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Pachuca, “La Victoria del Viento”: un monumento a la desmemoria

Muestran ningún conocimiento del pasado,


ningún deseo de conocerle, mucho menos
un instinto histórico y, sin embargo, se
ponen a escribir la historia moral, y
forzosamente llegan a conclusiones reñidas
con la verdad.

Nietzsche
Genealogía de la moral

El ser humano se vale de instrumentos conceptuales y míticos para hacer


frente a los fenómenos a su alrededor. Así, puede sostenerse que la naturaleza
es el espacio externo y que los imaginarios colectivos son el espacio interno
donde se construyen los mitos, cuyo análisis es múltiple y complejo.

Una muestra de ello se encuentra en Gadamer (2001) quien afirma que


“pensar en una conciencia colectiva mítica abstracta, como un edén romántico
al que debe regresar la humanidad, por ejemplo para enfrentar la crisis
ambiental contemporánea, es tan abstracto y dogmático como el pensar en la
ilustración total o el saber absoluto de la modernidad”. Bajo este pensamiento
se entiende que los mitos son parte inherente de las verdades cotidianas y los
saberes colectivos modernos, moldean las identidades colectivas y se
entremezclan con el conocimiento científico y con la memoría histórica.

En ese sentido, Raffin (2006) entiende por memoria histórica al dominio de las
imágenes y de los universos simbólicos del imaginario social, donde es útil
preguntar ¿cómo se genera legitimidad política a partir de estos procesos
simbólicos? Es decir, ¿a partir de qué símbolos (monumentos, himnos,
esculturas, etcétera) se busca detonar dichos procesos de legitimidad? Las
respuestas a estas preguntas exigen una reconstrucción de la vida social.

Las culturas líquidas contemporáneas viven un torbellino posmoderno mutante


en todos los niveles, en un época de resquebrajamiento de las antiguas
estructuras políticas, económicas y sociales que moldeaban y daban orden a
las sociedades convertidas ahora en tierras baldías (Bartra, 2008).

En Pachuca, una ciudad cada vez menos exenta a las grandes


transformaciones culturales y tendencias de cambio global, se han construido
una serie de monumentos imposibilitados de significados culturales
consistentes, incapaces de construir nuevos sentidos de identidad, interacción
y convivencia.

Ante el desgaste de los símbolos tradicionales que dan identidad a la ciudad,


recientemente se ha buscado construir, íconos que legitimen los tiempos
presentes y futuros. Todos ellos han quedado en vagos intentos por dar un
nuevo sentido de pertenencia y rostro a la ciudad. De entrada, en estos nuevos
monumentos se encuentra una desconexión estética y arquitectónica
(“Monumento a la Mujer”, “Rotonda de los hombres ilustres”, “La Victoria del
Viento”, entre otros).

Lo que sí es una constante en estos es la visión miope, intrascendente y


aferrada a los estilos charros y caudilliles que caracterizan a la política local.
Que los hace un claro reflejo de la crisis cultural que desde años vive la ciudad,
agudizada por el clima latente de violencia en la vida cotidiana.

Construir mitos absurdos es la mejor forma de la desmemoria. “La Victoria del


Viento” es un monumento basado en una extraña leyenda que poca gente en
Pachuca conoce, y que rompe por completo con la memoria histórica de la
región, pues según podemos observar en diferentes fuentes hemerográficas,
se quiere hacer de Pachuca la novia del viento.

Se trata de un monumento basado en una pueril leyenda que a grandes rasgos


habla de una humilde mujer desconocida y muy bella, que alfabetizaba al
castellano a los niños indigenas. Su preocupación por las carencias sociales y
las condiciones de pobreza en las que vivían (y viven) la mayoría de sus
habitantes, todas las tardes la hacían llorar en la cima del cerro de San
Cristóbal.

El viento, de tantas veces que la vió tendida en llanto se enamoro de ella y así
entablaron un constante y romántico diálogo. Continúa la historia con la
intervención de la luna y la tierra; esta última en un momento de ausencia del
viento, ofrece a la bella dama, la opción de sacrificarse a cambio de dotar de
vetas de plata a la localidad (que hasta entonces no se llamaba Pachuca) y a
sus habitantes.

“La Victoria del Viento” representa entonces, la riqueza minera de las tierras
pachuqueñas. Riqueza que no se quedó en la región debido a la permanente
conquista, explotación y esclavitud que la leyenda omite. Además existen
similitudes entre esta historia y el cuento de Hans Christian Andersen “La
Sirenita”, personaje que al final del relato, se relaciona con unas hadas del
viento que le ayudan a superar difíciles pruebas, similares a las que vivió “La
Victoria del Viento”. Convertida en un monumento ubicado a la entrada de la
ciudad (para el cual se tiraron muchos árboles), y que parecería ser una mala
jugada del inconsciente colectivo para rendir homenaje a los cuatro jinetes del
Apocalipsis y algunos heroes enanos. Donde por si fuera poco, se pretenden
realizar eventos cívicos de gran magnitud.

David Ordaz Bulos

Referencias:

Hans George Gadamer, Verdad y método. Salamanca. Ed. Sigueme, 2006

Marcelo Raffin, La experiencia del horror. Subjetividad y derechos humanos en


las dictaduras y posdictaduras del Cono Sur, Editores del Puerto, Buenos Aires,
2006.
Roger Bartra, Culturas líquidas en la tierra baldía, Katz Editores - Centro de la
Cultura Contemporánea de Barcelona, 2008.

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