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LO QUE SIGNIFICAN LAS METAFORAS 569

El error fundamental contra el que voy a lanzar mis invectivas es


la idea de que una metafora tiene, ademas de su sentido o significado
literal, otro sentido o significado. Esta idea es común a muchos de los
LO QUE SIGNIFICAN LAS METAFORAS* que han escrito sobre la metafora: se encuentra en las obras de críticos
literarios como Richards, Empson y Winters; filósofos desde Aristó-
DONALD DAVIDSON teles a Max Black, psicólogos desde Freud, e incluso antes, a Skinner
y sus sucesores; y lingüistas desde Platón a Uriel Weinreich y George
Lakoff. La idea toma muchas formas, desde la relativamente simple en
La metafora es el sueño del lenguaje y, como todo sueño su inter- Aristóteles hasta la relativamente compleja en Black. La idea aparece
preta~i~n reflej~ tantas cos.as sobre. el intérprete como sobr~ el que la en escritos que mantienen que puede darse una parafrasis literal de una
ha 01:gmado. La mterpretac1ón de los sueños requiere colaboración entre metafora, pero es también compartida por los que defienden que típi-
algu~en que sueña y alguien que esta despierto, incluso si ambos son
camente no puede encontrarse tal parafrasis literal. Algunos ponen la
la m1sma persona; y el acto de interpretación es en sí mismo un traba- intuición especial que puede inspirar la metafora y dan mucho pabulo
jo de la imaginación. De este modo, también la comprensión de una al hecho de que el lenguaje ordinario, en su funcionamiento usual, no
m~tafora es una empresa tan creativa como su forja, y esta mínimamente
da como resultado tal intuición. Pero con todo, este punto de vista tam-
gmada por reglas. bién contempla la metafora como una forma de comunicación que corre
Estas observaciones no distinguen, excepto en asuntos de grado, paralela a la comunicación ordinaria; la metafora transmite verdades
la metafora de las transacciones lingüísticas mas rutinarias: toda o falsedades acerca del mundo en la misma medida en que lo hace el
comunicación por medio del habla supone la interacción de construc- lenguaje mas llano, aunque el mensaje pueda considerarse mas exóti-
ción e interpretación inventivas. Lo que la metafora añade a lo ordi- co, mas profundo, o vestido con mas ricos ropajes.
nario es un logro que no usa recursos semanticos que vayan mas alia . El concepto de metafora como algo que es, primariamente, un ve-
de aquellos de los que depende lo ordinario. No hay instrucciones para hículo para transmitir ideas, incluso si son inusuales, me parece tan erró-
dise~ar met~fo~a~; no hay .ningún manual para determinar lo que una
neo como la idea emparentada de que la metafora tiene un significado
metafora «s1gmf1ca» o «d1ce»; no hay una prueba de la metafora que especial. Estoy de acuerdo con el punto de vista de que las metaforas no
no llame a capít1;11~ el g~st? estético '. Un~ metafora implica un géne- pueden parafrasearse, pero creo que esto no se debe a que las metaforas
ro y u~ grado de exlto arhshco; r,io hay metaforas que carezcan de éxito, digan algo demasiado nuevo para ser expresado literalmente, sino a que
del m1smo modo que no hay ch1stes que no sean graciosos. Hay meta- en una expresión metafórica no hay nada que parafrasear. La parafrasis,
foras sin gusto, pero se trata de giros que, a pesar de todo han dado sea o no posible, es apropiada para lo que se dijo: en la parafrasis inten-
algún rendimiento, incluso aunque tal rendimiento no vali~ra la pena tamos decirlo de otra manera. Pero si estoy en lo cierto, una metafora no
o hubiera podido resultar mejor. · ' dice nada que vaya mas alia de su significado literal (ni tampoco el que
Este artículo se ocupa de lo que significau las metaforas, y su tesis la ha forjada dice, al usar la metafora, nada que vaya mas alia de lo lite-
es que ~~s me,taf<;>ras significau l~ que las palabras significau, en su inter- ral). Esto no equivale, por supuesto, a negar que la metafora tenga un obje-
pretac10n mas hteral, y nada mas. Puesto que esta tesis desafia abier- to, ni que ese objeto pueda sacarse a la luz usando palabras adicionales.
t~m_ente los puntos de vista contemporaneos con los que estoy fami-
Los que en el pasado han negado que la metafora tenga un conte-
hanzado, mucho d~ lo que tengo que decir es crítico. Pero pienso que nido congnitivo ademas del literal se han aprestada con frecuencia a
el cu~~o de la meta~ora que emerge cuando el error y la confusión se mostrar que la metafora es algo confuso, meramente emotivo, no apto
han d1s1pado la conv1erte en un fenómeno mas, y no menos, interesante. para un discurso serio, científico o filosófico. Mis puntos de vista no
s~ van a asociar con esta tradición. La metafora es un dispositiva legí-
hmo no sólo en la literatura sino también en la ciencia, la filosofia y el
derecho; es efectiva en el elogio y en la injuria, en la plegaria y en la
* Versión castellana de Luis M. Valdés Villanueva. promoción, en la descripción y en la prescripción. No estoy en desacuerdo
. ' Creo que Max Black se equivoca cuando dice: «Las reglas de nuestro lenguaje deter-
mmai:i 9.ue algunas expres10nes tlenen que contarse como metaforas» ( «Met:ífora», p. 29). con Max Black, Paul Henle, Nelson Goodman, Monroe Beardsley
[Vers10n castellana, pp. 549-567 de este volumen.] y otros en la mayor parte de sus explicaciones de lo que logra la me-
tafora, pero pienso que consigue aún mas cosas y que lo que es adi-
(568] cional es de un género diferente.
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l
Mi desacuerdo tiene que ver con la explicación de cómo la meta- dente, hasta el punto de que los modos familiares de agrupar objetos
fora produce sus maravillas. Para adelantar algo: lo que voy a decir depen- estan ligados a los significados usuales de las palab~as usuale_s.
de de la distinción entre lo que las palabras significan y aquella para Un famosa crítica dijo que Tolstoi fue «un gran mño morahzadorn.
lo que se las usa. Pienso que la metafora pertenece exclusivamente al El Tolstoi a que nos referimos aquí no es, obviamente, el ~iño Tolstoi:
dominio del uso. Es algo que se consigue mediante el uso imaginati- sino Tolstoi, el escritor adulta; ésta es la metafora. Ahora b1en, ¿en que
va de palabras y oraciones y depende enteramente de los significados sentido el escritorTolstoi es similar a un niño? Lo que vayamos a hacer
ordinarios de esas palabras y por lo tanta de los significados ordina- es, tal vez, pensar en la clase ~e objetos que in~luye_ ~ todos los niños
rios de las oraciones que la integran. ordinarios y, ademas, al Tolst01 adulto y, a contmuac10n, preg~ntarnos
No sirve de ayuda en modo alguno, al explicar la forma en que las qué propiedad especial, sorprende~te, tien~n en c?mún los m1embros
palabras funcionan en la metafora, el postular significados metafóri- de esta clase. El pensamiento que ttene aqm atrachvo es e~ de que, con
cos o figurativos, o géneros especiales de verdad poética o metafóri- paciencia, podriamos llegar tan _cerca cuanto fyese necesan~ de la espe-
ca. Estas ideas no explican la metafora, es la metafora la que las expli- cificación de la propiedad apropiada. En cualqmer caso, podríamo~ ha~~r
ca. Una vez que comprendemos una metafora podemos llamar a lo que nuestro trabajo perfectamente si encontrasemos palabras que s1gmf1-
captamos «verdad metafórica» y decir (hasta cierto punto) cual es el casen exactamente lo que significa la expresión metafórica «niño». El
«significada metafórico». Pero hacer que este significada se aloje sim- punto importante, desde mi perspectiva, no es que podamos encontrar
plemente en la metafora es algo parecido a explicar por qué una píl- o no las otras palabras perfectas, sino la suposición de que h.ay algo que
dora nos hace dormir diciendo que tiene virtud dormitiva. El signifi- ha de intentarse buscar, un significada metafórico que encaJe con ellas.
cado literal y las condiciones de verdad literal pueden asigi;iarse a palabras Hasta ahora no he hecho mas que bosquejar crudamente cómo el con-
y oraciones aparte de los contextos particulares de uso. Esta es la razón cepto de significada puede haberse ~eslizado dentro del analisis de la
por la que remitirnos a ellos tiene genuino poder explicativo. metafora, y la respuesta que he sugendo es que? puesto q_ue a9uello que
Voy a tratar de establecer mis puntos de vista negativos sobre lo que entendemos como similaridad a modo de vanedad de Jardm va de la
significan las metaforas e introducir mis limitadas afirmaciones positi- mano con lo que entendemos como significados a modo de variedad
vas examinando algunas teorias falsas sobre la naturaleza de la metafora. de jardín, resulta natural postular significados inusuales o metafóricos
Una metafora nos hace atender a alguna semejanza, a menudo una para que ayuden a explicar las semejanzas que la metafora foment~.
semejanza nueva o sorprendentemente, entre dos o mas cosas. Estas La idea, entonces, es que en la metafora ciertas palabras tom~n s1g-
observaciones, trilladas aunque verdaderas, conducen, o parecen con- nificados nuevos o, como se los llama frecuentemente, «extend1dos».
ducir, a una conclusión que concierne al significado de las metaforas. Cuando leemos, por ejemplo, que «el Espíritu de Dios se movi? sobre
Consideremos la semejanza o similitud ordinarias: dos rosas son simi- faz de las aguas», hemos de considerar que la palabr~ «faz» hene.t,in
lares porque comparten la propiedad de ser una rosa; dos niños son simi- significada extendido (ignoro otras metaforas ~~l pasaJe). La extens10n
lares en virtud de su niñez. O, mas simplemente, las rosas son simila- se aplica, como de hecho sucede, a lo que _los filosofos llarr.ian la ext~n­
res porque cada una es una rosa, y los niños, porque cada uno es un sión de la palabra, esto es, la clase de ent1dades a la se ref1ere. Aqm la
niño. palabra «faz» se aplica a las faces habituales, y ademas a las aguas. .
Supóngase que alguien dice «Tolstoi fue niño alguna vez». ¿Cómo Esta explicación no puede, en ningún caso, ser completa, pues s1
se parece el niño Tolstoi otros niños? La respuesta viene acompañada en estos contextos las palabras «faZ» y «niño» se aplican correctamente
de una palmadita en la espalda: en virtud de que exhibe la propiedad a las aguas y al adulto Tolstoi, entonces las ag.uas tiene~ r~almente faz
de niñez, esto es, arrojando !astre, en virtud de ser un niño. Si nos cansa y Tolstoi era literalmente un niño, y todo senhdo metafonco se e_vapo-
la frase «en virtud de» podemos, eso parece, expresarlo mas simple- ra. Si hemos de pensar que las palabras que aparecen en las metafor~s
mente todavía diciendo que el niño Tolstoi comparte con otros niños van directamente a su asunto: aplicarse a lo que propiamente se. aph-
el hecho de que el predicado «es un niñm> se le aplica; dada la palabra can, entonces no hay ninguna diferencia entre la ~etafora y la mtr~­
«niño», no tenemos problema alguno a la hora de decir exactament~ ducción de un nuevo término en nuestro vocabulano: hacer una meta-
cómo se parece el niño Tolstoi a otros niños. Podemos hacerlo sin la fora es asesinarla.
palabra «niño»; todo lo que necesitamos es disponer de otras palabras Lo que se ha dejado fuera es cualquier apelación a~ si~n.ificado ori-
que signifiquen lo mismo. El resultado final es el mismo. La similitud ginal de las palabras. Dependa o no la metafora de s1gmf1cados .nu~­
ordinaria depende de agrupaciones establecidas por los significados ordi- vos o extendidos, ciertamente depende de alguna manera de l?s s1gm-
nari os de las palabras. Tal similitud es natural y no es nada sorpren- ficados originales; una explicación adecuada de la metafora ttene que
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·~:
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permitir que los significados primarios u originales de las palabras per- tenemos una conjunción de dos oraciones: nuestro general, Agamenón,
manezcan activos en su entorno metafórico. te saluda con un beso; y todos en general te saludamos con un beso.
Tal vez, entonces, podamos explicar la metafora como un género Esta es un dispositiva legítimo, unjuego de palabras, pero no es el
de ambigüedad: en el contexto de una metafora, ciertas palabras tie- mismo dispositiva que la metafora. En la metafora no hay una necesi-
nen o un senti~o nue~o, o uno oi:ïginal, y la fuerza de la metafora depen- dad esencial de reiteración; cualesquiera que fuesen los significados
de de nuestra mcert1dumbre m1entras vacilamos entre los dos signifi- que asignemos a las palabras, se mantienen a través de toda lectura correc-
cados. Así, cuando Melville escribe que «Cristo era un cronómetro», ta del pasaje.
el efecto de la metafora se produce porque tomamos primero «cronó- Una modificación plausible de esta última sugerencia seria consi-
metro» en su sentida ordinario y, a continuación, en algún sentida ex- derar que la palabra (o las palabras) clave de una metafora tienen dos
traordinario o metafórico. géneros diferentes de significada a la vez, un significada literal y otro
Es dificil ver cómo esta teoría puede ser correcta. Pues la ambi- figurativa. Imaginemos que el significada literal esta latente, se trata
güedad que encierra la palabra, si es que la hay, se debe al hecho de de alga de lo que nos damos cuenta, que puede influir sobre nosotros
que en contextos ordinarios significa una cosa y en el contexto meta- sin que influya en el contexto, mientras que el significada figurativa
fórico significa alga distinta; pero en el contexto metafórico no tene- transporta la carga directa. Y finalmente, tiene que haber una regla que
mos necesariamente dudas sobre su significada. Cuando dudamos, es conecte los dos significados pues, si no fuese así, la explicación se des-
usualmente para decidir qué interpretación metafórica, de entre un deter- liza hacia una forma de la teoría de la ambigüedad. La regla, al menos
minada número de ellas, deberíamos aceptar; raramente dudamos que para muchos casos típicos de metafora, dice ~ue en su pape! i:netafóri-
lo que tenemos ante nosotros es una metafora. En cualquier caso, la co la palabra se aplica a todo a lo que se aphca en su papel hteral y, a
efectividad ~e la ~etafora sobrevive facilmente al momento en que continuación, a alga mas 3 •
se acaba la mcertidumbre sobre la interpretación del pasaje metafó- Esta teoria puede parecer compleja, pero es sorprendentemente simi-
rico. La metafora, por tanto, no puede deber su efecto a una ambigüedad lar a lo que Frege propuso para dar cuenta de la conducta de los tér-
de esta clase 2 • minos referenciales en las oraciones modales y en las oraciones sobre
.Otra forma de ambigüedad puede que parezca ofrecer una sugerencia actitudes proposicionales como creencia y deseo. De acuerdo con Frege,
meJor. A veces una palabra, en un contexto única, puede ser portado- cada término referencial tiene dos (o mas) significados, uno que fija
ra de dos significad?s y, en esa ocasión, se intenta que recordemos y su referencia en los contextos ordinarios y otro que fija su referencia
us.emos los. do~ .. o, s1 pensamos en que el ser una palabra implica mis- en los contextos especiales creados por los operadores modales o los
m1dad de s1gmf1cado, podemos describir la situación como aquella en verbos psicológicos. La regla que conecta los dos significados puede
la que lo que parece ser una sóla palabra son de hecho dos. Cuando en escribirse así: el significada de la palabra en los contextos especiales
la obra de Shakespeare Cressida recibe una bienvenida impúdica en el hace que la referencia en esos conextos sea idéntica al significada en
campamento griego, Néstor dice, «Nuestro general os saluda con un los contextos ordinarios.
beso». Aquí tenemos que considerar «general» de dos maneras: una de He aquí el cuadro total, poniendo a Frege junta con un punto de vista
ellas en tanta que aplicada a Agamenón, que es el general; y la otra, fregeano de la metafora: hemos de pensar que una palabra tiene, ade-
puesto que ella esta besando a todo el mundo, en tanta que aplicada, mas de su campo mundana de aplicación o referencia, dos campos espe-
no a nadie en particular, sina a todo el mundo en general. En realidad ciales o supramundanos de aplicación, uno para la metafora y el otro
para los contextos modal es y cosas por el estilo. En ambos casos el sig-
nificada original permanece para llevar a cabo su trabajo en virtud de
2 una regla que pone en relación los diversos significados.
Nelson .Goodman dice que la metafora y la ambigüedad difieren principalmente
en que «los_ diversos usos de un término meramente ambiguo son coetaneos e indepen- Una vez que he subrayado la posible analogía entre el significada
d1entes» m1entras que, en el caso de la metafora, «un término con una extensión esta- metafórico y los significados fregeanos para contextos oblicuos, vuel-
blecida por habito se aplica e_n otro Jugar hajo la influencia de ese habito»; sugiere que, vo a una dificultad imponente que amenaza el que pueda mantenerse
a med1da ~n_que nuestro sentido de la histona borra los «dos usos» de metafora, la pala-
bra _metafo~1ca se conv1erte en meramente ambigua [languages ofArt (Bobbs-Merril,
Ind1anapohs,_ 1968), p. 71). De hecho, en muchos casos de ambigüedad un uso brota de
otro (como d1ce Goodman) y, de este modo, no puede ser coetaneo. Pero el error basico 3
La teoría descrita es esencialmente la de Paul Henle en «Metaphorn [en langua-
que Goodman comparte con otros, es la idea de que los dos usos estan involucrados en ge, Thought and Culture, P. Henle (ed.), University ofMichigan Press, Ann Arbor, Michi-
la metafora de una manera algo parecida a la que lo estan en la ambigüedad. gan, 1958].
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la a.nalogía. Piense en que usted esta atendiendo a un visitante de Satur- no había metafora. Escribe él en sus Sermons, «The Spirits ... are the
no mtentando enseñarle el uso de la palabra «suelm>. Utiliza usted los thin and active parts of the blood, and are a kind of middle nature, between
recursos familiares, Ilevandole de un suelo a otro, señalando el suelo soul and body». Aprender esto no importa mucho; Empson tiene razón
a la vez que lo golpea con el pie y repitiendo la palabra. Usted lo anima cuando di ce, «Es curioso cómo los cambios en la palabra [esto es, en
a ~acer experimentos, !e pide que dé unos golpecitos de tanteo a los lo que pensamos que significa] no afectan a la poesía» 4 •
objetos con su te~taculo y, a la vez le recompensa sus aciertos y sus Este cambio puede ser, en algunos casos al menos, dificil de apre-
errore~. ~sted q~uere que llegue a conocer, no sólo que estos objetos o ciar, pero a men os que haya un cambio, la mayor parte de lo que se pien-
superf1c1es partlculares son suelos, sino también cómo distinguir un sa que es interesante en la metafora se pierde. He estado expresando
suelo cu~ndo esta al alcance de la vista o del tacto. El entremés que lo que quería decir utilizando el contraste entre aprender un nuevo uso
usted esta representando no !e dice lo que necesita saber, pero con un para una palabra vieja y usar una palabra que ya se comprende; en un
poco de suerte !e ayuda a aprenderlo. cas?, he dicho, nuestra atención se dirige hacia el lenguaje, y en el otro
¿Deberíamos Ilamar a este proceso aprender algo sobre el mundo hacia aquello de que trata el lenguaje. La metafora, como he sugerido,
o aprender algo sobre el Ienguaje? Es una pregunta extraña, pues lo que pertenece a la segunda categoría. Esto también puede verse conside-
se aprende es que un trozo del Ienguaje se refiere un trozo del mundo. rando las metaforas muertas. Hubo algún tiempo, supongo, en que los
Con todo, resulta todavía faci! distinguir entre el aprender el signifi- ríos y las botellas no tenían, literalmente bocas, tal como las tienen hoy.
cado d~ una palabra y usar la palabra una vez que ese significado se ha Pensando en el uso presente, no importa si consideramos que la pala-
ap.rend1d?. Comparando estas dos actividades, es natural decir que la bra «boca» es ambigua porque se aplica a las desembocaduras de los
pnmera tlene ql;le_ver con aprender algo sobre el lenguaje, mientras que ríos y los orificios de apertura de las botellas del mismo modo que a
la segunda es tlp1camente aprender algo sobre el mundo. Si su habi- ciertos orificios de entrada de los animales, o si pensamos que hay un
tante de S~turno ha aprendido cómo usar la palabra «suelo», puedo tra- único campo amplio de aplicación que abarca los dos casos. Lo que
~ar de dec1rle a.Igo nuevo, que aquíhay un suelo. Si ya domina el peque- importa es que cuando «boca» se aplicó sólo metafóricamente a las bote-
no truco q~e tlenen las palabras, !e habra dicho algo sobre el mundo. llas, la aplicación hizo que el oyente cayera en la cuenta de un pareci-
. Su amigo de Saturno, Ie.transpo~ta ahora a _usted a través del espa- do entre ciertos orificios de entrada de los animales y los orificios de
c10, hasta su esfera domestica, y m1rando hacia atras hacia la Tierra apertura de las bote llas. (Considérese la referencia de Homero a las heri-
alia a lo Iejos !e digo, señalandola con un movimiento de mi cabeza~ das como bocas.) Una vez que se tiene el uso presente de la palabra
«suel0». Quiza él piense q~e esto es aún parte de la lección y suponga con aplicación literal a las botellas, ya no queda nada en lo que caer e~
q~e la palabra «sue lm> se aphca de manera apropiada a la Tierra, al menos la cuenta. No hay similaridad que buscar; ahora consiste simplemen-
vista desde S~turn~. P~~o ¿qué pasaría si usted pensase que su hués- te en que se hace referencia a las dos cosas con la misma palabra.
ped ~a conocia el s1gmf1cado de «suelm>, y usted estuviera recordan- La novedad no es el asunto en disputa. En su contexto, una palabra
do como Dante, desde un lugar similar en los cie los, vio la Tierra habi- que una vez se consideró metafora continúa siendo una metafora des-
tada co~o «el pequeño suelo redondo que nos hace apasionados»? Su pués de que se la oiga cien veces, mientras puede apreciarse con faci-
p~opós1t? era la metafora, no era ejercitarse en uso del Ienguaje. ¿Qué lidad un nuevo aspecto literal de una palabra la primera vez que se la
d1fe~enc1a tendra para su amigo la manera en que lo tomase? Con la encuentra. Lo que Ilamamos el elemento de novedad o sorpresa en una
teona de la metafora que estamos considerando, muy poca diferencia, metafora es una característica estética incrustada dentro de ella que pode-
pues de acuerdo con esa teoría una palabra tiene un significado nuevo mos experimentar una y otra vez, lo mismo que la sorpresa de la Sin-
en un ??ntexto metafórico; la oc~si<?~ de la metafora sería, por tanto, fonía n.º 94 de Haydn o una engañosa cadencia familiar.
la ocasion para aprender el nuevo s1gmf1cado. Deberíamos estar de acuer- Si la metafora involucra un segundo significado, tal como lo hace
l~ ambigüed~d, podríamos esperar ser capaces de especificar el signi-
d.o en que, en cierto modo, hay una diferencia relativamente pequeña
s1, en ~~ contexto dado, pensamos que una palabra esta siendo usada fica do especial de una palabra en un contorno metafórico esperaran-
metafoncamente o de un modo previamente desconocido pero literal. do hasta que la metafora se muri era. El significado figurativo de la meta-
Empson, en So me Versions ofPastoral, cita estas líneas de Donne: «As fora viva debería quedar inmortalizado en el significado literal de la
our blood labo urs to beget /Spirits, as Iike so uis as it can, .. ./ So mus t muerta. Pero aunque algunos filósofos han sugerido esto, la idea pare-
pure Iover's soules descen~ .. :». EI Iectormoderno esta casi seguro, señala
~mpson, de.tomar metafoncamente la palabra «spirits» en este pasa-
' W Empson, Some Versions o{Pastoral (Chatto & Windus, Londres, 1935), p. 133.
Je, como aplicable só lo por extensión a algo espiritual. Pero para Donne
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ce que esta lisa y llanamente equivocada. «Esta echando llamas» es genui- facilmente por lo que respecta a la simplicidad, pero también parece
namente ambiguo (dado que puede ser verdadero en un sentido y falso demasiado simple para funcionar. Puesto que si hacemos que el signi-
en otro ), pero aunque las expresiones que pertenecen a la jerga son sin ficado literal de la metafora sea el significado literal del símil con el
<luda el cadaver de una metafora, esta frase familiar es indudablemen- que encaje, negamos el acceso a lo que habíamos considerado origi-
te el cuerpo de una metafora, «Esta echando llamas» no sugiere hoy nalmente que era el significado literal de la metafora, y habíamos esta-
día mas que esto: que él estaba muy enfadado. Cuando la metafora esta- do de acuerdo, casi desde el principio, en que este significado era esen-
ba activa, nos lo habríamos imaginado con fuego en los ojos o con humo cial para el funcionamiento de la metafora, sea lo que fuere lo que hubiera
saliéndole de las orejas. podido interponerse en el camino de un significado no literal.
· Podemos aprendermucho sobre lo que las metaforas significan com- Tanto la teoría de la metafora en tanto que símil elíptico como su
parandolas con los símiles, pues un símil nos dice, en parte, lo que una variante mas sofisticada, que hace equivaler el significado figurativo
metafora nos señala meramente que tengamos en cuenta. Supongamos de la metafora con el significado literal de un símil, comparten un defecto
que Goneril hubiera dicho, pensando en Lear: «Los viejos necios son fatal. Hacen que el significado oculto de la metafora sea demasiado obvio
como bebés otra vew; por consiguiente, habría usado esas palabras para y accesible. En cada caso el significado oculto ha de encontrarse sim-
aseverar una similitud entre los viejos necios y los bebés. Lo que efec- plemente mirando al significado literal de lo que es usualmente un símil
tivamente dijo, desde luego, fue «Los viejos necios son bebés otra vew, dolorosamente trivial. Estamos en las mismas de antes: Tolstoi es como
usando las palabras de esta manera para dar a entender lo que el símil un niño, la Tierra es como un suelo. Es trivial porque todo es como todo,
declaraba. El pensar de acuerdo con estas líneas puede inspirar otra teo- y de modos infinitos. Las metaforas son a menudo muy dificiles de inter-
ria del significado figurativo o especial de las metaforas: el significa- pretar y, así se dice, imposibles de parafrasear. Pero con esta teoria, la
do figurativo de una metafora es el significado literal del símil corres- interpretación y la parafrasis estan siempre al alcance del mas tonto.
pondiente. De este modo, «Cristo era un cronómetro» es sinónimo, en Se ha encontrado que estas teorías del símil son aceptables sólo por-
su sentido figurativo, de «Cristo era como un cronómetro», y el signi- que, según pienso, se las ha confundido con una teoria completamen-
ficado metafórico que en algún momento se encerró en «Esta echan- te diferente. Consideremos esta observación de Max Black:
do llamas» queda en libertad en «Esta como alguien que esta echando
llamas» (o quizas «Esta como en llamas» ). Cuando Schopenhauer llamaba «ratonera» a la demostración geométrica estaba
Existe, con toda seguridad, la dificultad de identificar el símil que diciendo, según este enfoque (si bien no explícitamente ): «La demostración geo-
métrica es como una ratonera, puesto que ambas ofrecen una recompensa enga-
corresponde a una metafora dada. Virginia Woolf dijo que un intelec- ñosa, seducen a sus víctimas progresivamente, conducen a una sorpresa desa-
tual es «un hombre o mujer con una inteligencia de pura sangre que gradable, etc.» De este modo se mira la metafora como un símil condensado o
cabalga su mente al galope campo traviesa en busca de una idea». ¿Qué elíptico'.
símil le corresponde? Quizas algo como es to: «Un intelectual es un h om-
bre o mujer cuya inteligencia es parecida a un caballo de pura sangre Puedo distinguir aquí dos confusiones. Primero, si las metaforas
y que piensa porfiadamente sobre una idea como unjinete galopando son símil es elípticos, dicen explícitamente lo que los símil es dicen, pues
campo traviesa a la búsqueda de ... bueno, algo.» la elipsis es una forma de abreviación y no una panífrasis o un infor-
El punto de vista de que el significado especial de una metafora es me indirecto. Pero, y éste es el asunto mas importante, el enunciado de
idéntico al significado literal de un símil correspondiente (como quie- Black de lo que dice la metafora va mucho mas alia de cualquier cosa
ra que se tome «correspondiente») no debería de confundirse con la dada por el símil correspondiente. El símil simplemente dice que una
teoria común de que una metafora es un símil elíptico 5 • Esta teoria no prueba geométrica es como una ratonera. No nos dice en mayor medi-
hace ninguna distinción en significado entre una metafora y algún símil da de lo que lo hace la metafora qué similitudes hemos de tomar en cuen-
relacionado y no hace provisión de terreno alguno para hablar dt¡ sig- ta. Black menciona tres simi litudes, y desde luego podríamos continuar
nificados figurativos, metafóricos especiales. Es una teoria que gana añadiendo elementos a la lista por los siglos de los siglos. Pero ¿es esta
lista, una vez revisada y suplementada en la forma correcta, la que se
supone que da el significado literal del símil? Seguramente no, pues-
to que el símil no declara nada mas que la similitud. Si se supone que
' J. Middleton Murray dice que una metafora es un «símil comprimido» (Countries
ofthe Mind, Collins, Londres, 1922). Max Black [pp. 549-567 de este volumen] atribuye
un punto de vista similar a Alexander Bain, English Composition and Rethoric (D. Apple-
ton, Nueva Yor, 1867). ' M. Black, «Metafora» [p. 558 de este volumen].
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la lista proporciona el significado figurativo del símil, entonces no apren-
demos nada sobre la metafora a partir de la comparación con el símil: e!
~a m~~afora Y símil son meramente dos entre la gran cantidad
sólo que ambos tienen el mismo significado figurativo. Nelson Goodman d,e d1spos1hvos que s1rven para alertamos sobre aspectos del mundo invi-
afirma de hecho que «la diferencia entre el símil y la metafora es des- tàndonos a hacer comparaciones. Cito unas pocas estanzas de «The Hip-
preciable» y, continua: «Ya sea la locución "es como" o "es", la figura popotamus» de T. S. Eliot:
establece una semejanza entre el retrato y la persona seleccionando un
The broad-backed hippopotamus
cierto rasgo común ... » 7 • Goodman esta considerando la diferencia entre Rests on his belly in the mud;
decir que un retrato es triste y decir que es como una persona triste. Es Althouth he seems so firm to us
claramente verdadero que ambos dichos establecen una semejanza entre He is merely flesh and blood.
el retrato y la persona, pero me parece un error afirmar que cualquie-
Flesh and blood is weak and frail
ra de los dos modos de hablar «selecciona» un rasgo común. El símil Susceptible to nervous shock '
dice que hay una semejanza y nos deja seleccionar algún rasgo común, While the True Church can n~ver fai!
o algunos rasgos comunes; la metafora no asevera explícitamente una For it is based upon a rock.
semejanza, pero si la aceptamos como metafora, se nos lleva de nuevo
The hippo 's feeble steps may err
a buscar rasgos comunes (no necesariamente los mismos rasgos que In compassing material ends
sugiere el símil asociado; pero éste es otro asunto ). While the True Church need 'never stir
Justamente porque un símil lleva una declaración de similitud en la To gather in its dividens.
bocamanga es, según pienso, mucho menos plausible que en el caso de
The 'potamus can never reach
la metafora mantener que hay un segundo signi ficado oculto. En el caso The mango on the mango-tree·
del símil, tomamos nota de lo que dice literalmente: que dos cosas se But fruits ofpomegranate and,peach
parecen entre sí; a continuación observamos los objetos y consideramos, Refresh the Church from over sea '.
en ese contexto, qué similitud estaría en el punto de mira. Una vez que
lo hemos decidido, podriamos decir a continuación que el autor del símil Aquí no s.e ~os ?ice ni que la Iglesia se parece a un hipopótamo (co-
intentaba que nosotros --esto es: pretendía que nosotros- nos diésemos mo en el ~1m1 l) m se nos da licencia para hacer esta comparación (como
cuenta de esa similitud. Pero una vez que hemos apreciado la diferen- ei;i la metafora), p~ro no cabe <luda de que las palabras se usan para diri-
cia entre lo que las palabras significaban y lo que el autor ha logrado al gir nuestra ate~c1ón haci~ las similitudes entre ambos. En este caso
usar esas palabras, no deberíamos sentir grandes tentaciones de explicar t~poco _deber!amos senhrnos demasiado inclinados a postular signi~
lo que ha sucedido dotando a las palabras mismas de un segundo sig- f1ca?os f~gurattvos, pues ¿en qué palabras u oraciones los alojaríamos?
nificado o significado figurativo. El objeto del concepto de significado E'.l h1~opo~amo realmente descansa sobre su panza en el barro; la Igle-
lingüístico es explicar lo que se puede hacer con palabras. Pero el supuesto srn, d1~e l!te,ralmente el poema, nunca puede fallar. EI' poema, desde
significado figurativo de un símil no explica nada; no es un rasgo de la luego, msmua mu~ha~ cos~~ que van mas alla del significado literal de
palabra que la palabra tiene antes de y de manera independiente del las palabras. Pero msmuac10n no es significado.
contexto de uso, y no descansa sobre ninguna costumbre lingüística, excep- Hasta ahora e~ argumento nos ha llevado la conclusión de que tanto
to aquellas que gobieman el significado ordinario. cuanto pued~ exphcarse de la ~etafora en términos de significado puede,
Lo que las palabras hacen con sus significados literales en el símil
tiene también que ser posible que lo hagan en la metafora. Una meta-
r de hecho hene que, ser exphcado ~pelando a los significados litera-
ts de l~s palabras. Una consecuencia es que las oraciones en las que
fora dirige la atención hacia las mismas clases de similitud, si no a las ~s m~ta_foras ocurren son ver?aderas o _falsas en una forma normal y
mismas similitudes, que el símil correspondiente. Pero entonces los para- :itera!, s_1 las palab_ras que conttenen no henen significados especiales,
lelos y analogías inesperados o sutiles que es tarea de la metafora pro- as orac10nes no henen verdad especial. Esto no es negar que hay tal
mover, no necesitan depender, para su puesta en marcha, de nada mas cos~ como la verdad metafórica; es sólo negarlo de las oraciones. La
que de los significados literales de las palabras. ~etafora i;ios lleva a darn~s cuenta de lo que, de otro modo, podríamos
0
advertir, Y no hay razon alguna, supongo, para no decir que estas

' N. Goodman, Languages ofArt, pp. 77-78 [véase referencia bibliografica en la


nota 2).
' T. S. Eliot, Selected Poems (Harcourt, Brace, Jovanovich, Nueva York, J 967).
580 LA BÚSQUEDA DEL SIGNIFICADO LO QUE SIGNIFICAN LAS MET AFORAS 581
visiones, pensamientos, y sentimientos inspirados por la metafora sean oculta. ~s prob~bleme~t~ por esta razón por la que la mayor parte de
verdaderos o falsos. las orac1ones mas metafoncas son patentemente falsas, del mismo modo
Si una oración usada metafóricamente es verdadera o falsa en el que todos los símiles son trivialmente verdaderos. El absurdo o la con-
sentido ordinario, entonces esta claro que es usualmente falsa. La dife- tradic~ió1:1 en u~a o~ación metafórica garantizan que no la vamos a creer
rencia semantica mas obvia entre el símil y la metafora es que todos y nos mvlta, baJo circunstancias apropiadas, a tomar la oración meta-
los símiles son verdaderos y casi todas las metaforas son falsas. La Tie- fóricamente.
rra es como un suelo el asirio se lanzó como un lobo sobre el rebaño, La f~lsedad pat~?te es e_l caso usual de la metafora, pero en algu-
porque todo es seme]ante a todo. Pero si usted convierte estas oracio- nas ocas1<?nes tamb1en ~nc10na_la verdad patente. «Los negocios son
nes en metaforas las convertira en falsas; la Tierra es como un suelo, l?s negoc10s» es dema_siado obvia por lo que respecta a su significado
pero no es un suelo; Tolstoi,_ cua_ndo era may?r, _era, como un niño, pero literal como para considerar que se la ha emitido para transmitir infor-
no era un niño. Usamos ordmanamente un s1m1l solo cuando sabemos mación; de este modo, optamos por buscarle otro uso; en la misma línea,
que la metafora correspondiente es falsa. Decimos que el señor S es Ted Cohen nos recuerda, que ningún hombre es una isla 10 • El meollo
como un cerdo porque sabemos que no es un cerdo. Si hubiéramos usado es el mismo. El significado ordinario en el contexto de uso es lo sufi-
una metafora y hubiésemos dicho que es un cerdo, no lo habríam<?s hecho cientemente extraño como para empujamos a no tomar en cuenta la cues-
porque hubiésemos cambiado nuestra idea sobre los ~ech?s _smo por- tión de la verdad literal.
que hemos elegido dar a entender la ideayor 1:m cammo distl_nto. _Permítaseme ahora p!antear un asunto en cierta medida platónico
Lo que importa no es la falsedad efectiva, smo que se cons1~~re que hac1endo una comparac10n entre hacer una metafora y decir una men-
la oración es falsa. Obsérvese lo que sucede cuando una orac10n que tira. La comparación es adecuada porque mentir, igual que hacer una
usamos como metafora, creyendo que es falsa, pasa a pensarse que es metafora, n<? tiene que ver con el significado de las palabras sino con
verdadera debido a un cambio en lo que se creía sobre el mundo. Cuan- su uso. Se d1ce algunas veces que el decir una mentira entraña lo que
do se informó de que el avión de Hemingway había sido avistado, hecho es falso;_ pero esto es erróneo. Decir una mentira requiere, no que lo
polvo, en Africa, el Mirrar de Nueva York publicó un titu}ar diciendo que se d1ce sea falso, sino que el que la dice piense que es falso. Pues-
«Hemingway perdido en Africa», donde la palabra «perd1do» se esta- to que usualmente creemos oraciones verdaderas y no creemos las fal-
ba usando para sugerir que estaba muerto. Cu~ndo resultó que est_a~a sas, _la mayor parte de la~ mentiras son falsedades; pero en algún caso
vivo, el Mirrar dejó que el titular se tomase hteralmente. <? cons1d~­ pan;1cular esto ~s ui:i accidente. El paralelo entre hacer una metafora y
rese también este caso: una mujer se ve vestida con un marav1lloso traJe decir una mentira v1ene subrayado por el hecho de que una misma ora-
y exclama «¡Qué sueño_ de traje!» y ent~nces despier~a. ~l meollo de ció!l puede u_sarse, sin cambiar su sign~ficado, para ambos propósitos.
la metafora es que el traJe es como un traJe que uno sonar~a y, por con- As1~ una muJer que creyese en las bruJas pero que no pensase que su
siguiente, no es un sueño de traje. Henle presenta un buen eJemplo torna- vecma es una bruja podria decir, «Ella es una bruja» qúeriendo decir-
do de Antonio y Cleopatra (2.2): lo n:etafóricamente; l_a misma mujer, aún creyendo lo mismo sobre las
bruJa~ y sobre su vecma pero con la intención de engañar, podria usar
The barge she sat in, like a burnish'd throne,
Bum 'd on the water
las_m1~~as palabras pa~a un efecto muy diferente. Puesto que oración
Y s1gmf1cado son los m1smos en ambos casos, algunas veces es difícil
p~obar qué_intención subyace a lo que se dice; así pues, un hombre que
Aquí símil y metafora interactúan extrañamente, pero la metafora se des-
d1ce _«Lattimore es comunista» y pretende mentir, siempre puede
vanecería si se imaginase una conflagración literal. De un modo muy pare- evadirse alegando que es una metafora.
cido el efecto usual de un símil puede sabotearse tomando la compara-
ción,de manera demasiado seria. Woody All en escribe: «Eljuicio, que tuvo Lo que esta_blece la diferencia entre una mentira y una metafora no
es una diferencia entre las palabras usadas o lo que signi fi can (en algún
lugar durante las semanas siguientes, fue como un circo, aunque húJ:io algu-
senti do estricto de significado ), sin o en cómo se usan las palabras. Usar
na dificultad para hacer que los elefantes entraran en la sala de v1stas» 9 •
Generalmente sólo cuando se considera que una oración es falsa
la aceptamos com¿ una metafora y empezamos a buscar la implicación
'º Ted Cohen, «Figurative Speech and Figurative Acts» (Journal ofPhilosophy, 72,
1975, pp. 669-684 ), p. 671. Puesto que la negación de una metafora parece ser siempre
una metafora potencial, habra tantas perogrulladas entre las metaforas potenciales como
9
Woody Alien, «Condemned» (New Yorker, 21 de noviembre de 1977). absurdos entre las efectivas.
582 LA BÚSQUEDA DEL SIGNIFICADO LO QUE SIGNIFICAN LAS MET AFORAS 583

una oración para decir una mentira y usaria para hacer una metafora car~cter difuso, por m uc ho que se i lustre y se explique, no puede borrar
son, desde luego, usos completamente diferentes, tan diferentes que no la lmea entre lo que ~na oración significa: literalmente ( dado su con-
interfieren uno con el otro como, pongamos por caso, actuar y mentir. t~x~o) Y a9uello hacrn lo que ~~llama nuestra atención» (dado su sig-
Al mentir, uno tiene que hacer una aserción de tal manera que se repre- n~f1cado hteral en tan~o _qu~ _f1Jado por ~l contexto ). El pasaje que he
sente a sí mismo creyendo lo que no cree; al actuar, queda excluida la c~t~do no emplea tal ~1~tmc10n: l~ que d1ce es que aquell o hacia lo que
aserción. La metafora no se ocupa esta diferencia. Puede ser un insul- dmgen nuestra atenc10n las orac10nes que sirven de muestra son los
to y, de este modo, ser una aserción, decirle a un hombre «Eres un cerdm>. hecho~ expresados por_Parafr.asi~ <l.e las oraciones. Verbrugge y McCa-
Pero no había metafora alguna involucrada cuando ( supongamos) Uli- rrell simplement~ qmeren ms1~ttr en que una parafrasis correcta
ses dirigió las mismas palabras a sus compañeros en el palacio de Circe; pu~de subrayar «s1stemas de relac10nes» mas bien que semejanzas entre
una historieta, ciertamente, y por ell o no se trataba de una aserción; pero objetos.
la palabra, por una vez, fue usada literalmente de los hombres. .Según la ~eoría de la interacción de Black, una metafora nos hace
Ninguna teoría del significado metafórico o de la verdad meta- ap~1car un «s1ste,ma de tópicos» asociado con la palabra metafórica al
fórica puede ayudar a explicar cómo funciona la metafora. La meta- S~J~to de la meta.fora: en «El hombre es un lobo» aplicamos atributos
fora corre sobre los mismos carriles lingüísticos familiares que las top1cos (ester~ottpos) del lobo al hombre. Así pues, la metafora, dice
oraciones mas simples; nos dimos cuenta de esto a partir de nuestra ~laçk? «se~ecc10na, subr~ya, suprime; y organiza rasgos del sujeto prin-

SUJeto ~ubs1dian0>> 2 . S1 la paraf~asis frac.a~a, dice Black, no es porque


consideración del símil. Lo que distingue a la metafora no es su sig- c1I?al 1mph?a?d? e~un~iados sobre el que normalmente se aplican al
nificado sino su uso; en esto es como la aserción, el insinuar, el men-
tir, el prometer o el criticar. Y el uso especial al que sometemos al len- la n,ieta~ora no tenga, un c~ntemdo cogmttvo especial, sino porque la
guaje en la metafora no es -no puede ser- el «decir algm> especial, Pª!ª.fras1s «no tendra el mismo poder para informar e ilustrar que el
no importa lo indirecto que sea. Pues una metafora dice sólo lo que ongmal... Uno de los puntos 9ue mas deseo acentuar es que la pérdi-
muestra a las claras -usualmente una falsedad patente o una verdad da en tales casos ~s u~a I?érd1da en ~ontenido cognitivo; la debilidad
absurda-. Y esta verdad o falsedad puras y simples no necesitan para- rele~~nte de la parafras1s hteral no res1de en que pueda ser tediosamente
frasis alguna -su significado esta dado en el significado literal de prohJa o abumdam~i;ite explícita; no logra ser una traducción pues no
las palabras-. logra dar la percepc10n que daba la metafora» 1J.
¿ Qué vamos a hacer, entonces, con la innumerable cantidad de ener- ¿Cómo puede esto ser correcto? Si una metafora tiene un conteni-
gía que se ha gastado, y esta siendo gastada, en métodos y dispositivos d~ cognitivo especial, ¿p~r qué hab~ía de ser tan dificil, o in cl uso impo-
para conseguir sacar a la luz el contenido de una metafora? Los psicó- s1~le, ponerlo a la .luz_? .s1, como aftrma Owen Barfield, una metafora
logos Robert Verbrugge y Nancy McCarrell nos dicen que: «d1ce una cosa y s1gmf1ca otra» por qué tiene que suceder que cuando
tr?t~mos d~ hacer explícito lo que significa, el efecto es mucho mas
Muchas metaforas llaman la atención hacia sistemas comunes de relaciones o debtl -;-«pon.gase de esa m~nera», .di ce Barfield, «y casi todo el lustre,
transformaciones, en los que la identidad de los participantes es secundaria, Por Y con el, la ~ita.d de layoe~rn, se p1erde» 14 • ¿Por qué Black piensa que
ejemplo, considérense las oraciones: Un coche es como un animal; Los troncos
de los arboles son pajas para las hojas y las ramas sedientas. La primera ora- u!1a parafras1s ht~ral «mevitablemente dice demasiado-y con el énfa-
ción dirige la atención hacia sistemas de relaciones entre consumo de energía, s1s don.de no beb1era estar? ¿Por qué inevitablemente? ¿Es que no pode-
la respiración, el movimiento autoinducido, los sistemas sensoriales y, posible- mos, s1 somos lo suficientemente inteligentes, llegar tan cerca como
mente, un homúnculo. En la segunda oración, la semejanza es de un tipo mas queram os?
constreñido de transformación: succión de fluido a través de un espacio cilín-
drico verticalmente orientado, desde una fuente de fluida a un destino''. . A propó~ito, ¿c~mo es que el símil se ~as arregla sin un significa-
d? mtermed10 espec!a.l? En general, los críttcos no sugieren que el símil
Verbrugge y McCarrell no creen que haya ninguna línea. de sepa- d1ce una ~osa y s1gmf1~~ otra; no suponen que signifique nada mas que
ración nítida entre los usos literales y metafóricos de las palabras; pien- lo que esta en la superf1c1e de las palabras. Puede sumimos en profundos
san que muchas palabras tienen un significado «difuso» que se fija,
si es que se fija alguna vez, por un contexto. Pero seguramente este
;; M; Black, «Metafora» [pp. 549-567 de este volumen], pp. 44-45.
lb1d., p. 46.
14
11
R. R. Verbrugge y N. S. McCarrell, «Metaphoric Comprehension: Studies in Remin- O. Barfield, «Poetic Diction and Legal Fiction» [The Jmportance o( Language,
ding and Resembling» (Cognitive P8ychology, 9, 1977, pp. 494-533), p. 499. Max Black (ed.), Pren!Ice-Hall, Englewood Cliffs, Nueva Jersey, 1962], p. 55.
584 LA BÚSQUEDA DEL SIGNIFICADO
LO QUE SIGNIFICAN LAS MET AFORAS 585
pensamientos, tal como lo hace un~ metafo~a; ¿pero có.mo result.a e_n-
tonces que nadie apela al «contemdo cogi:i1tivo espe,cial», d~l ~n~ul~ ducido por una metafora a construir un[ ... ] sistema» 15 • Este punto de
Y recuérdese también al hipopótamo de Ehot; ~o habia alb n.1 s1mil m vista se resume nítidamente en lo que Heraclito dijo del oraculo de Del-
metafora, pero lo que parecía lograrse era prec1sam~nte lo ~:msmo que fos: «Ni dice ni oculta, insinúa» 16 •
se logra mediante símiles y metaforas. ¿Es que algmen.sug1ere que las No entro en disputa con estas descripciones de los efectos de la meta-
palabras del poema de Eliot tienen significados especiales? . fora, sólo con los puntos de vista asociados respecto de cómo se sup?-
Finalmente, si las palabras de la meta~or~ s.on port~do.ras de ':m ~1~­ ne que los produce. Lo que niego es que la metafora haga su trabaJo
nificado codificado, ¿cómo puede este s1gmf1cado d1fenr del s1g~1f1- porque ten_ga un significada esp~cial, un contenido ,cognitivo especí-
cado del que son portadoras esas mismas palabras ?uando la n;ietafo~ fico. No p1enso, como lo hace R1chards, que la metafora produzca su
ra muere, esto es: cuando pasa a ser parte del lenguaJe? ¿Por que «Esta resultado por el hecho de que tenga un signi~icado que re~ulta de l.a inte-
echando llamas», tal como se usa y se intenta que se entienda esta e~pr~­ racción de dos ideas; es erróneo, desde m1 punto de vista, decir, con
sión ahora, no significa exactamente lo mismo que alguna vez s1gm- Owen Barfield, que una metafora «dice una cosa y significa otra»; o
ficó la metafora recién construida? Téngase en cuenta que todo lo que con Black que una metafora asevera o implica ciertas cosas complejas
la metafora muerta significa es que él esta muy enfadado, una noción merced a un significada especial y que, de este modo, cu1!1ple su tar~a
no muy dificil de hacer explícita. . , de producir una «intuición». Una metafora hace su trabaJ<? por. med10
Hay, entonces, una tensión en el punto de vista u~ual sobre la meta- de otros intermediarios; suponer que sólo puede ser efectiva .s1 trans-
fora. Pues, de una parte, el punto de vista usual q.mere mantener qu.e mite un mensaje codificada es semejante a pensar que un ch1ste o un
una metafora hace algo que a ningún tipo de prosa hsa y llana le es pos1- sueño hacen algún enunciada que un intérprete inteligente puede vol-
ble hacer y, por otra, quiere explicar lo que hace la metafora apelando ver a enunciar en prosa pura y simple. Un chiste, un sueño o una meta-
a un contenido cognitivo, justamente la clase de co~a para cuya expre- fora pueden hacemos apreciar un hecho, lo mismo que una figura o un
sión esta diseñada la prosa lisa y llana. En la med1da en que estemos cabezazo, pero sin estar por ese hecho, o expresarlo. ,
en este marco mental, tenemos que abrigar la sospecha de esto puede Si esto es correcta, lo que intentamos al «parafrasearn ui:ia meta-
hacerse, al menos hasta cierto punto. fora no puede ser dar su significado, pues su signif~cado res1de en ~a
Hay una escapatoria simple de este impasse. Tene!flOS que a?an- superfície; mas bien intentamos eyoca~ aquella ~acia lo qu~ la meta-
donar la idea de que una metafora transmite un mensa~e, ~e. que tl~ne fora dirige nuestra atención. Puedo 1magmar a algmen.conced1endo es~o
un contenido o significado (excepto, desde lue~o, su s1gmf1?ado lite- y, a continuación, encogiéndose de hombros por cons1derarlo ~ad~ 1!1ªs
ral). Las diversas te?rías que hemos est~do cons1d~rando eqmvoc~n su que una pura insistencia en restringir el uso de la palabra «s1gmf1ca-
objetivo. Cuando p1ensan que proporc.10nan un meto~o para desc1frar do». Tal cosa sería una equivocación. El error central que se comete
un contenido codificado, lo que efectlvamente nos ~1cen (o tratan de con la metafora se ataca mas fücilmente cuando toma la forma de una
decimos) resulta ser algo sobre los efectos que la~ metàforas henen .sobre teoría del significada metafórico, pero detras de esa teoría, y enuncia-
nosotros. El error común es aferrarse a los contemdos de los pensam1~ntos ble independientemente, esta la tesis de que, asociado a una n:i~tafora,
que una metafora provoca y leer estos contenidos en la metafora m1sma. hay un contenido cognitivo definido que su autor desea. transmltir Y, que
Sin <luda las metaforas hacen a menuda que nos demos cuenta de aspec- el intérprete debe captar si quiere enterarse del mensaJ~· Esta teona. es
tos de la~ cosas de los que no nos habíamos d~d? ?uenta antes; sin <luda falsa como explicación completa de la metafora, tanta s1 llamemos s1g-
nificado como si no, al pretendido contenido cognitivo.
dirigen nuestra atención hacia analo~~;ías y s1m1htudes ~orprendent~s;
proporcionau ciertamente una especie de lente ? plantilla, como d1ce Debería hacernos sospechar de la teoría el que sea tan dificil deci-
Black a través de la que contemplamos los fenomenos relevantes. El dir, incluso en el caso de las metaforas mas simples, qué es exactamente
punto'en disputa no reside aquí sino en la cuestión de cómo se rela- lo que se supone que es el contenido. La razón por la que a me~udo es
tan dificil decidir es, pienso, que imaginamos que hay un contem do que
ciona la metafora con lo que nos hac~ ver. . , ,
Hay cierta justi cia en la observac1ón de que af1_rmar que una m~ta­ capturar cuando de hecho nos concentramos todo el rato en aquell o hacia
fora provoca o invita a contemplar de~de un_ determmado punto ,<l~ vista lo que la metafora dirige nuestra atención. Si aquello hacia lo que la
el tema de que trata en lugar de dec1rlo directamente es un top1co; y
esto es así. Por ejemplo, Aristóteles ?ic~ que la 1!1etafora ~leva a una
«percepción de semejanzas». Black, s1gmendo a R1chards, d1ce q~e una " M. Black, «Metaphor» [pp. 549-567 de este volumen ], p. 41.
16
metafora «evoca» una cierta respuesta: «un oyente adecuado sera con- Uso aquí la atractiva traducción de Hannah Arendt de «011µaívn»; claramente
no debería traducirse por «significa» en este contexto.
586 LA BÚSQUEDA DEL SIGNIFICADO LO QUE SIGNIFICAN LAS MET ÀFORAS 587

metafora dirige nuestra atención tuviera un alcance finito y fuese de intento de dar expresión literal al contenido de la metafora esta sim-
naturaleza proposicional, el asunto en sí mismo no crearía problemas; plemente en el mal camino.
simplemente proyectaríamos el contenido que la metafora nos ha lle- El teórico que trata de explicar una metafora apelando a un men-
vado a las mientes sobre la metafora. Pero, de hecho, no hay límites saje oculto, igual que el crítico que trata de enunciar el mensaje, esta
para aquello hacia lo que la metafora llama a nuestra atención, y gran confundido de una manera fundamental. Ninguna explicación o enun-
parte de lo que causa que lo tomemos en cuenta no es de caracter pro- ciado de este tenor puede llegar a aparecer simplemente porque tal men-
posicional. Cuando tratamos de decir lo que «significa» una metafora, saje no existe.
nos damos cuenta enseguida de que lo que no hay un final para la lista No es, por supuesto, que no haya lugar para la interpretación y elu-
de cosas que podemos querer mencionar 17 • Si alguien hace correr su cidación de la metafora. Muchos de nosotros necesitamos ayuda si que-
dedo a lo largo de la línea de costa de un mapa, o menciona la belleza rernos ver lo que el autor de una metafora quería que viéramos y que
y la destreza de una línea en un grabado de Picasso, ¿cuantas cosas atraen un lector mas sensible o educado capta. La función legítima de la Ha-
nuestra atención? Se podria hacer una lista de una gran cantidad de ellas, mada parafrasis es hacer que el lector perezoso o ignorante tenga una
pero no se podría encontrar un final, pues la idea de encontrar un final visión semejante a la del crítico experimentado. El crítico esta, por así
no tendria una aplicación clara. ¿ Cuantos hechos o proposiciones trans- decirlo, en una competencia benigna con el fabricante de la metafora.
mite una fotografia? ¿Ninguno, infinitos, o un gran hecho imposible El crítico trata de hacer su propio arte, mas fücil o mas transparente en
de enunciar? Mala pregunta. Una imagen no vale mil palabras, ni nin- algunos aspectos que el oríginal, pero al mismo tiempo trata de repro-
gún otro número de e llas. Las palabras no son la moneda apropiada para ducir en otros algunos de los efectos que el original tuvo sobre él. Al
cambiarlas por una imagen. hacer esto, el crítico quiza mediante el mejor método que tiene a su dis-
No se trata sólo de que no podemos proporcionar un catalogo exhaus- posición, llama también la atención, hacia la belleza o el acierto, hacia
tivo de aquello a lo que se ha prestado atención cuando se nos ha lle- el poder oculto, de la metafora misma.
vado ver algo bajo una nueva luz; la dificultad es mas fundamental.
Aquello de lo que nos damos cuenta o vemos no tiene, en general, éarac-
ter proposicional. Desde luego,puede tenerlo, y cuando lo tiene, puede
enunciarse usualmente en palabras lisas y llanas. Pero si le muestro a
usted el pato-conejo de Wittgenstein, y digo: «Es un pato», entonces
con algo de suerte usted lo ve como un pato; si digo: «Es un conejo»,
usted lo ve como un conejo. Pero no hay ninguna proposición que expre-
se lo que yo le he hecho que vea. Es probable que usted haya llegado
a darse cuenta de que el dibujo puede verse como un pato o como un
conejo. Pero alguien podría llegar a saberlo sin haber visto jamas el
dibujo como un pato o como un conejo. Ver cómo no es ver que. La
metafora nos hace ver una cosa como otra haciendo algún enunciado
literal que inspira o dispara la irituición. Puesto que en la mayor parte
de los casos lo que la metafora dispara o impulsa no es del todo, inclu-
so no es en absoluto, el reconocimiento de alguna verdad o hecho, el

" Stanley Cavell menciona el hecho de que la mayor parte de los intentos qe para-
frasis terminan con un «y así sucesivamente» y se refiere a la observación de Empson
de que las metaforas estan «preñadas» [«Aestetic Problems in Modern Philosophy» (Must
we Mean What We Say?, Charles Scribner, Nueva York, 1969), p. 79]. Pero Cavell no
explica lo interminable de la parafrasis como yo lo hago, como puede verse a partir del
hecho de que piensa que distingue la metafora de algún («pern quizas no todo») discur-
so literal. Mantengo que el caracter interminable de lo que llamamos la parafrasis de la
metafora brota del hecho de que intenta revelar aquello que nos hace notar la meta fora,
Y para esto no hay un final claro. Diria lo mismo de cualquier uso del lenguaje.

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