy generales, es posible categorizar las intervenciones mediáticas recientes de
Irlanda en términos de énfasis en tanto la “identidad cultural” como en “derechos humanos”.
El trabajo de Amnistía Internacional y el Irish Times tiende a destacar el tema de los derechos
humanos y se preocupa menos de la interculturalidad. En contraste, la campaña Ciudadano
Nómada, que lidia con un racismo mucho más antiguo y establecido, utiliza y desafía las
políticas de reconocimiento simultáneamente para cuestionar y crear cambio en la sociedad
irlandesa. La campaña “Know Racism”, Metro Eireann y Mono han tenido más a un enfoque en
el reflejo de una sociedad irlandesa que ya es multicultural, lo cual lleva a la producción de
una representación positiva y celebradora de los grupos étnicos.

Las actuales estrategias mediáticas multiculturales dominantes presentan una serie de
problemas, sobre todo en su tendencia a tratar a las diferentes culturas como entes estáticos e
intactos, ignorando la desigualdad material existente entre grupos radicalizados y no
radicalizados (además de las estructuras institucionales que facilitan y construyen estas
desigualdades) y la asunción de que los medios pueden hacer que la sociedad sea más
multicultural con simplemente mostrar bajo una luz positiva una diversidad ya existente.
Como Phil Cohen argumenta, “la ilusión multicultural consiste en creer que culturas
dominantes y subordinadas pueden intercambiar sus posiciones y descubrir cómo vive la otra
mitad, mientras que las estructuras de poder se mantienen intactas. Como si las relaciones de
poder se pudiesen suspender de manera mágica a través del intercambio de experiencias, una
ideología no se desvanece en el aire de la comunicación cara a cara.”

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