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Resumen

La ocasión de lo poético: Sensibilidad y evento

En un sentido tal vez más original, el termino poiesis implica “traer a la presencia” o
“producir un mundo”
Pero traiga o no directamente al pasado, lo poético siempre abre un futuro.
Palabras u objetos, que pueden ser también signos (recuerdos), al formar parte de
acontecer poético traen la presencia algo que no había estado allí ni objetiva ni
subjetivamente. Una dimensión de sentido que aparece en una textura sensual única
irrepetible e irremplazable, vale decir singular.
Esta dimensión poética es central en la experiencia psicoterapéutica, siempre que esta no
este configurada como una tecnología de ajuste a la normalidad. La ocasión de momentos
o eventos de sentido de carácter poético, no se puede pasar a ser una pura aplicación de
un modelo. Cuando la sumisión a modelos basados en una micropolitica objetivadora es
dominante podemos llegar a insensibilizarnos ante esos elementos que están
indeterminados tanto por los guiones de la vida que la gente relata y expresa, en la
psicoterapia como por el guion de los modelos y de la conversación terapéutica. Esos
elementos indeterminados aunque se trate de potenciales puntos de desarrollo de lo
poético, no llegarían entonces a tener esa cualidad en la medida que no son subrayados
como tales, dándoles lugar a su expresión y amplificación para adquirir categoría de
eventos.
Ciertas palabras que permanecen quedan como un vestigio del evento poético y, como su
contenido, impacta pero no se determina completamente, parece prometer ulteriores
palabras por venir donde anidan posibilidades.
Si pensamos usando la razón establecemos patrones a los que lo singular va a escapar. Lo
singular, en caso de ser señalado, pareciera ser solo un borde o límite de lo comprensible
condenado a una inefabilidad de la que el pensamiento racional solo puede sacarlo a
costa de anularlo. Pero esta dificultad de pensar lo singular no debe ser un motivo para su
anulación y legitimación como experiencia central de lo humano.
Existe un objeto o algo que en su presencia misma seria el testimonio en cual se
precipitaría el evento poético el cual nos arranca de nuestra cotidianeidad y nos arroja a
una dimensión que no es la habitual y consensuada, y que trae un mundo revelador para
uno.
Existe ese punto que quiebra y excede la interpretación para tocarnos con una presencia
irrepetible, pero también irrenunciable.
Es la cualidad singular de ciertos objetos o palabras, surge la situación donde emerge el
evento poético. Esta situación no llega a explicar esos elementos singulares
indeterminados. Esos elementos indeterminados son los mismos que a veces permiten
tomar una distancia crítica efectiva de las fuerzas micropoliticas que objetivan a la
situación: De ahí que la emergencia poética singular sea algo que siempre trasciende.
La crítica que es encarnada por lo poético consiste en tomar distancia pero no para poder
interpretar lo que subyace sino para mostrar, señalar y subrayar. (“mirar a distancia”).
Esa toma de distancia propia de la crítica puede a veces, sin embargo, ser un camino de
distanciamiento que se desliga de aquello que quiere criticar para proseguir su viaje hacia
la abstracción.
La crítica de lo micropolitico generador de guiones de vida abstractos se superpone y
confunde en la práctica psicoterapéutica con una poética que es, justamente, un
fenómeno sensual de superficie donde el sentido de lo que ocurre no está alojado en un
secreto de significados a descubrir.
La sensualidad de lo poético no está en la interpretación profunda abstracta, sino en la
superficie donde aparece y aparecemos en lo irrepetible de la experiencia. Si la distancia
con a micropolitica creadora de objetos y de subjetividad como otro objeto, es necesaria
como parte de la crítica, haciéndola resonar con cierto desconcierto o deriva, no es para
zambullirnos, desde la distancia, en la profundidad de lo que subyace a eso de lo que nos
distanciamos para ver, sino para volver a esa superficie y mostrar, subrayar, hacer visible
lo que es. Esa cualidad sensual de la dimensión poética. Como tal rompe con la mismidad
que se afirma en secreto en lo objetivo de la interpretación visto como la vida ya vivida,
las palabras ya dichas consideradas el material sobre el que el psicoterapeuta ha de
ejercer su arte.
La dimensión poética se produce como un momento prometedor o evento: “algo que no
entra en la ley inmediata de las cosas”. Evento es lo que no se explica, ni surge ni
determinan las leyes conocidas de una situación
No es que la razón esté ausente en estos casos, pero el evento poético la trasciende, así
como trasciende también a la mera sensualidad inefable. El evento poético, como todo lo
importante y verdadero que nos sucede, suele sentirse irreal. Solo sentimos como real lo
que estamos preparados, predispuestos, socializados, formateados para ver. Desde esa
invisibilidad, sin embargo, es como cuenta para la situación y como se presenta lo poético
más allá de la consistencia generada por la micropolitica
Con lo poético buscamos interrumpir tanto la infelicidad, como la felicidad programática,
tanto de lo uniforme como de lo abstracto.
La dimensión poética tiene la cualidad critica de la erótica de Sontag, o sea como un
retorno a la superficie que ilumina algo haciéndolo visible.
La poesía en tanto comentario revela pero sin interpretar.
La singularidad de lo poético no puede, por lo demás, reducirse a ser atributo implícito de
lo narrativo. Lo singular no coincide con lo narrativo, no tiene su vocación organizadora de
la experiencia y, cuando se encuentran, lo hacen en un desencuentro, en una suspensión
temporal de la forma regimentada de lo narrativo. Lo singular no coincide con el
significado que ha llegado a hegemonizar el pensamiento sobre el lenguaje.
Lo poético es la ocasión u ocurrencia singular de lo singular entendido como concepto
abstracto. La matriz revulsiva de lo poético siempre anuncia el bienvenido fracaso de las
estructuras interpretativas, hegemónicas y deterministas.
La ocurrencia de estos momentos poéticos, que pueden adquirir el carácter de eventos,
no es extraordinaria, sino ordinaria y cotidiana, pero la nube de conocimientos aprendidos
dentro de los que operamos, con su pregnancia objetivadora de los guiones que seguimos
profesional o cotidianamente, nos insensibiliza a su presencia.
La incerteza de la identidad señala que la vida no se agota en la subjetividad y sus formas
de configuración objetiva en esa micropolitica que subtiende a la disciplina psicológica de
la que somos parte.
Lo poético como ocasión de la singularidad celebra ese ser de otro modo.
El funcionamiento social aún se anuda con firmeza a la configuración o composición del
individuo. Pero en el trabajo de ser uno mismo es difícil ser uno, la resistencia a su
acontecer efectivo se muestra como núcleos de indeterminación. En la psicoterapia,
cuando reconocemos e identificamos estos núcleos, se abre el espacio para un
distanciamiento crítico que se asoma para dar lugar a la emergencia de lo poético. El
fenómeno de lo poético por otra parte se articula en torno a estos puntos de
indeterminación, en el seno de esas fuerzas micropoliticas determinantes (saberes,
relaciones y subjetividades).
Un poeta de identidad moldeable que no sigue los patrones favorables a la educación es
una ocasión de singularidad a ser eliminada. Se vuelve aquí claro que la identificación de
lo singular, atributo central de lo poético, con la individualidad, no es un fenómeno obvio,
sino que ha sido neutralizada por una micropolitica de carácter formador en la historia del
pensamiento.
Poiesis es producción activa o acción productiva, el hacer del humano que define su
naturaleza. La verdad de la poiesis no es de contenidos sino de hacer presente o abrir un
mundo, es un hacer traer algo al ser, hacer aparecer, no una presencia plena sino un hacer
presente o un presentar. Es un modo de verdad entendida como revelación, aunque no se
reduce a ser una epifanía. Lo poético, condición excesiva de lo humano que Bateson veía
como desequilibradora en sentido negativo.

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