Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Cuántas veces me habré levantado por la mañana y me habré mirado al espejo para decir ese tipo
de ahí delante no soy yo. Lo cierto, es que a pesar de que mi imagen especular y yo parecemos
idénticos, no somos iguales. Pensemos por un momento en nuestras manos, cuando enfrentamos
la palma de una mano con la de la otra parecen idénticas, sin embargo cuando superponemos una
mano encima de la otra no coinciden, obviamente no son iguales. De la misma manera podemos
aplicar esta idea a las moléculas, pudiendo definir como enantiómeros o moléculas quirales a
una pareja de compuestos que son el uno la imagen especular del otro y que sin embargo no son
superponibles.
En las moléculas orgánicas, constituidas por esqueletos de átomos de carbono, cada átomo de
carbono puede encontrarse enlazado a cuatro grupos de átomos o grupos funcionales, que se
distribuyen en los vértices de un tetraedro imaginario de tal forma que si los cuatro grupos
funcionales son diferentes, la molécula puede existir en sus dos formas enantiómeras que se
diferencian únicamente por la disposición de los cuatro grupos funcionales en el espacio.
Los enantiómeros poseen las mismas propiedades físicas con la única excepción de que
interaccionan de diferente manera con la luz polarizada. En cuanto a las propiedades químicas,
ambos enantiómeros difieren únicamente en su reactividad con otras moléculas quirales. Eso
quiere decir que una molécula quiral sólo se manifiesta como tal cuando es afectada por la
influencia de la luz polarizada o de otras moléculas quirales.
La naturaleza en su conjunto es un sistema quiral, muchas de las moléculas que constituyen los
organismos vivos son quirales y en la mayoría de los casos existe preferencia por uno de los dos
enantiómeros. Por ejemplo las proteinas de los seres vivos están constituidas de forma exclusiva
por la forma enantiómera denominada L de sus aminoáciodos, mientras que los hidratos de
carbono están formadas por unidades de azúcar exclusivamente en la forma enantiómera
denominada D, de la misma manera también se han observado formas enantiómeras en las
moléculas de ADN y ARN. Los sistemas biológicos tales como proteínas y enzimas que catalizan
reacciones esenciales para la vida, tienen una estructura tridimensional y establecen preferencias
por interactuar con uno de los dos enantiómeros de otras moléculas. El efecto de estas
interacciones es la base del estudio de los fármacos quirales. Podemos observar diferentes tipos
de situaciones en función de los efectos producidos por un fármaco quiral en el organismo. Existen
fármacos quirales en los cuales cada una de sus formas enantiómeras puede provocar efectos
opuestos en el organismo, en otros casos el efecto es similar pero un enantiómero es más activo
que otro, en algunos casos un enantiómero es activo y el otro inactivo y también puede ocurrir que
un enantioméro tenga un efecto beneficoso mientras que el otro sea tóxico. Pero miremos ahora
más de cerca la historia de tres enantiómeros: el enantiómero bueno, el feo y el malo.
El enantiómero bueno
El enantiómero feo
Todos hemos utilizado el ácido 2-(4-isobutilfenil)propiónico alguna vez para el dolor de cabeza,
quizá no con ese nombre pero seguro que como Ibuprofeno resulta más familiar. De las dos formas
enantiómeras del Ibuprofeno, sólo la denominada S es la que tiene actividad farmacológica
mientras que el enantiómero R-Ibuprofeno no tiene actividad antiinflamatoria en absoluto. El
pobre R-Ibuprofeno es el enantiómero feo, hasta tal punto que el propio cuerpo humano prefiere
hacerle la “cirugía estética”. Mediante transformaciones enzimáticas el organismo es capaz de
transformar hasta un 60% del enantiómero R en el enantiómero S activo. La típica dosis del
Ibuprofeno son 400 mg, como mezcla de sus dos enantiómeros o mecla racémica, 200 mg del
enantiómero S, 200 mg del enantiómero R. Sin embargo tu cuerpo se encarga de convertir
el enantiómero feo en el activo por lo que en realidad la carga efectiva es de 320 mg de
enantiómero S-Ibuprofeno.
El enantiómero malo
Este es el ejemplo de un auténtico malo de película, despiadado y sin conciencia. A principios de
1960 la producción de medicamentos se vio duramente afectada por la tragedia de
la talidomida (imida del ácido N-ftalilglutámico). La talidomida fue administrada como mezcla
racémica para tratar las nauseas durante los primeros meses del embarazo. Sólo el R-enantiómero
es activo; mientras que el S-enántiomero (he aquí el enantiómero malo) produce serias
malformaciones en bebes recién nacidos. En estudios posteriores se ha demostrado que el propio
cuerpo humano es capaz de transformar el enantiómero activo en el enantiómero malo. Se estima
que la talidomida pudo afectar a cerca de 10.000 niños.
Publicado en Dciencia.
https://www.dciencia.es/el-enantiomero-bueno-el-feo-y-el-malo/