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LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Y SU

IMPORTANCIA COMO COMPETENCIA


PSICOLÓGICA EN LA POLICÍA LOCAL
Marisela López Curbelo, Irene Acosta Pérez, Luis A. García García y Ascensión Fumero
Hernández

Universidad de La Laguna

Durante muchos años, una parte de la Psicología se ha ocupado de ayudar a las personas
cuando han tenido problemas, pensando que, actuando sobre el problema, se alcanzaba
instantáneamente el bienestar. Pero se ha visto que esto no es así, pues, aunque el
problema desaparezca, todas aquellas circunstancias relacionadas con la forma de vivir, de
pensar o de expresar nuestras emociones, pueden permanecer dificultando una vida plena
y satisfactoria.

Por eso, desde la llamada Psicología positiva se ha visto la necesidad de utilizar una serie de
habilidades que se pueden desarrollar a través del aprendizaje y de la experiencia, repercutiendo de
forma directa en el plano individual, social y laboral. Dichas habilidades nos permiten conocer
nuestras emociones y sentimientos, tanto propios como ajenos, con el fin de guiar de una forma
adecuada nuestros pensamientos y acciones, conformando lo que se conoce como inteligencia
emocional.

El gran interés social que la inteligencia emocional ha cobrado en los últimos años se debe a que
numerosas investigaciones han demostrado que es una habilidad clave para el éxito en la vida. Se ha
encontrado que una buena inteligencia emocional contribuye al bienestar personal, a una adecuada
autoestima, al desarrollo de la empatía, y a tener sentimientos y pensamientos positivos. Igualmente,
contribuye a tener relaciones sociales de calidad, a disminuir las consecuencias perjudiciales del
estrés y a tener menor riesgo de sufrir síntomas depresivos o de ansiedad.

De todos los ámbitos en los que se han llevado a cabo estudios sobre la inteligencia emocional, el
organizacional es el que ha servido de marco para nuestra investigación con los policías locales de
Canarias. Nuestro interés ha surgido de la consideración de que la inteligencia emocional es
importante en el ámbito policial, ya que, en el desempeño de sus funciones, suelen enfrentarse a
situaciones altamente demandantes desde el punto de vista emocional.

El/la policía es un/a garante del orden público y de la seguridad ciudadana, que posee como
herramienta un arma letal, el arma de fuego. En este sentido, nos parece fundamental que posea la
capacidad de conocer sus emociones, de acceder a ellas y de manejarlas o controlarlas
correctamente, ya que ello le permitirá realizar sus labores con mayor eficacia.

Para conseguir nuestro objetivo, hemos recurrido a uno de los instrumentos más utilizados en los
estudios sobre la inteligencia emocional, el TMMS – 24, que permite la evaluación del conocimiento
que las personas tienen de sus emociones mediante tres áreas: atención, claridad y reparación
emocional.

La atención emocional se refiere a la conciencia que tenemos de nuestras emociones, la capacidad


para reconocer nuestros sentimientos y saber lo que significan. La claridad emocional se refiere a la
facultad para conocer y comprender nuestras emociones, sabiendo distinguir entre ellas, entendiendo
cómo evolucionan e integrándolas en nuestro pensamiento. Y, por último, la reparación emocional se
refiere a la capacidad de regular y controlar las emociones positivas y negativas. Si bien puntuaciones
altas en claridad y reparación son adecuadas, no ocurre lo mismo con la atención emocional, que
puede llevar a la hipervigilancia de nuestras emociones y sensaciones y, en consecuencia, a la
hipocondriasis.

Los resultados que obtuvimos a partir de la aplicación de este instrumento nos mostraron que los
policías participantes tenían habilidades adecuadas para conocer, comprender, regular y controlar sus
emociones. Sin embargo, la mayoría necesitaba mejorar sus habilidades para percibirlas (claridad
emocional). También se encontró que aquellos policías que poseían un nivel educativo medio
(bachillerato), tenían una mayor conciencia de sus emociones y una mayor capacidad para reconocer
sus sentimientos y su significado. Así mismo, aquellos policías que tenían capacidad para reconocer
sus sentimientos (puntuaciones altas en atención emocional), eran más sensibles a lo que pensaban y
opinaban de ellos los demás, y esto podía redundar en timidez, vergüenza, sentido del ridículo,
sentimiento de inferioridad y alta susceptibilidad. Características todas ellas poco adecuadas para el
desempeño de la labor policial. Por el contrario, los que sabían regular sus emociones,
experimentaron menos tristeza, pesimismo y desesperanza.

Por otra parte, los/as policías con una adecuada inteligencia emocional tendían a afrontar las
situaciones de estrés llevando a cabo acciones para solucionar el problema, reflexionando acerca del
mismo, pensando en cosas que les distrajeran y/o respondiendo adecuadamente. Por el contrario, la
falta de habilidad a la hora de regular las emociones coincidió con el uso de alcohol o drogas como
una estrategia de afrontamiento al estrés.

Estos resultados, al igual que otros encontrados, nos indican que la inteligencia emocional facilita el
afrontamiento de las situaciones estresantes y que reflexionar y actuar sobre el problema es más
adaptativo que evitarlo.

En definitiva, y según los datos de nuestro estudio, poseer una adecuada inteligencia emocional
dentro del ámbito policial influye de forma positiva sobre la estabilidad emocional, la sociabilidad, el
sentido del deber, la confianza y preocupación en y por los demás, la responsabilidad y autoexigencia
en el trabajo, la utilización de adecuadas estrategias de afrontamiento al estrés y disfrutar de una
mejor salud mental. En consecuencia, todos estos aspectos favorecen el bienestar psicológico de
los/las policías, tanto en sus relaciones personales como en el desarrollo de su actividad laboral.

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