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BIBLIOTECA
AUTORES ESPAÑOLES.
BIBLIOTECA
TOMO PRIMERO.
MADRID.
M. RIVADENEYRA— EDITOR — IMPRESOR.
SALÓN DEL PRADO, 8.
1854.
p
Los poetas líricos españoles de los siglos xvi y xvn, cu vas obras se encierran en es-
te volumen, son
Garcílaso de la Vega. Francisco Pacheco.
Gutierre de Cetina. Francisco de Rioja.
Don Diego Hurtado de Mendoza. Don Juan de Arguuo.
Cristóbal de Castillejo. Pedro de Quirós.
Fernando de Herrera. Juan de Salinas.
Don Francisco de Medrano. Baltasar del Alcázar.
Pablo de Céspedes. Don Luis de Góngora.
flore ;ta de varia poesía, donde se hallarán los escritos mas selectos de Boscan, de
estos autores como protesta contra la nueva escuela literaria. Herrera, que quiso
,
perfeccionar la obra de Garcílaso dando un lenguaje poético á España, así como die-
ron á Italia el suyo felicísimos ingenios, va acompañado de sus discípulos ó imitado-
res, Céspedes, Pacheco, Medrano, Rioja, Arguuo y Quirós. Alcázar y Salinas perte-
necieron á escuela de Herrera, Rioja y Arguuo; por eso van sus obras en este vo-
la
lumen, si bien sus formas no pueden ser iguales á las que tienen las poesías de sus
maestros, los cuales se dedicaron á asuntos filosóficos ó amatorios , y no á festivos y
fc
vi PROLOGO.
ligeros.Góngotu, gran admirador de Garcilaso y deseoso de adquirir, como Herrera,
un lenguaje poético para que en él hablasen las musas españolas, cierra, y no se diga
con llave de oro , el primer volumen de los poetas líricos de los siglos xviy xvn.
Al frente de casi todas las colecciones de auto-
de poesías se leen juicios críticos
res notables. No son todosque existen, sino tan solo los que he juzgado mas im-
los
portantes á mi propósito. Creo que el lector verá con agrado los pareceres de Her-
rera, de Lope de Jáuregui, de Rioja, de Saavedra y de otros críticos no menos in-
,
impreso por autor alcanza á este, y solo á este, el descrédito, de los que se hallan
el
tor, no merece el nombre de amigo que cela nuestra honra, sino de amigo que la ven-
de con el género de traición que se llama imprudencia. Parco he sido también en las
notas con que he intentado ilustrarlos textos. Las muchas que los acompañan no son
hijas de un deseo de afectar erudición, pues, como se verá, casi todas se reducen á
variantes en ediciones y códices. La purificación de los textos ha sido el objeto es-
pecial de mis investigaciones y diligencias. Viciados en las ediciones primitivas, han
corrido y aun corren llenos de errores de gramática y faltos de sentido en muchos lu-
gares.
Ya no se leerá, por ejemplo, en Garcilaso:
autor pretendió, á causa de los yerros de los impresores, podrá leerse ya con mayor
provecho. No se hace decir al ilustre cordobés, como los demás editores :
Llegaos á orealla;
cuando escribió
Pero no tan cerca,
Que llevéis suspiros
Que han corrido á ella.
con toda la perfección que fuera de desear, por ser tan malas y estar tan contraria-
mente adulteradas las ediciones primeras que hemos visto.
En Herrera se sigue el texto tal como lo corrigió su autor en los últimos años de
su vida. Pónense, sin embargo, las vanantes de todas las poesías que publicó en su
colección y en las notas alas obras de Garcilaso. Así verán los curiosos la manera con
que el divino poeta castigaba sus versos.
Aunque mucho lo que he trabajado y aun conseguido en la purificación de los
es
textos, algo queda todavía para los que con talento, erudición y práctica se dediquen
á restaurar las obras de los ilustres poetas líricos españoles. Sus advertencias tendrán
para mí un valor grandísimo, pues con ellas podré rectificar en el segundo volumen
de esta colección los errores que no haya observado al formar el preserve. En ello
no hago abstracción de mi amor propio, porque el amor propio de un colector de
van PROLOGO.
obras de autores antiguos debe consistir en presentarlas libres de yerros, consiga el
objeto por sí solo, consígalo con el auxilio de los que mas saben.
Preceden á en este tomo algunas noticias de vidas de poetas, va-
las poesías inclusas
rias como fueron los caracteres y las profesiones de los mismos. La de Garcilaso déla
Vega es propia de un perfecto caballero andante la de don Diego Hurtado de Mendo-
;
za, de uno de los primeros políticos de Europa en los modernos siglos; la de Góngora,
de uno de los satíricos mas maldicientes.
De otros poetas muy poco se sabe ; sus noticias apenas pasan de lo que declaran
sus escritos. Si algún curioso tuviere algunas para mí no conocidas, adonde no haya
llegado mi diligencia, allí pueden ejercitarse sus conocimientos y estudios en pro
Antes de concluir este prólogo no debo pasar en silencio los favores que he debi jo
á varios de mis ilustrados amigos, y especialmente á los señores don José María de
Álava, catedrático de la universidad de Sevilla, don Juan José Bueno, ilustre poeta
sevillano,y don Joaquín Rubio, individuo correspondiente de la Real Academia de la
Historia primero poniendo en mi poder un antiguo códice de las poesías de Gutierre
; el
cual declara Góngora las poesías que fueron hijas de su ingenio, excluyendo las que
la ignorancia le atribuyó en manuscritos.
He hecho cuanto he podido para la perfección de la obra. Si no ha logrado alcan-
zarla mi diligencia, otras serán las causas, no mi buen deseo.
Cádiz, 12 de julio de 4854.
Adolfo de Castro.
APUNTES BIOGRÁFICOS
DE LOS
GARCILASO DE LA VEGA.
Cuna de Garcilaso de la Vega, caballero del orden de Alcántara y príncipe de los poetas lí-
ricos de España, fué la ciudad de Toledo ; su linaje, de lo mas ilustre. Hijo del famoso Garcilaso,
segundo del conde de Feria, comendador mayor de León, del orden de Santiago, señor de las
villasde los Arcos, Cuerva y Bátres, del consejo de Estado de los reyes don Fernando y doña
Isabel, y embajador en Roma cerca de Alejandro VI, heredó de su madre doña Sancha de Guz-
man los blasones todos de la antigua casa de Toral (luego de los duques de Medina de las
Torres).
Las artes liberales, las buenas letras y las lenguas griega, latina, toscana y francesa ocupa-
ron su ánimo en los años de su niñez, en los primeros de su juventud florida. La corte le brindaba
con la privanza, las armas con los laureles, las letras con el aplauso de los siglos. Dejó las riberas
del Tajo por seguir á Carlos V, en cuya corte ganó amigos entre los buenos, atrayendo á su esti-
mación las el manejo de espadas y caballos, en el tañer el
voluntades por su destreza singular en
arpa y y en el cantar con regalado acento los mismos versos que escribia. Era de
la vihuela,
aspecto hermosamente varonil, de grandes y vivos ojos, de rostro apacible, de frente despejada,
dulce en los sentimientos de amor, vehementísimo en los de amistad, noble en las palabras,
cortesano en las acciones, igual en resistir el peso de la seda que el del hierro, y no sé si mas ca-
ballero en la ciudad ó si mas caballero en la guerra (1).
(i) «En el hábito del cuerpo tuvo justa proporción, él una hermosura verdaderamente viril; era prudente-
porque fué mas grande que mediano respondiendo los , mente cortés y galán sin afectación y naturalmente sin
lineamentos y compostura á la grandeza. Fué muy dies- cuidado el mas lucido en todos los géneros de ejerci-
,
tro en la música y en la vihuela y arpa, con mucha ven- cios de la corte y uno de los caballeros mas queridos
taja, y ejercitadísimo en la disciplina militar, cuya na- de su tiempo; honrado del Emperador, estimado de sus
tural inclinación lo arrojaba en los peligros porque el iguales, favorecido de las damas alabado de los extra-
,
«La trabazón de los miembros igual, el rostro apacible envuelta en el agrado del rostro, que le hacia dueño de
con gravedad la frente dilatada con majestad los ojos
, ,
los corazones no mas que con saludarlos, y luego en-
vivisimos con sosiego , y todo el talle tal que aun los traban su elocuencia y su trato á rendir lo que su afabi-
que no le conocían , viéndole, le juzgaran fácilmente
,
llamado don Francisco, que trocando el nombre y además el hábito de Alcántara por los de santo
Domingo, tuvo la flaqueza de querer competir en vano con fray Luis de León en el clarísimo in-
genio y en la sabiduría (1). Doña Sancha de Guzman ocupa el lugar tercero entre los hijos de
León estuvo preso por espacio de mucho tiempo en las Se queja de la fortuna
cárceles secretas del Santo Oficio reo sospecho- como Que le ha traído á sus pies?
so del crimen de herejía. Afligido este varón eminente La religiosa pobreza
con los rigores de una persecución injusta, y desenga- Con un mesmo rostro mira
ñado de las vanidades del mundo y de la perversa poli- La cordura y aspereza
Porque esta es la fortaleza
ticaque dominaba én su siglo, escribió en la pared de
Del saino que se retira.
su calabozo las dos quintillas siguientes, que sin epí-
Retiraos con reverencia,
grafe andan impresas en la colección de sus obras.
Y no con tanto desaire;
Aqut envidia y mentira
la No tiréis piedras al aire,
Me tuvieron encerrado. Deo gratias ,
padre, paciencia,
¡Dichoso el humilde estado Mirad que sois hombre y fraire;
Del sabio que se retira Y en cuanto á fraire, subjecto
De aqueste mundo malvado, A lo que habéis profesado
Y con pobre mesa y casa Para el estado perfecto;
En el campo deleitoso Cuanto á hombre, á cualquier defecto
Asólas su vida pasa; De aqueste mundo malvado.
Con solo Dios se compasa
Ni envidiado ni envidioso
En la corte de los reyes
Ambición juega sus tretas;
Luego que fray Luis de León recobró su libertad con
Mas entre gentes perfeta*
el triunfo de su inocencia corrieron entre sus amigos
No se conocían leyes
y émulos, en unos con aplauso y en otros con ironía y Ni se temían sus setas
detracción maligna, las quintillas copiadas. Entonces un Que el sabio que se desvia
fray Domingo de Guzman se encargó de defender al San- Del mundo y del se descasa,
to Oficio y de insultar á fray Luis de León en una glosa Tal enemistad le cria,
de aquellos versos, la cual se halla en el códice M, 243, Que yendo en
, su compañía
No le levanta el honor,
Torque las dañosas leyes Ni deshonor le entristece,
el
Y sectas de perdición Ni jamás le desvanece
No estragasen su nación, La voz del adulador,
Nuestros Católicos (leyes Ni la del mal fin le empece.
Fundaron la Inquisición; Al tener y al no tener
La cual , como fué trazada Con una tasa le tasa;
Estando Dios á la mira, No el ser y el no ser,
estima
Salió tan bien acertada Y en hacer y deshacer
Que jamás pudieron nada Con solo Dios se compasa.
Aquí la envidia y mentira.
Nada le desasosiega
Es su justicia tan reta, Al que vive con llaneza,
Que ningún falso testigo Porque la simple pobreza
Ni disimulado amigo Muy pocas veces le ciega
Emprendió hacer treta Con vaguidos de cabeza.
Que quedase sin castigo. Ansí que si pretendéis ,
Que muy poaultos han preso No sé ciertamente cuál fué la vida y cuáles las cos-
Que no eaén por sus pecados, tumbres del autor de estos versos. En aquel tiempo vi-
Si no quemados, tiznados, víaun fray Domingo de Guzman, que se vio preso por
Porque juzgan con gran peso como sospechoso de luleranismo, al mis-
la Inquisición
En estos sacros estados. mo tiempo que el canónigo protestante de Sevilla Coas*.
DE GARCILASO DE LA VEGA. ti
Garcilaso. Casó esta señora con don Antonio Portocarrero y de la Vega, hijo primogénito del
conde de Pelma. Don Lorenzo, el postrero, heredó el ingenio paterno y tristemente se malogró en
edad temprana, pues habiendo sido desterrado á Oran en castigo de cierto dicho satírico, la
muerte en el camino heló los labios para siempre de este hijo, que aunque no legítimo de Garci-
laso, por el talento no desmentía á su generoso progenitor ni era indigno de la protección del
célebre obispo don Antonio Agustín.
el socorro de Viena contra Solimán (1532) y en la toma de la Goleta. A
Hallóse Gaucilaso en
de Túnez (1535) peleó como buen caballero en el ejército que Carlos V dirigió en perso-
la vista
na para castigar la temeridad de Barbaroja, terror del cristianismo y orgullo de las lunas oto-
manas. Cercado de muchedumbre de moros en una escaramuza, fué herido de dos lanzadas, una
en la boca y otra en el brazo derecho. Federico Carrafa, napolitano, acudió en su socorro con
valerosa tropa, que salvó de la esclavitud ó de la muerte al príncipe de los poetas castellanos. El
mismo Emperador se aventuró en esta empresa, llevado del deseo de. que Garcilaso no fuese
despojo de sus enemigos.
El cuidado de sus heridas en los campos donde la gran Cartago tuvo su asiento le ocasionó
otra mayor, y si bien no mortal, tristísima en los efectos. Encendido en amores de una señora
á quien él llamó en sus versos Sirena del mar napolitano, ni el estruendo de las armas, ni los
padecimientos del cuerpo, ni la gloria adquirida en jornada tan memorable, consiguieron apar-
tar de su violenta pasión aquel ánimo que en la guerra no pareciaapto para los sentimientos de-
licados, ni en las delicias del amor apto para los trabajos ó el esfuerzo que reclama la guerra.
En Ñapóles, adonde se encaminó, siguiendo el objeto á quien amaba, dio motivos á que el Em-
perador desease alejarlo de una ciudad toda peligros para Garcilaso. Una ocasión se presentó á
Carlos para conseguir con pretexto verosímil su principal objeto. Habiendo Garcilaso favorecido
á un sobrino suyo para ser secreto galán de palacio sirviendo á doña Isabel de la Cueva, dama en-
tonces de la Emperatriz, y esposa después del conde de Santi-Estéban, Carlos V lo envió á una
isla que forma el Danubio para que llorase en ella sus errores ( 1
).
Levantado el destierro, desempeñó con la honra que de él debia esperarse una empresa que
le confió el Emperador. Cierta señora, napolitana se veia afligida porque uno de sus parientes,
deseoso de usurparle sus estados, se entraba en ellos con las fuerzas bastantes á oprimirlos.
Garcilaso, con poderes de Carlos V, puso á raya la soberbia de este caballero, dejando en
quieta posesión de sus tierras a la señora que con legítimo derecho las habia heredado. En vez
de tomar la vuelta de Ñapóles, se dirigió á Roma, donde el Emperador ya se encontraba. En el
camino, yendo solo en compañía de un su escudero, fué asaltado cerca de Veletri por unos fora-
gidos que en las selvas tenían albergue. Defendióse Garcilaso cual cumplia á su valor, ahu-
yentando a los malhechores, después de castigarlos ó con la muerte ó con heridas peligrosas, y
libertando a su escudero, á quien dejaron desnudo y colgado de un árbol (2).
tantino Ponce de la Fuente. Es fama que Carlos V al sa- Cuando el Emperador, como he contado,
ber en Yuste ambas prisiones, dijo «Si Constantino es :
De Ñapóles partió, él estaba ausente,
hereje, será gran hereje.» Y hablando de fray Domingo de
Que con una dueña él le habia enviado
A le emendar un tuerto alegremente
Guzman, exclamó «A ese por bobo le pueden prender.»
:
(1) Creo que Ticknor, en su Historia de la literatura De que muy mal herido, en casadella
española, se engaña cuando afirma que los amores del Ocho ó diez dias pasó en curar sus llugat;
Mas siguiendo de Cario la querella,
,
(2) No sé si esta aventura es encarecimiento poético Que un caballo por otro, en tal andanza
de don Luis Zapata, autor del Cario famoso. Véanse algu- Muerto, y por una rota allí otra lanza
nas de las octavas en donde este suceso se describe: La cual dando á llevará su escudero,
Se metió en el camino él adelante,
Y contoré una cosa cu mis poesías En que hubo los albergues pasajero
Que acaeció á Garcilaso en estos días. Que suele haber uu caballero andante;
Xl i APUNTES BIOGRÁFICOS
En 1 536 fué la desdichada jornada de Provenza. Carlos V asistió en ella con su ejército, y en él
Garcilaso de la Vega como maestre de campo. Cerca déla villa de Frejus, al volverse los impe-
una torre defendida por cincuenta arcabuceros franceses según unos, ó
riales á Italia, hallaron
trece villanos según otros. Carlos mandó batirla. Abierta una brecha, Garcilaso, que se hallaba
sin casco, tomó el de un soldado, y embrazando la rodela , empezó á subir por una de las escalas
arrimadas á la torre, seguido así de don Antonio Portocarrero de la Vega, yerno que fué luego
suyo, como de un capitán de infantería española. Una gran piedra le hirió en la cabeza con la
rodela misma que llevaba, haciéndole descender al foso y arrastrando en su caida á los dos que
animosamente le seguian.
Carlos, indignado, mandó asaltar con mas vigor la torre, y á don Luis de la Cueva que, después
de ahorcar á los que la defendían, la arrasase para que permaneciese su memoria con la del cas-
tigo. Bien quisiera don Luis perdonar á todos menos á los dos ó tres mas culpados en la resis-
Unas veces sin cama , otras recuero Revuelve mas que una onza muy ligera,
Al lado, otras de cosas abundante ; Su reluciente espada desnudando
Tal vez mirando al norte y al sereno, Con la que á aquel y aqueste de manera
Teniendo sus caballos por el freno. Pasa , hiende y deshace golpeando,
Qu'ellos ya vian que no se les hacia
Dicho esto, despidióse cortesmente, Como pensado habían la montería.
Y prosiguió cada uno su camino, Ni le podia empecer mas esta gente,
Y la noche de aquel y el dia siguiente Que ya allegar á él nadie se osaba
A albergar á una pobre venta vino Que á la barba de Atlante alto y valiente
,
Su escudero, en quien no hay tanto denuedo; Vuelan brazos y manos por encima,
Caminando por sitio de tal suelo Y así la gente ruin vino á ruina,
Erizado llevaba y alto el pelo. Y con nueva virtud á golpes fieros
Pues un dia entre Velitre atravesando, Se libró destos lobos carniceros.
De las selvas propincuas y vecinas, Que las espaldas vueltas entre tanto
Conciertan como oís la montería. Llegó en salvo, con fama y sin carcoma,
Se juntan en un llano, y muy armados Donde el Emperador estaba en Roma.
Vienen á le buscar mas de trecientos,
Con tal desorden Bara ensañados, (1) Herrera, Tamayo de Vargas, Cienfuegos y Zapata.
Que beber casi se querían los vientos Este último describe así en su poema la muerte de Gar-
Su lanza echa en el ristre sin cuidados cilaso :
De ver venir á tantos tan hambrientos; Y así, con gran enojo luego manda
Parle firme en la silla el caballero, Que se combata aquel turrion roquero;
Y se aparta á mirarlu su escudero. Pusiéronle dos piezas, y á una banda
Como suele un cañón por la apretada Le hicieron en medio un agujero ;
Gente de un escuadrón entrar por medio, Estaba esto mirando á cada banda
A cuáUiende á cuál mal descalabrada
,
Mucho señor,, soldado y caballero,
La cabeza le deja sin remedio ; Y en una rueda de alta compañía
Pues Garcilaso allí, su lanza echada Garcilaso batir la torre' habia.
En el ristre, así entró de golpe en medio, Y burlándose, dijo: «Desdichado
Mató uno y tendió tres, y extrañamente Será el qu'en una empresa tan vil muera.»
Dejó de sí heridos mas de veinte. Lo oyó la hada el diablo el caso el hado
, , ,
ron lo hizo trasladar á Niza, donde, asistido de los médicos del Emperador y visitado del Empe-
rador mismo, Garcilaso no pudo vencer lo mortal de sus heridas. Antes de rendir el último
aliento aun pudo llorar con dulce voz sus desengaños en aquel soneto que empieza
En brazos del marqués de Lombay, y á los veinte y un dias después del golpe según unos, ó á
los diez y siete según otros, espiró, dejando en la mas grande aflicción á cuantos tuvieron la ven-
tura de conocerlo. Fué depositado su cadáver en Santo Domingo de Niza. Su esposa, doña Elena
deZuñiga, hallábase en Toledo, y no bien supo el triste fin de su amado consorte dispuso trasladar
sus cenizas á San Pedro Mártir de Toledo, donde estaba el sepulcro de los señores de Bátres.
En 1538 guardó una misma tumba los despojos de Garcilaso y del hijo que heredó con su nom-
bre su desdicha.
Fué Garcilaso amigo de muchos de los hombres mas ilustres de aquel siglo, tales como el cé-
lebre protestante español ( 1 ), de Hernando de Acuña, de Bembo,
Juan de Valdés de Transillo y
de Juan Boscan, cuyo gusto literario siguió enteramente. El embajador de Venecia, Andrea Na-
vagiero, habiendo conocido á Boscan, le indujo á escribir en lengua castellana sonetos y canciones
ala manera de Italia. Hízolo así este poeta ; pero sus composiciones en este género son ele tan poco
valor, que por sí solas jamás hubieran logrado dar una nueva forma á la poesía española. Sus en-
sayos no habrían tenido imitadores, como no los tuvo el marqués de Santillana y algunos que
antes de él modo. Garcilaso merece el título de fundador de la es-
escribieron trovas al itálico
Su nombre suele correr unido al de Boscan, mas no porque en
cuela artística de nuestra poesía.
merecimientos haya igualdad perfecta, sino por accidente. La viuda de Boscan, que halló entro
los papeles de su esposo algunos versos de Garcilaso, no quiso que se escondiesen en el olvido.
Por ser m3ese de campo de su gente, Otros, y á Toledo aun otros se fueron ;
dice de sí Garcilaso. Sus obras no parecen escritas entre el estruendo déla guerra. La paz de un
corazón todo entregado a las delicias del amor y del campo respiran todas sus poesías. Gar-
cilaso, según Marchena, es acaso el único de nuestros poetas clásicos que no baya cor ¡mosto
versos devotos. Los suyos se tienen por los mas suaves que existen en lengua española. La ita-
liana y la portuguesa, que tanto lo son para los versos, algo tienen que envidiar á la nuestra cuan-
do Garcilaso es quien la habla. Sus églogas igualan, si no exceden, en cultura á las de Virgilio.
Su canción á la flor de Gnido tiene todo el arrebato propio del entusiasmo que ha inspirado a los
mayores ingenios. Tal vez en alguna de sus églogas suele decaer de la sencillez poética del estilo,
alma de todas sus composiciones pero en lo mucho bueno que forma lo demás de la obra se
;
á su patria por el vano deseo de las conquistas, que tanto atormentaba á los soberanos de su
tiei po para destrucción de humanidad y para vergüenza de los que sustentaban la guerra
la
por extender su señorío. Al ver la sangre esparcida en los campos de I: alia, en los do Alema-
nia, en los de Francia y en los de África, donde militó bajo las banderas de Carlos V; al ver
estragar la tierra al hombre enemigo del hombre, al ver sacrificarse á la ambición de su prín-
cipe las vidas de los españoles, que ningún beneficio conseguían de que ciñese á sus sienes tran-
quilamente la corona del imperio, prorumpió en estas verídicas palabras:
El mérito de Garcilaso fué celebrado por Paulo Jovio, por Pedro Bembo, por Honorato Fa-
sitelo, por Laura Terracina , por Luis Tansillo, por el Marino, por el Cámoes y otros entre los
extraños. Conti tradujo en lengua italiana alguna de sus poesías, algunas en la francesa Mau-
ri , todas en la inglesa J. H. Wiffen, y en estos y otros idiomas algunos otros cuyos nombres
lio han llegado á mi noticia.
Francisco Sánchez, conocido por el Brócense, publicó en 1574 una edición de las obras de
Garcilaso con comentario, en el cual apenas se dejaba al poeta pensamiento propio; casi to-
dos aparecen tomados de autores griegos latinos ó italianos. Fernando de Herrera en 1580 pu-
,
blicó otra con mas extenso comentario, en competencia, según se cree, de la del Brócense, por
la emulación que habia entre las escuelas salmantina y sevillana. Uno y otro mas quisieron osten-
tar erudición propia que la verdadera honra del poeta, pues donde Garcilaso pone una frase sen-
cilla y sin estudio, allí los comentadores no ven un pensamiento original fácil de ocurrir á cual-
quiera, sino una imitación servilísima de algunos versos de Virgilio, que en nada se aseme-
jan (2). Don Pedro Fernandez de Velasco, condestable de Castilla, escribió un juguete llamado
~ .....
, . r, r. ^ r> No valen dos reales,
ano de 1544 las poesías de Boscan y Garcilaso en Bar- Yno las ] iar ó¡ s tales
celona. No conozc: esta edición sino la de Medina del
, Aunque os preciéis de aquello del Parnaso.
Campoenl51i,ladeVenecia, por Alonso de Ulloa, y otra E] mismo Lope repife esle pensamiento en La Dama
de Barcelona de 1554, ele. Lope docia en la novela Las loba.
fortunas de Diana que un dia cantaron los músicos de un (2) «Herrera solo hace ostentación de doctrina propria
señor grande unos versos , donde se hallaban estos en el poeta Sánchez de imitación ajena. Este afectó lo
;
DE GAPXILASO DE LA VEGA. xv
Elpreíe Jacopin, en defensa de Garcilaso contra Herrera, por los yerros en que este decia ha-
ber incurrido el cisne de Toledo. Este opúsculo para deprimir el mérito de Herrera á fin de
que resplandeciese Brócense, mas fué efecto de parcialidad que hijo de la justicia. Los dos
el del
comentarios, dignos de aprecio por la ciencia de sus autores, no cumplen con el verdadero obje-
to de ilustrar el texto de Garcilaso. Arbitro voluntario de esta cuestión se hizo Lope de Yega:
ni dio la palma al Brócense ni dio la palma a Herrera. «Deseo (dijo en La Dorotea) quien es-
que Macrobio y después Fulvio Ursino en los hurtos ho- Y es para mí la ley tan desigual,
nestos de Virgilio ; aquel lo que todo el vulgo de co- Que, aunque inocencia siempre en mí conoce,
mentadores de sus obras; ambos, por cierto, justa- Siempre yo pago el yerro ajeno y mió.
¿Qué culpa tengo yo del desvario
mente dignos de loa por ?u cuidado, como de menos
De mi lengua si estoy en tanto mal,
,
aplauso por su demasía. Si Herrera se persuadió que
Que el sufrimiento ya me desconoce?
Garcilaso no usó color retórico en sus versos de que
antes no hubiese consultado ó su memoria ó sus libros, Por esa misma causa no le he dado lugar en el texto.
su perfección. La naturaleza sola, que ayudada déla pestilenciales para el ánima, y debajo la suavidad y dul-
causa que los excitó, los representa, y el discurso, fa- zura del estilo tan alio en su modo está la s< rpiénte
, ,
den que merecía. Tan infeliz ejemplo no sirvió de aviso á otro escritor que en 1628 publicó un
poema con el título de Cristo nuestro Señor en la cruz , hallado en los versos de Garci-
LASO (1).
Las obras de Garcilaso lian servido constantemente de estudio á los mas graneles poetas que
han honrado las musas españolas, á los que han querido dirigirse á la inmortalidad por el ca-
mino del buen gusto literario. Fernando de Herrera fué admirador de Garcilaso; admirador de
Garcilaso, Miguel de Cervantes Saavedra; admirador de Garcilaso, don Luis de Góngora y Ar-
gote; admirador de Garcilaso, en fin, Lope Félix de Vega Carpió.
Cuando ardia en guerras el Parnaso español entre los poetas cultos y no cultos, el nombre
de Garcilaso iba inscrito en los pendones do uno y otro bando. Si por Garcilaso peleaba Lope
de Yega, también por Garcilaso peleaba el portentoso ingenio de don Luis de Góngora (2).
GUTIERRE DE CETINA.
Pocas noticias de la vida de este ilustre poeta han llegado hasta nosotros; pocas, pero las que
bastan para conocer su carácter. Patria fué de Gutierre de Cetina la ciudad de Sevilla, y alguno
de los primeros años del siglo xvi el de su nacimiento. Las armas y las letras movieron su afi-
ción, ya para buscar por las unas los laureles de Marte, ya para conseguir por las otras los
laureles de Apolo.
Asistió primeramente en las guerras de Italia, no sé si como capitán ó como soldado, ó si con
fortuna próspera ó con fortuna adversa. Hallóse con Carlos V en la jornada sobre Túnez contra
Barbaroja, y con Fernando de Austria en las campañas de Flándes contra franceses. Crédito
debió granjear en estas empresas; crédito que le alcanzó la amistad y protección del príncipe de
Ascoli á quien dedicó muchos de sus versos.
,
Amigo de Boscan, amigo de Garcilaso, amigo de don Diego Hurtado de Mendoza, amigo de
don Jerónimo de Urrea, siguió la escuela literaria imitadora de los italianos. Aficionadísimo á
las nobles y bellas artes, deseó ardientemente poseer un cuadro del Ticiano ; un cuadro que re-
presentase la primavera, ornada de todos sus floridos atavíos; un cuadro, en fin, que esperó
como merced de la bizarría de don Diego de Mendoza cuando este se hallaba de embajador por
Carlos V cerca de la señoría de Venecia.
Vandalio fué su nombre poético, Dorida el de su dama, quejas o glorias de amor el objeto
de sus poesías. Las ausencias de Dorida, dulcemente sentidas y mas dulcemente lloradas en las
margenes del Po ó del Eridano, y el recelo de que las del Bétis viesen a su hermosa ninfa ren-
dida á otro afecto , mucho inquietaban el ánimo vehementísimo del poeta. Así, su amigo don Je-
rónimo de Urrea le escribía :
(1) Llamábase este autor don Juan de Andosilla Lar- dez de Navarrete en uno de los tomos de la Colección
ramendi. de documentos inéditos para la historia de España, por
(2) Se lian tenido á la vista para ordenar estos apuntos los señores don Miguel Salva y don Pedro Sainz de Ba-
de la vida de Garcilaso lo que escribieron acerca de ella randa. Las buenas noticias que allí pone su docto autor,
Fernando de Herrera Luis Rriceño don Nicolás Anto-
, , como debidas á su diligencia, pueden leerse en la obra
nio, don Tomás Tamayo de Vargas, el cardenal don Al- citada.
varo Cienfuegos y otros autores. Modernamente se ha (5) Manuscrito de don José María de Álava,
publicado una vida escrita por don Eustaquio Fernán-
DE GUTIERRE DE CETINA. XV ii
Asi se lamentaba Cetjna, respondiendo á los acentos de su amigo :
Cuando la muerte arrebató en flor al príncipe de Ascoli , Cetina no vio desaparecer de sobre
lahaz de la tierra á su magnánimo y leal amigo sin manifestar á todos la pena que sus lágri-
mas á algunos habían revelado. La musa, que en diversas ocasiones cantó sus triunfos de amor y
sus glorias militares, depuso la corona de rosas
y jazmines enlazados con laureles, desciñó el
cabello, y con voz dolorida prorumpió en estos acentos :
(5) id id.
xvm APUNTES BIOGRÁFICOS
Mudar conviene el llanto en mayor llanto,
Y pasar de una grande á mayor pena.
Muerto es el que Iiacer solía serena
Tal fué el elogio funeral del malogrado príncipe de Ascoli tal el adiós de Cetina á la tumba ,
de su protector generoso, y tal el que dirigió á Italia. Las orillas del patrio Bétis, los recuerdos
de las sombrías alamedas donde admiró á su encantadora Dorida, donde vio nacer tras una y
otra primavera la de su juventud, que habían de consumir los soles de extrañas tierras, le ofre-
cían desde lejos esperanza de consuelo y de descanso.
Los objetos de su amor, los de su amistad, los bienes de fortuna, vanamente buscados en
el trabajoso ejercicio de la guerra, todos huyeron de él, ó para no volver ó para jamás labrar
su ventura. Estéril fué para Cetina Italia, estériles los campos donde Cartago estuvo, y estéril
como su terreno la Flándes toda. El desengaño le llevó á buscar la melancólica dicha que ofre-
cen los recuerdos de lejanas infelicidades para mitigar los tormentos de las que nos oprimen.
Extranjero en su patria, Sevilla no era la Sevilla de su juventud ; los recuerdos de sus amores
se trocaron en un duplicado dolor del mal presente. Méjico, donde asistía con cargo en el go-
bierno un hermano de Cetina, le ofreció con los atractivos del cariño fraternal la esperanza de
adquirir los bienes que hasta entonces la fortuna le habia negado obstinadamente. De Méjico
tornó de nuevo á su patria, para que el lugar de su cuna fuese el lugar de su sepulcro (2).
De sus poesías solamente vieron la luz pública en su siglo los cuatro sonetos que se leen en
las anotaciones de Herrera á las obras de Garcilaso (3). Sin embargo, los elogios del cantor de
Eliodora, los de Argote y los de Saavedra Fajardo bastaron para el crédito de Cetina.
Distínguense las obras de este esclarecido ingenio , antes por la agradable sencillez de sus for-
mas que por la vigorosa entonación ó por el brillante colorido. Sin ser Cetina desmayado é in-
culto, carece de la fogosidad y ternura del que cantó la flor de Gnido ;
pero sus poesías siem-
pre se leerán con aprecio mientras se hable la lengua española , así por el buen gusto que res-
piran , como por la delicadeza en la expresión de los afectos.
proprio original, que él dejó de su mano escrito. —Parle ,, Aparta ía ocasión que tu alma hiere
primera. Mira que el suspirar remedio es vano ;
Sedaño, en el Parnaso español, publicó solamente cinco No cures en cul P ar mas la fürluna ¡
Don Diego Hurtado de Mendoza es la gran figura histórica de la España del siglo de Carlos V.
La vida y el elogio que escribo de tan insigne autor á su tiempo verá la luz pública. En este
lugar solo me cumple Hurtado de Mendoza como poeta lírico.
decir de don Diego
Dos ingenios se pueden considerar en autor tan insigne uno el amigo deBoscan y Garcilaso,:
cultos. Sus coplas amorosas están llenas de delicados pensamientos y seguramente don Diego ,
aventaja á los que le precedieron en revestir de sencillas y elegantes formas los afectos del alma.
«¿Qué cosa aventaja á una redondilla de don Diego Hurtado de Mendoza?» exclamaba Lope
deYega,
CRISTÓBAL DE CASTILLEJO.
Carlos V, para perseguir los escritos que no estaban conformes con su manera de pensar en
asuntos, así religiosos como políticos, mandó á la universidad de Lovayna que formase un ca-
tálogo ó índice exacto de todos los libros heréticos y de aquellos que contuviesen doctrinas sos-
pechosas de herejía, á fin de saber cuáles deberían ser tenidos por dignos de prohibición y de
fuego. Desde entonces la inquisición de España adoptó el catálogo de la universidad ó hizo de él
muchas ediciones, aumentándolo de tiempo en tiempo.
Las obras de los mejores ingenios de la nación española se vieron prohibidas. Bartolomé de
Torres Naharro, eclesiástico que habia morado algunos años en Roma, imprimió en Italia, con
el título de Propaladla, una colección de sus sátiras y comedias. Sobre todas cayeron los anate-
mas de la Inquisición para afligir con ellos á cuantos se ocupasen en su lectura. Con la misma
libertad que Nicolás Machiavelo, el famoso secretario de la república florentina, escribió su come-
dia la Mandrágola en detestación y afrenta de los desórdenes que manchaban las costumbres de
los religiosos de su siglo, Torres Naharro esparció en sus obras dramáticas mil pensamientos
agudos para castigar con su sátira á los que , en vez de ser espejo de los seglares por la since-
ridad de vida, servían de escándalo á la virtud y de torpe ejemplo á los vicios.
Los ingenios españoles obedecian aquella secreta voz que á principios del siglo xvi hacia
despertar los entendimientos contra poder de los eclesiásticos y contra los yerros ó crímenes
el
que cometían ; aquella voz que en Francia animaba á Francisco Rabelais , á Clemente Marot y
á Buenaventura Desperiers, validos de la discreta princesa Margarita de Navarra, y en la flo-
rida Italia al docto Machiavelo y al rico en malicias y agudezas de decir Pedro Aretino.
Cristóbal de Castillejo, poeta muy semejante á este festivo hijo de las musas italianas, com-
puso en fáciles versos castellanos un Sermón de amores, donde incluía á los eclesiásticos de su
tiempo entre los llagados de la violenta pasión que sepultó á Safo en los abismos del mar de
Léucades , que postró á Hércules á los pies de Deyanira y que abrasó los muros de la soberbia
Boscan y Garcilaso, y en verdad que en este género pocos le aventajan. Como poeta lírico es
superior en la lahula de (¡alatea y en la anacreóntica del amor preso como satírico, en sus ;
«Quisiera remitir la descripción de este elogio de Herrera á quien le fuera igual en las fuer-
zas, conociendo de las mías ser poco suficientes, adonde se requerían las de Quintiliano y De-
móstenes, junto con la divinidad de Apolo ;
de que dan testimonio sus
obras en la una y felices
otra facultad, pues mereció por ellas ser llamado El Divino. Tuvo por patria esta noble ciudad,
fué de honrados padres, dotado de grande virtud , de hábito eclesiástico, y beneficiado de la i°~le-
sia parroquial de San Andrés, no tuvo orden sacro, pero con los frutos del beneficio se sustentó
toda su vida, sin apetecer mayor renta ; y aunque el cardenal don Rodrigo de Castro, arzobispo
de Sevilla, deseó tenello en su casa y acrecentalle en dignidad y hacienda, no pudieron el li-
cenciado Francisco Pacheco ni el racionero Pablo de Céspedes (íntimos amigos suyos) persua-
dille que le viese. Tuvo Fernando de Herrera, demás de los dos, otros muchos amigos: al
maestro Francisco de Medina, á Diego Jirón , á don Pedro Vélez de Guevara , al conde de Gél-
ves, don Alvaro de Portugal, al marqués de Tarifa, á los insignes predicadores fray Agustín Sa-
ludo y frayJuan de Espinosa, y otros muchos que parecen por sus escritos amólos tan fiel
y ;
desinteresadamente, que á los mas ricos y poderosos no solo no les pidió, pero ni recibió nada
dellos, aunque le ofrecieron cosas de mucho precio antes por esta causa se retiraba de comu-;
nicarlos. La profesión de sus estudios se compone de muchas partes, aunque muchas veces se
indignó contra el vulgo ^porque le llamaba El Poeta, no ignorando las prendas que para serlo
perfectamente se requieren; pero sabíala significación vulgar de este apellido ; y constándonos
su voluntad ,
parece conveniente darle la poesía por una parte, y no la mayor, como lo hiciéramos
con Tito Livio, si las obras filosóficas que escribió no se hubieran perdido, con la mayor parte de
Leyó Fernando de Herrera con particular atención todo lo que la antigüedad ro-
su historia.
mana y griega nos dejó en sus mas corregidos ejemplares, y de los autores posteriores lo mas ;
porque supo la lengua latina y griega con perfección, y las vulgares como los mas cortesanos
dellas ; tuvo lección particular de los santos, supo las matemáticas y la geografía, como parte
principal , con gran eminencia ; no fué menor
cuidado con que habló y trató nuestra lengua
el
castellana. Los versos que hizo fueron frutos de su juventud y porque del juicio de ellos habla- ,
H. xvi-i. b
n„ APUNTES BIOGRÁFICOS
ron doctos varones, digo solamente que no sé cuál de los poetas españoles se pueda con mas
razón leer como maestro, ni que así guarde sin descaecer la igualdad y alteza de estilo. Los amo-
rosos en alabanza de su Luz (aunque de su modestia y recato no se pudo saber), es cierto que los
dediGó á doña Leonor de Milán , condesa de Gélves, nobilísima y principal señora , como lo ma-
uifiesta la canción v del libro segundo, que yo saqué á luz año 1619, que comienza Esparce :
en estas flores; la cual, con aprobación del Conde, su marido, aceptó ser celebrada de tanto in-
genio.Fué Fernando de Herrera muy sujeto a corregir sus escritos cuando sus amigos, á quien
aunque fuese reprobando una obra entera, la cual rompía sin duelo. Fué
los leia, le advertían,
templado en comer y beber, no bebió vino; fué honestísimo en todas sus conversaciones y
amador del honor de sus prójimos nunca trató de vidas ajenas ni se halló donde se tratase de
;
ellas fué modesto y cortés con todos, pero enemigo de lisonjas, ni las admitió ni las dijo á na-
;
die (que le causó opinión de áspero y mal acondicionado) vivió sin hacer injuria a alguno y sin
;
dar mal ejemplo. Las obras que escribió son : las Anotaciones sobre Garcilaso; contra ellas salió
una apología (ajena dela candidez de su ánimo), á que respondió doctamente; escribió la Guerra
de Chipre y citoria de Lepanto, del señor don Juan de Austria ; Elogio de la vida y muerte
de Tomás Moro. Estos tres libros se estamparon, y un breve tratado de versos, que está conte-
nido enel que yo hice imprimir demás desto, hizo muchos romances, glosas y coplas castella-
;
nas, que pensaba manifestar; acabó un poema trágico de los Amores de Lausino y Corona,
compuso algunas ilustres églogas, escribió la Guerra de los gigantes, que intituló la Giganto-
maquia; tradujo en verso Rapto de Proserpina de Claudiano, y fué la mejor de su s
suelto el
obras deste género todo esto no solo no se imprimió, pero se perdió ó usurpó, con la Historia
;
general del mundo hasta la edad del emperador Carlos V, que particularmente trataba las ac-
ciones donde concurrieron las armas españolas, que escribieron con injuria ó envidíalos escri-
tores extranjeros la. cual mostró
;
acabada y escrita en limpio á algunos amigos suyos el
año 1590 ; en segunda vez la batalla naval, y preguntado por qué, respondió
ella repetía
que la impresa era una relación simple, y que esta otra era historia, dando á entender que tenia
las partes y calidades convenientes al fin, remitiéndome á sus obras, cesarán mis cortas alaban-
;
zas, y á las objeciones de los envidiosos de su gloria no parecerá demasía lo que habernos refe-
rido, viendo el sugeto presente no solo estimado, pero celebrado con encarecidas palabras en los
escritos de los mejores ingenios de España pues sus versos, que es lo menos (como referia Alonso
,
de Salinas), los ponia el Torcuato Tasso sobre su cabeza, admirando en ellos la grandeza de
nuestra lengua ; cuya elocuencia es propia de Fernando de Herrera, pues fué el primero que la
puso en tan alto estado, y por haberle seguido tantos y tan excelentes hombres, dijo con razón el
maestro Francisco de Medina en la carta al principio del comento de Garcilaso, que podrá Espa-
ña poner á Fernando de Herrera en competencia con los mas señalados poetas y historiadores
de las otras regiones de Europa; al cual, habiendo sido de sana y robusta salud, llevó el Señor
á mejor vida en esta ciudad á los sesenta y tres años de edad , el de 1597.»
Tal fué la relación de la vida de Fernando de Herrera que nos dejó escrita su amigo y admi-
rador el ilustre artista Francisco Pacheco.
Tuvo Herrera un gran talento poético y una erudición vastísima , tal vez mas de t
la que ne-
cesitaba para la composición de sus obras. Descoso de llevar adelante la empresa de conseguir
para su patria lo que Garcilaso habia tan felizmente comenzado, se dedicó á la perfección del
lenguaje poético, imitando en á los griegos y latinos como á los italianos. Algunas
mucho así
veces incurre en afectación, otras en oscuridad. Celebró en muchos de sus sonetos y en varias
de sus elegías á una dama con nombre de Luz, de Eliodora, de Lucero y de Lumbre, por lo
el
cual se cree que estaba enamorado de ella. La poca vehemencia con que están escritos estos ver-
sos revela que en poeta no habia la pasión que nos cuentan los que han tratado de su vida. No
el
creo que Herrera tuviese amor sensual, y aun estoy por decir que ni platónico. En sus versos
amatorios todo es arte ; todo arte, nada entusiasmo.
Arte tienen sus versos heroicos, arte sus canciones á la muerte del rey don Sebastian y á la
DE DON FRANCISCO DE MEDRANO. xxm
batalla de Lepanto, arte aquella poesía donde se leen estos versos, magníficos por la dicción
y por
el pensamiento filosófico que encierran :
Indudablemente algunas de las canciones y algunos de los sonetos y tal cual elegía de Her-
rera son y serán monumentos de grandilocuencia, modelos de sublime decir y espejo délos
ingenios que quieran presentar de un modo admirable los rasgos que la imaginación les inspire.
Desconfiado de todo lo que escribía, nunca bailaba Herrera la perfección en sus obras ; asi
compuso de nuevo la Historia de la batalla naval , así muchas de sus poesías. Sin embargo, Her-
rera sustentaba la opinión de que el no acertar era de cualquiera de los hombres (1 ).
Severo consigo mismo, severo fué también con los demás ; lo cual le atrajo odios, que despre-
ciaba conla moderación del sabio. Amigo de sus amigos y buen maestro de buenos discípulos, su
fama hubiera tal vez perecido ó quedado en la oscuridad si después de su muerte no hubieran Pa-
checo, Rioja, Duarte y otros salvado por medio de la imprenta aquellas obras que sus émulos
ocultaron ó destruyeron. De su poema La Gigantomaquia, que escribió en los primeros años de
su juventud, solo se conservan estos dos versos, famosos por su armonía imitativa :
Conti, Mauri, Henschel y otros han traducido al italiano, al francés y al alemán algunas de
las obras de Herrera.
lugar de su muerte. En 1617 vieron la luz pública sus obras en Palermo al fin de los libros De
los remedios de amor, imitación de Ovidio hecha por el Yenégas de Saavedra.
sevillano Pedro
Don Francisco üe Medrana fué el mejor de los imitadores de Horacio. Sin duda compite
igualmente con fray Luis de León en seguir las huellas del famoso lírico venusino; poeta filosó-
fico, lengua castellana, y siguiendo los ex-
dotado de excelente gusto literario, conocedor de la
celentes modelos de Horacio y otros ingenios latinos, sus odas y sus sonetos merecen el aprecio
de los que amen las glorias literarias de la nación española.
Para mí la verdadera poesía es la filosófica, porque se encamina
noble fin de enseñar y de
al
engrandecer al hombre. Por eso tengo en tan alta eslima las obras deMedrano. Muchas de sus
odas son imitaciones de Horacio, pero (i i rígidas á algunos de sus amigos. Así en la pluma de
Medrano se convierte Licinio Murena en don Antonio Rosel, Cayo Crispo Salustio, nieto del
Francisco Flores; Mecenas en Juan Antonio del Alcázar, Postumo en Fernando de Soria, Porn-
peyó Grosfo en el cardenal arzobispo de Sevilla, Niño de Guevara.
Entre las odas de Medrano hay una, que se intitula La profecía del Tajo, muy semejante á la
que León compuso con igual epígrafe. Uno y otro ingenio tomaron de la oda que
fray Luis de
Horacio escribió á Marco Antonio proponiéndole el ejemplo dePáris para separarlo de Cleopatra
la media luna, á
y de la guerra civil, el pensamiento de amenazar á Rodrigo con las huestes de
fin de desviarlo de los amorosos lazos de Florinda. Hay, sin embargo, una gran diferencia. La
j;
PABLO DE CÉSPEDES.
Fué natural de Córdoba racionero Pablo re Céspedes, hijo de Alonso y de doña Francisca
el
en que se
de Mora. Estuvo en su patria desde el año de 1538, en que nació, hasta el de 1556,
trasladó á Alcalá de llenares para estudiar las facultades mayores y las
lenguas orientales.
Estuvo dos veces en Roma, donde se perfeccionó en la pintura y arquitectura al lado de gran-
des maestros que Italia entonces tenia.
Fué procesado por de Vallaclolid en 1560 por haberse hallado entre los papeles
la inquisición
del arzobispo de Toledo, don Bartolomé de Carranza, una carta escrita por Céspedes en Ro r
fray
ma el año anterior, donde hablaba con gran libertad en contra del Santo Oficio y del inquisidor
general don Fernando de Váleles. Durante el proceso Céspedes permaneció en Roma, burlando la
saña de sus perseguidores. No consta cómo pudo amansarla. En setiembre de 1577, habiendo
poco antes, según parece, regresado á su patria, tomó posesión de
una prebenda en la catedral
por su saber y por sus virtudes.
de Córdoba, ciudad donde vivió y murió muy amado de todos
bien de per-
Dedicado á las letras y á la pintura, trató á los hombres mas doctos de su siglo,
por En diferentes ocasiones pasó á Sevilla á morar en compañía de
sona á persona, bien escrito.
Francisco Pacheco, cual lo tenia en tan alta estima, que para él era
su ilustre amigo el pintor el
memoria (1).
poema que compuso del todo ó que dejó á medio escribir, existen al-
Del Arte de la pintura,
gunos pasajes de gran valor literario, salvados del olvido por Pacheco. Las valientes octavas,
la
Miguel Ángel y la pintura del caballo, hacen de esta obra la mejor de las didácticas que hay en
lengua castellana. Nada tiene que envidiar Céspedes en el Arte de la pintura á Virgilio en las
Geórgicas. En estrecha amistad con Pacheco, Herrera, Medina y otros poetas de la escuela se-
villana, sus versos son hijos del ingenio y del buen gusto.
escultura.
bre el templo de Salomón ; De la comparación de la antigua y moderna pintura y
DE FRANCISCO PACIIKCO Y FRANCISCO DE RIOJA. x.w
FRANCISCO PACHECO.
Nació Francisco Pacheco el año de 1571 en la ciudad de Sevilla. Fué excelente pintor, pero
mas teórico que práctico. Compuso un Arte de la pintura, que vio la luz pública en 1649, y
¡además unos reparos contra memorial de don Francisco de Quevedo, sustentador del patro-
el
nato de Santiago en oposición de los que querían hacer compatrona de España á Santa Teresa.
Casó á su hija Juana con el célebre pintor y discípulo suyo don Diego Velazquez, y murió el año
de 1654. Francisco Pacheco, que dio ala pintura un arte, acompañó sus preceptos con sus obras.
En su casa vio la morisca Sevilla, madre de poetas pintores y de pintores poetas, academia de
ciencias, academia de artes. Rioja, el que inmortalizó en sus cantos las ruinas de Itálica; el sabio
maestro Medina, el grandilocuente Arguijo, prestaron los auxilios de sus ingenios poderosos á
Pacheco para vencer las dificultades del arte. Pacheco á Arguijo, al maestro Medina y al mismo
Francisco de Rioja prestó también los suyos para vencer los de las letras. No fué el último que
ornó con ñores salpicadas de sus lágrimas la tumba del ingenioso Montaban. Para enseñar á su
yerno Velazquez puso el cielo el pincel en sus manos ;
para cantar sus glorias no le negó la
pluma.
Al morir el cisne divino del divino Bétis, Céspedes cedió á Pacheco el lauro de eternizar el
semblante de su amigo, y en sonoros versos pintó á la reina del y amor la hermosura, después de
abandonar en su carro de oro los mares, surcando las auras de Andalucía por entre una niebla
trasparente y pura, y repitiendo en voz dolorida el nombre de Fernando de Herrera; deFernando
de Herrera, cuyas obras en vano el injurioso desden de sus contemporáneos pretendió entregar
al olvido. Pacheco las cubrió con manto de su inmortalidad, .dándolas á la estampa con la ima-
el
gen de su autor insigne, aquel que temió y osó, pero en quien pudo mas la osadía, para gloria
de las letras españolas.
Pacheco, en poco que de sus poesías ha llegado hasta nuestro siglo, se muestra ingenioso
lo
bien aparece con mas sencillez al manifestar los
y correcto imitador de Fernando de Herrera, si
pensamientos.
Sus dos epigramas son muy apreciables, y el asunto de uno de ellos ha quedado como pro-
verbio.
El licenciado don Francisco de Püoja, racionero ó canónigo en la iglesia de Sevilla, fué natu-
ral de esta misma ciudad, según se afirma. Estudió leyes, y en tal facultad tomó el grado de li-
cenciado. Sus graves estudios y su claro talento le granjearon la estimación de las personas doc-
Moraba en su patria cerca del convento de San Clemente el Real, en una casa cuyo hermoso
jardín fué visto y cantado por el célebre Lope de Yega Carpió.
Cuando el rey Felipe IV bajó á Andalucía, en el año de 1624, su valido el conde-duque de
Olivares, que antes habia tratado mucho á Rioja, bajo el pretexto de ocupaciones literarias (2),
(1) Sedaño describe así el semblante de Rioja : (2) Ortiz de Zúñiga, en sus Anales de Sevilla, escribe :
«El licenciado don Francisco de Rioja fué bien propor- « Don Francisco de Rioja, canónigo, inquisidor del
donado de cuerpo, la cabeza grande y prolongada, el tribunal santo de Sevilla y del Supremo, logró merecido
semblante modesto, apacible y meditador; el color valimiento con el conde-duque don Gaspar de Guzman,
blanco los ojos rasgados, penetrantes y vivos; las cejas
, á quien supo tratar mas verdades que lisonjas, y seguir-
grandes, eminentes y triangulares, y el cabello, bigote y le igual en ambas fortunas, con crédito siempre de varón
barba crespo, no muy poblado y bien puesto.» entero en intención y en dictámenes. No me consta de
xxvi APUNTES BIOGRÁFICOS
lo sacó de su retiro para llevarlo á la corte. En ella fué (según Sedaño) abogado consultor de
Felipe IV, bibliotecario del Rey y su cronista.
En la biblioteca formó un buen índice, loado por Lope (encubierto con el nombre de Bur-
guillos):
El índice que á su mimo
Traiga el libro sin congoja,
Fué cuiílado de Rioja
."Nuestro docto sevillano.
Obtuvo después la plaza de inquisidor de Sevilla, y mas larde la de la suprema y general In-
Sedaño cuenta que por haberle atribuido la corte ciertas sátiras decayó en el valimiento del
conde-duque de Olivares, y que padeció los rigores de una estrechísima prisión por espacio de
mucho tiempo. Ignoro los fundamentos de esta noticia (1).
Rioja, por encargo del Conde-Duque, escribió contra los catalanes, rebeldes a Felipe IV, el
papel llamado Aristarco ; Rio.ia permaneció á su lado en las prosperidades del valido del Rey ;
Rioja acompañó en un coche al Conde-Duque cuando este, perdida la gracia del Soberano, to-
mó el camino de Loeches con su confesor solamente.
Muerto su protector y amigo, Rioja, desengañado del mundo, retiróse á su patria hasta que
prólogo de las poesías de Fernando de Herrera, que andaban casi perdidas por no haber querido
darlas á luz correctamente su autor ilustre (2).
Escribió Rioja varias poesías de asuntos amatorios ó filosóficos. Las primeras se asemejan
tanto á las de Herrera, que pueden con ellas confundirse, pues unas y otras son iguales en los
defectos y en las bellezas. Las poesías filosóficas tienen gran mérito y están reconocidas por las
primeras de su género en España. La canción á las ruinas de Itálica, si bien imitación de la de
Rodrigo Caro al mismo asunto, es grandiosa en la entonación, grandiosa en los pensamientos.
La epístola moral á Fabio puede colocarse sin desventaja al lado de los mas perfectos modelos
de la poesía latina. ¡Lástima ciertamente que, quien tan sublimes preceptos de moralidad filosó-
cierto si fué natural de Sevilla. De ella le sacó la pers- grande fábrica del Sagrario Nuevo de la metrópoli de Se-
picacia del Conde ó su con lianza, con pretexto de ocupa- villa,por don Fernando de la Torre Farfau, Sevilla, 1663.)
ciones literarias, y su modestia se contentó con crecer García Coronel, en sus Cristales de Helicona, segunda
poco en las mayores.» parte, refiere así á una dama la academia que se hizo en
(1) En 1637 fué Rioja juez de un certamen , según re- un jardín del Prado de Madrid, en el soneto que sigue :
le parecerán de pié de hunco; solo quisiera ver qué asien- Luz poca, en muchas velas prevenida ;
tin de Figuei oa se le dio el primer premio y á Pedro Mén- Y con menos vergüenza que primores.
dez el segundo, porque los mas pies quebrados fueron de A cuatro solamente reducidos
cinco sílabas, habiendo de ser de cuatro. Diérasele el pri- Los poetas por un pedante lego,
En su mesma ignorancia disculpado.
mero si se ajustara al ritmo. Pues vamonos hacia los jue-
Muchos versos, y pocos aprendidos
ces, que no lo entenderán fuéronlo no menos que el prín-
;
Torpe rumor, llorar cantando un ciego,
cipe de Esquiladle, el señor Luis Méndez de Haro, el Fué la academia, oh Lisida, del Prado.
conde de la Monclova, don Francisco de Calalayud, don
Antonio de Mendoza, Francisco de Rioja y don Gaspar (2) Según Rodrigo Caro, dijo un satírico de aquel
BoDifaz. Presidió Luis Vélez de Guevara fué secretario ,
tiempo :
Alonso de Batres, y fiscal don Francisco de liojas.» Esto hace que valga tan de balde
{Templa panegírico al certamen poético que celebró la El millar de las rimas y Mínelos,
hermandad del Santísimo Sacramento, estrenando la Que el divino Herrera escribe en balde.
DE DON JUAN DE ARGHJO. mil
fica nos dio en estas obras y en sus excelentes silvas, fuese consultor, y aun mas quo ronsultor,
amigo estrecho del conde-duque de Olivares 1 Al leer las máximas de Mioja no puedo menos de
recordar las de Séneca y sentir que la sabiduría se haya asociado alguna vez á los Nerones y á
los condes de Olivares (1).
la misma ciudad don Gaspar y de doña Petronila Manuel, ambos de claro linaje. Aprendió hu-
manidades y dedicóse a la poesía y á la música. Tomó por nombre poético el de Arcicio. No
ocupó en Sevillael cargo de veinticuatro, después de la muerte de su padre, en su vacante mis-
ma, sino en la que dejó por renuncia un Lope Zapata. El 7 de abril de 1590 tomó posesión de
su cargo Don Juan de Argüijo. Su celo y honradez le atrajeron el respeto del cabildo ;
por eso
las principales comisiones le fueron siempre confiadas. En 1600 examinó con Cristóbal Nuñez el
poema que de la conquista de la Bética compuso y dedicó á la ciudad de Sevilla el famoso inge-
nio Juan de la Cueva. Antes de esto fué nombrado procurador en Cortes para las convocadas
por Felipe III en 1598, si bien dos veinticuatros se opusieron á la manera con que la elección
habia sido hecha.
Argüijo renunció el cargo de procurador, no en alguno de los que lo contradijeron ni por
los que lo contradijeron, sino en don Juan de Zúñiga, y desempeñó durante la estancia de este
en la corte la administración que este misino tenia de los almojarifazgos. Amante de las letras,
fué Argüijo uno de los protectores mas incansables que tuvieron estas.Lope de Vega se confiesa
agradecido á la protección de Argüijo , según se colige de las dedicatorias de La hermosura de
Angélica, La Dragontea y las Rimas.
En 1595, cuando pasó por Sevilla la marquesa de Denia, esposa del duque de Lerma, valido
del rey Felipe III, gastó Argüijo en su obsequio la cantidad de cuatro mil ducados.
Tales fueron los dones y las limosnas de Argüijo, que llegaron á disminuir sus rentas, de mo-
do que, mas que con las suyas propias, tuvo que mantenerse en los últimos dias de su vida con
las de su consorte.
Argüijo escribió una relación de las fiestas de toros y cañas con que en 1617 se celebró en
Sevilla la pureza de María. Ortiz de Zúñiga, en los Anales de esta ciudad, copia un largo pasaje
de descripción tan curiosa.
También escribió cartas de gran valor literario. Lope habla de ellas en su comedia La Da-
ma boba.
En 1622 renunció el oficio de veinticuatro, y desde esta fecha ningunas noticias mas se sa-
ben de este ingenio.
Argüijo fué excelente poeta; correcto, ingenioso y noble en los pensamientos. Pocas obras
se conservan suyas la mayor parte sonetos, en los cuales aventaja á los de Lope á los de Que-
; ,
vedo y á los de los Argensolas. Una grandilocuencia notabilísima, unos pensamientos vigorosos
y una moralidad filosófica son los caracteres de los sonetos de Argüijo. Tal vez suele imitar á
algunos epigramas latinos ó griegos ;
pero nunca la imitación deja de ser superior al original.
Aun serian mas apreciables y apreciados los sonetos de Argüijo por la generación presente si no
hubiera buscado el poeta casi todos sus asuntos en las historias griega y romana y en la mitolo-
(1) Escribió Rioja el Aristarco, ó censura de la procla- tura de Pacheco).— Avisos á predicadores. — Se atribuye
macion católica de los catalanes.— YA Ildefonso, ó (rutado falsísimamente á Rioja un papel satírico en verso con
de la purísima concepción de nuestra Señora. Carla — el título de La cueva de Meliso.
sobre el titulo de la Cruz ( léese al fin del Arte de pin-
xxvni APUNTES BIOGRÁFICOS
gía. Muchos había en la Europa de su siglo y del anterior muchos donde el filósofo hubiera po- ,
dido enseñar con mas fruto mas Arguijo, como todos los sabios de su tiempo, estudiaba solo
;
en los autores de la antigua (¡recia y de la antigua Roma. Los nombres griegos y romanos so-
naban mejor á sus oidos que los de sus contemporáneos ó mas inmediatos antecesores.
Unos autores dicen que estuvo casado con doña Luisa Fajardo , hija de un veinticuatro de Se-
villa ; otros afirman que su esposa se llamaba doña María de Aguilera, hija del mariscal de
pincel del gran Pacheco. Alcázar escribió á esta obra unos versos que dicen :
Murió Alcázar en 1606, el dia 16 de enero, á los setenta y seis años de edad.
Estudió con gran aprovechamiento los epigramas de Marcial y la lengua española. Sus versos
son puros, dulces y elegantes; su ingenio para los chistes sazonadísimo, y tal la sencillez de su
manera de expresar los pensamientos, que parecen trasladados al papel del mismo modo que se
han concebido, sin que el arte se haya usado por el poeta.
Fué muy dado Alcázar á copiarse. Así se ve, por ejemplo, que su famosa poesía La Cena tie-
epigrama inédito
De Carmoua el eco es mona ,
Y así, acuerdo prclendello,
De Guadalajara, jara, Pues tengo andado ya en ello
Y de Barcelona, lona : Hasta llegar á bellaco;
Entre las muchas finezas de amigo que tributó al pintor y poeta Francisco Paoheco, deben
contarse las redondillas siguientes :
La última composición que escribió Alcázar fué una intitulada Tribco. Dedicóla á su amigo
Pacheco, pidiéndole su parecer acerca de los medios que proponía para vivir ajeno de la malicia
(I) Asi de Baltasar del Alcázar como de Salinas y otros he adquirido poesías inéditas, impreso ya el texto. Al fin
del segundo lomo de esta colección irán como apéndice.
xxx APUNTES BIOGRÁFICOS
convirtió en conceptista, y en todos demostró un gran ingenio, sazonado en las burlas, y de gran
delicadeza en la expresión de afectos amorosos.
Ni aun a sus amigos dejaba de castigar con sus donaires. En la justa poética que celebró Se-
villa á san Juan de Dios puso un jeroglífico don Diego Jiménez Enciso, caballero de Santiago,
alcaide del Alcázar de Sevilla , y autor de Los 3Iédicis de Florencia y el principe don Carlos,
comedias que entre las suyas le han granjeado algún crédito. Al pié del jeroglífico se leia esta
quintilla:
En sí son olas del mundo
Las glorias con que ofrecéis
A Juau con mayor profundo;
En ciso, no lo dudéis,
Ciento por uno tendréis.
PEDRO DE QEIftOS.
El padre Pt;Dno de Qumós fué natural de Sevilla y perteneció á la orden de los clérigos meno-
res. Se ignora el año de su nacimiento, así como el de su muerte, si bien por conjeturas se cree
que este último debió ser el de 1670. Pasó parte de su vida en la villa de Umbrete. Cuando mu-
rió Felipe IV se hallaba de prepósito en el colegio de San Carlos en Salamanca (3), donde pu-
blicó una obra sobre las honras que aquella universidad habia hecho á la memoria del Monar-
ca (1666).
Escribió varios libros históricos y teológicos, de que apenas se conserva memoria, así como
(1) Yo tenia copia cíe la partida de defunción del doctor publicó la relación, que intituló Parentación real, de las
Salinas ; pero la lie perdido. Esta cita es de memoria. honras que al la universidad de
rey don Felipe IV hizo
(2) En el Romancero de Duran hay algunas obras de Salamanca, en que se hallaba prepósito de su colegio de
Salinas , las cuales no se repiten en este lomo. San Carlos. Otras grandes obras en teología , escritura y
(3) de Zúniga en sus Anales de Sevilla dice
Ortiz, , , : historia dejó sin perfección su muerte.»
« El padre Pedro be Qumós, de los clérigos menores,
DE DON LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE. ira
de una comedia que se intitula La Remediadora, si bien pudo esta ser obra de un don Francisco
Bernardo de Quirós, poeta sevillano y autor de otras obras dramáticas, entre ellas La batalla
del Tagarete.
Las líricas de Pedro de Quirós son bastante apreciables, no solo por el vivaz ingenio con que
están escritas, propio de los poetas andaluces, sino también porque, á vueltas de alguno que otro
resabio de mal gusto, se muestra el autor digno discípulo de los Herreras, Arguijos y Rio-
jas(l).
de Madrid y algunas ciudades. Su madre fué doña Leonor de Góngora. Como se ve, don Luis
dio la preferencia al apellido materno, naciéndose llamar Góngora primeramente.
Dicen que nació en la misma calle en que respiró el aura primera de la vida el famoso Mar-
cial (3).De quince años pasó á estudiar en Salamanca el derecho, al propio tiempo que las ma-
temáticas, la música y la esgrima. Su carácter inquieto y su edad juvenil, empleada en amo-
res, le acarrearon una pendencia con don Rodrigo de Vargas y don Pedro de Hoces, señor de
la Albaida, teniendo por padrino á su primo don Pedro de Ángulo, el cual recibió gravísimas
poemas escritos en la nueva lengua. Se escribieron apologías, impugnaciones y sátiras (2). Gón-
gora agradeció las primeras, hizo responder á las segundas, y se encargó de castigar á los auto-
res de las terceras. En esto último no sé si obró con prudencia; pero, como en la sátira se creia
invencible, sin duda imaginó que no era bien que se ejercitasen en su contra armas en las cua-
les ninguno podia fácilmente aventajarle.
Góngora y sus discípulos enriquecieron la lengua española con muchos modos de decir, á cuál
mas elegante (3) también hicieron los últimos el grave mal de corromper el idioma hasta el
;
aun no estuvo inmune del culteranismo en ciertas ocasiones el que mas puro se mantuvo hasta
la muerte en oposición de la escuela de Góngora el gran Lope de Vega. De Góngora puede de- :
cirse con razón que fué como el Cid , que ganó batallas después de muerto.
¥A mayor de sus enemigos fué Lope, no obstante que este aparece como su admirador en mu-
chas de sus obras : ardid que el gran poeta dramático solia ejercitar con los que no quería bien.
Aficionado á Cervantes aparece Lope, y Lope en algunos de sus escritos revela el poco aprecio ó
afecto con que miraba al autor de Don Quijote, con perdón sea dicho de Clemencia y otros que
no han notado que Lope reprobaba la idea del libro que tanta fama ha dado al ilustre Cervantes.
Aficionado aparece también de Góngora Lope ;
pero Lope en lo oculto y aun en lo público reve-
laba siempre la enemistad de que se hallaba poseído.
Muchos de los elogios que da Lope á los poetas en el Laurel de Apolo, mas son irónicos que
verdaderos. Por eso, en respuesta al lema que puso en 1630 á este libro, Summa felicitas invidere
nemini, Pellicer escribió en la portada de las lecciones á Góngora el mismo año, Summa infe-
licilas invideri a nemirte.
La guerra de sátiras se hizo violentísima. Véase esta quintilla de Góngora contra Lope
(1) Gente ciega, vulgar y que profana (3) Calderón refiere que un barbero se equivocó al sa-
Lo que llamó Ratón culteranismo. car una muela, porbaberle dicho un culto que la dañada
Lope de Vega). (
cra ] a penúltima.
(2) Apologistas de Góngora fueron el conde de Villa- ...
Moreto
.
,,
. .
.. „ . „.. , ~ , . , .
cuenta entre las voces cultas
mediana , don Francisco de Córdoba abad de Rute, don ,
Libidinosa, crédula y obtusa.
José Antonio de Salas , el maestro don Francisco del \ i- , , . ,.
Penúltima, libidinosa, crédula y obtusa voces son
llar, Martin Vázquez Ciruela , don Juan Andrés Uzlarroz,
" sa,las ho y s,n
( ue el ue las P rofiera ° escnba Iiase lJor
(
don Martin de Ángulo y Pulgar, etc. ' l
'
.-
codlce X'
o-,
DE DON LUIS DE GONGORA Y ARGOTE. xxxm
soneto siguiente
Góncora escribió contra los parciales de Lope el :
No le dejéis en el
rocín alado
Con los Pastores de Belén Burguillos (3)
Vuelva á su oficio y al
Y con la Filomena un idiota.
En el teatro sáquele los reznos.
Vinorres, Tílis do la Dragonlea,
No tabique mas torres sobre arena
Candil, farol de la estampada fióla
Si no es que ya segunda vez casado,
,
De las comedias, siguen su caudillo.
Nos convierta los torres en torreznos.
(3) Tomé Burguillos fué el nombre con que Lope com- Hoy hacen amistad nueva,
varias poesías festivas, y con ellas la Ga- Mas por Baco que por Febo,
puso y publicó Don Francisco de Que-bebo
tumnquia. Su amigo Salcedo Coronel declara de
un mo-
Y el grande Lope de beba.
el ver-
do indudable en los Cristales de Helicona ser Lope
xxxiv APUNTES BIOGRÁFICOS
MOTEJA DE BEBEDOR Á LOPE V QUE COMUMCABA CON UNA DAMA
IX AMADA MARTA.
Góngora no consintió que viesen la luz pública sus obras durante su vida. Después de su,
muerte recogiólas de manuscritos, mezcladas con las de otros autores, don Jerónimo de Hoces
(Madrid, 1639). En Sevilla, Bruselas, Lisboa, Zaragoza y otras partes se repitió la edición
primera, mas ó menos aumentada, mas ó menos corrompida.
Don José de Pellicer el Polifemó y el Panegírico del duque de Lerma,
comentó las Soledades,
á mas del romance de Píramo y Tisbe; García de Salcedo Coronel Las obras de versos largos ,
don Francisco de Amaya, la soledad primera; el licenciado Pedro de Ribas, la primera y la se-
gunda; don Cristóbal de Salazar Mardones, el romance de Píramo // Tisbe.
Góngora, en mi opinión, ha sido muy mal juzgado por los críticos. Tenia mas vehemencia y
estro poético que Fernando de Herrera, si bien era menos erudito. Indudablemente es el prime-
ro de los poetas españoles. Ninguno, cuando Góngora va por el camino del buen gusto, le aven-
taja en ingenio ;
ninguno, aun en las obras en que parece abandonado de la razón , tiene rasgos
mas sublimes y mas brillante colorido poético. En el Poiifemo y las Soledades, poemas que
han sido execrados mas por el nombre y el odio antiguo que por la lectura juiciosa y desapasio-
nada, se hallan pasajes que honrarían á los poetas mas famosos de cualquiera de los siglos, de
cualquiera de las naciones.
Dejo aparte el grandioso pensamiento, digno de competir con el de Lucrecio y Estacio : Pri-
mus in orbe déos fecit limor.
Mudo mil veces yo, la deidad niego,
No el esplendor á tu materia dura;
ídolos á los troncos la escultura,
Dioses hace á los ídolos el ruego.
(1) De los versos de Góngora contra Quevedo nada digo. El erudito señor Guerra y Orbe ya los tiene ofrecidos para
uno de los tomos de la Biblioteca.*
DE DON LUÍS DE CONGORA Y ARCÓTE. xxxv
Dejo igualmente otros que se hallan en sus sonetos. ¿Con qué es comparable la pintura de
aquella
Infame turba de nocturnas aves,
Gimiendo tristes y volando graves?
Así describe el poeta á Calatea, enamorada de Acis aun antes de haberlo conocido :
iguales
En número á mis bienes son mis males.
Sentado, á la alta palma no perdona
Su dulce fruto mi robusta mano ;
¡Olí bienaventurado
Albergue á cualquier hora !
No en tí la ambición mora.
Retamas sobre robre
Tu fábrica son pobre,
Do guarda, en vez de acero,
La ignorancia al cabrero
Mas que el silbo al ganado.
Y lúbrica no tanto,
Culebra se desliza tortuosa
Por un pendiente escollo.
Como poeta satírico aventaja á todos en sus romances y letrillas; no pueden ser mas lindas
sus maliciosas ingeniosidades, ni mas puro su estilo, ni mas la sencillez elegante de sus versos,
En sus romances, bien sean pastoriles , bien caballerescos, bien moriscos, está llevada á la per-
fección el estudio de las cadencias. Muchos de los buenos que hay en lengua española no tie-
nen tan hermosa armonía como los de Góngora ; los de Góngora , verdadera piedra de toque para
conocer hasta el punto a que puedellegar la grandilocuencia.
Góngora, si en todas sus obras se hubiera dejado llevar mas del ingenio que del estudio, se-
ria reputado como el mas perfecto modelo de los poetas españoles. Aun algunas de sus mas ex-
celentes composiciones no se hallan inmunes de afectaciones y oscuridades.
Jusepe Martínez comparaba al Quevedo, autor de los Sueños, con el artista Jerónimo Bosco,
y Jovellanos a Lope de Vega con Lúeas Jordán, que con su facilidad pervirtió el arte. Góngora,
que lloró en tenebrosos versos la muerte del pintor Dominico Greco , merece el nombre del Greco
de la poesía.
POESÍAS
DE
GARCILASO DE LA VEGA.
JUICIOS CRÍTICOS,
DE FERNANDO DE HERRERA.
(En la vida de Garcilaso que precede á las anotaciones de la edición de Sevilla
por Alonso de la Barrera, año de ÍS80.)
Es de Garcilaso inafectado (como se dijo de Jenofon), ó por mas cierto, que ninguna
el estilo
afectación lo puede alcanzar. Habla con agudeza y perspicacia dispone con arte y juicio, con
,
grande copia y gravedad de palabras y concetos; que no podrá, aunque escriba cosas humildes,
inclinar su ánimo á oración humilde. Está lleno de lumbres y colores y ornato poético donde lo
piden el lugar y la materia... Los sentidos, ó son nuevos, ó si son comunes, los declara con cierto
modo proprio solo del, que los hace suyos, y parece que pone duda si ellos dan el ornato ó lo reci-
ben. Los versos no son revueltos ni forzados, mas llanos, abiertos y corrientes, que no hacen
dificultada la inteligencia sino es por historia ó fábula Es tanta la facilidad de la dicion, que
apenas parece que puede admitir números, y tanto el sonido de los números, que apenas pare-
ce puede admitir lenidad alguna etc. ,
En una anotación al soneto primero escribe el mismo autor : Garcilaso es dulce y grave (la cual
mezcla estima Tulio por muy difícil), y con la puridad de las voces resplandece en esta parte la
blandura de sus sentimientos, porque es muy afetuoso y suave; pero no iguala á sus canciones
y elegías que en ellas se excede de suerte, que con grandísima ventaja queda superior de sí mis-
,
mo, porque es todo elegante y puro y terso y generoso y dulcísimo, y admirable en mover los
afectos, y lo que mas se debe admirar en todos sus versos, cuantos han escrito en materia de
amor le son con gran desigualdad inferiores en la honestidad y templanza de los deseos porque ,
Ya en tiempos mas cultos escribió Garcilaso y con la fuerza de su ingenio y natural y la co-
,
municación con los extranjeros puso en un grado muy levantado la poesía. Fué príncipe de la
lírica y con dulzura gravedad y maravillosa pureza de voces descubrió los sentimientos del al-
, ,
ma y como estos son tan propios de las canciones y elogios por eso en ella se venció á sí mis-
; ,
y Encina en sus églogas, porque templa lo rústico con la pureza de voces propias, imitando á
Virgilio.
P. XVI. i
GARCILASO DE LA VEGA.
¿Qué hará el enemigo? De mi cantar pues yo te vi agradada (12),
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. Tanto, que no pudiera el mautuano
Por tí ei silencio de la selva umbrosa, Titiro ser de ti mas alabado.
Por tí la esquividad y apartamiento No soy pues, bien mirado,
Del solitario monte me agradaba Tan disforme ni feo
Por tí la verde yerba, el fresco viento, Que aun agora me veo
El blanco lirio y colorada rosa En esta agua que corre clara y pura
Y dulce primavera deseaba. Y cierto no trocara mi figura
¡Ay, cuánto me engañaba! Con ese que de mí se está riendo (15);
Ay, cuan diferente era Trocara mi ventura.
Y cuan de otra manera Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Lo que en tu falso pecho se escondía! ¿ Cómo te vine en tanto menosprecio?
Bien claro con su voz me lo decia Cómo te fui tan presto aborrecible?
La siniestra corneja, repitiendo Cómo te faltó en mí el conocimiento?
La desventura mia. Si no tuvieras condición terrible,
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. Siempre fuera tenido de tí en precio,
¡Cuántas veces,"durmiendo en la floresta, Y no viera de tí este apartamiento (14).
Reputándolo yo por desvarío, ¿No sabes que sin cuento
Vi mi mal entre sueños, desdichado! Buscan en el estío
Soñaba que en el tiempo del eslío Mis ovejas el frió
Llevaba, por pasar allí la siesta, De de Cuenca, y el gobierno
la sierra
A beber en el Tajo mi ganado; Del abrigado Extremo en el invierno?
Y después de llegado, Mas qué vale el tener, si derritiendo
¡
Tamayo nos dice que Luis Tribaldos de Toledo creia evitar los neto escrito con versos del Camoes, de Ariosto, de Horacio, etc.
yerros que se advierten en esta estancia con decir : (25) Asi Sánchez y Azara ; Ulloa , Herrera y Tamayo ponen llo-
viendo por llorando.
Los cabellos que vian
Con gran desprecio el oro, (26) Desta manera suelto ya la rienda. —
Así Ulloa, Sánchez, Her-
Como á menor tesoro, rera y Tamayo. Azara siguió la enmienda propuesta por este.
¿Dó están? dó la columna que algún dia (27) El desigual dolor no sufre modo. Texto de Herrera.
Con presunción su gloria sostenía? (28) Tengo una parte aquí de tus cabellos.— Textos de Ulloa y
Aquesto todo, etc. Herrera,
GARCILASO DE LA VEGA.
Descójolos, y de un dolor tamaño
Enternecerme siento, que sobre ellos ÉGLOGA II.
Nunca mis ojos de llorar se hartan.
Sin que de allí se parlan, ALBANIO, SALICIO, CAMILO, NEMOROSO.
Con suspiros calientes,
Ma^ que la llama ardientes.
de consuno ALBANIO.
Los enjugo del llanto, y
Casi los paso y cuento uno á uno; En medio delinvierno está templada
Jamándolos/con un cordón los ato. El agua dulce desta clara fuente (1),
Tras esto el importuno Y en el verano mas que nieve helada.
Dolor me deja descansar un rato. Oh claras ondas, cómo veo presente,
¡
Dejas morir mi bien ante mis ojos? (32) Es el dolor que os cansa y enflaquece
Divina Elisa , pues agora el cielo ¡
Oh si pudiese un rato aquí adormirme! (2)
Con inmortales pies pisas y mides, Al que velando el bien nunca se ofrece,
Y su mudanza ves , estando quechi Quizá que el sueño le dará durmiendo
¿Por qué de mí te olvidas, y no pides Algún placer, que presto desparece (3).
Que se apresure el tiempo en que esle velo En tus manos ¡oh sueño! me encomiendo.
Rompa del cuerpo, y verme libre pueda,-
Y en la tercera rueda
Contigo mano á mano ¡Cuan bienaventurado (4)
Busquemos otro llano, Aquel puede llamarse
Busquemos otros montes y otros ríos Que con la dulce soledad se abraza
Otros valles floridos y sombríos Y vive descuidado,
Donde descanse y siempre pueda verte (55) Y lejos de empacharse
Ante los ojosmios, En lo que al alma impide y embaraza
Sin miedo y sobresalto de perderte? Nove la llena plaza,
Nunca pusieran fin al triste lloro Ni la soberbia puerta
Los pastores, ni fueran acabadas
Las canciones que solo el monte oia (1)Hoy tiene en Datres, antigua posesión de los señores desta
Si mirando las nubes coloradas casa, el nombre de Garcilaso, y como ilustre monumento de sus
Al trasmontar del sol bordadas de oro, escritos se venera. Don Tomás Tamayo de Vargas.
¡So vieran que era ya pasado el dia. Artieda, en su Artemidoro, dice : Y de ahí viene que siendo el
La sombra se veía articulo masculino, le propone á palabras femeninas, como son : el
Venir corriendo apriesa alma, el agua, según se ve en la égloga segunda.
Ya por la falda espesa
En medio del invierno está templada
Del altísimo monte, y recordando El agua dulce desta clara fuente,
Ambos como de sueño, y acabando Y en el verano mas que nieve helada.
El fugitivo sol, de luz escaso,
Lo que sin duda debió hacer por evitar el hiato ó quiebra que
1
Su ganado llevando.
Se fueron recogiendo paso á paso. hay siempre y cuando la palabra femenina comienza con vocal,
poique entonces precediendo el articulo el suena muy mejor al
(29) Onetanto aflige esta ánima mezquina.— Texto de Herrera. oido.
(30) El texto de Ulloa dice erradamente : (2) Así Ulloa.
Con cuyo son y acentos (3) Algún placer,que presto desfallece.— Texto de Herrera.
Y los airados vientos (4) Imitación de la sabida oda de Horacio: Beatus Ule quiprocul
Pudieron amansar, etc. 'negó tus.
El de la edición de Anvers se asemeja al que sigo. Solo en vez Este principio de Garciuso ha sido también muy imitado. Lope
de pudieras dice pudieron. en una canción entra diciendo :
(31) Sigo el texto de Herrera, Ulloa y Tamr.yo. Azara pone :
¡Cuan bienaventurado
Era. seguir su oficio persiguiendo. Aquel puede llamarse justamente!
(32) Dejas morir mi bien ante los ojos. — Textos de Herrera y En la comedia Los Tellos de Meneses hay una relación con este
Tamayo.
principio :
(35) Sigo de Herrera ; Tamayo, Azara y Marchena ponen:
el texto
Do descansar y siempre pueda verte. ¡Cuan bienaventurado
Ulloa : Puede llamarse el hombre!
Donde descansar y siempre pueda verte. Hay muchísimas mas imitaciones, que no es del caso enumerar.
ÉGLOGAS-
De los grandes señores, Yo estábate creyendo como loco.
Ni los aduladores ¡Oh cuitado de mí! Tú vas volando (9)
A quien la hambre del favor despierta Con prestas alas por la ebúrnea puerta;
No le será forzoso Yo quedóme tendido aquí llorando.
Rogar, fingir, temer y estar quejoso. ¿No basta el grave mal en que despierta
A la sombra holgando El alma vive, ó por mejor decillo,
De un alto pino ó robre, Está muriendo de una vida incierta?
O de alguna robusta y verde encina salício.
El ganado contando
De su manada pobre; Albanio, deja el llanto, que en oillo
Que por la verde selva se avecina Me aflijo.
Plata cendrada y fina,
albanio.
Oro luciente y puro,
Bajo y parece,
vil le ¿Quién presente está á mi duelo?
Y tanto lo aborrece. salício.
Que aun no piensa que dello está seguro;
Y como está en su seso Aquí está quien te ayudará á sentillo.
Rehuye la cerviz del grave peso. albanio.
Convida á dulce sueño
Aquel manso ruido ¿Aqui estás tú, Salício? Gran consuelo
Del agua que la clara fuente envía Me fuera en cualquier mal tucompañía;
Y las aves sin dueño Mas tengo en esto por contrario al cielo.
Con canto no aprendido salício.
Hinchen el aire de dulce armonía;
Háceles compañía, Parte de tu trabajo ya me había
Ala sombra volando, Contado Galafron, que fué presente
Y entre varios olores En aqueste lugar el mismo día;
Gustando tiernas flores Mas no supo decir del accidente
La solícita abeja susurrando La causa principal bien que pensaba
;
¿La blanca mano? bueno, ¿estás burlando? ftue el mal comunicando se mejora,
GARCILASODELAVEGA.
Por deudo y ejercicio á conformarme Apenas era suelto, cuando junto
Vine con ella en tal domestiqueza, Estaba con los otros y mezclado
Que della un punto no sabia apartarme. Secutando el efecto de su asunto.
Iba de un hora en otra la estrecheza A cuantos era el hilo enmarañado
Haciéndose mayor, acompañada Por alas ó por pies ó por cabeza
De un amor sano y lleno de pureza (11). Todos venían al suelo mal su grado.
¿Qué montaña dejó de ser pisada Andaban forcejando una gran pieza
De nuestros pies? Qué bosque ó selva umbrosa A su pesar y á mucho placer nuestro
No fué de nuestra caza fatigada? Que así de un mal ajeno bien se empieza.
Siempre con mano larga y abundosa Acuérdaseme agora que el siniestro
Con parte de la caza visitando Canto de la corneja y el agüero
El sacro altar de nuestra santa diosa. Para escaparse no le fué maestro.
La colmilluda testa ora llevando (12) Cuando una dellas, como es muy ligero,
Del puerco jabalí cerdoso y fiero, A nuestras manos viva nos venia,
Del peligro pasado razonando Era prisión de mas de un prisionero.
. Ora clavando del ciervo ligero La cual á un llano grande yo traia
En algún sacro pino los ganchosos A do muchas cornejas andar juntas
Cuernos, con puro corazón sincero O por el suelo ó por el aire via ;
Tornábamos contentos y gozosos Clavándola en la tierra por las puntas
Y al disponer de lo que nos quedaba, Extremas de las alas, sin rompellas.
Jamás me acuerdo de quedar quejosos. Seguíase lo que apenas tú barruntas.
Cualquiera caza á entrambos agradaba; Parecía que mirando á las estrellas,
Pero la de las simples avecillas Clavada boca arriba en aquel suelo
Menos trabajo y mas placer nos daba. Estaba contemplando el curso dellas (14).
En mostrando el aurora sus mejillas De allí nos alejábamos, y el cielo
De rosa, y sus cabellos de oro fino Rompia con gritos ella, y convocaba (15)
Humedeciendo ya las florecillas, De las cornejas el superno vuelo.
Nosotros, yendo fuera de camino, En un solo momento se ayuntaba
Buscábamos un valle, el mas secreto Una gran muchedumbre presurosa
Y de conversación menos vecino A socorrer la que en el suelo estaba.
Aquí con una red, de muy perfelo Cercábanla, y alguna, mas piadosa
Verde teñida, aquel valle atajábamos Del mal ajeno de la compañera
Muy sin rumor, con paso muy quieto. Que del suyo avisada, ó temerosa (16),
De dos árboles altos la colgábamos, Llegábase muy cerca, y la primera
Y habiéndonos un poco lejos ido, Que esto hacia, pagaba su inocencia
Hacia la red armada nos torna hamos, Con prisión ó con muerte lastimera.
Y por lo mas espeso y escondido Con tal fuerza la presa y tal violencia
Los árboles y matas sacudiendo Se engarrafaba de la que venia,
Turbábamos con ruido.
el valle Que no se despidiera sin licencia.
Zorzales, tordos, mirlas, que temiendo Ya puedes ver cuan gran placer seria
Delante de nosotros, espantados Ver, de una por soltarse y desasirse
Del peligro menor, iban huyendo, De otra por socorrerse, la porfía.
Daban en el mayor, desatinados, Al fin la fiera lucha al despartirse
Quedando en la sutil red engañosa Venia por nuestra mano, y la cuitada
Confusamente todos enredados. Del bien hecho empezaba á arrepentirse.
Y entonces era vellos una cosa ¿Qué me dirás si con la mano alzada
Extraña y agradable, dando gritos, Haciendo la nocturna centinela
Y con voz lamentándose quejosa. La grulla de nosotros fué engañada? (17)
Algunos dellos, que eran infinitos, No aprovechaba al ánsar la cautela (18),
Su libertad buscaban revolando; Ni ser siempre sagaz descubridora
Otros estaban miseros y aflitos. De nocturnos engaños con su vela.
Al fin las cuerdas de la red tirando Ni al blanco cisne que en las aguas mora
Llevabámosla juntos casi llena Por no morir como Faetón en fuego
La caza á cuestas y la red cargando (13). Del cual el triste caso canta y llora.
Cuando el húmido otoño ya refrena Y tú, perdiz cuitada, ¿piensas luego
Del seco estío el gran calor ardiente, Que en huyendo del techo estás segura?
Y va faltando sombra á Filomena, En el campo turbamos tu sosiego.
Con otra caza desta diferente, A ningún ave ó animal natura
Aunque tcmbien de vida ociosa y blanda Dotó de tanta astucia, que no fuese
Pasábamos el tiempo alegremente. Vencido al fin de nuestra astucia pura.
Entonces siempre, como sabes, anda por menudo de contarte hubiese
Si
De estorninos volando á cada parte De aquesta vida cada partecilla
Acá y allá la espesa y negra banda. Temo que antes del fin anocheciese.
Y cierto aquesto es cosa de contarte, Basta saber que aquesta tan sencilla
Como con los que andaban por el viento Y tan pura amistad, quiso mi hado
Usábamos también de astucia y arte. En diferente especie conyertilla :
Uno vivo primero de aquel cuento En un amor tan fuerte y tan sobrado,
Tomábamos , y en esto sin fatiga Y en un desasosiego no creíble,
Era cumplido luego nuestro intento; Tal, que no me conozco, de trocado.
Al pié del cual un hilo, untado en liga, El placer de miralla, con terrible
Alado, le soltábamos al punto Y fiero desear sentí mezclarse,
Que via volar aquella banda amiga. Que siempre me llevaba á lo imposible.
La pena de su ausencia vi mudarse,
(M) Ulloa escribe :
De un amor llano y lleno de pureza. (14) Asi ponen este terceto Ulloa, Herrera y Tamayo. Azara lo es-
cribe de este modo :
Nunca probó, ni el juego peligroso Para que debas tú por ella darme
De que tú estás quejoso yo confieso ,
Respuesta tan aceda y tan odiosa.
Que fuera bueno aqueso que hora haces (21); Ruégote que tu mal quieras contarme,
Mas si tú me deshaces con tus quejas, _ Porque del pueda tanto entristecerme,
¿Por qué agora me dejas como a extraño, Cuanto suelo del bien tuyo alegrarme.
Sin dar de aqueste daño fin al cuento? ALBANIO.
¿Piensas que tu tormento como nuevo
Escucho, y que no pruebo, por mi suerte, Pues va de ti no puedo defenderme,
Aquesta viva muerte en las entrañas? Yo tornaré á mi cuento cuando hayas
Si no con todas mañas ó experiencia (22) Prometido una gracia concederme ;
Esta grave dolencia se desecha, Y es, que en oyendo el fin, luego te vayas
Al menos aprovecha, yo te digo Y me dejes llorar mi desventura
Para que de un amigo que adolezca Entre estos pinos solo y estas hayas.
Otro se condolezca, que ha llegado SALICIO.
De bien acuchillado á ser maestro (25).
Así que, pues te muestro abiertamente Aunque pedir tú eso no es cordura,
Que no estoy inocente deslos males Yo seré dulce mas que sano amigo,
Que aun traigo las señales de las llagas, Y daré bien lugar á tu tristura.
No es bien qiie tú te hagas tan esquivo; ALBANIO.
Que mientras estás vivo, ser podria
Que por alguna via te avisase, Hora, Salicio, escucha lo que digo;
O contigo llorase; que no es malo Y vos, oh ninfas deste bosque umbroso,
Tener al pié del palo quien se duela (24) A do quiera que estéis, estad conmigo (2G).
Del mal, y sin cautela te aconseje. Ya te conté el estado tan dichoso
A do me puso amor, si en él yo firme
ALBANIO. Pudiera sostenerme con reposo;
Tú quieres queforceje y que contraste Mas, como de callar y de encubrirme
Con quien al fin no baste á derrocalle. De aquella por quien vivo me encendía
Amor quiere que calle; yo no puedo Llegué va casi al punto de morirme,
Mover el paso un dedo sin gran mengua. Mil veces ella preguntó qué había,
El tiene de mi lengua el movimiento ; Y me rogó que el mal le descubriese,
Asi que no me siento ser bastante. Que mi rostro y color le descubría.
Mas no acabó con cuanto me dijese,
SALICIO.
Que de mí á su pregunta otra respuesta
¿Qué pone delante que te impida
te Que un suspiro con lágrimas hubiese.
El descubrir tu vida al que librarte Aconteció que en una ardiente siesta,
Del mal alguna parte cierto espera? Viniendo de la caza fatigados,
En el mejor lugar desta fl resta
ALBANIO. Que es este donde estamos asentados,
quiere que muera sin reparo
Amor A la sombra de un árbol aflojamos
Y conociendo claro que bastaba Las cuerdas á los arcos trabajados.
Lo que yo descansaba en este llanto En aquel prado allí nos reclinamos,
Contigo, á que entre tanto me aliviase Y del céfiro fresco recogiendo
Y aquel tiempo probase á sostenerme El agradable espirtu respiramos.
,
Por mas presto perderme, como injusto, Las flores á los ojos ofreciendo
,
(2 ) 2Vo hay mejor cirujano que el bien acuchillado; proverbio an- que de este. .
(27) Tendido sin mudarme en este suelo. — Textos de Herrera y (29j Sigo á Herrera ; otros dicen :
Ulloa. Yo porné fin del todo á tus enojos.
(28) Tamayo dice «Este fué como presagio del oficio que hace-
: (30) Sigo á Herrera otros dicen :
;
mos ahora sus ciudadanos en su ilustración, y el que espero me- Yernas á arrepentiste y lastimarte.
jorarán las mas felices plumas de los cisnes del Tajo en todos (31) Sigo á Herrera otros ponen
; :
(~C, Dice Azara en una de sus notas : «Desbañar : Esta voz es No estoy como solia, que no puedo
tan extraña en castellano, que con dificultad se puede saber lo Moverme ya, de mal ejercitada.
'¡iic quiere decir. El maestro Sánchez no
la explica , y Herrera nos Suelta ,
que casi me has quebrado un dedo.
muele con una pesada digresión sobre el uso de las voces nue-
vas, sin decirnos lo que significa esta, sin duda porque no lo su-
|>o , pues quien amontonó tantas impertinencias no hubiera omi- ¿Estarás, si te suelto, sosegada
tido usía cosa tan esencial. El Diccionario de la lengua ni hace Mientras con razón clara yo te muestro
mención de ella. Tamayo de Vargas es el único que se aventura á Que fuistes sin razón de mí enojada?
interpretarla. Según él, desbañar quiere decir afligir, congojar,
ilc:lucidode las lenguas griega y latina, en que bañar se toma mu-
chas veces por aliviar, refocilar, quitar cuidados.» Eres tú de razones gran maestro.
A esto se puede añadir que en igual significación la tomó el poe- Suelta ,
que sí estaré.
ta que cita Tamayo, cuando escribió estos versos :
He guardado de tí por prenda cierta (37) A vos pido socorro desta fuerza.— Textos de Ilerreray Ta-
Este retrato, que humildemente adoro, mayo.
Que también como tú finge y engaña, Sigo el texto de Azara.
Y tanto se desbaña,
(38) Asi Herrera y Tamayo; Azara pone :
Pensando que me ayuda,
üue el color pierde y muda.. Que cortes mas que viento.
ÉGLOGAS. !~
Que no puedo sufrir que aquesta arena ¡Válame Dios O tú eres sordo ó mudo,
!
Pues que quieres tomar por mí esta pena, Algún ladrón malvado, injusto y crudo.
Derecho vé primero á aquellas hayas; Callar que callarás. ¿Hasme escuchado?
Que allí estuve yo echada una hora buena. ¡Oh santo Dios! Mi cuerpo mismo veo,
O yo tengo el sentido trastornado.
ALBANIO. ¡Oh cuerpo! Hete hallado, y no lo creo;
Tanto sin ti me hallo descontento.
Yo voy; mas entre tanto no te vayas.
Pon fin á tu destierro y mi deseo (43).
CAMILA.
Seguro vé, que antes verás mi muerte
Sospecho que el coatino pensamiento
Que tú me cobres ni á tus manos hayas.
Que tuvo de morir antes de agora,
Le representa aqueste apartamiento.
¡Ah , ninfa desleal ! Y ¿desa suerte SALICIO.
Se guarda el juramento que me diste?
¡Oh condición de vida dura y fuerte! Como que velando siempre llora,
del
Oh falso amor, de nuevo me hiciste Quedan durmiendo las especies llenas
Revivir con un poco de esperanza! Del dolor que en el alma triste mora.
Oh modo de matar penoso y triste!
Oh muerte llena de mortal tardanza!
Podré por tí llamar injusto el cielo Si no estás en cadenas, sal ya fuera
Injusta su medida y su balanza. A darme verdadera forma de hombre,
Recibe tú terreno y duro suelo
,
Que agora solo el nombre me ha quedado.
Este rebelde cuerpo que detiene Y si allá estás forzado en ese suelo (44),
Dímelo; que si al cielo que me oyere,
,
Mientras mirando estaba yo otra cosa? (43) Pon fin ya á tu destierro y mi deseo.— Texto de Herrera.
(44) Y si no estás forzado en ese suelo.— Id.
¿O si quedó por caso allí dormido?
Una figura de color de rosa (45) Negras no es consonante de culebras.
(46) Sigo á Herrera y Tamayo, si bien Azara pone con mas ele-
¡
Ay! paso, que me matas.
Estaba contemplando qué tormento
Es este apartamiento. A lo que pienso albanio".
No nos aparta inmenso mar airado, Aunque mueras...
No torres de fosado rodeadas
No montañas cerradas y sin via, nemoroso.
No ajena compañía, dulce y cara Ya aquello va de veras. Suelta, loco.
Un poco de agua clara nos detiene
Por ALBANIO.
ella que entramos (47)
no conviene lo
('•(ni ansia deseamos
porque al punto
: Déjame estar un poco, que ya acabo.
Que a u me acerco y junto, no te apartas;
Antes nunca te hartas de mirarme, NEMOROSO.
Suelta ya.
Y de si nif ¡carme en tu meneo
Que tienes gran deseo de juntarte ALBANIO.
Con esta media parte. Daca, hermano. ¿Qué te hago? (51)
Échame acá esa mano, y como buenos
Amigos á lo menos nos juntemos, NEMOROSO.
Y aquí nos abracemos. Áh ¿burlaste? ¿A mí? No, nada.
¿Así te me escapasteYo te digo
?
Que no es obra de amigo hacer eso. ALBANIO.
¿Quedo yo, don Travieso, remojado, Pues vete tu jornada, y nunca entiendas
Y tú estás enojado? ¡Cuan apriesa En aquestas contiendas.
Mueves ¿qué cosa es esa? tu figura!
¿Aun esa desventura me quedaba? SALICIO.
Va yo me consolaba en ver serena ¡Ah, furioso!
Tu imagen, y tan buena y amorosa. Afierra, Nemoroso, y tenle fuerte (52).
No hay bien ni alegre cosa ya que dure. Yo te daré la muerte, don Perdido.
Ténmele tú tendido mientras lo ato
NEMOROSO. ;
SALICIO.
¡Oh Dios! ¿por qué no pruebo á echarme dentro No.
Hasta llegar al centro de la fuente? ALBANIO.
¡Pues qué! ¿mataréisme?
SALICIO.
SALICIO.
¿Qué es esto, Albanio? Tente.
Sí.
ALBANIO.
¡ Oh manifiesto ¿Sin falta?
Ladrón! Mas ¿qué es aquesto? Y ¿es muy bueno Mira cuánto mas alia aquella sierra
Vestiros de lo ajeno, y ante el dueño, Está que la otra tierra.'
Como si fuese un leño sin sentido,
Venir muy revestido de mi carne? NEMOROSO.
Yo haré que descarne esa alma osada Bueno es esto.
Aquesta mano airada. Él olvidará presto la braveza.
SAUCIO. SALICIO.
Calla, escucha.
¿Yo?dejalle,
Si desenclavijalle yo acabase
ALBANIO.
La mano, á que escapase mi garganta (49). Negra fué aquella lucha que contigo
Hice, que tal castigo dan tus manos.
¿No éramos como hermanos de primero?
No tiene fuerza tanta solo puedes
;
i-iii) La mano y escapase mi garganta.— Dicen Tamayo y Azara. (51) llago no es consonante de cubo.
\¿<U; Debes no es consonante de puedes. 152) Atierra, Nemoroso, tenle fuerte.— Texto de Herrera.
ÉGLOGAS. 43
Cual sé conviene á tristes amadores.
ALBANIO. En un punto remueve la tristura
Paso, que duermo un poco. Convierte en odio aquel amor insano,
Y restituye el alma á su natura.
SALICIO. No te sabré decir, Salicio hermano,
¿Duermes cierto? La orden de mi cura y la manera;
Mas sé que me partí del libre y sano.
ALBANIO. Acuérdaseme bien que en la ribera
¿No me ves como un muerto? Pues ¿qué hago? De Tórmes le hallé solo cantando
Tan dulce, que una piedra enterneciera.
SALICIO. Como cerca me vido, adevinando
Este te dará el pago, si despiertas, La causa y la razón de mi venida,
En esas carnes muertas, te prometo. Suspenso un rato estuvo allí callando;
Y luego con voz ciara y expedida
Soltó la rienda al verso numeroso
Aunque extraña labor allí se vea, Que el perdido reposo al alma vuelve,
Cuanto por sus señores ensalzadas. Y lo que la revuelve y lleva á tierra
Allí se halla lo que se desea Del corazón destierra incontinente.
Virtud, linaje, haber y todo cuanto Con esto solamente que contaste
Bien de natura ó de fortuna sea. Así lo reputaste acá conmigo ,
Un hombre mora allí de ingenio tanto, Que sin otro testigo, á desealle
Que toda la ribera adonde él vino Ver presente y hablalle me levantas.
Nunca se harta de escuchar su canto.
Nacido fué en el campo placentino
Que con estrago y destruicion romana ¿Deslo poco te espantas tú, Salicio?
En el antiguo tiempo fué sanguino ; De mas te daré indicio manifiesto
Y en este, con la propia, la inhumana Si no te soy molesto y enojoso.
Furia infernal, por otro nombre guerra
Lo Uñe, lo arruina y lo profana (53).
Él, viendo aquesto, abandonó su tierra, ¿Qué es esto, Nemoroso. y qué cosa
Por ser mas del reposo compañero Puede ser tan sabrosa en otra parte
Que de la patria que el furor atierra. A mí, como escucharte? Ñola siento,
Llevóle á aquella parte el buen agüero Cuanto mas este cuento de Severo;
De aquella tierra de Alba tan nombrada Dímelo por entero, por tu vida
Que este es el nombre della, y del Severo (54). Pues no hay quien nos impida ni embarace.
A aqueste Febo no le escondió nada Nuestro ganado pace el viento espira
,
16
GARCILASO DE LA VEGA.
En medio del caminóse pararon El arena quemaba, el sol ardía,
Los vientos, y escucharon muy atentos La gente se caia medio muerta
La voz y los acentos, muy bastantes El solo con despierta vigilanza
A que los repunantes y contrarios Dañaba la tardanza floja, inerte,
Se hiciesen voluntarios y conformes. Y alababa la muerte gloriosa.
A aqueste el viejo Tórmes como á hijo Luego la polvorosa muchedumbre
Lo metió al escondrijo de su fuente, Gritando á su costumbre le cercaba;
De do va su corriente comenzada. Mas él, que se llegaba al fiero mozo, •
(83) Rota de los Gelves, en la cual pereció don García. Viste cómo presente de otra parte.
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ÉGLOGAS. 17
Que con ingenio diestro y vida honesta Mostraba claramente la pintura
Hiciese man fiesta al mundo y clara
i
Que acaso noche escura entonces era.
Aquella ánima rara que allí via. De la batalla fiera era testigo
Al niño recebia con respeto Marte, que al enemigo condenaba
L'n viejo, en cuyo aspeto se via junto Y mozo coronaba en el fin della
al
¿No basta el saber mió á que primero Y muerto le llamare con deseo.
Que naciese Severo, yo supiese Estaba el Himeneo allí pintado,
Que habia de ser quien diese la doctrina El diestro pié calzado en lazos de oro (72).
Al ánima divina deste mozo?» De vírgenes un coro está cantando,
El, lleno de alborozo y de alegría, Partidas alternando y respondiendo
Sus ojos mantenía de pintura. Y en un lecho poniendo una doncella,
Miraba otra (¡gura de un mancebo, Que quien atento aquella bien mirase,
El cual venia con Febo mano á mano, Y bien la cotejase en su sentido
Al modo cortesano. En su manera ,
Cou la que el mozo vido allá en la huerta,
Juzgáralo cualquiera, viendo el gesto Verá que la despierta y la dormida
Lleno de un sabio, honesto y dulce ateto , Por una es conocida de presente.
Por un hombre perfeto en la alta parte Mostraba juntamente ser señora
De la difícil arte cortesana Digna y merecedora de tal hombre.
Maestra de la humana y dulce vida. El almohada el nombre contenía,
Luego fué conocida de Severo El cual doña María Enriquez era.
La imagen por entero fácilmente Apenas tienen fuera á don Fernando,
Deste que allí presente era pintado. Ardiendo y deseando estar ya echado.
Vio que era el que habia dado á don Fernando, Al fin era dejado con su esposa
Su ánimo formando en luenga usanza, Dulce, pura, hermosa, sabia, honesta.
El trato, la crianza y gentileza En un pié estaba puesta la fortuna,
La dulzura y llaneza acomodada Nunca estable ni una que llamaba
,
(69) Asi Herrera ; otrosponen ternán. do significa buen agüero para que el casamiento dure, por.¡ue la
(70) Azara pone prometiendo. reina Dido, para desatar el casamiento de Eneas, tenia un pié des-
(71) El mismo dice: «Don Fernando riñó una noche en el puente calzo». .-,
P.XVI-I.
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13 GARCILASODELAVEGA.
Y coh pesada mano le locaba. Que el flamenco dijera que nacido
El luego comenzaba á demudarse, En Flándes habia sido y el osado ,
César con celo pío y con valiente Del gran sueño y se espantan, alegrando
Animo aquella gente'desprcciaba; El ánimo y alzando la esperanza.
La suya convocaba, y en un punto El rio sin tardanza parecia
Vieras un campo junio de naciones Que el agua disponía al gran viaje
Diversas y razones (7ü); mas de un celo Allanaba el pasaje y la corriente,
No ocupaba el suelo en lauto grado Para que fácilmente aquella armada
Con número sobrado y inlinito Que habia de ser guiada por su mano,
Como el campo maldito; mas mostraban En el remar liviano y dulce viese
Virlud, con que sobraban su contrario, Cuánto el Danubio fuese favorable.
Animo voluntario, industria y maña; Con presteza admirable vieras junto
(ion generosa saña y viva fuerza Un ejército á punto denodado;
Fernando los esfuerza y los recoge, Y después de embarcado, el remo lento,
Y á sueldo suyo coge muchos del los. El duro movimiento de los brazos,
De un arte usaba ende ellos admirable Los pocos embarazos de las ondas
Con el disciplinadle alemán fiero Llevaban por las ondas aguas presta
A su manera y fuero conversaba; El armada, molesta al gran tirano.
A lodo se aplicaba de manera, El artificio humano no hiciera
Pintura que exprimiera vivamente
(7" El texto do Herrera dice tu compaña.
El armada, la gente, el curso, el agua;
(7-ii El gran Turco.
(75) Otros leen opiniones en vez ilc razunct. (76) Asi Herrera ; otros leen penoso.
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ÉGLOGAS. n
Y apenas en la fragua (donde sudan Hasta que en fin aporlan con corona
Los cíclopes 5 mudan fatigados Ue lauro á Barcelona do cumplidos ,
Pensaba que delante no hallaran Con solo amor se encierra sin respeto
Hombres que se pararan á su furia. Y el amoroso afeto y celo ardiente
Los nuestros, tal injuria no sufriendo, Figurado y presente está en la cara;
liemos iban metiendo con tal gana. Y la consorte cara, presurosa,
Que iba de espuma cana el agua llena. De un tal placer dudosa , aunque lo via ,
El temor enajena al otro bando; El cuello le ceñía en nudo estrecho,
El sentido, volando de uno en uno, De aquellos brazos hecho delicados;
Entrábase importuno por la puerta De lágrimas preñados relumbraban
De la opinión incierta, y siendo dentro, Los ojos que sobraban al sol claro.
En el intimo centro allá del pecho Con su Fernando caro y señor pío
Les dejaba deshecho un hielo frió, La tierra, el campo, el rio, el monte, el llano,
El cual, como un gran rio en flujos gruesos, Alegres á una mano estaban todos,
Por médulas y huesos discurría. Mas con diversos modos lo decían.
Todo el campb se via conturbado Los muros parecían de otra altura
Y con arrebatado movimiento El campo en hermosura de otras flores
Solo del salvamento platicaban. Pintaba mil colores disconformes;
Luego se levantaban con desorden, Estaba el mismo Tórmes figurado,
Confusos y sin orden caminando, En torno rodeado de sus ninfas,
Atrás iban dejando con recelo, Vertiendo claras linfas con instancia,
Tendida por el suelo, su riqueza. En mayor abundancia que solía
Las tiendas, do pereza y do fornicio (77), Del monte se veía el verde seno
Con todo bruto vicio obrar solían, De ciervos todo lleno, corzos, gamos,
Sin ellas se partían. Así armadas, Que de los tiernos ramos van rumiando;
Eran desamparadas de sus dueños. El llano está mostrando su verdura,
A grandes y pequeños juntamente v Tendiendo su llanura así espaciosa
Era el temor presente por testigo Que á la vida curiosa nada empece
Y el áspero enemigo á las espaldas, Ni deja en qué tropiece el ojo vago.
Que les iba las faldas ya mordiendo. Bañados en un lago, no de olvido,
César estar teniendo allí se via Mas de un embebecido gozo, estaban
A Fernando, que ardia sin tardanza Cuantos consideraban la presencia
Por colorar su lanza en turca sangre. Deste, cuya excelencia el mundo canta,
Con animosa hambre y con denuedo (78) Cuyo valor quebranta al turco fiero.
Forceja con quien quedo estar le manda. Aquesto vio Severo por sus ojos,
Como lebrel de Irlanda generoso Y no fueron antojos ni ficciones;
Que el jabalí cerdoso y liero mira Si oyeras sus razones, yo te digo
Rebátase , sospira fuerza y riñe,
, Que como buen tesligo'lo creyeras.
Y apenas le constriñe el atadura, Contaba muy de veras que, mirando
Que el dueño con cordura mas aprieta Atento y contemplando las pinturas,
Así estaba perfeta y bien labrada Hallaba en las figuras tal destreza
La imagen figurada de Fernando, Que con mayor viveza no pudieran
Que quien allí mirándola estuviera. Estar si ser les dieran vivo y puro.
Que era desta manera bien juzgara (79). Lo que dellas escuro allí hallaba,
Resplandeciente y clara de su gloria Y el ojo no bastaba á recogello,
Pintada la Vitoria se mostraba El rio le daba dello gran noticia.
A César abrazaba y no parando,
,
— Este de la milicia , dijo el rio (81),
Los brazos á Fernando echaba al cuello. La cumbre y señorío tendrá solo (82)
El mostraba de aquello sentimiento, Del uno al otro polo y porque espantes ,
Por ser el vencimiento tan holgado. A todos cuantos cantes los famosos
Estaba figurado un carro extraño Hechos tan gloriosos, tan ilustres,
Con el despojo y daño de la gente Sabe que en cinco lustres de sus años
Rárbara, y juntamente allí pintados Hará tantos engaños á la muerte
Cautivos amarrados á las ruedas, Que con ánimo fuerce habrá pasado
Con hábitos y sedas variadas Por cuanto aquí pintado del has visto (83).
Lanzas rotas , celadas y banderas, Ya todo lo has previsto, vamos fuera,
Armaduras ligeras de los brazos, Dejarte he en la ribera do estar sueles.—
Escudos en pedazos divididos, Quiero que me reveles tú primero,
Vieras allí cogidos en trofeo, Le replicó Severo qué es aquello; ,
(80; Otros dicen ¡a proa. Sigo á Herrera. (83) Herrera dice : Bella has visto.
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,
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20 GARCILASO DE LA VEGA.
Tú mismo me lo impides, porque én tanto NEMOROSO.
Que el mortal velo y manto el alma cubren,
Mil cosas se te encubren que no bastan ,
Pues ¿en qué te resumes, di, Salicio,
Tus ojos, que contrastan á mirallas. , Acerca deste enfermo compañero?
No pude yo pintallas con menores
Luces y resplandores, porque sabe,
Y aquesto en tí bien cabe, que esto todo En que hagamos el debido oficio.
Que en excesivo modo resplandece Luego de aquí partamos, y primero
Tanto, que no parece ni se muestra Que haga curso el mal y se envejezca,
Es lo que aquella diestra mano osada Así le presentemos á Severo.
Y virtud sublimada de Fernando
Acabarán entrando mas los dias.
Lo cual, con lo que vias comparado, Yo soy contento, y antes que amanezca
Es como con nublado muy escuro Y que del sol el claro rayo ardiente
El sol ardiente, puro y relumbrante (84). Sobre las altas cumbres se parezca,
Tu vista no es bastante á tanta lumbre El compañero mísero y doliente
Hasta que la costumbre de miralla Llevemos luego donde cierto entiendo
Tu ver al contemplalla no confunda. Que será guarecido fácilmente.
Gomo en cárcel profunda el encerrado,
Que, súbito sacado, le atormenta SALICIO.
El sol que se presenta á sus tinieblas; Recoge tu ganado, que cayendo
Así tú que las nieblas y honduras,
, Ya de los altos montes las mayores
Metido en estrechuras contemplabas , Sombras, con ligereza van corriendo.
Que era cuanto mirabas otra gente, Mira en torno, y verás por los alcores
Viendo tan diferente suerte de hombre, Salir el humo de las caserías
No es mucho que le asombre luz tamaña De aquestos comarcanos labradores.
Pero vete, que baña el sol hermoso Recoge tus ovejas y las mias,
Su carro presuroso ya en las ondas, Y vete tú con ellas poco á poco
Y antes que me respondas será puesto. Por aquel mismo valle que solías.
Diciendo así, con gesto muy humano Yo solo me averné con nuestro loco,
Tomóle por la mano. ¡Oh admirable Que pues que hasta aquí no se ha movido,
Caso y cierto espantable Que en saliendo, !
La braveza y furor debe ser poco.
Se fueron restriñendo de una parte
Y de o!ra de tal arte aquellas ondas,
Que las aguas, que hondas ser solían, Si llegas antes, no te estés dormido;
El suelo descubrían, y dejaban Apareja cena, que sospecho
la
Seca por do pasaban la carrera, Que aun fuego Galafron no habrá encendido.
Hasta que en la ribera se hallaron
Y como se pararon en un alto,
El viejo de allí un salto dio con brío,
Yo lo haré, que al hato iré derecho,
Y levantó del rio espuma al cielo,
Sino me lleva á despeñar consigo
Y conmovió del suelo negra arena. De algún barranco Albanio á mi despecho.
Severo, ya de ajena ciencia instrulo,
Adiós , hermano.
Fuese á coger el fruto sin tardanza
De futura esperanza; y escribiendo NEMOROSO.
Las cosas fué exprimiendo muy conformes Adiós, Salicio amigo.
A lasque liabia de Termes aprendido;
Y aunque de mi sentido él bien juzgase
Que no las alcanzase, no por eso
Este largo proceso sin pereza ÉGLOGA III.
Dejó, por su nobleza, de mostrarme.
Yo no podía hartarme allí leyendo, TIRRENO, ALCINO (1).
Y tú de estarme oyendo estás cansado.
salicio. Aquella voluntad honesta y pura,
Ilustre y hermosísima María,
Espantado me tienes Que en mí de celebrar tu hermosura,
Con tan extraño cuento,
Tu ingenio y tu valor estar solia,
Y al son de tu hablar embebecido
A despecho y pesar de la ventura
Acá dentro me siento,
Que por otro camino me desvia
Oyendo tantos bienes Está y estará en mí tanto clavada,
Y el valor deste príncipe escogido, Cuanto del cuerpo el alma acompañada.
Bullir con el sentido
Y aun no se me figura que me toca
Y arder con el deseo, Aqueste oflcio solamente en vida
Por contemplar presente
Mas con la lengua muerta y fría la boca (2)
Aquel que estando ausente
,
Pienso mover la voz á tí debida.
Por tu divina relación ya veo.
Libre mi alma de su estrecha roca
¡Quién viese la escritura,
Por el Estigio lago conducida,
Ya que no puede verse la pintura! Celebrándote irá, y aquel sonido
Por firme y verdadero,
Después que te he escuchado,
Tengo que ha de sanar Albanio cierto (1) «Piensan algunos que fué dirigida á la duquesa de Alba, otros
(84) Herrera omite la y. lengua está en la boca, pues ¿dónde babia de estar?»
, ,, ,,,: , , , , , , ¡
ÉGLOGAS. 21
Hará parar las aguas del olvido. No perdió en esto mucho tiempo el ruego
Mas fortuna, de mi nial no harta,
la Que las tres dellas su labor tomaron,
Me aflige
y de un trabajo en otro lleva Y en mirando de fuera, vieron luego
Ya de la patria ya del bien me aparta
,
El prado, hacia el cual enderezaron.
Ya mi paciencia en mil maneras prueba ; El agua clara con lascivo juego
Y lo que siento mas, es que la carta (o), Nadando dividieron y cortaron,
Donde mi pluma tu alabanza mueva, Hasta que el blanco pié tocó mojado,
Poniendo en su lugar cuidados vanos, Saliendo de la arena , el verde prado.
Me quita y me arrebata de las manos. Poniendo ya en lo enjuto las pisadas
Pero, por mas que en mí su fuerza pruebe, Escurrieron del agua sus cabellos,
No tornará mi corazón mudable; Los cuales esparciendo, cobijadas
Nunca dirán jamás que me remueve Las hermosas espaldas fueron dellos.
Fortuna de un estudio tan loable. Luego sacando telas delicadas,
Apolo y las hermanas , todas nueve Que en delgadeza competían con ellos,
Me darán ocio y lengua con que hable En lo mas escondido se metieron,
Lo menos de lo que en tu ser cupiere Y á su labor atentas se pusieron.
Que esto será lo mas que yo pudiere (-4). Las telas eran hechas y tejidas
En tanto no te ofenda ni te harte Del oro que el felice Tajo envía,
Tratar del campo y soledad que amaste, Apurado después de bien cernidas
,
este verso como de hacienda de amigo. Ignoro en qué se fundó otras de plomo , que lo apartan y engendran los desdenes. No SÓ f
para decir lo que dijo. esto se puede aplicar al verso de Garcilaso.
, , ,; ;,
, ;
GARCILASODELAVEGA.
Llora amante, y busca el ser primero,
el Que del funesto y triste caso habia
Besando y abrazando aquel madero. Apartada algún tanto, en la corteza
Climene, llena de destreza y maña, De un álamo unas letras escribía,
El oro y las colores matizando, Como epitafio de la ninfa bella
Iba de bayas una gran montaña Que hablaban así por parte della.
De robles y de peñas variando. «Klisa soy, en cuyo nombre suena
Un puerco entre ellas, de braveza extraña, Y se lamenta el monte cavernoso,
Estaba los colmillos aguzando Testigo del dolor y grave pena
Contra un mozo, no menos animoso, En que por mí se aflige Nemoroso,
Con su venablo en mano, que hermoso. Y llama á Elisa; Elisa á boca llena
Tras esto, el puerco allí se via herido Responde el Tajo y lleva presuroso
,
(8) Doña Isabel Freyre, portuguesa. Mas que la fruía del cercado ajeno,
(9) Así Herrera ; Sánchez dice que halló en un libro antiguo, en Mas blanca que la leche y mas hermosa
vez de degollada, igualada, que significa amortajada. Que el prado por abril, de flores lleno
Herrera afirma que degollada se tomaba por desangrada; «como
decimos cuando sangran mucho á uno, que lo degolló el barbero.» (10)Claraslas luces de las sombras vanas.— Así el texto de Ulloa
Covarrubias, en su Tesoro de la lengua castellana, escribe: «Cuan- y de Herrera ; asi Francisco Pacheco en su Arte de ¡a pintura, al
el
do sacan a uno mucha sangre por las venas, solemos decir que citar esta octava de (íarcilaso en su libro primero.
conviene degollarle, si el accidente requiere tanta evacuación.» (11) Herrrera y Tamayo Azara pone; :
Azara dice que mas natural era que se leyese en el verso desan- Recogido le llevan , alegrando.
grada, puesto que doña Isabel murió de sobreparto. Tamayo acep- (12) Ulloa y otros Icen:
ta la voz degollada, siguiendo á Herrera, Y sobre cuantos pasen la ribera.
; ;; ,; ; : — , , ,; , , ,
ELEGÍAS. 23
Si lúrespondes pura y amorosa Do quiera que de hoy mas sauces se hallen
Al verdadero amor fie tu Tirreno, El álamo, el laurel y el mirto callen.
A mi majada arribarás primero ALCINO.
Que el cielo nos amuestre sulucero(13).
El fresno por la selva en hermosura
ALCINO.
Sabemos ya que sobre lodos vaya,
HermosaFilis , siempre yo te sea Y en aspereza y monte de espesura
Amargo gusto mas que la relama,
al Se aventaja la verde y alta haya;
Y de tí despojado yo me vea, Mas el que la beldad de tu figura
Cual queda el tronco de su verde rama, Dondequiera mirado, Filis, haya,
Si mas que yo el murciélago desea Al fresno y á la haya en su aspereza
La escuridad ni mas la luz desama,
, Confesará que vence tu belleza.
Por ver el lin de un término tamaño Esto cantó Tirreno, y esto Alcino
Desle dia, para mi mayor que un año. Le respondió; y habiendo ya acabado
El dulce son, siguieron su camino
Con paso un poco mas apresurado.
Cual suele acompañada de su bando Siendo á las ninfas ya el rumor vecino
Aparecer la dulce primavera, Juntas se arrojan por el agua á nado (16),
Cuando Favonio y Céfiro soplando (14), Y de la blanca espuma que movieron,
Al campo tornan su beldad primera, Las cristalinas hondas se cubrieron.
Y van artificiosos esmaltando
De rojo, azul y blanco la ribera;
En tal manera á mí, Flérida mia,
ELEGÍA
Viniendo, reverdece mi alegría.
al duque de Alba.
ai.cino.
¿Ves el furor del animoso viento, EN LA MUERTE DE DON BERNARDINO DE TOLEDO, SU EERKAJÍO.
Embravecido en la fragosa sierra,
Que los antiguos robles ciento á ciento Aunque este grave caso haya tocado
Y los pinos altísimos atierra, Con tanto sentimiento el alma mia,
Y de tanto destrozo aun no contento, Que de consuelo estoy necesitado,
Al espantoso mar mueve la guerra? Con que de su dolor mi fantasía
Pequeña es esta furia, comparada Se descargase un poco, y se acabase
A la de filis, con Alcino airada. De mi contino llanto la porfía;
TIRRENO.
Quise pero probar si me bastase
El ingenio á escribirte algún consuelo,
El blanco trigo multiplica y crece Estando cual estoy, que aprovechase
Produce el campo en abundancia tierno Para que tu reciente desconsuelo
Pasto al ganado , el verde monte ofrece La furia mitigase, si las musas
A las fieras salvajes su gobierno Pueden un corazón alzar del suelo,
A do quiera que miro me parece Y poner fin á las querellas que usas,
Que derrama la copia todo el cuerno Con que de Pindó ya las moradoras
Mas todo se convertirá en abrojos Se muestran lastimadas y confusas
Si dello aparta Flérida sus ojos. Que, según he sabido, ni á las horas
ALCINO.
Que el sofse muestra ni en el mar se esconde,
De tu lloroso estado no mejoras;
De esterilidad es oprimido
la Antes en él permaneciendo, donde
El monte, el campo, el soto y el ganado Quiera que estás tus ojos siempre bañas
La malicia del aire corrompido Y el llanto á tu dolor así responde
Hace morir la yerba mal su grado Que temo ver deshechas tus entrañas
Las aves ven su descubierto nido, En lágrimas, como al lluvioso viento
Que ya de verdes hojas fué cercado; Se derrite la nieve en las montañas.
Pero si Filis por aquí tornare, Si acaso el trabajado pensamiento
Hará reverdecer cuanto mirare. En el común reposo se adormece
Por tornar al dolor con nuevo aliento,
TIRRENO.
En aquel breve sueño te aparece
El álamo de Alcídes escogido La imagen amarilla del hermano,
Fué siempre, y el laurel del rojo Apolo; Que de la dulce vida desfallece;
De la hermosa Venus fué tenido Y tú, tendiendo la piadosa mano
En precio y en estima el mirto solo Probando á levantar el cuerpo amado
El verde sauz de Flérida es querido,
Y por suyo entre todos escogiólo (15); ser también ; para inteligencia de lo cual digo que en la lengua
española no hay ninguna palabra neutra, solo son masculinas ó fe-
(13) Asi Ulloa y Herrera, cuya opinión sigo, por mas conforme á meninas, las cuales se señalan con el artículo el ó con el artículo
la lengua. El Brócense, Taraayo y Azara dicen demuestre. la; pero con todo, hay oraciones que tienen fuerza de nombre, y
(U) Nota el Brócense que aquí Garcilaso hizo de un viento dos. estas tales son neutras, y se señalan con el artículo lo, conforme
Herrera observa lo mismo, y cree enmendarlo con decir que el uno la doctrina de Antonio. Conforme esto, decimos: Yo dije esto, y en-
como pusieron Homero y
será epíteto del otro, Virgilio en sus tendiólo Pedro. Lo que yo digo es verdad. Donde lo es artículo neu-
poemas Febo Apolo. En tal caso debería leerse : tro, ytoda aquella oración que yo digo sirve de nombre. Entender-
Cuando Favonio Céfiro soplando, se ha claro en estos tres versos :
Al campo torna la beldad primera. Iba Laura delante, conocía;
Mas esto no puede continuación se lee :
ser, pues á Iba detrás don Félix y llamé/c;
Y van esmaltando.
artificiosos Lo demás del suceso callaré/o.
Creo que ó Garcilaso se engañó, según entiende el Brócense, ó Donde Laura (como fenemina) tiene el artículo la; don Félix
puso el nombre de otro viento, que equivocáronlos escribientes ó (como masculino el artículo le. Lo demás del suceso que es neu-
) (
(15) Andrés Bey de Artieda, en sus Discursos, epístolas y epigra- que trocar los artículos está ya puesto en uso, verdadero legisla-
mas de Artemidoro (Zaragoza , 1605), dice «Escogiólo fué lo mis- dor de lo que se habla, según Horacio.»
mo que decir escogió el salce que tanto agradó á Filis. En la cual (16) Ulloa pone :
imitación mostró descuidarse Garcilaso, porque adonde dice esco- Juntas se echaron en el agua á nado.
giólo debió decir escogióle, hablando congruamente español; por- Y Herrera lee
que, como este nombre salce sea masculino, el articulo lo había de Todas juntas se arrojan por c\ vado,
, , , ! ,; , ,;,
2Í GARCILASO DE LA VEGA.
Levantas solamente el aire vano; Que ni á tu juventud, don Bernardino,
Y del dolor el sueño desterrado Ni ha sido á nuestra perdida piadosa.
Con ansia vas buscando, el que partido ¿Quién pudiera de tal ser adivino?
Era ya con el sueño y alongado. ¿A quién no le engañara la esperanza,
Así desfalleciendo en tu sentido, Viéndole caminar por el camino?
Como fuera de tí, por la ribera ¿Quién no se prometiera en abastanza
De Trápana con llanto y con gemido Seguridad entera de tus años,
El caro hermano buscas, que sola era Sin temer de natura tal mudanza?
La mitad de lu alma, el cual muriendo, Nunca los tuyos, mas los propios daños,
No quedará tu alma toda entera (1). Dolemos deben; que la muerte amarga
Y no de otra manera repitiendo Nos muestra claros ya mil desengaños:
Vas el amado nombre, en desusada Hanos mostrado ya que en vida larga
Figura á todas partes revolviendo Apenas de tormentos y de enojos
Que cerca del Eridano aquejada, Llevar podémosla pesada carga;
Lloró y llamó Lampecia el nombre en vano, Hanos mostrado en tí que ciaros ojos
Con la fraterna muerte lastimada: Y juventud y gracia y hermosura,
«Ondas, tornadme ya mi dulce hermano Son también, cuando quiere, sus despojos.
Faetón; si no, aquí veréis mi muerte, Mas no puede hacer que tu figura,
Regando con mis ojos este llano. Después de ser de vida ya privada
¡Oh cuántas veces, con el dolor fuerte No muestre el artificio de natura.
Avivadas las fuerzas, renovaba Bien es verdad que no está acompañada
Las quejas de su cruda y dura suerte! De la color de rosa que solia
Y cuántas otras, cuando se acababa Con la blanca azucena ser mezclada
Aquel furor, en la ribera umbrosa, Porque el calor templado que encendía
Muerta, cansada, el cuerpo reclinaba (2) La blanca nieve de tu rostro puro,
Bien te confieso que si alguna cosa Robado ya la muerte te lo había;
Entre la humana puede y mortal gente En todo lo demás, como en seguro
Entristecer un alma generosa, Y reposado sueño descansabas,
Con gran razón podrá ser la presente, Indiciodando del vivir futuro.
Pues te ha privado de un tan dulce amigo, Mas ¿qué hará la madre que tú amabas,
No solamente hermano, un accidente; De quien perdidamente eras amado
El cual, no solo siempre fué testigo A quien la vida con la tuya dabas?
De tus consejos é íntimos secretos, Aquí se me figura que ha llegado
Mas de cuanto lo fuiste tú contigo. De su lamento el son, que con su fuerza
En él se reclinaban tus discretos Rompe el aire vecino y apartado
Y honestos pareceres, y hacían Tras el cual á venir también se esfuerza
Conformes al asiento sus efetos. El de las cuatro hermanes, que teniendo
En él ya se mostraban y leian Va con el de la madre viva fuerza.
Tus gracias y virtudes una á una,' A todas las contemplo desparciendo
Y con hermosa luz resplandecían, De su cabello luengo el fino oro
Como en luciente de cristal coluna (3), Al cual ultraje y daño están haciendo.
Que no encubre de cuanto se avecina El viejo Tórmes con el blanco coro
A. su viveza pura cosa alguna. De sus hermosas ninfas seca el rio,
¡Oh miserables hados! Oh mezquina Y humedece la tierra con su lloro.
Suerte la del estado humano, y dura, No recostado en urna al dulce frió
Do por tantos trabajos se camina! De su caverna umbrosa, mas tendido
Y agora muy mayor la desventura Por el arena en el ardiente estío,
De aquesta nuestra edad, cuyo progreso Con ronco son de llanto y de gemido,
Muda de un mal en otro su figura. Los cabellos y barbas mal paradas (4)
¿A quién ya de nosotros el exceso Se despedaza, y el sutil vestido.
De guerras, de peligros y destierro Entorno del sus ninfas, desmayadas,
No toca, y no ha cansado el gran proceso? Llorando en tierra están sin ornamento,
¿Quién no vio desparcir su sangre al hierro Con las cabezas de oro despeinadas.
De! enemigo? Quién no vio su vida Cese ya del dolor el sentimiento,
Perder mil veces y escapar por yerro? Hermosas moradoras del undoso
¿De cuántos queda y quedará perdida Tórmes; tened mas provechoso intento;
La casa y la mujer y la memoria, Consolad á la madre, que el piadoso
Y de otros la hacienda despedida? Dolor noesta en tal estado,
la tiene
¿Qué se saca de aquesto? ¿Alguna gloria? Que menester socorro presuroso.
es
Algunos premios ó agradecimientos? Presto será que el cuerpo, sepultado
Sabrálo quien leyere nuestra historia. En un perpetuo mármol, de las ondas
Veráse allí que como polvo al viento, Podrá de vuestro Tórmes ser bañado.
Así se deshará nuestra fatiga Y tú, hermoso coro, allá en las hondas
Ante quien se endereza nuestro intento. Aguas metido, podrá ser que al llanto
No contenta con esto la enemiga De mi dolor le muevas y respondas.
Del humano linaje, que envidiosa Vos, altos promontorios, entre tanto
Coge sin tiempo el grano de la espiga Con toda la Tinacria entristecida
Nos ha querido ser tan rigurosa Buscad alivio en desconsuelo tanto.
Sátiros, faunos, ninfas, cuya vida
(1) Ulloa , Sánchez y Herrera ponen :
Sin enojos se pasa, moradores
No quedará ya tu alma entera. Déla parte repuesta y escondida,
Este último dice : «Algunos, parcelándoles que esta falto este Con luenga experiencia sahidores,
verso de Garcilaso, no considerando la diéresis, lo han enmendado Buscad para consuelo de Fernando
6 dañado de esta suerte :
Yerbas de propiedad oculta y llores;
Así en el escondido bosque, cuando
No quedará
ya tu alma toda entera.
Ardiendo en vivo y agradable fuego
»Pero Garcilaso conocía mejor los números, porque, demás Las fugitivas ninfas vais buscando
de significar así la falta del alma que él pretendió mostrar, no es
, Ellas se inclinen al piadoso ruego,
flojo número de verso , sino artificioso y no ajeno de suavidad.»
Y en recíproco lazo estén ligadas,
(2) Tamayo observa que menos parece que dice en cansada que
Sin esquivar el amoroso juego.
en muerta.
(3) Según Herrera, reprendió Juan deMalaraporduro este verso, códice de don Diego de Mendoza se lela;
{i) En un
á causa de la trasposición. Los cabellos y barbas mal rapadas.
,;
, , , ; , , ! ,
ELEGÍAS. 23
Tú, gran Fernando, que entre lus pasadas Tu corazón sospiros mil al dia ,
GARCILASODELAVEGA.
Ln vencedora gente recogida (i). Lo cual no habrá razón que lo permita;
Diversos en estudio que míos vamos
; Poique, por mas y mas que ausencia dure,
Muriendo por coger de la fatiga Con la vida se acaba, que es finita.
Ll fruto que con el sudor sembramos;
Mas á mi ¿quién habrá que me asegure
Oíros, que lineen la virtud amiga Que mi mala fortuna con mudanza
Y premio de sus obras* y así quieren Y olvido contra mí no se conjure?
Que la genle lo piense y que lo diga» Este temor persigue la esperanza
Desiol ros en lo publico difieren Y oprime y enflaquece el gran deseo
Y en lo secreto sabe Dios en cuento Con que mis ojos van de su holganza.
Se contradicen en lo que profieren (2). Con ellos solamente agora veo
Yo voy por medio, porque nunca tanto Este dolor que el corazón me parte,
Quise obligarme á procurar hacienda; Y con él y conmigo aquí peleo.
Que un poco mas que aquellos me levanto. ¡Oh crudo, oh riguroso, oh fiero Marte
Ni voy tampoco por la estrecha senda De túnica cubierto de diamante,
De los que cierto sé que á la otra via Y endurecido siempre en toda parte
Vuelven de noche al caminarla rienda. ¿Qué tiene que hacer el tierno amante
Mas dónde me llevó la pluma mia ,
;,
Con tu dureza y áspero ejercicio,
Que á sátira me Voy mi paso á* paso, Llevado siempre del furor delante?
Y aquesta que Os escribo es elegía? Ejercitando, por mi mal, tu oficio,
/ Yo enderezo, Señor, en fin mi paso , Soy reducido á términos, que muerte
Por donde vos sabéis, que su proceso Será mi postrimero beneficio.
Siempre ha llevado y lleva GarcJfaso; Y esta no permitió mi dura suerte
Y así en mitad de aqueste monte espeso
,
Que me sobreviniese peleando.
De las diversidades me sostengo, De hierro traspasado agudo y fuerte,
No , mas no por eso
sin dificultad Porque me consumiese contemplando
Dejo las musas antes torno y vengo
,
Mi amado y dulce fruto en mano ajena,
Deilas al negociar, y variando, Y el duro posesor de mí burlando.
Con ellas dulcemente me enlretengo. Mas ¿dónde me trasporta y enajena
Así se van las horas engañando, De mi proprio sentido el triste miedo?
Así del duro afán y grave pena ¿A parte de vergüenza y dolor llena,
Estamos algún hora descansando. Donde si el mal yo viese, ya no puedo,
De aquí iremos á ver de la sirena Según con esperalle estoy perdido,
La patria, que bien muestra haber va sido (3) Acrecentar en la miseria un dedo?
De ocio y de amor antiguamente llena. Asi lo pienso agora, y si él venido
Allí mi corazón tuvo su nido
Fuese en su misma forma y su figura,
En tiempo ya mas no sé triste agora
; ¡ !
Tendría el presente por mejor partido (4),
O si estará ocupado ó desparcido. Y agradeciera siempre á la ventura
Destó un frió temor asi á deshora Mostrarme de mi mal solo el retrato,
Por mis huesos discurre en tal manera, Que pintan mi temor y mi tristura (5).
Que no puedo vivir con él un hora. Yo sé qué cosa es esperar un rato
Si ¡triste! de mi bien estado hubiera
El bien del propio engaño, y solamente
Un breve tiempo ausenfe, yo no niego Tener con él inteligencia y trato.
Que con mayor seguridad viviera. Como acontece al mísero doliente,
La breve ausencia hace el mismo juego
__ Que del un cabo el cierto amigo y sano
En la fragua de amor, que en fragua ardiente Le muestra el grave mal de su acídente (6),
•"
El agua moderada hace al fuego Y le amonesta que del cuerpo humano
La cual verás que no tan solamente Comience á levantar á mejor parte
No le suele matar, mas aun le esfuerza El alma suelta con volar liviano;
Con ardor mas intenso y eminente; Mas la tierna mujer, de la otra parte,
Porque un contrario con la poca fuerza No se puede entregar á desengaño (7),
De su conlrario, por vencerla lucha, Y encúbrele del alma la mayor parte;
Su brazo aviva y su valor esfuerza ; El abrazado con su dulce engaño,
,
sirena I'urteuoue.
$) Doña Ana Girón de Rebolledo , mujer de Coscan.
; ,; ; ; ,;
, , , ,, ,,; , , ;
CANCIONES. 27
Que puro resplandor serena el viento.
el Honesto y reposado, en que el discurso
Yo, como conducido mercenario. Del gusto y del ingenio se ejercita.
Voy do fortuna á mi pesar me envía Iba pensando y discurriendo un dia
Si no á morir; que aquesto es voluntario. A cuántos bienes alargó la mano
Solo sostiene la esperanza mia El quede la amistad mostró el camino;
Un tan débil engaño, que de nuevo Y luego vos de la amistad ejemplo,
,
28 GARCILASO DE LA VEGA.
O caso de fortuna desastrada Ser de vos escuchadas
Me fuésedes llevada Ni solo un hora oídas (2),
Y supiese que allá vuestra dureza He lastima de ver que van perdidas (3)
Estaba en su crueza, Por donde suelen ir las remediadas.
Allá os iría á buscar, como perdido (1), A mí se han de tornar,
Hasta morir á vuestros pies tendido (2). Adonde para siempre habrán de estar.
Vuestra soberbia y condición esquiva Mas ¿qué haré, Señora,
Acabe ya, pues es tan acabada En tanta desventura?
La fuerza de en quien ha de ejecutarse. ¿Adonde iré, si á vos no voy con ella?
Mirad bien que el amor se desagrada (3) ¿De quién podré yo agora
Deso, pues quiere que el amante viva Valerme en mi tristura,
Y se convierta á do piense salvarse. Si en vos no halla abrigo mi querella?
El tiempo ha de pasarse, Vos sola sois aquella
Y de mis males arrepentimiento Con quien mi voluntad
Confusión y fórmenlo Recibe tal engaño,
Sé que os ha de quedar, y esto recelo; Que viéndoos holgar siempre con mi daño
Que aunque de mí me duelo (4), Me quejo á vos, como si en la verdad
Como en mí vuestros males son de olra arte, Vuestra condición fuerte
Duélenme en mas sensible y tierna parte (5). Tuviese alguna cuenta con mi muerte.
Así paso la vida, acrecentando Los árboles presento
Materia de dolor á mis sentidos Entre las duras peñas
Como si la que tengo no bastase ; Por testigos de cuanto os he encubierto;
Los cuales para todo están perdidos, De lo que entre ellos cuento (4)
Sino para mostrarme á mí cuál ando. Podrán dar buenas señas
Pluguiese á Dios que aquesto aprovechase Si señas pueden dar del desconcierto.
Para que yo pensase Mas ¿quién tendrá concierto
Un rato en mi remedio, pues os veo En contar el dolor,
Siempre con un deseo (6) Que es de orden enemigo?
De perseguir al triste y al caído No me den pena, no, porque lo digo (3);
Yo estoy aquí tendido Que ya no me refrenará el temor.
Mostrándoos de mi muerte las señales, ¡
Quién pudiese hartarse
Y vos viviendo solo de mis males. De no esperar remedio y de quejarse!
Si aquella amarillez y los sospiros Mas esto me es vedado
Salidos sin licencia de su dueño Con unas obras tales
Si aquel hondo silencio no han podido Con que nunca fué á nadie defendido
Un sentimiento grande ni pequeño Que si otros han dejado
Mover en vos, que baste á convertiros De publicar sus males
A siquiera saber que soy nacido Llorando el mal estado á que han venido,
Daste ya haber sufrido Señora, no habrá sido
Tanto tiempo, á pesar de lo que basto; Sino con mejoría
Que á mí mismo contrasto, Y alivio en su tormento
Dándome á entender que mi flaqueza Mas ha venido en mí á ser lo que siento
Me tiene en la estrecheza (7) De tal arte, que ya en mi fantasía
En que estoy puesto, y no lo que yo entiendo; INocabe; y así, quedo
Así que con flaqueza me defiendo. Sufriendo aquello que decir no puedo.
Canción, no has de tener Si por ventura extiendo
Conmigo mas que ver en malo ó bueno (8); Alguna vez mis ojos
Trátame como ajeno. Por el proceso luengo de mis daños
Que no te faltará de quien lo aprendas. Con lo que me defiendo
Si has miedo que me ofendas De tan grandes enojos,
Ño quieras hacer mas por mi derecho Solamente es allí con mis engaños;
De lo que hice yo, que mal me he hecho. Mas vuestros desengaños
Vencen mi desvarío
Y apocan mis defensas.
CANCIÓN II.
Siso á Herrera. Tamayo dice que en vez de mira, como se este verso :
(3)
lee en otras ediciones, debe ponerse mire. Azara puso mira. He lástima que ahora van perdidas,
(i) Así Sánchez, Tamayo y Azara ; Herrera lee : He lástima que van también perdidas,
He lástima que van perdidas.
Que aun de aquesto me duelo.
Ulloa dice : El proponía esta lección :
CANCIONES.
No hallo que os he hecho otras ofensas (6), Sien tierra tan ajena (3)
Sino que, siendo vuestro mas que mió, En la desierta arena (6)
Quise perderme así, Fueren de alguno acaso en fin halladas (7),
Por vengarme de vos, Señora, en mí. Entiérrelas, siquiera
Canción, yo he dicho mas que me mandaron, Porque su error se acabe en tu ribera.
Y menos que pensé Aunque en el agua mueras,
No me pregunten mas, que lo diré. Canción, no has de quejarte
Que yo he mirado bien lo que te toca.
Menos vida tuvieras
Si hubieras de igualarte (8)
CANCIÓN III. Con otras que se me han muerto en la boca.
Quien tiene culpa desto,
Con un manso ruido Allá lo entenderás de mí muy presto.
De agua corriente y clara,
Cerca el Danubio, una isla que pudiera
Ser lugar escogido
Para que descansara CANCIÓN IV.
Quien como yo esto agora, no estuviera;
Do siempre primavera El aspereza de mis males quiero
Parece en la verdura Que se muestre también en mis razones,
Semhrada de las flores; Como ya en lósetelos se ha mostrado.
Hacen los ruiseñores Lloraré de mi mal las ocasiones,
Renovar el placer ó la tristura Sabrá el mundo la causa por que muero
Con sus blandas querellas Y moriré á lo menos confesado.
Que nunca dia y noche cesan dellas (1). Pues soy por los cabellos arrastrado
Aquí estuve yo puesto, De un tan desatinado pensamiento ,
O por mejor decillo, Que por agudas peñas peligrosas,
Preso, forzado y solo en tierra ajena Por matas espinosas,
Bien pueden hacer esto Corre con ligereza mas que el viento
En quien puede sufrillo Bañando de mi sangre la carrera
Y en quien él á sí mismo se condena. Y para mas despacio atormentarme,
Tengo sola una pena (2), Llévame alguna vez por entre flores,
Si muero desterrado A dó de mis tormentos y dolores
Y en tanta desventura, Descanso, y dellos vengo á no acordarme;
Que piensen por ventura Mas él á mas descanso no me espera
Que juntos tantos males me han llevado Antes, como me vedesta manera,
Y sé yo bien que muero Con un nuevo furor y desatino
Por solo aquello que morir espero. Torna á seguir el áspero camino.
El cuerpo está en poder No vine por mis pies á tantos daños;
Y en manos de quien puede Fuerzas de mi deslino me trajeron
Hacer á su placer lo que quisiere Y á la que me atormenta me entregaron.
Mas no podrá hacer Mi razón y juicio bien creyeron
Que mal librado quede, Guardarme, como en los pasados años
Mientras de mí otra prenda no tuviere. De otros graves peligros me guardaron ;
Cuando ya el mal viniere Mas cuando los pasados compararon
Y la postrera suerte, Con los que venir vieron, no sabían
Aquí me ha de hallar, Lo que hacer de sí ni dó meterse
En el mismo lugar; Que luego empezó á verse
Que otra cosa nías dura que la muerte La fuerza y el rigor con que venían.
Me halla y ha hallado (3); Mas de pura vergüenza constreñida
Y esto sabe muy bien quien lo ha probado. Con lardo paso y corazón medroso
No es necesario agora Al fin ya mi razón salió al camino.
Hablar mas sin provecho, Cuanto era el enemigo mas vecino,
Que es mi necesidad muy apretada; Tanto mas el recelo temeroso
Pues ha sido en un hora Le mostraba el peligro de su vida
Todo aquello deshecho Pensar en el temor de ser vencida.
En que toda mi vida fué gastada. La sangre alguna vez le calentaba,
¿Y al fin de tal jornada Mas el mismo temor se la enfriaba.
Presumen espantarme (4)? Estaba yo á mirar y peleando
,
Que aun nunca qué temer quiso dejarme Y sin ver yo quién dentro me incitaba,
La desventura mia, Ni saber cómo, eslaba deseando
Que el bien y el miedo me quitó en un dia. Que allí quedase mi razón vencida.
Danubio, rio divino, Nunca en todo el proceso de mi vida
Que por fieras naciones Cosa se me cumplió que desease
Vas con tus claras ondas discurriendo, Tan presto como aquesta; que á la hora
Pues no hay otro camino Se rindió la señora,
Por donde mis razones Y al siervo consintió que gobernase
Vayan fuera de aquí, sino corriendo Y usase de la ley del vencimiento.
Por tus aguas y siendo Entonces yo senlíme salteado
En ellas anegadas; De una vergüenza libre y generosa;
Ülloa.
(G) Sigo á UUoa y Herrera ; Tamayo dice :
Y no hallé que os he hecho otras ofensas.— Manuscritos con-
Por tu desierta arena.
sultados por Tamayo.
Azara
(1) Que nunca dia ni noche cesan dellas.— Texto de Herrera. Por la desierta arena.
(2) Tengo solo una pena.— Id.
(7) De alguno fuereña la ün halladas. — Textos del Brótense y
(3) Me halla y me
ha hallado.— Texto de UUoa* Tamayo.
H) Sigo a Herrera y Taraayo ; Azara pone i Fueren de aljuno en fin halladas.— Texto de UUoa.
50 GARCILASO DE LA VECA.
Corríme gravemente que una cosa Mas es en tanto daño del sentido
Tan sin razón hubiese así pasado. Este dolor, y en tanto perjuicio,
Luego siguió el dolor al corrimienlo Que todo lo sensible atormentado,
De ver nii reino en mano de quien cuento Del bien si alguno tuvo ya olvidado
.
,
Y el mal deque muriendo esto, engendrarse, Trueca y revuelve el orden; que algún hora,
Y en tierra sus raíces ahondarse Si el mal acaso un poco en mí mejora,
Tanto cuanto su cima levantada Aquel descanso luego se convierte
Sobre cualquier altura hace verse. En un temor que me ha puesto en olvido
El fruto que de aquí suele cogerse, Aquella por quien sola me he perdido.
Mil es amargo, alguna vez sabroso (1); Así del bien que un rato satisface,
Mas mortífero siempre y ponzoñoso. Nace el dolor que el alma me deshace.
De mí agora huyendo, voy buscando Canción, si quien te viere se espantare
A quien huye de mí como enemiga De la instabilidad y ligereza
Que al un error añado el otro yerro, Y revuelta del vago pensamiento
Y en medio del trabajo y la fatiga Estable, grave y firme es el tormento
Estoy cantando yo, y está sonando Le di, que es causa; cuya fortaleza
De niis atados pies el grave hierro; Es tal que en cualquier parte que tocare (7),
,
Mas poco dura el canto si me encierro La hará revolver hasta que pare
Acá dentro de mí porque allí veo
,
En aquel fin de lo terrible y fuerte,
Un campo lleno de desconfianza. Que todo el mundo afirma que es la muerte.
Muéstrame la esperanza
De lejos su vestido y su meneo;
Mas ver su rostro nunca me consiente.
Torno a llorar mis daños, porque entiendo CANCIÓN V.
Que es un crudo linaje de tormento
Para matar aquel que está sediento, A la flor de Gnido (1).
Mostralle el agua por que está muriendo
Déla cual el cuitado juntamente Si de mi baja lira (2)
La claridad contempla, el ruido siente; Tanto pudiese el son que en un momento ,
CANCIONES. Si
Por quien los alemanes Quien todo el otro error de sí destierra.
El fiero cuello atados (5), Hágate temerosa
Y los franceses van domesticados. El caso de Anajarete, y cobarde (9),
Mas solamente aquella Que de ser desdeñosa
Fuerza de tu beldad seria cantada, Se arrepintió muy tarde;
Y alguna vez con ella Y :isí, su alma con su mármol arde.
También seria notada Estábase alegrando
El aspereza de que estás armada ; Del mal ajeno el pecho empedernido,
Y cómo por tí sola, Cuando abajo mirando,
Y por tu gran valor y hermosura, El cuerpo muerto vido
Convertida en viola (6), Del miserable amante, allí tendido.
Llora su desventura Y al cuello el lazo atado.
El miserable amante en tu figura. Con que desenlazó de la cadena
Hablo de aquel cativo, El corazón cuitado,
De quien tener se debe mas cuidado, Que con su breve pena
Que está muriendo vivo, Compró la eterna punición ajena.
Al remo condenado, Sintió allí convertirse
En la concha de Venus amarrado. En piedad amorosa el aspereza.
Por tí, comosolia, ¡Oh tarde arrepentirse!
Del áspero caballo no corrige Oh última terneza!
La furia y gallardía, ¿Cómo te sucedió mayor dureza?
Ni con freno le rige, Los ojos se enclavaron
Ni con vivas espuelas ya le aflige. En el tendido cuerpo que allí vieron,
Por tícon diestra mano
, Los huesos se tornaron
No revuelve la espada presurosa, Mas duros y crecieron
Y en el dudoso llano Y en si toda la carne convirtieron
Huye la polvorosa Las entrañas heladas
Palestra como
sierpe ponzoñosa (7). Tornaron pocoá poco en piedra dura;
Por tísu blanda musa
, Por las venas cuitadas
En lugar de la cítara sonante, La sangre su figura
Tristes querellas usa, Iba desconociendo y su natura (10);
Que con llanto abundante Hasta que finalmente,
Hacen bañar el rostro del amante. En duro mármol vuelta y trasformada,
Por tí el mayor amigo
, Hizo de sí la gente
Le es importuno, grave y enojoso (8); No tan maravillada
Yo puedo ser testigo, Cuanto de aquella ingratitud vengada.
Que ya del peligroso No quieras tú Señora
, ,
Desnuda el brazo , el pecho descubierta. Como un documento interesantísimo para la historia de la me-
dicina española, traslado á continuación unos versos del capitán
Herrera, en su canción á don Juan de Austria
Francisco de Aldana, tomados de la edición de sus obras, hecha en
:
Febo, autor de la lumbre, Milán el año de 1589; en los cuales se describe la circulación de la
Cantó suavemente,
sangre. Esto , cuando menos , prueba lo vulgar de la noticia , que
Revuelto en oro la encrespada frente.
luego fué cayendo en olvido :
Ercilla en la Araucana :
Convertido en viola.
Y á las arterias incesable pulso.
(7) En ediciones antiguas se leia siempre por sierpe. Sánchez en- Herrera copia en nota al pasaje de Garcilaso todos los yerros da
mendó el yerro. Aristóteles y Galeno acerca de la sangre.
(11) Marchena, siguiendo á Tamayo de Vargas,
lee bastaos baste.
(8) Lo es importuno, grave y enojoso.— Texto de Azara.
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32 GARCILASO DE LA VEGA.
Yo mismo emprenderé á fuerza de brazos
SONETOS. Romper un monte, que otro no rompiera
De mil inconvenientes muy espeso.
PRIMERO (1). Muerte, prisión no pueden, ni embarazos,
Cuando me paro á contemplar mí estado
Quitarme de ir á veros, como quiera,
Y á ver los pasos por do me lia traído, Desnudo espirtu ó hombre en carne y hueso.
Hallo, según por do anduve perdido,
Que á mayor mal pudiera haber llegado; V.
Mas cuando del camino esto olvidado,
Escrito está en mi alma vuestro gesto,
A tanto mal no sé por dó lie venido;
Sé que me acabo, y mas he yo sentido Y cuanto yo escribir de vos deseo,
Ver acabar conmigo mi cuidado. Vos sola lo escribiste yo lo leo ,
Yo acallaré, que me entregué sin arte Tan solo, que aun de vos me guardo en esto.
A quien sabrá perderme y acabarme, En esto estoy y estaré siempre puesto;
Si ella quisiere, y aun sabrá querello
Que aunque no cabe en mí cnanto en vos veo,
Que pues mi voluntad puede matarme De tanto bien lo que no entiendo creo,
La suya, que no es tanto de mi parte,
(2), Tomando ya la fe por presupuesto.
Pudiendo, ¿qué hará sinohacello?
Yo no nací sino para quereros;
Mi mal os ha cortado á su medida
Por hábito del alma misma os quiero.
II.
Cuanto tengo confieso yo deberos
En fin, á vuestra s manos he venido, Por vos nací, por vos tengo la vida,
Do sé que he de morir tan apretado, Por vos he de morir, y por vos muero.
Que aun aliviar con quejas mi cuidado,
Como remedio, me es ya defendido. VI.
Mi vida no sé en qué se ha sostenido,
Si no es en haber sido yo guardado Por ásperos caminos he llegado
Para que solo en mi fuese probado A parte que de miedo no me muevo ;
Cuánio corta la espada en un rendido (o). Y si á mudarme ó dar un paso pruebo,
Mis lágrimas han sido derramadas Allí por los cabellos soy tornado.
Donde la sequedad y la aspereza Mas tal estoy, que con la muerte al lado
Dieron mal fruto dellasy mi suerte. Busco de mi vivir consejo nuevo ;
Basten las que por vos tengo lloradas. Conozco lo mejor, lo peor apruebo (7),
No os venguéis mas de mí con mi flaqueza O por costumbre mala ó por mi hado.
Allá os vengad, Señora con mi muerte. Por otra parle, el breve tiempo mío
,
Y el errado proceso de mis años (8),
III.
En su primer principio y en su medio,
Mi inclinación con quien ya no porfió,
,
(2) Tamayo propone esta enmienda que Luis Barahona de Soto La cierta muerte lin de tantos daños.
hizo (9) Asi se lee en un códice de don Diego de Mendoza ; Ulloa y
Que pues mi voluntad quiere matarme. Herrera ponen :
(S) La lección es de don Diego Hurtado de Mendoza. Bástete, amor, lo que lia por mi pasado.
El último dice :
El texto de Ulloa Herrera y Tamayo dice :
,
Válgame agora haber jamás probado.
Cuánto corta una espada en un rendido.
Asi también, entre otras ediciones, la de Barcelona de 1551, por (10) Tu templo y tus paredes he vestido.— Texto de Atara.
la viuda de Caries Amorosa. Gracian dice :
(i) Yéndome alejando cada día. —
Textos de Ulloa y Herrera.
Tu templo y tus paredes he ya visto
De mis mojadas ropas adornado.
(5; Mas tan cansada de haberse levantado.— Texto de Ulloa.
Tan cansada de haberse levantado.— Texto de Herrera. (11) Ulloa dice
SONETOS. 53
Me pasan hasta donde el mal se sienle (12). En tantos bienes, porque deseastes
Encuéntranse el camino fácilmente (13), Verme morir entre memorias tristes.
Con los mios que. de tal calor movidos (14),
,
(22) Quién me dijera cuando las pasadas.— Trato de Alara. Fundándose, según Tamayo, en lo que Garcilaso pone antes:
(23) Horas que en tanto bien por vos me via,— Trato de Ulloa. Sabe que. lia tic poblarse el, mal que, siente.
P.xvi-i.
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34 GARCILASO DE LA VEGA.
Así á mi enfermo y loco pensamiento
Que en su daño os me pide, yo querría XVIII.
Quitalle este mortal mantenimiento (29).
Mas pídemelo, y llora cada dia Si á vuestra voluntad yo soy de cera
Tanto, que cuanto quiere le consiento (30),
Y por sol tengo solovuestra vista
Olvidando su muerte y aun la mia. La cual á quien no inflama ó no conquista
Con su mirar, es de sentido fuera
XV. De do viene una cosa, que si fuera
Menos veces de mí probada y vista
Si quejas y lamentos pueden tanto,
Según parece que á razón resista ,
Que enfrenaron el curso de los rios(31), A mi sentido mismo no creyera
Y en los desiertos montes y sombríos (32) Y es que yo soy de lejos inflamado
,
Los árboles movieron con su canto De vuestra ardiente vista, y encendido
Si convirtieron á escuchar su llanto
Tanto, que en vida me sostengo apenas.
Los fieros tigres y peñascos fríos (33); Mas si de cerca soy acometido
Si, en fin, con menos casos que los mios
De vuestros ojos, luego siento helado
Bajaron á los reinos del espanto
Cuajárseme la sangre por las venas.
¿Por qué no ablandará mi trabajosa (34)
Vida, en miseria y lágrimas pasada,
Un corazón conmigo endurecido? XIX.
Con mas piedad debria ser escuchada
La voz del que se llora por perdido Julio, después queme partí llorando
Que la del que perdió y llora otra cosa. De quien jamás mi pensamiento parte,
Y dejé de mi alma aquella parte
Que al cuerpo vida y fuerza estaba dando
XVI.
De mi bien á mí mismo voy tomando
Estrecha cuenta, y siento de tal arte
A la sepultura de don Fernando de Guzman , su her- Faltarme todo el bien, que temo en parte
mano, que murió de pestilencia á los veinte años de Que ha de faltarme el aire sospirando
su edad, estando en el ejército de nuestro César con Y con este temor, mi lengua prueba
ira franceses, en Ñapóles. A razonar con vos ¡oh dulce amigo
De la amarga memoria de aquel dia
No las francesas armas odiosas En que yo comencé como testigo
En contra puestas del airado pecho, A poder dar del alma vuestra nueva,
Ni en los guardados muros con pertrecho Y á sabella de vos el alma mia (38).
Los tiros y saetas ponzoñosas
No las escaramuzas peligrosas,
Ni aquel fiero ruido contrahecho XX.
De aquel que para Júpiter fue hecho
Por manos de Vulcano artificiosas, Con tal fuerza y vigor son concertados
Pudieron, aunque yo mas me ofrecía (35) Para mi perdición los duros vientos,
A los peligros de la dura guerra, Que cortaron mis tiernos pensamientos
Quitar un hora sola de mi hado. Luego que sobre mi fueron mostrados.
Mas inficion del aire en solo un dia (36) El mal es que me quedan los cuidados
Me quitó al mundo, y me ha en tí sepultado, En salvo destos acontecimientos,
Parténope, tan lejos de mi tierra. Que son duros, y tienen fundamentos
En todos mis sentidos bien echados.
XVII. Aunque por otra parte no me duelo,
Ya que el bien me dejó con su partida
Pensando que el camino iba derecho, El grave mal que en mí está de contino (39);
Vine á parar en tanta desventura Antes con él me abrazo y me consuelo
Que imaginar no puedo, aun con locura Porque en proceso de tan dura vida
Algo de que esté un rato satisfecho. Ataje la largueza del camino (40).
El ancho campo me parece estrecho
La noche clara para mí es escura
XXI.
La dulce compañía amarga y dura
Y duro campo de batalla el lecho.
Del sueño, si hay alguno, aquella parte Al marqués de Villafranca, según unos,
Sola que es ser imagen de la muerte ó al del Basto, según otros.
Se aviene con el alma fatigada.
En fin, que comoquiera estoy de arte, Clarísimo Marqués, en quien derrama
Que juzgo ya por hora menos fuerte, El cielo cuanto bien conoce el mundo
Aunque en ella me vi, la que es pasada (37). Si al gran valor en que el sugeto fundo,
Y al claro resplandor de vuestra llama
Arribare mi pluma, y do la llama
La voz de vuestro nombre alto y profundo,
(29) Quitalle á estemal mantenimiento.— Texto de Vlloa.
Seréis vos solo eterno y sin segundo
Quitar este mortal mantenimiento.— Texto de Herrera.
Y por vos inmortal quien tanto os ama.
(30) Así Ulloa, Herrera y Gracian ; Azara pone :
Cuanto del largo cielo se desea,
Tanto, que cuanto quiero le consiento. Cuanto sobre la tierra se procura,
Todo se halla en vos de parte á parte
(31) Que el curso refrenaron de los rios.— Id.
Y en fin, de solo vos formó natura
(32) Y en los diversos montes y sombríos.— Textos de Herrera
Una extraña y no vista al mundo idea,
y Ulloa. Y hizo igual al pensamiento el arte.
(33) Las fieras tigres y peñascos frios.— Texto de Herrera.
(34) ¿Por qué no ablandaría mi trabajosa.— Texto de Ulloa.
(35) Pudieron , aunque mas yo me ofrecía.— Textos de Herrera
y Ulloa. (38) Y á sabella de vos del alma mia.— Textos de Ulloa, Herrera
(36) Mas inficion de aire en solo un dia. Id. — y Tamayo.
(37) Gracian en su Agudeza y arte de ingenio (39) Del grave mal que en mí está de contino.— Textos de Herrera
SONETOS. 5b
Oh cuántas esperanzas lleva el viento!
XXII. Oh cuan ocioso está mi pensamiento
Cuando se ocupa en bien de cosa mía
Con ansia extrema de mirar qué tiene A mi esperanza, así como a baldía,
Vuestro pecho escondido allá en su centro, Mil veces la castiga mi tormento.
Y ver si á lo de fuera lo de dentro Las mas veces me entrego, otras resisto
En apariencia y ser igual conviene, Con tal furor, con una fuerza nueva
En él puse la vista mas detiene
; Que un monte puesto encima rompería.
De vuestra hermosura el duro encuentro Aqueste es el deseo que me lleva
Mis ojos, y no pasan tan adentro, A que desee tornar á ver un dia
Que miren lo que el alma en sí contiene. A quien fuera mejor nunca haber visto.
Y así, se quedan tristes en la puerta
Hecha por mi dolor con esa mano XXVII.
Que aun á su mismo pecho no perdona
Donde vi claro mi esperanza muerta Amor, amor, un hábito he vestido
Y el golpe que os hizo amor en vano Del paño de tu tienda, bien cortado
Non esservi passato oltra la gonna (41). Al vestir le hallé anchp y holgado ,
Echado está por tierra el fundamento Tamayo afirma que en un manuscrito del Escorial se lcia e: te
úllimo verso :
Que mi vivir cansado sostenía. A romper de tu paño este vestido:
¡Oh cuánto bien se acaba en solo un dia ! (44)
lo cual quería enmendar, diciendo :
(41) Verso de una canción de Petrarca. A romper este paño este vestido.
,
(42) Así apunta este verso el Brócense, así lo pone Herrera, asi (47) Ulloa no pone este soneto ni los
demás que siguen.
Anvers
iniayo; Azara escribe, siguiendo á Ulloa : La edición de las obras de Boscan y Garcilaso hecha en
de este sone-
Con clara luz la tempestad serena. por Pedro Bellro, en 1576, hace á aquel poeta autor
(43) Taraayo cree que estaría mejor viento alado en vez de helado. to, colocándolo antes de la fábula de
Leandro y Hero.
(44) ¡Oh cuánto se acabó en un solo dia !— Texto de Tamayo. En U iianresion de Barcelona de Ibüi se encuentra 4 la cabe-
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38 GARCILASODELAVEGA.
«Ondas, pues no se excusa que yo muera África se aterró de parte á parte.
Dejadme allá llegar, y á la tornada (48) Aquí donde el romano entendimiento,
Vuestro furor ejecuta en mi vida.» Donde el fuego y la llama licenciosa
Solo el nombre ¿tejaron á Cartago,
XXX. Vuelve y revuelve amor mi pensamiento,
Hiere y enciende el alma temerosa,
Sospechas, que en mi triste fantasía Y en llanto y en ceniza me deshago.
Puestas, hacéis la guerra á mi sentido,
Volviendo y revolviendo el afligido XXXIV.
Pecho, con dura mano, noche y dia ;
Ya se acahó la resistencia mia Gracias al cielo doy que ya del cuello
Y la fuerza del alma ;
ya rendido Del todo el grave yugo he sacudido,
Vencer de vos me dejo, arrepentido Y que del viento él mar embravecido
De haberos contrastado en tal porfía. Veré desde la tierra sin temello.
Llevadme á aquel lugar tan espantable, Veré colgada de un sutil cabello
Que por no ver mi muerte allí esculpida La vida del amante embebecido
Cerrados hasta aquí tuve los ojos. En su error, y en su engaño adormecido,
Las armas pongo ya que concedida
; Sordo á las voces que le avisan dello.
No es tan larga defensa al miserable Alegrárame el mal de los mortales (51);
Colgad en vuestro carro mis despojos. Mas no es mi corazón tan inhumano
En aqueste mi error como parece
XXXI. Porque yo huelgo, como huelga el sano,
No de ver á los otros en los males,
Dentro de mi alma fué de mí engendrado Sino de ver que dellos él carece.
Un dulce amor, y de mi sentimiento
Tan aprobado fué su nacimiento
Como de un solo hijo deseado; XXXV.
Mas luego nació del quien ha estragado A Mario Galeota.
Del todo el amoroso pensamiento ;
Boscan, las armas y el furor de Marte, Que yo alcanzo razón, y estoy ausente (55).»
Que con su propia sangre el africano
Suelo regando, hacen que el romano XXXVII.
Imperio reverdezca en esta parte
Han reducido á la memoria el arte Estoy contino en lágrimas bañado.
Y el antiguo valor italiano, Rompiendo siempre el aire con sospiros;
Por cuya" fuerza y valerosa mano Y mas me duele el no osar deciros
Que he llegado por vos á tal estado
za del libro con este epígrafe : Soneto de Garcilaso, que se olvidó
Que viéndome do estoy y lo que he andado
poner á la fin con sus obras.
Por el camino estrecho de seguiros
(4S) Lope, después de citaren su novela Las fortunas de Diana
el verso, Ondas pues no se excusa que yo muera, dice ¡
«Y aquí de paso advierta vuestra merced que á muchos ignorantes (51) Así pone este verso Azara ; Mayans en su Retórica lo escriba
que piensan que saben espanta que con tales vocablos se dé á Gar- asi
cilaso el nombre de príncipe de los poetas en España. Tornada y Alegraráme el mal de los mortales.
otros vocablos que se ven en sus obras era lo que se usaba en-
(82) Asi Tamayo y Azara. Herrera pone:
tonces ; y así, ninguno de esta edad debe bachillerear tanto, que le
parezca que si Garcilaso naciera en esta no usara gallardamente Teniendo miedo qué si escribo ó digO
de los aumentos de nuestra lengua.
Su condición, abajo su grandeza.
(49) Sigo el texto de Herrera ; Tamayo, Gracian y Azara dicen : (53) El conceto del alma, fui herido. —
Texto de Herrera.
Los primeros deleites ha tornado. (54) Le cueste al ofensor; que ya ostoy sano.— Id.
(50) Tamayo cree que no es de Garcilaso este soneto. Herrera (55) No debió tener Herrera por de Garcilaso
este soneto. Ta-
debió creer lo mismo, pues no lo incluye eu su edición. Sánchez mayo , siguiendo á Sánchez , y ;\ mas Gracian y Azara, lo tienen
lo tiene por auténtico, y lo mismo Azara. por del mismo autor.
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CANCIONES. 7,7
VILLANCICO.
OTRA.
Nadie puede ser dichoso;
Yo dejaré desde aquí Señora ni desdichado
,
A doña Mencia de la Cerda, que le dio una red y dijole que aquélla
había hilado aquel dia.
Á UNA PARTIDA. (i) Hemos de sacar, Señora.— Texto de Tamayo.
(5) En las obras de don Diego de Mendoza (Madrid, 1610) se
Acaso supo, á mi ver,
hallan como de esté caballero los ocho versos siguientes, iguales
Y"por acierto quereros
á los que en el testo aparecen como de Garcilaso, según Tamayo
Quien tal hierro fué á hacer,
Como partirse de veros y Azara.
Dido, mujer de Sicheo,
Donde os dejase de ver. Pues que tal nombre perdí,
Imposible es que este tal, Que se escriba sobre mi
Pensando que os conocía, Este título deseo:
Supiese lo que hacia, «El peor de los troyanos
Dio causa y el espada ;
la
Dido, á tal punto llegada,
Puso la muerte y las manos.»
(56) Sánchez y Tamayo tienen por de Garcilaso este soneto.
Herrera y Azara lo omiten en sus colecciones. Yo lo tengo por in- (6) se halla esta canción en las ediciones de Carcuaso, sino
No
digno de Garcilaso. en el citado manuscrito de Iriarte. Publicóla Gayangos cu el lo-
(1) En un manuscrito de Iriarte tiene este epígrafe : mo u dela Historia de la literatura española, por Ticknor.
A doña Isabel Freyra, porque se casó con un hombre fuera de su (7) Nose halla en ediciones de Garcilaso, sino en el códice do
condición. Iriarte. Publicólo Gayangos en el tomo n de la Historia literaria
(2) Sé que os lia de hablar por wh-Tt¡£(9 te íamayg, de España, por Tictnor.
: , ,
38 GARCILASODELAVEGA.
COPLA SOBRE ESTE VILLANCICO. GARCIAE LASI DE LA VEGA
AD FEKDINANDUM DE ACUÑA.
¿Qué testimonios son estos
Que le queréis levantar?
EPIGRAMMA.
Que no fué sino bailar. Dum Reges, Fernande, canis, dum Caesaris altam
Progeniem nostri, ciar aquefacta ducum,
¿Esta tienen por gran culpa? Dum hispana memoras fradas sub cupide gentes,
No lo fué á mi parecer, Obstupuere homines, obstupuere Dii;
Porque tiene por disculpa Extollensque caputsacri de vértice Pindi
Que lo hizo la mujer. Calliope blandís vocibushaec relulit
Estale hizo caer, Macte pner, geminé praecinctus témpora lauro
Mucho mas que no el saltar Qui nova nunc Mariis gloria solus eras,
Que hizo con el bailar (8). Haec tibí dat Bachusque pater, dat Phoebus Apollo;
Nympharumque leves, castalidumque chori
Ut, quos divino celebrasti carmine Reges,
(8) Según se ve en las obras de Boscan , esta copla fué escrita
Jeque simul curva qui canis alma It/rá ,
á don Luis de la Cueva porque bailó en palacio con una dama que
llamábanla Pájara. También escribieron al mismo asunto Boscan,
Saepe legant, laudent, celebrent post fata nepotes:
Nullaque perpetuos nox fuget atra dies (9). '
POESÍAS
DE
GUTIERRE DE CETINA
JUICIOS CRÍTICOS.
DE FERNANDO DE HERRERA.
(En las Anotaciones á las obras de Garcilaso de la Vega.)
contentan con la dulzura y terneza, no mostrando alguna señal de nervios y músculos, como si
no fuese tanto mas diferente y apartada la belleza de la mujer de la hermosura y generosidad del
hombre, que cuanto dista el rio Ipanis del Eridano; porque no se ha de enternecer y humillar
el estilo de suerte que le fallezca la vivacidad y venga á ser todo desmayado y sin aliento, aunque
Cetina muchas veces, ó sea causa la imitación ó otra cualquiera es tan generoso y lleno, que
,
casi no cabe en sí. Y si acompañara la erudición y destreza del arte al ingenio y trabajo, y pu-
siera intención en la fuerza como en la suavidad y pureza, ninguno le fuera aventajado.
Casi en aquellos tiempos floreció Cetina, afectuoso y tierno; pero sin vigor ni nervio (1).
(I) Así en este juicio de Cetina, como en el de Garcilaso y Hurtado de Mendoza , siguió Saavedra Fajardo á Fernando
de Herrera.
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POESÍAS
:rre de cetina,
COMPOSICIONES VARIAS. 41
Lazo de oro cruel, dulce tormento, Gran locura parece.
Confusión de locuras y de antojos Que su valor cualquier valor apoca.
Bellas flores mezcladas con abrojos, En vanoesdeseallos,
Manjar que al corazón trae hambriento, Pues sola los merece
Daño que siempre huye el escarmiento, La mano delicada que los toca,
Minero de placer, lleno de enojos; ¡Ay esperanza loca!
Esperanzas inciertas, engañosas, Ay tristes ansias mías!
Tesoro que entre el sueño se parece, Si gozar no se puede
Bien que no tiene en sí mas que la sombra, Bien que al mayor excede
Inútiles riquezas, trabajosas, Desdichado deseo, ¿en qué confias?
Puerto que no se halla, aunque parece, Ni puedes gozar dellos
Son efectos de aquel que Amor se nombra. Ni dejar de querellos.
De cabellos tejida
SONETO X. Fué la bella cadena
de una piedra fria enamorado,
Si En que mi corazón se halla envuelto,
Pudo Pigmaleon mover el cielo Con tal cautela urdida,
Si pudo á tanto ardor poner consuelo Que entonces da mas pena
Falso espíritu, en ella trasformado; Cuando pienso que estoy della mas suelto.
Siendo retrato vos tan bien sacado Si desta pena absuelto
De la mayor beldad que hay en el suelo, Alguna vez me viese,
Y siendo ante mi ardor el suyo un hielo, No prisión trabajosa
¿Por qué no me ha el Amor á mí engañado? Mas libertad dichosa
Ay de mí ¿Para qué? ¿Qué es fo que pido?
¡ ! Seria para mí cuando así fuese
Si espíritu tuviese esta pintura Mas el no merecellos
¿Podría mejorarse mi partido? Es el mal que hay en ellos.
No, porque en caso tal ¿quién me asegura Para el arco homicida
Se os hubiese en las mañas parecido Hizo Amor con gran arte
Tanto como os parece en la hermosura? De tus cabellos, Dórida, la cuerda,
Por hacer que la vida
CANCIÓN PRIMERA. Mientra del alma parte,
Guardando su ganado La gana de morir del todo pierda
Cerca el Béticorio, Que como se me acuerda
Vandalio al pié de un álamo sombroso, De aquel color divino
En la yerba sentado , Luego al vivir el paso
Que llena de rocío, Suelto, cansado y laso,
Mostraba el verde prado mas hermoso, Do la contemplación muestra el camino.
En un acto lloroso Mas ¿quién podrá con ellos
La zampona sonaba, Si el Amor se arma dellos ?
Y en las grutas oscuras Aquel oro extremado
De sus desaventuras Resplandeciente y puro,
Eco el último acento discantaba; Que el aurora nos muestra antes del dia,
Y en voz baja cantando Dicen que no es hurtado
Decía de cuando en cuando Pero yo afirmo y juro
« Dórida, tus cabellos De tus cabellos ser, Dórida mia.
Mas rubios son que el oro, La Aurora, que sabia
Y mas claros que el sol de mediodía Tu beldad extremada
Mas cara prenda que ellos Te los robó durmiendo
Ni mas rico tesoro Y agora va huyendo
No lo alcanza á pensar la fantasía. De aquel de quien fué ya tal vez burlada.
La triste vida mia Febo sigue tras ellos
Colgada de ellos veo. Yo me pierdo por ellos.
Ved si está bien librada, En la esfera del fuego
De un cabello colgada De su calor mas fuerte
Faltando la esperanza á mi deseo; De tus cabellos fué el color sacado,
Pues se llaman cabellos Cuya calidad luego
Porque estoy lejos dellos. Dio nuevas de mi muerte
En sutil velo envueltos Al hielo que en tu pecho está encerrado.
En trenzas por la frente, Así será forzado
O debajo de red tal vez guardados, Entre contrarios puesto,
O prendados ó sueltos, Que mi vivir se acabe
Si el sol está presente Porque en razón no cabe
De invidioso, se esconde en los nublados. Sufrir la crueldad quien vio tu gesto.
¡ A y rabiosos cuidados Si hay fuego y hielo entre ellos ,
¿ Quién se guardará
j Oh trabajosa suerte! dellos ?
Cuando los veo muero, Cabellos, mientra os miro,
Cuando no, desespero De la cruel Medusa
Y en morir el deseo se convierte. La bella forma y el peligro veo.
¡Oh dichosos cabellos! Ardo, hielo y suspiro
Y mas quien puede vellos. Y el alma, de confusa,
A veces imitando En los brazos se deja del deseo.
A la sacraDiana, ¡Oh escudo de Perseo!
Los orna con guirnaldas de mil flores; ¡Amor, si por hazaña
Y Amor, que está mirando Hora yo lo tuviese,
La beldad soberana, Porque Dórida viese
Se enciende en el amor de sus amores. De sus cabellos la beldad extraña!
Mil celosos temores Mas sí se vence dellos
Tengo de enamorado. ¿Cómo podré mas vellos?
Digo «Si Amor la hiere,
: Canción, si en los cabellos,
Si para sí la quiere Siendo la menor parte
¿Para qué es mi pasión y mi cuidado? De su beldad, hay tanta hermosura;
Si Amor se inflama dellos, Si la señora dellos
¿Para qué quiero vellos? Te llama, baja á darte,
Pensar poder gozallos Pues no cabe tal bien en tal ventura.;
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GUTIERRE DE CETINA.
Dile que para amallos
Te sobra lo que falla en alaballos. MADRIGAL II,
COMPOSICIONES VARIAS. 43
Queda de otro veneno defendido. Que al que se ha de morir, muerte le es vida
Que ni le empece ni hay por qué lo esquive. Canción , permita el cielo
Ya que por mayor mal quiso ventura Que sea esta del cisne y pues alcanza ;
CANCIÓN II.
Al secretario Gonzalo Pérez.
Razones mal fundadas que es locura ; Que en virtud del calor de los favores,
Hablar de vida al que morir procura. Mientra el sol me duró, ledo vivia,
¡Ay, esperanza incierta! Hasta que los helados disfavores
¡Cuánto fuera menor mi desventura Hicieron encoger mi fantasía,
Si razón de esperar jamás tuviera! Esconderme y huir de los amores.
Viera mi duda cierta ;
Porque donde hay vivir muerte no viene. Los romanos al que era victorioso.
Esperanza grosera
¡
Quedaba el nombre así de aquel famoso,
De seso falta, falta de experiencia! Y de una envidia honesta despertaban
¿Sobre qué estribas ya , qué te sustenta, Los ánimos de aquellos que aspiraban
Vida rabiosa y fiera? Venir á un fin tan alto y glorioso.
Acábame á lo menos la paciencia Estos escudos de armas los trofeos ,
Ya que acabaste tú, no se consienta. Las memorias que veis en cada parte,
¡Ay, peligrosa afrenta Príncipe digno de inmortal historia
Si la esperanza ha visto el desengaño, Despertadores son de los deseos
¿Qué puede ya esperar sino mas daño? Que á un hijo tal, cual vos, del nuevo Marte
Esperanza cuitada
¡
Harán subir á la paterna gloria.
¡Ay, si supieses bien cuan caro cuesta
El manjar de que vives trabajoso
ANACREÓNTICA.
¡Cuánto mas descansada De
tus rubios cabellos,
Te seria una muerte alegre y presta Dórida ingrata mia,
Que un vivirían cansado y enojoso! Hizo el Amor la cuerda
¡Ay, último reposo, Para el aren homicida.
No se dilate mas nuestra partida j «Ahora verás si burlas
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u GUTIERRE DE CETINA.
De mi poder» ;decia, En un asalto, sin tomar sosiego
,'
Si aquella servitud, señor don Diego, Tocó á pasar por tan extraños fueros.
Que con vos tuve agora no , tuviese, El incendio cruel la fiera muerte ,
Seria de saber muy falto y ciego. El robo, el mal que en Dura hacer vieron,
Aquel amor que solo de interese Junto con expugnar plaza tan fuerte
Nace, fué por divina providencia Hizo que los demás merced pidieron,
Ordenado que á tiempo pereciese; Y con su Duque mal aconsejado
Mas el de la virtud , el de la ciencia En las manos de César se pusieron.
No puede perecer, porque es tesoro Ellos absuellos, él fué perdonado;
Que muestra siempre en sí mas excelencia^ Y el ejército nuestro victorioso
Yo observo en el amaros el decoro, De Gueldres en Henao presto pasado,
Y como enamorado, os amo tanto, Do en llegando, llegó tempestuoso
Que casi como á un ídolo os adoro. Juntamente el invierno, y tan esquivo
Anegada en el mar de un luengo llanto Que hizo el campear dificultoso.
Ha estado hasta aquí la musa mia, Así fué fuerza de mudar motivo
Sin poder acordar la lira al canto. Y contentarnos con menor ganancia
El cielo de mi dulce fantasía Dejando el pensamiento mas altivo.
Vi todo revolver y escurecerse Opuso, Señor, cerca el rey de Francia,
Cuando pensé que comenzaba el dia. Por si socorrer podia la villa
Y el sentido, que apena condolerse Que á él era de honor y de importancia.
Podia de su mal siendo infinito,
, Y porque publicaba á maravilla
No pudo en otra cosa entremeterse. Deseo de hacer jornada cierta
Esto causó, Señor, que no os he escrito, Nuestro César no quiso diferilía
Como os prometí cuando de Trento, , Antes se puso en la campaña abierta,
Partisteis tan mohíno y tan aflito, Y á tiro de cañón se le presenta,
Hasta agora, que el puro descontento Mostrándole, si quiere entrar, la puerta.
Puso al furor las armas en la mano, Mas él ,
que verse en semejante afrenta
No al poético, no mas al tormento.
, No quiso, ni tentar mas su ventura
Y aunque parezca especie de liviano Con socorrer su villa se contenta.
Lo que Febo hallar dificultoso Cario Quinto lo llama y lo importuna
Suele , la indignación ha hecho llano. Y ofrece la batalla , de que había
En una confusión estoy dudoso, El francés poca gana ó no ninguna.
Que no sequé os escriba que os agrade, Y bien nos lo mostró el tercero dia
Que pueda al gusto vuestro ser sabroso. Que nuestro campo cerca de él pusimos
Desta guerra he temor que os desagrade; Cuál era su intención y á qué venia;
Del suceso de corte no hay qué escriba; Fuésenos una noche, y no le vimos
De amor ¿qué diré yo que no os enfade? Apenas ir, y al fin de la jornada
La imagen de Boscan que casi viva , El veló bien nosotros nos dormimos.
,
Debéis tener, hará en vuestra memoria César dejó después holgaría espada,
La mas hermosa para ser esquiva. Que en las francesas armas fiera mella
Y el Laso de la Vega cuya historia , Ha hecho, sin quedar escarmentada.
Sabéis, de piedad y envidia llena, Y si bien de la fin de esta querella
Digo de invidiosos de su gloria. Cada cual á su gusto ordena y trata
Yo, que á volar he comenzado apena , Y sobre la verdad la pasión sella,
Apenas oso alzarme tanto á vuelo, Yo querría decir, pues no me mata
Que no lleve los pies por el arena. Nadie , que hizo el Rey la bella empresa
Vos, remontado allá casi en el cielo, Mala rima mi forza á dir cacata.
Paciendo el alma del manjar divino, Por abreviar, nuestro César tenia presa
¿Quién sabe si queréis mirar al suelo? Fortuna por el pelo, y hásele ido;
Mas ante que volverme del camino, Piadosamente pienso que le pesa.
Acuerdo de decir alguna cosa El Rey se fué ; digo que se ha huido
En estilo grosero ó peregrino. Sin daño y con vergüenza , y ha quedado
Será el sugelo pues aquella honrosa Quien lo dejó huir muy mas corrido.
Empresa que en este año ha César hecho, La culpa cuya fué no he procurado
Tantocuanto difícil gloriosa. , Ni procuro saber ; mas cierto veo
Ver un tirano en dos horas deshecho, A César en tal caso disculpado.
Tan fuerte y atrevido, que hacia Ya me parece que tendréis deseo
A los mayores que él tremer el pecho. De saber los que mas se señalaron
No vencido de amor ni cortesía Y quién llevó la gloria y el torneo.
Ni fortuna en vencerle tuvo parte Algunos caballeros se hallaron
Mas de solo valor y gallardía. En las escaramuzas, que de España
Allí era de notar el nuevo Marte, La fama gloriosa conservaron.
Fernando, capitán de aquesta guerra, Los demás , y aun los mas en una extraña ,
,
Profundos fosos, muros impugnables A presencia pienso reservallo.
la
Hierro, lanzas, saetas , piedras, fuego, Mas quisiera decir, sino que salta
Abíüjos de leones indomables, El furor por seguir otra materia
, ; !, !, , ,; ,, , !, ,; ,
Composiciones VARIAS. as
Si no más agradable al fin mas alta.
, Y el que mejor que yo vivir podría
Pensé deciros del'novel de Feria En casa y del paterno nutrimiento?
Cómo con su valor ha desterrado ¿Para qué es ocupar la fantasía
Desta corle los vicios y miseria. En desear mandar, y en grandes cargos
Y cómo en cuatro pasos ha alcanzado Andar embebecidos noche y dia?
Los que primero del corrieron tanto, Los años de los ricos ¿ son mas largos,
Y algunos ó los mas atrás dejado. Por aventura, ó viven mas quietos,
Pero, tornando al comenzado canto, O muertos no han de dar de sí descargos?
El humo y vanidad de aquesta corte ¿No como los pobres, tan sujetos
son,
Me tiene puesto en confusión y espanto. Los ricos á mil casos desastrados
No pienso decir mas sin pasaporte; Si bien no corresponden los efelos?
De la corte murmuro y della digo, ¿Cuál rico hay que no tenga mil cuidados
Mas de ninguno nada que le importe. Mas que yo, que el temor de caso adverso
Yo pienso que es á Dios y á sí enemigo No interrumpe mis sueños reposados?
Quien niega la verdad y por favores,
,
Oh cuánto es su vivir del mió diverso!
¡
Por amor ni temor de algún castigo. ¡Cuánto es la mia mas alegre vida
¿Qué os parece Señor, destos señores?
, ¡En qué piélago está ciego y submerso!
De su ambición y envidia ¿qué os parece? Yo, que por experiencia conociJa
Qué de la multitud de servidores? Tengo la corte ya voyme riendo
,
¿Qué decis de la pena que padece De quien sigue tras cosa tan perdida.
Un grande si otro le ha pasado en nada Y digo que es la corte si la entiendo,
,
46 GUTIERRE DE CETINA.
Antes por solo el nombre tomaría Todos nuestros caballos están buenos;
De andarme sin bonete y trasquilado. Vuestras bestias de casa se pasean
Pasáis, Señor, por la desgracia mia, Sin vos por estas calles como ajenos.
Como vino entre burlas á mudarse Algunas damas sé yo que os desean
El nombre de que tanto yo huía. Bien que por Varios casos todavía
Vaya fuera Satán no lia de tratarse
;
Venid, si no por ver, para que os vean.
Cosa sin lauro aquí, como taberna; El dibujo que aquel darme debía
Que en todo ha de meterse y demostrarse. Del moderno castillo de Plasencia
Tornando pues, Señor, á la moderna Para enviar a vuestra señoría
Manera de vivir, digo que estamos No me ha dado; mas jura en su conciencia
Como le place á aquel que nos gobierna. Que el principio está hecho y no acabado,
Paz y salud hay mas que deseamos, Por habello estorbado la excelencia.
Mil cosas que comprar, pocos dineros No os quejaréis, Señor, que no os he dado
Aunque tantos, que basta que vivamos. Particular aviso de mil cosas,
Las damas, el amor, los caballeros Y en estilo mas fácil que el pasado.
Andan hechos tasajos; yo me rio. Vuestras armas están las mas hermosas
Que si yo no lo soy, son majaderos. Que se pueden pintar, y yo no quiero
Anda, Señor, tan flaco Juan del Rio, Pintaros con palabras enfadosas
Que es una compasión, porque su dama Lo que sabéis de mí, del día primero.
Ha apostado con él cuál es mas frió.
No viene á la ciudad, y desta trama ESTANCIA.
Temo no ha de quedar al triste hilo Sobre la cubierta de un retrato.
Mas de sola la voz con que le llama.
Baste del galán flaco y amarillo El que el alma encender de honesto celo
Lo dicho; de otro gordo y rubicundo Quiere, y hacer mejor la mejor parte
Diré, que os holgaréis vos mas de oillo. Es que por levantarse en alto vuelo
Don Manuel va sin luto y tan jocundo Busca sugeto tal, que excede al arle;
Que solo es el galán de los galanes. El que procura ver beldad del cielo,
¿Queréis que diga mas? Que triunfa el mundo. Y junta la que en todas se reparte,
El premio no sé yo de sus afanes Para ver todo el bien de la edad nuestra
Cuál es mas; sé os decir que muestra el juego Mire, si sabe ver, sola esta muestra.
Por ganado en las muestras y ademanes.
Diréis que yo no veo y que estoy ciego, SONETO XXIII.
Que no puedo dar fe; mas yo me atengo AI monte donde fué Cartago (4).
A que no sale luz donde no hay fuego.
Don Jorge, harto mas ancho que luengo Excelso monte, do el romano estrago
Espera con deseo la camarada Eterna mostrará vuestra memoria
Yo con las esperanzas lo entretengo. Soberbios edificios, do la gloria
Va el cuitado á palacio, y no se*"agrada Aun resplandece de la gran Cartago;
De cosa que en él vea, ausente aquella Desierta playa, que apacible lago
Luz que ni se la da ni le da nada. Fuiste lleno de triunfos y \1loria (5)
Ella está en su lugar, y está con ella Despedazados mármoles, historia
La bella camarada por mostrarse En que se lee cuál es del mundo el pago (G)
Entre tanto beldad tanto mas bella. Arcos, anfiteatros, baños, templo,
Don Antonio ha dejado de quejarse; Que fuisteis edificios celebrados,
Después que os fuisteis vos no pierde punto Y agora apenas vemos las señales;
Si la dama no viene á importunarse. Gran remedio á mi mal es vuestro ejemplo,
Gonzalo Girón va medio difunto, Que si del tiempo fuistes derribados,
Que su dama no sale ni se muestra, El tiempo derribar podrá mis males.
Y no por culpa del, según barrunto.
Está el triste de cosa tan siniestra SONETO XXIV."
Harto mas corcobado que solía
Fortuna lo enderece, que es maestra. A una dama que lloraba un su servidor muerto.
Aquel embajador que no se via De Menalca, pastor, la ninfa Flora
Salió ayer á volar con pluma nueva Lloraba el duro caso extraño y fuerte,
Y la que lo peló sigue su via. Y del hermoso rostro dura suerte
Ludovica se ha puesto en hacer prueba Las rosas escurece y descolora.
Si se puede afeitar mas que su ama
Ya se hace llorar, ya vuelve y llora
Y no hay de quien tal yerro la remueva. Y en dulces perlas su llorar convierte
Suspira por el Príncipe y lo llama ; Ya queda muerta y fría, y si la muerte
Dice que era su bien, y yo lo creo La deja respirar, dice algún hora :
Espérannos, Señor, las mesas puestas, rastro de algunas dellas, ni las debió leer en escritor alguno pero ;
Como suelen decir, porque en llegando cuando esto se condene, será error de accidente, y por eso liviano.
Toméis de ellas el gasto á vuestras cuestas Basta que lo trasladó ilustremente y que es tino de los buenos so->
COMPOSICIONES VARIAS. 47
Al amoroso nido,
SONETO XXVI. Al seno regalado
De Amor, al mas hermoso y casto pecho!
Hiere el puerco montes, cerdoso y fiero De ser muerto y deshecho
Y la alterada sangre, detenida, Allí luego improviso
Tarda del corazón á la herida, Mayor bien se te sigue ,
Y una blanca señal muestra primero. Porque el morir mitigue
Así del amador que es verdadero, La gloria que á si solo Amor dar quiso
En lágrimas la sangre convertida , Que el morir en tal punto
No llegan así presto á su salida Fué un no sentir el mal al bien tan junto.
En llorando un pesar muy lastimero. Cosa es clara y sabida
Da el corazón señal que está alterado, Que de tan gran locura
Hace que de dolor el fiero diente Habia de seguir un mal extraño.
En lo vivo del alma ha penetrado. Pagaste con la vida
Entonces muestra el daño el accidente, Tu sobrada ventura
Y la blanca señal de estar turbado Y á respecto del bien fué poco el daño.
Matiza con el llanto el mal que siente. Ay qué sabroso engaño!
¡
SONETO XXVIII.
Tengo por cosa cierta
Mientra el fiero dolor de su tormento Que allí la muerte en vida se convierta.
Con mayor soledad Vandalio llora Faetonteno se alabe
Con voz de su morir denunciadora Mas de su atrevimiento,
Dijo triste, lloroso y descontento Pues él ni nadie al tuyo igualar puede.
«¡Oh gloria de estas selvas y ornamento, No en pecho humano cabe
Sombras que tanto ardor templáis agora! Tan gran contentamiento
¡Oh tú, Eco, perpetua habitadora Que ante el bien de tu mal bajo no quede.
Del bosque que este llanto escucha atento De un que al sol excede
sol
«Quédese para vos solas guardado Donde aun el pensar loco
Mi tan secreto bien, mi buena suerte, Apenas llegar osa,
Que tanto me costó por no mostralle. Cama dulce y sabrosa
»Y si tanto favor me niega el hado, Hiciste, el mayor bien teniendo en poco,
Ya que á alguno contar queráis mi muerte Porque haga la fama
Dígase solo el mal, el bien se calle.» En memoria inmortal muerto en tal cama.
No puede ser pagado
SONETO XXIX. Un atrever tan alto
Golfo de mar con gran fortuna airado Con castigo menor que de tal muerte;
Se puede comparar la vida mia Ni pudo ser mezclado
Van las ondas do el viento las envia , Con menor sobresalto
Y las de mi vivir do quiere el hado. Porque el bien engañase un mal tan fuerte.
No hallan suelo al golfo, ni hallado Solo faltó á su suerte
Será cabo jamás en mi porfía Tal autor, que escribiera
En el golfo hay mil monstruos que el mar cria Tu vida, muerte y gloria
Mi recelo mil monstruos ha criado. Y que para memoria
En el mar guia el Norte , á mí una estrella Perpetua en tu sepulcro se leyera :
Nadie se fia del mar, de nada fio; «Aquí contento yace
Vaseallí con temor, yo temeroso. Quien por tal ocasión morir le place.»
Por mí cuidados van, naves por ella; No pases adelante,
Y si en algo difiere el vivir mió Canción, pues á los dos nos cabe en suerte
Es que se aplaca el mar, yo no reposo. Llorar de envidia de tan dulce muelle.
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48 GUTIERRE DE CETINA.
SONETO XXX. Delicado matiz, que el ser humano
Nos muestra cual el cielo lo mostrara ;
honor del nombre de Cardona*
Ilustre Beldad cuya beldad se ve tan clara
No décima á las nueve de Parnaso Que al ojo engaña el arte soberano.
Mas la primera del oriente á ocaso, Artílice ingenioso, que sentiste
A quien rara beldad bonra y corona Cuando tan cuerdamente contemplabas
Y á quien la fama por sin par pregona
El sugeto que muestran tus colores
De virtudes colmado y rico vaso,
Dime : si como yo la vi la viste,
Por elección, y no por suerte ó caso, El pincel y la tabla en que pintabas
Dignísima de cetro y de corona Y tú ¿cómo no ardéis, cual yo, de amores?
Perdería la pena y el trabajo
Donde la invidia su malicia enfrena, SONETO XXXV.
Si cantase de tí aun el mas instruto,
Pues tu santa virtud tomó á destajo, Al conde de Feria.
Con pura castidad de afelos llena Mientra el franco furor fiero se muestra,
Producir para el cielo eterno fruto (7). En uno con el bárbaro tremiendo
SONETO XXXI. Mientra consorcio protestante horrendo
el
Turbar piensa la fe y la patria nuestra
Ni la alta pira que de César cierra Marte os arma, Señor, la mano diestra
Las reliquias soberbias en el suelo, A la cual la victoria está atendiendo
Ni aquel famoso templo por quien Délo A aquel vestigio de valor siguiendo
Vivirá siempre en cuanto el mar encierra Que á la inmortalidad virtud adiestra.
Ni todos los honores que en la tierra Ya me parece ver de vuestra gloria
Pueden de gloria alzarse en alto vuelo, El alto resplandor ilustrar tanto,
Os dieran tanto honor, héroes del cielo Que al paterno poder hará la vista.
Cuanto os dan estas piedras y esta tierra. Solo tengo temor que tanta historia
De huesos de enemigos mayor pira, Puesta no quedará en eterno canto,
Do los vuestros á guisa de trofeo Si vos de vos no sois el coronísta.
Se muestran, fabricando fabricastes.
El templo que á los otros mas admira SONETO XXXVI.
Y el honor muy mas grande que el deseo, Cercado de de espanto
terror, lleno
Cristo os lo dio y vosotros lo ganastes. En la barca del pensamiento,
triste
Los remos en las manos del tormento
SONETO XXXII. Por las ondas del mar del propio llanto
A una dama que le pidió alguna cosa suya Navegaba Vandalio, y si algún tanto
para cantar. La esperanza le da propicio el viento,
La imposibilidad en un momento
No es sabrosa la música ni es buena Le cubre el corazón de oscuro manto.
Aunque se cante bien, señora mia «Vandalio, ¿qué harás ora? decia.
Si de la letra el punto se desvia Fortuna te ha privado de la estrella
Antes causa disgusto, enfado y pena. Qne era en el golfo de la mar tu guia.»
Mas si á lo que se canta acaso suena Y andándola á buscar ciego sin ella
La música conforme á su armonía Cuando por mas perdido se tenia
En lugar del pesar que el alma cria Viola ante los nublados ir mas bella.
De un dulce imaginar la deja llena.
Vos, que podéis mover al son del canto SONETO XXXVII.
Los montes, no queráis cantar enojos De sola la ocasión ledo y gozoso,
Ni el secreto dolor de mi cuidado. Dijo Vandalio á Amor « Por un halago
:
P.XVI-1.
é
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GUTIERRE DE CETINA.
Y si usado al mar envías,
el tributo Do tus lágrimas van vayan las míes.
J)o tuslágrimas van vayan las mías. Agora ni me trata ni entretiene
¡Cuántas veces la vi certificarme Ni mi vivirle agrada,
Que dejaba aquel rio Antes huye de mí como de fiera
Y el Tago, do vivir también podia Y si donde yo estoy acaso viene
Por tenerme mas cerca y por tratarme, Se muestra tan trocada
Porque el ganado mió Que no parece ser la que antes era.
Gozase su pastor siquiera un dia! No la puedo entender ni sé qué quiera
Jurar la vi también que ya tenia Lo mesmo que me hiela, eso me enciende,
De Pisuerga tan libres los cuidados, Y lo que mas me ofende
Que no dejaba atrás rastro ninguno Es no saber de qué se satisface.
Que deseaba ver paciendo en uno Eso es pues el dolor fiero, rabioso,
Por tu ribera andar nuestros ganados. Que en llanto me consume y me deshace.
Los ardores pasados Llora, padre piadoso ,
Veníamos mil veces acordando Y si el tributo usado al mar envías,
Por hacer el camino mas sabroso. Do tus lágrimas van vayan las mias.
¿Para qué mi dolor voy relatando? Bétis. rio famoso,
Llora, padre piadoso Recibe esta canción en tus honduras,
Y si el tributo usado al mar envías, Y mientras lloro aquí mis desventuras,
Do tus lágrimas van vagan ¡as mius. Llora, padre piadoso,
Ay Dios si me durara aquel camino
•
! Y si el tributo usado al mar envías ,
Cuanto dura la vida Do tus lágrimas van vayan las mias.
O la vida con é! se me acabara
Si de un trato tan blando y tan contino SONETO XLIH.
lluia de dar caída, Al duque de Alba.
¡
Pluguiera á Dios que nunca lo gustara
Blas ¿ quién creyera tal, quién lo pensara. Señor, mientra el valor que en vos contemplo
Viéndose así tratar tan blandamente ? El ánimo, el saber alabar quiero,
Quién se vio como yo que no creyese Con el bajo decir torpe y grosero
Que tal contentamiento eterno fuese, Del alto desear la furia tiemplo.
hiendo eterno el autor que el alma siente? Y'uestras obras serán pues vuestro ejemplo,
¿Cuál piadoso bosque ó fuente Vos vuestro coronista verdadero,
Vimos en él pasar que no haya sido Vuestra virtud será el mas cierto Homero
Castigo de mi bien? ¡Ay qué rabioso Que á la inmortalidad os abre el templo.
Es el acuerdo, Amor, del bien perdido! No dejaréis, Señor, ser alabado;
Llora, padre piadoso , Mas a! principio que lleváis tan alto
Y si el tributo usado al mar envías, Dad en lo porvenir alegre efeto ;
Do tus lágrimas van vayan las mias. Que si el triunfo del mundo es pobre y falto,
Pisuerga sabe bien que fué testigo Si corresponde mal con tal sugeto, .
JUICIOS CRÍTICOS.
DE FERNANDO DE HERRERA
(En las Anotaciones á Garcilaso).
Don Diego de Mendoza habló maravillosamente y trató sus concetos, que llaman del ánimo, y
mas espíritu que cuidado, y alcanzó con novedad lo que pretendió
todas sus perturbaciones con
siempre que fué apartarse de la común senda de los otros poetas, y satisfecho en ello, se olvidó
,
de las demás cosas porque, si como tuvo en todo lo que escribió erudición y espíritu y abun-
;
dancia de sentimientos ,
quisiera servirse de la pureza y elegancia en la lengua, y componer el
número y suavidad de los versos , no tuviéramos invidia á los mejores de otras lenguas peregri-
nas. Y no puede dejar de conceder que cuando reparó con algún cuidado, ninguno le hizo
se
ventaja; pero, como él se ejercitó por ocupar horas ociosas ó librar el ánimo de otros cuidados
molestos, así la grandeza de sentimientos y consideraciones y el natural donaire y viveza de sus
versos lo desvian , como tengo dicho, de la poesía común.
DE LOPE DE VEGA
(En el prólogo del Isidro ; Madrid, 1599).
¿Qué cosa iguala á una redondilla de Garci Sánchez ó don Diego de Mendoza?
El ingenioso caballero don Diego de Mendoza ¿qué quiso decir que no pudiese en sus coplas
castellanas?
Sucedió á estos don Diego de Mendoza, el cual es vivo y maravilloso en los sentimientos y
ánimo , pero flojo é inculto.
afectos del
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POESÍAS
DE
La orden con que guardáis todas las cosas. Ser en esto cruel tu mansedumbre,
Y yo de condenarme
diligente
»Mas ya que todas ellas la guardasen, En tu descuido y mi desconfianza.
Esta lo quebraría, Amor, amor, que quitas la esperanza
Porque su hermosura y discreción Y en su lugar das vana fantasía,
, , ;, , ,,
Las noches y ios días aborrezco, Mas ¿qué perdería yo aunque me perdiese,
Maldigome en la noche porque fui Que no ganase mas en la experiencia
Y cuando viene el dia, porque soy. Si tu merced Señora lo entendiese?
, ,
Fuerza querría que fuese, y fuese luego; Que yo nunca saldré de este cuidado.
Que el mayor bien es el postrer remedio Cuanto mal hace amor es razonable
En mal que no se puede remediar. Si el remedio va fuera de esperanza
Y no se puede ver, aunque se hable.
No sé por qué deseo esta mudanza,
Que siempre lo que espero es lo peor;
; , ; ; , , , ;,, ,
COMPOSICIONES VARIAS. bo
Ved qué de confianza.
lejos estoy Que tu frente con tanta razón ciñe,
Contrastan en mi pecho odio y amor, Con cuánta de la mia hora se arriedra
El uno con el otro de su parte Del rosado color que ansina tiñe
Mas todos contra mi por mi dolor. La blanca seda y lana delicada,
Va yo seria contento de mirarte, Del contrario de aquel que la destiñe;
Si no perdiese el seso y la paciencia La verde jova que es de amor vedada,
,
Con el miedo que tengo de enojarte. Porque en el fin su grado rompe luego
Mas es de tal manera mi dolencia, La transparente piedra bien tallada,
Que con cualquier remedio crece el daño, Y la que en color vence al rojo fuego
Y con medio ninguno tu clemencia. El muy duro diamante, que al sol claro
Andando entre sospecha y desengaño, Turba la luz y al hombre torna ciego.
Me ciego y desvario en la certeza, Aquella hermosura que tan caro
Y en lo que mejor veo mas me engaño. Te cuesta, y que holgabas tanto en vella
Múdese amor, que yo terne firmeza; Contra cuya herida no hay reparo,
Aguce y emponzoñe bien sus Hechas Admiróte otro tiempo ver cuan bella,
En aborrecimiento y ligereza. Cuan sabia , cuan gentil y cuan cort és,
Al corazón me vengan
bien derechas, Y aun quizá ahora mas te admiras della.
Pasadas (porque hieran al caer) Tu lengua, que debajo de los pies
Por importunidades y sospechas. Trae el sugeto, y nos lo va mostrando
Y tú Señora, muestra tu poder
, Como tú quieres, y no como elloes.
En perseguir del todo un mísero hombre, Admírente mil hombres que escuchando
Que no tiene ya cosa por perder. Tu canto están, y el pueblo que te mira,
No ganarás en ello gran renombre Siempre mayores cosas esperando.
Que del cuitado cuerpo y sus porfías Con la primera noche te relira,
No me ha quedado mas* de sombra y nombre. Y con la luz dudosa te levanta
Tú vences y yo doy fin á mis dias;
,
A escribir lo que todo el mundo admira.
Tú vences, mas no huelgas con mi muerte ¿Cuál es aquel cautivo que se espanta
Porque hago en morir lo que querias, Que el año fértil hincha los graneros
Y esto tengo por vida y buena suerte. Al que fortuna y no razón, levanta?
,
Conmigo se acabase mi valer, Que los que amamos vemos mas temprano
Y tan poca memoria de mí hubiese Hela en cabello negro y blanco arreo.
Como si nunca hubiera de nacer. Ella te cogerá con blanda mano
La noche del olvido me cubriese Las raras uvas y la fruta cana,
Fn esta medianía comedida, Dulces y frescos dones del verano.
Y el vano vulgo no me conociese. Mira qué diligencia, con qué gana
Entonces baria yo sabrosa vida, Viene al nuevo servicio, qué pomposa
Tune de las mareas del gobierno Está con el trabajo, y cuan ufana.
^ de loca esperanza de cabida. Kn blanca leche colorada rosa
Ardería mi fuego en el invierno Nunca para su amigo vi al pastor
Contino y claro, y el manjar seria Mezclar, que pareciese tan hermosa.
Rústico, pero muy mas dulce y tierno. El verde arrayan tuerce en derredor
El vino antiguo nunca faltaría, De tu sagrada frente con las llores,
Que los pies y la lengua me trabase, Mezclando oro inmortal á la labor.
Mezclado con el agua clara y fría. Por cima van y vienen los amores,
Y cuando el año se desinvernase, Con las alas en vino remojadas ;
COMPOSICIONES VARIAS.
Y arranca las arenas del profundo, Ni fuego que en la llama desvanece.
Ño por eso harán vida sesuda. Tú sirve al gran señor que has encogido,
No les podrá quitar hombre del mundo Acompaña en presencia sus victorias,
El comer, el dormir, el pasear. Y el nombre por las gentes extendido
El tenerse por so!os, sin segundo. Mira cómo nos muestra las memorias
No les queda ya mas que desear; De los que todo el mundo sojuzgaron,
Todo está deseado y todo habido, Imitando sus títulos y glorias.
Y cada cosa puesta en su lugar. Él pasará por donde no pasaron
No se cura de bueno ó mal partido Las banderas y griegos escuadrones,
Que hacen con el turco venecianos, Y volverá por donde no tornaron.
Ni que venza el Sofíó que sea vencido. Había entre los griegos disensiones:
No es esto porque estima por livianos Cada uno quería reposar,
Los negocios del mundo, ó los alanza La gente era suspensa en opiniones.
Viendo que no se puede dar á manos. Comenzóles el cielo á amenazar,
El por qué no lo entiende ni lo alcanza, Mostrándose turbado y espantoso
Ni piensa de verdad que hay otra vía Con truenos y con rayos á la par.
Sino la que le da su confianza. El Gángesles corría mas furioso,
Con la mujer de Séneca vivía Con las ondas el cielo amenazaba ,
Duren por muchos años ordenadas, Creyendo que algún dia ha de nacer
Y yo que tarde y viejo vaya á vellas. En este mundo otra doña Marina.
Entalla muchas uvas coloradas Y que ella misma vea en el crecer
Con sus vides, que en torno las rodean, En gracia y en valor y en discreción
Con las revueltas hiedras enlricadas. Alguna que le pueda parecer.
Los amores estén que se meneen Aconsejadle mude la opinión ,
Pues tiene lo que siempre ha de durar. Sin tí íio puede haber principio grande;
La negra dama fea como un coco,
,
Y ansí doña Marina , callaré
,
Siendo, como ella es, discreta y diestra, Hasta que tu grandeza me lo mande.
Piensa tornar el mundo casi loco. A vos, señora Peña , bajaré;
Y ella tan estimada como muestra,
,
Que hablar con vuestra ama no se puede
De saber, de virtud valor y gloria
,
Sin tocaren misterios y por fe.
Que en los ojos nos dé con la siniestra. Si lo que yo escribiere ella concede,
Aunque vea yo borrada su memoria Llevarme ha tras sí con media seña,
Del libro de la gente, y en sus ojos Y hará de nosotros cuanto puede.
Volar á mano ajena la Vitoria; Imporlunadla bien, señora Peña;
Los triunfos cogidos á manojos Que yo sé cuánto vos podéis con ella :
Por otro nuevo nombre levantados, Ansí os pueda ver yo tan buena dueña
Y en carro ajeno puestos sus despojos, Como ahora á mis ojos sois doncella.
No sea en penitencia de pecados
Y en venganza que alguno le desea
Sino en pena de amigos olvidados. CARTA VI.
¿Cómo queréis, Señora , que lo crea
Quien viere su memoria vacilando, El pobre peregrino, cuando viene
Y no tener amigo que no vea? A Roma ó á Santiago en romería
Mas pienso que irá siempre mejorando, Por voto expreso ó devoción que tiene,
Y que pondrá el cuidado todo entero Va entre sí discurriendo por la vía
En ganar los ausentes de su bando. La gloria religión y piedad
,
Pareciendo, ora tarde, ora temprano, El valor de vuestra ama, como indino,
A la orilla del agua clara y fria Me contento con ser de vos oido.
De mármol alzaré un soberbio templo No es empresa de humilde peregrino
En la extendida y verde pradería. Allegar con sus votos á ofrecer
En medio estará ella , á quien contemplo Al principal sagrario de contino.
Tan hermosa, tan grave y adornada Gracia, favor y ayuda y parecer
Como quien es nacida por ejemplo. Me dad pues que sabéis cuánto os desea
,
Con cada cuatro blancos corredores Que si saber extrañas cosas precia,
Que vencerán al viento, aunque pujante. En ella verá escrita la verdad
Cantando entre la yerba , entre las flores, Del principio y costumbres de Venecia.
Mil veces á su nombre llamarán En el año de la Natividad
Y responderá el cielo á sus loores. De cuatrocientos y cincuenta y uno,
Las Españas al Tajo dejarán Tiempo de general adversidad,
Con los bosques del gran Guadalquivir, Atila , rey de ostrogodos y htimno,
Y en dorados arneses se verán, Que el azote de Dios era llamado,
Unos con duras lanzas embestir, Por no hallarse mas cruel otro alguno,
Esparciendo en el aire las astillas, Vino con grueso ejército y armado
Y con limpias espadas combatir; A Italia , y todo el mundo amenazando,
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COMPOSICIONES VARIAS. Cl
Sin perdonar profano ni sagrado. Todo pueblo al contrato consintió;
el
Llegan sobre Aquileya braveando, Las conchas y pescados por su parte
Y á fuerza de combates la asolaron, El arena y el viento confirmó.
Una piedra sobre otra no dejando. Aconteció hallarse á aquella parte,
Los que en Padua y Altino se hallaron, El dia que la esposa se llevaba,
Por excusar las bárbaras saetas La diosa enamorada del dios Marte.
Con otros que de Italia se juntaron, Acaso sus cabellos ordenaba
Vinieron á poblar ciertas islelas Tejiéndolos con cuerdas de oro fino,
Entre el Sil y la Brenta, y los pantanos Y en blanca vestidura se adornaba.
Que antiguamente se decían Vénetas. Aun no era bien compuesta, cuando vino
Con pobres caballeros los villanos, El niño que con arco y pasadores
Revueltos los criados con señores, Hace guerra á los hombres de contino.
Todos fueron llamados venecianos. Con él venían otros mil amores.
Todos eran ya hechos pescadores, Todos con arco y Hechas mas no tales
,
Mostrados á beber los hielos duros Todos hermanos suyos, mas menores.
Y á comer pan mezclado con dolores. Estos hieren los brutos animales,
Las ondas les servían como muros Las plantas y pescados y avecillas;
De las humildes casas y tejado, Mas aquel corazones de mortales.
Y la pobreza los tenía seguros. Mostraba haber rendido de rodillas
Cubierto de carrizos el Senado, A Júpiter, y hecho humanar.
Heclio de duras conchas el asiento, Otra vez á pacer con las novillas,
Trabábase de redes por estrado. O con húmidas noches abajar
Un cuerno ó caracol por instrumento La plateada luna dende el cielo
Los llamaba á la misa ó al concejo, En rústicas cabanas á morar.
Que á veces no se oia con el viento. Allegando á la madre con el vuelo,
El marido, mujer, el mozo, el viejo Le dijo que Yeuecia celebraba
Se juntaban confusos al sonido Una gran tiesta en este húmedo suelo.
Y á dar sus pareceres en concejo. Donde era tanta gente, que él estaba
Pues si alguna doncella iba á marido, Cansado de herir, no de otra cosa
Hacíase de peces el banquete Sin perder solo un tiro del aljaba.
Y de juncos tejidos el vestido. Determinó venirla á ver la Diosa,
En toda la ciudad no había bonete Y encima de su concha, aderezada
Sino por jubileo , y aun soez De púrpura encendida y luminosa
Y entallado á manera de casquete. Por ligeros delfines fué tirada
Acaso se juntó el pueblo una vez, Hasta entrar por la boca del canal
Y eligieron señor el mas prudente, Donde era va la fiesta comenzada.
Que les servia de duque y de juez. Nunca Venus pensó que fuera tal;
Algún pescador, que era su pariente, Tanta dama hermosa, tan vestida,
Viéndole la cabeza descubierta, Tantos hombres tan ricos de caudal.
Se descosió una manga en continente, Salióla á recebir la mas ardida ;
Y por donde ella estaba mas abierta Aunque harto invidiosas, mas contentas,
Se la encajó hasta dar en las orejas La juran por hermana de la vida.
Adelante lo estrecho y toda tuerta. También ella las trata de parienlas;
Por esto dicen las historias viejas Que eran todas nacidas de la mar,
Que le llamaron cuerno, y este nombre Y por ella halladas en afrentas.
Le quedó hasta hoy entre las cejas. Estaban tan atentas al mirar
Continuóse el reino de hombre en hombre, La lumbre, juventud y hermosura,
Bajaban los estados comarcanos Que nadie se acordaba de hablar.
Perdiendo con discordia fuerza y nombre. Cada uno loaba la postura
Crecían de contino venecianos, De los pechos y manos y cabeza,
Metiéndose á la mar y mercancía El arte del tocado y apostura.
Con moros y judíos y cristianos. Notábanle la vuelta y la belleza
Fabricaban navios á porfía, De! recoger en oro los cabellos,
Concurrían naciones forasteras. Y dónde acaba el rizo y dónde empieza
Reformando el gobierno cada dia. En tan varias maneras retorcemos,
Era ya la república de veras, Quesería prolijo el cscribillas,
La gente mas tratable, mas humana Porque cierto son mas que no son ellas;
Que cuando se criaban en pesqueras. Las ropas transparentes y sencillas
Comenzóse á vivir de mejor gana, Dar color á los pechos y á la cara
,
Temían que en tan grande y tal mudanza Mas no que la tuviese en la memoria,
La tierra se tornase á rehacer, Ni lauto procurase conorella.
Y tomase del agua la venganza. Tras ella vino luego la Vitoria,
Desde allí se juntaron á crecer En la mano dos remos y vogando,
Cuatro veces al dia y apartar
, Armada de virtud valor y gloria.
,
Este alarga . este tuerce la garganta. Y cuanto espero y pienso, lanío creo.
No hay otra cortesía ni razones Ya me finjo en habito triunfante,
Sino amparar las damas de la guerra Ora hago cuestión, ora me acuerdo,
Que se les hace á voces y empujones. Y me hieren y hiero en un instante.
A la fin el servir todo se. encierra Celoso por el cabo, bramo y muerdo
En darles á la cena un mondadientes Al que veo llegarse á quien bien quiero
O una gruesa y gentil turma de tierra, Y en esto solo me parezco cuerdo.
Los mayores amigos y parieutes. Fínjomecon Andrés el cerrajero,
Tomás López al lado, y así estamo?
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,
COMPOSICIONES VARIAS. 63
Quemando papelejos al brasero. Entender y hablar de teología
A veces los espiritas alzamos Mas no al cielo subir sin escalera;
Sobre el cielo, y medimos tierra y mares, Tú padeces en tanta demasía ,
Y la arena sin número contamos. Que ó esta no es mujer imaginable,
Otras veccü nos damos de pesares, O tus cuidados son hipocresía.
Recogiendo la sangre en la patilla , Ajuicio común lo que es loable
A sus tiempos , sazones y lugares. Cualquier humano seso lo divisa,
Llamamos a la aguda Cerrajilla, Pero no como cosa perdurable.
A Francisca Rodrigue/, y don Lucio Al comienzo cavóme muy gran risa
Bracamonte, Marquillos y Frechila. De ver que aun no sentabas en la silla,
Convídame á comer el desvarío, Y ya el mundo piolabas á tu guisa.
Siéntame cabe si la conlecica, Enlodado y quebrada una costilla,
Que gobierna la mesa á su albedrío. No partido, y pensabas ya hallarte
Traigole presentada su copica, Fuera de Italia y Francia y de Castilla.
Y todos le hacemos la razón; Dije entre mí «Si hace esto con arte
:
Ella bebe por una pajarica. Don Simón aunque no seria tanto,
,
Por milagro don Diego se desmanda Ño debe ser el cómo, sino el cuánto.
A buscar vario pasto al pensamiento »No me doy una punta de cabello
O mudar otra suerte de vianda. Que tanto el hombre cuerdo se desmande
Pláceme de hacer torres en el viento Sino que tenga causa de hacello.
Y dejar la locura resolverse; «Sugelo debe ser menor que grande
Mas minea sobre nuevo pensamiento. El que turba elección y sentimiento
Tu merced se contente de tenerse Sin (pie el sentido ó a razón lo mande.»
En el mejor lugar sin se mover, Vino, y libróme de este pensamiento
Y callando, entre si solo entenderse. Amor, mostrando claro en la apariencia
Yo, sin bien, sin fortuna y parecer, Ser la fuerza mayor que el sufrimiento.
Contentóme con solo imaginar, Díjome que era poca reverencia
No loque es, mas lo que pudiera ser. Poner duda en aquella hermosura,
En el cielo estrellado hay un lugar Que vencía cualquier humana ciencia.
Guarnecido de acero relumbrante, Y que esto ni era caso ni ventura,
Las puertas de marfil de paren par. Sino pura razón y necesaria, ,
Auna mano va otra están delante, Que tal valor cupiese en tal figura.
Por divino arliücio fabricados, Cuanto a mí, no hallé cosa contraria
Dos cántaros de duro diamante: A lo que me dictaba la conciencia,
El siniestro colmado de cuidados Ni tu pena juzgué por voluntaria.
De trabajos humanos, duras penas, Un contraste hallaba á tu dolencia
Que en la muerte descargan sus nublados; Que dolor que tan largo se sufría
El diestro lleno de venturas llenas, Venia á ser costumbre y no paciencia. ,
Se dice que los puso por memoria. Y ella está como causa ó fundamento
Las ánimas que bajan á este suelo Que mueve el universo, y no es movible.
Para dar a los cuerpos forma humana Yo, que tengo somero el pensamiento.
Comienzan por aquí su primer vuelo, Si amo, es donde amor podría dar luego
A salir cada cual según ha gana Tras el servicio el agradecimiento:
Prueba del uno y otro cuanto quiere No que piense por esto entrar en juego;
Y puede recebir la sombra vana. Mas porque es bueno amar con presupuesto
Bebida como el vaso que bebiere,
, Que se puede encender quien hace el fuego.
Así suerte aparejada,
lialla la Cuello corto, y redondo un poco el gesto,
Dende que nace acá hasta que muere. Blanca y rubia, y el aire veneciano,
Yo, mezquino, al entrar desla jornada, Y fácil al querer de todo el reslo .
Llegué con sed al vaso del dolor, Me lerna para siempre de su mano,
El cual todo bebí , sin dejar nada En esperanza libre y atrevido,
Y á vueltas la paciencia , que es peor. Sin sospecha, temor, alegre y sano.
Cuando te vi ir de Sena á Malpartido,
Dije « Misero amante y sospechoso,
:
« Escribe*, pues que puedes, me dijiste, Ni te nombra su voz sino como eco,
Con libertad seguro de la muerte;
, Que lo da y no lo siente la muralla.»
Escribe, y deja suspirar al triste.» Perdóname Cupido, aunque no peco,
,
Etna trae las llamas por dedentro ¿Cómo hallaste aquella bien andanza
Cuerpo escuro, pendiente cavernoso, , Que te solia traer al retortero ?
Que funde las arenas en el centro. Creo que estaba en filo la balanza.
Con sonante murmullo y furioso Sin torcerse en la ausencia del camino,
Revuelve en el hondón de' sus entrañas Pues do no hay qué se mude, no hay mudanza.
El fuego, á los mortales temeroso. Lanzarote de Lago, cuando vino
Ahora lanza tal nube de marañas La vez primera en posta de Bretaña,
Del humo espeso con pavesa ardiendo, Damas curaban del y su rocino.
Que turba el ciclo y arde las montañas Mas, conocimiento no me engaña,
si el
Ahora levanta en alto, revolviendo En España no son tan venturosas
Golpes de vivas llamas extendidas. Ni se dan á curar tan buena maña.
Que las claras estrellas van hiriendo; Bien puede ser que todas sean hermosas;
Ahora lanza las peñas derretidas Pero agradezco á Dios que me lia guiado
Y escollos, con gemidos regoldando A vivir entre blandas y piadosas.
Del monte las entrañas encendidas. Como el hombre que tiene en eslampado
Quedan el fuego y viento murmurando Salir á la mañana y á la tarde,
En el hondón obscuro del profundo, Y vivir gordo y sano y concertado,
Y otra nueva materia rodeando. Ansí se enciende acá, y así se arde
Pecho sé yo que encierra otro segundo Amar por la salud ó autoridad,
Elna, con humo y fuego mas caliente; Cualquiera acometer, aunque cobarde.
No vive solo Encelado en el mundo. Doña Guiomar, debria tu deidad
Efeslion se enciende tan paciente, Hacer algún regalo á don Simón,
Que alumbra toda Licia á la redonda, Pues lo merece bien su voluntad.
Dando calor templado solamente. No tan mísera ser de compasión,
Puesto que tenga la raíz tan honda, gue el pobre haya por caso ó por dieta
Vese lento venir, claro y suave , 1 favor, y no á fuerza de razón.
Sin que ruido ó furia dentro esconda. Va volando, por verte, á la estafeta,
Témplase al fin como registro ó llave; Y halla que á la fin tanto ganara
A veces muestra el monte cuanto quiere, Si viniera al rodar de una carreta.
Y otras veces encierra cuanto cabe. Suave cosa es servir mujer muy rara
Dende ab initio arde, y nunca muere Suave cosa mirar cuanto hiciere,
Por todas partes en el monte espira, Suave cosa en verdad mas cuesta cara. ,
La verde yerba viva llama hiere. La que siempre amenaza y nunca hiere,
Bien como cuando sale ó se relira Trayéndole debajo del espada
El rubio sol en el dudoso dia, Es tirana absoluta en cuanto quiere.
Que tierra jumamente y cielo mira, Oh ausencia que eres burla muy pesada
¡ !
composiciones Varias. 63
De allí á brazo partido y zancadilla Si semueve con causa ó con razón,
Esa era mas amada que vencía. , Aunque se enciende presto, nunca deja
Ño tenia ninguno á maravilla Y este nos da mayor alteración.
Que el uso á la vergüenza desterrase Está lejos la causa y no se aleja
Y gozar la virtud pura y sencilla. Antes la ves presente, y de manera
Que mal parecería si probase Que sin ser ofendida se te queja.
La tuerza cada uno á la tornada A tiento se camina por defuera,
En la plaza , y el mundo se quemase Si tu servicio en algo descontenta,
Que todas las ausencias serian nada. Siempre estás deseando lo que fuera.
No viene de otro cabo esta tormenta,
Ni como la otra, sube poco á poco,
CARTA IX. Junto se siente el golpe y el afrenta.
Dure cuanto durare, nunca es poco,
Tal edad hay del tiempo endurecida, Porque tanta abundancia sale y crece
Que á su primer principio se revuelve, Que antes de ser sentido torna loco.
El término pasando de la vida. Muy lejos este fuego se parece;
La voz, de áspera, en blanda se resuelvo. El ruido y el humo que del sale
En dientes el encía se levanta A los vecinos ciega y ensordece.
La lengua y blanca barita en negra vuelve. El caso le despierta y del se vale,
Tal árbol que de antiguo nos espanta, Y sigue la elección tuerto ó derecho;
Se perdió viejo tronco so la tierra Mas con cualquier sospecha se desvale.
Y ahora sale encima nueva planta. Revienta echando chispas por el pecho,
Una virtud secreta que se encierra Del celoso temor ó sobresalto,
En lodos los sugetos que contemplo Aunque todo favor re entra en provecho.
La cual tarde ó temprano nunca yerra. Cuando pienso encumbrarme en lo mas alto,
Colgadas ya las armas en el templo, Da conmigo en el suelo en un momento
Torna el viejo soldado la porfía Tal, que me deja atónito del salto.
Por ira, por virtud ó por ejemplo. Dulce ver es de tierra un bravo viento
Dos fuegos nacen juntos, y los cria Que levanta la mar alta y hinchada,
El alma desde el punto que es criada ; Sacando las arenas del cimiento.
Crecen con ella juntos á porfía. Entre las altas ondas trabajada,
Prosiguen juntamente la jornada Una pequeña fusta abandonarse,
YmuévenseaJ principio juntamente, Que en breve será rota ó anegada.
Sin orden ú razón determinada. Ver sin peligro nuestro menearse
Truécase cada cual por accidente Y caminar con liero continente,
Y por ciega ocasión en pecho ciego Dos fieros escuadrones afrontarse.
Sin causa, voluntad ó inconveniente. No poique el mal ajeno te contente,
Pero nunca se acaba tanto el fuego, Mas porque en la verdad es dulce cosa
Que no deje secreta una centella Carecer del dolor que el otro siente.
Dentro del corazón, señor don Diego. Tú, fuera desta llama peligrosa,
Dios te libre de mal y de uiovella, Si algún fuego te quema, es como paja
Pues levanta la llama tan crecida ,
Que en un instante crece y se reposa.
Que el lugar donde está se abrasa en ella. Poca es la diligencia que lo ataja
Quien la trae se piensa que escondida Y su furor se apaga y desencona
En el hondón del pecho la retiene, Por arrojar en él cualquier alhaja.
Aunque todos la vemos encendida. Córrome de mi ser como una mona,
El un fuego mas blando se detiene Que en esta libertad me vi primero
Poco á poco en crecer y en arraigarse ;
•
Cual nunca se ha hallado otra persona.
Este es mas peligroso cuando viene. Acusóme de puro majadero
Ciertas partes comienzan á mostrarse, Porque no hay cosa firme en este mundo,
Que mueven el sentido y el deseo Que el tiempo no la traiga al retortero.
Antes que la razón pueda firmarse. En la cuenca del cielo y del profundo,
Sale contraminando de rodeo Donde todo de un arte se rodea,
Con determinación blanda y dudosa; No hallarás primero sin segundo.
Emprende si le veo ó no le veo. El año nos mantiene y nos recrea,
•Esta es una ponzoña muy sabrosa Mas muda cuatro cosas en el cielo,
Que entre conversación sorda camina Y el Océano siempre se menea.
Sin parecer á nadie sospechosa. El manto de los cielos con su vuelo
Poco á poco el favor se contramina, Los mueve á todos siete, y él se mueve
Siéntese en tu señora otro gobierno, Con todo cuanto cierra en este suelo.
Con cualquier golpe amorte desatina. El sol á la mañana el Ebro bebe
Hállase de amistad el pecho tierno Y á la noche reposa dentro en Tajo
Mostrando querer bien, mas no destaarte, Y no hay parte que á ser otro nos ¡leve.
Y abrásase en un fuego del infierno. Contar lo que se muda es gran trabajo
Entra en el corazón por cada parte, Pues que todo se muda tarde ó cedo,
Contrasta la razón con el sentido, Mejor es el camino que el atajo.
Y no osas rendirte ni guardarte. Solo yo soy un hombre que estoy quedo,
A cabo se da el hombre por vencido, Que nunca trocaré la fantasía,
Descubre la dolencia en puridad Ni el cielo me
hará mudar un dedo.
Dejándose llevar á mal partido. Torne la noche escura er! claro día
Este fuego es amor y fué amistad Vuelva el dia después en noche escura,
Suele prender tan recio al pobre amante Siempre seré, Señora, el que solia.
Porque funda su ser sobre verdad. Amor puso en tu mano mi ventura
Ocasiones me vuelan por delante Nací á tu voluntad predestinado,
Que perdí cuando desla suerte amaba Aunque esta suele ser de poca dura.
Que me quise ahorcar en el instante. Sea por elección ó sea por hado,
Mejor gallo aquel tiempo me cantaba Jamás te vi en un ser para conmigo
A lo menos tenia bueno un punto, Como á todas las cosas que he contado.
Que la conversación no me faltaba. Yo sin bien, sin favor y sin abrigo ,
El otro fuego vuelve todo junto Aunque á tus fuerzas hago resistencia
En furia, que os revienta el corazón Mas nunca pude contrastar contigo.
Y á cada paso os tiene por difunto. Las peñas venceré con la paciencia,
P.XVI-I, 5
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Dentro en lo mas escuro del nublado, Que sea sino fuerza, mi adversaria.
Y hiere en lo mas alto de la cumbre. Hagan fuego y amor cuanto quisiere
Todo pecho se halla aparejado Que sobre fundamento y cau§a tal
A sentir este fuego, mas no guarda Amor crece, y el fuego nunca muere.
Todo pecho el amor on un estado. Enesta parte me veré inmortal
Haz tú, si me creyeres, buena guarda , Y llevaré del tiempo la Vitoria
Sin acogello mas de una semana Que no puede alcanzar de lanío mal.
Que se hace mas huésped cuanto larda. Puede ser que te venga á la memoria,
Como suele un espejo, cosa llana, Señora, del engaño que pasaba ,
Recibir en la haz una figura , Cuánto por gloría dabas vanagloria.
Y tornarla á volver de forma sana Mi mal es bravo, mas la causa es brava,
Ansí muchos alcanzan tal ventura, Por ventura mas brava que se piensa
Que cualquiera en su pecho se repara, Y el deseo ni cansa ni se acaba.
Sin atarse con una hermosura. Sea hado ó razón lo que dispensa
El ama, la doncella y la mas cara Que en fin yo sacaré desta partida
Todas hallan un norte y expediente, La inmortalidad por recompensa,
Y á todas recogéis con una cara. Que es la mas larga y descansada vida.
Fama es, cuando mató la gran serpiente
Cadmo, que con esteva y aguijada
Esparciese los dientes por simiente. ELEGÍA.
Vieras salir en medio del arada
En un punto crecer hombres y arneses, no puede razón ó entendimiento
Si
Y producir la tierra gente armada. El cuidado aliviar á quien lo tiene,
Con agudas espadas y paveses Siempre queda mayor el sentimiento.
Vinieron á encontrarlo de tropel, Es mi mal sin remedio, y no conviene
Amenazando tajos y reveses. Pensar de refrenarlo con prudencia
Cadmo, que vio la gente así cruel, Sino soltar la rienda á cuanto viene.
De ira y de furor llena y sangrienta, Por domas es la fuerza ni la ciencia
;
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COMPOSICIONES VARIAS. G7
Que la pasión no escucha la cordura Y metido en un dulce devaneo?
Y acrecienta el dolor la resistencia. ¿Quién te trató, que no desesperase,
En é!, como en la flor «le la hermosura Apartado con manso desengaño,
De arrebatada suerte salteada , O quién desesperó, que note amase?
Que falleció la vida y la ventura A ninguno tu vista hizo daño,
Fuiste, doña Marina, tan llorada. Que tu bondad no fuese el instrumento
Cuanto el poco (¡ne en esta luz viviste A reparar la culpa d engaño. ¡1
¡Cuan conforme á tu mal el nuestro veo! Yo el tálamo violé en que fui nacida;
Tú vas ahora por Tracia desterrado, Dice á mi padre de su hijo abuelo,
Hinchendo tierra y cielos con tu queja, Y á mi madre hurlé la honra debida.
Y suspiros mezclando con cuidado. ¡Oh hija, de tu padre torpe amiga.
Ella, vuelta en espíritu, se aleja De tu madre combleza y enemiga!
Por extendido campo ó yerba verde, »Si el hombre que confiesa mal hacer
Aunque no sin dolor porque te deja Es oido en sazón desesperada ;
COMPOSICIONES VARIAS. GD
Por ser su hermosura tan sin par, Y como alzó los ojos en el punto
Que ellas, como de extremo se espantaron; , Que sintió la herida, vio al amante
Y muchos que los Vían á la par, Vio al amante, y quedó en la yerba verde,
Por el hijo de Venus le tomaron; Como la mansa cierva que se pierde.
Si del costado el arco Amor dejaba, El niño, echado de la madre aparte,
Adonis del costado le llevaba. Se sintió de lo hecho tan de veras,
No hay cosa mas ligera que los días : Que probó en el tirar su fuerza y arle
P;isa una edad corriendo y otra mana. Con una Hecha de las mas ligeras;
Este que niño tierno hora veías, Corvando el arco de una y otra parte
Nacido cíe su abuelo y de su hermana, Hasta juntar entrambas empulgueras,
Ya es muchacho, ya es hombre de porfías, Toeó el rostro la cuerda á man derecha ,
Hace unas libres y hace otras sujetas, Ofrecerle á la ira de las fieras.
Y al fin á todas vence el albedrio
, Con lágrimas le ruega y compasión;
Por fuerza ó por razón ó desvarío. Mas poco le aprovecha esle cuidado;
Este, que vio venir tan sin recelo "Huye, Adonis, le dice, la ocasión;
A Adonis con sus canes, por el llano No seas con mi daño tan osado.
A la madre huyo con presto vuelo, Ni lo sufreel peligro ni razón
Apretando las flechas en la mano; Ser contra los valientes esforzado;
Y ella, que se sintió llegar al suelo Acometer las bestias es locura ,
Los brazos le tendió con rostro humano; A quien armas tan bravas dio natura.
Al abrazar, el niño descuidado ¿Mil desastres que suelen ofrecerse
La hirió de una flecha en el cosiado. Entre el deseo ardiente y la victoria
Luego con mano y pecho, todo junto, A quien en los peligros va á ponerse,
Herida , desvió de infante;
sí al Me turban y revuelven la memoria;
Estaba la saeta tan á punto, Si tu ánimo no puede ya moverse,
Que el hierro penetró bien adelante; No me cueste tan cara esta tu gloria,
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DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA.
Que por seguir un puerco y no un venado
,
De consultar á Apolo la certeza
Te vea yo á peligro condenado. Si viviera casada ó al contrario
»Tu floreciente edad tu hermosura
, Deseo entre doncellas ordinario.
Tu gracia tu saber y tu destreza
, «Respondióle con voz turbada, obscura ,
De que yo me vencí siendo segura
, Harto obscuras palabras al sentido :
De césped vivo, de alta yerba verde Que así mueran los hombres por casarse.
Se cercaba la margen por debiera , «Mas como ve ponerse á la doncella
Con e' bledo inmortal, que nunca pierde En campo y parecer casi desnuda
La color en invierno y primavera Juzga no haber visto otra mas bella;
Está la roja flor, que nos acuerde Súbito la opinión del todo muda :
Los árboles ramosos y cerrados A los que había ofendido sin razón.
Que amenazan al cielo con la cima «Quería que corriesen , mas desea
Ceñían el lugar tan apretados Que ninguno alcanzase el vencimiento ;
Como tejida mimbre en tela prima Después ha envidia que el vencido sea
Veense los prados, montes apartados, Muerto por tan valido pensamiento.
Y las dudosas lieras por encima, Entre temor y gloria devanea
Los cerros con los valles desiguales, Crece el deseo y falta el sufrimiento;
Albergue de los brutos animales. Ya correría ; mas teme de perder.
Luego en medio del prado se sentaban , Mas que la vida , el premio d<>l correr.
Y trabándose estrecho con los brazos «l'enosoy triste, en voluntad confusa,
La yerba, y asimismo se apretaron, Revuelve mil porfías entre sí;
Mezclándolas palabras con abrazos. Ya teme , ya se esfuerza ya se acusa
Nunca revueltas vides rodearon Y dice : —
¡Torpe yo! ¿qué hago aquí?
,
Mas parle de hermosura ó ligereza: Que con correr es siempre muy mayor;
A esta vino acaso en fantasía A cada paso que eüa da, ¡a mira,
— —
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;; , , , , —,;,!, , ,!
COMPOSICIONES VARIAS. 7i
Alza y baja los ojos y suspira. Habiendo muerto tantos hasta ahora?
«El aire junto con los blancos pies Viva ó muera , decia luego entre sí
Con cuvo resplandor los hombres ciegan; Que le pesa esta vida y la aborrece.
El blanco pecho visto por el oro, «¿Qué disculpa de mi inhumanidad
Hacen mas extremado su tesoro. Daré á Grecia que tenga por testigo,
,
»EI que estaba en mirar embebecido Que en mas livianos y de menos veras
La carrera cruel que se acababa Se pudiera emplear tu hermosura;
Y con dolor del misero vencido, O ya que te determinaste, fueras
Ejecutar la ley y pena brava ; Elmas ligero y de mas ventura;
Vuelve Alalantaal puesto conocido. Huésped, no ganarás en mí, venciendo.
Quién se alegra con ella y la alababa , Cuanto arriesgas en tí á perder corriendo.
Vencedora , y contenta con la gloria »¡Oh qué aire de rostroy qué meneo
Con corona de fiesta y de Vitoria. Futre virgen honesta y joven fuerte
wllipómenes, llegando algo mas junto, Oh Hipómenes mezquino, que te veo
Cuando la ve venir con la corona, Ofrecer por mi causa á cruda muerte
Sale fuera de sí de lodo punto, O no me hubieras visto, ó tu deseo
Como quien por amores se abandona Fuera mas conveniente. Y desta suerte —
Ni le espanta la pena del difunto Hablaba entre sí mesma la doncella
Ni la ley que á la muerte no perdona Y maldecía el lin de la querella :
»Mas ¿qué cuidado tengo yo de tí, Por los antiguos padres consagrada
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Planta con hojas de oro, á quien la edad Y ella en verse vencer del que era amada.
Ni el año seco, estéril , destemplado » Aquel podrá sentir lo que ha pasado
Estorba que «o dé el fruto dorado. Si ternian ó no vida sabrosa
«Desta huerta llegaba cuando digo Venir por tal peligro á tal estado,
Que Hipómenes estaba en agonía ; Verse juntos hernioso con hermosa,
Deliberé ayudalle como amigo Dulce amiga con dulce enamorado,
Con tres manzanas de oro que traia Nuevo esposo yacer con nueva esposa :
Y tomándole aparte sin testigo. ¿Qué estado puede haber mas apacible
Le declaré á que riesgo se ponía. Debajo de la luna en lo visible?
Díle el fruto, consejo y el favor «¿Parécete que fuera conveniente
Para vencer por arte y por amor. Que agradecieran este beneficio,
»La trompa dio señal cada cual sale : Primero con devoto continenle,
Recogiendo el aliento con el pecho, Después con oración y sacrificio?
Ni avenida ni viento hay que se iguale, Ni de mí se acordaron al presente,
Ahora corre extendido, ahora estrecho; Ni me adoraron con debido oficio;
La fuerza y ligereza es la que vale, Antes menospreciaron mi deidad,
Y el no perder el ánimo en el hecho; Llevados de soberbia y vanidad.
Corre él uno y el olio cuanto puede, «Con súbito furor y nueva saña
Y no hay vista que atrás no se les quede. Sintiendo el menosprecio que te digo,
«Volarán por encima de la lista Revolví contra ellos fuerza y maña,
En lasmieses que crecen á la par, Por mostrar nuevo ejemplo de castigo,
Y venciendo al juicio y á la vista , Dándoles á entender que quien engaña
Por las hinchadas ondas de la mar, A Dios, le hallará bravo enemigo,
Sin ahajar la punía de la arista Sin fallarle cruel pena y tormento,
Ni bañarse las plantas al pasar; En que los otros tomen escarmiento.
Nunca fué tan ligero el pensamiento, «Pues gustando de su felicidad,
Ni el tiempo cuando huye del momento. Por mostrarse á los pueblos de contino,
«El favor de la gente, que infinita En colmo de tan gran prosperidad,
Acudia con palabras y meneo, Como usasen espeso andar contino,
La torpeza del ánimo les quila, En templo de perpetua antigüedad
Y acrecienta el esfuerzo y el deseo Descubrieron , que al paso ei a vecino,
Cada cual dice —
Hipómenes (con grita),
:
Tan cubierto de hiedras y ocupado ,
Esfuerza, esfuerza, Hipómenes, qué veo Que bien mostraba ser lugar sagrado.
Quedar por tí la plaza y la querella , «Eguion ¡lustre y glorioso,
Alcanzando la gloria y la doncella.— La madre de los dioses aplacando,
«No sé cuál de los dos mas se holgaba Edificó aquel templo suntuoso
Atalanta ó Hipómenes, con esto. Por voto ó por tcneila de su bando;
¡Oh cuántas veces ella le pesaba , Donde ellos, por lomar algún reposo,
Tirada de la gloria y de lo honesto l Entraron, el camino rodeando;
Mas, volviendo ámiralle, separaba Y yo, por castigar su mal ejemplo,
Por no quitar los ojos de su gesto; Las furias les moví dentro del templo.
A cada uno el aliento fallecía «Un lugar apartado en una cueva,
Y el puesto muy
de lejos se vela. Adonde el sacerdote colocados
«Viendo Hipómenes que iba por vencerse, Metió, dando lugar á otra obra nueva,
Echóle de través una manzana; Los ídolos de dioses apartados;
Ella , como vio el fruto revolverse, Aquí la torpe abominable prueba
Suspensa reparó entre miedo y gana Comenzaron por malos de pecados
Mas al cabo la alzó sin detenerse, Abrieron con el acto deshonesto
Tornando á la carrera mas liviana; Las sacrilegas puertas del incesto.
Pasa joven por ella con esta arte,
el «Losídofos, del caso aborrecidos,
Y el pueblo favorece de su parte. Revolvieron los ojos á la tierra ;
COMPOSICIONES VARIAS. 73
Señal de venidera adversidad. Tú, para siempre hermosa
Adonis de la pena de Atalanta Tú, que vences cualquier cosa
Quedaba entre si maravillándose, Con vista gracia y razones;
,
COMPOSICIONES VARÍAS.
Que le embravece tormenta. A los umbrales habló,
Jumas dobló la cerviz. Que en otro tiempo adornó
Siempre tan dura y maña Tantas veces de coronas.
Como piedra en la i: onlaña, Y como
el lazo trabase
COMPOSICIONES VARIAS.
En un fiel so mantiene, Ni toque á mi profesión,
Sinmudar ser ni semblante. Con entrañable aiieion
Trae de blanco el vestido, De haceros algún servicio,
Rostro y pecho descubierto Diré que son y no son.
Medio corazón abierto, No es padre, suegro ni yerno,
Y el otro medio escondido. Ni es hijo, hermano ni lio,
Dicen que amor fué su padre, Ni el mar, arroyo ni rio,
Y su hermano el desengaño, Ni es verano ni es invierno,
Que siempre excusa algún daño Ni es otoño ni es eslió.
A la espera iza. su madre. No es ave ni es animal,
Junto con ella nació Ni es luna, sombra ni sol,
Su padre, madre y hermano; Becuadradoni bemol,
Crióla el alma en su mano, Piedra, planta ni metal,
Su blanca leche le dio. Ni ucee ni caracol.
La lealtad confiada Tampoco es noche ni dia,
Y la constante firmeza, Ni hora ni mes ni año,
Y la honra sin pereza, Ni es lienzo, seda ni paño,
\' la verdad apurada, Ni es latín ni algarabía,
Toda junta esta compaña Ni es ogaño ni fué antaño.
Sigue y sirve esta señora, Y por mas no ir dilatando,
Cada cual dellas la adora Ni proceder á infinito,
Nada la miente y engaña. Mil cosas de decir quito,
Su casa es hecha de espejos Y ahora iré declarando
En que se conoce y mira Lo que dellos hallo escrito.
Que no le dicen mentira Son celos exhalaciones
Ni dan fingidos consejos. Que nacen del corazón,
Ninguna puerta se cierra, Sofistica presunción,
Descubierta por el cielo, Que pare imaginaciones
De blanco marmol el suelo, fiemuy pequeña ocasión.
Pero no liega á la tierra. Es envidia conocida,
¡Oh firme fe sin zozobra! Que no sabe comentarse;
Venganza de mí te pido Una paz interrompida,
Cuando te hubiere ofendido Yerba en el alma nacida,
En pensamiento ó en obra. Muy difícil de arrancarse.
Si en corazón tan sencillo Es jara en yerba tocada
Hallares algún doblez, Aljaba que pare Hechas,
Sea Filis el juez , Una traición embozada,
Aunque haya sido el cuchillo. De contrarios rodeada,
Tú que en el tronco le asientas
,
Cárcel de dos mil sospechas.
Miras, conoces y mandas Sello, que donde se sella,
Las entrañas en que andas, Tarde ó nunca se desprende,
Y los pensamientos cuentas, Purga que mala bebella,
Mostrarás claro algún dia Y es un fuego que se enciende
Cómo, si males padezco, De muy pequeña centella.
Puesto que no los merezco, Es una fuente de enojos,
Hago dellos compañía. Dio de muchas corrientes
Ño porque piense ayudarme Camisa hecha de abrojos
Para que el dolor amanse, Rejalgar para los ojos
No porque el alma descanse, Neguijón para los dientes.
Pues que el descanso es quejarme Es una fiera muy brava
Pero está en menos el dallo; Que allá en las entrañas mora ;
COMPOSICIONES VARIAS. 73
Lo que en mil años no espero. Del pesar nace cuidado,
Pero ¿de qué me aprovecha Del cuidado pesar viene;
Descubrirle mi fatiga? Todo se cria y mantiene
Que si encubre como amiga Entre juntó y mezclado.
sí
Como enemiga sospecha. Con alma se contentan,
el
Mucho deja á !a fortuna Sírvelos el pensamiento,
Elque se resuelve presto, Nunca entró contentamiento
Donde el daño es manifiesto, Adonde el los se aposentan.
Y la ganancia ninguna. Donde el descanso es ninguno,
Desta manera padezco, Donde el premio es tan dudoso,
Que en mas tengo no enojaros, Blas quiero callar quejoso
Aunque pudiese hablaros, Que no hablar importuno.
Que cuanto espero y merezco. Dicen que el dolor amansa
Quien por vos perdiere el seso, Porque el quejar es descanso;
No ha de ser de confianza ; Debe ser el dolor manso ,
Que tan pequeña balanza Que el mió nunca descansa.
Mal sufrirá tan gran peso.
Mas piérdase imaginando
Cómo mi deseo puse REDONDILLAS Y QUINTILLAS.
Donde no hay razón que excuse
Sino la muerte y callando. Desdichas, si me acabáis,
No teniendo en mi poder ¡ Cuan buena dicha seria!
Seso, libertad m vida ,
Sí haréis, no os cansáis,
si
FÍLIS.
DIÁLOGO ENTRE FILIS Y PASCUAL.
De mal acondicionado
Te viene ser sospechoso;
filis.
iiens::< que Filis ha errado
;,
COMPOSICIONES VARIAS. 81
/^ P.XVI-J,
N
, ,, ; , ; ; , , , ; ;; : ,, ; ; : !
Tanto mas cuanto mas lejos te halla. A cada cual por donde mas lo siente.
Mi alma es hecha campo de batalla Da á gustar el corazón caliente
Combalen el recelo y confianza A unos'de otros, porque nos obligue
COMPOSICIONES VARIAS. 83
Ninguno entendió que no castigue
lo Como nave que corro en noche oscura
Aunque nadie lo prueba que escarmiente. Por brava playa en recio temporal
Su gloria es encubrir pechos abiertos Déjase al viento y métese á la mar;
Y publicar entrañas escondidas. Ansí yo en el peligro del penar,
¡Oh compuesto de varios desconciertos, Añadiendo mas males á mi mal,
Que á nuestra propia carne ños convidas, En desesperación busco ventura.
Y después que á tus pies nos tienes muertos,
XIV.
Por los que llegan sanos nos olvidas 1
Planta enemiga al mundo, y aun al cielo,
IX. Que nos encubres lanía hermosura,
Tráevne amor de pensamiento vano Véate yo perdida verdura-
la
A cuidado y enojo verdadero, Y esparcidas las hojas por el suelo,
Y muéstrame el comienzo hacedero Si la escondes movida con buen celo,
Y todo inconveniente muy liviano. Porque no pueda verse tal figura
Y si con él me veo maño á mano, Sin muerte y conocida sepultura,
Hallóle ser de mi tan extranjero, Aunque en miralla no falta consuelo.
Que él que parecía mas ligero,
,
El ser della vencido es la vitoría,
Me parece pesado y inhumano. Y la muerte peor es el no vella
Yo me vi tan metido en la celada Mas ya que porque no mueran los vivos
Que deseé pagarlo con la vida; Acuerdas de engañarnos y escondella,
Mas el alma, que fuera de sí estaba, A los que somos muertos y cautivos
Como para la muerte no hay salida, ¿I'or qué quieres quilarnos esta gloria?
Volviese á comenzar otra jornada
XV.
Mas esta para mí nunca se acaba.
A ribera de la mar sentada,
la
X. Sobre sepulcro de Ayax Telamón
el
Amor medijo en mi primera edad :
La Fortaleza estaba despechada,
«Si amares, no te cures de razón.» Moviendo contra Grecia indignación.
Siguió su voluntad mi corazón; Los cabellos de hierro y la acerada
Mas él nunca siguió mi voluntad. Veste rompía al llanto y turbación
Tráeme ciego de verdá en verdad La gente se alteró, y aunque espantada,
Ya yo seria contento en mi pasión Quiso della entender su alteración.
Que con falsa esperanza de ocasión Respondió, vuelto el rostro á los tróvanos
Me sostenga, siquiera en vanidad. «Aun por haceros Grecia mayor mengua ,
Tanto seria de vana esta esperanza, Contra Ayax por Clises sentenció
Que no podría caber en mi sentido Desposeyendo aquellas fuertes manos,
Ni en consejo de amor ni en vanagloria. Y entregando á la vil y flaca lengua
Que unja yo que estoy en tu memoria, Las armas con que Aquíles os venció.»
Señora, ni lo espero ni lo pido; XVI.
Que no es bien de afligidos confianza.
El escudo de Aquíles, que bañado
XI. En la sangre de Héclor, con afrenta
De Grecia y Asia fué mal entregado
muerto ya mi pensamiento,
¡Si fuese
Y pasase mi vida así durmiendo A Ulíses, por varón de mayor cuenta ,
Sobre el sepulcro de Ayax fué hallado;
Sueño de eterno olvido, no sintiendo
Pena ó gloria descanso ni tormento
Que Ulíses, levantándose tormenta,
,
Entre las oirás tropas lo habia echado
Triste vida es tener el sentimiento
Tal, que huye sentir lo que desea.
En la mar, por dejar la nave exenia.
Alguno, visto el nuevo acaecimiento,
Su pensamiento á otros lisonjea
Dijo, quizá movido en su conciencia :
Yo enemigo de mí siempre lo siento.
Con chismerías de enojo y de cuidado « ¡Oh juez sin razón ni fundamento!
Me viene, que es peor que cuanto peno »Que el conocido error de tu imprudencia
Vean la ciega fortuna y ciego viento,
Si algún placer me trae , con él me va, Y el loco mar entienda tu sentencia.»
Como á madre con hijo regalado,
Que si llorando pide algún veneno, XVII.
Tan ciega está de amor, que se le da. Alcé los ojos, de llorar consados,
XIf.
Por tornar al descanso que solia
Y como no lo vi donde solia
El hombre que doliente está de muerte Abájelos con lágrimas bañados.
Y vecino á aquel trago temeroso Si algún bien yo hallaba en mis cuidados,
Cualquiera beneficio lees dañoso Cuando por mas contento me tenia
Y en la causa del mal se le convierte. Pues que ya le perdí por culpa mía,
Ansí mi alma triste en solo verle Razón es que los llore ahora doblados.
Halla daño, si busca haber reposo, Tendí todas las velas en bonanza,
Viniendo del bien cierto el mal dudoso, Sin recelar humano entendimiento;
Del dulce verte, el duro conocerle. Alzóse una borrasca de mudanza,
La vana fantasía y confianza Como si tierra y mar y fuego y viento
En desesperación se torna luego No me fueran en contra mi esperanza,
Que el seso reconoce la ocasión. Y castigaron solo el sufrimiento.
Donde vence el remedio la pasión
Sobrado ver es luz que torna ciego, XVIII.
Y confiado vivir sin esperanza. Domado yaOriente, Saladino,
el
Desplegando las bárbaras banderas-
XIII.
Por la orilla del Niio, le convino
Tibio en amores no sea yo jamás Asentar su real en las riberas.
Frió, ó caliente en fuego todo ardido; Lenguas le rodeaban lisonjeras,
Cuando amor saca el seso de compás, Compaña que á los reyes de conlino
Ni el mal es mal ni el bien es conocido. Sola sigue en las burlas y en las veras,
Poco ama el que no pierde el sentido Loándoles el bueno y mal camino.
Y el seso, y la paciencia deja atrás; Contaban el Egipto sojuzgado,
Y no muera de amor, sino de olvido, Francia rota y el mar Rojo en cadena
El que en amores piensa saber mas. Mostrábanle su ejército y poder.
, ,,; ,, ; , ,, ; ,,,,,
,
Diosa que en las batallas da ventura. Muriendo por quien mas aborreciere.
Quejóme de los hados inhumanos, Y porque mi jurar mas firme sea ,
Que á al varón hicieron tanto mal
i
Que si jamás, amor, yo te creyere,
V del miedo y vileza de Cartago; Quien causare mi mal no me lo crea.
Mas quédame un consuelo en lo que hago; XXV.
Que él mismo se mató, porque á Aníbal
Salid, lágrimas mías ya cansadas
No pudieran vencer sino sus manos. ,
Como con los del alma y del deseo. Hoy deja lodo bien un desdichado
el
A quien quejas ni llanto no han valido;
XXI. Hoy parle quien tomara por partido
llame traido amor á tal partido También de su vivir ser apartado.
Que no puedo ni quiero conocerme; Hoy es cuando mis ojos han trocado
Cuantas armas tenia le he rendido, El veros por un llanto dolorido;
Pues le di la razón para vencerme. Hoy vuestro desear será cumplido
Hombre nací y por hombre era tenido Pues voy do he de morir desesperado.
Pudieran seso y arte socorrerme, Hoy parto y llego á la postrer jornada,
El tiempo, la experiencia y el sentido; La cual deseo ya mas que ninguna
Mas todo lo dejé, y quise perderme. Por verme en alguna hora descansada.
Gran mal, Señora, es que el hombre entiende Y porque con mi muerte mi fortuna
Cuánto aparta de sí, y no se arrepiente Os quite á vos de ser importunada
Y que sabe cuan poco bien espera Y á mí quite el vivir, que me importuna.
Que vive y morirá desta manera
XXVII.
Fuera de humana forma ó accidente
Sino de querer bien; que no se aprende. Ahora en la dulce ciencia embebecido (6),
Ora en el uso de la ardiente espada,
XXII.
Ahora esté la mano y el sentido
Gracias te pide , amor no ; las merece Puesto en seguir la caza levanlada;
Quien bien espera",
las pide, ni tanto Ora el pesado cuerpo esté dormido,
Sea iimosna ó sea piedad siquiera, Ahora el alma atenta y desvelada,
Y sea á la ocasión que ahora se ofrece. Siempre mi corazón tendrá esculpido
Cualquiera beneficio mengua ó crece Ttrsér y hermosura entretallada.
Con el lugar, el tiempo y la manera Entre gentes extrañas, do se encierra
Pero la diferencia verdadera El sol fuera del mundo y se desvia
Es dar y socorrer á quien padece. Viviré y moriré siempre desta arte.
Lo que una vez la fuerza ó la destreza En el mar y en el cielo y en la tierra
No pueden acabar, aquello mismo Contemplaré la gloria de aquel dia
Acaba una palabra descuidada. Que mi vista te vio, y en toda parle.
Señora, considera tu grandeza
XXVIII.
Y el tiempo; que ahora puedes con nonada
Levantarme del hondo del abismo. Mil veces callo que mover deseo
El cielo á gritos, y mil otras tiento
XXIII.
Dar á mi lengua voz y movimiento
Por tan difícil parte me han llevado Que en silencio mortal yacer la veo.
Los importunos años que he vivido, Anda cual velocísimo correo
Que aun bien el medio dellosno he cumplido, Por dentro el alma el suelto pensamiento,
Y mil veces el fin he deseado. De llanto y de dolor lloroso acenlo,
Y toda la esperanza por do he andado. Y casi en el infierno un nuevo Orfeo.
De un mal á otro mayor siempre he venido; No tiene la memoria á la esperanza
En fin, á tal extremo soy traido, Rastro de imagen dulce ó deleitable
Que no puedo temer mas triste estado. Con que la voluntad viva segura.
Ansí que ya sin bien sin confianza
, , Cuanto en mí hallo es maldición que alcanza,
Estoy de aqueste mal, que ahora muero, Muerte que tarda , llanto inconsolable,
Podría ya muy bien hacer mudanza; Desden del cielo, error de la ventura.
Mas tanto por la causa mi mal quiero,
Que siento que me estraga la esperanza, (6) Este soneto está repetido bajo el número xxx en la colec-
Y estoy harto mejor si desespero. ción de Hidalgo, con variantes de ningún valor.
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,, ,, , ;; , ; ; ;
COMPOSICIONES VARIAS. m
XXIX. Porque á peor no venga que he venido
Aquestos vientos ásperos y claros.
A tan flaco partido
COMPOSICIONES VARÍAS 87
Y losmonles, de duelo suspirando Con males tan sin medida
Mas poco cura el cielo Pues há mil años, y mas,
Que viva el triste desamado amando. Que me llevan de vencida.
La verde yerba coronando viene Examino la memoria,
De varias llores la pintada tierra, Y viendo el notorio estrago,
Que al estrellado cielo se parece; Y que es dellos la Vitoria
Los tiernos ramos no tienen mas guerra Hago mucho, si lo hago,
Con el soberbio viento, niconviene De ponerlos en historia.
Temor del duro hielo, que entorpece; Y sepan quién es amor,
Ya ninguna parece Porque viendo el sufrimiento
De las espesas hojas; Que he tenido en su rigor,
Y tú. fortuna, arrojas Tomarán buen escarmiento
Tanto dolor en mi tanta agonía , ,
' Si creyeren mi dolor.
Cuanto ellos ahora tienen de alegría Verán casos nunca oidos,
Cada cosa en su tiempo íin alcanza Con no decir la mitad
Y en la tristeza mia Dellos, en mí sucedidos,
No hay tiempo que remedie mi esperanza. Servicios de voluntad
Y muy mal agradecidos.
En el mar sosegado al manso viento
Tiende la vela, alegre, el marinero, REDONDILLAS.
Seguro ya de la cruel tormenta ;
Déjeme contar
A su pensamiento. Esla pena mia.
Siempre he de ser triste,
Pensamiento mió, Sin ser desdichado,
No me deis tal guerra No sé en qué consiste,
Pues sois en la tierra Todo lo he probado.
De quien solo fio; No digo el contenió,
Que si en tal altura Que no sé á qué sabe;
No vais poco á poco Parece escarmiento
Quedaré por loco, Porque no me alabe.
Y vos por locura. ¿Qué es de las mudanzas
Con alas deshechas Que hace fortuna,
Vais dando ocasiones Que en mis esperanzas
Que vuestras canciones No veo ninguna?
Se vuelvan endechas. ¿Qué es de las promesí s
Y no es el aprieto De que persevera,
De mi cobardía Que si faltan estas
Por vuestra osadía, No hay ley verdadera?
Mas por mi respeto. ¿Quién habrá que acierte
Vuestra es ya la palma, Cuando no son tales?
Mió es el tormento ¿Qué hace la muerte
Pues de pensamiento Tras penas mortales?
Sois prisión del alma. Dasmeá buena cuenta,
La disculpa hago Cielomió avaro.
Porque amor la haga, Rayos y tormenta
Y lleva la paga, Y nunca sol claro.
Pero yo lo pago. Háganme saber
Aun pudiera ser Qué llaman favores;
Temer donde osáis, Daré yo á entender
Si como pensáis, Qué llaman dolores;
Pudiérades ver. Que si no se ofenden
Mirad si se encarga De lo que me ofendo,
Mi poco sosiego, Ellos no lo entienden,
Pensamiento ciego, Y yo no lo entiendo.
Por senda tan larga. También he gozado
Con todo, recibo Yo de un mirar tierno
, !,; ,,, ,; ,
COMPOSICIONES VARIAS. 8a
Mas líame causado QUINTILLAS.
Penas del infierno.
Y aunque soquees Al desengaño de amor,
Habla regalada,
Del bien de después Ya no mas casos pasados.
No se si senada. Descúbrase el pensamiento
¿ Deque me aprovecha Servicios bien empleados
Blanda condición? Cesen, como masculpados
De llevar la flecha En mi mayor perdimiento.
Hacia el corazón. Mentiras, falsos engaños,
Piensa que he alcanzado Ejemplos nuevos y extraños,
El fin de su guslo, Escarmientos cada hora
Que queda pagado ¿Quién los sufrirá, Señora
Un amor al justo. Con muchos ni pocos años?
¡Que breve alegría! ¡Oh fuerzas bien empleadas
¡Ojalá fuera!
si De belleza y discreción
Que quizá algún dia Contra mí fuisteis criadas,
Contento viviera. Dende tiernas enseñadas
Ellos nunca ven, Para mi condenación.
Coito yo bien veo, Con el daño que habéis hecho
En medio del bien Contentad el fiero pecho;
Rabiar el deseo. Que huir, aunque sea tarde,
Si un punto me falta De escarmentado y cobarde,
De su pensamiento, Será ya honra y provecho.
La gloria mas alta Tocio mal se hace mas blando
Me será tormento. Con puhlicalloy decillo;
Dura voluntad, Mas yo solo suspirando
Mal intencionada, Mas quiero vivir callando,
Contigo verdad Que viviendo deseubrillo.
No aprovecha nada. Quéjase uno de un dolor,
No el ver otros nombres Otro que mil no le dejan
Me quita el sosiego, Otro que el suyo es mayor;
Mas saber los hombres Mas , al fin , como es de amor.
Del agua y del fuego. Señora todos se quejan.
,
90
DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA.
Dice siempre el pensamiento :
A la esperanza mandó
Sufro y callo. Que me viniese á curar.
Mostré con pecho fingido Quien poco alcanza su ciencia,
Estar libre y ofendido A mas daño le encamina
Sin estallo; Pues su mayor medicina
Y mas en mi daño ha sido, Es aplicar la paciencia.
Porque ahora ya rendido, Del mal á que estoy sujeto,
Sufro y callo. Tanto. vivo atormentado,
Que el corazón ha llorado
Procuré encubrir del alma
Sus lágrimas en secreto.
El dolor que me desalma
Tanto ha llegado á sentir
Con negallo; Su riguroso desden,
Mas, viendo mi bien en calma,
Que ha llegado á estarme bien
Y que otro goza la palma
El desearme morir.
Sufro y callo.
Y con ser tal mi dolor,
El error de mi paciencia Aquella ingrata, homicida,
Hiciera ya diligencia Para animarme la vida
Enremediallo; Aun no me ha dado un favor.
Mas, por ver que en tu inclemencia Bella Filis, llegó el día
Está dada la sentencia, En que ha llegado mi suerte,
Sufro y callo. Que vengo á buscar la muerte,
Sé que aumenta tu contento
Y hallar la muerte querría.
La causa de mi tormento,
Por causallo.
Dios sabe mi sentimiento, VILLANCICO.
Mas, pues remedio no siento
Sufro y callo.
Esta es la justicia
Hacerme ofensas injustas Que mandan hacer
Turabia y tu enojo ajustas, Al que por amores
Por vengallo; Se quiso prender.
Y aunque sé que no son justas,
Viendo que tú dello gustas, Engañó al mezquino
Sufro y callo. Mucha hermosura,
Considera que el que rabia, Faltó la ventura,
Con el dolor nunca agravia Sobró el desatino
En publicallo; Errado el camino,
Y yo, que sé que eres sabia, No puede volver
Por si esio te desagravia, El que por amores
Sufro y callo. Se quiso prender.
Mándenle escribir,
No es mi mal para creer, Aunque no contente,
Ni menos para poder
Y si se arrepiente,
Üisimulallo;
Que no ha de huir,
Mas solamente por ver
Que quiera morir,
Cuándo se ha de fenecer, Y no pueda ser;
Sufro y callo.
Esta es la justicia
Que mandan hacer.
REDONDILLAS, Entro simple y ciego,
Mas no sin razón ;
VIÉNDOSE SUJETO AL AMOR. Hizose afición
De lo que era juego;
Lloremos ojos cansados,
,
El encendió el fuego
Los daños que padecemos ; En que había de arder,
Que no es razón que dejemos (Uncido por amores
Quejosos á mis cuidados. Se quiso prender.
Yo soy aquel que vivía Sufra disfavores
El nías iéjosdel amor, Hechos por antojo,
Burlaba de su dolor, Háganse del ojo
De su poder me reía. Sus competidores,
Siempre de su trato huí, Y los miradores
Vanos fueron mis consejos; Échenlo de ver;
Pensé que estaba de lejos Que esta es la justicia
Y hállele dentro de mi.
Que mandan hacer
De ver tanto atrevimiento Al que por amores
Toda el alma se alteró,
Se quiso prender.
Y su gravedad perdió, Si acaso algún día
Turbado, el entendimiento. Habla con su dama,
Mandóme al primero día Mire ella al que ama,
Que lágrimas le ofreciera; Y con él se ría
Obececerle quisiera De envidia y porfía
Mas yo llorar no sabia. Se ha de mantener
El que no puede pasar El que por amores
Sin llantos y desconsuelos, Se quiso prender.
Envié al alma unos celos Diga su cuidado,
Que la enseñen á llorar. Mas no sea creído;
Tomé esta lición de coro Antes que sea oído
Tanto en ella repitiendo Sea condenado;
Que hasta cuando estoy durmiendo Quiera ser mirado:
Estoy soñando que Toro. No le quieran ver
De aquesto llegué á enfermar, Al que por amores
Y amor, que mi nial sintió, Se dejó prender.
; ,,; ? , ! , , ,
COMPOSICIONES VARIAS. 91
VILLANCICO. QUINTILLAS,
COMPOSICIONES VARIAS. 98
Entre lo que vida alcanza, Tiempo que no me persiga.
Y entre los muertos, busqué Y si acaso no te place,
Remedio á esta malandanza, O te importuna leella,
Pero nunca le hallé. Puedes quemalla sin vella
Uno, que no siente nada, Que es lo que de mí se hace.
Calla otro, aunque lo siente Siempre bendigo la hora ,
COMPOSICIONES VARIAS. Oo
Y también que reia?
el
CARTA EN REDONDILLAS. Y á mí, que tanto me toca
Que disimule este engaño,
Vivo cu tierras apartadas, Y calleó abra la boca
Lejos de tu hermosura ; Para agradecer mi daño
Si yo iiice mi ventura, En el mundo la virtud
lilla me castiga aosadas. Antes se pierda y acabe,
La culpa deste pecado Que yo diga que en tí ca be
Fué miedo de importunarte, Tal suerte de ingratitud.
Y la pena es no mirarle: Ni tus pechos son de hierro,
Ved si estoy bien castigado. Ni tu condición tan dura ,
7
Y vi demasiada lumbre, Y que el tiempo (pie á tí place
Y vime, de vella, ciego. Es el caso y lo haya hecho
¡ Cuan presto mudan estado Haga alguna vez provecho
Amor y tiempo y fortuna ! A quien tanto daño hace.
Cuánto fué mejor librado Si te hablo alguna cosa
El que no probó ninguna ! Tú piensas que devaneo
¿Qué puede un hombre gozar Mas la fe rige el de
Por mayor buenaventura. Y el deseo es el que o<a.
Que de tu gana mirar, Pues sea el medio la carta ,
COMPOSICIONES VARIAS. 97
Y mostrad vuestra inocencia; Aunque cuerpo se destruya.
el
Yo lo procure y lo pago
No me dejéis en el trago
CARTA EN REDONDILLAS. Señora, del despedirme,
Por el servicio que os hago.
Amor me manda escribir, Mas temo que al despedir,
Temor me fuerza á callar; Aunque me veáis morir,
¿Qué medio podré hallar . Habéis de quedar quejosa
Seguro para vivir? Porque acei té alguna cosa
Mejor es morir ansí En que os pudiese servir.
No diciendo lo que siento, Yo me parto de os mirar,
Si es de amor el mandamiento, Donde no me podréis ver
Y el temor viene de tí. Contenta debéis quedar,
De tí es menester que venga Que no es menester hacer
Que amor no tiene caudal Euerza para me olvidar.
Porque mujer tan cabal No pido que si me fuese
Con solo caliar se venga. Vuestra merced se sintiese,
Siempre callarás conmigo, Pues cuando yo mas penaba
Y' yo siempre penaré No mirastes si os miraba
Pero nunca entenderé Ni se os dio nada que os viese.
Si es por costumbre ó castigo. Quedará con mi ventura
¿Quién sabe si me conviene El lugar adonde os via
El callar ó la disculpa? Pero vuestra hermosura
Quizá me
cargó la culpa Partirá en mi fantasía,
Que sabes tú quién la tiene; Donde siempre vive y dura.
Mas á tanta confusión En ella se representa
Me ha traído el desatino, Y'ueslra belleza y asienta
.Que ya no me determino Mas temóme de una cosa,
Sino fuera de ocasión. Que siempre os veré quejosa,
Un destierro voluntario Poes que nunca os vi contenta.
Sino es por inconveniente, No entrará en ella placer,
El que lo escoge lo siente. Sino siempre padecer
Pues no tiene otro contrario. Y silencio de difunto ;
Y por esta enemistad Que el placer se junta junto
Que yo no puedo negar, Para cuando os torne á ver.
Me desterré del lugar, Pues cuando desta partida
Mas no de la voluntad. Fuese de vos conocida
Ella, quesiempre fué tuya, Cualquier liviana memoria ,
Lo será cuanto yo fuere; Mas haré en sufrir la gloria
Que el alma es la que te quiere, '
Que hago en tener la vida.
P.XVI-I.
, !, ., , , , ,,, ,, ,,;, ,, ,
, ;
COMPOSICIONES VARIAS.
Siendo con león oveja, Así que, sois avisada,
Y con oveja !eon. Pero de mal parecer;
No os dé. Señora, nada ;
Das higas al que agradece
Que habiendo de ser casada,
Por mercedes los pesares, imposible será ser
Y das favores á pares «La bella mal maridada».
Al que no te los merece
Pues ese que te parece Tened contento, Señora ,
De sacar fuerzas
del miedo. Que tu ira me condene
El remedio que no entiendo Adonde mi alma pene
Estoy suspenso esperando, Lo que pecó mi denuedo.
No cayendo y levantando, Cualquier castigo es liviano,
Mas de comino cayendo. Según yo debo ofenderte,
Aquí me veo olvidado Mas no que en tiempo tan fuerte
Sin tener quien por mí haga; Me desampare tu mano.
Este es el mundo y su paga Ni le canses que procure,
Y aun quizá el mayor pecado. Pues la razón lo requiere,
Solo, sin abrigo y preso, Si tu justicia me hiere,
Desamparado, aunque firme, Que tu clemencia me cure.
Ni puedo desafligirme
Ni quiero dej;.r el peso.
i Quién ayudará al ausente A Venus.
Si todos son en culpalle?
Pues alguien sale á ayudalle, Venus se vistió una vez
Que en saliendo se arrepiente. En hábito de soldado;
La que sabe por qué muere, Páris,ya parte y juez,
Como testigo de vista Dijo, de vella espantado
Déle fuerza que resista «Hermosa confirmada
Y sufrimiento que espere. Con ningún traje se muda:
, ;, ; ; , ;,,; , ;
JUICIOS CIÚTICOS.
Eso tienen que por parecer de uno, aplacen á muchos pero si ámí no
las coplas, dijo Silvia, ;
me agradan, poco me mueve que las alaben, que por la mayor parte gustan de
grandes poetas
cosas que no son buenas para nada. ¿Qué poesía ó ficción puede llegar á una copla de la Propa-
ladla, de Alecio y. Fileno (i), de las Audiencias de Amor, que todos son verdaderamente ingenios
de mucha estima; y los demás, ni ellos se entienden ni quien se le da.
DE LOPE DE VEGA.
(En la Dorotea.)
Así, el que rimare hallará lo mas perfecto; que de hallar se llamaron los versos trovas. Y por
eso dijo el otro poeta ;
De ese poeta aun viven sus obras. Fué secretario del Emperador, y no indigno de fama entro
los antiguos (2).
El traje extranjero de que empezó á usar nuestra poesía, con el ritmo italiano, hizo no muy
acepta esta novedad á los mismos que no carecían de los talentos necesarios para distinguirse en
esta empresa, como sucedió con Cristóbal de Castillejo y otros poetas de aquel tiempo, de
quienes todavía se leen vivísimas invectivas contra los principales autores de esta gran revolu-
Ambos géneros siguiéronse cultivándose dichosamente, según es de ver en las coplas del úl-
timo y mejor poeta de esta medida, el festivo y natural Castillejo. Criado este en el palacio de
don Fernando, y enriquecido de feliz numen, hizo hincapié en retener el metrificar antiguo y
en zaherir sin razón, aunque chistosamente, y por dicha nuestra sin éxito, la plausible moda que
renació v cobró vuelo en sus dias.
, ; , , , ; , ;; , ;
POESÍAS
DE CRISTÓBAL DE CASTILLEJO
LIBRO PRIMERO.
i 08 CRISTÓBAL DE CASTILLEJO.
Mas cabo todos son
al Ved que sin haber espera
Lanza de paja mis lieros. Quien en tales piedras funda
Porque tornándoos á ver Su esperanza,
Estos mis ojos avaros, Que puestas en ordenanza
Son forzados á miraros, Respondiendo á mi dolor,
Y mirándoos, á quereros, Dicen Aquí No hay Amor
:
Son dulzura
Sin par ni comparación,
Las congojas de amargura
Con lagrimas las amanso, En quien tal beldad se encierra,
El dolor hallo á descanso Que hace continua guerra
Y el morir es gran ventura.
A mi triste corazón;
La pena causa holgura Viendo aquí la perfección
Do se emplea Extremada que os dio Dios,
Mil ansias por atarea Aunque es grande mi pasión
Tengo por renta real Veréis cuan justa razón
Pero bendito es el mal Es que se sufra por vos.
Que tanto bien acarrea.
No se espera ni desea > A LA MISMA, ESTANDO MALA.
Ser tomada
Ni a fuerza de armas entrada Ese mal que da tormento
Esta fortísima torre, A vuestra merced, Señora,
Ningún peligróle corre En vos tiene el aposento
De ser jumas escalada; Mas yo soy el que lo siento ,
Dentro tiene aherrojada Y mi alma quien lo llora;
Quien la suele Y de pura compasión
Combatir, porque le duele, De veros sin alegría.
Que es su misma libertad Se me quiebra el corazón.
Con larga seguridad Vos sentís vuestra pasión.
Que nunca se le rebele. Mas yo la vuestra y la mia.
Cúmplele que se consuele
Aunque muera
Pues que se ve prisionera A LA MISMA, CON UNOS CORALES.
En manos de bienes llenas,
Do son gloria las cadenas Ya penado corazón
el
Y dama la carcelera. Que vos herís cada dia ,
Es una leona fiera, Si tiene alguna pasión,
No mujer; Estos, de su condición.
Mas de tanto merecer, Le procuran alegría;
Que á los mismos que atormenta, Mas el mió es tan leal
Con mirarlos acrecienta Que se huelga con los tristes,
La gana del padecer. Porque es pecado mortal
Ya yo no puedo prender (3) Querer remediar el mal
Sin prenderme, Que vos, Señora, hicistes.
Ni tengo miedo de verme
Sin esta torre, porque
Es el alcaide mi fe, A LA MISMA, ESTÁND01.A ESTERANDO.
Que nunca cansa ni duerme.
Esperándola venida
Vuestra, mi bien soberano,
A LA MISMA, CON UN SEBO DE MAROS. Pierdo á mas andar la vida ,
Porque sienle la herida
Pues sola vuestra beldad El tardarse el cirujano.
Es cárcel de los humanos, Pues si compasión habéis
Ablandad la libertad; Desie mi dolor esquivo,
Que poca necesidad Suplicóos que no tardéis;
Tienen desto vuestras manos. Que si mucho os detenéis
Mas curadlas de manera Quizá no me veréis vivo.
Pues que sobran de hermosas,
Que el que lo merece muera ,
Y el leal que en vos espera VILLANCICO.
Las sienta muy piadosas.
La vida se gana
Á LA MISMA, CON UN CIERTO PAN QUE LE ENVIÓ. Perdida por Ana.
Alegre y contento
El pan bendito que ayer
Me hallo en morir;
Vuesamerced me envió No puedo decir
Todos mis males volvió La gloria que siento;
En gran descanso y placer;
Un mismo tormento
Porque, si no me engañáis
Me enferma y me sana
Con las señales defuera. Sufrido por Ana.
Pues pan, Señora, me dais,
Señal es que me mandáis Do nace mi mal
Que coma porque no muera. Se causa mi bien
Padezco por quien
Y el aceite con que en medio
Nació sin igual.
Lo masastes y en vol vistes, Por ser ella tal,
Esperanza es que me distes
Mi muerte se ufana,
De consuelo ó de remedio.
Sufrida por Ana.
Remedio no espero
(3) Algunas edicion.ee dicen: perder y perderme, De mi pena grave;
,;;; , ,! , ,; ; ,, , ,;,
Mas sana cosa le fuera Tras quien corro, tras quien sigo
Unprivilegio rodado. Por fuerza, pero contento
Tanto le duele el afrenta No sé decir lo que siento
Casi como el disfavor Aunque siento lo que digo.
Porque, siendo contador, Y con esta novedad
Dizque le han tomado cuenta. Confuso y embarazado
Castillo, por ser letrado, Mi sentido,
No es mucho que entre en audiencia Voime tras la voluntad ,
Preciando su gentileza.
Hirióme vuestra beldad
Con armas á su medida Vila por desdicha mia
,
En la moza contemplaba ,
Pero pues me
habéis mandado,
Y cada vuelta que dalia, Yes forzado obedeceros
El corazón me hería. Sintiendo vuestro cuidado
Y no l>ion amonestado Tanto, queme ha lastimado,
Del cantar atrás contado, He por liie't de obedeceros ;
Pues si se ha de sustentar
Cuantas veces me da cuenta Mi vida sobre estafe,
Vuesamerced de mis cuentas, Claro está que moriré
Tantas me mandáis que sienta En quitando este pilar.
Los martirios, las afrentas Pagaré con las setenas
Del fuego que las calienta. Aquel sabroso bocado,
Ellas pagaron así De nuevo siendo obligado
Por contaros mis querellas A cien mil cuentos de penas.
Yo me quemo en sus centellas;
Que bien basta para mi . OTRAS A LA TERCERA.
La brasa que sale dellas.
Pero ya que padecían Las mercedes recibidas
Las cuentas sin ofenderos, De la vuestra cada hora,
Porque mi mal os decian Ser pagadas ni servidas
Los extremos de quereros, Es imposible, Señora
Decidme, ¿qué merecían? Aunque tuviese mil vidas.
Estrecha la deis á Dios Una tengo, que no tiene
En aquel contado dia Mas bien del que de vos viene.
Por su muerte y por la mía, Con el cual vive contenta,
Pues que nunca contra vos Asentada á vuestra cuenta,
Cometimos herejía. Pues que por vos se sostiene.
Y si justa piedad
Os mueve de mi gemido,
; ,;; , , ; ,
Á OTRA, CON DS CORAZÓN DE AZABACHE ENGASTADO EN OHO. Á l.A MISMA, PORQUE SE IMPORTUNABA DE ÉL.
CRISTÓBAL DE CASTILLEJO.
Y en lorio tiempo llorado Que estas peñas do me crio,
Yo navegaba por lí Y furiosa masque el rio
En tiempo manso y sereno; A todo todo correr.
Tiempo bueno, tiemjio bueno, Mas señora
¿Quién te me apartó de mi? Soberbia, desdemídora
Final. Que el pavo siendo alabado,
Mas fuerte que el fuego airado,
Si no remedia la muerte
En que me quemas agora.
Los trabajos de mi vida
Desmedida,
Va perdida.
Mas áspera y desabrida
Quede con esta dolencia
Que los abrojos do quiera
jtel bien que de mi se fué
Mas cruel que la muy fiera
Que va creciendo la fe Osa terrible parida;
Y menguando la paciencia. Mas callada
Y asi maldigo mi suerte,
,
Y sorda, siendo llamada,
Viéndola que va perdida
Que este mar de soledad
Con la vida. ;
Ni furor.
Ño será cierto mayor; Y aunque siento el disfavor
Porque vos De verme así desdeñado
Soléis contar entre nos Sufriría mas pagado
Un Júpiter, no sé cuál , Este tu gran desamor
Reinar como principal Si t ú fueses
Y mas poderoso dios. Tan esquiva, que huyeses
Pues con esto, A todos como á mí huyes,
Mira, Señora, de presto Y á los tristes que destruyes
Encima de esta estatura Por un rasero midieses.
La muy gran cabelladiíra Mas ¿porqué,
Que cuelga sobre mi gesto Dimelo, que no lo sé,
Denodado El Cíclope desechado,
Y al uno y al otro lado A Acis amas de grado
Por los hombros se levanta Y le tienes tanta fe,
Y les hace sombra tanta Y en lus brazos
Como un bosque muy cerrado. No le pones embarazos
Ni se vea Y en mi despecho le quieres?
Oue porque mi cuerpo sea O ¿porqué razón pretieres
Horrible con oslas gruesas Sus besos á mis abrazos?
Cerdas, ásperas y espesas, Mas consiento
Lo tengo por cosa lea Que él viva de sí contento,
Ni mal puesta, Y á tí, lo que no querría,
Pues es cosa manifiesta Para mas afrenta mía
Si deoirlo no te enojas,
Dé también contentamiento
Que estar el árbol sin hojas Pues le tiene;
Fs vista muy deshonesta. Pero si á mis manos viene,
Y yo hallo El sentirá que hay en ellas
Parecer mal el caballo Las fuerzas y las querellas
Si las crines ó el cabello
Que á tan gran cuerpo conviene.
No le cubriesen el cuello, Con mil sañas
Para mejor adornallo. Le arrancaré las entrañas
Por librea Vivas, rompiendo sus pechos,
Que las cubre y las arrea Y los sus miembros deshechos
Tienen las aves la pluma, Sembraré por las campañas
Y las ovejas en suma Sin abrigo,
Su lana las hermosea. Como mortal enemigo;
Y así son Y por esas mismas ondas
En el cuerpo del varón Do moras, bravas y hondas,
La barba y sus aposturas, Si se mezclare contigo
Y cenias yertas y duras Porque vivo
Para dalles perfección. Me quemo, y el fuego esquivo
Solamente Que me abrasa y atormenta
Tengo en medio de la frente Mas hierve y más se acrecienta
Un ojo mas aquel
; es Con la injuria que recibo.
, ,; : ; , ; , ,, ,:, ;;,;; ,
De mí pesar y tormento!
Seáis con nuevos ardores
Faltóme el contentamiento
Heridos de mal de amores,
e sintáis !o que siento.
Al tiempo que mas quisiera.
¡Oh nublados!
GLOSA.
Aun os vea yo enamorados
Y en el pa^o en que me veo ; Par darme conocimiento $
Que cuando mas alterados, Que todo lo que se espera,
Os hará ser sosegados Alcanzado es como viento,
La fuerza de mi deseo. Faltóme el contentamiento
Reina mia, Al tiempo que mas quisiera.
Si sentís vos de estedia Quiso fortuna subirme
I o mismo que
siento dé!;
Al cabo de mi querer,
Si turba vuestra alegría, No por hacerme placer,
Si os enoja su porfía, Sino por mejor herirme
Si le culpáis de cruel Do mas pudiese doler.
Sin cesar; Hurlóse mi pensamiento
Si levantáis á mirar Porque al fin de la carrera,
Los vuestros ojos apriesa Do pensé quedar contento.
Por ver si quiere escampar; Faltóme el contentamiento
Si los tornáis á bajar, Al tiempo que mas quisiera.
Tristes de ver que no cesa
Si se da
Vuesamerced desde allá
Congoja de mi despecho
Si penáis, como yo acá, No tengo contentamiento ^N
Por el dia que se va En saber cuan poco dura.
Sin entrarnos en provecho;
Cuanto llueve GLOSA.
Se aposenta donde debe, Porque sé que me arrepiento
Que en mi sangre se convierte, En fiar de mi ventura
Y en mis entrañas se embebe. Cuando me hallo contento,
Frió estoy como la nieve, So tengo contentamiento
Con mil angustias de muerte En saber cuati poco dura.
Que he tenido;
Y cuanto veis que ha llovido, Cuando viene el alegría,
Mis propias Ingrimas son; Tan fuera de mí se halla
Que, según lo que he sentido, Que, de pura cobardía,
Cuantas gotas lian caído Apenas oso tocalla,
Me han dado en el corazón. Porque pienso que no es mía;
Por uno le pago ciento
Ese rato que asegura ,
GLOSA.
En las dolencias de amor.
De pesar ó de placer, Por el trabajo navego,
Al que lo puede hacer, Sin te poder ver el fin.
Olvidar es lo mejor.
Es amor una locura
De tristeza ó de alegría, A bien ninguno me llego,
Que con memoria sedería Que no salga al gallarín
\ con olvidar se cura; Pensando hallar sosiego;
El urgalle es lo peor, Por el trabajo navego.
Porque para guarecer Sin le poder ver el fin.
Al que lo puede hacer, Condado en la bonanza,
Olvidar es lo mejor. Yo mismo me hice guerra;
, ,, ,:; , ; ;
LETRA.
Con esperanza de ver
Contento de mi y de vos. Al revés lo que deseo.
DE OTRA DAMA.
MOTE DE UNA DAMA EN PORTUGUÉS. ,
Lo imposible quiero yo ,
O acerlamento tambein.
Cuanto por mí se desea
Si meu mal e mal sobejo, Huye do jamás se vee; _
A gloria delle sobeja
Si son dondo meu desejo, (10) En otras ediciones se lee:
A causa del ó deseja, Poique me olvidó á mí.
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m CR ST0BAL DE CASTILLEJO.
r
Reposaste!
Cierto no te merecí Á UNA DAMA QUE ESTANDO ÉL MALO SE VINO A MADRID.
Pues veniste, y tan temprano
Me dejaste. En mas peligro dejais
Dia de mayo postrero, .Mi vidaque la hallastes;
Que fin y comienzo fuiste De una muerte me librastes,
De mi gloria, Y en mil juntas me dejais.
Cuanto entonces placentero La salud que en la venida
Tanto me £s agora triste De vuesamerced cobré
Tu memoria. Prestada diré que fué,
Oh mi reina y mi señora
¡ ! Pues la pierdo en la partida.
Pues os he sido en presencia Así que, podré loarme
Fiel amante
Que sané para morir,
Sedme vos también agora Y me hicistes vivir
En los peligros de ausencia Para de nuevo matarme.
Muy constante.
Pero yo quedo contento
Por la fe que me debéis,
Con mi muerte que sea así
Y por el fuego encendido
Que en venir después que os vi
Que en mí arde Tan dulce es, que no la siento.
Os suplico que os guardéis
De ofenderme con olvido,
Aunque tarde.
EN UNA PARTIDA DE LA CORTE PARA MADRID.
Con vos queda mi ventura
Mi descanso y mi placer
Y mi alegría; A las tierras de Madrid
Va conmigo mi amargura Hemos de ir;
Para siempre me tener Todos hemos de morir.
Compañía.
Muy buena conversación .Apercibid, cortesanos,
Llevo en iros deseando Las armas del sufrimiento
De contino Que el peligro y el tormento
Que en vuestra contemplación Ya los tenemos cercanos.
Con vos me voy razonando De sus poderosas manos
De camino. Ks yerro pensar huir ;
Todos hemos de morir.
Por condenadas tener,
Si el corazón no es muy tuerto,
Á UNA DAMA QUE SE ENOJÓ PORQUE NO FUÉ VISITADA Las vidas para la muerte,
I. as entrañas á merced,
EN UNA PARTIDA.
En las almas provecí |
m
, , ,,
vida á ambos, según vuesamerced podrá ver por el de- Mientras no supieron qué era,
Gozaban del conversar;
sastrado suceso de sus penados amores. Simples fueron, á
Pero un bien de tal manera
mí parecer, en matarse así con el calor del amor y de la No lo pudiera gozar
edad porque pudieran esperar á resfriarse y envejecerse,
;
Quien entenderlo supiera
Porque el falso del amor
especialmente si vinieran á palacio y á Alemana, como yo;
Tan caro vende el favor,
Que suele dar la victoria
(12) «Porque ninguno lo sienta,» dicen otros ejemplares ma- Para que mate la gloria
nuscritos de esta poesía. Cuando no puede el dolor.
,; , ; , ! , , , , , ,,, ,,;,;,
Cualquier don,
Mando, gracia ó galardón (1S) De esta obrita los suprimidos por ía
puse varios pasajes de
Quedáis á vuestros vasallos, Inquisición en mi Examen de las causas de la decadencia
filosófico
Puede bien regocijallos, de España; los cuales reimprimió mister Tomás Parker en la ver-
. Mas al fin esclavos son. sión inglesa de este libro, pero sin traducirlos.
Ambos tratáis con desden López de Velasco, comisionado po*v el Santo 0¡¡cio, hizo gran-
A los malos y á los buenos; des mutilaciones en esta obrilla de Castillejo. No solo le quitó el
; ; , , , ; ; ,,
; ;
I i CRISTÓBAL DE CASTILLEJO.
Ya sabe vuestra merced
Comienza e! sermón de amores.
Que nadie muere de sed ,
Y es ansí. cual me hace sospechar que tal vez fueron añadidos por alguno
Por eso no cabe aquí como la introducción.
Encarecer excusar ni
Que os tengo de importunar Yo, cuitado pecador,
Puta vieja, ¿qué haré?
Hasta que digáis que sí (21). Madre mia ¿ adonde iré?
,
En verano
Que es una red barredera ,
! Llena de callos la mano
Un cáncer universal ;
En arado entre sus brazos , •
(34) La Inquisición varió estos versos, poniendo: Por los desiertos extraños
No reconoce persona,
á Se deleita y se recrea
Ni alguno deste cuidado Con dulzura
Hallaréis privilegiado, Es cazador de natura ,
•
lid, 1519).
Dice que pierda el lugar.
Su tormento «Díceme una señora por su carta, que un caballero cortesano
Creciendo mas con e! viento deseaba como la vida trasegar el vino de una mujer casada y her-
Y el sereno que cogía mosa , y que no faltaba mas de que hubiese lugar, porque las vo-
En rebatos le ponía luntades eran conformes; y que el buen cortesano se aprovechó de
la industria que pudo, escribiendo una carta á un caballero anda-
Y en priesas cada momento
Que venían. luz, su amigo, con el buen hombre portador de la cornamusa, en
Los dos señores, que vían que le contaba muy por extenso el negocio á que iba, de la ma-
Los dolores con que andaba, nera que lo hacen las mozas de casa cuando sus amos están en
Cuanto mas él se quejaba misa ,y quieren almorzar ó hacer otra cosa sin que lo vea nadie,
,
Tanto mas ellos reían envían los muchachos de casa con« ronces, diciendo vé á la seño- :
Sostener el accidente bierto, el que habia leído la carta decia Y ¿quién es el portador :
Y le tomaba desnudo, Señor, yo soy. Ellos á él Sedlo enhorabuena^ Esto duró todo el
:
Con mucho trabajo pudo tiempo que duró la comisión. Cumplido el tiempo, volvióle á su
Darse un poco de reposo, casa con toda la paciencia del mundo, á tiempo que las cosas esta-
m
!
CRISTÓBAL DE CASTILLEJO.
Muy dulces sus alegrías,
Del mismo negocio mana
Mas sus pesares pesados;
Contino con que se hieran
Con un barril de lenguados
Y fatiguen
Vienen cuatro de acedías
Que por bien bien que litiguen
Al mercado.
Los que en Granada pleitean
Aquel dolor afamado,
Yo os digo que no se vean
Nuestro Publio Ovidio Naso,
Sin tramas que los obliguen
Habla muy bien en el caso,
A pasión.
Como bien acuchillado
Siempre están en confusión,
Por amar.
Temerosos en audiencia
Si supiésemos contar
Y aunque tengan la sentencia,
Cuántas yerbas tiene el suelo,
Cuántas estrellas el cielo,
Temen el apelación
Venidera.
Cuántas arenas la mar.
La revista que se espera
Y la tierra
Los pone luego en congoja
Animales déla sierra,
Y árboles con hoja y flores, Cuando de una parte afloja,
Tantas penas y dolores
Comienza en otra manera
Amor encubre y encierra A apretar
Pues los que andan en la mar,
Maguer bueno.
Lleno está su placer, lleno
Aunque tengan esperanza
.
Viento en popa y mar bonanza.
De lacras y penas muchas
Porque no se toman truchas
No dejan de revesar,
Sin comer;
Con las manos en el seno,
Como digo;
Cuando mas á su placer
Navegan á velas llenas,
Porque iío me contradigo Van temiéndolas ajenas,
Ni revoco mis sentencias
Y suspiran por se ver
Por decir las diferencias
Que suele el amor consigo En la tierra;
Cuando la noche se cierra,
Poseer.
Ved qué tristeza les viene.
Sabed que sabe hacer
Decidme ¿que vida tiene
Que sea blanco lo prieto, ,
it El gentilhombre de guerra!,
Y caber en unsugelo
Tan segura?
Pos contrarios en un ser
Juntamente.
Ved si le falta amargura,
Claro está que está doliente
Aunque tenga doble paga;
Por merced que Dios le haga,
El que enamorado está
Pero mientras bien le va
Le sobra mala ventura
Y temores
Con el favor, no lo siente,
Enojos y sinsabores,
De contento.
;Peligros y diferencias
Adormece el pensamiento
M¡l francés y otras dolencias,
El sabor de este potaje,
Y música de atambores,
Como cuando dan brevaje >
CRISTÓBAL DE CASTILLEJO.
De su propia inclinación? Final al Amor y á la Fortuna.
O ¿quién no cae en tentación
Por mucho que se defienda que somos bien librados
Dios,
Y abroquele? Los hombres desde la cuna,
Que el cuerpo sin carne huele (49), Pues nacimos sentenciados
Y jamás podrá estar quedo. A ser siempre gobernados
¿Quién no muestra con el dedo Por amor ó por fortuna.
El lugar donde le duele Él niño y ella mujer,
Señaiado? Ella ciega y él con ella,
Quién habrá tan concertado, Ambos locos y sin ser,
Que á la corta, que á la luenga ¿ Qué reino pueden tener
Su gironcillo no tenga Donde no reine querella? (50)
De loco ó de requebrado?
(50i Vclaseo, terminar el Capitulo de Amor, dijo:
al
«El capítulo precedente de Amor y su poder es fragmento 6 par-
te de una obra que por cierto respeto pareció que no se debia im-
(40) Otras ediciones dicen :
primir como estaba y así , porque toda no se perdiese , se puso
;
Que el cuerpo su carne huele. lo que de ella se pudo dejar, en la forma que se ha puesto.»
LIBRO SEGUNDO.
o CRISTÓBAL DE CASTILLEJO.
Y oyéndolos hablar nuevo lenguaje (12) Viéndoles que presumían
Mezclado de extranjera poesía (13), Tanto de la nueva ciencia (21),
Con ojos los miraban de extranjeros (1-4). Dijéronies que querían
De aquello que referían
Mas ellos, caso que estaban Ver algo por experiencia;
Sin favor y tan á solas (15), Para prueba de lo cual
Contra todos se mostraban, Por muestra de novel uso,
Y claramente burlaban - Cada cual de ellos compuso
De las coplas españolas, Una rima en especial
Canciones y villancicos Cual se escribe aquí de yuso (22).
Romances y cosa tal,
Arte mayor y real, Soneto de Boscan (23).
Y pies quebrados y chicos
penas que dais son verdaderas,
Si las
Y todo nuestro caudal. Como muy bien lo sabe el alma mia
Y en lugar de estas maneras Por qué ya no me acaban? y seria
i,
de este.
(24) Sin ellas el morir muy mas de veras.— Texto de Ulloa.
(25) Y quieren reforzar con mi alegría.— Id.
(12) Sigo también á Ulloa, lo mismo que en las demás variantes
(20) De muerte y de dolor de mil maneras.— Id.
del soneto. Velasco lee equivocadamente :
„
(27) Mayor gloria de pena no la quiero. Id.
Y oyéndoles hablar nuestro lenguaje.
(28) Ulloa no dice el autor de esta octava, que Velasco pone co-
(15) Sin sabor y tan á solas.— Id. (50) Que mayor alivio en mis cuidados.— Id.
Así el texto de Ulloa ; el de Yelasco seguido por Fernan- (31) Y si como son en vos bien empleados.— Id.
(16) ,
Sonetos de gran estima, tendió este pasaje Pedro de Cáceres y Espinosa en la vida de ,
Madrigales y canciones Gregorio Silvestre, impresa al frente de las poesías de este inge-
De diferentes renglones, nio. Véanse sus palabras
Octava y tercera rima, «Y que en España no se supiesen , ni la trujesen los que truje-
Y otrasbravas invenciones. .
(19) Ulloa lee «De suerte que Castillejo quiere probar que las composturas de
A aquellos viejos autores. Juan de Mena y Juan Boscan son una misma cosa, pues constan de
(20) Mas esta falta y manquera.— Texto de Yelasco: once sílabas. Y dejado que la española tiene doce, aunque fuera
: : ,, ;;, : ;
Que corren con pies de plomo Gregorio Silvestre, en la Visita de amor (véase en sus obras,
Muy pesadas de caderas.» Granada, 15991, se declaró enemigo, como Castillejo, délos
Al cabo la conclusión versos italianos, en que mas tarde vino á escribir:
Fué que por buena crianza Unas coplas muy cansadas,
Y por honrar la nación Con muchos pies arrastrando,
A lo toscano imitadas,
Eniró un amador cantando
Enojosas y pesadas.
verdad que tuviera once, no supo que de once á doce hay mucha Cada pié con dos corcovas,
diferencia, por no entender la medida de los pies, la cual se des- Y de peso doce arrobas,
cubrió en España en esla sazón, y en Granada fué el que las des- Trovadas al tiempo viejo.
Dios perdone á Castillejo,
cubrió, que no ha dado poca perfección al verso.»
Que bien habló de estas trovas.
(34) Velasco dice
De vestir nuevo deseo. Dijo Amor : "¿Dónde se aprende
Este metro tan prolijo,
(35) Estas dos quintillas no se leen en el texto de Ulloa. Que las orejas ofende.?
(36) Alude Castillejo á las Lecciones de Job apropiadas á sus Por estas coplas se dijo
pasiones de amor , que escribió Garci-Sanchez, y mandó borrar en Algarabía de allende.
el Caneionero la Inquisición, según se ve en los índices expurga- El sugeto frió y duro,
Tardías de relación.
(39) Asi Ulloa ; Velasco pone:
Pero ningún gusto tomo.
, ,
; ;;; , ,; ,! , , ,,
No os burléis de la invención
A OTRO, POR LO MISMO.
De este mi nuevo presente;
Que se hace por razón
El que las coplas liicistes,
Que este caballo bridón
Todos los que las miramos Espuelas no las consiente.
Sabed que en deuda os quedamos Por su nombre lo veréis
De la risa que nos distes Que deriva de lozano.
Pero vos de vos y dellas Mirad cómo arremetéis,
Quejaros también podréis, Porque á lo menos quedéis
Porque el tiempo nos debéis
Con las riendas en la mano.
Que gastamos en leellas.
A UN MAL PAGADOR.
Á UNO QUE QUERÍA QUE LE GLOSASE UN MOTE Á CIERTO
ENTENDIMIENTO FUERA DE PROPÓSITO. Pues noseexcusa perderos,
Según que camino va
No sufre glosa ninguna, Yerro pienso que será
Torque huyen de rondón Dejar perder mis dineros.
Y' pues por tan poco precio
La razón y la intención
Por su parte cada una. Perderme, Señor, queréis,
\ de tal entendimiento Mas quiero que me acuséis
El mole tan lejos va, De importuno que de necio.
Que no lo confesará
Sino á fuerza de tormento.
Á UNA QUE ESTANDO MAL CON SU AMIGO SE CASO ,
CON UN BARBERO.
A UNO QUE APOSTu DE SACAR UNA CIFRA O SACAR UNA COPLA.
H¡ de puta, ¿qué señal
De querer quitar baraja
Pues falta hay en vos,
no la
Estando conmigo mal,
Desempeñad vuestra prenda Señora, pesar de tal,
Que esta cifra de contienda, Echáis mano á la navaja?
Mejor me perdone Dios Bastaba para una mora
Que vuesamercedla entienda. Los regalos y saínetes
Y mirad á qué me atrevo, No dármelos ya Señora
,
Que aunque la echéis en la cama Sin que me querais^gora
Yo lo consiento y apruebo, Trasquilar á panderetes.
Tan sin temor de su fama
Como si fuese una dama.
Á UN CABALLERO QUE TRAIA DE C0NT1N0 UN COLLAR DE ORO
DE MUY POCO PESO*
(9) Los brazos lleva cansados (15) Blancas armas son las suyas,
De los muertos rodeare. Y el caballo es barragane.
, , ,
,, ;, :: , , , , ,; ,,
; , ,
Que siendo niño pequeño, cuatro leños : tales son los nombres de un vegetal americano que
Se la hizo un gavilane. se empleaba mucho en la curación de las bubas.
Ese caballero, amigo, Citanlo los autores de las dos apologías de ellas: uno (¡aspar
Muerto está en aquel pórtale. Lúeas Hidalgo, en sus Carnestolendas de Castilla, y el otro Cris-
tóbal de Mosquera, que en 1569 compuso tres apologías, á saber:
la de los cuernos, la de las narices largas y la de las mismas bu-
bas. Estas tres existen manuscritas en la biblioteca Colombina sin
nombre de autor, que declaran otras copias que corren en manos
de curiosos.
, ; , ; , ,,,, ,,, ,,
como digo
Di la vuelta, Que en los mis postreros días
Proveyendo en mi salud Venistes á ser autor
Con consejo de un amigo; De las no pensadas mias;
Y fuéme fuerza hacer Triunfa ya de los licores
Mudanza, no de mi gana De las cisternas y pozos
Sino para guarecer, Fuentes y rios mayores ,
ALETIO. ALETIO.
Bien se conoce, Fileno (21), Puede ser mas
si él no viera
;
(21) Asi 1» edición de Blasco de Caray; la de Juan López de (2-2) Asi Caray ; Velasco pone A trueco.
Ytlaseo y la de Fernandez dicen :
(23J AeI Garay; Velasco pone:
Bien je parece, Fileno, Fundar el ¿mor en cosa.
! ;, ;; , ; ,,, ;
Así Garay ; las demás ediciones ponen haya. Velasco y Fernandez ponen:
Así Caray; las demás ediciones dicen caso, en vez de ce$a Mandándosele guardar.
; , ,,; ,, ,, , , , ,
; ,,
i 33 CRISTÓBAL DE CASTILLEJO.
Bienes de ellas, De lo general hablemos
Casadas viudas, doncellas,
, Dejad lo particular.
Que al mundo con su grandeza FILENO.
Adornan de gentileza,
Como Diferente
al cielo las estrellas.
Siempre ha habido Es en el mundo la gente;
Por el circulo sabido Hay de mas y menos dignos.
De la tierra en derredor ALETIO.
Hembras que con fu valor Los espíritus malignos
Han el mundo esclarecido. No son malos igualmente.
No hay historia
Do no se haga memoria FILENO.
De algún caso señalado Vos amigo ,
ALETIO. ALETIO.
No se entienda Lo que deja de valer
Fileno, ni se delienda Por su mala compañía.
No haber hembras señaladas FILENO.
fue deben ser eceptadas Pues ¿qué fuera
De aquesta buena conlieuda I¡el hombre no tuviera si
Y proceso Mujer con quien entenderse?
Que claramente confieso
Haber siempre, á la verdad, ALETIO.
Hartas de cuya bondad Sieso pudiera hacerse,
Se puede bien decir eso Mucho mejor se entendiera.
Le las cuales,
FILENO.
Verdaderas} leales,
Mal quedara
Vaya lejos tal afrenta ,
Si Dios de ella le privara.
Y solamente esta cuenta
Se entienda de las no lal.es ;
ALETIO.
Antes estas Si fuera servido de ello, '
Nos ordena?»
lo
Respondióle muy sin pena ALETIO.
Como quien dé] se burlaba Y aun con los que bien quisieren.
« Si bastaba y aun sobraba;
. Nunca falta dobladura.
Mas yo buscaba una buena Su querer
Sin pecado; No les puede defender
Y estaba determinado, De mentira tocias veces
De lo cual no me arrepiento, Porque ellas y sus dobleces
De no parar hasta cíenlo; No se pueden entender.
Mas vos me habéis atajado.» Su afición
No nos salva de pasión ,
FILENO.
De rencillas ni de enojos ,
Son hablillas, Porque les toman antojos
Que en la forma de deciüas Con que meten en quistiou
Se conoce, Alelio, y siente Y cuidados
Cuan apasionadamente A los mas de ellas amados
Os movéis áreferillas; Y nunca les faltan duelos
Y dejadas Con mil achaques y celos
Aparte las lastimadas Qne de ellas son demandados.
De esa lengua moidedora , Mala ó buena,
Señaladamente afora Nunca deja de dar pena
Decis mal de las casadas, Con quejas y liviandades,
No mirando Bajezas y poquedades
Que ¡o que así murmurando De que eslá la casa llena.
A las mujeres ofende Si es hermosa,
Por maridos se entiende,
los Es soberbia y peligrosa
Que han de ser de su bando Y si fea, aborrecible;
Pues les dais Sigenerosa, terrible,
Causa con lo que habláis Y sabia, desdeñosa;
si
De ser vuestros enemigos. Y si fuere
Honesta cuanto quisiere,
ALETIO.
¿Qué vale si es desgraciada
Antes me serán testigos mal acondicionada
De lo que vos me negáis, Con el hombre que tuviere,
Pues lo saben O viciosa
Que, caso que las alaben, Desperdiciada costosa ,
Al marido se volvió
Y temor
el
(47) Como prueba del mal vivir de las monjas de aquel siglo, escala, sintióse un poco mal dispuesto, y no embarcante esto, de-
véase lo que Martin de Salinas escribía al infante don Fernando, terminó de subir, y á los dos escalones desmayó y cayó súpitamente
en 22 de julio de 1524, acerca de la muerte del licenciado Vargas, muerto entre la monja y su criado y ellos, viendo de la suerte
;
tesorero general y de los consejos de Guerra y de Indias. que estaba, dieron aviso al escudero, que estaba defuera, el cual
«Otro día, viernes á la noche, acaeció la muerte del licenciado entró, y no pudieron sacalle, á la cual causa hubo de ir a la ciudad
Vargas de la manera siguiente: parece que el dicho licenciado
y traer sus hijos y compañía y con cuerdas le sacaron fuera y le
,
tenia emprendido amores con una monja en las Huelgas de Búr- atravesaron en una muía, y asi muerto le metieron á la alba del
gos, y para cumplir su voluntad había buscado persona que le dia en su posada y publicaron haberse muerto en su cama de un
supiese guiar dentro en el monesterio, y halló un cierto carpintero desmayo. Y como las tales cosas no pueden ser secretas, luego se
que había labrado dentro , el cual servia de mozo de caballos al supo la verdad, y á la hora fueron secrestados sus bienes, asi los
dicho licenciado , y el mozo le hizo una escala con que subia pol- que consigo tenia como los que en cualquiera parte. Su fin ha
las paredes, y entraba dentro en el monesterio. A los 22
del mes sillo este que á vuestra alteza escribo y ha hecho macho daño á
,
pasado acordó de ir a ver su dama, y llevó consigo el mozo de ca- su hacienda é hijos; é al presente en otra cosa no se habla en es-
ballos y un escudero suyo Y el licenciado entró en el mones- ta corte. Su majestad manda ir al obispo de Canaria á la refor-
terio, y con el el mozo de caballos; y el escudero quedó defuera. mación del monesterio.» (Códice C. 71 de la biblioteca de la Aca-
Y después de haber holgado con su dama, queriendo salir por la demia de la Historia.)
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—
¡ ,
19 J CRISTÓBAL DE CASTILLEJO.
Las manos del mal decir (1) En el ojo aparejada
Para llagar y herir (2) Por el muerto.
También las viudas honestas. FILENO.
ALETIO. No estáis, Metió, en lo cierio
No por cierto Porque de estas muelas tales
Mas querría verme muerto Vierten lágrimas leales,
Que á las de tal condición Sin dejar nada encubierto
Que honestas y cuerdas son Ni fingido
Hacer agravio tan cierto. En su secreto sentido,
Mas, juzgadas Publicando con amor
Por esta ley, y sacadas El verdadero dolor
Las que podéis escoger, Que tienen por su marido
No habría muchas á mi ver , , Como vemos
Que puedan ser agraviadas En muchas que conocemos;
De este cuento. Y de las que nunca vimos
Por nuevas ciertas oimos
FiLENO.
Fidelísimos extremos
Por Dios, que sois avariento De tristeza,
De virtud y compasión Cual la mostró con pureza
Pues que contra la alicion Y constante corazón
Mostráis el mal pensamiento. Porcia, hija de Calón,
¿No os parece Con grandísima firmeza-
Que a los buenos pertenece
Con las tristes lastimadas ALETIO.
Viudas y desamparadas No oslo niego;
Mostrar donde se merece Mas aconhorlasen luego
Caridad, Las mas viudas de sus penas.
Y haber de ellas piedad? Esas de tierras ajenas
ALETiO. No las metáis en el juego;
Que son vanas,
En verdad yo se la he, Muy curiosas y profanas,
Salvo aquellas que yo sé Fundadas en vanagloria
Que lo son por voluntad. Por dejar de si memoria
FILENO. Esas griegas ó romanas.
¿ Hayalguna Y al presente
Tan sin bien y sin fortuna, Hallaréis en el Oriente
Tan cruel ó tan liviana. Y en la India occidental
Que sea viuda de gana? Esa costumbre bestial
Usos y lines de gente
ALETIO.
Tan perdidos
Mas cierto de veinte y una Y á vanklad sometidos
Que por sello Que con fiestas y placeres
No se tuercen un cabello, Se abrasan muchas mujeres
Y muchas, si se buscasen Cuando mueren sus maridos.
Y en secreto examinasen. No hablamos
Que íueron la culpa de ello. De esas, con quien no tratamos,
FILENO. Peregrinas y extranjeras,
Doloridas, Sino de estotras caseras
Angustiadas y afligidas Con quien damos y lomamos
Las veo, y sin alegría
Comunmente;
Llorando' la compañía Que aunque mas las atormente
De que se hallan partidas Soledad y desconsuelo,
En la edad Y con verdadero celo
En que mas necesidad Queden fiel y limpiamente
Por ventura tienen de ella Lastimadas,
Juntándose esta querella Presto son aconhorladas,
A la pena y soledad Al menos las de Alemana
Que cobraron Acá las de nuestra España
Cuando solas se bailaron. Van algo mas entonadas
De prestado;
ALETIO. Mas al fin aquel cuidado
No os engañe su llorar, Se les aparta y apoca
Porque lo suelen usar Quedando solo en la boca
Con los mismos que mataron Él nombre del mal logrado.
Por ventura,
FILENO.
O por odio que les dura,
Tienen su muerte por buena Mal seria
O al menos no les da pena Si durasen todaM'a
Verlos en la sepultura, Las congojas y dolor
Por poder En aquel mismo tenor
Mas libremente hacer Que estaban el primer día.
A solas nueva moneda; No se sigue
Y la que mas llora queda Que toda viuda se obligue
A veces con mas placer, A siempre siempre llorar;
Muy pagada No hay tristeza ni pesar
De verse ya libertada; Que el tiempo no la mitigue
Mas si alguno la visita, Y consuele;
Luego está la lagrimita Y á vueltas de !o que duele,
Siempre hay algo que hacer,
Que les ayude á poner
Sigo á Garay. De maldecir, se lee en Vclasco-
En oh do lo que suele
i
(1)
Leo llagar ; otros escriben llegar.
Dar pasión
(2)
,; , ,, , , ,, , , , ,, , , ;
Que piedad
tirar sin ,
marqués de SaiUiüana
So! la Idos, ó confesad Gran corona del varón
I a verdad y los provechos Es la mujer
Tan sobrados, (10) Cuando quiere obedecer
Y consuelos señalados A la razón.
Honras y comodidades, Alguno que era del parecer de Aletio contrahizo esta copla,
Ventajas y autoridades, diciendo :
Fileno, que no sé deso decir que vuesa merced, á quien suplico, pues sabe bien
Casi nada aunque lo sigo,
, á qué saben los dolores del servir y no medrar, en la dicha
Bien que soy del mal testigo, obra contenidos, la reciba en su corrección y amparo; y
Mas no toca'mas en grueso
si le pareciere digna de conmemorar y comunicar mas que
Mi doctrina.
Cerner sm echar harina
(25) contraposición de este libro hay uno impreso en Mi-
En
lán el año de 1580, escrito por Juan de Espinosa. Intitúlase Díá-
(24) Vel&sco lef loyo en laude de tas mujeres. Es libro raro. Deüéndcse en 61 coa
(lúe estamos tan ocupados. la autoridad de Cicerón el tiranicidio,
,
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Interlocutores.
f**- Medrando de esta manera
Decid , ¿qué fuera d« vos
Castillejo y su pluma. Con otro que tal no fuera?
Sin duda nuestra laceria
CASTILLEJO.
Llegara por su natura
Sus, sus péñola tardía; A morir de hambre pura,
Descúbranse los engaños, Según la larga miseria
Perded ya la fantasía ,
De vuestra corta ventura.
Dadme cuenta de treinta años Y aun con tanta mejoría
Que os habéis llamado mia. Y ventaja de tal dueño
Decidme, ¿qué habéis ganado Hallaréis muchos hoy dia
En esta larga tardanza, Que con otro mas pequeño
Perdida tras confianza? Han hecho mas granjeria.
No tengáis mas mi cuidado Y mil no bien empleados,
Suspenso con esperanza. Que con plumas de gallina
Decidme lo que habéis hecho Han volado tan ahina.
Con tanta tinta y papel Que valen mas sus salvados
Gastado contra derecho, Que toda vuestra harina.
Pues de vos, della ni del Empacho debéis tener
.
Tengo tan poco provecho. De mil vuestros conocidos
Las muchas cuentas y sumas Que comenzaron ayer,
Y cartas de tan gran cuento, Y los vemos hoy subidos
,
¿Qué es de ellas? Que á lo que siento, Do no se soñaban ver.
Tales palabras y plumas Vos , por llegar muy temprano
Son las que se lleva el viento. A ver salir el estrella ,
El gavilán ó el alcon Distes causa á mi querella;
Por la pluma se mantiene; Que otros sanan por la mano
Ella le da el galardón , Y vos perdistes por ella.
Pues volando al (i ti le viene
,
Pues de mí si la afición
,
A uñas la prisión.
las
De mí mismo no me ciega
Vos, volando tanto há
Pienso que no di ocasión
Cabe la real laguna Al galardón que se os niega,
Por vuestra mala fortuna
Confesando la razón;
!
La noche se os viene ya Porque fe con diligencia
Sin hacer presa ninguna.
Tuve siempre por ganancia ,
¿Qué excusa me podéis dar Y tanta perseverancia
De haber sido desastrada? Que aunque os falte suficiencia,
,
Y con el chico recado, (23) Nació «loa Fernando en Alcalá el 10 dí taino de 1303.
,,; ,; ,
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CRISTÓBAL DE CASTILLEJO.
Antes según la Escritura,
, El soldado con !a pica
Los postreros son primeros, Con la azuela el carpintero;
Y ios primeros postreros, Mantiene la lanzadera
Porque nos llamó ventura En su estado al tejedor,
Para dejarnos en cueros. Las redes al pescador,
Ni tengáis por mejoría Al tundidor la tijera,
Haber sido el delantero
Y el arado al labrador.
Que ya veis lo que decia La azada da de comer
El dé la viña al obrero Y vestir al hortelano
Que vino al alba del día Los libros al bachiller,
Bien que podéis alegar La péñola al escribano
Que sois contento de ser Cuando hace su deber;
igual en el alquiler El horno no se calienta
Con quien vino á trabajar Sin la paja y su servicio;
A las horas del comer. Y en fin fin, cualquier oficio
Mas en fin no os aprovecha Saca de su herramienta
De desdicha decir mal, Señalado beneficio.
Ni buena ni mala trecha, Sino yo, que porfiando
Porque es fruta natural Tras el bien que nunca vi,
Propia de vuestra cosecha; Sin él me voy acabando
Y al derecho y al revés Con vos, que sois para mi
Fué mal hado que os cubrió, Pluma de buitre volando;
De que soy sin culpa yo, Y asi quedamos en calma
Porque es como mal francés, Ln nuestra navegación,
Que de vos se me pegó. Esperando la sazón
Así que, ningún provecho Vos como planta de palma,
Esperéis , Señor, de mi Yo como camaleón.
Sino trabajo y despecho'; Asi que, no podéis ya
Porque el medrar es aquí Agraviaros del castigo
Como el grano del helécho; Que por mi boca se os da
El remedio de lo cual Pues de vuestra feria digo
Será tornaros soldado, Según que en ella me va.
Pues es camino trillado Y aunque mas os disculpéis,
Para ir al hospital, No me podéis sanear
Donde vais encaminado. De mi daño, ni negar.
Ya que no me aprovechéis
CASTILLEJO. De ayudármelo á contar.
Y aun
esto finalmente
Con sobra de libertad
Quedaré de vos pagado
Sois, Pluma, descomedida,
Ei pajas en que me asiente
Y no es poca necedad
Que seáis tan atrevida,
A contarde lo pasado,
(lomo lloro lopresente;
Caso que digáis verdad;
Rías de esta vuestra simpleza
Que para lo venidero.
Lo que mas me desagrada
Si por camino mas llano
Por ventura no lo gano.
Por veros tan mal criada,
Por el vuestro no lo espero,
Es sentir que la pobreza
Os hace desvergonzada- Pues ya me tiembla la mano.
Mas no por eso os desamo, PÉÑOLA.
Yista causa del yerro;
la Por dar lugar al antojo
Que, aunque me quejo y reclamo, Habláis, Señor, alterado,
Bien sé que cualquiera perro Y vencido del enojo,
Con rabia muerde a su amo; Mostráis haberme criado
Y que del caso por quien Para sacaros el ojo
Mi justa queja os acusa Pero siendo yo obligada
No podéis quedar confusa, A seguir vuestro partido,
Teniéndola vos también, Va por mi mal he sabido
Ni os ha de faltar excusa. Que no puede ser ganada
Pero no puedo dejar Quien ancla tras el perdido.
De quejarme como quejo Mas si queréis corregir
De vuestro mal acertar; Un poquito el pensamiento,
Porque si de vos me dejo Para no le consentir
No tengo á quién me lomar. Que haga torres de viento,
Mirad cuan mal entablada Do no se puede subir;
Está mi suerte en el juego Y no pintarme tamaños
Del viento con que navego Los agravios y despechos,
Que con vos no gano nada , Usurpando los derechos,
Y sin vos soy mate luego. Ni contar solo los daños,
Ni me queda con vos hoy No contando los provechos;
Suerte ninguna segura Hallaréis que no tenéis
Por el camino do voy; Razón en loque decís
Sino sola la locura Contra mí, ni la veréis
De haber sido cuyo soy. Jamás de lo que pedi,
Con lo cual seré contento, Si pedis lo que debéis
Ya que no puedo dichoso Antes, si bien lo miráis
Mas de vos siempre quejoso, C.on corazón sosegado,
Pues al sastre su instrumento Aunque estáis bien alcanzado,
Le debe ser provechoso. Eso poco que alcanzáis
Con el martillo el herrero Conmigo lo habéis ganado.
Hace su casa mas rica , Y pues sabéis que lo sé
Con la lanza el caballero, Perdonadme lo que digo,
,, ; ,
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LIBRO TERCERO,
Sin poner tú solo un tanto Y de males rodeado Que son por lo que me quitas.
Con pérdida me levanto, Fuera de toda medida Y algún bien me heciste,
si
Por no perder lo que queda. Y hasme dejado la vida Tan presto le arrepentiste,
Mas con todo mi dolor, Porque viva lastimado. Queja no lloro, cuitado.
Por ver que me lo has quitado,
Alegre quedo al partir, Quieres mostrar contra mí
Tan crudamente tus sañas, Sino porque me lo diste.
Con que te podré decir:
«Allá quedarás, traidor.» Y no miras que te engañas, Y así, no quedo dudoso
No tengo de qué alabarme; Y que te ofendes á tí En esta mi desventura,
Mas tú quedarás corrido En lo mucho que me dañas; Viendo el bien cuan poco dura,
De verte que me has perdido Porque del mal que querello Que aquel es mas venturoso
Donde pensabas gozarme. Así te plugo hacello Que nunca tuvo ventura;
Muy gran peligro Y de tal tinta pintallo, Quedo tu felicidad.
y afrenta
Es morir la libertad, Que, aunque quieras remediallo, Mudada en adversidad
Ya no bastas para ello. Se vuelve en otro color,
Quedando la voluntad
Viva rebelde y exenta.
, No me queda, enconclusión,
Muy mayor es el dolor
Vos Virgen , de cuya cuenta
, Sino el alma que perder, Que fué la prosperidad.
Es razón que esto se escriba, Dono basta tu poder; Mas, ya que así me quenas
Haced que muera la viva Que de tu jurisdicción Mostrar sañuda tu cara,
Porque la muerta consienta. La quiso Dios defender. Que llevaras te bastara
Que de dilatar mi muerte Lo que tú dado me habías,
P.XYM, 14
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Y crédito y confianza ,
Con tenerme ya deshecho, Que á toda grandeza sobra ,
Muy gran cabida y privanza Aun continúas mi despecho; Y toda bajeza cobra,
"
Acerca de mi señor, No sé de qué te aprovecha Y sobre naturaleza
Y no pequeña esperanza Pues ya no soy de provecho. Infinitas veces obra;
Amigos, otro que sí, Dejaste por mi enemiga, Porque en subir y bajar
Y otras cosas que perdí Que de conlino me siga, Puedes, queriendo, alcanzar
Por tu mano se me dio A mi memoria conmigo Donde el mismo pensamiento,
Pero la libertad no; Que por do quiera que sigo Haciendo torres de viento,
Que con ella me nací. Acordando me fatiga. Apenas puede llegar.
Yquetodolo llevaras, Tus vanos bienes de ayer, Y con cuanto poder tienes,
Salvo aquello, tuyo era Que hoy son causa de pesar, Muy pequeño le tuvieras,
Que, aunque desnudo me viera, No me dejan olvidar Si solamente pudieras
Si esta sola me
dejaras, Cuan buenos son de perder Despojarnos de los bienes,
En muy poco te tuviera. Y cuan malos de ganar. Y en mas no te entremetieras
Pero la libertad muerta, Das ansias en deseallos Mas eres tan atrevida
Así cerrasteis puerta Trabajos en alcanzallos, Cruel y descomedida,
Del remedio á mí cautivo
, Congojas en poseellos, Que, despojados los hombres,
Que ya mientras fuere vivo Mil dolores en perdellos, Les robas también los nombres,
Tío la espero ver abierta. Y el mayor es acordallos. Viéndolos ir de vencida.
Que aquel á quien bienes das ¡Oh cara desvergonzada, Mejor es nombre de bueno,
Y después es mal andante Halagüeña, lisonjera! Como Salomón lo reza
Porque nunca se levante A aquel te muestras de fuera Que multitud de riqueza;
Tan poco puede ir atrás Mas alegre y mas pagada Y de este haces ajeno
Como pasar adelante. Que mas sañuda te espera. AI que abajas á pobreza.
De este arte le descabezas Amiga de novedad Siendo el mismo que solía,
La libertad cuando empiezas, Tu falsa seguridad /Qué es del nombre que tenia?
Y lo dejas atajado, Es como la paz de Judas, Porque suya ya no eres
Dándole mate ahogado Que al mejor tiempo te mudas Lo pierde tiempo que- quieres
al
Entre medias de síis piezas. Y cambias de voluntad. Deshacer compañía.
la
Y esto bien considerado, Que allá en el otro segundo Tened, hermano, paciencia,
Muy bien puede ser tenido No nos serás importuna. Porque yo, por relación
En tu mudable partido De vuestra tribulación
El perdido por ganado, Vengo por vuestro consuelo,
Y el ganado por perdido. CONSOLATORIA ESTANDO CON MIL MALES. Enviada desde el cielo;
Pues no sabes ser igual Llamóme Consolación.
Ni guardas en especial Mi comisión es poner
Cuando las angustias mias »
Orden descomo ni quién; En vuestro mal medicina;
Mas se esfuerzan contra mí,
Y lu mal puede ser bien, Pero será menester
Que es al tiempo que los días
Y tu bien puede ser mal. Juntan con las noches trias Disponeros á tener
Pues bien lo considerando La postrer parle de sí Atención á mi doctrina
¿Qué mayor mal tras tí yendo,
,
Cuando á los que están sin pena, Y hacer que el sentimiento
Podemos tener, viviendo, Sin pasión y sin cadena, Dé lugar al sufrimiento
Que es estar siempre esperando Cual yo no me pienso ver, Y olvide un poco su llaga;
de continuo temiendo? Les causa nuevo placer Para que la razón haga
Y con tal conocimiento,
La nueva noche serena; Su ley sin impedimento.
Pienso que mi perdimiento »Bien sea vuesta excelencia
Sino á mí, que quebrantado
No fué pequeña ganancia De las fatigas del dia, Venida, respondí yo;
Por quedar en pobre estancia, Que puede con su presencia,
Quedo con nuevo cuidado
Ya de tí libre y exento. Saber y benevolencia
De sufrir el mal doblado
Que en el mal en que me veo, Cuando la luz se desvia Sanar á quien enfermó
Por muy crecido bien hallo Cercado de mil dolores, Mas hallóme tan cobarde
Ni temello ni esperallo, No de burlas ni de amores Para salir en alarde,
Y refrenarse el deseo Los cuales gran tiempo há Que estoy con mucho temor
Con miedo de deseallo. Rindieron sus armas ya Que este socorro y favor
Y aunque tengo qué llorar, A las trabajos mayores; Ha ya llegado muy tarde.
Tengo con qué me alegrar; «Porque tengo ya creído
Estando muy descontento,
Que tengo con no tener Que á mi desconsolación,
Dentro de mi corazón
Seguro de no perder, Estando yo tan rendido,
Luchando con mi tormento,
Pues no tengo qué ganar. No hay otro ningún partido
Y movido el pensamiento
Caso que mi desconsuelo A gran desesperación, Sino desesperación
Muchas veces me desvela, No sé decir si dormía La cual me quita cuidado
1 na cosa me
consuela O me lo parecía
si De andar siempre desvelado
Que no puede venir duelo Bien sé que lo procuraba Tras el remedio á buscarlo,
Que ya lo medio me duela. Y que el dolor lo estorbaba, Y es alguno no esperarlo
Mas mal del que recibí Necesidad lo pedia. Do no puede ser hallado.
Ya no le temo de tí sQue lo que padezco yo
Acaso súpitamente,
Ni yo espero de tí nada De males nuevos y viejos
Si vale mi parecer,
De suerte que es acabada No admite médico, no,
Tu posesión sobre mí. Vi delante mí presente
Una persona excelente Como gota que añudó
Y de hoy mas yo me despido, En figura de mujer; Encima de los artejos;
Con temor de tus mudanzas, De limpieza guarnecida, Porque esta mi triste vida
De tus vanas esperanzas; Con gravedad no fingida Ha sido tan combatida
Ni te quiero ni te pido, De miserias y pesares
Honestidad extremada,
Ni temo tus asechanzas. De tocas blancas tocada Que por docientos lugares
Todo cuanto puedes dar Y azules ropas vestida. No puede ser defendida.
De placer y de pesar, » Caso que tal embajada
Ya sé cuan presto se pasa, Espánteme á la verdad ,
No se suelta de la mano
Y habella visto sin duda, Por la sobra de mis males,
Ni se teme de mudanza Os doy gracias inmortales,
No cgn tocas de viuda
Do el Dador de la riqueza
Sino en cofia de doncella. Puesto por tierra mi pecho.
Usa de tanta largueza » Y suplicóos, pues que así
Y Mas, porque la dilación
de términos tamaños, Fuistes de verme servida,
Que delante de él mil años No fuese mas que debia
Con la tal admiración Me digáis, Señora, aquí
Son un dia en ligereza. Cómo venistes ámí
Hice disimulación
De tal orden se mantiene, De aquella mi fantasía Sin ser de mí requerida
Sin igual merecimiento,
Y dije: «¿Quiénes, Señora, Y qué fué la principal
En tener contentamiento, Vuesamerced, que á tal hora Causa que tan liberal
Que el que menos gloria tiene Me venis á visitar? Se me da vuestra nobleza
Está del todo contento Y movió vuestra grandeza
¿Quién os trajo á este lugar,
Do los servicios pasados, A moveros de mi mal.
Do placer ninguno mora?
Trabajos, penas, cuidados,
«Porque si placeres fueron «Soy contenta, respondió,
Bien padecidos acá
Sinechaque son Los que tales se pensaron, De dar razón suficiente
allá
Satisfechos y pagados.
De dos suertes me mintieron : De lo que antes precedió,
Unos que nunca vinieron, Y agora me convidó
Otros que y a se pasaron; A la jornada presente
Final.
Y hame quedado tristeza Y dos causas al fin fueron
Y pues hemos de morir, Vejez, cansancio, flaqueza, Las que á venir me movieron ,'
Y en gracia de vuestro dueño? Ambas hembras y sin ser, Que desque Dios nos crió
Si ha salido todo en sueño,
¿Qué pudimos prometer, En el mundo que fundó
Engañaron las señales. Que no mienta cada día? Y nos hizo de no nada ,
» De lo cual está sabido «Especial que son profanas »No quiso ni fué contento
El gran daño que os alcanza Las cosas que prometemos; Que ningún hombre estuviese
Por el tiempo así perdido, Temporales y mundanas, En paz con su pensamiento ,
Cuerpo y seso consumido Perecederas^ vanas, Ni tuviese cumplimiento
Tras tan incierta libranza ; Sujetas á mil extremos. De todo lo que quisiese ;
Y de tal loca porfía, Y no solo prometidas, Sino porque esté dudoso,
De todo fruto vacía, Mas después de poseídas, Recatado y sospechoso
Bien que fué, como se muestra, Fortuna con su locura Y nunca llegue á pensar
, , ;, , ; ,; , , ,, ,,, , ;, ; ,
Que no se duermen ni trocan, Y que a! fin soy una cosa En este caso mudanza
fian aviso en proveer Si no lo quieres negar, Que nadie vale mas ya
Todo lo que es menester Que, allende de ser sabrosa De cuanto tiene y alcanza,
,
De las cosas que nos tocan. Muchos, por ser tan preciosa, Como vemos
Yo hago que el hombre entienda No la pueden alcanzar; En mil ruines que sabemos
Con vigilancia y cuidado Por lo cual, si se hiciese Presumen de caballeros,
En su honra y su hacienda Mercado de tí y de mí, De quien gran caso hacemos
Y con cordura defienda No dudo, dama, que hubiese Por solo tener dineros
Lo con fatiga ganado. Quien por onza de mí diese Y poder,
Yo doy lumbre á los errores Filas (pie por libra de lí. Y otros que, por carecer
Que lú causas y procuras; En cualquier cosa perdida De estos bienes temporales,
Alumbro á los oradores Que no puede ser cobrada, Ninguno los quiere ver,
Letrados, predicadores, Tú renuevas la herida Siendo nobles y leales;
Que sin mi quedan á escuras. Yo soy solo en esta vida
;
De manera
Quito los inconvenientes, Que mees fuerza aunqu e no quiera
Medicina señalada. ,
Y por medio de testigos Porlanto, Memoria amiga, Por no dormir en las pajas,
Pongo paz entre las gentes Pi ensa que estás en error, Buscar camino ó carrera
Y hago que estén presentes Y si no le da fatiga, De mejorar mis alhajas,
En ausencia los amigos. Que mi mole te lo diga Y salir
:
Acordadas, dan pasión, Para tener de comer, Se hacen los panes tuertos
Y las duras y pesadas Y conviéneme buscallc, Que después
, , , ; , ; , ;, , ,, ; ;, ; ,
Cuanto mas, que aquella ciencia, Si en ello fuese dichoso Y así, inclino
Ya que traiga utilidad ,
De alcanzar un abadía A tomar este camino
Tiene á vueltas penitencia Mas es larga Mi voluntad sin mas ocio,
Y poca seguridad La esperanza, y muy amarga Caso que no determino
Y sentido
el Aquella forma de vida , La ejecución del negocio
Vigilante embebecido, , Y aun para algunos es carga Hasta ver
Con recato y con aviso Muy pesada y desabrida Cerca della el parecer
En mil partes repartido, Y el reposo. De Brudencio , mi pariente,
Y muy poco en paraíso. Que por defuera es sabroso Que con su mucho saber
Pues letrado, Y convida á tal vivienda Dirá en ello loque siente
Para vivir de abogado, Para otros achacoso Claro y llano,
O médico principal, Y mezclado de contienda, Y como fiel hombre anciano,
Que demás de ser honrado, Que le atierra. Me hablará sin engaños
Es oficio interesal, Pues quien no huelga de guerra, Cuanto mas que es cortesano
Cien vernia; Ni deoilla ni de veIJa, De cuarenta y tantos años;
Mas no fué la suerte mía Fresco está si se encierra Y no siento
Que yo letras aprendiese, Do siempre viva con ella A quien con mas fundamento
Ni que con tal granjeria Trabajado; Comunique que á este viejo,
Mi necesidad pudiese Después de todo probado Que para mi pensamiento
Proveer. Cuanto el mundo puede dar, Quede con su buen consejo
Lejos van de mi saber Y de ello desesperado, Descansado.
Las leyes y medicina, Esto no puede fallar. A la puerta está asentado,
Salvo escribir y leer Yo, si quiero Y es ya después de comer.
Ymilatinde cocina; Darme como hombre granjero Tomarle he regocijado
Pero, dado Alcampo y ala labor, Parlaremos á pía Ser.
Que las hubiera estudiado, Y tornarme de escudero PRUDENCIO.
r<o sé cómo usara dellas; Rico honrado labrador,
,
Que navega con buen norte, Por uno de los culpados. Bien pueden ser comparados
A quien es licenciada A los peces que se crian
De la vivienda en la corte, LUCRECIO.
En las mares,
Son aquellos Ya señor Prudencio, entiendo
, Tantos cuentos y millares,
Que la mandan y en pos de ellos
, Lo que antes no sabia Formas y suertes de gentes,
Se va la geute golosa, Y me parece ir sintiendo De estados particulares
; ; ,, , , , ,
, , ;
,, , ,, ; , ,, , ;
Vendiéndolas muchas veces De pródigos, codiciosos Que aunque vais con mar bonanza ^
Con gentilezas y galas Por tornarlos á vivir, Mas, Lucrecio, de una vez
Y aprendiendo Y pasar Que ha en la corte acaecido
Mil lindezas, que viviendo En otra parle y lugar En cosa deste jaez
Sirven después cada dia De mas sosiego y asiento, Poco há,
Al arte que van siguiendo De do pudiese sacar A muchos que sabéis ya
De proeza y cortesía Menos arrepentimiento Y por molestia no nombro
De do salen Y manquera Que les cumple acá y -allá
Después varones que valen Y si Dios hijos me diera Andar la barba en el hombro
Grandes para gobernar En quien esto enmendara Con pasión.
Y para que se señalen Tan mal padre no les fuera, Y estos trances al fin son
En el arle militar; Que en corte los empleara. Los que depriesa ó de espacio
Y se eligen Los mozos por galardón
Hombres sabios que corrigen Pueden sacar de palacio ;
A otros con su prudencia, ¿Cómo no Sin lo cual
Y que en paz y guerra rigen Señor Prudencio? Pues yo Hay entre ellos otro mal
El mundo con la experiencia No creia ni pensaba Que aun los mascuerdos y holgadas
Con que van Sino aquel que se crió Andan siempre en general
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Con que en ver las fantasías A lo por vos preguntado, Digo aquel
Y las ventajas ajenas Si supiere, responder Cuya tasa y arancel
Andamos noches y días Brevemente Muy por lo delgado yendo,
Combatidos con mil penas Notad pues que de presente, Diz que una vez vino á él
Y pasión Y en los tiempos que ya fueron, Su despensero diciendo,
De envidia y de ambición, Siempre de misera gente Muy paciente:
Porque que el ojo vee
lo Los palacios anduvieren «Toda, Señor, esta gente
Es luerza que el corazón Proveídos De cas de vuesamerced
Lo codicie y lo desee, Unos desfavorecidos Se queja terriblemente
De tal arte, Otros á quien no les bastan De la hambre y de la sed,
Que muchos que en otra parte Los salarios y partidos Y de mí,
Serian hombres templados Al tercio de lo que gastan Que no se lo merecí,
En corte no hay quien los harte Y querrían Y traíanme de mal modo,
De deseos excusados Especial cuando solían Diciendo todos así,
Sin holganza; Usarse eh corte escuderos, Que la causa dello todo
Y en faltando la esperanza, Que lo mas del mes vivían Yo lo soy
Que consuela al que padece Excusados de dineros Que han dado mil voces hoy,
La caridad y templanza Y ducados. Diciendo que el año en peso
También se acorta y perece Verlos heis muy estirados A la cena no les doy
De manera Y ufanos al parecer, Sino rábanos y queso ;
Que al que en otra parte fuera Voceando de enfadados Y enojados,
De su fortuna contento, De esperar para comer Dicen que están muy cansados
En palacio desespera A la una, De tal forma de vivir,
De su descontentamiento, Con su pobreza importuna Y que de muy enfadados,
Sin paciencia Quejosos según su cuenta, No lo pueden mas sufrir.
Y aun hay otra diferencia De la contraria fortuna, Gran razón,
Del uno al olro dolor, Que les fué tan avarienta Dijo él, y aun ocasión
Y es t que cuanto á la conciencia, De favor Tienen esos de querella
Lo de corte es muy peor, Con cuidado del señor, Y tu poca discreción
Porque acá Si cabalga 6 no cabalga, Es toda la causa della ;
La pobreza, al que la ha, Y fuera del corredor Y el enfado
A veces es meritoria Esperándolo que salga Del que se te han querellado
Y pobre soberbio allá
el Noche y día. Nace de causa donosa
No tiene parte en la gloria Mil trabajos os podría, Que es darles demasiado,
Y los dos, Tomándolo de reposo Y siempre una misma cosa
Como al fin los veréis vos Contar, que saber solía A por fia ;
Son mártires de quien hablo; Deste pueblo deseoso Pero dándoles un dia
Mas el uno lo es de Dios, De que ois, Los rábanos solamente,
Y el de corle es del diablo, Cuando usaban borceguís Y otra el queso, apostaría
Porque allí Y era el sueldo un año entero Que cada cual se contente
No se conocen á sí Cinco mil maravedís, Hazlo así,
Y se truecan de tal suerte Y el tablón del despensero Y el que torciere de allí
Que lo que es virtud aquí Do el placer Y se mostrare agraviado,
En vicio se les convierte. Del banquete suele ser Yo le doy licencia á tí
¿No habéis visto Por ordinario manjar Que lo hagas licenciado.»
Entre los siervos de Cristo Vaca cocida á comer,
LUCRECIO.
Aquel padre tan honrado, Vaca fiambre á cenar
De su señor tan bienquisto Y aun helada, No me agrada
Y de si tan confiado ,
De sobremesa sobrada Despensa tan estirada
Que no había Y escudilla de cocina, Y religión tan estrecha
Cuatro horas que se ofrecía A veces mas apurada Ni cena tan apocada,
A morir por amor del Que caldo de melecina Ni poquedad tan derecha ;
Aun no bien mete la espada, Habed paciencia con él Donde es menos liberal
Ni aun amansa la furia y brio Hasta el dia del pescado;» El señor que el despensero
De la fiera cuchillada En el cual Mas, ya que ese
Que dio en el huerto al judío , Vuestro pecado cecial Tan escaso señor fuese,
Y en entrando Dará á los mas favorecidos , Otros mil habrá do quiera ,
Tras nuestro Dios, suspirando, Y si aquel les hace mal Que al miserable interese
En la corte de Caifas, Un par de huevos podridos. No miren de esa manera.
Luego se fué retirando Pues hedor PRUDENCIO.
De su esfuerzo para atrás De la chusma y tajador
Y el valiente, Es pestilencia no poca Yo confieso
Cobarde súpitamente, Y algunos que el salvo honor Ser así ; mas fuera deso,
Negó luego á su Señor Hace ventaja á su boca, Hay miserias infinilas,
Por complacer á la gente Asentados Lucrecio , que en el proceso
Que allí estaba al rededor Juntos y muy apretados , De palacio están escritas
A su lado? Con voces y confusión Y alegadas,
Pues á Judas el malvado Y los manteles pegados, Por necesarias forzadas,
¿Quién le hizo rehelar. De muy sucios , al tablón. Que de la gente mezquina
Habiéndole Dios llegado Dios os guarde Suelen ser también guardadas,
A si y al alto lugar Lucrecio, temprano ó tarda Y especial cuando camina,
Donde estaba Destas miserias y duelos, Con sufrir
Sino que comunicaba Y de entrar en el alarde En el comer y vestir
Con hombres de esla ralea De despensas y tinelos Diversas obras y menguas
Cuando Cristo se hallaba De señores Y gravezas, que decir
En la corte de Judea? Y de la hambre y olores No pueden cincuenta lenguas,
Mas dejado, De la mas limpia y mejor, Con jornadas
,,, , , ; ,,,, , ;, , , ;, , , , ; ;,,
Del rey bueno, Sin sus duelos y querellas, Que tengáis dello noticia.
Tocándole tan en lleno, A parle do sin servir Y sabida
Y alcanzándole de suerte Carezca dellosy dellas. La condición desabrida
; ; , , ; , , , ; ; , ,
Asi que, pueden llamarse Lucrecio, duda ninguna ; Según suele acaecer,
Cortesanos peregrinos ,
Que muchos mas que pensáis La privanza,
One, acabado Suele hacer la fortuna La gracia, la confianza
El tiempo determinado Y ventura, Y humana benevolencia ,
De la corle do estuvieron, Unas veces por natura, Las menos veces se alcanza
Se vuelven á lo pasado, Otras por merecimiento; Por méritos ni por ciencia
Y a! fin son los que antes fueron. Pero las mas por locura Ni bondad
Y el honor, De ocasión ó acertamiento Ni aun por grande habilidad,
Aparato y resplandor Temporal; Sino por cierta ocasión,
Con que andan en figura Y cuando el favor real Por antojo y liviandad ,
De algún representador, A ser de veras acierta, Beldad ó disposición
Con diversa vestidura Y se muestra liberal Que alcanzada
Disfrazada, Con privanza descubierta, Cuanto mas eslá encumbrada,
Que después de la jornada Verdadera, Encarecida y honrada,
Es como una burlería ;
O también cuando cualquiera Hasta el fin lie la jornada
Que la máscara quitada, En los palacios reales Siempre vive peligrosa
Vuelve á ser lo que solía. Llega de cualquier muñera
, De caída,.
L'no vi A cargos muy principales Por holgar y estar tenida
Destos una vez que fui Y á mandar, A voluntad que no dura
A Yenecia , y por mi fe, \' comienza á tesorar Del hombre; que en esta vida
Que apenas'lo conocí Para poner en el arca, No hay prenda menos segura
Cuando acaso le topé, No puede numerar
se Ni durable,
Oue habia sido Lo que junta, loque abarca, Mas incierta y varialiie;
Donde fui su conocido Lo que allega, Y así lo escriben autores,
Muy solemne embajador, Lo que se le da y entrega, No haber cosa mas mudable
Y yo muy su favorido, Lo que apaña y lo que traga, Que el favor de los señores
Gran amigo y servidor Y cuanto mas se le pega Lisonjero,
;
Y materia que tratamos, Los unos les dan vajillas, Siempre valen sus salvados
Y lo que agrada y contenta Otros joyas y di:
Mas de lo que antes tuvieron
i
Por medrar y merecer, A palacio apresurado, Que á las veces son ajenas,
Para lo cual los mas buenos Por no fallar al servicio, Es una vana locura
Han, Lucrecio, menester Muy ligero, Deque van las corles llenas,
Dios y ayuda por lo menos Y de andar al retortero Y nota la Escritura,
lo
Y otras ciencias Déla sala á la capilla, Si he mirado
Que son odios, competencias Tras las voces del portero Diciendo el texto sagrado
Y invidias con los iguales, Y al son de la campanilla ;
Donde habla de san Juan:
Lisonjas y reverencias De manera « Los que visten delicado
Para con los principales Que ni dentro ni defuera En cas de reyes estatuí
Y privados, De corle ni en la posada Y no son
Con quien los mas estirados, Se puede tener, ni espera, Do mas grado y condición
Pretendiendo algún favor, llora jamás descansada Por ello, á mi parecer,
Cumple ser muy" bien criados, Con sosiego, Porque aquella ostentación
Y con el rey ó señor Sin despecho y sin reniego, Una burla* suele ser
Mucho mas. De camino deseoso, Muy hermosa;
Puestos los pies por compás, De cosa que venga luej Qué, aunque á la vista es graciosa,
Los ojos vivos, alertos, A eslorbailesu reposo. Muchos dellos hallaréis
Sin osar mirar atrás, Que no tienen otra cosa
LUCRECIO..
En pié siempre y descubiertos Mas de aquello que les veis
Con cuidado, Bien creo
lo Sobre si;
Hablando muy atentado, Señor Prudencio, y deseo Muchos de los cuales vi
Humilde, blando y sabroso, Oír deso que decis; Andar arrastrando seda
Todo dulce y requebrado Mas paféceme que veo Y brocado y carmesí
Y sobre falso, amoroso Esos de quien referís Sin saber qué era moneda
Estimando Tantas penas Ni doblón ;
Se me pegare la pez
Es el hombre andar. molido, Enmallada, De palacio ó su pesebre;
Y el principe no sabello. La ropa toda mojada Mas quien quiere comer nuez
Y es gran mal, .Dentro y fuera del lugar, Es menester que la quiebre,
Siendo servicio leal
el Que aun al linde la jornada Aunque dura
Y que el señor le reciba, Tuvimos bien qué enjugar Pero desa olra locura
El galardón no ser tal, Y escurrir. De prendar mi voluntad,
Y navegar agua arriba De aquí, Lucrecio, inferir La cosa eslá muy segura,
Sin favor; Podéis, poco mas ó menos, Porque es mi libertad
Pero aun suele ser peor, Lo que es menester sufrir Muy preciada.
Que habiendo algunos servido En palacio muchos buenos
PRUDENCIO.
Gentilmente á su señor, Por lo cual
Y hecho lo que era debido, Dije y digoque esto tal, Eso de nuez me agrada
la
En nonada, Los que pueden excusaílo, Que lo hagáis por despedida;
Por algo que no le agrada Es de tenérselo á mal La cual después de quebrada,
,
Al partir de algún lugar, Si en lo que toca al medrar Se mudan con los honores.
Y sejuntan y recrecen, No fuese tan estirado Su consorte
Seria nunca acabar Ni los dones Es otro antiguo deporte
Porque es vida Mercedes y galardones Que dice y habla con vos,
Sin reparo y dolorida. Con tanto pleiloj cogijo Que se aparte de la corte
Si no, ved si es harta plaga Como de vuestras razones, Quien quiere estar bien con Dios
En víspera de partida Señor Prudencio, colijo Porque allí
No haber memoria de paga, Que sufrir Cumple, según aprendí,
Y cuidados Trabajos por bien servir, El que quiere sacar fruto
pesados
Infinitos y Y servir por merecer, Tener alas de neblí
De cosas que hay que hacer Y por merecer servir, Y ser doblado y astuto,
Para estar aparejados, Dulce cosa es,á mi yer, Lisonjero,
Segnn lo que es menester; De prestado, Disimulado y artero
; ;, ; , ,; ; , ; ; ; ;
z no CRISTÓBAL DE CASTILLEJO.
One de aquellos que á tragar Que si olro lo dijera, Entre músicas y fiestas
Van por dos que flan placer, Menos crédito teniendo Desvergüenza y osadía
Doce suelen enfadar Que vos, yo no lo creyera Juegos y otras deshonestas
Al patrón Sin proballo Alegrías,
Porque la conversación Pero, como veo y hallo Banquetes, borracherías,
De todos no es de una suerte; Irtantos aquel camino, Amores , disoluciones,
Que unos dan recreación No fácilmente á dejado Tráfagos y burlerías
Y otros son la misma muerte, Me persuado ni inclino. Y .pecados á montones,
De pesados; Muy sin cuenta
Y á veces los convidados Que do la corte frecuenta.
Faltan cuando los querrían ,
Vos podréis Suelen hacer residencia
Y cuando están descuidados Hacer lo que bien veréis, Porque el vicio se aposenta
Acuden mas que debí ian. Si de vuestra condición Con muy bastante licencia
Y el que viene, Por ventura conocéis A placer.
Si el dicho señor no tiene Tan grande moderación Y si mas queréis saber
Muy á punto la comida, Y templanza, Del cortesano ejercicio,
También es fuerza que pene Que en parte que no se alcanza Sabed que el aborrecer
Esperando su venida, Descanso podéis pensar, Es el principal oficio,
Tras la cual, Y do falta la esperanza, Hazañar,
Como cosa principal, Tan caro suele coslar Meter mal y blasfemar,
Se pierde lo mas del dia; Porque son Holgar, burlar y mentir,
Que seria monos mal De diversa inclinación Revolver y trafagar,
Pasalla en una hostería Los hombres, y no se emplean ; Murmurar y maldecir
O mesón. Unos reciben pasión Muy frecuente,
Pues si veis la confusión Con lo que otros se recrean ; Por do queda al que esto sienle,
De la corte, veré¡9»lueg0 Y asi , hay tales Viendo el tiempo malgastarse,
Que el mar, con su alteración, Que tienen por bien los males, Decir del mas propiamente
No tiene menos sosiego. Y otros por malo lo bueno, Perderse que no emplearse,
Distraído Según veis que hay animales Pues se va
Anda siempre allí el sentido, Que su deleite es el cieno, Tras solo lo que les da
El ánimo cuidadoso , lodo. A entender la voluntad ,
En mil partes repartido, En lin, por aqfli va todo; Y' apenas hay hombre allá
Que mientra el servicio dura Pero ya que esté de asiento Vos tampoco no tenéis
Es imposible tenello La corte en algún lu;j¡ar, Amor á nadie cumplido
Ni lo espere Tampoco estará contento Ni de veras;
Quien tras reyes anduviere, El que piensa descansar, Que las artes y maneras
Porque ellos mismos aquí Porque luego De corte, cuando se entienden,
Mientra otro mundo no hubiere, Desaparece el sosiego, Van descubriendo manqueras
No lo tienen para sí.
Silencio y tranquilidad, Con que los hombres se ofenden,
Pues pensn Y suceden en juego el Y aborrecen
Que fallando libertad Estruendos por ciudad la Y así los que permanecen
,
la falta desvirtúe!;
Y los livianospodridos Y duelos mas que podemos
Es
Y los hilados dañados. Del invierno y del estío,
Pero también sale el mal
De sobra de ingratitud Y pobrezas,
LUCRECIO.
Pesadumbres y gravezas,
Que buscada,
Tantas cosas me decis Odios y persecuciones,
Será do quiera bailada;
Señor Prudencio, por ciertas, Disfavores y tristezas,
Pero la corte, á mi ver,
Que no solomo rendís Enojos y tentaciones,
Es la mas cierta posada
A meterme por las puertas Y oíros tales
Que se le puede saber;
Del creer, Inconvenientes y males
Do veréis
Pero para aborrecer Que sin fin contar podría
No pocos á quien habréis
Toda vida cortesana, De que las corles reales
flecho servicios sin cuento,
Y serle , sin la saber, Andan llenas todavía;
En quien después bailaréis
Muy poco agradecimiento Como á religión profana, Mas notad
Enemigo. Que muchos, á la verdad,
O n'ingUUO.
yo de alguno,
PRUDENCIO. Sufren miseria importuna
Ya diría
Y aun de muchos que allí vi Pues creed me por testigo, So color de libertad,
De otras cosas buen barato, Que les dan los pensamientos; Y tengo por dicha buena
Do quien vive Y asi, viven afligidos, El poder escarmentar
Es causa que se cautive Y son pocos los contentos Con tiempo en cabeza ajena;
En ellas muya la clara, Y muchos los aborrecidos bien que veo
Como en sus Cartas lo escribe Con pasión , Cosas que pide el deseo,
Fray Antonio de Guevara ; Y es la causa la ambición No yendo por otras \ias
Que á su cuenta Con que lodos van á dar Sin grandísimo rodeo,
Son ocho que andan en venta A enderezar su jntencion Cómo vengan á ser mias.
En corte, do se platican , De privanzas y medrar; PRUDENCIO.
Y sin empacho y afrenta Y así es
Se pregonan y predican Que muchos mueven los pies Mucho importa
Por verdades Por ganar de cualquier modo, Al hombre, si se aconhprta
Mentiras y falsedades, Y al fin uno ó dos ó tres De con poco contentarse,
Nuevas vanas y fingidas, Lo vienen á mandar todo Porque en esta vida corta
Engañosas amistades En montón No [niede todo gozarse
Hombres y hembras perdidas, Por do digo en conclusión A la larga
Y muy linas Que la corte y sus cuidados Antes á veces la carga
Invidias allí continas No es buena "de condición De bieneses desabrida,
Y malicias redobladas, Sino páralos privados Y se siente mas amarga
Palabras locas malinas Favoridos, Al tiempo de la partida.
Y esperanzas engañadas; Que con los brazos tendidos LUCRECIO.
Y con estas Recogen los frutos della,
Andan también muy compuestas Y mancebos alordidos Pues ¿por qué
Otras dolencias y males Que no saben entenuella Con tanto cuidado y fe
Unas pesadas, molestas Ni entendida, Buscan los hombres riqueza?
Y mas espirituales Saben tomalle medida prudencio.
Y perfelas, Ni liento en ninguna cosa.
Iras , zizañas secretas, Es verdad pues que la vida Por Dios Lucrecio, no
, sé,
CRISTÓBAL DE CASTILLEJO.
Y sufrir Que por ver, Por falta de buen metal
Trabajos hasta morir Y por probar y saber, No sale sino fruslera.
Tras los reyes y señores, Buscan la corte de veras De la cual, cual es ó fuere,
Por alcanzar con servir En quien pueden escoger Vuestra real majestad
Sus mercedes y favores Los príncipes como en peras. Tomará si le pluguiere
,
Copia de necios y locos Por desmentir mi tormento El cual por este desmán
De opinión Busca el triste pensamiento En contiendas y en afán
Que con codicia y pasión Alguna cosa que escriba; Consumió toda la vida ;
Se van iras el apetito; Mas la memoria grosera Y don Enrique el postrero,
De que, según Salomón, Y el juicio está ya tal, Su hijo, que sucedió,
Es el número infinito, Que de la pobre minera, Que por dador mal granjero
, ,! ; , , ;, , ,
Y de CÍUCO talentos
los Y por el mismo rasero Antes á fuer de quien ama,
,
Adonde como pecado Porque á lo menos gozamos Que en aquel misino momento
No digno de perdonar De los frutos de amistad Que esta pasa, va con ella
Ha de ser lo aquí mal dado, De aquellos á quien amamos, Aquel soplillo de viento,
Y lo dejado de dar Y del amor y verdad Y se vuelve en mas querella
Igualmente examinado. De los con quien lo tratamos. El mayor contentamiento.
Oh gran bien si se ordenase
¡ ,
Mas todo nuestro' gozar Por lo cual los servidores
Que ningún príncipe diese, Y toda nuestra ventaja, Que saben destos nublados,
P\va que dando ganase La ceguedad de! reinar Procuran por sus primores
Al que se lo demandase, Y dulzura de mandar De tener á sus señores
SiTio al que lo mereciese No lo eslima en una paja ;
Coutino necesitados,
porque la liberalidad Que cuando bien lo buscares, Y huelgan de su pobreza
No hecha según justicia Por do quiera que quisieres, Porque aquella es su abundancia,
No es franqueza ni bondad , Será mucho si hallares Su baje/.a es su grandeza,
Sino causa de avaricia Rey que por nuestros placeres Su pérdida es su ganancia,
Y muestra de liviandad. Quiera trocar-sus pesares. Y su falla es su riqueza.
'
De donde se sigue y viene De do nace que, cercados Eslo es tras lo que van
Kl otro yerro segundo, De mil trabajos y llenos Estos lobos tragadores,
Que el tal príncipe no tiene, De sus duelos y cuidados, Porque, según el refrán,
Si acaso no le conviene , los vemos tan apartados A rio vuelto teman
Compasión de hombre del mundo, De pensar en los ajenos ; Ganancia los pescadores;
Ni usa de caridad Y así se les endurece Y á esta causa el rey debria,
Con aquel que la merece, El corazón de metal, Por huir tal embara/.o,
Ni sabe que es piedad, Y el sentido se adormece No dar por ninguna vía
Y siendo humano carece , Para no sentir el mal Jamás á torcer el brazo
De la misma humanidad. Del prójimo que padece. Sino do virtud le guia.
De suerte que el mas pulido Y la caridad preciosa, «.Gran bajeza y poquedad
Y sabio servidor üel, Paciente, benigna y rica, Es de un rey ó emperador,
De su presencia partido One suele, de piadosa, Por propia comodidad,
Luego se pone en olvido, Sufrir y dar toda cosa, Abatir su autoridad
Y no hay mas memoria del. Como san Pablo predica, A ningún otro señor ;
Pues ¿qué si muere el cuitado Está dellOS tan ajena , Cuanto mas á los menores,
Que no se espera ver mas? Que aunque quieran esforzarse Personas viles, soeces,
Aunque haya sido privad©, > tener la intención buena, Perversos y robadores
Ya para siempre jamás No pueden apiadarse Según vemos muchas veces
Queda del libro borrado. De ajeno daño ni pena. Hacerse con mil traidores ;
Deben culpará los reyes La de Claudio, emperador, Con esto, que aunque del daño
Que en esto son negligentes, Que habiendo por Agripnia Tengan los reyes indicio,
Pues con sus mismos parientes Hecho malar con rigor Lo reciben por s&jjvicio,
Usan de las mismas leyes A su mujer Mesaliua ,
Aunque es manifiesto engaño;
Con los cuales para par Asentándose otro dia Y así se dejan vencer,
Tienen la memoria muerta Según costumbre, á comer, Que aunque saben que son malos,
Para nunca se acordar, Sin mirar lo que decia, Se les quieren someter,
Si acaso no los despierta Preguntó por su mujer, Y los hacen mil regalos
Ocasión particular. Como otras veces solia. • Cuando los han menester.
Y mirando estos errores Al revés de tal olv.ido Dióse la muerte Catón
El vulgo como testigo, Entra el tercero. pecado. Por no mostrar que tenia
Dice bien que los mayores Que es, por contrario partido ,
Necesidad de perdón,
Reyes y grandes señores Con otros que habréis oído ,
Ni venir en posesión
No tienen deudo ni amigo, Acuerdo demasiado, De César, que lo seguía ,
Ni apenas hombre de quien Cuando por utilidad Y Cleopatra, mujer,
Se lien seguramente Como hombres interesales, También usó de su mano
Sin lisonja ui desden, Por antojo ó voluntad, Por no dejarse torcer
, ; ,, ; ; , , ,
23 1 CRISTÓBAL DE CASTILLEJO.
De César Oclaviano, Finalmente, en lo poblado, Pues do estáis
Ni meterse en su poder. Desde el uno al otro norte, Y por do quiera que vais
A la persona real Reino, palacio ni corte Os es fuerza siempre verme
Cosa parece muy fea Donde no la haya buscado. Y dejar de conocerme
No ser con lodos igual, Con diligencia sagaz No es posible aunque queráis.
Y mostrarse interesal He dado vuelta á la tierra »Yos me habéis visto mil veces
Por ningún cuenlo que sea Entre la gente de guerra Entre reyes y señores
Y su muy gran dignidad Y entre la gente de paz. Y papas y emperadores,
Les debe poner vergüenza Vn correo Y prelados y jueces
De que en magnanimidad Soy hecho en este deseo Palacianos,
Olio ninguno los venza Por la tierra y por la mar Soldados y ciudadanos,
De no tanta calidad. Oyóla en cada lugar, Hidalgos y caballeros,
Que á veces entre estos tales, Mas en ninguno la veo. Aunque, por serme groseros,
So las ropos de labores Buscóla por los caminos, No me curo de villanos.
Se bailan viles metales, Por las callesy cantones, «Siempre me tenéis presento
Y debajo de sayales En las casas y mesones, Por testigo y por ejemplo,
Ánimos de emperadores-; Entre amigos y vecinos En la calle y en el templo,
Que la gracia y gentileza Y parientes, Y en palacio especialmente.
Del ánimo liberal Por las plazas, por las puentes, Paniaguada
No consiste en la grandeza En las iglesias y altares, Soy de muchos, y criada,
Del estado temporal, Y por todos los lugares Y vos me habéis conocido
Sino en la propia proeza. Donde hay concurso de gentes. En mil partes do he servido;
Lo cual si quieren tener Las mesas también busqué Y dentro en vuestra posada.
Los reyes do debe estar, Do suele ser convidada, «Suelo ser familiar
Debrian no anteponer Y tampoco hallé nada ^ De personas principales,
Su provecho y su placer A que pueda darse fe, Y acerca de cardenales
Al bien común, y guardar Ni pensado. Tengo infinito lugar.
Que no se ofenda 6 condene Buscóla á p¡é y á caballo, Mis primores
El nombre que Dios les dio, Pregunto acá y acullá ; A nuncios y embajadores
Y si necesidad viene, Todos dicen «aquí está » ,
Hacen siempre compañía,
No mirar la suya no, , Mas, en fin, yo no lo hallo. Y la santa clerecía
Mas la que delíos se tiene. Fuíme á Boma, en conclusión, Se huelga con mis amores.
Y no consentir entrar Por estar allí la silla; «Soy amorosa y afable ,
Mas fuíme por mejoría Que vos con vuestros errores l'so y estilo profano
A Roma á ser coronada. A lodos dais sinsabores, Que, sin haber para qué
Hallo que el nómbrenos miente. Me hagáis estar en pié
»De morada permanente Con el bonete en la mano,
No lengo cierto lugar. »No niego que alguna vez
Porque me conviene eslar Cuando vais bien corregida, »Y que muriendo de frió,
En lodos continuamente; No merezcáis ser tenida Cuando he menester pellejas
Mas diría En mucho valor y prez Desabrigue mis orejas
Que resido todavía Por tal don ;
Por cumplir un desvarío
Mas en la corte romana, Mas suele vuestra razón Inventado
Y por ser tan cortesana Perderse porque tropieza, Por algún desvariado,
Soy llamada cortesía. Descubriendo la cabeza Cuando primero se usó,
Y cubriendo el corazón. que el tiempo lo mostró.
«Sea mucho enhorabuena
h Porque por la mayor parle
Que es también desvariado?
(Dije yo), señora dama;
pero quien tal nombre os llama Son vuestras mercaderías »M is, ya que sois curiosa
Seria digno de pena Trampas » lisonjerías De cerimonias loquillas,
por errado; Por necesidad ó arle Fuera bien conslituillas
Y sesii" !o confesado Fabricadas, En otra suerte de cosa
Por vuestra boca. Señora, Las mas de ellas aforradas Sin despecho:
Yo quedo burlado agora, De simplezas y de engaño; Poner la mano en el pecho
Y vengo descaminado. De do resulta "mas daño O hacer oirá señal
Que de quedarse calladas. Do no nos viniese mal,
»Mi congoja de buscaros
«Mas ya que engaño ninguno Pues no nos viene provecho.
Muy peor eslá que estaba, ,
» Embarazo pesadumbre
,
Que no me puedo valer. Ls traeros por refrán
Estorbo, burla, graveza, «Cuando solo estar deseo De falsa y engañadora.
Necedad y gran simpleza, Me matáis con compañía, «Sois de casta de raposa
-Especie de servidumbre Y cuando yo la querría, En la disimulación.
Y de enhado; Ño os hallo dama ni os veo;, , Madre de la adulación,
Molestia, loco cuidado, Cuando os quiero Natural de la Ventosa
Obligación enojosa Por algún caso ligero Y Llerena
Y licencia trabajosa, Jamás os puedo hallar, Edificio sobre arena,
Trabajo bien excusado. Y venisme á importunar Engaño bien manifiesto,
»Yo pensé que cortesía Cuando menos os deseo. Y por eso dice el texto:
Era una cosa real, » Vuestras obras, bien miradas, —Cortesía Juan de Mena.—» ,
; ; ;, ,, ;, ;;
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CRISTÓBAL DE CASTILLEJO.
«Sois locura en que pecamos, Sin cubrirlo con silencio,
Amasada con falsía; DIALOGO Loque nos mandó Terencio
Por donde al que tras vos guia Del obsequio del amigo,
Falso corles le llamamos, ENTRE LA VERDAD Y LA LISONJA. Al cual pago
Cual él es Con caricia y con halago,
Dos haces con un envés Interlocutores. Porque, según se refiere,
Mostráis, y así no sois nada; Cual palabra te dijere ,
Y si sois, seréis llamada Adulación y Verdad. Un tal corazón te hago;
Cortesía descerlés. Sin tener
)) Habéis sido la inventora Otro fin ni parecer
ADULACIÓN.
De títulos excusados, Sino (pie vayan guiadas,
Superfluos, demasiados Si la lanza nome miente, Compuestas y fabricadas
Que crecen mas cada hora En estas mis romerías A agradar y complacer
Noveleros, Yo haré que en pocos dias Mis canciones
Tan altos, bravos y fieros, Se mejore y acreciente Y así con dulces razones,
,
Y en abriendo tú la boca,
Y aun diría Alque de suyo ño tiene Quedan mustios y añublados
Que por lev de cortesía Arrimarse al que es mas rico, Sin placer.
Debo ser cortés y blanda , Y valerse por su pico De mí se dejan querer.
Por una regla que manda Porque de hambre no pene Mostrando rostro risueño;
Saludar con alegría Y hacer, A ti te ponen elceño
Ser afable, Por el lin domas valer, Que apenas le pueden ver
Dulce, mansa y amigable, Cerimonias y regalos Ni mirar.
Mostrando gracioso gesto, A los buenos y a los malos Habrásme de perdonar
Y que en todo el mundo es esto Cuando los han menesleí Si me desmando á quien eres,
;
Natural y razonable
De los cuales. Porque veo que me quieres
Y alabado. Como sean principales Hacer hoy con lu hablar
VERDAD. En linaje estado y renta,
, Demasía ;
De crueles, piadosos, También has sido homicida Del que en secreto murmuras,
Y de viles, De algunos emperadores Delante le lisonjeas
Generosos y gentiles* Y príncipes y señores Y engrandeces
Y de torpes negligentes, Por ser ilellos admitida Por su servicio te ofreces
Oliciosos y prudentes, Tu razón. (-011 la boca á mil trabajos,
Que á ü le dejan atrás. Al viejo y al consumido, Puede mas que yo con eÜOS
Y luí ganado Y á la vieja mucho mas, •
La gentil necesidad
Con mi soso y mi cuidado, Los hago volver airas, Valedera,
No solamente riquezas, fiemozando en su sentido Que en poder es la primera
Mas honores y grandezas, Sus intentos. Con cualquier rey y señor;
A que lú nunca lias ga lo !!. Levanto los pensamientos Yo la segunda en favor,
Con mil partes; Y pongo orgullo á los hombres, Y lú apenas la tercera.
Y con mis agudas artos, Para que precien sus nombres
Que tú lauto vituperas, Y vivan de si contentos
Escalo yo las barreras Sin cuidado. Sino gano
Y rompo los baluartes Si esto llamas tú pecado, Con ese pueblo mundano
L)e tres suertes; Yo lo tengo por virtud, Lo que (ú ni soy mirada
,
,
Y por mas que desconciei les Porque en falla de salud, Yo quedo mejor pagada,
Mis ardides y conciertos ,
El consuelo es aprobado Pues me pago de uii muño,
Hallo los pasos abiertos Y es sentencia Y no espero
Y entradas de muchas suertes Loada que en la dolencia Que el rey ni el caballero
Por do quiera Sola la imaginación Me paguen como les place,
Pues me llamas lisonjera Engendra consolación, Que pocas veces se hace
Quiero serlo en mi favor, Obrando con su aparencia Con respeto verdadero.
Y pues siento mi valor, Mejoría; Siempre va
Bien es ser yo pregonera Y así, yo por esta via Lo mas de lo que se da
De mi ciencia. Cumplo con todas edades, Por los reyes y señores
Poder lauto mi prudencia, Y hago sus voluntados Mas por via de favores
Yaler lanío mi razón ,
Muy conformes á la mia, Que do la virtud está
Me confirma la opinión Y de lie ros Y enriquecen
Que tengo de miexceleí cia .
Leones torno corderos A muchos que no merecen
Que llorece Y todas suertes de genios Parecer entre las gentes,
Por mundo, y siempre crece
el Me son al fin obedientes, Y á otros bien merecientes
Con fruto de mil maneras Excepto los mesoneros, Dejan y desfavorecen
Lo cual, aunque lú no quieras, Con los cuales Y aun mas digo
Es claro que no carece Ya sé lú cuan poco vales Lo cual probaré contigo,
De misterios. Con tus asperezas duras, Que creyendo á lisonjeros,
Yo gobierno los imperios, Mas ni yo con mis blanduras A veces dan sus dineros
Y á tiempo los hago núos ,
Los hallo mas liberales. A quien les es enemigo.
Los reinos y señoríos Finalmente, Y tu aquí
Iglesias y monasterios, Dices que soy diligente No te ensalces por ahí
Y ciudades. .Con las gentes poderosas, Ni glorifiques por eso,
Muevo las comunidades Y me les humillo á cosas Porque yo te lo confieso,
Y en repúblicas ando ,
las Que la bondad no consiente, Y sé muy bien ser así
Y tengo voto y aun mando Algo hay deüo, Según quieres;
Entre sus parcialidades. Yo lo confieso y querello, Mas no por ello te alteres
No hay estado Porque á veces va sin gana Ni vistasde presunción
Ni lugar lan encerrado, Mas condición humana
la Pues por esa ocasión
ni
Donde hombres puedan entrar, Me fuerza para hacelio, Dejas tú de ser quien eres,
Que á mi virtud singular Porque trato Amenguada,
Le pueda ser reservado; Con pueblo bravo é ingrato, Como mosca que asentada
Ni linaje Prelados, príncipes, royes, En una mesa real,
De personas ni lenguaje Con quien, guardando ínis leyes, No pierfle su natural
Tan extraño y vizcaíno Es menester gran recalo De sucia desventurada.
A quien sea peregrino Y razones, Ni aunque crezcas
Mi reporte y mi mensaje. Halagos, inclinaciones En honraste ensoberbezcas
Mis primores Humildes para ganados, Pues te viene la ventura
A reyes y emperadores, Airadlos y amansallos, Mas por ajena locura
Papas, obispos, prelados, Como á tigres y leones Que porque lú lo merezcas,
Y en fin á todos estados No domados, Siendo tal;
Inclinan á sus favores Y pueden ser comparados Ni hagas mucho caudal
Naturales; A cualquier bravo animal Tampoco de ver tendida
Mas aunque son generales Cuando de su natural 'fu privanza y lu cabida
Mis grandes prerogativas, No son acaso inclinados Por el mundo en general.
Andan mas lisias y vivas A bondad. No se dora
En los palacios reales, Su locura y su maldad Con eslo ni se mejora
Bo me es dada Es menesler alaballa, Tu ruindad, antes ofende;
Propia natural morad:), O al menos disimulalla, Porque cuanto mas se extiende,
Como á la trucha en el agua, Y seguir su voluntad Tanto mas es pecadora.
Y do está la forja y fragua Tal cual fuere, Tú te engañas
De mi olicio colocada Y traer quien los siguiere Si piensasen lo que dañas
Principal. En palmas siempre su yerro, Honrarte de tus cautelas,
No me interpretes á mal Y la mano por el cerro Que thmdes como las lelas
Tampoco, ni me baldones, Al que comentar quisiere. Que fabrican las arañas
Porque mis gracias y dones Por aquí Asquerosas,
Comunico en general Van los mas de cuantos vi, Cuyas artes cautelosas
A quien puedo. Bien que hay otros diferentes, Son henchir de sucias redes
Al que lú malas de miedo De pasados y presentes Los campos y las paredes
Yo lo esfuerzo y aseguro, Que hacen cuenta de tí Y toda suerte de cosas
Hugo claro de lo escuro; Y te miran; No guardada.
Y del triste alegre y ledo, Mas al fin por mi suspiran No hay parte tan apartada,
Y gozoso Los mas dellos sin cesar, Hoja, ramdhi rincón,
Del frió bago donoso, Y á mí vienen á parar Do no tome posesión
Del ignorante letrado, Cuando de tí se retiran. Y quiera tener posada,
Y dei feo y maltratado Es verdad Por prender
Muy bien dispuesto y hermoso. Que aunque mi sagacidad En seguro á su placer
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Pero no por falta mia ; Busca el galardón allí, Cuando tuvo autoridad,
Que soy llana Y no lo esperes aquí Palabrera,
Mansa amigable y humana
, Entre la gente mundana, Y Moscovia la grosera,
Humilde, dulce, íeal Do no tienes Y á Polonia y á Rusia,
Y clara como el cristal Sino ceños y desdenes, Donde la glotonería
A quien me mira de gana. Desgrados y desamor, Tiene puesta la bandera;
Careciendo de favor Y volvamos
ADULACIÓN.
Y toda suerte de bienes Sobre el norte, y decendamos
Yo, Verdad, Y placeres; A Alemana populosa,
No te quito tu bondad, Lo cual si saber quisieres Pero ingrata y codiciosa
Si la tienes ó lo eres; Por experiencia algún dia, Sobre cuantas hoy hallamos
Pero déjame si quieres , Yo te haré compañia Y bajemos
Gozar de mi libertad Y seguiré por do fueres. A Flándes, donde veremos
Sin pasión No riñamos La miseria y la avaricia ;
Que mas quiero ser'Gnaton Mas sobre ello, antes nos vamos A Inglaterra y su malicia
Y andarme tras mis ganancias Mano á manoá pasear Tras esto visitaremos
Que todas las elegancias Por el mundo, y á probar De pasada.
Y virtudes de Platón Esto que aquí litigamos
ADULACIÓN.
Ni de Ceno. Por demás;
Que en breve tiempo verás, Bien me
place la jornada
Si en paciencia lo recibes, Por esas provincias belfas
¡ Oh cómo tienes muy
, lleno Cuan burlada andas y vives Mas poner la lengua en ellas,
El seso y el corazón Por donde quiera que vas. Como pones , no me agrada
De vileza y ambición Mi consiente
Y toda sabes al cieno La razón debidamente
De avaricia! Soy contenta Que tú por tu gravedad,
Llena estás de la nequicia Aunque se me sigue afrenta, So color de ser verdad,
Deste siglo temporal De hacer la tal jornada , Te piques de maldiciente
Sin tener del celestial Por dejar averiguada General;
Un tantico de codicia Con tus mentiras la cuenta. Y siendo perjudicial
Ni cuidado. Contra todos de tal arte,
ADULACIÓN.
No debes maravillarte
ADULACIÓN. Caminemos; Que todos te quieran mal.
Téngolo por excusado, Sus pues, luego averigüemos Pero vamos
Porque acá me sé valer, Lo que toca á esta materia ; Mas adelante y veamos ,
Y tomar todo placer Todo el mundo es una feria En qué corte ó qué Lugar
Que puede ser deseado. Para mí donde podemos
,
Debemos primero entrar,
Lo de allá Bien proballo. Que la experiencia hagamos;
En su tiempo se verná, Si en Asia quieres tentallo, Porque veas
Como toda cosa viene Mancilla tengo de tí, Que aun en las pobres aldeas
Que quien bolsa y lengua tiene, Porque me sirven á mí Te hago mucha ventaja
A Roma dicen que va. Los de pié y los de á caballo Y cese nuestra baraja,
Y aun te aviso En montón Por mas soberbia que seas.
Que quien bienes acá quiso, Todos sigue mi opinión
Y allí tengo mis tesoros VERDAD.
Para el cielo se aventaja
Porque son parte y alhaja Porque los turcos y moros Donde quiera
De ganar el paraíso Son desta mi profesión Es mi virtud valedera
Sin ruido Iíalaguera. Llegando á ser conocida
Y aun, según habrás oido Y África, su compañera, Y tú, después de entendida,
En esta sentencia niesma, Con la misma ley se doma, Quedarás por chocarrera
La cárcel y la cuaresma Después que la de Mahoma Desleal
Y el infierno dolorido, Sucedió por heredera, Mas por término final
Y otros males, En cual
la Do mas noticia se toma,
Y también los hospitales, Yo soy parte principal Vamonos derecho á Roma,
Fueron hechos por dos fines Y aquellas inclinaciones, Que es la patria universal. •
Para pobres y ruines Humildades y oraciones
ADULACIÓN.
Y servidores leales; Son desta mi ley real
Y do quiera Buena pieza; No pudiera,
La pobreza es gran manquera, Todo aquello se endereza Aunque yo te lo pidiera
Por lo cual el alemán A mí misma y á mí toca Con toda fidelidad
En su proverbio ó refrán Donde abriendo tú la boca
, Nombrarse corle ó ciudad
Le suele llamar ramera. Te derriban la cabeza. Que mas á mi gusto fuera;
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, , , ; ,
;
! ; , , , , ;
Encima de su coliado;
Fuese de paz ó de guerra , Animal de mal gobierno, Y de hoy mas
IS'ido andaban Mono viejo por vocablo, Echa por donde verás
O qué gentes habitaban Por delante eres diablo Que es bien que nos apartemos,
En provincia tan extraña, Y por del ras el iníiemo Con que después nos tornemos
Ni ver casa ni cabana Bruto y feo.» A juntar cuando querrás
En todo cuanlo miraban; Luego aquel pueblo guineo, Por aquí,
Y así, andando Esto oyendo, asieron del, Adonde dirá de sí
Discurriendo y rodeando Y con ánimo cruel Cada una lo que ha sido:
Sobre un valle al lin llegaron Le mordieron á deseo Tú de cómo te habrá ido,
Do gran multitud hallaron Bravamente Yo de lo que loca á mi.
De monazas retozando De suerte que el inocente
Por un prado, Vizcaíno desdichado
Y en medio deltas sentado Quedó allí despedazado
Como persona real, Por mostrarse tu pariente. Mucho puede la maldad
Un mona/.o desigual, En esta vida mezquina;
VERDAD. Lo mas del mundo se inclina
Muy compuesto y mesurado;
Y llegados Cual tú eres, A la propia voluntad.
l.osdos pobretos cuitados, Y lo que buscas y quieres Esta lisonja traidora,
Fueron vistos y sentidos, Con tus bajos pensamientos, Vil esclava enlabiadora
Y de los monos asidos, Tales al lin son los cuentos De las genies,
Delante del rey llevados Que por ejemplo refieres Con engaños evidentes
Mano á mano; Fabuloso, Se quiere hacer señora.
El cual , muy ledo y ufano Al cual, por ser enojoso, Lastimera cosa es ver
Con la presa semejante, No hay respuesta que te dar, Lo que puede la malicia,
Habló con gentil semblante, ^Sino dejarlo pasar La desvergüenza y codicia
Como principe lozauo ^ Por reporte mentiroso Desla maldita mujer.
De corona Novelero; Es un cebo general
Y sin mirar que era mona Mas, que fuese verdadero Que entre la genle carnal
Preguntó con lozanía Y pudiese ser así Se platica,
Qué cosa les parecía Mejor me parece á mí Cuyo dulzor do se aplica
De su gente y su persona El muerto que el chocarrero No se conoce su mal.
Singular; Que á tí mira A muchos hace gran daño
A lo cual sin dilatar Porque do virtud inspira, Su afeitada razón bella.
El andaluz avisado Muy mayor felicidad Porque debajo de aquella
Respondió disimulado, Es "morir por la verdad Se dice eslar el engaño.
Según el tiempo y lugar Que vivir por la mentira. Es yerba de buen sabor
Convenia, ADULACIÓN. Cuanlo al gusto exterior;
Diciendo que nunca había ¡ Bueno vas Mas comida
, ; , ; ;, ; , , , , ; , ; , ,,,
su CRISTÓBAL DE CASTILLEJO,
La ponzoña allí escondida, Cosa nueva, Que por ser tan altanera
Después engendra dolor. Ni desastre que no deba No tiene plaza segura?
Recebirse por placer. Y yo sé
De lo cual su culpa está
Bien conocida y probada,
Que después que la dejé,
Por aquí con su querella
Pero tiénela doblada
El tiempo queme detengo Habrá pasado por ella
El que la causa le da.
En esta corte romana, Cosas de que reiré
Los reyes y los señores
No pierdo, pues se gana
lo Cuando venga
Son deste mal causadores,
Que, olvidados Aquello tras que jo vengo, Que caso que no es muy luenga
Fácilmente. La ausencia hecha después,
De mí son mal inclinados
,
A falsos aduladores.
Pueblo es muy conveniente Habrá visto, según es,
Para mis recreaciones, Algún duelo de que tenga
Con lo cual dan ocasión Porque de todas naciones Que contar.
A que esta loca engreída Hay gran concurso de gente, Quiero un poco aquí esperar
Se me muestjre así atrevida De lenguajes Por cumplir lo concertado;
Con sobra de presunción Diferentes y linajes, Que, según lo platicado,
Porque los humanos bríos,
No puede mucho tardar
Suertes, costumbres, edades»
Siguiendo su desvarios De
Profesiones, calidades, venir
Mas estiman A reñir y debatir,
Estados, formas y trajes
La locura en que se arriman Como por oficio tiene;
Y opiniones.
Que no los consejos mios. Mas hela dónde ya viene;
Yo según las aficiones
Los cuales dentro del fiel
A que cualquiera se inclina No faltará qué gruñir.
Y sincero corazón Aplico mi medicina En buena hora
Dulces y sabrosos son Conforme á las condiciones Vengas ya, Verdad señora,
Mas que panales de miel Y maneras Si vienes arrepentida;
Mas do llega y solicita De las gentes extranjeras, También soy recien venida
Esta lisonja maldita Y las de aquí naturales, Yo, y mas contenta agora
Es veneno, De mi ley, entre las cuales Quejamos.
Con que el gusto de lo bueno Escojo yo como en peras Tú no sé lo que dirás
Ose menoscaba ó quita. Los mejores. De tus sucesos honrosos;
Bien que desto no me quiero Como en yerbas de sabores Los mios son gloriosos
Quejar por lo que á mí va, Busca su pasto la oveja, Cada dia mas y mas.
Pues el mismo Dios acá O como hace la abeja Vesme aquí
Pasó por este rasero En campó de muchas flores. Que después que me partí
Que en este mundo venido, Aquí hallo, De contigo el otro dia,
Del cual no fué conocido, Sin ir lejos á buscallo, Tengo tanta mejoría,
Se quejaba Por entre estos cortesanos Quepuedo comprarte á tí
Que en la verdad que hablaba Cuanto me bastan las manos, Y á tus fieros.
De pocos era creido. Que nadie sabe negallo. Príncipes y caballeros
Esta falsa fementida, Todos son Y' otras mil personas buenas,
N mica diciendo verdad, Casi de mi profesión Me han dado las manos llenas
Tiene tanta autoridad, Y españoles mayormente, De vestidos y dineros
Que de todos es oida. Como pueblo inteligente, Y otros bienes.
Hela va muy confiada, Me tienen gran devoción; Tú me parece que vienes
Diligente, apresurada, Y se dan Boslriluerta y maltratada,
Sin temor A mi ciencia, tras qne van , Y encima descalabrada
De carecer de favor Tanta priesa y buena maña Y cargada de desdenes
Adonde fuere escuchada. Que ya pasan á Alemana Como sueles.
Tras ella se van los mas, Y á Italia, donde están Pues cumple que te consueles
Juzgando por el semillante De prestado. Y aconhortes de sufrir;
Es hermosa por delante Cualquier hombre trasladado Que no lo puedes huir
Y disforme por detrás. A esta Roma, gran señora, Por mucho que te desveles.
Yo, por contraria figura, Se renueva y se mejora, Y pues eres
Áspera parezco y dura Y queda mas avisado Espejo de las mujeres*
A los ojos En mis artes; En honra y autoridad,
Mas pasados los antojos, Bien que hallo en todas partes Y llamándote Verdad
Se conoce mi dulzura. Quien me cumple mis deseos, La profesas y la quieres,
Y aun los indios y guineos Sé contenta
En esfuerzo de la cual
No he temor, entrando en Roma, Siguen tras mis estandartes; De confesar sin afrenta
Que su mal celo me coma Mas aquí Cómo te fué en esta feria,
Pues me come el celestial. Es en lin adonde á mí Y la mengua y la miseria
Debajo desla bandera Me sucede todo á punto, Que en tu casa se aposenta
Porque lo tengo aquí junto Por alhaja
No temo en esta carrera
Peligrar;
Cuanto en muchas parles vi. Y conoce la ventaja
Cuanto mas, que no hay lugar ¿Qué mas quiero Que en este mundo te llevo,
Do quien bien me quiera.
falle
Yo, ni pido, ni aun espero ,
Y que, según él, no debo
Sino que en tan pocos días Estimarte en una paja
Siempre hallo alguno y veo Tengo ya doscanongías, Pues te veo
Que me muestre alegre cara Plata , ropas y dinero, Tan sin lustre y sin arreo,
Bien que por ser cosa rara
Y favores Y venir tan destrozada
La virtud dase á deseo;
De prelados y señores, Al cabo desla jornada,
Mas ya que falte en el suelo Gracias y prerogativas, Hecha con tanto deseo,
La claridad y consuelo
Oficios y espectativas Para prueba.
Que procuro,
Para mis demandad' res
Tengo ganado de juro
Y queridos;
Aquel recurso del cielo.
Viendo andar aquí perdidos Ya tú sabes no ser nueva
Y con seguridad
tal No pocos hombres honrados, Desorden en esla vida
Quiero entrar con diligencia Del mundo menospreciados, Que por ley descomedida
A hacer de mí experiencia De todos aborrecidos Lo mas del mundo se mueva
En esta santa ciudad. Sin ventura Y que en ella,
¡
De tu brebaje beodo;
4^
A LAS PINTURAS DE UNA IGLESIA.
Y del cual .
EN UNA ALDEA PARA CANTAR LA NOCHE
Yo hago poco caudal DE NAVIDAD.
Porque no hallando en él
A LA SALUTACIÓN.
Morada cierta ni fiel, Todo el mundo está esperando, Juicio será fuerte
Me vuelvo á la celestial
Virgen santa , vuestro
,
ALNACIMJEYTO,
Que él tomase carne humana.
No me pesa deso, no, Del cielo decenderá
Antes me huelgo de oillo Para estar tan bien parida Y en carne será présenle
Mas dime, ese golpecillo Y tan bien acompañada A juzgar loda la gente
Del ojo ¿quién te lo dio? Mal estáis aposentada El Rey que siempre será.
¿Por qué vía Virgen, y mal proveída. El incrédulo y el fiel
Sufriste tal demasía ? Yo no sé, ni nadie sabe, Verán á Dios poderoso,
,; , , ;; ; , ; ; , ,, , ;, ; ,
;; , ,, , ;
Para nos el niño Dios Vaya siempre temerosa Del cielo, y emperadora.
Es nacido y encarnado. Adonde podrá topar; Oyendo aquel dulce ave
La proa, que es el deseo, De la boca de Gabriel,
JEREMÍAS. No se empache en lo que topa Con que vos , Señora , y él
La voluntad, que es la popa, Al cielo hicistcs llave,
Este es nuestro Dios eterno, No la hiera devaneo; Fundadnos en paz segura
Y otro no será eslimado Y el piloto gobernar Mudando el nombre de Eva,
Que es solo quien ha hallado Que es el flaco seso humano Porque no se nos atreva
Todo el saber verdadero. Lleve en la mano
tal liento Quien nuestro daño procura.
Y á Jacob siervo lo dio Que sepa encaminar.
Y en nuestras tierras fué visto
la Sobadnos de las prisiones
Dios y hombre Jesucristo El mástil , que
es la razón ,
De nuestros viciosos fuegos
Que con hombres conversó. De tantas cuerdas asido, Dad lumbre á los que están ciegos
Vaya enhiesto, no torcido, De sus propias aficiones
DANIEL. No le doblegue pasión. Nuestros males apartad
Para atar y desatar Nuestros bienes procurando,
Al tiempo que verná aquel Suban y bajen ligeros Para que queden de un bando
Que es santo sobre los santos Otros que son marineros, La razón y voluntad.
Cesará la unción de cuantos Puestos para ejecutar. Mostraos, Virgen , ser madre
Reyes hay en Israel Las velas por do se guia, A los tristes que padecen,
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, , , , ; : ,
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Tan excelente mujer? Sola vos podéis traello. Oh señora prima, en quien
Entre los grandes señores Pues que para merecello Dios para fin de gran bien
Si cosas se han de tratar, Sola uacistes acá. Tan gran maravilla muestra.
Es costumbre de enviar Rodeada en rededor «Verdadera relación
Legados ó embajadores De celestiales compañas, Hirió las orejas mias l
y lie vayan á negociar. Con Dios dentro en las entrañas Que en vuestros ancianos días
Ejemplo desto nos dio No hay afrenta ni pavor Oyó Dios la petición
El ángel que descendió Que temer por las montañas. De vos y de Zacarías,
Por mensajero de Dios, Entre los robles y pinos Y en fin os ha consolado
Cuando entre él Señora y vos ,
,
No carecéis de vecinos, Con el fruto deseado,
El casamiento trató. Porque á sus ángeles Dios Otorgado en senetud,
Pues si bien sé conoceros, Tiene mandado de vos Que os ha sido en juventud
¡Oh Princesa celeslial Que os guarden por los caminos. No sin misterio negado.
Vos sois de sangre real Yendo vos, llevar presente »Y aunque de vuestro celarme
Y la con quien vais á veros Con presencia tan hermosa Tantos meses esta cosa
Persona muy principal. Parece superflua cosa, Podria ser querellosa,
Fuera pues mas cierta cuenta, Pues da gloria á toda gente No quiero de ello acordarme,
Por no recibir afrenta, Vuestra cara tan gloriosa Ni lo sufro, de gozosa.
Que un gran señor ó prelado Cuanto mas que vuestra prima Con el cuerpo me he tardado,
Llevara vuestro mandado Es mujer de mucha estima Pero no con el cuidado,
A cas de vuestra parienta. Y afrentarse ha, siendo rica, Que es mayor que sé deciros,
Pero, ya que camináis Tomar de la pobrecica De gozaros y serviros
Hermosa dama excelente , Dones ni joyas encima. En tiempo tan señalado.»
Sin mirar inconveniente, Si Josef os dio licencia, Con ojos bajos y graves
Decid ¿ cómo no lleváis
, Yo no me meto á sabello; La matrona generosa,
De camino algún presente ? Mas sé que debo creello, Alguu tanto vergonzosa,
: , , ; !; ,! , ; ,,, , —
, , , ; , , ,, ;! ! ;;
No disimuléis, María; Hinchó con sus largas manos En versos de dulce canto
Que Dios cuando os escogía, De los bienes soberanos, Que en testimonio dejó
A vos os lomó por madre, Y á los ricos avarientos Pregonando á boca llena
Y á mí me quiso por tía. Dejó desiertos y vanos. Por el mundo en general
Gloria de vuestro linaje, Israel, que triste estaba Que Dios reina sin igual
Vestida de nuestro traje, Porque tanto se tardaba Desde el madero de pena.
A Dios vestís por aforro La vista de su Mesías, ¡
Oh árbol bello, hermoso,
Con él andáis en el corro, Recibió ya en nuestros dias Resplandeciente, sagrado,
Y habláis nuestro lenguaje. El niño que deseaba. De la púrpura adornado
»En llegando á mis oidos «Y Dios no puso en olvido De nuestro Rey glorioso
La voz y dulce canción Su misericordia pía Escogido por señales
De vuestra salutación, Como desde el primer día De tronco digno sin par,
Concibieron mis sentidos Por su boca prometido Que mereciste tocar
Divina revelación. A nuestros padres lo habia Tan sanios miembros y tales.
Y el infante aun no criado A Abrahan su sirviente,
,
Árbol bienaventurado,
Que en mi vientre está encerrado, Y después á su simiente De cuyos brazos colgó
Delante su Criador, En los siglos venideros, El precio que se nos dio
Lleno de gozo y de amor, Habiendo siempre herederos Del siglo, por él comprado;
Todo está regocijado. De padre tan excelente. Y hecho balanza y peso
»¡Oh cuan bienaventurada » Oh cuan bien habéis cantado,
¡ Del cuerpo precioso, tierno,
Sois, prima, porque creistes Virgen y Madre bendita Trajo el robo del inlierno,
Lo que del ángel oistes, Con un tiple que nos quila Tantos tiempos allí preso.
Pues mediante su embajada Cuanto tormento y cuidado ¡Oh Cruz de consolación,
Hijo de Dios concebistes Nos daba la ley escrita! Única esperanza nuestra,
Y grandezas oidas,
las -Con lengua dulce y discreta Dios te salve, pues te muestra
Por el ángel prometidas, Nos mostráis que sois eleta En tiempo de tal pasión
Que por humilde se os dan De la luz que viene ya Acrecienta la justicia
En vos y por vos serán Por la cual se nos dará A los justos sin pecados,
Perfectamente cumplidas. La ley de gracia perfeta. Y á los miseros culpados
» Ya no es tiempo de callar, »Y con toda esta grandeza Da perdón de su malicia.
Virgen bienaventurada, Que por vos se comunica, A tí solo Dios y trino,
Con hurto sois lomada
el Siendo tan grande y tan rica Trinidad en unión
Venistes á saludar, Quiere tomar vuestra alteza Cuantos espíritus son
Y quedastes saludada. Oficio de pobre y chica. Dan alabanza comino.
Descubierto es el secreto: Y con trabajo y afán Pues tan caro nos compraste,
Hombre parirá perfelo Queréis comer vuestro pan Gobierna perpetuamente
Isabel, vos hombre y Dios; Sin popar ninguna pena, Los que por el excelente
Que en vos sola caben dos Y servir en casa ajena Misterio de Cruz salvaste.
Contrarios en un sugeto. Hasta que nazca san Juan.»
«Mas no cabe presunción
En toda vuestra morada Final. LA INVENCIÓN DE LA CRUZ.
;
Que aunque os veis ya declarada Si yo tan gran servidor (Á instancia de una señora.)
De tan alta condición, De vuesamerced no fuera,
No sois por eso mudada. Harto mejor estuviera Proemios.
Si os alteran los favores Por hacer esta labor. Vuesamerced me mandó,
De los divinos amores Y si no supe hacella Si dello tiene memoria
Por la respuesta parece. Tal que no vaya confusa, Que le trovase la historia
—La mi ánima engrandece Vuestro mandado me excusa De la Cruz que nos salvó
Al Señor de los señores. De las faltas que hay en ella. De cuya causa han estado
»Y gozoso de verdad Mas, pues es visitación, En batalla y diferencia
El mi espíritu y memoria, Vuesamerced la visite, De un cabo mi insuficiencia,
En Dios mi salud y gloria, Y á mí me descargue y quite Y de otro vuestro mandado.
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No descansa mi sentido Y desde aquella sazón Hizo encima allí por fuente
Hasta que vea sin falla Duró hasta ser corlado La probática picina,
Lo que busco y lo que pido. En tiempo de Salomón Salud del pueblo doliente;
Y en cosa tal cual es esta Que á vueltas del muy precioso Y aunque soterrado estaba
Es justo perder el sueño, Cedro que allí se cortaba, Do ninguno lo sabia,
Pues á Dios tanto le cuesta ; Fué traido este dichoso Sus maravillas obraba
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CRISTÓBAL DE CASTILLEJO.
Que los enfermos sanaba Qtiién tan extraña de pena
Cuando el agua se movía. Arma con ella tu frente
Quién tan vecina de gloria Para trabar la pelea,
Mas de ciento que llegaban Si la Cruz ya consagrada Y rompe seguramente
Uno no mas iba sano, En el divino sagrario, Por Majencio y por su gente
Porque aquel pueblo villano Hecha ya su relicario, Por mas que valiente sea.»
No sentía ni gustaba Hoy fuese por mí hallada El dichoso Emperador,
Este dulzor soberano En este monte Calvario;
Que con su conocimiento Quedando muy confiado,
Y saliese este gran don Muy seguro y esforzado
No queda enfermo ninguno Por las mis manos á luz,
Entonces con este ungüento
Con el divino favor,
Y que por esta razón Perdió temor y cuidado;
Uno sanaba deciento, Esta fuese invención
la Y mandó luego quitar
Y ahora ciento por uno. Verdadera de la Cruz? De la bandera romana
Pues cuando el tiempo llegó Y será, según confio, Su divisa militar,
De padecer Jesucristo Hoy descubierta por mí Y solamente pintar
El árbol de Dios bienquisto Que no dudo estar aquí, La de la Cruz soberana.
Sobre el agua se salió, Porque el espíritu mío
Y nuevamente fué visto; La cual puesta en su pendón,
Me está diciendo que sí Y él llevando otra en la mano,
Y el que en el templo no fué Mas, porque el propio loor
Hábil para el edificio.
Muy alegre y muy ufano
Parece desmesurado Entró con gran corazón
Aquí le sobra la fe, En la boca del autor, Contra el soberbio tirano;
Pues se ofrece para que Será otro el relator
Le manden hacer su oficio. Y tal ventura le dio
De este hecho señalado. El que llevaba en el alma,
Pues andándose buscando Que sin sangre le venció,
Madero de que labralle Y por su muerte ganó
Cruz para crucificalle, PROSIGUE LA INVENCIÓN DE LA CRUZ.
Rica corona de palma.
Hallaron este nadando,
Hechizo para su talle Imperando Constantino, Pues quedando vencedor,
Y pareciéndoles tal
Emperador justo y fiel Vuelto su temor en gloria
Cual pedia su malicia, Levantóse contra él No perdió de su memoria
Labran del el principal Majencio, varón malino La Cruz, por cuyo favor
Tronco déla cruz real, Y tirano muy cruel; Hubo tan alta Vitoria
Ejecutor de justicia. Y como fuese señor Y sabida la verdad
En maldades poderoso, Del misterio que hay en ella,
Que la cruz del Rey divino Púsole tanto temor, Propuso en su voluntad
De cuatro maderos es :
Que este noble emperador De poner su autoridad
En oliva están íos pies, Carecía de reposo. Por buscalla y por habella.
El mástil de cedro fino,
Y de acíprés
el título
Y aplazada la batalla Y tomando quien le muestre
Entre ellos muy temerosa La fe, porque era pagano,
Los brazos de palma fueron,
Constantino no reposa, Tornóse luego cristiano
Do las manos se clavaron
Porque en su pecho la halla Por mano de san Silvestre,
Los que en la cruz entendieron
Cruz de gloria la hicieron,
Muy terrible y peligrosa Gran pontífice romano;
Cruz de pena la pensaron. No sabiendo qué hacer, Y queriendo caminar
Guerreaba en su sentido A cumplir su romería,
Piedad y paz notoria Con miedo de se perder, El tiempo no dio lugar,
La oliva nos representa El deseo de vencer Mas procuró de enviar
En la cual sus pies asienta Y el temor de ser vencido. Persona cual convenia.
Y la palma la Vitoria,
Y estando en esta agonía No se confenta ni ordena
Do sus brazos aposenta
Congojado y con recelo, Que vaya rey ni señor;
Pompa del rey se figura Mas que sea embajador
Alzó sus ojos al cielo
Por el cedro do se arrima,
A hora de mediodía Su madre la reina Elena;
Por el ciprés el altura
Por buscar algún consuelo; Que no halló otro mejor.
De la divina natura,
Que se levanta por cima.
Y cebó súpitamente Sin dilación ni tardanza
Su vista de novedad, Por cartas le certifica
Y según lo que se alcanza Viendo á la parte de oriente Su ventura y buena andanza
Cuatro veces fué mostrada Una cruz resplandeciente Y que cumpla su esperanza
La Cruz bienaventurada De extremada claridad Con humildad le suplica.
En diversa semejanza Al rededor déla cual Ella contemplando bien
,
Antes de santificada. Muy claras letras habia Milagro tan excelente,
A Seten ramo se da, Cuya sentencia decia: Partió luego incontinente
Y en árbol á Salomón «En esta sola señal La via de líierusalem
En el Líbano, do está, Vencerás esta porfía.» Con voluntad diligente;
Y á la reina de Sabá El, no pudiendo bailarse, Caso que cuando llegó
En palo hecho pontón. Después que la vio, de vella, Con esta nueva el correo
En la laguna la miran Comenzó á maravillarse, A Bilina, do partió,
En madero los judíos; Sin saber determinarse Inflamada la halló
Pero con sus desvarios, Qué figura fuese aquella. Deste divino deseo.
Aunque la sacan y tiran Pero la noche venida
, De cuyos amores presa,
No sienten sus señoríos; Constantino se acostó, Encendida y alumbrada,
Y aunque forma la vieron
sin
No para dormirla, no, Y del hijo suplicada,
Cuantos ojos la miraron Sino para dar salida Emprendió tan alta empresa
Dichosos diré que fueron Al nuevo caso que vio Con diligencia doblada.
Pues en la fuente bebieron Del cual estando ignorante Y por gran señora que es
Do tantos bienes manaron. Admirado de lo visto, Camina tan sin pasión,
Pues ¿de cuánta diferencia Aparecióle delante Sin guardar año nimes
Mi bienandanza sería, Con otra cruz semejante Que un paso da con los pies
Cuan sin igual mi alegría, El redentor Jesucristo; Y mil con el corazón.
Cuan rica mi diligencia Y «No tengas duda,
dijo : Con trabajo y diligencia
Cuan gran ventura la mia? Rey, en lo que visto has, Llegada donde desea
¿Quién como la reina Elena Ni del trance temas mas, En mandar luego se emplea
Quién tan digna de memoria Porque yo seré en tu ayuda Que vengan en su presencia
Quién de tales gozos llena, Y con esta vencerás. Los letrados de Judca;
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Do padeció Jesucristo. Mas la imagen que se via, De aquellas tres que sacaron.
Todos responden callando, Mandó la Reina, celosa El cuerpo se quedó entero
Por mostrar que no sabían ; De Dios y de su sei vicio, Sin hacer nueva mudanza,
Mas, con miedo que lenian , Derribar este edificio Porque no llega ni alcanza
Están entre sí dudando Y la imagen de la diosa, La virtud de aquel madero
Si se lo descubrirían. Tienda pública de vicio ;
Para mas larga probanza.
No dan respuesta ninguna Y mandó que se quemase Y quitando la primera,
Porque en su boca no cabe; Lo que de madera fuese La segunda ponen luego
Mas ella siendo importuna, Y la piedra se apartase , Mas el cuerpo no se altera,
Todos responden á una Y que la tierra se arase Quedando muerto cual era
Que solo Judas lo sabe. Porque todo pereciese. Y en aquel mismo sosiego.
El cual , por ella rogado, Hincados pues los hinojos, La tercera cruz se pone,
Dijo « Señora , no sé
: Judas, el santo varón, La segunda removida;
Yo nada de eso, porque Con muy limpia devoción La cual del muerto sentida
Lo que nos has preguntado Puestos en tierra los ojos Al instante se dispone
Há muy gran tiempo que fué. Y en el cielo el corazón , A recibir nueva vida ;
Y estando yo por nacer Muy contrito y humillado, Y sin que le den la mano,
En ese tiempo y sazón A Dios demandó con lloro Por sí se levanta en pié,
Mal testigo puedo ser Que le fuese revelado Mas alegre y mas lozano,
De lo que no vi hacer, El lugar do está enterrado Mas hermoso recio y sano
,
Ni darte de ello razón.» Aquel divino tesoro. Que jamás nunca lo fué.
Ella visto que á su gozo
, Y levantado de allí ¡Oh venturosa mujer,
Tan contrario le hallaba, Con la merced que pedia, Reina Elena, emperadora!
De mansa tornada brava, Dijo con gran osadía :
¿Qué sentís, decid Señora? ,
Mandólo echar en un pozo «Caven, caven por aquí ¿Adonde llega el placer
Seco y hondo que allí estaba; Sin temor ni cobardía.» De que gozáis esta hora?
Y mandó que no le diese No bien dichas ni formadas Especial que en aquel punto,
De comer hombre ninguno, Estas palabras serian, Por mas os certificar,
Porque de hambre muriese, Cuando están aparejadas Prueban la Cruz allí junto
O que la verdad confiese Tantas espuertas y azadas, Encima de otro difunto
Con la fuerza del ayuno. Que en el campo ño cabían. Que llevaban á enterrar;
El , no pudiendo sufrir La Reina santa y bendita El cual , fuerza virtud tanta
Tan dura carcelería, Llena de gozos ufanos, Sobre su cuerpo sintiendo,
Dio voces al sexto dia, Rodeada de cristianos Convida muerte venciendo,
Que le saquen á decir '
Los peones solicita, Ante todos se levanta
Loque cubierto tenia. Que no sedaban á manos. Vivo , alegre y riendo.
Pero ya cuando salió ¡Oh venturosos peones, Santa Elena ¿qué hará
Hombre nuevo y bien hecho, Que tan santo suelo cavan ; Viendo tales maravillas?
Muy otro de que allá en lió, Dichosos los azadones, A mi parecer dirá,
Porque dentro le inspiró Las espuertas y serones Con el pueblo que allí está,
Dios la verdad en su pecho. Que de tal tierra gozaban Por el suelo las rodillas :
Este Judas fué después Entre los hombres al sol « Oh Cruz de mi Redentor,
¡
Obispo muy señalado, Andaba con alegría, Que sin mostrar embarazos,
San Quiríaco llamado, Dando priesa todavía; Abrazaste con tus brazos
De Cristo gran feligrés, El polvo le es alcohol El cuerpo de tal Señor,
Y por él martirizado. Y las piedras pedrería; Rompido y hecho pedazos
De cuyo convertimiento Y aunque es larga la labor, ¡Tú, que mereciste ser
Quedó según parecía ,
, Ño le estorba la tardanza, Escaño do se arrimase
El diablo mal contento, Porque la fuerza de amor Y serviste de doser,
Que volando por el viento, Pone esfuerzo al amador Y te supiste hacer
Daba voces y decia : Cuando va tras la esperanza. Cama donde se acostase!
Oh Judas falso, traidor,
« ¡ Ya de cansados y lasos «Hazme que de compasión
Enemigo de tu nombre, Los peones desfallecen, Se crucifique este dia
Digno ile que de tí me asombre, Cuando tres cruces se ofrecen La cruel ánima mía ,
Pues partes de tu favor A cabo de veinte pasos, Porque sienta la pasión
A mi Judas tan gran hombre., Que juntas les aparecen; Del que tal la recibía
, ;, , ,
DE
FERNANDO DE HERRERA
JUICIOS CRÍTICOS.
en nuestra edad ha habido excelentes poetas, tanto que puedan ser comparados con los an-
Si
tiguos, uno de los mejores es Garcilaso, cuya lengua sin duda escogerán las musas todas las ve-
ces que hubieren de hablar castellano. A nadie de los que con mas ardor han acometido esta em-
presa me parece haré agravio si después de Garcilaso pusiere á Fernando de Herrera pues si ,
ásu patria, enriqueciendo con ellos la pobreza del lenguaje común. Primeramente ha reducido
á concordia las voces de nuestra pronunciación con las figuras de las letras, que hasta ahora an-
daban desacordadas inventando una manera de escribir mas fácil y cierta que las usadas. Des-
,
pués, porque la forma de nuestra plática no desagradase á los curiosos por su simplicidad y llane-
za, la compuso con ropas tan varias y tan lucidas, que ya la desconocen, de vistosa y galana. Al
fin, viendo que nuestros razonamientos ordinariamente discürrian sin armonía, nos enseñó con
su ejemplo cómo sin hacer violencia á las palabras las torciésemos blandamente á la suavidad
de los números.
cosas y fábulas de gusto para los aficionados á la poesía, en las cuales muestra Hernando
mucho
de Herrera su buen ingenio y gentil espíritu, y no hallo en ellas cosa por donde no se puedan
imprimir,
;
FERNANDO DE HERRERA.
Nunca se me aparta de los ojos Fernando de Herrera, por tantas causas divino ; sus sonetos y
canciones son el mas verdadero arte de poesía.
Quien quisiere saber su verdad imítele que de ;
Garcijaso no pienso hablar palabra pues han llegado algunos á tanta libertad, que llaman poe-
,
tas mecánicos á los que le imitan cosa tan lastimosa, que por locura declarada carece de res--
;
puesta.
DE FRANCISCO DE RIOJA.
(En la dedicatoria de las Poesías de Herrera al conde-duque de Olivares.)
Los versos que hizo en la lengua castellana son cultos, llenos de luces y colores poéticos;
tienen nervios y fuerza, y esto no sin venustidad y hermosura. Ni carecen de afectos, como dicen
algunos; antes tienen muchos y generosos, sino que se asconden y pierden á la vista entre los
ornatos poéticos; cosa que sucede á los que levantan el estilo de la humildad ordinaria. Los sen-
timientos del ánimo afectuosos, cuanto mas delgados y
deben tratar con palabras mas
sutiles, se
ellos se han de ofrecer, no se han de buscar entre las palabras. Quien vistiese un cuerpo muy
apuesto y gentil, ó sea en el arte ó en la naturaleza, con demasiado ornato, no haria otra cosa
que oscurecer y ocultar la hermosura de sus partes... De manera que las cosas, cuanto mayo-
res, menos se han de ocultar con los modos y figuras. La grandeza se debe reservar solamente
para lo humilde, porque tenga vida y se levante á la estimación... Con esto he dicho á vuestra
señoría la causa de que los versos de Fernando de Herrera no parezcan á los ojos de muchos
afectuosos, que es no verse los afectos tan desnudos como en Ausías March y en Boscan pero algo ;
se debe conceder á quien ilustró tanto y engrandeció las musas castellanas que verdaderamente ;
fué el primero que dio á nuestros números en el lenguaje arle y grandeza. También hay quien
diga que no se ven en sus escritos imitaciones de los antiguos y esto, á la verdad, no merece
;
respuesta ,porque quien tuviere alguna lección siempre se encontrará en sus obras con lugares
ó traducidos ó imitados... Esparció en sus versos algunas palabras antiguas, ó por el sonido ó por
la significación ó por dar artificiosamente antigüedad a la oración
, cosa que hicieron los ilustres
;
poetas y escritores de no vulgar saber en las letras. También redujo otras voces á su entereza,
que la licencia ó la ignorancia popular habia cortado y disminuido. Fué diligentísimo en los nú-
meros, cuidando siempre con arle que ayudasen á sinificar las cosas que trataban... Ninguna cosa
hay en este autor que no sea cuidado y estudio aun en la trasposición de las palabras de que
, ,
usa tal vez, siendo así que se oscurece la oración pero lo que fuera culpable no habiendo causa
;
para hacerlo, cuando se hace con ella es diño de toda admiración... Nada de lo que escribió
deja de ser muy lleno de arte; pero nunca ia ejecutó con tan poca prudencia, que no la ocultase
con destreza. En las canciones es comparable á todos los mayores poetas de España y de Italia
en las elegías á cuantos las han escrito.
Fernando de Herrera mereció por este tiempo el renombre de divino, y no se puede negar
que tenia espíritu y fuerzas en el decir, aunque el demasiado esmero que puso en limar sus ver-
sos los hace algo desagradables á los que aman la armonía y suavidad de la rima.
)
Los mayores poetas españoles parafraseaban los salmos hebreos, los valientes pensamientos y
las osadas imágenes de Job, los encendidos suspiros de la enamorada Esposa de los Cantares. Re-
vestíase el sublime Herrera de todo el estro de Moisés cuando, habiendo á la cabeza de sus is-
raelitas atravesado á pié enjuto el mar Rojo, ve el brazo de Jehová, que para el tránsito de su
pueblo escogido las contenia , despeñar las olas sobre las olas, y sepultar en los abismos de la
mar las cuatregas de Faraón y sus peones y sus jinetes, para entonar el canto de loor de la vic-
toria de Lepanto; resonaba su lira lamentando la temprana muerte del rey don Sebastian, los
pendones de Lusitania arrollados y derribados, sus legiones desbaratadas, derrocado y desmo-
ronado su antiguo poderío con son no menos doliente que el del arpa que acompañaba los la-
,
mentos de Judá que sentado triste á las orillas del rio de Rabilonia recuerda las caras ondas del
,
,
patrio Jordán, huérfano de sus hijos, el templo de Jehová yermo de víctimas, de pueblo y de
sacerdotes, el alcázar de Sion sin guardas Jerusalen viuda de sus moradores... Un estudio pro-
,
fundo de la lengua castellana y de los poetas españoles sus coetáneos y que le habían precedido,
una severa crítica, un oido sobremanera versado en la armonía y el ritmo poético, distinguen
especialmente á Herrera, á quien apellidó su siglo con el dictado de divino, á que le hacen
acreedor sus cantos líricos, puesto que el petrarquismo que en sus inacabables elegías domi-
na infunde miedo al mas osado lector. A las dos composiciones maestras que ya de él hemos
citado se ha de agregar la oda á don Juan de Austria después de la batalla de Lepanto (1) en ,
que introduce á Apolo celebrando el impávido esfuerzo de Marte en la rota de los gigantes, pro-
nosticando, empero, que ha de venir dia en que las hazañas del vencedor de Lepanto oscurezcan
y eclipsen las del numen de la guerra. Su canción al sueño respira la molicie tanto como la otra
el ardor marcial y con tal tino ha manejado el idioma, con maestría tal están las sílabas encade-
;
nadas, que en la primera retratan sus fuertes sonidos el estrépito de las armas, el ronco es-
truendo de las trompas bélicas, y en la última la dulzura del sueño, el blando sosiego del mun-
do, de su beleño tocado, el silencioso y suave vuelo de sus perezosas alas.
Bien conozco que no ha sido mucho acertamiento haber prometido á vuestra señoría ilustrísi-
ma hacelle servicio en publicar estos versos, poco merecedores de la estimación que les da vues-
tra señoría y así , temo grandemente perder en la opinión de todos el crédito de recatado y es-
;
crupuloso en este estudio, que es lo último que me podia quedar en consuelo, ya que me hallaba
falto en las demás cosas y por esto quisiera no haber ofrecido tan liberalmente lo que descubrirá
;
la oscuridad y rudeza de mi ingenio. Mas tengo tanto respeto á la satisfacción que mostró tener
vuestra señoría cuando me hizo merced de amparallos con su nombre, que quiero antes aventu-
rarme al juicio, no solo de los hombres que saben pero de los inorantes, que retraerme de mi
,
propósito, cuanto mas que tiene fuerza de imperio el ruego de los príncipes, y no podia yo rehu-
sar de obedecer á vuestra señoría sin caer en culpa. Suplico pues á vuestra señoría ilustrísima
que los favorezca de la suerte que suele hacerme merced ; que si por ventura merecieren ser
vistos y acogidos de algunos, deberán eso á vuestra señoría, aunque no lo espero de su poco me-
recimiento. — Ilustrísimo Señor.— Besa las manos á vuestra señoría ilustrísima su servidor,
Fernando de Herrera.
(i) No es después de la batalla de Lepanto, como dice Marcbena , sino después de la reducción de los moriscos de
Jas Alpujarras á la obediencia de Felipe II,
236 FERNANDO DE HERRERA.
Bien quisiera, ya que me dispongo tan tarde á publicar estos juegos de la juventud, que fue-
ran tales, que me libraran en parte de la culpa que suelen dar los hombres cuerdos á los que
embarazan lo mejor de su vida en semejante ocupación. Pero, ya que estoy obligado á este ries-
go, si en ellos no descubriese algún rastro de la perfección y excelencia que se halla en las obras
de los buenos escritores, no ha sido falta de diligencia y cuidado, sino infelicidad de mi genio,
que el conocerla me ha retirado muchas veces de la publicación de estos versos; mas el deseo
de agradar á quien, satisfecho dellos, piensa que merecen salir á luz me obliga á que me sujete
,
minación el amor, que es tan natural en todos los que escriben, de querer ver sus obras en al-
guna estimación y cuenta. Conozco de mí que no merezco esperar memoria en la edad venidera;
que fuera demasiada soberbia esperarle pero, si por estudio y trabajo y por admiración de los
;
antiguos se debe alguna bien podia merecerla. Lo que ha sido en mí he hecho por acercarme
,
á la perfección con la imitación de los mejores lo demás lo juzgará el tiempo cierto y desapa-
; ,
sionado censor de estas cosas, que cuando son tan pequeñas como las que yo ofrezco, es sim-
pleza querer engrandecerlas con el aparato de luengas prefaciones.
, , , , ;; ,,
POESÍAS
FERNANDO DE HERRERA,
LIBRO PRIMERO.
IV.
• COMPOSICIONES VARIAS.
jOh , fuera yo el olimpo, que con vuelo
SONETO PRIMERO. De eterna luz girando resplandece
Cuando mengua Timbreo y Cintia crece
Sufro llorando, en vano orrór perdido, En el medroso horror del negro velo!
El miedo y el dolor de mi cuidado, En lo mejor del noble hesperio suelo,
Sin esperanza, ajeno y entregado Que crea y baña el Bétis y enriquece ,
Pues de este luengo mal penando muero, Cielo airado, aire adverso, flujo incierto.
Sin que remedio alguno estorbe el daño, Desampara huyendo el mar desierto
Amor me dé en consuelo de mi engaño ,
, Mas miedo y horror lo aflige y ciega
el
Falso placer ajeno, aunque postrero ; Noto cruel que su furor despliega
, ,
Que mi dolor anime el duro acero, Las velas rompe impide entrar el puerto.
,
P. xvt-t, il
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En medio del dolor mi lumbre pura. El precio del mayor amante encierra;
El áspero trabajo que me afrenta Que gastará la aljaba el niño ciego,
En descanso se vuelve y si la miro, ; Y los rayos que enciende esa belleza,
El daño mas molesto me contenta. Primero que desmaye en tanta guerra.
Si sale de su pecho algún suspiro,
Quedo ingrato á mis males , y deseo XII.
Y debo la razón por que suspiro. Yacia sin memoria entorpecido
Corto en la mucha gloria que poseo, Con fria sangre el corazón helado
Por mi excelso y felice pensamiento Amor hizo que escriba en mi cuidado
Hallo el humano nombre al bien que veo ; Cosas que me enajenen del olvido.
,, , ,, , ; »; , ; ; , ;, , ; ;, ,
A la derrota del duque de Sajorna por Carlos V. Digo «Pienso queá muerte me condena
:
Veo el ajeno bien veo , el contento Vén pues, amado sueño, vén, liviano
Que ofrece blando amor al pobre estado ; Que del rico oriente
Y como al fin doliente congojado , , Despunta el tierno Febo el rayo cano.
Busco un liviano engaño á mi tormento. Vén ya sueño clemente
,
XIX. XXIV.
Crece y alienta fiero en el ñemeo Tan alto esforzó el vuelo mi esperanza,
León, y imprime su furor presente. Que mereció perderse en su osadía
Y en el orbe terrestre esfuerza ardiente Yo bien lo sospechaba, y le temía
Las llamas el dañoso Iperioneo. De su atrevida empresa la venganza.
Y cuando amor, ingrato á mi deseo, No me escuchó, y siguió una confianza,
Descubre en su león mas inclemente Que huyó con los bienes que tenia ;
Voy suspirando ausente, y la luz pura Mas él huye de darme mas sus hojas,
Busco, que me encubrió el amor tirano. Y yo me quejo como suele el cisne.
Corto el rio y traspaso el monte en vano;
Jamás cantó tan triste el dulce cisne
Que no se debe mas á mi ventura En el sonante sulco del gran Bétis,
El bien que la esperanza me procura Como yo por el lauro y verdes hojas
Huye y se me desliza de la mano. Que me impiden tratar el duro bosque;
En este duro estrecho me lamento, Y con memoria del suave, tiempo,
Porque sea mí daño manifiesto Resuena todo en lástimas mi canto.
Y alguno se conduela en mi cuidado. Ya no sonaré yo el felice canto
No conhorta al tin esto mi tormento Que puso envidia en Bétis al gran cisne
;
Del soberbio Ilion crecia airado, Mas grave siente la inmortal herida
Y todo por mil partes derramado, Con la fuerza del mal y triste temo
,
Solo el rey de Asia, muerto en la ribera, Que en los dorados nudos me ha íorzado
Grande tronco ¡ay cruel dolor! yacia , A padecer el daño que me ordena.
Y su cuerpo bañaba el ponto ciego. Adonde laluz vuelvo fatigado,
¡Oh fuerza oculta de la suerte liera! Una sombra, un horror, un gran tormento
Que cuando Troya en fuego perecía, Se presenta en la fuerza del cuidado.
Falle á Priamo tierra y falle fuego. El prado, que solía estar contento,
Y el rio de mi canto entretenido,
XXIX. Muestran de mi dolor el sentimiento.
Los árboles las ramas han perdido
Acabe ya el lamento grande mió, La yerba se consume y se deshace
Con quien inundo, Bétis, tu corriente; El calor en las (lores esparcido.
Que mi dolor acerbo no consiente A nadie de mi lástima le place:
Perpetuo estado á tanlo desvario.
Sola mi bella Luz ay dura suerte
¡
Este fuego en quien ardo gaste el frió,
Se alegra, y mi dolor le satisface.
Piompa este yugo estrecho ya mi frente, ;,A dó me volveré con mal tan fuerte?
Y amor en sus rendidos nome cuente; ¿Quién podrá remediar mi desventura,
Que del á luengo paso me desvio. Sino la cruda y espantosa muerte ?
No me tendrá en confuso error su olvido, Aquella claridad y hermosura
Su desden, su rigor y su tormento, Que ya algún tiempo se llamaba mia
Que tanlo se cansaron en mi pena. -
FERNANDO DE HERRERA.
Dichoso yo, que merecí cadena Quiere que calle el mal y que consienta
De vuestras ricas hebras, y la llama La pena que me aqueja y siempre ofende, •
Que de vos procedió en estos mis ojos. Y en fuego desusado tarde enciende
¡Oh, si pudiera acrecentar la pena El corazón, que en llama se sustenta.
Y avivar mas el fuego que me inflama, Si esta grave pasión no perturbara
Para daros debidoslos despojos! El pecho, bien pudiera confiado
Llegar al dulce fin déla alegría;
XXXIH. Mas ay, cuánto es esta esperanza cara!
¡
La herida terrible que en mis ojos Cuando el sol elevado en mas alteza
De los vuestros entró, y causo mi pena Se vio, me dio en sus hojas sombra llena ;
Venganza toma ahora en vuestro yerro. Fué el calor blando y la congoja buena,
No esculpa vuestra, es gloria á mis despojos; Y entonces me alegraba la aspereza.
Y así, que os hiera el dulce amor ordena, Ahora, oh triste hado, avaro cielo
¡
Como á mí vuestros ojos, vuestro hierro. Que deja el sol ardiente el paso abierto,
Y todo el mal y daño en mi fortuna ,
XXXIV. Con llanto eterno y falto de consuelo
Las hebras de oro puro que la frente Miro el lauro, y padezco en el desierto,
Cercan en ricas vueltas do el tirano
,
Por su culpa, el calor que me importuna.
Señor teje los lazos con su mano,
Y arde endulce luz resplandeciente ¿
la
XXXIX.
Cuando el ivierno frióse presente, Del mar ondas quebrantarse vía
las
Vencedor de las flores del verano, En las desnudas peñas desde el puerto, ,
Vendidas por la púrpura hermosa, Tal vos contemplo, que la roja aurora
No dan tal resplandor cual habéis dado, Y de Venus la lumbre soberana
Cayendo en los colores de la rosa. En vuestra faz ardiendo son mas bellas.
El rocío del cielo derramado,
Y en olorosas flores esculpido, XL1V.
A vuestra gran belleza no ha igualado. Alzo el cansado paso, y á la cumbre,
¡Oh lágrimas dichosas que el olvido
,
Sufriendo encima esta pesada carga,
Nunca podrá borrar de mi memoria Pruebo llegar; mas la distancia larga
Con quien jamás espero ser perdido! Me ofende, y mas la grave pesadumbre.
Oh mi vida, mi alma, bien y gloria!
¡
bien que me esfuerza una pequeña lumbre
Y vos suspiros de amorosa suerte
.
Que veo lejos; pero no descarga
Por quien gané vencido la victoria Esto mi alan penoso, antes alarga
Vivid alegres, sin que enojo fuerte De mi prolijo error la ineerlidiimbre:
O aspereza revoque esta alegría Con el peso abrazado desfallezco ;
Que no podrá romper la dura muerte. Que mi ostinada afrenta no consiente
Conmigo faltaréis á un mesmo dia Que desampare ya esta empresa mia.
Y renovándoos los celestes ojos, Luchando coifel mal, pruebo, y me ofrezco
Lloraréis en la pena y muerte mia, Al peligro, esperando ver préseme
Y seréis del amor dulces despojos. Alegre en tantos tristes algún dia.
XLI. XLVI.
Vivf gran tiempo en confusión perdido, De vos ausente , ocupo en llanto el dia
Y todo de mí mesmo enajenado, Y la noche me acoge en mi lamento ,
Desesperé de bien que en tal estado
; Y para mas dolor, conmigo cuento
Perdí la mejor luz de mi sentido. Mi breve bien perdido y alegría.
Mas cuando de mi tuve mas olvido, Vuestro duro rigor ya bien debria
Rompió los duros lazos al cuidado Enternecerse de mi sentimiento ,
De amor el enemigo mas honrado, Y descubrirme en tanto apartamiento
Y ante mis pies lo derribó vencido. Un rayo solo de la lumbre mia.
Ahora, que procuro mi provecho, Pero si vos queréis con este olvido
Puedo decir que vivo, pues soy mió. Alentar la pasión que me maltrata,
Libre, ajeno de amor y de sus daños. Lo hecho sobra ya para venganza.
Pueda el desden, Antonio, en vuestro pecho Mas aunque en soledad y aborrecido
Acabar semejante desvarío No podréis, aunque mas podáis, ingrata,
Antes que prevalezcan sus engaños. Que yo no os ame, ajeno de esperanza.
XLIl. XLVI I.
Desea descansar de tanta pena , .
Lloro solo mi mal y el hondo rio,
Amor, porque no crezca en ella el frío, Que en tanto mal ya falta el sufrimiento,
El fuego aviva do arde, y sin reposo Y el crudo golpe desia acerba llaga
Busca y gime, hallando luz del cielo. Al íntimo llegó de la alma mia.
XLIII. XLYIII.
El semblante do yace amor presente, Do el sol con tibio rayo tarde alcanza,
La mano que á la nieve de blancura Y luenga sombra ofende el mustio suelo ,
;,, , , ,, ; , ,, , ,, ,
Pero alegre en su mal vive mi alma, Mirad que si en vos falta la terneza
Y no teme la fuerza de la nieve. Perdéis parte mayor de vuestra gloría
Yo en fuego ardo, vos heláis en nieve, Y el mas nombre de
¡lustre la alteza.
Y* libre del amor alzáis el cuello, ¿Sufriréis que os escriba la memoria
Ingrata a los tormentos de mi alma. Por bella y por cruel? oh Lumbre mia! ¡
Que aun blandos á su mal no dais los ojos; No deis á tal pecado tal Vitoria.
Mas siempre le abrasáis en viva llama, Sed, pues que sois mi luz hermosa pía. ,
Y sus alas prendéis en vuestras hebras. Dad á quien os adora algún consuelo
Yiese yo las doradas ricas hebras En premio de sus penas y agonía.
Bañadas de mi llanto si la nieve , INo me dejéis morir con desconsuelo
Vuestra diese lugar á esta mi llama, De vuestra crueldad desamparado;-
Que la dureza de ese yerto cuello Baste el dolor sufrido y su iece!o.
La lluvia ablandaría de mis ojos, ¿Cómo sufrís que muera en tal estado
Y' en dos cuerpos habría sola una alma. Quien era vuestro amor, vuestro contento,
La celestial belleza de vuestra alma ^ dulcemente fué de vos tratado?
Mi alma enlaza en sus eternas hebras, Mas si vuestra dureza y mi tormento
Y penetra la luz de ardientes ojos Quieren cortar el hilo de mi vida
Con divino valor la helada nieve, Y eslo es ya de los dos postrero intento , .
Y lleva al alio cielo alegre el cuello En esle breve espacio y despedida
Que enciende el limpio ardor inmortal llama. Mostrad dolor alguno de'mi muerte ,
Creí vuestro deseo, y la bonanza Mas que Fidía mortal la musa mia.
; , ,,; ,, , ;
, ,,, , , ,,,! ,, , !, , !
Y sosiego al furor del dolor mió ¡Qué compasión mirar la gloria mia
!_
Antes que vuelva la ocasión la frente, Que su luz á mis ojos fué tirana.
Muestras las que el Amor halló presente No me temí del amoroso engaño
Con que mi alma ardió en su eterno fuego. No pude persuadirme á tal afrenta ,
Pero glorias de un niño solo y ciego No siendo de la ley de amor extraño.
Que cedo las deshace un accidente A la luz que en mis ojos se aposenta
¿Cómo pueden valer á un pecho ausente Iba para quejarme de la pena
Que en su dolor no alcanza algún sosiego? Que la fortuna adversa le presenta ;
Fundé mis esperanzas en arena, Cuando cerca del mal que amor ordena
Que el viento esparce, airado, sin concierto, Miré con piedad y confiado
Y rendido al temor, perdí el recelo. La que todas mis glorias enajena.
Cayeron y el cruel por mayor pena
, ,
La luz y el dulce resplandor nevado
En altas nubes desmayó desierto, El corazón venció con su belleza
Ni alzar osando ni inclinar el vuelo. Y la tomé en mis manos admirado.
Lloroso y con temor de su tristeza
LIV. Me olvidé de la perla que traía
Duro es este peñasco levantado, Y á mi boca llévela con simpleza.
Disuelta al punto oh dura suerte mia ¡
Que no teme el furor del bravo viento, ,
Mas todo este dolor al pecho mió Pudo mostrar en lágrimas hermosas
No causa tantas penas y dolores
Un nuevo efecto nunca visto al suelo?
,
Estas lágrimas puras y amorosas
Cuanto la soledad de la alma mia.
Eran fuego de amor, eran mi muerte
ELEGÍA V. Estas lágrimas tiernas y dichosas.
Si estas pudo arrojar con triste suerte
Los ojos que son luz de la alma mia
, Por los ojos doblando el desvarío
,
Del sol cuando Diana estuvo ausente, Y cuando cerca á Febo ciega noche
Y no le desplacieron mis enojos. Renuevo mis gemidos en el llanto
Ahora que esta sombra tenebrosa,
, Y acreciento las ondas á este rio,
Se entrepone á mi lumbre venturosa, Ausente de los rayos de mi Lumbre.
Su esplendor me fallece en el desierto, Tal vez pienso cuidoso que mi Lumbre
Cercado de terror y niebla oscura Hiere con el sereno ardor la selva,
Y crece el mal y el daño se apresura.
, Y cansa de mis lágrimas el rio
Procuro salir del con paso incierto Mas cuando se me aparta y huye el día
,, ,,, ,,, , ,,! , , , , ,, ,,,,;
,, ,, , ,
Y ó mis ojos deseo eterna noche. Viendo trocar mis llores en abrojos.
Si en el silencio oscuro de la noche Vos en vuestro esplendor honráis los ojos,
Riela por el cielo alguna lumbre, Yo voy á do mi ciego error me llama;
Luego la que fué causa de mi llanto Vuestro sol vos regala y vos inflama
Me parece presente en esla selva Yo en lenta pena enciendo mis enojos.
Y hace esclarecer un nuevo dia, Dichoso vos, que nunca ó vuestra gloria
Y alegra el mustio bosque y hondo rio. Fué de penosas ansias ofendida
Testigo de mi gloria ha sido el rio, O sentisteis la fuerza del veneno;
Que engañado me vio en profunda noche, Mas yo jamás, mezquino, sin memoria,
Hasta que apareció rosado el dia Sin triste mal de amor pasé la vida
Y allí representándose mi Lumbre, Y del mas corlo bien fui siempre ajeno.
Que enriquece la fría estéril selva
Asi dije tal vez, cesando el llanto :
LXIII.
«Mi sol,. si á compasión vos mueve el llanto Yo en sazón alegre un tierno pecho
vi
Que produce de lágrimas un rio, Ufano dulcemente con mi pena,
Sufrid que rompa yo esta espesa selva Y que anudarnos pudo en su cadena
Y vaya envuelto siempre en dulce noche El ya cortés amor con lazo estrecho.
Para encender mi pecho en vuestra lumbre Yo veo el bien que tuve ya deshecho,
Pues me es niebla sin vos el claro dia. Y mi segura fe de cuitas llena ,
»¡Oh qué seguro bien tendré en el dia Y que el ingrato en impío afán condena
Que enjuguéis de estos ojos vos el llanto, A quien halla en su agravio satisfecho.
Y enviéis á mi alma aquella lumbre Yo vi que no fui indigno de la gloria
Que consume en su fuego el tardo rio! Que en su rigor me usurpa la mudanza,
Que no verán mis ojos triste noche Y en sombra del olvido ya me veo.
Y será alegre el tiempo en esta selva. Entristézcome siempre en la memoria
«La selva alcanzará un perpetuo dia , Desfallezco medroso en la esperanza
Y estancará del llanto el grande rio
Y al fin pierdo la vida en el deseo.
Lula noche en quien viere yo mi Lumbre.»
LXIV.
SONETO LIX.
Si el fuego idalio el tierno canto inspira,
Después que en mí tentaron su crueza
De Amor y vos las flechas y los ojos, Y en tu pecho, Amalteo, algún cuidado
Di honra uno, al otro los despojos
al
La estrella infunde ya que en mar turbado
Y sufrí saña de ambos y aspereza.
Te guia, osa herir tu culta lira.
Por tí Bélis humilde al Tebro admira,
Ll fuego que encendió vuestra belleza
Hizo dulcts y alegres mis enojos
Tebro, mayor que el Arno celebrado
Y entre lucientes astros colocado,
Y suave entre espinas y entre abrojos
Envidioso Erídano lo mira.
El dolor que causaba mi tristeza.
Tuve esperanza incierta de mi ufana Contigo calla el coro de El icón a ,
alcanza, y no se debe al mal que siento Teje para ceñir tu sabia frente,
No
canta ó cierre siempre Amor sus ojos.
El bien que me negáis, Estrella niia,
LX. LXV.
¿Quién debe, sino yo, acabar el llanto; Si yo puedo vivir de vos ausente,
Que de mis esperanzas derribado, rálleme siempre el bien y ofenda el cielo,
Me veo en tal miseria y apartado Y al débil cuerpo mió en leve vuelo
De aquella luz que ausente alabo y canto? La alma, suelta del peso, no sustente.
Mi alma no soporta pesar tanto, Si puedo respirar sin el presente
Y nudo que la estrecha desatado,
el Vigor de vuestra luz, el impío suelo,
Ligera irá con vuelo acelerado, Lleno de eterna sombra y desconsuelo,
Sin descansar siguiendo su ardor santo, Entre el perdido número me cuente.
Si esta indigna corteza la retarda ,
Si padezco doliente y apartado
Y lenta engaña el gozo de su gloria Si se enajena el bien que en vos tenia
Corla, Amor, corta presto el flaco aliento ;
¿Porqué no rompe el pecho esta mudanza?
Que solo el bien que en mi dolor me guarda, Si muero do se pierde mi cuidado
Por la vida que pierdo tal Vitoria A mis ojos Amor ¿por qué no envia
Dará, que en precio exceda á mi tormento. Un solo rayo dulce de esperanza?
LXI. LXVI.
Aquí donde florece la belleza, A Alfonso Ramírez de Arellano, autor
En cuyo dulce fuego el Amor prueba de un soneto en su elogio.
Su flecha y mil trofeos nobles lleva,
Vi de mi luz serena la pureza. Alfonso, vuestro noble y grave canto,
Mi bien, que fué el valor y su grandeza, Con quien de eternos giros la armonía
En mi memoria mísera renueva Asuena, celebrar de la Luz mia
Y entre pasado afán y cuita nueva Debiera la belleza que honro y canto;
No espero algún remedio á mi tristeza. Que yo la dura fuerza de mi llanto
De mi gloria ¡oh dichoso antiguo puesto! Muestro, y mal fiero y la ponzoña fría
¡Cuan desigual semblante en tí contemplo! Y el bien que á mi esperanza se desvia
Cuan gran mudanza aflige la alma mía Cuando en cuitoso son la voz levanto.
Oscuro el dia, y siempre el sol molesto No que á mi nombre humilde diera gloria ,
Te hiera, y seas de mi mal ejemplo Que ya osa alzar igual por vos la frente
Hasta que en tí renazca mi alegría. A quien ilustra el Arno, grato al cielo
Mas estimar si puedo esta memoria
LXíI.
Verá el ilustre reino de Ocidente
Mientra Amor vos entrega los despojos Cuánlo en vuestra alabanza ensalzo el vuelo.
De quien suspira tierna y cuida y ama
,, ; ,
, , , , ,; ; ,
Porque es la mayor gloria que se alcanza Tocar la tierna mano y vuestra boca,
Padecer en mi mal sin esperanza. Que deshiele en mi fuego vuestra nieve.
Tan encogido estuvo mi deseo,
Que aun del dolor no pretendió memoria ; ELEGÍA vil
Nunca se aventuró mi devaneo,
Y puse siempre en el temor mi gloria. La llama que destruye el pecho mío,
Amando me contento, y no deseo Y consume cruel en fuego eterno,
Esto de vos, y pierdo esta Vitoria , Se alienta en el rigor de vuestro trio.
Si se puede decir que la lia perdido ¿Qué nieve que engendró sitonio ivierno
Quien ama tan cortés y comedido. Basta contra su fuerza? Qué dureza
Volved la alegre luz de vuestros ojos, Cerca ese corazón medroso y tierno?
Y alijad en los mios su belleza, De mi encendido Etna la braveza
Porque renueve en ella los despojos No puede regalar el tardo hielo
Y aliñe la alma de esta vil corteza De vuestra blanda y áspera belleza.
No querría mas bien de mis enojos, Aunque de la herviente Libia el cielo
Que publicarse en toda la grandeza Con intensos ardores abrasase,
Que el cielo ve, que tuve sufrimiento Y siempre el rojo sirio nuestro suelo ;
Cuando no pude ver el árbol de oro, Que dan tarde los ojos recatados.
Y perdí las palabras de su boca ; Trasportado me tienen en el cielo,
Pero volvió al partir la alegre lumbre, Y ledo en su memoria el bien contemplo,
Y con el blanco hielo de la mano Que igual no estrenó amante en mortal velo
Todo me destempló en ardiente fuego. Yo sé que muero ya y que soy ejemplo,
Ardió conmigo junto en dulce fuego, Aunque ofrecido al mal de mi cuidado,
Y el rigor desató de fria nieve, De venturoso amor en alto templo.
Y el corazón me puso de su mano Solo estoy de un afán desconhortado,
En la mía, y tendió los ramos de oro Que del fuego que sufro una centella
Y vibrando en mis ojos con su lumbre, No entra en vuestro corazón helado.
Ambrosia y néctar espiró en su boca. Si Amor permite que esa luz mi bella ,
Que le ornan mas, errando en bello fuego, Porque no pierde triste el flaco aliento
Que el Héspero hermoso al ocidenle; Quien perdió, y no en su culpa la Vitoria ,
Resuene, ó que yo alivie mis enojos Las llamas por los huesos dilatadas.
Vuelto en tí , ruiseñor blando y canoro (10). Mi llanto el ardor liempla , y si sosiego,
Las centellas resuenan alentadas.
El fuego en la ceniza me revuelve,
0) Yo prometiera á mis trabajos tanto, Y en lágrimas el pecho el amor vuelve.
Que esperara al dolor algún consuelo. Cuando en vos cuido, en alta fantasía
(8) Los bellos ojos, cuya lumbre canto.
Me arrebato y ausente me presento ;
Y crece, contemplando, mi alegría
O) Mas
td , con la voz dulce y armonía
Donde vuestra belleza represento
Cantas tu afrenta y bárbaros despojos
Yo lloro mayor daüo en son quejoso.
Las partes con que siente la alma mia
Enlazada en mortal ayuntamiento,
(10) O haga el cielo que la pena mia Y recibe en figuras conocidas
Tu voz suene, ó yo cante mis enojos,
Al sentido las cosas ofrecidas (11).
Vuelto en ti, ruiseñor blando y lloroso.
Pedro deQuirós, poeta sevillano del siglo xvn , cuyas obras es-
tán inéditas enla biblioteca Colombina , imitó este soneto en el (11) Hehrera puso esta octava y la siguiente en sus Anotaciont
que principia (í Garcilaio , con las variantes que observará el curioso :
Que si es fiero, es eterna mi memoria. Para otro nuevo mal y nuevo daño
Casi sin esperar, mi Luz vos temo, , El que viene mas fiero no me mata,
Y en temor infinito sirvo y amo Porque de otro mayor se desbarata.
Con infinito amor, y en tanto extremo Ausente en soledad, me huelgo tanto
Mas dudo cuanto siempre mas me inflamo Por el mal que me causa mi tristeza
Y llega mi recelo á lo supremo Que es mi gloria en la fuerza de mi llanto.
Del peligro, y tal vez si triste llamo Atender solo á él y á su dureza
La esperanza al favor, se me retira Las horas que pasé y el tiempo canto
Y lejos de salud mi empresa mira. Del bien perdido, y puesto en su aspereza
Peno, y por vos estoy sin esperanza, Pienso lo que ya fui y en ello espero
,
Tan secreto lo encubro y tan guardado, Que mis despojos conocer desdeña ,
Que no venga de vos, y en ellos" vivo Mirad cuánto en mis ansias me confio,
Tan hecho, que al descanso estoy esquivo. Que no salir de sujeción proleslo;
Procuro, si el dolor ya nunca muere, Y si cuido que en esto vos obligo
Que nazca mas dolor de vuestra mano, Sedme vos y Amor siempre mi enemigo.
Porque me esfuerce con razón y espere ¡Cuánto me sois^en deuda si he temido
Ser digno del tormento soberano Nunca en difícil trance la mudanza !
Y Amor jamás podrá que desespere Mas ¿qué mal contrastar al atrevido
Quien ve que su sandez no salió en vano, Pecho puede que honráis con la esperanza?
,
»Vén, ninfa, adonde el ciclamor florece , Canto, y como el ingrato Amor consiente,
Que en la enlrepuesla hiedra está sombrío, Ciego en su esplendor bello, estoy herido,
Y do, al timble igualando, el pobo crece; Y oscurezco sus glorias, ofendido
«Que todo cuanto abraza este gran rio De tanto bien, con lira y voz doliente.
Es mió, y será tuyo si tú vienes. Oso, y aunque el deseo me levante,
Vén, ¡oh! vén, Galatea, al llanto mió. El peso es grande, y culpa mi osadía
«¿Qué tardas? ¿Por qué, ingrata, te detienes? Quien amara el peligro de mi pena;
No canses mi esperanza, que afligida Mas el cielo cansó ai soberbio Atlante,
Penando en confusión y en miedo tienes. Y no es mayor su empresa que la mia,.
«Una guirnalda guardo retejida Pero si el vano error que me condena.
De siempre ardientes rosas, blancas flores,
Y de violas blandas esparcida LXXIV.
«Que enlazada en tu frente con olores Cuando dolor desmaya al sufrimiento,
el
Que cria el Oriente fortunado,
Estoy de lodo bien desamparado,
Encenderás los sátiros de amores. Y sacudir del cuello quebrantado
«Cubrirá de ostro asirio un eslimado Pruebo el yugo inmortal de mi tormento;
Y rico manto el cuerpo bello y puro Mas, viendo el oro terso suelto al viento
Envidia de las naides y cuidado.
O entre sortijas bellas enlazado
» Consagraré á tu nombre un bosque oscuro,
Vuelvo alegre de nuevo á mi cuidado;
Con empinados árboles tendido ¡Tan dulce me es por él el mal que siento!
Que nunca ose cortar el hierro duro. Al ardiente crispar de dulces ojos
«Mas esto, Galatea, si rendido Del tierno y puro amor hermosa ílama ,
No ha tu altivo corazón , yo quiero Descubro sin temor el pecho abierto.
Prometer otro don mas escogido. Mal puedo yo negalle mis despojos
»Las torres que el tebano alzó primero Si blanda enciende y áspera me inflama
Mira, á quien la cerúlea y alta frente Y con el mal y el bien me tiene incierto.
Y el curso inclina el mar de Atlante fiero;
» Do vibra la asta Marte, que caliente
# LXXV.
Dañó en la sangre maura, y llena de ira
Pone á la aurora el yugo y ocidente; Ahora, que cubrió de blanco hielo
«Donde valor, virtud el cielo inspira, El oro la hermosa aurora mia,
La grandeza, el imperio glorioso Blanco es el puro sol y blanco el dia
Y felice fortuna siempre aspira. Y'blanco el color lúcido del cielo.
«En estos dará Febo poderoso Blancas todas tus viras , que recelo
A sublimes espírlus noble aliento Es blanco el arco y rayos de alegría,
Conindustria y cuidado generoso. Amor, con que me hieres á porfía
»Habrá quien cante humilde su tormento, Blanco tu ardiente fuego y frió hielo.
Quien belígero horror y aguda espada, Mas ¿qué puedo esperar de esta blancura,
Y quien el dulce y rústico lamento; Pues tiene en blanca nieve el pecho tierno
»Que aunque tú de pastores celebrada Contra mi fiera llama defendido?
Seas en Aretusa y Mincio frió ¡Oh beldad sin amor! Oh mi ventura
Y del lascivo sulmonés cantada, Que abrasado en vigor de fuego eterno,
«Si atiendes á su alegre d?s varío, Muero en un blanco hielo convertido.
Te agradará en mis brazos blandamente LXXVI.
Su canto que suspira el dolor mió.
,
«Vén pues, vén, Galatea, que el ardiente Por estrecho camino al sol abierto (13),
,
P» XVH, 13
;,; , , ; ,,, ; ; , , ,
El puro ardor de aquella Luz serena, Fácil entre el horror de los abrojos.
En quien amor me inflama y me condena Mi alma siente ya el ardor divino
Y con sus flechas vibra el arco armado , Con dulzura amorosa, y renovado
Sus ojos en los mios se encontraron, El regalo y sin fuerza el mal indino.
Y con la fuerza de su fuego el pecho Vi su belleza inmensa, y vi alterado
Sintió la aguda vira en las entrañas , Que el ánimo el placer me confundía,
Que no livianamente me abrasaron, Y la voz me dejó desamparado.
Y el golpe fiero descendió derecho Llegó mi bien y vi con alegría
,
ELEGÍA IX.
SONETO LXXXIII.
Gustos de amor (25).
Si la fuerza que ponen y cuidado
En mi dolor las lágrimas, pusiera
Rubio Febo y crinado, que ascondido La voz de mi doliente suerte, fuera
En el ondoso seno de ocidente.
El dulce son y llanto bien gastado
Dejas el cielo en torno oscurecido;
Que el pecíio ingrato vuestro al fin trocado
Si en las rosadas puertas de oriente
Con piedad y lástima se viera,
Rielaren tus puros rayos y oro
Y á mi estrecha esperanza no ofendiera
Con ardor de luz nueva y roja frente, Desden libio, ira injusta de mi hado.
Desvanezca el fulgor de tu tesoro;
Mas cuido que si el mísero lamento
Que hoy vi los ojos do perdí herida Para gemir mi mal y el nuevo canto
Mi alma en la beldad que amando adoro. ,
Que sufro no se rinde á mi porfía. Colgad, que restan del naufragio grave,
XCIV. A la ara de mis bellos dulces ojos.
Luces en quien su luz el sol renueva,
Y Cupido su llama, y las estrellas, (36) Que en su dolor espire el alma mia.
Con cuya claridad florecen bellas (37) Estas peñas do solo muero ausente.
Con el nocturno horror, con la alba nueva Y no hieres oh dolor de mi porfía
(38) ¡
Cual nube rara al vivo ardor de Apolo. (42) Sin valor á mis años malgastados.
Después que al dolor dais estos despojos 1.43) Si el oro es y las luces inmortales,
De lulo cubre Amor su faz, y el cielo Y es eterno el valor y altivo intento.
Confuso yace en triste sombra y solo. (44) Y en las penas que á todos son mortales.
; , ,, , ,, , , ;, , ;, ; ;
Gran bien te pido, pero en mí bien cabe; Muestras de breve bien que huye luego, ,
Pues que cierro los ojos en mis daños, Veo el tiempo veloz que se adelanta
Y huyo de tus claros desengaños, Y derriba con vuelo presuroso
Cuanto el hombre fabrica y cuanto planta.
Y contra mí tan sin razón me enojo !
Vuelo tan alto, que con rayo fiero Que sin provecho á quien no escucha envío.
O con ardiente sol fuera impedido Tus mudanzas ¡oh tiempo! soberanas,
Si no me diera aliento mi Luz pura Las cosas que revuelven y quebrantan,
Mas ya que muero como siempre espero Movibles graves, firmes y livianas,
,
,
FERNANDO DE HERRERA.
Lqs altas torres que labró Neptuno, Hacer los pensamientos un'camino.
Y á Grecia sus cenizas acabaron. No puedo, aunque procuro á mi despecho,
El africano-ejército importuno Librarme de ellos, y á mal grado mió
A España sepultó en sangriento lago, Voy con ellos adonde el mal me han hecho.
Y libre sn furor dejóá ninguno. Oso temiendo, y con el mal porfió
Masrolo sufre igual el duro estrago Y tal vez la razón lugar me deja
A la oscura región del hondo olvido. Que el mal tejido nudo esté deshecho.
Corred, huid con alas presurosas, Vos, que con generoso y alto vuelo
Horas de mi dolor, y mi memoria Alzáis alegre el noble y dulce canto,
Arrebatad, el vuelo acelerando. .
Libre de este amoroso sentimiento
Si sois crueles tanto envidiosas
,
Herid la lira , y dad algún consuelo
Por usurpar la sombra de mi gloria A mi pena y alan antes que el llanto
Que á vosotras vais mesmas acabando. Ultimo ponga lin á mi tormento.
Siempre voy con mis yerros adelante, El vugo, que padece mansamente.
Sin que de tantos dañosescarmiente. Ni desatallo pude ni rompello,
Noble vergüenza del valor perdido, Ni pude desdeñar el duro imperio;
¿Por qué no abrasas este frió pecho, Que me perdió mi mal para querello.
Y deshaces mi ciego desvarío? Estov en un estrecho cautiverio,
Si tú me sacas de este error de olvido, Ya sin algún valor y en mi tormento
,
Podré decir, en honra de este hecho, Descubre siempre Amor nuevo misterio.
Que solo debo á tí poder ser mió. Ahora, que reciente el daño siento
Con la memoria dulcemente amarga
CXII. Busco alguna ocasión al sufrimiento.
Alegre, fértil, vario, fresco prado,
Mas esta del dolor pesada carga
Tú monte y bosque de árboles hermoso
,
Las fuerzas enflaquece y mi deseo, ,
Muerte será por bien el mal postrero, De mi luz al Amor dieron trofeo,
,
Vuestro esplendor no veo y mi alegría. ¿Oísteis mis dolores nunca usados? (51),
Podré decir que voy en noche fiia ¿Visteis luz mas ingrata á mis querellas?
Por donde humano paso no se siente ;
Mas llévame el osado amor presente, CXXI.
Pensando que á nacerme torna el dia.
Encóbrense las luces que aparecen, Hebras que Amor purpura con el oro,
Cuando en ellas humilde á vos me inclino, En inmortal ambrosia rociado,
Y el oriente tardo se me aparta Tanto mi gloria sois y mi cuidado,
Que las vuestras en Ispal resplandecen, Cuanto de él solo sois mayor tesoro.
Y la tersa corona de oro fino, Vos que los bellos astros y alio coro
,
Consume , aunque pequeña , si aparece Nunca otro español pié imprimió la arena ,
La flor de la esperanza incierta mia. Siguiendo Cintia y Delia á vuestro amante.
Ardo todo, y en fuego al fin deshecho, Seré el primero osado que levante
Me rehago en su llama y siempre crece
,
La humilde voz do el Belis grande suena,
Con el ardor la fuerza y la porfía. Y que las flores coja á mano llena
Del rico huerto nuestro y abundante.
Vos, á quien de Celiso, Eurota, Ismeno
(46) Yo vi unos ojos bellos , que hirieron Las dulces ondas bañan, y del Tcbro,
Con dulce fleclia un corazón cuitado ,.
Oid mi canto y dad á Amor la gloria
Y que para encender nuevo cuidado
Su fuerza toda contra raí pusieron.
(49) Cuando se cubre del dorado velo.
(47) Y que cuando esperé vello acabado, (50) De las errantes lumbres y (ijadas.
Poco mis esperanzas me valieron. Sol puro , aura , luna , llamas de oro
(51)
(43) Y la membranza de mi bien presente. ¿Oistesvos mis penas nunca usadas?
; ; , ; ;, ,, , ; , ;, ;
CXXIII. Que
v tú no me sufriste algún sosiego.
Tenté de tus engaños , rudo y ciego ,
Al puro ardor que vibran mis estrellas,
Escaparme, y huyendo en campo llano,
Do Amor sus rayos tiempla en dulce fuego, Vine á caer ¡oh mísero! en tu mano ,
Siente abierto mi pedio el daño luego, Que tarde se conmueve á tierno ruego.
Apurando mi alma en sus centellas. ¡Cuánto, decia entonces, fortunado
Crueles, aunque siempre luces bellas, Es quien se te defiende, Señor fiero!
Que no me sufren consentir sosiego Mas ¿quién, fiero Señor, se te defiende?
Y es mal que lierido y preso y ciego,
el
A y que lodo es esfuerzo imaginado
¡ !
Porque me haga el impio mayor guerra. ¿De qué me espanto pues que se prometa
traerme tan rendido y siempre ajeno?
CXXV. Tarde llego al remedio que el veneno ;
Sin que de su osadía el premio tema (1) Andar lleno de afán"', de afrenta lleno.
Que ya las puntas de sus alas quema , Pueda abrir la razón la niebla oscura
Donde ningún remedio al triste veo! X ose romper por esta selva espesa,
Que mal podrá alabarse del trofeo Que mil buenos deseos embaraza
Si cae, estando ulano, en la suprema
Dura resolución mas bien segura,
Parte del fuego, en esta banda extrema, Que quien teme el trabajo, y lento cesa,
Y acaba con su error y devaneo (2). El premio de la gloria en vano abraza.
Debia en mi fortuna ser ejemplo
Dédalo , no aquel joven atrevido
Que honró el mar con la gloria de su nombre (3)
ELEGÍA XIII.
Mas ya tarde mis lástimas contemplo Eu este bosque frió, que sostiene
Si porque osé yo muero al fin perdido Mi cítara, en el sauce levantada ,
Jamás empresa igual osó algún hombre (4). Mas pena de mi triste amor no suene.
Céfiro la aura blanda y sosegada
CXXVI. Aparte de las cuerdas que heria
Con armonía dulce y regalada;
Cual planta que pidiendo el alto cielo Que la serena Luz de la alma mia
Muestra el verde remate y la belleza, Cubre sus bellos rayos á mis ojos,
Y del sonante rayo la braveza Y del favor que tuve la alegría.
La arroja con estruendo rota al suelo ; Vencen el sufrimiento mis enojos ,
Tal mi esperan/a ufana alzaba el vuelo; Porque tengo en mis cuitas tierno pecho,
Mas de vuestro desden cruel dureza No nsado á caminar por los abrojos.
Sin gloria la derriba con tristeza Ya no espero mudanza al daño hecho ;
Mas ¡ay'! que da este áspero tormento Andaba en esla prueba amarga mia,
Del amoroso yugo que sostengo, Mi futura pasión pronosticando
Lugar, sin que se rompa, al movimiento. Hasta que en el alegre y triste dia
Y cuando pienso, triste, que el bien U;:go, De mi bien y mi mal crecer presente
El cuello hallo atado al mesmo instante, \'i mi ardor en la nieve vuestra fria.
¡Ay cuánto de mis bienes desbarata Grande fué, aunque infelice, tu osadía,
Esta grave mudanza! ¡Cuánto siente Que por guiar ¡oh hijo de Climene !
La alma, que en daño tal amor maltrata! VA carro en que gobierna solo y tiene
Triste aquel que sus lástimas consiente, Echo el vivo espiendor que ilustra el dia ,
Y ve herir su pecho rayos de ira , Del fiero rayo muerto en yerta vía,
Y está siempre á su agravio obediente. Eridano en sus ondas te sostiene
Como el que en alto y bravo mar suspira Glorioso sepulcro, cual conviene
Temiendo con pavor el furor crudo, A tu alto corazón y á tu porfía.
Y mustio el cielo oscuro en torno mira Yo, que cuidé estrenar la pura lumbre,
El raudo soplo de Aquilón desnudo Y' de mi sol regir los cercos de oro,
La gloria de mis penas renovadas. Son causa del engaño en que porfío?
Tíranosle mi gloria y mis despojos,
CXXXIII. Que los lleváis do esperan ser perdidos,
Llorad si por vos peno mis enojos.
, ,
Podrá ( y no yerro) nunca luz ardiente
El uso y la virtud de mis sentidos
Tocar mi [techo, y nunca ser vencido
Vos ocupasteis lodos en mi muerte
De oro podrá, en madejas esparcido,
Sin ser á mi remedio consentidos.
Con gloria de otra ilustre y bella trente
Que vuestra luz, do yace Amor presente, La vida vence al fin el riesgo fuerte,
Y vos, como si hnbiérades vitoria,
Tiene, y el rico cerco recogido,
Este daño escogéis por mejor suerte.
Mi cuello y pecho preso y mal herido,
Si visteis y gozasteis de la gloria
Y dulcemente el yugo y fuego siente.
Si ufanos abrazáis el bien primero,
Nací yo destinado á vuestra llama,
Perded ya con la vista la memoria.
Amor me dio valor para mi muerte
Estoy tal que otro bien de Amor no espero;
Y" pago, amando á vos, la deuda nueslra.
,
El dolor que mi gloria y bien deshace"; Ausente, con temor, sin alegría.
El pecho exhala todo, y se rehace. Mis ojos, poco debo á la esperanza
Cual Ticio, sin hallar algún sosiego. Si me duelo de vos y temo ajeno , ,
Gastó su ardiente hado ; mas yo veo Y' el cielo, de sus astros esparcido,
Que, enemigos del ocio de mi vida, Una Luz bella es causa y un honesto ,
Todo el valor de Amor y sus hazañas, Mostrar cuan varias son y cuan hermosas.
Su bien, su mal , su gloría y su tormento
Eran á mi memoria muy extrañas; CXXXVII.
Mas cuando con un tierno sentimiento A Martin R. de Arellano.
En mí sus rayos descubrió mi Estrella,
Y mis daños honró mi sufrimiento, Dura por mí fué al Tajo tu partida ,
Conocí su poder y mi querella Dejando solo el Bélis Arellano ,
Y la culpa admitió que me condena. (7) Dos bellos ojos y un semblante honesto
El bien que cabe en la mortal flaqueza Son causa que cantar bien deseara
El principio y los unes de las cosas;
(¿Dirélo, ó no?) me dio, si se consiente,
El tiempo á todo pone en ser perl'elo
Que ose yo pensar lauta grandeza Espero pues, si me es la edad no avara.
, ; ., , , , , , ; ; , ,, , ; ,
mi pura Estrella
Si tiene á do reináis, , A tí, del cielo esfuerzo generoso (24),
Lugar la fe en la pena que consiento
,
Y si estas obras, de afición ausente, (15) De Marte, con rail muertes no domada.
En vuestra voluntad tal vez la gloria (1G) En la celeste cumbre
Gozan que se concede al venturoso, Es fama que con dulce voz presente
| Febo 'autor de la lumbre
,
(11) Y esperando contino, desespero. (24) A tí, valor del cielo poderoso.
, ,, : , , , ; , , , ; ,;
Leda en' estéril parle arder vos veo? Tornar procura al curso usado y llano (i) ;
cxLin. cxLVir.
Siempre el pasado bien y la ventura, Muestre cómo mi mal vos duele y hiere;
V la perdida gloria me atormenta. Porque sea mi suerte mas dichosa
Rayos de amor, inmensa hermosura, Que en vida, en muerte, y el tormento mió
Que suspiro y deseo y busco ausente, Venza á la vuestra condición sañosa.
Volved la claridad excelsa y pura: ¿Por qué en ausencia por el bien porfío,
Que si veo los cercos y oro ardiente Si en presencia me niegan el derecho,
Que vos ciñe y corona en rico velo, Y me engaño en tan alto desvarío?
Descansaré del llanto y voz doliente, üeslinado nací para este hecho,
Y en el herboso, fresco y fértil suelo Y sujeto á belleza ingrata y dura,
Que elpadre y sacro Bélis deleitoso Siempre afligido y triste y roto el pecho.
liana agradable al alto y claro cielo,
, La aurora pareció con veste oscura,
Alzare á vuestro nombre generoso, Présaga de mi afán , y el nuevo dia
Cual fué en Pafo a Dione consagrado, Mudó el semblante ledo y luz segura.
L'n templo insinemenle suntuoso, Jamás gocé algún hora de alegría,
Do quien el peligroso mar sulcado Que no fuese teñida de tristeza,
Hubiere dei amor, ya salvo en puerto, Si merecí tal bien en mi osadía.
A las aras átenlo y humillado, No culpo yo el rigor y la dureza
Los votos que en el ancho golfo incierto De mi luciente Estrella en tanto engaño,
Prometió, pagará, dejando escrita Mi obstinación sí culpo, y mi firmeza.
La causa del peligro y temor cierto. Debia no huir mi desengaño;
Mas voy por do no sufre la infinita Mas consiento la pena, y no rehuso
Fuerza de mi pasión y suerte indina Si abracé la ocasión, sufrir el daño
Que alguna muestra de esperanza admita; Pero la ausencia asi me descompuso
Y antes que pueda ver la luz divina De toda la paciencia , que no hallo
Vuestra, aquel rigor último a la vida En mí el lugar que la razón dispuso.
Vendrá del mal en que mi ardor me inclina;
, Sufriendo peno y muero, y siempre callo,
Y en breve espacio tincará perdida Pues me conozco al fin de Amor tirano
La esperanza desierla y el deseo, Humilde y pobre y sin valor vasallo.
Triunfando de mi muerte aborrecida. Yo sé que un tierno pecho.y soberano
Nunca temí el dolor del mal que veo; Del mezquino se acuita y condolece,
Que entró al descuido amor blando y sereno Y procura su bien con larga mano;
Para aquistar de mí el mayor trofeo. Mas á quien la ventura desfallece,
En tal sazón ya sin remedio peno; Y no vale esperanza es bien la muerte,
,
Que lo que menos duele es el tormento. Pues en la vida mísera el mal crece.
¡
Tanto de mí me aparto y enajeno Ya no mas buscaré, si el dolor fuerte
Quien abrir del mar ciego el alio asiento Desmaya porque estoy determinado
,
Do aliñan los de Febo su riqueza , Las colunas, del tiero armado Marte
Reconozco el valor y la grandeza Los trofeos alzados, que en rocío
Sangriento manan; la destreza y arte
En quien de eterno ardor celeste coro
Ensalzó de sus bienes el tesoro De los ínclitos pechos generosos
,
Y desigual me inclino á tanta alteza. Que bañó Bélis Tajo y Duero frió,
,
Dadme favor alguno en vuestra gloria, A que aspiraba el rudo canto mió,
Oscurecidos yacen en olvido
De honesto amor oh llama generosa,
Solo es amor mi canto
Y de nuestra edad oh raro ejemplo, ,
FERNANDO DE HERRERA,
Que en tanto afán ya falta el sufrimiento, ELEGÍA XVHf.
Y el golpe de esta siempre acerba llaga
Lo íntimo penetró ele la alma mia. A la muerte de don Pedro de Zúñiga,
hijo delduque de Béjar.
CLXV.
Luego que el pecho me hirió el esquivo
Clara, suave Luz, alegre y bella, Y son del caso sucedido,
triste
Que el saíiro y color del puro cielo
Enfrió el corazón un hielo vivo.
Templáis de la esmeralda con el velo (20) Quise, empero, turbar á mi sentido
Que resplandece en una y otra estrella; Y vencer á la fama con engaño
Fulgor divino, lúcida centella (21), Que tanto mal no debe ser creido
Por quien libre mi alma en alto vuelo Mas el quejoso sentimiento extraño
Las alas rojas hate y huve el suelo, En el común dolor que se veía
Ardiendo vuestro dulce fuego en ella; Me descubrió cuánto era grande el daño.
Si yo no solo abraso el pecho mió,
¡Cuan de otra suerte ¡ay misero! flngia
Mas tierra y giro aerio y en mi llama ,
El suceso y memoria de las cosas
Dov principio inmortal de incendioeterno(92), Que en la pompa real se me ofrecía
¿Por qué el rigor no puedo y vuestro frió Mas oh mis esperanzas gloriosas
¡
Antiguo regalar? Porqué no inflama (23) Cuan mal surten! ¡Cuan mal divides, muerte,
Mi eslío ardiente á vuestro helado ivierno? La unión de tantas gracias venturosas !
Rreve, dudosa vida con tormento, Que oprime con rigor el duro suelo
Cierto temor, deseos no acabados Las furias de lu ímpetu refrena :
(Si algo pueden mis versos), le prometo (30) Y mezclado en tu grande crecimiento,
Lleva al padre Nereo el llanto mió.
Que no asconda tu nombre ingrato olvido (26);
(31) Antes que los derrame leve viento.
(26) Herrera puso este terceto en sus Anotaciones á Garcilaso (32) Y en estas ondas y corriente llena,
coa la variante que sigue A quien vencer mis lágrimas porlhn,
Que tu nombre no asconda eterno olvido. Viva siempre mi mal y amor crecido.
, , , ; , , , ; ;
FERNANDO DE HERRERA.
De su furor y olvido y sombra quede (23). En mi afrenta que olvide aquella historia
Aquel también que mereció lal suerle Que descubrió la senda de ñus males.
Que el sacro veiso ensalce su alabanza (2-í),
No lemerá eí agudo hierro fuerte. CLXXVII.
Tal. de las musas gloria y esperanza, A do inclino los ojos , a II i veo
Dio á la inmortalidad el paso abierto De mi ingrata enemiga belleza, la
Quien celebró de Grecia la venganza (2o); Y en dulce sentimiento de terneza
Y el otro no menor (y no es incierto Cuitoso con mi pena devaneo
Lo que lú, fama, afirmas) que el troyano Cuánto debo en mi mal á mi deseo,
Piadoso cantó, y al dauuio muerto (26). Que entibia mi dolor cou tal destreza;
Tal el suave espíritu romano Que cuando mas envuelto en mi tristeza ,
Huyó con Delia el lago Esiigio lento (27), Descubro lo que busco y mas deseo.
Y el blando, el terso y el gentil Toscano (28). engañoso velo de mi daño
Si este
Por esta senda sube con aliento No sustentara el pecho, acostumbrado
El culto Laso, prez y honor de España, Al erpeiuo furor de mi tormento,
|
Ponga término al daño con la muerte, Pasó, cual rota niebla por el viento,
Porque jamás descanse de mi pena, Y creció siempre horrible mi tormento (41)
Diré contra mi mal que mas contento Después que me cercó el temor y el hielo.
Estoy con b dureza de mi suerte Alzaba mi esperanza al alto ciclo
Pues esto quiere en mí quien me condena. Pero en el comenzado movimiento
Cavó muerta y llorando sin aliento,
,
Que nunca mi dolor pone en olvido Descanso cuando gimo mas cuitado (4i).
;
LIBRO SEGUNDO.
Enriquezca por ella alegre Flora, Remedio alguno del tormento extraño
Queja excede á la aurora; Luz llorosa oro suelto y el desnudo
,
Y descubro á mis ansias esperanzas. Pensara que se abrió esla vez el cielo,
De aquí nace el valor que de la tierra Y mostró su poder y su riqueza,
Me alza á la inmensa alteza, Si no fuera la luz de la alma mia.
Y hace que aborrezca esla corteza,
Que lo mejor que es mió dentro encierra;
Y el puro ardor me vuelve en pura llama, En esta helada parte, do no envía
Y en la sagrada cumbre Su agudo rayo el sol á intensa nieve,
La vista hermosura mas me llama Quiere Amor que en ausencia el dolor lleve,
De la inmortal celeste impírea lumbre ;
, ,
Siempre en sombra y horror y en luz del dia.
Y lodo el bien Amor, ele tí proviene
,
De estos ojos el llanto se desvia
Y el ancho mundo en tu poder sostiene.
Jamás, y si descanso un tiempo breve,
SONETO VI.
Con soledad llorosa pluvia llueve
De ellos conlino á la alma triste mia.
Serena Luz presente en quien espira (1)
,
,
IS'o me rinde mi mal que en él ya hecho
,
Divino amor, que enciende y junto enfrena Estoy á padecer; mas verme ausente
Pecho gentil que en la mortal cadena
, Y en una vida muerta condenado,
Al alto olimpo glorioso aspira (2); Do el fuego me atormenta en vano el pecho,
Ricos cercos y oro, do se mira (3) Do veo sin remedio el bien presente
Tesoro celestial de eterna vena; Para mas confusión de mi cuidado.
Armonía de angélica sirena,
Que entre las perlas y el coral respira, XI.
¿Cuál nueva maravilla, cuál ejemplo
De la inmortal grandeza nos descubre En vano error de dulce engaño espero,
La sombra del hermoso y puro velo? (i). Y en la esperanza de mi bien porfió ;
Que yo en esa belleza que contemplo Y aunque veo acabarme, el desvarío
Aunque á mi flaca vista (ten de y cubre Me inclina del amor adonde muero (7).
Terneza que florece con dulzura Volver bien perdido; ysi esto niega
a!
Suavemente en su gentil figura, El sentido, acabó el dolor primero.
Si la arte es para tanto poderosa. Sulco el áspero mar en noche ciega
Mezcla cinamo negro y sirio nardo. Siguiendo porfioso mi deseo,
Casia, encienso, en que cubre el rico nido Que sin pavor al piélago se entrega.
Vivo el arabio fénix en su muerte; Yo, que al fin naufragar al triste veo
Que si rio te atraviesa el duro dardo Entre las altas ondas, ¿qué esperanza
De su vista dichoso y atrevido,
, Buscar podré al temor con que peleo?
Dar podrás muestra alguna de esta suerte. No procuro á mi daño seguranza
En la fortuna mia , ni pretendo
IX. Mis cuitas mejorar en la mudanza ;
cabello ensortijado, Ni ya huyo ni oso, ni defiendo
Cual de oro era el
Y en mil varias lazadas dividido, Mi aliña del peligro, ni me excuso
Y cnanto en mas figuras esparcido, Del mal que en mi cercana muerte entiendo.
Tanto de mas centellas ilustrado. Todo para mi pena se dispuso,
Tal , de lucientes hebras coronado, Y lo debo, pues di ocasión en ello ,
Febo aparece en llamas encendido; Su flecha cuando Amor al pecho puso.
Tal discurre en el polo esclarecido (5) Mí osado orgullo y mi lozano cuello,
Un ardiente cometa arrebatado. La iazon y el gallardo pensamiento
Debajo el puro, propio y sutil velo,
Amor, gracia, valor, y la belleza (6)
(7) Y aunque veo perderme, el desvario
Templada en nieve y púrpura se via. Me lleva del amor adonde muero.
Que por un vano bien que liuyc luego , El paso á esperanza se me cierra,
la
Y me deja dolor Herno, pierdo De una ardua cumbre á un cerro vó enriscado,
De libertad amada la nobleza. Con los ojos volviendo al apartado
M;is ¡oh qué acierta mal quien anda ciego! Lugar, solo principio de mi guerra.
Y el que cuida, Fernando, ser mas cuerdo, Tanto bien representa la memoria ,
Descubre eu lal hazaña mas flaqueza. Y lauto mal encuentra la presencia ,
Que padecí cuitoso y ofendido, ¿Por qué estrecháis á un mísero rendido? (14).
A (odas las desdichas ofrecido
En que el amor a un mísero condena. CANCIÓN II.
FERNANDO DE HERRERA.
Con mas claro esplendor y hermosura Que un deseo produce simple y llano (35)
Volarás por la cumbre No puede á su belleza
Y la tierra ornarás de eterna lumbre. Dar nombre y gloria cuanto
El sacro rey de rios Se debe
al valor suyo soberano,
Los lazos del cabello ensortijado (30); Latmia del cazador el tierno pecho (39),
Oue cual de las estre'las, Y no del que honró Arcadia la ligura.
Por el aire volaron sus centellas.
El alto monte verde XIX.
Quede Palas es gloria
Su tristeza ya pierde, ledo y fresco prado,
Fértil, riente ,
El sagrado Helicona (58) Pues vos, por quien suspiros mil envia
(32)
Mi alma, cual castísima Diana,
Con florida corona
Movéis la empresa vuestra soberana.
Y do Atlante, del peso, no respira.
(39) Pero tendré de Ladmo en la esperanza,
(33) Entre la blanca luna y sol dorado.
Si luna sois, del cazador el pecho.
(34) Y es quien ve el año y dia,
Allí herido está coa asta airada.
, , , ; ,, ,,;
¿Quién osa desnudar la bella frenle Tan rara perfección tanta grandeza
,
^
Del fulgente esplendor y luz del cielo? (40) No sufre , como yo, mortal mudanza;
Con luz serena siempre un claro dia Siempre cuidado tal cayó en olvido ;
En sus lúcidas trenzas y corona (43). Que si el temor que tengo me hiriera
Hallara amor el paso defendido.
Si la pasión de la alma consintiera
ELEGÍA III.
Venciera esta aflicción que me atormenta,
¿Qué señales presentes de tristeza Y descansado de este afán viviera
Me roban la esperanza de alegría ,
Mas amo y busco y hallo al tin mi afrenta,
Y me rinden sujeto á su dureza? Y sigo el ancho paso de mi daño
¿Qué noche de dolor me cierra el dia ? Por donde la ocasión me lo presenta.
Y ¿qué niebla del cielo oscurecida Nueva pena y temer, furor extraño,
Destiñe el fulgor puro á la Luz mia? Y vos, en quien mi rostro se humedece,
¡Oh mísero quien sufre en triste vida Lágrimas, esperanza, error y engaño,
Los asaltos de amor, y ya no sienie ¿Por qué el usado brio en mí fallece
Remedio á su fortuna aborrecida! Pues en esta sospecha no estoy cierto?
¿No veré yo mi Luz resplandeciente Por qué el frió mis venas entorpece?
Que esclarezca en mis ojos, y el hermoso Si es porque muera ausente, ya estoy muerto
Ardor y crespos lazos de la frente ? Después que mis dos luces me dejaron
Aun no es grave este mal que si penoso
: Con soledad penando en el desierto.
Esperase después mudar ventura Todas las esperanzas me faltaron,
Y ver aquel semblante generoso, Y contra la fortuna de mi vida
No vendría á tener por desventura Amor y e! cielo airados conspiraron.
La soledad que muerta en quien bien amo
, Ella será temprano mal perdida;
Pierde en él su rigor la muerte oscura. Que en tan terrible mal muy poco puede
Y tornaría aquella ardiente llama La fuerza que en sí tiene enflaquecida.
Con la vista á abrasarme en la presencia Si amor este deseo me concede,
Del fuego en que mi alma ausente inflama. Que faltando primero del aliento
Temo, empero, que en esta luenga ausencia Libre de este pesar y afrenta quede,
Me desampare solo en el camino, Daré por bueno yo mi apartamiento,
Y desfallezca el mal con la paciencia. Y triste, sepultado en este ajeno
El cielo, que entre el cerco cristalino Campo, descansaré de mi tormento;
De sus astros intenta sostenella, Que mi lucero el esplendor sereno
Claro dia podrá tener contino. Difundirá á mi túmulo dichoso,
Será si esparce mi luciente Estrella
, De eterna y nueva lumbre siempre lleno
Sii-esp!endor y su fuerza al frió suelo, Y entonces con el vuelo glorioso,
Mas dichosa la tierra y siempre bella , Ilustrando la sombra de ocidente,
Mas hermoso el purpúreo, abierto cielo; Al cielo se alzará vitorioso.
Pero yo mas mezquino y desdichado Saturno frió, el impio Marte ardiente
Y' entregado á perpetuo desconsuelo. Tendrán de sus clarísimas centellas
¿Qué corazón tendré en mi mal, cuitado? Virtud y luz mas pura y excelente,
Qué dureza habrá en mí, si yo no muero Y el coro de las candidas estrellas.
De terrible dolor atravesado?
Tu ánimo, presago lastimero SONETO XXII.
De mi infelice suerte, el cuerpo al punto
Desnuda del sutil vigor ligero.
Un tiempo, aunque fué breve, osé atrevido,
Que como en el amor le fuiste junto, Por ventura atendiendo la vitoria,
Justo es que en tal estrecho no te alejes
Quejarme, y de mi alan mostrar la historia
De aquel divino y celestial trasunto. A quien me trae en ciego error perdido.
V antes que el peso inútil veloz d^jes Ahora, ó con mas lástima ofendido,
,
O cierto de la falta de mi gloria,
Lleva del muerto amante la memoria
Aunque, tardando, con razón te quejes. No hago de mis males mas memoria
Sienta el mísero cuerpo alguna gloria Que si yacieran solos en olvido.
Pero el silencio al fin no puede tanto.
(Si puede sentir bien helado" y trio),
r
Y tú goza felice tu vitoria. Que en soledad no rompa, y lo que impide
Mas ¡oh dolor! Oh extraño desvarío !
Su vista escribo, del dolor forzado.
¿Quién me ofreció este mal de triste muerte? Comienza el dia, y doy principio al canto
¿L)e qué nace este vil recelo mió ?
Y llanto que en la noche amor despide
Y llanto y canto avivan mi cuidado.
Rayo, esparciendo en torno el rico velo, «¿No conocen mis iras estas tierras,
Él asiento mas diño será el cielo Y de mis padres los ilustres hechos,
Al sacro esplendor suyo reluciente, O valieron sus pechos
Y de allí con las llamas de su frente Contra ellos con el húngaro medroso,
Romperá el rigor duro al torpe hielo; Y de Dalmacia y Rodas en las guerras?
O ya (|ue aun no se debe á la belleza ¿Quién las pudo librar? Quién de sus manos
Sin el riesgo de ausencia, será el grado Pudo salvar los de Austria y los germanos?
Propio el pecho do yace obedecida; ¿Podrá su Dios, podrá por suerte ahora
Que á tal valor del mundo la grandeza, Guardallas de mi diestra vencedora?
O la alma en sus centellas encendida »Su Roma, temerosa y humillada,
Es de esta excelsa Luz lugar sagrado. Los cánticos en lágrimas convierte;
Ella y sus hijos tristes mi ira esperan
XXV. Cuando vencidos mueran
Francia está con discordia quebrantada,
Nunca mi mal terrible sentiría,
Y en España amenaza horrible muerte
Ni descansar querría de mi pena,
Quien honra de la luna las banderas
Si cuidase tal vez que mi serena
Y aquellas en la guerra gentes fieras
Luz alegre y suave me seria
Ocupadas están en su defensa
Mas no sufre la indina suerte mia
Y aunque no, ¿quién hacerme puede ofensa?
Esta gloria, y de si la aparta ajena
«Los poderosos pueblos me obedecen
Y á rendir la esperanza me condena, Y el cuello con su daño al yugo inclinan,
Porque osé y di lugar á esta osadía.
Y me dan por salvarse ya la mano.
Haga el cíelo que pierda en menor daño
Y su valores vano;
La memoria de aquel atrevimiento
Que sus luces cayendo se oscurecen.
Que tuve en ver mi afán no aborrecido, Sus fuertes á la muerte ya caminan,
Cuando agradó á mi bien que en dulce engaño
Sus vírgenes están en cautiverio
Sufriese ufano y ledo el mal que siento;
Su gloria ha vuelto al cetro de mi imperio.
Mas ¿qué vale a quien muere en tibio olvido?
Del Nilo á Eufrates fértil y Istro frío
Cuanto el sol alto mira todo es mío.»
XXVI. Tú, Señor, que no sufres que tu gloria
Usurpe quien su fuerza osado estima
A Cristóbal Mosquera de Figueroa. Prevaleciendo en vanidad y en ira,
Cuando mi pecho ardió en su dulce fuego, Este soberbio mira,
Osé cantar, Mosquera, el mal que siento Que tus aras afea en su vitoria.
Y dióme al tierno canto ufano aliento No dejes que los tuyos así oprima
El sol en cuyo ardor estuve ciego. Y en sus cuerpos, cruel, las fieras cebe,
Osé mostrar mi llanto en blando ruego Y en su esparcida sangre el odio pruebe ;
A quien á amor desprecia y su tormento, Que hechos ya su oprobrio, dice « ¿ Dónde :
FERNANDO DE HERRERA.
En noche de dolor siempre ascondido, Que desarica pluvia rociados",
Lamento mis deseos engañados. Honraran ocasión de mis enojos.
la
Vuelvo á ver mis contentos ya pasados No sepulcros de mármoles labrados,
Para mayor alan que el bien perdido
;
Reliquias de memoria gloriosa
Mas duele al que se ve en confuso olvido, Fueran cual fuera el mió celebrados.
Y contra sí sus males conjurados. Mas oh mi eterno Sol y Luz hermosa
¡
Cuanto intento alentar mi acerba pena, Que ni bañado de ese llanto puro,
Y cuanto fundo en esperanza y tengo, Ni estoy muerto en mi ausencia dolorosa!
Todo gasta y destruye mi tormento. Antes, como rendido ya y seguro
Vos, que rota de amor la impia cadena, En las penas de amor, me veo ausente
Respiráis del trabajo que sostengo Sin temer el dolor acerbo y duro.
Dadme esfuerzo en tan grave sentimiento. A un tibio y lento pecho vuelve ardiente
El uso del amor, y quien bien ama,
ELEGÍA IV.
Esperando su gloria, el mal no siente.
Mi pecho, que arde y en su afán se inflama
Yo cuidé, dulce bien del alma mía Si on su tormento ingrato desfallece,
Que primero con muerte al cuerpo ausente Otro aliento no siente que su llama;
Desamparara en tierra sola y fria, Pero en sola esta llama aviva y crece,
Y que el rigor pudiera del presente Y solo espira en la ligera fuerza
Dolor humedecer en vuestros ojos De aquel movible ardor, que no perece.
La pura claridad y luz ardiente; El temor amoroso, que se esfuerza
Que apartado y rendido á mil enojos, En mi alma, sujeta al mal instante,
Alentar congojas de mi vida
las A perder la esperanza y bien me fuerza.
Acrecentando al mal nuevos despojos; El mesurado trato y el semblante
Mas vivo ya en ausencia aborrecida La bella luz en quien amor espira
Y no muero en la sombra del olvido El oro en crespas ondas rutilante;
Donde fincó mi gloria oscurecida. Si un tierno amante gime ya y suspira,
Si esto sufro, ¿qué afán no habré sufrido? Que en otro tiempo alegre con ventura
Qué puede ya imprimir el sentimiento Gozó mirar presente, y ya no mira
En este corazón endurecido? Y desierto en la noche siempre oscura,
Mayor es que el dolor el sufrimiento, Lamenta con dolor solo y perdido,
Y tal es el dolor, que debe el pecho Que no merece ver su hermosura;
Justamente acabarse al mal que siento. Cúlpenle;si la vida aborrecido
De heladas rocas ásperas fui hecho, Desea, y si esperar mas bien pretende,
Y me crió la fiera tigre hircana Por no perder ya mas que lo perdido.
Pues no estoy de mis lástimas deshecho. De tal eausa mi lástima deciende,
En esta parte estéril y profana, Que aun vitupero en tanto mal mi suerte
Do la noche con tela tenebrosa Si algún pequeño espacio no me ofende.
Vence á la luzde Febo soberana Por el paso que voy á ver mi muerte
Vuestra inmensa belleza y generosa Tanta envidia merezco, que no siento
Conmigo veo atento, y considero En alguno dolor de mi mal fuerte.
Las molestias de ausencia lastimosa. Después que vi y gocé de mi tormento,
Alguna vez me tiene el dolor fiero Y' conocí el valor desa belleza
Tan opreso en sus ansias y cansado, Y de mi libertad y pensamiento,
Que á mi despecho temo y desespero. Mis entrañas cercó vuestra grandeza
Bétis, de mi lamento acrecentado, Y ocupó vuestro nombre mi memoria,
Vuelve mis tristes lágrimas, sonando Y amor hizo en mí asiento de firmeza.
En el veloz Océano mezclado. Sin vos estuve ajeno de mi gloria,
Y creo que do la alba el rojo bando Y quedé, siempre amando, á amar forzado,
Con las flores purpura, y la luz nueva Llevando désta fuerza la Vitoria.
Abre el sol los colores matizando, Siempre vive en mi alma venerado
Es mi mal conocido; que la prueba Vuestro valor y gracia y cortesía
Que amor extrema en mí, señal que sea De quien se halla rico mi cuidado.
Quiere á do sus desdichas todas lleva. Pero si ahora lejos de alegría
Si mi alma procura y ver desea Padezco, á vuestros ojos yo lo dfibo,
Vuestra serena faz, arde en su fuego Que prometieron bien á mi porfía.
Sin que en ella su gloria y su bien vea. Vuestra beldad merece el mal que llevo
Porque el dulce tirano, que en mi ciego Que no es bien que asegure la esperanza
Pecho está siempre, ofrece á la memoria Pues á tan alta empresa al fin me atrevo.
Mi pérdida y dolor presente luego. Si el amor prometiera confianza
La muerte, si viniere será gloria;
, Sin temor de peligro y desventura,
Pero á tan duro corazón no quiere Y no trocara el bien con la mudanza
Dar alguna esperanza de Vitoria. Ofendiera el agravio esa luz pura
Un contino temor me aflige y hiere Porque es deuda de pena y de tormento
Que ya si no me mata el mal de ausencia ,
, Osar tanto, ofrecido á la ventura,
No habrá porqué mi muerte amor espere ; Mas á la ausencia , en que morir me siento,
Porque yo, que vivía en la presencia No hallo causa alguna y solo espero
,
Estas muestras de vana fantasía Que como perdí al bien todo el derecho (4),
,
Muera pues quien de vos está apartado, Huyo la blanda voz y el tierno canto,
Acábese en la vida la memoria Que celeste armonía espira y suena,
Que á un prolijo dolor desesperado Desta, de España luz gentil sirena ,
Mal puede venir bien que le dé gloria. Mas vuelvo al fin sujeto al dulce encanto.
Bien sé que este placer acaba en llanto
SONETO XXXI. Que esto es imagen cierta de mi pena,
Y amor injusto siempre me condena
;Oh cara perdición! oh dulce engaño! Porque sirvo y padezco y sufro tanto.
Suave mal sabroso descontento,
,
Ulíses, que pudiste venturoso _
Amado error del tierno pensamiento, Sulcar seguro y sin temor del daño
Luz que nunca descubre el desengaño El golfo de la bella Leucosía,
Puerta por la cual entra el bien y el daño, ¿Cuánto fueras mas grande y valeroso
Descanso y grave pena del tormento. Si tentarasperderte en este engaño
Vida del mal , vigor del sufrimiento (44) Oyendo á la inmortal sirena mia?
De confusión revuelta cerco extraño
Vario mar de tormenta y de bonanza * CANCIÓN IV.
Segura playa y peligroso puerto,
Sereno, instable, oscuro y claro cielo; Ya bien podrás hartar de tu crueza,
¿Por qué como me diste confianza
, Amor, en mi herido pecho el hierro,
De osar perderme , ya que estoy desierto Y tu rabia ensañar en mis entrañas';
De bien, no pones á mi afán consuelo? (43). Mas no podrás hacer que mi dureza
Dude ya mayor mal , ni en mi destierro
XXXII. Que la venza el temor de tus hazañas.
Solo y medroso ya del daño cierto (46) Son tales tus extrañas
Que en la guerra de amor temido habia, Leyes y condición, que ya no espero
Tarde con mejor suerte al fin huia Remedio, ni lo quiero
Seguro, en tempestad tan grande , al puerto;
Masdeungolpeenel mediocursoincierto (47),
Cuando con mas descuido proseguía. (48) De un golpe atravesó mi pecho abierto.
Amor, que en vuestros ojos me alendia, (49) Yantes que yo pudiese de mi pen».
(50) No ofende con sus rayos, estoy puesto.
(44) Descanso y pena grave del tormento, (1) Tal vez me unjo y creo estar presente
Vida del mal, alma del sufrimiento. En el dichoso, alegre y fresco puesto.
(4o) De bien , no pones á mi mal consuelo? (2) Vano deseo en desigual tormento,
Y inútil fruto del dolor que siento.
(46) Solo y medroso del peligro cierto.
(3) Una hora alegre en tantos tristes dias
(47) Con fortuna mejor tarde huia Sufrid que tenga un triste descontento.
En tanta tempestad seguro al puerto;
Mas en el paso del camino incierto. (4) Que, como al bien no esté enseñado y hecho
, ; ; ; ; ; ;; ,; ;;,,,! ; , ,
El bien me cansa, aflige la alegría Si la luz que este ausente amante adora
Que sin envidia en otra gente veo. Vieres, lleva esta triste voz doliente :
Temo el favor, procuro el descontento, «Después que vos dejé, mis bellos ojos,
Reposo en la mudanza esquiva mia, Y en puras perlas hebras enlazadas,
Y tan ajeno estoy de buen deseo, La noche oscureció al sereno dia
Que olvidarme deseo »E1 bien me falta , y sobran los enojos,
De todo lo que fué mi bien y gloria. Y en horas de tristeza mal contadas
¿Qué presta la memoria Ningún lugar me queda de alegría.»
De perdidos contentos en un triste?
¿Qué pequeño triunfo, qué Vitoria XXXVIII.
tan corta, Amor, en acabarme hubiste?
Tuviste, Amor, vitoria de tal suerte, Tiempo fué de dolor el que yo tuve
Que estoy vencido al fin mas duro y fuerte.
,
Sujeto á dura voluntad ajena;
Los ojos abro solo á ver mi daño, Tiempo fué en que perdí mi grande pena ;
Y holgarme confianza
con él sin Masen perder mas fiero mal sostuve.
Pues desamparo ya sin ella el miedo; Tiempo fué de mi afrenta aquel do estuve
Y valgo tanto ya en el desengaño, Atado y sin valor en la cadena
Que, aunque me siento extraño de esperanza, Tiempo fué en que cerré á la luz serena
Como volver á ella nunca puedo, Los ojos, y en error perdido anduve.
Cobro tanto denuedo, Tiempo es ya que no duerman en su engaño
Que, si tal vez me acuerdo que la tuve, Mis sentidos; ya es tiempo que deshaga
Y con ella sostuve La razón mi porfía y devaneo ;
Dos males que me dio tu mano fiera Que ya no es justo conocer el daño
Cuando en mas bien con mas favor estuve, Y abrazar la ocasión aunque en la llaga
Aborrezco los días y primera Siempre abierta respire mi deseo.
Ocasión queme trajo al desvarío,
XXXIX.
Y alabo esta ventura del mal mió.
El rayo de los tiernos ojos bellos, Ya que grande fe del amor mió
la
El color dulce y pura faz serena, Y el eterno dolor de mi tormento
Que mi soberbia frente quebrantaron ; No pueden descubrir un sentimiento
El rico y terso lazo de cabellos, Liviano en vuestro ingrato pecho frió,
Que prendieron mi alma en su cadena, Mostrad con mas desden mayor desvío
Y mil trofeos della levantaron, Porque con el afán que triste siento
Y en tu templo colgaron O acabe en triste muerte el descontento,
Mis despojos, Amor, ya poca parte O huya este confuso desvarío;
Serán para estimarte. Antes, pues mas no sufre el mal presente
Osado pecho tengo y generoso, Volved fiera enemiga de mi gloria
,
Por donde me conduce solo, ausente, De mi ingrata cruel , saldría luego (14)
Con que pueda culparme en tanto daño. A lajiura región de la alegría.
Y pues amor mis lástimas consiente,
No quiero yo vedar á mi memoria XLIII.
Cosas con que mi pena se acreciente. Ya siento el dulce espíritu déla aura,
Los favores, que fueron rica historia Que mansamente murmurando aspira;
Y dichosos despojos de alegría , Ya veo el puesto adonde amor me tira,
Los perdidos contentos de mi gloria, Y á do su muerta llama el fuego instaura.
Sean triste desdicha y suerte mia ¿Cuál amador de Cintia ó Delia ó Laura
Pues en seguro y llano y ledo estado Temió mas el desden la ardiente ira, ,
Mi niebla oscureció á la luz del dia. Que yo la Luz que tiernamente mira
Mas porque no se ofenda el bien pasado, Mi mal y de la pena me restaura?
,
Aunque es agravio injusto al pensamiento, Como al que espantó el rayo con el trueno
Quiero el dolor por él sufrir doblado. Y lumbre, que aun le queda en la memoria
Pero tengo tan tierno el sentimiento, El alto estruendo del terror pasado
Que me enflaquece y temo la caida;
, Tal yo, que estuve triste y siempre lleno
Que mal se pierde tanto lasamiento. De males, huyo en muestras de mi gloria,
El riesgo no me turba de la vida; Temiendo el bien que no esperé, engañado.
Que abandono el temor con el deseo,
Y esperanza yace confundida.
la XLIV.
Bien puedo ya decir que no deseo,
Mas dudo la memoria que persigue Tú que con
,
la robusta y ancha frente
Y grandes hombrossustenlasie alzado,
Mi alma, á do mis bienes, triste, veo.
Ley africano, el polo apresurado
Amor ¿qué bien ó qué valor consigue.
Y cerco de los astros reluciente (15);
Trocando á cada paso mi tristeza?
Y tú que cuando Atlante temblar siente
,
Qué gloria de mal nuevo se le sigue?
La inmensa carga, sin doblar cánsalo
Si yo me viera rico y en grandeza
El yerto cuello tuyo levantado (16),
Si estuviera rebelde y no vencido,
Sufriste tanto peso osadamente;
Si pudiera perder en mi pobreza.
Mostrara en mí la fuerza de su olvido,
Aunque en valor no igual ni en la grandeza,
Vengara su desden su airado pecho, No vos invidio yo, porque el sereno
Cielo y estrellas, donde amor se cria (17)
Y trajera contino perseguido
Y donde reina eterna la belleza
Mas á quien olvidado ya y deshecho
Sostuve glorioso y de bien lleno,
Está de su furor, á quien no siente,
Cuanto sufrió la corla suerte mia.
A quien llegar no puede á mas estrecho
¿Para que lo maltrata? Que ni ausente,
XLV.
Ni preso y desdeñado ni sujeto,
Tengo mas que sentir que me atormente. Amor en mí se muestra ardientefuego(18),
Si algún bien esperara, yo prometo Y en las entrañas de mi Luz es nieve;
Que de grado escogiera esie importuno Fuego no hay que ella no torne nieve,
Dolor, que no permite estar secreto. ISi nieve que no mude yo en mi fuego.
Mis males cuento todos de uno en uno La fría zona abraso con mi fuego
Hallo poca razón , y no me atrevo La tórrida mi Luz convierte en nieve (19);
A consolar mi ofensa con alguno. Pero no puedo vo encender su nieve
•Confortóme con esto, que no délo entibiar la fuerza de mi fuego.
ÍSi ella
Mas á mi bien que no haya merecido, Contrastan igualmente hielo y llama
Y que en estos mis males no soy nuevo. Que fuera de otra suerte el mundo hielo,
Y así, triste y lloroso me despido O su máquina toda viva Lama
Del alma, que me da el postrer aliento, Mas fuera que resuelto ya en el hielo (20),
;
Nunca mas bien de amor me diese el cielo. Simple, que á tus engaños me condena,
Y voy alegre al mal que temo y veo.
XLVIII.
LII.
Llevarme puede bien la suerte mía
Las armas fieras cante el triste hado
Al destemplado cerco y fuego ardiente
Del soberbio Ilion, ceniza hecho
De la abrasada Libia ó donde siente
El impío orgullo, el temerario pecho
Prolija sombra Tile y noche fria (21);
Con saeta celeste atravesado;
Que en la niebla tendré la luz del cha (22),
El mar nunca primero navegado
Templanza en el calor, aunque esté ausente
Y duras peñas del concurso estrecho,
De vos mi bien , y niegue el inclemente
,
De centauros el ímpetu deshecho
Amor dulce esperanza á mi porfia (23). O Egeon con cien brazos indinado
Y no podrá mi áspero tormento, Quien en la Aonia selva ornó su frente
Y el inmenso dolor que temo tanto. Habitador de la Cirrea cumbre
Turbarme un solo punto de mi gloria ;
Para vencer la muerte con memoria
Que en medio de mi grave sentimiento, Que yo solo, si Amor tal bien consiente,
De mi hielo y mi llama alegre canto Mi pura Estrella, canto vuestra lumbre,
De mi dichoso afán la rica historia (24). Que me afina en las llamas de su gloria.
XLIX. Lili.
(24) De mí dichoso mal la rica historia. (28) Tuyo no puede resistir la malla.
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CANCIÓN V.
Variado en la púrpura y la nieve,
Y el oro que igual nunca vio el ibero, A don Alonso Pérez de Guzman, duque de Medina
Dirá quien te mirare, si osar debe
En tanto mal, ingrato á tu belleza :
«¿El impio bado á tanto bien se atreve?» Príncipe excelso, á quien el hondo seno,
Tú jamás descansaste en la estrecheza Por su luciente curso y extendido,
Que iu alma ofendía, y padeciste El sacro padre Océano inclinado
Dolor, y siempre afanes y tristeza. Ofrece, de respeto humilde lleno,
No quiso el claro olimpo, ni pudiste En el corriente estrecho celebrado
Ya esperar mas trabajos, y dejaste El tributo debido,
Alegre al cielo todo, á España triste. Si del dirceo cisne esclarecido
Contigo arrebatado nos llevaste La voz grande y sonora, el alto canto,
El deseo de amor honesto y santo Y de Cirra el aliento en mi inspirara ,
Con el que en nuestros pechos inflamaste. Yo nunca las hazañas ensalzara
Yo canté tu valor, y ahora canto De aquel que causó en Troya último llanto,
El premio merecido de tu gloria Ni el que, ofendido tanto
Aunque á la voz impide el tierno llanto. De la sañosa Juno, limpió en guerra
Mas en mi no desmaya la memoria De fieras y tiranos la ancha tierra;
De tu virtud, de quien el tibio olvido Antes pensara, alzando osado el vuelo
Desespere ganar jamás vitoria Por la inmensa región de vuestra gloria ,
Para pedir las puntas de su cumbre, Vos celebrando al son de noble lira,
Porque la roja aurora Insine Soto, vuestra dulce pena,
Y la lista que intenso ardor colora, Del Dauro la ribera tenéis llena,
Y la que en hielo torpe se condena, Y el bosque verde vuestro nombre admira (oí).
Y orbe mas extrañas
las parles del Yo aquí do amor en mi dolor conspira,
,
A mi nombre negáis vuestra memoria; Venus, este temor del hado oscuro*.
En vuestro pecho no sufrís que viva «Este tu Amor, en esa edad florida
De tanto amor una pequeña parte Si no crece, aunque solo es engendrado,
Sin deslazar mi ánima cautiva. Es por oculta causa y ascondida,
Este es el mal que me deshace y parte «Puede solo nacer y ser criado,
El corazón mezquino, y con crueza Y no crecer ; si quieres tú que crezca,
A mil varios peligros lo reparte. Pare otro hijo, Contramor llamado;
Si ofende al valor vuestro y su grandeza »Con tal suerte, que el uno favorezca
Que ose tanto fiar de mi cuidado, Mirando al otro hermano en crecimiento,
Que adore mi humildad vuestra belleza, Cobrando cuerpo que al igual florezca;
No merezco por ello ser culpado; »Pero si el uno falta, á un movimiento
Porque conozco bien cuan poco alcanza Ambos acabarán forzosamente,
Al cielo alto mi vuelo desmayado; Y este es decreto de infalible asiento.»
Pero vos alentastes mi esperanza, Volvió Venus alegre, y juntamente
Y vuestra luz me dio merecimiento Al regalo de-1 dulce amado Marte,
Para abrazar tan alta confianza. Y cuanto dijo Témis vio presente.
La honra de mi noble pensamiento,
Mi fe y amor, á sola vos debido, jandro Afrodiseo. Antes lo trasladó en prosa, del modo que á
Son dignos de mas grato acogimiento. continuación se puede leer:
Memorias tristes de mi bien perdido «Había engendrado Venus á Eros, que es clamor. El niño era
Me siguen siempre, y me molestan tanto, agraciado y hermoso, porque mostraba en su rostro la (¡gura y
Que deseo acaballas en olvido. belleza de su madre, en ninguna cosa degenerando de la belleza
Deshecho todo en miserable llanto, dclla; pero no podia crecer en grandeza y estatura de cuerpo, que
Hago testigos este prado y fuente respondiese á 13 hermosura y así, quedó mucho tiempo en aquel
;
Del mal que sufro ausente en mustio canto. hábito con que nació. Congojada y falta de consejó su madre, ma-
Solo un cuidado tengo que contente ravillábase desta extrañeza, y no entendía qué causa impidiese su
El corazón cuitado en tanta pena, crecimiento; y no menos que ella se fatigaban las Carites, diosas
Que descanso ninguno me consiente de las gracias, que tenían á su cargo la crianza del niño. Al tin
Y es, que al fin quedo en esta suerte ajena
fueron á consultar el oráculo de la diosa Témis , que pronunciaba
Alegre de haber muerto á vuestra mano
lo que estaba por sucederde los hados, porque aun no había comen-
Antes que despedace esta cadena.
zado Apolo á presidir en Délfos, ni revelaba aun los secretos de
Mas yo;, qué digo? ¿á quién mequejo en vano?
las cosas ascondidas en oscuridad ; y humildemente le suplicaron
A un bello rostro y corazón de fiera, que buscase y les descubriese algún remedio para aquella no
Tierno en vista y en obras inhumano.
acostumbrada calamidad, dina de toda grande admiración. En-
Mejor sera que antes que yo muera
tonces respondió Témis:— Yo libraré vuestro ánimo (tesa congoja,
En este error huya mi suerte dura,
porque aun no habéis conocido bien la naturaleza y el ingenio des-
Y lo que la razón me ofrece quiera.
te niño; porque este tu verdadero Amor, oh Venus, puede por ven-
Esta luz soberana y hermosura
tura nacer solo, pero no puede crecer solo. Y si tú quieres que
Que tanto hacer pueden en mi daño,
él crezca en la proporción justa del cuerpo, tienes necesidad de
Se cubran para mí de sombra oscura.
otro hijo llamado Antéros, que con reciproco y trocado amor sa-
Otra extraña región y cielo extraño
tisfaga y compense las fuerzas de la benevolencia. Y será esta
Me conviene buscar, porque perezca j
El uno daba al otro mejor parte. No cabe bien en vaso tan estrecho.
El uno y otro en igualdad crecía,
Hermoso en la figura y la grandeza LXVII.
Que á Citerea admiración ponía. Fiero dolor, que el corazón cuitado
Señora, si al amor que á vuestra alteza Tanto afliges y cansas dolor fiero,
;
Tengo amor agradecido
fallece
Que por templar mi mal con honra quiero
En parte alguna á mi mayor firmeza Llamar solo dolor desesperado;
No díso que por mí será perdido; Pues al extremo ha tu rigor llegado,
Que mi fe tal error nunca ha pensado; Y del amor ningún remedio espero
Mases amor tan tierno y tan sentido, Acaba ya mi vida, ó, pues no muero,
Que temo que se acabe mal mi grado. Acábese contigo mi cuidado,
SONETO LXIII.
Porque si del furor de mi tormento
Puedo alentar, ya nunca mas Vitoria
Amor, en un incendio no acabado Daré de mí al autor de tu crueza;
Ardí del fuego tuyo, en la florida Y el horror de la pena y mal que siento
Sazón y alegre de mi dulce vida, Quedará siempre vivo en mi memoria,
Todo en tu viva imagen trasformado; Para huir comino lu dureza.
Y ahora ¡oh vano error! en este estado,
No con llama en cenizas ascondida LXVIII.
Mas descubierta, clara y encendida,
Preso en la red de Amor dorada y pura,
Pierdo en ti lo mejor de mi cuidado.
No mas baste, cruel ya en tantos años
; ,
Y ardiendo en vivos rayos de belleza,
Rendido haber al yugo el cuello yerto, Mueve el sutil pincel, y con destreza
Y haber visto en el fin tu desvarío. Su fuerza en vuestra luz mostrar procura.
Abra la luz la niebla á tus engaños La arte á su fin llegó, la hermosura
Al intento excedió en estrema alteza ;
Antes que el lazo rompa el tiempo, y muerto
Sea el fuego del lardo hielo mió,
En ella infunde él mesmo su grandeza,
Y espíritu se hace en su figura.
LX1V. Su llama en él enciende á quien la mira,
Y en la virtud, que halla soberana,
A la muerte de don Alvaro de Bazan, Lleva la alma abrasada en alto vuelo;
marqués de Santa Cruz. Y con la gloria eterna, que le inspira,
Goza, excelsa y bellísima Diana,
Pongan en tu sepulcro, oh flor de España,
El sereno esplendor del alto cielo.
La virtud militar y la Vitoria
Grandes ciudades presas en memoria, LXIX.
Y todo el noble mar que á Grecia baña.
Tú solo, tú con singular hazaña Esta sola desierta, ardiente arena,
Ganaste vencedor tan alia gloria Falal sepulcro al último ocidente,
Que las voces se cansan de la historia De armas rotas, de muerta y presa gente
Que tus Ínclitos hechos acompaña. Y de sangrientos rios está llena.
El furor de Otomano quebrantado Infamia y honra en un error condena
Será justo despojo que esculpido Al corazón cobarde y al valiente
En lengua de la fama alce tu nombre. El premio es desigual que el uno siente
;
Con tal blasón , valor nunca domado, Perpetua gloria, el otro eterna pena.
Ingenio y arle hacen que vencido Con un súbito estrago y espantoso
No pueda ser del tiempo un mortal hombre. Y confuso desorden acabando,
Cedió el valor heroico al africano.
LXV. Grave crimen del vulgo temeroso;
Que, pues murió, muriera peleando
corazón doliente,
El triste alan del
Do murió, lodo el reiuo lusitano.
Con la memoria de mis males llena,
Vó repitiendo solo por tu arena
Sacro rey de las aguas de Ocidente.
LXX.
Las ondas acreciento á tu corriente, A Fernando de Cangas.
Socorriendo á tu curso con la vena
De mis ojos llorosa y junto suena
,
Fernando, yo sulqué con viento lleno
El suspiro, que esfuerza á la creciente. Del dulce amor el grande mar abierto
Al fin gasto el humor y cesa el viento, Y libre de temor, sin buscar puerto,
Y exhala el fuego con incendio tanto, Atravesé de un seno en otro seno.
Que de húmido te hace ardiente rio. En medio el curso se turbó el sereno
En vano intentas á este encendimiento Cielo, y revuelto todo el ponto incierto,
Resistir, pues nopudo el grave llanto Rompe mi flaca nave , y ya desierto
Quebrantar &u furor del dolor mío (57). De salud, en las ondas voy ajeno.
Si en esta tempestad es tal mi suerte,
LXVI. Que escape de peligro, nunca el fiero
Tirano llevará de mi vitoria
Como en la cumbre excelsa de Mimante, Mas antes que en olvido cubra muerte
Do en eterna prisión arde y procura Mi nombre humilde celebrar espero
,
Rompieron sin temor con fiero estrago ¿Cómo así se acabaron, y perdieron, etc.
Tus armadas escuadras y braveza.
La arena se tornó sangriento lago, (40) Variantes de la edición de 1ÜS2:
La llanura con muertos aspereza Tales fueron aquestos, cual hermoso
Cedro del alto Libano, vestido
De ramos, hojas con excelsa alteza;
(38) En la edición primitiva pusoHerrera: Las aguas lo criaron poderoso
Sobre empinados árboles subido, etc.
No busquen oro, mas con crudo hierro
Venguen la ofensa y cometido yerro. (4!) En celsitud y hermosura,—Edición de 1582.
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FERNANDO DE HERRERA.
Sin miedo entro do veo tan extrañas
,
Por no entregarme al ocio descuidado,
De los abuelos vuestros las hazañas, Antonio, escribo, y mi serena Estrella
Que cuando á dalles justa estima llego, Voy con mis rudos versos ofuscando;
Veo que mi osadía en vano emprende Mas, si en sus vivos rayos inflamado
Lo que su luz clarísima defiende; Me veo, vos veréis en gloria de ella
Que espíritu tan alto y generoso Honrando á España ir vuestro Fernando.
No dudará cantar el brazo tuerte,
Y el corazón indómito que pudo LXXXIV.
Con singular valor y diestra suerte Dejad ya de seguir el paso incierto
Romper en tierna edad al espantoso
Del mililar honor, y aquel cuidado
Moro, y después, de vil temor desnudo,
De igualar al abuelo celebrado,
Ser de tantos escudo
Y en paz tomad, Señor, seguro puerto.
En el asedio de la presa Alhama. Ya vuestro sol va al ocidente cierto,
¿Por quién Genil temblando volvió el paso, De dolencia y afau y años cargado.
Lloroso, ensangrentado, triste y laso,
¿Qué esperáis? Romped ya el embarazado
Oyendo del divino héroe la fama ,
Camino, y escoged el mas abierto.
Que al bárbaro feroz y su denuedo Harta gloria habéis dado á nuestra España
Hizo siempre cubrir de frió miedo?
Con el valor y la real largueza,
Pirámides sublimes levantadas
Que sin igual en vos conoce el suelo.
Ostentación de la soberbia humana,
Creed que no será menor hazaña
Grandes colosos de elevada cumbre, Vivir con vosde hoy mas, y dar al cielo
El tiempo domador huyendo allana ;
Parte de vuestras obras y grandeza.
Mas las obras insines y extremadas.
Ardiendo con fulgor de eterna lumbre LXXXV.
Éntrela muchedumbre
De tantos que oscurece el torpe olvido, Aunque el dolor que la alma triste oprime
Sobran la inmensidad de luengos años, No deja respirar al buen deseo,
La muerte, invidia, tiempo y sus engaños Si tal vez descargado el peso veo,
Con su esplendor venciendo esclarecido, Y el duro alan que menos me lastime,
Y os obligan, mostrando el vivo ejemplo Podrá ser, por ventura, que se estime
Que lo sigáis al glorioso templo. Mi canto igual con el del tracio Orfeo,
Vuestro valor, vuestro ánimo prudente, Y que el sacro furor del gran Timbreo
En una y otra suerte siempre entero, En la celeste cumbre me sublime.
El amor de virtud firme y constante Entonces, cuando ya vencida incline
No sufre que su ímpetu ligero La invidia, entre los pocos que sostiene
El tiempo contra vos muestre inclemente, Mostrará vuestro nombre la memoria;
Ni que el fatal olvido se adelante; Y allí el valor y el corazón insine
Antes piden que cante Vuestro honrarán las musas de Hiprocrene,
En honra vuestra aquel suave Orfeo Del hesperio león oh excelsa gloria.
Que revocó del reino inexorable
Su esposa y que de vos contino hable
,
LXXXVI.
Con grave lira el escritor Dirceo,
Y vuele vuestra luz hasta la aurora Cese tu fuego, Amor, cese ya , en tanto
Dende los (ines de Favonio y Flora. Que respirando de su ardor injusto,
Quisiera yo que fuera tal mi canto ,
Pruebo á sentir este pequeño gusto
Que mereciera la grandeza vuestra, De ver mi rostro humedecido en llanto;
Y me inspirara Clio y Melpomene Que nunca el alto Etna con espanto
Los grandes miembros y el rebelde busto
Mas pobre vena y temerosa diestra
Del impio que cayó con rayo justo
No me dejan alzar el vuelo tanto,
Que lo menor que en vos yo siento suene. Puede encender, ni nunca encendió tanto.
Quien lo poco que tiene No amortiguan mis lágrimas tu fuego,
Ofrece no merece alguna culpa Antes avivan su furor creciendo,
Y en una empresa tan dudosa y alta Aunque venzan del Nilo la corriente.
Si suelto en agua rompo el nudo luego,
Quien se atreviere, si hiciere falta,
Haber osado vale por disculpa; ¿Qué mas te agrada desatallo ardiendo?
Y pues vuestro valor es soberano, ¿Es menos mal lo que es mas diferente?
No os merece ensalzar ingenio humano.
LXXXVil.
Mas, cual fuere, acoged mi simple musa;
Que yo, si no me engaña mi esperanza, Sigo por un desierto no tratado,
Pienso en la eternidad de la memoria Sin luz, sin guia, en confusión perdido,
Esculpir vuestro nombre y alabanza, El vano error que solo me ha traído
Y hacerla futura edad confusa A la miseria del mas triste estado.
Que invidie á la que goza vuestra gloria. Cuanto me alargo mas, voy mas errado
No estrenará vitoria Y á mayores peligros ofrecido;
Ira del cielo, fuego, hierro airado, Dejar atrás el mal me es defendido;
Ni envejecido curso sin reposo Que el paso del remedio está cerrado.
Ni el tiempo , no cansado y presuroso, En ira enciende el daño manifiesto
Del canto á vuestro nombre consagrado Al corazón caido, y cobra aliento,
Antes por la desierta Libia ardiente Contra la instante tempestad osando.
Torcerá el gran Danubio su corriente. O venceré tanto rigor molesto,
O en los concursos de su movimiento
SONETO LXXXÍIL Moriré, con mis males acabando.
A Juan Antonio del Alcázar.
LXXXVIII.
Osé subir con poca diestra suerte
Al florido Helicón , y donde baña Dulces halagos, tierno sentimiento,
El cristal de Ipocrene la campaña, Regalos amorosos blando engaño,
,
Del mal dolerte , y celebrar la gloria Al triste humor que misero destilo,
De los pequeños bienes que tuviste. ¿Cómo no falto? Cómo crece tanto
Corla será en mi bien la alegre historia En medio de la vena de mi llanto
De mi favor que corta es la alegría (5)
;
De ardientes ondas este eterno Nilo?
Que tiene algún lugar en mi memoria. La llama esfuerza mi lloroso hilo,
Cuando en el claro cielo se desvia Las lágrimas mi fuego, porque cuanto
Del sol luciente el alto carro apena (6), Templallos pruebo, en mi dolor levanto
Y casi igual espacio muestra el dia , De su concurso un mal mezclado estilo.
Con voz que entre las perlas blanda suena, No inundó mayor pluvia el duro suelo
Teñida en puro ardor de fresca rosa, De la ancha tierra ni Etna de su cumbre
,
De honesto miedo y tierno y de amor llena (7), Exhaló mayor llama sin sosiego.
Me dijo así la bella desdeñosa Deucalion y quien pensó del cielo
Que me negaba un tiempo la esperanza ,
Regir incauto la perpetua lumbre,
Sorda y dura á mi lástima llorosa (8) Mas agua aquí hallarau y mas fuego.
«Si por firmeza y dulce amar se alcanza
Premio de Amor, tener yo espero y debo (9) XC.
De los males que sufro mas holganza.
Yo cuidé, cuando en duro hielo el justo
»Mil veces, por no ser ingrata, pruebo
Desden refriar pudo el fuego ardiente (21)
Vencer tu mucho amor, mas nunca puedo (10)
Del corazón, y con osada frente
Que es mi pecho á semillo rudo y nuevo.
Se opuso contra Amor fiero y robusto,
»Si en sufrir mas me vences yo te excedo ,
Que no bastara á derribarme el gusto
En pura fe y afetos de terneza
Ni á torcerme el intento otro accidente;
Vive y confia osado amante y ledo » (11).
,
Que ya me conocía diferente
No sé si oí si fui de su belleza
,
Y libre de un tirano tan injusto ;
Arrebatado, si perdí el sentido
Mas al primer sonido del asalto
Seque allí se perdió mi fortaleza.
Desamparo la fuerza, y el escudo
Turbado dije al fin «Por no haber sido
:
Rindo y armas , temblando antes del hecho.
Este sublime bien de mí esperado (12),
Bien sé que en lo que debo á la honra falto
Pienso que debe ser (si es bien ) fingido.
Mas el temor, que de ella está desnudo,
a Señora bien sabéis que mi cuidado
,
Y otra fuerza mayor vencen mi pecho.
XCI.
(47) Os deshizo, y mostró el cubierto daño. .
(48) Quedando en ella eternamente abierta. ¡Cuitado yo! ¿De cuál furor perdido,
(49) Segura un hora de alegrfí cierta. Olvido el sentimiento mejor mió?
(30) Y tú, alza de la húmida hondura. Al peligroso error y desvarío
(1) Las verdes hebras de la bella frente. Por do voy, ¿á dó vuelo aborrecido?
(2) Manchó con sangre de la turca gente. El orgullo del austro embravecido,
(") Sosiega el curso , tú , profundo rio. El cielo oscuro y solo y horror frío
(4) Mis quejasen tu puro asiento trio.
[<>) Breve será la venturosa historia
(ló) Igual con el trabajo el sentimiento.
De mi favor; que breve es la alegría,
(14) Las penas que por sola vos sostengo
[6 Cuando del claro cielo se desvia Me dan valor, y mi firmeza crece
Del sol ardiente el alto carro apena. Cuanto mas cñ mis males me entretengo,
Con blanda voz, que entre las perlas suena, (15) Mi afán tal bien que vos sintáis el daño.
Teñido el rostro de color de rosa Que no conozca en el dolor primero.
(16)
De honesto miedo y de amor tierno llena. Dióme en destino aquesta suerte.
el cielo
(17)
(8) Sorda á mi llanto y ansia congojosa.
(18) Un corazón de impenetrable acero.
(9) I'remio de amor yo tener bien debo. (19) Lo demás que entre nos pasó no es diño.
(10) Vencer tu amor, pero al fin no puedo. (20) Tus negras trenchas y húmido semblante.
(11) Vive de hoy mas ya confiado y ledo.
(21) Yo bien pensaba, cuando el desden justo
(12) Este tan grande bien de mí esperado. Refrió en duro hielo el fuego ardiente.
; ; , ! ,; , ,, ;,, ,, ; ;
Con vuestra bella esposa recogido, Cuya suave voz y tierno canto
Vuestro pasado amor hacéis presente. Con celeste armonía espira y suena
Y en su dulce memoria entretenido, »Si puede mi tormento valer tanto,
Referís con señales de alegría Que satisfaga en parte mi osadía,
Cuando por ella os vistes mas perdido. Yo á padecer me obligo siempre en llanto ;
Y satisfecho bendecís el día »Pero sufrid que piense la alma mia,
Que posesor os hizo un ledo estado Por haberse ofrecido á vuestra alteza,
Del bien que en esperanza os ofendía. Que merece perderse en su porfía,
Mas yo, misero amante, enajenado »No condenéis ingrata su firmeza
De mí siempre rendido y temeroso,
,
En sombra del olvido, y desdeñosa
En frágil tabla corto el mar turbado. Su vuelo no turbéis con aspereza.
Solo, sin esperanza sospechoso, ,
»Sed, pues tan bella sois, sed piadosa,
Seguido de un perpetuo descontento, Porque bien debe ser favorecido
Nunca en mi mal admito algún reposo. Quien en tan alta empresa espera y osa
Cuando quise perderme en mi tormento, »\ en honra de mis males busco y pido
Fuera acabar la vida mejor suerte Solo una corta muestra de esperanza
Que abrazar un elerno sentimiento; De ser perpetuamente mas perdido
Mas mi hado no quiere que yo acierte »Que en mi fortuna injusta la bonanza
A huir los peligros, y me obliga No procuro ni atiendo, y solo quiero
A padecer, viviendo, inmortal muerte. Que mi pasión no alivie la mudanza.
Yo vi no sé si será bien que diga
,
«Otras cosas diría mas el fiero
;
(27) Este incendio no puede darme muerte. Seguiré siempre mi cruel estrella.
, , ; ; , , ;.
,
Allí vos hablo, ailí suspiro y muero ¿De qué sirve el juicio aun osíinado,
Mas vos, dulce enemiga á mi deseo, Que la razón oprime en el deseo?
Despreciáis el dolor en mi tristeza (31). De ver su error y padecer mas daño.
XCIV.
CANCIÓN VIH.
Huyo apriesa medroso el horror frió
Y aspereza y aterido ivierno,
la Si alguna vez mi pena
Y espero de Favonio el soplo tierno (52) Cantaste tiernamente, lira mía,
Contra su fuerza y contra el seco estío; Y en la desierta arena
Mas , Herrera , en el grave estado mió De este campo extendido
Me ofende el prevenir, y al fin dicierno Dende la oscura noche al claro dia
Céfiro breve y aquilón eterno Rompiste mi gemido,
Y' siempre enun error, por mal porfió. Ahora olvida el llanto,
AI cabo habrá de ser que el destemplado Y vuelve al desusado y alto canto (33).
Estío acabe en fuego, ó en tanta nieve No celebro los hechos
Rígida bruma el pecho endurecido (33). Del duro Marte, y sin temor osados
Vos, que en sosiego, si de amor cansado Los valerosos pechos
Estáis ó si pasión presente os mueve, La siempre insigne gloria
Tened dolor de verme tan perdido. De aquellos españoles no domados;
Que para la memoria
xcv. Que canto me da aliento
A Marco Bruto. Febo á la voz y vida al pensamiento.
Escriba otro la guerra,
Al fin yaces ¡oh del valor latino (34) Y en turca sangre el ancho mar cuajado,
Ultima gloria por tu fuerte mano.
! Y en la abrasada tierra
Tentado habiendo reducir en vano El confuto terrible,
La libertad al orbe , de ella indino. Y el lusitano orgullo quebraulado
Tuvirtud te guió, perdió el destino Con, estrago increíble
Pero pudo tu esfuerzo soberano Que no menor corona
Mostrar que fuiste capitán romano, Teje á mi frente el coro de Helicona.
Y solo sucesor de Brulo diño. A la grandeza vuestra
¡Oh si ajena ambición no te moviera No ofenda el rudo son de osada lira;
A desnudar el hierro, ó ya desnudo, Que en lo poco que muestra,
Siguiera tu hazaña la ventura! Glorioso Femando,
Que ninguno tu igual en Roma hubiera; Aunque desnuda y sin destreza espira,
Mas trájote en desprecio el hado crudo El curso refrenando
Del grave seso y la virtud segura. El sacro hesperio rio
Mil veces se detuvo al canto mió.
XCVI. El linaje v grandeza,
Tú que del sacro imperio de Ocidenle,
Y ser de tantos reyes decendiente;
,
De las divinas musas vais seguro, Después que la abatió desnuda el hielo,
Do el cielo os muestra abierto Torna avivar para su bien perdido.
El bien, á otros secreto,
¡Cruda suerte de amor, dura mudanza,
Con guia tal que en
, el peligro oscuro
Firme á mi mal que el variar del cielo
,
De perturbado afeto Tiene contra su fuerza suspendido
Venciendo el duro asalto,
Subiréis de la gloria en lo mas alto. CU.
Y porque las tinieblas
Fatal estorbo á la grandeza humana, Esperé un tiempo, y fué esperanza vana,
No ascondan en sus nieblas Librar desta congoja el pensamiento
El valor admirable, Subiendo de Castalia al alto asiento,
Haré que en vuestra gloria soberana Do no puede alcanzar musa profana.
Siempre Taha hable ; Para cantar la honra soberana
Y que la bella Flora Ved cuan grande es, Ciron, mi atrevimiento,
Y los reinos la canten de la aurora. De quien con inmortal merecimiento
Contrasta al hado, y su furor allana;
Que bien sé que es mayor la insigne gloria
SONETO XCVI1I.
De quien Mélas bañó y ei Miticio frió,
Bárbara tierra, que en tu frió seno Que de quien lloró en Tebro sus enojos.
Cubres los grandes cuerpos derribados Mas ¿qué haré, si toda mi memoria
De aquellosespañoles que, domados, Ocupa Amor, tirano señor mió?
Dejaron de terror el orbe lleno Qué, si me fuerzan de mi Luz los ojos?
Mira en los altos troncos el ajeno
Trofeo, y gime viendo allí colgados CHI.
Los despojos, jamás nunca esperados Error fué disponer el tierno pecho,
En tanto honor del impio sarraceno. Usado en el dolor de amor esquivo (42),
Y tú, mar, que manchaste tu corriente A nueva libertad que al fin cautivo ;
CVI.
Y blanca nieve llena de graveza,
«Vuelve por tí refrena el presto vuelo,
,
Razón será que en agradable estado Por ella sigo la esperanza mia.
Viva algún tiempo alegre y no medroso. Tus viras en mi pecho traspasado
»¿Qué fuerza del Amor, qué brazo airado Ya no caben Amor, porque está lleno
,
Y apena osa, y al fin osadamente^ Y asi amo solo, y ella sola ainada
,
Suspiro y lloro cuanto es luengo el dia (48), Si pura fe, debida á vuestra alteza
Y nunca cesan el suspiro y llanto Merece algún perdón de su osadía,
Cuanto es luenga la noche oscura y fría (49). «Vuestro excelso valor y gran belleza
La dulce voz de aquel su dulce canto No se ofendan en ver que oso y espero
Mi alma tiene toda suspendida; Premio que se compare á su grandeza.
Mas no es canto la voz, es fuerte encanto; «Tanto peno por vos, tanto vos quiero,
Que tras su viva fuerza y encendida Y tanto di , que puedo ya atrevido
Me compelido sin provecho,
lleva Decir que por vos vivo y por vos muero.»
Para perder en tal dolor la vida. Así digo; y en esto embebecido,
Duro jaspe cercó su tierno pecho, Con dulce engaño desamparo el puerto,
Do Amor despunta con trabajo vano Y me abandono por el mar tendido.
Las flechas todas del carcax deshecho; Sopla el fiero aquilón, de bien desierto,
El rostro, do escribió Amor de su mano: Las ondas alza y vuelve un torbellino
,
« Dichoso quien por mí pena y suspira Y el cielo en negra sombra está cubierto.
No puedo ¡ay oh dolor, ay oh mezquino!
Remediar el peligro que récela
Que en mis ojos desmaya el triste llanto, De juncos, cañas y coral ornada,
Y fallece en silencio mi gemido. Tendió los cuernos húmidos, creciendo
'
Por esta oscura soledad perdido, La abundosa corriente dilatada ,
Ver el fin sin tentar nueva ventura. Esta estrofa me parece que fué inspirada por el recuerdo de los
siguientes versos, que, traduciendo á Claudiano, puso
Herrera
e n las Anotaciones á
Garcilaso , precedidos de estas palabras:
CX.
«Claudiano en el noveno consulado de Honorio pinta diferente-
Rayo de guerra, grande honor de Marte, gallardía jor-
mente esta tristeza del Po con grandísima belleza y
palabras y en las figu-
Fatal ruina al bárbaro africano, que todo su cuidado puso en la pompa de las
Que en la temida España del romano ras y modos de decir hermosamente.» Esto mismo
puede aplicarseá
Imperio levantaste el estandarte los versos de la canción de Herrera. Los que se
leen en las di-
Si la voz de la fama en esa parte chas anotaciones son:
Do estás puede llegar al reino vano, sublime frente
Levantó en alio la
Teme con el vencido italiano De su corriente blanda y agradable,
Del osado español la fuerza y arte. Y relucieron los dorados cuernos
Otro mayor que tú en el yugo indino Con rociado rostro, despartiendo
Lo puso y un gran Leiva la Vitoria
,
Viva lumbre por todas las riberas ;
De Italia conquirió en sangrienta guerra. No cubre y ciñe con humilde caña,
Y al fin un nuevo César", que al latino El vmgar ornamento de oíros ríos,
En clemencia y valor ganó la gloria, A su mojada crin porque dan sombra
,
FERNANDO DE HERRERA.
Tú, después que tu espíritu divino, No temo ya ni siento la mudanza
De los mortales nudos desalado, Que en la sombra de un bien me dio mil daños,
Subió ligero á la celeste alteza Nacidos de una vana conliauza.
Con justo culto aunque en lugar no diño
, Luenga experiencia en estos cortos años (1)
A tu inmenso valor, fuiste encerrado; De tantos males trueca á mi deseo
Hasta que aliora la real grandeza El curso enderezado á sus engaños.
,
Y cuan ufano me hallé contigo. Que ni quiero tus males ni tus bienes.
No te refiero yo mi alegre historia ¿Ves este pecho de valor desnudo.
Con presunción"; antes la traigo á cuenta (">) Abierto, traspasado á tantas flechas?
Para mas confusión de mi memoria. Hará de tu desden un fuerte escudo.
Ño es tanto el grave mal que me atormenta, Aunque pesadas vengan y derechas
Que no merezca mas, pues viendo abierto Puede tanto el agravio de mi ofensa,
Él cielo al bien, me bailo en esta afrenta. Que sin efecto volverán deshechas.
Austro cruel, que en breve espacio has muerto No sé cuitado, si hacer defensa
,
La bella flor en cuyo olor vivia, Será mas daño que tu dura fuerza
;
Del lago Argivo la serpiente fiera Hacer que de ellas yo me aparte y de ella
No se multiplicó con tal espanto Me olvide un punto, porque el vivo fuego
Como en crecer mi daño persevera. Que nace de su luz serena y bella ,
Tú me traes á una y otra mano Parle de España mas mejor que el todo.
Sujeto al freno, y voy á mi despecho
Por fragoso camino y por lo llano (4). CXV.
Condición tuya es rendir el pecho
Feroz; oso decir que ya te olvidas No siento ya del modo que sentía
Del dulce amoríos hechos, ni el contento
De ella con quien me pone en tanto estrecho.
¿Tu arco y Hechas dónde están, tonudas? Que en el tierno dolor de mi tormento
¿Dó está el ardiente hacha abrasadora Y en mi sola tristeza descubría
De tantas almas á tu ley rendidas? Porque esto que perpetuo yo fingía
¿Eres tú aquel que al padre de la aurora, No alcanza mi doliente sentimiento,
Vencedor de la fiera temerosa,
Y no se puede ¡ay hado violento!
Guardar bien tanto en la memoria mia.
Quebró el orgullo y sojuzgó á deshora?
Pierdo triste el sentido con la pena
Aquella diestra y fuerza poderosa
Que derriba los pechos arrogantes, Que tengo en verme en tal estado puesto,
Lleno de confusión de bien desierto.
¿Dó está ocupada ó dónde está ociosa? ,
Las honras que ganaste triunfando ? Vos, que ajeno del mal en que rendido
Fuisles al duro Amor, alzáis la frente,
Queréis que sea sin razón deshecho; Las manchas , y cuan tarde se desata
Aunque no me saldrá del tirme pecho De su pasión quien anda en este suelo!
Del justo amor el gran merecimiento, Mil buenos pensamientos desbarata
Y he de llevar contino, descontento, La ocasión , á deleites ofrecida,
La injusta pena de este injusto hecho, Cuando menos el hombre se recata.
Romped los lazos ya de esta cadena Mas estos son peñascos de la vida
.Que suelto á mi pesar, si al cabo os place Do se rompe la nave en mar ondoso,
Poner fin triste á nuestro dulce trato. Si no va con destreza bien regida.
Yo vuestra culpa sufriré y mi pena, ¿Quién es tan temerario y desdeñoso,
Pues larde sé que en esto satisface Que se entregue á la muerte en esperanza
A tanta voluntad un pecho iugiato. Del caso siempre incierto y peligroso?
Quien quisiera hartarse en la venganza
CXV11I. De mis males, hallara á su deseo
Colmada la medida sin mudanza,
Temor me impide, esfuerza la esperanza , conociendo yo mi devaneo,
Si,
Y cuanto me entorpece, Alfonso, el hielo, No diera al vano gusto de la mano
Tanto el ardor me alienta y alza el vuelo, Y' alzara de la tierra al fiero Anteo.
Que aunque mi grande alan al suyo exceda, Ahora voy por una llana vía
Deseo que no acabe mi tormento. A la seguridad del bien que sigo,
Do será no acertar desdicha mia (6).
Considero, apartado yo conmigo,
CXIX.
Del rojo sol la inmensa ligereza
A Luís Barahona de Soto. Y en cuanto infunde su calor amigo;
La tibia instable luna, la grandeza
,
Soto, no es justo que tu canto suene, Del ancho mar, su vario movimiento
Y honre solo al humilde Daurq frío; El sitio de la tierra y su firmeza.
Mas digno es del el sacro Bétis mío, Juzgo cuánto es él gusto y el contento
Que elnombre luyo en tanta estima tiene. De gozar la belleza diferente
Las venas de Castalia y de Pirene Que en sí contiene este terrestre asiento,
Rebosarán por tí en su ondoso rio, Y cuan dulce es vivir alegremente
Y vendrá á conocelle señorío Espacios luengos de una edad dichosa (7),
Quien fué sepulcro al hijo de Climene. Y contemplar tan alto bien presente,
Aquí es la rica Arabia y el dichoso Do en esta vista y luz maravillosa
Nido en que tu inmortal fénix enciende El ánimo encendido ensalce el vuelo
El fuego que en tí afina su belleza. A la profunda claridad hermosa;
Vén al florido asiento y oloroso; Y allí se afine de aquel torpe velo
Huye el desierto, do su luz se ofende Que en sí lo trajo opreso, y no le impida
Y de tu exceUo ingenio la grandeza. La gruesa niebla ni el error del suelo.
¡Cuánta miseria es perder la vida
En la purpúrea flor de la edad pura,
cxx. Sin gozar de la luz del sol crecida!
El frigio nudo deslazar procura ;Cuán vana eres, humana hermosura!
El grande vencedor del Oriente , Cuan presto se consume y se deshace
Y en vano cansa, aunque mil modos tiente, La gracia y el donaire y apostura (8). !
Con flaquezas de mil miserias llenas (9) Que osó manchar mi nombre esclarecido?
Y tan mal nuestros bienes conocimos, Mas la verdad, mayor que su alto canto,
Y dimos tanta mano al torpe gusto, Dirá que menos casta y generosa
Que solos sus regalos admitimos. Lucrecia fué que la fenisa Dido.
¿Dó está el deseo ya del honor justo?
Dó el amor verdadero de la gloria ! CXXIII.
Dó contra el vicio el corazón robusto?
Gran hazaña es gozar de la Vitoria Podrá imitar la singular destreza
Del bravo contendor, y los despojos De! pintor el semblante generoso
Guardar para blasón de la memoria ; Y el r;iyo de esas luces amoroso,
Pero es mucho mayor ante los ojos Si tanto cabe en la mortal bajeza;
Que miran bien, por la no usada senda Mas ¿cómo imitará tanta grandeza,
Caminando entre peñas y entre abrojos, Tantos bienes que el alto y poderoso
Sobrepujar en áspera contienda Olimpo os dio, si al que es en ver dichoso
Sus contrarios, y verse en la ardua cumbre, Ciega la luz de esa inmortal belleza?
Do no alcance el nublado ni le ofenda. No puede merecerla suerte humana
Mas ¿quién podrá subir sin viva lumbre? Bien de tanto valor, porque encogiera
Quién sin favor que aliente su flaqueza En este corto espacio todo el cielo.
Y de esta grave pesadumbre?
le alce Baje Amor, ¡oh Francisca soberana!
Si yo pudiese bien en tu belleza Y descubra esa imagen Verdadera,
Fijar mis ojos, musa soberana. Para que nunca envidie al cielo el suelo.
Y contemplar cercano tu grandeza
Del ciego error y multitud profana, CANCIÓN X.
Que se entorpece en la tiniebla osema,
No seguiíin la opinión liviana; Bien puedo en este ospuro y solo puesto,
AulebCOii libertad libre y segura (10), Pues el silencio ocupa esle desierto,
Romper voz y quejas de mi llanto.
la
(9) Con mil flaquezas de miseria llenas. Sufrí la fuerza del dolor molesto
(10) Antes con voluntad libre y segura. Cuando en el mal cabia al¿un concierto
! , ,;;
, ,;, ,, , , ,
Alguna vez prometo Sino que consintáis que por vos pene.
Romper por el camino mas espeso
CXXVI.
Par3 salir del mal, y es error mió.
Porque me lleva con el mesmo exceso Pues cubre el orbe en asombrado velo
Por la revuelta senda La negra oscuridad, y las estrellas
Donde me cansa ciego desvarío,
el Miran, errando en torno en formas bellas,
Y desespero y á suelta rienda
el bien, Dudosas el desierto y hondo suelo ,
Voy adonde no habrá quien me defienda. Tú, noche, á quien mis lástimas revelo,
Segura es la fortuna al miserable, Y al gemido respondes triste de ellas,
Porque de mayor daño falla el miedo; Oye mi mal, aliende á mis querellas,
Yo en última miseria estoy, y temo, Así á li sola sirva el vago cielo;
Si ya no mayor mal, mal variable; Que no quiero que el dia vea el llanto
No es mucho que lo tema, pues no puedo De estos ojos mezquinos; que en tal pena
Asegurarme. ¡Oh mi dolor supremo! No conviene la luz al dolor mió.
Sácame de este extremo, Escucha tú, que del color eJ manto
Entrégame á los brazos de la muerte De mi ventura tienes, oh serena
¡
Mas bello que la luz del sol dorado Juntar las musas al furor insano.
Traerme preso sin jamás rompelio; Otro que tenga espíritu y denuedo
Y unos ojuelos de color mezclado, Podrá cantar igual á tan gran hecho
Que prometen mil bienes sin dar uno, Que yo en decir mis males estoy ledo.
Tomaron el imperio en mi cuidado. El dolor que padece vuestro pecho
Vilos, y me perdí; mas ¡oh importuno Permita, y la serena luz ardiente
Remedio, que no viéndolos me pierdo Y el oro que os enlaza en nudo estrecho.
Del mayor mal que tuvo amante alguno! Que yo oh sublime gloria de Ocidenle
¡
El seso pierdo cuando estoy mas cuerdo; Ose mostrar en este rudo canto
Pero amor es furor; quien no está loco Lo que el deseo publicar consiente;
Dirá que hablo sin algún acuerdo. Que si como pretendo yo levanto
Las cosas que de amor apunto y toco La voz, el indo extremo, el lapon frío,
No alcanza esa profana y nula gente Y aquel que el alto Febo abrasa tanto,
Vos que de su mal no sabéis poco.
sí, Y quien habita el amazonio rio,
Yo voy por un camino diferente Honrarán vuestro nombre generoso
En los males que tengo, y nunca espero Admirados de oír el canto mío.
Sanar de este dolor que ia alma siente. ¿Cuándo será aquel dia en que el hermoso
Al bien medroso, al mal osado y fiero, Rayo de amor y celestial lucero
Y estoy de gloria y ufanía lleno Hiera este campo y rio venturoso?
Cuando en la fuerza del tormento muero. Bélís, que al grande Océano ligero
Si puedo alguna vez hallarme ajeno Con curso ufano contrastar porlias
De mi pasión, ocupo la memoria Sin espantarte su semblante fiero,
En cuan poco merezco lo que peno. Con creciente mayor que la que envías
No cabe en mí pensar que tanta gloria Rebosa, y salgan del ondoso seno
Se debe á mi dolor, ni que se entienda Tus ninfas á ayudar las voces mías.
De mi afán la dichosa y rica historia (H). Descubra el cielo el resplandor sereno
No hallo ya razón que me defienda Y virtud nueva infunda á tu ribera,
De perdición, pue*s corro tras mi engaño Y al campo, de mil flores siempre lleno.
Y me despeño sin cobrar la rienda. La luz de hermosura verdadera,
De un día en otro voy al fin del año, Por quien suspira el venturoso amante,
Desvanecido y lleno de esperanza, Por quien en esperanza desespera,
Sin abrazar el claro desengaño. De rosas con faz pura semejante (13)
,
Que del honrado intento me relira Y' ciñe con mil ramos de corajes
Mas ¿quién tiene tan grande fortaleza? La venerable frente, á cuya alteza
Quién ve libre del mal aquel semblante Son los mas grandes rios desiguales;
Y pura flor de angélica belleza? Y ofrece humildemente á su belleza
No soy peña ni duro diamante; Los nobles dones que abundante cria
Tal furor tierno vive en estos ojos De tu fértil corriente la riqueza.
Que de su luz se enciende en un instante. Venid diciendo «Ya, Señora mia,
:
Son pequeños, no alcanzan mis enojos Merezca ya por vos aquesta tierra
A merecer la gloria del mal mío El bien que mereció esa tierra fría,
Ni verse juntos entre sus despojos. »En esta parte el largo cielo encierra
Nevoso ivierno y abrasado estío Tanto puede alcanzar la suerte humana,
Destruyen mi esperanza de tal suerte Cuanto aparta de otras y destierra.
Que me acaba el calor y mata el frío (12). »Sola vuestra grandeza soberana
Mas que otro pudo ser, mi pecho es fuerte, Le falta para ser siempre dichosa;
Pues no fallece en tal dolor, sufriendo Venid pues , oh clarísima Diana.
Los extremos efelos de la muerte. »Este prado y ribera venturosa,
Cual suele Febo aparecer trayendo Este bosque , esta selva y esta fuente
La luz y los colores á las cosas Vos llama y vos suspira deseosa (14).
Cuando del sacro mar sale luciendo, «Ceñid vuestra serena y limpia frente
Tales sus dos estrellas gloriosas De este florido cerco, entrelazado
Dan á mi alma claridad divina, De los ricos esmaltes de Oriente.
Que me enciende en mil llamas amorosas » Humilde don , mas debe ser preciado
Y cual se muestra el »ielo si declina Que yo doy solo á vos estos despojos,
(11) De mis afanes la dichosa historia. (13) Con pura faz de rosas, semejante.
(12) Que me mata el calor y acaba el frío. (14) Os llama y os suspira deseosa.
; ,
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Vos tenéis, gran Marqués, de esto que canto Por una y otra parte, y no cesando,
La culpa , y me hicistes atrevido Suene en llanto confuso todo el prado.
Que yo de mí no pienso ni oso tanto. «Decid hijas de Bétis, suspirando,
,
Gloria de mil desdichas dieron llena (Ib) Xanto ó en Délo estés, vén ya ceñido
Al simple canto á cuya rustiqueza
, De funesto ciprés la triste frente;
Abrió el Amor una profunda vena. «Quebranta el arco de oro guarnecido,
Mas para celebrar la gran belleza Despedaza los duros pasadores,
De la inmortal Diana y su luz pura Pues tu gloria y cuidado es ya perdido.
Y del mucho amor vuestro la grandeza, «Vén, no esparciendo al aire tus olores,
Ni puedo ni merezco tal ventura. Citerea, ni en mirto coronada
Ni mezclando las rosas á las flores;
SONETO CXXVIII. «Mas con cerúlea veste congojada
Y en triste hábito venga la alegría
A Garcilaso. Con negras hachas y con luz turbada.
«Y tú, lloroso Amor, en compañía,
Musa, esparce purpúreas, frescas flores
Rotas flechas y aljaba y arco, alzando
Al túmulo del sacro Laso muerto
Con las gracias del llanto la armonía.
Los lazos de oro suelte sin concierto
«Traed, valles, suspiros, vos llorando,
Venus lloren su muerte los amores;
,
Vuestro amor, vuestros celos y dolores: Cuan presto pierdes el color llorido,
«Porque Salicio, al cielo alio subiendo, Y muestras los despojos de tu daño
Así lo quiere; y llenos de alegría, El oro, vuelto en plata, un blanco paño
Cubre, y el color vivo y encendido
Alzad el canto, versos componiendo ;
«Y junto aquella pura fuente fria De los ojos, sin fuerza ya y perdido ,
Este verso cantad en el sagrado De tu vencido orgullo es desengaño.
Lauro que de sus hojas lo cenia Acabas, y tu dulce tiranía ,
«Porque si algún pastor allí cansado Y al lin, si acabas, mueres con viloria
Llegare, pueda vello y dar memoria De nuestro error en devaneo tanto;
Del túmulo que cerca está labrado. Mas quien por li se olvida y desvaría
«Salicio, al campo y á pastores gloria,
Del camino, perece sin memoria,
En brazos de las musas muere puesto, Con mayor culpa, en un perpetuo llanto.
Y en el cielo está vivo con viloria.
»Yo te pondré, Salicio, después de esto, cxxx.
Dos consagradas aras, levantando A Francisco Pacheco.
Una á tí y otra á Febo en este puesto,
«Pues le igualas en canto dulce y blando Ya el rigor importuno y grave hielo
Y aquí pondré dos vasos espumosos, Desnuda los esmaltes y belleza
Ambos con leche nueva rebosando. De la pintada tierra y "con tristeza
,
Que blandamente entre árboles sonaba. ¿ Por qué no fué en la flor primera mía ?
Traia la marea un movimiento «¿Porqué, ya que conozco el mal presente,
Suave y tierno, en torno desparcido, Con esta voluntad con que me veo
Que heria con dulce sentimiento. No vuelve la belleza que solía? »
Vi el campo en flores varias revestido,
Que del rocío estaban esmaltadas, REDONDILLAS (20).
Con que mas su belleza ha florecido;
No así en el nuevo verano
Vi las húmidas rosas levantadas
Despoja al prado hermoso
Abrir las hojas bellas, que primero
El vapor mas inhumano
Tenían todas juntas y cerradas,
Del estío caluroso,
Y alegres con la vuelta del lucero, Cuando abrasa el mediodía
Mostraban su color entremezclado,
Con el sol , que está inflamado
Mas hermoso que nunca y mas entero. En su carrera tardía,
No sé si la alba habia á rosas dado Y arroja en el mar sagrado
O tornado el color, y si á las llores
A la breve noche fria;
Habia el día nuevo retocado.
Y el filio, el color perdido,
Uno el rocío y unos los colores,
Se desmaya y desfallece
Uno el dia, y de Venus amorosa Y del verde astil florido
Ambos, y por ventura unos olores; La dulce rosa perece;
Mas aquel con mas fuerza poderosa Como reluciente
el lustre
Por en grande alteza,
el aire se tiende
Que arde en belleza
la tierna
Acá mas cerca espira el de la rosa.
Robar y perderse siente,
La reina de las gracias y belleza Y deshace su viveza
En su flor mesma y astro reluciente Cualquier pequeño accidente.
Pinta del puro rojo la fineza.
Ningún dia no llevó
Las flores ya extendían juntamente Despojos de hermosura,
Con hermosas figuras reluciendo, Y huyendo, nos mostró
Su color y postura dilerente. La beldad no estar segura.
Uñasen punta suben esparciendo ,
¿Qué sabio fia en bien vano?
Sus tiernas hojas al abierto cielo ,
Goza si el tiempo lo deja
Otras una corona van tejiendo
Mas ya te apremia liviano,
Otras se tuercen al herboso suelo,
Y á la hora que se aleja
De verde azul y jalde señaladas
,
Otra peor va á la mano.
Con violado ó con purpúreo velo;
Y casi unas con otras enlazadas, EPIGRAMA (21).
Heridos los colores van mudando,
Y á los ojos engañan ayuntadas. Cuando osado Leandro,
el
Esto miraba atónito yo, cuando Olvidado de temor,
Vi toda su belleza ir de caida
El resplandor y olores olvidando.
(19) Traducido de otro de Tomás Mocenigo que empieza
Maravílleme viendo así perdida ,
Y muerta ya la rosa aun no nacida. Imprimióse por vez primera en las Anotaciones ú Garcilaso.
Tanta belleza y varios resplandores (20) Traducción de unos versos de Séneca en el
Hipólito, que
Un dia mesmo adorna y descompone empuizan
Ofreciendo y robando sos colores. Non sic prata novo veré dectntia etc. ,
Con la luz que les das, al claro dia No rompes! ¿Cuándo esperas ablandarte?
Salen de las tinieblas del olvido. ¿Después de esta terrible y grave suerte?
Grande , pero dichosa , tu osadía De mi alma murió la mayor parte;
Que consiguió este fin de una esperanza Y el cielo, que en mi llanto es buen testigo,
Que solo en noble corazón se cria. Ve que nunca el dolor de mí se aparte.
Ahora nueva vida Laura alcanza ¡Oh ejemplo de virtud y caro amigo,
Y á tí debe lo mesmo que al toscano, Que en mis entrañas vives juntamente !
Pues reparas del liempo la mudanza. Lo mismo que ya fuiste eres conmigo;
En tanto que hiriere Amor tirano Que la fe del amor jamás consiente
A su rendida escuadra, y en los ojos Que la muerte consuma con tu vida
Se viere de quien aman inhumano , La Hamaque mi pecho ardiendo siente.
Y por un breve bien largos enojos Cortóse el paso á la amistad crecida;
Diere en quien mas espera en su crueza ,
Que nuestro dulce trato es acabado,
Trocando y renovando sus despojos , Y el corazón de amarte no se olvida.
Desle trabajo tuyo la grandeza Pensaba yo que el cuerpo desatado
Celebraráse con eterna vida De los nudos de la alma antes viviera
Que no sienta del tiempo la dureza. Que yo esperar solo, apartado.
sin tí
Después que llevó muerle escura y fria Al sol ardiente, al importuno lrio,
De tu mortal cuidado los despojos Mi dulce cazadora esté conmigo.
Huyó de mí el contento y la alegría. Este bosque es testigo
Lágrimas abundaron en mis ojos, Cuántas veces la llamo y busco en vano;
Y por tu arrebatado apartamiento La aurora me oye sola sin su amante,
En mi se renovaron los enojos. Y se ofrece delante
El inmortal y claro ayuntamiento Cuando espera las fieras en lo llano.
Celebró los trofeos de tu gloria, Suspira ella su amor, yo lloro el mió;
. Y gimió Bélis, lleno de lamento. Si almonte mira yo á mi valle y rio.
.
Sonó una voz llorosa en tu memoria, Hermosa cazadora, que lias lievado
El ingenio y bondad junto acabaron ; Del frío bosque mi herido pecho
Cuando el hado gozó de tu victoria Con el cabello de oro suelto al viento .
Donde tu cazador duerme ascondido; Que vendrá el día en que las hebras de oro
Que ya otra cazadora mas hermosa Mude la edad ligera en blanca plata
Persigue impetuosa Antes muera que vea tu tristeza.
.Al jabalíespumoso y enojado, Mas ¿para qué suspiro, triste , y lloro
otra mas hermosa cazadora
Por quien á mis querellas es ingrata?
Que ya
Al ciervo sigue ahora. Si tu dureza mala
Si Endimion la viere , tu cuidado,
Aquien te sigue, aquel que te aborrece
Venciendo de la sierra la braveza
¿Qué pena habrá que iguale con su culpa?
Te dejara por ella con tristeza.
Pero ¿quién no me culpa,
A Endimion no dejes tú, Diana; Pues sigo solo el mal que se me ofrece?
Queda con él , no siga al amor mió, Suspenso en el amor y en el deseo,
Al fin doy en ciego devaneo.
Tu amor Endimion "esté contigo.
Mas vos, amores, rojos dulcemente,
Dejad las ondas claras de Citera,
(25) No
fué esta elegía publicada por Pacheco en su colección, Y á mi ninfa herid con vuestra llama,
sin embargo de conocerla. Púsola enla vida de Juan de Malara, que Que su hermosa flor perder no siente
dejó inédita con otros apuntes de los hechos de ingenios anda- Sin fruto inútil en la edad primera ;
luces. En el Semanario Pintoresco (2 de febrero de 1845 ) vio por Y tú,Latonia, pues amor te inflama,
vez primera la luz esta cks'a. Cuando el monte le llama
, ,, ; , , , , ,
POESÍAS
dü
JUICIOS críticos.
iPublicata una cuín don Francisci de Medrano, eximii poetae, variis carminibus.
Las poesías líricas de don Francisco de Medrano , publicadas al fin del poema los "Remedios de
amor, de don Pedro Venegas de Saavedra , son de las mejores de aquel siglo, y se conoce el buen
gusto con que se aplicó su autor á imitar la gravedad y juicio de Horacio... La traducción del
Arte poética de Horacio, hecha por don Vicente Espinel, es excelente, y se encuentra al fin de sus
poesías. También la tradujo en verso castellano don Luis de Zapata, y se publicó en Lisboa, 1592.
Fray Luis de León tradujo algunas odas, que están con sus demás poesías impresas. Otras mu-
chas se hallan traducidas con singular acierto por don Francisco Medrano entre sus rimas.
; , ;
POESÍAS
IV.
COMPOSICIONES VARIAS.
En la playa de Barcelona, volviendo de Roma.
SONETO PRIMERO. Pláceme ver el mar cuando se enoja
A Fernando de Soria Galvarro ,l). Y á montes de agua montes acumula ,
Y al experto patrón que disimula,
Sé que allá corre el inundo asaz ligero Prudente, su temor, puesto en congoja.
Donde, l'alal ministro de su muerte, También me place verlo cuando moja
Pródigamente ponzoñoso vierte La orilla mala vez, y en leche adula
Mas de dulzura el verso lisonjero; A quien sus culpas llevan ó su gula
Ríen como á ¡maule pues, que sin entero A cortejar cualquier birreta roja.
Seso., el remedio de su mal no advierte, me place y pláceme sereno
Turbio
Beba lo falso y á beber acierte, Verlo seguro, digo, dencle afuera,
Yendo engañado al bien, lo verdadero. Y este medroso ver, y este engañado ;
Solo aquel tocó el punió que prudente No porque me dé gusto el mal ajeno,
Con lo dulce templó lo provechoso, Mas por hallarme libre en la ribera
Y ¿á quién fué Apolo, á quién fuéasí clemente? Y del mar falso asaz desengañado.
Yo, Soriano, lo miento, codicioso
Del pro común lú apruebas (pie lo intente;
; ODA PRIMERA.
Suceso denlos ciclos venturoso.
A don Alonso Santillan, alférez real de los galeones (?).
Porque tuve por gloria el vencimiento. El avaro, y mas que Átalo poseas
Poder matar no crea
III. Su sed. ¡fáltale, oh, cuánto
A quien mucho desea!
A san Pedro, en una borrasca, viniendo de Roma. Ríen posible será volver el rio
Pescador soberano, en cuyas redes Que de altas cumbres viene despeñado
Con muda lengua adore y fe marchita Los montes, ves el soto ya desnudo,
Al vencedor pendón de Santiago, Y con el hielo agudo
Que desde el aire vago Los arroyos parados.
Escupirá de rayos un diluvio Llégate al fuego, y quítame delante
Contra el fiero britano y franco rubio. Esos leños mayores. ¡Oh qué brasa!
Que pues ni en fe ni en religión ni en celo ¡Y qué á sabor las asa
Era mayor Teodosio , y la perfidia Nise y Alicante!el
De tus émulos lleva delantera tales? Come bien , que están suaves
¿Qué
A los suyos, mal grado de la envidia Las batatas, y bebe alegremente;
Espera venturoso ver el cielo Que no serás prudente
Conducido, Señor, á tu bandera, Si necio ser no sabes.
Militando por tí en escuadra fiera » Remite á Dios, remite, otros cuidados;
La piedra, el huracán, la nube oscura Que él sabe y puede encarcelar los vientos
Rayos , truenos, relámpagos, dragones, Cuando mas turbulentos
Y otras cien mil aéreas impresiones, Los mares traen hinchados.
Si ya con luces solas de fe pura Huye saber lo que será mañana
( Pues la insignia en tí dura
Salga la luz templada ó salga fría
Del vellocino), cual Gedeon celoso, Tú no pierdas el día
Vencedor no salieres milagroso. No que jamás se gana.
,
De la humana grandeza el humo vano, Cuando ella tuerce? Oh cómo hermosa, ¡ el cuello
Y un mundo y otro atento á su servicio. A mis ardientes besos , y rogada,
Cuando Guadalquivir con avenida Con saña fácil niega
Soberbia hinchado sobre sus riberas, Lo que ella mas que el mesmo que le ruega
Lánzase al mar con mas veloz corrida, Dar quisiera robada!
Bien así las que ves perecederas
Glorias, tarde aquistadas, desta vida ,
XIII (10).
Cuando mas crecen huyen mas, ligeras. Al licenciado Francisco Flores, capellán de los Reyes Nuevoi
de Toledo.
XXI.
No tiene lustre alguno la ocultada
Esta que te consagro fresca rosa, Plata en las avarientas venas, Floro,
Primicia, Galatina, del verano, •
A una y otra fortuna sin mudanza Mas los daños del tiempo presurosas
Uno te ve y te admira la bonanza Las lunas los reparan
Y uno el Euro mas turbio y proceloso. Y restituye el céfiro las rosas
Yo quedo en tierra firme y mal constante; Que los cierzos robaran.
De dolor embestido y de alegría Nos , , si tal vez una
de peor condición
Altero por momentos el semblante A cedemos,
aquella luz
Mas si un mar brama dentro en la alma mía, ¿ En qué abril , á qué viento, con qué luna
No fuera no, cual tú lo ves delante.
,
Renovamos podremos?
Júpiter ¿cuántas formas mudaría?
XV (12).
XXIV.
¿Quién es oh Pirra el mozo delicado
¡ !
Mustia la vid , de aquella y de esta vara Que en ámbares bañado y entre flores,
,
Llora el robo, y del fruto que le espera Hoy goza tus amores?
Mal cierta, ala hoz culpa. ¡Oh supiera, si ¿Para quién has trenzado
Oh cómo supiera no llorara
si Tus rubias hebras con sencillo aseo?
El rústico novel con mano avara ¡Ay, cuántas veces, ay, tu fe y su hado
Fia á la tierra en breve sementera Ya llorar ha mudado!
El grano, de cogerlo en fértil era Y admirará el Egeo,
Medroso ; el bien esperto oh cómo osara ¡ Con vientos negros áspero, en la fiera
El otoño enriquece , y el eslío Tormenta nuevo, el que te cree y te adora
Corona al uno y otro de racimos Por hecha de oro ahora,
Y de espigas los senos y las sienes. El que siempre te espera
Sufre y osa , varón corazón mió De otro cuidado ajena y siempre amable,
Que á la paciencia y á la audacia vimos No advertido del viento mentiroso,
Ricas y coronadas de mil bienes. Que le espira amoroso
Aquel ¡oh miserable!
XXV. A quien tu faz de nuevo resplandece
A don Gutierre de Ocampo. A mí del mar y la tormenta esquiva
Una tabla votiva
Cuanta la tierra es toda comparada Libre al templo me ofrece.
Con el inmenso cóncavo del cielo
Un punto breve, y deste punto el hielo XVI.
Dos partes y una el sol tiene abrasada
De otras que restan dos, que está ocupada A Fernando de Soria Galvarro.
He tierra con los mares , que de suelo ¡ Todos erramos, todos
Yermo está por inútil, oh Marcelo! En cuantos bienes sin acuerdo amamos,
Y á nos un quinto resta deste nada. Y aunque por varios modos,
Sobre él naciones tantas á porfía Todos , Sorino, ciegamente erramos;
Sangrientas, y sin fin se mueven guerra
m ( Durarles ha su posesión , ¿ qué dia ? )
Mas, pues tal es, y á estos llaman bienes (11) Es imitación de la oda de Horacio á Torcuato(vu del li-
En el quinto de un punto que es la tierra ,
bro 4.*), convidándolo á disfrutar de una vida deliciosa mientras
Para le envanecer ¿qué parte tienes? pueda Difugere nives: redeuntjam gr amina campis.
:
multa.
, , , ;; ; ; ! ,,, ,
De así gentiles pechos digna empresa Luego pasmé como el que en noche oscura,
¿Dónde tus soberanos Perdido el tino, el pié mover no osa.
Ingenios, Grecia? Dónde están tus manos? Siguió un gran gozo á aqueste pasmo ó sueño;
Yo, si oponer conviene No sé cuándo ni cómo ni qué ha sido,
En parangón á tan crecidas cosas Que lo sensible todo puso en calma.
Lo que apena ser tiene Ignorarlo es saber; que es bien pequeño
A sombra de provincias tan gloriosas, El que puede abarcar solo el sentido
Que se gozan errando, Y esle pudo caber en sola la alma.
De mi acertado error me iré gozando.
No á mi peso rendido XXX.
Ni á mi lloroso estrago así risueño, A don Juan de Arguijo, contra el artiQcio.
De la paz no ofendido,
Ni alegre esclavo de tan triste dueño, Cansa la vista el artificio humano
Como á dicha se precia Cuanto mayor mas presto; la mas clara
De errar España , Francia , Italia y Grecia; Fuente y jardín compuestos dan encara
Mas , en prisión dichosa, Que nuestro ingenio es breve y nuestra mano.
Asido al carro do triunfando sale Aquel, aquel descuido soberano
De entrambos victoriosa De la naturaleza, en nada avara,
La que mas que este mundo y aquel vale; Con luenga admiración suspende y para
La que es de las estrellas A quien lo advierte con sentido sano.
Emulación y pasmo á todas ellas Ver cómo corre eternamente un rio,
Aquella hermosa, aquella Cómo el campo se tiende en las llanuras,
En fuerte hora nacida para dueño Y en los montes se anuda y se reduce
De cuantas almas huella Grandeza es siempre nueva y grata, Argio,
Con pié señor ó con sabroso ceño, Tal, pero es el autor que las produce
De cuantas mide al dia ¡Oh Dios inmenso en lodas tus criaturas.
!
COMPOSICIONES VARIAS.
ODA XIX. No entonces por algún otro pecado
Que el de nacer para miseria's tales.
^Francisco de Acosta, en la muerte del padre José de Acosta,
A él fué dada insaciable sed de vida;
su hermano.
El solo cuida de la sepultura ,
¡Qué pié, qué manos tan á torno hechas! En desprecio me viene quien la .anchura
Sano la alabo, Tirso,- ¿qué sospechas? Del indio imperio alcanza
Ya la edad me asegura. Con suerte mal segura.
Y aunque ni las abejas calabresas
SONETO XXXV. Me labran miel, ni vinos regalados
De Ribadavia añejos ven mis mesas,
Hecho en concurrencia del que se si^ue de Fernando de Soria, Ni ocupar mis ganados
que le pidió que escribiese en este argumento. De Alcudia lasdehesas,
No pobreza importuna me atormenta
Solo uno el hombre nace despojado Ni tú lo permitieras, y enfrenada
De bien lodo, y de lodos invidióso 1.a codicia, ni así del íisco aumenta
Misero él solo, y solo él ambicioso,
Mi hacienda limitada
Para nada despierto y ensecado.
La mal habida renla
A llorar sí, que solo es¡o de grado Como la del que siempre afana en vano.
Le dio naturaleza, y tan vicioso
Fállale á quien de poco es enemigo,
Y tan rudo animal y así llorín , )
Mucho. Dichoso á quien con seso sano
¡
Para dueño de todos fué criado. Dios le dio bien amigo,
El solo ni ofender ni defenderse
Lo asaz con parca mano!
En diferencia tanta de animales,
Ni comer puede ó sabe, ni moverse.
¡Oh loco! y pensará nacer de tales XX!I (15).
Principios para solo envanecerse!
Cuál es la presunción de los mortales!
¡
Menos veces te baten las cerradas
Ventanas ya mancebos porfiados,
Ni te rompen el sueño, y desvelados
XXXVI.
No traen así alteradas
De Fernando de Soria á Bartolomé Leonardo de Argensola. Tus vecinas ; y tú , que los umbrales
Solícita y los quicios latigabas
El hombre solo en tantos animales^
Leonardo, nació al llanto él solo atado
Menos ya, menos oyes las aldabas,
;
COMPOSICIONES VARIAS.
Del porvenir no cuide, y la precisa ODA XXVI (18).
Ocasión de pesar temple con risa;
Que no hay bien consumado. A don Alonso de Medrano, su hermano.
Robó á Alejandro el hado intempestivo,
Alargóse, invidioso de Adriano, Al cielo si las manos levantares
Y á mí por dicha el tiempo dará humano Y los ojos, Minardo, vergonzosos;
Lo que á tí niega esquivo. Si con votos piadosos
De apriscos á tí un ciento en torno ciñen, Sus iras aplacares,
Mil vacas para tí las ubres crecen, No sentirá los asiros pestilentes
Y para tí el relincho ensoberbecen Tu vid, ni las langostas tu sembrado,
Mil yeguas, y se tifien Ni los hielos tu prado,
Tus paños una y otra vez en grana Ni los soles ardientes.
A mi una grey dio el cielo, de vil precio, El rico, á quien el oro ensoberbece?
Un grato ingenio , un señoril desprecio Diez escogidas vacas las , mas gi uesas
De la chusma profana. Que pastan sus dehesas,
A Dios en voto ofrece.
XXV. A tí, de un hogar pobre humilde dueño,
No loca no, tan ambiciosa ofrenda
,
-
,
Al licenciado Francisco de Rioja. Darle has la mejor prenda
De tu redil pequeño;
Vímosla ya , Leucido, ya la vimos
Que si imploraren su deidad ajenas
Ser de Guadalquivir madre arenosa
Tus manos de venganza y de codicia,
lista que pueblan hoy, madre hermosa,
Hallarla han mas propicia
Ricas plantasde fértiles racimos,
Que las del rico, llenas.
Y si la edad, pues tanto es poderosa,
listos pagos de viñas
Y estas de mieses hoy rubias campiñas, XXVII (19).
¿A ser volverán rio?
¿Qué no esperar podré en el dolor mió? Aun tierna cerviz no es poderosa
la
O embestir el bajel en los mas yertos los dioses con manos puras, no por ser corto ó pobre es menos
Escollos ó sorberlo ya el abismo. acepto que los sacriticios mas magiiílicos.
¿Qué temeré, si juntos asi estamos? (19) Imitación de la oda v de Horacio, del libro 2.°: Nondum
Que una ola mesma nos sepulte muertos subacta.
Ó salvos dos dé al templo un voto mismo.
, , , , ; ; , ,
duro cautiverio
El se apresta, y á
Mas que la vida eslima ,
La resaca sorbió del mar hambriento, Peine ¡oh varón! oh rey! ejercitado.
Y al arbitrio del viento ¿No ves cuan espantoso
Y al caso permitido ¿aja el campo formado?
Te viste, y sin aliento. »Mirá cómo Tarífe atravesando
Cumple tu voto, y grato al cielo santo, Osado por las huestes, y valiente
Con lágrimas gozarás; ya el sereno Tu enseña abate, y Muza destrozando,
Rostro baña y el seno; Asombro de tu gente,
Que yo, San liso, al tanto Los campos va talando.
Te espeto en Mirar-Bueno. •Conocerás allí al nunca vencido
¡Oh, fuere á mi vejez lirme reposo Almanzor, que en tu mengua se engrandece;
Este lugar! De mis navegaciones Mas al Conde ay ¿no ves cuan sin sentido
¡
!
Profecía del Tajo en la pérdida de España (21). Respuesta á otra de Juan Antonio del Alcázar, en que
le convidaba á una casa de recreación sobre el rio.
Hendido el postrer godo á la primera
Y última hermosura que en el suelo No inquieras cuidadoso
Vio el sol, del Tajo estaba en la ribera, Lo que maquina el turco y el britano,
Moviendo invidia al cielo Dueño de nuestros mares afrentoso,
Ue su adorada fiera. ¡Oh Fla\io ni te altere el miedo vano
!
África de lu gusto
,
Grave, y de los sentidos deseosos
Y de tu real estado Desvia el fácil sueño
«Despojándote. Ay , ay ! ¡Cuánta fatiga,
¡
Sabroso ¡oh cuánto ya! á la edad lasciva.
Cuánto alan al caballo y al valiente Si los ojos al suelo
Infante amaga! A lanza y á loriga Próvidos inclinamos, ¡cómo hermosa
Cuando se rie con la luz el cielo,
Tú como rogando
así Y tiemblo helado cuando á tí me llego?
Lo mandas, mas omita fuerza tiene, Dirás que eres mi fuego y que aborrezco
Fuerza de ley, aquel tu imperio blando. El morir abrasado cuando veo
¿Podrélo resistir? Barquero viene, Tus llamas cerca, y de temor me enfrio;
Toldado el barco y fresco. Mueve mueve ,
Mas ¿cómo, si arder todo en tí deseo?
Los remos á compás, y apriesa ; lenta- Fiebre debe de ser lo que padezco
Mente vamos do armada Que para mas arder comienza en frió.
De paz ya espera fácil, ya contenta,
La mesa coronada LII.
De flores y de frutas y de nieve,
Y de amistad sabrosa, A la renunciación que hizo el emperador Cirios en el hijo
Males, extremos bienes, estos bienes Ira al fin mujeril; que no cupiera
Que los blasfemas junto y los adoras? En varón semejante villanía
Mas cuando otras miserias no acusemos Necia los que el amor y el cielo unía
;
FRAGMENTOS POÉTICOS
DE
PABLO DE CÉSPEDE:
JUICIOS CIÚTICOS.
Dedicado continuamente Céspedes á las artes y á las letras, hizo en uno y otro los mas bri-
llantes progresos. Su poema de la pintura bastaría para darle un lugar muy distinguido entre los
amenos literatos y entre los sabios artistas. Pero su pincel no fué menos feliz que su pluma, pues
escribía y pintaba con igual inteligencia y gusto. Era exacto en el dibujo, gracioso en las fisono-
mías, grandioso en los caracteres y sabio en el uso de las tintas. Pacheco y Palomino lo recono-
cen por uno de los maestros del buen gusto en Andalucía pero todas las artes españolas deben
;
Su poema de la pintura, cuyos trozos conservamos por el celo de Francisco Pacheco, es supe-
que escribió en latin Du-Fresnoy, y á los de Le-Mierre y Watelet en francés, por su me-
rior al
jor plan y división ,
por la elevación y claridad de ideas, por la pureza del idioma y por la armo-
niosa versificación de sus octavas rimas.
(En las
Dos clases hay de poemas filosóficos los primeros, que con mas propiedad se llaman didascá-
:
licos, y son aquellos en que se dan preceptos de un arte ó ciencia, como las geórgicas de Virgi-
lio, el de la naturaleza de Lucrecio y el de la agricultura de Arato. De esta especie es el de Pa-
blo de Céspedes sobre la pintura, del cual, por desgracia, solamente pocos fragmentos nos han
quedado... Lo poco que de él... poseemos sera materia de eterno desconsuelo por lo que de él
hemos perdido. El episodio, en que con el motivo de la tinta introduce el elogio de los escrito-
res que han ilustrado el linaje humano de los grandes poetas, y especialmente de Virgilio, nada
,
tiene que envidiar al mas perfecto de cuantos en las geórgicas de este leemos.
; ,,; ; , : ;
FRAGMENTOS
DE
Tiene la eternidad ilustre asiento Mas por vuestro valor, último daño (21),
En este humor por siglos infinitos ¡Oh Numancia oh Sagunto que testigos
! !
Y el hado en su favor constante y cierto) Las altas torres con extraña prueba
Con la soberbia sepultura j bella (19) Al tiempo rinden las eternas vidas;
Hiéndese y abre el duro lado en tanto
(9) Según Pacheco, tablón de peral 6 de boj. El mármol liso, el simulacro santo.
(10) Según el mismo, losa. Del gran Señor la omnipotente mano.
(11) Según el mismo el caballete. , Que las ruedas formó dH ancho mundo
(12) Según el mismo, cuchillo de templar colores. Y cuanto adomael pavimento humano
(13) En la colección de Fernandez, en la de Quintana Y el mar y cuanto asconde en el profundo,
y otros
se lee así el verso : ¿No vemos querefietia ó va á la mano
De sus pérfidos filos ya desnudo. De la natura el gran poder segundo?
Sigo el texto de Pacheco. Pues ludo cuanto á luz sacar le place
(14) Según Pacheco el cuchillo de cortar plumas.
,
Acaba y con morir su curso hace.
,
(15) Según el mismo, colores en sus conchas dentro y fuera del ¿ Cuántas obras la tierra avara esconde
agua. Que ya ceniza y polvo las contemplo?
(16) Así Pacheco; Fernandez y Marchena leen:
Olio con que mas cómoda se pinta.
(20) Fernandez omitió esta octava.
(17) Así Pacheco; Fernandez, Marchena y otros dicen:
(21) Mas por vuestro valoró último datío. Tt.tto de Fernaniei.
Con estas otras que á la par destina. Mas por vuestro valor el postrer daño -Texto de Marchena.
(18) Fernandez, Marchena y otros escriben : .--.-*-..,».,
(22) Así Pacheco; Fernandez Ice:
En él esparce los sonoros gritos. ¡
Que si el tiempo y la edad hambrienta lleva.
(19) Con la soberbia sepultura bella. — Textos de Fernandez y Marchena pnne:
otros.
Que así el tiempo y la edad hajubrwata llera.
, ; ; : , ;; ,
No creo que otro fuese el sacro rio Era perpetua noche y sombra oscura
Que al vencedor Acjuiles y ligero La ignorancia que tanto ocupa y tiene
,
Le hizo el cuerpo con fatal rocío Cuando con llama relumbrante y pura
Impenetrable al homicida acero Esta luz clara se aparece y viene;
Que aquella trompa y sonoroso brio Vistióse de no vista hermosura
Del cíaro verso del eterno Homero ,
El siglo inculto y rudo, á quien conviene
Que viviendo en la boca de la gente, Con título vencer debido v justo
Ataja de los siglos la corriente; La fortunada edad del gran Augusto (2a).
Como se opuso con igual aliento ¡Oh, mas que mortal hombre, ángel divino!
El verso grande de Marón divino, ¡Oh ¿cuál te nombraré? No humano, cierto,
!
(-uando con paso audaz de ilustre intento Es tu ser; que del cerco impíreo vino
Del áurea eternidad halló el camino; Al estilo y pincel vida y concierto;
Puso en el trono del purpúreo asiento Tú mostraste á los hombres el camino
La noble Unta del poeta Andino Por rail edades ascondido, incierto,
Al magnánimo Eneas, no el inico De la reina virtud á tí se debe
;
(23) Funde y condensa en el corpóreo velo. — Texto de Fer- (23) Según Pacheco, alude Céspedes al tiempo del emperador
Carlos V. Fernandez lee este último verso
nandez.
(24) Según Pacheco, en el Arte de la pintura, alude aquí Cés- La fortunada edad del grande Augusto.
pedes al fresco del Juicio Ünal hecho por Miguel Ángel. (2G) El aliento , el caudal y la hermosura. —Texto de Fernainlei.
, ;; , ,; ;; ,
(31}
Las de! carro feroz del granito Aquíles. ba y marqués de Priego, cuya casa se señaló por la
Acruil.tr, tercer
(30) Según Cean Bermudez, aquí aludió Céspedes al marqués de mejor casta de caballos.
Priego, de quien se habla en la nota siguiente.
, ,, ,,; , , , , ,; , ,, ,;
A tus cuadrados los perfiles casa Que después que dé vuelta el leve vuelo
Con oscura emalite, do se vea (36) Del tiempo, que consume y desgobierna
El escorzo tan justo, conefeto Cuanto produce y cria el universo,
Igual en todo al imitado objeto. Viviese la memoria de mi verso
Será quizá que entre otros desvarios
DE LA IMITACIÓN DE LA NATURALEZA. En que dan los que aquesta humana senda
Huellan, mirase en los precetos míos
Y pues ya sale y resplandece y dora Uno que alzarse á la virtud pretenda
Con belleza de luz del nuevo dia Y añadiendo al cuidado nuevos brios,
El cielo oscuro la florida aurora, Levantar á su antiguo honor emprenda
Y alza la faz rosada al aura fría, Esta arte ya perdida y desechada ,
A vos llamo y á vos convoco ahora, Sin honra en el olvido sepultada.
Ilustre y animosa compañía , ¿Cómo? ¿No puede ser? Un tiempo estuvo,
Que conmigo entendido aquella parle Y pasaron mil años, ascondida,
Habéis de los principios de aquesta arte. En tanto que la niebla oscura tuvo
Mas ;,qué me canso de pintar, si al vivo De la ignorancia la virtud sin vida
Desfallece el matiz y apenas llega, Hasta que aventajadamente hubo
Si con humilde ingenio lo que escribo Quien la ensalzó do ahora está subida
Mal el verso declara ó mal despliega? Mas, como todas cosas, nunca puede
Firmarse donde permanezca y quede.
No asienta en nada el pié ni permanece
(521 Por ancho campo, donde el fln es cierto. — Texto de Fer- Cosa jamás criada en un estado;
vandet. Este hermoso sol que resplandece
(55) Y acudiendo el favor en la fortuna.— Texto del mismo. Y el coro de los astros levantado
(54) Del tiempo oscurecerlos, ni el olvido.— Texto del mismo. El vago aire y sonante, y cuanto crece
(x>) El texto de Pacheco dice: En la tierra y el mar de grado en grado
De señal la señal atravesadas. Mueven, como ellos cambian vez y asientos,
(3G) Según Pacheco, alude al lápiz negro.
Y revuelven los grandes elementos.
, , , ; , , , ,; :
FRAGMENTO
(37)
EN ELOGIO DE FERNANDO DE HERRERA
A FRANCISCO PACHECO.
DE
FRANCISCO PACHECO.
u
I
P. XVI-I.
, , , ; ! ,, ,
Daba voces con gran furia: Digo, con vuestra paz, que sois vencidas
¿Hemos de guardar ó no'.'» De dos soles que en gloria juzgo iguales
Fabio mió, la razón Y que precio sus claros resplandores
Siga un camino quieto; Tanto, que en estas sombras extendidas
Que nunca el celo indiscreto No envidio vuestros rayos celestiales.
Alcanzó reformación.
EPIGRAMA. (6) Este epigrama fué primero publicado por Espinosa en las
Flores de poetas ilustres. Reimprimiólo Pacheco en el Arte de la
Sacó un conejo pintado
pintara. Corre equivocadamente como obra del conde de Villame-
Un pintor mal entendido;
Como Uo fué conocido diana entre las poesías de este autor. Tradújolo en lengua france-
Estaba desesperado; sa monsieur de Gramvenville.
POESÍAS
DE
JUICIOS CUITiCOS,
Las obras de este excelentísimo poeta español, aunque son bastantes, no existen impresas ni
conocidas. No les falta requisito de cuantos pide la buena poesía, ni de hermosura de pensa-
mientos, ni de propiedad de imágenes, ni de pureza de estilo, ni de armonía y dulzura de la
versificación, que no resalten en ellas, principalmente del fondo de moral sobre que las establece
porque no ignorando nuestro autor, como poeta tan docto, que las poesías de asuntos amatorios
ó tomados de imágenes simples y materiales pero desnudas de ejemplo ó moralidad provecho-
,
sa, no tienen mas utilidad que el mérito del buen lenguaje y la viveza de las pasiones, para dar-
las mas realce dirigió todas sus obras á ejemplos y alusiones morales de mucha oportunidad y
conveniencia,
Mas quien elevó hasta el ápice de la perfección la poesía lírica fué su paisano
y acaso su dis- ,
cípulo, Ríoja (1). El afecto que la célebre canción á las ruinas de Itálica anima es
la melancolía
filosófica que las vastas reliquias de los edificios en que se ufanaba el humano poderío en los
mortales infunde. Tremendos documentos de la flaqueza del hombre y la fuerza de la naturale-
za , el moho que sus derribadas columnas carcome, el amarillo jaramago que en los fragmentos
mal seguros de sus medio allanadas paredes crece nos están contino señalando la honda sima
,
que á nosotros, las obras nuestras, nuestros vicios y nuestras virtudes nos ha de sepultar un dia.
La aniquilada potencia del pueblo-rey que fundó á Itálica, los soberbios edificios de esta colo-
nia, la gloria de sus hijos, señores los unos del universo, ilustres otros por sus tareas literarias,
todo se retrata con viveza á la mente del autor. Las regaladas termas , el vasto anfiteatro, los pa-
lacios que habitaron los Césares, hijos de Itálica, las piedras que publicaban sus hazañas, todo
presentan entonces; y tan nobles ruinas aumentan su dolor. Por fin en el silencio de la noche
,
oye una lamentable voz que grita cayó Itálica, eco repite Itálica ; y al oir tan claro nombre lan-
zan profundos gemidos las nobles sombras de los altos varones que en su antiguo esplendor la
poblaron... La epístola satírica de Rioja combate con fuerza la loca solicitud de los que pasan la
vida pretendiendo cargos y humillándose ante los palaciegos pero mas bien es un elogio de la
;
vida exenta de ambición y codicia, que la expresión de un enérgico encono contra los ambiciosos.
Los únicos contra quien se irrita el virtuoso y filósofo poeta son los frailes hipócritas que , ence-
nagados en los vicios mas torpes predican
,
la virtud en las plazas y sitios públicos
POESÍAS
DE FRANCISCO DE MOJA,
A un rio.
I.
Ménova,, que con turbia y alta frente
Súplica al Guadalquivir (2). Vuelas veloz al gran tartesio rio,
Horrible a fuerza del pluvioso y frió
Corre con albos pies al espacioso Austro, la selva oprime tu corriente;
Océano, veloz tarteso rio, Y vi yo cuando en la sazón ardiente,
Así no ciña el abrasado estío
Corriendo apena, de cristal vacío,
Tu dilatado curso glorioso, Ella te defendió del cano estío,
Y di á mi amor que crece tu espumoso
De tu ceñudo humor mustia y doliente.
Seno á las muchas lágrimas que envió, No des pues, olí rio sagrado
al aire
O esparza la dudosa luz rocío, Raíces de tan liel y generosa
O muestre Ciníia lustre generoso; Selva, que te asombró al estivo fuego.
Que viendo en mustio son mi atan ardiente Templa la saña y el confuso y ciego
De lí con crespa lengua resonado Hervir de tu profunda agua espumosa,
En verde prado ó en sedienta arena, Así discurras puro y dilatado.
Será que blandas luces al herviente
Humor muestre, ya en vano derramado. V.
Mi acerba y dulce y clara luz serena.
A unos labios. ~_
VII.
Hielo siento oprimir la frente mia ,
Lejos de. ver mi altiva luz ardiente! Al Guadalquivir.
Hielo también de muerte me colora Siéntome ¡ay, triste! arder cuando se muda
La ausencia de mi luz resplandeciente. Tu frente y se descubre blanca y yerta;
,
Arena (pie en la Libia Apolo enciende, Que cuando de la edad sientas los daños
Muestra, pues ves en lágrimas bañado Soplo del aquilón calvo la frente,
El umbral que adorné de blanda rosa ; Y altivo y blando soplo de occidente,
Que no siempre tu ceño y tus enojos De purpúreo verdor la cima ornado,
Podré sufrir, ni el mustio invierno helado, Alegre vuelvo á mi infelíce estado,
Ni de Bóreas la saña impetuosa. Y esfuerzo así mi corazón doliente:
« Espera, no importunes al luciente
XI. Cielo con voces y con llanto airado.
«Tiempo será que tan crecida pena
Sobre la inconstancia.
Acabe, y tú luz goces, si oprimido
Claro y tranquilo el mar me conducía Yaces ahora en tan profundo hielo.
A que sulcara su profundo seno, »Y si el volver del incansable cielo
Y apena entré, cuando el color sereno Da á un mudo tronco el verde honor perdido,
Huyó de Bóreas con la saña fria. ¿Cómo á tí no tu pura luz serena?»
Crespos montes de humor al cielo vía
Subir, y el mar, de oscura sombra lleno, XVI.
Cambiar varios semblantes, y el terreno
Asiento entre las olas parecía.
De un naufragio.
Rompí mal cauto con aguda prora, ¡Oh cómo cuando vi tu blanca frente
Náufrago, y tantas lo sulqué animoso. Lesbia, yo parecí Cómo encendido!
Fedro amigo, caminas diligente, Mas ¿cómo ¡ay! si es la causa tan divina?
Llevas oh cuan en vano la hacha ardiente
¡ !
¡Oh bien dichoso, aunque abrasado muera !
Que esparce de la cumbre el humo en rueda. ¿Quién pudo arder en tan ilustre fuego?
¿Ignoras por ventura cuánto pueda
Mas extender su luz resplandeciente XXV.
La llama que en mi pecho acerbamente Consuelo á una hermosura eclipsada por la edad.
Y dulce el engañoso amor hospeda?
Esa puede apagar fuerza de viento, Sin razón contra el cielo, Aglaya mia,
Y la pluvia que ya se precipita Mueves airada el labio porque ha dado
Con ímpetu del cielo y con ruido Veloz fin ya á tu lustre y al dorado
Pero de Venus el ardor que siento, Pelo que en tu alba frente relucía
Si la misma deidad no le marchita, Si la flor que aparece al mediodía
Nunca será de otro poder rendido. El crespo seno, en púrpura bañado
; ,, , , ,,,;, ; ,! , , , ;,
XXVI. XXXI.
Ardo en la llama mas hermosa y pura ¿Qué secretos no vistos en mis males
Que amante generoso arder pudiera, Inventas, Cloe? Mirólas acciones
S necia envidia, no piedad severa, Que fabricaron á mi paz prisiones,
Tan dulce incendio en mí apagar procura. Como cuando tus gracias siempre iguales
eri
XXVII. XXXI!.
XXXIII.
XXVIII.
Hiere con saña el mar y con porfía
Prende sutil metal entre la seda
La seca arena á su crueldad desnuda,
Que t'lpelo envuelve y ciñe ilustremente
Y el agua, siempre en el herir mas cruda,
Kl rico lazo que de excelsa frente Temblor envuelto en su furor le envía
Sobre el puro alabastro en punía queda ;
Pero nunca á sus ímpetus desvia
O prende la vistosa pompa y rueda La frente el polvo numeroso, ó duda
Del traslucido velo refulgente"
Permanecer en su constancia muda
Debajo el cuello tierno y floreciente,
Por mas que oculto se repare el dia.
En quien ó ni el pesar ni el tiempo pueda Solo ofendiendo el ponto entre sus iras,
Que en mí será tu aguda punta ociosa, Suspira en el silencio del arena,
Y de nuevo herir ó dar favores Como si alguna vez fuera ofendido;
T
lS o puede otra virtud en tí escondida,
Tal, Lisi, éntrelas lágrimas suspires,
Mientras hay viva nieve y blanda rosa
Y el repetido aliento en mi mal suena,
Y en desmayados ojos resplandores Mudo yo á tu furor y endurecido.
Arbitros de la muerte y de la vida.
Vientos, agua sufrió ; llegó al aurora, Por mas que el rojo humor se le defiendo,
Veloz naye, rompió luengos caminos, Pasio será de su ambiciosa llama.
Y á su patria volvió soberbia y rica; No temas núes del inconstante y ciego
Mas no firme á sufrir del mar ahora Vulgo ser habla un poco, que alterado
Los ímpetus, por voto á los marinos Súbito, como
el mar su furia deja;
Dioses Castor y Pólux se dedica. Que Soberbio ardor así te aqueja,
si
Serás en breve al no sonante fuego
Hí. En humo y en cenizas desatado.
Almo divino sol que en refulgente
, ,
Venid ambos, venid, lustre del cielo, Cubre, Antonio, la parle mas lucida
Fáciles á mis ruegos; tú, Lucina, Del orbe, y yace envuelta en alto olvido;
Seas blanda á Celia en la cercana hora. Vivir el hombre apenas ha podido,
Y pues te honra, oh Febo, con divina Y fué mayor que el África encendida.
Voz da al infante, cuando sienta el hielo
,
En un sol y una sombra esta grandeza
Del aire, ingenio y dulce voz sonora. La agua cubrió; di, ¿y temes alterado
De tus males eterna la aspereza?
IV. Oh cuan cerca te juzgo de engañado
¡
FRANCISCO DE R10JA.
XII. XVII.
Vimedel Adria en la soberbia fiera En'mi prisión y en mi profunda pena
El vigor y el aliento desmayado; Solo el llanto me hace compañía ,
Luego ya de las olas arrojado, Y el horrendo metal que noche y dia
Soy náufrago despojo en la ribera. En torno al pié molestamente suena.
Don Juan ¿en mi ventura quién creyera
, No vineá este rigor por culpa ajena,
Tan súbita piedad de ponto airado ? Yo dejé ocio y paz en que vivía,
el
Temíme entre sus iras sepultado, Y corrí al mal , corrí á la llama mía,
Y salvo á un tiempo me contemplo fuera. Y muero ardiendo en áspera cadena.
Colgar húmida veste en sacro templo Así del manso mar en la llanura,
Al eterno y común Señor por voto; Levantando la frente onda lozana,
Seré acaso escarmiento al atrevido. La tierra al agua en que nació prefiere;
Mas como á mí inconstante, si al sentido
,
Mueve su pompa á la ribera ufana,
No asiste en viva imagen para ejemplo, Y cuanto mas sus cercos apresura,
Viento , y turbado mar y pino rolo. Rota mas presto en las arenas muere.
XII?. XVIII.
Levanto cuerpo, que sustento apena,
el
No se acredita el dia, antes se infama
Desta playa, que el ponto hiere y baña,
Con la injuria que hace á la belleza
Libre ya de los ímpetus y saña
Huyenos con oculta ligereza,
Que teme y tiembla la azotada arena; Y va tras él la mas ilustre llama.
Y miro la agua, de piedad ajena ,
¿Qué breve fin no temerá quien ama?
Que cutre montes de espuma con extraña Clori , la dulce flor y la pureza
Crueza me volvió, cómo ahora engaña,
De tus luces y nieve con presteza
Que mansamente por la playa suena; Desvaneció y enmudeció la fama (i).
Pero yo, queme vi en el trance extremo
Asi en el aire discurrir lucientes
Tantas veces, y sé cuánta distancia
Vi de la tierra alientos estivales,
Hay de su alegre á su turbada frente,
Y morir cuanto mas resplandecientes;
Huyo su imagen, aunque vanamente;
Y así á importunas pluvias celestiales
Que si conozco su mudanza, temo
Formarse en la agua cercos trasparentes,
Como igual á sus olas mi constancia. Sin dejar de su pompa aun las señales.
XIV.
XIX.
¿ No viste siempre en firme lazo atadas
La piedad y la fe á la mansedumbre? A la fugacidad del tiempo.
Ponto ilustran tus obras peregrinas , Tras sí la lleva á mas andar el dia.
Y á mí ni aun sombra fría no haya tocado! Vive tú á la opinión, de honor sediento;
Que yo al ocio plebeyo viviría ,
SILVAS. ssi
¡ Oh
rotos leños y mojado lino SILVAS.
Horror á la ambición mas lisonjera,
Que mal fundado error tu luz primera I.
SILVAS. 383
Que un espacioso número de daños. Pues ¡cuál parece el búcaro sangriento
Si vives breves horas, De flores esparcido,
¡Olí cuántas glorias tienes! Y el cristal veneciano
Tú las divinas sienes A quien la agua, de helada,
la callada noche oscura ,
Ciñes de La tersa frente le dejó empañada!
Y no una vez-ofrece á las auroras ¿ A
cuál vaga lazada de oro crespo
La soñolienta diosa A cuál púrpura y nieve
De rus colores bellos Por do las gracias y el Amor se mueve,
Tintas para su fronte y sus cabellos. No aumentó hermosura peregrina
Deja el mar ambiciosa; Alguna flor divina?
Que por tu errar inmenso y dilatado ¡Oh florido verano!
No añadirá fortuna Si á mi afecto se debe,
Hora á tu edad alguna, Camina á lento paso,
Ni por mudar lugar tan apartado, Deja el volar, deja el volar ligero
Que otro sol lo visite y otra luna; Para tiempo mas triste y mas severo.
Y pasa en ocio y paz aventurada Tú, Cándido y suave y blando espira,
De tu vivir el tiempo oscuro y breve, Y lardo te relira (14);
Esperando aquel último desmayo Pero sordo y difícil á mi ruego,
A quien tu luz y púrpura se debe. Veloz pasas volando (13),
Al humano linaje amonestando,
VI. Viendo las rosas que su aliento cria
Cómo nacen y mueren en un dia
Al verano.
Que las humanas cosas,
Fonseca, ya las horas Cuanto con mas belleza resplandecen,
Del invierno aterido Mas presto desvanecen.
Aunque tarde, se fueron, ¿Y tú la edad no miras de las rosas?-
Y su vez agradable permitieron Arde, Fonseca, en el divino fuego (16)
Al céfiro florido. Que dulcemente engaña tu cuidado;
Ya el verano risueño Toma ejemplo del tiempo, que nos huye,
Nos descubre su frente Y en sus flores de tardos nos arguye
De rosas y de púrpura ceñido. Y no dejes pasar en ocio un punto
Remite el aire el desabrido ceño, Que tan excelsa llama
Y el sol libra sus rayos A nueva gloria y resplandor te llama.
De las nubes oscuras ¿Y sabes á este dia claro y puro
si
Y con luces mas vivas y mas puras Otro podrás contar ledo y seguro
Regalando la nieve O si del bello incendio que te apura
Al blando pié de los parados rios (10), Ha de lucir eterna la hermosura? (17).
Las prisiones de hielo alegre quila,
Y su antiguo correr les solicita. VIL
Viste de yerba el suelo,
Y de verdor lozano A un pintor que no acertaba á pintar á Apolo en una tabla
de laurel (18).
Frentes que desnudara el cierzo cano
En la copia de flores que aparece Mancho el pincel con el color en vano
Por los troncos desnudos Para imitar ¡oh Febo! tu figura
Que rara y breve hoja cubre apenas, En tabla de laurel, ó los colores
Esperanzas ofrece No obedecen la mente ni la mano,
Del rústico al sudor, premio mal cierto,
O huye también Dafne tu pintura,
Bien que sabroso engaño Árbol, aun no olvidando tus amores.
De los frutos que espera Perdió la grana y nieve que solia
En el copioso ramo y en la era. Teñir su boca y frente,
La pesadumbre líquida no crece El casto afecto no con que vivia
Con el sudor de los oscuros vientos (H), Pues aun lo guarda en la corteza dura
Que ásperos la levantan y remueven Sí perdió solamente
De sus hondos asientos; El color y hermosura
Mas antes ya serena y clara gime Y anima el duro tronco Dafne esquiva,
Con el peso de máquinas aladas En tu desden aun á tu imagen viva.
Que su tranquila y lisa frente oprime. A la aurora pinté en el horizonte
Filomena con voces acordadas Entre inflamadas nubes y distintas,
Se oye sonar en los confusos senos Con puras luces y rosado arreo.
De ramas intrincadas De la ninfa que habita el hueco monte
Y en los prados amenos. Mentí con los pinceles el deseo
¡Oh, cómo es el verano Cuerpo dando á la voz con varias tintas.
Tiempo el mas genial y mas humano (12)
Que otro alguno que da el volver del cielo!
¡Oh cuál número y cuánto trae de flores! Así Sedaño; Fernandez lee:
(14)
Oh cuál admiración en sus colores!
De la imagen de Amor, ardiente rosa Y tarde te re lira.
(11) Con el furor de los oscuros vientos.— Texto de Sedaño. Apolo, y poniendo toda la industria de su arle, la tabla de laurel
(12) Tiempo mas genial y mas humano.— Id. sobre que pintaba le resistía, no admitiendo semejante forma.»
(13) Que fueron ja de sus espinos galas. /rf. — —Pacheco, Arle de la pintura.
, ! , , , , ! , , , ,, ,
Y tú. Marte soberbio, aunque guerrero, Como dices, á mas benigno cielo
Contra mí no vibraste el limpio acero Oue es lo que mas de tí sentir podría ¡
Que si queda sin gloria, ilustre Apolo. ¡Oh mal seguro bien , oh cuidadosa
Pacheco no pone, sin embargo, que se queda. Siempre hay con- Riqueza, y como á sombra de alegría
fusión en los dos últimos versos. Y de sosiego engañas!
, , ,,; , ,, , , ,, ,
SILVAS. 38!
El que vela en tu alcance y se desvia Con preciosos metales
Del pobre estado y la quietud dichosa Siempre veo levantado
Ocio y seguridad pretende en vano ,
I. o que tienes tú sola derribado.
¿Qué cosa habrá de males tan cercada ¿Qué pobre hubo discreto?
Pues ora pretendida, ora alcanzada, ¿Cuándo tuvo amistades,
Y' aun estando en deseos, Que aun con pequeño honor correspondieron?
Pena ocultan tus ciegos devaneos? Cuándo con la pobreza algún respeto
Pero cansóme en vano, decir puedo; Jamás se tuvo á las tendidas canas
Que si sombras de bien en ti se vieran , (,lue tú de blanca nieve, edad coloras ?
,
Globos de fuego y máquinas de llamas Silio ¿dónde estás? Silio, Silio mío!
¡
De Silio peregrino
Fabio, las esperanzas cortesanas
Rodaron de marfil y orólas cunas.
Prisiones son do el ambicioso muere
Aquí ya de laurel ya de jazmines
,
Y donde al mas astuto nacen canas (25).
Coronados los vieron los jardines,
El que no las limare ó las rompiere (2G),
Que ahora son zarzales y lagunas. Ni el nombre de varón ha merecido
La casa para el César fabricada
Ni subir al honor que pretendiere.
¡Ay yace de lagartos vil morada;
!
El ánimo plebeyo y abatido
Casas, jardines, cesares murieron,
Elija, en sus intentos temeroso,
Y aun las piedras que de ellos se escribieron.
Primero estar suspenso que caido
Fabio , si tú no lloras, pon atenta Que el corazón entero y generoso
La vista en luengas calles destruidas; Al caso adverso inclinará la frente
Mira mármoles y arcos destrozados, Antes que la rodilla al poderoso.
Mira estatuas soberbias que violenta Mas triunfos, mas coronas dio al prudente
Némesis derribó, yacer tendidas, Que supo retirarse la fortuna,
Y ya en alto silencio sepultados Que al que esperó obstinada y locamente.
Sus dueños celebrados. Esta invasión terrible é importuna (27)
Así á Troya figuro, De contrarios sucesos nos espera
Así á su antiguo muro, Desde el primer sollozo de la cuna (28).
Y á tí, Roma, á quien queda el nombre apenas, Dejémosla pasar como á la fiera
;Oh patria de los dioses y los reyes! Corriente del gran Bétis , cuando airado
Y á tí , á quien no valieron justas leyes Dilata hasta los montes su ribera.
Fábrica de Minerva , sabia Atenas Aquel entre los héroes es contado
Emulación ayer de las edades Que el premio mereció , no quien le alcanza
Hoy cenizas , hoy vastas soledades Por vanas consecuencias del estado.
Que no os respetó el hado , no la muerte, Peculio propio es ya de la privanza,
¡Ay! ni por sabia á tí, ni á tí por fuerte. Cuanto de Astrea fué, cuanto regia
Mas ¿para qué la mente se derrama Con su temida espada y su balanza.
En buscar al dolor nuevo argumento? El oro, la maldad , la tiranía
Basta ejemplo menor, basta el presente Del inicuo procede y pasa al bueno.
Que aun se ve el humo aquí , se ve la llama, ¿Qué espera la virtud ó qué confia?
Aun se oyen llantos hoy, hoy ronco acento; Vén y reposa en el materno seno
Tal genio ó religión fuerza la mente De la antigua Romúlea cuyo clima ,
Casi no tienes ni una sombra vana Por cuantos son los climas y los mares,
De nuestra antigua Itálica, y ¿qué esperas (30), Perseguidor del oro y de la plata!
Oh error perpetuo de la suerte humana ? Un ángulo me basta entre mis lares (42),
Las enseñas grecianas , las banderas Un libro y un amigo, un sueño breve,
Del senado y romana monarquía Que no perturben deudas ni pesares.
Murieron, y pasaron sus carreras (31). Esto tan solamente es cuanto debe
¿Qué es nuestra vida masque un breve dia (32) Naturaleza al simple y al discreto (43),
Do apena sale el sol cuando se pierde Y algún manjar común, honesto y leve.
En las tinieblas de la noche tria? No, porque así te escribo hagas conceto ,
¿Qué mas que el heno, ala mañana verde, Que pongo la virtud en ejercicio (44);
Seco á la tarde ? Oh ciego desvarío
; Que aun esto fué difícil á Epíteto.
¿Será que de este sueño me recuerde (35)? Basta al que empieza aborrecer el vicio (4j),
¿Será que pueda ver que me desvio Y el ánimo enseñar á ser modesto;
De la vida viviendo, y que está unida Después le será el cielo mas propicio.
La cauta muerte al simple vivir mió? Despreciar el deleite no es supuesto
Como los rios, que en veloz corrida (34) De sólida virtud; que aun el vicioso
Se llevan á la mar, tal soy llevado En sí propio le nota de molesto (46);
Al último suspiro de mi vida. Mas no podrás negarme cuan forzoso
De la pasada edad ¿qué me ha quedado? Este camino sea al alto asiento,
O ¿qué tengo yo, á dicha, en la que espero, Morada de la paz y del reposo.
Sin ninguna noticia de mi hado? No sazona la fruta en un momento
¡Oh, si acabase, viendo cómo muero, Aquella Inteligencia que mensura
De aprender á morir antes que llegue La duración de todo á su talento.
Aquel forzoso término postrero; Flor la vimos primero hermosa y pura,
Antes que aquesta mies inútil siegue Luego materia acerba y desabrida,
De la severa muerte dura mano, Y perfecta después, dulce y madura;
Y á la común materia se la entregue Tal la humana prudencia es bien que mida
Pasáronse las llores del verano, \' dispense y comparta las acciones
El otoño pasó con sus racimos, Que han de ser compañeras de la vida.
Pasó el invierno con sus nieves cano (35); No quiera Dios que imite estos varones
Las hojas que en las altas selvas vimos Que gritan en las plazas macilentos
Cayeron ¡y nosotros á porfia
, De la virtud infameshistriones (47);
En nuestro engaño inmóbiles vivimos Esos inmundos trágicos atentos ,
SEXTINA. 589
¡Qué gárrula y sonante por las cañas (49) ! Ya, dulce amigo, huyo y me retiro
¡Qué muda la virtud por el prudente! De cuanto simple amé; rompí los lazos.
Qué redundante y llena de ruido (50) Vén y verás al alto lio que aspiro (6),
Por el vano, ambicioso y aparente Antes que el tiempo muera eu nuestros brazos.
Quiero imitar al pueblo en el vestido,
En las costumbres solo á los mejores, SEXTINA (7).
Sin presumir de roto y nial ceñido (1). Crespas, dulces, ardientes hebras de oro,
No resplandezca el oro y los colores Que ondas formáis por la caliente nieve,
En nuestro traje , ni tampoco sea ¿Cuándo veré salir las albas luces
Igual al de los dóricos cantores. Contento de encenderme en vuestro fuego,
Una mediana vida yo posea Que deje de volver al triste llanto,
Un estilo común y moderado, Bañado en cana espuma como cisne?
Que no lo note nadie que lo vea. Igual entonces al tebano cisne,
En el plebeyo barro mal tostado Siempre ilustrara los celajes de oro,
Hubo ya quien bebió tan ambicioso Por quien corazón destilo en llanto,
el
Como en el vaso Murino preciado; O asombren la purpúrea nieve
sueltos
Y alguno tan ilustre y generoso, Que esparce rayos de invisible fuego,
Que usó, como si fuera pinta neta O recojan en áurea red sus luces.
De cristal transparente y luminoso. Mas mientras viere lus divinas luces
Sin la templanza ¿viste tú perfela No dejaré de andar cual blanco cisne
Alguna cosa? Oh muerte vén callada (2),
¡ !
Cantando en muerte el amoroso fuego
Como sueles venir en la saeta, En que me encienden y los cercos de oro
,
POESÍAS
DE
JUICIOS CRÍTICOS.
DE LOPE DE VEGA.
(En la dedicatoria de la Dragontea al mismo Arglijo.)
Si como de amigos familiares, fueran de todos vistos los versos que vuestra merced escribe,
no era menester mayor probanza de lo que aquí se trata que huyendo toda lisonja, como quien
;
sabe cuánto vuestra merced la aborrece... dudo que se hayan visto mas graves, limpios y de ma-
yor decoro, y en que tan altamente se conoce su peregrino ingenio.
O yo estoy tan olvidado de esta facultad ó es el autor de los sonetos tan aventajado en ella,
,
que los dientes de la lima no hallan en qué hacer presa, por mas que los aguce la mala intención
de quien tiene mas de Zoilo que de Aristarco.
DE RODRIGO CARO.
(En los Claros varones en letras, naturales de Sevilla.)
Don Juan de Arguijo, veinte y cuatro de Sevilla, no solo elegantísimo poeta, sino el Apolo de
todos los poetas de España.
DE LORENZO GRACIAN.
(En la Agudeza y arte de su ingenio ; Madrid, 1674.)
Don Juan de Arguijo, uno de los mayores ingenios de España... atiende mas á la profundidad
y gravedad del concepto que á la verbosa altanería.
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POESÍAS
to. Yo dijera la varia fuerza del violento hado.» palabras.» Habíale agradado el estruendo del canto , mas no le
(3) Al claro Nilo, y vino el scita
osado.— Te.rlo de Colon. agradó la sustancia del cuerpo.»
(4) De la Asia honor, hermosa , rica y fuerte.— Id.
(12) El maestro Medina dice:
(5) Solo ha quedado ¡miserable suerte!— Id. «Vos, soneto, sois el mejor queleíen mi vida, y sin tocaros, os
(6) Aunque en furiosas ondas se revuelva.— Id. venero de lejos.»
(7) Talen la cumbre de robusta selva.— Id. (13) De la latina lengua y derribado.— Texto de Colon.
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Vil. XI.
VIII. XII.
Del tiempo.
Las estaciones.
(A Femando de Saavedra.)
Vierte alegre la copia en que atesora (24)
Mira con cuánta priesa se desvia
Rienes la primavera, da colores
De nosotros el sol, al mar vecino,
Al campo y esperanza á los pastores
Y aprovecha, Fernando, en tu camino .
De la mejor ciudad, por quien famoso «Del rayo ardiente vivirás segura;
Alzas igual al mar la altiva frente, Que no es bien que consienta ajeno fuego
Respeta humilde los antiguos muros. Quien pudo resistir al fuego mío.»
(14) Tu amada Troya, y sube á mis estrellas.— Texto de Colon. (23) Y á su tristeza medio.— Texto de Colon.
no hallando
(15i Retraté de tu triunfo glorioso.—/*/. (24) Vierte alegre su copia, en que atesora.— Id.
(16) Ni se pudo librar con las reales.— Id. (25) Da el premio de su fe la bella Flora.— Id.
(17) Resistir si á estos rindes la fiereza.— Id. (26) El cancro destruidor, que en sus ardores.— Id.
(15) Siendo fuerza que á un niño sacrifique. /rf. — (27) Baco de dulces dones vestir quiere.— Id.
(19) Larga jornada plazo limitado.— Id.
, (28) Sigue el ivierno, y su rigor se extrema.— Id.
(20i Preciosos dones y luciente plata.— Id. (29) De tu desden y de mi triste historia.— Id.
(21) Y cuando envidia el Tajo y el Pactólo.— Id. (50) l.a antigua palma y la abundosa oliva.— Id.
(22) Con prestas ondas y mayor corriente.— Id, (31) Dijo el crinado Apolo, y á la dura.— Id.
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Se guarda el fuego cuya llama ardiente Repara el grave caso, y con semblante
Hará costosa á Grecia esta Vitoria. Pió suspende el curso á tu jornada
»Otra renacerá de ti mas clara Que darás tiernas lágrimas no dudo
Troya, por quien tu nombre eternamente A estas cenizas, donde aun dura ardiente (44)
Vuelva á vivir en mas dichosa historia.» El fuego que causó desdicha tanta (43)
Debida compasión al mal que pudo
XVII. Mudar color en la cercana fuente,
La avaricia (40).
Y el de su fruto en la silvestre planta (46).
Voces al rey del lago obscuro envió.» Jgual mudanza á la fortuna mia?
Así cantando llora el tracio amante
Y á sus blandos acentos enmudece (12) XXVIII.
El viento, y la agua su corriente enfrena;
Y enternecidas truecan el semblante La recaída.
Las fieras corto alivio mientras crece !
(10) De Ródope, que al cielo tocar osas.— Texto de Colon. (16i Turbarse, y que en un punto desfallece. — Texto de Fer-
(11) De mi dolor y quejas lamentosas. — Id. nandez.
(12) Y á los tiernos acentos enmudece. — Id, (17) Deshecho en agua y á la luz primera.—Id.
, ; ; ; , ,,; ; , ,,; ,
También habrá de ser de mis esdrújulos. Mas ¡ay dolor cruel que cuando el ímpetu
!
Digo pues que el rigor del mal pestífero De males que amenazan el fin último
Muestra en esta ciudad su fuerza indómita Debiera á cada cual de su propósito
Con no menor estrago que vio Ñapóles Reducir con razón á mejor método,
En nuestra edad cuya ruina insólita
,
Con loco frenesí se están inmóbiles
Aun no ha acabado de llorar Parténopo. Sin sentimiento, duros mas que mármoles;
Pero ¿qué fuerza oculta de malévolas Y tan soberbios como el altó Lívano,
Estrellas hiere á las ciudades inoiitas Se prometen vivir años neslóricos
Con semejante plaga castigándolas? Siguiendo desús gustos falsos Ídolos.
Cual en su daño ve la región Bélgica, Dichoso vos que del antigua Flíberis
¡
Quien sus desdichas sin remedio llora. Con el engaño que obstinada quieres.
Oh en ambas bodas poco venturosa!
¡
Y en mejor tiempo oh mal poco sentido, Cuya llama las nieblas del Leteo
,
No bastan á encubrir, ni su trofeo
Lo hallarán apenas muchas lumbres
Robar podrá jamás olvido ciego.
» A tí , dichoso joven guardó el cielo,
XXXVII. ,
(27) Libre su patria, eterna su memoria.— Id. De la grandeza, cuya fama dura
El maestro Medina dice en sus Apuntamientos : Contra la fuerza de la suerte airada,
'Libre la patria.— Salva. Libre se reQere á cautividad ó tiranía, Ejemplo cierto fué en la edad pasada,
y el portento amenazaba mayor mal , total ruina y destruimiento. Y será liel testigo á la futura,
Además que libre es de flacos unido para este lugar. La patria, Del lin que ha de tener la mas segura
porque es común;;» memoria, porque es de él propia.» Pujanza, vanamente confiada.
;; ,!, ! ; , ! , :
Por los márgenes verdes de este rio, «Al que atrevido se arrojó en su daño,
Después que lisonjero desvario, Para seguir el bien faltó osadía,»
Sulcando el falso mar de los amores,
Corrí fortuna y roto entre clamores
, >w L.
Dados en vano, se anegó el navio.
A Icaro.
Libre á tierra salí, besé la arena,
Y los despojos de la undosa furia Osaste alzar el peligroso vuelo,
Pagué cumpliendo el voto, al sacro templo.
, Icaro, vanamente confiado
¿Qué me llama otra vez la faz serena En mal seguras alas, y olvidado
Del mar? Vuelva por mí mi propia injuria, Del sano aviso, te acercaste al cielo,
Y de la ajena basta en ti el ejemplo. Donde el ardor del que gobierna Délo
Deshaciendo tus plumas, castigado
XLVI. Tearrojó al mar, á quien tu nombre has dado,
Y sepultura á tí en el liondo suelo.
Al gran señor del Asia y venerado
Por mas cierto camino el sabio viejo
Padre de tantos reyes suerte fiera¡
De tal peligro discurrió ligero,
Falta sepulcro, y yace en la ribera
Y á Febo dedicó el cumano templo (29).
Sin cabeza y sin nombre el cuerpo helado.
¡Oh si guardar supieras su consejo,
,
Y cuando se ve en Troya derramado
Y no quedara en tu castigo duro
Mas fuego que contiene la alta esfera
De las rendidas alas el ejemplo
Falta al desnudo tronco la postrera
Llama , y solo le baña el ponto airado.
Ll.
En tí admiramos de la humana suerte
La inconstancia, ¡oh ejemplo sin segundo! A Arion, músico.
En tí las vueltas déla incierta vida. Mientras llevado de un delfín piadoso
¿Cuál voz habrá que dignamente acierte Pasa Arion el mar, suspende el viento
A lamentar tu fin? ¿Cuándo vio el mundo Y las aguas enfrena el blando acento
Ni grandeza mayor ni igual caida? (28). De la cítara y canto artificioso.
(28) El maestro Medina enmienda en sus Apuntamientos: (29) El maestro Medina escribe en sus Apuntamientos
O grandeza mayor ó igual carda ;
« Y Febo dedicó.
ú —
Levantó. Mas propio es de un artífice la-
i'L'iendo que la interrogación sola niega, y asi, es superflua la voz brar un templo que dedicarlo; no sabemos que Dédalo lo dedicó,
de negar ni, ni. mas sabemos que lo edificó. Posuitque immania templa.»
, ; »
LII. LVI.
A Mucio Scévola: A César viendo la estatua de Alejandro en Cádiz.
• Hoy Roma por tu intento generoso «¿Quién á la excelsa cumbre que subiste
Verá que, libre de tan cierto daño Podrá llegar? Ni ¿cuál osado intento
Mas á tu hierro que á sus fuerzas debe.» Presume ser á tu valor segundo?»
Lin. LV1Í.
A Julio César. A Damócles, que no quiso ser rey.
LIV. LVIII.
«Vicios juzgan ser los lógicos atribuir á una causa por efecto el
(30) El texto de Colon dice afecto en vez de denuedo. Sigo la que no lo es, como si dijésemos El vino pudo quitar á huí el uso
:
corrección del maestro Medina. de la razón, pero no el brío para hacer madres á sus hijas. Efecto
(31) El maestro Medina escribe en sus Apuntamientos: del vino es privar de razón, pero no lo es privar de fuerza para
Mancebo, el fuerte brazo. —So/dado; no sé la edad que te- engendrar; bien asi se puede decir ser efecto del atrevimiento
nia Scévola, pienso que seria mejor Soldado, que es palabra mas quitar la vida pero no lo es quitar la fama antes la dio á muchos
, ,
general y decente á un rey que no conocía en particular á Scé- que sin ella no fueran conocidos por esto pienso no es la senten-
;
P. XVl-I.
, ,,: ; , , , ;, ,; ,, ,; ;
COMPOSICIONES VARIAS.
Él amigo de Arcicio Que términos al suelo hispano ponen,
Aquí nació, no en pastoril cabana Aunque no gozó de ellos,
Sujeto al ejercicio Porque los hados en su mal disponen
Que acostumbra el pastor en la campaña, Que la Parca atrevida
Ni á guardar el ganado También los ponga allí á su dulce vida.
Ni al tratar del zurrón , honda y cayado; Apenas las colunas
Antes entre parientes De Hércules vido en la arenosa tierra,
Y en medio del bullicio peligroso Cuando con importunas
Del líalo de las gentes Fiebres le hizo la Parca cruel guerra,
Vivió un tiempo, no poco temeroso Que usurpó los despojos
De verse en un estado Que á Arcicio ocasionaron sus enojos
Poco seguro y menos sosegado. Pero su justa pena
Fué con la edad creciendo Y doloroso llanto á todas horas
Esle temor en los primeros años Con abundante vena
Hasta que, conociendo Comadlo vos, oh ninfas moradoras
¡
DE
JUICIOS CRÍTICOS.
perior á todos, sino entre todos singular, porque no vemos otro que haya seguido lo particula-
rísimo de aquella suerte de escribir. Suelen los que escriben donaires, por lograr alguno, per-
der muchas palabras; mas este solo autor usa lo festivo y gracioso mas cultivado que las veras
de Horacio. No sé que consiguiese Marcial salir tan corregido y limpio de sus epigramas. Y lo
que mas admira es, que á veces con sencilla sentencia ó ninguna hace sabroso plato de lo mas
frió, y labra en sus burlas un estilo tan torneado, que solo el rodar de sus versos tiene donaire,
y con lo mas descuidado despierta el gusto. En íin su modo de componer, así como no se deja
,
DE FRANCISCO PACHECO,
Las cosas que hizo esto varón viven por mi solicitud y diligencia porque siempre que
ilustre ;
POESÍAS
Yo le corrijo y ajusto
COMPOSICIONES VARIAS. Con el aviso siguiente :
Morcilla de cortesanos,
Esto, Inés, ello se alaba,
Y asada por esas manos,
No es menester alaballo ;
Sola una falta le hallo:
Hechas á cebar lechones.
Que con la priesa se acaba. ¡Vive Dios, que se podia
Poner al lado del Rey !
Echa vino, y por tu vida,
Al fin puerco á toda ley,
Que le des tu bendición
Yo tengo por devoción Que hinche tripa vacía.
De santiguar la bebida. Probemos lo del pichel,
Alto licor celestial
Bueno fué, Inés, este toque
Franco fué; mas yo ¿qué hago?
,
No es el aloquillo tal.
Vale un florin cada trago Ni tiene qué ver con él.
De aqueste vinillo aloque. Qué suavidad qué clareza
¡ ,
eco. Vicio.
galán. Temo novedad ó trueco, galán. Pues presto vine, mas tarde
Que es fruto de una partida; Para corazón tan vario;
Mas ¿quién me dice que pida ¿Quiere bien á mi contrario?
Con un termino tan seco? Dimelo, así Dios te guarde.
eco. Eco. eco. Arde.
galán. ¿La que siguió con tal priesa galán. Arda, pues tan poco valgo,
Las pisadas de Narciso? Que dejo arder esos fuegos
La que por Júpiter quiso ¿Resistió mucho á los ruegos
Ser contra Juno traviesa? De ese venturoso hidalgo?
ECO, Esa. eco. Algo.
GALÁN. ¿Qué andas por aquí buscando, galán. ¿Las amorosas porfías
Bella ninfa? ¿ Es á tu amor, Y recaudos importunos
O vencida del dolor, Duraron meses algunos?
Andas tus males llorando? Dilo, pues que lo entendías.
GALÁN. A vilo no hay que dudarse gai.an. ¿Que calle? Donosa estás.
Yo te doy entera fe ¿No fué público el engaño,
Mas lo que viste ¿qué fué ? Y él no me ha hecho mas daño
¿Fué olvidarme ó fué mudarse? Que yo le haré jamás?
ECO. Darse. eco. Mas.
GALÁN. ¡
Qué, en tales trances y puntos galán. Al fin su amor fué al desgaire;
Inés con otro se halla! Debió ser, porque en efeto
Di cómo los viste, y calla Cuanto le di fué un soneto
Las circunstancias y adjuntos. Y otros versos de donaire.
ECO. Juntos. eco. Aire.
GALÁN. Ella fué nave sin lastre, galán. Yo se los di por dinero
Que dio conmigo al través; De mas valor y provecho
, , , ; ,; ; ; ; , , , ,; ,
COMPOSICIONES VARIAS. yn
Mas ¿qué son versos en pecho Muera el uno de los dos;
Sin amor, hecho de acero? ¿Cuál será, di, ninfa bella?
galán. ¡
Que á tal cosa se dispuso GALÁN Ya le entiendo, y es exceso;
La desenvuelta muchacha! ¿Quieres decir que procure
¿Y él puso en los versos tacha, Nuevo amor, que el viejo cure
Sabiendo quien los compuso. Por haber salido avieso ?
eco. Puso. ECO. Eso.
calan. Hallaríalos oscuros GALÁN. No osaré intentar tal cosa,
Versos inútiles, cojos, Porque quizá es escapar
Duros-, bajos, y tan flojos, De una desventura, y dar
Que se caen de maduros. En otra mas peligrosa.
calan. ¿Quién tan gran maldad hiciera calan. Ya sé que se fué á la guerra;
Por un amante segundo? Mas hay quien le profetice,
¿Cómo ha de llamalla el mundo Si no yerra el que lo dice
Cuando el caso se refiera? Que será presto en la tierra.
eco. Alto.
CANCIÓN.
galán. Que ya entiendo que lo manda
Quien la rueda mueve y guia; Tres cosas me tienen preso
Y siendo así, ninfa mia De amores el corazón
Yo me parto en la demanda. La bella Inés el jamón , (4)
eco. Anda. Y berengenas con queso.
Esta Inés , amantes , es (5)
Quien tuvo en mí tal poder,
IMITACIÓN DE UN APÓLOGO. Que me hizo aborrecer
Todo lo que no era Inés.
Quiso Mercurio saber, Trujóme un año sin seso
Juzgándose sin segundo Hasta que en una ocasión
La estimación que en el mundo Me dio á merendar jamón
Su deidad pudo tener. Y berengenas con queso.
Y halló ser necesario
Fué de Inés la primer palma
Para enterarse del hecho, Pero ya júzgase mal
derecho
Irse á la tienda Entre todos ellos cuál
De un insigne estatuario. Tiene mas parte en mi alma.
En esto pues resumido, En gusto, medida y peso
Hizo al punto su viaje, No le hallo distinción;
Mudando el divino traje Ya quiero Inés. ya jamón ,
don
Las banderas y despojos namente pintó este caso (aunque atribuido á Protógenes)
Délas almas y los ojos Melchor del Alcázar, llorido ingenio sevillano, que murió en la
De los que á verte se atreven. corte, de treinta y siete años , el de 1K27 , en estas coplas caste-
La arpa ya olvidada encuerda, llanas.» Como se ve, los versos del texto fueron obra de Melchor,
Tañe y canta letra mía hermano de Baltasar.
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¿ SONETOS
Quiso ponerme este nombre.
— Quién ó de dónde ó cuyo
¿ sois ? DIRIGIDOS Á GUTIERRE DE CETINA.
— Gozquejo soy sevillano,
Y de un alcaide inhumano I.
Que ojalá no fuera suyo.
— ¿Tan mal te va en tu posada?
Que
Si subiera
al
mi pluma tanto el vuelo
deseo igualara que la inclina
¿Qué es esto de par del
ojo?
— Si no habéis por enojo,
lo
A celebrar, carísimo Cetina
Cuanto bien sobre vos derrama el cielo,
Sacóme una rebanada.
— ¿De dónde cómo ó Viérades, en honor del patrio suelo,
— Daré relación cumplidapor quién?
,
La clara fama que la rueda empina
Del discurso de mi vida , Del gran hijo de Tétis, como indina
Para que lo entendáis bien. Cubierta á vuestros pies de negro velo;
Yo Señor, nací en Sevilla
,
Mas ya que el hado le negó esta palma (21)
De padres gozques honrados, Al tardo ingenio , porque tal supuesto (22)
Y entonces, por mis pecados Pide mas alta (25), numerosa suma,
No me llamaban Zarpilla. Yo os celebro, Señor, dentro mi alma,
Era un sastre á quien servia Donde os veréis en aquel punto puesto
Y con los años aviesos Do no llegó (24) el ingenio ni la pluma.
Vine á quedarme en los huesos,
Délo poco que comia. II.
REDONDILLAS. este: «¿Ssclavo soy, pero cuyo, etc.» Y sucedió que sacando un
sacerdote los espíritus de una endemoniada, preguntó por curio-
Esclavo soy, pero cuyo sidad (que siempre se ha de huir en tales casos) al demonio qué
sabia. Respondió que era músico. Hizo el sacerdote traer una vi-
Eso no lo diré yo;
huela, y de tal manera meneaba los dedos de la villana , que pa-
recía el hombre mas diestro del mundo; y diciéndole que cantase,
dijo :
SONETO.
FINGE QUE UNA DAMA RECELA QUE SU AMANTE LA OLVIDASE
Si desdicha en amor desdicha fuera,
EN AUSENCIA.
Yo fuera mas que todos desJichado,
Pregunta. Viva Bras, aunque es partido; Pues siempre pretendí desesperado,
Mas su fe buen siglo haya. Porque nunca alcancé lo que quisiera
Respuesta. Aunque es partido Pelaya, Mas si dejar de amarte yo pudiera
Seguro está tu partido; Al punto diera fin á mi cuidado ,
P.xvi-i. 27
: ;; , , , ,
POESÍAS
DE PEDRO DE QUIRÓS
Si huyes de amar,
Buscarte es error; II.
Que quien no halla amor,
Nada puede hallar. Altivo pensamiento,
Sin tí se ven solas, No afectes ardimiento soberano,
Y en sus escarceos Porque es atrevimiento
A mudos gorgeos Seguir tanta deidad con vuelo humano.
Te llaman las olas. Mira que la ventura
Su voz cristalina Está cuando mayor, menos segura.
,
Zagala , yo vi lu pié
Si digo lo que sentí,
III.
En mi mucho fuego fué
La poca nieve que vi.
Siguióme Filis, huí;
Dándome pié para hablar,
Segui yo á Filis, huyó.
Mudo estoy, mi fe te empeño ¡Oh, si mi no fuera sí!
Y es que no hallo qué glosar Oh , si mi sí fuera no!
Sobre pié que es tan pequeño.
Flecha que el alma penetra,
Pues ves mi pluma turbada,
, , ,
JUICIOS CRÍTICOS.
DE LOPE DE VEGA.
(En una respuesta a un señor de estos reinos , en que da su parecer en razón de la nueva poesía.)
rogancia, como muchos que no le son adeptos han pensado, enriquecer el arte y aun la lengua
con tales exornaciones y figuras cuales nunca fueron imaginadas ni hasta su tiempo vistas.
DE FRANCISCO CÁSCALES.
(En carta á Luis Tribuidos de Toledo.)
¿Quién puede presumir de un ingenio tan divino, que lia ilustrado la poesía española á satis-
facción de todo el mundo, ha engendrado tan peregrinos conceptos, ha enriquecido Ja lengua
castellana con frases de oro felicemente inventadas y felicemente recibidas con general aplauso,
ha escrito con elegancia y lisura, con artificio y gala, con novedad de pensamientos y con estilo
sumo lo que ni la lengua puede encarecer ni el entendimiento acabar de admirar, atónito y pas-
mado, que habia de salir ahora con ambajiosos hipérbatos y con estilo tan fuera de todo estilo,
Digo pues, conformándome con vuestra merced, que á ese caballero siempre le he tenido y
estimado por el primer hombre y mas eminente de España en la poesía, sin excepción alguna, y
que es el cisne que mas bien ha cantado en nuestras riberas. Así lo siento y así lo digo. Pero,
¿26 DON LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE.
como yo concedo esto , me ha de
conceder vuestra merced y todos los doctos que han de ser en
esto solamente oídos, que aquella oscuridad perpetua debe ser condenada.
El príncipe de los poetas españoles, nuestro gran cordobés don Luis de Góngora; solo compa-
ro ble á Píndaro de cuyas obras salieron á luz postumas con nombre del Homero es-
los griegos,
pañol, título desigual, si no por el genio, por lo escrito que don Luis jamás escribió poema
;
En nuestros tiempos renació un Marcial cordobés en don Luis de Góngora, requiebro de las
musas y corifeo de las gracias, gran artífice de la lengua castellana, y quien mejor supo jugar
con y descubrir los donaires de sus equívocos con incomparable agudeza. Cuando en las
ella
veras deja correr su natural es culto y puro, sin que la sutileza de su ingenio haga impenetra-
bles sus conceptos, como le sucedió después queriendo retirarse del vulgo y afectar la oscuri-
dad: error que se disculpa con que aun en esto mismo salió grande y nunca imitable. Tal vez
tropezó por falta de luz su Polifemo pero ganó pasos de gloria. Si se perdió en sus Soledades, s e
,
A todas estas estatuas hacían frente en orden diferente otras tan valientes y famosas , y se leía
el letrero de la primera, que decia El Taso. Este ¿no es el Torcuato? Sí y puede ser collar de
:
,
oro del mismo Apolo. Le hacia lado de Garcilaso, príncipe de lo lírico, y á ambas otra con
la
culto artificio fabricada y decia la letra de la tarjeta Góngora, natural de Córdoba. Este no ha
,
:
tenido segundo ni quien le imite, y si igualaran á los versos los asuntos, habia de tener mejor
lugar que Homero.
,,:; ,; , , ;
POESÍAS
IV.
SONETOS.
A la fábula de Faetón, que compuso el conde de Villiraediana.
i. En vez de las Helíadas, agora
A la historia de Felipe II que escribió Luis de Cabrera, Coronan las Piérides el prado,
su coronista.
Y tronco la mas culta levantado,
Suda electro en los números que llora.
Vive en este volumen el que yace Plumas vestido, ya las aguas mora
En aquel mármol, rey siempre glorioso; Apolo, en vez del pájaro nevado,
Sus cenizas allí tienen reposo, Queá la fatal del joven fulminado
Y dellas hoy él mismo aquí renace. Alta ruina , voz debe canora.
Con vuestra pluma vuela, y ella os hace, ¿ Quién pues, verdes cortezas , blanca pluma
Culto Cabrera, en nuestra edad famoso Les dio, quién de Faetón el ardimiento?
Con las suyas le hacéis victorioso A cuantos dora el sol á cuantos baña
,
El de la espada del sangriento Marte, Del león que en la selva apenas cabe,
Vos de la lira del dorado Apolo. O ya por fiero ó
ya por generoso,
,; , ,
; ; !, , ; ,,
Obedeció mejor que al garzón grave (1), Consorte generosa del prudente
Real cachorro y pámpano suave Moderador del freno mejicano,
Es este infante, en tierna edad dichoso, Lisonjeen el mar vientos segundos;
Cupido con dos soles, que hermoso, Que en su tiempo, cerrado el templo á Jano,
De ángel tiene lo que el otro de ave. Coronada la paz verá la gente
,
Al marqués de Ayamonte.
XI.
Alta esperanza, gloria del Estado,
A la armada en que los marqueses de Ayamonte pasaban a ser No solo de Ayamonte, mas de España
vireyes de Méjico. me da su lira no me engaña,
Si quien
Velero bosque de árboles poblado
,
A mas os tiene el cielo destinado.
Que de inquieto lino;
visten hojas De vuestra fama oirá el clarín dorado,
Puente instable y prolija que vecino Emulo ya del sol, cuanto el mar baña;
,
El occidente haces apartado; Que trompas hasta aquí han sido de caña
Mañana ilustrará tu seno alado (4) Las que memorias han solicitado.
Soberana beldad, valor divino. Alma al tiempo dará, vida á la historia
No ya el déla manzaua de oro tino, Vuestro nombre inmortal ¡oh digno esposo,
SONETOS. 4?9
XV!. Cuyas plantas Genil besa devoto
A un retrato de don Juan de Acufia presidente de Castilla. Genil, que de las nieves se desata.
,
A don Luis de Ulloa , un caballero de Toro que pasó Un culto Risco en vpnas hoy suaves
por Córdoba. Concetuosamente se desata
Cuyo néctar, no ya líquida plata
Generoso esplendor, si no luciente,
Hace canoras aun las piedras graves.
No solo es ya de cuanto el Duero baña
Tú pues que el pastoral cayado sabes
Toro, mas del zodiaco de España,
Con mano administrar al cielo grata
Y gloria vos de su murada frente. De vestir digno manto de escarlata
,
Consagróse el seráfico Mendoza, Tú, cuyo ilustre entre una y otra almena
Gran dueño mió, y con invidia deja De la imperial ciudad , patrio edificio,
Al bordón flaco, á la capilla vieja, Al Tajo mira en su húmido ejercicio
Báculo tan galán , mitra tan moza. Pintar los campos y dorar la arena
Pastor, que una Granada es vuestra choza, Descuelga de aquel lauro en hora buena
Y cada grano suyo vuestra oveja Aquellas dos , ya mudas en su oficio
Pues cada lengua acusa, cada oreja Reliquias dulces del gentil Salido,
La sal que busca, el silbo que no goza. Heroica lira, pastoral avena.
SONETOS. *3i
Llégalas oh clarísimo mancebo!
¡
XXXVII.
Al docto pecho, á la suave boca, Descaminado, enfermo, peregrino,
Poniendo ley al mar, freno á los vientos En tenebrosa noche, con pié incierto,
Sucede en todo al castellano Febo, La confusión pisando del desierto,
Que agora es gloria mucha y tierra poca Voces en vano dio pasos sin tino.,
Al gran pastor de pueblos, que enriquece ¿Quién con piedad al andaluz no mira,
De luz á España y gloria á los Venégas. Y quién al andaluz su favor niega?
Oh peregrino, tú, cualquier que llegas, En el terrero ¿quién humilde ruega ,
Esto amor solicita con su vuelo, Entre las violetas fui herido
Que en tanto mar será un arpón luciente, Del áspid que hoy entre los lilios mora
De la cerda inmortal mortal anzuelo. Igual fuerza tenias siendo aurora
Que ya como sol tienes bien nacido.
; ;,, : ,,, ;
,, :
, ,,
Hermoso dueño de la vida mía Las tiernas aves con la luz presente,
Mientras se dejan ver a cualquier hora En el fresco aire y en el verde prado.
En tus mejillas la dorada aurora , Cuando salió bastante á dar Leonora
Febo en tus ojos, y en tu frente el dia
Mientras que con gentil descortés. Cuerpo á los vientos y á las piedras alma.
Mueve el viento la hebra voladora Cantando de su rico albergue y luego ,
Y el rico Tajo en sus arenas cria; Porque al salir, ó todo quedó en calma,
Antes que de la edad Febo eclipsado, O yo que es lo mas cierto, sordo y ciego.
,
Y el claro dia vuelto en noche oscura,
Huya el aurora de inmortal cuidado ,
Y antes que lo que hoy es rubio tesoro (14) Así Espinosa ; Hoces y Faria leen
Venza la blanca nieve en su blancura
En verdes hojas ya y en troncos gruesos
Goza , goza el color, la luz el oro.
en vez de marfil dice el texto de Faria. vio) Asi Espinosa; Hoces y Faria ponen suelo.
(13) Cristal
, , , ;, ,; ,, ;,
L.
SONETOS.
Pues ni quejarse n¡ mudar estatiza
m
i
Por pico ni por pluma se le veda ;
Ni en este monte, este aire ni este rio ,
Y llore solo aquel que su Medusa
Corre liera, vuela ave, pece nada, En piedra convirtió, porque no pueda
De quien con atención no sea escuchada Ni publicar su mal Di hacer mudauza.
La triste voz del triste llanto mió;
Y aunque en la tuerza sea del estío
LV.
Al viento mi querella encomendada
Cuando a cada cual dellos mas le agrada, Si ya de llorar cansada,
la vista,
Fresca cueva, árbol verde, arroyo frió, De cosa puede prometer certeza,
A compasión movidos de mi llanto, Bellísima es aquella fortaleza
Dejan la sombra, el ramo y la hondura, Y generosamente edificada.
Cual ya por escuchar el dü^ce canto Palacio es de mi bella celebrada
De aquel que de Strimoii en la espesura •
Templo de amor, alcázar de nobleza,
Los suspendía cien mil veces. Tanto ;
Nido del fénix de mayor belleza
Puede mi mal y pudo su dulzura! Que bale en nuestra edad pluma dorada.
Muro que sojuzgáis el verde llano
L1. Torres que defendéis el noble muro,
Almenas que á las torres sois corona;
Tres veces de Aquilón el soplo airado Cuando de vuestro dueño soberano
Del verde honor privp las verdes plantas, Merezcáis ver la celestial persona
Y al animal de Coicos otras tantas Representadle mi destierro duro.
Ilustró Febo sú vellón dorado,
Después que sigo, el pecho traspasado LVI.
De aguda flecha, con humildes plantas
Descripción de una dama.
¡Oh rubia Clori tus pisadas santas
!
Por las floridas señas que da el prado. De pura honestidad templo sagrado,
A vista voy, tiñendo los alcores- Cuyo bello cimiento y gentil muro
En roja sangre, de tu dulce vuelo, De blanco nácar y alabastro duro
Que el suelo pinta de cien mil colores (1G); Fué por divina mano fabricado;
Tanto, que ya nos siguen los pastores Pequeña puerta de coral preciado,
Por los extraños rastros que en el suelo Claras lumbreras de mirar seguro,
Dejamos, yo de sangre, tú de flores. Que á la esmeralda fina el verde puro
Habéis para viriles usurpado;
LH. Soberbio techo, cuyas cimbrias de oro (19)
Al claro sol, en cuanto en torno gira
la ninfa mia,
Al tramontar del sol Ornan de luz, coronan de belleza;
De despojando el verde llano,
flores
ídolo bello, á quien humilde adoro
Cuantas troncaba la hermosa mano, (20),
Oye piadoso al que por ti suspira ,
Tantas el blanco pié crecer hacia. Tus himnos canta y tus virtudes reza.
Ondeábale el viento que corría
El oro fino con error galano
LVII.
Cual verde hoja de álamo lozano
Se mueve al rojo despuntar del dia ; A un arroyo.
A escribir del cuñado el atroz hecho (22) Así el texto de Espinosa ; Hoces y Faria escriben :
En las hojas de aquella verde planta. Con regalado son, con paso lento.
Ponga pues fin á las querellas que usa,
(23) Pues ya por quien helar. —
Texto de Faria.
(24) Así el texto de Espinosa; Hoces y Faria pusieron:
(16) Otros leen que el cielo pinta.
:
(18) Dentro en el pecho , ¿ice Espinosa. Parece mas natural que el obsequio sea dirigido á Flérida, y no
P. XVl-I. 28
, : ,, , , ; , , , , , ;:
Mas ellos, y peor ellas derramadas. (34) Otros leen cascarse, y otros casarse.
! !, , ! , , ;, , , , ! ,, ;
SONETOS.
Que de corona clíie su cabeza, Oh espada sobre mi de un pelo asida
Rey de las otras, fiera generosa De amorosa espuela duro freno
la
Vestida vi á la bella desdeñosa, Vuélveteal lugar triste donde estabas,
Tal que, juzgué, no viendo su belleza
, ¡Oh celo, del favor verdugo eterno!
Según decia el color con su fiereza O al reino, si allá cabes, del espanto (39);
Que la engendró la Libia ponzoñosa Mas no cabrás allá, que pues há tanto
Mas viéndola, que Alcídes muy ufano Que comes de tí mesmo v no te acabas,
Por ella en tales paños bien podía Mayor debes de ser que él mismo infierno.
Mentir su natural, seguir su antojo,
Cual ya en Lidia torció con torpe mano LXXII.
El huso, y presumir que se vestía
Del ñemeo león el gran despojo.
A Juan Rufo, jurado de Córdoba.
Arrimando á este trato cien cañones? Esta es la coi te; buena pro les haga.
LXXYI. -^ LXXK.
Ah bajada de muchos señores caballeros de Madrid i socorrer Entrando en Valladolid, estando allí la corte.
la fuerza de la Maamora, que estaba cercada de moros 45 i
.
Cuanto mas dia, de juicio se halle. — ¿Muchas lanzas habrán en vos quebrado?
Pisado he vuestros muros calle á calle, — Mas respeto me tienen; ni una astilla.
Donde el engaño con la corte mora, — Pues ¿qué hacéis ahí? — Lo que esta puente,
Y cortesano sucio os hallo agora Puente de anillo; tela de cedazo,
Siendo villano un tiempo de buen talle. Desear hombres como ríos ella,
Todos sois condes, no sin nuestro daño; Hombres de duro pecho y fuerte brazo.
Dígalo el andaluz, que en un infierno — Adiós, Tela; que sois miiy maldiciente,
Debajo de una tabla escrita posa. Y esas no son palabras de doncella.
No encuentro al de Buendia en todo el año,
Al de Chinchón sí agora, y el invierno LXXXHI.
Al de Niebla, al de Nieva, al de Lodosa. i A una creciente del rio Manzanares.
Agustín de Horozco. Madrid, por Miguel Serrano, 1615. (io) Así Hoces; Faria lee bigotes.
, ,; ,,, ;,
SONETOS. 437
LXXXIV. LXXXVII.
A la puente segoviana de Madrid , que está sobre el rio A Esgueva, rio que pasa por medio de Valladolid, donde echan
Manzanares. todas las Inmundicias de la ciudad.
¡
Oh qué malquisto con Esgueva quedo.
Señora doña puente Segoviana,
Con su agua turbia y con su verde puente!
Cuyos ojos están llorando arena, Miedo le tengo, y hallará la gente
Si es por el rio, muy en hora buena,
En mis cal/.as lo* títulos del miedo.
Aunque estás para viuda muy galana. Quiere ser rio, jo se lo concedo
De estrangurria murió no hay castellana
;
Corra que necesaria es su corriente,
,
Lavandera que no llore de pena-,
Con orden y ruido el que consiente
Y Fulano Sotillo se condena
Antonio en su regidla de ordo-pedo (49).
De olmos negros á loba luterana. Camine ya con estos pliegos inios
Bien es verdad que dicen los doctores
Peón particular, quitado el parte (i>0),
Que no es muerto, sino que del estío Y ejecute en mis versos sus enojos;
Le causan parasismos los calores;
Que le confesaré de cualquier arte
Que á los principios de diciembre frió
Que, como el mas notable de los rios,
De sus muías liarán estos señores Tiene llenos los márgenes de ojos.
Que los orines den salud al rio.
LXXXVII!.
LXXXV.
Conde mi señor se va á Ñapóles
El
A Pisucrga.riu que pasa por los muros de Valladolicl. Y el Duque mi señor se va á Francia;
Príncipes , buen viaje, que este dia
Jura Pisuerga á fe de caballero Pesadumbre daré a unos caracoles.
Que de vergüenza corre colorado Ggmo sobran tan doctos españoles
En pensar que de Esgueva acompañado A ninguno ofrecí la musa mia;
Ha de eutrar á besar la mano á Duero. A un pobre albergue sí de Andalucía ,
Y así ha corrido siempre muy trasero. Ya que el tiempo me pasa como higo.
Llegados á la puente de Simancas, No espero en mi verdad lo que no creo
TemePisuerga que una estrecha puente
; Espero en mi conciencia lo que digo,
Temella puede el mar sin cobardía. Mi salvación, que es lo que mas deseo.
No se le da á Esguevilla cuatro blancas;
Mas ¿qué mucho, si ¡tasa su corriente LXXXIX.
Por mas estrechos ojos cada dia?
A la salida de la corte del duque de Humena, embajador del rey
de Francia.
LXXXVL
Despidióse el francés con grasa buena
Al auto general de la fe que se celebró en la ciudad
(Con buena gracia digo, señor Momo);
de Granada (46).
Hizo España el deber con el Bandomo,
Bien dispuesta madera en nueva traza, Y el pa^ar lo hará con el de Pena.
Reales fiestas le pidió al de Humena
Que un cadahalso forma levantado,
Admiración del pueblo desgranado La ya engastada Margarita en plomo , .
Por el humilde suelo de la plaza (47); Aunque no hay toros para Francia como
Cincuenta mujercillas de la raza Los de Guisando su comida y cena.
Estrellóse la gala de diamantes
Del que halló en el mar enjuto vado,.
Y la jurisprudencia de un letrado, Tan al tope que alguno fué topacio
,
De un fraile mal abierta y peor casada, Nos dejó las saludes de palacio
Y otro dos veces que él no menos ciego; Que otro dia enfermaron sus altezas.
Cinco en estatua solo uno en persona,
,
XC.
Encomendados justamente al fuego,
Fueron el auto de la fe en Granada. Contra los que dijeron mal del Polifemo de dos Luis.
(46) En el códice S 106 de la bibloteca Nacional se lee'este mis- Y cual suele tejer bárbara aldea
mo soneto contrabecho y con el epigraíe y las vanantes que si- Soga de gozques contra forastero;
guen :
líigido un bachiller, otro severo,
Crítica turba al fin , si no pigmea
Soneto de Diego de Soto y Agilitar, cuyo es lo escrito en el auto de la Su diente afila y su veneno emplea
fe.
Bien dispuesta madera en nueva traza, En disforme ciclope cabrero.
el
De cadahalso en forma levantado, A
pesar del lucero de su frente,
admiración del pueblo ya sentado Lo hacen escuro, y él en dos razones,
En el húmido suelo de la plaza; Que en dos truenos libró de su occidente
Trece mujercillas de la raza
«Si quieren respondió los pedanlones
, ,
De! que hallo en el mar enjuto vado
Y la jurisprudencia de un letrado , Luz nueva en hemisferio diferente,
Cayo ejemplo contunde y amenaza; Den su memorial á mis calzones^
Diez torpes, seis blasfemos, la corona
De un fraile mal abierta sin ardid ,
XCI.
Y otro no menos que él dos veces ciego;
Cuatro estatuas y siete en persona A lo poco que hay que fiar en el favor de los señores de la corte.
Que me lian desempedrado las encías? Y aun mas, que me dejó en la barbacana.
Nunca yo tope con sus señorías No desherréis vuestro zagal; que un clavo (4)
Sino con inedia libra de carnero, No ha de valer la causa , si no miente
Tope manso, alimento verdadero Quien de la cuerda apela para el rabo.
De jesuítas, santas compañías. Perdonadme el hablar tan coríesmente
Con nadie hablo, todos son mis amos, De quien ya que no alcalde por lo bravo,
,
Un desafío campal con dos gazules «Que un gozque arrastre así una ejecutoria
Que en ser por unos ojos entre azules, Que ha obedecido lauta gente honrada,
Fué peor que gatesco el desafio. Y aun se la ha puesto sobre su cabeza» (7).
Romance fué el cantado, y que no pudo
Dejarlo de entender, si el muy discreto XCVII.
No era sordo, ó el músico era mudo
Y de que lo entendió yo os lo prometo, Al túmulo de la reina nuestra señora doña Margarita.
Pues envió á decir con don Bermudo No de fino diamante ó rubí ardiente (8)
Que vuelvan á cantar aquel soneto. Luces brillando aquel este centellas
,
(2) Avezana es una cuadrilla de yuntas de arados. (8) Así Gracian; otros leen y rul<i.
13) Mis prójimos, dice el texto de Faria. (9) Otros leea oscura.
, , ; , ,,; , ;
! , :
SONETOS. 439
Peí sol de Austria, y la concha de Ba viera, CIV.
Mas coronas ceñidas que vio años,
Al sepulcro de la duquesa de Lerma, mujer del primer duque don
En polvo ya el clarín final espera ,
Francisco de Rojas y Sandoval, gran privado de Felipe III.
Siempre sonante á aquel cuya memoria
Anles peinó que canas desengaños. Ayer deidad humana, hoy poca tierra;
Aras ayer, hoy túmulo; ¡oh mortales!
Plumas, aunque de águilas reales
Plumas son; quien lo ignora, mucho yerra.
A la capilla de nuestra Señora del Sagrario, que para entierro su- Los miembros que hoy este sepulcro encierra,
yo reedificó suntuosísima'mente en la santa iglesia de Toledo el A no estar entre aromasorientales,
cardenal arzobispo dclla, don Bernardo de Rojas y Sandoval. Mortales señas dieran de mortales;
La razón abra lo que el mármol cierra.
Esta que admiras Fábrica, esta prima La fénix que ayer Lerma fué su Arabia
Pompa de la escultura oh caminante, ,
Es hoy entre cenizas un gusano,
En pórfidos rebeldes al diamante Y de conciencia á la persona sabia.
En metales mordidos de la lima, Si una urca se traga el Océano,
Tierra sella que tierra nunca oprima ¿Qué espera un bajel luces en la gabia?
Si ignoras cuya el pié enfrena ignorante,
,
Tome tierra que es tierra el ser humano.
,
Y esa inscripción consulla que elegante
Informa bronces, mármoles ¡mima. CV.
Generosa piedad urnas hoy bellas
Con majestad vincula, con decoro A la muerte violenta que Francisco Ravaillac dio al rey
Enrique IV de Francia.
A ya cenizas santas
las heroicas
De los que á un campo de oro cinco estrellas El Cuarlo Enrico yace mal herido
Dejando azules con mejores plantas, Y.peor muerto de plebeya mano,
En campo azul esliellas pisan de oro. El que rompió escuadrones y dio al llano
Mas sangre que agua Orion humedecido.
CI. Glorioso francés esclarecido,
Conducidor de ejércitos, que en vano
A la muerte de tres niñas hijas del duque de Feria. De lilio's de oro el ya cabello cano
Y de guardia real ibas ceñido.
Entre las hojas cinco generosa ,
Una temeridad astas desprecia,
Si verde pompa, no de campo de oro,
Una traición cuidados mil engaña
Prendas sin pluma a ruiseñor canoro
Degolló mudas sierpe venenosa;
Que muros rompe en un caballo Grecia.
Armasburlóelfatal cuchillo. ¡Oh España!(lO)
Al culto padre, no con voz piadosa,
Delona de dos mundos tiel le precia,
Mas con gemido alterno y dulce lloro ,
Armoniosas lágrimas al coro
Y armada teme la nación extraña.
De las aves oyó la selva umbrosa. CVI.
Lloró el Turia cristal, á cuya espuma
Dio poca sangre el mal logrado torno, Al sepulcro de la duquesa de Lerma.
Terno de aladas cítaras suaves. Lilio siempre real nací en Medina
Que rayos hoy, sus cuerdas y su pluma, Del cielo con razón, pues nací en ella
Brillante siempre Itrz de un sol eterno,
Ceñí de un duque excelso,' aunque flor bella,
Dulcemente dejaron de ser aves.
Da* rayos mas que flores frente dina.
Lo caduco esta urn \ peregrina
CU. Oh peregrino, con majestad sella
Lo fragranté, entre una y otra estrella
Al sepulcro de Dominico Greco, excelente pintor.
Vista no fabulosa determina.
Esta forma elegante, oh peregrino, Estrellas sóndela guirnalda griega,
De pórfido luciente dura llave, Lisonjas luminosas de la mía,
El pincel niega al mundo mas suave, Señas ¡'-curas, pues ya el sol corona
Que «lió espíritu al leño, vida al lino. La suavidad que espira el mármol. Llega
Su nombre, aun de mayor aliento diño Del muerto lilio es que aun no perdona
;
Arte, y el arte estudio , Iris colores De una v de otra ver le rama obscura,
Febo luces, si no sombras Morfeo. A los pinos dejando de .Segura
Tanta urna á pesar de su dureza,
,
Su urna lagrimosa, en son doliente
Lágrimas beba y cuantos suda olores, Llora el Détis no lejos de su fuente,
Corteza funeral de árbol sabeo. En poca tierra ya mucha hermosura (11),
Tiernos rayos en una piedra dura
CHI. De un sol antes caduco que luciente.
¡Cuan triste sobre el pórfido se mira
Pálida restituye á su elemento Casta Venus Morar su cuarta gracia,
Su ya esplendor purpúreo casta roía, Si lágrimas las perlas son que vierte
Que en planta dulce un tiempo si espinosa ,
Oh Antonio, oh tú, del músico de Tracia
¡
Gloria del sol, lisonja fué del viento. Prudente imitador! tu dulce lira
El mismo que espiró suave aliento Sus privilegios rompa hoy á la muerte.
Fresca, espira marchita , y siempre herniosa,
No yace no en
, , la tierra , mas reposa CVIII.
Negándole aun el hado lo violento. muerte de dos damas de Córdoba.
A la
Sus hojas si, no su fragrancia, llora
En polvo el patrio Détis, hojas bellas, Sobre dos urnas de cristal labradas,
Que aun en polvo el m terno Tajo dora. De vidrio en pedestales sostenidas,
Ya en nuevos campos una es hoy de aquellas Llorando está dos ninfas ya sin vidas
Flores que ilustra otra mejor aurora, El Bélis en sus húmidas moradas;
•
Cuyo caduco aljófar son estrellas.
(10) Otros leen : arcan burló el fatal cuchillo.
(.11) En poca tierra ver mucha hermosura.
: , , , , , ; ,; , ; ,;,; ,
CIX. CXIII.
Famoso monte, en cuyo vasto seno A la purísima Concepción de nuestra Señora, donde se glosó
Duras cortezas de robustas plantas el último pié en un certamen poético :
Conservan aquel nombre en parles tantas (lo) Virgen pura, si el sol, luna y estrellas.
De quien pagó á la tierra lo terreno;
Asi cubra de lioy mas cielo sereno GLOSA.
La siempre verde cumbre que levantas
Que me escondas aquellas letras santas Si ociosa no asistió naturaleza
De que á pesar del tiempo has de estar Heno. Admirada, á la tuya, oh gran Señora ,
(13) Asi Espinosa ; Hoces lee contienen. Lo mismo pone Faria- En mejores adargas, aunque menos ,
Pero ¿qué fué nacer en tanto estrecho?— Textos de Faria y
Pisuerga vio lo que Genil mil veces.
(14)
de Gradan.
(15i JVo fué esta gran hazaña, dicen Hoces y Faria. Sigo el texto
CXVI.
de Espinosa. Deja el monte; garzón bello, no fies
(16) Espinosa lee: venciendo en flaca edad. Tus años del y nuestras esperanzas
(17) Espinosa escribe: que hacer frió. Que murallas de red bosques de lanzas
,
SONETOS. 441
Apacibles desvíos aconseja to y tolerancia con que el confesor del l!ey despachaba los alu-
nuestro señor don Felipe III. Blasón del tiempo, escollo del oh ¡do.
¡Oh águila de Castro! que algún dia
En vez, Señora, del cristal luciente, Será para escribir tu excelso nido
Licuores nabaleos espirante, Un cañón de tus alas pluma mía.
Los faroles, ya luces de levante.
Las banderas ya sombras de occidente; CXXXII.
Las fuerzas litorales que á la frente
Harán de África gemino diamante, Ave real de plumas tan desnuda
,
Tamo disimulado al fin turbante Que aun de carne voló jamás vestida,
Con generosidad expulsó ardiente. Cuya garra, no en miembros dividida,
Votos de España son que hoy os consagra Inexorable es guadaña aguda;
,
SONETOS. 413
CXXX1V. cxxxvm.
Camina mi pensión con pies de plomo, A un libro que compuso el licenciado Fresno.
El mió, como dicen ya en la huesa ,
De vuestras ramas no la heroica lira
Mas yo, á ojos cerrados , tenue ó gruesa,
Suspende Apolo, mas en lugar della
Por dar mas luz, al mediodía la tomo.
Merced de la tijera, á punta ó lomo
La avena pastoral , ya ninfa bella,
Que en caña algún dios rústico suspira,
Me conhorta de murtas una mesa;
Si dulce sopla el viento, dulce espira.
Ollay la mejor voz es portuguesa,,
Su voz y dulcemente se querella
Y la mejor ciudad de Italia Como. Tanto, que el áspid no la oreja sella,
No mas no, borceguí ni chimenea;
,
Mas escucha la música sin ira.
Basten los años, que ni aun breve raja
Sois Fresno al fin, cuya agradable sombra
Los profanó de encina ó de aceituno.
Mata veneno, y asi el docto coro
el
¡Oh cuánto tarda lo que se desea !
De las ninfas con casto movimiento
Llegue; que no es pequeña la ventaja
Seguro pisa la florida alfombra,
De comer tarde al acostarse ayuno.
Y el pié descalzo del coturno de oro,
cxxxv. Ciñeudo el tronco, honrando el instrumento.
(32) Se cree que este soneto es contra Quevcdo. (34) Otros leen : a! fuego.
(33) Asi Faria ; otros leen y lascivo.
:
(55) Otros leen : á quien ¡o duda.
; , !, ; , ;, ,
m
; , ,
SONETOS.
Fieraque sen de razón desnuda CLVI.
Cada sol repelido es un cometa. A una dama que, quitando del dedo una sortija de diamantes,
Confiésalo Cartazo, ¿y tú lo ignoras? se hirió con un alfiler, de que salió mucha sangre.
Peligro corres, Licio, Si porfías
En seguir sombras y abrazar engaños. Prisión del nácar era articulado
Mal le perdonarán á li las horas; De mi firmeza un émulo luciente,
Las horas, que limando eslán los dias, L n
;
diamante ingeniosamente
Los dias, que royendo eslán los años. En oro también él aprisionado.
Clóris pues, que su dedo apremiado
. CLII.
De metal aun precioso no consiente,
Gallarda un dia, sobre impaciente,
En la capilla esloy, y condenado Lo redimió del vinculo dorado.
pasar sin remedio desia vida. Mas ¡ay! que insidioso latón breve
A
Siento la culpa masque la partida, En los cristales de su bella mano
Por hambre expulso como sitiado. Sacrilego divina sangre bebe;
Culpa ha sido el ser yo tan desdichado, Púrpura ilustró menos indiano
Marlil, envidiosa sobre nieve,
Mayor de condición tan encogida
Claveles deshojó aurora en vano.
De ambas me acuso en esta despedida, la
Envidia propia, soledad extraña, (39) En uncódice que posee mi erudito amigo, el señor Guerra
El gasto enano, el ánimo gigante, y Orbe , Góngora este soneto.
se asegura que no es de
Dada la extrema-unción á la comedia (40) Si tu hermosura te engañó mas vana.— Texto de Gradan.
(41) Asi Gracian en el Arte de ingenio; otros leen tu hermosura,
El dinero arrimándose á una caña, :
¡ Oh aquel dichoso que, la ponderosa Mucho mejor que en el mesón del Toro.
Porción depuesta en una piedra muda,
La leve da al zafiro soberano CLXXIV.
CLXX. A un caballero que colgó en una capilla de un titulo un alfanje
y una bandera.
Ser pudiera tu pira levantada
De aromáticos leños construida ¿Qué es? ¿hombre ó mujer lo quehan colgado?
¡Oh fénix! en la muerte, sien ta vida — Uno y otro: dorado, ella amarilla;
él
Ave aun no de sus pies desengañada. — ¿Cómo es su nombre? Alfanje y banderilla,
Muere en quietud dichosa y consolada, Moros ambos, y cada cual herrado.
A la región asciende esclarecida, —¿Qué quieren ser?— Vergüenza deun soldado,
Pues de mas ojos que desvanecida Aunque él los cuelga aquí por maravilla.
Su pluma fué, tu muerte es hoy llorada. — ¿Qué piden á'la Iglesia?— Su capilla,
Purificó un cuchillo en vez de llama (44) Si ánecedades vale lo sagrado (50).
Su ser primero, y gloriosamente Pues maldito diablo, reconoce
De su vertida sangre renacido, Tu sentencia de olvido, y da la gloria
Alas vistiendo, no de mortal fama, Al Conde tu señor de esos despojos.
De cristiano valor sí, de fe ardiente, Y pues quien fama y número á los doce
Mas deberá á su tumba que á su nido (4o). Le da, no cuelga señas de Vitoria (51),
No hagas lenguas tú de nuestros ojos.
CLXXI (46).
CLXXV.
Al Santísimo Sacramento.
A una junta de estudiantes en una casa que habia padecido incen-
Piebelde y pertinaz entendimiento, dio, y era de un convento, y se juntaban á murmurar en ella.
Sed preso. — ¿Quién manda?— Dios glorioso.
lo
— ¿Por qué?— Porque con ánimo dudoso Señores académicos, mi muía
Si el pienso ya no se lo desbarata,
Negaste obediencia al Sacramento.
la
—¿Quién ha de ejecutar el prendimiento? En los cuadriles dicen que se mata
— La voluntad y afecto piadoso. Por ser de la academia íle la gula.
— ¿Quién es el carcelero riguroso? Su determinación no disimula
— La le, que enseña el conocimiento. De entrar en la academia, do se trata
— Y la cárcel ¿cuál es?— La Iglesia santa. De convertir en nuncio la anunciata,
Y su congregación en farándula.
¡Oh cárcel clara luz deste hemisferio (47),
!
Dulce prisión, que tal tesoro encierra; Teme ía casa quien está mirando
Do el fruto deste altísimo misterio Entrar buñuelos y salir apodos,
Se goza con dulzura y gloria tanta Y piensa que segunda vez se abrasa ;
Que excede cuanto bien hay en la tierra. Y la verdad, no está muy mal pensando;
Que allí en lenguas de luego hablan todos.
CLXX1I. ¡Padre Ferrer, cuidado con la casa!
Al túmulo que ciudad de Córdoba hizo á las honras de
la la reina CLXXVI.
nuestra señora doña Margarita de Austria.
Icaro de bayeta , si de pino A cierto hidalgo pobre que juntó de limosna el dote de dos hijas
Volar quieres con alas á lo pollo, Antes que alguna caja luterana
Estando en cuatro pies á lo pollino. Convierta en Hernandico el mochilero,
¿Qué Dédalo te induce peregrino Y antes que algún abad y ballestero
A coronar de nubes el meollo, Le dé algún saetazo á Sebastiana,
Si las ondas que el Bétis de su escollo
, Procuradles hoy antes que mañana,
Desata, han de infamar tu desatino? Como padre cristiano y caballero,
No des mas cera a! sol, que es bobería, A la una un seráfico mortero,
Funeral avestruz, máquina alada, A la otra una dominica campana.
Ni alimentes gacetas en Europa. Si faltare la casa de los locos,
Aguarda á la ciudad; que á mediodía, No os (altará Aguilar, á cuyo canto
Si maese Duelo no encapirotada, Salta Pan, Vénusbaila, Baco entona.
La servirá maese Borracho en sopa (48): El se aprovechará de vuestros cocos,
De su rabazo vos que es todo cuanto
clxxiil ,
;
Oh cárcel clara ! luz deste hemisferio, Si vale a necedades lo sagrado.
(iS) Otros leen maese Bochorno. (51j Otros leen, en vez de le da, creció.
, ! , ;, , ;;
Dulce fray Diego, por la dulce caja; A la toma de Larache, plaza fuerte de África que se entregó por ,
Tal sea el ataúd de mi mortaja, trato con Muley Jeque, rey de Fez, año de 1CJ0.
Y de mis guerras tal el instrumento.
En roscas de cristal serpiente breve (3),
Consagrad, musas hoy vueslro talento
,
Por la arena desnuda el Luceo yerra (4)
A la monja que almíbar tal le baja. El Luceo, que con lengua al fin vibrante,
Pues quien suele acabar en una paja
Si no niega el tributo, intima guerra
Sella agora el estómago contento.
Al mar, que el nombre con razón le bebe,
Cualquier regalo de durazno ó pera
Y las faldas besar le hace de Atlante.
Acoto suyo, sí podrá un amigo
Desta puessiempre abierta, siempre hiattte(5)
Acolar un discípulo de Escolo.
Conlieso que de sangre entendí que era
Y siempre armada boca
Cual dos colmillos, de una y otra roca,
Cámara aquella, y si lo fué, yo digo
África ( ó ya sean cuernos de su luna,
Que servidor seáis, y no devoto. O ya de su elefante sean colmillos)
Ofrece al gran Filipo los castillos.
CLXXXI. Carga hasta aquí, de hoy mas militar pompa (G);
Al sol, porque salió estando enn una dama, y le fue forzoso Y del fiero animal hecha la trompa
dejarla. Clarín ya déla fama, oye la cuna,
Ya besando unas manos cristalinas, La tumba ve del sol señas de España , ,
Ya anudándome á un blanco y liso cuello Los mutos coronar que el Luceo baña (7).
Ya-esparciendopor él aquel cabello
Que Amor sacó entre el oro de sus minas
Ya bebiendo en aquellas piedras linas (i) (2) Este soneto se atribuye por don Juan Antonio Pellicer, en la
Palabras dulces mil sin merecello, Vida de Cervantes, don Luis de Góngora.
¡i
Cuando tu luz, hiriéndome los ojos, F.l Luco, que con Ieugun al lin vibrante,
OPCIONES. 449
Lns cnrvas pues, las prosas españolas
Del re\ de fieras, n<> de nuevos mundos, A la armada que el rey Felipe II, nuestro señor, envió contra
Ostenta el rio, y gloriosamente Inglaterra.
Arrogándose márgenes segundos (8),
Levanta. España, tu famosa diestra
En vez «le escamas de cristal sus olas ,
Sino en las oficinas donde el belga Que á tanto leño el húmido elemento
Rebelde anhela, el berberisco suda,
Y á tanta vela es poco todo el viento,
Fia que en sangre del inglés pirata
El brazo aquel la espada este desnuda,
,
Teñirá de escarlata
Forjando las que un muro y otro muro
Por guardas liene llaves ya maestras Su color verde y cano
El rico de ruinas Océano;
De nuestros mares délas flotas nuestras.
,
Piloto el interés , sus cables ala; Lumbre de Marte, escuela de Minerva (18),
Cuando ya en el puerto,
Digna de que las sienes que algún dia
Del soplo ocidental del golfo incierto,
Ornó corona real de oro luciente
Pescadora la industria (lacas redes, Ciña guirnalda vil de estéril yerba;
Que dio á la playa desde su barquilla (10), Madre dichosa y obediente sierva
Graves revoca á la espaciosa orilla De Arturos, de Eduardos y de Enrieos,
Ricos de fortaleza y de fe ricos;
La libertad al fin que salteada,
,
,
Vuestras banderas nos lo dicen, puesto ¡Fiamma d'el ciel su Je tue treme piova!
Duro yugo á los términos del dia,
En los mundos que abrevia tanta diestra; Tú en tanto mira allá á los otomanos,
Que si á las armas no. si no al funesto Las ¡onias ondas, que el Sicano bebe (20),
Son de las trompas, que no aguardó á esto, Sembrar de armados arboles y entenas,
Avila su coluna Y con tirano orgullo en tiempo breve,
Domando cuellos y ligando manos,
A vuestros pies rindió, á vuestra fortuna. arenas,
Calpe desde su opuesta cumbre espera Y sus remos hiriendo las
Ruiseñor en la selva,
Felicidades sean
Cuando pescador pobre
Las que administren sus primeros paños, Mucho despide, red de poco robre.
Las virtudes se vean
Al que le escuchó en vano
(21) Mas desenvuelve y mientras mas tremola. — Texto de Espi- Golfo, á pesar del norte siempre inquieto,
nosa. Se queja del Amor, á quien sujeto
(22) Claves tuyas y término de Alcídes.— Id. Obedece, tirano,
(23) Mas si con la importancia el tiempo mides. —Texto de Ho- En las prisiones bellas
ces y Faria. De la esfera mayor de sus centellas.
(24) Arbola ¡ oh gran monarca! tus banderas. — Texto de Espi- Escollo cristalino,
nosa. A quien el pescador cuanto padece,
(25) Arma a tus hijos para tus galeras.— Id, Sigo el de Hoces. Sentado, en su crueldad dúlcele ofrece,
Varar, según Covarrubia , era echar al agua algún bajel, lle- Sin hallar el divino
vándole por algunos maderos, que llamaban varas. Canto alivio á sus quejas.
(26) El carro helado á ia abrasada zona.— Texto de Hoces; Faria jTriste del que á una roca pide orejas!
dice : carro alado.
(27) Así Espinosa ; Hoces escribe
(28) Otras ediciones dicen hueso en vez de huso.
Las armas, los triunfos, las coronas. (29) Otros leen : Te engaña.
, , : , , ;
CANCIONES. ioí
VI. Mas, Clori que he tejido
,
CANCIONES. 4S>3
Dulce tranquilidad que en este mora Entre fieras naciones oyó el fstro (37),
Tan grato como pobre albergue, donde Lágrimas, y al segundo rio africano
Sellado el labio, la quietud se esconde? Señas, aunque vocal de sentimiento.
Aquí pues al cuidado Moriste, y en las alas fué del viento,
Niego estos quicios niego la cultura
,
Lastimando su dulce voz postrera
De ese breve cercado, Las orillas del Ganges , la ribera
Cuyo líquido soto plata es pura Del rey del Occidente,
De arroyo tan oblicuo que no deja ,
Flechero paraguay, que de veneno
La fragrancia salir, entrar la abeja. La aljaba armada, de piedad el seno,
Tu fin sintió doliente.
II.
¡Oh lú que de Severo en las arenas
,
m Interrumpió, no en vano,
DON LUÍS DE GÓNGOÜA Y ARGOTE.
Aquí, donde entre jaspes y entre oro
Tu ( á pesar de prodigios tantos) hecho, Tálamo es mudo, túmulo canoro;
Si abejas !os amores corcho el lecho; ,
Aquí, donde coloca
Ei néctar soberano, .Insto afecto en aguja no eminente,
Despreciabas de Júpiter dormido, Si no en urna decente,
Al ventilar al lado de Cupido. Esplendor mucho, si ceniza poca,
Bien que, milagros despreciando egipcios,
II. Pira es suya este monte de edificios.
Si tu paso no enfrena
Al sepulcro del gran duque de. Medina-Sidonia, don Alonso Pérez
Tan bella en mármol copia, oh caminante,
de Guzman.
Esa es la ya sonante
Emula de las trompas, ruda avena,
Alcidon. — Licidas. A quien del Tajo deben hoy las flores
El dulce lamentar de dos pastores.
ALCIDON. Este el corvo instrumento
Perdona al remo, Licidas, perdona Que el albano cantó , segundo Marte,
Al mar en cuanto besa De sublime ya parte
Maravillas, no bárbaras, en esa Pendiente, cuando impulsarlo al viento,
Aguja que de nubes se corona; Solicitarlo oyó, seiva confusa,
El tridente de Télis, de Belona Ya docta sombra, ya invisible musa.
Incluye el asta , ó cuanto Vestido pues rl pecho
Sella esplendor, desmiente gloria humana, Túnica Apolo de diamante gruesa,
Esa al margen del agua construida Parte la dura huesa,
Si no índice mu Modesta vida, Con la que en dulce lazo el biaiJo lecho,
Pompa aun de piedras vana, Si otra inscripción deseas, vete cedo ;
Urna hecho dudosa , jaspe tanto Lámina es cualquier piedra de Toledo.
De poca tierra, no de poco llanto.
LÍCIDAS. IV.
Erré, Alcidon, la codiciosa mano,
Al sepulcro de tres niñas, hijas del duque de Feria.
Siguió las ondas no en la que ejercitan
,
LÍCIDAS.
A la traslación de una reliquia del santo príncipe Hermenegildo
al colegio de su nombre, de la compañía de Jesús, en Sos illa.
¿Quién, dime, con aquella de quien dudo
Cuál mas dolor ó majestad ostente Hoy es el sacro y venturoso dia
Plumas una la frente En que la gran metrópoli de España,
Palmas otra, y el cuerpo ambas desnudo (38)? Que no te juró rey, te adora sanio;
ALCIDON. Hoy con devotas ceremonias baña
El blanco clero el aire en armonía
Mal la pizarra pudo
Los pechos en piedad la tierra en llanto
,
Lisonjealles aquella
el color,
Hoy á estos sacros himnos, dulce canto,
Hará de! sol edades ciento agora
Ayuda con silencio la nobleza
Templo de quien el sol aun no es estrella, Haciendo devoción de su riqueza
La grande América es, oro sus venas, Hoy pues aquesta tu iaüna escuela
Sushuesos plata, que dichosamente,
A docta abejuela,
la
Si Ligurina dio marinería
No sin devota emulación . imita,
A España en uno y otro alado pino, Vuela al campo, las flores solicita
Interés ligurino
Campo de erudición , flor de alabanzas,
Su rubia sangre hoy dia Por honrar sus estudios de tí y dellas,
Su médula chupando está luciente;
En tanto que tú alcanzas
Esotra naval, siempre infestadora
Ver á Dios, vestir luz, pisar estrellas.
De nuestras pía; as, frica, es temida,,;
(38) Así Faria ; Hoces lee : y el cuerpo mas desnudo. 139) Así Hoces ; Espinosa lee : los mejores.
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CANCIONES.
Príncipe mártir, cuyas sacras sienes, Flamante en celo el mas antiguo manto
Aun no impedidas de real corona
la Si bien toda la púrpura de Tiro
La iiera espada honró del arriano; Grana es en polvo al último suspiro.
Tú, cuya mano, al cetro sí perdona , Tu exaltación instada
Noá laespada, que en ella agora tienes(40), De Felipo fué el Cuarto, de monarca
Digna palma, si bien heroica mano, Que al sol fatiga tanto
Pues eres uno ya del soberano Lustralle sus dos mundos en un día,
Campo glorioso de gloriosas almas Al siempre Urbano santo,
Que ciñen resplandor, que enristran palmas, Octavo en nombre, y en prudencia uno,
Donde se triunfa y nunca se combate, Santísimo piloto de la barca
Mi lengua se desate Que repetido en él Pedro le fia;
En dulces modos y los aires rompa No fué el ruego importuno
A celestial soldado, ilustre pompa (41), Del católico, pues si dilatada
Conozca el Cancro ardiente, el caii'o helado, Tu creación, la gracia le fué hecha
¡Oh católico sol do vice-godos! ¡Oh, quiera Dios unir en liga estrecha
La espada que te ha dado Estos dos de la Iglesia tutelares!
Vida á tí, gloria á Bétis, luz á todos. Ya, joven cristianísimo, con ellos
Estas aras que te ha erigido el clero, Libarán tres abejas lilios bellos,
Y estas que te cantamos alabanzas, Y melificarán, no en corchos vanos,
Juntas con lo que tú en el cielo vales Sino en la que abrirán nuestros leones
A Filipo le valgan el Tercero, Bocas de paz, tan dulce alimentadas,
En quien de nuestro bien las esperanzas Llaves dos tales, tales dos espadas,
Están como reliquias en cristales; Escondiendo con velos nuestros mares;
Logra sus tiernos años, sus reales Cuantos les dio sacrilegos altares
Pensamientos, católico, segunda Europa á la herejía
Tal, que su espada por su Dios confunda Extirparán un día
La nueva torre que Babel levanta, Y otro; no solo, no, abominaciones,
Y ardiendo en saña santa Darán de Babilonia al fuego entrando
Haga que adore en paz quien no lo ha visto Los muros de Sion; mas alternando
El gran sepulcro que mereció á Cristo; Himnos sagrados, cánticos divinos,
Que pues de sus primeros nobles paños Abrirán paso á cuantos peregrinos
Invocó á su deidad por su abogada Tan libres ya podrán, como devotos,
Es bien que veen sus años Besando el marmol desatar sus votos.
Larga paz, feliz cetro, invicta espada. El Conde-Duque, cuya confidencia
Reclinatorio es de su gran dueño
Y tú, ¡oh gran madre, de tus hijos cara!
Emula de provincias gloriosa, Cuan bien su providencia
En que alumbra el sol, la noche ciega,
lo
Timón del basto ponderoso leño,
Ciudad mas que ninguna populosa, Gobierno al fin de tanta monarquía,
Para quien no tan solo España ara, Lamiendo escollos ciento,
Y siembra Francia, mas Sicilia siega, Lo ha conducido en paz á salvamento.
No porque el Bétis tus campañas riega; Este pues pompa de la Andalucía
Gloria de los clarísimos Sidones
El Bétis, rio y rey tan absoluto
Que da leyes al mar, y no tributo; De los Guzmanes, digo, de Medina,
Solicitó suave tu capelo
Ni porque agora escalen su corriente
Velas del Occidente,
¿Qué mucho ya, si el cielo,
Entre los muchos que te incluye dones
Que, mas de hojas que de viento llenas,
Hacen montes de piala tus arenas; Sobrino te hizo suyo de una hermana
Mas por haber tu suelo humedecido Valerosa y real sobre divina?
La sangre deste hijo sin segundo, Dígalo el Bétis, de quien es Diana;
En tí siempre ha tenido El Carpió, de quien es deidad, lo diga.
La fe escudo, honra España, invidia el mundo. Tú á la fortuna amiga
Átomo no perdones de propicia
Goza la dignidad cardenalicia,
CANCIÓN HEROICA. Unos dias clavel, otros viola
La ingenuidad observes española
A la creación del cardenal don Enrique de , Guzman
hijo de don La duplicidad huyas extranjera;
Diego López de Haro, marqués del Carpió, y de doña Francisca Tus colegas admiren la severa
de Guzman, hermana det conde de Olivares, duque de San Lú- Dulce afabilidad que le acompaña; _
car la Mayor, gran privado del rey nuestro señor don Felipe IV. Que al duodécimo lustre, si no engaña
Cuanto abrazan las zonas,
Generoso mancebo Tíber con sus tres coronas.
Te espera el
Mas purpúreo en la edad que en el vestido,
Menos en rosicler luciente Febo
A envidiarte ha salido; OTRA.
Tú en lanío esclarecido
Del rubí, en hilos reducido á tela', Ala serenísima infanta María, ya reina de Hungría,
Dignamente serás hoy agregado que mató un jabalí de un arcabuzazo.
Al colegio sagrado,
Fecundo seminario de Claveros. Las duras cerdas que vistió celoso
¡Oh cuánta beberás en tanta escuela Marte, viste hoy amante,
Religión pura, dogmas verdaderas, Ya deidad fulminante,
Gobierno prudencial, profundo estado, El planeta ofrecido belicoso,
Política divina; De un plomo muere al rayo glorioso.
Dígalo Caslálida,
Canoro nicho es, dosel alado;
Que al soberano Tapia Concentuoso coro diligente
Hizo que mas que en árboles, A tanto ministerio destinado,
En bronces, piedras, mármoles, En hombros pues querúbicos María
En su verso eterniza tu prosapia Viste al aire la púrpura del día.
Dándole el odorífero Al cerro baja, cuyos levantados
Lauro por premio del gran dios Lucífero. Muros, alta de España maravilla
De antigüedad salían coronados
Por los campos del aire á recibilla;
CANCIÓN FÚNEBRE. En tantos la aclamó plectros dorados,
Al sepulcro del rey Felipe Ilí, nuestro señor. Cuantas se oyeron ondas en su orilla ,
TERCETOS. 437
Se libra tremolante ó inmóbil pende (42); de su gloria la pureza suma
Si
be lo que ilustre luego reverbera, No ofenden las tinieblas de mí canto;
Se remonta á lo fúlgido que enciende, Depuso el fausto, parto déla espuma,
Ejecutoriando en la re\ isia La púrpura ducal creciendo tanto,
Todos los privilegios de la vista. Le indujo horror la mas esclarecida
Desde el sitial la Reina esclarecido Corona en un cadáver definida.
Ornamento le viste de un brocado, Fomentándooste horror un desengaño,
Cuyos altos no le era concedido Que á trompa final suena, solicita
Al serafín pisar mas levantado Crecer humilde el número al rebaño,
Invidioso aun antes que vencido, Del silbo, del cayado jesuíta;
Carbunclo ya en los cielos engastado, ¡Del palacio á un redil! efecto extraño
En bordadura pretendió tan bella De impulso tan divino, que acredita
Poco rubí ser mas que mucha estrella. Al mayoral y alienta su ganado,
De las gracias recíprocas la suma Apostólico este, aquel sagrado!
Que el don salisfacieron soberano, Religioso Quiron, no solo iguaía (45),
Que celebraron la divina pluma, Sino excede en virtud al mas perfecto.
Otra la califique en otra mano; Sucediendo silicios á la gala ,
Huyendo con su océano la espuma , Que aun el-mas venial liman afecto;
El margen restituye menos cano, El ayuno á su espíritu era un ala.
Que iluminado el templo restituye La oración otra, siempre fiscal recto
Extenuada luz que á su luz huye. De su conciencia; bien que garza el Santo,
¡Oh Virgen siempre, oh siempre gloriosa Las plumas peina orillas de su llanto.
Aun de humildes dignada alectos puros, Tempestades previendo suele esta ave
,
Ungüentos privilegian hoy suaves, Deja del mismo pecho manjar hecho,
La muerta humanidad de Margarita (43); Con que á su pecho los hijuelos cria
Si de cuantos la pompa de las aves ¡Oh eterno pecho que en amor deshecho
,
Ciudad gloriosa, cuyo excelso muro Léase pues deste prudente Numa
Fábrica fué sin duda la una parle El largo cetro, la gloriosa espada ,
Las alias hayas, las encinas viejas. En oro engasta, que al romperlo es cera.
A los pies llega al fin del Quinto Cario, Allí el murmurio de las aguas ledo,
Que en sus brazos lo acoge, y tiernamente Ocio sin culpa, sueño sin cuidado
Lo abraza, y no desiste de abrazarlo (47). Me guardan, si acá en polvos no me quedo,
Molido del dictamen de un letrado,
TERCETOS BURLESCOS. En la tahona de un relator, donde
A lo poco que hay que fiar de los favores de los principes Siempre hallé para mí el rocin cansado.
cortesanos, por lo cual se sale de ¡a corte. Dichoso el que pacífico se esconde
¡
calza de plata al Lilibeo, porque, habiendo dicho pié, se diría (10) Así Pellicer ; otros escriben aguas en vez de ondas.
con mas propiedad calzar. Así Pellicer, concertando sulcado con torrente
(11) ; otros leen
Yo, en mi Gran diccionario de la rúa española, digo en la ' saleada, con alusión á barba.
voz argentería que es conjuuio de oro j plata ó de monedas, y cito (12) Pellicer dice que algunos manuscritos leen :
un p^aje de las E¡ lieos <ie Villegas, donde se Le, al tratarse de Pellico es del jayán la que antes era.
la lluwa de oro dt uan'ae :
Fiero terror, en vez de mortal horror, pone Pellicer.
(13)
Ya dinsas me cercaban, Según Pellicer, en algunos manuscritos se lee la mitad de
(14)
Ya diosas me ocurrían, esta estancia distintamente , y no sé si diga mejor (son sus pala-
Y ni resabu p! amo i
bras) :
Ni .lup'ier veniS ;
Lluvias de argentería.
En tomando el acero del cuchillo.
(15) Asi Salcedo Coronel ; Pellicer y otros leen
También es bolladura de oro, plata, azabache, etc. Arguijo, en
:
cuajadas de argentería de oro... y argenterías negras.» «De mas ecos que juntó el cáñamo y cera es repetido dinnmen-
(1) En algunas ediciones se dice : Bóveda ó de las fraguas. te albogue. Esto es, los ecos que formaba duramente el instru»
;, : , » ,
Son una y otra luminosa estrella Mudó la noche el can; el dia dormido
Lucientes ojos de su blanca pluma. De cerro en cerro y sombra en sombra yace;
Si roca de cristal no es de Nepluno, Bala el ganado, al mísero balido
Pavou de Venus es , cisne de Juno. Nocturno el lobo de las selvas nace;
Purpúreas rosas sobre Calatea Cébase, y fiero deja humedecido
La alba entre luios candidos deshoja; En sangre de una io que la otra pace.
Duda el Amor cuál mas su color sea, Revoca Amor los silbos, á su dueño
O púrpura nevada ó nieve roja; El silencio del can siga ó el sueño (17).
De su trente la perla es Kritrea La fugitiva ninfa en tanto, donde
Emula vana el ciego dios se enoja,
; Hurta un laurel su tronco al sol ardiente
Y condenado su esplendor, la deja Tantos jazmines cuanta verba esconde (18),
Pender en oro al nácar de su oreja. La nieve de sus miembros da a una fuente;
Dividía de las ninfas y cuidado Dulce se queja dulce se responde (19)
,
Marino joven las cerúleas sienes Llegó Acis, y de ambas luces bellas
Del mas Genio coral ciñe Palemo, Dulce occidente viendo al sueño blando,
Rico de cuantos la agua engendra bienes Su boca dio y sus ojos cuanto pudo
Del faro odioso al promontorio extremo, Al sonoro cristal , al cristal mudo.
Mas en la gracia igual, si en los desdenes Era Acís un venablo de Cupido,
Perdonado algo mas (pie Polifemo De un fauno medio hombre y medio fiera (20),
De la que no le ovó, y calzada plumas, En Simétis, hermosa ninfa, habido,
Tantas (lores pisó como él espumas Gloria del mar, honor de su ribera;
Huye la bella ninfa y el marino,
Al bello imán al ídolo dormido.
,
Amante nadador ser bien quisiera, Acero sigue, idólatra venera (¡21);
Ya que no áspid á su pié divino, Rico de cuanto el huerto ofrece pobre,
Dorado pomo á su veloz carrera (16); Rinden las vacas y fomenta el robre.
Mas ¿cuál diente mortal , cuál metal lino El celestial humor recien cuajado
La fuga suspender podrá ligera Que la almendra guardó entre verde y seca,
Que el desden solicita? ¡Oh cuánto yerra En blanca mimbre se lo puso al lado
Delfín que sigue en agua corza en tierra! Y un copo en verdes juncos de manteca (22);
Sicilia en cuanto oculta, en cuanto ofrece, En breve corcho, pero bien labrado,
Copa es de Baco, huerto de Pomona; Un rubio hijo de una encina hueca,
'lauto de frutas esta la enriquece, Dulcísimo panal . á cuya cera
Cuanto aquel de racimos la corona; Su néctar vinculó la primavera.
En carro que estival trillo parece, Caluroso al arrovo da las manos,
A sus campañas Céres no perdona, Y con ellas las ondas á su frente
De cuyas fértilísimas espigas
Las provincias de Europa son hormigas.
(17) Pellicer dice:
A Pales su viciosa cumbre debe A su dueño
Loque á Céres, y aun mas, su vega llana, El silencio del can siga, ó el sueño.
Pues si en la una granos de oro llueve no
Así se ha de leer ,
Sin aras no; que el margen donde para (18) Salcedo dice que estos versos deben entenderse asi:
Del espumoso mar su pié ligero, «Le da tantos jazmines á una fuente cuanta yerba esconde coa
A! labrador de sus primicias ara, la nieve de sus miembros esto es, recostada al margen de una
;
De sus esquilmos es al ganadero; fuente, leda tantos jazmines en lo candido de sus miembros
l>e la copi.i á la tierra poco avara cuanta yerba esconde la nieve de ellos mismos. Así entiendo yo
VA cuerno vierte el hortelano entero este lugar, aunque don Gabriel del Corral, cuyo ingenio y eru-
Sobre la mimbre que tejió prolija dición honran felizmente á España , me dijo le entendía de otra
Si artiliciosa no, su honesta hija. manera que recostada Calatea cerca de una fuente en la parte
:
Bullir sintió del arrovuelo apenas, Como duerme la luz niegan las flores. ,
En juncos, miel en corcho, mas sin dueño, Por apurarle la ponzoña al vaso.
Si bien al dueño debe agradecida , Acis aun mas de aquello que dispensa
,
123) Otros leen quería ; sigo á Pellicer. (27) Así Pellicer; otros ponen : y menos zahareña-,
: , ;; ;;;,,,,, ; ;; , ; , ,
Breve flor, yerba humilde, tierra poca, Su dulce fruto mi robusta mano
Que ele su nuevo tronco vid lasciva , En pié, sombra capaz es mi persona
Muerta de amor, y de temor no viva De innumerables cabras el verano.
Mas, cristalinos pámpanos sus brazos, ¿Qué mucho, si de nubes se corona
Amor Ya implica si el temor la añuda Por igualarme la montaña en vano,
Al infelice olmo que pedazos
Y en los cielos desde esta roca puedo
La segur de los celos hará aguda Escribir mis desdichas con el dedo?
Las cavernas en tanto, los ribazos «Marítimo Alción roca eminente
.
Oh tú que en dos incluyes las mas bellas! De helvecias picas es muralla aguda;
«Deja las ondas, deja el rubio coro La humana suya el caminante errado
De las hijas de Tétis y el mar vea, Dio ya á mi cueva, de piedad desnuda,
,
Cuando niega una luz un carro de oro (29), Albergue hoy, por tu causa al peregrino, .
En número á mis bienes son mis males. Relación del naufragio hizo horrenda ;
Del perezoso Bolga al Indo adusto (32). A Baco se atrevieron en sus plantas
Mas, conculcado el pámpano mas tierno,
Viendo el fiero pastor, voces él tantas
Y tantas despidió la honda piedras,
(28) Asi Salcedo y otros ; Pellícer dice aquella. Añade ademas
Que el muro penetraron de las hiedras.
qué en algunos manuscritos se lee blanda en vez de blanca.
(29) Asi Pellícer ; otros ponen : la luz. De los ñudos con esto mas suaves
1,30) Pellícer, Salcedo y otros así escriben este verso; otros Los dulces dos amantes desatados
ponen raudales en vez de caudales. Por duras guijas por espinas graves
,
(51) Asi Pellícer ; otros suprimen la y. Solicitan el mar con pies alados;
(32) Así Pellícer ; los mas de los editores de Góngoiu leen :
Del perezoso Belga al Indo adusto. son animosos , atrevidos , armíferos fuertes inquietos y suma-
, ,
Pellicer dice: mente arrojados. Yo creo que fue yerro de los manuscritos y que ,
buena fiase desde Septentrión á Oriente. Aquí don Luis solo pone mas gustare. «Lee Pedro de Ribas:
los dos extremos de calor y frió de Scitia y Etiopía, para signili- Del perezoso Bolga al Indo adusto.
carla distancia que hay de una zona á otra.» Aquí se habla de los dos rios Bolga y el Indo.
, el
Salcedo escribe (33) Así Salcedo, Pellicer, Faria y otros; algunos leen:s$
«Llama don Luis al Belga perezoso. No sé qué le pudo mover, preste.
siendo este epíteto opuesto totalmente á su naturaleza, porque (34) Otros leen Maluco en vez de Malaca.
: , ; ,; , : , , , , , , ;
SOLEDADES. 4G3
Tal redimiendo de importunas aves SOLEDAD PRIMERA.
Incaulo meseguero sus sembrados
De liebres dirimió copia asi amiga ("5), Era del año la estación florida
Que vario sexo unió y un sulco abriga. En que el mentido robador de Europa
Viendo el fiero jayán con paso mudo Media luna las armas de su frente,
Correr al mar la fugitiva nieve Y el sol lodos los rayos lie su pelo,
Que átanta vista el líbico desnudo Luciente honor del cielo
Hegistra el campo de su adarga breve, En campos de zaliro pace estrellas,
Y al garzón viendo, cuantas mover pudo Cuando el que ministrar podiada copa
Celoso trueno, antiguas hayas mueve, A Júpiter mejor que el garzón de Ida ,
Tal antes que la opaca nube rompa Náufrago y desdeñado, sobre ausente,
Previene rayo fulminante trompa. Lagrimosas de amor dulces querellas
Con violencia desgajó infinita Da al mar, que condolido
La mayor parte de la excelsa roca (36), Fué á las ondas fué al viento,
.
El mísero gemido,
Que al joven sobre quien la precipita,
,
La sangre que exprimió cristal fué puro. Biave tabla, delfín no fué pequeño
Al inconsiderado peregrino
Sus miembros lastimosamente opresos
Que á una Libia de ondas su camino
Del escollo fatal fueron apenas,
Fió, y su vida á un leño
Que los pies de los árboles mas gruesos Del Océano pues antes sorbido,
;
/ O bienaventurado
Es, cuanto mas despierto, mas burlado.
Albergue á cualquier hora ! De trompa militar no, ó destemplado (41)
No en tí la ambición mora Sonde cajas, fué el sueño interrumpido;
Hidrópica de viento, De can si embravecido,
Ni la que su alimento Contra la seca hoja
El áspid es gitano; Que el viento repeló á alguna coscoja.
No la que en vulto comenzando humano, Durmió, y recuerda en fin, cuando las aves,
Acaba en mortal fiera, Esquilas dulces de sonora pluma,
Esfinge bachillera, Señas dieron suaves
Que hace hoy á Narciso De la alba al sol que el pabellón de espuma
,
Tu fábrica son pobre (41) Asi Pellicer ; otros leen : ó de templado, en vez de ieslem*
Tu cetro es el cayado, piado.
¡Oh bienaventurado! hallan en
(42) Este y los trece versos que le preceden no se
¡Oh bienaventurado í
Do guarda, en vez de acero, las ediciones'de Hoces, Faria y otros. En su lugar se lee lo si-
'
La ignorancia al cabrero guiente : ,
SOLEDADES. 463
Hasta los jaspes líquidos, adonde El yugo de ambos sexos sacudido,
Su orgullo pierde y su memoria escondo. Al tiempo que, de llores impedido
«Aquellas que los árboles apenas El que ya serenaba
Dejan ser iones lioy, elijo el cabrero La región de su frente rayo nuevo,
Con muestras de dolor extraordinarias, Purpúrea témemela conducida
Las estrellas nocturnas luminarias De su madre, no menos enramada ,
Lian de sus almenas (13), Entre albogues se ofrece acompañada
Cuando el que ves sayal fué limpio acero, De juventud llorido ' íoj.
Yacen agora sus desnudas piedras ; Cual dellos las pendientes sumas graves
Visten piadosas yedras, De negras baja, de crestadas aves,
Que á ruinas, estragos, Cuyo lascivo esposo vigilante
Sabe el tiempo hacer verdes halagos.» Doméstico es del sol nuncio canoro,
Con gusto e! joven y atención le Oía, Y de coral barbado, no de oro
Cuando torrentes de armas.yde perros, Ciñe, si no de púrpura, turbante.
Que si precipitados no los cerros, Quien la cerviz oprime
Las personas tras de un lobo traía. Con la manchada copia
Tierno discurso y dulce compañía De los cabritos mas retozadores,
Dejar hizo al serrano. Tan golosos, que gime
Que del sublime espacioso llano El que menos peinar puede las llores
Al huésped al camino reduciendo, De su guirnalda propia.
Al venatorio estruendo No el sitio, no, fragoso,
Pasos dando veloces, No el torcido taladro dela tierra,
Numero crece y multiplica voces; Privilegió en la sierra
Dajaba entré*si joven admirado,
el La paz de! cenejuelo temeroso;
Armado, á Pan ó Semicapro á Marte Trofeo ya su húmero es á un hombro,
En el pastor mentidos, que con arte Si carga no y asombro.
Culto principio dio al discurso, cuando Tú, ave peregrina,
Remora de sus pasos, fué su oido Arrogante esplendor, ya que no bello,
Dulcemente impedido Del último ocide'ate
Ue canoro instrumento, que pulsado Penda el rugoso nácar de tu frente
Era de una serrana junto á un tronco Sobre el crespo zaüro de tu cueilo.
Sobre un arroyo, de quejarse roneo, Que Himeneo á sus mesas te destina (48).
"ludo sus ondas, cuando no enfrenado. Sobre dos hombros larga vara óslenla
Otra con ella montaraz zagala En cien aves cien picos de rubíes
Juntaba el cristal liquido al humano Tafiletes calzados carmesíes
Por el arcaduz bello de una mano, Emulación y afrenta
Que al uno menosprecia, al otro iguala. Aun de los berberiscos
Del verde margen otra las mejores En la inculta región de aquellos riscos,
Rosas traslada y luios al cabello, Loque lloró la aurora,
O por lo matizado ó por lo bello, Si es néctar lo que llora ,
Si Aurora no con rayos, sol con llores; Y antes que el so! enjuga,
Negras pizarras entre Mancos dedos La abeja que madruga
Ingeniosa hiere día. que dudo A libar (lores y á chupar cristales,
Que aun los peñascos la escucharan quedos. En celdas de oro liquido en panales
Al son pues (leste rudo (44) La orza contenia
Sonoroso instrumento, Que un montañés traía.
Lasciva ei movimiento, No excedía la oreja
Mas los ojos honesta, El pululante ramo
Altera otra, bailando, la floresta. Del ternezuelo gamo.
Tantas al fln el arroyuelo y tantas Que mal llevar se deja
Montañesas da el prado, que dirías S con razón, que ei láiamo desdeña
Ser menos las que verdes bamadrias La sombra aun de lisonja tan pequeña.
Abortaron las plantas; El arco del camino pues torcido,
inundación hermosa
Que la montaría hizo populosa
De sus aldeas todas (4o) Pellicer escribe en ru Comento :
A pastorales bodas. «En algunos manuscritos hallo en pos de los versos de arriba
De una encina embebido un trozo no vulgar, que dice :
Las que siempre dará cerúleas señas. Cuantos abre sepulcros el mar fiero
Político serrano. A tus huesos desdeñas.
En canas grave, habló desta manera : El promontorio que Eolo sus rocas
« ¿Cuál tigre, la mas liera Candados hizo de otras nuevas grutas,
Que clima infamó hircano, Para el austro de alas nunca enjutas,
Dio el primer alimento Para el cierzo espirante por cien bocas
Al que ya desle ó aquel mar primero Doblaste alegre, y tu oslinada entena
Surcó labrador fiero Cabo le hizo de esperanza buena
El campo undoso en mal nacido pino, Tantos luego astronómicos presagios
Vaga Ciiciedel viento, Frustrados, tanta náutica doctrina,
En telas hecho antes que en flor el lino? Debajo de la zona aun mas vecina
Mas armas introdujo este marii/o Al sol, calmas vencidas y naufragios,
Monstruo, escamado de robustas hayas, Los reinos de la aurora al fin besaste,
A las que tanto mar dividió fluyas, Cuyos purpúreos senos perlas netas,
Que confusión y fuego Cuyas minas secretas
Al frigio muro el otro leño griego. Hoy te guardan su mas precioso engaste;
Náutica industria investigó tal piedra La aromática selva penetraste,
Que cual abraza yedra Que alpájaro de Arabia, cuyo vuelo
Escollo, el metal ella fulminante Arco alado es del cielo,
De que Marte se viste, y lisonjera No corvo, mas tendido.
Solicita el que mas
brilla diamante Pira le erige, le construye nido.
En nocturna capa de la esfera
la Zodiaco después fué cristalino
Estrella nuestro polo mas vecina, A glorioso pino,
Y con virtud no poca Emulo vago del ardiente coche
Distante la revoca, Del sol, este elemento
Elevada la inclina Que cuatro veces habia sido ciento
Ya de la aurora bella Dosel al dia y tálamo á la noche,
Al rosado balcón y á la que sella Cuando halló de fugitiva plata
Cerúlea tumba fria La visagra, aunque estrecha, abrazadora
Las cenizas del dia. De un Océano y otro siempre uno,
En esta pues liándose atractiva O las colunas bese ó la escarlata,
Del norte amante dura, aludo rolle Tapete de la aurora.
No hay tormentoso cabo que no doble Esta pues nave agora
Ni isla hoy á su vuelo fugitiva. En el húmido templo de Neptuno
Tííis elprimer leño mal seguro Varada pende á la inmortal memoria
Condujo, muchos luego Palinuro, Con nombre de Vitoria.
Si bien por un mar ambos, que la tierra De firmes islas no la inmóvil flota
Estanque dejó hecho, En aquel mar del alba le describo,
Cuyo fañoso estrecho Cuyo número, ya que no lascivo.
Una y otra de Alcídes llave cierra Por lo bello agradable y por lo vario
Piloto hoy la codicia, no de errantes La dulce confusión hacer podia ,
Arboles, mas de selvas inconstantes, Que en los blancos estanques del Eurota
Al padre de las aguas Océano, La virginal desnuda montería
De cuya monarquía Haciendo escollos ó de mármol parió
El sol que cada dia O de terso marfil sus miembros bellos,
Nace en las ondas, y en las ondas muere, Que pudo bien Acteon perderse en ellos.
Los términos saber todos no quiere, El bosque dividido en islas pocas,
Dejó primero de su espuma cano, Fragante productor de aquel aroma
Sin admitir segundo Que traducido mal por el Egito,
En inculcar sus límites al mundo. Tarde le encomendó el Nilo á sus bocas,
Abetos suyos tres aquel tridente Y ellas mas tarde á la golosa Grecia
Violaron á Neptuno, Clavo no, espuela sí del apelilo.
Conculcado hasta allí de otro ninguno, Que en cuanto conocella tardó Roma
Besando las que al sol el occidente Fué templado Catón, casta Lucrecia;
Le corre el lecho azul de aguas marinas Quédese, amigo, en tau inciertos mares,
, , : , , ,
SüLEDADtb. 407
Donde con mi hacienda Mayor aun del que espera
Del alma se<|uedó la mejor prenda, En la lucha, en el sallo, en la carrera.
Cuya memoria es builre de pesares.p Centro apacible un circulo espacioso
En suspiros con esto, A mas caminos que una estrella rayos
Y en mas anegó lágrimas el resto Hacia, bien de pobos, bien de alisos,
Del discurso prolijo (47) Donde la primavera.
Que el vienlo su caudal y el mar su Lijo. Calzada abriles y vestida mayos,
Consola lo pudiera el peregrino
I Centellas saca de cristal undoso
Con las de su edad corta historias largas, A un pedernal ornado de narcisos.
Si, vinculados todos á sus cargas, Este pues centro era
Cual próvidas hormigas á sus mieses, Meta umbrosa al vaquero convecino
No comen/aran ya los montañeses Y delicioso termino al distante,
A esconder con el número el camino, Donde aun cansado mas que el caminante
Y el cielo con el polvo. Enjugo el viejo Concurría el camino.
Del tierno humor his venerables canas, Al concento se abaten cristalino
Y levantando al forastero, dijo : Sedientas las serranas,
«Cabo me han hecho, hijo, Cual simples codornices al reclamo
Deste hermoso tercio de serranas; Que les miente la voz, y verde cela
Si lu neutralidad sufre consejo, Entre la no espigada mies la lela.
Y no te fuerza obligación precisa, Músicas hojas viste el menor ramo
La piedad <|ue en mi alma ya le hospeda Del álamo que peina verdes canas;
Hoy te convida al que no» guarda el sueño, No céfiros en él, no ruiseñores
Polilica alameda, Lisonjear pudieron breve rato
Verde muro de aquel lucrar pequeño Al montañés, que ingrato
Que á pesar de esos fresnos se divisa; Al fresco, á la armonía y á las flores,
Sigue la femenil tropa conmigo, Del sitio pisa ameno
Verás curioso y honrarás testigo La fresca yerba, cual la arena ardiente
El tálamo de nuestros labradores, De la Libia, y á cuantas da la fuente
Que de lu calidad señas mayores Sierpes de aljófar, aun mayor veneno
IVIe dan que del Océano tus paños, Que á las del Ponto tímido atribuye,
O razón taita donde sobran años.» Según los pies, según los labios huye.
Mal pudo el extranjero agradecido Pasaron todos pues, y regulados
En temo tal negar tal compañía Cual en los equinocios solear vemos
Y en tan nohle ocasión tal hospedaje. Los piélagos del aire libre algunas
Alegres pisan la que, si no era Volantes no galeras,
De chopos calle y de álamos carrera, Si no grullas veleras,
El fresco de los céfiros ruido Tal vez creciendo, tal menguando lunas,
El denso de los árboles celaje Sus distantes extremos
En duda ponen cuál mayor hacia Caracteres tal vez formando alados
Guerra ai calor ó resistencia al dia. En el papel diáfano del cielo
Coros tejiendo, voces alternando, Las plumas de su vuelo (49).
Sigue la dulce escuadra montañesa Ellas en tanto en bóvedas de sombras,
Del" perezoso arroyo el paso lento, Pintadas siempre al fresco,
En cuanto él hurta blando Cubren las que Sidon telar turquesco
Entre los olmos (pie robustos besa No ha sabido imitar verdes alfombras.
Pedazos de cristal que el movimiento Apenas reclinaron la cabeza
Libra en la falda, en el coturno ella Cuando en número iguales y en bplleaa,
De la coluna bella, Los márgenes matiza de las fuentes
Ya que celosa basa. Segunda primavera de villanas,
Dispensadora del cristal no escasa. Que parienlas del novio aun mas cercanas
Sirenas de los montes su concento Que vecinos sus pueblos, de presentes
A la que menos del sañudo viento Prevenidas concurren á las budas.
Pudiera antigua planta Mezcladas hacen todas
Temer ruina ó recelar fracaso, Teatro dulce, no de escena muda,
'
Pasos hiciera dar el menor paso El apacible sitio, espacio breve
De su pié ó su garganta. En que á pesar del sol cuajada nieve,
Piuladas aves, citaras de pinna Y nieve de colores mil vestida,
Coronaban la bárbara capilla La sombra vio finida
Mienlrasel arroyuelo para cilla En la yerba menuda.
Hace de blanca espuma Viendo pues que igualmente les quedaba
Tantas orejas cuantas guijas lava , Para el lugar á ellas de camino
De donde es fuente adonde arroyo acaba. Lo que al sol para el lóbrego occidente,
Vencedores se arrogan los serranos Cual de aves se caló turba canora
Los consignados premios otro dia , A robusto nogal que acequia lava
Ya al formidable salto, ya á la ardiente En cercado vecino
Lucha, ya á la carrera polvorosa. Cuando á nuestros antípodas la aurora
El menos ágil cuantos comarcanos Las rosas gozar deja de su frente,
Convoca el caso, él solo desafia Tal sale aquella que sin alas vuela
Consagrando los palios á su esposa Hermosa escuadra con ligero paso,
Que á mucha fresca rosa Haciéndole atalayas del ocaso
Beber el sudor hace de su frente (48), Cuantos humeros cuenta la aldehuela.
El lento escuadrón luego
Alcanzan de serranos,
(47) Así Hoces , Pellicer y otros ; Faria lee
Y disolviendo allí la compañía
De su discurso el montañés prolijo.
Al pueblo llegan con la luz que el dia
(48) Pellicer dice: Cedió alsacro volcan de errante fuego,
«El sentido que esto tiene no es muy fácil ; yo decia que los A la torre de luces coronada
serranos, fatigados en el cansancio y fatiga de las cargas que lle-
vaban, sudaban y llegaban al rostro sus mujeres , y entre las ro- lo que don Lns quiso decir allí era que cada zagala li nipiaba i
sas de sus mejillas enjugaban sudor pero nuestro amigo d.in
el ; su esposo con puñados de rosas desb ijadas el sudor de su fren lo.
Gabriel de Roa, gran poeta, gran amigo de don Luis y grande A mi se me hace duro ; otro lo decida.»
imitador suyo , de cuyo manuscrito me lie valido me advirtió que , (49) Pellicer omite este verso.
, . . , ;
Fanal es del arroyo cada onda, Y de caudal mas lloi ¡cíente que ellos;
Luz el reflejo, el agua vidriera. Ella la misma pompa de las flores,
Términos le da el sueño al rey leijo, La misma esfera de los rayos bellos.
Mas al cansancio no; que el mi vimiento El lazo de ambos cuellos
Verdugo de las fuerzas es prolijo. Entre un lascivo enjambre iba de amores
Los fuegos, cuyas lenguas ciento á ciento Himeneo añudado,
Desmintieron la noche algunas horas, Mientras invoc m su deidad la alterna (o ')
Recordó al sol, no de su espuma cana, Virgen tan bella', que hacer podia (51)
La dulce de las avos armonía Tórrida la Noruega con dos soles
Sino los dos topacios que batía Y blanca la Etiopia con dos manos ,
Crien!: neneo*. Claveles del abril rubíes tempranos. ,
m
; , ,
soledades.
Lasciva abeja al virginal acanto Sellar del fuego quiso regalado
Néctar le chupa hibleo. Los golosos estómagos el rubio
Vén, Himeneo, vén; vén , Himeneo. Imitador suave de la cera ,
i
Siempre vivid esposos;
Y verde joven florecí
ai Venza no solo en su candor la nieve,
Blancas ovejas suyas hagan Mas piala en su es¡ lendor sea cardada
En ó eves horas caducar a yei ha ;
Cuanto estambre vital Ciólo os traslada.
Oro le exprima liqu rva ,
De la fatal r .cea al huso breve.
Y ios olmos casando con las vides, Se.oi de la fortuna
Mientras coronan pámpanos á Acides Aplaus is la respuesta
Clava empuñe Lyeo. De vuestras gr¿ ¡ocias
Vén Himeneo, v¿i: ; vén Himeneo.
, ,
A la reja impor una,
A la a/.ada mole ta
Cono SEGUNDO. Fecundaos rinda (en desiguales dias)
Vén, Himeneo, y (antas le dé á Pales El campo agradecido
Cuantas a Palas dulces prendas esta, Oro uilladoy néctar exprimido.
Apenas hija hoy, madre mañana Sus morados camuesos sus copadas ,
Ni ln plu
'-
de oro Uno (1) i;
,
Del yogo aun no di en ices, Vuestros corchos por uno y otru poro
Novillos breve ( ui :ado) En dulc se desaten líquido oro.
Próspera al fin mas no espumosa tanto
.
En los que dam; scó manteles Flándes, Aun mas que á los de Feho, su corona,
Mientras casero lino Céres tanta Cuan lo á la choza pastoral perdona
ofrece agora cuantos guardó el heno El cieio. fulminando la floresta;
Dulces ponx tirso de Atalanta Cisnes pues una y otra pluma en esta
Fueron dorado freno ,
Tranquilidad os halle labradora
ílanjares que el ve ie o La postrimera hora,
Y apetílo ignoran igualmente
el ('.uva ¡amina cifre desengaños,
Les sirvieron, y en rn no luciente Que en letras pocas lean muchos años.
Confuso Baco ni en bruñida plata Del himno cuito dio el último acento
S-,¡ néctar le desata . Fin mudo al baile, al tiempo que seguida
Sino en vidrio, topacios carmesíes La novia sale de villanas ciento
Y pálidos rubíes. A la verde florida palizada,
(ual nueva fénix en flamantes plumas
Matutinos del sol rayos vestida,
O otros leen equivocadamente pluma. De cuantas sulca el aire acompañada
(2¡ Sigo el texto de Pellicer Hoces, Faria y otros Icen ; Monarquía canora
Cuantos la sierra dio, cuantos dio el llano
Labradores comida. otros leen la distinguieron.
[Z) Asi Pellicer ; :
; ; , , ;,
Llegó la desposada apenas, cuando Con silbo igual ,dos veces diez saetas.
Feroz ardiente muestra No el polvo desparece
Hicieron dos robustos luchadores El campo, que no pisan á la yerba
Desús músculos, menos defendidos Es el mas torpe una herida cierva,
Del blanco linoque del vello obscuro. El mas tardo la vista desvanece ,
Abrazáronse pues los dos, y luego Y siguiendo el mas lento
Humo anhelando el que no suda fuego, Cojea el pensamiento.
De recíprocos nudos impedidos. El tercio casi de una milla era
Cual duros olmos de implicantes \kies, La prolija carrera
Hiedra el uno es tenaz del oiro muro. Que los hercúleos troncos hace breves;
Mañosos al fin hijos de la tierra,
,
Pero las plantas leves
Cuando fuertes no Alcídes ,
De tres sueltos zagales
Procuran derribarse, y derribados, La distancia sincopan tan iguales,
Cual pinos se levantan arraigados Que la atención confunden indiciosa.
En los profundos senos de la sierra. De la Peueida , virgen desdeñosa
Premiólos honra igual y de otros cuatro ;
Los dulces fugitivos miembros bellos
Ciñe las sienes gloriosa rama. En la corteza no abrazó reciente
Con que se puso término á la lucha. Mas firme Apolo, mas estrechamente,
Las dos partes rayaba del teatro Que de una y otra meta gloriosa
El sol, cuando arrogante joven llama Las duras basas abrazaron ellos
Al expedido salto Con triplicado nudo;
La bárbara corona que le escucha. Arbitro Alcídes en sus ramas, dudo
Arras del animoso desalio Que el caso decidiera,
Un pardo gabán fué en el verde suelo, Bien que su menor hoja un ojo fuera
A quien se abaten ocho ó diez soberbios Del lince mas agudo.
Montañeses cual suele de lo alto
,
En tanto pues que el palio neutro pende
Calarse turba de en\ idiosas aves Y la carroza de la luz desciende
A los ojos de A sea la fo, vestido A templarse en las ondas Himeneo, ,
Si no tan corpulento, mas adusto Que siendo Amor una deidad alada,
Serrano le sucede. Bien previno la hija de la espuma
Que iguala y aun excede A batallas de amor campos de pluma.
Al ayuno leopardo,
Al corcillo travieso, al muflón sardo,
Que de las rocas trepa á la marina SOLEDAD SEGUNDA.
Sin dejar ni aun pequeña
Del pié ligero bipartida seña ÍS) Entrase el mar por un arroyo breve
Con mas felicidad que el precedente (6) Que á redhibo con sediento paso
Pisó las huellas casi del primero De su roca natal se precipita,
El adusto vaquero. Y mucha sal no solo en poco vaso;
Pasos otro dio al aire, al suelo coces, Mas su ruina bebe
Y premiados graduadamente, Y su fin cristalina mariposa,
Advocaron á sí toda la gente No alada sino undosa ,
,
Que en dos cuernos del mar caló no breves Tuyos serán mis años,
Sus plomos graves y sus corchos leves. En labia redimidos poco fuerte,
Los senos ocupó del mayor leño De la bebida muerte,
La marítima tropa, Que ser quiso en aquel peligro extremo
Usando al entrar todos Ella el forzado y su guadaña el reino.
Cuantos les enseñó corteses modos
«Regiones pisé ajenas
En la lengua del agua ruda escuela.
Oh clima propio, plañía mia percudí,
Con nuestro forastero, que la popa
Tuya será mi vida,
Del canoro escogió batel pequeño (8);
Aquel las ondas escarchando, vuela,
Si vida me ha dejado que sea tuya
,
Que arrolló su espolón con pompa vana Los anales diáfanos del viento.
Caduco aljófar, pero aljófar bello. »Esla pues culpa mia
Dando el huésped licencia para ello El timón alternármenos seguro (II)
Recurren no á las redes, que mayores Y el báculo mas duro
Mucho Océano y pocas aguas prenden, Un lustro ha hecho á mi dudosa mano,
Sinoá las (pie ambiciosas menos penden, Solicitando en vano
Laberinto nudoso de marino Las alas sepultar de mi osadía
Dédalo, si de leño no, de lino, Donde el sol nace ó donde muere el dia.
Fábrica escrupulosa, y aunque incierta. »Muern .enemiga amada,
Siempre murada, peí o siempre abierta. Muera mi culpa, y tu desden le guarde,
Liberalmente de los pescadores Arrepentido larde,
Al deseo el estero corresponde, Suspiro que mi muerte haga leda,
íSin v atolle al lascivo osliou el justo Cuando no le suceda ,
Diganlo cuantos siglos ha que nada Gabia no tan capaz extraño todo, ;
Tres hijas suyas candidas lo ofrecen , Burgo eran suyo el tronco informe el breve ,
Que engaños construyendo están de hilo; Corcho, y moradas pobres sus vacíos,
El huerto le da esotras, á quien deba Del que mas solicita los desvíos
Su púrpura la rosa, el lilio nieve. De la isla plebeyo enjambre leve.
,
De jardín culto, así en ungida gruta, Llegaron luego donde al mar se atreve,
Salteó al labrador lluvia improvisa Si promontorio no , un cerro elevado,
De cristales inciertos á la seña, De cabras estrellado,
Oá la que torció llave el fonlanero, Iguales, aunque pocas,
Urna de Acuario, la imitada peña A la que, imagen décima de! cie'o,
Lo embiste inc mío, y si con ¡dé grosero Flores su cuerno es, rayos su pelo.
Para la fuga apela nubes ¡'isa, .
'(Estas, dijo el isleño venerable,
Burlándolo aun la parfe mas enjuta. Y aquellas que, pendientes de las rocas,
La vista saltearon poco menos Tres ó cuatro, desean para ciento,
Del huésped admirado Redil las ondas y pastor el viento,
Las no líquidas perlas, que al momento Libres discurren su nocivo diente,
A los corteses juncos, porque el viento Paz hecha con las plantas inviolable.»
Nudos le halle un dia bien que ajenos, ,
Eslimando seguía el peregrino
El cáñamo remiten anudado, Al venerable isleño,
Y de Vertumno al término obrado De muchos pocos numeroso dueño,
El breve hierro, cuyo corvo diente Cuando los suyos enfrenó de un pino
Las plantas le mordía cultamente. El pié villano, que groseramente
Ponderador saluda afectuoso Los cristales pisaba de una fuente.
Del esplendor que admira el extranjero Ella pues sierpe, y sierpe al fin pisada,
Al sol, en seis luceros dividido, Aljófar vomitando fugitivo
Y honestamente al fin correspondido En lugar de veneno,
Del coro vergonzoso, Torcida esconde, ya que no enroscada,
SOLEDADES. a
Las flores, que de un parto dio lascivo En túmu'os de espuma pasta breve.
Ama fecunda al matizado seno Bárbaro observador, mas diligente,
Del hurlo, en cuyos i roncos se desata De ias inciertas formas de la tuna
De las escamas que vistió de plata. > cada conjunción su pesquería,
Seis ele os, de ;eis hiedras abrazados, Y ácada pesquería su instrumento,
Tirsos era del griego dios , nacido
i Mas ó menos uudoso atribuido,
Segunda vt /. que eu pámpanos desmienta
. Mis lujos dos en un batel despido,
Los cuernos de su (unto ; Que e¡ mar cribando en redes no comunes,
\ cual ni mceh is :n a solados i
Vieras intempestivos algún dia,
Festivos coros en alegre egido, (Entre un vulgo nadante , digno apegas
Coronan ellos el encanecido De escama, cuanto mas de nombre) atunes
Su< lo d lilios , que en fragantes copos Vomitar ondas y azotar arenas.
Nevó H mayo a pesar de los s is chopos. Tal vez desde los muros d ¡tas rocas
liste sil o las bellas seis hermanas Cazar á Tétis veo
!scogen agraviando . Y pescar á Diana en dos barquilla l,
En breve espacio mucha primavera Náuticas venatoi ias maravillas ;
Con las mesas, cortezas ya liviai as De nos hijas oirás ambiguo coro,
Del árbol que ofreció á la edad primera Menos de aljaba que de red armado,
Duro alimento, pero sueño blando, De cuyo, si no alado
Nieve hilada y por sus manos bellas
,
htarpon vibrante, supo mal Proteo
Caseramente á telas reducida, En globos de agua redimir sus focas.
Manteles blancos fueron. Torpe la mas velo/., marino loro.
Sentados pues sin ceremonias ellas , Torpe mas loro al fin, que el mar violado
,
Próvida mano, « ¡Oh bien vividos años! Efire luego, la que en el torcido
Oh canas d¡.¡o el huésped no peinadas
, , Luciente nácar os sirvió no poca
Con boj dentado ó con rayada espina, Risueña parte de la dulce fuente,
Sino con verdaderos desengaños! De Filódoces émula valiente,
Pisad dichoso esta esmeralda bruta, Cuya asta breve desangró la foca.
En mármol engastada siempre undoso, El cabello en estambre azul cogido
Jubilando la red en los que os restan ¡Celoso alcaide de sus trenzas de oro),
Felices años, y la humedecida En segundo batel se engolfó sola.
A poco rato enjuta , ¡Cuántas voces le di cuántas en vano
,
SOLI-.DADES. 473
/.Qué mucho, si avarienta ha sido esponja lionca los salteó trompa sonante,
Del néctar numeroso Al principio distante,
El escollo mas duro? Vecina luego, pero siempre incierta ;
Los dos reduce al uno y otro leño Del pié lo impide blanda ;
Debió no solo, mas la desatada Mas tardó en desplegar sus plumas graves
Majestad en sus ondas, el luciente El deforme fiscal ib' Pupserpina,
Caballo que colérico mordía Que en desalarse, al polo ya vecina,
El oro que suave lo enfrenaba, La disonante niebla de las aves;
Arrogante, y no ya por lasque daba Diez á diez se calaron, ciento á ciento,
Estrellas su cerúlea piel al dia, Al oro intuitivo, insidiado
Sino por lo que siente Peste género alado.
De esclarecido y aun de soberano Si como ingrato no, como avariento,
En la rienda que besa la alta mano, Que a las estrellas Hoy de! firmamento
De cetro digna. Lúbrica no tanto Se atreviera su vuelo
Culebra se desliza tortuosa En cuanto ojos del cielo (21).
I'or el pendiente calvo escollo, cuanto Poca palestra la región vacía
La escuadra descendía presurosa De tanta envidia era ,
Destos [.endientes agradables casos Este pues digno sucesor del claro
Vencida se apeo la vista apenas, Gómez Diego, del Marte, cuya gloria
Que del liat«'! cosido con la playa,
.
A las alas hurló del tiempo avaro
('.uantos da la cansada turba pasos,* Cuantas le prestó plumas á la historia (2o);
Tantos en las arenas Este, á quien guardará mármores Paro,
El remo perezosamente raya, Que engendre" el arte anime la memoria , (2G),
El séptimo Trion de nieves cano, Loque incógnito mas sus aguas mora.
La adusta Libia sorda aun mas lo sienta Que extraña el cónsul que la gula ignora. ,
Que los áspides fríos que alimenta. Napea en tanto descubrir comienza
á
Oiga el canoro hueso de la fiera .
Bien peinado el cabello mal enjuto,
Pompa de sus orillas la corriente Siendo al Bélis un rayo de su trenza
Del Ganges, cuya bárbara ribera Lo que es al Tajo su mayor tributo ;
Daño es supersticioso del Oriente; S:dió al fln , y hurtando con vergüenza
De venenosa pluma si lig ra , Sus bellos miembros á Silvano astuto,
Armado lo oiga el Marañon valiente, Que infamar un álamo prolijo,
le vio
Y débale á mis números el mundo Eslo en sonantes nácares predijo :
Del fénix de los Sandos un segundo. «Crece, oh de Lerma tú, oh tú, de España
Segundo en tiempo sí, mas primer Sando Bien nacido esplendor, firme coluna,
En togado valor, digalo armada Que al bien creces común, si no me engaña
De paz su diestra, díganlo trepando El oráculo ya de tu fortuna ;
Las ramas de Minerva por su espada Clotoel vital estambre de luz baña
Bien que desnudos sus aceros, cuando Al que Mercurio le previene cuna,
Cerviz rebelde ó religión postrada
Obligan á su rey que tuerza grave
AI templo del bitVonle dios la llave.
(23) Pellicer dice que el duque de Lerma tuvo muchos ascen-
dientes con el nombre de Diego Gómez ; pero que , á su parecer,
versos á su soledad segunda , hice diligencia para haberle... Pude el poeta habla de Diego Gómez de Sandoval , primer marques do
alcanzar este fragmento, que continuó don Luis, persuadido ror Denia.
el mismo don Antonio Chacón. (26| Otros leen informe en vez de engendre. Sigo á Pellicer,
(24) imprimió por vez primera este panegírico en sus
Pellicer (27 Así Pellicer; otros ponen : que al sol perdona.
Lecciones solemnes á las obras de Góngora , diciendo « Si mi jui- : i2S) Pellicer escribe nieto glorioso.
:
cio vale, es la que yo mas estimo de cuantas he leído suyas.» lí9j Alguuos dicen esplendor oculto.
:
, ,, ,; ;
La que bien digna de mayor esfera, Cual del puente espacioso que has roido
Su luz abrevia Peñaranda agora; Con diente oculto, Guadiana, sales;
Al padre en tanto de su primavera De los campos apenas contenido,
Los verdes años ocio no desflora Que templo son bucólico de Pales,
Marqués ya en Uenia, cuyo excelso muro La ceremonia en su recibimiento,
De africanos piratas freno es duro (33). Oro calzada, plumas le dio al viento.
Al régimen atento de su estado, No del impulso conducido vano
A sus penales lo admitió el prudente De la ambición al pié de su gran dueño
,
Aun entre acciones mudas elocuente. Dos mundos continente son pequeño;
Ya (mal distinto entonces) el rosado Alas batiendo luego, al soberano
Propicio albor del Héspero luciente, Sucesor se remonta en cuyo ceño ,
Esta pues que el mas «culto seno Servia y el enfermo Bey prudente
,