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Universidad Alberto Hurtado

Departamento de Filosofía

Curso: Didáctica de la filosofía


Prof.: Rocío Olivares S.
Alumno: Germán Martínez del Solar
Carrera: Pedagogía en filosofía
Fecha: 14 de Junio, 2020.

Informe de lectura,
(Alejandro Cerletti, “La enseñanza de la filosofía como problema filosófico”)

A continuación desarrollaré tres ideas que me parecen fundamentales en el texto y en


cada una de estas, presentaré experiencias personales desde la perspectiva de alumno,
en contexto escolar, universitario y social.

1.- La respuesta de la pregunta que es la filosofía y su utilidad

En el texto, el autor presenta tres ejemplos sobre la relación que tiene la definición de lo
que entendemos al enseñar filosofía en diferentes paradigmas: primero, hace referencia
que enseñar filosofía es conocer su historia, adquiriendo habilidades argumentativas y
cognitivas, desarrollar una habilidad frente a la realidad y construir una mirada sobre el
mundo. Esta definición está relacionada a la realidad del ejercicio de la enseñanza y a
sus expectativas generales; como segundo punto, al seguir el texto encontramos otras
miradas como relacionar esto al sentido común que se refiere a la transmisión de un
conocimiento como cualquier otro, en un contexto pedagógico “Trivial”: que significa
mostrar un conocimiento que no se sabe y de manera gradual se explica de manera de
traspasar esto al alumnado. El estudiante aquí pasa del estado de no saber a ser
evaluado con apoyo docente y estimar como adquirió el conocimiento.

Por último y como tercer punto, se analiza si el saber filosófico es parte de la experiencia
de filosofar o, también, la capacidad argumentativa que es característica que comparten
de otros planes de estudio, y aquí se justificaría su enseñanza ya que es parte
fundamental de cualquier conocimiento o proceso de aprendizaje.

En mi experiencia como alumno, en el nivel escolar, debo reconocer que la aproximación


a la filosofía ha ocurrido como un conocimiento transmitido de manera bancaria,
pasando por evaluaciones y procesos como señala el autor de manera del “sentido
común”, baja reflexión y en realidad poca motivación a descubrir más argumentos, mis
profesores escolares no relativizaron sobre su utilidad ni relevancia y pasaron
contenidos de manera ordenada pero sin despertar un interés, lo que señalo como
educación bancaria o “valor de mercado”, por lo mismo el texto hace una reflexión al rol
del docente como a continuación desarrollaré.

2.- El rol del docente como filósofo(a)

El autor hace un cuestionamiento critico a maestros y profesores, donde la filosofía se


enseña con el objeto de cumplir con los contenidos oficiales y en las instituciones
habilitadas para este efecto, lo que se contrapone a justamente a la “tarea de enseñar”
lo que supone ir mas allá, logrando un vínculo con lo que se enseña. El autor en
este sentido hace referencia a Sócrates, donde rescata una “voluntad filosófica”
expresada a través del constante preguntar y preguntarse, y aquí se cuestiona el rol del
profesor(a) donde bebe cumplir una función de filosofo(a), o sea desde una posición
filosófica, al intervenir los textos y discutir los tradiciones filosóficas, o temáticas no
habituales de la filosofía, en un enfoque propio de la disciplina.

Hacer de la intencionalidad de las preguntas un factor preponderante especialmente


desde quien las dirige y lograr preguntarse desde una reflexión filosófica cosas como:
¿Qué es la vida?, ¿Qué es la muerte? O ¿Qué es la justicia? Son la labor del docente
de esta disciplina y esto sostiene su carácter filosófico. Con esto el profesor-filósofo
y sus alumnos filósofos potenciales conforman un espacio común de creación, que mira
desde la singularidad a la universalidad, estos dos sentidos se alimentan mutuamente,
en definitiva, incentivar la capacidad de preguntarse y generar problemas es el objetivo
del quehacer filosófico, como señala el autor: “El desafío de todo docente - y muy en
especial de quien enseña filosofía -es lograr que en sus clases, más allá de transmitirse
información, se produzca un cambio subjetivo. Fundamentalmente de sus alumnos,
pero también de él mismo”(Cerletti A., 2008)

En el texto por último se señala la complicación de tener una doble función: la de


maestro y la de funcionario del estado, en donde se complejizan las actividades de abrir
al mundo del saber y por otro lado acreditar estos saberes, que como se señala
anteriormente son subjetivos y en permanente desarrollo.

A modo de reflexión personal me parece desafiante el panorama de implementación del


concepto de “enseñanza” que existe en la población donde justamente se esquivan las
preguntas y la reflexión de diversos temas, buscando respuestas “instantáneas”, lo que
hace discutir la tradición y enfatiza la crítica, cuestiona lo establecido y en algunos casos
se vuelve intolerante para algunos, en mi experiencia escolar y universitaria he visto
como el hecho de tener una opinión o posición distinta a la mayoría se vuelve una
situación intolerable y fácilmente te cuestionas como enemigo de lo tradicional,
especialmente si discutes lo que normalmente está establecido como correcto, por
tradición o en último caso por moda; La cultura dominante a veces tiene una mirada
irreconciliable al nuevo parecer o al nuevo punto de vista, lo veo por ejemplo con la
implementación tecnológica que ha acontecido con esta pandemia, la reticencia al
cambio, vuelve tradicionalistas a las miradas que se suponen vanguardistas, he visto en
mis compañeros de universidad miedo en los procesos, arrancan de la incertidumbre
como si en el proceso de pensar lo nuevo hubiese un desperfecto, al final lo conservador
queda encubierto en quienes se recienten con los cambios y vive la libertad en quienes
mantienen silencio, son los profesores-filósofos, como señala Cerletti, quienes deben
levantar la cabeza para pensar nuevos escenarios y para generar vínculos con los
nuevos aprendizajes habilitar la calma y relativizar el miedo.

3.- La carencia y el desafío del alumno, la subjetivación del pensamiento.

El autor se encuentra con el complicado escenario de transmitir el deseo de filosofar


como señala el texto: “¿Qué sería aquello que podríamos enseñar y eventualmente
aprender? Por cierto, supondremos que la filosofía y el filosofar son mucho más que la
apropiación de ciertas habilidades lógico-argumentativas o cognitivas en un campo de
objetos determinados. Estas destrezas, que son indispensables para el desarrollo de
un pensar sistemático, constituyen más una condición para el filosofar que un fin en sí
mismo. Por lo tanto, la respuesta no se agota en afirmar que la enseñanza filosófica se
dirige básicamente a promover y ejercitar aquellas habilidades, aunque -por cierto-
constituyan un aspecto sustancial.” (Cerletti A., 2008)

En este paradigma de transmitir el deseo queda al descubierto la intención o la


subjetividad del alumno, que es la de buscar dentro de si esto que aparentemente
carece, pero no es un lugar en donde se pueda encontrar significado, especialmente si
el alumno no ejercita justamente estos cuestionamientos, hay un ejercicio personal en
este sentido, por ejemplo, en el caso de estudiantes, en que la filosofía es algo
totalmente ajeno, especialmente si se aproximan a ella por primera vez; Aquí el
estudiante debe desarrollar de manera personal esta habilidad, que es una condición
para filosofar. Si bien el grado de aproximación a estas respuestas puede ser distinto,
cualquier persona puede filosofar, pero queda demostrado que filosofar no es solamente
adquirir contenidos, sino que también requiere una apertura personal al insistir en
preguntar, problematizar y de acuerdo a ello buscar respuestas.

El autor se adentra a cuestionar el pensamiento de manera original, interviniendo los


conocimientos establecidos de un campo del saber, añadiendo que quien filosofa
pensará los problemas de su mundo, desde o contra una filosofía, aquí hay una
responsabilidad en el alumnado de no solo adquirir conocimiento, sino también en darle
un sentido personal a este, comprometiéndose con sus argumentos y desarrollándolos.

La enseñanza de la filosofía revela entonces dos dimensiones, la dimensión objetiva (la


repetición) y la subjetiva (la creación), si planteamos la primera como enseñanza
tradicional, queda descubierta una construcción subjetiva del lado de quien recibe esta
enseñanza, nuevamente es en el alumnado donde se construye la filosofía, apoyado
claro en el vínculo con el docente y aquí, el autor, nos deja en una paradoja, que la
enseñanza de lo esencial de la filosofía es constitutivamente “inenseñable” porque hay
algo irreductible, la mirada del alumno en esto, en definitiva, su subjetividad.

El autor hace una reflexión sobre el rol del docente, del alumno, de los adultos y de la
sociedad sobre como restablecer diariamente esta actitud filosófica de la cual todos
somos responsables, especialmente de abandonar las opiniones y pensamientos de los
demás como una subjetivación permanente: “Es esencial que haya un lugar y un
momento para que, jóvenes y adultos, podamos pensar el mundo que vivimos y decidir
cómo nos situamos en él. En definitiva, no es otra cosa que revivir a diario la actitud de
quien filosofa, que no da nada por supuesto y no se conforma con que los demás
piensen por él.” (Cerletti A, 2008)

En este sentido mi reflexión se acompaña de varios momentos y va más allá del espacio
educativo, he tenido en varias oportunidades dilemas sobre como las personas esperan
que la información de las cosas llegue sin cuestionarse, sin aventurarse en su búsqueda
tampoco, los estudiantes por un lado, en general esperan que la educación aparezca,
como un bien de consumo, exigiendo que los contenidos sean visados por un
profesional, sin curiosidad por esto, esperan que el docente o profesor(a) entregue estos
conocimientos de manera bancaria, señalando que “pagan por su educación
universitaria”, sin ir más lejos y muy a mi pesar, esto lo he escuchado en audios de redes
sociales el día de hoy. También, esperando que el profesorado analice los textos, para
no reflexionar de manera personal y así evitar exponer sus argumentos, veo hoy
también, como entregan la responsabilidad al cuerpo docente de sus aprendizajes,
abandonando el deseo por saber, y para mí, esta actitud es incoherente, especialmente
en una facultad de filosofía, no se condice con la realidad, carece de auto superación;
Entiendo que el estudiante no se debería conformar con clases unidireccionales, el
estudiante debe intervenir, transformar, sobreponerse a las dificultades y encontrar el
conocimiento de manera personal, pero veo, que requieren apoyo permanentemente, y
me pregunto ¿dónde está este deseo por saber?, ¿dónde queda la construcción y
transformación?, y se confunde la opinión crítica con pesimismo, con conformismo y
auto victimización.

Por otra parte en jóvenes y adultos puedo destacar la baja participación en debates, hay
temas prohibidos por que atentan a la tradición, el autoestima se confunde con el hecho
de no querer desarrollar o permear las ideas de mundo, en general, he visto muchas
personas abandonando sus opiniones, esperando seguir a otros que argumenten por
ellos, por amistad o gustos o frustraciones comunes, malentendiendo lo más preciado,
que es la subjetivación, que, como lo describe Alejandro Cerletti, es esta actitud
filosófica, la cual es “inenseñable”.

Germán Martínez

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