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Esforzados, en el poder del Señor

“5 Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré
contigo; no te dejaré, ni te desampararé. 6 Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este
pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. 7 Solamente
esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés
te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas
las cosas que emprendas. 8 Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y
de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito;
porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. 9 Mira que te mando que te
esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en
dondequiera que vayas.” Josué 1:5-9

Muchos de nosotros, al llegar un nuevo año, hacemos algunas


resoluciones para el año nuevo. Con frecuencia, comenzamos el año nuevo
con grandiosos planes y metas, y de ese modo le damos sentido a la vida.
Porque el ser humano que no tiene algunos propósitos de vida, es un ser
humano deprimido y sin dirección.

Lamentablemente, no siempre logramos los propósitos que nos hemos


impuesto. Durante el año, nuestro ánimo comienza a decaer, y esas metas
que nos habíamos propuesto lograr en el año, son olvidadas y no son
alcanzadas, como lo habíamos planificado. Los obstáculos de la vida, el
afán, la falta de compromiso y/o disciplina nos ha robado del tan deseado fin.

Dios nos hace un llamado a vencer los obstáculos cuyo propósito es


detener el Reino de Dios aquí en la Tierra. Pero para lograr estas metas
tenemos que:

(1) Asimilar, internamente, que el que envía, capacita, y guía,


es el Señor. Cuando el creyente tiene plena convicción que es instrumento
en las manos de Dios, y que fue creado y llamado para servirle a Él,
entonces puede ser completamente libre para llevar a cabo los planes de
Dios a cabalidad. Los cristianos, tenemos que dejar a tras el bagaje que
impide la realización de una nueva identidad Cristo Jesús; y tenemos que
permitir que el Espíritu Santo nos revista en Cristo Jesús, día-a-día.

(2) Ser proactivos en el proceso para poder lograr los


objetivos. El creyente tiene una responsabilidad de alentarse a sí mismo,
en la confianza que tiene en el Señor, en la Palabra de Dios y en la oración.
Es un acto deliberado de parte del creyente de proceder hacia adelante con
las metas y objetivos que Dios le ha comisionado, a pesar de su propia
insuficiencia, porque el que es más que suficiente es el Señor. Esto debe de
producir en el creyente el ánimo necesario para vencer los obstáculos, para
la gloria del Señor. Así, que la ortopraxis cristiana requiere que no se le dé
cabida al desanimo, y que abracemos, en su lugar, el valor y la sabiduría
divina para confrontar los obstáculos.

(3) Reconocer la doctrina Bíblica como la autoridad máxima en


nuestro proceder. El creyente tiene que hacer de la Palabra de Dios su
gobierno. El amor de la Palabra de Dios, y la búsqueda de su consejo, es
motivo de reflexión de día y de noche. La sabiduría y la comprensión de
todas las cosas están exclusivamente bajo el dominio de la Palabra de Dios.
Cualquiera que sea el asunto de este mundo, nunca debemos de desechar la
única cosa necesaria: el conocer la perfecta voluntad de Dios a través de su
Palabra. Todas las cosas se tienen que sujetar a la Palabra de Dios. O sea,
nuestros deseos, nuestros planes, nuestra condición pecaminosa, nuestra
salud, nuestra finanzas, todo, todo, todo tiene que sujetarse a Palabra de
Dios. Nada va por encima de la Palabra de Dios.

(4) Él nos capacitará y nos llevará a puerto seguro, siempre y


cuando estemos dentro de su voluntad. Jehová garantiza su presencia,
y su guidado, siempre y cuando estemos llevando a cabo su visión y misión.
El Señor ha mandado, llamado y comisionado al creyente para hacer las
cosas relacionadas con el Reino de Dios aquí en la Tierra, por ende, el
cristiano tiene la seguridad de que Dios lo sostendrá y lo guiará. Cuando
estamos en la senda del deber, tenemos razón para ser fuertes en Él. Así
que a pesar de la aflicción, los tropiezos o caídas, el creyente no se puede
rendir bajo el yugo que le oprime. Serán muchas las situaciones que se
opongan al cumplimiento de las metas y objetivos divinos; pero, en medio de
la dificultad, recordemos que Dios ha prometido estar presente. Si el
creyente se da por vencido, no logrará las metas que Dios ha querido
manifestar en su vida. Solamente el que es valiente en el Señor logrará la
victoria.

No es malo que tengas metas.


Lo que si debes entender
es que en el camino te enfrentaras
con muchos obstáculos.
Sin embargo, debes saber que a pesar de todo lo que te pueda venir en tu
contra,
para que no puedas alcanzar, o no puedas concretar, los propósitos que Dios
te ha encomendado,
existe un Dios, el cual abrió el mar rojo,
un Dios, el cual derribó las murallas de Jericó,
un Dios, el cual por medio de David venció al Gigante,
y ese mismo Dios es el que está contigo hoy.
Ese mismo Dios
es el que te quiere dar la victoria en cualquier circunstancia,
y quiere ver cumplido en ti,
cuanto propósito Él puso en tus manos.
Dios te bendiga
Iris Lens
irislibertad@yahoo.com
http://fervientes-en-espiritu.blogspot.com

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