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Este documento presenta un diálogo entre tres personajes: El que está, El que llega y La que se queda. El que llega ha emigrado a otro país en busca de una vida mejor, dejando atrás a su familia. Extraña a su esposa e hijos pero tiene miedo de que no se adapten a su nueva vida. También recibe la noticia de que su madre está muriendo y su esposa le pide que vuelva a despedirse. El que está observa la situación de El que llega con compasión pero también curiosidad sobre sus verd
Este documento presenta un diálogo entre tres personajes: El que está, El que llega y La que se queda. El que llega ha emigrado a otro país en busca de una vida mejor, dejando atrás a su familia. Extraña a su esposa e hijos pero tiene miedo de que no se adapten a su nueva vida. También recibe la noticia de que su madre está muriendo y su esposa le pide que vuelva a despedirse. El que está observa la situación de El que llega con compasión pero también curiosidad sobre sus verd
Este documento presenta un diálogo entre tres personajes: El que está, El que llega y La que se queda. El que llega ha emigrado a otro país en busca de una vida mejor, dejando atrás a su familia. Extraña a su esposa e hijos pero tiene miedo de que no se adapten a su nueva vida. También recibe la noticia de que su madre está muriendo y su esposa le pide que vuelva a despedirse. El que está observa la situación de El que llega con compasión pero también curiosidad sobre sus verd
EL QUE ESTÁ: Él es el otro. Otras costumbres, otra religión,
otra comida, otra manera de entender el mundo. Físicamente se parece a mí, es cierto. Yo también lo he notado. Mi misma estatura, el color de ojos, mi edad. Y este gesto, el de levantar un poco los hombros cuando algo nos disgusta. Se parece a mí, para qué negarlo. Pero es el otro. Porque yo nací aquí y él no. Así de simple. Tiene que ser difícil ser siempre el otro. EL QUE LLEGA: Ahí está. Él es el otro. Otras palabras, otros creencias, otras necesidades. Otra manera de entender el mundo. Es posible que nos parezcamos, físicamente, pero yo sé que él es el otro. Y no voy a dejar que me confunda. Somos distintos. Él no sabe lo que es sobrevivir. Sobrevivir de verdad. Él no tiene ni puta idea. 2.
LA QUE SE QUEDA: ¿Cuándo?
EL QUE LLEGA: Pronto. Se está formando un grupo. LA QUE SE QUEDA: ¿Quiénes? EL QUE LLEGA: Gente del pueblo. Buena gente, en la que se puede confiar. LA QUE SE QUEDA: Pero… ¿cómo vamos a seguir sin ti? EL QUE LLEGA: Venga, mujer. Hemos hablado de esto mil veces. Os llamaré. Todos los días. LA QUE SE QUEDA: Tengo miedo. EL QUE LLEGA: Todos los días. Te lo prometo. Vais a estar mejor conmigo allí. Podréis tener todo lo que necesitéis. LA QUE SE QUEDA: Ya… Pero sin ti, nosotros… EL QUE LLEGA: Allí hay futuro. ¿No te das cuenta? Mira a tu alrededor: todo está quieto aquí. Yo soy un hombre fuerte, pero en este lugar mi fuerza no vale para nada. Necesito salir. EL QUE ESTÁ: Ser el otro y querer llegar a este lado implica sacrificios. Las cosas son así. (A EL QUE LLEGA.)¿Qué estás dispuesto a sacrificar? LA QUE SE QUEDA: ¿Cómo vas a pagarles? EL QUE LLEGA (Contestando a EL QUE ESTÁ.): Mis ahorros. LA QUE SE QUEDA: ¿Se lo has dicho a tu madre? EL QUE LLEGA: Mi madre está enferma. No podré cuidarla. LA QUE SE QUEDA: ¿Qué voy a hacer yo sola? EL QUE LLEGA: La felicidad de mi esposa. LA QUE SE QUEDA: ¡¿Y los niños?! EL QUE LLEGA: No veré crecer a mis hijos. LA QUE SE QUEDA: ¡¡¿Es peligroso el viaje?!! EL QUE LLEGA: Me estoy jugando la vida. ¿Estoy pagando un precio suficiente? 3.
EL QUE ESTÁ: Siento compasión por él. Es fácil. Es fácil
mirarle y decir: ¡pobre, cuánto sacrificio! Lo abandona todo. Todo lo que posee. Por una vida mejor. Yo no he tenido que sacrificar nada para tener esa vida que él busca. Le miro y siento compasión. EL QUE LLEGA: ¿Y envidia? EL QUE ESTÁ: No, envidia, no. ¿Por qué iba a sentir envidia? EL QUE LLEGA: Sólo el que se juega la vida conoce su verdadero precio. EL QUE ESTÁ: Yo no necesito ese afán suicida. No estoy desesperado como tú. EL QUE LLEGA: ¿Y culpabilidad? EL QUE ESTÁ: No. O tal vez sí, un poco. Sólo un poco. ¿Pero qué podría hacer yo? Yo no he elegido que las cosas sean así.
4.
LA QUE SE QUEDA: Mi querido esposo. Te escribo en la hora
del atardecer, cuando el aire refresca un poco y resulta más agradable estar en la casa. Por aquí todos nos encontramos bien. Tu madre sigue algo débil, pero está comiendo mejor y me deja sacarla a pasear un rato por la mañana. La única novedad es Viento. Así es como los niños llaman a un perro que encontraron herido hace unos días. Viento. Querían meterlo en casa, pero yo no les dejé. Seguro que a ti tampoco te hubiera gustado que anduviera aquí, tumbado en las camas y paseando por la cocina. Pero se ha quedado a vivir fuera, junto a la puerta. Los niños le han curado la pata que tenía mal y le han tomado mucho cariño. A veces pienso que debería alejarlo de aquí, bastante cuesta sacar esta casa adelante como para alimentar también a un animal. Pero haría mucho daño a nuestros hijos, que hay tantas cosas que no entienden. Te echan de menos y no quiero quitarles esta alegría que acaban de encontrar. Te mando una foto para que puedas conocer a Viento. Le pusieron ese nombre porque el día que lo encontraron el aire por poco se lleva las sábanas que tenía colgadas en la parte de atrás. Quién sabe, a lo mejor es un buen perro guardián y nos protege. Espero que te estés cuidando mucho.Tu madre me llama. Tengo que dejar la carta. Hasta pronto.Tu esposa.
5.
EL QUE LLEGA: Lo más duro es la soledad. Y la
desorientación. El no saber si lo estás haciendo bien o no, si te comportas adecuadamente. El sentirse extraño. Que no haya nadie para recordarte quién eres. EL QUE ESTÁ: Eso puede estar bien. EL QUE LLEGA: ¿Bien? EL QUE ESTÁ: Sí, como empezar de nuevo. Poder ser otro. Desde cero. EL QUE LLEGA: Yo no quiero ser otro. EL QUE ESTÁ: Aquí ya eres otro. EL QUE LLEGA: No quiero empezar desde cero. Además, ¿cómo se hace eso? Nadie puede “empezar desde cero”. EL QUE ESTÁ: Es un decir. EL QUE LLEGA: ¿Tú querrías empezar desde cero? EL QUE ESTÁ (Levanta los hombros en un gesto de fastidio.): No lo sé. 6.
EL QUE LLEGA: Mi querida esposa. Este lugar sigue
resultándome extraño. No me gusta cómo es la vida aquí. La gente tiene demasiadas cosas. Todavía no me he acostumbrado a esos grandes supermercados en los que las familias compran. Con la música tan alta y la cantidad de cosas que hay, en envases de colores distintos, llenos de letras… Hasta me mareo cuando tengo que entrar a uno. EL QUE ESTÁ: ¿Por qué no viene tu mujer? Y tus hijos. Ya ha pasado suficiente tiempo; tienes trabajo, estás más asentado… Así no te sentirías tan solo, ¿no? EL QUE LLEGA: Pero aunque tienen de todo, no están alegres. O no parecen alegres. La gente casi no se habla. No se saludan, ni se miran. He tenido que aprender a caminar con la cabeza baja, porque las personas por la calle se molestaban si las miraba a los ojos… EL QUE ESTÁ: ¿O ya no quieres que tu familia esté aquí? EL QUE LLEGA: Nosotros estamos acostumbrados a vivir cerca de la familia y los vecinos… No te gustaría esto. EL QUE ESTÁ: ¿No será que en el fondo esta soledad es liberadora? ¿O es que te avergüenzas de lo que eres aquí? EL QUE LLEGA (A EL QUE ESTÁ. Levantando los hombros en un gesto de fastidio.): ¿Por qué no te callas de una puta vez? EL QUE ESTÁ: Ese gesto es mío.
7.
LA QUE SE QUEDA: ¿Me oyes? Yo a ti no muy bien… Sí,
ahora mejor. Ahora te oigo. Sí, llegó dinero suficiente, pero… Escúchame. Ha venido un médico a verla y ha dicho que… que no se puede hacer nada. Las medicinas que he comprado con el dinero que mandaste sólo sirven para quitarle el dolor. Pregunta por ti, cuando está consciente. Eres su único hijo vivo y… te echa de menos… ¿Estás seguro de que no puedes venir unos días, para despedirte de ella? EL QUE LLEGA (A EL QUE ESTÁ.): No me mires así. No me gusta tu compasión. ¿Quién te da derecho a sentir compasión por mí? ¿Te has fijado en ti mismo? ¿No has visto el hombre aburrido y triste que eres cada día? EL QUE ESTÁ: Yo puedo elegir. Si no soy más feliz es porque no siempre hago la elección correcta. Pero es mi responsabilidad, no puede culparse ni a la naturaleza, ni al gobierno, ni a ninguna causa externa. Por eso, en este lugar nadie siente compasión por los demás. Nos miramos y decimos: “tú te lo has buscado”. Tú no quieres que te mire así porque eres demasiado orgulloso, pero también es duro no tener nunca la compasión de nadie. EL QUE LLEGA: ¿Ahora te gustaría ser yo? ¿Para que alguien te compadeciera? EL QUE ESTÁ: Yo no puedo ser tú. EL QUE LLEGA: Quién sabe. En realidad, es el azar el que ha decidido que yo sea el que llega y tú el que está. EL QUE ESTÁ: ¿Qué estás insinuando? ¿Que yo hubiera podido nacer en tu país? ¿O en tu situación? EL QUE LLEGA: Quizá naciendo donde y como has nacido tampoco estás a salvo. Si aquí ocurriera algo ahora y tuvieras que huir. Huir deprisa. Y alejarte de todo lo que conoces... EL QUE ESTÁ: Yo no arriesgaría mi vida ni mi mundo. Me han educado para permanecer, para quedarme siempre. EL QUE LLEGA: ¿Estás seguro? Te quedarías, ¿a cualquier precio? EL QUE ESTÁ: Sólo hablas por hablar. “¿Te gustaría ser yo?”, me dices. Pero esa misma frase es un juego de palabras, ¿no lo ves? Si yo fuera tú, ya no sería el que soy y no estaríamos teniendo esta conversación. Sólo me ofreces un juego de palabras.
8.
EL QUE LLEGA: Ya no te escribo, ni casi te llamo, porque no
quiero mentirte. La verdad, lo que no puede decirte, es que te estoy olvidando, poco a poco. LA QUE SE QUEDA: Mi querido esposo: Ayer los niños encontraron a Viento tirado muerto junto a la casa. EL QUE LLEGA: A veces tu recuerdo se hace muy presente, cuando percibo un aroma o veo a una mujer que se te parece. Y entonces siento que me encojo de dolor por dentro y huyo, huyo lo más que puedo de ese olor o de esa mujer que tiene algo tuyo. LA QUE SE QUEDA: No sabemos qué ha pasado. Si comió algo envenenado o si simplemente murió de lo que mueren los perros cuando están viejos. Los niños están muy tristes. Se sienten culpables. EL QUE LLEGA: Quizá el olvido sea también una forma de supervivencia: olvidar la suavidad de tu piel, el olor de tu pelo, la voz de nuestros hijos, su risa, sus ojos. Para que no duela tanto esta soledad. LA QUE SE QUEDA: He tratado de explicarles que esas cosas pasan, que ellos lo han cuidado muy bien. Pero no lo entienden. ¿Y si les busco un perro nuevo? EL QUE LLEGA: Ni siquiera las fotos que me envías me ayudan a sentiros por dentro. Todo se va borrando, trozo a trozo. LA QUE SE QUEDA: No sé cómo hacer para consolarles. Ojalá estuvieras aquí para aconsejarme. EL QUE LLEGA: ¡No estoy allí! No estoy allí. ¿Por qué no lo aceptas de una vez? LA QUE SE QUEDA: Si al menos llamaras más a menudo… Echo de menos tu voz. EL QUE ESTÁ: ¿Qué pasa? EL QUE LLEGA: Me hace daño. Sus palabras me hacen daño. LA QUE SE QUEDA: ¿Te estás cansando de esto? ¿De la distancia? EL QUE LLEGA: Yo trato de seguir a flote aquí, de hacer lo que tengo que hacer, de adaptarme, pero ella… No me ayuda. EL QUE ESTÁ: Sólo hace lo que tú le pediste: esperar. LA QUE SE QUEDA: Para mí también es duro. Tu silencio me hace daño. EL QUE LLEGA: He dejado de llamarla porque en cada conversación acababa llorando. En el fondo, me reprocha que me haya ido. Nunca dice nada, pero yo sé que está enfadada porque la he dejado sola. LA QUE SE QUEDA: Llámame, esposo mío. No dejes que nuestro amor se marchite. EL QUE LLEGA: Todo eso del perro muerto, ¿por qué crees que me cuenta esa historia? Para que me sienta culpable. Es como si me dijera, “si tú hubieras estado aquí, nada de esto hubiera pasado. Nuestros hijos no necesitarían el consuelo de una mascota”. LA QUE SE QUEDA: Habla conmigo, por favor. EL QUE LLEGA: ¡Y lo he hecho por ellos! Me fui para darles una vida mejor.Tú sabes cuántos sacrificios he tenido que hacer. EL QUE ESTÁ: Cada vez te pareces más a mí.
9.
EL QUE ESTÁ: Ya no siento compasión por él. He ido
olvidando que una vez lo arriesgó todo para venir aquí. He ido olvidando su valentía, su desesperación. Ahora siento sólo indiferencia. Es uno más. Sólo un rostro de los que pasan cada día a mi lado. Ahora ya ni siquiera me llama la atención que haga ese gesto, el mismo que yo, levantar los hombros cuando algo le disgusta. Sigo fijándome en los recién llegados. Ellos son los que me interesan: ellos son los mártires, los héroes. LA QUE SE QUEDA: ¿Y yo? EL QUE ESTÁ: ¿Qué? LA QUE SE QUEDA: ¿Por qué no te intereso yo? ¿Por qué no te interesan los que nos quedamos? EL QUE ESTÁ: No os conozco. No me cruzo con vosotros aquí, durmiendo en un cajero; ni os veo cada día bajo el sol, junto a los semáforos, esperando a que abramos la ventanilla del coche. Los que os quedáis estáis muy lejos. LA QUE SE QUEDA: No tanto. Para ti, no tanto. Para ti llegar a cualquier otro sitio es fácil. EL QUE ESTÁ: Yo no soy el que llega, yo soy el que está. LA QUE SE QUEDA: Quizá si te atrevieras a salir de ese mundo en el que estás, encontrarías lo que te falta. EL QUE ESTÁ: ¿Por qué dices eso? ¿Qué me falta a mí? ¡¿Qué sabes tú sobre lo que me falta?!
10.
EL QUE LLEGA: Anoche tuve un sueño.
LA QUE SE QUEDA: Te escribo para decirte que no quiero que nos mandes más dinero. EL QUE ESTÁ: Entonces, en una noche de insomnio, decidirse. EL QUE LLEGA: Un hombre parecido a mí llegaba a nuestra casa. Tú salías a la puerta y lo veías acercarse. LA QUE SE QUEDA: Si no eres capaz de hablar conmigo, si no le escribes a tus hijos, si no vas a regresar nunca, tampoco queremos tu dinero. EL QUE ESTÁ: ¿Por qué no? Coger una mochila. Meter en ella sólo lo necesario. EL QUE LLEGA: Al principio te quedabas mirando esa figura de hombre sin reconocerla, pero, poco a poco, a medida que caminaba hacia ti, empezabas a convencerte de que era yo, tu marido que regresaba. Entonces echabas a correr, lo más rápido que podías, a la búsqueda de ese al que confundías conmigo. LA QUE SE QUEDA: Ese dinero silencioso que nos llega cada mes es ya una humillación para mí. EL QUE ESTÁ: No saber bien para qué, para dónde. No saber casi nada, salvo esta necesidad de salir. EL QUE LLEGA: Y le abrazabas, le besabas, lo llevabas casi en volandas para mostrárselo a nuestros hijos. LA QUE SE QUEDA: Tus hijos han dejado de esperarte. Y yo voy borrando tu nombre de mi cuerpo. EL QUE ESTÁ: Esta necesidad de vivir arriesgando algo. EL QUE LLEGA: Nadie hablaba de las diferencias. Nadie parecía darse cuenta de que ese que llegaba era otro. Todos lo aceptabáis, sin preguntas. Sin apenas mirarle a los ojos, para que todos juntos pudiéramos seguir manteniendo la mentira de que, al final, después de tanto tiempo, era yo quien regresaba a casa.