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SINOPSIS
La tragedia se llevó a su pareja hace casi cuatro siglos, dejando a
October Tuesday hundido. Negándose a ser víctima de su pasado, se
reinventó a sí mismo y se abrió camino a la cima. Ahora es el líder de un
amplio y prestigioso aquelarre, pero nada de eso le ayudará cuando el
destino le elija para darle una segunda oportunidad.
Tal vez no, pero podría intentarlo. Debería haber sido un momento
de gran alegría y celebración. Sus hermanos, su familia, finalmente
estaban reunidos. Algunos de ellos no se habían visto en demasiado
tiempo para recordarlo. Habían salvado a Thane de un horrible y cruel
destino, y se estaba recuperando, aunque el progreso era lento.
—Así que, ¿eso es todo? ¿Sólo vas a fingir que ni siquiera estoy
aquí?
Entonces los labios con los que había fantaseado estuvieron en él,
duros, rudos y exigentes. El vampiro no pidió permiso, ni intentó
convencerle lentamente o persuadirle. Tomó lo que quería, empujando
su lengua en la boca de Raith y dominándole con tranquila autoridad
hasta que su cabeza comenzó a girar.
Justo cuando todas las razones de que esto era una mala idea
comenzaron a desvanecerse, el hombre le liberó, le empujó lejos y
caminó hacia el otro lado de la habitación. Haciendo una pausa en la
entrada, se dio la vuelta y clavó a Raith con su reducida mirada. Sus ojos
verde esmeralda brillaban con algo salvaje e indomable, pero cuando
habló, su voz apenas fue más que un susurro.
Recordaba cada una de sus vidas previas con vívido detalle, pero
a diferencia de Torrent y Lynk, nunca había encontrado a su Infinity hasta
hace poco. Mayormente, sentía que era lo mejor. Ya había demasiada
tentación en lo que a October se refería. Si hubieran tenido una historia
juntos, amarse en diferentes momentos durante siglos, la auto-impuesta
separación sólo hubiera sido más dolorosa.
Siete vidas había vivido desde el año 1500, y en cada una había
sido más temerario que en la anterior, siempre terminando de la manera
más horrible y trágica. Tal vez si hubiera aprendido a tener la precaución
de mezclarse con las sombras, había sobrevivido lo suficiente en una de
sus vidas previas para haber conocido a su Infinity. Sólo quizás, ese
encuentro casual habría golpeado algo de sentido común en él.
Había pasado mucho tiempo desde que había tenido una pareja
o incluso un amante. Como líder, era sensible a las necesidades de su
aquelarre, pero cuando se venía abajo, siempre había hecho lo que
pensaba que era mejor para ellos. Era posible que sólo hubiera asumido
la misma actitud hacia Raith.
Raith era joven, impetuoso y rebelde. Vivía sólo con sus reglas. Era
un solitario, inconformista, sin dirección y sin importarle que no tuviera
destino en la vida. También era leal. October dudaba que hubiera algo
que el hombre no hiciera por sus hermanos. Había bondad, compasión y
deseo de aceptación en esos hermosos ojos ónix, que imaginó pocos se
tomaron el tiempo para darse cuenta de ello.
—Oh, a propósito…
—¿Sí? El vampiro arqueó una ceja, aplacando una sonrisa de
oreja a oreja.
—Bien, entra. —Lynk dio un paso hacia atrás y le hizo una seña
para que entrara—. Aún está haciendo pucheros en su habitación.
—Hola, Raith.
—No.
—Más cerca.
—Aún no. —El hombre se sentía tan bien contra él y el aroma que
desprendía estaba haciendo agua la boca de October—. No vas a
esconderte más de mí, Raith Braddock. Te prometo que soy lo
suficientemente fuerte y capaz de manejar tu carga. —Su brazo rodeó la
cintura de Raith en un ligero apretón—. No huyas de mí.
—No voy a irme, así que puedes parar. —Su otra mano acarició
la espalda de Raith hasta que sus dedos se enredaron en los suaves rizos
del cabello del brujo—. Déjame ayudarte.
Bueno, ahí se iba su teoría sobre ser más fuerte que el hombre. —
Deberías irte.
—Déjate de tonterías, Raith. Ese cántico es antiguo. No voy a ir a
ninguna parte, así que deberías dejar de actuar como un idiota y hablar
conmigo.
—Mentiroso.
Por favor, déjame ir. Dame cinco minutos para aclarar mis ideas.
—Es la verdad.
—Estoy esperando. Sabes lo que quieres decir, así que sólo dilo de
una vez.
—¿Sí, draga?
Era más fácil decirlo que hacerlo porque Raith no sabía qué
infiernos quería. El miedo era un concepto totalmente ajeno a él hasta
hacía poco, y no tenía idea de cómo encargarse de la nueva emoción.
—Raith. —Estiró la mano para tocar el rostro del brujo, pero Raith
le detuvo, sosteniendo su muñeca en un firme agarre.
—¿Sólo una?
—Por ahora.
October veía todo tipo de lagunas en esa regla, pero no sería justo
para él extorsionarle. Por tanto, simplemente sonrió y rodó hacia adelante
para depositar un casto beso en la mejilla de Raith. Su paranoico amante
cambiaría de opinión muy pronto, y lo mejor que podía hacer era ser
paciente hasta que ese día llegara.
—Sí.
—Cruzo mi corazón.
—¿Cada día?
—Se preocupan por ti, draga. No hay nada malo con eso.
—Estoy bromeando, Tober. Aligera, viejo.
Oh, el hombre iba a risa por minuto. —Eres muy gracioso. Ahora,
mueve tu apretado culo y deja de tirar de mi cadena.
Raith sonrió con malicia contra los labios del vampiro. —Estaba
esperando que dijeras eso. —Y sólo tenía una cosa en mente para
mantenerles distraídos hasta que saliera el sol.
—Lo es para mí. —October lo dijo con calma, pero sus ojos
estaban un poco demasiado redondos para la respuesta informal. Las
puntas de sus dedos continuaban hincándose en la rodilla de Raith, sus
hombros rodaron, curvando su columna vertebral, y hubo un ligero
temblor en la pierna izquierda que descansaba contra el muslo de Raith.
No era ajeno a los conflictos, y honestamente, le gustaba un buen
debate de vez en cuando. Con October, era diferente. Hacía que su
pecho se apretara y su intestino se agitara cuando pensaba en el hombre
siendo infeliz, especialmente si él era la cause de esa angustia.
Esa era la razón exacta por la que Raith nunca había buscado
activamente una pareja e incluso una relación a largo plazo. Nada era
blanco o negro. Había muchas áreas grises, y complicaba las cosas
muchísimo.
—No entiendo.
—Mucho.
—En realidad, esa es una de las razones por las que te estaba
buscando. —October se rio en voz baja y sacudió la cabeza—. Los
calabozos se están desbordando en Haven, así como los calabozos de El
Consejo en Casper, así que estuve de acuerdo en retener a algunos de
los prisioneros aquí. Uno es un vampiro híbrido con el nombre de Phillip
McCarthy. ¿Le conoces?
—No personalmente, pero conozco a su hermano. Quiero decir
que le he visto. Le he interrogado. Sin embargo, no somos exactamente
los mejores amigos.
Ansioso por hacer otra cosa que estar sentado, Raith asintió con
la cabeza con firmeza. —¿Qué necesitas que haga?
—No.
—Entiendo.
Desde que Raith había llegado a su vida, esos últimos minutos con
su anterior pareja habían estado sucediendo en un bucle casi constante.
Soñaba con la conversación cada vez que se quedaba dormido, y ahora
el recuerdo irrumpía en sus pensamientos incluso en sus horas de vigilia.
Vivir durante cuatro siglos con los lamentos de sus errores le había
hecho demasiado cauteloso cuando se trataba de relaciones. Más de
una vez, le habían dicho que estaba demasiado en guardia, y tuvo que
estar de acuerdo. No confiaba con facilidad, y se mostraba reacio a abrir
su corazón a la posibilidad de ese tipo de dolor de nuevo.
—¿Lo sabe?
Kaito tampoco sería fácil de ubicar. Como él, Kaito era un híbrido
con mezcla de sangre de vampiro y werelobo. El Ejecutor Tanaka había
sido muy sincero con él cuando llegó al aquelarre, pero le pidió a
October que no divulgara la información a nadie. Sabiendo lo
intolerantes que eran algunos de su especie con alguien diferente, no
había dudado en estar de acuerdo.
—¿Interrumpo?
—Sí —respondió Kaito con una sonrisa que podría cautivar las
estrellas del cielo—. Tenemos helado.
—Nop.
Sí, había sido reacio a iniciar una relación con October, pero el
hombre estaba comenzando a gustarle. Las cosas que parecían molestar
a Raith en la mayoría de las personas, las veía entrañables en su amante.
La obsesiva necesidad de control de October le preocupaba más que
irritaba. La peor parte era que el hombre ni siquiera se daba cuenta. En
su mente, cedía el poder fácilmente de forma regular.
Bueno, Raith tenía malas noticias para él. Dudaba que October
pudiera entregar las riendas si alguien le apuntara con un arma a la
cabeza. Aunque aún estaba al final de sus proezas sexuales, October
siempre ejecutaba el espectáculo. Ya fuera verbal o físicamente,
controlaba la posición, el ritmo, el ángulo, y cualquier otro aspecto.
Algunas veces, Raith sentía como si estuviera en un campo de
entrenamiento en vez de estar haciendo el amor con su pareja.
Con doce hermanos, Raith era utilizado por la gente para que le
dieran órdenes. Incluso si era el segundo después del mayor, eso nunca
detuvo a sus mocosos hermanos de dar órdenes o hacer demandas.
Normalmente, dejaba rodar sus hombros, haciendo lo que le pedían sólo
si coincidía con lo que había estado planeando hacer en primer lugar.
Por otra parte, todo era diferente con October. Raith no podía
evitar complacer al hombre. Desgraciadamente, lo único que su amante
deseaba por encima de todo iba a terminar matándole. No había
manera de que una persona, sobrenatural o no, pudiera aguantar
mucho estrés y no sufrir ninguna consecuencia. La escena justo antes de
salir el sol parecía dar crédito a esa teoría, pero Raith sospechaba que
había sido algo más.
Quería discutir. Sabía que debería decir no. Sin embargo, las
cálidas sábanas y el suave colchón se veían tan apetecibles. Tal vez una
rápida siesta no le hiciera daño. —Bien, pero sólo durante una hora o así.
Podría ser terco, pero no era idiota. Cuando una persona tan
magnífica como October implicaba todo tipo de intenciones traviesas a
cambio de nada más que dormir, un hombre inteligente pondría su culo
en la cama y se quedaría allí.
—Es una larga historia, pero la versión corta es que su padre murió
recientemente. No tiene otra familia que podamos encontrar. Así que se
está quedando en la casa principal hasta que podamos encontrarle una
casa de acogida.
—¿Cómo lo supiste?
Sí, lo mejor sería proceder con cautela hasta que supiera con
certeza que Kaito estaría en buenas manos con padres comprensivos,
amables y cariñosos que pudieran cuidar de sus necesidades
particulares.
Amaba la manera en que reía el niño, pero era muy triste que
Kaito nunca hubiera tenido a nadie que colgara una de sus obras
maestras en el frigorífico para que todos pudieran verlo y admirarlo. —
Frigorífico —corrigió suavemente mientras apartaba el cabello de Kaito
de su rostro—. ¿Sabes qué? Creo que tengo una idea mejor. ¿Qué
pensarías si pusiéramos esto en un marco y lo colgamos en tu habitación?
—¿Qué es eso?
—Sip. —Se puso la mano sobre la boca y soltó unas risitas mientras
señalaba hacia la pintura de Raith—. Raith lo hizo mal, ¿no?
Por qué pensaba que no era bueno con los niños era un misterio,
porque ver a la pareja juntos hacía que el pecho de Raith se hinchara
con orgullo y afecto. —De acuerdo, ¿quién tiene hambre?
—Sandía —dijo Raith con una risita ahogada. Cómo había gente
a la que no le gustaran los niños estaba fuera de su alcance. Decían las
cosas más malditamente lindas, y podría escuchar hablar a Kaito y Wren
durante horas. Era maravilloso ver el mundo a través de sus ojos.
—No.
—No.
—Sí.
—Sí.
—No, está bien. Estoy seguro de que tienes mucho que hacer por
aquí este fin de semana. —Raith terminó de entrelazar su cinturón a través
de las trabillas de los vaqueros y lo abrochó—. Sé que querrás guardias
para que nos lleven allí, pero hay suficiente seguridad en la casa de El
Consejo. No tienen que quedarse.
—¿Estás preparado?
—No estoy buscando una discusión, Raith. Sólo quiero saber qué
bicho te picó. —Ten misericordia, estar emparejado era un maldito
trabajo de por sí. October no se llamaría a sí mismo un experto en el tema,
pero no pensaba que dos personas que estuvieran destinadas a estar
juntas tendrían que trabajar tan malditamente duro sólo para tener una
conversación civilizada—. ¿Es sobre el sexo?
—¿Te gusta?
—No, me gusta estar aquí. Hay mucha gente para jugar. —Se
apartó y arrugó la nariz—. Pero necesitamos más juguetes.
Sin embargo, había varias razones por las que no dijo no. Una,
había hecho un trato, y nunca había dejado un contrato sin cumplir. Dos,
su corazón se sentía como si hubiera sido destrozado y abandonado para
que se desangrara en el suelo cuando Raith le había hablado sobre irse.
Nunca más quería sentirse como lo había hecho durante esos escasos
momentos horribles. La mayor razón por la que no detenía las itinerantes
manos de su amante era porque se sentía demasiado malditamente
bien.
Raith iba a tener que utilizar magia real, no trucos baratos de salón
como producir lubricante, por primera vez desde el desvío de magia
oscura. October no iba a negar que estaba un poco nervioso sobre cómo
afectaría a su amante.
Sin embargo, no era por él. Tampoco era sólo por Mikko. Algo
mucho más grande que ellos se avecinaba. No podía ponerle un
nombre, pero podía sentirlo como una carga en el aire justo antes de una
tormenta. Había una razón por la que cada brujo de ese círculo original
había nacido en la misma familia por primera vez desde que habían sido
maldecidos. Había una razón por la que se suponía iban a juntarse, y Raith
no podía interponerse en el camino del destino.
—Hombre, sólo está medio despierto. Estará débil por unos días,
pero eso es todo. Confía en mí. Funcionará.
—Agradezco que estés aquí. —El líder no había sido una enorme
cantidad de ayuda, pero Raith estaba agradecido de todos modos—.
¿Os iréis esta noche?
—Me las arreglé para seguir con vida la siguiente vez hasta el
invierno de 1766. Sin embargo, los siguientes años fueron un poco
desastre, y encontré maneras de conseguir que me mataran en cuatro
ocasiones diferentes entre 1766 y 1865”.
—Dios mío, Raith. —El hombre no podía haber vivido más allá de
los veinte durante cualquiera de esas épocas—. ¿Qué demonios estabas
haciendo?
Había oscuras sombras bajo sus ojos, su piel parecía un poco más
pálida de lo normal, y estaba temblando desde las puntas de su cabello
hasta la suela de sus botas. El talón de su pie rebotaba contra el suelo,
sacudiendo todo el colchón, y sus dedos se flexionaban y relajaban una
y otra vez. Raith también parecía estar parpadeando más de lo normal,
y su respiración se aceleró en bocanadas rápidas y poco profundas a
través de sus labios entreabiertos.
—Murió hace mucho tiempo. El día que murió fue el día que gané
mi libertad. Era October. Era un Tuesday, y tenía casi trescientos años. —
Sabía que el nombre que había elegido para él era peculiar, pero era
importante para él—. Por supuesto, en aquel entonces, era Octobris Dies
Martis, pero adopté la traducción al inglés en el siglo XVII.
—Por supuesto que no. Te reunirás con otro alfa y dos de sus
betas mañana por la noche en la luna llena. Harás cualquier cosa
que te pidan. ¿Lo entiendes?
—¿Qué me dijiste?
—La noche que se suponía iba a reunirme con aquel alfa fue la
noche que Rastas murió. —Concluyó October su historia—. Había
planeado presentarme a la reunión, permitir que Bale pensara que
estaba haciendo lo que había ordenado para conseguir algo de tiempo,
y luego regresar a casa para llegar a Rastas. Sólo que a mi querida pareja
se le metió en la cabeza que debía matar mis dragones.
—De acuerdo, así que Rastas era tu pareja. —Se mordió la última
palabra, y le dejó un sabor amargo en la boca—. En la visión que tuve, él
estaba amenazando a Bale, exigiéndole que te liberara de la manada.
—No estaba seguro de cuánto debería revelar—. ¿Sabes… cómo murió?
—¿Entonces qué?
El único problema era que no sabía cómo ser sólo un Joe normal.
Había pasado los últimos cientos de años formándose como líder, y
desconectar de todo eso no era como apretar un interruptor. —Estás
siendo cuidadoso, ¿cierto?
Aslan sólo les hizo un gesto con la mano. —Está bien. Tienen que
divertirse, y no tenemos nada que hacer mañana. No hará daño si Wren
se duerme un poco más tarde.
October tosió para ocultar un bufido, y por el rabillo del ojo vio a
Kieran hacer una mueca de dolor. Sin embargo, era un término
apropiado para el bastardo que había engendrado a su pequeño y
dulce vampiro. October no sabía que había sido de la madre del chico,
pero esperaba que no hubiera sido tan espantosa como la suya.
—¿Y Raith?
—¿Polvo de sueño?
Raith recordó esa primera vez que October había caído enfermo.
—Comenzó la noche que trajimos a Kaito a casa.
—No creo que alguna vez lo sepamos con seguridad, pero creo
que Tanaka le estaba dando el polvo a Kaito para hacer que estuviera
demasiado débil para cambiar. El polvo no tiene el mismo efecto en los
werelobos, pero es más difícil cambiar para un híbrido de todos modos.
Cuando estamos exhaustos o enfermos, es casi imposible.
—Pensaba que los werelobos y cambiaformas no cambiaban por
primera vez hasta la pubertad.
Por todo lo que había visto y oído durante siglos, eso era
exactamente lo que sucedería. La oscuridad le consumiría hasta que no
permaneciera nada bueno de él. —Debería irme. No eres tú, cariño. No
es Kaito. Simplemente ya no confío en mí mismo rodeado de gente.
—Raith, escucha.
—No. —Saltó del sofá y puso sus temblorosos puños a los lados—.
Recuerdo cada una de mis vidas pasadas con tanta claridad como si
fuese ayer, y en ningún momento fuimos pareja. Nunca fui mutilado por
un werelobo, y mi nombre nunca fue Rastas.
Ciertamente esta no era la reacción que había esperado.
Además del dolor que sentía ante las acusaciones, a October también le
preocupaba qué sucedería si no pudiera tranquilizar al hombre. Había
conseguido una muestra aquí y allí de lo que Raith podía hacer, y con
cada trastorno emocional, su poder crecía y se hacía más incontrolable.
—O manipularme.
—Te amo.
—Lo sé. —Se hizo eco Raith. No podía evitar estar nervioso, pero
sabía que October nunca haría nada que le hiciera daño.
—Más.
—Más —gruñó.
—Aún no. —Bombeando en el canal de Raith, October giró su
muñeca en una dirección y en otra, trabajando cuidadosa pero
diligentemente para asegurarse que Raith estuviera bien estirado y
preparado—. Casi.
—Estoy bien, Tober. —Suplicar iba contra cada uno de sus instintos,
pero sus instintos nunca se habían tropezado con las arremetidas de
necesidad y deseo que sentía de repente—. ¡Por favor!
—Lo recuerdo.
—¿Y? —October se movió hasta que estuvo a su lado,
presionando pecho con pecho con Raith—. Siento como si estuviera en
llamas. ¿Eso es normal?
—¡Tío Raith! —Wren saltó del sofá e impulsó sus puños en el aire—.
¡Estoy pateando el culo del tío Kieran!
—¡Wren!
Las palabras apenas estaban pasando por sus labios cuando una
enorme explosión sacudió las ventanas, y gritos gemelos hicieron eco
hacia ellos desde la cocina. Un relámpago brilló fuera de las ventanas,
seguido por otro trueno, y enormes gotas de agua apedreaban los
cristales mientras el viento rugía más allá.
—Raith.
—¿Encontraste a Mikko?
—No.
—Eres un idiota.
—Jódete, Raith.
—Nop.
—¿Lo harás?
—No.
—Sí, lo haré.
Raith alargó el brazo sobre la consola central y tomó su mano. —
Gracias.
—¿De verdad?
—Sip.
—No, esta vez no. Además, pensé que querías ver al tío Gideon.
—¡Diablos!
—Papi lo dijo.
—Sí, señor. —Dejó caer la cabeza y arrastró sus pies descalzos por
la alfombra—. ¿Puedo ir a jugar?
Este asunto de ser padres era difícil. October odiaba sentirse como
el malo de la película, pero tampoco quería que Kaito creciera para ser
un delincuente. —Sí, puedes ir a jugar. —Apartó el cabello negro del rostro
del niño y suspiró—. Te quiero muchísimo, Kaito.
Levantando la cabeza, una sonrisa lo suficientemente brillante
como para rivalizar con el sol, iluminó su rostro. —También te quiero,
papá. —Luego se dio la vuelta y corrió por el pasillo, gritando el nombre
de Wren por el camino.
October repitió las palabras, pero frunció los labios. Es posible que
no supiera mucho sobre magia, pero las palabras de las que se hacía eco
no sonaban como si se estuvieran refiriendo al mal dentro de Raith. Una
pequeña voz, susurró en el interior de su cabeza que su tonta y obstinada
pareja se las había arreglado para esconderle algo después de todo.
Las lágrimas corrían por sus mejillas y su visión era borrosa, pero
levantó a Raith en sus brazos como si fuera lo más preciado en el mundo
y le colocó suavemente en el suelo cubierto de hojas en el centro del
círculo. —Te amo, draga.
Era duro recordar todas las razones por las que había accedido a
esto cuando sus manos estaban cubiertas de la sangre de su amante.
—October, muévete.
Aún quedaban varias horas hasta que el sol saliera por el este.
Aunque estar sentado y esperando por el momento mágico sería
bastante difícil, October ni siquiera podría permanecer al lado de Raith
durante el proceso.
—¡Immotus!
October se quedó completamente rígido, incapaz ni siquiera de
parpadear mientras miraba fijamente al cielo desde donde estaba
enroscado en una incómoda posición en el suelo. Torren se precipitó
hacia adelante y cayó de rodillas, clavando la aguja en la cadera de
October y presionando la jeringa.
—Kaito se ha ido.
—Lo prometo.
—¿Papá?
—¿Sí, bebé?
—Sólo para que lo sepas. —Añadió Thane—, vas a tener que besar
un montón de culos cuando llegues a casa. ¿Por qué infiernos no le dijiste
a October lo que iba a suceder?
—¿Funcionó?
—Creo que esta vez puedo dejarlo pasar —dijo October con un
guiño a Raith—. Sin embargo, tú, mi pequeño, tienes que dormir.
FIN
ACERCA DEL AUTORA
Gabrielle Evans creció en un pequeño pueblo en el sur de
Oklahoma. Estamos hablando de una luz roja que puede funcionar o no
dependiendo del día de la semana. Se casó con su novio del instituto el
resto es prácticamente historia. Tienen dos niños muy activos y un muy
nervioso perro salchicha que la mantienen constantemente en
movimiento. Por ahora, aparca su coche en el centro de Indiana, pero
quién sabe lo que pasará mañana.