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permitir que los significados primarios u originales de las palabras per- tenemos una conjunción de dos oraciones: nuestro general, Agamenón,
manezcan activos en su entorno metafórico. te saluda con un beso; y todos en general te saludamos con un beso.
Tal vez, entonces, podamos explicar la metafora como un género Esta es un dispositiva legítimo, unjuego de palabras, pero no es el
de ambigüedad: en el contexto de una metafora, ciertas palabras tie- mismo dispositiva que la metafora. En la metafora no hay una necesi-
nen o un senti~o nue~o, o uno oi:ïginal, y la fuerza de la metafora depen- dad esencial de reiteración; cualesquiera que fuesen los significados
de de nuestra mcert1dumbre m1entras vacilamos entre los dos signifi- que asignemos a las palabras, se mantienen a través de toda lectura correc-
cados. Así, cuando Melville escribe que «Cristo era un cronómetro», ta del pasaje.
el efecto de la metafora se produce porque tomamos primero «cronó- Una modificación plausible de esta última sugerencia seria consi-
metro» en su sentida ordinario y, a continuación, en algún sentida ex- derar que la palabra (o las palabras) clave de una metafora tienen dos
traordinario o metafórico. géneros diferentes de significada a la vez, un significada literal y otro
Es dificil ver cómo esta teoría puede ser correcta. Pues la ambi- figurativa. Imaginemos que el significada literal esta latente, se trata
güedad que encierra la palabra, si es que la hay, se debe al hecho de de alga de lo que nos damos cuenta, que puede influir sobre nosotros
que en contextos ordinarios significa una cosa y en el contexto meta- sin que influya en el contexto, mientras que el significada figurativa
fórico significa alga distinta; pero en el contexto metafórico no tene- transporta la carga directa. Y finalmente, tiene que haber una regla que
mos necesariamente dudas sobre su significada. Cuando dudamos, es conecte los dos significados pues, si no fuese así, la explicación se des-
usualmente para decidir qué interpretación metafórica, de entre un deter- liza hacia una forma de la teoría de la ambigüedad. La regla, al menos
minada número de ellas, deberíamos aceptar; raramente dudamos que para muchos casos típicos de metafora, dice ~ue en su pape! i:netafóri-
lo que tenemos ante nosotros es una metafora. En cualquier caso, la co la palabra se aplica a todo a lo que se aphca en su papel hteral y, a
efectividad ~e la ~etafora sobrevive facilmente al momento en que continuación, a alga mas 3 •
se acaba la mcertidumbre sobre la interpretación del pasaje metafó- Esta teoria puede parecer compleja, pero es sorprendentemente simi-
rico. La metafora, por tanto, no puede deber su efecto a una ambigüedad lar a lo que Frege propuso para dar cuenta de la conducta de los tér-
de esta clase 2 • minos referenciales en las oraciones modales y en las oraciones sobre
.Otra forma de ambigüedad puede que parezca ofrecer una sugerencia actitudes proposicionales como creencia y deseo. De acuerdo con Frege,
meJor. A veces una palabra, en un contexto única, puede ser portado- cada término referencial tiene dos (o mas) significados, uno que fija
ra de dos significad?s y, en esa ocasión, se intenta que recordemos y su referencia en los contextos ordinarios y otro que fija su referencia
us.emos los. do~ .. o, s1 pensamos en que el ser una palabra implica mis- en los contextos especiales creados por los operadores modales o los
m1dad de s1gmf1cado, podemos describir la situación como aquella en verbos psicológicos. La regla que conecta los dos significados puede
la que lo que parece ser una sóla palabra son de hecho dos. Cuando en escribirse así: el significada de la palabra en los contextos especiales
la obra de Shakespeare Cressida recibe una bienvenida impúdica en el hace que la referencia en esos conextos sea idéntica al significada en
campamento griego, Néstor dice, «Nuestro general os saluda con un los contextos ordinarios.
beso». Aquí tenemos que considerar «general» de dos maneras: una de He aquí el cuadro total, poniendo a Frege junta con un punto de vista
ellas en tanta que aplicada a Agamenón, que es el general; y la otra, fregeano de la metafora: hemos de pensar que una palabra tiene, ade-
puesto que ella esta besando a todo el mundo, en tanta que aplicada, mas de su campo mundana de aplicación o referencia, dos campos espe-
no a nadie en particular, sina a todo el mundo en general. En realidad ciales o supramundanos de aplicación, uno para la metafora y el otro
para los contextos modal es y cosas por el estilo. En ambos casos el sig-
nificada original permanece para llevar a cabo su trabajo en virtud de
2 una regla que pone en relación los diversos significados.
Nelson .Goodman dice que la metafora y la ambigüedad difieren principalmente
en que «los_ diversos usos de un término meramente ambiguo son coetaneos e indepen- Una vez que he subrayado la posible analogía entre el significada
d1entes» m1entras que, en el caso de la metafora, «un término con una extensión esta- metafórico y los significados fregeanos para contextos oblicuos, vuel-
blecida por habito se aplica e_n otro Jugar hajo la influencia de ese habito»; sugiere que, vo a una dificultad imponente que amenaza el que pueda mantenerse
a med1da ~n_que nuestro sentido de la histona borra los «dos usos» de metafora, la pala-
bra _metafo~1ca se conv1erte en meramente ambigua [languages ofArt (Bobbs-Merril,
Ind1anapohs,_ 1968), p. 71). De hecho, en muchos casos de ambigüedad un uso brota de
otro (como d1ce Goodman) y, de este modo, no puede ser coetaneo. Pero el error basico 3
La teoría descrita es esencialmente la de Paul Henle en «Metaphorn [en langua-
que Goodman comparte con otros, es la idea de que los dos usos estan involucrados en ge, Thought and Culture, P. Henle (ed.), University ofMichigan Press, Ann Arbor, Michi-
la metafora de una manera algo parecida a la que lo estan en la ambigüedad. gan, 1958].
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la a.nalogía. Piense en que usted esta atendiendo a un visitante de Satur- no había metafora. Escribe él en sus Sermons, «The Spirits ... are the
no mtentando enseñarle el uso de la palabra «suelm>. Utiliza usted los thin and active parts of the blood, and are a kind of middle nature, between
recursos familiares, Ilevandole de un suelo a otro, señalando el suelo soul and body». Aprender esto no importa mucho; Empson tiene razón
a la vez que lo golpea con el pie y repitiendo la palabra. Usted lo anima cuando di ce, «Es curioso cómo los cambios en la palabra [esto es, en
a ~acer experimentos, !e pide que dé unos golpecitos de tanteo a los lo que pensamos que significa] no afectan a la poesía» 4 •
objetos con su te~taculo y, a la vez le recompensa sus aciertos y sus Este cambio puede ser, en algunos casos al menos, dificil de apre-
errore~. ~sted q~uere que llegue a conocer, no sólo que estos objetos o ciar, pero a men os que haya un cambio, la mayor parte de lo que se pien-
superf1c1es partlculares son suelos, sino también cómo distinguir un sa que es interesante en la metafora se pierde. He estado expresando
suelo cu~ndo esta al alcance de la vista o del tacto. El entremés que lo que quería decir utilizando el contraste entre aprender un nuevo uso
usted esta representando no !e dice lo que necesita saber, pero con un para una palabra vieja y usar una palabra que ya se comprende; en un
poco de suerte !e ayuda a aprenderlo. cas?, he dicho, nuestra atención se dirige hacia el lenguaje, y en el otro
¿Deberíamos Ilamar a este proceso aprender algo sobre el mundo hacia aquello de que trata el lenguaje. La metafora, como he sugerido,
o aprender algo sobre el Ienguaje? Es una pregunta extraña, pues lo que pertenece a la segunda categoría. Esto también puede verse conside-
se aprende es que un trozo del Ienguaje se refiere un trozo del mundo. rando las metaforas muertas. Hubo algún tiempo, supongo, en que los
Con todo, resulta todavía faci! distinguir entre el aprender el signifi- ríos y las botellas no tenían, literalmente bocas, tal como las tienen hoy.
cado d~ una palabra y usar la palabra una vez que ese significado se ha Pensando en el uso presente, no importa si consideramos que la pala-
ap.rend1d?. Comparando estas dos actividades, es natural decir que la bra «boca» es ambigua porque se aplica a las desembocaduras de los
pnmera tlene ql;le_ver con aprender algo sobre el lenguaje, mientras que ríos y los orificios de apertura de las botellas del mismo modo que a
la segunda es tlp1camente aprender algo sobre el mundo. Si su habi- ciertos orificios de entrada de los animales, o si pensamos que hay un
tante de S~turno ha aprendido cómo usar la palabra «suelo», puedo tra- único campo amplio de aplicación que abarca los dos casos. Lo que
~ar de dec1rle a.Igo nuevo, que aquíhay un suelo. Si ya domina el peque- importa es que cuando «boca» se aplicó sólo metafóricamente a las bote-
no truco q~e tlenen las palabras, !e habra dicho algo sobre el mundo. llas, la aplicación hizo que el oyente cayera en la cuenta de un pareci-
. Su amigo de Saturno, Ie.transpo~ta ahora a _usted a través del espa- do entre ciertos orificios de entrada de los animales y los orificios de
c10, hasta su esfera domestica, y m1rando hacia atras hacia la Tierra apertura de las bote llas. (Considérese la referencia de Homero a las heri-
alia a lo Iejos !e digo, señalandola con un movimiento de mi cabeza~ das como bocas.) Una vez que se tiene el uso presente de la palabra
«suel0». Quiza él piense q~e esto es aún parte de la lección y suponga con aplicación literal a las botellas, ya no queda nada en lo que caer e~
q~e la palabra «sue lm> se aphca de manera apropiada a la Tierra, al menos la cuenta. No hay similaridad que buscar; ahora consiste simplemen-
vista desde S~turn~. P~~o ¿qué pasaría si usted pensase que su hués- te en que se hace referencia a las dos cosas con la misma palabra.
ped ~a conocia el s1gmf1cado de «suelm>, y usted estuviera recordan- La novedad no es el asunto en disputa. En su contexto, una palabra
do como Dante, desde un lugar similar en los cie los, vio la Tierra habi- que una vez se consideró metafora continúa siendo una metafora des-
tada co~o «el pequeño suelo redondo que nos hace apasionados»? Su pués de que se la oiga cien veces, mientras puede apreciarse con faci-
p~opós1t? era la metafora, no era ejercitarse en uso del Ienguaje. ¿Qué lidad un nuevo aspecto literal de una palabra la primera vez que se la
d1fe~enc1a tendra para su amigo la manera en que lo tomase? Con la encuentra. Lo que Ilamamos el elemento de novedad o sorpresa en una
teona de la metafora que estamos considerando, muy poca diferencia, metafora es una característica estética incrustada dentro de ella que pode-
pues de acuerdo con esa teoría una palabra tiene un significado nuevo mos experimentar una y otra vez, lo mismo que la sorpresa de la Sin-
en un ??ntexto metafórico; la oc~si<?~ de la metafora sería, por tanto, fonía n.º 94 de Haydn o una engañosa cadencia familiar.
la ocasion para aprender el nuevo s1gmf1cado. Deberíamos estar de acuer- Si la metafora involucra un segundo significado, tal como lo hace
l~ ambigüed~d, podríamos esperar ser capaces de especificar el signi-
d.o en que, en cierto modo, hay una diferencia relativamente pequeña
s1, en ~~ contexto dado, pensamos que una palabra esta siendo usada fica do especial de una palabra en un contorno metafórico esperaran-
metafoncamente o de un modo previamente desconocido pero literal. do hasta que la metafora se muri era. El significado figurativo de la meta-
Empson, en So me Versions ofPastoral, cita estas líneas de Donne: «As fora viva debería quedar inmortalizado en el significado literal de la
our blood labo urs to beget /Spirits, as Iike so uis as it can, .. ./ So mus t muerta. Pero aunque algunos filósofos han sugerido esto, la idea pare-
pure Iover's soules descen~ .. :». EI Iectormoderno esta casi seguro, señala
~mpson, de.tomar metafoncamente la palabra «spirits» en este pasa-
' W Empson, Some Versions o{Pastoral (Chatto & Windus, Londres, 1935), p. 133.
Je, como aplicable só lo por extensión a algo espiritual. Pero para Donne
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ce que esta lisa y llanamente equivocada. «Esta echando llamas» es genui- facilmente por lo que respecta a la simplicidad, pero también parece
namente ambiguo (dado que puede ser verdadero en un sentido y falso demasiado simple para funcionar. Puesto que si hacemos que el signi-
en otro ), pero aunque las expresiones que pertenecen a la jerga son sin ficado literal de la metafora sea el significado literal del símil con el
<luda el cadaver de una metafora, esta frase familiar es indudablemen- que encaje, negamos el acceso a lo que habíamos considerado origi-
te el cuerpo de una metafora, «Esta echando llamas» no sugiere hoy nalmente que era el significado literal de la metafora, y habíamos esta-
día mas que esto: que él estaba muy enfadado. Cuando la metafora esta- do de acuerdo, casi desde el principio, en que este significado era esen-
ba activa, nos lo habríamos imaginado con fuego en los ojos o con humo cial para el funcionamiento de la metafora, sea lo que fuere lo que hubiera
saliéndole de las orejas. podido interponerse en el camino de un significado no literal.
· Podemos aprendermucho sobre lo que las metaforas significan com- Tanto la teoría de la metafora en tanto que símil elíptico como su
parandolas con los símiles, pues un símil nos dice, en parte, lo que una variante mas sofisticada, que hace equivaler el significado figurativo
metafora nos señala meramente que tengamos en cuenta. Supongamos de la metafora con el significado literal de un símil, comparten un defecto
que Goneril hubiera dicho, pensando en Lear: «Los viejos necios son fatal. Hacen que el significado oculto de la metafora sea demasiado obvio
como bebés otra vew; por consiguiente, habría usado esas palabras para y accesible. En cada caso el significado oculto ha de encontrarse sim-
aseverar una similitud entre los viejos necios y los bebés. Lo que efec- plemente mirando al significado literal de lo que es usualmente un símil
tivamente dijo, desde luego, fue «Los viejos necios son bebés otra vew, dolorosamente trivial. Estamos en las mismas de antes: Tolstoi es como
usando las palabras de esta manera para dar a entender lo que el símil un niño, la Tierra es como un suelo. Es trivial porque todo es como todo,
declaraba. El pensar de acuerdo con estas líneas puede inspirar otra teo- y de modos infinitos. Las metaforas son a menudo muy dificiles de inter-
ria del significado figurativo o especial de las metaforas: el significa- pretar y, así se dice, imposibles de parafrasear. Pero con esta teoria, la
do figurativo de una metafora es el significado literal del símil corres- interpretación y la parafrasis estan siempre al alcance del mas tonto.
pondiente. De este modo, «Cristo era un cronómetro» es sinónimo, en Se ha encontrado que estas teorías del símil son aceptables sólo por-
su sentido figurativo, de «Cristo era como un cronómetro», y el signi- que, según pienso, se las ha confundido con una teoria completamen-
ficado metafórico que en algún momento se encerró en «Esta echan- te diferente. Consideremos esta observación de Max Black:
do llamas» queda en libertad en «Esta como alguien que esta echando
llamas» (o quizas «Esta como en llamas» ). Cuando Schopenhauer llamaba «ratonera» a la demostración geométrica estaba
Existe, con toda seguridad, la dificultad de identificar el símil que diciendo, según este enfoque (si bien no explícitamente ): «La demostración geo-
métrica es como una ratonera, puesto que ambas ofrecen una recompensa enga-
corresponde a una metafora dada. Virginia Woolf dijo que un intelec- ñosa, seducen a sus víctimas progresivamente, conducen a una sorpresa desa-
tual es «un hombre o mujer con una inteligencia de pura sangre que gradable, etc.» De este modo se mira la metafora como un símil condensado o
cabalga su mente al galope campo traviesa en busca de una idea». ¿Qué elíptico'.
símil le corresponde? Quizas algo como es to: «Un intelectual es un h om-
bre o mujer cuya inteligencia es parecida a un caballo de pura sangre Puedo distinguir aquí dos confusiones. Primero, si las metaforas
y que piensa porfiadamente sobre una idea como unjinete galopando son símil es elípticos, dicen explícitamente lo que los símil es dicen, pues
campo traviesa a la búsqueda de ... bueno, algo.» la elipsis es una forma de abreviación y no una panífrasis o un infor-
El punto de vista de que el significado especial de una metafora es me indirecto. Pero, y éste es el asunto mas importante, el enunciado de
idéntico al significado literal de un símil correspondiente (como quie- Black de lo que dice la metafora va mucho mas alia de cualquier cosa
ra que se tome «correspondiente») no debería de confundirse con la dada por el símil correspondiente. El símil simplemente dice que una
teoria común de que una metafora es un símil elíptico 5 • Esta teoria no prueba geométrica es como una ratonera. No nos dice en mayor medi-
hace ninguna distinción en significado entre una metafora y algún símil da de lo que lo hace la metafora qué similitudes hemos de tomar en cuen-
relacionado y no hace provisión de terreno alguno para hablar dt¡ sig- ta. Black menciona tres simi litudes, y desde luego podríamos continuar
nificados figurativos, metafóricos especiales. Es una teoria que gana añadiendo elementos a la lista por los siglos de los siglos. Pero ¿es esta
lista, una vez revisada y suplementada en la forma correcta, la que se
supone que da el significado literal del símil? Seguramente no, pues-
to que el símil no declara nada mas que la similitud. Si se supone que
' J. Middleton Murray dice que una metafora es un «símil comprimido» (Countries
ofthe Mind, Collins, Londres, 1922). Max Black [pp. 549-567 de este volumen] atribuye
un punto de vista similar a Alexander Bain, English Composition and Rethoric (D. Apple-
ton, Nueva Yor, 1867). ' M. Black, «Metafora» [p. 558 de este volumen].
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la lista proporciona el significado figurativo del símil, entonces no apren-
demos nada sobre la metafora a partir de la comparación con el símil: e!
~a m~~afora Y símil son meramente dos entre la gran cantidad
sólo que ambos tienen el mismo significado figurativo. Nelson Goodman d,e d1spos1hvos que s1rven para alertamos sobre aspectos del mundo invi-
afirma de hecho que «la diferencia entre el símil y la metafora es des- tàndonos a hacer comparaciones. Cito unas pocas estanzas de «The Hip-
preciable» y, continua: «Ya sea la locución "es como" o "es", la figura popotamus» de T. S. Eliot:
establece una semejanza entre el retrato y la persona seleccionando un
The broad-backed hippopotamus
cierto rasgo común ... » 7 • Goodman esta considerando la diferencia entre Rests on his belly in the mud;
decir que un retrato es triste y decir que es como una persona triste. Es Althouth he seems so firm to us
claramente verdadero que ambos dichos establecen una semejanza entre He is merely flesh and blood.
el retrato y la persona, pero me parece un error afirmar que cualquie-
Flesh and blood is weak and frail
ra de los dos modos de hablar «selecciona» un rasgo común. El símil Susceptible to nervous shock '
dice que hay una semejanza y nos deja seleccionar algún rasgo común, While the True Church can n~ver fai!
o algunos rasgos comunes; la metafora no asevera explícitamente una For it is based upon a rock.
semejanza, pero si la aceptamos como metafora, se nos lleva de nuevo
The hippo 's feeble steps may err
a buscar rasgos comunes (no necesariamente los mismos rasgos que In compassing material ends
sugiere el símil asociado; pero éste es otro asunto ). While the True Church need 'never stir
Justamente porque un símil lleva una declaración de similitud en la To gather in its dividens.
bocamanga es, según pienso, mucho menos plausible que en el caso de
The 'potamus can never reach
la metafora mantener que hay un segundo signi ficado oculto. En el caso The mango on the mango-tree·
del símil, tomamos nota de lo que dice literalmente: que dos cosas se But fruits ofpomegranate and,peach
parecen entre sí; a continuación observamos los objetos y consideramos, Refresh the Church from over sea '.
en ese contexto, qué similitud estaría en el punto de mira. Una vez que
lo hemos decidido, podriamos decir a continuación que el autor del símil Aquí no s.e ~os ?ice ni que la Iglesia se parece a un hipopótamo (co-
intentaba que nosotros --esto es: pretendía que nosotros- nos diésemos mo en el ~1m1 l) m se nos da licencia para hacer esta comparación (como
cuenta de esa similitud. Pero una vez que hemos apreciado la diferen- ei;i la metafora), p~ro no cabe <luda de que las palabras se usan para diri-
cia entre lo que las palabras significaban y lo que el autor ha logrado al gir nuestra ate~c1ón haci~ las similitudes entre ambos. En este caso
usar esas palabras, no deberíamos sentir grandes tentaciones de explicar t~poco _deber!amos senhrnos demasiado inclinados a postular signi~
lo que ha sucedido dotando a las palabras mismas de un segundo sig- f1ca?os f~gurattvos, pues ¿en qué palabras u oraciones los alojaríamos?
nificado o significado figurativo. El objeto del concepto de significado E'.l h1~opo~amo realmente descansa sobre su panza en el barro; la Igle-
lingüístico es explicar lo que se puede hacer con palabras. Pero el supuesto srn, d1~e l!te,ralmente el poema, nunca puede fallar. EI' poema, desde
significado figurativo de un símil no explica nada; no es un rasgo de la luego, msmua mu~ha~ cos~~ que van mas alla del significado literal de
palabra que la palabra tiene antes de y de manera independiente del las palabras. Pero msmuac10n no es significado.
contexto de uso, y no descansa sobre ninguna costumbre lingüística, excep- Hasta ahora e~ argumento nos ha llevado la conclusión de que tanto
to aquellas que gobieman el significado ordinario. cuanto pued~ exphcarse de la ~etafora en términos de significado puede,
Lo que las palabras hacen con sus significados literales en el símil
tiene también que ser posible que lo hagan en la metafora. Una meta-
r de hecho hene que, ser exphcado ~pelando a los significados litera-
ts de l~s palabras. Una consecuencia es que las oraciones en las que
fora dirige la atención hacia las mismas clases de similitud, si no a las ~s m~ta_foras ocurren son ver?aderas o _falsas en una forma normal y
mismas similitudes, que el símil correspondiente. Pero entonces los para- :itera!, s_1 las palab_ras que conttenen no henen significados especiales,
lelos y analogías inesperados o sutiles que es tarea de la metafora pro- as orac10nes no henen verdad especial. Esto no es negar que hay tal
mover, no necesitan depender, para su puesta en marcha, de nada mas cos~ como la verdad metafórica; es sólo negarlo de las oraciones. La
que de los significados literales de las palabras. ~etafora i;ios lleva a darn~s cuenta de lo que, de otro modo, podríamos
0
advertir, Y no hay razon alguna, supongo, para no decir que estas
una oración para decir una mentira y usaria para hacer una metafora car~cter difuso, por m uc ho que se i lustre y se explique, no puede borrar
son, desde luego, usos completamente diferentes, tan diferentes que no la lmea entre lo que ~na oración significa: literalmente ( dado su con-
interfieren uno con el otro como, pongamos por caso, actuar y mentir. t~x~o) Y a9uello hacrn lo que ~~llama nuestra atención» (dado su sig-
Al mentir, uno tiene que hacer una aserción de tal manera que se repre- n~f1cado hteral en tan~o _qu~ _f1Jado por ~l contexto ). El pasaje que he
sente a sí mismo creyendo lo que no cree; al actuar, queda excluida la c~t~do no emplea tal ~1~tmc10n: l~ que d1ce es que aquell o hacia lo que
aserción. La metafora no se ocupa esta diferencia. Puede ser un insul- dmgen nuestra atenc10n las orac10nes que sirven de muestra son los
to y, de este modo, ser una aserción, decirle a un hombre «Eres un cerdm>. hecho~ expresados por_Parafr.asi~ <l.e las oraciones. Verbrugge y McCa-
Pero no había metafora alguna involucrada cuando ( supongamos) Uli- rrell simplement~ qmeren ms1~ttr en que una parafrasis correcta
ses dirigió las mismas palabras a sus compañeros en el palacio de Circe; pu~de subrayar «s1stemas de relac10nes» mas bien que semejanzas entre
una historieta, ciertamente, y por ell o no se trataba de una aserción; pero objetos.
la palabra, por una vez, fue usada literalmente de los hombres. .Según la ~eoría de la interacción de Black, una metafora nos hace
Ninguna teoría del significado metafórico o de la verdad meta- ap~1car un «s1ste,ma de tópicos» asociado con la palabra metafórica al
fórica puede ayudar a explicar cómo funciona la metafora. La meta- S~J~to de la meta.fora: en «El hombre es un lobo» aplicamos atributos
fora corre sobre los mismos carriles lingüísticos familiares que las top1cos (ester~ottpos) del lobo al hombre. Así pues, la metafora, dice
oraciones mas simples; nos dimos cuenta de esto a partir de nuestra ~laçk? «se~ecc10na, subr~ya, suprime; y organiza rasgos del sujeto prin-
metafora dirige nuestra atención tuviera un alcance finito y fuese de intento de dar expresión literal al contenido de la metafora esta sim-
naturaleza proposicional, el asunto en sí mismo no crearía problemas; plemente en el mal camino.
simplemente proyectaríamos el contenido que la metafora nos ha lle- El teórico que trata de explicar una metafora apelando a un men-
vado a las mientes sobre la metafora. Pero, de hecho, no hay límites saje oculto, igual que el crítico que trata de enunciar el mensaje, esta
para aquello hacia lo que la metafora llama a nuestra atención, y gran confundido de una manera fundamental. Ninguna explicación o enun-
parte de lo que causa que lo tomemos en cuenta no es de caracter pro- ciado de este tenor puede llegar a aparecer simplemente porque tal men-
posicional. Cuando tratamos de decir lo que «significa» una metafora, saje no existe.
nos damos cuenta enseguida de que lo que no hay un final para la lista No es, por supuesto, que no haya lugar para la interpretación y elu-
de cosas que podemos querer mencionar 17 • Si alguien hace correr su cidación de la metafora. Muchos de nosotros necesitamos ayuda si que-
dedo a lo largo de la línea de costa de un mapa, o menciona la belleza rernos ver lo que el autor de una metafora quería que viéramos y que
y la destreza de una línea en un grabado de Picasso, ¿cuantas cosas atraen un lector mas sensible o educado capta. La función legítima de la Ha-
nuestra atención? Se podria hacer una lista de una gran cantidad de ellas, mada parafrasis es hacer que el lector perezoso o ignorante tenga una
pero no se podría encontrar un final, pues la idea de encontrar un final visión semejante a la del crítico experimentado. El crítico esta, por así
no tendria una aplicación clara. ¿ Cuantos hechos o proposiciones trans- decirlo, en una competencia benigna con el fabricante de la metafora.
mite una fotografia? ¿Ninguno, infinitos, o un gran hecho imposible El crítico trata de hacer su propio arte, mas fücil o mas transparente en
de enunciar? Mala pregunta. Una imagen no vale mil palabras, ni nin- algunos aspectos que el oríginal, pero al mismo tiempo trata de repro-
gún otro número de e llas. Las palabras no son la moneda apropiada para ducir en otros algunos de los efectos que el original tuvo sobre él. Al
cambiarlas por una imagen. hacer esto, el crítico quiza mediante el mejor método que tiene a su dis-
No se trata sólo de que no podemos proporcionar un catalogo exhaus- posición, llama también la atención, hacia la belleza o el acierto, hacia
tivo de aquello a lo que se ha prestado atención cuando se nos ha lle- el poder oculto, de la metafora misma.
vado ver algo bajo una nueva luz; la dificultad es mas fundamental.
Aquello de lo que nos damos cuenta o vemos no tiene, en general, éarac-
ter proposicional. Desde luego,puede tenerlo, y cuando lo tiene, puede
enunciarse usualmente en palabras lisas y llanas. Pero si le muestro a
usted el pato-conejo de Wittgenstein, y digo: «Es un pato», entonces
con algo de suerte usted lo ve como un pato; si digo: «Es un conejo»,
usted lo ve como un conejo. Pero no hay ninguna proposición que expre-
se lo que yo le he hecho que vea. Es probable que usted haya llegado
a darse cuenta de que el dibujo puede verse como un pato o como un
conejo. Pero alguien podría llegar a saberlo sin haber visto jamas el
dibujo como un pato o como un conejo. Ver cómo no es ver que. La
metafora nos hace ver una cosa como otra haciendo algún enunciado
literal que inspira o dispara la irituición. Puesto que en la mayor parte
de los casos lo que la metafora dispara o impulsa no es del todo, inclu-
so no es en absoluto, el reconocimiento de alguna verdad o hecho, el
" Stanley Cavell menciona el hecho de que la mayor parte de los intentos qe para-
frasis terminan con un «y así sucesivamente» y se refiere a la observación de Empson
de que las metaforas estan «preñadas» [«Aestetic Problems in Modern Philosophy» (Must
we Mean What We Say?, Charles Scribner, Nueva York, 1969), p. 79]. Pero Cavell no
explica lo interminable de la parafrasis como yo lo hago, como puede verse a partir del
hecho de que piensa que distingue la metafora de algún («pern quizas no todo») discur-
so literal. Mantengo que el caracter interminable de lo que llamamos la parafrasis de la
metafora brota del hecho de que intenta revelar aquello que nos hace notar la meta fora,
Y para esto no hay un final claro. Diria lo mismo de cualquier uso del lenguaje.