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SERIE REFUGIO

SINOPSIS
La tragedia se llevó a su pareja hace casi cuatro siglos, dejando a
October Tuesday hundido. Negándose a ser víctima de su pasado, se
reinventó a sí mismo y se abrió camino a la cima. Ahora es el líder de un
amplio y prestigioso aquelarre, pero nada de eso le ayudará cuando el
destino le elija para darle una segunda oportunidad.

Envenenado por una maldad de su propia creación, Raith


Braddock sabe que no pasará mucho tiempo antes de que la magia
prestada tome el control y le consuma. Por esta razón, no se puede
permitir acercarse a nadie, ni a su familia, y sin duda a su Infinity.

October ve algo familiar cuando mira en el interior de los ojos de


Raith, y no va a renunciar tan fácilmente. Pero luchar por su pareja será
más difícil de lo que jamás imaginó, especialmente cuando lo único que
él quiere es precisamente contra lo que está luchando, control.

Género: .Alternativo (M/M o F/F), Paranormal, Vampiros/Werelobos


Longitud: 48,097 palabras.
Capítulo Uno
—Creo que tenemos que hablar.

No se apartó de la ventana, pero mantuvo su expresión neutral,


sabiendo que el vampiro podría ver su rostro reflejado en el cristal
iluminado por la luna. Durante semanas, se había estado volviendo loco
para evitarlos a todos, especialmente a este hombre. Su dormitorio se
había convertido en su santuario, el lugar donde se escondía del resto del
mundo para revolcarse en su auto-odio y miseria.

—No hay nada sobre lo que hablar. —Regresó Raith, negándose


a mirar a su visitante.

—No puedes dejarme fuera para siempre, Raith. No puedes sólo


ignorar la situación y esperar que desaparezca.

Tal vez no, pero podría intentarlo. Debería haber sido un momento
de gran alegría y celebración. Sus hermanos, su familia, finalmente
estaban reunidos. Algunos de ellos no se habían visto en demasiado
tiempo para recordarlo. Habían salvado a Thane de un horrible y cruel
destino, y se estaba recuperando, aunque el progreso era lento.

Cada día, observaba luchar a su hermano, angustiado de que


aún estuviera delgado, pálido y roto. Cada vez que Raith daba un paso
en el interior de la habitación de Thane, la vista le atravesaba el corazón
como una daga. Cómo había sobrevivido el hombre tanto tiempo como
lo había hecho allí dentro estaba más allá de su conocimiento.

Muerto de hambre, golpeado, mojado, frío y obligado a donar la


propia sangre que corría por sus venas sería suficiente para romper a
cualquiera. Sin embargo, no a Thane. Su hermano, aunque débil
físicamente, tenía más fuerza interior que cualquiera al que hubiera
conocido alguna vez.

Y luego estaba Zasha. El Infinity de Thane, su Llama Gemela, su


mitad desaparecida, y la única persona en la tierra que finalmente
podría traer paz a la solitaria existencia de Thane. Raith había albergado
dudas al comienzo, pero observar la luz que surgía en el rostro de su
hermano cada vez que miraba a Zasha, había apaciguado cualquier
resentimiento que tuviera hacia el vampiro.
Y luego estaba el propio Infinity de Raith. Fuerte, poderoso,
enigmático y casi de otro mundo, el hombre contenía más integridad en
una sola hebra de cabello dorado que Raith en todo su cuerpo. Sin
embargo, había perdido al vampiro incluso antes de que se hubieran
conocido cerca de ese pozo en la parte posterior de la propiedad del
Aquelarre Snake River. Acciones precipitadas e imprudentes decisiones
le habían sellado en una eternidad de soledad.

—Así que, ¿eso es todo? ¿Sólo vas a fingir que ni siquiera estoy
aquí?

—Más o menos. —Era demasiado difícil, y Raith no le tendría


nunca más. Se había resistido al principio, pero finalmente había
aceptado las consecuencias de sus acciones. De todas las cosas que
había hecho para darse por vencido irrevocablemente, definitivamente
su pareja era lo más doloroso.

Sin embargo, fue su elección permitir que el veneno entrara en su


corazón, cuerpo y alma. Su elección y sólo suya, no permitiría que nadie
más sufriera a causa de sus errores.

—Eres un maldito idiota, Raith Braddock.

Se encogió de hombros con indiferencia, pero mentalmente


estuvo de acuerdo. Sí, era un idiota, pero era demasiado tarde para dar
marcha atrás. —¿Hemos terminado?

Pisoteando a través de la habitación, su pareja le cogió por los


hombros, le dio la vuelta y empujó rudamente su espalda contra la pared,
sus pechos se moldearon juntos, y un fuerte muslo se insinuó entre las
piernas de Raith, encerrándole en su lugar y lanzando su lujuria a toda
marcha.

Entonces los labios con los que había fantaseado estuvieron en él,
duros, rudos y exigentes. El vampiro no pidió permiso, ni intentó
convencerle lentamente o persuadirle. Tomó lo que quería, empujando
su lengua en la boca de Raith y dominándole con tranquila autoridad
hasta que su cabeza comenzó a girar.

Justo cuando todas las razones de que esto era una mala idea
comenzaron a desvanecerse, el hombre le liberó, le empujó lejos y
caminó hacia el otro lado de la habitación. Haciendo una pausa en la
entrada, se dio la vuelta y clavó a Raith con su reducida mirada. Sus ojos
verde esmeralda brillaban con algo salvaje e indomable, pero cuando
habló, su voz apenas fue más que un susurro.

—Ahora hemos terminado.

Con esa declaración de despedida, October Tuesday, líder del


Aquelarre Snake River, salió de la habitación, golpeando la puerta detrás
de él.

Raith permaneció apoyado contra la pared, cerrando los ojos y


reprendiéndose a sí mismo mentalmente por su breve debilidad. El vacío
de la habitación le rodeó, de alguna manera opresivo en su puesto
vacante. Las paredes se sentían como si se estuvieran cerrando en torno
a él, decididas a aplastarle.

Su garganta y pecho se apretaron, por lo que le era casi imposible


sacar aire de sus pulmones. El único lugar que había sido su refugio ahora
se sentía sofocante y poco acogedor. Maldito October y su testarudez.
¿Por qué no podía simplemente dejar en paz a Raith?

Desde la noche que rescataron a Thane del pozo cerca de los


molinos de viento, October había sido una constante espina en su
costado. El hombre aparecía continuamente, sólo cuando Raith menos
le esperaba, sin avisar y sin tiempo para lanzar sus defensas. De esta
manera, Raith cambió a la única defensa que pudo, actuar como un
completo idiota y esperar que pudiera alejar a October.

Hasta aquí, estaba teniendo muy poca suerte con el teatro.

Recordaba cada una de sus vidas previas con vívido detalle, pero
a diferencia de Torrent y Lynk, nunca había encontrado a su Infinity hasta
hace poco. Mayormente, sentía que era lo mejor. Ya había demasiada
tentación en lo que a October se refería. Si hubieran tenido una historia
juntos, amarse en diferentes momentos durante siglos, la auto-impuesta
separación sólo hubiera sido más dolorosa.

No era culpa del vampiro. No había hecho nada malo, ni


tampoco poseía cualidades indeseables. De hecho, era un poco
demasiado perfecto.

Cada hebra de cabello rubio miel se curvaba expertamente en


su lugar haciendo que se viera de manera casual azotado por el viento.
Su cuerpo parecía cuidadosamente esculpido, y su impecable piel de
marfil encerraba cada músculo cincelado dando la ilusión de piedra
tallada en lugar de carne viva.

Y luego estaba su inquebrantable confianza. Si el hombre alguna


vez se había sentido inseguro sobre cualquier cosa, Raith aún tenía que
verlo. October siempre sabía las respuestas, y delegaba tareas con la
facilidad y eficiencia de un hombre nacido para liderar. ¿Era de extrañar
que Raith le encontrara tan cautivador?

Siete vidas había vivido desde el año 1500, y en cada una había
sido más temerario que en la anterior, siempre terminando de la manera
más horrible y trágica. Tal vez si hubiera aprendido a tener la precaución
de mezclarse con las sombras, había sobrevivido lo suficiente en una de
sus vidas previas para haber conocido a su Infinity. Sólo quizás, ese
encuentro casual habría golpeado algo de sentido común en él.

Cada vida había sido dirigida de manera dura y rápida. Para


Raith, era la única manera de vivir, a toda velocidad, dándolo todo y
experimentando cada día como si pudiera ser el último. El mundo era un
lugar loco. Las personas en él estaban más locas. Para la mayoría, sólo
había una oportunidad para hacer casi todo lo que quisieran.

Por otro lado, si no estuviera seguro de su reencarnación, quizás


no habría actuado tan temerariamente. Sin embargo, lo dudaba.
Simplemente no pasaba de puntillas por la vida ni seguía las reglas. Sus
hermanos y unos pocos amigos cercanos era todo lo que necesitaba, lo
único que realmente importaba. Mientras sus acciones no dañaran a
nadie, no veía la necesidad de tener cuidado.

Bueno, hasta que la había jodido de manera espectacular. Si


hubiera un premio al mayor gilipollas del mundo, definitivamente estaría
en marcha hacia el título.

Mientras succionaba la vida y la magia de la bruja, Natalie


Halstead, realmente no había hecho daño a nadie, teniendo la
venenosa magia oscura en su interior podría resultar peligroso para los
que amaba. Él podría ser una amenaza para ellos, y eso era inaceptable.
Quizás debería haber pensado en eso antes de haber dejado que su
temperamento y frustración sacaran lo mejor de él.

Ahora era demasiado tarde para retractarse. No era como si


pudiera volver atrás en el tiempo y cambiar las cosas estúpidas que había
hecho. De esta manera, sólo tendría que ser más vigilante, tomar nota de
cualquier cambio repentino en su actitud y mantener a todo el mundo a
distancia. —Es lo mejor. —¿Por qué debería pagar October por sus
errores?—. Es lo mejor.

Así que, ¿por qué mierda le dolía tanto?

—Terco, ridículo, estúpido masoquista —gruñía October en voz


baja mientras se precipitaba fuera de la casa de EL Consejo y bajaba los
escalones de piedra.

Raith Braddock iba a llevarse una enorme sorpresa si pensaba


remotamente que October había terminado con él. Tenía casi mil años,
líder de uno de los aquelarres más grandes del país y estaría condenado
si un cachorro maleducado con un poco de magia fuera a alejarse de
él.

No estaba seguro de qué le irritaba más, el hecho de que Raith


pensara que no sabía sobre el desafortunado incidente con la magia
maldita, o que pensara que October fuera incapaz de manejar la
situación. Sin embargo, una cosa era cierta, Raith era su pareja, y el
hombre no podría esconderse para siempre.

Desde el momento en que October había capturado su seductor


aroma en el campo donde los molinos de viento, había sabido que
podría hacer cualquier cosa para tener a Raith a su lado, en su cama y
posiblemente incluso en su corazón. La terquedad y el orgullo habían
causado que perdiera a una pareja hacía muchos años y no iba a
permitir que sucediera de nuevo.

—¿Problemas? —preguntó su amigo y segundo al mando,


Gideon, cuando October se deslizó en el asiento del pasajero de la SUV.

—Nada que no pueda manejar. —Le aseguró el vampiro.

—Quizás estás yendo en la dirección equivocada, quiero decir, a


los chicos también les gusta el romance, ¿cierto? Quizás deberías
cortejarle o invitarle o como quieran llamarlo.

—Normalmente, estaría de acuerdo contigo. —Pero, esta no era


una circunstancia normal—. Sin embargo, no estoy seguro de que Raith
Braddock sea del tipo de vino y rosas. —Podía ver que sus intentos de
seducir al brujo iban a ir terriblemente mal con ese enfoque—. No, creo
que Raith necesita una mano firme.

—Podría ser que no sabe que le gustara ser cortejado —sugirió


Gideon—. Quizás nadie lo haya intentado.

October no había pensado en eso. De hecho, sólo había llegado


a la conclusión de que las sutilezas no funcionarían en base a la
apariencia y el temperamento de Raith. —Así que, ¿piensas que debería
intentar algo más dulce?

Gideon se encogió de hombros mientras salía a la carretera


principal. —No haría daño. Además, si eso no funciona, siempre tendrás
un plan B. Esa mano firme de la que estabas hablando. —Clarificó con
una risita ahogada.

—Hmm, quizás fui demasiado duro con él. —Muy raramente


October conseguía menos de lo que quería, y nunca dejaba que sus
emociones le dominaran, no antes de que Raith hubiera llegado de todos
modos. Esa escena anterior en el dormitorio de su pareja no había sido
nada más que carga emocional.

Había pasado mucho tiempo desde que había tenido una pareja
o incluso un amante. Como líder, era sensible a las necesidades de su
aquelarre, pero cuando se venía abajo, siempre había hecho lo que
pensaba que era mejor para ellos. Era posible que sólo hubiera asumido
la misma actitud hacia Raith.

Sí, se preocupaba por los sentimientos y pensamientos de Raith,


pero, ¿realmente se lo había demostrado? No. Había irrumpido
directamente en la habitación del hombre, perdido los estribos y luego
estallado como un niño irascible. Concedido, fue bastante desagradable
que Raith se quedara allí de pie con la espalda girada e ignorándole,
pero probablemente podría haber manejado la situación con un poco
más de tacto.

—Da la vuelta. —October estaba comenzando a cuestionarse


seriamente si una pareja valía realmente la pena. Sus problemas con
Raith le estaban convirtiendo en un idiota indeciso y sólo habían estado
bailando alrededor del otro durante unos días. Obviamente la paciencia
no era uno de sus rasgos más fuertes.
—¿Estás seguro? Podríamos intentarlo de nuevo mañana.

—Estoy seguro. —Pensar en su comportamiento le enfermaba. No


podía dejar que las cosas se quedaran como las había dejado. Había
visto el miedo, la desesperación y el anhelo en los ojos de Raith antes de
que hubiera salido por aquella puerta. Sin embargo, había seguido su
camino, sin querer ceder ni siquiera un poco.

¿Qué clase de hombre me hace ser? No tenía una respuesta


exacta, pero sabía que no era la clase de hombre que quería ser. Y
definitivamente no era la clase de hombre que merecía a alguien como
Raith.

No importaba la imagen que interpretaba para los demás o la


forma en que se veía a sí mismo, Raith era puro y desinteresado. Había
tomado la magia oscura y maldita en su interior para proteger a la gente
que amaba sin pensar en las consecuencias. Por supuesto que había sido
imprudente y temerario, pero también había sido increíblemente valiente
y sacrificado.

Raith era joven, impetuoso y rebelde. Vivía sólo con sus reglas. Era
un solitario, inconformista, sin dirección y sin importarle que no tuviera
destino en la vida. También era leal. October dudaba que hubiera algo
que el hombre no hiciera por sus hermanos. Había bondad, compasión y
deseo de aceptación en esos hermosos ojos ónix, que imaginó pocos se
tomaron el tiempo para darse cuenta de ello.

Sí, había conseguido todo eso de sólo unos breves encuentros y


conversaciones entrecortadas. Llámalo muy observador. Sin embargo, un
hombre no vivía tanto como él lo había hecho sin aprender un par de
cosas en el camino.

Cuando Gideon se detuvo delante de la casa de El Consejo una


vez más, October se deslizó fuera del vehículo y agradeció a su amigo.
—Vete a casa, Gideon. No voy a marcharme hasta que mi querida
pareja abra los ojos a la realidad.

Gideon se rio e inclinó la cabeza. —Buena suerte con eso, Tober.


Espero que tengas mejor suerte que antes.

—Oh, a propósito…
—¿Sí? El vampiro arqueó una ceja, aplacando una sonrisa de
oreja a oreja.

—Gracias por meterme algo de sentido común.

Gideon se encogió de hombros. —No hice mucho. Eres un gran


líder. Sin embargo, no creo que eso vaya ayudarte mucho en este caso.
Tendrás que aprender a ceder un poco.

Gracioso, justo estaba pensando en lo mismo. —Vete a casa, Gid.


Te veré pronto.

—Pónselo fácil. Parece duro por fuera, pero tengo la sensación de


que hay todo un mundo de dolor en el interior.

October bajó la cabeza y cerró la puerta, despidiéndose de


Gideon con la mano antes de subir las escaleras para tocar el timbre.
Compromiso era el nombre del juego, pero iba a tomar algo drástico
conseguir que Raith abriera los ojos a la realidad.

—Wow, dos veces en una noche —dijo Lynk Braddock cuando


abrió la puerta— .Espero que estés aquí para patear el culo de mi
hermano, porque está seriamente depresivo ahora mismo.

—No sé lo de patear su culo, pero me gustaría hablar con él de


nuevo.

—Bien, entra. —Lynk dio un paso hacia atrás y le hizo una seña
para que entrara—. Aún está haciendo pucheros en su habitación.

Serpenteando su camino a través de la sala de estar y el largo


pasillo, dio un paso en el interior de la habitación de su pareja sin aviso.
No había regla que dijera que tuviera que tener plan A y plan B. quizás
podría combinar los dos. Y si eso fallaba, bueno, siempre estaba lo de
patear el culo que había mencionado Lynk.

—Hola, Raith.

—Dioses, ¿alguna vez te das por vencido? Sólo vete.

—Vamos a hablar. Podemos hacer esto fácil o difícil. La elección


es tuya.
Maldición, el hombre era magnífico. Cabello negro y espeso
brillaba a la luz de la luna que se derramaba a través de las ventanas y
los músculos de su torso desnudo ondulaban con cada movimiento
agitado mientras cruzaba los brazos sobre su pecho. —Quiero que te
vayas. ¿Eso es una opción?

October suspiró mientras cerraba la puerta con llave. —Entonces


supongo que lo vamos a hacer de la manera difícil. —Tomándose su
tiempo, se desabotonó la camisa de rayas, se la quitó y la dobló
cuidadosamente antes de colocarla en la cómoda de Raith—. Ven aquí,
Raith.

—No.

—No era una petición. —October bajó su voz, dejando que la


autoridad se filtrara en su voz—. Ven aquí.

A pesar de que parecía escéptico, Raith descruzó los brazos y dio


un paso hacia adelante hasta que estuvo a un palmo de October.

—Más cerca.

Con un ligero temblor de sus hombros y un gemido casi silencioso,


Raith acortó la distancia restante, presionando sus cuerpos medio
desnudos. —¿Feliz?

—Aún no. —El hombre se sentía tan bien contra él y el aroma que
desprendía estaba haciendo agua la boca de October—. No vas a
esconderte más de mí, Raith Braddock. Te prometo que soy lo
suficientemente fuerte y capaz de manejar tu carga. —Su brazo rodeó la
cintura de Raith en un ligero apretón—. No huyas de mí.

—Como puedes ver, no estoy huyendo. Sólo dime lo que quieras


decir y vete.

—No voy a irme, así que puedes parar. —Su otra mano acarició
la espalda de Raith hasta que sus dedos se enredaron en los suaves rizos
del cabello del brujo—. Déjame ayudarte.

—No necesito ayuda, e incluso si la necesitara, dudo que pudieras


ser el único en proporcionármela.
Oh, su pareja era un idiota orgulloso y terco como una mula como
cuando llegaron. Con una velocidad y fuerza supernatural, October giró
alrededor, tomando a Raith con él y clavándole en la puerta. —Podemos
hacer esto toda la noche, Raith. Deja de ser tan idiota.

—¿Por qué regresaste?

—Regresé porque me necesitas. Sólo puedo decir que siento no


haberme dado cuenta con anterioridad.

—No necesito a nadie.

—Entonces, ¿por qué me estás sujetando tan fuerte? —Las manos


de Raith estaban apretando sus costados en un agarre que October
estaba seguro dejaría hematomas al día siguiente. No le importaba.
Apreciaría cada una de las marcas—. Deja de luchar contra mí. Te juro
que no te dejaré caer.

Hubo una fracción de segundo en la que pensó que el hombre


discutiría de nuevo. Sin embargo, cuando no lo hizo, October tomó
ventaja de la duda, tirando de la cabeza de Raith hasta que sus labios se
encontraron en un toque casto y ligero. —No te dejaré caer. —Repitió el
juramento en un susurro contra la flexible piel del cuello de su pareja.

Con un silencioso suspiro, Raith envolvió sus brazos alrededor de la


espalda de October en un apretado abrazo y atacó su boca con un
beso que fue lo suficientemente caliente como para quemar lar arenas
del desierto.
Capítulo Dos
¿Cómo se suponía que iba a permanecer firme y distante cuando
el hombre estaba agitando justo lo que quería en su cara? En cuestión
de un par de minutos, October había logrado empujar todos y cada uno
de los interruptores de Raith hasta que se rompió completamente.

No había habido ninguna razón para que el vampiro se quitara la


camisa que no fuese poner a prueba el autocontrol de Raith.
Ordenándole, utilizando esa voz apenas cargada de energía, había sido
un truco singularmente disimulado. No quería ser el guardián o campeón
de nadie. Quería un compañero fuerte, independiente y capaz, y
October Tuesday era todo eso en un tentador paquete.

Entonces el hombre había dado un paso más, delineando las


inseguridades y susceptibilidades de Raith, trayéndolas al frente de
manera que no pudiera esconderse tras ellas. Como si eso no fuera
suficiente, October había abandonado la actitud autoritaria para
adoptar un tono más suave y amable. Fueron la verdadera
preocupación en sus palabras y el sincero cuidado en sus ojos los que
finalmente habían ganado la batalla.

Sin embargo, Raith Benjamin Braddock no era el sumiso de nadie.


Si October le quería, le aceptaría en sus términos. No aceptaba órdenes.
No se inclinaba ante nadie. Estaba malditamente seguro que no iba a
permitir que el vampiro le llevara como un perrito con cadena.

October estaba ciertamente en forma, pero sus estrechos


hombros y delgados músculos le daban una construcción más ágil como
un nadador. Con una altura de 1,95 metros y construido como un defensa
de fútbol, Raith tenía unos buenos 10 centímetros y al menos 18 kilos más
que su pareja. Era más grande, fuerte y más adecuado para el papel de
alfa, incluso si October era más mayor y políticamente más poderoso.

Agarrándole por los hombros, October clavó a Raith en la pared


y jadeó en busca de aliento. —Fácil, ahora.

Bueno, ahí se iba su teoría sobre ser más fuerte que el hombre. —
Deberías irte.
—Déjate de tonterías, Raith. Ese cántico es antiguo. No voy a ir a
ninguna parte, así que deberías dejar de actuar como un idiota y hablar
conmigo.

Sin embargo, no quería hablar. Quería lanzar a su pareja a la


cama y joderle de seis maneras desde el domingo hasta que ninguno
pudiera caminar durante una semana. Intentó desprenderse del agarre
del vampiro, pero no sirvió de nada. Al igual que el acero forrado de
terciopelo, los músculos de October se flexionaban y resaltaban mientras
inmovilizaba a Raith contra la pared.

¿Cómo demonios era que la cruda visualización de la dominación


estaba haciendo que su polla se pusiera dura hasta el punto de que
dolía?

—Así que, ¿qué va a ser, Raith?

—Podemos hablar. —Cedió—. Sólo déjame ir. —Por favor, déjame


ir antes de que haga algo estúpido. Estar tan cerca de toda esa piel
desnuda y aromática estaba haciendo que quisiera cosas que no tenía
derecho a pensar.

—¿Cómo sé que no huirás de nuevo si te dejo ir?

—No huiré. —Claramente ser un bastardo maleducado no


disuadiría al hombre. Tendría que tomar un enfoque diferente. —
Podemos hablar. No creo que te guste mucho.

—Mentiroso.

Raith se encogió de hombros, añadiendo una pequeña


inclinación de cabeza para el efecto. —Cree lo que quieras. Sé que todos
tropiezan para hacerte feliz, pero no soy de esa manera. Eres arrogante
y agresivo, y para ser sincero, estaba intentando dejártelo fácil. Me
imaginé que si te ignoraba lo suficiente, cogerías la indirecta y te irías.

Por favor, déjame ir. Dame cinco minutos para aclarar mis ideas.

—Mentiroso. —Repitió October—. No puedes fingir un beso como


ese.

—Estoy caliente. Ha pasado un tiempo, y estás de buen ver.


Su Infinity simplemente se rio entre dientes mientras rozaba su nariz
por el cuello de Raith. —Buen intento, draga. Sin embargo, vas a tener
que hacerlo mejor.

—Es la verdad.

Liberando los hombros de Raith, October dio un paso hacia atrás


y cruzó los brazos sobre su fibroso pecho. —De acuerdo. Si así es como
verdaderamente te sientes, me iré. Pero…

—¿Pero?. —Raith no sabía cómo sentirse con la declaración. Por


un lado, quería a October tan lejos como fuera posible. Por otro lado, no
podía creer que el hombre renunciara a él tan fácilmente. Maldición,
estaba hecho un lío.

—Quiero que me mires a los ojos. No quiero decir a través de mí,


sino directamente a los ojos, y me digas qué es lo que quieres. Si puedes
hacerlo, me iré y nunca regresaré. No te molestaré de nuevo. Tienes mi
palabra.

Entonces cerró la distancia entre ellos de nuevo, presionando sus


pechos juntos y acunando el rostro de Raith con ambas manos de
manera que no tuviera más remedio que mirar esos ojos verde esmeralda.
—¿Qué va a ser, Raith? ¿Realmente quieres que me vaya?

Una guerra hacía estragos en su interior, una batalla épica de


egoísmo y altruismo. Decir sí, sería una mentira, pero mantendría a
October a salvo. Sin embargo, si respondía la verdad, no estaba seguro
de que pudiera perdonarse a sí mismo. ¿Quién demonios querría
compartir un alma tan negra y fría como la suya?

—Estoy esperando. Sabes lo que quieres decir, así que sólo dilo de
una vez.

—No puedo pensar —murmuró antes de que siquiera se diera


cuenta de la intención de hablar. Su cabeza estaba girando, su corazón
tronaba con fuerza contra sus costillas y respirar se estaba volviendo
mucho más difícil de lo que debería ser.

—No quiero que pienses —contestó October con una perversa y


pecaminosa sonrisa—. Di la verdad, Raith. Esa siempre es la manera más
fácil y no requiere de debates internos. —Sus labios dieron ligeros besos a
lo largo de la curva de la mandíbula de Raith y sobre su mejilla,
terminando en la comisura de su boca—. ¿Qué quieres?

Su polla dolía como una perra, luchando para liberarse de la


cremallera y tenía los dedos enroscados contra sus palmas para evitar
agarrar al vampiro presionado contra él. Cualquier decisión que
mereciera la pena nunca era fácil, pero su situación actual era mucho
más complicada que cualquier otra cosa que jamás hubiera enfrentado.

La oscuridad le consumiría, envenenándole y consumiéndole,


hasta que no quedara nada excepto la existencia superficial del hombre
que solía ser. Esperaba que cuando ese día llegara, alguien sería lo
suficientemente amable como para sacarle de su miseria, porque ya
estaría muerto en su interior. Pedir a October que compartiera ese destino
con él era lamentable, sin importar lo mucho que el pensamiento de
dejarle ir rasgara su corazón.

Por una vez en su miserable vida, haría lo correcto. —¿October?

—¿Sí, draga?

Dioses, realmente desearía que el hombre no utilizara esa dulce


palabra de cariño que hacía sus piernas débiles y reblandecia su
determinación. No. Era más fuerte que eso. Podía hacer esto. Sólo era
una simple palabra, dicha con convicción. Eso era todo lo que se
necesitaba para proteger a su pareja.

—Tu corazón está latiendo muy ruidosamente —susurró October,


colocando su oído contra el pecho de Raith mientras sus manos se
deslizaban a su alrededor en un ligero abrazo, casi amoroso—. Estás
temblando.

¿Lo estaba? No se había dado cuenta de ello. Bueno, tenía


sentido. Estaba luchando una guerra en su interior después de todo.
Estaba destinado a ser un poco turbulento. —October, mírame.

Levantando la cabeza, el vampiro le miró a los ojos. Su expresión


era completamente neutral, no revelando absolutamente nada.
Probablemente el hombre haría su agosto en el póker. Abriendo la boca
para decir a October que se marchara, Raith dudó cuando capturó un
pequeño destello en los ojos de su pareja. Pasó rápidamente, pero
definitivamente había estado ahí, esa misma sombra de anhelo que Raith
sentía cada vez que estaban juntos.
Cuando sus manos se colocaron a ambos lados del cuello de
October, sintió el mismo pulso rápido que hacía eco con el suyo. Su
garganta constreñida sólo ligeramente, y su nuez de Adán se agitó
cuando tragó, dándole a Raith otra pequeña señal de que el hombre
estaba más ansioso por su respuesta de lo que dejaba ver.

—Podemos descubrirlo juntos —dijo finalmente October, aunque


su rostro permanecía impasible—. No tengo miedo, y tampoco deberías
tenerlo. Si quieres alejarte, no te detendré, pero no tomes decisiones por
mí.

—¿Y cuál es tu decisión?

—Te elijo —respondió con sencillez.

Todas las razones de que esto era una mala idea se


desvanecieron, dejando sólo su deseo por el hombre en sus brazos. Ese
pequeño atisbo de vulnerabilidad había destruido finalmente lo último de
su determinación, desmoronando todas sus defensas. —Maldita sea.

Empujando a October en un profundo beso buscado, caminó


hacia atrás hacia la cama, manteniendo un brazo de manera segura
alrededor de su compañero mientras su otra mano buscaba a tientas el
cierre de los pantalones de October.

En un veloz movimiento contra el que no pudo luchar, October le


hizo girar sobre sus talones, dejándole caer en el colchón antes de
aterrizar sobre él. —¿Qué estás haciendo?

—Pensé que era obvio. —Sus ágiles dedos se pusieron a trabajar


en los vaqueros de Raith, abriendo el botón y deslizando la cremallera
hacia abajo con facilidad—. ¿Debería parar? —Apartó el material y
metió la mano en el pantalón para agarrar la palpitante polla de Raith.

—No debo… no puedo…

—Debes y puedes —respondió October con voz ronca—. La


pregunta es, ¿quieres? —Sus labios se deslizaron hacia abajo por la
desnuda piel debajo del ombligo de Raith y pellizcó la carne en su
cadera—. No me respondiste, Raith. ¿Quieres que me detenga?

Sus vaqueros fueron quitados de sus piernas por los tobillos,


dejándole completamente desnudo. Su pesada erección palpitaba
dolorosamente, goteando traslúcidas perlas de humedad de la punta.
¿Quería que se detuviera? Un hermoso hombre tenía la polla de Raith en
su mano, preparado y dispuesto a hacerle todo tipo de cosas traviesas.

Crujidos en la mesita de noche atrajeron su atención, y el aire


quedó atrapado en su garganta cuando observó a October extraer una
botella de lubricante del cajón. Intelectualmente, sabía lo que
significaba el resbaladizo gel, pero a nadie, nunca, se le había permitido
el acceso a esa parte en particular de su anatomía. Arriba, Dominante,
Alfa o cualquier etiqueta que la gente quisiera ponerle, eso era.

Su cuerpo vibraba con nerviosa energía, y una fina capa de sudor


resbalaba por su piel. Su boca estaba seca como un desierto, sus labios
se sentían entumecidos, y su entrada virgen se apretaba con firmeza ante
la perspectiva de mostrar ese nivel de vulnerabilidad. Sin embargo, con
todo eso, no pudo formar una sencilla protesta.

—Con calma —arrulló October, trepando por su cuerpo una vez


más para besar el cuello de Raith—. Relájate, mi draga. Si es demasiado
pronto, todo está bien. No tenemos que ir más lejos. —Su puño
bombeaba la polla de Raith con caricias lentas y medidas mientras su
lengua y labios viajaban por la curva de su mandíbula. —Dime lo que
quieres, Raith.

Era más fácil decirlo que hacerlo porque Raith no sabía qué
infiernos quería. El miedo era un concepto totalmente ajeno a él hasta
hacía poco, y no tenía idea de cómo encargarse de la nueva emoción.

Utilizando su fuerza y agilidad para invertir sus posiciones, October


puso a Raith sobre él y atacó su boca mientras se mecía contra él. —¿Esto
es más cómodo para ti?

—Nunca he —comenzó, de repente sintiendo la necesidad de


explicarse. Sin embargo, no llegó muy lejos antes de que su pareja le
interrumpiera con otro ardiente beso.

—Lo sé, Raith. Está bien. —Sonrió diabólicamente, mostrando sus


dientes blancos perfectamente rectos y relucientes—. Trabajaremos en
ello. Nos gustará a ambos, así que iremos a tu ritmo. —La sonrisa se deslizó
de sus labios, y su expresión adquirió una mirada perdida, casi
atormentada—. Iré tan lento como necesites, pero no voy a
desaparecer. Tienes que hacerte a la idea.
Un vampiro de mil años de edad y líder de su propio e importante
aquelarre estaba sobre su espalda sometiéndose a él simplemente
porque sabía que era lo que Raith necesitaba. October entendía que él
necesitaba sentir como si tuviera el control, incluso si ambos sabían que
no era cierto. Desde la metedura de pata con el brujo, Raith no había
sentido como si tuviera mucho control de algo.

Aunque su polla palpitaba sin misericordia, no tomaría ventaja de


la situación. No tendría sometido a October sólo para calmar su abusada
mente. Sería bajo mutuo acuerdo, o no sucedería nada. Raith podría
estar en mal estado emocional, pero no era un canalla.

Poniendo una mano en el pecho de October para evitar que


siguiera, se levantó de encima de su pareja y agarró los vaqueros del
suelo. —No puedo hacer esto.

En lugar de discutir o reprocharle, October se elevó sobre sus


codos y ladeó la cabeza hacia un lado. —¿Qué es exactamente lo que
no puedes hacer?

—Esto. Nosotros. Todo esto. —Agitó una mano alrededor mientras


que la otra sostenía sus pantalones a medio camino por un muslo—. Mira,
mentiras aparte, no voy a montarte como un perro en celo porque no
pueda lidiar con mis propias emociones.

Para su sorpresa y disgusto, October se rio de él. —¿De eso se trata


todo esto? —Levantándose del colchón, se giró hacia Raith y tiró de la
pernera de sus vaqueros hasta que se deslizaron de nuevo al suelo. Luego
estiró ambas manos para acunar el rostro de Raith y sonrió. —No estaba
mintiendo sólo para apaciguarte. Sí, disfruto de un culo apretado
envuelto alrededor de mi polla.

Sus palabras deliberadamente crudas enviaron una sacudida de


electricidad directamente a la ingle de Raith, y tuvo que morder el interior
de su mejilla para evitar gemir. ¿Cómo sabía el hombre cómo actuar con
él después de tan poco tiempo?

—Tengo muchas responsabilidades como líder de un aquelarre. —


Continuó October—. A veces es muy desafiante y estresante. Sin
embargo, la marca de mi fuerza no está en mi habilidad para subyugar
o dominar. Está en mi capacidad para someterme si la situación lo
requiere. Todo se trata de compromiso, Raith. Sé que dicen que es mejor
dar que recibir, pero disfruto mucho de la recepción.
El último comentario fue dicho con un guiño mientras tiraba de
Raith para un prolongado beso. Parte de Raith realmente deseaba que
el hombre dejara de hacer eso. Era muy difícil pensar con coherencia
con los labios de su pareja en él. Una parte más grande y fuerte decía
que cerrara la boca y simplemente disfrutara.

—¿Piensas menos de mí por eso?

—No —respondió Raith inmediatamente. Su falta de voluntad


para rendirse en una lucha por el poder no tenía nada que ver con los
sentimientos de inferioridad. Someterse a October no haría que se sintiera
menos que un hombre. Para Raith, se trataba de la vulnerabilidad y
confianza que eran una parte integral del acto.

—Si esto es lo que ambos queremos, ¿cuál es el problema?

Bueno, dicho de esa manera, Raith no tenía una buena respuesta.


O quizás era porque la mayor parte de la sangre de su cuerpo estaba
latiendo en su polla en ese momento. De cualquier manera, estaba claro
que October no iba a rendirse y alejarse.

Quizás podría hacer que funcionara. No había una regla que


dijera que tuviera que reclamar a su pareja y unirles sólo para estar con
él. Podrían tomar un día cada vez. Raith estaría más vigilante, y a la
primera señal de auto-implosión, bueno, lo descubriría cuando llegara el
momento.

Dándole un empujoncito juguetón al pecho de October, envió al


hombre de nuevo al colchón antes de zambullirse encima de él. —El
problema, Sr. Tuesday, es que tienes demasiada ropa.
Capítulo Tres
La poca ropa que le quedaba fue desgarrada y destrozada,
arrojada sin ceremonias por la habitación. Las manos manoseaban a
tientas, acariciando y amasando de manera exclusiva con poca
preocupación por la gentileza. Sus bocas se encontraron, las lenguas
entrelazadas, y gemidos se mezclaban en armonía mientras se movían al
centro de la cama en una maraña de extremidades.

Su corazón golpeaba, su polla dolía y cada fibra de su ser ardía


por el hermoso hombre encima de él. En todos sus muchos, muchos largos
años, October no podía recordar una sola vez que hubiera querido a
alguien de la manera en que quería a Raith, con una excepción. Sin
embargo, no quería pensar sobre ello. No era justo para ninguno de ellos
que se revolcara en el pasado cuando el presente le estaba dando tanto
placer.

Nunca había esperado encontrar otra pareja. No había muchos


a los que se les diera una segunda oportunidad, y estaba determinado a
hacer todo lo que estuviera en su mano para que esta vez funcionara.
No podía obligar a Raith a aceptar su enlace, pero con tiempo, esperaba
que el hombre pudiera llegar a estar de acuerdo por sí mismo.

El sonido de la apertura de la tapa de la botella fue vagamente


registrado, pero estaba demasiado ocupado atacando la boca de su
amante para investigar. No era su primera vez, y sabía qué pasaba.
Como era de esperar, sólo un segundo más tarde, un dedo grueso y
lubricado aflojaba su entrada con firmeza y constante presión.

El anillo guardián de músculos protestó momentáneamente, pero


October tomó una profunda respiración y la dejó salir para relajar su
cuerpo. La quemadura era mínima, la presión no era incómoda, y una
vez que dejó de luchar contra ello, su entrada cedió fácilmente al sondeo
de los dígitos de Raith.

—Eso no es necesario. —No quería admitirlo a nadie excepto a su


pareja, pero anhelaba un poco de manejo brusco de vez en cuando.

—Silencio —susurró Raith contra su cuello mientras pellizcaba la


piel húmeda—. Supongo que ha pasado un tiempo, y no voy a hacerte
daño”.
Era dulce, pero completamente innecesario. —Me gusta la
quemazón —admitió. No se consideraba masoquista, y no era como si
pensara que hubiera pedido que Raith le atara y azotara hasta abrirle la
carne. Un poco de dolor con placer era más que suficiente para él.

Los labios de Raith hicieron una pausa en su hombro, pero su dedo


continuó para rascar perezosamente dentro y fuera del canal de
October. Claramente había un debate interno en la cabeza del hombre,
y October lamentó el haberle perturbado una vez más. Sin embargo, justo
cuando estaba a punto de decirle a Raith que lo olvidara, el brujo sacó
los dedos, reemplazándolos con la lubricada cabeza de su polla.

—Dime si te hago daño. —No era una petición ni una pregunta, y


October se estremeció ante la orden mientras asentía con la cabeza.

La larga y gruesa longitud de Raith se adentró en sus


profundidades y estiró sus paredes internas. La quemazón irradió hacia el
exterior, yendo directamente a su polla de manera que palpitó
alocadamente entre sus cuerpos humedecidos por el sudor. Un grito
lujurioso se derramó de su boca, desencadenado y desinhibido, ya que
cada movimiento fraccionado de la rígida polla de su amante disparaba
la necesidad arañando en su interior.

Con su rostro presionado contra el cuello de October para


amortiguar su propio gemido de placer, Raith apuntaló sus manos en el
colchón y comenzó un ritmo lento y sensual. No empujaba, sino que
circulaba sus caderas, flexionando cada músculo firme en su poderoso
cuerpo mientras sus musculosos abdominales se agitaban en olas,
creando una fricción sobre el acampanado casco de la polla de
October.

Calor como nunca antes había sentido envolvía su cuerpo,


quemaba su piel y hervían sus terminaciones nerviosas hasta que sintió
que ardería en llamas en cualquier momento. Despiadados y sin
arrepentimiento, sus instintos le traicionaron. Sus encías dolieron cuando
sus colmillos se alargaron, y su boca se hizo agua con el deseo de clavar
sus caninos en la suculenta y aromática vena que pulsaba en el cuello
de Raith.

Luchando de nuevo contra sus impulsos naturales, sostuvo con


fuerza los hombros de su pareja, meciendo sus caderas hacia arriba
siguiendo el creciente ritmo de Raith. Había algo muy íntimo sobre la
manera en que se sostenían, algo que había faltado en su vida amorosa
durante demasiado tiempo, algo que ni siquiera se había dado cuenta
que quería.

No hubo palabras dichas, porque no eran requeridas.


Respiraciones pesadas, gemidos y gruñidos eran la única comunicación
que necesitaban mientras el ritmo se hacía más exigente. Sus manos no
deambulaban ni iban a tientas. No había besos, ni lamidas, pellizcos o
mordiscos. Simplemente se sostenían en un fuerte abrazo como si no
pudieran acercarse lo suficiente al otro.

Estar en los brazos de Raith no sólo se sentía bien, sino familiar,


familiar en la manera de amantes de toda la vida. October anticipaba
los movimientos de su pareja e inexplicablemente conectaba con los
pensamientos o emociones de Raith en esas acciones. Cuando la presión
se construyó en su saco y sus bolas se acercaron a su cuerpo, deslizó una
mano en el cabello corto de Raith, sabiendo que si tiraba ligeramente
llevaría a su hombre a la locura.

Cuando un rayo atravesó su columna vertebral, su cabeza


comenzó a girar y su corazón tronó, golpeando fuerte contra su esternón.
Pre-semen se fugó más generosamente de su hendidura y cada inmersión
en su ansioso agujero le empujaba más cerca del borde del orgasmo.
Negándose a correrse solo, October cerró su puño con fuerza en los rizos
ébano de Raith y tiró de su cabeza hacia atrás sobre sus hombros.

Como predijo, el hombre gruñó, sus caderas se sacudieron de


manera errática y un violento estremecimiento rodó a través de él
cuando descargó una ráfaga de semen en el canal de October. La
ardiente humedad salpicó contra sus paredes internas, provocando un
gemido ahogado que estalló de sus labios ante la sensación.

Fue la hermosa mezcla de placer y dolor en el hermoso rostro de


Raith lo que finalmente le empujó de cabeza a la felicidad orgásmica. Su
cuerpo se puso rígido, sus músculos se apretaron y su boca se abrió en un
grito silencioso cuando interminables cuerdas de pegajosa crema
salieron a chorro de su polla para pintar su apretado estómago.

Raith gruñó una vez más y se derrumbó sobre él de manera que


quedaron tendidos juntos en un montón jadeante y sudoroso. Aunque
más grande que él, el peso de Raith era más reconfortante en lugar de
devastador, y October sonrió a nada en particular mientras dibujaba
círculos perezosamente en la espalda de su amante con la punta de sus
dedos.
El sentimiento de familiaridad tampoco desapareció con el
orgasmo. En todo caso, se sentía más conectado a Raith, de una manera
que no tenía nada que ver con el espectacular sexo. Por supuesto, se
sentía atraído por su pareja, pero iba más allá de eso. No creía en el amor
a primera vista, y de todos modos, eso no explicaba con precisión sus
sentimientos. No, era mucho más profundo, pero sólo no entendía por
qué o cómo.

Sin embargo, lo bueno de ser inmortal era que tenía tiempo de


sobra para pensar en ello más tarde. —¿Te sientes mejor?

—Dioses, sí —respondió Raith con un gemido cuando rodó a un


lado de October. Desafortunadamente, tenía puesto su rostro “serio”, lo
que no podía significar nada bueno—. Estoy dispuesto a resignarme al
hecho de que eres un hombre adulto y sabes en lo que te estás metiendo.
Sin embargo, como tu pareja, es mi instinto querer protegerte. Ahora
mismo, lo único de lo que necesitas protegerte soy yo.

—Raith. —Estiró la mano para tocar el rostro del brujo, pero Raith
le detuvo, sosteniendo su muñeca en un firme agarre.

—Escúchame. No quiero luchar contigo, porque francamente, es


agotador. —Una sexy sonrisa inclinó una comisura de sus labios—. Estoy
dispuesto a dar a esto una oportunidad, para ver si podemos hacer que
funcione, pero tengo una regla.

—¿Sólo una?

—Por ahora.

—De acuerdo, ¿cuál es tu regla? —Le seguiría la corriente hasta


que pudiera encontrar la manera de meter algo de sentido común a su
joven pareja.

—Sin reclamaciones, ni por leyes vampíricas ni mágicas. —Raith


elevó la mano de October y rozó sus labios sobre los nudillos—. Lo
intentaré, ¿de acuerdo? Eso es lo mejor que puedo prometer. No sé qué
efectos tendrá la magia negra, y no te hundiré conmigo. Por favor, no me
pidas que haga eso.

October veía todo tipo de lagunas en esa regla, pero no sería justo
para él extorsionarle. Por tanto, simplemente sonrió y rodó hacia adelante
para depositar un casto beso en la mejilla de Raith. Su paranoico amante
cambiaría de opinión muy pronto, y lo mejor que podía hacer era ser
paciente hasta que ese día llegara.

—Obviamente eres un buen hombre, Raith. La gente no te


respetaría tanto como lo hace si no lo fueras. Creo que eres más fuerte
que cualquier supuesto demonio acechando en tu interior, pero estoy
dispuesto a jugar a tu manera. —No le gustaba, pero al menos el hombre
ya no estaría huyendo—. Nada de reclamaciones hasta que estés
preparado.

Raith respondió a su modo de expresarse con una severa mirada,


pero no hizo comentarios. —De acuerdo, entonces. Lo siguiente que
tienes que saber es que soy un bastardo posesivo y territorial. A partir de
ahora, no te alimentarás de nadie más excepto de mí.

Tuvo que morderse el interior de la mejilla para evitar sonreír, pero


se las arregló para mantener su imperturbable expresión. Había un poco
de dar y recibir en cualquier relación, pero October había estado
tomando sus propias decisiones durante demasiado maldito tiempo para
dejar que un cachorro se moviera de manera campante en su vida con
la idea de que mantuviera el espectáculo. Sin embargo, si Raith
necesitaba el control, October podría doblegarse por ahora.

Además, no era como si fuese una demanda irrazonable. No


había tomado sangre de ninguno de los donantes desde que había
descubierto la existencia de Raith, y salvo desafortunadas circunstancias,
no veía que eso cambiara.

—Creo que será mejor si me quedo aquí por un tiempo. —


Continuó Raith—. Tienes que estar en Snake River con tu aquelarre, y
tengo obligaciones aquí.

—No. —Podía ser persuadido en un montón de cosas que Raith


necesitara para estar cómodo, pero no sería separado de su pareja. No
sólo le provocaría días de insomnio mientras se estuviera preguntando si
Raith estaría a salvo y feliz, sino que simplemente no sería práctico.

—¿No? —A juzgar por la mirada en el rostro de Raith,


probablemente debería dar alguna explicación antes de que el hombre
desatara su infame temperamento.

—Si estuviera herido, necesitaría sangre de inmediato. Realmente


eso no encaja con tu regla de que no puedo alimentarme de nadie más
excepto de ti. También tengo todo un aquelarre, por no mencionar
negocios, que mantener. Estar separados no solo crearía un descendente
cambio dramático en el ambiente, sino que también sería molesto.
¿Cómo podría terminar cualquier trabajo si estoy constantemente
preocupado por ti?

Para su sorpresa, Raith no discutió. —Tienes razón. He sido


totalmente inútil toda la semana. Incluso cuando no te quería aquí, no
podía dejar de pensar en ti.

Más satisfecho por el comentario de lo que estaba dispuesto a


mostrar, October asintió una vez y se removió para deslizarse fuera del
colchón. —¿Ducha?

—Sí.

Se rio entre dientes en voz baja. —No te estaba preguntando si


tenías una. Te estaba preguntando dónde estaba.

Raith también se levantó de la cama, su masculinidad cayendo a


un lado como una fuerza tangible mientras caminaba hacia adelante. —
Creo que la pregunta que querías hacer es si podía mostrarte el camino.
Esa es la pregunta que respondí.

Santo Dios, había creado un incorregible monstruo. O quizás


simplemente había desatado a la bestia oculta en su interior. De
cualquier manera, era lo suficientemente egoísta para cosechar las
recompensas.

—No, no, tío Raith, ¡no te vayas! —Wren se envolvió alrededor de


la pierna de Raith mientras lágrimas corrían por su carita—. ¡No puedes
irte!

Había estado temiendo esto toda la semana. Había tratado con


bastante facilidad con la sobreprotección de sus hermanos, pero desde
el momento en que había tomado la decisión de mudarse a Snake River
con su pareja, había sabido que sería la reacción del pequeño
duendecillo la que más le importaría.
Levantando al niño en sus brazos, le limpió las lágrimas con la
yema del pulgar e intentó parecer feliz. Algunos días cuando ni siquiera
quería salir de la cama, sólo Wren podía poner una sonrisa en su rostro.
¿Cómo iba a devolver ese amor incondicional abandonando al niño?

—Hablamos sobre esto, ¿cierto? No me voy muy lejos, y voy a venir


a visitarte todo el tiempo.

—No es lo mismo —murmuró Wren sorbiendo los mocos mientras


enroscaba los brazos alrededor del cuello de Raith y se aferraba con
fuerza—. También voy a echarte de menos todo el tiempo”.

Dioses, el niño le estaba rompiendo el corazón. —¿Sabes por qué


me mudo?

Wren balanceó la cabeza. —Porque ese hombre con el nombre


divertido lo dijo.

—No exactamente —respondió Raith a través de la risa. October


tenía un nombre muy insólito. Tendría que preguntar sobre ello en algún
momento para que pudiera contárselo a Wren—. ¿Sabes cómo se aman
tus papás?

Wren balanceó la cabeza de nuevo. —¿Amas a ese vampiro?

—Es muy importante para mí. —Evadió Raith. ¿Dónde demonios


estaba Aslan? Era mucho mejor explicando cosas como éstas—. Sin
embargo, aún seguiremos siendo mejores amigos, ¿verdad? ¿Qué tal
esto? Te llamaré cada día. Si te sientes muy, muy triste, vendré a verte
cuando quieras.

El duendecillo lo consideró durante mucho tiempo con el labio


inferior fruncido en una mueca antes de que finalmente respondiera. —
¿Prometido?

—Cruzo mi corazón.

—¿Cada día?

—Sí, Wren. Te llamaré cada día.

—¿Y aún me querrás?


—Por supuesto, te quiero. Eres mi pequeño monstruo favorito,
¿recuerdas?

Wren chilló y rio cuando Raith le dio un golpecito en las costillas.


—¡De acuerdo, de acuerdo! —Cedió—. ¡Bájame!

Haciendo lo solicitado, Raith puso al chico en el suelo y desordenó


su cabello. Sin embargo, Wren se pasó la mano por él y fue hacia la
cocina. —¿A dónde vas?

—A decirle a papá que necesito un teléfono en mi dormitorio.

Raith resopló con diversión mientras observaba a Wren rebotar


fuera de la habitación. Sí, vio que esa conversación iría más que bien. Por
otro lado, Torren era totalmente inocentón cuando se trataba de su hijo.

—Es lindo —dijo October cuando entró en la sala de estar desde


donde había estado escondido en el vestíbulo para darle algo de
privacidad a Raith con su sobrino—. Sin embargo, no tengo un nombre
divertido.

—Sí, lo tienes, pero encaja. —Inclinando el cuello ligeramente, dio


la bienvenida a su pareja con un beso suave.

Habían estado juntos cada noche durante la semana mientras


Raith estaba ocupado resolviendo cosas en Casper de manera que
pudiera trasladarse. Durante el día cuando se veía obligado a estar solo,
realmente comenzaba a entender lo que October quiso decir sobre ser
una distracción. Había habido muchas cosas que hacer para mantenerle
ocupado, pero sus pensamientos se desviaban continuamente hacia el
líder del aquelarre sin que se diera cuenta.

—¿Estás listo? ¿O quieres sobornar al niño con helado antes de


irnos?

Raith se mordió la lengua porque si la promesa de la llamada


telefónica no hubiera funcionado, el helado habría sido su siguiente
oferta. Sin embargo, nadie tenía que saber lo idiota que era ante esas
grandes lágrimas de cocodrilo. —Estoy bien. Vamos a salir de aquí antes
de que alguien más intente hacerme sentir culpable.

—Se preocupan por ti, draga. No hay nada malo con eso.
—Estoy bromeando, Tober. Aligera, viejo.

—Me disculpo —respondió October con un aire de arrogancia—.


Estaba asumiendo que no tenías sentido del humor.

Oh, el hombre iba a risa por minuto. —Eres muy gracioso. Ahora,
mueve tu apretado culo y deja de tirar de mi cadena.

—Sí, estoy seguro de que podemos idear algo más agradable


para darle un tirón.

Raith dudaba que muchas personas se hubieran introducido en


este lado juguetón de October. Agradable no era la palabra que utilizaría
para describir abiertamente a alguien tan poderoso como el Líder
October Tuesday, pero no había ninguna regla que prohibiera pensar en
ello. Aunque antiguo y mundano, había algo en su sonrisa y en la manera
en que sus ojos se iluminaban que tenía a Raith queriendo enlazar las
estrellas y presentárselas en una caja de plata brillante.

Metiendo la mano entre los muslos de su amante, masajeó la


creciente erección de October y le dio un pecaminoso beso en los labios.
—Estás ardiendo luz de luna, y es un largo camino a Snake River. Podría
aburrirme en el camino.

—Creo que pueda mantenerte ocupado.

Raith sonrió con malicia contra los labios del vampiro. —Estaba
esperando que dijeras eso. —Y sólo tenía una cosa en mente para
mantenerles distraídos hasta que saliera el sol.

Era lo suficientemente realista para saber que las cosas no siempre


serían tan intensas entre ellos. Su relación era nueva y excitante, pero
después de un tiempo, perderían la imperiosa necesidad de manosearse
y tantear cada vez que estuvieran muy cerca uno del otro.

El incendio que ardía entre ellos disminuiría finalmente a un


manejable rescoldo, pero hasta que eso sucediera, Raith paneaba
disfrutar cada segundo.
Capítulo Cuatro
A los tres días de reubicarse, Raith se dio cuenta de que ser el
consorte del ilustre gobernante de Snake River no era tan bueno como lo
pintaban. Los guardias le seguían veinticuatro horas al día, siete días a la
semana, sin darle ni un solo segundo de privacidad. Infiernos, ni siquiera
podía hacer pis sin que hubiera alguien al otro lado de la puerta.

Aunque no era tan grande como la casa principal de Haven, el


hogar de October seguía siendo inmenso, frío y totalmente poco
acogedor. El personal era bastante agradable, pero el propio edificio
simplemente le daba escalofríos. Tapices colgados en casi cada pasillo.
Extraños e inusuales artilugios adornaban los estantes en las habitaciones
lujosamente decoradas. Raith ni siquiera sabía para que eran la mitad de
las habitaciones ya que parecían no ser más que vitrinas demasiado
grandes para los tesoros de October.

Sin embargo, la biblioteca era absolutamente fascinante. Era una


de las habitaciones más grandes de la casa con libros sobre libros
apilados en filas ordenadas a lo largo de estantes que llegaban hasta el
techo. Libros de tapa dura, de bolsillo, encuadernados en cuero, de
referencia… libros que parecían tan frágiles y antiguos que Raith tenía
miedo de tocarlos, y para su intensa diversión, toda una colección de
libros románticos cubrían cada centímetro de las altas paredes.

Aunque los Ejecutores aún estaban de guardia fuera de las


puertas de la biblioteca, nunca entraban a molestarle. Por esa razón Raith
pasaba la mayor parte de su tiempo libre en el esponjoso sofá, hojeando
libros mágicos y otros de hechizos. Incluso encontró un libro sobre la
historia y aplicación de la magia. La mayor parte estaba totalmente
equivocado, pero aun así era interesante.

Principalmente, se sentía inútil. No existía ningún trabajo dentro de


Snake River para el que no fuera el consorte de October. Echaba de
menos a sus hermanos, su sobrino y a sus amigos, pero era más que sentir
nostalgia. Los dolores de cabeza ahora eran una parte frecuente de su
rutina diaria. Los músculos de sus hombros y parte superior de su espalda
dolían por la tensión. Cosas por las que una vez se había preocupado ya
no parecían importantes, y sería feliz si todo el mundo le dejara solo.
La puerta de la biblioteca se abrió, y October entró en la
habitación en cortos pasos medidos. Cualquier cosa que tuviera que
decir, no parecía como si estuviera esperando con impaciencia la
conversación.

—Te he estado buscando.

—Felicidades —respondió Raith sin levantar la mirada de la


página que estaba leyendo—, me has encontrado.

—No hay necesidad de esa actitud, Raith. —Sentándose en el


sofá junto a él, October apoyó una mano en la rodilla de Raith—.
Tenemos un problema.

Elevó ambas cejas pero no alejó la mirada de su libro. Aparte de


incendiar las sábanas en cada posición imaginable, no habían sido
muchos “nosotros” recientemente. Estaba October y lo que quería,
mientras que Raith hacía su mejor esfuerzo para mantenerse fuera del
camino. No era necesariamente amargo, pero se había imaginado algo
muy diferente cuando había estado de acuerdo en dejar todo atrás por
su pareja.

—¿Qué problema podría ser? —preguntó en un tono monótono


mientras volvía la frágil página de su envejecido libro.

Los dedos de October se apretaron alrededor de su rodilla.


—¿Podrías mirarme, por favor?

Su pecho se elevó y bajó con un cansado suspiro. Marcando el


lugar, cerró el libro y lo dejó a un lado del final de la mesa. Luego cruzó
los brazos sobre el pecho y giró la cabeza a un lado para mirar a su
pareja. —¿Sí?

—¿Eres feliz aquí?

Raith resopló y estiró las piernas, cruzando un tobillo sobre el otro.


—¿Ese es el gran problema?

—Lo es para mí. —October lo dijo con calma, pero sus ojos
estaban un poco demasiado redondos para la respuesta informal. Las
puntas de sus dedos continuaban hincándose en la rodilla de Raith, sus
hombros rodaron, curvando su columna vertebral, y hubo un ligero
temblor en la pierna izquierda que descansaba contra el muslo de Raith.
No era ajeno a los conflictos, y honestamente, le gustaba un buen
debate de vez en cuando. Con October, era diferente. Hacía que su
pecho se apretara y su intestino se agitara cuando pensaba en el hombre
siendo infeliz, especialmente si él era la cause de esa angustia.

Sin embargo, no sería bueno para ninguno que mintiera. ¿Cómo


podrían mejorar las cosas si continuara tranquilo y fingiera que todo iba
bien? —La respuesta corta a eso es no. No soy feliz aquí.

October asintió con la cabeza lentamente, sus ojos mirando


rápidamente hacia la ventana, a una estantería cercana, a la mesita de
café, y básicamente a cualquier lugar excepto a Raith. —¿Cómo
arreglamos eso?

Sus músculos finalmente se relajaron, y Raith descruzó los brazos,


tomando la mano de October entre las suyas. Siempre le sorprendía
cuando veía esos pequeños destellos en su pareja que probaban que el
hombre no era tan impenetrable como pretendía ser. Eso tenía una
manera de recordar a Raith que October era un hombre real, con
verdaderas preocupaciones, miedos, dudas, y otras emociones que no
se definían por su título.

—No soy un niño, Tober. No necesito Ejecutores fuera de cada


puerta. —Eso sólo era la cima de su lista de cosas que había que cambiar,
pero podría empezar lento, siempre y cuando su amante estuviera
dispuesto a comprometerse.

—Es por tu seguridad —argumentó October con un seco


movimiento de su mandíbula.

Raith tomó una profunda respiración y la dejó salir lentamente.


Sólo cuando pensó que podría hablar sin elevar la voz o enojarse fue que
finalmente respondió. —Entiendo eso, y aprecio que te preocupes lo
suficiente por mí para querer protegerme. Cuando estemos fuera de
Snake River, o incluso cuando estemos fuera de la casa, puedo aceptar
la necesidad de esa protección. Sin embargo, ¿cuál es la posibilidad de
que vaya a sucederme algo dentro de este museo?

Las cejas de October se elevaron, e inclinó la cabeza durante un


minuto. Sus labios se fruncieron mientras su mirada adquirió una expresión
ausente, y su pulgar acariciaba la mano de Raith de manera distraída.
La expresión se prolongó durante varios segundos antes de que sus ojos
finalmente se enfocaran, y le dio una breve inclinación de cabeza.
—Puedo vivir con eso, siempre y cuando, estés de acuerdo en los
guardias cuando estés fuera de la casa.

Ahora estaban llegando a alguna parte. —Trato.

—¿Qué más, draga? —La yema de su pulgar comenzó a moverse


en trazos más decididos como si avanzara un poco más cerca—.
Raramente te veo desde que llegaste aquí, y cuando lo hago, siempre te
ves como si prefirieras estar en otro sitio. ¿Te arrepientes?

Esa era la razón exacta por la que Raith nunca había buscado
activamente una pareja e incluso una relación a largo plazo. Nada era
blanco o negro. Había muchas áreas grises, y complicaba las cosas
muchísimo.

—No me arrepiento de venir aquí —respondió lentamente


mientras pensaba como verbalizar lo que estaba pasando por su cabeza
sin sonar como un niño enfurruñado—. Toda mi vida he tenido un
propósito. He sabido exactamente lo que se esperaba de mí,
exactamente lo que estoy haciendo, y nunca he tenido que responder
ante nadie.

—No entiendo.

Eso tenía sentido, porque Raith estaba haciendo un trabajo de


mierda explicando las cosas. —Era un Ejecutor en Haven.

—Aún eres un Ejecutor —dijo October, interrumpiéndole.

Raith resopló sin humor. —Me siento en la biblioteca o camino por


los jardines. Siempre hay alguien observándome. No tengo idea de cómo
ser un consorte o cómo debería actuar delante de la gente. Nadie
necesita interrogar a alguien. No hay redadas ni misiones de rescate.

Su voz se estaba elevando, y no podía frenar su acelerado pulso.


La presión se construía, apretando su pecho y haciendo más difícil el
respirar. Todas las cosas que había mantenido en su interior en los últimos
tres días salieron a la superficie, arrojándolas por sus labios sin ningún tipo
de filtro.

—Entiendo que tienes un trabajo que hacer, pero, ¿qué pasa


conmigo? —Bueno, eso se oía mandón como el infierno—. No quiero
decir que te necesite para que me colmes de atención o estés a mi
disposición para llamarte a cualquier hora de la noche. —Eso se volvería
molesto más rápido que un parpadeo—. ¿Cuál es mi propósito aquí?
Sentarme a ver series, leer y comer bombones no va a funcionar.

Liberando las manos de October, se levantó rápidamente de los


almohadones y comenzó a pasear de manera espasmódica, dando
grandes zancadas mientras enlazaba ambas manos en su cabello y
tiraba. Lo peor es que ni siquiera sabía por qué estaba tan nervioso. No
obstante, aún no podía controlar la inquietud que vibraba a través de él
como una corriente eléctrica.

Cuanto más rápido paseaba, más duro latía su corazón, hasta


que estuvo seguro de que estallaría en su caja torácica. Los músculos de
la nuca se tensaron y anudaron, sus sienes comenzaron a palpitar, y su
visión comenzó a hacerse borrosa alrededor de los bordes. Su piel se
sentía demasiado apretada, y se estremeció como si un millar de
pequeñas hormigas caminaran por su torso.

Un timbre comenzó a sonar en sus oídos, cada vez más fuerte y


alto hasta que se convirtió en un pitido largo y continuo. Aún tenía
suficiente presencia en su mente para darse cuenta de que estaba
actuando como un completo psicópata, pero no había manera de que
se detuviera. Cuanto más duro lo intentaba, más dificultosa se hacía su
respiración. Cuanto mayor era el esfuerzo que manifestaba para calmar
su errático comportamiento, más frío sentía hasta que sus dientes
comenzaron a castañear.

Las luces en la habitación comenzaron a parpadear, lentamente


al principio, pero luego más y más rápido como la luz intermitente de una
llama, sólo que más intensa. La atmósfera en la habitación crepitaba con
la carga de electricidad, y con sentido naciente de horror, Raith se dio
cuenta de que todo venía de él. Lo que estuviera pasando a su
alrededor, él era el causante.

La magia era una parte importante de él, como un apéndice


extra, con lo que realmente tenía que tratar. Sin embargo, en ese mismo
momento, no estaba intentando hacer algo bueno, malo o indiferente.
Sacudiendo la cabeza hacia su pareja, le horrorizaba la reacción de
October, preocupado de ver miedo en el rostro del hombre.

October no parecía sorprendido del todo. Mirando fijamente a


Raith con una expresión casual, casi aburrida, se levantó fácilmente del
sofá y unió sus manos delante de él. Esos brillantes ojos verdes perforaron
a Raith, excavando en su interior como si el vampiro pudiera ver
directamente su alma oscura y decadente.

Después de lo que improbablemente sintió mucho tiempo,


finalmente October caminó por el suelo de madera donde Raith se
estaba volviendo loco, agarró su rostro firmemente con ambas manos, y
le dio un apasionado beso. Sus labios y lengua se movían juntos en un
breve y erótico duelo antes de que October se alejara para examinar sus
ojos de nuevo.

—Lucha contra ello, draga. La oscuridad sólo puede poseerte si


se lo permites. —Su amante inhaló profundamente y liberó el aliento
lentamente, queriendo obviamente que Raith le imitara.

No sabía cuánto tiempo estuvieron de pie en medio de la


biblioteca, sólo mirándose fijamente y respirando, pero finalmente, el
calor regresó, el dolor se desvaneció, y todo regresó a la normalidad. —
Lo siento, Tober. —No utilizaba la palabra con S con frecuencia, pero se
sintió obligado a ofrecer algún tipo de compensación después de actuar
como un completo cabrón.

—¿Mejor? —preguntó October en lugar de reconocer su disculpa.

—Mucho.

Una preocupada y suave sonrisa inclinó una comisura de su boca,


y October se inclinó para besarle de nuevo. —Te prometí que no te
dejaría caer, ¿recuerdas? Resolveremos esto juntos. —Sus manos frotaron
los brazos de Raith, calentándole más—. Ahora, antes de que te perdieras
completamente, pienso que tenías algunos argumentos válidos.

—Ni siquiera los recuerdo. —Tenía una colección de nuevos


argumentos, pero lo que había dicho antes de que las luces comenzaran
a parpadear era vago en el mejor de los casos.

—Nunca hago nada a medias, Raith, y eres demasiado


importante para mí para tomarlo a la ligera. Los guardias te dejarán solo
mientras estés dentro de la finca, pero fuera de estas puertas, será
diferente. Hay demasiada gente que intentaría hacerme daño a través
de ti, y no dejaré que eso suceda.

—Bien, recuerdo estar de acuerdo con eso.


—En segundo lugar, aún eres un Ejecutor. Solo porque te has
mudado no cambia eso. Admito que me podría haber pasado un poco
con las precauciones por tu seguridad. A veces tiendo a ser un poco
agobiante. Puedes preguntar a cualquiera del personal si no me crees.

October le guiñó un ojo, y Raith se encontró a sí mismo riendo


entre dientes. “Dominante” era una buena manera de expresarlo
realmente, pero no lo señalaría cuando finalmente habían comenzado a
establecer algunas cosas. —Necesito algo para hacer. No importa lo que
sea, pero no puedo sólo sentarme aquí todo el día. Este no soy yo, y hace
que me vuelva loco.

—Es un poco más difícil ser Ejecutor y consorte, pero no imposible.


Aunque hay un montón de cosas que puedes hacer dentro de Snake
River, me temo que no puedo enviarte a misiones. —October dio un paso
más cerca y movió sus manos hacia abajo para apoyarlas ligeramente
en las caderas de Raith—. No es que dude de tus capacidades, pero
como dije antes, es una nueva situación ahora. No es sólo luchar contra
los malos. La gente te estará persiguiendo activamente.

—Lo entiendo. —Sorprendentemente, lo hacía. Alguien no


llegaba a ser tan poderoso como October sin hacer unos cuantos
enemigos en el camino—. Estoy bien con eso, aunque si mis hermanos
necesitan mi ayuda, regresaré a Casper o Haven, donde me necesiten.
—Aún tenían grandes problemas con los brujos delincuentes y la situación
no iba a resolverse sola.

—Es compresible, y no te detendré. Sin embargo, los guardias irán


contigo si yo no puedo hacerlo.

Raith suspiró, pero si October estaba dispuesto a comprometerse,


suponía que también podría hacerlo. —De acuerdo, puedo vivir con eso.
Así que dame un trabajo. Estoy a punto de subirme por las jodidas
paredes.

—En realidad, esa es una de las razones por las que te estaba
buscando. —October se rio en voz baja y sacudió la cabeza—. Los
calabozos se están desbordando en Haven, así como los calabozos de El
Consejo en Casper, así que estuve de acuerdo en retener a algunos de
los prisioneros aquí. Uno es un vampiro híbrido con el nombre de Phillip
McCarthy. ¿Le conoces?
—No personalmente, pero conozco a su hermano. Quiero decir
que le he visto. Le he interrogado. Sin embargo, no somos exactamente
los mejores amigos.

—Bien —respondió October con un tono de alivio—. El Líder


McCarthy y su pareja, el Ejecutor Tracer, estarán aquí mañana por la
noche. Como yo lo entiendo, el Líder McCarthy tiene magia, pero no es
particularmente fuerte. Esperaba que pudieras ayudarle.

Ansioso por hacer otra cosa que estar sentado, Raith asintió con
la cabeza con firmeza. —¿Qué necesitas que haga?

—Honestamente, no estoy seguro. No hay manera de que El


Consejo vaya a dejar que Phillip camine libremente. Deduzco que él tiene
información que ellos necesitan, por lo que ha sido retenido durante tanto
tiempo.

—Ya lo he intentado, Tober. —Había interrogado a Phillip. Varios


Ejecutores vampiros le habían interrogado. Nada estaba funcionando, y
no estaban más cerca de descubrir los secretos del bastardo. Sin
embargo, no haría daño intentarlo de nuevo—. Le daré una oportunidad.

—Gracias, draga. —October le apretó la cintura suavemente—.


También hay un par de brujos que fueron transferidos aquí, y creo que tres
shifters águila. —Su voz salió afilada cuando mencionó a los shifters que
habían drogado a Raith y mantenido prisionero. De alguna manera, Raith
tenía la sensación de que su querida pareja había solicitado ese traslado
en particular.

—Así que, ¿quieres que lo intente y las respuestas broten


mágicamente de todos ellos? —Aún tenía que hacer frente a los shifters
o a los brujos, pero esperaba un desafío. Si había algo que odiaba, eran
los asuntos pendientes—. ¿Cuándo comenzamos? —Incluso hizo crujir sus
nudillos para darle un efecto dramático.

—Un tema a la vez. —Le recordó October—. Tenemos que esperar


a que llegue el Líder McCarthy.

—Buena idea. —Estaba bastante seguro de que Phillip sabía


dónde estaba su hermano Mikko. Si el bastardo le había hecho daño de
alguna manera, la muerte sería demasiado bueno para él en lo que a
Raith se refería—. Estoy cansado.
—El sol saldrá pronto —confirmó October mientras frotaba su
mejilla contra el cuello de Raith—. Ven a la cama conmigo.

Agotado por cualquier extraña magia que había hecho erupción


de él con anterioridad, Raith no pudo pensar un solo argumento contra
ello. Además, justo en ese momento, no podía pensar en ningún lugar en
el que prefiriera estar que envuelto alrededor de su amante, incluso si sólo
fuese para dormir. Aunque estuviera ansioso por comenzar a trabajar en
sus nuevas funciones, todos esos problemas aún estarían allí cuando
despertara. Sorprendentemente, también estarían todas las buenas
cosas en su vida.

Su mente ya estaba preparada para dormir, pero su estómago


protestó con un sonoro y hambriento gruñido. Frotando su abdomen,
besó a October en la frente y se alejó con una sonrisa. —Conozco el
camino. Deja que consiga algo para comer, y nos veremos enseguida.

October movió sus cejas y comenzó a desabrocharse la camisa


mientras él iba hacia la salida. —No tardes demasiado.

En el momento en que alcanzó la puerta, se las había arreglado


para deshacerse de todos los botones, revelando su liso y desnudo torso.
Lanzándose hacia adelante, Raith le agarró por la cintura, le levantó para
ponerle sobre su hombro, y se precipitó por el pasillo hacia su dormitorio.
Algunas veces, había cosas más importantes que la comida.
Capítulo Cinco
—Eres temerario, impulsivo y obstinado hasta la exageración, por
no mencionar totalmente ingenuo. Los dioses te dieron un cerebro, ¿no?
Utilízalo, October.

—Tal vez sea esas cosas —respondió a su amante—. Sin embargo,


esto es inevitable. No se debe jugar con las leyes de la manada, Rastas.
El alfa dice que tengo que hacer acto de presencia esta noche, y así lo
haré. Me gustaría que pudieras entenderlo.

—Bien —le replicó Rastas—. Entonces te acompañaré.

—No.

Odiaba mentir a su amante. Odiaba disimular para hacer la


voluntad del alfa. Como un híbrido werelobo, estaba obligado por la ley
de la manada. Desafortunadamente, ya que por sus venas también
corría la sangre contaminada de un vampiro, tenía el rango más bajo en
la manada. Cuando su alfa decía salta, lo hacía dos veces por si acaso.
Las consecuencias por desobediencia eran duras y despiadadas.

—Como desees. —La aceptación de Rastas fue demasiado


rápida y fácil. Sus ojos azules brillaban con determinación, y sus carnosos
labios apretados en una delgada línea nunca significaban nada bueno—
. La luna está en lo más alto. Deberías darte prisa.

—No me sigas, Rastas. Lo digo en serio.

—Entiendo.

De nuevo, el consentimiento llegó con demasiada facilidad, pero


October no tenía tiempo para debatir. Estaba a más de un kilómetro de
las tierras de la manada, y ya se le estaba haciendo tarde. Llegar tarde
no era tolerado, junto con una extensa lista de otras cosas que el alfa
aborrecía.

Sin embargo, no siempre sería la perra de la manada. Un día, sería


fuerte, poderoso, y respetado por todo el mundo. Un día, dirigiría su
propia manada. Una manada tan grande y temida que nadie se
atrevería a desafiarle.
—Hablaremos más cuando regrese.

Rastas le devolvió la mirada a la parpadeante luz de las velas e


inclinó la cabeza una vez. —Viaja con seguridad.

Saliendo de su recuerdo, October se alejó de la ventana de su


oficina y se sentó en la silla detrás de su escritorio. Había un montón de
cosas que habían sucedido en el último milenio, algunas buenas, otras
malas, y la mayoría las podía recordar con sorprendente claridad. Sin
embargo, el recuerdo de esa última noche con Rastas era el único que
constantemente le atormentaba en sus sueños.

Desde que Raith había llegado a su vida, esos últimos minutos con
su anterior pareja habían estado sucediendo en un bucle casi constante.
Soñaba con la conversación cada vez que se quedaba dormido, y ahora
el recuerdo irrumpía en sus pensamientos incluso en sus horas de vigilia.

Sí, echaba de menos a Rastas, le había echado de menos cada


día durante cerca de cuatrocientos años. Tal vez si hubiera sido honesto
y directo, nunca habría perdido al hombre. Si hubiera sido claro sobre su
trato con el alfa en ese momento, quizás Rastas no hubiera sentido la
necesidad de seguirle aquella noche.

En parte, fue el orgullo el que le había instado a mantener el


secreto. Nunca quiso que Rastas descubriera la clase de cosas que
estaba obligado a hacer o el hombre que él mismo había permitido
convertirse. Mayormente, sólo había querido proteger a su amante de la
crueldad y maldad de la manada del alfa. Obviamente, no había hecho
un gran trabajo.

Vivir durante cuatro siglos con los lamentos de sus errores le había
hecho demasiado cauteloso cuando se trataba de relaciones. Más de
una vez, le habían dicho que estaba demasiado en guardia, y tuvo que
estar de acuerdo. No confiaba con facilidad, y se mostraba reacio a abrir
su corazón a la posibilidad de ese tipo de dolor de nuevo.

La había jodido demasiadas veces con Rastas, tomando todas las


decisiones equivocadas, y siempre sería su carga para soportarla.
Desafortunadamente, ahora estaba cometiendo los mismos errores con
Raith. O quizás estaba cometiendo nuevos errores, permitiendo que su
temor de repetir el pasado le empujara a una actitud protectora
prepotente y casi tiránica.

Un golpe superficial precedió la entrada de Raith a su oficina, y el


brujo le dio un rápido vistazo antes de señalar con su pulgar por encima
del hombro. —Nicholas y Jonas acaban de pasar las puertas frontales.
¿Quisieras reunirte con ellos o simplemente debería ir por delante y
comenzar a trabajar?

October bajó la mirada a los papeles en su escritorio y se frotó la


frente con la punta de sus dedos. Justo después de la puesta de sol, había
recibido una llamada telefónica informándole que sus Ejecutores
finalmente habían localizado el aquelarre en las montañas de quienes
habían estado involucrados en el secuestro del hermano de Raith, Thane.
La llamada también había traído la mala noticia de que no todos sus
hombres volverían a casa con vida.

—Hey —susurró Raith mientras rodeaba el escritorio para quedar


de pie detrás de él. Sus fuertes manos comenzaron a masajear los tensos
músculos del cuello de October, y Raith se inclinó para besar la parte
superior de su cabeza—. ¿Está todo bien?

—El Ejecutor Tanaka fue asesinado en las montañas.

—Lo siento, Tober. ¿Erais cercanos?

October sacudió la cabeza. —Le conocía, por supuesto, pero no


éramos cercanos.

—Aún es duro perder a alguien de esa manera.

—Sí, pero ese no es el verdadero problema. —El archivo del


guardia estaba abierto en su escritorio, mirando hacia él. Había mucha
información allí, pero sus ojos estaban constantemente atraídos por una
palabra en la página—. Kaito.

Los dedos de Raith hicieron una pausa en su asistencia, y se inclinó


sobre el hombro de October para echarle un vistazo al documento. —
Kaito Tanaka, cuatro años, hijo único. —Leyó con un dejo de tristeza—.
¿Dónde está el niño ahora?

—Creo que tiene una niñera que se queda con él cuando su


padre está ausente en una misión. Cuando recibí las noticias, tuve que
traerle aquí. Está abajo con parte del personal. —¿Cómo infiernos se
suponía que iba a explicarle a un niño de cuatro años que su papá no
regresaría?

—¿Lo sabe?

—Aún no. —No podía evitarlo eternamente, y cuanto más lo


alargara, sería peor para todo el mundo, él incluido—. Hablaré con él
después de que nos reunamos con el Líder McCarthy.

—Trataré con Nicholas. Ve a hablar con el niño. No serás capaz


de concentrarte hasta que lo hagas. —Raith besó su sien y se alejó con
una caricia prolongada en la nuca de October—. Reúnete conmigo
cuando estés listo. Estaremos en Hell Alley.

Hell Alley era lo que los Ejecutores llamaban la hilera de piedra,


como un mausoleo que mantenían celdas al este en el límite de la
propiedad. Había veinticuatro estructuras en total, doce a cada lado de
un estrecho camino, y cada una mantenía un único prisionero a la vez.
Realmente se veía como un cementerio familiar más que otra cosa, y
October era lo suficientemente morboso como para encontrarlo
atractivo cuando había diseñado su versión de una prisión paranormal.

—Vigila tu espalda. —Sus instintos le gritaban que enviara guardias


con su pareja, pero era un corto trayecto en coche a Hell Alley, y habría
Ejecutores esperándole una vez llegara—. Estaré allí tan pronto como
pueda.

—Tómate tu tiempo. Nicholas es guay, y realmente es un hombre


agradable. Lo entenderá. —Raith hizo una pausa con su mano en el
pomo de la puerta, y miró sobre su hombro como si quisiera decir algo
más. Sin embargo, se quedó de esa manera sólo durante un segundo,
sacudió la cabeza, y salió de la habitación.

October se sentó durante varios minutos más, temiendo la tarea


que tenía por delante. Sin embargo, preocuparse no iba a hacer que
desapareciera o fuese más fácil hacerle frente. Aun así, no estaba
esperando con impaciencia lo que tenía que hacer.

Probablemente había otros más adecuados para el trabajo, pero


como líder de Snake River, sentía que era su obligación, incluso si el
receptor de las noticias sólo tuviera cuatro años. Había encontrado un
montón de muerte en su época, visto numerosos niños que quedaban
huérfanos, pero nunca había sido su responsabilidad encontrar hogares
adecuados para los más pequeños.

Kaito tampoco sería fácil de ubicar. Como él, Kaito era un híbrido
con mezcla de sangre de vampiro y werelobo. El Ejecutor Tanaka había
sido muy sincero con él cuando llegó al aquelarre, pero le pidió a
October que no divulgara la información a nadie. Sabiendo lo
intolerantes que eran algunos de su especie con alguien diferente, no
había dudado en estar de acuerdo.

Sin embargo, si Kaito iba a ser ubicado en un hogar, sus nuevos


tutores tendrían que saber de su linaje. Finalmente la información saldría
a la luz, y tenía el potencial para ser un desastre si uno no era cien por
cien honesto. Desafortunadamente, no había manera más fácil de
encontrarle un hogar al niño.

Sabiendo que no podía posponerlo por más tiempo, se levantó


de la silla con un gruñido, alisó las arrugas de sus pantalones lo mejor que
pudo, y se pasó una mano por el cabello. —Deja de retrasarlo. —Se gruñó
a sí mismo—. Al niño no le importará como te veas. —Sin embargo, el
discurso motivacional auto-dirigido hizo poco para calmar sus nervios.

Había trabajado malditamente duro para convertirse en el


gobernante de su propio aquelarre. Nunca más quiso caer bajo la
autoridad de otra persona o volver a ser la persona que solía ser. Sin
embargo, había algunos días en los que estar al cargo apestaba.

—Oh, pobre niño —dijo Nicholas McCarthy cuando Raith explicó


la situación y por qué October no podía reunirse con ellos
inmediatamente—. Lo entendemos completamente. No hay necesidad
de disculparse.

—¿Quieres estar con él? —preguntó Jonas, la pareja de Nicholas.

Para ser sinceros, eso era exactamente lo que Raith quería. No


solo quería estar allí para apoyar a su pareja y ayudarle con la difícil
conversación sino que sus pensamientos seguían desviándose hacia
Wren. Sólo podía imaginar cómo se rompería el corazón de su sobrino si
escuchara que uno de sus padres había fallecido. Tiró de sus fibras
sensibles, y aunque había hablado con el chico hacía unas pocas horas,
tuvo la urgencia de coger el teléfono y llamarle de nuevo.

—Adelante. —Nicholas le dio una palmada en el hombro y un


pequeño empujón—. Tendremos una charla con mi hermano hasta que
regreséis. Dudo que vaya a sacarle algo, pero lo intentaré.

—¿Estás seguro? —Después de protestar un poco, finalmente le


habían dado un trabajo en el aquelarre. Técnicamente ni siquiera había
comenzado con la tarea, y ya estaba eludiendo sus obligaciones—. No
debería llevar mucho tiempo.

—Hombre, hemos estado ahí —respondió Jonas con un lento


movimientos de cabeza—. Si lleva toda la noche, eso estará bien.
Siempre podemos intentarlo de nuevo mañana. Algunas cosas tienen
preferencia, y preocuparte por tu pareja es una de esas cosas.

—Decidido. —Nicholas se inclinó junto a su amante y sonrió—. No


es como si Phillip fuera a irse a algún sitio. No te preocupes, Raith. Lo
entendemos.

—Gracias —respondió respetuosamente—. Si no regreso en una


hora, llámame. —Sin esperar una respuesta, echó a correr hacia el SUV—
. Enviaré otro coche para vosotros —gritó sobre su hombro antes de
deslizarse en el asiento del conductor, encender el motor, y acelerar.

Después de un percance que involucró a un mapache en la


carretera y casi arrancar un poste de luz, llegó sano y salvo, frenando
directamente enfrente de la puerta. Una vez dentro, hizo una pausa
antes de entrar en la cocina, tomándose sólo un momento para calmar
su respiración y recomponerse. Cuando se sintió un poco menos
frenético, dejó salir la respiración que había estado reteniendo y atravesó
la puerta.

No estaba seguro de cómo sabía donde iba a encontrar a su


pareja. Quizás era porque estaba acostumbrado a que las
conversaciones más importantes se celebraran en la cocina. Lo más
probable es que fuera el vínculo metafísico entre ellos que generalmente
le volvía loco. Era un poco inquietante sentir siempre como si tuviera otra
presencia con él. Esta vez, no se quejaría.

Sin embargo, dos pasos en la habitación y Raith tuvo que


detenerse y morder el interior de su mejilla. Su enorme e importante pareja
estaba sentado hombro con hombro con el pequeño, y ambos estaban
acurrucados sobre la mesa con lápices de colores en las manos y la
mayor mirada de concentración.

Tazones olvidados con helado medio derretido fueron empujados


hacia el otro lado de la mesa, y el pequeño Kaito aún tenía un poco de
sirope de chocolate en su rostro. Cómo lo había conseguido en su
cabello, Raith no quería saberlo nunca, pero después de vivir con Wren,
entendía que cuando se trataba de niños, podía pasar cualquier cosa.

—¿Interrumpo?

October levantó la cabeza y dejó caer el lápiz verde como si le


hubiera quemado. —Oh, hola, Raith. Pensé que estarías ocupado. —Sus
ojos se clavaron en los tazones descartados, y se aclaró la garganta—.
Sólo estábamos, um–

—Hey, pásame el rojo —dijo Raith, cortando a su amante y


señalando hacia la caja de lápices mientras se deslizaba en la silla frente
a Kaito—. ¿Está bien su pinto contigo? —También había aprendido de su
sobrino que era muy importante preguntar siempre, y no solo asumir
porque era un adulto que podía hacer lo que quisiera.

—Sí —respondió Kaito con una sonrisa que podría cautivar las
estrellas del cielo—. Tenemos helado.

—Puedo verlo. —Raith le guiñó un ojo y señaló el cabello del


niño—. Creo que algún pequeño monstruo va a necesitar un baño.

Kaito arrugó su pequeña nariz y sacudió la cabeza tan rápido que


su cabello negro y largo golpeó su rostro. —No me gusta bañarme.

—Y apuesto a que tampoco te gusta el brócoli o la hora de dormir.

—Nop.

Dioses, Raith no se había dado cuenta de cuánto echaba de


menos a Wren. Sólo había unos pocos años de diferencia entre los dos, y
aunque ambos eran pequeños para su edad, Kaito era positivamente
menudo. ¿Nadie alimentaba al niño?

Mirando hacia October, inclinó la cabeza de manera casi


imperceptible hacia el niño. Se preguntaba si habrían tenido tiempo de
discutir algo importante mientras pintaban y comían helado. Era genial
hacer que el niño se sintiera cómodo y seguro, pero en algún momento
se daría cuenta que su padre nunca regresó a casa. Por mucho que a
October le gustara barrer todo debajo de la alfombra, simplemente no
era posible.

—Creo que Raith tiene razón. Tenemos que limpiarte y prepararte


para dormir.
Kaito levantó la mirada hacia October como si hubiera
anunciado que ya no quedara más chocolate en el mundo. —¡Aún es
temprano!

—Para cuando te hayas bañado, elijas tu nueva habitación, y leas


un cuento antes de dormir, no lo será —respondió Raith cuando October
pareció quedarse sin palabras. Aparentemente, el hombre no estaba
acostumbrado a escuchar la palabra no.

—¿Tengo una habitación? ¿Una habitación de verdad? ¿Tendré


que compartirla?

—Tendré que compartir, y no. —Raith se inclinó sobre la mesa para


revolver el cabello de Kaito—. No tendrás que compartirla con nadie. Así
que, ¿cuál es tu hora normal de ir a la cama? —preguntó, buscando algo
de información sobre el padre del niño.

—Cuando alguien me lo dice —respondió Kaito, y el mocoso


realmente puso los ojos como si Raith no fuera muy brillante—. ¿Puedo
tener panceta para desayunar? ¿Tenéis alguna mascota? ¿Cuántos
tienes? —Levantó cuatro dedos e hizo un gesto hacia Raith—. Tengo
estos.

Inclinándose sobre la mesa, Raith levantó a Kaito de su silla y le


puso de pie mientras intentaba responder las preguntas del niño lo mejor
posible. Por supuesto, no dijo más que unas pocas palabras antes de que
Kaito hiciera su siguiente pregunta, la cuarta o quinta.

Raith no sabía lo que estaba pasando, pero ya que October no le


había corregido, tuvo que asumir que Kaito estaría viviendo en la casa
principal hasta que pudieran encontrar tutores adecuados para él.
Esperaba con interés tener al niño alrededor.

Aunque no había tenido mucha experiencia con niños antes de


Wren, amaba al pequeño mocoso, y descubrió que tratar con los jóvenes
era algo que se le daba realmente bien. Probablemente tenía que ver
con el hecho de que no era más que un niño grande, o lo que fuera. De
la manera en que Raith lo veía, la mayoría de las personas se lo tomaban
demasiado en serio de todos modos.

Mientras escuchaba a Kaito parlotear sobre una amplia variedad


de temas, a Raith le pareció extraño que nunca mencionara a su padre.
No es como si esperara que toda la conversación fuera sobre el Ejecutor
Tanaka, pero ni siquiera había habido una sutil referencia al hombre. El
hecho de que Kaito hubiera dicho “alguien” metiéndole en la cama
tampoco había escapado a su atención. Definitivamente algo no estaba
bien.

Y tan pronto como acostara al pequeño vampiro durante el día,


Raith iba a encontrar a October e interrogarle hasta que divulgara todo.
Capítulo Seis
Mientras Raith atendía a Kaito, October se dirigió en el SUV a Hell’s
Alley para encontrar a sus invitados y disculparse por su desplante. Como
predijo Raith, Nicholas fue muy comprensivo acerca de la situación,
diciendo que conocía muy bien los desafíos de ser un buen líder.

Afortunadamente, no se enojó por el hecho de posponer el


interrogatorio. Después de un poco de persuasión, incluso estuvo de
acuerdo en que él y Jonas tomaran una de las habitaciones de invitados
en la casa principal en lugar de regresar en el jet privado que habían
conseguido de El Consejo para el viaje. En general, había ido mucho
mejor de lo que October había anticipado.

Con Nicholas y su pareja instalados en sus alojamientos


temporales, October buscó refugio en su propio dormitorio. Los músculos
de su espalda se sentían lo suficientemente tensos como para partir su
columna vertebral mientras su cabeza palpitaba justo entre los ojos.

—¿Qué diablos voy a hacer? —Nunca le gustó hablar mal de los


muertos, pero si la información que había recibido por la tarde era cierta,
el Ejecutor Tanaka era un despreciable bastardo. Si no hubiese fallecido,
sería uno más de los prisioneros de Hell’s Alley.

Con el corazón encogido, se desnudó con movimientos lentos y


se dejó caer en el edredón color púrpura oscuro sobre el colchón. No era
omnisciente, y no había manera de que supiera cada cosa que sucedía
en su aquelarre, pero debería haber sabido esto.

La puerta se abrió con un chasquido amortiguado por el suelo,


pero October no pudo conseguir suficiente energía para moverse. —¿Le
metiste en la cama?

—Sí, está fuera de combate —respondió Raith mientras sus pasos


se arrastraban hacia la cama—. Así que, ¿quieres contarme que
sucedió?

Con un gemido derrotado, October rodó hacia un lado y miró a


Raith cuando el hombre se relajó en el colchón junto a él. —Si digo que
no, ¿vas a dejarlo pasar?
—Nop.

Por supuesto que no. —Cuando envié a Gideon a recoger a Kaito


y traerle aquí, encontró al niño en el sótano de la casa. No había nadie
más allí, y parecía que había estado solo durante días, quizás más tiempo.

—¿Qué pasa con la niñera?

—Había una cuna, un baño, un frigorífico con agua y perritos


calientes, un par de libros, un bloc de dibujo y algunas pinturas. Eso es
todo. Aparentemente, no hay niñera. Tanaka sólo dejaba a Kaito por su
cuenta cuando marchaba a las misiones. —La ira aún hervía en su
sangre, pero la tristeza de la situación eclipsaba su furia—. ¿Cómo hace
eso alguien?

Raith no parecía sorprendido en absoluto por la noticia. —No creo


que sólo fuera cuando iba a las misiones, Tober. En todo el tiempo que
estuve preparando al enano para acostarle, nunca mencionó a su
padre. ¿No te parece un poco extraño?

Había pensado que era un poco extraño que Kaito no hubiese


mostrado mucha reacción a la noticia de que su padre había muerto. Si
lo que Raith sugería era cierto, la indiferencia de Kaito tenía mucho más
sentido. —Cuando le dije que su padre había muerto, sólo me miró y
parpadeó como si estuviera hablando en otro idioma. Entonces me
preguntó si quería pintar con él. Pensé que quizás no lo había entendido.
Después de todo, no tengo mucha experiencia con niños.

—Los niños son inteligentes. Comprenden mucho más de lo que la


mayoría de los adultos creen, y estoy seguro de que Kaito lo entendió
perfectamente. —Un largo suspiro salió de sus labios mientras sus dedos
comenzaron a trabajar a través del cabello de October—. Creo que
vamos a tener que hablar con él”.

—Tenía miedo de que dijeras eso.

—Podría estar un poco asustado al principio, pero es el único que


puede decirnos lo que realmente estaba sucediendo en esa casa.

October tenía una horrible sensación en sus entrañas de que no


quería saber el alcance total de lo que Kaito había sufrido. —¿Realmente
importa? Ya se acabó. Quizás no deberíamos tocar el tema.
—Lo sabes mejor que eso. Si vamos a encontrarle un hogar,
tenemos que saber qué sucedió. —No parecía más feliz sobre la
posibilidad que October sentía, pero tenía un punto. Podría haber
problemas en curso que deberían ser abordados, y no podían colocar a
Kaito en un hogar de crianza o adoptivo sin informar a sus nuevos tutores.

—Veo lo que estás diciendo, y estoy de acuerdo, pero esto


simplemente no tiene ningún sentido para mí. ¿Por qué haría eso Tanaka?

—Quizás estaba avergonzado de lo que es Kaito —respondió


Raith con un encogimiento de hombros—. Dijiste que no quería que se lo
contaras a nadie. Podría ser porque le daba vergüenza, en lugar de un
tema de seguridad.

Desplazándose más cerca de su pareja. October apoyó la


cabeza en el muslo de Raith y cerró los ojos. Esa explicación golpeaba un
poco demasiado cerca de casa, y su corazón se rompió un poco más
por Kaito. —Debería haberlo sabido. Debería haber hecho algo para
detenerlo.

Sorprendentemente Raith se rio de él, pero era tranquila y sin


mucho humor. —No puedes salvar el mundo, bebé. Tampoco puedes
controlarlo. Cosas malas suceden. Esa es la manera en que funciona la
vida. Podemos tratar con ello, y avanzar.

Mira quien habla, porque October estaba seguro de que Raith


tenía que dejar de lado las “cosas malas” que le habían sucedido. Sin
embargo, en aras de no hacer su dolor de cabeza aún peor, no hizo
comentarios sobre la hipocresía de la declaración. En su lugar, eligió
concentrarse en la parte donde era un fanático del control.

—No necesito el control de todo.

Raith bufó. —Sí, lo necesitas.

—Te doy el control.

El bufido se convirtió en una risita ahogada. —Sólo porque me


dejas poner la polla en tu culo no quiere decir que estoy a cargo de
nada.

—Muy elocuente, draga.


—No necesito palabras elegantes para explicarme bien. —Se
bajó de la cama, y la cabeza de October cayó de su muslo para rebotar
contra el colchón—. Y mi punto es este. El universo no implosionará y la
tierra no dejará de girar si no tomas todo lo que sucede como un fracaso
personal.

Su cabeza dolía, su cerebro iba a salirse por las orejas, y lo último


que quería hacer era entrar en un debate con su amante, especialmente
cuando no sentía que algunas de las acusaciones incluso justificaran una
respuesta.

Rodando sobre su espalda, lanzó un brazo sobre su rostro para


bloquear la luz y respiró profundamente mientras Raith continuaba
caminando por la habitación. ¿Por qué no podían tener una
conversación normal que no terminara con uno o ambos enojados? —
Joder —murmuró—. Estoy demasiado cansado par enojarme.

—¿Qué? No estoy intentando hacer que te enojes. —Pasos se


arrastraron por el suelo y una mano aterrizó en el codo de October—.
Todo lo que estoy diciendo es que algunas veces la gente la jode, y eso
está en ellos. No hay manera de que pudieras haber sabido lo que le
estaba sucediendo a Kaito, y no deberías culparte. Ahora estás haciendo
lo correcto, y eso es lo que importa.

Largos dedos se enroscaron alrededor de su muñeca y alejaron el


brazo de su rostro. October parpadeó varias veces, pero finalmente se
rindió y mantuvo los ojos cerrados. La suave luz de la única lámpara se
sentía como mirar directamente al sol en un día despejado, y el dolor en
su cabeza se intensificó hasta que su estómago rodó con náuseas.

No era ajeno a los dolores de cabeza inducidos por estrés, pero


esto se sentía diferente. Dioses, se sentía como si estuviera muriendo, y
como un ser inmortal, eso era decir mucho. Con la presión añadida de
cuidar a una pareja en la parte superior de sus obligaciones como líder,
quizás se había debilitado. Sin embargo, eso aún no explicaría el dolor
cegador que hacía que su cabeza se sintiera como si estuviera en llamas.

—Hey —susurró Raith mientras retiraba el cabello de October de


su frente—. ¿Estás bien?

—No —respondió con honestidad—, no creo que lo esté. —Rodó


hacia su pareja sin pensar, buscando instintivamente comodidad como
un niño pequeño—. Esto no está bien.
—¿Hay un médico en el personal? Estás sudando como un loco, y
tu piel está ardiendo.

October intentó responder, pero cuando abrió la boca, todo lo


que salió fue un agónico y patético gemido. Su estómago con arcadas,
la garganta contraída, y saliva inundaba su boca. Levantándose del
colchón, casi tropezó con su pareja mientras se tambaleaba hacia el
baño.

La habitación no dejaba de girar, su visión era borrosa y atenuada


en los bordes, y cada músculo de su cuerpo gritaba en protesta por los
movimientos. A medio camino hacia su destino, sus piernas comenzaron
a temblar como gelatina, y luego sólo fallaron completamente.

El suelo se precipitó a su encuentro, pero fuertes brazos rodearon


su cintura antes de que pudiera plantar el rostro en la alfombra de color
beige. —Por favor —gimió, poco dispuesto a humillarse por vomitar todo
el piso.

—Con calma —respondió Raith con dulzura mientras envolvía un


brazo alrededor de la cintura de October, y prácticamente lo arrastró
hacia el baño—. Casi llegamos, bebé.

Una vez que finalmente llegó al baño y estaba de rodillas delante


del inodoro, golpeó con una mano el pecho de Raith, pero fue un intento
débil. —Vete. —No había manera de que quisiera que alguien le viera de
este modo, ni siquiera su pareja.

—Cállate. —Un brazo se mantuvo alrededor de su torso, y Raith se


agachó detrás de él, asegurándole con sus enormes muslos. No habló
con dureza, pero estaba claro que no iba a marcharse. Sus siguientes
palabras sólo probaron las sospechas de October—. No me voy a ningún
lado.

Discutir no le haría ningún bien, pero no importaba de todos


modos. Su estómago se retorció con violencia, su visión se oscureció, y
todo lo que había comido alguna vez en su vida se precipitó por su
esófago. Lógicamente, sabía que no era físicamente posible, pero seguro
que se sentía como mucho más que una comida.

Después de lo que pareció una eternidad, las arcadas finalmente


se detuvieron, y se dejó caer de nuevo en los brazos de Raith, demasiado
débil y miserable como para preocuparse de su orgullo. Sin embargo,
sorprendentemente Raith tomó todo con calma. Silenciosamente ayudó
a October a ponerse de pie, le preparó el cepillo de dientes, e incluso le
ofreció limpiarle los dientes cuando la tarea resultó ser más difícil de lo
que debería haber sido.
Finalmente, October consiguió que sus dedos funcionaran y
agarró el mango del cepillo, pero sólo hizo un par de pases por sus dientes
antes de que comenzara a vomitar de nuevo. Abandonando el intento,
se enjuagó la boca con agua y se derrumbó pesadamente contra el
mostrador.

Cuando Raith le levantó en sus brazos, ni siquiera protestó. De


hecho, se desmayó con la cabeza en el hombro de su amante incluso
antes de que llegaran a la cama.

Sus ojos se sentían arenosos y doloridos, sus párpados caían


pesadamente, y podría haberse quedado dormido unos minutos aquí y
allí. Aunque su cuerpo estaba agotado, su cerebro no le permitía dormir
verdaderamente.

Así que, permaneció despierto durante todo el día y observó


dormir a su amante mientras se preocupaba sobre lo que podría haber
causado tal reacción en un paranormal. Eran un grupo resistente en su
mayor parte, inmunes a la mayoría de las enfermedades y dolencias que
aquejaban a los humanos. No cogían resfriados, gripe, o cualquier
enfermedad de transmisión sexual.

Sin embargo, podían ser envenenados, y ciertas sustancias, como


oro, eran letales para los vampiros. Ya que October era un híbrido, Raith
no estaba seguro si el oro podría realmente matar a su pareja, y prefería
no descubrirlo de la peor manera.

Sí, había sido reacio a iniciar una relación con October, pero el
hombre estaba comenzando a gustarle. Las cosas que parecían molestar
a Raith en la mayoría de las personas, las veía entrañables en su amante.
La obsesiva necesidad de control de October le preocupaba más que
irritaba. La peor parte era que el hombre ni siquiera se daba cuenta. En
su mente, cedía el poder fácilmente de forma regular.

Bueno, Raith tenía malas noticias para él. Dudaba que October
pudiera entregar las riendas si alguien le apuntara con un arma a la
cabeza. Aunque aún estaba al final de sus proezas sexuales, October
siempre ejecutaba el espectáculo. Ya fuera verbal o físicamente,
controlaba la posición, el ritmo, el ángulo, y cualquier otro aspecto.
Algunas veces, Raith sentía como si estuviera en un campo de
entrenamiento en vez de estar haciendo el amor con su pareja.

Con doce hermanos, Raith era utilizado por la gente para que le
dieran órdenes. Incluso si era el segundo después del mayor, eso nunca
detuvo a sus mocosos hermanos de dar órdenes o hacer demandas.
Normalmente, dejaba rodar sus hombros, haciendo lo que le pedían sólo
si coincidía con lo que había estado planeando hacer en primer lugar.

Por otra parte, todo era diferente con October. Raith no podía
evitar complacer al hombre. Desgraciadamente, lo único que su amante
deseaba por encima de todo iba a terminar matándole. No había
manera de que una persona, sobrenatural o no, pudiera aguantar
mucho estrés y no sufrir ninguna consecuencia. La escena justo antes de
salir el sol parecía dar crédito a esa teoría, pero Raith sospechaba que
había sido algo más.

—Te ves terrible —murmuró October con voz soñolienta mientras


se enroscaba más cerca del pecho de Raith—. ¿Dormiste?

—¿Cómo te sientes? ¿Aún te duele la cabeza?

October le miró con una pequeña mueca. —Me siento


completamente bien. Supongo que simplemente me exigí demasiado la
noche anterior. —Se sentó más erguido en la cama y le dio un pequeño
beso a Raith en la mejilla—. Gracias por cuidar de mí.

—No hice mucho. —No había sabido que infiernos hacer. En un


momento dado, había pensado en llamar al médico, pero después de
que October se hubiera desmayado, la fiebre había desaparecido, y
parecía perfectamente bien.

—Hiciste suficiente. —October besó su mejilla de nuevo y rodó


para salir de la cama—. ¿Te acordaste de llamar a Wren?

—¡Mierda! —Arrojándose sobre el colchón, Raith se apresuró a


coger su móvil de la mesita de noche. Su corazón se hundió, y la culpa se
apoderó de él cuando se dio cuenta de que había pasado la hora de
acostarse de Wren—. No va a estar feliz.
—Probablemente no. —Estuvo de acuerdo October—, pero lo
entenderá. Vas a verle este fin de semana, ¿cierto?

—Depende de lo que suceda aquí con Nicholas y su hermano.


Había planeado hacerlo, pero si lleva más tiempo conseguir la
información que necesitamos, entonces…

—Raith. —Le interrumpió October—. Ve a ver a tu familia. Ve a ver


a tu sobrino. Phillip McCarthy no va a ir a ninguna parte.

—Sí, de acuerdo. Pensaré en ello. —Mantener la parte oscura de


sí mismo bajo control tomaba un poco de esfuerzo cuando estaba
tranquilo. Cuando se enojaba, o cuando tenía motivos para utilizar su
magia, era mucho más difícil mantener la oscuridad a raya. Tratar con
Phillip requería magia, y dudaba seriamente que hubiera sido capaz de
mantener la calma mientras interrogara al idiota.

—¿Qué pasa con Kaito?

—Hijo de puta —gruñó Raith. Saltando de la cama, agarró la ropa


sucia del suelo y se la puso en un tiempo récord—. Apesto.

October sólo se rio. —No apestas, draga. Todo va a estar bien.


Wren te perdonará. Hay todo un equipo capaz de cuidar de Kaito si ya
está despierto. No seas tan duro contigo.

—Y Nicholas probablemente está esperando. Me escaqueé de él


todo la pasada noche. —Quería ser una buena pareja, pero se estaba
metiendo seriamente en el camino de su ética de trabajo—. ¡Maldita sea!

—Raith. —October le agarró por los hombros y le dio una pequeña


sacudida—. Para. Quiero que regreses a la cama y duermas un poco.
Apenas puedes mantenerte en pie, y te ves como un vagabundo
borracho. —Dio a Raith un pequeño empujón hacia el colchón—. He
estado cuidando de mí mismo durante mucho tiempo. Te prometo que
puedo manejar unas pocas horas sin ti.

Quería discutir. Sabía que debería decir no. Sin embargo, las
cálidas sábanas y el suave colchón se veían tan apetecibles. Tal vez una
rápida siesta no le hiciera daño. —Bien, pero sólo durante una hora o así.

—Descansa —alentó October. La sonrisa en sus labios se volvió


positivamente perversa, y alcanzó las piernas de Raith para agarrar su
flácida polla—. Duerme tanto como necesites, draga. Te prometo que te
despertaré muy, muy agradablemente.

Podría ser terco, pero no era idiota. Cuando una persona tan
magnífica como October implicaba todo tipo de intenciones traviesas a
cambio de nada más que dormir, un hombre inteligente pondría su culo
en la cama y se quedaría allí.

Y Raith creía ser un hombre bastante inteligente. O sólo estaba


caliente. De cualquier manera, el cielo no se caería si se arrastraba a la
cama por un tiempo. Si se despertara más tarde con algo caliente y
húmedo envuelto alrededor de su polla, bueno, eso sólo sería un extra.
Capítulo Siete
—Esto no va a ninguna parte —gruñó Jonas cuando encorvó la
espalda contra la pared del calabozo de Phillip.

October no podría estar más de acuerdo. Necesitaban


desesperadamente a Raith, o al menos a otro miembro de la familia
Braddock. Nicholas era bueno con pequeños encantamientos y hechizos
de protección, pero no estaba preparado para la tarea de romper las
barreras que su hermano había construido alrededor de su mente.

El interrogatorio se estaba extendiendo a la cuarta hora, y hasta


ahora, todo lo que realmente habían obtenido de Phillip eran algunas
respuestas burlonas y un poco de burla. Era muy posible que no supiera
dónde infiernos estaba Mikko Braddock, y sólo estuvieran malgastando el
tiempo. Sin embargo, hasta donde sabían, había sido el último en ver al
brujo con vida.

Aunque se había confirmado que el alma de Mikko estaba


atrapada en algún lugar del Purgatorio, realmente no serviría mucho
rescatarle del lugar si no sabían dónde estaba su cuerpo físico.
Reconectar su espíritu y cuerpo podría crear potencialmente un tipo
diferente de perdición para el hombre, dependiendo de donde se
encontrara una vez que el reacoplamiento estuviera completo.

—¿Dónde demonios está Raith? —reclamó Jonas—. ¿No se


suponía que estaría aquí? Quiero decir, ¿no es la razón por la que
volamos todo el camino hasta aquí al Quinto Pino, en ninguna parte?

Morder el interior de su mejilla fue lo único que le detuvo de lanzar


obscenidades ante la falta de respeto a su pareja y aquelarre. Cuando
sintió que podía responder con calma, October pegó una agradable
sonrisa en su rostro e inclinó la cabeza en dirección al Ejecutor.

—Me disculpo. Raith tuvo un día difícil. También te aseguro que


por lo general las cosas no están tan desorganizadas en Snake River.

Jonas no parecía apaciguado. Nicholas, por otro lado, comenzó


a reír. —No le hagas caso. Tampoco tuvo el día más relajante, y le pone
de mal humor. ¿No es cierto, amor?
El guardia le gruñó a su pareja, pero las comisuras de sus labios
temblaron como si estuviera luchando contra una sonrisa. La situación
podría estar tranquila por el momento, pero October gimió para sus
adentros al otro potencial problema. —¿Hay algo mal con vuestra
habitación? Puedo trasladaros a otro emplazamiento, si eso ayuda.

Su oferta para reubicarlos se encontró con otro ataque de risa de


Nicholas. —Oh, no creo que sea necesario. Nuestra habitación era
perfecta. Fue el invitado inesperado lo que mantuvo al Sr. Rastreador
despierto durante el día.

—¿Invitado? —¿Su personal les estaba molestando? October no


creía que eso fuera probable. Nunca había conocido a ninguno de sus
empleados tratando a un invitado de manera grosera.

—Sí —respondió Nicholas mientras se dirigía a la salida del


calabozo—. El pequeño vampiro más diminuto que nunca he visto, con
grandes ojos marrones y la sonrisa más dulce, llamó a la puerta justo
después del amanecer.

October realmente gimió en ese momento. —Lo siento. Justo llegó


la pasada noche, y no está acostumbrado a la casa. Tendré a alguien
para que hoy se quede con él, de manera que no os moleste. —
Señalando con la cabeza a uno de los guardias, confirmó
silenciosamente que habían terminado y que se dirigían de nuevo a la
casa.

—No molesta. —Le aseguró Nicholas cuando se deslizó en el


asiento trasero del SUV—. Fue completamente encantador”.

—Intenté que regresara a la cama, pero dijo que tenía miedo de


la oscuridad —añadió Jonas—. Así que nos quedamos despiertos,
pintamos y vimos dibujos animados. Supongo que se quedó dormido justo
antes del atardecer.

—¿Por qué no me llamasteis a mí o a alguien del personal? —


preguntó October desde el asiento del copiloto—. Gideon habría estado
feliz de ayudar.

—No habría estado feliz —discutió Gideon desde detrás del


volante—. No sé una maldita cosa sobre niños, y lo sabes. Kaito es un
amor, y me mira como el Tío Gideon. Sin embargo, todo el asunto de
baño-cuento-cama no sucederá.
October entornó los ojos hacia su segundo al mando antes de
regresar a la conversación con sus invitados. —Alguien se quedará con él
esta noche. De nuevo, siento que vuestro sueño fuera interrumpido.

—¿Siempre estás tan tenso? —Estirando los brazos sobre el asiento


de atrás, Jonas jugueteó con el largo cabello de Nicholas mientras
estudiaba a October—. Mira, entiendo que estás intentando ser un
gobernante bueno y adecuado o lo que sea. Sin embargo, realmente no
hay necesidad de formalismos. Si no hubiera querido cuidar del niño, no
lo habría hecho y fin de la historia. Es lindo. Divertido. Y estuve más que
feliz de hacerle compañía.

—Tiene razón —coincidió Nicholas—. Si algo está mal, te lo


haremos saber. Por lo demás, no te preocupes tanto. —Miró hacia su
pareja brevemente antes de continuar—. Sin embargo, tengo curiosidad
sobre por qué Kaito está aquí. ¿Dónde están sus padres?

—Es una larga historia, pero la versión corta es que su padre murió
recientemente. No tiene otra familia que podamos encontrar. Así que se
está quedando en la casa principal hasta que podamos encontrarle una
casa de acogida.

—¿Por qué tengo la sensación de que no va a ser una asignación


fácil? —Jonas levantó la pierna derecha para apoyar el tobillo en la
rodilla izquierda—. ¿Cuál es el problema?

—Es… complicado. —No estaba seguro de cuánto debería


contar a la pareja, no sabía lo comprensivos que serían con la situación
de Kaito.

—¿Es porque es un híbrido? —preguntó Nicholas con una sonrisa


socarrona.

—¿Cómo lo supiste?

—¿Quieres decir además del hecho de que está despierto


durante el día? —Una suave risa retumbó en el pecho de Jonas, y abrió
la puerta del pasajero cuando el coche se detuvo delante de la casa de
dos pisos de October—. Si es un gran secreto, puede que quieras trabajar
en su horario para dormir.

Sí, la falta de sueño de Kaito durante el día sería un buen indicador


de que no era un sangre pura. Pasaban años antes de que un vampiro
aprendiera a controlar la reacción natural de su cuerpo para suspender
el sueño durante el día. Los más jóvenes, especialmente antes de que
alcanzaran la pubertad, no podían permanecer despiertos después de
que saliera el sol aunque lo intentaran. Obviamente, ese no era el caso
de Kaito.

—No te preocupes. —Le aseguró Nicholas—. El secreto está a


salvo con nosotros. Sé lo que es, y no todo el mundo es aceptado.

—Finalmente voy a tener que contarlo si es que vamos a


encontrarle un hogar, pero apreciaría que lo mantuvierais en secreto por
ahora. —Supuso que sabía que Nicholas también era un híbrido, pero no
había pensado mucho sobre ello. Sin embargo, era agradable saber que
había dos personas más cercanas a él si alguna vez necesitaba aliados
para Kaito.

Con suerte, no tendría que llegar a eso. Las cosas habían


cambiado en los últimos siglos, y los híbridos eran aceptados más
fácilmente en el mundo moderno. Desafortunadamente, ya que los
vampiros eran inmortales, aquellos que sentían desprecio por los mestizos
aún estaban vivos y bien. Tampoco eran fácilmente distinguibles de los
más tolerantes de su raza.

Sí, lo mejor sería proceder con cautela hasta que supiera con
certeza que Kaito estaría en buenas manos con padres comprensivos,
amables y cariñosos que pudieran cuidar de sus necesidades
particulares.

—Lo estás haciendo mal.

Raith miró hacia abajo al dibujo que estaba pintando e inclinó la


cabeza hacia un lado. —¿Cómo lo estoy haciendo mal?

—La luna no es amarilla. —Le informó Kaito la cuestión de manera


tan casual que Raith tuvo que morderse el labio inferior para no reír—. —
El cielo es demasiado azul. Tiene que ser más oscuro.

—¿Así está bien?


—Sip. —Su lengua se asomó por la comisura de la boca mientras
añadía el toque final a su propia pintura—. ¿Ves? Como el mío.

Era una magnífica representación de un cielo nocturno,


especialmente para alguien tan joven. —Wow. Ese es el mejor dibujo que
he visto. Incluso creo que es de la calidad del frigorífico.

La cabeza de Kaito se inclinó a un lado, y sus rizos largos de color


ébano cubrieron un lado de su rostro. —Los dibujos no van en el
fridginator. —La risita más linda burbujeó de sus labios, y sus ojos se
iluminaron de alegría—. Eres tonto, Raith.

Amaba la manera en que reía el niño, pero era muy triste que
Kaito nunca hubiera tenido a nadie que colgara una de sus obras
maestras en el frigorífico para que todos pudieran verlo y admirarlo. —
Frigorífico —corrigió suavemente mientras apartaba el cabello de Kaito
de su rostro—. ¿Sabes qué? Creo que tengo una idea mejor. ¿Qué
pensarías si pusiéramos esto en un marco y lo colgamos en tu habitación?

Kaito lo consideró durante un minuto, y luego se giró para bajar la


mirada hacia su obra de arte. —Puedes tenerlo si lo deseas. —Su rostro se
levantó, y dio una palmada—. ¿Podemos ponerlo en tu habitación?

Tocado ridículamente por la oferta, Raith regresó la sonrisa del


niño y tiró de la pintura hacia él en la mesa de la cocina, con cuidado
de no mancharla. —Gracias, Kaito. Me encantaría colgar esto en mi
habitación.

—¡Yay! —Saltando de la silla, se lanzó a los brazos de Raith para


un gran abrazo—. ¿Podemos tener helado ahora?

Aunque su corazón se derretía por el afecto, Raith no pudo evitar


reírse. —Realmente te gusta el helado, ¿huh?

Kaito asintió con la cabeza de manera entusiasta. —Es mi favorito.

—¿Qué más es tu favorito?

Su nariz de botón se arrugó, y sus labios se retorcieron como si


hubiera probado algo amargo. —No sé. No me gustan los perritos
calientes. —Sus ojos se redondearon, y levantó la mirada suplicante hacia
Raith—. No tendré que comer perritos calientes, ¿no?
—Nah, no tienes que comerlos. Tampoco me gustan mucho. —Si
Tanaka no estuviera ya muerto, Raith le daría caza y destrozaría con sus
propias manos—. Sin embargo, creo que probablemente necesitemos
comer más que sólo helado.
—De acuerdo. —Accedió Kaito rápidamente—. ¿Qué comemos?

—Hmm, buena pregunta. —¿No había un cocinero en alguna


parte? Levantándose de la mesa, cruzó el suelo de baldosas hacia el
frigorífico y lo abrió—. Bueno, parece que tenemos un poco de sandía.
¿Quieres eso?

Kaito dio saltos a su lado, mirando de cerca alrededor de la pierna


de Raith para examinar también el contenido del frigorífico. —¿Qué es
eso?

—Es una fruta.

—¿Qué es eso?

De acuerdo, podría traer a Tanaka de entre los muertos de


manera que pudiera matarle de nuevo. —Es bueno para ti. Además sabe
muy bien. Y no es un perrito caliente.

Alcanzando la sandía en la balda inferior, Kaito la pinchó con su


dedo. —Es duro. ¿Estás seguro de que se supone que podemos comer
eso?

—Bueno, mira, tienes que cortarla para abrirla. Lo bueno está en


el interior. —La voz de October flotó hacia ellos desde el otro lado de la
cocina.

Raith recogió la sandía y se volvió con una sonrisa hacia su


amante. —Hey, tú. ¿Cómo te fue? —Se sentía horrible de que no hubiera
sido capaz de llegar a Hell’s Alley para el interrogatorio, pero había sido
despertado por un vampiro diminuto rebotando en su pecho, y Kaito
había exigido su atención desde entonces.

—No te preocupes por eso —respondió October, habiendo leído


claramente la mirada de disculpa en su rostro—. Así que, ¿qué estáis
haciendo?

—A Raith le gusta mi pintura —anunció Kaito orgullosamente


mientras sacudía un dedo hacia la mesa—. ¿Quieres verla?
—Me encantaría verla. —October lanzó un guiño en dirección a
Raith y caminó hacia la mesa. Escuchó atentamente, moviendo la
cabeza todo el tiempo con una sonrisa complaciente en su hermoso
rostro—. Eso es maravilloso, Kaito. ¿Estás seguro de que hiciste todo esto
por ti mismo?

—Sip. —Se puso la mano sobre la boca y soltó unas risitas mientras
señalaba hacia la pintura de Raith—. Raith lo hizo mal, ¿no?

—Oh, bueno, ciertamente no es tan bueno como el tuyo, pero


creo que lo hizo bien. ¿Qué crees que está mal?

—Aparentemente la luna no es amarilla —respondió Raith.


Sacando un cuchillo de su sitio, se puso a trabajar cortando la sandía,
riéndose entre dientes mientras escuchaba la crítica de Kaito de su arte.

—Ah, creo que o el problema. —October se instaló en una de las


sillas y levantó a Kaito sobre su rodilla—. Ese es el sol. Ese es el por qué es
amarillo.

—Nunca siembro el sol antes.

—Nunca antes has visto el sol —corrigió October—, y eso es


porque no es seguro para nosotros. Hará que tu piel esté muy caliente, y
puede llegar a hacerte daño si estás fuera por mucho tiempo.

Dioses, el hombre era absolutamente natural cuando se trataba


de niños. La manera en que explicaba las cosas y la cantidad de
paciencia que mostraba con Kaito era sorprendente. Raith pensaba que
Torren era un padre asombroso, pero no tenía nada que ver con October.
No había pausa antes de que respondiera a las preguntas, y cada
respuesta era inteligente y sincera.

Por qué pensaba que no era bueno con los niños era un misterio,
porque ver a la pareja juntos hacía que el pecho de Raith se hinchara
con orgullo y afecto. —De acuerdo, ¿quién tiene hambre?

—¡Yo! —Kaito saltó un poco en la rodilla de October pero no hizo


ningún movimiento para bajarse—. ¿Quieres un poco de agua de limón?

—Sandía —dijo Raith con una risita ahogada. Cómo había gente
a la que no le gustaran los niños estaba fuera de su alcance. Decían las
cosas más malditamente lindas, y podría escuchar hablar a Kaito y Wren
durante horas. Era maravilloso ver el mundo a través de sus ojos.

—No, gracias, Kaito —declinó October con educación—. Creo


que tengo hambre de algo más. —Inclinó la cabeza sobre sus hombros,
y levantó la mirada hacia Raith con preocupación—. ¿Se alimentó? —
Articuló con la boca.

Las cejas de Raith se juntaron mientras pensaba. —No que yo


sepa, y ha estado conmigo desde que desperté. ¿Lo necesita? —
Intelectualmente, sabía que los niños vampiro tenían que alimentarse de
la misma manera que los adultos, pero por alguna razón, se sentía
jodidamente extraño sobre Kaito mordiendo a alguien. ¿La mayoría de
los padres enseñaban a sus hijos a no morder?

—Lo discutiremos más tarde —respondió October con una mirada


mordaz—. ¿Estás preparado para ir a la cama, Kaito?

—No.

—Bueno, el sol saldrá pronto.

—No.

October suspiró y revolvió el cabello del chiquillo. —Tienes que


dormir.

—No me gusta la oscuridad. —Kaito terminó su rodaja de sandía


y se limpió la boca con el brazo—. ¿Puedo dormir contigo?

Y ahí estaba el lado negativo de la paternidad. Realmente Raith


había estado esperando llevar a su pareja a la cama y hacerle toda
clase de cosas deliciosas. Sin embargo, ¿cómo podría decir no a ese
adorable rostro?

No podía, así que sólo se encogió de hombros cuando October


le miró por ayuda. —Creo que estaría bien por una noche. Buscaremos
una solución diferente para mañana”.

—¡Yay! —Kaito se movió hasta el suelo y se dirigió a la puerta, pero


October le cogió por el abdomen y le levantó en el aire.
—Oh, no, no lo harás. No treparás a mi cama todo pegajoso. Hora
del baño, caballero.

—Puedo hacerlo solo —protestó Kaito a través de sus risitas—. Soy


grande.
—Sólo tienes que abrirle el grifo de manera que no esté
demasiado caliente —confirmó Raith. Había aprendido mucho de
ayudar con Wren, y estaba muy orgulloso de ver a October tomar un
activo interés en el cuidado del niño.

Raith ya estaba medio enamorado del niño, y su pareja no


parecía estar muy lejos de él. ¿Qué infiernos iban a hacer cuando Kaito
se fuera?
Capítulo Ocho
Apoyándose contra la pared de azulejos en la ducha, October
gimió al sentir el agua caliente que caía sobre su dolorido cuerpo. Había
muchas cosas esperando su atención, pero aunque había estado en la
cama durante casi doce horas, había conseguido dormir muy poco.

—¿Cómo diablos puede alguien tan pequeño ocupar tanto


espacio? —preguntó cuando Raith entró en la cabina detrás de él—. ¿Y
dónde está el pequeño contorsionista?

El aliento de Raith vibró sobre su nuca cuando rio. Musculosos


brazos se envolvieron alrededor de la cintura de October, y Raith apoyó
la barbilla en su hombro. —Gideon le está haciendo el desayuno.
Realmente no fue tan malo.

—Ocupó toda la cama —protestó October—. Estuve hecho una


bolita con sólo una esquina de la manta.

—Aww, pobre bebé. —Sus labios revolotearon sobre el cuello de


October—. ¿Necesitas que te bese para que todo mejore?

Lo que Raith le estaba proponiendo sonaba maravilloso, pero


realmente no tenía tiempo para ello. —Tenemos que reunirnos con
Nicholas y Jonas.

—Están desayunando con Kaito. —Las manos de Raith


comenzaron a deslizarse hacia abajo por su pecho y sobre sus apretados
abdominales hacia la ingle—. Tenemos tiempo de sobra.

—No puedo pensar cuando haces eso.

—Bien. No quiero que pienses. ¿Puedes hacer eso por mí?


¿Puedes cerrar el grifo sólo un momento?

¿Podría hacerlo? Había gente esperándole. Tareas que tenían


que llevarse a cabo. Había transcripciones que revisar, documentos que
firmar, comprobaciones que escribir, interrogatorios que dirigir, encontrar
un hogar a Kaito, y muchas otras cosas que necesitaban su atención.
¿Qué clase de líder sería si sólo se escaqueaba de sus responsabilidades
por tórrido sexo en la ducha?
El pecho de Raith se elevó y cayó contra su espalda cuando su
amante suspiró con cansancio. —Olvídalo. —Después liberó a October y
retrocedió para alcanzar el jabón en la balda superior—. Jonas dijo que
un poco de materia roja en el zumo de Kaito todos los días estará bien
por ahora. Le pedí a Gideon que se encargara cuando le alimente.

—Bien. No necesitará alimentarse cada día ya que es un híbrido,


pero necesita más que lo que obviamente le estaba dando su padre. —
Tenía la sensación de que Tanaka no había estado alimentando a Kaito
con los nutrientes apropiados desde hacía un tiempo, lo que explicaría
que el niño fuera más pequeño que el tamaño promedio.

Se lavaron y aclararon en silencio después de eso, sin tocarse


excepto algún frotamiento ocasional de piel cuando cambiaron lugares
de manera que Raith pudiera alcanzar el pulverizador. El silencio se
extendió cuando se secaron e incluso después de que salieran del baño
para comenzar a vestirse.

October no sabía qué decir. No estaba seguro si estaban


peleando, si Raith estaba enojado con él, o qué había sucedido. ¿De
verdad el hombre esperaba que dejara todo por un poco de placer
carnal cuando había tanto por hacer? Vivían juntos. Dormían en la misma
cama. No era como si no pudieran rodar en las sábanas al final de la
noche.

—¿Te acordaste de llamar a Wren?

—Sí.

—¿Conseguiste limar asperezas?

—Sí.

¿Qué estaba sucediendo? No habían pasado ni diez minutos


cuando todo había parecido estar bien. Ahora, Raith estaba actuando
como si no pudiera alejarse de October lo suficientemente rápido. —¿Vas
a regresar a Casper este fin de semana?

—Sí. Pensé en llevar a Kaito conmigo para que pueda conocer a


Wren.

—¿Quieres que os acompañe? —No se le había escapado a su


atención que le habían dejado fuera de la lista de invitados. Podría
entenderlo si Raith quisiera pasar tiempo a solas con su familia. Sin
embargo, en ese momento su exclusión se sintió más como una bofetada
en el rostro, y tenía una idea de que estuviera destinado a sentirse de esa
manera.

—No, está bien. Estoy seguro de que tienes mucho que hacer por
aquí este fin de semana. —Raith terminó de entrelazar su cinturón a través
de las trabillas de los vaqueros y lo abrochó—. Sé que querrás guardias
para que nos lleven allí, pero hay suficiente seguridad en la casa de El
Consejo. No tienen que quedarse.

Eso estaba abierto a debate, pero October lo guardaría para otro


momento cuando Raith no estuviera de tan mal humor. Sí, había
Ejecutores viviendo en la casa en Casper, e incluso miembros de El
Consejo para el caso. Sin embargo, no eran los Ejecutores de October. Si
Raith no le quería allí, eso estaba bien, pero no obstante, su seguridad y
la de Kaito era máxima prioridad.

Alisando el cuello de su camisa de botones, October miró


fijamente al espejo sobre su cómoda mientras se peinaba el cabello para
que cayera sobre la frente como a él le gustaba. La humilde tarea
tampoco fue fácil, ya que no podía dejar de mirar furtivamente el reflejo
del hombre sentado a los pies de la cama.

—¿Estás preparado?

—Terminemos con esto. —Levantándose del colchón con un


gruñido, Raith parecía como si se estuviera preparando para la batalla
en vez de ir a interrogar a un prisionero.

—De acuerdo, ¿qué pasa contigo? —Había pensado que podría


dejarlo ir y esperar que el mal humor pasara. Sin embargo, la agria actitud
de Raith le estaba destrozando los nervios. Además, se sentía culpable,
como si hubiera causado el cambio en su disposición, lo que habría
estado bien si sintiera que realmente hubiera hecho algo mal.

—No quiero pelear contigo ahora mismo.

—No estoy buscando una discusión, Raith. Sólo quiero saber qué
bicho te picó. —Ten misericordia, estar emparejado era un maldito
trabajo de por sí. October no se llamaría a sí mismo un experto en el tema,
pero no pensaba que dos personas que estuvieran destinadas a estar
juntas tendrían que trabajar tan malditamente duro sólo para tener una
conversación civilizada—. ¿Es sobre el sexo?

Raith bufó groseramente. —Sólo tú pensarías eso.

—Habla conmigo o no lo hagas. No voy a jugar estos juegos


ridículos contigo. Deja de actuar como un niño. —No iba a rogar y
suplicar que Raith le dijera qué estaba mal. Si el hombre quería hablar
sobre ello, October quería escuchar. Sin embargo, no iba a sonsacarle la
información a su amante. Ambos eran demasiado malditamente viejos
para este tipo de juegos inmaduros.

—No quería esto. —Explotó Raith—. No quería nada de esto. Sólo


quería que me dejaran solo, pero no. Eso era inaceptable para ti. —Su
voz se suavizó, y sus hombros cayeron abatidos—. Haces todas las reglas.
Dices cuándo, dónde, por qué, y cómo. Ni siquiera sé cómo hacer este
trabajo, Tober. Realmente no lo sé.

—Así que esto es sobre mí rechazando sexo.

Raith no pareció enojado por el comentario. Sus ojos estaban tan


tristes cuando levantó la cabeza para mirar de nuevo a October que
traspasó directamente a través de su corazón. —El hecho de que creas
que sólo demuestras esto, no va a funcionar. Trataré con Phillip, y luego
regresaré a Casper.

—Así que, ¿eso es todo? ¿Las cosas se ponen difíciles, y sólo


huyes? —¿Por qué le sorprendía? Raith tenía una larga historia de huir de
sus problemas. ¿Por qué una pequeña turbulencia en su relación debería
ser diferente?

—Las cosas no se pusieron difíciles. —Raith arrastró los pies hacia


la puerta, puso la mano en el pomo, y suspiró—. Las cosas nunca
mejoraron.

Era fácil ver por la expresión en el rostro del vampiro y la tensión


de sus hombros que no estaba feliz. Raith no estaba intentando comenzar
una pelea o jugar el juego de la culpa. No estaba siendo infantil u
hormonal o cualquier otro nombre con el que October probablemente
lo estuviera llamando en su cabeza.
Realmente no se trataba del rechazo que había recibido en la
ducha. Tal vez la declinación hubiera sido el catalizador que le permitió
darse cuenta de que simplemente no eran compatibles, pero no era la
única razón. Al igual que todo lo demás en su vida, el sexo era una cosa
más para controlar para October. La pasión y excitación eran un poco
difíciles de conseguir cuando Raith tenía que pedir cita para que su
amante pudiera guardar algo de tiempo para tener intimidad.

No buscaba hacerse cargo o cambiar a su pareja. A pesar de que


mantenía un desprecio general por la reglas, sabía cómo seguir órdenes.
Su posición como Ejecutor era importante para él, y tomaba el trabajo
seriamente. Infiernos, ni siquiera necesitaba el control total en su relación.
Sin embargo, tener algo que decir en su vida diaria sería agradable.
Como estaba, simplemente sería feliz con tener más control sobre su
propia vida.

Un suave golpe repiqueteó contra el exterior de la puerta, y Raith


plasmó en su rostro una sonrisa que no sentía antes de saludar a su
pequeño invitado. —Hey, hombrecito.

Kaito tenia las manos escondidas detrás de la espalda, y se veía


un poco nervioso cuando levantó la mirada hacia Raith. —¿Estáis
peleados?

¿Cuánto tiempo habría estado de pie en el pasillo? El instinto


natural de Raith fue mentir y proteger a Kaito, decir que no habían
peleado y que todo estaba bien. Obviamente las cosas no estaban bien,
y el niño no era estúpido. Incluso si no hubiera escuchado el grito, lo más
probable era que detectara la tensión en la habitación.

—No te preocupes, Kaito. Sólo estábamos teniendo una discusión,


pero todo estará bien. ¿Terminaste de desayunar?

La preocupación permaneció en su expresión mientras miraba


hacia atrás y adelante entre Raith y October. —Te traje tu dibujo. —Sacó
las manos de detrás de su espalda y sostuvo la pintura para Raith.

Sorprendentemente, el papel estaba húmedo cuando Raith lo


tomó, y se dio cuenta de que se habían añadido cosas desde la noche
anterior. Bajo el cielo nocturno había tres personas, dos hombres, y un
niño pequeño. Todos se sostenían las manos, y el niño sonreía mientras los
dos adultos miraban hacia la luna.
Un nudo se formó en la garganta de Raith, y tosió bruscamente
para enmascarar las emociones que revoloteaban en su interior.
Arrodillándose sobre una rodilla, tiró de Kaito hacia él con un brazo y le
abrazó suavemente. —Gracias, hombrecito.

—¿Te gusta?

—Es hermoso, y me encanta.

Los pequeños brazos de Kaito se envolvieron alrededor de su


cuello en un fuerte abrazo. —No estés triste —susurró en el oído de Raith—
. Yo solía estar triste.

Apretando los ojos cerrados, Raith sostuvo al niño un poco más


cerca. —¿Aún estás triste?

—No, me gusta estar aquí. Hay mucha gente para jugar. —Se
apartó y arrugó la nariz—. Pero necesitamos más juguetes.

Riéndose entre dientes, Raith se levantó y revolvió el sedoso


cabello de Kaito. —Bueno, tendremos que remediarlo, ¿no?

—¿Lo haremos? —preguntó Kaito con obvia confusión—. ¿Qué es


remediarlo?

—Significa que te conseguiremos juguetes nuevos —respondió


October con facilidad mientras se dirigía hacia ellos—. ¿Por qué no haces
una lista de los juguetes que te gustan?

—No sé escribir. —Había un claro duh añadido al final de la frase,


pero afortunadamente, el mocoso estaba demasiado bien educado
para decirlo realmente.

—Bueno, supongo que necesitarás a alguien que te ayude.

—Tú podrías hacerlo.

—Bueno, podría, pero tengo que hacer un montón de cosas de


adultos ahora mismo. Apuesto a que Gideon estaría feliz de ayudarte.

Los ojos de Kaito se iluminaron, y asintió con la cabeza


ansiosamente. —Oh, sí. Tío Gideon en bueno en cosas como esa. Me
tengo que ir. —Se lanzó hacia la puerta, pero se detuvo en el pasillo para
darse la vuelta y apuntar con un dedo a ambos—. No más peleas.
¿Comprendido?

—Comprendido —respondieron Raith y October al unísono


mientras sonreían al precoz pequeño vampiro.

—Bien, ya le escuchaste —dijo October casualmente una vez que


Kaito hubo desaparecido por el pasillo—. No más peleas. —Tomó la mano
de Raith en la suya y unió sus dedos—. Tampoco hablar más de irte. Te
necesito aquí, Raith.

—Quiero estar aquí. —Realmente quería hacer que funcionara.


Sólo que no sabía cómo. Raith necesitaba tener el control de su vida,
mientras que October necesitaba controlar todo. Era un conflicto de
intereses, un choque de personalidades, y no tenía idea de cómo
conciliar nada de eso.

—Así que, ¿qué vamos a hacer ahora?

October tenía que entender que el cielo no se caería si no


controlaba de forma excesiva cada detalle de cada momento. Infiernos,
probablemente estaría muchísimo más feliz y menos estresado si cediera
un poco de su control rígidamente sostenido. —Te propongo un trato.

—¿Qué clase de trato, draga? —El vampiro se veía preocupado,


y probablemente lo estaría, pero Raith tenía un plan.

—Te propongo que me des el control total de nuestra relación


durante las próximas setenta y dos horas. Aún podrás mantener todas las
cosas diarias con el aquelarre. No sé nada sobre eso, y ni siquiera quiero
intentarlo. Dentro de este dormitorio, o siempre que sólo seamos tú y yo,
mandaré yo.

—¿Durante setenta y dos horas?

—Eso es, bebé. Obtendrás una advertencia cuando comiences a


ponerte mandón, pero después de eso, serás castigado por cada
infracción”.

—¿Castigado? —La mirada en el rostro de October se endureció,


y parecía menos inclinado a estar de acuerdo con el plan de Raith—.
¿Cómo me castigarás exactamente?
Raith sonrió con malicia y le dio un besito a su pareja en la mejilla.
—No te preocupes. Lo amarás.

Un tranquilo suspiro cayó de sus labios, y October se inclinó hacia


él ligeramente cuando los músculos de sus hombros y espalda
comenzaron a relajarse. —De acuerdo, Raith. Tienes setenta y dos horas.
¿Cuándo comenzamos?

Tirando de la camisa de su amante para sacarla de su cintura,


Raith puso las manos bajo la tela para abarcar toda la carne suave y
cálida de los abdominales de October. Sus labios se arrastraron hasta la
curva de la garganta del vampiro, y giró su lengua a lo largo de la
pulsante vena.

Su polla se endureció dentro de sus vaqueros, hinchándose


rápidamente mientras toda clase de cosas deliciosamente obscenas que
quería hacer a su pareja revoloteaban por su mente. Su erecta longitud
dolió cuando se presionó contra la cremallera, doblada en un ángulo
antinatural y suplicando por libertad.

Sí, tenían trabajo que hacer, pero no mataría a Nicholas esperar


sólo unos minutos más. Tan revolucionado como Raith se sentía, era triste
decirlo, pero probablemente no tomaría mucho más tiempo.

—Ahora mismo —dijo con voz áspera contra la clavícula de


October—. Comenzamos ahora mismo.
Capítulo Nueve
Sabía que debía decir no. Sabía que debía decirle a Raith que no
era de buena educación dejar esperando a los invitados. Tenían cientos
de cosas diferentes por hacer antes de que el sol saliera y no mucho
tiempo para lograr sus objetivos.

Sin embargo, había varias razones por las que no dijo no. Una,
había hecho un trato, y nunca había dejado un contrato sin cumplir. Dos,
su corazón se sentía como si hubiera sido destrozado y abandonado para
que se desangrara en el suelo cuando Raith le había hablado sobre irse.
Nunca más quería sentirse como lo había hecho durante esos escasos
momentos horribles. La mayor razón por la que no detenía las itinerantes
manos de su amante era porque se sentía demasiado malditamente
bien.

Tal vez Raith tuviera razón. Quizás October necesitaba dejar de


lado algunas cosas. Aún más importante, necesitaba dedicar más
tiempo a su pareja, tiempo donde pudieran estar solos sin las exigencias
de su posición interfiriendo. No pensaba que hubiera estado intentando
manejar la vida de Raith por él, pero Raith lo creía claramente, y por lo
tanto, sus acciones eran algo que tendría que considerar con más
cuidado en el futuro.

El pasado tenía una manera de repetirse, pero October estaría


condenado si dejaba que las cosas terminaran con Raith de la forma que
lo hicieron con Rastas. Lo que su nueva pareja veía como autoritario y
controlador, October prefería ver como proteccionismo. Pudo haber ido
un poco demasiado lejos a veces, pero todo fue hecho con el mejor
interés de Raith en mente.

—Esto no va a funcionar con tu mente en otro lugar.

Sacándose de encima sus contradictorios y confusos


pensamientos, October se sumergió en el momento, enfocando toda su
atención en la sensación de la boca y las manos de Raith en él. Su camisa
fue desgarrada en un agresivo despliegue de poder que hizo estallar los
botones de la tela y enviarlos volando alrededor de la habitación. El
cierre de sus pantalones no recibió un tratamiento más suave, y en
cuestión de segundos, Raith redujo su ropa a pedazos a sus pies.
¿Cuándo fue la última vez que había sido deseado con tanta
intensidad? ¿Cuándo fue la última vez que alguien estuvo tan ansioso de
tocarlo que no pudo esperar el tiempo suficiente para que se quitara la
ropa de manera adecuada? Ser tan deseado era una sensación
embriagadora, y su polla respondió con entusiasmo, alargándose e
hinchándose tan rápidamente que lo dejó mareado.

Una vez estuvo completamente desnudo excepto los calcetines,


Raith le dio la vuelta y le empujó agresivamente hacia el colchón. —
Manos y rodillas —ordenó su amante con un tono de voz empapado de
autoridad.

No dijo nada, no lo admitiría en voz alta, pero su polla palpitó y


flexionó como prueba de lo mucho que le excitaba el manoseo. Todo el
mundo le había tratado siempre con el máximo respeto. Había trabajado
malditamente duro para alcanzar su posición, y sintió que se había
ganado el respeto, pero estar en el poder quería decir estar siempre “on”.
Sin importar la situación o la compañía, tenía una imagen determinada
que defender, y muy raramente conseguía ser sólo él mismo.

Todo el mundo le buscaba por respuestas y soluciones a sus


problemas. Si surgía una crisis, se mantenía tranquilo y conseguía la
resolución perfecta con la punta de sus dedos. Nunca podía demostrar
debilidad. Nunca podía comportarse de una manera que no fuera
adecuada o regia. Y nunca, bajo ninguna circunstancia, iba a mostrar a
la gente una visión del hombre asustado e inseguro que había sido hace
medio milenio.

—Deja de pensar tanto —murmuró Raith contra su piel mientras


sus labios se arrastraban hacia arriba por la columna vertebral de
October—. Sólo relájate y déjame cuidar de ti.

Dos dedos lubricados rozaron a lo largo de su pliegue y


presionaron entre los globos de su culo para concentrarse en su apretada
entrada. —¿Qué?

Raith soltó un bufido y mordisqueó la carne alrededor de su


cadera. —Da la casualidad de que soy un brujo, Tober. ¿Pensabas que
no tenía habilidades mágicas en lo más mínimo?

Era plenamente consciente del poder que Raith poseía, pero


supuso que realmente nunca había pensado sobre si el hombre podía
conjurar lubricante de la nada. No era el mejor uso de su magia, pero era
malditamente útil en situaciones como estas.

—Relájate —persuadió Raith. Una palma pasó de manera


tranquilizadora a lo largo de la columna vertebral de October, aplicando
presión hasta que cogió la indirecta y bajó su pecho hasta el colchón—.
Olvídate de todo y sólo siente. Te prometo que todo aún estará
esperando cuando salgamos de esta habitación.

Gruesos y largos dedos empujaron en el interior de su agujero sin


previo aviso, sacando un confuso gemido de su pecho. La quemadura
fue leve, y le dio la bienvenida como a un viejo amigo cuando Raith
comenzó a bombear sus dígitos dentro y fuera del canal de October.
Raith no pasó mucho tiempo preparándole, sabiendo lo mucho que
anhelaba la fugaz picadura de dolor que acompañaba el inicio de su
acoplamiento.

Probablemente su pareja le conocía mucho mejor de lo que


October estaba dispuesto a admitir. Parte de ello podría ser simplemente
intuición, pero cada vez que se unían, siempre era superado con la
misma sensación de familiaridad que había sentido la primera vez. Aún
no había descubierto lo que significaba. Quizás no quisiera decir nada. A
pesar de todo, de algún modo no creía eso.

—Quiero verte. —Intentó moverse poco a poco, alejarse de las


errantes manos de Raith de manera que pudiera darse la vuelta, pero no
llegó muy lejos.

Una punzante y dura palmada aterrizó sobre su respingón culo,


mientras la otra mano de Raith mantenía un firme control sobre su cintura,
sosteniéndole con firmeza en su lugar. —No.

—Raith, detente y deja que me mueva.

—No —repitió su pareja—. Aquí no estás al mando. Si quieres


parar, me detendré. —De repente los brazos de October se lanzaron a los
lados donde sus muñecas estaban clavadas en el colchón por alguna
fuerza invisible—. ¿Quieres parar?

No importaba cuanto se esforzó, no pudo liberarse del agarre


mágico en sus brazos, y estar inmovilizado añadió un aumento a su lujuria
que no había esperado. Su corazón se disparó en un gran galope, un
rubor hizo efecto a través de su piel, y su palpitante polla estaba lo
suficientemente dura como para cortar cristal. Fuego ardía por su sangre.
Se sentía mareado por la excitación, y su agujero se apretaba y relajaba
con ansia, con ganas de ser llenado.

—¿Quieres que me detenga? —Repitió Raith mientras frotaba la


cabeza de su polla sobre la apertura de October de manera burlona.

Nunca antes había sido atado, pero estaría mintiendo si decía


que no lo disfrutaba. Raith siempre le estaba sorprendiendo, y esta vez no
sería la excepción. Sería un tonto si detuviera a su amante simplemente
porque su modestia y sentido de la decencia apenas estaban colgando
de un hilo, especialmente cuando quería tan desesperadamente todo lo
que Raith pudiera darle.

—No —jadeó—. No te detengas. —Había algo liberador en su


sumisión. Aunque sólo fuera por un breve periodo de tiempo, escondido
en su dormitorio donde nadie pudiera ver, October fue capaz de
desconectar, dejarse llevar, y confiar en que su pareja estaría allí para
cogerle cuando cayera.

—Bien. —Raith gimió guturalmente cuando se envainó en el


interior del apretado canal de October con una dura estocada. Sus
dedos se clavaron en la jugosa carne del culo de su pareja , separando
sus mejillas y extendiéndole para abrirle—. Deberías ver lo hermoso que
te ves con tu apretado culo envuelto alrededor de mi polla.

Raith comenzó un ritmo lento, bombeando dentro y fuera del


agujero de October en movimientos medidos. —Nunca antes has sido
inmovilizado, ¿no?

—No. —El rígido eje de su amante estiraba sus paredes internas, y


juró que podía sentir cada vena de la polla de Raith frotando contra los
tensos músculos de su entrada—. Nunca.

Esas manos fuertes dejaron su trasero y viajaron hasta sus costillas


en una caricia apenas existente. Raith seguía el movimiento con el resto
de su cuerpo, enterrándose hasta la empuñadura mientras se inclinaba
sobre October para cubrirle. —Sin embargo te gusta —dijo con voz
áspera en el oído de October—. Amas lo que te estoy haciendo.

Podía decir cualquier cosa que quisiera, pero su cuerpo


traicionaría la mentira. —Sí —susurró.
Detestaba los sentimientos de vulnerabilidad o desamparo, pero
esto era diferente. Raith podría estar al mando. Podría tener a October a
su merced. Sin embargo, una palabra podía cambiarlo todo. Con ese
pensamiento en mente, October pudo relajarse y sólo sentir sin
preocupaciones o indecisiones sobre qué hacer a continuación. Por una
vez, lo único que se le estaba pidiendo era no hacer nada más que
simplemente respirar.

—Bien. —Raith se apartó de él, y October apenas logró no sollozar


cuando el aire fresco sustituyó la cálida y húmeda piel de su pareja.

Como si sus lazos invisibles estuvieran conectados a cuerdas


igualmente intangibles, sus brazos fueron estirados detrás de él, girando y
alargando lentamente de manera que sus nudillos descansaran contra la
parte baja de su espalda. La enorme mano de Raith rodeó ambas
muñecas, presionándolas sobre su columna vertebral mientras sujetaba
la parte superior del muslo de October en su otra mano.

El ritmo se incrementaba de manera constante, creciendo in


crescendo hasta que Raith le condujo a una intensidad arriesgada. Cada
dura y exigente zambullida en su canal se encontraba con el mismo
entusiasmo de su parte, y utilizaba la poca ventaja que tenía para cumplir
con cada embestida de su pareja.

Los primarios gruñidos de Raith hicieron eco alrededor de la


habitación para mezclarse con los gemidos ahogados de October. Sus
músculos se tensaron, su corazón retumbó fuerte, y un brillo de sudor
humedeció su piel mientras su cuerpo ardía por el deseo desenfrenado.
Curvando su columna vertebral e inclinando sus caderas, presentó el
ángulo perfecto para una penetración más profunda, suplicando
silenciosamente por más.

Liberando sus muñecas, Raith deslizó sus manos en las de October


y entrelazó sus dedos. —Córrete para mí, Tober. No te reprimas. Dámelo
todo. —Tiró duro de los brazos de October, levantando su pecho del
colchón mientras continuaba su desafiante ritmo.

Incapaz de acallar los sonidos de su placer contra el edredón, sus


gritos resonaron a través de la habitación y retumbaron en las paredes.
Su polla se hinchó hasta el punto del dolor, sus testículos se agitaron con
la necesidad de liberación, y corrientes de electricidad recorrieron de
arriba abajo su columna vertebral. A pesar de ello, se negó
obstinadamente a ceder a las órdenes de su pareja.
—Esa es la segunda. —Le avisó Raith, pero se oía demasiado
satisfecho por la posibilidad de distribuir el castigo más tarde. Empujando
a October de nuevo sobre el colchón, Raith le sujetó en el lugar con una
mano sobre su nuca mientras cerraba la otra en un puño sobre su
palpitante polla por debajo de él—. Ahora —gruñó—. Córrete para mí.

Dos duros golpes de sus caderas y el roce de sus dedos a lo largo


de la parte inferior de la corona de October fue todo lo que necesitó. El
dominio, el control, y el inflexible tono fueron afrodisíacos tan poderosos
que October no pudo contenerse por más tiempo si lo hubiera intentado.

Con un primitivo grito, se estremeció y corcoveó, retorciéndose


bajo su amante mientras sus testículos se descargaban en un torrente de
espesa y cremosa semilla. Sus paredes internas se contrajeron, agarrando
la gruesa polla de Raith y aprisionándola, lo que causó que el brujo
gimiera junto a él cuando todo su cuerpo se tensó.

Cálida humedad llenó sus convulsionadas profundidades,


añadiendo otro nivel a las ya abrumadoras sensaciones que detonaban
dentro de su cuerpo. Raith se derrumbó sobre él, cobijándole con su
cuerpo mucho más grande y musculoso.

—¿Estás bien? Fui un poco brusco.

—Perfectamente —respondió October con honestidad—.


Gracias, draga.

Raith se rio entre dientes jadeando mientras besaba castamente


la sudorosa sien de October. —Confía en mí. El placer fue todo mío.

—No. —Se empujó hacia arriba, y Raith captó la idea, quitándose


de encima y rodando a un lado. Dándose la vuelta de manera que
pudiera mirar a su pareja a los ojos, October extendió el brazo y apoyó la
palma de su mano contra el cuello de Raith. —No te estaba
agradeciendo por el sexo, aunque fue asombroso. Te agradezco por
darme otra oportunidad.

—Me perseguiste el tiempo suficiente —respondió Raith—. No te


rendiste conmigo, incluso cuando fui todo un bastardo. Me imaginé que
al menos te debía lo mismo a cambio. —Esa arrogante y sexy sonrisa
regresó, y bajó la cabeza para dar un besito a los labios de October—.
Sin embargo, eso no quiere decir que vayas a escapar de nuestro trato.
Eres todo mío durante las próximas setenta y dos horas.
Raith podría no darse cuenta de ello, y October no estaba
preparado para admitirlo ante nadie excepto él mismo, pero ya
pertenecía al brujo, y la propiedad iba a durar mucho más de tres días.
—Tenemos que ducharnos.

—Me gusta la idea de que camines por ahí con mi semen en tu


culo.

La boca de October se abrió exageradamente, y se quedó


boquiabierto ante el hombre con escandalizada indignación. —
¿Perdón?

—Ah, no tienes que suplicar, amorcito. Te daré cualquier cosa que


quieras. —Le guiñó un ojo con picardía y se deslizó fuera del colchón—.
Relájate. Estoy bromeando. —Golpeó a October en las caderas, y le
empujó alrededor de la cama—. Mueve esa dulzura detrás. Tenemos
trabajo que hacer.

Rodando los ojos, October se levantó y se puso a la misma altura


que se pareja con una fingida mirada de desdén. —Eres un completo y
absoluto idiota, Raith Braddock.

—Sip, y lo amas. Ni siquiera finjas que no lo haces.

No sólo el hombre tenía razón, sino que estaba comenzando a


averiguar que no tenía sentido discutir con Raith de nada. De algún
modo, el brujo siempre se las arreglaba para salirse con la suya. Si no lo
conociera mejor, pensaría que estaba siendo manipulado. Sin embargo,
Raith era demasiado directo para trucos como ese.

Después tendría tiempo para contemplar el enigma que era su


pareja. En ese momento, tenían trabajo que hacer, y necesitaba
concentrarse. Concedido, se sentía mucho más tranquilo y relajado sobre
el deber después de su improvisado combate sobre estremecedor sexo.
—¿Estás listo para esto?

Raith iba a tener que utilizar magia real, no trucos baratos de salón
como producir lubricante, por primera vez desde el desvío de magia
oscura. October no iba a negar que estaba un poco nervioso sobre cómo
afectaría a su amante.

—Estoy preparado. —Le aseguró Raith, dejando caer el acento


burlón en su tono. Se dio la vuelta para caminar hacia el baño, pero hizo
una pausa y miró sobre su hombro con una mirada vacilante—. Sólo
quédate cerca en caso de que algo vaya mal.

Las palabras salieron de manera natural, y October se encontró


haciendo la misma promesa que había emitido la noche que finalmente
había convencido a Raith para que le diera una oportunidad. —No te
dejaré caer, draga. —Y si por alguna razón fallaba en ese objetivo, estaría
ahí para atraparle.
Capítulo Diez
—Está es la última vez que te lo pregunto. —Durante cerca de dos
horas, había hecho todo excepto negociar y suplicar con el hombre para
obtener información sobre el paradero de su hermano. Incluso podría
haberse pasado una o dos veces en realmente golpear al idiota. Todo lo
que Phillip hacía era sonreírle como si supiera el complejo funcionamiento
del universo y no estuviera dispuesto a compartirlo.

—Pregunta de nuevo. —Se burló Phillip de él—. La respuesta aún


será la misma. No sé dónde está Mikko, y no me importa. Espero que se
pudra en el Purgatorio.

Raith inclinó el brazo hacia atrás para golpear de nuevo la nariz


del vampiro con su puño, pero October le agarró por el codo y sacudió
la cabeza. —Eso no va a funcionar. Eres mejor que eso, Raith.

Bueno, seguro como el infierno que no se sentía mejor que eso. Se


sentía como si quisiera golpear al tipo hasta que Phillip divulgara cada
secreto que hubiera guardado desde la guardería.

—Tiene razón. —Coincidió Nicholas—. Esto no nos lleva a ninguna


parte.

Sabía muy bien lo que Nicholas estaba insinuando, y había estado


demorándolo, intentando obtener información sin necesidad de recurrir
a su magia. Cualquier cosa que se pusiera frente a su pareja, estaba más
que un poco preocupado por la manera en que pudieran desarrollarse
las cosas si recurría a eso. ¿Podría contenerlo? ¿O la oscuridad le
dominaría y finalmente haría daño a alguien?

¿Qué pasaría si le gustara el poder casi infinito? ¿Sería capaz de


encontrar el camino de regreso? Por lo que entendía, Phillip McCarthy
alguna vez había sido un buen hombre, pero había permitido que la
maldad le envenenara. ¿Podría esa posibilidad ser el destino de Raith?
Con la prueba viviente arrodillado delante de él, no creía que sus
preocupaciones fueran totalmente injustificadas.

Sin embargo, no era por él. Tampoco era sólo por Mikko. Algo
mucho más grande que ellos se avecinaba. No podía ponerle un
nombre, pero podía sentirlo como una carga en el aire justo antes de una
tormenta. Había una razón por la que cada brujo de ese círculo original
había nacido en la misma familia por primera vez desde que habían sido
maldecidos. Había una razón por la que se suponía iban a juntarse, y Raith
no podía interponerse en el camino del destino.

—Dime dónde está. —Se escuchó decir las palabras, pero ya no


estaba en la pequeña celda en Snake River. Raith ni siquiera estaba
seguro de que fuera él quien realmente gritó las palabras.

Un hombre de pie delante de él, elevándose sobre él con una


sonrisa que curvaba su labio superior como si pensara que Raith
era algo que esperara con interés para aplastarlo bajo su enorme
bota. —No sé a quién le estás hablando.

—Mierda —escupió Raith—. Sabes muy bien quién soy.


¿Dónde está?

—Eres valiente para venir aquí sin protección. —Era el alfa


de una manada local de werelobos. Raith no entendía cómo sabía
eso, pero si indagaba un poco más profundo, estaba seguro de que
también sabía el nombre del hombre.

—Y tú eres un insensato por pensar que no puedo cuidar de


mí mismo. Ahora, dime dónde está mi pareja. ¿Qué has hecho con
él?

—No le he hecho nada a tu precioso híbrido. Conoce su lugar.


—El tipo avanzó hacia él con malicia brillando en sus ojos color
avellana—. Obviamente tú necesitas aprender del tuyo.

Raith saltó fuera del camino cuando el alfa se abalanzó sobre


él. —Oh, ¿y crees que vas a ser quien me enseñe? —Se rio del
ignorante arrogante—. ¿Tienes idea de quién soy?

El alfa se hizo eco de su risa, pero era escalofriante y cruel.


—Por supuesto, Rastas. —¿Quién demonios era Rastas? —¿Por qué
crees que permito a mi mascota mantenerte? Una vez que te
domestique, no tengo ninguna duda de que serás muy útil.
Exhibiendo sólo una pequeña muestra de sus habilidades,
Raith utilizó su magia para obligar al alfa a que se arrodillara en
el suelo justo delante de su propia casa. Con otra oleada de energía,
envolvió una mano invisible alrededor de la garganta del were,
ahogando su suministro de aire.

—No sé lo que le has hecho a October, pero le liberarás. No es


tu mascota. Te prometo que no tienes idea de lo que soy capaz, pero
lo descubrirás si le haces daño a mi pareja. ¿He sido claro?

Los ojos del hombre se redujeron, pero asintió con la cabeza,


sacudiendo su oscuro cabello en su rostro. Seguro de que se había
hecho entender, Raith liberó el agarra mágico sobre su adversario
y dio un paso hacia atrás. —No quiero verte de nuevo, Bale. —Sí,
ese era el nombre del hombre—. Déjanos solos.

Luego se dio la vuelta para alejarse, agradecido de que


hubiera sido capaz de asegurar la libertad de October. Sintió la
perturbación en el aire antes de escuchar el ruido sordo del gruñido
de Bale, pero en el momento es que se dio la vuelta para investigar,
ya era demasiado tarde. El lobo ya estaba sobre él, medio
transformado cuando derribó a Raith en el suelo y le mordió en el
cuello.

—¡Raith! —Manos agarraron sus hombros, clavándose en su carne


mientras era violentamente sacudido—. ¡Raith, respóndeme!

Parpadeando varias veces cuando la mal iluminada sala de


piedra reapareció, Raith giró la cabeza para fijar la vista en la amplia y
preocupada mirada de su amante. —¿Quién es Rastas?

—¿Qué? —Sin embargo, la mirada en los ojos de October era


demasiado astuta, y en todo caso, parecía aún más enojado de lo que
estaba segundos antes—. —No sé…

—No me mientas —interrumpió Raith. El trance o lo que fuera que


le hubiese pasado era desconcertante, pero no era estúpido. Si tuviera
que adivinar, diría que fue un recuerdo. Sólo que aún no había
comprendido cómo se refería a él.
Mirando sobre su hombro hacia los otros hombres en la
habitación, October suspiró con recelo y agachó la cabeza una vez. —
Hablaremos sobre ello más tarde.

—Bien. —Podría ser un adulto y tratar sus asuntos privados a puerta


cerrada, pero malditamente seguro que iban a hablar sobre ello en el
momento que estuvieran de regreso a su casa.

Regresando su atención a Phillip, Raith gruñó cuando sacudió al


hombre a sus pies. El episodio le había hecho sentirse de mal humor, y
estaba cansado de juegos. Cuanto más rápido consiguiera lo que quería
de Phillip, más rápido podría descubrir qué mierda le había sucedido.

Escudriñando en los ojos del híbrido, canalizó su energía mientras


murmuraba encantamientos en voz baja. Phillip no era lo suficientemente
fuerte para bloquearle de manera indefinida, pero no importaba. Raith
no tenía intención de arrastrarse a través de los pensamientos de Phillip.
Esto se había prolongado durante demasiado tiempo, y quería terminar
con ello.

—¡No! —gritó October, dándose cuenta claramente de lo que


había planeado—. Raith, detente. No puedes hacer esto.

Ignorando la súplica, Raith continuó recitando en voz baja,


obligando a Phillip a encontrarse con su mirada mientras desviaba cada
onza de energía mágica del bastardo. Después de varios minutos, los ojos
de Phillip se pusieron vidriosos, su boca se relajó, y se desplomó hacia
adelante en los brazos de Raith.

Arrugando la nariz con disgusto, Raith lo empujó hacia Jonas con


una inclinación de cabeza. —Oblígale. Te dirá todo lo que queramos
saber.

—Aún es un vampiro —respondió Nicholas mientras fruncía el


ceño—. Puede bloquearlo.

—Hombre, sólo está medio despierto. Estará débil por unos días,
pero eso es todo. Confía en mí. Funcionará.

Jonas se encogió de hombros, sujetó a su cuñado en la pared de


roca y se inclinó más cerca hasta que sus narices casi se tocaron. —
¿Dónde está Mikko Braddock?
—Louisiana.

Todos compartieron miradas, y un ceño fruncido tiró de las


comisuras de los labios de Raith. —¿Qué demonios está haciendo allí?

—Nuestra familia es dueña de una casa a las afueras de Nueva


Orleans. —Le informó Nicholas.

—Está durmiendo. —Añadió Phillip en un tono monótono—. No


despertará.

—¿Por qué le tienes? —Exigió Raith.

—Es valioso, pero no despertará.

Nicholas, Jonas, y Raith rodaron los ojos y hablaron al mismo


tiempo. —El Libro de los Desterrados.

—Sí —respondió Phillip, aunque realmente no había sido una


pregunta—. Si despierta, me dará el libro.

—Llamaré a Torren por la mañana. Tenemos que mantenerlo aquí


hasta que estemos seguros de que tenemos a Mikko.

October sacudió la cabeza en lo que Raith asumió fue que estaba


de acuerdo. —Buena idea.

—Podemos llevarle de regreso a Washington. —Ofreció Nicholas—


. Técnicamente es mi responsabilidad, y sin su magia, puedo manejarle.

—Gracias, y sin ofender, pero me sentiría más cómodo si se


quedara cerca por si necesitáramos más información.

—No lo tomo como ofensa. Sin embargo, tengo que regresar a mi


aquelarre.

—Agradezco que estés aquí. —El líder no había sido una enorme
cantidad de ayuda, pero Raith estaba agradecido de todos modos—.
¿Os iréis esta noche?

—Sí, no creo que haya ninguna razón para quedarse.


—Le diré a alguien que os lleve a la pista de aterrizaje. —October
se oía distraído, y ya estaba saliendo de la celda mientras hablaba. En
lugar de subir a la SUV como Raith esperaba, siguió caminando
pasándola, diciendo adiós con la mano a Gideon cuando el hombre le
preguntó si estaba bien.

Claramente, estaba asustado por lo que había visto Raith. El


nombre de Rastas era familiar para October, y estaba escondiendo algo.
Raith sólo tenía que descubrir lo que era. Sin embargo, a juzgar por la
reacción de su pareja, tenía la sensación de que podría lamentar el
saberlo una vez que tuviera todos los datos.

—De acuerdo, así que, ¿qué no me estás contando? Obviamente


sabes quién es Rastas. ¿Qué pasa con Bale? ¿Ese nombre saca a relucir
algún recuerdo sobre el que debería saber?

No era como si hubiera estado planeando mantener su pasado


en secreto a Raith para siempre. Realmente tampoco había mentido
sobre nada. Simplemente había elegido no revelar de manera voluntaria
cierta información por el momento. —Bale era el alfa de una manada de
werelobos en Connecticut, o lo que fue la Colonia de Connecticut en
1641.

Raith se negó a sentarse, y paseó alrededor de su dormitorio con


pasos cortos y rápidos. October entendía el sentimiento, pero deseaba
que el hombre se sentara. El agitado movimiento le estaba poniendo
nervioso, y ya estaba lo suficientemente ansioso mientras intentaba
compartir la historia de cómo había perdido a su última pareja.

—Sabía que era un werelobo. —Raith se rio un poco de manera


histérica mientras agitaba sus brazos alrededor en descoordinados
movimientos—. Bueno, en mi alucinación, sabía que era un werelobo. —
Se detuvo abruptamente y se dio la vuelta para señalar con un dedo el
rostro de October—. ¿Qué hiciste para enojarle?

—Respirar. —Suficientemente divertido, no estaba siendo


sarcástico. Eso era todo lo que había enojado en aquel entonces a Bale
Anderson, y October no fue el único en sentir su ira—. No fue hasta finales
del siglo XX que las opiniones sobre los híbridos comenzaron a cambiar. A
mediados de la década de 1600, era vergonzoso y embarazoso.
Estábamos un paso por debajo de un perro callejero sarnoso, y no estoy
exagerando.

Las manos de Raith colgaban sin fuerzas a los costados, y había


una mirada de lástima en su rostro que October había tenido la
esperanza de evitar. Afortunadamente, la eliminó rápidamente,
adoptando una expresión cuidadosamente neutral. —Lo recuerdo. No tu
situación, sino en general, recuerdo cómo eran tratados los híbridos.

—¿Cuántas vidas has vivido, Raith?

Había tenido casi cuatrocientos años cuando el círculo original


había intentado destruir el Relegatis, el Libro de los Desterrados. Había
escuchado la historia miles de veces, pero hasta hace poco, nunca antes
había tenido la oportunidad de encontrarse con uno de los brujos de ese
círculo.

La historia era legendaria entre los paranormales, pero había sido


contada tantas veces que algunas partes se habían perdido o
distorsionado a lo largo de los siglos. ¿Cuánto era cierto? ¿Y qué partes
habían desaparecido?

—He vivido y muerto en seis vidas —respondió Raith—. Estoy


convencido de la suerte del número siete.

—Parece como un número extremo de vidas para vivir.

Raith se encogió de hombros. —Digamos que no fui


especialmente cuidadoso en ninguna.

—¿Las recuerdas? —Sabía por Torren que algunos de los brujos


recordaban inmediatamente con cada reencarnación, mientras que
otros no recordaban sus vidas anteriores hasta después de un evento
significativo, como reclamar a una pareja.

—No estamos hablando sobre mí. Quiero saber qué sucedió en


Hell’s Alley.

October también tenía curiosidad sobre eso, pero pensó que


ambos necesitarían retroceder al principio si querían entender el extraño
recuerdo de Raith. ¿Incluso podría llamarlo recuerdo? Todo era muy
extraño, y nunca antes había oído hablar de algo así.
—Vamos a comenzar desde el principio. Obviamente, está
sucediendo algo importante, y creo que tenemos que regresar al
comienzo. Te contaré mi historia. Tú me contarás la tuya. Quizás en algún
lugar del camino, ambas se crucen, y podamos descubrir qué sucedió.

Con un fuerte suspiro, Raith se acomodó a pie de cama junto a él


y chocó sus hombros. —¿Por qué siempre tienes que darle sentido? Estoy
un poco asustado, y sólo estás ahí sentado todo fresco y lógico. ¿Cómo
demonios lo haces?

Una suave sonrisa curvó hacia arriba la comisura de sus labios, y


October se inclinó hacia adelante para dar un tierno beso al cuello de
Raith. —Años y años de práctica, draga.

—¿Alguna vez mencioné que me gusta cuando me llamas así?

—Me alegro, pero lo estás postergando. Cuéntame sobre esas


vidas que has vivido tan alocadamente.

Un sonrojo muy atractivo tiñó las mejillas de Raith y se deslizó hasta


tus orejas. —¿Es tan obvio?

—Se me hace difícil creer que te hayas reencarnado seis veces


en sólo quinientos años a menos que no estuvieras cuidando de ti mismo.
Cuéntame que sucedió, Raith.

—Realmente no es gran parte de una historia. Como dijiste, cada


vez que moría era por algo temerario y ridículo, generalmente porque era
demasiado estúpido, terco, y arrogante para mantenerme fuera de
problemas. Morí poco después de que atáramos el libro a ese hada,
Camdin, allá por el año 1500. Estaba borracho y vengativo, no es una
buena combinación.

—¿Y después de eso? —Odiaba estar obligando a Raith a revivir


cada evento traumático, porque tenía una corazonada de que cada
una de las muertes de su amante fue brutal. October tampoco deseaba
profundizar en su pasado exactamente, pero tenían que hablar
abiertamente si querían seguir adelante.

—Me las arreglé para seguir con vida la siguiente vez hasta el
invierno de 1766. Sin embargo, los siguientes años fueron un poco
desastre, y encontré maneras de conseguir que me mataran en cuatro
ocasiones diferentes entre 1766 y 1865”.
—Dios mío, Raith. —El hombre no podía haber vivido más allá de
los veinte durante cualquiera de esas épocas—. ¿Qué demonios estabas
haciendo?

—Nada en realidad —respondió Raith con un encogimiento de


hombros—. Generalmente eran peleas de bar, o algo más estúpido. —
Bajó la cabeza y se inclinó para descansar los codos en las rodillas—. Sólo
fui perseguido una vez debido al Libro de los Desterrados, y eso fue en la
década de 1950. —Levantó las palmas hacia arriba y extendió los
dedos—. Y aquí estoy ahora con los cazadores de brujos respirando de
nuevo en mi cuello.

Había oscuras sombras bajo sus ojos, su piel parecía un poco más
pálida de lo normal, y estaba temblando desde las puntas de su cabello
hasta la suela de sus botas. El talón de su pie rebotaba contra el suelo,
sacudiendo todo el colchón, y sus dedos se flexionaban y relajaban una
y otra vez. Raith también parecía estar parpadeando más de lo normal,
y su respiración se aceleró en bocanadas rápidas y poco profundas a
través de sus labios entreabiertos.

Apoyando una mano en el hombro de su pareja, October la


apretó en consuelo. —¿Está todo bien?

Saltando de la cama, Raith retomó su anterior caminata, pero sus


dedos continuaban flexionándose a los lados. —Sí, estoy bien. Supongo
que no me di cuenta de lo jodido que estuve.

October no se lo creyó ni por un segundo. —Es la magia, ¿no?

—Estoy bien —gritó Raith, sacudiendo la cabeza en la dirección


de October. Se tranquilizó casi inmediatamente, como si el arrebato no
hubiera sucedido, y alargó sus zancadas mientras caminaba desde la
puerta hasta la cama. Mantuvo su cabeza hacia abajo, mirando
fijamente sus pies mientras caminaba, y sus labios se movían como si
murmurara para sí mismo. —Te conté mi historia. Es tu turno.

—Nací en 1014 en Constantinopla. Mi padre era vampiro y uno de


los Guardias Varangian. Sin embargo, mi madre era una werelobo. No sé
si le sucedió algo o si sólo no pudo con la humillación de tener un hijo
mestizo, pero nunca la he conocido. Mi padre fue muy franco acerca de
la vergüenza que le había causado, y no pasó un día en que no me lo
recordara.
—¿Ese es el por qué eres un defensor de Kaito?

No pensaba que fuera alguien “defensor”, pero empatizaba con


la situación de Kaito. —Si nuestra teoría es correcta, y su padre le
encerraba en el sótano por vergüenza, definitivamente puedo
identificarme con eso.

El labio superior de Raith se curvó, y un gruñido muy impresionante


retumbó en su pecho. —¿Tu padre te encerraba en el sótano? —Su
cabeza se inclinó hacia un lado, y un brillo perverso brilló en sus ojos—.
¿Aún está vivo?

Una pequeña parte de él se reconfortó porque Raith se


preocupara lo suficiente para que se enojara por algo que sucedió hace
tanto tiempo. Mayormente, estaba preocupado por el extraño
comportamiento de su pareja. Era cierto que el brujo tenía una vena
testaruda, pero no era mezquino o cruel. La mirada en su rostro en ese
momento decía que sería cualquier cosa menos misericordioso si
realmente pudiera tener en sus manos al padre de October.

—Murió hace mucho tiempo. El día que murió fue el día que gané
mi libertad. Era October. Era un Tuesday, y tenía casi trescientos años. —
Sabía que el nombre que había elegido para él era peculiar, pero era
importante para él—. Por supuesto, en aquel entonces, era Octobris Dies
Martis, pero adopté la traducción al inglés en el siglo XVII.

—Bueno, mierda. —Se quejó Raith—. He querido preguntarte


sobre tu nombre de manera que pudiera contárselo a Wren, pero esa
historia es deprimente. —Finalmente detuvo su caminata y se enfrentó a
October con las manos apoyadas en las caderas—. ¿Cuál era tu nombre
antes de que lo cambiaras?

October hizo una mueca y miró hacia otro lado. —Dedecus,


significa vergüenza y deshonor.

—Tu padre es un bastardo. Que se joda. —Raith parecía haber


perdido algo de su nerviosa energía cuando se recostó en la cama—. De
acuerdo, avanza rápido hasta Bale y Rastas, porque no veo cómo
podrían haberse cruzado nuestros caminos durante aquella época.

—Rastas era mi pareja. Bale era mi alfa, aunque yo también fuera


un miembro parcial de un aquelarre en aquel momento. Era la ley que
tuviera que pertenecer a ambos, y simplemente fue de conocimiento
común que fui la puta para ambos.

Mientras volvía a contar su historia, su mente se dirigió de nuevo al


tiempo anterior en su vida, un tiempo que había esperado no volver a
recordar nunca. —Era el saco de boxeo de la manada, una herramienta
de entrenamiento para los Ejecutores.

—Corre, corre, pequeña mascota. —Se burló de él uno de los


Ejecutores mientras le perseguían con un estruendo a través del
bosque—. Eres rápido, pero no lo suficiente. ¿Qué crees que te voy a
hacer cuando te atrape?

October no sabía que castigo estaba reservado para él


durante este ejercicio en particular, pero tenía una imaginación
muy vívida. No era frecuente que los Ejecutores le atraparan
realmente, pero cuando lo hacían, nunca terminaba bien.

Los moretones y laceraciones sanaban antes de que tuviera


que regresar a casa con su pareja, pero no impedía que los golpes
dolieran un infierno. El Alfa Anderson lo llamaba “ejercicios de
entrenamiento”, pero October sabía que esos juegos eran simples
excusas para que la manada le golpeara.

Su objetivo era atravesar el bosque y llegar a un pequeño


claro donde el resto de la manada esperaba antes de que los
Ejecutores pudieran atraparle. Si perdía, terminaba en posición
fetal mientras varios hombres grandes le pateaban, pisoteaban, le
daban puñetazos, y le clavaba garras. Si ganaba, su recompensa
era simplemente que su castigo no fuera tan brutal.

Volando a través del suelo del bosque, esquivaba los troncos


de los árboles muy juntos y se metía debajo de las ramas más bajas.
Los sonidos de pies pisando fuerte tronaban detrás de él,
acompañados por los gruñidos viciosos de seis enormes werelobos.
Sin embargo, estaba cerca, casi en el claro.

La luz del fuego brillaba delante de él donde los árboles


comenzaban a escasear, y podía escuchar las risas y conversaciones
del resto de los miembros de la manada. Los Ejecutores le estaban
ganando, pero no podrían atraparle antes de que atravesara la
línea de árboles y llegara al claro.

Como predijo, entró disparado en el campamento, sudando,


agotado, y jadeando por aire. Veintiséis kilómetros eran un infierno
de carrera, incluso para un híbrido.

—Enhorabuena —dijo el alfa arrastrando las palabras


cuando le dio un golpe a October en la espalda lo suficientemente
fuerte para que cayera de rodillas—. Ganas de nuevo. Quizás
tengamos que encontrar un uso diferente para ti.

—No lo entiendo, Alfa.

—Por supuesto que no. Te reunirás con otro alfa y dos de sus
betas mañana por la noche en la luna llena. Harás cualquier cosa
que te pidan. ¿Lo entiendes?

Oh, October entendió todo demasiado bien, pero no iba a


suceder. —No.

—¿Qué me dijiste?

—Dije no. —Poniéndose de pie, October cuadró los hombros y


miró directamente a los ojos del alfa—. Mátame si tienes que
hacerlo, pero no lo haré.

—¿Matarte? —Una desagradable sonrisa estiró los labios de


Bale—. ¿Por qué haría eso cuando sería mucho mejor jugar con tu
pareja?

No era la primera vez que había utilizado a Rastas contra


él, y October no tenía dudas de que llevaría a cabo esas amenazas.

—No le mataría de inmediato. Es una hermosa cosita


pequeña, ¿no?

Las reuniones entre hombres no eran del todo inusual en el


mundo paranormal, no como lo eran con los seres humanos. Lo más
probable es que Bale invitara a la manada para que vieran cómo
violaba lo que pertenecía a October. Rastas podría ser
mágicamente poderoso, pero aún había maneras para dominarle y
hacerle más dispuesto.

—Bien —dijo silenciosamente—. Lo haré.

La sonrisa de Bale se extendió más amplia, mostrando sus


alargados colmillos. —Sabía que lo harías. —Mirando sobre su
hombro, silbó a los Ejecutores—. Es todo vuestro, chicos. Sólo
aseguraros de no arruinar su hermoso rostro. Nuestra mascota
tendrá una reunión mañana por la noche.
Capítulo Once
Raith no habló, no sabría qué decir incluso si pudiera forzar las
palabras a través del nudo en su garganta. Se sentó en el colchón al lado
de su amante, viéndole bajo una luz completamente diferente mientras
describía un dramático cuadro de cómo había sido su vida.

La microgestión, la necesidad del control, su sobreprotección,


ahora todo tenía sentido. Si Raith hubiera pasado más de seis siglos siendo
objeto de abuso físico y mental, se imaginó que estaría acurrucado en el
rincón de alguna habitación acolchada, acariciando su propio cabello
y chupándose el dedo.

—La noche que se suponía iba a reunirme con aquel alfa fue la
noche que Rastas murió. —Concluyó October su historia—. Había
planeado presentarme a la reunión, permitir que Bale pensara que
estaba haciendo lo que había ordenado para conseguir algo de tiempo,
y luego regresar a casa para llegar a Rastas. Sólo que a mi querida pareja
se le metió en la cabeza que debía matar mis dragones.

—¿Pareja? ¿Rastas era tu pareja? —Era irracional e infantil para él


estar celoso de un hombre que llevaba muerto más tiempo de lo que él
había estado vivo, bueno, más tiempo que su vida actual. Sin embargo,
eso no impidió que el monstruo de ojos verdes levantara su fea cabeza—
. ¿Por qué no me lo dijiste?

—Iba a hacerlo, pero exactamente, ¿cuándo habría sido un buen


momento? Todo lo que hacemos es pelear y joder. No veo que ambas
situaciones sean la oportunidad ideal para dejarte caer esta información.

—Eso no es cierto —discutió Raith. ¿Realmente eso es todo lo que


October pensaba de su relación? Ciertamente, habían tenido un
comienzo difícil, y aún encontraban baches aquí y allá, pero tenía a su
pareja en mucha más estima que sólo un agujero dispuesto y caliente
para hundir su polla.

October se restregó las manos por el rostro y bufó. —No, no es eso.


Siento lo que dije. No me gusta recordar esas cosas, y me hace ser un
poco cabrón.
Podía entender eso. Sólo momentos antes había gritado a
October simplemente porque el hombre le había hecho una pregunta.
En retrospectiva, desviar la magia de Phillip no había sido la mejor idea.
Se había sentido un poco nervioso y en el borde desde que habían
llegado a casa, y recordar algunas de sus aventuras más idiotas no había
hecho nada por su personalidad.

—De acuerdo, así que Rastas era tu pareja. —Se mordió la última
palabra, y le dejó un sabor amargo en la boca—. En la visión que tuve, él
estaba amenazando a Bale, exigiéndole que te liberara de la manada.
—No estaba seguro de cuánto debería revelar—. ¿Sabes… cómo murió?

—Bale le destrozó —respondió October con voz demacrada—.


Me trajo el cuerpo de Rastas y se regodeó. Esa noche me juré que nunca
más nadie tendría esa clase de poder sobre mí de nuevo.

Oh, estaban a la par. Ambos tan plagados de culpa y auto-odio


que era un milagro que pudieran arreglárselas por las mañanas para salir
de la cama. ¿Cómo se seguía adelante con las cosas que habían vivido?
Si el tiempo curaba todas las heridas, Raith se imaginó que simplemente
no había vivido lo suficiente, porque a veces sus cicatrices se sentían en
carne viva.

—Sin embargo, aún no sabemos por qué estaba canalizando a tu


pareja muerta. Incluso si estuviera intentando enviarte un mensaje, esa es
más el área de Thane. —Sin embargo, Rastas había sido un brujo. Tal vez
el hombre se había llevado algo de su magia a la tumba con él.

—¿Canalizando? ¿Qué quieres decir?

—No sólo estaba viendo desarrollarse esto en mi cabeza. Yo era


Rastas. Podía sentir todo lo que él sentía, sabía todo lo que él sabía. Fue
malditamente espeluznante, y no tengo ningún deseo de repetirlo.

October le inspeccionó con una mirada calculadora pero no dijo


nada más sobre el tema. —Tal vez tus hermanos podrían saber más sobre
esto.

—Esa es una buena idea. —Aunque nunca lo admitiría por la


preocupación de inflar el ya enorme ego del brujo, Torren tenía amplios
conocimientos cuando se trataba de cosas mágicas. Si alguien podía
darles alguna información, sería su hermano mayor—. Se lo
preguntaremos este fin de semana cuando les visitemos.
—Tendrás que hacerme saber lo que descubras.

—O, podrías venir conmigo y escucharlo de primera mano. —Sí,


había aireado antes a su pareja, pero había permanecido con un estado
de ánimo cabreado. Nada le gustaría más que October le acompañara
de regreso a Casper para el fin de semana—. Además, esperaba que
Aslan y Lynk pudieran ayudarnos haciéndole alguna pregunta a Kaito
sobre su padre. Son mucho mejor que yo con ese tipo de cosas.

Una hermosa sonrisa iluminó el rostro de October, y enroscó sus


dedos en el cabello de Raith para darle un beso profundo y buscado. —
Me gustaría, pero no hay necesidad de esperar al fin de semana.
Podremos irnos tan pronto como el sol se ponga.

—Hey, aún estoy a cargo de nuestras cosas personales,


¿recuerdas?

—Sólo era una sugerencia.

Raith le dio a su amante una diabólica mirada cuando le puso de


espaldas al colchón y se alzó por encima de él. —Y fue buena. Sin
embargo, aún cuenta como que eres un mandón. —Rozó su nariz a lo
largo de la garganta del vampiro, gimiendo ante el aroma
deliciosamente perfumado que era únicamente de October—. Sabes lo
que eso significa, ¿verdad?

Su pareja soltó un bufido de manera espectacular, pero sus ojos


estaban brillando con entusiasmo cuando envolvió sus largas piernas
alrededor del abdomen de Raith para empujarle más cerca. —Un trato
es un trato, draga. —Sus brazos rodearon el cuello de Raith, y se arqueó
contra él como un gato en celo—. Pagaré mi penitencia como un
hombre.

—Buena respuesta. —Con una sola idea, utilizó su magia para


quitarse la ropa, gimiendo profundamente desde su pecho cuando sus
cálidas pieles se juntaron sin barreras entre ellos.

Aunque castigo y juego eran divertidos, su cerebro siempre se


apagaba cuando estaban de esta manera. La mayor parte de la sangre
de su cuerpo se precipitó directamente a su dolorida polla, dejándole un
poco de sobra para cosas tales como pensamientos cognitivos. Era como
si la carne desnuda de October mantuviera algún tipo de propiedad
mística que regresaba a Raith a sus veinte años cuando era un loco
hambriento de sexo con exceso hormonal.

El cabello se le puso de punta en la nuca, y electricidad bailaba


sobre su piel. Sus labios se juntaron en una dura y hambrienta batalla por
la dominación, Raith se balanceó entre los muslos de October, moliendo
sus erecciones juntas mientras saqueaba las dulces profundidades de la
deliciosa boca de su pareja.

Rodando sobre el colchón en una maraña de extremidades, Raith


puso a su amante encima de él a horcajadas sobre sus caderas. Sus
dedos se enredaron en las elegantes hebras rubias de October,
empujado de nuevo al vampiro a otro beso desesperado y profundo. Sus
lenguas se enredaron y arremolinaron, cada nuevo sabor se ajustaba a
su deseo hasta que su cabeza daba vueltas con ello.

Demasiado perdido en su propia lujuria, dependió de otro


empujón de su magia para lubricar y estirar la entrada de October, a
sabiendas de que no podría ser suave si trataba de intentar el trabajo él
mismo. October jadeó de sorpresa y liberó el aliento en un gemido
estremecedor mientras sus ojos se pusieron en blanco. Sus caderas se
sacudían con movimientos esporádicos, frotando su pesada polla sobre
los abdominales de Raith, mientras una hermosa mirada de rendición
cruzó su bello rostro.

Levantándose sobre la rígida longitud de Raith, agarró el eje por


la baso y posicionó la goteante corona en su entrada. —Oh, no, no lo
harás —avisó Raith, envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de su
amante en un firme agarre para mantenerle en su lugar. Algo de
razonamiento penetró en el río de lujuria en el que flotaba su cerebro, y
mordisqueó la clavícula de October en reprimenda—. Levántate y pon
las manos detrás de tu espalda.

No era de extrañar que el hombre siempre se saliera con la suya.


Bastaba una mirada a su cuerpo bellamente esculpido, y Raith apenas
podía recordar su propio nombre, mucho menos que se suponía estaba
demostrando algo. Más precisamente, estaba intentando enseñar a su
hombre que algunas veces era mucho más divertido ceder el control que
mantenerlo de manera tan inflexible.

Moviéndose de manera vacilante, October se incorporó y se situó


a los pies de la cama, uniendo las manos detrás de su espalda como se
le indicó. Había algo de reserva en su postura, pero no discutió ni hizo
demandas.

—No hay necesidad de verse tan nervioso. —Le tranquilizó Raith—


. Podría empujar tus límites un poco, pero nunca te llevaré a ningún lugar
que no quieras ir. Sé que teníamos un trato, pero puedes decir no en
cualquier momento.

—Sé que no me harías daño —admitió October—. No es eso. —Un


rubor se deslizó hasta su cuello, e inclinó la cabeza con un suspiro—. Sólo
estoy comenzando a darme cuenta de cuánto de lo que me has estado
diciendo es cierto. Ni siquiera puedo hacer el amor con mi pareja sin la
necesidad de controlar cada aspecto de ello.

Arrastrándose hasta el borde del colchón, Raith se sentó y estiró


las piernas mientras le hacía un gesto a October para que se acercara.
—Ven aquí. —Colocó las manos en las caderas de su amante cuando el
hombre se arrastró hacia adelante para quedar de pie entre sus rodillas—
. Deja de pensar tanto y sólo disfruta. —Entonces tiró de October más
cerca, capturando la cabeza de su gruesa polla entre sus labios.

Sus labios se estiraron tensos alrededor del eje de su pareja


mientras lamía la esponjosa corona con su lengua, prestando atención
especial a la zona sensible justo debajo de la cresta. Moviendo la cabeza,
tomó un poco más de la longitud en su boca con cada deslizamiento
hacia abajo, temblando con necesidad mientras su propia polla
palpitaba alocadamente entre sus muslos.

Los jadeantes gemidos brotando de su amante no hacían nada


para calmar su deseo. Los dedos de October se enroscaron alrededor de
los hombros de Raith, clavándose en la carne en un agarre doloroso. Las
delgadas caderas bajo sus manos se estremecían, intentando empujar la
gruesa polla más profundo en su boca, pero una demostración de la
fuerza de su magia hizo que October se rindiera completamente inmóvil.

Raith no estaba buscando un reemplazo. Eso no era nada sobre


lo que trataba esto. No tenía deseos de dirigir cada aspecto de su vida
amorosa o dictar órdenes dentro del dormitorio. Todo lo que quería era
darle a October una pequeña muestra de cómo podría ser entre ellos si
el hombre simplemente pudiera superar su arraigada necesidad de
coreografiar cada pequeño detalle.
Sacando la polla de October con un travieso chupetón, también
liberó el hechizo de retención antes de girar a su pareja y bajarle a su
regazo. Ambos gimieron cuando la longitud de Raith penetró los flexibles
músculos de la entrada de October, invadiendo el apretado canal hasta
que estuvo completamente asentado en la base.

—¿Quieres moverte? —susurró en el oído de su amante—. Ahora


puedes moverte. Móntame, Tober. Jódete tú mismo en mi polla.

Un jadeante grito cayó de la boca de October cuando plantó


ambos pies en el suelo y apoyó las manos en las rodillas de Raith. Su
esbelto cuerpo se movía en sensuales ondas mientras subía y bajaba,
empalándose a sí mismo en la polla de Raith dura como una roca.

Sus apretadas paredes internas rodeaban a Raith como un


guante, moldeándose a su carne y masajeándola desde la raíz hasta la
punta. Después de sólo unos pocos minutos, el ritmo cambió, y su pareja
rebotaba en su polla, arqueándose hasta que sólo la corona permanecía
y luego dejándose caer de manera dura y rápida de regreso al regazo
de Raith.

—Joder —gruñó Raith contra la nuca de October—. Eres


demasiado bueno en esto. No voy a durar.

October sólo gruñó en respuesta e incrementó su ritmo, cayendo


con fuerza en la polla de Raith. Enroscando un brazo alrededor del pecho
de su compañero, Raith agarró en un puño la saltarina polla de October
y la sacudió con rudas y rápidas caricias.

Su corazón latía demasiado rápido. No podía recuperar el aliento.


Fuego ardía a través de su cuerpo, y su estómago se apretó, anunciando
que su clímax se aproximaba. La polla de October pulsaba en sus manos,
y brillantes lágrimas de pre-semen se filtraban por su hendidura. El vaivén
de sus caderas se hizo salvaje y descoordinado, sus músculos se tensaron,
y su culo reprimió la polla de Raith en un inquebrantable agarre.

—Córrete para mí —le ordenó, torciendo su muñeca de manera


brusca al añadir un poco más de fricción alrededor del casco de la polla
de su amante—. Córrete en mi mano, Tober.

—¡Raith! —El grito hizo eco alrededor de la habitación cuando


October se empujó hacia atrás contra su pecho y se sacudió a través de
su orgasmo, recubriendo la mano y muñeca de Raith con una ráfaga de
pegajosa crema.

Los sonidos, olores, el estricto control sobre su polla, todo fue


demasiado. Presionó su rostro contra el cuello de su amante para ahogar
su grito de finalización, estremeciéndose duro cuando llenó el canal de
October con su liberación.

Cuando la sensibilidad regresó a sus extremidades, y su cerebro


comenzó a funcionar una vez más, se acurrucó más cerca de su pareja
y le salpicó de besos su rostro. —Me alegra que vayas a venir conmigo a
Casper.

—Me alegra que decidieras quedarte —contrarrestó October,


arqueando su cuello para capturar los labios de Raith.

—Mmm, yo también. —Sería un idiota para renunciar a esto. No


sólo el sexo, aunque eso era espectacular, sino la cercanía que
compartían en momentos como este. October hacía tan fácil que
olvidara todas las razones que originalmente había pensado que estar
con el vampiro era una mala idea.

Siempre y cuando Raith se abstuviera de reclamar a su pareja, y


luchara contra el creciente deseo de unirse con él para toda la
eternidad, todo estaría bien. La magia que reconocía a October como
la parte que faltaba a su alma batallaba contra Raith, gritándole que
completara la conexión, pero sus crecientes sentimientos por el hombre
no le permitirían hacerlo.

Su tiempo juntos había sido demasiado corto para él para llamarlo


amor, pero October le importaba. Se preocupaba por el hombre, se
inquietaba con la preocupación por la seguridad del líder, y sentía su
estómago enfermo ante el pensamiento de que nunca sostendría a su
pareja en sus brazos de nuevo. Todas las razones por las que debería
continuar con el vínculo de apareamiento eran todas las razones por las
que no podía hacerlo.

Con la oscuridad añadida de la magia de Phillip contaminando


su alma, no se atrevía a ser tan egoísta. Era su carga, y había tenido éxito
en amortiguar sus efectos hasta el momento, pero no obligaría a su
pareja a sufrir en las sombras con él.

—Tienes que alimentarte.


—Has tenido una noche muy complicada, draga. Puedo esperar.

—Por favor. —Raith raramente suplicaba por nada, pero


necesitaba darle algo al hombre. Su corazón no era lo suficientemente
puro. Su alma estaba contaminada. Estaba demasiado preocupado
sobre las consecuencias para incluso permitir que October le reclamara,
pero darse libremente de manera que su pareja pudiera alimentarse era
lo único que podía ofrecer.
Girándose un poco en su regazo, October estudió su rostro
durante mucho tiempo. —De acuerdo entonces. —Sus labios
revolotearon contra la garganta de Raith, y el mordisco que administró
fue tan increíblemente tierno que trajo humedad a los ojos de Raith
cuando las emociones le bombardearon.

Sin embargo, no tomó mucho, y cuando se apartó, Raith supo


inmediatamente que algo estaba mal. —No de nuevo —gimió October,
doblándose mientras se aferraba a su estómago.

—Mierda. —Cogiendo al vampiro en sus brazos, corrió al baño y


le depositó en el suelo frente al inodoro—. Relájate, caro. Está bien.
Respira profundamente. —Retiró el oscuro cabello del rostro de October,
sintiéndose inútil e impotente como nunca se había sentido en su vida.

¿Su sangre había hecho esto? ¿Era la maldad en su interior tan


poderosa que realmente podía hacer que alguien más se enfermara? El
pensamiento le deprimió y enfureció al mismo tiempo. —Lo siento, Tober.
No quise que nada de esto sucediera. Sólo estaba intentando proteger a
la gente que amo.

—No es eso. —Arrastró las palabras October—. No es magia. —


Exhaló de nuevo, y no había absolutamente nada que Raith pudiera
hacer excepto acariciar su espalda y esperar a que pasara.

—¿Entonces qué?

Desplomándose contra él, October se estremeció, y su cabeza


cayó hacia un lado en su hombro. —Oro —dijo con voz áspera—. Tienes
oro en tu sistema.

La única manera en que podía suceder era si alguien hubiera


estado envenenando deliberadamente su comida y bebida. No había
sido capaz de detectar un poco de polvo de oro, y era relativamente
inofensivo para él. Sin embargo, era absolutamente mortal para su
pareja.

Aparentemente, algún poder cósmico había decidido que no


tenían suficiente cosas encima para hacerles frente. Ahora, podían
añadir intento de asesinato a su creciente lista de peligros. Raith no tenía
idea de quién querría hacer daño a su pareja, pero iba a averiguarlo.

Y que los dioses tuvieran misericordia del idiota cuando lo hiciera,


porque Raith se estaba quedando sin maldita clemencia en estos días.
Capítulo Trece
—Tengo Ejecutores de camino a la finca familiar McCarthy en
Louisiana mientras hablamos. Si Mikko está allí, le encontraremos.

—¿Y hablaste con Nicholas? —preguntó Torren.

October inclinó la cabeza. —Sí, estuvo muy cooperativo y


también enviará Ejecutores de su propio aquelarre. Deberíamos saber
algo para mañana por la tarde.

—¿Y aún estás reteniendo a Phillip?

—Pensamos que sería una buena idea mantenerle cerca hasta


que encontremos a Mikko —respondió Raith—. Si algo va mal, podríamos
necesitar más información.

No se le escapó la reseña de October que convenientemente


había omitido la parte donde había desviado la magia de Phillip.
Actualmente, no afectaba a nadie excepto a Raith, de manera que no
vio razones para divulgar la información. Ya había dicho su parte sobre el
tema, y preocuparse por los otros o tener a los hermanos de Raith
reprendiéndole no era un curso de acción productivo.

—De acuerdo. —Torren juntó sus manos entre sus rodillas


extendidas y balanceó la cabeza—. Lo hiciste bien, Raith. Gracias.
Supongo que no queda mucho por hacer hasta que encontremos a
Mikko y Thane se haga más fuerte.

El Braddock más reciente para establecer su residencia en la casa


era otro motivo de preocupación para October. —¿Cómo está Zasha?
—Su asistente se había tomado una excedencia para pasar tiempo con
su pareja mientras Thane se recuperaba, y October sólo había hablado
con él dos veces en ese tiempo. Con Thane tan débil, no sería ideal para
Zasha alimentarse del hombre, pero él necesitaba alimentarse.

—Zasha es un chico grande. —Le recordó Raith como si leyera sus


pensamientos con claridad—. Sabe lo que necesita hacer para
mantenerse saludable.
Había una gran diferencia entre saber algo y realmente hacerlo.
También estaba la necesidad arraigada de un vampiro de alimentarse
de su pareja y sólo de su pareja. La idea de tomar sangre de otro
prácticamente era nauseabunda para él, y no pensaba que fuera el
único con esas sensaciones.

—No estoy tan desvalido como para no poder cuidar de mi pareja


—dijo una voz indignada a sus espaldas.

—Es un maldito idiota. —Añadió Zasha mientras ayudaba a Thane


a sentarse en el único asiento desocupado en la sala y se acomodó en
el brazo de la silla a su lado— .Por lo que tengo entendido, corre por su
sangre.

October miró hacia Raith y se rio entre dientes. —Cierto.

—Coincido. —Añadió Aslan burlándose de Torren.

—Absolutamente. —Kieran acurrucó a Lynk en su regazo y le


acarició el cuello—. Sin embargo, me gusta.

—Buena respuesta —contestó Lynk con un beso en la mejilla de su


pareja.

Era un sentimiento increíble ser tratado como un igual. Nadie le


daba a October un tratamiento especial o actuaba como si fuera algo
más que sólo uno de los hombres. Gideon era su amigo, probablemente
su único amigo, pero no era como si pasaran el rato de manera regular,
bebiendo cervezas, y vieran el partido en la pantalla plana.

El único problema era que no sabía cómo ser sólo un Joe normal.
Había pasado los últimos cientos de años formándose como líder, y
desconectar de todo eso no era como apretar un interruptor. —Estás
siendo cuidadoso, ¿cierto?

Zasha dio un bufido y apartó el oscuro cabello de Thane de su


rostro con una caricia. —Sí, señor. Tomo un sorbo cada cuatro o cinco
días, lo justo para tranquilizarle, pero consigo la mayor parte de lo que
necesito de bolsas de donantes.

—Sí —prácticamente gruñó Thane—, lo hace.


—Bien. —October lanzó un guiño a su asistente y se giró hacia
Torren—. ¿Qué está pasando en Haven?

—Ya sabes que encontramos el aquelarre de las montañas, y era


pequeño como dijo Zasha, sólo nueve miembros. Por supuesto, también
encontramos cuatro rehenes, esclavos, víctimas, como quieras llamarlos.
Todo el mundo ha sido puesto en cuarentena hasta que puedan ser
evaluados.

—Hubo una brecha de seguridad reciente. —Amplió Kieran—. De


modo que ahora, cada vez que alguien nuevo entra, tienen que ser
evaluados antes de que puedan ser ubicados.

October frunció los labios e inclinó la cabeza a manera de


entendimiento. —¿Habéis averiguado algo sobre los brujos? —Todo el
mundo suponía que este aquelarre estaba trabajando con el círculo de
brujos que había secuestrado a Thane. October no estaba negando la
reclamación, pero tampoco tenía mucho en que basar una opinión.

La única prueba que tenían era las divagaciones de un vampiro


desquiciado. Axton había sido uno de los suyos, un miembro de su
aquelarre, y October había confiado en él. Aún le enfurecía el hecho de
haber sido engañado tan fácilmente. Había mucho de eso alrededor. El
padre biológico de Kaito sólo era una prueba más de eso. Dioses,
¿realmente era tan crédulo?

Intentaba ver lo bueno en las personas y ofrecer segundas


oportunidades. Desafortunadamente, estaba comenzando a ver que
fácilmente podría ser su perdición. Ese lado misericordioso suyo podría
destruir todo lo que había construido. Sin embargo, culpable hasta
demostrar la inocencia parecía demasiado cínico.

—Aún no hay ninguna prueba. El líder del aquelarre niega


cualquier delito, pero obviamente, los esclavos que estaban reteniendo
demuestran lo contrario. Son vampiros, de manera que no pueden
forzarles. Honestamente, no sé qué pensar, pero aún hay piezas que no
cuadran.

Todos los ojos se giraron hacia Thane, la única persona en la


habitación con un conocimiento, aunque menor, de primera mano del
aquelarre.
—Estuve allí cerca de dos años, y se alimentaban de mí con
frecuencia. Sin embargo, Axton fue la única persona que alguna vez
habló de los brujos. Bueno, que yo recuerde. Los primeros meses después
de marcharme de Bélgica están borrosos.

—¿Lo que nos deja con? —preguntó Raith mientras se


acomodaba en los cojines del sofá y envolvía un brazo alrededor de los
hombros de October en un abrazo casual—. Este aquelarre son un
montón de estúpidos, pero, ¿podrían no ser cómplices del círculo que
estamos buscando?

Torren gruñó un poco en voz baja, pero extendió la mano, con la


palma hacia arriba, y se encogió de hombros. —Eso suena bastante bien.

—Así que, básicamente —dijo Kieran—, estamos exactamente


donde comenzamos.

—Ayudamos a salvar a algunos inocentes —ofreció Lynk.

—Sí, es cierto. —October se inclinó hacia el lado de su pareja y


sutilmente rozó con una mano el muslo de Raith—. Una victoria es una
victoria, pero en este caso, no es de mucha ayuda.

Un fuerte ruido se escuchó desde el otro extremo de la casa.


October comenzó a levantarse, pero permaneció donde estaba cuando
se dio cuenta de que nadie más parecía estar preocupado por el ruido.
Aslan se puso de pie y bostezó, estirando los brazos sobre la cabeza. —
De acuerdo, tengo que meter a Wren en la cama. Mañana estará
insoportable como ahora.

—Lo siento, Aslan. —October se apartó del lado de Raith y


también se puso de pie—. Kaito duerme durante el día, así que ni siquiera
pensé sobre ello.

—Sí, yo también he retomado todo el horario vampiro. —Añadió


Raith—. Lo siento, hombre.

Aslan sólo les hizo un gesto con la mano. —Está bien. Tienen que
divertirse, y no tenemos nada que hacer mañana. No hará daño si Wren
se duerme un poco más tarde.

—Cogeré a Kaito y ayudaré a Wren a prepararse para ir a dormir.


—Se ofreció October.
—Oh, sabía que te gustaba. —Mirando sobre su hombro, Aslan
contempló de manera especulativa a Torren—. ¿Cuánto tiempo crees
que podrías mantenerle ocupado?

Raith se rio entre dientes, tomó la mano de October, y comenzó a


dirigirse al dormitorio de Wren. —Conseguiré arroparle. Diviértete.

—¿Hay habitaciones seguras aquí? —preguntó October cuando


estuvieron fuera del alcance del oído de los otros.

—Me temo que sólo el sótano. Ahí es donde Zasha ha estado


durmiendo. No es la habitación más bonita de la casa, y también es
donde están las celdas de detención. Sin embargo es seguro, hermético
a la luz, y bastante cómodo.

—No estoy seguro de cómo me siento sobre tener prisioneros


alrededor de Kaito, Raith.

—No te preocupes. Las celdas están en el sótano, pero también


hay una enfermería que es una habitación completamente separada
con media docena de camas. Además, vamos a estar ahí con él. No te
preocupes tanto.

Llegaron al dormitorio de Wren, y encontraron la puerta


ligeramente entreabierta. Raith comenzó a entrar, pero October le retuvo
por el codo. Poniendo un dedo en sus labios, abrió la puerta un poco más
de manera que pudieran ver el interior.

Wren y Kaito estaban acurrucados bajo una manta flotante,


cortesía de la magia de Torren, mientras trabajaban juntos, construyendo
toda una ciudad de Lego. Sin embargo, no fue lo que estaban haciendo
lo que llamó la atención de October. Fue lo que estaban diciendo.

—¿Crees que escucharon eso?

Wren levantó la vista y se encogió de hombros. —Sólo dejamos


caer la caja de Lego.

Sin embargo, Kaito no parecía convencido. —Sí, pero ni siquiera


gritaron.

—¿Por qué deberían gritar?


—No sé —susurró Kaito—. Mi papá solía gritar cuando yo hacía
ruido.

Wren asintió con su pequeña cabeza y frunció el ceño. —Antes


de que me dieran a mis nuevos papás, tuve otro papá. También gritaba
mucho.

Moviéndose con cuidado por el sitio en construcción, Kaito se


arrodilló al lado de su nuevo amigo y habló en voz tan baja que October
tuvo que esforzarse para escucharle. —Mi papá murió. ¿Se supone que
tengo que estar triste?

—No lo sé. —En su favor, Wren parecía estar pensando muy


arduamente sobre ello—. ¿Te gustaba tu papá? Yo no estuve triste
cuando mi donante de esperma murió, y papá dice que eso está bien.

—¿Qué es un donante de esperma?

October se mordió la lengua hasta que saboreó sangre para


evitar reírse. Sólo podía suponer dónde había escuchado el duendecillo
esa particular frase antes.

—No lo sé —admitió Wren—. Así es como el tío Kieran llama a mi


primer papá.

Se quedaron callados durante un momento, y luego Kaito


agachó la cabeza de manera que su oscuro cabello cayó alrededor de
su rostro, obstruyéndole de la vista. —Mi papá era malo. Decía que yo era
una abo… abomi… —Sus cejas se juntaron, y bufó por la agitación—.
Abo… mi…a…ción. Y por eso tuve que vivir en una habitación oscura por
mí mismo.

El corazón de October se hizo añicos en su pecho, pero Raith


estaba tieso como una tabla a su lado. Su respiración venía en gruñidos
irregulares, y October podía escuchar su corazón acelerándose. Las luces
en el pasillo comenzaron a parpadear, lentamente al principio, y después
más y más rápido. Una brisa barrió por el pasillo, ganando velocidad e
intensidad hasta que estuvo arremolinada a su alrededor en una violenta
tormenta.

—¡Raith! —Sacudió a su pareja, intentando sacarle de cualquier


trance en el que estuviera—. Raith, mírame.
La puerta del dormitorio se abrió de golpe, y ambos chicos se
quedaron de pie en el interior de la entrada con los ojos como platos. —
¿Raith? —Llamó Kaito con incertidumbre, dando un paso hacia adelante
para tirar del pantalón del brujo.

—Wren, ve a buscar a tu tío Lynk.

Lanzándose por delante de ellos, Wren corrió hacia la sala,


gritando el nombre de Lynk mientras corría. October no tenía idea de
cómo alguien podría perderse lo que estaba sucediendo, y dudaba
seriamente que esa particular área de la casa estuviera aislada. Quizás
los otros residentes aún no habían sumado dos y dos. De todas formas,
necesitaba ayuda, y la necesitaba rápidamente.

Cristales rompiéndose hicieron eco por el pasillo cuando las


bombillas explotaron. Un estruendo como un trueno hizo que tanto las
paredes como el suelo bajo sus pies vibraran. Raith estaba
completamente perdido, mirando fijamente al frente, y aparentemente
inconsciente de la destrucción que estaba sucediendo a su alrededor.

—Kaito, regresa a la habitación, bebé.

—¿Qué hay de malo en Raith?

—Va a estar bien, pero necesito que retrocedas, ¿de acuerdo?

Normalmente tan rápido para complacer, esta vez Kaito sacudió


la cabeza, e incluso se acercó hasta que pudo envolver sus brazos
alrededor de la pierna de Raith. —Lo siento —murmuró—. Por favor, no te
enojes, Raith.

El viento cesó inmediatamente, las luces restantes dejaron de


parpadear, y todos los sucesos extraños se redujeron hasta detenerse.
Cayendo sobre sus rodillas, Raith empujó a Kaito a sus brazos y le abrazó
con fuerza. —No eres una abominación, Kaito. Eres absolutamente
perfecto, y nunca, nunca tendrás que sentir tristeza por qué tu padre
muriera si no lo deseas. ¿Entendido?

Los otros hombres en la casa se quedaron de pie al final del pasillo,


con Wren, mirando con una mezcla de preocupación y pena. October
no apartó los ojos de Raith, pero hizo un gesto con la mano detrás de él,
dejándoles saber que ahora todo estaba bien.
—No quise dejar caer la caja —susurró Kaito, aún atrapado en lo
que pensaba que había hecho enojar a Raith.

—Oh, dulce corazón, no estoy preocupado por la caja. —Raith


liberó al chico y sostuvo su dulce rostro gentilmente con ambas manos—
. Eres muy, muy especial, y quiero que siempre recuerdes eso. Nadie te
hará daño de nuevo. Lo prometo.

—Mi donante de esperma era un hombre malo.

October tosió para ocultar un bufido, y por el rabillo del ojo vio a
Kieran hacer una mueca de dolor. Sin embargo, era un término
apropiado para el bastardo que había engendrado a su pequeño y
dulce vampiro. October no sabía que había sido de la madre del chico,
pero esperaba que no hubiera sido tan espantosa como la suya.

—No quiero regresar al lugar oscuro. —Continuó Kaito—. ¿Puedo


quedarme contigo, Raith? ¿Por favor? Te prometo que seré muy bueno.

Agachándose al lado de las dos personas que más le importaban


en el mundo, October envolvió un brazo alrededor de la espalda de Raith
y colocó su otra mano en el hombro de Kaito. —¿Eso es lo que quieres?
¿Quieres quedarte con nosotros?

Los ojos de Kaito se agrandaron, y asintió con la cabeza con


entusiasmo. —¡Sí! ¿Puedo? ¿De verdad? —Saltó hacia adelante y arrojó
sus brazos alrededor del cuello de October, dándole un enorme y sonoro
beso en la mejilla.

—Sí, bebé. De verdad. Realmente me gustaría que pudieras ser


parte de nuestra familia.

—¿Y Raith?

Raith se rio entre dientes y se acercó para unirse al abrazo. —


Absolutamente.

—¡Yay! —chilló Wren mientras corría a toda velocidad hacia ellos.


Agarrando a Kaito, tiró de él mientras los dos chicos reían y bailaban—.
¡También conseguiste dos papás!

Kaito se detuvo de manera abrupta y se dio la vuelta para mirar


atrás a October y Raith. —¿Papás?
—Si quieres —respondió October lentamente.

—¡Podemos ser hermanos! —Añadió Wren con entusiasmo.

—Primos —corrigió Raith—. Kaito sería tu primo.

—¡Podemos ser primos!

—Tú decides, Kaito. —October extendió la mano, esperando a ver


si Kaito la tomaría—. Está bien si dices no. Nadie se enojará contigo. —Ni
siquiera estaba seguro de si el niño entendía lo que le estaban pidiendo
o si sabía lo que estaba pasando. ¿Cómo explicaría algo como esto a
alguien tan joven?

—¡Sí! —Kaito prácticamente gritó cuando se lanzó hacia ellos de


nuevo.

—De acuerdo —dijo Torren detrás de ellos, aunque su voz se oía


un poco espesa como si estuviera luchando con las emociones—. Si Raith
ha terminado de destruir la casa, es hora de que los niños pequeños se
vayan a la cama.

—Pero aún está oscuro —protestó Kaito.

—Vamos, cariño. —October se puso de pie y levantó a Kaito en


sus brazos—. Podrás jugar con Wren mañana. Has tenido un gran y
emocionante día.

—¿Tienes tu polvo de sueño? —preguntó Raith cuando terminó de


disculparse por el susto que les había dado a todos.

—¿Polvo de sueño?

Raith se encogió de hombros. —Te contaré sobre ello más tarde,


pero él tiene que dormir. Estoy bastante seguro de que lo metí en su bolsa.

Un sentimiento de inquietud se instaló en las entrañas de October.


—Raith, ¿a qué se parece ese ‘polvo de sueño’?

—Es algo así como brillante y… —Raith se calló, y se quedó con la


boca abierta—. No.

—Déjame adivinar, brillante y oro.


Capítulo Catorce
—Mierda, no lo pensé. ¿Por qué demonios iba a tener polvo de
oro? —Raith se sentía como el idiota más grande del mundo—. Iba con
todas las cosas de Kaito que trajo Gideon. De verdad que no lo entiendo.

—¿No lo entiendes? —October se acomodó en el sofá a su lado


con un suspiro—. Después de todo lo que hemos escuchado sobre
Tanaka, ¿realmente te sorprende que hubiera envenenado a su hijo?

No, no lo hacía, y Raith podía sentir la furia hirviendo en su interior


de nuevo. Sin embargo, el episodio anterior le había dado un susto de
muerte, y forzó la retirada de la magia de manera implacable cuando
intentó controlarle una vez más. —¿Por qué no ha enfermado todo el
tiempo?

—Mi conjetura es que es más hombre lobo que vampiro. El oro no


le hace enfermar, pero sí le debilita. El oro no me preocupa mucho a
menos que lo ingiera. Me debilita y agota, quizás un dolor de cabeza,
pero nada grave.

—¿Y te has estado sintiendo más agotado últimamente?

—Sí, pero pensé que sólo era por el estrés.

Raith recordó esa primera vez que October había caído enfermo.
—Comenzó la noche que trajimos a Kaito a casa.

October asintió con la cabeza estando de acuerdo. —Sí, tiene


sentido cuando pienso en ello. Gideon tampoco se sintió bien aquella
noche, y es la única otra persona que tuvo contacto cercano con Kaito.

—Aún no lo entiendo. —No era ni vampiro ni werelobo, y le daba


vergüenza admitir que sabía poco sobre cualquiera de las especies.

—No creo que alguna vez lo sepamos con seguridad, pero creo
que Tanaka le estaba dando el polvo a Kaito para hacer que estuviera
demasiado débil para cambiar. El polvo no tiene el mismo efecto en los
werelobos, pero es más difícil cambiar para un híbrido de todos modos.
Cuando estamos exhaustos o enfermos, es casi imposible.
—Pensaba que los werelobos y cambiaformas no cambiaban por
primera vez hasta la pubertad.

—No lo hacemos, pero aparentemente, Tanaka no quería correr


ningún riesgo. Puesto que mantenía al niño encerrado en el sótano, no
había mucho peligro de que se envenenara a sí mismo.

—Realmente odio a ese cabrón.

—Yo también, pero ya se acabó, draga.

—Por tanto, estar cerca de Kaito y sus cosas te debilita.


Probablemente el polvo cae sobre mí cuando le estoy leyendo en la
noche. Así que, cuando me muerdes, lo ingieres, y sobreviene el desastre.

—Esa es una evaluación bastante acertada. Al menos sabemos


sobre ello y podemos prevenir que suceda de nuevo. —October se inclinó
hacia adelante y le dio un besito en los labios—. ¿Estás seguro de que
estará bien en el sótano por sí mismo?

Raith aún estaba conmocionado por el hecho de que ahora


técnicamente era padre. Se suponía que estaría solo todo el tiempo, pero
ahora era oficial, se sentía muy cálido y ligero. —No está solo, bebé. Zasha
y Thane están con él, y Wren consiguió con artimañas la manera de hacer
allí una fiesta de pijamas. Nuestro pequeño hombrecito tiene mucha
compañía.

—Es nuestro. —October se oía tan maravillado como Raith se


sentía—. Realmente es nuestro.

—Creo que siempre lo fue.

October sonrió y sacudió la cabeza. —No, pero creo que siempre


fuimos suyos.

Raith no pudo discutir eso, de manera que no se molestó en


intentarlo. Además, sentado tan cerca de su amante, sintiendo el calor
saliendo de él, y respirando su embriagador aroma, era una extremada
distracción. —Bueno, aún falta una hora hasta que salga el sol. Todo el
mundo está en la cama. —Se acercó más, invadiendo el espacio
personal de su pareja hasta que October estuvo tumbado sobre los
cojines—. ¿Qué deberíamos hacer hasta la hora de dormir?
—Raith, realmente no creo qu… —Se interrumpió abruptamente,
y una gentil sonrisa adornó sus labios—. Realmente no creo que eso
dependa de mí. Aún estás al mando, después de todo.

Sin embargo, había un pequeño problema con eso. Raith ya no


quería estar más a cargo. Había perdido el control de su magia, comenzó
una tormenta en el interior de la casa, y destruyó las bombillas, todo a
centímetros de las dos personas más valiosas de su vida. Alguien podría
haber sido herido. Podría haber herido de manera involuntaria a Wren o
Kaito. En su ira ciega, podría haber aniquilado la mitad de la residencia,
incluyendo a su pareja, y ni siquiera se habría dado cuenta hasta que
hubiera sido demasiado tarde.

—Lo hice de nuevo, ¿no?

—¿Qué es eso, draga? —October retiró el cabello de la frente de


Raith con una caricia y le miró fijamente con una mirada de consuelo y
comprensión.

—Fui imprudente e impulsivo. Amo a ese pequeño, y el


pensamiento de él excluyéndonos hace que mi corazón llore, pero la jodí.
Necesita a alguien estable, alguien como tú. No puedo cuidar de él.
Tober, ni siquiera puedo cuidar de mí mismo.

October no ofreció inmediatamente tópicos y decirle que estaba


diciendo tonterías. Levantándose de su posición, tomó ambas manos de
Raith y las llevó a sus labios para dar un suave beso en sus nudillos.

—No creo que tengas elección, Raith. Kaito te necesita, a ambos,


y ya está unido a ti. —Levantó la mano para detener la argumentación
de Raith—. Sin embargo, estoy de acuerdo en que tenemos que abordar
el problema de la magia negra. Está creciendo más fuerte, y me
preocupa que finalmente asuma el control.

Por todo lo que había visto y oído durante siglos, eso era
exactamente lo que sucedería. La oscuridad le consumiría hasta que no
permaneciera nada bueno de él. —Debería irme. No eres tú, cariño. No
es Kaito. Simplemente ya no confío en mí mismo rodeado de gente.

Había hecho la promesa de que cuando se hiciera demasiado


difícil de soportar, desaparecería a algún lugar lejano donde no pudiera
herir a la gente que amaba. Había tanto que iba a perder, y su alma
gritaba que se uniera con su otra mitad.
—Ahora eso sería imprudente e impulsivo, mi amor. No hay nada
que hacer aquí si no podemos averiguarlo juntos. Tuve una pequeña
charla con Torren mientras metías a Kaito en la cama.

Raith había estado escuchando, pero por alguna razón, su


cerebro estaba atrapado en el ‘mi amor’, repitiéndolo una y otra vez
como un disco rayado. —¿Qué dijiste?”

—Hablé con Torren.

—No, antes de eso.

—¿Podemos resolver esto juntos? October inclinó la cabeza hacia


un lado y sus cejas se juntaron en una profunda V.

—No, no. —Raith se acercó de nuevo, agarrando la mandíbula


de su pareja con ambas manos y sosteniéndole inmóvil de manera que
pudiera mirar fija y directamente a sus ojos—. ¿Qué me llamaste?

El comienzo de la comprensión iluminó los ojos de su amante, y


una fácil y lenta sonrisa estiró sus labios hasta que se mostraron sus dientes
blancos. —Mi amor.

—Sí, eso. —Ahí estaba. Lo había dicho de nuevo. Simplemente


Raith no estaba completamente seguro de lo que quería decir.

—Oh, Raith, realmente no tienes ni idea. —Deslizándose del agarre


de Raith, October se sentó a horcajadas sobre sus muslos y le presionó
contra los cojines antes de capturar su boca en un largo y prolongado
beso—. ¿Cómo podría no amarte? Te he echado muchísimo de menos.

Desde que conoció a Raith, todo había sido condenadamente


confuso. Básicamente habían sido extraños cuando October descubrió
por primera vez que el hombre era su pareja. La parte confusa era que
estar con el brujo se sentía demasiado familiar, como si hubieran sido
amantes durante toda la vida. Cada movimiento, cada sonrisa, y todos
los sutiles matices de la personalidad de Raith eran cosas que recordaba,
pero no había tenido ningún sentido para él.
¿Cómo podía recordar cosas que no había sucedido? ¿Cómo era
posible predecir acciones y reacciones de Raith después de conocerle
por un corto período de tiempo? Después de hablar con Torren,
finalmente tuvo sus respuestas. Ahora sabía exactamente cómo era
posible ver el reflejo del amor perdido en los ojos de un extraño.

—Espera, espera, espera. —Raith empujó suavemente el pecho


de October, indicándole que necesitaba algo de espacio para procesar
lo que estaba sucediendo.

Deslizándose hacia atrás sobre los cojines, October esperó. Ahora


que entendía lo que estaba pasando, era incluso más fácil detectar esas
pequeñas peculiaridades que había adorado sobre Rastas , así como las
que habían hecho que se subiera por las paredes. No era el hombre más
paciente, y estar sentado en silencio cuando lo que realmente quería
hacer era abrirse paso en la conversación, era difícil como mínimo.

Desafortunadamente, se hizo más difícil por la creciente expresión


de ira oscureciendo los rasgos de Raith. —¿Me echaste de menos?

—Durante cuatrocientos años.

—Cuando Rastas murió.

—Cuando tú moriste. —Comenzó a tocar el brazo de Raith, pero


el hombre se echó hacia atrás y se alejó lentamente de él—. Lo siento,
draga. Debería haber sido más abierto contigo. Debería haber hecho las
cosas de manera diferente, y entonces no habríamos perdido tanto
tiempo juntos.

—¿Crees que soy Rastas? —Sus manos comenzaron a temblar


cuando se apoyaron en sus rodillas—. ¿O quieres que sea tu pareja
fallecida? —Esos profundos ojos ónice chispearon, y la luz dorada brilló
alrededor de los iris—. ¿De eso es de lo que se trata? ¿Le echas tanto de
menos que estás intentando hacerme creer que soy tu amante perdido
hace tiempo?

—Raith, escucha.

—No. —Saltó del sofá y puso sus temblorosos puños a los lados—.
Recuerdo cada una de mis vidas pasadas con tanta claridad como si
fuese ayer, y en ningún momento fuimos pareja. Nunca fui mutilado por
un werelobo, y mi nombre nunca fue Rastas.
Ciertamente esta no era la reacción que había esperado.
Además del dolor que sentía ante las acusaciones, a October también le
preocupaba qué sucedería si no pudiera tranquilizar al hombre. Había
conseguido una muestra aquí y allí de lo que Raith podía hacer, y con
cada trastorno emocional, su poder crecía y se hacía más incontrolable.

—¡Basta, idiota! —Un muy despeinado Torren entró arrastrando los


pies en la habitación, llevando nada más que un par de pantalones de
chándal negros—. Vas a despertar a todo el mundo en la casa, y
entonces te patearé el culo. —Señaló con un dedo el rostro de Raith
cuando el brujo abrió la boca para replicar—. Ahora, calla y escucha.

—Estoy escuchando —gruñó Raith.

—Bien. Esto ni siquiera sería necesario si dejaras de saltar a


conclusiones y enojarte. October podría habértelo explicado con la
misma facilidad.

—O manipularme.

October dejó caer la cabeza y suspiró mientras Torren le miraba


como si fuera a pegar a su hermano en la boca.

—No sé con certeza si fuiste ese chico, Rastas, pero no es tan


descabellado como pareces pensar. Nos reencarnamos, ¿cierto? —
Esperó a que Raith asintiera antes de continuar—. Y también nuestras
parejas. —Raith asintió de nuevo—. Esta es mi teoría. Si moriste y October
no, se ha creado un obstáculo en vuestra conexión que no permitirá que
recuerdes esa vida pasada juntos.

—Te veías de manera diferente en ese entonces. —Añadió


October—. Podía sentir algo familiar sobre ti, pero no podía encajar las
piezas hasta que hablé con Torren previamente. Eso es lo que estaba
intentando decirte.

—Creo que una vez que completes la unión, la conexión se


reparará, y tus recuerdos regresarán. —Torren se enroscó los dedos en su
largo cabello y soltó un bufido—. ¿Lo entiendes?

—¿Y estás seguro?

—No, Raith, no estoy seguro, pero tiene sentido. Lo que


experimentaste antes fue un recuerdo, no una canalización mística de un
fantasma. Es la magia intentando reparar la conexión. Deja de luchar y
sólo permite que suceda.

La postura de Raith se relajó, el extraño brillo en sus ojos se


desvaneció, y la ira fue reemplazada por una mirada de total y absoluto
abatimiento. —No puedo hacer esto. —Su triste mirada se giró a
October—. Ya ni siquiera sé lo que me está sucediendo. Estoy enojado
todo el tiempo por cualquier tontería. Es como si me desmayara cuando
me pongo así y esta frialdad se filtra y me consume. No puedo vivir de
esta manera, y no puedo pedirte que compartas esto.

—Bueno, realmente me alegra que dijeras eso. —Una arrogante


sonrisa adornó el rostro de Torren—. Si realmente quieres deshacerte de
esa magia, ya sabes la única manera de hacerlo, ¿verdad?

—Tengo que morir —respondió Raith inmediatamente—. Lo sé.

—¿Estás preparado para eso?

—Ya no puedo vivir de esta manera —repitió.

—Entonces abre los putos ojos y reclama a tu pareja.

Raith se restregó las manos por el rostro y gruñó. —Sabes que no


funciona de esa manera. Si estamos unidos, sé que no puedo morir a
menos que él muera. No es técnicamente morir, y cuando despierte, aún
tendré este mal en mi interior.

—Ahí es donde te equivocas.

La mirada de October rebotaba entre los hermanos como si


estuviera viendo un partido de tenis. No había escuchado esta parte, y
no estaba seguro de lo que estaban hablando exactamente. Lo que
sabía era que estaba rotundamente en contra de la muerte de Raith de
cualquier manera, forma, o figura.

—Camdin se mudó con Layke, y han estado haciendo un montón


de investigación desde tu pequeño truco. Hay un ritual, magia de hadas.
Combinada con tu magia y la conexión con tu pareja, Camdin está
seguro de que funcionará.

—¿Qué pasa si no lo hace? —Contrarrestó October—. ¿Qué pasa


si sólo muere?
—Mientras estéis unidos, no morirá. Lo peor que sucederá es que
se despertará y aún tendrá la oscuridad en su interior. Luego, bueno,
pasaremos a un nuevo plan.
Quizás valiera la pena intentarlo. Definitivamente merecía ser
considerado. Reclamar a su pareja en aras de salvar su vida no sonaba
tremendamente romántico, pero tampoco era la razón más horrible para
reclamar a Raith.

—Gracias, Torren. Tenemos mucho que discutir.

—Bien, hacedlo en silencio. —Torren sacudió la cabeza y se


arrastró de vuelta a su habitación con un bostezo.

—¿Qué piensas, draga?

—Si hacemos esto y no funciona, vas a compartir esta miseria


conmigo. No sé si puedo arriesgarme a eso.

—Si funciona, podrías ser libre. —Levantándose del sofá, October


se acercó lentamente a su amante y alargó la mano, complacido
cuando Raith no retrocedió de nuevo—. Déjame ayudarte.

—Incluso si es cierto que estuvimos juntos hace cuatrocientos


años, no soy la misma persona. ¿Cómo puedes estar seguro de que
quieres estar conmigo para toda la eternidad?

—Te amo —respondió simplemente October.

Raith soltó un bufido, pero no se liberó de la mano de October. —


Amas un recuerdo. No fue hasta que te convenciste a ti mismo que yo
era tu perdido Rastas que decidiste amarme.

—Eres un tonto. —Dio un paso más cerca, moldeándose a sí mismo


en el pecho de Raith—. Sí, ahora eres una persona diferente, pero no
tanto como piensas. —Poniéndose de puntillas, le dio un beso a Raith en
el mentón—. Sin embargo, no importa realmente. No mentiré y diré que
no hay sentimientos residuales ahí, pero te amo por el hombre que eres
ahora. ¿Cómo podría no hacerlo?

—¿Quieres que te haga una lista?

Sin embargo, October no mordió el anzuelo. —Está bien si tienes


miedo. Incluso está bien si no te sientes de la misma manera. —Raith
estaba caminando, prueba viviente de que incluso el más duro de los
hombres tenía inseguridades y dudas. El brujo hacía un excelente trabajo
escondiéndolas, pero sus vulnerabilidades sólo hacían que October le
amara más.
—¿Ahora quién es el tonto? —Una tierna sonrisa curvó sus labios,
y finalmente envolvió sus brazos alrededor de la espalda de October en
un apretado abrazo—. Si no te amara, te diría que hiciéramos esto y a la
mierda las consecuencias. Sin embargo, no quiero correr ese riesgo
contigo.

—No lo harías aunque no me amaras. —Acurrucándose más


cerca, apoyó la cabeza en el hombro de Raith y suspiró con satisfacción
mientras escuchaba el constante ritmo de su corazón—. Esa es la clase
de hombre que eres.

—¿Te importa? Estoy intentando tener un momento aquí. —Largos


dedos se deslizaron bajo la barbilla de October y levantaron su rostro de
manera que estuviera mirando fijamente a su amante—. Te amo, Tober.
Incluso si eres un OCD, obseso del control. Te amo.

—Aww, dices las cosas más dulces. —Abandonó el acento burlón


y borró la sonrisa de su rostro rápidamente—. Sé que quieres protegerme
de todo esto, pero conozco los riesgos de involucrarse. Si existe la más
mínima posibilidad de que este ritual pueda funcionar, siempre y cuando
estés completamente a salvo, quiero hacerlo. Quiero seguir adelante con
nuestra vida en común, y no podemos hacer eso con esta nube
cerniéndose sobre nuestras cabezas.

—Tampoco quiero esa nube, bebé. Si estás seguro, si esto es lo


que realmente quieres…

—Esto es lo que necesito. Necesito saber que estás feliz y bien.

Raith suspiró, envolvió un brazo alrededor de su cuello, y le acercó


para besar su sien. —Hablaremos con Camdin mañana.
Capítulo Quince
—Despierta, dormilón. —El sol se había puesto. Thane y Zasha se
habían llevado a los chicos arriba para introducir a Kaito en el mundo de
los videojuegos para su edad, y que finalmente Raith tuviera a su amante
todo para sí mismo.

—Aún no puede haberse puesto el sol —se quejó October—. Me


quedé dormido hace sólo dos minutos.

De hecho, el hombre había estado roncando en su oído durante


la mayor parte de las últimas seis horas, pero no pensaba que ganaría
ningún concurso de popularidad divulgando esa poca información
embarazosa. Su mente y corazón se sentían más ligeros, menos
preocupados, y aún llevaba una sonrisa tonta por la confesión de la
noche anterior.

No, no habían derramado versos poéticos entre sí. No había


habido querubines cantando o coloridos fuegos artificiales, ni ramilletes
de rosas, velas, o cualquier otro tipo de estridencia. Eso estaba bien con
Raith. Cuando las palabras eran auténticas y las emociones detrás de
ellas puras, una simple declaración valía más para él que algunas lujosas
exhibiciones de afecto.

—Estamos solos —susurró de manera seductora mientras se


enroscaba alrededor de la espalda de su amante y deslizaba una mano
bajo la sábana para agarrar en un puño la semi-erecta polla de
October—. ¿Estás seguro de que no quieres levantarte?

Un gemido bajo y sordo vibró en el pecho de October, y se arqueó


contra él, empujando su hinchada longitud a través del agarre de Raith.
—Podría ser persuadido.

—Esperaba que pudieras. —Pasó los dientes sobre el hombro de


su amante y arremolinó su lengua por la carne para calmar el escozor.
Flexionando los dedos, apretó el eje de su pareja mientras lo acariciaba
de la corona a la punta y sumergió el dedo en la goteante ranura para
frotar las traslúcidas gotas de pre-semen.

Su propia polla dolía con intensidad, palpitando apoyada a lo


largo del pliegue del culo de October. Raith meció sus caderas,
encorvándose contra el cuerpo del vampiro y luchando contra el
gemido que se elevaba en su garganta por la deliciosa fricción.
En un movimiento demasiado rápido para que sus ojos lo
siguieran, October volteó y rodó encima de él, fijando los hombros de
Raith al colchón mientras se cernía sobre este. —Mmm, ¿qué quieres,
draga?

—Quiero que me ames.

—Te amo.

—No, quiero decir… —Raith se apagó, un poco inseguro de cómo


pedirlo.

Sabía exactamente lo que quería, pero nunca antes había


mostrado a nadie ese nivel de vulnerabilidad. Sin embargo, este era su
pareja. Era el Líder October Tuesday, el hombre más honorable y
dedicado que había conocido. Si alguien en el universo merecía su
inquebrantable compromiso, era el vampiro que se cernía sobre él con
una amable sonrisa y adoración brillando en su mirada.

—Lo sé —murmuró October, insinuándose entre los muslos de


Raith. Apoyándose con una mano sobre el colchón, acarició la mejilla de
su amante con un dedo—. Tranquilo, mi amor. Voy a cuidar muy bien de
ti.

—Lo sé. —Se hizo eco Raith. No podía evitar estar nervioso, pero
sabía que October nunca haría nada que le hiciera daño.

—Voy a necesitar una pequeña ayuda. —Su mano se hundió


entre sus cuerpos, y su dedo índice avanzó sigilosamente a lo largo del
pliegue de Raith—. No quiero hacerte daño.

Captando la indirecta, Raith chasqueó los dedos, generando


aparentemente de ninguna parte una botella de gel transparente. Sin
embargo, eso no era estrictamente cierto. La magia era complicada y
con muchas capas. No podía generar algo de la nada. Por ejemplo, no
había conjurado el lubricante que sostenía entre sus dedos, lo había
convocado desde su bolsa en la esquina.

—Me encanta la magia. —October tomó la botella de plástico de


él con calma, pero el temblor de sus músculos delató su impaciencia.
Quitando el tapón con un silencioso chasquido, se recubrió los
dedos con una generosa cantidad de resbaladizo líquido y escurrió otras
pocas gotas sobre el expuesto agujero de Raith, por si acaso. No dijo
nada, ni ofreció ningún tipo de tranquilizadoras palabras. Sólo miró
fijamente a los ojos de Raith con una intensidad que le hizo querer
retorcerse bajo el escrutinio.

October bordeó su entrada con constante e inflexible presión,


dando vueltas pero sin entrar. Se sentía extraño, pero no desagradable,
y cuanto más tiempo masajeaba el único dedo resbaladizo, más relajado
se volvía.

—Bien, draga. —Dejándose caer sobre el pecho de Raith,


October le dio un beso en la boca y golpeó su lengua en los labios,
instándole a que la abriera.

Al instante, el beso estalló en un incendio de pasión y necesidad,


y el delgado dígito de October se metió en su agujero, estirando sus
músculos de manera que se envolvieran alrededor de su dedo como la
caricia de un amante. La sensación era rara, un poco incómoda, pero
no del todo desagradable.

—Relájate —dijo October con voz ronca antes de zambullirse de


nuevo en el beso.

La cabeza de Raith daba vueltas mientras se atiborraba del sabor


de su pareja. Levantando las piernas más alto, las acomodó sobre las
caderas de October, abriéndose a la exploración del hombre. El solitario
dígito se movía dentro y fuera de su entrada, enviando sacudidas de
placer directamente a su palpitante polla.

—Más.

Lamiendo y mordisqueando su garganta, October ayudó,


facilitando que su dedo quedara libre y empujando de nuevo con dos.
La quemazón fue mínima, la presión más intensa, y Raith echó la cabeza
hacia atrás en la almohada y gimió de placer. ¿Cómo había pasado
tanto tiempo sin esto? Seguro, había estado nervioso al principio, pero
ahora, todo en lo que podía pensar era en conseguir más de esta
indescifrable sensación.

—Más —gruñó.
—Aún no. —Bombeando en el canal de Raith, October giró su
muñeca en una dirección y en otra, trabajando cuidadosa pero
diligentemente para asegurarse que Raith estuviera bien estirado y
preparado—. Casi.

—Estoy bien, Tober. —Suplicar iba contra cada uno de sus instintos,
pero sus instintos nunca se habían tropezado con las arremetidas de
necesidad y deseo que sentía de repente—. ¡Por favor!

Esos talentosos dedos desaparecieron, la presión disminuyó, y


Raith se mordió la lengua para evitar gritar en protesta. Sin embargo, no
tuvo tiempo para sentirse despojado. October estaba de regreso,
acurrucado sobre él, y presionando la esponjosa corona de su polla en la
fruncida estrella de Raith—. Respira profundamente.

Raith siguió las instrucciones, aspirando una gran cantidad de aire


y dejándola salir lentamente a través de su nariz, dejando que cada
músculo de su cuerpo se relajara. —¡Mierda! —Eso no era un puto dedo,
y estaba bastante malditamente seguro que October acababa de
meterle toda una farola en el culo—. ¡Joder!

Su pareja mimaba y acariciaba su costado, pecho, y cara. —


¿Quieres que me detenga? —La tensión en su tono de voz decía que
realmente esperaba que la respuesta fuera no, pero que haría lo que
fuese que Raith quisiera.

Sacudiendo la cabeza, Raith continuó respirando a través del


doloroso escozor y apretó las piernas alrededor de la cintura de October
para alentarle. —Estoy bien.

Los labios de October se estiraron en una sonrisa indulgente


cuando le miró fijamente. En lugar de hacer más preguntas u ofrecer
mayor comodidad, le dio de nuevo un beso en la boca y maniobró su
mano entre sus sudorosos cuerpos para agarrar la hinchada erección de
Raith.

Sus estrechas caderas se flexionaron, deslizando su polla sobre las


estiradas paredes del canal de Raith mientras sus tensos y ajustados
músculos daban paso a su circunferencia. La lengua batiéndose en
duelo con la suya propia y el apretado puño alrededor de su polla sirvió
como distracción a la que estaban destinados, y Raith apenas se dio
cuenta cuando el ritmo aumentó.
El dolor se disipó, el placer se disparó, y escalofríos se perseguían
mutuamente a lo largo de su columna vertebral. Su estómago se tensó,
sus bolas se agitaron, y un rubor cruzó su piel hasta que se sintió
recalentado. Arqueando la espalda y levantando las caderas, comenzó
a moverse con su amante, uniéndose en la sensual danza. A medida que
su confianza crecía, se mecía más rápido, persiguiendo
desesperadamente el clímax que estaba fuera de su alcance,
burlándose de él.

—Mío —susurró October. Un segundo más tarde, mordió,


enterrando sus caninos en el cuello de Raith y dejando una cicatriz.

Calor explotó en el interior del pecho y vientre de Raith. Se sentía


mareado y aturdido. Sus ojos se pusieron en blanco, su cuello se tensó, y
se aferró a su amante en un inquebrantable agarre cuando hilos de
pegajosa crema hicieron erupción de su polla para llenar el espacio entre
ellos.

Palabras que nunca antes había dicho, palabras que ni siquiera


había escuchado antes, cayeron de sus entreabiertos labios, rodando
por su lengua en un antiguo idioma, olvidado en su mayoría. Cuando las
palabras cesaron, y sintió como todo en su interior era detonado en un
efecto dominó, se dejó caer contra el colchón y gimió mientras
estremecimientos sacudían su cuerpo.

—¡Raith! —gritó October, se impulsó, y completamente calmado,


liberó un torrente de ardiente lava en el convulso canal de Raith—.
Siento…

—Sí, yo también —murmuró Raith cuando su pareja se derrumbó


encima suyo.

Acarició el cabello de October y cerró los ojos, estremeciéndose


cada pocos segundos cuando los recuerdos comenzaron a inundar su
mente, bombardeándole hasta que sintió que se ahogaba bajo las
aguas. Sí, había sido llamado Rastas. También había sido un arrogante,
engreído, y egoísta pedazo de mierda. Lo único que había tenido a su
favor era October, y dioses, había amado al hombre como a nada y
nadie.

—Lo recuerdo.
—¿Y? —October se movió hasta que estuvo a su lado,
presionando pecho con pecho con Raith—. Siento como si estuviera en
llamas. ¿Eso es normal?

Raith se rio entre dientes y agachó la cabeza para besar la nariz


de su amante. —Se pasará. Puedo sentir tu corazón latiendo. —Presionó
una palma sobre su propio pecho—. Justo aquí.

—Lo siento. —Estuvo de acuerdo October—. Es extraño, pero


bastante agradable. —Se arrimó un poco más—. ¿Qué recuerdas?

—Todo, supongo. Aunque, está viniendo en fragmentos en este


momento. —Levantando una mano, acunó el rostro del vampiro y
sonrió—. Recuerdo que habría hecho cualquier cosa por ti, y sólo me
hace amarte más. Ahora lo entiendo, bebé.

—¿Recuerdas la última pelea que tuvimos?

—Ibas a la reunión de la manada, siendo muy reservado como


siempre. Te negabas a reclamarme. —Raith suspiró y frotó la yema de su
pulgar por la mejilla de October—. Eso era inaceptable para mí. Tenía
una idea de por qué estabas tan rotundamente en contra de nuestra
unión, y se me pasó por la cabeza que iba a arreglarlo. Ambos vimos
cómo terminó aquello.

—No importa. Eso fue entonces y esto es ahora. Sólo tendremos


que trabajar más duro para asegurarnos de que la historia no se repita.

—Hablando de repetir la historia, ¿estás preparado para


matarme?

October arrugó la nariz y le dio una palmada en el pecho. —No


lo digas de esa manera.

—¿Cómo lo dirías? —preguntó Raith en medio de las risas.

Su amante le miró con seriedad, incluso se elevó sobre un codo


para poder juntar la punta de sus narices. —Te salvaré.
Después de una prolongada ducha que dio lugar a otro
alucinante orgasmo, finalmente Raith se las arregló para mantener las
manos lejos de su pareja lo suficiente para que se vistieran y subieran las
escaleras.

—¡Tío Raith! —Wren saltó del sofá e impulsó sus puños en el aire—.
¡Estoy pateando el culo del tío Kieran!

—¡Wren!

Sus ojos se abrieron al máximo, y se dio la vuelta con aires de


culpabilidad para ver a Aslan de pie justo detrás de él. —Oh, hola, papá.
Tío Raith ha subido.

—Lo veo, pero eso no es excusa para tu lenguaje.

—¿Qué? —Wren rebotó en el regazo de Kieran—. Sólo dije culo.

Silencioso como un ratón, Kaito se levantó del suelo y cruzó la


habitación para quedarse de pie justo en frente de Raith. —Te estaba
esperando.

—¿Oh? —Raith se arrodilló en el suelo y cruzó las manos en su


regazo—. ¿Querías hablar sobre algo?

Kaito asintió con la cabeza. —Traigo una pregunta.

—Tienes una pregunta —corrigió gentilmente October cuando se


agachó junto a Raith—. ¿Qué querías preguntar, dulce corazón?

—Así que, ahora sois mis papás.

Raith intercambió una mirada con su amante, se giró hacia Kaito,


y asintió con la cabeza. —Sí, si eso es lo que quieres.

—Así queeee… —Arrastró la última palabra y se fue apagando


cuando levantó su dedo pulgar hacia la boca y comenzó a masticar la
uña.

—Nadie va a enojarse contigo —dijo October, aún hablando de


manera suave. Tomó la pequeña mano de Kaito y la alejó de su boca—.
Puedes preguntar cualquier cosa que quieras.
—¿Puedo llamaros papá? —Soltó Kaito.

El corazón de Raith casi explotó en su pecho, y una mirada de


total asombro se apoderó del rostro de October. —Me gustaría mucho,
Kaito.

Incapaz de hablar más allá del nudo en su garganta, Raith sólo


sonrió y asintió con la cabeza estando de acuerdo. El comportamiento
tímido de Kaito desapareció, y se arrastró hasta la rodilla de Raith y rebotó
de felicidad. —Papá, ¿puedo tener un poco de mokey cheese?

—Uh, seguro. —Raith frunció el ceño y miró a October en busca


de ayuda, pero su amante parecía tan desorientado como él—. ¿Qué es
exactamente el mokey cheese?

—Macarrones con queso —respondió Aslan entre risitas—.


Realmente tendréis que aprender a hablar preescolar. —Hizo un gesto
hacia Wren y Kaito—. Vamos chicos, podéis ayudarme a hacerlos.

—¡Yay! —gritaron ambos chicos mientras se precipitaban fuera de


la habitación después de Aslan.

—¿Esa es una buena idea? ¿Deberían estar en la cocina mientras


está cocinando?

Raith puso los ojos en blanco y golpeó su hombro con el de


October. —Relájate, Sr. Sobreprotector. Estará bien.

Las palabras apenas estaban pasando por sus labios cuando una
enorme explosión sacudió las ventanas, y gritos gemelos hicieron eco
hacia ellos desde la cocina. Un relámpago brilló fuera de las ventanas,
seguido por otro trueno, y enormes gotas de agua apedreaban los
cristales mientras el viento rugía más allá.

—¡No me gusta! —gritó Kaito cuando corrió de regreso a la sala


de estar con las manos en sus oídos—. ¡Haz que pare!

Recogiendo a su hijo en sus brazos, Raith sostuvo al chico contra


su pecho y acarició su cabello. —Sólo es una tormenta, hombrecito.
Estamos perfectamente a salvo aquí dentro. —Se acercó más a la
ventana e instó a Kaito para que mirara fuera a la lluvia torrencial—.
¿Ves? Aquí no puede llegar a nosotros.
Un relámpago cayó de nuevo, y Kaito gritó cuando se acurrucó
más cerca y escondió el rostro contra el cuello de Raith. —¡No me gusta!

Su móvil vibró en el bolsillo, y Raith suspiró. Era más que probable


que fueran noticias de Gideon, y realmente necesitaba cogerlo.
Pasándole Kaito a October, sacó el teléfono de sus vaqueros y con pasos
tranquilos caminó hacia el vestíbulo por algo de privacidad.

—Raith.

—Hey, hombre, soy Gideon.

—¿Encontraste a Mikko?

—Bueno, suponemos que es tu hermano. Está inconsciente, y no


se ve bien, hombre. Está conectado a todo tipo de cables y mierdas.
Vamos a tener que conseguir un médico para moverle.

—Cualquier cosa que necesites, Gid. —Era lo que Raith había


esperado, de manera que la noticia no fue sorprendente para él—. No te
preocupes si no podéis despertarle. Sólo llévale a Casper.

—De acuerdo. Probablemente serán dos días más, pero llamaré


con la información de última hora cuando los médicos lleguen aquí.

—Te lo agradezco, hombre. Déjame saber si necesitas algo.

—¿Y? —preguntó Torren cuando él, Lynk, y Thane se reunieron a


su alrededor al segundo que desconectó la llamada.

—Encontraron a Mikko. Necesitan un equipo médico para


transportarle, pero parece que será necesario preparar una habitación.

—Eso es cinco de nosotros —dijo Thane.

—Ni siquiera la mitad. —Añadió Lynk.

—Encontraremos al resto. —Ese fue Torren, siempre seguro sin


importar la situación—. Vamos a contar a todo el mundo las buenas
noticias.

—Hey, ¿podéis mantener un ojo en Kaito durante un par de horas


mientras vamos a hablar con el hada?
—¿Tienes que preguntarlo? —Lynk miró sobre su hombro hacia
donde October estaba con Kaito caminando alrededor de la habitación
y murmurándole suavemente—. Es un gran chico, y os necesita.
Enhorabuena, Raith.

Raith sonrió al recordar las anteriores palabras de October. —


Gracias. Es especial, pero no creo que nos necesite tanto como nosotros
lo necesitamos a él.
Capítulo Dieciséis
—¡No, no, infiernos no, absolutamente no! —Despotricó October
cuando estaban en la camioneta de Raith y regresando hacia la casa
de El Consejo. No le importaba una mierda lo que Camdin o Layke creían
saber. Ambos habían perdido sus jodidas mentes, y no quería formar
parte de ello.

—Tober, tiene sentido —contestó Raith en un tono de persuasión—


. Tiene que ser alguien que esté cerca de mí con el fin de separar la
magia. He oído hablar antes de esto.

—No.

—Vamos, bebé, ¿cómo es diferente a veneno, un hechizo o algo?

La boca de October cayó abierta, y miró boquiabierto a su


amante. —¿Lo dices en serio? ¿Cuál es la diferencia? La diferencia, mi
amor, es que ¡yo no sería el que tiene que atravesar tu jodida espalda
con una daga!

—Eres caliente cuando te enojas.

—Eres un idiota.

—No es el mayor de nuestros problemas. Además, no estarías


apuñalándome la espalda.

—No, sólo tu corazón. Eso es mucho mejor. —Cruzando los brazos


sobre su pecho, se hundió en su asiento y bufó por la agitación.

Raith rio, realmente una risa enloquecida, y October estaba


comenzando a debatir su postura en todo el asunto de no-puedo-matar-
a-mi-pareja. —Lo entiendo, pero estás exagerando. Estamos vinculados.
Realmente no puedes matarme.

—Ese es el punto. —October se desplazó en su asiento de manera


que pudiera mirar a Raith—. ¿Podrías hacerlo? ¿Podrías matarme?

—¿Si fuera para salvar tu vida? Sí. Lo haría en un instante.


—Mentiroso.

Raith se encogió de hombros y mantuvo los ojos en la carretera.


—La luna llena será en dos días. Técnicamente no te necesito. Uno de mis
hermanos lo hará. He sido un idiota con Torren el tiempo suficiente como
para estar seguro de que estaría más que feliz de tomar tu lugar. Sólo
tiene que ser alguien con el que tenga una conexión.

—Jódete, Raith.

—También te amo, cariño.

Por todos los dioses, ¿realmente lo estaba considerando? Tenía


que tomar una daga de plata, clavársela a su pareja, a quien amaba
más que a nada, y ver al hombre desangrarse en el suelo. Luego estaba
la pequeña parte en la que alguien tendría que enlazar la magia negra
cuando se separara de Raith. October asumió que uno de los brujos
residentes se encargaría de eso, porque él no tenía idea de por dónde
empezar.

—¿Hay algo que no me estás contando? —No, no sabía nada


sobre la magia, pero para empezar, no veía como todo esto era mágico.
No había ningún encantamiento o poción especial. Ni velas o beber
sangre. Sólo se suponía que matara a Raith y esperara lo mejor.

—Nop.

—Mentiroso. Al menos podrías intentar sonar creíble.

—¿Lo harás?

—¿Vas a decirme qué estás escondiendo?

—No.

October suspiró y se pellizcó el puente de la nariz. ¿Qué opción


tenía? Podría acosar a Raith para que le diera la información, pero
dudaba que le hiciera algún bien. Podría negarse a pasar por ello, y Raith
encontraría a alguien más.

—Sí, lo haré.
Raith alargó el brazo sobre la consola central y tomó su mano. —
Gracias.

—Dije que lo haré, pero eso no quiere decir que me guste.


Tampoco me gustan los secretos, Raith. Y por último, no me des las
gracias, no por esto.

—Papá, ¿a dónde vas?

Habían pasado tres días desde que Kaito había comenzado a


llamarles “papá” y “papi”. Había elegido los nombres él mismo sin
ninguna indicación de él o Raith. Aún hacía que su corazón de hinchara,
y una tonta sonrisa se estiraba sobre su rostro cada vez que lo escuchaba.
October imaginaba que siempre sería así.

Realmente nunca había pensado sobre tener un hijo. Cuando


finalmente se había admitido a sí mismo que prefería más un toque
masculino, había dado por perdido ser padre. Además, estaba el
pequeño hecho de que no sabía absolutamente nada sobre niños.

Sin embargo, como Torren le había explicado, realmente nadie


sabía. Podría leer libros hasta que sus ojos sangraran y hacer mil preguntas
diferentes sobre la crianza de un niño. Al final del día, todo se resumiría a
sus instintos, y lo que sentía sería lo mejor para su hijo. No importaba
cuanto conocimiento ganara, era inevitable que Kaito hiciera algo,
probablemente sobre una base diaria, para sorprenderle.

—Papi y yo tenemos algo muy importante que hacer. Vas a


quedarte aquí con tus tíos y jugar con Wren.

—De acuerdo. —Kaito entrelazó los dedos detrás de su espalda y


se meció hacia adelante sobre los dedos de los pies—. ¿Cuándo
podremos ir a casa?

—¿No te gusta estar aquí?

—Me gusta. Sólo quiero ir a casa. Echo de menos al tío Gideon.

—Tengo un secreto. ¿Quieres oírlo?


Kaito asintió con entusiasmo, haciendo que su oscuro cabello
rebotara alrededor de su angelical rostro.

October se inclinó por la cintura y besó la frente de su hijo. —El tío


Gideon estará aquí aproximadamente en una hora.

—¿De verdad?

—Sip.

—¡Sí! —Lanzó ambas manos al aire y bailó en círculos—. ¿Papá?

—Sí, dulce corazón.

—¿Puedo ir contigo y papi?

—No, esta vez no. Además, pensé que querías ver al tío Gideon.

—Quiero. Sólo que os echaré de menos cuando os vayáis.

Santo cielo, el niño tenía una extraña habilidad para derretirle. —


También te echaremos de menos, Kaito. Sin embargo, no nos iremos
mucho tiempo, y vas a tener un montón de diversión aquí. Creo que el tío
Aslan va a hacer galletas.

—¡Diablos!

—¿Perdona? —October dio un paso hacia atrás y arqueó una


ceja—. ¿Dónde escuchaste eso?

—Papi lo dijo.

—Uh-huh, bueno, no deberías repetir todo lo que dice tu papi. No


quiero escucharte decir eso de nuevo.

—Sí, señor. —Dejó caer la cabeza y arrastró sus pies descalzos por
la alfombra—. ¿Puedo ir a jugar?

Este asunto de ser padres era difícil. October odiaba sentirse como
el malo de la película, pero tampoco quería que Kaito creciera para ser
un delincuente. —Sí, puedes ir a jugar. —Apartó el cabello negro del rostro
del niño y suspiró—. Te quiero muchísimo, Kaito.
Levantando la cabeza, una sonrisa lo suficientemente brillante
como para rivalizar con el sol, iluminó su rostro. —También te quiero,
papá. —Luego se dio la vuelta y corrió por el pasillo, gritando el nombre
de Wren por el camino.

—Creo que acabas de ser engañado —dijo Raith riéndose entre


dientes mientras avanzaba furtivamente detrás de él y besaba su nuca—
. ¿Estás preparado para marchar, cariño? Casi es la hora de las brujas.

No, no estaba ni de cerca preparado para la prueba ante ellos.


—Terminemos con esto.

No tenían que viajar lejos, sólo a una distancia suficiente para


estar fuera de la vista en caso de que a alguno de los niños se le ocurriera
asomarse por la ventana. —¿Dónde están los otros?

Raith señaló hacia la línea de árboles a la que se estaban


acercando. —Torren y Lynk nos están esperando allí.

—¿Y aún no vas a contarme lo que estás escondiendo?

—La luna casi está en su punto más álgido —dijo Raith,


cambiando de tema mientras miraba el cielo despejado sobre ellos—. Al
menos es una noche agradable.

Había escuchado atentamente cuando Camdin había expuesto


el plan para ellos, pero la triste verdad era que no hablaba el idioma.
Había habido conversación de uniones, aprovechamiento de la energía
lunar, y algo sobre espejos. ¿O era reflejo? Nada de esto tenía sentido
para él, y obviamente Raith no iba a darle ninguna información de
manera voluntaria.

—Cuando tu parte esté hecha, Torren te inyectara con un


inhibidor para asegurarnos que no cambias a tu forma werelobo. Sólo es
una medida de precaución para que no vayas todo sobreprotector
psicótico contra nadie.

Como un híbrido, la luna llena no le llamaba tanto como a un


were sangre-pura o cambiaformas. Su piel se sentía un poco tensa, y su
pulso parecía ir un poco más rápido de lo normal, pero nunca antes
había sentido realmente el aplastante tirón por correr bajo la luz de la
luna. —¿Por qué habría de pasar? ¿Qué van a hacer? Raith, maldición,
dame algunas respuestas.
—Mira, simplemente es mejor si no sabes algunas cosas. No estás
en peligro, ¿de acuerdo? Esto funcionará. No estoy intentando ser un
gilipollas, pero no quiero que te preocupes.

—¿Estás seguro de esto? —Ya estaba preocupado, y la vaga


declaración de Raith hizo poco por calmar su ansiedad.

Deteniéndose justo dentro de la línea de árboles, su amante le


cerró el camino y se dio la vuelta para enfrentarle. —Hay cero
posibilidades de que yo muera para siempre. No importa lo que suceda,
ni importa si nos las arreglamos para enlazar la oscuridad a otra cosa o
no. Regresaré a ti.

—Entonces, ¿qué estás escondiendo?

Raith se quejó y murmuró en voz baja durante un momento antes


de finalmente encontrarse con su mirada de nuevo. —Va a doler. Va a
doler como el jodido infierno. Sin embargo, no significa nada para mí. Este
es el precio que tengo que pagar. Es posible que me escuches gritar. Es
posible que escuches huesos rompiéndose. Es posible que veas algunas
cosas que asusten tremendamente. —Agarró a October por los hombros
y le sacudió bruscamente—. Cualquier cosa que veas o escuches, no
pongas un pie dentro del círculo. ¿Lo entiendes?

—No puedes pedirme es…

Raith le sacudió de nuevo. —¿Lo entiendes? Prométemelo, Tober.

El dolor y la muerte no le habían perturbado mucho, pero


definitivamente esta parte del ritual tenía a Raith enloquecido. Sus ojos
estaban enormes. October podía escuchar su corazón acelerándose. Sus
dedos se clavaron en el hombro de October, y estaba temblando
claramente hasta los dedos de los pies.

—Lo prometo, pero al menos dime por qué.

—Cuando muera, la magia prestada, la magia que no es mía,


dejará mi cuerpo y buscará otro recipiente vivo para enlazarse a él.
Nadie puede estar en el interior de ese círculo excepto yo.

—Pero, ¿no se enlazará a ti de nuevo una vez que hayas revivido?


—Esa es la idea, y también es el por qué va a doler. —Raith sonrió
todo arrogante y seguro de sí mismo—. Vas a ser testigo de una batalla
épica.

—Moved vuestros culos —gritó Torren desde algún lugar más


profundo en el bosque—. Tenemos siete minutos hasta medianoche.
—Esos somos nosotros, bebé. —Raith dio un besito en su mejilla
rápidamente y salió disparado en dirección a la voz de su hermano,
dejando que October siguiera detrás de él.

—No sé si puedo hacer esto.

—Quiero a mis hermanos, y sé que ellos me quieren. Sin embargo,


la conexión más fuerte la tengo contigo. Compartimos un alma. No se
puede pedir nada más profundo que eso. Tu sangre nos dará la mejor
oportunidad de éxito.

—Ya sabes, tus setenta y dos horas se extinguieron hace un rato.


Creo que debería volver a tomar las decisiones en nuestra relación. —La
primera de todas sería la de lanzar este proverbial plan por la ventana y
encontrar otro, menos violento para librar a Raith de su carga.

—¿Qué tal si simplemente nos comprometemos y trabajamos


juntos?

—Puedo vivir con eso. No te mataré, y no morirás. Ahí, eso es un


compromiso.

Raith bufó y sacudió la cabeza. —Buen intento, bebé. Ahora,


toma la daga y vamos a hacer esto.

Torren y Lynk esperaban en el pequeño claro, no más grande que


el cuarto de baño principal de October. Ya habían dibujado un círculo
en el suelo con lo que supuso era sal. Justo dentro de las líneas blancas
estaban los espejos, dos en la izquierda, dos en la derecha, y dos en la
parte superior del círculo.

—Dos minutos —avisó Torren cuando dio un paso hacia adelante


y colocó el mango forrado en piel de una daga de plata en la mano de
October. —Deslízala por la palma de tu mano y repite después de mí.

Con manos temblorosas, October pasó la hoja por la palma de su


mano, silbando cuando cortó la carne. Una vez completado, sostuvo el
cuchillo ensangrentado en un haz de luz de la luna y esperó a que Torren
hablara.

—Con el poder expresado, la luz está rota.

October tragó duro, miró a su amante a los ojos, y repitió las


palabras.
—El espíritu no perdurará esta noche, pero regresará a la luz de la
mañana.

October repitió las palabras, pero frunció los labios. Es posible que
no supiera mucho sobre magia, pero las palabras de las que se hacía eco
no sonaban como si se estuvieran refiriendo al mal dentro de Raith. Una
pequeña voz, susurró en el interior de su cabeza que su tonta y obstinada
pareja se las había arreglado para esconderle algo después de todo.

—Sellado en sangre y sacrificio, tomo de ti tu vida anterior.

—Hazlo —susurró Raith—. Te amo, October. Regresaré a ti.

Con lágrimas en los ojos y su corazón rompiéndose, October


enrolló los dedos alrededor de la nuca de Raith, le dio un profundo beso,
y hundió la daga en el corazón de la única persona que siempre había
amado.
Capítulo Diecisiete
—¡Lynk, ahora! —Torren agarró uno de los alargados espejos que
estaba apoyado contra un árbol cercano mientras Lynk agarraba el
otro—. October, muévele al centro del círculo.

—Raith dijo que no entrara en el círculo.

—Hazlo —le espetó Torren—. No será un problema hasta que lo


cerremos.

Las lágrimas corrían por sus mejillas y su visión era borrosa, pero
levantó a Raith en sus brazos como si fuera lo más preciado en el mundo
y le colocó suavemente en el suelo cubierto de hojas en el centro del
círculo. —Te amo, draga.

Raith había prometido que regresaría a él. Tenía que aferrarse a


eso. Esto era lo mejor. Era la única manera de que su pareja pudiera vivir
la vida que quisiera sin ser obstaculizado por la maldad que le estaba
devorando lentamente.

Era duro recordar todas las razones por las que había accedido a
esto cuando sus manos estaban cubiertas de la sangre de su amante.

—October, muévete.

Con un último beso en los inertes labios de su pareja, se levantó y


regresó al otro lado de la línea blanca. Luchó para introducir aire a sus
pulmones, luchando contra las emociones que rabiaban en su interior,
mientras veía a Torren y Lynk poner los últimos dos espejos a los pies de
Raith. Esto tiene que funcionar.

—¿Cuánto tiempo pasará antes de que despierte?

Las cejas de Torren se juntaron, y miró a October como si quizás


no estuvieran funcionando a toda máquina. —Amanecer.

—¿Qué? —gruñó la pregunta, apenas reconociendo su propia


voz.
—Tiene que pasar el tiempo suficiente para que la magia se
desligue —explicó Lynk mientras se acercaba más a su hermano—. ¿Raith
no te lo explicó?

Aún quedaban varias horas hasta que el sol saliera por el este.
Aunque estar sentado y esperando por el momento mágico sería
bastante difícil, October ni siquiera podría permanecer al lado de Raith
durante el proceso.

Si, estaban vinculados, lo que significaba que mientras uno viviera,


el otro tendría permitido burlar a la muerte. Si ambos morían, caería el
telón, y todo por lo que habían pasado no habría servido para nada. Por
lo tanto, no había manera de que October pudiera quedarse a la
intemperie vigilando a su pareja.

Rabia, dolor, traición, angustia, miedo, y un torrente de otras


emociones innombrables se agitaban en su interior, haciendo hervir su
sangre y quemando sus entrañas. Lo habían sabido. Todos lo habían
sabido, y nadie se lo había dicho. Ya había perdonado a Raith por el
paso en falso. El hombre habría sabido su reacción ante la noticia, y en
su juicio, había estado protegiéndole.

El hombre también pasó a ser su alma gemela. Sin embargo, los


otros no tuvieron el mismo pasado. Deberían habérselo dicho, lo hubiera
preparado para este resultado. Para algunos, quizás no fuera un gran
problema. Todo se desarrollaría de igual modo. Para October, era como
pedirle que se alejara del lecho de muerte de su marido y simplemente
tuviera fe en que todo estuviera bien.

Todo lo que estaba sintiendo debía haberse mostrado claramente


en su rostro, porque Torren sacó una jeringa con tapa de su bolsillo y dio
un paso hacia él, obviamente con la intención de administrarle una dosis
con el inhibidor. Sin embargo, nunca se acercaría lo suficiente para
inyectarle.

Utilizando su ira, así como el poder de la luna llena, October


concentró toda su energía en su transformación. La transición no se hizo
esperar, mucho más rápido de lo habitual, con el sonido de ropa
rasgándose y gruñidos.

Con un fuerte rugido, cargó hacia adelante, golpeando a Torren


en el suelo con su cuerpo más grande y poderoso. El lobo en él olfateó la
sangre recién derramada, la reconoció como la de su pareja, y otro
gruñido amenazador retumbó en su pecho.

No era frecuente que dejara libre a su werelobo, y cuando lo


hacía, por lo general se sentía culpable por ello. Sin embargo, esta vez
fue liberador. Se sentía completamente justificado, así como muy
cabreado. Era más grande, fuerte, feroz, y más capaz de proteger lo que
le pertenecía.

En ese mismo momento, estaba funcionando por puro instinto, y


ese instinto le llevaba hacia Raith, instándole a montar guardia contra
cualquier amenaza percibida.

—¡October, no! —Lynk se precipitó hacia adelante, pero se


detuvo abruptamente cuando October se dio la vuelta y le gruñó—. No
puedes entrar en el círculo.

Podía ir a cualquier maldito lugar que quisiera. Dando otro paso


hacia el círculo y su pareja, hizo una pausa y levantó la cabeza hacia el
cielo, olfateando algo familiar en el aire. Reconoció el aroma. No sólo era
similar al suyo, sino que lo había olfateado antes, cerca de los molinos de
viento en Snake River la noche que habían encontrado a Thane.

—Ah, mierda —se quejó Torren cuando un enorme y peludo


werelobo se abría paso a través de los árboles, yendo directamente
contra October—. ¡Kieran, detente!

Sin embargo, fue demasiado tarde. El lobo de October ya había


visto y procesado la amenaza y decidió que la bestia definitivamente no
era bienvenida en ningún lugar cerca de Raith. Cargaron uno contra el
otro mostrando sus dientes. Fuertes y feroces gruñidos cortaban el aire de
la noche, creciendo en volumen cuando chocaban.

October abordó a su adversario en el suelo, rodando a través de


suciedad y hojas mientras se golpeaban con fuerza mutuamente con
garras y dientes. Sin embargo, realmente Kieran no parecía estar
luchando. Estaba bloqueando los golpes de October, pero cada
movimiento que hacía en represalia se orientaba más a someterle que a
hacerle daño.

—¡Immotus!
October se quedó completamente rígido, incapaz ni siquiera de
parpadear mientras miraba fijamente al cielo desde donde estaba
enroscado en una incómoda posición en el suelo. Torren se precipitó
hacia adelante y cayó de rodillas, clavando la aguja en la cadera de
October y presionando la jeringa.

El efecto fue instantáneo. Sus músculos se realinearon, el pelaje


desapareció de su cuerpo, y su forma se encogió a su apariencia
habitual. Una vez que el inductor hizo funcionar su magia, Torren le pinchó
con otra aguja, ésta claramente conteniendo el inhibidor.
Aparentemente, los brujos habían venido preparados.

Cuando su segundo cambio estuvo completo, el hechizo fue


retirado, y October se tumbó en el suelo del bosque mientras jadeaba en
busca de aire.

Kieran cambió de nuevo a su forma humana sin la interferencia


de drogas, y quedó a gatas mientras jadeaba y tosía. —Joder, eres fuerte.

—¿Qué estás haciendo aquí? —reclamó Torren.

—Kaito se ha ido.

—No. —October sacudió la cabeza sin ninguna duda—. Sólo se


está escondiendo o algo. No puede haberse ido. ¿A dónde diablos iba a
ir?

“Papá, ¿puedo ir contigo y papi?” Las palabras de Kaito daban


vueltas en su cabeza, y cerró los ojos con un agonizante gemido.

—Lo siento, hombre. —Kieran se sentó sobre sus talones y se frotó


el rostro—. Hemos buscado en todas partes.

—¿Dónde está Wren? —preguntó Torren, naturalmente


preocupado por su propio hijo.

—Está bien, está con Aslan. Zasha y Thane están destrozando la


casa buscándole. Comprobé todo el exterior, y cuando no pude
encontrarle, pensé que deberías saberlo.

—¿Escuchaste eso? —October se enderezó e inclinó la cabeza


hacia un lado.
—Lo escuché —confirmó Kieran, poniéndose de pie de un salto y
mirando hacia lo árboles—. Suena como…

—¿Papi? —llamó la pequeña voz de su hijo desde algún lugar en


los árboles—. ¿Papá?

—Atrápale —instó October a Lynk, empujándole frenéticamente


del pecho—. No puede ver esto. —No había manera posible de explicar
la escena a su alrededor a un niño de cuatro años. Infiernos, apenas lo
entendía él mismo. Todo lo que Kaito vería es a su papi cubierto de
sangre. Si eso no asustaba a un niño de por vida, October no sabía qué
lo haría.

Lynk corrió en dirección a la casa, zigzagueando a través de los


árboles mientras buscaba a Kaito. —Necesito ropa.

—Trajimos ropa extra, por si acaso. —Le informó Torren cuando


sacó un par de vaqueros desteñidos de una desgastada mochila—. Idea
de Raith.

A October le importaba una mierda de quién fuera la idea, sólo


estaba agradecido de que alguien hubiera sido lo suficientemente
inteligente como para pensar con anticipación. —Gracias. —
Poniéndoselos rápidamente, miró hacia atrás y adelante entre Raith y la
dirección en la que había escuchado la voz de su hijo, dividido entre las
dos personas que lo eran todo para él.

—Ve. —Torren le dio un pequeño empujón entre los omóplatos—.


No hay nada que puedas hacer aquí, y de todos modos, tienes que estar
dentro antes de que salga el sol. Ve a cuidar de tu hijo. Prometo que no
me alejaré de Raith, y en cuanto despierte te lo haré saber.

No era fácil alejarse, pero al final, Kaito le necesitaba más que


Raith. Torren tenía razón, y había poco que October pudiera hacer por su
pareja, que no fuera estar de pie viendo y preocupándose, y podía hacer
una de esas cosas desde su habitación en el sótano. —En cuanto
despierte.

—Lo prometo.

October hizo una mueca ante la quemadura en su garganta al


tragar, le dio una última y persistente mirada a su pareja, y se fue a buscar
a su pequeño vampiro.
—¿Dónde está papi?

Era la cuarta vez que Kaito lo había preguntado en veinte minutos.


—¿No deberías estar durmiendo? —October cambió de tema, justo
como había hecho las otras tres veces que el niño había preguntado. No
quería mentir a su hijo, pero tampoco podía decirle exactamente que su
papi yacía muerto en el bosque.

—No estoy cansado.

—Lo estarás mañana si no duermes un poco.

—No, no lo estaré —discutió Kaito.

—¡Kaito! Por favor, sólo vete a la cama. —October se sintió como


el mayor idiota del planeta cuando el pequeño vampiro levantó la
mirada hacia él con grandes y brillantes ojos—. Oh, dulce corazón, ven
aquí. —Se arrodilló sobre una rodilla y mantuvo sus brazos abiertos,
aliviado más allá de lo creíble cuando Kaito se precipitó hacia ellos sin
dudarlo—. Lo siento. No quise hablarte con esa brusquedad.

Estaba volviéndose loco de preocupación por Raith, pero eso no


era excusa. No era culpa de Kaito, y October se sintió avergonzado de sí
mismo por pagar su ansiedad con un niño inocente.

—¿Por qué estabas en los árboles, papá?

Hora de cambiar de tema de nuevo. —¿Qué tal un cuento antes


de dormir? ¿Trajiste tu libro favorito contigo?

—¿Podemos leer dos? —Inclinándose hacia atrás, Kaito se metió


el cabello detrás de la oreja y le dio a October la mirada más dulce y
desgarradora jamás presenciada—. ¿Por favor, papá?

—Por supuesto. —Cedió October. ¿Cómo podía siquiera decir no


a un rostro como ese? —Trae los libros, y encontraré tu manta con
estrellas”.

—¿Papá?
—¿Sí, bebé?

—¿Tienes miedo por papi? ¿Está perdido? ¿Ese es el por qué


estabas en los árboles? ¿Estabas buscándole? Puedo ayudarte. Soy
bueno encontrado cosas.

October sonrió para beneficio de Kaito, agitó su cabello, y besó


la parte superior de su cabeza. Papi estará pronto en casa. Ahora, ve a
buscar tus libros y vamos a asearnos para dormir.

—De acuerdo. —Cedió finalmente Kaito, buscando en su bolsa


de viaje sus libros favoritos—. También voy a guardar uno para papi. ¿Eso
está bien?
—Creo que es una gran idea.

Tienes a dos personas esperándote, Raith Braddock. No nos


defraudes. Si su querida pareja no regresaba a casa al amanecer,
October iba a matarle.

El sol de la mañana le irradió, calentando su rostro y dificultándole


que abriera los párpados. Su pecho aún estaba dolorido donde había
sido apuñalado, pero la herida estaba completamente curada.

Después de la rápida evaluación de sus heridas corporales, lo


siguiente que Raith notó fue lo fácil que le resultó respirar. Su pecho no se
sentía constreñido como normalmente lo hacía, y no había vapor helado
arremolinándose a su alrededor. La ira que constantemente burbujeaba
bajo la superficie durante las pasadas semanas también estaba ausente,
y Raith estaba tan aliviado que se le olvidó lo que venía después.

Humo oscuro y sin forma se enroscó y rodó a su alrededor dentro


del círculo, girando cada vez más rápido como si buscara una manera
de atravesar la barrera. Sin embargo, los espejos estaban haciendo su
trabajo, reflejando la oscuridad de vuelta, y sus hermanos también
habían enlazado el círculo.

Desafortunadamente, eso significaba que ahora Raith no era lo


único viviente a lo que la magia podría enlazarse, y estaba a punto de
entrar en un mundo de dolor. A medida que la nube se revolvía con más
violencia, acercándose más y más a él, viniendo desde todos los lados,
Raith tomó una profunda respiración y se puso en pie, dispuesto a luchar
por su libertad.

Podía ver a sus hermanos de pie observando a su alrededor, e


incluso Thane estaba allí para apoyarle en su batalla. Raith estaba
malditamente agradecido porque iba a necesitar toda la ayuda que
pudiera conseguir.

La entidad golpeó primero, pegando a Raith con la suficiente


fuerza para que cayera de rodillas. Ya podía sentir la frialdad filtrándose
en su piel una vez más, mientras la magia no reclamada buscaba un
hogar.

Cerrando los ojos y bajando la cabeza, cantó en voz alta,


repitiendo el hechizo que le desenlazaría una y otra vez hasta que sintió
su garganta en carne viva. A su alrededor, también podía escuchar el
canto de sus hermanos, prestándole su fuerza mientras la oscuridad
continuaba su ataque.

Su piel se sentía tanto congelada como ardiente al mismo tiempo.


Cada vez estaba encontrando más dificultades para respirar, y su
cabeza latía como si fuera a explotar en cualquier momento. El humo
pasó a través de él varias veces, incapaz de aferrarse a él, pero cada vez
que sucedía, Raith sentía como si estuviera siendo apuñalado de nuevo.

Cuanto más doloroso se hacía el asalto, más fuerte cantaba hasta


que estuvo gritando las palabras. Cada vez que repelía la magia, se
replegaba, sólo para ser limitada por los espejos, formando una especie
de compresión que lentamente estaba exprimiendo la vida ésta.

—¡Sigue adelante! —gritó Torren—. ¡Está funcionando!

El viento se levantó, sacando escombros a su alrededor de


manera que la ramitas y guijarros se arrojaron contra su rostro, brazos, y
pecho. El suelo comenzó a temblar debajo de él, un demacrado rugido
reverberó a través del claro, y el humo negro se hizo un ovillo pulsante.

Más alto y rápido, sus hermanos y él repitieron el conjuro,


empujando con cada onza de energía que tenían. La nube por encima
de él se hizo más y más pequeña, contrayendo y expandiéndose como
un corazón latiendo mientras emitía un misterioso resplandor ámbar.
Entonces de una sola vez, explotó hacia afuera con una enorme ráfaga
de viento que derribó a todos.
Raith se desplomó hacia un lado, sudoroso, sin aliento, y
completamente agotado. Sin embargo, había una gran sonrisa en su
rostro, y no podría haberse deshecho de ella ni con una barra de hierro.
—Lo hicimos.

—Lo hiciste. —Corrigió Torren mientras deslizaba un brazo bajo


Raith y le ayudaba a ponerse de pie—. ¿Cómo te sientes?

—Cansado pero bien. Realmente se ha ido.

—Y no harás ningún truco así de nuevo, ¿cierto?

Raith se rio entre dientes mientras se inclinaba hacia su hermano


para apoyarse. —¿Estás de broma? Tengo mucho que perder.

Lynk le dio una palmada en el hombro y sonrió. —Bien.

—Sólo para que lo sepas. —Añadió Thane—, vas a tener que besar
un montón de culos cuando llegues a casa. ¿Por qué infiernos no le dijiste
a October lo que iba a suceder?

—Acabaría preocupándose, y no había nada que pudiera hacer


sobre ello.

—Sí, vais a tener que trabajar en esas habilidades de


comunicación.

—Tober tiene esta necesidad de controlar todo. Si no puede


controlarlo, si no puede arreglar un problema, se tortura por el sentimiento
de culpa. —Raith sabía lo que Thane estaba intentando decirle, pero
también conocía a su pareja mejor que nadie. Si le hubiera contado todo
a October, el hombre se habría puesto enfermo de preocupación en los
días previos a la luna llena.

—Bien, aún deberías estar preocupado de que mastiquen tu culo


—avisó Torren.

—Sí, lo sé, y trataré con ello. —Realmente October no era el tipo


de guardar rencor, y generalmente Raith podía quitarle el mal humor—.
¿Qué pasa con Mikko?
—Está en mal estado —respondió Lynk con tristeza—. Incluso peor
que Thane cuando le encontramos en aquel pozo. Tuvieron que llevarle
directamente a Snake River para recibir tratamiento médico.

—Sin embargo, ¿va a estar bien?

—Sí, pero vamos a tener que conseguir que su cuerpo se ponga


más fuerte antes de que podamos intentar obtener su alma del
Purgatorio —explicó Thane—. Sin embargo, algunos líquidos y nutrientes,
y estará bien. Estamos pensando regresar a Snake River contigo al caer
la noche para ver cómo está e idear un plan.

Estaba feliz de que finalmente habían localizado a Mikko y con


ganas de ver a su hermano por primera vez en años, pero había poco
que pudiera hacer hasta la puesta de sol. Mientras tanto, tenía a otra
persona importante en su vida con la que tenía que hacer las cosas bien.

En el momento en que atravesó la puerta principal, Raith ya se


sentía más fuerte y caminaba por su cuenta. Agradeció a sus hermanos
de nuevo, aceptó las felicitaciones de los otros miembros de la casa, y se
excusó para ir a buscar a October.

Bajando las escaleras de dos en dos, entró en el sótano y fue


directamente a la habitación temporal que compartían durante su visita.
Apenas atravesó la puerta antes de que estuviera envuelto en un par de
fuertes brazos que casi le aplastaron hasta la muerte.

—Tómate las cosas con calma, bebé. Vas a romperme una


costilla.

—Oh, dioses, estás bien. —October le apartó y comenzó a


comprobar el cuerpo de Raith con sus manos—. Realmente estás bien. —
Entonces tiró de él para otro abrazo aplastante.

—Estoy bien. Mejor que bien.

—¿Funcionó?

Le tomó unos momentos, pero finalmente Raith se las arregló para


salir del agarre de su amante de manera que pudiera mirarle el rostro
cuando habló. —Realmente funcionó. Soy completamente yo de nuevo.
Los ojos de October estaban hinchados y enrojecidos, pero la
sonrisa en su rostro fue lo más hermoso que Raith había visto en su vida.
—Ni siquiera me importa que no me cuentes las cosas. Me alegra que
estés bien.

—Finalmente podemos comenzar a construir ese futuro.

Su pareja resopló y se frotó los ojos de manera ruda. —Creo que


ya hemos sentado las bases, amor. El resto vendrá con el tiempo.

—¿Papi? —Le llamó una voz somnolienta, cuando Kaito se deslizó


fuera de la cama y caminó lentamente hacia él—. ¡Papi! —Todos los
signos de cansancio desaparecieron, y corrió la distancia restante,
levantando las manos para que Raith le agarrara, como cualquier otro
niño del planeta cuando quería afecto.

—Hey, hombrecito. ¿No deberías estar durmiendo?

—Te eché de menos. ¿Dónde estuviste?

—Estuve en una fiesta de pijamas con mis hermanos.

—Oh. —Kaito le miró y arrugó la nariz—. Hueles mal, y tu ropa está


sucia. —Se inclinó hacia adelante para susurrar en el oído de Raith—.
Papá va a darte un sermón ahora.

—Creo que esta vez puedo dejarlo pasar —dijo October con un
guiño a Raith—. Sin embargo, tú, mi pequeño, tienes que dormir.

—¿Me leerás un cuento?

—Te leí un cuento antes.

—¿Por favor? —Sus ojos se redondearon y el labio inferior se deslizó


en un adorable puchero—. ¿Sólo uno?

—Sí —respondió October con un suspiro—, pero sólo uno.

—¿Puedo tener un gatito?

—No tientes tu suerte.


Kaito se rio, besó a Raith en la mejilla, y se retorció hasta que fue
dejado en el suelo. —Conseguiré el libro, papi, también vienes.

—Bueno, ya escuchaste al jefe. —October le dio un golpe en el


culo y le besó en la mejilla—. Vamos a arropar a nuestro hijo.

Caminaron cogidos de la mano hacia la cama de Kaito, y Raith


se sentía como un gran bobo con toda la cálida, pegajosa, y derretida
felicidad sacudiéndole. Por una vez, no le importaba. October y Kaito le
amaban como era, y no tenía que fingir ser algo diferente.

Su vida iba a ser muy interesante de aquí en adelante, y por


primera vez en la historia, realmente esperaba con impaciencia el viaje.
Acomodándose en el colchón al lado de Kaito, abrió el libro que el niño
le entregó, y levantó la vista para sonreírle a October que estaba sentado
al otro lado de Kaito.

Cada historia tenía un comienzo. Algunos eran felices, otros eran


oscuros, pero todos eran un punto de partida para que la historia se
desarrollara. Su comienzo podría no haber sido uno muy feliz, y se había
encontrado una gran cantidad de baches en el camino. Sin embargo,
todo el mundo sabía que la parte más importante de un cuento era el
felices para siempre del final.

—Te amo —murmuró a su pareja.

October acunó a Kaito contra él y puso una mano en el muslo de


Raith. —Más que a nada —susurró de regreso.

Bajando la vista hacia las páginas del libro, Raith se preguntó si


quizás éste era su verdadero comienzo. Quizás todas esas otras veces sólo
eran práctica, preparándole para su verdadera historia. Y al igual que
con los finales felices, todo el mundo sabía que sólo había una manera
de que comenzara un cuento de hadas.”

—Érase una vez en un reino mágico…

FIN
ACERCA DEL AUTORA
Gabrielle Evans creció en un pequeño pueblo en el sur de
Oklahoma. Estamos hablando de una luz roja que puede funcionar o no
dependiendo del día de la semana. Se casó con su novio del instituto el
resto es prácticamente historia. Tienen dos niños muy activos y un muy
nervioso perro salchicha que la mantienen constantemente en
movimiento. Por ahora, aparca su coche en el centro de Indiana, pero
quién sabe lo que pasará mañana.

Gabrielle cree en el amor a primera vista, enamorándose fuerte y


rápido, tomando riesgos, y agarrando sus felices para siempre con ambas
manos. Lo más importante, cree que una gran taza de café puede curar
cualquier cosa.
CREDITOS
Chibineko
Amazona
Clau
Hayayi

Agradecimiento a todo el staff.

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