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Entre Belgrado y La Habana:


Sulejman Redžepagić, viajero yugoslavo en América latina

Between Belgrade and Havana:


Sulejman Redžepagić, a Yugoslav Traveler in Latin America

Agustín Cosovschi*

Resumen: El artículo examina las relaciones entre Yugoslavia y América latina durante la
Guerra Fría a través de la figura de Sulejman Redžepagić, experto yugoslavo en asuntos
latinoamericanos. Recurriendo a fuentes de archivo yugoslavas y analizando un conjunto de
obras de Redžepagić, el texto da cuenta del interés de Yugoslavia por el continente
latinoamericano y analiza las principales ideas del autor durante los años sesenta y setenta. Al
subrayar la creciente simpatía de Redžepagić por Cuba, un país con el que Yugoslavia
mantenía relaciones conflictivas, el texto sugiere que el campo de los estudios
latinoamericanos estaba estrechamente conectado con el desarrollo de la política exterior
yugoslava, pero no se sometía estrictamente a sus lineamientos.

Palabras clave: Yugoslavia, América latina, estudios latinoamericanos, viaje

Abstract: In this article, I examine relations between Yugoslavia and Latin America during
the Cold War through the character of Sulejman Redžepagić, a Yugoslav expert in Latin
American affairs. Drawing from Yugoslav archival sources and from a number of works by
Redžepagić, I show Yugoslavia’s interest in Latin America and analyze the author’s main
ideas during the 1960s and 1970s. By underlining Redžepagić’s growing sympathy towards
Cuba, a country with which Yugoslavia maintained conflictive relations, I suggest that the
field of Latin American studies was closely connected to the development of Yugoslav
foreign policy, but did not follow to its directions strictly.

Key words: Yugoslavia, Latin America, Latin American studies, travel

Recibido: 11 febrero 2020 Aceptado: 30 abril 2020

Luego de romper con la Unión Soviética en 1948, y con el objetivo de ampliar sus apoyos más allá del
bloque del Este, la Yugoslavia socialista comenzó a desarrollar una política exterior independiente
destinada a multiplicar sus aliados en el mundo no europeo. Durante los tempranos años cincuenta, el
país reforzó sus lazos con los Estados Unidos a fin de ampliar sus vínculos comerciales y garantizar su
seguridad frente a una posible invasión soviética, pero además comenzó lentamente a tejer vínculos con
movimientos y partidos de izquierda en las recientemente descolonizadas naciones de Asia y África. En

*
Argentino, investigador posdoctoral, Centre d’Études Turques, Ottomanes, Balkaniques et Centrasiatiques (París). Correo
electrónico: acosovschi@gmail.com

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este contexto, América latina también se volvió un objeto de interés para los yugoslavos: el continente
ofrecía no sólo un mercado amplio y crecientemente pujante, sino también una diáspora yugoslava
numerosa, en especial en los países del Cono Sur. Es así que a partir de entonces el régimen yugoslavo
comenzó a desarrollar vínculos con diversos gobiernos y fuerzas políticas latinoamericanas, entre otras el
Partido Socialista Popular en Chile y el gobierno del PRI en México, llevando adelante iniciativas políticas
y económicas diversas que culminarían en el primer viaje de Josip Broz Tito a América latina en 1963.
El desarrollo de relaciones con las naciones latinoamericanas, sin embargo, debía hacer frente al
menos a dos obstáculos. El primero era la enorme distancia geográfica que separaba a Yugoslavia del
continente latinoamericano y que dificultaba económica y logísticamente el despliegue de actividades en
la región. El segundo era de orden inmaterial, pero igualmente preocupante: se trataba de la falta de
conocimiento acerca de las particularidades del contexto latinoamericano, un universo no solamente
distante, sino casi enteramente ignoto para los yugoslavos. La carencia de un saber específico sobre
América latina motivó numerosos esfuerzos durante los años posteriores, y se tradujo en la formación de
especialistas empleados por institutos de análisis internacional como el Instituto de Política y Económica
Internacional y el Instituto de Estudio del Movimiento Obrero en Belgrado.
En general, el estudio de las relaciones entre Yugoslavia y América latina ha sido relegado por la
historiografía, tanto por los autores especializado en la política exterior yugoslava como por aquellos
dedicados al estudio de la Guerra Fría latinoamericana. En el caso de los primeros, ha predominado una
tendencia a concentrarse en los vínculos de Yugoslavia con los Estados Unidos y con la Unión Soviética,
aunque algunos autores han también dedicado su atención al análisis de las relaciones con los países
africanos y asiáticos, mayormente en el marco del Movimiento de los Países No Alineados (MNA)1. En
lo que atañe a la literatura especializada en la Guerra Fría latinoamericana, la mayor parte se ha consagrado
al estudio de la hegemonía norteamericana en la región, secundariamente analizando el papel de la URSS,
y menos frecuentemente estudiando las conexiones con otras naciones socialistas y con el entonces
denominado “Tercer Mundo”2. En general, Yugoslavia ha quedado fuera de las cartografías analíticas de
la Guerra Fría latinoamericana, a pesar de la existencia de múltiples conexiones en materia económica y
política, y pese a la presencia de una extensa inmigración yugoslava en la región. Entre las raras
excepciones a esta tendencia, se destacan un artículo de Joaquín Fernández sobre las fuentes ideológicas
en las que abrevó el Partido Socialista Popular chileno en donde el autor dedica un espacio considerable

1 Ljubodrag Dimić, Jugoslavija i Hladni Rat (Belgrade: Arhipelag, 2014),; Dragan Bogetić, “Jugoslavija u Hladnom Ratu,” Istorija
20. Veka 2 (2008): 315–70; Nataša Mišković, The Non-Aligned Movement and the Cold War: Delhi - Bandung - Belgrade (London:
Routledge, 2014),; Alvin Rubinstein, Yugoslavia and the Nonaligned World (New Jersey: Princeton University Press, 1970); Tvrtko
Jakovina, Treća Strana Hladnog Rata (Zagreb: Fraktura, 2011),; Tvrtko Jakovina, Američki komunistički saveznik: Hrvati, Titova
Jugoslavija i Sjedinjene Američke Države : 1945. - 1955. (Zagreb: Profil, 2003).
2 Tanya Harmer, Allende’s Chile and the Inter-American Cold War (Chapell Hill, NC.: University of North Carolina Press, 2011);

Stephen G Rabe, The Killing Zone: The United States Wages Cold War in Latin America (New York: Oxford University Press, 2012);
Tobias Rupprecht, Soviet Internationalism after Stalin: Interaction and Exchange between the USSR and Latin America during the Cold War
(Cambridge: Cambridge University Press, 2015), https://doi.org/10.1017/CBO9781316212769; Vanni Pettinà, Historia mínima
de la Guerra Fría en América Latina (Mexico DF: El Colegio de Mexico, 2018), http://www.jstor.org/stable/10.2307/j.ctv8bt0xr;
Vanni Pettinà, “Global Horizons: Mexico, the Third World, and the Non-Aligned Movement at the Time of the 1961 Belgrade
Conference,” The International History Review 38, no. 4 (2016): 741–64, https://doi.org/10.1080/07075332.2015.1124906; James
G. Hershberg, “‘High-Spirited Confusion’: Brazil, the 1961 Belgrade Non-Aligned Conference, and the Limits of an
‘Independent’ Foreign Policy during the High Cold War,” Cold War History 7, no. 3 (2007): 373–88,
https://doi.org/10.1080/14682740701474840; Piero Gleijeses, Conflicting Missions: Havana, Washington, and Africa, 1959-1976
(Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2002) ; Michal Zourek, Checoslovaquia y el Cono Sur 1945-1989: Relaciones politicas,
económicas y culturales durante la Guerra Fria, 2014 ; Mirko Petersen, “Beyond Bipolarity? The Rise and Fall of the Argentine Third
Position (1947–1950),” InterDisciplines. Journal of History and Sociology 8, no. 2 (2017), https://doi.org/10.4119/indi-1049.

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a la influencia yugoslava3, un trabajo de Johanna Bockman sobre la influencia del pensamiento económico
yugoslavo en Chile y Perú4 y más recientemente, un trabajo reciente del autor de estas páginas en el que
se reconstruyen las iniciativas de Yugoslavia en América latina durante la temprana Guerra Fría.5
En este artículo, me propongo contribuir a llenar estos vacíos en la literatura examinado la política
yugoslava en América latina a través de una dimensión específica: la producción de saber especializado
acerca del continente latinoamericano. Para ello, me valgo de la figura del investigador yugoslavo
Sulejman Redžepagić. Experto en asuntos latinoamericanos. Redžepagić no sólo fue un autor destacado
de las ciencias sociales yugoslavas y uno de los principales referentes de los estudios sobre el entonces
llamado “Tercer Mundo” en el país de Tito, sino que también ofició de guía de numerosos visitantes
latinoamericanos en el país balcánico y de acompañante y traductor para funcionarios yugoslavos que
visitaron América latina. Valiéndome de fuentes de archivo yugoslavas y de un conjunto de producciones
científicas de la época, reconstruyo las experiencias de Redžepagić como viajero en América latina en
tiempos de la Revolución Cubana y doy cuenta de algunos de sus principales trabajos sobre el continente
latinoamericano durante los años sesenta y setenta. Así las cosas, me propongo iluminar aspectos
desconocidos de las relaciones entre Europa del Este y América latina durante la Guerra Fría, y examinar
a la vez el rol de los expertos en la construcción de dichas relaciones. La primera sección del texto
reconstruye a grandes rasgos la política exterior yugoslava en América latina desde fines de los años
cuarenta hasta los años sesenta. La segunda sección analiza un largo viaje emprendido por Redžepagić en
el continente latinoamericano a fines de 1959 y principios de 1960. Finalmente, la tercera sección del
artículo examina algunos de sus principales trabajos durante los años sesenta y setenta, dando cuenta de
la transformación de sus ideas sobre el continente en el contexto cambiante de la época.
La idea central de este artículo es que la figura de Redžepagić es iluminadora en múltiples sentidos.
En primer lugar, revela dimensiones en gran medida desatendidas sobre la política exterior yugoslava en
América latina, demuestra el interés sostenido de los yugoslavos por el continente latinoamericano y nos
permite apreciar algunas de las imágenes y percepciones de los yugoslavos acerca de la región.
En segundo lugar, la trayectoria y los trabajos del autor nos permiten apreciar el modo en que los
estudios latinoamericanos se formaron como disciplina en países más allá de los grandes centros
académicos mundiales y de América latina. Gran parte de la literatura sobre los estudios latinoamericanos
ha examinado la formación de dicho campo de conocimiento haciendo hincapié en las contribuciones de
los grandes centros académicos metropolitanos y de los propios latinoamericanos6. En cambio, este
artículo ofrece una ventana hacia el modo en que dicha disciplina tomó forma en un contexto
eminentemente distinto, el de la Yugoslavia socialista.
En tercer lugar, subrayaré que los trabajos de Redžepagić revelan hacia los años setenta un
movimiento hacia la radicalización y una fuerte crítica del “etapismo”, encontrando inspiración en la
revolución cubana. Esta simpatía hacia Cuba es reveladora, en especial considerando que el régimen
yugoslavo mantenía entonces con la isla una relación al menos tumultuosa en el plano internacional. De
esta manera, el caso de Redžepagić muestra el margen de maniobra con el que contaban los expertos
yugoslavos en relación con el poder político, y sugiere que la producción de conocimiento científico

3 Joaquín Fernández, “Nacionalismo y Marxismo En El Partido Socialista Popular (1948-1957),” Izquierdas, no. 34 (2017): 26–
49.
4 Johanna Bockman, “Democratic Socialism in Chile and Peru: Revisiting the ‘Chicago Boys’ as the Origin of Neoliberalism,”

Comparative Studies in Society and History 61, no. 3 (2019): 654–79.


5 Agustín Cosovschi, “Searching for Allies in America’s Backyard: Yugoslav Endeavors in Latin America in the Early Cold War,”

The International History Review, 2020, https://doi.org/10.1080/07075332.2020.1755339.


6 Fernando Degiovanni, Vernacular Latin Americanisms: War, the Market, and the Making of a Discipline, 2018; John Beverley,

Latinamericanism after 9/11 (Durham [NC: Duke University Press, 2011).

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acerca del continente latinoamericano era un campo conectado con la política exterior yugoslava, pero
no mecánicamente subordinado a sus intereses.

La política yugoslava en América latina7


En junio de 1948, tras una serie de desacuerdos en materia de política exterior y como resultado de
choques a raíz de la política hegemónica de la Unión Soviética en Europa del Este, Yugoslavia fue
expulsada de la Cominform.8 La exclusión del bloque del Este significó un fuerte golpe para la estabilidad
política, económica y militar del país balcánico, que se encontró a sí mismo repentinamente aislado y bajo
la amenaza directa de una posible invasión soviética. Sin embargo, en los años siguientes la expulsión de
Belgrado de la comunidad socialista tendría consecuencias no solo inesperadas, sino ventajosas sobre el
derrotero del país. A partir entonces, los yugoslavos llevarían adelante una serie de reformas en el sistema
económico y social, introduciendo el concepto de autogestión y promoviendo mecanismos de gestión
directa en las fábricas y las comunas.9 Pero además, Belgrado iniciaría una política exterior independiente
que acercaría a los yugoslavos al occidente europeo y norteamericano, a la vez que abriría las puertas para
una cooperación creciente con las naciones recientemente descolonizadas de Asia y África, llevando unos
años más tarde a la creación del Movimiento de los Países No Alineados en 1961.10
En este contexto, Belgrado también llevó adelante esfuerzos ingentes por desarrollar vínculos más
fuertes con América latina. Hasta los años cincuenta, las relaciones de Yugoslavia los países
latinoamericanos eran relativamente débiles, a pesar del hecho de que la Argentina fuera uno de los
principales socios comerciales del país balcánico11 y de que la región del Cono Sur contara con una amplia
diáspora yugoslava, en particular en Argentina y Chile.12 En los hechos, la distancia geográfica que
separaba a Yugoslavia del continente latinoamericano, así como el desconocimiento profundo sobre las
realidad política, económica y social del continente, impedían entonces el desarrollo de vínculos más
profundos. Sin embargo, las circunstancias de los tempranos años cincuenta, cuando Belgrado decidió
iniciar una política activa de construcción de alianzas en el mundo extra-europeo, rendiría sus frutos en
pocos años.
A partir de fines de los años cuarenta, Belgrado llevaría adelante una política sistemática para extender
su influencia sobre América latina. En primer lugar, promoviendo sus intereses económicos a través de
sucesivas giras comerciales como en 1946, 1949 y 1954 (Rubinstein 1970: 94), pero también mediante el
envío de cuerpos diplomáticos especialmente activos a algunos de los destinos más estratégicos. Entre
ellos, se destacó el embajador en Buenos Aires, Slavoljub Petrović, enviado específicamente con la misión

7 La siguiente sección ofrece un panorama general y cumple una función introductoria. Para un análisis más detallado de los
vínculos entre Yugoslavia y América latina durante la Guerra Fría, ver Cosovschi, op. cit.
8 Acrónimo de “Oficina de Información de los Partidos Comunistas y Obreros”, organización internacional sucesora de la

Comintern o Tercera Internacional tras la Segunda Guerra Mundial.


9 Dennison I. Rusinow, The Yugoslav Experiment 1948-1974 (Berkeley et al.: University of California Press, 1978).
10 Svetozar Rajak, “No Bargaining Chips, No Spheres of Interest: The Yugoslav Origins of Cold War Non-Alignment,” Journal

of Cold War Studies 16, no. 1 (January 2014): 146–79; Rubinstein, Yugoslavia and the Nonaligned World; Jakovina, Treća Strana Hladnog
Rata; Jakovina, Američki komunistički saveznik.
11 CIA, “Yugoslav Foreign Trade in 1949-1950”, 25 de junio de 1952.
12 Slobodan Pajović, “La emigración yugoslava a América latina,” en Acerca de las migraciones centroeuropeas y mediterráneas a

Iberoamérica: aspectos sociales y culturales., ed. Moisés Miñambres (Universidad de Oviedo, 1995), 83–92.

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de aumentar los vínculos, “en especial en lo económico” y de evitar que la comunidad de emigrados
políticos anticomunistas (mayoritariamente ustaše13) perturbara los vínculos entre ambos países.14
La estrategia yugoslava daría resultados tangibles en el campo económico ya hacia mediados de los
años cincuenta: como describe un informe de 1960, entre 1954 y 1956 el peso del intercambio con
América latina pasaría de representar un 4% a un 7% del total de exportaciones yugoslavas y de un 3%
al 5% de las importaciones.15 Aunque, como afirma dicho informe, las relaciones con la región
atravesaron oscilaciones durante esos años como consecuencia de la distancia y de dificultades logísticas,
hacia fines de los años cincuenta volverían a cobrar fuerza y así perseverarían durante el resto de la década
siguiente. Por caso, el peso del intercambio con América latina sobre el total del comercio yugoslavo
pasaría de 1,7% a 4,5% entre 1960 y 1962, y los valores de dicho intercambio continuaría en alza durante
el resto de la década16
Sin embargo, la política yugoslava en la región trascendió el dominio de la economía. Como prueban
los documentos de la época, los yugoslavos invirtieron esfuerzos considerables en desarrollar mejores
relaciones con los gobiernos, partidos y sindicatos de izquierda no comunista en la región, y con relativo
éxito para fines de los años cincuenta. En el año 1950, Belgrado escribía a su delegación en Buenos Aires
informando de su deseo de expandir sus redes con la izquierda no comunista y solicitando información
sobre el gobierno de Perón y sobre los partidos socialistas en Argentina y Uruguay.17 Las vicisitudes de
la vida política argentina, y especialmente la relativa debilidad de los socialistas en dicho país, los llevaría
sin embargo a posar la mirada del otro lado de los Andes, en Chile, donde el Partido Socialista Popular
les abriría las puertas para entablar un diálogo y una colaboración intensa durante los años siguientes.
Las fuentes de la época sugieren que el vínculo con el PSP comenzó principalmente por iniciativa de
los chilenos, quienes se acercaron a la delegación yugoslava en Belgrado con el objetivo de pedir
información y declarar su interés por el desarrollo del socialismo en el país de Tito.18 Tal como lo ha
estudiado Joaquín Fernández 19, los chilenos se habían interesado en el socialismo yugoslavo desde fines
de los años cuarenta, habiendo declarado su solidaridad con el país balcánico luego de ruptura con Moscú
en 1948. Sobre la base de este interés mutuo, las relaciones entre los socialistas chilenos y el régimen
yugoslavo se consolidarían en un vínculo fluido y rico, traduciéndose en visitas mutuas, apoyos
internacionales recíprocos e iniciativas editoriales conjuntas durante los años subsiguientes. Entre otras,
cuadros dirigentes del régimen yugoslavo como Veljko Vlahović20, Stane Kavčič21 y Svetozar
Vukmanović-Tempo22 visitarían Chile y otros países de la región en repetidas ocasiones, mientras que
representantes del socialismo chileno como Raúl Ampuero, Aniceto Rodríguez y Oscar Waiss también
tendrían ocasión de recorrer Yugoslavia en repetidas oportunidades. Las impresiones de Waiss sobre el

13 Cuadros, militantes y soldados de un movimiento ultranacionalista y autoritario croata, anti-yugoslavo y anticomunista.


Conducidos por el croata Ante Pavelić, fueron los administradores del Estado Independiente de Croacia, que ocupó gran parte
de Yugoslavia durante la Segunda Guerra Mundial en colaboración con las fuerzas del Eje. Al finalizar la guerra, muchos de ellos
partieron al exilio, encontrando refugio en la Argentina.
14 Petrović, Slavoljub Đera, Sećanja i zapisi jednog borca i diplomate, Belgrado: DTA, 2007.
15 Čehovin, Dušan, Ekonomski odnosi Jugoslavije sa inostransvom, Belgrado: Kultura, 1960.
16 “Yugoslav Trade With Developing Countries”, Yugoslav Survey. A Record of Facts and Information Yugoslav Survey. A Record of

Facts and Information, 4/1970, p. 57-58.


17 “Stilinoviću” (“A Stilinović”), 11 de mayo de 1951, in AJ 507., “Argentina”, IX, 4 / 4.
18 “Šifrovano pismo” (“Carta cifrada”), 27 de agosto de 1951, AJ 507, “Chile”, IX, 21 / III-1.
19 Fernández, “Nacionalismo y Marxismo En El Partido Socialista Popular (1948-1957).”
20 “Zabeleška sa sastanka Komisije za međunarodne veze SSRNJ na kome je drug Veljko Vlahović podneo izveštaj sa svog puta

po Latinskoj Americi ” (“Nota del encuentro de la Comisión para relaciones internacionales del SSRNJ en el que el compañero
Veljko Vlahović presentó el informe de su viaje por América latina”), 1955, AJ 507, “Chile”, IX, 21 / III-13, 1-4.
21 “Zabeleška: Poziv iz Čilea” (“Nota: Invitación desde Chile”), AJ 117.
22 “Stenografske beleške” (“Anotaciones estenográficas”), 7 de noviembre de 1959, Comisión para las relaciones internacionales

del CC SKJ y del SO SSRNJ, AJ 142, Fasc. 37.

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socialismo yugoslavo quedaron plasmadas en un texto clásico de 1956 bajo el título de Amanecer en
Belgrado, donde el intelectual chileno no solo acercaba los detalles del socialismo yugoslavo al público
latinoamericano, sino que también expresaba con pasión su admiración por la autogestión obrera y por
la valentía y el honor de los yugoslavos.23
El régimen yugoslavo conseguiría así entablar relaciones con múltiples partidos de izquierda y de
orientación nacionalista durante los años siguientes. Como relataba Veljko Vlahović en un texto de 1958,
durante esos años los yugoslavos habían conseguido vincularse también con los partidos socialistas de
Argentina, Uruguay, Ecuador y Brasil, así como con el gobierno del Movimiento Nacionalista
Revolucionario en Bolivia, Acción Democrática en Venezuela y el Movimiento 26 de Julio en Cuba.24 El
vínculo con los chilenos, sin embargo, seguiría siendo privilegiado, como demostraría la participación de
estos últimos en tanto observadores en la Conferencia de Belgrado que dio luz al Movimiento de los
Países no Alineados en 1961 25.
Finalmente, la política de los yugoslavos en América latina también se expresó en el crecimiento de
iniciativas en materia de cooperación cultural. A través del trabajo de la Comisión Federal de Relaciones
Culturales con el Extranjero, fundada a mediados de los años cincuenta e incorporada al Ministerio de
Educación y Cultura a fines de la década, Yugoslavia comenzó a desarrollar una fuerte política destinada
a ampliar sus vínculos culturales, artísticos y académicos con el extranjero. América latina fue uno de los
terrenos de estos esfuerzos, y para los años sesenta el país balcánico ya había firmado convenciones de
cooperación cultural con países como Cuba, Bolivia, Chile y Brasil, aportaba regularmente fondos para
el financiamiento de institutos de cultura yugoslava en México D.F. y Santiago de Chile y financiaba
decenas de becas de estudio para estudiantes latinoamericanos.26
Durante los años subsiguientes, altos cuadros del régimen yugoslavo seguirían visitando la región con
regularidad, y los tempranos años sesenta verían a Yugoslavia realizar esfuerzos incluso mayores por
consolidar sus vínculos con las naciones latinoamericanas y por difundir las virtudes de la política de no
alineación en la región. En mayo 1962, el Ministro de Relaciones Exteriores, Koča Popović, fue el primer
ministro yugoslavo en realizar una gira por el continente.27 Popović preparaba así el terreno para lo que
sería uno de los picos de la estrategia yugoslava en América latina: la visita de Tito en septiembre 1963,
viaje en el que el presidente yugoslavo visitó por primera vez Chile, Bolivia, Brasil y México. La visita de
Tito daba así un sello oficial a los esfuerzos de los años anteriores: Yugoslavia mostraba con ese gesto su
voluntad de ser un actor de peso en América latina, donde encontraba apoyos no sólo entre los partidos
de la izquierda marxista y nacionalista, sino también en gobiernos de orientación nacionalista y popular
como el del brasileño João Goulart y el mexicano Adolfo López Mateos.28

Un viaje en tiempos de revolución


Paralelamente al trabajo político y al impulso de las relaciones económicas, la estrategia yugoslava en
América latina exigía la participación de un actor fundamental: el sistema científico y académico,
encargado de producir conocimiento especializado acerca de una región hasta hace poco desconocida.
La dirección de estas iniciativas fue asumida por diversas instituciones, entre otras el Instituto de Política
y Economía Internacional (IMPP, Institut za međunarodnu politiku i privredu), establecido en 1947, y el

23 Waiss, Oscar, Amanecer en Belgrado, Prensa Latinoamericana, Santiago, 1956.


24 Vlahović, Veljko, Sabrani radovi, vol. 6, “Savremeni svijet i međunarodni radnički pokret”, Belgrado: Komunist, p. 105.
25 Jakovina, Treća Strana Hladnog Rata; Rubinstein, Yugoslavia and the Nonaligned World.
26 “Kulturna saradnja sa zemljama Latinske Amerike” [“Cooperación cultural con los países de América latina”], 20 de noviembre

de 1961, AJ 559, Fasc. 4-8.


27 Rubinstein, Yugoslavia and the Nonaligned World.
28 “President Tito’s Visit to Some Latin American Countries”, Yugoslav Survey. A Record of Facts and Information, 15/1963.

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Instituto de Estudio del Movimiento Obrero (IRP, Institut za izučavanje radničkog pokreta), fundado en
1956.29 Allí investigadores como Stane Južnič y Ljubomir Paligorić se volvieron referentes ineludibles
para entender el continente latinoamericano, acompañando a los yugoslavos en sus giras por la región y
dando la bienvenida a los visitantes latinoamericanos que con cada vez mayor frecuencia visitaban
Yugoslavia.
Entre las figuras emergentes de esta nueva área de estudios, se destacó el joven Sulejman Redžepagić.
Nacido en 1928 en Plav, Montenegro, Redžepagić realizó estudios en ciencia política y se incorporó como
investigador a las filas del IRP.30 En 1959, como parte de su trabajo en el instituto y en el marco de una
estancia como becario de UNESCO, realizó una larga gira de seis meses por América latina que le
permitió recabar literatura especializada y ahondar en su conocimiento de la región, en especial de los
problemas de la juventud y del movimiento obrero. Además, la estancia le dio la oportunidad de ampliar
su red de contactos con políticos, militantes e intelectuales latinoamericanos y de difundir información
sobre Yugoslavia desde La Habana a Buenos Aires. Podemos reconstruir los avatares de esta gira a partir
de un largo informe que escribió Redžepagić para la Comisión Federal de Relaciones Culturales con el
Extranjero y para el Ministerio de Relaciones Exteriores. Como era natural, su trabajo comportaba una
importancia estratégica para la política del régimen yugoslavo, de manera tal que su escrito es rico en
detalles sobre sus experiencias y reflexiones en cada uno de los países visitados.31
Redžepagić llegó a América latina a fines de octubre de 1959, haciendo su primera parada en México,
para luego ir a Cuba y dirigirse más tarde hacia el sur, recorriendo Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú,
Chile, Argentina, Uruguay y, por último, Brasil. Su viaje se terminó el 5 de abril de 1960 y dejó un saldo
altamente positivo en términos de recolección de fuentes, contactos e información. A lo largo de esta gira
por el continente, Redžepagić tuvo la oportunidad de apreciar las particularidades del movimiento obrero
y de la juventud en distintos países latinoamericanos. A la vez, en un contexto fuertemente marcado por
el reciente triunfo de la revolución en Cuba, sus conversaciones con militantes, intelectuales, funcionarios
y dirigentes políticos fueron clave para evaluar la situación actual del continente latinoamericano y el peso
de Moscú y de los partidos comunistas en la región, así como las impresiones y expectativas de los propios
latinoamericanos sobre el desarrollo de la política actual.
Redžepagić tuvo la oportunidad de entrevistarse con líderes políticos y sociales de la talla de Vicente
Lombardo Toledano en México, Blas Roca en Cuba, José González Navarro en Venezuela, Ramón
Muñiz en Argentina, con el joven Reinaldo Gárgano en Uruguay, con Salvador Allende en Chile y con
Francisco Julião en Brasil. Entre otras cosas, el viaje le permitió apreciar algunas de las ventajas y de las
desventajas con las que corría el socialismo yugoslavo a la hora de realizar trabajo político en América
latina. Por un lado, militantes e intelectuales lo largo del continente expresaban frecuentemente simpatía
y curiosidad por Yugoslavia, celebrando la figura de Tito y manifestando su interés por la autogestión
obrera. Por otro lado, Redžepagić también pudo corroborar el peso que Moscú seguía teniendo en el
discurso y los posicionamientos de los militantes marxistas en toda la región. La fidelidad al bloque
soviético seguía siendo la regla entre las izquierdas latinoamericana, más allá de las afinidades que algunos
militantes pudieran tener con las posiciones yugoslavas. Como expresó elocuentemente uno de sus
entrevistados, un militante político del Partido Comunista venezolano: “Por más que ustedes tengan
razón”, afirmaba, “siempre apoyaremos a la URSS”.32
Como era de esperarse, la estancia en Chile fue una de las más extensas. Dicho país era no sólo sede
del partido socialista con el que el régimen yugoslavo mantenía las relaciones más fluidas, sino que además

29 Jugoslovenske naučne institucije, Belgrado: Centar za proučavanje politike razvoja naučnih delatnosti, 1969, p. 158, 173.
30 Jugoslovenski savremenici. Ko je ko u Jugoslaviji, Belgrado: Hronometar, 1970, p. 892.
31 “Izveštaj o boravku u zemljama Latinske Amerike” (“Informe sobre la estancia en los países de América latina”), AJ 318.
32 Ibid., “Venezuela”, p. 2.

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era testigo del ascenso de la izquierda en las urnas gracias a la fundación del Frente de Acción Popular
que nucleaba a los socialistas y a los comunistas bajo la candidatura de Salvador Allende.33 A lo largo de
veinte días, Redžepagić tuvo la oportunidad de visitar diversas organizaciones políticas y de entrevistarse
con líderes socialistas como Salvador Allende y el Secretario General del partido, Salomón Corbalán, así
como con figuras importantes del Partido Comunista como el joven diputado José Cardematrori. Aquí
Redžepagić pudo ver cómo Allende y Corbalán, tradicionalmente abiertos a las posiciones de Belgrado,
expresaban gestos de amistad hacia el socialismo yugoslavo. En cambio, Cardematrori contó al visitante
que durante varios años su partido había expulsado o sancionado a aquellos que expresaran posiciones
simpatías por el titoísmo, y que, aunque no sabía demasiado acerca de los detalles de la política de Europa
del Este, el comunismo chileno seguía tradicionalmente a la URSS y a China como modelos y los
consideraba actualmente como los pilares de la resistencia contra el imperialismo, así que posiciones
seguirían alineadas ante todo con Moscú y Beijing.34
Si la experiencia en Chile fue clave, no puede decirse menos del paso por Cuba. Como no podía ser
de otra manera, la estancia allí fue una de las más prolongadas, y dio algunos de los episodios más
interesantes. Según el informe, el viaje de Redžepagić a la isla había sido preparado por el sindicalista
Jesús Soto Díaz y por José Vega, quienes habían estado en Belgrado un año atrás y se habían ido con
impresiones muy positivas. Ahora, poco después del triunfo revolucionario, los yugoslavos estaban
especialmente atentos al desarrollo de la situación política en la isla y esperaban contar con La Habana
como un aliado en el contexto político global.
El informe de Redžepagić indica que el viajero pudo presenciar un momento fuertemente dinámico
en la isla, en el que la dirección de la revolución cubana apenas comenzaba a dibujarse Las relaciones
entre el Movimiento 26 de Julio con otras organizaciones de izquierda, en particular con el partido
comunista, el Partido Socialista Popular (PSP), estaban en pleno proceso de redefinición, como atestiguó
Redžepagić durante una gran asamblea sindical conflictiva en la que Castro alentó con un firme discurso
a mantener la unidad. A la vez, a través de sucesivas visitas a diversas organizaciones sindicales y
gubernamentales, tales como el Instituto de Reforma Agraria, y a través de diversas charlas y conferencias
que dio sobre el desarrollo del socialismo yugoslavo, Redžepagić pudo corroborar que muchos
funcionarios y militantes cubanos expresaban curiosidad por Yugoslavia y tenían una impresión positiva
del país, viendo la autogestión como una forma de incluir a las masas en el proceso revolucionario. Sin
embargo, el yugoslavo también pudo reconocer que la información disponible sobre el país balcánico era
en general escasa, y que circulaban en cambio muchas ideas e imágenes negativas difundidas por la prensa
soviética y china. Por último, Redžepagić advertía que la dirección del proceso revolucionario cubano
estaba todavía por verse: existía una tendencia clara hacia el socialismo, pero se expresaba más en las
acciones y en las medidas concretas que en el plano ideológico. Como veremos en la siguiente sección,
este pragmatismo de la revolución cubana sería uno de los rasgos más valorados por el autor en sus
análisis posteriores.

Un continente en movimiento
Durante los años siguientes, Sulejman Redžepagić se convirtió en uno de los principales referentes de los
estudios latinoamericanos en Yugoslavia. A lo largo de los años sesenta y setenta, el joven investigador
produjo algunos de los trabajos más importantes e informativos acerca del continente en lengua

33 Paul W Drake, Socialismo y populismo: Chile, 1936-1973 (Valparaíso: Instituto de Historia, Vicerrectoría Académica, Universidad
Católica de Valparaíso, 1992); Marcelo Casals Araya, El alba de una revolución la izquierda y el proceso de construcción estratégica de la “vía
chilena al socialismo”, 1956-1970 (Santiago: LOM Ediciones, 2010).
34 Ibid., “Čile”, p. 4-5.

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serbocroata. Además, en tanto experto en la región y versado en la lengua castellana, acompañó como
traductor a diversas delegaciones yugoslavas en viajes oficiales a América latina, como el que realizó en
1961 Mika Špiljak, miembro del Comité Central de la Liga de los Comunistas de Yugoslavia,35 y también
oficiaría de guía para diversos visitantes latinoamericanos en Yugoslavia, como ocurrió en ocasión de la
visita del chileno Raúl Ampuero en 1963.36
Los trabajos de Redžepagić acerca de América latina son interesantes por múltiples razones. En primer
lugar, porque muestran cómo el autor construye al continente latinoamericano como un objeto de rasgos
singulares a caballo entre el mundo industrializado y el entonces llamado “Tercer Mundo”. En segundo
lugar, porque sus textos abrevan fuertemente en las fuentes locales y toman ideas provenientes de las
propias izquierdas latinoamericanas para entender la realidad del continente. En tercer lugar, porque es
posible identificar en las ideas del autor y en sus análisis sobre el continente una evolución a tono con la
transformación del contexto latinoamericano y global entre los años sesenta y los setenta: desde una
valoración de las ideas frentistas de los partidos comunistas en los años sesenta a la adopción de una
perspectiva más radical en los setenta y una crítica de las concepciones “etapistas”.
Vale la pena comenzar por una de las primeras obras de Redžepagić, un trabajo de 1964 titulado
Concepciones actuales de los partidos comunistas sobre la transformación social en América latina.37 En este libro el
autor reconstruía el ideario y los programas de los partidos comunistas latinoamericanos. Allí analizaba
no sólo las políticas, sino los propios conceptos y visiones de dichos partidos acerca de la historia y el
cambio social en América latina. El libro dedicaba secciones especiales a Cuba, Argentina y Brasil, donde
comentaba las singularidades de la revolución cubana, del peronismo y del gobierno de João Goulart
respectivamente. Pero también dedicaba particular atención a Uruguay, México y Chile en virtud del nivel
de organización de sus partidos comunistas locales y de la fuerza de sus movimientos obreros.
Redžepagić reproducía allí los principales argumentos de las izquierdas comunistas latinoamericanas:
afirmaba la tesis de que América latina cargaba todavía con “estructuras precapitalistas”, y sostenía la idea
de que el principal problema de la región era la dominación de los monopolios extranjeros y la gran
propiedad terrateniente, agentes que en conjunto expoliaban los recursos y las divisas del continente. Así
las cosas, explicaba el autor, los partidos comunistas locales habían pasado durante los últimos años de
creer que la principal contradicción era la que se daba entre el proletariado y la burguesía a considerar que
la prioridad la contradicción era la que se desarrollaba entre las fuerzas del desarrollo nacional y las fuerzas
que le operaban en contra. Se trataba de un viraje conceptual fundamental, y de allí se desprendía la
aspiración de incluir a la burguesía nacional en el proceso revolucionario.
En su análisis, Redžepagić ponderaba las transformaciones teóricas e ideológicas de los partidos
comunistas latinoamericanos. El autor las observaba como un avance claro en relación con el pasado: a
diferencia de la vieja práctica de las izquierdas pro-soviéticas de aplicar modelos calcados de experiencias
extranjeras, ahora los partidos comunistas analizaban los rasgos singulares de las sociedades
latinoamericanas y actuaban en consecuencia. A la vez, elogiaba el hecho de que los comunistas
latinoamericanos aceptaran la política de coexistencia pacífica como un rasgo positivo y deseable, como
una parte de su lucha, y no como un obstáculo, a diferencia de los partidos pro-chinos y albaneses. Así
las cosas, el autor mostraba a estos actores como una fuente válida de conocimiento acerca del continente,
y los ubicaba del lado de las fuerzas progresistas del mundo:

35 AJ 507, “Chile”, IX, 21 / II – 108.


36 AJ 507, “Chile”, IX, 21 / I-20.
37 Redžepagić, Sulejman, Suvremene koncepcije komunističkih partija o društvenom preobražaju zemalja Latinske Amerike, Belgrado: Centar

Božidar Adžija, 1964.

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Basando su actividad política en el análisis de las condiciones concretas de cada país y conectando
íntimamente la lucha por el progreso social y el socialismo con la lucha por la paz, no contribuyen
sólo a la creación y el avance de un movimiento amplio y democrático en los países de América
latina, sino que al mismo tiempo se han integrado a las filas de las fuerzas progresistas y anti-
dogmáticas en el movimiento comunista internacional.38

Durante los años siguientes, Redžepagić se convirtió en una referencia de los estudios latinoamericanos
en Yugoslavia, y su trabajo lo ubicó además en la cumbre de los estudios internacionales en el país
balcánico. En este sentido, cabe destacar su rol como editor responsable en la confección de una de las
principales obras de estudios internacionales en Yugoslavia: la enciclopedia de Movimientos obreros y de
liberación nacional editada por el IRP y publicada en Belgrado en 1968. El primer tomo estaba dedicado a
los continentes africano, asiático y latinoamericano, revelando la inspiración eminentemente
tercermundista de dicha iniciativa científica.39 El tomo comenzaba con la constatación de que el mundo
era testigo de dos procesos revolucionarios, la descolonización y el ascenso del socialismo, y que “los
portadores principales de estos grandes desarrollos y corrientes históricas fueron, y son todavía, los
movimientos obreros y de liberación nacional”.40
Este trabajo nos permite también ver algunas de las imágenes e ideas de las que se valían los autores
yugoslavos para dar cuenta de la realidad latinoamericana hacia fines de los años sesenta. En particular,
muestra la continuidad de ciertos diagnósticos, así como la coincidencia conceptual y discursiva de los
expertos con las propias izquierdas latinoamericanas. En relación con la historia contemporánea del
continente y sobre las causas de los problemas económicos latinoamericanos, por ejemplo, el libro
afirmaba:

A la oligarquía terrateniente que tomó el poder político luego de la liberación del colonialismo no
le resultó difícil encontrar intereses comunes con los monopolios extranjeros. Ella misma dependía
del capital extranjero, de su poder para absorber la producción agraria de sus tierras. La alianza
económica de la oligarquía terrateniente y de los monopolios extranjeros se manifestó también en
el plano político, en el establecimiento de gobiernos antidemocráticos.41

La enciclopedia era categórica en este sentido, y sostenía:

La gran propiedad de la tierra, así como las relaciones sociales atrasadas y el rol explotador del
capital extranjero son las razones fundamentales de la falta de desarrollo (…) Por eso la lucha por
la liberación de estos países del rol explotador de los monopolios extranjeros y de los latifundistas
es una parte esencial de su lucha por el progreso social. De allí que una de las tareas principales
que se plantean los movimientos obreros y nacionales en América latina es la liberación con
respecto de los monopolios extranjeros.42

Así las cosas, la enciclopedia retrataba América latina retomando muchos de los tópicos y conceptos de
las izquierdas locales, tal y como habían sido analizados en textos como el que hemos mencionado más
arriba. Los yugoslavos describían la historia del continente como una sucesión de pasos hacia la liberación,
comenzando con la revolución mexicana, los sucesos en Guatemala, la revolución boliviana de 1952 y

38 Ibid., p 47.
39 Redžepagić, Sulejman (ed.), Radnički i nacionalno oslobodilački pokreti, Belgrado: Institut za izučavanje radničkog pokreta, 1968.
40 Ibid., p. 9.
41 Ibid., p. 657.
42 Ibid., p. 658.

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más recientemente, la revolución cubana en 1959.43 La historia del continente latinoamericano era leída
en una clave afín a la de las izquierdas locales, y en fuerte cercanía con otros procesos similares en otras
geografías del entonces denominado “Tercer Mundo”. No obstante, sostenían los autores, la región
exhibía también algunos rasgos que la hacían distinta de Asia y África: “Y no sólo porque la mayoría [de
los países] alcanzó el estatuto de independencia política hace 100-150 años”, afirmaban, “sino porque
tienen mayor integración económica y cultural, y porque están en un nivel más alto de desarrollo”.44
América latina se caracterizaba por un ingreso medio más alto, una mayor participación de la industria en
la economía y una mayor diferenciación de clase, que resultaba sobre todo en la presencia de una clase
obrera fuerte y activa. En pocas palabras, la singularidad de América latina residía en su posición
intermedia: dentro del “Tercer Mundo” por la comunidad de sus luchas, pero fuera de él por algunos de
sus rasgos distintivos.
Finalmente, una obra más tardía de Redžepagić resulta de particular interés para ver cómo las
apreciaciones del autor y sus inclinaciones comenzaban a moverse en una dirección más radical, a tono
con el contexto de los años setenta, marcado por la transformación tumultuosa del contexto político
latinoamericano, la proyección de Cuba como modelo de voluntarismo revolucionario en el plano
internacional y la profundización de las luchas anticoloniales en el llamado “Tercer Mundo”.45 El estudio
de 1978 Particularidades de la revolución cubana muestra que Cuba se había convertido para entonces en uno
de los mayores centros de interés de Redžepagić.46 Más notable aún: se trataba de una postura a todas
luces distinta de la del régimen socialista yugoslavo, que desde los años sesenta había mantenido relaciones
al menos turbulentas con el régimen de Castro por sus posturas radicales en el Movimiento de los No
Alineados, su antiamericanismo militante y su cercanía con los soviéticos.47
El libro de Redžepagić se servía en gran medida de fuentes cubanas y afirmaba que la revolución
cubana constituía un fenómeno especial por haber sido la primera revolución socialista en América latina,
por haber tenido lugar en condiciones de relativa estabilidad en el sistema mundial y por haber surgido
en un momento de fuerte desarrollo de los movimientos anticoloniales en África y Asia. El proceso era
además destacable, sostenía el autor, por el hecho de haber sido conducido por el Movimiento 26 de
Julio, y no por el partido comunista.48 A la vez, la revolución cubana era un acontecimiento y proceso
que hablaba de América latina en su totalidad, puesto que la crisis de Cuba había sido el resultado de
factores que caracterizaban el desarrollo de todo el continente: en particular, el predominio de capitales
monopólicos latinoamericanos y de una atrasada estructura de propiedad de la tierra.49
En las páginas de este trabajo, Redžepagić examinaba el desarrollo de la revolución antes y luego de
la toma del poder, analizando la consolidación del proceso luego de 1959, sus logros sociales y sus
principales conceptos e ideas. En particular, el autor subrayaba el hecho de que fueran actores como el
Movimiento 26 de Julio y el Directorio Revolucionario 13 de Marzo los que habían impulsado la
radicalización de la lucha revolucionaria, a contramano de la insistencia de los comunistas en la lucha por
medios legales y pacíficos.50 Además, señalaba la importancia de que el ala castrista hubiera tomado un

43 Idem.
44 Idem.
45 Gleijeses, Conflicting Missions; Odd Arne Westad, The Global Cold War: Third World Interventions and the Making of Our Times

(Cambridge et al.: Cambridge University Press, 2007); Jeffrey James Byrnes, Mecca of Revolution: Algeria, Decolonization, and the Third
World Order (Oxford University Press, 2016).
46 Se trata de una impresión que el autor de este artículo ha confirmado también en conversación con colegas de Redžepagić:

Pajović, Slobodan, conversación personal, Belgrado, agosto de 2019.


47 Jakovina, Treća Strana Hladnog Rata.
48 Redžepagić, Sulejman, Osobenosti kubanske revolucije, Belgrado: Izdavački centar Komunist, 1978, p. 7-8.
49 Ibid., p. 10.
50 Ibid., p. 69.

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rumbo radical y revolucionario, implicando a las masas en el proceso político, decidiendo construir un
nuevo partido comunista y aplastando a la oposición conservadora.51
Para el autor, la revolución cubana constituía un ejemplo en diversos sentidos. Ante todo, su
naturaleza era decididamente tercermundista y sus tareas estaban enraizadas en la realidad histórica
latinoamericana, en la medida en que no sólo había llevado adelante las tareas de la revolución socialista,
sino también las transformaciones que la burguesía local no había podido realizar:

Considerada en su desarrollo integral, lo que caracteriza la revolución cubana es que destruyó el


sistema burgués de gobierno, pero al mismo tiempo resolvió también tareas de carácter
antiimperialista y agrario. Es decir, la revolución cubana liberó el país de la dependencia económica
y política neocolonial y eliminó la propiedad terrateniente, y con eso el dominio de la oligarquía
terrateniente.52

A la vez, decía el autor, el contexto de los años setenta hacía que la experiencia de Cuba adquiriese ahora
un valor nuevo que se desprendía de su eficacia y virtud estratégica en comparación con otras experiencias
revolucionarias, en particular frente a la frustrada experiencia chilena. La confianza de los chilenos en las
instituciones existentes y la indecisión hacia dentro de la coalición de gobierno, afirmaba Redžepagić,
habían llevado al derrocamiento de la experiencia de la Unidad Popular. Se trataba de un derrotero a
todas luces distinto del de los cubanos. Ambas experiencias, decía el autor, demostraban que la situación
en América latina había cambiado de naturaleza, puesto que ahora se había vuelto evidente que la
burguesía local no era un actor capaz de contribuir a la transformación revolucionaria:

Si se observa en su totalidad el desarrollo sociopolítico de los países de América latina, puede


constatarse que la idea del rol positivo de la burguesía en la revolución antiimperialista, agraria y
democrática no se cumplió en la práctica. Lo muestran la experiencia cubana y la chilena, ya que la
burguesía no mostró voluntad de luchar por una alianza política con el proletariado en una
plataforma revolucionaria antiimperialista, anti-oligárquica y democrática.53

Al igual que en ocasión de su viaje, Redžepagić subrayaba el pragmatismo de los cubanos. Las virtudes
principales de las fuerzas revolucionarias cubanas, decía, residían precisamente en su capacidad de no
apegarse a la teoría. A diferencia de los comunistas chilenos, los revolucionarios cubanos habían sido
capaces de liberarse del “sometimiento a esquemas teóricos” y habían entendido que el potencial de la
burguesía local estaba agotado. La experiencia cubana suministraba nueva evidencia de que no podía
pensarse la revolución socialista según modelos lineales: Cuba demostraba que las burguesías
latinoamericanas no colaborarían con la liberación del continente, y así daba por tierra con las viejas
nociones de tipo “etapista” que servían de base a alianzas frentistas más amplias. La experiencia cubana
demostraba que la revolución no tenía etapas predeterminadas, y que su dinámica se definía en el terreno.
Según el autor:

La idea de un necesario desarrollo del proceso revolucionario en dos etapas conduce a la


esquematización de la estrategia y la táctica de la lucha revolucionaria. Es posible que el proceso

51 Ibid., p. 158-160.
52 Ibid., p. 191.
53 Ibid., p. 198.

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de cambio social se de a través de una sola etapa, a través de dos o de más, a través de su
entrelazamiento mutuo.54

Así las cosas, los tardíos años setenta encontraban a Redžepagić en una posición más radical, fuertemente
crítica de las concepciones “etapistas” y cada vez más favorable a la experiencia revolucionaria cubana.
Sus ideas se encontraban a tono con un contexto global en el que Cuba se erigía en modelo de
militantismo revolucionario contra el supuesto conservadurismo de las elites socialistas del Este.55 Estas
apreciaciones son aún más interesantes en la medida en que no coincidían estrictamente con las
inclinaciones geopolíticas del régimen yugoslavo, y es precisamente en estas tensiones que el caso de
Sulejman Redžepagić se vuelve iluminador. Sobre todas las cosas, su trayectoria y sus trabajos muestran
los márgenes de maniobra de los expertos yugoslavos en relación con las preferencias del poder político,
y sugieren que la producción de conocimiento científico acerca del continente latinoamericano era un
campo estrechamente conectado con la política exterior yugoslava, pero no necesariamente subordinado
a sus intereses.

Conclusiones
En este artículo, hemos analizado las relaciones entre la Yugoslavia socialista y América latina durante la
Guerra Fría a través de una sus dimensiones específicas, la producción de conocimiento. Para ello, nos
hemos servido de la figura de Sulejman Redžepagić, experto yugoslavo en asuntos latinoamericanos.
Hemos dado cuenta del desarrollo de la política yugoslava en América latina durante los años cincuenta
y sesenta, hemos examinado un largo viaje realizado por Redžepagić en América latina en tiempos de la
revolución cubana y hemos examinado algunos de sus principales trabajos de años posteriores.
La trayectoria biográfica e intelectual de Sulejman Redžepagić es iluminadora en múltiples sentidos.
En primer lugar, muestra el interés sostenido de los yugoslavos por analizar y entender la realidad política,
económica y social de América latina, un continente que identificaban como un actor clave del naciente
“Tercer Mundo”. En segundo lugar, sus escritos nos ofrecen una ventana hacia la formación de los
estudios latinoamericanos como campo del saber en un contexto que no es ni el de los propios
latinoamericanos, ni el de los grandes centros académicos occidentales, y nos permite así apreciar la
construcción de América latina como objeto de análisis científico desde un contexto eminentemente
distinto, marcado por otras preocupaciones e intereses. Por último, la trayectoria de Redžepagić y la
evolución de sus trabajos, en particular su creciente simpatía por el socialismo cubano, nos muestra la
influencia del contexto radicalizado de los años setenta sobre su propia reflexión y nos revela a su vez el
carácter relativamente abierto de los estudios latinoamericanos como campo de estudios en Yugoslavia
en relación con los intereses geopolíticos del régimen comunista. El caso de Redžepagić sugiere que la
producción de conocimiento científico acerca del continente latinoamericano estaba estrechamente
conectada con los intereses de la política exterior yugoslava, pero no se sometía mecánicamente a sus
lineamientos.
Así las cosas, el personaje de Sulejman Redžepagić, sus experiencias y sus ideas ponen en evidencia
una serie de conexiones que la literatura ha escasamente analizado e ilumina dimensiones hasta ahora
inexploradas de la Guerra Fría tanto en América latina como en Yugoslavia. Su historia no sólo nos
permite entender mejor la política exterior yugoslava en las geografías del entonces llamado “Tercer
Mundo”, así como sus ramificaciones en el mundo académico y científico, sino que también nos ofrece
una ventana para apreciar el impacto de los propios latinoamericanos, de sus discursos y sus acciones, en

54 Ibid., p. 199.
55 Westad, The Global Cold War, p. 158-206.

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geografías distantes, pero no por ello desconectadas. De esta manera, acompañando las ideas de otros
autores que han insistido en la necesidad de recuperar la agencia de los latinoamericanos en la Guerra
Fría56, este trabajo espera contribuir a llevar la historiografía sobre el período en una dirección
crecientemente abierta y descentrada, señalando conexiones hasta ahora desconocidas, pero no por ello
menos reveladoras de las dinámicas políticas globales de la época.

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Vlahović podneo izveštaj sa svog puta po Latinskoj Americi ” (“Nota del encuentro de la
Comisión para relaciones internacionales del SSRNJ en el que el compañero Veljko
Vlahović presentó el informe de su viaje por América latina”), 1955, “Chile”, IX, 21 / III-
13, 1-4.

• Fondo 559, “Comisión federal para relaciones culturales con el extranjero”:

“Kulturna saradnja sa zemljama Latinske Amerike” [“Cooperación cultural con los países
de América latina”], 20 de noviembre de 1961, AJ 559, Fasc. 4-8.

iii. Entrevistas
Pajović, Slobodan, conversación personal, Belgrado, agosto de 2019.

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