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Ascensión H. de León-Portilla
Ignacio Guzmán Betancourt
e historia de las lenguas
De historiografía lingüística Ignacio Guzmán Betancourt
(coordinadores)
Pilar MÁynez
e historia de las lenguas Pilar Máynez
IGNACIO GUZMÁN BETANCOURT, PILAR MÁYNEZ
Ascensión H. de León-Portilla
ASCENSIÓN H. DE LEÓN-PORTILLA (coords.) (coordinadores)
De historiografía lingüística
guas se persigue mostrar, dentro de una dimensión
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siglo
veintiuno
editores
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teoría literaria
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DE HISTORIOGRAFÍA LINGÜÍSTICA
E HISTORIA DE LAS LENGUAS
por
JUAN M. LOPE BLANCH * HANS-JOSEF NIEDEREHE *
MIGUEL LEÓN-PORTILLA * NIDIA OJEDA ROSADO * ROSA
HERMINIA YÁÑEZ ROSALES * PILAR MÁYNEZ VIDAL *
MERCEDES MONTES DE OCA VEGA * FEDERICO B. NAGEL
BIELICKE * THOMAS C. SMITH STARK * ERÉNDIRA NANSEN
DÍAZ * FRANCISCO ALMADA LEYVA * JOSÉ LUIS ITURRIOZ
LEZA * BÁRBARA CIFUENTES * MIGUEL Á. DE LA CALLEJA *
IGNACIO GUZMÁN BETANCOURT * PEDRO MARTÍN BUTRAGUEÑO
REBECA BARRIGA VILLANUEVA * CONSUELO ALFARO LAGORIO *
ASCENSIÓN HERNÁNDEZ DE LEÓN-PORTILLA * PATRICK
JOHANSSON K. * GUILHEM OLIVIER * ELVIA FRANCO GARCÍA
GABRIELA E. CORTÉS SÁNCHEZ * TSUBASA OKOSHI HARADA *
JOSÉ ALEJOS GARCÍA * JOSÉ ANTONIO PAOLI BOLIO * CARLOS
LENKERSDORF * LAURA ELENA SOTELO SANTOS * LAURA
RODRÍGUEZ CANO * MANUEL A. HERMANN LEJARAZU * ZARINA
ESTRADA FERNÁNDEZ * RODRIGO MARTÍNEZ BARACS *
BEATRIZ ARIAS ÁLVAREZ * GUADALUPE VÁZQUEZ GONZÁLEZ
LAURA HERNÁNDEZ * ERNESTO DE ICAZA VILLALPANDO
coordinadores
IGNACIO GUZMÁN BETANCOURT
PILAR MÁYNEZ
ASCENSIÓN H. DE LEÓN-PORTILLA
siglo
veintiuno
editores
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PRESENTACIÓN
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cer una breve visión de los ensayos que aquí se recogen ya que, a tra-
vés de ellos, se pueden vislumbrar los intereses de la Sociedad por
crear un espacio propio en México, en el que estén presentes tam-
bién las aportaciones de investigadores extranjeros.
Reparemos en primer lugar en las tres ponencias magistrales a car-
go de Juan M. Lope Blanch, Hans-Josef Niederehe y Miguel León-Por-
tilla. Cada una de ellas tocó un aspecto cardinal en la vida de las len-
guas habladas en México, tanto en relación con el pasado como en
el de la conservación para el futuro, dentro del plurilingüismo que
identifica al país.
“De historiografía lingüística mexicana” fue el título elegido por
Juan M. Lope Blanch para valorar, en una especie de síntesis biblio-
gráfica, el cúmulo y la calidad de trabajos hechos por los misioneros
acerca de las lenguas amerindias y asimismo los nada desdeñables es-
tudios modernos sobre el español de México elaborados por los estu-
diosos del siglo XX. Su propuesta, sin embargo, va más lejos y nos in-
volucra a todos. En la historia de la lingüística, piensa él, cada uno de
nosotros puede dedicar su atención a cualquier tema particular de
los muchos que se ocultan en ella para así alcanzar un “conocimien-
to riguroso y profundo de la historia de la lingüística general en ca-
da una de sus etapas en general y en su desarrollo secular de igual
manera que cada humilde ladrillo contribuye a levantar un gran edi-
ficio arquitectónico”.
Hans-Josef Niederehe tocó un tema “clásico”, como muy bien se
expresa en el título de su conferencia, “La Gramática castellana de
Antonio de Nebrija”. Niederehe, autor de la más completa bibliogra-
fía nebrisense que hasta la fecha se ha elaborado, es una de las pocas
personas que siempre podrán decir algo nuevo sobre el famoso gra-
mático andaluz. El lector confirmará estas apreciaciones al leer su en-
sayo en el que, con erudición y claridad, se valora la Gramática de la
lengua castellana desde una triple dimensión: como vía para acceder a
la lengua materna, a la lengua latina desde la castellana y a la lengua
castellana desde cualquier otra lengua peregrina. Otra idea de Niede-
rehe digna de destacar es que en la citada obra de Nebrija se recoge
un deseo común de fines de la Edad Media, el de introducir en los
textos latinos ejemplos en lenguas vernáculas para aclarar problemas
gramaticales, lo que se llamaba grammatica proverbiandi. Con Nebrija
este deseo se hace realidad en el contexto gramatical europeo.
Miguel León-Portilla, por su parte, aborda un tema tan actual co-
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que otros en sus apreciaciones gramaticales, cada uno ofrece algo pro-
pio, de tal manera que todos ellos se complementan y conforman un
horizonte lingüístico que nos permite conocer el temprano náhuatl
novohispano. Thomas Smith, en su trabajo, nos lleva a un campo muy
concreto de la filología: el de la crítica textual orientada a la recons-
trucción histórica de un texto original cuando sobreviven varias ver-
siones de ese mismo texto. El estudio detallado de las versiones per-
mite reconstruir un stemma, es decir, un árbol genealógico del cual
pueden identificarse todas las partes constituyentes: raíz, tronco y ra-
mas. “Un stemma para los manuscritos del Arte para aprender la lengua
mexicana (1547) de Andrés de Olmos” es el título elegido por Smith
para establecer una secuencia en la elaboración de los seis manus-
critos que perduran del citado Arte, secuencia que nos lleva al ma-
nuscrito arquetipo del que se derivaron las seis copias existentes y dos
más, también extraviadas.
Dos trabajos más completan este grupo de ponencias sobre la len-
gua y el pensamiento mesoamericanos vistos desde la óptica novohis-
pana. Me refiero al de Eréndira Nansen y Francisco Almada sobre la
lengua cahíta y al de José Luis Iturrioz sobre el cora. Cahíta y cora
pertenecen al tronco yutonahua y se hablan en el noroeste de Méxi-
co, la región que los modernos arqueólogos definen como la Mesoa-
mérica septentrional. “Cuando las fuentes para la historiografía lin-
güística parecen no serlo”, es el título del trabajo de Nansen y Almada
en el que dan a conocer un escrito inédito conservado en la Bibliote-
ca Nacional de Antropología e Historia. Contiene la Novena del glorio-
so San Ignacio de Loyola, compuesta por un sacerdote de la misma compañía.
Traducida y añadida en el Idioma Cahita o Mayo por otro hijo del Santo Pa-
triarcha… Piensan los autores que la elaboró el padre Juan Bautista
de Velasco, el mismo que escribió un Arte de la lengua cahita, publica-
do en 1737. Ambos, además de traducir parte de la novena al espa-
ñol, ofrecen valiosos datos y consideraciones sobre la religiosidad del
bajo río Mayo. El de José Luis Iturrioz, “Comentarios de Wilhelm von
Humboldt sobre la lengua cora”, nos traslada a los orígenes de la lin-
güística comparada, concretamente a los trabajos de Guillermo de
Humboldt para describir y clasificar la lengua cora tomando como
base el Vocabulario en lengua castellana y cora (1732) del jesuita José de
Ortega. Iturrioz destaca los aciertos de Humboldt en lo que se refie-
re a sus apreciaciones sobre la estructura de la lengua y los desacier-
tos en lo que respecta al sistema fónico, ya que para ello el lingüista
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Brasil y del papel histórico que esta lengua tuvo como aglutinante de
una conciencia común en una gran parte del Brasil, la Amazonia. Se
centra en la figura de José Vieira Couto de Magalhães, político y em-
presario que emprendió un estudio profundo etnológico-lingüístico
sobre el tupi lingua geral, llamada también ñeẽngatú. Considerada len-
gua de salvajes, Couto tomó la misión de revalorizarla y de destacar
sus funciones como factor de ordenamiento social.
Estos cinco ensayos constituyen una visión breve pero profunda so-
bre seis filólogos de los siglos XIX y XX interesados en varias lenguas,
principalmente el español y la lingua geral, a los cuales puede consi-
derarse pioneros en la construcción de una lingüística que abrió nue-
vos caminos en la segunda mitad del siglo XX.
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toria de la historiografía lingüística mexicana. Desde sus orígenes hasta el siglo XIX”,
en Dimensión Antropológica, año 1, 1994, vol. 2, pp. 95-130.
2 Me refiero, claro está, a la Bibliografía española de lenguas indígenas de América (Ma-
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drid, 1892) del Conde de la Viñaza, así como a su extraordinaria y aún utilísima Biblio-
teca histórica de la filología castellana (Madrid, 1893); a la invaluable Bibliografía mexicana
del siglo XVI (México, 1954) de García Icazbalceta; al catálogo de 21 manuscritos exis-
tentes en la Real Biblioteca que registraron Juan López Valdemoro y Manuel R. Zarco
del Valle, y que publicó Antonio Graiño con el título de Lenguas de América (Madrid,
1914); a la Bibliografía mexicana del siglo XVIII de Nicolás León, publicada en México en-
tre 1902 y 1908 en cinco partes; o a la Bibliografía española de lenguas indígenas de Améri-
ca de Vázquez de Tapia, una de las primeras en su género (Madrid, 1892).
3 Entre los que me animo a recordar la Bibliografía lingüística de la República Mexica-
hecha bibliografía. Cf. Irma Contreras García, Bibliografía sobre la castellanización de los
grupos indígenas de la República Mexicana, 2 vols., México, UNAM-IIB, 1985-1986.
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tualizarlo año con año, para mantener al día tan excelente catálogo
bibliográfico.
Muchísimo ha progresado también la labor editorial durante el si-
glo que está ya próximo a su fin. Imposible me sería, por evidente fal-
ta de tiempo, recordar, simplemente, el elevado número de gramáti-
cas y diccionarios de idiomas amerindios que han sido reeditados por
autorizados filólogos amantes de la lingüística mexicana, especial-
mente la novohispana. Tal es el caso, entre otros igualmente merito-
rios, de René Acuña, a quien debemos bellas reediciones de las obras
del padre Andrés de Olmos, de fray Gabriel de San Buenaventura, de
Carlos de Tapia Zenteno y de fray Alonso Urbano, así como del Voca-
bulario de Maya Than.5
No todos los misioneros lingüistas han merecido igual atención por
parte de los estudiosos de sus trabajos. Las obras de algunos de ellos
han sido reeditadas en varias ocasiones, en tanto que otras cuentan
con una sola –y a veces inaccesible– reedición, y otras permanecen
aún en el limbo editorial. Con justísima razón, por su notable priori-
dad cronológica, la gramática de fray Andrés de Olmos ha sido reite-
radamente sacada a luz desde que Rémi Siméon la publicó en París,
en 1875.6 Sobre esta edición se hicieron posteriormente, como es bien
sabido, la de Anales del Museo Nacional 7 y la de la Colección de gramáti-
cas de la lengua mexicana,8 y la de Edmundo Aviña Levy, con prólogo
de Miguel León-Portilla.9 Más recientemente, además de la edición
de René Acuña a que líneas antes he hecho referencia, el Instituto de
Cooperación Iberoamericana ha publicado el Arte del padre Olmos
en Madrid (1994, 2 vols.). Mejor fortuna aún ha tenido la obra de fray
México por la UNAM, en 1985; el Arte de la lengua maya de San Buenaventura, también
por la UNAM, en 1996; el Paradigma apologético y noticia de la lengua huasteca de Tapia Zen-
teno, asimismo por el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, en 1985; el
Arte breve de la lengua otomí y vocabulario trilingüe de fray Alonso Urbano, por la misma
institución en 1990; y el Vocabulario maya, igualmente, en 1993.
6 Grammaire de la langue nahuatl ou mexicaine, composée en 1547, par le franciscain
André de Olmos, et publiée avec notes, éclaircissements, etc. par Rémi Siméon. París,
Imprimerie Nationale, 1875.
7 México, Imprenta de Ignacio Escalante, 1885, pp. 1-126.
8 México, Imprenta del Museo Nacional, 1904.
9 Guadalajara, 1972, con prólogo y versión castellana de la Introducción de Rémi
10 Del Arte de la lengua mexicana y castellana, impreso en México por Pedro Ocharte
en 1571, hizo el padre Molina una segunda edición, con algunas interesantes correc-
ciones, en 1576.
11 Publicada esta parte castellana-mexicana en 1555, fue reeditada en 1571, tam-
ha sido reeditado al menos, que yo sepa, en 1668, en 1683, en 1793 y en 1831 (de es-
tas ediciones existía un ejemplar en la biblioteca del Instituto Nacional de Antropolo-
gía, así como otra, sin fecha, “en la Imprenta de Francisco Rivera Calderón”, posible-
mente de 1728); finalmente Ascensión H. de León-Portilla ha reimpreso la edición
príncipe de Henrico Martínez, haciéndola preceder de un valioso estudio introducto-
rio (México, UNAM, 1982). Buena ha sido también la fortuna del Arte de la lengua taras-
ca de fray Diego Basalenque, y especialmente la de su Arte y de sus Vocabularios de la
lengua matlaltzinga. Los respectivos manuscritos de estas últimas obras (de 1640 y de
1642, respectivamente, conservados en la Biblioteca John Carter Brown de la famosa
universidad estadunidense), han sido sacados a luz por María Elena Bribiesca, con un
estudio preliminar de Leonardo Manrique: Arte y vocabulario de la lengua matlaltzinga,
México, Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, 1975. Y el Arte de la lengua ta-
rasca, que se encargó de sacar a luz fray Nicolás de Quixas en 1714, fue reimpresa, tam-
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Tapia Zenteno,13 entre otros más que también han merecido la aten-
ción de modernos editores y comentadores, como es el caso de An-
tonio Vázquez Gastelu, de fray Agustín de Vetancurt, o del misterio-
so “padre de la Compañía de Jesús” autor de un Arte de la lengua cahíta
(México, 1737), que reimprimió Eustaquio Buelna en 1890, y que ha
reeditado facsimilarmente, en 1989, José G. Moreno de Alba para la
editorial Siglo XXI. De también desconocido autor es el Arte de la len-
gua totonaca, cuyo manuscrito fue editado facsimilarmente en 1990,
para la UNAM, por el insigne mexicanista Norman A. McQuown.
Convendría mucho continuar esta tarea editorial hasta llevarla a
su culminación, sacando a la luz no sólo obras que no hayan sido ree-
ditadas modernamente, sino también las conservadas sólo en los ma-
nuscritos originales. Don Marcelino Menéndez y Pelayo registraba en
bién en México, en 1886 por Antonio Peñafiel, y reeditada en Morelia en 1962 por la
Editorial Erandi del gobierno de Michoacán y en 1994 por Fímax Publicistas, con es-
tudio introductorio de J. Benedict Warren.
13 No siendo mi propósito, de ninguna manera, organizar un registro bibliográfico
17 Cf., por ejemplo, el volumen colectivo editado por Klaus Zimmermann, La des-
ñolas internas, Madrid, CSIC, 1996; y de la misma autora, “Palabras del siglo XVI”, en Re-
vista de Filología Española, 1996, vol. LXXVI, pp. 171-175.
18 En Mechthild Rutsch y Carlos Serrano, eds., Ciencia en los márgenes. Ensayos de his-
toria de las ciencias en México, México, UNAM-IIA, 1997, pp. 33-49. Ignoro si llegó a publi-
carse la ponencia del propio Guzmán Betancourt en torno de “Un precursor de la lin-
güística mayance: el Conde de Charencey”, leída en el Coloquio Homenaje a Moisés
Romero Castillo (Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, 8-10 dic.
1986), de la cual apareció una parte en Plural, Revista Cultural de Excelsior, núm. 272
(mayo de 1994), pp. 59-62. [El Dr. Guzmán Betancourt me ha entregado últimamente
un sobretiro de este artículo, publicado en Amerindia, París, AEA/CNRS, 1996, vol. 21,
pp. 161-171.]
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ñola y los vocabularios de lenguas amerindias”, en P. Carbonero Cano et al., eds., Len-
gua y discurso. Estudios dedicados al profesor Vidal Lamíquiz, Madrid, Arco Libros, 1999,
pp. 555-565.
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así: “Ixami. Nitla. Cobdiciar mugeres adornandose para ser de ellas cobdiciado”. En el
Vocabulario español-latino de Nebrija la voz Adereçar figura sólo con el sentido lato del
latín “apparo. As, preparo. As”. (Cf. La edición de la Real Academia Española, Madrid,
1951.)
22 Cf. Ignacio Guzmán Betancourt y Eréndira Nansen Díaz, eds., Memoria del colo-
quio “La obra de Antonio de Nebrija y su recepción en la Nueva España”, México, INAH, 1997.
23 En el librito Nebrija, cinco siglos después (México, UNAM, 1999) he recogido media
cuyos Breves apuntes sobre los casos y las oraciones pusieron las bases firmes
y rigurosas de la moderna sintaxis oracional de la lengua española.24
La Ortografía castellana de Mateo Alemán no ha de interesar a la
historiografía lingüística mexicana por el simple hecho de haber si-
do publicada en nuestro país,25 sino por ser uno de los más impor-
tantes tratados ortográfico-fonéticos de la lengua española, de nues-
tra lengua. Deberemos, pues, atender también al amplio sector
hispánico de nuestra lingüística, prestando asidua atención a la labor
filológica de colosos hispanoamericanos, como el venezolano-chile-
no Andrés Bello o el colombiano Rufino José Cuervo, sin olvidar por
ello la actividad de filólogos mexicanos modernos, como Rafael Án-
gel de la Peña –cuya Gramática fue reeditada, con amplio estudio pre-
liminar, por el profesor Moreno de Alba–26 o como Mariano Silva y
Aceves –quien tanto se esforzó por impulsar y modernizar la filología
mexicana, desde el Instituto Mexicano de Investigaciones Lingüísti-
cas por él fundado en 1933–27 o por Francisco J. Santamaría, autor
del hasta ahora más amplio Diccionario de mejicanismos que haya sido
publicado (México, Editorial Porrúa, 1959).28
de historia de lingüística hispánica (Madrid, Arco Libros, 1990) reuní algunos breves tra-
bajos sobre diversos lingüistas españoles del Siglo de Oro y sobre Andrés Bello.
24 Tengo actualmente en la prensa de la UNAM la edición en facsímil de los Breves
dueñas (México, El Colegio de México, 1950) con estudio preliminar de Tomás Nava-
rro. No obstante esto último, la obra merecería ser de nuevo estudiada y comentada
detenidamente en relación con tantos otros tratados de ortografía y fonética publica-
dos durante los Siglos de Oro.
26 Cf. Gramática teórica y práctica de la lengua castellana. Introducción de José G. Mo-
reno de Alba. México, UNAM, 1985. Del mismo profesor Moreno son unas interesantes
“Notas sobre la enseñanza de la gramática castellana en México durante el siglo XIX”,
publicadas en el volumen colectivo sobre El Centro de Lingüística hispánica y la lengua es-
pañola, México, UNAM, 1999, pp. 447-468.
27 A cuya memoria dediqué hace años un modesto homenaje: “La lingüística en la
Universidad de México: un precursor sin par”, en Memoria del Encuentro “La Lingüísti-
ca en la Universidad”, México, UNAM, 1987, pp. 1-11. (Recogido también en mi libro Es-
tudios de lingüística hispanoamericana, México, UNAM, 1989, pp. 237-244.)
28 El Índice de mexicanismos publicado por la Academia Mexicana de la Lengua en
1997 es cosa diferente. Hemos de hacer votos porque el diccionario que prepara Luis
Fernando Lara en El Colegio de México pueda salir pronto a la luz pública.
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carte, Humanismo mexicano del siglo XVI, México, UNAM, 1946; del mismo, Humanistas del
siglo XVIII, México, UNAM, 1941; I. Osorio Romero, Jano o la literatura neolatina de México,
México, UNAM, 1981, y Floresta de gramática, poética y retórica en Nueva España (1521-1767),
México, UNAM, 1980; y W. D. Mignolo, “Teorías renacentistas de la escritura y la colo-
nización de las lenguas nativas”, en Actas del I Simposio de Filología Iberoamericana (Uni-
versidad de Sevilla), Zaragoza, Pórtico, 1990, pp. 171-199.
30 Cf. Ignacio Osorio Romero, Colegios y profesores jesuitas que enseñaron latín en Nueva
España, 1572-1767, México, UNAM, 1979, y La enseñanza del latín a los indios, México, UNAM,
1990. Ya he recordado estos valiosos trabajos en la ponencia “Latinoamérica, Iberoamé-
rica, Hispanoamérica”, que presenté en el X Congreso Internacional de la Asociación
de Lingüística y Filología de la América Latina [!]: Actas publicadas por M. Arjona y J.
López Chávez, México, UNAM, 1996 (cf. pp. 723-728). También incluida en mi libro so-
bre Español de América y español de México, México, UNAM, 2000, pp. 7-20.
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manera particular, las modalidades propias de México, tanto en su realidad actual –vis-
ta a través de sus niveles urbanos y rurales– cuanto en su proceso histórico”.
32 Aplicada a la lingüística, la definición específica que de historiografía proporcio-
sora. Para ello, creo que debería tratar de organizar y de auspiciar in-
vestigaciones colectivas –o acaso individuales, pero regidas todas por
una misma orientación, dirigidas hacia un objetivo común, hacia un
proyecto amplio, “incluyente” como ahora suele decirse– en cual-
quiera de los sectores lingüísticos a que he ido haciendo referencia:
en el presentarse mayor interés para los posibles participantes en su
ejecución.
La organización de tal empresa podría estar a cargo de la directi-
va de nuestra Sociedad, representada por un coordinador general
dispuesto a dedicar algunas horas de su tiempo a tal quehacer; y el
auspicio podría obtenerse solicitando apoyo financiero a alguna
institución cultural filantrópica del país o, en último caso, del extran-
jero. Pienso concretamente en el Consejo Nacional de Ciencia y Tec-
nología (CONACYT), institución que ha respaldado ya diversas investi-
gaciones de carácter humanístico, como sería, lógicamente, la que la
Sociedad Mexicana de Historiografía Lingüística decidiese organizar.
Conocer el pasado propio es tarea fundamental para la construcción
y desarrollo de los conocimientos futuros; que “el pasado es prólogo”,
como muy bien sabía Shakespeare. O, como explicaba José Martí: “El
pasado es la raíz del presente. Ha de saberse lo que fue, porque lo
que fue está en lo que es”.33
Espero que esta propuesta no les parezca demasiado impertinen-
te ni excesivamente utópica. De no ser así, denla por inexistente, y
perdonen mi osadía.
Perdón que les solicito de antemano, acompañado de mis más sin-
cero agradecimiento por la atención que han prestado a estas deshil-
vanadas páginas.
los Estados Unidos, edición, prólogo y notas de André Sorel, Madrid, 1968, p. 291.
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HANS-JOSEF NIEDEREHE*
* Universidad de Tréveris.
1 Véase la edición de las Introduciones latinas contrapuesto el romance al latín, por Mi-
[35]
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36 hans-josef niederehe
3
Cf. También Esparza Torres, 1995, pp. 21-22.
4
Ha sido Fontán (1986) el primero en hablar del fracaso profesional que supuso
la Gramática castellana.
5 Para la bibliografía completa de las obras de Nebrija, véase Esparza Torres y Nie-
derehe, 1999.
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2. LA GRAMÁTICA CASTELLANA
6 Cito por la edición de Esparza Torres y Sarmiento, 1992 (Madrid: Fundación An-
tonio de Nebrija).
7 Véase Gramática castellana, ed. Esparza Torres y Sarmiento, 1992, pp. 64ss.
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38 hans-josef niederehe
ciones de la lengua castellana para el tercero genero de ombres, los cuales de alguna
lengua peregrina querran venir al conocimiento de la nuestra”. Gramática castellana,
ed. Esparza Torres y Sarmiento, 1992, pp. 65 y 313; en lo que se refiere a paralelos de
contenido entre los primeros capítulos de las Introductiones latinae y de la Gramática cas-
tellana, véase ibid., p. 86.
9 Se podría hablar también de una presentación “paradigmática”, opuesta a la pre-
Las declinaciones del nombre son tres. La primera delos que acaban el nu-
mero de uno [‘singular’] en .a. t embian el numero de muchos [‘plural’] en
.as. como la tierra, las tierras. La segunda delos que acaban en numero de
uno en .o. t embian el numero de muchos en .os. como el cielo. los cielos. La
tercera delos que acaban el numero de uno en d. i. l. n. r. s. x. z. t embian el
numero de muchos en .[e]s. como la ciudad. las ciudades. el ombre. los om-
bres. el rei. los reies. el animal. los animales. el pan. los panes. el señor. los
señores. el compas. los compases. el relox. los reloxes. la paz. las pazes. Nin-
guna delas otras letras puede ser final en palabra castellana”. (Gramática cas-
tellana, ed. Esparza Torres y Sarmiento, 1992: 315.)
40 hans-josef niederehe
Nuestra lengua no tiene tales pr[e]nombres: mas en lugar dellos pone esta
partezilla don cortada desde nombre latino .dominus. como los italianos ser
t misér por mi señor. Los franceses mosier. Los aragoneses mosen. Los mo-
ros abi. cid. mulei. Assi que sera don en nuestro lenguaje en lugar de pre-
nombre: t aun devesse escribir por breviatura como los prenombres latinos.
[209].
…para tres generos de ombres se compuso el arte del castellano. [1] Prime-
ra mente para los que quieren red[u]zir en artificio t razon la lengua que por
luengo uso desde niños deprendieron. [2] Despues para aquellos que por la
lengua castellana querran venir al conocimiento dela latina: lo cual pueden
mas ligera mente hazer: si una vez supieren el artificio sobre la lengua que
ellos sienten. I para estos tales se escriviero[n] los cuatro libros passados. En
los cuales siguiendo la orden natural dela grammatica: tratamos primero de-
la letra t silaba: despues de las diciones: t orden delas partes dela oracion.
[3] Agora eneste libro quinto siguiendo la orden dela doctrina daremos in-
troduciones dela lengua castellana para el tercero genero de ombres: los cua-
les de alguna lengua peregrina querran venir al conocimiento de la nuestra.
[311ss.].
42 hans-josef niederehe
Mientras que están reservados los libros I-IV para los que de lengua
materna (castellana) quieren venir al conocimiento del latín y el li-
bro V para los que de “una lengua peregrina” quieren venir en el co-
nocimiento del castellano, no queda –tomando las declaraciones de
Nebrija con el rigor que merecen– ningún libro para los que quieren
estudiar su propio idioma. Es decir, paradójicamente, una gramática
castellana propiamente dicha no está prevista en la Gramática de la len-
gua castellana que hizo el maestro Antonio de Lebrija, o, en otras palabras,
los libros I-IV se presentan al mismo tiempo como preparación del es-
tudio del latín y del idioma materno.
Ya sabéis que las lenguas vulgares de ninguna manera se pueden reduzir a re-
glas [36v] de tal suerte que por ellas se pueden aprender, y siendo la caste-
llana mezclada de tantas otras, podéis pensar si puede ninguno ser bastante
a reduzirlas a reglas. [Valdés, ed. Quilis 1984; cf. Esparza Torres, 1996:69.]
Bien claro es, que para saber la lengua vulgar no es menester arte, ni escue-
la para aprenderla en la tierra donde se vsa […] En Castilla oi para hablar
Romance no es menester acudir a maestros, que lo enseñen, que con el ha-
blar mismo se sabe. Assi fue la Latina en Roma siendo vulgar, i niños i muge-
res sin saber leer la hablauan i sabian, como consta de Ciceron, en los luga-
res referidos… [Aldrete, 1972 (=1606): 47.]
gunos tratados gramaticales que, sin embargo, son manuales para extranjeros. Cfr. Es-
parza Torres, 1993, p. 150; 1996, pp. 67ss.
12 Esparza Torres 1996, p. 70, que hace referencia a este título de modo abreviado,
lo menciona bajo “gramáticas del español”. Véase también Balbín y Roldán, en Anóni-
mo 1966, XXIII.
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44 hans-josef niederehe
Dicho con otras palabras, todavía en el siglo XVII, más de ciento cin-
cuenta años después de la Gramática castellana de Nebrija, la idea de
escribir una gramática castellana para nativos no parece establecida
definitivamente.
Nota quod quando participium deficit, si venerit per modum ablativi absolu-
ti non est suplendum per quis vel qui, sed est suplendum per ipsa adverbia,
scilicet: cum vel dum vel postquam, resolvendo substantivum in nominativo et
participium in verbo eiusdem temporis cuius est participium deficiens, verbi
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46 hans-josef niederehe
gracia: el rey venido, fuira[n] los ladrones, fit sic: postquam rex venit, fugient latro-
nes. (Madrid. BN, ms. 10073, fol. 11 v; cit. Por Calvo Fernández y Esparza To-
rres, 1999:148).
Pastrana, Juan de. 1462. <Incipit:> Declinatio in genitiuo singulari. <Fol. 92:>
Explicit compendium grammatice breue et utile siue tractatus In|titulatus
thesaurus pauperum siue expeculum [sic] puerorum edi|tum a deuoto Jo-
hanne de pastrana. | Laus tibi xriste liber explicit iste. Qui fuit perfectus an-
no | domini millesimo cccc° lx° ij° fernandus perfecit inmaculata xristi | vir-
go maria oret semper pro eo. Amen. S.l.: ms. Fernandus.
Siso, Daniel. 1490. <En un grabado:> Initium sapientie est timor domini. |
¶Veni sancte spiritus reple tuorum | corda fidelim: & tui amoris in eis | ignem
accende. <a2:> Perutile danielis sisonis grammaticale compendium ad genae-
rosum Franciscum de luna dicatum incipit feliciter … <Al fin:> ¶Danielis si-
sonis Fragensis Mon=|tissoni gymnasij magistri maioris: | perutile grammati-
ces compendium: ad | humanissimum virum Franciscum de | luna delectum.
| Anno christiane salutis. M.cccc. | xc, Tertio kalendas octobrias <sic> fœlici-
ter explicitum. | ¶Deo gratias. Zaragoza: Pablo Hurus.
48 hans-josef niederehe
4. CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
—— “El Arte de Prisciano y Castellano: una gramática medieval con glosas ro-
mances”, Romanistik in Geschichte und Gegenwart, 1999, vol. 5, pp. 135-
158.
GuzmanBetancourt 03 5/11/04 1:59 PM Page 49
Escavy, Ricardo, José Miguel Hernández Terrés y Antonio Roldán Pérez, eds.,
Actas del Congreso Internacional de Historiografía Lingüística: Nebrija V Cen-
tenario (1492-1992), 3 vols. Murcia, Escavy, Hernández Terrés y Roldán,
1994.
Esparza Torres, Miguel Ángel, Las ideas lingüísticas de Antonio de Nebrija, Müns-
ter, Nodus Publikationen, 1995.
——, y Hans-Josef Niederehe, Bibliografía nebrisense. Las obras completas del hu-
manista Antonio de Nebrija desde 1481 hasta nuestros días, Amsterdam/Fi-
ladelfia, John Benjamins, 1999.
Lope Blanch, Juan M., Estudios de historia de lingüística hispánica, Madrid, Ar-
co Libros, 1990.
50 hans-josef niederehe
MIGUEL LEÓN-PORTILLA*
[51]
GuzmanBetancourt 04 5/11/04 2:13 PM Page 52
52 miguel león-portilla
En el arte de la lengua latina creo que la mejor manera y orden es la que An-
tonio de Nebrija sigue en la suya; pero porque en esta lengua [el náhuatl] no
cuadra la orden que él lleva por faltar muchas cosas que en el arte de gramá-
tica se hace gran caudal, como declinaciones y supinos […], por tanto no se-
ré reprensible si en todo no siguiere la orden de Antonio.2
54 miguel león-portilla
4 Fray Domingo de Santo Thomás, Grammática o Arte de la lengua general de los indios
del Perú, Valladolid, Oficina de Francisco Fernández de Córdoba, 1560, páginas preli-
minares. Existe reproducción facsimilar con transliteración y estudio de Rodolfo Ce-
rrón Palomino, Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1994.
GuzmanBetancourt 04 24/6/04 12:26 Page 55
56 miguel león-portilla
6 Recopilación de las leyes de los reynos de las Indias, 3 vols., Madrid, 1943, vol. II, p. 193.
7 Ibid.
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58 miguel león-portilla
zado muy grande difusión– preparando para tal fin a buen número
de maestros y escribanos. Consideraban, quienes así se manifestaron,
que aun a los indios que no tenían dicha lengua como materna, les
resultaría más fácil aprenderla que la castellana. En apoyo de esta ase-
veración pudieron aducir tal vez, conociendo otros idiomas mesoa-
mericanos, que la estructura morfémica y sintáctica –o como dirían,
la frasis del náhuatl– guardaba mayores semejanzas que la del caste-
llano con lenguas como el zapoteco, mixteco y otras.
Así en una “Relación que [en 1569] los franciscanos de Guadala-
jara dieron…” no dudaron en declarar que: “Han trabajado, por la
mucha diversidad de lenguas que hay en esta tierra, de enseñar una
lengua, que es la mexicana y más general…”8
Consta que en la segunda mitad del siglo XVI y parte del XVII había
en lugares muy apartados del centro de México escribanos que redac-
taban numerosos escritos en náhuatl. De ello son prueba los escritos
en náhuatl, no pocos ya publicados, procedentes de varios pueblos
de los actuales estados de Jalisco, Zacatecas, Colima, Durango, Gue-
rrero, Chiapas, Tabasco, Campeche y aun de Guatemala y otras po-
blaciones de América Central.9
Cartas y otras relaciones de los frailes convencieron a Felipe II de
la conveniencia de que se adoptara, como lo querían ellos, el náhuatl
como medio para la evangelización y la unificación lingüística de la
Nueva España. La investigadora Shirley Brice Heath cita a este respec-
to varias reales cédulas de Felipe II que corroboran lo dicho.10 No sig-
nificó esto, desde luego, que el náhuatl llegara a adoptarse en regio-
nes como Yucatán y otras donde tenían muy antiguo y hondo arraigo
otras lenguas. En cambio sí hubo alguna penetración, aunque limi-
tada, del idioma mexicano en algunas de las áreas norteñas del país.
Esto explica que, ya en el reinado de Felipe III, se expidieran reales
cédulas mandando que los misioneros de esas y otras regiones cono-
cieran los idiomas hablados en éstas y también el náhuatl. Y, aunque
8 “Relación que los franciscanos de Guadalajara dieron de los conventos que tenía
tro de México: “Un cura que no viene y otro al que le gusta la india Francisca: dos car-
tas en náhuatl de la Chontalpa, Tabasco, 1579-1580”, en Estudios de cultura náhuatl, Mé-
xico, UNAM, 1994, vol. 24, pp. 139-170.
10 Shirley Brice Heath, op. cit., pp. 49-54.
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No hallo causa para que [a] nadie se le pudiese ni pueda hacer duro o nuevo
este precepto de que los indios fuesen obligados a aprender y hablar nuestra
lengua; pues no ha habido cosa más antigua y frecuente en el mundo que man-
dar los que vencen o señorean nuevas provincias que luego en ellas se reciba
su idioma y costumbres; así para mostrar en esto el derecho de su dominio y
superioridad, como para tenerlos más conformes y unidos en sus gobiernos.11
11 Juan de Solórzano y Pereyra, Política indiana, 2 vols., Madrid, 1647, vol. I, p. 399.
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60 miguel león-portilla
ley Brice Heath, así como Gonzalo Aguirre Beltrán, se han ocupado
de esto. En resumen, puede decirse que el primer siglo de vida in-
dependiente de México en ningún sentido fue favorable a las len-
guas indígenas. Si ellas, en su mayoría, perduraron fue paradójica-
mente gracias a la falta de atención que les concedieron el Gobierno
y otras instituciones públicas y privadas. Arrinconados los indígenas
en regiones poco propicias a su desarrollo económico y cultural,
mantuvieron allí vivos los que con desprecio se tenían como “sus dia-
lectos”.
A la luz de ideales igualitarios, desde la promulgación del Plan de
Iguala en 1821 y luego en la Constitución de 1824, se impuso el cri-
terio de que, por ser mexicanos todos los habitantes del país, no de-
bía haber diferencias en los ordenamientos jurídicos. Esto abarcó na-
turalmente el campo de la educación y en él todo lo tocante a las
lenguas indígenas. Así se silenció formalmente la palabra de los des-
cendientes de los pueblos originarios que durante tres siglos habían
hecho llegar sus demandas y quejas en su propia lengua.
Los indios, ante los ojos de hombres como el doctor José María
Luis Mora y Valentín Gómez Farías, debían ser tratados de manera
igual que el resto de los ciudadanos. Para alcanzar la anhelada uni-
dad nacional en un país sumamente extenso y con una población
muy dispersa, la educación tendría como objetivo impartir a todos
una misma enseñanza en la que debía ser la lengua nacional, es de-
cir el castellano. Se pensó que así se superarían la marginación y atra-
so de los indios.
En medio de una recurrente inestabilidad política, grandes penu-
rias económicas, asonadas e incluso guerras extranjeras –con Francia
y los Estados Unidos– las poblaciones indígenas continuaron margi-
nadas y desatendidas en todas sus necesidades, incluyendo las educa-
tivas. Tan sólo en caso de sublevaciones y guerras se dirigía la aten-
ción a los indios para reclutarlos forzadamente por el procedimiento
de la leva.
Con la Constitución de 1857 la situación de los pueblos nativos em-
peoró. Al quedar suprimido el régimen de propiedad comunal en to-
das sus formas, los pueblos indígenas iban a verse privados de sus tie-
rras y territorios poseídos desde tiempos ancestrales. Ello sería la
causa de su depauperamiento y marginación aún más radicales. Iró-
nicamente fue en ese contexto cuando al implantarse el efímero im-
perio de Maximiliano (1863-1867), se les quiso restituir las propieda-
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62 miguel león-portilla
14 Justo Sierra, “Discurso pronunciado el día 13 de septiembre del año de 1902 con
64 miguel león-portilla
nas, quedaron excluidos del marco político del país. Entre otras
ideas expresó:
15 Manuel Gamio, Forjando Patria, México, Editorial Porrúa, 1960, p. 71 (1a. ed.,
1916).
16 Ibid., p. 76.
17 Ibid., p. 199.
18 Loc. cit.
19 Manuel Gamio, La población del valle de Teotihuacán, 3 vols., México, Secretaría de
66 miguel león-portilla
68 miguel león-portilla
nozcamos, en primer lugar, que toda lengua tiene atributos que ha-
cen valiosa su perduración en el universo cultural. Cada lengua es
una especie de gran ordenador, con características propias, del pen-
samiento humano. Por eso cuando muere una lengua, la humanidad
se empobrece. Pero además, para el pueblo que tiene como mater-
na una lengua es ella elemento insustituible en su discurrir y desa-
rrollarse en el mundo. Es parte esencial de su propio legado. Siendo
esto así, la pluralidad de lenguas en un determinado país debe reco-
nocerse, al igual que su biodiversidad, como uno de sus más grandes
tesoros.
Ahora bien, ¿cómo puede encauzarse la convivencia de las lenguas
de los pueblos originarios con la lengua, bien sea oficial o de uso ma-
yoritario, en un país? Recordaré aquí un par de anécdotas. El poeta
mazateco, y presidente de la asociación de escritores en lenguas indí-
genas Juan Gregorio Regino, manifestó en una reunión nada menos
que ante el antiguo Secretario de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, lo
siguiente: “Usted, don Javier, probablemente habla varios idiomas, es-
pañol, inglés, francés y quizás otros. Pero no tiene usted algo que yo
sí tengo. Yo poseo dos lenguas maternas, el mazateco que me acerca
con mi gente. Lo hablo con mi mujer y mis hijos, mis padres y mis
abuelos. En esta lengua puedo conversar con cerca de ciento cuaren-
ta mil personas. Pero el español, que también desde niño escuché de
labios de mi madre que hablaba en esa lengua con los que no enten-
dían mazateco, el español, es también lengua que por esto tengo asi-
mismo como materna. Además el español me permite comunicarme
con los hermanos indígenas que hablan idiomas que desconozco y
también puede acercarme a casi cuatrocientos millones de hombres
y mujeres en toda nuestra América, en España y en otros lugares”.
A su vez, Natalio Hernández Xocoyotzin, de estirpe náhuatl, fue
protagonista de lo que ahora recordaré. En ocasión del XI Congreso
de las Academias de la Lengua Española, celebrado en Puebla en oc-
tubre de 1998, fue invitado a hablar en la sesión de clausura. Natalio
Hernández, director de la Casa de Escritores en Lenguas Indígenas,
fue breve y contundente. “El español también es nuestro” fue el títu-
lo de su intervención. Coincidiendo con el poeta mazateco Juan Gre-
gorio Regino, hizo ver a los académicos que la preservación y el cul-
tivo de las lenguas indígenas en modo alguno se contrapone con la
aceptación del idioma español. Éste, por su misma vigencia es ya per-
tenencia de todos y, en países multilingües como México, viene a ser
GuzmanBetancourt 04 5/11/04 2:13 PM Page 69
70 miguel león-portilla
ciones literarias en éstas y otras lenguas. Como muestra del aprecio que existe ya por
la literaturas indígenas contemporáneas, cabe mencionar que la prestigiosa editorial
Norton & Co., de Nueva York, que ha publicado grandes antologías de las literaturas
clásicas antiguas y de las principales lenguas europeas, ha incluido en su serie una obra
sobre las producciones mesoamericanas, desde las de la tradición prehispánica hasta
el presente: In the Language of Kings. An Anthology of Mesoamerican Literature, Pre-Colum-
bian to the Present, edición y estudios de Miguel León-Portilla y Earl Shorris, Nueva York,
Norton & Co., 2001.
GuzmanBetancourt 05 24/6/04 12:27 Page 71
* UNAM/ENEP-Acatlán.
[71]
GuzmanBetancourt 05 5/11/04 2:14 PM Page 72
nido siempre los especialistas. Hacia el siglo XIX, con el avance de las
ciencias, se comienza a manifestar de manera más sistemática y orde-
nada la necesidad de disponer de registros de formación de términos
para cada disciplina. Es en el siglo XX cuando aparece el interés por
parte de los técnicos debido al acelerado progreso de las tecnologías,
que necesitan denominar nuevas realidades y conceptos y, a la vez, or-
ganizar esas nuevas denominaciones:
3 R. Dubuc, Manual práctico de terminología, Chile, Unión Latina RiL Editores, 1999,
p. 47.
4 Ibid., p. 55.
GuzmanBetancourt 05 5/11/04 2:14 PM Page 74
E por que aún entre nos otros no tiene nombre, osemos la llamar nombre
participial infinito: nombre, por que significa substancia y no tiene tiempos;
participial, por que es semejante al participio de tiempo passado; infinito,
por que no tiene géneros, ni números, ni casos, ni personas determinadas.
Esta parte fue hallada para que con ella y con este verbo e, as, ove, se suplan
algunos tiempos de los que falta el castellano del latín; e aún para dezir por
rodeo algunos de los que tiene.6
ejemplo: Absoluto verbo, Optativo modo, Verbal nombre, Activa boz, etc.; es-
ta cifra representa el 17% de la muestra; y, por último, 11 términos
están formados por tres o más elementos, es decir, el 11% del total de
la muestra; de éstos podemos citar: Accidentes del nombre, Relativos de
cantidad discreta, Nombre participial infinito, Passado no acabado, Passado
más que acabado.
7 Ibid., p. 182.
GuzmanBetancourt 05 5/11/04 2:14 PM Page 78
En este caso Nebrija nos informa que Tulio en los Retóricos, hace dis-
tinción entre dissolución, que es cuando muchas cláusulas se ponen
sin conjunción y “artículo cuando muchos nombres se ponen sin
ella”.8
El análisis terminológico obviamente no termina aquí, pero sirva
esta pequeña muestra como ejemplo de éste.
3. CONCLUSIONES
8 Ibid., p. 221.
GuzmanBetancourt 05 5/11/04 2:14 PM Page 79
BIBLIOGRAFÍA
PRESENTACIÓN
* Universidad de Guadalajara.
1 Debo advertir que las fechas de publicación de las obras de Nebrija son un tanto
dudosas, pues a excepción de una edición reciente del Vocabulario…, no me fue posi-
ble consultar ninguno de los otros textos escritos por dicho autor.
2 Véase mi ponencia “El discurso de evangelización en el norte de México. Conti-
[81]
GuzmanBetancourt 06 24/6/04 12:28 Page 82
3 Por no ser el caso que interesa en este trabajo, se excluye la parte de la obra de
Nebrija, 1516:
Ortega, 1732:
6 Joseph de Ortega, Vocabulario en lengua castellana y cora, México, por los Herederos
Rinaldini, 1743:
De acuerdo con múltiples documentos del siglo XVI y todavía del XVII,
en el territorio demarcado por lo que fue el obispado de Guadalaja-
ra, se hablaba una gran variedad de lenguas indígenas, como cora,
mo, México por la viuda de D. Joseph Bernardo de Hogal: Calle de las Capuchinas, Año
de 1743, Vocabulario, p. 1.
GuzmanBetancourt 06 5/11/04 2:16 PM Page 86
10 Fray Joan Guerra, Arte de la lengua mexicana según la acostumbran hablar los indios
Siguiendo en quanto pueda el arte de Antonio de Nebrija, para que los que
huvieren estudiado aquel, entiendan este, se divide el Arte Mexicana, en qua-
tro Libros: el primero se ponen las declinaciones de los nombres, y conjuga-
ciones de los verbos. En el segundo se ponen las ocho, o las siete partes de la
oración. En el tercero se trata de los géneros y pretéritos. En el quarto se tra-
ta de la composición y syntaxis de las ocho, o de las siete partes de la ora-
ción.12
Tres hijos van de un mismo parto, o tres obritas salidas de mi corto entendi-
miento; que son: Arte, Vocabulario, y Conffessonario: En ellos no encontra-
rás aquellos phrasismos de que usaron los antiguos Cicerones del Idioma Me-
xicano, quales fueron los Carochis, los Antonios del Rincon, Vetancures,
Guerras y otros. Estos zelosos Ministros bebieron, como dicen, el agua, o en
sus mismas fuentes, o al menos, quando no estaban lejos de su origen, ni lle-
vaban mezcla de otras, nacidas de diversos manantiales.13
cisamente obedecía a que fuera una mejor obra, pues para ese tiem-
po ya se habían publicado las de Rincón, Carochi y Gastélum. Vetan-
curt además no incluyó ningún vocabulario en su arte. El que Cortés
y Zedeño lo tome como modelo en cuanto a la organización de la in-
formación del náhuatl se debió tal vez a un acceso más fácil a su obra
o la importancia del franciscano en el México colonial, tema aparte
del de esta ponencia. No abundaré sobre esto.14
14 Lo que quiero decir es que Vetancurt era típicamente una “autoridad” colonial,
en tanto que hizo una producción de obras claves para legitimar el discurso coloniza-
dor. Este tema lo desarrollo más en mi tesis doctoral, inédita.
15 Mary L. Clayton and R. Joe Campbell, “How much did Nebrija influence Moli-
te bien el de Nebrija. Este autor registra 560 verbos que inician con
<a> mientras que Molina 757 para la misma letra.
Analizando las entradas, Cortés y Zedeño presenta coincidencias
en su inventario léxico en un 90% (aproximadamente) con Nebrija
y en un 60% (aproximadamente) con Molina, en la parte castellana
y sólo de un 30% en la parte náhuatl. Es decir, las entradas registra-
das por Cortés y Zedeño coinciden en un 90% con Nebrija, si bien es-
te último autor incluye una mayor proporción de unidades léxicas
castellanas. Véanse algunos ejemplos:
Nebrija
(1516) Abalançarse alguno Infero me medium
Abogar como quiera Ago causas. Adsum
Molina
(1571) Abalançarse o echarse por essos suelos,
prostrado nino, mayauhtiuetzi nino, tlaztiuetzi
Abogar, hablar por otro Tepan ni, tlatoa
Cortés y Zedeño
(1765) Abalanzarse Moixtaza
Abogar Palehuia
Nebrija
(1516) Acabar de hazer Perficio –is. Conficio–is.
y
Molina
(1571) Acabarse de hazer Tlami. Tzonquiça. Ye
algo caui quiça
Nebrija
(1516) Ablandar lo duro Mollio –is. Mollifico –as
y
Cortés y Zedeño
(1765) Ablandar lo duro Iamania
GuzmanBetancourt 06 5/11/04 2:16 PM Page 91
Nebrija
(1516) Abrevar, dar a bever. Poto -as
Acabar de velar. Pervigilo -as
Molina
(1571) Acabar o consumir comida. Nitla, tlamia.
Nitla, tlamiltia. Nic, centlamia
Cortés y Zedeño
(1765) Alimentar. Taqua, l. Chicahuayia vel.
alimentaroa
CONCLUSIONES
la misma Biblioteca Pública del Estado, he iniciado la búsqueda de datos que me per-
mitan reconstruir su biografía. Según lo que se asienta en el expediente, Cortés y Ze-
deño era indígena originario de Tlajomulco, hermano del cacique de esta población.
Joaquín Cortés y Zedeño fue quien costeó todos los estudios del sacerdote. El pleito se
suscita debido a que el sacerdote deja sus bienes a un sobrino. Esto provoca que su cu-
ñada, la esposa de Joaquín Cortés, inicie una reclamación formal alegando precisa-
GuzmanBetancourt 06 5/11/04 2:16 PM Page 93
BIBLIOGRAFÍA
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México, UNAM, 1997.
Clayton, Mary L. y Joe Campbell, “How much did Nebrija influence Molina?”,
ponencia presentada en el Taller de Amigos de Yutoazteca celebrado
en Chapala, Jalisco, 28 y 29 de julio de 2000.
Córdova, fray Juan de, Vocabulario en Lengua Çapoteca, edición facsimilar, Mé-
xico, Ediciones Toledo/INAH, 1987.
mente que el sacerdote murió sin haber terminado de pagar la deuda contraída como
estudiante del seminario.
GuzmanBetancourt 06 5/11/04 2:16 PM Page 94
Guerra, fray Joan, Arte de la lengua mexicana según la hablan los indios del Obis-
pado de Guadalajara y de parte de los de Durango y Michoacán, 2a. ed., Gua-
dalajara, Imprenta Ancira y Hno. A. Ochoa, prólogo de Alberto San-
toscoy, 1900.
Lara, Luis Fernando, Roberto Ham Chande y Ma. Isabel García Hidalgo, In-
vestigaciones Lingüísticas en Lexicografía, México, El Colegio de México,
1979 (Colección Jornadas 89).
Lastra, Yolanda, Las áreas dialectales del náhuatl moderno, México, UNAM, 1986.
Ortega, Joseph de, S. J., Vocabulario en lengua castellana y cora, México, por los
Herederos de la viuda de Francisco Rodríguez Lupercio, 1732.
Vila Rubio, M. Neus et al. (eds.), Así son los diccionarios, Lleida, edicions de la
Universitat de Lleida, 1999.
Yáñez Rosales, Rosa H., “Dinámica del desplazamiento de las lenguas indíge-
nas en el occidente de México”, Ricardo Ávila Palafox (coord.), El oc-
cidente de México en el tiempo, Guadalajara, Universidad de Guadalajara,
1994, pp. 59-75.
——, Aproximación al discurso religioso colonial: letra, lengua y evangelio entre los
grupos indígenas novogalaicas, tesis de doctorado inédita, Facultad de Fi-
losofía y Letras/IIA, UNAM, 1997.
* UNAM/ENEP-Acatlán.
1 Dice Lino Gómez Canedo: “En cuanto a la pobreza y desinterés abundan los testimo-
nios de que los franciscanos de México gozaron desde un principio y por mucho tiem-
po de tal opinión en sumo grado. El contador Rodrigo de Albornoz los recomendaba
al rey en 1525 como dignos de crédito, por ser “personas sin codicia y pasión”; el obis-
po fray Juan de Zumárraga en 1547 advertía la pobreza en que vivían, pues no recibían
dinero por las misas que todas las decían por los bienhechores, y además no eran im-
portunos en pedir”. Evangelización, cultura y promoción social, México, Porrúa, 1993,
p. 172.
[97]
GuzmanBetancourt 07 24/6/04 12:10 Page 98
fácil. Había que convencerlos del error en que habían vivido, pero tal
cuestionamiento fue objeto de confrontaciones desgarradoras. Re-
cordemos, en este sentido, el Libro de los Coloquios reelaborado por fray
Bernardino de Sahagún con la ayuda de sus colaboradores indígenas,
en el que se reproduce lo que debió suceder repetidas veces en este
intercambio doloroso. En ellos se muestra la resistencia de los tlama-
tinimeh a abandonar su forma de concebir el mundo y la desesperan-
zadora expresión de lo que ello implicaría. A continuación transcri-
bimos aquí una de las partes más conmovedoras de este texto; la
traducción es de Miguel León-Portilla:
Vosotros dijisteis
que nosotros no conocíamos
al Dueño del cerca y del junto,
a aquél de quien son el cielo y la tierra.
Habéis dicho
que no son verdaderos dioses los nuestros.
Nueva palabra es ésta,
la que habláis
y por ella estamos perturbados,
por ella estamos espantados.
Porque nuestros progenitores,
los que vinieron a ser, a vivir en la tierra, no hablaban así.2
2
Coloquios y Doctrina Cristiana, edición facsimilar, introducción, paleografía, versión
del náhuatl y notas de Miguel León-Portilla, México, UNAM y Fundación de Investiga-
ciones Sociales A. C., 1986, p. 149.
GuzmanBetancourt 07 24/6/04 12:10 Page 99
greso Internacional de Americanistas (México, 1962), México, 1964, vol. 11, p. 636.
7 Algunos trabajos que tratan sobre esto son: John Crawford, “Transculturación lin-
8 James Lockhart, Los nahuas después de la Conquista. Historia social y cultural de la po-
blación indígena del México central. Siglos XVI-XVII, México, FCE, 1999, p. 412.
GuzmanBetancourt 07 24/6/04 12:10 Page 103
13 Sobre lo anterior dice Pedro Carrasco que: “al describir la religión del México
antiguo se usan palabras como dios, ídolo, alma, cielo, infierno, etc., más o menos con-
sagradas por el uso. Como es natural no deben aceptarse las connotaciones que pue-
dan tener estos términos desde el punto de vista partidista de cualquier religión”, His-
toria general de México, México, El Colegio de México, t. I, 1977, p. 235.
GuzmanBetancourt 07 24/6/04 12:10 Page 106
GuzmanBetancourt 08 5/11/04 2:19 PM Page 107
1. INTRODUCCIÓN
temictiani tlatlacolli
“pecado mortal”
(Olmos [1551] 1996:18)
* UNAM/IIFL.
[107]
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Este último ejemplo nos lleva al tema del presente trabajo: el em-
pleo de los difrasismos en los textos de evangelización, particularmen-
te en aquel de fray Andrés de Olmos y la manera en la que estas es-
tructuras son incorporadas en los textos en cuestión.
La enumeración previa de los mecanismos lingüísticos y concep-
tuales en el material textual católico no es exhaustiva; sin embargo,
creo que es necesario profundizar en este tema para entender los me-
canismos lingüísticos de la evangelización.1
Nahuatl terminology, and by assuming that Nahua concepts of time, morality and cos-
mology were comparable to theirs, the friars inadvertenlty fostered the retention of
much indigenous belief, within the context of colonial Nahua Christianity. It is only
through close study of their native-language doctrinal writings that the dialogue bet-
ween indians and priests, between inidigenous culture and Christianity, can be recons-
tructed, and that simplistic models of ‘syncretism’ and ‘survival’ can be replaced by a
deeper understanding of the processes of culture contact” (Burkhart, 1988:253).
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totalmente elaborado en lengua náhuatl, cuenta con setenta y seis hojas rec-
to y vuelto desde el folio 312r hasta el 387v, en que bruscamente se interrum-
pe con una frase trunca, presentando así una mutilación que lo hace incom-
pleto, ya que el folio 388 parece haber sido arrancado (Baudot 1996:ix)
cognoscitiva que consiste en una entidad, designada por una predicación, que es pro-
minente y se puede pensar como un tipo de punto focal (Langacker, 1987:118).
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gráfica de Sahagún, consultar Ascensión Hernández, ed., 1990; Edmonson, ed., 1974.
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4 Este par, a pesar de su alta frecuencia, sólo presenta una forma: omochiuh omotlaue-
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Ihtoa tenehua
“decir” “hablar”
liltic. La elección de un verbo irregular, cuya única forma es la 3a. Sg, impide que el
verbo chihua, “hacer”, aparezca flexionado y, por lo tanto, este difrasismo podría ser
considerado como un congelamiento lingüístico los cuales son considerados estructu-
ras lingüísticas que se constituyen como pares ordenados convencionalmente, cuyo or-
den está congelado o fijo y también la forma bajo la cual aparecen ya que no permi-
ten flexiones o derivaciones (Cf. Landsberg, 1995).
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yn aqualli in ayectli
“lo no bueno” “lo no recto”
(Olmos [1551] 1996:24,38,58)
yn aqualhcan yn ayeccan
“en el lugar no bueno” “en el lugar no recto”
(Olmos [1551] 1996:14, 106)
yn amoqualli yn amoyectli
“lo no bueno” “lo no recto”
(Olmos [1551] 1996:44)
5 Este difrasismo aparece una sola vez en el corpus del Libro VI del Florentino pero
no se rompe la simetría estructural ya que se preserva en los tres términos la forma ver-
bal: ma qualtia ma iectia ma chipaoa (Cf: Libro VI: 175).
6 Este proceso puede ser similar al que reporta L. Burkhart respecto a teoyotl: “The
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el sufijo –ti y formar un verbo intransitivo que indica “el ser o el vol-
verse” (Launey, 1992:268). A dicho verbo se le cambia, por segunda
vez, la clase a una nominal a través del sufijo participial –ca que ex-
presa un estado o lo que produce un estado (Launey, 1992:279). Se
construye así, una estructura que tiene una presencia escasa en el Flo-
rentino,7 y cuya composición evidencia una complejidad innecesaria
ante la existencia de varias formas nominales respectivas: qualli, qual-
tiliztli, quallotl yectli, yectiliztli, yectiliztica. Por lo tanto, podría pensarse
que se trata de una forma de innovación léxica con la cual se cons-
truye una especialización semántica:
friars often employed this term teoyotica (in a sacred or divine way, or divinely, from teo-
yotl, an abstract form of the noun teotl (deity) plus the instrumental suffix -tica) as a
way of expressing metaphorical relationships between earthly and spiritual referents”.
El análisis gramatical si bien es diferente del que yo propongo no deja de sorprender
que se emplee la misma forma (Burkhart, 1988:249).
7 Las únicas apariciones se registran en el Códice Florentino, cualtica aparece tres ve-
ces en el mismo contexto en referencia a los días malos y buenos del tonalpohualli en
la misma forma 3a. SgPos, y una sola vez junto a la única aparición de yectica (Cf. Dib-
ble & Anderson, Libro 4, f. 9, 96; Libro 6, f. 16, 198; Libro f.1, p. 25).
8 Una versión más extensa de este artículo que incluirá los tipos de modificaciones
in yolia in nacayotl
“la vida” “la carne”
in teoyotl in ilhuicayotl
“lo divino” “lo celestial”
in qualli in gratia
“lo bueno” “la gracia”
in angelome in diablome
“los ángeles” “los diablos”
in dios in oquichtli
“dios” “el varón”
in angelome in sanctome
“los ángeles” “los santos”
3. NÚCLEOS CONCEPTUALES
in colotl in tzitzicaztli
“alacrán” “ortiga”
in huitztli in omitl in cecec atl
“la espina” “el hueso” “el agua fría”
in axixtli in cuitlatl
“los orines” “el excremento”
9 El orden de aparición de los lexemas es importante para diferenciar los pares más
establecidos y frecuentes de aquellos que no los son (cf. Montes de Oca, 2000).
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4. CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
Burkhart, Louise, “The solar Christ in nahuatl doctrinal texts of early colo-
nial Mexico”, Ethnohistory, 1988, 35:3, pp. 234-256.
Edmonson, Munro (ed.), Sixteenth century Mexico. The work of Sahagun, Albu-
querque, The School of American research, University of New Mexico
Press, 1974.
Montes de Oca, Mercedes, Los difrasismos en el náhuatl del siglo XVI, tesis de Doc-
torado inédita, 2000.
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Olmos, Andrés de (1551-1552), Tratado sobre los siete pecados mortales, Paleogra-
fía del texto náhuatl, versión española y notas de Georges Baudot, Mé-
xico, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, 1996 (Facsímiles de
Lingüística y Filología Nahuas, 8).
* UNAM/ENEP Acatlán.
[125]
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libros con temas y orden muy semejantes. Las páginas iniciales, con las
licencias y dedicatoria, representan 14.3%, el libro primero (10.7%),
lo dedica a la palabra nominal, donde incluye los prefijos que, como
los otros autores de la época, clasifica como pronombres, aunque él
los llama semipronombres. La conjugación del verbo y su formación
está contenida en el libro segundo (14.3%), los siguientes dos tienen
material nominal y verbal y en ellos se cubren aspectos más complejos;
en el tercero, el más extenso (17.8%), trata sobre la derivación de no-
minal a verbal y viceversa y diversos sufijos y construcciones verbales
(causativo, aplicativo y honorífico), y al final el frecuentativo. En el si-
guiente, composiciones entre palabras (12.5%) y en el último incluye
toda la información relacionada con la escritura y fonología (14.3%).
Una diferencia con las gramáticas anteriores es que agrega un vo-
cabulario de las palabras utilizadas pero no traducidas en el Arte
(16.1%). Molina (1945: f5v-6r) había mencionado que, siguiendo a
Nebrija, no traducía muchas palabras, entre otras razones por no ha-
cer el libro tan voluminoso. Hay que considerar que él mismo acaba-
ba de publicar su enorme Vocabulario, al cual remite al estudioso. La
pequeña lista de palabras incluida por Rincón en su Arte resulta, a mi
parecer, muy acertada desde el punto de vista didáctico.
Hacia mediados del siguiente siglo salió el Arte mexicano, impreso
en 1642, de fray Diego de Galdo Guzmán. Este religioso agustino fue
el primer profesor que ocupó, en la Real y Pontificia Universidad, las
cátedras de náhuatl y hñähñu (otomí) que se habían abierto desde
el siglo anterior. En forma análoga a Olmos, dividió su libro en tres
partes, la primera con la información de la palabra nominal (18.4%),
la segunda con la conjugación de los verbos (30.7%) y la otra, la más
extensa (42.1%) contiene principalmente información del verbo y al
final las otras partes de la oración (preposición, adverbio, conjunción
e interjección), para concluir con las “maneras de hablar”. Las licen-
cias y dedicatoria, al inicio, representan otro 8.8%.
A medio siglo de la aparición del Arte mexicana de Rincón, y tres
años después del de Galdo Guzmán, se publica el tratado del padre
Horacio Carochi, también jesuita, el Arte de la lengua mexicana con la
declaración de los adverbios della. Carochi sigue muy de cerca el mode-
lo del Arte mexicana de su compañero de orden, pero trata de expli-
car todo con mayor claridad e incorporando numerosos ejemplos, tal
como lo advierte al inicio de su prólogo “Al lector” (Carochi, 1983:
s/n [11]). En realidad, este Arte y el de Olmos son los que están me-
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tal de la gramática.
2 He integrado las páginas que corresponderían a los huehuehtlahtolli a la edición
Fonología
A cierto nivel todas las fuentes alfabetizadas del náhuatl presentan in-
formación fonológica porque, siguiendo la tradición en España y va-
rios otros países, se trata de usar un signo por cada fonema; sin em-
bargo, por razones históricas esto no siempre es cierto porque el
español está ligado a la ortografía del latín de donde derivó su alfa-
beto y el náhuatl al castellano. Lo importante fue que, al ir conocien-
do los idiomas americanos, usaban este principio para tratar de trans-
cribirlos. Por supuesto hubo problemas: la irregularidad de la
ortografía del castellano, en especial el uso indistinto entre las semi-
vocales y vocales < i, j, y > para los fonemas /i/ e /y/ y además < u, v,
hu > y a veces o para los fonemas /u/ y /w/. Sobre todo hay proble-
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Morfología
guir otro tipo de raíz. Rincón la llama “del futuro”, pero por los verbos
que usa como ejemplo en sus conjugaciones no se nota esto. Olmos
usa pia, “guardar”, que sería mejor escribir como piya, y no muestra
esta característica. Rincón y su compañero de orden tomaron poa,
“leer” que, como el anterior, es mejor escribirlo, como lo hace Caro-
chi, pohua, y tampoco aparecen los cambios. Molina usó tlazohtla,
“amar”, un verbo derivado de un sustantivo. El caso sobresaliente, con
relación a esto, es el Arte de Galdo Guzmán, que clasifica los verbos
en dos conjugaciones, para la primera usa pia, pero en la segunda
conjugación usa machtia, “enseñar”, en que sí se ve el juego entre la
–ia y la –i, aunque no resalta la alternancia de vocales cortas y largas
entre ellas. Para la conjugación de los verbos ésta es la gramática más
completa; sin embargo, parece omitir ciertas formas más complejas
del verbo como causativos y aplicativos.
Siguiendo los mismos lineamientos, encuentro un 24.0% dedica-
do a la palabra nominal en Carochi, 32.4% a la verbal, los prefijos no-
minales y verbales 4.2%, sólo 2.8% a la fonología por las razones re-
calcadas arriba, las “maneras de hablar” 2.1%, pero a los adverbios,
tema menor en todas las gramáticas; él utiliza 26.1% del espacio to-
tal, poco más de una cuarta parte del libro que explica el subtítulo
del mismo: Arte de la lengua mexicana con la declaración de los adverbios
della. En esta sección, como ya se mencionó, usa numerosas frases pa-
ra resaltar el uso de estas palabras que sirven también para estudios
de las “maneras de hablar”.
Las gramáticas que mejor explican los conceptos gramaticales, son
las de Olmos y Carochi. De las cinco Artes de esa época, las dos ya men-
cionadas son las más extensas de todo el periodo colonial, y no es si-
no hasta fecha reciente que han salido algunas de iguales dimensio-
nes. Hay dos medianas y una muy pequeña que, a pesar de su tamaño,
abarca la gran mayoría de los temas gramaticales, la de Rincón. No he
profundizado en los aspectos didácticos de la presentación sino en el
contenido gramatical.
A manera de síntesis presento una tabla con los datos que se han
expuesto arriba y, para más detalle, la tabla que sigue, con más divi-
siones para mostrar otras diferencias entre los cinco autores de los
cuales no se ha hecho hincapié arriba.
GuzmanBetancourt 09 5/11/04 2:20 PM Page 138
tal de la gramática.
2 He integrado las páginas que corresponderían a los huehuehtlahtolli a la edición
Lexicografía
Sintaxis
BIBLIOGRAFÍA
Guerra, Juan, Arte de la lengua mexicana según la acostumbran hablar los indios en
todo el Obispado de Guadalaxara, parte de Guadiana y del de Mechoacan, en
México, por la Viuda de Francisco Rodríguez Lupercio, 1692, edición
facsimilar, Guadalajara, Patrimonio Cultural de Occidente, 1992.
——, Arte de la lengua mexicana y castellana por el reverendo padre fray Alonso de
Molina de la orden de san Francisco, Madrid, Ediciones Cultura Hispáni-
ca (edición facsimilar de la de 1571), 1945.
Rincón, Antonio del, Arte mexicana compvesta por el padre Antonio del Rincon de
la compañia de Iesus, Dirigido al Illustrissimo y reuerendissimo S. don Diego
Romano Obispo de Tlaxcallan, y del consejo de su Magestad &c., En México
en casa de Pedro Balli, 1595.
Smith Stark, Thomas C., “La grafía del náhuatl de Antonio del Rincón”, Es-
tudios de filología y lingüística náhuatl, número monográfico 2 B de la
Revista latina de pensamiento y lenguaje, México, Sociedad Iberoamerica-
na de Pensamiento y Lenguaje, 1995-1996, vol. 2, pp. 407-433.
[143]
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un STEMMA para los manuscritos del ARTE PARA APRENDER LA LENGUA MEXICANA 145
4 Anttila (1972:300), en cambio, dice que el uso del diagrama arbóreo en la lin-
nido el error.
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6 Los rasgos insignificantes para algunos copistas pueden ser significantes para
un STEMMA para los manuscritos del ARTE PARA APRENDER LA LENGUA MEXICANA 147
un STEMMA para los manuscritos del ARTE PARA APRENDER LA LENGUA MEXICANA 149
Abreviaturas:
Alógrafos y ortografía:
Mayúsculas:
Puntuación:
Errores autocorregibles:
Omisión/adición:
un STEMMA para los manuscritos del ARTE PARA APRENDER LA LENGUA MEXICANA 151
Transposición:
Sustitución:
para otros manuscritos hipotéticos, y letras latinas para los manuscritos conocidos (cf.
Quetglas 1985:39). Empleo arquetipo y original indiferentemente para referirme al ma-
nuscrito ológrafo original de Olmos (cf. Blecua, 1982:71, sobre la importancia de acla-
rar la manera de entender estos términos).
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un STEMMA para los manuscritos del ARTE PARA APRENDER LA LENGUA MEXICANA 153
En este caso es difícil decir cuál es la forma original puesto que tan-
to “adverbios en general” como “adverbios en comun” tienen el mis-
mo sentido.
un STEMMA para los manuscritos del ARTE PARA APRENDER LA LENGUA MEXICANA 155
un STEMMA para los manuscritos del ARTE PARA APRENDER LA LENGUA MEXICANA 157
un STEMMA para los manuscritos del ARTE PARA APRENDER LA LENGUA MEXICANA 159
BN Md B MN T A?
9 Sullivan (1985:10) dice que se considera como el manuscrito más antiguo del
grupo, sin dar argumentos. Acuña (1985:292) observa que aparentemente está dentro
del grupo de los más antiguos porque comparte con BN y Md la referencia a Martín de
Hojacastro cuando aún no era obispo de Tlaxcala.
10 En particular, Md no es una copia tardía de BN, como propuso Baudot (Sullivan,
1985:10).
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un STEMMA para los manuscritos del ARTE PARA APRENDER LA LENGUA MEXICANA 161
ginal, como indica el diagrama anterior. Puede ser que algunos sean
copias de otras copias, ya perdidas. Si dos o más provienen de la mis-
ma copia intermedia, entonces deben compartir las características dis-
tintivas de aquella copia intermedia que la distinguían de las demás
copias. Es decir, formarían una familia de manuscritos con ciertas ca-
racterísticas conjuntivas que los definen como un grupo y que son se-
parativas frente a los demás manuscritos. Esencialmente es el mismo
problema que la subagrupación lingüística y al igual que ahí, las ca-
racterísticas que tienen valor para este tipo de agrupaciones son las
innovaciones compartidas.
Hasta el momento he examinado discrepancias donde uno de los
manuscritos muestra características que lo separan de todos los demás.
Pero, los cuatro manuscritos que constituyen “todos los demás” tam-
bién comparten una característica. Si fuera posible sostener que esa
característica fuera una innovación, entonces se podría proponer que
son descendientes de la misma copia intermedia. Sin embargo, las úni-
cas innovaciones claras en los datos presentados hasta el momento son
los errores que se encuentran en un solo manuscrito.
También hay discrepancias conjuntivas que permiten identificar
subgrupos de dos o tres manuscritos frente a los demás. En estos ca-
sos, a pesar de no saber cuál es la innovación y cuál la retención, te-
nemos clara evidencia de una tradición intermedia. En particular, hay
un buen número de casos, como los que ilustro en (7) y (8), donde
BN y Md se parecen de un lado y MN y T se parecen del otro. B vacila
entre los dos grupos.
Estos datos apuntan a tres versiones del manuscrito, una sin las adi-
ciones (α), otra con algunas de las adiciones (β) y una tercera con to-
das las adiciones (γ).
(9)
α β γ
BN Md B MN T ¿A?
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un STEMMA para los manuscritos del ARTE PARA APRENDER LA LENGUA MEXICANA 163
en 1558.
12 Siméon ([1875]1972, pp. 20 y 22 de la traducción de la introducción) hace no-
tar que hubo varios intentos de publicar el arte de Olmos. El prólogo del franciscano
anónimo (Acuña 1985:294, piensa que fue Jerónimo de Mendieta) que se encuentra
en MN (ibid., pp. 7-8 del facsímil) dice que el arte se iba a imprimir en un primer mo-
mento, pero que la impresión se detuvo cuando se murió el impresor, seguramente
una alusión a la muerte de Juan Pablos en 1560 (cf. García Icazbalceta [1886]1981:34-
35). Luego, fray Francisco de Bustamante llevó el manuscrito a España en 1561 con la
intención de promover su impresión ahí, pero tampoco la logró antes de su muerte
en 1562. Los esfuerzos del fraile franciscano anónimo fueron igualmente vanos. Su-
pongo que la publicación del arte de Molina en 1571, mismo año en que falleció Ol-
mos, marcó el fin de los intentos de publicar esta gramática, hasta que Siméon la sacó
a la luz en 1875 tras el intento fallado de Aubin.
13 Sullivan (1985:10) considera que BN ya es una segunda redacción del arte, pues-
to que Olmos dice, en su prólogo: “conociendo, a la primera que hize, faltarle mucho
en el corte: aunque casi tocase lo principal questa segunda” ([1875] 1972:9).
14 Para esta reconstrucción, no he tomado en cuenta la posibilidad de la contami-
nación o transmisión transversal, cuando una copia se hace al tomar en cuenta más de
un manuscrito como modelo.
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(10)
α=Ω
BN Md β ¿A?
B γ
MN T
Sin embargo, con el stemma de (10), dos de los tres testimonios que
tenemos para el original (Md y β) tienen “pero Mexico no la haze en
la pronunciacion”, que sería el texto que se debe favorecer en la re-
construcción, como lo hacen los León-Portilla, pero no Siméon.
Una reconstrucción definitiva del stemma de estos manuscritos re-
querirá de un estudio mucho más detallado que el que he podido rea-
lizar aquí. Además, debe incluir datos del manuscrito de Aubin y tam-
bién del original del manuscrito de Colbert. De hecho, sería un
excelente tema para una tesis de doctorado. Por el momento, espe-
ro que mis observaciones, a pesar de ser tan preliminares, ayuden a
indicar cómo se puede acercarse al problema y qué tipo de conclu-
siones nos esperan.
BIBLIOGRAFÍA
un STEMMA para los manuscritos del ARTE PARA APRENDER LA LENGUA MEXICANA 165
Acuña, René, “Noticia sobre los manuscritos del Arte de Olmos”, en Sullivan
y Acuña, 1985, pp. 275-301, 1985.
García Icazbalceta, Joaquín (1886), Bibliografía mexicana del siglo XVI, catálogo
razonado de libros impresos en México de 1539 a 1600. Con biografías de au-
tores y otras ilustraciones, precedido de una noticia acerca de la introducción
de la imprenta en México, Imprenta de Francisco Díaz de León, México,
xix más 419 pp. Nueva edición por Agustín Millares Carlo, Biblioteca
americana, Serie de literatura moderna, historia y biografía, Fondo de
Cultura Económica, México, 1954, 2a. impresión, 1981.
Molina, Alonso de, Arte de la lengua mexicana y castellana, Pedro Ocharte, Me-
xico, 1571.
GuzmanBetancourt 10 24/6/04 12:11 Page 166
Olmos, Andrés de, Arte para aprender la lengva mexicana, México. Existen seis
copias manuscritas de este tratado, con importantes diferencias entre
ellas: 1] la de Aubin (A), actualmente en la Biblioteca Nacional de Fran-
cia (Colección de Manuscritos Mexicanos, signatura 364); 2] la de Col-
bert (BN), también en la Biblioteca Nacional de Francia (Fondo Espa-
ñol, núm. 259); 3] la de la Biblioteca Nacional de Madrid (Md,
signatura 10081, reservado 165), reproducida en facsímil en León-Por-
tilla y León-Portilla 1993; 4] la de Ramírez (B), actualmente en la Bi-
blioteca Bancroft en la University de California, Berkeley (M-M 454, con
una fecha de 1563); 5] la de Gates (T), actualmente en la Biblioteca
Latinoamericana de la Universidad de Tulane (núm. 407.2017.051, Ga-
tes núm. 760), reproducida en facsímil en Sullivan y Acuña (eds.),
1985; y 6] la de Maisonneuve (MN), actualmente en la Biblioteca del
Congreso en los Estados Unidos (signatura S III-48-C, 4 Ac. 8; ms. núm.
1477). También existen dos ediciones modernas basadas en algunas de
estas copias: 1] Siméon 1875 (RS), basada en BN y MN; y 2] León-Porti-
lla y León-Portilla 1993 (LP2), basada en Md, BN, MN y RS, 1547.
un STEMMA para los manuscritos del ARTE PARA APRENDER LA LENGUA MEXICANA 167
Sullivan, Thelma D., “Introducción”, Sullivan y Acuña (eds.), 1985, pp. 5-19.
* DL/INAH.
** SEC-Sonora.
[169]
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dida en el Idioma Cahita o Maya1 por otro Hijo del Santo Patriarcha. Mis-
sionero de la Provincia de Çinaloa. Y consta de trece páginas escritas por
ambos lados en lengua cahíta o yoreme, que forman parte del vol. 25
del Fondo Jesuita de la Biblioteca Nacional de Antropología e Histo-
ria, y está encuadernado en 2o.2
Son escasos los documentos compuestos en esta lengua que datan
de la época colonial, y este manuscrito se inscribe en la exigua lista
de obras que nos permiten dar cuenta del cambio que ha sufrido es-
ta lengua a lo largo de cuatro siglos. Como la mayoría de las obras
producidas por religiosos tenía una finalidad práctica: la de facilitar
la propagación de la fe cristiana entre los pueblos cahítas o yoreme,
como el Arte de la lengua cahíta, cuya redacción se atribuye al padre
Tomás Basilio, y reeditado por Eustaquio Buelna en 1890.3
El manuscrito de la Novena de san Ignacio de Loyola no está fe-
chado.4 Y aunque la letra es diminuta y la tinta se ha decolorado, es
clara y puede leerse y paleografiarse con facilidad. La escritura del
texto refleja sólo algunos problemas de la estructura fonológica de la
lengua, pero no los más relevantes, como serían el de la aspiración y
el cierre glotal intervocálicos. Tampoco incluye vocales y consonan-
tes dobles e incluye en español, como era costumbre en este tipo de
1 Si bien el título dice lengua “maya”, se trata de la lengua mayo o yoreme, que era
tropología e Historia durante el mes de junio de 1999, y los trabajos iniciales de Alma-
da y Nansen sobre este tema se presentaron como parte de la Mesa Redonda sobre la
Fiesta Novohispana, Fiesta Religiosa y Fiesta Indígena, durante este mes, en la Biblio-
teca Nacional de Antropología e Historia y como parte de las actividades de su Semi-
nario de Cultura Novohispana.
3 Véase, Arte de la lengua cahíta, edición facsimilar de la publicada por Eustaquio
Buelna en 1890, prólogo de José G. Moreno de Alba, México, Siglo XXI Editores, 1989.
4 Respecto de los documentos, nos dice Sandoval Aguilar (1991:25) en su ficha téc-
nica sobre éstos: “Anuario de fiestas religiosas. Contiene diversas oraciones en mayo,
castellano y latín; un anuario de fiestas y ceremonias religiosas y una novena a San Ig-
nacio de Loyola traducida y aumentada en el idioma mayo por un misionero de la pro-
vincia de Sinaloa. Sin lugar, 1673-1681. Manuscritos en papel europeo, todos en hojas
del mismo tamaño (10 x 15 cm) y algunos unidos por un hilo, 220 fs. Manuscritos en
mayo, castellano y latín con diferentes letras”.
GuzmanBetancourt 11 5/11/04 2:23 PM Page 171
5 Sobre el autor de la Novena, podríamos aventurar que quizá fue el padre Juan Bau-
tista de Velasco, quien en 1593 fue enviado a la entonces Provincia de Sinaloa, para que
se hiciese cargo de las misiones, que comprendían las establecidas en el norte de Sina-
loa y sur de Sonora; posteriormente, a la muerte a manos de los zuaques de los padres
pioneros Gonzalo de Tapia y Martín Pérez, todos de la Compañía de Jesús. El padre Ve-
lasco permaneció durante veinte años en tierras de la nación cahíta y se dice que: “re-
dujo al arte los tres idiomas dominantes en su jurisdicción eclesiástica, que eran el chi-
corato, ohuero y cahuimeto, formando con ellos una gramática de la lengua cahíta, de que
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Las Visitas y Novenas que se hacen, así a la santa imagen de los Remedios, co-
mo a la de Guadalupe, han sido desde sus principios muy usadas de todo gé-
nero de personas. Y en especial de algunas personas doctas y espirituales que
usaban el retirarse a la casa de la Virgen, por nueve o más días, a gozar en ella, qui-
tados del tráfago de México, de la comunicación inmediata con la Señora, y a recibir
la abundancia de favores que suelen hacer a los que velan a las puertas de su miseri-
cordia y la buscan en sus necesidades (Florencia, 1998:3).
se derivaban los posteriores, y era hablado exclusivamente en los ríos Yaqui y Mayo ha-
cia la costa, en la mayor parte del río Fuerte, comprendido dentro del hoy territorio si-
naloense, y con más o menos extensión en los de Sinaloa y Mocorito”. (Villa, 1984:26.)
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El tiempo más oportuno para hacer esta novena […] es aquel en que sus de-
votos necesiten conseguir alguna gracia del Señor, por medio de su podero-
sa intercesión. Los que lo hicieren si precisaren alguna urgente aflicción, o
fervor devoto, podrán escoger los tiempos siguientes: desde el día 23 de ju-
lio hasta el día de su solemnidad, que la santa Iglesia celebra a 31 del mismo
mes […] de rodillas ante algún altar o imagen de San Ignacio de Loyola, le-
vantará el corazón a Dios y se considerará presente a la Santísima Trinidad,
a Cristo nuestro Señor, a María Santísima asistida de la celestial corte de in-
numerables ángeles y santos, y especialmente pondrá los ojos del alma en San
Ignacio… (Novena a San Ignacio de Loyola, 1999:2-3).
va estas partes, pero poco o nada refiere sobre los hechos de la vida
del santo, en tanto que datos biográficos puntuales, como son los co-
nocidos episodios de Montserrat y el de la cueva de Manresa, en don-
de la Virgen de la Purísima Concepción se apareció a Íñigo de Loyo-
la, para convertirse en la sagrada dama de sus gestas de caballero de
la fe, que sí aparecen en la novena en español.
En cambio, el texto cahíta se convierte en una interpelación direc-
ta del individuo que la reza, en la cual él recuerda al santo sus virtu-
des y los hechos que reforzaron su fe, para que el santo pueda, por
estas cualidades interceder ante Dios para que le conceda la gracia
pedida y le permita parecerse a él. Muy a la manera en que la religio-
sidad popular de hoy en día, ruega directo al santo que le haga un fa-
vor, y hasta lo azota, lo para de cabeza, o lo mete en agua para obli-
garlo a cumplir la gracia pedida.
Estas interlocuciones pueden resumirse en un paso por día, de la
manera siguiente:6
Dios apo graciata entzi micac Santísima Trinidad mysteriompotunaque betzibuo. Emou-
ne uhbuana Diosta nocrianaque Diosta sualuamta, fee teuame ne micnaque a et chic-
ti hita itom Aie Santa Iglesia a taia nesaue, anetaianaque soc ante sualnaque betzi-
buo entzi quet itom buan aniapo hiepsao hulen a sualeca betzibuo.
traducida al español de las partes de la Novena que aparecen en este punto, sin incluir
una glosa morfológica. Esta modalidad se presentará en otro trabajo de carácter com-
parativo, que incluirá la paleografía completa del texto.
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Dios entzi hiocorec turisi a taiamecari soc ataiaca utesi em hiepsimeie aerianaque em
muqueu camtia, em puhba, […] quet elevenasia chicti tapo in mucneu camptia Dios-
ta em hiepsimeie utesi en ianaquete hiacari
Empo itom buananiapo Diosta betana emo benasia chicti jioreme em hiepsipoutesi am
eriac, aet betzibuo vem tuuraua vem hiepsi soc vem tacaua betzibuo hariuac em mu-
queu camptia; entzi emou en uhbuna ino betzibuo Diostanocrianaque, nezte quet ele-
venasia cin mucneu camptia Diosta vetana ino venasia chicti Joreme eriacacari Dios
hulen itom saueca betzibuo apori bueurusi entzi ieac in noqui utesi ara hica
Itom Aie Santa María Concepcionta chicti em hiepsimeie empo a eriac… itom Aie Con-
cepcionta erianaque i, anaque canapat ne tatacolita aque, i, anaque soc in emou aa-
waw in hiepsi betzibuo.
Itom buan aniapo emzti quet hiepsaco Diosta bétana chicti habeta batorim, ca batorim
huneri tehuecau vichaca lútula vichaca lútula bota amachtiac…. Natzai cane napat
Diosta omtitua, i anaque. Ne batota venasi muc, i, anaque…
Emtzi quet itom buan aniapo hiepsaco, Diosta vetana hantiachi penitenciata hoac.
Utesi em tacaua cocosi ieac Diosta naqueca….naiqui tapo elapo hibua machi caluti
obec hulem lebela panim ilitchi buacari, soc iliqui bata hecari, soc chicti taiao naiqui-
sia omti mamnisi uttesi emo vibumuchae
Empo Diosta ioioreca betzibuo burusia iton buan aniapo quet hiapsaco, em hiepsipo
Diosta mac nocac, ie vetsibuo apo Dio, Itom Aie Santa Maria huneri burusia eni ieu
machiecm burusia emo iaiahiac em
Itom buanianapo recteco, elapo cahita hitoa, Diosta betana hulem Santa Crusta hu-
nac teuamta aie huevena ioreme cocoreca hiocot aneme vem tacaua sepi em alaeuac,
entoc ven hiepsi em noqui
lloraban diciendo que eras un gran Santo… y que los corriste a la fuer-
za”. Y le promete: “Me confesaré y sacaré mis pecados, y de aquel la-
do, sacaré más gloria para mi alma que del diablo…” (p. 12 ms.):
Itom buanianapo hiepsaco empo burusia diablom uomtiac emteuam hicaca sepi emo
hoac ioremem tacauapo uahiac quimocame cocori amhoa bareteco tua ca buanaio emt-
zi bueru Santo, emtzi tua Santo tiaca uteapo am sasacatuac emo uhbuana…ne turi-
si compesecteco, in tatacolim diablota aet uanavo chea huenam in hiepsi vet ien am
uotianaque…
La música puede ser la misma para todas las fiestas. En cuanto a las
danzas hay tres que son comunes a todas: “el pascola”, “el venado” y
“el matachín”, pero también hay algunas diferencias a nivel subre-
gional.
La música que se toca se considera como una alabanza instrumen-
tal y, por lo tanto, es sagrada. La danza es el acompañamiento para la
música donde hombre y música se ofrecen ante Dios, la Virgen y el
santo festejado. Así en la representación del universo dentro de la ca-
sa de la fiesta, todo está en movimiento y el individuo se entrega en
cuerpo y alma a la alabanza de Dios por medio del canto, la danza y
la música que interpretan músicos, cantadores, pascolas y venado.
Todos se entregan a Dios de dos maneras: los que ejecutan la mú-
sica están guiados por la inspiración divina, que literalmente es quien
dice qué música quiere escuchar; el danzante que la oye se apropia
de ella, por cuanto en su atuendo se encuentran elementos que pro-
ducen ruido como los ténabaris, coyolis y sonajas cuyos sonidos com-
plementan la armonía de la música que se ofrece a Dios. De la mis-
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La novena
del Júpare y la Loma del Etchoropo, que son vitalicios, están hechos
de madera de mezquite, mientras que los de cualquier otro santo
son de amolillo (o tukchi, que es una especie de saponaria) y se en-
tregan a un fiestero diferente cada año.
Sobre esto es posible concluir, que el proceso sincretizador ha
compactado una serie de símbolos culturales de los yoreme en la fi-
gura de san Ignacio de Loyola que en apariencia lo vinculan con la
muerte.
Sin embargo, la fiesta es para el árbol del mezquite y el día del
santo, el 31 de julio, marca la época de la cosecha de sus vainas o pé-
chitas como un acontecimiento anual que no tiene un marco religio-
so real. En cambio, no sucede así en el caso de las otras fiestas, que
tienen su base en el marco de la Trinidad. Éstas se realizan en tres
periodos, lo cual no las hace menos sincréticas que la de san Ignacio
sino que las vincula directamente con la vida y sus ciclos que se repi-
ten año con año. La fiesta de san Ignacio pareciera poder morir, en
cambio la de la Trinidad no.
BIBLIOGRAFÍA
Azuela, Fernando, Guía para hacer ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola,
Centro de Reflexión Teológica, México, 1989.
López de Lara, Pablo, Iñigo. Una biografía de san Ignacio de Loyola, Obra Nacio-
nal de la Buena Prensa, México, 1993.
Ribadeneyra, Pedro, Vida de San Ignacio de Loyola, Ed. Espasa-Calpe, Col. Aus-
tral, México, 1967.
Villa, Eduardo W., Historia del Estado de Sonora, Gobierno del Estado de Sono-
ra, México, 1984.
GuzmanBetancourt 12 5/11/04 2:25 PM Page 187
* Universidad de Guadalajara.
[187]
GuzmanBetancourt 12 5/11/04 2:25 PM Page 188
Los coras parece que fueron sometidos por el poder colonial hasta el
año 1722. Al mismo tiempo tienen lugar los primeros intentos de
evangelización por parte de los jesuitas, los cuales se ven interrumpi-
dos con la expulsión del país de los miembros de esta orden religio-
sa en 1767. Apenas diez años después del apaciguamiento de los co-
ras por las tropas coloniales aparecen las principales obras de José de
Ortega.
Los comentarios de Humboldt se refieren por tanto a los testimo-
nios más antiguos que tenemos de esta lengua, los trabajos gramati-
cales y lexicales de este jesuita que nació el 15 de abril de 1700 en
Tlaxcala (México), a los 17 años entró en la orden de los jesuitas, y
como sacerdote visitó a los coras en los años veinte del siglo XVIII. En
1732 fue editada en la ciudad de México su obra principal: Vocabula-
rio en lengua castellana y cora. En 1860 se reeditó en el volumen VIII del
Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística con un prólogo
del famoso filólogo Francisco Pimentel y en 1888 por la editorial del
estado de Nayarit. El padre Ortega escribió además un catecismo ti-
tulado Doctrina cristiana, Oraciones, Confesonario, Arte y Vocabulario de la
lengua cora (México, 1729), así como un Confesonario manual en lengua
cora (México, 1732). Humboldt tuvo a su disposición el Vocabulario en
lengua castellana y cora y una versión del Padrenuestro como única
muestra textual.
SISTEMA FÓNICO
2] Afirma que “de las letras líquidas falta totalmente la l ”, y cita co-
mo evidencia adicional de ello su desaparición de las palabras pres-
tadas del náhuatl, ejemplificada con la conversión de la palabra azte-
ca tlatoani en tatuani, pero en realidad <tl> no es en náhuatl un grupo
consonántico, sino una líquida lateral. Esto puede pasar cuando só-
lo se tiene acceso a la lengua a través de la escritura. El sonido [l] exis-
te en cora, como en huichol, al menos como una variante de la /r/
en ciertos registros como el habla afectada o afectuosa. McMahon y
Casad lo consideran incluso como un fonema independiente, lo mis-
mo que las consonantes palatalizadas.
FORMAS GRAMATICALES
Ejemplos de estos pronombres son: nean-huri, “yo vivo” (lo mismo es expre-
sado con la misma traducción en otra ocasión como ne-huri), nean-ti-xanaca-
ri huianu “yo (soy) pecador”. Aunque en estos dos ejemplos nean signfica “yo”,
el pronombre mismo es indicado como nea.
1 2 3 4 5
Sing. 1a. neapue nea ne ne
2a. apue ap pe, pa mua a
3a. achpue achp a ana
GuzmanBetancourt 12 5/11/04 2:25 PM Page 197
RESUMEN Y VALORACIÓN
De estos pocos datos, que son por lo demás todo lo que se puede hallar so-
bre la gramática, se desprende ya la gran parte que corresponde al mexica-
no en la formación de la lengua. Abarca no simplemente los aspectos gene-
rales, que podrían haber sido concebidos de forma similar por dos pueblos
sin conexión inmediata, sino justamente también formas determinadas, la
misma manera, y en la medida en que ambas lenguas lo permiten, también
la misma expresión de los afijos. Pero no por ello quisiera afirmar que la len-
gua cora sea igual a la mexicana en toda su parte esencial, el sistema de in-
corporación, y mucho menos que una de las dos proceda lisa y llanamente
de la otra. Existe más de una manera en que las lenguas pueden estar rela-
cionadas unas con otras, y la impresión que me da el cora es que es una mez-
GuzmanBetancourt 12 5/11/04 2:25 PM Page 199
cla de dos lenguas diferentes, la mexicana y otra más antigua y rica, pero tam-
bién más vasta. La investigación del diccionario debe ayudar a desarrollar y
demostrar esta idea. Entre las formas gramaticales se encuentran ciertamen-
te muchas que recuerdan a las mexicanas, sólo que muchas otras, especial-
mente entre las pronominales, están formadas de acuerdo a reglas diferen-
tes y hasta contrapuestas. Ya arriba se mencionó el curioso fenómeno del
pronombre posesivo, cuyas formas se pegan por detrás, con excepción de una
sola forma que se pega por delante. También está la diversidad de los siste-
mas fónicos, lo que sugiere otro origen que el mexicano. Dos diferencias lla-
mativas son además la falta de reduplicación y de formas reverenciales. La
primera permite inducir que se trata de dos naciones con un natural diferen-
te, si es que podemos hablar así. La segunda podría ser explicada a partir de
la diversidad de las instituciones políticas, que entre los mexicanos eran de
orden feudal. Sólo que, en la medida en que la forma reverencial es también
expresión de ternura y compasión, podría tal vez hablar de una sensibilidad
diferente.
BIBLIOGRAFÍA
Iturrioz, José Luis, Paula Gómez, Julio Ramírez y Silvia Leal, “Individuacion
en Huichol. I: Morfología y semántica de las clases nominales”, Función
I/2, 1986:309-354.
Iturrioz, José Luis, “Variation und Invarianz bei der formalen und semantis-
chen Beschreibung von grammatischen Morphemen”, Akten des Kollo-
quiums Sprache und Denken: Variation und Invarianz in Linguistik und
Nachbardisziplinen, Lenzburg 17-19, Mai, 1989. Akup 80.
GuzmanBetancourt 12 24/6/04 12:36 Page 201
Iturrioz, José Luis, “Wilhelm von Humboldt und die Cora-Sprache. Kommen-
tare zu den grammatischen Schriften von José de Ortega”, en Zimmer-
mann (ed.), 1992.
McMahon, Ambrose, Phonemes and Phonemic Units of Cora, México, IJAL, 1967,
33:128-34.
Zimmermann, Klaus (ed.), Wilhelm von Humboldt und die amerikanischen Spra-
chen, Lateinamerika-Institut PK. Beiträge zum Humboldt-Kolloquium,
24-26, septiembre, Berlín, 1992.
GuzmanBetancourt 12 5/11/04 2:25 PM Page 202
GuzmanBetancourt 13 5/11/04 2:26 PM Page 203
BÁRBARA CIFUENTES*
INTRODUCCIÓN
go, por las investigaciones que he realizado, que la inicial de N corresponde a Joaquín
Navarro.]
[203]
GuzmanBetancourt 13 5/11/04 2:26 PM Page 204
3
Manuel Esteban, “Remitidos”, El Siglo XIX, 2 de octubre de 1843, p. 2.
4
Véase El Zurriago, 2a. época, 1843-1844. Este seudónimo corresponde a José Jus-
to Gómez de la Cortina.
5 Domingo Faustino Sarmiento, “Orografía americana”, Obras Completas, París-Ber-
7 Véase Obras completas de Melchor Ocampo. Prólogo del Lic. Félix Romero, notas de
Ángel Pola, México, Velázquez Editor, 1900. La segunda edición de las Obras completas,
en tres tomos, fue realizada por la editorial El Caballito, México, 1978.
8 José C. Valadés, Don Melchor Ocampo. Reformador de México, México, Editorial Pa-
tria, 1954.
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México, El Colegio de México, 1954. Así también Margarita Lliteras, “Estudio y edi-
ción” a la Gramática de la lengua castellana según se habla ahora, Madrid, Arco Libros,
1988.
12 Vicente Salvá, “Prólogo” al Nuevo diccionario de la lengua castellana por la Academia
Española añadido con unas veinte mil voces, acepciones, frases y locuciones entre ellas muchas
americanas, París, Librería Garnier Hermanos, 8a. ed., 1879. [la 1a. ed. corresponde a
la Librería Salvá, París, 1846].
13 Op. cit.
14 Manuel Alvar, La lengua de…, Madrid, Ediciones de la Universidad de Alcalá de
15
Esteban Terreros y Pando, Diccionario castellano con las voces de las ciencias y de las
artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana, Madrid, Imprenta
de la Viuda de Ibarra, hijos y compañía, 1786.
GuzmanBetancourt 13 5/11/04 2:26 PM Page 209
126.
19 Ocampo colaboró con once artículos en El Museo Mexicano, Imprenta de Ignacio
20
Véase Sylvain Auroux, L’Encyclopédie “grammaire” et “langue” au XVIIIe siècle, París,
Maison Mame, 1973.
21 La referencia a Franz Bopp y las lenguas matrices se encuentra en “Bibliografía”,
23 Loc cit.
24 La propuesta neográfica sólo se expone en su totalidad en el periódico El Siglo
XIX.
GuzmanBetancourt 13 5/11/04 2:26 PM Page 212
Si una lengua es hablada por muchos pueblos iguales y cuyos Estados son in-
dependientes unos de otros, tales como eran antiguamente los griegos y lo
son hoy los italianos y alemanes, con el uso general de los mismos nombres y
la misma sintaxis, cada pueblo puede tener usos propios sobre la pronuncia-
ción o sobre la declinación de las mismas palabras: estos usos subalternos, igual-
mente legítimos, a causa de la igualdad de los Estados, en donde están autori-
zados, constituyen los dialectos de la lengua nacional.25
Don Joaquín era hombre de costumbres sin tacha alguna: avaro de su tiem-
po, trabajaba sin cesar, despachando al día los negocios de sus propiedades,
su correspondencia literaria nutrida y abundante; y el resto de las horas li-
bres consagrándolo al mejor amigo: el estudio. […] Correcto en su persona,
en su lenguaje literario, hasta en las impresiones y en las pastas de sus libros,
caballeroso y creyente; de conversación sencilla, sobria, instructiva y amena;
aun cuando a veces solía ser áspero con sus propios amigos, sin intención de
herir con ofensa alguna…1
* UNAM/ENEP Acatlán.
1 Cf. Jesús Galindo y Villa, “D. Joaquín García Icazbalceta. Biografía y bibliografía”,
[215]
GuzmanBetancourt 14 5/11/04 2:27 PM Page 216
2 Cf. José Luis Martínez, “Dos aspectos de Joaquín García Icazbalceta”, La expresión
En estos trabajos se reveló nuestro autor lo que había de ser más tarde: escri-
tor concienzudo y sereno, de rígido y sanísimo criterio y de un estilo sobrio,
castizo; galano y limpio. Había en ellos copioso caudal de noticias, que hacía
adivinar larga y paciente labor de investigación, solidez de juicio, fruto de
una inteligencia ajena a toda preocupación, y un amor a la verdad y a la jus-
ticia, propio del varón verdaderamente recto.10
9 Ibid.
10 Victoriano Agüeros, op. cit., 38.
11 Jesús Galindo y Villa, op. cit., p. 8.
12 Victoriano Agüeros, op. cit., p. 38.
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En la Introducción, que para este libro hizo nuestro sabio historiador, brillan
como en todos sus trabajos, la erudición más copiosa, el juicio más atinado y
las galas de un estilo que recuerda el siglo de oro del idioma castellano. En
esa admirable pieza literaria hay pormenores muy curiosos y enteramente
nuevos de los espectáculos a que daban lugar en México aquellos Coloquios,
género de literatura muy en boga a la sazón, y que servía para entretener y
moralizar a los indios.14
13 Ibid.
14 Ibid.
15 Jesús Galindo y Villa, op. cit., p.9.
GuzmanBetancourt 14 5/11/04 2:27 PM Page 220
16
Julio Jiménez Rueda, op. cit., p. XIX.
17
José Luis Martínez, op. cit., pp. 326-327.
18 Cf. Joaquín García Icazbalceta, Carta acerca del origen de la imagen de nuestra señora de
20 Ibid., p. 330.
GuzmanBetancourt 14 5/11/04 2:27 PM Page 222
GuzmanBetancourt 15 5/13/04 8:20 AM Page 223
tido propio de la dialectología”, Lingüística española actual, 1981, vol. III, pp. 1-32.
[223]
GuzmanBetancourt 15 5/11/04 2:29 PM Page 224
2
Ibid., p. 5.
3
Félix Gaffiot, Dictionnaire illustré latin-français, París, Hachette, 1934.
4 Agustín Blazquez Fraile, Diccionario latino-español, Barcelona, Editorial Ramón So-
pena, 1954.
5 Citado por Walter von Wartburg, Evolución y estructura de la lengua francesa, trad.
ga, que significa la propiedad. […] Se toma también por la phrase y modo particular
de algunos.”
GuzmanBetancourt 15 5/11/04 2:29 PM Page 227
8 Dispongo de una fotocopia del ejemplar existente en la Biblioteca Pública del Es-
cen al frente de ésta, emplean también, seguramente influidos por el autor, esta nove-
dad lexicográfica.
10 Arte de la lengua tepeguana, con vocabulario, confessionario y catechismo. En que se expli-
GuzmanBetancourt 15 5/11/04 2:29 PM Page 228
can los Mysterios de Nuestra Santa Fè Cathólica, Mandamientos de la Ley de Dios, y de Nuestra
Santa Madre Iglesia. Por el P. Benito Rinaldini, de la Compañía de Jesús, Visitador de la Pro-
vincia Tepeguana, y Taraumara antigua. Impresso en México por la viuda de D. Joseph
Bernardo de Hogal, año de 1743. Edición facsimilar con prólogo de Javier Guerrero
Romero, México, CNCA/Gobierno del Estado de Durango, 1994.
11 El autor informa en el prólogo “Al estudiante aplicado”: “Más de quarenta años,
que para mi enseñanza escribí este papel: y más de veinte que se expidieron varias cu-
rias las licencias necessarias (como consta de sus datas) para su impressión, que por
sus costos se ha detenido…” Esto quiere decir que su Noticia fue escrita en el decenio
de los años veinte del siglo XVIII.
GuzmanBetancourt 15 5/11/04 2:29 PM Page 229
Pero reducir sus “dialectos” a tan ajustadas reglas, iniciar su barbaridad a le-
yes tan bien fundadas, arreglar sus propriedades y secretos a documentos tan
claros, hacer tratables y dóciles sus asperezas, convertir sus ambages en tan de-
rechas líneas y allanar sus escabrosidades en estas planas, ¿quién no ha de ver
en esto manus Domini erat cum illo?12
Es su “dialecto” blando, aun más que el mexicano, sus principales partes son
(acomodándolas a nuestra Grammatica) ocho: nombre…, pronombre…, ver-
bo…, preposición…, adverbio…, conjunción…, participio… [e] interjec-
ción…
…y esto es lo nuevo y exquisito de este Arte; pues aunque hay otras varias que
enseñan el idioma [mexicano], están tan llenas de preceptos y reglas que no
pide su “dialecto”, que no puede dudarse que embarazan y confunden mu-
cho a los que se dedican a estudiarlo…
c] estructura lingüística
p. 24: Y así, me parece que sólo le conviene a los verbos mexicanos la
definición que da nuestro grande y digno de toda alabanza, Maturi-
no Gilberto [sic]: Verbum est pars orationis, agere aliquid significans: y me
ha parecido necesario traer estas doctrinas (aunque parezca digre-
sión) porque considerada la sustancial propiedad del verbo Índico,
sea nuestro estudio acomodarnos más a su “dialecto”.
Hasta aquí los usos polisémicos del término “dialecto” por parte
de Tapia Zenteno y sus émulos. Como pudimos darnos cuenta, ya hay
en estos usos una clara tendencia a referirse a las lenguas indígenas
como “dialectos”, sin que esto implique necesariamente que se trata
de variantes regionales y –cabe reparar en ello– sin ninguna conno-
tación peyorativa. El padre Tapia utiliza el neologismo “dialecto” más
bien como un recurso estilístico, por el simple gusto de usar vocablos
GuzmanBetancourt 15 5/11/04 2:29 PM Page 232
Y pregunta:
¿Cómo es posible que una nación alterase del tal modo su primitivo lenguaje
o lo multiplicase en tantos “dialectos” tan diversos entre sí, que no hubiese,
GuzmanBetancourt 15 5/11/04 2:29 PM Page 233
parenti tutte quelle nazioni che parlano “dialetti” di una stessa lingua matrice”.
15 Por ejemplo, en la carta que transcribe de un jesuita mexicano en el vol. I, cap.
VI, “Lenguas que se hablan en el continente de la Nueva-España”, pp. 286-287: “II: Las
lenguas que v. pone en su catálogo se hablan ciertamente en la Nueva-España, y de
ellas se usan también varios “dialectos”, de que no me es posible darle una noticia dis-
tinta, ni tampoco de las misiones que los jesuitas mexicanos tenían. Las misiones de
éstos contenían centenares de millares de almas; y no pocas veces acontecía, que en
una misma misión se hablaban varios “dialectos” de una misma lengua matriz. III. En
la provincia de Nayarit (la más cercana al México) había siete misiones con diez luga-
res de neófitos: en algunos de estos lugares se hablaba la lengua cora, y en otros un
“dialecto” de la lengua mexicana”.
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del XX. Puede considerárselo también, junto con fray Manuel de San
Juan Crisóstomo Nájera (1803-1853) y Francisco Pimentel (1832-
1893), como uno de los tres más importantes introductores e impul-
sores de la moderna lingüística en México. Continuador y corrector
de la obra de Orozco y Berra (1816-1881) en lo referente a clasifica-
ción y distribución de las lenguas indígenas de México, y de Pimen-
tel en cuanto a la pluralidad y amplitud de intereses en la materia,
sus trabajos lingüísticos, publicados entre 1890 y 1914, dieron la pau-
ta para la práctica científica de la lingüística antropológica en nues-
tro país. En efecto, aunque de formación autodidacta en esta disci-
plina, como el resto de sus contemporáneos, logró no obstante
hacerse de sólidas bases teóricas y metodológicas vigentes en la cien-
cia lingüística del momento. Su perfecto dominio de las principales
lenguas europeas y sus contactos personales con instituciones y agru-
paciones académicas y con especialistas de varias nacionalidades, le
llevó a estar enteramente al día en lo referente a publicaciones y
avances en los campos de su interés. El profesor Leonardo Manrique
ha efectuado un recuento de los autores y obras citados por Belmar
en su obra póstuma inconclusa, la Glotología indígena mexicana (1914-
1921), hallando 217 autores, 91 de ellos como fuentes de datos lin-
güísticos y el resto como teóricos o estudiosos del lenguaje o de cier-
tas familias y lenguas mexicanas.16 Entre las obras citadas, sin
considerar las escritas en español, Manrique cuenta 24 en francés, 13
en alemán, 9 en inglés y 3 en italiano. Fue además buen conocedor
y crítico de los trabajos lingüísticos sobre lenguas indígenas redacta-
dos en México durante la época colonial, e incluso reeditó algunos
de ellos como, por ejemplo, el Arte de la lengua mixe de fray Agustín
Quintana, cuya primera edición apareció en Puebla en 1729, y hoy
día inasequible.
Pues bien, este destacadísmo pionero de la moderna lingüística an-
tropológica mexicana, manejaba una noción de dialecto que no po-
demos menos que juzgar de desconcertante, por tratarse de un indi-
viduo tan perspicaz y bien informado, sobre todo en asuntos
relacionados con la clasificación y tipología de las lenguas indígenas
16
Cf. Leonardo Manrique Castañeda, “Francisco Belmar”, en Lina Odena Güemes
y Carlos García Mora (coords.), La Antropología en México. Panorama histórico, México,
INAH, 1988, vol. 9, p. 290.
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17 “Capítulo VI. Lenguaje en general. Lenguas. Idiomas. Dialectos. Jergas”, pp. 119-
130.
GuzmanBetancourt 15 5/11/04 2:29 PM Page 236
GuzmanBetancourt 16 5/11/04 2:30 PM Page 237
* El Colegio de México.
1 Este trabajo forma parte del proyecto “Principios, paradojas y etapas de la lingüís-
chos que prefiguran los rasgos distintivos de la actual lingüística mexicana. Sin asumir
que 1933 y 1959 sean de manera precisa los que definen el nacimiento de una lingüís-
tica científica, sí consideramos que son años particularmente simbólicos.
3 Ya en 1938, Pedro Henríquez Ureña había publicado una recopilación de traba-
jos sobre el español de México (y Estados Unidos y América Central), seminal para es-
ta tradición.
[237]
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México hacia 1934, nutren sus trabajos con las perspectivas del distri-
bucionalismo estadunidense.4
Una de nuestras hipótesis es que para que surja una lingüística cien-
tífica deben cumplirse, al menos, tres condiciones. Se requiere, en pri-
mer lugar, de la presencia de personalidades capaces de crear escuela
y producir obras ejemplares –en el sentido literal. También deben sur-
gir estructuras que permitan la investigación, la docencia, la disponibi-
lidad y la difusión del conocimiento: en otras palabras, que haya facul-
tades y departamentos, bibliotecas y laboratorios, revistas y reuniones
académicas. En fin, hace falta una reflexión explícita sobre las relacio-
nes entre el dato lingüístico y las generalizaciones que se pueden cons-
truir a partir de este dato; es decir, se requiere de un examen conscien-
te de los métodos, una metodología en el sentido etimológico.
En el tercio medio del siglo XX mexicano varias personalidades ca-
paces y notables cumplían bien con la primera condición. A lo largo
del periodo, sólo se cubrirá una parte de las etapas que lleven al cum-
plimiento de las otras dos condiciones. Sólo al final de esta época, en
la década de los años cincuenta, se empieza a vislumbrar el perfil de
lo que se esperaría de una lingüística moderna.
Una segunda hipótesis es que la lingüística mexicana de este perio-
do se encuentra escindida entre dos grandes tradiciones, la hispáni-
ca y la indigenista, sin lograr una fisonomía propia. A pesar del des-
pertar de la actividad lingüística en el último decenio de la etapa que
estudiamos, ambas tradiciones empiezan a crecer por separado, en
ignorancia mutua, aunque con algunos paralelismos interesantes.
Silva y Aceves es de los primeros en tener en México una clara idea
académica del quehacer lingüístico, de la necesidad de crear una es-
tructura dotada de centros de enseñanza, bibliotecas, laboratorios y
revistas. Por su parte, el Diccionario de mejicanismos de Santamaría es
quizá la última gran obra individual que puede producirse hasta cier-
to punto fuera de la estructura académica desarrollada especialmen-
te en los años cincuenta y sesenta.
No había muchas razones para sentirse optimista por el futuro de
los estudios lingüísticos en México hacia 1933. En el primer número
4
De hecho, los miembros del ILV van actualizando con los años sus posturas teóri-
cas. Por ejemplo, Sarah Gudchinsky, en sus trabajos sobre el mazateco, incluía ya en
1959 elementos analíticos generativistas.
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5 Las tareas fijadas para los llamados miembros activos del IMIL eran realmente muy
que los autores y las temáticas que tratan son buen reflejo de la actividad lingüística
del momento.
GuzmanBetancourt 16 5/11/04 2:30 PM Page 240
honoraria, porque esperamos tener la satisfacción de que los indudables valores cien-
tíficos que en esta materia tenemos se sientan comprometidos al igual que nosotros”
(ibid., p. 58).
9 Las publicaciones periódicas en que aparecen trabajos lingüísticos entre 1933 y
1959 dan idea de las posibilidades del momento. Por supuesto, la lista es mucho más
reducida que en decenios posteriores. Algunas son efímeras. Muchas son revistas cul-
turales, más que académicas. Buena parte son históricas, geográficas o sociológicas. Ca-
si ninguna es exclusivamente lingüística o por lo menos filológica. Nos parece intere-
GuzmanBetancourt 16 24/6/04 12:37 Page 241
sante ofrecer una lista de las revistas activas en el periodo. PUBLICACIONES YA EXISTENTES
EN 1929: Boletín de la Biblioteca Nacional (México, Biblioteca Nacional, 1904-1967); Bo-
letín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (México, Sociedad Mexicana de
Geografía y Estadística, 1839-1983?); Excélsior (México, 1917?); El Libro y el Pueblo (Mé-
xico, Departamento de Bibliotecas, Secretaría de Educación Pública, 1922-1970?); Me-
morias de la Academia Mexicana (México, Academia Mexicana, 1876?; suspendida entre
1910-1944, 1975-1984); El Nacional (México, G. Bosques, 1929-1998); Revista Mexicana
de Estudios Antropológicos (México, Sociedad Mexicana de Antropología, 1927?-1980?;
suspendida entre 1929-1938). NACIDAS EN LOS AÑOS 30: Ábside. Revista de Cultura Mexica-
na (México, 1937-1979?); Boletín Bibliográfico de Antropología Americana (México, Insti-
tuto Panamericano de Geografía e Historia, 1937-1979); Investigaciones Lingüísticas, Mé-
xico, Instituto Mexicano de Investigaciones Lingüísticas, UNAM, 1933-1938); Lectura.
Revista crítica de ideas y libros (México, 1937-1967?); Letras de México (México, Costa Amic,
1937-1947); Orbe (Mérida, Yucatán, Departamento de Publicidad, Universidad Nacio-
nal del Sureste, 1937-1978); Revista Mexicana de Sociología (México, Instituto de Inves-
tigaciones Sociales, UNAM, 1939→); Yikal Maya Than (Mérida, 1939?-al menos hasta
1951). NACIDAS EN LOS AÑOS 40: América Indígena (México, Instituto Indigenista Intera-
mericano, 1941→); Anales del Instituto Nacional de Antropología e Historia (México, INAH,
núm. 2, 1941-1946; núm. 17, 1965); Anuario de la Sociedad Folklórica de México (México,
1940, al menos hasta 1945); Boletín Bibliográfico Mexicano (México, Porrúa, 1940→);
Cuadernos Americanos (México, 1942→); Memorias de la Academia Mexicana de la Historia
(México, 1942→); Nueva Revista de Filología Hispánica (México, Centro de Estudios Lin-
güísticos y Literarios, El Colegio de México, 1947→). NACIDAS EN LOS AÑOS 50: Boletín
Bibliográfico (México, Secretaría de Hacienda y Crédito Público, 1954-1974→); Estudios
de Cultura Náhuatl (México, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, 1959→);
Historia Mexicana (México, El Colegio de México, 1951→); Revista de la Universidad de
México (México, UNAM, 1959→); Revista de la Universidad de Yucatán (Mérida, Departa-
mento de Difusión y Relaciones de la Universidad de Yucatán, 1959→).
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10 La idea resulta tan novedosa dentro del campo de la lingüística mexicana que
CONSIDERACIONES FINALES
Como hemos propuesto, para que exista una tradición científica son
necesarias al menos tres condiciones: i] que haya personalidades con
la formación y la visión necesarias; ii] una estructura académica via-
ble; iii] una conciencia metodológica que asegure una determinada
construcción de los datos.
La tradición de elaborar estudios eruditos sobre ciertos aspectos
del lenguaje ha acompañado siempre a los estudios propiamente aca-
GuzmanBetancourt 16 5/11/04 2:30 PM Page 244
muy amplios: del nootka al ruso y del zapoteco al birmano. Desde 1956, se instala de-
finitivamente en México y hasta su muerte en 1967, como profesor en la Escuela de
Antropología y en la Universidad Nacional.
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EL PENSAMIENTO LINGÜÍSTICO DE
COUTO DE MAGALHÃES (1837-1898)
INTRODUCCIÓN
[247]
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EL AUTOR
De los seis recopiladores de “poesía salvaje” del siglo XIX –Batista Cae-
tano D’Almeida Nogueira (1826-1882), Charles Frederick Hartt
(1840-1878), João Barbosa Rodrigues (1842-1909), Conde Ermano
Stradelli (1852-1926), Brandão de Amorim (1865-1926), José Vieira
Couto de Magalhães (1837-1898)– fue, ciertamente, el más avanzado
de todos, desde el punto de vista epistemológico. Su enfoque sobre
la lengua, la oralidad y los mitos se aproxima bastante a los procedi-
mientos que fueron adoptados posteriormente por la antropología y
la lingüística. Con él, el área filológica nunca estuvo tan próxima al
pensamiento científico de la época, sustentando un diálogo constan-
te con las ciencias naturales y con las ciencias sociales emergentes. Si-
tuado históricamente en el campo del romanticismo, emplea algunas
nociones caras al movimiento, anticipándose en muchos aspectos a
su tiempo. Este trabajo pretende discutir la contribución de Couto
de Magalhães en el debate sobre lengua y literatura oral en: O Selva-
gem, donde se definen los procedimientos usados en la recolección
de la tradición oral, su concepto de lengua, sus fuentes y su visión so-
bre el indio en el proceso de construcción de la identidad nacional.
Couto de Magalhães no fue solamente un escritor y un hombre de
ciencias vinculado al Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro
(IHGB). Bachiller en derecho, ejerció una serie de actividades políti-
cas y administrativas. Hombre de negocios, dirige bancos, empresas
de ferrocarril, de navegación y de exportación. Asociado a empresa-
rios y banqueros ingleses, invirtió en sociedades de acciones y fue so-
cio de diversas industrias. Supo aprovechar muy bien la diversidad de
esas actividades y los recursos proporcionados por éstas para realizar
sus estudios.
El texto más conocido de Couto de Magalhães es O Selvagem, con al-
gunas ediciones en portugués (1876, 1913, 1975), fue traducido y edi-
tado en varias lenguas: francés, inglés, alemán e italiano. Reúne tres
ensayos: a) un estudio etnográfico sobre las etnias del Brasil central,
que ya había sido publicado por separado dos años antes; b) un curso
de tupi-língua geral y c) un conjunto denominado por el autor lendas tu-
pis (leyendas tupís) recolectadas durante sus viajes. Por la contribución
que trajo al debate nacional, por constituirse en una vigorosa síntesis
de conocimientos acumulados por el autor y por los procedimientos
usados para su elaboración, merece un tratamiento crítico especial.
GuzmanBetancourt 17 5/11/04 2:31 PM Page 249
LENGUAS EN CONTACTO
1
El texto, según traducción de Couto de Magalhães, significa: “Mandei-lhe um pas-
sarinho, dentro de uma caixa pequena, pintadinho de amarelo, e tão formoso como você” (Ma-
galhães, 1876:89).
GuzmanBetancourt 17 5/11/04 2:31 PM Page 251
EL TRABAJO DE CAMPO
É difícil compreender bem o espírito de religião dos índios sem estar entre eles, sem
ter a paciência necessária e os meios de interrogá-los; e é dali que resulta essa
babel de informações inexatas que se têm dado de suas idéias religiosas. (El destaca-
do es nuestro) (CM, 1876b: 83).
espécie de mina, cuja exploração disputaram encarniçadamente. Tudo quanto eles es-
creveram a respeito do selvagem americano, a não ser as primeiras impressões de via-
gem, é dominado por esse pensamento fundamental (CM, 1896:75-76).
Nas informações que passo a dar a esse respeito não reproduzo nada do que tenho lido,
e sim o que tenho observado; tenho mesmo evitado ler sobre o assunto […] porque, ten-
do tido aberto diante de mim o grande livro da natureza, não desejei percorrer-lhe as
páginas com opiniões preconcebidas e formadas no gabinete (CM, 1876b: 61).
sa: “a pequena coleção que possuo em uma única língua custou-me muito din-
heiro e muito tempo” (CM, 1876b: 55, 70, 155).
La Gramática del guaraní de Montoya lo acompañará en su viaje a
Araguaia, así como el Arte e vocabulario de la lengua guaraní, del mis-
mo autor, en la edición de 1640 publicada en Madrid (libro rarísi-
mo: en toda Europa se conocía la existencia de apenas un ejemplar
en la biblioteca de Londres). Frecuentó la biblioteca particular de
don Pedro II, donde leyó la gramática de Anchieta y copió un ma-
nuscrito de poesías en tupí paulista, adquirida en Roma por el pro-
pio emperador. Asimismo, poseía, en manuscrito, parte de la obra
teatral de Anchieta.
En la biblioteca del IHGB (Instituto Histórico Geográfico Brasilei-
ro), encontró copia de un conjunto de documentos –cuyos origina-
les se hallaban en archivos europeos– además de la gramática y dic-
cionario de la lengua tupí, de John Luccock, manuscrito de 1818 en
inglés, en dos volúmenes, con el título A dictionary of the tupy langua-
ge as spoken by the aborigini. En sus viajes adquirió otros trabajos produ-
cidos en el siglo XIX, como la obra de Batista Caetano, los trabajos de
Barbosa Rodrigues, el Vocabulário da língua geral (1853), editado en
Pará, de autoría del padre M. J. S. y la Gramática da língua geral (1870),
escrita por el coronel Faria, editada en Maranhão, ambos para uso
del Seminario Episcopal de Pará.
Los grandes cronistas, viajeros y misioneros del periodo colonial,
tan duramente criticados por Couto de Magalhães, eran parte de sus
constantes lecturas: Gabriel Soares de Souza, Gandavo, Frei Vicente
de Salvador, Léry, Thevet, Claude D’Abeville, Yves D’Evreux, además
de los cronistas españoles, que tenían capítulos relacionados con Bra-
sil, como Antonio de Herrera, Fernández de Oviedo y aun Bartolo-
mé de las Casas, cuya obra conocía tal vez directamente o quizás a tra-
vés de la crónica del padre Simão de Vasconcelos.
El autor también trabajó en algunas de las principales bibliotecas
de Europa, sobre todo en Londres, donde vivió durante cuatro años,
dedicándose a su formación en lingüística, “uma ciência muito recente”,
que para él era “filha primogênita da Antropologia”, y le proporcionó los
instrumentos conceptuales para criticar los trabajos de clasificación
morfológica, “porque se limita à forma externa, à aparência da língua” (CM,
1876b: 50).
En el manejo de sus fuentes bibliográficas, vale la pena destacar
dos aspectos: el primero está relacionado con su actualización cons-
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Confrontando-se as regiões ocupadas pelas grandes línguas antigas, antes que elas fos-
sem línguas sábias e literárias, nenhuma encontramos no Velho Mundo, Asia, África
ou Europa, que tivesse ocupado uma região igual à da área ocupada pela língua tu-
pi. De modo que ela pode ser classificada, em relação à região geográfica em que domi-
nou, como uma das maiores línguas da terra, senão a maior.
Nenhuma língua primitiva do mundo, nem mesmo o sânscrito, ocupou tão grande ex-
tensão geográfica como tupi e seus dialetos; com efeito, desde o Amapá até ao Rio da
Prata (…) desde o Cabo de São Roque até (…) o Javari, em uma extensão de mais de
oitocentas léguas, estão os imperecedores vestígios dessa língua (28).
Mas como ensinar-lhes a língua? Pela mesma forma por que o fizeram os jesuítas, isto
é: começando por aprender a língua deles, e criando meninos a quem obrigavam a fa-
lar o tupi, para não se esquecerem. Esses meninos, quando chegavam a ser homens,
eram escolas vivas, porque, possuindo igualmente bem as duas línguas, eram o elo in-
dispensável para aproximar as duas raças (139).
Já que falei em língua, é justo perguntar: não é, realmente, de uma estupidez revoltan-
te o sistema que seguimos de obrigar esses pobres homens a falar o português, sem o au-
xílio de um intérprete? Não é muito mais razoável que primeiro a aprendêssemos nós,
para depois, e com vagar, ensinarmos a eles a nossa língua? (Araguaia, p. 133).
Para o selvagem, aquele que fala a sua língua é um seu parente, portanto seu amigo.
E é natural. Ele não tem idéia alguma da arte de escrever; não compreende nenhum
método de aprender uma língua senão aquele pelo qual adquiriu a própria, isto é: pe-
lo ensino materno; por isso, quando um branco fala a sua língua, ele julga que esse
branco é seu parente, e que entre a gente de sua tribo e na infância é que tal branco
aprendeu a falar (29).
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Cada nova língua que se estuda é mais importante para o progresso da humanidade
do que a descoberta de um gênero novo de minerais ou de plantas. Cada língua que se
extingue, sem deixar vestígios escritos, é uma importante página da história da huma-
nidade que se apaga e que depois não poderá mais ser restaurada (p. 30).
LA DIDÁCTICA DE LENGUAS
Ter Rekó
Tem você? Rerekó será?
Sim senhor, eu tenho. Çupí tenhén xa rekó.
…. (CM:14)
O pão Miapé
O sal Iukyrá
A farinha Uhí
…. (CM:14)
Tem você o pão? – Sim senhor, eu tenho o pão […] Tem você o sal? – Eu ten-
ho o sal… (CM, 1876:16).
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Em nheengatú não se usa désta expressão: “sim senhor”; dizem simplesmente - e e –sim.
Esta “e e” passou para uso familiar dos brazileiros, os quais quando conversam, usam
delle em lugar de “sim” (CM, 1876:18).
CONSIDERACIONES FINALES
BIBLIOGRAFÍA
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GuzmanBetancourt 17 5/11/04 2:31 PM Page 268
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1750, University of Wisconsin, tesis de doctorado, mimeo, 1974.
* UNAM/IIFL.
[269]
GuzmanBetancourt 18 5/11/04 2:33 PM Page 270
Acerca del término “corpus”, hay consenso. Corpus, palabra latina que
significa “cuerpo”, es, según el Diccionario de la RAE, “conjunto lo más
extenso y ordenado posible de datos o de textos [de diversa índole]
que pueden servir de base a una investigación”. Respecto del segun-
do término, “filología”, hay discusión, y prueba de ello son las múlti-
ples definiciones existentes en los tratados modernos de lingüística y
en el uso habitual en los ambientes académicos. El origen de esta dis-
cusión se remonta al siglo XIX cuando se consolidó la lingüística com-
parada. A mediados de aquel siglo, Augusto Schleicher (1821-1868),
uno de los más destacados comparatistas, estableció una distinción cla-
ra entre la filología como una “disciplina histórica”, en la que la len-
gua es un medio para conocer la cultura de un pueblo, y la lingüísti-
ca como un nuevo campo de estudio que concierne a la “historia
natural del hombre”, cercano a las ciencias naturales.1 Después de
Schleicher la distancia entre las dos disciplinas se fue haciendo mayor,
a medida que el estudio de las lenguas se centraba en la sincronía. En
efecto, a partir de Ferdinand de Saussure (1857-1913), la lingüística
sufrió una transformación tal que muchos estructuralistas consideran
que la lingüística comparada no entra totalmente en el concepto de
sincronía y, por tanto, no es plenamente una lingüística científica.2
Más allá del debate, hay que resaltar que existe un sedimento con-
ceptual entre muchos lingüistas que mantienen una postura concilia-
dora entre filología y lingüística. Conciliadora en el sentido de que
aun siendo dos disciplinas con campos claramente diferenciados, se
complementan y necesitan. El filólogo, dice Coseriu, “recurre a he-
chos lingüísticos y el lingüista también recurre a la crítica textual”.3
Tal postura conciliadora ha cristalizado en coloquios de gran interés
como los realizados en Harvard en 1980 y en Galway, Irlanda, en 1981.
En ellos se aboga por una relación entre filología y lingüística como
disciplinas que se necesitan, se entrecruzan y se complementan.
1 Tomo estas consideraciones de Konrad Koerner, “On the historical roots of the
philology/linguistics controversy”, Anders Ahlqvist (ed.), Papers from the 5th Internatio-
nal Conference on Historical Linguistics, Amsterdam, 1982, pp. 408ss.
2 Ibid., p. 411.
3 Eugenio Coseriu, Introducción a la lingüística, México, UNAM, 1983, p. 9.
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Luján (coords.), Historia antigua de México, México, INAH/UNAM, 1994, vol. I, p. 62.
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7 Son muchos los estudios que existen sobre el arte y la cultura olmeca. La historio-
grafía más completa acerca de ellos se debe a Beatriz de la Fuente en su libro Los hom-
bres de piedra. Escultura olmeca, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, pp.
18-84. Una síntesis actualizada la ofrece Rebeca González Lauck en su artículo “La zo-
na del Golfo en el Preclásico: la etapa olmeca”, Linda Manzanilla y Leonardo López
Luján (coords.), op. cit., vol. 1, pp. 282-286.
8 Leonardo Manrique tiene varios trabajos sobre este tema. El más reciente es el ti-
nario enciclopédico de las ciencias del lenguaje, México, Siglo XXI Editores, 1972, pp. 104 y
121.
11 Las reflexiones sobre la naturaleza del signo se encuentran en varios escritos de
En los últimos decenios del siglo XX, las investigaciones sobre el mun-
do olmeca han hecho posible un conocimiento muy profundo de as-
pectos concretos de aquella primera cultura. Los estudios iconográfi-
cos –especialmente los de Beatriz de la Fuente– han revelado la
esencia de su arte, monumental, armónico, en el que se simboliza el
cosmos y la organización del mundo.14 Esto se da principalmente en
las enormes piedras que se han interpretado como altares. En varias
de ellas la figura humana emerge del centro de la piedra, como en el
monumento 4 de La Venta (figura 1). En estos altares se representa
un mito primordial, el del origen del hombre en el momento en que
emerge de la cueva generatriz. En otros monumentos se plasma un
mito de profunda significación: la posesión de la tierra, la fertilización
de la tierra, la unión sobrenatural, el origen sagrado del hombre.15
son (ed.), The olmec and their neighbors, Washington, Dumbarton Oaks Research Library
and Collection, 1981, pp. 83-94. Véase también, de esta misma autora, Escultura monu-
mental olmeca. Catálogo, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1973. (Cua-
dernos de Historia del Arte, 1.)
15 Según Beatriz de la Fuente, este mito está representado en el monumento 1 de
San Lorenzo, en el monumento 20 de Laguna de los Cerros y en el 3 de Potrero Nue-
vo. Véase Beatriz de la Fuente, Los hombres de piedra. Escultura olmeca, México, unam,
Instituto de Investigaciones Estéticas, 1987, p. 328.
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FIGURA 1. Altar 4 de La
Venta según Kent Reilly
FIGURA2. Monumento 19 de
La Venta según Karl Taube
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16 La lectura es de Kent Reilly, “Art, ritual and rulership in the olmec world”, The
olmec world ritual and rulership, Princeton University, 1995, pp. 41-42.
17 Beatriz de la Fuente, Los hombres de piedra, loc. cit., p. 203. Sobre las bandas celes-
tes, los haces de flechas y plumas y la serpiente como símbolo del cielo, véase Karl A.
Taube, “The rainmakers: the olmec an their contribution to mesoamerican cosmology”,
en The olmec world, pp. 86-89 y 91-92.
18 Peter David Joralemon reconoce elementos serpentinos como la cresta, la pata-
20 M. de la Garza, El universo sagrado de la serpiente entre los mayas, México, UNAM, 1984,
p. 323.
21 Beatriz de la Fuente, “Towards a conception of monumetal olmec art”, loc. cit.,
pp. 83-94.
22 Véase Rebeca González Lauck, op. cit., p. 287.
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FIGURA 5. Mural I de
Oxtotitlan, Gro. según
P. D. Joralemon
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LA ESCRITURA. EL CALENDARIO
27 Michael D. Coe realizó esta lectura en 1965, en “The olmec style and its distri-
bution”, Handbook of middle american indians, vol. III. Aquí está tomada de Miguel
León-Portilla, Literaturas indígenas de México, Madrid, Fundación MAPFRE América,
1992, pp. 45-47.
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28
Tal es la interpretación de Peter David Joralemon, op. cit., figs. 83, 133 y 135.
29
El descubrimiento y la lectura de la Estela C de Tres Zapotes puede verse en Mi-
chael D. Coe, México. From the Olmec to the Aztecs, 4a. ed., Londres, 1994, pp. 74-76.
GuzmanBetancourt 18 5/11/04 2:33 PM Page 285
CONCLUSIONES
La semántica cognitiva afirma que los conceptos léxicos no pueden ser estu-
diados de manera adecuada más que en relación con las capacidades cogni-
tivas del hombre y, en particular, que no existe una organización específica-
mente lingüística o semántica del conocimiento que esté separada de la
memoria conceptual en el sentido más extenso de la palabra”.1
* UNAM/IIH.
1 D. Geeraertsen, “L’histoire de la sémantique cognitive et lexicale”, Sémantique cog-
nitive, p.13.
[287]
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tancia, sería tan fútil analizar unidades gramaticales sin considerar su valor
semántico como lo sería escribir un diccionario que omitiera el significado
de los entes léxicos.2
1. PROPUESTAS ANTERIORES
Según que afirman los viejos, en cuyo poder estaban las pinturas y memorias
de las cosas antiguas los que primeramente vinieron a poblar a esta tierra de
Nueva España vinieron de hacia el norte en demanda del paraíso terrenal;
traían por apellido Tamoanchan, y es que ahora dicen tictemoa tochan que
quiere decir, “buscamos nuestra casa”.3
2 R. Langacker, 1990, p. 1.
3 Códice Florentino, prólogo al libro VIII.
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1.2. Temoachan
Y luego los reúne, los recoge, los envuelve, luego los lleva a Tamoanchan, y
cuando llegó luego ya los muele la que se llama Quilaztli, ella es la Cihua-
cóatl; luego ya entonces llena el barreño de jade y luego ya sobre él (el hue-
so) sangra su miembro.
El lugar donde nacen las flores, lugar 9, lugar de vientos fríos es,
según lo confirman las fuentes, una región del inframundo, el Mic-
tlan, el cual representa un espacio de generación y regeneración pa-
ra los antiguos nahuas, un verdadero vientre materno.
Así como los huesos fueron fecundados en Tamoanchan, los que exis-
tieron una vez y que se encuentran ahora en el inframundo salen de
Tamoanchan para regresar, el tiempo de un canto y bajo la forma de
aves preciosas, a la tierra. Un canto mortuorio náhuatl parece expre-
sar este hecho:
Atlayahuican nixochiquetzalli
tlac ye nihuitza ya
motencaliuan Tamoanchan14
… y del agua de ello salió, salieron rosas olorosas que ellos llaman suchiles
[…] y así tienen que las rosas olorosas vinieron del otro mundo.16
Así como Quetzalcóatl llevó los huesos a Tamoanchan para que fue-
ra fecundado el hombre, el grano de maíz descubierto por el dios es
llevado al mismo lugar para que se realice una gestación simbólica en
la boca de los dioses.
Los topónimos nahuas, como los de otras partes del mundo, repre-
sentan frecuentemente la lexicalización de complejos gramaticales
de diversa índole. Cuando estos lugares tienen un tenor mítico, la ico-
nicidad sonora del nombre puede resultar de suma importancia:
Ximoayan, “lugar (donde uno) se descarna”.
Quennonamican, tal vez originalmente Quenmonamiccan “lugar
(donde) de alguna manera se encuentran” (el sol y la luna).
Quinehuayan, quizás originalmente Quinamehuayan “Lugar donde
andan los venados”.20
Podríamos multiplicar los ejemplos a voluntad, pero los que adu-
cimos bastan para ilustrar un fenómeno típico de lexicalización de
sintagmas gramaticales que buscan nombrar sin que se pierdan en el
nombre, los atributos esenciales de lo que se conceptualiza.
20
El hecho de que el rey tezcocano Quinatzin tenga un venado como glifo antro-
ponímico sugiere que quinatl (plural náhuatl: quiname) significaba “venado” en lengua
chichimeca.
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El décimo quinto mes se llamaba Atemoztli que quiere decir ara de los Dio-
ses del agua como syncopa de Ateomomoztli22
a] El incoativo –hua
Como muchos topónimos que remiten al principio y al fin (Quine-
huayan, Ximoayan, Teotihuacan) Tamoanchan entraña el sonido corres-
pondiente al impersonal –hua (oa) que desempeña en este contexto
una función incoativa, es decir, de algo que está comenzando.
c] Las nasales
Las tres sílabas de las que se compone el vocablo, son nasales: tam-
oan-chan. Ahora bien, en contextos culturales chamánicos, la nasali-
zación de ciertas vocales corresponde a una voz de ultratumba.28 La
sonoridad de Tamoanchan podría evocar, consciente o inconsciente-
mente, el mundo de la muerte fecunda en el que se encuentra el es-
pacio-tiempo al que corresponde.
labra, de un paroxismo vocálico iyo típico de la enunciación de los cuicatl y, por lo tan-
to, no constituye realmente una variante.
28 Cf. P. Johansson, “Nezahualcoyotzin icuic”, en Castálida, p. 13.
GuzmanBetancourt 19 5/11/04 2:35 PM Page 305
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
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tituto de Historia, 1958.
Langacker, R., Concept, image and symbol. The cognitive basis of grammar, Nueva
York-Berlín, 1990.
Lehmann, Walter y Gerd Kutscher, Die geschichte del Konigreiche von Colhuacan
und Mexico, Berlín, Verlag W. Kohlhammer, 1974.
GUILHEM OLIVIER**
(1964:12) y Códice Zouche-Nuttall (1992:10). Sobre el tema de las armas que aparecen
en los códices, véase el sugerente estudio de García Granados (1940:45-46).
[309]
GuzmanBetancourt 20 5/12/04 8:25 AM Page 310
FIGURA 4. Representante
de la ciudad de Acohuacan
(Azteca Mexica…, 1992:XLI)
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La efigie deste idolo [Camaxtli] era de palo figurado en el una figura de in-
dio con una cabellera muy larga la frente y ojos negros […] en los molledos
tenía unos brazaletes de plata hechos a manera de unas ataduras engastadas
en ellos unas flechas tres en cada brazo […] en la mano derecha tenía una
esportilla de red […] en la izquierda tenía el arco y las flechas…
Más adelante, Durán (ibid., 82) describe los atavíos de un viejo sa-
cerdote que representaba a Mixcóatl durante la fiesta de quecholli:
“pintaban este indio de arriba abajo con aquellas bandas blancas […]
dábanle su arco y flechas y en la otra mano su esportilla”.
Por fortuna, tenemos también una descripción en náhuatl de esos
atavíos guerreros de Camaxtli, en la crónica del autor tlaxcalteca Juan
Buenaventura Zapata y Mendoza (1995:84-85):
grande era su barba y se dice que llevaba puesta su diadema de turquesa […]
Y otros atavíos más que tenía eran su arco y su flecha, así como aparece en al-
gunas de sus imágenes (hueyac yn itentzon yhuan mitohuan yxhuitzal yn icpac […]
yhuan ocçequi yn inechichiuh catca ytlahuitol ymiuh yuh neztica,cequi imachiyo).
ducen tetotocamitl como “flechas perseguidoras”. También podría traducirse como “fle-
chas de moscardón”, lo que se asemejaría al tipo de flecha llamado “flecha de xicote”.
Sahagún (2000:1056) describe “otros moscardones que se llaman tzonhuatzalton o teto-
toca”. Este nombre no aparece en la parte náhuatl (CF, XI:102).
GuzmanBetancourt 20 5/12/04 8:25 AM Page 313
Llegaron ataviados para la guerra, con su armadura de algodón, con sus es-
cudos, con sus arcos. Sus carcajes están llenos, repletos de flechas empluma-
das, algunas como arpones,6 algunas puntiagudas, algunas con puntas de ob-
sidiana (moiauhchichiuhtivitze imjchcavipil, inchichimal, intlatlavitol, inmjmjcon
tetentiuh, cacacatzcatiuh in totomjtl, cequj chichqujlli, cequj tihpontli, cequj itzmjtl).
se fabrican las flechas,8 se decía que los dardos nacieron. Y cuando los dardos
habían nacido se ayunaba […] Y cuando las flechas habían nacido, nadie dor-
mía con mujeres y los viejos no tomaban pulque […]. Y cuando se fabricaban
te por “caña, flecha, dardo y saeta”. Ahora bien, el diccionario de Molina (1970:fol.
57r, 118r, 145v) propone para mitl, “saeta o flecha”, para tlacochtli, “flecha” y para tla-
xichtli “passador que se tira con ballesta”. En cuanto a Durán (1995, I:159), explica que
“tlacochtli, que quiere decir vara ó lança arrojadiza, dardo ó açagaya”. Este último tér-
mino, “azagaya”, significa según Martín Alonso (1991:597), “lanza o dardo pequeño
arrojadizo”.
GuzmanBetancourt 20 5/12/04 8:25 AM Page 314
las flechas, se hacía su medida, se fabricaban todas iguales, perfectas y las sae-
tas eran todas iguales […]. Ataban bien las cañas con fibra de maguey, las ata-
ban bien con fibra de maguey para que la saetas no se henden por dentro,
las pegan, las aprietan9 para que estén bien fïrmes, para que estén bien cla-
vadas.10 Y cuando las habían arreglado bien, en seguida las cubrían con resi-
na de pino en las puntas y también en las bases, se hacía rápido (muchioa in
mjtl: mjtoaia tlacati in tlacochtli. Auh in jquac tlacatia tlacochtli: neçaoaloia […].
Auh in jquac tlacatia mitl, aiac cioacochia: auh in vevetque, amo quja in vctli […].
Auh in muchioaia mjtl, oalqujça itamachiuhca, çan much ixqujch, in muchioaia: auh
in tlaxichtli, çan much ixqujch […] vel qujchtecuja in ácatl vel ichtica qujtetecuja,
injc amo cujtlatzaianjz in tlaxichtli: tzacupan in coquetza, injc vel tilinjz, njc vel tzit-
zicaz. Auh in oconcencauhque: niman ie ic cocotzovia, in jquac, yoan itzintlan, çan
iciuhcan muchioa).
9 Dibble y Anderson (CF, II:135) traducen: “They set [the points] in glue so that
ñala la palabra itzmitl citada en el Códice Florentino (CF, XII:41). Agradezco a Víctor Cas-
tillo Farreras quien me señaló esta posible interpretación.
12 Durand-Forest (1987:l09) siguió a Molina y traduce: “Lorsqu’ils entendirent ce-
la, les Mexicains convinrent de tenir conseil”, Rendon (1965:93) propone: “Lo supie-
ron los mexicas que pronto se les iba a acosar a flechazos”.
GuzmanBetancourt 20 5/12/04 8:25 AM Page 315
El término tlatzontectli puede indicar “cosa juzgada”, tal como lo registra Mo-
lina, pero también el resultado de cortar los remates de algo, como las varas
o manera de lanzas que se ven en la Matrícula de tributos (1991: lám. 22).13 Pa-
ra Alvarado Tezozómoc (1980:246) es, claramente, “dardo, vara tostada”.
tró, para lo que llama “el elemento mitl”, nada menos que trece valo-
res fónicos: “aca-, cacal-, chichimeca, cotz-, itz-, mamalhuaz, mi-, mic-, min-,
mina, mitl, tlacoch-, zo”.
Regresamos a Mixcóatl y a otros personajes vinculados con él lla-
mados mimixcoa. La Leyenda de los soles (1992:92 [150]) narra cómo el
Sol decidió entregar a estos últimos armas para realizar la Guerra Sa-
grada y alimentarlo a él:14
Y en seguida el Sol ordena a los 400 mimixcoa: les da flechas y les dice: “Aquí
está con que me servirán de beber, con que me daran [de comer]”–y un es-
cudo. Y las flechas, flechas preciosas despliegan plumas remeras de quetzal,
despliegan plumas remeras de garza, despliegan plumas remeras de zacuan,15
despliegan plumas remeras de cuchareta rosada,16 despliegan plumas reme-
ras de tlauhquéchol,17 despliegan plumas remeras de xiuhtótotl 18 (Auh niman
ye quinnahuatia in tonatiuh in çentzontin mixcohua ye quinmaca in mitl quimilhui
iz catqui inic annechatlitizque inic annechtlamacazque ihuan chimalli auh in mitl
tlaçomitl quetzalmamazço aztamamaço çaquanmamaço teoquecholmamaço tlauhque-
cholmamaço xiuhtotomamaço).
14Traducción mía.
15Gymnostinops montezuma, según López Austin y García Quintana (Sahagún,
2000:1352).
16 “Quecholli auténtico”, Ajaia ajaia, según López Austin y García Quintana (Saha-
gún, 2000:1321).
17 “Quecholli brillante”, Ajaia ajaia, según López Austin y García Quintana (Saha-
gún, 2000:1321).
18 “Ave de fuego”, Cotinga amabilis, según López Austin y García Quintana (Saha-
gún, 2000:1346).
19 Bierhorst (Leyenda de los soles, 1992:150) traduce tziuhacmitl como “thorn darts”,
chamente vinculado con “Serpiente de Nube”, ya que uno de sus nombres es precisa-
mente Iztac Mixcóatl.
20 Seler (1991:254) propone: “He holds in his hand his cactus-spine spear”; León-
Portilla (Sahagún, 1958:139): “con una mano tiene su venablo de cacto” y Thelma Su-
llivan (Sahagún, 1997:107): “In his hand is his cactus spear”.
21 Seler (1991:235) propone: “His shield is trimmed with feather balls and the cac-
tus spine spear is sticking in it. He carries the cactus spine arrow in his hand”; León-
Portilla (Sahagún, 1958:123): “su escudo con la orilla de plumas finas y sobre él sus
dardos de cacto, en una mano está puesto su flecha de cacto” y Thelma Sullivan (Sa-
hagún, 1997:99): “His shield is edged with feather balls on which are small cactus
spears. In his [other] hand is a cactus arrow”. Propongo que los dos términos, tzioac-
tlacuchtlj tzivacmitl, se refieren a la misma arma.
22 Véase al respecto el excelente estudio de Carrasco (1998:24-25).
GuzmanBetancourt 20 5/12/04 8:25 AM Page 318
Pero regresamos con las flechas y sus lazos con “Serpiente de Nu-
be”. Varios autores nos han dejado, desgraciadamente sólo en espa-
ñol, la descripción de su bulto sagrado o tlaquimilolli. Durán (1995,
II:82), por ejemplo, habla de un bulto que contenía instrumentos pa-
ra sacar fuego, plumas y “…flechas quebradas viejas que debían de
haber sido de aquel dios con un arco pequeño y así es que aquellas
insignias fueron con las cuales guió a los chichimeca…” Otras flechas
aparecen como “reliquias” de los tlaxcaltecas y seguramente pertene-
cían al bulto sagrado de Mixcóatl. Escuchemos al franciscano fray To-
ribio de Benavente o Motolinía (1985:112):
[Los tlaxcaltecas] tenían dos saetas, las cuales guardaban como preciosas re-
liquias y las tenían por principal señal para saber si habían de vencer la bata-
lla, o se debían de retirar con tiempo […] Cuando salían a la batalla llevaban
aquellas saetas dos capitanes, los más señalados en esfuerzo, y en el primer
reencuentro herían con ellas a los enemigos, arrojándolas de lejos, y procu-
raban hasta la muerte de tornarlas a cobrar; y si con ellas herían y sacaban
sangre, tenían por cierta la victoria […] y si con las dichas saetas no herían a
nadie ni sacaban sangre, lo mejor que podían se retiraban, porque tenían
por cierto agüero que les había de suceder mal en aquella batalla.
GuzmanBetancourt 20 5/12/04 8:25 AM Page 319
23 Molina (1970:fol. 57v); García Quintana (1980:74-75, 81); CF, VI:50; CF, XII:57;
etcétera.
GuzmanBetancourt 20 5/12/04 8:25 AM Page 320
tia, no ce cana ima, anoço ijcxi: in iehoatl in, tlamanj, ioan in tepallama: qujtoa. Vel
omjuh: auh intla aca çatepan oallaz, intla canaz ce maitl, anoço icxitl in ie oaxioac:
mjtoa. Amo vel iomjuh).
SIGLAS
BIBLIOGRAFÍA
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INTRODUCCIÓN
1. MARCO TEÓRICO
* UNAM/FES-Acatlán.
[325]
GuzmanBetancourt 21 5/12/04 8:30 AM Page 326
1.3. La imagología
como dioses llevaban una espada y una ballesta y otra nueva más extraña que
era que traían consigo a una mujer, y que era hermosa como diosa porque
hablaba la lengua mexicana y la de los dioses, y que por ella se entendía lo
que querían y que se llamaba Malintzin (pero como había sido bautizada, la
llamaron Marina).
3. LA MALINCHE EN EL SIGLO XX
Gary Jennings nació en Estados Unidos en 1928. Entre sus novelas des-
taca Azteca, en la que reconstruye el mundo de este pueblo en la época
precolombina. Su obra resume el choque de dos civilizaciones, dos ma-
neras irreconciliables de entender el mundo. El personaje central de
la novela es Mixtli, el Azteca, quien relata su historia y sus experiencias
durante la época de la conquista. El personaje de La Malinche figura
en muchas partes de la obra. En el primer encuentro del Azteca con La
Malinche, Jennings la introduce como una esclava que “…no era de
complexión oscura ni tosca, era bastante bonita…”. Su descripción per-
mite entrever que para él, el mexicano típico sería de piel oscura y de
facciones toscas, y que La Malinche era diferente al resto de sus cote-
rráneos, lo cual influiría para que fuera aceptada por los españoles.
Al relatar el origen de La Malinche, Jennings (1994:667-668) indi-
ca que era huérfana y que su desconocida madre, al darla a luz en un
GuzmanBetancourt 21 24/6/04 12:42 Page 333
… parecía no significar nada, pero ese episodio aunque breve, no era trivial.
Quién era esa muchacha, lo que ella llegó a ser cuando fue adulta y por últi-
mo a qué la llevó su precoz ambición, todas esas cosas son de lo más signifi-
cativo.
CONCLUSIONES
Los cronistas del siglo XVI crearon relatos históricos, requeridos por
el descubrimiento y sus protagonistas. Sus crónicas fueron extensas,
sin un plan definido y constituyen un mero relato de anécdotas con
carácter realista. Los propósitos de estas crónicas fueron diversos y
dependieron del origen de sus escritores.
Los escritores del siglo XX han salido de su órbita americana y han
sido reconocidos en el resto del mundo. Estos autores se caracterizan
por intentar conciliar su compromiso ideológico con el arte, hacien-
do con sus obras un instrumento de lucha y reconciliación.
Con respecto a la representación de las imágenes en los textos li-
terarios, concordamos con Gaudiani (1992:77) en el sentido de que,
como resultado de la globalización para el siglo XXI, uno de los retos
multiculturales será el de “valorar las diferencias y sostener la comu-
nión” conviviendo simultáneamente “con la paradoja de la separabi-
lidad y la convergencia”. En el caso de los mexicanos, esta tolerancia
deberá reflejarse, en sus actitudes hacia los indígenas que aún que-
dan en su territorio, quienes, además de ser la base de la cultura me-
xicana, la enriquecen y son su representación viva.
Coincidimos con Adler (1974:24) en el sentido de que la persona-
lidad transcultural de La Malinche se caracteriza por su fluidez y mo-
vilidad, es más abierta al cambio y a las variaciones, no es totalmente
parte de su propia cultura, pero tampoco se encuentra aislada de ella
GuzmanBetancourt 21 24/6/04 12:43 Page 339
BIBLIOGRAFÍA
Ashcroft, Bill; Gareth, Griffiths y Pamela, Tiffin, The post-colonial studies reader,
Londres, Routledge, 1995.
Habermas, J., Knowledge and human interest, trad. J. Chapiro, Londres, Heine-
mann, 1972.
Toledo Bello, Raúl y Ma. Graciela Téllez Lendech, Historia I. México, Edito-
rial Santillana, 1997.
1 El que escribe este trabajo agradece los comentarios de Laura Elena Sotelo San-
tos y John F. Chuchiak IV sobre mis ideas expresadas aquí. Sin embargo, asumo toda
la responsabilidad de lo que se plantea en este escrito.
* UNAM/IIFL.
2 En esta categoría entrarían los libros de Chilam Balam, Popol Vuh, Ritual de los Ba-
cabes, entre otros. Para Restall, The Maya world, p. 276, este grupo de textos pertenece
al género “quasi-notarial”.
3 Esta denominación se debe a Hanks, “Discourse genres”, 676.
4 Para Restall, op.cit., 231, este grupo se denomina “notarial”, “mundane” y “legal”.
5 Este libro se conoce tradicionalmente como “Xiu Chronicles”. Sin embargo, Ser-
gio Quezada y el que escribe este trabajo, al preparar su publicación optamos por titu-
larlos como tal debido a su carácter meramente administrativo. Véase Quezada y Okos-
hi, Papeles de los Xiu de Yaxá, Yucatán, México, UNAM, 2001.
[341]
GuzmanBetancourt 22 5/12/04 8:33 AM Page 342
6 Este título es de Quezada y Okoshi Harada. Véase op. cit. Cabe señalar que este
los fines de tun y sus correspondientes meses del calendario haab (365 días), así como
los cargadores del año en que cae el término de tun. Véase Morley, “The correlation
of Maya and Christian chronology”, pp. 507-508.
8 Landa, Relación de las cosas, cap. xiv, relata: “por esta hambre, los Xiues, que son los
señores de Maní, acordaron hacer un sacrificio solemne a los ídolos llevando ciertos es-
clavos y esclavas a echar al pozo de Chichén Itzá. Mas como habían de pasar por el pue-
blo de los señores Cocomes, sus capitales enemigos, y pensando que en tal tiempo se
renovarían las pasiones, les enviaron a rogar que los dejasen pasar por su tierra. Los Co-
comes los engañaron con buena respuesta y dándoles posada a todos juntos en una gran
casa les pegaron fuego y mataron a los que escapaban; y por esto hubo grandes gue-
rras.” Por su parte, López Cogolludo, Historia de Yucatán, lib. III, cap. VI, narra que la em-
bajada Xiu y Na Chi Cocom “concertaron una gran caza de montería, como para feste-
jar a los embajadores, y regalarlos con ella, y sacándolos de poblado con este pretexto
a una espesa montaña los llevaron a un sitio Otzmal, donde los festejaron por tres días.
Para remate de la fiesta, al cuarto se juntaron a comer debajo de un árbol grande y vis-
toso que se llama en su lengua yaa, y en castellano zapote, y habiendo allá continuado
los bailes, y regocijos de los días anteriores: el postre de la comida fue degollar a los em-
bajadores.” López Cogolludo ubica erróneamente este suceso por 1541.
9 También se conoce como Na Pot Xiu o Ah Dzulub Xiu. Véase Rubio Mañé, Notas
y acotaciones, p. 136.
GuzmanBetancourt 22 5/12/04 8:33 AM Page 343
10 Según López Cogolludo, op.cit., lib. III, cap. VI, los masacrados fueron: Ah Na Pot
Xiu, hijo de Ah Ziyah [Tutul Xiu], Zon Ceh de Pencuyut, Ahau Tuyú de Muna, Xul-
cumché de Tipikal, Ticuch de Mama, Cit Cuat [de] Chumayel, Uluac Chan [Cauich],
Nauat de Teabo, Kupul de Sacalum, Kan Caba de Panabchén, Pacab de Oxkutzcab e
Yiban Can de Tekit.
11 López Cogolludo, ibid., asienta que Ah Kin Chi fue el que logró escapar de la ma-
de la provincia de Dzidzantún (Ah Kin Chel) fue una empresa realizada por Francisco
de Montejo el mozo, quien con un ejército de 120 soldados “fácilmente barrió toda opo-
sición”. Por lo señalado en este documento Alonso López, cuñado del Adelantado, acom-
pañó al mozo, y la guerra, según la memoria indígena, fue verdaderamente sangrienta.
13 De acuerdo con López Cogolludo, op.cit., lib. V, cap. I, hacia 1546, llegaron a Yu-
catán, procedentes de Guatemala, fray Luis de Villalpando, fray Juan de Albalate, fray
Ángel Maldonado, fray Lorenzo de Bienvenida, fray Melchor de de Benavente y fray
Juan de Herrera. Este mismo autor, ibid., lib. V, cap. IX, asienta que hacia finales de
1548, se les unieron seis religiosos procedentes de México, entre los cuales estaba al
menos fray Juan de la Puerta.
14 Cabe señalar que el “Fragmento” es el penúltimo texto dentro de los “Papeles de
don Juan, doña María y de doña Petrona Xiu Cimé, 1640 (?)-1688.” Véase el inciso IV
de Quezada y Okoshi Harada, op.cit., en prensa.
GuzmanBetancourt 22 5/12/04 8:33 AM Page 344
Y que él, y los demás Itzaex, tenían Noticia de el Verdadero Dios, y de la San-
ta Fé Catolica, de mucho tiempo a aquella parte: Y que por los caracteres de
sus Profetas, conocieron averse llegado el tiempo de solicitar esta Santa Fé, y
Religion Catolica: Y solo su Rey, el Sumo Sacerdote, y los demás Sacerdotes
de Idolos, entendian sus Profezias […] Y por los Indios del Typu, y porque
lo leía su Rey en sus analtehes, tenian Noticias de aquellas Provincias de Yuca-
tán (que Analtehes, o Historias, es una misma cosa) y de su passados avian sa-
lido de ellas.18
15 Gates, “Transcription and translation with notes of page 66”; Morley, op.cit., pp.
años después, Gates, Yucatan before and after the conquest, p. 135, cambia de opinión y
ahora afirma: “the complete accordance of Juan Xiu’s page with the entire series of
monumental and other dates […].”
18 Villagutierre Soto-mayor, Historia de la conquista de la provincia de el Itza, lib. VI,
mo de vna quarta de largo cada hoja, o tablilla, y del gruesso como de vn real
de a ocho, dobladas a vna parte, y a otra, a manera de Viombo, que ellos lla-
mavan Analtees.19
rio en lengua mexicana y castellana, 4v, se lee el inciso de amatl con el significado de papel.
GuzmanBetancourt 22 5/12/04 8:33 AM Page 346
f. 9r27
lay u hoksah tu uooh anahte tu than Ah Kin Chel
(Esto [está] manifestado en los glifos de anahte, en la palabra de
Ah Kin Chel)28
bai chican ichil uooh katun ychil anahte
(Así está señalado en los glifos del katún en el anahte.)
f. 19r
can ahau u katunil xan u kahlai u miatz natil ychl u anahteil
(Cuatro Ahau es el katún también, [en] la memoria de la sabidu-
ría [y] conocimiento [que se encuentran] en el anahte.)
24
Lenz, El papel indígena mexicano, p. 42.
25
Edmonson, The ancient future of the Itza, p. 103, nota 2676.
26 Bricker, A morpheme concordance, pp. 454 y 467; El libro de Chilam Balam de Tizimín,
lam Balam de Tizimín. Para Bricker y Edmonson f. 9r y f. 19r son f. 6r y 16r, respectiva-
mente.
28 La traducción al español es de quien escribe este artículo.
29 Calepino de Motul, v. I, p. 764. Aunque esta palabra aparece traducida así, el com-
pilador fray Antonio de Ciudad Real, desde su perspectiva europea, interpretó su con-
tenido para referirse a la escritura glífica.
GuzmanBetancourt 22 5/12/04 8:33 AM Page 347
Es curioso observar que en este texto maya se escribe esta voz co-
mo anahte, a diferencia de Villagutierre Soto-mayor y Avendaño y Lo-
yola quienes la manejaban con la terminación -es, que seguramente
es un sufijo pluralizador. Es muy probable que estos españoles “caste-
llanizaran” esta palabra de origen indígena. Además, considero que
en Villagutierre Soto-mayor es más notorio el proceso de castellani-
zación por convertir anahte en analte. Quizás esto se deba a que este
relator del Consejo de Indias jamás había pisado la tierra americana
y, entendiendo que se trataba de un libro donde se registraban la his-
toria, el calendario, las profecías y los pronósticos, etcétera, relacio-
nó este término con el de “anales”.30 Así se explica el porqué él había
escrito con l esta voz en cuestión. En tanto que tal como fray Andrés
de Avendaño y Loyola mismo afirma, este fraile franciscano estaba fa-
miliarizado con la lengua maya e incluso la lectura de los códices je-
roglíficos, por lo que registró correctamente esta voz como anahte más
un sufijo pluralizador español. Si esta interpretación fuese correcta,
entonces, se entiende que la voz “anates” utilizada por don Juan Xiu
Cimé no obedece a la tradición maya, pues termina con el sufijo plu-
ralizador español. Por lo tanto, considero que este personaje adqui-
rió esta expresión como un préstamo de los españoles.
Por otra parte, tanto Villagutierre Soto-mayor como Avendaño y
Loyola hablan del término “caracteres” relacionado con los códices
jeroglíficos. Respecto al significado de esta voz, Martín Alonso asien-
ta que hacia el siglo XVI esta palabra tenía la acepción de “signo de es-
critura” y, a partir de la siguiente centuria, se registra el sentido de
“señal, figura o marca que se imprime, graba o esculpe para repre-
sentar u demostrar alguna cosa con toda claridad y distinción”.31 Si
bien estas definiciones son muy vagas, en Nueva España su uso era
considerablemente homogéneo, pues se diferenciaba siempre “letras”
de “caracteres y pintura”, refiriéndose con la primera al alfabeto lati-
no y con la segunda, al sistema de escritura indígena. Por ejemplo,
fray Gerónimo de Mendieta asentaba que “ellos[los indios] no tenían
otras letras sino la pintura, y así se entienden por caracteres.”32 Es en
30 Según Alonso, Enciclopedia del idioma, p. 337, anales tiene el sentido de: “relacio-
este sentido que Landa afirmaba que la gente de Yucatán usaba “cier-
tos caracteres” con los cuales escribían en sus libros “cosas antiguas y
sus ciencias”.33
35 En el texto del “Fragmento” se lee: “tin hochah uchben hun […] u kaba anates (co-
37
Esto no necesariamente descarta la posibilidad de que los mayas del noroeste de
la Península no conservaran códices prehispánicos, pero su número era muy reduci-
do. Al respecto, véase ibid.
GuzmanBetancourt 22 5/13/04 10:19 AM Page 351
éste nos indica que don Juan Xiu Cimé no lo copió para presentarlo
como parte de las probanzas de su hidalguía a la autoridad españo-
la, sino que era una memoria histórica para el uso interno de la fa-
milia. Justamente por eso, él podía aclarar la fuente de donde se hi-
zo este traslado, a través de los términos anates y “calacteres”. Si no
hubiese sido así, él podría haber caído en manos de los oficiales del
Provisorato de Indios o bien de los eclesiásticos españoles, quienes
intentaron extirpar la idolatría de los mayas a lo largo de toda la épo-
ca colonial.
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* UNAM/IIFL-CEM.
1 El itzá y el mopán, hablados en El Petén, son idiomas hermanados con el maya
yucateco, al grado de ser en cierta medida inteligibles entre sí. Esa cercanía se com-
parte con el idioma hablado por los lacandones en Chiapas, quienes hacia principios
del siglo XX aún vivían en las colindantes selvas peteneras (Domingo Chayax, comuni-
cación personal. Cf. Rodríguez Macal, 1999, Schumann, 1997).
[355]
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4 Por cerca de cuatro décadas, don Domingo ha sido “informante” de una larga lis-
bernador del Departamento en 1930, prohibiendo el uso de la lengua maya “en públi-
co y en la escuela” (1992:212).
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8 Véase mi artículo sobre los rituales de lluvia en San José; Alejos García (2000:3-8).
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[367]
GuzmanBetancourt 24 24/6/04 12:13 Page 368
KOCHELIN JBAHTIC
Te sk’op yu’un te comonal ya yabey sna ta lek te ayuk wen chahpagel ta spa-
sel te a’tel, te ja yal te kochelin jbahtic ya x bojotic ta pasel te ka’teltic ta comon.
(“La palabra de la comunidad nos da a saber de manera bien orien-
tada que hay un buen arreglo para hacer el trabajo. Nos dice que de
manera autónoma vamos a realizar nuestro trabajo comunal”.)
Detengámonos en estas palabras kochelin jbahtik, que suponen re-
laciones difíciles de interpretar desde nuestra lengua castellana. La
palabra ochel, “entrar”, es un verbo intransitivo al que se le ha ante-
puesto un posesivo de primera persona mediante el prefijo k– y el su-
fijo nominalizador –in; con estas partículas se ha tranformado al ver-
bo “entrar” en algo así como “mi entrada”. Al agregarse la palabra
jbahtik, a continuación se define a un sujeto colectivo que se interde-
termina, un “nosotros” intersubjetivo e incluyente. Ellos, el colectivo,
son los dueños de la acción. El sentido de jbahtik es difícil de preci-
sar: supone la acción intersubjetiva de un “nosotros” en el que cada
uno se autotransforma y transforma a los demás, y esto lo hacen to-
dos a la vez. La palabra está formada por tres partículas: j-bah-tik. La
j– es un pronombre personal que indica primera persona; la partícu-
la bah significa lugar sobre del cual se actúa y tik expresa un “noso-
tros” inclusivo, ya que en tseltal existe también un “nosotros” exclu-
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AUTOSUBSISTENCIA Y COMUNIDAD
1 La terminación para hacer que el pronombre de primera persona del plural sea
LA COMUNIDAD Y LA TIERRA
dio de alto, con el que se van haciendo pequeños agujeros donde se coloca la semilla.
GuzmanBetancourt 24 24/6/04 12:13 Page 373
fiestas, sus trajes, sus variaciones dialectales y formas de gobierno sui ge-
neris. A estas comarcas indias tradicionales se han sumado alrededor de
treinta nuevas comunidades de conglomerados llamados “municipios
autónomos”, tseltales en su gran mayoría. Poblados importantes como
Chilón, Yajalón y Ocosingo, son asentamientos ladinos, aunque rodea-
dos de comunidades tseltales que viajan para comerciar allí.
Los gobiernos municipales, fieles al aparato del estado local, cons-
tituyeron polos de inversión y desarrollo de la modernidad. Hacia me-
diados del siglo XX, se imponen cada vez con más fuerza gobiernos
ladinos en los pueblos indígenas, que conservaban sus “gobiernos re-
gionales”. La imposición del mando ladino en todos los municipios
constitucionales supuso expandir diversas formas de control del esta-
do y de las clases económicamente más poderosas de la región: cobro
de impuestos, censos, manejo de los votos y de las votaciones en fa-
vor del aparato del estado, manejo de la fuerza pública. En la admi-
nistración ladina de los municipios indígenas con frecuencia se da-
ban apoyos importantes a las haciendas, a los ranchos ganaderos y a
las fincas cafetaleras, ya que podían encarcelar a quienes solicitaran
tierras de una hacienda o disponer de la policía municipal para loca-
lizar y aprender a los trabajadores “enganchados”, que se escaparan
de la explotación agrícola o ganadera que los había “contratado” o
con la cual se habían endeudado.
Ya en 1953 Gonzalo Aguirre Beltrán escribía que en un municipio
indígena tseltal, como Oxchuc, había que entender tres sistemas de
gobierno: el gobierno “constitucional”, el “regional” y el de “los prin-
cipales” que poseían y aún hoy poseen un cargo vitalicio. Los “prin-
cipales”, según este autor, actuaban entonces como un consejo; la au-
toridad ejecutiva se hallaba en manos de un organismo político
religioso al que se llamaba “Ayuntamiento Regional” y, contrapuesto
a éste, había el “Ayuntamiento Constitucional” que había sido recien-
temente impuesto.3 La superposición de los tres gobiernos tiene co-
mo residencia la cabecera municipal que constituye un centro cere-
monial, el lugar donde se encuentran los monumentos que
materializan el poder: la iglesia, la casa comunal y los jacales donde
viven quienes tienen cargo. En este centro ceremonial sólo permane-
cen los que tienen un cargo de gobierno el tiempo que dura su de-
sempeño; las chozas son de propiedad comunal, y también son de
propiedad comunal los solares que las circundan.4
Este modelo estudiado por Aguirre Beltrán, y ejemplificado con el
caso de Oxchuc, parece haber sido muy extendido y hasta hoy pode-
mos encontrar pautas similares de gobierno en diversas comarcas in-
dias.
Las funciones religiosas no pueden desligarse de las civiles cuando
pensamos en los gobiernos de las comarcas indias. En su libro Bajo la
mirada de los antepasados, June Nash nos explica cómo el gobierno y la
jerarquía de Tso’ontahal, centro del municipio de Amatenango del
Valle, al sur de la región tseltal, funcionaba en los años sesenta sin
separar lo “civil” de lo “religioso”. Explica, por ejemplo, cómo “los al-
fereces, o capitanes de las fiestas, constituyen un lazo ceremonial en-
tre las autoridades civiles y religiosas”. Muestra cómo se integran las
rezanderas, los fiscales o ayudantes del sacerdote católico; cómo es
electo el presidente municipal según la Constitución mexicana. Sin
embargo, los miembros del cabildo son nombrados por los salientes
que consultan a las autoridades vitalicias llamadas “principales”. Se
anotan los nombres de los nuevos funcionarios y el juez primero ha-
bla con los principales y los “firmadores”. Se dirige a ellos a través de
un tipo de oración llamada “el saludo del corazón” –pat o’tan–, y pi-
de permiso para servir el trago ritual.5
Bachajón es una comarca tseltal de la zona norte que nunca ha si-
do municipio constitucional. Conforma, sin embargo, uno de los más
poderoso “municipios regionales”, donde hasta hoy la articulación de
las funciones religiosas se ligan de diversas maneras a las funciones
del gobierno de la comarca india.
Tradicionalmente, los principales de Bachajón nombraban a los
cargos del cabildo. Los elegidos no podían negarse, si lo hacían po-
dían ser encarcelados. En los años ochenta, el cabildo estaba forma-
do por 44 cargos, 22 de cada uno de los dos barrios-ejido. Cada uno
de los barrios contaba con un presidente, un gobernador, dos síndi-
cos, dos alcaldes, dos regidores, dos jefes de cuartel y dos cabos. El
4
Ibid., pp. 100-101.
5
Cf. June Nash, Bajo la mirada de los antepasados, México, Instituto Nacional Indige-
nista, 1993, pp. 213-215 (publicado originalmente en inglés en 1970).
GuzmanBetancourt 24 24/6/04 12:13 Page 377
6 Cf. Alain Breton, Bachajón: organización socio territorial de una comunidad tzeltal, Mé-
xico, Instituto Nacional Indigenista, 1984. Véase capítulo IV y V.
7 Ibid., p. 104.
GuzmanBetancourt 24 24/6/04 12:13 Page 378
8
Cf. Norbert Ross, “Nutz lok’el li k’axlane: una versión indígena de las expulsiones
de los ladinos de San Andrés Larráinzar”, Anuario del Instituto de Estudios Indígenas de la
Universidad Autónoma de Chiapas, San Cristóbal Las Casas, Chiapas, México, 1996, vol. VI.
GuzmanBetancourt 24 24/6/04 12:13 Page 379
9 Véase Jan de Vos, Oro verde: la conquista de la selva Lacandona por los madereros tabas-
entrevistas realizadas por mis alumnos de la UAM-X y por mí, y espigados de la tesis de
licenciatura titulada Migración y cambio sociocultural en Taniperlas: una comunidad tzeltal
de la selva lacandona, de Rubén Martínez Cerecedo, Facultad de Humanidades, Escue-
la de Antropología, Universidad Veracruzana, Jalapa, 1973.
* Se refiere al presidente de la República.
GuzmanBetancourt 24 24/6/04 12:13 Page 382
tales que aquí se señala son menos de los que hay en la realidad. De
cualquier manera, en el municipio de Palenque, según los censos, los
tseltales son el 29% de la población indígena y en Ocosingo el 82%.13
Ellos formaron sus comunidades, autogestivas (cochelin jbajtik), como
son de hecho las comunidades tseltales. Actualmente, ya son alrede-
dor de 260 pequeñas aldeas tseltales fundadas en lo que se sigue lla-
mando “la selva”, a pesar del severo deterioro del bosque tropical. No
se establecen desde el principio como un conjunto de comarcas inte-
gradas formalmente, como los pueblos tradicionales que hemos men-
cionado arriba. Sin embargo, este modelo cultural está siempre pre-
sente como la manera natural en que se articula una comunidad de
comunidades.
Desde la perspectiva de un tseltal, la integración en una comarca
india, regida por sus propios usos y costumbres, es un elemento cla-
ve para pensar la organización social, es un factor muy importante de
su conciencia histórica. En efecto, para los tseltales, los tsotsiles y otros
indígenas, la vida debe integrarse en comunidad de comunidades. La
referencia cultural a las comarcas indias tradicionales constituye un
modelo fundamental que guía el desarrollo de la organización social.
El trabajo comunal de la pequeña comunidad hace posible la admi-
nistración pública del pueblo grande y su constelación de rancherías.
La idea de “municipios autónomos”, que hoy se defiende con tanto
ahínco por los zapatistas y por una gran cantidad de organizaciones
indígenas, en realidad tiene sus raíces en la vida de las comarcas in-
dias tradicionales.
CARLOS LENKERSDORF*
1. EL TEMA
2. LA COMPARACIÓN DE IGUALDAD
* UNAM/IIFL-CEM.
1 María Moliner, Diccionario de uso del español, 2 tomos, Madrid, Gredos, 1975, t. I,
pp. 687-689.
[385]
GuzmanBetancourt 25 24/6/04 12:14 Page 386
3. LA COMPARACIÓN DE DESIGUALDAD
(8) ja jun keremi jelni wewo wa (8a.) El otro joven muy rápido corre
x’ajni yuj ja lampo’i. desde la perspectiva de Caralampio.
(= corre más rápido que Caralampio.)
(9) ja winik jawi jak’ulan ch’inil (9a.) A aquel hombre lo hiciste pequeño
yuj ja tzomjelanum jumasa’. desde la perspectiva de los
asambleístas. (= …lo hiciste más
pequeño que a los asambleístas.)
II
III
(12) ke’n mas chinon yuj (12a.) Yo soy más pequeño que todos
japetzanilex. ustedes.
(13) ja taj ‘iti mas cha’an yuj ja (13a.) Este ocote es más alto que la casa
wanajexi. de ustedes.
Los códices mayas son los antiguos libros de los sacerdotes. En con-
textos funerarios han sido hallados como parte del ajuar de los escri-
bas nobles. Quizás el ejemplo más reciente sea el que se encontró en
el interior de La Chorcha, en Copán, el edificio que tiene la inscrip-
ción jeroglífica más larga del mundo prehispánico.1
Por las fuentes coloniales sabemos que los códices eran elaborados
por especialistas de tiempo completo. En maya yucateco se denomi-
naban ah ts’ib,2 y ah woh,3 es decir, escribas y pintores. Según fray Die-
go de Landa, éstos pertenecían al sector de los sacerdotes y de los no-
bles, y al parecer, existía entre ellos cierta libertad de vocación, pues
el obispo de Yucatán afirma que les “enseñaban a los hijos de los otros
sacerdotes y a los hijos segundos de los señores que les llevaban para
* UNAM/IIFL-CEM.
1 Landa, Relación de las cosas de Yucatán, p. 59. Los códices hallados en tumbas pro-
cedentes del Clásico, confirman que ésta era una tradición que estuvo vigente entre
los mayas por lo menos unos diez siglos. Véase Thompson, Maya hieroglyphic writing,
p. 23; Sharer & Morley, The ancient maya, pp. 517-519; Pendergast, Excavations at Altun
Ha, Belice. 1964-1967, p. 76, fig. 16; Fash, Scribes, warriors and kings, p. 111.
2 Diccionario Maya Cordemex, p. 882.
3 Ibid., p. 924.
[391]
GuzmanBetancourt 26 24/6/04 12:17 Page 392
esto [para aprender a escribir libros] desde niños, si veían que se in-
clinaban a este oficio”.4
Los códices se elaboraban con largas tiras de papel de amate que
se doblaba a manera de biombo; se recubría de una blanca capa de
yeso sobre la que se escribía y se protegían con cubiertas de madera.
Los libros ya escritos se denominaban pik hu’un,5 y los asuntos que
contenían eran muy variados; comprendían agricultura, astronomía,
calendario, ceremonias religiosas, enfermedad y medicina, escritura
de cartas, glifos de nombres, guerra, historia, linaje, mapas, mitolo-
gía, profecías en general, del ciclo de 260 días, de meses, de tunes y
katunes, ruedas calendáricas, tributo y comercio.6 Además, los tres
fragmentos que hoy conocemos con los nombres de Dresde, París y
Madrid contienen almanaques adivinatorios sobre rituales de bauti-
zo y de matrimonio, sacrificios humanos y autosacrificios, ceremonias
de fuego nuevo, de tejido, manufactura de ídolos, tejido, escenas de
caza, de apicultura y tal vez de pesca y mariscos, narcóticos en la adi-
vinación, la práctica de fumar, así como algunos de los temas mencio-
nados por las fuentes, como las ceremonias de año nuevo, las profe-
cías de los katunes y registros astronómicos.7
Dice Landa que en Yucatán, los códices contenían todas “sus cien-
cias”, que en sus términos, incluían:
4 Landa, op. cit., p. 15. Información semejante se encuentra en otros autores: Liza-
na apunta que los “hijos de los sacerdotes de sus dioses, que son los que sólo sabían
leer y adivinar”, Historia de Yucatán, p. 53; Ciudad Real, por su parte dice “Estas letras
y caracteres no las entendían sino los sacerdotes de los ídolos y algún indio principal”,
Tratado curioso y docto, t. II, p. 319.
5 Diccionario Maya Cordemex, p. 653.
6 Thompson ofrece una lista de los temas que, según las fuentes escritas, cubría la
asuntos contenidos en los códices. Por ejemplo, Román y Zamora asienta que había li-
bros que se empleaban para la adivinación de los sueños. República de Indias, idolatrías
y gobierno en México y Perú antes de la Conquista, vol. I, pp. 129-130.
8 Landa, op. cit., pp. 14-15.
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la voz náhuatl tlacuiloa, que significa “escribir–pintando”. Galarza, Amatl, amoxtli, el pa-
pel, el libro, pp. 34, 41.
10 López Cogolludo, Los tres siglos…, p. 254.
11 Diccionario Maya Cordemex, p. 949.
12 Ibid.
13 Ibid., p. 246.
GuzmanBetancourt 26 24/6/04 12:17 Page 394
raba los pronósticos de aquel año y los declaraba a los presentes y pre-
dicábales un poco encomendándoles los remedios”.14
Landa dice que “Chilám es el que tiene a su cargo dar las respues-
tas del dominio”,15 es decir, los sacerdotes que consultaban los códi-
ces sagrados para dar a conocer los augurios eran precisamente los
chilames. En el Diccionario de Motul encontramos la voz Ah chila’n con
el sentido de intérprete o naguatato.16 Los chilames eran un tipo de
chamanes, hombres prodigiosos que profetizaban durante los tran-
ces extáticos.17
A nivel universal, la profesión chamánica se transmite frecuente-
mente de manera hereditaria y, en ocasiones, se presenta como una
“elección” divina. Los chamanes siempre reciben “una doble instruc-
ción: primero, de orden extático (sueños, trances, etc.) y, segundo,
de orden tradicional (técnicas chamánicas, nombres y funciones de
los espíritus, mitología y genealogía del clan, lenguaje secreto, etc.).18
Estas condiciones las cumplen los chilames. Era una profesión he-
reditaria, en la que recibían una instrucción por parte de los otros sa-
cerdotes y seguramente sufrían un proceso de iniciación,19 que posi-
blemente incluía una vivencia extática. Después de haber pasado la
prueba, estaban en posibilidad de comprender el lenguaje sagrado
de los libros. En un pasaje en maya yucateco seguramente transcrito
de un códice jeroglífico, está consignada una profecía que dice: “Eter-
namente se oirá mi voz, la del Chilam Balam, Brujo-intérprete, expli-
cando la palabra de Hanal Ku, Verdadera-deidad”.20
Habla un sacerdote, un Ah Kin cuyo apellido era Balam, que tenía
la función de chilám. Su acertada labor al interpretar los textos de un
códice y predecir la llegada de los españoles ha hecho que su voz se
14
Landa, op. cit., p. 92.
15
Ibid., p. 20.
16 Diccionario Maya Cordemex, p. 99. Cabe destacar que la voz nahuatato posiblemen-
ción de los chilames, hay una serie de evidencias a través de las obras plásticas del mun-
do clásico y de la etnología contemporánea que nos permite afirmar su existencia. Véa-
se De la Garza, op. cit., pp. 148-149 y 171-212.
20 El libro de los libros de Chilam Balam, p. 99.
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una serie de elementos tanto del aspecto “físico”, como del atavío y
de las actividades, que hacen las imágenes mucho más ricas. Quizás
éstos fueron los recursos que les permitían a los sacerdotes recono-
cer con precisión cuál era la función que tenía un dios en relación
con un asunto específico en una fecha dada. Tal vez los ah tzib, ah
wooh, al igual que los escribas pintores de otras regiones de Mesoamé-
rica, contaban con una gran cantidad de recursos plásticos mediante
los cuales les era posible integrar un texto, pero a diferencia de aqué-
llos, los mayas contaron además con el complemento de los signos je-
roglíficos. En el caso específico de los textos adivinatorios en los que
se emplean augurios a partir del calendario de 260 días, además se
debe tomar en cuenta la carga especial de cada día parlante.
Quiero terminar esta participación con un extracto del texto profé-
tico de katún 11 ahau –durante el cual llegaron los españoles– desean-
do que no se cumpla cabalmente. Dice el Chilam Balam de Chumayel:
Ésta es la memoria de las cosas que sucedieron y que hicieron. Ya todo pasó.
Ellos hablan con sus propias palabras y así acaso no todo se entienda en su
significado; pero derechamente, tal como pasó todo, así está descrito. Ya se-
rá otra vez muy bien explicado. Y tal vez no será malo. No es malo todo cuan-
to está escrito. Pero no está a la vista todo lo que hay dentro de esto, ni cuan-
to ha de ser explicado. Los que lo saben vienen del gran linaje de nosotros,
los hombres mayas. Esos sabrán el significado de lo que hay aquí cuando lo
lean. Y entonces lo verán.
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bay, México, Editorial Porrúa, 1973.
Pendergast, David M., Excavations at Altun Ha, Belize. 1964-1970, Toronto, Ro-
yal Ontario Museum, 1979, vol. I.
GuzmanBetancourt 26 24/6/04 12:17 Page 400
INTRODUCCIÓN
El documento del siglo XVI de la Mixteca Baja del que trataré aquí es
el Códice Tecomaxtlahuaca (véase la figura 1), el cual forma parte de la
revisión de documentos para la investigación que realizo sobre la to-
ponimia de esa región. Aunque dicho códice, a primera vista, es prin-
cipalmente de carácter tributario, mi interés en este material se debe
a que el legajo provee información sobre cuatro nombres de lugar re-
lacionados con este pueblo, y es muy posible que también el códice
contenga un registro toponímico gráfico que sitúe en un espacio de-
terminado el resto de sus imágenes de tradición indígena mixteca.
Hasta la fecha no existe un estudio sistemático de su contenido ni
del manuscrito que lo acompaña, aunque varios autores de una u otra
manera han mencionado este códice al publicar breves comentarios
o bien solamente parte de la paleografía de sus glosas (Chavero en
Riva Palacio, 1974; Schmieder, 1930; Glass y Robertson, 1975; Smith,
1991 y Anders et al., 1994). Aquí pretendo mostrar, a partir de un aná-
lisis comparativo e integral de toda la información que contienen tan-
to el códice, con escritura gráfica y glosas castellanas, como el legajo,
algunos ejemplos de las transformaciones glíficas del sistema de es-
critura mixteca en este documento.
EL CONTEXTO GEOGRÁFICO
[401]
GuzmanBetancourt 27 5/13/04 11:10 AM Page 402
Temáticas:
Sección de glosas en castellano y
náhuatl
Sección de pictogramas mixtecos
Caciques de Tecomaxtlahuaca
Templos topónimos
Sección tributaria
Sistema numérico
EL CONTEXTO LINGÜÍSTICO
comparte un grupo social y que se reflejan en sus restos materiales (Harris, 1988:123
y Beals et al., 1978:116-138).
GuzmanBetancourt 27 24/6/04 12:46 Page 404
EL CONTEXTO HISTÓRICO
piel, concha, entre otros) que permanece varios siglos en una misma
región y que comparte ciertos rasgos que conforman un sistema de
escritura, como son el repertorio de signos y las convenciones que uti-
lizan los escribanos para generar mensajes.
De acuerdo con las evidencias epigráficas e iconográficas, sabemos
que la tradición del posclásico en la mixteca se desarrolló hacia el
1000 d.C. y continuó con algunos cambios hasta la segunda mitad del
siglo XVI, cuya manifestación mejor representada serían los códices
prehispánicos y los documentos pictográficos coloniales, aunque tam-
bién existen ejemplos en otros materiales como metal, hueso y cerá-
mica, entre otros. Los códices son las evidencias mejor trabajadas pa-
ra caracterizar esta tradición escritural del posclásico. En ellos, a
través de signos y convenciones, lograron plasmar la historia dinásti-
ca de la Mixteca. Los códices prehispánicos que se conservan en esti-
lo mixteco son el Vindobonensis, Zouche-Nuttall, Selden, Bodley, Becker I y
Colombino. Dicho sistema de escritura continuó durante la Colonia;
algunos ejemplos serían los códices Egerton, Tulane, Becker II, Rollo Sel-
den, Tecomaxtlahuaca, Muro y los lienzos del grupo de Coixtlahuaca, así
como una gran cantidad de mapas con convenciones de esta tradi-
ción que se elaboraron para los litigios coloniales de tierra y que aún
faltan por estudiar y trabajar en los archivos oficiales y locales.
La tradición escritural del posclásico se puede caracterizar tanto
por los signos que la conforman como por las convenciones que es-
tablecieron los escribanos para dejar sus mensajes y que, en varias oca-
siones, corresponden con la lengua hablada. Estas particularidades
serían (Caso, 1992; Jansen, 1976, 1982) (véase la figura 2):
cerro
yucu
llano
yodzo
río
yuta
pueblo
ñuhu
matrimonios
cahnu=grande
cáhnu=empuja
nacer
principio de homofonía
conquista
EL CÓDICE DE TECOMAXTLAHUACA
venciones numéricas y los productos tributarios, tal vez porque los có-
dices históricos mixtecos que se conservaban no contenían datos so-
bre tributos. Otros son reflejo del momento histórico que vivía la po-
blación autóctona, en el que costumbres y elementos de los
conquistadores eran impuestos y adquiridos; así vemos en el códice
personajes que visten a la usanza española.
En este sistema de escritura podemos distinguir que el códice tie-
ne dos contenidos básicos: uno hace referencia a los señores caciques
de Tecomaxtlahuaca y, el otro, es de carácter tributario-económico.
Dentro de estas dos grandes secciones existen otras temáticas que alu-
den a genealogías, espacios construidos, toponímicos, sistema de nu-
meración y productos tributarios. Aquí sólo abordaremos, por falta
de espacio, algunos elementos mixtecos y los cambios que sufrieron
en la segunda mitad del siglo XVI como es la forma de representación
de los personajes, en especial los femeninos (véase la figura 3).
LOS PERSONAJES
En códices prehispánicos
y colonias mixtecos En el Códice de Tecomaxtlahuaca
Parejas de mujeres - hombres Hombres Mujeres
Tulane
Pareja 8
Pareja 7
Egerton
Pareja 6
Pareja 5
Becker II
Pareja 4
Nuttall
Pareja 3
Pareja 2
Viena
Pareja 1
GuzmanBetancourt 27 24/6/04 12:47 Page 413
COMENTARIOS FINALES
BIBLIOGRAFÍA
Anders, Fernand, Maarten Jansen y Gabina Aurora Pérez Jiménez, “La gran
familia de los reyes mixtecos”, Códices Egerton y Becker II, México, Fondo
de Cultura Económica, Sociedad Estatal Quinto Centenario y Akade-
mische Druck-und Verlagsanstalt, 1994.
Jansen, Maarten, El lugar donde estaba el cielo. Una investigación sobre la realidad
geográfica e histórica de los códices Vindobonensis y Nuttall, 2 vols., Tesis Doc-
toraalscriptie voor het hoofdvak. Archeologie van Precolumbiaans
Amerika, 1976.
——, Huisi Tacu, estudio interpretativo de un libro mixteco antiguo: códice Vindobo-
nensis Mexicanus I, Amsterdam, CEDLA, 1982, vols. I y II.
Moser, Chistopher L., Late classic Mixteca Baja Ñuiñe writing and iconography,
tesis, Los Ángeles, Univesity of California, 1975.
——, 1977. Ñuiñe writing and iconography of the Mixteca Baja. Nashville, Van-
derbilt University Publications in Antropology, núm. 19.
Paddock, John, “The Mixteca in early urban times”, J. Paddock (ed.), Ancient
Oaxaca, Stanford, Stanford University Press, 1966, pp. 174-199.
——, “Lo ñuiñe antes de lo mixteca”, Yucunitzá, núm., p. 11. Publicación del
H. Ayuntamiento de Huajuapan de León, Oaxaca, 1993.
——, “Eso de Ñuiñe”, Agenda cultural, semanario dominical del diario Noti-
cias, 16 de enero, Oaxaca, Oaxaca, 1993.
Riva Palacio, Vicente, México a través de los siglos, México, Editorial Cumbre,
1974, t. II, pp 73-80.
GuzmanBetancourt 27 5/12/04 8:39 AM Page 416
Rodríguez Cano, Laura, El sistema de escritura ñuiñe: análisis del corpus de pie-
dras grabadas de la zona de la “Cañada” en la Mixteca Baja, Oaxaca, tesis
de Licenciatura en Arqueología ENAH-SEP, 1993.
Schmieder, Oscar, The settlements of the Tzapotec and Mije indians. State of Oaxa-
ca, México, Berkeley, University of California Press, 1930.
Smith, Mary Elizabeth y Ross Parmentier, The Codex Tulane. Graz: Akademische
Druck-und Verlagsanstalt y Middle American Resaerch Institute, núm.
61, Universidad de Tulane, Nueva Orleans, 1991.
——, The Mixtecs in ancient and colonial times, Norman, University of Oklaho-
ma Press, 1984.
* UNAM/ENEP-Acatlán.
[417]
GuzmanBetancourt 28 5/12/04 8:42 AM Page 418
en mixteco;1 menos son aún los que se refieren a los aspectos lingüís-
ticos de estos nombres.2 Pensamos, sin embargo, que es posible llegar
a una lectura completa tanto en el ámbito lingüístico como iconográ-
fico de los glifos de nombres personales como un medio para acercar-
nos al desciframiento del sistema de escritura mixteca. Por lo tanto,
en la presente exposición examinaremos algunas características que
presentan estos nombres, así como su morfología, sintaxis, lectura y
representación glífica.
Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe, núm. 47, 1989, pp. 65-87. Joyce
Marcus, Mesoamerican writing systems. Propaganda, myth and history, Princeton, New Jer-
sey, Princeton University Press, 1992.
2 Mary Elizabeth Smith, “The relationship between mixtec manuscript painting and
the mixtec language: a study of some personal names in Codices Muro and Sánchez
Solís”, Elizabeth P. Benson (ed.), Mesoamerican writing systems, Washington, Dumbarton
Oaks-Research Library and Collections, 1973, pp. 47-98.
GuzmanBetancourt 28 5/12/04 8:42 AM Page 419
4 Smith, op.cit., p. 49 y M. E. Smith y Ross Parmenter, The Codex Tulane, New Orleans,
METODOLOGÍA
7 Mary Elizabeth Smith, “The hometown of the rulers of the Codex Muro”, Eloise
Qiñones Keber (ed.), In chalchihuitl in quetzalli. Precious Greenstone. Precious Quetzal Feat-
her. Mesoamerican studies in honor of Doris Heyden, Lancaster, Cal., Labyrintos, 2000, pp.
103-114.
8 Hermann Lejarazu, op.cit., pp. 96-98.
GuzmanBetancourt 28 5/12/04 8:42 AM Page 422
EL CORPUS
MORFOLOGÍA Y SINTAXIS
vocablo tacu son: tacu chicachyy; tacu sisi? taadivi; chacu nicana ñuhu y
ñaña tacu siy’y’. Pero ¿qué significa el vocablo tacu?
De acuerdo con el Vocabulario en lengua mixteca de fray Francisco
de Alvarado esta palabra puede significar varias cosas, pero recorde-
mos que esto se debe a las diferencias en los tonos que no fueron es-
critos por este autor. Así tenemos que tacu puede ser: oír, consentir,
conocer, nacer, vivir, dibujar, pintar, escrito, libro.11
Sin embargo, ninguno de estos significados parece corresponder
a los antropónimos arriba citados, pues difícilmente alguna de estas
palabras nos daría la acepción precisa para los nombres escritos en el
Códice Muro o en el Egerton. Pero es, sin duda, el elemento glífico el
que nos ayudará a comprender mejor el significado de este vocablo.
Mary Elizabeth Smith ya había identificado que la palabra tacu des-
cribe a un glifo que aparece en el Códice Egerton conformado por una
cabeza ovalada provista de un ojo, una nariz en forma de espiral y una
pequeña hilera de dientes (figura 3). No obstante, como ella misma
menciona, es difícil decidir cuál de los significados de la palabra ta-
cu puede referirse a esta figura.12
En su estudio del Códice Egerton, Viola König se dio cuenta de este
mismo problema y piensa que el significado de tacu es “vida”, “vivo”,
por lo que decide traducir el antropónimo tacu chicachyy como “sol vi-
vo”.13 Esta misma interpretación es apoyada por Maarten Jansen en
su comentario al Códice Egerton, al traducir este sobrenombre como
“sol vivo”, “sol vive”.14
11 Evangelina Arana y Mauricio Swadesh, Los elementos del mixteco antiguo, México, Ins-
mados Egerton y Becker II, México, Fondo de Cultura Económica, 1994, pp. 143-191.
GuzmanBetancourt 28 5/12/04 8:42 AM Page 427
Nombres
J Y
Jicajiy / chicachyy = sol Yaha / yaha = águila
Yavi / yahui = serpiente de
N fuego
–– /niy = sangre Yecu / = guerra
Nuu / noo = ojo –/ yee = ¿planta?
––/ yhe = zorro
Ñ Yodzo / yoço = pluma grande,
Ñaña / ñaña = coyote plumaje,
Ñoo / –– = guajolote ––/ yoso = llano
–– / ñoo = tierra yta / –– = flor
ñuhu / ñoho = dios, sagrado yucu / –– = hierba
ñuhu / ñoho = fuego yucu / –– = cerro
––/ yuchi = pedernal
Q ––/ yuhua = juego de pelota
–– / quihui = nombre del día yusi / yusi = turquesa
lagarto yusijaa / yusidaa = turquesa
yuu / –– = piedra
–– / y y’ = tejón
GuzmanBetancourt 28 5/12/04 8:42 AM Page 429
Raíces verbales
Adjetivos
Topónimos
Significado no definido
Dziñe / –– = ¿lado?
Chacu / tacu = ¿vivo? ¿vive?
BIBLIOGRAFÍA
Arana, Evangelina y Mauricio Swadesh, Los elementos del mixteco antiguo, Méxi-
co, Instituto Nacional Indigenista/Instituto Nacional de Antropología,
1965.
GuzmanBetancourt 28 5/12/04 8:42 AM Page 430
——, La gran familia de los reyes mixtecos. Libro explicativo de los códices llamados
Egerton y Becker II, México, Fondo de Cultura Económica, 1994.
König, Viola, Inhaltliche analyse und interpretationen von Codex Egerton, Hambur-
go, Hamburgischen Museum für Völkerjunde, 1979.
Marcus, Joyce, Mesoamerican writing systems. Propaganda, myth and history, Prin-
ceton, N. J., Princeton University Press, 1992.
Smith, Mary Elizabeth y Ross Parmenter, The Codex Tulane, New Orleans, Tu-
lane University, 1991, Middle American Research Institute, p. 61.
Smith, Mary Elizabeth, “The hometown of the rulers of the Codex Muro”,
Eloise Quiñones Keber (ed.), In Chalchihuitl. In Quetzalli. Precious
Greensone. Precious Quetzal Feather. Mesoamerican studies in honor of Doris
Heyden, Lancaster, Cal., Labyrinthos, 2000, pp. 103-114.
GuzmanBetancourt 29 5/12/04 8:43 AM Page 431
INTRODUCCIÓN
A partir del artículo “Where have all the adjectives gone?” publicado
por Dixon (1977), en el campo de la lingüística tipológica se desper-
tó la discusión en torno de la problemática que concierne a la forma
como las diferentes lenguas codifican sus categorías lingüísticas o cla-
ses de palabras. La polémica se ha centrado sobre todo en la clase de
los adjetivos. Sin embargo, en casi ninguna lengua esta clase de pala-
bras puede ser analizada de manera independiente a la de los nom-
bres y verbos, sobre todo porque, como también sucede en névome
–lengua que hoy analizo–, muchos derivan de verbos y otros de nom-
bres. Por otro lado, además, la caracterización de las clases de pala-
bras tampoco puede ser enfrentada desde un solo nivel lingüístico,
sea semántico, morfológico o sintáctico; por lo cual, toda caracteriza-
ción semántica o morfológica tendrá que complementarse con la ob-
servación sintáctico-funcional del uso discursivo de las categorías lin-
güísticas o clases de palabras.
Sin embargo, en el presente estudio hago énfasis y me restrinjo de
alguna manera, a la caracterización morfológica de las diferentes for-
mas como se expresan los conceptos o nociones adjetivales en névo-
me, lengua yutoazteca del siglo XVI –de acuerdo con el estudio de
Pennington (1979:ix-xxix). Así, a partir de los materiales del voca-
bulario de névome editado por Pennington (1979), sostengo que,
aunque esta lengua cuenta con un número reducido de adjetivos lé-
xicos, los procesos morfológicos a través de los cuales la gramática
del névome deriva nociones o conceptos adjetivales, responden cla-
ramente a mecanismos que dan lugar a esta categoría de palabras. El
análisis que propongo está en concordancia con Croft (2000), quien
sostiene que los adjetivos, nombres o verbos, no son categorías de
* Universidad de Sonora.
[431]
GuzmanBetancourt 29 5/12/04 8:43 AM Page 432
estado sujeto a ambos procesos. Sin embargo, existe más de un mecanismo morfoló-
gico para cumplir con los procesos a que me refiero.
GuzmanBetancourt 29 5/12/04 8:43 AM Page 433
Este trabajo parte del análisis del Vocabulario de la lengua névome, edi-
tado por W. C. Pennington en 1979. El Vocabulario, junto con el Arte
de la lengua, doctrina christiana y confesionario, editado por Buckingham
GuzmanBetancourt 29 5/12/04 8:43 AM Page 434
2 Para el manejo de los datos de névome, se han tomado en cuenta las siguientes
anotaciones ortográficas: 1] no se representan las vocales largas; 2] las letras <c> y <k>,
<g> y >gu> y ye (y griega) <y> se utilizan de acuerdo con el español –es decir, <c>, si se
combina con las vocales a, o, u (ca, co, cu), pero la letra <k>, cuando ésta se combina
con la vocal i (ki). De igual manera, se distingue entre una simple <g> ante a, o, u (ga,
go, gu), pero <gu> cuando se escribe <gui> [gi]. La y griega, dígase y, ocurre ocasio-
nalmente para representar el sonido /i/ en diptongos; 3] la grafía <rh> representa el
fonema /l/; 4] con una doble <nn> se representa el sonido [ñ]; 5] no se representa el
fonema central alto /ˆ/, propio de todas las lenguas de la familia tepimana, a la cual
pertenece el névome.
GuzmanBetancourt 29 5/12/04 8:43 AM Page 435
3 Hay que observar que mucho del material léxico del diccionario fue inducido por
el sacerdote autor de la obra, quien actuó de esta manera con acucioso interés de crear
términos que comunicasen los contenidos que la doctrina y confesionario exigían; así
lo demuestran las raíces propias del español que se observan en los siguientes términos:
névome glosa raíz léxica
spuntudacarh arcabuz apuntar
pangakidiga bizcocho pan
tapaniga esquicio de la ventana tapanco (náh. Tapantli)
GuzmanBetancourt 29 5/12/04 8:43 AM Page 436
(2d) suhitatari “zorro, tío del lobo” (suhi, “lobo”; tatari, “tío”)
vainomi ohasca “cazo de hierro”
guainomi
vuonamai “sombrero de hierro”
GuzmanBetancourt 29 5/12/04 8:43 AM Page 437
maitcu-bu-a “apedrear”
gasi-bu-a “peinar, cardar”
(5)
uri “árbol” tabu “gazapo”
s’-coco “dolorido” coco “doler”
s’-hup-i “frío” hupi “enfriar”
si-catu “inamovible” catu “estar parado”
si-hov-i “dulce” iovi “estar dulce”
si-gak-i “flaco” gaki “estar seco”
si-vutu “grave, pesado” vutu “estar pesado”
si-vagu-i “húmedo” vagui “estar mojado”
si-mu-c-a “agudo, afilado” mucu “muerto, estirado”
si-moi-c-a “blando” moica “estar blando”
si-moi-c-a “delicado” moi “estar suave”
si-dap-c-a “liso” dapca “estar derecho”
s-tatu “debilitado” tatu “débil / estar débil”
s-ton-i “fuerte” toni “calor / estar caliente”
5 “The shape si is only used before a consonant initial root”; “si- was weakly stressed
(6)
s’-cahi-daga “sonora” cahi “oír”
s’-hihi-daga “bebedor” hihi “beber”
s’-hubamu-daga “friolento” huba “frotar”
s’-murhi-daga “ágil” murhi “correr”
si-bamu-daga “impaciente bamu “enojar”
si-murhi-daga “ágil” murhi “correr”
una de las cópulas del tepehuano del sur (véase Flores y Campuzano, 1994, o bien Wil-
lett, 1991).
7 Estos sufijos podrían resegmentarse en –da, –ga, –ca y –ma; sin embargo, la docu-
(7)
bihugui-daga “hambriento” bihugui “hambre/estar
hambriento”
tonoomu-daga “sediento” tono “sed/estar sediento”
tubu-daga “lacia” tubu “gusano/tener
forma alargada”(?)
sasni-daga “quejumbroso” sani “sonajas/estar
sonando”
(8)
s’-cos’-cuma “dormilón” cos(i) “dormir/-ido”
s’-hini-cuma “gritón” hinkia “gritar”
s’-titibi-cuma “burlón, titib “jugar”
juguetón”
s’-tuitca-cuma “preguntador” tuit “nombrar”
s-oimuri-cama “andariego” oimar “andar”
s-othoma-cama “diligente, othom “ser rápido/rapidez”
fogoso”
(9)
si-dacpo-cama “bigotudo” dacpa “barba”
si-bop-cama “lanudo bopo “pelo/vello”
s-tuna-cuma “glotón” tuna “boca”
(10)
cuna-cama “casada” cuna “marido/esposo”
hinid’-cama “casado” hinid “esposa”
gu(g)-hono-cama “corpulento/ guh/ “gran cuerpo”
fornido” gug’hono
sosoa-cama “mocoso” sosoa “mocos/moquear”
unnig-cama “hacendado” unnig “pertenecer/-ncia”
vip’-cari-cuma “legañoso” vipi “ojos”
(11)
s’-tumatu-dama “agudo, astuto”
s’-t’hupu-dama “abominable, feroz”
s’-hapurhi da-dama “agradecido”
s’-ho-dama “flojo”
s’-oiguida-dama “misericordioso”
s-toho-dama “fastidioso”
si-matu-dama “idiota”
si-buhogurhida-dama “obediente”
(12)
mucumu-dama “achacoso”
murhu-dama “cabizbajo”
pihi-dama “cansado”
tutukitoa-dama “hábil”
oi’murhu-dama “haragán”
nanacogusu-dama “inquieto, travieso”
(13)
pima “incorruptible”
saitui-dama
pima buhogur “desobediente”
hida-dama
pima “mudo” nouku “hablar”
nuoku-dama
pima s-tuniboa- “lampiño” tuni-boa “vello de la boca”
cama
pima da-cama “desnarigado” da(ca) “nariz”
(14)
pima urig-a “ajena, cosa ajena”
pima mu-c-a “no afilado”
pima suiurh-a “desvergonzado”
pima matun-i “desbocada”
pima haitu asurh-id-a “intrépido”
GuzmanBetancourt 29 5/12/04 8:43 AM Page 445
(15)
a] FN PRED
coiva vusi m’-hona si-si-moica
Neg. Compl. todo Reflx-cuerpo Int-Int-suave
“porque todo su cuerpo es suave”
b] FN PRED
api s’-tohodama ni-buy himu
2asgS Est-enojar.Adj 1sgObj.-Dir ir.Cont
“tú te enojaste conmigo” (lit. tú vas muy enojado conmigo)
c] FN PRED
tahi s’-ihovi-urida apcada
harina Est-dulce-pertenecer ap.cada
“que la harina está dulce”
d] FN PRED COP
hupa hidi-di si s-uama huba
zorrillo orín-Pos Int Est-mal oler
“el orín del zorrillo huele mal”
e] FN PRED
haitu si s’-hona-cama n’-huki’tud’-apimu
“ustedes me hacen comer cosas saladas”
(16)
a] ADJ N
guhj hota
“gran roca”
b] ADJ N
guh tasa
“día completo”
GuzmanBetancourt 29 5/12/04 8:43 AM Page 447
BIBLIOGRAFÍA
Bhat, D. N. S., The Adjectival category. criteria for differentiation and identification,
Amsterdam/Filadelfia, John Benjamins Publishing Company, 1994.
Dixon, R. M. W., “Where have all the adjectives gone?”, Studies in Language,
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Escalante H., Roberto y Zarina Estrada Fernández, Textos y gramática del pima
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——, “El pima bajo de Ónavas: sus diferencias con respecto al pima de la
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y Visión de los vencidos, México, UNAM (Biblioteca del Estudiante Universitario), 1959.
2 Gutierre Tibón, Historia del nombre y de la fundación de México, México, FCE (Sección
[449]
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EL PROCESO
3 Rafael Tena, El calendario mexica y la cronografía, México, INAH, 1992; La religión me-
xica, México, INAH, 1993; y su traducción de Domingo Chimalpáhin, Las ocho relaciones
y el Memorial de Colhuacan, México, CNCA (Cien de México), 1998, 2 vols. Naturalmente,
Tena no marca el acento tónico de las palabras nahuas en las transcripciones de tex-
tos largos en náhuatl.
4 Miguel León-Portilla, “Nahuatlismos en el castellano de España”, Boletín de la Aca-
demia Mexicana, vol. I, núms. 1/2, enero-junio y julio-diciembre de 1981, pp. 23-36 y
109-128; Leonardo Manrique Castañeda, “La escritura tradicional de los topónimos
provenientes de lenguas indígenas”, Ignacio Guzmán Betancourt (coord.), De toponi-
mia… y topónimos. Contribuciones al estudio de nombres de lugar, México, INAH (Colección
Divulgación), 1987, pp. 41-78; José G. Moreno de Alba, El español en América, México,
FCE (Lengua y Estudios Literarios), 1988, cap. II, y Esther Hernández, “La acomoda-
ción fonética de los nahuatlismos al español”, Nueva Revista de Filología Hispánica, vol.
XLVI, núm. 1, 1998, pp. 1-22.
GuzmanBetancourt 30 5/12/04 8:44 AM Page 451
5 Antonio Alatorre, Los 1001 años de la lengua española (1979), edición corregida y
aumentada, México, El Colegio de México, FCE (Tezontle), 1989, p. 257.
6 Entre otras fuentes, puede consultarse: Hernán Cortés, Cartas de relación, Nota pre-
liminar de Manuel Alcalá, México, Porrúa (Sepan cuantos, 7), 1960; Actas de cabildo de
la ciudad de Mexico, México, Ediciones del Municipio Libre, publicada por su propieta-
rio y director Ignacio Cumplido, Primera serie, 1524-1722, 1889-1913, 54 vols.; Silvio
Zavala, El servicio personal de los indios de la Nueva España, t. I, 1525-1549, México, El Co-
legio de México, El Colegio Nacional, 1984; Concepción Company Company, Documen-
tos lingüísticos de la Nueva España. Altiplano central, prólogo de Juan M. Lope Blanch,
México, UNAM (Instituto de Investigaciones Filológicas), 1994.
7 Fray Jerónimo de Alcalá, OFM, Relación de las ceremonias y ritos y población y gobierno
de los indios de la provincia de Mechuacan (1541), Reproducción facsimilar del Ms. ç.IV.5
de El Escorial, transcripción, prólogo, introducción y notas por José Tudela, revisión
de las voces tarascas por José Corona Núñez, estudio preliminar de Paul Kirchhoff, Ma-
drid, Aguilar, 1956.
8 Fray Maturino Gilberti, OFM, Vocabulario en lengua de Mechuacan, México, Juan Pa-
GuzmanBetancourt 30 24/6/04 12:52 Page 452
1559; reed. facs., México, Centro de Estudios de Historia de México Condumex, 1990;
e “Intento de robo de la caja de tres llaves de la ciudad de Mechuacan”, 14 de octubre
de 1577, en Rodrigo Martínez Baracs y Lydia Espinosa Morales, La vida michoacana en
el siglo XVI. Catálogo de los documentos del siglo XVI del Archivo Histórico de la Ciudad de Pátz-
cuaro, México, INAH, 1999, Apéndice.
9 James Lockhart, Seminario sobre lengua y cultura nahuas, México, Dirección de
BREVE CLASIFICACIÓN
1.1.1. Topónimos
Entre los topónimos, el caso más abundante y uniforme de agudiza-
ción es el de las palabras terminadas con el sufijo –c_n: Coyohuacân
Press, 1983. Véase también el detenido estudio de Miguel León-Portilla, “Los nombres
de lugar en náhuatl: su morfología, sintaxis y representación glífica”, Estudios de Cultu-
ra Náhuatl, 1982, vol. 15, pp. 37-72.
GuzmanBetancourt 30 5/12/04 8:44 AM Page 454
1.1.2. Nahuatlismos
Son pocos los nahuatlismos en los que el traslado del acento tónico
hacia la derecha produjo una agudización. Deben mencionarse las pa-
labras terminadas en –lin: Capóllin > Capulín, Chapollin > Chapulin.
1.2.1. Topónimos
Ya mencioné los topónimos terminados en –tép_c, “en el cerro”, que
delatan el temprano traslado de su acento tónico con el agregado de
una vocal final: Xochitepeque.
Más adelante, hacia el siglo XIX, se dio un proceso de reagudiza-
ción de estos topónimos por la pérdida de la vocal final agregada: Xo-
chitép_c > Xochitepeque > Xochitepec. Son muchos los ejemplos:
Chapoltép_c > Chapoltepeque > Chapultepec, Cuauhtép_c > Cuauh-
tepeque > Cuautepec, Elotép_c Elotepeque > Elotepec, Tehuantép_c
> Tehuantepeque > Tehuantepec, Xochitép_c > Xochitepeque > Xo-
chitepec, Zacatep_c > Zacatepeque > Zacatepec.
La prontitud, amplitud y uniformidad con que el sufijo –tép_c se
transformó en –tepec, podría hacer suponer que este cambio se debe
a que la segunda vocal de tép_c es larga. Sin embargo, si el topónimo
no termina con el locativo –c (Zacatép_c), sino con el absolutivo –tl
(Zacatép_tl), el acento tónico se mantiene siempre en su lugar. Zaca-
tép_c se convierte en Zacatepeque y Zacatepec, mientras que Zaca-
tép_tl se sigue diciendo Zacatépetl. Véase también: Citlaltép_tl > Ci-
tlaltépetl, Popocatép_tl > Popocatépetl,13 etcétera.
En este caso, más que la longitud vocálica, resultó determinante la
consonante final: la –c final ejerce una fuerza de atracción sobre el
acento tónico, mientras que la –tl final lo mantiene en su lugar.
1.2.2. Nahuatlismos
Los casos más frecuentes de traslación hacia la derecha del acento tó-
nico se dan con la terminación –V-tl, pero el traslado no se convierte
13 Debe advertirse que antes de fijarse el nombre de nuestro volcán como Popoca-
tépetl, en el siglo XVI se registró su nombre con el locativo -c y sus ya mencionadas trans-
formaciones. Francisco López de Gómara lo registra como Popocatepec, Historia de las
Indias y conquista de Mexico, Zaragoza, Agustín Millán, 1552; reed. facs., con “Breves no-
ticias sobre el autor y la obra” de Edmundo O’Gorman, México, Centro de Estudios
de Historia de México Condumex, 1977; y Bernal Díaz del Castillo como Popocatepe-
que, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, escrito entre 1551 y 1575 [edi-
ción de fray Alonso Remón, con interpolaciones de fray Gabriel Adarzo y Santander],
Madrid, en la imprenta del Reyno, 1632; edición crítica de Carmelo Sáenz de Santa
María, basada en las ediciones de fray Alonso Remón y el Manuscrito Guatemala, Ma-
drid, México, CSIC, UNAM, 1982, 2 vols., cap. LXXVIII.
GuzmanBetancourt 30 24/6/04 12:52 Page 456
2.1. Esdrujulización
2.1.1. Topónimos
El caso más sonado es el paso de M_x_cco a México. La etimología
más probable de Mexico es “En el ombligo (centro) de la luna”,14
compuesto por m_tz-tli (luna), x_c-tli (ombligo) y el locativo –co; lo
cual da: M_tzx_cco, que con el tiempo se volvió M_xx_cco. La presen-
cia de las dos sílabas largas impide tomar la longitud vocal como fac-
tor determinante en la esdrujulización del nombre de México.
2.1.2. Nahuatlismos
Son pocos los nahuatlismos esdrujulizados. El paso de x_calli a jícara
acaso se debe a que la sílaba x_– es larga.
2.2.1. Topónimos
Ha sido norma editorial común transcribir el topónimo españoliza-
do de Culua o Ulua, como Culúa o Ulúa, en San Juan de Ulúa, sin
que las fuentes registren el acento tónico en la u, pues éste no era re-
gistrado en los documentos e impresos antiguos. ¿Cómo debió, en-
tonces, pronunciarse? Viene a nuestro auxilio el precioso testimonio
de fray Bartolomé de las Casas, según el cual al llegar el 31 de mayo
de 1518 a Puerto Deseado la armada de Juan de Grijalva, “parecía la
gran tierra de la Nueva España, que volvía a la mano derecha, como
hacia el norte; creyó el piloto [Antón] de Alaminos que fuese otra is-
la distinta de Yucatán, estimando también que Yucatán fuese isla. Pre-
guntados los indios que tomaron, qué tierra era la que parecía, res-
14 Antonio del Rincón, SJ, Arte mexicana, México, 1595, lib. IV, cap. I; Lawrence Ec-
pondieron que era Coluá, la última sílaba aguda; y ésta es la que des-
pués llamamos Nueva España…”15
De modo que lo que Grijalva y Cortés oyeron en Tabasco no fue
Culúa o Culua, sino Culuá, con “la última sílaba aguda”, como correc-
tamente lo transcribió Agustín Millares Carlo en su edición de 1951
de la Historia de las Indias de Las Casas. Esta pronunciación aguda pue-
de deberse a varias razones. Las palabras nahuas son graves o llanas y
las mayas son agudas; la voz culuá podría venir de la mayanización de
una voz nahua (colhua), oída por Grijalva en Tabasco, pues las pala-
bras mayas son agudas. Pero parece más probable que la pronuncia-
ción Uluá o Culuá fuera una abreviación de Colhuacan (o Culhua-
can), pequeño señorío del sur de la cuenca de México, cuyos
habitantes eran colhuaque, señorío cuya toltequidad se querían apro-
piar los mexicas, con el acento tónico en la sílaba –hua–. El proceso
fue, entonces: Culhuacan, culhuaque > Culuá > Culúa > Ulúa.
2.2.2. Nahuatlismos
El paso de tilmahtli > tilma se pudo dar debido al frecuente uso del
posesivo, como en notilma.
3.1.1. Topónimos
No vieron alterado su acento tónico los topónimos finalizados con el
locativo –co, como Xochimilco, Tlalmanalco; ni en general los termi-
nados en –lan, como en Comallan > Comala.
3.1.2. Nahuatlismos
El acento tónico permanece en su lugar cuando termina en –K-tli,
que se vuelve –te: mihtohtli > mitote. Cuando termina en su variante
15 Fray Bartolomé de las Casas, OP, Historia de las Indias, edición de Agustín Milla-
res Carlo y Lewis Hanke, México, FCE (Biblioteca Americana), 1951, lib. III, cap. CXI.
Comenta este pasaje Aurora Díez-Canedo, El concepto de Nueva España en el siglo XVI. Es-
tudio historiográfico, tesis de Doctorado en Historia, México, UNAM, Facultad de Filoso-
fía y Letras, 1998.
GuzmanBetancourt 30 5/12/04 8:44 AM Page 459
3.2.1. Topónimos
Tepeyácac > Tepeyac y Tepeaca
A diferencia de los topónimos cuyo acento tónico pasó a la última
sílaba, el acento tónico de Tepeyácac permaneció en la sílaba -ya- al
pasar a Tepeaca o a Tepeyac. Esto acaso se vio favorecido porque la
sílaba –catl de yácatl (nariz) no es larga. Nadie dice Tepeyacac (como
Ocoyoacac) y jamás se encuentra escrito “Tepeyacaque”. Pero con el
paulatino debilitamiento de la sílaba final, –cac, corta y no acentua-
da, se fueron imponiendo las formas actuales: primero Tepeaca, Pue-
bla, y después Guadalupe Tepeyac, que a ningún nahuatlato se le ocu-
rriría pronunciar y escribir Tepéyac. La agudización tónica se produjo
efectivamente, pero se mantuvo el acento en la sílaba –yac–.
3.2.2. Nahuatlismos
Debe mencionarse la agudización sin traslación del acento tónico,
por eliminación de la terminación de absolutivo –li (después de –l):
acocilli > acocil, comalli > comal, copalli > copal, chimalli > chimal, icpa-
lli > equipal, macehualli > macehual, mecapalli > mecapal, coyolli > co-
yol, tamalli > tamal.
17 Claudine Chamoreau, Description du purépecha parlé sur des îles du lac de Patzcuaro
fica de la Secretaría de Fomento, 1890; reed. facs., México, Editorial Innovación, 1979,
cap. v, p. 115.
GuzmanBetancourt 30 5/12/04 8:44 AM Page 462
19 Fray Diego Basalenque, OSA, Arte de la lengua tarasca, México, por Francisco Calde-
rón, 1714; quinta edición, con introducción histórica y preparación fotográfica del tex-
to, por J. Benedict Warren, Fímax Publicistas Editores, 1994; Ignacio Guzmán Betan-
court, “Los estudios sobre lenguas indígenas durante el siglo XVII”, en Raquel Chang
Rodríguez, Historia de la literatura mexicana, vol. 2, México, Siglo XXI, 2002.
20 Fray Maturino Gilberti, OFM, Arte de la lengua de Michuacan, México, Juan Pablos,
1558; reed. facs. con introducción histórica y apéndice documental y preparación fo-
tográfica del texto por J. Benedict Warren, Morelia, Fímax Publicistas Editores, More-
lia, 1987.
21 Fray Juan Baptista de Lagunas, OFM, Arte y dictionario, con otras obras en lengua mi-
choacana, México, Pedro Balli, 1574; reed. facs., con introducción histórica y apéndice
documental y preparación fotográfica del texto, por J. Benedict Warren, Morelia, Fí-
max Publicistas, 1983.
22 Pablo Velázquez Gallardo, Diccionario de la lengua phorhépecha, México, FCE, 1978.
23 Pedro Márquez Joaquín, “Glosario de voces p’hurépecha”, en fray Jerónimo de
Alcalá, Relación de las cerimonias y rictos y población y gobernación de los indios de la provincia
de Mechuacan, Moisés Franco Mendoza, coordinador de edición y estudios, Zamora, Mo-
relia, El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, 2000, pp. 701-726.
24 Vicente Riva Palacio, El virreinato. Historia de la dominación española en México desde
1521 a 1808, t. II de México a través de los siglos, México, Ballescá y Compañía, Barcelo-
na, Espasa y Compañía, 1885.
GuzmanBetancourt 30 5/12/04 8:44 AM Page 463
* UNAM/IIFL.
[465]
GuzmanBetancourt 31 5/12/04 8:45 AM Page 466
¿puede la lengua escrita reflejar la lengua oral? el caso de la grafía <y> 467
Léxico
normal oral g norma escrita ={ Gramática }
Ortografía
El esquema anterior nos advierte la dificultad de realizar un aná-
lisis gráfico, ya que por una parte la norma oral de un amanuense se
sujeta a una nueva norma que es la escrita y dentro de ésta a una nor-
matividad “cultural” que es la ortografía.
Dentro del análisis gráfico, un tema que ha sido evadido por la ma-
yoría de los filólogos es determinar la “pronunciación” o en su caso
la “caracterización” de la grafía <y>, letra que es, en esta ocasión, el
centro de nuestro análisis. El estudio de esta grafía se nos propone
como una empresa difícil ya que, por un lado, representa un sonido
que tiene orígenes diversos, y por el otro, actualmente presenta di-
vergencias en cuanto a su caracterización, dada su diversa pronuncia-
ción en las variantes diatópicas y diastráticas del español. Por último,
el uso de la grafía <y>, a lo largo de la historia, parece estar sujeto a
factores extralingüísticos como son la presencia de modas gráficas y
de escuelas de escritura. En la presente investigación nos propone-
mos estudiar el uso de <y> en documentos medievales pertenecien-
tes a los siglos XII y XIII y contrastar los resultados con el estudio de es-
ta misma grafía en documentos novohispanos pertenecientes a los
siglos XVI y XVIII.
Para poder realizar nuestra investigación fue pertinente dividir el
trabajo en varias etapas, a saber: la primera en la que se analiza el ori-
gen del fonema /y/ del español representado por medio de la grafía
<y>; la segunda etapa en la que se recopila y compara información so-
bre la caracterización de dicho sonido; la tercera en la que se analizan
diversos documentos medievales y novohispanos para poder obtener
datos que ayuden a descifrar cuál es el sonido o los sonidos que repre-
senta “y”, la cuarta y última en la que se ofrecen las conclusiones.
ORIGEN
¿puede la lengua escrita reflejar la lengua oral? el caso de la grafía <y> 469
ESPAÑOL ACTUAL
C —— s
——
Por otra parte, este autor advierte que la oposición entre /y/ e /i/
sólo es válida en posición intervocálica: raía/raya, y entre consonan-
tes y vocal nuclear: desie?rto/deshie?lo. En todos los demás casos las
variantes de /y/ e /i/ se complementan, ninguna variante aparece
en la misma posición que las demás: [yélo] “hielo”, [sáya] “saya”, [qjé-
lo] “cielo”, [réj] “rey” (pp. 183-184).
b] Antonio Quilis (Tratado de fonología, pp. 252 y 253) describe /y/
como un fonema fricativo linguopalatal sonoro con dos alófonos uno
africado palatal sonoro [Z] tras pausa, nasal o [l] y otro fricativo pa-
latal sonoro [y] en los demás contextos.
c] Eugenio Martínez Celdrá (Fonética, p. 171) caracteriza a [y] co-
mo un sonido aproximante. Advierte que en castellano el sonido con-
sonántico interior de la palabra mayo es diferente por completo del se-
gundo de la palabra pie. “El primero es más cerrado y menos tenso que
el segundo, que suele ser un sonido transitorio, próximo a una vocal.”
d] Desde la perspectiva generativista hay divergencia en la caracte-
rización de este fonema. Para Heles Contreras y C. Lleó (Aproxima-
ción a la fonología generativa, p. 50) el fonema /j/ presenta los rasgos
[+consonántico], [-silábico] y [+obstruyente], que permiten diferen-
ciarlo de /i/.
e] Para Rafael Núñez Cedeño y Alfonso Morales-Front (Fonología
generativa, p. 42) /y/ tiene exactamente los mismos rasgos distintivos
que /i/: [+continuo], [+resonante], [+aproximante], [-consonante].
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¿puede la lengua escrita reflejar la lengua oral? el caso de la grafía <y> 471
ANÁLISIS
Siglo XII
Fuero de Avilés:
a] Posición intervocálica: aiudelo (16), aia (11-12), maiore (10), saion
(12).
b] Posición inicial seguido de vocal: iuso (19).
c] Posición pre o postnuclear: rei (13), fiador (12).
d] Posición nuclear: villa (12), vezino (13), illo (13).
Fuero de Oviedo:
a] Posición intervocálica: ajudelo (16), aya (11-12), maior (10), vaya
(14), sagione (12) /sayón (34).
b] Posición inicial seguido de vocal: yuso (9).
c] Posición pre o posnuclear: rey (43), traydor (15).
d] Posición nuclear: villa (12), vezino (13), yllos (13).
e] Interpolación consonántica: cayer (9), traya (15).
Siglo XIII
Fuero Real:
a] Posición intervocálica: ayuso (9), aya (9), cuya (11) / cuia (11),
maiores (12), leyes (7).
b] Posición inicial seguido de vocal: yace (1).
c] Posición pre o posnuclear: pleyto (11), traydor (10), ley(9),ey (3),
buey (2).
d] Posición nuclear: ysla (14), yva (14).
e] Interpolación consonántica: cayer (15).
f] Otros casos: **abeyas (17) abeias (17).
Fuero de Zamora:
a] Posición intervocálica: aya (1), mayor (77), vaya (4), engayar (321).
b] Posición inicial seguido de vocal: yaz (56) / iaz (44), yeguas (52).
c] Posición pre o posnuclear: beysar (2), terceyro (11), Juyzio (76),
ley (78), rey (19).
d] Posición nuclear: no se registran casos.
e] Interpolación consonántica: caya (11).
f] Otros casos: fiyos (29), ayeno (67), conceyo (1), muyer (1), ye (2).
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¿puede la lengua escrita reflejar la lengua oral? el caso de la grafía <y> 473
Siglo XVI
Siglo XVIII
CONCLUSIONES
¿puede la lengua escrita reflejar la lengua oral? el caso de la grafía <y> 475
BIBLIOGRAFÍA
a] Corpus
Martínez Diez, G., Fuero Real, Ávila, Fundación Sánchez Albornoz, 1988.
b] Referencias
Goody, Jack, The interface between the written and the oral, Cambridge, Cambrid-
ge University Press, 1987.
Valdés, Juan de, Diálogo de la lengua (1737), edición de Juan M. Lope Blanch,
Madrid, Castalia, 1985.
GuzmanBetancourt 32 5/12/04 8:46 AM Page 477
1. INTRODUCCIÓN
* UNAM/ENEP-Acatlán.
1 José G. Moreno de Alba, “Vitalidad del futuro de indicativo en la norma culta de
[477]
GuzmanBetancourt 32 5/12/04 8:46 AM Page 478
2 Samuel Gili Gaya, Curso superior de sintaxis española, Barcelona, Bibliograf, 1991,
p. 248.
GuzmanBetancourt 32 5/12/04 8:46 AM Page 479
3 Joaquín González Muela, El infinitivo en “El Corbacho” del Arcipreste de Talavera, p. 61.
GuzmanBetancourt 32 5/12/04 8:46 AM Page 481
4 Emilio Alarcos Llorach, Estudios de gramática funcional del español, Madrid, Gredos,
1980, p. 259.
GuzmanBetancourt 32 5/12/04 8:46 AM Page 484
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
a] Corpus
Menéndez Pidal, Ramón (ed.), Poema de Mío Cid, Madrid, Espasa Calpe, 1961.
Wagner, Charles Philip, El libro del cauallero Zifar, Wisconsin, University of Mi-
chigan, 1929.
b] Referencias
Moreno de Alba, José G., “Vitalidad del futuro de indicativo en la norma cul-
ta del español hablado en México”, en Anuario de Letras, México,
UNAM/CLH, 1970, pp. 85-102.
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LAURA HERNÁNDEZ*
“Una forma de lengua [..] que se impone más allá de las variaciones locales y sociales
hasta el punto de emplearse corrientemente, como el mejor medio de comunicación
[…] Generalmente es una lengua escrita. La difunden la escuela, la radio y se utiliza
en las relaciones oficiales. Suele estar sometida a una norma y a instituciones que la di-
rigen […] el sentido de estandarizado y el de normalizado están muy cercanos, aunque
este último término insista más sobre la existencia de instituciones reguladoras (aca-
demias, escuelas, etc.).” Desde mi punto de vista, no se trata solamente de una proxi-
midad de conceptos, sino que la estandarización es un proceso inscrito en el de la ins-
titucionalización del lenguaje.
[487]
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Una antisociedad es una sociedad que se establece dentro de otra como al-
ternativa consciente a ella, es un modo de resistencia, que puede adoptar la
forma de simbiosis pasiva o de hostilidad activa, e incluso de destrucción. Un
antilenguaje no sólo es algo paralelo a una antisociedad, a decir verdad, es
algo generado por ella […] un estudio de la patología sociolingüística pue-
de dar lugar a un conocimiento adicional de la semiótica social.2
je y del significado, trad. de Jorge Ferreiro, México, Fondo de Cultura Económica, 1985,
p. 213.
3 Op. cit., p. 215.
4 Op. cit., p. 222.
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sobre todo hay tensión: “La distancia no necesita ser muy grande, en
realidad una de ellas es variante metafórica de la otra”.5 Y, añadiría
yo, ya sabemos cuál es la metafórica aquí, puesto que la literalidad es-
tá depositada en la norma.
Me encuentro muy lejos de Halliday en su concepción del asunto
pues, para mí, la metaforicidad no sólo está en el lenguaje marginal
(el antilenguaje), sino que también está en el literal, pero ahí es si-
mulada. Es una cuestión de actitud que ciertamente puede proyec-
tarse en un problema para el orden social, pero cuyo origen es exis-
tencial. La poeticidad del lenguaje marginal no es un mero juego de
violación de lo establecido, sino el desarrollo de lo posible. Se trans-
grede para trascender, para afirmar una autonomía frente a lo dado,
de ahí que uno de los rasgos más característicos del caló sea la ironía.
No obstante mi desacuerdo con Halliday, es necesario reconocer-
le que ha sido uno de los pocos lingüistas que han propuesto un tér-
mino propio, que expresa un concepto lingüístico sobre el lenguaje
marginal. De hecho, en la lingüística nos encontramos con el uso de
términos de origen marginal para hablar del lenguaje marginal, lo
cual da lugar a una situación paradójica, pues el lenguaje marginal,
que es una forma corrompida de la norma estándar, carente de la pro-
piedad de la norma –sus términos son metafóricos–, provee a la lin-
güística de los términos que le servirán para analizarlo teóricamente.
Pero el asunto no es sólo de palabras, sino de conceptos, como vere-
mos más adelante.
Ante esta situación, yo propongo el término “lenguaje marginal”
porque lo que quisiera destacar conceptualmente es que mi pers-
pectiva se sitúa en el hecho de que estos lenguajes operan en el lí-
mite del espacio significativo, es decir, que su sanción, a pesar de de-
positarse en la supuesta violencia de las reglas, se determina desde
la normatividad social en el uso de la lengua, pues, no obstante que
no podamos entenderla cuando no somos usuarios de ella, no por
ello consideramos que se trata de otra lengua. Los lingüistas han
considerado, en general, que la razón de esto se deriva del hecho de
que el único nivel violentado es el semántico; sin embargo, objeta-
ría a ello que la semántica no es nivel propiamente dicho, en tanto
hay semántica en todos los niveles. Por esa razón, el lenguaje mar-
Hay que cavilar mucho todavía para comprender cómo es posible que
la preocupación por reflexionar acerca del discurso pueda ser, a su
vez, un discurso. Y es éste el camino que me propongo esbozar en la
presente reflexión. En ella intentaré mostrar cómo las consideracio-
nes lingüísticas, desde la perspectiva de Saussure, sobre la naturaleza
y el funcionamiento del lenguaje están involucradas, en cierto senti-
do, con el problema de la soledad del hombre. De hecho, podría de-
cirse que ésta es producida por determinadas concepciones lingüís-
ticas que contribuyen a crear lo que algunos filósofos han llamado el
hechizo del lenguaje. Con ello no pretendo ser lingüista, pues reconoz-
co que mis conocimientos sobre esta disciplina son limitados, ya que
se circunscriben a la revisión de aquellos puntos que me han sido ne-
cesarios para alcanzar una mayor y mejor comprensión del proble-
ma. De esta manera intentaré mostrar que la soledad humana no es
producida únicamente por concepciones erróneas del lenguaje, sino
que sucede más bien a la inversa: que las concepciones que podrían
pensarse como erróneas son, en realidad, producidas por los confi-
nes implícitos del lenguaje.
Por último, deseo expresar mi gratitud a los organizadores de estas
reuniones por permitirme participar en él. Sin duda mi presencia en
este encuentro lingüístico resulta presuntuosa, porque mi formación
es filosófica. Sin embargo, la idea que me ha llevado a aventurarme en
este congreso ha sido la de exponer algo que considero que debe ser
tomado en cuenta por todos aquellos cuya alma se mueve por el llama-
do del lenguaje. De modo que mi inquietud responde a la creencia de
que la filosofía tiene cosas interesantes e importantes que decir a la lin-
güística. No por el hecho de que la filosofía contemporánea esté liga-
* UNAM/ENEP-Acatlán.
[497]
GuzmanBetancourt 34 5/13/04 10:22 AM Page 498
Es notorio que lo anterior nos deja más preguntas que las que respon-
de, como sucede siempre en eventos de este tipo, pero con ello es su-
ficiente para presentar un esbozo sobre el problema lingüístico de la
comunicación desde una perspectiva filosófica. Resumiendo breve-
mente, el problema de la comunicación en el estudio de la lingüísti-
ca tiene dos caras: por un lado es un problema porque la disciplina
la presupone. Es problema porque la lingüística estudia, por lo me-
nos desde la perspectiva de Saussure y de sus seguidores, a la lengua
como sistema de signos, pero no como cualquier signo, sino que es-
tudia a los signos lingüísticos que se entienden como significantes con
significado. El problema se encuentra concretamente cuando se quie-
re distinguir entre una lengua y otra, primero porque la distinción
elemental entre un sonido y otro depende de que conservemos en la
memoria al primero para compararlo con el otro, lo cual supone una
diferencia significativa desde el hecho mismo de la percepción. En
segunda instancia dependemos, por lo menos, del reconocimiento
de que el significado de uno no es el mismo que el de otro, aunque
sea porque reconocemos uno y el otro no. Lo cual supone, como mí-
nimo, que se comparta el significado de éste. Con ello el estudio de
la lengua supone a la lengua como algo distinto de lo que ella mis-
ma, con su delimitación, deja fuera de sí. Por lo tanto, estudian una
lengua sin que se explique por qué es una lengua o, en otras palabras,
se estudia un sistema sin justificar por qué es tal.
El problema reaparece cuando se intenta responder al problema
anterior con los estudios realizados por la semántica. Entonces la di-
GuzmanBetancourt 34 5/13/04 10:22 AM Page 504
ÍNDICE
PRESENTACIÓN 9
[505]
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506 índice
índice 507
508 índice
índice 509
19 de julio de 2004
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