Bibliografía: Aulagnier, P. (1992). El aprendiz de
historiador y el maestro-brujo. Apartado: La apertura de partida en la psicosis. pp. 178-185. El texto de Piera Aulagnier está incluido en dos partes de nuestro programa. Una de ellas corresponde a la función de las primeras entrevistas y otra a las intervenciones en psicosis. Para estas últimas tomamos el punto B (La apertura de la partida en la psicosis). En los movimientos de apertura en la psicosis son importantes dos lugares. 1. Lugares en que el paciente psicótico ubica al analista: - El lugar de lo ya conocido. No se puede evitar que el sujeto nos haga ocupar el lugar de lo ya conocido. - El lugar del objeto omnipotente. Inicialmente podemos valernos de la proyección de un objeto omnipotente, protector, idealizado para favorecer el investimiento de la relación, pero rápidamente trataremos de corrernos de ese lugar. - El lugar del perseguidor. La partida se hace imposible si nos asigna de entrada el papel exclusivo de perseguido. Si, en cambio, pudimos ocupar antes otras posiciones, intentaremos utilizar esas experiencias para que el sujeto pueda percibir la diferencia entre el perseguidor proyectado y el personaje que lo escucha. Este lugar es heredero del que tuvieron los padres en la infancia del sujeto. Ellos le prohibieron, y el psicótico lo aceptó, creer que otro pensamiento que el de ellos pudiera saber lo que se refiere al deseo, la ley, el bien, el mal. Cuando la realidad le fue mostrando al sujeto las debilidades de los padres, ese omni-saber quedó ubicado en el perseguidor. 2. Lugares en que el analista intentará ubicarse para que la partida sea posible: - El lugar de lo no experimentado todavía. Si en la neurosis podemos favorecer la proyección y detectar lo que se reactualiza en transferencia, en la psicosis el trabajo consiste en hacer sensible al sujeto respecto de lo que dentro de esta relación no se repite, de lo diferente que ella ofrece. Tenemos que intentar probarle al sujeto que en ciertos momentos podemos también estar en “otro lugar”. - El lugar de escuchante invistiente. Los delirios, que no tenían destinatario (en general, el entorno no escucha los delirios), encuentran uno en el analista, quien inviste el discurso delirante. Es importante dar muestras de ese interés al paciente. Este es un modo, también, de intentar poner en evidencia que se trata de otro tipo de relación de las ya conocidas por el sujeto. Bibliografía: Soler, C. (1991). Estudios sobre las psicosis. Apartado: ¿Qué lugar para el analista? pp. 7- 14 A. En el comienzo del capítulo Soler presenta un caso. - ¿Qué datos encontramos en el texto sobre las manifestaciones clínicas de la paciente? Delirios persecutorios, erotomaníacos y redentores; alucinaciones auditivas. Ha tenido internaciones. - ¿Cuál es la demanda de la paciente cuando consulta? Se quiere curar de un estado que describe como una especie de muerte subjetiva: siente que no existe, que es una pura ausencia, que no tiene roles ni funciones. Ese estado surge cuando la medican y frenan el empuje del delirio. Soler se refiere a ese estado como “falta de subjetivación” y lo distingue de la depresión psicótica. B. Soler se pregunta a qué lugar fue llamada la analista. ¿Cuál es ese lugar? Al lugar de perseguidor, al lugar del que sabe (oráculo) y al mismo tiempo goza. C. Luego expone cuáles fueron las intervenciones que permitieron evitar quedar ubicada en el lugar del que sabe y al mismo tiempo goza. ¿En qué consistieron estas intervenciones? ¿Qué efectos tuvieron en la paciente? 1. El lugar del testigo. Cada vez que era convocada al lugar del oráculo, respondía con un silencio de abstención. Se ubicaba como testigo: es alguien que no sabe y no goza. Y en ese lugar el paciente puede ubicar su testimonio. 2. Apuntalamiento del límite al goce del Otro.S e trata de intervenciones limitativas que intentan remedar la prohibición faltante. El analista apuntala la posición del propio sujeto, por ejemplo, cuando habla de “abuso” o utiliza la expresión “no hay derecho”. En algunos casos la intervención consiste en decir un “no”. Orientación del goce. La analista sostuvo y alentó a la paciente a avanzar con su proyecto artístico. 3. Sostuvo su negativa a trabajar y su demanda de obtener una pensión. Para la paciente trabajar tenía una significación que la equiparaba con un abuso, con un asesinato. La analista apoyó que era un abuso exigirle que se ganara la vida. A partir de allí: - Dejó de solicitar a la analista como Otro. - Comenzó a construir su delirio, a depurarlo y reducirlo. - Desaparecieron las crisis agudas. Bibliografía: Fernández, E. (2005). Algo es posible. Clínica Psicoanalítica de locuras y psicosis. Capítulo 7. Estabilizaciones y suplencias. pp 113-127. Capítulo 8. Intervenir en el delirio. pp. 133-140. Capítulo 7: Estabilizaciones y suplencias A) E. Fernández distingue diferentes tipos de estabilizaciones en la psicosis: - En las psicosis no desencadenadas o prepsicosis. - Espontáneas entre brotes.- Las que se producen por efecto de la intervención del tratamiento “psi”. B) También señala cuál es el lugar desde el cual es conveniente que opere el analista. ¿Qué nombre le da a esos lugares? Desde el otro con minúscula, desde el semejante, desde el lugar de testigo. C) Fernández relata una situación (no clínica) entre el dueño de una fábrica y uno de sus empleados (que suponemos tenía una psicosis). Ubicar cuáles fueron las tres intervenciones que tuvo el dueño respecto del empleado y cuáles fueron sus efectos. - Le dice que no puede destruir su trabajo y da dos argumentos.- Lo ubica como un ejemplo (“ud. es ejemplo de buen trabajo y rendimiento) para sus compañeros. - Con respecto al delirio persecutorio: lo insta a no dejarse joder y a pelear en otro lado. Con respecto a los efectos de estas intervenciones: - El obrero le pide que no lo llame por el apellido sino por el nombre de pila. - No volvió a tener accesos de descontrol. D) Fernández indica un tipo de estabilización que se produce cuando el psicótico puede producir o hacer circular un objeto (vinculado con un arte, oficio u ocupación: puede ser desde la venta de encendedores, tareas de cadetería hasta una pintura o un escrito) que, proviniendo de él, circule para otros con valor de cambio y reconocimiento (y no falso reconocimiento). Esa producción o circulación lleva a que sea reconocido y esperado dentro del lazo social y que esto le permita producir un significante que lo nombre, lo represente, que le permita inscribir su nombre como propio. E) Con respecto a las intervenciones en las psicosis Fernández las ordena tomando en cuenta los siguientes criterios. ¿Qué intervenciones propone en el punto (a) y qué efecto esperamos que tengan? ¿Qué preguntas son relevantes para los puntos (b) y (c)? a. ¿De qué psicótico se trata? - Armar alguna historia del paciente ya que lo que hay es una historia desarmada, hecha de retazos. Esto puede permitir escuchar el punto de verdad del delirio (Bion); dibujar el perfil singular y único que tiene ese Otro que arrasa al paciente y el sujeto o retazo de sujeto que enfrente a ese Otro. b-¿En qué momento operamos? Puede ser antes, durante o después del brote. Es importante tener en cuenta: - ¿A quién le hablamos? ¿Quién somos en ese momento para el paciente? c-¿En qué momento de la transferencia intervenimos? Es importante tener alguna idea del lugar que ocupamos para el paciente. F) Luego clasifica tres tipos de intervenciones en las psicosis. ¿Cuáles son y qué ejemplos da para ilustrarlas? 1. Las que apuntan al tejido de lo imaginario y prestan representaciones Ej: si el paciente le pregunta al analista cómo lo ve, el analista responde desde una función de espejo. 2. Las intervenciones que apuntan a diferenciar un adentro (íntimo) de un afuera (público) Ej: si el paciente cuenta su delirio a todo el mundo y por ello genera rechazo y/o burlas, la intervención puede apuntar a que solo hable de eso en la sesión ya que es algo privado. 3. Las intervenciones que tienen como función la de servir de negación ante el Otro El analista opera proponiendo o posibilitando la negación. Sino lo ocurre es el odio y/o el negativismo (el rechazo a todo). Ej: ante un paciente que relata que las voces (Dios) le ordena matarse, el analista interviene marcando una contradicción: el que nos creó no puede ordenar la muerte. De manera general, sería interponer un “no” entre el deliro y/o las voces y el sujeto. Capítulo 8: Intervenir en el delirio ¿Qué tipo de intervenciones propone Fernández respecto del delirio? ¿Cuáles son las finalidades de las mismas? - Intervenciones que sitúan una contradicción o una imposibilidad intentando generar un punto de inconsistencia que pueda hacer vacilar al paciente. Fernández aclara que no se trata de hacerlo desde la lógica de los neuróticos. - Intervenciones que produzcan algún remedo de lazo social a partir del delirio. - Intervenciones que acoten el delirio para que deje de ser la teoría que explica todo lo que le sucede al sujeto en su vida.