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La nulidad, un servicio
Cuando una persona acude a la Iglesia para solicitar la declaración de nulidad de su
matrimonio, lo que puede desear es casarse con una segunda persona, tener otra
oportunidad en la vida, pero, ante todo, vivir de acuerdo a sus convicciones. Por ello, la
Iglesia concibe los procesos de nulidad como un servicio. Las estadísticas que
anualmente prepara cada diócesis (pues no existen estadísticas para toda España) tiran
por tierra los sambenitos que hace mucho tiempo tienen colgados los Tribunales
Eclesiásticos, respecto a la duración de los procesos y el coste de los mismos. Si bien,
como hemos visto en el caso de R., siempre hay excepciones.
Según nos informa don Isidro Arnáiz, Presidente del Tribunal Eclesiástico de Madrid,
en el año 2006, se sentenciaron 203 causas de nulidad. De ellas, en 155 se declaró la
nulidad, y en 48 se declaró que no constaba. El promedio de tiempo se encuentra, en
una causa que no requiera pericia, en torno a los 7 meses, y con pericia, se tramita en
torno a los 10 u 11 meses.
Uno de los argumentos que con mayor frecuencia se esgrime, a la hora de hablar sobre
las nulidades, es el económico. El hecho de que haya algunas personas famosas a las
que se les ha declarado la nulidad ha contribuido a hacer creer en la sociedad que ésta se
consigue a golpe de talonario. En cambio, no se habla del gratuito patrocinio, con el que
la Iglesia se hace cargo de todos los gastos, ni de la reducción de costes, ni de la figura
del Patrono estable, algunas de las opciones que la Iglesia pone a disposición del que lo
necesite. Lo que quizá cabría preguntarse es cómo llega esta información a las personas,
y si hay la suficiente información correcta.