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2.1.4.1. Introducción.
Este tema se organiza sobre la estructura de la STh I q.14-16. Si en la primer parte (q.1-
13) predomina el método negativo y se trabaja con la analogía metafísica, aquí predominará
la vía de la eminencia. Aquí también la clave es la analogía pero no sólo en el plano
metafísico sino también en el plano psicológico: la analogía del espíritu humano, creado a
imagen y semejanza de Dios.
Este tema se organiza sobre la estructura de la STh I q.14-16. Cuanto podemos afirmar
sobre la operación de Dios debe edificarse sobre las bases del ser de Dios (vía de la
eminencia). La analogía fundamental de esta sección es la del espíritu que conoce y ama
(analogía psicológica), la que hacemos jugar no sólo en el mero plano psicológico sino
también en el ético o moral: se trata de hablar de Dios que entiende y ama, no solo en
general. sino también con justicia y misericordia, con providencia y predestinación.
Sin embargo, hay que hacer dos precisiones a lo anterior: a] Cuanto podemos afirmar
sobre la operación de Dios debe edificarse sobre las bases del ser de Dios. Al trasponer por
vía de eminencia al actuar divino nuestros datos sobre la psicología humana, no hacemos
mera proyección de tipo antropológica: las nociones de causa primera y de acto puro sirven
de correctivo y purificación a las nociones de esta sección.
b] Al decir que la analogía fundamental de esta sección es la del espíritu que conoce y
ama (analogía psicológica) tenemos que añadir en seguida que se trata de hacer jugar esta
analogía no en el mero plano psicológico sino ético o moral: se trata de entender a Dios que
entiende y ama no sólo en general sino que, al conocerse y quererse, a la vez concibe y quiere
un plana salvífico con respeto a sus elegidos, plan concebido con sabiduría y amor, con
justicia y prudencia.
- En cambio, buena parte de la complejidad del acto moral y sus principios, se traslada
peculiarmente al tratado de la voluntad divina (q.19-24): las pasiones reducidas al amor
(q.20); las virtudes que regulan la voluntad misma (justicia, q.21) y que regulan el ejercicio
conjunto de la inteligencia y la voluntad (la prudencia general o providencia y la prudencia
particular o predestinación, q.22-24); la cuestión que cierra el tratado de la esencia de Dios es
la que abre y fundamenta la moralidad: la felicidad (I q.6; I-II q.1-5), que es el culmen de la
operación moral (I q.26 a.1c). La esencia divina es en último término, felicidad: "Cuanto es
deseable en cualquier felicidad tanto vera como falsa, preexiste en forma más eminente en la
felicidad divina. De la felicidad contemplativa tiene la certísima e ininterrumpida
contemplación de sí y de los demás; de la activa, el gobierno de todo el universo. De la
felicidad terrena, que consiste en el placer, las riquezas, el poder, la dignidad y la fama, tiene
el goce de sí mismo y de todo lo demás -en cuanto placer- la autosuficiencia que prometen las
riquezas, la omnipotencia -por lo que toca al poder- el reinado sobre todo -por lo que toca a la
dignidad- la admiración de toda creatura -por lo que toca a la fama-". (I q.26 a.4c).
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entre Dios y la criatura espiritual . 1
b] por lo que toca al momento del dato de la fe, nos basta afirmar:
- Dios es sujeto cognoscente. - Dios es omnisciente.
1. Sagrada Escritura.
Nos limitamos a san Agustín, que se planteo el problema de cómo Dios conoce.
a] Lo más importante b] Distingue c] Dios conoce los d] La presciencia
es la relación de la presciencia de futuros libres divina no implica un
ciencia divina con la predestinación. La condicionados fatalismo que suprima
temporalidad. Para predestinación abarca (aquellas cosas que la libertad humana.
Dios no hay nada aquello que Dios sucederían si se dieran
futuro, sino que todo causa. La presciencia tales otras), pero esto
esta presente en su abarca todo, aun lo no fundamenta un
eternidad, aunque que no causa (v.g. el mérito que Dios
utilice el vocablo pecado). Dios no pre- premie o un demérito
1El tema de Dios cognoscente y amante es muy afín a la Escritura; no así a la filosofía no influida por el cristianismo. V.g.
Aristóteles, que concebía al Primer Motor como sujeto inteligente pero tuvo inconvenientes para concebirlo como providente y
amante.
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presciencia. Dios no destina sino para el que él castigue (tesis
conoce las cosas en su bien ya que no causa semipelagiana).
temporalidad sino en el mal.
sí mismo y no fuera de
sí.
3. El Magisterio.
4. Reflexión teológica.
Las dos partes de la formulación que encabezaba el presente tema responden a dos
problemas planteados por la historia de la filosofía.
Nos limitamos a señalar las lineas que sostienen la solución tomista (I q.14 a.1-4):
- la raíz del - Dios se conoce a sí - Dios se conoce a s - Por eso su mismo
conocimiento reside mismo por sí mismo, mismo ser es ser inteligente
en la inmaterialidad. ya que no necesita ser comprensivamente: e inteligible. Por
Siendo Dios el acto actualizado por nada se conoce en todo donde resulta que
puro es por tanto fuera de sí. Por eso es cuanto es y cuanto cuando decimos que
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sumamente inteligente a la vez sumamente puede (a.3) Dios es inteligente no
(a.1). inteligente e introducimos
inteligible. multiplicidad alguna
en su ser (a.4).
Dios no necesita ser actualiza por nada exterior a sí mismo para conocerse y conocer todo
lo que no es El. Dios conoce cuanto es inteligible y cuanto existe en forma propia y distinta,
en sí mismo y por sí mismo, en cuanto que lo a causado libremente.
En cuanto al modo como Dios conoce todo lo existente, hay que decir que no conoce las
cosas por sí mismas, esto es en la forma que las delimita (per specie propiam adæquatam)
sino en sí mismo como forma que las contiene (per speciem continentis), como el ejemplar o
modelo.
Predomina la linea de la ejemplaridad: Dios conoce las cosas en su propia esencia como
"idea" por la cual y en la cual Dios las alcanza con la mirada.
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B) I q.14 a.8: Si el saber de Dios es causa de las cosas.
Dios conoce el futuro no como futuro sino como presente, con ciencia de visión. Al puro po-
sible lo conoce con ciencia de simple inteligencia.
Todo lo que es, es inteligible. Y lo que es de algún modo, también es inteligible de algún
modo. El posible es lo que existe de algún modo o en la potencia de Dios o en la de la
creatura: luego, es inteligible. Dios conoce todo lo inteligible en cuanto que su esencia es
causa ejemplar de cuanto sea inteligible, por tanto, Dios conoce todo lo posible. Hasta aquí la
razón por la que Dios conoce lo posible. En la segunda parte del cuerpo Santo Tomás
distingue entre el puro posible (lo que no es, no fue ni será), y el futuro, el cual desde la
eternidad divina es un existente, aun cuando no lo sea desde nuestra perspectiva temporal.
En base a este doble objeto, Santo Tomás fundamenta una doble ciencia en Dios: la
ciencia de "visión" para el existente, y la ciencia de "simple inteligencia" para el posible puro.
Respecto a esta distinción, hay que tener en cuenta:
- No se trata de - Para el saber del - Para el saber del - Este saber del existente o
dos ciencias puro posible o existente o ciencia de ciencia de visión definido aquí
sucesivas en Dios, ciencia de simple la visión, Santo con relación a la presencia de
sino de dos inteligencia no rige Tomás, en este a.9, las cosas a la eternidad divina,
saberes reales el principio del apela a la condición ¿coincide totalmente con la
que distinguimos articulo 8: es un bajo la cual todo ciencia de aprobación definida
en base de un saber que no lleva existente (pasado, en el a.8? Esta última implica
fundamento real consigo la voluntad presente o futuro) es ciencia práctica, afectiva y
(dos tipos divina. El que las algo "presente" a la eficaz, y se aplica a cuanto
distintos de objeto cosas existan eternidad que mide al hay de bueno en el mundo. La
de conocimiento), depende del libre Ser divino. Dios no ciencia de visión es ciencia
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cada uno de los querer divino (no conoce lo futuro de aprobación y ciencia
cuales agota todo son necesarias sino como tal ni el futuro práctica en lo que hay de
su objeto: la contingentes); el contingente o bueno en el mundo. Pero el
ciencia de la que sean posibles no indeterminado como pecado existe, no es un mero
visión, todo lo depende del libre contingente o posible; por tanto es objeto de
existente; la arbitrio divino indeterminado sino la ciencia de visión. Ahora
ciencia de la (como lo sostuvo el como presente y bien, la visión divina ¿es
simple nomilanismo y como determinado en práctica con respecto al
inteligencia, todo Descartes), sino de cuanto presente (Cf. I pecado¿ Es claro que no.
lo posible. su grado de q.14 a.13c). No hay Santo Tomás dirá que Dios no
participación en el intervalo entre la quiere el mal de culpa ni
ser y en la mirada de Dios y el directa ni indirectamente
inteligibilidad hecho que se produce siquiera (I q.19 a.9). Por tanto,
medido por el Ser y en el tiempo. No hay en el caso del pecado
la Inteligencia intervalo entre el existente la ciencia de visión
divina. tiempo y la eternidad. no es ciencia de aprobación,
no es causa del objeto
conocido, ni se puede aplicarle
a este último el adagio "es
porque Dios lo conoce".
El mal se radica en un bien como en su sujeto. En principio, Dios conoce el mal en cuanto
ausencia de bien. Esto vale para el mal físico o moral de pena, no para el mal de culpa, que
parecería ser "in genere moris" algo absoluto sin ninguna relación al bien.
a) El mal que ha existido, existe o existirá, debe hallarse radicado en un bien como en su
sujeto. Dios conoce perfectamente todo bien, lo cual implica conocer todo lo que le pueda
acontecer al bien, o sea, también el poder ser corrompido. Dios conoce el mal en cuanto es
privación de bien, como se conocen las tinieblas por la luz. Se dirá que conocer una cosa
por su opuesto no es conocerla perfectamente. Santo Tomás responde que ello es así cuando
la tal cosa es cognoscible por sí, lo cual no pasa con el mal que es privación del bien ni puede
ser definido por sí mismo sino por relación al bien (ob.3 y ad 3m).
Como se ve, en todos estos casos se trata de juzgar del mal por su relación al bien (Cf. I
q.49 a.1). Pero podemos preguntarnos si esta solución que vale ciertamente para el mal físico
y para el mal moral de pena puede también valer para el mal moral de culpa o pecado.
b) Hay razones para dudar de ello. Porque el pecado, aún cuando "in genere naturae" sea
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relación de privación, "in genere moris" parece algo absoluto. No se ve que, de suyo, esté en
relación con algún bien, ni siquiera "per accidens". Precisamente por ello no puede ser
querido por Dios ni siquiera indirectamente. Y, sin embargo, Dios lo conoce. ¿Cómo? Existen
tres repuestas históricas al problema:
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c) Algunas precisiones sobre la ciencia de Dios.
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puro posible. Ni una ni podido abstenerse de elegir (performativo).
otra aparecen como algo crear las cosas tal cual son. La ¿Y con respecto al pecado? No
indeterminado o poten- distinción entre la obra no hay una relación causal; la
cial, como un saber hecha y la obra contemplada, ciencia de visión es causa de lo
inacabado o provisorio a aplicada a la ciencia de visión que aprueba y no de lo que
las espera de un de Dios, descansa únicamente reprueba. El mal existe y existirá
suplemento de información sobre un antropomorfismo no porque Dios lo ve. Dios
que le conferiría un inevitable: lo que Dios decide conoce el mal, nuestros pecados
carácter definitivo. lo ejecuta infaliblemente y por en la medida que son.
tanto lo ve ejecutado (el Propiamente Dios no tiene visión
artesano no). Pero en todo del mal sino del bien presente o
caso siempre se trata de una ausente. Volvemos a la simple
ciencia única y una por la solución de la q.14 a.10c. y 3m.:
cual Dios lo que conoce como "la ciencia de Dios no es
distinto de El mismo causada en modo alguno, no
también lo crea libremente. por ello es causa de todo lo que
conoce sino solamente de lo que
es cognoscible por sí mismo,
esto es, los bienes. En cambio los
males.... los conoce por los
bienes".
a) La analogía que organiza toda esta sección es la del actuar moral. La necesidad de
análisis del método especulativo nos obliga a distinguir aspectos que se resuelven en el Plan
Salvífico que Dios ha querido en su amor, justicia y misericordia ordenar lo tocante a sus
elegidos. Siguiendo la analogía psicológica-ética veremos:
El acto de la La pasión del La virtud afectiva de La virtud especulativo-práctica
potencia amor. la justicia y la de la prudencia (providencia-
voluntaria (el misericordia. predestinación).
querer).
Todos estos aspectos están especificados por un objeto común: la creación y la salvación
de los elegidos. Esto será analizado en los distintos tratados de la teología sistemática. Pero ya
se halla presente en el orden de la intención, como lo es todo fin, en la consideración de la
esencia divina.
1. El dato de Fe.
"Voluntad" en Pablo: "thelei" designa el "deseo del corazón" y "boúlomai" significa "un
querer realizado", "una orden absoluta". En 1Tm.2,2 se trata de una proposición salvífica
sincera y real de parte de Dios a toda la humanidad, pero cuyas condiciones de realización
subjetiva dependen en parte del beneplácito de cada uno.
El texto más explícito es el mismo que toma la tradición conciliar . Nos referimos al texto
1
El vocablo "voluntad" (en gr. Thelei) es muy usado por Pablo y designa frecuentemente
"deseo del corazón", mientras que "boúlomai" se emplea para significar un querer realizado,
2
En 1Tm.2,2 se trata de una proposición salvífica sincera y real de parte de Dios a toda la
humanidad, pero cuyas condiciones de realización subjetiva dependen en parte del
beneplácito de cada uno. San Juan Crisóstomo entendía ésto así: "Dios quiere con voluntad
primera y antecedente que todos sean salvados. Esta voluntad primera es llamada antecedente
y designa su deseo. Ella está en Dios quien causa esa voluntad. La otra es llamada
consecuente, ella no es sino un permiso y tiene su raíz en nuestros actos".
"Universal". La palabra "todos" aparece en v.4 y v.6. Pero, como bien observó el concilio
de Quiersy, el argumento más fuerte para establecer la universalidad reside en que "no hay
sino un solo Dios y un solo mediador de todos los hombres" (v.5):
El único problema que puede plantearse es si esta universalidad comprende a todos los
hombres, incluso los infantes o sólo los adultos. En el cap.4 de Quiersy es puesto no en forma
2Cf. 1Tm.2,8; 5,14 y también Cf. Mt.6,10.23-27 (thelei) y Lc.10,22; 1Cor.12,11 (boulomai).
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exclusiva (sólo los adultos) sino en forma asertiva: se indica el camino normal a la salvación
que es la conversión del adulto.
B) La predestinación y la reprobación.
Se puede decir aquí lo que M. Lagrange dice a propósito de Rm.8,11: "Es deber del
exégeta el determinar lo más exactamente posible el alcance directo de la argumentación de
San Pablo; es derecho del teólogo el sacar las conclusiones de aquellos principios".a) En el
AT, el tema de la predestinación se halla implícito en el tema de la Alianza y sobre todo en el
de la elección de Israel. La elección es el acto inicial por el cual Yavé entra en relación con su
pueblo... el Dios del AT ese aquel que, disponiendo de su soberanía universal, la manifiesta
por la libre disposición que hace de ella. El Yavista teje toda su historia sobre este principio
de la elección: ésta se renueva constantemente y de manera imprevista y gratuita; por
ejemplo, el menor es elegido en detrimento del mayor, sin que la elección signifique
reprobación. El Deuteronomista acentúa más que el Yavista la idea de elección: deja fuera de
su horizonte a los otros pueblos a quienes Yavé mismo entrega a falsos dioses. Los profetas
han presentado la elección sobre el modelo de su propia elección (vocación) formulándola en
términos de conocimiento o preconocimiento . El Deutero Isaías subraya mejor la finalidad
1
misionera universal de la elección: figura del Siervo de Yavé. La imagen más común es la de
la unión conyugal (v.g. el profeta Oseas). La imagen del barro y el alfarero (Jr. 18,8) no
implica arbitrariedad en la elección divina sino la posibilidad relativa de los elegidos en las
etapas de realización del plan divino.
cb) Pablo agrega al vocabulario de los LXX sobre la eternidad del designio divino, términos
psicológicos relativamente raros, que se consagraron como términos técnicos de la teología
(preconoció; predestinó; proyectó). También acudió a otras formas lingüísticas como "desde el
origen" o "desde antes". ¿Por qué esto? El semita no puede expresar la trascendencia de la
eternidad si no recurriendo a un cronomorfismo, es decir, retrocediendo a los orígenes
temporales. Por otro lado, quiere subrayar la iniciativa absoluta del querer divino en la historia de
la salvación . 2
1Cf. 2Tes.2,13-14; 2Tm.1,9; Rm.9,23-24 y Rm.8,28-30. En este último texto enriquece el esquema tripartito con nuevos
aspectos, al momento presente agrega la justificación y a la predestinación el preconocimiento: los conoció de antemano y los
predestinó... los llamó y los justificó.. y los glorificó.
ce) ¿Quiénes son los predestinados? Los que han sido llamados al cristianismo. Pablo no dice
nada de los que no han sido llamados. Pablo nunca dice que algunos son llamados. "Llamados
según el proyecto" (orden de la intención) no tiene un sentido limitativo.
cf) ¿Todos los predestinados se salvarán de hecho? Pablo sabe que la perdición es algo que se da
no sólo en el pueblo judío (cf. Rm.9-11), sino también en la de los gentiles (2Tes.2,9-12). El
proyecto divino es un Misterio que no puede fallar. Ello no es claro en lo que toca a la
predestinación de cada individuo. Ningún texto paulino sobre la predestinación se preocupa por
trazar los límites de lo que es cierto en esta decisión divina.
cg) El tema de la reprobación. El texto principal es el de Rm..9-11; fuente principal de la teoría
agustiniana de la predestinación y la reprobación; utilizada por el calvinismo al hablar de la
reprobación "antecedente".
Tres son los puntos de discusión:
Rm.9,12-13 cita al Génesis y a El endurecimiento del faraón La parábola del alfarero de
Malaquías. En el Gn. "odiar" que cita Rm.9,14-18 ha sido la Rm.9,20. De aquí saca
de suyo es amar menos; es fuente del calvinismo para Agustín su teoría de la "massa
aquí el castigo que recibe deducir su teoría de la damnata" (= por el pecado
Esaú. En Mal. se trata de reprobación antecedente. Pero original todos los hombres
pueblos y no de individuos, de tal deducción está errada. pueden justamente ser
una reprobación temporal y no Pablo habla no de una condenados, pero de esa massa
eterna. reprobación eterna ni de una damnata dios rescató
salvación eterna, sino un papel misericordiosamente a los ele-
temporal que hace jugar al gidos).
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faraón. Gracias a su Conviene tener presente los
endurecimiento Dios podrá v.22-23 que son la aplicación
mostrar su poder milagroso teológica de la parábola. El
revelándose en el Éxodo. No v.23 se refiere a los elegidos;
significa que Dios es injusto, el verbo es activo y el sujeto
ya que tiene misericordia de es Dios (El preparó). El v.22
quien quiere. A Pablo no le se refiere a los réprobos; el
interesa conciliar la eficacia verbo es pasivo. Dios no es el
del querer divino y la libertad sujeto. Se usa el verbo "toleró"
del hombre. El exégetas llega (= voluntad permisiva). No es
hasta aquí, el teólogo puede el calvinismo el que se funda
legítimamente aplicar el v.6 a aquí sino la tradición católica.
la predestinación a la gloria
eterna.
Los Padres griegos, empujados por la controversia (con los negadores del libre albedrío)
responderán por una teología de la presciencia divina (y no de la predestinación).
Nos limitaremos a las conclusiones de H.D. Simonin y analizaremos sólo a San Juan
Damasceno. En "La predestinación d'aprés les Peres Grecs (1935) de Simonin leemos:
"Como Pablo... los Padres griegos reconocen que estamos predestinados, justificados y
glorificados por la gracia de Dios. Las grandes afirmaciones doctrinales de la carta a los
Romanos y quizá más todavía los hechos que ella considera (reprobación de los judíos y
llamado gratuito a los gentiles) orientaban poderosamente a la afirmación del carácter gratuito
de las preferencias divinas... Sin embargo, no es por ese lado que se orienta la investigación
más original. Una simple cita del Apóstol bastaba para afirmar la soberana libertad de las
elecciones divinas; en cambio retuvo más su atención una simple exclamación dicha de paso:
"¿Qué diremos, hay injusticia en Dios? (Rom.9,14). A esa pregunta Pablo había respondido
con dos hechos dogmáticos: la misericordia que tuvo con Moisés y el endurecimiento del
Faraón. Los Padres griegos, empujados por la controversia (con los negadores del libre
albedrío) responderán por una teología de la presciencia divina (y no de la predestinación)".
San Juan Damasceno resume el punto de vista de los griegos e influirá en el mundo latino
del s. XII. Resumimos así el aporte de Juan Damasceno:
Voluntad Antecedente. Es el designio Voluntad Consecuente. Es el querer divino
fundamental de Dios de salvar a todos los que realiza el bien que, pese al pecado, la
hombres. Es el querer en cuanto hay de bueno creatura puede recibir de Dios. Es un segundo
en el hombre en relación a su salvación y, por designio que tiene en cuenta el pecado y que
tanto, también de las obras meritorias que castiga el pecado y remata sea en el perdón,
provienen de Dios y del hombre sea en el castigo eterno. Dado que todos los
conjuntamente. hombres pecaron todos se salvan por voluntad
consecuente.
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El pecado o mal de culpa no atañe ni a la voluntad antecedente ni a la consecuente. El
pecado no es causado por Dios en modo alguno, sino solamente permitido.
Juan Damasceno no habla ni de predestinación sino de presciencia (que mira a los actos
libres) y predeterminación (que mira a los actos necesarios).
1.4. El Magisterio.
El Concilio Vaticano I (DB 1784) afirma que Dios conserva y gobierna con su
providencia todo lo que ha creado. Todo está desnudo y patente ante él, aun cuando suceda
por la libre acción de las criaturas.
1Calvino sostiene que todos son llamados por una gracia exterior, pero aquellos que son predestinados al malo no reciben la
gracia interior o de elección. Dios quiere el pecado del hombre. Esto será lo condenado por Trento.
2. Reflexión Teológica.
Enunciemos la tesis:
1. Dios ama necesariamente su propia bondad.
Los puntos 1, 2 y 3 de la tesis resumen los tres objetos del querer divino en sí mismo
considerado.
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2.1.1. Dios ama necesariamente su propia bondad (q.19 a.1-2).
La segunda duda surge de una reducción de la voluntad al amor sensitivo (como lo hace
Aristóteles). "En Dios hay voluntad como hay inteligencia: pues la voluntad sigue a la
inteligencia... La naturaleza espiritual tiene una relación semejante al bien conscientemente
aprendido por la forma inteligible... que se llama voluntad (apetito espiritual consciente)... Y
así, en Dios... como su entender es su ser, así también lo es su querer". En Dios no hay un
apetito consciente que siga a uno natural, así como no hay en Dios un momento del entender
y otro del ser. B. Spinoza considera que tanto el conocimiento como el querer (todo lo
espiritual consciente) es sólo un modo finito de la sustancia infinita que como tal no es
consciente, no conoce, ni ama, ni odia. Pero por otra parte, Spinoza sostiene que la sustancia
infinita existe y actúa por necesidad de su naturaleza, sin coacción exterior. Esa misma
necesidad causa todas las cosas. Sobre ésto, podemos decir que los sistemas panteístas, por su
lógica, que niega un apetito consciente en el absoluto, deben reconocer que el mismo actúa
por una necesidad natural, o apetito natural que es impuesto y previo, distinto del consciente
o voluntad. El absoluta actúa por un fin impuesto a él, es causado por una necesidad impuesta
y que le es anterior.
Pero Dios, causa primera incausada, debe obrar por un fin no impuesto sino propuesto por
El. Esto es obrar conscientemente, inteligentemente, voluntariamente. En Dios no hay otro
apetito que el consciente o voluntad.
Supongamos un ser en quien el sujeto (el que quiere), la naturaleza (el principio) y la
operación (el querer), coinciden plenamente. Su acto u operación no dependerá de un sujeto
ni estará condicionado por una naturaleza que le fuese distinta o anterior. Esto es lo que
debemos afirmar de Dios en virtud de su simplicidad. ¿Podemos hablar entonces de libertad
en el querer?
Si tomamos la libertad en el actuar, no habría libertad, en cuanto dominio del sujeto sobre
su querer y actuar. Dios ama su propia Bondad, dice santo Tomás, como nuestra voluntad
ama su propia felicidad (a. 3). Si tomamos la libertad en el ser, si es libre, en cuanto Dios no
está coaccionado ni condicionado por nada exterior a él mismo.
69
Pero, propiamente en este caso no podemos hablar de libertad en el actuar; Dios ama
necesariamente su propia Bondad así como nuestra voluntad ama necesariamente la felicidad.
2.1.2. Dios ama libremente al existente creado como extensión de su Bondad, con
querer incausado y eficacísimo (I q.19 a.2-8).
Examinemos tres propiedades del querer divino referido al existente creado: es un amor
libre, incausado y eficacísimo.
A) Dios quiere lo que no es El mismo, no con necesidad absoluta sino con necesidad hipotética,
causándolo voluntariamente y no por necesidad natural.
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La Omniperfección de Dios nos permite precisar el modo eminente de esa Bondad: Dios puede
comunicarse pero no necesita hacerlo. Los seres creados están de más porque Dios es demasiado.
Existen, pero son contingentes. Esta contingencia revela no sólo una carencia en ellos, sino una
presencia, una Plenitud. La contingencia cambia de signo: no remite a la nada, sino a la Libertad
Creadora. Se suele objetar que la conciencia religiosa exige a un Dios que necesita de nosotros y se
compromete con nosotros. Hay que responder que la conciencia purificada se encuentra con un Dios
ofrecido a la inteligencia y comprometido con un Amor. El Dios revelado es fiel a su ser y fiel a su
voluntad de salvarnos.B) El querer divino es incausado (a.5.7).
I q.19 a.5c.
La voluntad divina es incausada, aun, en el sentido de no tener la motivación de un fin que la determine a
querer un medio. Si alguien en un acto quiere el fin y con otro acto quiere los medios, se dice que ese fin es causa de los
medios. Eso no sucedería si alguien en un solo acto quisiera el fin y los medios, lo cual ha de decirse que quiere que los
medios se ordenen a ese fin. Dios en un solo acto conoce todo en su esencia y lo quiere con toda su Bondad: en
consecuencia quiere los medios y el fin en un solo y mismo acto. El fin querido no es causa de los medios queridos
porque una cosa no puede ser causa de sí misma. Pero sería correcto decir que Dios quiere que los medios estén
ordenados al fin; es decir que Dios quiere que ésto sea para aquello, pero no quiere a ésto por aquello. En el querer
divino hay un fin término de su querer, no un fin motivo (o causa). I q.19 a.5 ad 3m.
"Como Dios quiere los efectos en orden a sus causas, cuantos efectos presupongan otro
anterior, dependen no sólo de la voluntad de Dios, sino también del efecto anterior. En cambio, los
efectos primeros dependen de la sola voluntad divina...". Hay que tener presente esta doctrina en al tratar
el tema de los motivos de la encarnación, la creación, predestinación.C) El querer divino es eficacísimo
(a.6.8).
El querer divino es causal como a veces lo es nuestro querer. Pero nuestra causalidad esta
siempre condicionada por otras causalidades, y es, a lo sumo, transformadora de las cosas. La
causalidad divina no es transformadora, limitada a tal forma de ser, sino que es creadora,
causando todas las condiciones y todas las modalidades de ser, sin violencia, por causar lo
más intimo que es el ser y el modo de ser de las cosas. La eficacia del ser divino implica:
I q.19 a.6
a] que nada le impide obtener el efecto querido. Lo que Dios quiere concretamente se
cumple, aun cuando no se cumpla lo que él quiere con voluntad antecedente. Desde la
Escritura, hay una serie de textos que afirman que los designios de Dios se cumplen siempre . 1
aa] Lo que Dios quiere concretamente se cumple (a.6c.). Algo puede suceder fuera de la causa
particular, pero nada sucede fuera del orden de la causa universal, que engloba a las particulares.
Siendo la voluntad de Dios la causa universal de todos los seres, es imposible que ella no obtenga
su efecto.
ab] Lo que Dios quiere con voluntad antecedente no se cumple (a.6 ad 1m.). La voluntad
salvífica universal se entiende de la voluntad antecedente, pero no de la consecuente. Esta
distinción no recae en la misma voluntad de Dios, sino sobre los objetos de su querer.
Suponemos que Dios quiere cada cosa conforme a su bondad. Se da el caso que algunas cosas
son buenas en una consideración primera o abstracta, y todo lo contrario en una segunda
consideración o concreta. De modo análogo, Dios quiere que todos los hombres se salven con
voluntad antecedente, pero con voluntad consecuente quiere que algunos se condenen, porque así
lo requiere su justicia. Hay que advertir que nosotros queremos con voluntad antecedente pero
con reservas, hasta cierto punto, pues la voluntad se refiere a las cosas tal cual existen. Cuando
queremos vistas todas las circunstancias particulares, queremos con voluntad consecuente. Por
I q.19 a.9c] Dios no quiere el mal de culpa sino que lo permite o lo impide (con voluntad
metafórica). Siendo lo bueno lo apetecible y lo malo lo opuesto a lo bueno, es imposible que
lo malo sea apetecible directamente. Se apetece el mal indirectamente, en cuanto va unido a
algún bien. Si bien Dios quiere algunos bienes particulares más que otros, no hay bien que
más quiera que su propia Bondad. Por eso, el mal de culpa, que priva al hombre del bien
divino, no lo quiere de ninguna manera. En cambio, el mal físico y el mal de pena los quiere
en cuanto van unidos a algún bien.
Con amor de predilección, con justicia y misericordia, Dios ama a los pecadores, a quienes
en su sabiduría ordenó o predestinó a participar de la gracia y la gloria de Cristo Jesús. Pero
a nadie predestino al mal de culpa.
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2.2.1. Dios ama con amor de predilección causando la diversa bondad en los seres (I
q.20).
En Dios hay amor, porque el primer movimiento de la voluntad es el amor. El amor se atribuye a
Dios con propiedad purificándolo del elemento material de la pasión y de elementos que implican
imperfecciones como el deseo que se refiere al bien ausente y la tristeza que se refiere al mal presente.
En cambio, el gozo y el amor del bien presente no envuelven imperfección alguna y pueden ser
predicados de Dios.B) Dios ama a todas las cosas causando su bondad en ellas (a. 2).
I q.20 a.2c.
Dios ama todo lo que existe, pero no como amamos nosotros, pues nuestro querer no causa la
bondad de las cosas. Dios no ama las cosas porque sean buenas, sino que éstas son buenas porque
Dios las ama. Amar es el acto de la voluntad. Dios causa las cosas por su querer: causa el ser y las
perfecciones de las cosas, causa el bien en ellas.C) El amor de Dios causa la diversa bondad de las
cosas (a.3-4).
I q.20 a.3c.
Siendo el amor el querer un bien para alguien, de dos maneras puede ser que una cosa se ame más: por parte
del acto mismo, que puede ser más o menos intenso; pero Dios no ama más de este modo, ya que ama con un solo y
simple acto de voluntad, invariable. Pero también podemos considerarlo por parte del bien que se quiere para el amado
y en este sentido amamos más a aquel para quien queremos un bien mayor; es de este modo como Dios quiere más unas
cosas que otras. Dios no ama más porque aquella cosa sea mejor que ésta, sino que aquella es mejor que ésta porque
Dios la ama más, es decir, quiere para ella mayores bienes.I q.20 a.4c.
Cf. I q.20 a.2 ad 3m. Este es el "principio de predilección" al que se reduce toda la
doctrina de la predestinación y de la gracia, y por la que se supera toda forma de
semipelagianismo: no hay mérito ante Dios sino dentro del orden de la predestinación y de la
gracia. El amor de predilección es el nivel más elevado del amor de benevolencia, el amor de
amistad. El amor de benevolencia tiene un grado mínimo que es querer un bien para el otro.
El grado máximo es el amor de amistad, por el que quiero para el otro el mismo bien que
quiero para mi. La amistad implica comunión en el bien: Dios ama con amor de amistad a los
elegidos, para compartir su misma Felicidad.
La justicia y la misericordia son dos virtudes afectivas humanas que las analogamos con
el querer de Dios.
San Pablo entiende la justicia divina como el salmista, como Isaías o como Daniel. Es la
actividad por la que Dios es justo, no en cuanto a una pena vindicativa o una condena a los
réprobos, sino en cuanto que restaura a su pueblo conforme a sus promesas. El castigo ha de
entenderse como una pena medicinal para la restauración del hombre. Los castigos tales como
el infierno (las penas vindicativas, la condenación), la Sagrada Escritura no los atribuye a la
justicia divina sino a su ira. La justicia no se entiende como justicia punitiva sino como la
b] Sin embargo existen dos clases de orden: el que hace que una cosa creada se ordene a otra
cosa creada y el que hace que una cosa creada se ordene a Dios. Por lo mismo se puede
"deber" a Dios o a la creatura. Lo debido a Dios es que se cumpla en las cosas lo que su
sabiduría y voluntad determinaron y que manifiestan su Bondad: la justicia de Dios bajo este
aspecto mira a su propio decoro, que exige que se de a sí mismo lo que se debe. A la creatura
se le debe lo que a ella se ordena (v.g. al hombre, sus manos): de este modo Dios actúa con
justicia dando a cada uno según su naturaleza y condición. Cabe aclarar que esta deuda
depende de la primera, porque lo debido a cada uno se ordena a él según el plan de la
sabiduría divina: la justicia es a veces congruente con su Bondad y otras veces premia
merecimientos.c] La misericordia de Dios es la plenitud de la justicia. A Dios le compete en
grado eminente remediar las miserias. El comunicar perfecciones a las creaturas pertenece
simultáneamente a la Bondad, a la justicia, a la liberalidad y a la misericordia, aunque por
diversos conceptos. A la Bondad compete comunicar las perfecciones en absoluto; a la
justicia concederlas en proporción; a la liberalidad otorgarlas no para propia utilidad suyas; a
la misericordia otorgarlas de modo que remedien todo defecto. Por eso cuando Dios obra con
misericordia, lejos de oponerse a la justicia, pasa por encima de ella llevándola a la plenitud.
I q.21 a.3c. y ad 2m.
2.2.3. Dios ama con prudencia o providencia (q.22-24).A) La prudencia general o providencia (q. 22).
Como Dios causa las cosas por su entendimiento tiene que preexistir en la mente divina la
razón del orden que hay en las cosas respecto de sus fines. Esto es precisamente la
providencia, que es parte principal de la prudencia (a.1). Todos los seres están sujetos a la
providencia divina, no sólo en general sino en particular, en cuanto que todas están ordenadas
eternamente a un fin querido por Dios. Porque la causalidad de Dios se extiende en absoluto a
todos los seres y no sólo a las especies sino también a los individuos, y no sólo a los inco-
rruptibles. Por tanto, todo lo que de algún modo participa del ser, necesariamente ha de estar
ordenado por Dios a su fin (a.2).
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B) La prudencia especial o predestinación (q.23-24).
A la providencia pertenece el ordenar las cosas al fin. Las creaturas están ordenadas por
Dios a un doble fin:
a] uno que excede la capacidad creada y este fin es la vida eterna que consiste en la visión con
Dios (predestinación).
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