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Gracias a la Unión Europea, los ciudadanos de sus Estados miembros pueden viajar, vivir
y trabajar en cualquier lugar de Europa.
El primer derecho del ciudadano europeo consiste en poder viajar, trabajar y residir en
todo el ámbito de la Unión. El Tratado de Maastricht consagra ese derecho en el capítulo
que dedica a la ciudadanía.
Desde 2004, los ciudadanos europeos que se desplazan por la UE pueden obtener de las
autoridades de su país una tarjeta sanitaria europea, que ayuda a sufragar los gastos
médicos si se ponen enfermos en otro país.
No se puede ver a los europeos exclusivamente a través del prisma del consumo o de los
asuntos económicos y sociales, ya que también son ciudadanos de la Unión Europea y,
como tales, gozan de derechos políticos específicos. De conformidad con el Tratado de
Maastricht, todo ciudadano de la Unión, independientemente de su nacionalidad, tiene
derecho a ejercer el voto y a presentarse como candidato en las elecciones locales de su
país de residencia y en las elecciones al Parlamento Europeo .
- El derecho a la huelga;
- El derecho a la información y la consulta de los trabajadores;
- El derecho a conciliar vida familiar y vida profesional; y
- El derecho a la asistencia sanitaria, la seguridad social y los servicios sociales dentro de
la Unión Europea.
Otro vínculo importante entre los ciudadanos y las instituciones de la Unión es el derecho
de petición ante el Parlamento Europeo de todas las personas que residan en un Estado
miembro.
La elección por sufragio universal directo del Parlamento Europeo desde 1979 ha
aportado al proceso de integración europea un mayor grado de legitimidad democrática,
vinculándolo directamente a la voluntad popular. Con todo, Europa podría democratizarse
aún más si se atribuyese al Parlamento un papel más destacado, creándose partidos
políticos genuinamente europeos y permitiendo a los ciudadanos participar más
directamente en la formulación de las políticas comunitarias a través de las
organizaciones no gubernamentales y las asociaciones de voluntariado.
"No aliamos Estados, unimos personas", decía ya en 1952 Jean Monnet. Uno de los
grandes desafíos pendientes de las instituciones europeas es el de sensibilizar a los
ciudadanos sobre lo que representa la UE y lograr involucrarlos en sus actividades.