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Escrito por Carlos Eduardo Maldonado
Publicado: 26 Febrero 2017
http://www.palmiguia.com/carlos-eduardo-maldonado/1467-una-breve-nota-de-
antropologia-de-la-ciencia
La pregunta que surge es: ¿qué explica, por qué razón se asumió desde la modernidad que
el método científico consistía o consiste en estos pasos? La antropología aporta luces que
permiten entender el mito fundacional de la ciencia clásica y normal imperante.
Cada época desarrolla la ciencia que puede y, al mismo tiempo, cada época desarrolla la
ciencia que necesita. Pues bien, sin ambages, toda la ciencia moderna, desde Bacon hasta
Pasteur, desde Vesalius hasta Galileo, desde Leeuwenhoek hasta Newton, por ejemplo, o
también, desde Descartes hasta Adam Smith, es la ciencia de la burguesía como clase social
en ascenso. Esta burguesía triunfará políticamente en 1789 y económicamente con la
Revolución Industrial.
Si hemos de creer a dos fuentes distintas, pero cercanas, de acuerdo con Hegel
(Fenomenología del espíritu) y a Marx (Contribución a la crítica de la economía política),
la burguesía no hace nada: simplemente paga para que los campesinos o los obreros hagan
el trabajo. De forma habitual, un burgués no sabe coser un botón, no sabe cultivar la tierra o
preparar un plato en la cocina, no sabe reparar una máquina, lavar un perro o cuidar de una
vaca. Y es que no necesita saberlo porque tiene el capital que le permite pagar por el
trabajo. Trabajo físico o intelectual que otros hacen.
El método científico nace como resultado de la mentalidad fisicalista producto del triunfo
de la mecánica clásica y se corresponde perfectamente con la mentalidad deductiva o
hipotético–deductiva que caracteriza a la civilización occidental: “si los hechos no se
ajustan a mi modelo o a mi teoría, tanto peor para el mundo”. Los modelos jamás fallan; es,
en el peor de los casos, la comprensión y la aplicación de los modelos —por parte de
otros— lo que falla. La economía y las finanzas son un ejemplo conspicuo al respecto.
Así, la burguesía, contra el peso de la Iglesia en el medioevo, descubre que una perspectiva
sobre el mundo y la realidad es posible, y ello va intrínsecamente ligado al descubrimiento
del individualismo. Cada quien tiene su punto de vista. Y eso es respetable, se dice.
De esta suerte, el método científico se erige en canónica frente a los razonamientos tanto
como frente a los fenómenos y los hechos. De partida, la primera afirmación fuerte de la
conciencia moderna es el reconocimiento de los hechos, de los fenómenos: facts – data. Sin
datos es imposible hacer ciencia, y los datos son susceptibles de observación y descripción,
y demás.
De esta suerte, la forma normal de hacer ciencia es tomando distancia de los fenómenos, y
sí, justamente, observándolos, describiéndolos y los demás pasos. Dicha ciencia y método
garantiza varias cosas, así: en primer lugar que la prerrogativa de la buena conciencia
consiste en observar y explicar el mundo y que, por tanto, es la prerrogativa de la buena
ciencia formular modelos acerca de la realidad y la naturaleza. La capacidad comprensiva y
explicativa del modelo define exactamente la realidad misma de los fenómenos.
Una conciencia semejante no se compromete con el mundo ni con nada, porque ya tiene sus
intereses creados, sus zonas de confort y sus ganancias aseguradas de antemano. La
indolencia, el desapego y el desafecto son las consecuencias necesarias del método
científico. “Que al mundo le duela lo que le haya doler, porque la ciencia es objetiva y
universal”. Lo cual, en realidad, no es sino la traducción epistemológica de la más cara de
las consignas de los poderes e imperios: “dura es la ley, pero es la ley”; desde los romanos.