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Érase una vez un peregrino que emprendió un largo viaje en busca de la paz, la
felicidad y el amor. Cada jornada el caminante recorría kilómetros y kilómetros, y así
día tras día.
Con el tiempo el paso ligero con el que había comenzado su aventura se volvió más y
más lento. Pues no todo en el viaje del peregrino fue un camino de rosas: tuvo que
pasar por guerras, enfermedades, rencillas, rechazos y separaciones. El andarín
aprendió que cuanta más tierra poseía una persona, más hostil se volvía. Se dio
cuenta, en definitiva, de que cuanto más había que proteger, tanto mayor era la
necesidad de atacar al adversario. Así, al perseguir la paz, las personas se
preparaban en realidad para la guerra. Al buscar el amor, levantaban muros de
desconfianza y de miedo. Al andar tras la vida, se acercaban sin saberlo a la muerte.
Una mañana el peregrino encontró una pequeña cabana al lado de la carretera. Había
algo especial en el chamizo, como una especie de brillo interior. Movido por la
curiosidad, se decidió a entrar. Dentro encontró una pequeña tienda, atendida por un
vendedor o vendedora, la verdad es que era incapaz de saberlo, ni tampoco de
calcular su edad. Era como si en aquel lugar se hubiera detenido el tiempo.
¿En qué puedo servirle? -le preguntó amablemente el dependiente (¿o era
dependiente?).
¿Qué pueden ofrecerme? -inquirió a su vez el peregrino.
Aquí encontrará todo lo que busca, se lo aseguro le respondió el vendedor. Sólo
dígame lo que quiere y se lo daré.
Al oír esto el peregrino no supo por dónde empezar, de tantas cosas que le rondaban
por la cabeza. Así que empezó a enumerar uno a uno sus anhelos.
»Deseo que reine la paz en mi familia, en mi tierra natal y en el resto del mundo.
»Deseo hacer algo grande en esta vida, dejar un hermoso legado para las
generaciones futuras.
»Deseo que los enfermos recuperen la salud y que los solitarios encuentren amigos
con quien charlar.
»Deseo también que los famélicos no vuelvan a pasar hambre.
»Deseo que todos los niños del mundo tengan derecho a una educación.
»Deseo que todos vivamos en libertad.
»Deseo que el mundo se convierta en un reino de amor.
Y dicho esto, el peregrino hizo una pequeña pausa. Cuando iba a seguir enumerando
sus deseos, el vendedor le interrumpió:
Lo siento le dijo con una voz suave y pausada. Debería habérselo dicho antes. En esta
tienda no tenemos frutos sólo semillas.
LA ACTITUD
Hace mucho tiempo, una joven llamada Lili se casó y fue a vivir con el marido y la
suegra. Después de algunos días, no se entendía con ella. Sus personalidades eran
muy diferentes y Lili fue irritándose con los hábitos de la suegra, que frecuentemente
la criticaba. Los meses pasaron y Lili y su suegra cada vez discutían más y peleaban.
De acuerdo con una antigua tradición china, la nuera tiene que cuidar a la suegra y
obedecerla en todo. Lili, no soportando más vivir con la suegra, decidió tomar una
decisión y visitar a un amigo de su padre.
Después de oírla, el tomó un paquete de hierbas y le dijo:
-No deberás usarlas de una sola vez para liberarte de tu suegra, porque ello causaría
sospechas. Deberás darle varias hierbas que irán lentamente envenenando a tu
suegra. Cada dos días pondrás un poco de estas hierbas en su comida. Ahora, para
tener certeza de que cuando ella muera nadie sospechará de ti, deberás tener mucho
cuidado y actuar de manera muy amigable. No discutas, ayúdala a resolver sus
problemas. Recuerda, tienes que escucharme y seguir todas mis instrucciones-.
-Sí, Sr. Huang, haré todo lo que el señor me pida-. Dijo Lili.
Lili comenzó el proyecto de asesinar a su suegra. Pasaron las semanas y cada dos
días, le servía una comida especialmente tratada con el veneno. Siempre recordaba lo
que el Sr. Huang le había recomendado sobre evitar sospechas, y así controló su
temperamento, obedecía a la suegra y la trataba como si fuese su propia madre.
Después de seis meses, la casa entera estaba completamente cambiada. Lili había
controlado su temperamento y casi nunca la aborrecía. En esos meses, no había
tenido ni una discusión con su suegra, que ahora parecía mucho más amable y más
fácil de tratar.
Las actitudes de la suegra también cambiaron y ambas pasaron a tratarse como
madre e hija. Un día Lili fue nuevamente en procura del Sr. Huang, para pedirle ayuda
y le dijo:
-Querido Sr. Huang, por favor ayúdeme a evitar que el veneno mate a mi suegra. Ella
se ha transformado en una mujer agradable y la amo como si fuese mi madre. No
quiero que ella muera por causa del veneno que le di-.
El Sr. Huang sonrió y señaló con la cabeza:
-No tienes por qué preocuparte. Las hierbas que te di, eran vitaminas para mejorar su
salud. El veneno estaba en su mente, en su actitud, pero fue echado fuera y sustituido
por el amor que pasaste a darle a ella-.
COMENTARIO
En la China existe una regla que dice: "La persona que ama a los otros, también será
amada". La mayor parte de las veces recibiremos de las otras personas lo que les
damos y por eso ten cuidado!!! Acuérdate siempre:
"El plantar es opcional, pero la cosecha es obligatoria, por eso ten cuidado con lo que
plantas"..Todo será lo que recibas..!!
LA CARAVANA DE LA LIBERTAD
Una larga caravana de camellos avanzaba por el desierto hasta que llegó a un oasis y
los hombres decidieron pasar allí la noche. Conductores y camellos estaban cansados
y con ganas de dormir, pero cuando llegó el momento de atar a los animales, se dieron
cuenta de que faltaba un poste. Todos los camellos estaban debidamente estacados
excepto uno. Nadie quería pasar la noche en vela vigilando al animal pero, a la vez,
tampoco querían perder el camello.
Después de mucho pensar, uno de los hombres tuvo una buena idea. Fue hasta el
camello, cogió las riendas y realizó todos los movimientos como si atara el animal a un
poste imaginario. Después, el camello se sentó, convencido de que estaba
fuertemente sujeto y todos se fueron a descansar.
A la mañana siguiente, desataron a los camellos y los prepararon para continuar el
viaje. Había uno, sin embargo, que no quería ponerse en pie. Los conductores tiraron
de el, , pero el animal no quería moverse. Finalmente, uno de los hombres entendió el
porqué de la obstinación del camello. Se puso de pie delante del poste de amarre
imaginario y realizó todos los movimientos con que normalmente desataba la cuerda
para soltar al animal. Inmediatamente después, el camello se puso en pie sin la menor
vacilación, creyendo que estaba libre.
Aunque el camello había estado libre todo el tiempo, se dejó convencer de que estaba
atado. Lo mismo ocurre con la mente humana; también es potencialmente libre, pero
mucha gente se deja convencer de que está atada por sus problemas mentales y las
aparentemente opresivas responsabilidades. Tú eres realmente libre, igual que el
camello sin atar, a pesar de que los condicionamientos y los prejuicios te hacen creer
que estás firmemente sujeto. Te comparas con los demás, al igual que lo hacía el
camello y automáticamente crees que estás limitado. Debes entender que eres
realmente libre. Todo lo que tienes que hacer es desatarte, dejar ir los problemas
mentales, el poste imaginario de tu cautiverio. Todo lo que debes hacer es cambiar de
actitud.
EL OPTIMISTA Y EL PESIMISTA
Eránse una vez dos niños, uno optimista y otro pesimista. En casa, cada uno disponia
de su propio cuarto de juegos. El pesimista lo tenía todo lleno de juguetes que le
habían regalado sus familiares y amigos con motivo de su cumpleaños o como regalo
de Navidad. Ahora bien, el niño siempre los recibía con lágrimas, pues nunca le
regalaban lo qué el más quería: un tambor. Tal era su obsesión por conseguir un
tambor que era incapaz de contentarse con otros juguetes, por muy bonitos y
divertidos que fuesen. Eso explica por qué todos los regalos estaban tirados por el
suelo, completamente abandonados por su dueño.
El pequeño optimista no era tan afortunado. Lo único que tenía en su cuarto era un
triste montoncito de estiercol de la granja y un tenedor.
Una tarde, como tantas otras, los padres se asomaron a los cuartos de recreo de sus
hijos para verles jugar. Como de costumbre, el pequeño pesimista estaba lloriqueando
porque no lograba encontrar un tambor entre su enorme montaña de juguetes. En el
cuarto del pequeño optimista el panorama era bien distinto. Al asomarse vieron a un
niño risueño y féliz escarbando animadamente entre el estiércol con el tenedor.
Mientras removía la pestilente masa, se decía en voz alta, con ojos llenos de emoción:
-Si tenemos estiércol en la granja, es porque hay un cabalito cerca...
EL PODER DE LA LLAMA
Érase una vez una barra de hierro de una fuerza infinita. Todos, el hacha, el martillo y
la llama intentaron romperla en dos.
Yo lo conseguiré dijo el hacha. golpeó con su filo la barra una y otra vez pero lo único
que consiguió fue perder su afilada punta.
Déjame a mí dijo la sierra, que se ensañó con el hierro hasta que exhausta y sin
dientes, se dio por vencida.
Sabía que no lo conseguirías. Yo te enseñaré como hacerlo dijo el martillo a la sierra.
Pero el primer golpe perdió la cabeza, sin abollar un poquito la barra de hierro.
¿Lo intento yo ahora? preguntó tímidamente la pequeña llama.
Ólvidalo le respondieron todos, nunca lo conseguirás ¿Que puedes hacer tu
insignificante lumbre?
A continuación, la pequeña llama se acercó hasta la barra de hierro, la abrazó y no la
soltó hasta derretirla.
EL TIGRE Y EL ZORRO
Un tigre atrapó a un zorro, y éste le dijo: "A mí no puedes comerme. El Emperador del
Cielo me ha designado rey de todas las bestias. Si me comes desobedecerás sus
órdenes.Si no me crees ven conmigo. Pronto verás cómo huyen los otros animales al
verme".
El tigre accedió a acompañarle y en cuanto los otros animales los veían, escapaban
presurosos. El tigre creyó que temían al zorro. No se dio cuenta que huían de él.
LOS DOS RATONES Y EL JARRO DE LECHE
Dos ratoncitos cayeron dentro de un jarro de leche. Al ser el borde del jarro demasiado
alto, quedaron atrapados en el recipiente y se pusieron a nadar freneticamente para no
hundirse. LLevaban agitandose así un buen rato cuando uno de los dos perdió toda
esperanza y abandonó la lucha. Dejo de nadar y se ahogó. El otro extenuado, decidió
seguir luchando hasta el límite extremo de sus fuerzas. Nadó y nadó sin descanso. De
repente, la leche se convirtió en mantequilla y apoyándose sobre esta nueva materia,
el ratoncito saltó por encima del borde y escapó.
COMENTARIO
Pero más tarde, encontró su hacha en un valle. Y después, cuando volvió a ver al hijo
de su vecino, todos los gestos y acciones del muchacho parecían muy diferentes de
los de un ladrón.
LOS PIMIENTOS ROJOS
COMENTARIO
Uno ha hecho grandes esfuerzos para conseguir una situación o para formar una
pareja u otra cosa y sin embargo se ha equivocado, pero insiste: uno se obstina en
comerse los pimientos. En esta historia los pimientos representan el esfuerzo que se
ha realizado. No somos lo bastante humildes para reconocer que hemos cometido un
error. Continuamos invirtiendo todo lo que tenemos en los pimientos.
EL PADRE Y SUS DOS HIJAS
Un padre tenía dos hijas. Una casó con un hortelano y la otra con un fabricante de
ladrillos. Al cabo de un tiempo fue a visitar a la casada con el hortelano, y le preguntó
sobre su situación. Ella dijo:
-Todo está de maravilla conmigo, pero sí tengo un deseo especial: que llueva todos los
días con abundancia para que así las plantas tengan siempre suficiente agua.
Pocos días después visitó a su otra hija, también preguntándole sobre su estado. Y
ella le dijo:
-No tengo quejas, solamente un deseo especial: que los días se mantengan secos, sin
lluvia, con sol brillante, para que así los ladrillos sequen y endurezcan muy bien.
El padre meditó: si una desea lluvia, y la otra tiempo seco, ¿a cual de las dos le
adjunto mis deseos?
COMENTARIO
No trates nunca de complacer y quedar bien con todo el mundo. Te será imposible.
LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO
COMENTARIO
Érase una vez una mujer de una belleza tan extraordinaria que jamás pasaba
inadvertida. Allí donde iba lograba atraer todas las miradas. Los habitantes del lugar
sentían un inmenso deseo de conversar con ella, escucharla y, en definitiva, disfrutar
de su compañía.
En el pueblo había también una muchacha muy hermosa, pero como era pobre y
andrajosa, nadie se había fijado en ella, ni había mostrado el más mínimo interés en
conocerla. La joven, triste y solitaria, pasaba horas observando a la hermosa y
elegante dama. Al ver cómo todos la miraban maravillados deseó con todas sus
fuerzas ocupar su sitio, pues también ella tenía ganas de abrir su corazón al prójimo,
aunque por el momento nadie había querido compartir nada con ella.
Un buen día, la pobre muchacha se armó de valor y se acercó a la bella dama.
Perdone le dijo tímidamente, ¿podría pedirle un favor?
La mujer, que además de hermosa era extremadamente amable, se giró y le dedicó
una amplia sonrisa.
Por supuesto -respondió-. ¿Cómo puedo ayudarte?
Y la joven, decidida, le contestó:
Pues mire usted, me pasa esto. Usted es tan bella y tan elegante que nadie le quita
ojo y yo, en cambio, que soy pobre y harapienta, no consigo que nadie se fije en mí.
Me haría enormemente feliz si me dejara esconderme bajo su hermosa capa y pasear
con usted por el pueblo un día de éstos. De esta forma, cuando la gente se acercara a
mirarla o a hablar con usted, también me estarían mirando y hablando conmigo.
Creo que también yo podría aportarles cosas interesantes que sin duda apreciarían, si
tan sólo se me diera la oportunidad de hacerlo.
La hermosa y elegante dama aceptó de inmediato la oferta de la muchacha. A la
mañana siguiente, la envolvió en su preciosa capa y juntas pasearon por el pueblo.
Como era costumbre, allí donde ella iba la gente se detenía unos instantes para
admirar la belleza de la dama, con la diferencia de que esta vez, al hacerlo, también se
fijaban en la pobre chica en vuelta en su capa. Mientras caminaban, la bella dama
hablaba con la muchacha, se interesaba por su vida y escuchaba con gran interés
todo lo que la joven le contaba. Enseguida se percató de lo sabia y honesta que era la
mozuela y pronto se hicieron grandes amigas. Tan grande fue su amistad que desde
entonces nunca quisieron separarse. Hoy en día siguen recorriendo el mundo juntas.
LA CARRETA VACIA
Érase una vez, hace muchos, muchísimos años, un arbolillo que crecía en el bosque.
A medida que se iba haciendo alto y fuerte, empezó a tomar conciencia de la
inmensidad del cielo que se abría sobre su copa. Observó también el vaivén de las
nubes, en su viaje incesante por el cielo. Por último, se fijó en los pájaros que
revoloteaban en lo alto.
El cielo, las nubes, los pájaros... Daba la sensación de que todos vivirían eternamente.
Conforme se hacía mayor, el árbol se iba convenciendo de que eran en efecto seres
eternos, y llegó un momento en el que también él sintió el deseo de vivir para siempre.
Un buen día, un guardabosques paseaba por la floresta. El hombre, de gesto amable,
notó enseguida que el joven árbol no era del todo feliz.
Dime, arbolillo, ¿qué te ocurre? -le preguntó.
El árbol, que al principio se sentía un tanto reacio a compartir su secreto, terminó por
sincerarse con el guardabosques:
Me gustaría vivir para siempre -Je dijo.
Pues quizás sea ése tu destino -le contestó el guardabosques-. ¿Quién te ha dicho a ti
que no vaya a serlo?
Pasaron los días y los meses y, una vez más, el hombre de mirada amable se acercó
al árbol, que, lejos ya de ser un pequeño arboliüo, se había convertido en un árbol alto
y robusto.
¿Todavía quieres vivir para siempre? -le preguntó.
Así es -le contestó el árbol de inmediato.
Pues creo que puedo ayudarte... pero antes debes darme tu consentimiento para que
te tale.
El árbol, atónito, replicó:
Te digo que quiero vivir para siempre y a ti sólo se te ocurre talarme. Estás
bromeando, ¿verdad?
Ya sé que dicho así, a bote pronto, parece una locura, pero sí confías en mí, te
prometo que tu deseo se hará realidad.
Después de darle muchas, muchísimas vueltas al asunto, el árbol dio su
consentimiento. El guardabosques volvió con una enorme y afilada hacha y lo taló. Su
esencia se derramó y se perdió por el bosque. La tierna madera fue cortada entonces
en tablillas, que a continuación fueron prensadas, modeladas, limadas, y por último
recubiertas de una asfixiante capa de barniz. El árbol lloraba para sus adentros, tal era
su angustia y su dolor. Ya no había escapatoria, pensaba, así que se encomendó a las
manos del artesano, perdiendo toda esperanza de convertirse en un ser eterno.
El artesano hizo de él un hermoso violín, que permaneció intacto en su funda durante
años. A menudo, el árbol recordaba con nostalgia sus años de juventud en el bosque y
sentía entonces una inmensa tristeza. Menudo idiota que había sido, dejándose
engañar por el hacha de un guardabosques. ¿Cómo había podido ser tan ingenuo
como para pensar que de esa forma viviría para siempre?
Pero un buen día el violín fue sacado de su estuche y acariciado con amor por unas
manos desconocidas. El árbol contuvo la respiración, y le temblaron hasta las vetas
cuando un suave arco le acarició el pecho. Pronto sus temblores se convirtieron en un
sonido puro y melodioso que le1 recordó el sonido del viento entre las hojas, el
deslizarse de las nubes en su viaje hacia la eternidad, el revoloteo de los pájaros en el
cielo azul.
Un sonido puro. Unas notas puras y limpias. Era, sin duda, la música de la eternidad.
Mi esencia se ha convertido en música -suspiró el árbol-. El guardabosques tenía
razón.
A partir de ese momento, su música empezó a resonar en los corazones de quienes le
escuchaban. Cuando sus notas melodiosas hubieron alcanzado todos los corazones
del mundo, el árbol atravesó las puertas de la eternidad y se convirtió, él también, en
un ser eterno.
EL AGUA DE LA VIDA
Había una vez tres personas que buscaban el agua de la vida, esperando que,
después de bebería, vivirían para siempre. Una de estas personas era un guerrero. En
su opinión, el agua de la vida tendría muchísima fuerza sería algo así como un torrente
o una catarata y por eso se había embutido en una armadura y provisto de una
espada, convencido de que así podría vencer al agua y bebérsela.
La segunda persona era una hechicera. En su opinión, el agua de la vida era mágica
algo así como un remolino o un geiser, de manera que podría controlarla con un
hechizo. Para ello, se había enfundado en una larga capa estrellada.
La tercera persona era un mercader. En su opinión, el agua de la vida era
tremendamente costosa algo así como una fuente de perlas o de diamantes. Por eso
decidió llenarse todos los bolsillos de su atuendo con monedas de oro, con la
esperanza de comprar el agua.
Pero cuando los viajeros llegaron a su destino, se encontraron con que estaban muy
equivocados. En efecto, el agua de la vida tenía poco o nada que ver con lo que se
habían imaginado.
No era un torrente susceptible de ser intimidado por vna muestra de fuerza. Ni
tampoco era un remolino que pudiera ser encantado por un hechizo. Y tampoco era
una fuente de perlas o de diamantes que pudiera comprarse con dinero. Era, simple y
llanamente, un pequeño arroyo de agua dulce. De hecho, lo único que hacía falta para
beneficiarse de los poderes mágicos del agua era arrodillarse y beber.
Claro que esto resultó mucho más difícil de lo que hubieran imaginado. El guerrero,
con su armadura, era incapaz de ponerse de rodillas. Por otra parte, la larga capa
mágica de la hechicera perdía los poderes mágicos en cuanto se manchaba de barro.
Y el mercader, con tanto dinero a cuestas, corría el riesgo de que las monedas se le
escaparan de los bolsillos y se colaran entre los cantos del arroyo en el momento en
que se arrodillara.
Así que ninguno de los tres, de pie como estaban, podía beber del arroyo. Sólo había
una solución posible para cada uno de ellos.
El guerrero se despojó de la armadura. La hechicera arrojó al barro la capa. Y el
mercader se quitó la ropa que había llenado de monedas. Y así, uno a uno, se fueron
arrodillando como Dios les trajo al mundo, para beber el agua del arroyo que les
concedería la vida eterna.
LA LECHERA
Iba alegre la lechera camino del mercado. Con paso vivo, sencilla y graciosa, sostenía
sobre su cabeza un cántaro lleno de leche. Ese día se sentía realmente feliz y a
medida que se iba acercando al pueblo, su dicha aumentaba.¿Por qué? Porque la
gentil lechera caminaba acompañada por sus pensamientos y con la imaginación veía
muchas cosas hermosas para el futuro.
"Sí-pensaba-.Ahora llegaré al mercado y encontraré en seguida comprador para esta
riquísima leche. Sin duda, han de pagármela a buen precio, que bien lo vale.
"En cuanto consiga el dinero, allí mismo compraré un canasto de huevos. Lo llevaré a
mi cabaña y de ese montón de huevos, lograré sacar , ya hacia el verano, cien pollos
por lo menos. ¡Ah, que feliz me siento de pensarlo solamente! Me rodearán esos cien
pollos piando y piando y no dejaré que se le acerque zorra ni comadreja enemiga."Una
vez que tenga mis cien pollos, volveré al mercado. Y entonces, entonces...los venderé
para comprar un cerdo.
"Sí, un cerdo, no muy grande, un lechoncito rosado. ¡Ya me encargaré yo de cebarlo!
Crecerá y se pondrá gordo, porque estará bien alimentado con bellotas y castañas.
Será un cerdo enorme, con una barriga que ha de arrastrarse por el suelo. Yo lo
conseguiré."
Siguió la lechera su camino, sonriendo ante la idea de ser dueña de tan robusto
animal. ¿Que haría? Lo pensó un instante. Y otra vez una sonrisa de felicidad iluminó
su linda carita.
"Claro está. Ya se lo que me conviene. Ese cerdo magnífico bien valdrá un buen
dinero. ¡Con él me compraré una vaca! ¡Una vaca y ...un ternero! ¡Ah, que gusto ver al
ternerito saltar y correr en mi cabaña!"
Ya se imaginó la lechera correteando junto al ternerito. Y al pensarlo, río alegremente
a tiempo que daba un salto.¡Hay cuanta desdicha siguió a su alegría! Al dar el salto ,
cayó de su cabeza el cántaro que se rompió en mil pedazos.
La pobre lechera miró desolada cómo la tierra tragaba el blanco líquido. Ya no había
leche, ni habría pollos, ni cerdo, ni vaca, ni ternero. Todas sus ilusiones se habían
perdido para siempre, junto con el cántaro roto y la leche derramada en el camino.
LA LIEBRE Y LA TORTUGA
En el centro del bosque había un amplio círculo, libre de árboles, en el que los
animales que habitaban aquellos contornos celebraban toda clase de competiciones
deportivas.
En el centro de un grupo de animales hablaba la bonita y elegante Esmelinda, la
liebre:
- Soy veloz como el viento, y no hay nadie que se atreva a competir conmigo en
velocidad.
Un conejito gris insinuó, soltando la carcajada y hablando con burlona ironía:
- Yo conozco alguien que te ganaría...
- ¿Quien? - Preguntó Esmelinda, sorprendida e indignada a la vez.
- ¡La tortuga! ¡La tortuga!
Todos los allí reunidos rompieron a reír a carcajadas, y entre las risotadas se oyeron
gritos de: "¡La tortuga y la liebre en carrera! ¡Frente a frente!
En el centro del grupo la liebre alzó su mano para ordenar silencio.
- ¡Qué cosas se os ocurren! Yo soy el animal más veloz del bosque y nadie sería
capaz de alcanzarme.
Y se alejó del lugar tan rápidamente como si tuviera alas en los pies. La liebre se
dirigió al mercado de lechugas, pues la tortuga era vendedora de la mencionada
mercancía, y se aproximó a la tortuga contoneándose:
- Hola tortuguita, vengo a proponerte que el domingo corras conmigo en la carrera.
La tortuga se le quedó mirando boquiabierta.
- ¡Tú bromeas! Yo soy muy lenta y la carrera no tendría emoción. Aunque, ¡quién
sabe!
- ¿Como? Pobre animalucho. Supongo que no te imaginarás competir conmigo.
Apostaría cualquier cosa a que no eres capaz.
- Iré el domingo a la carrera.
Una vieja tortuga le dijo:
- Tu eres lenta pero constante...; la liebre veloz, pero inconstante ve tranquila y suerte,
tortuguita.
El domingo amaneció un día espléndido. En el campo de los deportes reinaba una
gran algarabía.
- ¡Vamos, retírate! - le gritaban algunos a la tortuga. Pero la tortuga, aunque
avergonzada no se retiró.
La liebre, después de recorrer un trecho se echó a dormir y cuando despertó siguió
riendo porque la tortuga llegaba entonces a su lado.
- ¡Anda, sigue, sigue! Te doy un kilómetro de ventaja. Voy a ponerme a merendar.
La liebre se sentó a merendar y a charlar con algunos amigos y cuando le pareció se
dispuso a salir tras la tortuga, a quien ya no se la veía a lo lejos.
Pero, ¡ay!, la liebre había sido excesivamente optimista y menospreciado en demasía
el caminar de la tortuga, porque cuando quiso darle alcance ya llegaba a la meta y
ganaba el premio.
Fue un triunfo inolvidable en el que el sabio consejo de una anciana y la preciosa
virtud de la constancia salieron triunfales una vez más.
EL CARPINTERO
No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas adyacentes cayeron en
un conflicto. Este fue el primer conflicto serio que tenían en 40 años de cultivar juntos
hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes en
forma continua. Esta larga y beneficiosa colaboración termino repentinamente.
Comenzó con un pequeño malentendido y que fue creciendo hasta llegar a ser una
diferencia mayor entre ellos, hasta que explotó en un intercambio de palabras amargas
seguido de semanas de silencio.
Una mañana alguien llamó a la puerta de Luis. Al abrir la puerta, encontró a un hombre
con herramientas de carpintero. "Estoy buscando trabajo por unos días", dijo el
extraño, "quizás usted requiera algunas pequeñas reparaciones aquí en su granja y yo
pueda ser de ayuda en eso". "Sí", dijo el mayor de los hermanos, "Tengo un trabajo
para usted. Mire al otro lado del arroyo aquella granja, ahí vive mi vecino, bueno, de
hecho es mi hermano menor. La semana pasada había una hermosa pradera entre
nosotros y el tomó su buldózer y desvió el cauce del arroyo para que quedara entre
nosotros. Bueno, el pudo haber hecho esto para enfurecerme, pero le voy a hacer una
mejor. ¿Ve usted aquella pila de desechos de madera junto al granero? Quiero que
construya una cerca, una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca más."
El carpintero le dijo: "Creo que comprendo la situación. Muéstreme donde están los
clavos y la pala para hacer los hoyos de los postes y le entregaré un trabajo que lo
dejará satisfecho."
El hermano mayor le ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejó la granja
por el resto del día para ir por provisiones al pueblo. El carpintero trabajo duro todo el
día midiendo, cortando, clavando. Cerca del ocaso, cuando el granjero regresó, el
carpintero justo había terminado su trabajo.
El granjero quedó con los ojos completamente abiertos, su quijada cayó. ¡No había
ninguna cerca de dos metros! En su lugar había un puente -¡un puente que unía las
dos granjas a través del arroyo!- Era una fina pieza de arte, con todo y pasamanos.
En ese momento, su vecino, su hermano menor, vino desde su granja y abrazando a
su hermano le dijo: "¡Eres un gran tipo, mira que construir este hermoso puente
después de lo que he hecho y dicho!".
Estaban en su reconciliación los dos hermanos, cuando vieron que el carpintero
tomaba sus herramientas. "¡No, espera!", le dijo el hermano mayor.
"Quédate unos cuantos días. Tengo muchos proyectos para ti" , le dijo el hermano
mayor al carpintero. "Me gustaría quedarme", dijo el carpintero, "pero tengo muchos
puentes por construir".
EL CIELO
Existen personas en nuestras vidas que nos hacen. Felices por la simple casualidad
de haberse cruzado en nuestro camino. Algunas recorren el camino a nuestro lado,
viendo muchas lunas pasar, más, otras apenas vemos entre un paso y otro.
A todas ellas llamamos amigos y hay muchas clases de ellos. Tal vez cada hoja de un
árbol caracteriza a uno de nuestros amigos. El primero que nace del brote es nuestro
amigo papá y nuestra amiga mamá. Nos muestran lo que es la vida. Después vienen
los amigos hermanos con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer
como nosotros. Pasamos a conocer a toda la familia de hojas, a quienes respetamos y
deseamos el bien.
Más el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que iban a
cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos denominamos amigo del alma, de
corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben cuándo no estamos bien, saben lo que
nos hace feliz... Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y
entonces es llamado un amigo enamorado.
Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.Mas
también hay de aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o
unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante
el tiempo que estamos cerca. Hablando de cerca no podemos olvidar a los amigos
distantes, aquellos que están en las puntas de las ramas y que cuando el viento sopla
siempre aparecen entre una hoja u otra. El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se
aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otras
permanecen por muchas estaciones.
Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca, alimentando
nuestra raíz con alegría.
Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.
Te deseo a vos, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad... hoy y
siempre...
Simplemente porque cada persona que pasa por nuestras vidas es única.
Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevarán
mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada.
Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que dos
almas no se encuentran por casualidad.
TRES GOTAS DE AGUA
El Alba pasó una mañana cerca de una camelia y oyó pronunciar su nombre por tres
gotas cristalinas. Se aproximo; luego posándose en el corazón de la flor, preguntó
cariñosa:
¿Qué desean de mí, gotas brillantes?
Que vengas a decidir una cuestión- dijo la primera-.Somos tres gotas diferentes
reunidas en diversos puntos. Queremos que digas cuál de nosotras vale más y cual es
la más pura.
Acepto; habla tú, gota brillante. Y la primera gota trémula habló así:
Yo vengo de las altas nubes; soy hija de los grandes mares; nací en el ancho océano.
Después de andar por mil borrascas, una nube me absorbió. Fui a las alturas, donde
brillan las estrellas, y de allá, rodando entre rayos, caí en la flor en la que descanso
ahora. Yo represento al océano.
Habla tú, gota brillante-dijo el Alba a la segunda.
Yo soy el rocío que tiembla sobre los lirios; soy hermana de la Luna; soy hermana de
las tinieblas que se forman en cuanto llega la noche. Yo represento al amanecer del
día.
¿Y tú? Preguntó el Alba a la más pequeña.
Yo nada valgo.
Habla: ¿de dónde vienes?
De los ojos de una madre. Soy una lágrima.
Esta es la de más valor, es la más pura.
Pero yo fui océano...
¡Yo atmósfera!...
Sí, trémulas gotas; mas esta fue corazón...
LA HUMILDE FLOR
Cuando Dios creó el mundo, dio nombre y color a todas las flores. Y sucedió que una
florecita pequeña le suplicó repetidamente con voz temblorosa:
iNo me olvides! ¡No me olvides!
Como su voz era tan fina, Dios no la oia. Por fin, cuando el Creador hubo terminado su
tarea, pudo escuchar aquella vocecilla y se volvió hacia la planta. Mas todos los
nombres estaban ya dados. La plantita no cesaba de llorar y el Señor la consoló así:
No tengo nombre para ti, pero te llamarás "Nomeolvides". Y por colores te daré el azul
del cielo y el rojo de la sangre. Consolarás a los vivos y acompañaras a los muertos.
Así nació el "nomeolvides" o mio-sota, pequeña florecilla de color azul y rojo.
LA TORTUGA Y LOS PATOS
Había una vez una rosa roja muy hermosa y bella. Que maravilla al saber que era la
rosa mas bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de
lejos.
Un día se dio cuenta de que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro y
que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo descubierto
le ordeno al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo: Esta bien, si
así lo quieres. Poco tiempo después el sapo paso por donde estaba la rosa y se
sorprendió al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. Le dijo entonces:
Vaya que te ves muy mal. ¿Que te paso? La rosa contesto Es que desde que te fuiste
las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a ser igual. El sapo solo
contesto, Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso
siempre eras la mas bella del jardín.
COMENTARIO
Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos mas que ellos, mas
bellos o simplemente que no nos "sirven" para nada.. Dios no hace a nadie para que
este sobrando en este mundo, todos tenemos algo especial que hacer, algo que
aprender de los demás o algo que enseñar, y nadie debe despreciar a nadie. No vaya
a ser que esa persona nos haga un bien del cual ni siquiera estemos conscientes.
LOS TRES ARBOLES
Había una vez tres árboles en una colina de un bosque. Hablaban acerca de sus
sueños y esperanzas.
El primero dijo:- "Algún día seré un cofre de tesoros. Estaré lleno de oro, plata y
piedras preciosas. Estaré decorado con labrados artísticos y tallados finos; todos
verán mi belleza".
El segundo árbol dijo: - "Algún día seré una poderosa embarcación. Llevaré a los más
grandes reyes y reinas a través de los océanos, e iré a todos los rincones del mundo.
Todos se sentirán seguros por mí fortaleza, destreza sobre las aguas y mi poderoso
casco".
Finalmente el tercer árbol dijo: "Yo quiero crecer para ser el más recto y grande de
todos los árboles en el bosque. La gente me verá en la cima de la colina, mirará mis
poderosas ramas y pensarán en el Dios de los cielos, y en cuán cerca estoy de
alcanzarlo. Seré el más grande árbol de todos los tiempos y la gente siempre me
recordará."
Después de unos años de que los árboles oraran para que sus sueños se convirtieran
en realidad, un grupo de leñadores vino donde ellos estaban.
Cuando uno vio al primer árbol dijo: - "Este parece un árbol fuerte, creo que podré
vender su madera a un carpintero", y comenzó a cortarlo.El árbol estaba muy feliz
debido a que sabía que el carpintero podría convertirlo en un cofre para tesoros.El otro
leñador dijo mientras observaba al segundo árbol: - "Parece un árbol fuerte, creo que
lo podré vender al carpintero del puerto". El segundo árbol se puso muy feliz porque
sabía que estaba en camino a convertirse en una poderosa embarcación.El último
leñador se acercó al tercer árbol; éste estaba muy asustado, pues sabía que si lo
cortaban, su sueño nunca se volvería realidad. El leñador dijo entonces: - "No necesito
que el árbol que corte tenga alguna característica especial, así que tomaré este". Y
cortó al tercer árbol.
Cuando el primer árbol llegó donde el carpintero, fue convertido en un cajón de comida
para animales, y fue puesto en un pesebre y llenado con paja. Se sintió muy mal pues
eso no era por lo que tanto había orado. El segundo árbol fue cortado y convertido en
una pequeña balsa de pesca, ni siquiera lo suficientemente grande para navegar en el
mar, y fue puesto en un lago. Y vio como sus sueños de ser una gran embarcación
cargando reyes había llegado a su final. El tercer árbol fue cortado en largas y
pesadas tablas y dejado en la oscuridad de una bodega.
Años más tarde, los árboles olvidaron sus sueños y esperanzas por las que tanto
habían orado. Entonces un día un hombre y una mujer llegaron al pesebre. Ella dio a
luz un niño, y lo colocó en la paja que había dentro del cajón en que fue transformado
el primer árbol. El hombre deseaba haber podido tener una cuna para su bebe, pero
esta cumplía su labor y protegió al bebé. El árbol sintió la importancia de este
acontecimiento y supo que había contenido el más grande tesoro de la historia.
Años más tarde, un grupo de hombres entraron en la balsa en la cual habían
convertido al segundo árbol. Uno de ellos estaba cansado y se durmió en la barca.
Mientras ellos estaban en el agua una gran tormenta se desató y el árbol pensó que
no sería lo suficientemente fuerte para salvar alos hombres. Los hombres despertaron
al que dormía, este se levantó y dijo: - "Calma! Quédate quieto!", y la tormenta y las
olas se detuvieron. En ese momento El segundo árbol se dio cuenta de que llevaba al
Rey de reyes y Señor de señores navegando sobre él.
Finalmente, un tiempo después alguien vino y tomó al tercer árbol convertido en
tablas. Fue llevado un viernes por las calles al mismo tiempo que la gente escupía,
insultaba y golpeaba al Hombre que lo cargaba. Se detuvieron en una pequeña colina
y el Hombre fue clavado al árbol y levantado para morir crucificado allí. Cuando llegó
el domingo, el tercer árbol se dio cuenta de que él fue lo suficientemente fuerte para
permanecer erguido en la cima de la colina, y estar tan cerca de Dios como nunca,
porque Jesús había sido crucificado en él.
COMETARIO
Cuando parece que las cosas no van de acuerdo a tus planes, debes saber que
siempre Dios tiene un plan para ti. Si pones tu confianza en él, te dará grandes regalos
a su tiempo. Recuerda que cada árbol obtuvo lo que pidió, sólo que no en la forma en
que pensaban. No siempre sabemos lo que Dios planea para nosotros, sólo sabemos
que sus caminos no son nuestros caminos pero... siempre son los mejores.
¿COMO INSTALAR EL PROGRAMA AMOR?
Cliente: ¿Si? ¿Estoy llamando al departamento de Atención a Clientes?
Cliente: Estuve revisando mi equipo y encontré un sistema que se llama AMOR pero
no funciona. ¿Me puedes ayudar con eso?
Empleado: Seguro que sí. Pero yo no puedo instalárselo; tendrá que instalarlo usted
mismo, yo lo oriento por teléfono, ¿le parece?
Cliente: Sí, puedo intentarlo. No se mucho de estas cosas, pero creo que estoy listo
para instalarlo ahora. ¿Por dónde empiezo
Cliente: Sí, ya. Pero hay varios programas ejecutándose en este momento ¿No hay
problema para instalar mientras siguen ejecutándose?
Empleado: Si, pero recuerda que sólo tienes el programa base. Necesitas Empezar a
conectarte con otros CORAZONES para poder recibir actualizaciones
Cliente: Gracias.
Empleado: De nada. Haz "click" en los siguientes archivos para copiarlos al directorio
MICORAZON: AUTOPERDON.DOC, AUTOESTIMA.TXT, VALOR.INF y
REALIZACION.HTM. El sistema reemplazará cualquier archivo que haga conflicto y
entrará en un modo de reparación para cualquier programa dañado.
Empleado: De nada. Haz "click" en los siguientes archivos para copiarlos al directorio
MICORAZON: AUTOPERDON.DOC, AUTOESTIMA.TXT, VALOR.INF y
REALIZACION.HTM. El sistema reemplazará cualquier archivo que haga conflicto y
entrará en un modo de reparación para cualquier programa dañado. También, debes
eliminar AUTOCRITICA.EXE de todos los directorios, y después borrar todos Los
archivos temporales y la papelera de reciclaje, para asegurar que se borre
completamente y nunca se active.
Cliente: Entendido. ¡Hey! Mi CORAZON se está llenando con unos archivos muy
bonitos. SONRISA.MPG se está desplegando en mi monitor e indica que
CALOR.COM, PAZ.EXE y FELICIDAD.COM se está replicando en todo mi CORAZON.
Empleado: Eso indica que AMOR está instalado y ejecutándose. Ya lo puedes manejar
de aquí. Una cosa más antes de irme...
Cliente: ¿Si?
Empleado: AMOR es un software sin costo. Asegúrate de dárselo, junto con sus
diferentes módulos, a todos los que conozcas y te encuentres.
HONESTIDAD (Fábula china)
Se cuenta que allá para el año 250 A.C., en la China antigua, un príncipe de la región
norte del país estaba por ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley, él
debía casarse. Sabiendo esto,decidió hacer una competencia entre las muchachas de
la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe
anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría
un desafío.
Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios
sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un
sentimiento profundo de amor por el príncipe. Al llegar a la casa y contar los hechos a
la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración. Sin poder creerlo le
preguntó:
"¿Hija mía, que vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte
estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo,
pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura"
Y la hija respondió: "No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo
sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por
algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz"
Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas,
con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más determinadas
intenciones. Entonces, finalmente, el príncipe anunció el desafío: "Daré a cada una de
ustedes una semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses será
escogida por mí, esposa futura, emperatriz de China"
La propuesta del príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho
la especialidad de cultivar algo, sean: costumbres, amistades, relaciones, etc.
El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes de la
jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la
belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado.
Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía
pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más
profundo.Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado. Consciente de su
esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las
circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas sólo para estar
cerca del príncipe por unos momentos.
En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes
tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores.
Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella.
Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las
pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas, una a una,
anunció su resultado. Aquella bella joven con su vaso vacío sería su futura esposa.
Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué
él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada. Entonces, con
calma el príncipe explicó:
"Esta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: la
flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles"
LAS PUERTAS DEL CIELO
Un guerrero, un samurai, fue a ver al Maestro Zen Hakuin y le preguntó:
"¿Existe el infierno? ¿Existe el cielo? ¿Donde están las puertas que llevan a ellos ?
¿Por donde puedo entrar?
Era un guerrero sencillo. Los guerreros siempre son sencillos, sin astucia en sus
mentes, sin matemáticas. Sólo conocen dos cosas: La vida y la muerte. El no había
venido a aprender ninguna doctrina; solo quería saber donde estaban las puertas, para
poder evitar el infierno y entrar en el cielo. Hauikin le respondió de una manera que
sólo un guerrero podía haber entendido.
¿Quién eres?", le preguntó Hakuin.
"Soy un samurai, le respondió el guerrero, hasta el emperador me
respeta".
Hakuin se rió y contestó "¿Un Samurai, tú?. Pareces un mendigo".
El orgullo del samurai se sintió herido y olvidó para que había venido. Sacó su espada
y ya estaba a punto de matar a Hakuin cuando éste dijo:
"Esta es la puerta del infierno. Esta espada, esta ira, este ego, te abren la puerta".
Esto es lo que un guerrero puede comprender. Inmediatamente el samurai entendió.
Puso de nuevo la espada en su cinto y Hakuin dijo: "Aquí se abren las puertas del
cielo. La mente es el cielo, la mente es el infierno y la mente tiene la capacidad de
convertirse en cualquiera de ellos. Pero la gente sigue
pensando que existen en alguna parte, fuera de ellos mismos...El cielo y el
infierno no están al final de la vida, están aquí y ahora. A cada momento las puertas se
abren...en un segundo se puede ir del cielo al infierno, del infierno al cielo.
AFRODITA Y LA GATA
Se había enamorado una gata de un hermoso joven, y rogó a Afrodita que la hiciera
mujer. La diosa, compadecida de su deseo, la transformó en una bella doncella, y
entonces el joven, prendado de ella, la invitó a su casa.
Impresionado, el sabio salió del infierno y subió al cielo. Con gran asombro, vio que
también allí había una mesa llena de comensales y con iguales manjares. En este
caso, sin embargo, nadie tenía la cara desencajada; todos los presentes lucían un
semblante alegre; respiraban salud y bienestar por los cuatro costados. Y es que, allí,
en el cielo, cada cual se preocupaba de alimentar con los largos palillos al que tenía
enfrente.
COMO SE ABRiÓ EL SENDERO
Un día, un becerro tuvo que atravesar un bosque virgen para volver a su pastura.
Siendo animal irracional, abrió un sendero tortuoso, lleno de curvas, subiendo y
bajando colinas.
Al día siguiente, un perro que pasaba por allí usó ese mismo sendero para atravesar el
bosque. Después fue el turno de un carnero, lider de un rebaño, que, viendo el espacio
ya abierto, hizo a sus compañeros seguir por allí.
Más tarde, los hombres comenzaron a usar ese sendero: entraban y salían, giraban a
la derecha, a la izquierda, descendían, se desviaban de obstáculos, quejándose y
maldiciendo, con toda razón. Pero no hacían nada para crear una nueva alternativa.
Después de tanto uso, el sendero acabó convertido en un amplio camino donde los
pobres animales se cansaban bajo pesadas cargas, obligados a recorrer en tres horas
una distancia que podría haber sido vencida en treinta minutos, si no hubieran seguido
la vía abierta por el becerro.
Pasaron muchos años y el camino se convirtió en la calle principal de un poblado y,
posteriormente, en la avenida principal de una ciudad. Todos se quejaban del tránsito,
porque el trayecto era el peor posible.
Mientras tanto, el viejo y sabio bosque se reía, al ver que los hombres tienen la
tendencia a seguir como ciegos el camino que ya está abierto, sin preguntarse nunca
si aquélla es la mejor elección.
ANTIGUO CONSEJO CHINO
Antiguo consejo chino
El salón del Norte a este fin destino. Que venga el ebanista y haga estantes capaces,
pulidos, a toda costa. Luego trataremos de comprar los libros. Ya tenemos estantes.
Pues, ahora",el buen hombre dijo,"¡echarme yo a buscar doce mil tomos! ¡No es mal
ejercicio! Perderé la chaveta, saldrán caros, y es obra de un siglo...Pero ¿no era mejor
ponerlos todos de cartón fingidos? Ya se ve: ¿por qué no? Para estos casos tengo yo
un pintorcillo que escriba buenos rótulos e imite pasta y pergamino. Manos a la labor."
Libros curiosos modernos y antiguos mandó pintar, y a más de los impresos, varios
manuscritos. El bendito señor repasó tanto sus tomos postizos que, aprendiendo los
rótulos de muchos, se creyó erudito. Pues ¿qué mas quieren los que sólo estudian
títulos de libros, si con fingirlos de cartón pintado les sirven lo mismo?
COMENTARIO
¿Cuántas historias, aventuras y conocimientos se perdió este Ricote?
Lo mejor es que cada uno lea lo que le interesa, los libros son fuente de sabiduría y
entretenimiento...
INTELIGENCIA
Una tarde la gente vio a Rabiya buscando algo en la calle frente a su choza. Todos se
acercaron a la pobre anciana,"¿Qué pasa?"-le preguntaron-"¿qué estás buscando?".
"Perdí mi aguja", dijo ella. Y todos la ayudaron a buscarla. Pero alguien le preguntó:
"Rabiya, la calle es larga, pronto no habrá más luz. Una aguja es algo muy pequeño
¿porqué no nos dices exactamente dónde se te cayó?". "Dentro de mi casa", dijo
Rabiya. "¿Te has vuelto loca?"-preguntó la gente-"Si la aguja se te ha caído dentro de
tu casa, ¿porqué la buscas aquí afuera?". "Porque aquí hay luz, dentro de la casa no
hay". "Pero aún habiendo luz, ¿cómo podremos encontrar la aguja aquí si no es aquí
donde la has perdido? Lo correcto sería llevar una lámpara a la casa y buscar allí la
aguja". Y Rabiya se rió.
"Sois tan inteligentes para las cosas pequeñas ¿cuándo vais a utilizar esta inteligencia
para vuestra vida interior? Os he visto a todos buscando afuera y yo sé perfectamente
bien, lo sé por mi propia experiencia que lo que buscáis está perdido dentro. Usad
vuestra inteligencia ¿porqué buscáis la felicidad en el mundo externo? ¿Acaso lo
habéis perdido allí?".
EL MANTRA SECRETO
El devoto se arrodilló para ser iniciado en el discipulado, y el guru le susurró al oído el
sagrado "mantra", advirtiéndole que no se lo revelara a nadie. "¿Y qué ocurrirá si lo
hago?", preguntó el devoto. "Aquel a quien revelare el mantra, le dijo el guru, quedará
libre de la esclavitud de la ignorancia y el sufrimiento; pero tú quedarás excluido del
discipulado y te condenarás". Tan pronto hubo escuchado aquellas palabras, el devoto
salió corriendo hacia la plaza del mercado, congregó a una gran multitud en torno a él,
y repitió a voz en cuello el sagrado mantra para que lo oyeran todos. Los discípulos se
lo contaron más tarde al guru y pidieron que aquel individuo fuera expulsado del
monasterio, por desobediente. El guru sonrió y dijo: "No necesita nada de cuanto yo
pueda enseñarle. Con su acción ha demostrado ser un guru con todas las de la ley".
LA ROSA MAS BELLA DEL MUNDO
Érase una reina muy poderosa, en cuyo jardín lucían las flores más hermosas de cada
estación del año. Ella prefería las rosas por encima de todas; por eso las tenía de
todas las variedades, desde el escaramujo de hojas verdes y olor de manzana hasta la
más magnífica rosa de Provenza. Crecían pegadas al muro del palacio, se enroscaban
en las columnas y los marcos de las ventanas y, penetrando en las galerías, se
extendían por los techos de los salones, con gran variedad de colores, formas y
perfumes.
-Hay un medio de salvarla, sin embargo -afirmó el más sabio de ellos-. Tráiganle la
rosa más espléndida del mundo, la que sea expresión del amor puro y más sublime. Si
puede verla antes de que sus ojos se cierren, no morirá.
Y ya tienen a viejos y jóvenes acudiendo, de cerca y de lejos, con rosas, las más
bellas que crecían en todos los jardines; pero ninguna era la requerida. La flor
milagrosa tenía que proceder del jardín del amor; pero incluso en él, ¿qué rosa era
expresión del amor más puro y sublime?
Los poetas cantaron las rosas más hermosas del mundo, y cada uno celebraba la
suya. Y el mensaje corrió por todo el país, a cada corazón en que el amor palpitaba;
corrió el mensaje y llegó a gentes de todas las edades y clases sociales.
-Yo sé dónde florece -dijo una madre feliz, que se presentó con su hijito a la cabecera
de la Reina-. Sé dónde se encuentra la rosa más preciosa del mundo, la que es
expresión del amor más puro y sublime. Florece en las rojas mejillas de mi dulce hijito
cuando, restaurado por el sueño, abre los ojos y me sonríe con todo su amor.
Bella es esa rosa -contestó el sabio- pero hay otra más bella todavía.
-¡Sí, otra mucho más bella! -dijo una de las mujeres-. La he visto; no existe ninguna
que sea más noble y más santa. Pero era pálida como los pétalos de la rosa de té. En
las mejillas de la Reina la vi. La Reina se había quitado la real corona, y en las largas y
dolorosas noches sostenía a su hijo enfermo, llorando, besándolo y rogando a Dios
por él, como sólo una madre ruega a la hora de la angustia.
-No; la rosa más incomparable la vi ante el altar del Señor -afirmó el anciano y piadoso
obispo-. La vi brillar como si reflejara el rostro de un ángel. Las doncellas se acercaban
a la sagrada mesa, renovaban el pacto de alianza de su bautismo, y en sus rostros
lozanos se encendían unas rosas y palidecían otras. Había entre ellas una muchachita
que, henchida de amor y pureza, elevaba su alma a Dios: era la expresión del amor
más puro y más sublime.
-¡Bendita sea! -exclamó el sabio-, mas ninguno ha nombrado aún la rosa más bella del
mundo.
En esto entró en la habitación un niño, el hijito de la Reina; había lágrimas en sus ojos
y en sus mejillas, y traía un gran libro abierto, encuadernado en terciopelo, con
grandes broches de plata.
-¡Madre! -dijo el niño-. ¡Oye lo que acabo de leer!-. Y, sentándose junto a la cama, se
puso a leer acerca de Aquél que se había sacrificado en la cruz para salvar a los
hombres y a las generaciones que no habían nacido.
El dios de la pobreza esperó durante unos días e hizo muchas sandalias de paja.
Disfrutaba mucho en hacerlas.
Al ver eso, se juntaron algunos aldeanos en torno al dios de la pobreza a quienes les
gustaron mucho las sandalias. Este al recibir tantos halagos empezó a regalarlas.El
padre vió lo ocurrido y pensó en venderlas. Se llevó muchas sandalias al pueblo, las
cuales se vendieron como "pan caliente". Recibió mucho dinero pero su situación no
cambió - seguía tan pobre como siempre.
En ese momento se dió cuenta que seguiría siendo pobre mientras el dios de la
pobreza viviese en su casa, así que decidió librarse de él.
Para ello llamó al dios y le dijo: "Con la venta de las sandalias he recibido mucho
dinero y por eso te vamos a hacer una comida".Esa noche la pasaron muy bien,
comieron y bebieron mucho. El dios de la pobreza al ver todo eso dijo: "Como ustedes
ya tienen mucho dinero yo no puedo seguir aquí en esta casa, así que esta noche me
iré."
Esa noche el dios salió de la casa y los esposos se pusieron muy contentos.
Antes de dormir, el padre decidió ir al baño, y en eso チ c "¿Aún stás aquí?."
El dios de la pobreza dijo: "Me fui a otra casa pero, en ésta me siento muy bien por
eso decidí regresar."Los esposos se miraron y pensaron - ¡Qué vamos a hacer!
¡Tendremos que vivir siempre con este dios!.
Este se la pasaba todo el día haciendo sandalias y para que continue, los esposos
decidieron sembrar arroz, pues del arroz se obtenía la paja con la que las elaboraba.
Pasado un tiempo, los esposos se dieron cuenta que al menos no les faltaba arroz
para comer.
Al final, nunca pudieron llegar a ser ricos, pero, vivieron felices para siempre.
LA CAJA DORADA
Hace ya un tiempo, un hombre castigó a su pequeña niña de 3 años por desperdiciar
un rollo de papel de envolver dorado. El dinero era escaso en esos días por lo que
explotó en furia; cuando vio a la niña tratando de envolver una caja para ponerla
debajo del árbol de Navidad.-No obstante, a la mañana siguiente, la niña le llevó el
regalo a su padre y le dijo.-"Esto es para ti, Papito". -Él se sintió avergonzado por su
reacción de furia, pero volvió a explotar cuando vio que la caja estaba vacía.-
Entonces, le volvió a gritar diciendo.-"¿Acaso no sabes que cuando das un regalo a
alguien se supone que debe contener algo adentro?.-La pequeñita miró a su padre con
lágrimas en los ojos y le dijo: .-"Oh, Papito, no está vacía, yo soplé muchos besos
adentro de la caja, todos para ti mi Papito querido". -El padre se sintió morir, puso sus
brazos alrededor de la niña y le suplicó que lo perdonara.-
Se ha dicho que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama por años y años
y siempre que se sentía deprimido, él tomaba de la caja un beso imaginario y
recordaba el amor que su niña había puesto ahí.
TU PROPIO JUICIO
A un oasis llega un joven, toma agua, se asea y pregunta a un anciano que se
encuentra descansando:.-¿Que clase de personas viven aquí?El anciano le
pregunta:.- ¿Que clase de gente había en el lugar de donde tu vienes? "Un montón de
gente egoísta y mal intencionada"replicó el joven.-Estoy encantado de haberme ido de
allí. A lo cual el anciano comento: .-Lo mismo habrá de encontrar aquí.
Ese mismo día otro joven se acerco a beber agua al oasis y viendo al anciano
preguntó:.-¿Que clase de personas viven en este lugar?
El viejo respondió con la misma pregunta: .-"¿Que clase de personas viven en el lugar
de donde tu vienes? .-"Un magnifico grupo de personas, honestas, amigables,
hospitalarias, me duele mucho haberlos dejado..- "Lo mismo encontrarás aquí",
respondió el anciano.
Un hombre que había escuchado ambas conversaciones le preguntó al viejo:.-¿Como
es posible dar dos respuestas tan diferentes a la misma pregunta? A lo cual el viejo
contestó:.-"Cada uno de nosotros solo puede ver lo que lleva en su corazón". .-Aquel
que no encuentra nada bueno en los lugares donde estuvo no podrá encontrar otra
cosa aquí ni en ninguna otra parte.- Si te sientes dolorido por alguna causa externa; no
es eso lo que te perturba. Si no tu propio juicio sobre ella.-
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OBSTACULOS EN EL CAMINO
Hace mucho tiempo, un rey colocó una gran roca obstaculizando un camino. Luego se
escondió y miró para ver si alguien quitaba la tremenda piedra. Algunos simplemente
la rodearon. Muchos culparon a la autoridad por no mantener los caminos despejados,
pero ninguno de ellos hizo nada para sacar la piedra del camino.Un vecino del pueblo
que vivía en el sitio más descampado, pasaba por allí exhausto con un fardo de leña
sobre sus hombros; y la vio. Se detuvo, luego se aproximó a ella, puso su carga en el
piso trabajosamente y trató de mover la roca a un lado del camino. Después de
empujar y empujar hasta llegar a fatigarse mucho, con gran esfuerzo, lo logró.
Mientras recogía su fardo de leña, vio una pequeña bolsita en el suelo, justamente
donde antes había estado la roca. La bolsita contenía muchas monedas de oro y una
nota del mismo rey diciendo que el premio era para la persona que removiera la roca
como recompensa por despejar el camino. El campesino aprendió ese día que cada
obstáculo puede estar disfrazando una oportunidad, tanto para ayudar a los demás
como para ayudarse asimismo.
HUELLAS EN LA ARENA
Cuenta una historia que dos amigos iban caminando por el desierto. En algún punto
del viaje comenzaron a discutir, y un amigo le dio una bofetada al otro.
El amigo que había sido abofeteado comenzó a ahogarse, pero su amigo lo salvó.
Después de recuperarse, escribió en una piedra:
"MI MEJOR AMIGO HOY SALVO MI VIDA."
El otro amigo le respondió: "cuando alguien nos lastima debemos escribirlo en la arena
donde los vientos del perdón puedan borrarlo. Pero cuando alguien hace algo bueno
por nosotros, debemos grabarlo en piedra donde ningún viento pueda borrarlo."
LA VASIJA CON RAJADURAS
Cuenta la leyenda india que un hombre transportaba agua todos los días a su aldea
usando dos grandes vasijas, sujetas en las extremidades de un pedazo de madera
que colocaba atravesado sobre sus espaldas.
Una de las vasijas era más vieja que la otra, y tenía pequeñas rajaduras; cada vez que
el hombre recorría el camino hasta su casa, la mitad del agua se perdía.
Durante dos años el hombre hizo el mismo trayecto. La vasija más joven estaba
siempre muy orgullosa de su desempeño, y tenía la seguridad de que estaba a la
altura de la misión para la cual había sido creada, mientras que la otra se moría de
vergüenza por cumplir apenas la mitad de su tarea, aun sabiendo que aquellas
rajaduras eran el fruto de mucho tiempo de trabajo.
Estaba tan avergonzada que un día, mientras el hombre se preparaba para sacar agua
del pozo, decidió hablar con él:
-Quiero pedirte disculpas ya que, debido a mi largo uso, sólo consigues entregar la
mitad de mi carga, y saciar la mitad de la sed que espera en tu casa.
El hombre sonrió y le dijo:
-Cuando regresemos, por favor observa cuidadosamente el camino.
Así lo hizo. Y la vasija notó que, por el lado donde ella iba, crecían muchas flores y
plantas.
-¿Ves como la naturaleza es más bella en el lado que tú recorres? –comentó el
hombre-. Siempre supe que tú tenías rajaduras, y resolví aprovechar este hecho.
Sembré hortalizas, flores y legumbres, y tú las has regado siempre. Ya recogí muchas
rosas para adornar mi casa, alimenté a mis hijos con lechuga, col y cebollas. Si tú no
fueras como eres, ¿cómo podría haberlo hecho?
El rey contestó:
- "¡Algo debes tener!... ¡Busca!".
Entre asombro y enojo, el mendigo buscó entre sus cosas y vio que tenía una naranja,
un bollo de pan y unos granos de arroz. Pensó que el pan y la naranja eran mucho
para darlos, así que en medio de su enojo tomó 5 granos de arroz y se los dió al rey.
Complacido, él dijo:
- "¡Ves como sí tenías!".
Y le dio 5 monedas de oro, una por cada grano de arroz.
El mendigo dijo entonces:
- "Majestad... creo que por aquí tengo otras cosas...".
Pero el rey lo miró fijamente a los ojos y, con dulzura, le comentó:
- "Solamente de lo que me has dado de corazón, te puedo yo dar".
COMENTARIO
Es fácil en esta historia reconocer el acto de dar y recibir. ¿Cuántas veces en nuestras
acciones, que decimos son de servicio, entran en juego el egoísmo y nuestros propios
intereses? ¿Cuántas veces realizamos una misión sólo pensando en la ganancia
personal que nos reportará? Demos de corazón, sin calcular, sin sacar cuentas, sin
pensar en lo que recibiremos a cambio... y la mayor ganancia será la felicidad que
sentiremos al dar.
ARREGLAR EL MUNDO
Un científico vivía preocupado con los problemas del mundo y estaba resuelto a
encontrar medios para disminuirlos. Pasaba días encerrado en su laboratorio en busca
de respuestas para sus dudas. Cierto día, su hijo, de siete años, invadió su santuario
decidido a ayudarlo a trabajar. El científico, nervioso por la interrupción, intentó hacer
que el hijo fuera a jugar a otro sitio. Viendo que sería imposible sacarlo de allí, el padre
procuró algo para darle al hijo, con el objetivo de distraer su atención... De repente
tomó un planisferio de una revista, y, con una tijera, recortó el mapa en varios
pedazos. Junto con un rollo de cinta adhesiva, lo entregó al hijo diciendo:
- "¿A TI TE GUSTAN LOS ROMPECABEZAS? ENTONCES VOY A DARTE EL
MUNDO PARA ARREGLAR. AQUI ESTA EL MUNDO TODO ROTO. ¡MIRA SI
PUEDES ARREGLARLO BIEN! HAZLO TODO SOLO"
Calculó que al niño le llevaría días para recomponer el mapa. Algunas horas después,
oyó la voz del hijo que le llamaba calmamente:
- "PADRE, PADRE, YA HE HECHO TODO. ¡CONSEGUI TERMINAR TODO!"
Al principio el padre no dio crédito a las palabras del hijo. Sería imposible a su edad
haber conseguido recomponer un mapa que jamás había visto. Entonces, el científico
levantó los ojos de sus anotaciones, seguro que vería un trabajo digno de un niño.
Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados
en sus sitios. ¿Cómo sería posible? ¿Cómo el niño había sido capaz?
- "TU NO SABIAS COMO ERA EL MUNDO, HIJO MIO. ¿COMO LO CONSEGUISTE?"
- "...Padre, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando tú quitaste el papel de la
revista para recortar, yo vi que del otro lado había la figura de un hombre... Cuando tú
me diste el mundo para arreglarlo, yo lo intenté pero no lo conseguí. Fue entonces que
me acordé del hombre, di vuelta a los recortes y empecé a arreglar el hombre, que yo
sabía cómo era. CUANDO CONSEGUI ARREGLAR EL HOMBRE, DI VUELTA LA
HOJA Y ENCONTRE QUE HABIA ARREGLADO EL MUNDO..."
EL CENTINELA
Estos días pasados de la Navidad, cada vez que uno hablaba con cualquier amigo y
comentaban cómo ha sido barrido Cristo de la Navidad visible (cómo en los
escaparates de los comercios no ves un nacimiento ni por equivocación, sino todo tipo
de osos, osas, ositos, gnomos, ciervos y demás habitantes de los bosques; cómo en la
tele ya es prácticamente imposible oír un villancico; cómo la gente te dice "felices
fiestas", porque les da como corte decir "feliz Navidad", y etcétera), yo siempre
terminaba pensando dos cosas: una era el recuerdo de una vieja fábula y la otra un
versículo del Evangelio de San Lucas, que es la frase más terrible que yo haya oído
jamás. La fábula es la siguiente:
Érase que se era un viejo pequeño pueblecito, presidido por un castillo aún más viejo,
que estaban situados en la frontera de un país lejano, al lado de un gran desierto.
Tanto el pueblo como el castillo eran muy aburridos, porque raramente pasaba alguien
cerca de ellos. Alguna vez se detenían a pernoctar extrañas caravanas o caminantes
solitarios, pero, en cuanto se alimentaban y descansaban, volvían a irse, dejando a los
habitantes del pueblecito y del castillo con su diario aburrimiento.
Y así hasta que un día llegó un mensaje del rey de la nación informando de que, en la
corte, se habían recibido noticias de que Dios en persona iba a venir a su país, si bien
aún no se sabía qué ciudades y zonas visitaría. Pero era probable o, al menos, posible
que pasara por nuestro pueblecito. Por lo cual, por si acaso, el pueblo y el castillo
debían prepararse para recibirle tal y como Dios se merecía.
Esto trastornó de entusiasmo a las autoridades, que mandaron reparar las calles,
limpiar las fachadas, construir arcos triunfales, llenar de colgaduras los balcones. Y,
sobre todo, nombraron centinela al más noble habitante de la aldea. Este centinela
tendría la obligación de irse a vivir a la torre más alta del castillo y desde allí avizorar
constantemente el horizonte, para dar lo antes posible la noticia de la llegada de Dios.
El centinela recibió el encargo con orgullo: jamás en su vida había hecho algo tan
importante. Y se dispuso a permanecer firme en la torre con los ojos abiertos como
platos. "¿Cómo será Dios?", se preguntaba a sí mismo. "¿Y cómo vendrá? ¿Tal vez
con un gran ejército? ¿Quizá con una corte de carros majestuosos?" En este caso, se
decía, será fácil adivinar su llegada cuando aún esté lejos.
Y durante las veinticuatro horas del día y de la noche no pensaba en otra cosa y
permanecía en pie y con los ojos abiertos. Pero, cuando hubieron pasado así algunos
días y noches, el sueño comenzó a rendirle y pensó que tampoco pasaría nada si
daba unas cabezadas, ya que Dios vendría precedido por sones de trompetas, que, en
todo caso, le despertarían.
Y pasaron no sólo los días, sino también las semanas, y la gente del pequeño pueblo
regresó a su vida de cada día y comenzó a olvidarse de la venida de Dios. Y hasta el
propio centinela dormía ya tranquilo las noches enteras y él mismo se dedicaba a
pensar en otras cosas, porque ya no era capaz de concentrarse sólo en aquella
espera.
Y pasaron no sólo las semanas, sino también los meses e incluso los años y ya nadie
en el pueblo se acordaba de aquel anuncio para nada. Incluso un año de gran hambre,
la población fue desfilando, uno tras otro, hacia tierras más prósperas. Y se quedó solo
el centinela, aún subido en su torre, esperando, aunque ya con una muy débil
esperanza. Y pasaban ejércitos y caravanas que, por unos momentos, encendían sus
sueños, pero ninguno era el ejército o la caravana del Dios anunciado.
Y el centinela comenzó a pensar: "¿Para qué va a venir Dios? Si este pueblo nunca
tuvo interés alguno, y ahora, vacío, mucho menos. Y si viniera al país, ¿por qué iba a
detenerse precisamente en este castillo tan insignificante?" Pero, como a él le habían
dado esa orden y como esa orden le había levantado la esperanza, su decisión de
permanecer era más fuerte que sus dudas.
Hasta que un día se dio cuenta de que, con el paso de los días y los años, se había
vuelto viejo y sus piernas se resistían a subir la escalera de la torre. Sintió que sus
ojos se iban cerrando, que ya apenas veía y que la muerte estaba acercándose. Y no
pudo evitar que de su garganta saliera una especie de grito: "Me he pasado toda la
vida esperando la visita de Dios y me voy a morir sin verle."
Y entonces, justamente en ese momento, oyó una voz muy tierna a sus espaldas. Una
voz que decía: "Pero ¿es que no me conoces?" Entonces el centinela, aunque no veía
a nadie, estalló de alegría y dijo: "¡Oh, ya estás aquí! ¿Por qué me has hecho esperar
tanto? Y ¿por dónde has venido que yo no te he visto?" Y, aún con mayor dulzura, la
voz respondió: "Siempre he estado cerca de ti, a tu lado, más aún: dentro de ti. Has
necesitado muchos años para darte cuenta. Pero ahora ya lo sabes. Este es mi
secreto: yo estoy siempre con los que me esperan y sólo los que me esperan, pueden
verme."
Y entonces el alma del centinela se llenó de alegría. Y viejo y casi muerto, como
estaba, volvió a abrir los ojos y se quedó mirando, amorosamente, al horizonte.
Esta es la fábula de la que hablé al principio. Y el texto que San Lucas escribió en el
capítulo 18,8 de su evangelio, y que tanto me ha hecho temblar al ver la paganización
de las Navidades, es éste: "Pero, cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe en
la tierra?" Porque podría suceder que, cuando vuelva, no haya nadie en la torre.
EL FRASCO DE VIDRIO Y EL CAFE
Un profesor, delante de sus alumnos de la clase de filosofía, sin decir ni una palabra,
tomó un frasco grande de vidrio y procedió a llenarlo con pelotas de golf. Después
preguntó a los estudiantes si el bote estaba lleno. Los estudiantes estuvieron de
acuerdo en decir que sí.
El profesor cogió una caja llena de perdigones y los vació dentro del bote. Éstos
llenaron los espacios vacíos que quedaban entre las pelotas de golf.
El profesor volvió a preguntar de nuevo a los estudiantes si el frasco estaba lleno, y
ellos volvieron a contestar que sí.
Después, el profesor tomó una caja con arena y la vació dentro del frasco. Por
supuesto que la arena llenó todos los espacios vacíos y el profesor volvió a preguntar
de nuevo si el frasco estaba lleno. En esta ocasión, los estudiantes le respondieron
con un sí unánime.
El profesor, rápidamente, añadió dos tazas de café al contenido del frasco, y,
efectivamente, el café llenó todos los espacios vacíos entre la arena. Los estudiantes
reían. Cuando la risa se fue apagando,
el profesor les dijo:
- "Quiero que os fijéis en este frasco, que representa la vida. Las pelotas de golf son
las cosas importantes, como la familia, los
hijos, la salud, los amigos, el amor, cosas que nos apasionan.
Son cosas que, aunque perdiéramos el resto y nada más nos quedasen éstas,
vuestras vidas aún estarían llenas.
Los perdigones son las otras cosas que nos importan, como eltrabajo, la casa, el
coche... La arena es el resto de las pequeñas cosas.
Si primero pusiéramos la arena en el frasco, no habría espacio para los perdigones, ni
para las pelotas de golf.
Lo mismo sucede con la vida. Si utilizáramos todo nuestro tiempo y energía en las
cosas pequeñas, no tendríamos nunca lugar para las cosas realmente
importantes.
Presta atención a las cosas que son cruciales para tu felicidad.
Juega con tus hijos, concédete tiempo para ir al médico, ve con tu pareja a cenar,
practica tu deporte o tu afición favorita.
Siempre habrá tiempo para limpiar la casa, para reparar la llave del agua. Ocúpate
primero de las de las cosas que realmente te importan. Establece tus prioridades. El
resto solo es arena".
Uno de los estudiantes levantó la mano y le preguntó qué representaba el café. El
profesor sonrió y le dijo:
-"¡¡ Me encanta que me hagas esta pregunta!! El café es para demostrar que aunque
tu vida te parezca llena, siempre hay un lugar para dos tazas de café con un amigo..."
EL GIGANTA EGOISTA
Era un gigante egoísta. Los pobres niños no tenían ya un lugar de recreo. Intentaron
jugar en las calles cercanas, pero estaban muy polvorientas y llenas de agudas
piedras, y no les agradaba.
Tomaron la costumbre de pasearse, una vez terminadas sus lecciones, alrededor del
alto muro, para hablar del hermoso jardín que había al otro lado.
Entonces llegó la primavera y el país se llenó de pájaros y florecillas.
Sólo en el jardín del gigante egoísta continuaba siendo invierno.
Los pájaros, desde que no había niños, no tenían interés en cantar y los árboles no se
acordaban de florecer.
En cierta ocasión una linda flor levantó su cabeza sobre el césped, pero al ver el
cartelón se entristeció tanto pensando en los niños, que se dejó caer a tierra
volviéndose a dormir.
Los únicos que estaban contentos eran el hielo y la nieve.
La primavera se ha olvidado de este jardín —exclamaban—. Gracias a esto vamos a
vivir en él todo el año.
La nieve extendió su gran manto blanco sobre el césped y el hielo vistió de plata todos
los árboles.
Entonces invitaron al viento Norte a que viniese a pasar una temporada con ellos.
El viento Norte aceptó y vino. Estaba envuelto en pieles. Aullaba durante todo el día
por el jardín, derribando chimeneas a cada momento.
Éste es un sitio delicioso decía—. Invitemos también al granizo.
Y llegó también el granizo.
Todos los días, durante tres horas, tocaba el tambor sobre la techumbre del castillo,
hasta que rompió muchas tejas. Entonces se puso a dar vueltas alrededor del jardín, lo
más de prisa que pudo. Iba vestido de gris y su aliento era de hielo.
No comprendo por qué la primavera tarda tanto en llegar —decía el gigante egoísta
cuando se asomaba a la ventana y veía su jardín blanco y frío—. ¡Ojalá cambie el
tiempo!
Pero la primavera no llegaba, ni el verano tampoco.
El otoño trajo frutos de oro a todos los jardines, pero no dio ninguno al del gigante.
Es demasiado egoísta —dijo.
Y seguía el invierno en casa del gigante, y el viento Norte, el granizo, el hielo y la nieve
danzaban en medio de los árboles.
Una mañana, el gigante acostado en su lecho, pero ya despierto, oyó una música
deliciosa. Sonó tan dulcemente en sus oídos, que le hizo imaginarse que los músicos
del rey pasaban por allí.
En realidad, era un pardillo que cantaba ante su ventana, pero como no había oído a
un pájaro en su jardín hacía mucho tiempo, le pareció la música más bella del mundo.
Entonces el granizo dejó de bailar sobre su cabeza, y el viento Norte, de rugir. Un
perfume delicioso llegó hasta él por la ventana abierta.
Creo que ha llegado al fin la primavera —dijo el gigante.
Y saltando de la cama se asomó a mirar por la ventana. ¿Y qué vio?
Pues vio un espectáculo extraordinario.
Por una brecha abierta en el muro, los niños se habían deslizado en el jardín,
encaramándose a las ramas. Sobre todos los árboles que alcanzaba a ver el gigante,
había un niño, y los árboles se sentían tan dichosos de sostener nuevamente a los
niños, que se habían cubierto de flores y agitaban graciosamente sus brazos sobre las
cabezas infantiles.
Los pájaros revoloteaban cantando con delicia y las flores reían irguiendo sus cabezas
sobre el césped.
Era un cuadro precioso. Sólo en un rincón, en el rincón más apartado del jardín,
seguía siendo invierno.
Allí se encontraba un niño muy pequeño. Tan pequeño era, que no había podido llegar
a las ramas del árbol y se paseaba a su alrededor llorando amargamente.
El pobre árbol estaba aún cubierto de hielo y de nieve, y el viento Norte soplaba y
rugía por encima de él.
Sube ya, muchacho —decía el árbol.
Y le alargaba sus ramas, inclinándose todo lo que podía, pero el niño era demasiado
pequeño.
El corazón del gigante se enterneció. "¡Qué egoísta he sido! —pensó—. Ya sé por qué
la primavera no ha querido llegar hasta aquí. Voy a colocar a ese pobre pequeñuelo
sobre la cima del árbol, luego echaré abajo el muro, y mi jardín será desde ahora el
sitio de recreo de los niños."
Estaba verdaderamente arrepentido de lo que había hecho. Entonces bajó las
escaleras, abrió de nuevo la puerta y entró en el jardín. Pero cuando los niños le
vieron, se aterrorizaron tanto que huyeron y el jardín se cubrió otra vez de nieve y de
hielo. Únicamente el niño pequeñito no había huido, porque sus ojos estaban tan
llenos de lágrimas que no le vio venir.
El gigante se acercó a él, lo cogió cariñosamente y lo depositó sobre el árbol. Y de
inmediato el árbol floreció, los pájaros vinieron a posarse y a cantar sobre él y el niño
extendió sus brazos, rodeó con ellos el cuello del gigante y le besó.
Los otros niños, viendo que el gigante ya no era malo, se acercaron y la primavera los
acompañó.
Desde ahora este jardín es de ustedes, pequeñuelos —dijo el gigante. Y cogiendo un
martillo muy grande, echó abajo el muro.
Así, cuando los campesinos fueron a mediodía al mercado, vieron al gigante jugando
con los niños en el jardín más hermoso que pueda imaginarse.
Estuvieron jugando durante todo el día, y por la noche fueron a despedirse del gigante.
Pero, ¿dónde está el compañerito de ustedes? —les preguntó—. ¿Aquel muchacho
que subí al árbol?
A él era a quien quería más el gigante, porque le había abrazado y besado.
No sabemos —respondieron los niños—; se ha ido.
Díganle que venga mañana sin falta —repuso el gigante.
Pero los niños contestaron que no sabían dónde vivía y que hasta entonces no le
habían visto nunca.
El gigante se quedó muy triste. Todas las tardes, a la salida del colegio, venían los
niños a jugar con el gigante, pero éste ya no volvió a ver al pequeñuelo a quien quería
tanto. Era muy bondadoso con todos los niños, pero echaba de menos a su primer
amiguito y hablaba de él con frecuencia.
¡Cómo me gustaría verle! —solía decir.
Pasaron los años y el gigante envejeció y fue debilitándose. Ya no podía tomar parte
en los juegos; permanecía sentado en un gran sillón viendo jugar a los niños y
admirando su jardín.
Tengo muchas flores bellas —decía—, pero los niños son las flores más bellas de
todas. Una mañana de invierno, mientras se vestía, miró por la ventana.
Ya no detestaba el invierno; sabía que no es sino el sueño de la primavera y el reposo
de las flores.
De pronto se frotó los ojos atónito, y miró con atención. Realmente era una visión
maravillosa. En un extremo del jardín había un árbol casi cubierto de flores blancas.
Sus ramas eran todas de oro y colgaban de ella frutos de plata: bajo el árbol aquel
estaba el pequeñuelo a quien tanto quería.
El gigante se precipitó por las escaleras, pleno de alegría, y entró en el jardín. Corrió
por el césped y se acercó al niño. Y cuando estuvo junto a él, su cara enrojeció de
cólera y exclamó:
¿Quién se ha atrevido a herirte?
En las palmas de la mano del niño y en sus piececitos se veían las señales
sangrientas de unos clavos.
¿Quién se ha atrevido a herirte? —gritó el gigante—. Dímelo. Iré a coger mi espada y
lo mataré.
No —respondió el niño—, éstas son las heridas del Amor.
¿Y quién es ése? —dijo el gigante.
Un temor respetuoso le invadió, haciéndole caer de rodillas ante el pequeñuelo.
El niño sonrió al gigante y le dijo: —Me dejaste jugar una vez en tu jardín. Hoy vendrás
conmigo a mi jardín, que es el Paraíso.
Y cuando llegaron los niños aquella tarde encontraron al gigante tendido, muerto, bajo
el árbol, todo cubierto de flores blancas.
EL LIBRO PRESUMIDO
Encontrandose dos libros en una biblioteca que se iba ha abrir proximamente, decía el
uno al otro:
- No se como han consentido tu presencia en este lugar, puesto que a diferencia mía
eres muy feo. Tu encuadernación no está adornada con oro como la mía, tampoco
está hecha de cuero y además no tienes ningún dibujo bello presentandote como
portada.
- Al oir estas palabras quedó el segundo libro muy apenado.
Se abrió por fin la biblioteca y el libro feo vió como era el predilecto entre el resto de
ellos. Dijo entonces al libro presumido:
- Bien es cierto que eres más bonito que yo,sin embargo, yo soy más leido pues mis
páginas contienen más esencia que las tuyas.
COMENTARIO
No todo lo que reluce por fuera, reluce también por dentro.
¿Por qué el oso no tiene rabo?
Había una vez un oso que se encontró con un zorro, que caminaba lentamente,
llevándose un pescado que había robado.
-¿De dónde sacaste ese pescado? -preguntó el oso.
-Fui a pescar en el lago, señor oso -contestó el zorro.
Entonces el oso, al ver que el pescado parecía fresco y sabroso, decidió aprender a
pescar y le preguntó al zorro cómo debía hacerlo.
-Es muy fácil -dijo el zorro-, aprenderá muy rápido. Lo único que tiene que hacer es ir a
un lago congelado, hacer un agujero en el hielo, meter el rabo en el agujero y
mantenerlo allí un buen rato. No debe preocuparse si le arde un poco, eso suele
ocurrir cuando los peces pican la presa. Además, mientras más tiempo esté su rabo en
el agujero, serán más los peces que pescará. Después, ¡a la una… a las dos… y…,
saca su rabo rápido!
El oso, ni corto ni perezoso, hizo tal cual le dijo el zorro. Metió el rabo en el agujero y
allí lo mantuvo un buen tiempo. Después, ¡a la una… a las dos... y…, se levantó de
golpe y el rabo se le cayó como un pedazo de hielo.
Desde ese día, que es hoy día, el oso no tiene rabo.
LOS CALCETINES
Existe un lugar donde los niños creen en todos los cuentos, y el primer cuento que
escucharon, lo creyeron tres niños que en ese lugar vivían.
Estos niños eran hermanos y oyeron que el mismo día de cada año, debían dejar un
calcetín colgado de la chimenea para que por la noche bajara por ella un hombre
gordinflón y con una espesa barba y depositaba unos regalos dentro de ellos. Como
en ese lugar los niños aun creían en los cuentos, al llegar el día señalado, y tal como
habían escuchado, dejaron los calcetines colgados de la chimenea y se fueron a
dormir deseosos de que la mañana llegara en un abrir y cerrar de ojos.
Al día siguiente, el primero en despertarse avisó a los otros dos y los tres bajaron
raudos y veloces por las escaleras hasta llegar al confortable salón donde se hallaba
la chimenea. Los niños miraron emocionados esos calcetines abultados imaginándose
ya jugando con los juguetes que en ellos encontrarían. Pero Nomo, el menor de los
hermanos se llevó una desagradable sorpresa. Su calcetín, mucho más pequeño que
el de sus hermanos mayores, tan solo albergaba un pequeño regalo en su interior.
El niño sintió una gran tristeza, pero como era muy listo pronto se le pasó ya que
pensó que al año siguiente, colocaría un calcetín más grande y también se lo llenarían
de regalos. Esto le alegro tanto que pudo salir a jugar con sus hermanos sin pensar
que había sido el más perjudicado de los tres.
A mediados de año, Nomo escuchó otro cuento. Este cuento no hablaba ni de regalos
ni de hombres barrigudos bajando por chimeneas. Este cuento, hablaba de una cosa
llamada egoísmo. Por supuesto el pequeño creyó el cuento, y al ser tan listo, pronto
asoció esa palabra a lo que él iba a hacer, colocar un calcetín que no le pertenecía
para obtener más regalos.
Así fue como, al llegar el día, colocó su calcetín pequeño al lado de los grandes
calcetines de sus hermanos mayores y espero ansioso el regalo que esta vez recibiría,
ya que, al no haber sido egoísta, estaba seguro de que sería de más utilidad que todos
los que podría obtener si se dejaba guiar por la avaricia.
Pero lo escondido en el diminuto paquete no fue nada del otro mundo, era normal y
corriente, como él que había recibido el año anterior. Y el pequeño Nomo dejo de creer
en los cuentos, bueno al menos en uno, el que decía que para ser bueno no se debía
ser egoísta. Por supuesto siguió creyendo en el cuento de los calcetines, ya que como
egoísta que era, le convenía. Así que lanzó su calcetín lo mas lejos que pudo y espero
ansioso que pasara otro año.
Al llegar la víspera del día señalado, cogió prestado un calcetín de uno de sus
hermanos, lo coloco al lado de los de ellos y se restregó las manos con una sonrisa
maliciosa dibujada en el rostro. Se imaginaba abriendo una gran cantidad de paquetes
y despertando envidia en sus amigos, pequeños como él, que al no ser tan listos
seguro que no habían tenido una idea tan buena como la suya. Se fue a dormir junto
con sus hermanos y pronto los tres cayeron bajo un sueño de lo más agradable.
Cuando despertaron, como de costumbre, bajaron las escaleras atropellándose los
unos a los otros hasta que se situaron frente a los abultados calcetines. El pequeño
Nomo se acercó al suyo y comprobó que había un gran paquete dentro. “¿Solo uno?”,
penso, “Seguramente es más valioso que todos los de mis hermanos juntos”. Arrancó
rápidamente el papel que lo envolvía, abrió la caja que se ocultaba bajo el papel y cual
fue su sorpresa al descubrir que dentro se encontraba el mismo calcetín que hacia un
año había arrojado por la ventana. En la nota que acompañaba su regalo estaba
escrito lo siguiente: “Encontrar algo que se ha perdido, es el mejor regalo que se
puede recibir”.
Nomo ignoraba si el hacedor de regalos sabía que realmente no había perdido el
calcetín, pero no le importo, a partir de ese día volvió a creer en los todos los cuentos,
incluso en los que hablaban de mentiras, odio, ingratitud y muchas otras palabras que
fue escuchado a lo largo de su vida.
LAS DOS VASIJAS
Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba a los extremos
de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias
grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo
camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón; pero cuando llegaba, la
vasija rota sólo tenía la mitad del agua. Durante dos años completos esto fue así
diariamente; desde luego, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues
se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada
estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable, porque sólo
podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.
Después de dos años, la tinaja quebrada le habla al aguador diciéndole:
-Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo
puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías
recibir.
El aguador, apesadumbrado, le dijo compasivamente:
-Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo
largo del camino.
Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchas flores hermosas a lo largo, pero de todos
modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de ella la mitad del agua
que debía llevar.
El aguador le dijo entonces:
-¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he
sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a
todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años
yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro. Si no fueras
exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta
belleza.
¿DIOS EXISTE?
¿Existe Dios?
El cliente se quedo pensando un momento, pero no quiso responder para evitar una
discusión. El barbero
termino su trabajo y el cliente salió del negocio.
Recién abandonaba la barbería cuando vio en la calle a
un hombre con la barba y el cabello largo, al parecer
hacia mucho tiempo que no se lo cortaba y se veía muy
desarreglado. Entonces entro de nuevo a la barbería
y le dijo al barbero.
* Sabe una cosa? los barberos no existen
* Como que no existen? pregunto el barbero- Si aquí
estoy yo y soy barbero.
Calixta y Pepe decidieron quedarse a vivir juntos en la granja y tener muchos gatitos.
Y cuando los gatitos crecieron y salían de paseo por la granja y los otros animales les
preguntaban quiénes eran, ellos contestaban lo que su papá les había enseñado:
Esto le hizo muy feliz hasta el día que conoció a un hombre aún más rico y poderoso
que él. Entonces pidió de nuevo ser así y su deseo le fue también concedido. Al poco
tiempo se cercioró de que debido a su condición se había creado muchos enemigos y
sintió miedo.
Cuando vio cómo un feroz samurai resolvía las divergencias con sus enemigos, pensó
que el manejo magistral de un arte de combate le garantizaría la paz y la
indestructibilidad. Así que quiso convertirse en un respetado samurai y así fue.
Sin embargo, aún siendo un temido guerrero, sus enemigos habían aumentado en
número y peligrosidad. Un día se sorprendió mirando al sol desde la seguridad de la
ventana de su casa y pensó: "él si que es superior, ya que nadie puede hacerle daño y
siempre está por encima de todas las cosas. ¡ Quiero ser el sol !".
Cuando logró su propósito, tuvo la mala suerte de que una nube se interpuso en su
camino entorpeciendo su visión y pensó que la nube era realmente poderosa y así era
como realmente le gustaría ser.
Así, se convirtió en nube, pero al ver cómo el viento le arrastraba con su fuerza, la
desilusión fue insoportable. Entonces decidió que quería ser viento. Cuando fue viento,
observó que aunque soplaba con gran fuerza a una roca, ésta no se movía y pensó:
¡ ella sí que es realmente fuerte: quiero ser una roca ! Al convertirse en roca se sintió
invencible porque creía que no existía nada más fuerte que él en todo el universo.
Pero cuál fue su sorpresa al ver que apareció un picador de piedra que tallaba la roca
y empezaba a darle la forma que quería pese a su contraria voluntad. Esto le hizo
reflexionar y le llevó a pensar que, en definitiva, su condición inicial no era tan mala y
que deseaba de nuevo volver a ser el picador de piedra que era en un principio.
EXPERIMENTO CIENTÍFICO
1. Metés 20 monos en una habitación cerrada.
2. Colgás una banana del techo y ponés una escalera para poder alcanzarla.
Asegurándote que no exista ningún otro modo de alcanzar la banana que no sea
subiendo por la escalera.
3. Instalás un sistema que haga caer una lluvia de agua helada en toda la habitación
desde el techo cuando uno empiece a subir la escalera.
4. Los monos aprenden rápido que no es posible subir la escalera evitando el sistema
de agua helada.
5. Luego, reemplazar uno de los 20 monos por uno nuevo. Inmediatamente, va a
intentar subir la escalera para alcanzar la banana y sin entender porqué, será cagado
a palos por los otros.
6. Reemplazar ahora uno de los viejos monos por otro nuevo. Entonces será cagado a
palos también y el mono introducido justo antes que este será el que más fuerte le
pegue.
7. Continuar el proceso hasta cambiar a los 20 monos originales y que queden
unicamente monos nuevos.
8. Ahora ninguno intentará subir la escalera, y más aún, si por cualquier razón a
alguno se le ocurre pensarlo, este será masacrado por el resto de los monos. Y lo peor
es que ninguno de los monos tendrá la menor idea del porque de la cosa.
Corolario: Es así como nace el funcionamiento y la cultura de una empresa.
PAZ PERFECTA
... Un Rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura
la paz perfecta.
Muchos artistas lo intentaron. El Rey observó y admiró todas las pinturas, pero
solamente hubo dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.
La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se
reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre éstas se encontraba un
cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos los que miraron esta pintura
pensaron que ésta reflejaba la paz perfecta.
La segunda pintura también tenía montañas. Pero éstas eran escabrosas y
descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero
con rayos y centellas. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua.
Todo esto no se revelaba para nada pacífico. Pero cuando el rey observó
cuidadosamente, él miró tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta
de la roca.
En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída de
agua, estaba acurrucado plácidamente un pajarillo en el medio de su nido...
Paz perfecta. ¿Cuál crees que fue la pintura ganadora?
El Rey escogió la segunda. ¿Sabes por qué? Porque, explicaba el Rey, Paz no
significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz
significa que a pesar de estar en medio de todas estas cosas permanezcamos
calmados dentro de nuestro corazón.
Este es el verdadero significado de paz
LOS TRES MONJES
Había una vez, en la antigua China, tres monjes budistas que viajaban de pueblo en
pueblo dentro de su territorio ayudando a la gente a encontrar su iluminación. Tenían
su propio método: Todo lo que hacían era llegar a cada ciudad, a cada villa, y dirigirse
a la plaza central donde seguramente funcionaba el mercado. Simplemente se
paraban entre
la gente y empezaban a reír a carcajadas.
La gente que pasaba los miraba extrañada, pero ellos igualmente reían y reían.
Muchas veces alguien preguntaba: ¿De qué se ríen?. Los monjes se quedaban un
pequeño rato en silencio... se miraban entre ellos y luego, señalando al que
preguntaba y apuntándolo, retomaban su carcacajada. Y sucedía siempre el mismo
fenómeno: la gente del pueblo, que se empezaba a reunir alrededor de los tres para
verlos reír, terminaba
contagiándose de sus carcajadas y tornaban a reír tímidamente al principio y
desaforadamente al final.
Cuentan que al rato de reír , todo el pueblo olvidaba que estaba en el mercado,
olvidaba que había venido a comprar y el pueblo entero reía y reía y nada tenía la
envergadura suficiente para poder entristecer esa tarde. Cuando el sol se escondía, la
gente riendo volvía a sus casas; pero ya no eran los mismos, se habían iluminado.
Entonces, los tres monjes tomaban su atado de ropa y partían hacia el próximo
pueblo.
La fama de los monjes corría por toda China. Algunas poblaciones, cuando se
enteraban de la visita de los monjes, se reunían desde la noche anterior en el mercado
para esperarlos.
Y sucedió un día que, entrando en una ciudad, repentinamente uno de los monjes
murió. Ahora vamos a ver a los dos que quedan decían algunos, vamos a ver si
todavía les quedan ganas de reír...
Ese día más y más gente se juntó en la plaza para disfrutar la tristeza de los monjes
que reían, o para acompañarlos en el dolor que seguramente iban a sentir.
¡Qué sorpresa fue llegar a la plaza y encontrar a los dos monjes, al lado del cuerpo
muerto de su compañero... riendo a carcajadas! Señalaban al muerto, se miraban
entre sí y seguían riendo.
El dolor los ha enloquecido dijeron los pobladores. Reír por reír está bien, pero esto es
demasiado, hay aquí un hombre muerto, no hay razón para reír.
Los monjes, que reían, dijeron entre carcajadas: Ustedes no entienden... él ganó...él
ganó..., y siguieron riendo.
La gente del pueblo se miraba, nadie entendía. Los monjes continuaron diciendo con
risa contenida: Viniendo hacia aquí hicimos una apuesta... sobre quién moriría
primero... Mi compañero y yo decíamos que era mi turno... porque soy mucho mayor
que
ellos dos, pero él... él decía que él... iba a ser el elegido... y ganó ¿entienden?... él
ganó... Y
una nueva andanada de carcajadas los invadió.
Definitivamente han enloquecido dijeron todos. Debemos ocuparnos nosotros del
funeral, estos dos están perdidos.
Así, algunos se acercaron a levantar el cuerpo para lavarlo y perfumarlo antes de
quemarlo en la pira funeraria como era la costumbre en esos tiempos y en ese lugar.
¡No lo toquen! gritaron los monjes sin parar de reír. No lo toquen... tenemos una carta
de él... él quería que en cuanto muriera hicieran la pira y lo quemaran así... tal como
está... tenemos todo escrito... y él ganó... él ganó.
Los monjes reían solos entre la consternación general. El alcalde del pueblo tomó la
nota, confirmó el último deseo del muerto e hizo los arreglos para cumplirlo. Todos los
habitantes trajeron ramas y troncos para levantar la pira mientras los monjes los veían
ir y venir y se reían de ellos.
Cuando la hoguera estuvo lista, entre todos levantaron del suelo el cuerpo sin vida del
monje y lo alzaron hasta el tope de la montaña de ramas reunidas en la plaza. El
alcalde dijo una o dos palabras que nadie escuchó y encendió el fuego. Algunos pocos
lagrimeaban en silencio, los monjes se desternillaban de la risa.
Y de pronto, algo extraño sucedió. Del cuerpo que se quemaba salió una estela de luz
amarilla en dirección al cielo y explotó en el aire con un ruido ensordecedor. Después,
otros cometas luminosos llenaron de luz el cuerpo que se quemaba, bombas de
estruendo hacían subir los destellos hasta el cielo y la pira se transformó en un
increíble espectáculo
de luces que subían y giraban y cambiaban de colores y de sonidos espectaculares
que acompañaban cada destello. Y los dos monjes aplaudían y reían y gritaban:
¡Bravo...Bravo...!
Y entonces sucedió. Primero los niños, luego los jóvenes y después los ancianos,
empezaron a reír y a aplaudir. El resto del pueblo quiso resistir y chistar a los que
reían, pero al poco tiempo todos reían a carcajadas.
El pueblo, una vez más, se había iluminado. Por alguna razón desconocida, el monje
que reía sabía que su fin se acercaba y, antes de morir, escondió entre sus ropas
montones de fuegos artificiales para que explotaran en la pira, su última jugada, una
burla a la muerte y al dolor, la última enseñanza del maestro budista:
La vida no finaliza, la vida sólo nace una y otra vez.
Y el pueblo iluminado... reía y reía.
EL HOMBRE IRASCIBLE
"Un hombre era muy irascible. Él mismo se percataba de que sus estados de
irascibilidad y enfurecimiento eran terribles y, una vez trascurridos éstos, se daba
cuenta de hasta qué punto se había obnubilado su consciencia. Preocupado por estos
accesos de rabia, decidió ir a visitar a un sabio que vivía en la cima de una colina. Una
vez allí, le explicó lo que sucedía y el sabio le dijo:
-Quiero verte cuando estés con la ira. Así que cuando vuelva a darte un acceso de ira,
ven a verme.
Al día siguiente, el hombre tuvo un acceso de ira y se puso en marcha hacia la colina,
pero cuando llegó ante el sabio ya se le había pasado. El sabio le dijo:
-Tengo que verte con la ira, para poder conocerte bajo ese estado. No has corrido lo
suficiente y la ira se ha ido. Así que, cuando vuelva a dominarte, ven más deprisa.
Un par de días después, la ira atacó al hombre y éste corrió hacia la colina a toda
prisa, pero cuando llegó junto al sabio ya no tenía ira.
-Esto no puede ser. Ven más deprisa cuando tengas ira.
Se repitió el acceso de ira y el hombre, corriendo cuanto podía, llegó hasta el sabio.
-¿Y la ira? -preguntó el sabio.
- Se ha ido.
-¿Lo ves? -dijo el sabio, la ira no eres tú; viene y se va. ¿Dónde está el problema? Es
que te dejas atrapar por ella. Tienes que estar muy atento para que no te domine,
cuando aparezca; después pasará y no habrá problemas. No te dejes dominar por la
ira, ni te expreses con ira; vendrá y se irá. Tú trata de estar en ti mismo".
LA IRA DEL OSO
Un oso estuvo a punto de ser asaltado y devorado por un temible leon, pero un
hombre que llevaba una escopetatuvo tiempo de disparar al felino y salvarle la vida al
oso. El animal estaba tan agradecido que seguía cómo un perro fiel al hombre por
dondequiera que iba. El hombre tenía sueño y se echó a dormir debajo de un arbol.
Entonces las avispas comenzaron a revolotear por encima de su cabeza. El
agradecido oso tartó de dispersarlas dando manotazos en el aire, pero las avispas no
desaparecían y seguían intentado aprosimarse al rostro del durmiente. Entonces el
oso, sumamewnte irritado por la actitud de los insectos, cogió una gran roca y la arrojó
contra ellos. LA roca no rozó a ninguna avispa, pero fué a estrellarse contra la cabeza
del hombre y puso termino a su vida.
COMENTARIO
La ira es una de las emociones más enraizadas en la mente no solo del oso de
nuestra historia, sino en la de muchos seres humanos, provocando la desdicha propia
y ajena. Nada constructivo puede surgir a la sombra de la ira, que provoca incluso
prejuicios insospechados.
LA VERDAD... ¿ES LA VERDAD?
El rey había entrado en un estado de honda reflexión durante los últimos días. Estaba
pensativo y ausente. Se hacía muchas preguntas, entre otras por qué los seres
humanos no eran mejores. Sin poder resolver este último interrogante, pidió que
trajeran a su presencia a un ermitaño que moraba en un bosque cercano y que llevaba
años dedicado a la meditación, habiendo cobrado fama de sabio y ecuánime.
Sólo porque se lo exigieron, el eremita abandonó la inmensa paz del bosque.
--Señor, ¿qué deseas de mí? -preguntó ante el meditabundo monarca.
--He oído hablar mucho de ti -dijo el rey-. Sé que apenas hablas, que no gustas de
honores ni placeres, que no haces diferencia entre un trozo de oro y uno de arcilla,
pero todos dicen que eres un sabio.
--La gente dice, señor -repuso indiferente el ermitaño.
--A propósito de la gente quiero preguntarte -dijo el monarca-. ¿Cómo lograr que la
gente sea mejor?
--Puedo decirte, señor -repuso el ermitaño-, que las leyes por sí mismas no bastan, en
absoluto, para hacer mejor a la gente. El ser humano tiene que cultivar ciertas
actitudes y practicar ciertos métodos para alcanzar la verdad de orden superior y la
clara comprensión. Esa verdad de orden superior tiene, desde luego, muy poco que
ver con la verdad ordinaria.
El rey se quedó dubitativo. Luego reaccionó para replicar:
--De lo que no hay duda, ermitaño, es de que yo, al menos, puedo lograr que la gente
diga la verdad; al menos puedo conseguir que sean veraces.
El eremita sonrió levemente, pero nada dijo. Guardó un noble silencio.
El rey decidió establecer un patíbulo en el puente que servía de acceso a la ciudad. Un
escuadrón a las órdenes de un capitán revisaba a todo aquel que entraba a la ciudad.
Se hizo público lo siguiente: "Toda persona que quiera entrar en la ciudad será
previamente interrogada. Si dice la verdad, podrá entrar. Si miente, será conducida al
patíbulo y ahorcada".
Amanecía. El ermitaño, tras meditar toda la noche, se puso en marcha hacia la ciudad.
Su amado bosque quedaba a sus espaldas. Caminaba con lentitud. Avanzó hacia el
puente. El capitán se interpuso en su camino y le preguntó:
--¿Adónde vas?
--Voy camino de la horca para que podáis ahorcarme -repuso sereno el eremita.
El capitán aseveró:
--No lo creo.
--Pues bien, capitán, si he mentido, ahórcame.
--Pero si te ahorcamos por haber mentido -repuso el capitán-, habremos convertido en
cierto lo que has dicho y, en ese caso, no te habremos ahorcado por mentir, sino por
decir la verdad.
--Así es -afirmó el ermitaño-.
Él dijo .....
- "Entonces, te lo agradezco de todo corazón."
Se llamó al Dr. Howard Kelly para consultarle. Cuando oyó el nombre del pueblo de
donde
ella vino, una extraña luz llenó sus ojos.
Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejaran ver las estrellas. - R.
Tagore
Hay gente tan sumamente pobre, que sólo tiene dinero. - Anónimo
El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona. - Aristóteles
El sabio no dice nunca todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice. -
Aristóteles
Hacer una cosa cada vez - la Esencia del Zen