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Salmos: Manejando Nuestras Emociones


Encuentra paz cuando tengas miedo.

Ya sea una batalla física, emocional o espiritual, todos hemos luchado contra el miedo. Las
buenas noticias que conseguimos en los Salmos es que como creyentes podemos aprender a
manejar el miedo. El miedo es una reacción natural a algunas situaciones, pero podemos
encontrar la paz llamando a Dios, rindiéndole lo que no podemos controlar y eligiendo
caminar en fe.

Sagrada Escritura: Salmo 55: 1–23 Adaptado de: Serie de sermones "Manejando nuestras
emociones" por T. Peck. Julio 2020.

Introducción

Todos experimentamos miedo. Llegar a padecer una enfermedad así como la inseguridad
social y económica pueden causar miedo. A menudo los miedos ni siquiera pueden ser
nombrados hasta que estamos frente a una amenaza. Algunos miedos son intensos y
abrumadores; otros hierven dentro de nosotros por largos períodos de tiempo. Algunos
miedos son racionales; otros son irracionales Pero todos luchamos contra el miedo.
Más que cualquier otra emoción que experimentamos, el miedo está relacionado con
nuestro cerebro y nuestro sistema nervioso. Cuando entramos en una situación
potencialmente peligrosa, nuestro sistema nervioso inmediatamente “nos patea” con una
respuesta de miedo.
Esta respuesta consiste en una serie de reacciones involuntarias que ocurrir en nuestro
cuerpo. Por ejemplo, nuestro cerebro desvía la sangre de nuestro sistema digestivo a
nuestros músculos en caso de que tengamos que correr o pelear. Nuestros ojos se dilatan,
haciendo que nuestra visión periférica sea mejor. Nuestro cuerpo libera adrenalina, lo que
intensifica nuestra conciencia y nos da energía extra, en caso de que tengamos que correr.

¿Alguna vez enfrentaste una situación que te dio miedo?

El rey David vivió una situación angustiosa que lo llenó de miedo con palabras muy
sentidas sobre lo que le ocurre pero el salmo no se queda allí así como nuestros miedos no
pueden quedarse sin respuesta. Este es un salmo de meditación por la instrucción a que nos
guía la Palabra de Dios para saber cómo vivir cuando ocurren emociones como estas.
Desarrollo

Descubre los principios eternos

Enseñanza uno: cuando tenemos miedo, buscamos nuestras soluciones pero el Señor
nos llama a esperar su respuesta.

Lee el Salmo 55: 1–5.

El salmista toma posición: se sabe en una relación con el Señor y por tanto ante lo que
sucede en su vida, clama a Dios. David vive una verdadera miseria y no hay paz para él.
Sus palabras son las de una persona en total agonía. Casi todas las palabras hebreas para
miedo aparecen en los primeros cinco versículos de este salmo. La primera forma de miedo
mencionada es pensamientos preocupantes, porque él como nosotros nos obsesionamos con
el "qué pasaría si" cuando tenemos miedo.
Pensar en las posibilidades de lo que podría suceder resulta en una inquietud angustiosa.
¿Crees que la mayoría de tus miedos son "qué pasaría si" o son miedos reales?
¿De qué temía David, según el versículo 3? (de amenazas)
¿Estaba sufriendo de "qué pasaría si"? ¿Qué le estaba haciendo eso? Su corazón se siente
desfallecer, es como que está a la expectativa de que pueden matarlo en cualquier momento
y vivir asi no es vida ¡Casi escuchamos palpitar su corazón! Y del horror y temblores que
siente, entonces desea huir:

Cuando tenemos miedo, también queremos correr. Lee el Salmo 55: 6–7.
La ciencia ha identificado una reacción de "lucha o huida" en nuestro cerebro que nos
prepara para correr o defendernos. David, el salmista, deseaba ser una paloma para poder
escapar de sus circunstancias. Cuando tenemos miedo, queremos escaparnos más que
cualquier otra cosa. Y esta imagen de la paloma es la mas acertada pues esta ave es muy
perseguida por las ave depredadoras y la paloma solo busca un buen escondite. En este
punto no pensamos de David como el gran rey, como ese gigante espiritual que nos dibujan
con frecuencia. Y con el salmista expresamos que así como tenemos temores, así buscamos
otras soluciones como la que nos muestra enseguida:

Cuando tenemos miedo, queremos pelear. Lee el Salmo 55:15.


Este versículo es llamado una oración imprecatoria, una oración que invoca una maldición
o muerte sobre los enemigos. Las oraciones imprecatorias en los salmos son preocupantes
porque parecen odiosos y no cristianos. En el versículo 15, David expresó a Dios su
impulso de arremeter contra sus enemigos. Cuando una persona tiene miedo, se vuelve
capaz de hacer cosas totalmente fuera de lugar.
Pedirle a Dios que destruya a nuestros enemigos puede ayudarnos a calmar nuestro odio
hacia ellos y amarlos, en el sentido de expresarle a Dios lo que realmente sentimos. No
porque Dios lo ignore sino porque Dios quiere que tú reconozcas lo que hay en tu corazón
para poder ser sanado.

¿Alguna vez has orado una oración imprecatoria? Si es así, ¿calmó o alimentó tu odio? Es
revelador que precisamente confesar el aborrecimiento delante de Dios, en vez de
aumentarlo, lo disminuye porque la conciencia instruida en el amor de Dios sabe que no
puede guardar rencor sino dejarle a Dios que obre en la situación que tenemos.

¿Cómo podría esa honestidad con Dios ayudarte a lidiar con tu ira? Mientras exista una
falta de sinceridad delante de Dios, no puede haber sinceridad hacia esa persona.

Cuando tenemos miedo, desconfiamos. Lee el Salmo 55: 9–14.


El miedo de David era casi locura; se imaginó a toda la ciudad conspirando contra él. Estos
sentimientos provienen de la traición de un compañero cercano. No se sabe exactamente a
quién se refiere David pero sabemos lamentablemente de personas que traicionan la
amistad. Cuando tenemos miedo, desconfiamos, a veces con razón, pero a veces
irracionalmente. Por ejemplo, después de un ataque por un antisocial en la calle, sentimos
desconfianza al salir a la calle nuevamente.

Dios conoce nuestras reacciones al miedo y por eso las repasa junto con nosotros para
llegar al punto de que estas reacciones no solucionarán los temores porque siempre
aparecerán sobre nuestras vidas diferentes amenazas. Y con esto te está diciendo que Él es
el fin de todos tus temores. La biblia nos muestra a lo largo de sus páginas el mandato de no
temer. Tenemos Palabras del Señor como Dt. 31:8 que nos dicen “El Señor mismo
marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te
desanimes” hasta versos como “No tengan miedo, mi rebaño pequeño, porque es la buena
voluntad del Padre darles el reino” dichas por nuestro Señor Jesucristo. Palabras dichas por
Nuestro Señor que clamó al igual que David clamó intensamente. David fue escuchado. En
contraste, Cristo no fue escuchado en la hora final.

David fue librado del miedo y usa imágenes poéticas para describirlo pero no así Cristo que
supo lo que era el verdadero miedo real hasta la angustia que le hizo derramar sangre. A
David la traición le dolió, pero la traición a Cristo fue más grande que eso. David
sobrevivió; pero Cristo fue alcanzado por la muerte. Todo esto ocurrió para que hoy no
tengas miedo; tú, manada pequeña por la cual Cristo entregó su vida para librarte de todos
los miedos y darte lo que ansiaba el rey David: un reino donde hay paz y vida eterna. Esta
es la buena voluntad del Padre ante quien debes esperar con fe en medio de estas difíciles
situaciones que podamos estar viviendo.
La respuesta decisiva para enfrentar el miedo pasa por confiar en el Señor como termina el
salmo. Es decir si hay confianza es porque el salmista sabe quién es su Señor. De la misma
manera si no estamos dispuestos a conocer a Dios mediante la lectura de la Escritura, no es
posible superar los miedos con los que nos encontramos. Es mas, se trata de tu relación con
el Señor que te hace buscarlo y esperar su voluntad.

Enseñanza dos: vencemos el miedo cuando entregamos lo que no podemos controlar a


Dios.
Lee el Salmo 55: 16-18.

David trató de conectarse con Dios llamándolo en voz alta. A menudo olvidamos pedirle
ayuda a Dios. En cambio, recurrimos a amigos que validen nuestros miedos. Pero si el
salmista va a ser librado es porque el poder y la solución a su pánico están fuera de él.
Están en aquel que reina, en aquel que si es capaz de sostenerlo y que no es ajeno a él.
¿Por qué clamó David mañana, tarde y noche? ¿Qué principio podemos sacar de esto para
ayudarnos a superar nuestros miedos?
Dios no siempre nos libera de nuestros miedos. Por ejemplo, podemos orar para que nos
quite el cáncer, nos libere de la bancarrota o nos proteja del daño durante la escasez, pero
Dios no siempre hace eso. Entonces, ¿cómo puede el clamarle intensamente, ayudarnos con
nuestros miedos?
Nota que tenemos la seguridad de que el Señor está con nosotros, entiende nuestro miedo y
actúa de acuerdo con su perfecto amor y sabiduría. Confiamos en Dios, no en la liberación
de las circunstancias.

Lee el Salmo 55: 19–23.


David estaba convencido de que Dios está en el trono, a pesar de sus circunstancias. En
toda la Biblia, se insta al lector a temer a Dios: debemos acercarnos a Dios con reverencia.
Si tememos Dios, no necesitaremos temer a nadie ni a nada más.

Un creyente nos cuenta que estaba en un lugar cuando de repente entró un muchacho
corriendo con una pistola en una mano. Acababa de robar e intentaba escapar. “Cuando
hizo contacto visual, dice, pude ver carros de la policía afuera. Tenía miedo y me di cuenta
de que pensaba que yo era su boleto a la libertad. Me apuntó con esa pistola y dijo: "Ven
aquí". Obviamente, la respuesta de miedo de mi cuerpo se estaba disparando, cuando la
adrenalina inundó mi cuerpo, mis ojos se dilataron, y así sucesivamente. Pero al mismo
tiempo experimenté la paz total de que Dios estaba en control. Sabía que mi vida estaba en
manos de Dios, y que si mi tiempo aún no había llegado, nada podría lastimarme. Así que
simplemente lo ignoré y volví a mi asunto. Él terminó huyendo der la desesperación. No
sentí paz porque soy una persona valiente. Es porque temía a Dios y tenía confianza en él.

El verso 22 nos exhorta a arrojar nuestras preocupaciones sobre Dios; Él no nos dejará caer.

Todos tenemos un círculo de preocupación en nuestras vidas. Su círculo de preocupación


representa a las personas y situaciones que le preocupan hoy. Pueden ser sus finanzas, su
salud, su trabajo, su matrimonio, sus hijos, etc. Todos tenemos ciertas situaciones y somos
personas preocupadas por estas cosas nos hacen preocuparnos.

Pero dentro de ese círculo de preocupación hay un círculo más pequeño; unos lo llaman un
"círculo de influencia” Estas son las cosas en nuestro círculo de preocupación sobre las que
tenemos cierto control. Por ejemplo, si le preocupa una prueba que debe realizar el
miércoles, está dentro de su círculo de influencia porque puedes estudiar para el examen.

Pero después del miércoles, esa prueba ya no estará en su círculo de influencia asi que no
vale de nada preocuparse por el resultado de la misma.
Entonces, las cosas que nos preocupan sobre las que tenemos cierta medida de control están
en el círculo de influencia, pero las cosas que están fuera de nuestro control están fuera del
círculo de influencia.
El versículo 22 también nos insta a enfocar nuestras energías en las situaciones sobre las
que realmente tenemos control.
El círculo de “preocupación” de Dios es idéntico a su círculo de influencia; él tiene el poder
de intervenir en cualquier circunstancia.

Pero nuestra tendencia es querer controlar lo que no podemos controlar sea eventos o
personas. Nos cuesta dejar que sea Dios quien haga su voluntad. Nos cuesta confiar en él. Y
eso es pecado. Jesucristo nos ha dicho claramente: “No se angustien. Confíen en Dios, y
confíen también en mí” Juan 14:1
Tu confianza es Cristo, quien murió por todas las situaciones en las cuales no confiamos en
Dios Padre. Cada situación donde teniendo miedo no buscamos a Dios sino que quisimos
controlar la situación por nosotros mismos y no hubo ningún clamor. Asi como ud. se
ofende de que desconfíen suyo existiendo una relación, con Dios no puede ser menos. Y en
Cristo-Dios Padre nos vuelve a recibir como hijos que nunca desconfiaron de Su Padre fiel
y lleno de amor. Ven a Cristo que confió perfectamente en el Padre todas las veces que
desconfiaste y serás restaurado y serás librado de todos tus temores (salmo 34:4)

El rey David fue capaz de dejar su terror y los impíos en las manos de Dios, quien puede
salvarlo. Esta es la obra del Espíritu Santo. Ya no pensaría más en las trampas, insultos y
maldades de sus enemigos sino que se volvería al Padre en busca de sustento. De cierta
manera Dios te coloca cargas (afanes) y quiere saber qué harás con ellas. ¿Las llevarás o se
las entregarás? De momento el salmista sufre pero es en medio de este suplicio que
confiesa que Dios es quien lo va a sostener. La circunstancia no cambió pero hay un
movimiento de la crisis a la fe.

Ahora ¿Cómo sabes si has encomendado al Señor tus afanes, tus miedos? Si aún estas
abatido, esa la prueba de que no has entregado lo que no puedes controlar y no hallas
reposo. Nuestro Señor Cristo Jesús, sabiendo que tendemos a retener los afanes y el miedo,
nos dejó su Espíritu Santo para apartar todo temor: “Y ustedes no recibieron un espíritu que
de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite
clamar: «¡Abba! ¡Padre!» (Ro. 8:15)
De esta manera, asimismo el Salmo de la manera mas apropiada concluye con la mirada del
Espíritu Santo puesta en Dios como Padre, y ya no en miedos ni enemigos porque ese es el
punto: Dios y tú. El salmista confiará en Dios y no será decepcionado. Amén.

Conclusiones
Encontramos paz cuando caminamos en fe. El Salmo 55 termina con "Pero en cuanto a mí,
en ti confío". Teniendo fe en tiempos de miedo puede sonar como una frase gastada, pero
es el único camino verdadero a seguir. Cuando creemos que Dios tiene el poder de hacer
cualquier cosa, el carácter de hacer lo correcto y el amor por cuidar de nosotros,
encontraremos la paz.
El miedo es natural. Es una respuesta fisiológica que Dios conectó en nuestros cerebros
para protegernos. Pero a pesar de nuestras reacciones físicas a situaciones de miedo,
tenemos una opción sobre cómo manejar nuestro miedo. Podemos permitir que nuestro
miedo nos paralice, o podemos pedirle ayuda a Dios, entregar lo que no podemos controlar
a él y decidir avanzar en la fe.

Para cerrar compartan una cosa que temen. Oren juntos sobre lo que cada persona
menciona. Oren por la iglesia, y canten alabanzas al Señor
Para el devocional

Propósito: Ayudarnos a aprender cómo separar las situaciones sobre las que tenemos
control de las que no tenemos.
Actividad: Anota las cosas a las que le temes.

Ahora mira tu lista. Marca las cosas sobre las que realmente puedes hacer algo al respecto.
Pídele a la familia que ore contigo acerca de las que no puedes hacer algo al respecto. Ora
para que puedas confiarlas a Dios en lugar de continuar sintiendo miedo sobre ellas.

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