Estaba muy afligida por la privación de mi adorable Jesús y lloraba amargamente, y como estaba haciendo las horas de la Pasión, un pensamiento me atormentaba diciéndome: “¿Ves para qué te han servido las reparaciones por los demás? Para hacer huir a Jesús.” Y pensaba otros desatinos. Entonces el bendito Jesús movido a compasión de mis lágrimas, me estrechó a su corazón y me dijo: “Hija mía, tú eres mi aguijón, mi Amor se encuentra en aprietos con tus violencias. Si supieras cuánto sufro al verte sufrir por causa mía; pero la Justicia que se quiere desahogar y tus violencias mismas me obligan a esconderme, y como las cosas empeorarán, por eso se necesita paciencia. Además has de saber que las reparaciones hechas por los demás te han servido muchísimo, porque reparando por los demás tú querías hacer lo que hice Yo, y Yo reparaba por todos y también por ti, pedía perdón por todos, me dolía por las ofensas de todos, como también pedía perdón por ti y por ti también me dolía. Entonces, al hacer tú lo que h i c e Yo , v i e n e s a t o m a r j u n t a s l a s reparaciones, el perdón y el dolor que tuve por ti. ¿Y qué te podría servir más, mis reparaciones, mi perdón, mi dolor, o los tuyos? Además Yo no me dejo vencer nunca en amor, y cuando veo que el alma por amor mío está toda atenta a repararme, a amarme, a pedir perdón por los pecadores, Yo, para ponerme a la par, en modo especial pido perdón por ella, reparo y amo por parte suya y voy embelleciendo su alma con mi Amor, con mis reparaciones y con mi perdón. Por eso, continúa reparando y no suscites contrastes entre tú y Yo.” Libro de Cielo. Noviembre 30, 1916 Volumen 11 “Hágase Tu Voluntad En La Tierra Como En El Cielo” Es mi intención solemne ofrecerte todo mi ser en reparación por cualquier ofensa que recibas, hacer el acto opuesto a las ofensas que las criaturas te hagan y consolarte con mis besos y mis continuos actos de amor. Pero veo que yo soy demasiado miserable y tengo necesidad de ti para poder darte verdadera reparación; por eso, me uno a tu santísima humanidad y junto contigo uno mis pensamientos a los tuyos para reparar los malos pensamientos míos y de todos; uno mis ojos a los tuyos para reparar las malas miradas; uno mi boca a la tuya para reparar por las blasfemias y las malas conversaciones; uno mi corazón al tuyo, para reparar las malas inclinaciones, los malos deseos y los malos afectos; en una palabra, quiero reparar por todo lo que repara tu santísima humanidad, uniéndome a la inmensidad de tu amor por todos y al inmenso bien que les haces a todos. Pero no me contento todavía; quiero unirme a tu Divinidad, para hacer que mi vida se pierda en ella y así pueda darte todo. Hora 18. Las 24 Horas de La Pasion. Luisa Piccarreta
616 El "amor hasta el extremo"(Jn 13, 1) es el que
confiere su valor de redención y de reparación, de expiación y de satisfacción al sacrificio de Cristo. Nos ha conocido y amado a todos en la ofrenda de su vida (Cf. Ga 2, 20; Ef 5, 2. 25). "El amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron" (2 Co 5, 14). Ningún hombre aunque fuese el más santo estaba en condiciones de tomar sobre sí los pecados de todos los hombres y ofrecerse en sacrificio por todos. La existencia en Cristo de la persona divina del Hijo, que al mismo tiempo sobrepasa y abraza a todas las personas humanas, y que le constituye Cabeza de toda la humanidad, hace posible su sacrificio redentor por todos. Catecismo de la Iglesia Católica 675
“Cuando oigo estas Horas de mi Pasión, oigo mi
misma voz, mis mismas oraciones, veo mi voluntad en esa alma, voluntad de querer el bien de todos y de reparar por todos, y Yo me siento transportado a morar en ella para poder hacer en ella lo que ella misma hace.” Octubre 1914 Volumen 11